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lntroduc.ción 1
l . Relación médico-paciente J
Es imperativo ajustar y elaborar las historias clínicas dentro del método científico
para que constituyan un documento que permita superación académica, por una parte, y
contribuyan con eficacia a lograr o mejorar la salud del paciente, lo que repercutirá
seguramente en los índices de costo-beneficio, por reducción de días de hospitalización,
prescripciones más adecuadas, indicaciones precisas de estudios de laboratorio y gabinete,
así como realización de intervenciones quirúrgicas o procedimientos de prevención y
rehabilitación indispensables.
Todo esto lleva implícita una labor educativa continua en médicos y estudiantes de
medicina, así como en todo el personal que interviene en la atención de los pacientes,
dignos de nuestro respeto, y que deben ser tratados con humanitarismo, con la mayor
cortesía, metas que a veces vemos diffciles de alcanzar en un ejercicio médico cada vez
más deshumanizado, pero no por ello dejan de marcar nuestra actuación frente al paciente.
En cada aplicación de la histo¡ia clínica resaltan ciertas características que conforman
su estructura y le dan modalidades necesarias o específicas para uso determinado, de tal
manera que proporcionen una utilidad óptima en las diversas ramas de la profesión médica.
Esto es necesario y hay que estructurarla en un solo formato, que permita adaptarlo a
ciertas características peculiares para un empleo especial, según el área médica a que se
aplique. Por otra parte, aun cuando no existan estas diversas formas, van implícitas en
toda historia clínica; quien las necesite extrae de ella los datos que crea indispensables
para sus propósitos, de ahf que sea imponante una historia clínica completa, veraz, pre-
cisa, sencilla y con cierta flex ibilidad al mismo tiempo.
En la enseñanza y el aprendizaje de la medicina. la historia clínica desempeña un
papel importante, ya sea que su aplicación didáctica comience junto con su elaboración
o, cuando ya esté terminada, se aplique con fmes de enseñanza; en estos y en otros casos,
van involucrados razonamientos, juicios o apreciaciones que deberán ser conocidos y
puestos en evidencia por el maestro, con el objetivo de que el alumno se interese en el
proceso de enseñanza-aprendizaje y a cono o largo plazos sea su propio mentor, cum-
pliendo así con la meta de autoaprendizaje.
Este escrito gira en tomo a esta~ ideas; su objetivo más alto es mejorar la función de
servicio asistencial y, en segundo término, que el alumno y el médico logren obtener
enseñan.zas al elaborar el relato del o de los problemas de su paciente. Por esto se tratarán
estos temas:
l. Relación médico-paciente
2. Historia clínica. Con hipótesis al margen de cada capítulo
3. Lista de problemas (activos e inactivos)
4. Listas de cotejo de los problemas activos o principales
Capftulo
5. Integración de diagnósticos. pronósticos. planes de tratamiento. rehabilitación
y medidas preventivas
6. Historias clínicas con diagmmas (secuencial. en árbol de decisiones. como
mapa semántico o conceptual)
frucúfera. La actitud serena y cordial del médico puede comunicar al enfenno una sensación
de apoyo ante sus angustias de discapacidad, invalidez o muerte, incluso de las secuelas o
consecuencias de su enfennedad sobre su familia. así como repercusiones económicas
o sociales.
Aquí, el paciente, en una breve tribuna libre, expondrá su padecimiento, con las
limitaciones que su estado mental y conocimientos le permitan, para enwnerar y destacar
sus problemas, con el propósito de fijar su cronología y características, a fin de que el
médico les adjudique el valor semiológico que les corresponda. No siempre es posible
hacer un interrogatorio directo con el paciente, pues otras circunstancias obligarán a
obtener los datos a través de otra persona que conozca al enfenno, que puede estar impo-
sibilitado para aportar respuestas, como es la edad del paciente, muy pequeño o con edad
muy avanzada. También por trastornos neuropsiquiátricos que obstaculizan la comuni-
cación, incluso el estado de coma, o la barrera del idioma entre médico y paciente.
Cada problema debe ser identificado a través de sus características, que no son otra
cosa que las categorías establecidas por Aristóteles 14 , a saber: "substancia, cantidad, cua-
lidad, relación. lJCción, pasión, lugar, tiempo. situación. hábito". para que. plenamente
reconocido, constituya una base para integrar los principales síntomas, con lo cual se
llena el primer requisito planteado por Descartes en su Discurso del Método15 cuando
indica: "el primero de estos preceptos consistía en no recibir como verdadero lo que con
toda evidencia no reconociese como tal, evitando cuidadosamente la precipitación y los
prej uicios, y no aceptando como cierto sino lo preseme a mi espíritu de manera tan clara
y distinta que acerca de su certeza no pudiera caber la menor duda". Est.e pensamiento
fue retomado tres siglos después, cuando Weed 16, entre los años cincuenta y setenta del
siglo pasado, propuso su sistema de Oriemación por problemas. Con la misma idea de
tener una base firme en estudios previos, se configuró un poco más tarde lo que se
conoce como Medicina basada en evidencias o en pmebas. 11
De esta manera, a partir de los síntomas, agregará los signos, plenamente identifica-
dos, y le permitirá llegar a síndromes, más completos cuando añada los datos de laboratorio
y gabinete necesarios para lograr este objetivo.
La enfennedad provoca en el paciente mecanismos de defensa, que pueden presionar al
médico a fonnarse juicios erróneos, como estados depresivos que inducen a pensar que
está gravemente enfermo o. por el contrario, el enfermo tratará de desviar el juicio médico,
induciéndolo a in ferir que sus molestias son triviales.
El trabajo en equipo borra la imagen del médico de cabecera, que debe coordinar las
instrucciones, opiniones, estrategias y opciones terapéuticas mejores para el pacient.e.
Por tanto, este médico de cabecera debe persistir en beneficio del enfermo e incluso del
sistema de salud, pues de otra manera los esfuerzos multidisciplinarios se pierden por
falta de una coordinación inteligente que pennita aprovecharlos en fonna óptima.
Además, esto exige un registro cuidadoso de los datos obtenidos, coordinando siempre
todos los detalles clfnico-terapéuticos que surjan de esta relación médico-paciente.
Por ello, es necesario que el médico se sujete a un sistema de investigación clínica que
sea lógico. preciso y favorezca su razonamiento. Así que, cuando el médico integra los
síndromes del paciente, ha sido capaz de estructurar el padecimiento actual, configurándolo
Es una gran responsabilidad del médico impartir a sus pacientes normas de higiene, papel
humilde pero de gran trascendencia. Nadie duda que hay reglas de higiene que deben
prescribirse en gran número de padeciiJ.Iientos, especialmente en los infecto-contagiosos.
En gripe, es importante el aislamiento y el uso del pañuelo. En hepatitis virales B o C
evitar sangre o derivados para prevenirlas. El tratamiento de excretas, alimentos hervidos,
en las A y E, lograrán el objetivo. Si bien los trasplantes de hígado son un logro de la
medicina actual, un mayor triunfo sería la abolición del alcoholismo y la prevención de
hepatitis B y C. El consumo de alimentos hervidos constituye una norma en la preven-
ción de salmonelosis, shigelosis. amibiasis y otras. Así, los ejemplos del importante
papel de las reglas de higiene se multiplica.
El régimen dietético es importante en los padecimientos del aparato digestivo, pero
también en enfermos cardiópatas o renales, obesos o desnutridos. De ahí que, ante un
paciente dado, pensar si es necesario o no prescribir dietas adecuadas en calorías, proteí-
nas, hidratos de carbono, grasas y minerales.
Otro gran capítulo lo constituye el tratamiento medicamentoso, que exige del médico
no sólo conocimientos de farmacodinamia, farmacocinética y farmac01erapémica, sino
también adaptarlos a las condiciones del paciente, ya sea niño o anciano, con sus particu-
laridades; en los primeros, por inmadurez de sus sistemas enzimáticos; en los segundos.
por el desgaste orgánico propio de edades avanzadas, con deficiencia para metabolizarlos o
eliminarlos. Estos medicamentos también deben adaptarse a las condiciones fisiológicas
del paciente, las interacciones medicamentosas, incompatibilidades, la hipersensibilidad,
resistencia, el tipo de padecimiento, las condiciones de absorción y del sitio de adminis-
trdción o bien las de las vías de eliminacióny a las peculiaridades del paciente, que puede
sufrir otras enfermedades como diabetes, enfermedades autoinmunes, degenerativas o las
cada vez mejor diagnosticadas del anciano, como depresión, osteoporosis, hiper/o hipotiroi-
dismo, demencia, incontin.encia, neoplasias y el gran capítulo de la prevención y tratamiento de
las caídas. En cambio, en la infancia, hay que intentar la detección y a veces el tratamiento
de enfermedades hereditarias y congénitas, destacando las metabólicas. Por otra parte, hay
que tener en cuenta las característica~ del medicamento, su dosificación, absorción, transporte,
acción en receptores, metabolismo y eliminación. así como la presentación farmacéutica.
El tratamiento quirúrgico también lleva impücita una explicación al paciente, aunque sea
elemental, en la cual se destacan las indicaciones y los probables resultados que se esperan.
Hay que advertir los riesgos, secuelas y dificultades que la intervención plantea y, cuando
es necesario, también la carga económica que representa, incluso invalidez o muerte. Por
otra parte, el médico tiene que soportar las presiones que repre.sentan la preparación del
paciente, el riesgo quirúrgico. la técnica transoperatoria y los cuidados pos toperatorios; en
todo y en cada parte, hay gran variedad de factores condicionantes y temas de meditación.
Casi cerrando el esbozo del panorama de la relación médico-paciente, encontramos
los cuidados del enfermo terminal y la muerte, con sus repercusiones en el entorno fami-
liar, económico y social. El médico se enfrenta, por una parte, a los deseos del paciente,
de sus familiares. y a diversos dilemas como la suspensión del tratamiento. hacer o no
reanimación, la donación de órganos y el diagnóstico de ''muerte cerebral". Otra com-
pleja situación, condenada en forma unánime desde épocas antiguas, se plantea cuando
el médico se involucra sexual mente con sus pacientes. para lo cual el respeto que debe
Introducción
l. Interrogatorio.
1.1. Ficha de identificación.
1.2. Inspección gcneml simultánea al registro de la ficha de iden-~
tificación. Iniciación de la lista de slntomas principales en ~
el apartado correspondiente.
1.3. Padecimiento actual.
1.3.1. Principales sfntomas (en orden cronológico; sonCHipótesis::>
parte de los problemas activos).
1.3.2. Relato del padecimiento actual, a partir de los sfmo-
mas iniciales y cómo se modifican hasta los sÚllomas
actuales, a~í como los que van apareciendo en el curso
del padecimiento.
1.3.3. Interrogatorio por aparatos y sistemas.
1.3.4. Síntomas generales.
1.3.5. Terapéutica empleada.
1.4. Antecedentes o factores de riesgo.
1.4. 1. Antecedentes heredilarios y familiares.
1.4.2. Anlccedentes personales no patológicos.
1.4.3. Amecedemes inmunológicos, alérgicos,
vacunaciones, transfusionales.
1.4.4. Anlecedcntes personales patológicos.
1.4.5. Antecedentes quirúrgicos y tmumáticos.
1.4.6. Anlcccdentes ginecológicos y obstétricos.
2. Exploración física.
2. 1. Signos vitales, es1atura y peso.
2.2. Procedimientos de exploración física.
2.3. Exploración de piel.
2.4. Cabeza (cráneo y cara).
2.5. Cuello (regiones suprahioidca, infrahioidea, caroúdeas,
supraclaviculares, nuca).
2.6. Tórax.
2.6.1. Cara poslerior.
2.6.2. Cara anterior.
2.6.3. Caras laterales.
~. I. 1ntctTO!!lttorio
~
12. El médico debe hacer un interrogatorio que manifieste su sinceridad e interés por
saber qué le pasa a su enferrno, como primer paso para alcanzar la posibilidad de
ayudarle a recuperar su salud, involuerándolo en este proceso de atención médica.
13. Recordar que los datos obtenidos pueden cambiar de acuerdo a la persona que interroga,
que, aun siendo la misma, la variación se presenta de acuerdo al factor tiempo, que
también la respuesta puede cambiar si el paciente es interrogado en momentos diferen-
tes, de ahí que la evaluación de estas circunstancias es importante para obtener datos
que estén bien identificados (Sackett3<).
14. Cuando se ha terminado el interrogatorio del padecimiento actual, se está en condi-
ciones de esbozar las etapas que forman su curso, es decir, los episodios de su historia,
con la identificación en cada uno de ellos, de los síntomas, signos o síndromes predo-
minantes que van a caracterizar a dichas etapas o episodios.
Las panes de la historia clínica Lienen cierta independencia, cada una posee una
idenLidad, justificación de su existencia, objetivos y partes que la integran, manteniendo
entre ellas la unidad, una secuencia lógica, que confieren a la historia coherencia, equi-
librio, armonía de sus panes y en su conjunto, de tal manera que no haya contradicciones
que conduzcan a juicios equívocos.
Es importante no consignar las inferencias como evidencia~; de momento lo más
importante es la evidencia; por ello se insiste en que se deben idenLificar los datos que se
obtengan durante la elaboración de la historia clínica, para que a parLir de ellos puedan
hacerse las inferencias que son los diagnósticos.})
Los datos que se vayan obteniendo se deben insertar en el capítulo que les correspon-
de; de esta manera la historia clínica se enriquece al modificar su contenido y en el
margen, si surgen hipótesis, se anotan y provisionalmente se van tomando en cuenta,
hasta que al final pennitan integrar síndromes, pero siempre bajo el principio de identi-
ficación desde el síntoma al signo y de ambos al síndrome.
Tanto en el interrogatorio, como en la exploración física, es conveniente que el estu-
diante y el médico estén convencidos de que todos los datos deben idenLificarse y
registrarse; nada debe quedar confiado a la memoria; es como en una buena contabili-
dad, todos Jos ingresos y egresos deben estar anotados. Es precisamente la identificación
la que concede seguridad a los hechos observados, como asevem Jiménez Dfaz: "El secreto
de la mayor parte de los diagnósticos está en que sean muy firrnes las bases en que se
apoyan ... Un diagnóstico se basa en unos pocos datos, muy pocos, a condición de que
sean seguros."
Los datos que se captan formarán el inicio de la lista de problemas, plena y segura-
mente reconocidos, cuya trascendencia es tanta que por sf sola se justifica y proporciona
una riqueza semiológica y prácLica extraordinarias tanto para el paciente como para el
médico. Ofrece la panorámica de los problemas del enfermo, considerados en su orden
de aparición, de su cronología.
Pensar Jo importante que sería que el paciente tuviera su lista de problemas, para que
los médicos que lo asisten paniciparan en su formación y él mismo se interesara en
involucrarse en su búsqueda de salud. Aunque claro está que el paciente deberá tener una
la elaboración de la historia clínica. Desde estos momentos, nacen en la mente del médico
lúpótesis o ideas de posibles padecimientos del eofenno (al considerar el sexo, biotipo, edad,
ocupación, lugar de residencia, estado civil), que también exigen se anoten en el margen, si
lo ameritan, con el valor diagnóstico o pronóstico que pueden hacer imperativas ciertas
acciones médicas que tengan carácter o no de urgencia.
En la ficha de identificación se anotarán: nombre del pacieme, edad, sexo, lugar de
origen, lugar de residencia, domicilio, teléfono, ocupación, escolaridad, persona respon-
sable o a quien puedan darse informes o pedirse datos del paciente; también el sitio donde
es estudiado el enfermo (hospital, dependencia, sala, pabellón, cama); tal vez pudieran ser
importantes la religión y la raza; igualmente internamientos previos en otros nosocomios y
diagnósticos médicos, histológicos, operatorios, radiológicos, endoscópicos u otros; número
de expediente, nombre de quien autorizó el estudio, internamiento y elaboración de la
historia clfnica, fecha y hora de elaboración, médico, dirección, teléfono o institución que
refieren al paciente; finalmente, anotar fecha, hora y nombre del médico que ha supervi-
sado la elaboración de la historia clínica.
Si a partir de la ficha de identificación se inicia la generación de hipótesis, con la
inspección general hay mayores posibilidades de confirmarlas. ·
El maestro José León Martfnez aconsejó incluso captar datos de ficha de identifica-
ción, inspección general e inspección de cabeza, simultáneamente, claro que colocando
los datos obtenidos en cada uno de los respectivos capftulos.46
cuando ob~ervamos un rostro sin arrugas, con piel turgente, rosada, panículo adiposo
conservado, pelo sin canas, abundante o escaso, barba y bigote ralos o lampiños, lo que
da un aspecto infantil o juvenil.-~S
Las facies pueden o no ser características; entre éstas están la leonina, parkinsoniana, acro-
megálica, hipo-o hipertiroidea, mofletuda, caquéctica, con hipertrofia parotídea; la cara con
rasgos fijos, de máscara, de la enfermedad de Parkinson, la facies adenoidea de la hipertro-
fia de adenoides, con la boca abierta y la barbilla desplazada hacia atrás, los rasgos burdos
de la acromegalia, la facies del sujeto con esclerodennia, con la piel tensa, con imposibilidad
para cerrar la boca y que. cuando intenta reír, enseña los dientes; la facies pirifonne en los
mofletudos o trapezoidal en los que tienen hipertrofia paroúdea; el aspecto de la piel: pálida,
rubicunda, ictérica, cianótica, seca, grasienta, restirada, arrugada, con manchas acrómicas o ,
hipcrcrómicas, pápulas, vesículas, pústulas, petequias, equimosis, hematomas, heridas, hemorra-
gias, ingurgitación venosa, arnñas vasculares, angiomas, telangiectasias, cicatrices, integridad
anatómica; inexpresiva, por Parkinson, vul tuosa en fiebres, con o sin diaforesis, dolorosa,
según la intensidad del síndrome, edematosa en anasarca, retención acuosa, nefríticos, con
insuficiencia cardíaca. compresiones en mediastino (al edema se le estudia su topogrdffa, con.~is
tencia y otrdS): facies mixedematosa, hipertiroidea o basedowiana, de ojos saltones, mimda fija,
con escaso parpadeo, caquéctica, con desnutrición intensa, ausencia de panículo adiposo.
postración, estados terminales del cáncer, hipocrática en peritoníticos. agonizantes.
En la observación de la cara tienen importancia tanto el aspecto dinámico de sus
movimientos, su simetría, normalidad o no, como su inmovilidad, contracciones, o inex-
presión, así como dividir la cara en tres partes, por líneas horizontales, en que sobresalen la
frente en los cerebrales, la nariz en los respiratorios o atléticos, la boca y el mentón en los que
predomina el aparato digestivo. Se ha reiterddo la gmn expresividad de la cara par<1 revelar
estados de ánimo, desde la alegría a la melancolía, desaliento, depresión, ira, odio, ver-
giienza, miedo, pánico, esperanza, ilusión o resignación y son una gufa para comprender el
estado emocional del enfermo. Se ha dicho que la cara es "el espejo del alma". Los
griegos con su perspicaz observación hacían que los actores usaran una máscara (prosopos),
que tradujera estos estados de ánimo como expresiones del espíritu, de ahí que a estas másca-
ras las denominaran personas y su expresión sirviera de origen al témlino personalidad.
Al estudio del aspecto de la cara, por las repercusiones de la enfer-medad, se le ha
llamado patognomonia o prosoposcopia.
Consrilllci6n. Por la constitución en sus aspectos de biotipos, con el intento de her-
manar "arquitectura corpórea y carácter" según la escuela de Kretschmer, tenemos los
siguientes patrones: normolíneo, brevilíneo y longilíneo, así como su proyección caractc-
rológica de nom1al, ciclotímico y esquizoide; de ahí que el ciclotímico correspondiera al
pícnico o brevilíneo y el csquizoide, al longilíneo o leptosómico. Estos biotipos están
representados en la genial concepción trazada por Cervantes de Don Quijote y Sancho
Panza. De la complexión, recordaremos la trascendencia que puede tener el observar a un
sujeto nom1al, adelgazado o débil, así como robusto, pícnico o atlético; depende de la pro-
porción de tejido muscular y óseo, así como de la distribución del panículo adiposo. En la
confonnación, determinaremos si el sujeto está íntegro, es nonnal o deforme o no está ínte-
gro por falta de algún segmento corporal.
tratara de capturar copos de nieve o frutos. Los movimientos atetósicos, lentos, amplios,
exagerados, alternan flexión y extensión simultáneamente en los dcdos ..lO Las sacudidas eléc-
tricas son movimientos bruscos, de algunas fibras musculares, momentáneas, similares a los
obtenidos con estimutación eléctrica; se repiten con frecuencia variable.l..os sobresaltos muscu-
lares son contracciones que se observan bajo la piel sin que generen movimientos óseos.
Los nistagmus, movimientos oscilatorios horizontales, venicales o rotatorios de los ojos, tienen
una fisiopatologfa y semiología complejas.51 Pueden ser congénitos como en el albinismo
(horizontales y rotatorios); también por lesiones vestibulares y cerebelosas.
Marcha. La marcha debe tener una dirección rectilínea; una de la e¡¡tremidades infe-
riores es de apoyo y la otra de avance; el miembro de apoyo tiene una posición fim1e, con
una ligera flexión, debe permanecer seguro, sin temblores, con la fuerza necesaria para
sostener al sujeto, mientras el miembro de avance se va moviendo simultáneamente,
pero en sentido opuesto al de apoyo, para que éste pase a ser de avance y el de avance a
ser de apoyo, en forma segura, coordinada, con la fuerza necesaria y el equilibrio ade-
cuado de todos y cada uno de los segmentos del cuerpo. Apreciar la longitud de los
pasos. Se debe observar cómo la marcha se inicia, realiza y finaliza, para lo cual participan
el cerebro, cerebelo, protuberancia, médula espinal, nervios periféricos, músculos, huesos,
articulaciones, piel, tejido subcutáneo, vísceras, ojos y oídos, que ordenan, coordinan y
controlan, considemndo que cada órgano participante debe comar con una buena irrigación
e inervación que pem1itan una marcha normal, pues cada órgano participante la puede
afectar en distinta forma. La marcha se debe observar desde distintos ángulos, de cerca y
de lejos. por delante y por detrás. a los lados. cómo se inicia. cómo se realiza, cómo se deúene
o pasa de una modalidad a otra, cómo da la media vuelta. Cómo marcha hacia atrás, a Jos
lados, sobre las puntas, descalzo, sin ver el piso, siguendo una linea recta. Observar Jos movi-
mientos de la cabeza (si dirige la mirada al suelo mientras camina), el cuello, tronco,
movimientos de las cinturas escapular y pélvica, hombros, balanceo normal de los miembros
superiores, de las extremidades inferiores, muslos, rodillas, tobillos, pies (talones, pun-
tas, bordes, toda la huella), longitud de los pasos. La imposibilidad de permanecer de pie
y andar se llama astasia-abasia.5' Algunas marchas tienen un valor diagnóstico especial
como la lateropulsión del cerebeloso, aunque también puede ser por intoxicación etílica o
por trastornos vestibulares, y la marcha procursiva del parkinsoniano que no puede detenerse
hasta que choca con un mueble o la pared: cuando se pierden los movimientos sincinésicos
y no hay movimientos de braceo simultáneos a las extremidades inferiores durante la
marcha; marcha de braceo equino por pm1ilisis del tobillo, en que el enfermo pam no arrnstmr
la punta del pie exagera la elevación del muslo y ejecuta un movimiento similar al braceo
equino; marcha helicópoda del hemipléjico que ejecuta un rnovimiemo hernici rcular con
el pie para avanzar. Los simuladores de hemiplcjfa podrán hacer la marcha lateral tanto
del lado sano corno del supuestamente enfermo: los que verdaderamente son hemipléjicos
la podrán ejecutar sólo del lado sano.5l
Estado de la conciencia. Observar las condiciones generales del paciente, si responde a
las preguntas e i.ndicaciones del médico o, por el contrario, si permanece inmóvil o indi-
ferente, si esul somnoliento, estuporoso o comatoso, si despierta con facilidad a los estímulos
o no responde a ellos, si sus respuestas son congruentes, verborreicas o difíciles de obtener.
Observar si al responder hay halitosis o emanaciones, si las excretas úenen determinadas
características al salir por sondas, heridas o manchan los apósitos, ropas del enfermo o
cama. Investigar si hay orientación en lugar, tiempo y persona.
Entamo. Si la observación en general del paciente es importante, también lo es mirar
su entorno, personas que Jo rodean, su actitud; tipo de cama, colchón, barandaJes, ropa
de cama. ropa del paciente, muebles, alfombras, piso, bastón. muletas, andadera, silla de
ruedas, monitores diversos, condiciones de la recámara, sanitario, toallas, pañuelos, ba-
cinica, escupidera, cómodos, orinales, lámparas, timbres y apagadores, puertas y ventanas,
persianas, cortinas, radiadores, televisor, radio, teléfono y otros.
Hipótesis. Cuando las hipótesis surgen o se generan, anotarlas según correspondan,
al margen, ya sea de la ficha de identificación, de la inspección general o de la explora-
ción física; se completarán a medida que avanza la elaboración de la historia clínica. Si
no hay estas hipótesis, simplemente los renglones quedan en blanco. A un lado de las
hipótesis se puede anotar de qué tipo son (etiológica, fisiológica, anatomotopográfica,
sindromática, nosológica). Asf se continuará en cada parte de la historia clfnica como
padecimiento actual, imerrogatorio por aparatos y sistemas. síntomas generales, tera-
péutica empleada, antecedentes y exploración física. Esta exigencia de anotar todos los
datos recogidos y las hipótesis que sUijan es a veces tarea tediosa al principio, pero
indispensable como una exigencia didáctica, que a medida que se progresa puede
abreviarse o prescindirse de ella; puede tener importancia médico-legal.
Esta añadidura de las hipótesis a la historia clfnica tal vez se considere una complica-
ción más; sin embargo, se insiste en su finalidad didáctica, similar a los andamios utilizados
en la construcción de un edificio que, cuando está terminado, se eliminan porque ya cum-
plieron su función; además, es un acto de confinnación del empleo del método científico
a la medicina; cuando se poseen experiencia y conocinúentos suficientes, se puede hacer
omisión de ellas e ir directamente al problema.
En el método fenomenológico9 se prescinde de las hipótesis, ya que, fuera de la
consideración del objeto en sf, hay necesidad de quitar lo superfluo a través de la reducción
eidética y no hay pensamiento de lo probable. Algo similar plantea la identificación par-
mcnidiana, cartesiana y en el sistema de Weed. Es útil plantear hipótesis o posibilidades,
como ejercicio de razonanúemo clmico, que es una primera parte de un prejuzgar didáctico,
que va cambiando a medida que se avanza en la elaboración de la historia clfnica, hasta
que el dominio de su técnica permita ir al meollo del problema y ofrecer una sfntesis, produc-
to de un criterio maduro que se adquiere con la práctica, experiencia y nuevos conocimientos.
Actividad del médico. Se aconseja, al iniciar una historia clínica, que la actitud del
médico debe estar carente de prejuicios, ya que, el criterio, conocimientos y experiencia
del médico protagonizan estos prejuicios e innuyen sobre la captación de los problemas y
su forma de evaluarlos en el momento de la elaboración e integración de la historia médica.
Aunque parezca paradójico, éste es el marco en que se mueve el razonamiento clúúco.
