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© FUOC • PID_00160154 Técnicas de gestión y comunicación
Índice
El liderazgo ................................................................................................. 69
Manuel Villoria
Eloisa del Pino
Diez preguntas que hace la gente sobre Cómo obtener el Sí..................... 103
Roger Fischer
William Ury
Bruce Patton
Otro error es confundir liderazgo con carisma. Hay un mito sobre la necesi-
dad de "algo especial" para llegar a ser un líder, o bien la necesidad de dispo-
ner de habilidades extraordinarias. Líder es aquella persona que hace que se
hagan cosas, que se cambien, que mejoren.
En los últimos años ha tenido éxito una iniciativa de las Naciones Unidas
para países en desarrollo: se trata de los minicréditos otorgados a mujeres
para que pongan en marcha proyectos y actividades económicas. Presentan
un proyecto, reciben una cantidad de dinero y ponen en marcha iniciativas
como comercializar alfombras artesanales, crear un centro de atención a la
salud, fabricar objetos de cerámica y comercializarlos, etc. Uno de los fenó-
menos que han asombrado a las NU es la forma en que se crea liderazgo en
pequeñas aldeas o barrios de países tremendamente pobres. Esto ha motiva-
do que algunos gobiernos hayan cuestionado la política de las NU, dado que
genera liderazgo y con ello una dinámica social donde no es fácil el control
por parte del sistema.
En numerosas tareas son necesarios cada vez más no sólo unos buenos cono-
cimientos técnicos sino también una óptima capacidad personal de lide-
rar/dirigir. Saberse liderar a uno mismo es una de las claves del éxito en nues-
tra vida profesional y privada, como también lo es ser capaz de resolver los
problemas y tomar decisiones. Todo ello viene enmarcado con una buena
capacidad de comunicar. Estos ámbitos son los que podríamos definir como
clave. Pocas actividades se pueden desarrollar satisfactoriamente sin tener un
buen dominio en estos campos.
Los cambios en nuestra conducta sólo son una realidad cuando se producen
de dentro a fuera, es decir, a partir de una consciencia clara de que necesita-
mos cambiar para mejorar nuestros hábitos, no sólo porque exista una pre-
sión exterior. Fundamentalmente sólo se produce un cambio cuando coinci-
den tres factores:
2) Nuevas técnicas
3) El deseo de cambiar
Este cambio hay que abordarlo en dos fases. La primera haría referencia a los
cuatro factores básicos que son clave en el liderazgo del desarrollo personal:
4) Comunicar (técnicas)
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5) Autocontrol
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6) Asertividad
7) Aprender a aprender
8) Desarrollo de la creatividad
9) Trabajar en equipo
En medio del gráfico se sitúa el trabajo en equipo, ya que requiere las otras
cuatro para ser posible (asertividad, creatividad, autocontrol y saber apren-
der).
Queda un último factor que podemos llamar "saber estar profesional y per-
sonalmente en el entorno en que vivimos". Es decir, ser capaces de crear una
red de relaciones personales y profesionales que nos permita ser reconocidos
y ser reconocedores, ser parte de la sociedad. Esta habilidad también forma
parte y es necesaria para un liderazgo efectivo.
Podríamos ver la dinámica que hay entre las diferentes capacidades y habili-
dades en el liderazgo de la siguiente forma:
A la persona que tiene que dirigir y organizar para obtener unos determina-
dos resultados no le basta con tener una preparación adecuada, unos títulos
académicos, etc. Necesita una determinada sensibilidad y capacidad de darse
cuenta de lo que ocurre en su entorno y a su vez debe tener sus propios valo-
res (creencias) y determinadas actitudes.
Si hemos insistido en que los líderes no nacen, sino que se hacen, significa
que llegar a ser líder es un proceso de aprendizaje, y para ello es necesario
identificar las habilidades y cualidades que hay que aprender o incrementar
en este proceso.
9) Saber utilizar bien el cerebro. Ser ágil y rápido. Hacer trabajar todo el
cerebro, no sólo una parte.
11) Tener un buen conocimiento de uno mismo. Los valores que me mue-
ven, los miedos que tengo, mis puntos fuertes y débiles.
Bibliografía:
DANZING, R.J. (1999). El líder que vive en ti. Mèxic D.F.: Editorial Selector.
GELB, M.J. (1999). Pensar como Leonardo da Vinci. Barcelona: Ed. Planeta.
JONES, M. (1997). The thinker's toolkit: fourteen powerful techniques for problem
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LEE, B. (2000). El principio del poder. Cómo influir en los demás con honor. Bar-
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SENGE, P.M. (1999). The fifth discipline. The art & practice of the learning or-
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THOMPSON, J.L. (1997). Lead with vision. Manage the strategic challenge. Lon-
dres: Thompson Business Press.
WILSON, G. (2000). Problem solving. Londres: Koran Page. Fast Track MBA
series.
Enlaces relacionados:
Roger Fischer
William Ury
Bruce Patton
Virtualmente, en cada caso, el resultado será mejor para ambos lados si se uti-
liza la negociación basada en los principios. La cuestión es si el esfuerzo extra
vale la pena o no. Aquí tenemos algunas cuestiones que hay que considerar:
Las apuestas serían mucho más altas si estuviera usted negociando sobre los
cimientos de un edificio de oficinas y no los de un cobertizo para las herramien-
tas. También serían mayores si esta transacción fuera a sentar un precedente
para transacciones futuras.
¿Qué complejidad tienen los asuntos? Cuanto más complejo es el objeto, me-
nos sensato es involucrarse en una negociación posicional. La complejidad re-
quiere un análisis cuidadoso de los intereses que se comparten o que pueden ser
ensamblados de forma creativa, y además el brainstorming. Ambos serán más fá-
ciles cuanto más involucradas se vean las partes en una solución conjunta del
problema.
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También debería tener en cuenta el efecto que esta negociación tendría sobre
su relación con otros. ¿Es probable que esta negociación afecte su reputación
como negociador y, por lo tanto, la forma en que otros enfocan sus negocia-
ciones con usted? Si es así, ¿qué efecto le gustaría que tuviera?
¿Cuáles son las expectativas de la otra parte y qué dificultad tendría cam-
biarlas? En muchos contextos de negociación como los de dirección-trabajadores
o sindicatos, las partes tienen una larga historia de una negociación posicional
muy dura y casi ritual. Cada lado considera al otro como «el enemigo» y a la
situación como una suma de ceros, ignorando los enormes costes compartidos
de huelgas, cierres patronales, y malas vibraciones y sentimientos. En estas si-
tuaciones no es fácil establecer una solución compartida de los problemas, aun-
que, precisamente por ello, puede ser más importante. Incluso partes a las que
les gustaría cambiar con frecuencia encuentran difícil, en la práctica, despren-
derse de las viejas costumbres: escuchar en lugar de atacar, brainstorming en lu-
gar de pelear y explorar los intereses antes de comprometerse. Algunas partes
que se encuentran encerradas en rutinas antagónicas parecen incapaces de con-
siderar enfoques alternativos, hasta que llegan al borde mismo de la aniquila-
ción mutua, y algunas ni siquiera entonces. En unos contextos de esta clase
querrá usted establecer un calendario real, para el cambio que puede cubrir va-
rias negociaciones completas. A la General Motors y la United Auto Workers les
costó cuatro contratos cambiar la estructura fundamental de sus negociaciones,
y aún hay partidarios de cada lado que todavía no están cómodos con el nuevo
régimen.
Por ejemplo, en una negociación sobre sueldos, entre un joven abogado y una
firma de abogados de Wall Street, sería absurdo que el socio que se encarga de
la contratación dijera: «Supongo que no pensará usted que es más listo que yo,
y por lo tanto le ofreceré el mismo sueldo que me dieron a mí cuando empecé
hace 40 años: 40.000 pesetas». El abogado joven señalaría el impacto de la in-
flación durante los años transcurridos y sugeriría la aplicación de los sueldos
actuales. Si el socio le propusiera utilizar los sueldos actuales que se pagan a abo-
gados jóvenes, en Dayton o Des Moines, el joven abogado tendría que destacar
que el sueldo medio que se paga en empresas de prestigio similar en Manhattan
sería un criterio más apropiado.
Si pretende obtener más de lo que puede usted justificar que es lo correcto y des-
cubre que, normalmente, es capaz de persuadir a los demás para que se lo den,
puede que piense que algunas de las sugerencias que se hacen en este libro no
son tan útiles. Pero los negociadores con quienes acostumbramos a tratar te-
men obtener menos de lo que deberían en una negociación, o que si presionan dema-
siado para obtener lo que se merecen pueden dañar una relación. Las ideas que
se encuentran en este libro pretenden enseñarle la forma de conseguir aquello a
lo que tiene usted derecho, y seguir manteniendo buenas relaciones con la otra
parte.
¿Cuánto vale esta diferencia, para usted? ¿Qué es lo máximo que podría jus-
tificarse a sí mismo como justo? ¿Qué importancia tiene, para usted lo que so-
brepasa este criterio? Compare este beneficio con el riesgo de incurrir en alguno
de los costes que relacionamos a continuación, y luego piense si no puede ser
que existan opciones mejores. Por ejemplo, ¿se podría estructurar la transacción
propuesta, para que al otro lado le pareciera que le está haciendo un favor a us-
ted, en lugar de que le están haciendo pedazos?
También sería sensato que pensara usted lo seguro que está de esos beneficios
potenciales. ¿Podría ser que estuviera usted pasando algo por alto? ¿La otra par-
te está, en realidad, tan ciega? Muchos negociadores son demasiado optimistas
al suponer que son más listos que sus oponentes.
¿Será duradero el resultado injusto? Si la otra parte llega, más tarde, a la con-
clusión de que un acuerdo es injusto, pueden resistirse a cumplirlo. ¿Qué cos-
taría tratar de hacer cumplir el acuerdo o reemplazarlo? Los tribunales pueden
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Una reputación de negociador honrado, bien establecida, puede ser una venta-
ja extraordinaria. Abre un amplio campo de acuerdos creativos a los que sería
imposible llegar, si los demás no confiaran en usted. Una reputación de este tipo
es mucho más fácil de destruir que de crear.
¿Le molestará su conciencia? Más adelante, ¿es probable que lamente haber
llegado a ese acuerdo, pensando que se aprovechó usted de alguien? Piense en
el turista que compró una hermosa alfombra de Cachemira a una familia que
había trabajado todo un año para hacerla. Pensando que era muy listo, les ofre-
ció pagar en marcos alemanes y luego les ofreció los marcos del período inflacio-
nario de Weimar, anterior a la Segunda Guerra Mundial, que no tienen ningún
valor. Sólo cuando, de vuelta a casa, contó la historia a unos amigos, que le mi-
raban atónitos, empezó a pensar en lo que le había hecho a esa familia. Con el
tiempo, la sola visión de su hermosa alfombra le revolvía el estómago. Al igual
que este turista, hay mucha gente que piensa que hay cosas más importantes
en la vida que el dinero y «derrotar» a la otra parte.
Algunas personas han interpretado que el consejo «Separe a las personas del
problema» quiere decir que hay que esconder los problemas de la gente debajo
de la alfombra. Esto no es, de ninguna forma, lo que queremos decir. Los proble-
mas de las personas acostumbran a necesitar más atención que los problemas
esenciales. La propensión humana al comportamiento defensivo y reactivo es
uno de los motivos por los que fracasan tantas negociaciones, cuando lo que
tendría sentido sería un acuerdo. En las negociaciones, si usted ignora los asun-
tos de las personas –o sea, cómo está usted tratando al otro lado– lo hace por su
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En lugar de esto, los temas importantes han de ser discriminados de las relacio-
nes y los asuntos de procedimiento. El contenido de un posible acuerdo ha de
ser separado de las cuestiones de cómo habla usted de él y de cómo trata usted
con la otra parte.
Cada conjunto de temas, necesita ser negociado por sus propias circunstancias.
La siguiente lista ilustra la diferencia:
Temas esenciales
x Términos
x Condiciones
x Precios
x Fechas
x Cifras
x Obligaciones
Temas de relación
Se asume, con frecuencia, que hay un trueque entre la búsqueda de un buen re-
sultado esencial y continuación de una buena relación. No estamos de acuerdo.
Una buena relación de trabajo tiende a facilitar la consecución de unos buenos
resultados esenciales (para ambas partes). Estos últimos tienden a convertir una
buena relación en una aún mejor.
