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Apuntes, temas 1-10

Derecho Procesal Penal (Universidad de Sevilla)

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Descargado por Nacho Suárez Alijostes (ignaciosuarez79@gmail.com)
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Tema 1: Principios del proceso penal

1. El ejercicio del ius puniendi y el proceso penal

Los órganos jurisdiccionales tienen el monopolio cuando se trata de la actuación del


derecho penal. La aplicación del derecho penal sólo puede explicarse si se tiene en cuenta la
existencia de tres monopolios:

1. Monopolio Estatal. El Estado ha asumido en exclusiva el ius puniendi, de modo que fuera
no existe aplicación del derecho penal. Esta opción implica:
a. La prohibición de la autotutela. Se tipifica como delito la realización arbitraria
del propio derecho (art. 455 CP).
b. La no disposición de la pena. Los particulares no pueden disponer del ius puniendi.
No existe relación jurídica material penal entre los que han intervenido en la
comisión del delito. El ofendido no tiene derecho subjetivo a que al autor del
mismo se le imponga una pena.

2. Monopolio Judicial. El derecho penal ha de aplicarse por los órganos jurisdiccionales y


por nadie más. Los órganos legislativos y administrativos no pueden imponer penas.

3. Monopolio Procesal. El derecho penal se aplica por los Tribunales necesariamente por
medio del proceso. Esto ha llevado a prohibir aplicaciones del derecho penal que no se
realicen con las garantías del proceso.

El resultado de estos tres monopolios es la garantía jurisdiccional que forma parte del
principio de legalidad en materia penal. Este principio se articula hoy en cuatro garantías:

 Criminal o de nullum crime sine lege (art. 1 CP).


 Penal onulla poena sine lege (art. 2 CP).
 Jurisdiccional o nemo damnetur nisi per legale iudicium (art. 3.1 CP).
 De ejecución (art. 3.2 CP).

2. El proceso penal: concepto, tipos y fines

Con el paso del tiempo se ha determinado que el Derecho a castigar no servía solo
para castigar conductas tipificadas, por tanto se pensó que el derecho a castigar tenía que
servir para algo más, tendría más finalidades. Se puso el acento en el derecho de defensa (art
24 CE), que es la necesidad de que el proceso penal sirva también para salvaguardar los
derechos del imputado. A partir de 1980 el TC dedica numerosas sentencias a interpretar
desde la jurisdicción constitucional este art 24 CE, y concretamente el Dcho de defensa.

Además, sobre el siglo XX y principios del XIX, se observa también que es necesario
señalar al proceso penal una tercera finalidad que se ha ido poniendo en valor, ya que estaba
plasmado. Este sería la protección de los derechos de la víctima. Antes era el Ministerio
Fiscal el que actuaba en nombre de la víctima, y ésta si quería podía acudir al juicio pero no se
tomaba en cuenta lo que quería. En la actualidad, gracias a este derecho, la víctima es la

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protagonista del litigio, e incluso se creó un Estatuto de la Víctima mediante la Directiva de


2012.

3. Principios inspiradores y el proceso penal

Los sistemas procesales se pueden dividir en dos grandes grupos:

1. Sistema acusatorio. Es posible que en algún momento histórico primitivo, el proceso penal
se concibiera como una contienda entre partes, situadas en pie de igualdad, frente a un
tercero imparcial. En esta situación el acusador era el ciudadano ofendido por el delito.
El sistema acusatorio tiene las siguientes características:
a. El proceso se ponía en marcha únicamente cuando el particular formulaba
acusación.
b. La acusación determinaba los ámbitos objetivo y subjetivo.
c. El Juez no podía ni investigar los hechos, ni practica prueba.
d. La Sentencia tenía que ser congruente, de modo que no podía condenarse a
persona distinta de la acusada, ni por hechos distintos, ni a pena diferente.
e. La actividad jurisdiccional era un verdadero proceso sujeto a los principios de
dualidad, contradicción e igualdad.

2. El sistema inquisitivo. La atribución de la acusación a un órgano público fue una conquista


de la civilización, pero el convertir a la misma persona en Juez y acusador significó
desvirtuar tal conquista. De esa desvirtuación se derivaron las siguientes consecuencias:
a. La figura del ciudadano acusador desapareció.
b. La determinación de los ámbitos objetivo y subjetivo de la acusación correspondía
a la persona que acusaba y juzgaba.
c. La investigación de los hechos y la determinación de las pruebas a practicar
correspondían íntegramente al Juez.
d. La congruencia carecía de sentido en este sistema.
e. Los poderes del acusador-Juez son absolutos frente a un acusado inerme ante él.

4. La ley procesal penal

El sistema originario de la LECRim se basó en la distinción entre Juez Instructor,


competente para la formación del sumario, y Juez decisor o Sentenciador, que debía conocer
del Juicio oral y dictar Sentencia. Esta distinción atendía a la incompatibilidad de funciones
entre instruir y juzgar.

La distinción fue desconocida, sin embargo, en las leyes procesales penales más recientes.
La STC 145/1988 declaró inconstitucional que un mismo Juez instruyera y juzgara. La regla
básica volvió a ser, así, la de que el Juez que instruye no puede luego juzgar.

Se corresponde con la misma noción de proceso que tiene que existir una persona que
acuse y que la misma no puede ser el Juez. La distinción entre acusador y Juez se manifiesta
en dos consecuencias:

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1. No puede haber proceso si no hay acusación y ésta ha de ser formulada por persona
distinta de quien ha de juzgar. Esta elemental consideración es la que ha llevado al Estado
a desdoblarse en el proceso penal, de modo que, por un lado, actúa como acusador
(Ministerio Fiscal) y, por otro, como decisor (Juez o Tribunal).
2. No puede condenarse ni por hechos distintos de los acusados ni a persona distinta de la
acusada.

La existencia del proceso supone que el Juzgador no puede determinar qué hechos son
los que se imputan ni a quién se imputan, pero la calificación jurídica de los mismos ha de quedar
sujeta a la regla iura novit curia.

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Tema 2: La competencia

1. Los órganos del orden jurisdiccional penal y sus competencias

Ha llegado el momento de precisar por qué vías se llega a la atribución concreta de


una causa penal a un juez o tribunal que tiene competencia para ello. los criterios de
atribución son el objetivo, el funcional y el territorial.

A) Objetivo

La atribución de una causa penal objetivamente viene determinada por la ley con base
en un criterio cualitativo, según quién sea el imputado, y en otro cuantitativo, material, según
se trate de un delito o de una falta (Art 14 LECRIM).

B) Funcional

La competencia funcional de los órganos jurisdiccionales penales no presenta ninguna


variación conceptual respecto a lo que ya conocemos para el proceso civil.

C) Concreciones

Combinando el criterio cualitativo (aforamiento), con el criterio cuantitativo o


material (la gravedad del delito), y añadiendo la competencia funcional, resulta el siguiente
esquema, yendo de menor a mayor grado en la jerarquía jurisdiccional, y teniendo en cuenta
que se pretende destacar su competencia más importante, sin ánimo de exhaustividad:

MIRAR LAS COMPETENCIAS DE LOS JUZGADOS EN LA LOPJ Y LECRIM.

D) La competencia objetiva ordinaria

Nos dice de qué delitos va a conocer cada juzgado o tribunal, y cuál es el


procedimiento adecuado según la penalidad establecida por el CP de 1995, excluyendo los
supuestos específicos (aforamientos y conexiones, básicamente, por un lado, y Jurado por
otro).

En este sentido las reglas son aparentemente muy sencillas (arts. 14-3.°, I y 757
LECRIM): De los delitos castigados hasta 5 años de prisión, conoce el JPe por el proceso
abreviado, o por el proceso penal especial para el enjuiciamiento rápido de determinados
delitos; de los delitos castigados entre 5 y 9 años de prisión, conoce la AP por el proceso
abreviado; y de los delitos castigados con más de 9 años de prisión conoce la AP por el proceso
por delitos más graves. La fijación de la competencia se hace en abstracto, es decir, en
función de la cantidad de pena señalada al delito el CP, y no por la pena solicitada por la
acusación.

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E) Territorial

La distribución de la competencia desde el punto de vista territorial se opera en la ley


con base en el «forum comisii delicti», es decir, el lugar de comisión del delito,
estableciéndose asimismo unos fueros subsidiarios provisionales para cuando no conste aquél.

1-. Lugar del delito: Salvo en aquellos órganos jurisdiccionales penales que tengan
competencia en todo el territorio nacional (la AN y el TS), o competencia para enjuiciar
delitos cometidos en el extranjero, respecto a los demás, la regla general en orden a la
competencia territorial penal viene dada por el art. 14 LECRIM, que consagra el denominado
fuero del lugar de comisión del delito, es decir, es juez o tribunal competente el de la
circunscripción en que se hubiera cometido el hecho punible.

2-. Fueros subsidiarios: no constando el lugar del delito, la LECRIM establece en su


art. 15 cuatro fueros subsidiarios: 1) El del lugar en donde se hayan descubierto pruebas
materiales del delito; 2) El del lugar en que haya sido detenido el presunto culpable; 3) El del
lugar de residencia del presunto culpable; y 4) El del cualquier lugar en donde se hubieran
tenido noticias del delito.

La competencia territorial subsidiaria es meramente provisional, puesto que en cuanto


conste el lugar de comisión, el que esté conociendo debe inhibirse y remitir los detenidos y las
actuaciones al competente.

3-. Domicilio de la víctima: tratándose de delitos o faltas de violencia de género, cuya


instrucción o conocimiento corresponda al Juez de Violencia sobre la Mujer, la competencia
territorial vendrá determinada por el lugar del domicilio de la víctima.

2. La competencia por conexión

Debe analizarse una alteración importante de la competencia penal, debida a una


norma fundada en la conexión procesal. En efecto, la LECRIM sienta en su art. 300 la regla de
que cada delito de que conozca la autoridad judicial será objeto de un sumario, pero a
continuación excepciona los delitos conexos, pues éstos deben comprenderse en un solo
proceso.

La conexión entendida en sentido estricto (diversidad de delitos culpándose a una sola


persona o a varias), puede ser determinante tanto de jurisdicción (competencia genérica),
como de competencia objetiva y territorial. Es la propia LECRIM la que nos dice cuándo existe
conexión en su art. 17:

-Comisión simultánea (art. 17.1): son delitos conexos los cometidos


simultáneamente por dos o más personas reunidas, siempre que éstas vengan sujetas a
diversos órganos jurisdiccionales ordinarios o especiales, o que puedan estarlo por la
naturaleza del delito. Pero si esas personas presuntas autoras no están sometidas a diversos
jueces y tribunales, también se produce la conexión, aunque no se altera la competencia.

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-Comisión bajo acuerdo (art. 17.2): son también conexos los delitos cometidos por
dos o más personas en distintos lugares o tiempos, si hubiera precedido acuerdo para ello.

-Comisión mediata (art. 17.3): son delitos conexos los cometidos como medio para
perpetrar otros o facilitar su ejecución.

-Comisión para impunidad (art. 17.4): también se consideran legalmente delitos


conexos los cometidos para procurar la impunidad de otros delitos.

-Comisión análoga (art. 17.5): son delitos conexos los diversos hechos punibles que
se imputen a una persona al incoarse contra la misma causa por cualquiera de ellos, si tuvieran
analogía entre sí, a juicio del Tribunal, y no hubiesen sido hasta entonces sentenciados.

La LECRIM también determina en su art. 18.1 los fueros competenciales existiendo


conexión de delitos. En este sentido, son jueces y tribunales competentes, por su orden, para
conocer de las causas por delitos conexos:

-Fuero principal de la gravedad de la pena (art. 18.1): conoce el órgano


jurisdiccional del territorio en que se haya cometido el delito al que esté señalada pena mayor.

-Fuero subsidiario temporal (art. 18.2): si los delitos tienen señalada igual pena en
la leyes, conoce el órgano jurisdiccional que primero hubiera comenzado las actuaciones.

-Fuero supletorio de la orden (art. 18.3): si las causas hubieran comenzado al


mismo tiempo, o no constara qué órgano empezó antes, conoce el órgano jurisdiccional que la
AP o el TS, en sus casos respectivos, designen.

3. La prejudicialidad penal

La competencia se configura en el proceso penal como presupuesto procesal, por lo


que tiene el carácter de indisponible en todos sus criterios (art 8 LECRIM). Con ello se quiere
decir también que en el proceso penal no cabe la sumisión. La consecuencia directa es clara: Es
el órgano jurisdiccional quien debe examinar de oficio, en cualquier estado de la causa, su
propia competencia objetiva, funcional, y territorial.

Pero téngase en cuenta que la ley no da a todos los actos relacionados con la
competencia el mismo valor, puesto que, por ejemplo, una sentencia del JP no impide perseguir
posteriormente el mismo hecho como delito. Cabe, por supuesto, la denuncia de la
incompetencia por las partes, si bien sujeta a un plazo preclusivo: El acusador particular antes
de formular su primera petición después de personado en la causa; el imputado, dentro de los
tres días siguientes a aquél en que se les comunique la causa para calificación.

En cualquier caso, la no denuncia de parte no significa nunca que entre en juego la


sumisión tácita, sino tan sólo la preclusión de la posibilidad impugnatoria.

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4. Extensión y límites de la jurisdicción penal

Los tribunales españoles no pueden asumir el conocimiento de cualquier delito que se


produzca, ni siquiera cuando el autor o la víctima sea español. Por eso la LOPJ ija los límites de
la jurisdicción penal española en su art. 23.

A) Criterios de atribución

El principio básico es que sobre todo delito cometido en España tiene jurisdicción un
tribunal español, pero con matices fundados en los siguientes criterios:

-Universalidad: la LOPJ reconocía en un primer momento el principio de justicia penal


universal en virtud del cual los tribunales españoles podían conocer de cualquier delito
realizado en el mundo, independientemente de la nacionalidad de sus autores y del lugar de su
comisión, si bien el principio adquiría relevancia jurídica tratándose de los delitos más graves,
como genocidio, lesa humanidad o terrorismo.

La práctica del mismo en los crímenes más graves, ha obligado a matizar el mismo,
aplicándolo sólo en caso de que esté acreditado que el autor del delito esté en España, o que la
víctima sea española, o que exista algún punto de conexión relevante con España, siempre que
otro país competente o un tribunal internacional no haya iniciado ya un proceso penal sobre los
mismos hechos.

-Exclusividad: la jurisdicción española conoce en exclusiva de los delitos cometidos


en territorio español, lo que incluye los cometidos en buques y aeronaves de pabellón español,
salvo que tratados internacionales en vigor en nuestro país dispongan lo contrario

-Generalidad: siempre que no estemos ante un supuesto de aplicación del principio de


justicia universal o de criterios de exclusividad, los tribunales españoles tienen jurisdicción en
los siguientes casos: 1) Tratándose de hechos punibles cometidos por españoles naturales o
nacionalizados en el extranjero siempre que se den las circunstancias del art. 23.2 LOPJ (por
ejemplo, existencia de denuncia o querella de parte); y 2) De los hechos punibles muy graves
cometidos por españoles o extranjeros fuera del territorio español enumerados en el art. 23.3
LOPJ (por ejemplo, delitos contra el rey, o rebelión).

B) Tratamiento procesal

El presupuesto procesal de jurisdicción penal es controlable de oficio por el tribunal


en cualquier momento o a instancia de la parte mediante el instrumento competencial de la
declinatoria en el trámite de artículos de previo pronunciamiento, o en cualquier otro momento
procesal previo según la jurisprudencia mediante un escrito específico al tratarse de una
cuestión de orden público procesal.

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Tema 3: Acción penal y acción civil en el proceso penal

1. El derecho de acción

El derecho de acción, o también llamado ius tu procedatur es la capacidad que tiene


una persona para dirigirse a cualquier órgano judicial (Ej: una demanda). Por tanto, la acción
penal no puede ser más que un simple derecho al proceso y a la sentencia en que se declare la
existencia o inexistencia del derecho a penar del tribunal.

En el ámbito penal, yo me dirijo a una autoridad e informo de unos hechos que


aparentemente están revestidos de delito, y a partir de ahí se desencadena el proceso penal.

Ahora bien, hay que partir del art 100 LECRIM: “De todo delito o falta nace acción
penal para el castigo del culpable, y puede nacer también acción civil para la restitución de la
cosa, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el hecho punible”.

Por otra parte, el artículo 108 LECrim : “La acción civil ha de entablarse juntamente
con la penal por el Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular; pero si el
ofendido renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o indemnización, el
Ministerio Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables”.

