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Las prácticas sociales son manifestaciones de la interacción histórica de los individuos. Son
enunciados que surgen de las experiencias de los sujetos sociales. Desde lo comunicacional, son
prácticas de enunciación que se construyen a través de narraciones y mediante el desarrollo de
habilidades y técnicas expresivas. Son azarosas.
El espacio de las prácticas sociales está atravesado por las luchas de poder y se ponen en juego
estrategias y dispositivos de comunicación. Pensar la comunicación es pensar lo político y la
constitución de lo científico. Las prácticas sociales son experiencias de comunicación y
manifestación de lo político.
Las prácticas sociales implican procesos de significación y producción de sentido. Los sujetos,
emisores y receptores, se constituyen en el espacio discursivo. Toda producción de sentido tiene
una manifestación material. El discurso es una configuración espacio temporal de sentido. Su
circulación no es lineal y no produce un solo efecto.
Abordar los procesos sociales desde la comunicación implica situarse en el terreno de la cultura.
Dejar de pensarlos desde las disciplinas y los medios. Supone el permanente reconocimiento de
las prácticas sociales de productores/receptores que intercambian mensajes en ámbitos
específicos para hacerse sentido común, es decir, manifestación de cultura, mediante procesos de
negociación y de generación de consensos.
Estos procesos de intercambio y negociación de mensajes y sentido le van dando forma a los
sujetos y forjando su identidad en el espacio social. Cada sujeto es por su individualidad pero, al
mismo tiempo, en cuando sujeto hablado por la cultura de su tiempo, por su historia, por su
espacio. Están atravesados por dimensiones contextuales, culturales, históricas, económicas,
sociales y jurídicas. Lo que funda al emisor son las relaciones sociales en las que se inserta. Es un
emisor en situación, dentro de tensiones sociales y de relaciones de poder.
El lenguaje es un soporte de la cultura, un vínculo para expresarse y ser ante los demás.
Todo objeto se constituye sólo como objeto de discurso mediado por percepciones, valoraciones e
interpretaciones. Es imposible concebirlo al margen de la producción social de sentido.
Las percepciones, concepciones y evaluaciones son culturales. Son siempre vividas por alguien en
particular y atravesados por una cultura colectiva, y constituyen una forma de reafirmación de
cada una de las personas en relación con su contexto.
Comunicación y vida cotidiana
La experiencia previa condiciona las posteriores sin que ello signifique necesariamente que el
mismo individuo haya vivido personalmente todas esas experiencias. Hay un aprendizaje cultural
que se apoya en experiencias sustitutas que se verifican en los grupos, los medios masivos de
comunicación, en las redes de relaciones. La vida cotidiana es el lugar de las interacciones.
Al mismo tiempo las experiencias que se viven en los grupos constituyen la matriz social del
individuo donde se constituye el repertorio de significados que condicionan las formas y los modos
de enfrentarse a situaciones diferentes de las habituales.
La realidad es un conjunto de hechos más las percepciones que de ellos tienen los sujetos, mas su
interpretación y valoración, la vida cotidiana es parte esencial de la memoria social.
La trama social se modifica por la participación de actores que inciden de acuerdo a competencias,
habilidades y a saberes diferentes.