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CRÍMENES DE ESTADO

EL Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)
firmaron un “Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.
Pero para hacer realidad estos anhelos no basta que las FARC silencien sus fusiles y se desmovilicen. Mucho se ha
escrito y hablado sobre los crímenes cometidos por las guerrillas, pero poco o nada se ha dicho sobre la
responsabilidad del Estado colombiano en este conflicto interno. Esta debe ser encarada y resuelta.

El conflicto armado interno que vive Colombia desde hace más de medio siglo, ha dejado miles de víctimas de
crímenes de Estado.

No se puede superar el conflicto armado interno si antes no se encara decididamente los crímenes cometidos por
las Fuerzas Militares, los cuerpos de seguridad y los grupos paramilitares; si el Estado no reconoce y condena estos
crímenes; y si no se hacen las reformas legales e institucionales que garanticen que estos crímenes no se volverán a
cometer. Una negociación que no aborde y resuelva esos problemas solo garantizará, a lo sumo, la desactivación de
unos de los actores del conflicto armado, pero no sentará las bases de una paz duradera y sostenible, como la
anhela el pueblo colombiano.

CLASIFICACIÓN:

Al respecto, Kauzlarich, Matthews y Miller (2001) analizaron varios escenarios posibles en los que el mismo
Estado quebrantaba la ley y plantearon una clasificación provisional de los crímenes de Estado teniendo en cuenta
las normas que vulnera, y en ella señalaron 4 categorías:

a) Violación doméstica de normas internacionales: Son todos los actos que tienen lugar dentro de la jurisdicción
geográfica de un Estado que son contrarias a las obligaciones del Estado en virtud del derecho internacional.

b) Violación doméstica de normas nacionales: Son todas aquellas que incluyen los actos que ocurren dentro de la
jurisdicción geográfica del Estado que violan normas del código penal o de reglamentación interna de ese Estado.

c) Violación de normas internacionales por fuera de su nación: Hacen referencia a los actos criminales de los
gobiernos que tienen lugar fuera de la jurisdicción geográfica del Estado, y vulnera normas del derecho
internacional o normas de derechos humanos.

d) Delitos en estados extranjeros violatorios de normas nacionales: Se refiere a la conducta criminal de un gobierno
extranjero, en violación de su código penal o de reglamentación propia.

TIPOS DE CRÍMENES DE ESTADO

En noviembre de 2012, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional caracterizó la práctica, mal llamada, de los falsos
positivos implementada por las Fuerzas Militares de “ataque generalizado y sistemático contra la población civil”
o, en otros términos, de crimen de lesa humanidad. Asimismo, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional concluyó
que las Fuerzas Militares colombianas habían cometido numerosos crímenes de guerra, entre ellos, violación y
otras formas de violencia sexual.

1.- Ejecuciones extrajudiciales.

La ejecución extrajudicial es una de las modalidades prohibidas de privación arbitraria del derecho a la vida. En
términos del derecho penal, es un homicidio doloso o asesinato.
El Derecho internacional incluye en esta categoría los asesinatos políticos y las muertes ocurridas en ataques
perpetrados por agentes estatales, grupos paramilitares, escuadrones de la muerte o grupos de particulares que
operan con la autorización, complicidad, tolerancia u aquiescencia del Estado.

Uno de los crímenes más recurrentes durante el conflicto armado colombiano han sido las ejecuciones
extrajudiciales. Los agentes de estas prácticas son las Fuerzas Militares y otros cuerpos de seguridad del Estado, así
como sus grupos paramilitares y se puede decir que estas han sido un elemento central de la estrategia
contrainsurgente de las Fuerzas Militares al ser empleadas como método de eliminación del llamado ‘enemigo
interno’, con la cual los miembros de la oposición política: organizaciones populares, sindicatos, movimientos
campesinos y estudiantiles, y defensores de derechos humanos, han sido asesinados. Esta acción es
predominantemente paramilitar y busca asegurar, mediante el terror y la eliminación de cualquier resistencia de la
población civil, el dominio de amplios territorios del país. Han sido, además, cometidas por cuerpos de seguridad
del Estado, en asocio con sectores gremiales y empresariales, como un método de ‘limpieza social’.