Lo que quiere decir es que en nuestro proceso penal se puede ejercer conjuntamente
la acción penal y la civil con la finalidad de reparar, indemnizar o restituir; por tanto, en un
solo procedimiento pueden darse dos acciones, teniendo en cuenta que el ejercicio de la acción
civil es eventual o potestativo, es decir, se puede ejercitar o no. Nuestra ley establece que el
MF deberá ejercer las 2 acciones: la civil para que indemnicen a la víctima y la penal, salvo que
la víctima renuncie expresamente a ella (la civil), cuya renuncia está basada en el principio
dispositivo.

Por el contrario, el art 108 LECrim dice que: “La acción civil ha de entablarse
juntamente con la penal por el Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular;
pero si el ofendido renunciare expresamente su derecho de restitución, reparación o
indemnización, el Ministerio Fiscal se limitará a pedir el castigo de los culpables”. La acción
penal es la principal y necesaria, por tanto el fundamento de esta doble acción dentro del
proceso penal lo tenemos que encontrar en el principio de economía procesal, destacando que
la acción penal implica sostener una pretensión punitiva que hay que castigar. Queda
determinado de esta manera el objeto del proceso penal.

En el derecho de acción hay que recordar una vez más que no cabe hablar de una
relación jurídica material de la que sean titulares activos un particular o el Ministerio Fiscal,
por lo que éstos no tienen y no pueden afirmar titularidad alguna de un derecho a la condena
del autor del acto tipificado en el CP, lo que supone la clara distinción entre el derecho de
acción, del que son titulares todos los ciudadanos y el Fiscal , y el derecho de penar, que es
monopolio de los tribunales. Con estas premisas hay que destacar las siguientes conclusiones:

a) En el derecho español la acción penal no se reconoce sólo a favor del Ministerio


Fiscal, sino que aquélla es pública en el sentido de que se atribuye a todos los ciudadanos,

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incluso a aquéllos que no han sido ofendidos o agraviados por el delito. El Fiscal no tiene, por
tanto, monopolio alguno de la acusación.

b) Si el acusador, tanto sea un particular como el Fiscal, no es titular de un derecho


subjetivo material, la acción no puede concebirse como un derecho a la tutela judicial
concreta, en el sentido de obtener una sentencia condenatoria y de contenido determinado. La
acción penal no puede ser más que un simple ius ut procedatur, esto es, un derecho al proceso
y a la sentencia en que se declare la existencia o inexistencia del derecho a penar del tribunal.

c) Si en proceso civil el actor tiene derecho, concurriendo los presupuestos y requisitos


procesales, a que se realice todo el proceso y se dicte una sentencia , no ocurre lo mismo en el
proceso penal. El art. 24.1 CE no supone un derecho incondicionado a que se realice todo el
proceso penal, sino sólo a un pronunciamiento motivado del juez en la fase instructora sobre la
calificación jurídica que le merecen los hechos, expresando, en su caso, las razones por las que
inadmite su tramitación. De modo que no queda en manos de la parte activa la incoación del
proceso; el que éste se inicie depende de una resolución judicial en la que se considere que los
hechos alegados por el acusador pudieran ser constitutivos de delito.

d) Con todo lo anterior, puede sostenerse que en el proceso penal no puede hablarse de
pretensión en sentido estricto. Es imprescindible la presencia de una parte acusadora que
impute unos hechos a una persona determinada y que pida la apertura del juicio , con lo que se
está diciendo que tiene que haber alguien que sostenga la acción, pero luego ésta no llega a
articularse en una verdadera pretensión determinadora del objeto del proceso.

e) Si en el proceso civil el contenido del derecho a la tutela judicial no comprende el


derecho a que la ley establezca un recurso contra la sentencia, cuando se trata del proceso
penal sí existe ese derecho.

Una vez abierto un proceso penal con una determinada pretensión punitiva, y
eventualmente con la acción civil, la primera consecuencia que se desencadena es que ya no se
puede iniciar otro proceso idéntico entre las mismas partes y con el mismo objeto
(litispendencia). La segunda consecuencia es que si tenemos un proceso penal donde ya se ha
dictado sentencia condenatoria o absolutoria, no se puede volver a iniciar otro proceso entre
las mismas partes y por el mismo objeto (cosa juzgada). La tercera consecuencia es que fijado
el objeto del proceso penal con su pretensión punitiva, podrá ejercerse a partir de ese
momento el derecho de defensa.

Para terminar podemos añadir que este objeto del proceso no puede ir, no obstante,
perfeccionándose a lo largo de la tramitación del proceso, pero hay que partir de la pretensión
punitiva para que pueda dar lugar al derecho de defensa.

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Tema 4: Partes en el proceso penal: parte acusadora y parte


acusada.

1. Las partes en el proceso penal: partes acusadoras y partes acusadas

1.1. Partes acusadoras

1.1.1. El Ministerio Fiscal

Es la acusación pública u oficial y aparece en todos los procesos. No obstante, donde


tiene especial transcendencia es en el proceso penal.

Tiene funciones muy heterogéneas, pero la más importante es su función de ejercer


la acusación pública dentro de un proceso penal. Ahora bien, es el defensor de la legalidad, y
el Ministerio Fiscal lo mismo puede pedir la absolución del encausado, que su condena, y sin
embargo lo hemos puesto en la parte acusadora porque se trata de la acusación pública.

Cuando toma conocimientos de los hechos es cuando el MF puede, fruto de ese


conocimiento, solicitar la absolución si cree que los hechos no están revestidos de delito.

El MF representa una institución del Estado distinta de la jurisdicción, es decir, no


constituye poder judicial. Se rige por un Estatuto Orgánico y está previsto en el art 124 CE.

Su presencia en el proceso penal es obligatoria, luego es una parte penal necesaria


para dicho proceso. Sin embargo, existe una excepción y es que cuando lo que se investiga es
un delito privado (injurias y calumnias) no es obligatoria su presencia.

Como hemos dicho, el MF ocupa la parte acusadora, sin embargo, su posición procesal
no es la misma que la del resto de acusadores, es más, tiene una situación que podemos
clasificar como “privilegio” respecto del resto de acusadores. Este privilegio se traduce en
que su presencia es obligatoria, cosa que no sucede con el resto de acusadores, pero además,
porque tiene la consideración de autoridad fiscal, en el sentido de que puede ser destinatario
de denuncias, puede ordenar la detención y también se traduce en que la instrucción nunca va
a ser secreta para el MF.

En cuanto a su participación en el proceso penal, en la fase de instrucción, mientras se


están investigando los hechos, tiene diversas funciones, entre ellas puede controlar la
legalidad de la investigación, puede solicitar la adopción de medidas cautelares, puede realizar
actos de investigación por sí mismo, etc. Dentro del procedimiento abreviado, el MF tiene un
gran protagonismo y asume mayor número de funciones en las diligencias previas que en el
juicio abreviado.

1.1.2. La acusación particular

Representa los intereses de la víctima. La víctima, así, tiene una doble


representación: el MF y el acusador particular. En este caso, lo que se tiene que velar es por
los intereses particulares de la víctima. Esto supone que en nuestro OJ el MF no ostenta el

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monopolio de la acción penal, puede ser ejercitada también por otro acusador.

La acusación particular la puede ostentar cualquier víctima de un delito, sea español o


extranjero, sin necesidad de prestar fianza. Cabe añadir que el acusador particular no es
parte necesaria en el proceso penal, ya que exista o no, siempre estará la acusación pública, es
decir, el MF.

La acusación particular se constituye a través de la presentación de una querella, no


basta la mera denuncia. Esa querella se formaliza a través del trámite de “ofrecimiento de
acciones”, esto es el trámite por el cual se informa a la víctima su derecho a ejercer su acción
particular penal, y como derivación de la misma, la acción civil si se da.

Ahora bien, el OJ en un intento de flexibilizar la incorporación de la víctima al


proceso, ha establecido supuestos en los que para ser acusador particular no hace falta
querella (ej: en el juicio abreviado cuando el MF no acusa, sino que solicita el sobreseimiento).

1.1.3. La acusación popular

La acusación popular es una figura polémica porque el hecho de que ésta exista lleva
explícita una suspicacia a la supresión del MF. La acusación popular es una parte acusadora
dentro del proceso penal que no tiene que existir necesariamente, y no representa los
intereses de la víctima, sino de la sociedad.

Para constituirse en acusación popular es necesario una querella y prestar una fianza.
La querella tiene que presentarse a través de procurador y suscrita por letrado, y se puede
personar en cualquier momento hasta el trámite de calificación del delito.

El fundamento de la acusación popular se encuentra en el art 270 LeCrim. Esta


acusación prohíbe a los extranjeros constituirse como acusación popular, como deducimos del
mismo art.

La fianza se recoge en el art 280, y será la fijada por el Tribunal. Están exentos de
prestar fianza el acusador particular.

1.1.4. La acusación privada

La acusación privada es la parte acusadora que sostiene la acusación cuando lo que se


persigue es un delito privado (injurias y calumnias entre particulares). Se trata de una parte
acusadora necesaria porque en la persecución de esta clase de hechos no interviene el MF.

Para constituirse en acusador privado es necesario presentar una querella, y


finalmente, cabe decir también que la ley obliga a que en esta clase de delitos las partes
intenten una previa conciliación, y si no se llega a ella, comienza el proceso, del cual el
acusador privado puede desistirse en cualquier momento.

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1.1.5. El actor civil

En el proceso penal, junto con la acción penal, se ejercita la acción civil, salvo que se
renuncie expresamente a ella (art. 108 LECrim). El actor civil el MF o la acusación particular
cuando ejercitan la acción civil.

Estas partes ejercitan la acción penal para castigar hechos delictivos, y además
también se ejercita la civil, salvo que se denuncie expresamente a ella. Si no hay denuncia, se
ejercitan por defecto las dos. Por tanto, derivada de esta acción, se puede decir que existe
una parte acusadora civil, que sería el MF y la acusación particular cuando ejercitan la acción
civil.

1.2. Partes acusadas

1.2.1. El imputado o sospechoso del hecho ilícito (investigado/encausado)

Contra la cual se dirigen los hechos. Puede ser persona física o jurídica ya que en el
año 2010 se incluyeron las últimas como personas con posibilidad de delinquir.

Se ve en el siguiente epígrafe.

1.2.2. El responsable civil

El responsable civil coincide con el investigado/encausado, que tendrá que hacerse


cargo de la indemnización, reparación o restitución de la cosa (art. 100 LECrim). Si este
responsable civil coincide con el imputado, que es lo normal, hablamos de responsable civil
directo. Cuando los responsables civiles directos no pueden hacerse cargo de esa
responsabilidad civil, hay supuestos en los que aparece el responsable civil subsidiario, que
será el que asuma la responsabilidad civil (caso de entidades aseguradoras, por ejemplo).

2. El imputado: el derecho de defensa y asistencia jurídica

2.1. El imputado

El investigado/encausado es la parte necesaria pasiva, es decir, aquélla contra la que se


formula la acción penal.

La denominación de imputado ha ido variando a lo largo del tiempo, de manera que según
la fase procesal en la que nos encontremos, recibe una denominación u otra: imputado, procesado,
acusado, condenado, reo. Actualmente, la última modificación de la LECrim (2015) persigue
romper esta dinámica de diversas denominaciones para tratar de unificarlas, de cara a aclarar
la situación. La LECrim pasa a llamarlos “investigados” durante la fase de instrucción y, si ya hay
una imputación formal del Juez, ya hablaremos de “encausado” (fase de enjuiciamiento). Cuando
ya pesa una sentencia sobre el investigado se le denominará “condenado”.

La apertura del procedimiento preliminar o instrucción puede decretarse sin que exista

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investigado, la denuncia puede presentarse sin indicación del denunciado. Ello es así porque una
de las funciones del procedimiento preliminar consiste en la averiguación de los autores (art.
299 LECrim).

Si el procedimiento preliminar judicial acaba sin que se haya determinado un posible


autor del delito, el proceso penal no puede continuar y procederá su archivo por sobreseimiento
provisional. La fase de juicio oral sólo podrá abrirse si la parte pasiva está completamente
determinada.

2.1.1. Capacidad y legitimación

1. Personas físicas. El sistema penal y el procesal penal se han construido para que estas
personas aparecieran como investigadas/encausadas y de este modo:
a. Capacidad para ser parte. Desde el punto de vista penal esta capacidad se ha
atribuido a las personas vivas. De esta regla resulta la exclusión de: las cosas y
los animales y las personas fallecidas.
b. Capacidad procesal. La capacidad de actuación procesal no guarda relación con la
plenitud de ejercicio de los derechos civiles y ni siquiera atiende a la capacidad
para delinquir. Desde la perspectiva procesal tienen esta capacidad todos los que
pueden participar conscientemente en el proceso. La falta de capacidad procesal
ha de referirse, pues, a la imposibilidad de hecho de intervenir de modo
consciente en el proceso (enajenación mental, alteración grave de la percepción
de la realidad…).
c. Legitimación. Legitimado pasivamente en el proceso lo está simplemente aquél que
adquiere la condición de investigado/encausado.

2. Las personas jurídicas. La regla tradicional fue que societas delinquere non potest. La
situación, sin embargo, ha cambiado con la LO 5/2010, de reforma del Código Penal;
ahora las personas jurídicas podrán ser imputadas, acusadas y condenadas, si bien no en
todos los delitos.

2.2. El derecho de defensa y asistencia jurídica

También con relación al investigado/encausado rige la regla general de la necesidad de


procurador y abogado, pero aquí la defensa tiene caracteres propios que se derivan de su
constitucionalización.

El derecho de defensa, contrapartida del derecho a ejercitar la acción penal, tiene una
manifestación concreta en el art. 24 CE. Resulta así que la defensa en el proceso penal es un
derecho fundamental.

En el proceso penal la defensa adquiere la condición de requisito necesario que se impone


al propio titular del ius puniendi. El Estado no puede realizar el proceso e imponer penas si no
existe abogado del acusado. De aquí se derivan tres consecuencias:

 Nunca podrá celebrarse un juicio oral sin la presencia del abogado del acusado.
 Si el acusado no nombra abogado habrá de procederse a la designación de oficio.

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 El abogado designado de oficio no podrá excusarse de la defensa alegando que la posición


jurídica del investigado es insostenible.

La LECrim, en su art. 118, consagra el derecho de defensa. Este artículo es la antesala


de un derecho que se desarrolla a lo largo de distintas normas de la LECrim. El art. 118 LECrim
ha sufrido distintas modificaciones recientes (LO 5/2015, de 27 de abril; esta modificación
pretende desarrollar el derecho a la información del investigado/encausado; asimismo, viene
establecida en función de la Directiva 2012/13/UE. LO 13/2015, de 5 de octubre). Con la
redacción actual del artículo, se mejora el catálogo de derechos a los que tiene acceso cualquier
persona que sea detenida o al a que se impute un hecho delictivo.

Interesa destacar de la actual redacción, además del catálogo, la importancia que se le


da a la asistencia letrada, de forma que se prevé que se le designe un abogado de oficio en el
caso de que no designara uno de su propia elección.

Finalmente, se pone especial énfasis en las relaciones entre el investigado/encausado y


su abogado.

3. El Ministerio Fiscal (se remite al punto 1)

4. El Estatuto de la víctima del delito

El estatuto de la víctima del delito se recoge en la Ley 4/2015, de 27 de abril.

La víctima se ha relacionado en este tema con la acusación particular, que es parte


acusadora no necesaria. Si la víctima no se persona, sus intereses estarán protegidos por el
Ministerio Fiscal.

Paralela a la idea de que el proceso debe responder a los intereses de la víctima (y no


solo a los del imputado), aparece la intuición de reforzar legalmente ese papel de la víctima,
surgiendo el Estatuto de la Víctima del Delito.

La Ley 4/2015 regula distintos aspectos que pueden afectar a la víctima del delito.
Nosotros vamos a destacar aquí lo que afecta directamente al proceso penal. En efecto, si la
víctima no se persona como acusación particular, el estatuto le reserva un papel activo en el
proceso.

El art. 1 de la Ley establece su ámbito de aplicación, que se refiere a las víctimas de


delitos cometidos en España o que puedan ser perseguidos en España, con independencia de su
nacionalidad, de si son mayores o menores de edad o de si disfrutan o no de residencia legal. El
espectro, es por tanto, muy amplio.

