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Isabela Recio

201730260
Física

La Educación y la Masculinidad

En su artículo “La educación para la dependencia, la exclusión y la pobreza en


América Latina”, Germán Vargas Callejas habla de la educación en Latinoamérica desde
una perspectiva histórica, que abarca desde la época de la colonización hasta el día de hoy.
Cuando Vargas Callejas empieza a analizar el modelo educativo presente desde el siglo XX,
introduce cómo “la educación adquiere una orientación economicista ligada estrechamente
al desarrollismo, de cuyas premisas partió la nueva organización de los sistemas formativos
y culturales en la región” (2003). Vargas Callejas hace evidente que en este periodo de la
historia, la educación en Latinoamérica se vio influenciada a gran escala por un modelo de
desarrollo, y la necesidad de cumplir unas metas capitalistas específicas. Desde entonces,
este ha sido el modelo educativo presente no solo en Latinoamérica sino en gran parte del
mundo. Este tipo de educación específica ha afectado nuestras dinámicas sociales y
comunitarias: ha afectado cómo nos relacionamos, y concebimos al otro. Este modelo
educativo, por ejemplo, ha influenciado el manejo de roles de género en nuestra sociedad,
en particular cuando se trata de conceptos como el de la masculinidad. El modelo educativo
del desarrollismo y la educación para el capitalismo que ha surgido en el último siglo ha
permitido la perpetuación de un concepto de masculinidad obsoleto, a través de la
educación tanto formal como informal.

Para empezar a desarrollar la clara influencia del modelo de educación capitalista y


el concepto de masculinidad en la sociedad, vale la pena definir este concepto. La idea de
masculinidad se comprende como la configuración de comportamientos dentro de las
relaciones de género (Acker, 2004). Es decir, las distintas ideas de cómo un hombre se debe
comportar en sociedad. El problema con el concepto de masculinidad es que suele estar
ligado con ciertas expectativas tóxicas para los hombres de lo que deberían ser, que muchas
veces entran en conflicto con cómo estos en realidad quieren comportarse. Hay una relación
innegable entre la educación para el capitalismo y el desarrollismo y algunos de estos
conceptos de masculinidad. Un ejemplo de esto es la idea de autoridad ligada a la
masculinidad, que se desprende de una educación desarrollista. En el modelo capitalista,
existe la idea de que la producción va ante todo. A los hombres se les enseña que el poder
cumplir esta meta está directamente relacionado con el estatus de poder que estos pueden
tener en sociedad. Esto lleva a que algunos hombres se sientan presionados a mostrarse a sí
mismos como los que más pueden producir: los más fuertes y los más capaces. De esta
noción de poder surge una parte esencial de este concepto problemático de la masculinidad,
la idea de que se debe dominar para poder establecerse con un verdadero hombre.

Una educación para el capitalismo también es una educación para la competencia.


Es fácil ver cómo en una sociedad que premia un mercado libre en su totalidad, que solo
puede prosperar si existe una competencia constante entre sus participantes, se motiva a la
gente a vivir en constate conflicto y competencia entre ellos. Los hombres sufren los
efectos de esta educación a gran escala. Según Acker, “in today’s organizing for
globalization, we can see the emergence of a hegemonic hyper- masculinity that is
aggressive, ruthless, competitive, and adversarial” (2004). De esta forma, se ve como hoy
en día la idea de masculinidad deseable está ligada con valores como la agresividad, la
insensibilidad, y la competitividad. En el documental del 2015 producido por Jennifer
Siebel, The Mask You Live In, muchos de los jóvenes entrevistados expresan su necesidad
de compararse con otros, de buscar figuras de autoridad con quien constantemente se
puedan contrastar, ya que solo así pueden llegar a ser hombres. En ambos de estos casos,
las necesidades de una sociedad capitalista funcional afectan el comportamiento de los
hombres, y la idea deseable de masculinidad. Su educación los hace creer que ellos, así
como el mercado, deben producir y competir constantemente. Este modelo de masculinidad
es insostenible, porque cuando un hombre no lo cumple, se siente insuficiente. No puede
ser vulnerable ni empático, y si lo es, siente la necesidad de cambiar.

