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1. Monopolio Estatal. El Estado ha asumido en exclusiva el ius puniendi, de modo que fuera
no existe aplicación del derecho penal. Esta opción implica:
a. La prohibición de la autotutela. Se tipifica como delito la realización arbitraria
del propio derecho (art. 455 CP).
b. La no disposición de la pena. Los particulares no pueden disponer del ius puniendi.
No existe relación jurídica material penal entre los que han intervenido en la
comisión del delito. El ofendido no tiene derecho subjetivo a que al autor del
mismo se le imponga una pena.
3. Monopolio Procesal. El derecho penal se aplica por los Tribunales necesariamente por
medio del proceso. Esto ha llevado a prohibir aplicaciones del derecho penal que no se
realicen con las garantías del proceso.
El resultado de estos tres monopolios es la garantía jurisdiccional que forma parte del
principio de legalidad en materia penal. Este principio se articula hoy en cuatro garantías:
Con el paso del tiempo se ha determinado que el Derecho a castigar no servía solo
para castigar conductas tipificadas, por tanto se pensó que el derecho a castigar tenía que
servir para algo más, tendría más finalidades. Se puso el acento en el derecho de defensa (art
24 CE), que es la necesidad de que el proceso penal sirva también para salvaguardar los
derechos del imputado. A partir de 1980 el TC dedica numerosas sentencias a interpretar
desde la jurisdicción constitucional este art 24 CE, y concretamente el Dcho de defensa.
Además, sobre el siglo XX y principios del XIX, se observa también que es necesario
señalar al proceso penal una tercera finalidad que se ha ido poniendo en valor, ya que estaba
plasmado. Este sería la protección de los derechos de la víctima. Antes era el Ministerio
Fiscal el que actuaba en nombre de la víctima, y ésta si quería podía acudir al juicio pero no se
tomaba en cuenta lo que quería. En la actualidad, gracias a este derecho, la víctima es la
1. Sistema acusatorio. Es posible que en algún momento histórico primitivo, el proceso penal
se concibiera como una contienda entre partes, situadas en pie de igualdad, frente a un
tercero imparcial. En esta situación el acusador era el ciudadano ofendido por el delito.
El sistema acusatorio tiene las siguientes características:
a. El proceso se ponía en marcha únicamente cuando el particular formulaba
acusación.
b. La acusación determinaba los ámbitos objetivo y subjetivo.
c. El Juez no podía ni investigar los hechos, ni practica prueba.
d. La Sentencia tenía que ser congruente, de modo que no podía condenarse a
persona distinta de la acusada, ni por hechos distintos, ni a pena diferente.
e. La actividad jurisdiccional era un verdadero proceso sujeto a los principios de
dualidad, contradicción e igualdad.
La distinción fue desconocida, sin embargo, en las leyes procesales penales más recientes.
La STC 145/1988 declaró inconstitucional que un mismo Juez instruyera y juzgara. La regla
básica volvió a ser, así, la de que el Juez que instruye no puede luego juzgar.
Se corresponde con la misma noción de proceso que tiene que existir una persona que
acuse y que la misma no puede ser el Juez. La distinción entre acusador y Juez se manifiesta
en dos consecuencias:
1. No puede haber proceso si no hay acusación y ésta ha de ser formulada por persona
distinta de quien ha de juzgar. Esta elemental consideración es la que ha llevado al Estado
a desdoblarse en el proceso penal, de modo que, por un lado, actúa como acusador
(Ministerio Fiscal) y, por otro, como decisor (Juez o Tribunal).
2. No puede condenarse ni por hechos distintos de los acusados ni a persona distinta de la
acusada.
La existencia del proceso supone que el Juzgador no puede determinar qué hechos son
los que se imputan ni a quién se imputan, pero la calificación jurídica de los mismos ha de quedar
sujeta a la regla iura novit curia.
Tema 2: La competencia
A) Objetivo
La atribución de una causa penal objetivamente viene determinada por la ley con base
en un criterio cualitativo, según quién sea el imputado, y en otro cuantitativo, material, según
se trate de un delito o de una falta (Art 14 LECRIM).
B) Funcional
C) Concreciones
En este sentido las reglas son aparentemente muy sencillas (arts. 14-3.°, I y 757
LECRIM): De los delitos castigados hasta 5 años de prisión, conoce el JPe por el proceso
abreviado, o por el proceso penal especial para el enjuiciamiento rápido de determinados
delitos; de los delitos castigados entre 5 y 9 años de prisión, conoce la AP por el proceso
abreviado; y de los delitos castigados con más de 9 años de prisión conoce la AP por el proceso
por delitos más graves. La fijación de la competencia se hace en abstracto, es decir, en
función de la cantidad de pena señalada al delito el CP, y no por la pena solicitada por la
acusación.
E) Territorial
1-. Lugar del delito: Salvo en aquellos órganos jurisdiccionales penales que tengan
competencia en todo el territorio nacional (la AN y el TS), o competencia para enjuiciar
delitos cometidos en el extranjero, respecto a los demás, la regla general en orden a la
competencia territorial penal viene dada por el art. 14 LECRIM, que consagra el denominado
fuero del lugar de comisión del delito, es decir, es juez o tribunal competente el de la
circunscripción en que se hubiera cometido el hecho punible.
-Comisión bajo acuerdo (art. 17.2): son también conexos los delitos cometidos por
dos o más personas en distintos lugares o tiempos, si hubiera precedido acuerdo para ello.
-Comisión mediata (art. 17.3): son delitos conexos los cometidos como medio para
perpetrar otros o facilitar su ejecución.
-Comisión análoga (art. 17.5): son delitos conexos los diversos hechos punibles que
se imputen a una persona al incoarse contra la misma causa por cualquiera de ellos, si tuvieran
analogía entre sí, a juicio del Tribunal, y no hubiesen sido hasta entonces sentenciados.
-Fuero subsidiario temporal (art. 18.2): si los delitos tienen señalada igual pena en
la leyes, conoce el órgano jurisdiccional que primero hubiera comenzado las actuaciones.
3. La prejudicialidad penal
Pero téngase en cuenta que la ley no da a todos los actos relacionados con la
competencia el mismo valor, puesto que, por ejemplo, una sentencia del JP no impide perseguir
posteriormente el mismo hecho como delito. Cabe, por supuesto, la denuncia de la
incompetencia por las partes, si bien sujeta a un plazo preclusivo: El acusador particular antes
de formular su primera petición después de personado en la causa; el imputado, dentro de los
tres días siguientes a aquél en que se les comunique la causa para calificación.
A) Criterios de atribución
El principio básico es que sobre todo delito cometido en España tiene jurisdicción un
tribunal español, pero con matices fundados en los siguientes criterios:
La práctica del mismo en los crímenes más graves, ha obligado a matizar el mismo,
aplicándolo sólo en caso de que esté acreditado que el autor del delito esté en España, o que la
víctima sea española, o que exista algún punto de conexión relevante con España, siempre que
otro país competente o un tribunal internacional no haya iniciado ya un proceso penal sobre los
mismos hechos.
B) Tratamiento procesal
1. El derecho de acción
Ahora bien, hay que partir del art 100 LECRIM: “De todo delito o falta nace acción
penal para el castigo del culpable, y puede nacer también acción civil para la restitución de la
cosa, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el hecho punible”.
Por otra parte, el artículo 108 LECrim : “La acción civil ha de entablarse juntamente
con la penal por el Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular; pero si el
ofendido renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o indemnización, el
Ministerio Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables”.
Lo que quiere decir es que en nuestro proceso penal se puede ejercer conjuntamente
la acción penal y la civil con la finalidad de reparar, indemnizar o restituir; por tanto, en un
solo procedimiento pueden darse dos acciones, teniendo en cuenta que el ejercicio de la acción
civil es eventual o potestativo, es decir, se puede ejercitar o no. Nuestra ley establece que el
MF deberá ejercer las 2 acciones: la civil para que indemnicen a la víctima y la penal, salvo que
la víctima renuncie expresamente a ella (la civil), cuya renuncia está basada en el principio
dispositivo.
Por el contrario, el art 108 LECrim dice que: “La acción civil ha de entablarse
juntamente con la penal por el Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular;
pero si el ofendido renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o
indemnización, el Ministerio Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables”. La acción
penal es la principal y necesaria, por tanto el fundamento de esta doble acción dentro del
proceso penal lo tenemos que encontrar en el principio de economía procesal, destacando que
la acción penal implica sostener una pretensión punitiva que hay que castigar. Queda
determinado de esta manera el objeto del proceso penal.
