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Introducción ............................................................................................................................ 1
Conclusiones......................................................................................................................... 14
Bibliografía ........................................................................................................................... 16
I
“Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá
sed.” (Jn 6, 35)
Introducción
A simple vista se puede catalogar que no hay una diferencia entre las diversas presencias
sacramentales en la Misa, pues todas son reales y están dentro del culto, pero a medida que
se introduzca en la reflexión se orientará dónde está centrada esa diferencia de las presencias
sacramentales. Las reflexiones están apoyadas en la Sagrada Escritura, en documentos
dogmáticos, libros sobre la Eucaristía y la reflexión propia. Al final presentare algunas
conclusiones, al preguntarme sobre las diferencias entre las presencias sacramentales dadas
en la Misa y las especies eucarísticas.
1
“[…] Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción
litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, "ofreciéndose ahora por
ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz", sea sobre todo bajo las especies
eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo
quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien
habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: "Donde están
dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt., 18,20).” Concilio Vaticano II,
«Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963) Constitución sobre la Sagrada Liturgia», en Concilio Vaticano
II, http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html.
1
¿Qué es un sacramento?
¿Cómo se hace presente Jesús en la persona del ministro? Es la pregunta que emerge al
escritor de este artículo desde hace algunos años. En la constitución dogmática Sacrosanctum
Concilium N°33 pone de manifiesto lo siguiente: “[…] las oraciones que dirige a Dios el
sacerdote —que preside la asamblea representando a Cristo— se dicen en nombre de todo el
pueblo santo y de todos los circunstantes”.4
El ministro obra “[…] in persona Christi”.5 Podemos deducir que, el ministro es un tipo
de presencia sacramental de Cristo, al ser un signo visible, pues el ministro en nombre de la
2
Biblia de Jerusalén tercera edición.
3
Casiano Floristán, Diccionario abreviado de liturgia, 2.a ed. (Navarra: Verbo Divino, 2010), 276.
4
Concilio Vaticano II, «Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963) Constitución sobre la Sagrada Liturgia».
5
Dionisio Borobio, Celebrar para vivir: liturgia y sacramentos de la Iglesia, Lux mundi 81 (Salamanca:
Sígueme, 2003), 172.
2
Iglesia, es únicamente el administrador de una gracia dada. Por eso, está ejerciendo las veces
de la persona de Cristo.
El ser humano es un ser simbólico y necesita de mediaciones para vivir los misterios de
la fe. Por lo cual, el ministro que preside la eucaristía en nombre de Cristo es un signo visible
de la gracia invisible. Por nuestra fe, creemos que Cristo está y se hace presente en el ministro
que preside, pero esto no se lo debe comprender como algo mágico, entendiendo que cuando
se inicia la Eucaristía el sacerdote deja de ser humano o se transforma físicamente en otro ser
-Cristo- sino más bien, el ministro es la presencia visible de Cristo en la celebración de la
Eucaristía, pero sin dejar de lado su humanidad.
Nuestra fe cristiana afirma que: “[…] Jesucristo, por su Espíritu, está presente en esta
Iglesia, que camina con ella, que la guía, que no nos dejó huérfanos. Sacramento de esta
6
Ibíd.
7
Ibíd.
3
presencia y de este ministerio en la comunidad son el Papa para la Iglesia universal, los
obispos en sus Iglesias diocesanas y los presbíteros en sus comunidades”.8
Jesús en su amor infinito por la humanidad no nos abandonó, pues nos prometió el
Espíritu Santo, quien actúa en la Iglesia, y se hace presente en los presbíteros en cada una de
las comunidades, donde hay cristianos que se reúnen a celebrar la Eucaristía. Para concluir
este punto de la reflexión se pondrá de manifiesto lo propuesto por Borobio en el libro
Celebrar para vivir:
[…] El ministro no es autor ni dueño de los sacramentos. No podemos identificarlo con Cristo,
pues no es Cristo ni podemos identificarlo con la Iglesia, pues no es Iglesia. Su intervención no
suplanta la intervención soberanamente libre del Cristo pascual, ni reduce o hace superfina la
intervención de la comunidad, ni sustituye la fe del sujeto o su participación. Y, sin embargo, hay que
decir que la intervención mediadora del ministro ordenado es absolutamente necesaria. Porque
concretiza la intervención de la Iglesia -re-presentándola- en una situación concreta y sacramental.
Porque saca de la ambigüedad las disposiciones del sujeto, y significa para él el encuentro personal
con Cristo y la comunión con la Iglesia.9
La teología no tiene un acceso directo a Dios, sino del Dios que se ha comunicado, se ha
revelado. La mediación de Dios es su revelación contenida particularmente en la Sagrada
Escritura y Tradición. Por ende, en la Misa la proclamación de la Sagrada Escritura es una
presencia sacramental de Jesucristo, puesto que Él mismo se ha revelado en palabras
humanas y ha dejado un lugar teológico como es el sacramento de la Misa, dónde se puede
llegar a tener una comunicación entre Dios y el hombre.