El art. 2 EVD aclara los conceptos de víctima directa y de víctima indirecta. Serán
víctimas directas toda persona física que haya sufrido un daño o perjuicio sobre su persona o
patrimonio, en especial lesiones físicas o psíquicas, daños emocionales o perjuicios económicos
directamente causados por la comisión de un delito. Víctimas indirectas serán, en los casos de

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muerte o desaparición de una persona que haya sido causada directamente por delito, salvo que
se trate de los responsables: el cónyuge no separado, los hijos, la persona unida a la víctima
directa por una relación de afectividad (y los hijos), progenitores, parientes en línea recta o
colateral dentro del tercer grado que se encontraren bajo su guarda y a las personas sujetas a
su tutela o curatela. En defecto de los anteriores, serán víctimas indirecta los demás parientes
en línea recta y a sus hermanos, con preferencia, entre ellos, del que ostentara la
representación legal de la víctima.

Los derechos de las víctimas aparecen recogidos, someramente, en el art. 3 EVD y son
los siguientes: protección, información, apoyo, asistencia y atención, así como a la participación
activa en el proceso penal y a recibir un trato respetuoso, profesional, individualizado y no
discriminatorio desde su primer contacto con las autoridades o funcionarios, durante la
actuación de los servicios de asistencia y apoyo a las víctimas y de justicia restaurativa, a lo
largo de todo el proceso penal y por un período de tiempo adecuado después de su conclusión,
con independencia de que se conozca o no la identidad del infractor y del resultado del proceso.

Estos derechos se desarrollan en los artículos siguientes del Estatuto de la Víctima del
Delito.

Los derechos básicos de la víctima aparecen en el Título I de la Ley y son los siguientes:
entender y ser entendida, art. 4 EVD, (se facilita a la víctima información sencilla, amplia y
personalizada); información (art. 5 EVD); derecho de asistencia y apoyo (art. 10 EVD)…

Debemos destacar el art 7 EVD, que recoge el derecho de la víctima a recibir información
sobre la causa penal. En atención a esta disposición, la víctima deberá ser informada de las
resoluciones que se dicten a lo largo del proceso penal, desde el Auto que acuerda el inicio de
las actuaciones hasta la Sentencia que pone fin al proceso penal, pasando por aquellas otras que
puedan acordar el sobreseimiento, medidas cautelares… con independencia de que la víctima se
encuentre personada o no como acusación particular. El art. 7.2 EVD recoge el derecho de la
víctima de no ser informada de las resoluciones a las que nos hemos referido.

El Título II del Estatuto de la Víctima del Delito recoge la participación de la víctima en


el proceso penal. Según esta Ley, de conformidad con lo dispuesto en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal (art. 100 LECrim), la víctima del delito tiene derecho a participar activamente en el
proceso (acusación particular) ejerciendo la acción penal (para el castigo del culpable) y la acción
civil (para la restitución, reparación e indemnización) dimanantes del delito.

El art. 12.2 EVD, de conformidad con la Ley de Enjuiciamiento Criminal, establece que la
víctima podrá recurrir la resolución de sobreseimiento sin que sea necesario para ello que se
haya personado anteriormente en el proceso.

El Título III, por su parte, se refiere a la protección de las víctimas. La protección de


las víctimas está enfocada en la Ley 4/2015 desde distintas perspectivas, pensando, además,
que puede haber sido víctima de distintos delitos. Es por esto que el art. 19 EVD habla de
medidas para garantizar la vida de la víctima y de sus familiares.

Por su parte, la LECrim también contempla medidas de protección, pero enfocadas

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únicamente el proceso penal. La Ley 4/2015, conteniendo la protección durante el proceso, la


extiende al ámbito extraprocesal.

Las medidas de protección relacionadas con las actuaciones durante el proceso penal se
sustancian en evitar el contacto entre la víctima y el infractor (art. 20 EVD). En ningún momento
compartirán la misma dependencia. Este contacto se evitará desde el inicio de la fase de
instrucción hasta el final de la fase de enjuiciamiento.

El art. 21 EVD, por su parte, se refiere al aspecto personal de la víctima y establece que
se reciba declaración de las víctimas sin dilaciones injustificadas, que se les tome declaración
el menor número de veces posibles, que puedan estar acompañadas, que los reconocimientos
médicos sobre la víctima sean los mínimos…

Entre la información que se ofrezca a la víctima, estará la de comunicarle la llamada


“justicia restaurativa”, esto es, la posibilidad de obtener una reparación al daño y al perjuicio
sufrido al margen del proceso penal (art. 15 EVD). Será necesario a este efecto la aprobación
de un Reglamento.

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Tema 5: Los actos de iniciación del proceso

1. Denuncia, querella e iniciación de oficio

El proceso penal se divide en dos grandes fases: la investigación o fase de instrucción y


el juicio o fase de enjuiciamiento.

La apertura de la fase de instrucción no puede hacerse arbitrariamente, es por esto


que la Ley reconoce y establece una serie de causas o vías que permiten su apertura: la
iniciación de oficio, el atestado, la denuncia y la querella.

La investigación o fase de instrucción del hecho presuntamente delictivo, sin embargo,


no se iniciará del mismo modo en todos los supuestos, sino que dependerá de la naturaleza del
delito: los delitos públicos pueden ser investigados de oficio, cuando la notitia criminis llegue a
cualquiera de las Autoridades competentes para la investigación; los delitos semipúblicos
requieren para su investigación la previa denuncia del ofendido (una vez producida la denuncia,
la investigación del delito semipúblico se realiza sin ninguna diferencia con respecto al delito
público); finalmente, los delitos privados sólo serán investigados si se interpone querella por la
persona ofendida.

La investigación dará lugar a la apertura de un sumario o de unas diligencias previas.

1.1. La denuncia

La denuncia es una de las formas de iniciar una investigación. El fin será, por tanto,
abrir una investigación para provocar un futuro enjuiciamiento.

1.1.1. Regulación legal

Se encuentra en los art 259 a 269 LECRIM.

1.1.2. Concepto

La denuncia es un acto consistente en una declaración realizada por una persona en


cuya virtud pone en conocimiento del órgano oficial competente la existencia de un hecho que
reviste caracteres de delitos.

En todo caso, hay que tener en cuenta que la denuncia es el modo más usual para
iniciar el enjuiciamiento penal y por sí misma, es capaz de abrir la fase de instrucción.

1.1.3. Caracteres

La denuncia, en primer lugar, es un deber en abstracto del ciudadano de poner en


conocimiento de la entidad competente de un hecho que revista característica de delito. Pero
cuando se trata de delitos semipúblicos (aquellos que necesitan la previa denuncia del
ofendido para que el MF actúe de oficio) más que un deber, la denuncia constituye un derecho
que tiene la parte ofendida por el delito de que se persiga ese hecho delictivo.

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En segundo lugar, la denuncia es una declaración de conocimientos, es decir, que con


ella se transmite una información más o menos completa de la comisión de un hecho delictivo.
Dicha información se completará cuando inicie la investigación.

En tercer lugar, el efecto que provoca la denuncia es la iniciación de una investigación


del hecho denunciado. Pero esa investigación variará dependiendo de si se ha sido transmitido
ante la policía, el juzgado o el MF. En el caso del MF, abrirá unas diligencias de investigación;
en el caso del juzgado de instrucción abrirá unas diligencias judiciales.

Enlazado con lo anterior, hay que tener presente que la denuncia solo puede provocar
esos efectos en el caso de que se trate de un delito perseguible de oficio (público). Para los
delitos privados no vale la denuncia (para avanzar), ya que lo que vale es la querella; y para los
semipublicos, si bien se admite la denuncia, ésta debe venir acompañada de un requerimiento
del ofendido para que el hecho se investigue.

1.1.4. Sujetos de la denuncia

Los sujetos que están involucrados en la denuncia son: el denunciante (activo), el


denunciante (pasivo), y el destinatario (órgano al que se presenta la denuncia).

El sujeto activo, el denunciante, puede ser cualquier persona física, ya sean


nacionales o extranjeros, y las personas jurídicas, pero a través de sus representantes. La
LECRIM establece toda una serie de supuestos en los que aparece el conjunto de personas que
tiene la obligación de denunciar: testigos presenciales del hecho delictivo; personas que por su
cargo, oficio o profesión, conozca la comisión de un hecho delictivo; cualquier persona que por
distintos medios de los anteriores, han tenido conocimiento de la comisión de un hecho
delictivo (testigos indirectos o de referencia).

A pesar de todo, están exonerados del deber de denunciar impúberes y los que no
gocen de su capacidad de razón, parientes cercanos del presunto implicado, abogados y
procuradores , y aquellos que están amparados por el secreto de confesión.

Respecto del sujeto pasivo, es efectivamente la persona contra la que se dirige la


denuncia. La LECRIM no establece nada sobre el denunciado. Cabe añadir que la persona
contra la que se dirige la denuncia no esté determinado o el denunciante no lo conozca. Para la
interposición de la denuncia, por tanto, no hará falta que el denunciado esté perfectamente
identificado. Y esto porque una de las finalidades de la investigación será la identificación del
delincuente.

Respecto del destinatario, los órganos competentes para recibir la denuncia son el
juzgado de instrucción, el ministerio fiscal y la policía judicial.

1.1.5. Forma de la denunciado

El art 265 LECRIM establece que las denuncias podrán hacerse por escrito o de
palabra, personalmente o por mandatario. Por lo cual, la denuncia no está sujeta a forma,

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tendrá la misma validez la denuncia escrita o de palabra, si bien en este último caso, será
necesario plasmarla por escrito en cuanto fuera conveniente. En todo caso, la denuncia surte
el efecto. La denuncia anónima también es susceptible de abrir una investigación a los efectos
de corroborar la existencia de los he chos delictivos, la implantación de las personas a las que
el mismo se atribuye su comisión (STC 31/05/2005).

1.2. La querella

La querella es uno de los medios de iniciar la investigación y el único de iniciarla en caso


de delito privado. Además, de ser el modo de personarse la acusación particular y la acusación
popular. Debe presentarse ante el Juzgado de Instrucción que corresponda.

1.2.1. Regulación legal

La querella se regula de los art 270 a 281 LECRIM.

1.2.2. Concepto

Se trata de un acto procesal dirigido por escrito al órgano jurisdiccional competente


a través de la cual, el querellante (autor de la querella), transmite la notitia criminis al órgano
competente, es decir, una declaración de conocimientos, pero además, con la querella se
solicita que se abra el proceso penal, y que a los efectos oportunos se le considere parte
acusadora.

1.2.3. Caracteres

Los caracteres que extraemos de la definición son los siguientes:

-La querella tiene la naturaleza de acto mixto: de conocimiento y de voluntad. A


través de la querella no solo se informa de la comisión de un hecho delictivo, sino que incluye
una doble declaración de voluntad: por un lado, que se persiga el hecho delictivo, y por otro,
que se le otorgue la condición de parte.

-La querella tiene forma escrita, a diferencia de la denuncia.

-El destinatario de la querella, a diferencia de la denuncia, es un órgano jurisdiccional.

-La querella es, así mismo, un derecho, no un deber. Por tanto, es un derecho que
corresponde al ofendido por el delito, ya sea de un delito público, semipúblico o privado. Por el
contrario, la querella es un deber para el MF, el cual, tan pronto reciba la noticia de un delito
público o semipúblico, tiene el deber de personarse.

1.2.4. Sujetos de la querella

El sujeto activo, el querellante, puede serlo todos los ciudadanos españoles hayan sido
o no ofendidos por el delito; los extranjeros cuando sean ofendidos por el delito; y los
funcionarios del MF.

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Si se trata de delitos públicos, pueden ser querellantes: el MF, ya que éste tiene
encomendada la función de persecución de los delitos; cualquier persona física, haya sido o no
ofendida por el delito, si es la ofendida será acusador particular, y si no lo es, será acusación
popular; los extranjeros que hayan sido afectados por el delito; y las personas jurídicas,
siempre que sean ofendidas por el delito.

Si se trata de delitos semipúblicos, pueden ser querellantes: cualquier persona que


haya sido afectada por el delito, sea nacional o extranjero y el Ministerio Fiscal.

Si se trata de delitos privados, exclusivamente se puede querellar el afectado por el


delito (acusador privado).

El sujeto pasivo, el querellado, es la persona contra la que se dirige la querella. La


LECRIM no la menciona, pero es interesante añadir que el querellado no tiene porqué ser
identificado, vale con que se le comunique al órgano competente algún elemento (ej: apodo). La
investigación que es susceptible de abrir la querella, entre sus finalidades, está la de
determinar al presunto responsable de los hechos delictivos, puesto que si se ignora cualquier
circunstancia del querellado no se debe poner.

El destinatario de la querella, por último, será el órgano jurisdiccional que resulte


competente aplicando las reglas de la competencia objetiva y territorial.

1.2.5. Forma de la querella

Se recoge en el art 277 LECRIM. Se realiza siempre por escrito. Deberá contener los
datos identificativos del querellante y los conocidos del querellado; una relación de los hechos
y las diligencias a practicar para su comprobación.

En ciertos casos, y como presupuestos de procedibilidad o admisibilidad, se exige


aportar determinados documentos.

También como requisito de procedibilidad y, con carácter general, se exige del


querellante la prestación de fianza en cuantía suficiente, a criterio judicial, para responder de
los resultados del proceso. Hay excepciones, eximiendo de este requisito al propio ofendido,
sus herederos o representados o, en caso de homicidio o asesinato, el cónyuge del difunto o
persona vinculada a él por una análoga relación de afectividad, los ascendientes y
descendientes y sus parientes colaterales hasta el segundo grado inclusive, los herederos de
la víctima y los padres, madres e hijos del delincuente; las asociaciones de víctimas y las
personas jurídicas a las que la ley reconoce legitimación para defender los derechos de las
víctimas siempre que el ejercicio de la acción penal hubiera sido expresamente autorizado por
la propia víctima. Asimismo, se exime a los extranjeros si así se hubiese establecido por
tratados internacionales.

1.3. Iniciación de oficio

Junto a la noticia que el instructor puede obtener por mediación de terceros, cabe que

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adquiera por sí conocimiento de hechos que pudieran ser constitutivos de conducta punible.

Tratándose de delitos públicos, su persecución será posible de oficio y, por tanto, para
iniciar su investigación bastará con que la Policía Judicial (art. 282 LECrim), el Ministerio
Fiscal (art. 105 LECrim) o el Juzgado de Instrucción (art. 308 LECrim) comiencen una
investigación cuando tengan conocimiento de la llamada notitia criminis.

El art. 282 LECrim establece la obligación de la policía judicial de averiguar los delitos
públicos que se cometen en su territorio y practicar las diligencias necesarias para
comprobarlos y descubrir a los delincuentes.

El art. 105 LECrim, referente al Ministerio Fiscal, se expresa análogamente


refiriéndose a los funcionarios del Ministerio Público.

Finalmente, el art. 308 LECrim establece que inmediatamente que los Jueces de
instrucción tuvieren noticia de la perpetración de un delito, el Secretario judicial lo pondrá en
conocimiento del Fiscal de la respectiva Audiencia, y dará, además, parte al Presidente de
ésta de la formación del sumario, en relación sucinta, suficientemente expresiva del hecho, de
sus circunstancias y de su autor, dentro de los dos días siguientes al en que hubieren
principiado a instruirle.

La notitia criminis puede ser conocida por estas Autoridades motu proprio, a través de
denuncia de particular o de atestado de la policía.

La iniciación de oficio, de manera autónoma, significa que las autoridades competentes


para la investigación tienen conocimiento de un hecho delictivo y, consiguientemente, el deber
legal de abrir la investigación. Esta iniciación de oficio es la que provoca que el proceso penal
se inspire en el principio de oficialidad. Además, es el modo de abrir la investigación de los
delitos públicos.

La iniciación de oficio más común en la práctica es la que realiza la Policía Judicial, que
es la que tiene encargada diversas funciones relacionadas con la seguridad ciudadana,
asistenciales, policía administrativa y de policía judicial, entre otras.

2. El atestado

El atestado es todo el conjunto de diligencias practicadas por la policía, por sí o de


orden del Instructor o el Fiscal, relativas a la averiguación de los hechos aparentemente
delictivos. La forma del atestado es escrito, aunque si no fuera posible hacerlo de esta
manera, la Ley permite hacerlo verbalmente, si bien tan pronto como se ponga en conocimiento
de la Autoridad Judicial o Fiscal, pasará a constar por escrito.

El atestado se pondrá en conocimiento del Juez de Instrucción, que a partir de ese


momento será el responsable de la investigación.