A veces pueden existir buenas razones para estar de acuerdo, incluso cuando
usted opina que la justicia e imparcialidad exigirían lo contrario. Por ejemplo,
si ya tiene usted una excelente relación de trabajo, puede muy bien ser que de-
cida ceder en un asunto, en la confianza de que en alguna ocasión futura la
otra persona reconocerá que «le debe una», y le devolverá el favor. O puede
decidir, razonablemente, que hay uno o más temas por los que, después de to-
do, no vale la pena reñir. Nuestra opinión es que no debería ceder usted para
intentar mejorar una relación.
Negociar la relación. Si, a pesar de sus esfuerzos para establecer una relación
de trabajo y negociar diferencias importantes por sus circunstancias, los pro-
blemas de las personas siguen impidiéndoselo, negócielos por sus circunstan-
cias. Saque a relucir sus preocupaciones sobre la conducta de la otra parte y
discútalas, como si se tratara de una diferencia esencial. Evite juzgarlos o im-
pugnar sus motivaciones. En lugar de ello, explique sus percepciones y senti-
mientos y pregúnteles sobre los suyos. Proponga criterios o modelos exteriores,
o principios justos para determinar la forma en que deberían tratarse mutua-
mente, y niéguese a ceder a tácticas de presión. Formule su discurso mirando ha-
cia delante y no hacia atrás, y opere en la presunción de que, la otra parte puede
no tener la intención de ocasionar todas las consecuencias que usted experi-
menta y de que pueden cambiar su enfoque si ven la necesidad de hacerlo.
que todo el mundo se comporta de esa forma y que es el único modo de prote-
gerse a uno mismo. Nuestro comportamiento debería estar destinado a servir de
modelo al comportamiento que preferiríamos, y evitar cualquier recompensa
para la conducta que nos desagrada; ambas cosas, sin comprometer nuestros
intereses esenciales.
Por muy repugnante que sea la otra parte, a menos que tenga usted un MAPAN
mejor, la cuestión a la que se enfrenta usted no es si hay que negociar, sino
cómo.
¿Negociar con terroristas? Sí. De hecho, en el sentido de que está usted inten-
tando influir en sus decisiones –y ellos están intentando influir en las de us-
ted–. Está negociando con ellos, incluso si no habla con ellos. La cuestión es
si hacerlo a distancia, por medio de acciones y palabras (como «¡Nunca nego-
ciaremos con terroristas!»), o si hacerlo más directamente. En general, cuanto
mejor sea la comunicación, mejor será su oportunidad de ejercer influencia. Si
se pueden solucionar las cuestiones de seguridad personal, tiene sentido esta-
blecer un diálogo con los terroristas, tanto si tienen rehenes como si amena-
zan con algún acto de violencia. Si tiene usted un buen «caso», es más probable
que influya usted en ellos que no al contrario. (Los mismos argumentos son vá-
lidos para tratar con los «terroristas» de la negociación, que intentan utilizar tru-
cos sucios.)
Contando con la ayuda de mediadores argelinos, los Estados Unidos e Irán pu-
dieron negociar la liberación, en enero de 1981, de los diplomáticos norteame-
ricanos que habían sido retenidos durante más de un año en la embajada de
Estados Unidos en Teherán. La base de la solución fue que cada lado no consi-
guió nada más que aquello a lo que tenía derecho: los rehenes serían liberados; Irán
pagaría sus deudas; cuando esas cantidades estuvieran fijadas, el resto de los
fondos retenidos por los Estados Unidos sería devuelto a Irán; los Estados Uni-
dos reconocerían al gobierno de Irán y no interferirían en sus asuntos internos,
y así sucesivamente. Hubiera sido difícil, si no imposible, elaborar un arreglo sin
negociación. Y a pesar de la gran ilegalidad de la ocupación de la Embajada de
los Estados Unidos, ambos lados se beneficiaron de las negociaciones, que final-
mente tuvieron lugar en el otoño de 1980.
En ocasiones se dice que las personas con cargos oficiales deberían negarse a
hablar con terroristas políticos, porque hacerlo les confiere un status y además
recompensa su acción ilegal. Es cierto que si un alto cargo gubernamental se
entrevista con terroristas, puede muy bien parecer que se realza su importan-
cia hasta un punto que sobrepasa el beneficio potencial. Pero el contacto en el
plano profesional es absolutamente distinto. Los negociadores de la policía ur-
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bana han aprendido que el diálogo personal directo con criminales que están
reteniendo rehenes acaba, con frecuencia, con los rehenes liberados y los crimi-
nales detenidos.
Durante el secuestro aéreo del vuelo 422 de las Líneas Aéreas de Kuwait, en 1988,
se mantuvieron extensas negociaciones con los piratas aéreos, pero sobre te-
mas cada vez más nimios. El gobierno de Kuwait dijo claramente, al inicio del
incidente, que no soltaría a los chiítas convictos de actos terroristas que esta-
ban en la cárcel de Kuwait y nunca abandonaron este principio fundamental.
Pero las autoridades locales de Chipre y Argelia negociaron sin descanso cosas,
como el permiso para aterrizar el aparato, solicitudes de combustible, acceso a
los medios de información, entregas de comida. En cada una de estas transac-
ciones, esas autoridades tuvieron éxito al obtener la liberación de más rehenes.
Al mismo tiempo, apelaron –como correligionarios musulmanes– a los ideales
islámicos de misericordia y las admoniciones del profeta Mahoma, contra la
toma de rehenes. Finalmente, todos los rehenes fueron liberados. A los piratas
aéreos se les permitió también salir de Argelia pero su prolongado y embarazoso
fracaso en conseguir cualquiera de los objetivos que habían anunciado contri-
buyó, sin lugar a dudas, a una subsiguiente reducción de secuestros terroristas.
Deberíamos negociar incluso con alguien como Hitler o Stalin, si es que la ne-
gociación promete conseguir un resultado que, teniéndolo todo en cuenta, sa-
tisface nuestros intereses mejor que nuestro MAPAN. En muchos casos, cuando
se produce una guerra, en realidad es un movimiento dentro de una negocia-
ción. La violencia pretende cambiar el MAPAN de la otra parte, o su percepción
del mismo, para que estén más fácilmente dispuestos a aceptar nuestros térmi-
nos de paz. En tales casos, es vital pensar en términos de negociación, para que
no dejemos de elaborar y comunicar nuestra oferta de una manera o maneras
de las que podamos esperar, razonablemente, que serán persuasivas para la otra
parte.
¿Negociar cuando la gente está actuando movida por sus convicciones re-
ligiosas? Sí. A pesar de que las convicciones religiosas de la gente no es proba-
ble que cambien por medio de la negociación; se puede influir en sus acciones,
incluso las basadas en sus convicciones. Éste fue el caso del secuestro aéreo de
las Líneas Aéreas de Kuwait. Un punto clave y que vale la pena repetir es que la
negociación no requiere que comprometa usted sus principios. La mayoría de
las veces se alcanza el éxito al encontrar una solución que es indiscutiblemente
consistente con los principios de cada una de las partes.
En todas partes y en cierta manera, la gente es similar entre sí. Queremos que
nos quieran, nos preocupa el respeto de los demás y el nuestro propio, y no
nos gusta sentir que se están aprovechando de nosotros. En otros aspectos, la
gente –incluso los que tienen una educación similar– es totalmente diferente.
Algunos somos extrovertidos, otros tímidos; algunos exteriorizamos nuestros
sentimientos hablando y destrozamos la lógica, otros son más físicos y emoti-
vos; hay gente que es absolutamente directa y franca y otros más indirectos y
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diplomáticos; a algunos les encantan los conflictos y otros harían casi cual-
quier cosa para evitarlos. Como negociadores, la gente diferente tendrá inte-
reses diferentes y distintos estilos de comunicación. Habrá cosas distintas que
serán persuasivas para ellos y pueden tener maneras distintas de tomar deci-
siones. ¿Cómo podemos acomodar esas similitudes y diferencias al negociar con
personas distintas? He aquí algunas de las directrices que sugerimos:
x Quién negocia: ¿los de igual categoría o las personas más competentes para
la tarea?
¿Quién tendría que hacer la primera oferta? Sería un error presumir que ha-
cer una oferta es, siempre, el mejor modo de poner una cifra sobre la mesa. Ha-
bitualmente querrá usted explorar durante un rato los intereses, opciones y
criterios, antes de hacer una oferta. Si la hace demasiado pronto, puede que la
otra parte piense que no le da tiempo a reflexionar. Una vez que ambas partes
tienen una idea del problema, una oferta que intenta conciliar los intereses y
los criterios que se han presentado, es más probable que sea recibida como un
paso constructivo, hacia delante.
Haga o no una oferta, puede que quiera intentar «anclar» pronto la discusión
alrededor de un enfoque o un criterio que le sea favorable. Por otra parte, si está
usted mal preparado y no tiene una sola idea que pueda ser razonable, proba-
blemente se mostrará poco dispuesto a poner una idea o una oferta sobre la me-
sa, quizás confiando en que la otra parte empezará primero y hará una oferta
generosa. Pero debe ser usted cuidadoso. Medir el valor de un artículo por me-
dio de la primera propuesta o cifra de la otra parte es extremadamente arries-
gado. Si sabe usted tan poco sobre el valor de algo, sería mejor que se ocupara
de investigar más antes de empezar la negociación.
Cuanto mejor preparadas estén ambas partes en una negociación por cuestio-
nes de precios, menos importará quién haga la primera oferta. En lugar de apren-
der reglas sobre quién debería hacer la primera oferta, sería mejor que aprendiera
la regla de estar bien preparado con medidas externas de valor.
¿Con qué fuerza debería empezar? Mucha gente acostumbra a medir el éxi-
to por lo lejos que ha ido la otra parte. Incluso si la primera cifra es una ma-
nifestación totalmente arbitraria de «precio de etiqueta» o «precio al detalle»,
los compradores se sentirán satisfechos de conseguir algo por menos. No han
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Bajo estas circunstancias, si está usted vendiendo, debería empezar con la cifra
más alta que pueda justificar sin tener que pasar vergüenza. Otro modo de ha-
cerlo es empezar con la cifra más alta con que usted intentaría persuadir a una
tercera parte neutral, que es justa. Al adelantar esta cifra, primero explicará los
razonamientos y luego la expondrá. (Si los demás oyeran un número que no
les gustara, puede que ya no escuchasen el razonamiento.)
Una cifra o cantidad de apertura no tiene por qué ser presentada como una
postura firme. En realidad, cuanto más firme sugiera usted que son las cifras,
más perjudicará usted su propia credibilidad, a medida que las vaya cambian-
do. Es más seguro, y por lo menos, igual de eficaz, decir algo como «Bueno, algo
que tenemos que tener en cuenta es lo que otros están pagando por un trabajo
parecido. En Nueva York, por ejemplo, pagan 18 dólares a la hora. ¿Qué le pa-
rece?». Acaba usted de mencionar un criterio y una cantidad sin que se haya
comprometido en absoluto.
debería ir buscando una propuesta de consenso que reflejara todos los puntos
ya solucionados y que satisfaga, lo mejor posible, los intereses de cada parte so-
bre ese asunto. Si todavía no es capaz de alcanzar el consenso con una opción,
intente, por lo menos, estrechar la gama de opciones que se están consideran-
do, y luego pasar a otro asunto. Quizás, más tarde, se presente una opción mejor
o una posibilidad de trueque. («De acuerdo. Así pues, algo del orden de 280.000
o 300.000 pesetas podría ser el sueldo. ¿Y qué hay de la fecha de inicio?»)
El proceso de moverse hacia el acuerdo muy pocas veces es lineal. Esté prepa-
rado para moverse, varias veces, a través de la lista de temas, yendo hacia atrás
y hacia delante, observando temas concretos y el paquete completo. Los temas
difíciles pueden ser vueltos a contemplar con frecuencia, o dejados de lado hasta
el final, dependiendo de si se cree posible conseguir un avance en el progreso.
A lo largo del camino, evite exigencias o bloqueos. En lugar de ello, ofrezca op-
ciones y solicite las críticas. («¿Qué le parecería un acuerdo que siguiera las lí-
neas de este borrador? No estoy seguro de que pudiera vendérselo a mi gente,
pero sería algo por el estilo. ¿Le iría bien algo como esto? Si no es así, ¿dígame,
por favor, qué tiene de malo?»)
