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MARCO TEÓRICO

Conceptos del estrés


Prada (2014), expresa que el estrés es entendido como un (conjunto de relaciones
particulares entre la persona y la situación, de manera que ésta es Valorada por la persona
como algo que grava o excede sus propios recursos y que pone en peligro su bienestar
personal, lo cual determina el tipo de afrontamiento que se llevará a cabo.

La palabra estrés es la traducción española del término original inglés “stress” que significa
constricción, fuerza impulsora o esfuerzo y demanda de energía. Este idioma lo ha tomado
del latín “strictiare”, que significa estrechar o constreñir (Cía, 2002).

Por su parte, Vásquez (2012), refiere que el estrés es una reacción que puede causar
problemas de salud graves como trastornos psicosomáticos y de salud mental que incluyen
problemas cardíacos, ansiedad, depresión, que están estrechamente relacionados con el
estrés.

Benjamín (2006), indica que el estrés es causado por el instinto del cuerpo de protegerse a
sí mismo. Este instinto es bueno en emergencias, por ejemplo: salirse del camino si viene
un carro a velocidad. Pero éste puede causar síntomas físicos si continúa por mucho tiempo,
así como una respuesta a los retos de la vida diaria y los cambios.

El estrés, se entiende como aquella situación en la cual las demandas externas (sociales) o
las demandas internas (psicológicas) superan nuestra capacidad de respuesta produciendo
un desequilibrio psicofísico y la consiguiente aparición de la enfermedad.

El estrés es externo al individuo, por tanto sus causas están fuera y en cuan/o se desvanecen
lo mismo sucede con él, pero si se extralimitan, los daños pueden/ser permanentes
(Llontop, 2016).
Según las definiciones anteriormente expuestas, se puede inferir que el termino estrés
estaría descrito por aquellas situaciones internas o externas según la percepción o
valoración de amenaza que exceda a los recursos del sujeto creando un desequilibrio en el
bienestar del psicológico, físico y conductual de los seres humanos cuando está bajo los
efectos del estrés.

Breve reseña histórica del estrés


Bonfill, Lleixa Sáez y Romaguera (2010), manifiestan que el término estrés fue utilizado
por Lazarus en el siglo XIV para expresar dureza, tensión, adversidad o aflicción. A finales
del siglo XVIII Hocke utilizó la palabra en el contexto de la física, aunque este uso no se
sistematizó hasta principios del siglo XIX.

Luego se definió la palabra load como una fuerza externa; stress hace referencia a la fuerza
generada en el interior del cuerpo como consecuencia de la acción de una fuerza extera
load, que tiende a distorsionarlo, y a la deformación o distorsión sufrida por el objeto se le
denomino strain.

Vásquez (2012), indica que en la Edad Media ya se utilizaba para describir un sin fin de
experiencias negativas. Pero es en el siglo XVIII cuando el concepto se extiende entre
ingenieros y físicos con el objetivo de describir ciertas características de los cuerpos
sólidos.

Dicha característica hace referencia a la fuerza interna presente en un área concreta sobre la
que actúa una fuerza externa que puede alterar ese estado sólido, una definición que a priori
no tiene nada que ver con el actual concepto de estrés.

Para la década de 1920, el reconocido doctor Hans Seyle introdujo el término en las
ciencias de la salud para referirse a una respuesta global de nuestro cuerpo hacia una
situación que crea angustia.
Pero no siempre el estrés tiene que ser algo nocivo, pues existe el estrés positivo que es
aquel que ayuda a enfrentar un cometido con todas las fuerzas (un estrés adaptativo, muy
presente

en los animales incluido el ser humano). No obstante, cuando esa emoción agota a las
personas, aparte de tener consecuencias psíquicas y físicas notables, no ayuda a enfrentar a
esa labor estresante (párr. 3).

En la actualidad, Bonfill et al. (2010), plantean que existe un paralelismo entre esta
consideración y el concepto actual de la enfermedad, la enfermedad no es vista como una
consecuencia única de un agente externo, sino que exige la participación del organismo en
cuanto a vulnerabilidad se refiere.

Para el año 1978, la OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no como la mera ausencia de enfermedad. Hoy en día, este término es
considerado como un proceso que permitirá a la persona adaptarse desde el punto de vista
físico, psíquico y social, y consecuentemente intentar variar el medio externo e interno
(Guerrero, citado por Bonfill, et al., 2010).

Desde un punto de vista más integrador, es posible concluir que el estrés para el ser
humano es un fenómeno multidimensional que se caracteriza por incluir un estímulo
significativo (estresor) capaz de activar la respuesta de estrés, la cual media tanto en el
desarrollo de una personalidad sana como en la génesis de varias disfunciones
psicobiológicas (enfermedades psicosomáticas, trastornos mentales) y enfermedades
orgánicas, según sean las diferentes vulnerabilidades y recursos adaptativos individuales.

Teorías del estrés


Según Prada (2014), las orientaciones psicológicas y psicosociales del estrés, por su parte,
tienden a poner más énfasis en el estímulo en lugar de la respuesta, centrándose más en
clasificar y describir las características de los diferentes estresores o situaciones
potencialmente estresantes, que son estresores ambientales y comprenden tanto estímulos
ambientales dañinos como factores psicosociales, tales como la frustración, la presión, el
aislamiento o confinamiento, la percepción de amenazas o alteraciones fisiológicas como
resultado de enfermedades u otras condiciones.

La orientación basada en el estímulo es la que más se parece a la idea popular del estrés,
donde suelen cobrar mayor relevancia los hechos, situaciones o acontecimientos a los que
las personas tienden a atribuir la causa de su malestar.

Entre los enfoques centrados en la respuesta y el estímulo, “están las más recientes y
prometedoras teorías interaccionistas o transaccionales del estrés, que vienen a conectar
ambas dimensiones del fenómeno introduciendo factores psicológicos de carácter cognitivo
que median entre los estímulos o estresores y las respuestas fisiológicas y conductuales”
(Prada, 2014, párr. 11).

La teoría principal y máximo exponente de esta perspectiva es la de Lazarus, cuya idea


central se focaliza sobre el concepto cognitivo de evaluación o valoración (appraisal), que
es entendido como un proceso mediante el cual las personas valoran constantemente la
significación de lo que está sucediendo en relación con su bienestar personal (párr. 11).

Inicio del estrés


Para Chemelar (2010), el estrés empieza cuando las actividades o relaciones superan y
dominan al individuo; esto provoca no actuar ante el desafío lo cual genera depresión o
ansiedad.

El autor indica que al final, el estímulo se lleva al interior del cuerpo, donde provoca los
cambios del medio interno, en mayor o menor medida, lo cual depende del tipo de estrés
que sufre el individuo y en que intensidad. También influirá su estado de salud anterior y la
tendencia genética de padecer más cierto tipo de estrés.

