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Profesorado “Don Bosco” 9232 - PEDAGOGÍA GENERAL

UNIDAD 9
Apuntes de Cátedra – Profesor Héctor Arismende sdb

INSTITUTO SUPERIOR PARTICULAR INCORPORADO Nº 9232


PROFESORADO “DON BOSCO”
PEDAGOGÍA GENERAL

Profesor Héctor Arismende SDB

BLOQUE TEMÁTICO III: PEDAGOGÍA SALESIANA

 UNIDAD 9: SISTEMA PREVENTIVO DE DON BOSCO


Juan Bosco (1815 – 1888)
Nace en I Becchi, Piamonte, el 16 de Agosto de 1815. Sus padres son Margarita Occhiena y
Francisco Bosco, campesinos de Castelnuovo de Asti. En 1817 muere su padre, y su madre afronta la
situación de cargar con una familia de 2 hijos suyos, uno de su esposo y un anterior matrimonio, y la abuela
octogenaria, sumidos en la mayor de las pobrezas.
Juan aprende a leer ayudado por don Lacqua, un sacerdote que dicta clases a unos 5 km de I
Becchi, adonde asiste todos los días después de las labores del campo. A los 12 años va a servir de peón a
la granja de los Moglia. Al año siguiente conoce a don Juan Calosso, un Sacerdote que lo recibe en su casa
y le procura estudio. Así va pasando de experiencia en experiencia para tener algo de instrucción. Todo lo
hace Juan con tal de poder estudiar y ser Sacerdote. Recién en 1831 podrá asistir con mayor regularidad a
clases en Chieri. Allí estudia gramática, humanidades y retórica. En 1835 ingresa al Seminario en esa
ciudad y cursa los estudios de Filosofía y Teología.
Es ordenado Sacerdote el 5 de junio de 1841 en Turín, la capital del Piamonte, y luego ingresa al
Colegio Eclesiástico, una institución dirigida por don José Cafasso, para iniciar un perfeccionamiento
práctico pastoral en moral y homilética. Allí vuelve a retomar con mayor entusiasmo el catecismo de
muchachos y adultos, que ya desde niño había iniciado.
Desde 1844 y hasta marzo del 46, Don Bosco da forma al Oratorio, pero con el problema de no
contar con un lugar donde reunir a los chicos. Son sus preferidos los obreritos, picapedreros, albañiles,
huérfanos y los salidos de las cárceles. Precisamente la visita a este lugar fue uno de los signos
inspiradores de su obra en favor de los jóvenes más pobres de la sociedad de Turín.
En abril de 1846 se asienta definitivamente en el cobertizo Pinardi, en la región de Valdocco, donde
en Noviembre viene a vivir también su madre, para ayudarlo hasta su muerte en 1856.
Allí inaugura una escuela nocturna, más tarde un asilo para los chicos venidos del campo y las
montañas y que no tienen hogar ni familia. En 1848 inicia dos publicaciones con el fin de instruir en la fe a
los niños y jóvenes (“El amigo de la juventud” y “El instructor del pueblo”). Más tarde anexa a su obra otros
oratorios. En 1853 inicia la publicación de las Lecturas Católicas y abre un taller de zapatería para enseñar
el oficio. En el ’54 abre el taller de encuadernación.
Ese mismo año, propone a un grupito de jóvenes estudiantes de su Oratorio, la base de lo que será
la Congregación Salesiana. Entre ellos se encuentran Miguel Rúa (Beato y primer sucesor de Don Bosco) y
Juan Cagliero (Cabeza de la Expedición Misionera que llega a la Argentina y primer Obispo y Cardenal
Salesiano). Ingresa al Oratorio Domingo Savio, y permanece hasta su muerte en 1857.

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En 1855 inicia la escuela elemental para sus estudiantes, dirigida por él y sus jóvenes clérigos. Al
año siguiente abre el taller de carpintería. En 1859 nace la Sociedad Salesiana como asociación religiosa
privada y de hecho. En 1861, inicia el taller de tipografía y en el ’62 el de mecánica.
En 1863 Don Bosco funda el primer colegio fuera de Turín, en Mirabello Monferrato, y envía de
Director a Miguel Rúa. También comienza la construcción de la Basílica de María Auxiliadora con un primer
pago de 40 céntimos. Queda culminada en 1868.
En febrero de 1869 la Sociedad Salesiana recibe la aprobación pontificia. Se da inicio a la fundación
de una serie de colegios e institutos de enseñanza en lugares como Génova, Valsálice, Alassio, Varazze.
En 1872 colabora con Sor María Dominga Mazzarello en la fundación del Instituto de las Hijas de
María Auxiliadora. En el ’74 la Santa Sede aprueba definitivamente las Constituciones de las Sociedad
Salesiana, que a partir del año siguiente vive 12 años de una rápida y enorme expansión por Europa
(Francia, España, Inglaterra) y América (Argentina, Uruguay, Brasil, etc.), abriendo obras para los
inmigrantes, instituciones escolares-educativas, actividades misioneras, etc.
En 1877 Don Bosco escribe a pedido de Pío IX, unas páginas sobre el Sistema Preventivo. Y en
Agosto de ese año se inicia el Boletín Salesiano.
El 31 de Enero de 1888, Don Bosco muere consumido por el intenso trabajo que realizó hasta el
último día y a causa de los innumerables achaques que su salud recibió en todo ese tiempo.
EL SISTEMA PREVENTIVO DE DON BOSCO
Juan Melchor Bosco no es considerado rigurosamente un pedagogo, o no lo es al
menos al estilo de los que tienen la intención de hacer un estudio científico del hecho
educativo y sus actores. Sin embargo, ha legado a la Iglesia y a la historia uno de los
aportes pedagógicos más difundidos en todo el mundo. Hablar de Don Bosco es hablar
de su obra educativa y el Sistema Preventivo. Pero ¿qué tiene de particular este método
educativo para que sea tan importante? Su simplicidad, originalidad y actualidad.
Hoy en día se encuentran en circulación modelos educativos que oscilan entre el
autoritarismo de ideas inflexibles que se imponen a la fuerza; y concepciones de libertad
absoluta, contraria a todo orden jerárquico y directivo. Estos modelos extremos, no se
demuestran capaces de edificar personalidades fuertes, sólidas, armónicas, eficaces;
reducen a la persona “desde el momento en que absolutizan aspectos parciales de la
experiencia humana, ocultan la indiferencia o antipatía declarada por cualquier forma
de apertura”1 a la trascendencia de Dios.
El sistema educativo pensado por Don Bosco para la educación de la juventud
nace de la presencia amorosa entre los jóvenes, buscando proponer, estimular, hacer
crecer, animar a la persona para que llegue a ser lo que Dios lo llama a ser. “No es fácil
practicarlo sin una atenta simpatía por los jóvenes y por su propio mundo”; se debe

