Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en las redes
sociales y ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta la lectura!
NOTA
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras han demandado a usuarios que suben sus
libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias. Al subir
libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque los
subieron a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y contra el que luchan todos los foros de traducciones. Más libros
saldrán si se deja de invertir tiempo en este problema.
Traductoras:
Alex Phai ElyCasdel Mire
Alexa Colton Jadasa Miry GPE
Amélie Jasiel Odair Nats
Anty Jeyly Carstairs Niki
Beatrix Juli Sandry
CamShaaw Julieyrr Sofía Belikov
CrisCras Lorena Susanita20
Daniela Agrafojo MaJo Villa Vani
Dannygonzal Mary Yure8
Diana Mel Cipriano
Correctoras:
Adriana Tate Itxi Niki
Amélie Jane Paltonika
AriannysG Jasiel Odair SammyD
Dafne2 Key Val_17
Daniela Agrafojo Laurita PI Verito
ElyCasdel LucindaMaddox Victoria
florbarbero Miry GPE
Revisión Final:
Beatrix Ivana Jadasa
Diseño:
Ivana
ÍNDICE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Writing a wrong
Sobre el autor
SINOPSIS
La escritora de romance histórico, Nicole Blake, de veintidós años,
o NS Blake para sus lectores, no ha comprobado una encuesta oficial,
que conste, pero está convencida de que ella podría ser la única autora
de romance en el planeta que sigue siendo un miembro activo del club
virgen. No es que no haya intentado ponerle fin a su membresía. La vida
simplemente sigue encontrando molestas maneras de ponerse en su
camino. Sin perspectivas en el horizonte, Nicole comienza a sentirse más
cerca que nunca de llegar a experimentar cómo es un hombre dentro de
sus propias historias.
La oportunidad se presenta en la forma de un sensual
camarero/estudiante de pre-medicina, Alec Petropoulos, quien se
compromete a ser el modelo de la portada de su próximo libro. Las
chispas vuelan instantáneamente entre ellos, y Nicole comienza a
considerar la posibilidad de finalmente haber encontrado a la persona
correcta a quien entregarle su tarjeta V hecha jirones. Alec tiene todos
los ingredientes para ser un perfecto candidato de una noche, excepto
que, para sorpresa de Nicole, parece ser el único hombre del mundo que
no está interesado en enrollarse con una virgen.
Atrapada entre una roca y un hombre terco, ¿qué es lo que una
virgen puede hacer? Seducirlo, por supuesto. ¿Qué tan difícil podría
resultar? Si funciona para los personajes de sus historias, ¿por qué no
iba a funcionar para ella? Después de todo, lo que ocurre debajo de la
portada... se queda debajo de la portada.
1
Traducido por Alex Phai
Corregido por Key
1
Una aplicación con funciones de asistente personal que se utiliza para responder
preguntas, hacer recomendaciones, etc.
2
Traducido por Lorena
Corregido por LucindaMaddox
2Es un pez ovovivíparo de agua dulce procedente de Centroamérica que habita en zonas
de corriente baja en ríos, lagos y charcas.
—Lo siento, nena. Mis modales son horribles —dijo Taylor,
depositando un beso en el dorso de la mano de Olivia. Ella prácticamente
se derritió contra él antes de enderezarse. Sabía, por nuestras
conversaciones, que trataba de mantener los límites con Taylor, pero era
evidente que él lentamente encontraba una forma de pasar bajo las
grietas. Lo animé en silencio.
—Así que, ¿cuál es tu veneno? —preguntó Alec, girando su
atención hacia mí.
Respiré profundamente antes de contestar—: Uh, voy a tomar una
Coca-Cola. —No era la opción más cosmopolita, pero al menos no me
atraganté con las palabras.
—Diablos, no. Tomaremos chupitos esta noche —canturreó Olivia,
apartando la mirada de Taylor—. Esta noche estamos aquí para que te
relajes.
Alec rio ligeramente ante sus palabras.
—Liv —advertí, mirando a mí amiga.
—Vamos, Nicole. Han pasado años desde que lo hiciste. Necesitas
relajarte y soltarte un poco. Si no tienes cuidado, desarrollarás una
reputación como una loca señora de los gatos.
Nunca se lo admitiría a Olivia, pero mi mayor temor era que ella
terminara teniendo razón. Tenía una pesadilla recurrente en la que,
dentro de diez años, a partir de ahora, seguiría siendo una virgen
refugiada en mi apartamento escribiendo historias sobre la vida amorosa
de otras parejas. Deseaba poder cambiar mi personalidad. Lo quería tan
desesperadamente. Permanecer virgen a los veintidós años no era un
estado que me propuse lograr. Infiernos, en la escuela secundaria a veces
era en lo único que pensaba. Cuando eres una estudiante novata no
quieres la reputación de puta, por lo que mantienes tus rodillas juntas,
pero en algún lugar entre el tercer año de secundaria y la graduación ese
estigma comenzó a cambiar. Comenzó con una de mis amigas perdiendo
su tarjeta V, y luego otra amiga después de eso. Antes de darme cuenta,
era la única en mi grupo de amigas que todavía no había tenido sexo. No
se sentía como una gran cosa en el momento ya que había un montón de
chicas de mi clase de graduación que tenían el mismo estatus. Todo eso
cambió durante mi primer año de universidad. Todo el mundo parecía
estar follando, excepto yo.
Alec puso cuatro vasos de chupitos, luego de que asintiera en
acuerdo, y las llenó hasta el borde con whisky. Todo el mundo tomó un
vaso, dejando el último para mí.
—¿Te dejan beber en el trabajo? —pregunté, tratando de ganar
tiempo mientras tomaba el mío tentativamente.
—Ahora puedo. No estoy trabajando. Es un poco difícil estar en una
cita mientras estoy trabajando. —Me guiñó el ojo de nuevo.
Lo miré boquiabierta antes de girar hacia Olivia, que tenía una
expresión de fingida inocencia. Y de nuevo quise matarla. Arrojando la
precaución al viento, llevé mi vaso a mis labios, terminando el contenido
de un solo trago. El ardiente líquido quemó un camino por mi garganta
antes de establecerse en la boca del estómago. Una tos corría por mi
garganta, pidiendo ser liberada, pero la retuve en tanto las lágrimas
llenaban mis ojos.
No podía creer que Olivia tirara esta mierda sobre mí. Ambas lo
habíamos decidido tras la desastrosa cita a ciegas que armó para mí hace
dos años, que yo resolvería mi propia vida amorosa. El tipo me palmeó
en el culo tantas veces durante nuestra cita que parecía una berenjena
magullada. Finalmente terminé al caer la tarde, creyendo que estaba a
punto de beber un cóctel sedante y no despertar hasta la mañana
siguiente. El tipo era un desgraciado. Por supuesto, la perspectiva de Alec
tocando mi culo no sonaba como una mala idea.
Alec volvió a llenar nuestros vasos antes de caminar alrededor del
mostrador uniéndose a nosotros. Chocamos nuestros vasos en el aire
antes de terminar el contenido y golpear los vasos de chupito sobre el
mostrador. Todos parecían ser capaces de manejar su licor como viejos
profesionales. Yo me quedaba al borde de la tos con cada trago.
Después de un par de chupitos ya me había acostumbrado a la
presencia de Alec, lo cual era bueno porque la gente a nuestro alrededor
no le dejaba otra opción que instalarse cerca. Significaba literalmente que
podía ver las motas de oro en sus ojos y un pequeño hoyuelo en la barbilla
que se me escapó antes. Se quedó parado con el brazo cubriendo
casualmente el respaldo de mi asiento. Con un poco de esfuerzo, podría
haberme inclinado y estaríamos prácticamente abrazándonos. El oscuro
aroma picante de su colonia estimulaba mis sentidos. Cerré los ojos un
instante, inhalé suavemente, imprimiendo el olor en mi memoria.
Definitivamente podría trabajar un momento como este en mi libro
actual.
—Aquí está la pérdida de la señora loca de los gatos —anunció
Olivia, levantando su vaso de chupito. Quise darle una patada en la
pierna, pero fallé y casi me caigo del taburete antes de sujetarme del
mostrador—. Vaya, con calma, hermana. Tendremos que conseguirte un
cinturón de seguridad —bromeó. Supongo que era más bebedora de peso
ligero de lo que pensaba. Mi percepción de solidez se encontraba un poco
apagada. Alec se estiró alrededor de la parte posterior de la silla y me
entregó mi vaso de chupito, que mágicamente se había rellenado. El
movimiento nos puso íntimamente cerca, tal como lo imaginé.
Vacié el vaso de nuevo sin dudarlo, sintiendo un mayor nivel de
confianza que no poseía cuando llegamos antes. Presionada contra la
dureza del cuerpo de Alec, tuve un repentino deseo de acurrucarme más
cerca. A partir de ahí sólo quería captar rápidamente el olorcillo de su
cuello. Se suponía que iba a ser inofensivo. Cómo se involucró mi boca
se hallaba más allá de mí.
De alguna manera mis labios encontraron el hueco suave y cálido,
donde su cuello se encontraba con sus hombros. Mi lengua decidió unirse
a la acción, experimentando el sutil sabor salado de su piel.
Al principio pensé que imaginé todo el asunto, hasta que una
inspiración aguda de Alec seguida de un reflejo de su brazo apretándose
causó que retrocediera. Mis ojos se encontraron con los suyos mientras
me estudiaba con atención.
Quería morir de repente. No podía creer que en realidad lo hubiera
lamido. Olivia y Taylor rieron en tanto me daba la vuelta. Tomé la primera
copa que vi sobre el mostrador y la bebí de un trago. Mi acción precipitada
causó que el ácido líquido ámbar bajara por el conducto equivocado,
haciéndome toser. Mi aliento se sentía como fuego de dragón tratando de
empujar a través de mi vía aérea. No habría ningún fin para mi
vergüenza.
