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El aprendizaje en geografía es complejo por la misma complejidad del objeto de estudio que
es el espacio geográfico, el cual a su vez es producto social de la interrelación Sociedad-
Naturaleza.
Estudiando en las teorías del aprendizaje elaboradas por los psicólogos se deduce que son
diferentes los procesos para aprender aspectos biofísicos que para estudiar aspectos sociales
y humanos. En geografía, de acuerdo con los resultados de encuestas aplicadas a estudiantes,
a padres de familia y a profesores (Investigación sobre concepciones de práctica pedagógica)
se ha aplicado de manera inconsciente, una evaluación positivista sobre aspectos físicos de
la Tierra, especialmente. Actualmente, cuando la geografía enfatiza en la problemática social
y su incidencia en la construcción del espacio geográfico, quienes trabajamos en la lógica
positivista, nos encontramos sin criterios para aplicar y evaluar desde el punto de vista
cualitativo, lo que, en mi caso, es primordial aprender. Por la razón expuesta, esbozo de
manera osada una sugerencia didáctica, que sintetizo así:
Rama o Temática Concepción Tipo de Principal Grado
enfoque de espacio aprendizaje actividad
geográfico
Geografía Relieve, Concepción Aprendizaje Observación 6º
física geomorfología, de espacio Verbal, directa e
Clima, suelo, objetivo conceptual y indirecta de
vegetación procedimental paisajes
Geografía (Regional, Concepción Aprendizaje Elaboración e 7º
Humana económica y de espacio conceptual, interpretación
política) objetivo verbal, de de mapas
Poblamiento, sucesos y geográficos
densidad de conductas,
población, sociales
grupos étnicos,
religiosos,
asentamientos
Geografía de Imagen de la Concepción Pensamiento Elaboración de 7º y8º
la percepción ciudad, del de espacio intuitivo, Mapas
entorno o de SUBJETIVO interpretativo,
mentales.
espacios lo emocional se
Narraciones.
geográficos expresa. Historias de
lejanos vida
Enfoque Distribución Concepción Pensamiento Descripción, 9º
Positivista Diferenciación de espacio lógico y informes
Densidad Objetivo analítico explicativos,
Estructura manejo de
espacial datos
cuantitativos.
6. Aprendizaje geográfico
Pilar Comes (1997) en su artículo La enseñanza de la geografía y la construcción del concepto
de espacio sugiere, en la enseñanza de la geografía:
1. Hay que situar el proceso de instrucción en la zona de desarrollo próximo, es decir, ir
más allá del conocimiento espacial en el que el alumno manifiesta una total
autonomía.
2. Las representaciones espaciales que los alumnos van construyendo forman una red
de recepción que condiciona la integración de nuevos conocimientos.
Desde la perspectiva crítica el espacio se considera como un producto social resultado de las
complejas relaciones y decisiones humanas; es un producto histórico que hay que
interpretar y que se puede cambiar.
El aprendizaje significativo en Geografía. Al igual que en otras áreas de conocimiento, para
aprender significativamente en geografía se deben tener las condiciones para lograrlo tanto
del material como de nuestra disposición para aprender. Todos los autores que comulgan
Este ensayo busca aportar al debate de la integración del conocimiento de lo social que es
motivo de enseñanza, desde el objeto de conocimiento de la geografía, el espacio geográfico,
categoría conceptual donde confluyen tendencias y corrientes diversas del pensamiento
geográfico y donde se observa un sin número de contenidos procedentes de las diferentes
disciplinas sociales. Si bien es cierto que el currículo escolar por tradición es por asignaturas
y generalmente organizado a partir de contenidos, es igualmente válido la necesidad de
trascender a la comprensión de los conceptos y al reconocimiento de los objetos de
enseñanza de cada una de las áreas de formación. Esto implica identificar cada una de las
disciplinas que constituyen el área, sus objetos de conocimiento, sus conceptos y contenidos
básicos, pero en especial inferir las múltiples relaciones que se dan en la explicación de los
fenómenos y hechos sociales objeto de investigación de la comunidad científica.
La geografía: una vieja ciencia cada vez más vigente
En el contexto del área de ciencias sociales, la geografía retoma su vigencia desde los
objetivos generales de aprendizaje a ella otorgados cuando invita al maestro a promover el
estudio del entorno, a desarrollar sentido de pertenencia desde el conocimiento del país en
relación con el resto del mundo y a construir ciudadanía con la promoción de los derechos
humanos. Ideales de la educación geográfica que han de asumirse desde las “nuevas
geografías”, como Ortega Valcárcel (2000) llama a las disciplinas geográficas recientes:
geografía médica, del bienestar, ambiental, urbana, económica, entre otras, además de la ya
tradicional división: geografía física y humana con sus respectivas subdisciplinas:
climatología, geomorfología, zoogeografía, y en el campo social: geografía de la población,
política, social.
La palabra geografía fue adoptada en el siglo II a.C. por el griego Eratóstenes y significa
literalmente “descripción de la Tierra”. Sin embargo, con el desarrollo de la
investigación geográfica dada sobre el medio físico y en relación de los seres humanos con
ese medio, esta descripción, se ha convertido en el estudio comprensivo de las relaciones
sociedad-medio geográfico. Dinámica del conocimiento que ha posibilitado a la geografía
evolucionar, de ser considerada una actividad cultural, un arte, un saber a una disciplina
científica con un objeto, unos métodos y unas teorías que la constituyen y diferencian.
El estudio de los fenómenos y hechos geográficos como el clima, los suelos, las formas del
relieve, el agua o las formaciones vegetales, así como los grupos humanos de las diferentes
regiones de la tierra, las diferentes culturas, las redes de comunicación y otras
modificaciones realizadas por el hombre en el entorno físico, permite identificar a la
geografía como una ciencia interdisciplinar, que utiliza información propia de otras ciencias
como la economía, la historia, la biología, la geología o las matemáticas, entre otras y que a
la vez ofrece a ellas información igualmente valiosa. Es una disciplina científica donde se
expresan las diversas perspectivas en el estudio sobre los espacios y las sociedades, en ella
se observan diversidad de filosofías y concepciones, lo cual no permite verla como una
ciencia unitaria.
Silvia S. Alderoqui
A medida de la ciudad
La idea de ciudadanía fue forjada a medida de las ciudades. En la antigüedad y en la edad
media, la ciudadanía era el atributo que distinguía a los habitantes permanentes de una
ciudad, y si bien la idea de ciudad entrañó siempre la de ciudadanía, cuando ésta se amplió
con la dimensión nacional pareció opacar su origen ciudadano. A partir del siglo XVIII y
especialmente en el XIX, la condición del ciudadano se vinculó con el Estado-nación
aludiendo básicamente al estatus político – jurídico. En esta perspectiva, la formación cívica
– el nombre utilizado lo anticipa- se ocupaba exclusivamente de fomentar el respeto de los
deberes y los derechos de las personas en la sociedad democrática para proteger el bien
común de la nación.
Podríamos agregar que el olvido del origen ciudadano de la noción de ciudadanía, se vio
reforzado en los últimos años de la década de 1970 y comienzos de 1980 cuando la referencia
a las grandes ciudades de los países ricos o pobres y al modo de vida urbano estaba teñida
de conceptos negativos. Se hablaba de problemas urbanos, de crisis, de stress urbano, de
declinación, de contraurbanización; se añoraba el regreso a la vida natural lejos de los vicios
y calamidades propias de los ambientes urbanos.
Desde mediados de la década de 1980, y como producto del lugar que comenzaron a jugar
en el proceso de la globalización de la economía y de la sociedad informacional, las ciudades
volvieron a estar de “moda”. A pesar de que se predecía que dicho proceso, al “disolver”
los espacios por efecto de las tecnologías de la información, terminaría por hacer
desaparecer las ciudades. Por el contrario, en Europa y Estados Unidos se produjo una
suerte de renacimiento de las ciudades:1 la reconstrucción y peatonalización de sus barrios
históricos, la restauración de edificios emblemáticos, la rehabilitación y puesta en valor de
zonas degradadas, el reciclaje y dotación de equipamiento cultural para volverlas más
rentables. Es decir que, como afirman Borja y Castells (1997), por lo menos en Europa, lo
global no disolvió lo local, sino que creó la posibilidad de un papel más activo y decisivo de
lo local.2 De este modo, también comenzó a hacerse referencia a la ciudadanía como cierta
relación de apego con la ciudad, que incluye al mismo tiempo conocimientos, placer, deseo
y que puede realizarse descubriendo y desplazándose por ella. La ciudad se convierte así en
un potencial espacio simbólico de construcción de ciudadanía, un espacio físico, un lugar
que es una “trinchera de identidad” (Castells, 1998).
Por otra parte, la ciudadanía se construye conflictivamente en sociedad, como un espacio de
valores, acciones e instituciones comunes que integran a los individuos, y que permite su
mutuo reconocimiento como miembros de una comunidad (Gentili, 2000) en la cual
coexisten ciudadanías compuestas como efecto de las migraciones, las mezclas étnicas y
religiosas.
1 Hacia la década de 1990 se desarrollaron convenios de cooperación internacional entre gobiernos locales para
la rehabilitación de los centros históricos de muchas ciudades de América del Sur.