1
CIAN, L. “El sistema educativo de Don Bosco y las líneas maestras de su estilo”. p 12.

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alimentar de la adhesión por los valores que poseen los jóvenes, dando normas que se
entiendan por la razón, y proponiendo, nunca imponiendo, valores no adquiridos
todavía, mediante el consejo amoroso.
Debe movernos siempre el convencimiento de Don Bosco que solía decir “que «en
todo joven, por desgraciado que sea, existe siempre un punto que es accesible al bien;
primer deber del educador es el de buscar ese punto, esa cuerda sensible y
aprovecharse de ella» (MB 5, 367)” 2
Históricamente se pensaba que una persona lograba mayor educación según el
mayor tiempo que pase en la escuela; el proyecto educativo de Don Bosco no apunta a
una formación delimitada por un espacio de tiempo, sino que se refiere a una Educación
Cristiana Integral, es decir de toda la persona, que conduzca lo que él llama “madurez
humana y cristiana del joven, su capacidad de afrontar la vida con sentido de
responsabilidad y seriedad: buen cristiano y honrado ciudadano”3.
El centro de este sistema es la caridad, y por ello supone una cosmovisión cristiana,
tanto del educando como del educador. Este elemento esencial, sin embargo, no
siempre es tan explícito, por lo que tampoco hace imposible su aplicación en espacios
de educación laica, siempre que el Educador tenga claras las bases humanistas de
fondo.
La motivación profunda y definitiva de la acción de Don Bosco es la caridad: el
amor religioso a Dios y al prójimo, que brota inmediata y coherentemente de su fecunda
fe católica y de su vocación sacerdotal, nacida casi con él. Hay sin embargo rasgos de
personalidad propios del santo que dan aspectos y tonalidades específicas a su
actividad educativa preventiva:
a) Tradición y modernidad: A muchos estudiosos ha llamado poderosamente la
atención el rasgo de modernidad de la actuación de Don Bosco, pero que va
inseparablemente unida a una adhesión fortísima a los valores fundamentales
del pasado: la fidelidad al concepto y estilo de vida propuesto por el
cristianismo custodiado y predicado en la Iglesia por los pastores y secundados
por los bautizados sinceramente practicantes.
Sostenido por una fuerte convicción enraizada en la ortodoxia católica, que se
manifiesta en su profundo amor y obediencia al Sucesor de Pedro y los Obispos
por ejemplo, puede ir al encuentro de los tiempos nuevos con total seguridad,

2
Ídem. p. 13.
3
BRAIDO, P. “El sistema educativo de Don Bosco”. p 123

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aceptando todo lo que hay de inevitable, aprovechable y hasta laudable, con


el deseo de servirse de ello como instrumento par realizar el mayor bien. Don
Bosco es tradicional sin ser reaccionario, moderno sin alinearse con ninguna
formación de liberalismo católico.
b) Realismo y oportunidad: el trabajo con lo jóvenes le nace a Don Bosco por su
sensibilidad humana y sacerdotal ante los hechos palpables y situaciones
concretas que exigen, más que planes y proyectos, soluciones inmediatas y
realistas. Ve por eso que los jóvenes no están preparados para utilizar
convenientemente el tiempo libre; que los inmigrados de los pueblos a la
ciudad necesitan una ayuda; que hay muchos jóvenes “peligrosos y en
peligro”. Lo apremian las necesidades de una ciudad que crece pero que no
tiene lugar para miles de los jóvenes que se enfrentan a la mayor de las
miserias.
Para ellos Don Bosco abrirá escuelas, talleres de artes y oficios, hospicios,
oratorios, fundará congregaciones religiosas, unirá al suyo el esfuerzo de miles
de personas, religiosos y laicos, ministros del Estado y de la Iglesia.
c) Prudencia y firmeza: la adecuación de Don Bosco a los tiempos y situaciones se
distingue, además, por una típica cuota de moderación, que es, en sentido
propio, prudencia. Sabe renunciar a lo mejor por lo bueno cuando es lo único
posible de conseguir. Practica la sencillez de la paloma y la astucia de la
serpiente para unir esa prudencia a una sincera firmeza, idealismo con
realismo, cálculo humano y confianza en Dios, espera paciente e impulso hacia
adelante, diplomacia y franqueza
Verdaderamente, antes de ser norma, teoría y hasta sistema, la pedagogía de
Don Bosco es vida vivida, ejemplaridad, transparencia personal. Toda referencia
sistemática de su visión pedagógica, sólo adquiere sentido y significación con una
continua referencia a su actuar, a su quehacer educativo.
Fuentes de pensamiento a nivel educativo pastoral
Es significativa en Don Bosco la influencia pedagógica de varios autores y
educadores de su tiempo:
Hermanos Cavanis: dos hermanos nobles, en Venecia, comienzan con una
congregación Marian que se desarrolla en un Oratorio y en las Escuelas de Caridad, para
los pobres y abandonados,, donde proporcionan enseñanza gratuita, formación,
religiosa, participación en actividades recreativas, prevención de los peligros físicos y

