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1.

SEXO

Al comparar la conducta sexual entre humanos y animales inferiores, se descubre que la principal
característica que las diferencia es que, la relación sexual entre los humanos es muy frecuente, y
en las demás especies es muy singular, ya que las hembras solo están dispuestas a copular en el
periodo de ovulación, mientras que la conducta sexual humana esta influida, pero no determinada
por las hormonas. La mujer está dispuesta a copular en cualquier momento del dia y del mes, ya
que esto no tiene relación con la ovulación. Las mujeres no tienen un periodo de celo, su
sexualidad no esta determinada por las hormonas.

Sin embargo, como dijimos si se ve influenciada. Las hormonas sexuales son los andrógenos (p. ej.,
testosterona) y los estrógenos, y aumentan en momentos como el periodo de ovulación de la
mujer, y descienden a medida que la persona envejece. Por ejemplo, a los 40 años de edad, los
niveles de testosterona de los hombres disminuyen cerca de 1% cada año, de tal forma que las
hormonas y el deseo sexual de una persona de 40 años son aproximadamente del 50% de los de
una persona de 20 años.

Aunque se encuentran presentes en ambos sexos, los andrógenos influyen en la motivación sexual
de los varones y los estrógenos influyen a la motivación sexual de las mujeres.

Sin embargo, aun en el caso de las mujeres, los andrógenos representan un papel significativo en
la regulación de la motivación sexual, donde la disminución de la testosterona (como durante el
proceso de envejecimiento) presenta una disminución en el deseo sexual y los aumentos de
testosterona reviven el apetito sexual.

2. DIFERENCIAS ENTRE EL DESEO Y LA EXCITACIÓN ENTRE HOMBRES Y MUJERES

La respuesta sexual humana se desarrolla en cinco fases diferentes: deseo, excitación, meseta,
orgasmo y resolución. En la prima fase, los estímulos que generan el deseo pueden ser muy
variados: un roce, con la piel del otro, el perfume, una mirada sostenida, el tono de la voz, etc
pueden suscitar el deseo de mantener una relación sexual con otra persona. Por supuesto,
también la imaginación y los pensamientos eróticos pueden despertar esta necesidad o la de
masturbarse, buscando asi la manera de satisfacerse. En este punto entramos en la fase más
propiamente de la excitación, en la que a través de esta estimulación erótica empezamos a sentir
una tensión sexual psicológica y fisiológica que va en aumento, llegando a la fase de la meseta.
Tras esto, si conseguimos relajarnos y dejarnos llevar por nuestras sensaciones, es posible que
lleguemos al orgasmo, el cual dura unos segundos, y va seguido, generalmente, de una sensación
placentera de relajación. Por último, la fase de resolución es la relajación que sigue al orgasmo o a
un periodo de excitación, tanto si hay orgasmo como si no lo hay.

En el caso de los hombres comúnmente se cree que la excitación es más rápida porque parece que
se puede observar de una forma más evidente ya que asociamos erróneamente excitación con
erección. Aunque es cierto que, una de las respuestas de nuestro organismo en la fase de
excitación puede ser la erección, no siempre tiene por qué ser así. Igual que asumimos que alguna
vez un hombre puede tener una erección y no estar excitado (erecciones involuntarias), también
puede suceder lo contrario y esté excitado aunque no se traduzca esto en una erección. En el caso
de las mujeres asociamos erróneamente excitación con lubricación, sin embargo, igual que
comentábamos en el caso de los hombres, aunque la lubricación puede formar parte de la
respuesta sexual femenina en la fase de excitación, también puede ser que una mujer lubrique y
no esté excitada o que esté excitada y no lubrique, ya sea porque esté medicándose, por el
momento del ciclo hormonal o por la simple particularidad que nos hace a todos distintos.

En el caso del deseo sucede algo distinto en hombres y en mujeres, ya que la respuesta sexual
femenina más habitual suele iniciarse con la búsqueda de la excitación, con la estimulación erótica
o con el deseo de proximidad, y no tanto con la sensación física de que nuestro cuerpo siente
deseo de repente. Las mujeres pueden experimentar deseo sin nada de lo anterior y, de hecho, lo
hacen pero no es lo que les sucede siempre ni más frecuentemente. En este contexto, la
motivación y conducta sexuales reflejan la cercanía y el deseo por compartir con la pareja más que
una necesidad fisiológica subyacente.

3. Métrica facial

El atractivo físico de una pareja potencial es, tal vez, el estímulo externo más potente que afecta a
la motivación sexual. Por lo general, las culturas occidentales consideran que una constitución
corporal delgada en las mujeres es atractiva.