De igual manera se debe tener en cuenta que el estado mental de una persona puede
provocar estos cambios, pero también las influencias externas, así como los componentes
químicos (toxinas), influencias físicas (radiación UV, ionizante, etc.) y la irritación
repetitiva mecánica.

Todo esto puede provocar dificultades en el proceso de adaptación y si el individuo no


consigue esta adaptación se reflejará en su estado de salud en el aspecto que llamamos
estrés.

Fases en el estrés
Fetterro (2005), menciona que el estrés puede dividirse en tres fases:
Fase 1: Se da una reacción de alarma en respuesta a un factor de tensión que activa el
sistema nervioso autónomo.
Fase 2: Es la fase de resistencia que ocurre mientras el cuerpo se aclimata y se ajusta al
factor de estrés.
Fase 3: Comprende la fase de fatiga que se da si la tensión persiste por mucho tiempo,
agregándose factores residuales que pueden llevar a la enfermedad y hasta la muerte.

Mientras que Yourcenar (citado por Vásquez, 2012), explica que conocer bien las cosas es
liberarse de ellas. Asimismo se entiende que los síntomas del estrés y las consecuencias, se
refieren a varios aspectos de un mismo concepto. El estrés se entiende como síndrome
general de adaptación, que incluye tres:

De alarma.
De resistencia o adaptación del organismo.
De agotamiento

En 1956, Seyle (citado por Vásquez (2012), teoriza que la respuesta de estrés consta de tres
fases distintas:
Alarma de reacción: Empieza justo después de ser detectada la amenaza. En esta fase
aparecen algunos síntomas como baja temperatura corporal o un incremento de la
frecuencia cardíaca.
Resistencia: El organismo se adapta a la situación pero continúa la activación aunque en
menor medida respecto la etapa anterior. Si la situación estresante se mantiene en el tiempo,
la activación acaba por sucumbir porque se consumen recursos a una velocidad mayor de la
que se generan.
Agotamiento: El cuerpo acaba por agotar recursos y pierde gradualmente la capacidad
adaptativa de la anterior fase.
Rodríguez (2016), planta que el estrés se ha clasificado en base a determinados criterios. A
continuación se exponen los tipos en función de la utilidad que tienen, su mantenimiento y
duración.

Que presenta el estrés puede ser


Estrés positivo
Al contrario de lo que la gente piensa, el estrés no siempre hace daño al individuo que lo
padece. Este tipo de estrés surge cuando el sujeto está bajo presión, pero inconscientemente
interpreta que los efectos de la situación le pueden otorgar algún beneficio.
Este tipo de estrés hace que el individuo afectado esté motivado y con mucha más energía,
un ejemplo de ello, sería una competición deportiva donde los participantes deben tener un
punto de vitalidad para poder salir triunfadores. Este estrés está relacionado con emociones
positivas, como el bienestar (Fiz, 2017, párr. 4).

Distrés o estrés negativo


Cuando se padece distrés se anticipa una situación negativa creyendo que algo va a salir
mal, lo cual genera una ansiedad que paraliza por completo al sujeto. El estrés negativo
desequilibra y neutraliza los recursos que en situaciones normales se tendría a su
disposición, lo cual acaba por generar desconsuelo, rabia, entre otros (párr. 5).

En base a su duración
Estrés agudo
Según Santamd (2011), el estrés agudo es el producto de una agresión intensa, ya sea física
o emocional, limitada en el tiempo pero que supere el umbral del individuo, da lugar a una
respuesta también intensa, rápida y en la mayoría de las veces violenta.
Cuando el estrés agudo se presenta se llega a una respuesta en la que se pueden producir
úlceras hemorrágicas de estómago como así también trastornos cardiovasculares. En
personas con factores de riesgo altos, pueden tener un infarto ante situaciones de este tipo.

Es el estrés que más personas experimentan y es causa de las exigencias que se impone a sí
mismos o hacia los demás. Estas exigencias son alimentadas respecto un pasado reciente, o
en anticipaciones de un futuro próximo. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis
más elevadas puede acabar por agotar al individuo, con severas consecuencias en la salud
mental y física (Fiz, 2017).

Cabe destacar que, este tipo de estrés es de corta duración por lo general, no deja secuelas,
aparte de ser de fácil curación. Las principales señales del estrés agudo son:
Dolores musculares: Suelen aparecer dolores de cabeza, espalda y contracturas entre otras
afecciones.
Emociones negativas: Depresión, ansiedad, miedo, frustración, etc.
Problemas gástricos: El estrés puede causar una gran oscilación en los síntomas
estomacales; estreñimiento, acidez, diarrea, dolor abdominal, etc.
Sobreexcitación del sistema nervioso: causa síntomas como aumento de la presión
sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y ataques de migraña.

Estrés agudo episódico


Estrés agudo episódico es considerado uno de los tipos de estrés más tratado en las
consultas psicológicas. Aparece en sujetos con exigencias irreales, tanto propias como
provenientes de la sociedad.

“Son personas que se muestran irritadas y beligerantes, aparte de tener una angustia
permanentes a causa de que no pueden controlar todas las variables que les exigidas. Otro
síntoma de las personas que sufren estrés agudo episódico es que siempre están
preocupados por el porvenir” (Rodríguez, 2016, párr. 10). También los individuos suelen
mostrarse hostiles son difíciles de tratar a no ser que acudan a un especialista y reciban
tratamiento.
Estrés crónico
Según Joseba (2004), cuando el estrés se presenta en forma crónica, prolongado en el
tiempo, continúo, no necesariamente intenso, pero si exige una adaptación permanente, se
llega a sobrepasar el umbral de resistencia del sujeto para provocar las llamadas
enfermedades de adaptación. Es decir que cuando el organismo se encuentra estimulado,
agotando las normas fisiológicas del individuo, el estrés se convierte en distares.

Este estrés lo padecen los individuos que están en prisiones, guerras o en situaciones de
pobreza extrema, situaciones en lo que se debe estar continuamente en alerta. Esta clase de
estrés también puede venir de un trauma vivido en la niñez. Al causar una gran
desesperanza, puede modificar las creencias y la escala de valores del individuo que lo
padece.

Sin lugar a dudas es el tipo de estrés es el más grave, con unos resultados destructivos
severos para la salud psicológica de la persona que lo padece. Las personas que lo sufren
diariamente presentan un desgaste mental y físico que puede dejar secuelas durante toda la
vida. La persona no puede cambiar la situación estresante, pero tampoco puede huir,
sencillamente no puede hacer nada (Rodríguez, 2016).

