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ANALISIS DE LOS TRATADOS

México cuenta con una red de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países (TLCs),
32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs)
con 33 países y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación
Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI).
Además, México participa activamente en organismos y foros multilaterales y
regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de
Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.

Cuando en aquel pasado 1 de Enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre


Comercio de Norteamérica, quedaba clara la importancia que dicho acuerdo tendría
para dinamizar el intercambio y la circulación trilateral de bienes y servicios, así
como para acrecentar la inversión en toda la región. Al concluir los acuerdos,
quedaba conformada en Norteamérica una región competitiva globalmente, que
daba cara al desarrollo acelerado que se empezaba a observar en otros bloques
regionales en Europa y Asia.

A más de 20 años de distancia, es evidente que los efectos del TLCAN en México,
trascendieron de lo comercial, a toda la economía, pero además, fueron
determinantes en la evolución de algunos valores culturales y políticos muy
arraigados en la sociedad mexicana, como el nacionalismo, la desconfianza
ancestral sobre los extranjeros no hispanoparlantes, y la aceptación mayoritaria de
una democracia “sus generis”, a la mexicana.

A diferencia de lo que ocurrió hace más de dos décadas, la convergencia hacia la


negociación proviene del amago del titular del Poder Ejecutivo de Estados Unidos,
que identifica al acuerdo trilateral de comercio como un vehículo de depredación de
empleos nacionales y detonante de un incremento en el déficit comercial de los
Estados Unidos respecto de México.

Durante la vigencia del TLCAN, es claro que ha cambiado el entorno político y


cultural ligado a la modernización del Acuerdo. En 1992 y 1993 los negociadores
mexicanos peleaban palmo a palmo, una desgravación progresiva, que atendiera a
las asimetrías de las tres economías. Hoy en cambio, el representante comercial de
los Estados Unidos lanza la idea del “Contenido Nacional”, asumiendo a su país
como el menos favorecido y gran perdedor en la cancha del TLCAN.
En tanto los representantes de México abogan por la inexistencia de nuevas
barreras al comercio regional. Parecería que los argumentos están, en cada caso,
del lado equivocado. Pero los tiempos, y las circunstancias de los países, en efecto,
cambian. Para México, lograr sortear en la negociación, enfrentando posiciones
absurdas como la indicada, es condición para mantener los beneficios del TLCAN.

Para muchos la desgravación arancelaria es el principal activo del tratado a ser


preservado, pero sostengo que en realidad no es así. La hipotética desaparición del
acuerdo comercial, activaría las reglas de la Organización Mundial de Comercio,
que en términos generales, a México no le vendrían tan mal.

Se puede decir que durante el tiempo del TLCAN rindió buenos frutos. Sirvió
exitosamente su propósito fundamental para detonar el crecimiento económico.
Ahora que las circunstancias han cambiado en el entorno doméstico e internacional,
y que la incertidumbre se genera en el corazón de la más importante economía del
mundo, mantener su vigencia resulta además estratégico, por su aportación a
generar certeza y estabilidad a toda la región de Norteamérica y particularmente a
México.

En el Tratado del G3, ahora G2 entre México- Colombia se aspiraba a formar una
zona de libre comercio entre los tres países de más de 156 millones de habitantes.
En él se establecieron reglas de juego claras y transparentes de beneficio mutuo en
materia de comercio e inversión.

El Tratado ofreció reglas a los sectores económicos, promoviendo el comercio de


bienes y servicios en condiciones de competencia leal como también de facilitar los
flujos de inversión entre los tres países.

Este acuerdo también incluyó temas como : trato nacional y acceso de bienes al
mercado, sectores automotor, y agropecuario, medidas fitosanitarias, reglas de
origen, procedimientos aduaneros, salvaguardias, prácticas desleales de comercio
internacional, principios generales sobre servicios, telecomunicaciones, servicios
financieros, entrada de personas de negocios, normas técnicas, compras del sector
público, políticas en materia de empresas del estado, inversión propiedad intelectual
y solución de controversia.

Sin embargo, los resultados arrojaron resultados desfavorables para Colombia, al


contrario de nuestro país, en México las importaciones superaron los US$53.000
millones entre 2001 y 2017, en tanto que las ventas de productos colombianos
apenas totalizaron US$11.600 millones en este lapso, para un déficit cercano a
US$42.000 millones; una cifra nada halagadora.

