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Juicio por jurados

Introducción

El juicio por jurado es la participación del pueblo en una función reservada al


Estado en la administración de la justicia penal.

El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio lo


define como el "tribunal constituido por ciudadanos que pueden o no ser letrados y
llamados por la ley para juzgar, conforme a su conciencia, acerca de la
culpabilidad o de la inocencia del imputado, limitándose únicamente a la
apreciación de los hechos (mediante un veredicto), sin entrar a considerar
aspectos jurídicos, reservados al juez o jueces que, juntamente con los jurados,
integran el tribunal", determinando que "jurado se denomina también a la persona
que forma parte de ese tribunal popular".

En el momento actual, es un lugar común decir que la eficacia del sistema


judicial argentino se halla en franca decadencia. Huelga expresar que las
consecuencias de una administración de justicia deficiente, se traducen en
innumerables situaciones.

Si hablamos de efectos de esta ineficacia con relación a los Derechos


Fundamentales, todo culmina en su no realización, o su realización parcial.

La falta de atención hacia la calidad del servicio de justicia, puede atribuirse e


identificarse con múltiples factores, pasando por demoras en las decisiones por los
órganos jurisdiccionales, o de la escasez de medios económicos para la
contratación de servicios profesionales, de la falta de proporción entre el número
de habitantes por magistrado, condiciones infraestructurales inadecuadas para
deposito del volumen de expedientes de casos iniciados por año; la lista podría
continuar.
¿Será la implementación en todo el país de los juicios por jurados, la solución
a todos o por lo menos a algunos de los problemas de la calidad del servicio de
justicia?

En este trabajo se intentará abordar cuáles son los argumentos más habituales
que se esgrimen a favor y en contra de la institución del juicio por jurados,

Desarrollo

Antecedentes del juicio por jurados

El inicio de este estudio nos lleva a preguntarnos por los orígenes del “juicio por
jurados”, con lo cual nos encontramos ante diversas opiniones: algunas se lo
atribuyen a las antiguas leyes romanas, y otras lo hacen derivar de los
escandinavos y / o los anglosajones.

Pero en todas las citas históricas que leamos, veremos que el fin del juicio por
jurados fue el de concebirlo como una institución jurídica de naturaleza procesal,
para preservar la paz social. Y que las características absolutas con que eran
inevitablemente revestidos los juicios penales en las naciones monárquicas,
llevaron a la creación de un instituto que fuese capaz de frenar estos abusos de
poder.

Deberíamos primero, y siguiendo al jurista Alberto M. Binder, diferenciar las


clases de jurados que se nos presentan dentro de esta institución, para así ir
devanando el tema conceptual y funcional de estos. (Binder, 2004).

Por un lado, Binder nos presenta al modelo «clásico»; según este, un grupo
más o menos numeroso de ciudadanos, legos todos ellos, que deliberan entre sí,
según las indicaciones que les dirige el juez profesional, determinan si la persona
es culpable o inocente (veredicto de culpabilidad) y luego, sobre la base intangible
de ese veredicto, el juez profesional determina las consecuencias legales de la
acción culpable o inocente. La decisión dentro de este modelo es conjunta. Este
modelo (anglosajón) es el que encontramos en países como Inglaterra, Escocia,
Gales, Estados Unidos, Canadá Noruega, Australia o España.

Por otro lado, tenemos al modelo “escabinado”1, se conforma de un grupo de


jueces, integrados por jueces profesionales y “jueces legos”, o ciudadanos,
(«colegio sentenciador»), que delibera en conjunto y llega a la solución total del
caso.

Este modelo de decisión conjunta privilegia el hecho de la deliberación, a


través de la cual se produce un proceso dialéctico, que asegura que la decisión
final será el conjunto de diversas valoraciones sociales y consideraciones
técnicas. El jurado escabinado es el sistema adoptado en Francia, Italia, Alemania,
Suiza o Portugal.