La persona que tiene este tipo de estrés muchas veces no es consciente de ello, pues lleva
tanto tiempo con ese sufrimiento que ya se ha acostumbrado. Incluso les puede que les
guste ya que es lo único que han conocido y no saben o no pueden hacer frente a la
situación de otra forma, a causa de esto es normal que rechacen la posibilidad de
tratamiento pues se sienten tan identificados con el estrés que creen que ya forma parte de
ellos.

De acuerdo con la psicóloga Bárcena (2017), existen investigaciones que demuestran la


relación entre el estrés con enfermedades del aparato digestivo, cáncer, enfermedades
cutáneas y problemas cardíacos.
Con el estrés aparece a menudo la inseguridad y el sentimiento de indefensión, siempre
tiran la toalla puesto que creen, o realmente no puede, hacer nada. El estrés puede producir:
ansiedad y depresión y padecer ansiedad aumenta el riesgo de suicidio.

Factores de riesgo del estrés


Rodríguez (2016), expresa que los factores de riesgo del estrés, se clasifican en causas
psicológicas o causas ambientales. Aunque, en realidad, el estrés suele surgir por ambos
factores a la vez, combinados en mayor o menor grado.

Agentes psicológicos o internos


Locus de control interno y externo: Los locus de control se refieren a la firme opinión de
que los sucesos que nos ocurren son controlados por lo que hacemos (es el locus de control
interno) o por causas exteriores que el individuo no puede modificar (locus de control
externo). Si una persona sufre de locus de control externo probablemente sufrirá estrés pues
cree que no puede hacer absolutamente nada ante una situación peligrosa.

Timidez: Algunos estudios indican que las personas introvertidas son más sensibles ante
una situación estresante y sufren más presión que las personas altamente sociables al
encerrarse en sí mismas y no hacer frente a una situación determinada.

Autoinfluencia: Cuando creemos que una situación es amenazante interiorizamos ese


mismo patrón en nuestra forma de pensar. Por eso mismo, ante un mismo contexto una
persona puede reaccionar con serenidad y otra con estrés.

Predisposición a la ansiedad: Son personas expuestas a sentirse inquietas ante la


incertidumbre. A causa de ello tienen inclinación a padecer estrés, (párr. 18).

Agentes ambientales o externos


La suspensión de la costumbre: Cuando de repente algo acaba es complicado volver a
adaptarse a una nueva rutina (que es lo que nos da cierta estabilidad en nuestras vidas) pues
la psique despliega todos los recursos para volver adaptarse al nuevo contexto. Por ejemplo,
acabar unas vacaciones.

La eventualidad de lo inesperado: La alteración de algún aspecto de nuestra vida siempre


genera nos desestabiliza en menor o mayor medida (aunque el cambio sea para mejor) ergo
nos causa estrés. Por ejemplo, ser contratado en un nuevo trabajo.

La contradicción del conflicto: Es una confusión mental que produce que nuestro equilibrio
interno se vaya al traste, produciendo un caos en nuestra mente. Volver a establecer el
orden que había antes del caos requiere que la persona utilice todas las herramientas de las
que dispone, produciendo de este modo una notable fatiga mental. Por ejemplo, sufrir una
grave enfermedad.

El desamparo ante lo inamovible: En este contexto la persona no puede hacer nada ya que
las circunstancias superan los recursos de los que dispone la persona. Por ejemplo, la
muerte de un familiar (párr. 19).

Una ele las definiciones más recientes de estrés ha sido planteada por Bruce Me Aven
(2000): ‘"El estrés puede ser definido como una amenaza real o supuesta a la integridad
fisiológica y/o conductual. En medicina el estrés es referido como una situación en la cual
los niveles de glucocorticoides y catecolaminas en circulación se elevan.

Según la definición de Chrousos y Gold (1992) “se puede definir al estrés como falta de
armonía o una amenaza a la homeostasis. La respuesta adaptativa puede generalizada y no
específica. Así, una perturbación en la homeostasis resulta en respuestas fisiológicas y
comportamentales a fin de restaurar el balance homeostático ideal”.

Surge así un concepto que es importante definir: homeostasis. La idea es que el cuerpo
posee un nivel ideal de oxígeno en sangre, lo mismo que una acidez y temperatura corporal,
entre otras tantas variables. Todas estas se mantienen en esos valores a través de un balance
homeostático, estado en el cual todos los valores se mantienen dentro de los rangos
óptimos. El cerebro ha evolucionado mecanismos para mantener la homeostasis. Según
Robert Sapolsky (2004) un estresor es cualquier cosa del mundo externo que nos aleja del
balance homeostático, la respuesta al estrés es lo que hace nuestro cuerpo para restablecer
la homeostasis.

Una de las primeras definiciones de homeostasis fue ideada por Walter B. Cannon
(fisiólogo norteamericano, 1871 - 1945): “Las reacciones fisiológicas coordinadas que
mantienen en equilibrio la mayoría de los estados en el cuerpo son tan complejas y
particulares de los organismos vivos que se debe utilizar una definición específica para este
estado: homeostasis”. En su definición señaló el importante papel que cumple el sistema
nervioso autónomo en el mantenimiento de la homeostasis. En un primer momento se lo
pensó como un mecanismo de reacción de emergencia del cuerpo hacia circunstancias
externas amenazantes, luego Cannon le agregó significado fisiológico. Identificó la
actividad simpática, acoplada coa las secreciones de la médula de la glándula adrenal, como
los encargados de mantener constantes las condiciones de medio interno.

Factores determinantes en la respuesta del estrés


Estos son las situaciones y variables (contextúales y psicológicas) que pueden causar una
respuesta estresante.

1. Demandas psicosociales
Este factor se refiere a los estresores ambientales externos, tanto los naturales (por ejemplo,
la temperatura) como los artificiales (contaminación) y también los psicosociales
(relaciones interpersonales). Sobre este último fenómeno se ha observado que su asociación
a un estatus socioeconómico bajo puede comportar la experiencia de menor apoyo social.

2. Evaluación cognitiva
La valoración cognitiva de la situación que hace la persona también influye en la reacción
de estrés. En concreto, habitualmente son cinco aspectos situacionales los que se evalúan
cuando una persona se encuentra ante un acontecimiento estresante:
El tipo de amenaza que supone la demanda: pérdida, peligro o desafío.
La valencia que otorga la persona a la amenaza: la valoración como algo positivo o
negativo.

La dependencia-independencia de las acciones de la persona para afrontar la demanda. La


predictibilidad: si la demanda es esperada o no. La controlabilidad: si la persona percibe o
no que puede controlar la demanda.

3. Respuesta fisiológica de estrés


Cuando se da una respuesta de estrés en el organismo ocurren una serie de cambios
fisiológicos que permiten que la persona aumente su estado de alerta en reacción al
estresor. Veamos algunos ejemplos en la propuesta de Olivares y Méndez.