2 Saskia Sassen (1990) quien acuñara el término “ciudades globales”, habla de la necesidad de examinar la
calle como espacio público y como espacio de trabajo y defiende la urgente necesidad de la protección de la
vida en la calle para mantener la diversidad social y la identidad del territorio propio.
pág. 57 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
Creemos, por lo tanto, que es necesario replantearnos la relación entre ciudad y ciudadanía,
y en función de ello pensar cuál es el papel que le toca a la educación. Francois Audigier
(2001) analiza que se ha pasado de una enseñanza de la ciudadanía de obediencia a una
ciudadanía de participación y argumentación que defiende los derechos de cada uno y en
algunos casos olvida la dimensión nacional del concepto. Se trataría de un nuevo equilibrio
que permita organizar las identidades individuales y colectivas ya que no es cuestión de
convertir a la ciudadanía en una mercancía más para ser consumida “a toda hora y en
todo lugar”, ni de exaltar los individualismos, ni de fomentar sentimientos de culpa por no
responder a la demanda cívica de ser buenos ciudadanos, tampoco de olvidarnos de la
dimensión nacional y colectiva de su significado.
En síntesis, el estatuto de ciudadano representa un desafío múltiple para la ciudad y su
gobierno: un desafío político en el que toda la población tenga sus derechos y deberes
ciudadanos protegidos y pueda ejercerlos; un desafío social que ataque a las
discriminaciones que limitan o impiden el desarrollo de la ciudadanía, aquí la educación
juega su principal papel; finalmente, un desafío específicamente urbano para hacer de la
ciudad, de sus lugares centrales y marginales, de sus barrios y espacios públicos, de la
autoestima de sus habitantes, una productora de sentido a la vida cotidiana, es decir de
ciudadanía (Borja, 1998).
Este desafío es mayor en grandes ciudades americanas como San Pablo, México, Buenos
Aires, en las cuales la ciudad como espacio-signo de identidad, se ha convertido para la
mayoría de sus habitantes en un lugar hostil y tal vez enemigo de su vida cotidiana.
En las grandes ciudades de periferias y zonas suburbanas desbordadas, la complejidad social
y económica, los elementos extraterritoriales, y el multiculturalismo, hacen muy difícil
reconocer significados a través de la estructura físico-visual del espacio urbano. Al recorrer
cualquier gran ciudad de hoy podemos tener la impresión de estar en varias ciudades a la
vez: la ciudad de los inmigrantes, la de los migrantes internos, la ciudad de los negocios, la
ciudad de la antigua actividad industrial, la ciudad histórica (si es que permanece). Si
embargo no son distintas, hay una dinámica que las une y que encuentra muchas
explicaciones en la organización espacial de la economía (Sassen, 1990). Claro que para que
cada uno de nosotros pueda entender esa dinámica, que no se desprende de la forma
constructiva solamente, es necesario aprenderla, alguien la tiene que explicar... alguien la
tiene que enseñar....
García Canclini (1996), da cuenta de que, en las megalópolis, el desacuerdo entre los
imaginarios privados y las explicaciones públicas es muy notable; para la enorme mayoría
de las personas, las grandes ciudades son un objeto enigmático, difícil de abarcar, y para
vivir en ellas, la gente elabora suposiciones, mitos, articula interpretaciones parciales
tomadas de distintas fuentes, con lo que se arman versiones de lo real que poco tienen que
ver con las llamadas explicaciones científicas. Esto da como resultado la formación de una
cultura prepolítica que identifica como culpables de los problemas urbanos a actores sociales
aislados, y en la cual hay grandes dificultades para entender las transformaciones
macrosociales y las causas estructurales de los desastres urbanos.
Esta cultura prepolítica no es patrimonio de los grupos sociales más desfavorecidos, aunque
la proporción pueda ser considerablemente mayor. No es un dato relativo a la pobreza,
aunque ésta lo profundice.
Uno de los modos de achicar este desacuerdo entre los imaginarios privados y las
explicaciones públicas, no en el sentido de borrar las diferencias necesarias entre ambos,
sino en el sentido de vincular la ciudad con sus ciudadanos y ciudadanas, y recuperar lo
3 Adaptados de Jaume Trilla (1999) y de la Carta Municipal para la Educación de la Ciudad de Lleida, España,
1998.
pág. 60 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
La distribución de conocimiento público
La distribución del saber relativo a cuestiones urbanas ya sea desde la educación formal,
como desde la educación no formal e informal, ocupa un lugar privilegiado para construir
cultura urbana y volver a ubicar a la ciudad como un espacio de innovación social. La ciudad
es a la vez un contenido (se aprende sobre la ciudad), un medio o contexto (se aprende en la
ciudad), y un agente (se aprende de la ciudad).
Aprender sobre la ciudad nos instala en la problemática de cómo conocerla. Se trata de la
ciudad como contenido educativo.
¿Cómo podemos conocer la ciudad?
El personaje francés del Flâneur, que recorría París a fines del siglo XIX observando la
realidad que se sustraía a la percepción de la mayoría de las personas, necesitaba separarse
de lo que estaba viendo para poder comprender. Para eso construía mecanismos de
extrañamiento que lo desarraigaban de la percepción inmediata de las cosas, en otras
palabras, requería de una actividad intelectual para descifrar el texto, la información que
circulaba por las calles y muros de la ciudad.
¿Por qué una actividad intelectual? ¿Por qué a Flâneur no le alcanzaba con pasear y ver, con
recorrer y mirar?
Porque aún en las pequeñas y grandes ciudades europeas del siglo XIX, que conservaban sus
centros históricos con una lógica medieval o preanunciaban la modernidad mediante
operaciones urbanas como los ensanches, avenidas, bulevares, parques y jardines, el
significado de tales tramas urbanas no surgía de ellas mismas, no era evidente con solo
mirarlas. Por ejemplo, cuando observamos las grandes avenidas abiertas en París por el
barón Haussmann, tal vez podamos descubrir que su intención era unir los grandes edificios
del poder del Estado, pero no necesariamente habremos comprendido que también fueron
construidas para controlar las protestas sociales.
En las megalópolis actuales, entremezcladas con elementos extraterritoriales y
multiculturales e insertas en la complejidad social que plantea la globalización económica,
se hace muy difícil reconocer significados a partir de la estructura físico-visual del espacio
urbano. Caminar o vivir por el barrio más antiguo de la ciudad, en el cual quedan
construcciones de distintas épocas intercaladas con construcciones modernas, permite
comparar sus estilos y materiales a simple vista, sin embargo, para poder comprender por
qué esos materiales y no otros, cuáles son las influencias del modelo económico imperante
en los distintos momentos, los estilos de vida y relación entre los habitantes que supone cada
uno, deberemos recurrir a otro tipo de información. Una cuestión es identificar que en el
barrio hay itinerarios cerrados o selectivos y otra es reconocer las causas de esas
desigualdades.
Los ejemplos anteriores nos muestran que las explicaciones no se desprenden de la forma
constructiva:
Lo real no tiene nada de simple, sería ilusorio pensar que el simple contacto con la
realidad provoca inmediatamente una conciencia auténtica de la misma. La
relación con el ambiente urbano inmediato no enseña si no está bien elegida y si no
provoca, gracias a la conducción del maestro, una ruptura, un “extrañamiento”,
otra mirada. No se trata de “adherirse al territorio”, sino de tomarlo como un
punto de apoyo más para el trabajo de conceptualización. El territorio está ligado
a la sensibilidad y es del dominio de lo visible; para convertirlo en un lugar de
observación es necesario ir con preguntas que movilicen y circunscriban el objeto
pág. 61 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
de estudio. Las explicaciones no están en los muros, ni en los pavimentos, sino en las
relaciones que se establecen y que permiten organizar lo que observamos
otorgándole un sentido a los objetos materiales (calles, edificios, lugares), de este
modo... es el conocimiento el que permite simplificar la complejidad de lo real.
(Alderoqui, 2001)
Por otra parte, a pesar de que el estudio de la ciudad en la escuela es un contenido con
tradición, tanto docentes como alumnos por el hecho de habitar en ella, tienen, las más de
las veces, dificultades para llegar a conocerla más allá de los evidente, de la propia
experiencia. La mayor parte de los docentes entre 30 y 50 años suelen tener
representaciones del fenómeno urbano ancladas en recuerdos infantiles que corresponden
a un modelo funcionalista de ciudad4 y los problemas complejos resultan difíciles de explicar
desde esos marcos de referencia, salvo como cuestiones que se padecen – problemas de
transporte, inundaciones urbanas, etcétera. Se necesitan categorías para entender, solo de
ese modo se puede enseñar a los alumnos categorías conceptuales que les sean útiles. Una
cuestión es abrir la canilla todos los días para tomar agua y otra es comprender el sistema
de abastecimiento y distribución de agua potable en una ciudad. Los macroespacios como la
ciudad solo pueden ser construidos intelectualmente a través de la conceptualización, es
decir con ideas y conceptos que funcionan como los mecanismos de extrañamiento que antes
se mencionaron, para desarraigarse de la percepción inmediata de las cosas.
