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Poder Judicial de la Nación

CFP 7129/18/1/CA1
“Moyano, Hugo s/ desestimación”
Juzg. Fed. n° 4 – Sec. n° 7.

Irurzun – Bruglia Ante mi: Pacilio


///////////////nos Aires, 5 de septiembre de 2019.
Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I- El querellante, Hugo Moyano –patrocinado por el Dr. Daniel
Llermanos-, apeló la decisión que en copias luce a fs. 1/7, mediante la cual el juez
resolvió la desestimación parcial del caso.
II- La instrucción está conformada por diferentes expedientes
que fueron acumulándose por conexidad -sea porque magistrados sorteados
originariamente los enviaron de oficio o habiendo mediado pedido de inhibitoria
del director del proceso a jueces de otras competencias-. De ahí que su objeto
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abarque denuncias de distinto tenor (la primera, radicada en esta sede, data de mayo
de 2018), contra numerosas personas que actúan en ámbitos disímiles –públicos o
periodísticos, etc.- (ver fs. 1/13, 16/17, 49/54, 114/19, 121/8, 215/22, 233/46, 314/8,
345/50 y 391/6 del ppal.).
En abril de este año se acudió al mecanismo del art. 196,
CPPN, delegándose la investigación en la fiscalía. Ni antes ni después hubo en esta
sede actividad probatoria alguna (las diligencias que sí se practicaron se ordenaron
en extraña jurisdicción, previo a la acumulación de todos los legajos ante el
magistrado federal esta ciudad).
El acusador público centró su actuación en pedir inhibitorias
respecto de otros expedientes, que el juez receptó. Y más de un año después de la
denuncia originaria, requirió la desestimación parcial de un grupo de alegaciones de
circunstancias que describió como “vinculadas a periodistas relacionados al Grupo
América” (textual del dictamen de fs. 357/62 del ppal.).
Este criterio fue compartido en la resolución, que dio cierre a
esa parte de los hechos –a los que la parte dispositiva tituló de igual forma que la
fiscalía (fs. 381vta.)- en los términos del art. 180, tercer párrafo, primer supuesto,
del CPPN. Lo hizo con diferentes argumentos: (i) el carácter vinculante del
dictamen del titular de la acción; (ii) la indefinición en la descripción de los
acontecimientos denunciados; y (iii) la exégesis que debe imperar cuando está en
juego la operatividad de la cláusula que establece la libertad de prensa, ante
alusiones de los medios sobre asuntos de interés público.
La apelación del querellante dio lugar a la intervención del
Tribunal, limitada al análisis de las razones por las que se entendió improcedente
dar curso a la instrucción, exclusivamente, respecto del asunto explicado
anteriormente. Ninguna apreciación se hará, entonces, sobre cómo se viene
desarrollando la pesquisa restante, en trámite ante la fiscalía y el juzgado.
III- Esto es cuanto cabe decir sobre el debate:
(1) Es cierto, como se alegó en el recurso, que la intervención
en la causa del querellante particular descarta que se esté actuando de oficio ante la
falta de impulso de la acción por parte del Ministerio Público Fiscal. Según doctrina
uniforme de la Cámara, dicha situación reclama que el juez exponga su criterio
sobre la relevancia penal de los hechos denunciados, en procura del derecho de
acceso a la justicia reconocido por el artículo 18 de la Constitución Nacional (Sala
II, causa n° 42.427:“Scalise” reg.n°46.590 del 4/12/18 y causa n° 42704 “Moreno”,
reg. n° 46.899 del 14/2/19 y sus citas. Sala I, causa n° 40.191 “P.G.N.”, reg. n° 419,
causa n° 40.667 “Posse”, reg. n° 420 ambas del 17/5/07, causa n° 43.168 “Pirillo de
Cuevas”, reg. n° 901 del 27/8/09 y causa n° 43.531 “López”, reg. n° 1119 del
13/10/09, entre otras. En similar dirección, C.S.J.N. in re “Santillán” del 13/8/98,
Fallos 321:2021, y CFCP, Sala I, causa n° 6537 “López González”, reg. n° 8482 del
8/2/06, y Sala II causa n° 5926 “Baza” del 23/11/05).
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Pero también es verdad que se han invocado otros aspectos