En el derecho de acción hay que recordar una vez más que no cabe hablar de una
relación jurídica material de la que sean titulares activos un particular o el Ministerio Fiscal,
por lo que éstos no tienen y no pueden afirmar titularidad alguna de un derecho a la condena
del autor del acto tipificado en el CP, lo que supone la clara distinción entre el derecho de
acción, del que son titulares todos los ciudadanos y el Fiscal , y el derecho de penar, que es
monopolio de los tribunales. Con estas premisas hay que destacar las siguientes conclusiones:
incluso a aquéllos que no han sido ofendidos o agraviados por el delito. El Fiscal no tiene, por
tanto, monopolio alguno de la acusación.
d) Con todo lo anterior, puede sostenerse que en el proceso penal no puede hablarse de
pretensión en sentido estricto. Es imprescindible la presencia de una parte acusadora que
impute unos hechos a una persona determinada y que pida la apertura del juicio , con lo que se
está diciendo que tiene que haber alguien que sostenga la acción, pero luego ésta no llega a
articularse en una verdadera pretensión determinadora del objeto del proceso.
Una vez abierto un proceso penal con una determinada pretensión punitiva, y
eventualmente con la acción civil, la primera consecuencia que se desencadena es que ya no se
puede iniciar otro proceso idéntico entre las mismas partes y con el mismo objeto
(litispendencia). La segunda consecuencia es que si tenemos un proceso penal donde ya se ha
dictado sentencia condenatoria o absolutoria, no se puede volver a iniciar otro proceso entre
las mismas partes y por el mismo objeto (cosa juzgada). La tercera consecuencia es que fijado
el objeto del proceso penal con su pretensión punitiva, podrá ejercerse a partir de ese
momento el derecho de defensa.
Para terminar podemos añadir que este objeto del proceso no puede ir, no obstante,
perfeccionándose a lo largo de la tramitación del proceso, pero hay que partir de la pretensión
punitiva para que pueda dar lugar al derecho de defensa.
Como hemos dicho, el MF ocupa la parte acusadora, sin embargo, su posición procesal
no es la misma que la del resto de acusadores, es más, tiene una situación que podemos
clasificar como “privilegio” respecto del resto de acusadores. Este privilegio se traduce en
que su presencia es obligatoria, cosa que no sucede con el resto de acusadores, pero además,
porque tiene la consideración de autoridad fiscal, en el sentido de que puede ser destinatario
de denuncias, puede ordenar la detención y también se traduce en que la instrucción nunca va
a ser secreta para el MF.
monopolio de la acción penal, puede ser ejercitada también por otro acusador.
La acusación popular es una figura polémica porque el hecho de que ésta exista lleva
explícita una suspicacia a la supresión del MF. La acusación popular es una parte acusadora
dentro del proceso penal que no tiene que existir necesariamente, y no representa los
intereses de la víctima, sino de la sociedad.
Para constituirse en acusación popular es necesario una querella y prestar una fianza.
La querella tiene que presentarse a través de procurador y suscrita por letrado, y se puede
personar en cualquier momento hasta el trámite de calificación del delito.
La fianza se recoge en el art 280, y será la fijada por el Tribunal. Están exentos de
prestar fianza el acusador particular.
En el proceso penal, junto con la acción penal, se ejercita la acción civil, salvo que se
renuncie expresamente a ella (art. 108 LECrim). El actor civil el MF o la acusación particular
cuando ejercitan la acción civil.
Estas partes ejercitan la acción penal para castigar hechos delictivos, y además
también se ejercita la civil, salvo que se denuncie expresamente a ella. Si no hay denuncia, se
ejercitan por defecto las dos. Por tanto, derivada de esta acción, se puede decir que existe
una parte acusadora civil, que sería el MF y la acusación particular cuando ejercitan la acción
civil.
Contra la cual se dirigen los hechos. Puede ser persona física o jurídica ya que en el
año 2010 se incluyeron las últimas como personas con posibilidad de delinquir.
Se ve en el siguiente epígrafe.
2.1. El imputado
La denominación de imputado ha ido variando a lo largo del tiempo, de manera que según
la fase procesal en la que nos encontremos, recibe una denominación u otra: imputado, procesado,
acusado, condenado, reo. Actualmente, la última modificación de la LECrim (2015) persigue
romper esta dinámica de diversas denominaciones para tratar de unificarlas, de cara a aclarar
la situación. La LECrim pasa a llamarlos “investigados” durante la fase de instrucción y, si ya hay
una imputación formal del Juez, ya hablaremos de “encausado” (fase de enjuiciamiento). Cuando
ya pesa una sentencia sobre el investigado se le denominará “condenado”.
La apertura del procedimiento preliminar o instrucción puede decretarse sin que exista
investigado, la denuncia puede presentarse sin indicación del denunciado. Ello es así porque una
de las funciones del procedimiento preliminar consiste en la averiguación de los autores (art.
299 LECrim).
1. Personas físicas. El sistema penal y el procesal penal se han construido para que estas
personas aparecieran como investigadas/encausadas y de este modo:
a. Capacidad para ser parte. Desde el punto de vista penal esta capacidad se ha
atribuido a las personas vivas. De esta regla resulta la exclusión de: las cosas y
los animales y las personas fallecidas.
b. Capacidad procesal. La capacidad de actuación procesal no guarda relación con la
plenitud de ejercicio de los derechos civiles y ni siquiera atiende a la capacidad
para delinquir. Desde la perspectiva procesal tienen esta capacidad todos los que
pueden participar conscientemente en el proceso. La falta de capacidad procesal
ha de referirse, pues, a la imposibilidad de hecho de intervenir de modo
consciente en el proceso (enajenación mental, alteración grave de la percepción
de la realidad…).
c. Legitimación. Legitimado pasivamente en el proceso lo está simplemente aquél que
adquiere la condición de investigado/encausado.
2. Las personas jurídicas. La regla tradicional fue que societas delinquere non potest. La
situación, sin embargo, ha cambiado con la LO 5/2010, de reforma del Código Penal;
ahora las personas jurídicas podrán ser imputadas, acusadas y condenadas, si bien no en
todos los delitos.
El derecho de defensa, contrapartida del derecho a ejercitar la acción penal, tiene una
manifestación concreta en el art. 24 CE. Resulta así que la defensa en el proceso penal es un
derecho fundamental.
Nunca podrá celebrarse un juicio oral sin la presencia del abogado del acusado.
Si el acusado no nombra abogado habrá de procederse a la designación de oficio.
La Ley 4/2015 regula distintos aspectos que pueden afectar a la víctima del delito.
Nosotros vamos a destacar aquí lo que afecta directamente al proceso penal. En efecto, si la
víctima no se persona como acusación particular, el estatuto le reserva un papel activo en el
proceso.
El art. 2 EVD aclara los conceptos de víctima directa y de víctima indirecta. Serán
víctimas directas toda persona física que haya sufrido un daño o perjuicio sobre su persona o
patrimonio, en especial lesiones físicas o psíquicas, daños emocionales o perjuicios económicos
directamente causados por la comisión de un delito. Víctimas indirectas serán, en los casos de
muerte o desaparición de una persona que haya sido causada directamente por delito, salvo que
se trate de los responsables: el cónyuge no separado, los hijos, la persona unida a la víctima
directa por una relación de afectividad (y los hijos), progenitores, parientes en línea recta o
colateral dentro del tercer grado que se encontraren bajo su guarda y a las personas sujetas a
su tutela o curatela. En defecto de los anteriores, serán víctimas indirecta los demás parientes
en línea recta y a sus hermanos, con preferencia, entre ellos, del que ostentara la
representación legal de la víctima.
Los derechos de las víctimas aparecen recogidos, someramente, en el art. 3 EVD y son
los siguientes: protección, información, apoyo, asistencia y atención, así como a la participación
activa en el proceso penal y a recibir un trato respetuoso, profesional, individualizado y no
discriminatorio desde su primer contacto con las autoridades o funcionarios, durante la
actuación de los servicios de asistencia y apoyo a las víctimas y de justicia restaurativa, a lo
largo de todo el proceso penal y por un período de tiempo adecuado después de su conclusión,
con independencia de que se conozca o no la identidad del infractor y del resultado del proceso.
Estos derechos se desarrollan en los artículos siguientes del Estatuto de la Víctima del
Delito.
Los derechos básicos de la víctima aparecen en el Título I de la Ley y son los siguientes:
entender y ser entendida, art. 4 EVD, (se facilita a la víctima información sencilla, amplia y
personalizada); información (art. 5 EVD); derecho de asistencia y apoyo (art. 10 EVD)…
Debemos destacar el art 7 EVD, que recoge el derecho de la víctima a recibir información
sobre la causa penal. En atención a esta disposición, la víctima deberá ser informada de las
resoluciones que se dicten a lo largo del proceso penal, desde el Auto que acuerda el inicio de
las actuaciones hasta la Sentencia que pone fin al proceso penal, pasando por aquellas otras que
puedan acordar el sobreseimiento, medidas cautelares… con independencia de que la víctima se
encuentre personada o no como acusación particular. El art. 7.2 EVD recoge el derecho de la
víctima de no ser informada de las resoluciones a las que nos hemos referido.
