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Esta clase corresponde con la predicación de Perdón y la dinámica del perdón (Fogata).

Se sugiere que el
Formador tenga suficientes testimonios para enriquecer el contenido de la misma. Además, destinar un espacio
de la clase para que si alguno de los misioneros presente tiene algún testimonio sobre el perdón lo pueda contar.
De esta manera se aumenta nuestra fe al contemplar las grandezas que Dios hace en las almas y además, se
aprenden ejemplos que pueden ser utilizados en predicaciones futuras.

Sugerimos que los primeros 10 minutos de clase se destinen para pedir a algún misionero que realice un resumen
de lo visto en la clase anterior (un misionero diferente cada semana), esto con el fin de estar constantemente
evaluando la claridad que los misioneros tienen de los temas vistos y repasarlos.
Se recuerda realizar una breve socialización sobre la lectura del libro “El alma de todo apostolado” del Abad
Chautard.

El objetivo no es dictar la charla como si fuera un retiro, sino dar los criterios básicos que se deben tener en
cuenta. Así, todos los misioneros tendrán los elementos necesarios para realizar esta predicación de acuerdo a
nuestro carisma.

Todas las clases desarrolladas por el Centro de Formación no pretenden coartar el Espíritu, sino que son una
ayuda para que el Formador tenga los lineamientos para explicar el tema, pero este debe ser nutrido por el
predicador. El Formador debe orar y preparar la clase.

Esta charla es de orden testimonial, es de carácter existencial. Compete a todo el mundo y a lo largo del
testimonio es fundamental dar algunos conceptos claros.
La clave para la felicidad es el perdón.

El mundo hoy en día se está consumiendo por la falta de perdón. A raíz de esto aparece la violencia, los deseos
de venganza y las enfermedades inexplicadas.
Cuando hay una herida en el cuerpo, hay que destinar el tiempo y espacio para realizar curaciones y vigilar que
sane la herida y que no se infecte. Así también, en el alma, cuando hay algo que la hiere, como el odio puede
llegar a infectarla. En conclusión, el odio es un germen que infecta el alma o en otros términos, es un cáncer que
corroe el alma.

Sergio Andrés Molina


31/12/2014
El odio es algo terrible. Quien odia pierde la gracia de Dios haciéndose semejante a Satanás, padre del odio. Es
como quien se toma un veneno esperando que se muera la persona a la que odia… ¡es el que odia el que se
envenena! El que odia es semejante a una persona que toma un carbón encendido en la mano, esperando que
se queme el otro. El rencor es propio de almas pequeñas, limitadas, de corazones estrechos y mezquinos;
personas que no han conocido el verdadero amor. Lo curioso es que quien odia sigue dando poder al otro para
hacerle daño. En definitiva, quien no perdona se tortura a sí mismo.

El perdón en cambio, es sanador. Perdonar es tomar la decisión de desprendernos del pasado para sanar el
presente. El perdón es un “perfecto don”. Requiere grandeza de corazón, la lógica del amor, de la generosidad,
de la magnanimidad: es el perfume que exhala la flor después de ser pisoteada.1Todos los días hay que
perdonar.

3.6.1. NO ES UN SENTIMIENTO SINO UNA DECISIÓN

El perdón es una decisión de la voluntad, no es un sentimiento. Hay que hacer fuerza en el querer, si quieres
Dios puede.
El que odia tiene que cavar una tumba para sí mismo, creyendo que es para la persona a quien odia.

Es necesario explicar la diferencia entre el odio y el sentimiento de indignación.


El sentimiento de indignación se constituye en una tentación, en si mismo todavía no es odio, puede ser una
lucha de mucho tiempo y puede no odiar. Muchas personas que dicen que no pueden perdonar, es porque no se
quitan el sentimiento de indignación; es decir, te sigue doliendo pero ya no tiene sentimientos de odio.

El perdón trae paz, felicidad.


A veces el dolor no deja ver a la persona, le obnubila

3.6.2. DEBEMOS PERDONAR PARA QUE DIOS NOS PERDONE

Nuestro perdón se fundamenta en argumentos sobrenaturales.


