La Nube Negra

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Golpe petrolero en Venezuela
Germán
Sánchez
Otero
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DISEÑO: Ernesto Niebla Chalita
EDICIÓN: Yudalmis Suárez Alberdi

Leydis Balbuena Leyva
CORRECCIÓN: Olga M. López Gancedo
COMPOSICIÓN: Geordanys G. O'connor
© Germán Sánchéz Otero, 2012

©Sobre la presente edición:
Badel y Hermanos (Venezuela)
Editora Política (Cuba), 2012
Todos los derechos reservados.
Se prohíbe la reproducción
de esta obra sin la autorización
de la Editora
DEPÓSITO LEGAL:
ISBN:
RIF:
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Los hombres van en dos bandos:
los que aman y fundan,
los que odian y deshacen.
José Martí
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A todos los entrevistados, A Rogelio Polanco y Jorge Ferrera,
por sus imprescindibles reflexiones, solidarios colaboradores desde
informaciones y vivencias. la embajada de Cuba en Venezuela.
A Toby Valderrama, Edgardo Ramírez, A Rubén Hernández, Gustavo

Elena Díaz, Luis Morillo, Francisco Arreaza y Ruy Márquez por facilitarme
Delgado, Rafael Hidalgo y Félix López, el acceso a las transmisiones
quienes leyeron el texto preliminar de la televisión durante el golpe
y me ofrecieron útiles comentarios. petrolero.
Al equipo del Ministerio del Poder A mi hijo Carlos Ernesto,

Popular de Petróleo y Minería quien me auxilió en varias faenas
de Venezuela, que colaboró con con afecto y esmero.
entusiasmo y eficiencia en la logística,
transcripción de las entrevistas, selección A Rolando Alfonso Borges, Alberto
de prensa y documentos, y en otras Alvariño y José Arias, quienes brindaron
actividades imprescindibles dirigido respaldo y estímulo.
por Julio González; en especial a Rossana
Rodríguez, Enrique (Saturno) Viana, A las compañeras Yudalmis Suárez,
Cindy Duque, Eduardo Valderrama, Leydis Balbuena y Olga María López
Beatriz Márquez y Julio Villarreol. de la Editora Política de Cuba
–bajo la dirección de Santiago Dórquez
A Ernesto Niebla, por mucho más y José Duarte–, quienes realizaron
que su formidable labor como diseñador una prolija edición en tiempo récord.
del texto y creador de la cubierta.
A los miembros del Grupo Creativo
Al grupo del Ministerio del Poder del CC-PCC, en especial a Elio Duarte
Popular para la Comunicación Cruz y Geordanys G. O'connor, siempre
y la Información de Venezuela dispuestos y originales.
–en especial Kelly Blanco– que apoyó
en la selección de la prensa y las fotos.
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Pórtico
..I..
«Un día pasa, pero un momento no», dice una máxima india.
Entre el 2 de diciembre de 2002 y el 3 de febrero de 2003 fluye-
ron en Venezuela sesenta y tres días que configuran un momento
singular de la historia de ese país: el llamado golpe petrolero, uno
de los procesos políticos más complejos vividos por cualquier re-
volución en el mundo, de enseñanzas perdurables y diversas.
Ese segundo intento para derrotar la Revolución Bolivariana,
luego de fracasar la asonada del 11 de abril, tuvo igual desenlace:
el pueblo ganó otro laurel que le permitiría tener el mando de
la estratégica industria petrolera, base de la economía nacional y
principal instrumento de la conspiración contra el gobierno boli-
variano hasta aquella fecha.
Este libro se inicia con el mensaje que trasladara Chávez al
pueblo en la madrugada del 14 de abril de 2002, cuando reasume
la presidencia en Miraflores. Nuestra evocación busca tejer las
complejas dinámicas políticas y conspirativas que ocurren desde
el despegue hasta el fracaso de la conjura fascista –el 3 de febrero
de 2003–, cuyo nudo gordiano es el sabotaje petrolero. Y también
descorremos el telón para mirar de cerca la epopeya que muchos
creían imposible: reactivar Petróleos de Venezuela S. A. (Pdvsa)
en apenas dos meses.
Al igual que en nuestro reciente libro Abril sin censura, trata-
mos de involucrar a los lectores en la trama real, ofreciéndoles
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GE RMÁ N S Á NCH E Z O T E R O
testimonios, opiniones y la subjetividad de personas con disími-

les conductas políticas, junto a narraciones, crónicas, memorias y
análisis del autor.
El hilo conductor del texto es el tiempo, que fluye en sentido
cronológico sin atarse a un ritmo cotidiano. Ello permite mover
el lente sobre los diferentes escenarios a fin de distinguir las co-
nexiones de los sucesos en sitios y lapsos, a veces durante un día,
otras en coyunturas más dilatadas. La intención es contribuir a
que los interesados –vivieran tales sucesos o no– puedan conocer
(o recordar) y analizar (o reinterpretar) los hechos de la manera
más integral posible.
. . II . .
Después de la derrota del golpe de abril de 2002, ¿subestimó la

revolución el poder de la contrarrevolución o fue a la inversa?
En mi opinión, la dirección bolivariana no calculó con total pre-
cisión las fuerzas del adversario. Pero la contrarrevolución co-
metió dos graves dislates: suponer que la política de diálogo y
conciliación de Chávez era expresión de una debilidad terminal e
imaginar que el plan de sabotear la industria petrolera resultaría
infalible, al creer que solo los gerentes conspiradores tenían la
capacidad técnica de mover la industria.
Ambos errores de apreciación les hicieron cometer varias pi-
fias. Además entre ellos coexistían diversos intereses y perspecti-
vas tácticas. Distorsionaron la personalidad de Chávez. Decían:
«retrocede cuando hay violencia y no tiene clara la victoria», «es
inseguro en situaciones límites», «se paraliza en momentos de ex-
trema tensión». No tomaron en cuenta que solo tiene sentido un
«paro cívico nacional» indefinido –como el que ellos se plantea-
ron– cuando se dispone del apoyo mayoritario de la población y
existe un plan insurreccional complementario seguro. Al respec-
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to, subestimaron de forma voluntarista –quizás animados por los

eventos del 11 de abril– la lealtad al Presidente y la constitución
de los nuevos mandos de las fuerzas armadas.
Y sobre todo evidenciaron no haber comprendido el acelerado
proceso de concientización y participación con sesgo bolivariano
que se estaba dando en los sectores populares del país y la podero-
sa fuerza que había surgido del nexo Chávez-pueblo humilde. No
entendieron el protagonismo del bravo pueblo durante la asonada
fascista de abril ni tampoco frente al llamado golpe petrolero.
Por ejemplo, los soberbios gerentes de Pdvsa interpretan de
manera equívoca la disposición del gobierno de reponerlos en la
empresa el 15 de abril, a pesar de su complicidad en el golpe.
Imaginan que la decisión del Presidente de promover acuerdos
honorables que permitieran el funcionamiento eficiente de Pdvsa
y cumplir con su estratégico papel económico con la nación, ratifi-
caba la incapacidad del gobierno para hacer funcionar la industria
petrolera sin ellos. En vez de sentirse derrotados, creyeron ser
más dueños que nunca del holding.
Esos gerentes se jactaban de que en abril tumbaron al Presiden-
te. Creían que ellos habían sido el catalizador de las movilizaciones
golpistas y que lograron activar con éxito la primera parte de la pa-
rálisis y el sabotaje de la industria, no siendo necesario continuar.
Decían: «Fallaron los militares y Carmona; nosotros lo hicimos bien
y podemos repetirlo y llevarlo hasta las últimas consecuencias».
Los golpistas de Pdvsa tuvieron más de siete meses para elabo-
rar y afinar el minucioso plan que ejecutaron en diciembre. Ello se
puede apreciar en la sistematicidad y coherencia de las acciones
del sabotaje, en el manejo mediático y en toda la trama conspira-
tiva. ¿Podían atreverse tecnócratas formados por las transnacio-
nales y al servicio de ellas a paralizar una industria que abastecía
entre un millón y medio y dos millones de barriles diarios de pe-
tróleo a Estados Unidos, sin el contubernio de ese gobierno?
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. . III . .
Hasta el paro empresarial del 10 de diciembre de 2001 –ensayo

del escenario golpista de abril de 2002–, la Revolución Bolivaria-
na logró vencer con holgura los obstáculos y resistencias de sus
adversarios. Ganó todas las elecciones: dos presidenciales, una re-
gional y tres referendos. Se aprobó una nueva Constitución por el
71,2 por ciento del electorado. Cambió muy a su favor el número
de legisladores y avanzó en los demás poderes del Estado. Dictó
cuarenta y nueve leyes habilitantes, algunas de mucha importan-
cia, como la de hidrocarburos y la de tierras.
En abril la revolución venció la primera acometida fascista,
que contó con obvio apoyo gringo. Después inauguró una etapa
de consolidación en las fuerzas armadas y de mayor organiza-
ción de las bases populares, que también elevaron sus niveles de
conciencia política.
Chávez tomó la batuta del diálogo con todos los sectores, aun-
que sus esfuerzos fueron boicoteados por la oposición, que logró
detener el proceso en vísperas del nuevo embate de diciembre.
También condujo los preparativos para encarar esa segunda in-
tentona golpista, sabiendo que el objetivo consistía en desestabili-
zar el país paralizando la industria petrolera.
Como el lector podrá apreciar, lo que acontece en el período
del 15 de abril al 2 de diciembre es clave para entender el curso de
las pugnas durante el golpe petrolero. Ninguna de las dos partes
pierde un minuto en alistar sus fuerzas y en preparar el inevitable
choque. Se trata de una experiencia política de perenne valor en
el manejo de las disputas entre revolución y contrarrevolución en
las sociedades de nuestra América y más allá.
Lo que la oposición interpretara como posiciones débiles de
Chávez en aquella circunstancia tenía su explicación en una estra-
tegia política –de origen militar– que él había concebido y no cesó
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de implementar en el tramo previo a la lid de diciembre: perder

espacio y ganar tiempo.
Sin duda, cede espacio en Pdvsa; tanto, que los gerentes boli-
varianos o simpatizantes del gobierno son casi todos marginados
o relegados por la junta directiva pactada con los tecnócratas ad-
versarios. Y, a su favor, dispone de tiempo para afianzar su in-
fluencia y la lealtad a la Constitución en las fuerzas armadas, que
resultarían decisivas en el enfrentamiento al nuevo plan golpista.
El lector sacará sus propias conclusiones sobre la apasionante
partida de ajedrez político que ocurriera entre el 15 de abril de 2002
y febrero de 2003, en que se consuma la segunda victoria estratégica
de la Revolución Bolivariana en apenas nueve meses. Hay decisio-
nes que entonces resultaron polémicas y aún siguen abiertas al de-
bate como lección histórica. Por ejemplo: ¿Fue acertado o no el per-
dón a los gerentes golpistas que asumieron el control casi total de
la empresa y tuvieron suficiente tiempo para preparar el zarpazo de
diciembre, que costara al país –según me expresara el ministro Ra-
fael Ramírez– solo en el sector petrolero 18 700 millones de dólares?
¿Podía haberse evitado? ¿No prevalecía también en segmentos boli-
varianos del ámbito petrolero y de la dirección política el criterio de
que esa compleja industria solo podía funcionar con los gerentes y
demás especialistas, casi todos adversarios de la revolución?
Como suele ocurrir en las contiendas militares clásicas, la
hueste que inicia la ofensiva el 2 de diciembre logra avanzar en
profundidad. Chávez había concebido la contraofensiva, basándo-
se en la estrategia militar que aplicara el general Ezequiel Zamora
durante la guerra federal de mediados del siglo xix en Santa Inés
de Barinas. La esencia de esa maniobra consistió en atraer al ene-
migo a las posiciones de defensa, desgastarlo con tres sucesivas
avanzadas que se iban replegando y en la cuarta línea se sumaban
a la fuerza de reserva y todas arremetían hasta destrozar a los ad-
versarios que debían huir.
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Pronto, el 21 de diciembre, la revolución exhibe su primera

victoria del contrataque. Ese día mueve el buque petrolero Pilín
León, que por ser el iniciador del boicot marítimo devino ícono
del sabotaje. Mutatis mutandis, al desplazarse se convirtió en el
emblema del inicio de la ofensiva bolivariana. Y de ahí en adelante
la revolución no dejó de propinar contragolpes exitosos en todos
los escenarios.
Este libro pretende ofrecer una muestra vívida de esos episo-
dios históricos, llenos de enseñanzas y emociones, donde se puso
de manifiesto la heroicidad del pueblo bolivariano, en particular
de los obreros petroleros y varios gerentes patriotas, de las nume-
rosas personas que protegieron las instalaciones y de los militares
de los cuatro componentes.
La Fuerza Armada Nacional (FAN) defendió de forma cabal la
seguridad nacional. Enfrentó sin descanso a un devastador enemi-
go asimétrico que ocasionara daños económicos cuantiosos, serias
afectaciones tecnológicas por los sabotajes, pérdidas de vidas hu-
manas y sensibles afectaciones al modo de vida material y al equili-
brio sicológico de millones de personas, incluidos niños y ancianos.
. . IV . .
En ningún país del mundo la empresa estatal petrolera se había
paralizado dañada por los propios directivos y gerentes. ¿Cómo
explicar la existencia de una capa elitista tan antinacional y de
inclinaciones fascistas en la industria petrolera venezolana?
Al cabo de un siglo de haber comenzado a explotar su rique-
za petrolera en 1902, Venezuela no había utilizado esa poderosa
influencia en beneficio del desarrollo integral de la sociedad. Du-
rante casi cuatro décadas del pasado siglo (desde los años treinta
hasta los sesenta) fue el mayor exportador de oro negro del mun-
do e incluso después se ha mantenido entre los primeros.
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La nacionalización pactada con las transnacionales en 1976

tampoco conllevó en los años siguientes grandes avances en el
desarrollo económico y menos en la distribución equitativa de
la renta petrolera. Al contrario, crecieron en dimensiones nunca
vistas la polarización entre ricos y pobres y el deterioro de los
servicios sociales. ¿Qué explica esta asombrosa realidad? Hay tres
paradojas que dan la justa:
Primera: luego de la nacionalización en 1976, la empresa estatal
–que nació de la fusión de las filiales extranjeras–, en vez de entre-
gar más recursos al fisco, disminuyó crecientemente sus aportes. El
fisco venezolano recibió el 74,4 por ciento de los ingresos de Pdvsa
en 1976 (año en que fue creada), en 1997 se redujo al 40 por ciento
y en 2001 la empresa le aportó solo el 17 por ciento de sus ingresos.
Dicho con un ejemplo: en el año 2000 las ventas ascendieron a cin-
cuenta mil millones de dólares, el Estado recibió diez mil millones
(20 por ciento) y la empresa se quedó con cuarenta mil millones
(80 por ciento) para cubrir cuantiosos gastos de las propiedades en
el exterior y elevados costos de la corporación, entre ellos sumas
cada vez más exorbitantes de remuneraciones a los gerentes. Ello
provocó un déficit fiscal inmanejable y la elevación acelerada de los
impuestos no petroleros, trayendo consigo drásticos recortes a los
servicios sociales, contracción de la actividad económica y niveles
de pobreza superiores al 70 por ciento de la población en 1998.
Segunda: la alta gerencia de Pdvsa –respaldada por los gobier-
nos de turno, los poderes legislativo y judicial, la oligarquía y casi
todos los medios de comunicación– no actuó para fortalecer el
carácter nacional de la empresa. Al contrario, pocos años después
de la nacionalización inició un proceso de internacionalización y
privatización que adoptó formas taimadas y otras sin tapujos. Esta
tendencia se intensificó sobre todo después que asumió la presi-
dencia del holding el confeso neoliberal Luis Giusti, bajo el go-
bierno de Rafael Caldera (1994-1998). Después en Estados Unidos
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Giusti formó parte del equipo que elaboró la política energética

de Bush, se convirtió en director externo de la Shell y desempeñó
un papel relevante en la conspiración de los gerentes golpistas de
Pdvsa para derrocar al presidente Chávez.
La «internacionalización» supuso la compra de diecinueve refi-
nerías no rentables adquiridas en Europa y Estados Unidos por un
monto de diez mil millones de dólares y diecisiete mil expendios
de gasolina en este país (empresa CITGO). Este supuesto gran ne-
gocio quedó fuera del control del Estado venezolano y sus ganan-
cias anuales no superaban los doscientos millones de dólares…
La privatización avanzó encubierta con diferentes modalida-
des. Los «contratos operativos o de servicio» entregaron a las trans-
nacionales treinta y tres «campos marginales», entre ellos uno con
capacidad de ochenta mil barriles diarios, superior a la producción
de Cuba, y en total por más de medio millón de barriles diarios.
Bajo la figura del outsourcing se vendieron los negocios de ta-
ladros, terminales, flotas, transporte terrestre, inyección de gas e
incluso la plataforma informática, esta última a una empresa nor-
teamericana que tuvo una descarada participación en el sabotaje
petrolero de diciembre.
En enero de 1997 comenzó a funcionar la empresa mixta In-
formática y Tecnología S. A. (Intesa), conformada por Pdvsa y la
estadounidense Science Aplications International Corporation
(SAIC) con un 40 y 60 por ciento de las acciones, respectivamente.
De ese modo Intesa obtuvo el control de toda la información
y activos que integran la base informática del quehacer de Pdvsa.
Esta fue una decisión adoptada por la directiva que presidía Luis
Giusti y el contrato debía renovarse a los cinco años, o sea, exac-
tamente en enero de 2002. Pero los gerentes golpistas lograron en
septiembre que se prorrogara hasta diciembre de ese año, frente a
una solicitud realizada por la Contraloría General de la República,
que había recomendado concluirlo. ¿Razones? El cerebro de Pdvsa
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había sido entregado a SAIC, una entidad empresarial considerada

en Estados Unidos como un instrumento informático de los órga-
nos de inteligencia y seguridad de ese país, en cuya directiva apa-
recen exdirectores de la CIA, exsecretarios de Defensa y exjefes de
Inteligencia de las fuerzas armadas. ¡La iglesia en manos de Lutero!
También se implementaron las llamadas «asociaciones estratégi-
cas», que permitieron entregar en concesión más de veinte mil kilóme-
tros cuadrados de la faja del Orinoco, la mayor reserva de petróleo (ex-
trapesado) del mundo, que en 2002 producía más de medio millón de
barriles diarios por medio de los mejoradores de la calidad del crudo
del complejo tecnológico Gran Mariscal de Ayacucho, en Anzoátegui.
Todas estas variantes formaron parte de la eufemística aper-
tura petrolera, traída por los aires neoliberales y basada en condi-
ciones onerosas: Pdvsa no podía tener mayoría accionaria, la tasa
de regalía (impuesto por barril extraído) era del uno por ciento
(en vez del 16 2/3 establecido) y se adoptaba el arbitraje interna-
cional, en detrimento de la soberanía.
¿Cuántos cientos de millones de dólares habrán obtenido en
menos de diez años los gerentes involucrados en estos turbios ne-
gocios, todos ellos en beneficio del capital foráneo?
El petróleo venezolano siempre ha sido objeto de la codicia de
Estados Unidos, que lo considera un recurso clave de su seguridad
nacional. En el pasado, ese país propició y apoyó diferentes golpes
de Estado contra gobiernos venezolanos que adoptaron posicio-
nes nacionalistas en defensa de los intereses del país frente a la
voracidad de las transnacionales petroleras. Desde los dos golpes
contra Cipriano Castro, que finalmente instauraron la dictadura
de Juan Vicente Gómez en 1908, hasta los propinados a Medina
Angarita y Rómulo Gallegos, respectivamente, en los años cuaren-
ta del pasado siglo. De un modo u otro se les puede calificar a
todos como golpes de motivaciones petroleras, según me explicara
en generosa entrevista para este libro Alí Rodríguez Araque.
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Las asonadas de abril y diciembre de 2002 contra el gobierno

bolivariano también se conciben por Estados Unidos con el ob-
jetivo de controlar esa riqueza. Son en esencia golpes petroleros,
sin desmedro de otros objetivos geopolíticos fundamentales. En
especial anular el aporte creciente de la Revolución Bolivariana y
su líder al avance de las fuerzas progresistas de la región, y restar
una poderosa base de sustentación a los procesos de integración
allí. Sin embargo, la sublevación de diciembre tiene una peculiari-
dad inédita en el mundo: el empleo del poder de la empresa esta-
tal petrolera contra su gobierno, en función de garantizar el éxito
de un golpe de Estado. Y es que Estados Unidos tenía razones
suficientes para considerar a Pdvsa una empresa de su dominio.
Para ello acuden a sus «caballos de Troya» (los gerentes for-
mados por ellos y comprometidos con las transnacionales), cuyos
velados negocios e intereses perciben en riesgo cada vez mayor,
debido a las políticas energéticas que el presidente Chávez inicia-
ra al asumir el poder ejecutivo.
A lo largo de la historia del tema petrolero en Venezuela está
presente una fuerza nacionalista y de izquierda muy importante,
que se expresa sobre todo a través de dignas figuras del ámbito
político y universitario (Carlos Potellá, Francisco Mieres, Gastón
Parra, Alí Rodríguez...) y en segmentos de la clase obrera petro-
lera y otros sectores populares. Existe coincidencia en exaltar el
papel positivo que desempeñara Juan Pablo Pérez Alfonso –en-
tonces ministro del ramo– en la creación en 1960 de la Organiza-
ción de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), contrapeso de
los grandes países importadores y de las transnacionales petrole-
ras, que hasta ese momento imponían los precios.
Justamente en relación con la OPEP ocurre la tercera parado-
ja: los caballos de Troya de Pdvsa, en vez de trabajar para man-
tener la unidad y fortaleza de una entidad tan vinculada a Vene-
zuela, actúan a favor de la política de Estados Unidos de doblegar
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y destruir la OPEP. Por ejemplo, incumplían la cuota asignada a

Venezuela y pretendían duplicar la producción en diez años. Todo
ello contribuyó al desplome de los precios, al extremo de alcanzar
ocho dólares el barril en enero de 1999.
El actual ministro de Energía y Minas, Rafael Ramírez, formu-
la este certero resumen:
Hay que recordar que cuando el presidente Chávez llegó

al poder de manos del pueblo, nos encontramos con una
empresa petrolera nacional capturada por una élite meri-
tocrática de espaldas a los intereses del pueblo, […] creía
que uno de los problemas de Pdvsa es que era una empre-
sa del primer mundo ubicada en un país tercermundista.
Rechazaban a nuestro pueblo y en consecuencia desarro-
llaron una política que significó la privatización paulatina
de nuestra empresa nacional.
Al asumir la presidencia, el líder bolivariano paró en seco ta-

les políticas de la directiva de Pdvsa. Nuestro inolvidable Carlos
Puebla otra vez habría cantado: «Llegó el Comandante y mandó a
parar…».
Chávez designó en febrero de 1999 a Alí Rodríguez Araque
como ministro de Energía y Minas, un destacado dirigente de la iz-
quierda y exguerrillero, quien en su carácter de presidente de la co-
misión de energía de la Cámara de Diputados dio una histórica
pelea contra la privatización de Petróleos de Venezuela.
En poco tiempo Chávez lideró la OPEP, respetando la cuota
venezolana y propiciando una política de precios concertada; visi-
tó todos los países miembros y logró que se realizara en Caracas
la segunda cumbre de esa entidad, todo lo cual estimuló el alza de
los precios a más del doble. Los gerentes de Pdvsa tuvieron que
tragarse el purgante.
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Igual silencio debieron hacer respecto a las definiciones de la

Constitución Bolivariana que impiden la privatización de la indus-
tria petrolera y los demás recursos básicos del país.
La primera reacción de rechazo a una medida del presidente
Chávez por parte de los ejecutivos de Pdvsa ocurrió cuando este
decidiera crear el Ente Nacional del Gas (Enegás), un instrumento
dependiente del Ministerio de Energía y Minas, cuya finalidad se-
ría ejercer el control sobre esa actividad del holding. Además nom-
bró presidente de ella al joven ingeniero y consecuente militante
de izquierda Rafael Ramírez.
La segunda vez sucedió en noviembre de 2001, cuando la di-
rectiva de Pdvsa se opuso a la Ley Habilitante sobre Hidrocarbu-
ros dictada por el Presidente, que significaba un importante paso
en el rescate de la renta petrolera.
La tercera fue el abierto desacato a la junta directiva nombrada
por Chávez en febrero de 2002 y su participación en el golpe de abril.
Para el sabotaje y el intento de golpe petrolero de diciembre
ni siquiera esgrimieron pretextos… Creían que su poderío no lo
derrotaría ninguna fuerza y estaban seguros de que habría Navi-
dades sin Chávez.
..V..
El plan subversivo de diciembre tiene iguales objetivos al de abril

y participan casi todos los mismos rostros adversarios. Desde di-
rigentes políticos como Antonio Ledezma y Julio Borges, los je-
fes de los gremios empresariales y de la mafia sindical, oficiales
golpistas (desactivados de la FAN) y el embajador gringo Charles
Shapiro, hasta connotados alcaldes golpistas, por ejemplo, Henri-
que Capriles Radonski y Leopoldo López.
Como suelen hacer, los dirigentes de la derecha esconden sus
intenciones restauradoras del viejo orden. Usan maquillajes retó-
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ricos democráticos, humanistas y de defensa del pueblo humilde.

Tales cosméticos pronto se les corre en el fragor de la contienda
y aparece entonces el cutis rugoso, igual que les sucede a algunas
damas en días agitados.
Esta vez el actor principal de la nueva acometida, Estados Uni-
dos, a diferencia de abril actúa en forma más taimada, aunque
ciertas acciones y omisiones descubren su compromiso. Por ejem-
plo, ningún vocero siquiera expresa inquietud por la parálisis de
la industria que suple el 10 por ciento del consumo del crudo y sus
derivados en Estados Unidos.
Con el sabotaje a la industria petrolera los fascistas detienen el
corazón de la economía. Paran los grandes negocios productivos
y comerciales privados. Desatan una brutal campaña goebeliana
por casi todos los medios de comunicación y logran así estimular
movilizaciones diarias de sus bases, que actúan como robots. Al
unísono realizan agresiones terroristas, chantajes y presiones a
los dirigentes bolivarianos, en especial al presidente Chávez.
Todo ello busca propiciar un escenario de caos y desasosie-
go –que logran en parte– y lo usan para exigir la renuncia del
Presidente, estimular un golpe de Estado por la FAN y forzar el
adelanto de elecciones presidenciales para revestir la asonada de
supuesta legalidad.
El guion se concibe con la presencia del secretario general de
la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, a
fin de facilitar un acuerdo que legitime tales objetivos.
¿Cómo fue posible derrotar un proyecto tan siniestro y de
tamaña envergadura? ¿Por qué el pueblo bolivariano, con ca-
rencias alimenticias y una inflación galopante, sin gasolina ni
gas para cocinar, sin programas de televisión para entretener-
se ni campeonato de béisbol, incluso con Navidades boicotea-
das, pudo resistir y sobreponerse a esta excepcional situación?
¿Qué lo motivó a seguir al líder bolivariano en tan formidable
13
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pelea, que culminara en un triunfo que completa y potencia el

de abril?
«Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo», decía un
lema del pueblo abrumado entonces por la crisis y a la vez cons-
ciente de que la única solución estaba en la defensa de la utopía
bolivariana, que Chávez les había inculcado. De la confianza en
ese pueblo, brota la savia que le insufla a él su excepcional opti-
mismo y capacidad para luchar y triunfar. Tenía razón el escritor
galo Anatole France, experto en la Revolución Francesa, cuando
escribiera: «Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas».
La brutal embestida no logra su objetivo de sacar a Chávez
y derrotar la revolución, pero sí genera sensibles perturbaciones
económicas y sociales.
La economía se contrajo un 8,9 por ciento en 2002 y siguió en
rojo durante 2003. En febrero de ese año el desempleo ascendió
a más del 20 por ciento y en el sector informal laboraba el 52 por
ciento. La inflación, que había sido de un 36 por ciento en 1998 y el
gobierno bolivariano logró disminuir a 12,3 por ciento en 2001, se
empinó al 31 por ciento en 2002. La depreciación del bolívar alcan-
zó solo el 6,5 por ciento en 2001 y aumentó al 60 por ciento en 2002.
Las exportaciones no petroleras disminuyeron de 6516 millones de
dólares en 2001 a 4908 millones en 2002. La salida de capitales pasó
de 5044 millones de dólares en 1999 a 7843 millones en 2001 y 8,59
millones en 2002, reduciéndose a un nivel crítico las reservas mo-
netarias. Las pérdidas por el sabotaje y la parálisis petrolera alcan-
zaron 18 700 millones de dólares. ¿Harían falta más cifras?
Los pudientes también fueron castigados en sus arcas por la
salvaje acometida que creían infalible, pero los mayores daños re-
cayeron sobre la gente pobre.
La coartada consistía en adjudicarle a Chávez la responsabili-
dad y a través de encuestas inducidas decir que la población que-
ría que se fuera ya.
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L A NU B E NE GR A
Un plan de esa envergadura pudo ser derrotado porque en

Venezuela había comenzado una revolución que tenía un líder ex-
cepcional y el pueblo comprendió que no podía perder esa nueva
oportunidad histórica.
Chávez desplegó en esas jornadas, más que nunca antes, sus
virtudes como conductor político y jefe militar. Si en abril logra-
ron sorprenderlo y aislarlo casi setenta y dos horas, esta vez él
pudo comandar minuto a minuto y rozar con su piel los numero-
sos escenarios de batalla, diseñar las estrategias acertadas y di-
rigir las operaciones tácticas en todas las dimensiones: políticas,
conspirativas, mediáticas, militares, internacionales…
Vislumbro en esos aportes un tesoro de los más perennes de
nuestra América, cuyos destellos desearía que puedan disfrutarse
en esta obra y también que estimulen estudios más completos. En
aquel momento florecieron en el líder bolivariano la sabiduría y
las tradiciones combativas de nuestros pueblos, con el sello origi-
nal suyo en las maneras de crear y hacer política.
Travesura de la historia: el golpe de abril y el nuevo complot
para derrotar la revolución en diciembre terminaron fortalecién-
dola. Los gerentes petroleros antipatriotas creían que su plan era
infalible y no imaginaron variantes de contingencia. Se montaron
en una bestia desaforada y después no pudieron bajarse. De igual
modo les sucedió a los jefes políticos y oligarcas, aunque varios
pudieron sobrevivir y continuaron sus andanzas maltrechos por la
estrepitosa caída. El «paro cívico nacional», de orientación subver-
siva y restauradora, devino soga en el cuello de sus responsables
y protagonistas que durante sesenta y tres días la apretaron casi
hasta el suicidio político y contribuyó a crear las condiciones para
el acelerado avance estratégico de la revolución.
La unidad cívico-militar alcanzó un sólido sustento en las li-
dias que ejercitaron de consuno el pueblo civil y uniformado. Los
sectores populares nutrieron su conciencia, elevaron su protago-
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nismo y se organizaron en niveles superiores; Chávez reafirmó y

acrecentó su formidable liderazgo; y algo medular: la revolución
conquistó por fin la estratégica colina de Petróleos de Venezuela.
La nueva Pdvsa no solo reanimaría y cuidaría el corazón de la
economía; también se convertiría en el más poderoso motor de los
programas sociales, que pocos meses después –a partir de abril de
2003– serían el soporte principal del histórico triunfo de Chávez
en el referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004, fecha que
cierra el ciclo fundacional de la revolución.
Y ahora invito a seguir la lectura con la siguiente precisión: «La
nube negra» es una metáfora que alude al tema del libro y también
el nombre de un chiste que me contara el presidente Chávez. En
medio de aquella cruzada su buen humor irradió optimismo al
pueblo venezolano, que no dejó de reír en el umbral del precipi-
cio. Porque las aves cantan aunque las ramas crujan. ¿Será por su
instinto de vivir libres?
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Venimos de batalla en batalla
y de victoria en victoria. Y seguiremos
porque ese es nuestro camino.
Hugo Chávez
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Reajustes:
14-30 de abril
Madrugada del 14 de abril. Desde el oscuro celaje las luces y el

ruido de los helicópteros que acaban de bordear el monte Ávila
confirman que es cierto. El presidente Hugo Chávez regresa triun-
fal a Miraflores. ¿Quién puede acostarse a dormir en ese instante
de conmoción, no importa si el ánimo fuese de angustia o gozo?
El pueblo bolivariano y la médula de las fuerzas armadas ha-
bían vencido en pocas horas el artero golpe de Estado del 11 de
abril, urdido durante más de nueve meses. No bastó el auspicio del
gobierno de Estados Unidos y el apoyo de todos los integrantes
de la oligarquía venezolana, los partidos políticos de la oposición,
muchos gerentes de Pdvsa, la burocracia sindical, los medios de co-
municación privados, la jerarquía de la Iglesia católica, decenas de
organizaciones civiles opositoras y más de cien generales y otros
altos oficiales de la FAN. La derrota fue avasalladora y fulminante.
A esa hora muy pocos adultos en Venezuela descansan, a pesar
de que cuando Chávez comienza su mensaje a la nación los gallos
ya han iniciado sus tonadas y pronto despuntarán las luces del alba.
Quienes miraban la televisión veían el rostro del líder bolivaria-
no en trance de meditación; la mayoría sentía el deleite de contem-
plar a una especie de resucitado y otros permanecían estupefactos,
sin querer entender el suceso y con los ojos hirvientes de odio.
Dueño de sí, las sinceras expresiones del Presidente son es-
cuchadas por casi todos los ciudadanos del país. En ese instante
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imaginé que la inmensa mayoría de ellos, tanto opositores como

seguidores del líder bolivariano, e incluso los equidistantes, espe-
raban un discurso suyo vengativo. Unos y otros –así lo verificamos
después en diversos diálogos– quedan sorprendidos por las con-
ciliadoras palabras del mandatario: en vez de anunciar pases de
cuenta, hace un sincero llamado a la reflexión. Pide que cada quien
identifique sus errores y exhorta a buscar vías idóneas que permi-
tieran arbitrar las diferencias dentro de la Constitución.
Erguido el tronco y sus ojos enfilados hacia la cámara de te-
levisión, allí está otra vez en el Salón Ayacucho hablándole al
pueblo, igual que lo hizo el 11 de abril para tratar de impedir el
zarpazo fascista. Ahora sostiene en una mano el crucifijo azul de
bordes nacarados que le había entregado el general retirado Jacin-
to Pérez Arcay, tres madrugadas antes, al salir desde Miraflores
hacia Fuerte Tiuna. Su voz le sale espontánea y grave:
No vengo con ninguna carga de odio ni de rencor contra

nadie, absolutamente, no cabe en mi corazón ni el odio ni
el rencor. [...]
Aquí no habrá persecuciones, aquí no habrá atropellos
ni abusos, ni irrespetos a la libertad de expresión o de pen-
samiento, a los derechos humanos en forma general.
Pero las cosas tienen que volver al marco constitucional
de donde salieron por voluntad de una minoría encegueci-
da, a lo mejor por la ambición, a lo mejor por el rencor. [...]
Se ha demostrado una vez más, lamentablemente, que
aquí hay dos países: un país virtual y un país real. [...] El
país virtual montó una conspiración, con el desespero de
la aventura, irrespetando todo. Pero el país real finalmente
se impuso. [...]
[...]
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L A NU B E NE GR A
[...] hago un llamado de verdad a la unidad de los

venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias,
hago un llamado a la cordura, hago un llamado al enten-
dimiento [...].
Así que vengo dispuesto a rectificar donde tenga que
rectificar, pero no solo debo ser yo el rectificador, todos
tenemos que rectificar muchas cosas [...].
.....
¿Cómo reaccionan a partir del 14 de abril los dirigentes que eje-

cutaron o apoyaron el golpe? Varios no demoran en reaparecer en
la escena pública y en pocos días todos empiezan a tejer la nue-
va etapa del país virtual. En vez de aceptar el diálogo, arremeten
contra el Presidente, su gobierno y la Constitución. Pareciera que
descodifican al revés el mensaje.
El puntero es el diputado Julio Borges, líder del partido opo-
sitor Primero Justicia, quien mientras deglute una comida rápida
escucha a Chávez dialogar con los periodistas extranjeros el 15 de
abril y en ese instante aprovecha para emitir sus declaraciones a
la prensa.
Su partido –dice– mantiene la misma posición del 8 de abril: la
única salida a la crisis de gobernabilidad es la renuncia del Presi-
dente. «Si yo estuviera en los zapatos de Chávez, sería el primero
que haría el llamado a la convocatoria a elecciones, porque para
mí sería imposible dormir pensando que el gobierno en este mo-
mento se sostiene de los asesinatos del 11 de abril», dice Borges y
sorbe un poco de jugo, mientras se ajusta los auriculares conecta-
dos al celular para escuchar bien al Presidente.
Luego agrega: «Esperamos tener una reunión con el secretario
general de la OEA, César Gaviria, y le vamos a solicitar que, como
lo hizo en Perú en 1999 y 2000, encabece una mesa de diálogo [...]».
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Y sin dejar de masticar la «bala» que minutos antes había co-

menzado a devorar, Borges enfatiza al periodista: «Creemos que
Gaviria puede jugar un papel fundamental en poner a todas las
partes de una sociedad fracturada en las miras de unas elecciones
anticipadas».
Mediación de la OEA, elecciones anticipadas, variante perua-
na, repito en voz baja esas tres ideas, para no olvidarlas…
Días después recibo una carta firmada por Borges en la que me
invita a la sede de su partido, al igual que a los demás embajadores
de América Latina, con el objetivo de explicarnos la posición de Pri-
mero Justicia respecto a la situación venezolana. Dudé si asistiría.
No podía dejar de tomar en cuenta que precisamente el alcalde de
Baruta, Henrique Capriles Radonski, era un dirigente destacado de
esa agrupación política y había tenido una responsabilidad de pri-
mer orden en el asedio contra la embajada de Cuba el 12 de abril.
Intercambié opiniones con nuestros compañeros y coincidi-
mos en la utilidad de escuchar a viva voz las opiniones de Bor-
ges. Además, no era lógico marginarnos de una actividad a la que
habían invitado a todos los embajadores de la región, en un mo-
mento en que el propio presidente Chávez promovía como nunca
antes el diálogo y el respeto al disenso, dentro de la Constitución.
A la cita me acompaña Felipe Gil, consejero político de la em-
bajada. Llegamos al sitio quince minutos después de comenzar el
encuentro, debido a una inesperada congestión de vehículos. La
sede de Primero Justicia radicaba en un pequeño local del primer
sótano del centro comercial de Chacaíto, cuyo espacio principal es
un amplio estacionamiento.
Al entrar nosotros, Julio Borges detiene sus palabras y nos
saluda al parecer algo turbado por nuestra presencia. Observo
también extrañeza en los ojos de algunos de los diez u once cole-
gas que han asistido a la cita. Repuesto de la sorpresa, Borges se
dirige a mí con una dicción melosa.
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—Bienvenido, embajador de Cuba. Me complace que pueda

escuchar nuestras opiniones sobre la crisis venezolana y las so-
luciones que nuestro partido defiende –dice sin pestañar y luego
toma en sus manos un bolígrafo–. Por cierto, queremos aclarar
que el alcalde de Baruta no tuvo ninguna responsabilidad en los
hechos que acontecieron frente a la embajada el 12 de abril, más
bien él trató de evitarlos…
—Le agradezco su invitación y hemos venido a escuchar con
interés las apreciaciones de Primero Justicia –interpongo mi voz–.
Sin embargo, la agresión a nuestra embajada pareciera que no
fue el motivo de su convocatoria, pero usted me obliga a abor-
darlo –digo y observo que todos escuchan con atención y Borges
ha quedado tieso. No pierdo tiempo y ofrezco un resumen–: El
alcalde Capriles Radonski sí es culpable de esos hechos –no el
único–, pues no resguardó la embajada, a pesar de que enseguida
informamos a la alcaldía. Tampoco actuó con la policía municipal
para disuadir a los terroristas, ni les exigió que se retiraran cuan-
do les habló por un megáfono. Para colmo, le permití ingresar a la
embajada –pues suponía que venía a enmendar su error– y lo que
hizo fue presionarnos a fin de revisar nuestra sede, lo que no per-
mitimos. Él cometió una flagrante violación de sus deberes como
autoridad del Estado, que debe velar por el respeto a la integridad
e inviolabilidad de las misiones diplomáticas.
Digo todo sin respirar, y hago una pausa mientras observo
que Borges no movía un segmento de su cara, la que sostenía con
el puño derecho entreabierto entre el labio superior y la nariz.
—Pero, señor Borges, este no es el tema al que usted nos con-
vocara y aquí no se encuentra presente el alcalde Radonski para
que asuma su responsabilidad –dije y terminé con una sincera
recomendación–: Lo mejor que pudiera hacer usted y el propio
Radonski es lamentar los hechos ocurridos y excusarse por la pos-
tura adoptada por el señor alcalde.
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La Nube 23 11/09/12 17:27

Borges palidece e intenta salir de la situación: —Bueno, siga-

mos, más adelante podríamos hacer una reunión con Capriles y
tratar de aclarar lo sucedido, aunque insisto en que él no tuvo
ninguna responsabilidad.
Otra vez con su cara enfocada hacia el colectivo de diplomáti-
cos, Borges enfatiza que Primero Justicia no formó parte del go-
bierno de Carmona, y que tampoco son conspiradores. Dice que
el diputado de ese partido, Leopoldo Martínez, había aceptado ser
ministro del gobierno de Carmona a título personal.
Después, pese a su insistencia en deslindar a Primero Justicia de
cualquier vínculo con el golpe y el gobierno de facto, hace un reco-
nocimiento personal a Carmona que lo raya de manera inequívoca.
—Es justo separar el espíritu democrático, bien intencionado
de Carmona, de los errores que se cometieron ese día –dice Borges
mientras mueve hacia arriba sus espesas cejas–. Carmona no quería
convertirse en un dictador y destrozar todo el sistema democrático,
aunque aparentemente ese decreto que él aprobara como presiden-
te lo hizo –expresa en clave cantinflesca con pose ecuánime y esbo-
za una media sonrisa, para tratar de esconder su pertinaz cinismo.
Al terminar la jornada, parados en el estacionamiento, un em-
bajador amigo me susurra mientras esperamos nuestros autos:
—Germán, la impresión que me dio Borges y las opiniones
íntimas que le he escuchado a otros dirigentes opositores, es que
Chávez en vez de ser el triunfador está derrotado y solo le falta un
empujoncito…
—Así es –le dije–. Pero esto recién arranca, ya volveremos a
hablar.
.....
Desde el 15 de abril los medios de comunicación privados co-

mienzan a reflejar las diversas declaraciones de los dirigentes
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La Nube 24 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
contrarrevolucionarios. Ninguno asume su responsabilidad en el

golpe, que quedó huérfano de madre y padre. Por ejemplo, Carlos
Fernández, vicepresidente de la Federación de Cámaras y Asocia-
ciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras),
asegura que esta entidad no participó en el decreto emitido por
Carmona: «Lo firmamos como invitados, no lo conocíamos, fue un
momento emocional, no cuantificamos el error». Y el gobernador
de Zulia, Manuel Rosales, dice: «Firmé el acta de Carmona porque
fui engañado con la supuesta renuncia del Presidente».
Casi todos acusan a Chávez de ser el responsable de la crisis
y por ende la única solución seguía siendo su salida inmediata del
poder, esta vez con alguna fórmula electoral, aunque forzara o
violara la Constitución.
En sustitución de Carlos Ortega –quien se encuentra escon-
dido sin que nadie lo persiga– asume la vocería de la Central de
Trabajadores de Venezuela (CTV) Manuel Cova. El secretario ge-
neral de esa mafia gremial –que tuvo un peso tan directo e impor-
tante en el golpe– declara que la respuesta de la CTV a la «crisis
de gobernabilidad» generada a partir del 11 de abril, es convocar
un referendo consultivo «para que el pueblo exprese democráti-
camente si quiere o no que el actual gobierno continúe dirigiendo
los destinos del país».
El propio día 15 de abril los dirigentes de tres organizacio-
nes no gubernamentales (ONGs) que apoyaron el golpe –Red de
Veedores, Asamblea de Educación y Asamblea de Ciudadanos–,
llamadas a sí mismas «representantes de la sociedad civil», de-
claran que el Presidente está débil a consecuencia de la profunda
división de la población y de la FAN. A esa debilidad atribuyen el
tono conciliador de Chávez: «Aunque este dure poco, su debilidad
sí persistirá», predicen.
Antonio Ledezma, exdirigente de Acción Democrática y pre-
sidente del partido Alianza Bravo Pueblo –fundado por él–, dice
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que «continúan vigentes todos los motivos que impulsaron la

gigantesca manifestación del pasado jueves 11 de abril». Luego
se pronuncia por la realización de elecciones en el menor plazo
«para salir de la grave crisis que atraviesa el país». Y, al igual que
Borges, pide la presencia en Venezuela del secretario general de
la OEA para que actúe de mediador.
Monseñor Baltazar Porras, presidente de la Conferencia Epis-
copal, y el cardenal Ignacio Velazco, también formulan declaracio-
nes el 15 de abril. Porras, en obvia alusión a Chávez, dice que los
llamados a la reconciliación tienen que ser verdaderos «en justicia
y misericordia, que no es triunfalismo, que no es prepotencia».
Ninguno de los dos curas roza siquiera con una crítica el batacazo
golpista, ni mucho menos expresan opiniones sobre su proceder.
Al siguiente día, 16 de abril, la Conferencia Episcopal, después
de una extensa reunión que durara dos días, emite un comunicado
en el que expresa su afecto y solidaridad con el cardenal Igna-
cio Velazco y monseñor Baltazar Porras, «por la labor sacerdotal
realizada como mediadores y garantes de la integridad personal
del señor Presidente». Pasan por alto el quehacer conspirativo de
ambos al lado de los golpistas y la parcialidad de Velazco al avalar
con su firma el decreto de Carmona luego de participar junto a
Porras en el acto de autojuramentación del dictador.
En su documento, la Iglesia insta al gobierno a una «rectifica-
ción integral» y apunta que este «tiene el deber de devolver al país
la paz y el orden dentro del marco legal». Lo único que marca cier-
ta diferencia con la postura de los partidos opositores es que con-
sideran necesario «que el gobierno nacional y la sociedad entera
abran espacio para un diálogo real, en un clima auténticamente
democrático que permita la participación de todos los sectores de
la sociedad en el desarrollo del país».
También el papa Juan Pablo II se pronuncia desde Roma. El
17 de abril manifiesta su esperanza de que «dejando de lado toda
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manifestación de revancha o violencia, caminen todos en Vene-

zuela con espíritu de fraternidad, solidaridad y colaboración, ha-
cia metas más altas de justicia, respeto de la legalidad y el auténti-
co progreso para todos».
Pronto, Carlos Fernández es nombrado nuevo presidente de
Fedecámaras. Es un hombre de pelo color nieve, piel blanca y ros-
tro casi circular y gélido, como su cabello. En sus primeras decla-
raciones en ese cargo, una semana después del golpe, dice:
Cuando amanecimos el día 14 de abril, las solicitudes y

peticiones que nos llevaron a la lucha seguían intactas [...].
La señal de buena voluntad que da el Presidente de recti-
ficar y abrir un gran diálogo tiene que pasar por algunos
hechos y acciones: desmontaje de los grupos paramilitares
[léase círculos bolivarianos], rescate y despolitización de
la institución armada, independencia de los poderes públi-
cos, y verdadera agenda económica.
Y al igual que toda la oposición, Fernández enfatiza sin cam-

biar su inexpresivo rostro: «El gobierno está débil. Los hechos su-
cedidos no pueden negarse y la única forma en que comience a
formarse una credibilidad en la gobernabilidad es con acciones
claras y concretas».
.....
El 16 de abril tuve ocasión de hablar por primera vez con el pre-

sidente Chávez después del golpe. Lo visito junto al excanciller
cubano Felipe Pérez Roque. Hace un recuento de todas las peripe-
cias que viviera esos días, que reflejé en mi libro Abril sin censura.
Habla tal vez de manera extrema de sus errores, en particular de su
excesiva confianza en varios de los generales que lo traicionaron,
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aunque en el momento en que nos ofrece esa opinión cree toda-

vía que casi todos habían sido confundidos por las circunstancias,
entre ellos el general Manuel Rosendo, cuya conducta posterior
confirmara su artera traición.
Durante nuestro diálogo en Miraflores, Chávez abunda en
su propósito de no utilizar la victoria para represalias contra los
opositores, y que respetaría a las instancias judiciales para que
procesaran y juzgaran a los principales culpables del golpe mi-
litar fascista y a los responsables de las víctimas. Es enfático en
defender la importancia de abrir un verdadero diálogo nacional,
aunque él sabía que habría factores de la oposición que no parti-
ciparían. Suponía que podían lograrse acuerdos con una mayoría
de sectores que permitieran disminuir el conflicto y avanzar en los
planes económicos y sociales del gobierno afectados desde finales
de 2001 por la contrarrevolución. Lo vemos preocupado por el
crecimiento del desempleo y la pobreza, y deseoso de que el país
se estabilice a fin de llevar adelante acciones sociales y económi-
cas que favorezcan al pueblo.
El Presidente se excusa por la parálisis de las exportaciones de
petróleo a Cuba, ocurrida debido al boicot de los gerentes golpis-
tas. Nos explica que había decidido nombrar a Alí Rodríguez Ara-
que presidente de Pdvsa y que designaría una nueva junta direc-
tiva, que tuviera el consenso de los gerentes y facilitara comenzar
una etapa de conciliación y la búsqueda de mayor eficiencia de ese
holding, al que calificara como el corazón de la economía venezo-
lana. Alí debía regresar de Viena, donde tenía el importante cargo
de secretario general de la Organización de Países Exportadores
de Petróleo.
Entre las rectificaciones que comenzó a implementar Chávez
estuvo aceptar el propio 11 de abril la renuncia del presidente de
Pdvsa, Gastón Parra Luzardo, y toda la junta directiva de esa enti-
dad, nombrada en febrero. Como recordará el lector, la gerencia
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golpista utilizó tal decisión de Chávez como pretexto para sumar-

se abiertamente a los planes de derrocar al gobierno.
Chávez nos dice que la conspiración golpista se había monta-
do en el conflicto de Pdvsa y era necesario tratar de separar a los
conspiradores externos de los gerentes de la empresa que les eran
afines. Insiste en la urgencia de normalizar la situación allí, por-
que existían problemas muy graves de eficiencia y de todo tipo,
que no era posible resolverlos de manera rápida. Adelanta que
sería necesario un proceso paulatino de negociaciones y ajustes,
que duraría algún tiempo.
Sigue su reflexión con una idea que –nos dice– está relacio-
nada con lo anterior: «Necesito conocer muy bien todo lo que su-
cedió dentro de las fuerzas armadas. Vamos a hacer los cambios
necesarios para garantizar que jamás se intente otro golpe y que
todos los componentes militares cumplan su papel junto al pueblo
en la construcción y garantía de la nueva Venezuela».
Al cabo Chávez hace un gesto de alborozo, cuando percibe
que entra al recinto un mesonero: «Yo pensé que nunca más dis-
frutaría el chocolate con leche», sonríe con el ánimo de un recién
llegado del más allá y nos invita a disfrutar una taza de chocolate
caliente y sendas porciones de panetela recién salida del horno.
«Mi atención personal a la Fuerza Armada pasa a ser una prio-
ridad en los próximos meses», dice cuando termina de saborear el
último sorbo del espeso chocolate y no es necesario preguntarle
las razones de su decisión.
.....
El Presidente ejecuta con rapidez los movimientos en los principa-

les cargos de la Fuerza Armada Nacional. El 15 de abril designa al
general de división Julio García Montoya comandante del Ejército
y al general de división Nelson Verde Graterol jefe del Comando
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Unificado de la FAN. El 16 de abril nombra al general Luis Aceve-

do Quintero comandante de la Aviación, que era el inspector de
este componente. Acevedo estuvo presente en la guarnición de
Maracay entre los altos oficiales que enfrentaron el golpe, junto
con los generales de división Julio García Montoya, Nelson Verde
Graterol, Raúl Isaías Baduel, Alí Uzcátegui (director de la Escuela
Básica) y Pedro Torres Finol (responsable de operaciones de la
fuerza aérea). Torres Finol y Acevedo murieron pocos días des-
pués en un helicóptero que se accidentó al cruzar el Ávila.
Otros cambios son el nombramiento del jefe de la Casa Militar,
Aquiles Vietri Vietri, a comandante de la academia militar de Fuerte
Tiuna, y al general de división Melvin López Hidalgo –quien también
se opuso al golpe–, de inspector general del Ejército. El 17 de abril
Chávez designa como nuevo comandante de la Armada al viceal-
mirante Fernando Camejo Arenas, jefe del Estado Mayor Conjunto
de la FAN al vicealmirante Jorge Sierralta, y jefe de la secretaría de
la Defensa al contralmirante Luis Torcat. Este y Camejo estuvieron
en Maracay e intervinieron en el rescate del Presidente en la isla
La Orchila. El general de división Francisco Belisario Landis, quien
rechazara el golpe, es ratificado al frente de la Guardia Nacional.
De ese modo, Chávez inicia la restructuración de una parte
esencial de la jefatura de la Fuerza Armada Nacional.
.....
El propio 15 de abril el Presidente anuncia en rueda de prensa

que se conformaría una nueva directiva de la empresa petrolera y
reitera su disposición a rectificar:
Yo hago un llamado al diálogo en Pdvsa, yo estoy dispuesto

a rectificar decisiones que se tomaron pero también todos
los empleados y trabajadores de Pdvsa, todos sin excep-
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La Nube 30 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
ción, deben terminar de entender que hay un gobierno na-

cional, que esa es una empresa del Estado. Que esa es una
empresa que está sujeta a lineamientos estratégicos, y es al
Ministerio de Energía y Minas (MEM) al que le tiene que
rendir cuentas.
Los gerentes que apoyaron el golpe del 11 de abril califican

como un paso muy importante la rectificación prevista por el Pre-
sidente. Uno de ellos, Edgar Paredes, director de Comercializa-
ción, Refinación y Suministro –quien hiciera los anuncios en la
mañana del 12 de abril de que no se enviaría ni un barril más de
petróleo para Cuba y adelantara la intención de salir de la OPEP–,
declara a la prensa luego de escuchar a Chávez: «Realmente nos
excedimos en esos momentos».
Para mediar en el conflicto con el holding, Chávez responsa-
biliza a Hugo Hernández Rafalli, presidente de la Cámara del Pe-
tróleo, que agrupa a los empresarios privados venezolanos de ese
sector. ¿Le habrían informado a Chávez que ese caballero estuvo
en Miraflores el 12 de abril y firmó el acta golpista de Carmona?
Presto, Rafalli consulta a los gerentes más connotados de la
empresa y declara que los nuevos nombramientos se harían a te-
nor de las normas de ascensos y valores del holding (la llamada
meritocracia). Por el gobierno, el vicepresidente Diosdado Cabe-
llo y el ministro de Energía y Minas, Álvaro Silva Calderón, son
nombrados por Chávez para coordinar con Rafalli, a quien se le
otorga el rango de presidente de la comisión mediadora para la
restructuración de Petróleos de Venezuela.
La reunión de Rafalli, Cabello y Silva con los gerentes selec-
cionados para integrar esa comisión se desenvuelve en aparen-
te mutua comprensión. Edgar Paredes dice que había sido una
excelente reunión y Mari Luzardo, vicepresidente de Pequivén
(empresa petroquímica filial de Pdvsa) expresa: «Hubo una gran
31
La Nube 31 11/09/12 17:27

apertura al diálogo, que realmente me hace pensar que en esta

oportunidad sí vamos a ser escuchados, como nosotros también
escucharemos».
Chávez aprueba la nueva directiva, que incluía el nombre del
propio Rafalli: por vez primera el sector empresarial privado ve-
nezolano estaría representado directamente en la dirección del
holding estatal. Por su parte, los gerentes aceptan de buen talante
el nombramiento de Alí Rodríguez, y así también reaccionan otros
sectores de la oposición, por considerarse un hombre de amplios
conocimientos en el ámbito energético, de vasta experiencia nego-
ciadora y con capacidad de diálogo.
Al llegar a Caracas el 14 de abril procedente de Viena, ese mis-
mo día Alí se reúne con Chávez y Diosdado. Alí acepta en principio
la propuesta de asumir Pdvsa, y le pide a Chávez unos días para ir
a Viena y consultar a los demás miembros de la OPEP en razón del
cargo que ostenta. Ya desde el 11 de abril –horas antes del golpe–
el general Lucas Rincón lo había llamado a nombre del Presidente
y le adelantó la decisión de que viajara cuanto antes para hacerse
cargo de Pdvsa, diciéndole que era necesaria una persona de sus
cualidades para buscar una solución conciliada allí.
Cuando regresa a Caracas días más tarde, Alí, con su habitual
sinceridad, le dice a Chávez antes de juramentarse en Miraflores:
—Yo no conozco a nadie en Pdvsa, yo no sé cuál va a ser la
actitud de esa gente.
Chávez hace un gesto de comprensión y le responde con un
símil militar:
—Quisimos tomar la colina de Pdvsa y no pudimos; ahora nos
demoraremos unos tres años.
Al escuchar a Chávez, Alí se preocupa aún más.
—Yo necesito tener un equipo que me asesore e informe cuál
es la realidad interna de Pdvsa –le dice con su estilo pausado al
Presidente y este lo mira pensativo.
32
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En ese instante, al líder bolivariano le surge la idea de crear un

equipo integrado por expertos petroleros confiables, el ministro
de Energía, Alí y el propio Presidente. Semanas después de estar
funcionando, Chávez lo bautizaría con un nombre de significación
encubierta: el grupo Colina.
.....
Luis Morillo camina por la planta baja del edificio La Campiña,

sede principal de Pdvsa, cuando por casualidad observa que un
vehículo se detiene a la entrada de la torre oeste y que de él se baja
Alí Rodríguez. Morillo, supervisor de logística, es de los pocos
empleados que en ese lugar mantienen posiciones de apoyo a la
revolución y de inmediato espera que el flamante presidente de
Pdvsa entre al edificio. Luego de saludarlo y darle la bienvenida
le dice: «Dr. Alí, aquí las cosas no están fáciles, hay mucho odio,
esto va a ser muy duro». Alí lo escudriña a través de sus lentes, le
estrecha la mano y no demora en decirle con voz segura y parsi-
moniosa: «Mucho gusto en conocerte, Luis. Vamos a trabajar, sé
que esto va a ser difícil, pero vamos a trabajar y estar atentos».
Unas semanas después se convoca una reunión de todos los
gerentes y empleados de La Campiña con Alí. Como suele ocurrir
con los eventos de interés general en Pdvsa, la reunión se transmi-
tiría vía videoconferencia a las demás instalaciones. El auditorio
está repleto y hay mucha gente de pie. Alí observa en casi todos
los rostros altanería y odio; el ambiente es frío, los ojos reflejan
desprecio y una especie de reto al nuevo presidente.
Inicia sus palabras diciendo que él no quiere hablar de polí-
tica. Explica que Pdvsa es una organización con un perfil técnico
y bien definido dentro del Estado; sin embargo, varios gerentes
lo interrumpen y le preguntan en un tono desafiante, para llevar-
lo a una definición política. Indagan acerca de la detención y el
33
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proceso legal que se seguía a algunos trabajadores de la refinería

El Palito. Él, inmutable ante la provocación, señala que ese asunto
es competencia de la Fiscalía y que Pdvsa debe concentrarse en
sus funciones. Después hace un llamado a la responsabilidad en el
trabajo, al margen de la orientación política de cada quien.
Vuelven a provocarlo y él, que sabe el terreno minado que
pisa, hace una pausa y sorbe un poco de agua.
—Yo inicialmente señalé que mi intención era no hablar de po-
lítica; sin embargo, algunos de ustedes supongo que me conocen y
saben de mi trayectoria –dice, esta vez con más énfasis y recorrien-
do con su mirada la mayor cantidad posible de los gélidos semblan-
tes–. Yo les recomiendo que dejen la política a un lado, no se dejen
envolver en una maniobra cuyos fines son inconfesables.
Con esas palabras finaliza la reunión, que no cambia en nada
la convicción predominante de que Pdvsa está por encima de todo
y que su poder no podía ser supeditado al gobierno.
.....
Alí conocía apenas a dos integrantes de la directiva recién nom-

brada, y sobre todo al vicepresidente Jorge Kankoff, que tam-
bién había sido miembro de la junta presidida por el golpista
Guaicaipuro Lameda. Después formó parte de la que nombrara
Chávez encabezada por Gastón Parra y de nuevo, igual que el
hombre-corcho, reaparecía en la nueva directiva luego de haber
actuado tras bastidores junto a los gerentes que apoyaron el gol-
pe de abril. Cuando por primera vez se encontraron en Pdvsa,
Kankoff le dijo a Alí con aire amistoso que se encargara de la parte
política, que él asumiría la dirección de la empresa. Alí le espetó:
«Mis funciones son indelegables, a menos que yo decida».
Los ejecutivos y gerentes que habían sido cómplices del golpe
tenían la mayoría de la junta directiva. Y en esta instancia, según
34
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L A NU B E NE GR A
los estatutos de la empresa las decisiones eran consensuadas; o

sea, Alí era un prisionero de la junta directiva. Como me dijera en
una ocasión, mandaba menos que la reina de Inglaterra.
Chávez le había orientado conciliar y resolver la restructura-
ción de Pdvsa para convertirla en una empresa nacional, de cara al
país, y que aportara el máximo de recursos para el Estado. El Pre-
sidente convoca una reunión de los miembros de la junta, luego
de ser juramentada. En esa ocasión el mandatario dice que podía
haber diferencias de criterios, pero sin afectar la producción, por-
que eso sería un problema de la nación, no de Chávez.
Aunque no hubiesen leído La simulación en la lucha por la vida
–obra sabia del argentino José Ingenieros–, los gerentes fingen y
pronto comienzan a conspirar, si es que lo dejaron de hacer en
algún momento…
Con seguridad ellos también desconocen una norma ética
–presente en la conducta de Chávez– que en su tiempo resumiera
muy bien el filósofo inglés Francis Bacon: «Vengándose, uno igua-
la a sus enemigos; perdonando uno se muestra superior a ellos».
Un primer indicio público ocurre el 18 de abril. Los gerentes
Juan Fernández, Horacio Medina y otros que participaran activa-
mente en el golpe una semana antes, deciden crear una asociación
civil que llaman Gente del Petróleo, con el supuesto fin de atender
las necesidades de algunos sectores de la población «que viven en la
pobreza». Esa entidad desempeñaría una función primordial en
la nueva etapa de enfrentamiento al gobierno y en particular durante
el sabotaje petrolero que se iniciara el 2 de diciembre.
.....
Chávez tampoco pierde tiempo en impulsar el diálogo nacional.

Desde el 10 de abril había decidido convocar a los gobernadores y
alcaldes para realizar una reunión del Consejo Federal de Gobierno,
35
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ente de coordinación de los poderes nacionales, regionales y locales,

que en verdad solo había activado en una ocasión. Ahora compren-
de que resulta necesario hacerlo, e incluso convertirlo en órgano
propulsor del diálogo nacional que había anunciado.
El Consejo Federal se reúne en el Palacio de Miraflores el
18 de abril y participan todos los gobernadores y una represen-
tación de los alcaldes, además del vicepresidente –que lo enca-
beza– y los ministros. El evento se transmite por televisión y
los gobernadores y algunos alcaldes de la oposición expresan
sin contemplación sus críticas y opiniones. Chávez los escucha
atentamente y al final enfatiza que todos los criterios e iniciati-
vas debían valorarse siempre y cuando se hicieran con el debido
respeto a la Constitución. Incluso los siete gobernadores de la
oposición presentan un documento en el que exponen dieciséis
exigencias, haciendo énfasis en la necesidad de recibir más re-
cursos del presupuesto nacional.
Chávez adelanta que su intención en las mesas de diálogo es
discutir la ejecución del plan de desarrollo 2001-2007 y en especial
el del año 2002; insiste en que no será un diálogo de cúpulas y que
en él debe participar toda la sociedad, a fin de obtener resultados
concretos que le den mayor fortaleza y gobernabilidad al país. Y
al decir sus palabras finales, reitera las pautas que debían seguir
el Consejo Federal y las mesas del diálogo nacional, que se insta-
larían en los siguientes días:
La primera condición sine qua non, para impulsar las mesas

de diálogo nacional y estos encuentros como el de hoy, es
que aceptemos todos los que acudamos a ese diálogo y pre-
gonemos por todas partes –no solo aceptarlo hacia adentro–,
pregonarlo, impulsarlo y convencer a otros que aún tienen
duda, de que aquí hay una Constitución Nacional. Y que hay
un gobierno legítimo y que hay que colaborar para que el
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La Nube 36 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
gobierno y los gobiernos todos y las instituciones funcionen,

y que cada quien ocupe su espacio. Los empresarios en su
espacio, interactuando por supuesto con los demás actores
de la sociedad. Los partidos políticos, haciendo política.
[...]
Yo les envío un saludo a todos los partidos políticos
aquí representados, especialmente a los de oposición, un
saludo a sus dirigentes que asuman su posición con se-
riedad y con lealtad ante el país, que sean verdaderos de-
mócratas no de palabras, sino de hechos, que lo seamos
todos. Ese es un llamado al entendimiento, para que no
corramos el riesgo de estar lanzando una política de diá-
logo que pudiera ser un diálogo de sordos. Y esta reunión
no lo ha sido. Y por eso creo que es bendita, porque es un
ejemplo para el país.
El líder revolucionario propone de inmediato, con sumo en-

tusiasmo, que la reunión nombre una secretaría –como establece
la Constitución– encabezada por el vicepresidente ejecutivo, dos
ministros –que allí mismo él nombró–, tres gobernadores y tres
alcaldes que debían seleccionarse por el colectivo.
Sugiere además que esa secretaría se encargue de tres asuntos:
Impulsar la aprobación del proyecto de ley del Consejo Federal,
que ya discutía la Asamblea Nacional; recabar las necesidades,
propuestas y críticas de los gobernadores y alcaldes, para que
los ministros asuman la tarea de solucionarlos y cuando no, las
eleven al Presidente o busquen alternativas entre todos los inte-
grantes del Consejo; y finalmente, «trabajar para que este Consejo
Federal de Gobierno, instalado de manera provisional, se integre
al debate nacional, a esas mesas de debate nacional; que de aquí
surjan lineamientos, ideas, aportes, actividades permanentes para
que ese debate sea de verdad productivo, y no sea algo meramente
37
La Nube 37 11/09/12 17:27

formal. Que esta tragedia que nos ha ocurrido a todos sirva para
fortalecernos, para debatir, para solucionar, para ser más eficien-
tes, para tener un compromiso mucho más firme».
El siguiente paso que da el primer mandatario es constituir
la comisión presidencial coordinadora del diálogo y el debate
nacional. El 28 de abril esta se reúne en Miraflores, bajo la con-
ducción de José Vicente Rangel, quien es nombrado coordinador
general y pronto sería designado vicepresidente ejecutivo.
Al final, Chávez sorprende a todos con un inusual breve dis-
curso, en el que expone tres ideas centrales:
[...] debemos reconocer que hay factores de perturbación

todavía moviéndose, hay causas todavía presentes, por su-
puesto, hay actores que a lo mejor pudieran estar pensan-
do en insistir, en buscar una vía extraconstitucional [...].
[...] hago un llamado a que todos pongamos la mayor
de nuestras capacidades, la mayor de nuestra voluntad [...]
para desactivar en colectivo los generadores del mal, del
peligro, de la amenaza [...].
[...] tenemos una Constitución, en el marco de esta
Constitución todo es posible, todo debate es posible, todo
diálogo es posible, toda reforma, todo cambio, toda trans-
formación es posible.
Una evidencia clara de sus preocupaciones es la ausencia de

Fedecámaras a esta reunión, con el argumento de que la CTV no
había sido invitada. Tampoco asisten otros invitados de la opo-
sición. No obstante, participan treinta y nueve representantes
de todos los sectores del país, incluidos gobernadores, alcaldes,
periodistas, rectores universitarios, empresarios y comisiona-
dos de las iglesias, algunos de estos últimos adversarios de la
revolución.
38
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L A NU B E NE GR A
.....
¿Qué suerte corrieron los responsables más visibles del golpe?