El art. 12.2 EVD, de conformidad con la Ley de Enjuiciamiento Criminal, establece que la
víctima podrá recurrir la resolución de sobreseimiento sin que sea necesario para ello que se
haya personado anteriormente en el proceso.
Las medidas de protección relacionadas con las actuaciones durante el proceso penal se
sustancian en evitar el contacto entre la víctima y el infractor (art. 20 EVD). En ningún momento
compartirán la misma dependencia. Este contacto se evitará desde el inicio de la fase de
instrucción hasta el final de la fase de enjuiciamiento.
El art. 21 EVD, por su parte, se refiere al aspecto personal de la víctima y establece que
se reciba declaración de las víctimas sin dilaciones injustificadas, que se les tome declaración
el menor número de veces posibles, que puedan estar acompañadas, que los reconocimientos
médicos sobre la víctima sean los mínimos…
1.1. La denuncia
La denuncia es una de las formas de iniciar una investigación. El fin será, por tanto,
abrir una investigación para provocar un futuro enjuiciamiento.
1.1.2. Concepto
En todo caso, hay que tener en cuenta que la denuncia es el modo más usual para
iniciar el enjuiciamiento penal y por sí misma, es capaz de abrir la fase de instrucción.
1.1.3. Caracteres
Enlazado con lo anterior, hay que tener presente que la denuncia solo puede provocar
esos efectos en el caso de que se trate de un delito perseguible de oficio (público). Para los
delitos privados no vale la denuncia (para avanzar), ya que lo que vale es la querella; y para los
semipublicos, si bien se admite la denuncia, ésta debe venir acompañada de un requerimiento
del ofendido para que el hecho se investigue.
A pesar de todo, están exonerados del deber de denunciar impúberes y los que no
gocen de su capacidad de razón, parientes cercanos del presunto implicado, abogados y
procuradores , y aquellos que están amparados por el secreto de confesión.
Respecto del destinatario, los órganos competentes para recibir la denuncia son el
juzgado de instrucción, el ministerio fiscal y la policía judicial.
El art 265 LECRIM establece que las denuncias podrán hacerse por escrito o de
palabra, personalmente o por mandatario. Por lo cual, la denuncia no está sujeta a forma,
tendrá la misma validez la denuncia escrita o de palabra, si bien en este último caso, será
necesario plasmarla por escrito en cuanto fuera conveniente. En todo caso, la denuncia surte
el efecto. La denuncia anónima también es susceptible de abrir una investigación a los efectos
de corroborar la existencia de los he chos delictivos, la implantación de las personas a las que
el mismo se atribuye su comisión (STC 31/05/2005).
1.2. La querella
1.2.2. Concepto
1.2.3. Caracteres
-La querella es, así mismo, un derecho, no un deber. Por tanto, es un derecho que
corresponde al ofendido por el delito, ya sea de un delito público, semipúblico o privado. Por el
contrario, la querella es un deber para el MF, el cual, tan pronto reciba la noticia de un delito
público o semipúblico, tiene el deber de personarse.
El sujeto activo, el querellante, puede serlo todos los ciudadanos españoles hayan sido
o no ofendidos por el delito; los extranjeros cuando sean ofendidos por el delito; y los
funcionarios del MF.
Si se trata de delitos públicos, pueden ser querellantes: el MF, ya que éste tiene
encomendada la función de persecución de los delitos; cualquier persona física, haya sido o no
ofendida por el delito, si es la ofendida será acusador particular, y si no lo es, será acusación
popular; los extranjeros que hayan sido afectados por el delito; y las personas jurídicas,
siempre que sean ofendidas por el delito.
Se recoge en el art 277 LECRIM. Se realiza siempre por escrito. Deberá contener los
datos identificativos del querellante y los conocidos del querellado; una relación de los hechos
y las diligencias a practicar para su comprobación.
Junto a la noticia que el instructor puede obtener por mediación de terceros, cabe que
adquiera por sí conocimiento de hechos que pudieran ser constitutivos de conducta punible.
Tratándose de delitos públicos, su persecución será posible de oficio y, por tanto, para
iniciar su investigación bastará con que la Policía Judicial (art. 282 LECrim), el Ministerio
Fiscal (art. 105 LECrim) o el Juzgado de Instrucción (art. 308 LECrim) comiencen una
investigación cuando tengan conocimiento de la llamada notitia criminis.
El art. 282 LECrim establece la obligación de la policía judicial de averiguar los delitos
públicos que se cometen en su territorio y practicar las diligencias necesarias para
comprobarlos y descubrir a los delincuentes.
Finalmente, el art. 308 LECrim establece que inmediatamente que los Jueces de
instrucción tuvieren noticia de la perpetración de un delito, el Secretario judicial lo pondrá en
conocimiento del Fiscal de la respectiva Audiencia, y dará, además, parte al Presidente de
ésta de la formación del sumario, en relación sucinta, suficientemente expresiva del hecho, de
sus circunstancias y de su autor, dentro de los dos días siguientes al en que hubieren
principiado a instruirle.
La notitia criminis puede ser conocida por estas Autoridades motu proprio, a través de
denuncia de particular o de atestado de la policía.
La iniciación de oficio más común en la práctica es la que realiza la Policía Judicial, que
es la que tiene encargada diversas funciones relacionadas con la seguridad ciudadana,
asistenciales, policía administrativa y de policía judicial, entre otras.
2. El atestado
1. La instrucción
La notitia criminis es el acto de iniciación del proceso penal, y puede llegar al órgano
judicial desde distintos caminos como denuncias, querellas, de oficio, etc. En cuanto se tienen
noticias de la presunta comisión de un delito de carácter público se incoan diligencias para su
conocimiento e investigación con vistas, posteriormente, a su enjuiciamiento, y en su caso, a la
absolución o condena.
Por medio de la practica de diligencias de investigación hay que aportar los hechos al
proceso e identificar a los presuntos responsables. Con ello se persigue obtener del tribunal la
apertura del juicio oral, que permitirá a las partes preparar sus correspondientes escritos
acusatorios y exculpatorios.
Más adelante, en la etapa del juicio oral, con la práctica de las pruebas, se intentará
convencer al tribunal sobre los citados hechos, el cual se pronunciará definitivamente en
sentido condenatorio o absolutorio.
La instrucción comienza con el auto de incoacción del proceso, y termina con el auto
de conclusión. Durante su curso, puede sobreseerse la causa en cualquier momento así como
pueden adoptarse medidas cautelares, tanto sobre el imputado como sobre su patrimonio. La
posición del investigado se habrá ido adquiriendo pudiendo terminar por auto de
sobreseimiento o por el contrario, con la apertura del juicio oral.
Se trata, por tanto, de una etapa de investigación preparatoria del juicio oral, en la
que se pretende averiguar todas las circunstancias y elementos pertenecientes al hecho
punible. Si no se partiera de la presunta comisión de un hecho punible, no habría instrucción.
La instrucción no existe de por sí, es decir, de forma autónoma; sino que existe en cuanto se
encamina a averiguar un presunto ilícito cometido.
Cada delito será objeto de un sumario con la salvedad de los delitos conexos, que se
acumularán en un solo proceso. El juez instructor llevará a cabo la instrucción bajo la
inspección directa del fiscal, y ante el letrado de la Administración de Justicia. El juez
instructor practicará las diligencias propuestas por cualquier de las partes, si las considera
útiles, incluidas las diligencias propuestas y presentadas con la querella, siempre y cuando
éstas se hubieran admitido a trámite. Las diligencias pedidas y denegadas en la fase de
instrucción, podrán ser propuestas de nuevo en el juicio oral. Así mismo, también procede
presentar diligencias de oficio.
Todos los días del año y todas las horas serán hábiles para la instrucción de las causas
criminales sin necesidad de una habilitación especial. No se harán tachaduras ni enmiendas ni
enrenglonaduras, y al final de cada actuación escrita, en su caso, se consignarán las
equivocaciones cometidas.
En los plazos procesales que sean señalados por días, quedarán excluidos los inhábiles.
Si el último día de plazo fuera un día inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil
siguiente.
El contenido del sumario se estructura en distintas piezas y cada una de ellas, es una
parte de los autos con entidad propia. La LECRIM menciona cuatro posibles piezas:
2. Pieza de situación personal: esta contiene todo lo relativo a las medidas cautelares
personales acordadas sobre los imputados.
3. Pieza de responsabilidad civil: esta incluye las actuaciones relativas a las medidas
cautelares patrimoniales (fianza, embargos, etc).
