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LA ORACION ES UN PROCESO

I.- EL PROCESO DE LA ORACION.

Dios no quiere que veamos la oración solamente como una lista de peticiones. A veces pensamos
que la oración está compuesta de dos partes: mi petición y la respuesta de Dios a ella. No hay nada
de malo en una lista de oración. De acuerdo con la lista de oración, algunas veces Dios dice si, y otras
veces dice no. La persona que ora no tiene manera de saber si Dios dirá si o no, se hace difícil orar
de manera confiada.

A medida que progresas y maduras en la vida de oración, las efectividades de tus oraciones serán
cada vez más, mientras más vivas una vida de oración, más respuestas a oraciones experimentarás.
No observes si Dios las contesta; observa como Dios las contesta. Te fijarás que el Señor las contesta
progresivamente, solo el une piezas, colocando una sobre otra.

Muchas veces esta vida de oración tipo lista es como un archivo de nuestra mente de toda la vez
que Dios no hizo lo que queríamos y este archivo mental ha menguado tu fe y tu franqueza en la
oración. La oración no se puede resumir solamente en doce elementos: Mi petición más la respuesta
de Dios. La oración es un PROCESO. El diccionario define un proceso como un fenómeno marcado
por cambios graduales que llevan a un resultado final; una serie de acciones que conducen a un fin.
Si esto no fuese así, Dios hubiese hecho la oración como un medio para obtener algo de manera
inmediata.

Durante el proceso de oración la persona que ora es traída a una sumisión total al Padre. Al iniciar
la oración a lo mejor estamos enfocados en las bendiciones que esperamos de Él, pero Dios en su
gracia utiliza nuestra necesidad y deseo de ayuda para enfocarnos hacia Él. Empezamos el proceso
deseando algo de Él y lo terminamos deseándolo solo a Él. A través del proceso de oración la súplica
del corazón se puede terminar como el salmista que decía: ¿a quién tengo yo en los cielos? Aparte
de ti nada deseo en la tierra. Mi cuerpo y mi corazón desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi
Proción es Dios para siempre.” (Salmo 73:25-26).

Cuando te des cuenta que no hay nada más que anhelar que no sea a Dios, entonces te darás cuenta
que Él está dispuesto a contestar cada oración con un sí, tu necesidad o deseo es simplemente el
punto de entrada para que Dios te conceda más de sí mismo. Al satisfacer tu necesidad y conceder
tu deseo, Él te está formando para que tengas una mayor dependencia e intimidad con El.

II.- EL DESEO DEL CORAZON.

El salmo 37:4 dice: “Deléitate en el Señor y Él te concederá los deseos de tu corazón”. En el proceso
de oración está verdad adquiere un significado:

a) Primeramente, descubrirás que cuando te deleitas en el Señor él se convierte en el deseo


de tu corazón. La palabra traducida como “deleite” proviene de una raíz hebrea que significa
“suave, moldeable o maleable. Cuando te deleitas en el Señor te conviertes en moldeable
en sus manos. Él es capaz de crear deseos en tu corazón que coincidan con su voluntad.
Pablo dice que es Dios el que produce en nosotros tanto el querer como el hacer para
cumplir su voluntad (Filipenses 2:13).
b) En segundo lugar, descubrirás que no puedes conocer el deseo de tu corazón sino conoces
el corazón de tu deseo. Usualmente, lo que llamamos “el deseo de mi corazón” realmente
es un deseo momentáneo o secundario que orbita alrededor del verdadero deseo.
Usualmente, lo que deseamos es realmente la manera en la que creemos que será
satisfecho nuestro verdadero deseo. A menudo, para poder conceder el deseo de tu corazón
Dios retendrá el deseo del momento. Dale acceso a Dios a tu vida, para que él pueda quitar
las capas de ese deseo momentáneo y te muestre que el verdadero deseo de tu corazón es
anhelar más de él. Para el verdadero deseo de tu corazón siempre habrá un sí de Dios.