Ante tal situación se puede concluir que el problema no está en la búsqueda o no


de más acuerdos, sino en la falta de competitividad. Los analistas coinciden en la
necesidad de fortalecer la oferta exportable; pues si bien se ha dado una
diversificación en los últimos años, esta no es suficiente para lograr niveles de
competitividad adecuados.

En este entorno, a continuación se analizan brevemente algunos aspectos del TLC.


Si bien es cierto que el Tratado busca eliminar los obstáculos en el intercambio de
bienes y servicios entre los países signatarios, para México -como todo tratado
internacional- puede tener limitaciones a cambio de las ventajas que se le otorgan.

Desde el punto de vista político, tal vez no todos los mexicanos estén a favor del
TLC ante un posible cambio en las expectativas previstas. Por otro lado, aun
cuando se señale que "un país puede retirarse de un acuerdo con sólo dar aviso a
las demás partes con seis meses de anticipación", para México el costo podría
resultar muy grande. Se correría el riesgo de una caída en el flujo de capitales
externos que pondrían en peligro la viabilidad económica y financiera del país.

El TLC entraña todo un proceso de reconversión que tiene como objeto lograr la
competitividad internacional, es decir: bajos costos, mayor calidad y mejor servicio,
ya que ante la desgravación arancelaria -en el modelo del TLC- los mercados se
vuelven sumamente competidos.
El libre comercio no sólo implica la reconversión de las empresas o la desaparición
de las que no lo puedan realizar, sino el surgimiento de nuevas que, aprovechando
las mejores y más numerosas oportunidades de la globalización, alcancen una
elevada competitividad.

La actual economía mexicana está clasificada, respecto de Estados Unidos y


Canadá, como "muy débil" en 46% de los rubros de competitividad, "débil" en 20%,
"moderada" en 20%, "fuerte" en 6.7% y "muy fuerte" en 6.7%. Al respecto, hay que
consignar que al gobierno le compete elevar la competitividad de 33% de los rubros
y a los empresarios, 66%. De ahí que la posibilidad de un futuro mejor para la
economía mexicana dependa, de manera creciente -como nunca antes- de la
iniciativa privada. La parte preocupante del comercio exterior mexicano son las
importaciones. Si en los primeros años de apertura se trató básicamente de artículos
de consumo, en la actualidad se trata de bienes intermedios.

Cuando una economía se abre al intercambio comercial con otros países, los
precios de los bienes y servicios de importación bajan con respecto a los no
comercializables, y los precios de los bienes de exportación aumentan, lo que
provoca que la economía exporte e importe más.

En el periodo del TLCAN, haciendo comparaciones entre Estados Unidos y México


el incremento en el promedio de importaciones y exportaciones fueron tan
desiguales, entre 1993, año en que se firmó el TLCAN, y 2015. Durante este
periodo, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos crecieron de US$40,000
millones a US$296,000 millones, mientras que las exportaciones de Estados Unidos
a México se incrementaron, de US$42,000 millones a US$236,000 millones. En
comparación con China, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos son 40%
más bajas y las importaciones son dos veces mayores, lo que se traduce en un
menor superávit bilateral, una sexta parte de tamaño del de China.

Después de tensas negociaciones que se extendieron por más de un año, los


líderes de Canadá, Estados Unidos y México firmaron el T-MEC, el acuerdo de libre
comercio que reemplazaría al TLCAN.
-Hoyos, Gustavo. TLC más allá del Libre Comercio. Disponible en :
https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/TLC-m%C3%A1s-all%C3%A1-del-
Libre-Comercio-244606.html

-PROMEXICO. Tratados de comercio. Disponible en:


http://www.promexico.gob.mx/es/mx/tratados-comerciales

-Romero, Gustavo. Tratado de Libre Comercio de América del Norte: un análisis


crítico. Disponible en :
http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/360/11/RCE12.pdf

-S&P global ratings, 2017. Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un
buen acuerdo tanto para México como para Estados Unidos. Disponible en:
https://www.spratings.com/documents/20184/1491337/ER_LA_Marzo15_2017_Tra
tadodeLibreComerciodeAmericadelNorteesunbuenacuerdotantoparaMexicocomop
araEstadosUnidos/a2f6223a-738a-4d67-aacc-d5661226dfee

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