En general, las diligencias de la instrucción serán secretas, esto quiere decir que el
secreto afecta a la generalidad de los ciudadanos, hasta que se celebre el juicio oral. En este
sentido, se castiga al juez o miembro del tribunal, al fiscal, a los antiguos secretarios
generales que ahora son letrados de la Administración de Justicia, al abogado, al procurador,
al funcionario judicial o a cualquier otro particular que intervenga en el proceso que revele
actuaciones procesales.
Sin embargo, este secreto lógicamente, no afecta a las partes personadas, quienes
podrán tomar conocimiento de las actuaciones, e intervenir en todas las diligencias del
procedimiento. No obstante, también es posible acordar el secreto de las actuaciones de las
partes. El juez de instrucción podrá, de oficio o a instancia de cualquiera de las partes,
declarar secreta la instrucción. Esto se llevará a cabo mediante auto y podrá ser total o
parcialmente secreto para todas las partes excepto para el MF, el cual siempre tendrá esa
información.
El fiscal puede ordenar aquellas diligencias para las que esté legitimado que no podrán
se medidas cautelares o limitativas de derecho. Todas las diligencias que el fiscal practique, o
bien aquellas que se lleven a cabo bajo su dirección, gozarán de presunción de autenticidad.
Además, la práctica de dichas diligencias, estará inspirada por los principios de contradicción,
proporcionalidad y defensa.
La actuación del fiscal procede tanto en los delitos públicos como en los semipúblicos,
pero en estos últimos tras la previa denuncia del ofendido, de los que se ha tenido noticia a
instancia de parte o por medio de atestado policial.
identificación del presunto autor del mismo, no pudiendo ser sustituidos en su labor por el
personal perteneciente a otros organismos privados (ej: guardias jurados).
Entre sus funciones, la policía judicial, tiene por objeto investigar los delitos,
practicar las diligencias necesarias para comprobarlos, descubrir a los delincuentes y recoger
todos los efectos, instrumentos o pruebas del delito poniéndolos a disposición de la autoridad
judicial. Así como elaborar los informes técnicos y judiciales que sean procedentes o
pertinentes.
Se trata de una diligencia realizada por el juez de instrucción o el que haga sus veces
por la que, habiendo tenido conocimiento de la notitia criminis, procede a la inspección ocular y
a la descripción de todo aquello que pueda tener relación con la existencia y naturaleza del
hecho delictivo, ordenando, si es posible, se recojan y conserven los vestigios o pruebas
materiales de la perpetración del mismo, con vista al acto del juicio oral.
Nada prohíbe que se lleve a cabo de inmediato, o más tarde conforme avanza el curso
de la investigación. Lógicamente, tampoco se excluye su práctica ante situaciones dudosas en
cuanto a la muerte de una persona, en las que todavía no consta oficialmente la presunta
comisión de un hecho delictivo. Así mismo, aunque la ley habla de “inspección ocular”, el
Se hará consignar en los autos la descripción del lugar del delito, el sitio o estado en
que se hallen los objetos que en él se encuentren, los accidentes del terreno o la situación de
las habitaciones, y los demás detalles que puedan utilizarse tanto para la acusación como para
la defensa.
El juez de instrucción ordenará recoger las armas, instrumentos o efectos que puedan
El Reglamento del Registro Civil establece que el facultativo que haya asistido al
difunto en su última enfermedad o bien cualquier otro facultativo que reconozca el cadáver,
enviará inmediatamente al registro un parte de defunción, en el que además de los datos del
médico que lo suscribe, hará constar que existen señales inequívocas de muerte, su causa,
fecha, hora, lugar del fallecimiento y la identidad del fallecido.
Además, las similitudes no solo han de ser físicas, sino también en lo relativo a sus
circunstancias exteriores, por ejemplo la vestimenta del sujeto, si utilizaba muletas, etc. En
determinados supuestos se presenta dificultad a la hora de encontrar personas de semejantes
El que detenga a un presunto delincuente, deberá tomar las precauciones para que
éste no haga, en su persona o ropa, alguna alteración que pudiera dificultar su reconocimiento
más tarde.
Existen determinadas circunstancias que pueden servir para precisar la identidad del
presunto delincuente:
En las sucesivas actuaciones del proceso, a falta de conocer la identidad exacta del
imputado, éste será designado con el nombre con el que fuere conocido o con el que él mismo
dijera tener. En el procedimiento abreviado, si no ofrece duda la identidad del investigado, y
conocidamente tuviera la edad de 18 años, se prescindirá de traer a la causa el certificado de
nacimiento. En el resto de los casos habrá que unir dicho certificado así como la ficha
dactiloscopia.
La segunda de las circunstancias para conocer la identidad del investigado son los
informes, en cuyo sentido, el juez podrá solicitar informes sobre el mismo investigado a la
alcaldía o a la policía de los pueblos donde hubiere residido. El juez podrá percibir a todas
aquellas personas que tuvieran conocimiento del investigado.
En tercer lugar, otra circunstancias son los antecedentes penales, en cuyo sentido
cabe apuntar que la LECRIM establece que éstos se aportarán a la causa.
La confesión de un delito por parte de una o varias personas no significa que ya quede
aclarado el presunto delito investigado, o de que este se haya cometido en realidad. En tal
sentido, además, ha de exigirse la concurrencia de otras pruebas o al menos de unos indicios
coincidentes con la citada confesión. Admitir lo contrario significaría que se podría condenar a
una persona inocente que actuara impulsada por diversas motivaciones (ej: dinero, traicionar a
un tercero).
principalmente, orales. Aunque el Juez Instructor, teniendo en cuenta las circunstancias del
declarante y la naturaleza del delito, podrá autorizar que siempre en su presencia redacte una
contestación escrita sobre los puntos difíciles de explicar o bien pueda consultar apuntes o
notas.
La diligencia se firmará por todos aquellas que hubieran intervenido, siendo autorizado
por el Letrado de la Administración de Justicia.
Al imputado se le mostrará todos los objetos que constituyen el cuerpo del delito, o los
que el Juez considere conveniente al objeto de que los pueda reconocer.
Según la LECrim, todos los que residan en territorio español, ya sean nacionales o
extranjeros, que no estén impedidos y sean citados en forma legal, tienen obligación de
concurrir al llamamiento judicial para declarar cuanto supieren sobre lo que les fuere
preguntado. Se trata, por tanto, de un tercero que ha de declarar sobre lo que se le pregunte.
En este sentido, lógicamente, se presume que este sujeto carece de interés en el asunto y que
su testimonio se limita a referir únicamente lo que conoce o recuerda.
Asimismo, hay una serie de personas que están exentas de concurrir al llamamiento del
Juez, pero, sin embargo, tienen la obligación de declarar. En este sentido, esa declaración la
pueden llevar a cabo por escrito. Estos son: los demás miembros de la Familia Real, y aquellas
personas que pueden informar por escrito sobre hechos de los que tengan conocimiento por
razón de su cargo. Estos son básicamente los aforados y los miembros de las oficinas
consulares.
Por otro lado, hay que tener en cuenta también las obligaciones que tienen los
testigos, que concretamente son tres: comparecer, declarar y aclarar.
-Declarar. Si el testigo se resistiese a declarar todo aquello que supiese sobre los
hechos de los que fuere preguntado, incurrirá también en la misma multa y, si persiste en su
actitud, podrá ser perseguido por el delito de desobediencia grave a la autoridad.
En principio, el testigo no podrá leer una declaración escrita aunque sí que podrá
consultar determinados apuntes con datos difíciles de recordar. Aunque la declaración del
testigo, normalmente, tiene lugar en sede judicial, la LECRIM también permite que el juez
instructor ordene la conducción del testigo al lugar de los hechos, donde podrá examinar los
objetos sobre los que hubiere de versar su declaración. Una vez terminada la declaración por
parte del testigo, el mismo puede leerla. Además, la ley también contempla la práctica
adelantada de la testifical en caso de ausencia previsible del testigo, peligro de muerte o
incapacidad física.
-En segundo lugar, tampoco podrá ser obligado a declarar acerca de una pregunta
cuya contestación pueda perjudicar material o moralmente, y de una manera directa e
importante, a la persona o a la fortuna de sus parientes más directos.
-En tercer lugar, tampoco será obligado el abogado a declarar respecto a los hechos
que el investigado le hubiese confiado en su calidad de defensor.
Respecto al momento de declarar por parte del abogado, ha de hacerlo antes de los
restantes testigos, aunque para ello haya de alterarse el orden de intervención, con el objeto
de que el abogado no los haya oído previamente. Si se trata de un abogado víctima, ejerciente
de la acusación particular, también procede su declaración.