2.- Las masacres.

En la historia del conflicto colombiano, la práctica de las masacres aparece como una práctica ampliamente
utilizada por las Fuerzas Militares y sus grupos paramilitares, y se han convertido en una expresión extrema de la
crueldad que lo caracteriza. Las masacres evidencian la degradación y el desprecio que sienten los perpetradores
por la población civil y dejan unas profundas repercusiones sobre toda la sociedad, especialmente sobre las
comunidades afectadas. A pesar del aparente sinsentido de tanta crueldad, estas acciones son intencionales, es
decir, tienen un fin y no obedecen a un simple atavismo.

El terror de las masacres se ha perpetrado en función de múltiples fines: como estrategia en la guerra
contrainsurgente, para neutralizar la capacidad de movilización de las comunidades y para instaurar
territorialmente un poder de facto. Para tal efecto, en las masacres se combinan las operaciones de “sometimiento,
desplazamiento y eliminación de determinados sectores de la población”, llevadas a cabo mediante la teatralización
de la sevicia, cuya expresión más habitual son las mutilaciones, las laceraciones y la manipulación de los cuerpos.
Las masacres son espectáculos de la crueldad en teatros del horror. Los victimarios usan lugares públicos a los que
bautizan con nombres famosos, obligan a las comunidades a presenciar los acontecimientos, escogen sus víctimas
con listas o al azar, y prolongan la duración de los suplicios. Así construyen su sentido y escriben su mensaje sobre
los cuerpos de las víctimas.

En este sentido, las masacres se posesionaron como un instrumento privilegiado para impedir que movimientos
políticos de oposición ejercieran el poder local o para castigar a la población por apoyar estas opciones, distintas a
los partidos políticos tradicionales.

3.- Las desapariciones forzadas.

El crimen de desaparición forzada ha sido definido, por tratados e instrumentos internacionales y por la
jurisprudencia, como la privación de libertad por parte de agentes estatales o particulares actuando con
autorización, apoyo o aquiescencia de éstos, seguida del no reconocimiento oficial de esa privación de libertad o el
ocultamiento de la suerte o paradero del desaparecido. Además, cuando es parte de un ataque generalizado o
sistemático contra la población civil, o parte de una práctica masiva o sistemática, la desaparición forzada
constituye un crimen de lesa humanidad.

La desaparición forzada constituye en sí misma la negación del ser humano. Su práctica causa hondos sufrimientos
en los familiares del desaparecido: la eterna espera de su regreso sumada a la total incertidumbre de su suerte y
paradero, torturan constantemente a padres, esposos e hijos del desaparecido. Así, el Derecho Internacional
considera víctimas también a las familias de los desaparecidos. La jurisprudencia internacional de derechos
humanos es unánime en considerar que la angustia y el estrés causados a los familiares por la desaparición de su
ser querido constituyen una forma de tortura o de tratos crueles e inhumanos.

4.- La tortura.

La tortura ha sido ampliamente practicada a lo largo del conflicto armado colombiano por las Fuerzas Militares, la
Policía Nacional, otros cuerpos de seguridad del Estado y sus grupos paramilitares y es realizada con distintos
propósitos. Este método se ha empleado sistemáticamente para extraer información y obtener confesiones sobre los
grupos de oposición (ya sean legales o armados) y, en general, sobre el llamado enemigo interno. Igualmente, ha
sido empleada como método para castigar a quienes los agentes consideran enemigos internos o elementos
indeseables para la sociedad (habitantes de la calle, LGTBI, prostitutas y pequeños delincuentes, etcétera), y como
método de discriminación hacia grupos humanos. De igual manera, su uso se ha extendido con el fin de amedrentar
e infundir terror en las comunidades y la población, muy particularmente en los casos en que líderes sociales y
campesinos son torturados públicamente.