Cambios fisiológicos
Aumento de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea.
Aumento de la respiración.
Tensión muscular.
Secreción de glúcidos y lípidos torrente sanguíneo.
Aumento de la transpiración. Liberación de factores de coagulación.
Retardo de la digestión.

Beneficios
Se bombea más sangre al cerebro, pulmones, brazos y piernas, aportando más combustible
al cerebro.
La respiración se hace más profunda y rápida para suministrar más oxígeno a los músculos.
Los músculos se tensan, preparándose para la acción, al Aporta combustible para disponer
rápidamente de energía.
Refrigera el exceso de calor muscular.
Coagulación más rápida de las heridas, que produce la pérdida de sangre.
Mayor suministro de sangre al cerebro y a los músculos.
Por otra parte, de forma simultánea, también ocurren ciertas modificaciones en la persona a
nivel emocional. En primer lugar, aparece una sensación de malestar emocional que se
denomina distrés, la cual consiste básicamente en un conjunto de emociones de carácter
negativo como ansiedad, ira, miedo, etc.

La expresión emocional ligada a la respuesta de estrés depende de la valoración que hace la


persona de la situación. Así, las circunstancias específicas de la situación marcan tanto los
pensamientos que se tienen ante la demanda como los sentimientos suscitados
posteriormente.

4. Afrontamiento
A nivel práctico, es uno de los elementos más importantes del esquema, puesto que
dependerá del estilo de afrontamiento que se ponga en marcha el hecho que se pueda
disminuir el malestar tanto cognitivo como emocional producido por el estresor externo.
El estilo de afrontamiento se refiere a la forma general de pensar y actuar de la persona de
manera más o menos estable ante las diversas situaciones estresantes de su vida cotidiana.
El afrontamiento depende de la creencia que tiene la persona sobre si puede hacer algo o no
para cambiar la situación.

Según la propuesta de Lazaras y Folkman, las múltiples formas de afrontamiento pueden


incluirse dentro de las siguientes tipologías:

Dimensión
Confrontación
Alejamiento
Autocontrol
Búsqueda de apoyo social
Aceptación de la responsabilidad
Huida o evitación
Planificación de solución de problemas
Reevaluación positiva
Descripción
Acciones directas dirigidas hacia la situación, por ejemplo, expresar ira hacia la persona
causante del problema.
Tratar de olvidarse del problema, negarse a tomarlo en serio. Guardar los problemas para
un mismo.
Pedir consejo o ayuda a un amigo, hablar con alguien que puede hacer algo en concreto.
Disculparse, criticarse a sí mismo.
Esperar al hecho que ocurra un milagro, evitar el contacto con la gente.
Establecer un plan de acción y seguirlo.
Asignar un significado más positivo a la situación, por ejemplo: «La experiencia enseña,
hay gente buena”, etc.

Estos autores han clasificado estos estilos de afrontamiento en dos categorías: estilo
orientado al problema (Confrontación y Planificación de Solución de Problemas) y estilo
orientado a la emoción los seis tipos restantes). En varios estudios se ha observado que
personas con mayores índices de depresión, ansiedad y malestar emocional suelen poner en
práctica los estilos orientados a la emoción.

Así, se concluye que, a nivel emocional, estos últimos no devienen formas adaptativas y
satisfactorias en el afrontamiento del estrés. Por contra, parece demostrarse que el
establecimiento de un plan de acción fundamentado y la realización posterior de todos los
pasos que lo componen es una metodología más eficaz de afrontamiento psicológico
personal.

Los expertos han observado que determinados rasgos de personalidad pueden influir en el
tipo de reacción que expresa a persona frente al estrés.

Hardiness
Kobasa ha descrito el concepto de Hardiness (“resistencia" o "dureza”) como factor
protector ante el estrés. El Hardiness se compone de tres elementos: el compromiso (creer y
reconocer los propios valores), el desafío (valorar las situaciones como un desafío en lugar,
por ejemplo, de como una amenaza) y el control (sensación de control de la situación).

Sentido de la coherencia
Antonovsky, de forma similar a Kobasa, ha definido este fenómeno como una disposición
estable de personalidad que sirve como recurso de afrontamiento al estrés, como factor
protector de la persona. Se compone de comprensibilidad (control cognitivo sobre el
medio), el manejo (en qué grado la persona considera que dispone de recursos para afrontar
la situación) y la significatividad (evaluación de la situación como un reto y de si merece la
pena afrontarlo).

Además, se ha podido constatar la relación otros rasgos de personalidad con el tipo de


reacción al estrés, como los siguientes:

Las personas con tendencia neurótica (ansiosas e inestables emocionalmente) suelen valorar
la situación de forma más amenazante que otros colectivos de funcionamiento emocional
menos variable.

Las personas con nivel elevado de hostilidad tienden a experimentar con una frecuencia
muy superior al resto de la población ira y elevada reactividad cardiovascular.

Las personas con estilo represor pueden presentar inhibición de su respuesta inmunológica.
Las personas optimistas, con alta autoestima, locus de control interno (elevada percepción
que tiene la persona sobre la capacidad que tiene la persona de controlar el ambiente) y el
Hardiness se asocian a un estilo de afrontament adecuado u “orientado al problema”.

Tipo de reacción al estrés


Este concepto ha sido propuesto por un grupo de investigadores (Eysenck, Grossarth y
Maticek) que pretendían explicar las causas que producen cardiopatía coronaria y el cáncer.
Consiste en una clasificación que diferencia seis tipos de características personales que
tienden a asociarse con el desarrollo de ciertas enfermedades físicas. Más concretamente,
en la siguiente clasificación se observan los seis tipos y la enfermedad con la cual se
relacionan:

Trastorno o enfermedad
Propensión al cáncer: Dependencia conformista, inhibición para establecer intimidad
interpersonal.
Propensión a la cardiopatía coronaria: Reacciones de ira, agresión de irritación crónica.
Hiperexcitación.
Histérico: Protección contra 1 y 2. Expresión de respuestas alternas entre 1 y 2.
Saludable: Protector ante enfermedades en general. Comportamiento autónomo.
Afrontamiento apropiado y realista.
Racional/Antiemocional: Propensión a la depresión y al cáncer. Supresión de la expresión
emocional.
Antisocial: Perfil psicopático. Propensión a la adicción a drogas.

Uno de los elementos principales que relaciona las características sociales y la respuesta de
estrés es el apoyo social. De manera más concreta, se ha estudiado la evidencia de la
influencia de variables de este fenómeno, como por ejemplo la dirección (si es aportado o
recibido), la disposición (cantidad y calidad), la descripción/evaluación que realiza la
persona del apoyo percibido, el contenido (emocional, instrumental, informativo o
valorativo) y las redes sociales como fuente de apoyo social.

