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1) Congrains Martín, Enrique: "No Una, sino Muchas Muertes", Embajada Cultural Peruana,
158. Las citas de páginas, en las notas sin otra indicación, se refieren a esta novela y
a esta edición.
2) El autor toma para título de la novela parte de un verso de Pablo Neruda, en "Alturas
de Macchu Picchu", III del Canto General, (Ediciones Océano, México, 1952, p. 42).
3) "Basural" es la palabra usada por el novelista.
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La novela se presta también a un análisis de lo omitido. Se
pueden entrever en ella las contradicciones de la sociedad capita-
lista, los tan debatidos temas de su fatal decadencia o del hombre
puesto al margen. Pero mi objetivo es otro. Intentaré en este estu-
dio una interpretación del personaje principal de la novela: Maruja.
Sin antecedente familiar o personal, se nos presenta sólo con este
nombre. Como Alejandro, El Michi, Fico y Pepe. "Un rostro común",
según una expresión corriente. Con esa carencia de raíces, la exis-
tencia de Maruja parece absurda; si el escritor no le otorgase cier-
tas cualidades modelares, lo sería evidentemente; pero la heroína de
esta novela, como todo legítimo héroe, posee algo excepcional; como
veremos, lo característico de la personalidad de Maruja es que está
hecha de lo común, pero que resulta fuera de lo común por su acti-
tud heroica. ( 4 )
Con esta impregnación de cuotidianidad, Maruja es un perso-
naje complejo, por estar enraizada en el mundo, participando de
su propia modificación y sufriendo las imposiciones de aquél. En
resumen: Maruja es un ser perplejo frente a sí misma y frente al
mundo. Antes de empezar su actuación sobre él y su crecimiento in-
terior a través de esa actuación, Maruja espera que nazca de sí otro
ser, que, siendo ella misma, sea al mismo tiempo algo más noble
y más humano. En ese estado ella es espectáculo de sí misma y
a la vez expectadora del mundo.
Frente a sí misma vive Maruja en un incesante juego de razo-
namientos del que participan sus apetencias, su sensibilidad y hasta
el contenido de su pensamiento. Y vela sobre su intimidad, que, a
su ver, está partida en ideas y sensaciones. Esa oscilación nos re-
vela ya el despertar de Maruja hacia su existir: la angustia nacida
de un inexplicable recogimiento interior. El personaje se asoma de
repente a la vida; y desde entonces su existencia es un caminar
optando entre sus ideas o sus deseos. Pero también, al asomarse,
puede ella encontrar la barrera de su propria contingencia; y de
hecho la encuentra en su natural inclinación a conformarse.
El apego inicial a su vida vulgar aparece en el ensordeci-
miento a llamadas interiores y puede observarse en los capítulos
que narran su existencia en función del lavadero o de Alejandro.
Constantemente quiere huir de "el atisbo de percepción que intuía
en si" ( 5 ). Ese apego ocasiona la vuelta al pasado, el pasado mun-
4) Este aspecto de la ejemplaridad del personaje está ràpidamente tratado por Anatol Ro-
senfeld en su estudio "Literatura e Personagem", incluido en " A Personagem de Ficção",
Edição da Universidade de São Paulo, pp. 7-41; en " A Personagem do Romance", del
mismo libro (pp. 43-76), la relación entre personaje y realidad está también tocada por
Antonio Càndido de Melo e Sousa.
5) p. 11.
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do amorfo de Maruja, ya que toda su vida había sido un tiempo per-
dido entre incidentes, una adaptación completa a la situación, la
dilución de sí ante las solicitaciones del mundo. Tal vez no exista
en toda la novela un párrafo que exprese mejor esa pérdida que
aquél en que se describen los sábados y domingos de Maruja: Ma-
ruja se evaporaba en medio de sus amigos, entregándose a todos,
pero no a sí misma, hundida en una "no prevista finalidad" ( 6 ). La
única finalidad de su vida eran los sábados, los domingos, los
amigos, y no un sábado especial o un domingo importante o un
amigo verdadero; porque todo se diluye en lo general, en lo im-
personal.
6) p. 12.
7) p. 19.