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morales. Puede considerarse como el núcleo de su método educativo la paterna


familiaridad, caracterizada por una asidua vigilancia en vista a realizar una síntesis vital y
educativa de valores religiosos y humanos.
Ludovico Pavoni: funda la Congregación “Oratorio de San Luis”, un asilo para
jóvenes artesanos huérfanos o abandonados y una sección para muchachos
sordomudos. Busca el bienestar de la juventud abandonada, dedicándose con
entusiasmo a educarla cristianamente, “devolviéndole a la Iglesia óptimos cristianos y al
Estado buenos artesanos y súbditos virtuosos y fieles”. Para el éxito de la educación
religiosa y cívica de los jóvenes recurre a los métodos y medios más habituales del
pedagogía preventiva: religión y razón, amabilidad y dulzura, vigilancia-asistencia, dentro
de un estructura familiar y con una intensa dedicación al trabajo.
Marcelino Champagnat: Fundador de la Sociedad Religiosa de los Hermanos
Maristas; el fin específico de la sociedad, nacida en un ambiente rural, viene así definido:
“Nos comprometemos a instruir gratuitamente a todos los niños necesitados que nos
presentará el párroco y a enseñarles a ellos y a todos los demás que se nos confíen, el
catecismo, la oración, la lectura, la escritura y las otras partes de la enseñanza primaria.
La orientación pedagógica asume gradualmente rasgos propios que la
caracterizan dentro de la pedagogía cristiana preventiva del siglo XIX: la salvación de las
almas como fin último; la instrucción religiosa como medio para apartar del vicio y formar
el corazón, a conciencia, la voluntad, la devoción mariana; el método del amor, aún en
la disciplina, cuyo objetivo es el de preservarlos del mal, en sus defectos, formar su
voluntad.
Leonardo Murialdo: su actividad está inspirada en la filosofía práctica del Padre
Nuestro y de las Bienaventuranzas: el núcleo de su espiritualidad consiste en caminar y
conducir hacia Dios como fuente primera de toda auténtica felicidad, con el
cumplimiento de la ley, y, sobre todo, sirviendo al prójimo. Lleva la primacía la pedagogía
preventiva del amor: afecto paterno y fraternal, prevención del mal, tener presente que
muchos defectos dependen de la ignorancia; comprensión y perdón, severidad
templada en la misericordia, sentimientos de amor filial.
Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle): son muchas las coincidencias en
puntos característicos del sistema preventivo cristiano: atención al carácter de los
muchachos, amor y familiaridad, asistencia-presencia amable y participativa, y sobre
todo, la inspiración fundamental de prevenir con todos los elementos requeridos en el

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plano de la religión, la razón y la amabilidad. El instructor de esta comunidad de


Hermanos fue San Juan Bautista de la Salle, canónico, Doctor en Teología.
Ferrante Aporti: las orientaciones educativas de Don Bosco y de Aporti muestran
notables semejanzas y coincidencias, en cuanto a los principios y al método: explícita
inspiración cristiana, respeto religioso y humano al niño y al joven, preferencia por el
método basado en la bondad y en la amabilidad, razón y persuasión. Aporti destaca la
gran superioridad del método preventivo sobre el represivo, cuidando de colocar el amor
como fundamento e la educación, creando un ambiente de serenidad, de bondad, que
lo encamine naturalmente al bien.
Aunque Don Bosco mantuvo relación amistosa con algunos teóricos
contemporáneos de la pedagogía (Rosmini, Rayneri, Allievo, etc.), no se ha podido
documentar un contacto específico de Don Bosco con la pedagogía científica, oficial y
académica.
Sin embargo, el Sistema Preventivo se desarrolla en el corazón del siglo XIX,
llamado “de la Pedagogía”, por ser el de Herbart, Pestalozzi, Froebel, etc. El impulso
renovador del Iluminismo, desde Rousseau y el fenómeno del Risorgimento, impulsó a los
Estados a interesarse por la escuela, por la educación popular, por la política educativa.
Podemos decir que Don Bosco llegó a ser educador a través de una no breve
autoformación. Fue favorecido por una educación familiar excepcional (mamá
Margarita); por estímulos quizá sobrenaturales (sueño de los 9 años); por dones de
naturaleza que lo hacían dispuesto para las relaciones interpersonales; por experiencias
juveniles con éxito (sociedad de la Alegría 1831-35); por una cultura humanista notable
apoyada en una inteligencia y memoria extraordinarias; por una pluralidad de
experiencias de trabajo manual que lo ponen en contacto con la realidad de la vida
(carpintero, sastre, zapatero, camarero, etc.); por la capacidad de emplear bien el
tiempo libre, por experiencias negativas de educación en el seminario de Chieri; por su
trabajo entre los jóvenes tanto durante los estudios, después de la ordenación, en el
Convitto, como en el periodo de consolidación de los Oratorios (1844-64).
PILARES DEL SISTEMA PREVENTIVO
Este sistema educativo asienta sus bases sólidas y resistentes, sobre ciertos
elementos metodológicos, que facilitan su aplicación:
La presencia del educador
Todo aquel que quiera poner en práctica el Sistema Preventivo debe tener en
cuenta como horizonte que debe desenvolverse primero como EDUCADOR, con todo lo