Pedro Carmona permaneció detenido las primeras horas del
14 de abril en Fuerte Tiuna y después lo trasladaron a la sede prin-
cipal de la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención
(Disip). La Fiscalía le imputa el delito de rebelión y usurpación de
funciones, señalado el primero con penas de doce a veinticuatro
años de cárcel.
El delito de rebelión está previsto en el artículo 144 del código
penal, en los siguientes términos:
1. Los que se alcen públicamente en actitud hostil contra el go-

bierno legítimamente constituido o elegido, para deponerlo o
impedirle tomar posesión del mando;
2. los que sin el objeto de cambiar la forma política republicana
que se ha dado a la nación, conspiren o se alcen para cambiar
violentamente la constitución nacional.
Los fiscales a cargo del caso le aplican el ordinal primero, o sea,

alzarse públicamente en actitud hostil contra el gobierno legítima-
mente constituido. El empresario fue conducido al tribunal por
efectivos de la Disip a las 5:35 de la tarde del 15 de abril, y la au-
diencia de presentación e imputación concluyó tres horas después.
Por su parte, los abogados defensores de Carmona solicitan el so-
breseimiento del juicio. Aducen que su defendido no realizó nin-
gún alzamiento hostil y en ningún momento cumplió acto alguno
para cambiar el sistema republicano o la Constitución. Argumen-
tan que él había sido llamado por militares que le manifestaron la
existencia de una situación de emergencia y una muy grave crisis
y le pidieron que presidiera un gobierno de transición que per-
mitiera conducir al país hacia la normalidad democrática. «Él se
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limitó a aceptar y eso no constituye ningún delito» –dicen los ju-

ristas sin sonrojarse.
El tribunal, en primer término, niega la solicitud de los fiscales
de que se le aplique el procedimiento de flagrancia –aprehendido
mientras cometía delito– y acuerda el ordinario. En segundo lugar
rechaza el sobreseimiento del juicio, pues se hace necesario rea-
lizar un proceso investigativo debido a la complejidad del caso.
Finalmente le impone detención en su domicilio con custodia y
prohibición de salida del país, fallo que la Fiscalía decide apelar,
«porque la gravedad de los delitos amerita reclusión y no una me-
dida sustitutiva».
Al salir del tribunal, cerca de las 8:30 de la noche, escoltado
por miembros de la Disip, vestido con traje oscuro y sin corbata,
al ver a los periodistas Carmona trata de erguir al máximo su pe-
queño y extenuado cuerpo. Respira hondo y les manifiesta con su
habitual fluidez y en voz baja que había recibido «un trato digno,
humano y honorable». Explica que lo visitaron fiscales, la Defen-
soría del Pueblo y representantes de organizaciones de derechos
humanos, además de sus familiares, con quienes también se man-
tuvo en contacto telefónico. Y al finalizar sus palabras a la prensa
dice: «Ojalá que todos los acontecimientos ocurridos tengan como
conclusión la reconciliación de los venezolanos. Así que, si todo
lo acontecido conlleva que haya rectificaciones de parte de la diri-
gencia política y reconciliación y reunificación para los venezola-
nos, habremos logrado un balance favorable para el país».
Él desconocía tal vez en ese instante que el presidente Chávez
se había interesado por su situación personal e incluso pidió que se
le aplicara la fórmula de casa por prisión.
Seis días después, temprano en la mañana, al abrir el diario
Últimas Noticias leo una entrevista exclusiva realizada a Carmona
por el periodista Jesús Durán y de inmediato me espabilo: «Visi-
blemente reconfortado y recibiendo apoyo de familiares y amigos,
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L A NU B E NE GR A
el expresidente de Fedecámaras Pedro Carmona espera en su resi-

dencia el proceso judicial en su contra [...]».
Sentado en una butaca de madera preciosa repujada, cuyo res-
paldar sobresalía encima de la parte posterior de su cuello, vestido
con un blazer estilo príncipe de Gales, sin corbata y con su habitual
ademán profesoral, la foto de Últimas Noticias y las declaraciones
del entrevistado lo muestran muy seguro de su verbo. Es eviden-
te que con asesoría de los abogados y fruto de su propia astucia
había elaborado una extensa coartada: «Obedecí, conforme a mi
conciencia, a un llamado en un momento de vacío de poder que se
produjo tras la masacre que ocurrió ese día y el anuncio hecho a la
nación en una forma pública por el general en jefe Lucas Rincón,
de que el Presidente de la República había renunciado, hecho que,
según los juristas, tiene valor constitucional [...]».
Esa noche en una recepción diplomática al comentar la mencio-
nada entrevista con mi amigo el embajador, luego de disfrutar un
sorbo de vino tinto él sonríe y me formula una aguda observación:
—Fíjate en algo, Germán, en esta oportunidad Carmona no
hace ningún llamado a la reconciliación: ¡Ya le dijeron lo que te-
nía que hacer!
—¿Y qué le habrán dicho? –indago, mientras observo sus píca-
ros ojos azules.
—Muy sencillo: que él no debe, como Chávez, dar la impresión
de un derrotado…
Además de Carmona, en la madrugada del propio domingo 14
de abril fueron detenidos el general Efraín Vázquez Velazco, jefe
del Ejército, y los cuatro militares que ocuparon cargos en el go-
bierno de facto: el vicealmirante Rafael Ramírez Pérez, el general
de brigada Pedro Antonio Pereira Olivares, el vicealmirante Da-
niel Comisso Urdaneta y el contralmirante retirado Carlos Molina
Tamayo. Según el artículo 151 de la Ley Orgánica de la Corte Su-
prema de Justicia los generales y almirantes deben ser sometidos
41
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a un antejuicio de mérito por el Tribunal Supremo de Justicia, que

decide si hay delito o no para iniciar un proceso judicial. Entre-
tanto, quedan detenidos en su domicilio. De tal modo, estos uni-
formados estuvieron retenidos menos de cuarenta y ocho horas.
La solicitud de antejuicio de mérito es realizada por el pro-
pio fiscal general Isaías Rodríguez, quien informa que serían
establecidas en una investigación posterior las responsabilida-
des de cualquier otro oficial que resultara implicado.
Héctor Ramírez Pérez, quien fuera nombrado ministro de la
Defensa durante el gobierno de Carmona, declara a la prensa que
tenía su conciencia tranquila: «Mi actuación estuvo ajustada a la
Constitución y las leyes». Pedro Pereira, designado comandante
de la Aviación, dice que habían hecho lo mejor para buscar una
solución a los problemas de la FAN y del país y expresó que a
partir del 11 de abril hubo un vacío de poder. Daniel Comisso Ur-
daneta niega que haya sido nombrado jefe de la Armada durante
el gobierno de Carmona. Señala que la retoma del poder evidencia
que «no hubo ningún golpe, sino un pronunciamiento ante una
situación de crisis provocada por la marcha del 11 de abril». Y
para completar su defensa, al menos dice una verdad: afirma que
los militares alzados no tuvieron nunca el control de ninguna de
las unidades de los componentes de la Fuerza Armada Nacional.
.....
El secretario general de la OEA César Gaviria llega a Maiquetía

el lunes 15 de abril, y en el propio aeropuerto declara que espera
no solo identificar los hechos sino realizar alguna gestión para
normalizar el país. Se propone elaborar un informe que debe pre-
sentar en Washington el 18 de abril a los ministros de Relaciones
Exteriores de los países de la OEA, convocados por él a una reu-
nión extraordinaria del Consejo Permanente.
42
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L A NU B E NE GR A
Alguien muy próximo al asunto me comenta sigiloso que Car-

mona había llamado a Gaviria en la mañana del sábado 13 de abril,
al día siguiente de autojuramentarse. El usurpador le informó a
Gaviria que el presidente Chávez había renunciado luego de violar
la Constitución y eso dio lugar a la instauración de un «gobierno
de transición». Carmona aseguró a su interlocutor que cumpliría
con las normas democráticas y llamaría a elecciones, pidiéndole
comprensión y apoyo. Incluso le pidió que creara una comisión de
la OEA y viajara de inmediato para ayudar en el proceso. Gaviria
consultó con el Departamento de Estado en Washington y comen-
zó a preparar las maletas. Los hechos se precipitaron ese mismo
día 13 de abril y en la madrugada Chávez retornaba al poder.
Gaviria, aunque tuvo tiempo de hacerlo, en su carácter de
secretario general de la OEA, no expresó ninguna condena a
la ruptura del hilo constitucional. Reaccionó el domingo 14 de
abril, cuando Chávez estaba de vuelta en Miraflores. Decidió
moverse con prisa, en evidente coordinación con el gobierno es-
tadounidense, que al conocer el fracaso de los planes golpistas
trató también de adecuarse a la inesperada situación y el propio
domingo 14 de abril los embajadores en la OEA de los treinta y
cuatro países miembros acordaron que Gaviria se trasladara con
urgencia a Caracas.
Durante su estancia de tres días, Gaviria cumple un amplio
programa de entrevistas que abarca al presidente Chávez, la
Asamblea Nacional, la Conferencia Episcopal, los partidos políti-
cos de la oposición, los dueños de los medios de comunicación y
otras. En sus declaraciones, el expresidente colombiano trata de
quedar bien con todas las partes, siendo por ende contradictorio.
En un informe de doce páginas entregado a los cancilleres y
enviados especiales de los países miembros de la OEA reunidos
en Washington el 18 de abril, Gaviria incluye relatos y testimo-
nios en torno a su estancia en Venezuela: «Podemos afirmar que
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el gobierno que estaba apenas en la fase de instauración, sin nin-

guna legitimidad democrática, fue fruto de decisiones tomadas
por los militares».
El documento rechaza el uso de la violencia para sustituir
cualquier gobierno democrático en el hemisferio y pone de ma-
nifiesto la satisfacción por la iniciativa de Chávez de convocar de
inmediato un diálogo nacional sin exclusiones. También advierte
que existe una excesiva polarización a nivel político y social y que
eso impide el diálogo democrático. Además se hace eco de las de-
nuncias de los medios de comunicación privados en relación con
las amenazas proferidas por los círculos bolivarianos, pero no se-
ñala en ningún momento el comportamiento subversivo de aque-
llos en el desarrollo del golpe ni su escandaloso silencio cuando
ocurrió la rebelión popular y militar para reponer a Chávez.
El canciller venezolano Luis Alfonso Dávila refuta durante el
cónclave los puntos más críticos del informe y dice que el país
exhibe ahora con orgullo una democracia legítima y fortalecida.
Colin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos, pro-
pone una salida para Venezuela similar a la que adoptó Perú dos
años antes y comenta que en democracia nadie puede estar por
encima o fuera de la ley. Plantea designar al secretario general
César Gaviria como facilitador del diálogo entre el gobierno de
Chávez y la oposición.
Dávila, que tenía instrucciones precisas de Chávez, rechaza
con vehemencia la iniciativa: «Los venezolanos tenemos pantalo-
nes largos», y agrega que los problemas de su país son un asunto
interno que va a ser encarado por los propios venezolanos.
La maniobra de Powell consiste en repetir lo ocurrido en la reu-
nión de la OEA del año 2000, en Canadá, cuando designaron a Ga-
viria como mediador entre la oposición peruana y el gobierno de
Fujimori, quien acababa de ganar su tercera reelección. Fujimori
renunció a fines de ese año y las autoridades establecieron que
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L A NU B E NE GR A
había ganado por un fraude y que estaba inmerso en una maraña

de corrupción. La situación venezolana, la legitimidad del presi-
dente Chávez y sus firmes posiciones impidieron que prosperara
el ardid de Powell.
Varios cancilleres americanos en sus discursos hablan de «po-
larización» como base de la crisis política en Venezuela, mas no
escapan de polarizarse cuando exponen sus criterios en el deba-
te. Gaviria dice que la población venezolana está «peligrosamente
polarizada», y de manera sibilina se lo atribuye en primer lugar al
presidente Chávez. El canciller venezolano rechaza el comentario
y afirma que ello no es producto del gobierno de Chávez sino de la
persistencia histórica de la injusticia social que este quiere corregir.
El debate fue precedido el 18 de abril por duras críticas al
gobierno de Chávez realizadas el mismo día de la reunión de la
OEA por el presidente George W. Bush, quien se refirió a las res-
tricciones de las libertades individuales en Venezuela y comentó
que Chávez debía cumplir con todas las promesas que hizo a su
regreso.
No obstante, la resolución aprobada en la OEA tiene un ba-
lance favorable al gobierno bolivariano. Contiene cinco puntos
principales:
1. Expresar satisfacción por el restablecimiento del orden
constitucional;
2. seguir aplicando los mecanismos previstos por la Carta De-
mocrática Interamericana para la preservación y la defensa de la
democracia, reiterando el rechazo al uso de la violencia para sus-
tituir a cualquier gobierno democrático;
3. respaldar la iniciativa del gobierno venezolano de convocar
a un diálogo nacional sin exclusiones y exhortar a todos los secto-
res de la sociedad para que participen en el mismo a fin de lograr
el pleno ejercicio de la democracia en Venezuela con apego a la
Constitución;
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4. alentar al gobierno de Venezuela en su voluntad de observar

y aplicar la democracia representativa; y
5. brindar apoyo y ayuda al gobierno de Venezuela para la
consolidación de su proceso democrático.
La última idea –rechazada por Venezuela–, fue una puerta por
la que trató de entrar Gaviria como intermediario en el conflicto,
alentado por Estados Unidos, y quedó sin cerrojo para abrirla en
el momento en que se pudiera.
.....
La participación de Estados Unidos en el golpe del 11 de abril

resultó tan evidente, que hasta dentro de ese país parte de la gran
prensa y varios analistas lo censuraron. Ello se hizo más notorio
por las declaraciones que hicieran los voceros oficiales del gobier-
no estadounidense en vísperas del evento inconstitucional y ense-
guida que este aconteciera. Al retorno de Chávez como ave fénix,
de súbito se vieron obligados a negar una y otra vez su participa-
ción en el golpe y el respaldo al gobierno de facto.
El domingo 14 de abril, luego del inesperado regreso de
Chávez al poder, Estados Unidos se unió a la América Latina y
el Caribe al avalar una resolución en la OEA que condenara la
interrupción del orden constitucional en Venezuela y dispuso el
envío a Caracas del secretario general César Gaviria, para pro-
mover la normalización política. Pero el Departamento de Estado
subrayó el 15 de abril a través de su vocero Phillip Reeker que la
alteración del orden constitucional se refería «a toda la crisis de la
pasada semana en Venezuela y no específicamente a la destitución
de Chávez».
Un periodista le preguntó al vocero: «¿Por qué su gobierno no
condenó de inmediato el intento de golpe de Estado del jueves?».
Y la respuesta fue evasiva: explicó que Washington había reflexio-
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L A NU B E NE GR A
nado de una vez sobre la necesidad de respetar la expresión pací-

fica de opiniones políticas. Dijo además no saber nada de golpe o
golpistas y mucho menos de contactos entre ellos y el gobierno de
Estados Unidos…
Después Recker señaló:
[...] estamos alentados por el llamado del presidente

Chávez a la reflexión nacional y urgimos a todos los vene-
zolanos a aprovechar esta oportunidad para promover la
reconciliación nacional y un genuino diálogo democrático.
[...] Nos preocupan los aspectos de la democracia en Vene-
zuela que estaban sufriendo las amenazas contra la pren-
sa, las amenazas contra los partidos políticos independien-
tes y la necesidad de buscar soluciones a las diferencias
políticas a través del diálogo.
El portavoz de la Casa Blanca Ari Fleischer declaró ese mis-

mo día que no lamentaba haber dicho el viernes 12 de abril que
Chávez había renunciado. Consideró que no se había apresura-
do al hacer este señalamiento: «Todos nuestros informes decían
que renunció». Fleischer se refería a su afirmación el 12 de abril
de que Chávez había renunciado «a consecuencia de las protestas
callejeras del jueves que dejaron decenas de muertos y heridos».
Dijo además esa vez, bajo la euforia del supuesto éxito del golpe,
que el propio presidente Chávez fue el causante de la crisis por la
forma en que se repelió a los manifestantes.
El embajador en Caracas Charles Shapiro revela el 17 de abril
que se había reunido con Carmona en la mañana del 12 para su-
gerirle la importancia de restablecer la Asamblea Nacional y que
le diera la bienvenida a la misión observadora de la OEA. Ello
muestra al representante del gobierno de Estados Unidos acep-
tando el régimen de facto, al que trató de ayudar indicándole una
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maniobra engañosa. Shapiro reitera la orientación de emergencia

emitida por el gobierno estadounidense: dice que considera im-
portante que los venezolanos hablen entre sí e insta a la oposición
y al gobierno a bajar los decibeles de tensión política. Incluso de-
clara que creía en las palabras del presidente Chávez del llamado
al diálogo, la reconciliación y la rectificación. Los diplomáticos
gringos estaban a la defensiva.
No ocurría lo mismo con el habitante de la Casa Blanca. Al si-
guiente día, 18 de abril, el presidente Bush formula declaraciones
en Washington en su acostumbrado tono imperial. Exhorta a su
homólogo Chávez a cumplir lo que prometió al retomar el poder
y le sugiere «que aprenda las lecciones que dejó la reciente crisis y
que se apegue al respeto de la democracia, incluyendo la libertad
de prensa y el derecho de la oposición a expresarse. Es muy im-
portante que el presidente Chávez haga lo que dijo que iba a hacer
para abortar las causas de por qué hubo tantos trastornos en las
calles de Venezuela durante la reciente crisis institucional».
Bush niega que Estados Unidos haya tenido algún papel en
el golpe de Estado o que su gobierno lo hubiese condenado con
debilidad: «Mi administración habló con una voz muy clara sobre
nuestro fuerte apoyo a la democracia».
Sobre la presencia de un agregado militar de Estados Unidos
en Fuerte Tiuna junto a los golpistas el jueves y viernes durante la
preparación y ejecución del golpe de Estado, lo cual fue revelado
por varios testigos, el portavoz del Departamento de Estado Chip
Barclay dijo que tal información era «absolutamente falsa».
Para comprender aún mejor el atolladero en que se metió la po-
lítica de Estados Unidos hacia Venezuela por los hechos de abril,
es útil citar algunos criterios de reconocidos analistas de ese país.
Michael Shifter, director de la organización no gubernamental
Diálogo Interamericano, declaró que la actuación de Estados Uni-
dos hacia los sucesos en Venezuela había sido un error. Dijo que
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el papel desempeñado por el gobierno de Bush «envía una señal

de que los principios a la hora de la verdad no cuentan mucho y
eso significa una pérdida de credibilidad».
Miguel Díaz, experto del Centro para Estudios Estratégicos de
Washington, consideró que «el deseo de echar a Chávez encegue-
ció a Estados Unidos». Agregó que ello afectó la credibilidad de
Estados Unidos «como campeón de la democracia en el hemisfe-
rio y podría incentivar a fuerzas antidemocráticas en otros países
a tratar de usurpar el poder».
Carol Graham, de la Brookings Institution, afirmó: «Washington
fue el único actor internacional que no corrió a condenar el gol-
pe. Estados Unidos estaba contento de que Chávez se fuera. No
es un secreto».
Riordan Roett, director del Programa de Relaciones Interna-
cionales de la Universidad Johns Hopkins, en Washington, opinó
que los sucesos de Venezuela han sido un duro golpe al apoyo de
Estados Unidos a la democracia y los principios constitucionales
en el continente. Por su parte, el Consejo para Asuntos Hemisfé-
ricos, también en Washington, dijo que había versiones de que la
Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) estaría
detrás de lo ocurrido en Venezuela.
Tales posturas defensivas del gobierno estadounidense no le
hacen declinar su propósito de sacar a Chávez del poder en el cor-
to plazo. Pero sí lo obligan a recomponer las tácticas y a reagrupar
las fuerzas para alcanzarlo. El proceso recién se inicia.
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Espinas: mayo
Las flores que engalanan la primavera venezolana brotan esta vez

sitiadas de espinas.
El 1ro. de mayo, por primera vez después del 11 de abril, el
chavismo y la oposición miden sus fuerzas en las calles de Cara-
cas. Ambas partes lo saben: es una especie de primer round en una
pelea de revancha.
Por el lado opositor no hay demandas laborales y las consig-
nas son iguales a las que usaran durante las jornadas golpistas de
abril: «¡Vete ya!». Incluso entonan la misma canción de veinte días
atrás, al estilo rioplatense: «Y va a caer…». Es como si no hubiera
existido el nocaut del 13 de abril.
La marcha opositora cubre casi diez cuadras de la avenida
Universidad, con no más de treinta mil personas, buena parte in-
tegrantes de la clase media del este caraqueño. Desenfundan sus
pitos, banderas, cintas amarradas en la frente y las indumenta-
rias deportivas o ligeras de tres semanas antes. Un grupo de ellos
identifica la cámara de la televisora CNN en español y le gritan
insultos al camarógrafo y al periodista; una señora con sus ojos
desorbitados gruñe: «¡Vendidos, traidores, comunistas…!»; otro
desbocado vocifera: «¡Nuestros muertos son también culpa de la
CNN!». Vuelven la sinrazón y el odio.
Luego de esconderse varios días por temor a ser apresado
–aunque nadie lo perseguía–, el secretario general de la CTV Carlos
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Ortega reaparece en ese acto del 1ro. de mayo. Habla poco. Se

limita a descalificar el diálogo iniciado por Chávez. Dice que el 90
por ciento de los integrantes de las mesas respondían al gobierno.
La marcha bolivariana es auspiciada por la Federación Bo-
livariana de Trabajadores y se desplaza más de diez kilómetros,
desde el Poliedro hasta Puente Llaguno. En ese símbolo de coraje
popular por primera vez se le rinde homenaje a los mártires del
11 de abril.
Sobresalen los afiches con la imagen de Chávez y hay expresio-
nes de apoyo a las decisiones suyas de decretar la inamovilidad la-
boral hasta el 30 de junio –a fin de evitar los despidos de trabajado-
res a causa del boicot empresarial– y el aumento del 20 por ciento
del salario. Tampoco hay reivindicaciones obreras, y los participan-
tes festejan durante el recorrido el retorno de Chávez al poder, con
su consigna aún fresca: «Volvió, volvió, volvió, Chávez, volvió…».
.....
En la noche del 1ro. de mayo acudo al Palacio de Miraflores, ci-

tado por Chávez a solicitud mía porque al siguiente día viajaría a
La Habana y debía informar a mi gobierno sobre la situación ve-
nezolana. Llego al Palacio a las diez de la noche y me trasladan a
una pequeña sala de espera ubicada por la entrada de atrás donde
radica el despacho del Presidente. En el umbral de la medianoche
se abre la puerta de acceso a la oficina de Chávez y veo salir por
ella a Francisco Arias Cárdenas, quien muestra una sonrisa de sa-
tisfacción y al verme me extiende la mano.
—Acabo de tener una amistosa conversación con Hugo, y creo
que yo puedo ayudar a evitar una nueva tragedia en el país –dice
de modo espontáneo.
Desde hacía más de dos años ellos no habían vuelto a encon-
trarse, al decidir Arias en marzo de 2000 ser el candidato de la
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L A NU B E NE GR A
oposición a las elecciones presidenciales. Después continuó en las

filas adversarias, en la jefatura de un pequeño partido con posicio-
nes centristas fundado por él.
No resultó posible que continuara el diálogo con el segundo
comandante de la rebelión del 4 de febrero de 1992, pues el Pre-
sidente me mandó a buscar. Enseguida que saludo a Chávez no
puedo aguantar las ganas y le digo:
—¡Es admirable tu capacidad de perdón!
Él sonríe halagado, pero no demora en captar el mensaje y
reacciona:
—Pancho ha estado haciendo declaraciones favorables a la
reconciliación y tuvimos una buena conversación; hay raíces de
amistad que perduran y ahora lo más importante es aislar a los
grupos golpistas, que otra vez buscan desestabilizar el país –dice
despacio y mientras habla me percato de que los pliegues de su
rostro, los ojos y hasta el tono y el ritmo de la voz hacían muy
notorio su cansancio.
—Te veo algo agotado –le comento–. ¿Cuántas horas estás dur-
miendo? –indago, aunque sabía que él siempre ha sido madrugador.
—Depende, el tiempo no me alcanza y sin darme cuenta me
acuesto a las tres o las cuatro, eso sí, caigo rendido, y duermo más
o menos cinco horas –dice y hacemos un breve paréntesis, mien-
tras un camarero nos sirve café y al cabo del primer sorbo siento
su verbo más ágil.
—Si quieres admirar aún más mi capacidad de perdón, te co-
mento que hoy en la mañana conversé dos horas con Luis Miqui-
lena –dice con una mirada astuta y de repente su faz destella.
—¿Y ya se limpió la boca después de haber declarado el 11
de abril que tú tenías las manos manchadas de sangre? –digo con
ironía.
—Con Miquilena la conversación fue tensa y le dije que él ha-
bía sido capaz de defender el gobierno de Medina Angarita en el
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año 1945, cuando los adecos le dieron un golpe de Estado, y des-

pués estuvo siete años preso durante la dictadura de Pérez Jimé-
nez, y el 11 de abril terminó colocándose al lado de los criminales
y los golpistas.
—Te felicito –es lo menos que se merece.
—De todos modos él ha estado haciendo declaraciones favora-
bles al diálogo, y tiene alguna influencia en la Asamblea Nacional,
en el Tribunal Supremo y en el Consejo Nacional Electoral.
—Lo conozco muy bien y por eso te admiro más –acoto–. Tie-
nes razón: ahora lo importante es neutralizar a los que quieren
desestabilizar el país y sacarte de la presidencia por cualquier vía.
—Mira, Germán, no confío en Miquilena. Su traición es irre-
versible, pero si promuevo un diálogo amplio debo también con-
versar con él.
—Sin duda. La noticia de tus conversaciones con Arias y Mi-
quilena va a ser un mensaje importante al país de tu generosidad
y del deseo de encontrar salidas constructivas dentro de la Cons-
titución, como siempre repites.
—Sé que mañana viajas a Cuba y te pido le expliques bien a Fidel
mis ideas –expresa Chávez mientras lee un documento que debía
firmar con urgencia–. La situación es compleja… –comienza a decir
concentrado en sus palabras y yo prefiero escuchar y tomar notas.
Explica que aunque el golpe fascista había sido derrotado,
la contrarrevolución sigue apoyada por el gobierno de Estados
Unidos, que mantiene vigente su objetivo de acabar pronto con la
revolución y va a seguir empleándose a fondo. No han entendido
las razones del fracaso del golpe y creen incluso que él salió debi-
litado y que pueden lograr deponerlo en un breve plazo.
—Todavía no están claros sus planes, tal vez ni ellos mismos
los tengan elaborados en detalle. Nosotros debemos prepararnos
y derrotarlos en cualquier variante –habla otra vez con el tono
disminuido y pide que le sirvan otro café.
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—Sí, aunque hay gente bolivariana que está muy preocupada

por la impunidad con que actúan los adversarios y el brío del con-
trataque que han desplegado en pocos días.
—Es cierto, Germán, tenemos enemigos y caballos de Troya
en casi todas las instituciones del Estado. El pueblo lo sabe o lo
intuye, y por eso no cesa de exigir justicia.
—Incluso, en ocasiones, percibo que muchos bolivarianos no
comprenden bien algunas decisiones, por ejemplo, la reincorpo-
ración de los gerentes golpistas de Pdvsa –le expreso con la since-
ridad con que siempre hablamos.
—No todo puedo explicarlo en público –dice a secas, mien-
tras escribe una especie de fórmula matemática en un papel–.
Decidí emplear una táctica que aprendí en el ejército: «Perder
espacio y ganar tiempo». Es una ecuación riesgosa y nos puede
llevar al borde del abismo, pero estoy seguro de que con el apoyo
del pueblo y de las fuerzas armadas al final de la batalla vamos a
ganar más espacio.
Él busca en mis labios alguna reacción y la consigue.
—Entiendo, aunque se pueden crear confusiones en las filas
de la revolución. Por ejemplo, he escuchado que muchos ciudada-
nos exigen que se juzgue y condene a los golpistas y sobre todo a
los culpables de los crímenes; también piden mano dura con los
medios de comunicación privados, que hasta te acusan de asesino
como si se tomaran un vaso de agua…
—Es verdad –dice él sin apenas dejarme terminar–. El proble-
ma es que dentro de los tribunales, en la Fiscalía y en la policía
hay muchos adversarios, que vienen de la IV República y yo debo
respetar esos poderes.
—Y otros que puso allí Luis Miquilena abusando de las atribu-
ciones que tuvo antes de traicionarte.
—Así es –expresa en tono firme–. Esos espacios los iremos
ganando en la medida en que fortalezcamos la organización y la
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unidad del pueblo y de las fuerzas armadas… ¡Y también su con-

ciencia política! –apostilla y me pide concluir el encuentro para
seguir leyendo documentos pendientes de firmar.
.....
El jueves 2 de mayo, a tres semanas del golpe, se inician las in-

terpelaciones en la Asamblea Nacional a varios de los jefes de la
asonada y a un grupo de autoridades del Estado. El propósito es
esclarecer los hechos, elaborar un informe oficial y ofrecer reco-
mendaciones a los órganos de justicia.
Pedro Carmona es el primero en declarar y su interpelación,
que como todas se transmitió en vivo por televisión, duró más de
diez horas. «Habló mucho y no dijo nada», es un comentario casi
generalizado en el país: esta vez Carmona no complació ni a los
opositores. El nudo de su oratoria no pudo zafarlo ninguna de
las decenas de preguntas que le formularon los diputados: «No
violé la Constitución Nacional al asumir la presidencia de un
gobierno transitorio. No lo considero un golpe ni hubo rebelión
[...]. Las autoridades abandonaron el poder [...]. No participé en
ningún plan predeterminado. He sido opositor pero conspira-
dor nunca».
Acogiéndose a su derecho al silencio, Carmona no respon-
de, entre muchas que evade, las siguientes preguntas: ¿Quién lo
llamó a Fuerte Tiuna y le dijo que sería presidente? ¿Quiénes
elaboraron el decreto? ¿Pensó que su designación era incons-
titucional y que los militares no tenían esa potestad? ¿Con qué
representantes de la Iglesia, medios de comunicación y partidos
políticos contactó previamente? ¿Quién y por qué ordenó la li-
beración de los francotiradores que estaban detenidos el 11 de
abril a las órdenes de la Casa Militar? ¿Quién le hizo la banda
tricolor que usted lució el viernes? ¿Quién dio la orden de tras-
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ladar al Presidente y de no permitirle recibir a sus abogados?

¿Por qué ignoró los señalamientos hechos por el fiscal general el
viernes 12 de abril?
Al siguiente día, comparece el ministro de Defensa José Vicen-
te Rangel quien ofrece una información exhaustiva y veraz sobre
los sucesos, y responde todas las preguntas. En clara alusión al
cinismo de Carmona y los demás responsables de la asonada, ex-
presa: «Es una innovación insólita acerca de lo que es el golpe de
Estado [...]. Un golpe de fantasmas. Un golpe sin golpistas. Un
golpe de ficción».
.....
El 4 de mayo se instalan en Miraflores las mesas de diálogo en una

reunión que preside Rangel. Participan representantes de casi to-
dos los sectores, creándose cinco grupos de trabajo con la meta de
entregar las recomendaciones en menos de dos meses y extender
las consultas a las regiones. Fedecámaras no participa, so pretexto
de que la CTV no había sido invitada. De cualquier modo, el pro-
ceso de diálogo auspiciado por el gobierno –silenciado por casi
todos los medios de comunicación– sigue en ascenso.
Cuatro días después Chávez juramenta a José Vicente Rangel
como nuevo vicepresidente ejecutivo y nombra a Diosdado Ca-
bello en la cartera de Interior y Justicia. El general Lucas Rincón
pasa a ministro de Defensa. Y son asignados a los ministerios
de Finanzas y Planificación, respectivamente, Tobías Nóbrega y
Felipe Pérez, ambos jóvenes profesionales de reconocido pres-
tigio académico aunque sin experiencia gerencial, ni militancia
de izquierda, sobre todo Nóbrega. Este declaró que impulsaría
un trabajo de equipo con los sectores productivos del país, a fin
de «generar aportes a una propuesta coherente y profundamente
democrática de la política económica». Y Felipe Pérez dijo que
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desarrollaría «la cuarta vía económica», «una combinación de

mercado con solidaridad».
.....
Entre los golpistas citados a la asamblea está el general Manuel
Rosendo, cuya cara parece más redonda y cebada sin careta.
Declara que el 10 de abril uno de sus ayudantes había escucha-
do una conversación entre José Vicente Rangel y el alcalde de
Caracas Freddy Bernal, en la que ambos hablaron de movilizar
los círculos bolivarianos para enfrentar con violencia la marcha
opositora del 11 de abril. Según el informante, escuchó a Ran-
gel decir: «Nuestra gente debe estar armada con piedras, palos y
cuchillos». También alude a una reunión en Miraflores del Alto
Mando Militar y el Presidente, celebrada el 7 de abril, en la que
participara el fiscal general Isaías Rodríguez como asesor. Ro-
sendo asegura que delante del fiscal se habló de desplegar esas
«organizaciones violentas» para contrarrestar la huelga que se
iniciaría el 9 de abril.
Rangel y el fiscal no demoran en desmentir el embuste de Ro-
sendo, tan grueso como su pesado cuerpo.
La infamia sirve para desatar una furibunda campaña oposi-
tora, cuyo propósito es exigir la renuncia de Rangel e Isaías y se-
guir satanizando los círculos bolivarianos. Frente a ello, Chávez
realiza varios pronunciamientos en defensa y promoción de esas
organizaciones populares que crecían como espuma, orientadas
en forma directa por el verbo del líder. «Si estás de acuerdo con
esta revolución organiza un círculo bolivariano. Es mentira que
son hordas asesinas», decía.
En el caso del fiscal, los voceros de la contrarrevolución insis-
ten en que el compromiso suyo con Chávez haría que no procesa-
ra las denuncias que venían haciéndose por abogados y políticos
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de la oposición, para abrirle un antejuicio de mérito al Presidente

y luego juzgarlo en el Tribunal Supremo. La oposición cree dispo-
ner allí –basada en las promesas del traidor Luis Miquilena– de
los votos suficientes para deponer a Chávez.
Con el pretexto de exigir la renuncia de Isaías y Rangel, el 12
mayo se reúnen en Caracas los nueve partidos de la oposición y
acuerdan un documento que consideran el inicio de un pacto de
unidad. Piden la renuncia del Presidente y en caso de no ser así
reunirían las firmas necesarias para activar un referendo consulti-
vo, a fin de reducir el mandato presidencial de seis a cuatro años,
y de ese modo llamar a elecciones de inmediato.
Fue ese el primer paso de la estrategia pública concertada de
la contrarrevolución, en clara sintonía con las posiciones que ve-
nían formulando desde el 15 de abril los voceros de Estados Uni-
dos que planteaban una salida electoral.
.....
Carmona «el breve» también es efímero en la estadía preso en su

residencia. El 23 de mayo se escabulle e ingresa asilado en la casa
del embajador de Colombia. Horas antes, la Corte de Apelaciones
de Caracas había declarado con lugar el recurso de los fiscales
contra la medida de arresto domiciliario y decidió la detención en
un reclusorio. Los policías especializados de la Disip a cargo de su
custodia se percatan de la fuga en horas de la mañana, durante el
cambio de turno.
Una ola de rumores recorre el país y los círculos internacio-
nales. ¿Complicidad de funcionarios de la policía? ¿El gobierno
permitió que se escapara, bajo el precepto de que «a enemigo que
huye, puente de plata»?
Lo cierto es que Carmona, al igual que otros responsables di-
rectos del golpe que escapan al exterior, con ese proceder confirma
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su responsabilidad en los hechos y el alto grado de impunidad que

prevalecía en Venezuela.
El 29 de mayo Molina Tamayo –nombrado por Carmona jefe
de la Casa Militar de Miraflores– se asila en la embajada de El
Salvador con el pretexto de que estaba siendo perseguido. Los
otros militares esperan en sus hogares la decisión del Tribunal
Supremo.
.....
En mayo, al presidente de Pdvsa se le hace claro que algunos

miembros de la junta directiva y varios gerentes de la nómina eje-
cutiva (jefes) y mayor (profesionales) están en un proyecto cons-
pirativo. Sin embargo, Alí Rodríguez no dispone de información
concreta, procedente de fuentes confiables vinculadas a esas per-
sonas. El presidente Chávez exigía información a los cuerpos de
inteligencia, mas tales aparatos eran deficientes.
Alí me confió tiempo después: «Los informes que nos entrega-
ban salían de la prensa. No había penetración de inteligencia». En
parte por eso, Alí comienza a reunirse con grupos de trabajadores
petroleros que le ofrecen informaciones e indicios reveladores de
que algo grande se estaba tramando. En julio el Presidente de-
signa a Rafael Ramírez ministro de Energía y Minas y con él esta
labor sería reforzada y dinamizada.
Gustavo Pérez Issa había sido nombrado en 1999 director de
Prevención y Control de Pérdidas de Pdvsa. En mayo Alí se per-
cata de que comienza la conspiración, con el pretexto de recha-
zar a Pérez Issa por no reunir los méritos. Él es teniente coronel
retirado, y fue compañero de Chávez en la rebelión militar del 4
de febrero de 1992. En realidad Pérez Issa venía realizando una
labor que incluía la caracterización de varios gerentes y la inves-
tigación subrepticia de algunos de sus muchos negocios turbios
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y ardides. No fue casual por ello que inmediatamente después

del golpe de Estado buena parte de los cincuenta y seis gerentes
bolivarianos separados de sus cargos por quienes asumieron de
facto las riendas de la empresa, eran precisamente miembros de la
dirección a cargo de Pérez Issa. Y tampoco resulta un azar que al
arreciarse las presiones de los gerentes conspiradores para sa-
car a Pérez Issa, el Presidente dijera en su programa dominical:
«Sobre mi cadáver».
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Interludio: junio-agosto
Además de las mesas de diálogo nacional, el gobierno promovió la

creación de esas instancias en los estados, avanzándose en varios,
entre ellos en Nueva Esparta, Lara, Aragua, Táchira y Portuguesa.
Bajo la guía de Chávez, el coordinador general del diálogo,
José Vicente Rangel, desempeñó un papel de amplias miras. Al
instalarse las mesas en el estado de Lara, Rangel planteó sin am-
bages la disyuntiva: «Nos entendemos o nos destruimos. La ma-
yoría de los venezolanos aboga por la paz, por el entendimiento y
repudia la violencia [...]. El diálogo es la única manera de conjurar
los demonios de la violencia».
En los estados se incorporan a las mesas representantes de
los empresarios, iglesias, universidades, sindicatos, ONGs y otros,
presididas por los respectivos gobernadores. Se niegan a partici-
par los partidos de la oposición. Entre los asuntos más reiterados
aparecen el desempleo creciente y la inseguridad ciudadana.
A nivel nacional se crean cinco «mesas de equilibrio»: polí-
tica, económica, social, internacional y de gobernabilidad. Hubo
avances en todas, salvo en la política. Un ejemplo es la firma el 8
de junio del llamado Consenso de Anzoátegui, donde se acordara
un compromiso de pago de asignaciones pendientes por parte del
gobierno nacional a los estados.
Fedecámaras y la CTV boicotean las mesas de diálogo desde
sus inicios y en julio los partidos de la oposición acuerdan retirar
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a los dirigentes suyos de diferentes sectores implicados en las me-

sas, entre ellos el presidente de la Federación Nacional de Gana-
deros y al de la Asociación de Alcaldes.
Frente a ese boicot, el 14 de agosto Chávez encabeza un acto
en el teatro Teresa Carreño de Caracas, con el fin de «relanzar el
diálogo». Voceros de las cinco mesas informan sobre los resulta-
dos, mostrándose las visiones de casi todos los sectores del país
y las recomendaciones. Por ejemplo, la mesa económica entrega
ciento diecinueve propuestas y la mesa territorial exhibe el éxito
del acuerdo de Anzoátegui.
.....
Además de no participar en el diálogo la oposición no pierde tiem-

po en calentar sus huestes sociales, que como en abril son movi-
lizadas sobre todo por el influjo de los medios de comunicación
privados. A dos meses del golpe, el 11 de junio y en días posterio-
res, realizan varios actos. Resulta muy divulgado el que encabezan
frente a la Fiscalía varios humoristas de la televisión, para solicitar
–en broma– «un amparo a favor de la risa» y –en serio– exigir la
renuncia del fiscal general, a quien le gritan una y otra vez con
ademanes histéricos: «¡Asesino, asesino, vete ya!».
Veo asombrado en el televisor de mi oficina el espectáculo
seudohumorista. Me pregunto cómo es posible que no exista una
norma jurídica que impida a las televisoras privadas regodearse
con las acusaciones de «asesino» que le hacen a un ciudadano.
Más aún, que puedan de manera impune multiplicar sus efectos
millones de veces en las mentes de igual número de seres huma-
nos, incluidos televidentes menores de edad.
El jefe de Estado en su programa Aló Presidente había expre-
sado cuarenta y ocho horas antes de ese acto que el gobierno revo-
caría o suspendería las concesiones de las estaciones de televisión
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o radio que transmitieran propaganda de guerra o terrorista. Y casi

en el mismo instante en que difundían las imágenes del acto frente
a la Fiscalía, los dueños de esos medios le estaban entregando al
vicepresidente Rangel una desafiante carta dirigida a Chávez: «La
televisión y la radio venezolana se limitan a informar lo que está
pasando. La propaganda de guerra y odio se ha hecho sentir en Ve-
nezuela precisamente a través de los voceros del gobierno en todos
los medios de comunicación, sobre todo en los medios oficiales».
Al siguiente día 12 de junio, mi amigo el embajador me llama tem-
prano para comentarme una foto que acaba de ver en El Universal,
incluida en el reportaje que ese diario hiciera sobre el acto aludido.
—Busca la foto –me dice ansioso–. Es una mujer que porta un
cartel con las imágenes del Presidente, el fiscal, el defensor del
pueblo y los demás jefes de los poderes públicos y un letrero que
dice: «Estos son los culpables de la masacre del 11A. Asesinos.
Prohibido olvidar».
—Eso mismo lo pasaron ayer por televisión, en vivo y directo
–le digo sin sorpresa.
Mi interlocutor calla varios segundos y yo pienso que se había
cortado la comunicación.
—Si la impunidad no se detiene –expresa mi colega en tono
alarmado– no sé cómo el gobierno va a poder aguantar tales em-
bates. ¿El Presidente tendrá conciencia de que se ha iniciado otro
plan para defenestrarlo?
—Hasta donde conozco, creo que sí. Como dicen en Cuba
«una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero»… Aún quedan
muchos rounds.
El 14 de junio varias decenas de miles de personas se concentran
en la avenida Bolívar, convocados por doce partidos y más de treinta
organizaciones civiles. Los congregados aprueban con sus manos
alzadas un documento que respalda el llamado a un paro nacional
–con fecha a determinar–, declararse en desobediencia civil contra el
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gobierno y realizar otras marchas y actos, entre ellos uno de eviden-

te carácter provocador, frente a Miraflores, el 11 de julio.
Al día siguiente, el dirigente de la CTV Alfredo Ramos adelanta
a la prensa que plantearía al Comité Ejecutivo un paro general
«hasta que el Presidente se vaya». Sin embargo, desde la embajada
de Estados Unidos le sugieren a Carlos Ortega que no se apresure
y la CTV acuerda divulgar que se haría una huelga general –sin
fecha– ante la agudización de las condiciones laborales del país y
para ocultar las intenciones políticas del paro.
La marcha que la oposición había previsto hacer hasta Mira-
flores el 11 de julio no pudo realizarse, pues el gobierno negó el
permiso, a fin de evitar enfrentamientos con las fuerzas populares,
que no aceptarían tal provocación. La noche antes Chávez realiza
una alocución en cadena de radio y televisión, y hace un llamado
de unión, de paz y de optimismo a todos los venezolanos y los
exhorta a la prudencia. Y reitera su mensaje de que es necesaria la
rectificación no solo de él sino de todos.
Esa caminata del 11 de julio tiene el apoyo de doce partidos, cua-
renta ONGs, la CTV, Fedecámaras y los gobernadores de la oposición,
quienes envían miles de personas en autobuses. Aunque no llega a Mi-
raflores, un numeroso grupo de marchistas encabezado por algunos
de los dirigentes más reaccionarios se encamina hacia el aeropuerto
La Carlota, en el este de la ciudad. Suponen que por allí llegaría el Pre-
sidente en su avión oficial y además quieren entregar un documento a
los militares, en el que exigen la renuncia del mandatario. Al intentar
entrar a la instalación, deben detenerse frente a la Guardia Nacional
dispuesta a repelerlos por tratarse de una zona de seguridad. Pienso
en ese momento que mi amigo el embajador estaría contento viendo
esas imágenes, porque el gobierno impuso la autoridad: la marcha no
pudo llegar a Miraflores, ni tampoco violar una zona de seguridad.
El 11 de agosto la oposición realiza el acto principal por el
aniversario del golpe de abril en la ciudad de Maracaibo. La reite-
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rada consigna «se va, se va» y el hecho de que todos los oradores
pidieran la renuncia del Presidente hacen suponer a los incautos
que el tiempo en la cálida Maracaibo se había congelado.
La respuesta del pueblo bolivariano a los actos de la oposición
en junio es una gran concentración en Maracay, denominada Ope-
ración Rescate de la Constitución. Elías Jaua, director de Política
del Movimiento V República (MVR), asegura en su discurso que el
pueblo continuaría en la calle hasta que se derrotara la conspira-
ción de manera cívica y pacífica, y reafirma el compromiso de los
bolivarianos «con la paz, la revolución, la democracia participativa
y el liderazgo del Presidente». Los chavistas también realizan con-
centraciones durante junio y julio en Caracas y otras ciudades del
interior y permanecen en vigilia para impedir que los adversarios
se movilicen hasta Miraflores. «¡No pasarán!», dicen resueltos.
.....
La Comisión Parlamentaria Especial creada por la Asamblea Na-

cional para esclarecer los sucesos del 11 al 14 de abril, integra-
da por diputados bolivarianos y de la oposición, se divide de tal
modo en sus apreciaciones que al final cada parte elabora su pro-
pia versión. El documento que aprobara el Congreso por mayoría
el 20 de julio fue el redactado por los chavistas basado en extensos
testimonios orales de varios protagonistas de ambos bandos. El
texto desentraña parte de lo que ocurriera en aquellos días, de
suma utilidad para la Fiscalía y los tribunales. Por ello resulta casi
silenciado o criticado por los medios de comunicación privados y
el resto de la oposición.
Afirma que el golpe de Estado que se consumó entre los días
12 y 13 de abril «fue un evento calculado y planificado, de lo cual
existen evidencias palmarias con pruebas fehacientes irrefutables
y determinantes».
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En sus conclusiones expresa que «el 11 de abril se produjo un

cruento golpe cívico-militar que puso en vigencia por espacio de
cuarenta y ocho horas un régimen autocrático revestido de todas
las formas de un verdadero totalitarismo».
A sabiendas de la maniobra que en esos días adelanta la oposi-
ción en el Tribunal Supremo de Justicia, elaborada por los mismos
abogados que asesoraron a Pedro Carmona, el documento subraya:
[...] los justificadores del golpe de Estado, tanto en los es-

trados donde se juzgan los delitos cometidos, como en el
debate político en el seno de la Asamblea Nacional, han
pretendido negar el hecho de la participación militar,
reduciendo el concepto de golpe de Estado al «golpe de
cuartel» o al «derrocamiento estrictamente militar». Nadie
puede negar que la salida del presidente Chávez de la pre-
sidencia se produjo por la presión de las fuerzas armadas
y que la breve dictadura que siguió se mantuvo mientras
tuvo el apoyo de la Fuerza Armada Nacional.
[...]
La vana teoría del vacío de poder tiene su interés no
solo en la impunidad de la acción cometida, sino en excluir
de la tipicidad delictiva el conjunto de hechos y actos que
se siguen cometiendo contra la constitucionalidad, dirigi-
dos a derrocar al presidente Hugo Chávez, disolver el Po-
der Judicial, la Asamblea Nacional y el Poder Moral. [...]
La falsa teoría del vacío de poder deja prácticamente sin
vigencia la democracia.
.....
Al finalizar agosto, cuatro meses después del golpe, salvo los héroes
bolivarianos de Puente Llaguno –acusados injustamente–, no hay
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nadie más preso por aquellos sucesos y crímenes. Ello incluye a

los responsables del asedio y agresión a nuestra embajada, a pe-
sar de las grabaciones existentes y los esfuerzos del fiscal general.
Cuando el alcalde Freddy Bernal comparece el 12 de junio ante la
policía científica a ofrecer sus descargos sobre los hechos para ser
usados por la Fiscalía, declara a la prensa: «Si no se hace justicia, se
escribirá una página negra en la historia de Venezuela». Ya habían
transcurrido dos meses y el color era gris con manchas oscuras…
El 11 de julio una jueza de control en Caracas dictamina el sobre-
seimiento de la causa de los bolivarianos presos por disparar desde
Puente Llaguno en defensa del pueblo masacrado. Trece días des-
pués el Tribunal Supremo revoca la libertad de los héroes y la pren-
sa opositora los sigue llamando «los pistoleros de Puente Llaguno».
La impunidad por la masacre de abril y las responsabilidades
en el golpe devienen temas recurrentes por igual entre los sectores
bolivarianos y la contrarrevolución. Incluso surge una paradoja:
los voceros de la oposición y hasta los golpistas, con el sistemático
apoyo de la televisión y los demás medios privados, despliegan
sus artilugios para colocar al presidente Chávez en el banquillo
de los acusados. Lo tildan de principal causante de los hechos –y
crímenes– del 11 de abril y también acusan a otras autoridades de
los demás poderes públicos.
La contrarrevolución sigue tres pautas: difamar a Chávez y ha-
cerle diversas acusaciones formales; tratar de deponer al fiscal ge-
neral y sustituirlo con uno comprable, para facilitar un antejuicio
de mérito contra el Presidente en el Tribunal Supremo; y lograr
una mayoría de magistrados en esa corte, que permitiera destituir
a Chávez o forzarlo a renunciar.
Luis Miquilena había negociado con los partidos tradicionales
varios de los veinte magistrados del Tribunal Supremo, durante el
período que fue presidente del MVR y ministro de Interior y Justicia,
entre 2000 y 2001. Luego de traicionar a Chávez en febrero de 2002
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reactivó ese «capital político», que puso a disposición de los planes

para derrocar al Presidente. En el Tribunal Supremo tiene bajo su
control al vicepresidente Franklin Arriechi y a otros diez de los vein-
te jueces. De ese modo, el 12 de junio el fiscal general es recusado
sobre la causa de los altos oficiales procesados por el delito de rebe-
lión. O sea, el asunto pasa a ser potestad del segundo de Isaías. Diez
días después, la Sala Constitucional decide que ya no sería necesario
acudir a la Fiscalía para solicitar un antejuicio de mérito contra el
Presidente: lo podía iniciar cualquier ciudadano que fuera la víctima.
Como parte de esa trama, el 4 de julio se realiza un evento lla-
mado «Venezuela acusa a Chávez», en el que se divulgan más de
veinte denuncias presentadas contra el Presidente ante la Fiscalía
y el Tribunal Supremo. Entre otras se mencionan irregularidades
en el Plan Bolívar 2000, la intervención del gobierno en la auto-
nomía sindical, el dinero desaparecido del Fondo de Inversiones
(FIEM), el financiamiento a círculos bolivarianos, el convenio pe-
trolero con Cuba, el dinero del Estado usado en movilizaciones
partidistas y hasta insania mental.
El 11 de agosto, Chávez adelanta en su programa Aló Presiden-
te, que algunos magistrados del Tribunal Supremo están siendo
objeto de manipulaciones por personas adineradas, con la inten-
ción de influir en la decisión de antejuicio de mérito a los cuatro
oficiales golpistas. Y así ocurre: setenta y dos horas después la
Sala Plena aprueba –con once votos a favor, ocho en contra y un
ausente– la ponencia del magistrado Arriechi. La tesis principal
es que el 11 de abril no hubo un golpe de Estado sino un «vacío
de poder» y decreta el sobreseimiento a los cuatro altos oficiales
procesados en el antejuicio de mérito.
No obstante ser una de las aberraciones más notorias de la
jurisprudencia mundial, esa decisión del Tribunal Supremo consi-
gue el aval de toda la oposición venezolana. Ello se explica porque
el dictamen es parte del plan para decapitar a Chávez con esos
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L A NU B E NE GR A
mismos verdugos. Antonio Ledezma lo dice claro al siguiente día:

«Comienza otra etapa: los juicios pendientes por ante el Tribunal
Supremo de Justicia contra el Presidente…».
Pronto, diputados del MVR divulgan la grabación de un diá-
logo telefónico entre Carmelo Lauría, matrero dirigente adeco
vinculado al expresidente Carlos Andrés Pérez, y el corrupto ban-
quero Tobías Carrero, compinche de Luis Miquilena. Hablan de
comprar a la magistrada María José Rodríguez para que ella vote
en contra del enjuiciamiento a los cuatro oficiales golpistas.
—Dale un toquecito –le dice Lauría al banquero en tono cínico.
—¡Cómo no! Déjame, que ya me voy a poner en eso…
—Todo está bien, eso es para aumentar –aclara Lauría seguro
del amarre.
—Estoy de acuerdo –dice con fruición Carrero, uno de los
principales financistas de las diversas operaciones sucias contra
el Presidente pactadas por Miquilena.
.....
Chávez sabía cuál iba a ser el fallo del Tribunal Supremo y ya

había pensado en el contrataque. Y ese tipo de peleas contra las
cuerdas él suele ganarlas, al convertir el aparente revés en una
formidable victoria.
La oposición enceguecida en su arrebato de sacarlo pronto del
poder había cometido un grosero error político y él se dispuso a
sacarle el máximo de beneficio para impulsar la revolución. Ade-
más, no era difícil explicarle al pueblo venezolano –como a los go-
biernos extranjeros y a la opinión pública mundial– la aberración
del Tribunal Supremo de Justicia.
De repente Chávez tenía ante sí una excelente oportunidad
para librar una intensa jornada de ideas y contribuir al avance de
la conciencia política del pueblo y las fuerzas armadas.
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El líder despliega todas sus energías. Por ejemplo, entre el 14

de agosto –fecha del acuerdo– y el 31 de ese mes pronuncia once
discursos, ofrece una larga entrevista de prensa a la televisora
comunitaria Catia TV y realiza dos Aló Presidente. Uno de esos
discursos ocurre frente a una enorme concentración popular, con
motivo de la marcha Por la Justicia y contra la Impunidad. En casi
todas esas ocasiones se refiere al veredicto judicial, y sus ideas en
pocos días logran orientar integralmente a las fuerzas bolivaria-
nas y colocarlas a la ofensiva.
El pensamiento revolucionario de Chávez espoleado por el ar-
tero fogonazo produce o reitera ideas de significación estratégica
para la revolución en aquellas complejas circunstancias:
••Bolívar lo dijo muy claro: «Hagamos triunfar la justicia y

triunfará la libertad». No hay libertad verdadera sin justicia.
••Esos once magistrados que votaron a favor de esa deci-
sión no tienen ningún tipo de moral para tomar ninguna
otra decisión [...] y creo que habrá que publicar un li-
bro con sus rostros, con sus caras para que el pueblo vea
quiénes son.
••De allí tenemos que sacar lecciones, de ahí tenemos que
sacar mayor firmeza, mayor conciencia revolucionaria y
mayor claridad para la lucha de todos los días [...], tene-
mos que darle sentido positivo a ese atropello.
••Por sobre esa afrenta, por sobre ese irrespeto a la moral na-
cional está nuestra propia moral, está nuestra propia fuerza
como pueblo, como nación, como república para imponerse
y seguir construyendo nuestro camino.
••La paciencia requiere sabiduría, requiere firmeza, requiere
mucha fe y sobre todo mucha seguridad. [...] Los desespe-
rados son otros, no somos precisamente los revoluciona-
rios de esta hora en Venezuela.
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L A NU B E NE GR A
••Además de la paciencia tenemos que alimentarnos con

mucha constancia todos los días. No importa que a veces
se oscurezca el panorama, no importa que a veces la situa-
ción se ponga tan tensa y tan dura como una roca y pare-
ciera que no avanzara el proceso [...].
••Mucha constancia con firmeza y además todos los días y
todas las noches trabajo, trabajo y más trabajo para tener
patria; esa es la consigna de nosotros los revolucionarios
de hoy, sin caer en provocaciones ni caer en desespero ni
en desesperanza ni en desmoralización.
••Esta situación que estamos viviendo debe, entre otras co-
sas, convencernos aún más de la necesidad de incrementar
la organización popular, de repotenciar las organizaciones
políticas que acompañan este proyecto [...], profundizar la
unión de los partidos políticos de la revolución, la unión,
la unión, la unión.
••¡Que ninguno se vaya a equivocar pensando que la revo-
lución está debilitada! No, todo lo contrario. Y esto que
ha ocurrido en estos últimos días con esa grosera decisión
del Tribunal Supremo de Justicia lo que ha generado en el
país es una ola de fuerza popular, el pueblo en las calles
reclamando dignidad y reclamando justicia.
••El árbitro final no es el Tribunal Supremo tampoco ni es
Chávez ni es la Asamblea. En esta democracia bolivariana
participativa y protagónica el que decide al final es el pue-
blo soberano [...].
••Esos once magistrados quedarán manchados para los
próximos cinco mil años, porque lo que han hecho es una
gigantesca inmoralidad, además sin ningún tipo de ver-
güenza delante de todo el mundo.
••Esa reunión de anoche con los familiares y las víctimas del
11 de abril de aquel golpe fascista y oligárquico ha dejado
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una huella en mi corazón. Ese dolor, esa grandeza de ellos,

ese sacrificio de los que cayeron, yo lo juro que será una
fuerza más, un motor más para nosotros luchar, luchar,
luchar y luchar por este camino, por este pueblo por la
justicia y por la vida. No descansaremos hasta tener patria
verdadera, ¡lo juro hoy más que ayer!
••La Biblia lo señala con mucha claridad, lo hemos dicho mil
veces: El único camino a la paz es la justicia [...]. El destino
de Venezuela está escrito, es la paz, es la democracia, es el
desarrollo y es la grandeza, está escrito y de allí nadie nos
va a apartar.
••Por una parte estamos obligados por la misma Constitución
a acatar la decisión que ha tomado el Tribunal Supremo de
Justicia como lo hemos hecho. Sin embargo, no podemos
decir que tenemos que respetar esa decisión, porque esa
decisión es un irrespeto a la dignidad de los venezolanos,
es un irrespeto a la verdad, es un irrespeto al derecho, es un
irrespeto a la justicia.
••Se trata de una estrategia que está en marcha ¿para qué?,
para tratar de lograr lo que no lograron el 11 de abril, para
tratar de lograr por esa vía sacar a Hugo Chávez de la pre-
sidencia de la República; ese es el plan, así de sencillo.
••Ahora les voy a decir algo, a los golpistas que andan deses-
perados, a esa oposición desesperada, solo les voy a decir
algo: vénganse por el camino que se vengan, sea golpe tipo
11 de abril, político, militar, oligárquico y mediático, como lo
llamen. Sea por el lado económico, sea por el lado legal o le-
guleyesco por donde se vengan los golpistas a tratar de que-
brar esta revolución, ellos son los que van a terminar que-
brados, porque la respuesta del pueblo no se hará esperar.
••Ya vienen los meses finales del año 2002, año este difícil
para la revolución; pero ¿quién dijo que este camino es fá-
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L A NU B E NE GR A
cil, quién dijo que nosotros queríamos caminos fáciles? No,

todo camino revolucionario es camino de sacrificio, de di-
ficultades. Un día dijo Bolívar ante tantas dificultades que
a él lo llamarían el hombre de las dificultades. Hoy, ya que
Bolívar se hizo pueblo –porque Bolívar hoy no es un hom-
bre, Bolívar hoy es un pueblo, Bolívar hoy es una idea, Bo-
lívar es un sueño–, nosotros bien podemos ser llamados el
pueblo de las dificultades. Que vengan a nosotros todas las
dificultades que pudieran venir, porque por encima de ellas
haremos la patria bolivariana, haremos la patria bonita.
Por su parte, los demás poderes públicos acataron la decisión

del Tribunal Supremo, y a la vez la criticaron. La Asamblea Na-
cional decidió por mayoría crear una comisión para investigar la
idoneidad profesional y ética de los magistrados y el fiscal gene-
ral se dispuso a preparar otras acusaciones contra los militares
golpistas, al existir delitos como colaborar en la usurpación de
funciones del Presidente y la privación ilegal de su libertad.
.....
El rechazo de la oposición a la comisión presidencial para el
diálogo y la urgencia en evitar que los sectores más irracionales
de aquella empujaran al país hacia un laberinto, motivaron que
Chávez buscara un actor internacional que pudiera servir de faci-
litador de las conversaciones entre el gobierno y sus adversarios.
Casi un mes después que el expresidente de Estados Unidos
Jimmy Carter visitara Cuba el 12 de mayo, tuve ocasión de hablar
en Miraflores con Chávez. Quería actualizarse en nuestra versión
sobre la parálisis del suministro de petróleo de Pdvsa a Cuba, que
venía ocurriendo debido a las maniobras de varios gerentes de esa
empresa desde el 15 de abril. Percibo a Chávez molesto, y orienta a
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Pdvsa que no demorara más el cumplimiento del convenio. Des-

pués, se interesa por conocer algunos antecedentes de las expe-
riencias de Cuba con la administración Carter en el cuatrienio
1976-1980 y, en particular, sobre la reciente visita que había efec-
tuado el exmandatario a la isla.
Luego de escucharme con especial interés, Chávez me expresa
que había pensado invitar a Carter con el ánimo de que ayudara a
facilitar el diálogo con la oposición, y tratar de lograr que los in-
tegrantes más sensatos de ella participaran. Me dice: «Ese sector
democrático no quiere una salida violenta, pero es débil e indeciso
y sigue tirado por quienes condujeron el golpe en abril y ahora
pretenden desestabilizar el país, forzarme a renunciar o sacarme
por cualquier vía inconstitucional».
El expresidente arriba a Caracas el 6 de julio, acompañado de
una comitiva de su ONG. Desde que trascendió la noticia de la
visita, casi todos los sectores de la oposición manifestaron reser-
vas sobre la posible intermediación del Centro Carter. Siguiendo
el consejo de la embajada de Estados Unidos, los opositores no
rechazan la presencia del exmandatario, pero insisten en que la
OEA es la institución idónea para mediar.
Carter dialoga dos veces con el Presidente en Miraflores.
Chávez lo visita en el hotel y lo despide en el aeropuerto. Carter
también intercambia con el vicepresidente Rangel, con los parti-
dos políticos opositores, la CTV, Fedecámaras, la Iglesia y otros
factores. Intenta realizar una reunión entre la oposición y Chávez,
convoca a ambas partes al hotel y Chávez asiste, ellos no. Busca
crear un grupo de «notables» venezolanos que sirvieran de facili-
tadores y no consigue personalidades neutrales.
El esfuerzo de Carter no termina con el éxito deseado. La opo-
sición lo invalida por ser una iniciativa de Chávez y temer que sus
gestiones entorpecieran los planes violentos para sacar al Presi-
dente en corto plazo.
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L A NU B E NE GR A
Sin embargo, la idea del líder bolivariano de involucrar al ex-

mandatario estadounidense y la decisión que anunciara el propio
Carter que aquel había decidido invitar a la OEA, al Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y al Centro
Carter para facilitar el diálogo, beneficia a nivel internacional la
imagen de Chávez y su propósito de fortalecer una negociación
respetuosa de la Constitución.
Aunque no del modo deseado, Estados Unidos y la oposición
consiguen que el secretario general de la OEA actúe como facili-
tador. Si bien Chávez no puede impedirlo, logra cierto contrapeso
al involucrar el Centro Carter –que no era del agrado de la admi-
nistración Bush– y el PNUD, un órgano de Naciones Unidas con
experiencia en negociaciones, que aportaría asesoría técnica.
No me sorprendo cuando mi amigo el embajador me aborda
en un rincón del salón de recepciones del hotel Tamanaco, duran-
te una velada diplomática.
—Creo que Chávez se equivocó al crear la comisión presiden-
cial para el diálogo –dice.
—¿Por qué piensas eso? –inquiero.
—Es que siendo él una parte del conflicto la oposición no po-
día aceptar que se convirtiera en árbitro –me mira con deseos de
polemizar y yo lo complazco.
—No pienso lo mismo. Él ha logrado dos cosas: primero, cier-
tos avances con un sector opositor que necesita del gobierno na-
cional, por ejemplo, los gobernadores adversarios, y segundo, ha
sido consecuente con su mensaje de conciliación y rectificación.
—Pero sus propuestas quedaron en el aire –dice mi colega sin
tomar partido–. Casi nadie de la oposición le hizo caso, los me-
dios de comunicación silenciaron el esfuerzo y para mantener la
imagen que sí desean negociar promovieron al secretario general
de la OEA como intermediario, que ahora Chávez debió aceptar…
¿Quién ha ganado?
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—Eso es cierto en parte; recuerda que Gaviria tendrá que ac-

tuar junto con otros dos entes internacionales más independientes
de Bush y deberá ser respetuoso del gobierno venezolano y la
Constitución –digo mientras él distraía su mirada con una hermo-
sa dama que le sonreía–. De otro modo Gaviria actuaría en contra
de la Carta Democrática de la OEA –afirmo y pienso en los riesgos
que va a correr Chávez durante una negociación encabezada por
un árbitro comprometido hasta el tuétano con Washington.
Antes de despedirnos, el amistoso embajador me adelanta que
al siguiente día participaría en una reunión donde también estaría
Charles Shapiro.
—Ya te contaré –me dice con cierto regodeo y avanza hacia la
sonriente dama.
.....
Estados Unidos sigue cada episodio venezolano, igual a un mastín

que pierde la presa y continúa detrás de ella desesperado, aunque
calculando mejor sus pasos para no errar en el siguiente intento.
El 11 de junio el Departamento de Estado hace un anuncio
público en el que pide prudencia a los ciudadanos que viajen a
Venezuela «debido al clima político inestable y una situación de
seguridad impredecible». Advierte que si la situación política se
deteriora «podrían ocurrir enfrentamientos similares a los sucedi-
dos entre el 11 y el 14 de abril». El nuevo canciller venezolano Roy
Chaderton –queien había sido nombrado en junio– no demora en
denunciar las obvias intenciones de Estados Unidos: «La impre-
sión que se trata de crear es que Venezuela es un país desestabili-
zado y al borde de un estallido de violencia».
Tres días después el embajador Shapiro visita en Miraflores
al presidente Chávez, para entregarle una carta de Richard Ha-
ass, director de Planificación de Política del Departamento de
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Estado, donde le expresa la importancia del diálogo para salir

de la crisis. Al preguntarle un periodista sobre la advertencia de
su gobierno a los ciudadanos de Estados Unidos que viajen a Ve-
nezuela suelta una puya: «Una onza de precaución vale más que
una libra de cura».
Entre otras declaraciones que revelan el obsesivo monitoreo,
referiré dos del vocero del Departamento de Estado Phillip Reeker.
En la primera saluda la decisión de Chávez de invitar a la OEA
como facilitadora del diálogo. Y el 12 de agosto, dos días antes de
la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia y un día después
que Chávez alertara al pueblo sobre lo que iba a suceder, dice
Reeker: «Pensamos que las violentas manifestaciones para intimi-
dar a la corte son inaceptables. Es esencial para la vitalidad de la
democracia de Venezuela el respeto a la independencia del siste-
ma judicial. Exhortamos a los venezolanos a respetar la decisión
final de la corte en este asunto, cualquiera que ella sea». Sobran
los adjetivos.
.....
Mi amigo el embajador pronto me invita a almorzar para trasla-

darme los comentarios que hizo Shapiro en la actividad diplomá-
tica donde coincidieron.
—La noticia es que, según expresó Shapiro, Estados Unidos
no va a aceptar un cambio de gobierno en Venezuela fuera de la
Constitución –dice exaltado.
—Y la otra noticia es que Shapiro cumplió muy bien con la
orientación que recibió de aparentar una posición de respeto a
una salida «democrática, pacífica y constitucional», como repiten
siempre los voceros gringos –le digo sin demora y él se turba.
—¿Entonces tú consideras que el verdadero plan es otro gol-
pe? –pregunta sin rodeos.
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—Hacia ahí apuntan. Pero no me parece que sea la única op-

ción: es una variante quemada y no cuentan con apoyo en las fuer-
zas armadas ni en la mayoría del pueblo.
—¿Y cuál es la prioridad? –dice mi colega y levanta su copa de
vino Cabernet para brindar por nuestra amistad.
—La intención de Estados Unidos es sacar a Chávez a más
tardar en marzo próximo y van a trabajar para lograrlo antes de
la Navidad –le digo. Los pasos de la contrarrevolución son tan
evidentes como el vino que está dentro de estas copas.
—¿Por ejemplo? –pregunta él demasiado inquisitivo y yo me
pongo en guardia; medito sin dejar de atenderlo: «quienes dicen
ser amigos a veces son los mejores agentes enemigos… pero no
exageres, cuidado con la paranoia, Germán…».
—Creo que cada sector opositor cumple con su papel y Esta-
dos Unidos con el suyo: orienta, coordina, estimula, financia –digo
y observo que él quería interpretar hasta el ritmo de mis pala-
bras–. Existen discrepancias en la oposición, mas hay un cemento
que los une: Chávez.
—Pero dime, Germán, ¿tú piensas que puedan forzarlo a re-
nunciar?
—Ese es su objetivo, obligarlo a renunciar en medio de un caos
y una situación de ingobernabilidad –lo escruto; él ingiere casi
todo el vino de su copa y sigue escuchándome con especial inte-
rés–. O adelantar las elecciones, o deponerlo a través del Tribunal
Supremo, como sucedió con Carlos Andrés Pérez...
—O sea, tienen un amplio menú de opciones –me interrumpe.
—Sí, así es –digo y mirándolo a sus azules pupilas agrego–: la
única fallita es que aunque usan diferentes collares son los mis-
mos perros de abril y el pueblo bolivariano los conoce muy bien.
Subestiman además el liderazgo de Chávez y el apoyo decisivo
que él goza entre los militares.
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—Pienso lo mismo –se repone mi colega al cabo de disfrutar