Evidencia, conocimientos y mwrwmiento. En forma similar, Tyrer y Eadi~ propusieron
un ciclo con tres puntos que son la evidencia, los conocimientos y el razonamiento. La mente
del médico capta las evidencias que son los sfntomas y signos, que se filtrarán por su criterio
conformado por sus conocimientos y experiencia y a su vez lo inducen o le dan bases
para el razonamiento. Todos los datos que se van captando e identificando a lo largo de la
historia clínica siguen este movimiento cíclico de evidencia, conocimiento y razonamiento.
Sackett y cols ..1s insisten en la importancia que tiene la identificación del problema a
lo que denominan las cuatro estrategias del diagnó,stico: l) reconocimiento del patrón,
durante la cual se evidencian algunos rasgos que llevan al diagnóstico; 2) estrategia de la
ramificación, en que se observa cómo los signos y síntomas van conduciendo a etapas
cada vez más altas para alcanzar el diagnóstico; se trata de un árbol de decisiones; 3)
historia clfnica exhaustiva, detallada, tanto que su excesiva extensión es su mayor defecto;
4) método hipotético deductivo, en que unos datos, especialmente seleccionados, nos
conducen al diagnóstico. La combinación de estas estrategias es la que puede proporcio-
narnos la mejor metodología.
y otros de tipo general. ya sea por hábito directo o como fumadores pasivos. Los baños pro-
longados de agua caliente y la falta de reposo y sueño suficientes condicionan merma en
el sistema inmune. La carencia de un horario adecuado en la ingestión de alimentos y
trabajo trastornan la fisiología del organismo, lo mismo que las tensiones emocionales
excesivas o repetidas. Otros antecedentes no patológicos como vestido, calzado, habitación,
trabajo, transpone, medio familiar y social, clima, también adquieren significado como
factores patógenos, así como posiciones, hábitos o alteraciones músculo-esqueléticas
que induzcan a malformaciones capaces de producir síndromes posturales. Depende del
criterio del médico considerar algunos factores como antecedentes o como el punto de
partida del padecimiento actual; tal vez esto sea más correcto; por ejemplo, un paciente con
cor pulmonale comienza su padecimiento cuando se inicia en el hábito tabáquico y no cuando
tiene manifestaciones de insuficiencia cardíaca o poliglobulia. El paciente cirrótico inicia
su padecimiento con el tiempo que tiene de ingerir alcohol y no cuando está ictérico, con
ascitis, hemorragias o encefalopatía. Sin embargo, esto queda a criterio de quien elabora
la historia clínica; volvemos a reiterar que el principio del padecimiento actual debe ser
la fecha en que el problema principal o activo se manifestó por vez primera.
Nos ofrece datos objetivos, que están aJ alcance de nuestros sentidos; el paciente puede
no darse cuenta de ellos; sólo la atención del médico los hace surgir en evidencia, pamsuje-
tarlos a su criterio y evaluarlos justameme. Por ello, el dato objetivo es un signo ya sea
obtenido por la explomción física. el laboratorio o en estudios de gabinete.
identificación. Mirar es ver atentamente, nos proporciona datos que agregamos a los que
obtengamos por interrogatorio, a medida que avanzamos en la historia clínica. Cuando
hay dudas, necesitamos regresar y mirar una y otra vez al paciente, para cotejar nuestras
impresiones diagnósticas, y así formar el criterio de "ojo clínico", que conlleva un reco-
nocimiento, una impresión, una identificación con lo que nuestros conocimientos y
experiencia indican, es lo que Sackett ha llamado estrategia del reconocilniento de un
modelo.
Esta inspección implica la generación de j uicios analíticos, pero al mismo tiempo
una impre!>ión sintética, así como la visión simultánea de datos morfológicos y la captación
de otros dinámicos, todo considerado a través del criterio formado con los conocimienros
y la experiencia del médico, que extrae de ellos conclusiones tanto diagnósticas como de
tratamiento y aun pronósticas.
Es la experiencia de mirar a numerosos pacientes lo que va formando en nuestra memoria
el engrama que ulteriormente nos permite identificar con rapidez lo que nuestra memo-
ria ha guardado.
Los datos aportados por la inspección general se deben tener presentes, así como las
hipótesis que han generado y que dan una cierta orientación que influye en nuestra me-
todología de elaboración de la h.istoria clínica. Ulterionnente, la inspección será por
regiones, de ahí la importancia de nuestros conocimientos de anatomía topográfica apl.i-
cados al estudio del paciente.
La inspección es la exploración por la vista, es necesario ver con atención, mirar. Por
regiones implica una exploración sujeta a reglas que desde tiempos hipocráticoss9 se han
recomendado como descubrir la región por explorar, contar con una adecuada ilumina-
ción, de preferencia natural, en un lugar con buena temperatura y vcntilación, la posición del
enfenno debe ser cómoda, no forzada, lo mismo que la del explorador. La inspección
puede hacerse simple, sin instrumentos, o armada por medio de ellos. Se debe realizar
con luz directa, en veces tangencial para hacer resaltar algunos detalles. Se deben cono-
cer los planos y elementos que integran la región, siguiendo el orden anatómico, de aniba
a abajo. de derecha a izquierda y de adelante hacia atrás. La exploración se puede hacer
pasiva o dinámica cuando se ordenan algunos movimientos. Se deben reconocer forma,
volumen, el estado de la superficie con las característica~ de la piel, color, turgencia, seque-
dad, fanef'dS, alteraciones desde cambios de color, manchas, elevaciones anormales, pápulas,
ve~ículas. pústulas. rumoraciones. contracturas. salientes y hundimientos. trayectos vas-
culares y nerviosos, infiltración de líquidos, ganglios, proyección en la piel de elementos
subyacentes.
Recordar que la coloración cianótica destaca en la insuficiencia cardíaca, en cardio-
patías congénitas, y el cor pulmonale crónico; en cambio, el color cereza está presente en
la intoxicación por monóxido de carbono o por cianuro. El rubor de las mejillas es
frecuente en la valvulopatía mitral y en la tuberculosis; la pal.idcz de los síndromes ané-
micos, en Jos aórticos.
Para la~ mediciones se deben elegir puntos de referencia óseos, para que no cambien
de situación. Dar medidas en centímetros y no en traveses de dedos, utilizar una regla o
un compás para espesores, como el pelvímetro. el plicómctro o un Vernier. Cuando sea
posible hacer la inspección por regiones simétrica~, comparar el lado afectado con el lado
-
p,!leden observar en otros padecimientos graves como el absceso hepático amibiano, co-
incidiendo con alteraciones en el crecimiento, color y trofismo del pelo (calvicie).
Las uñas aparecen mordidas en los sujetos nerviosos o aprensivos.
En acromegalia o hipotiroidismo, las uñas son más anchas que largas. En hipopi-
tituarismo e hipotiroidismo son estreChas. A veces se presentan escalonadas por desnutrición,
deficiencias de hierro, calcio, flúor. Estos cambios pueden ser coincidentes con a.lteraciones
dentales cuando se presentan en la época de formación de los dientes (hipopla.~ia del
esmalte).
En sujetos que han recibido radiaciones, .las uñas se notan blandas y con crecimiento
lento.
Los trastornos cardiorrespiratorios afectan a las uñas en su fornta, desde convexa.~ ("en
vidrio de reloj"), hasta redondeadas con alteraciones en las fa.langetas o dedos hipocráticos.
en "pa.lillo de tambor" o "artropatía hipertrofiante néumica de Pierre Marie", con .los bordes
de las falangetas deshilachados por la hipertrofia ósea. Además, las uflas adquieren una
coloración azul oscura, cianóticas, que depende de la cuantía de la polig.lobulia.
En las anemias hipocrómicas las uñas se observan cóncavas o en "cuchara" (coiloniquia).
En la avitaminosis A, las uñas se ven en cascarón y adelgazadas, con borde libre
curvado hacia adelante.
En la.~ distrofias de las uña~ se engloban diversas alteraciones como surcos, fosetas,
opacidades, que son cambios por trastornos en el trofismo debido a factores genéticos,
metabólicos, neurológicos, circulatorios, degenerativos, traumáticos o oeoplásicos.
La coloración blanquecina de las uflas o leuconiquia se presenta en forma parcial o
total. Ésta generalmente es por trastornos genéticos. La leuconiquia en bandas transver-
sales traduce la presencia de afecciones con gran repercusión genera.! como la insuficiencia
rena.l crónica, infano de miocardio, intoxicaciones, infecciones y tienen significado similar
a los surcos de Beau ya citados.
Cuando la uña se separa del lecho ungueal, sufre cambios tróficos destructivos (onicólisis).
Normalmente esta separación del lecho ungueal es una línea curva de convexidad hacia
abajo; la alteración consiste en que se hace recta o desgarrada, como se observa en las
micosis unguea.les, en la tirotoxicosis, psoriasis y eczema.
Para la exploración física se necesita considerar las regiones que indica la Anatomfa
topográjica-61 , a saber:
2.4. l. Cabeza.
2.4.1.1. Cráneo.
2.4.1.1.1. Región oecipitofrontal.
2.4. 1.1.2. Región superciliar.
2.4. 1. 1.3. Regiones temporales.
2. 1. 1.1.4. Regiones mas1oidcas.
2.4.1.2. Cara.
2.4.1.2.1. Regiones superficiales de la cara.
2.4. 1.2.1.1. Región nasal.
2.4.1.2.1.2. Región labial.
2.4.1.2.1.3. Región mentoniana.
2.4. 1.2. 1.4. Región mao;eterina.
2.4.1.2. 1.5. Región gcniana.
2.4.1.2.2. Regiones profundas de la cam.
2.4. 1.2.2. J. Región zigomática.
2.4.1. Cabeza
Anatómicamente la cabeza se divide en cráneo y cara. Se hace la diferencia anatómica
y clínica, pues desde el punto de vista anatómico la frente se incluye en el cráneo, en la región
occipitofrontal y, desde el punto de vista clínico, la frente es parte de la cara, se describe
dentro de la facies. Los nombres de las regiones están dados, casi siempre, por los huesos
subyacentes.
2.4.1.1. Cráneo
Es imponante observar la forma del cráneo para clasificarlo en normocéfalo,
braquicéfalo o dolicocéfalo, según predominen las dimensiones de un determinado eje,
lo que se hace con mayor precisión cuando se miden con un pelvímetro y se calcula el
índice cefálico multiplicando el eje transversal por 100 y dividiéndolo entre lo que mida
el eje anteroposterior. Si el cociente es menor de 75.9, es dolicocéfalo; si está entre 76 y
80, nonnocéfalo o mesocéfalo; y de 81 a 85.3, braquicéfalo.-.¡
Si hay un aumento de la presión intracraneana, por bloqueo de la circulación del lfquido
cefalorraquídeo, en una época temprana, antes de que se consoliden las suturas de los
huesos de cráneo. se presenta un crecimiento de la cabeza desproporcionado que da origen
a la hidrocefalia. Por otra parte, si el cráneo se desarrolla poco se presentará la microcefalia.
La sinostosis prematura de las suturas coronal y sagital da origen a la oxicefalia o turrice-
falia. Si el eje o la sutura sagital se consolidan tempranamente, entonces se produce el denominado
cráneo en quilla o escafocefalia. Si el eje sagital no es anteroposterior sino oblicuo, a esto se
denomina plagiocefalia. En la enfermedad de Pagel, hiperostosis y descalcificación en
los huesos de distintas partes del cuerpo, pero cuando se afecta al cráneo, origina el "crá-
neo en fonna de bellota". En la sífilis congénita se presentan en el cráneo las nudosidades
de Parrot, dando origen a la naticefalia o cráneo en fonna de nalgas. también llamado
"cráneo en bollo". 71 • n Los osteoma~ producen salientes reconocidas fácilmente por su
fijeza y consistencia en las superficies de los huesos. En la piel cabelluda se reconocen los
quistes sebáceos, únicos o múltiples, que se deslizan entre la piel y el plano óseo. El ence-
falocele, que es la hernia del encéfalo por una abertura traumática o entre las suturas del
cráneo, es pulsátil. El síndrome de Gardner se integra por la presencia de osteomas, fibromas,
quistes derrnoides y poliposis intestinal 73 •
2.4.1.1.1. FRENTE
Región impar, anatómicamente se incluye en la región occipitofront.al; dentro de ella, está
lo que en la anatomía topográfica se denomina región superciliar y corresponde a una región
de dos o tres centímetros de ancho sobre el borde superior de la~ órbitas, trascendente por
de los dedos, reloj mecánico o diapasón. Con éste se realizan las pruebas de Weber y
Rinne. La prueba de Weber consiste en hacer vibrar el diapasón y colocarlo en la
parte más alta del cnineo, la percepción de las vibraciones en caso de normalidad
son percibidas con la misma intensidad en los dos oídos. Si previamente se ordena
al paciente que se ocluya alternadamente uno u otro de los oídos, lo normal es que
las vibmciones se perciban mejor en el oído que se ocluyó. La prueba de Rinnc con-
siste en hacer vibrar el diapasón y colocarlo sobre la apófisis mastoides; el paciente
indicará levantando la mano en el momento en que deja de percibir las vibraciones;
el explorador cambiani en ese momento el diapasón cerca del meato del conducto
auditivo externo; el paciente seni capaz de escuchar las vibraciones por unos segundos
más, lo que equivale a que normalmente la transmisión aérea es más efectiva que la ósea.
La exploración más compleja se realizará en gabinetes de neurotología. En presencia
de vértigo se debe estudiar el nistagmo. desde su presencia como fenómeno fisiológico
hasta sus manifestaciones complejas a través de la nistagmografía. Para equilibrio,
la prueba de Romberg consiste en colocar al paciente de pie, con los pies juntos. ele-
vando sus brazos hacia adelante; el médico le rodeará con sus brazos, sin tocarlo.
previendo su caída, se le hace cerrar los ojos, el paciente puede caer perdiendo el
equilibrio o por lo menos su oscilación es muy aparente.
IX par: Glosofaríngeo. Es nervio mixto, sensitivo y motor. Recibe sensaciones desde
el tercio posterior de la lengua, amígdalas, rinofaringe, orofaringe. Como nervio motor
inerva a los músculos estilofarfngeos y constrictor superior de la faringe.
X par: Vago o neumogástrico. Inerva la parte posterior del pabellón auricular y la pos-
terior del conducto auditivo externo. Hay fibras gustativas que parten de la epiglotis.
Inerva el paladar blando, faringe y laringe (sus alteraciones condicionan disfagia,
ronquera y disnea). La desviación de la úvula señala que hay panilisis del vago del
lado opuesto a la desviación. Al deglutir líquidos, pueden salir por fosas nasales.
Al paralizarse, desapareccnlos renejos de náusea y tos. La estimulaeión vagal reduce
la frecuencia del pulso y la presión arterial. El renejo óculo-cardíaco o renejo de Aschner
se presenta al oprimir con el pulgar el globo ocular sobre la cara externa de la órbita;
la respuesta es mínima si la frecuencia cardíaca se reduce menos de cinco latidos
por minuto y exagerada si es mayor de 13. Las acciones de los nervios glosofaríngeo
y vago se superponen, lo mismo que en la deglución los nervios IX, X y XU (gloso-
faríngeo, vago e hipogloso). Generalmente se exploran juntos el glosofaríngeo y
el neumogástrico (simetría de pilares, renejo nauseoso, deglución, ronquera).
XI par: Espinal accesorio. Participa en la fonación al formar parte del nervio recurrente
laríngeo. con los nervios IX y X. Inerva el trapecio y el esternocleidomastoideo. Su
panilisis provoca caída del hombro y dificultad para girar la cabeza.
XII par: Hipogloso. Nervio motor de los músculos de la lengua. Su parálisis muestra
desviación de ella hacia el lado sano y atrofia de la mitad lingual del mismo lado.
desde el punto de vista de la anatomfa se estudian las regiones orbitarias como regiones
profunda~ de la cara.
urea), inhibidores de la anhidrasa carbónica (acetozolamida), así como con la digoxina Estos
hechos apoyan que en la formación del humor acuoso participa una bomba de sodio.
El glaucoma deforma la esclerótica en su parte más débil a nivel del tallo óptico, lesio-
nando las fibras del nervio óptico con las consecuencias primero de disminución de la
agudeza visual y finalmente ceguera.84
Se distinguen tres clases de glaucoma:
l. Glaucoma primario de ángulo abierto. Hay reducción en la salida del humor acuoso
del conducto de Schlemm. Es la más frecuente, más de 60% de los pacientes con
esta afección se incluyen en este grupo, aumenta con la edad, hay tendencia familiar.
El curso del padecimiento es insidioso, con disminución de la agudeza visual, visión
borrosa y percepción de halos coloreados alrededor de objetos brillantes, por lo que
se difiere el estudio oftalmológico, se hace un diagnóstico tardío y la terapéutica es
menos oportuna. La aplicación de gotas de glucocorticoides da un aumento mayor
de 6 mm de mercurio, en ojo tratado y no en el contralateral, en el 90% de pacientes
cuyos familiares padecen de glaucoma. La respuesta es intermedia cuando la presión
inu·aocular es de 6 a 15 mm de Hg y es intensa si hay aumentos mayores de 15 mm.
El mecanismo de acción radica en que los glucocorticoides disminuyen la filtración
del humor acuoso hacia el canal de Schlemm. En los glaucomas primarios se puede
detcmunar el ángulo de filtración por medio del goniómetro que pcmüte la inspección
de los bordes de la cámara anterior.
2. Glaucoma primario de ángulo estrecho o cerrado. Constituyen el lOa 20% de los
pacientes con glaucoma. Se caracteriza por crisis agudas debidas a aumento de la presión
intraocular mayor de 50 mm de Hg, presentan dolor ocular, náusea, vónúto, trastornos
visuales. Obedece a dilatación pupilar por atropfnicos o gran tensión emocional. El
tratamiento quinírgico está indicado, previo al empleo de agentes osmóticos (glicerol,
manito!, urea), inhibidorcs de la anhidrasa carbónica o pilocarpina y consistirá en
iridcctonúa periférica y operaciones de filtración (ensanchamiento del ángulo u otras
vías de salida del humor acuoso).
3. Glaucomas secundarios. Se presentan con vasodilatadores, i.ridociclitis (inflamación
del iris y del cuerpo ciliar) cuyas secuelas de sinequias o adherencias también son
causa de glaucoma; por tumores que exigen la extirpación del globo ocular, por trau-
matismos y hemorrdgias que impiden la circulación del humor acuoso. La iridcctomfa
permitirá el paso del humor acuoso u la cámara anterior.
El humor vítreO tiene una composición similar al humor acuoso, pero es rico en ácido
hialurónico, que le da un aspecto gelatinoso, algo más denso que la clara de huevo. 85 No es
una estructura homogénea. sino que está dividido por intersticios o hendiduras, que en la
periferia se disponen concéntricamente y en el centro en forma radiada. En su estructura figu-
ran fibrilla~ (fibras vítreas) y escasas células. El cuerpo vítreO es atravesado en sentido
anteroposterior por un conducto denominado conducto central o hialoideo, lleno de linfa,
aunque en el feto esté ocupado por la arteria hialoidea y el cuerpo vítreO primitivo, meso-
dérmico, substituido más tarde por el cuerpo vítreo definitivo que es de origen ectodérmico.
El cuerpo vítreo pierde su transparencia cuando en él hay sangre, parásitos u otros cuerpos
extraños que interfieren con la visión.
La observación del ojo con el oftalmoscopio permite ver las opacidades que se pre-
senta!! en sus medios transparentes, previo enfoque del aparato con movimientos hacia
atrá~ y hacia adelante hasta que las opacidades o manchas se vean con nitidez. Se pide al
paciente que lentamente mire hacia arriba. Si las manchas se nota que se mueven hacia
arriba. su situación es por delante del cristalino; si casi no se mueven, se localizan en el
cristalino, cerca de su centro. Si se las ve moverse hacia abajo, es que están atrás del cris-
talino, en el humor vítreo.
Cuando los medios transparentes del ojo no presentan obstáculos para la observación
de la retina, se acerca la luz del oftalmoscopio, con el círculo mayor, a unos ocho o diez
centímetros del ojo, para tratar de ver el fondo, girando el disco de lentes de +10 a -1 O, o
más o menos dioptrías según el modelo del aparato usado. Si el ojo del paciente y el del
observador son normales, las estructuras del fondo de ojo se observan nítidas con la lente O.
La retina es la capa más interna del ojo; en ella se distinguen dos superficies: una externa
en relación con la coroides y una interna que envuelve al cuerpo vítreo. En la interna se
observan dos estructuras importantes: la papila óptica y la mancha amarilla o mácula
lútea. La papila óptica es una estructura plana, redondeada u oval, con un pequeño hundi-
miento en el centro, la fóvea, formado por las fibras del nervio óptico que al atravesar la
lámina cribosa de la esclerótica se distribuirán en la retina; pueden acompañarse de su
vaina de mielina y le confieren el aspecto de penachos blancos.
La papila se reconoce como un disco pequeño, circular u ovalado, naranja amarillento,
de 1.5 mm de diámetro, que al observarse con el oftalmoscopio se obtiene una imagen ampli-
ficada 10 a 15 veces. De su centro salen los vasos retinianos con variadas formas de
distribución y ramificación, aunque un patrón general consiste en que la arteria penetra
en el nervio óptico unos 1Oa 12 mm antes de alcanzar la esclerótica; al llegar a la papila,
esta arteria central se bifurca en una rama superior y otra inferior, que vuelven a dividirse
en dos ramas, una temporal y otra nasal. Estas divisiones se realizan dentro o fuera de la
papila, con numerosas variaciones como ya se anotó. La observación de los vasos retinianos
permite inferir cambios en los vasos de la circulación general. Después de la segunda bifur-
cación, las arterias son arteriolas. Éstas son de color rojo brillante, con una tira blanquecina
que las recorre a todo lo largo, no laten en la retina: este reflejo es de la columna de sangre
que corre entre las paredes del vaso. La esclerosis arteriolar les da el aspecto de "alam-
bres de cobre"; al avanzar la esclerosis se transforman en "alambres de plata". La pared del
vaso es transparente; si se infiltra de lípidos, tiene un aspecto lechoso, como una ci.nta
blanca a la que se da el nombre de "vaina de tubería".
Cuando una arteria con esclerosis cruza sobre una vena, ésta se observa como que se in-
terrumpe antes del cruce y después de él; esto se conoce como acentuación del cruce
arteriovenoso.
Las venas son 25% más gruesas que las arterias. de color rojo más oscuro que éstas,
carecen de la tira de reflejo y son pulsátiles.
Si no se localiza el disco óptico, se sigue la dirección de los vasos que se van engro-
sando hasta llegar el disco.
Dentro de la retina se miden las distancias por el diámetro del disco óptico.
narinas, cuya pane posterior se une a la nawfaringe por dos orificios, las coanas. El tabique
nasal, en su parte superior y posterior, está formado hacia arriba por la lámina perpendicular
del etmoides que se une al vómer hacia atrás y abajo; entre ambos se inserta el cartJ.1ago
del tabique.
En la cara externa de la~ fosas na~ales se encuentran los cometes o conchas, superior,
medio e inferior; placas óseas curvadas hacia abajo, dispuestas paralelanJente, limitan espacios
anteroposteriores denominados meatos, conocidos también como superior. medio e inferior.
En el meato superior se abren los orificios de las celdillas etmoidales y el seno esfenoida!;
en el medio, el seno maxilar hacia atr.1s y a un lado del meato medio, están los orificios de
las trompas de Eustaquio, que se abren por la deglución o el bostezo; en el meato inferior
se localiza el orificio del conducto nasolacrimal.
Se completa la exploración transiluminando el tabique y los senos frontales y maxilares.
Las fosas nasales están recubienas por la pituitaria, que penetra a las celdillas etmoidales y
a Jos senos esfenoidales, frontales y maxilares que se disponen como divenículos de las
cavidades nasales. En la parte más alta de las fosas nasales, por arriba del comete superior,
se distribuyen las terminaciones del nervio olfatorio. Recordar que los aminoglucósidos
pueden atacarlas y provocar anosmia. Esta mucosa nasal o pituitaria tiene un grosor de
dos a cuatro mm, está ricamente irrigada, formando en su espesor verdaderos sc~os cavernosos
que se contraen y dilatan cuando se aplican substancias vasoconstrictOras o vasodilatadoras.
La epistaxis es una manifestación con una amplia semiología que va desde procesos loca-
les como el traumatismo de la mucosa, su congestión por ejercicio, espiraciones bruscas
(tos, estornudos), medicamentos vasodilatadores, a intoxicaciones endógenas o exógenas,
hipenensión arterial, uremia, trastornos de coagulación (insuficiencia hepática), insuficiencia
renal, infiltraciones neoplásicas, fiebre reumática, vasculiti.s en colagenosis, granulomatosis
específicas (tuberculosis, lepra, sflllis) y otros.
Es importante la exploración cuidadosa de la mucosa nasal cuando hay epistaxis,
principalmente en el tabique nasal en su porción anterior (área, triángulo o plexo de
Kiesselbach). En la parte posterior del meato inferior, se localiza otra área de vasos arte-
riales gruesos originarios de la carótida externa y que pueden ser sitios de hemorragia. El
área de Kiesselbach también puede ser un lugar frecuente de perforación.
En la rinitis aguda, ante la presencia de dolor debe sospecharse sinusitis, más si la secreción
de acuosa o mucosa se hace mucopurulenta; en la sintomatología aparece fiebre; además de
In monnazón y rinorTCa, apa.r ecen dolores dental, malar. frontnl, cefalnlgia así como cdemn
periorbitario o malar con flogosis y hasta tra~tomos visuales en los pacientes con trombosis
del seno cavemo.w. La obstrucción del orificio de salida de los senos paranasales da origen a
mucocele, capaz de destruir el hueso que lo contiene; su infección lo transforma en
pioccle. Será necesario investigar desde trastornos emocionales basta sensibilidad a diversos
alergenos (polvo de la casa, pólenes, pelos, humo y otros). Se completará el estudio de la
secreción mucosa para evidenciar eosinól11os, ncutrófilos, gérmenes, células neoplásicas.
En la rinitis atrófica destaca el olor pestilente (ocena). Es necesario comenzar con la trasilu-
minación de los senos, verificar si hay opacidad de ellos a los rayos X y, si se juzga necesario,
TAC o resonancia magnética
En las rinitis alérgicas es frecuente observar la hipenrofia de la mucosa en forma de
pólipos sésiles o pediculados que producen obstrucción nasal.
2.4.1..2.3 Boca
Se tratan aquf los labios, las regiones palatina y sublingual, la lengua y las regiones
tonsilar y faríngea.
La cavidad bucal se ha descrito como un túnel corto, limitado hacia adelante por los
labios, arriba por el paladar, abajo por la lengua y el piso de la boca. a los lados por los carri-
llos y las arcadas dentales, atrás por el istmo de las fauces.
Los labios son la~ estructuras anteriores que ocluyen la boca, cubiertos con piel
hacia afuera y mucosa hacia adentro, donde limitan un espacio situado entre ellos y los
carrillos por fuera, y las encías y arcadas dentarias por dentro, que es el vestíbulo.
Cuando los labios son prominentes. se designan como macroqueilia. Si la boca es
grande, se trata de macrostomía y si es pequeña, de microstomía. Si algún alergeno actúa
sobre los labios y los edematiza en forma rápida y exagerada, está presente un edema angio-
neurótico o edema de Quincke, que puede coincidir con otras manifestaciones alérgicas
como asma bronquial, rinitis vasomotora, urticaria y otras.
Los labios se cierran por la acción de una banda muscular compleja que es el músculo
orbicular de la boca, inervado por el vrr par o facial, de cuyo buen funcionamiento dependen
su simetría y movimientos adecuados, que participan en la expresión facial, fonación, masti-
cación, insalivación, deglución y otras funciones con diversos grupos musculares, nervios
cr.meanos. glándulas y vasos que los irrigan.
