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EN MEDIO DEL CAMINO

En medio del camino había una piedra


había una piedra en medio del camino
había una piedra
en medio del camino había una piedra.

Nunca me olvidaré de ese acontecimiento


en la vida de mis retinas tan fatigadas.
Nunca me olvidaré que en medio del camino
había una piedra
había una piedra en medio del camino
en medio del camino había una piedra

MANOS DADAS

No seré el poeta de un mundo caduco.


Tampoco cantaré el mundo futuro.
Estoy preso a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos, pero nutren grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos alejemos.

No seré el cantor de una mujer, de una historia,


no diré los suspiros al anochecer, el paisaje visto
desde la ventana,
no distribuiré alcaloides o cartas de suicida,
no huiré a las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los
hombres presentes,
la vida presente.

SENTIMIENTO DEL MUNDO

Tengo apenas dos manos


y el sentimiento del mundo,
pero estoy lleno de esclavos,
mis recuerdos se escurren
y el tiempo transige
en la confluencia del amor.

Cuando me levante, el cielo


estará muerto y saqueado,
yo mismo estaré muerto,
muerto mi deseo, muerto
el pantano sin acordes.

Los camaradas no dijeron


que había una guerra
y era necesario
traer fuego y alimentos.
Me siento disperso,
anterior a fronteras,
humildemente os pido
que me perdonéis.

Cuando los cuerpos pasen,


yo quedaré solo
desafiando el recuerdo
del campanero, de la viuda y del microcopista
que habitaban la choza
y no fueron encontrados
al amanecer

ese amanecer
más noche que la noche.

JOSÉ

¿Y ahora, José?
La fiesta acabó,
la luz se apagó,
la gente se fue,
la noche enfrió,
¿y ahora, José?
¿y ahora, tú?
tú que eres sin nombre,
que te burlas de otros,
tú que escribes versos,
que amas, protestas,
¿y ahora, José?

Estás sin mujer,


estás sin discurso,
estás sin cariño,
no puedes beber,
no puedes fumar,
escupir no puedes,
la noche enfrió,
el día no vino,
no vino el tranvía,
la risa no vino
ni vino la utopía,
y todo acabó
y todo escapó,
todo enmoheció,
¿y ahora, José?

¿Y ahora, José?
Tu dulce palabra,
tu instante de fiebre,
tu gula y ayuno
y tu biblioteca,
tu mina de oro,
tu terno de vidrio,
tu incoherencia,
tu odio - ¿y ahora?

Tal vez si gritases,


tal vez si gimieses,
tal vez si tocases
algún vals vienés,
tal vez si durmieses
o si te cansases
o si te murieses...
Pero no te mueres,
¡aguantas, José!

Solo allá en lo oscuro


como bestia agreste,
ya sin teogonía,
sin pared desnuda
para recostarte,
sin caballo negro
que huya al galope,
caminas, José!
José, ¿para dónde?

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