El modelo capitalista para la educación no solo afecta el comportamiento de los


hombres a través de la perpetuación de sus metas más básicas. También lo hace a través de
una educación más informal: a través de la cultura. El modelo de educación para el
capitalismo ha creado unos ambientes culturales que también contribuyen a la creación de
esta masculinidad hostil. A diario aprendemos de la cultura que nos rodea, y si esta se rige
bajo valores capitalistas, se puede considerar una extensión del modelo educativo del que
habla Vargas Callejas. Un ejemplo de esto se puede ver en las imágenes publicitarias que
nos rodean a diario, y de las cuales no podemos evitar aprender. En The Mask You Live In,
se ve como las imágenes ligadas a la venta de productos a las cuales estamos expuestos a
diario perpetúan unos estándares tóxicos de lo que debe ser un hombre, con ejemplos de
películas, video juegos, y demás productos en los cuales la idea de un hombre específico se
usa como herramienta de ventas. En el trabajo de Vokey, Tefft y Tysiaczny (2013), se
establece que “algunos anuncios publicitarios transmiten el mensaje de que la audiencia es
débil, y necesita del producto para adquirir más fuerza. Al comprar el producto, la
audiencia será capaz de controlar su vida, y reconstruir su identidad”. Es así como el
capitalismo influencia a diario las expectativas que se tienen de los hombres en sociedad, y
se basa en explotar ideas tóxicas de masculinidad para cumplir unas metas de producción
específicas.
Hay quienes dicen, sin embargo, que la noción de masculinidad no proviene desde
nuestra educación y cultura, sino que es algo dictado por la biología y la genética de ser
hombre. Como cita Hammond en su libro Nursing Times, “aggression and foolhardiness are
carried on the Y chromosome and there’s not a lot government or anyone else can do about
it” (1994). Sin embargo, esta posición se considera incompleta ya que, en primer lugar, no
existe evidencia certera de que este tipo de comportamientos del hombre se deban
exclusivamente a su biología. Es decir, no hay nada intrínsecamente masculino a conceptos
como la competencia y la masculinidad. Por ejemplo, en la tribuo Aka en África, se espera
que los hombres tengan comportamientos maternales y cuiden a los bebés de la tribu de
formas que en nuestra cultura, se esperarían únicamente de las mujeres (Hewlett, 1993). El
hecho de que estas concepciones de masculinidad puedan variar de esta forma entre
distintas culturas demuestra que no hay algo biológico que rija estos comportamientos, y
por lo tanto, sí se puede estudiar el modelo educativo para el capitalismo como una posible
influencia sobre el concepto de masculinidad.

Desde el siglo XX, el modelo educativo se ve influenciado por una ideología


capitalista. Esto tiene claras repercusiones en las dinámicas sociales hoy en día,
particularmente cuando se trata de género. Ya sea a través de una educación formal, que se
ve influenciada por los objetivos de esta ideología o a través de la cultura que surge a partir
de esta, el modelo educativo ha logrado perpetuar ideas específicas de lo que es una
masculinidad ideal y deseable. Ya sea consciente o inconscientemente, se nos enseña que el
hombre debe producir y competir y que si no lo hace, su masculinidad está en juego. De
esta forma, el modelo educativo presente hoy en día tiene repercusiones en cada parte de
nuestras vidas, y en este caso, permite la perpetuación de un concepto cultural obsoleto,
como lo es la idea de masculinidad tradicional.
Trabajos Citados

Acker, Joan. (2004). “Gender, Capitalism and Globalization.” Critical Sociology 30 (1):
17–41.

Hammond, P. (1994) Men's bits, Nursing Times, 90(16): 64.

Hewlett, B. S. (1993). Intimate fathers: The nature and context of Aka Pygmy paternal
infant care. University of Michigan Press.

Siebel, J. (2015). The Mask You Live In [Documental]. Estados Unidos.

Vargas Callejas, G. (2003). La educación para la dependencia, la exclusión y la pobreza en


América Latina. Educar em Revista, 22, 283-300.

Vokey, M., Tefft, B., & Tysiaczny, C. (2013). An analysis of hyper-masculinity in magazine
advertisements. Sex Roles, 68, 562–576.

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