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Introducción
En este trabajo se intentará abordar cuáles son los argumentos más habituales
que se esgrimen a favor y en contra de la institución del juicio por jurados,
Desarrollo
El inicio de este estudio nos lleva a preguntarnos por los orígenes del “juicio por
jurados”, con lo cual nos encontramos ante diversas opiniones: algunas se lo
atribuyen a las antiguas leyes romanas, y otras lo hacen derivar de los
escandinavos y / o los anglosajones.
Pero en todas las citas históricas que leamos, veremos que el fin del juicio por
jurados fue el de concebirlo como una institución jurídica de naturaleza procesal,
para preservar la paz social. Y que las características absolutas con que eran
inevitablemente revestidos los juicios penales en las naciones monárquicas,
llevaron a la creación de un instituto que fuese capaz de frenar estos abusos de
poder.
Por un lado, Binder nos presenta al modelo «clásico»; según este, un grupo
más o menos numeroso de ciudadanos, legos todos ellos, que deliberan entre sí,
según las indicaciones que les dirige el juez profesional, determinan si la persona
es culpable o inocente (veredicto de culpabilidad) y luego, sobre la base intangible
de ese veredicto, el juez profesional determina las consecuencias legales de la
acción culpable o inocente. La decisión dentro de este modelo es conjunta. Este
modelo (anglosajón) es el que encontramos en países como Inglaterra, Escocia,
Gales, Estados Unidos, Canadá Noruega, Australia o España.
Y por último, tenemos el modelo «mixto», el cual toma cosas de los dos
sistemas de jurados tradicionales (es decir, del modelo anglosajón y del modelo
escabinado). Consiste en que los jurados deliberan solos, sin los jueces. Si el
veredicto es de absolución, se decreta esta y en su caso se libera al reo; en tanto
que si es de condena, los jurados se tienen que reunir con los jueces para decidir
la extensión de las penas.
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La posición de Escabino en diferentes momentos y lugares, tuvo varios significados:
En París en el siglo XVII, el término "Escabino" designaba a un magistrado. En el Antiguo Régimen,
el preboste de los comerciantes-jefe de la municipalidad de París, encargado de abastecer a la
ciudad de obras públicas, la recaudación de impuestos y controlar el comercio fluvial fue ayudado
por cuatro escabinos.
En Lyon y Marsella, Escabino correspondía al actual concejal de un ayuntamiento.
En Bélgica y Luxemburgo, en la actualidad, los escabinos son miembros de la representante del
órgano colegiado electo de un municipio, así como las funciones legislativas y ejecutivas, actuando
como auxiliares de la burgomaestre
Inglaterra una institución “presencial” en los juicios, con la función de cuestionar
los hechos y procedimientos. Introducida por los conquistadores francos, tenía por
fin morigerar los poderes del rey.
Por otra parte, tenemos el art. 75, inc. 12 , determina, como una atribución del
Congreso, lo siguiente: “Dictar los códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y
del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales
códigos alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas cayeren
bajo sus respectivas jurisdicciones; y especialmente leyes generales para toda la
Nación sobre naturalización y nacionalidad, con sujeción al principio de
nacionalidad natural y por opción en beneficio de la Argentina; así como sobre
bancarrotas, sobre falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del
Estado, y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados”.
En relación con las atribuciones del Poder Judicial, el art. 118 reza lo siguiente:
“Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del despacho de
acusación concedido en la Cámara de Diputados se terminarán por jurados, luego
de que se establezca en la República esta institución. La actuación de estos
juicios se hará en la misma provincia donde se hubiera cometido el delito; pero
cuando este se cometa fuera de los límites de la nación, contra el “Derecho de
Gentes”, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que haya de
seguirse el juicio”.
El mismo art. 118 de la CN expresa: “todos los juicios criminales ordinarios (…)
se terminaran por jurados, luego que se establezca en la Republica esta
institución”, analizando detenidamente el artículo, el constituyente dejó a
prudencia y elección del legislador la fundación del sistema, es decir, sin
imponerle un término para su regulación.