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que esta palabra significa dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje y que se refleja
en la vida del educando. Y luego como SALESIANO, con carisma y espíritu Salesiano. En
una palabra, debe tener fija la vista en la figura de Don Bosco e imitarlo.
Por supuesto que es algo realmente difícil imitar a Don Bosco, porque ese imitar no
se limitará sólo a repetir idénticas expresiones, sino que se refiere y se expande a vivir
como Don Bosco por y para los jóvenes: “yo por ustedes estudio, por ustedes trabajo, por
ustedes estoy dispuesto a dar la vida”.
Con esto claro, podemos avanzar sobre la figura del educador y su presencia en
medio de los jóvenes, con agudeza de percepción, una personalidad fuerte, sentido de
competencia, empeño concreto y directo, capacidad de reconsideración y riesgo, con
ausencia de distancias, el deseo de verse reproducido en los demás, abierto al diálogo
fecundo y buscando la conversión constante
Agudeza de percepción: Se debe captar rápidamente lo que pasa a nuestro
alrededor, con apertura y receptividad. Nuestro trabajo educativo debe ser
consecuencia de ello, y sensible hasta el punto de ser capaz de meternos “dentro de la
situación de los jóvenes pobres y abandonados”.4
Fuerte personalidad: “Don Bosco tenía confianza en sí mismo y no tenía problemas
de personalidad. La sana educación recibida (...) de una madre con ideas claras, firme y
ala vez amable, dejaba amplio espacio a la iniciativa personal y permitía el crecimiento
continuo”5. Esta honda percepción de la propia personalidad le ayudó a percibir pronto
la finalidad de su obra y a no encerrarse en sí mismo, a establecer un estrecho
acercamiento con las ideas-fuerza que orientaban su accionar como educador y
sacerdote.
Sentido de competencia: Don Bosco no sentía que le faltaran las capacidades ni
sentía inseguridad ante situaciones difíciles, pues sentía que muy por encima de cualquier
esfuerzo suyo, estaba haciendo la voluntad de Dios y en Él se apoyaba para nadar
incluso contra la corriente, y yendo siempre hacia delante.
Empeño concreto y directo: Don Bosco lo que hacía, lo hacía y ya. No tenía
mucho tiempo de pensar cómo o con quién lo haría, pero nunca su actividad fue un
activismo sin fundamento, sino que todo empeño que ponía tenía un fin concreto y
directo: salvar el alma de cada joven. Por eso estaba constantemente entre ellos, para
saber entender e interpretar la realidad que ellos mismos vivían.

4
Cf. Cian, L. “El sistema educativo de Don Bosco y las líneas maestras de su estilo”. P 191.
5
Ídem

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Capacidad de reconsideración y riesgo: El educador debe replantearse


continuamente su propio punto de vista, para poder acomodarse mejor a las exigencias
de las personas, para poder captar los problemas con los mismo ojos de quien los vive 6.
Debe llevar adelante un sistema educativo democrático, del cual es característica
fundamental el “suspender el propio juicio para comprender profundamente al otro,
corriendo el riesgo, por este método de la comprensión gradual, de tener que concluir
de una manera nueva por acomodarse a la vida y a la historia”7.
Ausencia de distancias: Debemos identificarnos profundamente con las personas
a quienes queremos ayudar, es decir, entrar y salir constantemente del corazón de ellas.
El deseo de verse reproducido en los demás: Siempre que podía, Don Bosco
buscaba transmitir a los demás, lo que él mismo había aprendido, porque cuando uno ha
descubierto algo realmente valioso, siempre quiere compartirlo con alguien, compartir su
alegría.
El diálogo fecundo: El educador debe ponerse al mismo nivel del joven, para
permitirle expresarse, y entablar sinceramente el diálogo con él. De esta manera se
puede guiar al joven interiormente, en un modo profundo de comprenderse a sí mismos y
a la vida.
La conversión: Luego del diálogo, el joven debiera tener una nueva manera de ver
el mundo y la vida, es decir una profunda conversión: una reorganización de los valores y
de la personalidad.
En síntesis, podríamos decir que el educador, que en el Sistema Preventivo se llama
«ASISTENTE», “es el centro de la metodología de Don Bosco, no en el sentido represivo,
sino al servicio, totalmente consagrado, del educando”8. Su función no se limita sólo a la
cuestión disciplinaria, sino amando, abrazando como gozo y misión de su vida, la
situación de estar siempre en medio de los jóvenes.
Amabilidad + amor = AMOREVOLEZZA
Toda la pedagogía de Don Bosco se resume en la CARIDAD, basada en la primera
carta a los Corintios: “El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar, ni
se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se
deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y las perdona. Nunca se alegra de algo

