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PSICOLOGIA PASTORAL
Carlos T. Gattinoni
Este es un interesante artículo escrito por el Obispo metodista Carlos T. Gattinoni en el año 1972 para
la revista Psicología Pastoral. En él establece una clara delimitación de campos entre la Psicología y
la Teología y fundamenta las bases teológicas de la primera.
Carlos T. Gattinoni nació el 17 de Junio de 1907 y fue el primer hijo del matrimonio del pastor
Juan Gattinoni y su esposa Minnie Rayson. Realizó sus estudios pastorales en el Seminario
Evangélico de Teología, mas tarde Facultad Evangélica de Teología. Fue pastor metodista en
el Uruguay y en numerosas congregaciones de la Argentina. Cuando la Iglesia Metodista
Argentina decidió la declaración de su autonomía en el año 1969 fue elegido como su primer
Obispo, cargo que ejerció hasta 1977 cuando se retiró por razones de edad. A partir de ahí
estuvo a cargo del Servicio de Evangelización de esa Iglesia.
Fue autor de unos quince libros. Algunos de ellos fueron: “La eterna contradicción” (1937), “Voz
del cielo” (1972), “Breviario del dador alegre”, “El don del Espíritu” (1978) y “Principios del
movimiento metodista” (1982).
I. Explicación de términos
Entiéndese que la Psicología Pastoral es aspecto especializado de la Teología Pastoral.
Esta abarca toda la obra pastoral: aquella se limita al asesoramiento pastoral en cuanto la
persona objeto del mismo experimenta problemas relativos a su condición psíquica. Ambos
son en el plano teórico -disciplinas de estudio; y en el práctico, campos de acción. Desde
luego, ambos planos no son separables: "El lenguaje teológico cristiano es para el vivir
cristiano. En ningún otro contexto tiene significación... La teología cristiana ... sólo se vuelve
luminosa dentro de la cura de almas. En ese sentido toda teología es teología pastoral" ha
dicho acertadamente Greeves. La teología en general, es comprender lo que hemos creído.
Pero afirmación tal resulta insuficiente, por cuanto para creer es necesario saber lo que el
Evangelio nos anuncia y significa. "La fe viene por el oír la Palabra de Dios". Sin fe no
podemos conocer a Dios. De modo que, en realidad, los elementos intelectuales, v los
volitivos no son separables. Es que se trata de la respuesta total de nuestra personalidad a la
revelación de Dios, revelación que no capta el intelecto aislado, sino el ser todo entero por
medio de la fe. La revelación reclama inmediata obediencia. (El que quisiere hacer la
voluntad de Dios conocerá de la doctrina). Toda teología cristiana, si auténtica, es de
inmediata aplicación pastoral, y si no, hay que cuestionarla.
Asimismo, es en esta esfera donde el pastor ha de conocer sus limites. Nadie tiene derecho
a efectuar un tratamiento psicoterapéutico si carece de la preparación adecuada para ello.
Hacer de psicólogo amateur, es simplemente convertirse en curandero con todos los peligros
que ello acarrea, para el paciente y para el pastor.
Usé adrede el término "paciente", porque en ese caso lo sería de veras. Pero el vocablo
mismo es chismoso delator de una grave capitulación de la Teología pastoral, no ya ante la
Psicología en general, sino ante la teoría freudiana, contra la cual han aparecido vigorosas
reacciones dentro de la propia Psiquiatría general. Consiste aquella capitulación en haber
renunciado a la noción de pecado, y a las personas cargadas de problemas emocionales o con
serios trastornos de personalidad tenerlas simplemente por enfermas. En la diferencia entre
pecador y enfermo, va la distancia entre responsabilidad e irresponsabilidad. Que haya
culpabilidad falsa, llamada también funcional o sintomática, no es cosa de dudar. Pero toca a
la Teología pastoral restablecer con vigor el concepto de la culpabilidad auténtica y de la
responsabilidad del hombre por su proceder. Mismo en la enfermedad física, no se puede dar
por descontado ausencia de culpabilidad, responsabilidad, pecado. Quien transgrede las leyes
de la higiene es responsable de las consecuencias físicas que ello le ha de acarrear. Cierta
vez conversaba con un pastor, ante la muerte de un bebé; y él me dijo: "Esto no es la
voluntad de Dios". Poco después me enteré que la criatura había sido expuesta
intencionalmente al frío. Tomó una pulmonía que no fue debidamente tratada. Es evidente que
el pecado entró a jugar en esa muerte como factor determinante. A un hombre le han
amenazado con que han de amputarle la pierna si no deja de fumar. Pero sigue fumando. El
será responsable de esa consecuencia. Cuando de lo físico pasamos a lo psíquico, la
intervención del pecado en la enfermedad se hace mucho más extensa. Descontar de
antemano toda responsabilidad, y sustituir a la noción de pecado la de enfermedad, puede,
lejos de ayudar a la restauración de la persona, agravar su mal y alejarla infinitamente de la
salud y plenitud de vida. Lo paradojal sea que estos descubrimientos los venga haciendo la
Psicología moderna, mientras la Iglesia queda rezagada con criterios ya perimidos, y la
Teología enmudecida precisamente en su campo, donde debe hablar inequívocamente. (Ver 0.
Hobart Mowrer, The Crisis in Psychiatry and Religion).
En qué se cimenta la Psicología Pastoral? En una sola cosa: el amor de Dios, del cual el
Evangelio tan elocuentemente habla. Amor tal que al asomarse al mundo en Jesucristo y su
cruz, otorga a la pobre personalidad humana un valor infinito, y nos dice a qué precio nos ha
amado a todos Dios. "Amados si Dios asi nos ha amado, debemos amarnos unos a otros".
Este amor de hecho y de verdad, y no solamente de palabra, se orienta al servicio
sacrificial. La palabra pastor, ya lo indica. La Psicología Pastoral pues estará animada por
una pasión servicial que no se detiene ante el sacrificio. El término ministro (que viene del
griego: diaconía) significa siervo. Se subraya así el espíritu de servicio, característica
esencial del ministerio cristiano según el Nuevo Testamento.