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RESUMEN | MANUAL PSICOLOGÍA DE LA SALUD CAP 13: CÁNCER

1. CARACTERIZACIÓN DEL TRASTORNO

Cuando los tejidos normales crecen o se renuevan, se produce una división celular controlada en donde se van
sustituyendo unas células por otras. En el caso del cáncer ese sistema de división celular se altera y se inicia una división
incontrolada que da lugar al crecimiento de una masa tumoral o neoplasia. Multiplicándose rápidamente, las células
cancerosas pueden, por ejemplo, infiltrarse en órganos como el riñón o el hígado sin dejar apenas tejido suficiente
para que dicho órgano cumpla su función; pueden erosionar los pequeños vasos sanguíneos provocando una anemia
grave, como ocurre en el caso del estómago o, incluso, pueden bloquear, debido a su propio volumen, el drenaje de
los exudados llenos de bacterias y provocar así neumonía o insuficiencia respiratoria, causas corrientes de muerte en
el cáncer de pulmón.

El crecimiento celular incontrolado se denomina en general neoplasia, etimológicamente «nueva formación». Las
neoplasias pueden ser benignas o malignas y suelen dar lugar a la aparición de un bulto que es lo que se denomina
comúnmente como tumor. Ahora bien, aunque coloquialmente el término «tumor» se utiliza como sinónimo de
cáncer, en propiedad, sólo hablaremos de cáncer cuando se trate de un tumor maligno.

Otra característica de las células cancerígenas es que, al contrario de las células normales, no permanecen unidas entre
sí porque su membrana carece de puntos de adherencia, lo que favorece su tendencia a invadir los tejidos vecinos.
Además, tienen capacidad de desplazarse reptando entre las demás células y, al mismo tiempo, segregan enzimas y
fermentos que destruyen la sustancia colágena del tejido conjuntivo que sirve de soporte a los tejidos. Finalmente, el
cáncer tiene una conocida capacidad de metastizarse, esto es, de desplazarse a otras partes del organismo. Las células
cancerosas desprendidas de la masa tumoral pueden propagarse, a través del sistema circulatorio y del linfático, a
otros puntos del organismo. En el lugar donde quedan ancladas pueden dar lugar a otro cáncer idéntico a aquel del
que proceden que, en ocasiones, puede ser más grande que el inicial. Cualquier metástasis, que suele ser fatal para el
organismo, puede dar lugar, a su vez, a otra metástasis.

2. FACTORES DE RIESGO DEL CÁNCER

El reconocimiento de que el comportamiento del ser humano desempeña un papel fundamental en la etiología, el
desarrollo y pronóstico del cáncer, así como la utilidad de algunas terapias psicológicas para mejorar calidad y cantidad
de vida de los pacientes, es lo que ha propiciado el nacimiento de una nueva disciplina que hoy se denomina Psicología
Oncológica o Psico-Oncología. No obstante, en el caso del cáncer es muy importante recordar que los factores de
riesgo no actúan, en general, de modo aislado, sino que actúan sinérgicamente para provocar la aparición de la
enfermedad, tal como puede ocurrir, por ejemplo, con el humo del tabaco y la contaminación atmosférica de
naturaleza industrial en el cáncer de pulmón. Teniendo en cuenta este hecho, a continuación, se describen algunos de
los factores de riesgo que con más frecuencia y certeza se han relacionado con el cáncer:

Sustancias químicas: El cloruro de vinilo (utilizado en la industria de los plásticos) parece el causante del cáncer
maligno de hígado. La contaminación de las grandes ciudades por los compuestos de azufre que se desprenden de los
medios de transporte y de las chimeneas puede incrementar el riesgo de muerte prematura por cáncer de pulmón.

Sexualidad: El comportamiento sexual parece estrechamente ligado al cáncer de útero, ya que éste tiene su origen,
en un porcentaje muy importante de los casos, en una infección de tipo vírico cuyo desencadenante es el
papilomavirus.
Tabaco: La relación tabaco-cáncer de pulmón parece particularmente estrecha. Se calcula que más de un 80% de este
tipo de neoplasias se puede atribuir al hábito de fumar y que el riesgo de padecer cáncer de pulmón entre los
fumadores es diez veces mayor que entre los no fumadores. Además, el tabaco también Incrementa la probabilidad
de sufrir cáncer de boca, laringe, páncreas y vejiga.