6
Cf. Cian, L. o. c., p 192
7
Cian, L., p 193.
8
Tessarolo, F. “El sistema preventivo de Don Bosco”. p 19.

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injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; el amor todo lo cree, el
amor todo lo espera, el amor lo soporta todo” (1Cor. 13, 4-7).
La amabilidad es la primera expresión del amor. El amor adopta gestos, palabras y
modos sencillos y amables. La amabilidad tiene ciertas características:
La familiaridad: Estar con los jóvenes, entablar con ellos una relación de real unión.
“«Como el líquido adopta rápidamente la forma del recipiente que lo contiene, así el
amor, para transformarse en amabilidad, debe tomar inmediatamente la forma de la
persona amada»”9
Cordialidad o profundidad de afecto: Aquí podemos traer a la memoria la famosa
frase de Don Bosco: «Me basta que sean jóvenes para que los ame».
Afecto demostrado: Don Bosco constantemente recomendaba que no era
preciso sólo que se ame a los jóvenes, sino que además ellos debían darse cuenta,
percibir que se los ama. Para ello, el afecto que se les tiene debe ser expresado en cada
gesto de caridad, de cordialidad, de confianza y de aceptación que tengamos con
ellos.
Afecto operante y sobrenatural: Todo el estilo educativo de Don Bosco está
orientado a la «SALVACIÓN» de los jóvenes, por lo tanto, todo nuestro esfuerzo de
amarlos debe moverse hacia ese horizonte.
Afecto incondicionado: “Que perdura a pesar de las faltas de educando y se
revela en la suavidad de los castigos”10
Dulzura y bondad: Don Bosco recomendaba siempre a sus Salesianos que
procuren hacerse amar, sin ser rigurosos o severos, aplicando siempre un estilo
bondadoso, y tratando de imitar a San Francisco de Sales, el «Santo de la Dulzura», como
se lo conoce generalmente. Además, sostenía que la “dulzura acostumbra a apartar el
pensamiento de la ofensa (...). Es necesario sobre todo no abrir la boca para contestar a
los que sólo buscan exasperarnos”.11
Confianza: “Es imposible educar bien a los jóvenes, si éstos no tienen confianza en
los Superiores”. Este es un instrumento esencial dentro de la Amabilidad, ya que es
necesario para poder entablar una relación de amistad, de afecto con el joven.

9
«L’Arco, A., “El salesiano es así”, p12. » En Tessarolo, F. o. c., p 33.
10
Tessarolo, F., o. c., p 34
11
Tessarolo, F., o. c., p 35

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Razón
Su importancia radica en la necesaria racionalidad del acto educativo que se
quiere llevar a cabo con el joven, lo que significa que el joven tendrá una participación
activa en el mismo, y como un simple receptor. Por eso el primer elemento a tener en
cuenta será el diálogo, para entrar en relación de confianza, pudiendo hacer uso para
ello del humor como herramienta admirable.
La razón se aplica fundamentalmente en las órdenes, en los castigos, en las
normas y reglas, en la comprensión mutua. En la presencia del educador, con una
asistencia amorosa y confiable.
“Iluminada por al fe, la razón preside la labor educativa; controla la afectividad
para que no se desborde; impregna de sentido común el ambiente educativo; busca lo
esencial y lo simple, y huye, por tanto, de lo artificioso y lo complicado, de lo extraño y lo
raro; favorece la capacidad de juicio y el formarse convicciones personales para
gobernar la vida”.12
La razón da fuerte sentido a la amabilidad, ya que ésta exige tener racionalidad.
“Un amor sofocante, dulzón, azucarado, es totalmente contrario a la amabilidad de Don
Bosco”.13 Don Bosco solía recomendar también: “Déjate guiar por la razón y no por la
pasión”14, pidiendo con esto un amor equilibrado, abierto, racional.
Sobre todo Don Bosco recomendaba la razón como medio para mantenerse
dentro de la observancia de la moralidad.15 Como herramienta verdaderamente útil
para aplicar la razón, Don Bosco se valía de las «Buenas Noches», en las que daba un
pequeño mensaje para que los jóvenes lo rumien y lo piensen antes de dormir.
El elemento de la Razón, apunta a dos objetivos dentro de la pedagogía de Don
Bosco:
1. Que el educando actúe por elección libre; y
2. Que afirme su propia personalidad.16
El Sistema Preventivo, manda ver en todo joven, por más desgraciado que sea,
una arista buena, capaz de motivar el desarrollo de capacidades y habilidades y, por
sobre todo, dándole «utilidad» al muchacho, hacerlo sentir útil de la manera en que sólo
él puede serlo. Por esto, la razón está fundada en una confianza profunda en la buena

12
Tessarolo, F., o. c., p 36.
13
Braido, P., El Sistema Preventivo de Don Bosco, p 164.
14
MB X, 1023, p 942.
15
Cf. MB XIII, 800, p 679.
16
Cf. Cian, L., El sistema educativo de Don Bosco. Las líneas maestras de su estilo. p 65.