su segunda copa de tinto y un bocado del salmón ahumado de
entrante–. Van con todo contra Chávez: son capaces de quebrar
la economía, sacarán capitales, usarán a los militares golpistas,
harán un paro con la pretensión de rendir a Chávez, y los medios
de comunicación ni hablar…
—¿Y tú piensas que puedan derrotar a Chávez y la revolución?
–le pregunto, sabiendo que él tenía buenas fuentes de información
y ya había iniciado su tercera copa y se veía más suelto.
—¿Quieres que te confiese lo que en verdad creo? –dice con
aire reflexivo y acota–: Si logran parar la industria petrolera las
apuestas son muy cerradas…
—¿Y tú crees que podrán paralizar Pdvsa? –remato.
—Hasta donde conozco, esa es la carta oculta del plan –dice y
pide que nos sirvan la última copa, para brindar por el triunfo del
pueblo bolivariano–: ¡Del que depende el futuro de este continen-
te! –afirma y me parece que lo expresa de corazón.
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Vísperas: septiembre-noviembre
Los meses finales del año fueron cada vez más intensos. Todos los
sectores de la oposición daban muestras de que era posible derro-
tar a Chávez en poco tiempo. Aunque continuaran las diferencias
y conflictos entre ellos, la embajada de Estados Unidos les hace
comprender cuatro ideas básicas:
1. Chávez no va a renunciar solo con presiones políticas;
2. es necesario planificar las acciones, no desesperarse y tener
una dirección unificada y una propuesta de gobierno concertada
previamente;
3. la maniobra principal debe ser un paro nacional que incluya
el sector petrolero, para desestabilizar a tal extremo el país que
Chávez acepte renunciar y adelantar las elecciones o las fuerzas
armadas se lo exijan cuando todo sea ingobernable;
4. si no renuncia y no lo destituyen los militares, el objetivo
es derrotarlo en las urnas antes de marzo de 2003, una vez que se
logre la bancarrota económica y el caos, y la mayoría de la gente
quiera que él se vaya al percibir que la única salida a la crisis es
un gobierno apoyado por los sectores económicos, la gerencia de
Pdvsa y Estados Unidos.
El 11 de septiembre sectores fascistas de la clase media del
este de Caracas realizan una acción de calle que divide a la oposi-
ción: «el trancazo».
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Un vecino se me acerca amistoso en esos días y me comenta

el texto de un correo electrónico que había recibido; le pido
una copia. Se trata de un mensaje firmado por la asociación
civil Los vecinos observan, en el que difundían lineamientos
y pautas de conducta a seguir por las personas que decidie-
ran participar en el trancazo. Recomiendan que se lleve «agua,
galletas, ollas, maracas, pitos, banderas, pancartas, radio, re-
productoras, sillas de extensión, vinagre y un pañuelo para los
gases lacrimógenos».
El trancazo consistía en un operativo a desarrollar por pe-
queños grupos de fanáticos para bloquear el tránsito en las ca-
lles y autopistas principales del este de la ciudad. Veinticuatro
horas antes, la Coordinadora Democrática aclara que no había
convocado el trancazo y se lava las manos. Sin embargo, Carlos
Ortega sí respalda la acción y dice que era parte de las protestas
contra el gobierno. El trancazo resultó un fracaso, al provocar el
repudio de la mayoría de los ciudadanos. Incluso de muchos opo-
sitores, quienes se vieron afectados por largas colas de vehículos
y sobresaltos.
Al siguiente día leo un comentario en el diario El Universal, es-
crito por uno de los periodistas más reaccionarios del país, Rober-
to Giusti, que me ayuda a entender mejor la situación interna de la
oposición: «El trancazo puso en evidencia lo que ya es imposible
de ignorar: la oposición no aparece a la altura de la tarea que se
ha propuesto y la inmensa mayoría de un país que sigue rebelado
contra Chávez no encuentra quien lo dirija».
Giusti formula varias preguntas que reflejan el agudo conflicto
entre los adversarios de Chávez:
¿Será acaso que se impuso la opinión de los moderados,

quienes ya para el 15 de junio, a última hora, acordaron
impedir el paso de la marcha por Miraflores? Y si fue así,
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¿por qué lo permitieron los más radicales, quienes luego

de comprometerse en la tarea organizativa y propagan-
dística de la jornada se echaron para atrás a última hora
y dejaron a la gente con los crespos hechos? ¿Por qué no
se analizó con suficiente tiempo el tema para tomar una
sola y firme decisión? ¿Por qué se sigue perjudicando con
tanta ceguera política y tanto egoísmo a un movimiento
social y político que no les pertenece y que les está que-
dando grande?
Treinta días después de ese comentario, más de cuarenta en-

tes partidistas, empresariales y sociales firman un pacto en el que
se comprometen a promover «un gobierno de reconstrucción y
unidad nacional surgido en el marco constitucional de comicios
democráticos». El texto expone lo que sería el proceder público
de casi toda la oposición: «Las organizaciones que suscriben este
pacto comprometen todo su esfuerzo para que se produzca una
consulta perentoria a la fuente de la soberanía nacional que es el
pueblo». Incluso de manera astuta envían un mensaje de reconci-
liación al chavismo: «Esta proposición pasa por la reconstrucción
democrática. De ninguna forma contempla revanchismo alguno o
cacerías de brujas».
Dos nuevas encuestas publicadas en noviembre –pagadas por
sectores opositores– sirven para alentar el propósito de sacar a
Chávez en breve plazo. Según la empresa Datos, en su «encuesta
del pulso nacional» la oposición tiene el 71 por ciento de confian-
za de la población, mientras que Chávez solo el 29 por ciento.
El periodista Carlos Subero escribe el 18 de noviembre en El
Universal: «Hoy todas las encuestas señalan que el mandatario se
encuentra en minoría entre la población electoral. La intención de
voto que se registra para Chávez está entre el 29 por ciento y el 35
por ciento, dependiendo de la encuesta».
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.....
Igual que hicieron un paro patronal el 10 de diciembre de 2001,

para ensayar la huelga golpista del 9 al 11 de abril, la oposición
decide esta vez hacer el ensayo el lunes 21 de octubre. El resul-
tado: se para la zona este de Caracas y los barrios similares de
clase media de otras ciudades importantes, también los grandes
comercios e industrias. En el resto de las áreas urbanas y rurales
se mantienen activos los comercios y las actividades productivas
de menor escala, el transporte y otros servicios como las escuelas
públicas y de salud, así como las instituciones del Estado y las
gobernaciones y alcaldías bolivarianas.
Los organizadores dicen que el paro se cumplió en un 84 por cien-
to, mientras que el gobierno afirma que la mayor parte del país traba-
jó. En el caso de Pdvsa dejan de laborar el 80 por ciento de los gerentes
de la nómina ejecutiva y mayor y otros empleados administrativos.
Los canales de televisión privados ese día no transmiten su
programación habitual; solo ofrecen información sesgada sobre el
paro y realizan entrevistas casi siempre a opositores. Ni las tele-
novelas pasan: también ensayan lo que harían en diciembre.
En paralelo y hasta el 4 de noviembre, la oposición continúa la
recogida de firmas para activar un referendo consultivo, con el fin
de preguntar a la población si quería o no que Chávez continuara
en la presidencia.
El paro del 21 de octubre dura solo doce horas, a partir de las
seis de la mañana. Los funcionarios de la embajada recorremos
buena parte de Caracas, bajo el precepto de que vista hace fe. Yo
me desplazo en el propio municipio de Baruta, donde radican nues-
tra embajada y la residencia. Ciertamente, casi toda la gente en las
urbanizaciones del este se había sumado al paro. Quise verificar si
sucedía lo mismo en el único barrio de Baruta donde habitan per-
sonas humildes. «Vamos a Minas de Baruta», le dije a mi chofer.
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Dejamos el auto a doscientos metros y caminamos por las ca-

lles. Los parroquianos hacían su vida normal: comercios abiertos,
buhoneros en aceras y portales tratando de vender como siempre
su vasto repertorio de quincallería y comestibles, y los niños en
sus escuelas. Me detuve a comprarle cuatro pilas AAA a un joven
que estaba sentado en una silla plástica. Al pagarle se me ocurre
preguntarle: «¿Y aquí la gente no se para?». Él me entrega el vuelto
con aplomo, nos ojea dándose cuenta de que somos forasteros y
levanta de golpe su pequeño cuerpo mirándome a la cara.
—¿Quién le dijo que aquí no nos paramos…? –dice chispeante
y los tres nos echamos a reír.
—Y el alcalde Capriles Radonski, ¿ha estado por acá? –pre-
gunto al joven en voz alta y miro a otros buhoneros que estaban
próximos.
—No, vale, ni queremos que se acerque –dice una señora de
piel mestiza, que vendía copias de películas.
—Yo lo escuché temprano en la radio –agrega en voz alta otra
mujer de cara afable, que tenía un bebé en sus brazos–. «Ratons-
ki» prometió que iba a sacar hoy doscientos cuarenta policías y
creo que tiene una cantidad igual de reserva, para que el paro en
Baruta no tenga problemas…
—Yo también lo vi ayer en Globovisión –habla ahora el joven
buhonero que permanecía de pie a mi lado–. Ratonski dice que
hay rumores de saqueos a los comerciantes que cierren, y él les
dio garantía de que los va a proteger.
Y al escucharlos, yo me decía con ironía: «¿Y dónde tendría
Radonski esos quinientos policías el 12 de abril, cuando nuestras
sedes diplomáticas fueron asediadas y agredidas?».
—Gracias –les digo sonriéndoles a todos.
Gracias a usted por visitarnos, embajador –me identifica la
mamá del bebé y es entonces que comprendo mejor el interés de
ellos en nuestra espontánea conversación.
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.....
Apenas veinticuatro horas después de terminar el ensayo del paro

les toca actuar a los militares golpistas, quienes se declaran en
«desobediencia legítima» y proclaman que desconocen el «actual
régimen». No lo hacen en una instalación militar, o en alguna
montaña o selva: se «alzan» en la céntrica plaza Francia de la urba-
nización Altamira, en el municipio de Chacao, al este de Caracas,
que a partir de esa tarde del 22 de octubre deviene nuevo escena-
rio del plan contrarrevolucionario.
Otra vez –igual que el 11 de abril–, un grupo de generales y
almirantes aparece ante las cámaras de televisión en racimo, de
pie, tiesos, mientras uno de ellos, el general Enrique Medina Gó-
mez –de estrechos vínculos con la CIA– lee el pronunciamiento de
intenciones golpistas. Es un show mediático. Una puesta en escena
de la otra cara del guion subversivo: ellos representarían la vía
violenta, la amenaza de otro golpe, el chantaje de los radicales
impacientes que exigían sin dilación la renuncia del Presidente.
La hermosa plaza –donde radica una terminal del Metro y
posee un empinado obelisco dentro de una fuente circular que
difumina frescas hebras de agua– pronto se abarrota con miles
de ciudadanos, casi todos del este de Caracas. Acuden cautivados
por los uniformes y creen que ese hecho sería el principio de otra
asonada castrense. La amplia cobertura de prensa y el entusiasmo
de los que rodean la tarima hacen que los rostros de los oficiales
golpistas reflejen más prepotencia y la certeza de que cumplían
su papel en la trama urdida por Estados Unidos y la cúpula civil
y militar opositora.
«Hacemos un llamado a todos los integrantes de nuestra Fuer-
za Armada Nacional a que nos acompañen. Convocamos a la socie-
dad civil y al pueblo en general a que se declare en desobediencia»,
vocea Medina Gómez ante un enjambre de cámaras y periodistas.
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Los enfebrecidos civiles que presencian el show, cada vez que

sube a la tribuna otro militar gritan eufóricos: «Otro, otro…». Y
abren paso entre codazos y empujones a los nuevos uniformados
que estimulados por la noticia se acercan a la plaza agitados, lue-
go de dejar sus vehículos en lugares distantes debido al congestio-
namiento que se suscitó en las calles y avenidas adyacentes. Hasta
el nombre le cambian al lugar: desde ese momento se llamaría
«plaza de la libertad».
Por su parte, miles de bolivarianos se aglomeran de inme-
diato frente a Miraflores y desde allí claman un mensaje que los
golpistas no querían recordar: «Todo 11 tiene su 13». El pueblo
sigue en guardia…
Al siguiente día se me presenta la ocasión de preguntarle al
presidente Chávez su opinión sobre el show de Altamira.
—Vamos a dejarlos que se cocinen en su propia salsa –me dice
con serenidad.
—¿Y piensas hacer algo para desalojar a esos golpistas y me-
terlos presos? –indago.
—No voy a mover ni un pelotón para sacarlos de allí –reac-
ciona sin demora–. Ellos están tan desprestigiados dentro de los
cuarteles y ante el pueblo, que van a provocar más rechazo y mis
compañeros de las fuerzas armadas cerrarán filas para defender
la Constitución.
—Pero fíjate, he observado bastante indignación en gente de
pueblo y piensan que eso no se les debe permitir.
—El pueblo va a entender, estoy seguro, confío en su instinto y
además para eso estamos los líderes, para explicar. La situación es
muy compleja y debemos evitar las trampas del enemigo.
El experimentado general retirado Alberto Müller Rojas, hombre
ansioso y pertinaz, de humor lacónico y un cigarrillo imprescindible
sujeto en sus dedos largos y arrugados, me ofrece su criterio en clave
lapidaria: «Todo el mundo tiene el derecho a hacer el ridículo…».
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En nombre de la Coordinadora Democrática, Antonio Ledez-

ma declara que los dirigentes de la oposición estarían junto a los
militares de Altamira y que los apoyarían con el lema de «Renun-
cia de Chávez o elecciones ya».
Pronto los militares golpistas excitados por la publicidad y los
vítores y aplausos deciden crear un «Alto Mando» paralelo y ame-
nazan que si el Presidente no cedía habría violencia dentro de la
Fuerza Armada.
El vicepresidente Rangel, el ministro de Defensa José Luis
Prieto, el Alto Mando de la FAN y el jefe del Ejército rechazan
en sus alocuciones la acción de los golpistas y enfatizan que la
situación en todas las guarniciones y unidades militares es de total
normalidad. Rangel declara que la conducta de esos militares se
debía a que el Tribunal Supremo de Justicia al ponerlos en liber-
tad «dejó en la calle el huevo de la serpiente».
César Gaviria –que se había convertido de hecho en actor del
conflicto venezolano– califica el paro del 21 de octubre y las mar-
chas de la oposición como «evidencias del progreso hacia una so-
lución consensuada». Considera decisivo que finalice la retórica
divisiva entre el gobierno y la oposición, y respetar la libertad de
expresión así como el rechazo a la participación de los militares
en la política. El gobierno guarda silencio sobre estas declaracio-
nes –no quiso ponerse el sayo–, pero los militares de Altamira y
varios voceros de la oposición critican a Gaviria por no entender
la posición de los ocupantes de la plaza.
En menos de cuarenta y ocho horas hablan en la tarima de los gol-
pistas decenas de dirigentes opositores, entre ellos el alcalde Capriles
Radonski, artistas de la televisión, cantantes y varios militares golpis-
tas marginados de la institución y otros en retiro, hasta sumar más
de sesenta. La plaza de Altamira sobreviene ícono de la contrarrevo-
lución, un éxito mediático que hace creer a los acicalados militares
que desde allí iban a conducir la derrota de Chávez. Incluso Medina
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Gómez declara a la prensa el 2 de noviembre que existía una especie

de competencia de ellos con la Coordinadora Democrática.
.....
Chávez quiso neutralizar a los empresarios que decidieran sumar-
se al paro. El 7 de septiembre declara que había ordenado preparar
un decreto «para aquellos empresarios golpistas que están cerran-
do sus empresas». Aunque no explica los alcances del decreto, de-
fiende que los trabajadores tomaran el control de las industrias
que fueran cerradas por sus dueños. Tales declaraciones provocan
reacciones furibundas de los presidentes de Fedecámaras y de la
CTV y de varios dirigentes opositores. Todos afirman que tal de-
creto sería inconstitucional por irrespetar la propiedad privada.
Carlos Ortega lo expresa así: «Viola el artículo 116 de la Constitu-
ción y marca el mismo rumbo de la política económica de Cuba».
Dos días después, la ministra del trabajo María Cristina Iglesias
aclara que el posible decreto para controlar las empresas en caso
de paro estará siempre ceñido al marco constitucional y legal vigen-
te. Dos semanas más tarde, la procuradora general de la República,
Marisol Plaza, dice que el Ejecutivo aplicaría mano dura contra los
empresarios que decidan sumarse al paro, al que califica de ilegal.
Sobre el decreto anunciado por Chávez, la procuradora dice que fa-
cilitaría una solución «en algún caso aislado de algún patrón que
esté en una crisis económica». Afirma además que permitiría que
esa empresa no realice despidos masivos y establecer mecanismos
de conexión con los trabajadores para mantener la producción.
Al respecto, mi amigo el embajador me comenta vía telefónica:
«En verdad yo entendí que el Presidente quería hacer un decreto
para intervenir las empresas que actuaran contra los intereses de
la nación; ese es un derecho constitucional y puede ser de im-
periosa necesidad para derrotar el plan desestabilizador». Luego
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hace silencio, espera mi comentario que callo, porque los celula-

res son muy imprudentes. «Ya te daré mi opinión», le digo.
.....
A pesar de los esfuerzos de Alí Rodríguez para estabilizar la situa-
ción interna en Pdvsa y lograr mayor eficiencia, la actividad cons-
pirativa allí no cesa. Por ejemplo, resulta usual el envío de correos
electrónicos para convocar a las movilizaciones contra el gobierno
y el empleo en ellos de consignas contrarrevolucionarias.
Hasta el 21 de octubre –día del paro por doce horas– los ge-
rentes comprometidos en la conjura actúan de manera taimada.
En esa fecha comienzan a cumplir con formas más abiertas su
desempeño en el plan contrarrevolucionario. Lo primero que los
marca es su apoyo al paro de ese día.
Juan Fernández –un joven espigado y de cara rosada– se con-
vierte en el principal vocero de los gerentes petroleros. Dice: «Antes
que empleados de Pdvsa, somos ciudadanos de este país, ampara-
dos por la Constitución para manifestar libremente en apoyo a una
consulta electoral inmediata». La coartada había sido bien montada.
El ensayo del 21 de octubre prueba que en Pdvsa la mayor par-
te de los gerentes de la nómina ejecutiva y mayor están sumados
a la idea de sacar a Chávez del poder. En Caracas deja de trabajar
el 80 por ciento de ellos, mientras que en las áreas productivas no
asiste entre el 50 y el 80 por ciento.
Las acciones dentro de las sedes principales de Pdvsa en Cara-
cas se orientan a mantener activo el ambiente de protesta. Ocurren
marchas internas, que luego salen a las calles adyacentes, asam-
bleas generales y reuniones de gerencias. También se define la
organización para actuar en el paro por parte de cada gerencia y
por piso. Algunas son grabadas por el personal de La Campiña
y manos bolivarianas envían esos registros a Gustavo Pérez Issa.
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Una luz de alarma se enciende en Miraflores. Definitivamente

la postura conciliadora que había diseñado el presidente Chávez e
implementaban con tino el ministro de Energía y Minas Rafael Ra-
mírez y el presidente de Pdvsa, Alí Rodríguez, no tuvo reciprocidad
en buena parte de los gerentes. En el grupo Colina –donde ya parti-
cipan jefes militares– se evalúa la necesidad de acelerar los prepara-
tivos de contingencia para enfrentar el seguro intento de paralizar la
industria petrolera cuando se iniciara el paro contrarrevolucionario.
El 11 de noviembre, los gerentes conjurados utilizan el pretex-
to de un video que se había transmitido por el sistema comunica-
cional interno de la empresa, relacionado con un seminario sobre
«experiencias participativas y sus enseñanzas en el proceso boli-
variano». Empiezan las protestas en varias sedes administrativas,
con amplia cobertura de prensa. La transmisión de ese seminario
la habría realizado la Gerencia de Prevención y Control de Pérdi-
das, a cargo de Gustavo Pérez Issa.
Otra vez aparece en escena Juan Fernández, quien justifica
las manifestaciones que se están realizando contra Pérez Issa y
rechaza que se utilizaran activos de la empresa para actividades
político-partidistas. Alí niega que en Pdvsa existiera politización
por parte del gobierno y asegura que se abriría una investigación
para que «hechos de tal naturaleza no se repitan».
En realidad, la exigencia de separar del cargo a Pérez Issa se
convierte en nimia excusa para iniciar la escalada en Pdvsa. Dos
horas después que Alí hiciera sus declaraciones conciliadoras, los
gerentes realizan manifestaciones en las sedes de Caracas y luego
se congregan todos en la principal sede del holding en La Campi-
ña, ubicada en la frontera este-oeste de Caracas. Además suceden
manifestaciones en Maracaibo y otras instalaciones del interior.
Habían iniciado la fase de calentamiento.
Una vez más, el gobierno intenta sortear el conflicto con los
gerentes contrarrevolucionarios. La directiva de Pdvsa decide
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restructurar la gerencia de Pérez Issa. Sin embargo, los adversa-

rios siguen adelante. El 13 de noviembre Juan Fernández lee el
«pronunciamiento de los trabajadores petroleros frente a la crisis
que agobia a nuestro país». Dice que lo hace en nombre de «la
familia Pdvsa y sus filiales».
Quienes habían criticado la politización de la empresa por par-
te del gobierno se erigen de repente en un virtual partido político
de oposición, aunque adoptan todavía en esos días posiciones light.
Se refieren a la «encrucijada histórica que la sociedad venezolana
está enfrentando» y expresan su responsabilidad de contribuir a
construir «una nueva esperanza para la nación»; apoyan las nego-
ciaciones entre oposición y gobierno y plantean que «la salida ins-
titucional ha sido y debe continuar siendo la solución preferida».
Al final emiten una señal clara de la conciencia que tienen so-
bre el arma poderosa que poseen para intervenir en el conflicto:
«Nuestra esfera de influencia es indiscutible». Pero dicen lo con-
trario a lo que habían planeado: «Nos corresponde administrarla
con mesura y responsabilidad».
Algunos gerentes de Maracaibo exigen la renuncia de Alí Ro-
dríguez, quien no demora en responderles: «Si hay grupos que
están pidiendo mi renuncia, como los adecos de Maracaibo, y si lo
que quieren es un conflicto, con todos los hierros lo van a tener». Y
sobre la exigencia de sacar a Pérez Issa, afirma que eso no se podía
ver como un punto de honor sino como un chantaje inaceptable.
Había comenzado el enfrentamiento.
.....
Ir casi todas las noches a la plaza Francia de Altamira se convirtió

en rutina para varios miles de personas reaccionarias, hipnotiza-
das además por la cobertura televisiva. Allí se sienten felices y no
se cansan de escuchar y aplaudir a los oradores. Cuando el capi-
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tán Martínez Medina vocifera que «el Presidente es un cobarde,

desconocemos su autoridad, él tiene que venir aquí a quitarnos
el uniforme», los enajenados aplauden con furor y corean «Se va,
se va, se va…» hasta quedarse sin aire. Respiran, escuchan al si-
guiente orador y repiten sus consignas: es el país inducido, que la
televisión, la radio, las revistas y los diarios opositores muestran
a cada minuto.
También reciben el veneno en notas musicales. Los raperos
Funky-Funky entonan: «Chávez, del país estás bota’o/ somos va-
lientes/ somos valientes/ queremos nuevo presidente…». Y los fe-
briles al escucharlos piden «¡más, más!».
Las imágenes religiosas se mezclan con las pancartas, hay ban-
deras y se escuchan pitos, cacerolas y matracas. Por momentos el
lugar hace recordar escenas surrealistas o barrocas. Los oficiales
son las estrellas en la plaza, firman autógrafos y hablan con los
asistentes que los exaltan: pronto suponen que Altamira es Vene-
zuela. La plaza había quedado instalada para cumplir su papel de
foco impulsor de la desestabilización.
El 11 de noviembre, los dirigentes civiles de la oposición y los
militares «alzados» rubrican una declaración de «unidad cívico-mi-
litar». Adelantan de manera indirecta el escenario desolador que
se proponían suscitar a consecuencia del paro golpista, cuyas ideas
fundamentales ya estaban acordadas. Dicen: «El actual gobierno
nos dejará un panorama de agravamiento de la pobreza, de pro-
blemas institucionales, de carencias y crisis de todo orden, cuya
superación efectiva solo será posible con la unión de todos los sec-
tores en un esfuerzo solidario para la recuperación de Venezuela».
En el documento se define a los oficiales golpistas de Altamira
como «militares democráticos e institucionales».
Esa noche, durante una recepción diplomática comparto unos
agradables minutos con el periodista Clodobaldo Hernández –de
fino humor cáustico– y su esposa. Mientras mueve el hielo de su
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vaso repleto de whisky, este hombre bajito, magro y de rostro poco

agraciado, pero franco y juicioso aun cuando bromea, me dice:
—Fíjese usted, embajador, esto parece un chiste, los dirigen-
tes diz que democráticos terminan yendo a la plaza Francia de
Altamira a darles apoyo a los militares golpistas y allí suben a la
tarima para usar junto con estos su arma preferida: el micrófono.
—¿Y qué piensas tú de esa Coordinadora Democrática? –le
pregunto para azuzarlo.
—Mire, embajador, hay tres opciones… Escoja la que más le
guste: la coordinadora es democrática, pero no coordina; la Coor-
dinadora Democrática coordina, pero no es democrática; y la ter-
cera: ¡ni coordina ni es democrática un carrizo!
—Muy ocurrente, Clodobaldo, pero no me dijiste cuál es tu opi-
nión –le comento sin dejar de reírme.
—La misma de usted, embajador –dice con habilidad y pone su
cara aún más adusta, mientras sorbe un trago de whisky White Label y
su mujer arguye con la mirada en el vaso: «Mi amor, este es el último».
—¿El último chiste? –dice él.
.....
Con el transcurso de los días disminuye la asistencia del público a
la plaza de Altamira. Al cumplirse el primer mes, el 22 de noviem-
bre, con ciento dieciséis militares incorporados –casi todos involu-
crados en el golpe y algunos retirados– deciden conmemorar el ani-
versario con una larga jornada para avivar la llamita. Primero una
misa y un rosario, después foro-debates donde le dan la palabra
por diez minutos a cada militar y para animar lanzan al aire globos
y fuegos artificiales. En ese ambiente de regocijo Medina Gómez
proclama henchido: «No es posible otro resultado que la victoria».
El 18 de noviembre ocurre una aparente crisis en las relacio-
nes entre los uniformados de Altamira y el sector civil de la opo-
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sición. El general Medina Gómez emplaza a la CTV y a Fedecá-

maras para que asuman la responsabilidad de convocar el paro
nacional y acusa a sus dirigentes y a la Coordinadora Democrá-
tica de tener «agendas ocultas» y tratar de recuperar cuotas de
poder de espaldas al país. Dice que los únicos que le merecían
confianza eran los seis representantes de la oposición en la Mesa
de Negociaciones y los exhorta a trabajar en el pacto de goberna-
bilidad para la transición.
Y desde la plaza que lo había enceguecido aún más el general
golpista cierra con un exabrupto: «De manera responsable, los mi-
litares de Altamira convocamos a partir de mañana a las seis a un
paro cívico nacional». Alguien me había dicho que Medina Gómez
solía amenazar a los dirigentes opositores civiles: «Si ustedes no
convocan de inmediato a la huelga, lo haremos desde aquí». Una
vez más, cumplen su papel de duros en el guion.
Civiles y militares coincidían en la necesidad del paro, pero
los uniformados entendían que esa era la vía para alcanzar la re-
nuncia del Presidente y establecer un gobierno de transición. Su-
ponían que la FAN, ante el caos que iba a provocar el «paro acti-
vo», presionaría al Presidente a que dimitiera. O sea, una especie
de reedición del 11 de abril.
Del lado civil, una parte de los dirigentes de la oposición des-
confiaban de los militares de Altamira. Aunque convivían con
ellos, temían otro desenlace igual al de abril y auspiciaban la vía
final de las elecciones para sacar a Chávez, una vez derrotado por
el paro, «de manera ordenada y legal».
.....
A la altura del 20 de noviembre existían aún porfías dentro de la

oposición sobre el tiempo que debía alargarse el paro y la fecha para
iniciarlo. La CTV y Fedecámaras presionan a los demás factores y
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dentro de esas organizaciones siguen los debates sobre si el paro

se hacía en diciembre –por el inconveniente de las Navidades– o
en enero. El secretario ejecutivo de la CTV, Alfredo Ramos, decla-
ra: «Observo en algunos sectores de la Coordinadora Democrática
un cierto ‹guabineo› y ciertas dudas con relación al paro cívico
nacional indefinido».
Mi amigo el embajador me llama para tomarnos un café en
su casa. Quería intercambiar informaciones. Y ratifica lo que ya
conocía por otras vías.
—Shapiro está preocupado, desde Washington le están dicien-
do que no se puede perder más tiempo y que el paro debe comen-
zar cuanto antes, por eso Medina Gómez se lanzó a presionar, se
lo orientaron desde la embajada gringa –dice y espera mi reacción.
—Así es –le digo y sus ojos persiguen mis gestos–. La oposi-
ción es un saco de gatos y el que carga el bulto los está llevando a
otra derrota más costosa para ellos que la de abril…
—¿Tú crees?
—Estoy seguro. Estados Unidos quiere salir de Chávez antes
que Lula asuma la presidencia en enero y está desesperado porque
sabe que Chávez sigue consolidando su liderazgo dentro y fuera
de Venezuela. Además, acuérdate de que se proponen invadir Irak
y consideran que antes pueden garantizar la salida de Chávez.
—Mi temor es el poder de fuego que tendrá la oposición
con el paro –dice el colega mientras enciende un cigarrillo–. La
economía está muy golpeada y un paro indefinido puede hacer
colapsar todo; muchos simpatizantes del gobierno si hay elec-
ciones podrían votar por otro candidato o abstenerse, para salir
del impasse…
—Sí, algo parecido a lo que les pasó a los sandinistas en 1990,
cuando Daniel Ortega perdió las elecciones frente a Violeta Cha-
morro, la candidata de Estados Unidos –lo interrumpo y él mueve
su cabeza afirmando.
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.....
El llamado al paro que hizo Medina Gómez solo lo oyeron los

sordos. Sin embargo, cumple su papel. Varios dirigentes civiles
opositores lo critican y rechazan, pero sienten la presión y acele-
ran la decisión.
El 21 de noviembre, Carlos Ortega por la CTV, Carlos Fernán-
dez por Fedecámaras y Antonio Ledezma, vocero de la Coordina-
dora Democrática, anuncian la fecha: el 2 de diciembre. Ortega
aclara que «por razones de estrategia decimos cuándo comienza
pero no cuándo termina».
Como el plan golpista otorga un lugar primordial al paro y
al sabotaje de la industria petrolera, entra en escena uno de los
líderes más influyentes entre los gerentes antipatriotas: Luis Gius-
ti, expresidente de Pdvsa durante el gobierno de Caldera. En no-
viembre publica un artículo de opinión en El Nacional y el 24 de
ese mes lo entrevista el periodista Roberto Giusti de El Universal.
Allí dice: «Si Pdvsa va al paro, el país colapsa en una semana».
En ambos diarios Giusti aprovecha para promover el paro en
la empresa y acentúa la siguiente idea: «Habría una crisis pro-
funda de escasez de combustible y se comenzaría a declarar fuer-
za mayor en todos los contratos de suministros». El periodista le
pregunta: «¿Qué pasaría si el Presidente dice ‹no me voy›?». Y él
responde: «En ese caso la correlación de fuerzas en el país cambia
y el Presidente no tendría el apoyo del cual goza hoy en día. El
país no se aferraría a un gobierno en una situación tan grave como
esa». ¿Alguien reveló el plan con más claridad?
En nombre del gobierno, José Vicente Rangel reacciona ense-
guida. «El paro –dice– es criminal y golpista; un acto deliberado de
terrorismo contra la ciudadanía». Y agrega: «Lo más vergonzoso
e inmoral de esta acción es el llamado a los militares a sumarse al
paro terrorista, pretendiendo cínicamente militarizar la protesta y
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manipular a la FAN». Sobre la intención de convertir el paro en in-

definido afirma: «Tan temeraria provocación atenta no solo contra
la paz ciudadana y la necesidad de trabajar para sacar adelante el
país, sino también contra el espíritu navideño y el sentimiento de
hermandad que debe primar por esta época».
Junto al anuncio del paro, los voceros de la oposición comien-
zan a usar esa arma de chantaje en el escenario negociador. Sostie-
nen que si Chávez acepta adelantar las elecciones, y cesa la inter-
vención de la Policía Metropolitana y la militarización de la capital,
podría no realizarse.
Lo que ellos no imaginan es que Chávez había decidido en-
carar la nueva acometida con una clara estrategia y el empleo de
variantes tácticas acordes a las acciones de los adversarios, quie-
nes tenían cartas por jugar muy fuertes, mas el líder y el pueblo
bolivarianos también poseían las suyas. Por lo demás, Chávez es
de los que comparten el parecer de Jorge Luis Borges en «La es-
pera»: «Es menos duro sobrellevar un acontecimiento espantoso
que imaginarlo y aguardarlo sin fin». Solo que Chávez sustituye el
verbo «sobrellevar» por «enfrentar».
.....
El 1ro. de octubre estalla un conflicto dentro de la Policía Me-
tropolitana –adscripta a la Alcaldía Mayor de Caracas– debido a
una huelga de sus miembros. Ello provoca el descontrol de los
mandos sobre la principal fuerza policiaca de la capital, con diez
mil efectivos.
Esta peligrosa situación hizo que el 16 de noviembre el pre-
sidente Chávez decidiera intervenir la Policía Metropolitana con
fuerzas de la Guardia Nacional y el Ejército, bajo la dirección del
jefe de la guarnición de Caracas, el general García Carneiro. El
operativo es impecable y no hay violencia. Sin embargo, desata la
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furia de todos los sectores de la oposición, que acusan a Chávez

de querer ejecutar un autogolpe, dar una patada a la Mesa de Ne-
gociación y otras opiniones similares.
Chávez explica que se trata de una medida transitoria y que
una vez restructurado el órgano se devolvería al control de la Al-
caldía Mayor. Además, el Presidente decide que efectivos de la
Guardia Nacional y del Ejército garantizaran entretanto la segu-
ridad ciudadana en las calles de Caracas. Recuerda el papel de
la Policía Metropolitana en el golpe de abril y advierte que esa
policía no podía ser la punta de lanza de la oposición.
Es evidente que Chávez utiliza la oportunidad de la crisis real
dentro de la Policía Metropolitana para neutralizar ese poderoso
brazo armado, que los golpistas habían usado en abril y que ahora
evidentemente cuentan con él para apoyar los planes subversivos
que iniciarían el 2 de diciembre. Un mensaje de firmeza y a la vez
una banderilla que Chávez le puso en el lomo a la contrarrevolu-
ción, en vísperas de una nueva batalla.
.....
El rompecabezas político se complica más con la crisis del Con-

sejo Nacional Electoral (CNE) y la decisión opositora de recoger
firmas para activar un referendo consultivo no vinculante, que
preguntara a los ciudadanos si estaban de acuerdo o no con que el
Presidente continuara en el cargo.
En ese momento la mayoría de la directiva del CNE está con-
trolada por la oposición. Por ello esta se apresura –con el respaldo
de una intensa campaña publicitaria y de una ONG vinculada a
Estados Unidos, llamada Súmate– a conseguir las firmas necesa-
rias para solicitar el evento electoral. El 4 de noviembre escenifi-
can un show con la entrega de las firmas envasadas en cajas de car-
tón, que son trasladadas en un camión. Detrás de este se desplaza
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una caravana que sale del municipio de Chacao y recorre ocho

kilómetros hasta llegar al CNE, en el centro de la ciudad. Allí los
esperan miles de chavistas que leen con furia el letrero colocado al
frente del vehículo: «Aquí van las firmas para salvar a Venezuela».
Además de los chavistas movilizados espontáneamente, hay in-
filtrados de los adversarios con capuchas. Estos inician una despia-
dada agresión con piedras, botellas, cohetones y otros objetos a los
portadores de las firmas, creándose el caos deseado por los conspi-
radores, que obliga a la Guardia Nacional y a la Policía Metropoli-
tana a usar gases lacrimógenos. En total resultan lesionadas sesenta
y tres personas, en una reyerta donde como otras veces ocurren
muertos y heridos, sin que se identifique y detenga a los culpables.
Dentro del CNE la oposición realiza varias maniobras. Por
ejemplo, logra incorporar a su directiva de forma ilegítima a un
miembro de la Coordinadora Democrática, Leonardo Pizani,
quien había renunciado hacía dos años al CNE. De ese modo se
logra una mayoría espuria, que aprueba realizar el referendo con-
sultivo. Además, este es inconstitucional por el carácter revocato-
rio de la pregunta realizada. Por su parte, el gobierno solicita al
Tribunal Supremo de Justicia un recurso para anular esa decisión.
En paralelo, la Asamblea Nacional aprueba en noviembre la
Ley del Consejo Electoral, ajustada a la Constitución bolivariana.
A partir de ese momento comienza el forcejeo sobre las atribu-
ciones que tendría la directiva existente en el CNE hasta que se
nombrara la nueva, que se regiría por la ley recién aprobada. Otro
campo de riñas e incertidumbres…
.....
El 10 de septiembre comienza a actuar la comisión tripartita in-

ternacional facilitadora del diálogo. Primero se entrevistan con
Chávez y, por separado, con los entes principales de la oposición.
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L A NU B E NE GR A
La Coordinadora Democrática, la CTV y Fedecámaras plan-

tean una salida electoral rápida a través de un referendo consul-
tivo, que allanara la senda a unas elecciones generales antes de
marzo de 2003. El gobierno reitera que la opción electoral debía
realizarse acorde con lo establecido en la Constitución, y que se-
gún esta la oposición podía activar el referendo revocatorio del
presidente Chávez en agosto de 2003. Un mes después, el 17 de
octubre, las partes firman la «Declaración de Principios por la Paz
y la Democracia», bajo el auspicio de la comisión tripartita.
Por fin, el 8 de noviembre se sientan en la Mesa seis represen-
tantes de cada parte, en presencia del secretario general de la OEA
y técnicos del Centro Carter y el PNUD. La oposición nombra
en la Mesa a Timoteo Zambrano, ex secretario general de Acción
Democrática; Alfonso Ribas, propietario de un importante grupo
empresarial de alimentos; Manuel Covas, secretario general de la
CTV; Eduardo Lapi, gobernador de Yaracuy, hombre del expre-
sidente Caldera; Alejandro Armas, diputado y marioneta de Luis
Miquilena, y al converso Américo Martín en representación de las
ONGs, furibundo enemigo de toda idea progresista. El gobierno
designa al vicepresidente Rangel, al canciller Roy Chaderton, al
ministro de Educación Aristóbulo Istúriz y a la del Trabajo, María
Cristina Iglesias, al diputado Nicolás Maduro y al gobernador de
Táchira Ronald Blanco.
En esa primera reunión la Mesa acuerda sus normas o «reglas
de juego». Definen que el ente se llamaría Mesa de Negociación y
Acuerdos. Facilitador internacional: César Gaviria; apoyo técnico:
PNUD y Centro Carter; plazo: no hay acuerdo.
Los representantes del gobierno querían que la mesa se lla-
mara de facilitación, pero no hacen de eso un asunto principal.
Sí rechazan una fecha límite y que el paro fuese un ultimátum o
espada de Damocles. La oposición dice que el tema del paro no
está incluido en la agenda: «El paro no se negocia», enfatiza.
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En esos días la ministra del Trabajo declara algo que me llama

la atención: «No se puede estar sentado en una Mesa de Negocia-
ción y al mismo tiempo amenazar con un paro». Cuando leo esta
afirmación en la prensa, me percato de las correctas intenciones
de María Cristina; sin embargo, me pregunto: «¿No es al revés?».
Y concluyo que se sientan a negociar porque van a hacer el paro,
con el que buscarán desestabilizar el país y torcerle el brazo al
gobierno en la Mesa.
Un día antes de la nueva reunión negociadora, el 11 de no-
viembre, son lanzadas granadas contra las sedes de Fedecámaras
y la CTV. No hubo culpables: otra típica maniobra de la contrarre-
volución para acusar al gobierno y ponerlo a la defensiva en las
negociaciones.
El Ejecutivo rechaza esos actos y se cuida de decir que es una
autoagresión de los opositores, pues no podía probarlo. También
horas antes de esa segunda ronda negociadora se había firmado
en Altamira el ya mencionado acuerdo cívico-militar. Al respecto,
el gobierno entrega una carta a Gaviria donde critica a la oposi-
ción por avalar la desobediencia ilegítima y golpista del grupo de
militares de Altamira. También le comunican que es inadmisible
convocar a una huelga con propósitos insurreccionales, igual que
lo hizo la oposición antes del 11 de abril.
El 13 de noviembre se realiza la cuarta reunión de la Mesa,
en esta ocasión bajo los efectos de la intervención de la Policía
Metropolitana por parte de la FAN y el patrullaje militar en Cara-
cas. Además, la noche antes había ocurrido otro atentado, esta vez
contra la residencia del cardenal Ignacio Velazco.
Los voceros de la oposición expresan que «la militarización
de Caracas es una bomba sobre la Mesa». Cinco días después, en-
tregan a Gaviria un documento unilateral en el que denuncian «la
actual escalada de violencia» y se niegan a firmar el texto que Gavi-
ria les había entregado a ambas partes sobre la paz y la tolerancia.
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L A NU B E NE GR A
La situación en la Mesa se complica aún más, pues mientras

está reunida esa tarde, ocurre el llamado de Medina Gómez para
comenzar el paro al siguiente día. Ello descoloca a los negociado-
res opositores.
Los voceros del gobierno defienden la intervención de la Poli-
cía Metropolitana, denuncian las acciones anárquicas de los adver-
sarios y revelan el objetivo golpista del llamado al paro realizado
por Medina Gómez. Nicolás Maduro le recomienda a la Coordina-
dora Democrática «romper amarras con los golpistas de Altamira»
como prueba de que tienen una verdadera vocación democrática.
Con el obvio interés de agregarle salsa picante a la negociación,
el 20 de noviembre suceden otros hechos extraños. En el parqueo
de Globovisión ocurre un incendio y el director del canal declara
que habían lanzado una granada. Sin embargo, los peritos de la
policía especializada comprueban que había sido líquido inflama-
ble que alguien derramara. Casi al mismo tiempo, es asaltada la
oficina de Julio Brazón, presidente de la organización empresarial
Consecomercio, supuestamente en busca de documentos. Brazón
se apresura a declarar que el asalto es consecuencia del ánimo
creado por Chávez contra la propiedad privada.
De inmediato, varios dirigentes de la oposición coinciden por
separado en calificar estos sucesos como «una escalada de terro-
rismo» desatada por «el oficialismo», para entorpecer las negocia-
ciones y una salida pacífica y democrática.
El vicepresidente Rangel no demora en emitir una nota ofi-
cial donde expresa: «Condenamos de manera enérgica la acción
violenta de que fue objeto Globovisión. Cualquier acción dirigida
contra un medio de comunicación es repudiable, al igual que con-
tra cualquier persona o bien público o privado».
Las discordias siguen en ascenso.
El 21 de noviembre, al concluir la sesión negociadora, Gaviria
expresa que está «supremamente preocupado». Al gobierno le dice
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que las decisiones que había adoptado con la Policía Metropolitana

«están poniendo enorme presión sobre la Mesa». A la oposición:
«Me parece que es muy difícil mantener una Mesa y buscar una
solución electoral y adoptar una decisión drástica con un paro».
Al concluir la reunión del 22 de noviembre la oposición co-
mienza a utilizar de forma desembozada el paro como arma de
presión. La Coordinadora Democrática presenta a Gaviria un do-
cumento en el que expone las condiciones para desmontar el paro
antes o después de comenzar: si el CNE convoca el referendo con-
sultivo; si la Mesa o la Asamblea Nacional decide solicitarlo; si el
Presidente renuncia…
En la undécima reunión de la Mesa, el 27 de noviembre, tam-
poco se logran avances. Ese día el vicepresidente Rangel recibe a
Gaviria y refiriéndose a unas bombas lacrimógenas que explotaran
en el metro de Caracas, le adelanta que el paro y la acción terrorista
venían juntos: «El paro no consiste en detener a la colectividad, por-
que saben que no lo pueden hacer. El paro es crear el caos, hacer
terrorismo y llevar el miedo a la gente para que no circule el lunes».
Y le advierte: «Somos gente de paz, de diálogo y de entendimientos,
pero no pendejos. Ejerceremos el poder que el pueblo nos dio».
Setenta y dos horas antes de activarse el nuevo plan golpista,
Gaviria declara al concluir la duodécima reunión: «Estamos tran-
cados». Y para sorpresa de muchos, el Tribunal Supremo anula ese
día la decisión del CNE de convocar el referendo consultivo, dán-
dole el pretexto que deseaba la oposición para ratificar el paro.
Ante la grave situación, el secretario general de la OEA reali-
za un último lance: propone –con resultados infructuosos– que la
oposición desmonte el paro y el gobierno cese su intervención de
la Policía Metropolitana.
La suerte está echada. La Mesa de Negociación y Acuerdos
queda servida y sin comensales: el gobierno declara que no conti-
nuaría en ella hasta que cesara el paro golpista y terrorista.
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L A NU B E NE GR A
.....
Los voceros de Estados Unidos y el embajador Shapiro disminu-

yen su protagonismo en los tres meses previos al paro.
Lo más resonante ocurre el 18 de septiembre. La embajada en
Caracas emite un comunicado donde afirma que el gobierno de
ese país «tomará todas las acciones permitidas por las leyes de
Estados Unidos contra cualquier persona que participe en accio-
nes ilegales y violentas con el propósito de derrocar o preservar
al actual gobierno». El texto provoca una reacción airada de una
parte de la oposición, que acusa incluso al embajador Shapiro de
intromisión, mientras que otros dicen que es una advertencia a
Chávez para que no diera un autogolpe de Estado.
El portavoz Phillip Reeker alude a los militares de Altamira sin
condenarlos. El 24 de octubre declara que Washington «observa muy
de cerca los acontecimientos en Venezuela». Añade que su gobierno
ha advertido a los estadounidenses que viven en Caracas que eviten
circular por la plaza de Altamira, «lugar donde se han concentrado
personas que apoyan a un grupo de militares insurrectos». A la vez,
Reeker se cuida de reiterar que el gobierno de Estados Unidos avala
en Venezuela una salida «pacífica, democrática y constitucional».
Tales posiciones más sutiles de Estados Unidos, que aparentan
respeto a la soberanía venezolana, son reciprocadas por Chávez y los
demás dirigentes bolivarianos, que evitan atacar al gobierno de Bush.
.....
Pese al aumento del precio del petróleo –logrado sobre todo por
el liderazgo de Chávez en la OPEP– y los esfuerzos del gobier-
no para estimular el crecimiento, la situación económica, lastrada
por graves problemas creados en la IV República, se degradó bas-
tante después del golpe de abril debido a la inestabilidad política
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y al boicot de los sectores económicos privados, que apuestan a la

salida inmediata de Chávez del gobierno.
En el primer semestre la economía decreció un 7,1 por ciento,
lo que representa una significativa contracción, pues en 2001 ha-
bía crecido 3,4 por ciento.
El índice de desempleo cerró en junio en 16,2 por ciento. Al
terminar el primer semestre en el país había 1 853 000 desemplea-
dos. Entre junio de 2001 y el mismo mes de 2002 fueron despedi-
dos 393 000 trabajadores, debido al proceso recesivo. Más de la
mitad de la población laboral del país (52 por ciento) está ocupada
en el sector informal. Como respuesta a los despidos el gobierno
anunció el 26 de julio otros noventa días de inamovilidad laboral.
La inflación acumulada en septiembre de 2001 era del 9 por
ciento y en el mismo lapso de 2002 promedia 25 por ciento. En
octubre de 2001 un dólar se cotizaba en 744 bolívares y en octubre
de 2002 un dólar costaba 1474 bolívares.
Tan pronto comenzó a correr el tercer trimestre, los ministros
de Finanzas y Planificación aseguraron que un plan de compras
nacionales impulsaría la producción y el aumento de precios del
petróleo aseguraba buenos ingresos. Suponían que debía comen-
zar un vigoroso rebote de la economía, pero la realidad marchó
en otra dirección. El PIB del tercer trimestre registra un retroceso
del 5,5 por ciento mientras que en el mismo período del pasado
año creció un 3,1 por ciento. Salvo el de comunicaciones todos
los sectores cayeron. Los planes de inversión en el sector privado
son mínimos, el desempleo sigue aumentando, al cierre de agosto
alcanza un 16,2 por ciento y en 2001 era solo de 10,5 por ciento.
.....
El líder bolivariano mueve las piezas como un gran maestro de

ajedrez. Sabe que se está jugando el futuro de Venezuela y tam-
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La Nube 108 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
bién el de nuestra América. Leal a su pueblo y a la Constitución,

es indoblegable ante las amenazas y presiones, astuto frente a las
maniobras del adversario y conductor sereno y lúcido. Posee una
estrategia clara y singular creatividad para usar las variantes tác-
ticas y manejar el tiempo político, esa insondable categoría que
solo los iluminados pueden capitalizar. Su liderazgo resulta esen-
cial para desafiar el nuevo proyecto contrarrevolucionario, en el
que los enemigos emplearían todas sus fuerzas y argucias. Él los
espera «en la bajadita» –según el lenguaje popular venezolano–, y
está seguro del triunfo.
En esos tres meses de conflictos y maniobras, Chávez no cesa
un instante de afrontar la conjura con diferentes acciones de de-
fensa, algunas preventivas y otras de sesgo ofensivo. A la vez go-
bierna: elabora y empuja planes y realiza numerosos quehaceres
para hacer progresar al país y en especial beneficiar a los sectores
humildes de la población. Y junto a ello, despliega una intensa
labor en el exterior.
Sus adversarios no pueden amarrarlo. Al contrario, él los man-
tiene a raya y sin perder la iniciativa estratégica.
En noventa días pronuncia treinta y dos discursos, ofrece cua-
tro ruedas de prensa, realiza nueve programas Aló Presidente, tres
alocuciones en cadena nacional y varias declaraciones coyuntura-
les a la prensa.
Hace tres actividades con el sector obrero: el Primer Encuentro
Nacional de Trabajadores «Hacia la refundación del movimiento
sindical», el Segundo Encuentro de Sindicatos de Empleados Pú-
blicos del Eje Central, y el Encuentro Nacional de Trabajadores de
la Administración Pública y del Estado.
Realiza seis eventos con empresarios: Fedeindustria (peque-
ños y medianos empresarios), Fedecámaras del estado de Bolí-
var, entrega de créditos a pequeños emprendedores, firma de un
acuerdo entre el gobierno y la Federación Porcina, juramentación
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de la Confederación Nacional de Agricultura y Ganadería, y entre-

ga de concesiones a la pequeña minería.
Efectúa acciones de impulso a créditos populares por el tercer
aniversario del Banco del Pueblo Soberano, el primer aniversario del
Banco de la Mujer y el convenio del plan de la vivienda productiva.
Inaugura el primer fundo zamorano, ocasión en que se entre-
gan tierras, créditos y maquinaria agrícola a campesinos benefi-
ciados por la reforma agraria.
Realiza tres encuentros con representaciones del sector estu-
diantil y juvenil, una actividad con la organización recién creada
llamada Clase Media en Positivo, y juramenta a mil doscientos
círculos bolivarianos. También participa en un evento sobre la paz
organizado por organizaciones femeninas y firma un decreto de-
clarando el 12 de octubre Día de la Resistencia Indígena.
Interviene en una sesión especial de la Asamblea Nacional.
Reinaugura una unidad educativa bolivariana. Habla con motivo
de la lucha contra el contrabando y pronuncia un medular discur-
so con motivo de la gran marcha por la paz y la justicia –la mayor
de Venezuela– que realizan casi dos millones de personas en la
avenida Bolívar, viales y espacios adyacentes.
También se mueve por el mundo. Participa en la II Cumbre
sobre el Desarrollo Sustentable, en Johannesburgo, Sudáfrica, y
a su regreso visita Cuba durante un día. Asiste a la 57 Asamblea
de la ONU –donde habla además en su papel de presidente del
G-77 más China y del G-15– y participa en la Cumbre por el Día
Mundial de la Alimentación, en Roma, desde donde viaja a París
y Londres.
En todos esos escenarios Chávez expone sus posiciones anti-
neoliberales y contra el injusto sistema predominante en las rela-
ciones internacionales. Y explica las lecciones del golpe de abril,
que relaciona con las pretensiones de impedir el desarrollo y la
soberanía de los países del sur. Aprovecha tales espacios para es-
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L A NU B E NE GR A
clarecer lo que había sucedido en Venezuela y alertar sobre las

nuevas amenazas.
Me detendré en algunas ideas de esas alocuciones, que se rela-
cionan con nuestro tema:
••Solo dieciocho de cada cien trabajadores en Venezuela

están sindicalizados [...], esa fuerza no puede continuar
dispersa, sin dirección estratégica, sin organización, sin
proyecto político.
••Es tiempo de ofensiva, de ofensiva popular, de ofensiva re-
volucionaria; el movimiento popular venezolano no puede
permitir que la contrarrevolución tome las calles; el movi-
miento revolucionario venezolano no puede permitir que
la oligarquía tome la ofensiva: la ofensiva nos corresponde
a nosotros.
••Queremos vivir en paz, respetemos la Constitución. Solo les
pido, les exijo que respeten la Constitución, que respeten las
leyes venezolanas y sobre todo que respeten a la gran mayo-
ría que está apoyando este gobierno bolivariano y apoyan-
do esta Constitución revolucionaria, respeto mutuo.
••Unos piden elecciones ya, otros piden renuncia ya, otros pi-
den referendo consultivo ya, otros piden enmienda constitu-
cional ya, otros piden reforma constitucional ya, otros piden
golpe ya; [...] otros un juicio, para meter a Chávez preso.
••Ellos lo que andan tratando es de darnos un golpe de Esta-
do para derrocar al gobierno bolivariano, esa es la verdad,
lo que pasa es que no tienen el coraje para reconocerlo e
inventaron la fórmula de «elecciones ya» cuando ellos sa-
ben que eso es imposible [...].
••Ante el menú de opciones que los dirigentes de la oposi-
ción han planteado ya hemos visualizado algunas de ellas;
la más inminente es el ultimátum: «Si no renuncia Chávez
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el miércoles, el lunes, paramos el país». Bueno, párenlo

pues, adelante, háganlo. Yo reto a la oposición a que paren
el país a ver si es verdad que van a parar a Venezuela.
••Si es que llaman al paro, nosotros vamos a derrotar el paro
como ya lo derrotamos en abril, porque en abril tampoco
lograron parar el país. Pero ahora van a recibir una derro-
ta mucho más aplastante [...].
••Además de que debemos estar listos para defender la revo-
lución de cualquier amenaza sea cual sea, estamos obliga-
dos a avanzar, a profundizar en todos los programas socia-
les, en todos los proyectos económicos; [...] no podemos
dejarnos distraer.
••En la democracia bolivariana el poder no es de Chávez,
el poder no es de los gobernadores, el poder no es de la
Asamblea Nacional, el poder debe ser cada día más del
pueblo venezolano, ese es el verdadero sentido de esta
revolución.
••Y cuando hablo de poder me refiero al poder como instan-
cia general, no solo el poder político sino también el poder
económico. El pueblo cada día debe ser dueño de la econo-
mía popular, de la economía social, de la economía produc-
tiva; al pueblo hay que hacerlo propietario de la tierra, de
las fábricas, del capital, para que con ello el pueblo pueda
cumplir la tarea que tiene que cumplir: construir la repúbli-
ca con igualdad de oportunidades.
••Una obligación mucho mayor que la defensa es la ofensiva,
es el ataque. No hay defensa sin ataque, no hay posibilidad
de defensa sin ataque, no hay posibilidad de ganar una ba-
talla si no se tiene un plan de ataque, nadie gana una batalla
de defensa en defensa. Nosotros no vinimos aquí para de-
fendernos, vinimos aquí para ir a la ofensiva y conquistar
el futuro y transformar a Venezuela.
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L A NU B E NE GR A
.....
Como adelanté, Chávez visita Cuba al regresar de Sudáfrica. Dialoga

con Fidel durante nueve horas y cuando se movían en el auto le dice:
—Oye, Fidel, cada vez que vengo aquí nos encerramos a hablar
y no puedo ni pararme en una esquina de La Habana a saludar a
la gente. Vamos a detenernos aquí, vale.
Así llegan a una escuela en forma sorpresiva, cuando están los
niños saliendo de sus clases, y Chávez le pregunta a una niña de
diez u once años:
—¿Qué están aprendiendo ustedes ahorita?
Y al contar Chávez esta anécdota a un público de trabajadores
que lo escucha ensimismado en Caracas, explica que aquella niña
«con una forma de expresarse perfecta» le dijo:
—Estamos en período de consolidación.
—Explícame, qué es eso –inquirió Chávez.
—Bueno, estamos revisando las materias de los años anterio-
res, porque nos permite consolidarnos y fortalecernos para co-
menzar el nuevo año escolar.
«Me dio un discurso», dice Chávez sonriente y continúa narrán-
dole al auditorio que lo oía absorto en el teatro Teresa Carreño: «Y
estaba yo recordando lo que es la calidad de la educación cubana,
una de las que tiene mayor calidad no solo en América Latina, en
América toda y en el mundo entero. Ese es un ejemplo que hay
que seguir para nosotros fortalecer más aún nuestra convicción
de que lo que estamos haciendo es lo correcto, porque resulta que
aquí la mayoría de los niños son los hijos de los pobres y los niños
del pueblo pobre, y esos niños habían perdido el derecho a una
educación desde hace mucho tiempo».
Moraleja: en vísperas de la arremetida contrarrevolucionaria,
Chávez no deja de pensar en el futuro de los infantes venezolanos
y de manera indirecta alude a uno de los avances más notorios del
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socialismo en la isla, para contrarrestar la sistemática campaña con-

tra Cuba que sus oponentes mezclan a diario en el coctel golpista.
.....
Ninguna circunstancia inhibe el buen humor de Chávez. Una no-
che de octubre, en su oficina de Miraflores me narra el cuento
«La nube negra», que los adversarios quisieron usar contra él y
ocurrió a la inversa. Con su gracia proverbial y aunque tenía ronca
la voz, pude disfrutarlo a mis anchas y reafirmar que el gracejo es
para él savia de vida.
Se muere Chávez –Dios nos libre, dice–, pero no le tocaba

el paraíso y entonces hace sus artimañas y logra colarse.
Pero San Pedro se da cuenta.
—Mire, señor Chávez, usted se infiltró aquí –le dice
San Pedro muy sereno–. Está bien, lo logró, lo reconoce-
mos, aquí usted vivirá tranquilo, sin referendos ni consti-
tuyente, aquí reina Dios, aquí la Constitución se hizo para
ser eterna, no hay cambios; así que usted quédese tranqui-
lo por ahí: ya está en el cielo, disfrútelo.
Chávez lo mira ensimismado y San Pedro continúa:
—Solo le voy a advertir: ¿Usted está viendo aquella
nube negra que se encuentra allá? –le señala San Pedro.
—Ajá, sí –le responde Chávez.
—No se le vaya a ocurrir tocar esa nube negra, el que lo
haga se le impone un castigo horrible por quinientos siglos.
—¿Pero por qué? Explíqueme –indaga Chávez.
Y San Pedro responde:
—No le voy a decir más nada…
Pasa el tiempo y entonces Chávez observa que se le
acerca un joven que había conocido en el cielo y no veía
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L A NU B E NE GR A
hacía varios días. Esta vez lo acompaña tomado del brazo

una gorda fea, horrible, no por gorda –me aclara Chávez–,
porque las hay muy bonitas y además todas tienen su en-
canto… Entonces Chávez le pregunta bajito al muchacho:
—Oye, ¿dónde te metiste? ¿En qué lugar conseguiste
esa señora?
—Es que yo iba trotando al amanecer y sin querer to-
qué la nube negra y me pusieron este castigo por quinien-
tos siglos –dice el joven con su cara atribulada.
Después le ocurre lo mismo a otro amigo, a quien le
ponen de pareja a una flaca jorobada feísima, también por
quinientos siglos.
Hasta que un día los dos jóvenes ven venir a Chávez
muy feliz, abrazado con una mujer y se dan cuenta de que
es Jennifer López.
–¡No, esto es inaceptable, tenemos que protestar en
la plaza de Altamira, a Chávez lo premiaron por tocar la
nube negra! –dice arrecho el joven castigado con la gorda
y el otro lo apoya con ojos de envidia.
Y Jennifer, acongojada, les replica:
–¡No, la que tocó la nube negra fui yo…!
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Esgrima: diciembre
El mes doce comienza en Venezuela el día 2, a las seis de la maña-

na, con el rimbombante «paro cívico nacional».
En buena medida se trata de un freno patronal o lock out con
fines subversivos, ya que en muchas empresas, fábricas y locales
comerciales los trabajadores quieren continuar sus labores, pero
los dueños han tomado la decisión de detenerse.
Al igual que había ocurrido en abril y el 21 de octubre, la ma-
yoría de los quehaceres desde los primeros días son normales,
salvo las grandes empresas fabriles y comerciales, casi todos los
colegios privados y los comercios y servicios del este de Caracas
y de zonas similares en otras ciudades, donde habitan los pudien-
tes. Esta vez, más que en abril, se suma gran parte de la nómina
mayor y ejecutiva de la empresa petrolera estatal.
El paro se inicia con objetivos difusos y sin fecha de conclusión.
Los organizadores no definen de manera intencional un objetivo
claro. ¿Presionar al gobierno para que acepte adelantar elecciones
presidenciales? ¿Mantenerlo hasta que Chávez renuncie y se vaya?
¿Crear las condiciones para una insubordinación militar y civil en
medio de una situación de ingobernabilidad? Los propósitos, según
las declaraciones de unos u otros opositores difieren: renuncia in-
mediata del Presidente, referendo consultivo con carácter revocato-
rio o para disminuir el período presidencial –ambos con el supuesto
propósito de realizar elecciones de inmediato–, o golpe de Estado.
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La Nube 117 11/09/12 17:27

Desde el punto de vista comunicacional, la televisión, la radio

y casi todos los periódicos y revistas privados devienen desde la
primera jornada medios de propaganda al servicio del plan: vehícu-
los esenciales para establecer líneas, dar orientaciones concretas,
amedrentar y desarrollar procesos sicológico-emocionales que fa-
cilitaran la manipulación de los colectivos opositores. Sin ayuda
de los medios el plan subversivo no habría podido implementarse.
.....
El componente terrorista del paro es evidente desde los primeros

días. Por ejemplo, se utilizan amenazas y agresiones a los empre-
sarios medianos y pequeños que decidían continuar su gestión.
Uno de los sectores que no se pliega el primer día –ni después– es
el de transporte público y privado de pasajeros.
Madrugada del 3 de diciembre, 5:40. Jacinto Peña maneja su
buseta y se detiene en una parada a dejar y recoger pasajeros cerca
de Maracay, estado de Aragua; de súbito, alguien le rocía el vehícu-
lo con un bidón de gasolina y al instante lo incendia. Jacinto Peña
queda estupefacto, sin saber qué había pasado, y el instinto de
propietario influye más que el de evitar las quemaduras.
Mientras los pasajeros salen despavoridos, Jacinto intenta él
solo apagar la pira en que se había convertido el único sustento
de la familia. No puede evitarlo. Desfallece. Llora desconsolado
y sale por fin del vehículo con su ropa chamuscada y la piel del
rostro y el cuerpo quemadas.
Como un zombi, camina solo por una de las calles que tantas
veces recorrió y no sabe qué hacer. Se pregunta una y otra vez:
«¿Cómo puedo comenzar de nuevo a mis sesenta años?». De re-
pente Jacinto percibe una cámara de televisión y a una periodista
del canal fascista RCTV –Anahis Cruz– que hace el reportaje del su-
ceso. Aquel ser humano quemado, víctima de un vil acto terrorista,
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La Nube 118 11/09/12 17:27

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en ese momento es para Anahis el ejemplar que la televisora que-

ría mostrar de un transportista que había osado salir a trabajar.
La reportera va hacia Jacinto en pos de la noticia y lo abor-
da mientras él avanza con lentos pasos. No le pregunta siquiera
cómo se siente ni sobre la magnitud de las quemaduras, menos
intenta auxiliarlo. Es una presa y solo quiere devorarla. ¿Alguien
podría suponer que a esa hora de la madrugada Anahis se encuen-
tra allí por casualidad?
Cuando en la mañana veo las imágenes dantescas por televi-
sión, que comienzan con el lente mostrando la buseta en llamas, y
oigo el siniestro interrogatorio que le hizo la mercenaria a Jacinto,
pienso que quienes realizaron una acción tan deleznable vienen
con todo, y aunque seguirán utilizando un discurso democrático
no se detendrán en hacer cuanto consideren necesario para derro-
car a Chávez.
Decido llamar a un amigo de Venezolana de Televisión, Ruy
Márquez, y le pregunto su opinión especializada.
—¡Qué eficiencia periodística! Llegaron antes que los bombe-
ros. ¡Antes que la policía! –me dice Ruy y su comentario no puede
ser más elocuente–. ¿Puso atención a la entrevista? –indaga él.
—Sí, es una canallada. Hay que ser tonto para no comprender
el objetivo.
—Cierto. Aquí la tengo transcripta, se la leo y después la co-
mentamos.
Anahis: Señor, señor, ¿qué le pasó?

Jacinto: Me quemaron mi autobusito, me arruinaron mi vida.
Anahis: ¿Y por qué, señor?
Jacinto: ¡Por nada! Yo iba cargando pasajeros.
Anahis: ¿Es porque usted estaba trabajando?
Jacinto: Yo no sé, no sé.
Bombero (llegando): ¿Quedaron pasajeros ahí?
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La Nube 119 11/09/12 17:27

Jacinto: ¡No! Los pasajeros se... [no se entiende] ...yo tuve

que ...[no se entiende]... de la candela pa’ fuera.
Anahis: Buenos días, amigos, esta es una situación irre-
gular que se ha presentado en el estado de Aragua.
A este señor le quemaron su unidad de transporte y
prácticamente se salvó. Miren cómo está todo que-
mado, vamos a escuchar qué le pasó. ¿Qué le pasó,
señor? Coméntenos qué le pasó, lo vemos todo que-
mado y todo…
Jacinto: Bueno, ¿no ves? Bueno… ¡hasta los papeles se me
perdieron!
Anahis: ¿Pero qué le pasó? ¿Por qué se encendió su autobús?
Jacinto: Bueno, yo vengo trabajando, yo vengo trabajando
con pasajeros, entonces un tipo me dice: «Déjeme en la
parada aquí». Entonces en lo que yo me paro se montó
otro con una bicha de gasolina. «Échenle gasolina», y
ahí mismo le metieron fuego. Yo no me maté de casua-
lidad, yo salí…
Anahis: Bien, amigos, ya escucharon. Señor, ¿cuál es su
nombre?
Jacinto: Jacinto Peña Dávila.
Anahis: ¿Y qué piensa usted de esta situación? ¿Piensa us-
ted que es porque usted estaba trabajando?
Jacinto: Tiene que ser.
—Dígame, embajador, ¿notó usted algo extraño en el diálogo?