Reiterado en mandato constitucional, el mismo nos lleva a una reflexión sobre
la participación de pueblo en una función hasta ahora, reservada para el Estado,
que es la Administración de Justicia, que necesariamente abre el debate sobre la
adecuada inserción del juicio por jurados en nuestro ordenamiento procesal penal.
Son varias las razones para argumentar a favor del juicio por jurados. Dentro
de las ventajas se podrían argumentar las siguientes:
No hay nada por encima del pueblo: Si bien estamos en una sociedad
altamente "estratificada", con variantes en todos sus sectores, todavía se
sigue concibiendo al "pueblo" como un compartimento estanco, o que se
mueve muy lentamente, entonces se lo posiciona en un sitio de absoluto
poder en aquellas cuestiones para las que es llamado. Si los hechos son
juzgados por ciudadanos comunes, sin conocimiento legal o funciones
judiciales, se permite que representantes de toda la sociedad, como
mandatarios de aquella, definan el futuro de un sujeto que, al cometer un
delito, ha causado un daño a la paz y convivencia ciudadana. ¿Qué mejor
que representantes de la sociedad para juzgar sobre un daño a ella
ocasionado?
Julio Maier (2004) dice que el fundamento político cultural del Juicio por
Jurados reside en la decisión de que la justicia penal no puede quedar solo
en manos del Estado (autor del proyecto modelo para América Latino).
- Participación ciudadana
- Inmediación
- Apreciación y valoración social que aportan
- Imparcialidad procedente de ser juzgado por pares
- Independencia del Poder Judicial
Presiones sobre el jurado: Esto no es tanto una crítica el juicio por jurados
en sí, se trata más que nada de una posible desventaja derivada de su
implementación práctica. Se prevé que los integrantes del jurado estén
alejados de toda presión o incentivación, su deliberación deberá ser en
recinto cerrado, inviolable, bajo pena de nulidad del juicio, también que el
voto de cada integrante será inmediatamente destruido luego de,
obviamente, su presentación ante el juez. Si no se articula un mecanismo
de prevención y protección a los jurados, que funcione bien, el sistema no
tiene razón de ser.
El pueblo no sabe: Esta quizás sea la crítica con menos asidero de todas.
Por un lado, para evitar toda relación entre el jurado y una posible
parcialidad, se destierra a los profesionales jurídicos (entre otros) de la
integración potencial de un jurado. Sin embargo, la ley dispone que el juez
hará saber a los integrantes aquellas circunstancias agravantes o
atenuantes que recaigan sobre el procesado, utilizando un lenguaje claro y
asequible. Nuevamente, se produce una merituación poco precisa, pues el
lenguaje claro dependerá del destinatario final del mensaje. Si un jurado no
comprendió lo que se le ha querido decir, no ha manifestado nada y luego
vota ¿habrá alguna posible nulidad derivada de tal circunstancia?
Para resolver algo tan delicado, juzgar los hechos, se debe estar incólume,
presto a ofrecer valores como la objetividad e imparcialidad en cuanto a la
evaluación de los hechos.
A pesar de los interrogantes, la base está en pensar al juicio por jurados como
la opción más benigna a la crítica que tiene hoy nuestro proceso penal, y es la de
aplicar sentencias arbitrarias, si bien fundadas, decididas solo por uno o varios
jueces profesionales en el tema, descartando de llano la posibilidad de una opinión
de la sociedad sobre lo decidido.
A nuestro país aún le faltan años de experiencia en la materia, pero aplicar hoy
un juicio por jurados puede favorecer la participación popular en la administración
de justicia, ayudando a mejorar la percepción social de la misma, ejerciendo un
efecto educativo en la comunidad, a cuyo resultados pueden resultar muy útiles
los medios masivos de comunicación social, permitiendo aflojar las tensiones
generadas en el seno de la sociedad, poniendo al debate oral en el centro de la
escena.