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LA PASCUA DE CRISTO

En este tiempo de Pascua, podemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para
ser mejores cristianos.

San Pablo nos dice: «Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe» (1Cor 15,14).

La fiesta más importante de nuestra fe es la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, un hecho


histórico cuyas pruebas, entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones a sus
apóstoles, de donde adquiere sentido nuestra religión.

Por otro lado, cuando celebramos este hecho, también vitoreamos nuestra propia liberación.
Festejamos la derrota del pecado y de la muerte. También encontramos la clave de la esperanza
cristiana: si Jesús está vivo y está junto a mi,́ ¿a qué́ temeré́? ¿Quién me hará́ temblar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de
que después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a la nueva y eterna,
en la que gozaremos de Dios para siempre.

Los niños siempre sorprenden a sus padres con preguntas que en ocasiones no saben
responder. Un ejemplo claro es la siguiente conversación:

Una pequeña cuestiona a su madre: “¿Por qué́ vas siempre al cementerio, mamá?”.

Ella responde: “Para visitar a la abuelita y llevarle flores, mi cielo” (explicó cariñosamente).

Preguntó la niña: “¿Abuelita está en el cementerio?”.

La madre responde: “Si,́ mi hijita”.

Dijo la pequeña: “¿Y por qué́ no te la traes a casa entonces?”.

Siguió́ la madre: “Bueno, porque está muerta y enterrada”.

Respondió́ la chiquilla: “¡Ah! ¡Cómo me engañaste!”.

Preguntó la mamá: “¿Por qué te engañé?”.

Contestó la niña: “Porque cuando la abuelita se fue, me dijiste que estaba con Dios en el cielo”.

Dijo la madre: “Bueno, en el cielo está la abuelita viva y en el cementerio está la abuelita
muerta”.
Pensó la pequeña: “¡Era una abuelita y ahora son dos abuelitas! Las personas grandes no
se aclaran”.

̃ : “Y tú, ¿a quién quieres más, mamá?”


Prosiguió la nina

“¿A la abuelita muerta del cementerio o a la abuelita viva del cielo?”.

Pero la mamá, al no saber que decir, refirió: “Después hablaremos, mi amor”.

Para explicarle a esta pequeña y a su mamá… Si Jesús no hubiera resucitado, la muerte


́ sobre la vida y al final todo quedaria
triunfaria ́ en nada. La Resurrección garantiza la vida
verdadera, en una dicha sin fin, a todos los que quieran salvarse.

Si el Señor no hubiera resucitado, sus palabras se habria


́ n quedado en el aire, sus promesas
́
sin cumplirse y dudaria mos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, sabemos que venció a la muerte y al pecado; que es Dios, que
nosotros resucitaremos también y que ganó para nosotros la vida eterna.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Seno


̃ r. En
este tiempo de Pascua, podemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en
nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

¡Felicidades, Cristo resucitó!

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