5
Traducido por Juli & CrisCras
Corregido por SammyD
—No te enojes.
Nada bueno ha salido de esas palabras nunca. A decir verdad, su
uso en conjunto debía ser borrado del idioma.
Pausé la maratón del programa que estuve viendo. Cada vez que
terminaba un libro me permitía un día entero de televisión sin sentido.
Me gustaba ver una temporada completa de uno de mis programas
favoritos sin ninguna culpa. Esta vez elegí uno de mis programas
favoritos en HGTV3 y no quería perdérmelo. Desplacé mi teléfono hacia la
otra oreja. —¿Qué hiciste? —le pregunté a Olivia.
—Primero, necesitas recordar que sólo quiero lo mejor para ti.
Sabes que soy tu mayor animadora cuando se trata de tus victorias y tus
logros. Quiero más que nada que N. S. Blake sea un nombre conocido.
Siento que tu marca es lo más importante en estos momentos y que
deberíamos estar trabajando agresivamente para construirla. —Sus
palabras salieron como un maremoto.
—¿Qué hiciste?
—Está bien. No es para tanto, de todos modos. Contesté uno de los
emails que no has tenido tiempo de leer aún.
Esperé. Hasta ahora no confesaba nada que no hubiera hecho
antes. Olivia no sólo me ayudaba con mis cubiertas de libros, también
actuaba como una asistente cuando sabía me encontraba en lo profundo
de mi cueva de escritor. Me ayudaba a contestar emails y a mantener mi
agenda organizada.
Cuando no hablé, continuó—: De todas formas, Indie Booklicious
Con quería saber si te gustaría participar en su portada Extravaganza.
Naturalmente, me pareció una gran idea. Sé que querías hacer correr la
voz para Wicked Lovely, así que pensé que ésta era una situación en
donde todos ganamos.
Sus palabras sonaban razonables. No podía discutir con nada de
lo que dijo, y sin embargo la forma en la que lo dijo no era necesario ser
***
—No sé porque aún estás discutiendo. Sabes tan bien como yo que
es una buena idea —dijo Olivia, haciendo una pausa en la película que
veíamos.
—Liv, sabes que los lanzamientos son bastante estresantes para
mí. El hecho de que tengo que hacer tres eventos consecutivos ya me está
enloqueciendo. No tengo ni idea de cómo se supone que debo seguir con
la gira del blog y todas las otras cosas de promoción que organizaste
mientras estoy fuera por tres semanas enteras. No hay manera en el
infierno en que agregue a Alec a la mezcla.
Olivia suspiró. —En serio, Nicole, necesitas crecer. Esta no es la
escuela secundaria. ¿No hemos pasado ya por eso de no le gusto, por lo
tanto, nunca le hablaré de nuevo? Las próximas tres semanas son más
grandes que las tonterías a las que te sujetas. No estoy diciéndote esto
porque eres mi mejor amiga. Sinceramente, creo en ti, y Wicked Lovely es
tu mejor libro. No me malinterpretes. Sabes que adoro tu escritura como
una elefanta mamá ama a su bebé de dos toneladas, pero este libro es
especial. Es como si cavases profundo y escribieses desde tu interior. Es
el amor en bruto, bello y verdadero en su máxima expresión.
—¿Robaste eso del comentario de otro libro?
—Lo digo en serio, puta. Le debes a este libro todo. Si eso significa
tragarse el orgullo para conseguir al modelo de la portada, que así sea.
—Traté de interrumpir de nuevo, pero levantó la mano—. Tienes que
hacer esto.
Reflexioné sobre sus palabras, mordisqueando mi labio inferior.
Sabía que tenía razón. Había una fuerte competencia en el mercado de
libros y si quería que Wicked Lovely consiguiera el puesto que se merecía,
necesitaba una ventaja. Odiaba que estuviese guardado en una caja en
una esquina, pero Alec proporcionaba esa ventaja. —No puedo creer que
estuve de acuerdo con todo esto —suspiré—. Tres firmas consecutivas.
Espero que me eches de menos cuando todo esto me mate. Buena suerte
encontrando otra mejor amiga quien vea el programa de poligamia tan
obsesivamente contigo, como yo.
—Sé que dijiste antes que si mueres conseguiré todas tus cosas,
pero ¿tengo que quedarme a Severus? —Miró a mi gato, quien le dio un
golpe con la pata cuando intentó acariciarlo. Nunca fueron tan
terriblemente cercanos—. Sigue así, bolsa de pulgas, y te convertiré en
una alfombra.
Me reí cuando Severus le dio la espalda en respuesta, haciéndome
pensar que los gatos eran especies superiores.
Olivia tomó otro sorbo de vino. —Ese pedazo de mierda,
básicamente, me dio la versión gatuna del dedo, ¿no? Muy bien, si
aceptas tu destino, te reservaré al lado de Alec durante el viaje, ¿de
acuerdo?
—¿Estás segura de que tenemos suficiente dinero en el
presupuesto de marketing? —Ya sabía la respuesta, pero me agarraba a
la última cosa.
—Más que suficiente. Dejando a un lado el veinte por ciento de tus
ingresos, tienes un buen colchón. Si este libro hace lo que estoy
esperando que haga, esos ahorros se convertirán en una docena. Este
viaje no podría haber llegado en mejor momento.
Levanté mi copa de vino, pero no tomé un sorbo de inmediato.
Distraídamente recorrí mi pulgar sobre el filo. Me hubiera gustado ser
tan optimista como ella. En lo que a mí respecta, todo el viaje tenía los
ingredientes de una pesadilla.
***
Ser amiga de un hombre como Alec era como ser amiga de una
estrella de cine. A cualquier lugar que íbamos las mujeres lo admiraban
abiertamente, lo miraban boquiabiertas. Diablos, las más valientes
incluso le ofrecían las llaves de sus cuartos. Justo como el evento
anterior, en Orlando, la mayoría de las mujeres no tenían vergüenza de
pedirle fotos, o besos, o que firmara sus pechos. Eso en realidad pasó
más veces de las que esperaba. A pesar de todo, Alec se mantuvo como
un buen jugador, y para mi disgusto, parecía estar disfrutando. Era un
hombre después de todo.
Sabía que la mayoría de la atención tenía que ver con dónde nos
encontrábamos. El evento de los Amantes del Romance le hacía honor a
su nombre, atrayendo a todos los autores de gran renombre, muchos de
los cuales permanecían en el negocio por siempre. La mayoría de ellos
tenía una docena de títulos bajo sus cinturones, dándoles una base de
lectores leales y dedicados. Las mujeres caminaban a través del hotel con
camisetas y bolsas con asas con las portadas de sus libros favoritos. No
hacía falta decir, que Alec fue la sensación de la noche.
Sentada frente a él después de que le pidieran firmar otro escote de
mujer, no podía evitar sentirme contrariada. Alec, por otro lado, lucía
como el gato que se comió al canario. Llevó sus huevos a su boca con ojos
brillantes.
Le fruncí el ceño por encima del borde de mi taza de café. —Sabes,
no tienes que parecer tan satisfecho.
—¿Qué puedo decir? Soy un hombre. ¿Quién soy para negarme a
las damas? —En su cara comenzó a extenderse una sonrisa diabólica,
pero me siguió la corriente mirando hacia su plato mientras mojaba el
tocino en el jarabe de sus panqueques.
Levantó la mirada para encontrarme claramente sorprendida por
la cantidad de comida que consumía. Además de los huevos, tocino,
panqueques y croquetas, también tenía un bol de avena que planeaba
terminar.
—Me ejercito bastante —dijo con la boca llena de panqueques—.
Quemo un montón de calorías. ¿Los eventos son siempre así?
—No estoy segura. Esta es la primera vez que vengo a este evento
en particular. Definitivamente es más grande que los pocos fichajes en
los que he estado en el pasado. —Mi voz insinuó la inseguridad que sentía
de estar aquí.
—Me he dado cuenta de que no te ves muy cómoda aquí. ¿Soy yo o
algo más?
Me encogí de hombros. —No, no eres tú. Después de todo,
decidimos enterrar el hacha, ¿cierto? Me gusta ver a todos en los eventos,
y no voy a negar que sean mi clase de gente, pero conocer personas
nuevas siempre me enloquece. Me has visto. Puedo volverme torpe
incluso cuando estoy cómoda. Prefiero las cosas pequeñas que son menos
abrumadoras.
—Entonces, ¿por qué los grandes eventos?
Suspiré. —Para meterme ahí. Las editoriales Indie son una especie
de negocio donde el perro grande se come al pequeño, y solo he estado
en ello por un corto tiempo. Todavía estoy construyendo un público
lector.
Asintió, acabando con lo último de su tocino. —Tiene sentido.
Sabes, podría ayudarte.
—¿Ayudarme?
—Sí, a ser más abierta. Ya sabes, relajarte un poco. Soy bueno en
esa clase de cosas.
Mi mente automáticamente se fue a la alcantarilla. Podía abrirme
totalmente. No tenía dudas sobre eso. Traté de alejar la imagen suya y
mía, sin ropa, en la habitación. Un par de horas de eso y podría tomar
cualquier evento. Imagínate, después de mi charla con él acerca de los
límites y todo lo que no se le permitía hacer, sería pervertido que fuera
yo quien tuviera pensamientos desagradables. Como sus deliciosos labios
bajando por mi cuello, pasando mi clavícula…
—¿Qué piensas?
—Lo siento —dije, sacudiendo la cabeza—. ¿En qué pensaba? Es
decir, ¿qué decías?