Y por último, tenemos el modelo «mixto», el cual toma cosas de los dos
sistemas de jurados tradicionales (es decir, del modelo anglosajón y del modelo
escabinado). Consiste en que los jurados deliberan solos, sin los jueces. Si el
veredicto es de absolución, se decreta esta y en su caso se libera al reo; en tanto
que si es de condena, los jurados se tienen que reunir con los jueces para decidir
la extensión de las penas.

Podemos rastrear a la institución, en su fase histórica, del juicio por jurados y


encontrar su origen en la carta magna inglesa del año 1215: “… ningún hombre
libre será detenido, encarcelado, privado de sus bienes, exiliado, sin haber sido
juzgado previamente por sus pares o por la ley”. El jurado comenzó siendo en

1
La posición de Escabino en diferentes momentos y lugares, tuvo varios significados:
 En París en el siglo XVII, el término "Escabino" designaba a un magistrado. En el Antiguo Régimen,
el preboste de los comerciantes-jefe de la municipalidad de París, encargado de abastecer a la
ciudad de obras públicas, la recaudación de impuestos y controlar el comercio fluvial fue ayudado
por cuatro escabinos.
 En Lyon y Marsella, Escabino correspondía al actual concejal de un ayuntamiento.
 En Bélgica y Luxemburgo, en la actualidad, los escabinos son miembros de la representante del
órgano colegiado electo de un municipio, así como las funciones legislativas y ejecutivas, actuando
como auxiliares de la burgomaestre
Inglaterra una institución “presencial” en los juicios, con la función de cuestionar
los hechos y procedimientos. Introducida por los conquistadores francos, tenía por
fin morigerar los poderes del rey.

A partir del reinado de Enrique VI, se transformó la institución dedicándose los


“jurors” a probar la evidencia. Durante el siglo XVII, surgió la idea del jurado en
salvaguarda del acusado; y ya en el siglo VIII, Blackstone hablaba de este instituto
como parte de una doble barrera entre las libertades del pueblo y las prerrogativas
de la Corona, ya que la verdad de las acusaciones sería confirmada por el voto
unánime de doce “pares y vecinos” elegidos al azar.

Este derecho fue garantizado en las constituciones de los Trece Estados


Norteamericanos, incorporado en el cuerpo de la Constitución de los Estados
Unidos en el siglo XVIII, en su Sexta Enmienda, y también protegido e incorporado
por los Estados que integraron posteriormente los Estados Unidos. (Kalven, Harry,
Jr. y Zeisel, Hans, 1966)

El juez puede aconsejar o hacer recomendaciones a los “jurors” acerca de la


evidencia, pero serán los doce ciudadanos quienes tendrán la decisión final sobre
ella. De todas formas, al ser un derecho en beneficio del acusado, este puede
prescindir de ejercerlo, eligiendo ser juzgado por un juez o tribunal directamente.

“El jurado anglo-americano es una notable institución política. La misma recluta


doce “legos”, escogidos al azar entre la vasta población; convocándolos a los fines
de un juicio en particular; confiándoles los mayores poderes de decisión oficial;
permitiéndoles llevar a cabo deliberaciones en secreto y reportando su veredicto
final sin dar las razones que hubiesen llevado a él; y una vez concluido el servicio
temporal prestado al Estado, se ordena su disolución y regreso a sus vidas
privadas” (Kalven, Harry, Jr. y Zeisel, Hans, 1966).

La función del jurado es decidir si el imputado es autor o no del hecho en


cuestión, evaluando la evidencia aportada por las partes. Si bien el juez puede
hacer sugerencias, no puede guiar al jurado en la evaluación de los hechos, sino
en una instancia posterior determinar fundadamente la pena por aplicar. Todas las
cuestiones “de derecho” quedan reservadas a la evaluación y decisión del juez. Se
busca limitar el poder del Estado e impedir las decisiones arbitrarias que pudiesen
surgir de concentrar la decisión únicamente en un juez, o grupo de jueces.

Juicio por jurado en Argentina

En cuanto a la recepción de este instituto en nuestro derecho, hay que destacar


que si bien estuvo previsto en las constituciones de 1819 y 1826, recién fue en la
Constitución Nacional de 1853 en que el jurado popular tuvo aceptación con
jerarquía constitucional.

