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”DEMOCRACIA Y PARTICIPACION CIUDADANA”

DOS REALIDADES VALIOSAS INMERSAS EN LOS VALORES


ÉTICOS DE RESPETO Y JUSTICIA.

Pilar Caracuel Quirós


Estudios de Axiología

1. Introducción

En la obra que tiene por título Ética, Max Scheler escribe:

“La “historicidad” de la aprehensión (de los valores) (y del


conocimiento de su jerarquía y sus leyes de preferencia) es tan esencial
1
como la historicidad de su realización.” Y a continuación añade, “con
cada nuevo paso en la evolución (histórica), deben hacerse visibles nuevos
valores. Cuando no ocurre así, puede hablarse de un estancamiento de la
“cultura moral”.2

Si analizamos el contexto histórico actual a la luz de una escala de valores


bien fundamentada, nos percatamos que en lo que a los valores sociales se refiere, se ha
producido lo que Scheler denomina un estancamiento de la cultura moral. Nos hemos
detenido, desde una perspectiva axiológica, en el valor de la Democracia. Este valor
ético, continuamente ensalzado, se ha convertido -todo indica- en la cumbre de una
jerarquía de valores que, si bien, se perfila sin límite conocido, en la práctica, parece
haber llegado a la cima del ascenso axiológico. Y, podríamos añadir, de manera muy
incompleta. Como todos los valores que el hombre actualiza, el grado de realización del

1
Scheler, M., ETICA, Caparrós Editores, S.L., 2001, Madrid, Sección Sexta, Cap. 2, 2, p. 641.
Texto original: “so ist doch die “Geschichtlichkeit” ihrer Erfassung (und der Erkenntnis ihrer
Rangordnung und Vorzugsgesetze) ihnen selbst ebenso wesentlich wie die Geschichtlichkeit ihrer
Realisierung oder ihre Realisierung an einer möglichen “Geschichte”, Scheler, M., “DER FORMALISMUS IN
DER ETHIK UND DIE MATERIALE WERTETHIK”, Francke Verlag Bern und München, 1966, Zweiter Teil, VI,
B,2, Seite 485.
2
Scheler, M., Ibidem, Cap. 2, 2, p. 642.
Texto original: “mit jeder neuen Entwicklungsstufe auch neue und neue Werte und Vorzugsbeziehungen
sichtbar werden müssen. Im Falle dies aber nicht geschieht, ist eine Stagnation der “sittlichen Bildung”
zu verzeichnen.” Scheler, M., Ibidem, VI, B,2, Seite 486.

1
valor de la democracia es parcial, imperfecto y desprecia, en no pocas ocasiones,
valores más bajos pero de cumplimiento prioritario como es el respeto a la naturaleza.
Con todo, la continua referencia al término Democracia está a la orden del
día. Es común hablar en democracia real, democracia participativa o democracia
directa. Asimismo, no escatimamos el uso de adjetivos cuya raíz proviene del tan
alabado vocablo democracia. Oímos hablar, por ejemplo, de valores democráticos o
principios democráticos, cuya definición parece ser cumplir con la ley. ¿Es la
democracia el único valor social de obligado cumplimiento? La respuesta es
evidentemente, no. El individuo libre tiene ante sí una infinidad de realidades valiosas
que se imponen por su majestuosidad y le invitan a actualizarlas. En esta charla vamos a
acercarnos, teóricamente, a algunas de estas realidades.

2. Realidades valiosas

Al referirme al valor de la Democracia en el título de esta conferencia,


utilizo la expresión realidad valiosa. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero expresar una
realidad cuyo valor trasciende todo lo actual. Estamos hablando de una verdad
axiológica independientemente de si se cumple o no en la actualidad. No se trata de un
mero ideal, como sostenía el fenomenólogo Nicolai Hartmann, sino de un deber ser
objetivo y necesario.
El Prof. López Quintás en su intervención en este XXIº Curso organizado
por Estudios de Axiología, comentó un hecho un tanto inquietante: fallan las bases del
pensamiento. Efectivamente. Cuando se piensa mal, las consecuencias sociales pueden
ser nocivas. En Estudios de Axiología, J.M.Méndez viene desarrollando una filosofía de
los valores, que se fundamenta en la lógica formalizada. Se trata de una teoría apoyada
en las leyes del pensamiento. Esto da un nuevo cariz a conceptos filosóficos. Con la
formalización de la lógica, se ha dado un paso de enorme relevancia en el campo
intelectual. La lógica moderna nos permite alcanzar algunas certezas que son cruciales
para el desarrollo del pensamiento humano.
Los valores éticos, en cuanto son un deber ser, se pueden formalizar. El
imperativo categórico de Kant “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad en
cada caso pueda valer como principio de legislación universal”, representa este aspecto
formalizable desde la lógica. Esta máxima describe la forma universal y generalizable
del contenido de cada uno de los valores éticos. Este imperativo se formaliza del mismo

2
modo que el Ser necesario. Es una certeza o verdad formal. Es, por tanto, una realidad
infinitamente valiosa que exige cumplimiento.
Cuando alguien es consciente de la enorme tarea que tiene por delante y
aúna esfuerzos para lograrla, el individuo es capaz de marcar nuevos y valiosos
senderos en la historia, aunque siempre de manera parcial e imperfecta. García Morente
ya lo advertía en su obra Ensayo sobre el Progreso.

“Y digo que la infinitud es nota inherente a la definición misma de


progreso, por dos razones: porque la realización o cumplimiento de un
valor nunca puede ser tal que excluya una realización o cumplimiento más
perfecto del mismo valor; y además, porque el reino de los valores en
conjunto es, él mismo, infinito.” 3

Obsérvese que el significado de la palabra progreso denota un progreso


moral, un avance en la escala de valores éticos, estéticos y ascéticos. Vamos analizar,
desde el punto de vista teórico, algunos valores de mayor altura que la Democracia. Para
ello, nos detendremos en la tabla de valores elaborada por J.M.Méndez. (Cfr Anexo A)

3. Una tabla de valores según las dimensiones de altura y fuerza

En la actualidad se habla, de modo muy general, sobre valores. Se suele


pronunciar discursos en los que no falta el término valores. Sin embargo, no se emplea
la dedicación y el esfuerzo intelectual que requiere la labor de analizar, describir y
clasificar los valores.
A lo largo de la historia del pensamiento, se han aunado algunos esfuerzos
para construir una tabla de valores en la que apoyarse como referencia ética. Aristóteles
fue uno de los primeros en realizar este cometido. La tabla aristotélica tiene como base
la teoría según la cual, la virtud, entendida como valor, reside en el punto medio entre
dos antivalores, un exceso y un defecto.
Max Scheler, un filósofo del siglo XX y seguidor de la corriente filosófica
conocida por Fenomenología, propone una jerarquía de valores basada en el criterio de
la altura. Los valores más altos, sostiene el autor, son los valores superiores en mérito y
dignidad y los más bajos, constituyen los valores inferiores.
3
Morente, G., Ensayos sobre el progreso, Ediciones Encuentro, S.A., 2002, Madrid, p. 65.

