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actos de culto en una religión, en ocasiones como intermediario entre los miembros de una
comunidad religiosa y la divinidad a la que estos adoren. Se llama «sumo sacerdote» a
quien ejerce la máxima autoridad religiosa en algunas confesiones, normalmente como
heredero de alguna tradición histórica. En muchas culturas, la casta sacerdotal constituía
una clase social dominante, asociada o en ocasiones enfrentada al poder civil.
Índice
En las religiones politeístas, de las cuales se pueden poner como ejemplos destacados la
de los antiguos griegos, los romanos, los aztecas, los antiguos egipcios y otros, el
sacerdocio se especializa y cada divinidad tiene sus propios sacerdotes. Asimismo en la
cultura grecorromana se podían encontrar sacerdotes dedicados al culto de Zeus y en las
civilizaciones indoamericanas (como los chibchas) los sacerdotes del culto solar. La casta
sacerdotal que se dedicaba al culto de un dios en particular, se encargaba del templo, de
los sacrificios y de la administración de las ofrendas (sin cuya existencia se producía la
decadencia y desaparición de la casta) dedicadas al mismo. Se puede comentar el culto
romano a la diosa Vesta que se encomendaba a sacerdotisas muy apreciadas por el
pueblo romano, las vestales, que gozaban de numerosos privilegios.
En el Antiguo Egipto, los sacerdotes formaban una casta influyente y poderosa que incluso
fue dueña del poder durante siglos (véase Sumo sacerdote de Amón). Estaban distribuidos
en diversas categorías que se distinguían por insignias particulares y por sus especiales
cometidos. Tenían que sujetarse a frecuentes purificaciones mediante abluciones y
celebraban cada día un oficio que consistía en cantar algunos himnos por la mañana, al
mediodía, por la tarde y por la noche, ocupándose en el estudio de las ciencias, la
enseñanza y en la práctica de la medicina. Se afeitaban todo el cuerpo y vestían de lino.1
En Grecia, se honraban los príncipes en su mayoría en desempeñar las funciones de
«sacrificadores» pero había de igual manera sacerdotes profesionales llamados necoros.
Algunas familias como la de los Eumólpidos de Atenas estaban investidas del sacerdocio
perpetuo. Aparte de esto, cada divinidad tenía sus neocoros particulares. Por ejemplo, los
sacerdotes de Cibeles se denominaban coribantes o galos, mientras que los de Zeus se
llamaban dactilos ideanos.1
En Roma, los sacerdotes eran elegidos entre los personajes que ocupaban las más altas
dignidades o empleos, pero había, de igual manera, sacerdotes profesionales. Los unos
ofrecían sacrificios a todos los dioses y no estaban adscritos a ninguna divinidad particular,
mientras otros tenían la suya especial. Pertenecían a la primera clase los pontífices,
augures, quindecenviros, arúspices, hermanos arvales, curiones, septenviros o epulones,
feciales, etc.1
La mujer en el sacerdocio[editar]
Artículo principal: Ordenación de mujeres
El sacerdote en el judaísmo[editar]
Artículo principal: Cohen
Rabino Melchor: el rabinato es más una función magisterial y no es entendida como un “sacerdote”.
El sacerdote en el cristianismo[editar]
La religión cristiana concibe el sacerdocio también desde una perspectiva bíblica que llega
a ser otra interpretación de la doctrina levítica. Ante todo, desde la perspectiva
judía, Jesucristo no habría sido un sacerdote al no pertenecer a la tribu de Leví, sino que
era descendiente de David de la tribu de Judá. El judaísmo, en contraste con
el cristianismo, reconoce en cambio en Jesús a un rabino, es decir, un maestro, más que
cualquier otra cosa.
Los cristianos creen en cambio que Jesucristo se ofreció en sacrificio por los pecados de la
humanidad entregando su vida en la Cruz y, siendo Sumo y Eterno Sacerdote según el
orden de Melquisedec. Dado que Cristo es Sumo Sacerdote y su sacerdocio es perpetuo,
se convierte en el Redentor. Pero la visión de la participación del pueblo en este sacrificio
varía entre las distintas ramas del cristianismo. Si bien Jesús es, dentro de la lógica y
la teología cristiana, el único Sacerdote capaz de efectuar tal sacrificio, él mismo instituye
a sus apóstoles como los anunciadores de la fe a las naciones y en dicho magisterio se
construye la nueva lógica levítica. El cristianismo toma entonces de la antigua tradición
judía el concepto de "Pueblo de Dios", "Nación Santa" y "Pueblo Sacerdotal", y éste se
extendería a todos aquellos que entran dentro de la dinámica del "Nuevo Pueblo de Dios".
Para las enseñanzas cristianas, es importante la doctrina contenida en la Epístola a los
hebreos, que justifica la mayor perfección del sacerdocio de Jesucristo sobre el antiguo
sacerdocio de Aarón. En esta epístola se llama al nuevo sacerdocio «el sacerdocio
de Melquisedec», para indicar que es un sacerdocio no vinculado a la herencia levítica. Se
le llama sacerdocio de Melquisedec, o más propiamente dicho: Sacerdocio según el orden
de Melquisedec, porque el personaje bíblico Melquisedec poseyó este sacerdocio, el cual
es el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios, el mismo sacerdocio con el cual
Cristo efectuaría la expiación en el meridiano de los tiempos.
Como para los cristianos, la crucifixión de Jesús fue un sacrificio perfecto, ya no serían
necesarios los sacrificios de animales, aunque los sacerdotes tengan potestad para
ofrecerlos, y de ahora en adelante se entregarían "sacrificios espirituales", como los
expuestos en Hebreos 13:15-16 y en la primera epístola de Pedro 2:4-5.
El predicador y escritor Pablo de Tarso (10-67 d. C.) creó la siguiente clasificación del
sacerdocio:
El sacerdocio de Aarón (o sacerdocio menor): sirve para ministrar solo las cosas
temporales. En él se contarían los sacerdotes judíos, de cuya institución Pablo de
Tarso se estaba escindiendo.
El sacerdocio de Melquisedec (o sacerdocio mayor): sirve para ministrar tanto las
cosas temporales como las celestiales. En él se contaría Jesucristo y el propio Pablo
de Tarso.
Según Pablo de Tarso, en la epístola a los Hebreos 7:11-12, la ley de Moisés (que desde
ese momento sería llamada Antiguo testamento) fue recibida bajo el sacerdocio aarónico
(inferior), y en cambio los Evangelios fueron recibidos bajo el sacerdocio superior de
Melquisedec.
De acuerdo a la creencia cristiana, el sacerdote recibe poder de Dios y debe usarlo a su
servicio. Para ciertas denominaciones cristianas, este poder incluye la sanación
por imposición de manos, a semejanza de lo que se relata en los evangelios acerca del
poder conferido por Jesús a quienes salieron a predicar en su nombre.
De acuerdo a las enseñanzas cristianas, el sacerdote debe dar muestra de virtudes como
paciencia, bondad, pureza y sinceridad y ser capaces de sobrellevar circunstancias
adversas para cumplir su misión. En las primeras años del cristianismo, los fieles de esta
religión fueron perseguidos y muchos de ellos, incluyendo a sacerdotes, fueron torturados
y asesinados por profesar sus creencias.
Los sacerdotes cristianos suelen recibir una recompensa en