Veamos un ejemplo, imagínese que es un predicador y se encuentra en el extranjero, se enferma


y su voz se pone ronca, ya no tiene voz y tiene que volar a otra ciudad. En el vuelo usted ora y
le dice a Dios que le devuelva la voz y el Señor le pregunta: ¿para qué quieres tu voz? Y le
contestas: para dar la conferencia, y Dios te vuelve a preguntar ¿para que quieres dar la
conferencia? y le contestas: para que la gente viva en tu poder, y Dios te vuelve a decir ¿para
qué quieres que viva en mi poder? Y él le vuelve a contestar: para que Tu Señor seas glorificado.
Entonces Dios dice: pídeme eso en tu oración que yo me glorifique. De esa manera Dios te ayuda
a descubrir cuál debe ser el verdadero deseo de tu corazón: glorificar a Dios y a renunciar al
deseo del momento.

En 2ª de Corintios 12:7-10. La petición de Pablo fue que Dios le quitara el aguijón de su carne.
¿dijo Dios que no a esa petición? Si, dijo que no. ¿Cuál era el corazón del deseo de Pablo? En
otras palabras, ¿por qué quería que Dios le quitara ese aguijón? Yo creo que la respuesta la
encontramos en Filipenses 3:7-11, Pablo quería que el poder de Dios se manifestara en su vida
¿dijo Dios que sí a ese deseo del corazón de Pablo? Si, dijo que sí. En 2ª Corintios 12:9. Dios le
dice a Pablo: “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.

La oración de Pablo fue puesta en palabras que expresaban el deseo del momento; es decir
deshacerse del aguijón de la carne que parecía entorpecer su ministerio, pero Dios tuvo que
retener el deseo del momento para que Pablo entendiera que la verdadera súplica del corazón
era conocerlo plenamente, tanto en el poder de su resurrección como en la participación de sus
padecimientos, para llegar a ser semejante a Él. Dios te dará el verdadero deseo de tu corazón
para satisfacerte plenamente. Dios no te dará algo que sea momentáneo y pasajero.

A medida que te entregas al proceso de oración, permite que Dios tenga acceso a ti para que
pueda quitar los deseos y permite traiga al frente ese deseo que supera a todos: tener más de
Él. Por lo que el salmista decía que, en cuanto a él, estar cerca de Dios constituía un bien. (Salmo
73:28). Aprende a distinguir entre el deseo del momento y el deseo de tu corazón.

Durante el proceso de oración no solo Dios la escucha, sino que también Dios te ayuda a
corregirla y la hace contestable. Muchas veces tu puedes pedirle a Dios que te ayude, pero en
realidad Dios te está susurrando que le pidas que mejor te use, es decir, que él te enseña que
tú eres un instrumento en sus manos. Porque cuando le pides que te ayude; sin darte cuenta tu
eres el centro y si le dices que te use, te demuestra que Dios es el centro y tu un instrumento
para sus propósitos.
No resistas al proceso de oración. Aprenderás que Dios desarrolla perseverancia en ti, y como
dejar que el proceso, tenga su obra completa para que seamos completos y cabales, no
quedando atrás nada, como dice Santiago 1:4. Lo que Dios logra durante el proceso de oración,
te hace libre de la ansiedad, la preocupación, la inseguridad, el miedo, el desánimo y todo
aquello que te limite.

El proceso de oración se asemeja al proceso del embarazo y el parto. Pablo le escribe a los
Gálatas: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado
en Ustedes” (Gálatas 4:19).

Hay dos lados en el proceso de oración. Durante el proceso Dios está obrando en nosotros
formándonos a la imagen de Cristo. La palabra traducida como “formar” es una palabra griega
que significa “fabricar o dar forma”, esto se asemeja a la imagen del alfarero esculpiendo y
dando forma al barro, para convertirlo en lo que él desea, este proceso trae un cambio en
nosotros. Durante el proceso de oración Dios le está dando forma a un corazón conforme al de
Él.