Así lo confirma Jorge Horacio Gentile ( “El juicio por jurados y la


democratización del poder judicial”), ya que “nuestra Constitución desde 1853;
apartándose del proyecto de Juan Bautista Alberdi, y siguiendo los redactados en
la Soberana Asamblea del Año XIII: del 27 de enero (Art. 151), de la Comisión ad
hoc (Capítulo 21 al 23) y al de la Sociedad Patriótica (Art. 175); al proyecto de
Constitución monárquica de 1815 (Art. 12); a las Constituciones de 1819 (Art.
CXIV) y 1927 (Art. 125) y a los proyectos de Pedro de Angelis de 1852 (Art. 125) y
de José Benjamín Gorostiaga (Art. 62); establece que “ El Congreso promoverá la
reforma de la actual legislación en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio
por jurados” (Art. 75 inciso 12). También expresa que “Todos los juicios criminales
ordinarios, que no se deriven del derecho de acusación concedido a la Cámara de
Diputados se terminarán por jurados luego de que se establezca en la República
esta institución” (Art. 118). La reforma del año 1949 suprimió estas disposiciones;
la de 1994 no las derogó, ni se introdujo modificación alguna en este texto, solo se
estableció el cambio de nomenclatura, por lo que actualmente encontramos
mencionado al juicio por jurados en los artículos 24, 75 inciso 12 y 118
respectivamente, los cuales, como afirman Hendler y Cavallero, “nunca lograron
operativizarse en nuestro sistema judicial”.
Nuestra Constitución Nacional consagra el juicio por jurados en tres artículos.
Así, en el capítulo correspondiente a declaraciones, derechos y garantías,
establece en el art. 24: “El Congreso promoverá la reforma de la actual legislación
en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio por jurados”.

Por otra parte, tenemos el art. 75, inc. 12 , determina, como una atribución del
Congreso, lo siguiente: “Dictar los códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y
del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales
códigos alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas cayeren
bajo sus respectivas jurisdicciones; y especialmente leyes generales para toda la
Nación sobre naturalización y nacionalidad, con sujeción al principio de
nacionalidad natural y por opción en beneficio de la Argentina; así como sobre
bancarrotas, sobre falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del
Estado, y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados”.

En relación con las atribuciones del Poder Judicial, el art. 118 reza lo siguiente:
“Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del despacho de
acusación concedido en la Cámara de Diputados se terminarán por jurados, luego
de que se establezca en la República esta institución. La actuación de estos
juicios se hará en la misma provincia donde se hubiera cometido el delito; pero
cuando este se cometa fuera de los límites de la nación, contra el “Derecho de
Gentes”, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que haya de
seguirse el juicio”.

El mismo art. 118 de la CN expresa: “todos los juicios criminales ordinarios (…)
se terminaran por jurados, luego que se establezca en la Republica esta
institución”, analizando detenidamente el artículo, el constituyente dejó a
prudencia y elección del legislador la fundación del sistema, es decir, sin
imponerle un término para su regulación.
Reiterado en mandato constitucional, el mismo nos lleva a una reflexión sobre
la participación de pueblo en una función hasta ahora, reservada para el Estado,
que es la Administración de Justicia, que necesariamente abre el debate sobre la
adecuada inserción del juicio por jurados en nuestro ordenamiento procesal penal.

Por su parte, el nuevo Código Procesal Penal de la Nación, contempla al juicio


por jurados, pero no lo regula, remite a la ley especial para ello. Aunque
actualmente se encuentra suspendida su aplicación por decreto del Poder
Ejecutivo.

Si tomamos como ejemplo a la Provincia de Buenos Aires, tenemos la Ley


14.543 que establece al juicio por jurados, adoptando un modelo clásico de
enjuiciamiento por jurados, pero solo para delitos graves. Ahora bien, deberíamos
ver qué pasa con los delitos que quedan fuera de esta clasificación.