Numerosas investigaciones destacan la importancia que tiene el apoyo social en el


mantenimiento de una buena salud física y psíquica. Los estudios muestran como el apoyo
social favorece la salud inhibiendo el inicio de la enfermedad (reduciendo el impacto del
estresor) o facilitando la recuperación de la misma (reforzando la capacidad de la persona
para afrontar la enfermedad).Por otra parte, hay que señalar que la ausencia de apoyo social
puede tener consecuencias muy negativas, puesto que su carencia deviene un factor de
riesgo muy importante para el desarrollo posterior de depresión.
Por ejemplo, las personas casadas que disfrutan de un matrimonio saludable presentan un
riesgo bastante menor que las personas solteras, divorciadas o las casadas dentro de un
matrimonio conflictivo.

Estatus de salud
La mayoría de factores que se han mostrado hasta ahora (la evaluación cognitiva de la
situación, el estilo de afrontamiento, las características personales, etc.) también se
relacionan con el estatus de salud físico de la persona.

Se ha observado, por ejemplo, que el hecho de valorar muy negativamente el


acontecimiento o de aplicar un estilo de afrontamiento erróneo produce una disminución de
la respuesta inmunológica del organismo (una reducción de las defensas que dispone el
organismo para hacer frente a agentes patógenos externos), aumentando así la
vulnerabilidad de sufrir determinadas enfermedades asociadas al sistema inmunológico
(cáncer, infecciones, etc.)

Tipos de estrés en base a su duración


Es el estrés que más personas experimentan y es causa de las exigencias que nos
imponemos nosotros mismos o los demás. Estas exigencias son alimentadas respecto un
pasado reciente, o en anticipaciones de un futuro próximo. En pequeñas dosis puede ser
positivo pero en dosis más elevadas puede acabar por agotarnos, con severas consecuencias
en nuestra salud mental y física.

Por suerte este tipo de estrés no dura mucho por lo que no deja secuelas, aparte de ser de
fácil curación. Las principales señales del estrés agudo son:
1. Dolores musculares: Suelen aparecer dolores de cabeza, espalda y contracturas entre
otras afecciones.
2. Emociones negativas: Depresión, ansiedad, miedo, frustración, etc.
3. Problemas gástricos: El estrés puede causar una gran oscilación en los síntomas
estomacales; estreñimiento, acidez, diarrea, dolor abdominal, etc.
4. Sobreexcitación del sistema nervioso: causa síntomas como aumento de la presión
sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y ataques de migraña.

Estrés agudo episódico


Es también uno de los tipos de estrés más tratado en las consultas psicológicas. Aparece en
personas con exigencias irreales, tanto propias como provenientes de la sociedad.

Son personas que se muestran irritadas y beligerantes, aparte de tener una angustia
permanentes a causa de que no pueden controlar todas las variables que les exigidas. Otro
síntoma de las personas que sufren estrés agudo episódico es que siempre están
preocupados por el porvenir. Al mostrarse hostiles son difíciles de tratar a no ser que
acudan a un especialista y reciban tratamiento.

Estrés crónico
Es el estrés qué aparece en prisiones, guerras o en situaciones de pobreza extrema,
situaciones en lo que se debe estar continuamente en alerta. Esta clase de estrés también
puede venir de un trauma vivido en la niñez. Al causar una gran desesperanza, puede
modificar las creencias y la escala de valores del individuo que lo padece.

Sin lugar a dudas es el tipo de estrés es el más grave, con unos resultados destructivos
severos para la salud psicológica de la persona que lo padece. Las personas que lo sufren
diariamente presentan un desgaste mental y físico que puede dejar secuelas durante toda la
vida. La persona no puede cambiar la situación estresante, pero tampoco puede huir,
sencillamente no puede hacer nada.

La persona que tiene este tipo de estrés muchas veces no es consciente de ello, pues lleva
tanto tiempo con ese sufrimiento que ya se ha acostumbrado. Incluso les puede que les
guste ya que es lo único que han conocido y no saben o no pueden hacer frente a la
situación de otra forma, a causa de esto es normal que rechacen la posibilidad de
tratamiento pues se sienten tan identificados con el estrés que creen que ya forma parte de
ellos.
Hay estudios que demuestran la relación entre el estrés con enfermedades del aparato
digestivo, cáncer, enfermedades cutáneas y problemas cardíacos.
Con el estrés aparece a menudo la inseguridad y el sentimiento de indefensión (siempre
tiran la toalla puesto que creen, o realmente no puede, hacer nada).
El estrés puede producir ansiedad y depresión.
Padecer ansiedad aumenta el riesgo de suicidio.

Para volver al estado de balance homeostático tenemos una respuesta al estrés. Según
Andréw Steptoe (2000) esa respuesta al estrés se manifiesta en 4 dominios: la fisiología, el
comportamiento, la experiencia subjetiva y la función cognitiva.

¿Por qué surge el estrés? - su importancia evolutiva


Un entorno fuera del rango normalmente experimentado por una población (entorno
estresante) y los cambios que esto genera en los organismos, ya sean morfológicos,
fisiológicos o comportamental es, acompañan la mayoría de los cambios evolutivos
(Hallgrimsson & Hall, 2005).

Dependiendo de la intensidad, predictibilidad v recurrencia de este estresor, las respuestas


de los individuos pueden ir desde tolerancia y evitación del estresor a nivel individual a la
rápida aparición de nuevos rasgos o extinción a nivel poblacional. Así. un nivel moderado
de estrés es esencial para el crecimiento y diferenciación de los sistemas metabólicos,
fisiológicos, neurológicos y anatómicos de un organismo.

Para que las modificaciones inducidas por estrés tengan relevancia evolutiva tienen que ser
heredables y persistir en un número suficiente de individuos dentro de una población. Esto
requiere que el organismo sobreviva al estresor y se reproduzca al menos una vez; así, la
variación inducida por el estrés tiene que ser incorporada por el organismo sin reducir su
funcionalidad.

El estrés ocurre cuando los cambios en el medio estrés o interno son interpretados por el
organismo como una amenaza a su homeostasis. La habilidad del organismo de ejecutar la
respuesta apropiada a cambios ambientales potencialmente estresantes requiere del correcto
reconocimiento del cambio ambiental y la activación de la respuesta de estrés.

La habilidad de eliminar el estresor activamente mediante la relocalización o la evitación


requiere la evolución de una habilidad para detectar o anticipar los cambios estresantes y el
conocimiento o memoria de las estrategias o ajustes exitosos para evitarlos. Así, la
evolución de estas estrategias o ajustes se da cuando los eventos estresantes son
predecibles, prolongados y frecuentes en relación a los tiempos generacionales de los
individuos.