En segundo lugar, Pablo compara su experiencia de orar conforme a la voluntad de Dios con el
nacimiento de un hijo. Él dice que está en trabajo de parto hasta que la voluntad de Dios se
manifieste desde lo espiritual a lo terrenal. Cuando analizas la oración de Elías en 1ª Reyes
18:42: “Elías subió a la cumbre del Carmelo y postrándose en tierra puso su rostro entre sus
rodillas”. ¿Sabes que estaba haciendo Elías? Estaba en posición fetal. El pasaje continúa
describiendo la labor de parto de Elías. El continuó en la oración hasta que su criado le informó
que una nube tan pequeña como una mano había aparecido en el cielo. Entonces Elías supo que
la voluntad de Dios se había manifestado y se estaba liberando en la tierra. La oración es un
proceso que primero tiene efecto en el interior de la persona que ora y luego efecto en la tierra.
Dios forma la oración en ti, la gesta, y luego la materializa a través de ti. La oración da a luz a la
voluntad de Dios sobre las circunstancias de la tierra.

III. ESPERANDO EN DIOS.

La parte más difícil del proceso de oración puede ser esperar en Dios. En el proceso de espera
muchas personas abandonan la oración al no recibir las respuestas que esperaban. El periodo
de espera, aunque es la parte más difícil, también es la más importante. Esperar le da a Dios la
oportunidad de redefinir nuestros deseos, y alinear nuestro propósito y nuestra visión a los de
él. Lo que aparenta ser, desde una perspectiva terrenal, una demora por parte de Dios es
realmente un tiempo en el que Dios está trabajando con nuestra fe, que la fe es la constancia
de los hechos que no se ven (hebreos 12:1). Durante el periodo de espera estamos operando
en fe.

Pablo escribe que debemos de poner nuestra vista en las cosas que no se ven (2ª Corintios 4:18)
y que andamos por fe y no por vista (2ª Corintios 5:7). Pablo está diciendo que podeos conocer
cosas que no podemos ver. Solo con nuestros ojos espirituales podemos ser capaces de ver la
realidad espiritual. Nuestra fe es nuestra vista espiritual. La fe produce una comprensión que
sobrepasa lo que podemos entender al observar las cosas materiales. Ya que por la fe
comprendemos que lo que se ve fue hecho a partir de lo que no se veía (hebreos 11:3). El
espectro en nuestra realidad incluye elementos y poder que no puedo ver con ojos terrenales.
La realidad está hecha tanto de lo que puedo ver como de lo que no puedo ver. Mi realidad
incluye el poder de Dios, sus planes y propósitos, su voz y sus promeses. También incluye la
soberanía de Dios, el Señorío y la autoridad de Dios, la obra del Espíritu Santo, los ángeles,
satanás y sus jerarquías demoniacas. La tierra y sus circunstancias son solo una porción de esta
realidad. En mi vida de fe, las circunstancias nunca definen completamente la realidad.

La oración impacta lo invisible, lo espiritual. Debemos enfocar nuestra atención en lo que Dios
está haciendo en lo espiritual. No podemos ver solo las apariencias, la fe actúa en armonía con
la verdad. Dios tiene propósitos para crear periodos de espera en tu vida, recuerda, Santiago
1:2-4, Santiago describe que la prueba de nuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tiene
su obra completa para que seamos perfectos y cabales en todo.

Cuando Dios trae periodos de espera en tu vida, es solo por una razón, para que puedas probar
tu fe. Puedes estudiar la fe y memorizar versículos acerca de la fe, pero hasta que tu fe no sea
probada nunca sabrás cómo se comportan tus manos. Dios pone a prueba nuestra fe, para que
veas cuán grande es, o puedas ver cómo opera la fe. La palabra prueba significa demostrar. Dios
te está demostrando tu fe a ti. Tal como lo dice Pedro en 1ª Pedro 1:7 para que la prueba de
nuestra fe sea hallada digna de alabanza y de gloria y honra.