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absurda conservación. La conservación del tubo, que sobresale en-
tre las piedras del basurero, la estremece: porque no está parado,
está entero. Ese tubo, sin nada de excepcional pero entero, revela
a Maruja su dramática situación: él es más tubo entre las in-
mundicies del basurero que ella persona entre las personas de la
sociedad. Tal interpretación parece gratuita y lo sería, realmente, si
a la conservación enteriza del objeto no se le atribuyese un carácter
de absurdo y si su aparición no estuviese ligada a Maruja, como
ella misma piensa: "A lo ancho del colchón, delante de sus ojos,
aparecía el tubo fluorescente: el mal ejemplo del tubo fluorescente,
mostrando constantemente su absurda supervivencia, dándole una
pauta a sus ¡deas para que, a su vez, supervivieran" ( 8 ). De esta
relación tubo-Maruja, desarrollada en los párrafos siguientes, se
deduce claramente la importancia dada al objeto, no sólo como
instrumento del despertar humano de la protagonista, sino también
como su símbolo. El poder de análisis de Maruja, latente hacía
tanto tiempo, explica su pervivencia a pesar del ambiente anulador
en que vive. La relación duración del tubo-absurdo corresponde a la
relación vida de Maruja-absurdo. Pero la relación no termina ahí. Con
un examen más minucioso se llega a verificar que el tubo no sólo
resulta para Maruja una revelación de que existe como persona,
sino que pasa a ser el punto de partida de su verdadera existencia,
la cual comienza verdaderamente a los 15 años; esto es entraña-
blemente trágico y al mismo tiempo de extraña vitalidad. En toda
la novela, del pasado de Maruja sólo afloran actividades realizadas
a partir de su descubrimiento. Si, por acaso, alguna vez sus recuer-
dos rebasan aquel primer momento, luego se esfuman en el mundo
de lo impersonal. Sin embargo, los recuerdos de hechos anteriores
o posteriores al hallazgo del tubo, se ligan a este primer descubri-
miento del mundo, que es el verdadero, porque, al encontrarlo, se
descubre a sí misma. Evidentemente, la contradicción ofrecida es
tan de nuestra condición de seres contingentes que, en vez de de-
bilitarla, añade mayor fuerza a la novela. Me refiero a la con-
tradicción existente en Maruja que, si se liberta de cuanto la rodea
al hallar el tubo, queda, por otro lado, presa al tubo y a lo que él
significa; queda presa por la presencia insistente de la imagen del
tubo. Esta contradicción es aparente; porque se trata de dos situa-
ciones bien distintas: en la primera, anterior al encuentro del tubo,
Maruja estaba sometida a la apatía de lo cuotidiano, mientras en
la segunda, posterior al encuentro, está ligada al tubo como objeto
angustiante: son, pues, dos estados opuestos: el de la indiferencia
y el de la angustia. LLégase, así, a la conclusión de que el tubo
10) p. 24.
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fluorescente es el punto de referencia básico para otros acontecimien-
tos en la vida de la protagonista.
10) p. 24.
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ción, apenas brotado del continuo análisis de sí misma ante ias
cosas visibles y sensibles, y a se manifiesta con toda su fuerza en
el tiempo de la acción novelesca. Maruja se presenta, así, indecisa,
con angustiosa penumbra en el alma; indecisión y angustia que
evolucionan lentamente, a través de impresiones dejadaas por acon-
tecimientos en el espacio de dos años.
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bién del vacío que slente dentro de la palabra ya encontrada,
cuyo significado se le esfuma aumentándole la conciencia angustiosa
de su enajenamiento. Esta tragedia íntima — la incapacidad de co-
municación por la palabra — llena al personaje de un contenido
humano que difícilmente se halla en la novela realista (o neorealis-
ta). Si el estado de oscilación desaparece completamente al entre-
garse el personaje a la acción, la palabra continuará angustiándole,
al hacerle estremecer en los momentos de opción ( 12 ).
12) Frecuentemente en la novela Maruja toma conciencia de que la palabra carece de signi-
ficado. Hay pasajes en que piensa que hablar resulta una pérdida de tiempo.
13) p. 11.
14) p. 11.
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En otra vertiente de esa angustia, saltando ya hacia el futuro,
descubrimos otro móvil del drama: el deseo de dar nuevo sentido
a la vida; el cual parte del hastío del personaje por su vida pre-
sente, automática y sin rumbo fijo. Ese sentido nuevo es un conato
por reconciliarse consigo mismo, buscando la armonía entre pen-
samiento y acción, entre reflexión y comportamiento, en todas las
vicisitudes y en todos los accidentes e incidentes de su vivir. Pero
entonces tropieza el personaje contra algo que nace de su interior:
la exuberancia de ese interior, completamente desorganizado, que
lleva a una impaciencia destructora de todo equilibrio. Así se esta-
blece un círculo de vaciamento; el afán de perfección y de armo-
nía anulados por la incapacidad de sosegar y dominar su propia
impaciencia.
10) p. 24.
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análisis de sí misma se realiza con la calma propia de quien se
siente segura por la transparencia de los acontecimientos. Calma
que alivia su angustia radical tanto como es posible una verificación
de la verdad. Antes, ella se diferenciaba del mundo; estaba, pero
no existía en él. Estaba allí, pero existía sólo dentro de sí, siéndole
extraño el mundo que provocaba sus perplejidades. Ahora, no. Aho-
ra existe en el mundo, se relaciona con él, se distingue actuando
en él; existe en el mundo.