Me miró como si mi cordura estuviera en duda. No era la primera
vez. Me encontraba acostumbrada ahora. —¿Te gustaría mi ayuda?
—Uh, seguro —respondí finalmente. Tenía que dejar de ofuscarme
de esa manera.
—No suenes tan entusiasmada —bromeó, señalando a la mesera
por la cuenta.
—Es solo que no estoy segura de que sepas la causa perdida que
soy. Mi lengua se rehúsa a trabajar en los momentos más extraños, y
chupo pezuñas de cerdo cuando se trata de hablar de mis propios libros.
Olivia ha estado tratando de ayudar, pero incluso ella ha dicho que no
tengo esperanzas.
—¿Pezuñas de cerdo?
—Sí, pezuñas. Ya sabes, porque los cerdos no tienen dedos.
Se rio. —Sí, lo sé, pero ¿quién dice eso? Me haces reír con las cosas
que dices. Me gusta. —Sonrió cálidamente. No era sensual como la
sonrisa que pegó en su cara durante la firma de libros y, sin embargo,
algo en mi estómago se apretó con conciencia.
—Cielos, me alegra que mi rareza tenga tu sello de aprobación.
—¿Siempre eres tan dura contigo misma?
—¿Qué quieres decir? —pregunté, alcanzando la factura. La tomó
antes de que pudiera poner mis manos en ella—. Oye, ¿qué estás
haciendo?
—No me siento cómodo dejando que lo pagues todo.
Me reí. —No seas ridículo, Alec. Todo es parte del trabajo. Es un
gasto de negocios.
—Tal vez lo es, pero mi ego me golpea cada vez que pagas por algo.
—Estoy segura de que te sobra un montón —me burlé, deslizando
mi tarjeta de crédito en el soporte por la mesera.
Puso los ojos en blanco, pero dijo—: Mira, mi papá era de la vieja
escuela. Fue arraigado en mi cabeza a una edad temprana que un
caballero siempre paga.
Sonreí. El sentimiento era lindo, pero anticuado. —Bueno,
desafortunadamente, estás trabajando para mí, y cubro los gastos
cuando viajamos. Incluyendo la sorprendente pila de comida que
devoraste y nuestros cuartos de hotel contiguos.
Una cosa que encontraba curiosa era la manera en que se refería a
su papá en tiempo pasado. Noté de nuevo que no sabía nada sobre la
vida de Alec. Siendo curiosa por naturaleza, podía ver a la gente como
nadie, de manera que, por supuesto que quería preguntarle, pero no
podía obligarme a hacerlo. Se sentía demasiado personal.
—Entonces, ¿lo eres?
—¿Soy qué? —pregunté, sin recordar su pregunta.
—Siempre tan dura contigo misma. Es solo que en las pasadas
veinticuatro horas te he visto menospreciarte al menos una docena de
veces. ¿Es solo una estratagema, o de verdad te sientes carente en todas
esas áreas? —su pregunta era mordaz y seria, haciéndome sentir
incómoda. No sabía con seguridad de que me encontrara lista para ser
analizada.
—¿Un truco para llamar la atención? Sí, claro. Obviamente, no
sabes con quién estás hablando. No me gusta la atención lo suficiente
para eso. Además, ¿no se supone que debemos reconocer nuestras faltas
y aceptarlas?
—Solo cuando es saludable. Tu fascinación con menospreciarte
bordea la mutilación emocional.
Resoplé mientras la mesera me devolvía mi tarjeta de crédito. —
¿Mutilación emocional? Suenas como un doctor, no un barman.
Levanta la mirada con diversión. —Eso está bien, ya que estoy en
pre-medicina. Créelo o no, no tengo aspiraciones de atender un bar y
modelar para siempre. No es que no aprecie la actuación —dijo,
levantando su taza de café en un brindis para mí—. Es solo un medio
para un fin. —Se puso de pie, extendiendo una mano y ayudándome a
levantarme.
—¿No me digas? ¿Cómo un cirujano o algo en esa especialidad? —
Mi conocimiento del campo médico se limitaba a mirar Grey’s Anatomy.
Vi el programa que sentía que podía ser una doctora.
—Ese es el objetivo final. Todavía no he decidido una especialidad,
pero tengo un montón de tiempo para eso. Me vi obligado a tomar un
descanso y ahora estaré empezando la escuela de medicina en otoño.
—Guau, no tenía idea.
—¿Te sorprende que esta cara tenga un cerebro? —Se veía
complacido por haberme impactado. Sonreí, sacando mi agenda para el
resto del día de mi bolso.
—Tú lo dijiste, no yo. —Me reí—. Dejando de lado las bromas, creo
que es genial.
Se asomó por encima de mi hombro. —¿Qué es lo primero en el
horario? —Su aliento se deslizó por toda mi mejilla, y su boca se
encontraba tan cerca del lado de mi cara que si giraba la cabeza
ligeramente mis labios habrían tocado los suyos. Era un pensamiento tan
tentador que tuve que clavarme las uñas en las manos para resistirme.
Tratando de recuperar un poco de mi autocontrol, cambié
ligeramente de posición para evitar otro de mis embarazosos deslices. —
Tenemos la exposición Sueño Modelo, Olivia fue capaz de meternos en el
último minuto. Eso es en treinta minutos, pero nada más hasta el Baile
Hunky esta noche, así que la tarde es tuya. Me gustaría descansar ya que
te van a estar subastando. —Traté sin éxito de esconder mi sonrisa. No
estoy segura de cómo logró Olivia que participara, pero tenía que ser
divertido.
—Creo que te acompañaré. No te importa, ¿o sí?
—¿Estás seguro? Será aburrido para ti. Iba a mirar unas
exposiciones y luego tener un almuerzo tardío con algunos de mis amigos
blogueros.
—Funciona para mí. Ya que soy tu amigo y todo, debería encajar
bien.
No vi ningún argumento viable a su razonamiento. Sería su funeral.
Ya experimentó cuán implacables podían ser las mujeres en estos eventos
cuando un hombre caliente se encontraba cerca. Chupé mi labio inferior
en mi boca, mordisqueándolo ligeramente mientras me devanaba los
sesos por una salida. Sus ojos se movieron a mi boca y lamió sus labios.
Interesante. Puede que no quisiera dormir conmigo, pero, aun así,
definitivamente prestaba atención.
Alec, por supuesto, encantó su camino a través del día con todos
mis amigos. Ya no sabía por qué me sentía sorprendida. Quizás era el
barman en él, pero era un parlanchín por excelencia y no tenía problema
conteniéndose cuando la conversación giraba repetidamente hacia los
libros. Me sorprendió saber que disfrutaba leer casi tanto como yo. No
que leyera mucho romance, pero sí compartíamos los mismos intereses
en varios de los mismos autores.
Fiel a su palabra, Alec me siguió todo el tiempo. Donde pensé
originalmente que su presencia sería opresiva e incómoda, me encontré
entablando una conversación con él cuando no permanecíamos en un
panel o rodeados por un grupo. Era carismático, divertido y de fácil
conversación. La voz secreta en mi cabeza lo llamaba perfecto. Trataba
de ignorar esa voz y en su lugar, sacar a la luz el dolor que me causó,
pero mi corazón ya se negaba a ir ahí. Alec ganó más. La barrera de
inseguridad que su rechazo causó esa noche todavía seguía allí, pero
quería derribarla. No podía hacerlo sola. Alec tendría que darme una
vívida señal de que se encontraba interesado.
Eso no quería decir que no pudiera arrojar una pequeña carnada
en el anzuelo para probar las aguas, como diría mi papá: solo pequeñas
cosas para medir su reacción, si da alguna en absoluto. Sabiendo que
daría pasos fuera de mi zona de confort, traté de canalizar a uno de los
fuertes personajes femeninos de los que acostumbraba a escribir,
personajes que eran lo opuesto a mí y no les asustaba seducir a un
hombre. Alguien que sabía lo que quería y no tenía miedo de mostrarlo.
Se sentía comprensiblemente incómodo, especialmente después de
que mi primer intento sacudiera mi confianza. La idea era inclinarme y
susurrar algo al oído de Alec durante la exposición en la que nos
encontrábamos sentados. Momento en el cual mis labios rozarían
“accidentalmente” su oreja. El problema con mi plan era que seguía
siendo yo, no alguno de los personajes de mis libros. En mi manera típica,
me olvidé de mi teléfono sobre mi regazo, el cual por supuesto se cayó al
suelo. En mi prisa por tratar de atraparlo, mi cara casi terminó en su
entrepierna, lo que podría haber sido interesante, pero no era mi
intención. Por una vez, mi torpeza realmente valió la pena, ya que me
sorprendí colocando una mano sobre su pierna. Su glorioso, duro muslo,
para ser exactos. Podía —y debería— haber sido un desastre que volviera
mi cara varios tonos de rojo, pero de alguna manera mantuve mi
compostura. Alec se inclinó, recogió el teléfono y lo extendió hacia mí.
Sus ojos se detuvieron en mi mano que aún se encontraba en su muslo,
antes de levantar la mirada y sonreír. Una cálida sensación de vértigo
llenó mi vientre. Una mano en la pierna era definitivamente una carnada
más grande que un labio rozando su oreja, y lo tomaría como una sutil
victoria.
Mi próximo intento iría de acuerdo con el plan. Mientras la
multitud salía de la pequeña sala de convenciones después de la
discusión de la exposición, Alec se paró detrás de mí cuando dejé caer mi
bolso. Frené bruscamente, y como planeé, Alec chocó con mi trasero.
Tratando de evitar tumbarme al suelo, sus manos rodearon mi cintura,
anclándome firmemente contra sus caderas.
—Ups, lo siento —murmuré. Sentirlo presionado contra mí era tan
terriblemente bueno que tuve que luchar contra el impulso de apretarme
más cerca.