Otra circunstancia que puede darse es cuando en la instrucción de una causa penal
fuere necesaria la declaración de un juez o magistrado. En este sentido, siempre y cuando tal
declaración pudiera prestarse legalmente, la ley dispone que el juez o magistrado no podrá
excusarse de hacerlo. Por consideración a su rango, si la autoridad judicial que hubiere de
recibir la declaración fuere de categoría inferior, acudirá al despacho oficial el juez o
magistrado previo aviso, señalándose día y hora.
Causas Criminales, dispone que es necesario que la Autoridad judicial aprecie racionalmente un
peligro grave para la persona, libertad, o bienes de quiénes pretendan ampararse en ella,
también su cónyuge o una persona con análoga relación de afectividad, ascendientes,
descendientes y hermanos. Apreciada dicha circunstancia, el Juez instructor, bien de oficio o
a instancia de parte, acordará motivadamente las medidas necesarias para preservar la
identidad de los testigos y peritos, sus domicilios, profesión... Esto se llevará a cabo con la
utilización de un número o clave de identificación sin que conste sus datos personales.
Por su parte, el órgano judicial encargado del enjuiciamiento, recibidas las actuaciones
y atendiendo a los bienes jurídicos protegidos y a los derechos fundamentales en conflicto, se
pronunciará motivadamente sobre la procedencia de mantener, modificar o suprimir todas o
algunas de las medidas adoptadas por el instructor, o bien la adopción de otras nuevas.
Las declaraciones que hayan sido objeto de protección durante la fase de instrucción
solamente podrán tener valor de prueba, a efectos de la sentencia, si son ratificadas en el
acto del juicio oral por quien las prestó. Si se considera de imposible reproducción habrán de
ser ratificadas mediante lectura literal al objeto de que puedan ser sometidas a contradicción
por las partes.
3.6. Careo
En las diversas declaraciones que tienen lugar a lo largo de un proceso cabo que se
produzcan contradicciones sobre algún aspecto de importancia. En ese supuesto, puede
resultar conveniente enfrentar a los distintos declarantes al objeto del obtener la verdad.
Por último, esta diligencia será firmada por todos los concurrentes.
La LECrim recomienda que, por regla general, esta diligencia del careo tenga lugar
únicamente entre dos personas a la vez, para evitar un posible alboroto. También se aconseja
que se acuda a la práctica del careo solamente cuando sea estrictamente necesario. Por
último, no se practicaran con testigos que sean menores de edad, salvo que el Juez lo
considere imprescindible y no sea lesivo para el interés de los mismos. Para ello se solicita un
informe pericial.
Tal y como dice la LECrim, el Juez acordará el informe pericial cuando, para conocer o
apreciar un hecho o circunstancia importante, fuesen necesarios o convenientes conocimientos
científicos o artísticos.
En cuanto a la figura del perito, puede ser o no titular. En caso de ser perito titular,
tendrá un Título Oficial de una ciencia o arte cuyo ejercicio queda regulado por la
Administración. Por el contrario, el perito no titular, aunque carece de un Título Oficial, tiene
conocimientos o prácticas especiales en algún campo del saber.
El Juez se servirá del perito titular con preferencia al que no tuviese título.
La regla general es que el reconocimiento pericial se lleve a cabo por dos peritos. No
obstante, hay dos salvedades: en primer lugar, cuando no hubiese más de un perito en el lugar,
y además, no fuere posible esperar la llegada de otro perito, sin graves inconvenientes para el
desarrollo de la investigación; y en segundo lugar, en el procedimiento abreviado y en el juicio
rápido, se permite, siempre y cuando el juez lo considere suficiente, el reconocimiento de un
solo perito.
El perito que preste informe, en virtud de orden judicial, lógicamente tiene derecho a
reclamar los honorarios e indemnizaciones que sean justos, siempre y cuando no tuviese en
concepto de tales peritos retribuciones fijas satisfechas por el Estado, provincia o municipio.
En cuanto al nombramiento del perito, éste tendrá lugar por medio de oficio, y en
caso de urgencia, el llamamiento podrá hacerse verbalmente por orden del juez, constando en
los autos. Hay que apuntar que tanto las Administraciones públicas, como los colegios
profesionales, facilitarán periodicamente a las salas de Gobierno de los Tribunales Superiores
de Justicia, a la Policía Judicial y a las distintas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad una relación
de peritos.
Por otro lado, los peritos nombrados podrán ser recusados. Concretamente las causas
de recusación son las siguientes:
-Cuando existe un interés directo o indirecto en la causa por parte del perito.
-La amistad íntima o manifiesta del perito con cualquiera de las partes.
Antes de comenzar la práctica pericial, tantos los peritos nombrados por el juez como
los nombrados por las partes, jurarán o prometerán proceder bien y fielmente en sus
operaciones y no proponerse otro fin más que el de descubrir y declarar la verdad. Acto
seguido, el juez le manifestará claramente el objeto de su informe.
Al acto pericial, que será presidido por el juez instructor con la asistencia del letrado
de la Administración de Justicia, podrán concurrir, si no pudiere reproducirse la pericial en el
juicio oral, tanto el querellante como el investigado, aunque esté preso, en cuyo caso el juez
adoptará las precauciones oportunas. El informe pericial, siempre que fuere posible,
comprenderá: la descripción de la persona o cosa que sea objeto del mismo en el estado y el
modo en que se halle; la relación detallada de todas las operaciones practicadas por los
peritos, así como de su resultado; y las conclusiones que, en vista de tales datos, formulen los
peritos, conforme a los principios y reglas de su ciencia o arte.
En el caso de que los peritos, para realizar su informe, tuvieran que destruir o alterar
los sujetos que analicen, siempre que sea posible se conservará parte de ellos a disposición del
juez con el objeto de que si fuese necesario, se pudiera realizar un nuevo análisis.
Las partes asistentes a la práctica del peritaje, podrán hacer a los peritos las
observaciones convenientes las cuales se harán constar en la diligencia de la pericial. Hecho el
reconocimiento pericial, los peritos podrán retirarse por el tiempo preciso al sitio que el juez
le señale para deliberar y redactar las conclusiones. Si los peritos necesitasen descanso, se
les podrá conceder el tiempo necesario. Así mismo cabe suspender la diligencia cuando lo
exigiere su naturaleza hasta otra hora u otro día. En este caso, se adoptarán las debidas
precauciones para evitar la alteración en la materia de la diligencia pericial. Cuando los peritos
expongan sus conclusiones, el juez, bien de oficio o a instancia de parte, podrá hacerle las
preguntas pertinentes y pedirle las aclaraciones necesarias. Todas estas preguntas y
contestaciones serán consideradas a su vez como parte del informe pericial.
El régimen del perito protegido, es el mismo que el del testigo protegido. La LO que
regula a unos y a otros es la misma, 19/1994 de Protección a Testigos y Peritos en Causas
Criminales. No obstante, recordar que el juez instructor, si aprecia racionalmente un peligro
grave para la persona, libertad o bienes del perito; asimismo a su cónyuge o alguna persona de
afectividad análoga, sus ascendientes, descendientes o hermanos del perito, puede adoptar
una serie de medidas para la protección de los peritos. Posteriormente, el órgano judicial
encargado del enjuiciamiento puede mantenerlas, modificarlas o suprimirlas.
En el caso de los peritos, cabe señalar que destaca el hecho de que, si cualquiera de
las partes solicitase motivadamente en su escrito de calificación provisional, acusación o
defensa el conocimiento de la identidad de los peritos propuestos, el juez o tribunal que haya
de entender la causa, en el mismo auto en que declare la pertinencia de la prueba propuesta,
deberá facilitar el nombre y los apellidos del perito, siempre respetando las restantes
garantías reconocidas a los mismos. En este supuesto citado, el plazo para la recusación de los
peritos se computará a partir del momento en que se notifica a las partes de la identidad de
éstos.
La Ley prevé que la autopsia se lleve a cabo en un local público que en cada pueblo o
partido judicial tenga destinado al efecto la Administración. En casos excepcionales, podrá
disponerse que se practique en otro lugar o incluso en el domicilio del difunto. Hoy en día hay
que tener muy presente en esta materia la existencia de los Institutos de Medicina Legal.
Asimismo, también el investigado tendrá derecho a designar un médico que junto con
los otros intervenga en la asistencia del paciente. En el caso de que el médico forense o los
médicos designados por el juez o el investigado estuviesen en desacuerdo con el tratamiento
seguido por los médicos nombrados por el paciente o su familia, aquéllos informarán al juez.
Ante dicha discordia, el juez designará mayor número de especialistas para que manifiesten su
parecer consignando todos los datos para que, cuando en su día, haya de sentenciarse la causa.
Esta circunstancia será también aplicable cuando el paciente ingrese en la cárcel, hospital u
otro establecimiento y sea asistido por los facultativos de los mismos.