El labio leporino, hendido o "de liebre", se presenta como defecto congénito por la
fusión incompleta de los procesos nasofrontales con los maxilares; pueden ser uni- o
bilaterales, central o lateral y prolongarse a la encra, al paladar y la úvula.
La piel de Jos labios está provista de vellos gruesos que forman el bigote y la barba,
cuyo trofismo, coloración y abundancia están influidos por múltiples factores como la edad,
sexo, factores genéticos, equilibrio hormonal, nutricional, estados patológicos. Los vellos
pueden presentar inflamación de los folículos o de sus glándulas sebáceas. La piel y el
recubrimiento mucoso son con frecuencia asiento de infecciones bacterianas, virales o rnic6ticas
(acné, herpes, aftas, fonínculos, granuloma~).
En las comisuras, unión del labio superior con el inferior, se presentan lesiones hú-
medas en forma de grietas o fisuras,las boqueras, que se deben a deficiencia de riboflavina
en la dieta; pueden infectarse secundariamente con bacterias o monilias.
Si se observan cicatrices lineales, blanquecinas, en fom1a radiada, a partir de las
comisuras, se trata de lesiones luéticas conocidas con el nombre de ragadías o surcos de
Parrot14 que corresponden a cicatrices de. una in.filtración peribucal, roja, madescente o
húmeda, en el lactante, que junto con las deformaciones de las coronas de los incisivos
superiores medios, en forma de excavación horizontal y queratitis intersticial, constitu-
yen la tríada de Hutchinson de lúes congénita. A lo que el mismo Hutchinson agrega
deformaciones óseas. nerviosas. sordera sin otras infecciones en oídos, dermatológicas,
cardiovasculares y en diversos aparatos. 87
La quci losis es la inflamación y descamación de la mucosa labial a lo largo de la
línea de unión horizontal de los labios.
La mucosa labial, normalmente de color rojo claro, puede presentar diversas
coloraciones debido a traStornos locales o generales; pálida en las anemias, azul-violácea o
cianótica cnando hay déficit de oxigenación de la sangre, hiperpigmentación generalizada
en sujetos de piel oscura, así como en forma de manchas como característica racial o con-
génita. En algunos padecimientos como en la insuticiencia suprarrenal (Addison), o en
poliposis colónica (síndrome de Peutz-Jeghers), hay también manchas hipercrómicas.
Puede haber manchas acrómicas tanto en piel como en labios (vitíligo). La ingestión de
metales como el plomo o el bismuto dan una coloración gris azulada (ribete de Burton).
Majo..S8 cita la descripción de Burton sobre el llamado ribete o línea de Burton, que consis-
te en la presencia, en el borde gingival cerca del cuello de los dientes, de "el borde de las
encías, junto al cuello de dos o más dientes superiores o inferiores, estaba netamente
bordeado por una lfnea angosta de color azul plomizo, el tejido gingival conservaba su
color y estado normales" y agrega que, al observar esta lfnea con una lente de aumento,
se observa que está formada por puntos muy cercanos entre sf. El mercurio provoca saliva-
ción excesiva e inflamación de las encías (estomatitis mercurial). y caída de los dientes.
En la mucosa labial se pueden presentar úlceras (aftas, que son úlceras redondas, de
fondo blanquecino, con halo congestivo muy dolorosas y recidivantes, con etiología
imprecisa atribuible a virus, alergia e incluso tensión emocional); también vesículas por
virus (herpes); chancros como manifestación indolora temprana de sífilis, cuyo exudado
debe examinarse en campo oscuro para identificar los treponemas que se acompailan de
adenopatía submaxilar, sublingual o cervical, angiomas del tipo de ardilas vasculares,
que con pequeilos traumatismos sangran profusamente y hay que tratar con una sutura en
cruz. A veces el orificio de las glándulas salivales de la mucosa se ocluye por algún lito y da
origen a un quiste salivar (quiste de retención), que se observa como una tumoración traslú-
cida, azulada, indolora y de crecimiento lento, en cualquier parte de la mucosa bucal. Si
se ocluye el conducto de Wharton, originan la ránula; si es el de Stenon, la parótida
Materia proteg do por derechos de autor
64 fli,ruria e 1/nu o
retiene saliva y aumenta de volumen, aunque también esto se puede presentar cuando sus
conductos se infiltran con aire, como en los sopladores de vidrio o en algunos pacientes
durante gastroscopia, este aumento de volumen de las parótidas es transitorio y al parecer
sin secuelas. En los procesos inflamatorios parotídeos, la desembocadura del conducto de
Stenon se observa congestionada (en el vestíbulo a la altura de la segunda gruesa molar
superior).
En la cara interna de los carrillos, se pueden observar, antes de que aparezca el exan-
tema del sarampión, las manchas de Koplik (pequeñas y blancas, semejantes a polvo de
talco, cerca del orificio del conducto de Stenon). Éste se localiza frente al cuello de la
segunda gruesa molar superior.
Placas blanquecinas, sin signos de inflamación, son las que forman la leucoplasia,
que se puede observar en los labios o lengua, con mayor frecuencia, en los sitios de
irritación por el cigarro o la pipa.
La palpación de los labios se debe hacer utilizando guantes de hule que protegen al
médico y al paciente, debiendo identificar áreas con cambios de consistencia, dolorosas.
Los quistes sebáceos se notan como pequeñas manchas blanquecinas, redondas, in-
doloras, que a la expresión dan una pequeña cantidad de sebo.
Toda lesión ulcerada, verrucosa, de consistencia aumentada, con retardo en su curación
deberá ser sometida a biopsia y considerarse posiblemente maligna. más aún si la super-
ficie sangra fácilmente; explorarla con guantes de hule y con anestesia local si se provoca
náusea (ungüento de lidocaína).
Los movimientos de los labios son parte de la exploración funcional del VII par
(facial), que en caso de parálisis habrá, en el lado afectado, imposibilidad para cerrarlos,
silbar, enseñar los dientes, la masticación será difícil (mordida en los carrillos) y la saliva
escurrirá por la comisura paralizada.
Las encías nonnabnente son de color rosado, pueden estar pálidas, dolorosas, hiper-
pigmentadas. engrosadas, formando saliente entre los dientes, denominada papila; también
pueden estar hipertróficas (gigantismo, acromegalia, ingestión crónica de difenilhi-
dantoinato de sodio), edematosas, inflamadas con edema y congestión, cuando hay un
absceso alveolodentario. Son esponjosas y sangrantes a la presión o espontáneamente
(escorbuto), pero al oprimir la encfa puede aparecer una gota de pus en caso de infección
(piorrea, gingivitis, infecciones periodontales). Los tumores a expensas de las encías son los
épulis (tumor benigno de la encfa), aunque también pueden ser malignos (sarcomas). La encía
al retraerse deja al descubierto parte de la raíz del diente y esto es punto de partida de diferentes
trastornos como caries o abrasión.
En los dientes se debe examinar el número; en el adulto son 32, en el niño recién
nacido faltan, van apareciendo a medida que aumenta la edad hasta llegar a 20 después de
los siete años. La coloración es variable, del blanco al blanco amarillento (edad, substancias
cromógenas bacterianas, tabaquismo). Los dientes se pueden pigmentar durante su fonna-
ción con ciertos medicamentos como las tetraciclinas, tan1bién cuando se ingiere agua o alimentos
ricos en hierro o flúor. Puede tener color uniforme o manchas blanquecinas o negras (hipo-
plasia del esmalte, caries). La superficie es lisa, o presenta estrías, pequeñas fositas,
desgaste o abrasión en la corona, cuello o parte de la rafz expuestas a fricciones (masticación,
cepillado. traumatismos con pipa o hilos, tratamientos dentales). incrustaciones con amal-
gamas. En las coronas se pueden observar muc.scas (traumatismos. dientes de Hutchinson).
Este tipo de dientes generalmente son los incisivos medios superiores, los que se notan
con una muesca en la corona; son más pequeños y presentan sus bordes afilados. En el
cuello de los dientes se reconocen la presencia de la placa dentobacteriana, depósitos de
sarro o tártaro, desgaste o abrasión.
La hipoplasia del esmalte expone al diente a que se formen en él caries que lo conduzcan
a su destrucción. Esta hipoplasia representa un defecto en la formación del diente durante
su desarrollo. cuando el niño sufre desnutrición, como en el raquitismo, durante enferme-
dades infecciosas graves, se ha descrito después de enfermedades agudas como la escarlatina
o la salmonelosis y en las crónicas como en la sífilis (dientes de Hutchinson).
La abrasión puede ser un desgaste normal y constante de los dientes producido por la
masticación. Es anormal cuando faltan dientes y los restantes tienen una función normal.
Es anormal cuando los caninos pierden la punta. Se produce abrasión en las dentaduras
con maloclusión.
Hay abrasión en los dientes sometidos incluso a desgaste por frote o presión ejercida
durante el sueño al contraer los maseteros. Todo esto puede también conducir a un aflo-
jamiento de los dientes. Este aflojamiento de los dientes, en la diabetes, es consecutivo a
gingivitis crónica. con o sin gingivorragia y desprendimiento indoloro de los dientes
(gingivitis expulsiva de Magitot). 89 También puede presentarse gingivitis durante el em-
bar<~zo (gingivitis gravfdica).
su inflamación que alcanza la raíz. La destrucción de estas capas superficiales de los dientes
puede ser en extensión, destruyéndose ampliamente la corona o, en fonna piramidal, cuyo
vértice está hacia la caries y la base hacia la pulpa. Ésta reacciona tanto en la abrasión
como en las caries, fonnando una capa de dentina protectora, secundaria o de irritación, que
retarda o detiene su progreso. La inflamación de la pulpa puede ser muy localizada o
generalizarse a los tejidos vecinos, desde el absceso alveolodentario o párulis, a la invasión
del hueso originando osteomielitis o grandes flemones que se extienden a cuello o cráneo.
Se llama sinalgia al dolor en sitio diferente al afectado; asf, una caries dental puede
manifestar dolor sobre oído u otra parte de la cara (sinalgia dental); cuando hay una
infección de oído medio, puede doler el cuello o el cráneo (sinalgia auricular).
La hiperestesia en cara se presenta por distintas causas como después o durante un
herpes con esta localización; diversos procesos dentarios: infecciones en senos paranasales; .
vasculopatías diversas y otros.
Los procesos infecciosos dentarios también pueden ocasionar midriasis o blefaros-
pasmo del lado afectado, así como hipersecreción de glándula lagrimal.
El mal aliento o halitosis es frecuente que se presente como olor a acetona en la
d.iabetes con cetosis, amoniacal en la uremia, fecaloide en la obstrucción intestinal, pero
puede ser fétido o pútrido en la estenosis pilórica, esofágica o por divertículos faringoeso-
fágicos (Zenker). esofágicos e incluso gástricos. y por otras muchas causas como falta de
higiene bucal, caries, criptas amigdalinas, prótesis mal ajustadas con aseo deficiente, faringitis,
abscesos o gangrena pulmonares, gastritis crónicas, tumores pilóricos. otros tumores ulce-
rados. úlcera~. infecciones nasofarfngeas y otros.
El trismo es la imposibilidad de abrir la boca y se presenta por trastornos locales, infla-
matorios, traumáticos, degenerativos o neoplásicos. En enfennedades generales se observa
en tétanos, rabia, meningitis, eclampsia e intoxicación por estricnina.
La lengua es un órgano bucal, situado en la línea media, en el piso de la boca; consta
de dos partes, una visible y horizontal y otra oculta o faríngea que es vertical. La porción
horizontal tiene dos caras, superior e inferior, un borde y una punta.
Las alteraciones congénitas en la lengua son numerosas desde la ausencia (aglosia); el
aumento exagerado (macroglosia): reducción importante (microglosia); bifurcación (lengua
bífida).
En la mucosa de la parte o cara superior de la lengua, se observan las papilas linguales
que son: foliáceas, calicifonnes, filifonnes, fungiformes, cónicas y lenticulares. Varian con
la edad, desde el nacimiento en que están poco desarrolladas, la lengua es lisa, después
aparece el surco central, hasta en la senectud en que la lengua presenta numerosos surcos que
varfan en profundidad. Pueden ser sitios de acumulación de restos alimentarios que al
descomponerse inflaman la mucosa lingual. En esta superficie también se depositan células de
descamación, principalmente de las papilas filiformes, y a veces hongos; constituyen la
saburra lingual, que debe examinarse citológicamente (células epiteliales, bacterias, hongos).
Las papilas foliáceas y calicifonnes tienen los corpúsculos gustatorios, que permiten
la percepción de los sabores (dulce, salado, ácido y amargo), para lo cual es necesario que
la substancia se disuelva en la saliva.
Están a los lados de la cara y corresponden a la proyección de los maseteros, se hacen pro-
minentes en los desnutridos o en sujetos con músculos desarrollados (como el tipo digestivo).
Las regiones maseterinas son pares, simétricas.
Sus limites son: hacia adelante el borde anterior de los maseteros, hacia arriba el arco
cigomático, abajo el borde del maxilar inferior y atrás el borde posterior de su rama
vertical.
Sobre el borde inferior de la mandfbula, por delante de la inserción o borde anterior
del masetero. se palpa el latido de la arteria facial, cuyo trayecto aproximado es hacia la
unión del ángulo interno del ojo y la nariz, donde también puede palparse su latido.
En la parte más profunda está la articulación temporomaxilar, muy importante en la mas-
ticación, fonación, mfmica facial, en la maloclusión dental; por mordida defectuosa da
cwva mayor y la porción descendente, se observa una enúnencia pequeiia que se ha llamado
tubérculo de Darwin. Tiene valor filogenético, que equivale a la punta de la oreja de
mamíferos en que se forma un ángulo pronunciado. Reeorre al hélix un canal que es la cana-
ladura del hélix. Rodea a la concha una saliente paralela al bélix y que se denomina
antehélix. En su porción posterior y superior, el antebélix se bifurca enviando un pliegue
casi horizontal hacia adelante y otro hacia arriba ligeramente inclinado hacia adelante.
Entre estos dos pliegues está una fosita denonúnada fosita del antehélix, navicular o
eseafoidea. Adelante y abajo de la raíz del hélix, está una saliente que es el trago, que a
su vez presenta hacia arriba otra saliente pequeiia llamado tubérculo supratrágico de His.
Se ha descrito el trago como un opérculo que cerrara el orificio exterior del conducto
auditivo externo; por su parte interna. el trago presenta vellos a los que también se les
atribuye un papel protector del conducto auditivo externo. Hacia atrás del trago, y ligera-
mente abajo, está otra eminencia que es el antitrago; entre ambos, una canaladura o
hendidura intertrágica. Por dentro del trago y limitada por la nútad inferior del aotehélix
está la concha, donde se abre el meato del conducto auditivo. La piel de las oreja~ puede
ser asiento de muy d.iversos procesos infecciosos, alérgicos, degenerativos, neoplásicos;
por su frecuencia destacan los eccemas, la erisipela. Los tofos son acúmulos subcutáneos de
ácido úrico; se localizan principalmente en el borde superior de la oreja. coinciden con
otros depósitos sobre superficies de extensión articulares (codos, rodillas, maleolos, de-
dos de pies); no es raro que la piel se ulcere y por esta solución de continuidad escape el
ácido llrico.
Entre la concha y la membrana deltfmpano se extiende el conducto auditivo externo,
de unos dos y medio cm de longitud y unos ocho mm en su eje mayor, su estructura es
fibrocartilaginosa, tapizado por piel que se adelgaza en la membrana del tímpano, donde
queda reducida a epidermis; está caracterizado por la presencia de glándulas productores
de cerumen, cerunúnosas, que son glándulas sudorfparas modificadas; tanto éstas, como
los folículos pilosos de los vellos, pueden ser asiento de forúnculos o abscesos. En la
pared del conducto auditivo externo los osteomas y papilomas pueden ocluir su luz e
impedir la observación de la membrana del tfmpano. Además, los tumores malignos
también pueden asentarse en los oídos. Una tumoración blanda inmediatamente atrás del
pabellón auricular generalmente se trata de un quiste dermoide. Los orificios de las glándulas
cerunúnosas, en el conducto auditivo externo, son visibles como puntos que resaltan en
la superficie cutánea. El exceso de producción de cerumen produce sordera por la formación
de tapones en el conducto auditivo externo, que se deben eliminar con cucharilla por el
otorrinolaringólogo o por lavado con chorro de agua; ayuda aplicar previamente gotas
con glicerina y bicarbonato de sodio o bcnzal diluido.
El orificio interno del conducto auditivo externo está ocluido por la membrana del
'
tfmpano, formada por tres capa~; la externa, que es piel muy adelgazada, la media fibrosa y
la interna, que está tapizada por la mucosa de la caja deltfmpano, que es mucosa farfngea
que llega al oído medio a través de la trOmpa de Eustaquio, en donde adquiere el nombre
de mucosa timpánica.
La membrana del tímpano se observa como un disco casi circular; es la pared exter-
na de la caja del tímpano y constituye una membrana delgada, traslúcida, blanquecina
con un espesor de 0.1 mm, con eje mayor vertical de 9 a 10.5 mm. y una inclinación en
Está situado entre la cabeza y el tórax. Su límite superior está comprendido a partir
del mentón, el borde inferior de la mandíbula. su rama ascendente, la articulación témporo-
maxilar y de ahí una línea que la une a la protuberancia occipital externa. El borde inferior
del cuello está integrado por la horquilla estema!, la articulación estemoclavicular, borde
superior de la clavícula, articulación acromioclavicular y una línea que parte de ésta a la
apófisis espinosa de la séptima vértebra cervical.
La longirud del cuello corresponde a la de la columna cervical. Los músculos y la grasa
le dan el aspecto de cuello largo en los sujetos longilíneos o corto en los brevilfneos (pfcnicos).
Los movimientos del cuello son de flexión, extensión, lateralidad y rotación.
El cuello tiene una forma cilindroide y la columna vertebral lo divide en dos porciones:
una antevertebral, prevertebral o anterolateral, y otra retrovertebral. posterior o de la nuca.
En la región anterolateral se incluyen la~ regiones suprahioidea, infrahioidea, regiones
carotídeas, parotídeas y supraclaviculares.
. La región posterior o de la nuca en parte se reitera su esrudio al explorar la columna
vertebral como unidad anatomofuncional.
La exploración del cuello es tanto estática como dinámica; en cada región se deben
emplear la inspección, palpación, medición, percusión, auscultación, asf como evaluar
los movimientos activos y pa~ivos.
Se deben observar las características de la piel, su coloración. vello, pliegues, ela~ti
cidad, sensibilidad, puntos dolorosos, hiperqueratosis, relieves de los órganos subyacentes
como músculos. huesos, ganglios, glándulas salivares, vasos, laringe, tráquea, tiroides.
La piel es elástica y movible en la región anterolateral; en la nuca es más gruesa y .con
menos movilidad; en parte está cubierta de pelo y puede presentar las alteraciones propias
de los tegumentos como nevi pigmentarios, lúperqueratosis seborreica, quistes sebáceos,
forúnculos, hiperpigmentación, congestión y engrosamiento de la piel (collar ~e Casal
en la pelagra); angiomas de distintos tipos, desde manchas rubíes a las arañas vasculares,
a~f como linfangiornas. lesiones de herpes zona en fom1a de vesícula~ sobre piel congestiva,
con dolor urente intenso, siguiendo el trayecto de los nervios.
El tejido subcutáneo aumenta en la obesidad y constituye en la región suprallioidea y
en la parte superior de la infrahioidea la papada En la nuca, también por obesidad, forma
pliegues gruesos, con numerosos tractos que adhieren la piel a la aponeurosis.
En el cuello, los ganglios se presentan en grupos en donde sobresale alguno más
afectado por diversos padecimientos; debe explorarse con cuidado la región que corres-
ponde al drenaje del grupo ganglionar correspondiente. En las caries dentales de los
dientes de la mandíbula, al formarse los abscesos alveolodentarios, aumentan de volu-
men los ganglios submentonianos y submandibulares. En las infecciones de las amígdalas
palatinas aumenta de volumen el ganglio de ángulo de la mandíbula (ganglio de
Chassaignac11Xl). En las otitis medias supuradas y en las mastoiditis, se inflaman los
ganglios retroauriculares, así como en infección luética, presentándose lo que se conoce
Recordar que por encima de la línea horizontal que une la parte más alta de las
apófisis mastoides cruzan tanto la porción horizontal de la arteria vertebral como la
occipital, que aunque situadas en la parte posterior de la región occipitofrontal, cobran
gran importancia tanto en traumatología como en angiologfa.
pulmones son delgados y se aproximan en el segundo y tercer espacio intercostales. Los bordes
posteriores son redondeados y se sitúan sobre la canaladura costovertcbral. Los vértices pul-
monares son redondeados y sobresalen en los huecos supraclaviculares.
El pulmón derecho es más volunúnoso que el izquierdo; está formado por tres lóbulos,
mientras el izquierdo por dos.
Los padecimientos pulmonares imprimen diversas alteraciones desde el punto de
vista de inspección general que valen la pena reiterarlas.
En el tórax, para su exploración clfnica, se consideran la cara ant.erior, la posterior y
las laterales.
En la cara anterior del tórax se describen las regiones supraclaviculares, infraclaviculares,
pectorales o mamarias y por abajo de éstas las costales; en medio, la región esternal. En
la porción más externa de las infraclaviculares están las rositas de Mohrenheim, limita-
das por el borde inferior de las clavículas; el borde superior del pectoral mayor y el borde
anterior del deltoides corresponden a la proyección de la arteria axilar. El surco debajo
del pectoral mayor se denomina surco de Sibson.112
Para la topografia de las lesiones mamarias, se dividen estas glándulas en cuadmntes
por una lfnea vertical y otra horizontal que se cruzan a nivel del pezón. Como lfneas y
puntos de referencia se tnl7.an las líneas mediostemal, parastcmales, medioclaviculares y axi-
lares anteriores. Puntos de referencia son el acronúon,la clavícula, la horquilla del esternón,
el ángulo de Louis (fonnado por el mango y el cuerpo del esternón y que corresponde al
segundo canílago costal, para contar hacia abajo y hacia afuera, siguiendo una línea
inclinada, los espacios intercostales o las costillas, pues será más fácil lejos del esternón),
los bordes costales y la saliente de la décima costilla. En las lesiones mamarias se emplean
desde la inspección y palpación, con el auxilio de ultrasonido y rayos X, hasta las biopsias
directas o con agujas finas.
En la cara posterior se describen la región escapular, con sus porciones supra- e infra-
espinosas, la región suprascapular, las interescapulovertcbrales y las infrascapulares con
sus porciones in tema y externa. Es necesario observar la alineación de las apófisis espinosas
dorsales, si condicionan una cifosis o escoliosis. Para notar la simetrfa del tórax se recurre
al pentágono deAcevedo, cuyo vértice es la prominente, a partir de ella dos líneas que ter-
minan en la espina de los omoplatos, de ahí a derecha e izquierda parten dos líneas
verticales a las puntas de las escápulas y el quinto lado del pentágono es la horizontal que
las une. Este pentágono debe ser casi simétrico. 113 Su asimetña tiene gran importancia
semiológica tanto en aparato respiratorio como en síndromes posturales.
Las regiones laterales del tómx o axilares están comprendidas entre las líneas axilar
anterior y axilar posterior, que descienden respecúvamente de los bordes anterior y pos-
tenor de la axila, que corresponden el primero al pectoral mayor y el segundo al músculo
gmn dorsal; entre las lfneas axilar anterior y axilar posterior está la axilar media. Las
regiones laterales del tórax se dividen. por una línea convencional que pasa por el 4°
espacio intercostal, en superior e inferior.
En la cara anterior del tórax, en lo que respecta al aparato circulatorio, se considera la
región precordial.
su vecindad, considerar la aniculación del hombro y el hueco axilar, que se estudian con
la extremidad superior y el hueco supraclavicular que se explora en el cuello.
La inspección del tórax abarca la observación estática y la dinámica o de sus movi-
mientos; se inicia con la observación de la simetría o asimetría torácicas, cifosis o joroba,
que exagera la convexidad dorsal; muy característica es la cifosis por mal de Pott o
tuberculosis de los cuerpos vertebrales, pero también tos procesos degenerativos o
neoplásicos la pueden generar. Las desviaciones de la columna a la derecha o izquierda
constituyen la escoliosis. que puede combinarse y dar una cifoscoliosis. La retracción de
un hemitórax puede estar condicionada por procesos fibróticos pleuropulmonares.
El registro de los datos de la piel, su C{)loración, blanca, morena, pálida, ictérica,
rubicunda, adelgazada, seca, húmeda, edematosa ("en esclavina•·, cuando existen tumo-
res de mediastino); con erupciones de diversa índole, sobresaliendo las del herpes zona
que siguen los trayectos de los nervios intercostales y no alcanzan el lado opuesto: la piel
gruesa y seca de la pelagra; las placas de psoriasis; presencia de circulación aparente, ya
sea de venas o sólo de varicosidades, así como de arañas va~culares también debe ser
notada, así como todos los datos que pudieran observarse en la piel del tórax, como los
cambios en el vello pectoral en varones. Además, notar cambios de temperatura y sensibi-
lidad, áreas de hiperestesia o de anestesia, explor.tndo puntos de dolor sobre los perfor.mtes
de los nervios intercostales, así como en apófisis espinosas, costillas o cartflagos costa-
les. esternón. clavículas, escápulas o sobre músculos.
Se cons.ideran entre las deformaciones simétricas el tórax "en tonel", el tórax tísico y
el tórax raquítico. El tórax "en tonel", enfisematoso, dolicoide, ectásico, o en inspiración
permanente, presenta un aumento en todos sus ejes; las costillas se horizontali7.an, los
espacios intercostales se ensanchan y las regiones supraclaviculares se abomban. El pa-
nículo adiposo está aumentado. Tanto el esternón como las vértebras dorsales forman
estructuras convexas. El cuello da la apariencia de ser más corto. Este tórax enfisentntoso
es propio de sujetos con tos crónica, con enfisentn generalizado, muy común en fumadores;
también se describió en los sopladores de vidrio. La contraparte es el tórax tísico, en espira-
ción permanente, paralítico o retraído, con todos sus ejes reducidos, las salientes óseas muy
acentuadas, el panículo adiposo reducido y Jos músculos atróficos, las costillas tienden a
la vertical y las escápulas se despegan del tórax y forman las scapulae alatae. El tórax
raquítico o gallináce{) está aplastado lateralmente, se exagera la convexidad de la colum-
na dorsal,las uniones condrocostales se hacen prominentes forntnndo el "rosario raquítico",
mientrds el esternón hace saliente en forma de quiiJa (escafoideo) o se deprime ("tórax
de 7.apatero''). El surco de Harrison se observa también en raquitismo. como un canal a
partir del apéndice xifoides hacia afuera. siguiendo las inserciones del diafragma. Las
clavículas se hacen salientes y se acentúan los huecos supraclaviculares. En forma con-
comitante está la existencia de tibias "en sable" o extremidades con genu varum o genu
valgum.
Las deformaciones unilaterales, como derrames pleurales o procesos neoplásicos,
alteran la forma del tórax haciéndolo asimétrico, aumentan los espacios intercostales, el
esternón se desvía aliado enfermo. Los tumores, aneurismas. empiemas. dan alteraciones
locales y repercusiones en costillas, esternón y columna vertebral. Se pueden incluso notar
alteraciones en cuello y en cara; las narinas y el aleteo nasal sufren moditicaciones.
los dedos hacia abajo. La exploración primero de un hemitórax y luego del otro proporciona,
además de la apreciación de la amplitud de los movimientos torácicos en sentido anteropos-
terior, el grado de elasticidad de la pared torácica.