–inquiere Ruy con marcado interés.
—Lo primero que me extrañó al ver la grabación en RCTV y
ahora oyéndote fue la temprana pregunta de la periodista «¿Y por
qué, señor?», apenas al comenzar.
—Es cierto. Ella explicó que pasaba por allí de manera casual
y se supone que no sabía lo que había pasado –acota.
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La Nube 120 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
—Claro… y hubiera sido más lógico preguntar: «¿Cómo se que-

mó el autobús? ¿Fue un accidente? ¿Alguien le prendió candela?»
–digo.
—Yo no soy periodista, pero tengo entendido que en la teoría
informativa se maneja el estándar de «las cinco W» (en inglés)
para armar las noticias (quién, cuándo, cómo, dónde y por qué)
–dice Ruy y agrega–: Y siempre se trata de dejar el «por qué» para
el final, pues se desea que el receptor maneje bien lo que pasó
para entonces explicarle las razones.
—Y la segunda vez que aborda el tema su pregunta contiene la
respuesta: «¿Es porque usted estaba trabajando?» –comento.
—Sí, ella hizo esa pregunta dos veces en una corta entrevis-
ta de setenta segundos –dice Ruy, con un estilo que me recuerda
a Sherlock Holmes–. Me declaro escéptico ante las casualidades.
Ayer fue el primer día del paro. El transporte público no se parali-
zó y eso facilitó que muchísimas personas asistieran a sus trabajos
y a otras actividades. La única forma de detener a los conductores
y dueños de vehículos es intimidándolos.
—¿Y qué más has sabido sobre este hecho? –indago.
—El acto terrorista ocurre a las 5:40 de la madrugada de hoy
y fue transmitido por RCTV alrededor de las siete de la mañana.
Yo colaboro con Aporrea, y el primer e-mail que llegó a puebloal-
zaoaporrea.org avisándonos de haber visto esta tragedia fue a las
7:18 de la mañana.
—¿Por qué queman el autobús de Jacinto tan temprano y lo
divulgan casi al momento? –averiguo y en ese momento me siento
en el papel de Watson.
—RCTV transmite esa noticia bien temprano para amedren-
tar a muchas personas que suelen ir a sus trabajos en vehículos
similares –dice Ruy y cierra el caso–: También achantaría a los
choferes y a los dueños. ¿Qué mejor ayuda para apoyar el paro?
121
La Nube 121 11/09/12 17:27

.....
Al igual que en abril, los esfuerzos movilizadores durante la se-

gunda jornada –3 de diciembre– se concentran en los alrededores
de la sede de Pdvsa-Chuao, a pocas cuadras de nuestra embajada y
aledaña al aeropuerto militar La Carlota, zona declarada de segu-
ridad por decreto presidencial. Volvemos a escuchar los rugidos.
Esta vez el pretexto es una supuesta agresión que habría sufrido
el gerente Juan Fernández en su casa durante la madrugada y un
niple que estallara próximo a la sede principal de la empresa pe-
trolera, en La Campiña: típicas artimañas de los fascistas.
Ante el alboroto de las turbas, la Guardia Nacional despliega
en Chuao sus efectivos, para evitar excesos de los desaforados que
otra vez creían ser los dueños de Venezuela, sin tener siquiera per-
miso para esa actividad. Y, en efecto, ofenden a los guardias con
improperios y amenazas y forcejean para romper la barrera mi-
litar. Ello obliga a desplegar un operativo antimotines que sirvió
de excusa a los dirigentes opositores para estimular las protestas
al siguiente día.
El gobierno había dado una primera señal de firmeza. Y la
contrarrevolución empezaba la escalada.
Al terminar el segundo día del paro Carlos Ortega lee un do-
cumento del recién creado «comando de conflicto», formado por
representantes de la Coordinadora Democrática, Fedecámaras y
la CTV. Pronto el pueblo –con desprecio– llama «partes de guerra»
a tales alocuciones vociferadas cada anochecer por Ortega –con su
rostro plagado de odio y la voz arrogante– junto a Carlos Fernán-
dez –de verbo escaso y aburrido–, y después se sumaría el porta-
voz de los gerentes apátridas de Pdvsa, Juan Fernández –un joven
alto, de cabello rubio, seleccionado para ese papel mediático por
su físico y suaves modales.
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La Nube 122 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
.....
PARTE DE GUERRA
3 DE DICIEMBRE
Ortega llama a «cacerolear, a luchar por el derecho al voto

y contra este gobierno chavista, desacreditado, hipócrita y
mentiroso».
Cuestiona la posición «agresiva, vandálica y criminal
de la Guardia Nacional, que comprueba la característica
impositiva y represiva del régimen ante el terror de medir-
se electoralmente en una consulta que perderá».
Anuncia que la Coordinadora Democrática pediría a
César Gaviria activar la Carta Democrática y pide el apoyo
de los países miembros de la OEA «antes de que el gobier-
no asesino nos acribille».
Dice que el paro se prolongaría otras veinticuatro ho-
ras y tendría un carácter «activo». Por eso convoca a mani-
festar el siguiente día a las once de la mañana en la «plaza
de la meritocracia», frente a Pdvsa-Chuao, y en diversos
lugares públicos en el interior del país.
Esa noche, un tumulto de fanáticos en Prados del Este, del

municipio de Baruta, se agita frente a la casa del jefe de la Guardia
Nacional general Eugenio Gutiérrez, y son repelidos por efectivos
de ese componente. Habían escrito en las paredes «asesino» e in-
tentaban irrumpir en su morada familiar.
De manera creciente y pertinaz, miles de personas destaca-
das por su enfrentamiento al paro resultan víctimas de similares
amenazas y atropellos en sus residencias –incluso lanzándoles
cocteles molotov–, con riesgo para ellos y sus allegados, además
de los efectos sicológicos. Junto a mi familia y otros compatriotas
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La Nube 123 11/09/12 17:27

que conviven en mi casa, también somos víctimas noche tras no-

che de esas tropelías realizadas por un grupo de vecinos, minutos
después de emitirse cada «parte de guerra».
El alcalde de Baruta tergiversa los hechos de Prados del Este.
Radonski estuvo allí, pero no lee las amenazas en la fachada de la
morada ni se entera de que la turba quiso irrumpir en ella con gri-
tos de asesino. Declara que los efectivos de la Guardia infringie-
ron la ley y los amenaza: «El uso indebido de la fuerza, el abuso de
autoridad, es un delito que está sancionado con años de cárcel».
Una vez más durante el nuevo intento de golpe Radonski de-
fiende a los fascistas y se involucra de manera personal en las
marchas opositoras, utiliza a la policía municipal para proteger
actos que atentan contra los derechos humanos o permite ase-
dios y agresiones a viviendas de chavistas o residencias de em-
bajadores.
Al igual que los demás dirigentes de su partido Primero Jus-
ticia, Radonski es un actor consciente del plan desestabilizador
para derrocar a Chávez.
Avanzada la primera noche del paro –y mientras este persis-
te– en los cerros y otros barrios populares de Caracas se escuchan
estruendosos cacerolazos, cohetones y canciones de Alí Primera,
en respaldo a la revolución…
.....
PARTE DE GUERRA
4 DE DICIEMBRE
Ortega anuncia que el paro se prolongará por veinticuatro

horas: «El rotundo éxito del paro nos hace pensar que será
más activo aún». También reitera la disposición a buscar
una salida electoral.
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La Nube 124 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
Carlos Fernández convoca a una nueva marcha, a par-

tir de las once de la mañana del día siguiente, desde Pdvsa-
Chuao hasta La Campiña, sede principal de Pdvsa. «Segui-
rán las concentraciones y movilizaciones en todo el país.
Aplaudimos al pueblo venezolano por su valentía. Nos
estamos jugando el régimen de libertades que existe en el
país», dice el peliblanco.
La cabalgata opositora que anunciara Ortega no pudo llegar a

La Campiña: un amplio grupo de bolivarianos se había adelantado
y en la madrugada ocupó los alrededores del emblemático edificio.
¿Cómo ocurrió? A las 2:30 de la madrugada, convocados por
Freddy Bernal, los líderes de la alcaldía Libertador se reúnen en
la plaza O’Leary y deciden tomar los espacios contiguos a La Cam-
piña. A las cuatro están allí desplegados cientos de ciudadanos y
la cifra crece hasta sumar varios miles en horas de la mañana.
A las dos de la tarde comienza la caminata opositora. Justo en
ese instante los efectivos de la Policía Metropolitana informan a
los jefes de la marcha que habían escuchado mensajes de alerta
sobre la presencia de desconocidos con armas largas en las azo-
teas de los edificios que bordean La Campiña. Una intriga.
Más allá de las consignas y las pancartas los rostros de las per-
sonas transmiten una mezcla de angustia y soberbia. Una señora
de mediana edad, al saber que los chavistas tomaron La Campiña,
le dice a una amiga que marcha a su lado: «Estoy desesperada por-
que Chávez se vaya y triste por que cualquiera de nosotros puede
perder la vida antes de que él nos deje en paz».
Los pocos dirigentes opositores que asisten temen llegar a
la zona ocupada por el pueblo bolivariano e intentan devolver
la desnutrida marcha. El alcalde Leopoldo López trata de disua-
dirlos, varios regresan y otros cientos más fanáticos continúan el
paso gritando «¡Chávez, vete ya!».
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A la altura del hotel Embassy Suites, a escasas cuadras de La

Campiña, aparece el alcalde Capriles Radonski acompañado de
varios policías motorizados. Logra levantar una especie de barri-
cada, sube a un camión que presidía la marcha y con un altavoz les
recuerda a los caminantes el peligro que supone llegar a La Cam-
piña. Les dice: «No caigamos en una emboscada como nos hizo el
régimen el 11 de abril. No podemos pasar hacia allá para después
tener que cargar los muertos nosotros».
El olor a pueblo movilizado desconcierta a los jefes opositores
y buscan subterfugios. Retroceden. Es curioso, en esta actividad
solo participan los alcaldes de Baruta y Chacao y el gobernador
Enrique Mendoza. Ningún otro dirigente… ¿Sabrían del avispero?
Con la toma de La Campiña –a la que nunca más pudieron ir
los opositores–, el pueblo bolivariano confirmó que el único medio
posible para derrotar el plan adversario en la empresa petrolera
y en todos los escenarios era el orientado por Chávez: la ofensiva.
.....
La detención integral de Pdvsa sería esta vez la clave del plan

contrarrevolucionario. Eso lo sabía Chávez, quien apoyado por el
grupo Colina había previsto variantes para impedirlo. Sin embar-
go, los enemigos tenían cartas ocultas.
El primer día el ausentismo de los gerentes petroleros fue su-
perior al 80 por ciento. No obstante, las actividades de extracción,
refinación y transportación externa y nacional continuaron nor-
males.
En la jornada del 3 de diciembre comienza la etapa del boicot
de los gerentes a la extracción de crudo en el lago de Maracaibo.
Logran imponer a muchos conductores de lanchas y botes que no
salgan con los relevos de los operarios que laboran en las gabarras
de perforación y en las plantas de compresión de gas.
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La Nube 126 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
Al disminuir la producción en el lago decae el suministro de gas

acompañante, que se envía por medio de un gasoducto al Centro de
Refinación Paraguaná (CRP) en el estado de Falcón. Esta planta, la
mayor del mundo, fabrica entre otros productos el 90 por ciento de
la gasolina sin plomo que se consume en Venezuela. El gas es indis-
pensable para el funcionamiento de la refinería y por ello el 4 de di-
ciembre el CRP comienza a disminuir la producción hasta quedar en
estado de recirculación, es decir, ni entra crudo ni salen productos.
En el caso de la refinería El Palito –que se mueve con energía
eléctrica–, sita en Carabobo, atiborran los depósitos y la detienen
al sexto día. En menor medida ocurre con la refinería de Puerto La
Cruz, en el oriente del país, aunque los pozos de esa región, que
aportan el 50 por ciento del crudo del país, también son cerrados
al paralizarse las exportaciones.
En paralelo, los medios de comunicación adversarios, basán-
dose en declaraciones alarmistas de los gerentes antipatriotas,
desatan una campaña en torno a la gasolina y generan compras
nerviosas. Ello, unido al sabotaje en depósitos distribuidores ma-
yoristas y la parálisis por sus dueños de muchos camiones cister-
nas (gandolas, en Venezuela) y varios servicios minoristas, en po-
cos días crea una real escasez. Las colas abarcan cientos de metros
en muchos lugares del país y en particular en Caracas.
Una acción inesperada ocurre en la tarde del 4 de diciembre.
El capitán del buque Pilín León, llamado Daniel Alfaro –de origen
chileno nacionalizado venezolano–, está metido en la conjura y
fondea el barco cisterna propiedad de Pdvsa en el canal de nave-
gación del lago de Maracaibo. Lleva una carga de 44 600 millones
de litros de gasolina destinados al consumo nacional.
Detienen el barco en ese sitio por ser muy visible para la pro-
paganda y para intentar bloquear el trasiego de otras naves. El Pilín
León es convertido en emblema del éxito del paro. Todo lo que ocurre
allí es transmitido en vivo por los canales de televisión privados.
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La Nube 127 11/09/12 17:27

Daniel Alfaro completa el show al leer un comunicado escrito

por terceros, diestros en conducir otro material inflamable llamado
desestabilización. Dice: «Ese desgastado y hasta diabólico eslogan
de la revolución ha dejado como resultado la división de un maravi-
lloso país, con mayor pobreza, inseguridad, impunidad y una anar-
quía total, con lo cual no nos identificamos ni compartimos». Afirma
que el gobierno empuja al país «a una realidad como la cubana, con
la que no estamos de acuerdo dado el constante quebranto de los
derechos humanos más elementales que se lleva a cabo en la isla».
En menos de veinticuatro horas la Armada Nacional intervie-
ne el barco. El capitán no accede a desplazarlo y se abre un en-
gorroso proceso jurídico, además de que es necesario conseguir
otra tripulación.
Al caer la noche del 5 de diciembre, doce de los trece capitanes
de los buques tanqueros de Pdvsa que transportan combustible
dentro del país, todos con nombres de venezolanas ganadoras de
concursos internacionales de belleza, habían decidido fondear.
Violan la Ley de Navegación, el Código de Comercio, las normas
DSGS de seguridad y las de la Organización Marítima Interna-
cional, que acarrean sanciones penales. A la vez, los gerentes de
Comercialización y Suministros envían mensajes a las navieras y
agencias de seguros extranjeras indicándoles que no existían ga-
rantías para las operaciones de los buques.
El complot cierra el círculo. Es una especie de bloqueo a la
producción: los barcos no sacan combustible, los depósitos se lle-
nan y en consecuencia debe detenerse la producción de crudo y
con ello las refinerías. Por añadidura se afecta el consumo interno
de gasolina y gas para cocinar.
Algunos días después, estando en Miraflores, el ministro Ra-
fael Ramírez recibe una llamada en su celular: «Soy César, uno
de los tripulantes del Pilín León». Rafael duda de que sea cierto
y le pide el número de su móvil. Llama y sale la misma persona,
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La Nube 128 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
que le reitera su nombre y le dice que está con otros marineros.

Rafael se percata de que esa es una llamada muy importante y le
dice a César que se espere unos minutos para pasarle al presiden-
te Chávez. Solicita permiso y accede a su despacho: «Presidente,
tengo en línea a unos marineros del Pilín León».
Chávez reacciona al instante: «¿Seguro los chequearon?». «Sí»,
dice Rafael. «Pues pásalo». Y al comenzar a hablar con César nota
que tanto él como sus compañeros están muy tensos y trata de
calmarlos con varias preguntas: «¿Cuántos días tienes allí? ¿Cómo
está tu familia?». Y al final Chávez le pregunta: «¿Y qué le pasa a
ese capitán?». César le informa que el capitán y los oficiales son
los que han retenido el buque y que todos los demás tripulantes no
están de acuerdo. Le dice también que los oficiales están encerra-
dos en un camarote con una pistola y le comenta el deseo de los
marineros de tirarlos al agua. Ellos se comprometen a colaborar
con Chávez y de inmediato César los pone en contacto con las
personas encargadas de preparar el operativo, que Chávez mismo
orienta y controla en detalles hasta su ejecución.
.....
PARTE DE GUERRA
5 DE DICIEMBRE
«El pueblo, en ejercicio de su soberanía, continúa el paro

cívico nacional», anuncia Carlos Ortega con su áspera voz
y mantiene la incógnita: en la noche se evaluará su deten-
ción o prórroga.
Agrega que «la inteligencia de nuestro pueblo fue lo
que primó para no caer en la provocación criminal que el
alcalde Freddy Bernal y los círculos bolivarianos habían
urdido en La Campiña».
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La Nube 129 11/09/12 17:27

Ortega y Fernández hacen reconocimientos especiales a

la marina mercante petrolera, a los transportistas de com-
bustible por tierra y a «los trabajadores de Pdvsa en general».
Esa noche, alrededor de las diez, estando en mi casa recibo

una llamada telefónica del presidente Chávez. Extiende un breve
saludo y entra directo al tema.
—Te llamo para que le informes a Fidel dos noticias –me dice
en tono grave–. Comienzo por la mala, que seguramente él cono-
ce: pararon los barcos de combustible y eso detendrá por varios
días la producción de crudo y las refinerías. En verdad nos sor-
prendieron… pero ya comenzamos el contrataque.
—Sí, estamos al tanto –le digo–. ¿Y la segunda? –averiguo de
buen talante, al pensar en su promesa de que sería positiva.
—La buena noticia es que me han llamado todos los miembros
del Alto Mando Militar y los demás jefes militares para ratificar-
me su compromiso de enfrentar este grave atentado a la seguri-
dad nacional del país y a la Constitución –dice con mejor ánimo y
agrega–: Infórmale a Fidel que vamos a derrotar este plan y pron-
to tendremos el arma económica más poderosa de Venezuela, que
ahora sí será del pueblo.
Al siguiente día, mientras desayuno escudriño en la prensa in-
formaciones y pistas de interés. Un titular de El Universal casi sus-
tituye el café que me despierta cada mañana: «El peso mayoritario
de la huelga recae ahora en el sector petrolero».
.....
Los medios de comunicación adversarios promueven una espe-

cie de arrebato en torno al combustible. La línea es clara: no hay
gasolina, no hay gas, la industria petrolera va hacia la pronta de-
tención total.
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L A NU B E NE GR A
Avanza con celeridad el sabotaje. El flujo del crudo por el oleo-

ducto desde Maracaibo al CRP se interrumpe; esta refinería sigue
en recirculación hasta que los gerentes la detienen sin cumplir las
normas de una parada segura.
También frenan El Palito. Los pozos de oriente, que aportan
casi la mitad del petróleo venezolano, no pueden continuar pro-
duciendo al estar llenos los depósitos.
Las empresas extranjeras propietarias de las plantas que me-
joran medio millón de barriles diarios de crudo pesado de la faja
del Orinoco deciden parar ese complejo industrial con el pretexto
de que no reciben gas ni pueden exportar sus productos.
Desde Caracas, los gerentes enlentecen con sus equipos elec-
trónicos de mando remoto la salida de buques extranjeros ya car-
gados. En pocos días se paralizan las exportaciones.
Los medios de comunicación privados atizan el desastre: gene-
ran zozobra por la escasez de gasolina y adelantan que lo mismo
ocurriría con el gas doméstico. Exaltan la parálisis de los buques
y a sus héroes, los capitanes. Reiteran que las dos principales re-
finerías están colapsadas y la de Puerto La Cruz al 20 por ciento.
Destacan que los depósitos de distribución mayorista están dislo-
cados, que hay cientos de gandolas retenidas por sus dueños, y las
estaciones de servicios sin combustible estable.
La euforia de Ortega, los Fernández y los demás dirigentes
opositores dan el tono del momento. El plan funcionó: logran de-
tener casi totalmente a Petróleos de Venezuela.
.....
En vísperas de iniciarse la ofensiva enemiga el 2 de diciembre, Chávez

diseña y asume la jefatura del contrataque con su entereza, inteligen-
cia y liderazgo puestos en máxima potencia. Crea una especie de alto
mando integral para dar la batalla en todos los escenarios, integrado
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La Nube 131 11/09/12 17:27

por el vicepresidente, el presidente de Pdvsa, el ministro de Energía y

Minas, los jefes militares, el director del despacho de la presiden-
cia, ministros y otros dirigentes políticos de la revolución.
A diferencia de abril, esta vez Chávez podía en persona dirigir las
operaciones apoyándose en un equipo a cargo de todas las fuerzas
que participaban en los escenarios de combate: el pueblo moviliza-
do, los militares desplegados, los trabajadores petroleros y los geren-
tes patriotas unidos. También dirige el quehacer mediático. Pronto
los adversarios sentirían los rigores de la contraofensiva bolivariana.
Una de esas primeras noches de diciembre, Chávez convoca a
una reunión muy importante en el espacioso salón del Consejo de
Ministros, en Miraflores, para evaluar los aspectos medulares del
plan enemigo y de la contraofensiva. Allí se encuentran todos los
principales dirigentes políticos, militares y del gabinete, casi cin-
cuenta personas. Desde los días anteriores afloraron posiciones
divergentes sobre la táctica a seguir frente al paro. Algunos, más
vinculados a la actividad técnica o por inclinaciones ideológicas,
suponían que sería necesario negociar con los gerentes de Pdvsa.
Otros, con un enfoque más estratégico, sostenían que no había
arreglo con ellos, y que había llegado el momento de la ruptura y
de avanzar hacia la toma definitiva de la empresa.
Chávez conocía esas dos posturas y otras de iguales sesgos
en el terreno político, y decide argumentar la línea correcta en la
reunión. Trae consigo, lee en voz alta y comenta un documento
valorativo –sin identificar a los autores–, que le sirve de base para
esclarecer el complejo momento que vivía la Revolución Boliva-
riana y el camino estratégico que debía seguirse.
El análisis arranca con las causas que provocaron que se per-
diera la primera República en 1812, y cita a Bolívar: «El más con-
secuente error que cometió Venezuela al presentarse en el teatro
político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sis-
tema tolerante […]». Luego lee otra idea del propio Manifiesto de
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L A NU B E NE GR A
Cartagena de El Libertador: «Al abrigo de esta piadosa doctrina,

a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía
otra conspiración que se volvía a perdonar, porque los gobiernos
liberales deben distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia crimi-
nal!, que contribuyó más que nada a derribar la máquina que to-
davía no habíamos enteramente concluido».
Desde esa premisa, el texto regresa a la actualidad:
Hoy, después de casi doscientos años de patria, aparecen

una vez más en el escenario político nacional los aspectos
del monteverdismo y de la capitulación, como formas de
truncar los sueños de un pueblo. Los monteverdistas como
abanderados de la restauración de la IV República, y los
conciliadores, haciendo su labor de zapa infiltrados en el
campo revolucionario, pactan solapados por debajo de la
mesa la entrega de la Revolución Bolivariana. Persiguen
adulterarla y maniatarla en la negociación, despojarla de
su esencia: el fervor popular y la voluntad de cambio.
Chávez pone énfasis en esta idea, que es crucial: «No nos en-
gañemos a nosotros mismos, las únicas variantes son revolución o
fascismo, paz revolucionaria o guerra contrarrevolucionaria. Para
ello el único camino es profundizar la revolución con apego a la
Constitución».
Evalúa con realismo la situación que se viene encima y conclu-
ye que no es posible evitar esa embestida, pero sí derrotarla. Es
necesario prepararnos para todo, dice, incluso para otro intento
de golpe; si les fallan sus variantes violentas y la maniobra de un
referendo consultivo, optarán por un referendo revocatorio. Va-
mos a hacer como Ezequiel Zamora en la batalla de Santa Inés:
que el enemigo mueva todas sus fuerzas, no importa cuánto avan-
ce; vamos a llevarlo hasta nuestra última línea de defensa y allí
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La Nube 133 11/09/12 17:27

nos plantamos. Después respondemos con todo lo que tengamos,

hacemos un contrataque que los desmorone.
Y concluye: «Le propinaremos otra derrota estratégica, mayor
incluso que la de abril. ¡Ahora sí vamos a conquistar la colina de
Pdvsa! Gracias a ellos lo lograremos en mucho menos tiempo del
que imaginamos…».
Con esta orientación, sin mencionarlos, Chávez rechaza la
variante de quienes suponían que era imprescindible negociar
con los gerentes conspiradores, bajo el concepto fatalista de que
resultaban imprescindibles para hacer funcionar la industria. Y
también a los que en el ámbito político creían necesario una nego-
ciación que aceptara la maniobra gringa de adelantar elecciones,
violando la Constitución y en un momento donde el desgaste de la
economía y otros impactos del plan desestabilizador hacían ries-
gosa una medición electoral precipitada.
.....
En la mañana del 5 de diciembre Chávez –por primera vez luego

de iniciarse el paro– encadena los medios de comunicación. Reali-
za un balance y ofrece orientaciones al pueblo, a los militares y a
los trabajadores de Pdvsa. Dice que en abril el componente prin-
cipal del plan golpista fueron los militares, pero esta vez «aunque
lo están intentando, van cuesta arriba».
Explica que los golpistas ya no disponen de oficiales que se
presten a actuar contra la Constitución. Por eso ahora suscitan
actos de terrorismo y presionan en sus casas a los oficiales y a
sus familias y los llaman a las unidades, pero tampoco consiguen
avanzar. Los militares están junto al pueblo y los trabajadores pe-
troleros, dando la pelea contra los conspiradores.
Razona que el plan subversivo, al igual que en abril, cuenta
con el amplio apoyo de los medios de comunicación privados y el
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La Nube 134 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
poder económico de la oligarquía. Todo el mundo lo sabe: el lunes

ya el paro estaba fracasado. Y entonces los jefes de la conspira-
ción sin consultar con nadie toman la decisión de alargar el paro
y comienzan el plan de desestabilizar el país.
Esta vez, dice Chávez, los golpistas orientan todo su poderío
hacia Pdvsa, para detener «el corazón económico de Venezuela».
Y denuncia: «Está en marcha un plan que pretende derrocar al
gobierno constitucional utilizando cualquier método; para quie-
nes dirigen esta conspiración no importan los métodos, ya lo han
demostrado».
El Presidente recuerda que «la paz es para todos o no es para
nadie». Exhorta a los sectores de la oposición que se sienten com-
prometidos con la democracia para que actúen y contribuyan a
detener la conspiración fascista, que es una amenaza para la na-
ción. «¿Para qué alargan el paro otro día y otro día más?», pregun-
ta Chávez. Y responde: «Buscando el camino de la insurrección».
Hace una apelación a los gerentes y trabajadores de Pdvsa con
un símil locuaz: «Es como que yo diga: ‹Bueno, cuídame el cora-
zón pues›, y el médico que me cuida el corazón me esté tratando
de parar el corazón. Es una responsabilidad suprema la que tie-
nen todos los trabajadores de Pdvsa en todos sus niveles, con el
país y con ellos mismos».
Chávez se refiere a varias acciones de los gerentes para boi-
cotear la producción; por ejemplo, presionan a los lancheros del
lago que mueven a los trabajadores de los pozos a que abandonen
su labor o el caso de un gerente que quiso impedir el acceso de los
obreros a una refinería.
También alude a las maniobras para paralizar el transporte
terrestre del combustible:
Los choferes listos, pero al dueño de la empresa lo ame-

nazan, lo llaman, lo coaccionan para que no saque sus
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La Nube 135 11/09/12 17:27

gandolas. Hemos tenido que ir hasta con la Guardia Na-

cional a darle protección al empresario que ha dicho:
«Mire, yo no puedo porque me están amenazando de
muerte». O colocar un guardia o dos guardias nacionales
o soldados en cada gandola porque han amenazado con
que van a quemar una gandola.
Dice que las fuerzas armadas, siguiendo sus instrucciones, es-

tán presentes en todas las instalaciones petroleras para garantizar
la seguridad y que los gerentes y trabajadores puedan realizar sus
labores sin interferencia de ningún tipo.
Por último menciona el buque Pilín León. Informa que la noche
anterior, a las pocas horas de ocurrir el hecho, había salido en
avión hacia Maracaibo un grupo de comandos de la Armada, con
la orientación suya de abordar el barco si el capitán no depone
su conducta. Califica ese acto como de piratería y adelanta que ya
está preparándose una tripulación y el capitán iría preso.
Chávez concluye su alocución apelando a Dios: «Tomo la pala-
bra de Dios para terminar este mensaje al país, invocando la paz,
invocando la democracia, invocando la Constitución que el pueblo
se dio pacíficamente».
.....
Quinto día del paro. Otra vez me dispongo a observar el rutinario

«parte de guerra» y durante el primer minuto sintonizo cada uno
de los cinco canales privados: todos transmiten las mismas imáge-
nes. Más que encadenados, conspiran sin pudor.
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L A NU B E NE GR A
PARTE DE GUERRA
6 DE DICIEMBRE
Carlos Ortega declara por fin que el paro es indefinido:

«En vista del éxito y del apoyo de todo el país, el paro cívi-
co pica y se extiende».
Agrega: «Si los representantes del gobierno en la Mesa
de Negociación y Acuerdos no se comprometen a admi-
tir el resultado del referendo consultivo o adelanto de las
elecciones, arreciaremos el conflicto».
Carlos Fernández denuncia «un plan montado para
ejecutar o eliminar a algún miembro de los medios de co-
municación de cobertura nacional». Dice que recibió esta
información la noche antes: «No tengo los nombres, solo
que se estaba manejando que se pudiera hacer un magni-
cidio con algún representante de los medios».
Y el otro Fernández susurra con su voz de terciopelo:
«Pdvsa no puede estar al servicio de un proyecto político».
Algo después de las 7:15 de la noche aprecio que la pantalla se di-

vide en dos: empiezan a transmitir de forma simultánea con el «parte
de guerra» imágenes de un tiroteo en la plaza de Altamira. La gente
corre despavorida de un lado a otro. De inmediato un periodista re-
porta en off: «Situación irregular en la plaza Francia de Altamira».
Media hora después vuelve Ortega ante las cámaras y de
modo teatral dice que le han entregado dos notas, donde le infor-
man que en esos momentos se está masacrando a la gente que se
encuentra en Altamira reunida pacíficamente. Sin perder tiempo
califica al presidente Chávez de asesino, en cadena nacional pri-
vada de televisión y radio: «Estamos en manos de un demente,
un criminal, un asesino. El Presidente es el responsable de lo que
pasó esta noche. Sobre esto no tengo ninguna duda. El gobierno
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La Nube 137 11/09/12 17:27

desde hace mucho tiempo viene repartiendo armas, dinero y hasta

drogas entre los militantes de los círculos bolivarianos».
Y dirigiéndose al secretario general de la OEA que se encon-
traba en Caracas le espeta: «Usted es el mejor testigo de lo que
ocurre. No tenga ninguna duda, doctor Gaviria, de que Chávez es
un asesino». El público presente en el macabro show empieza a
corear «¡asesino, asesino!».
Pienso en lo peor. De inmediato convoco al consejo de dirección
de la embajada y orientamos a todos nuestros compañeros que cada
quien ocupe su lugar, según nuestro plan para situaciones especiales.
Desde ese instante y hasta el siguiente día se desencadena un
pérfido festín mediático. Los cuerpos de los muertos y los heridos
aparecen en pantalla y en los periódicos una y otra vez junto a
escenas de pánico y odio, reiterándose la idea de que el culpable
es Chávez.
Los jefes fascistas aprovechan la ocasión y compiten en sus ca-
lificativos y exigencias. El general retirado golpista Néstor Gonzá-
lez clama: «Usted es un despreciable, ha infiltrado aquí cualquier
cantidad de cubanos para que maten a venezolanos». El secreta-
rio general de Acción Democrática, Rafael Marín, responsabiliza
a Chávez por los hechos ocurridos. Julio Borges también piensa
lo mismo y declara en la propia plaza de Altamira que se le iba a
solicitar la renuncia al Presidente.
Casi a la una de la madrugada el canal Televén dice haber re-
cibido una información según la cual Joao de Gouveia se habría
entrenado en Cuba. Llamo al dueño, Omar Camero. Se encuentra
en su casa. Me indican que está durmiendo y digo que es muy
urgente. No quieren despertarlo. Les insisto en tono cordial: «O lo
despiertan o voy personalmente a hacerlo».
Al minuto habla Camero, con quien en el pasado había soste-
nido una buena relación e incluso deseó visitar Cuba en su yate.
Más que voz de sueño, siento que se había tomado unos tragos
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La Nube 138 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
típicos de las noches de viernes. Él no conocía la información que

había transmitido Televen. Le explico la gravedad: «Puede ser la
excusa para que los fascistas arremetan contra la embajada de
Cuba». Toma conciencia y se compromete en llamar al canal para
que saquen de la parrilla esa falsedad.
Dos días después, el general retirado Enrique Medina Gómez
encabeza un remitido a la prensa, firmado por los ciento venti-
cuatro militares golpistas de Altamira, donde exigen la renuncia
inmediata de Chávez y formula un llamado a la Fuerza Armada
Nacional «a sumarse al mandato que hoy nos asigna el pueblo
venezolano: la consecución y preservación de su libertad, la paz y
democracia». Una vez más delira con el golpe.
.....
¿Qué sucedió esa noche del 6 de diciembre en la plaza de Altamira?

Algo después de las siete un hombre alto de pelo rizado color
rojizo avanza con paso seguro hacia la plaza vestido con un pan-
talón verde oscuro y una camisa gris ceniza.
Minutos después de llegar al sitio extrae de su bolso una pisto-
la Glock punto 40 semiautomática –con cadencia de tres o cuatro
disparos por segundo–, la agarra con ambas manos y tirotea en
ráfaga en dirección horizontal y cuando la gente se lanza al piso
orienta hacia ellos en abanico los proyectiles de un nuevo car-
gador, moviéndose ansioso hacia la izquierda y de forma lateral.
Así logra descargar otro peine y al empezar el tercero un policía
intercede, y otro hombre logra hacerle saltar el arma con el asta
de una bandera de uso individual. Se escuchan también disparos
de varias armas cortas, realizados por algunas personas que yacen
nerviosas en el piso de granito.
Las víctimas: tres fallecidos, entre ellos una joven de diecisiete
años, y veintinueve heridos.
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En minutos aparece en la pantalla de cristal el enigmático pe-

lirrojo, golpeado en la frente, en su ojo derecho y en otras partes
del cuerpo por la turba enardecida, que quiso lincharlo.
El venezolano de origen portugués Joao de Gouveia, de treinta y
nueve años, había llegado al aeropuerto de Maiquetía a las 4:15 de la
tarde del día anterior, jueves, procedente de Portugal, donde perma-
neciera quince días. Subió a Caracas en un taxi y se alojó en el peque-
ño hotel Tres Santos, en Quinta Crespo, en la parte vieja de la ciudad.
A las 6:30 de la mañana del día siguiente, en que realiza la ma-
sacre, Gouveia va al Ávila a buscar una pistola que tenía enterrada
allí dentro de una bolsa de nailon. Esa tarde visita una peluque-
ría y pide que le tiñan el cabello y las cejas de color rubio y que
le rasuren la barba y el bigote. Luego se dirige en taxi hasta dos
centros comerciales con la intención de ir al cine. Los encuentra
cerrados y accede a otro centro, cerca de la plaza de Altamira,
donde toma una cerveza y al parecer se droga. Se aposta en una
de las esquinas de la plaza, cerca del hotel Four Seasons. Estando
allí comienza a sentirse exaltado y le surgen alucinaciones. Alre-
dedor de las 7:15 de la noche saca el arma y dispara sin blanco fijo.
Según él, nadie lo indujo a hacerlo.
Gouveia es soltero, de oficio mesonero y taxista, y no posee re-
sidencia fija. Había trabajado como empleado en un restaurante y
en una pizzería de Altamira un año atrás. Su madre, que está en
Portugal, recuerda que días antes de regresar Joao a Caracas no te-
nía dinero, al extremo que se vio obligado a vender un DVD de uso.
Además trasciende que Gouveia habría permanecido en Estados
Unidos tres meses. Un trabajador que conoció a Gouveia en una de
las pensiones donde estuvo hospedado en Caracas lo describe como
un hombre solitario, misterioso, callado, sin familiares ni amigos.
Según las experticias balísticas los tres fallecidos y la mayoría
de los heridos fueron consecuencia de las balas calibre 40 dispa-
radas por Gouveia y hubo tres lesionados de balas calibre 9, pro-
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L A NU B E NE GR A
cedentes de sujetos que dispararon desde el piso. No hay dudas:

Gouveia es el culpable material.
¿Y la autoría intelectual? Como en muchos crímenes, resulta
lo más difícil de elucidar. Y al igual que ocurrió con los culpables
de los asesinatos del 11 de abril, surgen disímiles especulaciones
e hipótesis.
.....
Similar a lo que sucediera el 11 de abril, un canal de televisión

–esta vez Globovisión– transmite un video la misma noche de la
masacre, en el que identifican a Gouveia en la madrugada del 5 de
diciembre junto al alcalde Freddy Bernal y otras personas aglome-
radas frente a la sede de Pdvsa en La Campiña.
De inmediato todos los canales privados pasan una y otra vez
esas imágenes, y las utilizan para relacionar a Gouveia con Freddy
y decir que este es el responsable de la masacre. De ese modo, el
crimen se lo atribuyen en última instancia al presidente Chávez.
Freddy ve el video y piensa: «Ese tipo que está a mi lado es
Gouveia, es igual a Gouveia. Y el otro… ¿seré yo?» Tal era la con-
fusión generada por los canales de televisión que Freddy llega a
dudar que fuera él mismo esa persona. Entonces razona: «Sería
que cuando tomamos La Campiña en la madrugada de ayer ese
tipo estaba allí y me filmaron con él». Y sigue discurriendo: «Yo
jamás he visto a ese hombre, pero ese es el tipo y ese soy yo».
Freddy va para su casa abrumado y el Presidente lo llama al-
rededor de las tres de la madrugada.
—Freddy, ¿cómo estás?
—Estoy bien, Presidente, aquí, viendo televisión… –responde
con voz deprimida.
—Me imagino que viste lo que está saliendo. ¿Tú conoces a ese
hombre? –pregunta Chávez.
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—No, Presidente, yo nunca he visto a ese tipo.

—Trata de recordar, de las tantas marchas que ha habido y te
pusieron a ese carajo ahí, para usarlo después –conjetura Chávez.
—Le insisto, Presidente, yo a Gouveia ni lo conozco ni recuer-
do haberlo visto jamás.
—Tal vez en alguna actividad, un acto… trata de recordar –dice
Chávez para ayudarlo, al darse cuenta de que Freddy con razón
está tenso–. ¿Tú te acuerdas de que una vez cuando visité a Uribe
me pusieron un guerrillero al lado cuando yo caminaba dentro del
Palacio? Después sacaron las imágenes con esa persona cerca de
mí, y decían que yo tenía un plan para asesinar a Uribe.
—No, Presidente. Si él estuvo a mi lado yo no me fijé, cons-
cientemente no lo he visto.
—Bueno, quédate tranquilo y pa’lante, ¡tú sabes cómo es la
vaina! Eso puede ser un montaje –dice Chávez, hace un breve si-
lencio y pregunta–: ¿Y ese eres tú, Freddy?
—Sí, ese soy yo. Hasta llegué a dudar…, pero sí, he visto el vi-
deo tantas veces que estoy seguro, ese soy yo.
—Bueno, Freddy, toda mi solidaridad para ti –le dice Chávez
con voz afectuosa al combativo alcalde–. Mantente fuerte, van a
venir momentos difíciles, tú sabes en la batalla que estamos. Nos
mantenemos en contacto.
La campaña por la televisión es tan brutal e intensa que hasta
el propio Freddy llega a pensar que pueden acusarlo de ser un
asesino. Casi no duerme. Y en la mañana habla con sus dos hijos,
uno de siete y el otro de once años, cuando ambos ven el video por
televisión a su lado.
—Papá, ¿ese es usted? –le pregunta el mayor.
—Sí, yo soy ese…
—Papá, y ¿usted asesinó a la gente de Altamira?
—No, hijo, yo no sé cómo hicieron ese video, ese es el tipo y el
otro soy yo, pero nunca he visto a ese hombre.
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L A NU B E NE GR A
Los muchachos lo miran con especial cariño, lo perciben can-

sado y más ansioso que de costumbre. Freddy se percata de que
quieren escucharlo y les explica por qué los revolucionarios de-
ben estar preparados para encarar cualquier adversidad.
—Miren, me están acusando de asesino. Yo no he matado a
nadie y jamás estaría de acuerdo con lo que hicieron en Altami-
ra –les dice mirándolos con firmeza y hablándoles con su rápida
cadencia de siempre–. Así es que prepárense; en la escuela les van
a decir que su papá es un asesino. A lo mejor incluso voy preso,
y si ocurre, tengan la seguridad de que yo no estuve en eso, no se
dejen convencer por nada del mundo.
Es sábado 7 de diciembre, Freddy sabe que debe ir para la
marcha bolivariana convocada para salir desde la parroquia de El
Valle hasta Miraflores. Le da sendos besos a sus hijos y a la espo-
sa y cuando sale de la casa unos vecinos que lo ven en el carro le
gritan: «¡Asesino, asesino!». A las pocas cuadras, en una bodega
había un pequeño grupo de opositores y cuando lo vislumbran
otra vez siente los puñales: «¡Asesino, asesino!».
Había salido deprimido de su casa. Se movía por inercia. Bu-
cea en su memoria: nada. Y la imagen del hombre rubio de pelos
crespos a su lado se repite contumaz, mientras avanza el carro y él
se esconde sigiloso tratando de que no lo vean otra vez.
Llega a uno de los puntos de la concentración cerca de Fuerte
Tiuna para iniciar la marcha, se baja del auto y de súbito su ros-
tro gris se ilumina cuando empieza a tener contacto con la gente:
«¡Freddy, estamos contigo!», «¡Freddy, no te rindas, los asesinos
son ellos!».
El calor del pueblo lo reanima y al incorporarse a la marcha
gritando consignas se endurece: «¡Qué coño pasa!», recapacita.
Sube a la tarima y cuando le dan la palabra tiene el honor de pre-
sentar al orador principal, Chávez, que antes de iniciar su discurso
lo saluda sonriente y le indica que hable con Diosdado. Al rato
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este se le acerca y le dice mientras sus astutos ojos verdes relam-

paguean:
—¡Coño, chamo, quédate tranquilo, ese tipo no pudo haber
estado contigo ahí nunca!
—¿Por qué? No entiendo. Explícame –le dice Freddy con su
peculiar ansiedad redoblada.
—Mira, Freddy, ¡a la hora que hicieron el video con ese tipo
junto a ti, Gouveia estaba todavía en Portugal! –dice eufórico
Diosdado y lo zarandea por el hombro–. Tengo aquí en este do-
cumento la salida de Lisboa y la entrada a Venezuela: arribó a
Maiquetía a las 4:15 de la tarde de antier, casi doce horas después
de la hora en que supuestamente aparece en el video. ¿Te das
cuenta? ¡No joda!
—O sea, que… –balbucea Freddy y Diosdado con su entusias-
mo no lo deja continuar.
—Sí, aquí tengo los datos que me mandó la oficina de emi-
gración del aeropuerto: todo legal –dice el ministro de Interior
sonriente y agrega–: Fue un montaje, Freddy, ¡porque son unos
hijos de puta!
.....
Mi amigo el embajador me invita a almorzar veinticuatro horas
después de la masacre de Altamira.
—Escojamos un restaurante discreto del oeste, después nos
ponemos de acuerdo –me dice en adelanto de sus intenciones y
bastante tenso.
Esperé tres días en realizar el encuentro, hasta que la alarma
roja devino amarilla. Cuando llegué él me esperaba sentado en
una mesa apartada. Tenía la servilleta en forma de babero sobre
la corbata y al verlo le digo en broma:
—Oye, eso es típico de los gordos.
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La Nube 144 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
Él reacciona sin inmutarse:

—Es que voy a pedir una fosforera, a ver si los mariscos me
iluminan y encuentro la salida del laberinto en que nos metió
Gouveia… – y sin que nos tomaran el pedido entra en materia–.
Dime, Germán, ¿tú crees que en verdad ese loco actuó así porque
de repente le dio un arrebato o es un sicario?
—No sé. Hay que esperar los resultados de las investigacio-
nes… El fiscal Isaías Rodríguez me dijo que en su opinión hubo
alguien que indujo y financió el crimen; tiene indicios, conjeturas,
pero no pruebas.
—El 11 de abril cogieron a los francotiradores asesinos, des-
pués los soltaron y nunca se supo quiénes les pagaron. Ahora
atraparon al criminal, pero no hay ninguna pista sobre los autores
intelectuales –dice mi amigo con voz contrariada.
—Tal vez vuelva a ocurrir lo mismo que entonces –digo con
cierto desdén y hacemos un paréntesis para escoger el menú.
—Hasta ahora, según mis fuentes, Gouveia es de verdad un
loco y dice que nadie lo mandó, que lo hizo porque él odia a Glo-
bovisión y a sus periodistas –expresa el colega y ordena el delicio-
so plato margariteño sonriéndome con un guiño–. Pruébalo, tal
vez así nos llegue más pronto algún destello…
—Es curioso. La noche de la masacre, en el «parte de guerra»
Carlos Fernández declaró que existía un plan para asesinar a un pe-
riodista y resulta que este orate tiene obsesión contra Globovisión.
—Escucha lo que te voy a contar –se rasca la cabeza y comien-
za a ingerir una limonada frapé–. Ayer hablé con un siquiatra ami-
go y me explicó algo insólito…
—¿Y no te embrolló más? –bromeo para relajarlo.
—¡No, no, es algo muy serio! –dice él sin inmutarse–. Parece
ciencia ficción: se trata de personas enfermas mentales, que son
manipuladas por su médico y es como si los programaran; son
capaces de asesinar o realizar cualquier locura…
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—¿Y cómo pueden lograrlo? –reacciono intrigado.

—Esas personas, como dice Gouveia que le ocurrió a él, tie-
nen delirios. Resulta que el especialista utiliza esa alucinación y
lo dirige hacia algún objetivo. El enfermo no se da cuenta y actúa
movido por su fantasía.
—¿Y el enfermo no sabe que lo están manipulando? –indago,
absorto con el tema.
—¡No, no! Y lo más increíble es que cuando lo interrogan o si
alguien le pregunta en cualquier momento de su vida, nunca dice que
actuó así, porque él no es consciente de que le dirigieron su conducta.
—O sea, no sabe que lo programaron. ¡El criminal perfecto!
—Sí, y asómbrate más… –dice mi colega y se detiene a disfrutar
el humeante sopón que le servían y yo quedo a la expectativa.
—Mejor te comes esa delicia y después terminas el cuento –le
sugiero al observarlo tan entusiasmado por el olor y sin demora
comienzo a degustar mi plato de cerdo estofado.
–No, el final es corto y puede ser la clave del enigma –dice y
concluye no sin antes degustar una cucharada de la fosforera–: ese
es un trabajo realizado por equipos especializados que solo po-
seen servicios subversivos de primer nivel, como el israelí y la CIA.
—Todo eso es muy interesante. Además, Gouveia dio todos sus
pasos de manera premeditada: desentierra la pistola, se tiñe el
pelo, gana algún tiempo y llega a la plaza exactamente cuando se
transmite el «parte de guerra».
Al terminar de almorzar, retomamos el tema.
—En todo caso, si no es posible demostrar la autoría intelec-
tual habría que pensar según la lógica de los criminólogos: ¿quién
o quiénes se benefician con esa masacre? ¡Los opositores! –razona
mi amigo el embajador, casi al despedirnos.
—Creen ellos que los beneficia –aclaro–. Porque aunque le
saquen provecho al impacto emocional del crimen y puedan ma-
nipular a dos o tres millones de personas sugestionadas por sus
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L A NU B E NE GR A
campañas, la mayoría del pueblo venezolano sabe descodificar las

mentiras y orientarse hacia la verdad. Ya lo demostró en abril…
—Estoy de acuerdo –dice el colega más sedado–. En ningún
lugar del mundo los medios de difusión han actuado con tanta
alevosía: son peores que los monstruos que indujeron a Gouveia.
.....
La masacre de Altamira acrecienta las tensiones entre las fuerzas

de la revolución y la contrarrevolución. Al día siguiente, la Coordi-
nadora Democrática insta a la población a sumarse a una jornada
de setenta y dos horas de luto activo e imparte instrucciones pre-
cisas: «Coloca la bandera a media asta o con un pendón negro en
tu casa, comercio o edificio; coloca una cinta negra en tu carro o
buseta, escribe en tu vehículo la frase ‹luto activo›, organiza a tus
vecinos para el mayor cacerolazo de la historia en las calles de tu
comunidad a las ocho de la noche, por la renuncia de Chávez y por
la convocatoria a elecciones». La bola de nieve empezó a bajar.
La Coordinadora Democrática acuerda apuntar a la renuncia
del presidente Chávez para después resolver por la vía electoral
«la crisis de gobernabilidad». Y orienta intensificar las acciones de
calle en respuesta «al brutal atentado terrorista perpetrado ano-
che por pistoleros vinculados al oficialismo». La Alianza Cívica,
que aglutina a tres organizaciones civiles opositoras, emite su pro-
pio comunicado: «El Presidente ha sido el principal vocero de la
intolerancia y la división de los venezolanos, por eso debe llamar
a elecciones ya y renunciar cuanto antes».
A todas horas, con sus potentes cañones mediáticos y en las
movilizaciones de calle, la contrarrevolución reitera el mismo
afán: «Chávez, renuncia», «Ríndete», «Elecciones inmediatas».
Exalta al máximo el impacto sicosocial de la masacre y va otra vez
por la cabeza de Chávez. No hay tregua. Transmiten sin parar día,
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noche y madrugada. Han eliminado su programación normal: no

hay telenovelas, ni películas, ni videoclips, ni seriales, ni comiqui-
tas para niños. Nada que pueda distraer las mentes. Solo lo que
influya en los cerebros de millones de personas para moverlas en
una única dirección: sacar a Chávez.
Incluso los anuncios publicitarios son eliminados y sustitui-
dos por spots (cuñas, en Venezuela) creados por las mismas em-
presas especializadas, dedicadas ahora a la propaganda política y
a la guerra sicológica. Tampoco hay serie nacional de béisbol –el
deporte nacional venezolano–, ni sorteos de lotería o carreras de
caballo, suspendidos por los dueños.
A partir del 7 de diciembre los canales privados de televisión
comienzan el «luto activo», cuya señal es una cinta negra en la par-
te superior de la pantalla, y el eje de la campaña reitera que el prin-
cipal culpable es Chávez. La oposición utiliza el dolor que afecta
a muchas personas por los sucesos de Altamira y lo convierte en
combustible para movilizarlas tras sus objetivos subversivos. Du-
rante el entierro de las víctimas manipulan el pesar con más saña.
En la embajada nos agrupamos varios compañeros para ver
por televisión el cortejo fúnebre, sumados a la congoja del pueblo
hermano. De repente oímos hablar a una señora llamada María
Digna Pernía: «A nosotros no nos importa que no haya Navidad,
que haya paro en la oscuridad, que no haya gas, lo único que que-
remos es que se vaya el tirano y apresen al asesino Freddy Bernal».
En la plaza de Altamira se debaten entre la tristeza y la ra-
bia. «Eso que sucedió aquí es para que los militares agarraran a
Chávez y le dijeran: ‹O te vas o aquí mismo te matamos›», exclama
una señora. El sitio en el que cayera sin vida la joven Keila Guerra,
de diecisiete años de edad, no es de culto y recato. En un papel
alguien escribió: «Trató de defenderse con su pito y su bandera.
Chávez, la mataste por la espalda». Y en una pancarta se lee: «To-
das las almas tienen perdón, menos la tuya, Chávez».
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Por su parte el cardenal Ignacio Velazco, arzobispo de Cara-

cas, emite un «mensaje de paz» en el que pide una salida pacífica
a la crisis política que vive el país, repudia los actos de violencia y
aboga por una vía constitucional, que la sociedad venezolana «no
puede soportar más». La conducta de la Iglesia sin dejar de favore-
cer a la oposición, luego de su aberrada actuación durante el golpe
de abril, se hizo más sibilina a partir de entonces.
.....
A poco de ocurrir el hecho, el vicepresidente Rangel expresa la

condena más rotunda y categórica a la masacre. Y agrega que es
una irresponsabilidad de algunos dirigentes de la oposición estar
señalando a priori al gobierno nacional como el causante de los
muertos y heridos. Enfatiza que la actitud a adoptar «debe estar
regida por la prudencia, la seriedad y la responsabilidad, más aún
por tratarse de la vida de venezolanos».
En el sector petrolero, la ofensiva reaccionaria es intensificada
y en medio de la confusión creada los gerentes golpistas logran
doblegar a miles de indecisos de la nómina ejecutiva y mayor cre-
yendo que el gobierno caería pronto. Incluso confunden a miles
de operarios.
Radiante, Juan Fernández informa que la parálisis de la indus-
tria petrolera es un hecho y rechaza los nombramientos de nuevos
jefes que está realizando el gobierno. Reitera con su calmosa alta-
nería que Pdvsa no puede funcionar sin los gerentes complotados
en el paro. De mil maneras los medios respaldan esta idea, que
llegan a convertir en una especie de ley de gravedad.
Desde la institución militar, debido a las presiones y rumores
golpistas, ocurren dos reacciones medulares. El ministro de De-
fensa, junto al Alto Mando, realiza un claro pronunciamiento en
cadena nacional de radio y televisión. Señala que la FAN «está hoy
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más unida que nunca» y denuncia una campaña de desinformación

destinada a los miembros de la cúpula castrense «con fines y pro-
pósitos inconfesables y perversos». Por su parte el jefe del Ejército,
general Julio García Montoya –con quien la oposición se hizo ilu-
siones–, denuncia que «mediante la amenaza solapada, el chantaje
y la manipulación se busca capitalizar la voluntad militar a favor
de intereses mezquinos del sector que maneja el poder mediático».
Cuando la oposición conoció a través de los hechos la decisión
de Chávez de involucrar a la Fuerza Armada Nacional en la reac-
tivación productiva y de servicios de Pdvsa, pensó que sería para
sustituir a los gerentes y operar las instalaciones. Ninguno de sus
dirigentes imaginó el escenario que ocurriría.
Lo que querían los enajenados de Altamira y muchos trasnocha-
dos de la oposición no sucedió: al contrario, los cuatro componentes
de la FAN en esas circunstancias definitorias arrecian más su com-
promiso en defensa de la Constitución. En forma rápida, bajo la cer-
tera jefatura de Chávez, los militares despliegan al máximo sus fuer-
zas con el fin de derrotar el sabotaje petrolero, una especie de nube
negra maléfica que pone en riesgo la seguridad nacional del país.
.....
El 7 de diciembre en la noche el presidente Chávez cita a Rafael Ra-
mírez al Palacio para comer juntos y hablar sobre la situación petro-
lera, antes de pronunciar su discurso en la concentración popular que
ardía frente a Miraflores. Cuando Rafael entra al salón de espera ve
que se encuentra también allí el presidente de la Cámara Petrolera
y miembro de la junta directiva de Pdvsa, Hugo Hernández Rafalli.
«¿Qué hace este infiltrado aquí?», se pregunta Rafael al recordar el
historial del oportunista empresario zuliano. «¿Quién lo llamó», sigue
preocupado mientras observa al gordo comiéndose unos tequeños
sentado a dos metros de distancia suya, cerca de la pequeña capilla
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ubicada a la entrada del salón. Rafael recuerda el papel conciliador

que desempeñó Rafalli después del golpe de abril y por un momento
teme que otra vez intente actuar de ese modo, respaldado por algu-
nos que dentro de las filas de la revolución creen que es imposible
derrotar a los gerentes golpistas y es necesario negociar con ellos.
En ese instante un edecán se acerca a Rafael y le dice que el
Presidente lo espera. Respira aliviado: «El gordo se quedó con los
crespos hechos». Durante la frugal cena, el ministro le informa
a Chávez la visita que hiciera ese día a la refinería de Puerto La
Cruz y le reporta los avances allí y en otras regiones, pero que la
situación sigue muy compleja.
Cuando Chávez dice que debe apurarse para salir a hablarle al
pueblo que espera en las afueras de Miraflores, Rafael le comenta:
«Comandante, yo creo que la situación nuestra hoy es como aquella
que vivieron los cubanos en abril de 1961 cuando Fidel hizo la decla-
ración socialista». Rafael sabe que es necesario acabar de derrotar
las posiciones conciliadoras y confía en que Chávez piensa lo mis-
mo y no va a desaprovechar ese momento donde el pueblo clama
por la radicalización de la revolución. «Suspende la comida. No
vamos a pedir postre, enseguida regreso», le dice Chávez.
Chávez sube a su área privada de Miraflores y un edecán le
orienta a Rafael que lo espere en la garita de la puerta principal
del Palacio. En pocos minutos Rafael ve que se acerca el líder, ca-
minando a paso firme con su chaqueta roja y la boina terciada y lo
invita a que lo acompañe hasta la tarima.
.....
Esa noche, a lo largo de la avenida Urdaneta el pueblo bolivariano se

concentra luego de una gigantesca marcha que se iniciara en la com-
bativa parroquia de El Valle, cerca de Fuerte Tiuna, y culmina frente
a Miraflores: un triángulo símbolo. Esa marcha-concentración en
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defensa de la paz, la democracia y la Constitución se había previs-

to desde una semana antes y sucede por casualidad en un instante
más oportuno: un día después de los hechos de Altamira, cuando los
conspiradores pretenden derrocar a Chávez por la vía de un golpe.
«No al chantaje terrorista. Venezuela no se detiene», decía el
letrero de la tarima. Antes de hablar Chávez, el sacerdote Juan Vi-
ves Suriá oficia una misa por los caídos y por la paz. En la homilía
se escuchan canciones de Alí Primera y los presentes hacen silen-
cio por los muertos de abril y los de la plaza Francia de Altamira.
«¡Qué contraste!», exclama en familia mi hijo Carlos Ernesto, de
diecisiete años, cuando veíamos por televisión la conducta espiri-
tual del pueblo bolivariano.
Chávez pronuncia allí un discurso en el que predominan los
análisis y las orientaciones, a fin de encarar la pertinaz sarta de
mentiras y el sabotaje desatado en Pdvsa por los adversarios.
Cientos de miles de personas le gritan: «¡Mano dura, mano dura!».
Y cuando él anuncia las decisiones que la gente desea, entonces
vocean: «¡Así, así, así es que se gobierna!», o con las caras alegres
corean: «¡Chávez los tiene locos…!».
Observo el acto a través del canal estatal Venezolana de Televi-
sión –el Presidente no quiso hacer cadena– y me entusiasma la fuer-
za telúrica de ese pueblo humilde, brioso y consciente de que no
puede perder esta oportunidad de su formidable historia nacional.
En la tarima vibra el orador y su alegórica boina roja de pa-
racaidista lo hace más convincente. No es un discurso: es un pac-
to y un análisis colectivo del líder y el soberano –como él gusta
nombrar al pueblo– unidos por una dialéctica de lucidez ética. Al
verlos y escucharlos, me cargo de optimismo. No es posible que
los estólidos, pese a su holgura material y destrezas para hacer el
mal, apaguen esa luz.
Chávez exalta la idea de que el pueblo está otra vez en la calle
dando la batalla. Hace el recuento de las derrotas sufridas por la
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oposición, desde las electorales hasta el golpe de abril: «Venimos

de batalla en batalla y de victoria en victoria. Y seguiremos porque
ese es nuestro camino».
Reitera que la oposición hace un juego de simulación. Está en
marcha un paro fracasado como en abril, que sirve de máscara para
desestabilizar el país e intentar otro golpe en el momento que consi-
deren más oportuno. Y como no han podido ni lograrán el apoyo de
ningún cuerpo militar, decidieron boicotear la industria petrolera.
Informa que está dedicando buena parte de su tiempo a dirigir
las acciones contra el sabotaje petrolero, que se ha extendido en
los últimos tres días a todo el país. Anuncia que los capitanes de los
buques pirateados deben ir a prisión y que serán sustituidos por
varios capitanes retirados que se han brindado. Las gandolas que
sus dueños no quieran mover, se les entregarán a los choferes
custodiados por militares. Aborda en extenso el papel de los me-
dios de comunicación privados y la necesidad de cuidar la salud
mental de los niños y de toda la población. Reconoce que esas
campañas confunden a numerosos venezolanos y a mucha gente
en el mundo.
Sobre la masacre de Altamira dice que es necesario esperar
los resultados de las investigaciones y que nadie puede asegurar a
priori que alguien de la oposición sea responsable. «Los medios de
comunicación y la oposición fascista aun cuando estaban calientes
los cuerpos de los muertos ya tenían al asesino: Hugo Chávez era
el asesino». Enfatiza que esto es para tratar de justificar su asesi-
nato y el golpe contra él. A la vez, rechaza la grosera manipulación
que hizo Globovisión con Freddy Bernal.
Lamenta la muerte de los compatriotas y envía el pésame a to-
dos sus familiares, amigos y vecinos «a nombre de este pueblo que
no odia sino que ama [...]. Queremos paz para todos, no queremos
guerra o violencia, esa que nos quieren imponer los conspirado-
res, los golpistas y algunos medios de comunicación».
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Y al final reitera sus principales orientaciones:
En este momento que estamos viviendo, en esta nueva bata-

lla que nos prueba, pido al pueblo unidad, conciencia, lucha.
Pido al pueblo que se mantenga movilizado en las calles y en
los campos de toda Venezuela. Pido al pueblo que se apreste
una vez más a defender la revolución y avanzar buscando
nuevos objetivos. Pido al pueblo en este supremo instante
que esté listo para apoyar todas las medidas que el gobierno
se vea obligado a tomar para garantizar la paz, para garanti-
zar la democracia, para garantizar la vida de los venezolanos
y especialmente preparémonos como dueños de la empresa
petrolera, a dar la gran batalla por el petróleo de Venezuela.
Poco después de concluir el acto, a las diez de la noche, Alí

Rodríguez comunica a la prensa la renuncia de la junta directiva
de Pdvsa y el comienzo de la restructuración de la empresa. Los
treinta directores y presidentes de todas las unidades de negocios
y empresas filiales se declaran en emergencia. El grupo redacta un
comunicado: «En todo caso, de imponerse la intervención de Pdvsa
a través de la violencia, el gobierno solo obtendría una victoria
pírrica por cuanto lo único que obtendría serían los restos inma-
nejables de una corporación que difícilmente respondería a sus
órdenes». «La salida no es la violencia, sino las elecciones», dicen.
.....
PARTE DE GUERRA
8 DE DICIEMBRE
«Estamos en las horas finales de un régimen autoritario,

que aparenta no darse cuenta de que ese proyecto llamado
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L A NU B E NE GR A
Chávez solo cabe en su mente enfermiza y ahora –como

último recurso– arremete contra un pueblo que lo enfrenta
y estará en la calle hasta que se vaya», dice Ortega.
Anuncia que prosigue el luto activo por las víctimas de
Altamira. Se mantendrá la bandera de Venezuela en las vi-
viendas y automóviles hasta que se logre el objetivo final.
Agrega: «Toda Venezuela respalda a nuestros valientes
trabajadores de la industria petrolera que de manera firme
están decididos a echar el resto para lograr el objetivo que
es salir de este régimen arbitrario y represivo».
Y alerta que el gobierno juega con candela, pues la ac-
tividad petrolera es de alto riesgo: «Responsabilizamos al
ejecutivo de cualquier tragedia como consecuencia del mal
manejo de las instalaciones petroleras».
Provocar la renuncia de Chávez se convierte después de los

hechos de Altamira en el eje principal de las acciones de la oposi-
ción. Televisión, radio, prensa; noticias, entrevistas, fotos, reporta-
jes, discursos, editoriales y artículos. Todas las armas disparan sin
descanso. Creen en serio que el país pronto será un tinglado ingo-
bernable, al lograr paralizar la poderosa empresa petrolera y sus
servicios de gasolina y gas, con posibles efectos en la electricidad.
«La coartada perfecta… creen ellos: Chávez culpable de ese
desastre y todo el mundo, salvo una minoría de fanáticos boli-
varianos, le exigirá que se vaya…». Tales ideas discurrían en mi
cabeza mientras leo un petulante comunicado de la Coordinadora
Democrática:
Los actos criminales del 6 de diciembre en la plaza Fran-

cia de Altamira son la última evidencia de cómo los demo-
nios de la violencia actúan para impedir una salida política
y pacífica [...] No es solo culpable quien tiró del gatillo en
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Altamira. Aún mayor culpabilidad tiene el autor del dis-

curso de odio que desprecia la vida humana por imponer
un proyecto político [...].
[...]
Son dos las opciones democráticas posibles para la
realización de elecciones en breve plazo: la renuncia del
Presidente o la convocatoria a elecciones adelantadas, lo
cual requiere una enmienda constitucional. La renuncia,
que se ha convertido en una exigencia popular, depende
de un improbable acto de dignidad y realismo político de
Hugo Chávez. [...] De las tres vías constitucionales para
enmendar la Constitución: a solicitud del Presidente, a
solicitud de la Asamblea o por iniciativa popular; la que
consideramos más viable, dada la urgencia nacional, es a
través de la Asamblea. Esta opción permitiría la realiza-
ción anticipada de elecciones en muy breve plazo.
El documento no oculta el anhelo mayor: un golpe. Dice: «La

Fuerza Armada Nacional tiene que reflexionar sobre la gravedad
de este momento y cumplir su deber supremo de garantizar el
ejercicio de la soberanía del pueblo y negarse a cumplir órdenes
ilegítimas e inconstitucionales».
Y concluye el panfleto: «La desobediencia civil prevista en el
artículo 350 de la Constitución se extiende hoy a todo el país. Lo
que comenzó siendo un paro cívico es hoy una acción total de
rebeldía civil y pacífica frente a un gobierno aferrado al poder».
Una vez más la contrarrevolución escuda su proceder en una
interpretación torcida de ese artículo de la Constitución, que se
refiere en verdad al derecho del pueblo a la rebelión contra re-
gímenes ilegítimos, como el que ellos instauraron el 12 de abril.
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L A NU B E NE GR A
.....
El 8 de diciembre avanza más el contrataque bolivariano. El presi-

dente Chávez promulga un decreto con tres decisiones esenciales:
3. La Fuerza Armada Nacional ejercerá el resguardo de las ins-

talaciones de la industria petrolera y deberá coadyuvar en el
control y funcionamiento de la misma para garantizar la con-
tinuidad del servicio público de suministro de hidrocarburos
a nivel nacional e internacional;
4. el ministro de la Defensa apoyará las acciones que decida eje-
cutar el ministro de Energía y Minas para garantizar ese ser-
vicio público;
5. la Fuerza Armada Nacional participará en la conducción de
los medios de transporte de hidrocarburos y sus derivados ha-
cia los centros de comercialización y expendio.
Rafael Ramírez, mediante una resolución autoriza al MEM a

utilizar temporalmente los bienes muebles e inmuebles destina-
dos al suministro, transporte, distribución y expendio de hidro-
carburos y sus productos, necesarios para asegurar la eficiencia y
continuidad del servicio público y evitar su interrupción. El artícu-
lo 3 dice: «Los medios de transporte destinados al servicio público
de suministro de combustible, de propiedad privada, podrán ser
conducidos por personal civil o de las fuerzas de seguridad que
designe el ministerio, hasta tanto se regularice la normalidad en el
servicio público, sin afectar el derecho de propiedad».
Como parte de la ofensiva orientada por Chávez, el propio 8 de
diciembre Alí Rodríguez, en cadena nacional de radio y televisión,
acusa a algunos directivos de Pdvsa de desarrollar un plan de sabo-
taje y de unirse «con los partidos políticos y las agrupaciones que
hoy están conspirando para lograr el derrocamiento del gobierno».
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Dice en tono dramático que «la situación energética es grave y pue-

de desembocar en un desastre [...], pese al esfuerzo encomiable
de miles de trabajadores de la nómina contractual y también de la
mayor que han sufrido toda suerte de presión y chantajes».
Y por instrucciones que le trasladó Chávez minutos antes, Alí
realiza una apelación crucial:
Llamo a todo el pueblo venezolano a concentrarse donde se

encuentran las principales instalaciones de Petróleos de Ve-
nezuela, donde continúan muchos trabajadores aglomera-
dos a las puertas queriendo mantener las actividades de la
empresa, las cuales son impedidas por estos saboteadores
y criminales que pretenden hundir a la empresa y al país.
[...]
Llamo a todos los trabajadores a retornar a sus labo-
res, a vencer la resistencia de los saboteadores. Llamo al
pueblo venezolano a combatir vigorosamente, sin vacila-
ción, esta pretensión de quienes no aman a la empresa ni
a su país y pretenden arruinarlo.
Y finalmente Alí expresa la certeza de que la voluntad del pue-

blo venezolano y de los trabajadores activos en la empresa sabrá
salvar a Pdvsa y al país.
La movilización del pueblo había comenzado a ocurrir en las
entradas de algunas sedes y el exhorto de Alí estimula a que se
generalice en todos los lugares, tanto productivos como de servi-
cios, y en las oficinas gerenciales. Por ejemplo, frente a La Cam-
piña, en la mitad de la calle, fue colocada una enorme tarima y
las veinticuatro horas había gente bolivariana allí expresando su
apoyo político a la revolución y en defensa del edificio.
También el día 8 el MEM y la presidencia de Pdvsa orde-
nan la remoción de los jefes de distintas áreas operativas de
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la estatal petrolera. Son sustituidos los gerentes generales de

oriente y occidente y el del CRP, en Falcón. Para oriente se de-
signa a Luis Marín y en occidente a Félix Rodríguez, dos expe-
rimentados gerentes petroleros de elevado compromiso ético y
liderazgo empresarial. No se logra identificar un sustituto del
gerente del CRP y se acuerda esperar por tratarse de la mayor
refinería del mundo.
Además, en vez de reemplazar a la junta directiva recién des-
tituida, se otorgan plenos poderes al presidente Alí Rodríguez y
por extensión a los gerentes generales de las regiones.
.....
Al cabo de una semana de iniciarse la nueva guerra –donde la