Las denuncias recibidas señalaban, entre otras formas o métodos de tortura, los siguientes: plantones al sol en el día
y al sereno en la noche; ahogamientos y sumergimiento en agua; aplicación del ‘submarino’; venda en los ojos
hasta por doce, diecisiete y veinte días; vendado y amarrado por cuarenta y siete días en Cimitarra; sometimiento a
golpes en diversas partes del cuerpo con palos y patadas; impedimento para dormir hasta por ocho días y falta de
reposo; amenazas de muerte al detenido, a la familia y a amigos; colgaduras atados de las manos; prohibición de
agua y alimento hasta por cuatro, siete y ocho días seguidos; simulacro de dispararles en la cabeza; esposados de
las manos; tortura de otras personas cerca de la celda para que se escucharan los gritos; incomunicación; aplicación
de energía y choques eléctricos en diferentes partes del cuerpo; ejercicios hasta el agotamiento; permanencia
desnudos y de pie; provocación de asfixia; lavadas; caminar de rodillas; torturas sicológicas; sumergimiento
amarrados en un lago; quemaduras con cigarrillos; detenido a los allanamientos y utilizarlo como ‘chaleco anti-
balas’, esposado y vendado; simulacros de fusilamientos mientras estaba colgado de un árbol; introducción de
armas en la boca; rotura de nervios como consecuencia de colgamientos; desnudo y sumergido en un río; negativa
de asistencia médica para embarazo; fractura de costillas; amarrado, vendado, a veces permanentemente, golpeado
con un leño, patadas; herida con arma de fuego por la espalda en el sitio de reclusión; amenaza de traer a sus
familiares para torturarlos en su presencia; contemplación de las torturas a otras personas; hacerlos creer que otros
sindicados por los mismos hechos lo habían señalado como participante; pinchazos en varias partes del cuerpo con
alfileres; interrogatorios continuos y escritos obligados en que decía que había participado en el asalto.

 Las masacres: Ampliación de indagatoria realizada a Alonso de Jesús Baquero Agudelo, alias ‘Bladimir’ y ‘Negro
Bladimir’, líder paramilitar del Magdalena Medio el 28 de noviembre de 1995, pág. 8 (Proceso Radicado No. 4239).

 La desaparición forzada:
 Violaciones:

 Lista de crímenes
La falta de acción en contra del paramilitarismo permitió que estos cometieran, entre otras violaciones a
los derechos humanos, 8.903 asesinatos selectivos, 1.196 masacres con 7.160 muertos, 13.562
desapariciones forzadas, 1.530 víctimas de sevicia y tortura, 344 casos de violencia sexual, crímenes
perpetrados entre 1958 y 2012, según lo documentado por el Centro Nacional de Memoria
Histórica (CNMH).

 Bajo un panorama tan sombrío en relación con los derechos humanos en Colombia, la psicología jurídica es
una de las áreas de la psicología que está llamada a dar respuestas, a brindar soluciones y a ser un bastión,
un faro que ilumine el camino de la paz y la reconciliación en el país.
 El psicólogo jurídico, capacitado como está, en términos del conflicto armado, entre otras áreas como
derechos humanos y derecho internacional humanitario, así como en la evaluación del daño psicológico en
víctimas, la atención a víctimas del conflicto armado y el acompañamiento en procesos de justicia
transicional y restaurativa, entre otras tareas, no puede ser un convidado de piedra en las actuales
circunstancias; al contrario, está llamado a ser un actor de primer orden en las estrategias con miras a la
consecución de la paz.
 En cuanto a la posibilidad de que la Psicología Jurídica pueda asesorar, es claro que dicha asesoría no solo
seria válida para las víctimas y las organizaciones que las acompañan sino también para los victimarios y
para las organizaciones encargadas de impartir justicia.

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