La amplexación se realiza también con el paciente sentado y el explorador de pie o
sentado a la espalda del paciente. Se practican la amplexación superior, media e inferior.
En la amplexación superior el médico coloca sus manos con los pulgares a unos tres cm
de la apófisis espinosa de la prominente. el resto de sus dedos abarcan la clavícula y perci-
ben los movimientos de expansión de los vértices pulmonares y aprecia lo que sus pulgares
se separan en cada excursión respiratoria. La amplexación media es colocando los pulga-
res a los lados de la~ apófisis espinosas dorsales, mientras el índice, medio, anular y meñique
se colocan por abajo de las axilas. La amplexación inferior se aprecia bajando las manos por
abajo de las escápula~. comprobando también la separación de los pulgares y la excursión
que realizan el resto de los dedos, para detemlinar la movilidad de las bases pulmonares, su
amplitud, simetría, que al ejecutar el paciente movimientos respiratorios profundos se exageran
las diferencias entre un hemitórax y otro.
Cuando se imprimen movimientos de sacudida al tórax es posible percibir la sensación,
cuando hay derrame plcuml, de desplazamiento de Ifquido dentro del tórax (sucusión hipo-
crática, sacudida).
Vibraciones vocales
Se originan al paso del aire a través de las cuerdas vocales, cuya vibración se transmite
a la columna de aire que llena los bronquios, hacia el parénquima pulmonar y la pared
torácica, en donde podemos percibirlas por palpación.
En la palpación del tórax, para percibir las vibracione.s vocales, se recomienda aplicar
la cara palmar de la mano, derecha o izquierda, sobre cada región deltórdx. en forma simétrica,
al mismo tiempo que se hace pronunciar al paciente la palabra uno, aunque también se
usa treinta y tres (según Lasegue, cit. 91, pág. 17), con iguales tono e intensidad de voz.
En esta exploración, también se ha recomendado palpar las vibraciones vocales con Jos
pulpejos de dos o tres dedos (palpación de Grancher) o con el borde cubital de la mano
(palpación de Eichorst).'"'
La voz; de tono grave tiene menos vibraciones por segundo, que poseen mayor amplitud
y por lo mismo se transmiten con mayor intensidad. En cantbio, cuando tiene tono agudo,
sus vibraciones son de menor amplitud y mayor frecuencia, por lo que su tr.msmisión es más
débil, como en los niños. En cuanto a la intensidad de la voz, cuando aumenta se trasmite
má~ fácilmente como en la voz normal o en Jos gritos; en cambio, se transmite mal la voz
cuchicheada o la de Jos niños.
Hay condiciones que mejoran la percepción de las vibraciones vocales, cuando la
voz se hace grave, con la condición de que sea a través de un bronquio pemteable,
cuando éste está rodeado de parénquima pulmonar condensado. Se perciben mejor en el
hcmitórax derecho, en las personas diestras, también porque el bronquio derecho es más
grueso y corto que el izq1úerdo. Serán mejor percibidas en las personas delgadas que en
las obesas o bien musculadas; a~í, mejor en la cara anterior del tórax que en la posterior.
Por esto las vibraciones vocales se perciben más fácilmente en el hombre que en la
mujer, mejor en el adulto que en el niño.
Las vibraciones vocales se hacen más intensas cuando, por algún padecimiento
laríngeo, la voz baja a tonos graves, así como cuando el bronquio que permanece permeable
está rodeado de parénquima inflamado (condensación pulmonar, neumonía). Si hay en
la proximidad de la pared torácica una caverna o un bronquio dilatado (bronquiectasia),
las vibraciones vocales se transmiten mejor.
En cambio, las vibraciones vocales desaparecen cuando no se produce la voz en la
laringe (afonia); si hay obstrucción del bronquio por tumores, exudados, que forman
tapones de moco y células inflamatorias, cuerpos extraños. También las vibraciones voca-
les están abolidas si hay engrosamiento de las pleuras, líquido entre ellas (derrames
pleurales serosos, hemáticos o purulentos); o aire, neumotórax. que también impide su
transmisión.
Se ha reconocido que la afección pleural puede producir ciertaS vibraciones, los frotes
pleurales, que, a medida que se colecciona líquido entre las serosas parietal y visceral, va
desapareciendo el dolor y se instala la disnea de intensidad paralela a la cuantía del
derrame.
En la cara posterior del tórax las regiones infrJscapulares son las más sonoras, siguen
las interescapulovertebrales, las suprascapulares y las escapulares son las menos sonoras.
Las caras laterales se deben explorar también por inspección, palpación, percusión y
auscultación; los datos del hueco axilar se anotan en exploración de extremidades supe-
riores o por su relación cuando se explora mama.
a unos dos o tres centímetros por dentro, así corno cuando se hace adoptar el decúbito lateral
derecho, se desplaza un centímetro hacia la linea media. Es posible que ni aun así se perciba
el choque de la punta, por lo que se fijará su sitio por auscultación como se describirá más
adelante.
El choque de la punta es casi simultáneo al pulso arterial; la diferencia en tiempo
generalmente no es posible precisarla por exploración física; en los crecimientos del
comzón la punta se desplaza hacia abajo y afuera. En los niños generalmente el choque
de la punta está en el cuarto espacio intercostal iz.quierdo, en el adulto en el quinto y en
ancianos en el sexto. Si el choque de la punta late en el hemitórax derecho, se habla de
dextrocardia; si esto coincide con vísceras abdonúnales en posición inversa, como hígado
y estómago a la izquierda y bazo a la derecha, se trata de una malformación conocida
como situs inversus. Los derrames pleurale.s pueden desplazar los órganos mediastinales
en sentido opuesto a su localización. En cambio, las fibrosis pleuropulmouares los retraen.
A veces en vez de observar el choque de la punta se nota una retracción por adherencias
miocardiopericárdicas o pericardiocostales, a lo que se conoce como retracción sistólica
de la punta.
La~ ao;citis voluminosas o los gmndes tumores abdominales si bien desplazan al diafr.tgma,
el choque de la punta observado radiológicamente no cambia en fonna ostensible. 135 Hay
cambios en el choque de la punta en las hipertrofias o dilataciones cardíacas. paralelos a los
observados en el área de la región precordial. Los crecimientos de ventrículo izquierdo
desplazan la punta hacia abajo y en los del derecho hacia afuera.
AJ observar el choque de la punta se deben apreciar el sitio, intensidad. extensión,
frecuencia, ritmo, momento en que se produce.
Una vez fijado el sitio del choque de la punta, se apreciará su intensidad y extensión, que
depende de la fuerza contráctil del corazón, del volumen de sangre impulsado, la presión
arterial, la resistencia periférica, la posición del paciente, cuando se inclina hacia adelante
aumenta la superficie de contacto con la pared anterior de tórax, así como del tamaño del
ventrículo izquierdo, cuya hipertrofia da origen a lo que Bard denominó choque "en
cúpula", comparando esta sensación como si chocara contra la pared anterior del tórax
una bola de billar. B6
La intensidad del choque de la punta puede ser atenuada por factores cardíacos que
disminuyen la fuerza de contracción del m iocardio, por hipotensión ancrial, derrames o
engrosamiento del pericardio. del parénquima pulmonar, pleunt, panilla costal, músculos,
gr<~.sa subcutánea, mama izquierda.
El choque o ritmo de galope es una tercera vibración que se interpone en los ruidos
cardíacos, dando un ritmo de tres tiempos; se dice que es más palpable que audible y se
siente tanto en la punta (galope izquierdo) como en la región xifoidea (galope derecho).
La inspección y la palpación se van combinando al revisar al paciente, pero hay datos
que se obtienen sólo por la palpación como la vibración valvular palpable, el temblor
catario y los frotes pericárdicos palpables.
Las vibmciones valvulares palpables se perciben mejor sobre el foco correspondiente a
la válvula afectada; así, las de la nútral en la punta, las de la tricúspide en la base del
apéndice xifoides, las de la aorta en el2°. espacio intercostal derecho y las de la pulmonar
sobre el 2•. espacio intercostal izquierdo.
Estas vibraciones de la mitra) y la tricúspide son producidas por el aumento de la
presión intraventricular por la contracción sistólica, que hace chocar las válvulas, con
mayor energía si están con cierto grad<;~ de esclerosis, siendo mejor apreciadas las de la
mitral sobre el área del choque de la punta y las de la tricúspide en la base del apéndice
xifoides. Se producen al principio de la sístole. Estas vibraciones indican hipertrofias
ventriculares, izquierda en el caso de la mitral y derecha en el de la tricúspide.
En cambio, las vibraciones valvulares de la aorta y la pulmonar, se perciben las de la pri-
mera sobre el foco aórtico, que está en el segundo espacio in tercostal derecho, y las de la
pulmonar en el segundo espacio intercostal izquierdo. Se producen al final de la sístole y
al principio de la diástole. Significan hipertensión aórtica y pulmonar, respectivamente.
Las vibraciones valvulares tienen siempre el significado de lesión orgánica y no se
modific-.m con los cambios de posición o en diferentes tiempos, como los soplos funcionales.
El temblor catario de Laennec corresponde al thri/1 de los médicos ingleses; es la
sensación palpable de un soplo producido en las válvulas, debido a estenosis o a insufi-
ciencia; se mencionará su valor al tratar de auscultación de la región precordial.
La región precordial se limita por percusión, distinguiéndose dos áreas, una de matidez
absoluta incluida en otra de matidez relativa.
Para limitar el borde inferior de la región precordial, se sigue el método de Constantino
Paul, perfeccionado por Potain, para limitar la región precordial. que consiste en limitar
el borde superior del hígado, percutiendo sobre la línea medioclavicular derecha. en
cada espacio intercostal de arriba abajo, se marca en cada sitio en que la claridad pulmonar
cambia a submatidez hepática, esta proyección del borde superior del hígado se prolonga
hacia el hemitórax izquierdo, se tiene así el límite inferior de la región precordial. Su
borde derecho se va limitando en cada espacio intercostal derecho comenzando por el
segundo, percutiendo de fuera adentro y marcando los sitios donde cambia la claridad
pulmonar a matidez. En el borde izquierdo se procede en la misma forma. La punta se
percute en líneas radiadas, de claro pulmonar a matidez cardíaca. La parte más alta, en
Jos segundos espacios intercostales, a la derecha corresponden a la aorta y a la izquierda
a la pulmonar.U'
La auscultación de la región precordial comienza por la auscultación de la parte
central de la región, que da una pauta general o panorámica de los ruidos cardíacos. Se
ha recomendado que inicialmente se realice-la auscultación directa y después la mediata
con el estetoscopio, comenzando por el foco mitral, aórtico, pulmonar y tricuspídeo.
La auscultación se puede realizar inmediata, aplicando el oído sobre la región
precordial, o mediante el estetoscopio (es la auscultación mediata ya sea con el estetos-
copio rígido o el flexible biauricular).
El choque de la punta por auscultación se localiza en la part.e más baja y externa del
hemitórax izquierdo, en donde se ausculte con mayor intensidad y claridad el primer
ruido cardíaco. m Para esto, se deben oír con atención, identificándolos, el primero y el
segundo ruidos cardíacos, corno tarea elemental, primero en el mesocardio y después en
el cierre de las sigmoideas aórticas y pulmonares, que producen en los focos respectivos
un ruido más intenso en las válvulas que primero se cierran.
En Jos jóvenes, se puede auscultar el desdoblamiento del segundo ruido al final de la
inspiración, que es cuando origina un ritmo de tres tiempos, de tal manera que tiene carácter
intermitente; carece de importancia. En cambio, cuando es constante, no influido por la
respiración, es parte de la signología de la estenosis mitral.
El chasquido de apertura de la mitml da un ritmo de tres tiempos, que es similar al desdo-
blamiento del segundo ruido: se ausculta al principio de la diástole, pero su mayor int.ensidad
es en la punta. También es signo de endurecimiento valvular, de estenosis mitral.
Otros ritmos de tres tiempos lo dan la distensión brusca de los ventrículos con pare-
des alteradas, producida por la llegada de la sangre de las aurículas a los ventrículos, al
mismo tiempo que hay un levantamiento de la región precordial, pudiendo decirse que
hay un ruido de choque, que constituye el ritmo de galope, denominado así por la simi-
litud del producido por los caballos al galopar.
Este ruido de galope puede ser de ventrículo izquierdo o derecho, percibiéndose mejor
si es izquierdo, arriba y adentro de la punta; si es derecho, sobre el apéndice xifoides o en
su cercanía.
Generalmente el galope coincide con taquicardia. Según el momento en que se percibe
se distinguen galope protodiastólico, mesodiastólico y telediastólico o presistólico. Su
importancia radica en que denotan alteración miocárdica.
Los ruidos anormales en la región precordial se clasifican en ruidos de roce y ruidos
de soplo.
Los ruidos de roce se generan al frotarse dos serosas inflamadas como son las pleuras o
las pericárdicas. Los roces pleurales se pueden escuchar fuera de la región precordial y la
vibración que originan puede palparse siguiendo los movimientos respiratorios; desaparecen
al detener la respiración. Los frotes pericárdicos se limitan dentro de la región precordial,
son influidos por los latidos cardíacos y se sienten mejor cuando el paciente se inclina hacia
adelante, aproximándose el corazón a la mano exploradora. Pueden tener diferentes grados
de intensidad y se intercalan a veces en los silencios, dando ritmos de cuatro tiempos, si se
consideran Jos dos ruidos cardíacos normales.
Los soplos cardíacos, así denominados por Locnncc 141 al compantrlos con el ruido
producido por un fuelle, se dividen en orgánicos y funcionales, accidentales o anorgánicos.
En cada grupo a su vez. Jos soplos pueden ser sistólicos o diastólicos. Se denominan
también, de acuerdo al momento en que se producen, en protosistólicos. mesosistólicos y
telesistólicos o prediastólicos; en cuanto a la diástole, también se consideran los protodias-
tólicos, mesodiastólicos y telediastólicos o presistólicos. También se distinguen por su topografía
en soplos del ápex, mitrales o tricuspídeos y los de la base, pulmonares o aórticos.
El número de vibraciones de un soplo condiciona su tono grave o agudo y varía de 60
a 300 o más por segundo142• Son similares a la frecuencia del munnullo vesicular, por lo
que la auscultación e.s mejor cuando se detiene la respiración. La intensidad depende del
grado de estrechez del orificio que atraviesa la sangre, de su velocidad y de la superficie
por donde se desliza o va a chocar.
104 1/i\/oriu 'lini< o
Los soplos orgánicos son los que denotan lesión de la válvula correspondiente, son
constantes y no se modifican o Jo hacen poco con Jos cambios de posición o el ritmo res-
piratorio. Significan estrechez o insuficiencia; tambi~n se pueden presentar por defecto en
los tabiques interauricular o interventricular. El soplo se produce al pasar la sangre a
través de un orificio estrecho o cuando la válvula no cierra por insuficiencia, dando
origen a un reflujo que produce una vibración que se traduce por una sensación táctil
denominada temblor catario o thrill. Además de esta alteración por el sitio donde pasa la
sangre, se necesita que ésta Jleve cierta velocidad, que al disminuir alt.e m las camcterfs-
ticas del soplo e incluso puede llegar a desaparecer cuando el miocardio pierde fuerza
para contraerse.
Los soplos se producen al pasar la sangre por un orificio estrecho, intracardíaco o
intravascular, por una lesión u obstáculo, que es permanente; se forma un diafragma
rfgido, por inflamación o cicatriz, que genera entonces soplos denominados orgánicos,
pues corresponden a una lesión que no cambia, demostrable por diferentes procedimien-
tos como la fonocardiograffa, cardioultmsonograffa. cateterismo cardíaco, intervención
quirúrgica, autopsia, y el soplo conserva esta característica de permanencia En cambio,
cuando no existen lesiones permanentes, ni intracardíaca ni intravascular demostrables,
pueden existir soplos que se denominan funcionales, accidenta les, inorgánicos o
anorgánicos, en los que una camcterfstica sobresaliente es la variabilidad, incluso unas
veces se escuchan y otras veces no.
En los soplos orgánicos, el flujo lfquido se origina desde antes de la estrechez, y al
chocar sobre la pared elástica la hace vibrar y se genera el soplo. Generalmente el soplo
se irradia en dirección de la corriente sanguínea.
El murmullo o retumbo es un soplo de tono bajo y escasa intensidad que se escucha
en las estenosis de la tricúspide y mitral.
En todo soplo hay que establecer el sitio en donde se escuche con mayor intensidad,
el momento del ciclo cardíaco en que se produce y su propagación.
Los soplos mitrales sistólicos indican insuficiencia, al no ocluirse las válvulas; se
auscultan en la punta del corazón e irradian hacia la proyección de la aurícula izquierda,
que está dilatada y rodea la base de la arteria pulmonar, en el tercer cartílago costal
izquierdo, donde se aproxima a la pared torácica. Hacia la axila, cuando son intensos e
incluso a la región interscapulovenebral izquierda a la altura de las costillas cuarta, quinta
y sexta. Los soplos mitrales diastólicos son por estenosis, producidos por la contracción
auricular y la aspiración ventricular.
Los soplos tricúspides sistólicos son por insuficiencia. Los diastólicos por estenosis.
Los soplos aórticos sistóticos indican estenosis, se irradian a los vasos del cuello y
dan una vibración palpable en el segundo espacio intercostal derecho. Los diastólicos
traducen insuficiencia aórtica, hay un gran número de signos periféricos de esta insufi-
ciencia, como el signo de Musset. que son la~ sacudidas rftmicas que imprimen los latidos
carotídeos a la cabeza ligeramente flexionada. la llamada danza del pie de Variot o pulso
tibial de Variot, en las sacudidas rítmicas de las popliteas transmitidas a la pierna cruzada
sobre la rodilla opuesta, el pulso brusco y saltón, descrito por Corrigan, al levantar los
brazos para favorecer el reflujo aórtico, más prominente en la~ carótidas, humeral o
haya estado sujeto, con el brazo a un lado, extendido, en ligera abducción, sobre un coj(n
delgado que levante un poco el pliegue del codo.
Puede haber cambios en la presión anerial con inspiraciones o espiraciones profundaS.
Hay pequeñas diferencias entre la presión de un brazo a otro; de otra manera pensar
en alteraciones de la aorta o sus ramas.
Son también diferentes las cifras obtetúdas en decúbito o sentado; la exageración de esto
es en la hipotensión ortostática, por lo que es converúente registrar las cifras de presión
anerial en las dos posiciones, así como también antes y después de ejercicio.
Se procede primero a colocar el brazalete con el cojín de hule desinflado, evitando arrugas
en su cubierta. Después se le coloca sobre la pane media de la aneria humeral, a una altura
de su borde inferior a unos tres cm por arriba del pliegue del codo. Se le fija ya sea con una o
dos vueltas de la prolongación de la cubierta, con broche o cierre con que ésta está provista,
a contiJluación se insufla con la perilla el cojín de hule, palpando la aneria, ya sea la humer.al
o la radial, se percibe en el momento en que desaparecen los latidos, notar a cuántos mm de
mercurio correspondió esta ausencia de latidos. Se insufla otro poco de aire, para elevar
la marca del mercurio o de la aguja del aneroide a unos 1Oo 20 mm más de mercurio de
lo que marcó la desaparición del pulso. Se inicia la descompresión, aproximadamente a
dos o tres mm de mercurio por segundo, se tiene cuidado de registnrr el momento en que
se percibe por primera vez un latido, lo cual marca por palpación la presión sistólica o
máxima (método palpatorio para medir la presión arterial). Entonces se abre la válvula
descomprimiendo tota.Imente el cojín del aparato.
Para medir la presión anerial por el método auscultatorio, ya l.'Oiocado correctarñente el
brazalete, se sitúa la cápsula del estetoscopio sobre la arteria, se insufla el cojín del apardto
hasta unos 1O o 20 mm de mercurio más arriba de lo que se registró como presión
máxima por pa.Ipación. Descomprimir abriendo y cerrdOdO la válvula. marear el momento
en que se ausculta el primer ruido, es decir, la presión máxima. Después se escuchan una
serie de ruidos que constituyen la escala de Korotkov y que son los siguientes:
Zona superior de silencio. Arteria humeral colapsada.
J•. fase . Primer ruido audible. Ruidos apagados que aumentan de intensidad.
2". fase . Ruidos soplantes.
3'. fase . Ruidos claros e intensos.
4'. fa'>C. Ruidos apagados y menos intensos. Descenso de intensidad de los ruidos arteriales.
5'. fase. Ausencia de ruidos. Zona de silencio hasta cero.
El primer ruido débil que aparece en la cuarta fase marca la presión diastólica en4'. fase.
El último ruido de la 3'. fase que marca el límite entre la 4'. y la 3'. fases indica la
presión diastólica en 4' . fase.
El último ruido de la 4'. fase señala el límite con la 5'. y es la presión diastólica en 5'.
fase, que es la genern.Imente aceptada, dado que es más fácil apreciar el momento en que
se inicia el silencio de la 5'. fase.
Porque la~ divisiones, t:mto del manómetro aneroide como de la columna de mercurio,
son en números pares, se aconseja informar de las mediciones obtenidas también en pares.
Se deben practicar varias lecturas, dejando un lapso entre ellas para que se expulse
totalmente el aire del cojín que presiona la arteria. Así, por lo menos, se puede tener una
cifra más precisa cuando las dos últimas lecturas sean casi iguales. Además, la presión
del manguito en la primera lectura produce una vasoconstricción pasajera local, que da
aumento en las cifras tensionales que desaparece en las lecturas subsecuentes.
En ocasiones la primera fase es con ruidos arteriales muy débiles o inaudibles, por lo
que se denomina a este hecho presión decapitada. Es importante registrar la presión
máxima por palpación, lo que auxilia para evaluar mejor una presión cuando es decapi-
tada y una buena razón para iniciar la práctica de torna de presión con el método palpatorio.
Puede suceder que no se ausculten ruidos después de oír los de la primera fase, es
decir, que faltan los de la segunda fase; a este espacio silencioso se le denomina agujero
auscultatorio o hiato tensioanerial, durante el cual sí se palpan los latidos de la aneria.
Est.o puede inducir al error de que la presión arterial máxima equivocadamente se considere
más baja, por lo que se insiste en la buena norma de iniciar la toma de presión por método
palpatorio.
Otras modalidades en el registro de la presión arterial son la modificación de los
sonidos de la segunda fase que no presentan el carácter soplante, sino que se parecen a los
de la primera o a los de la tercera fase, lo que no impide un registro correcto de la presión
arterial. También puede suceder que los núdos de la cuarta fose no existan y e ntonces la
tensión diastólica de la cuarta fase se confunde con la de la quinta. o que se atenúen
paulatinamente obteniéndose la presión diastólica en quinta fase. ·
En casos como en insuficiencia aórtica, en la que la diastólica está en cero o en algunos
sujetos jóvenes en que se perciben ru.idos hasta el final de la escala, la presión sólo se obtendrá
en 4•. fase.
También hay dificultades para apreciar la lectura de la presión anerial en los pacientes
con extrasistolia o arritmias diversas.
2.4.5. Abdomen
La exploración de abdomen sigue la norma de iniciarse con inspección, seguir con
palpación, percusión, auscultación y terminar con percusión auscultatoria.
Con fines didácticos, el abdomen se divide en regiones, siguiendo dos criterios. El
primero es considerarlo dividido en cuadrantes, por dos líneas, una horizontal y otra
vertical, que se cruzan en el ombligo. El otro es trazar dos líneas horizontales y dos verti-
cales, las horizontales pasan una por la 9". articu !ación condrocostal y otra por las espinas
ilíacas anterosuperiores. Las verticales son líneas que se proyectan al abdomen desde la
mitad de las clavículas. Así, el abdomen está dividido en nueve regiones, tres medias y seis
laterales: las medias son epigastrio, mesogastrio e hipogastrio; las laterales, tres i7.q11ierda~ y
tres derecha~, de arriba abajo, hipocondrios, flancos y fosas ilíacas.
Las proyecciones de los órganos intraabdominales sobre las regiones en que se ha
dividido el abdomen son importantes de considerar para precisar la topografía de Jos
síntomas o signos que se refieren en una historia clínica, para realizar el estudio semio-
lógico de los mismos;150· ' 5 ' asf en:
l . En hipocondrio derecho se debe considerar al hígado, vesícula biliar, duodeno, cabeza
de páncreas.
2. En epigastrio parte del lóbulo izquierdo del hígado, cara anterior de estómago.
3. En hipocondrio izquierdo el lóbulo izquierdo del hígado, bazo, cola de páncreas.
4. En flanco derecho el colon ascendente, riñón derecho, pelvicilla y uretero derechos,
asas de intestino delgado.
5. En mesogastrio colon transverso, asas de intesti no delgado, epiplón mayor, aorta,
cuerpo de páncreas.
Se recomienda evaluar el grosor del tejido graso subcutáneo, por la~ dimensiones del
pliegue entre índice y pulgar. En la apreciación del estado nutricional, la medición en mm
del pliegue en fosa ilíaca derecha. o en cara anterior del brazo. deberá emplearse el plicómetro
o hacer cuenta de adipocitos en las mismas regiones a través de punción-biopsia Al mismo
tiempo se realiza la palpación del pliegue cutáneo por regiones comparativas, para apreciar
el dolor a la presión (hiperbaralgesia). Observar la presencia de angioma~.lipoma.~. neurofibro-
mas, nevi pigmentarios, manchas o placas de hiperqueratosis. así como mamas rudimentarias
ectópicas.
La detección de áreas de hiperestesia o hiperbaralgesia obliga a explorar puntos dolo-
rosos en espalda y regiones lumbares (puntos de Valleix), para orientar la exploración
también hacia columna vertebral y extremidades.
En las zonas de dolor, practicar la búsqueda de dolor a la descompresión (signo del
rebote), valorarlas para asignarles el significado de reacción peritoneal, completar con otras
maniobras como la de Smith y Bates, o la del psoas. La de Smith y Bates consiste en
explorar al paciente en posición supina, presionar sobre el área de dolor, indicar al paciente
que se enderece o se siente, para que los músculos abdominales se contraigan; si el dolor
aumenta, es que se localiza en la pared abdominal; si se calma o desaparece, el dolor se
localiza debajo de la pared, en alguna víscera. La maniobra del psoas se describirá en la
exploración de ciego y apéndice.
Revisar eventraciones y sus características (sobre o cerca de cicatrices quirúrgicas);
hemias umbilicalc.~. de la lfnea blanca, inguinales, crurales, del triángulo de Pctit, notando
si son reductibles o no, volumen, su aumento con Jos esfuerzos, consistencia, si hay
ruidos intestinales, dolor a la palpación, adherencias al saco herniario, características de éste
y del aniUo herniario, relaciones con los órganos vecinos. Explorar al paciente acostado y
de pie, notando cuándo se presenta dolor.
En el abdomen se pueden observar movimientos debidos a la respiración, trasmisión
de movimientos cardíacos, aórticos, peristálticos, fetales, uterinos.
En cada inspiración, el diafragma desplaza a las vísceras abdominales: en el niño y el
adulto estos movimientos constituyen el tipo respiratorio abdominal y costal inferior; en la
mujer son menos aparentes y su tipo respiratorio es costal superior.
En la parálisis de la mitad del diafragma, hay movimientos inversos en los hipocondrios,
notándose la elevación importante del lado paralizado.