—Dedos de mantequilla hoy, ¿eh? —Se rio, arrodillándose para
recoger mi bolso por mí. Bajé la mirada para atraparlo, tomando nota de
dónde se encontraba su cabeza con respecto a determinadas zonas de mi
cuerpo. No era necesario decir, que hizo que esa zona en particular
tomara nota, también—. Aquí tienes —dijo, levantándose.
Poderosa, caminé por la habitación con un nuevo rebote en mis
pasos. Las señales eran sutiles, pero parecía que todavía se hallaba
interesado. Solo se contenía por algún estúpido código de ética.
Era momento de poner la Operación Seducción en juego.
11
Traducido por Mel Cipriano & Yure8
Corregido por Dafne2
4Seven Miles Bridge: El puente Seven Mile es un famoso puente en los cayos de Florida,
en el Condado de Monroe, Florida, Estados Unidos.
—Sip, Indiana Jones no tenía nada de mi temor a esos bastardos
reptando. Todos ellos deben morir en los abismos del infierno.
No pude evitar reírme de la pasión en su voz. Era lindo.
—Señora Blake —gritó una voz desde detrás de Alec.
Instintivamente, miré a mi alrededor por mi mamá. Señora Blake sonaba
tan formal. Me tomó un momento antes de que registrara en mi cabeza
que la voz se dirigía a mí.
—¿Sí? —respondí, alejándome de la pared contra la que me
apoyaba.
—Estamos listos para ti y tu modelo. —dijo una mujer,
ruborizándose intensamente cuando asintió en dirección a Alec.
—¿También me necesitas? —pregunté.
Asintió. —Nos gustaría que los autores presenten sus modelos
antes de cada uno sea subastado.
—¿Cómo con un micrófono? —gemí, mientras la seguíamos por
una puerta lateral al salón de baile.
—Sí, señora —respondió con respeto, aunque no era mucho mayor
que yo.
Alec se inclinó para susurrarme al oído—: ¿También tienes fobia al
micrófono?
—Hablar en público —contesté por un lado de mi boca.
Se rio entre dientes, pero no hizo ningún comentario mientras su
cálida mano encontraba la parte baja de mi espalda de nuevo.
Entramos en un escenario improvisado creado en el lado izquierdo
de la sala de baile. Siendo paranormal el tema del evento de este año, la
habitación estaba decorada de arriba a abajo para parecerse a una
guarida oscura y misteriosa. Las brillantes luces moradas y magentas en
las paredes combinadas con las lámparas de cristal que centellaban en
el techo daban la ilusión de movimiento en tanto la música resonaba en
todo el lugar.
Alec dejó escapar un silbido de admiración. —Elegante. Esto es otra
cosa. —Se volvió hacia la chica que nos había traído y le guiñó un ojo.
Ella sonrió. Incluso bajo la luz de color morado oscuro, podía ver
la sombra de color rojo brillante de su cara. No podía culparla. Alec era
embriagador.
El asistente nos dejó en el escenario con los otros modelos y
autores. Me acerqué a mi amiga Jennifer, y Tristan, el modelo que había
utilizado para algunos de sus libros anteriores y que también adornaba
la portada de su versión actual. Tristan era un veterano en la industria
de modelaje de portada. Ahora mismo, lucía aburrido. Sus abdominales
y pectorales habían aparecido en más de un centenar de portadas de
novelas románticas. Sabía por conversaciones anteriores con Jennifer
que él era duro. Sostenía un régimen diario de ejercicio y pulía y enceraba
su cuerpo entero cada semana. También iba al salón de bronceado por lo
menos cuatro veces a la semana y era un vegano dedicado. Sus servicios
venían con una etiqueta de precio por lo que tenía entendido, pero los
lectores lo amaban.
—Hola, Jennifer —dije, dándole un rápido abrazo.
La expresión de aburrimiento de Tristan desapareció en el instante
en que vio a Alec de pie junto a mí. Por la forma en que miró a Alec como
si fuera una golosina deliciosa dejó claro en qué lado estaba. —Jennifer,
este es Alec —dije, presentándolo.
Estrechó la mano de Alec, viéndose tan nerviosa como yo. —
Encantada de conocerte.
Tristan carraspeó, a la espera de ser incluido en las presentaciones.
—Oh, cierto —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. Este es Tristan.
—Encantado de conocerte. —Alec estrechó la mano de Tristan con
firmeza y le dio una palmada en el hombro. Viendo la mirada casi
mareada en el rostro de Tristán me hizo preguntarme si así era como
lucía la primera vez que vi a Alec. Debatí burlarme un poco de él, pero
me distraje cuando un par de personas se unieron a nosotros en el
escenario. En concreto, la autora que sería mi archienemiga si tuviera
uno.
Samantha Tran y yo empezamos la auto publicación al mismo
tiempo y habíamos formado naturalmente una amistad mientras
caminábamos juntas a través de las trincheras. Ella encontró más éxito
un poco más rápido que yo cuando su tercer libro despegó como un
cohete. Estaba encantada por ella. Fue alentador ver a alguien que podía
lograr encontrar un público más amplio para sus libros. La forma en que
nos habíamos apoyado mutuamente se sentía como un éxito compartido.
En alguna parte entre alcanzar un par de listas de libros más vendidos,
Samantha decidió que nuestra amistad ya no era necesaria. Algunos de
los pensamientos personales que habíamos compartido con los demás
acerca de nuestros miedos e inseguridades habían comenzado a ser
susurrados a través de los medios de comunicación. Por supuesto, lo que
se olvidó de decirle a todos fue que algunas de las cosas que
vergonzosamente aseguraba que eran mías, provenían de su boca, no la
mía. La peor parte fue que lo hizo todo para encajar con un público
diferente. Su traición aplastante casi me alejo del negocio. Era como la
escuela secundaria de nuevo, pero mucho peor. Éramos adultos después
de todo. Demonios, se suponía que debíamos ser profesionales.
Con el tiempo, mamá y Olivia intervinieron para ponerme algo de
sentido común. Básicamente me dijeron que madurada y dejara de
lamentarme. Los negocios a veces eran despiadados, y lo único que podía
hacer era aprender de la experiencia. Desde entonces, mis relaciones en
la industria se hicieron más cautelosas. Había desarrollado un montón
de amistades, pero la mayoría eran superficiales. Incluso aquellos en los
que confiaba nunca me llenaron. Lo guardé todo para Olivia. Si
necesitaba desahogarme, intercambiar ideas o compartir una excelente
noticia, Olivia era mi persona.
—¿Ocurre algo? —Alec pareció sentir la tensión que se había
extendido lentamente por mis miembros.
Sacudí la cabeza. No vi ninguna razón para introducirlo en mis
problemas. No haría ningún bien agitar las cosas, y sinceramente, en el
fondo, me sentía avergonzada por toda la situación. Alec ya había
conseguido un asiento de primera fila a la locura que parecía atraerme.
No había ninguna razón para también incluirlo en este drama.
Pegué una sonrisa falsa en mi cara que se sentía pesada, pero quité
de ella la peor parte. Las luces a nuestro alrededor comenzaron a girar
salvajemente mientras la gran bola de discoteca que colgaba en el techo
comenzaba a girar. Me recordó a los tiempos en que solía ir a patinar
cuando era niña. La pista de patinaje en nuestro barrio era como de
treinta años anteriores a sus días de gloria, pero había sido en un lugar
popular para fiestas de cumpleaños antes de que los niños llegaran a la
escuela secundaria. Después de que ya no era genial. Incluso tuve mi
fiesta de cumpleaños número nueve allí. La cosa que más recordé acerca
de esa fiesta hasta el día de hoy fue la forma en que mi mamá y mi papá
patinaban alrededor de la pista juntos. Recuerdo verlos y la forma en que
tenían sus ojos el uno al otro.
Tal vez si imaginé mi trayecto para convertirme en una escritora de
romance, había empezado ese día. Incluso a los nueve años, sabía que
quería ser parte de una historia tan grande de amor. Un amor que parecía
no tener principio ni fin. Era perfecto y lo quería.
—Guau, increíble. Todos deberíamos drogarnos y relajarnos —
arrastró Alec las palabras en una imitación de Matthew McConaughey en
la película Dazed and Confused5.
Una risita sorprendida salió de mí, llevando mi tensión con ella.
Matthew fue uno de mis amores secretos en la adolescencia. Tenía trece
años cuando mis hermanos me mostraron la película, y me enganché al
instante.
—Una película clásica.
Jennifer me miró de forma extraña. Por la expresión de su cara, no
estaba familiarizada con el género clásico. —¿Dave? ¿De Dazed and
Confused? —Probablemente no debería haber sonado tan crítica, pero era
una de mis favoritas.
—Está bien, está bien, está bien —intervino Alec de nuevo,
imitando otra línea de la película. Tuve que agarrar mi costado de tanto
reír. Evidentemente mi alegría era contagiosa porque incluso Jennifer no
pudo evitar reírse conmigo. La única persona que no parecía encontrar
ningún humor en la situación era Samantha Tran, que había estado
5Dazed and Confused: Película que traducida al español sería “Rebeldes y confundidos”
o “Movida del 76”.
haciendo un obvio intento de ignorarme desde que había subido al
escenario. A juzgar por su expresión molesta, probablemente creía que
era el blanco de nuestra broma, pero no tenía el valor de preguntar. La
expresión de su cara sólo me hizo reír más fuerte. Sin pensarlo, me giré
hacia Alec y hundí mi cara en su pecho. Me abrazó entre sus brazos,
frotando mi espalda hasta que pude recuperar la compostura. Nos
balanceábamos atrás y adelante como la primera vez que bailamos
juntos. De repente, la risa era lo más alejado de mi mente. Me podría
haber quedado en su abrazo durante horas.