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En otras ocasiones, el atestado refleja una labor realizada en virtud de una


investigación ordenada por el Ministerio Fiscal o por el Juzgado de Instrucción. En todo caso,
llega un momento en que la investigación se judicializa, dando lugar a la apertura de un sumario
o de unas diligencias previas.

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Tema 6: La investigación del hecho presuntamente delictivo

1. La instrucción

La notitia criminis es el acto de iniciación del proceso penal, y puede llegar al órgano
judicial desde distintos caminos como denuncias, querellas, de oficio, etc. En cuanto se tienen
noticias de la presunta comisión de un delito de carácter público se incoan diligencias para su
conocimiento e investigación con vistas, posteriormente, a su enjuiciamiento, y en su caso, a la
absolución o condena.

Si la persecución del delito estuviera condicionada a un requisito previo, por ejemplo


la denuncia de la parte ofendida o la querella en los delitos privados, habrá que esperar a que
se produzca este requisito previo. De este modo, en el proceso penal la instrucción se
presenta como la etapa previa al juicio oral. La razón de ser estriba en que, una vez
presuntamente cometido un hecho punible, hay que proceder a su investigación antes de
acusar formalmente a una o varias personas, y de proceder al enjuiciamiento de las mismas.

Por medio de la practica de diligencias de investigación hay que aportar los hechos al
proceso e identificar a los presuntos responsables. Con ello se persigue obtener del tribunal la
apertura del juicio oral, que permitirá a las partes preparar sus correspondientes escritos
acusatorios y exculpatorios.

Más adelante, en la etapa del juicio oral, con la práctica de las pruebas, se intentará
convencer al tribunal sobre los citados hechos, el cual se pronunciará definitivamente en
sentido condenatorio o absolutorio.

La instrucción comienza con el auto de incoacción del proceso, y termina con el auto
de conclusión. Durante su curso, puede sobreseerse la causa en cualquier momento así como
pueden adoptarse medidas cautelares, tanto sobre el imputado como sobre su patrimonio. La
posición del investigado se habrá ido adquiriendo pudiendo terminar por auto de
sobreseimiento o por el contrario, con la apertura del juicio oral.

Se trata, por tanto, de una etapa de investigación preparatoria del juicio oral, en la
que se pretende averiguar todas las circunstancias y elementos pertenecientes al hecho
punible. Si no se partiera de la presunta comisión de un hecho punible, no habría instrucción.
La instrucción no existe de por sí, es decir, de forma autónoma; sino que existe en cuanto se
encamina a averiguar un presunto ilícito cometido.

En España, en el proceso penal de adultos, la instrucción penal se encomienda a un


órgano ad hoc. Es un juzgado distinto del encargado del enjuiciamiento. En este sentido, el
enjuiciamiento y fallo de los delitos castigados con pena privativa de libertad no superior a 5
años, o pena de multa cualquier que sea su cuantía o cualesquiera otras penas de distinta
naturaleza siempre que no excedan de 10 años, corresponde al Juzgado de lo Penal.

A partir de dichos límites, el enjuiciamiento se atribuye a la Audiencia Provincial, y


los puestos son trasladables a los Juzgados centrales de instrucción y los Juzgados Centrales
de lo penal respectivamente, así como a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

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En los delitos atribuidos al Tribunal del Jurado, la instrucción también compete al


juzgado de instrucción. En materia de violencia sobre la mujer, las causas serán instruidas por
el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Por otro lado, para las personas aforadas, conocerá de
la instrucción y enjuiciamiento la Sala de lo Penal del TS. En este caso, se designará de entre
los miembros de la Sala, conforme a un turno preestablecido, un instructor que no formará
parte de la sala para el enjuiciamiento. Finalmente, en la justicia penal de menores, la
instrucción está atribuida al fiscal, correspondiendo al juez de menores el enjuiciamiento y
fallo.

2. Formas procesales de investigación: el sumario, las diligencias previas


y las diligencias urgentes

En nuestra LECRIM, el conjunto de diligencias practicadas durante la etapa de


instrucción de un proceso penal, adquiere distinta denominación en atención al proceso de que
se trate. De este modo, se denomina sumario en el proceso penal ordinario por delitos más
graves; se denominación de diligencias previas se da en el procedimiento abreviado; y las
diligencias urgentes en los juicios rápidos.

En la práctica judicial se suele comenzar instruyendo como diligencias previas,


transformando después el procedimiento si fuera necesario.

Según el texto procesal criminal, constituyen el sumario las actuaciones encaminadas


a preparar el juicio y practicadas para averiguar y hacer constar la perpetración de los delitos
con todas las circunstancias que puedan influir en su calificación, así como la culpabilidad de
los delincuentes asegurando su persona, y las responsabilidades pecuniarias de los mismos.

Cada delito será objeto de un sumario con la salvedad de los delitos conexos, que se
acumularán en un solo proceso. El juez instructor llevará a cabo la instrucción bajo la
inspección directa del fiscal, y ante el letrado de la Administración de Justicia. El juez
instructor practicará las diligencias propuestas por cualquier de las partes, si las considera
útiles, incluidas las diligencias propuestas y presentadas con la querella, siempre y cuando
éstas se hubieran admitido a trámite. Las diligencias pedidas y denegadas en la fase de
instrucción, podrán ser propuestas de nuevo en el juicio oral. Así mismo, también procede
presentar diligencias de oficio.

Según la LECRIM, el sumario deberá terminar en el plazo de 1 mes. En la redacción de


la LECRIM se prevé un periodo ordinario de 6 meses en casos sencillos, y un periodo de 18
meses en situaciones complejas, con una prórroga hasta los 36 meses.

Todos los días del año y todas las horas serán hábiles para la instrucción de las causas
criminales sin necesidad de una habilitación especial. No se harán tachaduras ni enmiendas ni
enrenglonaduras, y al final de cada actuación escrita, en su caso, se consignarán las
equivocaciones cometidas.

Los plazos procesales se computan con arreglo a lo dispuesto en el CC.

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En los plazos procesales que sean señalados por días, quedarán excluidos los inhábiles.
Si el último día de plazo fuera un día inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil
siguiente.

En todo tipo de procedimientos se respetarán las reglas de buena fe, no surtirán


efecto las pruebas obtenidas directa o indirectamente violando los derechos o libertades
fundamentales. Cuando se trate de un delito in fraganti o los que no dejan señales
permanentes de su perpetración, o en que fuere de temer fundadamente la ocultación o fuga
del presunto culpable, el particular que intente querellarse por dicho delito podrá acudir al
juez de instrucción o de guardia más próximo o a cualquier funcionario de policía, con el fin de
que se practiquen las primeras diligencias necesarias para hacer constar la verdad de los
hechos y para detener al delincuente.

El contenido del sumario se estructura en distintas piezas y cada una de ellas, es una
parte de los autos con entidad propia. La LECRIM menciona cuatro posibles piezas:

1. Pieza principal: esta contiene la mayor parte de las diligencias practicadas.

2. Pieza de situación personal: esta contiene todo lo relativo a las medidas cautelares
personales acordadas sobre los imputados.

3. Pieza de responsabilidad civil: esta incluye las actuaciones relativas a las medidas
cautelares patrimoniales (fianza, embargos, etc).

4. Pieza de responsabilidad civil de terceros responsables.

En general, las diligencias de la instrucción serán secretas, esto quiere decir que el
secreto afecta a la generalidad de los ciudadanos, hasta que se celebre el juicio oral. En este
sentido, se castiga al juez o miembro del tribunal, al fiscal, a los antiguos secretarios
generales que ahora son letrados de la Administración de Justicia, al abogado, al procurador,
al funcionario judicial o a cualquier otro particular que intervenga en el proceso que revele
actuaciones procesales.

Sin embargo, este secreto lógicamente, no afecta a las partes personadas, quienes
podrán tomar conocimiento de las actuaciones, e intervenir en todas las diligencias del
procedimiento. No obstante, también es posible acordar el secreto de las actuaciones de las
partes. El juez de instrucción podrá, de oficio o a instancia de cualquiera de las partes,
declarar secreta la instrucción. Esto se llevará a cabo mediante auto y podrá ser total o
parcialmente secreto para todas las partes excepto para el MF, el cual siempre tendrá esa
información.

La duración de la declaración del secreto no podrá ser superior a 1 mes, y


necesariamente habrá de alzarse con diez días de antelación a la conclusión de la instrucción.
Sin embargo, está prevista legalmente por un plazo de hasta 3 meses prorrogable por iguales
periodos, la observación de las comunicaciones postales, telegráficas o telefónicas.

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2.1. Diligencias del MF

El fiscal puede recibir denuncias reaccionando a las mismas de la siguiente forma:

-Puede enviarla directamente a la autoridad judicial.


-Puede a sí mismo decretar su archivo.
-Ordenar diligencias para el esclarecimiento de los hechos denunciados.

El fiscal puede ordenar aquellas diligencias para las que esté legitimado que no podrán
se medidas cautelares o limitativas de derecho. Todas las diligencias que el fiscal practique, o
bien aquellas que se lleven a cabo bajo su dirección, gozarán de presunción de autenticidad.
Además, la práctica de dichas diligencias, estará inspirada por los principios de contradicción,
proporcionalidad y defensa.

La duración de estas diligencias del MF, habrá de ser proporcionada a la naturaleza


del hecho investigado, sin que pueda exceder de 6 meses, salvo prórroga, y en materia de
criminalidad organizada, tendrá una duración de 12 meses, también con posibilidad de
prórroga.

Transcurrido el plazo, si la investigación hubiese evidenciado hechos de significación


penal, el fiscal procederá a su judicialización, formulando denuncia o querella.

Por lo que se refiere al procedimiento abreviado, la LECRIM establece que cuando el


fiscal tenga noticia de un hecho aparentemente delictivo, investigará él mismo u ordenará a la
policía judicial que practique diligencias para la comprobación del hecho o de la
responsabilidad de los participantes en el mismo.

Cuando el hecho no revista caracteres de delito, el fiscal decretará el archivo de las


actuaciones y así mismo, lo comunicará a quien alegue ser ofendido o perjudicado. En caso
contrario, cuando el hecho que se persiga sí reviste las características de delito, instará del
juzgado de instrucción la coacción del procedimiento, con remisión del actuado poniendo a
disposición del juzgado de instrucción al detenido y los efectos del delito.

La actuación del fiscal procede tanto en los delitos públicos como en los semipúblicos,
pero en estos últimos tras la previa denuncia del ofendido, de los que se ha tenido noticia a
instancia de parte o por medio de atestado policial.

Especial importancia adquiere la prescripción legal de que el fiscal cesará en sus


diligencias tan pronto como tenga conocimiento de la existencia de un procedimiento judicial
sobre los mismos hechos, es decir, la instrucción del proceso penal se mantiene en la
autoridad judicial, permitiéndose solo al fiscal la práctica de unas diligencias de investigación
con el requisito de que no exista ya iniciada una instrucción por parte del juez.

2.2. Policía judicial

Por el carácter técnico especializado de sus miembros, su colaboración con la


Administración de justicia resulta fundamental para la investigación del delito y la

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identificación del presunto autor del mismo, no pudiendo ser sustituidos en su labor por el
personal perteneciente a otros organismos privados (ej: guardias jurados).

Son Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los dependientes del Gobierno de la Nación de


las CCAA y de las Corporaciones Locales.

Entre sus funciones, la policía judicial, tiene por objeto investigar los delitos,
practicar las diligencias necesarias para comprobarlos, descubrir a los delincuentes y recoger
todos los efectos, instrumentos o pruebas del delito poniéndolos a disposición de la autoridad
judicial. Así como elaborar los informes técnicos y judiciales que sean procedentes o
pertinentes.

También realizarán diligencias de prevención, practicarán sin dilación las diligencias


encomendadas por el MF y por el juez instructor para la comprobación del delito y
averiguación de los delincuentes.

Extenderán, en papel sellado o en papel común, un atestado de las diligencias que


practiquen, especificando con la mayor exactitud los hechos averiguados, insertando las
declaraciones e informes recibidas y anotando todas las circunstancias que pudiesen ser
prueba o indicios del delito.

Con el atestado, se remitirá un informe de las detenciones anteriores y de las


posibles requisitorias para su llamamiento y busca. El atestado, que tendrá valor de denuncia,
será firmado por el que lo haya extendido siendo sellado y rubricado en todas sus páginas.

Lógicamente, los funcionarios de policía, observarán estrictamente las formalidades


legales en las diligencias que se practiquen. Así, por lo que respecta a la detención, conforme
prescribe la CE no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la realización de
las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos y, en todo caso, en el plazo
máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de la autoridad
judicial.

3. Las actuaciones de investigación

3.1. Inspección ocular

Se trata de una diligencia realizada por el juez de instrucción o el que haga sus veces
por la que, habiendo tenido conocimiento de la notitia criminis, procede a la inspección ocular y
a la descripción de todo aquello que pueda tener relación con la existencia y naturaleza del
hecho delictivo, ordenando, si es posible, se recojan y conserven los vestigios o pruebas
materiales de la perpetración del mismo, con vista al acto del juicio oral.

Nada prohíbe que se lleve a cabo de inmediato, o más tarde conforme avanza el curso
de la investigación. Lógicamente, tampoco se excluye su práctica ante situaciones dudosas en
cuanto a la muerte de una persona, en las que todavía no consta oficialmente la presunta
comisión de un hecho delictivo. Así mismo, aunque la ley habla de “inspección ocular”, el

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instructor hará uso de todos sus sentidos.

Además del juez de instrucción y del Letrado de la Administración de Justicia,


podrán asistir el Fiscal, el investigado (tendrá que concurrir con su abogado) y las personas
que se hallaren presentes en dicho lugar. Previamente, el letrado de la AJ, con la suficiente
anticipación, habrá puesto en conocimiento del investigado el acuerdo judicial relativo a la
práctica de la diligencia. La falta de comparecencia del investigado o de su abogado, hay que
añadir que, no interrumpirá la misma. Ambos podrán hacer en el acto las observaciones que
estimen pertinentes, las cuales se consignarán por diligencias si no fueran aceptadas.

Se hará consignar en los autos la descripción del lugar del delito, el sitio o estado en
que se hallen los objetos que en él se encuentren, los accidentes del terreno o la situación de
las habitaciones, y los demás detalles que puedan utilizarse tanto para la acusación como para
la defensa.

Si hubieran huellas o vestigios cuyo análisis biológico pudieran contribuir al


esclarecimiento del hecho investigado, se adoptarán las medidas necesarias para que la
recogida, custodia y examen de las muestras, se realicen en condiciones que garanticen su
autenticidad. Cuando fuera conveniente, bien para mayor claridad o comprobación de los
hechos, se levantará el plano del lugar suficientemente detallado o se hará el retrato de las
personas que hubieran sido objeto del delito, o se llevarán a cabo las copias o diseños de los
efectos o instrumentos hallados.

Si se tratase de un robo o cualquier otro delito cometido con fractura, escalamiento


o violencia, el instructor describirá los vestigios existentes y consultará el parecer de peritos
sobre la manera, instrumentos, medios o tiempo de la comisión del delito. En relación con esto,
el instructor podrá ordenar que durante la presente diligencia, no se ausenten las personas
que se encontrasen en el lugar del delito, y que comparezcan de inmediato, además, las que se
encontraran en cualquier otro sitio próximo, tomándoles a todas estas personas, por separado,
la oportuna declaración.

Si no hubiesen quedado huellas o vestigios del delito, el instructor averiguará y hará


constar si la desaparición de las pruebas materiales ha ocurrido de forma natural, o de forma
intencionada. Así mismo, también averiguará y hará constar las causas de la misma o los
medios empleados para ello.

Si el delito fuese de los que no quedan huellas de su perpetración, el juez de


instrucción procurará hacer constar por declaraciones de testigos y por los medios de
comprobación, la ejecución del delito.

Todas estas diligencias, se extenderán por escrito en el acto mismo de la inspección


ocular, siendo firmadas por el juez instructor, el fiscal, el letrado de la AJ, y las partes
presentes.

3.2. Cuerpo del delito

El juez de instrucción ordenará recoger las armas, instrumentos o efectos que puedan

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relacionarse con el delito y se encuentren en el lugar de su comisión, en sus inmediaciones, en


poder del reo, o en cualquier otro sitio.