En procesos dolorosos torácicos o abdominales, Jos movimientos del diafragma se
alteran, exagerándose o invi.rtiéndose, como un mecanismo de defensa. En los torácicos,
en el adulto y el niño se exageran y en la mujer se invierten. En los abdominales, en el
hombre se hacen costales superiores y en la mujer se el\ageran.
En la insuficiencia cardíaca, la hepatomegalia es pulsátil, siendo factible ver o palpar
en el epigastrio la transmisión de los latidos cardfacos, mejor aún si hay insuficiencia
tricúspide, en sujetos adelgazados, con abdomen fláccido y observando con iluminación
tangencial. La aorta también transmite sus pulsaciones, más fáciles de notar en sujetos
delgados. En el hepatocarcinoma es posible corroborar estos lalidos y aun soplo audible.
Los movimientos peristálticos, de estómago o imestino. traducen la lucha muscular
para vencer un obstáculo a la circulación del contenido intestinal o gástrico. En estómago, es
Otras maniobras útiles son el tacto vaginal y la observación de una gran movilidad de la
matriz, cuando hay ascitis libre, que contrasta con mayor tije7.a cuando existe un quiste
Regiones vecinas al abdomen que deben ser exploradas con cu.idado son las regiones
inguinales, las inguinocrurales, las lumbares, la región perineal.
De las regiones inguinales e inguinocrurales en relación con padecimientos abdominales,
destacan las hernias.
En la parte inferior, entre las fosas ilíacas y el hipogastrio, se encuentran los conductos
inguinales, con un trayecto de arriba abajo, cuyo interior está ocupado por el cordón inguinal,
que los atraviesa por sus orificios interior, subcutáneo, inferior o superficial y exterior,
superior, profundo o peritoneal, limitados por los pilares del gran oblicuo. Los orificios
interiores son en realidad externos, inferiores. superficiales o subcutáneos; se loeali.zan por
encima de la espina del pubis, la cual sirve de referencia para su palpación, notándose Jos
pilares fibrosos que limitan este orificio y en el cual normalmente sólo se puede insinuar
la punta del índice que se ha introducido a través del escroto o de Jos labios mayores; es el
sitio de salida de las hernias inguinales, cuando se inician o son pequeñas; la palpación deberá
hacerse con el paciente de pie, para que el dedo explorador perciba el empuje del saco herniario
por el impulso del esfuerzo. Es necesario insistir en lo importante del diagnóstico de estas
puntas de hernia, cuyo diagnóstico puede confundirse con apendicitis.
Cuando la pared del abdomen está sujeta a grandes o reiterados esfuerzos, crecimientos
como en la obesidad o la ascitis, se debilita y da origen a hernias; por otra parte, están factores
genéticos que también participan en su patogenia.
Conocer la anatomía de la región hace posible que el cirujano reconstruya el conduc-
to inguinal y se efectúe con éxito el tratamiento de la hernia inguinal. Esta misma vía se
emplea para el tratamiento de la hernia crural.
Nivel C6. Da sensibilidad a la mitad externa del antebrazo, desde el pliegue del codo a
los dedos pulgar e índice. El bíceps participa en la flexión del hombro y codo, así como
en la supinación del antebrazo. En la extensión. de la muñeca participan el primero y
segundo radiales externos (C6) y el cubital posterior (C7). Para el reflejo del supinador
largo sostener el codo del paciente como se hace para generar el reflejo del bíceps,
percutir el extremo distal del radio para generar la sacudida refleja.
Nivel Cl. Sensibilidad del dedo medio. Reflejo tricipital. Aexor de la muñeca (nervios
mediano y cubital). Extensores de los dedos.
Nivel C8. Sensibilidad de la cara interna del antebrazo hasta la parte inferior del
codo y dedos anular y meñique. Aexores superficial y profundo comunes de los dedos.
Nivel DI. Sensibilidad en mitad interna de codo, tercio superior del antebrazo y tercio
inferior del brazo. Músculos interóseos, flexores de los dedos.
Nivel D2. La sensibilidad sigue el dermatoma desde el tercio inferior del brazo hasta
la lfnea mediosternal.
Las apófisis espinosas dorsales están muy inclinadas hacia abajo y atrás, de tal manera
que la altura a que se encuentra una apófisis espinosa corresponde al cuerpo venebral de
la vénebra subyacente.
La observación de la altura de los hombros y de las escápulas es imponante para
orientar a padecimientos de la columna, con Jos síndromes posturales derivados de su
afección.
Una lfnea horizontal que pase a la altura de la espina del omoplato corresponde a la
tercera apófisis espinosa dorsal, mientras que la horizontal que pasa por la punta de las
escápulas corresponde a la séptima.
La flexión del tronco separa los espacios entre las apófisis espinosas, lo que permite
pasar entre ellas una aguja o un estilete para penetrar al canal raquídeo, maniobra que se
realiza para realizar anestesia o bloqueos a través de éste. La extensión junta estos espa-
cios y los hace impenetrables.
A cada lado de las apófisis espinosas se sitúan los músculos de los canales venebrales,
cuya contractura es visible y palpable cuando se hace una palpación superficial. El valor
diagnóstico de estas contracturas musculares en los síndromes posturales es alto. por lo que
su observación es imponante y básica para precisarlos.
La tráquea se proyecta de la 6" apófisis espinosa cervical y termina a la altura de la 3"
dorsal. La división de la tráquea se localiza sobre una línea que une las bases de las espinas
de los omoplatos. El bronquio derecho es más grueso y prolonga la tráquea. La aorta torácica
se inicia a la izquierda del cuerpo de la 41 vértebra dorsal, para descender oblicuamente detrás
del esófago aproximándose a la lfnea media Los hilios pulmonares se proyectan a la misma
distancia de la 6• y 7• apófisis espinosas dorsales y del borde espinal del omoplato. A la
derecha la arteria pulmonar y sus ramas están delante del bronquio y a la izquierda están
por arriba.
La observación de la altura de los hombros es imponante para orientar a padecimientos
de la columna, con los síndromes posturales derivados de su afección.
2.4.8.1. Hombro
La exploración de conjunto deberá comenzar por la inspección de la piel, notando
color, sequedad, temperatura, trofismo, vellos, pigmentación, pliegues. Pa.sar a la palpación
corroborando los datos obtenidos por la inspección notando el grosor del panículo adiposo,
sensibilidad al roce (hiperestesia), a la presión (hiperbaralgesia) o al piquete, tono de Jos
músculos, partes óseas profundamente situadas como la cabeza humeral o la cavidad
glenoidea del omoplato; se hacen aparentes en las luxaciones humerales .
Los músculos más imponantes de la cintura escapular deberán ser explorados por
inspección y palpación, comparativamente, apreciando tono, tamaño, fuerza, consisten-
cia, separaciones, siguiendo un orden que vaya de la cara amerior a la posterior, de arriba
abajo y de dentro a fuera, en relajación y en contracción, en reposo y en movimiento. Así eva-
luar al esternocleidomastoideo, pectoral mayor, bíceps, deltoides, trapecio, romboides
mayor y menor, dorsal ancho y serrato mayor.
Observar, entre los fascículos anteriores del deltoides y los claviculares del pectoral
mayor, el surco deltopectoral. que se alarga hacia la clavícula para fonnar el hueco
subclavicular.
En el hombro el músculo principal es el deltoides, las salientes óseas de la clavícula,
la escápula con el acromion y la apófisis coracoides. Hay cuatro aniculaciones; la principal
es la glenohumeral. rodeada por las esternoclavicular, acromioclavicular y escapulotorácica.
La inspección proporciona datos desde la simetría en fonna y movimientos que son
simétricos, sin sacudidas, uniformes, suaves, pasando por la observación de cambios de
color, vesículas, cicatrices, protuberancias, pérdidas de continuidad, crepitaciones.
-
La clavícula es casi subcutánea, pues el músculo cutáneo del cuello, que la cubre, es
muy delgado y permite obsei'V'.tr su morfología. Las fracturas y luxaciones de la clavfcula
saltan a la vista. La clavícula fija el omoplato a la superficie posterior del tórax y hace
que la cavidad glenoidea permanezca en su sitio. En la luxación de la clavícula se ba
descri to el signo de la tecla y, en la de la cabeza del húmero, la clavícula sobresale en su
extremo acromial y da el signo de la charretera, con el brazo separado del tórax y la
cabeza humeral que sobresale bajo la clavfcula.
La inspección comparativa evidencia altcracione.s en la forma, simetría y movilidad.
El hombro es redondeado gracias a la cubierta que le forma el deltoides.
La palpación de los huesos en el hombro debe comenzar desde la escotadura del
esternón; la aniculación estemoclavicular, la clavícula, en su porción externa se une al
En los desgarros del manguito rotatorio se provocará dolor cuando el paciente, colocando
el brazo en abducción, trata de bajar su extremidad superior, haciéndolo con dolor y
además bruscamente, no puede bajarlo con lentitud, suavemente.
El dolor de hombro no sólo corresponde a lesiones en sus elementos estructurales,
como huesos, músculos, articulaciones, ligamentos, bolsas serosas, sino también por
mecanismos reflejos a distintas vísceras como en el infarto de miocardio, lesiones en
columna cervical o dorsal, pulmón, pleura, diafragma, hígado, vesícula, incluso ángulo
hepático de colon o duodeno y curvatura menor de estómago.
2.4.8.2. Axila
La axila o hueco del brazo es un pliegue de flexión que para explorarse es necesario
colocar el brazo tanto en abducción como en aducción; con la abducción adquiere la forma
de una pirámide cuadrangular, cuya cara anterior la forma el pectoral mayor y la posterior
el dorsal ancho; la cara interna, las costillas de segunda a sexta; la externa, la parte más
alta de la cara interna del brazo, en cuyo centro está el surco bicipital del húmero. En el
vértice entran del tronco a la axila el plexo braquial y la arteria axilar, cuyos latidos
pueden sentirse al comprimirla sobre la primera costilla. En el surco bicipital se palpa la
arteria humeral.
En la axila se palpan ganglios. el grupo ganglionar externo sobre el paquete va.~uloneiVioso.
el grupo anterior o pectoral y el posterior o dorsal.
Se debe evaluar la necesidad de biopsia ganglionar.
2.4.8.3. Codo
El codo es una articulación relativamente estable, en la que participan las articulaciones
humerocubital, humerorradial y radiocubital. A la región del codo se le describen un borde
interno, borde externo, cara anterior y cara posterior. Su forma es aplanada de atrás a
adelante, mientras que el brazo es casi cilíndrico. Sus límites superior e inferior son conven-
cionales; se trazan, re-spectivamente, como líneas horizontales a cuatro centímetros por
arriba y por abajo de la epitróclea. Se describen, en la cara anterior, una porción braquial
y una antebraquial, las que forman un ángulo diedro cuyo vértice es el pliegue del codo.
La exploración como en todas las regiones comenzará con la inspección, la palpación,
la percusión y la auscultación; si es necesario. punción exploradora o terapéutica y completar
con ultrasonido, radiología, tomografía axial computadorizada o resonancia magnética
nuclear.
La exploración deberá ser comparativa, por planos, desde piel a esqueleto, observando las
alteraciones morfológicas y funcionales para diagnosticar lipomas, higromas, neurofibromas,
flemones, rabdomiomas, osteomas, aneurismas, luxaciones. fracturas u otros, así como
también detectar qué elemento anatómico es doloroso o está alterada su morfología o
función.
Si se observa a un sujeto de pie, con Jos brazos extendidos a los lados y las palmas de las
manos hacia adelante, los brazos se juntan al tronco, mientras que los antebrazos forman
un ángulo. llamado ángulo de carga, que se hace más notable cuando la mano lleva algún
lo largo de su trayecto. Tinel'... describió este signo, aunque también el hecho de que un
nervio que se regenera, al percutido en su trayecto la sensación producida no va más allá
del sitio de la regeneración.•ss En el externo se palpa en su parte más alta una saliente
redondeada que es el cóndilo o cabeza menor del húmero; por abajo está la cúpula del
radio que se siente rodar bajo los dedos con los movimientos de pronación y supinación
del antebrazo. Entre el cóndilo y la cúpula del radio está una depresión transversal que es
la interlínea articular.
Si seguimos hacia abajo del olécranon, vamos palpando el borde cubital hasta llegar
a la apófisis estiloides en la muñeca
Por encima del olécranon está una parte de su fosa en el húmero, cubierta por la
aponeurosis del tríceps.
El relieve del tríceps es notable cuando se hacen movimientos de apoyo en un bastón
o en una muleta.
Una contracción demasiado brusca del tríceps puede arrancar una parte del olécranon;
considerar que, en la fractura de éste, hay la tendencia del tríceps de jalar el fragmento
fracturado hacia arriba por Jo que la inmovilización debe mantener la extremidad superior
en extensión sólo el tiempo indispensable pan1 no formar adherencias intraarticulares. Si las
fracturas son en húmero, cúbito o radio, la inmovilización es en flexión.
En el olécranon se inserta el tendón del tríceps, que es el músculo principal extensor
del brazo. Un poco por arriba del olécranon, debe percutiese para generar el reflejo
tricipital, que depende de C7.
La cabeza radial es palpable bajo los músculos extensores de la muñeca (supinador
largo, primero y segundo radiales externos, epicondíleos o llamados también triple
acojinamiento móvil 166) cuando se efectúan los movimientos de supinación y pronación,
palpando entre olécranon y epicóndilo; el dolor significa bursitis u osteoartritis. También,
en forma indirecta, se pueden palpar tanto el ligamento colateral lateral como el ligamento
anular a la altura de la cabeza del r&dio.
La tumefacción difusa en la región del codo se observa en la fractura supracondílea
del húmero y en la triturante del codo. Tumefacciones limitadas se notan en las bursitis
del olécranon o en las adenitis supracondíleas por padecimientos infecciosos localizados o
generales con inflamación de otros grupos ganglionares.
Las pruebas de an:os de movilidad de la articulación del codo permitirán evaluar la flexión,
extensión, supinación, pronación, por movimientos activos, pasivos y con resistencia.
En la flexión participan principalmente el bíceps y el braquial anterior, inervados por
el músculo cutáneo, que depende de C6 y C7. Secundariamente participan en la flexión
los supinadores largo y corto.
En la extensión del codo el músculo principal es el tríceps y secundario el ancóneo,
inervados por el mdial (C7).
Los supinadores son el bfceps (inervado por el musculocutáneo, C5 y C6), supinador
corto (radial, C6) y secundariamente el supinador largo.
2.4.8.4. Muñeca
En la cara anterior del puño distinguimos tres pliegues de flexión cutáneos, que se hacen
claramente visibles con la mano en flexión . El superior o antebraquial corresponde a la
interlínea radiocarpiana. El inferior o pliegue mediocarpiano. Debajo de este pliegue, hay
una saliente transversal, donde se unen las eminencias tenar e hipotenar, denominada el
talón de la mano. La tlexión de la mano hace sobresalir el tendón del palmar mayor que va
a terminar en la eminencia tenar. Por dentro de este tendón está el del palmar menor que
termina en la aponeurosis palmar superficial; para que resalte el tendón de este músculo
en la muñeca, se necesita colocar la mano en flexión y se hace tocar por sus yemas el
pulgar y el meñique. Por fuera del tendón del palmar mayor, está la apófisis cstiloides
del radial y la inserción del supinador largo. La ar1eria radial late en el canal del pulso
formado por el tendón de este músculo y el del palmar mayor.
Se distinguen en la muñeca seis túneles dorsales y dos palmares, por donde pasan
tendones, vasos y nervios.
Los seis túneles dorsales son los que señalan a continuación:
Túnel l. Está situado en la porción radial de la muñeca y formado por el abductor largo
y el extensor corto del pulgar, que forman el borde radial de la tabaquera anatómica;
en su borde cubital está el extensor largo del pulgar'"'·
Túnclll. Se sitúa por fuera del tubérculo de Lister y contiene los tendones de los mús-
culos primero y segundo radiales externos.
Túnel III. Situado inmediatamente por dentro del tubérculo de Lister, contiene el
tendón del extensor largo del pulgar (límite cubital de la tabaquera anatómica).
Túnel IV. Lleva los tendones del extensor común de los dedos y el extensor propio
del índice.
Túnel V. Conduce el tendón del extensor propio del meñique.
Túnel Vl Es atravesado por el tendón del cubital posterior.
Por los dos túneles palmares pasan Jos tendones de:
Túnel J. Corresponde al tendón del cubital anterior que engloba al pisiforme, queda
como hueso sesamoideo, situado en la cara anterior del piramidal. Entre el pisiforme
2.4.8.5. Mano
La mano es la parte más activa de la extremidad superior y la más vulnerable y
desprotegida, por lo que son frecuentes sus lesiones. Está dotada para constituir parte de
un lenguaje corporal de extraordinaria riqueza; sus actitudes o movimientos son muy
significativos, en ocasiones tienen valor universal. Nuestra mente es capaz de expresarse a
través de la mano. Por otra parte, su contacto en medicina puede generar en el paciente
sensaciones de alivio, conocidas desde tiempo inmemorial a través de la masoterapia o
de la "imposición de las manos". Es una maravilla como instrumento de trabajo, con justi-
ficada razón figura en heráldica y constituye la parte central del escudo de la Academia
Mexicana de Cirugía.
La inspección de la mano proporciona numerosos datos tanto de padecimientos locales
como generales, con repercusión en ella. Cada uno de sus elementos, de la piel a los huesos,
ofrecen una gran riqueza signológica a la que es necesario hacer referencia.
Es preciso explorar en las manos la tonicidad y trofismo de los músculos de las
eminencias tcnar e hipotcnar, en forma comparativa; en cambio, tienen un mayor tamaño
y fuerza en la mano dominante. La eminencia tenar está formada por tres músculos que
mueven el pulgar y que son el abductor corto, el oponente y el flexor corto del pulgar, en
orden de la superficie a la profundidad. La compresión del nervio mediano en el túnel
del carpo produce atrofia de estos músculos.
La eminencia hipotenar está por encima del dedo meiiique y le dan forma los músculos
aductor, oponente y flexor corto del meñique, inervados por el cubital, también en ellos hay
que buscar atrofia o hipertrofia. La compresión del cubital en su trayecto por el túnel de
Guyon produce la atrofia muscular de los mencionados músculos.
La atrofia de las eminencias tenar e hipotenar produce una mano excavada, con Jos
dedos en flexión (contractura de Dupuytren). Entre ellas se extiende la aponeurosis palmar
que puede presentar nódulos o engrosamientos.
lesión del nervio cubital. Estas parálisis se presentan por lesiones altas del nervio (medulares,
radiculares) o bajas, de origen infeccioso (diftérica, postherpética), inmunológicas (vasculitis),
traumático (fracturas. compresiones. post:mestésicas. túnel carpiano. artropatías. aparatos de
yeso, heridas por arma blanca o disparo). tóxico (alcoholismo. saturnismo), ocupacionales
(planchadoras). degenerativo (caquexia. coma), metabólicas (neuropatfa diabética), neoplásicas
(osteomas, condromas). 190
Además, los tres nervios radial, mediano y cubital dan la sensibilidad a la mano que debe
explorarse de acuerdo a su distribución; así:
El nervio radial da sensibilidad aliado radial del dorso de la mano (dorso del pulgar,
índice y medio); el pliegue entre pulgar e índice lo inerva el radial, corresponde a C6.
El nervio mediano se distribuye en las porciones radiales de la palma y superficies
palmares del pulgar índice y medio, pero la inervación más pura corresponde a la punta
del índice. Está en relación con C7, aunque participen C6 y C8.
El lado cubital de la mano está inervado por el nervio cubital, más exactamente la
parte palmar de la punta del meñique. Corresponde al segmento CS.
Para la palpación de la muñeca, se toman como puntos de referencia las salientes
formadas por las apófisis cstiloidcs, tanto del cúbito como del radio; ambas pueden se-
guirse hacia arriba hasta el codo o hacia abajo para explorar los huesos del carpo.
Recordar las dos tilas de huesos del carpo o muñeca, del borde radial al cubital: la
proximal formada por el escafoides, semilunar, piramidal y pisiforme; la distal por el
trapecio, trapezoide, hueso grande y hueso ganchoso.
La apófisis estiloides radial está en el extremo distal del radio; puede seguirse hacia arriba,
en el antebrazo, en donde se pierde bajo los músculos y tejidos blandos de la cara externa del
brazo y codo, mientras que desde la apófisis estiloides del cúbito se puede seguir su borde
hasta el olécranon.
Por abajo de la apófisis estiloides del radio se encuentra el escafoides, después más abajo
el trapecio que se articula al primer metacrupiano. Si se palpa la apófisis estiloides del radio y
se sigue en la cara dorsal de la mano hacia la l.ínea media, es posible tocar hacia el tercio medio
el tubérculo de Lister.
En el dorso de la mano, al extender el pulgar, por abajo de la apófisis estiloides del
radio, se fonna una depresión denon1inada tabaquera anat6 1n ica, l i1nj tada por afuera por
los tendones del extensor corto y el abductor largo del pulgar y por dentro por el exten-
sor largo del pulgar. En el fondo está el escafoides al que cruza una rama de la radial
profunda.
Por dentro del escafoides está el semilunar; casi en la unión de ambos pasa una línea
del tubérculo de Lister al hueso grande y de éste al tercer metacarpiano, cubiertos por el
tendón del segundo radial externo que va a insertarse en la base del tercer metacarpiano.
El hueso grande se sitúa por dentro del trapezoide y por fuera del hueso ganchoso. También el
hueso grande está en relación con la base del tercer metacarpiano, que es su mejor refe-
' en posición neutra, ni en flexión ni en extensión, por encima
rencia. Si se coloca la mano
de la base del tercer metacarpiano. es posible observar una depresión correspondiente al
hueso grande, que se desplaza hacia el metacarpo cuando se flexiona la muñeca.
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142 fli,loriu .-/(nit u
Si pai¡Jamos la apófisis estitoides del cúbito, notamos que es más grande que la radial;
bajo eUa hay un surco que lo separa del piramidal, ya que sólo el radio se articula a la primera
fila o proximal del carpo.
Hay que explorar tos arcos de movilidad activos, pasivos y con resistencia de la
mufieca con flexión, extensión, desviación radial, cubital, supinación y pronación.
En las articulaciones metacarpofalángicas se observarán también, con movimientos
activos, pasivos y con resistencia. la flexión, extensión. En las interfalángicas la flexión,
extensión, abducción y aducción de los dedos. En el pulgar fleJtión y extensión, abducción
y aducción, oposición.
En la extensión de la mufieca participan los músculos primero y segundo radiales
externos, cubital posterior, inervados por el radial (C6 y C7).
En la flexión de la muñeca participa principalmente el palmar mayor (nervio media-
no, C7) y secundariamente el cubital anterior (nervio cubital, CS y D 1).
En la supinación de la muñeca participan el bíceps (musculocutáneo, CS y C6) y el
supinador corto (nervio radial, C6).
En la pronación de la muñeca participan los pronadores redondo (nervio mediano, C6)
y el cuadrado (nervio mediano, (C y DI).
En la extensión de los dedos son extensores primarios el común de los dedos, el
propio del dedo índice y el propio del meñjque (nervio radial, C7).
En la flexión de los dedos, el flexor común profundo de los dedos para la articulación
interfalángica distal (nervio cubital, CS y D 1). En la fleJtión de los dedos, la interfalángica
proximal (flexor superficial de los dedos, nervio mediano C7, CS y DI). En la flexión de
la articulación metacarpofalángica Jos lumbricales (mediales, nervio cubital, es y en los
lumbricales laterales el nervio mediano, C7).
En la abducción de los dedos participan los músculos interóseos dorsales (nervio
cubital, CS y D 1) y el abductor del meñique (nervio cubital, CS y D 1).
En la aducción de los dedos el músculo interóseo palmar, inervado por el nervio
cubital (CS. DI).
Como extensores del pulgar funcionan los extensores corto y largo del pulgar a través
del nervio radial (C7).
En la flexión del pulgar participan el flexor corto y el largo del pulgar a través de los
nervios cubital (CS) y mediano (C6, C7, CS y DI).
Para la abducción del pulgar partkipan los abductores largo (nervio radial, C7) y el
abductor corto a través del nervio mediano (C6 y C7).
En la aducción del pulgar participa el aductor del pulgar (nervio cubital, CS).
En el acto de pellizcamiento participan los flexores largos y extensores que estabilizan las
articulaciones interfalángicas, metacarpofalángicas y carpometacarpianas que permiten
el movimiento de pulgar y meñique para formar una O, movimiento indispensable para
la acción de pellizcar.
En la oposición del pulgar y meñique participan el oponente del pulgar (nervio me-
diano, C6 y C7) y el oponente del meñique (nervio cubital, C8).
Lo mismo, otras referencias óseas como los troncánteres, las rótula~ o los maleolos. Esta
exploración también debe ser por regiones y por planos.
Se necesita la integridad anatómica y funcional para que las extremidades inferiores
realicen sus funciones de sostén por un lado y de marcha por otro, o sea de soporte de
carga y ambulación.
Se distinguen dos fases en la marcha: 1) fa~ postura! y 2) fase de oscilación.193 Se suceden
en forma alterna en las extremidades inferiores: mientras que una está en fa~ postura!, la otra
lo está en fase de oscilación. Cada una tiene varios componentes; así:
1) Fase postura!, se considera que es la parte principal de la marcha. En ella se hacen
más ostensibles las fallas que impiden la marcha normal. Es la fase de carga de peso
y de mayor tensión. Abarca desde que el talón toca el piso, hasta que se flexionan las
articulaciones rnetatarsofalángicas para que la extremidad se impulse y pase a la segunda
fase; sus componentes son:
l. Choque del talón.
2.Pie de plano sobre el piso.
3. PosiUra imermedia.
4.1mpulso.
2) Fase de oscilación, movimiento de avance; sus componentes son:
1. Aceleración.
2. Oscilación intermedia.
3. Desaceleración.
La presencia de dolor durante la fase postura! da origen a una marcha antálgica No olvidar
que los zapatos pueden ser motivo de dolor por pequeños. grandes, estrechos. con forros
doblados, clavos, cuerpos extraños e incluso calcetines rotos, doblados, estrechos.
La mayor parte de los problemas se presenta durante la fase pos rural, que es cuando la
extremidad está sujeta a mayores tensiones, para soponar el peso y sostener el equilibrio.
Normalmente, mientras que el talón derecho alcanza el piso (choque del talón), el
pie izquierdo flexiona las articulaciones metatarsofalángicas e impulsa a la extremidad
inferior izquierda hacia adelante (aceleración). El choque del talón es doloroso por
espolón en el calcáneo, bursitis, callos y otros. Mientras que la rodilla normalmente se
extiende, pero, si hay debilidad en el cuadríceps o fusión de la rodilla en flexión, el paciente
tratará de sujetarla para que esté en extensión. Por otra parte, en la fase de oscilación, el
componente aceleración en el pie necesita de la dorsiflexión activa del tobillo, acorta la
extremidad que oscila, salva el piso y el tobillo se mantiene en posición neutral. Mientra5
tanto la rodilla se flexiona al máximo y contri buye a acortar la extrenúdad. Así que al iniciarse
la aceleración se contrae el cuadríceps, y se inicia la oscilación de la pierna hacia adelante.
Si hay debilidad del cuadríceps, la pelvis rota hacia adelante para impulsar la extremidad
inferior.