El aumento de la varianza genotípica y fenotípica inducida por estrés en una población


tiene 3 grandes fuentes. Primero: la selección direccional impuesta por el estresor puede
resultar en mayores tasas de mutación y recombinación. Segundo: la presión del estrés en
los mecanismos de regulación puede liberar y amplificar variaciones genotípicas y
fenotípicas previamente acumuladas, pero que permanecían sin expresarse. Tercero: un
entorno estresante puede facilitar la expresión de varianza genética acumulada, pero
fenotípicamente neutra en un entorno normal. Estas fuentes de variación pueden ser
adaptativas bajo condiciones estresantes cuando facilitan la persistencia poblacional
mediante el desarrollo de nuevas adaptaciones al entorno novedoso.

Primeros trabajos sobre el estrés


En la década de 1930 Hans Selye (fisiólogo y médico canadiense) estaba comenzando sus
estudios en endocrinología acerca de las hormonas ováricas. Como parte de sus
experimentos diariamente inyectaba extracto de ovario a un guipo de ratas. Al ser su primer
trabajo de investigación no tenía mucha experiencia, y se pasaba la mañana tratando de
inyectar a las ratas, se le escapaban, se le caían, las corría, las atrapaba y finalmente las
inyectaba. Luego de unos meses de tratamiento Selye examinó a las ratas y encontró algo
extraordinario: las ratas tenían ulceras, glándulas adrenales agrandadas y tejidos del sistema
inmune atrofiados. Pensó que esos eran claros efectos de la inyección de extracto ovárico
pero al analizar el grupo control (al cual le inyectaba solución salina) halló los mismos
efectos. Llegó a la conclusión de que el extracto de ovario no era el responsable y,
buscando qué tenían en común ambos grupos, concluyó que esos cambios en los cuerpos de
las ratas eran una respuesta no específica a una situación displacen Tera (la horrible
experiencia de ser inyectadas por un inexperto). Buscando una manera de describir esta
respuesta tomó un término de la física y estableció que las ratas estaban “sufriendo estrés".
De hecho el término estrés ya había sido introducido en la medicina durante la década del
20 por un fisiólogo llamado Walter Cannon, que lo definió como la respuesta ante una
amenaza a nuestro equilibrio interno u homeostasis.

Lo que hizo Selye fue formalizar el concepto con dos ideas:


El cuerpo tiene un grupo de respuestas (que él llamó síndrome general de adaptación, lo
que ahora llamamos respuesta al estrés) para afrontar al estresor.
Si el estresor se prolonga por mucho tiempo puede hacer que nos enfermemos.

También planteó una respuesta al estrés de 3 etapas:


Fase inicial (alarma): cuando se detecta la presencia del estresor
Segunda fase (adaptación o resistencia): cuando se moviliza el sistema de respuesta
volviendo al equilibrio (proceso activo mediante el cual el cuerpo responde a los eventos
cotidianos para mantener la homeostasis, se denomina "alostasis”).
Tercera fase (agotamiento): si el estresor se prolonga en el tiempo, se entra en esta última
fase, donde surgen las alteraciones relacionadas con el estrés crónico.

Según la visión de Selye, durante la fase de agotamiento llegaban enfermedades debido a


que las reservas de hormonas secretadas durante la respuesta al estrés se agotaban (como un
amia que se queda sin munición nuestro cuerpo se quedaba sin defensas contra el estresor
amenazante). Luego, como veremos más adelante, se vio que esta explicación al fenómeno
no era correcta.

Podemos, entonces, definir a un estresor como cualquier cosa que nos aleje a nuestro
cuerpo del estado de balance homeostático y la respuesta al estrés es el intento de nuestro
cuerpo por restablecerlo. ¿Cómo se logra esto? Mediante la secreción de algunas hormonas,
la inhibición de otras y la activación de ciertas estructuras del sistema nervioso.
Independientemente de cual sea el estresor -una lesión, hambre, demasiado calor, mucho
frió o un estresor psicológico- se activa la misma respuesta al estrés.

Resulta difícil comprender esta generalidad... ¿cómo puede ser que nuestro cuerpo responda
de la misma manera ante el frió intenso o si estamos expuestos a mucho calor?... ¿no
tendrían que ser respuestas totalmente opuestas?... ¿cómo se explica esto? En los humanos,
como parte de los vertebrados, la respuesta al estrés está basada en la preparación de
nuestros músculos para la acción, brindándoles energía.

Lino de los pilares de la respuesta al estrés es el aumento de la disponibilidad de energía y


la inhibición del proceso de almacenamiento. La glucosa y las formas simples de proteínas
y grasas se liberan de los adipocitos (células grasas) v el hígado y son llevados a los
músculos por la sangre mediante un aumento en la frecuencia cardíaca, aumento en la
presión arterial y en la frecuencia respiratoria (que aumenta también el oxígeno disponible).
Otro componente importante de la respuesta al estrés es la inhibición de lo que se llaman
"proyectos a largo plazo", toda la energía se concentra en lo que está pasando aquí y ahora.
Así, se inhiben la digestión, el crecimiento, la reproducción. En términos generales,
disminuye también la síntesis de proteínas. Esto afecta la reparación de tejidos (por ej., se
reducen las proteínas musculares), la formación de anticuerpos del sistema inmune (que
también están compuestos por proteínas) y la elaboración del esqueleto neuronal. Las
funciones sexuales están disminuidas en ambos sexos: las mujeres bajan sus posibilidades
de ovillar y de llevar un embarazo a término, y los hombres tienen problemas con la
erección y la fabricación de espermatozoides.

Además de estos cambios, nuestra percepción del dolor se altera, al igual que nuestras
habilidades cognitivas.

Estrés y sistema nervioso autónomo


La respuesta al estrés tiene mucho que ver con el sistema nervioso autónomo; parte de este
sistema se activa, parte se inhibe.
La parte que se activa es el sistema nervioso simpático. Originadas en el cerebro las
proyecciones de este sistema irradian desde la médula espinal y contactan casi todos los
órganos, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas del cuerpo. Este sistema se activa
durante lo que nuestro cerebro considera una emergencia. Su activación aumenta la
vigilancia, la motivación y la activación general. Cuando se activa este sistema el
hipotálamo desencadena la activación de las glándulas adrenales (o suprarenales, una
encima de cada riñón), en particular de la médula de estas glándulas que liberan
catecolaminas: adrenalina y noradrenalina (también llamadas epinefrina y norepinefrina).
Ésta es una activación rápida del llamado eje SAM (Simpato- Adreno-Medular).

La otra mitad del sistema nervioso autónomo, el sistema nervioso parasimpático, se ve


inhibida. Este sistema media las funciones vegetativas que promueven el crecimiento y el
almacenamiento se energía.