3
Nicolai Hartmann, otro gran pensador y seguidor de la misma línea
fenomenológica, elaboró una tabla en base a lo que él denomina la fuerza de los
valores. Un valor más fuerte es condición necesaria pero no suficiente para realizar un
valor más débil. Según Hartmann, los valores más bajos en la escala son los más
fuertes y sociales. Por ello, requieren prioridad en su cumplimiento. Pero Hartmann
pensó siempre que la fuerza era la misma altura vertical de Scheler, sólo que en sentido
contrario. La valiosidad asciende en vez de descender.
En Estudios de Axiología, J.M.Méndez propone una tabla que combina
ambas dimensiones, la altura de Scheler y la fuerza de Hartmann. Como pueden
observar en el Anexo A, el eje horizontal indica la fuerza y el vertical, la altura. Por
tanto, la fuerza deja se ser vertical, como la supuso Hartmann, y pasa a ser horizontal.
De esta combinación de criterios, deriva Méndez tres leyes axiológicas.
La primera señala que los valores más fuertes son los más bajos y, los más altos
constituyen los más débiles.
La segunda ley completa la primera: los valores más bajos y fuertes son los más
sociales, se llevan a cabo en sociedad y, los valores más altos y débiles son los más
personales. Con respecto a esta segunda ley hay que tener claro que la sociedad es un
medio para realizar los valores, nunca un fin en sí mismo.
Por último, la tercera ley axiológica establece que los valores más bajos sólo
exigen un cumplimiento meramente externo y, los más altos exigen una adhesión
interior, es decir, un íntimo querer cumplir estos valores por parte de la persona.
Apoyados en la tabla propuesta por J.M.Méndez, así como en las tres
leyes axiológicas, vamos a comentar algunos de los valores de carácter
predominantemente social. Veremos que entre la Democracia y la Participación
ciudadana, mencionada en el título, hay un recorrido aún por descubrir.

4. El valor Democracia

El primer valor, objeto del título de esta charla, es la Democracia. Su


definición se resume en elegir a una autoridad que oriente la sociedad. Este valor es
perfectamente compatible con el valor previo de la Igualdad. Todos los hombres son
iguales ante el deber ser de los valores. Pero para vivir en sociedad se requiere un guía,
una autoridad que oriente a los ciudadanos hacia los fines que deben ser. El ejercicio de

4
la autoridad es, por tanto, la materia que constituye el valor Democracia. Sólo un valor
superior puede romper el valor previo de la Igualdad entre los hombres.

“Es preciso”, escribe Tomás de Aquino, “que haya en los hombres


algo por lo que se rija la mayoría. Pues, al existir muchos hombres y
preocuparse cada uno de aquello que le beneficia, la multitud se
dispersaría en diversos núcleos a no ser que hubiese alguien en ella que
cuidase del bien de la sociedad, como el cuerpo del hombre o de cualquier
animal se desvanecería si no hubiese alguna fuerza común que lo dirigiera
a buscar el bien común de todos sus miembros.” 4

Un factor importante en estos valores más fuertes es la sociedad. El


individuo necesita la sociedad para vivir valores. Pero ésta no constituye un fin en sí
misma, como hemos podido comentar, sino un medio para que el individuo pueda crecer
moralmente. Es éste, el individuo y no la sociedad, el que dispone de libre arbitrio para
realizar valores o antivalores. Él elige libremente, entre los miembros de la sociedad, la
persona que juzgue mejor apta para asumir las riendas de la dirección. Esto supone
delegar, de manera responsable, la autoridad en otro.
Por otra parte, cuando hablamos de Democracia, desde el punto de vista
axiológico, no nos referimos sólo al ámbito político. Se suele relacionar Democracia y
partidos políticos e, incluso, se llega a pensar que aquélla sería imposible sin éstos. Es
un error. El ejercicio de la autoridad se extiende a sociedades, instituciones,
organizaciones en los diversos ámbitos de la vida humana.

“Todos tenemos fines que no podemos conseguir por nosotros


mismos. Pero algunos de ellos los podemos alcanzar cooperando con otros
que comparten fines similares.
Para alcanzar determinados objetivos comunes, algunos cientos de
personas acuerdan constituir una asociación.” 5

Tiene razón el profesor Robert Dahl, catedrático emérito de Ciencias


Políticas de la Universidad de Yale. Todos tenemos fines que no podemos conseguir por
4
Aquino, T., “La Monarquía. Al Rey de Chipre”, Editorial Gredos, 2012, Madrid, Cap. I, p.674.
5
Dahl, R., “La Democracia – Una guía para los ciudadanos”, Taurus Pensamiento, 1999, Madrid, Cap. IV,
p. 45.

5
nosotros mismos. Necesitamos la colaboración de los demás. La autoridad que hombres
iguales eligen tiene por cometido conducir a los miembros de la sociedad hacia fines
valiosos. Su incompetencia o negligencia, no obstante, puede ser considerada motivo
justificado para deponerla y sustituirla por otra autoridad más competente.

4.1. Democracia - método y Fin

El premio Nobel de Economía, Friedrich A. Hayek, hace un interesante


análisis con respecto a este valor. El autor señala una diferencia entre el concepto de
Democracia y Liberalismo. Según Hayek, para un demócrata el límite de un gobierno
es la opinión mayoritaria, mientras que el liberalismo subraya los principios como
límites al poder coactivo de todo gobierno.

“El liberalismo considera conveniente que tan sólo sea ley aquello
que acepta la mayoría, pero no cree en la necesaria bondad de todo lo por
ella sancionado. Acepta la regla de la mayoría como un método de
decisión, pero no como una autoridad en orden a lo que la decisión debiera
ser. Para el demócrata doctrinario, el hecho de que la mayoría quiera algo
es razón suficiente para considerarlo bueno, pues, en su opinión, la
voluntad de la mayoría determina no sólo lo que es ley, sino lo que es buena
ley.” 6

En el razonamiento de Hayek, habría que destacar dos vertientes


importantes: la primera se refiere al método y la segunda a lo concerniente al fin.
En lo que respecta al método, Hayek apunta a la elección de una autoridad por una
mayoría de la población. Este es el proceso democrático, el más adecuado si
consideramos que todos los ciudadanos ejercen su derecho al voto. Sin embargo, la
misma opinión mayoritaria que ha elegido al gobernante de turno, no puede ser
soberana en cuanto a los objetivos o decisiones que se tomen sobre el interés general. El
gobierno no puede aprobar una ley sobre un tema de relevancia social, siguiendo
cualquier determinada orientación sólo porque así lo reivindica la opinión mayoritaria.
Este no debe ser el criterio, según Hayek. La opinión pública no es soberana en cuanto a