Revolución Bolivariana se juega la vida por segunda vez en ocho
meses– cuajan diferentes teatros de operaciones.
El primero y más importante: el enfrentamiento al sabotaje
petrolero, que incluye los escenarios de los campos de extracción
y producción de crudo y gases asociados; las tres refinerías y las
industrias procesadoras de gas y la petroquímica, la distribución
interna de gasolina y del gas doméstico, el transporte marítimo y
los puertos, las exportaciones, y el área informática.
Segundo: las movilizaciones en las calles, plazas y todo tipo
de espacios urbanos y rurales para impedir que los adversarios
ocuparan sitios más allá de sus zonas naturales de preminencia,
como las urbanizaciones de los pudientes y los negocios privados,
siempre y cuando el cierre de ellos no implicara afectaciones a la
seguridad alimentaria y a otros servicios básicos de la población.
Tercero: el ámbito de las luchas por las instituciones del Es-
tado, entre ellas el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, la
Asamblea Nacional, el Consejo Nacional Electoral y la Fuerza Ar-
mada Nacional.
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Cuarto: la batalla en el circuito de las ideas, las informaciones

y las emociones.
Quinto: las negociaciones en la Mesa que coordina el secreta-
rio general de la Organización de Estados Americanos.
Sexto: el área internacional, con tres segmentos, el guberna-
mental, el de las relaciones con fuerzas políticas y sociales y la
pelea por la opinión pública mundial.
Chávez dirige las fuerzas bolivarianas en todos los ámbitos con
tesón, inteligencia, firmeza de principios y flexibilidad táctica; apli-
ca variantes defensivas en los casos necesarios; siempre es ofensi-
vo en lo estratégico y se le ve muy seguro del triunfo. Más aún, está
persuadido de que los enemigos han caído en una especie de tram-
pa, a la que él los condujo sabedor como era de la ingeniosa batalla
de Santa Inés, concebida por uno de sus ídolos, Ezequiel Zamora.
Cuando creían que lo tenían rodeado y a punto de derrotarlo,
el líder bolivariano estaba avanzando en un contrataque demole-
dor. Él no olvida a Séneca: «No llega antes el que va más rápido,
sino el que sabe adónde va».
.....
Y entretanto se desarrolla la guerra en los diversos escenarios,
¿qué sucede en la Mesa de Negociaciones?
Facilitador del diálogo, el secretario general de la OEA decide
instalarse sin tiempo definido en el hotel Meliá Caracas y estirar
al máximo su paciencia y habilidades. Es la primera vez que se
ausenta tanto tiempo de su oficina en Washington.
Hombre metódico, todos los días va al gimnasio. Posee un
rostro hierático y la cadencia de su voz es monótona. También
practica tenis y es coleccionista de pinturas. En esos días del paro,
se le oía hablar con satisfacción sobre una obra del pintor cinético
venezolano Carlos Cruz Diez, que recién había adquirido –decía–
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por la ganga de diez mil dólares. Pocas veces se le ve sonreír, en

público o en privado. Sin embargo, le gusta escuchar en su suite pre-
sidencial Satisfaction de los Rolling Stones, a Queen y los Beatles, y
a los colombianos Juanes y Carlos Vives.
Gaviria quiere aparentar ser un negociador neutral y pragmá-
tico, mas sus ideas son las mismas del gobierno de Estados Uni-
dos y por ende, de manera sinuosa, busca ayudar a la oposición.
Durante los primeros días del plan conspirador, el gobierno infor-
ma a Gaviria que solo aceptaría reiniciar el diálogo en la Mesa cuando
se levantara el paro. Él maniobra y consigue reunirse por separado
con ambas partes, mas no puede lograr que se reinstale la Mesa.
El 3 de diciembre, Estados Unidos comienza a presionar e in-
fluir a través de declaraciones y acciones diplomáticas para ayudar
a Gaviria y a la oposición, que buscan doblegar a Chávez en la Mesa.
Ese día Robert Zimmerman, uno de los voceros del Departa-
mento de Estado, declara: «Un arreglo para realizar elecciones na-
cionales en una fecha establecida de común acuerdo es, en nuestra
opinión, la única verdadera solución para la crisis política».
Otro vocero, Phillip Reeker, señala que es necesario que todas
las partes avalen al secretario general de la OEA para retomar el
diálogo y «busquen medios mediante los cuales la voz soberana
del pueblo venezolano pueda oírse a través de su voto».
El 4 de diciembre el vocero de la oposición en la Mesa, Ti-
moteo Zambrano, lanza una amenaza. Dice que mientras más se
tarde el gobierno en sentarse en la Mesa mayores serán los niveles
de exigencia de la oposición. Zambrano no descarta que se solicite
desde la renuncia del Presidente hasta la realización de comicios
generales en corto plazo. Y hasta pretende asustar: «Las deman-
das de la oposición serán más inmediatas y más exigentes. No
podemos hablar de una salida electoral para el mes de marzo».
El 5 de diciembre el gobierno decide regresar a la Mesa, al enten-
der que ese era otro escenario de la lidia para defender la Constitución
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y la paz. Sin embargo, el vocero de la oposición Manuel Cova lo expli-

ca de otro modo: «Esta es la prueba más evidente de que el paro cívico
nacional y la protesta democrática y pacífica de la gente en la calle han
sido contundentes; el gobierno vuelve a la Mesa porque no le queda
otro remedio». ¿No son válidas ambas ideas?
También el papa Juan Pablo II se preocupa por Venezuela:
«Ante las noticias que llegan de Caracas pido a Dios misericor-
dioso para que esta amada nación, en este momento difícil de su
historia, recupere la paz y la concordia social». El Papa expresa el
deseo de que todos se comprometan en «un diálogo que beneficie
al país, para que se pueda recuperar una auténtica justicia funda-
da sobre la verdad y la solidaridad».
El Santo Padre había recibido en dos ocasiones al presidente
Chávez. La segunda vez, en octubre de 2001, Chávez le obsequió
una estatuilla de madera del arcángel Miguel y una imagen de la
virgen de Coromoto. Por su parte el Sumo Pontífice le dispensó al
mandatario venezolano un cofre con monedas de oro del Vaticano.
Cesar Gaviria reacciona con alarma luego de la masacre de
Altamira: «Es urgente que la Mesa se reúna a la mayor brevedad
posible y empiece a producir los resultados que los venezolanos
están esperando de ella».
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, llama
por teléfono a Gaviria luego de los sucesos de Altamira. Powell le
manifiesta su respaldo a la gestión que realiza en Caracas. El em-
bajador Shapiro visita por segunda vez a Gaviria y le expresa su
preocupación por los hechos de Altamira. Dice que es «sumamen-
te importante que se instale nuevamente la Mesa [...] para poder
desarmar la violencia».
Chávez no admite presiones. El 7 de diciembre reitera su po-
sición en una rueda de prensa: «No nos negamos a discutir ningu-
na opción electoral dentro de la Constitución, pero antes hay que
cambiar el Consejo Nacional Electoral».
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L A NU B E NE GR A
También ese día el CNE, tomado por la oposición, aprueba el

cronograma para organizar el referendo consultivo del día 2 de fe-
brero y la pregunta que sería objeto de consulta popular: «¿Está
usted de acuerdo con solicitar al presidente de la República Hugo
Rafael Chávez Frías que de manera inmediata renuncie voluntaria-
mente a su cargo?». Así, la otra «mesa» queda servida y a la vez el
gobierno la impugna por inconstitucional.
Esa noche se reactiva el diálogo negociador, luego de ocho
días de inercia. Gaviria pone su mejor cara al ofrecer los resulta-
dos de la sesión. Dice que la oposición y el gobierno «reconocie-
ron que están obligados a producir resultados en la Mesa, porque
si no el país va a seguir radicalizándose». Y agrega en su estilo, a
ratos cantinflesco: «No podría decir que estamos cerca de una so-
lución, ni que las partes trataron con profundidad las salidas, pero
sí expresaron sus puntos de vista».
Al siguiente día, Gaviria es más explícito:
El gobierno está dispuesto a trabajar sobre un cronograma

de elecciones y está de acuerdo con encontrar una solu-
ción en este sentido. Junto a ello expuso la necesidad de
elegir nuevas autoridades del CNE, en concordancia con
los procesos que establece la nueva Ley del Poder Electo-
ral. Por su parte, la Coordinadora Democrática estaría de
acuerdo con las solicitudes del Ejecutivo, si este acepta un
cronograma de comicios adelantados entre enero y marzo
del próximo año.
En resumen, en esta etapa de las negociaciones, como antes

y después hasta que logra ese desenlace, Chávez sostiene que el
camino constitucional para tratar de interrumpir su mandato es
celebrar un referendo revocatorio después del 15 de agosto de
2003, fecha en que se cumple la mitad de su mandato. La oposi-
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ción, debido a las orientaciones foráneas, sus contradicciones in-

ternas, las percepciones equivocadas de la realidad y su premura,
decide violar la Constitución por la vía de obligar al Presidente a
renunciar, forzar un golpe de Estado, adelantar elecciones presi-
denciales y realizar un referendo de índole consultiva pero con
una pregunta de carácter revocatorio, en flagrante alteración del
mandato constitucional.
Un supuesto gurú que dice conocer la opinión de la gente
cumple su papel en el guion subversivo. Luis Vicente León, di-
rector de Datanálisis, informa que su encuestadora había rea-
lizado una medición en la calle para conocer la percepción de
los venezolanos sobre Chávez en vísperas del paro: «Ese pueblo
que te puso ahí ahora no te quiere». Según la encuesta, seis de
cada diez personas en el país evalúan como muy malo el desem-
peño del Presidente y prácticamente las tres cuartas partes de
la población exigen un referendo con miras a obtener un nuevo
mandatario.
También afirma que Chávez perdería con una diferencia no
menor del 20 por ciento frente a cualquier candidato único de la
oposición. Entre otros, dice Luis Vicente que la encuesta midió
a Chávez contra Mendoza, Julio Borges, Salas Romer y Alfredo
Peña. Según el gurú, «si la oposición lanza un candidato único
sería ineludible el triunfo en una elección presidencial».
.....
PARTE DE GUERRA
9 DE DICIEMBRE
Ortega reafirma que el paro no será suspendido hasta que

el presidente Chávez renuncie a la presidencia: «Estamos
en las horas finales de un régimen autoritario».
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L A NU B E NE GR A
Señala que se mantendrá la presión de calle y llama

a rodear las principales bases aéreas del país al siguiente
día, por el aniversario de la aviación.
La respuesta del pueblo bolivariano esa noche fue asediar va-

rios canales de televisión y otros medios de comunicación privados,
exigiéndoles que cesaran en su campaña a favor del golpe contra
el gobierno.
Las sedes en Caracas de los canales nacionales RCTV, Globovi-
sión, Venevisión y Meridiano Televisión son escenarios de los ma-
nifestantes bolivarianos, quienes se concentran allí para protestar
contra el «terrorismo mediático» y la «falta de información veraz».
A medida que transcurre la noche, se producen más manifesta-
ciones en las adyacencias de varios medios. Desde Maracaibo se
reporta la toma de Globovisión Zulia. Hay otras concentraciones
frente al canal Promar, en Barquisimeto, y en TVS y El Aragüeño,
en Maracay. Los bolivarianos también pasan en caravana frente a
los diarios El Nacional y El Universal.
El pueblo grita consignas contra la parcialidad de los medios de
comunicación a favor de los golpistas. Mayra Reyes, dirigente de los
círculos bolivarianos de la parroquia de San Juan, por ejemplo, dice
que están cansados del terrorismo de los canales privados, pues lo que
generan es violencia en el pueblo. William Madriz pide que al menos
transmitan un programa para entretener a los niños. Es la primera
reacción pública de la gente ante el insólito atropello de los medios a
la libertad de expresión y contra los derechos de la ciudadanía a reci-
bir de ellos un servicio social respetuoso de la Constitución y las leyes.
La acción popular ataca un puntal clave del plan golpista y
en pocas horas los dueños de varios medios expresan su preocu-
pación y rechazo. Uno de ellos, José Antonio de Armas, simula,
como todos, el papel de víctima: «Es una guerra del gobierno con-
tra los medios para quebrarlos y silenciarlos».
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César Gaviria realiza una declaración urgente, que revela su

posición sesgada en el conflicto:
Quiero expresar mi más enérgica condena a tales actos,

que ponen en grave riesgo la libertad de expresión en Ve-
nezuela. Hago un llamado apremiante a las autoridades
para que, de manera inmediata, actúen para que cesen ta-
les amenazas. No puede haber duda de que la libertad de
prensa y la libertad de expresión son dos elementos to-
talmente consustanciales con la vigencia de los principios
democráticos.
Posterior a la declaración de Gaviria, el ministro Diosdado

Cabello expresa la opinión del gobierno: «Hay personas a quie-
nes no les importa generar violencia y muertes aunque sea entre
sus filas, porque lo importante es salir del presidente Chávez».
Asegura que el gobierno «no va a salir a exterminar al pueblo, de
ninguna de las dos partes». Pero deja claro que a los golpistas «la
careta se la va a quitar el pueblo con manifestaciones públicas. El
pueblo va a seguir en la calle mientras sienta que su democracia,
su Constitución y su gobierno están en peligro».
.....
El domingo 8 de diciembre todas las plantas de distribución ma-

yorista de combustible (llenaderos, en Venezuela) han sido toma-
das por efectivos militares. Ellos garantizan la seguridad y que
funcionen con trabajadores y algunos técnicos de Pdvsa, jubilados
de la empresa y otros voluntarios.
El lunes se reinicia el suministro a las gandolas en la planta
de distribución Pdvsa-Guatire, donde el general Wilfredo Silva,
comandante de la 31 brigada de infantería de Caracas, tomara las
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L A NU B E NE GR A
instalaciones la noche anterior. Salen más de ciento diez gandolas

con gasolina y unas diecinueve con gas doméstico, para abastecer
Caracas y ciudades vecinas. Pronto, el puesto de llenado de com-
bustible de la estratégica planta de Yagua, situada en Carabobo
–que también había sido objeto de sabotaje–, trabaja para abaste-
cer la región centrooccidental.
Ante los primeros avances del gobierno para comenzar a des-
plazar los buques, los medios de comunicación reiteran una ma-
triz: los barcos solo pueden ser movidos por expertos con certifi-
cados internacionales. Generan la zozobra de que puede ocurrir
una tragedia por el uso de tripulaciones incompetentes.
Juan Fernández declara a pulmón lleno que el gobierno nunca
podrá mover el Pilín León, suscitándose una campaña que convier-
te a ese buque pirateado en una especie de fetiche intocable.
La presidencia de Pdvsa invoca la cláusula de fuerza mayor
ante todos sus clientes internacionales: «La corporación informa
a todos sus clientes que por razones fuera de su control está im-
pedida de cumplir con las obligaciones contraídas bajo acuerdo
de compra-venta». Esta cláusula protege de demandas en caso de
interrupción del suministro bajo contrato, producto de huelgas,
accidentes o desastres.
.....
PARTE DE GUERRA
10 DE DICIEMBRE
Carlos Fernández hace un llamado para que los seguido-

res de la oposición se acerquen con cacerolas en mano a
las adyacencias de los medios de comunicación y así pro-
tegerlos de agresiones chavistas.
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En sustitución de Ortega habla Andrés Velázquez, de si-

milar estilo arrogante: «El régimen agoniza y sus horas están
contadas». Y agrega con su acostumbrada demagogia que la de-
fensa de los medios debe ser «hasta con la vida si es necesario».
Sonar cacerolas se convierte en la principal manera cotidiana

de expresar el rechazo o el apoyo a Chávez y la Revolución Boliva-
riana, desde las casas, calles y plazas. Los llamados cacerolazos se
escuchan en las marchas, dentro de los autos, en los balcones o en
cualquier rincón del hogar, local de trabajo o sitio comercial y de
servicios; hasta en las funerarias u hospitales.
La intensidad, volumen y duración de los cacerolazos intentan
medir la magnitud de las posiciones políticas en cada lugar. A sus
ruidos metálicos se van sumando otros: pitos, golpes de hierros
contra rejas, cohetones, fuegos artificiales, canciones a elevado vo-
lumen en los aparatos de música y los infaltables coros de consig-
nas. Comenzaron en Caracas y se extendieron a todo el país: una
guerra nacional de sonidos.
Los siquiatras y sicólogos debaten sobre las virtudes terapéuti-
cas de los cacerolazos. Varios coinciden en que sirven para provo-
car catarsis, a fin de liberar el estrés de las noticias y tensiones dia-
rias. Otros consideran que es un acto de agresión porque irrumpe
en la intimidad de terceros, violando el principio de que la libertad
individual termina donde empieza la de otros.
Muchas veces en las viviendas, las cacerolas reales son susti-
tuidas por el ruido ensordecedor de algún cacerolazo grabado en
CD. Tres o cuatro de mis vecinos lo hacen cada noche y nosotros
nos divertimos poniéndoles bien alto canciones de Alí Primera y de
Carlos Puebla. Todo vale en la batalla de los decibeles.
—¿Qué pensarán ellos al escuchar a Puebla cantar «llegó el Co-
mandante y mandó a parar…»? –pregunta Ignacio, el custodio de la
residencia, a mi hijo Carlos Ernesto.
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L A NU B E NE GR A
—Yo no sé, pero seguro que deben estar comiéndose los hí-
gados…
Los cacerolazos más conspicuos de la oposición se producen
en las urbanizaciones de los pudientes. En Caracas se destacan
Prados del Este, Altamira, Los Palos Grandes, El Cafetal y Chuao,
entre otras. Los chavistas se explayan en todos los barrios popu-
lares como El Valle, Catia, La Vega, San Juan. En algunos sitios
intermedios, donde habitan ciudadanos de ambos bandos, se pro-
ducen ruidos más estrepitosos y pugnas por conquistar los espa-
cios en los cuales concentrarse cada noche.
En los primeros días de diciembre surgen reglas tácitas. Por
ejemplo, en las urbanizaciones los cacerolazos comienzan a las
ocho de la noche, mientras que en las parroquias populares se
inician dos horas más tarde.
La masacre de Altamira y la campaña desatada por los diri-
gentes opositores exacerban al máximo las pasiones. Los oposi-
tores inician desde entonces la modalidad de la guarimba: grupos
de vecinos se desplazan en las noches a pie cerca de sus residen-
cias, con sus instrumentos sonoros, banderas y pancartas, para
expresar sus consignas contra Chávez y asediar sin contempla-
ción las viviendas donde viven simpatizantes de la revolución. Si
estos intentan atacarlos solo tienen que refugiarse en la guarim-
ba: su casa.
Cada noche la guarimba de mi vecindario se detiene en la calle
Cocorote, frente a nuestra residencia oficial, que el embajador an-
terior le puso un nombre bien cubano, «La Habanera», sin sospe-
char que el siguiente morador y su esposa serían pinareños, razón
por la cual aceptaron gustosos esa identidad.
La Habanera fue incluida en el itinerario nocturno de los gua-
rimberos del barrio, que no fallaron en su puntual visita durante
más de sesenta lunas.
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.....
Dentro de la Asamblea Nacional surge otra maniobra opositora

liderada por el traidor Luis Miquilena. El vicepresidente primero
de ese órgano, Rafael Simón Jiménez, miembro del partido alia-
do del gobierno Podemos y seguidor de Miquilena, encabeza un
grupo de cuatro parlamentarios que hacen un llamado al presi-
dente Chávez «para que se formule por parte del Ejecutivo, con la
urgencia y perentoriedad que demanda la situación del país, una
propuesta de salida electoral». Y manifiestan su disposición a im-
pulsar desde la Asamblea Nacional una enmienda constitucional
que abra las puertas a esa alternativa y permita celebrar eleccio-
nes a más tardar en marzo.
El 12 de diciembre The Miami Herald entrevista a Miquile-
na, quien, como autor de la treta –en sintonía con la embajada
gringa–, es más obvio: «La mejor manera de solucionar la crisis
es a través de un acuerdo político que resulte en un voto de la
Asamblea Nacional para enmendar la Constitución y permitir las
elecciones anticipadas. Luego vendría el referendo nacional, que
aprobaría las elecciones en los primeros tres meses de 2003».
Los negociadores de la oposición reflejan con claridad su
premisa de que mientras avanza la escalada desestabilizadora,
tienen más posibilidades de establecer exigencias en la Mesa. El
gobierno, sin negarse a discutir el tema electoral, lo enmarca en
lo que establece la Constitución, y pone en primer plano el sabo-
taje de que es objeto la industria petrolera, lo que, según el vice-
canciller Jorge Valero, dificulta la discusión de la salida electoral.
El contenido y la reiteración de las declaraciones de los voce-
ros de Estados Unidos dan la impresión de nerviosismo en la Casa
Blanca. Richard Boucher dice el 10 de diciembre: «Esperamos que
las partes acuerden un proceso electoral que pueda resolver estos
asuntos de acuerdo con los deseos de la gente en Venezuela». Ex-
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presa su preocupación por la escalada de violencia y enfatiza que

Washington sigue considerando que ambas partes deben «aprove-
char las oportunidades que representa el secretario general de la
OEA para solucionar esto de forma pacífica».
Al siguiente día, Ari Fleicher afirma: «El presidente Bush pide
a todas las partes que actúen de forma responsable y pacífica. Que
continúen el proceso de diálogo y rechacen la violencia».
Para completar la imagen de caos que propician, el Depar-
tamento de Estado decide autorizar a una parte de su personal
diplomático en Venezuela a abandonar el país. Además, emite una
nueva advertencia a sus ciudadanos, aconsejándoles postergar los
viajes al país suramericano «debido a la situación política y de
seguridad que sigue deteriorándose, y a la severa escasez de gaso-
lina y alimentos».
.....
Una vez detenidos los buques, la producción de crudo, las dos prin-
cipales refinerías y la producción de gas doméstico, se arrecia la
campaña para acrecentar las compras nerviosas que acentúen la
escasez de combustible. Esta ciertamente existe debido al sabotaje
realizado a los sistemas automatizados de los grandes depósitos
distribuidores mayoristas y a la parálisis de cientos de camiones
cisternas.
En condiciones normales, en el país se mueven dos mil gando-
las. Para el 10 de diciembre no llegaban a mil. Más del 50 por ciento
de las estaciones de servicio, como promedio, quedan sin combus-
tible y se inicia una etapa de colas kilométricas en casi todas partes,
con alivio o agudización en unos u otros estados, hasta alcanzar su
peor momento en la segunda quincena de diciembre. Lo mismo
sucede con el gas doméstico envasado; en el caso de Maracaibo,
un sabotaje paraliza varios días la distribución del gas por tubería.
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PARTE DE GUERRA
11 DE DICIEMBRE
Ortega advierte al presidente Chávez que «la huelga es en

serio, va en serio y crece cada día más». Dice que confía en
el temple de la población «para resistir la embestida hasta
el final, [...] hasta que Chávez se vaya».
Exige a la OEA declarar a la administración chavista «fo-
rajida, dado su incumplimiento de las normas democráticas».
Llama a participar en una marcha al día siguiente en
apoyo a los medios de comunicación «agredidos por las
hordas chavistas».
Al concluir la reunión de la Mesa el 11 de diciembre Gaviria

elogia el diálogo, aunque este tampoco exhibe resultados. «Los re-
presentantes del gobierno estarían en disposición de ir más al fon-
do de los temas electorales, si la oposición muestra voluntad para
la implementación de la Ley Orgánica del Poder Electoral», afirma
en tono monocorde y se ajusta los lentes.
Y sin mover un músculo de su cara, dice: «Además plantearon
la necesidad de crear un clima político acorde con un certamen
electoral. La oposición planteó que todo acuerdo que se desarrolle
en la Asamblea Nacional –como la enmienda constitucional– pase
primero por la Mesa de Negociación». Precisa después que la de-
legación del gobierno descartó un posible adelanto de elecciones e
insistió en el referendo revocatorio como salida a la crisis.
La implementación de la nueva ley electoral, que el gobierno
calificó de prioritaria, implica la formación de un comité de pos-
tulaciones en la Asamblea Nacional, la selección de las nuevas
autoridades del CNE, la depuración del padrón, la campaña de
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inscripción de nuevos votantes y la normalización del proceso

de cedulación.
.....
El 11 de diciembre Chávez se deja ver por la prensa en Miraflores.
Recorre distendido los jardines del palacio e incluso habla por te-
léfono con trabajadores de Pdvsa, quienes le reportan sus faenas,
señal inequívoca de que encaran el sabotaje.
Su imagen me alegra. Se ve laxo, seguro de sí. Su intención es obvia.
Me siento en plenitud de condiciones espirituales, mora-

les, físicas y mentales, y sobre todo en medio de estas prue-
bas. Las situaciones difíciles uno aprendió a sobrellevarlas
a veces hasta como un reto, con calma, y mientras más di-
ficultades más paciencia. Yo me siento muy bien. Estamos
pasando –no hemos terminado aún– una prueba más. Yo
me siento muy confiado en el pueblo, en la Fuerza Armada
y en la capacidad que el país ha venido desarrollando para
enfrentar situaciones hasta más difíciles que esta [...].
Agrega después un mensaje halagüeño: «Qué fortaleza tiene Ve-

nezuela, que con este plan bien calculado y de grandes proporcio-
nes, el pueblo está reaccionando y respondiendo en todas partes».
En cuanto a la magnitud de los estragos, comenta: «Se puso en
marcha un gigantesco plan de sabotaje. Es una especie de subver-
sión encorbatada y muy capacitada [...]».
Analiza sus objetivos: «Esto es un golpe. Los mismos golpistas
de abril trabajaron duro en un plan de sabotaje para caotizar el
país y justificar un golpe».
Y termina con un concepto histórico: «Yo sí creo que estamos
en una verdadera nacionalización del petróleo venezolano».
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Ese mismo día el diputado Darío Vivas, avalado por sus colegas
Nicolás Maduro, Cilia Flores y Reinaldo García y dos concejales del
municipio de Libertador, presenta un documento en la Fiscalía don-
de acusa a Carlos Ortega y Carlos Fernández de conspiración contra
la República e identifica nueve delitos. Esta denuncia la formulan a
solicitud de los ciudadanos que se congregan frente a La Campiña.
Son las primeras banderillas en el lomo de los desaforados.
Al respecto de los poderes plenos que se le otorgaron al pre-
sidente de Pdvsa, el ministro Rafael Ramírez, en el tono sosegado
y firme que lo caracteriza, declara: «Tenemos el marco legal ade-
cuado y la necesidad de enfrentar el sabotaje y reiteramos que el
gobierno va a ejecutar todas las acciones necesarias para restable-
cer la normalidad [...]. Anunciaremos medidas específicas contra
los gerentes que abiertamente han atentado contra la industria».
Y en pocas horas Alí informa que habían sido separados Juan
Fernández, Horacio Medina, Edgar Quijano y Edgar Paredes, cua-
tro de los principales cabecillas de la «conspiración encorbatada».
Los caballitos de Troya recibían los primeros flechazos éticos.
.....
PARTE DE GUERRA
12 DE DICIEMBRE
«El pueblo está en la calle, en resistencia activa; no está de

vacaciones, está indignado y quiere salir de Chávez ya»,
reitera Ortega.
Anuncia que la empresa petrolera está paralizada casi to-
talmente. Dice que la oposición asumirá otra semana de paro
cívico que denomina «movilización combativa», en gesto de
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L A NU B E NE GR A
apoyo a la industria petrolera y la marina mercante, «sectores

que cargan sobre sus hombros el mayor peso de la huelga».
Plantea la ocupación masiva de calles y avenidas: los
trancazos. Será el arma «para afrontar la intimidación del
gobierno y hasta lograr el objetivo planteado de salir de
Chávez y elecciones ya».
Por último amenaza con la posibilidad de realizar una
marcha hasta Miraflores.
El trancazo había sido probado semanas antes del paro y salvo

Ortega y otros pocos dirigentes y grupos fascistas, fue rechazado in-
cluso por la mayoría de la oposición por afectar su propia movilidad.
Esta vez, todos los jefes opositores orientan que se realice tal
acción extrema en medio de la desesperación por sacar a Chávez,
sin importar sus secuelas.
Al día siguiente, cuando leo el reporte que hace El Universal
confirmo los resultados. «Angustia, tensión y mucho disgusto fue
lo que dejó el llamado trancazo entre los ciudadanos: algunos in-
cluso no dudaron en afirmar que esta medida era digna de los
círculos a los que tanto critican. Y lo repudian por considerar que
violenta su derecho al libre tránsito».
Desde las seis de la mañana y hasta la una de la tarde, varias au-
topistas y avenidas de Caracas son tomadas por grupos de personas
que estacionan veinte, treinta o cuarenta vehículos atravesados a lo
ancho de la vía y bloquean el tránsito en las dos direcciones. En los
municipios del este, los cuerpos policiales de Baruta y Chacao, jun-
to a la Metropolitana, en vez de impedir esa acción ilegal, protegen
a los fanáticos, mientras que en los municipios Sucre y Libertador,
cuyos alcaldes son bolivarianos, las respectivas policías cumplen
con su papel apoyadas por el pueblo y disuaden a los violadores
de la ley. También en las zonas del este grupos de bolivarianos dan
la pelea, para al menos dificultarles a los opositores su actuación.
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Así ocurre en el distribuidor de Santa Fe, en la autopista de

Prados del Este, donde usando alrededor de cuarenta autos y ca-
mionetas, los fanáticos trancan la autopista y deben enfrentar la
presencia de varias decenas de chavistas, que exigen su derecho.
El alcalde Capriles Radonski coloca a los policías de Baruta
en posiciones de resguardo de los opositores. Y ante los reclamos
de los bolivarianos, con el cinismo que le caracteriza, declara más
tarde que el libre tránsito «nunca se negó, puesto que si bien la
autopista estaba cerrada, por los alrededores hay varias vías alter-
nas…». Y para no dejar duda una vez más de su compromiso con
los planes contrarrevolucionarios, acusa a los chavistas de intimi-
dar a los ciudadanos que trancaron la vía desde bien temprano.
No toma en cuenta un principio que convirtiera en apotegma el
filósofo italiano Benedetto Croce: «La libertad es singular, siem-
pre que exista la libertad plural».
.....
Otra de las acciones opositoras que causa más molestias a la po-

blación es la restricción del horario de los bancos de nueve de
la mañana a doce del mediodía. «Están abusando de los ciuda-
danos», «estamos empezando a vivir en un manicomio», «dennos
nuestro dinero», son algunas de las expresiones de la gente en
las aglomeraciones frente a los bancos. Los bolivarianos deciden
convertir la arbitrariedad en otro escenario de batalla y organizan
manifestaciones. «Abran los bancos, ladrones, esa plata no es de
ustedes», reza una de las pancartas.
A consecuencia del paro parcial, los ahorristas y otros usua-
rios de los bancos arriban horas antes de la apertura y en ocasio-
nes ni así reciben el servicio.
Ángelo Leoni, un anciano de ochenta abriles, se queja porque
lleva tres días haciendo cola para tratar de cambiar un cheque.
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L A NU B E NE GR A
«¿Será que también vamos a hacer cola para que nos entierren?»,
dice con humor cáustico a un periodista que reporta los sucesos.
.....
El 12 de diciembre Shapiro vuelve a conversar con Gaviria y culpa
al gobierno y a la oposición de posiciones intransigentes: «Más
que nunca es imprescindible que las dos partes se pongan de
acuerdo». El espigado Shapiro se ha convertido en un actor del
diálogo negociador. El gobierno hace mutis.
Esa noche del 12 de diciembre llega a Caracas el subsecreta-
rio adjunto para el hemisferio occidental, Thomas Shannon, quien
prioriza una visita a Gaviria en el hotel. Viaja también a reunirse
con Shapiro y con líderes de la oposición y el gobierno: «Esta visita
muestra una preocupación que existe en Washington [...]. Tenemos
la buena voluntad de ayudar a buscar una salida pacífica, democrá-
tica, constitucional y electoral a un conflicto político que realmente
ha paralizado al país y que nos tiene a todos preocupados».
—Otra vez el golpista Medina Gómez interpreta el papel del
duro –le digo a mi esposa, al leer temprano en la mañana una en-
trevista del general «alzado» en Altamira.
—Es un Pinochet trasnochado –comenta ella cuando la lee.
Medina revela supuestas diferencias con algunos sectores ci-
viles de la oposición:
Tenemos criterios encontrados respecto hacia dónde nos

dirigimos. El referendo de rechazo ya se hizo, está en las
calles. Aquí no hay que ir a elecciones. No hay que ir a las
urnas, lo que hay que buscar es la salida de Chávez. Lo
fundamental y lo trascendente de esta coyuntura es que
además de salir del Presidente hay que salir de una mane-
ra de hacer política, que fue lo que lo llevó al poder.
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.....
Un dirigente político del ala opositora no golpista –que había sido

embajador en un país europeo hasta 2001– me invita a almorzar en
la cafetería del hotel Eurobuilding, muy cerca de la embajada. Ya
habíamos hecho el pedido cuando se nos acerca el dueño, Marcos
Zarikian, a quien conocía desde febrero de 1999, tiempo en que Fi-
del se hospedara allí, en ocasión de la toma de posesión de Chávez.
Zarikian, un hombre corpulento y jovial, nos mira sobresalta-
do: «Les recomiendo que se vayan a almorzar a otro lugar, porque
ya están llegando los gerentes petroleros a reunirse en el hotel y
los noto más furiosos que nunca; algo les ha pasado», dice con una
sonrisa de súplica. Entendemos el mensaje y decidimos irnos a la
casa de mi acompañante.
En la puerta del hotel, casi al montar en el auto, veo entrar a
Edgar Paredes, el gerente golpista que gritara el 12 de abril en la
mañana desde Pdvsa-La Campiña: «Ni un solo barril más de pe-
tróleo para Cuba». Él me mira de soslayo, con su rostro amargado
de siempre y sigue de prisa, quizás porque leyó mis ojos.
Antes de concluir el improvisado almuerzo –arroz blanco, pes-
cado frito, aguacate– comenzamos a ver por televisión el encuentro
de los gerentes. Por momentos, con sus brazos derechos en alto
una y otra vez, y la cadencia fanática del grito «¡fuera!, ¡fuera!»,
parecía que estuviéramos en tiempos de Hitler.
La asamblea, con más de dos mil gerentes, reacciona con ira
ante la destitución de varios de sus colegas y decide radicalizar el
paro hasta que Chávez renuncie. Los observo altaneros y seguros
de que nadie podrá reactivar la empresa: creen que ellos solo co-
nocen sus secretos e incluso la han saboteado para dificultar aún
más las operaciones.
Juan Fernández habla furioso en esa asamblea, a pocas ho-
ras de haber sido despedido: «Mantendremos el paro cívico hasta
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L A NU B E NE GR A
tanto se produzca la renuncia del Presidente de la República, por

ser el principal responsable del clima de violencia y el odio que
hoy consume a los venezolanos». Asimismo acuerdan promover
amparos ante los tribunales contra las fuerzas públicas y contra
Alí Rodríguez, bajo la acusación de haber puesto en peligro las
instalaciones petroleras.
Al finalizar hay mucha tensión entre los gerentes, al correrse
el rumor de su posible detención cuando salieran del hotel. Los
nervios casi siempre traicionan.
—Esos improvisados políticos y sus insensatos jefes de la
Coordinadora, la CTV y Fedecámaras han metido a la oposición
en una encrucijada –dice mi anfitrión, con sus cejas fruncidas.
—¿Y cómo ustedes, el sector democrático, no han podido im-
pedirlo?
—Es que están «guapos y apoya’os» –responde usando una tí-
pica expresión venezolana.
—No entiendo –digo con una sonrisa culpable.
—Usted sabe quiénes son… –duda, sorbe un poco de tinto y
concluye– ...los que temen perder el petróleo.
—Pero están destruyendo el país y ustedes en silencio –comen-
to y pruebo el tinto–. Recuerde el adagio: «el que calla otorga».
—Han pasado diez días del paro y no se ve la luz al final del
túnel; el Presidente no quiere ceder...
—Si ustedes, el llamado sector democrático, esperan por eso
igual que en abril, serán arrastrados hacia otra derrota –lo interrum-
po y él no pierde ninguno de mis gestos.
—Bueno, embajador, tal vez el Presidente pueda aceptar una va-
riante electoral inmediata y con eso concluye el paro –dice y por fin
aterriza–. ¿Usted podría ayudarnos a un contacto discreto con Chávez?
—Colega… –expreso en tono irónico y cordial–, usted sabe que
un embajador no debe involucrarse en asuntos políticos del país
donde está acreditado.
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—De todos modos, si puede ayudar pase el recado –sin dejar

de escrutarme–. Estos locos van a acabar con el país, hay que tra-
tar que ambas partes cedan, haya elecciones adelantadas y que
Chávez pueda volver a postularse…
—No quisiera defraudarlo, pero creo que toda la oposición,
incluidos ustedes, y «los que temen perder el petróleo», han caído
en una trampa –digo y él tensa todos los músculos de la cara.
—¿En una trampa?
—Sí, en una trampa –le reitero y para dejarlo más intrigado lo
invito a brindar por la amistad de nuestros pueblos.
.....
Mover los buques petroleros deviene cada vez más decisivo para
derrotar a los golpistas. Son como una especie de tapón que es
necesario quitar para liberar espacio en los tanques, que permita
reactivar los pozos y las exportaciones de crudos; además, para
derrotar la maniobra de dejar sin gasolina ni gas al país.
El día 11 zarpa un buque-tanque ruso desde Lagunillas, en Ma-
racaibo, con 329 000 barriles de crudo rumbo a Estados Unidos.
Al día siguiente viaja desde el estado de Anzoátegui hacia Estados
Unidos el barco venezolano Josefa Camejo con 550 000 barriles de
crudo, y se prepara otro, de bandera griega.
El ministro Ramírez explica en cadena nacional que en los úl-
timos tres días han salido dos millones de barriles de crudo hacia
el exterior y que el proceso de recuperación avanza bien. Observo
a Rafael cansado, con falta de sueño, y sin embargo, transmite un
ánimo tranquilo y seguro, en contraste con la información tortuo-
sa y la imagen cargada de rencor que dan los voceros opositores.
Durante una reunión que sostienen el 12 de diciembre Alí Ro-
dríguez y el ministro Ramírez con el cuerpo diplomático –en la
que estuve presente– explican los pormenores del sabotaje.
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L A NU B E NE GR A
Ramírez recalca que mientras se les pagaba en meses ante-

riores, los gerentes golpistas se dedicaron a diseñar un plan para
colapsar la industria petrolera. Y Alí subraya: «Es insólito que esas
personas que han realizado un sabotaje de tal magnitud, celebren
la tragedia del país como un triunfo».
Al concluir el encuentro, mientras esperamos los autos, el em-
bajador de un país suramericano hace una pregunta cargada de
insinuación a varios colegas que se encuentran cerca de mí: «¿No
les parece también insólito que a esos gerentes se les hubiera per-
donado sus faltas durante el golpe de abril y que después conspi-
raran tantos meses de manera impune?».
Nadie responde, aunque las reacciones gestuales de casi todos
son de coincidencia.
Como parte de la ofensiva integral del gobierno, el presiden-
te Chávez anuncia que serían despedidos todos los gerentes y
empleados de Pdvsa que abandonaran sus labores durante tres
días consecutivos sin autorización, a tenor con la Ley Orgánica
del Trabajo. Además, anuncia que, para garantizar una cobertura
de gasolina hasta que se reactivaran las refinerías, había decidido
importar ese combustible y que ya venían dos buques desde Islas
Vírgenes, donde Pdvsa posee el 50 por ciento de una refinería.
.....
PARTE DE GUERRA
13 DE DICIEMBRE
Ortega: «La protesta es firme y contundente hasta que el

arbitrario abandone el poder. [...] La salida a la crisis está
muy cerca».
«Chávez está acorralado y no le queda otra salida que
irse ya, inmediatamente».
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La Nube 181 11/09/12 17:27

Ortega alaba el pronunciamiento de la Casa Blanca a

favor de elecciones adelantadas y anuncia una gran mar-
cha al siguiente día, que saldrá de seis puntos de la ciudad
hacia la autopista Francisco Fajardo. Asegura que la vio-
lencia de los «círculos del terror» no los detendrá.
Carlos Fernández dice: «No debemos tener dudas, el ma-
yor costo sería la perpetuación del régimen que nos llevaría
al castro-comunismo; el paro de protesta es el precio que es-
tamos obligados a pagar por mantener nuestras libertades».
El pueblo bolivariano se concentra desde por la mañana fren-

te a Miraflores para celebrar otro aniversario mensual de la victo-
ria del 13 abril, que se prolonga hasta la noche. Los rostros están
alegres. Fiesta de esperanza y reafirmación. «Solo los estúpidos se
equivocan dos veces», murmuro al recordar el parte de guerra que
recién escuché mientras disfruto el enjambre popular en la tele-
visión. Una especie de romería pletórica de color, fuego y ritmo.
El grupo Madera estremece las paredes del palacio con su
contagiosa música de percusión –«¡Uh, ah, Chávez no se va!»–,
mientras varias parejas mueven sus cinturas con la gozosa sen-
sualidad del baile de tambor. Hay ventas de parrilla con chorizo
y morcillas incluidos, cachapas con el queso caliente al gusto, pin-
chos de carnes, cervezas, franelas con lemas alegóricos a Pdvsa y
con la imagen de Chávez, y hasta botellas grandes de sangría Se-
villana. Pero la ocasión es ante todo política. Leo en una pancarta:
«La revolución no se negocia. Hacerlo es traición». Y observo que
la gente escucha atenta los discursos del dirigente del MVR Darío
Vivas y del alcalde Bernal, y hay voces que exigen radicalizar las
acciones. Es el mismo pueblo arrecho y sabio de abril…
En el norte también los estúpidos se equivocan. La declara-
ción de la Casa Blanca que aludió Ortega es un espaldarazo al
plan golpista: «Los Estados Unidos están convencidos de que la
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La Nube 182 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
única vía pacífica y políticamente viable para salir de la crisis es

la celebración de elecciones anticipadas». Ese mismo día 13 de di-
ciembre, el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher,
declara: «Pensamos que las elecciones anticipadas son el tipo de
solución que se requiere. Y supongo que podría decirse que ese es
nuestro objetivo…».
«Después de muchas vueltas en el aire, ¡por fin el gobierno de
Bush aterriza en el sitio acordado con sus aliados!», –me dice Elías
Jaua durante una conversación en mi casa.
En la tarde siguiente, al salir de Miraflores, el canciller Chader-
ton comenta a la prensa esas posiciones del gobierno estadouni-
dense. Aclara que tal variante no está prevista en la Constitución
y agrega en su estilo pausado, a veces irónico: «Lo digo porque en
Estados Unidos le dan gran valor al texto constitucional y ellos
deben ser los primeros en entender que es necesario mantener-
se, para ciertas iniciativas, dentro de los límites constitucionales
de cada país». Después tiende un puente: «En todo caso nosotros
apreciamos sus referencias a que todo debe ser hecho dentro de
la Constitución y por la vía democrática». Y remata con un filoso
mensaje diplomático: «También apreciaríamos una condena muy
contundente en contra del golpismo».
En una entrevista a la cadena de televisión CNN ese mismo
día, Chávez afirma: «No está previsto aquí elecciones adelantadas.
Yo no creo que el gobierno de Estados Unidos esté diciéndole al
mundo que en Venezuela hay que romper con la Constitución Bo-
livariana. Habría que enviarles un ejemplar de la Constitución a
las autoridades norteamericanas».
A propósito del tema, un funcionario de nuestra embajada me
aborda con inquietud en mi oficina:
—¿Por qué Chávez y los demás voceros del gobierno son tan
cautelosos y hasta se pasan con ficha ante las reiteradas injeren-
cias de Estados Unidos?
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La Nube 183 11/09/12 17:27

Yo había hablado al respecto con otros amigos y pude respon-

derle de manera concisa.
—Fíjate, Estados Unidos hasta ahora había sido cuidadoso en
su lenguaje y ha ocultado muy bien sus faenas conspirativas. Des-
pués de la experiencia que tuvieron en abril, actúan de una forma
que le permite a Chávez ganar tiempo y evitar en esta etapa pug-
nas que favorecerían los planes contrarrevolucionarios.
Y al observar a mi compañero insatisfecho, eché mano de
nuestra propia cultura política.
—En silencio ha tenido que ser… –le digo en alusión a Martí y
él se ilumina.
—Está claro –dice y hace un gesto de picardía–. A veces lo me-
jor son los pases de muleta. ¡Chávez no se calla por gusto!
.....
PARTE DE GUERRA
14 DE DICIEMBRE
Esta vez Ortega habla en una nutrida concentración opo-

sitora en el distribuidor Altamira de la autopista Francis-
co Fajardo, en el este de la ciudad. La puesta en escena del
acto incluye un enorme letrero en la tarima de oradores,
que dice: «Ni un paso atrás. Chávez, vete ya. Vamos a con-
tarnos».
Ortega pronuncia el discurso principal y como siem-
pre vomita azufre. Califica al Presidente como el ladrón
más grande que ha parido la historia venezolana y «el co-
barde más grande de la patria, masacrando a tu pueblo en
el centro de Caracas y en la plaza Francia de Altamira».
Lee un comunicado de la Coordinadora Democrática que
denuncia que el gobierno entregó cuatrocientos fusiles a
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La Nube 184 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
fuerzas paramilitares y condena la contratación de perso-

nal extranjero para reactivar Petróleos deVenezuela.
En vísperas de comenzar la segunda quincena de diciembre,

el espíritu navideño se extiende entre muchas personas, sin im-
portar sus posiciones políticas. En especial surge la necesidad de
comprar los juguetes para el regalo que el niño Jesús les hará a los
más pequeños, al advenir la Navidad.
Madres, abuelas y también varios hombres se desplazan des-
de las zonas «escuálidas» a comprar los juguetes en tiendas de
los sitios más populares, debido a que los centros comerciales se
mantienen cerrados. En el oeste de Caracas las jugueterías aco-
gen la afluencia de compradores de todos los puntos de la ciudad.
Cuando paso por allí en esos días me satisface ver que muchos
adultos deciden no privar a sus pequeños de la alegría de recibir
un obsequio del niño Jesús. «Hasta ahí llega su compromiso con
el paro», murmuro.
Un tendero de Catia me comenta esa realidad con una simpá-
tica pregunta. «¿Cómo explicar a los inocentes que el niño Jesús se
declaró en huelga?», dice, feliz con las crecientes ventas, aunque
el periodista Edgardo Hernández me asegura que él conoce a una
persona que lo hizo… ¡y luego se persignó!
.....
PARTE DE GUERRA
15 DE DICIEMBRE
La Coordinadora Democrática en voz de Agustín Berríos

anuncia que esta será la semana crucial.
Alerta sobre venideros días duros «porque está cerca el
fin del régimen y el régimen se resiste a morir».
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Convoca al pueblo a una fase superior en la que se agudiza-

rán las acciones de desobediencia civil, «para lograr la renun-
cia del presidente y luego convocar a elecciones generales».
Cualquier buque que se desplace es importante. Mas hay uno

que es el símbolo creado por la propia contrarrevolución: el Pilín
León. Hasta trajeron de Inglaterra a la ex miss universo venezola-
na, que después de veinte años de su reinado se veía encantada de
volver a ser tan famosa: se pasea en un yate por el lago alrededor
de la embarcación que lleva su nombre y le lanza besos a la tri-
pulación mientras chilla: «¡Son unos héroes!, ¡son unos héroes!».
«Cosas veredes, Sancho», pensé mientras observaba en la pan-
talla el final del espectáculo: Pilín, la de carne y hueso, sobre la cu-
bierta del barco homónimo, saludando feliz a los secuestradores
de su propia identidad.
Carlos López Peña es capitán de altura, un hombre alto de piel
quemada, cabello trigueño y rostro adusto pero afable, con más
de veintidós años de experiencia y cincuenta y nueve de edad.
Nació en la sierra de Coro, en Falcón, y a los veintiún años pasó
la escuela naval venezolana. Durante diez años capitaneó buques
cisternas de Pdvsa, incluso el Maritza Sayalero, gemelo del Pilín.
Se conoce el lago de Maracaibo igual que cada palmo de su casa,
donde vio indignado por televisión, los días 4 y 5 de diciembre,
cómo detenían los barcos de PDV-Marina.
«Ojalá pudiera multiplicarme para moverlos a todos», piensa
una y otra vez Carlos, quien nunca había imaginado que sus co-
legas devinieran piratas en pleno siglo xxi. «Y sin pata de palo»,
repite a sus amigos al comentar lo que ocurría, con el humor
espontáneo que siempre lo acompaña.
Ahora trabaja en una empresa naviera privada que transporta
cemento, pero no puede aguantar las ganas de ayudar a mover los
barcos. Se acerca al departamento de personal de PDV-Marina; no
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L A NU B E NE GR A
encuentra a nadie, va a capitanía de puerto y no le responden. De-

cide llamar a la madre del ministro Rafael Ramírez, a quien cono-
cía porque su hermano mayor –fallecido– había sido compañero
de luchas del padre de Rafael en la Fuerza Armada de Liberación
(FAL). Pronto contactan a Carlos, quien acepta con naturalidad
mover el Pilín León, que para él era como conducir un auto.
Carlos y sus compañeros salen en un avión militar desde Fal-
cón, acompañados de diez soldados armados y un general. Llegan
de noche a la terminal de la fuerza aérea de Maracaibo. Al bajar
todo queda oscuro: el avión, las instalaciones… y hasta los vehículos
comienzan a desplazarse con las luces apagadas. Carlos se sobre-
coge, pues se percata de que forma parte de una operación militar,
aunque uno de sus compañeros está más nervioso.
—Oiga, capitán, esto asusta un poco, ¿verdad?
—Yo siempre he dicho: el miedo es gratis… ¡y es para todos!
–alega Carlos sin demora y lo hace sonreír.
El jefe de la capitanía de puertos de Maracaibo se niega a re-
conocer las credenciales de la nueva tripulación y es destituido.
Antes de abandonar su oficina llama sobresaltado a una televisora
y declara: «La vida de los tripulantes del barco, el ambiente y la
población de la ciudad están en peligro».
Durante días y noches los medios golpistas mantienen una
campaña de terror, diciendo que si el gobierno movía los barcos
fondeados en el lago, estallarían y la onda expansiva arruinaría
buena parte de Maracaibo.
Chávez dirige cada detalle para atracar el emblemático buque
cuanto antes. El domingo 15 de diciembre lo abordan treinta efec-
tivos militares de la Armada, la Guardia Nacional y el Ejército,
bajo el mando del general Alberto Gutiérrez, jefe de la guarnición
de Maracaibo. El objetivo es conducir el buque hasta el puerto de
Bajo Grande, al sur del lago, y descargar allí los cuarenta y cuatro
millones de litros de gasolina.
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Minutos después del abordaje, Juan Fernández hace un nuevo

llamado a incrementar las movilizaciones para obtener la renun-
cia del Presidente. Los petroleros golpistas saben que ha empeza-
do un contrataque.
La nueva tripulación puede subir al buque tres días después,
pese a la resistencia de fanáticos que se aglomeran alrededor de
la nave para protestar en lanchas y yates lujosos. Les gritan im-
properios. Incluso intentan rodear el ancla, con alto riesgo para
sus vidas. El show se transmite por todos los canales de televisión
comerciales.
.....
PARTE DE GUERRA
16 DE DICIEMBRE
«Chávez se ha convertido en un dictador», vocifera Ortega.

Invita a los colectivos opositores a permanecer en la
calle y no ceder ante «los círculos violentos».
El ambiente navideño propicia que se abra paso una corriente

de opinión favorable a ejercitar la tolerancia. A veces el uso del
término proviene de opositores que simulan neutralidad; otras,
de intermediarios como Gaviria, que busca favorecer con astucia
el plan de sacar a Chávez. Por su parte, los revolucionarios y el
líder enarbolan la necesidad de ser tolerantes sin violar la Cons-
titución y las leyes.
Por ejemplo, Gaviria declara: «Venezuela es un país pacífico y
siempre ha sido tolerante; esa tolerancia se está perdiendo y eso
es lo que los venezolanos deben recuperar para apoyar los es-
fuerzos de la negociación». Al respecto, el presidente del Consejo
Legislativo de Vargas, Alexis Toledo, me confiesa: «Gaviria desde
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La Nube 188 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
que está en Venezuela nada ha dicho de la campaña golpista que

orquestan los dueños de los medios y no se ha pronunciado sobre
la guerra sucia de los fascistas». Esa es la opinión que captamos en
mucha gente del pueblo. José Vicente Rangel lo dice del siguiente
modo: «En un estado democrático, gobierna también la oposición.
[...] Si hay una oposición golpista, provocadora y aventurera, eso
incide directamente sobre la vida de un país».
A Chávez lo atacan sus adversarios de ser intolerante, por no
aceptar las presiones que ejercen para sacarlo de la presidencia
de forma inconstitucional. Chávez responde así al diario francés
Le Monde: «Soy jefe de Estado, pero también soy un líder respon-
sable de un proyecto político. En circunstancias excepcionales,
como las que vivimos en este momento, debo orientar y guiar a
los que creen en este proyecto».
Y al leerlo, su conducta me hace recordar estas palabras del au-
tor de La montaña mágica, el novelista estadounidense Thomas Mann:
«La tolerancia es un crimen, cuando lo que se tolera es la maldad».
.....
Muchos comerciantes saben que su ganancia de diciembre equiva-

le al éxito de todo el año. La dirección opositora les ha hecho creer
que el paro terminará en poco tiempo. Pero cuando pasa el día 15
de diciembre y se acercan las fiestas navideñas, salvo en las zonas
comerciales de los pudientes, los comerciantes no aguantan más y
en pocos días casi todos levantan sus santamarías. Varios tenían el
temor de que la oposición les quemara los negocios si abrían. Por
eso, el alcalde Bernal desplazó la policía municipal y les dio pro-
tección diaria hasta las diez de la noche. Y como los grandes cen-
tros comerciales del este permanecían cerrados, los tenderos del
resto de la ciudad sintieron que también podían aprovechar esa
oportunidad. En el resto del país esto ocurrió con más rapidez.
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Una tarde de esos días decembrinos, recorro el centro de Ca-

racas en el auto y a pie. Y cuando camino cerca de la alcaldía Li-
bertador me encuentro con Freddy Bernal, rodeado de un grupo
de buhoneros que le decían cosas.
—¿Cómo está el paro por aquí? –le pregunto en voz alta al
alcalde y todos me escuchan y se ríen.
—¡El paro se jodió, embajador! –responde Freddy y aquello
termina en aplausos y consignas revolucionarias. «El paro se jo-
dió», me digo, y los saludo con el puño izquierdo erguido.
.....
PARTE DE GUERRA
17 DE DICIEMBRE
Ortega dice que el pueblo está en la calle porque se resiste

a vivir en un régimen autoritario.
Anuncia para el siguiente día un nuevo trancazo desde
las seis de la mañana hasta la una de la tarde.
Otra vez el trancazo provoca reacciones encontradas entre los

ciudadanos afines a la oposición, quienes son respaldados por una
parte de los medios de comunicación privados, en particular la prensa
plana. El ministro de Interior, Diosdado Cabello, expresa que ese tipo
de protesta no tiene ningún sentido porque «el gobierno no es el afec-
tado directamente; además, coarta una serie de derechos que tenemos
todos los venezolanos, como es el de libre tránsito y la libre circula-
ción por todo el territorio nacional». Responsabiliza a las autoridades
municipales y dice que el gobierno nacional tiene los planes para im-
pedirlo y que cualquier policía municipal puede ser intervenida.
A propósito del reiterado estilo agresivo de ambos Carlos y
otros dirigentes golpistas, José Vicente Rangel dice que ellos «utili-
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L A NU B E NE GR A
zan un tono de inusitada virulencia que podría interpretarse como

muestra del estado de desesperación que los invade». Lo más
preocupante, aduce, «es que señalan al presidente Hugo Chávez
como una especie de blanco para cualquier tipo de aventura, bien
sea el golpe, la acción terrorista o el magnicidio».
.....
PARTE DE GUERRA
18 DE DICIEMBRE
La Coordinadora Democrática acuerda dar un respiro a

los marchistas de Caracas y concentrarse en el interior del
país. Ortega, en un tono sorprendentemente suave, pide a
los simpatizantes de la oposición reunirse en familia para
evaluar el éxito del paro y rogarle a Dios por una salida a
la crisis.
Lo más destacado por la prensa privada y los voceros adver-

sarios es un curioso juego de futbolito que practicaron opositores
y chavistas en la autopista de Prados del Este, durante el último
trancazo.
Varios dirigentes opositores exaltan el mensaje conciliador
de ese partido de fútbol espontáneo en la calle (caimanera, en
Venezuela), en contraste con la supuesta postura agresiva de
Chávez. Tanto lo reiteran, que llego a sospechar que se trata de
otro montaje. Por ejemplo, William Ojeda dice que ese partido
«tiene una carga simbólica que hace sucumbir el lenguaje guerre-
rista del gobierno».
Las intenciones no son limar asperezas o buscar la concordia,
sino deslegitimar a Chávez y desmovilizar al pueblo.
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PARTE DE GUERRA
19 DE DICIEMBRE
Ortega denuncia un posible autogolpe del presidente

Chávez. «La oposición se declara en alerta permanente
ante esta información extraoficial. No estamos comprome-
tidos con golpes ni con autogolpes. Estamos comprometi-
dos con el pueblo de Venezuela para asumir la defensa del
régimen de libertades y la democracia».
Cuestiona el dictamen del Tribunal Supremo de Justi-
cia que ordena el restablecimiento de la actividad petrole-
ra. «No nos intimidarán con esa decisión».
Carlos Fernández dice que la responsabilidad del desa-
bastecimiento de combustible, alimentos y medicinas es del
gobierno nacional: «El gobierno se hace de oídos sordos y
agrede a los empresarios a través de la confiscación y el
secuestro en vez de allanar la salida electoral».
Un hecho inesperado pone aún más los vientos a favor de la

ofensiva bolivariana. El 19 de diciembre, la sala constitucional del
Tribunal Supremo acuerda una medida cautelar a favor de la so-
licitud presentada por Félix Rodríguez, gerente general de Pdvsa
en occidente. El tribunal da la orden «a todas las autoridades y
particulares vinculados con el restablecimiento de la actividad
económica e industrial de la referida sociedad mercantil, de acatar
todos aquellos decretos y resoluciones emanados de los órganos
competentes, cuya finalidad sea lograr la puesta en funcionamien-
to de la industria petrolera y sus derivados».
Asimismo, la sala se declara competente para conocer la acción
de amparo, también interpuesta por Rodríguez «contra los hechos,
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La Nube 192 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
actos y omisiones provenientes de los integrantes de una asocia-

ción que dicen llamar Gente del Petróleo», a quienes se les notifi-
caría en menos de noventa y seis horas la primera audiencia oral.
«¡Bingo!», grita por teléfono mi amigo el embajador, ensegui-
da que supo de estas decisiones, y agrega: «El paro venía perdien-
do oxígeno, y con esto se acaba de morir».
.....
PARTE DE GUERRA
20 DE DICIEMBRE
Bajo la premisa de «Miraflores es de todos», la Coordinado-

ra Democrática anuncia que evalúa la posibilidad de realizar
otra «mega marcha» esta vez con el afán de llegar al Palacio.
Ortega explica que la medida se hará «tomando en
cuenta las exigencias del pueblo» y pide a chavistas y an-
tichavistas que participen en la actividad cuando llegue el
momento «para exigir la salida electoral».
Con el lema «La última marcha será hasta Miraflores» la

oposición moviliza sus huestes desde cuatro puntos de Caracas
para exigir la convocatoria a elecciones adelantadas. Las mar-
chas se unen en la Plaza Venezuela. Allí, en una tarima frente
al edificio La Previsora, demasiado pequeña para la cantidad de
dirigentes que se disputan el micrófono, varios de ellos alardean
que pronto se haría la última marcha y que llegaría a Miraflores.
Bajo un inclemente sol, a las tres de la tarde muchos de los
participantes caminan un kilómetro hasta el hotel Meliá Caracas,
donde se hospeda Gaviria, para enviarle un mensaje a la OEA, y
varios cientos aún tienen energías para ir hacia Pdvsa-Chuao a
seguir cocinándose en su salsa…
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La Nube 193 11/09/12 17:27

Los comerciantes ambulantes que habían inundado el bulevar

de Sabana Grande aprovechan la ocasión para vender sus mercan-
cías a los marchistas, o al menos para que sepan dónde pueden
adquirirlas. Desde que Freddy Bernal los reuniera a principios de
diciembre y les diera luz verde para desplegar sus tarantines, ellos
se habían multiplicado en todas las zonas comerciales.
En Sabana Grande cubren varias cuadras y ni los arbustos ni
los bancos quedan visibles. Allí se encuentra de todo: relojes, ropa
interior y de vestir, zapatos, tenis, cuadros de pared, artículos de
Navidad, juguetes, estuches para celulares, pilas, agendas, libros,
CDs, juegos electrónicos... Los precios son altos, a pesar de que no
pagan impuestos, pues se rigen por el mercado y el paro los be-
neficia: la demanda es mayor que la oferta. Por eso no me parece
extraño oírle decir a un buhonero, tal vez en broma: «Claro que
estoy de acuerdo con el paro, mi pana, ¡por lo menos que lo hagan
un mes cada año!».
.....
PARTE DE GUERRA
21 DE DICIEMBRE
Ortega dice colérico: «Doctor Gaviria, ¿se ha preguntado

usted si no será que el gobierno se lo está vacilando? Quie-
ro que sepa que nuestros problemas los arreglamos noso-
tros mismos».
Enfatiza que se ha desatado desde el gobierno una per-
secución represiva contra la marina mercante.
Tanto él como Carlos Fernández aseguran que la nue-
va tripulación del Pilín León está integrada por extranjeros,
entre ellos varios cubanos.
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L A NU B E NE GR A
Los militares y los nuevos tripulantes del Pilín León conviven

con la tripulación destituida hasta el 21 de diciembre, debido a la
resistencia jurídica que hace el capitán pirata, asesorado por sus
jefes golpistas, y a la necesidad de verificar si el barco había sido
saboteado.
«¡Por fin lo arrestaron!», piensa Carlos López Peña al ver que
la guardia costera se lleva detenido al capitán Daniel Alfaro, cuyo
acento chileno se le hace más visible en su tozudez.
De los veintiocho tripulantes, veinticuatro acompañan a Alfa-
ro. Se quedan con la nueva tripulación que capitanea Carlos, un
contramaestre y dos marineros del servicio de cocina, los cuales
habían hablado con Chávez vía celular hacía varios días y ofrecie-
ron información útil para el operativo de rescate.
López Peña respira profundo y se dispone a desperezar aquel
inmenso animal de acero, que contenía en su barriga el equivalente
a dos mil camiones cisternas de combustible. Desde las kilométricas
colas de gasolina en Maracaibo, miles de personas no le quitan la
vista a la mole, y en sus hogares los demás marabinos permanecen
expectantes, muchos con optimismo, otros llenos de odio o temor.
El experimentado capitán da la orden de subir el ancla. Y al
iniciar la marcha a las 3:55 de la tarde hacia el gigantesco puente
del lago que dista dos millas, se cae la potencia eléctrica de manera
alarmante. Carlos decide girar y realizar una vuelta para determi-
nar las causas y hacer los ajustes necesarios. Horas antes, cuando
los técnicos revisaron los cuatro generadores eléctricos, compro-
baron que solo funcionaba el primero, pues a dos les habían echa-
do agua en los pistones y el otro estaba en mantenimiento.
Después, al alcanzar la velocidad de media máquina se dis-
paran todas las presiones hacia arriba y tienen que fondear de
emergencia para ajustar las válvulas termostáticas del sistema
de refrigeración, que tenían los valores alterados y fue necesario
activar la variante manual.
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El humo negro que sale de la chimenea provoca más tensión

en la mayoría de los espectadores y alegría en una parte de ellos;
todos mantienen sus ojos sin pestañar, desde los barrios cercanos
a la ribera hasta las zonas más altas de Maracaibo con visibilidad
hacia el sitio.
A las 4:25 de la tarde el gobierno nacional inicia una cadena
en la que el ministro de Defensa informa que por orden del Pre-
sidente se creó un comando unificado militar-civil para atender
la situación excepcional en Pdvsa. El objetivo es garantizar acti-
vidades de interés vital, como la industria petrolera y el abasteci-
miento alimentario, además de problemas de seguridad y defen-
sa. Advierte, además, que serán sancionados quienes impidan la
reactivación de la industria petrolera tras el fallo del Tribunal
Supremo.
Por fin el Pilín León, luego de ejecutar dos vueltas, enrumba
hacia su destino, guiado por Ramón Dávila, un práctico de la
capitanía del puerto que había recorrido horas antes cada metro
de la trayectoria que haría el buque y se convirtiera en su lazarillo.
Carlos acelera al tener frente a sí el colosal puente Rafael Urda-
neta, que había atravesado cientos de veces. En esta ocasión, ima-
gina de pronto que él es un Quijote enfrentado no a los molinos
de viento, sino a las televisoras que habían logrado convertir un
simple barco y una operación rutinaria en una imagen alucinante.
Pasadas las cinco de la tarde el Pilín León llega al muelle de
Bajo Grande con la sirena gozosa, en el municipio de San Fran-
cisco –al sur de Maracaibo–, y el pueblo lo espera desbordado de
alegría en las calles.
En Fuerte Tiuna ningún militar se pierde un instante la saga, y
cuando ven que el barco por fin atraviesa el puente, imaginan que
es un balón de fútbol que pasa por debajo del arco, lanzado por
algún jugador de la vinotinto en un partido decisivo, y se escucha
al unísono una explosión de júbilo: ¡Gooool!
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L A NU B E NE GR A
Mientras tanto la oposición decide adelantar la hora del «par-

te de guerra» para disminuir el impacto del decisivo gol en su
contra. Las televisoras privadas dividen la pantalla en dos porque
en minutos se había desvanecido la siniestra campaña de la gran
explosión cuando se moviera algún buque.
Chávez veía por televisión el operativo del lago que él diri-
gía, y cuando el Pilín León comienza a dar la primera vuelta, el
líder bolivariano siente una energía ciclópea que lo levanta de su
asiento. «¡Vámonos para allá!», le dice al ministro Ramírez que lo
acompaña en Miraflores.
En media hora despegan en un avión rumbo a la base aérea
de Maracaibo, donde arriban a las 6:30 de la tarde. Abordan un
helicóptero militar que sobrevuela la ciudad y observan inmensas
colas de carros en espera de gasolina, y por alguna razón, mucha
gente presumía que allí iba el Presidente y ondean las banderas
para saludarlo.
Chávez utiliza una lancha para poder acceder al barco y en el
muelle unos obreros le explican que ya ellos habían tomado varias
de estas y remolcadores privados, detenidos y saboteados por sus
dueños. Él los estimula a continuar en la batalla y les asegura que
pronto esos bienes serían del pueblo.
Carlos, el resto de la tripulación y los militares que se encon-
traban en el buque no podían imaginar que en tan breve tiempo
tendrían a su lado al Presidente y organizan una fila de marineros
anfitriones para darle la bienvenida a bordo. Chávez derrama su
buen humor, hacen bromas y anécdotas de lo ocurrido y dialoga
vía celular con familiares de los tripulantes.
Al salir eufórico del barco tres horas más tarde, a las 10:45 de
la noche, el líder bolivariano le dice unas palabras al diario Pano-
rama, uno de los pocos equilibrados del país: «Allí hay una tripu-
lación con un altísimo grado de moral, el capitán López, los tripu-
lantes, los maquinistas, civiles y militares, venezolanos de todas
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La Nube 197 11/09/12 17:27

las latitudes [...] que han conformado una tripulación de patriotas

que liberó el barco, dando un ejemplo a Venezuela de una gran
capacidad técnica, sobre todo de una gran moral».
«Hasta dijeron que el capitán del barco era Fidel Castro…», –ex-
presa Chávez al reportero en jarana, para burlarse de las mentiras
propaladas esa tarde. «Son todos venezolanos y si hubiera algún ex-
tranjero no tendríamos ningún tipo de problema en decirlo al país».
.....
PARTE DE GUERRA
22 DE DICIEMBRE
Después de veintiún días de huelga el gobierno «no de-

bería estar violando las leyes. Con una crisis como esta
debería estar negociando», expresa Ortega entre prepo-
tente y desconcertado.
Agrega: «El paro cívico continúa hasta que Chávez re-
nuncie. Estamos resteados y firmes para lograr el objetivo
de celebrar elecciones libres».
Lo que ocurrió en el Pilín León –dice– fue una cadena
de fracasos del gobierno, «porque después de poner la có-
mica varias veces Chávez tuvo que violar la ley para movi-
lizarlo». Reitera que dos prácticos cubanos intervinieron
en la movilización del buque.
Ese día nuestra embajada, en nombre del gobierno cubano,

por medio de un comunicado refuta «las difamaciones que lan-
zan en su contra de manera irresponsable y provocadora algunos
personeros políticos como Carlos Ortega y Carlos Fernández, por
afirmar que tripulantes cubanos operan el Pilín León y que habría
penetración de agentes cubanos en unidades militares».
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L A NU B E NE GR A
.....
PARTE DE GUERRA
23 DE DICIEMBRE
Ortega: «Rechazamos la desfachatez de José Vicente Ran-

gel de proponer una tregua navideña. Es cierto que esto es
una Navidad no bonita…».
«El nacimiento del hijo de Dios nos da entereza y cora-
je en torno de la meta: lograr al menor plazo posible salir
de Chávez y la celebración de elecciones transparentes.
¡Ni un paso atrás!»
Para esperar la Navidad, Ortega convoca a un gran ca-
cerolazo en la Nochebuena.
Carlos Fernández afirma que «todos nos vemos perju-
dicados por esta crisis. No hay distinción. Los que apoyan
al Presidente también hacen colas y las padecen».
Juan Fernández amenaza, queriendo imitar a los dos
Carlos: «Hoy hubo más despidos de gerentes, y esto agra-
va la situación…». Y después agrega, para hacerse el sim-
pático: «Nosotros preferimos una feliz libertad y un prós-
pero nuevo gobierno».
Auténtico cristiano, al igual que en años anteriores el presi-

dente Chávez envía su mensaje a la nación al comenzar la Noche-
buena. En el sitio de la alocución hay un sobrio pesebre casi de
tamaño natural, para representar el nacimiento humilde del niño
Jesús en Belén.
Chávez viste una camisa roja de manga larga, un pantalón
de faena y tenis deportivos blancos. Habla sentado, venturoso,
junto a su hija mayor Rosa Virginia y rodeado de doce niñas y
niños, quienes lo escuchan casi todos sonrientes, salvo los tres de
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mayor edad, quizás porque comprenden que ni en Navidad unos

hombres que también decían ser cristianos quisieron apaciguar
el país. Chávez pronuncia sus palabras con deleite y fluidez:
Navidad es la llegada del niño Jesús, este Cristo redentor

hecho niño. Este Cristo, este Dios hecho hombre y hecho
niño. Esa es la Navidad, el espíritu profundo de la Navi-
dad y la llegada del niño Jesús es el renacimiento en la bús-
queda de la paz, del amor entre todos nosotros, hermanos
y hermanas de este país y de este mundo.
Bienvenido pues el niño Jesús, con el espíritu de la lucha
por la igualdad, por la paz, por la felicidad de todos noso-
tros. Niño Jesús bendito, con nosotros estarás. Llegó el niño
Jesús, llegó la Navidad. ¡Feliz Nochebuena! ¡Feliz Navidad!
.....
PARTE DE GUERRA
25 DE DICIEMBRE
Ortega informa que el paro continúa pese a que el pueblo