Los docentes, maestros y profesores, son los responsables, a través de la intervención
didáctica de transmitir (de una generación a otra) herramientas conceptuales, ya que estas
no se construyen por descubrimiento espontáneo. Dicha intervención supone la
planificación de actividades específicas que promuevan la conceptualización, la
generalización y la abstracción.
La enseñanza de las herramientas conceptuales, que son parte de los contenidos escolares,
es lo que posibilita comprensiones más integrales de la complejidad del espacio urbano. Pero
usar los conceptos no es solo enunciarlos sino saber organizar coherentemente las relaciones
entre sus atributos. Por ejemplo los alumnos habrán iniciado o fortalecido su construcción
del concepto de red de abastecimiento – referida a la distribución del agua potable- si son
capaces de usarlo para comprender cómo el diseño, la localización de las partes, el recorrido
y las diferentes jerarquías de los elementos y problemas de la red, intervienen en el
suministro de ese servicio en particular; o que para comprender aspectos derivados de otros
servicios urbanos organizados en forma de red, podrán reconocer el lugar del sistema donde
suceden, la cantidad de usuarios que afectan, la vinculación de diferentes puntos de la
ciudad. Y así irán aprehendiendo cierta unidad desde lo morfológico y lo social que les
permita superar las visiones fragmentarias y casuísticas de los problemas urbanos
(Alderoqui, 2001).
Por consiguiente, es necesario incorporar contenidos de conocimiento urbano en los
programas escolares de todos los niveles. Asimismo, es imprescindible la elaboración de
materiales de desarrollo curricular con información actualizada acerca de las problemáticas
5 El esfuerzo tiene que estar puesto en la elaboración de un discurso de divulgación y difusión del discurso
académico y técnico que puede ser realizado por los organismos de gobierno y las instituciones académicas
que se ocupan del tema urbano. Ver ejemplos acerca de la Ciudad de Buenos Aires en la bibliografía.
6 Buenos Aires, el Río y los chicos: Experiencia realizada entre las secretarías de Planeamiento Urbano y de
Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires durante los años 1998 a 2000. El proyecto Buenos Aires,
el Río y los chicos se realizó con la participación de esas “estructuras duras” del gobierno de la ciudad a las
que alude Alfieri. El proyecto era parte del Programa “Buenos Aires y el Río” dependiente de la Secretaría
de Planeamiento Urbano cuyos principales objetivos son la reforma del frente costero de la Ciudad de Buenos
Aires y la superficie del paseo de la costanera, la creación de nuevos parques ribereños, paseos públicos y
estacionamientos, la mejora del sistema general del tránsito y transporte, del saneamiento hidráulico, de la
iluminación y del mobiliario urbano. Se organizó el trabajo con alumnos de las escuelas de la ciudad con
objetivos tendientes a la difusión de información acerca de la costa porteña, la toma de conciencia de que la
ciudad tiene un río, el derecho a que el espacio de la costa sea de uso público y la difusión de las obras de
gobierno. Se atendió en forma diferencial a las escuelas cuyos alumnos no conocían el Río de la Plata,
organizándoles recorridos guiados y a las escuelas que estaban ubicadas en los distritos con necesidades
básicas insatisfechas concurrió el Subsecretario de Planeamiento Urbano, Arquitecto Roberto Converti a dar
clases de gestión urbana para docentes y alumnos y escuchar sus reclamos.
pág. 63 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
En síntesis, una estrategia fundamental de cambio en esta dimensión, es la imaginación y la
promoción de formas de actuación educativas que no pasen necesariamente por la
convocatoria escolar.
Aprender de la ciudad supone comprender la ciudad como un transmisor denso, cambiante
y diverso de informaciones y de cultura. Tiene que ver con la densidad de los encuentros
humanos y de los productos culturales (en el sentido más amplio del término), la ciudad
como agente de educación informal. En esta dimensión sucede el encuentro con las
diferentes clases de personas, hombres y mujeres, niños y ancianos, ricos y pobres,
empleados y desempleados, etc. aunque, como muy bien señala Sennet (1994), el mero
hecho de la diversidad no impulsa a las personas a interactuar. En este espacio de
experiencias urbanas, el conocimiento obtenido es un conocimiento relativamente
superficial, un saber acerca del uso de la ciudad y cómo circular en ella que no
necesariamente provoca una comprensión más allá de la evidencia y la apariencia. Sin
embargo, dicho conocimiento ingenuo puede transformarse en enriquecedor si es
acompañado de estímulos, reflexiones y sugerencias.
Las experiencias urbanas constituyen un factor educativo y formativo de mucha importancia
para la infancia y la juventud. Por experiencia urbana se entiende una práctica amplia de la
ciudad, una frecuentación continuada y autónoma, en el sentido de experiencias directas,
seguras e integradas socialmente en las cuales el disfrute provocado por la independencia y
la autonomía, se enlazan con la curiosidad, la sorpresa, la maravilla y también la
preocupación y la percepción de un control difuso que limita, pero también otorga seguridad
(Indovina, 1995).
Veamos a continuación algunos de los elementos que intervienen en la experiencia urbana
identificados por Francesco Indovina (1995) y que son potencialmente educadores:
• La percepción de lugares, de las diferencias relativas, de las relaciones y competencias
recíprocas, de sus características de especialización, de la cualidad estética, de las
competencias recíprocas, etc. como elementos de la complejidad del espacio urbano.
• La percepción directa de la historia: la diversidad de edificios, espacios, monumentos
puede además de una percepción “material”, educar la conciencia histórica.
• El contacto directo con las diferencias sociales, culturales y étnicas, asumidas o no
como elemento de diversidad pueden ser vividas como peligro o diferencias de
jerarquías sociales o como experiencia de convivencia para un proceso de
socialización ampliado.
• La percepción de la existencia de relaciones diversificadas por la cualidad, intensidad,
los encuentros ocasionales. Es decir, la ampliación de las relaciones familiares, la
construcción autónoma de relaciones de amistad como un factor de crecimiento y
formación de una personalidad autónoma y consciente
• El desarrollo de elementos de defensa, desconfianza y de disponibilidad como
necesarios en el contexto de la experiencia urbana. La experiencia urbana exige
atención, habilidad y también vigilancia, capacidades que se aprenden en la
experiencia directa, capacidades que se aprenden en la experiencia directa con unas
connotaciones reales que no siempre se encuentran en los consejos de los adultos.
• La posibilidad de experimentar la evasión de las normas de comportamiento y de
comprobar la función de un control social que reprime y a la vez representa un
elemento de seguridad y pertenencia.
• El descubrimiento de límites y fronteras urbanos más allá de las cuales se pueden
descubrir otras realidades, y de las anticipaciones y preparación necesarias para
realizar esos descubrimientos.
pág. 64 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
Uno de los modos de estimular y sugerir experiencias urbanas remite a los aportes que se
realizan desde el urbanismo y la arquitectura, lo que nos lleva al segundo aspecto a tener en
cuenta desde la óptica de la ciudad como observatorio y como laboratorio de ciudadanía.
La dimensión pedagógica del urbanismo
No puede haber ciudad que educa sino hay proyecto urbano estructurado y a la vez, uno de
los lugares en los que los valores culturales y objetivos políticos del proyecto urbano como
proyecto educativo se visualizan, se ponen en juego, es en el espacio público urbano. En el
espacio público se dan cita, concretan y condensan los intercambios con las otras personas
y al mismo tiempo es el lugar donde se manifiesta más la crisis de la ciudad. Por lo tanto,
una dimensión decisiva, desafiante y oportuna para la “justicia urbana” (Borja, 1999) –
justicia, no en el sentido de “lo correcto”, sino como la posibilidad del uso – es la calidad
de su espacio público. Los espacios públicos deben poder ser utilizados y comprendidos por
todas las personas, sin ningún tipo de exclusión y esto involucra a los niños y ancianos, a los
jóvenes, a las mujeres y a los hombres a los discapacitados, etcétera.
Ya en los años 1960, el arquitecto Kevin Lynch advertía acerca de la alienación del hombre
moderno que se perdía en las grandes ciudades. Para subsanar esta situación proponía
reconstruir conjuntos de hitos y mojones como monumentos y plazas que sirvieran de
puntos de referencia para que los “alienados” habitantes de las ciudades reconquistasen
el sentido de los lugares. Otros aportes desde el urbanismo, argumentan la necesidad de
construir una imagen unitaria y sintética de la ciudad, ya que, si la ciudad posee una cualidad
de representabilidad, si es una ciudad imaginable por sus habitantes, éstos pueden construir
con ella una relación fuerte y seductora (Améndola, 2000).
Sin embargo, no solo el componente cultural de la ciudad debe poder ser manipulado en el
plano cognitivo por los ciudadanos. También debe serlo la forma de la ciudad, es decir su
configuración física que es un receptáculo significativo, promotor y educativo. La forma
urbana in-forma y se tiene que estructurar como espacios e itinerarios comprensibles y
sugestivos, en los que la información y la accesibilidad a la oferta se conduzcan
coherentemente (Alfieri, 1993)
En los espacios urbanos tradicionales, la continuidad del espacio público – calles, plazas,
jardines, monumentos – era la que daba lectura a la ciudad y propiciaba la vida colectiva.
