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El juego en el proceso de evaluación infantil

El juego y en general las actividades lúdicas o de expresión han estado ausentes por
mucho tiempo de las situaciones de evaluación psicológica. Su uso se ha restringido al
ámbito pedagógico y en pocas ocasiones la psicología se ha apoyado en él como
técnica terapéutica.

Como recurso pedagógico el juego es una actividad que permite crear condiciones
para evocar muy naturalmente situaciones de la vida real, y a partir de éstas,
introducir nuevos aprendizajes conceptuales, evaluar la asimilación de los
conocimientos, aplicar los conceptos a situaciones reales, generar en el niño la
búsqueda de estrategias cognoscitivas para la solución de problemas. Por otra parte,
el juego es una actividad altamente motivante y un facilitador de los cambios
actitudinales del niño. El aprendizaje de nuevos valores, de nuevas formas de
comportamiento, de nuevas habilidades de interacción social son más fácilmente
asimiladas por el niño cuando se imparten a través de una situación de juego.

Siendo una actividad que compromete procesos de desarrollo básico como el


lenguaje, el control de movimientos, la memoria verbal y de ejecución, la capacidad
de planeación y ejecución de secuencias la identificación, reconocimiento y
cumplimiento de reglas, la búsqueda de estrategias y la toma de decisiones, existe un
temor casi generalizado a su empleo en el proceso diagnóstico. Al igual que el
contexto pedagógico, la organización, la selección y la ejecución de juegos en
compleja y difícil. Demanda del psicólogo conocimientos de la evolución de los
procesos intelectuales y afectivos (sus características en los diferentes periodos de
desarrollo), del manejo técnico de los diferentes tipos de juegos (motores, lingüísticos,
de reglas, de roles, de imitación, de expresión y expresión corporal) y finalmente, debe
poseer habilidades de comunicación, de expresión y liderazgo para orientar, motivar e
introducir variaciones a los juegos. Es una combinación de habilidades psicológicas y
pedagógicas ya que en el juego el papel del psicólogo no está claramente definido
en las situaciones de pruebas, entrevistas u observación comportamental. En estas
actividades el psicólogo cuenta con material de apoyo, instrucciones, normas de
aplicación, calificación e interpretación. Para realizar un juego, por ejemplo, de suma
con monedas o fichas, el psicólogo debe encontrar todos los elementos de
comunicación para explicar adecuadamente el objeto, las condiciones y reglas del
juego, la forma de motivar al niño, y diseñar formas de registro, calificación e
interpretación de respuestas. Es verdaderamente un procedimiento que implica buen
dominio conceptual y pedagógico.

La escasa investigación sobre la naturaleza del juego como actividad psicológica ha


limitado considerablemente la construcción de una teoría evolutiva sobre el juego. Los
pocos hallazgos se refieren a la exploración de las formas de juego en diferentes
edades o contextos socioculturales y a las acciones que el niño realiza en las
situaciones de juego individual y colectivo.

A pesar de constituirse en la actividad más habitual de los niños, para los psicólogos
son aún desconocidos sus orígenes psicológicos, sus componentes principales en los
diferentes periodos de desarrollo, las formas y características principales en cada uno
de ellos y, en general, su función en el desarrollo psíquico infantil. Pocos estudios se han
referido a la correspondencia entre los niveles de desarrollo mental y las formas de
juego en cada etapa. Esto ha incidido en el temor que experimenta el psicólogo al
hacer uso de estas formas de juego en situaciones de evaluación o de intervención
terapéutica.

Algunas teorías de desarrollo, como la teoría piagetiana, relacionan colateralmente el


juego con el desarrollo de estructuras y operaciones mentales en los primeros años de
vida. El interés de Piaget por una explicación de cómo nace en el niño la idea
simbólica lo lleva a conectar la función lúdica con la función simbólica. Sus trabajos
mostraron la existencia de un periodo esencial en el desarrollo del niño: el momento en
que éste aprende a expresar algo por medio de un objeto que sirve para la
representación. El juego simbólico o juego de ficción es el centro de la vida del niño
de 2 a 6 años. Según Piaget, la complejidad de este juego va creciendo: el niño imita
su modelo ausente, interpreta una situación pasada, crea una imagen mental y,
finalmente, expresa verbalmente. Aquí aparece el paso de lo concreto de los soportes
lúdicos a lo abstracto del lenguaje. Piaget describe el juego como un aprendizaje que
permite al niño poner en funcionamiento simbolizaciones cada vez menos concretas y
cada vez más verbalizadas.

Hacia el sexto u octavo año, señala Piaget, los juegos simbólicos ceden su lugar a los
juegos de reglas que imponen a un tiempo cooperación y obligaciones. El niño utiliza
la realidad para “hacer como”, revistiendo a cada objeto de significaciones a la
medida de sus deseos. Este proceso suprime el soporte concreto de los objetos por
medio del paso a la imagen mental y a su verbalización, y también por los juegos de
reglas, anticipación de las leyes sociales del adulto. La evaluación supone un paso de
los juegos del cuerpo a los juegos mentales.

En conclusión, a partir de los elementos sobre la evolución del juego en el niño, el


psicólogo puede considerar tres formas de juego: el juego lúdico como función
simbólica, el juego de roles y el juego de reglas. Mediante una metodología clínica
descriptiva puede identificar las características y etapas de desarrollo
correspondientes.

Velásquez, M. t. (1991). Evaluación del desarrollo infantil: Problemas teóricos y


metodológicos y prácticos. En: M. Rosalía, La psicología en la educación. Bogotá:
Departamento de Psicología. Universidad de los Andes.

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