Me alejé cuando me di cuenta de que todos los demás ya no estaban
riendo. —¿Mis ojos me engañan, o estás ruborizada? —preguntó
Jennifer, mirándome de cerca en tanto me limpiaba las lágrimas de mis
ojos alegres. Sacudí mi cabeza minuciosamente, negando el brillo en sus
ojos.
—No me sorprende. Su rostro siempre se vuelve cincuenta tonos
de rojo cuando está excitada. —dijo Alec, guiñándole un ojo a Jennifer.
Reaccioné casi de inmediato, dándole una palmada en el hombro.
—Dios mío, ya entendí. No te preocupes. Mis labios están sellados
—dijo ella, fingiendo como si hubiera cerrado con llave la comisura de su
boca.
Agarré el codo de Alec, tirando de él para que se acercara más. —
Muchas gracias. Mira qué tan rápido el rumor de que tú y yo estando
juntos se difunde por los medios.
El momento era surrealista. No es que tuviera algún problema con
alguna persona creyendo Alec y yo estábamos juntos si fuera cierto, pero
los chismes se difunden como reguero de pólvora y no me encontraba a
gusto con la gente hablando de mi vida personal.
Los ojos oscuros y llenos de humo de Alec se clavaron en los míos,
reflejando el fuego que rugía en mí. Vieron más allá de mis inseguridades,
indagando hasta que encontraron la pasión que se arremolinaba en mi
interior como lava fundida. Las palabras no eran necesarias entre
nosotros. Su mirada me sedujo lentamente, quitando una capa tras otra
hasta que expuso el núcleo de mi deseo. Mi boca se secó, dejando una
sed que necesitaba ser apagada, pero no por ningún líquido. Tenía sed
de él. Mi lengua se humedeció los labios, con la esperanza de darles un
poco de alivio. Nuestros rostros se acercaron. Podríamos haber sido las
únicas dos almas en la habitación. En alguna parte un ataque de risa y
el sonrojo por un romance que por supuesto no había sucedido todavía
se había convertido en el momento más íntimo de mi vida.
—Perdón —interrumpió Samantha Tran, deslizándose entre Alec y
yo mientras como si de alguna manera estuviéramos bloqueando su
camino a través del escenario—. Hola, guapo. ¿Dónde te has escondido
toda mi vida?
12
Traducido por Mire
Corregido por Niki
7
Dulce que se elabora mojando una fruta o una verdura en una masa bastante líquida
y friéndola en aceite.
—Oh no. Eres una de esas chicas que es una chillona total en las
bodas —susurró Alec, viendo la mirada brillante en mis ojos.
Sacudí mi cabeza, apretando mi nariz desagradablemente mientras
él deslizaba un brazo alrededor de mi cintura. —En lo absoluto. Soy
romántica de corazón, pero puedo hacerlo totalmente sin el bombo y
platillo de la boda de estos momentos. He sido dama de honor dos veces,
y después testigo del caos antes de la boda. Preferiría escapar.
—Y ella me sorprende de nuevo —dijo Alec, besando la cima de mi
cabeza.
—Son los pavos reales. Estoy un poco obsesionada con ellos —dije,
señalando los pájaros majestuosos que emigraron hacia los arbustos—.
Siempre he pensado que eran hermosos, pero estuve buscándolos
para Wicked Lovely, e instantáneamente quedé enganchada por su
simbolismo.
—¿De verdad? Así que, ¿qué simbolizan?
—Son fascinantes. Muchas religiones creen que los pavos reales
simbolizan la inmortalidad, mientras otros creen que son símbolo de
nuevos comienzos. La idea de la inmortalidad siempre me ha fascinado,
pero en realidad usé el simbolismo de nuevos comienzos en Wicked
Lovely.
—¿Nuevos comienzos? Me gusta eso —murmuró, trazando sus
labios a lo largo de mi cuello.
Me recliné en su abrazo, completamente de acuerdo con él. La clase
de nuevo comienzo que esperábamos definitivamente era algo que podía
aprender a amar.
Miramos los pavos reales por varios minutos más antes de dar la
vuelta. Tal vez algún día tendría un pavo real en mi propia boda. Quizá
con Alec, podría ser nuestro único testigo. Mi visión sobre el futuro no
era algo que compartiría. La cosa de la virginidad fue un obstáculo lo
suficientemente grande como para olvidarlo. Comenzaba a enamorarme
de él… con fuerza.
Regresamos al hotel después de una larga tarde de caminar por la
ciudad. El juego previo y el coqueteo que siguieron por el momento que
acabamos de compartir, me puso más que lista para estar a solas con él.
Nos desviamos brevemente a una tienda para turistas, porque tenía
en mi mente que quería conseguirle a Olivia el recuerdo más repulsivo
que pudiera encontrar. La llamé después de la primera noche que Alec y
yo lo hicimos. Ella se encontraba, por supuesto, apropiadamente
entusiasmada, pero se volvió vulgar cuando exigió conocer los detalles.
Quería darle algo absolutamente horroroso para devolvérsela.
El teléfono de Alec sonó en su bolsillo y sonreí, mirando la hora en
el mío. Me había dicho el día antes, que a Lily le gustaba llamarlo cada
noche a las ocho antes de ir a la cama. La conversación de la que fui
testigo no fue larga y parecía completamente unilateral en tanto él le
preguntaba sobre su día en el campamento de verano.
Alec salió para tener más privacidad, de manera que me dirigí hacia
la sección de camisetas de la tienda. La mayoría de ellas tenían mensajes
groseros. Algunos totalmente divertidos y no pude evitar reírme mientras
buscaba en el exhibidor.
—Llévate esa —dijo Alec, deslizándose detrás de mí. Señaló una
camiseta con una caricatura de la vagina de una mujer que se veía como
una langosta gigante que decía: “El sabor de Nueva Orleans”
Me reí, pasando el pulgar por el montón de camisetas hasta que
encontré la talla de Olivia. —Esta es totalmente asquerosa, pero le va a
encantar. ¿Quieres escoger una para Lily?
—Ella quiere un avión de juguete del aeropuerto. Tomaré uno antes
de dirigirnos a casa, sin embargo, voy a llevar esto —dijo, sosteniendo
una caja de mezcla de beignet.
—¿Sabes cómo cocinar? —Aplaudí con alegría.
—Te encuentras con un maestro chef aquí. Me refiero a que hago
una tostada francesa que haría cualquier señorita llorona —dijo en su
mejor acento francés.
—Oh, por Dios. ¿No eres muy talentoso?
—No tanto como tú, cosa dulce. Apenas puedo escribir una lista de
compras de supermercado decente. Olvídate de una novela entera. Me
maravilla que puedas sentarte delante de tu ordenador y crear una
historia completa. Eso es algo espectacular.
Su elogio me hizo sonrojar. —No lo sé. Para mí, es insignificante en
comparación con convertirse en médico. Creo que salvar vidas supera a
las parejas conectando.
—Oh, yo no iría tan lejos, sobre todo cuando están conectando en
lugares como balcones o en la cubierta de un barco pirata. —Sonrió
torcidamente.
—¿Leíste mi libro? —Tuve momentos difíciles creyéndolo desde que
supe de conversaciones pasadas que él prefería un tipo más “masculino”
en la ficción. El romance histórico no parecía encajar en su fuerte de
lectura normal.
—Libros, cariño. Los leí todos. Tengo que decir, para una virgen,
definitivamente sonabas como si supieras qué hacer en la habitación. —
Me guiñó un ojo, haciendo sonrojar a mis mejillas.
—¿Los leíste todos? Guau. —No me encontraba segura de cómo
reaccionar. Mi familia tenía leídos todos mis libros. Incluso papá, muy a
mi pesar, pero siempre creía que era porque se sentían obligados. Como
cuando alguien te dice que un mal corte de cabello se ve bien. Saber que
Alec había leído mis libros hizo que mi corazón se hinchara. Las
emociones que sentía por él eran tan ajenas a mí como los platos criollos
que comimos en el almuerzo. Por no hablar, que era demasiado pronto.
Podría estar situada en lo alto de la mayor decepción de mi vida. Como
un ávido lector, odiaba las historias insta-amor. Nunca se sentía real
para mí. Quería amor construido sobre una relación que creció y maduró
a lo largo del camino. No porque él hizo que mis dedos se doblaran en la
cama o porque me llenó de deseo con sólo un guiño. El amor era una
emoción dedicada. No es algo que repartías de cualquier manera.
—Jodidamente cierto, los leí todos. He intentado el primer libro
después de que nos conocimos en la playa, pero ¿cómo no continuar
luego del momento de máximo suspenso con Jacques y Liz al final del
segundo libro? —Los ojos de Alec brillaron con humor. No podía decir con
certeza si mentía o no. A lo largo de los años, había recibido burlas sin
piedad por el clan de la testosterona en mi familia, por lo que era una
profesional en oler mentiras. Alec era más difícil de leer.
—Las personas me odiaron por ese suspenso, ya sabes. Juré que
nunca iba a terminar un libro así de nuevo —admití, adquiriendo mi
camiseta antes de que él pudiera discutir. Durante el último par de días
intentó renegociar el tema de pagar por cosas, afirmando que, si éramos
novios, estaría recogiendo la cuenta a partir de ahora. No es que la idea
de él pensando en nosotros como una pareja no era una maravilla, pero
tuve que ponerme firme con él pagando. Tomó algo de convencimiento,
pero todavía tenía el razonamiento sólido de que mis compras eran una
nota de gastos. El tío Sam quería su dinero, y según el contador que hizo
mis impuestos, yo necesitaba todas las deducciones que podía conseguir.