Pero tales estándares varían de una cultura a otra, principalmente debido a que los mismos se
adquieren a través de la experiencia, la socialización y el consenso cultural. Dicho esto, algunas
características físicas se consideran universalmente atractivas, incluyendo la buena salud, la
juventud y la capacidad reproductiva

Tanto varones como mujeres califican a las mujeres delgadas como atractivas. Sin embargo, las
percepciones de las mujeres acerca del atractivo de los hombres, tienen poco consenso en cuanto
a los tipos de constituciones o partes corporales que se consideran atractivas

El estudio de los juicios de las personas sobre el atractivo de las características faciales se
denomina métrica facial. Las preguntas que relacionan a la métrica facial con el estudio de la
motivación sexual son: “¿En qué dimensiones varían los rostros entre sí y cuáles de estas
dimensiones determinan qué caras son atractivas?”. Curiosamente, las diferentes culturas
muestran una impactante convergencia en términos de las características faciales que se
consideran atractivas y aquellas que no.

Hay tres categorías que explican qué rostros se juzgan como atractivos; rasgos neonatales, rasgos
de madurez sexual y rasgos expresivos. Los rasgos neonatales corresponden a aquellos que se
asocian con el recién nacido, como ojos grandes y nariz pequeña, y se relacionan con mensajes
atractivos no verbales de juventud y gracia. Los rasgos de madurez sexual corresponden a aquellos
que se asocian con un estado postpubescente, como pómulos prominentes y, en el caso de los
varones, vello facial y cejas pobladas, y se relacionan con mensajes atractivos no verbales de
fortaleza, estatus y competencia. Los rasgos expresivos como una boca y sonrisa amplia y cejas
elevadas son medios para expresar emociones positivas como felicidad y franqueza.

La investigación en métrica facial procede al mostrar docenas de distintas caras de varones y


mujeres (por medio de una presentación de PowerPoint) a un grupo de individuos heterosexuales
del sexo opuesto (o a dividuos homosexuales del mismo sexo. Los individuos juzgan cada cara en
cuanto a una variedad de dimensiones (p. ej., ¿qué tan atractiva?, ¿qué tan deseable como pareja
sexual? Con estos datos, los experimentadores investigan las correlaciones que surgen entre las
valoraciones de atractivo y las diversas características faciales.

4. Guiones sexuales

La base de un guión sexual reside en el comportamiento estereotípico del género, incluye motivos
y sentimientos de los participantes y un conjunto de comportamientos verbales y no verbales por
parte de ambos.

En un principio, en la niñez, se aprende el comportamiento de un niño y una niña, así como el


debido comportamiento que debe tener un infante según su género y cómo reaccionarán unos y
otros al estar juntos.

Más adelante, en la adolescencia, las fantasías masturbatorias (sobre todo en los varones) se
conbinan con los roles de género en el surgimiento de un guión sexual y aprenden a coordinarlo.

En cambio en las mujeres, el contenido de sus guiones sexuales emergentes tienen poco material
que es sexual (desde el punto de vista masculino), ya que pocas mujeres se masturban en la
adolescencia temprana. Así que el contenido sexual de las mujeres es más probable que incluya
como enamorarse en lugar de participar en el sexo.

No obstante, tales sucesos tienen una exitación romántica que permite a la mujer un primer
medio para coordinar las relaciones interpersonales imaginadas con la actividad sexual.
Posteriormente, los guiones sexuales de las mujeres se adaptan de manera más cercana con un
ciclo de respuesta sexual.

Con las citas, los guiones sexuales de hombres y mujeres parten desde un guión independiente
con base en la fantasía, hacia uno interpersonal, en equipo. Al palparse, la joven pareja explora
comportamientos no sexuales que ha aprendido de la cultura como apropiados, entonces cada
cual ajustará su guión sexual a una fase de exitación que no termina en orgasmo, para después
formar las bases para la complejidad general de la situación del coito.

Cuando que ya se acoge algo de práctica, se aprenden las habilidades sociales para asegurar la
privacidad, se enfoca la atención sobre el otro etc. Una vez pasada esta etapa el desarrollo sexual
es más desmañado, dominado por la ansiedad y con frecuentes frustraciones.

La práctica continua mejora la habilidad de la pareja para coordinar sus guiones sexuales y estos
empiezan a tener un carácter adaptativo, aditivo y reeducativo.
5. Orientación sexual

El término orientación sexual se refiere al sexo (masculino o femenino) hacia el que una persona
se siente atraída Ser heterosexual, homosexual o bisexual no es algo que una persona pueda elegir
ni elegir cambiar. De hecho, las personas no eligen su orientación sexual, del mismo modo que no
pueden escoger su estatura ni su color de ojos. Se calcula que aproximadamente el 10 % de la
gente es homosexual. Las personas gays están presentes en todos los ámbitos de la vida, todas las
nacionalidades, todas las etnias y todos los grupos sociales y económicos.