Otra pericial que puede llevarse a cabo es en el caso de los delitos de robo, hurto,
estafa y en cualquier otro en que deba hacerse constar la persistencia de las cosas robadas,
hurtadas o estafadas. En estos casos, si no hubieran testigos presenciales del hecho, se
recibirá información sobre los antecedentes del que se presentare como agraviado y sobre las
circunstancias que ofrecieren indicios de que este sujeto agraviado estaba poseyendo aquellas
cosas en el momento de la comisión del delito. Cuando para la calificación del delito de sus
circunstancias fuere necesario estimar el valor de la cosa que hubiere sido su objeto o el
importe del perjuicio causado o que hubiera podido causarse, el juez oirá al dueño perjudicado
acordando posteriormente el oportuno reconocimiento pericial. A tal efecto, se facilitará a los
peritos nombrados las cosas y elementos directos de apreciación sobre los que hubieren de
emitir informes. En su defecto, se le suministrará los datos oportunos a fin de que hagan la
tasación.
En el orden jurisdiccional penal son efectos judiciales todos los bienes puestos a
disposición judicial, embargados, incautados, o aprehendidos en el curso de un procedimiento
penal. En ocasiones, por la propia naturaleza de los efectos intervenidos o por el peligro que
comporte su almacenamiento o custodia, puede resultar necesario su destrucción.
A tal efecto, podrá decretarse dicha destrucción, pero dejando muestras suficientes.
Aquí se exige la previa audiencia del Ministerio Fiscal, y del propietario, si fuere conocido, o
de la persona en cuyo poder fueron hallados los efectos en cuestión.
En el primer caso, se procederá si se trata de efecto que tengan un ínfimo valor, o bien
que se prevea otro medio de realización sea antieconómico. En el resto de casos, se efectuará
conforme a las normas que sobre esta materia se contienen en la LEC. El producto de la venta,
se ingresará en la cuenta de consignaciones del Juzgado o Tribunal, quedando a efecto de
pago de responsabilidad civil y costas.
En estos casos, se establece que podrá el Juez instructor que conoce de la causa
ordenar la entrada y registro, de día o de noche, en cualquier edificio, lugar cerrado o parte
de el, que constituya domicilio de cualquier español o extranjero residente en España, cuando
hubiere indicios de encontrarse allí al investigado, efectos o instrumentos del delito, libros,
papeles u otros objetos que puedan servir para su descubrimiento o comprobación, pero
precediendo siempre el consentimiento del interesado, o a falta de consentimiento, en virtud
de alto motivado que se notificará a la persona interesada.
A estos efectos, se considera domicilio los palacios reales, estén habitados o no por el
monarca al momento de la entrada o registro; el edificio, lugar cerrado o parte de él,
destinado principalmente a la habitación de cualquier español o extranjero residente en
Por otro lado, hay una serie de supuestos especiales con relación a esta diligencia de
entrada y registro. En primer lugar, para la entrada y registro de las Cortes Generales, el
Juez necesitará la autorización de los presidentes respectivos, del congreso y del senado.
Esto se puede aplicar asimismo a los Parlamentos de las Comunidades Autónomas.
En cuarto lugar se encuentran los despachos de Abogados. Aquí para practicar esta
diligencia deberá personarse el Decano del Colegio de Abogados, o quién estatutariamente lo
sustituya, con el objeto de velar por la salvaguarda del secreto profesional.
Cuando el edificio o lugar cerrado estuviere fuera del territorio del Juez Instructor,
éste encomendará la práctica de esta diligencia al Juez de Instrucción del territorio en que
aquéllos radiquen, el cual, a su vez, podrá delegar a los Cuerpos y Autoridades de la Policía
Judicial.
Si para determinar sobre la necesidad de recoger las cosas que se hubieren encontrado
en el registro, fuere necesaria algún reconocimiento pericial, el mismo se acordará en el acto
por el Juez de Instrucción. Asimismo puede suceder que como consecuencia de la práctica de
esta diligencia se produzcan unos resultados inesperados, por ejemplo que la orden va
encaminada al descubrimiento de un alijo de drogas, y resulta que la policía en la práctica de la
diligencia se encuentra con un cadáver o con la comisión en ese momento de un delito. En este
supuesto, tendrá que levantarse acta de todo, incluida también la flagrancia, incluyéndose los
objetos del delito, comunicando al Juez lo encontrado, y procediéndose a la investigación del
nuevo delito.
Se trata de acceder a libros y papeles de contabilidad de una persona, da igual que sea
la persona investigada o una tercera persona. Esta diligencia suele ser complementaria a la
diligencia de entrada y registro.
Aunque la Ley obliga a toda persona a exhibir los objetos y papeles que se sospechen
que puedan tener relación con la causa investigada, en este sentido el investigado no será
sancionado por su falta de colaboración. El motivo es que no se le puede obligar a
autoincriminarse. Por el contrario, el tercero, si se negara a su exhibición será corregido con
multa y si insistiere en su negativa, podrá ser perseguido por autor de un delito de
desobediencia a la autoridad.
En cuanto a los requisitos que son necesarios para la práctica de esta diligencia, nos
podemos remitir a la anterior diligencia que hemos analizado, de entrada y registro.
En cuanto a las embajadas es igual a la anterior diligencia. Al igual que los Consulados,
en virtud de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.
Con respecto a los despachos de abogados, exactamente lo mismo, tendrá que concurrir
el Decano para la salvaguarda del secreto profesional.
En el caso de los registros en las Notarías, en general se dispone que los libros no se
sacarán de su Sede, salvo peligro de destrucción. Eso sí, practicándose las diligencias que sean
necesarias en la misma oficina del Registro.
Conviene comenzar haciendo alusión a lo que establece el artículo 18.1 y 3 CE. En dicho
artículo se garantiza el derecho a la intimidad personal y familiar, así como el secreto de las
comunicaciones y a la correspondencia postal, telegráfica y telefónica, salvo resolución
judicial.
Esto afecta a la telefonía fija, móvil, al acceso por Internet y a la telefonía por
Internet. Con respecto a los datos, quedarían afectos los números de teléfono de las
llamadas, identificación del usuario, la IP, abonados registrados, fecha, hora, etc.
También es de interés aludir a que en todos los procedimientos judiciales en los que
hay intervenciones telefónicas, para el grabado de las conversaciones es habitual la utilización
del sistema SITEL (sistema integrado de interceptación de telecomunicaciones).
Otro dato interesante es, que en caso urgente, en investigaciones realizadas para la
investigación de delitos relacionados con la actuación de bandas armadas, o elementos
terroristas o rebeldes, la medida de observación de las comunicaciones postales, telegráficas
o telefónicas podrá ordenarla el Ministro del Interior, o en su defecto el Director de la
Seguridad del Estado, comunicándolo automáticamente por escrito motivado al juez
competente, quien así mismo, de forma motivada, revocará o confirmará tal resolución en el
plazo máximo de 72 horas desde que fue ordenada la observación.
Como sus nombres indican, estas diligencias de investigación están concedidas para
realizarse sobre el cuerpo humano. De tratarse de otros seres vivos, para su práctica se
acudirá directamente a una inspección judicial o a una diligencia pericial según procediese.
Respecto a las intervenciones corporales hay que tener muy presente el art 18.1 CE y
el art 15 CE relativo a la integridad física.
intromisión física en el cuerpo humano, lo que conllevaría para su práctica un acto de fuerza o
agresión. Por el contrario, intervención es la acción y efecto de intervenir, haciendo una
operación quirúrgica. En este sentido no se limita a la contemplación exterior del cuerpo, sino
que penetra en él o actúa en el mismo con cierta agresividad realizando una actuación que va
más allá de lo superficial con la finalidad de proceder a un examen in situ o para realizar una
extracción de líquido, órgano o tejido con vista a su posterior análisis.
Casos prácticos:
Por DNI, Registro Civil, partida de bautismo. También por informe del médico
forense.
Si el testigo se resistiese a declarar todo aquello que supiese sobre los hechos de los
que fuere preguntado, incurrirá en multa y, si persiste en su actitud, podrá ser perseguido por
el delito de desobediencia grave a la autoridad.
1. Introducción
Las medidas cautelares, ya sean personales o reales, son actos de aseguramiento que
provienen de la autoridad competente (normalmente Autoridad Judicial), con el fin de
asegurar y garantizar la efectividad de la sentencia que en su día se dicte, así como asegurar
las responsabilidades civiles a que hubiera lugar, no se trata de anticipar la pena.
Las medidas cautelares interesa pedirlas tan pronto como se pueda, porque cuanto
más se espere, más riesgo se corre para que la sentencia que al final se dicte no pueda
ejecutarse. Si al final, en el juicio, la presunción de inocencia se destruye y hay una prueba de
carga condenatoria, la sentencia no vale si, por no haber adoptado medidas cautelares, el
encausado se da a la fuga.