Con las formas derivadas de la modernidad tecnológica – autopistas, subterráneos, etc. –,
hay que ser capaces de imaginar formas y configuraciones urbanas nuevas que al mismo
tiempo que incorporan los avances tecnológicos permitan su legibilidad.
¿Cómo hacer legible y en consecuencia usable, una ciudad o un sector de la ciudad?: Puede
utilizarse la información gráfica y audiovisual concreta sobre cada lugar en el que se
desarrolla un servicio, una transformación estructural o cualquier forma de funcionamiento
de la infraestructura de la ciudad, también actividades específicas cognitivas y quizá
operativas relacionadas con las estructuras en cuestión (Alfieri, 1993). Veamos algunos
ejemplos:
• En la ciudad de Nueva York, un museo diseñó una exhibición en la calle con la
temática de la infraestructura urbana. Se organizaron instalaciones y módulos de
comunicación en las calles de la ciudad aprovechando alcantarillas, sistemas de
iluminación y transporte, redes de energía eléctrica, etcétera. De este modo se
intentaba captar la atención de público no habitual de museos y al mismo tiempo
instruir acerca del funcionamiento de la ciudad.
• En la ciudad de Barcelona se propusieron divulgar y apoyar una revolución estética
en los espacios urbanos a partir de la instalación de esculturas de arte
pág. 65 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
contemporáneo. Teniendo en cuenta que la lectura de los usuarios de dichos espacios
podía diferir en mucho con lo que estaban acostumbrados a ver se diseñó una
presentación didáctica del proyecto para predisponer al ciudadano a la innovación.
Con la ayuda de “diálogos educadores iniciales” en coloquios culturales, los
ciudadanos han ido asimilando obras innovadoras.
• En la ciudad de Jerusalén al mismo tiempo que se realizaba la ampliación de un
museo de ciencias, se abrieron agujeros en la empalizada, a distintas alturas con
carteles explicativos que cambiaban de acuerdo con el avance de la obra. En paralelo
una muestra en el edificio del museo estaba referida a las construcciones.
Ciudad de infancias
Desde UNICEF se vienen promoviendo los Derechos del niño y del hábitat (1996). Entre
ellos destacamos aquel que dice: Es necesario tener plenamente en cuenta las necesidades
de los niños y de los jóvenes, en particular por lo que respecta a sus entornos vitales. Hay
que prestar especial atención a los procesos que favorecen la participación en lo que atañe
al ordenamiento de ciudades, pueblos y barrios, con objeto de garantizar las condiciones de
vida de los niños y los jóvenes y de utilizar su intuición, su creatividad y sus ideas acerca del
medio ambiente. (Programa de Hábitat, cap.1, par.13).
Se parte de la idea del niño como ciudadano con derechos y capacidad para mejorar su
propia vida y la de las comunidades donde vive. Asimismo, los principios de participación
requieren que los niños no solo expresen sus perspectivas, sino que se comprometan en la
articulación e implementación de las recomendaciones. Esto no es sinónimo de convertir a
niños y jóvenes en arquitectos y urbanistas sino de educar para la crítica urbana, el cuidado
y la conciencia, educar para un entorno que ofrezca una lectura relativamente completa de
la sociedad que permita que los niños y jóvenes se sitúen en su medio, se sitúen ellos mismos,
imaginen otros escenarios, inventen la ciudad y puedan tomar decisiones. Algunos ejemplos
son:
• Diseño de plazas y baldíos. Las experiencias más completas son las que incluyen
procesos de transformación y apropiación del espacio por parte de los niños. En
Francia y en Estados Unidos se han realizado experiencias en las cuales los niños son
convocados para el diseño y transformación de lugares de juego (terrenos baldíos,
patios escolares).
• Volver a jugar a la calle. Experiencias en Holanda y otras ciudades europeas que
limitan los derechos de los automovilistas a favor de que los niños vuelvan a jugar en
la calle. Abertura de calles a los niños para que jueguen en condiciones de seguridad
satisfactoria, sin impedir el pasaje de los automóviles (5km/ h).
• Fano (Italia) desde 1980 con los proyectos de Francesco Tonucci y experiencias
similares en la Argentina en Rosario y Chacabuco (1990), relativas a poder ir
caminando a la escuela, el acceso a sanitarios en las zonas comerciales, el rediseño de
los cruces de calle, etcétera.
• Confección de guías turísticas y de información urbana local para niños y jóvenes o
los recorridos que organizan algunos museos para los niños y sus familias. Se trata de
construir itinerarios desde la óptica de niños y jóvenes: ¿qué miran cuando caminan
por la calle o en un museo, qué les llama la atención, al mismo tiempo, qué es lo que
queremos mostrarles nosotros, los adultos, como responsables de su educación. La
experiencia nos dice que este tipo de materiales produce en los adultos que
acompañan a los niños, una reapropiación de lo conocido y el recuerdo de lo olvidado
que entonces puede ser compartido con las generaciones más jóvenes.
La vida y el trabajo en las zonas rurales. La diversidad de los paisajes rurales, dependen
de múltiples factores, incluyendo las condiciones naturales, económicas, demográficas y
culturales. Dos estudios de casos basados en una manera especial en el estudio de paisajes:
dos zonas rurales, seleccionadas a partir de dos áreas culturales diferentes. Describir y
explicar los paisajes estudiados y las transformaciones de las zonas afectadas.
Hábitats con fuertes restricciones. Dos estudios de casos basados en una manera especial
en el estudio de paisajes. - Un desierto caliente. - Un desierto frío. - Una alta montaña. -
Una isla. Localizar los espacios estudiados en diferentes mapas del mundo temáticas.
Ubicar los grandes conjuntos de relieve y las grandes zonas climáticas del mundo.
Describir y explicar los paisajes estudiados y las transformaciones ocurridas.
Esta vez se deja al profesor para desarrollar un tema para el programa o para responder a
las preguntas que la actualidad pueda generar en los estudiantes.
Tema 1. Los retos del desarrollo sostenible. (Los derechos económicos, sociales y
ambientales, y desarrollo sostenible en un área específica. Estudio de un problema de
desarrollo en un país (residuos, transporte, turístico y de ocio.)
Bloque III. Los hombres y los recursos. (Sólo tres de los cinco temas)
Tema 1. La ciudad y el espacio rural. Un territorio bajo influencia urbana. (Zonas rurales
y urbanas. Estudio de caso de problemas urbanos, o un parque nacional. Estudio de la
urbanización).
Tema 2. La región. (Estudio del lugar donde se vive, y su papel dentro de Francia. Las
políticas regionales).
Tema 3. El territorio nacional y la población. (Características del territorio: montañas,
ríos y dominios bioclimáticos. La distribución de la población en Francia. Dinámica y
movilidad. La relación con los países próximos. Migración Internacional.
Tema 1. La Unión Europea. Una unión de estados. (Un espacio en construcción. Los
contrastes territoriales. Países e Instituciones Europeas. La unión europea en el contexto
mundial.
Tema 2. Francia integrada en la Unión Europea. (Estudio de las redes de transporte. Y
de los problemas ambientales. Estudio de la red francesa y europea de trenes de alta
velocidad, para la interdependencia entre áreas).
Tema 1. Francia, una influencia Mundial. (Los territorios de ultramar. Estudio de uno
de ellos. La francofonía. Los franceses en el extranjero, influencia política y cultural).
Tema 2. Realidades y limitaciones del poder de la Unión Europea. (Influencia económica
y política. Las solicitudes de adhesión. Importancia de Europa en la organización
mundial).
El currículo obligatorio se cierra en un listado de lugares que el alumnado debe saber buscar
y localizar. Por ejemplo: los principales centros de población y las zonas escasamente
pobladas del planeta. Las zonas turísticas más importantes del mundo. O las regiones
francesas, o los estados de la Unión Europea y sus capitales…
Es un listado que pretende asegurar que el conocimiento de todo el alumnado sea uniforme
y con unos conocimientos mínimos. Pero que sorprenden tras analizar un currículo en el que
se habla de situar y localizar con un fuerte apoyo en mapas y planos, y que busca el análisis
de situaciones a través de los sucesivos estudios de caso. Pero que finaliza, de manera muy
pobre, al sacar ese listado, que parece que prima el conocimiento enciclopédico sobre la
reflexión.
En una encuesta a los docentes realizada por la Asociación de Profesores de Historia y de
Geografía de Francia (Association des Professeurs d’Histoire et de Géographie de
l’Enseignement Public [APHG]), con el objetivo de conocer las impresiones de los docentes,
sobre una muestra de 343 profesores, y presentada el 28 de enero de 2012, ponía de relieve
situaciones laborales de malestar, y en relación con los nuevos programas manifestaban un
descontento porque consideran que no están adaptados a los alumnos, el 58%, plantea que
son excesivos, muy cargados de contenidos, y muy ambiciosos. En concreto sobre el
programa de Geografía se consideran difíciles de implementar los temas que tienen que ver
con el desarrollo sostenible y la globalización. Sin embargo, el malestar disminuye en
relación con las propuestas metodológicas para abordar los contenidos porque para el 77%
del profesorado encuestado, el estudio de caso es positivo «porque promueve una
educación más concreta, por lo que los estudiantes son más conscientes y
reactivos, permite el uso de materiales más variados y más reciente que libros
de texto, y es especialmente relevante en la enseñanza de la Geografía».