A menos que la otra parte presente unos argumentos muy convincentes que
demuestren que su forma de pensar es errónea y debe ser cambiada, aférrese a
su análisis. Si le persuaden, modifique su modo de pensar de acuerdo con ello,
presentando primero la lógica. («Bueno, tiene razón en eso. Una forma de me-
dir ese factor sería...») Si se ha preparado bien, debería haber anticipado la ma-
yoría de los argumentos que puede presentar la otra parte y haber pensado en
la forma que piensa que afectarán al resultado.
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El objetivo, del principio al fin, es evitar las disputas inútiles. Cuando persis-
ten los desacuerdos, busque un acuerdo de segunda clase; el acuerdo sobre lo
que no están de acuerdo. Asegúrese de que los intereses y razonamientos de cada
una de las partes están claros. Busque supuestos divergentes y formas de com-
probarlos. Como siempre, busque reconciliar los intereses en conflicto con cri-
terios externos u opciones creativas. Busque conciliar los criterios en conflicto
con criterios para la evaluación de lo que es más apropiado o con trueques crea-
tivos. Sea persistente.
Habitualmente, una oferta no debería ser una sorpresa. Debería ser una exten-
sión natural de lo que se ha discutido hasta ese momento. No tiene por qué ser
una propuesta del tipo «tómelo o déjelo», pero tampoco debería ser una postu-
ra de apertura. Debería ser una oferta que usted piensa que tendría sentido para
ambas partes, teniendo en cuenta el desarrollo anterior de la negociación. Mu-
chas negociaciones se solucionan cuando se hace una oferta completa.
Debería pensar un poco en cómo y dónde va a hacer una oferta. Si las discu-
siones se han llevado a cabo públicamente o en grandes grupos, puede que de-
see tener una ocasión más privada para estudiar los compromisos finales. La
mayoría de acuerdos se hacen en reuniones de uno frente a uno, entre los ne-
gociadores de más categoría de cada lado, a pesar de que la conclusión formal
puede hacerse, más tarde, en un foro público.
Sea generoso, al final. Cuando usted note que, finalmente, está cerca de un
acuerdo, piense en darle a la otra parte algo que usted sabe que es valioso para
ellos, y que sigue siendo acorde con la lógica básica de su propuesta. Diga cla-
ramente que se trata de un gesto final; usted no quiere que se creen expectati-
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vas de más concesiones. Una oferta mejorada de este tipo a veces puede hacer
desaparecer cualquier duda de última hora y afianzar el trato. Usted quiere que
la otra parte salga de la negociación sintiéndose satisfecha y que además pien-
se que se le ha tratado con justicia. Esta sensación puede dar muy buenos re-
sultados a la hora de poner en práctica un acuerdo, así como en negociaciones
futuras.
Quizás está usted persuadido de que este enfoque tiene sentido, pero está pre-
ocupado porque piensa que no será capaz de ejecutarlo bien. De hecho quisie-
ra usted hacerlo de forma que mejorara los resultados de su enfoque actual. ¿Qué
puede hacer para probar estas ideas sin correr demasiados riesgos?
Empiece por poco. Experimente con negociaciones donde las apuestas sean
pequeñas, donde tenga usted un buen MAPAN, donde los criterios objetivos
favorables estén a su alcance y parezcan importantes y donde la otra parte es pro-
bable que se deje convencer por este enfoque. Empiece con ideas que se basen en
sus capacidades actuales y luego pruebe ideas nuevas, pero una cada vez. A me-
dida que vaya ganando experiencia y confianza, eleve lentamente las apues-
tas, probando técnicas nuevas en contextos más desafiantes y significativos.
No tiene por qué intentarlo todo a la vez.
Haga una inversión. Hay gente que juega a tenis toda su vida, pero nunca me-
jora. Esas personas no desean considerar de nuevo aquello que hacen y ni si-
quiera piensan en cambiarlo. Los buenos jugadores reconocen que mejorar, a
menudo, significa hacer una inversión en nuevos enfoques. Seguramente que
mientras luchan con esas nuevas y desconocidas técnicas, empeorarán durante
un tiempo, pero más adelante sobrepasarán sus antiguos niveles. Las nuevas téc-
nicas ofrecen más potencial a largo plazo. Usted debe hacer lo mismo con la ne-
gociación.
jor preparado esté, más probable es que utilice estas ideas y descubra que son
valiosas.
Habrá ocasiones en las que le pedirá a un amigo que le ayude a ensayar una
negociación futura, ya sea haciendo el papel de la otra parte o haciendo de us-
ted mismo (después de que le haya enseñado lo que ha de decir), mientras hace
usted el papel de la otra parte. (Asumir el papel de la otra parte y escuchar, desde
el punto receptor, sus propios argumentos es una técnica poderosa para compro-
bar su caso.) Puede que también desee buscar una preparación a través de amigos,
negociadores con más experiencia o asesores profesionales en negociación.
La negociación es muy parecida al atletismo: hay gente que tiene más talento
natural y, al igual que los mejores atletas, pueden sacar el máximo partido de
una buena preparación, práctica y entrenamiento. Sin embargo aquellos que
tienen menos talento natural necesitarán mucha más preparación, práctica y
feedback, y ganarán mucho con ello. Sea usted del tipo que sea, hay mucho que
aprender y el trabajo duro le compensará. Le toca a usted decidir si quiere hacerlo.
Por supuesto, no importa lo experto que sea usted, existen límites para lo que
puede obtener a través de la negociación. El mejor negociador del mundo no
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será capaz de comprar la Casa Blanca. No debe usted esperar tener éxito en la
negociación, a menos que sea usted capaz de hacerle, a la otra parte, una oferta
que ellos consideren más atractiva que su MAPAN –su Alternativa Mejor a un
Acuerdo Negociado–. Si eso parece imposible, la negociación no tiene ningún
sentido. En lugar de ello, concéntrese en mejorar su MAPAN y, quizás, en cam-
biar el de los demás.
Intentar averiguar si usted o sus oponentes son los más poderosos es arriesga-
do. Si saca usted la conclusión de que el más poderoso es usted, puede relajarse
y no prepararse todo lo bien que debería hacerlo. Por otra parte, si decide usted
que es más débil que la otra parte, existe el riesgo de que se desanime y, de nue-
vo, no dedique suficiente atención a la forma en que podría persuadirles. Sea
cual sea la conclusión que saque usted, no le ayudará a imaginar cuál sería la me-
jor manera de proceder.
A veces, parece que se prefiere sentirse desamparado y creer que no hay nada
que se pueda hacer para influir en una situación. Esta creencia ayuda a evitar
tener que sentirse responsable o culpable con respecto a la inacción. También
evita los costes de intentar cambiar la situación –de hacer un esfuerzo y arries-
garse al fracaso, lo que podría avergonzar a la persona–. Pero aunque este sen-
timiento es comprensible, no afecta a la realidad de lo que la persona podría
conseguir por medio de una negociación eficaz. Es una actitud derrotista y que
se determina por su propia naturaleza.
La experiencia dice que hay que ser optimista. No hay que desperdiciar un mon-
tón de recursos en causas desesperadas, pero reconozca que hay muchas cosas
que vale la pena intentar aunque puede que no tengan éxito. Es muy proba-
ble que cuanto más lo intente, más cosas consiga. Los estudios sobre la negocia-
ción demuestran, constantemente, que existe una fuerte correlación entre las
aspiraciones y los resultados. Dentro de los límites de lo razonable, vale la pena
pensar de forma positiva.
Hay poder en el desarrollo de una buena relación de trabajo entre las per-
sonas que están negociando. Si usted entiende a la otra parte y ellos le entien-
den a usted; si se reconocen las emociones y se trata a los demás con respeto,
incluso si no están de acuerdo; si hay una comunicación de doble vía, clara y
con una buena comprensión auditiva, y si los problemas de las personas se tra-
tan de forma directa, no por medio de exigencias o por ofrecimientos de con-
cesiones sobre la esencia, es muy probable que las negociaciones sean mucho
más suaves y exitosas para las dos partes. En este sentido, el poder de negocia-
ción no es un fenómeno baldío. Que la otra parte tenga más poder de nego-
ciación que usted no significa necesariamente que vaya usted a obtener menos.
Cuanto mejor sea su relación de trabajo, más podrá, cualquiera de ustedes, in-
fluir en el otro.
© FUOC • PID_00160154 126 Técnicas de gestión y comunicación
Un mensaje ha de ser inequívoco para que sea claro y eficaz. En muchos casos,
ayudar a que la otra parte comprenda su forma de pensar –incluso cuando tie-
ne usted más de una opinión sobre algo– puede reducir sus miedos, aclarar las
confusiones y promover una solución conjunta de los problemas. Piense en el
proveedor que presenta lo que cree que es una oferta competitiva para un con-
trato de suministros. Al comprador le gusta la oferta y el ofertante, pero está
preocupado porque la empresa, que es nueva en el mercado, puede que no sea
capaz de manejar el volumen necesario para satisfacer sus exigencias máximas.
Si el comprador dice, sencillamente, «no, gracias», y luego paga más a otra em-
presa, el ofertante puede asumir que al comprador le desagradó su oferta. Y el
ofertante no tendrá ninguna oportunidad de persuadir al comprador de que
podría manejar el volumen necesario. Hubiera sido mejor, para ambos, que el
comprador hubiera compartido su interés por la oferta y sus preocupaciones.
Tomemos por ejemplo el caso del hombre de negocios que intentaba adquirir
una emisora de radio. El propietario mayoritario estaba dispuesto a vender sus
dos tercios de la emisora por una cifra razonable, pero la propietaria del tercio
restante (y actual gerente de la emisora) exigía lo que parecía un precio exor-
bitante por su tercio. El hombre de negocios había aumentado su oferta, varias
veces, sin resultado y estaba empezando a considerar la posibilidad de aban-
donar el trato. Finalmente, el hombre de negocios investigó más a fondo los
intereses de la segunda propietaria. Descubrió que tenía menos interés en el
dinero del que tenía en continuar dirigiendo una emisora de radio de la que
era propietaria en parte. El hombre de negocios ofreció comprarle sólo la parte
que necesitaba por cuestiones de impuestos y mantenerla como gerente. Esa
propietaria aceptó la oferta a un precio que le ahorró, al hombre de negocios,
casi un millón de dólares. La comprensión de los intereses subyacentes del ven-
dedor había incrementado muchísimo el poder de negociación del comprador.
También hay poder en inventar una opción elegante. Llevar a cabo con éxi-
to el brainstorming aumenta su capacidad de influir en los demás. Una vez que
ha comprendido usted los intereses de cada lado, casi siempre es posible –como
en el ejemplo anterior de la emisora de radio– idear una forma inteligente de ha-
cer que esos intereses encajen entre sí. A veces es posible hacerlo inventando
una ingeniosa opción de procedimiento.
que él está dispuesto a pagar. Pero en una subasta de sellos las reglas dicen que
el postor que hace la oferta más alta consigue los sellos al precio de la segunda
oferta más alta. Los compradores pueden pujar exactamente la cantidad que es-
tarían dispuestos a pagar por los sellos porque el subastador garantiza que ¡no
tendrán que pagarlo! Ningún postor se queda con las ganas de haber pujado más,
y el que ha pujado más está contento de tener que pagar menos de lo que ofre-
ció. El subastador está contento, ya que sabe que la diferencia entre la oferta
más alta y la segunda acostumbra a ser menor que el aumento general en el ni-
vel de pujas en este sistema que lo que sería en una subasta normal, bajo pliego
cerrado.3
Además de mejorar su MAPAN general (lo que haría usted si las negociaciones
no consiguieran llegar a un acuerdo), debería también preparar su «micro-MA-
PAN»: si no se llega a un acuerdo en esta reunión, ¿cuál es el mejor resultado?