Rayos UVA: Aquellas personas que abusan de los baños de sol o lámparas de cuarzo y, así, se calcula que esta forma
de culto al sol causa en Estados Unidos 400.000nuevos casos de cáncer anualmente.

Alcohol: El alcohol ingerido en exceso tiene un potencial efecto cancerígeno que aumenta el riesgo de neoplasias en
la boca, laringe, esófago e hígado. En este sentido, en aquellas regiones en las que el consumo es más elevado, la
prevalencia de este tipo de cánceres es hasta cuatro veces mayor.

Dieta: Una alimentación rica en grasas y proteínas y escasa en fibra, característica de los países desarrollados,
condiciona la aparición de uno de los cánceres más comunes, el de colon. De ahí la necesidad de modificar el consumo
de nutrientes antes citados. También, las nitrosaminas que se ingieren en los alimentos ahumados están
estrechamente relacionadas con el cáncer de estómago y colon.

Personalidad: En la actualidad la personalidad con propensión al cáncer (la Tipo C) se ha descrito como apaciguadora,
no asertiva, extremadamente paciente y cooperativa, buscadora de armonía y evitadora de conflictos, dócil y
defensiva. Las dos características sobre las que se pone el énfasis son, por una parte, la supresión y/o negación de
reacciones emocionales fuertes y, por otra, la imposibilidad de hacer frente adecuadamente al estrés con la
subsiguiente reacción de abandono asociada a sentimientos de desesperación y desamparo. Abunda en la idea de la
relación entre la inhibición de las emociones y el cáncer, otros estudios con muestras más amplias y con seguimientos
más largos, de hasta trece años de duración, no han encontrado una relación significativa entre los rasgos de
personalidad y el cáncer, ni entre el llamado patrón de personalidad de predisposición al cáncer y el desarrollo de la
enfermedad. Pero es que, además, no se debe olvidar que los datos sobre este tema son tan sólo correlacionales, lo
cual quiere decir que, aunque se demostrase una fuerte relación entre la inhibición de emociones y el cáncer no se
podría hablar en términos causales de dicha relación.

Estrés: Se podría afirmar que determinados tipos de estrés pueden incrementar la velocidad de desarrollo de un
proceso cancerígeno, pero esto no quiere decir que el estrés sea el causante del proceso tumoral. Y de otra forma, el
estrés también puede deprimir el sistema inmunitario haciendo al organismo más vulnerable al factor cancerígeno.

3. SINTOMATOLOGÍA

La carcinogenesis (oncogénesis) es un es un proceso silencioso del cual la persona no nota inicialmente síntoma alguno
si exceptuamos, claro está, los epiteliomas o cánceres de piel que al ser externos son fácilmente descubiertos. Esto
hace que muchos tipos de cánceres pasen desapercibidos hasta que se encuentran en una fase avanzada. Los síntomas
que en este momento aparecen dependen tanto de la localización en la que se asientan (con abultamiento, dolor,
hemorragia, etcétera) como de la función del órgano que afectan y la de los órganos vecinos que son invadidos o
comprimidos por el crecimiento neoplásico.

Hay síntomas inespecíficos entre los que destacan: fatiga, debilidad, pérdida de peso, pérdida del apetito o fiebre.
Junto a éstos, los oncólogos han descrito siete signos de alarma que pueden ser síntoma de la presencia de un tumor
maligno en un estado precoz.
— El cáncer de colon y recto o de las vías urinarias (en especial de próstata) puede dar lugar a una alteración
inexplicable de los hábitos de evacuación intestinal y urinaria.
— Los tumores en el riñón, vejiga y recto pueden presentarse con la expulsión de sangre por el ano o vías
genitourinarias.
— El cáncer cutáneo se manifiesta, a veces, a través de una ulceración de la piel que tarda en cicatrizar.
— El cáncer de mama o los ganglios afectos de metástasis dan lugar a la aparición de un bulto en el pecho o en otra
parte del organismo (aunque parece que tan sólo el 20 por 100 de los bultos en el pecho tienen carácter maligno).
— El melanoma se presenta a través del crecimiento súbito de una verruga, peca o lunar.

— El cáncer de pulmón o laringe puede dar lugar a una tos persistente o cambio en la cualidad de la voz (ronquera).
— El cáncer de estómago o de esófago puede conllevar una pesadez gástrica persistente o la dificultad para tragar
los alimentos.