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voluntad del joven, es decir, saber que todo joven tiende naturalmente al bien. Por lo
mismo, el educador debe ser optimista, o no será educador.
Religión
“La práctica de la religión no debiera conducir a una adhesión ciega a verdades
más o menos oscuras. Por esto Don Bosco daba un lugar considerable a la razón en el
enfoque de la fe, sobre todo a través de una sólida enseñanza religiosa” 17, y por ello, la
religión ocupa un lugar preponderante dentro de la pedagogía de Don Bosco.
Esta fe, no se debe contentar con una aplicación teórica, sino que logra un punto
tal de celebración en la consumación de dos sacramentos: la reconciliación y la
comunión. Se enraíza entonces, en una vida acorde con las enseñanzas del Evangelio, y
encuentra toda su inspiración en él: «Dios es amor» (1º Jn. 4,8). Se puede decir entonces,
que la acción educativa de Don Bosco en la formación de los jóvenes, se identifica
prácticamente con la acción salvífica de la Iglesia.
“También hoy, lo mismo que para Don Bosco, la religión debe brotar de
convicciones personales, sin imposiciones, pero estimulada por continuas sugerencias, en
un clima de serenidad y de interés continuo, para que nuestros jóvenes encuentren en la
fe verdadera respuesta los problemas que les interesan. Así llegarán a descubrir la unidad
y la integración de las dos dimensiones: religión y vida”18
Para Don Bosco, una acción concreta por los jóvenes de su época, era ayudarlos
a llegar a la Salvación; y para ello se valió de distintos medios, como el oratorio, una
acción educativa que fuera más allá del colegio y que tuviera un área evangelizadora,
la devoción mariana, etc.
En cuanto al oratorio, no se trataba de una estructura parroquial más, como los
que ya había entonces, sino un ámbito que se traslade según las necesidades de los
jóvenes, y que fuera a donde ellos estaban. Más adelante, se fue estructurando, para
responder a las necesidades más profundas de los jóvenes. Es en el oratorio donde más
fuertemente se vive y se experimenta la espiritualidad de Don Bosco, ya que allí fue
donde nació incluso el Sistema Preventivo.
“Puede decirse que Don Bosco ha conservado durante toda su vida un «corazón
oratoriano», una nostalgia de los orígenes, de los primeros tiempos (el oratorio de
Valdocco), poniéndola de manifiesto en el entusiasmo con que arrastraba a los jóvenes
al bien. En esos orígenes nacieron las ideas del «Sistema Preventivo» y la original

17
Boletín Salesiano Nº 571, p 11.
18
Tessarolo, F. o. c., pp 38-39

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aportación de «sabiduría» educativa que dejó en herencia a la Iglesia y al mundo. Quien


pretenda conocer profundamente el alma de su caridad pastoral y educativa ha de
remitirse a una reflexión atenta y amorosa sobre la experiencia de los orígenes, porque
allí se encuentra lo mejor de sus intuiciones”19

19
Cian, L., o. c., pp 109-110.

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EL SISTEMA PREVENTIVO EN LA EDUCACION DE LA JUVENTUD


( Regolamento per le case della Società di san Francesco di Sales, Turín, Tipografía Salesiana,
1877, págs. 3-13: [OF XXIX, 99-109].20
Publicado por primera vez como apéndice del opúsculo sobre la inauguración del Patronato de San Pedro
en Niza (Francia) en Agosto de 1877, para exponer al público las orientaciones generales del “sistema”,
pero en el mismo año vino inserto en el Reglamento para las casas de la Sociedad de San Francisco de
Sales, llegando así a ser un texto normativo para los educadores salesianos.

Muchas veces, se me ha pedido exponga de palabra o por escrito algunos pensamientos


sobre el llamado sistema preventivo, que suele practicarse en nuestras casas. Por falta de tiempo
no he podido hasta ahora satisfacer tales deseos; mas disponiéndome en la actualidad a imprimir
el reglamento que hasta la fecha casi siempre se ha seguido por tradición, estimo oportuno dar
aquí una idea que será como el índice de una obrita que estoy preparando, si Dios me da vida
suficiente para poderla terminar, y sólo para ayudar en el difícil arte de educar a la juventud. Diré,
pues: en qué consiste el sistema preventivo y por qué debe preferirse; su aplicación práctica y sus
ventajas.

1. En qué consiste el Sistema Preventivo y por qué debe preferirse


Dos sistemas se han usado en todos los tiempos para educar a la juventud: el preventivo y
el represivo. El represivo consiste en dar a conocer las leyes a los súbditos y vigilar después para
conocer a los transgresores y aplicarles, cuando sea necesario, el correspondiente castigo.
En este sistema, la palabra y la mirada del superior deben ser en todo momento severas y
más bien amenazadoras, y personalmente debe evitar toda familiaridad con los subordinados.
El director, para aumentar su autoridad, debe estar raramente con los que de él
dependen, y, por lo general, sólo cuando se trate de imponer castigos o de amenazar. Este
sistema es fácil, poco trabajoso y sirve principalmente para el ejército, y, en general, para los
adultos juiciosos, en condición de saber y recordar las leyes y otras prescripciones.
Diverso, y diría que opuesto, es el sistema preventivo. Consiste en dar a conocer las
prescripciones y reglamentos de un instituto, y vigilar después de manera que los alumnos tengan
siempre sobre sí el ojo solícito del director o de los asistentes, los cuales, como padres amorosos,
hablan, sirven de guía en toda circunstancia, dan consejos y corrigen con amabilidad; que es
como decir poner a los alumnos en la imposibilidad de faltar.
Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor; excluye, por
consiguiente, todo castigo violento y procura alejar aun los suaves. Parece preferible por las
razones siguientes:
I. El alumno, avisado preventivamente, no queda avergonzado por las faltas
cometidas, como acaece cuando se las refieren al superior. No se enfada por la

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Texto crítico con introducciones, cuadros de variantes y de notas histórico-ilustrativas, en Pietro Braido (ed.), Don
Bosco educatore scritti e testimonianze. Tercera edición, con la colaboración de Antonio da Silva Ferreira, Francesco
Motto y José Manuel Prellezo. Istituto Storico Salesiano, Fonti, Serie prima, n. 9. Roma, LAS 1997, pp. 363-271.