6. Métodos y estrategias para una enseñanza de la geografía actual
Las innovaciones didácticas y metodológicas en la enseñanza de la geografía no son el
objetivo de este trabajo, y por ello no profundizamos en ellas, pero al exponer los temas que
hoy en día pueden tener un interés social para la enseñanza de la geografía, no se pueden
quedar al margen las cuestiones del cómo se va a realizar en el aula, con qué métodos, qué
estrategias y qué recursos son los más adecuados para desarrollarlos. Sobre todo, porque las
opciones didácticas no son ajenas a los contenidos geográficos seleccionados para trabajar
No obstante, las reformas a nivel curricular, existen rezagos y un debate actual en América
Latina en relación con las siguientes políticas públicas:
La descentralización y flexibilidad curricular. Se requiere atender con planes y programas
de carácter nacional, regional y local, y con aprendizajes acordes a las necesidades sociales.
Redefinición nacional de marcos curriculares. A partir de los objetivos y orientaciones
precisas para cada ciclo educativo (en particular la EMS), la agrupación de las asignaturas
disciplinarias en áreas o ejes de conocimiento y la atención a la dificultad para cumplir con
sus tres funciones: preparación propedéutica, para el trabajo y ciudadana.
Definición de nuevos espacios y ejes curriculares. Temas transversales y formación en
valores y en derechos humanos, como en el caso de educación tecnológica.
Formar a profundidad y con contenidos relevantes, así como fomentar habilidades
intelectuales. Se refiere a la abstracción, el pensamiento sistémico, el aprender a aprender,
la comunicación y el trabajo en equipo, la resolución de problemas, el manejo de la
incertidumbre y la adaptación al cambio.
En los anteriores planteamientos, debates y reformas curriculares la Geografía ha tenido una
presencia significativa que reconoce su importancia en la formación de los estudiantes del
bachillerato o EMS en diversos lugares del mundo.
Por su parte, la Unión Geográfica Internacional establece lineamientos y sugerencias sobre
la importancia de la Geografía dentro del ámbito educativo. Asimismo, en países como
España, Argentina, Brasil, Francia, Estados Unidos y Reino Unido existen diversos
proyectos, investigaciones y publicaciones que han desarrollado especialistas en el ámbito
de la enseñanza de la Geografía.
Así, la Geografía, al igual que otras disciplinas, explora nuevos aportes teóricos, enfoques y
metodologías para su enseñanza. Éstos se han dado con los desarrollos en investigaciones
didácticas específicas que, aunque relativamente escasos en América Latina, han incidido en
cambios de currículo, materiales de estudio y la visibilidad pública de la disciplina geográfica
en años recientes (Gurevich, 2005).
Conclusiones
La propuesta incorpora aspectos propios de una Geografía general, los cuales se fortalecen
con temas que ofrecen otras asignaturas geográficas regionales para obtener un panorama
más específico de la dinámica que presenta la relación entre la sociedad y la naturaleza en el
espacio geográfico.
Introducción
El presente artículo tiene por objetivo presentar la experiencia llevada a cabo en un centro
educativo de la ciudad de Porto Alegre (Rio Grande do Sul, Brasil).
Se ha empleado la metodología de estudio de caso en el análisis de la evolución de cuatro
alumnos, a lo largo de un año, verificando el ámbito de las interacciones sociales y de sus
dificultades para el aprendizaje en la disciplina de Geografía.
Se analizaron los efectos de la propuesta conducida dentro del aula por medio de la
aplicación de metodologías de enseñanza diferenciadas a través de los materiales
multisensoriales, con el fin de evaluar su eficacia pedagógica, así como su receptividad por
los estudiantes.
Bajo ese aspecto, el colegio, especialmente en los grados iniciales, es, como bien lo define
Rego (2000), «el espacio privilegiado para educar la intersubjetividad, o sea, el
sitio donde el alumno tiene la oportunidad de descubrirse como ciudadano y
de prepararse para ejercer esa condición de forma crítica, responsable y
productiva».
Por ello, resulta especialmente relevante destacar la importancia de los estudios sobre el
acceso al conocimiento, la educación y la cultura por parte de las personas con discapacidad,
pues la auténtica inclusión no se da únicamente en función de facilidades y compensaciones,
sino por la capacitación del individuo en igualdad de condiciones, de forma que pueda
buscar su propio espacio de desarrollo personal.
Stainback y Stainback (1999) lo concretan así:
[...] la enseñanza inclusiva proporciona a las personas con deficiencia la
oportunidad de adquirir habilidades para el trabajo y para la vida en comunidad.
Los alumnos con deficiencia aprenden cómo actuar e interactuar con sus pares en
el mundo «real». Igualmente, importante, sus pares y también profesores aprenden
cómo actuar e interactuar con ellos. (Stainback y Stainback, 1999; p. 25).
Por lo tanto, la inclusión del individuo, el estímulo a su participación en actividades y
discusiones y el tratamiento igualitario —preferiblemente por medio de metodologías
específicas— tendrán resultados mucho más profundos si eliminan barreras y obstáculos,
resultado de años de marginación social y cultural, de prejuicios y actuaciones erróneas.
En lo que se refiere a la discapacidad visual, un área del conocimiento humano que
desempeña una función especialmente significativa en la inclusión es el estudio de la
Geografía, ya que facilita conocimientos indispensables para comprender el complejo
mosaico de las relaciones humanas y las transformaciones sufridas por el hombre en su
medio natural, así como las alteraciones que la acción humana provoca en el medio.
El estudio de la Geografía, en virtud de los contenidos que abarca, requiere el apoyo de
recursos visuales, como mapas y todo tipo de elementos gráficos. No basta con verbalizar la
disposición de los continentes o el movimiento tectónico de las placas para que el alumno
aprenda los conceptos que tales aspectos implican. Nos hallamos aquí con la gran dificultad
encontrada por los educadores al tratar con el problema de la discapacidad visual en el aula:
pág. 104 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
¿de qué forma se sustituye el «vacío didáctico» dejado por las dificultades de acceso a
figuras y mapas sin que eso perjudique el aprendizaje del alumno con discapacidad visual?
La enseñanza de la Geografía, sin embargo, no puede desvirtuarse a causa de tales
dificultades. El abordaje de los temas más cotidianos desde un punto de vista geográfico
remite al alumno a la comprensión de la importancia y de los efectos de la interacción del
hombre con el ambiente y con él mismo, creando, paralelamente, la idea de que él forma
parte de ese proceso dinámico.
Además, los conceptos más relacionados con las áreas físicas también son esenciales para
este desarrollo, en particular por medio de estudios y ejercicios sobre movilidad, dirección,
ambientación y exploración del espacio, por citar solo los principales.
Queda demostrada, por tanto, la justificación para la búsqueda de recursos didácticos
aplicados a la enseñanza de la Geografía con alumnos con discapacidad visual, estimulando
y permitiendo que estos desempeñen activamente sus papeles de ciudadanos partícipes y
transformadores del mundo.
Objetivos y marco teórico
Dos son los principales objetivos para la realización del trabajo: a) construir las nociones de
estructura espacial y de lugar con estudiantes con discapacidad visual a partir de materiales
multisensoriales y juegos; b) promocionar una mayor interacción y ayuda mutua entre
estudiantes con y sin discapacidad visual a través del uso de recursos pedagógicos.
Para que entendamos el rendimiento de un estudiante con discapacidad visual, para que
comprendamos sus necesidades, para que intentemos solucionar sus problemas de
aprendizaje, debemos conocer su historia, entender los condicionamientos de la
discapacidad visual, formar parte de su vida, interactuar con él para que pueda «mirar el
mundo con nuestros ojos», y para que podamos percibir el mundo como él lo percibe.
Esa complejidad «ocurre por la gran variedad de grados, edades y causas que
caracterizan los problemas visuales. Por ello, la discapacidad visual puede
causar no solo daños motores, psicológicos y cognitivos, sino también sociales»
(Rossi, 2000).
De esa forma, al presentar soluciones y alternativas que auxilien de forma efectiva al niño y
al joven con discapacidad visual a que vayan más allá de las barreras impuestas por la
deficiencia sensorial, es imprescindible que tengamos un conocimiento preciso de su
condición, entendiendo la evolución de su desarrollo sensorio-motor y su inclusión en el
proceso familiar-escolar y social.
Para conocer los diversos factores que influyen en el proceso de aprendizaje social, cultural
y personal, hay que plantear las siguientes cuestiones: ¿cómo están presentes los conceptos
de lugar y de estructura espacial en la vida cotidiana de los estudiantes con discapacidad
visual? ¿De qué forma los materiales multisensoriales y los juegos auxilian en la
construcción socioespacial e integradora de los estudiantes con discapacidad visual?
La experiencia que proponemos intenta auxiliar a los alumnos con discapacidad visual a que
amplíen su contacto con el mundo que les rodea, intensificando sus relaciones
interpersonales y valorando sus experiencias vitales mediante la utilización de materiales
multisensoriales y actividades lúdicas.
La primera cuestión se refiere a la construcción y percepción de los conceptos de lugar y de
estructura espacial por parte de los alumnos con discapacidad visual.