8
Floristán, Diccionario abreviado de liturgia, 254.
9
Borobio, Celebrar para vivir, 172–73.
4
Por eso en IGMR afirma que; “[…] cuando en la Iglesia se leen las Sagradas Escrituras,
Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra anuncia el Evangelio”.10 Es
la presencia sacramental de Jesucristo que proclama su propia vida. La Palabra no es muerta
sino llena de vida, pues la fe del cristiano lleva a generar un movimiento interno de
transformación de vida. En este sentido, llamamos “[…] Palabra de Dios a lo que se contiene
en la Escritura y se proclama en la asamblea”11; pues es el mismo Jesús hablando a nuestro
corazón para asumir compromisos de conversión de vida.
10
Conferencia Episcopal de Chile, Introducción General al Misal Romano, 3.a ed., Pastoral Litúrgica 7
(Santiago: Conferencia Episcopal de Chile, 2007).
11
Borobio, Celebrar para vivir, 302.
12
Ibíd, 303.
13
Ibíd.
5
en cada momento cuando el hombre entra en diálogo con Jesús desde su propia realidad. La
vida del creyente es iluminada por los criterios de Evangelio y Dios por medio de Jesucristo
y la asistencia del Espiritu Santo busca la salvación del hombre.
14
Concilio Vaticano II, «Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963) Constitución sobre la Sagrada Liturgia».
15
Borobio, Celebrar para vivir, 303.
16
Ibíd, 304.
6
recorrido que debe seguir el ser humano hasta el día del encuentro definitivo con Él. Esta es
una presencia sacramental en la medida que el hombre acepte la Sagrada Escritura como
palabra viva, dicha por Jesucristo mismo, pues él está esperando una respuesta al dialogo
implantado en la Misa, pues Jesucristo habla, pero el hombre responde también a este
dialogo.
17
Concilio Vaticano II, «Dei Verbum (18 noviembre 1965) Constitución Dogmática sobre la Divina
Revelación», En Concilio Vaticano II, 21,
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-
verbum_sp.html.
18
Aquilino de Pedro Hernández, La nueva celebración eucarística: rito y espiritualidad, CRISTO HOY 21
(Santander: Sal Terrae, 1976), 98.
7
Presencia sacramental de Jesucristo cuando el Pueblo de Dios suplica y canta salmos en
la Misa.
Para iniciar con este apartado considero oportuno traer a coloquio lo siguiente, la
comprensión de Iglesia desde la visión paulina, (Cfr.1 Cor 12, 12-27) Pablo compara a la
Iglesia como el cuerpo de Jesucristo. Por ende, estamos unidos a Jesucristo puesto que, “[…]
nosotros suplicamos que, participando del Cuerpo y Sangre de Cristo, seamos reunidos por
el Espíritu Santo en un sólo Cuerpo”.19 En este sentido, cuando el Pueblo suplica, es una
parte del “cuerpo” que aclama a Dios, pero a su vez Jesucristo está presente por medio del
Espíritu Santo en esa misma Iglesia suplicante. Es un diálogo entre Dios y el hombre. De esta
manera, “[…] la asamblea del pueblo de Dios es la primera realidad sacramental de la misa
(…) hay que considerarla también como una obra de Dios”.20
Se afirma lo siguiente: “[…] Cristo está presente en la asamblea, no de modo pasivo (…)
sino de modo activo y reconocido (…) Cristo es el centro de la acción litúrgica, y el mediador
eficaz de la alabanza y santificación en la eucaristía”.21
19
Juliano Alves Dias, Sacrificium Laudis: a hermenêutica da continuidade de Bento XVI e o retorno do
catolicismo tradicional (1969-2009) «traducción propia» (UNESP, 2010), 72, acceso el 18 de abril de 2018,
http://dx.doi.org/10.7476/9788579831249.
20
Maurice. Brouard, Enciclopedia de la Eucaristía, Biblioteca manual Desclée 40 (Bilbao: Desclée de Brouwer,
2004), 435.
21
Borobio, Celebrar para vivir, 296.
22
Julián López Martin, La liturgia de la iglesia: teología, historia, espiritualidad y pastoral, Sapientia fidei
(Biblioteca de Autores Cristianos (España)). Serie de manuales de teología (Madrid: Biblioteca de Autores
Cristianos, 1994), 99.