6
Hayek F., Los Fundamentos de la Libertad, Unión Editorial, S.A., 2008, Madrid, Cap. VII, 1, p. 142.

6
los fines sobre los que se debe legislar. “Para determinar lo que queremos que acepten
los otros precisamos de un criterio distinto del de la común opinión de la mayoría.”7
El criterio para determinar los fines, lo encuentra Hayek en la doctrina del
liberalismo:

“Los liberales consideran muy importante que los poderes de


cualquier mayoría temporal se hallen limitados por principios. Para el
liberal, la decisión de la mayoría deriva su autoridad de un acuerdo más
amplio sobre principios comunes y no de un mero acto de voluntad de la
circunstancial mayoría.” 8

Los principios - que en nuestra terminología equivale a los valores


éticos– serían los criterios que establecen los límites al poder de la autoridad elegida. En
efecto, en cuanto a los fines valiosos el gobernante o la autoridad elegida, no tendría
otra opción que acatar lo exigido por los principios o valores correspondientes, aunque
ello suponga adoptar medidas impopulares.
No obstante, para lograr estos fines, se despliega un campo de medios a
elegir, en el que la opinión mayoritaria sí tendría voz decisiva. Esta toma de decisión
por parte de todos enlaza con el valor ético de participación ciudadana que veremos más
adelante. Lo importante a destacar ahora es la distinción que hace Hayek entre el
método o proceso democrático, por una parte, y la participación en el fin en sí, por otra.
En Axiología, ambos aspectos, método y fines, se unen en el valor que
llamamos Democracia. Una persona igual a todos los demás es investida de autoridad
sobre los demás para lograr los cauces hacia los fines o principios, según la
terminología del defensor del liberalismo, Friedrich Hayek. Pero la diferencia en
Axiología, es aún de mayor calado. Ejercer la autoridad es ya un fin en sí mismo, que el
valor Democracia otorga. No es la opinión mayoritaria la que fundamenta la autoridad
como tal..

“La decisión de un grupo humano atribuyendo a uno de sus


miembros poder sobre los demás, que estuviera apoyada única y
exclusivamente en la voluntad de los electores, mínimamente convierte al

7
Hayek, F., Ibidem, Cap. VII, 1, p. 143.
8
Hayek,F., Ibidem, Cap. VII, 1, p.145.

7
elegido en un ser superior, nada menos que con autoridad para mandar a
los demás, y tampoco explica por qué éstos deban obedecerle en
conciencia, como se obedece un valor ético.” 9

La Democracia es un valor ético universal y generalizable. Es, por tanto,


una verdad lógica, una realidad valiosa en la que el gobernante o autoridad participa. Su
autoridad procede de esta verdad o valor, no del pueblo soberano, por muy impactante
que esto pueda parecer. En cuanto al método, la elección por la mayoría es el
procedimiento democrático a través del cual todos ejercen el derecho a votar. Método y
fin o principio se unen en un mismo concepto: Democracia.
Pasemos al siguiente valor ético en la escala, la Suficiencia.

5. El valor Suficiencia

El siguiente valor en la escala aquí propuesta se denomina Suficiencia y


consiste en el respeto a la propiedad. Constituye uno de los subvalores de la Paz y se
reduce al valor superior de Respeto, más precisamente, el Respeto Moral a la persona.
El puesto de la Suficiencia en la jerarquía axiológica se explica por la necesidad que
tiene el individuo de bienes materiales para poder realizar valores. El hombre necesita
un mínimo de medios, como alimentación, vestido, vivienda, sanidad o educación para
poder vivir valores. Sin este mínimo material, es imposible desarrollarse desde el punto
de vista ético. Una persona que no tiene qué comer, no puede pensar en cuestiones
éticas. Primero tendrá que alimentarse.
Por otra parte, la actitud ante dichos medios materiales, imprescindibles
para realizar fines valiosos, debe ser una actitud de respeto. No robar, como tampoco
destruir o dañar objetos, instrumentos o bienes de propiedad privada o pública, es lo
mínimo que se debe exigir para que haya relaciones pacíficas entre las personas y, con
ello, un equilibrio necesario en la sociedad. La institución jurídica de la propiedad
viene precisamente a avalar este valor ético.
Ahora bien, estamos hablando de respeto a los bienes económicos, pero
antes habrá que producirlos, o si se prefiere, habrá que transformar técnicamente los
recursos que nos proporciona la naturaleza para obtener los bienes materiales que

9
Méndez, J.M., Curso Completo sobre Valores Humanos, PPU, S.A., 2006, Barcelona, Sesión 16, p. 271.

8
necesitamos. Aquí entramos en el ámbito de la economía, entendida como ciencia de los
medios, y sobre esta cuestión quisiera hacer, brevemente, algunas observaciones.

5.1. Economía sometida a fines valiosos

El primer punto que quiero destacar concierne a la relación entre ética y


economía. Ésta, como podemos constatar, se halla en el contexto axiológico del valor
Suficiencia. La economía estaría sometida a este valor. Los recursos naturales que
gestiona, y los medios materiales que produce el ámbito económico, tienen como fin
proveer al hombre de los bienes necesarios para vivir y ascender en la escala de valores.
Sin embargo, en la actualidad, todo indica que las cuestiones de orden
económico están desconectadas de la ética. Gunnar Myrdal, renombrado economista del
siglo XX, escribió una obra -The Political Element in the Development of Economic
Theory - en la que refleja, en cierto modo, la opinión mayoritaria respecto a la ciencia
económica. José María Méndez lo recoge en su libro Relaciones entre Economía y
Ética, escrito en 1970.

“La ciencia económica no puede pronunciarse sobre cuestiones de


valor. Hay sólo una frontera que debe ser trazada y nunca rebasada. Es la
frontera entre el conocimiento empírico positivo y las especulaciones
metafísicas. Las ciencias sociales deben desconfiar sobre todo de la
especulación normativa o teleológica.” 10

Este es el pensamiento que ha predominado y que aún se mantiene en el


presente: la economía nada tiene que ver con especulaciones éticas o metafísicas. En un
principio, la economía parece limitarse a manejar datos empíricos, basados en la
experiencia para obtener el máximo rendimiento. En parte, es así. Pero no nos
olvidemos que el rendimiento le es útil al hombre. No podemos excluir el componente
humano de la ciencia económica y, por ende, claudicar ante las desigualdades que
generan, de modo natural, las leyes de mercado.

10
Méndez, J. M., Relaciones entre Economía y Ética, Confederación Española de Cajas de Ahorros,
1970, Madrid, p. 9. Méndez recoge estas palabras escritas por el premio nobel en Economía, Gunnar
Myrdal en la obra The Political Element in the Development of Economic Theory (Londres, 1955), 206 y
155. Reprint de la edición inglesa.