Hormonas en la respuesta al estrés


La respuesta al estrés tiene como componente principal el sistema neuroendócrino y más
específicamente en el eje LI-P-A (hipotálamo - hipófisis o pituitaria - adrenal). A este eje
también se lo puede llamar LUPA (L por sistema Límbico) con el fin de señalar que la
activación de esta cascada hormonal causada por la exposición al estrés involucra esas
estructuras extra hipotalámicas. ¿Cómo funciona este mecanismo? Algún evento estresor,
ya sea que implique un esfuerzo físico, un desafío psicológico o una combinación de ambos
genera un aumento en la liberación por parte del hipotálamo de factor liberación de
corticotrofina (corticotrophin-releasing factor: CRF) y arginina vasopresina (AVP) en el
sistema portal hipotálamo-hipofísiario de circulación (sistema de capilares que comunica
las células neurosecretoras hipotalámicas con la hipófisis o pituitaria). La presencia de CRF
y AVP estimula a la hipófisis a que librere ACTH (corticotrofina) a la circulación general
del cuerpo. La ACTH actúa sobre la corteza de las glándulas adrenales o suprarenales
induciendo la síntesis y la liberación de glucocorticoides (en particular, cortisol).

El agotamiento de estos opioides es el limitante que marca que el efecto de esta analgesia
inducida por estrés es un fenómeno a corto plazo, no aplicable a casos de estrés crónico.
Es llamativo el valor adaptativo de este efecto analgésico, ya que en una situación de un
pico de estrés (estrés agudo) permite afrontar la amenaza y salvar la vida pasando por alto
pequeñas lesiones ocasionadas en el momento (poder luchar o huir sin sentir dolor). Así,
una lastimadura durante una pelea comenzará a doler cuando la pelea ya haya pasado sin
interferir en el desempeño y cuando la vida ya no esté en juego.

Estrés y Memoria
Todos hemos tenido momentos para recordar: un beso, una boda, el día que te ascendieron
o el día que te asaltaron, momentos emocionantes que no se olvidan. El estrés puede
mejorar nuestra memoria. Pero al mismo tiempo todos hemos tenido la experiencia opuesta:
una laguna mental durante un examen u olvidarnos el nombre de una persona importante
que tenemos que saludar en una reunión. De manera que el estrés puede funcionar también
interfiriendo con la memoria.

¿Cuál es la diferencia? La duración del estresor: los de corto término o de intensidad


moderada aumentan nuestra cognición, mientras que los estresores demasiado intensos o
muy prolongados en el tiempo son disruptivos.

Durante un pico de estrés el sistema nervioso simpático activa el hipotálamo, facilitando la


consolidación de la memoria. El proceso también involucra a la amígdala, un componente
del sistema límbico muy relacionado con nuestra percepción de las emociones. Otra manera
de favorecer la consolidación de las memorias es aumentar los niveles de glucosa en el
cerebro mediante cambios en el sistema circulatorio. Por otra parte, un leve aumento en los
glucocorticoides circulantes también favorece a la memoria, ya que actúan en el hipocampo
(otra área del sistema límbico) facilitando la potenciación a largo plazo.

En el caso de un estresor prolongado en el tiempo se produce el efecto contrario, una


interrupción en la consolidación de la memoria. Esto se debe, fundamentalmente, a 4
factores:
1. Se ven interrumpidos los mecanismos que facilitan el fortalecimiento de las sinapsis
(potenciación a largo plazo) en células del hipocampo; esto se observa aún en ausencia de
glucocorticoides (la gran activación del sistema nervioso simpático sería la responsable)

La acción de los glucocorticoides se da en dos tipos de receptores en neuronas


hipocampales: (i) los de alta afinidad, que se activan con niveles moderados de
glucocorticoides, y (ii) los de baja afinidad, que sólo se activan con niveles masivos de
glucocorticoides en circulación. La activación de los primeros se da cuando hay un pico de
estrés y favorece el fortalecimiento de las sinapsis, los segundos se activan con un estresor
prolongado en el tiempo y lo inhiben.

2. La exposición prolongada a un nivel excesivo de glucocorticoides genera la retracción de


las prolongaciones neuronales con la consecuente pérdida de sinapsis. Esta atrofia es
transitoria y luego que el período de estrés finaliza esas conexiones se restablecen. Este
hecho explica los problemas de memoria durante los períodos de estrés crónico. Esto se
debe en parte a la inhibición de la síntesis de proteínas que conforman el esqueleto de las
neuronas y sus prolongaciones, las dendritas y sus espinas dendríticas.

3. Los niveles de glucosa circulante descienden durante los períodos prolongados de estrés,
especialmente en el hipocampo. Se ha registrado hasta un 25% o menos de glucosa
disponible en neuronas hipocampales durante períodos de estrés prolongados, generando
muerte neuronal en los casos más extremos.

Estrés y Sueño
Existe una relación muy estrecha ente la memoria y el sueño, la exposición a mucha
información novedosa durante el día está correlacionada con más tiempo de sueño REM
durante la noche (el sueño se divide en No REM y REM, en esta segunda fase el cerebro
está muy activo). Esta mayor cantidad de sueño REM predice una mayor consolidación de
información del día anterior. Esto se debe a la activación de ciertos genes, en particular en
neuronas hipocampales, implicados en la formación de nuevas sinapsis. Durante estos
períodos de sueño el metabolismo celular (indicador de nivel de activación) registrado en el
hipocampo es sorprendentemente alto.

Para entrar en un este tipo de sueño el sistema nervioso simpático se inactiva, dando lugar a
funciones más vegetativas y calmas a cargo del sistema parasimpático. Los niveles de
glucocorticoides en circulación disminuyen.

Una hora antes de despertamos los niveles de CRH, ACTH y glucocorticoides comienzan a
aumentar con el fin de movilizar energía para levantarse (i.e., afrontar este hecho como un
pequeño estresor); además, estas hormonas tienen una función importante para terminar el
sueño y despertamos.

Durante la exposición a un estresor la activación del sistema simpático hace que sea difícil
de conciliar el sueño, generando patrones de sueño fragmentado. No sólo se afecta la
cantidad de sueño sino también la calidad, predominando el sueño ligero.

Cuando estamos privados de sueño los niveles de estas hormonas del estrés (eje HPA) se
mantienen elevados, aumentando mucho los niveles de glucocorticoides en circulación, con
las consecuencias que ya conocemos.

Estrés y factores psicológicos


La respuesta al estrés, respuesta fisiológica de nuestro cuerpo, puede ser desencadenada por
factores psicológicos. Dos estresores idénticos (con el mismo nivel de desbalance
homeostático) pueden ser percibidos, apreciados de manera diferente por dos individuos,
desencadenando respuestas totalmente distintas. Así, las variables psicológicas pueden
modular la respuesta al estrés.