8
Las exigencias del Evangelio son radicales por ese motivo surge la pregunta ¿Cómo tener
un encuentro de hermanos en la Eucaristía para celebrar la fe, si muchas veces hay divisiones,
odios, egoísmos? Se considera que “[…] no es posible una verdadera celebración, si no existe
una verdadera conversión, un auténtico y consecuente deseo de reconciliación”.23 (Cf. Mt 5,
23-24.) en esa razón, Jesucristo presente en el hermano (presencia sacramental) exige hacer
un proceso de camino y de conversión de vida, pues sino hay un proceso de conversión el
encuentro con Jesucristo sería infructuoso, por eso el verdadero encontró exige la vivencia
cada día más radical del Evangelio. En consecuencia, nos debe llevar a “[…] ser capaces de
descubrir a Cristo en los hermanos”.24
Para iniciar este apartado tomaré como punto de partida el siguiente versículo “Hagan lo
mismo en memoria mía” (Lc 22, 17-19). Puesto que, “[…]Cristo instituyó en la iglesia el
sacramento admirable de la Eucaristía, por el cual se significa y realiza la unidad de la
Iglesia”.26 Para profundizar, propondré las siguientes reflexiones sobre la presencia
23
Borobio, Celebrar para vivir, 294.
24
Ibíd, 298.
25
Conferencia Episcopal de Chile, Introducción General al Misal Romano, 30.
26
Salvador Pié-Ninot, Eclesiología: la sacramentalidad de la comunidad cristiana, Lux mundi 86 (Salamanca:
Sígueme, 2007), 274.
9
sacramental de Jesucristo en las especies eucarísticas y así poder llegar a determinar cuál es
la diferencia esencial con los otros modos de presencia sacramental en la Misa.
Jesús en la celebración pascual (última cena) elige el “[…] pan y vino como signos para
el memorial de su auto-donación hasta la muerte y de su resurrección”.27 Por eso, el pan y el
vino no es una elección del hombre, sino un signo elegido por Jesucristo, es una presencia
sacramental del misterio pascual. Por esta razón, se puede comprender que:
[…] El pan y el vino son, en primer tiempo (significante primero = desde lo que se ve) , signo
material-cósmico; en un segundo tiempo (significante segundo = la actitud interna, que en parte se ve
y en parte no se ve) (…) en actitud de unión con la oblación de Cristo; en un tercer tiempo, con la
consagración, serán presencia del sacrificio de Cristo (realidad significada = misterio presente que
no se ve) y símbolo eficaz de una oblación realizada de una vez para siempre en la Cruz, pero que se
actualiza y se hace presente en y por la oblación de la Iglesia.28
27
Dionisio Borobio, Eucaristía, 2.a ed., Sapientia fidei 23 (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2005),
178.
28
Borobio, Celebrar para vivir, 320.
29
Floristán, Diccionario abreviado de liturgia, 331.
30
Borobio, Eucaristía, 291.
10
pan y el vino”31 de manera que, cuando el ministro que preside la misa hace el memorial de
la Eucaristía, no es un acto mágico, pues el ministro en nombre de Jesucristo vuelve hacer
presente el sacrificio hecho de una vez y para siempre hecho por Jesús por eso es un
memorial, no es un nuevo sacrificio y el ministro al rezar la “[…] plegaria eucarística: aquél
en el que la presencia de Cristo en su Iglesia adquiere la mayor densidad posible; Cristo se
hace presente en su realidad completa, como Dios y como hombre”.32
Hay que estar atentos pues, la presencia real de Cristo en los dones del pan y del vino
no está en una “[…] forma carnal; es una presencia real, verdadera y sustancial y no
puramente metafórica o alegórica; pero real no en un sentido biológico, sino escatológico, y
por ello espiritual y personal”.33 Este es el misterio de nuestra fe cristina católica. Pues, el
pan y el vino dejan de ser pan y vino en el sentido biológico, ahora son cuerpo y sangre de
Cristo, la cual derramó para la salvación de los hombres. Entonces al ser pan y vino materiales
ahora pasan a ser pan y vino espirituales, ya no es un alimento que únicamente sacia el
hambre corporal sino ahora es un alimento que salva, un alimento de vida eterna, un alimento
salvador de vida, un alimento dador de vida en plenitud.
31
Grace Farley, «The Eucharist: A Sacrifice We Offer» (ProQuest Dissertations Publishing, 2016), 21, acceso
el 15 de mayo de 2018, http://search.proquest.com/docview/1884650305/?pq-origsite=primo.
32
Pedro Hernández, La nueva celebración eucarística: rito y espiritualidad, 160.
33
M. Gesteira Garza, La Eucaristía misterio de comunión, 2.a ed., Verdad e imagen 123 (Salamanca: Sígueme,
1992), 330.
34
Para comprender de mejor manera el concepto se pone como referencia lo siguiente: “[…] And Because that
Christ, our Redeemer, declared that which He offered under the species of bread to be truly His own body,
therefore has it ever been a firm belief in the Church of God, and this holy Synod doth now declare it anew,
that, by the consecration of the bread and of the wine, a conversion is made of the whole substance of the bread
into the substance of the body of Christ our Lord, and of the whole substance of the wine into the substance of
His blood; which conversion is, by the holy Catholic Church, suitably and properly called Transubstantiation.