9
Años más tarde, el propio Gunnar Myrdal, premio Nobel de Economía en
el año 1974, se dio cuenta de la equivocación manifiesta en sus palabras y trató de
corregirlas en el Prólogo de la edición inglesa de la misma obra. Méndez también lo
refleja en el mismo capítulo de su libro:

“Los hechos no se organizan a sí mismos en conceptos y teorías sólo


porque los observamos. Existe un ineludible elemento a priori en todo
trabajo científico.”11

En un contexto axiológico, el elemento a priori al que se refiere Myrdal es


el fin valioso o, si se prefiere, un valor ético. Aquí se trata de la Suficiencia. Las
consideraciones teleológicas deben primar sobre los datos empíricos.

5.2. Libertad positiva y libertad negativa

Si nos adentramos en el las leyes que rigen el contexto económico, nos


encontramos con un elemento esencial, la libertad. La libertad es necesaria para que el
hombre pueda crear asociaciones, instituciones o empresas con la finalidad de responder
a las exigencias del valor Suficiencia. A este respecto, escribe el también célebre
economista de la escuela austríaca, Friedrich A. Hayek las siguientes palabras:

“La libertad presupone que el individuo tenga cierta esfera de


actividad privada asegurada; que en su ambiente exista cierto conjunto de
circunstancias en las que los otros no pueden interferir.”12

Libertad y seguridad jurídica constituyen dos importantes factores


reivindicados por los defensores del liberalismo económico, como Hayek. En efecto,
son dos elementos claves en la consecución de cualquier fin valioso. El primero, la
libertad, es fundamental para permitir que la creatividad humana disponga de los
medios necesarios para la consecución del fin propuesto. Entiéndase por fin propuesto el
fin relacionado con este contexto, es decir, el valor ético Suficiencia. El segundo
elemento, la seguridad jurídica, implica la estabilidad necesaria, de manera que la

11
Méndez, J.M., Ibidem, p. 10
12
Hayek, F.A., op.cit., Cap.1, 1, p. 34.

10
empresa no se vea perjudicada por intervencionismos o conductas antivaliosas. Ahora
bien, habría que matizar el concepto de libertad.
En Axiología diferenciamos la libertad positiva de la libertad negativa.
La primera se refiere al libre albedrío o la voluntad del individuo, la cual es libre de los
determinismos de la naturaleza causal. Los entes en la naturaleza obedecen al proceso
de causa y efecto. Hay una parte en el hombre -el aspecto material o cuerpo- que sigue
este mecanismo. Si me corto la mano, mi mano se desangrará. Pero, hay otro importante
aspecto en el ser humano que es su libre albedrio, su voluntad, por encima de este
proceso de causa y efecto. Se trata de la libertad positiva, el plus de determinación
respecto a la naturaleza, como diría Hartmann. La libertad positiva es la que orienta al
hombre en cuanto a los fines. Somos libres positivamente para responder a lo exigido
por los fines valiosos.
La libertad negativa, en cambio, consiste en el campo de posibilidades
disponibles para la consecución del fin libremente decidido por la voluntad. La libertad
en sentido negativo elige los medios adecuados para la realización del fin. Ambos
conceptos son objetos de continuos errores. En numerosas ocasiones, se nos cierra el
campo de alternativas para lograr el fin y nos encontramos desprovistos de libertad
negativa, pero nunca nos pueden privar del libre albedrío o libertad positiva.
El economista Hayek, nos proporciona un ejemplo my ilustrativo en su
obra Los Fundamentos de la Libertad.

“El montañero que escala un pico difícil y que ve sólo un camino


para salvar su vida es incuestionablemente libre, aunque difícilmente
podría decirse que tiene posibilidad de elección.”…” Si aquel montañero
cayese dentro de una gruta y fuese incapaz de salir de ella, sólo en sentido
figurado podría decirse que carecía de libertad.” 13

Al caer en una gruta, se le reducen al montañero las vías de actuación o


libertad negativa, pero mantiene el libre albedrío o su libertad positiva a través de la
cual, puede aceptar su circunstancia o rechazarla. “Aunque otra cosa no pueda hacer
sino esperar la muerte, puedo hacerlo para bien o para mal. Para hacer el bien o el
mal con mis pensamientos o decisiones íntimas.” 14

13
Hayek, F.A., op.cit., Cap.1,1, p. 34.
14
Méndez, J.M., op.cit., Sesión 9, p. 156.

11
Nuestra libertad positiva o libre albedrío, por tanto, responde a lo exigido
por los valores, y nuestra libertad negativa elige entre los varios medios para la
consecución del fin o correspondiente valor. Para actuar en el ámbito económico, se
requiere un campo de alternativas en el que se pueda utilizar y racionalizar los medios
para lograr, de manera eficiente y eficaz, el fin ético o estético que la libertad positiva
propone a priori.

5.3. Desigualdades sociales – redistribución axiológica

Para que la economía sea eficaz y proporcione abundancia de medios o


bienes, hay que respetar, según los economistas, el principio de libertad negativa tanto
para la oferta como para la demanda. Esto sería un primer paso. En segundo lugar está
el respeto a los recursos que la Naturaleza nos proporciona tanto para la demanda como
para la oferta.15 Esta es la base de lo que denominamos leyes del mercado. Estas leyes
están, por tanto, insertas en la Naturaleza causal y como todo fenómeno natural están
sujetas a las desigualdades propias de la Naturaleza: un cantante de voz excepcional
obtendrá mayores rendimientos que el cantante menos favorecido por la naturaleza y de
voz mediocre. Las leyes de mercado proporcionan un elevado rendimiento cuando se
utilizan bien los recursos naturales a disposición, pero el reparto de los bienes
producidos es injusto desde el punto de vista ético.

15
J.M.Méndez en el libro Curso Completo sobre Valores Humanos, nos proporciona unas ideas mínimas
pero cruciales sobre los factores que intervienen en la Economía. Este es el resumen:
“¿Por qué las diabólicas leyes de la oferta y la demanda hacen que un excepcional tenor, soltero, rico por
su casa y mala persona, gane veinte veces más que un cantante mediocre, sin más capital que su
trabajo, casado, con diez hijos y excelente persona? Por dos principios de libertad y dos hechos de la
naturaleza.
Principio de libertad para la oferta. Cualquiera que piense que puede ganarse la vida cantando Opera,
que lo haga, sin trabas ni impedimentos.
Principio de libertad para la demanda. Cualquiera que le guste la Opera, que gaste su dinero oyendo al
cantante que prefiera, sin trabas ni impedimentos.
Hecho de la naturaleza para la oferta. De 100 cantantes de Ópera, sólo 3 ó 4 son excepcionales. En
cambio, los mediocres abundan.
Hecho de la naturaleza para la demanda. De 100 oyentes, a 95 les gusta más el cantante excepcional
que el mediocre, y sólo 5 no distinguen entre uno y otro.
Si se respeta la naturaleza y la libertad de las personas – lo que en principio todos debieran aceptar -,
entonces los cuatro factores anteriores se encargan de que el cantante excepcional gane veinte veces
más que el mediocre.” Méndez, J.M:, Curso Completo sobre Valores Humanos, PPU, S.A., Barcelona,
2006.Anexo 29b, pág. 495.