El letrado de la Administración de Justcia, extenderá detalladas diligencias de todo


ello, y así mismo, si fuera viva la persona o prueba del delito, se describirá detalladamente su
estado o circunstancias. Si fuera necesario practicar un reconocimiento pericial para apreciar
mejor la relación con el delito de los lugares, armas, instrumentos, etc, así se acordará,
pudiendo asistir a esta diligencia el investigado y su abogado.

Los instrumentos, armas y efectos relacionados con el delito, se recogerán


garantizando su integridad. El juez ordenará su retención y el envío al organismo adecuado de
depósito.

En el caso de que se tratare de muerte violenta o sospechosa de criminalidad, antes


del enterramiento, se identificará el cadáver por medio de testigos; si no hubiere testigos de
conocimiento, el cadáver será expuesto al público en el depósito oficial antes de la práctica de
la autopsia. Si a pesar de ello no fuese reconocido el cadáver, el juez ordenará que se recojan
los efectos personales, con objeto de que en su caso, pudieran servir para la identificación.

La ley de registro civil, exige que el enterramiento no se produzca hasta que


transcurran al menos 24 horas desde el momento del fallecimiento. Si hubiere indicios de
muerte violenta, la licencia de entierro se suspenderá a criterio de la autoridad judicial
correspondiente.

El Reglamento del Registro Civil establece que el facultativo que haya asistido al
difunto en su última enfermedad o bien cualquier otro facultativo que reconozca el cadáver,
enviará inmediatamente al registro un parte de defunción, en el que además de los datos del
médico que lo suscribe, hará constar que existen señales inequívocas de muerte, su causa,
fecha, hora, lugar del fallecimiento y la identidad del fallecido.

Lógicamente, si estos facultativos apreciasen indicios de muerte violenta, lo


comunicarán de la forma más urgente posible.

3.3. Identificación del investigado

Lógicamente, si se imputa a una persona la presunta comisión de una infracción penal,


aquella persona debe ser reconocida en presencia judicial, a fin de que no exista duda sobre
esta persona. Dicha diligencia se lleva a cabo poniendo a la vista del juez a quien haya ser
reconocido pero en unión de otras personas de similares características.

Aunque la LECRIM se refiere a la identificación física general de cada persona,


también puede realizarse sobre una parte específica del cuerpo, en la que a su vez podrá
apreciarse un aspecto concreto (ej: cicatriz, tatuaje).

Además, las similitudes no solo han de ser físicas, sino también en lo relativo a sus
circunstancias exteriores, por ejemplo la vestimenta del sujeto, si utilizaba muletas, etc. En
determinados supuestos se presenta dificultad a la hora de encontrar personas de semejantes

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características, en cuyos casos se recurre al maquillaje, al disfraz, etc. En la práctica suele


acudirse a la colaboración de agentes de la policía.

A esta diligencia también se le denomina comúnmente como “rueda de


reconocimiento”, por la posibilidad de que las personas sometidas a la identificación tengan
que caminar en círculos.

Una vez presentado el sospechoso en compañía de otras personas, el que deba


practicar el reconocimiento, desde un lugar en el que no pudiera ser visto, manifestará, si se
encuentra en la presente rueda de reconocimiento, quién hubiere sido referido en sus
declaraciones. En caso afirmativo, la designación es conveniente que sea clara y de forma
indubitada. Si fueran varios los que tienen que reconocer a una persona, la diligencia se
practicará por separado para que no pueda condicionar en la opinión de uno. Si hubieran varios
sospechosos por reconocer, nadie impide que se pueda aprovechar un solo acto para llevar a
cabo la diligencia.

El que detenga a un presunto delincuente, deberá tomar las precauciones para que
éste no haga, en su persona o ropa, alguna alteración que pudiera dificultar su reconocimiento
más tarde.

Existen determinadas circunstancias que pueden servir para precisar la identidad del
presunto delincuente:

En primer lugar, para determinar la edad, se traerá a las actuaciones la certificación


de su inscripción en el registro civil, y en su defecto su partida de bautismo. También pueden
resultar válidos el pasaporte y el DNI. No obstante, la investigación no se detendrá mientra
se obtiene el documento que acredite la edad del investigado, pudiéndose suplir este
documento por informe del médico forense. Si no ofreciese duda la edad del investigado para
considerarlo suficientemente con responsabilidad penal, podrá prescindirse de la justificación
de la edad.

En las sucesivas actuaciones del proceso, a falta de conocer la identidad exacta del
imputado, éste será designado con el nombre con el que fuere conocido o con el que él mismo
dijera tener. En el procedimiento abreviado, si no ofrece duda la identidad del investigado, y
conocidamente tuviera la edad de 18 años, se prescindirá de traer a la causa el certificado de
nacimiento. En el resto de los casos habrá que unir dicho certificado así como la ficha
dactiloscopia.

La segunda de las circunstancias para conocer la identidad del investigado son los
informes, en cuyo sentido, el juez podrá solicitar informes sobre el mismo investigado a la
alcaldía o a la policía de los pueblos donde hubiere residido. El juez podrá percibir a todas
aquellas personas que tuvieran conocimiento del investigado.

En el procedimiento abreviado, en lugar de que el juez considere convenientes estos


informes, se prescribe que únicamente se pedirán y recibirán cuando se consideren
imprescindibles.

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En tercer lugar, otra circunstancias son los antecedentes penales, en cuyo sentido
cabe apuntar que la LECRIM establece que éstos se aportarán a la causa.

En cuarto lugar, se da el estado mental del investigado, en cuyo sentido, si el juez


instructor advirtiese en el investigado indicios de enajenación mental, ordenará que sea
sometido de inmediato a observación del médico forense, quien emitirá el informe
correspondiente. Puede darse el caso de que la demencia del investigado hubiere sobrevenido
antes o después de la comisión del delito

3.4. Declaración del investigado

Una vez identificado el presunto autor de un delito, resulta razonable proceder a su


toma de declaración, a fin de que tras el impertinente interrogatorio y manifestación al
respecto delo que el investigado desee, el instructor se forme una mejor idea del asunto
investigado.

A continuación se ordenará la práctica de más diligencias pero constituyendo la


declaración del investigado lo prioritario, puesto que en cierta manera, esta declaración
determinará el posterior curso del proceso. El juez de oficio o instancia de parte, hará que el
investigado preste cuantas declaraciones considere convenientes para la averiguación de los
hechos. Si aquél estuviese detenido, se le recibirá la primera declaración dentro del plazo de
24 horas, el cual podrá prorrogarse por otras 48 horas siempre y cuando mediare causa grave.

El nombre que recibe esta primera declaración es “indagatoria”.

La confesión del investigado, no dispensará al juez instructor de practicar todas las


diligencias necesarias a fin de adquirir el convencimiento de la verdad y de la existencia del
delito. Por ello el juez lo interrogará para que explique las circunstancias del delito y cuanto
pueda contribuir a comprobar su confesión, si fue autor o cómplice, o si conoce a algunas
personas que fueren testigos o tuvieren conocimiento del hecho.

La confesión de un delito por parte de una o varias personas no significa que ya quede
aclarado el presunto delito investigado, o de que este se haya cometido en realidad. En tal
sentido, además, ha de exigirse la concurrencia de otras pruebas o al menos de unos indicios
coincidentes con la citada confesión. Admitir lo contrario significaría que se podría condenar a
una persona inocente que actuara impulsada por diversas motivaciones (ej: dinero, traicionar a
un tercero).

En la realidad del foro, comienza preguntando el Juez Instructor, quién,


posteriormente, cede la palabra al Ministerio Fiscal y a cada uno de los letrados, para que a su
vez plantee las preguntas que le resulten conveniente. El ambiente suele estar provisto de
excesiva formalidad, y nada impide que tanto por parte del Juez, como de las partes, se
intervenga por segunda vez o se soliciten al declarante aclaraciones sobre el sentido de
algunas de sus respuestas. De todo ello, se extiende un acta. Asimismo, las respuestas serán,

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principalmente, orales. Aunque el Juez Instructor, teniendo en cuenta las circunstancias del
declarante y la naturaleza del delito, podrá autorizar que siempre en su presencia redacte una
contestación escrita sobre los puntos difíciles de explicar o bien pueda consultar apuntes o
notas.

Se consignarán por escrito, íntegramente, las preguntas y las contestaciones en el acta


que habrá de extenderse. Cuando el investigado rehúse contestar o se finja loco, sordo o
mudo, el Juez Instructor le advertirá, no obstante su silencio, continuará la instrucción del
proceso. Si no supiera el idioma español o cualquier otra lengua cooficial de las CCAA, o fuera
sordomudo realmente, se nombrará un intérprete. El Juez debido a la excesiva duración del
interrogatorio, así como la intensidad de éste, que incluso en determinados casos puede
producir en el declarante la pérdida de serenidad de juicio, podrá acordar, bien de oficio o a
instancia de parte, la suspensión del examen, concediendo el tiempo necesario para que el
investigado pueda descansar y recuperar la calma.

El letrado de la Administración de Justicia, hará constar el tiempo invertido en el


interrogatorio. La Ley contempla la posibilidad de que por disposición del Juez de Instrucción,
ni el acusador privado, ni el particular, ni el popular, ni el actor civil, puedan estar presentes
durante el interrogatorio. Por lo que la declaración del investigado se realizará, en este caso,
ante el Tribunal, el Ministerio Fiscal y el Letrado de la Defensa.

La diligencia se firmará por todos aquellas que hubieran intervenido, siendo autorizado
por el Letrado de la Administración de Justicia.

A quién se tome declaración como presunto autor de un delito, no se le podrá exigir


juramento de decir verdad pues no se le interroga como testigo. En la primera declaración, se
le pregunta su nombre, apellidos, apodo si lo tuviese, edad, naturaleza, vencidad, estado,
profesión, oficio, si tiene o no hijos, si ha sido investigado con anterioridad y, de ser así, ante
que órgano judicial, por qué delito, cuál fue la pena impuesta...

Si en declaraciones posteriores, el investigado incurriese en contradicción con las


primeras declaraciones o se retractase de ellas, será interrogado sobre las causas de sus
contradicciones y de su retractación.

Nuestra Constitución reconoce el derecho de todas las personas a no declarar contra sí


mismas y a no confesarse culpables. El investigado ni siquiera puede ser obligado a declarar,
pudiendo ser incluso constitutivo de delito la infracción de dichos derechos.

Al contrario que el testigo, la negativa del investigado a declarar no conlleva sanción


alguna, por lo que el investigado tendrá derecho a callar y asimismo puede contestar a las
preguntas del Juez Instructor, o a una o varias de las partes, así como sólo algunas de las
planteadas, es decir, puede escoger a qué contestar y a qué no. Si opta por declarar, tampoco
será sancionado por el contenido de su declaración. De ahí se desprende la afirmación de que
nuestro sistema procesal penal el investigado tiene derecho a mentir. Sin duda esta expresión
sorprende por su dureza, pero lo que en síntesis se quiere destacar es el hecho de que el
investigado no será sancionado si durante su declaración incurre en patentes contradicciones
y es descubierta la falsedad de su coartada.

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Al imputado se le mostrará todos los objetos que constituyen el cuerpo del delito, o los
que el Juez considere conveniente al objeto de que los pueda reconocer.

En general, será interrogado sobre cualquier circunstancia que conduzca al


esclarecimiento de la verdad. Asimismo, el Juez podrá ordenar, sin emplear ningún medio de
coacción, que el investigado escriba en su presencia determinadas palabras cuando considere
útil esta medida para desvanecer las dudas que surjan sobre la autenticidad de un escrito que
se le atribuye.

3.5. Declaraciones testificales

Según la LECrim, todos los que residan en territorio español, ya sean nacionales o
extranjeros, que no estén impedidos y sean citados en forma legal, tienen obligación de
concurrir al llamamiento judicial para declarar cuanto supieren sobre lo que les fuere
preguntado. Se trata, por tanto, de un tercero que ha de declarar sobre lo que se le pregunte.
En este sentido, lógicamente, se presume que este sujeto carece de interés en el asunto y que
su testimonio se limita a referir únicamente lo que conoce o recuerda.

El Juez Instructor hará concurrir a su presencia y examinará a los testigos citados en


la denuncia o querella admitida o en cualesquiera otras declaraciones o diligencias, y a todos
los que supieren hechos o circunstancias o poseyeren datos convenientes para la comprobación
o averiguación del delito y del delincuente.

En este sentido, no están obligadas a concurrir ni declarar las siguientes personas: el


Rey, la Reina, sus respectivos Consortes, el Príncipe heredero, los Regentes del Reino, ni los
agentes diplomáticos acreditados en España.

Asimismo, hay una serie de personas que están exentas de concurrir al llamamiento del
Juez, pero, sin embargo, tienen la obligación de declarar. En este sentido, esa declaración la
pueden llevar a cabo por escrito. Estos son: los demás miembros de la Familia Real, y aquellas
personas que pueden informar por escrito sobre hechos de los que tengan conocimiento por
razón de su cargo. Estos son básicamente los aforados y los miembros de las oficinas
consulares.

Existen otros supuestos de personas que, en atención a sus circunstancias personales o


profesionales, no tienen la obligación legal de declarar. En este sentido, hay que citar, en
primer lugar, a los parientes del investigado en línea recta ascendiente y descendiente, su
cónyuge o persona unida, asimismo, sus hermanos consanguíneos y los colaterales
consanguíneos hasta el segundo grado. En estos casos el Juez advertirá al testigo que no tiene
obligación de declarar en contra del investigado, pero que pueden realizar las manifestaciones
que consideren oportunas. En segundo lugar, sería el abogado respecto de los hechos que el
investigado le hubiere confiado en calidad de defensor, y asimismo, el procurador.

Tampoco tiene el deber de declarar la Eclesiástica …. Otros sujetos que también se


encuentran en esta casuistita son los funcionarios civiles o militares cuando no pudiesen
declarar sin violar el secreto, que por razón de sus cargos, estuviesen obligados a guardar o
cuando en virtud de obediencia debida, no fueren autorizados por su superior jerárquico para

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declarar. También estarían dispensados de declarar los incapacitados físicos o mentales.

Por otro lado, hay que tener en cuenta también las obligaciones que tienen los
testigos, que concretamente son tres: comparecer, declarar y aclarar.

-Comparecer. En este sentido, si el testigo estuviere físicamente impedido de acudir


al llamamiento judicial, el juez instructor que hubiere de recibirle declaración, se constituirá
en su domicilio, siempre lógicamente que no se pusiere con ello en peligro la vida del enfermo.
Si este testigo no estuviese impedido físicamente y no concurriere al primer llamamiento
judicial, incurrirá en multa de 200 a 5000 euros que le podrá ser impuesta en el acto. Si
persistiere en esta actitud, será conducido a presencia del juez por los agentes de la
autoridad y perseguido por el delito de obstrucción a la justicia.

-Declarar. Si el testigo se resistiese a declarar todo aquello que supiese sobre los
hechos de los que fuere preguntado, incurrirá también en la misma multa y, si persiste en su
actitud, podrá ser perseguido por el delito de desobediencia grave a la autoridad.

-Aclarar. Tiene obligación de decir verdad, respondiendo a cuantas solicitudes de


aclaración se le hiciera. En caso de urgencia, el juez podrá constituirse en el domicilio de un
testigo o en el lugar en el que se encuentre para recibirle declaración. En cuanto a la práctica
de la declaración de los testigos, se comienza preguntándole al testigo si jura o promete decir
la verdad con libertad de optar por una u otra modalidad.

Como regla general, el interrogatorio se realizará de seguido de modo que no se


suspenda ni interrumpa hasta que haya terminado por completo. De esta forma, se trata de
evitar que el testigo prepare lo que le reste en su declaración o que se ponga en contacto con
otras personas. No obstante, si por la excesiva duración del mismo o por razones de salud o
cansancio del testigo se acordare un descanso prolongado, se recogerá en diligencia tal
circunstancia con mención expresa de su reanudación, volviéndose a exigir el juramento. En
general, la declaración de cada testigo será por separado y sin publicidad. No obstante, la
declaración de un menor podrá realizarse ante expertos y siempre en presencia del fiscal.
Cabe también la presencia de quienes ejerzan la patria potestad, tutela o guarda del menor,
siempre y cuando el juez no acuerde lo contrario. Se evitará la confrontación visual del menor
con el investigado utilizando en este sentido cualquier medio técnico.

El testigo manifestará su nombre, apellidos, edad, estado, profesión, si conoce al


investigado, si tiene alguna relación con él, etc. Si es miembro de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, para su identificación bastará el número de registro personal y la unidad
Administrativa a la que está adscrito. Al testigo se le dejará narrar los hechos de viva voz sin
interrupción, pero sí se le puede exigir determinadas explicaciones complementarias sobre los
hechos que va narrando, así como dirigirle otras preguntas.

