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INTRODUCCIÓN

La psicología criminológica muestra interés en conocer todo lo relacionado con el ámbito


del comportamiento delictual apoyándose en las diferentes Teorías desarrolladas por
escuelas, las cuales se encargan de explicar el fenómeno del delito bajo la perspectiva de la
criminología. En este sentido, la escuela clasista del siglo XVIII postula que el ser humano
posee libre albedrío, buscando prevenir el delito a través de condenas o penas privativas de
libertad.
La escuela Positiva del siglo XIX da importancia a la génesis del delito buscando causas
que expliquen este fenómeno en sí mismo, tanto en el aspecto físico de los delincuentes
(tendencias innatas) como en factores criminógenos tales como el clima, grado de
civilización, alimentación, etc. Estas teorías abordan áreas tales como la biología, la
sociología y la psicología. La biología ha mostrado una postura determinista señalando que
los individuos estarían predestinados genéticamente para ser criminales, la sociología se ha
interesado en el contexto social del individuo y su impacto en el comportamiento; por
ejemplo, teoría de la anomia, del control, funcionalista o radicales.
Los enfoques aportados por la psicología se centran en el aprendizaje y la relación del
individuo con su ambiente social tales como el del aprendizaje diferenciado, de privación
materna, enfoques conductistas y más recientemente los enfoques. Aunque el desarrollo de
estas teorías explicativas ha ido en aumento, son numerosos los especialistas que plantean
que aún no se ha logrado una mirada integradora y comprensiva del fenómeno, por lo que se
hace necesario recurrir a varias de ellas simultáneamente para dar cuenta de la complejidad
del mismo.
En el presente informe se desarrollan las diferentes teorías conductuales delictivas las
cuales persigue como objetivo reflexionar sobre la subjetividad comprometida en el acto
delictivo y las formas como cada sujeto lleva a cabo tales acciones. El análisis toma en cuenta
los factores socio-culturales producen efectos sobre la subjetividad, haciendo que hoy día,
asuma características específicas.
Postura de la Teorías Conductuales en el ámbito criminal y ¿cómo perciben al
delincuente?

Actualmente, uno de los graves problemas que viene enfrentando la sociedad es la


delincuencia, aumentando progresivamente en la última década; sin embargo, en busca de
disminuir o erradicar dicho problema la Psicología Criminal pretende conocer todos aquellos
procesos psicosociales que intervienen en el origen, desarrollo y preservación de la conducta
criminal. Para ello, dicha ciencia se apoya en las diferentes teorías que autores han formulado
a través del tiempo y que sirven de base para el estudio de conductas agresivas y
comportamientos propiamente delictivos.

Teorías que explican los comportamientos criminales

1. Teorías del Delito como Elección


Esta teoría se desarrolló según las formulaciones de la escuela clásica iniciada por
Beccaria a fines del siglo XVIII; su interés principal fue el estudio del “hecho delictivo” bajo
el ámbito jurídico y no como un fenómeno social o individual. Los clásicos sostuvieron la
idea de que todos los hombres son iguales y que no hay nada que permita distinguir al sujeto
que delinque del que no lo hace; por tanto, la figura del delincuente la calificaron bajo la
denominación de “libre albedrío”; definiendo a este tipo de persona, como un sujeto dotado
de libertad y razón, libre para elegir, con capacidad para razonar las con consecuencias de su
conducta, moralmente responsable de su transgresión y desobediencia a la ley.
En otras palabras, la teoría del delito como elección supone que el acto delictivo surge de
la propia voluntad del sujeto y no puede ser explicado por causas de tipo sociológica o
psicológica; y sólo una pena o castigo podía restablecer el orden social violado, convencer al
sujeto de que no volviera a delinquir.