Alec se burló cuando sostenía la puerta abierta para mí al salir de
la tienda de recuerdos. —¿Cómo es posible que alguien te odie por la
forma en que terminaste tu libro? Me gustaría ver a alguien decir algo
cuando estoy cerca. Ese suspenso era necesario —dijo indignado.
Sonreí ante su onda protectora. —Eres muy lindo cuando estás en
modo defensivo, pero no te preocupes. Te sorprendería cuán apasionados
son los lectores acerca de los libros.
Gruñó, tirando de mí con fuerza. —¿Lindo? ¿No querrás
decir aterrador? Al menos llámame un intimidante cabrón.
—Oh, no hace falta decirlo. Lo eres. Grande. Corpulento.
Escalofriante. Hombre. —Besé su cuello entre cada palabra, y luego
chupé duro para dejarle un chupón al finalizar.
—Bien, bien —dijo, alejándose—. ¿Cómo llegaste a ser tan buena
en esto tan rápido? Eso es lo que quiero saber.
Me abrazó de nuevo, con fuerza contra su pecho. Me reí sin aliento,
amando la cercanía de nuestro abrazo. Habíamos hecho el amor varias
veces en las últimas cuarenta y ocho horas, pero estar envuelta en sus
brazos todavía se sentía especial. No era capaz de tener suficiente. Todo
en él era como una droga embriagadora, y me estaba volviendo adicta.
Al principio, temí la idea de estar lejos de casa durante tres
semanas seguidas, pero Alec lo cambió todo. Pasar tiempo juntos no se
sintió como un trabajo. Era más como unas largas vacaciones. No podía
dejar de preguntarme si las cosas seguirían siendo las mismas después
de regresar a casa y a nuestra vida cotidiana. ¿Seguiríamos viéndonos
entre sí, o acabaría el cuento de hadas para mí? Ninguno de nosotros
había expresado realmente nuestros sentimientos de alguna manera que
no sea sexo. Podría ser posible que esto fuera sólo un momento de
diversión para él y los sentimientos que yo desarrollé eran completamente
unilaterales. Además, estaría sumergiéndome en mi próximo libro. Podría
haber enloquecido, pero me decidí a seguir adelante durante la próxima
semana y media y cruzar el siguiente puente cuando llegara. Disfrutaría
de mi droga mientras que estuviera fácilmente disponible.
Llegamos al hotel y Alec me arrastró a un rincón tranquilo del
vestíbulo. Con mi espalda apoyada contra la pared, sus brazos a cada
lado eran como bandas de acero. —Mira, intimidante —aduló.
—Sexy como el infierno —repliqué, buscando sus caderas para
acercarlo aún más a mí—. Lo siento, pero no me asustas en ese aspecto.
Eres demasiado excitante. —Me puse de puntillas y mordisqueé la parte
inferior de su barbilla.
Apretó la parte inferior de su cuerpo contra mí, para que yo pudiera
sentir cómo lo afectaba. —¿Así te asusto de alguna manera? —Se acercó
más, respirando y su voz ronca en mi oído—. Sólo jugaba, espero que te
des cuenta. No quiero que alguna vez te sientas asustada por mí.
Arrastré mis labios a lo largo de su yugular, tratando de distraerlo.
—Yo tampoco —dije. No mentía completamente. ¿Cómo podía decirle que
mi miedo no tenía nada que ver con el daño físico y todo que ver con los
sentimientos? Era mi corazón el que me preocupaba—. Vamos a la
habitación —susurré contra su oreja.
Como de costumbre, el instinto de Alec era correcto. Sus ojos
miraban a los míos como si sospechara que había más en mi respuesta
de lo que dije. Incliné la cabeza, encontrando el hueco suave por encima
de la clavícula que se convirtió en mi lugar favorito. Mi lengua trazó la
piel sensible antes de que lo mordiera de nuevo con mis dientes. —Está
bien. Ganas de nuevo —dijo, arrastrándome a los ascensores.
Mi cuerpo zumbaba con anticipación en tanto veíamos los números
por encima de cada una de las puertas del ascensor descendiendo
lentamente hacia el vestíbulo. Gimiendo cuando los números se
detuvieron en varias plantas a lo largo del camino, miré a mí alrededor,
contenta de ver que todavía éramos las únicas personas que esperaban
para subirse. Lamí mis labios, imaginando la diversión que tendríamos
una vez que las puertas se cerraran.
El centro del ascensor sonó justo cuando llegó al vestíbulo. Alec y
yo casi irrumpimos a través de las puertas cuando se abrieron antes de
tener que hacer una pausa para permitir que un par de niños risueños
salieran. Alec me guio al interior, poniendo su caliente mano en la parte
baja de mi espalda. Yo ya me retorcía contra él cuando me inmovilizó
contra el espejo del ascensor.
Bajó la cabeza hacia la mía, al igual que una mano se deslizó y
detuvo la puerta antes de que pudiera cerrarse. Ambos tomamos un paso
inmediato de distancia el uno del otro cuando dos mujeres de avanzada
edad entraron para unirse a nosotros.
Quería sacar mi teléfono para tomar una foto de la mirada de
frustración en el rostro de Alec, que decía más que cualquier palabra que
podría escribir. Las dos mujeres robaron miradas en nuestra dirección
secretamente. Estaba acostumbrado a que Alec captara la atención de
las mujeres dondequiera que íbamos, pero nunca de alguien de la edad
de estas mujeres. Tuve que reconocerlo. Podían ser un par de pumas
viejas verdes, pero todavía sabían lo que les gustaba, a pesar de que
podría haber sido su nieto.
Alec parecía ajeno como de costumbre en tanto miraba fijamente
los números moviéndose de un piso al otro. Antes estuve en algunos
ascensores lentos, pero este era demasiado. Era aún menos tolerable
montarlo nerviosamente con un par de desconocidas.
Las dos mujeres se volvieron más animadas mientras en un
murmullo volvieron a charlar emocionadas. —Discúlpame —pidió una de
ellas, volviéndose más hacia mí. Ya me había preparado para la inevitable
pregunta. Ellas querían que yo les tome una foto con Alec. La forma en
que prácticamente estaban enredándose con sus lenguas para preguntar
las delató.
—Sí —respondí, sosteniendo mi mano para aceptar su cámara o
teléfono.
—Eres N.S. Blake, ¿verdad? —Se sonrojó ligeramente,
manteniendo abierto el programa del evento Wicked Fantasies en la
página con mi biografía y foto del autor.
Por suerte, el ascensor tenía espejo en las paredes. De lo contrario
no me habría dado cuenta de mi mandíbula colgando abierta ante el
comentario. Me hallaba acostumbrada a las personas que venían a mi
mesa en las firmas de libros y que sabían quién era yo, pero eso fue
debido a la pancarta vertical de dos metros y medio de altura con mi
nombre en él. Esta era la primera vez que fui reconocida fuera de ese
entorno. Ni siquiera podía pronunciar las palabras en respuesta. Me
limité a asentir.
—Te lo dije —chilló, sonriendo triunfalmente a su amiga—.
¿Podemos tomarnos una foto contigo?
—Claro. —Alec se removió felizmente cuando el ascensor se detuvo
en el noveno piso. Una vez que las puertas se abrieron, él se posicionó
para bloquear el cierre. Hace apenas un momento había estado ansioso
de que el ascensor tardaba demasiado y ahora estaba más que feliz de
ser un aficionado a la fotografía.
—Muchas gracias —alardeó la señora mayor, sacando el iPad de su
bolso—. Tómala con este para que pueda utilizarla para mi protector de
pantalla. —Prácticamente rebotó con entusiasmo mientras me quedé
atrapada entre ella y su amiga con mis brazos envueltos alrededor de sus
cinturas.
Alec sonrió con indulgencia, mientras esperaba a que estemos
preparadas. —Digan Grant —persuadió, sosteniendo el iPad para tomar
la foto.
—Oh, Dios mío, amo a Grant —dijo la amiga—. Casi necesité toda
una caja de pañuelos cuando su padre murió. Me hiciste sentir su dolor
por completo.
Me sentí tonta, murmurando mi agradecimiento por sus amables
comentarios, pero me sentía nerviosa y un poquito más asombrada ante
el momento surrealista. El hecho de que ella se sumergió tan
profundamente en las palabras que había escrito que en realidad lloró,
era el mejor cumplido que me dijeron alguna vez.
Alec siguió trabando el ascensor mientras nos tomaba más fotos y
yo firmé sus bolsos. Actuando como si lo hubiera hecho el día entero, las
dos mujeres agradecieron profundamente a Alec, llamándolo un “buen
hombre” por tomar nuestras fotos. Saludaron a medida que me lanzaban
besos de agradecimiento cuando las puertas del ascensor se cerraron.
Una sensación vertiginosa de calidez llenó mi corazón mientras
continuábamos la ascensión a nuestro piso. Hace instantes, no pensé
que algo podría distraer a Alec y a mí de nuestro juego de ida y vuelta
previo, pero esas dos mujeres lo hicieron. La forma en que me cubrieron
de elogios y admiración casi había traído lágrimas de felicidad. Ellas no
sólo entendieron mis historias, sino que también se habían involucrado
con los personajes. La inmersión en una historia era una experiencia
increíble para alguien que realmente amaba la lectura. Es ese momento
cuando realmente se puede ver el paisaje, probar la comida, o simpatizar
con el dolor de un personaje. El resultado por lo cual es el libro-topía.
Para esas dos mujeres, escribí una novela que ayudó a llegar a ese lugar
mágico. Nunca me sentí más como un escritor que como lo hacía en este
momento.
Flotaba en las nubes cuando las puertas del ascensor se abrieron
en nuestro piso. Mi mente siguió procesando la importancia del momento
cuando mis pies repentinamente fueron levantados del suelo y me
encontré dando vueltas. —¡Eso fue impresionante! Eras una completa
estrella de rock para esas dos mujeres —dijo Alec, sonriéndome.