El pie derecho va aplanándose ha5ta estar plano en el piso (pie sobre plano), la extrenúdad
inferior izquierda se levanta, oscila y avanza (oscilación intennedia). La dorsiflexión
del pie en la que participan el tibial anterior, el extensor común de los dedos y el extensor
del dedo gordo, mediante alargamiento excéntrico, hacen que el choque del talón se
efectúe suavemente. Si los dorsiflexores son débiles, el choque del talón es brusco. Si hay
fusión del talón, no hay posibilidad de llegar a la posición del pie sobre lo plano, pasando al
componente postura! intermedio. Cuando los dorsiflexores del pie son débiles, el zapato
raspa el piso. El paciente compensa esta debilidad flexionando la cadera en exceso, para
doblar la rodilla, a fin de que el pie se levante lo suficiente para dar el paso (marcha a
saltos).
El pie derecho se apoya en el piso (pie sobre plano), el pie izquierdo levantado está
a la altura de la pierna derecha (oscilación intermedia). En el pie sobre plano, el peso
del cuerpo se reparte en todo el pie; se presenta dolor tanto en el pie plano rfgido, como
en la artritis subastragalina, así como en los callos dolorosos de las cabezas de los
metatarsianos y en el dorso de los dedos. En este componente de pie sobre plano, la
rodilla se estabiliza por la contracción del cuadríceps. Si ésta es débil, la flexión es
excesiva y la rodilla es inestable. Al mismo tiempo la cadera se desplaza lateralmente
hasta 2.5 cm sobre el lado derecho. que en este caso es el que carga el peso. gracias a la
contracción del glúteo mediano; si éste es débil, el desplazamiento lateral es mayor de
2.5 cm (es la abducción o inclinación del glúteo mediano). Si el débil es el glúteo mayor,
se desplaza el tórax hacia atrás y la cadera permanece en extensión (inclinación extensora
o del glúte.o mayor).
Las articulaciones metatarsofalángicas derechas se flexionan (impulso) y el talón
izquierdo va a tocar el piso (desaceleración). Antes del choque del talón, los músculos
de la corva (semitendinoso, scmimembranoso y bíceps crural) se contraen para reducir la
aceleración y hacer que el talón choque suavemente con el piso. Si hay debilidad en los
músculos de la corva, el talón choca bruscamente; las consecuencias serán marcha con
hiperextensión de la rodilla y engrosamiento del cojinete del talón.
Si el talón derecho se eleva (impulso). el talón izquierdo tocará el piso (choque del
talón). Para realizar el impulso se necesita que la~ articulaciones metacarpofalángica~ se
hiperextiendan, principalmente la del dedo gordo. Si hay fusión de estas articulaciones
(dedo gordo rfgido), la hiperextensión es substituida por un impulso con la parte anterola-
teral del pie; además, la formación de callos sobre las cabezas de los metatarsianos incrementa
el dolor. En el impulso, la oscilación de la rodilla se logra con la participación de los gemelos,
el sóleo y el tlcxor largo del dedo gordo; si hay debilidad en ellos, se presenta la marcha
con pie plano o calcánea.
La amplitud de la base de marcha, transversalmente, es de 5 a 1Ocm y la distancia de
talón a talón de 38 cm. El centro de gravedad del cuerpo se sitúa a cinco cm delante de la
segunda vértebra sacra y durante la marcha no debe desplazarse verticalmente más de 5
cm. En todos los componentes de la fase postura!, la rodiUa está en flexión. La pelvis y
el tronco se desplazan en sentido lateral menos de 2.5 cm. La distancia promedio de un
paso es de 38 cm. En el adulto, una marcha normal tiene 90 a 120 pasos por minuto.
En la extremidad inferior se estudiarán:
2.4.9.1. Cadera.
2.4.9.2. Muslo.
Malefi~ oro!eo do oor derechos de autoc
146 fli,turia dini< u
2.4.9.3. Rodilla.
2.4.9.4. Pierna.
2.4.9.5. Tobillo.
2.4.9.6. Pie.
2.4.9.1. Cadera
La cadera es el homólogo del hombro; une la extremidad inferior al tronco. Sus límites
son por arriba la cresta illaca y el pliegue de la ingle. Por abajo y atrás, el pliegue glúteo, que
se prolonga hacia adelante por una lfnea horizontal que pasa por el vértice del triángulo
de Scarpa, por dentro y abajo el pliegue femoroperineal o genitocrural, que la separan del
periné y el escroto o labios mayores. Por atrás, la región de la cadera limita con la región
sacrococcígea que la separa de la opuesta.
La región de la cadera se divide en tres regiones: l. por atrás la región glútea, 2. por
delante, la región inguinocrural y 3. por dentro, la región obturatriz o subpubiana. Abarca
tres articulaciones: l"la coxofemoral o de la cadera; 2" la articulación sacroilfaca y 3•1a sfnfisís
del pubis.
Se deben evaluar comparativamente la longitud de las extremidades inferiores, ya sea
midiéndolas de la depresión bajo la espina iHaca anterosuperior a parte media de maleolo
interno. También se puede medir la diferencia en longitud de las extremidades inferiores,
notando esta distancia ya sea de la sínfisis del pubis o del ombligo a los maleolos intemos.194
Para precisar si el acortamiento de la extremidad se debe a fémur o a tibia, se ha
sugerido colocar al paciente en decúbito dorsal, con las pierna~ flexionadas en ángulo
recto, los pies aplanados y a la misma altura; si una rodilla es más alta que otra, es la tibia
la que ocasiona el desnivel. Si se observa una rodilla más adelante que la otra.. es el fémur
el causante de esta diferencia.
La prueba de Ober para la contracción de la cintilla iliotibial o fascia lata se practica
colocando al paciente en decúbito lateml sobre el lado no aft!(."'ado, con la rodilla flexionada en
ángulo de 90°. Se sostiene la extremidad inferior haciendo abducción hasta donde lo pern1ita
el paciente. Se reti.ra el sostén; si la rodilla cae hasta la posición de aducción. la prueba es
negativa.. Si hay imposibilidad de efectuar esta aducción la prueba es positiva, la rodilla no
cae, la contractura de lafascia lata puede indicar poliomielitis, mielomeningocele u otras
causa~.
abajo y adentro el isquion, por abajo y afuera el trocánter mayor. La cresta ilíaca es el
punto de referencia para localizar las espinas ilíacas. Si se toca la espina ilíaca anterosu-
perior y se sigue el borde del ilíaco, se llega a la tuberosidad ilíaca, que es la parte de mayor
grosor de la cresta illaca. Una horizontal que pase en el nacimiento del pliegue interglúteo
tocará en la cara externa del muslo, el vértice del trocánter mayor y en la cara anterior el
borde superior del pubis. En el borde superior de éste se localizan las espinas o tubérculos
púbicos, a unos dos centímetros por fuem de la sínfisis del pubis, que señalan el orificio
exterior del conducto inguinal y son importantes puntos de referencia en la hcrnioplastia
inguinal.
El triángulo lumbar, o triángulo de Jean Louis Petit, está limitado por abajo por la
cresta ilfaca. por delante por el borde inferior del oblicuo mayor o externo y por detrá.~ por
el borde anterior del dorsal ancho; en el fondo por el pequeño oblicuo o interno y el transverso;
en la superficie suele estar representado por una depresión pequeña, es una zona débil de
la pared abdominal, por donde se pueden presentar hernias.
Cuando se flexiona el muslo sobre la pelvis en un ángulo de 90•, el isquion haee sa-
liente y es más fácil su palpación. En esta posición, si se traza una línea de la espina ilfaca
anterosuperior al isquion (línea de Nélaton-Roser), es tangente al vénice del trocánter mayor.
En las luxaciones del fémur, la aproximación de esta Hnea a la base del trocánter mide
tanto el acortamiento de la extremidad inferior como la dislocación del fémur.' 9$
La exploración de la cara posterior de la cadera puede realizarse con el paciente en
decúbito ventral o lateral. Identificar las espinas ilfacas posterosuperiores y posteroinfe-
riores, que se localizan bajo pequeña~ depresiones. ya que son subcmáneas. Para ello. se puede
seguir el borde de la cresta ilíaca. Si se palpa el vértice del trocánter mayor, siguiendo una
línea horizontal, ligeramente por encima del pliegue glúteo, se toca el isquion. La inflama-
ción de la bolsa serosa que cubre al trocánter mayor da dolor en la región, lo mismo que cuando
hay bursitis en la del isquion; en este caso puede haber confusión con neuritis del ciático.
El trocánter mayor, cuando el muslo está en extensión, está cubierto por el glúteo
mayor; si se coloca en flexión, queda descubierto el trocánter mayor y la palpación del
ciático es factible.
Entre el trocánter mayor y el isquion, hay una depresión denominada canal isquitrocantéreo,
donde discurre el nervio ciático; en este sitio, en sus neuritis, la palpación provoca dolor
intenso. que se irradia siguiendo su trayecto hacia el muslo y la pierna.
La distancia biisquiática se mide con la paciente en posición gcnupectoral, normal-
mente se considera que es de 11.5 cm, puede hacerse con las barras de Duque de Estrada,196
que van de 8 a 15 cm, esta medición es importante para prever la posibilidad de distocias.
La articulación coxofemoral no es palpable, por estar cubierta por una gruesa capa musculo-
aponeurótica y tejido graso, pero sugieren fractura de fémur el acortamiento de miembro, Jos
dolores al movimiento y la rotación de la extremidad inferior, a lo que se puede agregar
crepitación ósea y equimosis.
Las luxaciones de la cabeza del fémur, según sean hacia adentro o hacia afuera de la
cavidad cotiloidea. se denominan hacia adentro o ventralcs o hacia afuera o dorsales; a su
vez, hay variedades bajas y altas; en el caso de las ventrales pueden ser obturatriz (adentro)
o isquiática (afuera) y las dorsales, pubiana (adentro) o ilíaca (afuera).
3. Hernia inguinal directa. Se forma el saco herniario por fuera del cordón de la aneria
umbilical obliterada y por dentro del origen de los vasos epigástricos, para alcanzar el
orificio exterior del conducto inguinal. Es también hernia de pared débil.
está la vena femoral y por fuera el nervio crural. El latido arterial es un punto de referen-
cia para localizar no sólo a la arteria, sino también, por dentro de él a la vena, en caso de
necesitarse punción para extracción de sangre, aplicación de inyecciones o realizar cate-
terismos. El ganglio de Cloquet se sitúa entre la vena femoral y el ligamento de Gimbernat.
Si se toma como referencia la desembocadura de la safena, como centro de una cruz,
con una línea venical y otra horizontal que forma cuatro cuadrantes, los ganglios se
reparten en cuatro grupos: superoextcrno, superointcrno, inferoexterno e inferointerno.
A los ganglios internos llegan los linfáticos de los genitales; a los externos superiores los de
la fosa ilíaca derecha y de la cara externa de la región glútea: a los externos inferiores los
del muslo y de la extremidad inferior.
Por delante de la fascia cribiforme, en el triángulo de Scarpa, se localizan ganglios en
los que desembocan linfáticos que proceden de la extremidad inferior y de los genitales
externos. Su exploración es obligada en padecimientos inflamatorios y neoplásicos, tanto
de extremidades inferiores como de genitales, asf como de enfennedades hematológicas
o con repercusión general.
Se deben palpar los músculos de la región: el tensor de lafascia lora, el sartorio, el primer
aductor o aductor mediano. Éste es accesible colocando al paciente en decúbito dorsal, con
el talón del pie del lado que se va a palpar sobre la rodilla opuesta; la parte más alta del
músculo se toca en forma de cordón, que es doloroso después de ejercicio exagerado.
La prueba de Trendelenburg evalúa la fuerza del glúteo medio; en un sujeto que tiene
función nonnal del glúteo medio, al estar de pie, la~ espina~ ilfacas anteroposteriores están
sobre una horizontal; al apoyar una de las extremidades para que cargue el peso del cuerpo,
como cuando se da un paso, la contracción efectiva del glúteo medio hace que se mantenga
dicha horizontal, ya que el lado no apoyado no desciende, por la contracción efectiva del
glúteo mediano. Si éste no se contrae con efectividad, la cadera desciende, basculando la
cadera del lado opuesto. Se debe buscar la causa de la contracción ineficaz del glúteo
mediano (atrofia, luxación, poliomielitis, lesión intramtqufdea de raíz nerviosa).
Aducción. Estando en posición de abducción, cruzar los muslos, primero con el derecho y
después con el izquierdo, realizando ángulos de aducción mayores de 20°. El músculo
principal es el primer aductor o aductor mediano, inervado por el nervio obturador (L2, L3
y lA). Con el paciente en decúbito lateral, el muslo en abducción, se indica que realice
aducción, oponiendo resistencia. Se evalúa el lado opuesto. Se compara la fuerza necesaria
para la aducción de los muslos.
Flexión. Sin inclinar el dorso, en decúbito dorsal, flexionar el muslo pard que la rodilla
toque elt6rax a 135° de flexión . El músculo llexor primario es el psoasilfaco, inervado
por el nervio crural (Ll, L2 y L3). El flexor secundario es el músculo recto anterior del
muslo. Otra fonna de evaluar la fuerza de la flexión es con el paciente sentado y sus piernas
fuera de la mesa; una mano estabiliza o fija la pelvis, colocándola sobre la cresta ilfaca
mientras se le indica al paciente que levante el muslo, primero de un lado y luego del otro,
oponiendo resistencia para este movimiento. Se compara la potencia en los dos lados.
Flexión y aducción. El enfenno sentado debe poder cruzar un muslo sobre el otro.
Flexión, abducción y rotación ex tema. El enfermo sentado podrá colocar el lado
lateml del pie en la rodilla opuesta.
Extensión. El paciente sentado, cruzando sus extremidades supe1iores, puede levan-
tarse. El músculo extensor primario es el glúteo mayor, inervado por el ciático (S 1). Son
extensores secundarios los músculos de la corva, inervados por el ciático (semimembranoso
L5, semi tendinoso L5 y bíceps crural S 1). Una fonna de evaluar la extensión es colocar
al paciente en decúbito ventral, que llcxionc su pierna sobre el muslo y tmte de levantar el
muslo, mientras se aprecia la contracción del glúteo mayor. Repetir la maniobm con el lado
opuesto.
Rotación interna y externa. Las pruebas anteriores colaboran en corroborar estas
funciones.
como la pierna están en ángulos de 45°. El explorador coloca su mano sobre el muslo del
paciente, fijando el fémur y con la otra mano desplaza la pierna hacia afuera o hacia adentro
para evaluar la rotación hacia afuera y adentro. El cuello del fémur forma con la diáfisis un
ángulo anterior de JS•; si aumenta este ángulo, se dice que está en anteversión excesiva, la
que se presenta en sujetos que canlinan con la punta de los pies hacia adentro (pie varo). A la
inversa, cuando el ángulo disminuye, retroversión, la marcha es con las puntas de los pies
demasiado abiertas (pie valgo).
2.4.9.1.8. Sensibilidad
Se considera la sens.ibiJidad en la extremidad inferior en franjas correspondientes a
dermatomas.
La pelvis, la cadera y el muslo reciben su inervación de raíces nerviosas torácicas,
lumbares y sacras.
Recordar que el dermatoma que corresponde a D 1O es el que se localiza a nivel del
mesogastrio. El dennatoma de la región inguinal es el D 12, paralelo al arco crural. Entre
ambos está el dermatoma D11. También paralelo a la región inguinal, dirigido de arriba
abajo y de fuera a dentro, por abajo del pliegue de la ingle está el dermatoma Ll, debajo
del cual, también inclinado de arriba abajo y de fuera a dentro a la altura de la rodilla, está el
dermatoma L3. por encima del cual está L2, en la parle media del muslo. lA inerva la
rodilla en su cara anterior e interna y parte interna de la pierna, mientras que LS lo hace
en la parte externa de la misma.
La región glútea está inervada por nervios lumbares superficiales correspondientes a las
raíces de Ll, L2 y L3. El nervio cutáneo posterior del muslo da sensibilidad a una zona
verúcal que va del pliegue glúteo al hueco poplfteo. El nervio femorocutáneo da sensibilidad
a la cara lateral del muslo. El nervio cruraJ i.nerva lltnto al cuadrlceps como da sensibilidad a la
cara interna del muslo, por tanto, sus alteraciones son motoras y sensitiva~.
Tres anillos concéntricos de fuera a dentro, alrededor del ano. forman los dermatomas
de S2, S3 y S4.
La exploración se completa con tacto rectal para apreciar alteraciones en el cóccix,
buscando dolor sobre su cara anterior, aparte de registrar datos de las paredes rectales,
próstata, anexos, paracolpos. fondo de saco de Douglas, esf!nter anal y ano.
2.4.9.2. Muslo
E.~ el homólogo del brazo, situado entre la cadera y la rodilla; sus límites son, hacia arriba,
una línea horizontal convencional, que pasa por el vértice del triángulo de Scarpa por
delante y por atrás el pliegue glúteo. Por abajo, ellfmite del muslo es una línea también
horizontal que pa~a unos dos traveses de dedo arriba de la parle más alta de la rótula y a los
lados dos IJneas verticales, la primera del trocánter mayor al cóndilo externo, que corres-
ponde al tendón de lafascia lata. La segunda. del pubis al cóndilo interno, corresponde al
recto interno.200
En la mujer y el niño el muslo es cilíndrico; en el hombre adulto su forma es la de una
pirámide truncada con su base mayor hacia arriba, con tres caras: posterior. anterointerna y
anteroextema. En los cortes transversales, en el centm está el fémur, rodeado por masas
musculares que permiten dividir al muslo en tres regiones:
2.4.9.2.1. Región femoral anterior.
2.4.9.2.2. Región femoral posterior.
2.4.9.2.3. Cuerpo del fémur.
por lo que se llama músculo satélite de la femoral; levantándolo, se encuentra por abajo de
la parte media, a unos ocho centúnclros del cóndilo interno, el conducto de Hunter o conducto
de los aductores. El plano muscular profundo lo forman el recto interno, el pectíneo y los
aductores.
Es necesario subrayar la atrofia precoz del cuadriceps en la inmovilización, reposo
prolongado, derrames articulares de la rodilla que exigen por ello una punción oportuna,
temprana.
La inervación de la región femoral anterior se realiza por nervios superficiales: en la
cara externa del muslo, el nervio femurocutáneo da la rama femoral que desciende vertical-
mente en esta región. El nervio crural genera las ramas perforantes, que inervan la cara
anterior e interna del muslo, la superior, media e inferior que cruzan el borde int.erno del
sartorio. La cara interna y superior del muslo está inervada por el músculo cutáneo interno.
El obturador da sensibilidad a la parte interna e inferior del muslo. La exploración de la
sensibilidad se hace por exploración al roce, piquete o identificación de letras o números
trazados en la piel con algún objeto agudo.
La región femoral posterior tiene límites que prolongan la región anterior: por arriba
el pliegue glúteo, por abajo la horizontal que pasa a dos traveses de dedo del borde
superior o base de la rótula. A los lados, el externo del trocánter mayor al cóndilo externo
y el imerno del pubis al cóndilo interno.
La fonna de esta región es cilíndrica, con piel movible, menos en la región externa,
con pelos conos, ralos, dependientes del desarrollo piloso de cada sujeto. La grasa subcu-
tánea tiene las mismas características de la femoral anterior, se prolonga hacia arriba con la
grasa de las regiones glútea, inguinocrural, obturatriz y perineal; por abajo, con la de la ro-
dilla y la región poplitca. En el tejido graso subcutáneo discurren va<;os y nervios superficiales.
La aponeurosis no ofrece características especiales.
Los relieves musculares son más acentuados cuando hay poca grasa, según estén en
contracción o relajación, fases en que debe explorarse cada grupo, notando su tono,
consistencia, regularidad, sensibilidad, fuerza. movimientos activos. pasivos o anonnalcs.
Los músculos se disponen en una capa superficial fonnada hacia arriba por la parte
inferior del glúteo mayor, verticalmente la porción larga del bíceps crural por fuera y el
semi tendinoso por dentro, que parten del isquion a la rodilla, entre ambos se fonna un
canal que aloja al nervio ciático mayor; en este sitio está en posibiUdad de palparse y
explorar su sensibilidad. La capa profunda la fonnan por fuera la porción cona del bfceps
y por dentro el semimembranoso.
Estos músculos de la región femoral posterior son flexores de la pierna, en oposición
a los de la femoral anterior que son extensores.
Las arterias se originan en la femoral y femoral profunda, se acompañan de dos
venas y los linfáticos desembocan en los ganglios inguinales.
2.4.9.3. RodlJla
Es la porción de la extremidad inferior situada entre el muslo y la pierna. Está limitada
por dos planos horizonatales, convencionales; el superior que pasa a dos traveses de dedo
por arriba de la base o borde superior de la rótula y el inferior por la tuberosidad de la tibia.
Los dos segmentos que se unen para formar la rodilla tienen un eje con distinta
dirección. La pierna es venical y el muslo se dirige hacia arriba y afuera. La rodilla, por
tanto, es cóncava por fuera y convexa por dentro; forman, muslo y pierna, un ángulo
obtuso abierto hacia afuera. Cuando este ángulo se exagera y la rodilla se dirige hacia
adentro, se denomina genu valgum (rodilla hacia adentro) o rodilla~ que chocan; a la
inversa, la rodilla hacia afuera o genu varum. rodillas arqueadas o "de charro". Si el
ángulo entre rodilla y muslo se abre hacia adelante, colocándose la rodilla hacia atrás, se
denomina genu recUTvatum. Investigar su etiología desde raquitismo, osteomalacia, artritis
reumatoide, poliomielitis y otros.
Se deben buscar con cuidado los signos de fluctuación y choque rotuliano, principal-
mente cuando los derrames son de escasa cuantía; si es necesario recurrir a la auscultación
y a técnica~ más perfeccionadas como la ultrasonograffa, tomograffa axial computadori-
zada e incluso resonancia magnética nuclear, en caso de punción exploradora el producto
deberá sujetarse a análisis citológico, bacterioscópico, cultivo e incluso reacción de cadena
de polimerasa para bacilo de Koch. El análisis citológico puede hacerse centrifugando el
líquido obtenido; el sedimento se fija en formol y se incluye en parafina, para realizar cortes
'
que se tiñen con hematoxilina-eosina u otro colorante, según técnica de Alvarez Fuertes,
Peláez Cebrián y cols. 202
La rodilla se divide en una región anterior o rotuliana, una posterior, región poplítea
o hueco poplfteo y una intermedia o articular que comprende la articulación de la rodilla.
El centro de la cara anterior de la rodilla lo ocupa la rótula, eminencia ósea, de forma trian-
gular, cuya base está arriba. La cubre la aponeurosis del muslo, que se prolonga hacia
abajo con la de la pierna. Por arriba recibe el tendón del recto anterior, a los lados las
prolongaciones tendinosas de los vastos interno y extemo, hacia abajo se prolonga con el
ligamento rotuliano que se inserta en la tuberosidad anterior de la tibia. A la mitad de la
distancia entre la tuberosidad anterior de la tibia y la cabeza del peroné se palpa el tubérculo
de Gerdy o tubérculo del tibia! anterior; por dentro, a la tuberosidad interna de la tibia,
refonada por el tendón de la pata de ganso (tendón superficial o del sartorio y profundo del
recto interno y semi tendinoso), por fuera, a la tuberosidad externa de la tibia y la cabeza
del peroné, recibiendo fibra~ del tendón tensor de lafascialata (cintilla iliotibial o ligamento
de Maissiat); en la cara profunda se une a los cóndilos.
Observar y palpar el cuadríceps, con sus vastos interno y externo, que forman protube-
rancias a los lados del recto anterior; la palpación no es fácil por su envoltura aponeurótica;
practicarla simultáneamente en forma comparativa, notando su tono, simetría, si hay
Ligam~.:ntos latcralc~
Ligam~ntos
~
cruzados
Como medio nemotécnico se han propuesto·las lelras AEPI, que significan el ligamento
anterior va al cóndilo externo y el ligamento posterior va al cóndilo INterno.
Las maniobras deben realizarse en forma comparativa y bilateral.
Para probar la integridad de los ligamentos cruzados, se coloca al paciente en decúbito
dorsal, con las piernas flexionadas, los pies apoyados por la planta; el explorador, sentado
a Jos pies del paciente, rodea con sus manos la rodilla por explorar, los pulgares colocados
por dentro y por fuera de la rodilla y el resto de los dedos por detrás de la rodilla; el
explorador tracciona la pierna y produce el deslizamiento hacia adelante que se interpreta
como desgarro del ligamento cruzado anterior.
En esa misma posición, las manos del explorador empujan la pierna hacia atrás y
deslizan la tibia hacia atrás cuando está roto el ligamento posterior.
Si se repite la maniobra con rotación interna o externa de la pierna; si hay deslizamientos
anterior o posterior, aumenta la posibilidad de desgarro de la cápsula articular.
Extcn~ión
Flt·x ilÍn
Los flexores primarios son los músculos de la corva (semimembranoso, semi tendinoso
y bíceps crural), inervados por la porción tibial del nervio ciático (L5 y S 1).
Se coloca al paciente en decúbito ventral sobre la mesa de exploración, una mano
sobre la cara posterior del muslo, para sentir la contracción de los músculos de la corva,
otra sujetando la pierna arriba del tobillo, para ofrecer resistencia cuando el paciente
trate de reali1_ar la flexión de la pierna sobre el muslo. Si se quiere evidenciar el papel del
bfceps crural, efectuar la prueba con la pierna en rotación externa. Si se trata de apreciar
la contracción de los músculos semi tendinoso y sem.imcmbranoso, la prueba de flexión
se hace con rotación de la pierna hacia adentro.
2.4.9.3.10. ReOejos
ReOejo rotuliano (es un reflejo profundo que depende principalmente de lA, aunque
también participan L2 y L3).
El paciente puede estar sentado a la orilla de la mesa de exploración, palpar el tendón
rotuliano y percutirlo con el martillo de reflejos o con el dedo medio; también puede ser nece-
sario cruzar la pierna por percutir sobre la otra que permanece quieta, o distraer la atención
del paciente, haciéndole que cruce sus dedos o los trabe, para que no haga contracciones
voluntarias que inhiban la respuesta refleja. Si el paciente está acostado, hacer que adopte
el decúbito dorsal, con las piernas flexionadas; en el lado por explorar palpar el tendón
rotuliano y percutirlo, después en el otro lado, comparar la respuesta. Pudiera ser necesario,
en caso de respuesta dudosa, palpar al mismo tiempo el músculo cuadríceps, al percutir
el tendón rotuliano.
que se hace rotación de la pierna hacia afuera y adentro. Habrá dolor si hay lesión de los
ligamentos, la maniobra es indolora si la lesión es de meniscos.
Recordar que padecimientos de la columna lumbar o de la articulación c.oxofemoral
pueden simular afecciones de la rodilla.
2.4.9.4. Pierna
La pierna es la parte de la extremidad inferior situada entre la rodilla y el tobillo,
garganta o cuello del pie.
Está limitada arriba y abajo por dos planos horizontales, el superior que pasa por la
tuberosidad anterior de la tibia y el inferior por la base de los maleolos.
Su forma se ha comparado a un cono truncado, de base superior, un poco aplanado
transversalmente y en cone es ovalado con eje mayor anteroposterior.
Se le describen dos regiones, una tibia! anterior y otra tibia! posterior. separadas por
los huesos tibia y peroné.
externo. Para observar su funcionamiento se pide al enfermo que camine sobre los bordes
internos de los pies, entonces sus tendones se hacen prominentes. Para palparlos sentar al
paciente en el borde de la mesa de exploraciones, con las piernas colgando, se fija con
una mano la pierna y con la otra el pie se toma por la planta, colocando el pulgar por
delante del maleolo externo, para oponerse a la flexión plantar y a la eversión.