Pilares de los estresores psicológicos:


Descarga de frustración - Los humanos enfrentamos mejor los estresores cuando tenemos la
posibilidad de descargar nuestra frustración haciendo algo que nos distraiga del estresor
(golpear la pared, salir a correr, un hobbie). ¿Por qué se da este fenómeno? Porque la
respuesta al estrés prepara a nuestro cuerpo para un gasto explosivo de energía, estas
actividades nos permiten descargar esa energía acumulada.
Apoyo social - La interacción con otros puede ayudar a minimizar el impacto de un
estresor.
Este es un fenómeno que no se ve en ratas, pero que es muy observado en primates. La
exposición a un estresor en un ambiente con otros individuos genera respuestas según
quienes sean esos individuos: (i) si son extraños se ve una respuesta al estrés más marcada,
(ii) si son "amigos" la respuesta es más leve.

Estrés y Depresión
Existe una relación cercana entre el estrés y la depresión: las personas que sufren una vida
con alto nivel de estrés tienen una mayor probabilidad de sucumbir* a una depresión, y las
personas que caen en su primer episodio de depresión probablemente hayan sufrido un
evento estresante significativo recientemente.

Varios estudios de laboratorio vinculan al estrés con los síntomas de la depresión. Una rata
estresada se torna anhedónica (incapaz de experimentar placer). Esto significa que se
necesita una mayor corriente eléctrica para activar las vías neurales vinculadas con el
placer. El umbral para percibir placer se eleva, al igual que en los pacientes depresivos.
Sorprendentemente, los glucocorticoides pueden hacer lo mismo. El estrés, generando altos
niveles de glucocorticoides en circulación puede predisponer a una persona a padecer
depresión. No nos sorprende entonces que los niveles de glucocorticoides estén por encima
de lo normal en pacientes con depresión. Estos altos niveles se deben a una gran señal del
hipotálamo (una gran señal de estrés desencadenada en el cerebro) sumado a una falla en la
retroalimentación. En otras palabras: el cerebro libera mucho CRH y se vuelve insensible a
los glucocorticoides circulantes, por lo que sigue liberando CRH.

En una situación normal el cerebro censa la cantidad de glucocorticoides circulantes, si el


nivel es mayor al “deseado" (esto depende si estamos calmados o estresados) se corta la
liberación de CRH. En los pacientes con depresión este mecanismo falla y la concentración
de glucocorticoides que debería apagar el sistema no lo hace.
El estrés crónico (constante en el tiempo) agota los niveles de dopamina de las “vías del
placer" y de noradrenalina de nuestra zona de “alerta” del cerebro (el locus coeruleus).

También interfiere con la síntesis, liberación y degradación de la serotonina


(neurotransmisor que interviene en la formación de memoria).

Este sistema se regula por retroalimentación negativa, lo que significa que el cortisol
circulante se une a receptores en hipotálamo e hipófisis frenando la liberación de CRF,
AVP y ACTH, volviendo al organismo al estado basal.

Además, durante la respuesta al estrés el páncreas es estimulado para que libere una
hormona llamada glucagon. Los glucocorticoides, el glucagon y el sistema nervioso
simpático elevan los niveles circulantes de glucosa (azúcar), aumentando la energía
disponible. También se activan otras hormonas: la hipófisis libera prolactina (que, entre
otros efectos, cumple la función de inhibir la reproducción) y vasopresina (hormona
antidiurética implicada en la respuesta cardiovascular).

Así como algunos sistemas se activan otros se inhiben durante la respuesta al estrés. Un
ejemplo es la secreción de varias hormonas reproductivas como el estrógeno, la
progesterona y la testosterona. Las hormonas relacionadas con el crecimiento (como la
hormona de crecimiento) también se encuentran inhibidas, lo mismo que la hormona
pancreática de almacenamiento de energía: la insulina.

Estrés y dolor
La sensación de dolor se origina en receptores localizados en todo nuestro cuerpo. Algunos
se hallan en la profundidad registrando dolor muscular, daño a algún órgano, o incluso
cuando nuestra vejiga está llena. Otros receptores en nuestra piel responden al daño local de
tejidos. El daño del tejido también genera la concentración de células del sistema inmune y
de inflamación en el área. Las células responsables de la respuesta inflamatoria son capaces
de liberar sustancias que aumentan la sensibilidad de los receptores de dolor (sustancias
algógenas), haciendo que el área duela mucho. Existe el fenómeno de analgesia (falta de
dolor) inducida por el estrés. Esta inhibición del dolor se debe a la presencia de sustancias
químicas de estructura similar a las drogas opiáceas, llamadas “la morfina endógena": las
endorfínas. Sintetizadas y liberadas en zonas del cerebro relacionadas con la percepción del
dolor, estas sustancias hacen que las neuronas que disparan las señales de dolor se exciten
con menos facilidad. En particular, la liberación de beta-endorfinas por la hipófisis sería la
responsable de este fenómeno.

Durante el ejercicio físico también se liberan beta-endorfinas desde la hipófisis, alcanzando


su pico en circulación a los 30 minutos, generando analgesia. Un efecto similar se observa
en mujeres cuando atraviesan un parto natural.

Factores, causas y efectos.


A día de hoy todavía no existe consenso para ofrecer una definición concreta y universal
del concepto de estrés. Aun así, parece haber cierto acuerdo a la hora de definirlo como el
conjunto de cambios psicofisiológicos que se producen en el organismo en respuesta a una
situación de sobredemanda, la cual moviliza la activación del organismo.

Si esta situación se perpetúa en el tiempo en exceso, el organismo acaba siendo dañado


puesto que es incapaz de mantener este nivel de activación de forma permanente por el
sobreesfuerzo que le supone.

Así, se puede diferenciar entre una respuesta de estrés puntual o positivo (que es adaptativa
y permite afrontar las posibles adversidades de la vida cotidiana) y una respuesta de estrés
crónica (que es la causante de determinadas alteraciones en el organismo, tanto física como
psicológica). Veamos cuáles son los fundamentos de este fenómeno
.
Explicando el estrés
Muy diversos han sido los intentos para dar una explicación teórica del concepto de estrés.
A continuación se presenta el más aceptado y el que ofrece una explicación más completa
en la actualidad: el Modelo Procesual del Estrés.
Este modelo integrador pone de relieve la enorme complejidad del concepto de estrés,
defendiendo que son múltiples las variables que se relacionan entre sí en la respuesta que
emite el organismo. Tal y como se refleja en las siguientes líneas, se pueden diferenciar
hasta siete tipos de factores que inciden en la forma en que emiten las personas este tipo de
respuesta.
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