• Consideraciones: Con la exploración del globo se rescatan los temas relacionados con
los continentes y los océanos, sus divisiones y la importancia del agua en el planeta.
Percepción de la profesora
Percibí que los estudiantes con discapacidad visual exploraron con facilidad y muy despacio
el material, se hicieron comentarios sobre que la parte más redonda de la Tierra es la que se
separa en dos hemisferios, como hicimos en el cuerpo. Notaron que la representación del
agua es mucho más significativa que la de la tierra.
Percepción de la profesora
Toda actividad lúdica se hace placentera para los estudiantes, independientemente de que
sean videntes o no. Sin embargo, en este caso, los alumnos con discapacidad visual se
benefician de poder percibir en la práctica un fenómeno de la naturaleza que antes era
solamente comentado o leído en los libros.
Percepción de los estudiantes
En esta maqueta los cuatro estudiantes manifestaron que fue una de las mejores actividades
que habían construido y hecho.
En estos cinco años hemos seguido paso a paso la formulación y el desarrollo de los
proyectos, visitamos los colegios en donde éstos se implementan y allí observamos clases de
geografía, revisamos textos escolares, miramos un poco la biblioteca y el salón de materiales
de apoyo y conversamos con los alumnos.
De lo primero que debemos dar cuenta, es que el desarrollo de estos proyectos de
investigación en el aula trajo como consecuencias el rompimiento con los planes de estudio
formales, el redimensionamiento de la geografía en el área de Ciencias Sociales, unos
maestros reaprendiendo geografía y unos alumnos participando activamente en sus clases,
Los docentes realizaron seguimiento y registro permanentes de las actividades, de los
agentes involucrados en los proyectos y de las reacciones institucionales y de sus colegas de
área. Hoy se tiene una memoria escrita del avance de los proyectos y los docentes se afinan
en técnicas etnográficas para dar mejor cuenta de la vida cotidiana del aula y enseñar a los
alumnos cómo observar, cómo vivenciar, cómo narrar y cómo analizar algunos fenómenos
de la geografía local.
La postura de Harvey se nos antoja demasiado estructuralista y permite ver el bosque, pero
no los árboles. La categoría clase social es muy abarcadora y los agentes o actores pasan
desapercibidos. Los actores urbanos tienen intereses específicos y no todos cuentan con el
mismo poder para crear espacio. La ciudad recrea en su paisaje esas diferencias y las
despliega en el espacio. La sociedad que produce el espacio urbano es jerárquica y su
jerarquía se expresa espacialmente, como dice Knox (1994: 284), en una
“regionalización” que refleja múltiples redes socio-espaciales basadas en la distribución
diferencial de los recursos (poder económico) y autoridad (poder político), idea que
“resulta muy útil como marco para conceptualizar la vida urbana y la forma en
que los paisajes humanos son creados y sostenidos” (Knox, 1994:284).
Paul Knox (1994: 284-285) sigue los argumentos de Giddens sobre la estructuración de la
vida social. De él toma el concepto de estructuración basado en la interdependencia entre,
por una parte, los sistemas sociales y las estructuras, y por la otra, la intencionalidad de la
conducta individual y plantea que los paisajes humanos son creados por actores reconocidos
(agentes) que operan dentro de un contexto social específico (estructura). Las relaciones
entre estructura y agentes son mediadas por una serie de instituciones capaces de permitir
o constreñir la acción. En el análisis se pueden identificar tres niveles: estructuras,
instituciones y agentes o actores. Las estructuras incluyen las arraigadas prácticas sociales
de larga duración y que gobiernan la vida diaria, como la ley o la familia; las instituciones
representan la forma de las estructuras, incluyendo por ejemplo los aparatos estatales; los
agentes son los actores humanos individuales que determinan los productos precisos y
observables de cualquier interacción social. El espacio es investido de un contenido
ideológico que refleja los valores, actitudes y estructuras cognitivas de los grupos
pág. 130 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
involucrados, asunto que tiene implicaciones importantes para toda la trayectoria de la
urbanización, por la forma en que contribuye a la reproducción y el sostenimiento de la
estructura y de la dinámica de las relaciones entre los grupos sociales. Una aproximación
similar a la de Knox utilizó Roberts (1973), para demostrar que las ciudades
latinoamericanas están profundamente marcadas por la cultura rural de los migrantes que
las hicieron crecer y recrear sus formas de vida, actitudes y valores, hasta convertirlas en
verdaderas “ciudades de campesinos”.
Gottdiener (1994), desde la sociología, recoge varios argumentos de Lefebvre, Harvey y
Giddens e insiste en que para comprender los procesos de urbanización es necesario hacer
énfasis tanto en lo estructural, como en los intereses específicos de quienes operan en la
sociedad para canalizar los procesos de desarrollo en direcciones específicas y que de finen
los proyectos que crean las formas del ambiente construido. De modo que la comprensión
de la producción del espacio requiere de una aproximación sintética que resalte los dos polos
de estructura y acción, para unirlos en la especificación de la articulación sociedad-espacio.
En resumen, la tesis de Gottdiener (1994) es que la comprensión de la construcción social
del espacio urbano proviene de un énfasis sobre las estructuras y sobre los intereses sociales
específicos —económicos, políticos, sociales— organizados alrededor del suelo urbano,
incluyendo el sector de los bienes raíces, los intereses del capital financiero y corporativo, de
los políticos corruptos, de los grupos locales de presión, de los especuladores, de los partidos
políticos que buscan financiación, de los ambientalistas, de los propietarios, etc. Es
importante considerar estos intereses y los conflictos entre ellos para entender los cambios
espaciales acicateados por los procesos sociales.
Decir que la ciudad es un espacio socialmente construido puede parecer una aserción
simplista. Pero lo que aquí se quiere expresar es que la ciudad es un lugar, resultado de un
acto de creación social, producto tanto de los procesos económicos, sociales y políticos, como
de las acciones deliberadas de actores individuales que tienen poder en la sociedad y que
usan el espacio y crean lugares para satisfacer sus necesidades y ejercer poder. Como lugar,
la ciudad no es solamente contenedora de existencia, sino también una fuente real y
potencial de conflictos. La ciudad es un contexto en el cual las estructuras y las relaciones
sociales asumen formas concretas.
Como fuente real y potencial de conflictos, el paisaje urbano se puede calificar como un
escenario espacialmente diferenciado. Tal condición es el resultado de las interacciones
entre la sociedad y sus actores con el ambiente físico y el ambiente creado, de manera que
es factible reconocer grandes diferencias entre ciudades creadas en contextos distintos y
diferencias internas en la ciudad producidas por estructuras y agentes con desigual poder de
creación social del espacio y con percepciones, valoraciones y actitudes distintas sobre el
espacio urbano que usan.
La ciudad del presente es el resultado de un proceso de urbanización que es mucho más que
el mero incremento en el número de personas que habitan y trabajan en pueblos y ciudades.
La urbanización involucra una serie de procesos de cambios económicos, demográficos,
políticos, culturales, tecnológicos y sociales que han ocurrido en contextos ambientales
específicos y en condiciones contingentes de historicidad. Comprender la ciudad o tratar de
explicar sus formas, los problemas de y en la ciudad, el mismo paisaje urbano, implica
penetrar en los procesos que la han generado. Es apenas lógico pensar, por ejemplo, que los
asentamientos tuguriales o los cinturones de miseria en las ciudades estén relacionados con
fenómenos políticos que ocurren en áreas rurales y que desembocan en movimientos
migratorios forzados hacia las ciudades. Entonces uno puede asociar un riesgo antrópico
1. Introducción
En la segunda mitad del siglo XX, con el degradado panorama de las dos guerras mundiales
de principio de siglo, la geografía al igual que otras ciencias recobra papel protagónico en la
reconfiguración de la humanización del espacio. Es así como al lado de los avances de la
geografía física, la geografía humana fue impulsando paulatinamente el desarrollo de la
disciplina, con aportes de la geografía económica que según Franco (1997), se caracterizan
por su rigor científico en el marco de la nueva geografía aplicando métodos neopositivistas.
Las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado, marcaron el inicio de una intensa y
acelerada explosión dentro de los paradigmas y postulados en diversas esferas de la vida de
la humanidad. Así, este fuerte sismo con epicentro en Europa occidental y Estados Unidos,
y con álgidas replicas en los llamados países de la periferia, fue diseminando la estructura
de las teorías que durante años fueron emergiendo en diversas comunidades científicas.
De igual forma los discursos políticos, los modelos económicos y las diferentes
construcciones filosóficas sobre el hombre fueron declinando de manera acelerada,
ahondando en sus contradicciones, lo que marcaría finalmente la urgente necesidad de
replantear y reconstruir gran parte de esos intersticios absolutos que caracterizaban a la
ciencia y los discursos académicos del siglo XX.
Así, ciencias sociales y humanas como la geografía y la filosofía no fueron ajenas a esta
explosión por lo que la re-acomodación de sus principios teóricos llevó a la fusión de algunos
postulados entre ellas. La filosofía, por ejemplo, sería infiltrada por la fenomenología
impulsada por Edmmun Husserl y el existencialismo desarrollado por Soren Kierkegaard y
Jean Paúl Sartre, corrientes filosóficas que reaccionan contra el formalismo y universalismo
abstractos.