Para evaluar los gemelos y el sóleo, indicar al paciente que camine sobre los dedos de
los pies; no podrá hacerlo si hay debilidad muscular importante, lo mismo que cuando
salta sobre los cojinetes de los metatarsianos, observándose que toca el suelo con el pie
plano o no puede realizar la prueba.
El músculo flexor largo del dedo gordo se encuentra por dentro del tendón de Aquiles.
Participa en la fase del impulso de la marcha. Para probar su potencia, fijar con una mano
el pie sosteniéndolo del talón, con la otra oponerse a la flexión plantar del dedo gordo.
Para el flexor largo común de los dedos, se prueba su función fijando la pierna y con
la otra mano se opone a la flexión de los dedos colocándolos en dorsiflexión .
El mlísculo tibia! posterior se pone en evidencia cuando se coloca el pie en flexión
plantar e inversión, oponiendo resistencia al movimiento.
La arteria más importante es la tibial anterior, acompañada de dos venas satélites.
Los linfáticos superficiales van a los ganglios inferiores de la ingle. Los profundos
siguen a los vasos tibiales, alcanzan a los ganglios del hueco poplíteo.
Los nervios superticiales proceden del cutáneo peroneo, rama del ciático poplíteo
externo. La cara externa de la pierna corresponde a L5 y la interna a lA.
Los músculos del compartimiento interno están inervados por el nervio tibia! ante-
rior y los del externo por el nervio musculocutáneo.
Por arriba y abajo son los mismos límites de la región tibial anterior. Por fuera la
línea de separación de los peroneos y el sóleo, por dentro el borde interno de la tibia.
Si la región anterior está limitada por el borde anterior de la tibia y la posterior por el
borde interno de la misma, queda otra región entre este borde anterior de la tibia y su
borde interno. se ha llamado a esta tercera región tibia) interna. sobre la que se proyecta
la cara interna de la tibia, cubierta sólo por la piel y tejido s ubcutáneo muy escaso, la
aponeurosis se confw1de con el pcriostio tibia!. Dadas las camcterísticas de tegumentos
delgados que cubren esta región, las alteraciones en tibia como exostosis, callos, son
fácilmente detectables. Por otra parte, los tejidos de esta región son poco vascularizados,
por lo que la regeneración tisular es difícil.
La región tibial posterior es convexa por arriba, se estrecha hacia abajo en su unión
con la garganta del pie.
Por arriba hay una depresión que se prolonga con el hueco poplíteo, a los lados hacen
saliente los gemelos que se prolongan hacia abajo por la prominencia del tendón de
Aquiles que se dirige a la garganta del pie. A los lados del tendón de Aquiles están los
canales maleolares externo e interno.
2.4.9.5. Tobillo
También denominado garganta o cuello del pie, región maleolar o tibiotarsiana. Une
el pie a la pierna.
Es homóloga de la muñeca, tiene dos movimiemos importames, de nexión y extensión;
se prolonga su cara anterior o de flexión con el dorso del pie y la de extensión con la
región plantar.
Los lúniteS de la región del tobillo son por arriba un plano horizontal que pase por arriba
de los maleolos: por abajo, un plru1o que pase un centímelro por abajo de los maleolos. a los
lados dos líneas verticales que pasan por el vénice de éstos. Estas líneas verticales dividen
la región en dos, que son la anterior y la posterior. En profundidad ambas llegan al esqueleto.
Se reitera que la exploración debe ser metódica, por planos y los elementos que los
constituyen, desde la piel a los huesos; se debe completar con la exploración radiológica
y la punción exploradora para obtener exudados, que deben exanúnarse en estudios
citológicos, bacterioscópicos, cultivos e incluso reacciones de cadena de polimerasa.
localizar el sitio de dolor, más en el tejido flogósico. que se percibe como un engrosa-
miento e incluso se sienten frotes durante el movimiento del pie.
Si seguimos al tendón de Aquiles hacia abajo, notamos que a unos dos o tres centímetros
por encima del calcáneo se adelgaza, para más abajo ensancharse e ir a insertarse en este
hueso. En este sitio de estrechez del tendón, es donde con mayor frecuencia se rompe.
Con el paciente de rodillas sobre la mesa de exploración, al oprimir los ml1sculos de
la pantorrilla, se provoca flexión plantar; la falta de respuesta indica posible ruptura del
tendón de Aquiles.
Junto con el tendón de Aquiles, por dentro, está el tendón del plantar delgado, en el deno-
minado compartimiento posterior, ya que la aponeurosis, al llegar al borde del tendón de
Aquiles, emite una prolongación para fonnarle una vaina que termina en el borde opuesto.
En el surco retromaleolar externo pa~an los tendones de los peroneos largo y corto, el pri-
mero que tennina en el canal cuboideo y el segundo en el quinto metatarsiano. El largo
está más cerca del maleo!o y el cono está detrás de él. Son los ml1sculos eversores del pie y
colaboran en la flexión plantar. Su palpación se realiza cuando el pie se evierte y se
l~exiona, produciéndose entonces un chasquido palpable y audible. Los tendones de los
peroneos a su paso por el maleolo externo están separados por el tubérculo peroneo y
cubiertos por sinovial que se lesiona, haciéndose dolorosa. El dolor puede ser, además,
por arrancamiento de la apófisis estiloides del quinto metatarsiano en donde se inserta.
El seno tarsiano está por delante del maleolo externo, en los esguinces del tobillo el
ligamento peroneo astragalino se lesiona, es doloroso y debe ser sugestivo de fractura,
pie cspástico y otras artropatías como la rcumatoide.
En el surco retromaleolar interno o surco calcáneo, entre el borde del maleolo y el
tendón de Aquiles que corresponde al sóleo y a los gemelos, hay que reconocer el latido
de la tibia) posterior, arteria principal en la irrigación del pie; su exploración implica
comparar su latido con la aneria de la extremidad inferior opuesta. Por este surco se
deslizan tres tendones en sus tres correderas o túneles: del tibia! posterior, del flexor
largo común de los dedos o flexor tibia! y del flexor largo propio del dedo gordo del pie o
tlexor peroneo; por último, una cuarta corredera, la de los vasos y nervios tibiales posteriores.
El tendón del tibia! posterior se hace prominente cu:mdo el paciente rota y flexiona el pie
en sentido plantar. Cuando hay debilidad o espasticidad de los otros músculos, el tibial
posterior por ~er más potente produce flexión e inversión del pie.
El flcxor tibial o flexor largo común de los dedos se sitúa detrás del tibial posterior;
se siente su contracción cuando se opone resistencia a la flexión de los dedos por encima
del malcolo interno.
El flexor largo propio del dedo gordo o llexor peroneo se origina en la parte posterior
de la tibia y llega a la parte posterior del astrágalo, entre los tubérculos interno y externo;
es un tendón profundo y cuando su cubierta sinovial se inflama hay dolor a la palpación
detrás del maleolo interno.
En cada corredera hay una bolsa sinovial; así, bolsa serosa del tibia! posterior, bolsa
serosa del t1exor coml1n y bolsa del flexor propio del dedo gordo, que se prolongan a la
planta del pie.
2.4.9.6. Pie
Los pies son las porcione.~ term.i nales de las extremidades inferiores: son homólogos
de las manos y sus funciones se relacionan con la estación de pie y la marcha, para lo
cual hao sufrido modificaciones estructurales que los diferencian de las manos.
La pierna y el pie forman casi un ángulo recto abierto hacia adelante. El pie liene dos
caras, la superior, libre o dorsal y otra inferior o plantar, que se apoya en el suelo.
Cuando por distinta~ causas el pie no se apoya en la~ áreas normales de contacto con
el suelo, se califica a este pie como pie zambo, reconociéndose cuatro tipos: pie equino,
apoya en el suelo los dedos y las cabezas de los metatarsianos, pie talus cuando el pie se apoya
en el talón y dedos; pie va rus, en rotación interna, la planta hacia adentro, se apoya en el
borde externo, está en aducción; pie valgus, en rotación externa se apoya en el borde
interno, la planta hacia afuera, está en abducción. 209
El pie plano rígido permanece sin que se observe el arco en ninguna posición; en
cambio, hay pie plano flexible si aparece el arco cuando el pie deja de tener contacto con
el piso.
El zapato es un medio artificial de protección del pie; puede crear molestias o dolores
si es demasiado estrecho, no ajusta bien o sus costuras, forros, suelas o tacones tienen
salientes, dobleces e incluso clavos que irritan la piel o producen callos, erosiones o
úlceras. De ahí que la inspección del zapato puede ser trascendente para descubrir la
causa de molestias; a su vez, alteraciones en la morfología del pie imprimen al zapato su
huella a través de surcos, arrugas, grietas, desgastes e incluso rupturas en la piel, suela o
tacón, que nos hablan de un pie con una morfología anormal. El desgaste de la punta en
el sujeto que arrastra el pie, a los lados de la suela cuando el pie se apoya en uno de sus
bordes, por pie varo o valgo; si los surcos de la punta del zapato se hacen inclinados por
rigidez del dedo gordo o si no hay surcos donde falta la fase del impulso del impulso en
la marcha.
Se reitera la importancia de la morfología del pie y de la longitud de la~ extremidades
inferiores sobre la estática de la columna lumbar y la producción de síndromes dolorosos,
que exigen una exploración orientada y cuidadosa.
Se inicia la exploración por una inspección de la forma, volumen y estado de la supemcie
del pie, notando desde alteraciones de la piel, por problemas locales coíno juanetes, callo-
sidades, várices, úlceras, cambios de coloración, deformaciones de los dedos, hasta los que
obedecen a t.r<~stomos generales genéticos o no, como pelagm, desnutrición, tr'dStornos
circulatorios, cianosis. isquemia. vasculitis, gota, diabetes, arteriosclerosis. a~í como los que
son resultados de traumatismos, esguinces, fracturas u otros.
La exploración por regiones del pie deberá considerar las clásicas que son la región
dorsal, la plantar, los dedos y huesos con articulaciones del pie. Hay que destacar que la
situación subcutánea de los huesos del pie facilita su exploración.
L'l inervación de la pierna y el pie se hace por nervios que se originan en regiones
lumbares y sacras, que se distribuyen en bandas o dermatomas; asf, el dermatoma lA
cubre el lado interno de la pierna, por dentro de la cresta tibial, maleolo interno y lado
interno del pie. El dermatoma L5 abarca la parle externa de la pierna, por fuera de la
cresta de la tibia y el dorso del pie. El dermatoma S 1 abarca el lado externo del pie.
Bajo la piel, el tejido adiposo forma una capa delgada en la bóveda plantar, aumenta
considerablemente sobre Jos puntos de apoyo y, como en la palma de la mano, está
provista de numerosos tractos fibrosos, que fijan la piel a la aponeurosis, formando celda~
que aprisionan 16blllos de grasa. Cuando estos tractos fibrosos se impregnan de bilitrubina, dan
a la palma o planta el color amarillo de la ictericia, lo mismo que en la carotinemia El roce
del zapato sobre la piel produce callos que, al presionar las papilas de la dermis, genera
dolor que impide la marcha ("ojos de gallo o pescado").
En el tej ido subcutáneo se han descrito también bolsas serosas como las
subepidénnicas, bajo los sitios de apoyo. Así, se consideran la bolsa serosa subcalcánea,
la bolsa serosa de las cabezas del primero y quinto metatarsianos, que pueden afectarse
por procesos traumáticos, infecciosos (gonococia), degenerativos y otros.
Las cabezas de los metatarsianos se palpan colocando el pulgar en la planta y el índice
sobre la superficie dorsal, observando el arco transverso de la porción distal del pie, loca-
lizado detrás de las cabezas de los metatarsianos: en este arco sobresalen las del primero
y quinto. La palpación permite localizar el aumento desproporcionado de alguna de estas
cabezas, lo que es indicativo de un aumento de la carga que soporta, que se traduce por la
aparición de un callo o estrechez del zapato, que provoca callos dolorosos en los sitios de
mayor presión. La marcha antálgica, por necrosis aséptica de las cabezas de los metatar-
sianos, se puede observar en el segundo, tercero y cuarto. Lo mismo que los neuromas
enlre la~ cabezas de los metatarsianos tercero y cuarto (neuromas de Morton). Los nódulos
de la fascia pueden corresponder a conlracturas de Dupuytren.
Encima del tejido graso está la aponeurosis que, como ya se describió, está unida a la
dennis por numerosos tractos y se denomina aponeurosis plantar superticial, la que a su
vez se divide en aponeurosis plantar externa, media e interna, separadas por dos canales
anteroposteriores, bien formados y llenos de grasa, que emiten tabiques, interno y externo
hacia la profundidad, haciendo más netos sus límites. De las tres aponeurosis la media es
la más gruesa y resistente.
La proyección de estos tabiques sobre la planta del pie se puede trazar bajando una
línea desde el borde interno de la tibia y del maleolo interno. hacia el talón, donde se
dibuja una horizontal que va de un borde a otro del pie. Esta horizontal se divide en
cuartos. La proyección del tabique interno va del cuarto interno, en su unión con Jos tres
cuartos externos, al espacio interdigital entre el primero y segundo dedos. El tabique
interno se proyecta de la mitad de la IJnea horizontal del talón al espacio interdigital
entre tercero y cuarto dedos. Estas líneas marcan Jos sitios de elección para la apertura de
las colecciones profundas purulentas de la planta del pie.
Por su cara profunda la aponeurosis plantar superficial cubre músculos, tendones y
sus sinoviales, vasos y nervios.
El compartimiento externo es el homólogo de la región hipotenar y contiene tres
músculos para el dedo pequeño, que son el abductor, el flexor corto y el oponente.
El compartimiento interno es el homólogo de la región tenar; encierra el aductor, los
flexores largo y corto del dedo gordo, además de las inserciones tenninales del tibial
posterior y el peroneo lateral largo.
Las panes blandas de los dedos son delgadas y permiten la exploración fácil de ellas, de los
huesos y articulaciones.
La piel es delgada y móvil en el dorso, con algunos vellos con glándulas sebáceas que pueden
infectarse y dar abscesos. También la piel puede ser afectada por saba.ñonc~: por la acción del frfo
~tá lúperérnica, pruriginosa. con dolor ardoroso; se pueden formar vesículas que se infectan y
ulceran. La~ uña~ son frecuentemente parasitadas por hongos, adquieren entonces un aspecto
apolillado caracterfstico (onicomicosis). Los bordes de la piel que rodean a In uña se pueden
infectar formando el uñero, cuyo tratam.iento es la extirpación de In uña.
En la planta la piel es gruesa, poco móvil, carece de glándulas sebáceas y sí tiene glándulas
sudorfparas, por lo que la humedad la hace propicia paro la infección por hongos.
El tejido celular subcutáneo tanto en el dorso como en la planta de los dedos es en forma de
una capa delgada, por donde transcurren vasos y nervios.
En cada dedo se describe una caro dorsal o superior y una plantar o inferior. Su eje coincide
con el del metatarsiano correspondiente. Es frecuente que los dedos presenten desviaciones di·
versas. •
Las más frecuentes son el dedo "en manitto" y el ltaflu.t ¡•algus.
El primero consiste en una flexión exagerada de las falanges terminales sobre la primera,
formando un ángulo agudo, cuyo vénice corresponde a la cabe1.a de la primera falange, que nece-
sita extirparse para que desaparezca esta angulación y se restablezca el eje del dedo.
El hal/wr: valgus consiste en la defon nación del d edo gordo, cuyo eje, en vez de seguir
el eje del metatarsiano, se desvfa hacia afuera y va a cabalgar sobre el segundo dedo. En
este caso también el tratamiento quirúrgico es la resección de la cabeza d el metatarsiano.
Nomb re de la institución.
Nombre del paclente .......~ .................................. ......
H . . . . . . . . . . . . . . . . . . .H . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Una lista de cotejo puede constar de diferentes partes que se complementan y dan
validez a su realización. a saber:
1. Título. Es la denominación de la lista de cotejo.
2. Concepto. Define o delimita el problema o procedimiento objeto de nuestra atención.
3. Objetivo. Se debe anotar el porcentaje mínimo de aciertos que conlleva efectuar el
estudio, procedimiento o método por ejecutar, tiempo de realización, son convencionales
y sólo la aplicación de la lista de cotejo permitirá ajustare! número de aciertos y el tiempo
adecuado pard su práctica según su grado de dificultad.
4. Indicaciones y contraindicaciones. Implican la evaluación en cuanto a la convenien-
cia o no de realizar determinados procedimientos. principalmente si son invasivos y
requieren el consentimiento del paciente, a quien debe explicarse en qué consisten
y las posibles molestias o riesgos que pudiera sufrir. Debe fumar una carta de consen-
timiento informado con dos testigos, como requisito legal.
S. Slüo o local. Es necesario precisar el sitio más adecuado para efectuar el procedi-
miento objeto de la lista de cotejo; puede ser el consultorio, sala de curaciones, quirófano,
habitación del paciente, que deben reunir las condiciones de examen en privado, como-
didad, higiene, asepsia, ventilación, iluminación, temperatura.
6. Material y equJpo. Se debe hacer una lista del material, equipo, ropa, mobiliario o
instrumental, indispensables para la realización o aplicación de la lista de cotejo; cuando
sea necesario, incluso un cálculo de presupuesto.
7. Personal participante. Indicar si es necesaria la participación o auxilio de personal
médico, de enfermería, técnico, administrativo o de intendencia para llevar a cabo
la lista de cotejo.
8. Etapas o partes del procedimiento, realización o desarrollo y papelería (hojas o
tarjetas). Son los pasos o etapas planeadas para cumplir con el objetivo fijado. Implican
una ordenación en tiempo, jerarquías o prioridades. Constituyen la parte medular
de la lista de cotejo. su razón de ser. Es indispensable un diseño de papelería para
anotar cada paso en la realización de la lista de cotejo y el valor asignado por suco-
rrecta ejecución, lo que nos conduce a la parte siguiente.
9. Evaluación o escala de caiiDcaclones. Resume el avalúo efectuado de acuerdo a los
aciertos logrados en las etapas o pasos de la aplicación de la lista de cotejo, con una
escala de calificaciones según la puntuación asignada a cada etapa acorde al grado
de dificultad. Esta cuantificación es la que pretende eliminar la subjetividad, redu-
ciendo al mínimo el factor de apreciación personal, lo que implica detallar al máximo
cada fase de los parámetros seleccionados.
10. Evaluado y evaluador, jerarquías, institución a la que pertenecen, fecha, firmas.
11. Blbllografia. Aporta los conocimientos básicos y da actualidad a la lista de cotejo.
Todo médico, al abordar un problema, tiene en la mente una metodología por seguir
para su estudio, diferente en el experto que en el principiante; éste necesitará incluso
escribir los pasos por seguir en el estudio de su enfermo, que es la lista de cotejo. proce-
dimiento que recomendamos a quienes se inician en la medicina. En cambio, a medida
Cada uno de estos temas posee una extensión suficiente para elaborar varios o un
sinm:lmero de libros, dedicados al análisis o a desarrollar estas materias tan importantes
en el trabajo médico cotidiano.
La integración de los diagnósticos es parte de la culnúnación de la historia clínica y
del expediente médico. Sin embargo, está condicionada por los conocimientos y expe-
riencia del médico. Habrá ocasiones en que este diagnóstico quede en la enunciación del
síntoma, del signo o del síndrome; el diagnóstico nosológico y etiológico conllevan mayores
dificultades, son metas elevadas en el estudio del paciente.
Cada diagnóstico deberá fundarse en los datos que proporciona la metodología de la
historia clínica. a partir del interrogatorio de la licha de identificación, el padecimiento
actual, interrogatorio por aparatos y sistemas, síntomas generales, terapéutica empleada y
antecedentes, completado con los datos obtenidos de una exploración física ordenada,
veraz, completa y de acuerdo a la orientación dada por el interrogatorio.
Como dato orientador de gran valor, se insiste en que los primeros renglones del
padecimiento actual deben ser dedicados a los principales síntomas, que forman parte
primordial de los problemas activos del paciente y por tanto son el pivote del padeci-
núento actual; no se concibe una buena historia clínica que onúta en su capítulo de
padecinúento actual los renglones de principales síntomas.
Este padecimiento actual es el gran generador de hipótesis diagnósticas que van sur-
giendo a medida que se avanza en la elaboración de la historia clínica, con la que, a partir
190 //i 11orict dulit a
del interrogatorio y de las hipótesis obtenidas de él, se adquiere la orientación para realizar
una exploración física intencionada, pero al mismo tiempo completa, al efectuarla con
orden, sobre una base anatómica que permita enlazarla con los datos fisiopatológicos.
proyectándola para inquirir en los datos de laboratorio y gabinete que redondean el pensa-
miento diagnóstico.
La elaboración de hipótesis implica un juego dinámico en nuestro pensamiento; al surgir
unas desplazan o eliminan a otras de menor peso, al mismo tiempo nos permiten aproxi-
marnos a pensamientos ceneros, que satisfagan nuestro criterio en búsqueda de la verdad.
Un buen método, desde el principio, es la elaboración de los síndromes a partir de los
síntomas que se registren, hasta que la definición del síndrome sea más acabada, pues
involucra en su estructura los datos de interrogatorio, explor<~ción física, laboratorio, gabi-
nete, con implicaciones en el planteamiento de pronósticos, la educación del paciente,
terapéutica, rehabilitación y bases de medicina preventiva.
Siempre que se proponga un diagnóstico sindromático, es necesario enunciar en qué
se basa, enumerar los síntomas y signos que lo integran, de ahí se parte para la selección
de qué exámenes de laboratorio se necesitan y cuáles de gabinete están indicados.
Esta tarea al parecer sencilla, fácil de cumplir, a veces, a pesar de ser elemental, sin
embargo no se cumple. Un buen ejercicio es proponerse, después de que se ha formulado
la lista de problemas, desentrañar los síndromes implicados y tratar de analizarlos por la
lista de cotejo y si es necesario hacer un nuevo planteamiento de esta lista de problemas,
clasificándolos siempre en activos y pasivos.
El siguiente paso es la elaboración de las listas de cotejo de cada problema activo.
Esto proporciona en su reiteración enseñanzas invaluables que permiten ejecutar con
mayor rapidez nuestros procesos mentales, al incorporar en nuestros conocimientos diversas
metodologías, que van acelerando nuestra capacidad de identificar problemas y formas de
resolverlos.
Esta enumeración, o lista de los problemas del paciente, señala la necesidad de elaborar
los planes de diagnóstico, que indicarán los pasos a seguir tanto en la ratificación o recti-
ficación de la historia clfnica, así como en la orientación del planteamiento de los recursos
auxiliares de laboratorio y gabinete, con tomas de productos por endoscopia, radiología
intervencionista u operaciones quirúrgicas.
Hay diversos criterios para evaluar numerosos padecimientos y que dan una norma
para llegar al diagnóstico como los criterios de Jones para fiebre reumática, los criterios
de Kramer y cols.211 en el cáncer de próstata; los parámetros hcmodinámicos en choque212,
los de la escala de Glasgow2 ' 3 en coma y así la lista puede ser numerosa. Estos criterios
pueden tener una calificación que permite en ciena forma su cuantificación.
Se han propuesto numerosos programas para abordar el diagnóstico desde el punto
de vista de la informática, a través de sistemas ex penos, cuyas bases de datos sustentan y
proporcionan diagnósticos muy cercanos a nuestras metas, con el empleo de ordenadores.214
QMR es uno de estos programa~ que permite, ante síntomas y signos registrados, presentar
un conjunto de opciones diagnósticas que dan una orientación útil; además, señala su
especificidad y sensibilidad, añadiendo bibliografía básica. Es un buen programa con el
que se pueden hacer ejercicios de simuladores para diagnósticos clínicos. m
Desde hace varias décadas, se ha planteado la importancia de estos sistemas expertos para
tareas de diagnóstico, pronóstico y tratamiento.2 ' 6 Acntalmente hay numerosos programas
dedicados a estos sectores de la actividad médica. Sin embargo, es necesario que la
prepamción y conocimientos sobre estos temas sean objeto de adiestramiento muy activo
de los profesionales de la medicina y más aún de quienes se inician en ella, sin desconocer
el gran apoyo que se obtiene de la informática en su enseñp.nza y aprendizaje. En este
terreno se cuenta con ampba bibbografía.2' 7
Las decisiones diagnósticas, pronósticas y terapéuticas hao sido tratadas desde diversos
puntos de vista y también, como parte de la medicina, desde época~ remotas, se ha recurrido
a distinta~ formas para su representación gráfica; un buen ejemplo es el libro de los doctores
Olivares y Núñez,m muy útil porque. en cada tema abordado, se presenta en forma de árl>ol
de decisiones lo fundamental del mismo.
En el método de la medicina basada en evidencias,' 19 se debe contar con el apoyo de
ordenadores con acceso a bases de datos, con información bibliográfica, que apoyen las
decisiones en el diagnóstico, pronóstico y {empéutica.
Sin embargo, el razonamiento clínico 6o ha podido ser substituido por un programa
de computación, capaz de resolver la infinidad de problemas planteados que surgen ante
un diagnóstico o plan de conducta terapéutica. La capacidad humana de adquirir conoci-
mientos por sí misma, aplicarlos y comunicarlos o difundirlos en la solución de problemas
y su explicació11; son características de la inteligencia humana, de las cuales la inteligencia
artificial está lejos de poseer, pues el sistema experto lo es en un campo muy reducido
del conocinúemo. Por otra parte, la preparación del experto humano es lenta y costosa,
pues requiere varios años, está sujeta a las contingencias y duración de su vida, por lo
que es impemtivo contar con substitutos, además, con las veleidades de quien se considera
superior y se convierte en intratable.
En resumen, la enunciación de un diagnóstico exige apoyarlo en los datos obtenidos de
la historia clfnica. La forma más sencilla y lógica es recurrir a los síndromes involucrados
en los problema~ activos del paciente. De ahf que la elaboración de la lista de problema~ se
considere obligatoria, pues de su análisis se extmerán los que tienen actualidad, son los
activos, los que desde que aparecieron continúan presentes, ya sea sin imerrupción o en
forma de recidivas. Después, cada uno de estos problemas activos se debe sujetar a un estudio
con una lista de cotejo, que no es o1ra cosa que tamizarlos a través de la historia clínica en
cada etapa de sus grandes capítulos, el interrogatorio y la e¡¡plomción física, que condicio-
narán la realización tanto de estudios de laboratorio como de gabinete. Así, cada problema
activo, excepcionalmeme los inactivos, serán examinados a través de estos parámetros,
que a su vez dan las bases pam la evaluación pronóstica y conducta terapéutica. El ejercicio
dentro de estos lineamientos pcmlitirá que, paralelo al mejor adiestramiento adquirido, los
conocimientos se amplíen y se vaya contando con una mayor agilidad en la elaboración
de la historia clínica.
Siempre la lista de problemas es la que realimenta y da bases a nuestra actividad
médica, tiene un papel dinámico, implica modificarla o ampliarla cada vez que surge un
problema nuevo o que se avanza al precisar el diagnóstico. De un síntoma o signo, se
pasa a un síndrome, de éste o de varios síndromes, se logra integrar el diagnóstico
nosológico cuando se descubre su etiología.
Nomb re de la institución.
Nombre del paclente .......~ .................................. ......