(The canons and decrees of the sacred and oecumenical Council of Trent, Ed. and trans. J. Waterworth (London:
Dolman, 1848), 75-91, retrieved from http://history.hanover.edu/texts/trent/ct13.html, 78)”. Tomado de: Farley,
«The Eucharist», 21.
35
Borobio, Eucaristía, 288.
11
quedarse junto al mundo hasta el final de los días, pero si necesita ser reconocida por la fe
del creyente.
Esta presencia real en las especies eucarísticas es “[…] somática especial, en el pan
y el vino consagrados. Se trata siempre de la presencia real y personal de Cristo, aunque
diversamente significada, que alcanza su plenitud y su máxima identidad-densidad en la
presencia en el pan y el vino transformados, destinada a una presencia y una trasformación
personal”.36
Para el hombre existen varias formas de hacerse presente y de estar presente, por
ejemplo, con palabras, cartas, imágenes, signos, entre otras formas, pero “[…] de entre todas
estas formas de presencia, las más excelentes desde un punto de vista humano, son la
presencia física por el propio cuerpo y la presencia espiritual por el amor”.39 De manera que,
la presencia real de Jesucristo en las especies eucarísticas tiene una densidad mayor pues es
Jesucristo haciéndose comida y bebida de salvación, es un encuentro personal físico y
36
Ibíd, 285.
37
Pedro Hernández, La nueva celebración eucarística: rito y espiritualidad, 139.
38
Papa Pablo VI, Mysterium Fidei: carta encíclica de Su Santidad Paulo VI al Episcopado, clero y fieles de
todo el mundo., Magisterium 5 (Santiago: Paulinas, 1965).
39
Borobio, Celebrar para vivir, 342.
12
espiritual, por tanto su densidad es mayor que la presencia sacramental del ministro o de la
proclamación de la Palabra. Con esto no se dice que las otras presencias no sean reales, pero
su densidad es diferente. Entonces resulta que, “[…] la Eucaristía debe entenderse también
desde la inter-personalidad, es decir, como presencia de persona a persona, como encuentro
interpersonal a nivel propio”.40
40
Maurice. Brouard, Enciclopedia de la Eucaristía, 839.
13
Conclusiones
– El Catecismo de la Iglesia Católica N°1374, nos deja bien claro cuál es la diferencia
esencial de las presencias sacramentales dentro de la Misa pues pone de manifiesto lo
siguiente:
[…] El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía
por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin
al que tienden todos los sacramentos" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 73, a. 3). En
el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el
Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente,
Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651).41
41
Iglesia Católica. Papa (1978-2005: Juan Pablo II), Catecismo de la Iglesia Católica. (Santafé de Bogotá: San
Pablo, 2000).
14
– La presencia real de Jesucristo en las especies eucarísticas llevan al creyente a un
encuentro personal entre Dios y el hombre, un encuentro tan humano y tan divino por esta
razón es estar en la presencia de Dios. Y esta presencia genera un diálogo de amor y
compromiso, pues este encuentro lleva al creyente a realizar un camino de conversión de
vida. Pues, Dios busca la salvación del hombre.
15
Bibliografía
Documentos magisteriales:
Concilio Vaticano II. «Dei Verbum (18 noviembre 1965) Constitución Dogmática
sobre la Divina Revelación». En Concilio Vaticano II.
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/v
at-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html.
Concilio Vaticano II. «Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963) Constitución
sobre la Sagrada Liturgia». En Concilio Vaticano II.
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/v
at-ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html.
Conferencia Episcopal de Chile. Introducción General al Misal Romano. 3.a ed.
Pastoral Litúrgica 7. Santiago: Conferencia Episcopal de Chile, 2007.
Iglesia Católica. Papa (1978-2005: Juan Pablo II). Catecismo de la Iglesia Católica.
Santafé de Bogotá: San Pablo, 2000.
Papa Pablo VI. Mysterium Fidei: carta encíclica de Su Santidad Paulo VI al
Episcopado, clero y fieles de todo el mundo. Magisterium 5. Santiago:
Paulinas, 1965.
Monografías:
Estudios:
16
Juliano Alves Dias. Sacrificium Laudis: a hermenêutica da continuidade de Bento XVI e o
retorno do catolicismo tradicional (1969-2009). UNESP, 2010. Acceso el 18 de abril
de 2018. http://dx.doi.org/10.7476/9788579831249.
Pedro Hernández, Aquilino de. La nueva celebración eucarística: rito y espiritualidad.
CRISTO HOY 21. Santander: Sal Terrae, 1976.
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