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El conocimiento sobre el niño y el adolescente, enfocado desde cada una de sus

dimensiones del desarrollo, implica una mirada amplia e integradora, que permita
comprender de manera extensiva, la parte interna (órganos del cuerpo), con relación a los
factores externos, referidos a sus actitudes, comportamientos, acciones y demás formas de
interactuar con los demás y con el mundo que lo rodea, refiriéndose de manera puntual a su
salud, puesto que, en primera instancia, los niños se ven influenciados por los padres y
personas cercanas a ellos, quienes desde la familia conforman el primer ente socializador, a
través del cual, se comparten experiencias de vida y se establecen las principales bases
normativas y afectivas, la Salud Mental del niño y el adolescente, se enfoca en la
comprensión sistémica de los factores que alteran, trastocan, dificultan o entorpecen el
adecuado desarrollo del sistema nervioso central del niño, articulado al desarrollo de su
conducta en los primeros años de vida, añadiendo a ello, la vinculación del entorno escolar,
pues es aquí, en este macro sistema, donde se evidencian las principales falencias en los
niños, para la adquisición adecuada y optima del aprendizaje en términos generales, cuando
hablamos de trastornos de conducta no estamos haciendo más que describir un
comportamiento que consideramos socialmente inaceptable, este puede atentar contra otros
y perjudicar al propio paciente ya que tienen como consecuencia un deterioro social,
académico, cognitivo y emocional, en algunos casos puede ser consecuencia de otro
trastorno, como por ejemplo de un trastorno depresivo, de un trastorno por déficit de
atención con hiperactividad TDAH o de un trastorno psicótico, en otros casos podemos ver
trastornos de conducta, como el oposicionista desafiante que se pueden presentar sin otra
patología de base, lo más frecuente es que se presenten como trastornos comórbidos de un
TDAH en primer lugar y de estados depresivos o distímicos. Finalmente también se puede
tratar de estados psicóticos, puede ocurrir que en determinados momentos del desarrollo del
niño, no dispongamos de síntomas suficientes como para realizar un diagnóstico con total
seguridad, quizás porque el trastorno está en sus inicios y presenta poca sintomatología,
como ocurre en ocasiones con los trastornos psicóticos sub- clínicos o en trastornos
distímicos, estos son estados depresivos de larga evolución en los que los síntomas
depresivos pueden presentarse de forma aparentemente leve pero persistente, si los padres
observan que sus hijos tienden a enfrentarse a los compañeros ocasionando conflictos o se
enfrentan a los profesores, están huraños o de mal humor con frecuencia, tienen respuestas
desafiantes o intentan incumplir las normas establecidas en el colegio o en casa, deberían
alertarse sobre la posibilidad de que su hijo presente un problema de conducta que deba ser
evaluado y tratado adecuadamente.

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