4. TRATAMIENTO MÉDICO

Cirugía: Este tipo de intervención tiene como objeto la extirpación de la formación neoplásica, aunque sólo se aplica
cuando el cáncer está muy localizado y no es muy extenso. El problema que presenta la extirpación del tumor durante
la operación es que siempre se corre el riesgo de desprender alguna célula cancerígena y permitir que se infiltre en el
torrente circulatorio, lo cual podría dar lugar a la aparición de metástasis. La cirugía, por lo general, se acompaña de
radioterapia o de quimioterapia.

Radioterapia: Consiste en la aplicación sobre el tejido tumoral de radiaciones ionizantes de onda corta que pueden
ser producidas eléctricamente, como es el caso de los rayos X, o a través de la desintegración de elementos radiactivos,
como es el caso de los rayos gamma. La radioterapia se justifica en el hecho de que las células cancerígenas son más
sensibles a las radiaciones ionizantes que las normales. Dichas radiaciones provocan importantes alteraciones en el
ADN, en el momento de la formación de los cromosomas, esto es, durante la mitosis. Puesto que las células
cancerígenas cuanto más malignas son, más mitosis sufren, se ven claramente más afectadas por las radiaciones. El
problema de esta terapéutica es que las radiaciones pueden afectar también a los tejidos vecinos al tejido tumoral y
que, además, existen células del organismo, en particular las células sanguíneas, que muestran a las radiaciones
ionizantes una sensibilidad muy similar a las células tumorales.

Quimioterapia: Consiste en el uso de sustancias químicas llamadas citostáticos que actúan contra la mitosis celular y
que, por lo tanto, detienen la reproducción de las células cancerígenas. Al igual que ocurría con la radioterapia, al tener
las células tumorales una mayor actividad mitótica que las normales, se muestran más sensibles a los citostáticos. El
problema de éstos es que también afectan a las células normales, especialmente a las de la piel y a las de la sangre,
por lo cual su uso conlleva la aparición de efectos secundarios característicos, como son la anemia, la desaparición de
leucocitos en la sangre o una sistemática alopecia total que suele provocar un profundo malestar psicológico. Una
adecuada preparación para el afrontamiento de esta situación será fundamental para que el sujeto pueda superarla
con el menor costo emocional posible.

Terapia hormonal: Las hormonas favorecen el crecimiento de algunos tipos de células cancerosas, como las del cáncer
de mama y el cáncer de próstata. La terapia hormonal consiste básicamente en la administración de medicamentos
que interfieran con la actividad de la hormona o que detengan su producción. La prueba de receptores hormonales
mide la cantidad de ciertas proteínas, denominadas receptores hormonales, presentes en el tejido canceroso. Las
hormonas se pueden unir a estas proteínas facilitando el crecimiento de las células tumorales. Si la prueba es positiva,
indica que la hormona probablemente está ayudando a crecer a las células cancerosas. En este caso es cuando se
recomienda administrar terapia hormonal para frenar la estimulación hormonal del tumor.
5. ESTILOS DE AFRONTAMIENTO DEL CÁNCER

Cinco patrones distintos de afrontamiento del cáncer, que incluyen: (1) búsqueda del apoyo social, (2) centrarse en lo
positivo, (3) distanciamiento, (4) escape y evitación cognitiva y (5) escape y evitación conductual.

La búsqueda del apoyo social como el distanciamiento y centrarse en lo positivo pueden servir para reducir la tensión
psicológica y el malestar emocional. Además, estas estrategias también modulan positivamente la percepción del
dolor. Por el contrario, cualquier forma cognitiva o conductual de evitación o escape que se utilice para «olvidarse» y
huir sistemáticamente de la enfermedad se asocia a una mayor tensión emocional y distrés psicológico. Además,
cuando la familia adopta este mismo patrón de evitación, el malestar emocional aumenta.

A pesar del impacto psicológico que provoca el diagnóstico y el tratamiento del cáncer, muchas personas se adaptan
notablemente a esa situación y, con la excepción de los casos de depresión (hasta un tercio de los pacientes la padece
en algún momento del proceso), su estado psicológico no difiere de las personas sanas y es mejor que las personas
que sufren problemas de salud mental. También se ha observado que los pacientes de cáncer de pulmón que han sido
operados tienden a mostrar mayores niveles de calidad de vida y mejor estado afectivo que los enfermos respiratorios
crónicos. En este sentido, algunas personas con cáncer llegan a manifestar que esa experiencia ha hecho que su vida
mejore en otros aspectos, como en la satisfacción en sus relaciones personales (particularmente en el caso de la mujer)
y en el crecimiento personal (de modo especial en el caso del hombre). Esta reacción ante el cáncer, que lleva a algunas
personas a apreciar detalles de su vida que hasta entonces habían pasado por alto.

6. INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS EN EL CÁNCER

La aparición y diagnóstico del cáncer coloca a la persona en una nueva situación vital que le obliga a adaptarse a los
cambios que la enfermedad provoca en el ámbito personal, familiar, social, laboral y del autocuidado. En este
contexto ha emergido la necesidad de una ayuda profesional psicológica que contribuye a facilitar dicha adaptación,
Aunque en la intervención psicológica en el cáncer se están utilizando herramientas distintas, cabría agruparlas en
función de sus objetivos.

6.1 La comunicación de la información sobre la enfermedad

Uno de los primeros asuntos que se plantea en relación al cáncer es abordar la comunicación del diagnóstico de la
enfermedad al paciente y sus familiares, del proceso de tratamiento que se va a seguir y de las consecuencias físicas y
psicosociales del mismo. Por un lado, existe un importante grupo de pacientes que desean ser informados lo más
completamente posible sobre su enfermedad, mientras que otros no desean recibir información alguna. Por una parte,
una información detallada de los tratamientos es probable que provoque, a corto plazo, desajustes comportamentales
especialmente en aquellos casos donde la enfermedad tiene un peor pronóstico o cuando la persona sea informada
de más problemas de los que esperaba. Ahora bien, a medio y largo plazo la información puede mejorar las conductas
de autocuidado y reducir el miedo y las conductas depresivas.

La comunicación del diagnóstico tendrá un efecto más o menos positivo en función del qué, cómo y cuándo se
comunique dicha información. En cuanto al qué o contenido de la información, se destaca: el diagnóstico de la
enfermedad y las características clínicas del cáncer, el tipo de sistema diagnóstico que se va a utilizar (analítica, biopsia,
etc.) y las modalidades de tratamiento que se van a aplicar, además de sus efectos secundarios (alopecia, náuseas y
vómitos, etc.) y las medidas paliativas disponibles para hacer frente a los mismos.
En cuanto al cómo y cuándo presentar la información se han subrayado los siguientes aspectos: la información debe
darse (1) gradualmente en función de la fase del proceso asistencial en que la persona se encuentra.

La información debe ser (2) congruente desde todas las instancias, de tal manera que debe ser dada al paciente y a los
miembros de su entorno a la vez y, además, todo ello supone una buena comunicación entre los doctores y otros
profesionales sanitarios para evitar, en lo posible, contradicciones o explicaciones diferentes del problema.

En tercer lugar, (3) la información sobre la naturaleza, evolución y pronóstico de la enfermedad ha de ser dada por el
médico, aunque los aspectos psicosociales (relacionados con los vómitos, con la imagen corporal, etcétera) han de ser
tratados, bien por el psicólogo, bien por otro paciente que ha pasado por la misma situación. Por otra parte, la
información ha de (4) adecuarse al estilo personal del paciente.

Finalmente, se ha de insistir, de un (5) modo realista, en las posibilidades de tratamiento y las elevadas tasas de
recuperación existentes en la actualidad, además de destacar el papel que el comportamiento del propio paciente
juega en su recuperación. No se trata de alentar expectativas desproporcionadas, sino suministrar la información
adecuada a cada paciente en particular para conseguir una mejor adaptación a la enfermedad a largo plazo.

6.2. Intervención psicológica sobre los efectos negativos de la enfermedad y del tratamiento

Tres de los problemas más comunes que presentan los pacientes oncológicos y acerca de los que detallaremos
características y alguna de las intervenciones propuestas son: la depresión, la fatiga y el dolor.

Los síntomas depresivos no sólo empeoran la calidad de vida de los pacientes, sino que dificultan la adhesión al
tratamiento y prolongan el período de hospitalización. Las posibles causas de la depresión en este contexto incluyen
desde la exacerbación de problemas psicológicos preexistentes hasta la reacción a un diagnóstico que potencialmente
amenaza la vida, pasando por la presencia o recurrencia de síntomas desagradables como el dolor. No es de extrañar,
entonces, que la depresión se asocie de manera significativa con la mortalidad por cáncer. Un 20% y 29% de los
pacientes sufrirán síntomas depresivos en algún momento de la enfermedad oncológica.