Le ayudará redactar, por anticipado, una buena despedida, para utilizarla si la
entrevista no lleva a ninguna parte. («Gracias por exponer sus puntos de vista
y por escuchar los míos. Si decido seguir adelante, volveré a ponerme en con-
tacto con ustedes, quizás con una nueva propuesta.»)
césped le ofreció una cantidad de dinero bastante interesante, pero sin resulta-
do. Finalmente el hijo, sin darse cuenta, reveló su MAPAN: «Pero papá, no ne-
cesito cortar el césped para tener dinero. Tú, bueno, te dejas la cartera encima
de la mesita de noche, cada fin de semana...» El padre cambió rápidamente el
MAPAN de su hijo no volviendo a dejar allí su cartera y diciéndole claramente
que desaprobaba que se cogiera dinero sin pedirlo. El hijo empezó a cortar el
césped. La táctica de empeorar el MAPAN de la otra parte puede utilizarse para
coaccionar o explotar, pero también puede ayudar a asegurar un resultado jus-
to. Los esfuerzos para mejorar las alternativas propias y disminuir la estima-
ción que el otro lado tiene de las suyas son maneras sumamente importantes
de aumentar su poder de negociación.
Hacer una oferta de lo que hará usted, si están de acuerdo en los términos que
está proponiendo, es una forma de superar cualquier miedo que pueda tener
la otra parte de irse deslizando por una pendiente resbaladiza. Sin una oferta
clara, incluso una mala situación puede parecer preferible a aceptar un trato a
ciegas; especialmente si la otra parte teme que una indicación favorable pueda
animarle a usted a pedir más. En 1990, el Consejo de Seguridad de las Nacio-
nes Unidas intentó influir en Irak para que se retirara de Kuwait, imponiéndo-
le sanciones. Las resoluciones del Consejo establecían claramente que Irak
debía retirarse, pero no establecían que después de la retirada las sanciones ter-
minarían. Si Saddam Hussein creyó que las sanciones continuarían después de
que Irak se retirara de Kuwait, esas sanciones, a pesar de ser desagradables, no
proporcionaban ningún incentivo para que Irak se retirara.
Cuanto más concreta sea la oferta, más persuasiva será. Según eso, una oferta
escrita puede ser más creíble que una oral. (A un agente inmobiliario que cono-
cemos, le gusta hacer una oferta al cliente, poniendo fajos de billetes encima de
© FUOC • PID_00160154 130 Técnicas de gestión y comunicación
la mesa.) Es posible que desee usted hacer que su oferta sea una «oportunidad
decreciente», indicando cuándo y de qué forma expirará. Por ejemplo, la toma
de posesión del Presidente Reagan, en 1981, creó una oportunidad decreciente
en las negociaciones para la liberación de los diplomáticos norteamericanos,
rehenes de Irán. Los iraníes no querían tener que empezar de nuevo las nego-
ciaciones, con una nueva administración norteamericana.
En algunos casos, es posible que desee usted aclarar lo que hará si el otro lado
no acepta su propuesta. Puede que ellos no se den cuenta de las consecuencias
que su MAPAN les puede acarrear. («Si, más tarde no podemos tener calefacción
en nuestro apartamento, esta tarde tendré que llamar a la línea de urgencias del
departamento de sanidad. ¿Está usted enterado de que ponen a los propietarios
una multa de 25.000 pesetas cuando descubren una violación del estatuto?»)
Hay momentos en que es mejor poner una oferta final sobre la mesa, y hacerlo
en serio. Esto acostumbra a influir en el otro lado, al empeorar su micro-MA-
PAN. Si en ese momento dicen que «no», ya no tendrán nunca más la posibi-
lidad de llegar a un acuerdo mejor con usted.
Aclare lo que usted quiere que hagan los demás. Vale la pena pensar cuidadosa-
mente los términos exactos del compromiso que usted desea que adquiera la
otra parte. Esto le asegura que su demanda tiene sentido. Decir: «Susana, pro-
méteme que nunca más me interrumpirás cuando estoy hablando por teléfo-
no» podría ser desastroso si Susana se tomara su promesa al pie de la letra, en
caso de una emergencia. Lo que usted quiere evitar es un compromiso poco
sólido que es demasiado amplio, no consigue vincular a la otra parte, olvida
información crucial o no es operativo.
En especial, cuando usted quiere que la otra parte haga algo, tiene sentido de-
cirles exactamente qué es lo que usted quiere que hagan. De otro modo, puede
que no hagan nada, ya que no quieren hacer nada más que lo que están obli-
gados a hacer. Por ejemplo, en otoño de 1990 la capacidad de los Estados Uni-
dos de influir en Saddam Hussein fue recortada por la ambigüedad sobre lo
que satisfaría a los Estados Unidos. En momentos distintos, la retirada de las
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Notas al pie
1. Creemos que, además de proporcionarle un buen método «todo terreno» para conseguir
lo que usted quiere en una negociación, la negociación basada en los principios puede ayu-
darle a conseguir que el mundo sea un lugar mejor. Promueve la comprensión entre la gente,
ya sean padre e hijo, trabajador y gerente, o árabe e israelí. Centrarse en los intereses y las
opciones creativas ayuda a aumentar la satisfacción y reducir el despilfarro al mínimo. Poder
apoyarse en criterios de justicia y buscar satisfacer los intereses de ambas partes ayuda a con-
seguir acuerdos que son duraderos, establece buenos precedentes y construye relaciones du-
raderas. Cuanto más cercano esté un enfoque de solución de problemas en la negociación de
convertirse en la norma para solucionar las diferencias entre individuos y naciones, menores
serán los costes del conflicto. Y además de estos beneficios sociales, puede que descubra usted
que la utilización de este enfoque sirve a valores de atención y justicia de una forma que es
personalmente satisfactoria.
2. Véase como punto de partida, la obra de Carol Gilligan «In a Different Voice» (Harvard Uni-
versity Press, 1982).
3. Un proceso similar a éste puede ser utilizado en toda clase de decisiones de asignación, in-
cluso cuando el asunto es tan volátil como puede serlo dónde situar unas instalaciones de ver-
tido de residuos peligrosos.
Roger Fischer, William Ury i Bruce Patton (1991). “Diez preguntas que hace la gente sobre
Cómo obtener el Sí”. A: Obtenga el sí: el arte de negociar sin ceder (Cap. 5, pàg. 167-203). Barcelona:
Edicions Gestió 2000, 2002.
© FUOC • PID_00160154 133 Técnicas de gestión y comunicación
Warren H. Schmidt
Robert Tannenbaum
Resumen
SUELE OCURRIR QUE LOS DIRECTIVOS pasan por los momentos y situacio-
nes más comprometidos o incómodos cuando tienen que afrontar las diferen-
cias surgidas entre las personas de las que son responsables. Y también sucede
con frecuencia que, a causa de estas diferencias, tienen que verse ante la pro-
blemática de resolver desacuerdos, disputas e, incluso a veces, conflictos abier-
tos. Por si estas situaciones incómodas no fueran suficientes, el directivo se ve
a menudo bajo el fuego cruzado de dos deseos opuestos. Por un lado, quisiera
lograr que aflorara la iniciativa individual de cada uno de sus subordinados
para que éstos desarrollen todo su potencial y propongan soluciones novedo-
sas y creativas a los problemas. Además, el directivo típico suele estar ansioso
por desarrollar un equipo de trabajo que funcione de forma fluida y armonio-
sa, y que sea capaz de colaborar eficazmente en el logro de los objetivos de la
empresa. A su vez, la labor del directivo se complica aún más por el hecho de que,
si surgen diferencias, las sensibilidades están a flor de piel, la objetividad sale por
la ventana, el ego de cada uno se siente amenazado y las relaciones personales
corren peligro de deteriorarse.
como los conceptos, métodos y dinámicas que analizamos a lo largo de este ar-
tículo son igualmente aplicables a las diferencias que surgen en las relaciones
entre grupos, organizaciones e incluso en el contexto de las relaciones inter-
nacionales.
Hay dos supuestos fundamentales en los que se apoya el enfoque que propone-
mos para este problema. Pasemos a examinarlos antes de proseguir:
1. Las diferencias que surgen entre las personas no deben contemplarse como
intrínsecamente «buenas» o «malas».
A veces, las diferencias pueden llegar a ser muy beneficiosas para la empresa, aun-
que, en otras ocasiones, pueden generar trastornos al reducir la eficacia general
de las personas y empresas.
2. No tiene por qué existir una sola forma «correcta» para afrontar las diferen-
cias.
Dependiente de las circunstancias, puede que sea más ventajoso evitar que sur-
jan diferencias, reprimirlas, agudizarlas para provocar claramente un conflicto
abierto o, tal vez, utilizarlas para una resolución mejorada del problema. Aquel
directivo que sistemáticamente acude al método de «limar asperezas» entre las
partes en conflicto tal vez no resulte ser el más eficaz. Tampoco tiene que tener
forzosamente éxito la gestión de un directivo que enfatice las diferencias y el
individualismo hasta tal extremo que el trabajo en equipo y la cooperación se
conviertan en algo secundario. Más bien, nosotros pensamos que el directivo
verdaderamente eficaz es el que puede aplicar toda una variedad de enfoques
idóneos para tratar las diferencias y que elige uno determinado en función de
un diagnóstico perceptivo en profundidad y de la comprensión de los factores
que afronte en este momento.
© FUOC • PID_00160154 135 Técnicas de gestión y comunicación
2. ¿Qué factores subyacentes son los que pueden estar asociados con esa dife-
rencia?
Naturaleza de la diferencia
– Hechos. A veces, las diferencias surgen, porque las personas definen un de-
terminado problema de forma diferente, o bien no son conscientes de toda
la información esencial para entenderlo, sino solamente de una parte; acep-
tan o rechazan (como objetivos) diversos tipos de información; o también
puede ocurrir que discrepen en la valoración respectiva de sus posiciones de
poder y autoridad.
– Métodos. A veces, las personas no se ponen de acuerdo sobre cuáles deben ser
los procedimientos, estrategias o tácticas convenientes para lograr con may-
or probabilidad los objetivos perseguidos por todas ellas.
– Valores. Otras veces, la diferencia surge por cuestiones de ética, por ejemplo,
sobre cómo habría que ejercer el poder, o sobre consideraciones morales;
también, pueden surgir las diferencias en cuanto a lo que es justo, equitativo,
imparcial, etc. Y estas diferencias pueden afectar a la elección de objetivos y
métodos.
© FUOC • PID_00160154 136 Técnicas de gestión y comunicación
Factores subyacentes
Cuando miembros del personal tienen diferencias entre ellos, no basta con
que el directivo del que dependen se limite a saber en qué consiste esa diferen-
cia. Pues la segunda pregunta esencial que éste debe hacerse es por qué ha sur-
gido esa diferencia. En el curso del análisis para descubrir algunas respuestas
útiles, resulta conveniente considerar aspectos como los siguientes:
– Si todas esas personas que discuten perciben la información común del mis-
mo modo o no.
Por tanto:
Los factores relacionados con la información ejercen su influencia cuando los di-
versos puntos de vista se han desarrollado en función de una serie de objetivos
diferentes. El antiguo relato de los ciegos y el elefante escenifica este aspecto
con tanta o más viveza que cualquier analogía moderna. Dado que cada una
de las personas toca una parte diferente del cuerpo del elefante, todas ellas dis-
crepan entre sí sobre la clase de animal que están tocando. Igualmente ocurre
cuando dos personas reciben una información limitada sobre un problema com-
plejo: es perfectamente factible que no se pongan de acuerdo sobre cuál es la na-
turaleza del problema cuando se reúnan para tratar de resolverlo.
© FUOC • PID_00160154 137 Técnicas de gestión y comunicación
Los factores relacionados con la percepción ejercen su influencia cuando las per-
sonas evocan imágenes diferentes ante el mismo estímulo. Cada una se fijará,
seleccionándolos entre la información disponible, en aquellos aspectos que
considere importantes. Cada persona interpretará un mismo conjunto de infor-
mación de manera diferente. Cada una aporta a los datos su propio conjunto de
experiencias personales, y esto provoca inevitablemente que vea una misma
información a través de su muy exclusivo filtro personal. Por consiguiente, la
imagen que percibe es propia de su persona. Y por esto no debe causar sorpresa
que los mismos «hechos» objetivos generen cuadros perceptivos diferentes en
las mentes de las diversas personas sometidas a ese tipo de experiencia.
Los factores relacionados con la función ejercen su influencia debido a que cada una
de las personas involucradas tiene una posición y una consideración determi-
nadas en la sociedad o en la empresa. Así, el hecho de que ocupe esa posición
o disfrute de dicho estatus puede limitarle en cierto sentido si la discusión gira
en torno a su propia función.
