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NOTICIA SOBRE EL FUTBOL

Un gol de lo más prematuro y otro ya terminal entronizaron por sexta vez al Liverpool, solo
superado por el Real Madrid (13) y el Milan (7). La conmovedora banda sonora de los reds
retumba de nuevo en Europa. Con ese contagioso optimista crónico que es Jürgen Klopp, el
Liverpool ha vuelto en todo su esplendor. El excelente peritaje de ese idealista que es Mauricio
Pochettino no le alcanzó del todo al Tottenham, finalista por primera vez. De la final en sí, poco
que rebobinar.

Tan rápido le devolvió el fútbol a Salah lo que le quitó hace un año, que a los 22 segundos se
encontró con un penalti a tiro. El chico con un hombro desgarrado y buceando entre lágrimas que
dejó la final de Kiev mucho antes de tiempo, se vio a los pies de la gloria en un parpadeo. Skomina,
árbitro esloveno, compadre del también esloveno Ceferin, presidente de la UEFA, observó mano
en un centro de Mané que rebotó entre el sobaco y el brazo derecho de Sissoko. Fuera o no
penalti, la acción mereció al menos una miradita al VAR. Ni eso, Skomina se fio de Skomina. Salah
estampó la pelota en la red.

Un gol en un chasquido de dedos. Convenía observar si al novato Tottenham le podría el mal de


altura. Era oportuno rastrear la respuesta del Liverpool. Si aparecería ese atómico equipo que
exprime ese trovador que es Klopp o un conjunto más medido ante la ventaja. Resulta que todos
notaron la sacudida del tercer gol más madrugador en la historia de las finales —por detrás de los
del madridista Mateos (1959) y el milanista Paolo Maldini (2005)—.

Los spurs, anímicamente congelados en la sahariana noche del Metropolitano, ni se aproximaron a


los spurs. Incapaces de dar hilo a Eriksen y Dele Alli, su supremo ariete, Kane, quedó neutralizado.
El grupo de Pochettino no daba con quién balizar el juego. Ni tampoco los reds corrían a gusto,
frenados Mané y Salah, tipos que habitualmente juegan con patines. El partido gravitaba sobre
Henderson y Sissoko, dos operarios de hormigonera. Mal asunto para cada cual, malas señales
para el mismo fútbol. Por ese camino, sin remedio, se multiplicaron las imprecisiones, los pases
con los juanetes, los malos entendidos, los enredos. El gol, sellado antes de que empezara el
partido, con todos aún en chanclas, confundió a ambos. Nada del delicado y estilista Tottenham.
Nada de ese Liverpool nuclear de boinas verdes.

Al contrario que hace un año en Kiev, esta vez el Liverpool se presentó con portero: Alisson. Pero,
al menos esta vez, no hubo forma de calificarle hasta casi el final. Antes, nadie del equipo de
Londres le examinó. Su mejor atributo: fue él quien dio el mejor pase de la noche, un servicio de
setenta metros para Salah, que encontró en su portero al único colega que le procuró su elixir
preferido: el contragolpe.
Algo más de foco tuvo Lloris, sin pasar de un cortometraje por un disparo lejano de Robertson y
poco más. La única trama estaba entre portería y portería, donde la gente se atropellaba. Mucha
metralla. Fútbol a granel. Como si todos estuvieran encantados con que nada pasara. El Liverpool
con su pequeño botín. El Tottenham confiando en que ya llegaría su instante. Hay que imaginar
que porque sí, puesto que no dio tecla alguna para ello.

No hubo alteraciones tras el descanso. Ni siquiera con la ruleta de cambios de Klopp y Pochettino.
Como nadie lograba imponerse, a medida que menguaba el tiempo se acentuó la emotividad. Por
la incertidumbre del marcador, no por el virtuosismo de uno y otro. Milner tuvo el 2-0 con un
disparo raso que se fue por un dedo. Lo chocante para el Liverpool es que a campo abierto no era
capaz de explotar a Salah, futbolista con turbo en las piernas. Con muy poco, el Tottenham seguía
vivo. Con muy poco, el Liverpool se acercaba a la cima. Quedaba un cuarto de hora cuando a
Alisson por fin se le pudo juzgar por las manos. Son y Lucas Moura le exigieron en los primeros
remates de los de Pochettino. Como luego haría Eriksen en el lanzamiento de una falta lateral. Así
es el fútbol, juego de guiños y guiños imprevistos: el Liverpool ganó con el Salah que apenas tuvo
en Kiev y hasta que Origi, con un gran disparo raso muy al final, abrochara la Orejona se sostuvo
en un par de ocasiones con un portero auténtico. Lo que tampoco tuvo en Ucrania. Gloria a los
reds. Y el fútbol espera de vuelta a este Tottenham austero que ha desafiado hasta el último
suspiro a los plutócratas europeos. Pero la Orejona es tan exclusiva que tras 511 participantes solo
22 la han conquistado. Entre ellos, el legendario y peculiar Liverpool.

EVEREST

KATMANDÚ, Nepal — Después de que hubo congestionamientos en la cima del monte Everest,
además de una atmósfera agresiva y anárquica que ha sido comparada con “un zoológico”, los
funcionarios nepaleses dijeron el 29 de mayo que estaban considerando cambiar las reglas sobre a
quién se le permitía escalar la montaña más alta del mundo.

“Es hora de revisar todas las leyes viejas”, dijo Yagya Raj Sunuwar, miembro del parlamento.