El Tribunal entiende que la privación de libertad tiene que responder a una causa
justificada. Se considera así que esta se justifica si concurre alguno de los siguientes
presupuestos:
Finalmente, cabe añadir que tienen que darse los dos presupuestos con la misma
intensidad, no vale uno sí y otro no.
2.1. Citación
La LECRIM establece como primera medida cuatelar la citación (art 486 a 488).
La ley procesal establece que la persona a quien se impute un acto punible deberá ser
citada solo para ser oída, a no ser que la ley disponga lo contrario, o que desde luego proceda
su detención. Si el citado no compareciere ni justificare causa legítima que se lo impida, la
orden de comparecencia podrá convertirse en orden de detención.
El juez instructor podrá mandar comparecer a cuantas personas convenga oír, por
resultar contra ellos alguna de las indicaciones fundadas de culpabilidad.
La citación es hoy día más una notificación. En la práctica, la mayoría de las veces los
juzgados suelen declarar decretar directamente la detención.
2.2. Detención
La detención puede ser definida como una privación de la libertad personal, con
carácter provisionalísimo, de duración muy breve, que proviene o no puede provenir de
cualquier Autoridad competente para la investigación, con la finalidad de asegurar la presencia
del investigado en el proceso penal.
La detención puede llevarse a cabo, según el art 490 LECRIM, incluso por cualquier
persona si se da alguno de los supuestos contenidos en el mismo artículo.
Se trata de una facultad que asiste a cualquier persona para privar de libertad a otra,
siempre que concurra alguno de los supuestos previstos por el legislador, según lo dispuesto en
el art. 490 con el fin de poner a inmediata disposición de la autoridad judicial o policial al
detenido. Los supuestos en que puede detenerse por particulares se regulan en los números 1
a 7 del art. 490 LECrim. Los presupuestos se regulan en el art. 491, atendiendo al momento de
la detención:
El art 17.2 CE establece que la detención preventiva no podrá durar más del tiempo
estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento
de los hechos y, en todo caso, en el plazo máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto
en libertad o a disposición de la Autoridad Judicial. La CE establece, por tanto, dos plazos: un
plazo mínimo (el necesario para las averiguaciones); y un plazo máximo (72 horas). La LECRIM
sigue en este punto a la Constitución.
Ahora bien, si las averiguaciones de los hechos se lleva a cabo en un plazo menor a 72
horas, la duración de la detención será ese plazo, no hay porqué agotar el plazo máximo.
Sin embargo, el art 496 LECRIM habla de un plazo de 24 horas. Ante esta
Por último, cabe añadir que el art 520.1 bis establece un plazo extraordinario de
detención al prolongar el plazo máximo de 72 horas a unas 48 horas más. Este supuesto se da
cuando la investigación es complicada y no hay tiempo suficiente para investigar los hechos
cometidos.
Ahora bien, cuando una persona detenida por la policía entienda que su situación
personal no se ajusta a la legalidad, y por tanto, supone una vulneración del derecho al art
17.2, la ley le concede un instrumento destinado a que esa situación sea controlado
judicialmente, que es lo conocido como HABEAS CORPUS.
El habeas corpus es una figura con base constitucional (art 17.4) desarrollada por la
LO 6/1984, de 24 de mayo, reguladora del procedimiento de habeas corpus. La STC del
procedimiento de habeas corpus es la 35/2008 de 25 de febrero.
(art. 6). En el auto de incoación ordenará la manifestación del sujeto pasivo, y tras oír
a ambas partes, con posibilidad de admitir las pruebas pertinentes que puedan
practicarse en el acto, dictará en el plazo de veinticuatro horas, a contar desde que se
dictó el auto de incoación, la resolución que proceda.
En todo caso, la prisión provisional tiene como efecto el idéntico al de la pena. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que aunque el efecto es el mismo, la medida cautelar
responde a unos presupuestos específicos y además tiene carácter provisional, es decir,
cuando ya no existan motivos que retengan a la persona, la medida cautelar se extingue.
El art 503 LECRIM delimita los presupuestos necesarios para adoptar las medidas
cautelares, y son: fumus boni iuri y periculum in mora.
Respecto del presupuesto “fumus boni iuri”, el art 503 LECRIM en su apartado 1º
contiene sus elementos: objetivo y subjetivo. Respecto del objetivo, es la existencia de varios
hechos que presenten caracteres de delito. Centrándonos en esto, cabe afirmar que se
refiere exclusivamente a delitos, no a faltas. Al mismo tiempo, como la ley alude a la sanción
Respecto del elemento subjetivo, deben aparecer en la causa motivos suficientes para
calificar a una persona responsable criminalmente. Se hace alusión a indicios razonables, no
meras sospechas. Se exige al tribunal un juicio de razonabilidad sobre los indicios.
Respecto del “periculum in mora” podemos decir que es la necesidad de evitar ciertos
riesgos para le desarrollo del proceso, o bien riesgo para la efectividad de la sentencia que un
día se dicte. El TC, desde sus comienzos, ha asentado una doctrina que no se ha movido en su
STC 41/1982: en ningún caso puede perseguirse con la prisión provisional fines punitivos o de
anticipación de la pena. Los riesgos a evitar son tres: en primer lugar los riesgos de fuga; en
segundo lugar los de alteración u ocultación de las fuentes de prueba; y en tercer lugar, el art
503.2 añade un tercer riesgo que se trata de evitar: riesgo de reiteración delictiva. Este se
ha entendido como un fin doctrinal que excede del periculum in mora en sentido estricto, pero
desde el punto de vista constitucional no hay ninguna censura, por ello se añade.
justificaron su adopción.
Los plazos máximos guardan relación directa con las penas que llevan aparejados los
hechos delictivos, atendiéndose a ello a la proporcionalidad de la duración en función de la
gravedad.
La libertad provisional está concebida en la ley como una alternativa menos gravosa
de la prisión provisional. El régimen jurídico se encuentra del art 528 al 544 LECRIM. La
libertad provisional supone una situación intermedia entre la prisión provisional y el normal
estado de libertad ciudadana del no inculpado.
-Fumus bonis iuris: El fumus para decretar la libertad provisional es que conste en la
causa uno o varios hechos con caracteres de delito y que aparezcan en la causa motivos
bastantes para creer responsable criminalmente del delito a la persona contra quien se haya
de dictar el auto cautelar.
-Libertad provisional con fianza: la fianza responde o avala que el encausado está a
disposición del tribunal.
-Libertad provisional sin fianza: suele venir acompañada de presentaciones periódicas
ante el Tribunal.
-Retención del pasaporte, con o sin fianza.
investigado.
Éstas diligencias, por su ubicación sistemática en la ley, son normalmente medidas que
practican las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, están pensadas para que sean
practicadas por la Policía Judicial sin necesidad de que se las pida nadie.
Son las conocidas como “medidas de alejamiento”, que procuran el alejamiento del
agresor respecto de la víctima. Estas medidas aparecen en la LECRIM con la finalidad de
proteger a la víctima del delito. En concreto, para poder acordar esta medida se requiere
legalmente de una serie de presupuestos:
1. Debe tratarse de un delito contra la vida, la integridad física o moral, libertad sexual,
libertad o seguridad, de alguna de las personas a las que se refiere el art. 173.2 CP. Es
por ello que se trate de una orden de protección para las víctimas de violencia
doméstica.
2. Debe tratarse de una situación de la que resulte un riesgo para la víctima. Es decir de
los delitos anteriormente dicho debe derivarse un riesgo para la víctima. Por tanto nos
encontramos ante un periculum in damnum.
La orden de protección podrá ser solicitada a instancia de parte (MF, por ejemplo) o
acordarse de oficio por el propio Juez de Instrucción.
1. La fase intermedia
Sin embargo, en el caso de que se dé la fase intermedia, la Ley contempla esta fase (a
la que no llama “fase intermedia”), como una situación en la que las partes deberán
pronunciarse sobre la fase de instrucción y el resultado de la investigación.
En primer lugar, intervienen los acusadores, que deberán valorar los siguientes
extremos: si entienden que la está agotada o si, por el contrario, fuera necesario acordar
alguna otra diligencia de carácter complementaria; si tienen suficiente material como para
poder mantener la acusación. A raíz de las observaciones por parte de los acusadores, las
acusaciones van a pedir, según proceda, la reapertura de la fase de instrucción, la apertura
del juicio oral o el sobreseimiento.
Una vez se han pronunciado las partes (acusaciones y defensa), será el órgano
jurisdiccional el que se pronuncie sobre las peticiones de las partes. Es en este momento en el
que nos referimos a la competencia funcional del órgano jurisdiccional en la fase intermedia.