En principio, el testigo no podrá leer una declaración escrita aunque sí que podrá
consultar determinados apuntes con datos difíciles de recordar. Aunque la declaración del
testigo, normalmente, tiene lugar en sede judicial, la LECRIM también permite que el juez
instructor ordene la conducción del testigo al lugar de los hechos, donde podrá examinar los
objetos sobre los que hubiere de versar su declaración. Una vez terminada la declaración por

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parte del testigo, el mismo puede leerla. Además, la ley también contempla la práctica
adelantada de la testifical en caso de ausencia previsible del testigo, peligro de muerte o
incapacidad física.

En términos generales, en un proceso penal es posible la declaración testifical de un


abogado que no interviene en el mismo defendiendo los intereses de una de las partes. Se
trata, en este caso, de una situación similar a la de cualquier otra persona y sin ningún tipo de
impedimento para ser testigo. Sin embargo, el problema se puede plantear con la declaración
del profesional que interviene como letrado en dicho proceso penal. En este supuesto hay que
tener presente varios aspectos:

-En primer lugar, el abogado está dispensado de la obligación de declarar en el


supuesto de que él mismo sea el imputado y ostente su propia defensa y en este caso, si
declara, será como imputado y no como testigo, usando toga y ocupando el sitio reservado a
los letrados.

-En segundo lugar, tampoco podrá ser obligado a declarar acerca de una pregunta
cuya contestación pueda perjudicar material o moralmente, y de una manera directa e
importante, a la persona o a la fortuna de sus parientes más directos.

-En tercer lugar, tampoco será obligado el abogado a declarar respecto a los hechos
que el investigado le hubiese confiado en su calidad de defensor.

Si a pesar de lo expuesto el abogado declara, no se deberá tener en cuenta el


contenido de la declaración, pues ello afectaría al Derecho Fundamental de la defensa.

Respecto al momento de declarar por parte del abogado, ha de hacerlo antes de los
restantes testigos, aunque para ello haya de alterarse el orden de intervención, con el objeto
de que el abogado no los haya oído previamente. Si se trata de un abogado víctima, ejerciente
de la acusación particular, también procede su declaración.

Otra circunstancia que puede darse es cuando en la instrucción de una causa penal
fuere necesaria la declaración de un juez o magistrado. En este sentido, siempre y cuando tal
declaración pudiera prestarse legalmente, la ley dispone que el juez o magistrado no podrá
excusarse de hacerlo. Por consideración a su rango, si la autoridad judicial que hubiere de
recibir la declaración fuere de categoría inferior, acudirá al despacho oficial el juez o
magistrado previo aviso, señalándose día y hora.

En cuanto al personal diplomático extranjero, la Convención de Viena sobre relaciones


diplomáticas de 18 de abril de 1961, establece que el agente diplomático no está obligado a
testificar. En cuanto a los cónsules extranjeros, la Convención de Viena sobre relaciones
consulares de 24 de abril de 1963, establece que los miembros del consulado pueden ser
llamados a comparecer como testigos. Así mismo, si un funcionario consular se negase a
comparecer como testigo, en este caso no se le podrá aplicar ninguna medida coactiva o
sancionadora.

La Ley Orgánica 19/1994, de 23 de diciembre , de Protección a Testigos y Peritos en

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Causas Criminales, dispone que es necesario que la Autoridad judicial aprecie racionalmente un
peligro grave para la persona, libertad, o bienes de quiénes pretendan ampararse en ella,
también su cónyuge o una persona con análoga relación de afectividad, ascendientes,
descendientes y hermanos. Apreciada dicha circunstancia, el Juez instructor, bien de oficio o
a instancia de parte, acordará motivadamente las medidas necesarias para preservar la
identidad de los testigos y peritos, sus domicilios, profesión... Esto se llevará a cabo con la
utilización de un número o clave de identificación sin que conste sus datos personales.

En este sentido, también se les protegerá con la imposibilidad de su identificación


visual durante la práctica de diligencias. Las citaciones y notificaciones se practicarán en la
sede del órgano judicial, asimismo se evitará que se les tome su imagen mediante fotografías u
otros medios, llegando incluso a la retirada, en su caso, del material gráfico. Asimismo, estos
peritos o testidos tendrán protección policial, traslado en vehículos oficiales, y custodia en
sede judicial. Incluso en determinados casos excepcionales, se les facilitará documentos de
una nueva identidad y medios económicos suficientes para cambiar de residencia y lugar de
trabajo.

Por su parte, el órgano judicial encargado del enjuiciamiento, recibidas las actuaciones
y atendiendo a los bienes jurídicos protegidos y a los derechos fundamentales en conflicto, se
pronunciará motivadamente sobre la procedencia de mantener, modificar o suprimir todas o
algunas de las medidas adoptadas por el instructor, o bien la adopción de otras nuevas.

No obstante, si cualquiera de las partes solicitase motivadamente en su escrito de


calificación provisional, acusación o defensa, el conocimiento de la identidad de los testigos o
peritos que han sido protegidos, cuya declaración o informe se ha estimado pertinente, el
Juez o Tribunal que haya de conocer y fallar con el mismo Auto en el que declare la
pertinencia de la prueba propuesta, deberá facilitar el nombre y los apellidos de aquéllos,
respetando las restantes garantías, reconocidas a los mismos en la Ley Orgánica anterior.

Las declaraciones que hayan sido objeto de protección durante la fase de instrucción
solamente podrán tener valor de prueba, a efectos de la sentencia, si son ratificadas en el
acto del juicio oral por quien las prestó. Si se considera de imposible reproducción habrán de
ser ratificadas mediante lectura literal al objeto de que puedan ser sometidas a contradicción
por las partes.

3.6. Careo

En las diversas declaraciones que tienen lugar a lo largo de un proceso cabo que se
produzcan contradicciones sobre algún aspecto de importancia. En ese supuesto, puede
resultar conveniente enfrentar a los distintos declarantes al objeto del obtener la verdad.

Nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal contempla esta posibilidad regulando la


diligencia de careo consistente en el enfrentamiento verbal entre las personas que
discordaren acerca de algún hecho o de alguna circunstancia que interese en la investigación,
facultando al Juez para celebrar un careo, precisamente entre los que estuviesen discordes.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, carear es poner a una o varios


personas en presencia de otra u otras al objeto de apurar la verdad dichos o hechos.

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En la LECrim, se contempla tanto el supuesto de careo de testigos, como el de


investigados, y a su vez, entre sí o de aquéllos con éstos.

El careo se realiza ante el Tribunal y las partes y el Letrado de la Administración de


Justicia leerá a las personas entre las que vaya a celebrarse el careo las declaraciones
anteriores que hubiesen prestado. Si se tratase de testigos, el Juez les preguntará después
de recordarle su juramento y las penas que existen de falsos testimonios, si se ratifican en
ellas o si quieren realizar algún tipo de modificación.

Lógicamente el Juez no permitirá que los careados se insulten o amenacen, y el Letrado


de la Administración de Justicia dará fe de todo lo que ocurriere en ese acto de careo y de
las preguntas y contestaciones que mutuamente se hicieren los careados, así como de lo que se
observe en la actitud de los careados durante el transcurso del acto.

Por último, esta diligencia será firmada por todos los concurrentes.

La LECrim recomienda que, por regla general, esta diligencia del careo tenga lugar
únicamente entre dos personas a la vez, para evitar un posible alboroto. También se aconseja
que se acuda a la práctica del careo solamente cuando sea estrictamente necesario. Por
último, no se practicaran con testigos que sean menores de edad, salvo que el Juez lo
considere imprescindible y no sea lesivo para el interés de los mismos. Para ello se solicita un
informe pericial.

3.7. Informes periciales

En numerosas ocasiones el Juez instructor se enfrenta a una situación para cuya


adecuada valoración y acertada toma de decisiones, son necesarios unos conocimientos
especializados. Lógicamente la complejidad del momento histórico presente con grandes
avances en los campos de la ciencia, la técnica y el arte, impiden que una persona posea una
formación suficiente en todas sus ramas. Excepcionalmente, un Juez de Instrucción, perito en
Derecho, puede ser experto en una o varios manifestaciones del saber, pero no así en todo el
resto, por lo que deberá recabar el auxilio de especialistas en la materia que se trate.

Tal y como dice la LECrim, el Juez acordará el informe pericial cuando, para conocer o
apreciar un hecho o circunstancia importante, fuesen necesarios o convenientes conocimientos
científicos o artísticos.

En cuanto a la figura del perito, puede ser o no titular. En caso de ser perito titular,
tendrá un Título Oficial de una ciencia o arte cuyo ejercicio queda regulado por la
Administración. Por el contrario, el perito no titular, aunque carece de un Título Oficial, tiene
conocimientos o prácticas especiales en algún campo del saber.

El Juez se servirá del perito titular con preferencia al que no tuviese título.

La regla general es que el reconocimiento pericial se lleve a cabo por dos peritos. No
obstante, hay dos salvedades: en primer lugar, cuando no hubiese más de un perito en el lugar,

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y además, no fuere posible esperar la llegada de otro perito, sin graves inconvenientes para el
desarrollo de la investigación; y en segundo lugar, en el procedimiento abreviado y en el juicio
rápido, se permite, siempre y cuando el juez lo considere suficiente, el reconocimiento de un
solo perito.

El perito que preste informe, en virtud de orden judicial, lógicamente tiene derecho a
reclamar los honorarios e indemnizaciones que sean justos, siempre y cuando no tuviese en
concepto de tales peritos retribuciones fijas satisfechas por el Estado, provincia o municipio.

En cuanto a la función del perito, esta ha de limitarse exclusivamente a su tarea, por


lo que no podrá actual como tal, y simultaneamente desempeñar otra función en el proceso.
Asimismo, el ordenamiento penal contempla una serie de sanciones para aquel perito que
faltare a la verdad de forma maliciosa en su dictamen.

En cuanto al nombramiento del perito, éste tendrá lugar por medio de oficio, y en
caso de urgencia, el llamamiento podrá hacerse verbalmente por orden del juez, constando en
los autos. Hay que apuntar que tanto las Administraciones públicas, como los colegios
profesionales, facilitarán periodicamente a las salas de Gobierno de los Tribunales Superiores
de Justicia, a la Policía Judicial y a las distintas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad una relación
de peritos.

Salvo que el perito estuviere legalmente impedido, el perito nombrado no podrá


negarse a acudir el llamamiento del juez para desempeñar el servicio judicial, en cuyo caso, si
no concurre, podrá ser sancionado con una multa de 200 a 5000€, y además, si persistiese en
su actitud, será conducido a presencia del juez instructor por los agentes de la autoridad y
perseguido por el delito de obstrucción a la justicia.

En el caso de que el perito concurra pero se niegue a prestar el informe, incurrirá en


la misma multa y en este caso, podrá ser perseguido por el delito de desobediencia grave a la
autoridad.

En otro orden de cosas, no podrán prestar dictamen judicial sobre un delito


cualquiera que sea la persona ofendida, los parientes del investigado y el abogado defensor.

Una vez que ya sean nombrados los peritos, el letrado de la Administración de


Justicia lo notificará inmediatamente a las partes personadas en el procedimiento. Tanto el
querellante como el investigado, tienen derecho a nombrar a su costa un perito. En el caso de
que fueren varios los querellantes o investigados, tendrán que ponerse de acuerdo para hacer
el nombramiento del perito. Estos peritos deberán de ser titulares con la excepción de que no
los hubiere de esta clase en el Partido o Demarcación en cuyo caso, sí que se podrán nombrar
sin títulos. Lógicamente, el juez será quien resolverá sobre la admisión de dichos peritos.

Por otro lado, los peritos nombrados podrán ser recusados. Concretamente las causas
de recusación son las siguientes:

-Cuando se demuestra un parentesco de consanguinidad o afinidad dentro del cuarto


grado con el querellante o el reo.

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-Cuando existe un interés directo o indirecto en la causa por parte del perito.
-La amistad íntima o manifiesta del perito con cualquiera de las partes.

En este sentido el querellante o el investigado que intente recursar al perito


nombrado por el juez, deberá hacerlo por escrito antes de que de comienzo la diligencia
pericial, expresando la causa de la recusación y la prueba testifical o documental que ofrezca.
El juez de inmediato investigará los documentos aportados por el recusante y oirá a los
testigos presentados en el acto resolviendo la recusación.

En el caso de que el juez estimase la recusación, suspenderá el acto pericial por el


tiempo necesario para nombrar al perito que haya de sustituir al recusado. En el caso de que el
juez no lo admita, la pericial seguirá adelante. En el caso de que el recusante no aporte los
documentos, pero designare el archivo o lugar en que se encuentren, éstos serán reclamados
por el letrado de la Administración de justicia. Una vez recibidos los documentos, el juez los
examinará sin detener el curso de las actuaciones y si de los mismos resultare justificada la
recusación, anulará el informe pericial estimado, mandando que se practique de nuevo dicha
diligencia.

Antes de comenzar la práctica pericial, tantos los peritos nombrados por el juez como
los nombrados por las partes, jurarán o prometerán proceder bien y fielmente en sus
operaciones y no proponerse otro fin más que el de descubrir y declarar la verdad. Acto
seguido, el juez le manifestará claramente el objeto de su informe.

Al acto pericial, que será presidido por el juez instructor con la asistencia del letrado
de la Administración de Justicia, podrán concurrir, si no pudiere reproducirse la pericial en el
juicio oral, tanto el querellante como el investigado, aunque esté preso, en cuyo caso el juez
adoptará las precauciones oportunas. El informe pericial, siempre que fuere posible,
comprenderá: la descripción de la persona o cosa que sea objeto del mismo en el estado y el
modo en que se halle; la relación detallada de todas las operaciones practicadas por los
peritos, así como de su resultado; y las conclusiones que, en vista de tales datos, formulen los
peritos, conforme a los principios y reglas de su ciencia o arte.

En el caso de que los peritos, para realizar su informe, tuvieran que destruir o alterar
los sujetos que analicen, siempre que sea posible se conservará parte de ellos a disposición del
juez con el objeto de que si fuese necesario, se pudiera realizar un nuevo análisis.

Las partes asistentes a la práctica del peritaje, podrán hacer a los peritos las
observaciones convenientes las cuales se harán constar en la diligencia de la pericial. Hecho el
reconocimiento pericial, los peritos podrán retirarse por el tiempo preciso al sitio que el juez
le señale para deliberar y redactar las conclusiones. Si los peritos necesitasen descanso, se
les podrá conceder el tiempo necesario. Así mismo cabe suspender la diligencia cuando lo
exigiere su naturaleza hasta otra hora u otro día. En este caso, se adoptarán las debidas
precauciones para evitar la alteración en la materia de la diligencia pericial. Cuando los peritos
expongan sus conclusiones, el juez, bien de oficio o a instancia de parte, podrá hacerle las
preguntas pertinentes y pedirle las aclaraciones necesarias. Todas estas preguntas y
contestaciones serán consideradas a su vez como parte del informe pericial.

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En el caso de que los peritos no coincidieran en el informe y su número fuera par, el


juez nombrará otro perito llamado “dirimente”. Si fuera posible, con la intervención del nuevo
perito, se repetirá las operaciones practicadas con anterioridad. En el caso de que no pudieran
repetirse las operaciones ni practicarse otras nuevas, el nuevo perito se limitará a deliberar
con los demás, con vista de las diligencias de reconocimiento practicadas, y a formular luego
sus conclusiones motivadas.

El régimen del perito protegido, es el mismo que el del testigo protegido. La LO que
regula a unos y a otros es la misma, 19/1994 de Protección a Testigos y Peritos en Causas
Criminales. No obstante, recordar que el juez instructor, si aprecia racionalmente un peligro
grave para la persona, libertad o bienes del perito; asimismo a su cónyuge o alguna persona de
afectividad análoga, sus ascendientes, descendientes o hermanos del perito, puede adoptar
una serie de medidas para la protección de los peritos. Posteriormente, el órgano judicial
encargado del enjuiciamiento puede mantenerlas, modificarlas o suprimirlas.

En el caso de los peritos, cabe señalar que destaca el hecho de que, si cualquiera de
las partes solicitase motivadamente en su escrito de calificación provisional, acusación o
defensa el conocimiento de la identidad de los peritos propuestos, el juez o tribunal que haya
de entender la causa, en el mismo auto en que declare la pertinencia de la prueba propuesta,
deberá facilitar el nombre y los apellidos del perito, siempre respetando las restantes
garantías reconocidas a los mismos. En este supuesto citado, el plazo para la recusación de los
peritos se computará a partir del momento en que se notifica a las partes de la identidad de
éstos.