independientes del anterior para fundar la desestimación (parcial) del caso. Y son
ellos los que se revisarán de seguido.
(2) El juez explicó que no se han expuesto en las denuncias
acciones concretas por parte de los periodistas allí mencionados (en especial se hizo
referencia a Luis Majul, pero también se aludió a otros, como Alejandro Fantino,
Gustavo Grabia y Alfredo Leuco) que excedieran de aquello que difundieron u
opinaron en los medios televisivos, centralmente sobre la situación judicial de Hugo
y Pablo Moyano. Agregó que todo lo demás que se ha dicho en derredor de ello –
por ejemplo, sobre la presunta vinculación con servicios de inteligencia o la relación
de las manifestaciones con supuesta asignación de pauta no identificada
específicamente por el particular damnificado-, no excede de conjeturas que éste
extrae de lo objetivamente sucedido, que es la programación.
Siendo eso así, hay un punto que debe compartirse. La
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pretensión de dar apertura a la persecución penal ante un planteo que, hoy, reúne las
señaladas condiciones descriptivas, no puede ser abordada prescindiendo de las
implicancias constitucionales que, en efecto, rodean al tema.
Tal la tarea a emprender aquí, que como se verá, reconoce de
varios antecedentes en la jurisprudencia.
(3) La Declaración Universal de los Derechos Humanos
expresamente dispone que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y
de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones,
el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” (artículo 19).
En igual línea, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos establece en el inciso 2° del artículo 19 que “Toda persona tiene derecho a
la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y
difundir informaciones e ideas de toda índole sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección”.
A su vez, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
dice en su artículo 13 que “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir
y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya
sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección” (inciso 1.- del articulado citado).
(4) El alcance y operatividad de estas cláusulas ha sido
estudiado por diferentes tribunales.
Así, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dijo, al
expedirse en relación al artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica, que
“...Esos términos establecen literalmente que quienes están bajo la protección de la
Convención tienen no sólo el derecho y la libertad de expresar su propio
pensamiento, sino también el derecho y la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole (...) “...una restricción de las posibilidades de
divulgación representa directamente, y en la misma medida, un límite al derecho de
expresarse libremente...” (ver Opinión Consultiva OC-5/85 del 13/11/85,
reproducida en “Derechos Humanos - Corte Interamericana - Opiniones
Consultivas”, por Germán Bidart Campos y Calogero Pizzolo, Tomo I, págs. 325 y
siguientes, Ed. Jurídica Cuyo).
La CorteIDH destacó la importancia del derecho a la libre
expresión de ideas, resaltando su alcance como derecho individual y social: “En su
dimensión individual, la libertad de expresión no se agota en el reconocimiento
teórico del derecho a hablar o escribir, sino que comprende además,
inseparablemente, el derecho a utilizar cualquier medio apropiado para difundir el
pensamiento y hacerlo llegar al mayor número de destinatarios. Cuando la
Convención proclama que la libertad de pensamiento y expresión comprende el
derecho de difundir informaciones e ideas ‘ por cualquier... procedimiento’, está
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subrayando que la expresión y la difusión del pensamiento y de la información son


indivisibles, de modo que una restricción de las posibilidades de divulgación
representa directamente, y en la misma medida, un límite al derecho de expresarse
libremente. [...] En su dimensión social la libertad de expresión es un medio para
el intercambio de ideas e informaciones y para la comunicación masiva entre los
seres humanos. Así como comprende el derecho de cada uno a tratar de comunicar
a los otros sus propios puntos de vista implica también el derecho de todos a
conocer opiniones y noticias. Para el ciudadano común tiene tanta importancia el
conocimiento de la opinión ajena o de la información de que disponen otros como
el derecho a difundir la propia” (de los considerandos 31, 32 y 33).
De igual manera, tradicional jurisprudencia de esta Cámara ha
receptado y aplicado esos principios frente a diferentes debates.
Lo hizo, por ejemplo, cuando descartó la admisibilidad
constitucional de recorrer líneas de investigación que constituyan un camino para
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obtener elípticamente aquella información que, en el legítimo ejercicio de un