La fenomenología, por ejemplo, busca volver de los objetos a los actos de la conciencia
(vivencias) en que se nos ofrecen y estudiar las estructuras de conciencia en su generalidad
ideal, esto es, como esencias. Por su parte el existencialismo reconoce prioridad a la
existencia sobre la esencia por ser esta el lugar donde se define el sujeto al ser concreta, finita
y temporal.
En cuanto a la geografía, las corrientes positivista y marxista perdían protagonismo por su
incapacidad de responder a cuestionamientos que surgían frente a los fenómenos ocurridos
en el espacio, lo que llevó a algunos geógrafos a optar por formas alternativas de
conocimiento relacionadas con perspectivas humanistas abonando así el terreno para la
geografía humanística.
2. La Geografía Humanística en el rescate del lugar y el espacio
La geografía como ciencia que evoluciona y se transforma se ha visto, por lo tanto, evocada
a regirse por paradigmas, que la han caracterizado y marcado a través de la historia. En la
década del setenta del siglo XX se comenzó a difundir la denominación de geografía
humanística, para calificar aquellas ideas que algunos geógrafos anglosajones consideraban,
una nueva manera de hacer y de entender la disciplina geográfica. Es entonces a partir de
pág. 135 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
trabajos pioneros como el de Yi-fu Tuan en 1976 y el de Ley D, y Samuels M, en 1978, que
este enfoque geográfico ha venido desarrollando su propio contenido temático y
metodológico (Franco, 1997).
Para Delgado, filósofos como Marcel, Sartre o Merleau Ponty:
“dan gran importancia al cuerpo como medio de participación humana en el mundo
cotidiano de donde se deriva la importancia de su localización espacial como cuerpo
que lo ocupa, y de su posición en relación con otros cuerpos. Esta participación en
el espacio como cuerpos concretos implica la necesidad inherente a la existencia de
organizar el espacio en términos de la propia existencia y del cuerpo mismo como
medida y referencia de todas las cosas” (Delgado, 2003:104).
De igual forma para este autor el rasgo fundamental de la fenomenología es que aboga por
una mirada integral de los fenómenos, que no separa las apariencias y las esencias, no
establece escisión alguna entre objetividad y subjetividad, ni desliga la experiencia del
mundo exterior, puesto que toda experiencia siempre es experiencia de algo:
“(…) el estudio o descripción de los fenómenos requiere que las cosas se describan
tal y como las experimentan las personas en la vida cotidiana, es decir, como las
ven, las oyen, las sienten, las palpan, las huelen, las recuerdan o las imaginan”
(Delgado, 2003:107).
Para Tuan (1976:105):
“la relación entre el ser y el espacio es una experiencia comprensible en los términos
expuestos por la fenomenología, de modo que es posible una fenomenología del
lugar como experiencia espacio-temporal de los seres humanos. La geografía es
desde este punto de vista, experiencia, vivencia y conciencia intencional de espacio
y de lugar; y como ciencia, es un estudio fenomenológico, una hermenéutica del
espacio y del lugar vividas cotidianamente por los seres humanos”.
Mientras el periodo de entreguerras se caracterizó por la Gran Depresión Económica de 1929
a 1933. La segunda posguerra trajo consigo la irrupción de organizaciones y acuerdos
interinstitucionales y entre naciones para evitar nuevos conflictos bélicos. Igualmente,
desde lo académico se hacía necesario un regreso al hombre como ser social, cultural,
político, económico, etc. Discursos que incluyeran al hombre como actor transformador de
su espacio y que dieran cuenta de las necesidades cada vez más complejas y variadas del
ciudadano del presente siglo.
En este marco y frente a las limitaciones del positivismo y el materialismo imperaba la tarea
de restaurar la subjetividad humana por fuera de los márgenes universalistas de estos dos
grandes discursos que habían mantenido hasta mediados del siglo pasado su autonomía y
credibilidad.
Con esta misión, afirma Buttimer (1990 citado en Tuan, 1976:107):
“algunos geógrafos optaron por hacer énfasis en las actitudes y valores humanos,
otros se interesaron por el patrimonio cultural, la estética del paisaje y la
arquitectura, en tanto que varios resultaron atraídos por el asunto del significado
emocional del lugar en la identidad humana, o por el compromiso en la solución de
problemas sociales y ambientales”.
Peet, advierte que geógrafos como Relph, Ley, Sammuels, Entrinkin, Yi-fu Tuan y Buttimer
se interesaron por situar la geografía entre las ciencias sociales no positivistas, para
reconciliarla con la comprensión de la situación del ser humano en el mundo, desde una
pág. 136 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
perspectiva antinaturalista más interesada en comprender que en dar explicaciones
causales. De igual forma: “la geografía humanística apoyada en la fenomenología
y en la hermenéutica puede tratar con éxito los temas del lugar, el espacio, el
ambiente, el paisaje y la región, los cuales han sido de interés tradicional en la
geografía” (Peet 1998, citado en Delgado, 2003:107).
Tuan hace hincapié en que la contribución de la geografía humanística a la ciencia radica en
descubrir materiales que el científico puede no ver al estar confinado dentro de su propio
entorno conceptual. Estos materiales:
“incluyen la naturaleza y gama de la experiencia y pensamiento humanos, la
calidad e intensidad de una emoción, la ambivalencia y ambigüedad de los valores
y actitudes, la naturaleza y poder del símbolo y el carácter, los acontecimientos,
intenciones y aspiraciones humanas” (Tuan 1976, citado en Ibarra, 1998:42).
Por su parte Estébanez (1983) señala que el postulado básico de la geografía humanística es
que el espacio vivido es el mundo de la experiencia inmediata anterior a las ideas científicas
dejando establecido no un hombre en abstracto, sino un ser con sentimientos, valores y
deseos condicionado a los vaivenes de su propio destino.
Dentro de las muchas acepciones que tiene el término percepción, la geografía actual ha
retomado la importancia de los sentidos en la construcción del conocimiento geográfico e
igualmente la carga afectiva sobre los lugares, lo cual, según Vila (1983: 16) incluye: “el
sentimiento de pertenencia y la valorización del espacio como resultado de la
asignación de valores del mismo”.
La segunda mitad del siglo XX se caracteriza a nivel de la ciencia y de las diferentes
corrientes de pensamiento, por el retorno al hombre y su compleja existencia, por la
preocupación de sus comportamientos y su intervención como ser existente en la
proximidad de todo cuanto le rodea. En este sentido el interés por la valoración del entorno,
así como la percepción e imágenes que de él construyen los sujetos individuales y sociales,
han sido estudiados desde distintas perspectivas disciplinarias y epistemológicas. Dichas
perspectivas están referidas a corrientes neomarxistas, humanistas radicales,
fenomenológicas y existencialistas. Perspectivas que, dentro de la geografía, buscan
examinar la construcción “imaginaria” de la realidad, el lugar, la región, como instancias
de relación entre el medio y los individuos en la vida cotidiana.
3. La subjetividad en el estudio del hombre como ser modelador y
transformador dinámico del espacio
El estudio del espacio ha irrumpido con fuerza en el campo de la academia y de la
investigación a tal punto que desde diferentes disciplinas se han incorporado pensadores
interesados en la relación del hombre con su medio y cómo a partir de la interrelación de
estructuras espaciales se configuran y reacomodan las diversas dimensiones del hombre en
cuanto ser social que dinamiza y transforma su espacio.
Precisamente, esa pluridimensionalidad que caracteriza al ser humano, es lo que ha
permitido que el campo de acción de la geografía igualmente se pluralice retroalimentándose
y enriqueciéndose de las Ciencias Humanas como la Filosofía fenomenológica y
existencialista, lo que ha a su vez ha permitido el desarrollo de investigaciones innovadoras
y estudios de caso desde la percepción y el comportamiento del hombre en los diferentes
espacios que habita y transforma.
Se trata entonces de un espacio vivo, real, concreto, donde el estudiante interactúa con las
diferentes estructuras y actores espaciales, donde el estudiante recrea y expresa
pág. 137 – Didáctica de la Geografía I – Unidad Nº 3
sentimientos, sensaciones, afectos y rechazos, desde la experiencia en el contacto directo con
su medio. Es decir, la cotidianidad entra a hacer parte del conglomerado de elementos que
intervienen en las relaciones que el hombre establece con el medio. Según Álvarez (1999:12):
“El surgimiento de la “Geografía de la Percepción”, esto es, el interés de una
disciplina llamada Geografía por la percepción, representación e imaginación que
los hombres construyen de su u otros territorios dentro de las geografías
contemporáneas como dominio temático disciplinario, es situado mayormente por
los “clásicos” de la filosofía de la Geografía a finales de la década del '50 y
comienzos del '60 (…)”
La geografía del comportamiento y la percepción tiene como objeto estudiar la comprensión
de cómo interactúa el hombre y el medio, pero mediante el conocimiento de los procesos
psicológicos, a través de los cuales el hombre aprehende el medio en el que vive, examinando
el modo en que estos procesos influyen en el comportamiento resultante. La geografía del
comportamiento y la percepción hace énfasis en el hombre (Espinoza, 1992: 2):
“con el objetivo de hallar en él, las decisiones espaciales. Se propone valorar la
conducta del hombre, como freno a la deshumanización que sufría la geografía”
razón por la cual esta perspectiva geográfica “está relacionada con la
psicología y la psicología social, y más concretamente con el enfoque
conductista”.