Argumentos a favor del juicio por jurados:

Son varias las razones para argumentar a favor del juicio por jurados. Dentro
de las ventajas se podrían argumentar las siguientes:

 Ayudaría a combatir la burocratización de la justicia, que conduce a la


insensibilidad de los jueces profesionales, las decisiones judiciales se
ajustarían más a las valoraciones sociales, incorporando la equidad como
forma de resolución de los conflictos penales.

 No hay nada por encima del pueblo: Si bien estamos en una sociedad
altamente "estratificada", con variantes en todos sus sectores, todavía se
sigue concibiendo al "pueblo" como un compartimento estanco, o que se
mueve muy lentamente, entonces se lo posiciona en un sitio de absoluto
poder en aquellas cuestiones para las que es llamado. Si los hechos son
juzgados por ciudadanos comunes, sin conocimiento legal o funciones
judiciales, se permite que representantes de toda la sociedad, como
mandatarios de aquella, definan el futuro de un sujeto que, al cometer un
delito, ha causado un daño a la paz y convivencia ciudadana. ¿Qué mejor
que representantes de la sociedad para juzgar sobre un daño a ella
ocasionado?

 Presencia activa en materia penal: Bajo el sistema actual, sin la


implementación del juicio por jurados, la sociedad observa impávida,
muchas veces influenciada por su propia avidez de seguir noticias
relacionadas a delitos, cómo los jueces, con sus tecnicismos jurídicos son
los soberanos en cuanto al juzgamiento penal de los procesados. Si a
muchas personas les preocupa la inseguridad o se sienten amenazadas
por cualquier delito grave, parece lógico que se les permita participar en
una materia tan delicada a sus intereses. De este modo, la responsabilidad
no recaerá, solamente, en los funcionarios judiciales, .el pueblo ahora, con
su veredicto, compartirá parte de dicha responsabilidad.

 Conciencia ciudadana: Es esperable que no toda la sociedad participe en


un jurado, de todos modos, la inclusión de una nueva carga social, puede
proyectar sus efectos en una mayor concientización de la ciudadanía
toda, en cuanto a las obligaciones inherentes a su carácter.

 Seguridad jurídica del procesado: Cuando el veredicto del jurado sea


absolutorio, se prevé la irrecurribilidad del mismo. Esto pues se parte del
hecho de que el jurado, con sus 12 integrantes, es representante del
pueblo, y si el pueblo se ha manifestado en sentido contrario a la
responsabilidad penal del procesado, es lógico que no exista ninguna
Cámara o Tribunal con poder de revisar tal decisión. De este modo, se
conjuga a la perfección la soberanía popular con el "In Dubio Pro Reo". El
jurado será el núcleo de la conciencia social, ergo, nada podrá situarse por
encima de su voluntad. De este modo se le brinda seguridad al procesado
que, cuando es liberado de responsabilidad, sabrá con certeza su situación
jurídica, sin tener que soportar años de incertidumbre procesal derivada de
recursos interpuestos por el Agente Fiscal.

 El juicio por jurados sería, en la opinión de sus promotores, un instituto que


mejoraría la calidad de la justicia.

 El juicio por jurados favorecería, según sus promotores, la transparencia de


la justicia.

 A favor, ya se había pronunciado Joaquín V. González quien señaló que el


Juicio por Jurados constituye la garantía de libertad y recta administración
de justicia, pues los preceptos establecidos en la Constitución tienen fuerza
obligatoria para todos los individuos, las autoridades y la Nación.

 Julio Maier (2004) dice que el fundamento político cultural del Juicio por
Jurados reside en la decisión de que la justicia penal no puede quedar solo
en manos del Estado (autor del proyecto modelo para América Latino).

 Jorge Yoma ha afirmado repetidamente que la incorporación de jueces


legos obligará a las partes a la utilización de un lenguaje llano y accesible
que permita un mejor debate en beneficio de la publicidad y posibilite la
mejor defensa Juicio por Jurados del imputado, desmistificando el derecho,
evitando la burocracia y el exceso de formalismo.

