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Algunas puntuaciones:
J-A Miller: “El empuje del ‘Uno’ se traduce hoy en el derecho de cada uno a su propio goce,
convertido ahora en un derecho humano.”
Miller cita a Giorgio Agamben, quien en su Filosofía del poder, desarrolla un tipo de tratado
teoloó gico-políótico del sujeto contemporaó neo. Nos presenta el enfrentamiento directo de
nuestra civilizacioó n con el vacíóo que siempre lo habita.
Miller comienza diciendo que la eó poca estaó marcada por la cifra. Siendo el Islam el que pone
maó s acento en el Uno uó nico.
Es imposible parar pues la supremacíóa del Uno; proviene del lenguaje mismo, frenesíó que
Lacan asimilaba a la pulsioó n de muerte. Siendo el retorno de la religioó n la compensacioó n
necesaria para la situacioó n.
Lacan profetizaba despueó s de 1968, el ascenso del racismo.
Del mismo modo que en la “Proposicioó n de octubre del 67” se adelantoó a nuestra eó poca al
decir: “Nuestro porvenir de mercados comunes seraó balanceado por la extensioó n cada vez
maó s dura de los procesos de segregacioó n” [Ed. Manantial paó g.22].
El Uno!, el Uno, le digo! El Uno, el culto de la identidad a síó mismo, la dificultad de soportar al
Otro, quien no goza de la misma manera.
Da como ej. el caso del asesino noruego, del tipo Uno-solo, mata en nombre de una identidad
europea imaginaria, mata a sus hermanos, no a los musulmanes.
Dice Miller que “este acontencimiento, contingente, traó gico, e insensato, es un espejo del
mundo.”
Malraux decíóa que “el siglo XXI seraó metafíósico y míóstico” mientras que Toynbee profetizaba
que las Iglesias reemplazaríóan un díóa a las civilizaciones degradadas.
J-A Miller: “En direccioó n a la adolescencia”. Intervencioó n de Clausura de la 3era. Jornada del
Institut de l’ Enfant “Interpretar al ninñ o”, 21/03/2015
Realiza una nueva afirmacioó n del retorno de la religioó n donde dice: “La mutacioó n del orden
simboó lico que ve al Nombre del Padre dejar un lugar vacíóo, ilustra ahuecado el lugar donde ha
venido bruscamente a inscribirse otra tradicioó n, que no fue invitada , pero que se encontraba
en marcha y se llama Islam
El dios del Islam no es un padre, es el Dios Uno y UÚ nico. En el Islam no hay castracioó n, lo que
representa una tabla de salvacioó n para los adolescentes desorientados de hoy que se
encaminan hacia esa nueva religioó n donde el nuó mero de fieles no para de crecer.
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Miller se pregunta si el cuerpo del Otro no se encarna en el grupo o en la secta; si no se
obtiene un cierto goce del cuerpo del Otro del que se forma parte.
Plantea entonces, “hay una nueva alianza entre la identificacioó n y la pulsioó n de muerte”.
Se trata de la voluntad de muerte inscripta en el Otro.
A esta operacioó n Miller la llama el “triunfo islaó mico” parafraseando al “triunfo de la religion”.
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