Jesús nos enseña en el Padre Nuestro que si perdonamos a los demás el mal que no han hecho, recibiremos el
perdón de Dios. Sin embargo, al obstinarnos en no perdonar al otro, tampoco el Padre nos perdonará nuestros
pecados (cf. Mt 6, 9-15).
Con esto no quiere decir que el perdón de Dios sea condicional; sino que si un alma no está dispuesta para
recibir el perdón de Dios porque no ha tenido arrepentimiento, se incapacita para recibir tan precioso regalo.
Dios lo quiere, el regalo del perdón ya está, pero se necesita quien lo reciba.

1
Totus Tuus. Lazos de Amor Mariano. Lección 16: El perdón.

Sergio Andrés Molina


31/12/2014
Jesús nos enseña que debemos perdonar hasta setenta veces siete, es decir siempre (cf. Mt 18, 21-22).
Además, ¿quiénes somos nosotros para no perdonar a los que nos han ofendido, si su falta es infinitamente
inferior a la que cometemos nosotros contra Dios? (cf. Mt 18, 23-35).

3.6.3. NECESITAMOS DE LA AYUDA DE DIOS PARA PERDONAR

Humanamente no hay razones para perdonar, el perdón viene de Dios, porque es Él quien sana. Es un proceso
que no siempre es fácil, pero con la gracia de Dios será posible. Para perdonar necesitamos su fuerza de perdón,
por eso hay que pedir a Dios humildemente la gracia. El hombre se dispone para que Dios actúe.
Basta que la persona diga quiero, para que Dios diga puedo. Tú pones el querer, Dios pone el poder.
Con absoluta certeza, Dios dará el don de perdonar a quien se lo pida, pues el mismo ha pedido innumerable
cantidad de veces que perdonemos.
Una persona que ora, que se fortalece en la vida de virtud, incluso se le podrá quitar el sentimiento y hasta en
algunos casos los recuerdos malos.

3.6.4. NIVELES DEL PERDÓN

Existen 3 niveles diversos de perdón:

3.6.4.1. Sanar el sentimiento de rencor que se pueda tener hacia Dios:


Dios no nos ha hecho nada malo, dado que de Él solo procede la bondad y el amor para sus creaturas.
Pero hay casos en los que lo hemos culpado de situaciones dolorosas de nuestra vida y por lo tanto
sembramos un sentimiento de rencor o de odio. De ahí que debemos sanar la falsa imagen de Dios que
nos hace creer que Él quiere esos acontecimientos dolorosos para nuestra vida. Al contrario, la mayoría
de nuestros sufrimientos están cimentados en el pecado que libre y voluntariamente hemos decidido
cometer.

Es importante tener en cuenta que no es bueno decir “perdono a Dios”, porque Él nunca me nos ha
ofendido como para nosotros perdonarlo; sino que hemos tenido una imagen errada de Dios. Así que lo
correcto es hablar de sanación del sentimiento de rencor que hemos tenido hacia Él.

3.6.4.2. Perdonar al prójimo:


Aquellos que nos han ofendido muy probablemente han sido víctimas también de ofensas, motivo por el
que necesitan también sanación. Al tener misericordia con el prójimo podemos darnos cuenta de
muchas circunstancias que desconocíamos y que lo han llevado a actuar de esa manera.
Así que uno de los mejores caminos para obtener la sanación propia y de los demás, es orar por aquellas
personas que nos hayan hecho daño.

Sergio Andrés Molina


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Además del perdón de corazón, es ideal la reconciliación, mediante la cual se restablecen las relaciones
rotas. Sin embargo, hay casos delicados en los que esta reconciliación no es posible. Por ejemplo, una
mujer puede perdonar de todo corazón a su esposo que la golpeaba y ultrajaba, pero con ello no quiere
decir que ella deba volver a exponerse a este tipo de violencia.

3.6.4.3. Perdonarse a sí mismo:


Hay muchas cosas que nos han hecho tener un gran rencor hacia nosotros, a saber: los pecados y
errores cometidos, el propio carácter, la falta de respuesta a los llamados de Dios, lo no aceptación de
nuestro aspecto físico, social, económico, académico, etc., dejando complejos, en fin.
Ante esta situación es fundamental reflexionar: “si Dios me perdona, ¿yo soy más grande que Dios para
no perdonarme?”.
Con esto nos daremos cuenta que nuestra dignidad como seres humanos procede del hecho que somos
hijos de Dios, que nos ha creado a su imagen y semejanza y que valemos por sí mismos, independiente
de las circunstancias que nos rodeen.