Los conceptos que hemos estado analizando se pueden ilustrar mejor median-
te un caso concreto. Este caso se presenta con detalle en el cuadro-resumen ti-
tulado «Una situación hipotética que ilustra una diferencia».
Etapas de evolución
El poder del directivo responsable del grupo para intervenir eficazmente varía
según la etapa. Así, lo probable es que su protagonismo tenga la máxima efica-
cia si decide intervenir en la etapa n.º 1; y, en cambio, su incidencia será la mí-
nima, si lo hace en la etapa n.º 5. Este rango de comportamientos y efectos que
pueden darse cambia a medida que el conflicto recorre las diversas etapas. Por
esta razón, es importante que el directivo no sólo evalúe la naturaleza del con-
flicto en cuestión y las fuerzas que afectan a todos los individuos involucrados,
sino también que identifique la etapa en la que se encuentra el conflicto.
Los hechos
Hay un desacuerdo sobre si una empresa debería introducir un registro automatizado de datos para reemplazar a su sistema manual
actual. El experto en métodos administrativos de la empresa está a favor de la introducción inmediata de un sistema de este tipo.
El director del departamento de contabilidad se opone. A continuación, se mencionan algunos de los fundamentos y de las posibles
razones para que exista un desacuerdo:
Naturaleza de la diferencia
Naturaleza de la diferencia
Ha estudiado artículos relacionados con empresas Tiene información sobre los denominados «costes
aparentemente comparables en los que se ocultos» relacionados con la automatización.
En el campo describen los ahorros generados por la Ha hecho cálculos sobre el coste del equipo
de la información automatización. Los agentes representantes concreto que cree que se necesita y ha estimado
(contraste con de empresas suministradoras de máquinas su depreciación en el tiempo. Este coste estimado
información diferente) le han presentado estimaciones que reflejan lo que es mucho más alto que el representado por los
se puede ahorrar en un período de diez años. salarios de los trabajadores a los que potencialmente
reemplazaría el mencionado equipo.
En el campo Considera que los representantes de la empresa Piensa que los representantes de la empresa
de la percepción de máquinas son gente que está al día, con que suministra las máquinas son vendedores. Su
(interpretación mentalidad empresarial y conocimientos sobre los objetivo es vender máquinas y, por consiguiente,
diferente de los mejores procedimientos contables. En su opinión, sus informes y análisis deben leerse con gran
mismos datos el análisis que han realizado sobre las necesidades preocupación y reserva.
debido a la distinta de la empresa es serio y digno de confianza.
formación, apariencia,
etc.)
Función (presiones Cree que la empresa le considera como el experto Se siente responsable de la moral y seguridad
para adoptar una responsable de mantener sus sistemas actualizados de los miembros de su equipo del departamento
determinada postura y con la máxima eficacia. de contabilidad. Tiene que defender su lealtad
por razones de estatus y eficacia siempre que se cuestionen.
o posición.)
La selección de un enfoque
Una vez que el director haya diagnosticado que existe una disputa (o que hay
una factible) entre sus subordinados, tiene que afrontar el problema de actuar
en consecuencia. Y aquí surgen dos cuestiones adicionales que le conviene con-
siderar:
– ¿Qué es lo que hay que tener en cuenta para seleccionar la mejor de ellas?
Suponiendo que, en primer lugar, existe una situación en la que el director dis-
pone de tiempo para anticiparse y planificar una disputa inminente, nosotros
sugerimos que los enfoques generales normalmente practicables son: a) elu-
sión, b) represión, c) agudización, entrando en conflicto, y d) transformación
en un proceso de resolución del problema. Para decidir cuál de estas alternati-
vas conviene elegir, la principal preocupación del directivo debería ser seleccio-
nar la alternativa más ventajosa para la empresa.
© FUOC • PID_00160154 140 Técnicas de gestión y comunicación
¿Cuáles son las dificultades y los peligros de este enfoque? El directivo que habitual-
mente utiliza este enfoque corre el riesgo de reducir la creatividad total de su
personal. Alguien dijo algo parecido a esto: «Cuando todo el mundo en la sala
piensa lo mismo, es que nadie piensa demasiado». En un entorno en el que se
procuran evitar las diferencias, no es que las nuevas ideas surjan con menos fre-
cuencia, sino que es probable que incluso las que ya existen ni siquiera se anali-
cen y comprueben. En ese caso, existe un auténtico riesgo de que la organización
se vaya deslizando inadvertidamente hacia una rutina de autocomplacencia.
A veces, un directivo sabe que existen ciertas diferencias entre los componentes
de su equipo, pero piensa que la manifestación abierta de estas diferencias crea-
© FUOC • PID_00160154 141 Técnicas de gestión y comunicación
¿Cuándo es apropiada esta alternativa? Tiene su máxima utilidad cuando las di-
ferencias latentes no son significativas para las tareas de la empresa. Cabe es-
perar que las personas difieran en numerosos campos: en religión o en política;
en su lealtad respecto a ciudades o regiones; en cuanto a los equipos de fútbol,
etc. Y, en este sentido, puede que no sea necesario en absoluto tener que llegar
a un acuerdo con respecto a algunas de estas diferencias para trabajar juntos
de forma eficaz. Sin embargo, también puede ser oportuno reprimir activamen-
te un eventual conflicto cuando, por ejemplo, no haya tiempo material para
resolver las diferencias potenciales entre las diversas personas afectadas. Esta
política adquiere particular relevancia cuando el directivo de turno tiene que
afrontar el reto de lograr un objetivo concreto a corto plazo y, en cambio, el des-
acuerdo potencial existente entre el personal es sobre un asunto a largo plazo.
Así pues, no es prudente abrir las heridas de un desacuerdo, si no se dispone del
suficiente tiempo para que cautericen.
¿Cuáles son las dificultades y los peligros de este enfoque? La represión casi siem-
pre genera un coste. Si, realmente, las diferencias son importantes para las per-
sonas involucradas, puede ocurrir que sus sentimientos afloren expresándose
indirectamente de modo que la productividad se resienta. Todos los directivos
han vivido situaciones en las que la gente se resiste a asumir determinadas ideas
o directrices no por argumentos objetivos, sino, simplemente, por causa de quién
es el o la que los expone. O tampoco es raro haber oído criticas acerbas por de-
terminados errores en los que ha incurrido alguien especialmente impopular.
En los casos en los que las diferencias incluyan sentimientos viscerales, el blo-
queo de los mismos genera frustraciones y hostilidad, que pueden apuntar erró-
neamente a metas «seguras». Las diferencias, y, por consiguiente, el resentimiento
generado por ellas, no suelen desaparecer por el mero hecho de ignorarlos. La he-
rida sigue supurando bajo la superficie y surge en los momentos más inoportunos
creando problemas para el directivo de turno y su empresa.
¿Cuándo es apropiada esta alternativa? Una respuesta simple e inmediata es: «cuan-
do sea clarificadora e instructiva». Hay muchas personas que no se paran a exa-
minar detenidamente los supuestos de los que parten o las posiciones por las
que abogan hasta que alguien que sostiene puntos de vista contrarios les invi-
ta a que los clasifiquen y justifiquen. Y de esta manera, las realidades del poder
en el seno de una empresa se pueden poner de relieve con más precisión y ser re-
conocidas por más personas a través del conflicto.
Otra de las cosas valiosas que se aprenden es cuánto cuesta el propio conflicto.
Al final de una prolongada disputa, casi siempre queda la firme resolución de
que una situación como ésta no debe repetirse; una reflexión que surge cuan-
do los protagonistas meditan a posteriori sobre los costes financieros, las ten-
siones, las situaciones embarazosas, las incomodidades y el tiempo y la energía
desperdiciados en la confrontación.
© FUOC • PID_00160154 143 Técnicas de gestión y comunicación
¿Cuáles son las dificultades y los peligros de este enfoque? Los conflictos pueden
llegar a ser muy costosos. No sólo agotan la energía de las personas involucra-
das, sino que pueden llegar a destruir de modo irreparable su futura efectividad.
Pues, en el calor de la confrontación, a veces, se dicen cosas que dejan cicatrices
de por vida o que enfrían definitivamente una relación.
Puesto que los riesgos implícitos a un conflicto son tan grandes y los costes po-
tenciales tan altos, el director tendrá que considerar atentamente las siguientes
cuestiones antes de utilizar este enfoque:
3. ¿Qué pasos hay que dar para mantener el conflicto dentro de los límites ad-
misibles por la empresa y conservando la perspectiva?
4. Después del conflicto, ¿qué se puede hacer, con el fin de reforzar los lazos en-
tre los que han intervenido en las disputas, de forma que el conflicto les cause
un mínimo daño personal a ellos y a su futura relación?
«Dos cabezas son mejor que una», puesto que a menudo dos cabezas represen-
tan un conjunto más rico de experiencias y porque, para la resolución de un
problema, pueden aportar una mayor variedad de percepciones. Así, si las di-
ferencias se ven más como enriquecedoras que como confrontación entre una
y otra persona, las dos partes del conflicto tendrán realmente más posibilidad
de lograr una solución mejor que cada una por separado. Por ejemplo, si los
seis ciegos que tocaban las distintas partes del mismo elefante hubieran com-
partido su información, habrían obtenido una descripción más exacta del animal.
Igualmente, hay muchos problemas que únicamente pueden verse con claridad,
en conjunto y en perspectiva, si las personas que ven aspectos diferentes se re-
únen y comparten la información que han obtenido. Aquí, también, podemos
contemplar este asunto de un modo más específico:
¿Cuáles son las dificultades y los peligros de este enfoque? La utilización de las dife-
rencias requiere su tiempo. A menudo, tomar una determinada decisión le re-
sulta más fácil a un solo individuo que a dos o más personas. Asimismo, cuando
es preciso adoptar rápidamente una decisión, puede resultar más fácil y práctico
dejar de lado algún aspecto de una argumentación con el fin de pasar a la ac-
ción. Finalmente, conviene observar que, a menos que una situación relaciona-
da con la resolución de problemas se planifique con cierto cuidado, siempre
existe el riesgo de que se genere un conflicto que resulte frustrante para todas
las partes involucradas.
El director puede esperar que, cuando él entre en escena, cada una de las partes
trate de persuadirle de que adopte una posición sobre el tema que se discute.
Así, mientras cada contendiente presenta su «caso» al director, buscará indi-
cios que le orienten sobre la postura que tiene el director sobre el asunto. Por
© FUOC • PID_00160154 145 Técnicas de gestión y comunicación
consiguiente, es importante que éste haga todos los esfuerzos posibles por com-
prender las posiciones de ambas partes en la mayor medida, reconociendo y
apoyando la seriedad de propósitos de cada una, siempre que lo vea apropiado,
y que retenga la emisión de su juicio sobre el caso hasta que se hayan puesto en
evidencia todos los hechos disponibles.
Puede clarificar la naturaleza del conflicto. En el calor del debate, puede que
cada participante se concentre principalmente en los hechos, métodos concre-
tos, objetivos o valores. No obstante, la frustración y la cólera pueden surgir de
inmediato, si una de las partes se centra en los hechos mientras que la otra an-
sía hacerlo en los métodos. El director, una vez que haya escuchado con suma
atención lo expuesto por las partes, puede contribuir a clarificar la naturaleza de
los temas para que la discusión sea más constructiva.
Si el desacuerdo surge con relación a los métodos, el director puede empezar por
recordar a las partes en litigio que todas comparten objetivos comunes, y que
su discrepancia es sobre los medios más que sobre los fines. Puede sugerir que,
antes de examinar con detalle cada uno de los métodos que proponen para lo-
grar los objetivos, podrían establecer de común acuerdo un conjunto de criterios
utilizables para evaluar cualquier tipo de procedimientos susceptibles de ser pro-
puestos. Asimismo, también les puede sugerir que dediquen algún tiempo a in-
tentar generar nuevas alternativas que reflejen nuevos enfoques. Después, una
vez que se hayan elaborado estas alternativas, puede animar a las partes en litigio
a que las valoren con la ayuda de determinados criterios que ellas mismas hayan
desarrollado en común.
sión, se concede tanta atención al tema concreto que se está debatiendo que
no se hace nada por mantener y reforzar las relaciones entre las partes que dis-
putan. Por tanto, no hay que sorprenderse de que, en ocasiones, esas disputas
tiendan a romper relaciones prolongadas. Bien por inadvertencia, bien por ac-
ción deliberada, se suelen minusvalorar funciones importantes que sirven de
apoyo a las relaciones humanas o que son útiles para desarrollarlas: por ejem-
plo, las funciones de estimulación, apoyo, reducción de tensiones y de expre-
sión de sentimientos comunes. Si se desea transformar un conflicto en una
situación de resolución del problema, estas funciones necesitan de alguien que las
lleve a cabo: bien el director o, también, las propias partes implicadas con el apo-
yo continuado de éste.