16) p. 22.
17) p. 64.
18) p. 114.
19) "Quand ¡e vois ce prophete impetueux tourner le dos aux villes et maudire la mécani-
que: " H é lá! lui criai-je, vous emportez les plus subtiles machines du monde!" Et
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su propio automatismo y sólo el hombre auténtico (del que el héroe
y el santo sou ejemplares radiantes) consigue romper con él y
abrir los caminos de su propia existencia; en él, el automatismo de
imposición se sustituye por un comportamiento de elección. Un por-
menor modelar de esta acción de la voluntad heroica es la cami-
nata de Maruja hacia la ladrillera; es un acto de voluntad, de elec-
ción heroica cuando el automatismo corporal reclamaba descanso.
comme el se retourne, je lui montre ses mains et ses ¡ambes, etc ce coeur infatigable.
Ces ressorts ne l'empêchent pas de chercher la perfection. Pourquoi les autres s'y oppose-
raient-ils?": Mounier, Emmanuel; "La Petite Peur du XXe Siècle", in Oeuvres de Mou-
nier, Tome I I I , Editions du Seuil, Paris, 1961, p. 390.
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zo, sin pensar en su sangre" ( 20 ). Primero acaba el cuerpo-enemigo
por el olvido y en seguida mata al otro enemigo (el perro). Es éste
un momento excepcional en su vida. Antes y después de la lucha
todo le recuerda el cuerpo; durante la lucha logra liberarse de él
momentáneamente, y de este instante de liberación le queda para
siempre una huella en el alma. Así es como se puede explicar la
emoción sentida por la protagonista al ver la muerte de otro animal;
queda " . . . corroída hasta la emoción por la hermosa muerte del
perro" ( 2 I ). En su lucha, el animal había representado no sólo una
barrera para sus aspiraciones, sino que le había proporcionado uno
de los más raros y altos momentos de su existencia: había podido
saltar por encima de su continua limitación.
20) p. 141.
21) p. 142.
22) Me refiero a los siguientes versos de Neruda:
"Todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria:
y su quebranto aciago de cada dia era
como una copa negra que bebían temblando".
(Op. cit., p. 42).
23) p. 38.
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problema en ello" ( 24 ). Esa propensión de Maruja hacia la superficia-
lidad la lleva a una verificación: la incapacidad de orientarse y
de optar seriamente siempre que se deja atraer por la solicitación
de lo baladí. Resuelve los problemas, como en el caso de Alejandro,
con una "solución efímera, falsa" ( 2 S ) y se halla siempre predispuesta,
con Alejandro, "a sentirse cosa, escombro" ( 26 ). Aquella agitación
corporal ("brazos, piernas, líquidos") la predisponen contra sí misma
( 27 ); porque era una apariencia que enmascaraba su angustia.
24) p. 50.
25) p. 75.
26) p. 58.
27) p. 114.
28) Mounier, Emmanuel: "Introduction aux Existencialismes", Op. cit., pp. 115-116.
29) p. 89.
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plano sensorial, de esa búsqueda de lo raro que caracteriza el ser
no auténtico.
30) La náusea está tomada aquí en el sentido que Sartre le da en la novela de este título,
la sensación de desposeídos que invade a les seres que se dejan llevar por las circuns-
tancias, que nunca despiertan de la no autenticidad en que viven.
31) p. 23.
32) p. 59.
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no era la marca que legitimaba la nueva etapa, sino un hito que
perennemente le recordaría las antiguas arenas de las que se ha-
bía librado. Las resecas y estériles arenas pusilánimes de Alejandro
— reflexionó —, así como ella, consagrándose a su salvación, se ha-
bía librado esa tarde de sus propias arenas, rojas, sedientas, res-
baladizas, inaplazables". ( 33 ). Eso revela el egoísmo subrepticio de
la protagonista; el otro no era nada más que objeto, algo ma-
nipulado en su provecho propio. De ahí que el supuesto acto re-
dentor se agote en sí mismo, y que, en vez de producir el creci-
miento interior de Maruja, provoque su enpequeñecimiento y crecien-
te vacío. Bien expresivo de este engaño, y aun mentira, es el cali-
ficativo "sagrado" dado al "alimento" de entregarse sexualmente a
Alejandro; es ella el "alimento" que está sublimado en su mente;
el otro queda reducido a bien poca cosa; sólo ella es el ser "sa-
grado". Por eso, la liberación de Alejandro no pasa de una farsa,
porque cuando éste despierta, se rebela contra su papel de mero
objeto de Maruja; él quiere ser dueño de sus actos. He ahí la pri-
mera muerte de Maruja: el descubrimiento de la falsedad de su
renuncia.