En el caso de muerte violenta o sospechosa de criminalidad, aun cuando por la


inspección exterior del cadáver pueda presumirse la causa de la muerte, antes de proceder al
enterramiento se practicará la pericia específica de la autopsia sobre el cadáver y por medio
bien del médico forense o bien por aquellos médicos que en su caso designe el juez de
instrucción. Estos médicos después de describir con exactitud dicha operación, informarán
sobre el origen del fallecimiento y sus circunstancias. En el procedimiento abreviado la
LECRIM dispone que el juez podrá acordar que no se practique la autopsia cuando, por el
médico forense o en su caso quien haga las veces, se dictaminen cumplidamente la causa y
circunstancias relevantes de la muerte sin necesidad de practicar la autopsia.

Asimismo, el juez podrá autorizar al médico forense que asista en su lugar al


levantamiento del cadáver. Cuando además de la intervención del médico forense, éste mismo
o el juez estime necesaria la cooperación de otros facultativos, se podrá hacer el oportuno
nombramiento. El juez podrá conceder prudencialmente un plazo a los médicos para que
presten sus declaraciones, evacuen los informes y consultas, y redacten los documentos que
sean necesarios permitiendoles designar el momento más oportuno para la práctica de la
autopsia y si procede la práctica de la exumación del cadáver.

La Ley prevé que la autopsia se lleve a cabo en un local público que en cada pueblo o
partido judicial tenga destinado al efecto la Administración. En casos excepcionales, podrá
disponerse que se practique en otro lugar o incluso en el domicilio del difunto. Hoy en día hay
que tener muy presente en esta materia la existencia de los Institutos de Medicina Legal.

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Si el hecho que motivare la formación de una causa penal consistiese en casos de


envenenamientos, heridas u otras lesiones, el médico forense se encargará de la asistencia
facultativa del paciente salvo que éste o su familia prefieran otros especialistas de su
elección.

Asimismo, también el investigado tendrá derecho a designar un médico que junto con
los otros intervenga en la asistencia del paciente. En el caso de que el médico forense o los
médicos designados por el juez o el investigado estuviesen en desacuerdo con el tratamiento
seguido por los médicos nombrados por el paciente o su familia, aquéllos informarán al juez.
Ante dicha discordia, el juez designará mayor número de especialistas para que manifiesten su
parecer consignando todos los datos para que, cuando en su día, haya de sentenciarse la causa.
Esta circunstancia será también aplicable cuando el paciente ingrese en la cárcel, hospital u
otro establecimiento y sea asistido por los facultativos de los mismos.

En el caso del procedimiento para el enjuiciamiento rápido de delitos, en juzgado de


guardia ordenará cuando resulte adecuado y pertinente que el médico forense, siempre y
cuando no lo hubiera hecho con anterioridad, examine a las personas que hayan comparecido a
presencia judicial y emita informe al respecto.

Otro supuesto pericial específico se da en aquellos casos de muerte en vía pública o


en vía férrea. En estos casos se ordenará el traslado del cadáver al lugar próximo que resulte
más adecuado restableciéndose el servicio interrumpido e informando de inmediato a la
autoridad judicial. Cuando haya de adoptarse excepcionalmente esta medida de urgencia, se
reseñará previamente la posición del muerto mediante fotografías y señalando sobre el lugar
la situación exacta que ocupaba.

En cuanto al análisis químico, el juez o tribunal ordenará su práctica únicamente


cuando lo considere absolutamente indispensable para la investigación judicial. Si concurrieran
acreditadas razones se podrá acordar por auto la obtención de muestras biológicas del
sospechoso para la determinación de su perfil de ADN. Los procesos penales en los que se
exijan operaciones de análisis químicos se hará por doctores en medicina, farmacia, ciencias
químicas o ingeniería química; y en su defecto, se nombrarán a licenciados.

Otra pericial que puede llevarse a cabo es en el caso de los delitos de robo, hurto,
estafa y en cualquier otro en que deba hacerse constar la persistencia de las cosas robadas,
hurtadas o estafadas. En estos casos, si no hubieran testigos presenciales del hecho, se
recibirá información sobre los antecedentes del que se presentare como agraviado y sobre las
circunstancias que ofrecieren indicios de que este sujeto agraviado estaba poseyendo aquellas
cosas en el momento de la comisión del delito. Cuando para la calificación del delito de sus
circunstancias fuere necesario estimar el valor de la cosa que hubiere sido su objeto o el
importe del perjuicio causado o que hubiera podido causarse, el juez oirá al dueño perjudicado
acordando posteriormente el oportuno reconocimiento pericial. A tal efecto, se facilitará a los
peritos nombrados las cosas y elementos directos de apreciación sobre los que hubieren de
emitir informes. En su defecto, se le suministrará los datos oportunos a fin de que hagan la
tasación.

En cuanto a la valoración de las mercancías extraídas en establecimientos

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comerciales, la tasación atenderá al precio de venta al público.

3.8. Destrucción, realización anticipada de efectos judiciales y la prueba


instrumental

En el orden jurisdiccional penal son efectos judiciales todos los bienes puestos a
disposición judicial, embargados, incautados, o aprehendidos en el curso de un procedimiento
penal. En ocasiones, por la propia naturaleza de los efectos intervenidos o por el peligro que
comporte su almacenamiento o custodia, puede resultar necesario su destrucción.

A tal efecto, podrá decretarse dicha destrucción, pero dejando muestras suficientes.
Aquí se exige la previa audiencia del Ministerio Fiscal, y del propietario, si fuere conocido, o
de la persona en cuyo poder fueron hallados los efectos en cuestión.

Cuando se trate de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, el


Juez de Instrucción, previa audiencia a las partes, ordenará su inmediata destrucción,
conservando muestras suficientes de dichas sustancias para garantizar posteriores
comprobaciones o investigaciones. Asimismo, el Juez Instructor podrá considerar y acordar,
de forma motivada, la conservación de la totalidad.

El secretario judicial, extenderá la oportuna diligencia, y si se hubiera acordado la


destrucción deberá constar constancia en los Autos de la naturaleza, calidad, cantidad, peso y
medida de los efectos destruidos. Igualmente, si no se hubiese practicado la tasación con
anterioridad, se dejará constancia de su valor, siempre que no se pudiese fijar después de
realizada la destrucción.

Esto es asimismo aplicable a los efectos judiciales intervenidos en delitos contra la


propiedad intelectual o industrial.

Si por su específica naturaleza, los efectos no pudieren conservar su forma primitiva,


el Juez acordará lo conveniente en orden a la conservación del mejor modo posible.

En cuanto a la realización de efectos judiciales, en primer lugar, según nuestro


diccionario, realización es la acción y efecto de realizar, que consiste en convertir en dinero
mercancías u otros bienes. En este sentido, en ocasiones, podrán realizarse aquellos efectos
judiciales, eso si de lícito comercio, sin esperar a la firmeza del fallo. Lógicamente, tampoco
debe tratarse de piezas de convicción, o que deban quedar a expensas del procedimiento.

Nuestra LECrim, establece la práctica de la realización cuando sean bienes


perecederos; también cuando su propietario haga expreso abandono de ello: cuando los gastos
de conservación y depósito superen el valor del objeto; cuando su conservación pueda ser
peligrosa, disminuir su valor o afectar a su uso; cuando se deprecien sustancialmente por el
transcurso del tiempo; y finalmente, cuando el propietario requerido no se manifieste sobre el
destino de ellos. En algunos de estos supuestos, el Juez, bien de oficio o a instancia de parte,
previa audiencia del interesado, podrá acordar la realización de los efectos judiciales.

La realización de los efectos judiciales podrá consistir en la entrega a entidades sin


ánimo de lucro o a la Administración Pública; en la realización por medios de personas o
entidades especializadas; y por último, en una subasta pública.

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En el primer caso, se procederá si se trata de efecto que tengan un ínfimo valor, o bien
que se prevea otro medio de realización sea antieconómico. En el resto de casos, se efectuará
conforme a las normas que sobre esta materia se contienen en la LEC. El producto de la venta,
se ingresará en la cuenta de consignaciones del Juzgado o Tribunal, quedando a efecto de
pago de responsabilidad civil y costas.

La prueba instrumental consiste en la utilización de documentos públicos o privados


para la prueba del delito. En este sentido, en ocasiones, el documento contiene en sí el propio
delito, por ejemplo una escritura notarial o título académico; y en otras ocasiones, ese
documento sirve para la prueba de un delito, por ejemplo una carta en la que se reconoce la
participación en una determinada infracción penal.

4. Diligencias restrictivas de Derechos Fundamentales

4.1. Entrada y registro en lugar cerrado

En la investigación de un delito puede resultar conveniente la entrada en un domicilio


particular o en un edificio público con objeto de proceder a la detención de una persona o a la
búsqueda de objetos o instrumentos relacionados con aquél. La entrada va seguida de registro
pues sin éste no tendría ningún sentido.

La Constitución Española, en el art.18.2, proclama que el domicilio es inviolable y que


ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución
judicial, salvo en caso de flagrante delito. Este derecho fundamental puede ser suspendido
cuando se acuerde la declaración del Estado de Excepción o Estado de Sitio.

Lógicamente, resulta indiferente la calidad o lujo de vivienda, también es indiferente el


título con el que se habita (propietario, inquilino o incluso que esté en precario), el número de
personas que habiten en la misma o el hecho de que se trate de un domicilio permanente o
transitorio. Asimismo, la Constitución no limita la inviolabilidad del domicilio a la persona
física, por lo que, como señala la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, hay que
extenderla también al domicilio social de las personas jurídicas. Lo mismo sucede con la
oficina o despecho profesional cuando n osean locales abiertos al público.

En estos casos, se establece que podrá el Juez instructor que conoce de la causa
ordenar la entrada y registro, de día o de noche, en cualquier edificio, lugar cerrado o parte
de el, que constituya domicilio de cualquier español o extranjero residente en España, cuando
hubiere indicios de encontrarse allí al investigado, efectos o instrumentos del delito, libros,
papeles u otros objetos que puedan servir para su descubrimiento o comprobación, pero
precediendo siempre el consentimiento del interesado, o a falta de consentimiento, en virtud
de alto motivado que se notificará a la persona interesada.

A estos efectos, se considera domicilio los palacios reales, estén habitados o no por el
monarca al momento de la entrada o registro; el edificio, lugar cerrado o parte de él,
destinado principalmente a la habitación de cualquier español o extranjero residente en

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España y de su familia; los camarotes en los buques nacionales mercantes.

No se considera domicilio el jardín que rodee la vivienda y que resulte accesible


visualmente por el público desde el exterior. Tampoco se considera domicilio, por ejemplo, el
vehículo utilizado expresamente para transporte de personas o bienes que no constituya el
domicilio permanente o transitorio de su titular. Al no ser considerado domicilio los
funcionarios de la policía no necesitarían la autorización judicial previa para proceder a la
entrada y registro, y daría igual que el titular estuviese o no presente en el mismo.

Como en toda medida judicial restrictiva de derechos fundamentales, para la práctica


de esta diligencia son necesarios que se produzcan tres requisitos: intervención judicial,
diligencias penales abiertas y auto motivado. Si falta alguno de estos requisitos, el registro
será nulo.

A los supuestos tanto de entrada directa, autorizada por el propietario de la vivienda,


como de la permitida en los casos de calamidad pública, por ejemplo incendio o terremoto, en
los que no se necesita autorización judicial, aparte de estos supuestos, hay que añadir otros
casos en los que los agentes de la policía, por imperativo legal, podrán proceder de propia
autoridad a la inmediata detención de las personas, cualquiera que fuese el lugar o domicilio
donde se ocultasen o refugiasen: que haya mandamiento de prisión contra estas personas,
cuando sean sorprendidas en flagrante delito, cuando un delincuente inmediatamente
perseguido por los Agentes de la Autoridad se oculte o refugie en alguna casa, o cuando se
trate de una persona integrada o relacionada con bandas armadas, o individuos terroristas o
rebeldes.

Tampoco se precisará la autorización judicial para la entrada y registro de edificios o


lugares públicos. Concretamente tenemos que entender por tales edificios o lugares públicos
aquellos que estuviesen destinados a cualquier servicio oficial, militar o civil del Estado, la
Comunidad Autónoma, Provincia o Municipio. Asimismo también se considerarán aquellos que
estuviesen destinados a reunión o recreo, fueren o no lícitos. Asimismo cualesquiera otros
edificios o lugares cerrados, que no constituyeren domicilio de un particular, por ejemplo una
nave industrial o almacén, y los buques del Estado.

Por otro lado, hay una serie de supuestos especiales con relación a esta diligencia de
entrada y registro. En primer lugar, para la entrada y registro de las Cortes Generales, el
Juez necesitará la autorización de los presidentes respectivos, del congreso y del senado.
Esto se puede aplicar asimismo a los Parlamentos de las Comunidades Autónomas.

En segundo lugar, en los templos y demás lugares religiosos, en principio, será


suficiente con dejar un recado de atención a la persona a cuyo cargo estuvieran dichos
templos. Sin embargo, hay que tener en cuenta el acuerdo entre el Estado español y la Santa
Sede sobre asuntos jurídicos. En este acuerdo se garantiza la inviolabilidad de los lugares de
culto de la Iglesia Católica.

En tercer lugar, la entrada y registro en la Embajadas tienen que tener presente lo


establecido en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Aquí se establece la
inviolabilidad de las misiones diplomáticas. En este sentido, también se establece la
inviolabilidad de los locales consulares, en virtud de lo dispuesto en la Convención de Viena

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sobre Relaciones Consulares.

En cuarto lugar se encuentran los despachos de Abogados. Aquí para practicar esta
diligencia deberá personarse el Decano del Colegio de Abogados, o quién estatutariamente lo
sustituya, con el objeto de velar por la salvaguarda del secreto profesional.

Con respecto a la práctica de la diligencia de entrada y registro, si el edificio o lugar


cerrado estuviere en el territorio propio del Juez Instructor, podrá encomendar la entrada y
registro al Juez de Paz del territorio en el que el edificio o lugar cerrado radique, o a
cualquier Autoridad o Agente de la Policía Judicial.

Cuando el edificio o lugar cerrado estuviere fuera del territorio del Juez Instructor,
éste encomendará la práctica de esta diligencia al Juez de Instrucción del territorio en que
aquéllos radiquen, el cual, a su vez, podrá delegar a los Cuerpos y Autoridades de la Policía
Judicial.

El registro se llevará a cabo en presencia del interesado o de la persona que


legítimamente le represente. Si el interesado no fuere encontrado, o no quisiera concurrir ni
nombrar representante, se practicará con la presencia de un familiar del interesado que sea
mayor de edad. Si tampoco lo hubiere, entonces se llevará a cabo esta diligencia con la
presencia de dos testigos que sean vecinos del pueblo.

El registro se practicará siempre en presencia del Letrado de la Administración de


Justicia, quién levantará Acta del resultado de la diligencia y de sus incidencias, y que será
firmada por todos los asistentes a la práctica de dicha diligencia.

Si para determinar sobre la necesidad de recoger las cosas que se hubieren encontrado
en el registro, fuere necesaria algún reconocimiento pericial, el mismo se acordará en el acto
por el Juez de Instrucción. Asimismo puede suceder que como consecuencia de la práctica de
esta diligencia se produzcan unos resultados inesperados, por ejemplo que la orden va
encaminada al descubrimiento de un alijo de drogas, y resulta que la policía en la práctica de la
diligencia se encuentra con un cadáver o con la comisión en ese momento de un delito. En este
supuesto, tendrá que levantarse acta de todo, incluida también la flagrancia, incluyéndose los
objetos del delito, comunicando al Juez lo encontrado, y procediéndose a la investigación del
nuevo delito.

4.2. Registro de libros y papeles

Se trata de acceder a libros y papeles de contabilidad de una persona, da igual que sea
la persona investigada o una tercera persona. Esta diligencia suele ser complementaria a la
diligencia de entrada y registro.

Aunque la Ley obliga a toda persona a exhibir los objetos y papeles que se sospechen
que puedan tener relación con la causa investigada, en este sentido el investigado no será
sancionado por su falta de colaboración. El motivo es que no se le puede obligar a
autoincriminarse. Por el contrario, el tercero, si se negara a su exhibición será corregido con
multa y si insistiere en su negativa, podrá ser perseguido por autor de un delito de

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desobediencia a la autoridad.