Nadie entiende por completo qué es exactamente lo que determina la orientación sexual de una
persona, pero lo más probable es que se deba a una variedad de factores biológicos y genéticos.
Los expertos médicos y organizaciones como la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la
Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) consideran que la
orientación sexual forma parte de la naturaleza de una persona. Ser gay no se considera un
trastorno mental ni una anomalía.

A pesar de los mitos y de los conceptos erróneos, no hay pruebas de que la homosexualidad esté
causada por las experiencias vividas en la primera infancia, el estilo de crianza ni la educación
recibidas.

Los esfuerzos por cambiar la orientación sexual de una persona de homosexual a heterosexual (a
veces conocidos como "terapia de conversión") han demostrado ser ineficaces y pueden ser
perjudiciales. Los profesionales de la salud física y mental advierten de que no se debe hacer
ningún esfuerzo para cambiar la orientación sexual de una persona.

6. Bases evolutivas de la motivación sexual

En un análisis evolutivo, se teoriza que los varones y las mujeres desarrollaron mecanismos
psicológicos definidos que subyacen a sus motivaciones sexuales y estrategias de apareamiento.
En comparación con las mujeres, los varones tienen más motivaciones sexuales de corto plazo,
imponen estándares menos estrictos, valoran las señales de accesibilidad sexual como la juventud
y valoran la castidad en sus parejas. las mujeres valoran las señales de los recursos del varón
(gasta dinero, da regalos, tiene un estilo de vida extravagante), el estatus social y la ambición y un
potencial laboral prometedor. Los psicólogos evolutivos parten de la suposición de que la
conducta sexual se encuentra fuertemente limitada por los genes y que éstos determinan las
estrategias de apareamiento propias. Los varones quieren parejas jóvenes y atractivas; las
mujeres quieren parejas poderosas de alto nivel. Los datos confirman que, en esencia, los varones
encuentran que el atractivo físico y la juventud son importantes al seleccionar a parejas
femeninas, mientras que las mujeres encuentran que el potencial de ingresos es importante al
seleccionar a parejas masculinas.

Los varones buscan una especie de trofeo en la esposa o pareja. A su vez, mientras más atractiva
es la mujer, más demanda de una pareja potencial en términos de estatus y riqueza. Por su parte,
mientras más elevados son el estatus y la riqueza de un varón, más espera en términos de la
apariencia de la mujer. Esta misma preferencia de estrategia de apareamiento se puede observar
durante las citas relámpago (es decir, una serie de interacciones cara a cara de cuatro minutos de
duración con una docena de parejas potenciales). Los varones en citas relámpago prefirieron a las
mujeres físicamente atractivas, las mujeres tuvieron una elevada preferencia por varones con
importantes prospectos de ingresos.

Aunque estas conclusiones son evidente e innegablemente sexistas, siguen representando las
preferencias expresadas de varones y mujeres. Tales preferencias podrán no ser consistentes con
las aspiraciones culturales, pero son consistentes con las aspiraciones evolutivas. Sin embargo, es
posible que la hipótesis sexista de las estrategias de apareamiento se limite sólo a algunas
personas y no atodas. Parece que “los iguales se atraen” ya que las mujeres que piensan mucho
acerca de su apariencia sí tienen fuertes preferencias por varones de alto nivel, del mismo modo
en que los varones que piensan mucho acerca de su riqueza y nivel son muy selectivos en cuanto a
la juventud y apariencia de las mujeres. Sin embargo, cuando hombres y mujeres valoran para sí
mismos factores distintos al estatus y la apariencia (p. ej.,compromiso con la familia, fidelidad
sexual), entoncesprefieren parejas con estas características más que parejas de elevado nivel y
atractivo. Incluso si se utiliza una perspectiva evolutiva, la pareja poco agraciada puede ser la
mejor si él o ella son excelentes padres para sus hijos.

La conclusión es que hombres y mujeres poseen lo que equivale a un “presupuesto de pareja” (los
hombres tienen cierto nivel de estatus que gastar y las mujeres un cierto nivel de atractivo
quegastar) y estos presupuestos de pareja primero se gastan enla obtención de las necesidades
mínimas (debe tener una inteligencia al menos promedio, bondad y, dependiendo del sexo,
estatus o atractivo), después se gastan en adquirir un nivel suficiente de estas necesidades y, por
último,e gastan en lujos que podrían dar por resultado interacciones más interesantes pero que
tienen un mínimo valor reproductivo.

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