«vivió una Navidad amarga». Critica las acciones del go-
bierno para recuperar el control de los buques petroleros
y restablecer el suministro de combustible.
Reitera que el paro ha sido un éxito y exhorta a esta-
blecer la salida electoral en la Mesa de Negociación. Anun-
cia que el paro se acaba si Chávez acepta el referendo del
2 de febrero, y de perderlo, debe llamar a elecciones gene-
rales en treinta días.
La oposición tenía razones para estar amargada en Navidad:

no había logrado su propósito de comerse las hallacas sin Chávez.
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L A NU B E NE GR A
Y para no perder la ilusión nombra a 2003 «año de la libertad» y

piden a través de anuncios publicitarios que su gente cargue las
pilas para realizar el 3 de enero en Caracas otra marcha de sesgo
agresivo: «La gran batalla».
En la plaza de Altamira, sitio por excelencia donde los niños
suelen juntarse para estrenar sus juguetes el día de Navidad, solo
había un pequeñín disfrazado de Spiderman, con sus ojitos ansio-
sos porque lo rodeaban adultos de rostros serios que ni siquiera
lo miraban y no tenía con quien retozar.
El pueblo bolivariano sale a las calles a festejar. Realizan parran-
das y bailes de gaitas –esa contagiosa música típica de Maracaibo
que inunda Venezuela en los días navideños–; un amplio grupo
de bolivarianos vestidos de San Nicolás, Constitución en mano,
reparte juguetes en la plaza Bolívar y en otros sitios de Caracas;
frente a Pdvsa en La Campiña hacen una gran cena en Nochebue-
na y al siguiente día celebran una misa por la paz.
A pesar de las dificultades para conseguir algunos ingredientes
–en especial la harina de maíz– y, en ocasiones, la carencia de gas,
la mayoría de las familias venezolanas se las ingenian para hacer las
deliciosas hallacas navideñas y muchos hijos e hijas tienen la satis-
facción de volver a decir que las mejores son las que hizo su mamá.
.....
PARTES DE GUERRA
26-31 DE DICIEMBRE
Carlos Ortega: «El pueblo ha dado una muestra de inmen-

sa solidaridad y decisión inquebrantable para salir de la
pesadilla de Chávez, lo cual logrará. [...] El pueblo sabe lo
que se está jugando y prefiere perder lo material antes que
dejarse arrebatar la democracia, sobre todo la libertad».
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Los logros del paro «están a la vista y el primero de

ellos es que se ha desenmascarado al gobierno». Acusa al
Presidente de ser el único responsable de la crisis energé-
tica y alimentaria del país.
Agrega: «Estamos ganando la guerra. [...] Usted, señor
Chávez, está acorralado. [...] El paro va a continuar hasta
las últimas consecuencias».
Carlos Fernández: «Que sepa el oficialismo que con
cada hora que pasa nos hacemos más fuertes porque so-
mos más y más». Asegura que el referendo consultivo va
«duélale a quien le duela». Y aunque reconoce que no es
vinculante –según la norma constitucional–, señala que sí
lo será «y demostrará lo que ya el mundo sabe, que no que-
remos al teniente coronel Hugo Chávez como Presidente».
Fernández dice que Venezuela en 2002 se convirtió
en un país más pobre debido al desempeño del gobierno,
«que ha hecho retroceder todos los indicadores económi-
cos». Y ofrece cifras: «El desempleo cerrará en 20 por ciento,
la inflación alcanzará un 35 por ciento y el PIB retrocederá
un 8 por ciento». Se apoya en estos datos para reiterar que el
Presidente debe renunciar y permitir elecciones adelantadas.
El 31 de diciembre Ortega hace un balance apologético
del paro, ratifica que se reforzará en enero, que están más
cerca del triunfo y felicita a todos los factores que intervie-
nen en su realización.
En los partes de guerra de los últimos días del año los prin-
cipales voceros de la contrarrevolución se esmeran para dar la
impresión de que el plan terminaría de manera exitosa. Ellos sien-
ten cada vez más los contrataques de la revolución. Perciben que
aumentan las críticas y las insatisfacciones entre sus propias filas,
en especial en muchos empresarios medios, y también por parte
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de los más pudientes. No ven luz al final del prolongado paro, que
ya les ha traído consecuencias desastrosas para sus negocios.
Se acrecienta la escasez de gasolina, con su secuela de inmen-
sas colas, y lo mismo ocurre con las bombonas de gas para coci-
nar. A pesar de las decenas de miles de toneladas de alimentos
que el gobierno importa y de la entrada directa de mercancías
colombianas por la frontera, hay dificultad y especulación con
algunos productos esenciales como la harina para hacer arepas,
arroz, leche en polvo y enlatados, además de cervezas y refrescos.
Para mantener la calentura en sus filas, los jefes de la contrarre-
volución inventan minimarchas simultáneas en Caracas y en otras
ciudades como Maracaibo, Valencia y Barquisimeto.
El pueblo bolivariano sigue movilizado. Intensifica sus accio-
nes para reactivar Pdvsa y avanza en todos los escenarios. El 27 de
diciembre, en Careneros, en el estado de Miranda, Chávez pro-
nuncia un importante discurso en ocasión de condecorar a más
de ochenta trabajadores y gerentes petroleros, a la tripulación del
Pilín León y a varios militares. Allí anuncia: «Hemos sobrepasado
la situación más crítica y estamos en franca mejoría».
Chávez adelanta el significado estratégico que tendría el con-
trol real de Pdvsa por el Estado, al poderse «usar como una de
las armas más poderosas para derrocar el hambre, el atraso, la
miseria y darle a Venezuela una libertad plena política, económica
e igualdad social».
Finalmente, en su programa Aló Presidente del 29 de diciem-
bre, exige a Fiscalía y al poder judicial que procedan según el có-
digo penal y castiguen a los traidores a la patria:
Yo estoy de acuerdo con que deben ir a prisión estos se-

ñores que todos los días en cadena de televisión privada
ofenden y difaman. [...] El código penal establece el delito
de traición a la patria y está penado con presidio, pero no
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me corresponde a mí esa decisión, sino invitar, como los

venezolanos pedimos, a poner mano dura a la Fiscalía y al
poder judicial. Esto es un reclamo de toda Venezuela.
.....
La Mesa de Negociación y Acuerdos no llega a ningún resultado

concreto en el resto de diciembre. Ambas partes mantienen sus
posiciones: ganan tiempo para conseguir la victoria en los esce-
narios de pelea. Gaviria lo sabe y abandona el país en los días de
Navidad y desde el 28 de diciembre hasta principios de enero.
En el ámbito internacional se pronuncian casi todos los go-
biernos del mundo con intereses en América Latina y en especial
en Venezuela. También la OEA y el Grupo de Río. El factor común
es la visión de que debe encontrarse una solución por los propios
venezolanos, que respete su Constitución y sea de manera pacífi-
ca. En igual sentido se define el secretario general de la Organiza-
ción de Naciones Unidas.
El canciller de Dinamarca, que ostenta la presidencia de la
Unión Europea, y Colin Powell, se refieren a Venezuela como uno
de los tres lugares del mundo que más preocupan a los gobiernos
de Washington y de la Unión Europea, y abogan por una solución
urgente, «constitucional, pacífica, políticamente viable y electo-
ral». La OPEP le manifiesta al gobierno su apoyo. El presidente de
Rusia, Vladimir Putin, se une al llamamiento de la OEA y se brinda
para ayudar en la mediación. El recién electo presidente de Brasil,
Luis Inacio Lula, envía a Caracas a su asesor internacional para
recabar información y adelanta que la solución debe ser «por la
vía del diálogo y no de la imposición».
El 16 de diciembre el Consejo Permanente de la OEA, luego
de extensas sesiones negociadoras, emite una declaración en la
que avala la necesidad de una solución «pacífica, constitucional,
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democrática y electoral» al conflicto venezolano y exalta la labor

en Caracas del secretario general. Tanto el gobierno como la opo-
sición se adjudican el apoyo de la OEA. En realidad, el texto revela
un balance gubernamental de fuerzas en el hemisferio, que si bien
no favorece las posturas de la Revolución Bolivariana, tampoco
puede transgredir las pautas de la Carta Democrática de la Orga-
nización de Estados Americanos.
Gaviria entrega al gobierno y a la oposición el 18 de diciembre
un extenso documento de veinticuatro puntos, como base para un
posible acuerdo global, que incluye desde el tema de poner coto a
la violencia hasta la salida electoral.
Por su parte, la Asamblea Nacional venezolana decide crear
una comisión especial para dar seguimiento a los avances de la
Mesa y agilizar el apoyo del poder legislativo a los acuerdos que
se adopten.
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Fin de año
Chávez me invita a Miraflores el 31 de diciembre. Estoy allí cinco

minutos antes del mediodía y pronto me recibe, aunque esta vez
lo hace en el salón presidencial destinado a los diálogos oficiales
–con muebles de estilo decimonónico, a tono con el sitio proto-
colar. La razón de vernos allí no es formal. Ese espacio es la vía
de salida y entrada al área privada donde vive, en el primer (y
último) piso del Palacio, desde que regresara a Caracas el 14 de
abril, porque la Casona radica en una zona del este de Caracas y
los fascistas no cesan de asediarla.
Lo observo radiante, como el niño que consigue sus juguetes
predilectos el Día de Reyes. Está vestido con pantalón y camisa
deportivos, y es obvio, por el dispositivo de seguridad que lo es-
pera fuera, que se dispone a viajar. Al saludarme, pregunta por mi
esposa e hijo y los demás compatriotas que están en Venezuela.
—Quería verte para enviarle un abrazo a Fidel y un saludo al
pueblo cubano por el aniversario de la revolución –dice al sentarnos.
—Felicidades para ti y la familia, y a este querido pueblo que
termina uno de los años más gloriosos de su historia –respondo
sin ocultar la emoción y sus pupilas relucen.
—Así es, Germán, el intento de golpe ya está derrotado, aun-
que los estragos son inmensos y tendremos que realizar un enor-
me esfuerzo para recuperarnos –observa e ingiere su infaltable
café guayoyo.
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—Aprecio a la oposición desconcertada: el plan que hicieron

con los gringos preveía obligarte a tirar la toalla en una semana…
—Nos hicieron pelear a la riposta casi todos los rounds, a veces
incluso contra las cuerdas. Por eso se confundieron y creían que
pronto caeríamos –dice en jerga boxística y siempre de buen humor.
—Claro, aún quedan algunos rounds –sigo su misma rima–. Y aun-
que tienen menos aire, han demostrado poseer fuerza, perseverancia
y van a seguir tirando golpes bajos. Hay mucha plata en juego.
—Dile a Fidel que mañana 1ro. de enero iniciamos la ofensiva
estratégica. Ellos son los que van a tirar la toalla…
Chávez sorbe un trago de agua, se pone de pie de un salto –con
ese contagioso deseo suyo de vivir– y me despide con un afectuo-
so abrazo.
—Estoy saliendo hacia Barinas, a esperar el año con mi familia
–dice radiante, y yo le agradezco con una sonrisa la energía que
me acaba de insuflar, al finalizar el año más crucial de la Revolu-
ción Bolivariana.
Al apreciarme tan distendido cuando vamos en el auto hacia
la embajada, después de tantas jornadas de tensiones, mi chofer
Mario Pérez no puede contenerse.
—Lo veo muy contento…
—No es para menos, hermano. Acabo de hablar con un triun-
fador. Esta noche tenemos dos motivos para celebrar.
Mientras el auto se desplaza por el centro de la ciudad, el bu-
llicio y la alegría de la gente me hacen sentir aún más feliz.
.....
Cuando llego a la oficina, leo los diarios matutinos y me parecen

hojas otoñales. Una entrevista al alcalde Capriles Radonski en El
Universal me suscita esa imagen marchita: «La salida es la misma
que lleva casi un mes repitiéndose: elecciones», dice con el guion
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bien aprendido. Después trata de ser original, sin salirse de la

pauta: «Si yo estuviera en los pantalones de Chávez le hubiese
buscado una salida política a eso y hubiese llamado a elecciones».
Y concluye con una burda ironía: «Sobre todo porque él asegura
contar con el apoyo popular». Sin duda, Radonski fue retratado
por Julius Marx: «Es mejor estar callado y parecer tonto, que ha-
blar y despejar las dudas definitivamente».
El alcalde diestro en subir escaleras culmina así el año 2002, suma-
do al plan golpista, aunque trata de no perder su maquillaje de colores
rosados. Esa noche del 31 de diciembre se le ve en la autopista Fajar-
do, a la altura del distribuidor de Altamira, junto a miles de personas
que acuden allí a esperar el nuevo año y bailan sobre el pavimento a
ritmo de la Billo’s Caracas Boys. Las televisoras privadas también se
encadenan para transmitir la asombrosa fiesta, digna de los mejores
clubes y hoteles cinco estrellas de Venezuela, en fecha tan especial.
Al siguiente día tuve más detalles gracias a una crónica de El
Universal que no tiene desperdicio:
No faltó el traje de gala, el vino, el whisky (del bueno), el

ponche crema, el pan de jamón, la mesa vestida, las bufan-
das, los sobretodos, las gorritas happy new year, los pitos,
el trencito y un fastuoso espectáculo pirotécnico a la altura
de los mejores del mundo, solo que en un país del tercero,
paralizado desde hace ya un mes a la espera de que renun-
cie, o se cuente, su Presidente.
Y como no pudieron hacer realidad en 2002 su consigna más

anhelada, a las doce de la noche muchos de los frustrados mar-
chistas, en uno de sus escenarios predilectos –ya pasados de tra-
go–, la recuerdan con sus copas de champán en alto: «¡Se fue, se
fue, se fue…!». Y en vez de decir Chávez, drenan su frustración con
una chanza: «¡El año 2002, se fue…!».
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Pdvsa: la justa crucial
Tampoco tuvieron una Navidad normal los trabajadores y geren-

tes de Pdvsa –y sus familiares–, que junto a los militares y otros
muchos ciudadanos seguían en la lid para derrotar el criminal
sabotaje y normalizar el sistema petrolero. Varios ni siquiera pu-
dieron degustar la tradicional hallaca, el pan de jamón y el dulce
de lechosa (papaya). Aunque sienten un goce paradójico: con ese
sacrificio inesperado devienen salvadores de la patria, el mejor
regalo que podían hacerle a los «chamos» de Venezuela el día del
niño Jesús.
Así como la clave del plan golpista fue sabotear y paralizar la
industria petrolera, la efectividad de la respuesta bolivariana a tal
acometida sería determinante para derrumbar todo el proyecto
enemigo. Era su viga maestra.
La envergadura y complejidad de lo que sucede en Pdvsa solo
es posible captarlas en lo íntimo de los seres humanos que actúan
dentro de las instalaciones petroleras, en sus vicisitudes, goces
y añoranzas. En las páginas que siguen, ofrecemos una peque-
ña muestra de la asombrosa conducta de miles de trabajadores
y cientos de técnicos y gerentes de Pdvsa, que unidos a la Fuerza
Armada Nacional y al pueblo bolivariano logran el prodigio de
resucitar un ente colapsado, hombres y mujeres que por azar del
destino –y por su ética y coraje– devienen héroes.
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Una mirada a esos arremolinados vientos nos facilita enten-

der cómo resultó posible disipar la nube negra y crear la nueva
Pdvsa en un plazo tan breve.
Lo que ocurre en ese principal campo de batalla determina la
evolución de lo que acontece en todos los demás ámbitos: en los
sectores económicos, en la lucha política, en las negociaciones…
.....
En Pdvsa-occidente durante la primera semana de noviembre se

activó el plan para detener la producción petrolera en el lugar
más emblemático del país: el lago de Maracaibo. Por medio de
correos electrónicos, reuniones y contactos informales, los geren-
tes conspiradores promovían sin pudor la parálisis de Pdvsa para
derrocar a Chávez.
El quehacer rutinario de la empresa –facturación, suministro,
mantenimientos…– comienza a enlentecerse desde entonces y los
tanques a llenarse de crudo por encima de lo normal. Cuando pa-
ran los buques a partir del 4 de diciembre, los depósitos casi no
tienen capacidad y no queda otra opción que detener los pozos en
pocos días.
Para completar, sabotean los remolcadores, sin los cuales los
barcos no pueden entrar y estacionarse en los puertos, ni salir de
ellos. Cesan las exportaciones. Y al no existir el gas que acom-
paña al crudo, inmovilizan las refinerías y desabastecen al país
de combustible. ¿Podían los gerentes golpistas haber diseñado
este plan tan impecable, criminal y ambicioso, sin la anuencia de
Estados Unidos, ellos, que estaban hechos a imagen y semejanza
del imperio?
Tenían otra llave maestra: el control de la informática. Pdvsa
es una empresa completamente automatizada y dispone de dos
grandes redes: la de procesos y la administrativa. La primera ra-
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L A NU B E NE GR A
dica en la empresa; pozos, válvulas, tuberías y otros procesos se

controlan de manera automática por medio de indicadores como
la presión, la temperatura y los fluidos. Los dispositivos instala-
dos emiten ondas de radio que son captadas por antenas en los
centros de operaciones automatizadas, donde sse reflejan en las
pantallas de las computadoras a través de aparatos especiales y
del programa Scada.
Los especialistas de Pdvsa a través de sus computadoras dan
seguimiento al recorrido del petróleo desde el subsuelo hasta las
refinerías o los buques. La debilidad de ese sistema automático
era que funcionaba sobre una red informática bajo el dominio de
la empresa Intesa (Informática y Tecnología S. A.), propiedad de
la transnacional estadounidense SAIC y de Pdvsa, pero con mayo-
ría de acciones a favor de SAIC. Además, Intesa tenía el control in-
formatizado de los trámites administrativos, desde la facturación
de las ventas y los cobros de los productos, hasta el pago de los
salarios y las utilidades a los empleados.
De tal modo, Intesa daba soporte informático directamente a
los procesos administrativos y de manera indirecta a los de índo-
le productiva. Eso permitió a los gerentes golpistas sabotear vía
remota pozos dentro del lago, a los distribuidores mayoristas de
gasolina o las nóminas para bloquear el pago de los salarios a los
miembros de Pdvsa que trabajaban, y pagarles a los ausentes (una
de las paradojas más increíbles del paro).
.....
Félix Rodríguez –un hombre delgado, blanco, de estatura media-

na y temperamento inquieto– había sido miembro de la junta de
Pdvsa que presidiera Gastón Parra hasta el golpe de abril. Des-
pués formó parte del grupo de expertos que le preparó al Presi-
dente planes de contingencia para encarar el paro petrolero.
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El 3 de diciembre ese grupo amanece en Miraflores. Discuten

quiénes, dónde y cómo se iban a mover, porque casi todos los ge-
rentes que debían aplicar el plan de contingencia habían deserta-
do. A Félix lo envían para Maracaibo. Él acepta, aunque su padre
está grave e inconsciente y no puede decirle que se va.
La esposa de Félix aprecia su desconcierto y le pone su mano
en el hombro.
—Félix, debes estar pasando momentos difíciles, decidir entre
tu papá, la familia y el país…
—No sé qué hacer...
—Yo creo que si tu papá hablara y consultaras con él, estaría
de acuerdo con que te fueras –dice ella y agrega–: Y por mí, anda
ya, aquí te vas a morir… ¡y yo te quiero vivo!
En la tarde del 5 de diciembre Félix sale en un avión hacia Ma-
racaibo. No lleva consigo nombramiento formal, ni dinero, solo
porta un maletín con ropa y muchas ganas. Lo esperan alrededor
de cincuenta personas, la mayoría obreros, algunos políticos, gen-
te que conocía y otros que no. Félix siente que ellos lo ven como
un salvador y eso lo sobrecoge. No tienen oficina, ni carro, ni di-
nero, nada. Muchos le preguntan «¿qué hacemos?» y él piensa:
«Yo no sé qué vamos a hacer». Y sugiere intercambiar opiniones.
Van para los jardines del hotel Maruma. Discuten allí hasta
las dos de la madrugada y todos opinan cosas diferentes, hasta que
un mesonero les dice que deben irse, porque apenas habían con-
sumido un refresco y agua. Por fin surge una idea concluyente:
«Vamos a organizarnos». Y alguien pregunta: «¿Y cómo vamos a
organizarnos?».
Félix propone identificar los lugares para designar a los res-
ponsables.
—¿Quiénes se encargan de Maracaibo? –pregunta.
—Yo –dice uno.
—Yo –dice otro…
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—Diez en total, díganme los nombres y a quién escogen uste-

des de líder.
—A fulano, le responden.
—Bien, tú eres el gerente de Maracaibo y desde ahora me re-
portas y los demás te apoyan.
De ese modo se reparten las instalaciones y temprano en la
mañana cada grupo comienza a actuar, aunque la ocupación de
las instalaciones productivas y las sedes administrativas ocurre
entre el 8 y el 9, en coordinación con los militares y el apoyo de
gente del pueblo, que ayudan en la seguridad y varios se incorpo-
ran para suplir en lo posible las plazas vacantes.
A partir de ese momento se recrudece la pelea con los conspi-
radores, que abandonan las instalaciones o son expulsados. Antes
se las agencian para aumentar los sabotajes, a través de la vía
informática, por medio de infiltrados o pagando grandes sumas
de dinero a pescadores del lago, que se prestan para desajustar
las válvulas de los pozos que se van reactivando. Esta lidia se ex-
tiende hasta mediados de febrero, aunque al finalizar diciembre
las fuerzas de la revolución ya habían logrado inclinar la balanza
a su favor.
Al llegar a Maracaibo, Félix se hospeda en el Círculo Militar,
donde durante las tres noches siguientes realiza asambleas con
gente del pueblo y dirigentes políticos, para organizar los frentes
de operaciones.
El domingo 8 sale en la Gaceta su nombramiento, que le permi-
te legalizar las decisiones. De inmediato, con el apoyo del Ejército
toma las oficinas de los muelles de Tía Juana, en el lago. Monta
allí un puesto de mando. Los militares le asignan un carro destar-
talado –el que tienen– con un guardia nacional que hace las veces
de chofer, guardaespaldas y lo apoya hasta para comer. Llama a
varios gerentes. Lo desconocen: «Yo sigo a mis líderes naturales»,
le dicen casi todos a Félix o evaden verlo.
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El flamante jefe de Pdvsa en occidente recibe información de

todas partes y visita lugares. En pocos días comprende mejor el
drama: los golpistas no solo pararon la industria, además la sa-
botearon para impedir que la reactivaran; presionan en las calles
de sus barrios y mantienen la ofensiva mediática diciendo que la
producción se cayó, alentando la crisis de gasolina, del gas para
cocinar y la escasez de comida.
Los saboteadores crean un ambiente de zozobra a fin de susci-
tar un sentimiento de derrota en los adversarios. Félix y sus com-
pañeros deciden actuar según su propia estrategia y no dejarse
descentrar por el enemigo. Un grupo se encarga de las acciones
defensivas y otro de las ofensivas. En total, dividen Pdvsa-occiden-
te en treinta y ocho sitios o frentes de tareas, y en cada uno Félix
nombra un gerente, seleccionado por los respectivos colectivos de
manera democrática.
El grupo de dirección –bajo la batuta del comando que preside
Chávez en Miraflores– busca cómo revertir la dinámica que provo-
có la parálisis de los pozos: hay que sacar crudo de los repletos tan-
ques y la única variante consiste en cargarlo y moverlo en buques.
Solo en los muelles de La Salina se podía iniciar el destrabe.
En los otros puertos, los remolcadores –que guían a los buques
por el canal de navegación del lago– habían sido saboteados y
casi todos los maniobristas –que los estacionan en el muelle– se
habían plegado. En La Salina operaba una empresa italiana con
dos remolcadores que los militares lograron persuadir. El 11 de
diciembre sale de Lagunillas un buque ruso con casi trescientos
treinta mil barriles. Cuarenta y ocho horas después, el buque es-
tadounidense Kiowa Spirit entra en posición en el propio muelle
para cargar cuatrocientos sesenta mil barriles y zarpa el 17 di-
ciembre. Otros dos buques comienzan a cargar. El 21 se mueve
el Pilín León y el 23 la Armada hace lo mismo con el Moruy, que
estaba fondeado al lado del Pilín.
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La Nube 216 11/09/12 17:27

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Así, la ofensiva contra el paro utiliza la misma lógica de los

saboteadores, poniéndola al derecho: busca drenar los tanques a
través de los buques y liberar espacio para reactivar los pozos.
.....
María Albornoz, empleada de limpieza en el edificio central de

Pdvsa en Maracaibo, es una mujer humilde, que aparenta algo
más de cuarenta años y posee una inteligencia vivaz. El 2 de di-
ciembre va a trabajar igual que cualquier día, aunque ella y su
compañera de labores Neri, diez años mayor, saben lo que ocurre.
—María: mosca, que se va a parar la gente –dice Neri en el
cuarto de los utensilios, lista para empezar a limpiar.
—Pero Neri, ¿qué hacemos? Llama a los muchachos de mante-
nimiento y pregúntales –expresa María nerviosa y en ese instante
llega la supervisora y les orienta ir para el estacionamiento a unir-
se con los gerentes y empleados que van a comenzar la protesta.
Sale y las deja solas.
—María, ¿por fin qué vamos a hacer? –pregunta angustiada Neri.
—Pues aquí no vamos a estar.
—¡No, no! ¿Cómo nos vamos a ir? Nosotras somos contrata-
das… y nos botan.
—No me importa, así me boten yo aquí no me quedo.
A las 10:30 de la mañana llega el gerente general Luis Matheus
en su lujosa camioneta y entra por la parte de atrás del edificio
hablando en voz alta. Ellas lo escuchan.
—¡Agarra tus cosas y vámonos! Oye como está ese hombre,
¡parece un diablo!
—Pero María, no tenemos por dónde salir –replica Neri y sus
ojos le tiemblan.
María toma por el brazo a su amiga y casi la arrastra hacia la salida
y cuando llegan a la avenida empiezan a tirar bombas lacrimógenas.
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—¿Viste, Neri? ¡Vamos, corre!

Por la noche Neri la llama por teléfono.
—María, yo creo que mañana no debemos ir al trabajo –afirma
aún nerviosa.
—¡Cómo no! ¿Por qué?
—Es que la gente está parada…
—Estarán parados ellos, yo tengo que trabajar –responde Ma-
ría muy segura y sentencia–: Ellos son ellos y yo soy yo.
—Bueno, nos vemos en la puerta como siempre, a las siete de
la mañana –acepta Neri.
Cuando llegan, los alrededores del edificio están tomados por
los militares y al frente y detrás hay sendas tanquetas. El coman-
dante no las deja pasar. Al día siguiente regresan y así lo hacen
hasta que en la mañana del viernes 6 de diciembre Félix Rodrí-
guez, que va a entrar por primera vez en el edificio, al verlas para-
das en la puerta les pregunta qué hacían allí.
—Nosotras somos empleadas de limpieza.
—Déjenlas pasar, tienen las puertas abiertas –dice Félix y les
sonríe.
Tres días después, una vez que nombran a Félix, un fiscal orde-
na abrir las oficinas, que permanecían solitarias. Ellas veían y oían
todo cuanto podían, casi siempre sentadas en la escalera del piso
seis, el de la gerencia general, porque no tenían mucho que lim-
piar. Una tarde, la supervisora las llama por el celular de María.
—Si ustedes siguen ahí las dejamos cesantes, recuerden que
están contratadas y son «unas patas en el suelo» –las amenaza.
—Pues nos quedamos –le responde María.
Y durante varios minutos quedan conmovidas por la agresivi-
dad de su jefa.
—María, ¿no te da miedo?
—Neri, si nos vamos nos botan, pero trabajando no nos pue-
den sacar.
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—Tenéis razón –dice Neri en buen maracucho, y en ese mo-

mento Félix las llama para que le lleven un cafecito.
Luego salen unos minutos a la puerta del edificio y saludan a
la gente del pueblo, que desde el día 4 de diciembre habían llega-
do allí en un pequeño y desvencijado ómnibus. El «busito de la
revolución» o los «guardianes del edificio», se hacían llamar varias
decenas de personas que, como en otras instalaciones de Pdvsa,
impedían el acceso de los adversarios. Fueron tiroteados muchas
veces desde una avenida contigua y hasta los agredieron con una
granada fragmentaria que provocó varios heridos.
El tiempo transcurre y no les pagan porque las nóminas ha-
bían sido saboteadas por la empresa Intesa.
—Neri, ya estamos en Navidad y nada…
—Sí, María, estamos pelando bolas…
—No le pares, aquí venimos a trabajar, ya nos pagarán.
Alguien les dice que vayan al edificio de la avenida 5 de Julio
–controlado por los saboteadores–, que allí estaban pagando.
—Neri, ni se te ocurra. Si vamos nos caen a tiros –y agrega
María siempre lúcida y en perfecto maracucho–, recuerda lo que
dicen por «ai»: «Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo».
.....
Un domingo soleado en abril de 2003, en la casa de unos amigos

cerca del lago de Maracaibo, José Luis Parada intercambia con
ellos las experiencias que cada uno viviera durante el golpe fas-
cista un año antes, y en especial se cuentan anécdotas sobre el
paro y el sabotaje petrolero en Zulia, que semanas antes habían
contribuido a derrotar.
José Luis es un hombre joven de tez blanca y pelo negro, me-
diana estatura y una faz de expresión sincera. Su familia paterna
es de izquierda y él mismo militó en un partido revolucionario.
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Por primera vez, al igual que sus amigos, José Luis evoca en voz
alta el tema ante un colectivo. Sus palabras fluyen en cascada:
Las de diciembre fueron las mismas caras de abril. Cuando

el Presidente reasume el poder las cosas medio se calman
en Pdvsa, pero siguió la conspiración hasta que en diciem-
bre lanzan el paro petrolero.
Yo estaba en ese momento como ingeniero de proce-
sos y el jefe mío, superescuálido, nos reúne a todos los que
trabajábamos en Ingeniería de Instalaciones, en la torre
Lamas. Eso fue el viernes 29 de noviembre, éramos ciento
cinco ingenieros reunidos ese día con los gerentes y líderes
de ingeniería. Ellos empiezan a explicarnos cuál debía ser
nuestro comportamiento ante el «paro cívico» que arran-
caría el 2 de diciembre. Nos dicen: «Tienen que pensar en
el país, antes de ser trabajadores de la industria, ustedes
son venezolanos y deben apoyar el paro cívico nacional».
Empiezan su lavado de cerebro y a darnos supuestas
razones por las cuales nosotros teníamos que apoyar el
paro. Yo pensé «qué es esto», y me quedé callado. Veía que
todo el mundo decía «sí, sí, sí» y aplaudían.
Cuando termina la reunión subo a mi oficina y el to-
cayo José Luis Bracho –que ere mi jefe– me aborda: «Ajá,
Parada, entonces el lunes nos vamos todos para el paro».
Y yo le digo: «José Luis, tú sabes muy bien cuál es mi posi-
ción, yo el lunes voy a estar a primera hora en la oficina».
Ese primer día del paro cuando llego al edificio veo a Bra-
cho allí. Me sorprendo y le digo: «José Luis, ¿qué pasó?». Y
él: «No, no, yo vine a poner unas cosas en orden aquí, para
saber quiénes asistieron y no asistieron al trabajo». Estuvo
como hasta las diez de la mañana y se fue… después no
lo vi nunca más. Y en esa soledad, medito: «Bueno, qué
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hago yo aquí, no hay nadie en el edificio…». Al día siguien-

te vuelvo: un desierto. Y así, hasta que el jueves anclan el
buque Pilín León. Leo las noticias: a nivel nacional cada día
todo está más alborotado.
Ese fin de semana no encuentro a nadie, mis compañe-
ros todos estaban en el paro. El domingo hablo con el gocho
Libio Rangel y le digo que necesito conversar con el ministro
Ramírez. Él me da el teléfono de una secretaria que trabaja
en el despacho de Ramírez. Entonces, en la noche agarro
el autobús y voy para Caracas, y en la tarde del lunes lo-
gro comunicarme con el ministro. Yo lo conocía, porque
estudiamos ingeniería en la Universidad de los Andes y
cursamos muchas materias juntos. Enseguida él me dice:
«José Luis, vente para el ministerio».
Llegué a las cuatro de la tarde y el ministro pudo aten-
derme cerca de la medianoche; yo veía que entraban y sa-
lían ministros y yo en una salita. Me traían café y me de-
cían: «Espere, que el ministro está ocupado». Estaban con
todo el problema de negociar el combustible para traer a
Venezuela, de Brasil y otros países. Entonces Rafael me
atiende como a las 11:30 de la noche. Recuerdo que había
una sala situacional que él había montado y me dice: «José
Luis, métete en esta sala y vamos a ir monitoreando lo que
está pasando a nivel nacional, y me vas diciendo cuáles
son las áreas que se ponen en riesgo».
Así estuve esa semana en puras reuniones de coordi-
nación, hasta que el 21 de diciembre –horas antes de que se
moviera el Pilín León– el ministro me envía en una avioneta
de la Fuerza Armada. Éramos tres: Ender Ocando, Alexander
Salas y yo. Salimos de Caracas en una avioneta y en la tarde
sobrevolamos el Pilín León, le dimos dos vueltas al buque y
seguimos porque ya se iba a movilizar. El presidente Chávez
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La Nube 221 11/09/12 17:27

venía para acá, iba a llegar a Bajo Grande y el ministro

me dice: «Vete a Bajo Grande y nos esperas». Al arribar
estaban tirando unos cables en el puerto para habilitar el
muelle. Como a las 7:30 de la noche llegaron el presidente
Chávez y el ministro Ramírez y se fueron en lancha hasta
donde estaba el barco, y como a las ocho de la noche el
Presidente abordó el Pilín León.
De ahí en adelante todo fue una alegría, porque era
lo que nosotros queríamos: ¡Le quitamos el símbolo a los
opositores! Después el ministro llama a Félix Rodríguez
y le dijo que yo venía para Maracaibo. Enseguida me reu-
ní con Félix en el Círculo Militar –ya era domingo 22 de
diciembre–, y me habló del grave problema del gas para
arrancar las plantas y toda esa cuestión; de eso dependía
también el cloro para poder potabilizar el agua. Además
me dice: «Lo que tenemos son doce días nada más. Si no
arrancamos esa planta vamos a tener una epidemia nacio-
nal, porque las reservas de cloro en el país solo alcanzan
para doce días».
Hicimos una reunión con los militares y empezamos
a evaluar todo el sistema de gas. Yo había trabajado en
Gas Enelago, buscamos los planos y toda la información
necesaria. Identificamos una de las líneas que estaba pre-
surizada, y entonces se hicieron unos trabajos técnicos y
unas conexiones para poder presurizar la planta y poder
arrancar poco a poco. Pero al no haber gas en ningún lado
no se podía activar el sistema. Y así tuvimos que esperar
varios días para iniciar la producción.
Después Félix me dice: «José Luis, yo necesito que te
vayas con Alexis Arrellano a los pozos de Tía Juana, en el
lago». Entonces Rafael Rubio, que está en Tierra Este, me
argumenta que como yo había trabajado allí y en Tía Juana
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L A NU B E NE GR A
había un grupo que tenía controlada la situación, mejor

lo apoyara a él. Y empezamos a buscar la gente que que-
ría trabajar. En ese momento todavía los de la oposición
tenían sus oficinas allí, iban y venían, no habían soltado,
pero tenían el campo paralizado.
Asumí el liderazgo en Tierra Este. Ahí empezó una guerra
campal, incluso en el muelle de Lagunillas nos cayeron a
tiros en un camión, y dondequiera que nos veíamos eran
piedras, tachuelas para rompernos los cauchos del carro,
plomo. No hubo Navidad ni tampoco descanso en los días
posteriores. Guerra es guerra.
Poco a poco fuimos reactivando cada una de las áreas
de Tía Juana, Lagunillas y Bachaquero, incluida toda la
parte de Tierra Este. Cuando ellos vieron que nosotros te-
níamos el control de lago y tierra, el 27 o 28 de diciembre
quisieron retomar las instalaciones y decidieron venir to-
dos juntos hacia Tía Juana.
Nosotros estábamos del lado de acá, hacia el muelle, y
ellos estaban en la redoma hacia la avenida intercomunal.
Eran cientos de personas que querían meterse a las insta-
laciones. Salió toda nuestra gente de Tía Juana y debimos
buscar refuerzos, porque tenían trancada la avenida; in-
corporamos a los compañeros de Tierra Este, que tuvieron
que meterse por el lago, y se sumó la gente del pueblo que
cuidaba en los portones. Nuestra fuerza era mixta: obre-
ros, algunos técnicos de la nómina mayor y grupos popu-
lares. Y en la redoma estaba la Guardia Nacional. Parecía
el inicio de una guerra civil. Estábamos dispuestos a todo.
Los enemigos armados hasta con pistolas y nosotros con
piedras y palos.
Ellos se sorprenden cuando ven ese gentío que los iba a
enfrentar. Habían llegado por sorpresa y nuestra respuesta
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los pasmó. Avisamos por radios, celulares: «crucen por tal

parte, métanse por este lado». La guardia intercedió, tra-
tando de que los dos grupos no chocáramos. Así estuvimos
casi dos días, dispuestos a lo que fuera, caernos a golpes,
a palos, piedras, plomo, pero teníamos que defender eso
a costa de todo. Cogieron miedo y se retiraron, porque no
esperaban que saliera ese avispero de Tía Juana.
De ahí en adelante fue igual: no dormíamos apenas,
amanecíamos en las oficinas organizando, buscando gen-
te. Hoy todos nos sentimos orgullosos de nuestro papel; a
unos les tocó más intenso, a otros menos.
Resultó muy importante la planificación, la orientación
y la coordinación. Llegábamos a los sitios y la gente esta-
ba ahí, esperando que alguien los dirigiera. Preguntaban
«¿qué hago?», y les decíamos «ponte a hacer esto», y de in-
mediato los obreros se activaban. Y cuando les decíamos:
«¿Tú conoces a alguien que pueda ayudar?», muchas ve-
ces respondían: «Sí, yo conozco a fulano o fulana» y traían
amigos, familiares, jubilados. Llegaron muchos jubilados
que se pusieron a la orden, y ayudaron bastante.
Yo después analizando en frío, me dije: Hay que ver el
potencial que tenemos en la industria, la capacidad técni-
ca; lo que pasa es que siempre fuimos sumisos ante esas
direcciones, nos gobernaban de una manera que decían
«es así» y era así. Faltaba rebeldía, esa capacidad de tú
decir «no» y de enfrentarte a la situación.
También recuerdo cuando tomamos el edificio 5 de
julio, donde estaban las oficinas de Intesa, el cerebro de
Pdvsa. Un joven informático, Osvaldo Díaz, dirigió las
operaciones y descubrieron en las paredes y en los techos
instalaciones para dirigir todos los sistemas desde afuera,
por control remoto. Esa fue otra guerra.
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L A NU B E NE GR A
¿Podremos olvidar que nadie en la empresa tenía suel-

do, no nos pagaban nada y a los tres meses fue que nos
dieron un bono? Más de uno nos quedamos dormidos ma-
nejando, algunos se accidentaron.
Ahora lo contamos y nos suena bonito, pero ustedes
lo recuerdan muy bien: en ese momento la vida de todos
estuvo en peligro y también sufrieron nuestras familias.
«Sin embargo, es muy sabroso saber que triunfamos y que

ayudamos a salvar la patria», –dice finalmente José Luis Parada y
sus amigos sonrientes lo invitan a chocar los vasos, que ya tenían
los hielos derretidos.
.....
En el Centro de Refinación Paraguaná, Iván Hernández sufre más

que nadie el sabotaje de esa estratégica instalación ubicada en el
estado de Falcón. Él es un hombre de sesenta y dos años, com-
plexión recia, piel curtida, trigueño, de mirada segura y frente
amplia y despejada, como su espíritu. Se jubiló de Pdvsa en 1997
y fue el primer gerente general que tuvo el CRP, con el mérito adi-
cional de haber dirigido la integración de dos refinerías –Amuay
y Cardón, muy cerca una de otra– ubicadas en la península de
Paraguaná, y otra más pequeña que produce asfalto, sita en Bajo
Grande, en el sur del lago de Maracaibo.
Desde su creación el CRP se convirtió en la refinería más grande
del mundo, con una capacidad para procesar ochocientos mil barri-
les diarios de crudo. Además de su importancia exportadora, aporta
el 70 por ciento de la gasolina y el gas butano (para cocinar) que se
consumen en Venezuela. Una pieza clave del golpe petrolero…
Iván vive en Caracas y cuando se inicia el paro no puede con-
ciliar el sueño. Sus tres hijos que trabajan en el CRP le dicen por
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teléfono que allí hay una situación difícil. Él se traslada enseguida

a Paraguaná. Le cuentan que los gerentes están alarmados, pues
creen que los círculos bolivarianos van a asaltar y quemar sus ca-
sas. Entonces él empieza a informarse con un yerno que está den-
tro: «Mira, están reduciendo el gas, ya se paró la caldera tal, hay
varios tanques que han tapado…».
Se percata enseguida de que están haciendo un paro intempes-
tivo, no programado, y le dice a su esposa: «Oye, Chela, esto es peli-
grosísimo porque puede estallar en cualquier momento una unidad
o un horno, están parando la refinería de una manera descabellada,
sin procedimiento ninguno». Y cuando trancan el gas en el lago de
Maracaibo, Iván sabe que en Paraguaná no hay vida, pues es el que
mantiene la energía para calentar el crudo y fabricar productos.
El viejo petrolero recuerda mucho en esas horas la historia de
su vida y su situación familiar. Una idea le martilla: «Aquí o tomas
un camino o tomas el otro». Evoca cuando empezó a trabajar en la
refinería limpiando tuberías, apenas con dieciséis años. Imagina a
su padre sentado en el telégrafo, un simple empleado que no pudo
pagarles estudios a sus hijos. Rememora que sin dejar de laborar
en la refinería llegó a cuarto año de bachillerato y la meritocracia
de Pdvsa, bajo la presidencia de Luis Giusti, debió acudir a él para
fundar y dirigir el CRP en 1996.
Por eso los que trabajan allí, sobre todo los obreros, respetan
y admiran a Iván: vino de abajo y alcanzó el más alto rango en la
refinería, a fuerza de voluntad y amor a su labor y a sus compañe-
ros. Le dicen «señor Iván», y cuando lo ven en cualquier sitio se
paran a saludarlo.
El domingo 15 de diciembre, a las seis de la tarde lo visitan en
su casa de Paraguaná el gobernador de Falcón, Jesús Montilla, y
Humberto Arciniegas, un amigo de Iván que es dirigente sindical
y del partido Patria para Todos. Este había propuesto a Iván para
dirigir el CRP y Alí Rodríguez estuvo de acuerdo.
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L A NU B E NE GR A
Chela, que es una entusiasta chavista, los recibe en la puerta

con afecto y participa en la conversación. Toman whisky cargado
de agua y hielo –para refrescar– y hablan sobre la dramática situa-
ción de la refinería y del país.
Iván tiene una situación difícil: cuatro hijos y diecisiete nietos,
y le preocupa que su decisión arriesgue a toda la familia. Sin em-
bargo, pronto acepta y anticipa dos condiciones. La primera, que
los gerentes responsables del paro y el sabotaje una vez activada
la refinería no serían reintegrados. Y la segunda, que él necesita
todo el poder de decisión y un nexo directo con Alí. Montilla le
sugiere exponer esas ideas al presidente Chávez y a Alí. Al rato, el
gobernador sale un momento al baño y le habla a Alí por el celu-
lar. Listo: a las nueve de la noche este les envía un avión para verse
en su oficina de La Campiña.
Antes de partir hacia Caracas, Iván hace un aparte con la espo-
sa y le dice: «Mira, Chela, la decisión puede ser aceptar o rechazar
la oferta, y tú sabes que yo comencé de obrero y a dónde pude lle-
gar; sé manejar las cosas en la refinería y me duele mucho el daño
que se le está haciendo a nuestro país». Ella lo mira con dulzura y
muy segura le dice: «Sí, mi amor, estoy de acuerdo contigo, hazlo,
yo me ocupo de la casa y la familia».
A las dos de la madrugada Iván y Alí terminan de dialogar, en
presencia de Montilla y Arciniegas. Al no haber oficinistas a esa
hora, el propio Alí después de tres intentos en la computadora
escribe un documento donde nombra oficialmente a Iván.
.....
A las 5:30 de la madrugada llega Iván a la oficina del gerente ge-

neral. Allí lo esperaba el Alto Mando Militar de Falcón y habían
citado a Edgar Rasquín, quien hasta ese momento ocupaba el
cargo, para comunicarle su destitución y quién sería el sustituto.
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Rasquín envía al abogado del CRP y este aduce que no tiene vali-
dez el nombramiento. Rasquín vuelve a ser citado y se presenta.
Tampoco acepta.
—Oye, Iván, cómo te vas a meter en esto si toda tu vida lo que
has sido es un operador –le dice con aire de superioridad.
—Tú estas equivocado, vale, no conoces realmente mi trayec-
toria. Quien hizo todo esto mucho antes de tú estar sentado ahí fui
yo, tú entonces eras un chamo –dice Iván molesto y Rasquín sigue
insistiendo en tono agresivo que él no va a entregar el cargo, hasta
que los militares deciden llevárselo detenido. Procede el coronel
de la Guardia Nacional Dionisio Pérez Leal, quien de manera res-
petuosa y con sus brazos detrás le pide que abandone el edificio y
lo acompañe a la sede del destacamento 44.
Ese lunes a las diez de la mañana, lo primero que hace Iván es
comenzar a saber con quiénes podía contar. En ese instante mira
aquella lujosa oficina que tanto él conocía, y la percibe distinta.
No hay nadie: está completamente solo. Piensa en la pregunta que
le hizo Chela: «¿Papi, tú estás seguro de que vas a poder arrancar
eso?». Y en su respuesta, luego de darle un beso: «No te preocu-
pes, mi vida, seguro que la arranco».
Sin perder un minuto Iván comienza a hacer contactos con las
personas que más o menos él cree seguras. En ese instante llegan
a la oficina dos gerentes, uno de los cuales considera como un
hijo. Los invita a sentarse.
—¿Ustedes me acompañan? –les pregunta directo.
Y uno de ellos responde:
—No, Iván, nosotros no te acompañamos en eso, más bien lo
que queremos preguntarte es cómo te vas a comprometer con un
gobierno que es comunista.
Y al verlos partir, Iván imagina sus cerebros llenos de cucara-
chas y discurre: «Yo he podido… yo no tenía necesidad… porque a
la chiquita soy un hombre jubilado, un hombre de sesenta y dos
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L A NU B E NE GR A
años con mis hijos trabajando… la única necesidad que tengo es

mi trayectoria, mi cultura, lo que me enseñaron mis padres desde
pequeño, la patria, sus valores, eso que se perdió muchísimo du-
rante la IV República...».
Al rato le dicen que hay integrantes de la nómina media-baja,
o sea, tableristas de control y técnicos de procesos, interesados
en verlo. Enseguida los llama: «Espérenme, que voy para allá a
las cinco de la tarde». Antes se encuentra casualmente con su
hija embarazada Ivette, que había estado ingresada en una clíni-
ca por una bronquitis y ese día se había reincorporado. Ella le
ofrece muy rápido algunos datos sobre recursos humanos, don-
de labora.
Ivette no sabía que su padre había sido nombrado y este solo le
dice: «Ve para tu oficina, después te visito». Y cuando lo hace, Iván
descubre que solamente están allí sus dos hijas y nueras y como
cinco más; la hija barrigona, con varios meses de gestación, y la
otra que era empleada en Intesa, graduada en Estados Unidos en
Informática, pero como esa empresa gringa se sumó al paro enton-
ces ella fue para la refinería con otros cuatro especialistas de allí.
Iván sabe que ese grupo resultaría clave para encarar al sabo-
taje en informática: él no podía ni abrir las puertas del edificio,
y hasta los accesos para que entraran los trabajadores estaban
automatizados. Incluso se llevaron las claves, y por eso le propo-
nen a Iván hacer todo en forma manual y reinstalar los sistemas
con ese pequeño grupo, al que después se sumaron especialistas
militares.
A las 5:30 de la tarde Iván decide irse para la refinería. Oscure-
cía y al llegar queda estupefacto. El silencio lo aturde. Los ruidos
que salían de la refinería –ese misterioso lenguaje que él tanto
disfruta y hasta sabe descifrar– habían desaparecido. Todo quedó
mudo. «Un cementerio», pensó primero. Y cuando extiende su mi-
rada a aquellos hierros dormidos, ya anocheciendo, percibe que
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están iluminados igual que siempre y entonces imagina un esta-

dio de béisbol con las gradas vacías. Había luz por doquier, pero
sin gente; una refinería fantasma. Y de repente se dice: «Gracias
a Dios y a la virgen se mantuvo la electricidad, ese fue un error
garrafal que ellos cometieron».
Sobrecogido ante esa soledad iluminada, Iván siente que le
corren lágrimas y tal vez para consolarse recuerda que treinta
años atrás ocurrieron paradas en la refinería que los obligaron a
alumbrarse con velas, y no había aire acondicionado, ni comida…
Cuando Iván observa al gigante de hierro detenido, de ese
mismo tamaño se imagina la tarea y murmura, para escuchar al
menos su voz: «¡Ay, mi madre, en lo que me metí… esto va a ser
grande!». Luego se seca las lágrimas con el pañuelo y eleva más su
verbo al hacer un juramento:
—¡Aquí le voy a echar pichón!
Va para la sala de control, y empieza a percatarse de que ya no
está tan solo como se sintió afuera. Hay operadores, supervisores
de área, tablistas, gente de la base donde él nació y que conoce tan
bien. Y mientras habla con ellos unos minutos le brota su primera
sonrisa desde el amanecer, y no le quedan dudas de que pronto
escucharía la sinfonía de metales que extraña hasta rabiar.
Todos le dicen: «Yo estoy con usted, señor Iván, ‹patria o muer-
te›, vamos a echarle pichón». Sale con ímpetu para el área de «re-
cibo y suministro», que es donde se despachan los buques y hay
varios sistemas, entre ellos el de tanques. Y le sucede lo mismo
que minutos antes, todos contentos, dispuestos, un recibimiento
apoteósico, y entonces Iván vuelve a hablar consigo mismo: «A
esta gente de la nómina contractual no los alienaron, ya podemos
hacer un plan…».
Se verifica de ese modo su capacidad de liderazgo. Es como
alguien caído del cielo, a quien esperaban los que habían decidido
enfrentar el paro y el sabotaje. Era el jefe que querían: con cono-
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L A NU B E NE GR A
cimientos, experiencia, moral de trabajo y arresto para encarar la

ciclópea tarea y a los aberrados gerentes que seguían desplegados
haciendo el mal.
Iván supo que esa gente había saboteado elementos claves
dentro de la refinería: no había oxígeno, ni vapor o nitrógeno, que
era tan importante en esos momentos, y miles de metros de tu-
berías debían sustituirse o limpiarse. «Lo primero que debemos
hacer es un inventario de todo lo que afectaron», se dijo.
Y sigue moviéndose, sin dejar de pensar cómo va a arrancar
el monstruo. Pasadas las siete de la noche se dirige a la planta
eléctrica vieja, y bajando la escalera de un edificio de dos pisos se
encuentra con Jesús Luongo, que la sube cabizbajo. Luongo tenía
como seis años en la empresa cuando Iván se jubiló, y al verse de
cerca los ojos de ambos brillan. Iván sabe que Luongo es ingenie-
ro de procesos, y presupone que es uno de los seis que se queda-
ron de los noventa y pico ingenieros de esa especialidad, que es la
más importante para arrancar una refinería.
Luongo está atribulado, y al toparse con Iván el alma le res-
plandece. Iván lo invita a dialogar en un salón cercano y nota que
Luongo reacciona bien, y pronto percibe que ha encontrado a su
mano derecha: un joven capaz, resuelto, de cuarenta y dos años,
bolivariano y muy respetado entre quienes lo conocen.
Deciden ir para la oficina a hacer un plan operacional, y allí
permanecen hasta entrada la madrugada. En un salón les colo-
can unas camas para ganar tiempo y además evitar problemas de
seguridad afuera con los saboteadores, que asediaban las casas
donde estaban las familias, les escribían amenazas, lanzaban mo-
nedas, volteaban carros; en fin, hasta muertos hubo.
Iván y Luongo apenas duermen. Sus cabezas no cesan de bus-
car soluciones. Al siguiente día, temprano, concluyen un esbozo
de plan e Iván le dice que se quede en la parte operacional dentro
de la refinería, que él iba a buscar gente afuera, jubilados y no
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jubilados, para sumar a todos los que fuera posible encontrar con
un nivel de compromiso. Iván le comenta: «Aquí no hay que ave-
riguar mucho por qué lo botaron –salvo un delito grave–, aquí hay
guerra; que lo botaron porque se robó un tornillo o un galón de
pintura, nada, ven para acá que tengo flor…».
Así incorporan a muchos, por ejemplo, a José Benítez, un ex-
perimentado jubilado de la planta de Amuay, que estaba en el
oriente, y se trajo de allí otras cincuenta personas y a Antonio
Latuff, también jubilado, que a los setenta años fue un ejemplo
medular en la reactivación de la refinería.
Iván cuenta desde el primer momento con el eficaz apoyo de
las fuerzas armadas y también de la gobernación. Y a los pocos
días el pueblo agolpado fuera de las instalaciones se convierte en
el principal guardián y el mejor estímulo.
Hasta el 30 de marzo Iván hace llamados por radio a todos
los que abandonaron su labor. Una parte se presenta, pero él sa-
bía antes a quién podía darle el chance. Les dice: «Mi oficina está
abierta, yo sé que hay muchos confundidos, vengan, que yo les
aseguro su seguridad». Y así incorporan a varios cientos de la nó-
mina contractual y suman a nuevos operarios, que su hija Ivonne
les ayudó a localizar.
Todos los cuadros altos y medios se prestaron para el inmoral
sabotaje. Conocían el peligro de lo que hacían. Fueron cómplices
de un plan que pudo haber tenido bajas humanas, si no hubiera
sido por la concepción que prevaleció: «Arranque seguro», el lema
de Iván, y su frase preferida: «Sin prisa pero sin pausa».
.....
A mediados de enero Iván ya tiene el personal operacional para

el arranque. Para esa fecha habían logrado el 53 por ciento de la
nómina. Suficiente para empezar, aunque poquísimos gerentes y
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L A NU B E NE GR A
supervisores. Logra también armar un grupo de dirección de siete

gerentes, integrado, entre otros, por Luongo, Fernando Padrón,
Omar Bravo –un técnico apolítico–, Salomón Martínez, Carmelo,
Jesús Sánchez, Rosalinda Pérez y Marisol Gómez. Asimismo, re-
cibe el apoyo de experimentados jubilados como Latuff, Freddy
Aguilar y Leónidas Hernández; además, de sus hijas Ivonne e
Ivette y el coronel de la Guardia Nacional Dionisio Pérez Leal,
como jefe de Seguridad.
El plan de arranque lo inician el 15 de enero y se prolonga
hasta el 30 de abril. Lo cumplen en tiempo récord, perfecto, sin
accidentes ni mayores dificultades. Habían identificado los pro-
blemas y los daños por sabotajes y sabían lo que debían hacer en
cada paso.
Iván está en contacto con Félix Rodríguez, a sabiendas de que
la refinería no puede comenzar hasta que reciba el gas y el crudo
de Maracaibo, y viaja con frecuencia a Caracas, donde participa
en reuniones con Alí, el ministro Ramírez y otros jefes y gerentes.
En muchas ocasiones participa el Presidente, quien además lo lla-
ma a diario, lo alienta y está al tanto de todos los detalles. Incluso
Chávez habla por teléfono a menudo con su esposa Chela: «Oye,
vale, ¿le tienes listo el cafecito al patriota? ¿Cómo se está portan-
do? Cuídale su salud... ¿Y cómo están tus hijos y nietos?».
Cuando Edgar Rasquín fue destituido declaró que quienes se
quedaron jamás podrían hacer funcionar la refinería y los calificó
de «bates quebrados». Sin saberlo, eso alentó más a los patriotas
y así llegó el día añorado.
La primera acción del arranque ocurre en la madrugada del 16
de enero: el encendido del mechurrio, esa llama perenne por don-
de se alivian los gases e identifica la vida de todas las refinerías y
es parte esencial de su sistema de seguridad. Los mechurrios del
CRP son además el símbolo de la península desde que se inauguró
la primera refinería, cinco décadas antes. Haberlos extinguido fue
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un triunfo de los saboteadores y encenderlos significaba la prime-

ra señal de que los bates eran de aluminio y estaban en manos de
jonroneros.
En la refinería de Cardón tenían vapor y agua disponibles,
porque el gerente de operaciones no permitió que apagaran las
calderas. Los daños no fueron tan severos como en Amuay y exis-
tían altas posibilidades para iniciar las actividades en menor pla-
zo, y lo primero era prender la llama añorada cuya torre de ciento
veinte metros radica muy cerca del poblado La Botija. Filpo Seme-
co, William Jordán, Francisco Montero, Freddy Aguilar y Frank
Yaraure tuvieron a su cargo la misión. Crearon las condiciones
durante días, y la noticia empezó a correr.
Cuando los gerentes saboteadores lo supieron, hicieron una
campaña de que la refinería iba a explotar. Incluso presionaron
directamente a los familiares. Así le sucedió a Frank Yaraure. Su
exjefe, Marcos Arraez, llamó a la madre de setenta y siete años y
le dijo: «Señora, saque a su hijo de ahí porque va a volar con todo
y mechurrio».
Consiguieron una gandola de gas propano que ubicaron, según
las normas, a tresceintos metros del mechurrio, e hicieron las co-
nexiones necesarias para inyectarle el gas. La campaña de terror
era tal que el chofer del camión, al llegar allí, sintió miedo y salió
corriendo y hubo que conseguir otro conductor. Trabajaron desde
las seis de la mañana del 15 de enero hasta las 3:30 de la madrugada
del siguiente día. Allí estaba con ellos Iván y otros jefes y trabaja-
dores del complejo. A las 4:25 de la madrugada del 16 de enero ac-
tivaron los pilotos. Alguien dijo: «¡Hágase la luz!». Y la luz se hizo.
Sobrevino la apoteosis. Para asombro de ellos, a esa hora el
mechurrio fue visualizado por decenas de habitantes de Punta
Cardón, que despertaron con sus gritos a los demás y hasta con
un megáfono que puso sobre su camioneta Ángel Peña, dirigente
de la asociación de vecinos. Todo el pueblo se espabiló y pronto la
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llama erguida suscitó el alborozo de miles de personas; se vieron

fuegos artificiales que iluminaron aún mejor el júbilo del primer
triunfo. Un shock a un corazón infartado, que comenzó a latir. El
CRP revivía.
Primero arrancan las destiladoras, que permitieron el 31 de
enero activar la planta de gas No. 1 y producir el propano, a fin
de resolver el combustible para cocinar, que ya no había en el
país. El 12 de febrero arranca la refinería de Amuay. En ese mes
activan las plantas de lubricantes, las destiladoras de queroseno,
las hidrotratadoras de diesel –entre otros procesos–, y se crean las
condiciones para empezar a producir gasolina de bajo octanaje a
partir de marzo y en abril la de más de noventa octanos.
El 5 de marzo Chávez recorre durante horas el CRP, condeco-
ra a más de cien trabajadores y gerentes, y al final le habla al pue-
blo de Falcón en un acto popular. Sus palabras sellan el triunfo:
Paraguaná está prendida y está trabajando plenamente, a

pesar de todo el sabotaje de los traidores que le hicieron
tanto daño a las instalaciones, amenazaron al personal,
amenazaron a los trabajadores, a los gerentes patriotas.
Por encima del sabotaje y del terrorismo ahí está la re-
finería más grande del mundo encendida con todos sus
motores, por eso quiero felicitarlos porque ese no es un
triunfo del gobierno solamente, es un triunfo del pueblo
de Paraguaná, es un triunfo del pueblo de Falcón, es un
triunfo del pueblo de Venezuela. ¡Que viva la refinería de
Paraguaná para siempre!
.....
En la zona oriental el pueblo bolivariano encara el sabotaje pe-

trolero con sumo coraje, e incluso logra mantener operativa la
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refinería de Puerto La Cruz, en Anzoátegui, la segunda del país,

con una capacidad de doscientos mil barriles diarios. También
en ese estado radica el Complejo Criogénico, capaz de conver-
tir los crudos extrapesados de la faja del Orinoco en medianos
y un sistema de distribución mayorista de gasolina (llenadero).
En Monagas se encuentran pozos que extraen más de un millón
de barriles diarios y otro llenadero. Además, desde la gerencia de
oriente se dirige la extracción de algunos crudos en el estado de
Barinas y el estratégico desarrollo de la producción de gas aguas
afuera del estado de Sucre. De manera que, en conjunto, esta es la
región petrolera más importante de Venezuela.
En la tarde del 5 de diciembre llega a Monagas Luis Marín,
designado por Alí y Chávez para hacerse cargo de oriente. Esa
madrugada Marín se reúne en la brigada con el general Gustavo
Ochoa, su estado mayor y los cuadros bolivarianos de la empresa.
Revisan y actualizan los planes, y entre otras acciones deciden
tomar al siguiente lunes –con los militares– el edificio principal
de Pdvsa en Maturín. Al llegar allí y observar que varias personas
adoptan posturas agresivas, suenan cacerolas y pitan en rechazo a
Marín, los militares los sacan a todos.
El gerente golpista Tomás Matos, creyéndose dueño del cargo,
se dirige sin éxito a la Inspectoría de Trabajo a quejarse. El pueblo
sale a las calles, guiado por los partidos de la revolución, y les corta
el paso a los grupos de la Coordinadora Democrática, que no pue-
den llegar a las instalaciones. De ese modo el pueblo movilizado,
los trabajadores, los gerentes antigolpistas de Pdvsa y los unifor-
mados logran tomar en pocos días todas las instalaciones en orien-
te y encarar diversas maniobras y sabotajes de los adversarios.
Por ejemplo, el 7 de diciembre informan por teléfono al co-
mando militar: «Miren, acaban de parar Sisor». Se trata de una
planta de distribución mayorista de combustible que surte con
cien gandolas diarias a Monagas, Sucre y Delta Amacuro.
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Para cumplir esa misión es designado el capitán Benavides. Él

desconoce el funcionamiento del almacenaje y la distribución del
combustible –pues su misión es dar seguridad–, mas se involucra
con el personal que está allí en ese momento.
El supervisor de guardia responde a los conspiradores y desalo-
ja a los operadores de la sala de control y cierra el portón. Bena-
vides trata de convencer a ese jefe, que se niega. Decide entonces
activar el plan al ciento por ciento, o sea, que un nuevo personal
se ocupara de operar la planta mientras él garantiza la seguridad
con su fuerza.
Al llegar los operadores, el supervisor –que sabe quiénes son–
se marcha furibundo. En pocas horas se reanuda el despacho,
aunque en forma manual porque los saboteadores habían tumba-
do el sistema automático.
Días después escasea la gasolina y los jefes militares se en-
cuentran con sus contrapartes bolivarianas de Pdvsa y del Minis-
terio de Energía en la región, para acordar planes e implementar
decisiones coordinadas.
.....
Emiliano Urbano y Pablo Urbano se parecen tanto físicamente
como en su vocación laboral: ambos trabajan en los muelles de
Guaraguao, en Anzoátegui. De recias figuras y con algo más de
treinta y cinco años de edad, la sangre les hierve al darse cuenta
de que casi han quedado solos en el muelle y los barcos no en-
tran ni salen por el boicot de los gerentes golpistas. Sin embargo,
lo que asemeja más a estos hermanos morochos es su firme po-
sición bolivariana, que demuestran con creces durante el golpe
petrolero.
Cinco meses antes, Emiliano fue uno de los forjadores de un
movimiento que integró a todos los factores progresistas de Pdvsa
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en Anzoátegui. Le llamaron el Bloque Patriótico, en defensa de

Pdvsa, y uno de sus líderes es Numan Lozada, el representante del
Ministerio de Energía en la región. Y como sabían que los geren-
tes conocían de sus posiciones, ellos se reunen de forma clandes-
tina y así elaboran sus planes para enfrentar el paro, que creían
sería pasajero.
Cuando se percatan de la gravedad, y comprueban que había
un complot generalizado de los gerentes, los miembros del Bloque
Patriótico deciden tomar por asalto el muelle y el 4 de diciembre
sacan a los jefes de allí, con golpes y presiones. Habían coordina-
do sus acciones con la Guardia Nacional, que comienza a proteger
las instalaciones, y cuentan con el respaldo del alcalde bolivariano
de Sotillo, Nelson Moreno. También el ministro Rafael Ramírez
estuvo reunido con ellos.
El objetivo de los bolivarianos, luego de ocupar los muelles,
era cargar crudo en los barcos para evitar parar los pozos. El 6 de
diciembre logran sacar un primer buque, con quinientos mil barri-
les. A partir de ahí viene el calvario. Desaparecen los empleados a
cargo de hacer la documentación de los barcos y también los que
programan la cantidad y el tipo de crudo de cada nave. Y lo más
importante, los gerentes golpistas logran que el club internacio-
nal de los armadores de buques (propietarios) declare inseguro el
muelle, al igual que en toda Venezuela.
Emiliano saca la cuenta y le dice a su hermano: «Oye, casi toda
la marina mercante aquí se paró. De treinta y seis pilotos prác-
ticos quedaron tres, de veintidós capitanes quedamos cuatro, y
entre ellos estamos tú y yo».
Las dificultades no los arredran. El día 15 por la noche inten-
tan mover por sorpresa un barco para cargar crudo, pero a última
hora el práctico que debe arrimarlo al muelle es objeto de muchas
presiones y aborta la operación. Esa noche Emiliano casi no duer-
me por la vergüenza y la ira, porque cuando estaban realizando la
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maniobra lo había llamado dos veces el presidente Chávez desde