derecho, recibe y difunde un periodista, porque la libertad de prensa incluye la
posibilidad de reservar la fuente de la información (ver de la Sala II CCCF, causa
CFP 9331/2017/CA1 “Pagni”, reg. n° 45.107 del 17/4/18, causa n° 27.339 “Dr.
Hugo J. Pinto”, reg. n° 29.520 del 23/2/09 y causa n° 19.480 “Thomas Catan” reg.
n° 20.377 del 28/10/02).
También ha partido de esas premisas para interpretar el ámbito
de aplicación de determinados delitos. Como denominador común, en esos casos se
entendió improcedente otorgar a los tipos penales un alcance tal que condujera a la
criminalización de conductas amparadas por derechos de indudable raigambre
constitucional como la libertad de expresión y de prensa (ver de la Sala II CCCF,
causa n° 17.771 “Bonelli” reg. n° 18.835 del 17/7/01; causa n° 20.336 “Vita”, reg.
n° 21.486 del 29/8/03, causa n° 29.175 “Fernández”, reg. n° 31.639 del 12/7/10,
entre muchas otras).
Esa misma inteligencia debe primar en el caso, dadas las
condiciones en que fue introducido por quien promueve la persecución, porque los
interrogantes que planteó, en rigor, se dirigen a cuestionar los motivos del (o de los)
periodista(s) para dar cierta opinión o información, o bien a pretender que se
investigue cómo accedió (o accedieron) a aquella.
Hay aquí un punto más a valorar, que fue invocado por el juez.
En efecto, “en la arena del debate sobre temas de alto interés público, no sólo se
protege la emisión de expresiones inofensivas o bien recibidas por la opinión
pública, sino también la de aquellas que chocan, irritan o inquietan a los
funcionarios públicos o a un sector cualquiera de la población” (CorteIDH,
párrafos 86 y 88 del fallo “Kimel”, del 2 de mayo de 2008).
La Corte Suprema de nuestro país reconoció en igual línea que
la Constitución confiere al derecho a dar y recibir información una especial
relevancia que se hace aún más evidente para con la difusión de asuntos atinentes a
la cosa pública o que tengan trascendencia para el interés general (CSJN, Fallos
316:1623, 321:885, 321:2848 y 321:3596).
De ahí que la naturaleza de las cosas transmitidas y sus
protagonistas –reveladoras del interés público que presentaba el tema- constituyan
factores relevantes, que tornan operativa la doctrina enunciada.
III- Con todo, tenemos que:
(1) lo afirmado en las denuncias del querellante se vinculó a las
programaciones y opiniones difundidas por periodistas (Luis Majul, Alejandro
Fantino, Gustavo Grabia, Alfredo Leuco) en medios de difusión masiva sobre cosas
de interés público. Estos son los hechos objetivos que se mencionaron respecto a
ellos. Lo que hace a las actividades de quienes –según supone el querellante-
podrían ser fuentes o interesados en esos contenidos (por ej: agentes vinculados a
organismos de seguridad e inteligencia y sus superiores jerárquicos, entre otros) es
materia de una investigación que (luego de acumular varios expedientes bajo su
dirección) se encuentra abierta y en trámite ante la fiscalía y el juez;
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(2) que partiendo de la base de esa descripción, existe sobre lo


específicamente bajo estudio una imposibilidad legal de proceder.
Porque, planteada como lo está, la imputación confronta con
los derechos a la libertad de prensa y expresión respecto de asuntos de interés
público. Y porque, por esas mismas razones, las posibles vías de pesquisa a transitar
estarían vedadas por los principios que integran el ámbito de protección de esas
elementales cláusulas constitucionales.
Cabe recordar que otorgar pleno efecto a los alcances y
derivaciones de la libertad de prensa hace directamente al resguardo de la esencia de
la democracia (CSJN, Fallos: 324:975, 248:291, entre otros). Entonces, aceptar
como objeto de persecución penal el modo en que los periodistas llevan adelante el
ejercicio de ese derecho fundamental –sea cuando investigan acudiendo a sus
fuentes de información, cuando la transmiten o cuando opinan sobre ella, aunque
ello pueda incluso “…choca(r), irrita(r) o inquieta(r) a los funcionarios públicos o
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a un sector cualquiera de la población” (del fallo “Kimel”, antes citado)-


significaría avanzar indebidamente sobre uno de los pilares básicos de nuestro
sistema constitucional;
(3) que amén de la forma en que se ha requerido y resuelto la
desestimación (parcialmente y bajo la particular denominación de los hechos que
antes se citó), la sustancia de la solución allí adoptada es correcta, mas –por lo
explicado- en los términos del art. 180, tercer párrafo, segundo supuesto, del CPPN.
Por lo expuesto, SE RESUELVE:
CONFIRMAR en los términos señalados la decisión recurrida.
Regístrese, hágase saber y devuélvase.

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