La fatiga, entendida como una sensación subjetiva de cansancio permanente, adquiere en el paciente oncológico una
dimensión particular, ya que es vivida como la incapacidad de recuperarse aun después de períodos prolongados de
descanso y sueño. Además, suele ser uno de los elementos que más condiciona la vida cotidiana del paciente y afecta
a todas las dimensiones del comportamiento. Entre 75% y un 100% de los pacientes sometidos a quimioterapia o
radioterapia sufren fatiga, que puede persistir varios meses después de la finalización del tratamiento.

El dolor es otro de los síntomas que más alteran la calidad de vida del paciente oncológico. Su aparición puede tener
causas muy diferentes. A veces es el propio tumor el que causa el dolor. En otras ocasiones son los procedimientos
diagnósticos y terapéuticos o también puede aparecer como un efecto secundario de la quimioterapia o radioterapia.
En conjunto parece que en torno al 50% de los pacientes manifiestan quejas de dolor en algún momento de la
enfermedad. En aquellos que sufren metástasis este porcentaje se eleva al 64%.

No se suele trabajar con pacientes en un estado avanzado de la enfermedad y con niveles altos y clínicamente
significativos de dolor, depresión o fatiga. Por todo ello, la investigación deberá orientarse, entre otras tareas, al
manejo de estos problemas en conjunto, que es como suelen presentarse. Habrá que valorar la eficacia de los
tratamientos psicológicos utilizados en conjunción con los tratamientos farmacológicos puesto que, generalmente,
suelen concurrir.
6.3. Terapia de grupo

El objetivo principal de las terapias de grupo pasa por facilitar la comunicación, el apoyo emocional y mejorar el
afrontamiento de la enfermedad. Existen dos modalidades diferenciadas de terapias de grupo: unas, las conducidas
por un profesional de la salud con unos objetivos definidos, y otras que son dirigidas por personas afectadas y se
orientan a proporcionar, fundamentalmente, apoyo emocional. En ambos casos, los efectos positivos de las terapias
de grupo radican en la obtención de apoyo social.

De hecho, se ha sugerido que la participación en estas terapias está particularmente indicada para personas con escaso
apoyo social. Asimismo, la terapia de grupo permitiría, a través de la instrucción, moldeamiento y/o el modelado,
desarrollar habilidades para el manejo de las emociones y otros efectos negativos de la enfermedad y el tratamiento.

Hay diferentes formas de intervención: counselling, relajación, visualización, parada de pensamiento, reestructuración
cognitiva, modelado, técnicas operantes, resolución de problemas o entrenamiento asertivo. Los resultados de este
tipo de terapia concluyen que, en general, pueden observarse mejoras al finalizar la intervención y en períodos de
seguimiento de seis meses sobre el estado emocional y las habilidades de afrontamiento.

6.4. Terapias psicológicas para la prevención del cáncer y recidiva de la enfermedad

Personalidad-cáncer: Un estudio mostró la utilidad de un programa basado en técnicas de desensibilización y


habilidades sociales para la prevención del cáncer.

Estrés-cáncer: varios autores han aplicado distintas técnicas psicológicas con el objetivo de buscar el fortalecimiento
de la inmunidad del paciente. En un estudio se aplicó la terapia de visualización a pacientes con cánceres avanzados
(de mama, pulmón y de colon) y la tasa de supervivencia aumentó. La terapia utilizada incluye, además del
entrenamiento en relajación de los pacientes, la visualización de una serie de imágenes entre las que se encuentran
células cancerosas que aparecen como fácilmente vulnerables, un tratamiento médico que es capaz de destruir a las
células cancerosas, células sanas que soportan ese mismo tratamiento médico, glóbulos blancos que son superiores
en número entran en combate con las células cancerosas y acaban expulsándolas del organismo y, finalmente, la visión
del propio paciente que se ve a sí mismo recuperando la salud.

Obviamente, estos resultados, que pueden ser muy alentadores para muchos pacientes y sus familiares, deben ser
analizados a la luz de las limitaciones metodológicas que este tipo de estudios arrastran. Particularmente, destaca la
dificultad de evitar los sesgos en la selección de la muestra y la ausencia de un grupo control. Los participantes en
estos estudios, en su mayoría, eran sujetos autoseleccionados que voluntariamente se prestan a participar en este tipo
de programas y, por lo tanto, se encuentran muy motivados para hacer frente a su difícil situación personal.

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