Si el director desea que sus subordinados sean capaces de afrontar sus diferen-
cias en un marco constructivo de resolución de problemas, seguramente querrá
plantearse una pregunta parecida a ésta: «¿En qué tipo de marco de encuentro
podrán las partes involucradas en esta disputa debatir mejor sus diferencias con
un mínimo de interferencias y amenazas?» Evidentemente, tendrá que excluir
de este encuentro a todas aquellas personas cuya presencia ponga en aprietos a
los que debaten, sobre todo si estos últimos ceden en puntos que anteriormen-
te mantenían. Así pues, tendrá que ser un entorno que propicie tanta informa-
lidad y comodidad psicológica como sea posible.
las personas que debaten, a medida que tratan de encontrar una solución cons-
tructiva a sus diferencias.
Objetividad directiva
Hasta aquí hemos tendido a asumir un supuesto irreal: que el director es capaz
de mantener su propia objetividad al afrontar las diferencias existentes entre
sus subordinados. Evidentemente, esto no es fácil que ocurra, puesto que sus sen-
timientos también tienden a involucrarse. De hecho, no es infrecuente que,
ante las diferencias, las personas reaccionen más en función de sus propios sen-
timientos que de un determinado enfoque racional ante el problema que tienen
entre manos.
Cabe pensar que más de un directivo esté justamente preocupado por los tras-
tornos que puede causar un desacuerdo. Puede sentirse inquieto, preguntándo-
se hasta qué punto la persistencia de la disputa le puede afectar personalmente
o a su posición en el marco de la empresa. Puede especular con la posibilidad de
que al final sea él mismo quien acabe siendo objeto de determinados ataques
personales o, tal vez, que se desencadenen en su contra actitudes de ira u hosti-
lidad por parte de algún subordinado o de algún jefe... Puede que experimente
algún síndrome de ansiedad si alguien expresa sentimientos profundos, sin sa-
ber realmente por qué.
Por ejemplo, podría ocurrir que determinadas pautas de conducta del directi-
vo indicaran que su gestión de las discrepancias está muy influida por sus pro-
pios sentimientos y necesidades, en lugar de por los intereses objetivos de la
empresa.
Por ejemplo:
En la vida de la mayoría de las personas, hay momentos en los que las necesi-
dades personales se erigen en los determinantes prioritarios de su conducta.
Afortunadamente, la mayoría de las empresas está preparada para soportar una
incidencia limitada de este tipo de comportamiento por parte de sus directivos.
El peligro surge cuando un determinado directivo actúa de ese modo creyendo
que su comportamiento sólo está motivado por «el bien de la compañía», cuan-
do, de hecho, está actuando en función de otro tipo de motivaciones personales
sin ser plenamente consciente de ello.
Conclusión
Este artículo comenzó con el supuesto de que son numerosos los directivos que
se encuentran incómodos e inseguros cuando aparecen diferencias. Puesto que
suele ocurrir que tanto sus emociones como los sentimientos de los demás aflo-
ran rápidamente, esos directivos gestionan a menudo las discrepancias de modo
errático o inadecuado. Hemos intentado proponer formas más sistemáticas de
identificar las diferencias y enfocar su tratamiento. Así, pues, tenemos la convic-
ción de que, si un directivo es capaz de abordar el tratamiento de las diferencias
con menos temor y con un conocimiento más preciso sobre las ventajas poten-
ciales implícitas en ellas, estará en condiciones de comprender mejor la natu-
raleza y causas de fondo de esas discrepancias. Y una vez que haya completado
eficientemente ese proceso, se encontrará en una disposición más favorable para
descubrir y establecer alternativas más realistas para resolver su tratamiento.
© FUOC • PID_00160154 150 Técnicas de gestión y comunicación
Conflicto...
es un terna que ha ocupado el pensamiento del hombre más que ningún otro, exceptu-
ando los de Dios y el amor. En el amplio análisis del tema, el conflicto se ha tratado de
todas las maneras concebibles. Se ha tratado de modo descriptivo, con enfoques históri-
cos y de ficción; se le ha considerado dentro del aura de la aprobación moral, como en
las epopeyas; con resignación implícita, como en las tragedias; con desaprobación moral,
como en el credo de las religiones pacifistas... Hay un área de conocimiento denominada
ciencia militar que, cabe presumir, está relacionado con las estrategias aplicables en un
conflicto armado. Hay innumerables manuales que enseñan cómo desarrollar juegos
concretos de estrategia. Por su parte, los psicoanalistas están investigando la génesis de
situaciones de confrontación en el interior de las personas, y los psicólogos sociales están
haciendo lo mismo con respecto a los grupos y las clases sociales...
Notas
3. Anatol Rapoport, Fight, games, and debates (Ann Arbor: The University of Michigan Press,
1960), pp. 11, 360.
«Management of differences»
Warren H. Schmidt i Robert Tannenbaum (1960). “La gestión de las diferencias”. A: Schmi-
dt, W.; Tannenbaum, R.; Wetlaufer, S.; Blake, R.; Mouton, J.; Keiser, T.; Kesner, I.; Ertel, D.;
Flowler, S.; Allison, J.; Carver, T.; Vondra, A. Harvard Business Review: Negociación y resolución
de conflictos (cap. 1, pàg. 7-37). Barcelona: Ediciones Deusto, 2001.
© FUOC • PID_00160154 151 Técnicas de gestión y comunicación
Donald W. Hendon
Rebecca Angeles Hendon
Paul Herbig
The word “negotiations” stems from the Roman word negotiari meaning “to
carry on business” and is derived from the Latin root words neg (not) and
otium (case or leisure). Obviously it was as true for the ancient Romans as it
is for most businesspersons of today that negotiations and business involves
hard work. A modern definition of negotiation is two or more parties with
common (and conflicting) interests who enter into a process of interaction
with the goal of reaching an agreement (preferably of mutual benefit). John
Kenneth Galbraith said: “Sex apart, negotiation is the most common and
problematic involvement of one person with another, and the two activities
are not unrelated.” Negotiations is a decision-making process that provides
opportunities for the parties to exchange commitments or promises through
which they will resolve their disagreements and reach a settlement. A negotiation
is two or more parties striving to agree when their objectives do not coincide.
Negotiations take place within the context of the four Cs: common interest,
conflicting interests, compromise, and criteria (Moran and Stripp, 1991).
Common interest considers the fact that each party in the negotiation shares,
has, or wants something that the other party has or does. Without a common
goal, there would be no need for negotiation. Conflict occurs when people
have separate but conflicting interests. Areas of conflicting interests could
include payment, distribution, profits, contractual responsibilities, and quality.
Compromise involves resolving areas of disagreement. Although a win-win
negotiated settlement would be best for both parties, the compromises that are
negotiated may not produce the result. The criteria include the conditions
under which the negotiations take place. The negotiation process has few rules
of procedure. Rules of procedure are as much a product of negotiation as the
issues. Over time, the four Cs change and the information, know-how, and
alternatives available to the negotiating international company and the host
© FUOC • PID_00160154 152 Técnicas de gestión y comunicación
country also change, resulting in a fresh interpretation of the four Cs, the
environment, and the perspective. In essence, negotiation takes place within
the context of the political, economic, social, and cultural systems of a country.
The theory of the negotiation process includes the following dimensions: (1)
bargainer characteristics, (2) situational constraints, (3) the process of bargaining,
and (4) negotiation outcomes. This theory is based on actors who share certain
values and beliefs based on their culture. These actors function in business and
economic situations that also have cultural influences, and they act in certain
culturally inscribed ways. We bargain when:
1) A conflict of interest exists between two or more parties; that is, what one
wants is not necessarily what the other one wants.
2) A fixed or set of rules or procedures for resolving the conflict does not exist,
or the parties prefer to work outside of a set of rules to invent their own solution
to the conflict.
3) The parties, at least for the moment, prefer to search for agreement rather
than to fight openly, to have one side capitulate, to permanently break off
contact, or to take their dispute to a higher authority to resolve it.
Importance Of Negotiations
repeated warnings from their own engineers, they made concession after
concession. They ended up with a contract that any rational engineer would
have know was ridiculous. They agreed to go well beyond the existing
state-of-the-art on a low-margin, fixedprice contract. When the nearly inevitable
cost overruns occurred, they found that they were selling each engine for
substantially less than it cost to build. This contract (and various other mistakes)
literally drove Rolls Royce, a famous name and a fine engineering firm, into
bankruptcy. The Lockheed negotiators naturally felt they had negotiated
very well. However, they had actually made an extremely costly mistake. By
driving the price so low, they bankrupted a key supplier, could not meet their
commitments to their own customers, and ultimately lost $2.5 billion on the
L-1011. The moral is quite clear –if a deal is too good for any side, it is probably
bad for both of them. Experience by itself is insufficient unless it is transformed
into expertise.
Arbitration is another form of negotiation and one of the most widely used
methods of settling disputes. It is basically a process where two groups or
persons agree to submit the dispute to a non-aligned third person and further
agree that they will carry out that third person’s decisions. Arbitration avoids
going to court and the uncertainties of an unknown legal system. International
arbitration has a time-tested set of rules and procedures to govern the arbitration,
the organization to manage the proceedings, and an established group of
experienced arbitrators.
Stages Of Negotiations
1) Initial Planning and Fact Finding: This stage occurs prior to leaving or
beginning the negotiations. As information is power, the more information
you can obtain about the other side, the better. This should begin well before
any negotiations commence and should involve learning about the organization,
history, and negotiating styles of the other side. One should also identify all the
potential issues to be discussed, prioritize the issues, establish a settlement range,
and develop the strategies and tactics to be used during the negotiating session.
If it is at all possible, one should assemble the team before the negotiations start
and conduct all preliminary discussions, individual assignments, and team
organization prior to leaving.
2) Orientation at the Site Prior to the Negotiations: Time should be given to adjust
to the negotiations location before any meeting commences. This is to get over
any jet lag, anxiety, or culture shock that might occur to the team members at
the negotiations site. The negotiating site should be viewed and all arrangements
and equipment necessary should be tested and guaranteed prior to the meeting.
© FUOC • PID_00160154 154 Técnicas de gestión y comunicación
One should meet with local representatives for cultural and site-specific
information and any recent data prior to the meeting. If necessary, team
building, and strategy planning, and consensus building should be performed
or confirmed at the site before the commencement of the negotiation itself.
attempt to invent options for mutual gain that will result in a win-win outcome.
Estimates are that between seventy and ninety percent of concessions occur
during the last ten percent of the time allowed. In many cases the opening bid is
ritualistically extreme because the negotiator expects to back down.
A good negotiator should be realistic, yes, but not in the sense of accepting
an outcome as being determined by the balance of forces without tying to
reinterpret this “balance” in his favor. Instead of taking a situation for
granted, he should be realistic in recognizing that his opponent’s evaluations
as well as his own are constantly adrift, that issues are not created by nature but
by himself and by his opponent, and that there are as many ways of negotiating
from weakness as well as from strength.
essential to threaten or even to bluff. He must know when to humor the personal
quirks of his opponent and when to ignore them. He must be willing to disregard
propaganda losses at one time and to negotiate merely for propaganda at
another time. He must be prepared to follow domestic opinion at home as well
as to encourage a new consensus both in his government and in his country.
Every negotiator must decide how open and honest to be about personal
preferences and needs, and how much to trust the other party. The dilemma of
honesty and openness suggests that if a negotiator is completely open and
honest about what he wants, or will settle for, he many not do as well as if he
bluffs or fights harder for a better settlement. On the other hand, if he is
deceptive and dishonest about what he really wants or will settle for, the
parties could never come to an agreement that would be workable. Most
negotiators resolve this dilemma by being very careful and guarded at the
beginning of negotiation, and revealing more of their true needs as they
can come to trust the other side. Similarly, the dilemma of trust suggests that a
negotiator has an equal problem in knowing how much to trust this opponent’s
ability that his opponent is lying or bluffing, and our negotiator could give
away too much. On the other hand, if the negotiator believes nothing his
opponent says, once again the parties could never come to agreement. Most
negotiators resolve this dilemma by probing their opponent’s statements for
truthfulness, and for evidence that they will be true to their word.