12
Con todo, respetar los principios de la libre economía es lo correcto, si
queremos sociedades desarrolladas. Pero encumbrar las leyes de mercado al margen de
cualquier consideración ética, no contribuye a reducir las enormes desigualdades que
derivan precisamente del liberalismo económico. Hay que dar un paso adelante y
emprender lo que Méndez denomina redistribución axiológica.
¿En qué consiste la redistribución axiológica? Consiste en complementar
el reparto injusto de la riqueza producido por las leyes de mercado mediante una nueva
distribución, y atender así a las necesidades esenciales de los que no pueden acceder al
mercado de bienes. Se trata de responder a lo exigido por el valor Suficiencia que
estamos comentando. Asimismo al ser la Suficiencia un valor ético obligatorio, la
redistribución axiológica tiene también un carácter de obligatoriedad. La educación
básica y gratuita, por ejemplo, es una forma de redistribuir la riqueza. Actualmente es el
Estado quien proporciona este bien imprescindible. Pero la creatividad humana, a través
de asociaciones, instituciones o empresas, puede perfectamente sustituir o
complementar el papel del Estado cuya eficiencia es dudosa. En ocasiones, nefasta. La
responsabilidad social, como cumplimiento del valor Suficiencia es también un deber
ser para la iniciativa privada.

5.4. Diversificar la oferta y demanda de productos – ascender en


la escala de valores.

El valor Suficiencia, como vemos, atañe al respeto a los medios


económicos para la realización de valores propios o fines valiosos. El suministro de
estos bienes supone, por otra parte, producirlos o transformar los recursos naturales en
bienes de utilidad y esto, a su vez, corresponde al valor Laboriosidad o Trabajo.
No vamos a extendernos en la definición de este valor ético, pero sí comentar el grave
problema de escasez de trabajo. Es un tema cuya cuestión de fondo está igualmente
relacionada con la no aprehensión de nuevos valores como diría Scheler.
En los últimos años, hemos asistido al incremento de la innovación
tecnológica en el ámbito laboral. La automatización en las industrias y la
informatización en todos los sectores de la economía, han sustituido el trabajo manual
desplazando a trabajadores de sus puestos, sin perspectivas laborales en el futuro. Nos
encontramos con que sociedades de alto grado de desarrollo en Occidente, se ven
azotadas por una elevada tasa de paro. No voy a argumentar las causas, puesto que esto

13
sería la labor de un economista, pero se podrían atribuir los motivos de esta lacra del
desempleo a una cierta ausencia de consideraciones de carácter axiológico.

“La Economía inhumana”, escribe Méndez, “que es otro funesto


efecto o consecuencia del error básico del Economicismo americanista, o
sea, la pretendida independencia de la Economía respecto a los valores, o
lo que es igual, la conversión de los medios en fines.”16

Un análisis axiológico de la cuestión señala, en un primer momento, al


excesivo materialismo que impera en Occidente. Los medios, destinados a la realización
de valores propios, se han convertido en fines. Tener un coche, por ejemplo, un medio
de transporte y de utilidad limitada, se convierte en un objetivo central. Enriquecerse ha
pasado a ser el objetivo o fin prioritario para muchos. En otras palabras, desvincular la
producción de bienes de cualquier implicación ética. Producimos un exceso de bienes
materiales, a la vez, que se sufrimos una inquietante y elevada tasa de paro.
Por otra parte, la transformación tecnológica a la que he aludido antes,
nos permite disponer de más tiempo libre para el ocio, es decir, la cultura, el deporte, las
amistades, – lo que en Axiología denominamos valores estéticos.
Ambas consideraciones nos conduce a plantear el valor Suficiencia por
una parte, como la producción y respeto a la propiedad de bienes materiales, entendida
la persona desde el punto de vista físico. Y, por otra parte, el valor Suficiencia implicaría
la producción y respeto a la propiedad de bienes espirituales, teniendo en cuenta la
vertiente espiritual del ser humano.
Esta dualidad del ser humano permite ampliar el horizonte de
posibilidades en el campo económico. Recuerden la economía es una ciencia de medios.
Y los medios económicos tendrán el correspondiente valor instrumental siempre y
cuando estén vinculados a los fines o valores propios. Bien orientada la libertad positiva
o libre albedrío, la libertad negativa sabrá reducir los medios materiales – y ello implica
el valor Austeridad - y crear otros medios que nos conduzcan hacia la vida estética.
Esto supone ascender en la escala de valores y entrar en el campo estético. Un ascenso
axiológico considerable.

6. El valor Subsidiaridad
16
Méndez, J.M., op.cit., Sesión 29, p. 487.

14
Sigamos descubriendo nuevos valores. El siguiente en nuestra escala es el
valor Subsidiaridad, otro subvalor de la paz. La Subsidiaridad consiste en respetar los
vínculos sociales. La organización del tejido social debe tener en cuenta “la mayor o
menor proximidad de los vínculos entre personas.” Como todo valor ético, el valor
Subsidiaridad es también generalizable y universal. Su definición o contenido material
es: “que la sociedad superior no haga lo que puede hacer la inferior; que se ocupe sólo
de lo que la sociedad inferior no puede alcanzar por sí misma”.17

El principio de subsidiaridad fue introducido en la doctrina social de la


Iglesia con la publicación, en mayo de 1931, de la encíclica Quadragesimo anno de Pio
XI . Este importante principio consiste en que la autoridad suprema del Estado permita,
a las asociaciones inferiores, resolver los asuntos de menor importancia de que ellas son
capaces, y se reserve para sí aquellos que son de su exclusiva competencia y solo él
puede llevar a cabo. Así lo describe la encíclica:

“Es verdad, y lo prueba la historia palmariamente, que la mudanza


de las condiciones sociales hace que muchas cosas que antes hacían aun
las asociaciones pequeñas, hoy no las puedan ejecutar sino las grandes
colectividades. Y, sin embargo, queda en la filosofía social fijo y
permanente aquel importantísimo principio que ni puede ser suprimido ni
alterado; como es ilícito quitar a los particulares lo que con su propia
iniciativa y propia actividad pueden realizar para encomendarlo a una
comunidad, así también es injusto, y al mismo tiempo de grave perjuicio y
perturbación para el recto orden social, confiar a una sociedad mayor y
más elevada lo que comunidades menores e inferiores pueden hacer y
procurar. Toda acción de la sociedad debe, por su naturaleza, prestar
auxilio a los miembros del cuerpo social, mas nunca absorberlos y
destruirlos”. (Quadragesimo anno, n. 23). 18

En efecto. Una vez aclarados los fines que dan sentido a la vida humana,
como son los valores éticos y estéticos, lo ideal es que la sociedad, a nivel mundial, se
articule de manera que todos podamos vivir la ética y, en un grado superior, la estética,
17
Méndez, J.M., op.cit., p.292.
18
Texto citado en el artículo “El Principio de subsidiaridad en la Iglesia. Breve historia, discusiones
recientes y campos de aplicación práctica” del Profesor Dr. Carlos Schickendantz de la Universidad
Católica de Córdoba, en la Revista Teología y vida, v. 42 n.3 Santiago, 2001.