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corrección que le hacen ni por el castigo con que le amenazan o que le


imponen, porque éste va siempre acompañado de un aviso amistoso y
preventivo, que lo hace razonable y termina, ordinariamente, por ganarle de tal
manera el corazón, que el alumno comprende la necesidad del castigo y casi lo
desea.
II. La razón más esencial es la ligereza infantil, que en un momento olvida las reglas
disciplinarias y los castigos con que van sancionadas. A esta ligereza se debe
sea, a menudo, culpable el niño de una falta y merecedor de un castigo, sin
haberse acordado de nada al cometerla, y ciertamente no la habría cometido,
si una voz amiga se lo hubiese advertido.
III. El sistema represivo puede impedir un desorden, mas con dificultad hacer
mejores a los que delinquen. Se ha observado que los muchachos no olvidan los
castigos que se les han dado; y que, por lo general, conservan amargor junto
con el deseo de sacudir el yugo de la autoridad y aun de tomar venganza.
Parece, a veces, que hacen caso omiso; mas quien sigue sus pasos sabe muy
bien que son terribles las reminiscencias de la juventud y que olvidan fácilmente
los castigos que les dan los padres, mas con mucha dificultad los que les
imponen los maestros. Hay hechos de algunos que de viejos se vengaron
brutalmente de ciertos castigos sufridos cabalmente cuando se educaban. El
sistema preventivo, por el contrario, gana al alumno, el cual ve en el asistente a
un bienhechor que le avisa, desea hacerle bueno y librarle de sinsabores, de
castigos y de la deshonra.
IV. El sistema preventivo dispone y persuade de tal modo al alumno, que el
educador podrá, en cualquier ocasión, ya sea cuando se educa, ya después,
hablarle con el lenguaje del amor. Conquistado el corazón del discípulo, el
educador puede ejercer sobre él gran influencia y avisarle, aconsejarle y
corregirle aun después de colocado en empleos, en cargos o en ocupaciones
civiles o comerciales. Por estas y otras muchas razones parece debe prevalecer
el sistema preventivo sobre el represivo.
2. Aplicación del Sistema Preventivo
La práctica de este sistema se apoya totalmente en las palabras de san Pablo: Caritas
benigna est, patiens est; omnia suffert, omnia sperat, omnia sustinet. “La caridad es benigna y
paciente; todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo”. Por consiguiente solamente el cristiano
el cristiano puede practicar con éxito el sistema preventivo. Razón y religión son los medios de que
ha de valerse continuamente el educador, enseñarlos y practicarlos él mismo, si desea ser
obedecido y alcanzar su fin.

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I. El director debe, en consecuencia, vivir totalmente consagrado a sus


educandos, no aceptar ocupaciones que le alejen de su cargo; aún más, debe
encontrarse siempre con sus alumnos, cuando no están cumpliendo alguna
obligación, a no ser que estén debidamente asistidos por otros.
II. Los maestros, los jefes de taller y los asistentes han de ser de acrisolada
moralidad. Procuren evitar, como la peste, toda clase de aficiones o amistades
particulares con los alumnos, y recuerden que el desliz de uno solo puede
comprometer a un instituto educativo. Los alumnos no han de estar nunca solos.
Siempre que sea posible, los asistentes han de llegar antes a los sitios donde
tengan que reunirse, y estar con ellos hasta que vayan otros a sustituirlos en la
asistencia. No los dejen nunca desocupados.
III. Debe darse a los alumnos amplia libertad de saltar, correr y gritar a su gusto. La
gimnasia, la música, la declamación, el teatro, los paseos, son medios
eficacísimos para conseguir la disciplina y favorecer la moralidad y la salud.
Procúrese únicamente que la materia de los entretenimientos, las personas que
intervienen y las conversaciones que sostengan, no sean vituperables. Haced lo
que queráis - decía el gran amigo de la juventud san Felipe Neri - ; a mí me basta
que no cometáis pecados.
IV. La confesión y comunión frecuentes y la misa diaria son las columnas que deben
sostener el edificio educativo del que se quieran tener alejados la amenaza y el
palo. No se ha de obligar jamás a los alumnos a frecuentar los santos
sacramentos; pero sí se les debe animar y darles comodidad para aprovecharse
de ellos. Con ocasión de los ejercicios espirituales, triduos, novenas, pláticas y
catequesis, póngase de manifiesto la belleza, sublimidad y santidad de la
religión, que ofrece
medios tan fáciles como son los santos sacramentos, y tan útiles a la sociedad
civil, y para la tranquilidad del corazón y salvación de las almas. Así quedarán los
niños espontáneamente prendados de estas prácticas de piedad y las
frecuentarán de buena gana y con placer y fruto.
V. Debe vigilarse, con el mayor cuidado, porque no entren en el colegio
compañeros, libros o personas que tengan malas conversaciones. La elección
de un buen portero es un tesoro para una casa de educación.
VI. Terminadas las oraciones de la noche, el director; u otro en su nombre, diga
algunas palabras afectuosas en público a los alumnos antes de que se vayan a
dormir, para avisarlos o aconsejarlos sobre lo que han de hacer o evitar; y
procure sacar la moraleja de lo ocurrido durante el día, dentro o fuera del