2. Teorías Biológicas y Caracterología Criminal


Esta teoría surge en la época de la primera y segunda guerra mundial; explicaba que en el
origen de la criminalidad se hallaban causas de tipo genética y hereditaria. Sostenían que los
delincuentes graves y reincidentes eran en su mayoría psicópatas y que en su familia había
numerosos enfermos mentales. Por su parte, las denominadas teorías biológicas comprenden:
a) Estudios genéticos. Apuntan a que la conducta de los sujetos delincuentes y los no
delincuentes está vinculada con factores genéticos o hereditarios de familiares
violentos.
b) Estudios Neurofisiológicos. Apuntan al estudio de la criminalidad en relación a
disfunciones o patologías cerebrales.
c) Estudios Bioquímicos. Asocian la criminalidad con los desequilibrios bioquímicos o
metabólicos del organismo causante de desajustes en el comportamiento, por jemplo,
la hiperactividad.
En cuanto a las teorías basadas en la caracterología criminal, en 1921, el médico psiquiatra
Kretschmer desarrolló la teoría de los “biotipos”; la cual sostiene, que el carácter resulta del
conjunto de características biológicas (anatómicas y fisiológicas) de la constitución individual
que cada sujeto desarrolla bajo la influencia de su ambiente y experiencias individuales.
Kretschmer clasificó a los sujetos criminales según los biotipos morfológicos como: pícnicos,
leptosómicos y atléticos.
Los pícnicos, son sujetos físicamente gordos, escasamente violentos y preponderamente
estafadores. Los leptosomáticos, son sujetos físicamente flacos, en quienes predominan los
actos delictivos patrimoniales, estafas y algunos delitos sexuales. Los atléticos, son sujetos
con un físico intermedio, son personas violentas, precoces e incorregibles, autores de delitos
contra la vida, de robo violentos y violaciones.

3. Teorías de las Diferencias Individuales


Esta teoría enfatiza a todo el conjunto de factores característicos de los individuos,
hereditarios o adquiridos, que puedan ayudar a explicar la conducta delictiva: edad, sexo,
inteligencian y personalidad. Respecto a la edad, esta teoría considera que la delincuencia
entre jóvenes es superior a la de los individuos de edades superiores, debido a que los chicos
adoptan conductas rebeldes propias de la edad. Sin embargo, los delitos cometidos por
adolescentes son menos violentos que los llevados a cabo por adultos.
En cuanto al género, esta teoría destaca que los varones delinquen más que las mujeres
debido a los roles sociales asociados al género, por ejemplo, los roles femeninos comprenden
tareas o actividades de la reproducción, crianza y cuidados domésticos; mientras que los roles
masculinos se relacionan con actividades como el mantenimiento y sustento económico y
todo aquello ligado a la fuerza física.
El factor inteligencia, supone que la falta de habilidades intelectuales (dificultades
académicas en la escuela, dificultades psicosociales en general, retrasos en el desarrollo de
procesos cognitivos superiores como razonamiento moral, empatía, entre otros) no es una
causa directa de delincuencia, sino que una carencia en el funcionamiento de éstas, coloca al
individuo en una situación de mayor vulnerabilidad y desventaja haciéndolo susceptible a
influencias criminógenas (actos criminales).
Y respecto a la personalidad, esta teoría supone que las variables temperamentales como la
impulsividad (falta de inhibición conductual, ausencia de reflexión previa a la conducta, poca
resistencia a los impulsos internos) y la búsqueda de sensaciones (nuevas experiencias,
disposición a asumir riesgos físicos, sociales, legales, financieros con el objetivo de lograr
tales experiencias) se hayan asociadas a las conductas delictivas.

4. Teorías del Aprendizaje


Los tratados que pretenden exponer las distintas teorías desde las que se ha pretendido
explicar la conducta delictiva invariablemente sitúan a Bandura dentro de las teorías del
aprendizaje. La teoría del aprendizaje intenta explicar el comportamiento delictivo como una
conducta aprendida por condicionamiento clásico, operante o aprendizaje vicario. El
condicionamiento clásico fue estudiado por Eysenck, un psicólogo inglés especializado en
“estudios de la personalidad”.
Este considera el comportamiento antisocial como producto de un deficiente aprendizaje
de las normas sociales, atribuyéndole importancia al ambiente familiar donde crece el
individuo. En su opinión, el autor señala que si el niño va siendo condicionado a
experimentar miedo y ansiedad ante los actos antisociales se constituye su conciencia como
un importante disuasor para la ejecución de conductas delictivas.
En este sentido, el condicionamiento operante parte de que el comportamiento delictivo
depende de reforzadores positivos y negativos. Entre los reforzadores positivos se encuentran
las ganancias materiales que se obtienen del delito y la aceptación y prestigio dentro de un
grupo de pares de referencia. Los reforzadores negativos están asociados a la reducción de los
estados de ansiedad y frustración en delitos sexuales, contra las personas, o en robos en busca
de estupefacientes.
El aprendizaje vicario consiste en la elaboración de un esquema de acción a partir de uno o
varios modelos generalmente contradictorios; tiene lugar, cuando el sujeto elabora sus
propios modelos por deducción lógica. Según Bandura, existen dos procesos importantes que
explican la conducta aprendida: el proceso de aprendizaje y el proceso de ejecución. El
aprendizaje tiene lugar cuando el sujeto es capaz de retener el esquema de la acción; la
ejecución se muestra cuando el sujeto pone en práctica el esquema de acción para obtener un
beneficio personal.