15
sin obstáculos derivados de totalitarismos o intervencionismos estatales. A primera
vista, esto es una utopía. Pero, en realidad, se trata de un deber ser formalizable. Y si es
un debe ser, entonces puede ser. (Θa →∏a) 19. Otra cosa es que la ceguera axiológica o
el egoísmo del hombre no le permita alcanzar tan sublime ideal. El proceso de
unificación de Europa representa un paso importante en la dirección de la Subsidiaridad.

6.1. Proyección de los valores en una dimensión geo-demográfica -


autonomía hacia el estado soberano.

Hemos visto anteriormente las dos dimensiones que proyectan los valores,
la altura (A), según el mérito, y la fuerza (F) según la prioridad o sociabilidad de los
valores. Estas son las dos dimensiones altura-fuerza, según la tesis Scheler-Hartmann.
La Subsidiaridad proyecta todos los valores en una tercera dimensión geográfica y
demográfica (G), como podemos observar en el anexo 2. Esta tercera dimensión permite
que las sociedades más pequeñas tengan autonomía en la toma de decisiones, según la
fuerza, y las sociedades más amplias y mejor dotadas en materia de recursos, puedan
asumir la responsabilidad en los asuntos según la altura.
Aclaremos estos conceptos mediante ejemplos. En el ámbito estético y
religioso, la tendencia es hacia abajo, es decir, la proyección de estos valores en la
sociedad obedece a la prioridad de la persona y, por tanto, en un conflicto de
competencias, concede la primacía a organizaciones cuyos vínculos sociales son más
estrechos. El ejemplo más palmario es el de la familia. Si los padres quieren que sus
hijos se eduquen en el idioma oficial del país, en este caso el castellano, el estado no
debe poner obstáculos a ello.
Otro ejemplo lo tenemos en el deporte. Hay federaciones de cada deporte
a nivel mundial, nacional, regional, que desembocan en clubs locales. La ley de altura
proyectada en la dimensión geo-demográfica, como señala el anexo 2, indica que las
sociedades más pequeñas – familia, municipio, región - tienen autonomía y poder de
decisión” sobre las cuestiones más elementales. Esta es la idea que pone de manifiesto
la encíclica de Pio XI: en cuanto a la iniciativa se refiere, la prioridad la tiene los entes
inferiores frente al estado soberano, sobre todo en los ámbitos estético y religioso. No

19
Este es uno de los teoremas de la Lógica Modal en el que el símbolo Θ significa ser necesario o deber
ser y el símbolo ∏, representa la contingencia puede ser. El teorema se traduce por, Si a debe ser,
entonces a puede ser, pero no al revés.

16
obstante, la idea de Pio XI cubre tan sólo una parte del valor Subsidiaridad. La segunda
mitad se refiere al estado independiente.

6.2. Proyección de los valores en una dimensión geo-demográfica -


organizaciones superiores al estado independiente.

En el anexo 2, observamos como los dos grandes estratos, el económico y


el ético, tienden hacia organizaciones más grandes (en la dimensión G, la flecha en el
anexo indica que la tendencia de estos valores universales es ascendente - hacia el nivel
mundial). A nivel económico, las empresas multinacionales cruzan fronteras y se
instalan allí donde la demanda requiere sus servicios. Aunque sus objetivos, en el fondo,
atiendan más bien a oportunidades de negocio y ganancias, hay que reconocer que,
desde un punto de vista teórico, la globalización a nivel económico, corresponde, en
cierto modo, a cumplir, parcialmente, la exigencia del valor Subsidiaridad.
Otro ejemplo lo tenemos en el valor ético de Respeto. Tanto la sanidad
como los temas relacionados con el código penal están ambos insertos en el valor ético
de Respeto a la persona, el cual, constituye, a su vez, un valor universal y, por tanto,
generalizable. ¿Por qué no crear una legislación única que regule y proteja su
cumplimiento? En cierto modo, esto ya se produce en la Unión Europea. El Tribunal de
Justicia europeo es una institución jurídica que viene a corroborar el respeto a la persona
en diversos ámbitos. Pero esto puede perfectamente extenderse a los demás valores
éticos que conforman la escala axiológica. Unificar las legislaciones en materia fiscal,
laboral, o educativa, contribuye, por una parte, a romper la independencia de los
departamentos estancos que constituyen los estados y, por otra, permite dar continuidad
a la organización de la sociedad según el criterio marcado por el valor Subsidiaridad.
Hay que destacar que esta segunda parte de la Subsidiaridad subyace en la laboriosa
construcción de la Unión Europea. En efecto, es una construcción difícil pero de gran
envergadura y con fundamento axiológico.

6.3. La independencia y soberanía del Estado

El Estado actual creado a comienzos de la Edad Moderna, absorbe el poder


tanto hacia adentro como hacia afuera. Con respecto a su territorio y población, el
Estado representa la máxima autoridad en todos los órdenes. Es soberano, posee la

17
autoridad suprema sobre los súbditos. Hacia el exterior, el Estado es independiente. No
permite la injerencia de otros Estados en los asuntos internos, aunque éste quebrante
sistemáticamente valores tan prioritarios, implícitos en el respeto a los derechos
humanos. Sin embargo, ambos calificativos, soberano e independiente, denotan una
ruptura de la continuidad, que requiere el valor Subsidiaridad, en la articulación de las
estructuras sociales, tanto a nivel económico como a nivel ético o estético.
El estatismo predominante en la actualidad, ha estado vigente durante
siglos. John Locke, filósofo empirista inglés, entre otros pensadores, ya realzaba, en el
siglo XVII, la concentración del poder en manos del Estado:

“Casi resulta prácticamente imposible poner la fuerza del Estado en


manos distintas que no estén subordinadas, o entregar los poderes
ejecutivos y federativo a personas diferentes que puedan actuar separadas.
De hacerlo así, la fuerza pública estaría bajo mandos diferentes, lo cual
causaría tarde o temprano el desorden y la ruina.” 20

Este razonamiento se opone al valioso objetivo de la Subsidiaridad, el cual


descentraliza el poder del omnipresente Estado. El Estado no es un fin en sí mismo. Y
las corrientes políticas conocidas por Derecha e Izquierda, no tienen ningún sentido en
un contexto de conciencia axiológica.21 La clasificación política según los idearios o
ideología, poco o nada tiene que ver con un contexto axiológico en el que todos, ya sean
de derecha, izquierda o de centro, tienen, como seres dotados de libre arbitrio, un arco
infinito de fines o valores objetivos ante sí. Es, por tanto, una clasificación que, tuvo un
cierto sentido en su momento, dada la ignorancia axiológica que cubre la historia, pero,
en la actualidad, carece completamente de sentido.