33) p. 83.
34) p. 23.
35) Pascal, Biaise: Pensées, "L'Amour Propre", in L'Oeuvres de Pascal, Gallimard, Paris,
1950, pp. 859-862.
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cierre en su mezquino poseerse y ocultarse, el mundo se dividirá
en Fieos y Alejandros ( 36 ), la dueña del lavadero se diluirá en la
indiferencia despersonalizadora ("No es buena ni mala gente: es
como puede ser la dueña de un lavadero de pomos") ( 37 ) y la fábri-
ca se le antojará una negra perspectiva de destrucción personal.
36) p. 74.
37) p. 15.
38) p. 93.
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pletamente diferentes; hay sinceridad; y su buena voluntad para con
Fico queda en evidencia al hacer desinteresadamente la defensa de
éste, ya condenado por ei grupo en que Maruja deseaba ingresar.
Esto supone una verdadera renuncia, ya que el deseo de librar al
condenado implica un compromiso con él; y Maruja no teme estar
de su lado. Cabe una objeción y es la de si Maruja no estaba im-
pulsada a esta defensa por motivos individuales. Ciertamente, tan-
to en este episodio como en otros, parece asomar otra faceta del
mismo egocentrismo que existía en las relaciones con Alejandro;
mas realmente no es así; en busca de una interpretación más am-
plia, verificaremos que lo que aparece como egoísmo es en realidad
recogimiento interior. Basta el final de la novela para justificar este
punto de vista. El abandono de Fico y del grupo no termina en un
sentimiento de vacío, como en el caso de Alejandro; termina en una
el coraje de Maruja al enfrentar a los otros con una nueva disposición
de ánimo. Maruja ha elegido ya un rumbo; ha tomado una decisión:
entrar en el grupo para elevarlo moralmente, haciéndolo cargar con
una responsabilidad en el mundo.
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queriendo liberarse de la alegría aniquiladora que abarcaba todo. "Y
Maruja también comenzó", se dijo ella, igualmente devastada por
ta alegría, pese a que no miraba hacia arirba como El Michi, sino
hacia adelante: detrás se diluían aquellas palabras cuya consigna
era enardecer y persuadir, y delante ganaban densidad aquellas
horas que tendría que moldear con sus manos" ( 41 ). Esta comu-
nión inicial se deshace poco después; en el capítulo XVI asistimos al
oscurecimiento del Michi por Maruja. Sería erróneo pensar que se
está repitiendo la actitud de Maruja para con Alejandro; El Michi se
apaga por sí mismo, más que por la acción de Maruja; al querer
constituirse en ¡efe del grupo, tomando a Maruja como objeto, pier-
de altura moral y comienza a desintegrarse. Pero la vigilancia de
Maruja, ya con otro mundo interior, la hace rechazar la tentación
de asociarse al propósito de dominio que anima al Michi, a pesar
de que podría servirse de este trato para anular al propio Michi. Al
contrario, al revelar la intriga se expone peligrosamente, demos-
trando con esto el nuevo espíritu que comenzaba a llenarla por
dentro y la decisión con que se entregaba a elevar el grupo hacia
regiones más nobles y más humanas: es el ideal de su vida.
41) p. 131.
42) p. 161.
43) p. 135.
44) p. 201.
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que en cualquier momento podía paralizar a sus diez compañeros,
pero nunca a sus dos manos" ( 45 ). Lo segundo, la vigilancia contra
el peligro de la pura acción, se pone de manifiesto a través de sus
razonamientos, que son como pausas que le permiten el retorno es-
piritual, la percepción de sí misma en el ajetreo de la acción: " . . .
a golpes de poder estaba avanzando la ¡ornada, aunque ya sentía
la falta de un lapso de calma en el que pudiera apreciar cómo y
por qué había ascendido tanto y tan rápido, y en el que pudiera pre-
ver hasta dónde podría arribar en compañia del grupo y de los lo-
cos" (4è).
45) p. 149.
46) p. 174.
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reunió en una protagonista, que vive en un ambiente estrecho e
inhumano, varios de los problemas que afectan al ser humano, prin-
cipalmente al hombre moderno: angustia frente a sí mismo y frente
al mundo, situación dramática entre dos llamadas (la del gregaris-
mo y la de la elección personal), la disposición a darse o a negarse,
y la capacidad de crecer desde sí mismo participando de los otros.
Y al integrarlos en su novela, Enrique Congrains Martín consigue
un realismo en que se funden, por el arte, el ser humano y la rea-
lidad circundante.
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