Si estamos ante el juicio ordinario (delitos más graves), la competencia funcional para decidir
la asume el órgano que va a enjuiciar, es decir, la Audiencia Provincial; por el contrario, si
estamos ante un juicio abreviado, el órgano competente es el mismo ante el que se han seguido
las diligencias previas, por consiguiente, la asumirá el juez de instrucción.
Si estamos en el juicio ordinario será la Audiencia provincial la que tenga que decidir
sobre la apertura de juicio oral o sobre el sobreseimiento. En este caso, la AP tendrá que
abrir necesariamente el juicio oral con que al menos una de las acusaciones lo pida. Solo en el
caso del art 645 LECRIM (que remite al art 637.2) se permite al Tribunal apartarse de esa
Si estamos en el juicio abreviado, será el Juez de Instrucción el que tenga que decidir
sobre la apertura del juicio oral o el sobreseimiento. En este caso, el margen de maniobra del
Juez de Instrucción es menos rígido: el juez de instrucción podrá acordar el sobreseimiento
incluso contra el parecer de las acusaciones. Podrá, en efecto, acordar el sobreseimiento
cuando entienda que el hecho no reviste caracteres de delito y además, cuando en contra de la
opinión de los acusadores, entienda que no existen indicios racionales de criminalidad contra el
encausado. Esta última posibilidad ha venido a consagrar lo que se ha llamado “juicio de
acusación”, destinado en la práctica a evitar acusaciones de carácter infundados, que lo único
que busca es sentar en el banquillo al encausado.
2. El sobreseimiento
-Forma de auto. Es una decisión jurisdiccional que adopta la forma de auto y por
consiguiente, debe estar motivada, explicando a las partes las razones que han llevado a
decretar el archivo de lo actuado.
El art 634 LECRIM establece que existen dos criterios de clasificación del
sobreseimiento. Según la primera clasificación, podemos distinguir entre:
No obstante lo dicho, hay veces que aunque procede un auto de sobreseimiento libre o
definitivo, sin embargo, el auto de archivo lo que supone es remitir la causa a la Fiscalía de
Menores, para que se tramite a través del proceso penal de emnores.
Tema 9: La imputación
La imputación permite desplegar los derechos del detenido (art. 520 LECrim).
El juicio oral es un momento en el que procede el debate entre las partes y la práctica
de la prueba. Las partes alegarán lo que tengan por conveniente y practicarán las pruebas
oportunas. No obstante, en muchas ocasiones, la prueba se darán por reproducida (prueba
preconstituida, por ejemplo). La ley le dedica muy poco a la prueba, y esto porque se rige por
lo dispuesto para las diligencias de investigación.
• Principio de publicidad (art 680 LECRIM). Los debates del juicio oral deberán ser
públicos, bajo pena de nulidad. Sin embargo, según lo establecido en la LECRIM, nada
impide que las sesiones del juicio puedan celebrarse a puerta cerrada (por razones de
seguridad, orden público, respeto a la familia, intimidad de las personas, etc).
• Principio de concentración. Supone que las sesiones del juicio se van a celebrar en
unidad de acto, aunque las sesiones del juicio se desarrollen en días consecutivos.
• Principio acusatorio. Supondrá que el juez que va a dictar sentencia no pueda decidir
más allá de lo que las partes van a debatir, es decir, el juez no puede sustituir a las
partes. Este principio tampoco es absoluto y se permite al tribunal advertir a las
partes que pueden estar equivocándose en la calificación (art 733 LECRIM en el
ordinario y 787.2 LECRIM en el abreviado).
Abierto el juicio oral por auto, toca a las partes presentar alegaciones, que en este
punto se denominan escritos de calificación provisional. Al escrito de calificación de la parte
acusadora se le llamará escrito de acusación y al de la defena se le dará el nombre de escrito
de defensa. También se le conoce a estos escritos como conclusiones provisionales.
-Los hechos punibles que resulten del sumario o de las diligencias previas.
-La calificación legal de los mismos hechos conforme al Código Penal.
-La participación que en ellos hubieren tenido el procesado o procesados.
-Los hechos que resulten del sumario y que constituyan circunstancias atenuantes o
agravantes del delito o eximentes de responsabilidad criminal.
-Las penas en que hayan incurrido el procesado o procesador por razón de su
respectiva participación en el delito.
-La cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa
que haya de ser restituida.
-La persona o personas que aparezcan responsables de los daños y perjuicios o de la
restitución de la cosa, y el hecho en virtud del cual hubieren contraído esta responsabilidad.
3. La conformidad
La conformidad es una figura un tanto extraña y peculiar dentro del proceso penal
español, que, como bien sabido, está inspirado en el principio de oficialidad y en el que no rige
el proceso dispositivo. Sin embargo, con la figura de la conformidad las partes sí que pueden
“disponer” del proceso: en la práctica, las partes, acusados y defensa disponen del proceso
hasta el punto de ponerle fin anticipadamente o, dicho con otras palabras, se le pone fin sin
necesidad de pasar por la celebración del juicio oral. Habiendo conformidad, se pasa
directamente al dictado de la sentencia, que se denominaría en este caso sentencia de
conformidad. Dado los presupuestos y requisitos legalmente establecidos, esta sentencia de
conformidad será siempre condenatoria, no absolutoria. El acusado va a reconocer los hechos
que se le imputan.
La conformidad, por definición, supone que el acusado reconoce los hechos y acepta la
pena para ellos pedida por la acusación, renunciando a la celebración del juicio y a la
posibilidad de defenderse (SAP Castellón de 17/12/03. FJ 1º).
• Formal. Debe reunir las solemnidades requeridas por la ley, las cuales son de “estricta”
observancia y son insubsanables.
• Vinculante. Tanto para el acusado como para las partes acusadoras, las cuales una vez
formuladas, han de pasar tanto por la índole de la infracción como por la clase y
extensión de la pena mutuamente aceptada e incluso para las Audiencias o Juzgados
sentenciadores.
Los requisitos legales para que pueda darse la conformidad, según los art 655
(proceso ordinario) y 787 (procedimiento abreviado) son los siguientes:
-Que la conformidad se preste con la pena más grave solicitada por los acusadores. En
concreto, la ley se refiere, en el art 787, a que la conformidad debe tener lugar cuando no se
pida más de 6 años de pena privativa de libertad. Por tanto, donde va a tener realmente lugar
la conformidad será en el procedimiento abreviado.
-Control judicial de la legalidad del acuerdo entre las partes por parte del tribunal,
de manera que, si entiende que la calificación con la que se ha conformado el acusado es
incorrecta, requerirá a la acusación para que la cambie. Si lo rectifica, la conformidad surtirá
efecto; si no lo rectifica, el juicio seguirá adelante.
escrito de acusación; tres, cuando antes del comienzo de las sesiones del juicio oral, la
acusación y la defensa, con el consentimiento del acusado, piden al juez o tribunal que dicte
Sentencia de conformidad con el escrito de acusación que contenga la pena más grave. En el
juicio ordinario, hay un solo momento: al presentar los escritos de conclusiones provisionales.
Las cuestiones previas pueden ser propuestas a instancia de parte (que será la
hipótesis más común en la práctica) o apreciadas de oficio por el Tribunal.
La vista coincide con el juicio oral en sentido estricto. En la vista van a tener lugar las
alegaciones de las partes (la lectura o informe de los escritos de calificación) y, a
continuación, el núcleo principal de la vista: la práctica de la prueba.
Abierto el juicio oral, éste debe continuar a través del desarrollo de sus
correspondientes sesiones, celebrándose en unidad de acto (principio de concentración).
Ahora bien, existen determinadas causas que permiten suspender el juicio, lo que va a suponer
tener que reanudarlo en algún momento del futuro. Estas causas son, en atención al art 746
LECRIM, las siguientes:
• Causas derivadas del derecho a la prueba (art 745,746.2º y 3º). cuando no es pueda
realidad por causa no imputable a la parte que la propuso. También cuando no
comparezca alguno de los testigos de cargo y de descargo ofrecidos por las partes.
Ahora bien, para que pueda suspenderse el juicio por esta causa, el testigo ha de haber
sido citado convenientemente, su declaración debe haberse propuesto en tiempo y
forma y, finalmente, el Tribunal debe considerar la declaración de este testigo de vital
importancia. También entrarían en este bloque la celebración de pruebas que se
celebren fuera del tribunal.
Cuando se acuerda la suspensión, el auto deberá fijar el periodo de tiempo por el que
va a estar suspendido (cuando sea posible) y siempre debe durar lo menos posible. Ahora bien,
si alguna delas causas pudiera provocar la suspensión indefinida, el Tribunal puede declarar sin
efecto lo que se llevaba celebrado hasta el momento.