20
Locke J.,Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Alianza Editorial, S.A., 2010, Madrid, Cap.12, p.153.
21
Como es sabido, esta separación de la política entre derecha e izquierda, tiene su origen en la
Asamblea Nacional Francesa de Septiembre de 1789. Durante un debate sobre el peso de la autoridad
real ante el poder de la asamblea popular, los diputados partidarios del veto real se reagruparon a la
derecha del presidente de la asamblea constituyente y, los opositores a este veto se reunieron a la
izquierda. Después de la Revolución Francesa, esta separación se instauró en la cultura política. En el
siglo XIX se extendió por toda Europa y, en 1830, se propagó por Sudamérica bajo la influencia de la
Revolución. Tanto la derecha como la izquierda representan sendos idearios políticos. La derecha
abandera el ala más conservador. La izquierda, a su vez, es defensora de los principios heredados de la
Revolución. Entre ambas corrientes se sitúa el centro.

18
No sólo detenta el Estado el poder supremo. En la actualidad, no pocos
países de Occidente se han desvinculado del valor Austeridad y han pasado a retener,
además, gran parte de los recursos económicos para mantener una aparatosa máquina
estatal. A la vista de todos está la deuda acumulada por estos Estados (se acerca y, en
ocasiones, sobrepasa el 100 % de la producción nacional).
En una sociedad en la que se vive el valor Subsidiaridad, los súbditos no
están solos ante el poder del Estado. Son, más bien, ciudadanos que participan en
distintas asociaciones, instituciones, empresas u organizaciones que, a su vez,
conforman el tejido social. Sin embargo, este es un ideal que está aún muy lejos de la
vida real actual.

6.4. Nacionalismo – el antivalor estatalismo

El nacionalismo tiende a la creación de un nuevo Estado soberano e


independiente. Con ello, extiende el antivalor que aquí denominamos estatalismo. Para
lograr su objetivo, los políticos que enarbolan el derecho a la autodeterminación,
utilizan valores propios de la cultura de un pueblo, como es el idioma o la historia, con
la intención de apelar a los sentimientos nacionales y, así, crear el caldo de cultivo
necesario para reivindicar la formación de un Estado. Este procedimiento no es
novedoso. El pensador alemán Johann G. Fichte, en su obra “Discurso a la nación
alemana” (Reden an die deutsche Nation), escrita en el siglo XIX, vincula la ética del
pueblo alemán al idioma en el que se expresa. De esto modo, contribuye a crear una
identidad propia alemana.
“Un examen más minucioso haría tal vez ver que los pueblos
germánicos que aceptaron la lengua romana profanaron su ética antigua
mediante símbolos inadecuados y extraños.”22

Si nos atenemos al elemento lingüístico como factor para la construcción


nacional y lo aplicamos a los miles de idiomas existentes, podríamos multiplicar los
200 Estados reconocidos actualmente en más de mil Estados soberanos con todos los
gastos inútiles que ello conlleva.

22
Fichte, J.G., Discurso a la nación alemana (Reden an die deutsche Nation), Editorial Tecnos, S.A.,1988,
Madrid, p.75

19
“Ante todo una reflexión de sentido común”, escribe J.M.Méndez.
“Se estima en 5.000 las naciones que hay en el mundo. La cifra se basa en
las diferentes lenguas existentes. Y hay unos 200 estados reconocidos.
Pasemos pues a 5.000 estados soberanos” (…) “¿Es eso una ventaja para
la humanidad, algo que beneficie a todos los humanos?”23

Estamos ante un error axiológico que puede tener importantes


consecuencias sociales. Los elementos culturales como el idioma, las tradiciones o
costumbres, el deporte y tantos otros componentes constituyen valores que, a diferencia
de la ética, no son obligatorios porque no se pueden generalizar. Son valores estéticos y
forman parte de un estrato superior a la Ética. Fichte confunde dos estratos axiológicos,
el ético con el estético. Del mismo modo, se equivocan los políticos que, en nombre de
un Estado soberano y, mediante su poder de coacción, tratan de imponer valores que,
por su misma esencia, no pueden constituir mandatos.
El tan aclamado derecho a la autodeterminación va en contra de lo
exigido por el valor de la Subsidiaridad. No es generalizable. Los que se atienen a esta
reivindicación no aportan nada al desarrollo de la sociedad sino más bien lo contrario.
Contribuyen a interrumpir un proceso de construcción social que permita la
participación de los ciudadanos en asuntos públicos que conciernen a todos.
Un Estado soberano e independiente fomenta, en cierto modo, el
ensimismamiento de una nación. Los beneficios que ello pueda producir estriban en los
privilegios que la creación del Estado genera para la clase política. Ésta pretende
administrar todos los ámbitos de carácter público a costa de sus súbditos.
Por otra parte, de la obsesión por independizarse o autodeterminarse,
propia del nacionalismo, se desprende un desprecio hacia otros pueblos. “Pero sobre
todo el nacionalismo envía siempre este mensaje axiológicamente envenenado. “Sólo
amas lo nuestro, si desprecias lo ajeno. Si amas lo ajeno, eres un traidor.”” 24 El amor a
las raíces culturales es natural. Sin embargo, hay una línea que marca la diferencia entre
un nacionalista y un patriota. El patriota ama sus raíces, su cultura, su historia. Procura
transmitirla, pero nunca imponerla. Respeta las demás tradiciones culturales. El
nacionalista, en cambio, trata de imponer los elementos culturales, a la vez que impulsa

23
Méndez, J.M., Curso Completo sobre Valores Humanos, PPU,S.A., 2006, Barcelona, Sesión 14, p.293.
24
Méndez, J.M., Curso Completo sobre Valores Humanos, PPU,S.A., 2006, Barcelona, Sesión 14, p.293.

20
un sentimiento de desprecio hacia lo ajeno. Esta actitud de desdén hacia lo lejano
evidencia la escasez de altura de miras necesaria para el desarrollo de una sociedad.