5. Teorías de la Socialización Deficiente


Comprende un conjunto de teorías que explican la delincuencia como resultado de una
deficiente socialización de los sujetos y cómo influye la familia, la escuela, el grupo de pares
y la comunidad favoreciendo o interfiriendo este proceso. Edwin Sutherland fue uno de los
autores de la teoría de la asociación diferencial; quien considera que la conducta desviada es
aprendida a través de la interacción con grupos que comparten valores y pautas criminales
por encima de los modelos de respeto a la ley. De esta manera, el comportamiento delictivo
está estrechamente vinculado con el funcionamiento familiar.

6. Teorías de la Estructura Social Defectuosa


El aporte fundamental de esta teoría fue desarrollado por el sociólogo francés Emilio
Durkheim, quien considera que el delito no es un elemento patológico de la sociedad sino que
es un fenómeno necesario para la misma en la medida que provoca reacciones sociales que
ayudan a fortalecer el sentimiento colectivo. El autor considera al delincuente como un
agente regular en la vida social y no individuo que se encuentra por fuera de ella.
Posteriormente, el sociólogo Robert Merton toma el concepto de Anomia para estudiarlo
en su relación con el comportamiento desviado. El autor considera que la anomia surge de un
proceso socio-cultural que pone en conflicto las aspiraciones de los sujetos, es decir, que el
delincuente se ve sometido a fuertes presiones sociales que lo llevarían a cometer actos
delictivos. Lo que Durkheim consideraba como deseos innatos del hombre, para Merton es
inducción de la estructura social.
Por su parte, Quetelec habla de la deprivación relativa, que trata al delito como un
fenómeno multicausal en el que intervienen factores tales como el analfabetismo, el clima y
la situación geográfica. Formula la idea de que los sujetos cuando toman conciencia de las
desigualdades sociales, presentan resentimientos y sentimientos de injusticia que contribuyen
al delito en las clases urbanas más pobres.
¿Cómo percibe la delincuencia y la criminalidad el Psicoanálisis?

El Psicoanálisis o Teoría Psicológica estudia el funcionamiento de la mente humana con la


práctica, por tanto, la percepción del comportamiento criminal desde lo psicológico y
psiquiátrico establece que las personas que cometen delitos presentan trastornos
psicopatológicos, tienen unos rasgos de comportamiento particulares y excepcionales frente a
la población promedio “normal”, que no comete delitos.
Es decir, que independientemente de que la víctima provoque la situación de riesgo
delictivo o de las circunstancias sociales y políticas que lleven a que una persona cometa un
delito, para el psicoanálisis lo que verdaderamente importante en la conducta delictiva son las
motivaciones del sujeto, ya que esta variable es la que en realidad puede explicar la génesis
del comportamiento criminal. La estructura psíquica del criminal no es distinta a la estructura
psíquica de quien no ha cometido un delito.
Al respecto, la clínica psicoanalítica revela que el criminal no es un ser excepcional, no
presenta unos rasgos de personalidad particulares asociados a su condición de delincuente.
Tanto los criminales como los que no lo son se estructuran psíquicamente de la misma
manera, es decir, a través del Edipo (se refiere al conjunto de emociones y sentimientos
infantiles caracterizados por la presencia de deseos amorosos y hostiles hacia los
progenitores) y la castración (complejo de percepción de la sexualidad en la infancia).
Para el psicoanálisis, la motivación del acto criminal es de carácter inconsciente, tiene que
ver con la manera como se organiza el deseo y el goce en la vida psíquica de cada sujeto; en
otras palabras, no tienen sentido ni los portazgos ni los exámenes psicológicos o
psiquiátricos, que buscan establecer la responsabilidad objetiva del delincuente frente al acto
delictivo, pues esta es del orden de lo subjetivo, la cual escapa de las pretensiones de
estandarización y universalidad de la mirada positiva.