Le devolví la sonrisa, completamente cautivada de que él parecía
tan emocionado como yo. Era casi demasiado perfecto. ¿Cómo podía un
hombre ser mortalmente atractivo, sociable y un maldito mago en la
cama? Y le gustaba leer. Era como si él hubiera sido creado a partir de
mi propia lista perfecta masculina. Seguí esperando por el otro zapato
que al caer podría exponer algunos esqueletos oscuros, pero yo ya sabía
su secreto. ¿Era posible que esta relación estuviera recibiendo la luz
verde por todos lados?
—Bueno, estrella de rock es un poco mucho —corregí con
modestia.
Me bajó al suelo, pero mantuvo sus brazos alrededor de mí. —
Estrella de rock —repitió, mirándome completamente a los ojos antes de
capturar mis labios con los suyos. Todo lo demás quedó en el olvido a
medida que avanzábamos el uno contra el otro. El momento en el
ascensor sólo había detenido el hambre que compartíamos. Alec nos llevó
hacia nuestra habitación justo al lado del ascensor.
De alguna manera fue capaz de sacar la llave de acceso de su
bolsillo y abrir la puerta de la habitación sin tener que separar nuestros
labios entre sí, demostrando otro talento.
17
Traducido por Sandry & Nats
Corregido por Jasiel Odair
8 En los EE.UU los graduados compran un “anillo de clase” y con frecuencia este anillo
se da a su novia o novio.
—Definitivamente. Y necesito una foto para mi casillero.
—¿Desnudo? —Casi me atraganté con el sorbo de vino, mirando a
mi alrededor para asegurarme de que nadie podía oírnos.
—Claro. Aquí, permíteme aprovecharlo ahora —dije, levantando mi
teléfono como si estuviera esperando a que se desnudase en medio del
lujoso restaurante.
Tiró de su camisa, dejando al descubierto una sección de sus
abdominales cincelados. —Me parece bien.
Me reí, pero no lo detuve, decidiendo seguir el juego.
Su camisa se trabó con sus pectorales antes de ceder. —Creo que
me hubieras dejado seguir adelante.
—Mejor que te lo creas. Cena y espectáculo, cariño —me burlé,
sonriendo con malicia.
—Lo sabía. He creado un monstruo. —Fingió fruncir el ceño, pero
el efecto se arruinó cuando deslizó su pierna a lo largo de la mía debajo
de la mesa—. Estás usándome por mi cuerpo —agregó.
—Bueno, eso es un hecho. ¿Has visto tus abdominales?
Se agarró el corazón cuando el camarero vino por nuestras
ensaladas. —Estoy herido. Sólo soy tu juguete sexual.
Me sonrojé mientras el camarero sonrió ampliamente.
—Tengo algo para ti —dijo una vez que el camarero se fue.
Mis ojos se abrieron. —¿Ah sí? —Me hallaba acostumbrada a
recibir pequeños regalos de mamá cuando estaba creciendo. Ella era una
de esas personas que detectaban pequeñas cosas especiales donde quiera
que pasara sabiendo que a una persona en particular le encantaría.
Este era mi primer regalo de un chico con quien me relacionaba.
—Cierra los ojos —dijo.
Lo miré con escepticismo por un momento. Si Zach, Tony y Riley
me habían enseñado algo, es que nunca cerrara los ojos cuando querían
darme algo. Así fue como terminé con un puñado de gusanos una vez y
una pequeña serpiente en mi regazo otra vez. Papá amenazó con
enterrarlos de por vida después de la segunda broma ya que él no era
demasiado aficionado a las serpientes.
—Ciérralos —repitió.
—Está bien, pero es mejor que no me des algún bicho asqueroso ni
nada.
Él se rio entre dientes, pero esperó a que cerrara los ojos.
De mala gana, dejé que mis párpados se cerraran. Él tomó mi mano
en la suya y yo instintivamente se la agarré de vuelta.
—Lo siento, un hábito —dije.
Me tomó la mano de nuevo y acarició la palma con su dedo antes
de sentir el toque del frío metal deslizarse por mis dedos y muñeca. —
Puedes abrirlos ahora.
Abriendo los ojos, vi un brazalete de plata en mi muñeca con un
adorno de metal prensado en el centro. En seguida me di cuenta de que
el ornamento era un grabado de una pluma de pavo real. Abrumada, lo
acaricié con un dedo, intentando contener las lágrimas.
—Por los nuevos comienzos —dijo Alec, alcanzando mi mano.
Abrí la boca para agradecerle, pero el tono de mi móvil me
interrumpió. Miré el teléfono que coloqué deliberadamente boca abajo
sobre la mesa. Sabía que el mensaje era de Olivia. Tan pronto como le
diera la vuelta, me gustaría saber si todo nuestro duro trabajo dio sus
frutos. Su mensaje confirmaría si la historia, la magnífica portada, los
interminables adelantos y la ayuda de mis amigos blogueros y autores
fueron suficientes.
—¿Quieres que lo mire? —preguntó Alec.
Negué. —No, lo tengo. —Arrastré mi labio entre los dientes,
mordiéndolo tan ligeramente como lo había estado haciendo toda mi vida
cuando me sentía nerviosa. Agarrando el móvil, cerré los ojos,
sosteniéndolo boca abajo en mi palma mientras coreaba en mi cabeza.
Por favor, que sean buenas noticias. Por favor, que sean buenas noticias.
Encendí el móvil y abrí los ojos, viendo el mensaje de una única palabra
por la cual me estuve estresando. Mi cabeza cayó y me dejé caer hacia
atrás en mi asiento.
Alec tomó mi mano para consolarme. —Mierda, nena. ¿Es una
mala noticia?
Levanté la mirada, incapaz de ocultar la sonrisa que iluminaba mi
rostro. Giré el teléfono para enseñarle el mensaje de Olivia que decía:
¡¡¡¡¡¡¡ROCKSTAR!!!!!!
Alec estaba de pie y fuera de su asiento, empujándome a sus
brazos, antes de que pudiera recuperar el aliento. —Santa mierda, nena,
lo hiciste. Nuevos comienzos. —Su entusiasmo captó la atención de casi
todas las mesas del pequeño restaurante. En cualquier otro momento me
habría sentido mortificada por tal exhibición, pero justo entonces no
sentía nada más que pura alegría.
***
—Creo que necesito una bañera como esta —dije, usando mi pie
para apagar el agua de la bañera de gran tamaño que Alec y yo estábamos
compartiendo. Una confusión en las reservas nos había proporcionado
una habitación de lujo en la esquina de la última planta con una cama
King-size, una televisión de sesenta pulgadas y una bañera que era
fácilmente tres veces más grande que mi apartamento. Pasamos nuestra
primera noche en Atlanta bautizando la cama con las cortinas abiertas,
lo que proporcionaba una vista espectacular de las luces de la ciudad.
Estaba sentada con las piernas estiradas frente a mí y la espalda
apoyada en el pecho de Alec. Agarró la botella de gel de baño a un lado
de la bañera y sirvió una generosa cantidad en las manos. Frotándoselas,
rodeó mis hombros y empezó un lento enjabonado de mis pechos. —
Definitivamente tiene sus ventajas —concordó, usando su pulgar para
acariciar mis pezones que ya estaban duros.
Incliné la cabeza cuando apartó mi cabello y lamió una gota de
agua en mi hombro. —Un simple baño solitario nunca estará a la altura
de nuevo —ronroneé.
—¿Esa es una forma de decirme que tomar baños juntos será parte
de mis tareas habituales?
Giré la cabeza para mirarle. —Obviamente tendrás que presentar
una solicitud para el puesto.
—Estoy seguro de que tengo las habilidades adecuadas —
murmuró, haciendo círculos lentos sobre la parte baja de mi estómago—
. Considera esta mi audición.
—Mmmm, no sé. Puedo ser muy exigente. —Podía sentirle
presionado contra mi espalda baja, haciendo claro que estaba
disfrutando su trabajo. Su mano se hundió por debajo de la montaña de
espuma alrededor de nosotros y gemí de placer cuando su dedo se deslizó
dentro de mí. Inclinando la cabeza para que pudiera encontrar sus labios,
me aferré al borde de la bañera, meciendo las caderas contra la mano
que me llevaba al borde.
—Te deseo, ahora —susurró Alec contra mis labios. Se levantó de
repente, poniéndome de pie. Salimos de la bañera a una alfombra de baño
de felpa donde me levantó y me llevó a la enorme cama. Ninguno de
nosotros se preocupó por el agua o el jabón goteando de nuestros cuerpos
resbaladizos.
Esperé en la cama mientras se preparaba así mismo antes de subir
encima de mí. Se deslizó lentamente en mi interior, llenándome
completamente. Nos miramos intensamente a los ojos del otro cuando se
movió. Las emociones de los últimos días brotaron dentro de mí,
llevándome al borde del llanto. Estuve intentado contener mis
sentimientos por él, pero gritaban por ser expresados. Estábamos tan
cerca y no pude evitar gritarlo. —Te amo. —Las palabras se derramaron
de mis labios cuando ambos encontramos nuestra liberación.
Cerré los ojos, esperando con ansiedad en tanto su cuerpo se
paralizaba. No esperaba que me devolviese el sentimiento. Estábamos en
las primeras etapas de una relación. Infiernos, en mis propios libros
siempre les hacía pasar a mis propios personajes por pruebas y
tribulaciones antes de admitir su amor por el otro. Acababa de soltarlo
de forma inesperada en la agonía de la pasión. Era demasiado pronto. No
sufrimos lo suficiente como para sentir el amor todavía. Me apresuraba
en nuestra historia. Si pudiera retractar mis palabras, lo habría hecho,
pero colgaban en el aire como señales de neón gigantes. Obviamente, sólo
debía atenerme a escribir historias de amor de otras personas ya que en
la mía fallaba.