Cuando Dios permite someter tu fe a prueba, aprendes a operar en fe con confianza, tu fe hecha
raíz. La persona con una fe madura es firme, constante, eso es lo que es la paciencia, la habilidad
de llegar hasta el final. La característica de una fe madura es la paciencia. Ya que como está
escrito en hebreos 6:12 que seamos imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia
heredaron las promesas, también dice la escritura que es necesaria la paciencia, para que,
habiendo hecho la voluntad de Dios, podamos obtener las promesas (Hebreos 10:36).

Durante el tiempo de espera Dios quiere que le conozcamos. La palabra dice que debemos ser
llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual (Colosenses
1:9). Dios nos ha dado su espíritu para que conozcamos todas las cosas que Dios nos ha
concedido (1ª Corintios 2:12). Dios quiere que conozca su voluntad. Entender su voluntad es la
piedra angular del poder de la oración. No puedes orar con poder sino oras conforme a su
voluntad (leer 1ª Juan 5:14-15). Dios ha diseñado la oración como el conducto para traer su
voluntad a la tierra y dado todo lo que él hace es perfecto, su plan es que conozcas su voluntad
para que su oración funcione.

También en los tiempos de espera Dios quiere que nos mantengamos buscándolo (leer
Lamentaciones 3:24-26). Nosotros buscamos de Dios porque él nos está buscando. Es Dios el
que nos motiva a buscarlo. Nadie tiene la iniciativa de buscarlo (Romanos 3:11). Cuando
encontramos en nuestro corazón la iniciativa de buscarlo, Dios nos dice que se dejará guiar
(Jeremías 29:13-14). Buscamos a Dios a través de las disciplinas espirituales. Al involucrarnos en
estas disciplinas espirituales mantenemos nuestra vida abierta a Dios de manera que él puede
hacer lo que desea en nosotros. Cuando somos accesibles a él, Él puede llevar a cabo sus
propósitos en nosotros. Dedicarnos a estas disciplinas es una manera de abrir nuestra vida a Él:

a) El estudio de la palabra: al estudiar la palabra nos alimentamos con ella (Mateo 4:4). Ya que
la palabra es alimento sólido (Hebreos 5:12-14). La palabra se convierte en alimento sólido
cuando no solamente la escuchamos y la entendemos, sino que también la obedecemos y
esto marca nuestra madurez espiritual.
b) A solas y en silencio: debemos responder cuando el Padre nos llame a un lugar apartado
para estar a solas con él (Oseas 2:14). Debe haber un tiempo programado en el que toda
nuestra atención esté dirigida hacia Dios. Debemos salir del agitado ritmo de nuestra vida,
del ritmo y las incesantes demandas para escuchar su voz en nosotros.
c) Ayunar: otra disciplina espiritual es el ayuno, la oración necesita el ayuno para un desarrollo
completo y perfecto. Ayunar es una manera de dejar todo aquello que nos ata a este mundo
físico, la comida de manera que podamos recibir el sustento del mundo espiritual. Al ayunar
decides que negarás tus deseos físicos por un periodo de tiempo para enfocarte en tus
deseos espirituales. Permitirás que tu hambre espiritual sea más fuerte y estés más
enfocado en Dios. Durante el ayuno, el hambre espiritual es una prioridad sobre el hambre
física, es perder cierto grado de ataduras que nos atan al mundo de las cosas materiales
para que nos podemos concentrar en las cosas invisibles y eternas (leer Isaías 58:6).
d) La oración armonizada: para buscar a Dios debemos ser parte activa de una iglesia. Es a
través de la intercesión del pueblo de Dios que será hecha su voluntad en la tierra. Al ser
parte del cuerpo de Cristo, alcanzamos nuestra madurez y el conocimiento pleno de Dios
(Efesios 4:13). Cada creyente que está en Cristo tiene que crecer y si estamos unidos al
cuerpo de Cristo por la actividad propia de cada miembro seremos ayudados y edificados
para recibir nuestro crecimiento (Efesios 4:15-16). Ningún creyente individual alcanzará la
madurez completa en Cristo separado del cuerpo. En Efesios 4:13 nos dice que nosotros
podemos alcanzar y crecer hasta la medida de la plena estatura de Cristo si nos mantenemos
unidos en la fe.

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