 Los nutridos fundamentos de Edmundo Hendler y Ricardo Cavallero


(2010), como argumentos genéricos a favor se destacan:

- Participación ciudadana
- Inmediación
- Apreciación y valoración social que aportan
- Imparcialidad procedente de ser juzgado por pares
- Independencia del Poder Judicial

Argumentos en contra del juicio por jurado

Quienes no están a favor de esta institución esgrimen argumentos en contra de


la misma, entre ellos:

 Los costos son elevados debido a la abundancia de personal requerido, a la


adecuación de las instalaciones y a la preparación del material para que
sea comprensible por parte del jurado.

 La constitución del jurado se hace de acuerdo a criterios subjetivos, por el


derecho que tienen las partes a recusar, en las audiencias preliminares, a
los ciudadanos elegidos.

 Pueden, por falta de conocimiento, vulnerar las garantías procesales y la


actividad dudosa de las fuerzas policiales, violando la garantía del debido
proceso.

 Los medios de comunicación, ya sean diarios, televisión, radio y revistas,


dan demasiada importancia a determinados casos penales por el alto nivel
de audiencia y de venta que generan, lo que podría influenciar al jurado a la
hora de tomar una decisión justa. Así se produce un choque entre el
derecho a ser informado y la necesidad de un juicio justo, la prensa en
estos casos, da a conocer todo tipo de información respecto del acusado,
penas anteriores, resultado de las investigaciones, resultados de las
pericias, los pronósticos de culpabilidad. Hay que tener en cuenta la
situación de inseguridad que se vive en el país y la necesidad de encontrar
para todo un culpable, aunque no se tengan las pruebas suficientes en su
contra, existen muchos casos en los que la justicia ha encontrado culpable
a individuos que no lo eran.

 Subjetividad de los integrantes del jurado: Si en los procesos actuales el


juez opera como un individuo desprovisto de parcialidad, profesional
especializado en abstraerse del marco social que lo rodea para dictar una
sentencia acorde a los principios jurídicos que reinan el caso traído a su
conocimiento, no es esperable la misma actitud en el jurado. Si se eligen
ciudadanos (entre 21 y 75 años) habrá que atenerse y tener especial
consideración en la influencia externa que hayan recibido a lo largo de años
en materia penal. Al no ser profesionales del derecho, ni ocupar un cargo
judicial, no se les podrá pedir, a los miembros del cuerpo, que obren con
una mirada amplia, contemplativa de todas las garantías y elementos
jurídicos de un caso. Por esta razón es que solo deberán merituar los
hechos, mientras que del encuadre jurídico se encarga el juez, pero de
todos modos, el termómetro social habrá de dejar influencia incluso en la
evaluación fáctica.

 Heterogeneidad popular: Habitualmente, las personas suelen formar grupos


de acuerdo a afinidades sociales, culturales y económicas, de todos
modos, inconscientemente, se aceitan los mecanismos tendientes a que las
dificultades en su funcionamiento sean superadas, con el paso del tiempo.
En la composición de un jurado se relacionan, de forma azarosa e
intempestiva, personas que provienen de diversos núcleos sociales, que
poseen ingresos diferentes y formación cultural cuya diferencia, en
ocasiones, podrá ser abismal. Así, el comerciante, el profesional, el
desempleado, el ama de casa y otros tantos, se encontrarán al costado
del juez y luego, deberán juzgar con imparcialidad las pruebas producidas
durante el juicio oral. Pretender que tales personas no tengan una decisión
o, al menos, valoración de los hechos a tenor de su enfoque personal,
vivencias y valores íntimos, es pecar de inocencia.

 Presiones sobre el jurado: Esto no es tanto una crítica el juicio por jurados
en sí, se trata más que nada de una posible desventaja derivada de su
implementación práctica. Se prevé que los integrantes del jurado estén
alejados de toda presión o incentivación, su deliberación deberá ser en
recinto cerrado, inviolable, bajo pena de nulidad del juicio, también que el
voto de cada integrante será inmediatamente destruido luego de,
obviamente, su presentación ante el juez. Si no se articula un mecanismo
de prevención y protección a los jurados, que funcione bien, el sistema no
tiene razón de ser.