Negotiators as members of society are led easily into attitudes of cultural bias.
The only way to overcome that bias is to create awareness of one’s own cultural
system by understanding how other people behave in another system.
Negotiators should respect and appreciate the ways and customs of the host
country and attempt to adapt as well as possible to make the host at ease.
Negotiators should not criticize the host country’s form of government or
personal conduct of government officials. They should always praise that
which is praiseworthy without affection and flattery. Negotiators should
single out the good points of the country and avoid mentioning the bad
© FUOC • PID_00160154 158 Técnicas de gestión y comunicación
points. Good negotiators will never make promises that they cannot keep or
negotiate in bad faith. Any concession gained dishonestly will have an uncertain
result because the deceived party have a longstanding desire for vengeance.
Negotiators should emphasize mutual benefit and mutual advantage. The secret
of success is to point out the common advantages to both parties and to link
these advantages so that they appear to be equally balanced.
The negotiator who, from his knowledge of his opposer’s culture and his
sensitivity to it, can adapt his behaviour to the situation and serve the interests
of the interaction. The more and better the communication, the greater the
amount of information shared or extracted, and the greater the build-up of trust,
the more likely is the possibility of creating the satisfaction that negotiators are
exchanging at the end of the day. In order to be effective the negotiator must
be constantly alert to the distinctive qualities of the people with whom he is
negotiating. He has to appreciate the meaning of their actions so as not to
mislead or be misled by them, and to make his own points in a way that promotes
advantageous outcomes. Effective negotiators operate as detectives searching for
clues to the values and interests of their counterparts. They avoid assumptions
about partner concerns; they look for what does matter to the partner rather
than what should matter. Other attributes of a successful, complete negotiator
include: having outstanding communication skills; being persistent; having
flexibility, tact, open mindedness, subject knowledge; being willing to take risks;
having physical stamina, self-confidence, decisiveness, creativity, willingness to
listen, self-control, and a long-run outlook; and being sensitive to the interests
and needs of others.
Negotiation is emphasized and given higher status in the United States and
many Western cultures than in other cultures. To an American, negotiation is the
least troublesome method of settling disputes. The culture emphasizes dialogue,
mediation and compromise as a means to resolving conflict between two parties
in a dispute. Negotiations may be exploratory and serve to formulate viewpoints
and delineate areas of agreement of convention. Or it may aim at working out
practical arrangements. The success of negotiation depends upon whether (a)
the issue is negotiable (that is, you can sell your car but not your child); (b)
the negotiators are interested not only in taking but also in giving and are able
to exchange value for value, and compromise; or (c) negotiating parties trust
each other to some extent-if they didn’t, a plethora of safety provisions would
render the “agreement” unworkable.
Several cultural reasons exist for this emphasis. First, Americans emphasize
bargaining to counteract its culture’s extreme emphasis upon problem
solving. Americans are natural problem solvers. The American culture values
and encourages qualities such as openness, objectivity, fairness, cooperation,
© FUOC • PID_00160154 159 Técnicas de gestión y comunicación
reason, and mutual trust. Second, when there is little or no conflict, you can
usually get good results by acting naturally. But when interests conflict, or the
other side uses bargaining tactics, you must act in unnatural, perhaps even
distasteful ways.
Third, bargaining is where the money is. Too many companies have inadequate
profit levels; too many billions of dollars in bad loans will have to be written
off; and too many bad deals have been made. One reason for these bad deals
is that Americans tend to be naive. They tend to be trusting and objective even
when they should be tougher and more skeptical. In fact, the Russians, Arabs,
Japanese, and members of other non-Western cultures often regard Americans
as naive fools for problem solving when they are bargaining, for trusting them
when they are unquestionably lying. The best negotiations are between two
sincere problem solvers, and it would be extremely foolish to shift toward
bargaining when the other side is being open, honest, and cooperative. But it
is suicidal to be open, honest, and trusting when the other side is obviously
lying and exploitating. Yet that is exactly what Americans have done, again,
and again, and again.
John Maynard Keynes, the great economist, made this point brilliantly in his
analysis of the Versailles negotiations that ended World War I. He definitely
sympathized with Woodrow Wilson’s ideals, but regarded him as a naive fool,
a preacher playing poker with card sharks. The cynical French and British prime
ministers manipulated Wilson into agreements that protected their short-term
interests, but, as Keynes predicted, had disastrous long-term effects on everyone-
Germany’s ruinous inflation, the Great Depression, and World War II.
A fourth reason for emphasizing pure bargaining is that you cannot get much
of the help you need. Numerous books and courses exist on joint problem
solving, but barely any seriously discuss pure bargaining. In fact, many popular
books on negotiations essentially ignore conflict. They pander to people’s
discomfort with conflict by pretending it does not exist, leading one to believe
that all negotiations can be win-win. Tell that to a trade negotiator who is trying
to ensure that an American car costs as much in Seoul as a Korean one costs in
New York.
We can never forget that conflict is a fact of life and that ignoring it is dangerous.
Nor will we overlook the obvious fact that people do lie while negotiating and
that excessive trust can lead to disaster. If your opening offer is too generous,
you may leave lots of money on the table, or it may raise expectations to
unrealistic levels, or have insufficient bargaining room. On the other hand, if you
are too ambitious, the other side may reject your offer out of hand, become angry
and rigid, or even break off the negotiations.
Because of their culture, most Americans care more about the second set of
dangers; they are afraid of offending or irritating the other side. They may
© FUOC • PID_00160154 160 Técnicas de gestión y comunicación
therefore make overly generous first offers. For example, they frequently submit
proposals that contain only modest profits. The subsequent negotiations reduce
this profit still further and may even drive the deal below the breakeven point.
One way to reduce the danger is to get the other side to make the first offer. You
can then see whether the other side intends to be realistic and reasonable. If
possible, plan ways to get them to make that first offer.
Negotiations Internationally
The Arabs want direct, face-to-face discussions, but tend not to bring open
disagreements into a formal session. In fact, rather than say that they disagree,
many Arabs will say they agree, but then take actions that gently hint that
they do not agree at all. They hope that the other party will get the message.
In Algeria, an American consultant once said: “My clients never disagree with
my recommendations. They just do not try to implement the ones they dislike.”
The Japanese are willing to meet face-to-face, but they also use third parties
much more frequently than do Americans. They like to have that buffer. They
are also so uncomfortable with open conflict that they hardly ever express
it directly. They talk around it, or do not react at all, or give indirect hints that
they disagree. In fact, they hardly ever say no directly; one must infer it from
the way they say yes. In Tokyo, the running joke (though true) is the Japanese
have twenty ways to say “No” without having to say it.
In Japan and the Arab countries, the direct negotiations are combined with
social activities. One purpose of these activities is to demonstrate hospitality.
Another, more serious purpose is to determine whether you are the sort of
person with whom they want to do business. An easy way to create a bad
impression is to discuss business at the wrong time. That is, the social
process can be as important as the negotiations process. Good manners are
very important to the Japanese, and they are so subtle that they have a
novel way of punishing boors.
with all of the arguments supporting it. This process can continue indefinitely;
they keep repeating themselves until the other side sees the errors of its position
and accepts the Russian position (or, more likely, just tires out).
need satisfaction. One must ascertain expectations and then work for their
achievements.
persuasion. You must establish your credibility and be soft while not
losing your grip on the problem.
searching for alternatives. You should be systematic and simple (don’t try to impress
others with complex models).
a means of getting what you It also means giving what others expect of you.
want from others.
gaining the favor of people from It easier to gain favors while acting in a genuine
whom you want nothing. and rational manner.
managing power and You should know in advance the limitations of your
information. power; gain information while managing the process
of negotiation.
the least troublesome method of The use of intercultural negotiating styles, modes,
settling disputes. and skilIs is important.
Donald W. Hendon; Rebeca A. Hendon; Paul Herbig (1996). “What: The Art
of Negotiation”. A: Crosscultural Business Negotiation (pàg. 1-13). Connecticut-London:
Quorum Books, Westport.
© FUOC • PID_00160154 163 Técnicas de gestión y comunicación
Ignacio Ramonet
Como ejemplo del futuro comunicacional se cita con frecuencia el éxito (real)
de Internet, una red mundial de microordenadores que dialogan entre ellos
gracias a la generalización de los módems. Nacido en Estados Unidos en 1969,
y adoptado muy rápidamente por la comunidad científica y universitaria in-
ternacional, Internet constituye efectivamente un modelo de convivialidad
telemática, amenazado cada vez más por los apetitos económicos que se cier-
nen sobre los cerca de 100 millones de usuarios conectados, maravillados ha-
bitantes de un ciberespacio inmaterial.
Diana no era nada de todo esto. Antes de su trágica muerte, era sobre todo la
heroína de la «prensa del corazón», que había construido de ella –como lo sabe
hacer la literatura popular– un personaje (en el sentido ficticio del término):
el de la «princesa triste», melancólica, que lo tuvo todo para ser feliz (belleza,
riqueza) pero a la que faltaba el amor de su esposo, seducido por una mala mu-
jer; y que transfería su capacidad de amor hacia sus hijos y hacia todos los des-
graciados del mundo.
Lo que se produjo en el momento del accidente mortal de Diana fue una especie
de cortocircuito mediático. El personaje de folletín, de telenovela accede de repen-
te al estatus de personalidad digna de la prensa seria y de referencia. Diana aban-
dona el marco limitado y folclórico de «la prensa del corazón», de lo «popular»,
para entrar de lleno en las secciones principales y en las columnas mas nobles de
los espacios de la prensa política. Por vez primera, Diana es la información prin-
cipal de un telediario. Y el cortocircuito se produce, en el mismo momento, en
todos los media y a escala planetaria.
Todo empezó cuando un tal Matt Drudge envió a su servidor Internet el con-
tenido de las conversaciones telefónicas grabadas por la amiga-denunciadora
de Lewinsky, Linda Tripp. La revista Newsweek había dudado en difundir dichas
conversaciones, tomándose tiempo para verificar la información. Pero Matt
Drudge no albergó ninguna duda. Y la irrupción de la historia en la esfera de
Internet volvió completamente loca a la prensa escrita que, queriendo hacerse
de nuevo con este asunto-choque se dedicó a publicar cualquier cosa, lanzándo-
se desesperadamente a la caza del scoop, con un solo objetivo: no dejarse ganar
la mano por Internet.
Por una vez, los periodistas de la pequeña pantalla tenían varios cuerpos de
retraso respecto a sus colegas de la prensa escrita, especialmente el Washington
Post y el Newsweek, que estaban preparando el informe sobre las aventuras sen-
timentales de Clinton desde hacía varios meses.
Vemos así que, en la era de la información virtual, únicamente una guerra real
puede salvar del acoso informacional. Una era en la que dos parámetros ejercen
una influencia determinante sobre la información: el mimetismo mediático y la
hiper-emoción.
Este «chantaje por la emoción» se ha unido a la otra idea extendida por la in-
formación televisada: basta ver para comprender. Y todo esto ha venido a acre-
ditar la idea de que la información, no importa de qué información se trate (la
situación en el Oriente Próximo, la crisis del sureste asiático, los problemas fi-
nancieros y monetarios ligados a la introducción del euro, conmociones socia-
les, informes ecológicos, etc.), siempre es simplificable, reductible, convertible
en espectáculo de masas, divisible en un cierto número de segmentos-emocio-
nes. Sobre la base de la idea, muy de moda, de que existiría una «inteligencia emo-
cional», esta concepción de la información rechaza cada vez más el análisis (factor
de aburrimiento) y favorece la producción de sensaciones.
todas las fronteras, todas las secciones y estilos periodísticos se pusieron patas
arriba. Diana se convertía en un «fenómeno mediático total»; un acontecimiento
a la vez político, diplomático, sociológico, cultural, humano... que afectaba a to-
das las capas sociales en todos los países del mundo. Esto es lo radicalmente nue-
vo. Y cada medio (escrito, hablado o televisado) a partir de su propia posición,
se sintió en la obligación de tratar este asunto en beneficio de su público.