Alec seguía sin responder y mi auto-odio se convirtió en pánico. Mi
mente buscaba una manera de salvar la situación. Podría convertirlo en
una broma. Decirle que me refería a otra cosa. Si tuviera tiempo, podría
haberle preguntado a Olivia como no meter la mata. El problema era que
dije “Te amo”. No “amo la cama”, o “amo ese sexy lunar en tu hombro”. No
podía disfrazar lo que escuché.
Le observé con los ojos entrecerrados cuando se levantó y se alejó,
lo cual no era nada nuevo. Siempre iba al baño después de hacer el amor
para acomodar las cosas. Sería el cómo luciría cuando saliera del baño
lo que determinaría su estado de ánimo.
Lo supe justo cuando abrió la puerta, abrochándose los vaqueros
que llevó antes de meternos en la bañera juntos. De repente sintiéndome
vulnerable y expuesta, arrastré la sábana para cubrir mi cuerpo desnudo
en tanto me apoyaba contra la cabecera.
Alec se quedó en la puerta con indecisión escrita por todo su rostro.
En cierto sentido, me sentí mal por asaltarle con mis sentimientos, pero
no planeé que sucediera así. Ahora la única emoción que sentía en mi
palpitante pecho era la necesidad. Esperé sin decir nada.
—Nicole… —Su voz se desvaneció y se pasó una mano por el
cabello, buscando las palabras.
Incapaz de esperar más, me adelanté para agregar una explicación.
—Mira, no te estoy pidiendo que lo digas. Es rápido. Lo sé, pero tampoco
puedo evitar lo que siento. —Escuchando mis propias palabras en voz
alta, sonaba como si me estuviera intentado defender, lo que odié. Había
una fina línea entre ofrecer una explicación y defender tus acciones. La
segunda me hacía sentir como si hubiera hecho algo malo. No era una
gran cosa. Le dije que lo amaba. ¿Y qué? Podía aceptarlo o dejarlo.
Se acercó al borde de la cama y lo sentí. Mientras me miraba a los
ojos, me di cuenta de que era un gran problema para él. Podría haber
escrito las siguientes palabras que dejarían sus labios. Estaban explícitas
en sus ojos y en sus acciones. La forma en que se contenía, cómo no me
tocaba lo decía todo. —Nicole, esas palabras lo cambian todo. No estoy
en un lugar de mi vida en el que pueda corresponder algo de esa
magnitud. —Sonaba tan herido, que casi lloré.
—No necesitas corresponder a nada. Solo porque me sienta de
cierta manera no significa que tengas que hacerlo tú. —Mis palabras
sonaban desesperadas, lo que era peor que sonar como si me estuviera
defendiendo.
Hizo un gesto para tocar mi mano, pero la aparté antes de que
pudiera alcanzarme. —Nicole, eso no sería justo para ti. Te mereces algo
mejor. Si no fuera un bastardo egoísta, me habría apegado a mis reglas
y nunca habría comenzado esto en primer lugar. No es tu culpa. Todo
esto cae completamente sobre mis hombros.
—Genial, así que follamos y ahora me compadeces. Supongo que
te arrepientes de todo esto, ¿no?
Negó con la cabeza. —No es eso lo que estoy diciendo. Sólo creo que
malinterpretaste lo que ocurre entre nosotros. No debería haberte
engañado.
Le miré con incredulidad. Alec reveló la grieta en su armadura que
tantos otros chicos poseían. —Alec, suena como si te estuvieras
engañando a ti mismo. Es curioso que haya sido yo la virgen con la que
sentías que tenías que andar de puntillas, no pareces saber ni una
mierda sobre las mujeres. —Intentó hablar de nuevo, pero le interrumpí—
: Como todos los hombres, piensas que puedes tener ambos lados de la
moneda. Follarme tanto como quieras, y esperar que no sienta nada.
Quiero decir, vamos. Te digo que te amo, ¿y terminamos? ¿Cuán jodido
es eso? —Defenderme a mí misma perdió su importancia. Me enojó.
Suspiró, frotándose su barbilla. —Es lo mejor. Si seguimos con
esto, tus sentimientos se harán cada vez más fuertes. Será más difícil
cuando lo que sea que es esto llegue a su fin.
Bufé. —El “ESTO” al que sigues refiriéndote es una relación, y estoy
bastante segura de que puedo controlar mis sentimientos. —Quería
sonar firme, pero mi argumento pendía de un hilo. Si hubiera podido
controlar mis sentimientos, no estaríamos teniendo esta conversación.
Estaríamos desnudos, acurrucados en la cama juntos en lugar de
terminando las cosas. Lágrimas de rabia amenazaban con salir de mis
ojos, pero las contuve. No lloraría.
Abrió la boca para responder, pero el sonido de su móvil lo distrajo.
Echando un vistazo a la pantalla, saltó de la cama para contestar—:
¿Candace? —Parecía preocupado. Mirando al reloj, vi que eran casi las
diez de la noche. Demasiado tarde para una charla casual sobre Lily—.
¿Cuándo? —Pude oír débilmente a Candace a través del teléfono. Sonaba
como si hubiese mencionado algo sobre un hospital. Los nudillos de Alec
se volvieron blancos mientras apretaba el móvil.
Bajando de la cama, abrí el cajón de la cómoda y saqué algo de
ropa para ponerme a toda prisa.
—Tomaré el primer vuelo a casa. —Se detuvo cuando Candace
habló por encima de él—. No importa. Si Lily está preguntando por mí,
caminaré sobre el jodido vidrio para llegar a ella. Diablos, puedo llegar
allí en coche en seis horas. Sólo dile a mi niña que estaré allí pronto.
Colgó y sacó la maleta del armario en un movimiento fluido. —¿Qué
ocurrió? —Tras nuestra pelea, me preocupaba preguntar, pero
verdaderamente me importaba.
—Candace se llevó a Lily al parque después del trabajo esta noche
y se cayó desde lo alto de los columpios. Se rompió el brazo y tiene una
conmoción cerebral —dijo, lanzando la ropa en su maleta con poca
consideración—. El hospital la mantendrá en observación esta noche. —
No me miró mientras hablaba, pero continuó tirando sus pertenencias en
la maleta—. Está preguntando por mí.
Di un grito ahogado, tapándome la boca. —Oh no. Lo siento tanto.
Te acompañaré —dije, agarrando mi propia maleta del armario.
Levantó la mirada de su maleta. —No puedes. Tienes la firma
mañana.
Me detuve. El evento se esfumó totalmente de mi mente. —Bueno,
pero esto es una emergencia. —Apenas tenía que pensármelo dos veces.
La familia era lo primero.
Se giró para enfrentarme. —Nicole, no le puedes hacer eso a tus
lectores. Están emocionados por verte. Especialmente considerando que
Wicked Lovely lo está haciendo tan bien. Es importante que te quedes
aquí. Necesitas pasear esa cara. Esta semana más que nunca.
Me enfadé un poco por sus palabras. Sabía que necesitaba estar
aquí. Esta firma podría ser la más importante de mi vida. Wicked Lovely
aún navegaba por las listas, y me hallaba absolutamente anonadada por
la cantidad de apoyo que recibía. Haciendo a un lado todo eso, quería
estar ahí para él. Sabía que se hallaba preocupado, y quería ser su roca
por una vez.
Recogí la ropa del armario y la metí en mi maleta.
—Nicole, detente. No quiero que vayas. —Echó un último vistazo a
su alrededor antes de levantar la maleta de la cama y caminar
rápidamente hacia la puerta—. Mi vida ya se descarriló una vez. No puedo
permitirme ser atrapado en una relación que me distraerá de mis metas.
—Se giró y se fue, dejando que la puerta se cerrara suavemente detrás de
él.
Sus últimas palabras fueron como un puñetazo en el estómago.
Cuando tenía ocho años, me subí a la parte trasera de la camioneta de
mí tío y mi pie quedó enganchado en la puerta trasera. Terminé besando
el pavimento. Durante varios minutos después, me quedé sobre el
cemento, incapaz de respirar y convencida de que iba a morir. El dolor
por la caída fue intenso, pero el miedo de no ser capaz de volver a respirar
eclipsaba eso. La declaración de Alec me produjo la misma sensación.
Me dejé caer al suelo, respirando con dificultad. Acercando las
rodillas hasta mi pecho, encerré mi cabeza entre las piernas, deseando
que el dolor se detuviera. No había nada que pudiera hacer o decir. Alec
ya me hirió una vez cuando me rechazó la primera vez. El hecho de que
lo hizo de nuevo me afectaba. Me expuso al desamor.
18
Traducido por Miry GPE
Corregido por Adriana Tate
***
***
9 Juego de palabras. “Under the cover” también puede significar “bajo las sábanas”.
Esperamos hasta después de que el programa hubiera terminado
para firmar las copias que la audiencia en el estudio había recibido.
Mientras salíamos del edificio, Alec deslizó un brazo a mí alrededor y me
acurruqué en su abrazo, se sentía muy bien.
Le dije a Lisa durante la entrevista que no escribiría la historia de
amor de Alec y Nicole, pero la verdad era que, probablemente, sería una
buena lectura. Teníamos todo lo que una buena historia de romance
necesitaba: un escabroso comienzo, una lenta amistad, varios obstáculos
que superar, y finalmente, un felices para siempre. Así que, sí, tal vez
algún día me sentaría y escribiría una historia al respecto. Incluso sabía
qué nombre ponerle. Después de que pareciera que éramos malos para
el otro, como autora, sólo un título se sentía apropiado. La cosa con
escribir10.