Miraflores, para conocer los detalles y alentarlos. «No se preocu-
pe, señor Presidente, esta noche metemos ese barco y mañana va-
mos con el Josefa Camejo, el capitán es un patriota», había dicho.
Emiliano acude temprano al muelle para garantizar que esta
vez sí tengan éxisto. Al mediodía lo llama la madre, que se sentía
muy mal porque le decían que él iba a volar en el remolcador
cuando estuviera moviendo alguno de los barcos llenos de com-
bustible y que explotaría todo el muelle. Emiliano le pide a su
hermano Pablo que atienda a «maíta».
Y cuando llega se encuentra a la señora de casi setenta años
llorando y le pide que le diga a su hermano que salga del muelle,
y que él también lo haga, porque le han dicho que «se van a meter
en un peo» y hasta preso se los van a llevar.
—Oye, Emiliano, voy a llevar a maíta a la clínica pa’ que le
pongan algo, le den una pastillita, alguna vaina que la calme por-
que ella está demasiado alterada, y de paso yo también estoy con
nervios –dice Pablo por celular a Emiliano, que sigue afanado en
los preparativos para mover el barco.
—A mí me están jodiendo mucho por teléfono –le dice Emilia-
no–. Me acaban de decir que ellos saben dónde estudian mis hijos.
—Esos son los mismos carajos que trabajan con nosotros,
vale…
—Pero yo me siento mal, Pablo, vente para acá –insiste Emilia-
no con voz angustiada, y en minutos le da un mareo y se desmaya.
Al rato Pablo recibe una llamada de los compañeros.
—Vente pa’cá, vale, que a Emiliano lo acabamos de traer para
la clínica industrial de Pdvsa.
Pablo se dice: «Verga, ¿y ahora qué hago?». Y opta por tran-
quilizar a la madre, montarla en el carro e irse de prisa a la clínica
donde está Emiliano. Lo encuentra todavía desmadejado.
—¿Qué te pasó?
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—Coño, demasiada presión y me dio un beriberi, porque todo

el peo me está cayendo a mí encima –dice Emiliano contrariado–.
Pero ya me siento mejor, no jodas…
Tres horas después Emiliano se integra a la maniobra; en el
transcurso de la madrugada logran mover el buque, él en un re-
molcador y su compañero Bartolo en otro. «En la clínica me re-
potenciaron», piensa risueño cuando a las 5:30 logran atracar el
buque, y luego se dice: «Ya me puede llamar el Presidente…».
Después Emiliano y sus pocos compañeros logran mover el
Josefa Camejo, que carga otros quinientos mil barriles de crudo. Y
el 26 de diciembre, Pablo remolca al Amazon Explorer, el tanquero
brasileño que trae quinientos mil barriles de gasolina de ese país,
y que representó, después del rescate del Pilín León, una derrota
formidable a los golpistas, que veían al paro hacer agua mientras
los buques y los puertos se reactivaban.
Chávez recibe en Guaraguao al barco brasileño y condecora
a varias decenas de obreros, militares y gerentes. Entre ellos a
Emiliano, a quien le cuelga la medalla Libertador de cuarta clase.
Ese día Pablo se pone su uniforme de marino mercante y no
para de tocar corneta en el remolcador. Durante el acto, Emiliano
le dice a Chávez: «Mire, Presidente, ese que toca la corneta es mi
hermano morocho, el que trasladó el Explorer en su remolcador».
Y Chávez, sonriente, le contesta: «Sí, vale, pasa al morocho para
acá». Pablo al ver la seña de Emiliano salta como un bólido. Y
ocurre todo tan rápido, que al saludar al Presidente el morocho
siente que también a él quiere darle un beriberi por la emoción.
.....
La refinería de Puerto La Cruz sufrió los embates más extremos

de los saboteadores. No habían podido detenerla, a pesar de que
se ausentó el 90 por ciento de los técnicos y profesionales, y devi-
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no bastión moral de los trabajadores petroleros por ser la única

activa en el país.
El 12 de diciembre ocurre una extraña avería en la torre de
fraccionamiento del proceso catalítico, que al estar encadenado
podía hacer colapsar toda la planta. Cuando llaman a Luis Pereira,
ingeniero que conoce muy bien el riesgo de la avería, él piensa:
«Ahora sí que paran la refinería».
Sin amilanarse, un pequeño grupo de ingenieros y trabajado-
res de la planta y especialistas del Instituto de Investigaciones del
Petróleo (Intevep) deciden actuar para impedirlo. Ganan tiempo y
ponen a recircular el sistema, y los demás procesos bajan la carga
sin dejar de producir.
La ingeniera Josefina Salazar es consultada vía telefónica. Ella
radica en la sede de Intevep en el estado de Miranda y conoce
muy bien esa tecnología. Con su voz sedada y fina pregunta los
detalles de la rotura y luego de estudiar el problema envía por
computadora su criterio. Sugiere una reparación temporal, con
una boquilla para confinar la fuga. Desde la refinería le pregun-
tan: «¿Tú crees que esa sea la solución? ¿No nos meteremos en un
lío?». Y ella, muy segura, envía su criterio firmado. Lo evalúan y
deciden aplicarlo.
Al siguiente día la llaman: «Josefina, todo perfecto, mañana va-
mos para arriba». Y así, el 17 de diciembre se reactiva la torre. Esa
tarde Josefina va feliz para su casa, y de súbito escucha en la radio
del auto al exvicepresidente de Pdvsa, Jorge Kankoff: «Los que re-
pararon la planta de Puerto La Cruz son unos irresponsables, que
pusieron en riesgo esa instalación y actuaron de manera ilegal».
Y su esposo, que la acompaña, le pregunta inquieto: «¿Josefina, tú
estás segura de que se hizo lo correcto?» Ella le responde: «Ese es
un mentiroso».
En los primeros días de enero Josefina decide dejar a su fa-
milia en Caracas e irse para la refinería en Puerto La Cruz. Allí
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estaban Nelson Martínez de gerente general, Alejandro Granados,

Luis Rivas y otros compañeros suyos de Intevep. Le resulta fácil
sintonizar con la cálida franqueza de los orientales y ayuda junto
a sus compañeros de Intevep a mantener activa la refinería y a
enfrentar las campañas incesantes de los adversarios.
.....
Desde los primeros días del paro en Puerto La Cruz y en todas los
demás sitios petroleros del estado de Anzoátegui, el pueblo boli-
variano se enfrentó sin cesar a los gerentes golpistas y a los gru-
pos opositores. Pronto toman el control del acceso a la refinería
de Puerto La Cruz, de la sede principal de Pdvsa en esta ciudad, y
de la entrada a los muelles. También logran dominar las instala-
ciones del gas en Anaco e impiden, con ayuda de varios trabaja-
dores procedentes del estado de Bolívar, que fuera interrumpido
el suministro de esa energía a las industrias básicas en Guayana.
Una batalla campal en calles, plazas y redomas.
Xiomaris Salazar es una mujer joven, de 33 años, piel blanca
y ojos inquietos, a tono con su enérgico cuerpo que se mueve a la
velocidad de sus efervescentes palabras. Es una fémina de acción,
sincera, directa y combativa, que dirige las movilizaciones de los
grupos bolivarianos en coordinación con el alcalde de Puerto La
Cruz, Nelson Moreno. También mantiene estrechos vínculos con
algunos mandos militares del estado y los patriotas de Pdvsa que
actúan dentro de las instalaciones. Además, obtiene informacio-
nes sobre los adversarios, procedentes de ciertos policías del go-
bernador David de Lima, quien había desertado durante el golpe
de abril y ahora apoya a las huestes opositoras.
Ella, al igual que los demás luchadores populares, sabe que la
bronca es endemoniada y sin cuartel. Tiene tres hijos menores –de
diez, ocho y cinco años– y aunque los deja acompañados de una
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muchacha que se los cuida, piensa a cada minuto en ellos y de vez

en vez los llama por teléfono para alimentar su espíritu materno
y darles afecto. «Sé que ustedes me van a entender cuando sean
grandes y sepan lo que sucedió en estos días», piensa Xiomaris
cuando siente nostalgia por no verlos en varios días. Imagina por
adelantado el cuento que les hará de cuando en el elevado de Le-
cherías –lugar que es en Puerto La Cruz igual que el este de Ca-
racas– los uniformados del gobernador arremetieron contra los
bolivarianos, y ella tuvo que correr mucho para salvar su vida. Esa
tarde, un disparo procedente de la policía le sacó un ojo a Rondón,
el combativo dirigente popular de Barcelona –la capital de Anzoá-
tegui–, quien en pocas horas se reincorporó a la pelea.
El primer enfrentamiento de diciembre ocurre en la redoma
de Guaraguao, en Puerto La Cruz, lugar donde radica la sede prin-
cipal de Pdvsa en Anzoátegui. Ese espacio de tierra fue bautizado
desde entonces con el nombre Plaza de la Revolución Alberto Lo-
vera, y nunca más los escuálidos pudieron tomarlo.
En esos primeros días, el vicepresidente José Vicente Rangel
los llama desde Caracas y los alerta: «Cuidado y no se dejen to-
mar la refinería». Y los bolivarianos enseguida se movilizan y jun-
to a los trabajadores que tenían el control adentro sacan a unos
pocos gerentes golpistas que querían boicotear la planta. Desde
entonces, vigilantes en el portón, «los guardianes de Pdvsa» –así
comienzan a llamarles–, no permiten que los saboteadores vuel-
van a entrar.
Xiomaris junto a otros luchadores populares ayuda a mover
las gandolas de combustible. Cuando los dueños se niegan, ellos
buscan choferes y por la fuerza, amparados en la legalidad, se las
quitan y sacan más de cincuenta cada día.
Uno de los enfrentamientos más fuertes ocurre frente al hotel
Cristina Suite, al pretender los escuálidos tomar la avenida muni-
cipal para cerrar el acceso a la ciudad de Puerto La Cruz. Ese día,
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montan allí una tarima y planifican hacer un acto donde hablaría

Juan Fernández y luego una marcha para intentar retomar la refi-
nería. Los bolivarianos llegan antes y queman la tarima, en medio
de un enfrentamiento con la policía, y Juan Fernández tiene que
conformarse con firmar autógrafos a sus seguidores fascistas en
un lugar tranquilo de Lecherías.
En una de las frecuentes conversaciones con sus compañeros
en el llenadero de gasolina, mientras comen panes con mortadela,
Xiomaris alienta a los guardianes con elocuencia sintética: «No-
sotros somos junto a los militares el escudo que permitirá a los
trabajadores y gerentes patriotas reactivar Pdvsa, que ahora sí es
nuestra».
.....
El Palito, en el estado de Carabobo, vuelven a pararla los sabo-

teadores. Esa refinería había sido la única que los golpistas de-
tuvieron en vísperas del golpe de abril. En aquella oportunidad
los gerentes alegaron problemas de seguridad tecnológica. Pocos
días después, los obreros y algunos gerentes –entre los que se
encontraban Asdrúbal Chávez y Roberto Capriles– lograron crear
las condiciones para reactivarla.
La experiencia de abril fue evaluada por ambos bandos en El
Palito. Los gerentes golpistas se percataron de que debían ejer-
cer una esmerada influencia sobre los operadores (obreros del
proceso productivo) y los mantenedores (trabajadores de mante-
nimiento) a fin de lograr incorporarlos a un posible nuevo paro.
Por su parte, un grupo de obreros decidieron impedir que ello
volviera a ocurrir.
Esta refinería, que procesa como promedio ciento cuarenta mil
barriles diarios, garantiza combustible a diez estados (Carabobo,
Lara, Portuguesa, Barinas, Apure, Cojedes, Aragua, Yaracuy, parte
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de Miranda y parte de Falcón) desde dos centros de distribución,

uno en Yagua, Carabobo, y otro en Barquisimeto, a través de sen-
dos poliductos.
El plan de diciembre se proponía frenar la producción en tres o
cuatro días y afectar así a no menos de cinco millones de personas.
José Ramón Arias, alias Cepillín, forma parte de un colectivo
de obreros de El Palito afiliados al pequeño –aunque combativo–
gremio bolivariano Sindicato Unitario Nacional de Trabajadores
Petroleros (Sinutrapetrol). Arias es un hombre de estatura media-
na, avispado y de verbo fluido.
Dos meses antes de iniciarse el golpe petrolero, esos trabaja-
dores se percatan de la nueva conspiración y comienzan a prepa-
rarse. A mediados de noviembre, Arias y otros miembros del gru-
po asisten a una reunión en Caracas con Alí Rodríguez, que quería
oír opiniones de operarios petroleros de todo el país. Arias se sor-
prende de que Alí termine la reunión sin mencionar a El Palito.
—Oye, Alí, ¿por qué tú no has preguntado por El Palito? –dice
Arias con desenfado, y sus insinuantes ojos provocan más la aten-
ción de Alí.
—Lo que pasa, Cepillín, es que nosotros perdimos El Palito el
9 de abril y allí no tenemos nada…
—Alí, tú estás equivocado, allí hay un grupo de trabajadores
preparados, porque sabemos que viene una vaina –replica Arias
de manera contundente.
—¿Tú estás hablando en serio, Cepillín? –inquiere Alí con cara
de satisfacción y el obrero le afirma con la cabeza–. Pues vente a
mi oficina el domingo con la gente que dices tener.
Eran quince y todos asistieron, entre ellos Roberto Capriles,
el único gerente del grupo. Le dicen a Alí que ellos garantizan la
continuidad de las operaciones.
—No somos muchos, es verdad, pero tenemos experiencia y
queremos a Venezuela –dice Arias.
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Alí los interroga. Y va al grano.

—¿Qué sucedería si esos gerentes paralizan las operaciones?
—Presidente, nosotros no vamos a permitir que eso suceda
–responde Henry Morales en nombre de todos, y allí mismo junto
a Alí, durante la mañana, planifican lo que iban a hacer.
Ese domingo al llegar a la refinería se reúnen, y a partir del si-
guiente día comienzan a hablar con otros trabajadores, para aler-
tarlos y comprometerlos. Apenas queda medio mes.
Durante los primeros días del paro los trabajadores antigol-
pistas permanecen en sus puestos, duermen en colchonetas, vigi-
lan a los adversarios. Alí y el ministro Ramírez llaman a Cepillín
todos los días y él pasa su celular a otros operadores para insu-
flarles ánimo.
Los militares están afuera de la planta, vigilantes. Hay una
enorme tensión. Un obrero informa por su radio a los militares
que un superintendente dio la orden de detener la planta de frac-
cionamiento catalítico, el corazón de la refinería. Y en minutos
entra al recinto un capitán de la Guardia Nacional y les dice a los
operadores: «Ustedes se van de ahí ahora mismo».
El viernes es más claro el plan adversario: de tanto refinar sin
salir los productos por el boicot al transporte, se fueron llenan-
do los depósitos. La misma coartada de todas partes. Alí decide
pactar con los gerentes una parada segura a fin de preservar la
industria. Llama a Arias:
—Cepillín, dile a los muchachos que debemos llegar a un acuer-
do para que esos carajos paren la planta en condiciones seguras.
—No, Alí, nosotros no vamos a entregarles la refinería, te la
entregamos a ti –dice Arias furioso.
En la tarde del sábado Alí traspasa la instalación a los geren-
tes, para que la dejen en recirculación. Cepillín y el grupo deciden
quedarse afuera, adoloridos, viendo cómo aquel querido cuerpo
metálico languidecía. No lo podían creer. A las cinco de la tarde
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observan que todo se había apagado, un silencio ensordecedor

que resulta más insoportable cuando salen los golpistas y gritan
«¡triunfamos!» y corean sus consignas de siempre.
Los pocos obreros que resistían de pie esos instantes, al ver
que los gerentes se marchan a celebrar, se miran entre sí. Y uno
de ellos dice lacónico: «Bueno, compañeros, se fueron». Sin per-
der tiempo llaman por sus celulares a los demás, que están en sus
casas. Pronto se congregan todos frente a la refinería. No suman
más de cuarenta, de mil trescientos trabajadores que tiene la plan-
ta. Evalúan la situación y prevalece un criterio que alguien resu-
me: «Se fueron, ¿verdad? ¡Aquí más nunca van a entrar!».
El ingeniero Asdrúbal Chávez, quien desde octubre forma
parte del grupo Colina en Miraflores, es designado el día 8 para
hacerse cargo de la refinería El Palito. Antes de llegar allí, el 9, se
detiene en Yagua para activar ese centro distribuidor, cuyo siste-
ma automático había sido saboteado. Ponen el mecanismo ma-
nual y esa misma noche sale la primera gandola, con el apoyo de
la Guardia Nacional. A la mañana siguiente Asdrúbal se traslada
hacia El Palito.
Cuando Asdrúbal se reúne con las fuerzas que quedan para
reactivar la refinería, comprende que la primera tarea es dialogar
cara a cara con muchos operarios y mantenedores, para tratar de
incorporarlos. Él había laborado en esa planta como ingeniero de
procesos y conocía a muchos. Supo que durante meses los geren-
tes habían actuado de manera esmerada con los obreros. Simu-
laron que eran amigos de varios, usaron prebendas e influencias
diversas y también ejercieron presiones y chantajes. De ese modo,
lograron reducir a cuarenta el núcleo de operarios y dos superin-
tendentes, dispuestos a reactivar la planta, además del informáti-
co Roberto Capriles.
Asdrúbal se asombra al saber que no quedan ingenieros de
procesos ni otros técnicos de vital importancia. También se entera
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de los sabotajes que realizaron los gerentes antes de irse, incluso

en el sistema informático al borrar toda la base de datos el 15 de
diciembre.
El 17 de diciembre Cepillín, junto a otro dirigente sindical
–Miguel Maduro–, es citado en Miraflores para una reunión con
el presidente Chávez, Alí, el ministro Ramírez y otros directivos.
Es la primera vez que los dos obreros entran al Palacio y conver-
san con Chávez. La sangre les corre de prisa. Chávez los escucha.
Pregunta. Los estimula.
—Bueno, muchachos, felicidades, vamos a triunfar, sigan ade-
lante –y les da unas palmadas al despedirse. Ellos regresan y les
informan a sus compañeros.
—El Presidente nos llenó los tanques con gasolina moral del
más alto octanaje: no podemos fallarle –dice un obrero y los demás
aplauden.
Asdrúbal recibe el apoyo de la guarnición militar. El viceal-
mirante José Rafael Pérez Montero le presta ingenieros y otros
técnicos de la Armada. Localizan jubilados, quienes a su vez ayu-
dan a buscar operarios. Y así va creciendo la fuerza laboral y téc-
nica indispensable. El primer paso es hacer mezclas de gasolina
para enviar a Yagua y restablecer el suministro a los centros de
distribución. El 24 de diciembre, mientras se comen unas halla-
cas que compraron cerca, sacan la cuenta: ya tienen doscientas
personas.
Forman operadores en tres semanas, lo que en otras circuns-
tancias llevaría un año. Incluso Hernán Bravo, que se queda al
frente de la planta eléctrica, le confiesa a Asdrúbal: «Es increíble
que en tres días unas personas hayan aprendido un proceso tan
complejo como es generación de vapor y electricidad». Bravo no
olvida lo que le había dicho el ministro Ramírez, cuando visitó la
planta con José Vicente Rangel, el ministro de Defensa y varios
generales: «Siga adelante, que usted es el dueño de esto».
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Chávez llama a Asdrúbal y este le confirma que se proponen

activar el 50 por ciento en la primera semana de enero. Así fue.
El 9 de febrero arranca el resto y ese día se realiza allí el progra-
ma dominical Aló Presidente. Para esa fecha se habían incorpo-
rado varios cientos de trabajadores, y los gerentes más nunca
regresaron.
El pueblo, como en el resto del país, se mantuvo en el portón
y en las afueras de Yagua, controlando a los adversarios y alen-
tando a los trabajadores. Y los militares cumplieron su papel de
proporcionar seguridad, de apoyo técnico puntual y en ocasiones
de persuasión pública. Trabajadores, pueblo, militares: otra vez el
triángulo invencible.
.....
El mapa del petróleo venezolano es diferente a los demás. Es tra-

zado según los yacimientos de crudo y divide al país en distri-
tos. No existen estados ni municipios. Los distritos de producción
forman a su vez un vasto tejido de balancines, tanques, tuberías,
válvulas, refinerías, plantas distribuidoras, puertos y medios de
transporte que se extienden por el oriente y el sur del país, el cen-
tro costero, el lago de Maracaibo e incluyen también parte de los
llanos, que es quizás la zona menos conocida.
En Barinas y Apure existe un pequeño distrito, que sin embar-
go hizo un gran aporte a la derrota del golpe petrolero. En esos
días, Ricardo Coronado es el superintendente de coordinación
operacional, cuya responsabilidad consiste en manejar el crudo
proveniente de pozos radicados en ambos estados, que luego se
mezcla para satisfacer la dieta que utiliza la refinería El Palito.
Coronado es un joven ingeniero mecánico, procedente de Zu-
lia, de complexión gruesa, alta, y hablar desenvuelto, con el típico
acento y la gracia de los maracuchos. En aquel momento el distrito
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producía entre ciento treinta y ciento treinta y cinco mil barriles

diarios que suplían el 90 por ciento del consumo de El Palito.
En Barinas-Apure ocurrió igual que en el resto de los distritos:
los gerentes golpistas olvidaron que existían los obreros y se fue-
ron al paro pensando que avanzarían por el llano sobre caballos
purasangre, hasta que se dieron cuenta de que estos se habían des-
bocado. En Barinas solo quedaron dos gerentes y Coronado, que
en la jerarquía militar equivaldría a un teniente coronel. Ambos
gerentes eran conocidos del presidente Chávez: Francisco Jiménez,
alias el Seco, y José de la Cruz, de sobrenombre el Molino. Los tres
formaron un equipo con ramificaciones en los campos petroleros,
donde el 95 por ciento de los trabajadores y técnicos apoyaban la
revolución y estaban orgullosos de que su líder fuera un barinés.
Debido a que El Palito no podía recibir crudo, por haberse
detenido, en el distrito deben llevar al mínimo de diez mil barriles
la producción, aunque logran evitar así mayores afectaciones a los
pozos. Además, los trabajadores, respaldados por el pueblo lla-
nero y los militares –en Barinas al mando del coronel del ejército
Mata Figueroa–, mantienen el control de todas las instalaciones.
Mata Figueroa cierra filas con los jefes y obreros. Incluso les
garantiza gasolina para mover los vehículos de operaciones y lo-
gística, y el trasiego de los voluntarios que respaldan la seguridad
de los oleoductos.
También en Barinas-Apure hubo sabotajes. A Coronado le
asignan la coordinación operacional de todo el distrito y en ese
cargo recibe la noticia de que habían quemado una estación de
flujo. Va a su casa, busca un pequeño revólver y parte raudo hacia
allí acompañado de Nelson Méndez, jefe de mantenimiento, y de
un soldado jovencito y de baja estatura, que cuando el gordo Co-
ronando lo veía le daba risa, porque el fusil era más grande que él.
De pronto, ya en el lugar del sabotaje, Coronado escucha el
ruido de un camión. Murmura: «Bueno, aquí nos vamos a matar».
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—¿Quién anda ahí? –grita sobresaltado.

—Somos los círculos bolivarianos –le responde una voz firme,
mientras el camión se acerca a pocos metros de los tres.
«¡Coño, viva Dios!», se dice Coronado con una sonrisa sin de-
jar de mirar el camión donde vienen como sesenta mujeres y hom-
bres apiñados.
—Bueno, hermanos, tranquilos, nosotros somos de Pdvsa, de
los buenos, que venimos a cerrar esta estación que quemaron los
escuálidos… –vocea Coronado y ahora ve el rostro del recio bari-
nés, que vuelve a hablarles.
—Ah, está bien, pero dígannos: ¿por qué ustedes cerraron la
producción en El Hato?
Y Coronado tiene que explicarles las razones, porque los círcu-
los bolivarianos allí son muy activos y vigilan con celo todo lo que
ocurre en las instalaciones de Pdvsa. Incluso se mueven en bici-
cletas, caballos y motos para cuidar todas las tuberías susceptibles
de ser saboteadas.
El 6 de enero de 2003 es el día decisivo. Los escuálidos, que
como en otras partes del país se habían adueñado de una plaza
de la ciudad de Barinas, deciden ir a retomar el edificio sede de
Pdvsa. Ya se ven vencidos: sus nombres aparecían en las listas
de los botados de la empresa. Están rabiosos y portan piedras
y palos. Los esperan los círculos bolivarianos, que vivían en la
puerta del edificio, y llegan también más bolivarianos que ven la
marcha avanzar y saben que habrá un enfrentamiento.
Así es. Los escuálidos comienzan a lanzar piedras y los bo-
livarianos les responden, entre ellos Edgardo Ramírez y otros
barineses de sangre caliente que también emplean sus puños.
Hasta que un adeco saca una escopeta y hace que los militares
dispersen a los marchistas y de paso, junto a los círculos boliva-
rianos, toman la plaza de los escuálidos, adonde no regresarían
nunca más.
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.....
El ambiente en la sede principal de Pdvsa en La Campiña es de-

solador. El edificio queda casi vacío. De un total de dos mil dos-
cientas personas, solo se reportan ciento ochenta y seis. En los
primeros días del paro, muchos de los que allí están sienten in-
certidumbre y hasta temor; más de una vez el Ejército y la Guar-
dia Nacional mandan desalojar el edificio, debido a amenazas de
asalto y toma de La Campiña por la oposición. Al final, siempre
terminan afuera con el pueblo, atentos al enemigo. Poco a poco
van venciendo el temor, se organizan y el sentimiento de victoria
se hace predominante gracias al apoyo popular.
En ese edificio funcionaba la presidencia de Pdvsa y era el si-
tio donde se entretejía la maraña conspirativa contra la industria,
hasta que fue ocupado por el pueblo el 5 de diciembre.
A pesar de las amenazas y las agresiones físicas que reciben
algunos de los trabajadores y del amedrentamiento con dos gra-
nadas fragmentarias en el lado sur de la torre oeste, que destrozan
las paredes de vidrios del comedor principal del edificio, las ope-
raciones nunca se suspenden. Además coordinan y prestan apoyo
a las plantas de combustible de Guatire y Carenero, así como a
los guardianes de La Campiña. Los pocos trabajadores y gerentes
que permanecen en el lugar están conscientes de que ese sitio em-
blemático es un objetivo de guerra y de que ellos junto al pueblo
tienen que defenderlo.
Mientras tanto, el pueblo bolivariano no abandona un ins-
tante el control externo de La Campiña, y desde la madrugada
del 5 de diciembre los opositores no osan acercarse al lugar. La
tarima que allí se instaló se convierte en un símbolo revoluciona-
rio en defensa de la nueva Pdvsa. Sobre esa tribuna de madera se
escuchan discursos políticos y se hacen actividades culturales, de
educación y recreación, entretanto el pueblo bolivariano defiende
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el lugar las veinticuatro horas de las agresiones de la policía fas-

cista del alcalde Alfredo Peña.
Geomar Infante es uno de los luchadores, integrante del pri-
mer grupo dirigido por el alcalde Freddy Bernal que en la ma-
drugada del 5 de diciembre tomó La Campiña. Es un joven alto,
delgado, trigueño y de hablar pausado y escueto. Aunque vive bas-
tante cerca, en la parroquia 23 de Enero, decide no moverse de esa
trinchera convirtiéndose en uno de los más destacados guardianes
de La Campiña.
Entre las tareas diarias que comparte Geomar con otros com-
pañeros está cerrar cada tarde la circulación de vehículos del este
hacia el oeste, por la senda superior de la avenida Libertador,
donde radica el edificio petrolero. El propósito es impedir que
durante la noche los agredan a corta distancia, desde vehículos
en marcha, que al quedar bloqueada la vía deben desplazarse por
debajo.
Casi al caer la noche del viernes 7 de febrero Geomar se dispo-
nía, con su compañero Rufino Paredes, a cerrar la senda superior
de la avenida, cuando el pequeño hijo de este les avisa que había
dos patrullas de la Policía Metropolitana estacionadas en la parte
de abajo de Libertador. Geomar se asoma y los ve bajarse de los
vehículos en actitud agresiva.
Preocupado por la criatura de siete años que está a su lado,
se levanta la chaqueta para demostrarles a los represivos que no
portaba armas, y al darse cuenta de que uno de ellos se disponía a
dispararles se abalanza sobre el niño y lo protege. En ese instante
siente dos golpes cortantes en su espalda y el impacto de las balas
lo lanza contra una pared. Le falta el aire y presiente que le han
atravesado un órgano vital con un proyectil de la poderosa pistola
Magnum 357 que usan los esbirros del grupo Fénix de la Policía
Metropolitana, pero saca fuerzas y corre casi cien metros hasta la
tarima, preservándole la vida al inocente.
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Yaritza, que un mes antes se había hecho novia de Geomar en

el fragor de la tarima, recibe la noticia cuando se está bañando en
un apartamento cercano. Ella es una muchacha pequeña, menu-
da, de ojos inquietos y rasgados, siempre dispuesta a enfrentar
a los escuálidos. La China, como la conocen todos, no se detiene
ante ningún peligro y en minutos toma un taxi para el hospital
universitario adonde llevaron a Geomar. Está angustiada. En ese
momento, para calmar la zozobra, cierra sus pícaros ojitos y reme-
mora el instante en que lo conociera, aquella noche del 5 de enero,
cuando ella se entretenía frente a la tarima jugando dominó.
Sentía la fuerte mirada de un hombre espigado que estaba de
pie al lado suyo y hasta su olor le gustó. Él hizo como si observara
la partida de dominó, y logró sentarse a jugar de pareja con una
amiga contra la China y su par, que no perdían.
—Oye, China, ¿esos ojitos tan lindos tienen dueño? –atacó
Geomar en el instante en que ella estaba molesta porque se había
pasado al doble seis.
—Tú dices eso para engañarme, pero yo tengo el corazón de
piedra –sonrió la China concentrada en el juego, y así inició la
partida amorosa con Geomar.
Al anochecer siguiente, Día de Reyes, ambos se regalaban el
primer beso muy cerca de la tarima. «¡Qué pronto la piedra se
convirtió en lava!», le dijo Geomar y ella volvió a besarlo con sus
párpados cerrados…
Cuando entra al hospital le cuentan enseguida que Geomar lle-
gó allí caminando y no lo dejaban pasar a emergencia porque no
parecía que estuviese herido, hasta que un amigo le dice al médico:
«Doctor, este muchacho tiene un tiro». Y el galeno reacciona: «¡Qué
tiro si él está caminando!». Pero al verlo herido rectifica: «¡Este mu-
chacho está grave!». Y de inmediato lo trasladan al quirófano.
Dos veces operan a Geomar. Una bala le perforó el pulmón y
la otra le pasó cerca del hígado. Y cuando puede hablar su preocu-
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pación es si han podido conseguir chalecos antibalas para prote-

ger a los demás guardianes. Decenas de compañeros de la tarima
y de Pdvsa lo visitan en la casa donde se recupera y recibe un
esmerado apoyo de Alí Rodríguez y Rafael Ramírez, quienes junto
a los demás patriotas de la empresa se sienten orgullosos de los
guardianes de La Campiña y del héroe Geomar.
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Ofensiva bolivariana: enero
Enero de 2003 transcurre entre turbulencias: marchas de ambas

partes, violencia en algunas, pugnas por la reanudación de las
clases, batalla por la apertura de los bancos, continuación de la
escasez aguda de gasolina y gas doméstico, llamado de la oposi-
ción a no pagar tributos y advertencias del gobierno, despidos
masivos de trabajadores del sector privado y de miles de gerentes
y otros huelguistas de Pdvsa, fuga cuantiosa de capitales y apli-
cación del control de cambio, mayor escasez de algunos alimen-
tos, intervención por los militares de varios almacenes de comida
acaparada, inicio de acciones del gobierno contra las televisoras
privadas, depresión sicológica y pánico en los sectores medios
y altos de la burguesía, suspensión del referendo consultivo del
2 de febrero por el Tribunal Supremo, avances sustantivos en la
reactivación petrolera, debates sin acuerdos en las mesas de diá-
logo, propuesta negociadora de Carter, creación de un «grupo de
países amigos» con el aparente fin de ayudar en las negociacio-
nes, debates en la oposición para flexibilizar y terminar lo que
iba quedando del paro…
El 2 de enero Ortega vocifera el primer «parte de guerra»
del mes, y se hacen cada vez más reiterativos y distantes de la
realidad. La incoherencia de su discurso creció proporcional al
acelerado fracaso del plan golpista, que precipitó además divisio-
nes y deserciones en las filas opositoras. Las siguientes palabras
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defensivas de Ortega al comenzar el año delatan el vertiginoso

retroceso opositor: «El paro no murió, sigue firme».
«La gran batalla» es el nombre rimbombante que decidiera
utilizar la Coordinadora Democrática para movilizar a sus hues-
tes el 3 de enero hacia la avenida Los Próceres, área militar por su
cercanía a Fuerte Tiuna y principal vía de acceso a este. La marcha
empezó a convocarse por la televisión, la radio y los periódicos
desde finales de diciembre, única caminata de ese género planifi-
cada y divulgada con tanta antelación. ¿Cuál era su objetivo?
Antonio Ledezma lo explica así el 2 de enero, en nombre de
la Coordinadora Democrática: «Nosotros sabemos que es indis-
pensable la participación de la FAN para que se resuelva el con-
flicto que estamos viviendo. No queremos un golpe militar, pero
creemos que la FAN debe tomar cartas en este asunto». O sea:
no, pero sí.
¿Cómo ocurren los hechos?
La avenida Los Próceres está muy próxima a El Valle, una de
las parroquias más nutridas de chavistas en Venezuela. Su com-
batividad fue manifiesta en los días del golpe de abril, cuando
salieron en oleadas a Fuerte Tiuna, para rescatar al líder bolivaria-
no. Quienes convocan la marcha saben que el pueblo humilde de
Caracas irá allí a defender la revolución. Se trata de una actividad
sin permiso de la alcaldía ni de la FAN, en una zona militar: una
obvia provocación.
Incitan a los chavistas para montar el escenario que querían.
Detrás de los árboles y en azoteas cercanas los fascistas colocan
tiradores profesionales, que disparan sus pistolas de alto calibre
contra los bolivarianos. Hieren a seis. Matan a dos jóvenes: Oscar
Antonio Gómez Aponte y Join Gregorio Gómez Morán, de veinti-
cinco y treinta y tres años, respectivamente.
Ambas fuerzas son contenidas por la Guardia Nacional, la Po-
licía Militar, la Policía Metropolitana y la policía del municipio de
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Libertador. Los bolivarianos hacen una barrera humana en la ave-

nida Los Ilustres –que se convierte en Los Próceres en dirección
al fuerte–, con el fin de impedir el paso a los adversarios. Resulta
inevitable el enfrentamiento. Los opositores lanzan botellas y otros
objetos a los chavistas, que a su vez responden con piedras, palos
y cohetones. El ejército debe usar gases lacrimógenos y perdigo-
nes, para contener a cientos de opositores que pretenden llegar
al monumento símbolo de las luchas por la independencia, en las
puertas de la instalación militar.
«La gran batalla» tuvo su origen en una decisión desesperada
de la dirigencia fascista, que desde los últimos días de diciembre
se percata de que el tiempo había empezado a girar en su contra:
una patada de ahogado.
Buscan crear el caos en la cara de los militares y apuestan una
vez más a que estos irrumpan en algún momento en la escena y le
pidan la renuncia al Presidente, para impedir que «el desorden y
la ingobernabilidad» continúen en ascenso. Solo en mentes deli-
rantes podían generarse esas ideas. Lejos de exhibir músculos al
comenzar el año, reafirman su debilidad. Otra vez el esquema de
abril, ejecutado en forma aún más burda y trasnochada.
No solo asesinan a dos jóvenes bolivarianos; para colmo, la
Policía Metropolitana arremete con gases lacrimógenos y perdi-
gones en la noche del velorio de uno de ellos. Esto provoca más
rechazo del pueblo a los golpistas y en pocos días Chávez ordena
a los militares que les quiten las armas largas a la Policía Metro-
politana y esta vuelva a ser controlada.
En el «parte de guerra de esa tarde», Ortega califica la marcha
como «una digna batalla de la sociedad civil, vilmente agredida
por los círculos terroristas y la policía militar». Y reitera el propó-
sito que los llevó a «la batalla final»: «La mayoría de los oficiales
están con la sociedad civil, y cuando les toque actuar lo harán de
manera institucional».
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Al día siguiente, 4 de enero, convocados por el Movimiento

V República, miles de personas se desplazan hacia la sede de la
Guardia Nacional, en una marcha cuyo objetivo es rechazar el sa-
botaje a la industria petrolera, defender la Constitución y al pre-
sidente Chávez, y apoyar la digna actuación de los militares. Allí,
a nombre del MVR, el diputado Darío Vivas anuncia otras cuatro
marchas. La última será el 23 de enero, aniversario de la caída del
dictador Pérez Jiménez. Ese día, dice, el país se volcará sobre la
capital: «Haremos la toma de Caracas».
El 12 de enero la Coordinadora Democrática intenta otra mar-
cha a Los Próceres y solicita la presencia de los embajadores como
garantes. Ninguno asiste. Consigue mover solo algunos cientos
de adeptos. El pueblo bolivariano sabe que no es necesario ni
conveniente enfrentarlos. Actúan la Guardia Nacional y la Policía
Militar. Advierten primero a los golpistas que la caminata no está
autorizada. Y ante la agresividad de los provocadores, no les per-
miten avanzar y los dispersan con gases lacrimógenos. Querían
caldo y les dan dos tazas.
.....
La campaña contra Cuba también se recrudece en enero. Durante
todo el día 9, los canales golpistas repiten cada treinta minutos
consignas anticubanas, en una pieza suscrita por la Coordinadora
Democrática. Entre los tres objetivos con los que se convoca la
marcha de los empleados bancarios, se afirma que uno de ellos es
«impedir el regalo de nuestro patrimonio más importante a Cuba».
Sin demora, la cancillería cubana emite una larga declaración,
desmintiendo las calumnias con argumentos y datos que mues-
tran los nexos mutuamente ventajosos de las relaciones entre am-
bos países, y exalta de forma detallada la colaboración cubana en
el área de la salud y el deporte.
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Al final, el texto expresa: «Pésele a quien le pese, por muchas

mentiras que se divulguen, por mucha campaña que se desplie-
gue, la verdad no podrá ser ocultada a los venezolanos y al mun-
do, que conocen la solidaridad y la generosidad de Cuba y su pue-
blo. El fascismo inescrupuloso y repugnante no puede conocer de
estas cosas».
.....
Exhortar a no pagar tributos es el otro mal paso de la oposición al

despuntar enero. Lo intentan hacer basándose en una distorsión
del artículo 350 de la Constitución, que ampara la desobediencia
civil del pueblo frente a regímenes de facto. Incluso, organizan
una marcha hasta la sede de la Superintendencia Tributaria (Seniat).
Chávez y Trino Alcides, presidente del Seniat, les recuerdan los
delitos en que se incurre, que pueden acarrear dieciocho meses
de cárcel.
A la vez, la Federación de Bancos Privados (Fetrabanca) deci-
de pararse los días 9 y 10 de enero en horario completo.
Chávez sale al paso de las maniobras. El 7 de enero declara:
«Ahora pretenden medidas de cierre de bancos y desobediencia
tributaria. Así como derrotamos el sabotaje petrolero, impedire-
mos que metan las manos a los dineros de los venezolanos. Den-
tro de poco anunciaré las medidas. Ayer nos reunimos catorce
horas. ¡El gobierno tiene ya listas las medidas!».
El intento de boicot tributario se frustra en pocos días, al no
contar con el respaldo, incluso, de la mayor parte de la oposición,
que olfatea el nuevo fiasco del plan golpista.
Muchos bancos acatan el paro de dos días, a pesar de las ad-
vertencias oficiales. El gobierno les impone multas millonarias y
retira las cuentas de la FAN de los bancos sumados a la trama.
Chávez adelanta que podrían ser intervenidos. Ello y la aplicación
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del control de cambio a fines de enero coloca a los adinerados

contra la pared, que mantienen el horario restringido hasta el lu-
nes 3 de febrero, fecha en que deponen su rey en el tablero.
La tercera patada de los asfixiados es aún más errática: querer
boicotear el inicio de las clases. Chávez utiliza la nueva agresión
para recordar al pueblo con cifras y conceptos los logros que el
gobierno bolivariano había introducido en la educación, y acusa a
los oponentes de intentar revertir esos avances y de atentar contra
el futuro de los niños venezolanos.
Realiza un medular discurso en el liceo Gustavo Machado
–sito en la popular barriada de Catia– el 7 de enero, fecha del rei-
nicio de las clases, que se transmite en cadena nacional. Comienza
y termina con Bolívar: «Un pueblo ignorante es instrumento ciego
de su propia destrucción». Los golpistas, dice, tratan de impedir
que el pueblo se eduque para mantenerlo dominado: «Lo juro que
no lo van a lograr», expresa Chávez y estremece al pueblo con su
vigorosa voz: «¡Llamo a Venezuela toda a ponerse de pie, unida a
defender la educación, que es defender la vida de la República!».
El día 11 el Presidente hace otra cadena de radio y televisión,
que transmite el acto y su discurso en el Poliedro de Caracas con
motivo de realizarse allí la Asamblea Nacional en Defensa de la
Educación, con la presencia de varios miles de docentes. Anuncia
que los maestros y responsables de las escuelas que se ausenten
serían despedidos, como ya se hacía con los gerentes de Pdvsa.
A los gobernadores opositores se les quitaría el presupuesto, y
de igual modo orienta que se hiciera con las universidades cuyos
rectorados decidieran sumarse al paro.
Aunque el 90 por ciento de las escuelas públicas había iniciado
las actividades, Chávez exhorta a los padres y demás ciudadanos
a tomar las escuelas que no abrieran y garantizar el derecho a la
educación. Aclara que fueran simpatizantes o no del gobierno, to-
dos debían impedir esa arbitrariedad.
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Así fue. Desde diciembre los habitantes de los barrios popula-

res caraqueños sustituían a los maestros que faltaban con bachi-
lleres y jóvenes universitarios voluntarios. En la semana del 13 al
20 de enero los colegios públicos que no abrían fueron tomados
por la gente. Ante esta realidad y por las advertencias del Presi-
dente, en pocos días todos normalizan sus actividades. De igual
modo ocurre con las universidades, mientras en las escuelas pri-
vadas el proceso dura hasta el lunes 3 de febrero. ¡Otra derrota de
los fascistas!
En esos días, Chávez repetía satisfecho uno de sus apotegmas
preferidos de Bolívar: «Las naciones marchan hacia el término de
su grandeza con el mismo paso con el que camina su educación».
Otra malvada acción, recrudecer la escasez de alimentos, re-
cibe la respuesta que el pueblo ansiaba. Efectivos de la FAN co-
mienzan a confiscar los productos –sobre todo agroindustriales–
ocultados en los almacenes y silos.
El más resonante ocurre el 17 de enero, al ser allanados la
embotelladora de Coca Cola y un almacén de maltas y cervezas
Polar, ambos en la ciudad de Valencia, en el estado de Carabobo.
Durante el operativo, el excéntrico general Luis Felipe Acosta Car-
lez emite un sonoro eructo frente a las cámaras de televisión –con
una botella incautada en la mano–, que podía haber ganado un ré-
cord Guinness por su resonancia pública. Los escuálidos chillan.
Muchas personas, cansadas de tantas agresiones a sus derechos
de vida, se divierten y lo disfrutan. Otros, aunque adherentes de la
revolución, no lo creen acertado. Entendido de la mejor manera,
simboliza una burla a los poderosos.
El embajador Charles Shapiro sale en defensa de las empresas
de Estados Unidos y declara que el allanamiento a la Coca Cola le
genera «preocupación y decepción» y que «estorba» las relaciones
con el gobierno de Venezuela. El vicepresidente Rangel le riposta:
«Usted no es juez en este país».
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Cuatro días después del operativo en Valencia, en su progra-

ma Aló Presidente Chávez anuncia que habrá nuevos allanamien-
tos a las empresas que acaparen alimentos, agua y refrescos. Rau-
das, algunas reactivan la producción y otras comienzan a llevar los
productos al mercado.
.....
Otro hecho sintomático es el viaje que hacen a Estados Unidos,

en la segunda semana de enero, Carlos Ortega, Carlos Fernández
y Timoteo Zambrano. Visitan Washington, New York y Miami.
¿Motivos? Nunca lo dicen, mas no es necesario: van a buscar línea.
Hay algunos trascendidos. En el Departamento de Estado los
recibe Thomas Shannon, subsecretario para las Relaciones He-
misféricas. El vocero Boucher comenta que Shannon les recomen-
dó mantenerse «comprometidos con el diálogo y que busquen una
salida pacífica». Según la agencia DPA, Shannon urgió a la opo-
sición para que «trabajara más duro» en las negociaciones con el
gobierno a fin de llegar a un acuerdo que pusiera fin al paro «con
soluciones duraderas».
En New York, los tres conspiradores visitan el Consejo de las
Américas, y allí Ortega dice que es necesario prepararse mental-
mente para que en un momento dado «algunos sectores producti-
vos de Venezuela reanuden sus operaciones». De repente, un mi-
nusválido venezolano residente en New York, con sus muletas en
alto y la voz enardecida, grita a los golpistas: «¡Ustedes están aquí
porque quieren una intervención de Estados Unidos en Venezue-
la!». Enseguida lo sacan del edificio.
En Miami Ortega se envalentona en un discurso ante vene-
zolanos enajenados. Les dice lo que quieren escuchar: «El paro
continuará». Y al terminar, grita emocionado: «¡Ni un paso atrás!
¡Muerte al tirano!». A pesar de esa amenaza al Presidente, entra
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a Venezuela sin contratiempos y sigue en sus andanzas. Lo que él

no imagina es que pronto sí va a presenciar los últimos suspiros
del embate fascista.
Al regresar a Caracas, el desaliñado mafioso informa en un
«parte de guerra», que la respuesta que obtuvo a sus planteamien-
tos en Estados Unidos sobre la crisis en Venezuela «fue de amplia
solidaridad».
Mi amigo el embajador me llama al siguiente día, solo para
comentar esa noticia.
—Fíjate que ninguna voz oficial de Estados Unidos lo desmin-
tió –dice con ironía.
—El que calla otorga… ¿verdad? –añado.
.....
Los medios de desinformación privados no cesan en enero su bru-

tal arremetida. La revolución solo dispone de un canal de televi-
sión, dos radios estatales y varios medios comunitarios alternati-
vos. Ni siquiera posee un diario o revista. Apenas dos periódicos
informan con bastante equilibrio: Panorama (de Zulia) y Últimas
Noticias (de amplia circulación entre los sectores populares). O
sea: noventa cañones contra diez.
Los medios adversarios están dotados de más recursos tecno-
lógicos, financieros y humanos. Logran manejar y fanatizar en la
dirección que desean a muchos ciudadanos de la pequeña, media-
na y alta burguesía. Sin embargo, la inmensa mayoría del pueblo
humilde había aprendido a descodificar esos mensajes.
Los golpistas cometieron el error de dedicar todo el tiempo de
sus transmisiones y los espacios de los diarios solo a noticias, infor-
maciones, comentarios y publicidad relacionados con el plan con-
trarrevolucionario. En consecuencia, no tienen a su favor el imán
de las telenovelas y otros programas de entretenimiento, que atraen
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a millones de televidentes y radioescuchas de los sectores popula-

res. Y entre recibir noticias mentirosas y manipulaciones groseras,
buena parte del pueblo optó por ver y escuchar el canal Venezolana
de Televisión, que con pocos medios técnicos y humanos, bajo la
dirección del experimentado periodista Jesús Anselmi, logró con-
vertirse en la más importante alternativa de información veraz.
En Venezolana de Televisión surgen ideas fabulosas, como las
piezas Contacto con la realidad, donde las personas expresan sus
opiniones en forma directa y pura, sin la mediación del periodista.
Además, Chávez utiliza las cadenas de televisión y radio para
transmitir mensajes suyos y de otras autoridades oficiales. De ma-
nera que, a través de los cañones propios y otras veces quitándoles
los suyos por momentos a los adversarios, el gobierno mantiene al
pueblo informado y bien orientado.
En su papel de principal divulgador de las verdades, Chávez
no cesa de criticar la perversa función de los medios privados, en
particular, a los canales de televisión. «Estamos resistiendo algo
peor que un bombardeo atómico: lo que lanzan implacables y sal-
vajes los cuatro jinetes del apocalipsis».
Un reputado francés, Bernard Cassel, alude con ironía la tesis
de Joseph Goebbels, jefe de propaganda de Hitler: una mentira re-
petida mil veces se convierte en verdad. «Goebbels se sonrojaría si
pudiera escuchar lo que está pasando en Venezuela», dice Cassel.
A mediados de enero Chávez decide aplicarle la ley a los cana-
les de televisión privados. Traslada a Diosdado Cabello de titular
del Ministerio de Interior al de Infraestructura, que tiene el con-
trol legal de las televisoras y radios, a través del Consejo Nacional
de Telecomunicaciones (Conatel), a cargo de Jesse Chacón, otro
hombre de su plena confianza.
El 17 de enero, en el mensaje anual a la Asamblea Nacional,
el Presidente anuncia que la próxima batalla será contra los me-
dios de comunicación «que hace tiempo dejaron de informar para
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dedicarse única y exclusivamente a tergiversar, manipular y direc-

cionar la información contra la República y el pueblo venezola-
no». Y adelanta que se les puede retirar la concesión.
Ese día Diosdado le informa a Chávez que ya están listos los
documentos para iniciar sendos procesos a dos canales de televi-
sión. Y se abre la caja de pandora. Chillidos y reacciones prepo-
tentes. Una marcha de los robots: «Con mis medios no te metas»,
decían. Sin embargo, los cañonazos son certeros y en todos los
frentes la batalla se inclina a favor de la revolución. Los jinetes
retroceden, unos más, otros menos. Gustavo Cisneros, dueño del
canal Venevisión –el más visto–, cambia en marzo la política in-
formativa y saca a los periodistas reaccionarios más quemados. Y
el 3 de febrero todos normalizan su programación.
¿Sabrían los cuatro jinetes que Chávez tenía listo, desde antes
del 2 de diciembre, un dispositivo militar para domar y montar
sus caballos en una situación extrema?
.....
A diferencia del año anterior, cuando el 23 de enero la oposición

realizara una marcha que formara parte de los preparativos del
escenario golpista, esta vez le orientan a sus seguidores del este de
Caracas que se mantuvieran en sus casas.
¿Por qué el pánico se adueña de los opositores en el este ca-
raqueño, durante los días previos a la movilización bolivariana
del 23 de enero? Sobreviene una especie de paranoia colectiva,
que crean los propios medios de comunicación fascistas con sus
constantes mensajes de guerra sicológica. La sobredosis contagia
de delirio de persecución a muchas personas. Y en ese estado de
sugestión la campaña destinada a promover la marcha del 23 de
enero –que realiza con esmero el canal estatal Venezolana de Te-
levisión– es interpretada por los opositores de manera diabólica.
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La «toma de Caracas» el 23 de enero deviene la acción de ma-

sas más y mejor promovida por los bolivarianos. La difusión del
canal estatal Venezolana de Televisión se dirige de manera espe-
cífica a cada sector social y usa de soporte musical reiterado una
pieza ampliamente conocida por su pegajoso estribillo: «Hay fue-
go en el 23, en el 23…». Aunque se trata de una referencia festiva a
la homónima parroquia caraqueña, los opositores creen que es un
mensaje agresivo contra ellos.
El temor había crecido de tal manera en el clima sicológico-
social formado por los medios golpistas, que muchos adversarios
de la revolución interpretan que el 23 de enero habría un desbor-
de popular que arrasaría con sus propiedades a sangre y fuego.
Tanto se generaliza el pánico, que en nombre de la dirigencia
golpista Jesús Torrealba orienta «quedarse en casa para hacerle el
vacío a la violencia oficialista, que pretende propiciar un clima de
desestabilización con la llamada toma de Caracas».
«¿Se han vuelto locos?», pregunta mi secretaria al colectivo de
la embajada, en una reunión interna donde comenta lo que sucede
en el edificio donde vive.
Todos apreciamos lo mismo en las diferentes urbanizaciones en
las que habitamos. Los vecinos se preparan a fin de resistir una pre-
sunta «invasión de los círculos del terror» y para atacar sin piedad a
los imaginados contrincantes, que irían a robarles alimentos y otros
bienes, armados hasta los dientes. La noticia de que a la Policía Me-
tropolitana le habían quitado las armas largas –debido a su reitera-
do uso ilegal contra el pueblo chavista– los perturba aún más.
En las zonas del este, los ciudadanos de la burguesía media y
alta bloquean con sacos de arena, espirales de alambre de púas y
otros obstáculos bélicos las entradas de las urbanizaciones donde
habitan. Instalan cercas eléctricas y concertinas alrededor de los
edificios y casas. Hacen inventarios de armas, se reúnen para dis-
cutir y aprobar planes de defensa, que incluyen el uso de pistolas,
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cuchillos, bates, cocteles molotov y un repertorio indescriptible de

artefactos. Acuerdan contraseñas a fin de detectar intrusos; crean
despensas de emergencia, botiquines de primeros auxilios, depó-
sitos de agua y otras medidas de contingencia.
En la urbanización de Caurimare –cuenta uno de nuestros fun-
cionarios que vive allí– hay cuatro grandes puertas de hierro listas
para cerrar el paso a los invasores.
—Como en los castillos medievales –dice una compañera y es-
tallamos de risa.
—Aunque en verdad, compañeros, lo que dan es lástima… –les
digo y trato de explicarme.
Son víctimas de las técnicas subliminales que insinúan la inten-
ción y seducen el inconsciente. Imágenes y palabras reiteradas con-
figuran un clima de tensión y miedo, que se resuelve en la necesidad
de actuar en las calles. En ocasiones se busca suscitar en ellos con-
ductas vacilantes, otras veces desean crear perplejidad. Les estimu-
lan el odio, la rabia y la obstinación para generarles agresividad. Los
convierten en receptores pasivos, adictos a mensajes apocalípticos,
con ínfima racionalidad y alta emoción. Bloquean sus mentes a fin
de impedir que les inculquen otros mensajes y reine solo en su subje-
tividad aquellos que formaron los reflejos condicionantes de las con-
ductas teledirigidas. Una premisa lo justifica todo: la guerra al poder
constituido. Y en los escenarios bélicos –suponen– no puede haber
objetividad. Todo vale. Hasta el rumor más inverosímil es creíble.
—A propósito, ¿conocen ustedes el último que está circulando?
–pregunta una compatriota en tono jocoso y todos la miramos con
curiosidad. Ella saborea el cuento y luego lo espeta sonriente–:
Dicen en mi edificio que el gobierno adquirió decenas de miles de
bolsas para cadáveres… ¡Humor negro del bueno!
—¿No se habrán confundido con la noticia de que la alcaldía
de Caracas compró miles de bolsas para la basura de la ciudad?
–bromea otra compañera.
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—Por eso se disponen a defender sus bienes privados y fa-

milias contra los fantasmas que salen de sus televisores –dice un
funcionario, con porte más teórico.
La marcha del 23 de enero transcurre de forma pacífica. El
único incidente lamentable ocurre al explotar una granada, que
algún mercenario enviado por los golpistas coloca dentro de un
basurero y mata a un manifestante y hiere a varios.
Otra vez la avenida Bolívar y las vías adyacentes son cubiertas
por la marea roja. «Este es el verdadero referendo» gritan unos.
«Vengan a contarnos», dicen otros. «Fuera los meritogolpistas»,
«Cárcel para los conspiradores y golpistas», «Chávez, ojo pela’o,
que no se escapen Ortega y Fernández como se fugó Carmona». Y
también corean sus consignas de abril, con algunas nuevas: «Ortega,
becerro, te metiste con los cerros», «Limpieza, limpieza en Pdvsa»…
El pueblo bolivariano intuye la cercanía del jaque mate a los
fascistas. La alegría es inmensa y Chávez dice lo que ya había deci-
dido el 31 de diciembre: «2003 será el año del ataque estratégico».
¿Quién puede dudarlo?
.....
Asesorada por el gobierno de Estados Unidos, desde los prime-
ros días de enero la oposición despliega una profusa campaña de
promoción del «sí» a favor del referendo consultivo, que el CNE
había aprobado realizar el 2 de febrero. A la vez, dirigentes boliva-
rianos presentan varios amparos al Tribunal Supremo de Justicia
para que lo anule por inconstitucional. Hay incertidumbre en am-
bos bandos sobre la posible decisión de ese órgano.
De todos modos, los opositores en su desespero deciden lle-
nar las pantallas e inundar los periódicos de propaganda electo-
ral. Esfuman –como un conejo del mágico sombrero– el énfasis
en la renuncia del Presidente. Ahora colocan en primer plano el
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L A NU B E NE GR A
referendo consultivo con propósitos revocatorios no vinculantes,

para tratar de deslegitimar a Chávez y obligarlo a renunciar. Otro
camino en busca de Roma.
¿Cuáles son los mensajes? ¿Qué persiguen? ¿A quiénes se diri-
gen? ¿En qué matrices centran la atención?
El eslogan principal es obligar a Chávez a que acepte ese pro-
ceso comicial para medir fuerzas. La campaña promueve una par-
ticipación elevada y que los electores expresen su opinión en las
urnas. Hacen énfasis en la defensa de la democracia, la libertad y
participación de la gente en la toma de decisiones, para contrarres-
tar la acusación del chavismo sobre el sesgo fascista y autoritario de
la oposición. Exaltan la promesa de un futuro mejor, de «un nuevo
porvenir», diferente a la IV República y a la Revolución Bolivaria-
na. La pieza que más repiten muestra esta intención como ninguna.
La sustentan en una canción: «La alegría ya viene», prometen.
La mayoría de las cuñas están marcadas por el estilo de vida
de la mediana burguesía opositora, sesgándose de tal modo que
no logran atraer a los chavistas ni tampoco a buena parte de los
indecisos.
Ese vasto trabajo profesional lo realizan más de cien especia-
listas de las mejores agencias publicitarias venezolanas. En pocos
días fabrican treinta piezas con cincuenta versiones, que se trans-
miten hasta el cansancio por todas las televisoras privadas, sin
costo alguno.
Los contenidos de los mensajes reflejan las coartadas oposito-
ras para engañar al pueblo en las urnas. Varias cuñas priorizan la
idea de que si no hay referendo es por el temor de Chávez a con-
tarse y el carácter dictatorial de este. Otras exaltan el compromiso
de los opositores en la lucha contra la pobreza y en la reconcilia-
ción nacional.
Destacan una idea clave: con Chávez en el poder no habrá
paz, ni concordia, ni será posible resolver la pobreza. Por eso,
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convocan a elegir entre guerra, miseria y zozobra, que encarna

Chávez, y paz, conciliación y progreso, que garantiza la oposición.
La misma disyuntiva que empleó Estados Unidos en las elecciones
presidenciales de Nicaragua en 1990, cuando su candidata Violeta
Chamorro derrotara a los sandinistas apoyada por una vasta coa-
lición y luego de haber sido sometido ese país a una guerra sucia
de varios años, sustentada en la doctrina gringa del conflicto de
baja intensidad.
.....
La Mesa de Negociación y Acuerdos –de «diálogo», sigue llamán-

dola el gobierno– celebra su primera sesión del año el 2 de enero.
«La reunión fue intensa y agitada», dice Gaviria, a quien se le nota
despejado después de descansar varios días en su país. Otra vez
imperan las diferencias: sobre la legalidad de los acuerdos adop-
tados por el CNC, y en particular, en torno a la pertinencia consti-
tucional o no del referendo consultivo.
En el transcurso de enero se realizan varios encuentros de la
Mesa, todos infructuosos. Tanto Chávez como Rangel declaran
que el gobierno evalúa retirarse de ese espacio, debido a que la
oposición tiene un doble discurso y en los hechos no quiere una
solución pacífica y respetuosa de la Constitución. «No hay conver-
sación posible con esos grupos terroristas y fascistas; lo que hay
es que derrotarlos aplicando todo el peso de la ley», dice Chávez.
El 9 de enero el diario The Washington Post publica un artículo
donde se afirma que Estados Unidos prepara la iniciativa de crear
un grupo de países amigos de Venezuela, para contribuir al avan-
ce y éxito de las negociaciones. La idea es evitar que Brasil coordi-
ne la iniciativa, en sintonía con Chávez, quien la promoviera días
antes. El diario adelanta que ese grupo podría estar integrado por
Estados Unidos, Brasil, Chile, México y España.
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La noticia es sorpresiva y polémica: ¿Estados Unidos, España

y México amigos de quiénes en Venezuela?
Según el diario, usado de manera oficiosa: «Dicho grupo ga-
rantizaría un compromiso entre la oposición y el gobierno para la
celebración de elecciones anticipadas».
Además, el artículo desliza una idea crucial: Washington de-
cidió tomar la iniciativa de acelerar la solución del conflicto ve-
nezolano por el temor a una mayor escasez de petróleo ante la
perspectiva de un ataque suyo a Irak.
Cuarenta y ocho horas después, Gaviria viaja a Quito a la toma
de posesión del presidente Lucio Gutiérrez; allí acuerda con los
representantes de Estados Unidos, Brasil y otros países la inte-
gración del Grupo de Amigos. Anuncia –sin coordinar con Vene-
zuela– que serán Estados Unidos, Brasil, Chile, México, España y
Portugal. Explica que el grupo lo ayudaría a facilitar una solución
negociada y sería garante de los acuerdos.
Chávez, molesto por no ser consultado, se cura en salud: «Yo no
estoy obligado a aceptar nada», dice desde Quito. En declaraciones
posteriores explica que la iniciativa de crear este grupo fue del go-
bierno bolivariano y califica el colectivo creado como embrionario,
y que debía ampliarse con otros gobiernos como China y Rusia.
El 16 de enero Chávez viaja a Brasil para afinar las ideas con
Lula. Allí reitera sus opiniones sobre la necesidad de ampliar el
grupo –pues «Venezuela tiene millones de amigos en todo el mun-
do»– y finalmente le otorga a Brasil la potestad de definir los in-
tegrantes.
Fidel, que desde Cuba sigue con esmerada atención la evolu-
ción política de Venezuela, ofrece opiniones sobre el Grupo de
Amigos a solicitud de periodistas extranjeros. Acusa a Estados
Unidos de urdir con ese grupo «un plan, una maniobra, un pro-
yecto para destruir la revolución en Venezuela». Dice que en él
predominan los enemigos –bajo la batuta de la superpotencia– del
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proceso revolucionario conducido por Chávez. «Nadie va a creer

que serán imparciales en la búsqueda de una solución justa para
Venezuela», sostiene y añade: «En realidad varios de esos países
que están ahí apoyaron el golpe del 11 de abril».
Entre los días 17 y 20 de enero Jimmy Carter hace una nueva vi-
sita a Caracas y se entrevista con las partes, incluyendo dos encuen-
tros con Chávez. A partir de esas consultas el premio nobel elabora
dos propuestas, que dinamizan las negociaciones. La primera es
una enmienda constitucional que recorte el mandato presidencial
de seis a cuatro años y a dos períodos (como en Estados Unidos…).
La segunda, un referendo revocatorio del Presidente, a más tardar
el 19 de agosto, fecha en que este cumple la mitad de su mandato.
Chávez declara que no rechaza ninguna opción constitucional
y sugiere a la oposición que en vez de hacer sabotajes «debería
ponerse a trabajar en esas ideas».
Las propuestas de Carter son recibidas con enfoques diferen-
tes por los sectores de la oposición. Ortega dice que las propues-
tas del expresidente se limitan al sector oficial, mientras otros di-
rigentes opositores las apoyan por viabilizar una salida electoral.
El 22 de enero el Departamento de Estado le da un espaldarazo
a Carter. Boucher declara: «Esas opciones ofrecen una base exce-
lente para solucionar el punto muerto actual». La línea está clara.
La Coordinadora Democrática finalmente apoya la primera
variante propuesta por Carter, y en la Asamblea Nacional se ini-
cia el proceso para elegir el nuevo CNE en el término de treinta
y ocho a cuarenta y cinco días. Sin embargo, la Mesa no avanza.
Allí la oposición ni siquiera acepta un documento presentado por
Gaviria, a iniciativa del gobierno, que promueve el rechazo a la
violencia.
Desde el Foro Social Mundial en Porto Alegre, Chávez emite
un concepto lapidario: «Las dificultades solo van a ser resueltas
cuando lo que va a morir termine de morir».
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.....
Carlos Ortega es asediado por los periodistas en uno de sus habi-

tuales «partes de guerra». Es 21 de enero. Ya había recibido la ins-
trucción en Estados Unidos y repite el lema: la salida a la crisis debe
ser pacífica, constitucional y democrática, y menciona las dos pro-
puestas de Carter. Trata de ser conciliador: «Tenemos que entender-
nos por encima de todas las cosas y transitar por la vía electoral».
Su estilo y demandas han cambiado: ya no califica a Chávez
de asesino ni exige su renuncia o grita desaforado «¡vete ya!». Las
preguntas que le formulan los periodistas revelan el fracaso del
paro y sacan de sus cabales al golpista, que ahora se disfraza de
paloma.
—¿Usted cree que el paro puede aguantar más tiempo?
—El que no aguanta más es el país –dice Ortega y la ambiva-
lencia de la frase lo coloca aún más a la defensiva.
Un periodista le pregunta sobre la fecha en que terminará el
paro y se queja de que ya han dejado cesantes a quinientos co-
legas de la prensa. Ortega responde que el paro no es solo de la
Central de Trabajadores de Venezuela.
Otro reportero indaga si los resultados del paro no se pueden
revertir contra la oposición… Y así, sin dejarlo respirar, Ortega es
asediado por los comunicadores.
En la sala de prensa hay bulla, comentarios, desaprobación a
sus palabras. Él va perdiendo el control. Suda, balbucea. Miente de
manera desvergonzada: «La intención del paro cívico nacional no
era pedir la renuncia de Chávez para que se fuera. Es para que acep-
te la decisión del soberano, por ejemplo, el referendo consultivo».
En ese instante se rasca la nariz, que le ha crecido un centí-
metro, y sigue: «Nosotros no hemos dicho que Chávez se vaya o
renuncie», afirma desmemoriado y los murmullos aumentan aún
más, igual que le sucede al tamaño de su hocico.
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Después expresa algo que desconcierta a todos y provoca disí-

miles comentarios de rechazo y asombro: «[…] porque el paro no
es de la CTV. Es más, este paro no es ni siquiera de la Coordinado-
ra, porque se nos fue, se nos escapó de las manos».
Se les iría aún más fuera de control a partir del día siguiente,
22 de enero, cuando el Tribunal Supremo de Justicia decide anu-
lar el referendo consultivo convocado para el 2 de febrero. La ra-
zón: uno de los miembros que ejerciera el voto había renunciado
a la directiva del CNE hacía dos años, convirtiéndose en dirigente
opositor. Además, el máximo órgano judicial realiza una interpre-
tación sobre el artículo 350 de la Constitución –que la oposición
esgrimía para justificar el paro golpista–, definiendo su única po-
sible aplicación en caso de un régimen de facto.
Desde mediados de mes los dirigentes de la CTV, la Coordina-
dora Democrática, Fedecámaras y los demás dirigentes opositores
debatían qué hacer con el paro, o más bien cuándo y cómo finali-
zarlo. El 17 de enero, por primera vez, un dirigente de la CTV –el
secretario ejecutivo– habla de flexibilizar el paro. Ortega lo niega
al día siguiente y casi al unísono buena parte de los partidos apo-
ya la idea de «flexibilizar», un subterfugio para avanzar hacia la
plena normalización.
El propio 22 de enero Chávez anuncia la pronta implantación
del control de cambio monetario y durante cinco días, hasta que
comience en ese plazo la medida, se suspende la venta de dólares.
Las reservas habían bajado de 12 447 millones de dólares el 2 de
diciembre a 11 100 millones de dólares al comenzar el control de las
divisas. Esta estratégica decisión, en lo económico, protege las arcas
monetarias del país y frena la estampida de capitales privados, y en
lo político, le permitía al gobierno castigar a los grupos económicos
golpistas, sometiéndolos a las regulaciones en el uso de las divisas.
Los últimos días de enero no podían ser más aciagos para los
conspiradores. La nube negra se desvanecía.
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L A NU B E NE GR A
Inventan recoger firmas el 2 de febrero, con un abanico de

solicitudes que sus adeptos podían escoger y los promotores lla-
maron «el firmazo». Más que acción política, constituía una válvu-
la de escape a las frustraciones y una maniobra para encubrir el
fracaso de todas las fases y caras del plan golpista, aunque serviría
de entrenamiento para ejecutar alguna de las dos variantes electo-
rales propuestas por Carter, una de ellas el referendo revocatorio.
Por su parte, el MVR anuncia que ese día 2 de febrero se ha-
rían asambleas de ciudadanos en sitios cercanos a los centros de
votación, para recoger las propuestas de la gente sobre el curso
político del país.
En la directiva de la CTV, con el especial padrinazgo de Orte-
ga, se levanta la propuesta de respaldar a los gerentes de Pdvsa, a
fin de que en las negociaciones el gobierno aceptara perdonarlos
y reintegrarlos.
Chávez niega esa posibilidad de manera categórica. Dice que
no habría perdón, que todos los que abandonaron sus puestos
serían sacados de la empresa y los culpables de sabotajes debían
ser sancionados por tribunales.
Del parto con extremos dolores y atiborrado de riesgos nacía
la nueva Pdvsa: la auténtica nacionalización, según definió Chávez
ese desenlace promisorio.
El 30 de enero los militares de Altamira cumplen cien días, y
tratan de ser noticia, mas no lo logran. Su cuarto de hora también
había pasado y se cumplió la predicción de Chávez: se cocinaron
en su propia salsa y quedaron marginados, incluso, de buena par-
te de la oposición, que en la nueva etapa no tuvo otra opción que
intentar sacar a Chávez por la vía del referendo revocatorio defi-
nido en la Constitución.
Así las cosas, el 31 de enero están reactivados casi todos los
sectores económicos, comerciales, de servicios y otros. Alí Rodrí-
guez anuncia el pronto retorno de Pdvsa a la completa normalidad
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y que ya se está produciendo millón y medio de barriles de crudo,

la mitad que antes del sabotaje petrolero. El ministro Ramírez ex-
plica que se han importado once millones de barriles de gasolina a
un costo de 442 millones de dólares, para garantizar el suministro
hasta que en marzo se estabilice la producción nacional.
El 1ro. de febrero la CTV declara que se han girado instruccio-
nes a todos los sectores que permanecen parados, para que reini-
cien sus quehaceres.
Desde Miraflores, el soleado domingo 2 de febrero, en su pro-
grama Aló Presidente, el líder bolivariano proclama la victoria:
«Ya hemos derrotado el plan golpista». Lo dice en un día y en un
sitio simbólicos: la fecha en que asumió la presidencia cuatro años
antes y en el lugar de donde tantas veces habían intentado sacarlo
a cualquier precio.
«Trataron de poner al pueblo contra la pared. Amenazaron
que si no había referendo consultivo habría guerra civil. Aquí es-
tamos, no hay referendo ni hay guerra civil; se impuso la buena
voluntad de un pueblo», concluye satisfecho.
El 18 de febrero de 2003 la Mesa de Negociación y Acuerdos
dio su primer fruto: la Declaración contra la Violencia, por la Paz
y la Democracia, que la oposición había rechazado firmar desde
diciembre de 2002.
Dos días después, la Fiscalía General ordenó las detenciones
de Carlos Fernández Pérez y Carlos Ortega Carvajal −quien había
pasado a la clandestinidad para luego obtener asilo político en
Costa Rica− como sospechosos de cometer los delitos de rebelión
civil, instigación a delinquir, agavillamiento (conspiración), trai-
ción a la patria y devastación. Ambos huyen del país.
Ortega tuvo que abandonar Costa Rica debido a que realizó
una serie de declaraciones políticas que el gobierno costarricen-
se le había pedido evitar. Regresó clandestinamente a Venezuela
y fue capturado en un bingo de Caracas en febrero de 2005. En
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diciembre de ese año, un tribunal lo sentencia a dieciséis años de

prisión, pero logró evadirse en agosto de 2006 y partir hacia el
exterior, sin destino conocido.
El 29 de mayo de 2003, después de más de seis meses de com-
plejas negociaciones mediadas por la OEA, el Centro Carter y el
PNUD, las partes firmaron un acuerdo de diecinueve puntos para
poner fin a la violencia, desarmar a los civiles y convocar el refe-
rendo revocatorio, posible constitucionalmente a partir del 19 de
agosto de aquel año.
De ese modo la oposición, luego de ser derrotado su segundo
lance golpista en ocho meses, debió aceptar el referendo revoca-
torio como única vía constitucional posible para intentar deponer
al Presidente de la República.
Y es que la nube, no importa su color, nunca puede ir contra
el viento.
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Memorias
H I J O E P U T A S ¶ Mi papá fue obrero cuarenta años en la

industria petrolera y tenía casi ochenta. En esos días él me
preguntó: «Hijo, ¿es cierto que están parando los pozos?».
Yo le dije: «Sí, papá». Y él explotó: «¡Hijoeputas!». Lo dijo con
aquella vaina… claro, porque él sabía lo que eso significaba.
OWER MANRIQUE
A B D I C A C I ÓN ¶ Cuando llegó Hugo Chávez al gobierno había

en Venezuela una abdicación de la soberanía nacional petrolera.
Y todo estaba claro e inocultablemente dirigido a entregar a las
transnacionales el control de la actividad petrolera. Después de
lo que históricamente se había logrado, se empeoraba incluso lo
hecho por dictadores como Juan Vicente Gómez. ALÍ RODRÍGUEZ
R E C T O R ¶ Chávez fue el rector de la nueva política petrolera.