3.6.5. UNIR NUESTRO DOLOR A LOS DOLORES DE CRISTO

El testimonio motiva a querer perdonar, por eso, quien cuenta el testimonio debe decir que fue una lucha pero
que ha logrado la libertad. El mayor testimonio de perdón es el de Cristo: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen” (Lc 23,34).
Precisamente, Jesús en la cruz nos ha demostrado que no hay mayor amor por los demás y por sí mismo que
perdonar las ofensas cometidas.

Es necesario enseñar a los ejercitantes a ofrecer el dolor que les haya causado una ofensa, por mínimo o por
grande que sea; porque todo sufrimiento unido a Cristo es redentor, mientras que el dolor no ofrecido es
opresor.
Si no te unes a la Cruz ni como Jesús, ni como Dimas, tendrás que sufrir como Gestas.
Odiar es darle poder al otro para que te siga ofendiendo.

El objetivo de la dinámica del perdón es mover a los ejercitantes a perdonar a los demás, a sí mismos y a
renunciar al sentimiento de odio contra Dios. En necesario remover el odio como obstáculo para encontrarse
con el Amor de Dios.

Sergio Andrés Molina


31/12/2014
3.7.1. INDICACIONES GENERALES

Para esta dinámica se debe hacer una reunión previa con todos los misioneros en donde se explique el
proceso que se llevará a cabo, especialmente la manera en que estos deben ayudar a los ejercitantes a
perdonar. La elección de los misioneros que ayudarán a las personas en proceso de perdón quedan a
criterio del director. Se específica que lo ideal es que sean misioneros con camiseta. Sin embargo, en
caso de que el director de retiro considere que un misionero que aún no tiene camiseta puede ayudar a
los ejercitantes con este proceso, también puede delegarle esta labor; e igualmente si el director
considera que algún misionero con camiseta no debe hacerlo puede decirle que no lo haga.

Los ejercitantes se deben organizar en forma de circulo, intentando dejar un espacio cada cierto número
de personas (aproximadamente 7) para que los misioneros puedan moverse fácilmente entre todos
ellos.

Al igual que en todas las demás actividades del retiro, hombres y mujeres deben estar separados, y si es
posible se recomienda que también se separen familiares y amigos para esta dinámica.

Lo ideal es que esta actividad se realice en torno a una fogata, para que se propicie un ambiente de
unidad y familiaridad, pero en caso de no poder hacerla, se debe colocar en medio de la ronda de las
personas una lámpara que proporcione luz e intentar inclusive que se parezca a una fogata colocando
ramas sobre ella y decorándola.

En caso de realizar la fogata, ésta no debe ser demasiado grande para evitar distracciones o accidentes.

Una vez se comienza la dinámica, no se debe volver a tocar la fogata ni siquiera para intentar encenderla
si se está apagando un poco; ya que cualquier acción que se realice en medio del círculo de personas las
distraerá demasiado y no les permitirá vivir a plenitud su proceso de perdón.

Al igual que en todos los demás momentos del Retiro Espiritual, los misioneros no deben cerrar los ojos
en ningún momento para la realización de esta actividad. Se debe tener un cuidado especial en esta
dinámica debido a que pueden ocurrir graves accidentes si se descuida a los ejercitantes mientras la
fogata se encuentre encendida.

3.7.2. DESARROLLO DE LA DINÁMICA

Parte 1: Oración y Efusión de Espíritu Santo

El encargado de la dinámica iniciará con una corta oración en donde se invoca la presencia de la corte de ángeles
celestiales y la unión con la Comunión de los Santos especialmente con la Virgen María, además de invitar a los

Sergio Andrés Molina


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ejercitantes a disponer sus corazones para recibir la gracia de Dios de perdonar. Es de suma importancia realizar
también una oración de sellamiento que puede hacerse en privado antes de la dinámica o públicamente durante
esta primera oración. Si se hace en público, no debe ser muy fuerte pues esto podría ocasionar la manifestación
de algún proceso de liberación y es justamente lo que no se busca, pues si esto ocurre puede impedir que el
ejercitante realice un verdadero proceso de perdón.