Por otra parte, la prensa escrita está en crisis. En España, en Francia y en otros
países está experimentando un considerable descenso de difusión y una grave
pérdida de identidad. ¿Por qué razones y cómo se ha llegado a esta situación? In-
dependientemente de la influencia, real, del contexto económico y de la rece-
sión, las causas profundas de esta crisis hay que buscarlas en la mutación que han
experimentado en los últimos años algunos conceptos básicos del periodismo.
En primer lugar, la misma idea de la información. Hasta hace poco informar era,
de alguna manera, proporcionar no sólo la descripción precisa –y verificada– de
un hecho, un acontecimiento, sino también aportar un conjunto de parámetros
contextuales que permitieran al lector comprender su significado profundo. Era
responder a cuestiones básicas: ¿quién ha hecho qué?, ¿con qué medios?, ¿dón-
de?, ¿por qué?, ¿cuáles son las consecuencias?
Llevado este planteamiento hasta sus últimas consecuencias, en este cara a cara
telespectador-historia sobra hasta el propio periodista. El objetivo prioritario para
el telespectador es su satisfacción, no tanto comprender la importancia de un
acontecimiento como verlo con sus propios ojos. Cuando esto ocurre, se ha logra-
do plenamente el deseo.
Por otra parte, una concepción como ésta de la información conduce a una pe-
nosa fascinación por las imágenes «tomadas en directo», de acontecimientos
reales, incluso aunque se trate de hechos violentos y sangrientos.
En este embrollo mediático, nada más vano que intentar analizar a la prensa
escrita aislada de los restantes medios de comunicación. Los media (y los perio-
distas) se repiten, se imitan, se copian, se contestan y se mezclan, hasta el pun-
to de no constituir más que un único sistema de información, en cuyo seno es
cada vez más arduo distinguir las especificaciones de tal o cual medio tomados
por separado.
Informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin es-
fuerzo y que exige una verdadera movilización intelectual... Una actividad tan
noble en democracia como para que el ciudadano decida dedicarle una parte
de su tiempo y su atención. Así lo entendemos en Le Monde diplomatique. Si nues-
tros textos son, en general, más largos que los de otros periódicos y revistas es
porque resulta indispensable mencionar los puntos fundamentales de un pro-
blema, sus antecedentes históricos, su trama social y cultural y su importancia
económica, para poder apreciar mejor toda su complejidad.
Cada vez son más los lectores que se interesan por esa concepción exigente de la
información y que son sensibles a una manera sobria, austera y rigurosa de ob-
servar el mundo. Las notas a pie de página, que enriquecen los artículos y les
permiten eventualmente completar y prolongar la lectura, no les perturban en
absoluto. Al contrario, muchos ven en esto un rasgo de honestidad intelectual
y un medio para enriquecer su documentación sobro los temas.
De esta forma puede construirse una reflexión exigente sobre este mundo en
mutación, donde las referencias sobre el presente se difuminan al tiempo que se
oscurecen las perspectivas del futuro. Un Mundo más difícil de comprender que
exige del periodista humildad, duda metódica y trabajo. Y que pide al lector,
como es lógico, más esfuerzo, más atención.
A este precio, y únicamente a este precio, la prensa escrita podrá abandonar las
zonas confortables del simplismo dominante y salir al encuentro de todos los lec-
tores que desean entender para poder actuar mejor como ciudadanos en nuestras
domocracias aletargadas.
«Serán necesarios largos años», escribe Václav Havel, «antes de que los valores que
se apoyan en la verdad y la autenticidad morales se impongan y se lleven por delante
al cinismo político: pero, al final, siempre acaban venciendo.» Esta debe ser tam-
bién la paciente apuesta del verdadero periodismo.
Notas
Alfons Cornella
En 20 segundos:
Para pensar:
La experiencia de los últimos meses nos señala que son muchas las empresas
que se preguntan cómo puede ser que su lntranet sea tan poco utilizada o ten-
ga tan poco impacto en la generación de resultados, pese a la importante inver-
sión realizada en la cuestión. La cosa es aun más dramática cuando el objetivo
de la lntranet es el intercambio de conocimientos entre los miembros de la em-
presa.
Dicho con otras palabras, a los instrumentos (espacio digital) debe acompañarle
una cultura (espacio social). Y ambos elementos constituyen una ecuación mul-
tiplicativa: si uno de ellos es cero, el resultado es nulo, no importa lo relevante
que sea el otro.
Toda organización debería definir cual es el “mix” más adecuado entre estas
dos estrategias. Así, por ejemplo, empresas que deben usar con frecuencia la
misma información en situaciones diferentes deberían desarrollar una estrate-
gia basada en un 80% en codificación y un 20% en personización. Mientras que
una empresa que base su valor en la creatividad, debería hacer, quizás, justo lo
contrario.
Se han escrito, y se están escribiendo, muchos libros sobre cómo crear una “cul-
tura de intercambio”. Véase, por ejemplo, el texto “Creating a Knowledge Sha-
ring Culture”, en http://www.apqc.org/pubs/dispPub.cfm?ProductlD=1084.
Por eso, aquí nos limitaremos a dar algunas ideas al respecto.
Nos lo explicaba hace unas semanas una importante empresa de logística: cual-
quier empleado que aporte una “mejor práctica” (una forma de hacer las cosas
diferente, que “demuestre” que permite conseguir mejores resultados) recibe una
compensación monetaria (de unas 50.000 ptas. por vez; y cada empleado pue-
de llegar así a un máximo de 1 millón de pesetas al año).
Para trabajar:
Activos de conocimiento
5) En vuestra organización, ¿cómo enseña cada uno lo que sabe a los demás?
¿Hay algún mecanismo en la lntranet que permita hacerlo?
Alfons Cornella
lnfonomia!com
Albert O.
César R.
Walter Oppnheimer
Todo eso, embuchado en el primer culebrón para África, Heart and soul, algo así
como Corazón y alma. De momento, empezará a difundirse en el África oriental
y subsahariana en una versión televisiva en inglés. Más adelante quizá llegue a
otras partes del continente si el éxito y el dinero permiten financiar sendas ver-
siones en francés y en portugués. Para llegar a las más remotas aldeas, una ver-
sión radiada saldrá a las ondas en inglés y en kiswahili en Kenia, Tanzania y
Uganda.
Siguiendo su estela llega este serial, con un marcado carácter panafricano, que
se ha puesto en marcha con la colaboración y el apoyo financiero de las 24 agen-
cias de Naciones Unidas en Kenia y la ayuda del British Council, la Fundación
Ford, la BBC, TV África, Kenya Broadcasting Corporation (KBC) y la Fundación
Mohamed Amin.
La serie cuesta poco más de un millón de dólares, cantidad que la BBC gasta
en una semana de emisión de su histórico Eastenders. Dos de los creadores de
© FUOC • PID_00160154 180 Técnicas de gestión y comunicación
este serial británico, Matthew Robinson y Patrick Tucker, han colaborado con
los actores y guionistas de Heart and soul.
Los Lande no son tan afortunados. Samuel, el patriarca, se gana la vida con mo-
destia haciendo de taxista. Aunque honrado y trabajador, Samuel Lande escon-
de un terrible secreto: en una noche de borrachera acabó dejando embarazada
a su hermana Salomé. Samuel, un hombre que no entiende los cambios del mun-
do moderno, jamás se perdonará el desliz de esa noche terrible, 21 años atrás, de
la que nació su hijo y sobrino Samuel.
Incestos, adulterios, celos, algún crimen más o menos accidental, nada falta en
este culebrón para intentar atrapar la atención de los africanos. Donde el núme-
ro de televisores es muy bajo, ya que, según un informe de la ONU del año 2000,
en el África subsahariana hay 50 televisores por cada 1.000 habitantes, frente a
los 506 existentes en España por mil habitantes. Pero el principal objetivo no es
conseguir audiencia para ganar dinero, sino aprovechar el poder de comunica-
ción de la radio y la televisión para explicarles los peligros del sida y la manera
de evitarlos. Pero también para luchar contra la pobreza y contra la corrupción.
Walter Oppnheimer (4 de juny de 2002). “Un culebrón para frenar el sida”. El País.
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Andrew Bradbury
Cuando llega el momento de colocar sus equipos visuales (un tablero de hojas
móviles, un proyector de transparencias o de diapositivas, etc.,) existen dos
opciones básicas. En la primera alternativa (la posición «central»), la pantalla
se coloca de cara a la audiencia. En la segunda, la pantalla se coloca a un lado
en ángulo con respecto a la audiencia.
x El número de asistentes.
x El grado de interacción requerido entre los miembros de la audiencia y entre
la audiencia y el orador
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Rompecabezas personal
Dos de las distribuciones de asientos más comunes para grupos de tamaño me-
dio (digamos que de 20 a 30 personas) son la del cuadro abierto y la de los bloques.
Se adaptan fácilmente a espacios anchos o estrechos y a una gran diversidad de
tamaños de audiencia sin apenas inconvenientes:
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Para situaciones en las que sea imprescindible ese sentimiento de grupo, quizá
le convenga la distribución en bloques.
El inconveniente más significativo asociado a este orden de sillas es que los in-
dividuos sentados a lo largo del lado interno de cada bloque necesita girarse
para ver la pantalla o el tablero de hojas móviles. Sería contraproducente si la
audiencia necesita tomar gran cantidad de notas durante la presentación. En
tal caso, valdría la pena optar por la distribución en forma de cuadrado abierto.
Para audiencias más numerosas (30 personas o más), existen tres estilos prin-
cipales de distribución de asientos adecuados: la conferencia, el restaurante y el
teatro.
Los factores primordiales que afectan a su elección entre estos tres planes son:
Asimismo, es una distribución que favorece una interacción elevada entre los
miembros de la audiencia, si es necesario, y que puede contribuir a reforzar
la identidad de grupo (en el conjunto de las mesas). Desafortunadamente, sin
embargo, esa misma identificación como grupo podría perjudicar al orador que
no esté habituado a trabajar en este tipo de situación y las actividades en grupo
pueden entorpecer con facilidad las sesiones de presentación.
x no puede encontrarse una sala con el espacio suficiente para alojar una pre-
sentación con sillas y mesas.
x Nunca presuponga que el personal del hotel sabrá automáticamente cómo pre-
parar una sala para una presentación.
x Compruebe siempre la distribución de la sala el mismo día del acto con tiem-
po suficiente para modificaciones, si fueran necesarias.
Sólo la experiencia le enseñará las precauciones que debe tomar en una presen-
tación lejos de casa. A continuación le enumeramos algunos de los indicadores
más importantes para realizar una presentación eficaz:
x ¿Está todo bien colocado? ¿Ha comprobado pieza por pieza el material eléc-
trico?
Al utilizar transparencias, asegúrese de que tiene espacio para guardar las que
haya usado separadas de las que vaya a usar en pilas fáciles de alcanzar. Busque
una colocación con la que se sienta a gusto, teniendo en cuenta que no puede
interferir la zona de la pantalla cuando cambia las transparencias.
Pocas cosas son tan desconcertantes al iniciar un discurso como verse inte-
rrumpido por la resonancia de los equipos electrónicos (ese sonido estridente
que nos atraviesa el cerebro). La resonancia se origina cuando el micrófono ab-
sorbe el sonido emitido por un aparato (en general, un altavoz), que rebota ha-
cia el orador, quien, a su vez, está hablando por el micrófono, etc. (Por cierto,
puede que la señal del altavoz no sea lo suficientemente alta para causar esa re-
sonancia hasta que alguien hable por el micrófono, por lo que le aconsejo que
compruebe el sonido aunque a simple vista todo parezca funcionar BIEN.)
x Si las luces provocan reflejos molestos, ¿cree que es posible apagar algunas
luces? Si un mismo interruptor controla varias luces y no quiere apagarlas,
¿cree que podría aflojar algunas bombillas para lograr el efecto exigido?
x Compruebe su zona. ¿Sabe qué ajustes tendrá que hacer (si es necesario)
cuando el orador anterior a usted haya terminado?
x Para sujetar cables, emplee una cinta adhesiva visible e indíquelo para que
nadie pueda tropezar.
Finalmente, una vez haya comprobado que la sala de la presentación está lista,
revise algunos detalles que contribuirán a que su audiencia se sienta a gusto du-
rante el acto:
Andrew Bradbury (1995). “Distribución del escenario”.A: Técnicas para presentaciones eficaces
(cap. 12, pàg. 127-137). Barcelona: Gedisa, 2000.