“El amor al más lejano”, escribe Nicolai Hartmann, “busca una


dimensión distinta del obrar, un seguir obrando que sobreviva. Es la
“virtud inmortal” platónica.”25 (…) “sabe que siempre hay lo venidero y
que existe la ofensa de la indiferencia hacia ello.”26

Un futuro próspero implica sólidas bases éticas en el presente. Para


lograrlo, la colaboración de todos los individuos, independientemente de los rasgos
culturales, es imprescindible. Todos tienen, no ya el derecho, sino el deber de participar
y desarrollarse como ciudadanos.

7. Participación ciudadana - el valor Pancracia

Llegamos al valor de la participación ciudadana, título de esta ponencia.


El término utilizado en Axiología es Pancracia, que en griego significa participación de
todos. No se trata de un subvalor de Respeto, sino de Justicia. Para mejor entender esta
clasificación, aclaremos que el valor Justicia implica dos consideraciones importantes:
la primera se refiere a la Justicia general que, en términos axiológicos, significa dar lo
suyo a la sociedad y, la segunda, la Justicia particular, o dar lo suyo al individuo
concreto con quien estamos en deuda. El valor Pancracia está inserto en la primera, la
Justicia general, puesto que, participando de forma activa, el individuo puede contribuir,
de algún modo a la edificación de la sociedad.
En los apartados anteriores, hemos comentado el valor Respeto y los
correspondientes subvalores, Democracia, Suficiencia y Subsidiaridad. Su
cumplimiento equivale a permitir que la persona crezca moralmente a través de la
sociedad. La primera ley axiológica concede prioridad a la actualización de estos

25
Hartmann, N., ETICA, Ediciones Encuentro S.A., 2011, Madrid, Cap. 55, e, p.527
Texto original: “Die Fernstenliebe sucht ein anderes Ausmaβ des Wirkens, ein Fortwirken, das überlebt.
Sie ist die Platonische “unsterbliche Tugend”. Hartmann, N.,ETHIK, Walter de Gruyter & Co., Berlin, 1962,
Kapitel 55, e, Seite 491.
26
Hartmann, N., Ibidem, Cap. 55, e, p.526
Texto original: (…) “die aber weiβ, daβ es das Kommende immer gibt, und daβ es die Versündigung des
Gleichgültigen an ihm gibt.” Hartmann, N., Ibidem, Kapitel 55, e, Seite 490.

21
valores más fuertes y más sociales en la escala. Puestos en práctica o, respetadas las
condiciones necesarias, el individuo puede ahora participar y dar lo suyo a la sociedad.
La participación a la que aludimos, no obstante, no se restringe a la
política, sino que concierne a todos los ámbitos de la vida individual. Al igual que el
valor previo de la Subsidiaridad, la Pancracia se proyecta tanto en los distintos estratos
valiosos, éticos y estéticos, como en la dimensión geo-demográfica, siempre y cuando
los distintos grupos sociales estén articulados de forma subsidiaria y, se respete las
sociedades de menor tamaño. En éstas, los vínculos sociales son más cercanos y
personales, lo que facilita la participación del individuo. Es más accesible la toma de
decisiones a nivel regional en una empresa dedicada a la formación de profesionales en
el arte europeo, por ejemplo, que a nivel supranacional. La puesta en práctica de la
participación del ciudadano, o en este caso, del miembro de la empresa, requiere el
cumplimiento previo de la Subsidiaridad.

7.1. Responsabilidad del individuo

Responder a lo exigido por la Pancracia supone ejercer la ciudadanía de


manera responsable. Yo respondo de manera positiva a lo que me pide el valor. En la
antigua Grecia, el ciudadano se definía como aquél que participaba en los asuntos
públicos de la comunidad y tenía capacidad de decisión. Ser ciudadano era tener un
status político. La definición de Aristóteles es bien clara: “un ciudadano sin más por
ningún otro rasgo se define mejor que por participar en las funciones judiciales y en el
gobierno.”27. El ciudadano era, ante todo, un sujeto político que se autogobernaba por
su bien y, en consecuencia, por el bien de la comunidad. El autogobierno, es importante
para tomar las riendas de los asuntos públicos o concernientes a la sociedad a la que
pertenezco. Ser capaz de ejercer un control sobre mí y estar lo suficientemente
preparado para poder tomar parte activa en las decisiones, son factores imprescindibles
en el valor ético que estamos tratando. Por otra parte, participar activamente sólo es
posible en sociedades donde los vínculos personales son más cercanos. De ahí que la
Subsidiaridad sea un valor previo y, por tanto, más fuerte que la Pancracia o
participación de todos.
La ausencia de Subsidiaridad en los actuales Estados modernos no
favorece esos vínculos personales. El individuo se ve obligado a delegar la
27
Aristóteles: Política, Editorial Gredos, S.A., 2008, Madrid, Libro III, p.153 (1275a).

22
responsabilidad por todo lo que concierne al orden público en los partidos políticos. Su
participación se limita a poner el voto en las urnas cada cuatro años. En estas
condiciones, el ciudadano se ve apartado de la dirección de los asuntos que le
conciernen. Es simplemente gobernado como un súbdito. No ejerce una participación
efectiva. La realidad valiosa que aquí denominamos Pancracia, requiere un reparto de
la autoridad, de manera que el ciudadano pueda aportar lo suyo a la sociedad de la que
forma parte. Hoy disponemos de una tecnología lo suficientemente desarrollada para
vivir este valor. Basta pensar en los ordenadores y en su enorme potencial para la
comunicación. Estamos conectados a nivel global. Si nos detenemos a reflexionar, el
potencial tecnológico del que hoy disponemos, nos facilita vivir este y otros valores.

8. Fomentar una conciencia axiológica.

Volviendo al título de esta charla, hemos recorrido los valores que separan
la Democracia de la auténtica Participación ciudadana. Como pueden observar, la
escala de valores no se detiene en la Democracia. Hay todavía un largo camino por
recorrer. Hoy hemos realizado un pequeño, muy pequeño trayecto, desde la teoría.
Hemos descubierto, teóricamente, algunas realidades valiosas o, por utilizar otro
término, valores éticos de orden social.
Ahora bien, para seguir avanzando y, principalmente, para vivir estas
realidades, es imprescindible crear una cultura axiológica desde todos los ámbitos.
Fomentar una consciencia desde un prisma axiológico. Para ello, la educación en
Axiología (no voy a utilizar la tan manida expresión educar en valores por la
superficialidad que ello sugiere) es crucial. Su conocimiento requiere un esfuerzo
intelectual de no poca envergadura, y en la medida en que descubramos nuevos valores,
tendremos más posibilidades de crecer como personas. Hemos tenido, en este mismo
curso, en la conferencia del Prof D. López Quintás, la oportunidad de tomar conciencia
sobre qué significa crecer como persona. Esto es sólo un comienzo. Todavía nos queda
un largo camino por recorrer.
…………………

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