Después de esto, realizará una efusión de Espíritu Santo, no muy corta, donde se pedirá al Señor sobretodo que
derrame gracias de perdón. Debe ser una efusión fuerte, es decir, que sea una oración desde el espíritu y no que
se trate de gritos o exageraciones que dispersen a las personas y que perturben el verdadero sentido y fin de la
efusión. El objetivo es disponer las almas a perdonar, es decir, llamamos a Dios porque solo Él puede ayudarnos
a perdonar de corazón.
Además, cuando así lo diga el encargado de la dinámica, los demás misioneros comenzarán a pedir en voz alta la
presencia del Espíritu Santo con el fin de enseñar e incitar a los ejercitantes a hacerlo, ya que en algún momento
dentro de la oración deberán ser invitados a pedirlo por sí mismos y en voz alta.
Durante la efusión se entonarán canciones alusivas al Espíritu Santo.

Parte 2: Lectura de la oración

Una vez termina la efusión, en un clima de oración, el encargado de la dinámica leerá la oración de perdón del
sacerdote Robert de Grandis que se encuentra en el libro “Sin oración no hay salvación”.
Debe hacerlo con un tono de voz que no sea triste o melancólico sino seguro y confiado, ya que la intención de
esta lectura no es abrir las heridas de las personas recordándoles lo que les pudo pasar alguna vez, sino
ayudarles a hacer un recuento de aquellas personas a quienes deben perdonar. De esta manera, en el momento
en que un misionero se acerque a algún ejercitante a ayudarle con su proceso de perdón, éste ya tenga en su
mente todas y cada una de estas personas y pueda sanar todas sus heridas sin excepción.

Parte 3: Exhortación al Perdón

A continuación, una vez que los ejercitantes ya tienen en su mente las personas a las que han de perdonar, se ha
de hacer un momento importantísimo de la dinámica en donde el dolor que alguna vez alguien les causó deben
ofrecerlo, ahora, unido a Cristo en la cruz. Para ello se pedirá a los ejercitantes que abran sus brazos en forma de
cruz, de manera que puedan contemplar con más claridad a Jesús Crucificado y se seguirán los siguientes pasos:

1. Contemplar el dolor y la entrega de Jesús en la Cruz, de tal manera que los ejercitantes a través de las
palabras de quien dirige la dinámica logren meditar en el hecho de que Jesús siendo el ofendido por los
grandes e injustos pecados de toda la humanidad fue capaz de perdonarnos a todos.

2. Una vez se medita en la Cruz y en el perdón tan grande de Nuestro Señor, se debe hacer ver a los
ejercitantes que ellos están llamados también a hacerse semejantes a Cristo en el ofrecimiento de su
dolor. Que ellos son otros Cristos en el mundo y que el sufrimiento que les han causado, deben al igual

Sergio Andrés Molina


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que Jesús, ofrecerlo para su propia sanación, pues un dolor ofrecido es un dolor redentor y uno no
ofrecido es un dolor opresor.

Una vez las personas ofrezcan el dolor que les causaron, repitiendo una oración dirigida por el director de la
dinámica, pueden bajar los brazos y a continuación se les invitará a postrarse y colocar su frente en el suelo
como un acto de humildad, de esta manera cada uno entregará a Dios su dolor pidiéndole con profunda
humildad la gracia de perdonar de corazón y de sanarse de todas las heridas. Quien dirige la dinámica les dirá
que se pueden ir sentando una vez hayan decidido perdonar de corazón con la gracia de Dios.

Parte 4: Misioneros ayudan a los ejercitantes a perdonar

Para esta parte, el encargado de la dinámica comunica a los ejercitantes que un misionero se acercará a cada
uno para ayudarles con su proceso de perdón. Los misioneros hombres se dirigirán donde los ejercitantes
hombres y las misioneras a las mujeres.
El proceso que se debe llevar a cabo mientras se está con cada persona comprende dos partes:

1. Parte física:
Es muy importante la posición del cuerpo que debe tener el misionero durante el tiempo que se
encuentra con un ejercitante.
En primer lugar, cuando se ponga de rodillas junto al ejercitante no debe hacerlo entre las piernas de
éste sino a un lado de ellas.
En segundo lugar, debe darle un abrazo con amor pero con mucha prudencia, pureza y no muy fuerte.
Todo lo anterior tiene la intención de cuidar el alma de cualquier misionero o ejercitante que haya
tenido o tenga alguna inclinación homosexual o algo parecido.
Por último, el misionero debe intentar que su oído quede ubicado cerca de la boca del ejercitante e
igualmente que el oído del ejercitante quede cerca de su boca ya que mientras se está con cada
persona, externamente se puede estar tocando algún arpegio o una canción, y esto podría impedir que
se escuche correctamente.