Hasta ahora, casi cualquiera podría obtener un permiso para escalar el monte Everest. Pero este
año se ha visto afectado por congestionamientos en la cima y un aumento de alpinistas sin
experiencia.

Los montañistas veteranos que alcanzaron la cima hace poco describieron un ambiente al estilo de
El señor de las moscas, con muchedumbres que llevaban enormes chaquetas de invierno, todos
situados precariamente en la cima, empujándose y forcejeando para tomarse selfis.

Por lo menos once alpinistas han muerto en el Everest este año, lo cual ha hecho de esta
temporada una de las más mortales de la historia. Muchas de las muertes eran prevenibles, dicen
los veteranos, y el número en aumento de novatos que tratan de escalar el Everest lo ha vuelto
más peligroso para todos.

Varios funcionarios de gobierno en Katmandú, la capital de Nepal, dijeron que estaban analizando
lo que había sucedido y se estaban decantando por exigir que todos los alpinistas entregaran
pruebas de su experiencia como escaladores y un certificado verificable de buena salud.

“En efecto, habrá algunos cambios en el sector de las expediciones”, dijo Mira Acharya,
funcionaria de alto nivel en el Departamento de Turismo de Nepal. “Estamos analizando la
reforma de algunas áreas, entre ellas el establecimiento de criterios para todos los que quieran
escalar el Everest”.

En una reunión reciente, dijo: “Planteamos el problema de los alpinistas sin experiencia”.

El monte Everest es un enorme bloque de hielo y roca a lo largo de la frontera entre China y Nepal.
China también organiza expediciones hacia la cima, pero en el costado chino parece que hay
menos caos. De entre casi trescientos alpinistas, ha habido dos muertes este año en el lado chino,
en comparación con las nueve de Nepal, aunque casi ochocientas personas escalaron del lado
nepalés.

El camino hacia la cima es tan estrecho y escarpado que los alpinistas deben pasar con mucho
cuidado por donde están otros individuos que se han enfermado o muerto. A algunos de los
muertos al parecer se les había acabado el oxígeno embotellado, en parte porque la horda de
alpinistas que trataban de llegar a la cima al mismo tiempo provocó grandes retrasos.

Los alpinistas se vieron obligados a esperar en la nieve durante horas, a alturas superiores a los
8500 metros, mientras su suministro limitado de oxígeno comprimido poco a poco se acababa y su
energía se desvanecía.

Varios montañistas describieron un afán despiadado por alcanzar la cima en el que otros
escaladores se rehusaban a compartir los suministros esenciales para sobrevivir: agua y oxígeno.

Amit Chowdhury, presidente de la Comisión de Seguridad de la Federación Internacional de


Montañismo y Escalada (UIAA, por su sigla en francés), dijo que, según las reglas de algunas otras
montañas, los guías podían evitar que un alpinista ascendiera si estos consideraban que la persona
quizá no lograría llegar a la cima o si exhibía un mal comportamiento.
Sin embargo, dijo: “En el Everest no es lo mismo… puedes contratar a un sherpa en las calles de
Katmandú, o tu agente de viajes dice: ‘Aquí está tu sherpa’, eso es todo”.

“No hay manera de saber si dicho sherpa puede juzgar y determinar la capacidad de la persona
que está escalando”, agregó.

Nepal es uno de los países más pobres de Asia e incluso el Everest, la joya de su economía
turística, se ha visto afectado por escándalos de corrupción y fraudes.

El año pasado, medios de comunicación y compañías de seguros expusieron una conspiración por
parte de algunos guías, empresas de helicópteros, propietarios de casas de té y hospitales para
obtener millones de dólares de las aseguradoras al presionar a los alpinistas que mostraban
incluso mínimas señales del mal de altura para que usaran costosos servicios de evacuación. En
algunos casos, puede que los propietarios de las casas de té hayan agregado contaminantes a la
comida de los alpinistas para enfermarlos, con el fin de que necesitaran una costosa evacuación
por helicóptero, según hallazgos de una investigación gubernamental.

Con las reglas actuales de Nepal, todos los alpinistas deben enviar una copia de su pasaporte, unos
pocos datos biográficos y un certificado que demuestre que tienen la salud suficiente para llegar a
la cima.

No obstante, los funcionarios nepaleses admitieron que no tenían una manera de verificar la
información de salud antes de otorgar permisos. Los extranjeros pagan 11,000 dólares tan solo por
los permisos, y el total de los costos por guías, equipo, alimentos y alojamiento para la expedición
de seis semanas fácilmente puede superar los 50,000 dólares. Los alpinistas nepaleses pagan
alrededor de 700 dólares por un permiso.

Los funcionarios nepaleses dijeron que la temporada de alpinismo ya había terminado, como se
había programado, y que ya no había alpinistas en las partes más altas de la montaña.

Los sherpas expresaron preocupación respecto de los alpinistas sin experiencia, pero también se
quejaron del gobierno nepalés y dijeron que este no había podido vigilar adecuadamente la
montaña más importante del país. Los funcionarios del gobierno enviados al campamento base del
Everest a menudo sufrían mal de altura y desertaban, dijeron los sherpas, por lo que solo
quedaban las empresas de expediciones para monitorear el flujo del tránsito.
“Sería genial que no permitieran que los alpinistas sin experiencia escalaran el Everest”, dijo Lakpa
Dendi Sherpa, guía nepalés experimentado. “¿Pero quién implementará esta medida? ¿El
gobierno? No lo creo. Ni siquiera pueden deshacerse de la basura del Everest. No hacen más que
recolectar las ganancias”.

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