Cumplió un rol principal. Nosotros éramos sus asesores.
Es decir, Chávez se convirtió en el líder de la recuperación
de la plena soberanía nacional sobre los recursos naturales.
ALÍ RODRÍGUEZ
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I N E V I T A BLE ¶ En las condiciones aquellas de Venezuela

y la Pdvsa que teníamos, el plan del sabotaje petrolero era
inevitable. No lo hubiéramos podido detener, se iba a dar como
se dio el golpe de abril y la depuración de las Fuerzas Armadas
posteriormente. JESÚS LUONGO
I M P O S IBLE ¶ Pdvsa no solamente se erigió en un estado

dentro del Estado. Pretendió erigirse en un estado sobre el
Estado y sobre la nación. Y Pdvsa fue realmente el centro de
la conspiración. Sin Pdvsa era imposible el golpe de Estado.
ALÍ RODRÍGUEZ
J E R A R QUÍ A ¶ Hay tres organizaciones muy jerárquicas: la

Iglesia, la Fuerza Armada y otra es la industria petrolera; ahí te
dan una orden y hay que obedecer. Cuando el ejército va a echar
plomo nadie puede darse el lujo de andar discutiendo. También
en una refinería somos muy verticales y eso se usó por gerentes
y superintendentes para incorporar a su personal en el sabotaje
petrolero. JESÚS LUONGO
R E B E L IÓN ¶ En la industria petrolera sucedió una cosa

muy importante. Siendo una organización vertical, los obreros
sabían quiénes les habían dado las instrucciones de parar la
industria. Entonces, así como el 13 de abril los soldados y los
oficiales patriotas se rebelaron contra los altos mandos militares,
en Pdvsa los obreros y los gerentes patriotas rechazaron las
indicaciones de sus jefes, que estaban comprometidos con el
sabotaje. RAFAEL RAMÍREZ
O B R E ROS ¶ Los obreros fueron determinantes. Y los catalizó

el presidente Chávez, que se puso al frente. RAFAEL RAMÍREZ
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MI R A F L O RES ¶ Alí y yo nos fuimos a Miraflores. Allí estaba

el centro de comando y pasábamos muchas horas interactuando
con el Presidente y los jefes militares. Las directrices eran
emitidas por él desde el Palacio; no es que hubiera una dirección
en Pdvsa o en una guarnición militar. No: el comando estaba en
el Palacio de Miraflores. RAFAEL RAMÍREZ
ME R I T O C RA C I A ¶ La meritocracia petrolera era muy

arrogante y despreciativa con el pueblo. Ellos decían en sus
conferencias que el problema de Pdvsa es que era una empresa
del primer mundo en un país tercermundista. Tenían un
concepto terriblemente elitista, heredado de las transnacionales,
y creían ser un estado dentro del Estado. Muchas veces solo
hablaban inglés entre ellos. RAFAEL RAMÍREZ
P DV S A - YORK ¶ Luis Giusti quiso tener la sede corporativa

de Pdvsa en New York. Él decía que Caracas le impedía a Pdvsa
ser una empresa global, que New York era el sitio adecuado. Por
eso se compraron oficinas en la 5ta. Avenida, en la mejor zona de
New York y allí hacían reuniones, y era donde querían ubicar la
sede principal. EULOGIO DEL PINO
R E F L E J O S ¶ En Pdvsa no había contacto con el pueblo.

A sus miembros se les enseñaba cómo ganar más plata y cómo
acumular más cosas para sí mismos. Luego eso fue lo que
utilizaron para asustar a mucha gente: «Te van a quitar lo que
tú tienes». El jefe que evaluaba –y al hacerlo daba más ingresos
para la familia– ahora le dice al subordinado que participe junto
a él en un golpe de Estado. ¿Lo hago o no lo hago? Si no lo
acepto pierdo todo, porque el jefe es quien tiene el poder. Hasta
ese momento el gobierno no había tomado el control de Pdvsa.
OWER MANRIQUE
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L O C U R A ¶ Ellos daban los partes. «Hoy se paró tal refinería»,

y aplaudían, y nosotros decíamos: «¡Qué cosa tan loca!». Es como
si un médico celebrara la muerte de un paciente. RAFAEL RAMÍREZ
T R E S ¶ Había tres grupos: uno, los que tenían miedo; dos, los
jalabolas, que le hacían caso al jefe porque era el que siempre
dirigía las situaciones y los evaluaba; y tres, los radicales, que
sí sabían lo que estaba sucediendo y definitivamente querían
que se cayera el gobierno. No había inocentes, todo el mundo
sabía lo que hacía, todo el mundo conocía lo que estaba
pasando. LUIS ZUQUI
D E S P E C HA D O ¶ Una noche lo suben a la tarima, cuando la

esposa bolivariana lo dejó porque él se sumó al paro. Le gritan
«¡valiente, valiente!» y lo aplauden como a un héroe. Otra noche
lo vuelven a subir: esta vez porque había aparecido en la lista de
los botados de Pdvsa. FILPO SEMECO
S O L I DA RI D A D ¶ Fuimos a explicar en la OPEP lo

que estaba pasando con el sabotaje petrolero y obtuvimos
máxima solidaridad de esos países. No entendían cómo la
empresa nacional había hecho eso. Porque lo que hizo la
meritocracia contra el país no lo ejecutaron ni siquiera las
tropas estadounidenses cuando invadieron Irak. Lo primero que
garantizan las tropas de ocupación es la producción petrolera.
RAFAEL RAMÍREZ
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C O N F U S I ÓN ¶ Cuando viene el paro me llama el presidente

Chávez a mi casa, serían la una o dos de la madrugada, y me dice:
«Negro, ¿con cuánta gente tú cuentas?». Y le digo: «Yo cuento
con quince». Y él me dice: «¿Con quince mil?». Y le aclaro: «No,
Presidente, son quince personas que yo sé que van a responder».
Entonces él me dice: «Bueno, está muy bien, porque tú sabes con
quién cuentas, pero yo pensé que había más gente». ARGENIS RODRÍGUEZ
S O R P R E S A ¶ Yo vengo para Pdvsa y no hay nadie en

Comercio y Suministro. Busco a Freddy Morales y este trae
a Alfredo Pineda y le digo: «Usted se encarga de Comercio y
Suministro». Después a Socorro Hernández: «Y usted se encarga
de AIT». Ella se sorprende y pregunta cómo es posible que le den
esa responsabilidad tan alta. Y yo le respondo: «Bueno, porque
no hay más nadie, así que échele pichón». ARGENIS RODRÍGUEZ
« M A R T I L L O» ¶ A Roberto Pérez le llamábamos «el Martillo»,

porque decía que había que trabajar día y noche, como los
balancines de los pozos petroleros. Entonces me invita a
sumarme al paro y yo le digo: «Mira, Roberto, una cosa que
tú me enseñaste es que esta industria no se podía parar por
nada, que teníamos que trabajar las veinticuatro horas como los
balancines. ¿Por qué quieres ahora que me pare y paralizar la
industria petrolera? No lo voy a hacer». JOSÉ LUIS PARADA
RAZONES ¶ Nos llama el supervisor: «Muchachos, yo me

plegué al paro, por mi familia, por mi empresa y por Venezuela».
Le dije: «Mire, por esas mismas tres razones, todos los que
estamos aquí vamos a seguir trabajando; yo trabajo por mi familia,
trabajo por mi empresa que me dio la oportunidad, y trabajo por
Venezuela, porque con un paro no se saca adelante a ningún país».
MARIO GÓMEZ
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MO N S TRUOS ¶ Nos decían esquiroles, patas en el suelo,

muertos de hambre, bozal de arepas, todo tipo de insultos. Yo
estaba embarazada y me llegaron a decir en un mensaje de texto
que mi hijo iba a ser un monstruo, porque estaba hecho por
padres chavistas. VIRGINIA MARES
G A S O L INA ¶ Nosotros en la FAN también veníamos

preparándonos por si había escasez de gasolina. En la
guarnición de Caracas los comandantes de batallones sabían
qué bomba de combustible les correspondía, dónde vivía el
dueño, sus teléfonos, capacidad de los tanques, cómo operarla
manualmente. Es decir, todos nuestros oficiales y tropas sabían
cuáles eran sus responsabilidades. Y todo eso tuvimos que
aplicarlo después. GENERAL JORGE L. GARCÍA CARNEIRO
E S T R É S ¶ Teníamos sentimientos cruzados: angustia,

desesperación, miedo a veces, porque a muchos compañeros
nos perseguían y en cualquier momento podían atentar contra
nuestras vidas y familias, porque estábamos manteniendo las
instalaciones. Era un estrés arrecho, sin embargo, sentíamos
ganas de seguir adelante. NOEL MATOS
A DR E N A LI NA ¶ Toda la línea supervisora desapareció

y quedó bajo nuestra responsabilidad. Quienes recibíamos
lineamientos, ahora éramos los que estábamos dando las
órdenes, tomando decisiones sobre qué hacer. Claro, teníamos
que unirnos para –entre todos– sacar las mejores ideas y acertar.
Nos sentábamos en una mesa de trabajo improvisada y allí
fueron surgiendo las ideas. Era algo demasiado apasionante y no
nos preocupaba si teníamos hambre, si estábamos cansados… la
adrenalina no nos dejaba parar. NOEL MATOS
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L A NU B E NE GR A
G U E R R A ¶ Llamé a uno de los mejores inspectores que

teníamos en la refinería y le digo: «Mira, te necesito, queremos
ponerte de jefe de inspección». Y él, muy dispuesto: «Cómo no,
cuente conmigo, señor Padrón». Eso ocurrió a las once de la
mañana y a la una de la tarde el hombre me llama: «Disculpe,
señor Padrón, no puedo aceptar. Cuando le dije a mi señora,
esta casa se convirtió en un campo de guerra». Hubo enorme
influencia de las mujeres, y también muchas que eran chavistas
obligaron a sus esposos a regresar. FERNANDO PADRÓN
C U S T O DI OS ¶ Cuando llegábamos a tomar los portones

de Pdvsa, los efectivos de la Guardia Nacional les decían a los
escuálidos que reclamaban: «Nosotros somos custodios, aquí el
que manda es el pueblo». O sea, militares revolucionarios que
creían en nosotros. XIOMARIS SALAZAR
S A B R O S O ¶ Esa Navidad será la que nunca voy a olvidar.

Salía en las madrugadas y en las mañanas y veía en los
alrededores de las instalaciones de Pdvsa a la gente del pueblo
durmiendo en el piso, en las carreteras, sobre la grama o en las
matas encima de un poco de cartones. Y la música de Alí Primera
todo el día y la noche. Algo sabroso. No podíamos tomar ron ni
comer hallacas, pero era algo sabroso sentir eso. HÉCTOR SILVA
G A N D O L AS ¶ Allí había ancianos, jóvenes, niños y todo el

mundo con una alegría, cada vez que salía una gandola de esas…
Las personas lloraban por la emoción, aplaudían, se abrazaban.
Eso lo viví yo, y también lloré. EMILIANO URBANO
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P U E B L O ¶ El pueblo que salió a defender las refinerías y

todas las instalaciones fue quien dio valor a los trabajadores.
Era una cosa tan emocionante, cada vez que tú salías de tu área
la gente te preguntaba: «¿Cómo está todo? ¿Qué están haciendo
allá abajo? ¿Cuál barco van a meter?». Y la gente aplaudía, y nos
mandaban café y nos llevaban agua. RAÚL PARICA Y EMILIANO URBANO
C O M P A ÑERO ¶ En Jusepín hay un compañero llamado

Ángel Belorín que hablaba con un perro. Todos los días asistía
a su trabajo y su compañero era un perro y le decía: «Mira, hoy
hice esto y mantuve tal cosa…», le decía al perrito e iba llenando
la hoja de diario. NELSON NÚÑEZ
D U DA ¶ En esos días yo había visto la película Los otros, que

trata de una señora que veía y sentía cosas, y resulta que al final
la muerta era ella y los que ella sentía como fantasmas resultaron
ser los vivos. A mí me pasaba cuando estaba en una reunión
con los militares y la Disip, planificando acciones con ellos para
que no se paralizara la industria. Yo me decía: «¿Estaré vivo o
estaré muerto? Porque estos lo que hicieron toda la vida fue
perseguirme y ahora yo aquí con ellos». Siempre he tenido esa
duda… FÉLIX RAMÍREZ
MI L I T ARES ¶ Muchos militares incluso participaron en

cuestiones operativas para poner a funcionar la industria, con su
uniforme y con su fusil. En Monagas lo vivimos. NELSON NÚÑEZ
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L A NU B E NE GR A
T R A G E D I A ¶ El micrófono sigue el rastro de sangre que luego

se vuelve rastro de lágrimas, y entonces el micrófono inquiere,
pregunta, indaga. Le contestan: «No, a ustedes no les declaramos,
porque mienten. No, a ustedes no les decimos nada, porque
cambian todo. No, a ustedes no les contamos, porque inventan
puras falsedades». El micrófono no se ruboriza. El micrófono
no se avergüenza. El micrófono no piensa que quizás él es la
tragedia. LUIS BRITTO
A U T Ó MA T A S ¶ Yo cubría las marchas de la oposición como

periodista de Televisión Oriente, y antes de preguntarle a la
gente de oposición «¿por qué está usted aquí?», ellos decían
como unos autómatas «¡fuera Chávez, fuera Chávez!». No tenían
argumentos: eso era lo que decían antes de escuchar siquiera la
pregunta. IRENE GONZÁLEZ
P A R A D Ó J I C O ¶ Todos los voceros de la oposición decían:

«Chávez tiene que renunciar para que vengan unas elecciones
democráticas». Ellos utilizan un discurso paradójico: dicen
una cosa y hacen otra. Están dando un golpe y salen diciendo
«¡democracia, democracia!». Expresan todo lo contrario a lo que
de verdad están haciendo. RUBÉN HERNÁNDEZ
R E A L I D A D ¶ Nosotros en Venezolana de Televisión

decidimos buscar la principal fuente, que es el pueblo.
Había que encontrar la forma de que la gente se manifestara
espontáneamente y ponerle el micrófono. De ese concepto
nació durante el golpe petrolero Contacto con la realidad: el
protagonista era la persona a quien el reportero le ponía el
micrófono. Fue muy exitoso, porque de verdad el público hacía
contacto con la realidad frente a la puesta en escena de las
televisoras privadas. GUSTAVO ARREAZA
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P E R S U A SI ÓN ¶ Una de nuestras tareas era recuperar gente.

Hay personas que logré incorporar a la refinería que me decían:
«Yo quiero hablar contigo, pero que no nos vean». Hay varios
cuentos donde me tuve que meter por detrás de un hotel o ir
a buscarlos, reunirnos en un carro para conversar, porque no
querían que los vieran con nosotros. Y así convencimos a un
montón de gente. JESÚS LUONGO
I N F A N TI C I D A S ¶¿No es increíble imaginar a los gerentes

y profesores sumados al sabotaje petrolero, vestidos de negro
junto a sus hijos que eran estudiantes, parados en la puerta de
la escuela caceroleando a nuestros trabajadores que llevaban
a sus muchachos para iniciar las clases? ¿Cuál sería el trauma
sicológico de todos esos niños? JESÚS LUONGO
H O R R OROSO ¶ Yo tenía encima la preocupación por toda

mi familia; todos los días cacelorazos a mi señora en la casa;
voltearon los carros de mis hijos; me rompieron la camioneta
a pesar de que yo iba escondido; Globovisión, Venevisión y
Falconía –la televisora de aquí– permanecían frente a la casa,
filmando todo. Hostigaban a mi esposa, le tiraban monedas y
decían: «Te vendiste»… ¡Eso fue horroroso! IVÁN HERNÁNDEZ
V O L U NTA D ¶ El Presidente me llama el 31 de diciembre.

Quiere saber cuándo arrancamos la refinería. Le dije: «La semana
próxima tenemos la primera mitad». Y él me preguntó: «¿Y la
otra mitad?». «Esa es para el 15 de febrero». «Te estoy anotando
aquí en mi agenda, el 15 de febrero arranca la otra vaina,
aunque no dispongas de los operarios necesarios: ustedes tienen
voluntad». ASDRÚBAL CHÁVEZ
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L A NU B E NE GR A
¿F I DE L ? ¶ Mi hermano Fidel es médico y para ir al hospital

usaba su carro. Le urge gasolina y se mete en una cola en el
oeste de Caracas y ve en el retrovisor un tumulto de gente
que se acerca a sacarlo. Mi hermano les dice: «Ustedes están
confundidos, yo no soy escuálido, mi nombre es Fidel Ramírez».
Pero no le creen que se llamara Fidel y él, que es muy habilidoso,
agrega: «Yo soy hermano del ministro Ramírez». Tampoco le
creen. Entonces saca de su cartera una foto mía y la gente lo dejó
echar gasolina. RAFAEL RAMÍREZ
P O L L O S ¶ Mi esposo llegó a la casa con mucha ira y le digo:

«¿Qué te pasó?» Y él me responde: «Tú sabes lo que es, Ivette,
que esos carajos entraron al comisariato de los trabajadores y
desconectaron las neveras y todo el pollo que allí había se dañó...
¡Y tener que quemar todo eso en el basurero!». IVETTE HERNÁNDEZ
MA R E O ¶ A mi hermano morocho le da un mareo por

la presión que tenía en los muelles –las amenazas de los
saboteadores, muchas horas sin dormir... Por la noche repica su
teléfono y comienza a hablar, pero no me dice que es Chávez.
El Presidente se había enterado de que lo llevaron a una clínica,
y le dice que se cuide y pensara en la familia, que la vaina la
estábamos controlando. «¿Sabes quién me llamó?», me dice al
terminar. «¡El presidente Chávez!». Y yo le digo: «Verga ¿cómo va
a ser? ¡Coño, qué arrecho! Un presidente que llama a un obrero,
para preguntarle cómo se siente porque supo que lo llevaron a
una clínica: ¡esa vaina no se ve en ninguna parte del mundo!».
PABLO URBANO
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F I E S T A ¶ Cuando el Pilín León se empezó a mover todo

fue una fiesta en los barrios y sectores populares de Caracas;
llego a la casa de mi madre que vive en Catia y escucho el cielo
tronando por los fuegos artificiales. Allí encuentro a mi hermano
mayor pegado a la televisión. Le pregunto: «¿Qué pasó?». Y él
me responde: «Ve la vaina, ve la vaina». Y yo insisto: «¡Coño!
¿Qué pasó?». Y él, llorando, me dice: «Se jodieron, hermano, se
jodieron: movimos el Pilín León». LUIS MORILLO
H A L L A C A S ¶ Llamo por radio a Carlos Graterol y él me dice:

«Escucha tu máquina». Cuando se activa el arrancador es casi
seguro que la máquina compresora de gas va a funcionar, pues
una vez que entra en línea empieza a comprimir. Graterol dice
entonces esta frase inolvidable: «Ramón, ya le estamos dando gas
a las cocinas de los maracuchos, para que hagan las hallacas».
Eran las 8:25 de la noche del 23 de diciembre. RAMÓN PARRA
S E GU R I D A D ¶ El señor Iván nos insistía en su lema:

«arranque seguro». Así nos transmitía confianza, seguridad y
calma. Era como decirnos: «Muchachos, no podemos fallar».
Se nos metió tanto en los tuétanos, que estuvimos cuatro meses
sin cobrar y no nos acordábamos del dinero. Trabajábamos
dieciséis horas y nuestra mente estaba en la tarea, con una sola
convicción: arrancar de forma segura. Y fue tan así, que los
mejores números de seguridad que tiene el CRP fueron en esa
época. FRANCISCO MONTERO
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L A NU B E NE GR A
T A R I M A ¶ Nosotros hicimos de la tarima un punto de honor.

Allí estaba el pueblo que cuidaba nuestra sede de La Campiña.
Se convirtieron en un símbolo. Incluso dormían bajo la tarima.
Entonces nosotros ideamos una cosa que se llamó
La Universidad de La Tarima: compañeros que yo coordinaba,
y en determinadas horas les daban clases a los héroes
de diciembre que se habían quedado allí. Recibían clases de
historia, geografía, política, filosofía… de todo, hasta
de cooperativismo. Y al final les hicimos un acto y les
entregamos su certificado. JULIO GONZÁLEZ
B A T E A DOR ¶ Las marchas de la oposición iban encabezadas

por personas armadas con palos. Había un señor de contextura
muy gruesa, que siempre asistía con un bate de béisbol para
agredir al que se le atravesara. Y una vez aquí en Puerto La Cruz,
agredieron sin más ni más a un vendedor de perros calientes:
llamaban hordas fascistas a los chavistas y resulta que los
fascistas eran ellos. IRENE GONZÁLEZ
E V O C A C I ÓN ¶ Hace poco yo hablaba con mi hija mayor,

Katherine, que en ese entonces tenía nueve años. Ella veía que
me perdía tres días de la casa y llegaba en la noche un ratico y
no entendía, porque era una niña. Y ahora me dice: «Oye, papá,
cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad?». Entonces yo le pregunto:
«¿Tú sabes por qué nosotros actuamos así?». Y ella: «Claro, papá,
por nosotros». Le sonrío: «Ahora te corresponde continuar lo
que nosotros hicimos, que también es para tus hijos». Y me digo:
«Valió la pena seguir al comandante...». JOSÉ ARIAS
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F A M I L IA ¶ Una vez llegué extenuado de trabajar veinte horas

en la catalítica, a descansar unas tres horas para regresarme a la
refinería y cuando voy llegando al estacionamiento del edificio
veo bajar a los vecinos con cacerolas y me rodean. Y yo, agotado,
sin poder decir nada. Lo que hice fue quedarme viéndolos,
porque hasta hace poco eran mis compañeros de trabajo, sus
esposas, los hijos… Luego no pude siquiera dormir, porque los
cacerolazos no me dejaron descansar. Menos mal que tuve el
apoyo de mi esposa y de mis hijos, gracias a Dios estuvieron
conmigo siempre, apoyándome. NOEL MATOS
P U E B L O ¶ El pueblo atendió excelentemente la protección

de las instalaciones. Los militares estaban como respaldo, no
reprimían. La gente frente a los portones sabía quiénes podían
entrar y no permitían el paso a los desconocidos. Ejercían la
frase del Presidente: «Pdvsa es del pueblo». Yo vi señoras y
señores que estuvieron allí todos los días, hasta las cuatro o
las cinco de la tarde que se retiraban. Quedaban unos grupos
pequeños en la noche y a las cinco o las seis de la mañana
estaban ahí. ORLANDO CHACÍN
C O N T A G I O ¶ Hay una escuela emblemática: la Francisco

Alberdi, de La Pastora. ¿Qué pasó allí? Los maestros –casi
todos adecos– cerraron la escuela al comenzar el paro. La
comunidad en respuesta tomó la instalación y buscaron maestros
o bachilleres del lugar y siguieron dando clases. Entonces, el
ejemplo de la Francisco Alberdi se comenzó a aplicar en otras
escuelas de Caracas. Cuando los maestros vieron eso, se fueron
incorporando. Supieron que no eran indispensables y temían
contagiarse con los despidos de Pdvsa. FREDDY BERNAL
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L A NU B E NE GR A
MA GI A ¶ Repentinamente el sistema dejó de funcionar.

Incluso válvulas que habíamos abierto manualmente, donde
bajaba la gasolina de los tanques hacia el llenadero, se cerraron
automáticamente. Parecía magia. Otra vez las abrimos y se
volvieron a cerrar, hasta que el sistema se paró y no funcionó
más. El sabotaje lo hicieron vía internet. GUYÉN SOTO
I N S T R U C C I ÓN ¶ Teníamos un plan, detalle a detalle, de

todo lo que íbamos a hacer para tomar los canales de televisión.
O sea, estaba previsto qué hacer para tomar Globovisión,
Venevisión, Radio Caracas y Televén, en un momento en que
se salieran de…, o mejor, cuando dieran la instrucción; la
instrucción, sí, porque se salieron siempre. JULIO MONTES
E R R O R ¶ Entonces llegamos al punto: «El Decreto de Guerra

a Muerte». Ellos o nosotros, como en la época de Bolívar. La ley
del trabajo establece que tres días de ausencias injustificadas
es causal de despido. Yo hice doce llamados para que se
incorporaran al trabajo. Una enorme generosidad mía, porque
si hubieran aceptado todo habría sido diferente. Pero el error de
ellos fue peor, me superaron. No aceptaron. Y salieron 19 153
personas de Pdvsa. ALÍ RODRÍGUEZ
L A B O R A L ES ¶ Gerente petrolero busca empleo con modesta

remuneración de tres millones de bolívares diarios para arriba.
Solo exige que en la empresa contratista se le permita instalar
una caja negra para ocultar a los propietarios lo que ocurre; que
estos le dejen retener para sí el 80 por ciento de las utilidades […]
e intentar destruir las instituciones a su cargo si el presidente de
la República o de la compañía no es de su agrado. Interesados
preguntar en la «plaza de la meritocracia». LUIS BRITTO
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D I A L É CTI C A ¶ En la refinería de Puerto La Cruz miles de

ingenieros, abogados, economistas y otros profesionales nos
enviaron sus expedientes, dispuestos a incorporarse. Y en marzo
comenzamos a meter gente, después que aparecían las listas
de los despedidos. Era el mundo cambiando: unos salían, otros
entraban. JOSEFINA SALAZAR
MA L E T A ¶¿Te acuerdas, papá, de aquella cuña donde aparece

una niña en la televisión que le dice a Chávez que quiere una
maleta como regalo de Navidad y luego colocan la frase: «La
maleta es para que usted se vaya, Presidente»? Y nunca les pasó
nada por usar a los niños en sus campañas… CARLOS E. SÁNCHEZ
P R E G UNTA ¶ Cuando los hijos de esos golpistas les

pregunten dentro de unos años: «Papá (o mamá), ¿qué hiciste tú
en esa época?». Porque eso es historia. ¿Qué le van a decir a sus
hijos? «No, mi’jo, yo quería acabar con el país», dirán. Ahora,
cuando mis hijos me pregunten a mí, les diré: «Yo ayudé a salvar
la patria». HÉCTOR SILVA
FÁBULA ¶
Cogió un loco la manta
de menear un avispero
y las avispas, molestas,
se lo comieron entero.
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Epílogo: Amuay
Este epílogo surgió de un evento súbito que ocurriera en la refinería

de Amuay el 25 de agosto de 2012 y de una sugerencia inesperada.
Minutos después de la una de la madrugada del sábado 25 de
agosto, una fuga de gas en el patio de tanques de Amuay, integran-
te del Centro de Refinación Paraguaná, en el estado de Falcón,
provocó una enorme explosión al entrar en contacto con alguna
ignición. Venezuela amanece conmovida: casi medio centenar de
fallecidos, más de ciento cincuenta heridos, 1692 casas dañadas y
varios inmuebles comerciales afectados.
¿Cuál fue la causa de tan singular suceso? ¿Accidental? ¿Negli-
gencia? ¿Sabotaje?
El presidente Chávez había estado desde el martes de esa sema-
na en la zona oriental del país. Allí visitó la franja petrolífera del Ori-
noco, donde explicó los formidables planes de desarrollo del sector
petrolero hasta 2018, que ya han comenzado a ejecutarse. Mensaje:
la columna vertebral de la economía venezolana se reforzará aún
más. Nunca antes, en tan poco tiempo, Venezuela se había propues-
to avanzar de manera tan integral y acelerada en el desarrollo de esa
compleja industria. Un futuro promisorio, gracias a una acertada
política fundada en la plena soberanía sobre estos inmensos recur-
sos, conquistada luego de derrotarse el golpe petrolero de 2002.
Chávez tenía previsto regresar a Caracas el jueves 23 de agos-
to. Severas inundaciones en Cumanacoa, estado de Sucre, hicieron
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que lo postergara para el día siguiente, con vistas a visitar la zona

afectada, socorrer a los damnificados y tomar otras decisiones en
el terreno. Por fin llega a Caracas el sábado 25 de agosto, poco
después de la una de la madrugada, y enseguida le informan la
infausta noticia de los sucesos de Amuay.
De inmediato toma el mando del auxilio y rescate de las víc-
timas. Envía previamente a Paraguaná al ministro de Petróleo y
Minería, Rafael Ramírez, y a los ministros de Defensa y Salud. Al
amanecer, parte hacia allí el vicepresidente Elías Jaua y otros jefes
militares y funcionarios del Estado. Sobrecogido por los estragos
humanos y la envergadura del evento, apenas duerme; obtiene
nuevas informaciones, imagina acciones.
Durante el sábado, el Presidente se concentra en dirigir des-
de Caracas el despliegue del gobierno central, la gobernación de
Falcón y los jefes y trabajadores de la refinería. Y observa a los
buitres contrarrevolucionarios, que comienzan a excitarse.
Faltan cuarenta y tres días para las elecciones presidenciales.
La oposición sabe que su candidato es seguro perdedor. Apuesta
a la necesidad de eventos trágicos. Tiene sus bombas mediáticas
listas para usarlas y tratar de atraer al electorado indeciso y a lo
que sus expertos denominan «chavismo blando».
Antes de la fatídica explosión en Amuay, lo venían haciendo.
Vuelven a ejecutar una sórdida campaña que busca presentar un
escenario ficticio de ineficiencia, descontrol e ingobernabilidad.
Tratan de suscitar un ambiente de angustia e incertidumbre, la
imagen de que el gobierno y el Presidente están siendo rebasados
por las dificultades y los problemas del país, y por ello se requiere
un cambio. «Hay un camino», dicen en su machacona publicidad.
Han calculado fríamente su proceder. De cualquier hecho don-
de haya sangre y dolor acusan al gobierno, y en particular a Chávez.
En vez del respeto a las víctimas y entregar solidaridad, tergiversan,
mienten, manipulan: todo vale para intentar disminuir la brecha en
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L A NU B E NE GR A
los comicios presidenciales del 7 de octubre, desconocer los resul-

tados y crear un clima de zozobra que facilite –piensan– acciones
desestabilizadoras después de la derrota que sufrirán. Lo hacen,
además, con la mirada puesta en las elecciones de gobernadores
sesenta días después, en las que pretenden acumular más poderes
regionales a fin de tener un número mayor de palancas que posibi-
liten debilitar al gobierno central para ulteriores zarpazos.
La referencia que acarician es un Atocha venezolano. Un acto
de violencia descomunal, como el que ocurriera en la enorme esta-
ción de trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004, que ocasionara la
muerte a 191 personas y la derrota electoral de Aznar, setenta y dos
horas después. Se olvidan de un detalle: no fue el hecho terrorista
per se el que produjo el viraje de una parte de los votantes indeci-
sos, sino la manera cínica y manipuladora con que el gobierno de
Aznar enfrentó ese evento. Responsabilizó a ETA, sabiendo que
los culpables eran terroristas foráneos.
La noticia de la tragedia en Amuay alborotó a los dirigentes
de la oposición, al suponer que podía ser el Atocha de Chávez, o
como dijo Leopoldo Puchi, al menos «otro microinfarto».
.....
Quiso el destino que me encontrara en Caracas en esos días de
agosto, dándole los últimos toques al presente libro. La tarde del
viernes, el ministro Ramírez me había citado para dialogar sobre
el texto en la mañana siguiente. Cuando desperté el sábado, pron-
to supe del suceso en Amuay y que desde la madrugada Ramírez
estaba en Paraguaná al frente de las acciones de los trabajadores
y gerentes de Petróleos de Venezuela.
Sacudido por la noticia, decidí ofrendar un íntimo homenaje a
las víctimas del único modo que me era dable: terminando cuanto
antes esta obra.
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Al ver y escuchar desde esa mañana del azaroso sábado a voce-

ros de la oposición, a varios cínicos de las redes sociales de internet
que se escudan en sobrenombres y a los comentaristas de la televi-
sión privada, comprendí que tales manipulaciones sobre los trági-
cos hechos de Amuay podían hacer más oportuna la pronta edición
de La nube negra. Pensé «Muchas de esas caras son las mismas que
auspiciaron y dirigieron el criminal sabotaje y el intento de golpe
petrolero en diciembre de 2002. Desde Juan Fernández, vocero de
Gente del Petróleo, hasta Julio Borges, jefe del partido político del
actual candidato opositor a las elecciones presidenciales».
Globovisión localizó en el exterior a José Toro Hardy, exdirec-
tor de la vieja Pdvsa, neoliberal confeso y un mercenario de Esta-
dos Unidos. Sus declaraciones dieron la pauta a los antichavistas:
el hecho ocurrió por impericia de los actuales gerentes y trabaja-
dores de Pdvsa, que no tienen la capacidad de los veinte mil ex-
pulsados hace diez años; no se aplica el mantenimiento necesario;
el Presidente es el culpable de la tragedia, y el 7 de de octubre «le
vamos a pasar factura a Chávez».
Al mediodía del domingo me llama nuestro embajador en Ca-
racas, Rogelio Polanco: «El presidente Chávez me dijo que va a
salir en breve para Amuay y te invita a que lo acompañes». Media
hora después saludé a Chávez en Miraflores, ya listo para abordar
su automóvil rumbo al aeropuerto.
—Quiero palpar y conocer directamente lo que ocurrió en
Amuay. Ahorita lo más importante es atender a las víctimas y a
sus familiares y apagar el candelero –dice con aplomo mientras
caminamos hacia el vehículo.
—He visto desde ayer en varias televisoras privadas y en la
prensa de hoy que los canallas de siempre han desatado otra cam-
paña de calumnias –le comento.
—Confío en el pueblo, que los conoce muy bien. Esos son los
mismos que sabotearon Pdvsa hace diez años –dice con voz seda-
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L A NU B E NE GR A
da–. Amuay es otra batalla que les vamos a ganar, allí están los tra-
bajadores de la refinería, el pueblo de Falcón, los bomberos, los ge-
rentes, los militares, la gobernadora, los ministros, el vicepresidente,
todos, en una pelea contra el fuego y los demonios que pretenden
en vano controlar otra vez Pdvsa y entregarla a las transnacionales.
Por el camino, Chávez no cesa de hacer llamadas a varios je-
fes que se encuentran en Amuay. Habla con el general Miguel
Rodríguez Torres, jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia
Nacional. «Óyeme bien, investiga a fondo, escucha y valora to-
das las opiniones. Incluso aunque parezcan descabelladas», dice
concentrado en sus palabras, y concluye: «Hay que evaluar todas
las hipótesis sobre la causa que provocó esa extraña explosión».
Acompañé al Presidente en el recorrido que hizo en la zona
del siniestro dentro de la refinería y en varias poblaciones circun-
dantes. Pude apreciar el fervor de la multitud en las calles y casas
por donde él pasaba.
En varias ocasiones se detuvo para hablar con la gente, es-
cucharlos y tocarles la piel. Observé con suma atención los ros-
tros de los trabajadores, bomberos y gerentes de la refinería y
de muchas otras personas, entre ellas, algunas de las víctimas o
familiares de estas: «Es preminente y conmovedor el respeto y la
admiración por Chávez», ratifiqué en mi mente.
Mientras veía el remolino humano tan espontáneo y hermoso,
razono: «Ese nexo es el principal soporte de la Revolución Boliva-
riana». Y en ese instante le escucho decir a una mujer que carga un
bebé y va rauda hacia el líder a saludarlo:
—A Chávez sí lo queremos en Paraguaná, pero que no se atre-
va a venir por aquí «el mejunche» o ningún otro dirigente de la
oposición.
—Ni lo pienses, vale, ellos hablan por la televisión pero aquí
saben que no pueden ni acercarse… –dice un hombre de piel bron-
ceada que camina agitado en la misma dirección.
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Y oyéndolos, me surgen dos preguntas: ¿Acaso no es esta una

buena oportunidad para reabrir investigaciones personalizadas
de los responsables de los sabotajes durante el golpe petrolero?
¿Por qué estos agoreros del desastre, que ahora culpan a Chávez
de la explosión de Amuay, no piden que se indaguen de manera
«imparcial» los crímenes de lesa humanidad que ellos cometieron
en aquella jornada de odio, ambiciones y dolor?
.....
Como expresé, este colofón surgió de una solicitud inesperada:

el presidente Chávez, al finalizar ya de noche el recorrido por
Amuay y las comunidades aledañas, cuando detuvo la pequeña
caravana de autos a pocos metros del sitio de la explosión, me
colocó su brazo por encima de los hombros y me dijo: «¿Por qué
no cierras el libro con un comentario sobre Amuay?».
Los buitres de ayer, aquellos de abril y diciembre de 2002, los
de siempre, han tratado de aprovechar el dolor del pueblo para
sus fines perversos.
Chávez, el gobierno y las demás instituciones del Estado ve-
nezolano, junto a la mayoría de los ciudadanos, concentraron su
energía en la solidaridad, evitar daños mayores y normalizar la
situación. El Presidente decretó tres días de duelo nacional, visitó
en el hospital a varios heridos, conversó con familiares de las víc-
timas, estuvo presente en una misa, condecoró post mortem a veinte
efectivos de la Guardia Nacional miembros del destacamento de
seguridad de la planta, condecoró a otros que tuvieron un com-
portamiento heroico y al estandarte de esa unidad, destinó veinte
millones de bolívares para restañar los perjuicios a los damnifica-
dos, entregó las primeras sesenta viviendas a familias afectadas
y otorgó una pensión de por vida a los familiares de las víctimas
fatales.
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L A NU B E NE GR A
.....
Había pensado exponer otras ideas. La tragedia de Amuay trajo

consigo lecciones, interrogantes y paradojas emblemáticas.
No me extiendo, sin embargo, porque lo que podría agregar lo
escuché el domingo 2 de septiembre, en una entrevista que le hi-
ciera en su programa de televisión el incansable y creativo lucha-
dor José Vicente Rangel (JVR) al ministro Rafael Ramírez (RR),
quien demostrara una vez más su coraje y capacidad de dirección
también en situaciones extremas, como ocurriera en Amuay. Re-
produzco buena parte de ese esclarecedor diálogo:
Comentario inicial de JVR (fragmentos): El derrumbe del

puente de Cúpira, consecuencia del abuso con la carga;
la inundación de Cumanacoa, producto de un fenómeno
de la naturaleza, y el incendio en la refinería de Amuay,
cuya causa es objeto de investigación, sirvieron para re-
velar en un corto lapso dos cuestiones importantes: una,
que Venezuela sí tiene gobierno, como lo demostraron el
Presidente de la República y su equipo, movilizándose
para atender a la población de Cumanacoa con rapidez y
eficiencia; con la construcción de un puente en pocos días
para atender la emergencia en Cúpira, y por la demos-
tración de capacidad de respuesta y voluntad para conju-
rar las consecuencias del incendio en Amuay, puesto de
manifiesto por el presidente Chávez, el ministro Ramírez,
directivos de la refinería, la gobernadora de Falcón, los
bomberos, efectivos militares y voluntarios, con el logro
que el país reconoce. Porque a diferencia de lo que la opo-
sición afirma de que en Venezuela hay vacío de poder –el
mismo argumento utilizado por los golpistas el 11 de abril
para consumar su aventura–, quedó demostrado en el
303
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manejo de esos tres episodios todo lo contrario. Es decir,

hay un gobierno que ejerce el poder y lo hace con eficien-
cia, sensibilidad y rapidez.
Al mismo tiempo, quedó demostrado que donde sí hay
vacío es en la oposición. Vacío que lo llena la insensibili-
dad, la vocación para mentir, para manipular los hechos,
para promover zozobra. Todo lo cual hace que la oposi-
ción funcione en dirección opuesta a como lo hace el país.
Prueba de ello es que mientras el gobierno resuelve pro-
blemas, la oposición los crea o los potencia con turbios
propósitos. La investigación en marcha arrojará la verdad
sobre la causa de lo sucedido. Porque hay que investigarlo
todo, absolutamente todo, y quizás haya sorpresas.
RR: Efectivamente, este evento que se produjo en
Amuay nosotros hemos reiterado el profundo dolor que
nos produjo, por la afectación a la población civil y mili-
tar. Fue atendido de manera inmediata por el Estado en su
conjunto, desde el mismo momento que se producen los
hechos, nuestro gerente responsable de guardia…
JVR: ¿Tú estabas dónde?
RR: Yo estaba en Caracas.
JVR: ¿El Presidente estaba en Cumanacoa?
RR: Sí, porque nosotros veníamos de oriente. El Pre-
sidente estuvo en Cumanacoa y nosotros estuvimos en la
faja petrolífera, después estuvimos en Monagas. Llegamos
a Caracas y a la 1:20 de la madrugada recibimos la llamada
y a las 2:30 estábamos en el sitio, poniéndonos al frente del
control de un evento extraordinario.
Después de todas las labores, pudimos lograr final-
mente la extinción del fuego y de todo lo que se produjo allí
en ochenta y tres horas de combate. Fue una reacción muy
rápida y muy efectiva de nuestros doscientos veintidós
304
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L A NU B E NE GR A
bomberos especializados que estaban allí, además del

conjunto de obreros y gerentes de muchísima experiencia,
hombres que tienen entre treinta y treinta y tres años de
experiencia en ese complejo refinador, que es el más gran-
de del mundo. Esa situación la pudimos atender de mane-
ra efectiva en medio de todas las circunstancias trágicas,
fue una respuesta muy rápida.
JVR: Un problema de mucha gravedad, además de un
problema que inmediatamente se convierte en problema
de Estado, en problema de opinión pública, que tiene di-
versos factores. Es muy importante la presencia de uste-
des, particularmente del jefe de Estado; creo que fue insó-
lita en eventos de esa naturaleza. Ningún jefe de Estado a
lo largo de la historia venezolana, y tampoco creo que un
ministro del ramo, ha actuado con esa diligencia y con esa
presencia directa en el sitio de los acontecimientos.
RR: Yo creo, José Vicente, que un tema muy importan-
te ha sido la gestión del gobierno ante esa situación.
JVR: ¿Cómo se gestiona un siniestro de esas caracte-
rísticas?
RR: Nosotros hemos visto situaciones en otras partes
del mundo y acá mismo en Venezuela donde han ocurrido
eventos de esas magnitudes, que sin embargo no han con-
tado con un gobierno que dé la cara, que responda y que
asuma de manera integral.
JVR: Y tampoco ha habido los ataques arteros por fac-
tores del mismo puesto, por ejemplo, en la tragedia de Ta-
coa, donde hubo ciento ochenta y cinco muertos de una
empresa privada como era la Electricidad de Caracas.
RR: O la tragedia de Tejerías, donde hubo más de cien-
to sesenta muertos, o la explosión de planta Lama donde
murieron todos los ingenieros y obreros que estaban en
305
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esa planta en el lago de Maracaibo. Es decir, nosotros di-

mos una respuesta integral del Estado, porque atendimos
la extinción del evento, el suceso en sí mismo y toda la
parte social; la atención del vicepresidente de la República
estaba en paralelo a lo que estábamos nosotros atendien-
do junto al ministro de la Defensa, la ministra de Salud.
Luego la presencia del presidente Chávez en la misma re-
finería, eso no tiene antecedente alguno.
JVR: Con mucho riesgo.
RR: Es una situación de riesgo, una situación muy
compleja, con unos incendios en tres tanques de doscien-
tos sesenta mil barriles cada uno. Él se fue para allá a ver a
nuestros trabajadores, a estimularlos, a conocer de cerca la
situación, como ha sido la conducta permanente del presi-
dente Chávez y del gobierno ante una situación como esta.
RR: Lo que sí es repudiable es el ataque y la reacción
de esa canalla que desde la oposición, incluyendo al can-
didato de la extrema derecha, se han dedicado a crear una
situación de zozobra, a tratar de medrar sobre la tragedia
y el dolor que nos han producido esos fallecimientos y a
mentir descaradamente, los que han estado declarando
son la Gente del Petróleo. Es muy importante decirlo, por-
que fueron los mismos que en el año 2002 paralizaron es-
tos complejos refinadores gigantes, fueron los mismos que
dejaron durante el sabotaje esa refinería como una especie
de bomba cazabobo, porque era una bomba lo que nos
habían dejado ahí, todos los sistemas colapsados, sin ins-
trumentación, a ciegas. Nuestros gerentes, que hoy son los
que dirigen la empresa, tuvieron que reactivar esta indus-
tria y garantizar en base a su experiencia, de su compro-
miso, el funcionamiento de esto. Esa gente que paralizó la
industria, que nos produjo más de dieciocho mil millones
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La Nube 306 11/09/12 17:27

L A NU B E NE GR A
de dólares en daños y que actuó de esa forma, hoy nos ha-

blan de negligencia, hoy nos hablan de incapacidad.
JVR: Ellos dicen que hay que investigar si hubo negli-
gencia.
RR: Fíjate que nosotros de inmediato sí activamos un
comité de investigación. Tres elementos están investigan-
do: los comités de investigación propios de Pdvsa, que
son comités que responden a un protocolo internacional,
una normativa internacional para investigar este tipo de
eventos; nuestros cuerpos de seguridad del Estado y el Mi-
nisterio Público, que tiene a todos los fiscales designados,
fiscales nacionales para atender esta situación. Nosotros
somos los más interesados en determinar…
JVR: ¿Hay dos jueces actuando también?
RR: Sí, hay jueces, hay fiscales, porque nosotros no po-
demos descartar ninguna hipótesis y nosotros estamos tra-
bajando en base a que necesitamos que se esclarezca bien
el origen de esta situación que nos produjo este resultado.
JVR: Precisamente sobre las hipótesis quiero que ha-
blemos un poco. Por un lado la hipótesis de que el pro-
blema obedece a las fallas de mantenimiento, que es una
consecuencia de la indolencia, de la falta de interés, del
desorden, del caos que impera en la industria petrolera.
Pero también hay otras hipótesis que están corriendo; se
habla por ejemplo del sabotaje, como tú dices, una co-
misión investigadora de un hecho tan importante como
este tiene que ir a fondo, no puedes descartar absoluta-
mente nada. ¿Qué piensa Rafael Ramírez en el plano de
las hipótesis?
RR: Nosotros en ese sentido a diferencia de lo que está
diciendo la oposición, tenemos un alto grado de responsa-
bilidad, en el sentido de que ante un hecho tan grave como
307
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este, nosotros no podemos apresurarnos. Sin embargo,

hay cosas que están descartadas de plano […] como una
matriz que dice que el escape de gas tenía varios días.
JVR: El olor a gas…
RR: Eso es una mentira absoluta, no es posible que
eso suceda, por todos los mecanismos de detección que
tenemos en la refinería y porque un evento como este, si
hubiera habido olor a gas en la comunidad, habría produ-
cido un efecto en esos mismos sitios. Se ha dicho que es
negligencia, tenemos dos obreros nuestros fallecidos y te-
nemos a nuestros operadores que intervinieron de manera
directa, que dieron el aviso al destacamento 44 de la Guar-
dia Nacional, que paralizaron el tránsito por la autopista
y la avenida Alí Primera, que actuaron de manera valiente
tratando de llegar al centro del origen de la falla, que tu-
vieron que colocarse equipos especiales y cuando llegaron
la explosión los tomó a ellos también.
JVR: Dicen, por ejemplo, que tú en tu memoria y cuenta,
presentada el año pasado a la Asamblea Nacional, hablas
de que hubo un recorte del presupuesto de mantenimiento.
RR: Bueno, porque no dicen las cosas completas. No-
sotros en el mantenimiento hemos invertido seis mil mi-
llones de dólares en el período 2007-2012 y solamente en
el Centro de Refinación Paraguaná hemos invertido en el
mismo período 4325 millones de dólares y hemos hecho
quinientas paradas de plantas.
No hay manera de que nosotros obviemos el manteni-
miento de instalaciones tan complejas como esta, porque
además estamos sujetos a una estructura de seguros y rea-
seguros, a un funcionamiento que se inserta en un conjun-
to de normativas internacionales, que nos niega la posibi-
lidad absoluta de obviar el mantenimiento. En la memoria
308
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L A NU B E NE GR A
y cuenta hablamos de que hubo un conjunto de manteni-

mientos en que, es normal, se planifica y si se difiere se
hace en el lapso permitido técnicamente. En cada parada
de planta y en cada decisión al respecto va un comité de
refinación que decide si eso es posible hacerlo o no y si no
es factible sencillamente no se permite. Todos esos temas
son objeto del comité de investigación y nosotros estamos
ahí entregando toda la información. Nuestros cuerpos de
seguridad tienen acceso a todo eso para demostrar la ver-
dad respecto a este tema.
JVR: El sesgo de la información. Evidentemente que
los grandes medios de comunicación han sesgado la infor-
mación, titulares dramáticos, informaciones tendenciosas
que tratan de sembrar la zozobra, la angustia en la comuni-
dad; ustedes han reaccionado informando, presentándose
ante los medios de comunicación con información veraz.
Porque estamos en una guerra mediática también, eso hay
que decirlo claramente.
¿Cómo conciben ustedes ahora, a partir de que ya se
superó el problema, que viene la recuperación de la planta,
las actividades, la producción, etcétera? ¿Cómo hacen fren-
te a ese ataque mediático, sostenido, permanente, continuo?
RR: Primero, con la verdad por delante, como tú dices,
nosotros hemos estado desde el sitio de los acontecimientos
informando todo, lo malo y lo bueno, permanentemente.
A veces dando noticias muy dolorosas, pero informando a
todo nuestro país, a diferencia de lo que aquí pasaba antes
que no había absolutamente una transparencia en ese sen-
tido. Y segundo, José Vicente, movilizando a nuestros traba-
jadores y a nuestro pueblo; el carácter de los trabajadores
de la nueva Pdvsa está signado por un profundo compromi-
so con nuestro país, con nuestro pueblo y con un profundo
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espíritu patrio. Frente al ataque y la mentira descarada de

estos voceros de la oposición, nuestros trabajadores han
respondido movilizándose masivamente. Acudieron por
cientos los voluntarios a las labores de emergencia en la
refinería; en todas las áreas ha habido expresiones de soli-
daridad, de dolor por las víctimas, pero de profundo com-
promiso para contrarrestar lo que ha sido una conducta ab-
solutamente antinacional y antihumana de estos sectores.
Fíjate que ya no me sorprende nada de la extrema de-
recha, pero su mismo candidato decía que habían volado
las esferas. Eso en el sector petrolero sería una situación
muy grave; el que sabe de esto sabe que este señor está
introduciendo elementos para llevar al país a un estado de
zozobra y de angustia tremendo. Afortunadamente nada
de eso se produjo, entonces han mentido por distintos fac-
tores, con distintas matrices. Nos atacan en lo personal,
nos atacan con mentiras y nosotros hemos estado de al-
guna manera ya fogueados en este tipo de ataque, porque
no es una situación de ahora, ha sido una situación perma-
nente desde el sabotaje petrolero de 2002, que es en contra
de nuestra industria y en contra de nuestros trabajadores;
hay una campaña sistemática de desprestigio.
JVR: Rafael, el gobierno desde el primer momento, a
través de su vocero más calificado, el presidente Chávez,
y también tú, han dicho que garantizan una investigación
transparente. Al mismo tiempo el candidato de la oposi-
ción, Capriles, y el padre Ugalde –por cierto rector de la
universidad católica–, que coinciden, consideran que hay
que barajar una serie de hipótesis con lo ocurrido. Capri-
les, por ejemplo, dice: «Esto no fue un accidente natural,
fue producto de algo y hay que determinar responsabilida-
des». Esto lo dijo en El Nacional el 28 de agosto y Mendo-
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L A NU B E NE GR A
za (exgobernador del estado de Miranda) dice: «Vendrán

otros hechos, otros acontecimientos». Y en una reunión
que hubo de un encuestador importante del país con un
funcionario de la embajada americana, algunas semanas
atrás, incluso, recogí esa versión en el programa; dijeron
ahí que podía presentarse un hecho especial en el curso
del proceso electoral que cambiara la situación. Algo pare-
cido al síndrome de Atocha […]. Esa investigación es clave,
te repito, ¿ustedes cómo la asumen, en qué términos? ¿In-
vestigar todo, absolutamente todo?
RR: Por supuesto, para nosotros es un elemento cru-
cial la investigación, desde el inicio del evento estaban ya
los tres elementos que señalé, fuerzas o visiones de este
tema, que tienen que estar complementadas porque si no,
no se alimentan una a otra, pero nuestro principal interés
es que todas estas cosas se aclaren. Nosotros, José Vicen-
te, estamos claros que de cara a las elecciones del 7 de oc-
tubre, aquí lo que está planteado es la disputa del poder,
y hay obviamente la opción mayoritaria del comandante
Chávez, del presidente Chávez, el bando bolivariano que es
el bando mayoritario en nuestro país, que es la opción de
la patria. Y tenemos al candidato de la extrema derecha, es
una candidatura muy peligrosa, una opción muy peligrosa;
afortunadamente ya está derrotada, pero es una opción tan
peligrosa que puede intentar cualquier escenario, por eso
tratan de atacar, atacan de manera alevosa a nuestro Con-
sejo Nacional Electoral, atacan a nuestras instituciones,
además de Petróleos de Venezuela, a la Fuerza Armada Bo-
livariana, y es una conjunción de los peores intereses, se
reflejan claramente en el tema petrolero, los peores intere-
ses del imperialismo norteamericano, las transnacionales,
la oligarquía que es muy agresiva, porque fue despojada de
311
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sus privilegios en este país. Están ahí atrás con esas matri-
ces de crear miedo, de crear zozobra, de crear una situación
de angustia de cara a las elecciones. Y tratan de cabalgar
para obtener beneficios políticos de una situación, que re-
conociendo que ha sido un evento catastrófico, en particu-
lar el caso de Amuay, marca una diferencia abismal en lo
que ha sido la respuesta de este gobierno en comparación
con cualquier otro gobierno en situaciones como estas.
JVR: Una precisión, Rafael. Si este proceso tiene po-
derosos enemigos y hay la disposición de acabar con él
por parte de sus adversarios a como dé lugar, está demos-
trado históricamente –el golpe del 11 de abril, el paro-sa-
botaje de la industria petrolera, las guarimbas, los milita-
res traidores en la plaza de Altamira, etcétera– que uno
de los blancos de los objetivos preferidos es la industria
petrolera y mucho más la refinería más grande del mun-
do, Amuay. Esto me lleva a preguntarte: ¿Se investiga la
hipótesis del sabotaje? Porque mucha gente piensa que un
objetivo como Amuay puede ser saboteado en cualquier
momento y además estas palabras que se ponen a circu-
lar, esas evasivas, esa ambigüedad, llena de sospechas a
mucha gente. Porque así como se pide que se investigue
si ha habido fallas en el mantenimiento, hay que plantear
también el problema del sabotaje.
RR: Nosotros no queremos evadir ninguna responsa-
bilidad, pero sin lugar a duda no podemos ser ingenuos y
aquí tenemos que investigar todo, tenemos que investigar
todos los elementos. Porque nosotros sabemos, no es que
nuestra industria petrolera esté sujeta a amenaza, es que
ha sido atacada permanentemente en el sabotaje petrole-
ro, se ha convertido en un objetivo de los enemigos, no
solo de nuestro Presidente: enemigos del país completo.
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JVR: Un objetivo de guerra.

RR: Un objetivo de guerra. Fíjate que incluso en toda
la maquinaria de desinformación norteamericana, incluso,
hay esa campaña como la que han establecido contra los
árabes, hay toda una matriz, una campaña contra el país y
contra Pdvsa en particular; hay películas, hay videojuegos,
hay declaraciones, hay rumores, hay una campaña sicoló-
gica terrible contra nuestro pueblo para crear elementos
de desestabilización; nosotros sabemos que eso está ahí,
José Vicente.
JVR: Hay que estar consciente de que unas personas
como ustedes que han luchado contra el fuego y contra la
actitud miserable de una oposición que definitivamente no
es democrática –habrá sectores democráticos ahí, pero la
nuez de la oposición es profundamente antidemocrática–,
entonces una gente que lucha contra el fuego, que enfrenta
la tragedia y que al mismo tiempo es sometida a escarnio,
al ataque permanente, a la descalificación personal, a la
burla, al ultraje a través de caricaturas, editoriales, de titu-
lares en los medios, etcétera, tiene que estar consciente de
que estamos en un contexto sumamente delicado y de que
una de las tareas fundamentales es alertar a la población.
RR: Por eso, José Vicente, el sector petrolero y los tra-
bajadores en la industria petrolera son profundamente
militantes de la Revolución Bolivariana. A nosotros nos
critican ese hecho, dicen que nosotros estamos en una po-
sición firme con el presidente Chávez, por supuesto que
sí, y es importante que lo sepa todo el país. Nosotros sa-
bemos que el único que garantiza la gobernabilidad y los
intereses sagrados de la patria es el presidente Chávez. Y
nosotros estamos resteados con la Revolución Bolivariana
hasta las últimas consecuencias y esos cien mil hombres y
313
La Nube 313 11/09/12 17:27

mujeres que formamos parte de la industria petrolera no

somos cualquier cosa.
Fíjate, el espíritu de combate de nuestros trabajadores,
aquí nadie se raja, se echa para atrás. Al contrario, salimos
adelante porque esta derecha que hoy nos ataca frente a
unas elecciones, es la misma que estuvo en el golpe de Es-
tado, la misma que hizo el llamado al sabotaje. Es el mismo
candidato el que andaba con su chaleco persiguiendo diri-
gentes chavistas, allanando, ocupando embajadas. Sabemos
cuál es la calaña de la gente que nos enfrenta y por eso todos
esos ataques vienen contra nosotros, esos ataques nos forta-
lecen, porque nosotros estamos consustanciados con nues-
tro pueblo y estamos allí en el seno del pueblo trabajando
para enfrentar esta situación que ha sido muy compleja, y
cualquier otra situación que sabemos que tenemos que en-
frentar para lograr la continuidad de nuestro proceso.
Yo les dije a los trabajadores: «Si nos vamos a achicharrar,
nos achicharramos todos aquí, con este proceso y con esta
revolución, asumiendo nuestras responsabilidades». Esa
ha sido una característica del gobierno bolivariano, de
nuestro Presidente y él ha sido un ejemplo. La visita del
Presidente a la refinería, en medio de una situación muy
difícil, grandes tanques con grandes llamaradas, el Presi-
dente allí nos estimula a todos nosotros y es un ejemplo a
seguir por todos nuestros trabajadores.
JVR: Una pregunta personal, Rafael. ¿Qué pensaste tú,
en tu interior, en el momento más sombrío de la situación,
cuando el fuego se disparó, cuando amenazaba con arrasar
la refinería y los sitios aledaños? ¿Qué pensó Rafael Ramírez
en ese momento, tú, un luchador de toda la vida como eres?
RR: Yo, José Vicente, tengo una profunda confianza en
los trabajadores, yo sabía que siendo un evento extraordi-
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L A NU B E NE GR A
nario y que en ese momento estaba fuera de control, aque-

llas imágenes del sábado en la madrugada, donde había
fuego extendido por todas partes, sabía que la capacidad
de nuestros obreros y de nuestros bomberos iba a poder
resolver esa situación. No solo tenemos una profunda con-
fianza en nuestro pueblo, también sabemos que nuestro
pueblo paraguanero que fue impactado, conmovido por la
situación iba a estar como está profundamente comprome-
tido con nuestra revolución, y en el marco de la situación
nuestro pueblo no es ajeno a esos ataques que nos hacen a
nosotros. Porque cuando nos atacan despiadadamente es-
tán atacando al pueblo, al pueblo de nuestras Fuerzas Ar-
madas, al pueblo trabajador, a sus familiares, a todos no-
sotros. La derecha tiene un absoluto desprecio por nuestro
pueblo y sus capacidades. Yo confío profundamente en el
pueblo, confío profundamente en los trabajadores, y todos
los días nos dan muestras de que esa confianza está bien
fundamentada.
Agradeceré siempre al presidente Chávez la idea de este epí-

logo sobre la tragedia de Amuay, y que me invitara a vivir junto a
él las emociones y enseñanzas de abrazar a los familiares de las
víctimas y al pueblo de Paraguaná, punto geográfico más cercano
a nuestra isla.
Tal vez las inmensas llamaradas de los tanques que ardían en
la noche de aquel domingo iluminaron a Chávez: su corazón vio
antes que nadie el nexo existente entre el infausto nuevo suceso y
el sabotaje petrolero, diez años antes.
Porque también en la tragedia de Amuay se ponen de eviden-
cia los dos bandos que aludiera José Martí: «los que aman y fun-
dan, los que odian y deshacen».
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La Nube 315 11/09/12 17:27

La Nube 316 11/09/12 17:27
Bibliografía
Para la realización de esta obra se efectuarón entrevistas a un nu-

meroso grupo de dirigentes del gobierno, trabajadores y gerentes
de Pdvsa, militares y otras personas que estuvieron involucradas
en el enfrentamiento al golpe petrolero. Todas ellas resultaron de
un valor primordial para elaborar esta obra. En especial, las largas
conversaciones con Rafael Ramírez y Alí Rodríguez, entonces mi-
nistro de Energía y Minas y presidente de Pdvsa, respectivamente.
Además, fueron revisadas y utilizadas las informaciones re-
ferentes al tema, que aparecieron en varios diarios entre el 15 de
abril de 2002 y el 15 de febrero de 2003. También se evaluaron más
de trescientas horas de grabaciones de la televisión entre el 2 de
diciembre de 2002 y el 3 de febrero de 2003.
Para el epílogo sobre los sucesos de Amuay se recopiló toda
la información que apareció en los diarios de circulación nacional
entre el 25 y el 29 de agosto de 2012, y buena parte de las noti-
cias y comentarios que transmitieran las televisoras nacionales.
317
La Nube 317 11/09/12 17:27

ENTREVISTAS A OBREROS
Y GERENTES DEL SECTOR PETROLERO
BA RI NAS
Ricardo Coronado
C A RA CAS
Asdrúbal Chávez
Geomar Infante
José Ramón Arias
Josefina Salazar
Julio González
Ower Manrique
Yaritza Días (Tarima
de La Campiña)
MI RA ND A (I NTE V E P)
Argenis Rodríguez
Orlando Chacín
ORI ENTE
Aquiles Bermúdez
Celestino Ruiz
Douglas Ávila
Eulogio del Pino
Gustavo Ramos
Juan Salazar
Julio Alemán
Justino Salazar
Luis Pereira
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L A NU B E NE GR A
Luis Zuqui
Marco P. Bracamonte
Noel Matos
Pablo Urbano
Xiomaris Salazar
P A RA G UA N Á
Fernando José Padrón
Filpo Semeco
Francisco Montero
Frank Yaraure
Iván Hernández
Ivette Hernández
Jesús Luongo
Z ULI A
Carlos López
Dennis Ramos
Edgar Villegas
Elías Martínez
Eudo Araújo
Félix Rodríguez
Jhonny Senior
Jimi Vílchez
José Luis Parada
Kamal Elchiniti
Larry Linares
María Albornoz
Mario Gómez
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Ramón Parra
Romel Valdez
Rómulo Carreño
Virginia Mares
Vivian Argüello
ENTREVISTAS DIVERSAS
General (r) Jorge L. García Carneiro

General Henry Rangel Silva
Freddy Bernal
Jesús Montilla
Stella Lugo
Roy Chaderton
Julio Montes
Toby Valderrama
Humberto Arciniegas
Rubén Hernández
Gustavo Arreaza
Ruy Márquez
Nelson Moreno
PRENSA
Últimas Noticias. Abril de 2002-15 de febrero de 2003.
El Universal. Abril de 2002-15 de febrero de 2003.
El Nacional. Abril de 2002-15 de febrero de 2003.
Panorama. Diciembre de 2002-enero de 2003.
320
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L A NU B E NE GR A
TELEVISIÓN
Selección de informaciones, entrevistas y spots de los canales na-
cionales Venezolana de Televisión, Venevisión, Radio Caracas Tele-
visión, Globovisión, Televén y Meridiano Televisión. Suministrada
por Rubén Hernández, Gustavo Arreaza y Ruy Márquez, del mate-
rial que usaron para su documental Concierto para delinquir.
Además, se emplearon diversas referencias que aparecen en
una cronología y selección de información sobre el tema, elabora-
da por Ruy Márquez, productor general de Ámbito Pro.
TEXTOS IMPRESOS
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2002-2003, Gerencia de Asuntos Públicos de Pdvsa Gas,
Anzoátegui, 2006.
ASAMBLEA NACIONAL: Venezuela 1999-2005. Memoria de una
Revolución, memoria documental, CD, Caracas, 2006.
BRITTO GARCÍA, LUIS: Investigación de unos medios fuera de toda
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CHÁVEZ FRÍAS, HUGO RAFAEL: Selección de discursos, años
1999-2005, Ediciones de la Presidencia de la República,
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COLECTIVO DE AUTORES: Pdvsa y el golpe, Editorial Fuentes,
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La Nube 321 11/09/12 17:27

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323
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Índice
1 Pórtico
19 Reajustes: 14-30 de abril
51 Espinas: mayo
63 Interludio: junio-agosto
83 Vísperas: septiembre-noviembre
117 Esgrima: diciembre
207 Fin de año
211 Pdvsa: la justa crucial
257 Ofensiva bolivariana: enero
281 Memorias
297 Epílogo: Amuay
317 Bibliografía
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La Nube Negra

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EDICIÓN: Yudalmis Suárez Alberdi

CORRECCIÓN: Olga M. López Gancedo

COMPOSICIÓN: Geordanys G. O'connor

© Germán Sánchéz Otero, 2012

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A Toby Valderrama, Edgardo Ramírez, A Rubén Hernández, Gustavo

Al equipo del Ministerio del Poder A mi hijo Carlos Ernesto,

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testimonios, opiniones y la subjetividad de personas con disími-

Después de la derrota del golpe de abril de 2002, ¿subestimó la

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to, subestimaron de forma voluntarista –quizás animados por los

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Hasta el paro empresarial del 10 de diciembre de 2001 –ensayo

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de implementar en el tramo previo a la lid de diciembre: perder

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Pronto, el 21 de diciembre, la revolución exhibe su primera

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La nacionalización pactada con las transnacionales en 1976

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Giusti formó parte del equipo que elaboró la política energética

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había sido entregado a SAIC, una entidad empresarial considerada

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Las asonadas de abril y diciembre de 2002 contra el gobierno

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y destruir la OPEP. Por ejemplo, incumplían la cuota asignada a

Hay que recordar que cuando el presidente Chávez llegó

Al asumir la presidencia, el líder bolivariano paró en seco ta-

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Igual silencio debieron hacer respecto a las definiciones de la

El plan subversivo de diciembre tiene iguales objetivos al de abril

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ricos democráticos, humanistas y de defensa del pueblo humilde.

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pelea, que culminara en un triunfo que completa y potencia el

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Un plan de esa envergadura pudo ser derrotado porque en

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nismo y se organizaron en niveles superiores; Chávez reafirmó y

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Madrugada del 14 de abril. Desde el oscuro celaje las luces y el

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imaginé que la inmensa mayoría de ellos, tanto opositores como

No vengo con ninguna carga de odio ni de rencor contra

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[...] hago un llamado de verdad a la unidad de los

¿Cómo reaccionan a partir del 14 de abril los dirigentes que eje-

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Y sin dejar de masticar la «bala» que minutos antes había co-

La Nube 22 11/09/12 17:27

—Bienvenido, embajador de Cuba. Me complace que pueda

La Nube 23 11/09/12 17:27

Borges palidece e intenta salir de la situación: —Bueno, siga-

Desde el 15 de abril los medios de comunicación privados co-

La Nube 24 11/09/12 17:27