Postura Fenomenológica- Humanista del Delito y el Delincuente/Criminal


La fenomenología de la criminalidad estudia las distintas manifestaciones del fenómeno
criminal dando a conocer las diferentes formas, modos y ejecución de los sujetos activos de la
delincuencia, así como la descripción de su perfil criminológico. Las posturas
fenomenológicas humanistas del delito y el delincuente/criminal son los siguientes:
Bandura (1987) propone un modelo de aprendizaje social de la conducta, que realza el
papel de la imitación y de las expectativas de la conducta. Relacionando lo dicho por este
autor con la fenomenología criminal, se dice que la delincuencia o la conducta delincuente, es
un comportamiento aprendido que se va dando con el desarrollo de la personalidad del sujeto
por medio de mecanismos interrelacionados como la asociación diferencial con personas que
muestran hábitos y actitudes delictivas; adquisición por parte del sujeto de definiciones
favorables a continuar con la conducta delictiva, reforzamiento diferencial de la conducta
delictiva y la imitación de modelos pro-delictivos. A esta postura se le denomina “aprendizaje
de la delincuencia”
Otra postura fenomenológica humanista del delito y el delincuente criminal, es la
“predisposición a la conducta violenta” la cual señala que el comportamiento violento es uno
de los elementos característicos y alarmantes de la delincuencia. Bandura (1972) indica que la
predisposición a la conducta violenta es un comportamiento adquirido controlada por
reforzadores, la cual, es perjudicial y destructiva. Mientras que Dollard (1939) refiere que se
trata de un tipo de conducto cuyo objetivo es dañar a una persona u objeto.
Continuando, con el tema, aparece el postulado de Crozier y Friedberg (1977) para apoyar
la teoría de la ruptura con los vínculos sociales; la cual explica que la pérdida de vínculos
sociales integrados en el ámbito social de manera estable y sana incide en la predisposición y
cristalización de la conducta violenta. Cuanto menores son los lazos afectivos y emocionales
con personas socialmente integradas, mayor es la implicación de un sujeto hacia la conducta
violenta. Algunos estudios sobre el control social señalan que el desarrollo de un sujeto en
ambientes facilitadores y favorecedores como la familia, el grupo de amigos, la escuela, entre
otros, pueden evitar que una persona presente conductas violentas en el futuro.
Las carreras delictivas y criminología del desarrollo es una postura que sostiene a la
delincuencia en conexión con las diversas etapas evolutivas del sujeto, siendo que en los
periodos de mayor desarrollo (infancia y adolescencia) es donde existen mayores factores de
riesgo a los que se ve expuesto el sujeto, tales factores pueden ser de índole individual
(hiperactividad, poca capacidad de resolución de conflictos, temperamento difícil en la
infancia, baja tolerancia a la frustración, trastornos de personalidad, dificultad en el manejo
de las emociones, impulsividad, entre otros)
También factores familiares como baja cohesión familiar; tener padres con enfermedad
mental; estilos parentales coercitivos, ambivalentes o permisivos, familia disgregada,
violencia intrafamiliar. Otro factor es el ligado al grupo de pares (pertenencia a grupos de
pares involucrados en actividades riesgosas) y factores escolares (violencia escolar).
CONCLUSIÓN

Los estudios bajo una perspectiva criminológica han cobrado especial relevancia, el
enfoque estático no ha sido defenestrado. Aunque estos teóricos son motivo de críticas al
considerar que el crimen en cualquier etapa del curso de la vida tiene las mismas causas
subyacentes, no debe de olvidarse que siguen siendo parte de un enmarañado biopsicosocial.
El aporte psicológico a la criminología es innegable. Aun cuando las teorías descritas no
tienen la etiqueta de psicológica, todavía está latente el interés por el estudio de la
personalidad y su relación con el crimen, además de los componentes psicológicos que tienen
injerencia en la criminalidad, ya sea individual o colectiva.
El comportamiento humano en general, el antisocial o delictivo en particular no se puede
reducir a un único modelo explicativo, sino que cada contexto y cada caso precisa de la
asunción de un modelo en específico que se ajusta al mismo. La formación del repertorio
conductual del individuo, independientemente de que éste se haya etiquetado o no como
desviado, se ve mediada tanto por el comportamiento antisocial o delictivo como por el no
delictivo; dado que los sujetos no aprenden exclusivamente uno de ellos sino ambos, con la
salvedad de que el predominante marca la tendencia.
En concreto, se ha ilustrado cómo la psicología cuenta con buenas teorías y explicaciones
de la delincuencia, con análisis precisos del inicio, mantenimiento y desistimiento en las
teorías y postulados de la psicología criminal, especialmente, con sólidos tratamientos
psicológicos que logran resultados notables en la comprensión de los comportamientos del
delincuente.
Para finalizar, estas visiones de las teorías representan en las ciencias sociales en
general, y en las ciencias criminológicas en particular, importantes puntos que permiten
organizar un campo de conocimiento, dar significado a los hechos, encauzar vías de trabajo y
dirigir las políticas de intervención. Lo teórico se alimenta de los datos y de las acciones
prácticas. La elaboración y “digestión” de esos materiales permite desarrollar y perfeccionar
postulados; de este modo, los nuevos “descensos” a los hechos y a la práctica se harán con
más luz y con mejores armas interpretativas.
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