 El pueblo no sabe: Esta quizás sea la crítica con menos asidero de todas.
Por un lado, para evitar toda relación entre el jurado y una posible
parcialidad, se destierra a los profesionales jurídicos (entre otros) de la
integración potencial de un jurado. Sin embargo, la ley dispone que el juez
hará saber a los integrantes aquellas circunstancias agravantes o
atenuantes que recaigan sobre el procesado, utilizando un lenguaje claro y
asequible. Nuevamente, se produce una merituación poco precisa, pues el
lenguaje claro dependerá del destinatario final del mensaje. Si un jurado no
comprendió lo que se le ha querido decir, no ha manifestado nada y luego
vota ¿habrá alguna posible nulidad derivada de tal circunstancia?

 Se trata de un proceso que pretende forzar una situación: una persona


alejada del mundo jurídico, de repente, ante el llamado del estado, debe
presenciar un proceso, pretender entender los tecnicismos que se utilizan,
incluso en las cuestiones de hecho y luego deliberar sobre algo que
(¿entendió?) para resolver sobre un asunto tan delicado como es la
responsabilidad penal de otro sujeto.
 Los veredictos son impredecibles e influenciables, presentando falencias
cuando deben resolver cuestiones complejas, el jurado ciudadano
representa para la sociedad la más sólida garantía de desacierto y exhibe
en muchas ocasiones una ignorancia descomunal.

 No se corresponden con la naturaleza del pueblo argentino, y es una


institución desprestigiada, los ciudadanos no tenemos conciencia de los
deberes de servicio público gratuito.

 Dificultan o imposibilitan la posibilidad de interponer recursos en contra de


la decisión, pues los motivos de los veredictos son desconocidos.
Conclusión

La implementación de un sistema de juicio por jurados requiere de una


sociedad madura, con una concepción contemplativa de la delincuencia y los
sujetos que incurren en ella. Toda sociedad tiene un grado de subjetividad
primaria, derivada las circunstancias particulares de sus integrantes (devenidos en
jurado) y secundaria, formada por agencias de difusión de información, situaciones
económicas, sociales, etcétera

Lamentablemente, no se ha inventado un medidor del sentido común de una


sociedad determinada. ¿Tendrá la sociedad argentina el criterio suficiente para
asumir tal responsabilidad?

Los casos de las provincias donde se estableció el instituto parecerían


demostrar que la respuesta es afirmativa.

Para resolver algo tan delicado, juzgar los hechos, se debe estar incólume,
presto a ofrecer valores como la objetividad e imparcialidad en cuanto a la
evaluación de los hechos.

Por otro lado, lo referido a la forma de implementar el instituto, es fundamental,


pues tampoco es cuestión de generar un martirio a quienes deban ser jurado, por
el contrario, se los debe proteger y asegurar el carácter inviolable de su reflexión y
anónimo de su decisión.

También, lo dicho en cuanto a la composición del jurado es relevante para


adoptar una posición a favor o en contra. Si la sociedad argentina fuese más
pequeña o igualitaria, de seguro sus integrantes proyectarían la voluntad popular
con más certeza, aceptación y lógica, pero cuando nos enfrentamos a jurados
compuestos por personas de variadísimos sectores sociales, económicos y
culturales y esperamos obtener una decisión consensuada y razonable:
¿Estaremos pidiendo demasiado?

A pesar de los interrogantes, la base está en pensar al juicio por jurados como
la opción más benigna a la crítica que tiene hoy nuestro proceso penal, y es la de
aplicar sentencias arbitrarias, si bien fundadas, decididas solo por uno o varios
jueces profesionales en el tema, descartando de llano la posibilidad de una opinión
de la sociedad sobre lo decidido.

A nuestro país aún le faltan años de experiencia en la materia, pero aplicar hoy
un juicio por jurados puede favorecer la participación popular en la administración
de justicia, ayudando a mejorar la percepción social de la misma, ejerciendo un
efecto educativo en la comunidad, a cuyo resultados pueden resultar muy útiles
los medios masivos de comunicación social, permitiendo aflojar las tensiones
generadas en el seno de la sociedad, poniendo al debate oral en el centro de la
escena.

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