H . . . . . . . . . . . . . . . . . . .H . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
{JlfcgnJ,·úín dt• tliUJ.:IUÍsti.·o.\, pronáxtiro.\, pftllll'' de tratamiento. 195
se divide entre ese mismo resuhado. al que se suma el porcentaje que representa la no
existencia de esta enfermedad, multiplicando por la probabilidad de que, de no existir la
enfermedad, exista el síntoma p(S/E1)."m
La aplicación del teorema de Bayes ha tenido amplio uso en los programas de diag-
nóstico informático y en la evaluación de pruebas diagnósticas, a pesar de que, en realidad,
el dato c!Jnico en un padecimiento se va modificando a medida que el estudio del paciente
se profundiza. tanto en la historia clínica como en la aplicación de los exámenes de labo-
ratorio y gabinete. Hay que considerar que cada paciente ofrece todo un conjunto de
características que Jo individualizan. En cambio, la aplicación del teorema de Bayes
exige el estudio de grupos poblacionales no independientes, ni hay tampoco la secuencia
que implica el estudio particular de un paciente.
Por otra parte, en el raz.onam.iento médico, se siguen caminos similares o paralelos al
teorema de Bayes, aunque no se haga esto explícito y su validez sea efectiva, como ya se
dijo, en programas informáticos para diagnóstico y terapéutica.
Resumiendo, el planteanúento de diagnósticos se inicia con Jos sintomáticos, topográficos,
sindrornáticos o fisiopatológicos, anatomopatológicos, para pasar a los nosológicos, cuando
se tienen las bases etiológicas o epidemiológicas, al aplicar recursos de laboratorio y
gabinete, que permitan alcanzar la mayor precisión. Otros tipos de diagnóstico se establecen
al enunciar la ciencia que auxilió en su establecimiento como genéticos, histoquímicos,
dietológicos, psicológicos, históricos, sociológicos y otros.
El diagnóstico es la base pam que el médico enuncie el pronóstico para la vida, calidad
de vida, órgano. apar.ll.o o sistema: además es el cinúento para elabomr los planes terapéuticos.
Los planes de tratamiento se justifican a través de los diagnósticos; así pueden esta-
blecerse los regímenes involucrados en la conducta terapéutica, a saber:
l. Régimen higiénico.
2. Régimen dietético.
3. Régimen medicamentoso y fisioterápico.
Estos planes de tratamiento pueden ser tan complejos como la terapéutica misma. incluso
abarcando ramas de la medicina tan amplias como la higiene, dietología, farrnacotera-
péutica y medicina física.
Es necesario insistir en que uno de los más imponantes papeles del médico es el de
impartir educación higiénica. Esta educación debe hacerse tanto al paciente como a su
familia y a la comunidad a la que pertenece. Múltiples padccinúentos obedecen a trans-
gresiones a las norma.~ de higiene; por tanto, es necesario reiterar la conveniencia de que
en cada consulta médica se indique al paciente la urgencia de que siga estas reglas, para
que tanto él como su familia y los miembros de su comunidad, se involucren en mejorar
su educación higiénica.
Nada es suficiente para despertar en el enfermo la conciencia de que la corrección de
hábitos de higiene es un apoyo básico y complementario en la terapéutica de su padeci-
miento, en la cual deben participar activamente no sólo el paciente, sino también su
familia y su comunidad; deben estar involucmdos en la meta de mejorar y conservar la
salud.
Se ilustra este capftulo con alguna~ historia~ clfnicas que ejemplifican parte de la
metodología aquí expuesta, pues debido a su gran complejidad sólo es posible destacar
lo que tiene mayor interés desde el punto de vista didáctico.
l. Interrogatorio
Paciente de 59 años, casado. comerciante, nació y radica en el D.F.
Padecimiento actual. El 7 del mes de enero del 2002, presentó Hé>ólesís:
durante unos días malestar general, anorexia, fiebre (39 oq y coluria. Sind. lebril
Continuó con náusea leve que persistió hasta el día 20 de febrero Hlpóeesis: Pad. de
en que fue visto por primera vez. vlas biliares
D. Exploración física
Peso 62 kg. Estatura 1.62 m. Temperatura 36.5 oc. Pulso 76 pul-
saciones por minuto. Presión anerial máx. 90 y mn. 60 mm de Hg.
Cabeza. No hay ictericia ni en esclerótica ni en paladar. Pterigión
en oj o derecho. Dientes con caries.
Cuello, tórax (aparato respiratorio y región precordial). Sin
datos imponantes.
Abdomen. De forma y tamaño normales. Distribución de vello Hip.: ¿Pad.
normal. Reflejos cutáneos sin alteraciones. Dolor moderado en base vesicúar?
de apéndice xifoides (Lyakovitskiy). No hay áreas de hiperestesia,
m. Exámenes de laboratorio
Otología hemátlca. Eritrocitos = 5.050,000/mm'; Hb = 15.7 gldl;
Ht = 46; leucocitos = 5,200; linfocitos = 20%; eosinófilos = 8:
neutrófilos = 70; monocitos = 2; plaquetas = 380,000/mm3 •
Química sangufnea. Glucosa 86 mgldl; urea= 44 mgldl; creati-
nina = 1.26 mgldl; ácido úrico = 6.1 mgldl; colesterol= 206 mgldl;
bilinubina directa = 4.99 mgldl; bilirrubina indirecta= 0.88 mgldl;
deshidroge nasa táctica= 138;ALT= 368 UI;AST= 167 Ul; fosfa-
tasa alcalina= 309; tiempo de protrombina = 75%; proteínas
totales = 6.3 gldl: albúmina = 3.7 gldl; globulinas: a, = 0.21 gldl;
a2 = 0.88 gldl; 13 = 0.90 gldl; y = 1.21 gldl.
Antígeno prostático especffico = 2 ng (< 4 ng).
Como ejercicio clfnlco se deben señalar todas las hipótesis que puedan
encontrarse, destacándolas.
Alergia a
1. 1965
penlciUna
Bronquitis
4. 1967
crónica
7. 1995 Nlcturla
Se inactlvaron
con la c olecls-
Litiasis vesicu lar y
14. 2()-11-2002 3-UI-2002 tectomla y
coledoclana
co ledocotomla
el 15-lll-2002
Hlpertrofla
15. 2()-11-2002 16-111-2002
proatática
Sin concederle gran importancia, el paciente presenta desde 1995 nicturia, que no ha
sido estudiada como problema activo y que tanto la exploración con tacto rectal como en
la tomograffa computadorizada revelaron crecimiento de esta glándula, que radiológi-
camente se observó con aspecto heterogéneo, pasando por ello en la lista de problemas
como número 15.
Recientemente, se manifestó sintomatología predominante de litiasis vesicular y
coledoeiana, que obligaron al paciente a someterse a estudios médicos para precisar el diagnós-
tico y ser tratadas quirúrgicamente; asf se inactivaron y por tanto desaparecieron el dolor
epigástrico, la ictericia, fiebre, náusea y vómito, anorexia y adelgazamiento, que figuraron
como problemas con los números del 8 al 13, pasaron ya con diagnóstico a problema
número 14 y por el tratamiento quirúrgico se inactivaron.
El estudio de esta lista de problemas permitió establecer corno problemas activos Jos
que necesitan solución; por tanto, deben ser objeto de análisis con la elaboración de
listas de cot.ejo, que corno ya se indicó su finalidad es eminentemente didáctica; por
tanto, el médico ya formado no necesita este ejercicio.
Dado que el paciente asistió a consulta con manifestaciones de litiasis biliar, por ello
la primera lista de cotejo será dedicada a este problema, a pesar de haberse inactivado. El
segundo problema activo es la alergia a la penicilina, el tercero el tabaquismo y la bron-
quitis crónica: el alcoholismo a pesar del tiempo mayor de veinte años de su in activación
debe ser tomado en cuenta por sus múltiples implicaciones. Por último, la hipertrofia
prostática, cuya manifestación monosintomática fue la nicturia, debe figurar como último
problema.
Lisias de cotejo
Constipación o diarrea 2
Dolor abdominal 2
Dolor torácico 2
Tos 2
Expectoración 2
Fatiga 2
Disnea 2
Fosfenos 2
Acúfenos 2
Nicturia 2
Edema maleolar 2
Acroparestesias 2
Insomnio 2
Nerviosismo 2
-
Total 38
8.2.2. Cabeza
8.2.3. Cuello
Adelgazado 2
Pulso carotídeo 2
Ganglios palpables 2
Tiroides 2
Collar de Casal 2
Punto de Beyer doloroso (entre haces estema) y 2
clavicular de estemocleidomastoideo)
Dolor en punto acromial derecho 2
Total
-14
8.2.4. Tórax
Forma, volumen, simetría 2
Arañas vasculares 2
Red venosa superficial visible 2
Ginecomastia, vello pectoral 2
Punto de Sabatini doloroso (punta de escápula d erecha) 2
Pulmones (vibraciones vocales, percusión, auscultación) 2
Disminución del murmullo vesicular en base derecha 2
Síndromes pleuropulmonares 6
Región precordial 2
Taquicardia o bradicardia 2
Material proleg do por derechos de autor
llil'foria.\ dfnwa.1 1'011 tliugHIII/111 209
Hipotens ión 2
Total
-26
8.2.5. Abdomen
Asimétrico 2
Aumento de volumen 2
Vello pubiano 2
Ampliación del ángulo de Charpy (ángulo costal) 2
Punto de Lyakhovitsldy 2
Falta de reOejo cutáneo en hipocondrio derecho) 2
Dolor en hipocondrio derecho 2
Resistencia muscular en hipocondrio derecho 2
Maniobra de Murphy 2
Signo de rebote en hipocondrio derecho 2
HepatomegaUa 4
Esplenomegalia 4
Ascitis libre
-2
Total 30
8.2.2. Cabeza 2
Facies clanótJca
Facies dolorosa 2
Frente 2
Venas temporales sinuosas 2
Aleteo nasal 2
Nariz y labios cianóticos 2
Lengua cianótica 2
Total 14
8.2.3. Cuello
Adelgazado 2
Pulso carotídeo 2
Yugulares ingurgitadas 2
Abombamiento de huecos supraclaviculares 2
Ganglios palpables 2
Tiroides 2
Total 12
8.2.4. Tórax
Forma en tonel 2
Red venosa superficial visible 2
Glnecomastla, vello pectoral 2
Espacios intercostales amplios 2
Vibraciones vocales disminuidas 2
Percusión con aumento de la claridad 2
Auscultación
Disminución del murmullo vesicular 2
Espiración prolongada 2
Síndromes pleuropulmonares 6
Skodismo sobre el derrame pleural 2
8.2.5. A BDOMEN
Asimétrico 2
Edema de pared abdominal 2
Aumento de volumen 2
Red venosa superficial visible 2
Vello pubiano 2
Ombligo evaglnado y diastasis de rectos 2
Ampliación del ángulo de Charpy (ángulo costal) 2
Dolor en hipocondrio derecho 2
Hepatomegalia 4
Reflujo bepatoyugular 2
Espleoomegalia 4
Ascitis libre 2
Total
-28
1
8.2.6. Periné y geultales
Cüosis 2
Pulsos 2
Venas ingurgitadas 2
Reflejos (bicipital, tricipital) 2
Sensibilidad 2
Coordinación 2
Total 24
Buró.
Lavabo, toallas y jabón líquido.
Alcohol de 96°, tintura de yodo, tintura de merthiolate.
Guantes de cirujano estériles.
Gradilla y tubos de ensayo.
Lámpara de alcohol.
Portaobjetos.
Hisopos.
Soluciones fijadoras (formol, alcohol éter, alcohol polivinílico}.
Tiras reactivas para determinaciones múltiples.
Riñón, orinal, cubeta, basurero.
Goteros.
Báscula.
Cinta métrica, regla, pelvímetro.
Bolígrafo.
Termómetro.
Lámpara de pie. Abatelengua.
Estuche de diagnóstico.
Estetoscopio. Esfigmomanómetro.
Martillo de reflejos.
7. Persona] participante. Médico, enfermera, afanadora, laboratorista.
8. Historia clínica.
8.1. Interrogatorio
Puntuación
8.2.3. Cuello
Adelgazado 2
Pulso carotídeo 2
Ganglios palpables 2
Total
-6
8.2.4. Tórax
Pulsos 2
Venas ingurgitadas 2
Reflejos (bicipital, tricipital) 2
SenslbUidad 2
Coord.lnación 2
Total
-16
8.2.9. Extremidades inferiores
Forma y volumen 2
Músculos (atróficos) 2
Movilidad articular 2
Pulsos 2
Venas 2
Reflejos (rotuliano, aqufleo) 2
Sensibilidad 2
Coordinación 2
Total
-16
8.3. Exámenes de laboratorio
8.3.3. Urocultivo 2
Jeringas de insulina.
Soluciones de penicilina, a diferentes diluciones.
Ampolletas con adrenalina y cortisona.
Alcohol de 96°. tintura de yodo, tintura de merthiolate.
Guantes de cirujano estériles.
GradiJia y tubos de ensayo.
Lámpara de alcohol.
Portaobjetos.
Hisopos y torundas de algodón.
Soluciones fijadoras (formol, alcohol éter, alcohol polivinílico).
Tiras reactivas para determinaciones múltiples.
Riñón, orinal, cubeta, basurero.
Goteros.
Báscula.
Cinta métrica, regla, pelvímetro.
Bolfgrafo.
Termómetro.
Lámpara de pie. Abatelengua.
Estuche de diagnóstico.
Estetoscopio. Esfigmomanómetro.
Martillo de reflejos.
7. Personal participante. Médico, enfermera, afanadora, laboratorista.
8. Etapas o pasos en la lista de cotejo para la historia clínica de un paciente con hiper-
sensibilidad a la penicilina.
Historia clínica. El pacieme puede ser observado cuando presenta las manifestacio-
nes de hipersensibilidad a la penicilina,de dos a treinta minutos después de su aplicación,
o sólo se sabe alérgico a betalactámicos, por el momento sufre o no manifestaciones
como urticaria, choques anafiláctico o anafilactoide, edema angioneurótico, asma, rinitis
vasomotora o jaqueca.
Edema angioneurótico 2
Secreciones bronquiales y bronconstricción 2
Síndrome de jaqueca 2
Alergias a otras substancias 2
Total 22
8.4.3. Espirometrfa 2
Total
-6
9. Evaluación:
Por historia clinica:
Por inte"ogatorio 106
cuadro sintomático:
1. Dolor epigástrico intenso
SIN 2. Náusea y vómito
3. Ictericia leve
4. Fiebre
5. Meteorismo y estrenlmlento
Cuadro algnológlco:
SIGN.
1. Dolor en base de apéndice x~oldes (Lyakhovltskiy)
2. Resistencia muscular en hlpooondrlo derecho
3. Signo de rebote en hipocondrio derecho
4. Murphy positivo
LAB. Exámenes de laboratorio:
1. Elevación de bilimubina directa
2. Fosfatasa alcalina alta
3. Tiempo de protrombina normal
4. Transamlnasas pooo elevadas o normales
GAS.
Estudios de gabinete:
1. Estudio de elección: uhrasonido de veslcula y colédoco
2. Tac de higado, veslcula y colédoco
Tratamiento médico
TRAT.
Tratamiento quirúrgico
FIN
No sr
Náusea y vómilo
No sr
Fiebre, ictericia
No sr
Signologfa vesicular
No sr
No sr
Colelitiasis
No SI
No SI
FIN
Tabaquismo, polvos
Hipers. gland., ygases
mucosa y enfisema lnfec. vías resp.,
altas.
Refl. gas.
Suprtmlr tabaco e inhalación
de polvos, ejercicios
respiratorios, alimenlaclón
Condicionan adecuada, anlimicroblanos,
broncodilaladores,
Factores mucolflicos
de riesgo
ObSII\ICCión
bronqulolar más
Bronquitis
crónica
Espirometría,
broncoscopia,
telerrad. de tórax,
TAC pulmonar,
biopsia de pulmón
Tos y expecl.
Disnea.
Dolor torác. Signologfa
Exámenes de
Sinl. general laboratorio
Cuadro
clfnico
Cll. hemátlca. gases
Tórax en tonel. en sangre, citología,
Hipers. pulm. bacteriosc. y cultivo
Estert. Ronc. y de esputo y de lavado
silbantes bronquial
INICIO
OIAGNÓST.:
HIPERPLAS. TRAT. AN
PROSTAT.
Terapéutica
Ultrasonido de próstata
(rectal o abdominal)
Condiciona Biopsia (no elimina
Estudios de cáncer)
Hlpel'plasla gabinete
prostática
Genera
Laboratorio
Sfntomas Signos
inlección
Antfgeno prostático
especHioo (<de 4 mi)
Produce
Descartar Eliminar
Infecciones,
neoplasias,
cálculos,
divertículos
11. Los planes de diagnóstico abarcan los estudios de laboratorio y gabinete, complemen-
tarios de los datos recolectados a través de la historia clúúca; deben tener congruencia,
que es la justificación que tiene el médico ante la responsabilidad de solicitar estudios
que completen su pensamiento diagnóstico, base de una terapéutica racional, tanto
médica como quinírgica, e incluso para establecer pronósticos y de recunir a medidas
de rehabilitación.
12. Los planes de tratamiento o conducta terapéutica tienen una amplia base de susten-
tación en la historia clfnica, a través primero de un pensamiento sindromático, que
es fisiopatológico, completándose con los estudios de laboratorio, gabinete, con biopsias,
punciones exploradora o terapéutica radiología intervencionista, diversas técrúcas de
irnagenología, cirugía y otros para akanzar, de ser posible, el diagnóstico etiológico.
Estos planes de tr:ttamiento abarcan desde educación higiénica, que es el primer paso
para que el paciente se involucre en su curación, así como norma~ que tienen trascen-
dencia familiar y social. En segundo lugar, el conjunto de instrucciones referentes
a la dieta que sea más adecuada a las condiciones del paciente. En tercer lugar el régimen
medicamentoso, en donde el médico tiene que seleccionar las drogas que se ajusten a
las características del paciente, así como sus indicaciones más precisas y las contrain-
dicaciones que deben plantearse, así como la posibilidad de enfermedad iatrógena,
que no debe confundirse con el error médico, ya que la iatrogerúa surge como algo
inesperado, aunque sí conocido del médico, cuando la conducta terapéutica ha sido co-
rrecta. En cambio, el error es por ignorancia, negligencia, equívoco, en medicina
nunca es intencional. Planteados estos tres grandes capítulos de la terapéutica, com-
pletar con otros tipos de tratamiento corno psicoterápico, fisioterápico, con sus múltiples
especialidades como masoterapia, mecanoterapia, hidroterapia, helioterapia, termo-
terapia, electroterapia, ultrasonido terapéutico y otros, para dar paso a los tratarrúentos
quinírgicos y de rehabilitación.
23. Por el dorso del pie se señalara tipo de pie: pie griego. pie egipcio, pie cuadrado si
hay antepie ancho
En dedos hallux. valgus, hallux va rus. dedos en garra, dedos supraductos o infra-
ductos, callos
24. Se le exploran los movimientos del cuello, de miembros torácicos y se mide su amplitud
y fuerza muscular
En Jo referente a miembros pélvicos:
Se le indica deambulación, si hay o no marcha claudicante que camine sobre la punta
de los pies (si no puede t. de Aquiles) sobre los talones (dolor radicular) y que estando
parado sobre la punta de los pies se deje caer en los talones (signo de carga) si repercute
con dolor en región lumbar
25. Si hay o no hiperextensión de la rodilla
26. Estando en decúbito dorsal:
a) Se explora si hay o no hiper/ordosis
Se invest.igan los signos de Laségue, Gowers Bragard, Bonnet, etc.
Se investiga si hay dolor al apoyarse las cresta, izíacas
Se investiga la sensibilidad, los reflejos. rotuliano, aquiliano, plantar, Babinsb:y, etc.
27. Se le exploran los movimientos de cadera. rodilla, signos meniseales, tobillo y pie
28. Así como su amplitud y valoración de la fuerza muscular
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Atlético o nonnosténico Asténico Pícnico
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Aexlón + extensión
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(flexión)
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Neutral
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Columna
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Izquierda
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Signo de Laségue
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Rotación Rotación
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(interna) (externa)
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Luxación acromioclavicular
Prueba de la calda del brazo: sliVe para saber si hay desgarros en el mangu~o rotatorio
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1
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SI hay desgarros en el manguito rotatorio, el brazo cae y el enfermo es Incapaz de hacerio bajar
con lentitud hasta que quede a un lado del cuerpo
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Pronación Supinadón
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Extensión
(dorsiflexión)
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(flexión palmar)
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Desviación
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Desviación
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El arco normal de la rotación
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1>2>3>4>5 Egipcio
1<2>3>4>5Gñego
1=2:3>4>5 Cuadrado
Dedos en garra
Distal
-· ~ Proximal
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Lippinc:olt company.
Absorción: 196
A Academia Mexicana de Cirugfa: 1.3..8
Abasia: 24 Acción:
Abdomen: en los receptores: l.Q. 1%
de ba!racio: 112 farmacodinámica: 197
de batracio o en alforja: 1 Uí Aceleración: 144
de fonna sinuosa: 112 Acetozolarnida: 51
en tablero de damas o ajedrez: 118 Aciertos: IJ!n
globoso: 112 Acné: 63
hundido: 112 en la pubertad: 40-41
o vientre en obús: 11.3. Acojinanúento móvil: Uíi
péndulo: 112 Acoria: 55
Abducción o inclinación del glúteo Acromegalia: 23, 64, 71
mediano: 145 Actitud: f.1 M. &4
Abrasión: 66 del médico: 1..8.. 26
en la corona: 64 Acto médico: 8
Absceso: 1Afi Acúfenos: 200
alveolodentario o párulis: 6fi Acúmulos de calcio: 55.
alveolodentarios: 1fi Addison: ~
hepáticos: 81 Adelgazamiento: 139, 200, 202
o gangrena pulmonares: 6fi Adenitis: 181
retrofaríngeo: 70 supracondt1eas: Uíi
Arañas: Atrofia(s): g W
o estrellas vasculares: 1..32 a los músculos lumbricales: 1..40
vasculares: U.. 76, lli precoz del cuadóceps: 157
'
Arbol: Aumento: de la presión
de decisiones: 2. 27, ~ dellfquido cefalorraquídeo: W
de probabilidades: 193 diferencial: 1...0.5
Arco (s): Auscultación:
de lípidos: 5.5 de la región precordial: 100
de movilidad: 1M de tórax: 93
de movilidad del hombro: ill con estetoscopio: 2.3
senil, xerontoxón: 5.5 inmediata: 2.3
'
Arcas: mediata: 93
congestivas: 1..32 Autoanálisis: l2
de matidez: 1..00 Autocrítica: 184
Arrancamiento de la apófisis estiloides: 113 Autopsia: 1..04
Arriboflavinosis: 54, 6& Avitaminosis A: 53-54
Arritmia(s): 106, 110
completa: 106
Arte de prescribir: 197
Arteritis carotídea: 80 Barra~ de Duque de Estrada: 147
Articulación coxofemoral: 147 Bases de datos: 11
Artritis: Bílirrubina directa: 20.1
rcumatoidc: JAQ Biotipo: 22
Biotopograma:
subastragalina: 145
Artropatfa(s) : 8.5 de área vesicular: 120
de Sánchez Yllades: 62
néumica hipertrofiante de Pierre
Blefaritis: 52
Marie: Si. JAQ
Blefarospasmo del lado afectado: 66
Ascitis: ll6.
Bloqueo a la extensión: 165
libres: lll
Bocio:
voluminosas: 22
difuso: 18
Asco:
retrostemal: 82
de manos: 196 Bola grasosa de Bichat: 72, 1!l
deficiente: 6n.
Bolsa serosa de la pata de ganso: 160
Asimctóa(s): 129, Ul
Bomba de sodio: 51
del abdomen: U 2 Boqueras: 63
Asma bronquial: !í2 Bordes internos de los pies: 1..62
Aspergillus niger: tia
Bostezo: 2.1 l l
Astasia: 24 Bradicardia: 105-106
Astasia-abasia: 2.5 Brazo: !!l.S
Astenia: 200 Bromismo: 40-4 1
Atelcctasia: !M Broncofonía: 91
Atención: Bronquitis crónica: 202
digna: l2 Buen juicio clínico: 197
médica: 2 Bursitis: 133. L1!i
Ateromatosis: líl2 del isquión: 147
Atonía de los músculos: 61 del olécranon: 1.16
Atrapamiento de codo y hombro: JA3 prerrotu1iana: 160
Fasciculaciones: 61 Frotes:
Fase(s): durante el movimiento del pie: l11
de oscilación: 144 pericárdicos: 22, lil.1
en la marcha: 144 Fuerza:
postura!: 144 de contracción del ventrículo
Fenómeno(s) : en la mano dominante: l.3B
de Bell: 52 izquierdo: 107
de Wintrich: 22 muscular: ~ 121
patológicos: 61 Fusión de la rodilla en flexión: 144
Fibra óptica: 71
Fibrilación auricular: l!ll G
Fibromas: 16. 62
Fibroscopios, : 70 Galope izquierdo, galope derecho: 22
Fibrosis: 81 Gammagrafía tiroidea: 61
Ficha de identificación: 13-14, 21-22, 21 Ganglio(s) :
Fiebre: 40-41. 122, 199, 202 de Chassaignac: 16
reumática: 139, 1.2& de Gerota: ill
Finalidad didáctica: 26 inflamados o hipertrofiados: 126
Fisura(s) : 125 Gasto:
anal: 200, 202 cardíaco basal: 107
Flebograffas: L20 débito cardfaco: 107
Flemones: Q1.. 181 Gastritis crónicas: 66
Flexión: 1..54 Generación de hipótesis: 22
de la cadera en exceso: 145 Genu recwvatum: 158
de la mano: ill Genu valgum: ~ 158
de la rodilla: 145 Getw vanuu: 8Q. 158
excesiva: 145 Gigantismo: 64
plantar: 174 Ginecografía: 125
plantar del dedo gordo: 1.6.2 Ginecomastia: &1
Fluctuación: 121 Gingivitis: 64
Fluttcr auricular: 106 expulsiva de Magitot: 65
Focomelia: lAQ gravídica: 65
Focos de auscultación: lill
Glándulas sudoríparas: 40. 41
Fonación: 2.L 61.. 11
Glaucoma: 55-57
Fondos de saco ocupados: ll1
Fonendoscopio: 93, 21 Glissonitis: 148
Glositis:
Fonocardiografía: 1M
Forma de presentación: 196 atrófica: 68
inespecífica: 68
Formación de tofos: ill
Forúnculos: 6.3. 16 mcnopáusica: 62
migratoria o exfoliativa: 68
Fosita de la risa: 72
Fractura: lA.l Glucocorticoides: 56
con crepitación ósea: 72 Gota: 176
en cráneo: ~ Gran mal: 24
supracondílea: l36 Grandes:
Fragilidad capilar: 1.32 cavernas pulmonares: 22
Frente: ,U flemones: 66
N o
Nanismo: 84 Obesidad: Wi
Naticefalia: MI Objetivo: lMl
Náusea: 122, 199, 202 Observación de la altura de los
Necrosis: hombros: U8
aséptica: 178 Obstrucción:
aséptica del escafoides: 176 nasal: 6.1
Negativos: pilórica: ll.6
falsos: 194 Ocena: 61
verdaderos: 194 Ocupación: 22
Neoplasias: 67. 122 Oftalmoscopio: 5.&
Neumatosis intestinal: 11.1 Ojos:
Neumocele: 81 de gallo: 178
Neumonía: 2Q de pescado: 178
Neumoperitoneo: U1. 125 Olivares y Núñez: 1..9.1
Neumotórax: 87, 90, !M Olor a acetona: 66.
Neuritis: 88 Onicomicosis: 1.&0
del ciático: 147 Opacidades desde la córnea: 55
Neurofibromns: 87, lli Orden cronológico: 6
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