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colegio; no dure la platiquita más de dos o tres minutos. Aquí está la clave de la
moralidad y de la buena marcha y éxito de la educación.
VII. Téngase como pestilencial la opinión de retardar la primera comunión hasta una
edad harto crecida, cuando por lo general el demonio se ha posesionado del
corazón del jovencito con incalculable daño de su inocencia. Según la disciplina
de la Iglesia primitiva, solían darse a los niños las hostias consagradas que
sobraban de la comunión pascual. Esto nos da a conocer lo mucho que desea
la Iglesia sean admitidos pronto los niños a la primera comunión. Cuando un niño
sabe distinguir entre pan y pan y revela suficiente instrucción, no se mire la edad;
entre el Soberano celestial a reinar en su bendita alma.
VIII. Los catecismos recomiendan la comunión frecuente; san Felipe Neri la
aconsejaba semanal y aun más a menudo. El concilio tridentino dice bien claro
que desea ardientemente que todo fiel cristiano, cuando oye la santa misa,
haga también la comunión. Pero esta comunión no sea tan sólo espiritual, sino
sacramental, a fin de sacar mayor fruto del augusto y divino sacrificio. (Con. Trid.,
ses. XXII, cap. VI.)
3. Utilidad del Sistema Preventivo
Alguien dice que este sistema es difícil en la práctica. Advierto que para los alumnos es
bastante más fácil, agradable y ventajoso. Para los educadores encierra, eso sí, algunas
dificultades, que disminuirán ciertamente si se entregan por entero a su misión. El educador es una
persona consagrada al bien de sus alumnos; por lo que debe estar pronto a cualquier molestia o
fatiga, con tal de conseguir el fin que se propone, a saber: la educación ciudadana, moral y
científica de sus alumnos.
A las ventajas expuestas anteriormente, se añade aquí estas otras:
I. El alumno tendrá siempre respeto a su educador, recordará complacido la
dirección de él recibida, y considerará, en todo tiempo, a sus maestros y
superiores como a padres y hermanos. Dondequiera que van alumnos así
educados, son por lo general consuelo de su familia, útiles ciudadanos y buenos
cristianos.
II. Cualquiera que sea el carácter, la índole y el estado moral de un alumno
cuando es admitido, los padres pueden vivir seguros de que su hijo no
empeorará; se puede tener la certeza de que siempre mejorará algo. Más aún,
algunos niños que fueron por largo tiempo tormento de sus padres y hasta
rechazados por correccionales, tratados según estos principios, cambiaron de
manera de ser: se dieron a una vida cristiana, ocupan ahora en la sociedad
honrosos puestos y son apoyo de su familia y ornamento del lugar donde viven.

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III. Los alumnos maleados que por casualidad entraren en un colegio, no pueden
dañar a sus compañeros, ni los niños buenos ser por ellos perjudicados; porque no
habrá ni tiempo, ni lugar, ni oportunidad, pues el asistente, a quien suponemos
siempre con los niños, pondría enseguida remedio.
Una palabra sobre los castigos
¿Qué regla hay que seguir para castigar? A ser posible, no se castigue nunca; cuando la
necesidad lo exigiere, recuérdese lo siguiente:
I. Procure el educador hacerse amar de los alumnos si quiere hacerse temer. Así, el
no darles una muestra de benevolencia es castigo que emula, anima y jamás
deprime.
II. Para los niños es castigo lo que se hace pasar por tal. Se ha observado que una
mirada no cariñosa en algunos produce mayor efecto que un bofetón. La
alabanza cuando se obra bien y la reprensión en los descuidos, constituyen ya de
por sí premio o castigo.
III. Exceptuados rarísimos casos, no se corrija ni se castigue jamás en público, sino en
privado, lejos de los compañeros, y usando la mayor prudencia y paciencia para
hacer que el alumno comprenda su culpa con la ayuda de la razón y de la
religión.
IV. El pegar, de cualquier modo que sea, poner de rodillas en posición dolorosa, tirar
de las orejas y otros castigos semejantes, se deben evitar absolutamente, porque
están prohibidos por las leyes civiles, irritan mucho a los alumnos y rebajan al
educador.
V. Dé a conocer bien el director las reglas, los premios y castigos establecidos por las
leyes disciplinarias, a fin de que el alumno no pueda disculparse con decir: - No
sabía que estuviera esto mandado o prohibido.
Si se practica en nuestras casas el sistema preventivo, estoy seguro de que se obtendrán
maravillosos resultados, sin necesidad de acudir al palo ni a otros castigos violentos. Hace cerca
de cuarenta anos que trato con la juventud, y no recuerdo haber impuesto castigos de ninguna
clase, y con la ayuda de Dios he conseguido no sólo el que los alumnos cumplieran con su deber,
sino que hicieran sencillamente lo que yo deseaba, y esto de aquellos mismos niños que no daban
ninguna esperanza de feliz éxito.
Sac. Giovanni Bosco

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

BRAIDO PIETRO (2001) Prevenir no reprimir. El sistema educativo de Don Bosco. Editorial
CCS. Madrid, España.

EQUIPO INSPECTORIAL DE EDUCACIÓN – INSPECTORÍA SALESIANA SAN FRANCISCO JAVIER


(1995) El hombre y la Educación hoy. Líneas para un plan de formación docente.
Ediciones Don Bosco Argentina. Buenos Aires, Argentina.

CIAN LUCIANO (1994) El sistema educativo de Don Bosco y las líneas maestras de su estilo.
Editorial CCS. Madrid, España.

TESSAROLO FRANCISCO (2002) El sistema Educativo de San Juan Bosco. Ediciones


Didascalia. Rosario, Argentina.

VECCHI JUAN EDMUNDO - DI CICCO CARLO (2000) I guardiani dei sogni con il dito sul
mouse. Educatori nell’era informatica. Editorial ELLEDICI – PPC Editorial y
Distribuidora S.A. Turin, Italia.

BRAIDO PIETRO (ed) (1997) Don Bosco educatore, scritti e testimonianze. LAS, Istituto
Storico Salesiano. Roma, Italia.

BOLETÍN SALESIANO

LEMOYNE JUAN BAUTISTA, AMADEI ANGEL (1985) Memorias Biográficas de San Juan Bosco.
Tomo X 1871-1874. Central Catequística Salesiana. Madrid, España.

CERIA EUGENIO (1987) Memorias Biográficas de San Juan Bosco. Tomo XIII 1877-1878.
Central Catequística Salesiana. Madrid, España.

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