2. Parte espiritual:
El proceso para ayudar a cada persona a perdonar es el siguiente:

a. Se hace la pregunta: “¿a quién vas a perdonar?”. El misionero debe memorizar todas las personas
que el ejercitante le diga que quiere perdonar y debe hacer el proceso de perdón con cada una de
ellas, pues cada herida es diferente.

b. Para cada persona que mencione el ejercitante, el misionero debe comenzar pidiendo perdón en su
nombre, asumiendo el papel de esa persona, teniendo en cuenta que no debe abrir heridas
intentando adivinar o suponiendo la razón por la cual el ejercitante tiene rencor. Aún así, si el
ejercitante menciona deliberadamente cuál es la razón por la que tiene que perdonar, el misionero

Sergio Andrés Molina


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no debe impedírselo pues podría ser una falta de caridad y un obstáculo en el proceso de sanación
de la persona. Además, es necesario que el ejercitante verbalice su perdón, diciendo al final de cada
acto de perdón “mamá (o a quien haya perdonado) te perdono y te amo en el nombre de Jesús”.

c. Una vez se termina el proceso de perdón con todas las personas, se continúa con el perdón a sí
mismo para el ejercitante. Este perdón a sí mismo se hace con la ayuda del misionero haciendo
consciente al ejercitante de que si Dios le perdona, él también debe perdonarse a sí mismo.

d. Por último, se le pregunta al ejercitante si debe renunciar a algún sentimiento de odio contra Dios,
es decir, que si alguna vez creyó que el causante de alguno de sus sufrimientos fue Dios y lo culpó
por esto. Mediante una oración, se lleva al ejercitante a renunciar a este sentimiento de odio contra
Dios y a aceptar que Él no fue el causante de su dolor.

En caso de que la persona no sea capaz de perdonar, se le debe ayudar mediante diferentes formas como
recordándole lo que es el odio, que solo se está hiriendo a sí misma, invitándola a pensar en aquella persona a
quien más ama y decirle que por amor a esa persona perdone a quien le ofendió.

Si algún ejercitante durante su proceso de perdón entra en liberación, debe intentar calmársele llamándole por
el nombre, no se debe orar ni realizar ninguna plegaria de liberación porque esto solo desconcentraría a los
demás e inclusive dañaría el proceso de perdón de muchos. Dado el caso de que el ejercitante pueda entrar en
un fuerte proceso de liberación es más prudente retirarlo, dejar que se calme e informarle al director del retiro
para que se hable al otro día con este ejercitante y se realice posteriormente su proceso de perdón. En la
dinámica del perdón no se debe hacer ninguna oración de liberación a no ser que sea un caso extremo y
necesario.

Si algún misionero, al momento de estar con un ejercitante en su proceso de perdón, cree de alguna manera
que éste no perdonó de corazón, es muy importante que informe al director del retiro sobre esto para lograr
ayudar de manera afectiva a cada alma.

Parte 5: Conclusión

Por último, cuando un misionero haya pasado por cada ejercitante, estos podrán pasar a quemar el corazón en
la fogata o, en caso de que no haya, en algún recipiente destinado para ello.
Por último se podrá cantar una alabanza y finalizar toda la dinámica cantando el Padrenuestro, el Avemaría y
rezando el Gloria.

Sergio Andrés Molina


31/12/2014
TAREA:
Leer del libro “El alma de todo apostolado” del Abad Chautard lo siguiente:
Quinta Parte: “Algunos principios y avisos para la vida interior”
3. “La Vida litúrgica, manantial de Vida interior, y, por tanto, de Apostolado”
Desde el subtítulo “IV Ventajas de la vida litúrgica”

Sergio Andrés Molina


31/12/2014

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