Es así entonces, que la geografía de la percepción surge como una alternativa frente a la crisis
teórica de los presupuestos positivistas y cientifistas, incluyendo la subjetividad en el estudio
del hombre como ser modelador y transformador dinámico de su espacio. Denunciando la
incapacidad de la geografía cuantitativa (nueva geografía) Wolpet (1964)
“la gran diferencia entre comportamiento esperado y comportamiento real, sobre
todo a la hora de analizar temas como la movilidad, en su acepción más amplia:
residencial, migratoria, diaria, etc., (…) debiéndose tener siempre presente que los
comportamientos humanos son individuales y nunca se pueden considerar desde
una perspectiva con carácter racional”
La geografía de la percepción, construye su discurso bajo el supuesto que, sobre el mismo
plano de un lugar geográfico, existen distintos esquemas del mismo según los intereses de
cada individuo. Entonces, la imagen de un lugar no es única como pretendía la geografía
tradicional, sino múltiple y variada. En este sentido es clave para esta geografía entrar a
interpretar los comportamientos, significados y valores que el individuo deposita sobre los
lugares con intervención de todos sus sentidos, ya no sólo de la vista como sucedía con las
anteriores perspectivas geográficas.
Razón por la cual, la geografía de la percepción es una aproximación distinta, individual y
subjetiva al mundo real. En palabras de Díaz (1992:16):
“es una manera de contrastar las diferencias y relaciones entre el mundo
aprehendido de una manera académica en las aulas y el que se capta a través de las
vivencias propias o las de otros. Igualmente permite reconocer a partir de la propia
experiencia las distintas dimensiones de la relación de percepción y actividad entre
el individuo y su medio”.
Aparecen igualmente dentro de la geografía de la percepción, investigaciones referentes a
las preferencias residenciales de los individuos, y del atractivo de los lugares a partir de la
puesta en escena de intereses y afectos que los sujetos depositan sobre los mismos.
Introducción
Gurevich Raquel
1. La enseñanza de los nuevos territorios del mundo actual implica serle fiel a
aquellas líneas de pensamiento acerca de las transformaciones territoriales en
el contexto de la escena social, política, económica y cultural propia del mundo
contemporáneo.
Nos hallamos inmersos y al vaivén de nuevos procesos culturales de socialización y de
cambios de roles de los Estados nacionales, frente a nuevas presentaciones de lo político y
agrupamientos de la sociedad civil y, en particular, ante transformaciones subjetivas de la
época que abren escenarios de posibilidades y desafíos para la producción y transmisión de
conocimientos. El contexto de análisis para dichos fenómenos y procesos comprende
infinidad de posiciones y de relaciones entre ellas. La “sociedad líquida” (Bauman, 2002),
nos envuelve desde una modernidad sólida y pesada hacia otra ligera, evanescente y líquida
donde se imponen la velocidad de movimiento de las imágenes, las tecnologías, la
información, el capital y las personas. Siguiendo los lineamientos planteados por M. Santos
(1994), en cuanto a la inmaterialidad como dato necesario para la fluidez de nuestro tiempo,
aparecen como elementos centrales de la espacialidad: la fragmentación socio-espacial
como nueva realidad del territorio y la reducción del espacio al tiempo.
Puestos a elegir, una referencia valiosa para reflexionar sobre las coordenadas
espaciotemporales puede ser ubicarse en las intervinculaciones escalares del capitalismo
contemporáneo. Estas incluyen el conjunto de los rangos posibles entre la escala global,
planetaria, mundial (según los aspectos que focalicemos) y lo regional, lo local, lo microlocal.
Se trata de atravesar las dimensiones escalares, haciendo lazo entre lo público y lo privado.
Es importante señalar que en las dimensiones más locales se incluyen las esferas de lo
privado, de lo pequeño, sin abandonar para nada una perspectiva social de análisis y no
confundiendo el espacio privado con uno individual.
Este enfoque se halla emparentado con la denominada “política de escalas” nacida en los
discursos propios de la geografía política-, en tanto comparte con las posiciones más
cercanas a las geografías sociales, la idea de que las escalas se construyen histórica y
socialmente, corriendo esta noción desde su percepción como algo fijo e inmutable a un
tratamiento de tipo relacional y hasta contingente. S. González (2005) citando a Howitt
(1993), nos recuerda que “los procesos, instituciones, fuerzas y relaciones que
tienen lugar en una escala interactúan dialécticamente con los procesos,
instituciones, fuerzas y relaciones que tienen lugar en todas las otras escalas.
Esto no ocurre secuencialmente, en el sentido de filtrándose hacia arriba o
hacia abajo a través de la jerarquía. Por el contrario, estas interacciones deben
ser reconceptualizadas como si tuvieran lugar simultáneamente y de formal
multidireccional, dentro y entre varias escalas”.
Dado que las fronteras temporales y espaciales se hallan expandidas; los flujos migratorios,
informáticos y financieros cada vez más intensificados; y las relaciones desarrolladas en todo
el globo reconocen una lógica que las reordena y las disuelve al mismo tiempo, pareciera
preciso recurrir a discursos y prácticas propias del pensamiento complejo. Así, la cantidad
y diversidad de elementos en juego; la dinámica y velocidad de funcionamiento, y la
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probabilidad de cambios y transformaciones van marcando la producción de lo cotidiano y
el ritmo de cada una de nuestras vidas. Estas tendencias globales van mucho más allá que la
denominada “macdonalización” de la sociedad, y somos testigos de que no se desarrollan
en forma homogénea, sino que su expresión deviene puntual, fragmentada y altamente
segmentada en los planos social, económico, político, tecnológico, cultural y territorial. Es
por ello que podemos hablar de un proceso simultáneo -escrito en anverso y reverso de la
trama- que se halla marcado tanto por la unicidad globalizada de los territorios y los tiempos
globales, como por la desigualdad, los contrastes y las polaridades entre y en cada uno de
ellos.
Vivir en un mundo desterritorializado y reterritorializado a la vez, nos convoca a pensar
acerca de un rasgo constitutivo de la contemporaneidad como lo es el cambio de las
coordenadas geográficas consideradas al modo clásico. La gran heterogeneidad de los
puntos y relaciones en todo el globo se manifiesta hoy, no a modo de un par geométrico, sino
como un mosaico polimórfico que aglutina una multiplicidad de actores sociales distintos,
así como de productos y visiones diferentes. En los territorios singulares del mundo se
satisfacen, con desigual grado de justicia, las necesidades colectivas e individuales de
quienes viven en ellas. Por ello, puede afirmarse que la espacialidad capitalista actual es, al
mismo tiempo, fragmentada y articulada; homogénea y heterogénea; concentradora y
disgregadora. Alberga un lote de bienes y símbolos semejantes para amplias mayorías, a la
vez que provoca y reproduce brutales desigualdades de distinto tipo. Esto nos lleva a
sostener lo difícil que resulta poder procesar intelectual, política y éticamente tales
conglomerados de contradicciones, a la hora de elaborar transmisiones culturales y
pedagógicas a las futuras generaciones.
2. En tiempos contemporáneos, los territorios exigen ser pensados como
ámbitos de intersecciones de conjuntos de movimientos, flujos, tiempos y
dinámicas.
En este punto nos resulta pertinente apelar a los señalamientos de D. Massey (2005) en su
noción de espacio como “producto de interrelaciones”, como “esfera de posibilidad
de la existencia de la multiplicidad” y “de construcción” en el sentido de “nunca
acabado, nunca terminado”.
¿Cuántas escalas geográficas están comprometidas a la hora de dar las coordenadas de un
lugar en el mundo hoy? Los denominados “nomadismos postmodernos” junto con los
inmigrantes clásicos; los paisajes electrónicos; las empresas transnacionales, produciendo
bienes y servicios diseminados por doquier; las compañías de producción artística y cultural,
el turismo y los canales de los medios masivos de comunicación que llevan y traen escenas y
objetos translocales a todo el planeta complejizan cualquier respuesta simplista.
Son precisamente los perpetuos movimientos de mercaderías, ideas, mensajes, capitales,
informaciones y personas por todo el mundo, los vectores que imprimen y marcan el
modelado territorial. Estos flujos hacen que lo nacional, lo global y lo local no permanezcan
escindidos entre sí, sino que se yuxtapongan, se mezclen, se articulen. Decíamos en un
trabajo anterior, Gurevich (2005) cómo la mercantilización generalizada de las relaciones
sociales, la difusión de las innovaciones tecnológicas y la porosidad política y económica de
los Estados nacionales han conmovido fuertemente los ordenamientos de base territorial
estricta, de filiación geográfica en su sentido más restringido y, por ende, el papel de las
soberanías territoriales. La denominada desterritorialización del mundo se alimenta de
estos movimientos, de estos modos de organizar el trabajo y la producción que se repiten
más allá de las coordenadas fijas de una localización particular; también de las noticias y