En cuanto a los requisitos que son necesarios para la práctica de esta diligencia, nos
podemos remitir a la anterior diligencia que hemos analizado, de entrada y registro.

En cuanto a la práctica de esta diligencia de libros y papeles, al practicarse junto con la


diligencia de entrada y registro, el Juez ordenará recoger los instrumentos y efectos del
delito, y asimismo, objetos y papeles o cualquiera otras cosas que se hubieren encontrado con
la práctica de la diligencia.

En cuanto a los supuestos especiales, también el acuerdo entre la Santa Sede y el


Estado español sobre asuntos jurídicos dispone que el Estado español respeta y protege la
inviolabilidad de los archivos y registros de las Instituciones y Entidades eclesiásticas.

En cuanto a las embajadas es igual a la anterior diligencia. Al igual que los Consulados,
en virtud de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

Con respecto a los despachos de abogados, exactamente lo mismo, tendrá que concurrir
el Decano para la salvaguarda del secreto profesional.

Otro supuesto que se da es el de la práctica de esta diligencia en una Notaría, aquí de


forma excepcional, se podrá desglosar del protocolo la escritura matriz, siempre que se
considere que esta constituye el cuerpo del delito, previa orden del Juzgado competente , y
dejando en el Libro testimonio literal de aquella con intervención, en todo caso, del Ministerio
Fiscal.

En el caso de los registros en las Notarías, en general se dispone que los libros no se
sacarán de su Sede, salvo peligro de destrucción. Eso sí, practicándose las diligencias que sean
necesarias en la misma oficina del Registro.

4.3. Detención, intervención y observación de correspondencia privada, postal


telegráfica y telefónica

Conviene comenzar haciendo alusión a lo que establece el artículo 18.1 y 3 CE. En dicho
artículo se garantiza el derecho a la intimidad personal y familiar, así como el secreto de las
comunicaciones y a la correspondencia postal, telegráfica y telefónica, salvo resolución
judicial.

Haciendo alusión a la terminología es conveniente aclarar que “detener” es interrumpir


algo o impedir que siga adelante. En este sentido, al no seguir la correspondencia su curso
natural, el emisor o receptor de la misma pueden darse cuenta de la medida adoptada.
“Intervenir” hay que entenderlo como espiar por mandato o por autorización legal una
conversación privada. “Observación” consiste en la acción o efecto de observar que es
equivalente a examinar atentamente o investigar.

En cuanto a la correspondencia privada, postal, telegráfica y telefónica, la LECRIM


establece que el Juez podrá acordar la detención de la misma que el investigado o procesado
remitiere o recibiere, así como su apertura o examen, siempre que hubiera indicios de obtener

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por estos medios el descubrimiento o la comprobación de algún hecho o circunstancia


importante de la causa.

Hay que apuntar que nuestros Tribunales, al respecto, se pronuncian favorablemente


sobre la aplicación de Rayos X a los paquetes de circulación, así como su exposición al olfato
de perros. Tal como sucede con el equipaje o la propia persona de los pasajeros en
aeropuertos, estaciones, etc.

Con respecto a las intervenciones telefónicas, además de lo que acabamos de apuntar,


es de interés aludir a la Ley 25/2007, de 18 de octubre, de Conservación de datos relativos a
las Comunicaciones Electrónicas y a las Redes Públicas de Comunicaciones. En esta ley se
regula la obligación de los operadores de conservar los datos generales o tratados en el marco
de la prestación de servicios de comunicaciones electrónicas o de redes públicas de
comunicaciones. Así como el deber de cesión de dichos datos a los agentes facultados siempre
que le sean requeridos a través de la correspondiente autorización judicial, con fines de
detención, investigación y enjuiciamiento de delitos graves.

Esto afecta a la telefonía fija, móvil, al acceso por Internet y a la telefonía por
Internet. Con respecto a los datos, quedarían afectos los números de teléfono de las
llamadas, identificación del usuario, la IP, abonados registrados, fecha, hora, etc.

También es de interés aludir a que en todos los procedimientos judiciales en los que
hay intervenciones telefónicas, para el grabado de las conversaciones es habitual la utilización
del sistema SITEL (sistema integrado de interceptación de telecomunicaciones).

Otro dato interesante es, que en caso urgente, en investigaciones realizadas para la
investigación de delitos relacionados con la actuación de bandas armadas, o elementos
terroristas o rebeldes, la medida de observación de las comunicaciones postales, telegráficas
o telefónicas podrá ordenarla el Ministro del Interior, o en su defecto el Director de la
Seguridad del Estado, comunicándolo automáticamente por escrito motivado al juez
competente, quien así mismo, de forma motivada, revocará o confirmará tal resolución en el
plazo máximo de 72 horas desde que fue ordenada la observación.

Asimismo, en el supuesto de intervenciones de comunicaciones a los presos, debe


aportarse que gozan de los mismos derechos que el resto de los ciudadanos, lógicamente
restringidos por la sentencia de condena.

4.4. Inspecciones e intervenciones corporales

Como sus nombres indican, estas diligencias de investigación están concedidas para
realizarse sobre el cuerpo humano. De tratarse de otros seres vivos, para su práctica se
acudirá directamente a una inspección judicial o a una diligencia pericial según procediese.

Respecto a las intervenciones corporales hay que tener muy presente el art 18.1 CE y
el art 15 CE relativo a la integridad física.

Con respecto a su terminología, inspección es el examen o reconocimiento externo y


superficial, total o parcial, del cuerpo humano. En general, implica una ausencia de ingerencia o

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intromisión física en el cuerpo humano, lo que conllevaría para su práctica un acto de fuerza o
agresión. Por el contrario, intervención es la acción y efecto de intervenir, haciendo una
operación quirúrgica. En este sentido no se limita a la contemplación exterior del cuerpo, sino
que penetra en él o actúa en el mismo con cierta agresividad realizando una actuación que va
más allá de lo superficial con la finalidad de proceder a un examen in situ o para realizar una
extracción de líquido, órgano o tejido con vista a su posterior análisis.

Cuando la inspección corporal no afecta en esencia a la intimidad o dignidad de la


persona, por ejemplo una rueda de reconocimiento, la práctica de la diligencia no es
controvertida. No obstante, ha de realizarse en todo caso con respeto a la dignidad de la
persona. Sin embargo, es distinto cuando se tratan de zonas íntimas del cuerpo. Si el sujeto
en cuestión se opone a la inspección, en este caso, además de las debidas precauciones de
higiene, ha de mediar previamente la autorización judicial mediante auto motivado.

En cuanto a la intervención corporal, siempre que no haya consentimiento, se


requerirá autorización judicial.

4.5. Videocámaras en lugares públicos

La LO 4/1997 de 4 de agosto regula la utilización de videocámaras por las fuerzas y


cuerpos de seguridad en lugares públicos. Para la autorización de la instalación de
videocámaras se atenderá principalmente a la protección de edificios e instalaciones públicas,
salvaguarda de instalaciones útiles para la defensa nacional, constatación de infracciones a la
seguridad ciudadana y prevención de daños a personas y bienes.

De modo que, en la utilización de videocámaras, habrá que ponderar en cada caso la


finalidad pretendida y la posible afectación al derecho al honor, propia imagen e intimidad de
las personas.

En este sentido, el ciudadano tiene derecho a estar informado de la existencia de


instalaciones fijas de videocámaras a través de una placa, generalmente; el acceso a las
grabaciones que considera que figura grabado; la cancelación de la grabación que le afecte; y a
a la distorsión o bloqueo, general o parcial, de las imágenes y sonidos que le afecten sin que
ello implique necesariamente la supresión o borrado de las restantes imágenes o sonidos.

Casos prácticos:

1.) Mohamed, ciudadano marroquí detenido en Algeciras como presunto autor de un


robo con violencia, mantiene en todo momento su condición de menor de edad. Al carecer de
documento alguno de identificación. ¿Cómo podrá acreditarse su edad durante la instrucción
del proceso que se abra?.

Por DNI, Registro Civil, partida de bautismo. También por informe del médico
forense.

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2.) ¿Es posible que sobre la práctica de la indagatoria se incluya la presencia de


alguna de las partes?

La ley contempla la posibilidad de que, por disposición del juez de instrucción, ni el


acusador privado, ni el particular, ni el popular, ni el actor civil puedan estar presente durante
el interrogatorio. Si tendrá que estar, por otra parte, el MF y el letrado de la defensa.

3.) Dentro de qué plazo habrá de practicarse la indagatoria cuando el investigado


estuviese detenido.

24 horas aunque puede prorrogarse a 48 horas si mediara causa grave.

4.) ¿Puede el investigado mentir en su declaración?

El investigado tiene derecho a no declarar contra sí mismo y no confesarse culpable


en virtud del art 24 CE, y no podrá ser sancionado por ello a diferencia de los testigos.

5.) ¿Qué consecuencias tendría un testigo no acudir al llamamiento judicial o negarse


a declarar existiendo la obligación de hacerlo?

Si el testigo se resistiese a declarar todo aquello que supiese sobre los hechos de los
que fuere preguntado, incurrirá en multa y, si persiste en su actitud, podrá ser perseguido por
el delito de desobediencia grave a la autoridad.

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Tema 7: Las medidas cautelares

1. Introducción

Las medidas cautelares, ya sean personales o reales, son actos de aseguramiento que
provienen de la autoridad competente (normalmente Autoridad Judicial), con el fin de
asegurar y garantizar la efectividad de la sentencia que en su día se dicte, así como asegurar
las responsabilidades civiles a que hubiera lugar, no se trata de anticipar la pena.

En nuestro OJ, las medidas cautelares son jurisdiccionales, porque provienen de un


juez a través de un auto judicial. Ahora bien, no siempre porque nuestro Ordenamiento
contempla la posibilidad de que tanto el Ministerio Fiscal como la policía están facultadas para
detener a alguien en el curso de su actividad.

Las medidas cautelares interesa pedirlas tan pronto como se pueda, porque cuanto
más se espere, más riesgo se corre para que la sentencia que al final se dicte no pueda
ejecutarse. Si al final, en el juicio, la presunción de inocencia se destruye y hay una prueba de
carga condenatoria, la sentencia no vale si, por no haber adoptado medidas cautelares, el
encausado se da a la fuga.

La petición de las medidas cautelares interesa, fundamentalmente, a la parte activa.

Finalmente, cabe señalarse que las medidas cautelares se adoptan en cualquier


momento de la fase de instrucción.

2. Medidas cautelares personales: detención, prisión provisional, libertad


provisional

Las medidas cautelares personales, detención, prisión provisional y la libertad


provisional, afectan al derecho fundamental recogido en el art 17 CE. La doctrina del TC,
dictada en amparo, establece los requisitos y presupuestos necesarios para que pueda
limitarse el derecho fundamental a la libertad personal. El Tribunal Constitucional de la
década de los 80 entiende que son requisitos esenciales los siguientes (siendo objeto de una
interpretación restrictiva, de manera que nadie puede ser privado de su libertad , y en la
forma y en los casos previstos en la ley).

El Tribunal entiende que la privación de libertad tiene que responder a una causa
justificada. Se considera así que esta se justifica si concurre alguno de los siguientes
presupuestos:

-Imputación razonable. Es lo que nuestro OJ y las sentencias denominan el fumus


boni iuris. Es decir, es la apariencia de buen derecho. Debe haber motivos bastantes para
atribuir razonablemente la comisión de un hecho delictivo al sujeto afectado por la medida.
Será el juez quien determine si concurren o no estos motivos. El fumus boni iuris no se refiere
en ningún momento a la certeza, sino a los motivos que razonablemente pueden llevar a

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atribuir a una persona un hecho delictivo.

-Periculum in mora. Es el peligro de inefectividad, el cual proviene del retardo de los


actos procesales, ya sea por la complejidad del caso, por que la justicia sea lenta, etc. Es
especialmente necesario en un momento en el que los procesos se dilaten en el tiempo. Para
dotar de contenido a este presupuesto, deberá acreditar ante el juez de instrucción que
existen razones para pensar que el investigado va a boicotear la acción de la justicia.

Finalmente, cabe añadir que tienen que darse los dos presupuestos con la misma
intensidad, no vale uno sí y otro no.

2.1. Citación

La LECRIM establece como primera medida cuatelar la citación (art 486 a 488).

La ley procesal establece que la persona a quien se impute un acto punible deberá ser
citada solo para ser oída, a no ser que la ley disponga lo contrario, o que desde luego proceda
su detención. Si el citado no compareciere ni justificare causa legítima que se lo impida, la
orden de comparecencia podrá convertirse en orden de detención.

El juez instructor podrá mandar comparecer a cuantas personas convenga oír, por
resultar contra ellos alguna de las indicaciones fundadas de culpabilidad.

La citación es hoy día más una notificación. En la práctica, la mayoría de las veces los
juzgados suelen declarar decretar directamente la detención.

2.2. Detención

Se regula en los art 489 y ss LECRIM.

La detención es una privación de la libertad con carácter provisionalísimo, de duración


muy breve, que proviene o puede provenir de cualquier autoridad competente para la
investigación (MF, juez instrucción y policía), e incluso de cualquier particular, y con la
finalidad de asegurar la presencia del investigado en el proceso penal. Se regula en los art
489 a 501 LECRIM.

Por lo que vemos presenta excepciones, en cuanto se permite a los particulares, a la


policía y a autoridad distinta del juez de instrucción competente, practicar la citada medida,
siempre con el cumplimiento de los requisitos legalmente establecidos.

La detención puede ser definida como una privación de la libertad personal, con
carácter provisionalísimo, de duración muy breve, que proviene o no puede provenir de
cualquier Autoridad competente para la investigación, con la finalidad de asegurar la presencia
del investigado en el proceso penal.

La detención puede llevarse a cabo, según el art 490 LECRIM, incluso por cualquier
persona si se da alguno de los supuestos contenidos en el mismo artículo.

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2.2.1. La detención por particulares

Se trata de una facultad que asiste a cualquier persona para privar de libertad a otra,
siempre que concurra alguno de los supuestos previstos por el legislador, según lo dispuesto en
el art. 490 con el fin de poner a inmediata disposición de la autoridad judicial o policial al
detenido. Los supuestos en que puede detenerse por particulares se regulan en los números 1
a 7 del art. 490 LECrim. Los presupuestos se regulan en el art. 491, atendiendo al momento de
la detención:

• Sin causa pendiente: en caso de flagrancia en la comisión del hecho delictivo,


implicando riesgo razonable de que la actuación del detenido podría impedir la
efectividad de la sentencia por la fuga u ocultación o destrucción de prueba.
• Con causa pendiente: por posible incomparecencia (riesgo de fuga).
• Detención post sententiam: Sus presupuestos se refieren al posible quebrantamiento
de una pena privativa de libertad o a una posible situación de rebeldía del condenado.

2.2.2. La detención por la autoridad competente

La detención ordenada por la autoridad competente es aquella ordenada por el


Ministerio Fiscal, al Juzgado de Instrucción y la Policía Judicial. La LECRIM faculta a
determinadas autoridades, ya mencionadas, a proceder a privar de libertad a determinados
sujetos (art 492).

La detención por la Autoridad competente puede darse en tres momentos: no


existiendo causa penal pendiente contra el sujeto detenido; pendiente una causa ; y finalizada
la causa.

El objeto material de esta modalidad de detención es más amplio que en la detención


por particulares, en cuanto se pretende practicar determinadas diligencias de investigación,
para o bien ponerlo posteriormente en libertad, o bien a presencia de la autoridad judicial. La
detención policial que incumpliera lo previsto legalmente podrá dar lugar a la exigencia de
responsabilidad penal del funcionario por detención ilegal.

2.2.3. La duración de la detención. Plazos legales. Habeas Corpus

El art 17.2 CE establece que la detención preventiva no podrá durar más del tiempo
estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento
de los hechos y, en todo caso, en el plazo máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto
en libertad o a disposición de la Autoridad Judicial. La CE establece, por tanto, dos plazos: un
plazo mínimo (el necesario para las averiguaciones); y un plazo máximo (72 horas). La LECRIM
sigue en este punto a la Constitución.

Ahora bien, si las averiguaciones de los hechos se lleva a cabo en un plazo menor a 72
horas, la duración de la detención será ese plazo, no hay porqué agotar el plazo máximo.

Sin embargo, el art 496 LECRIM habla de un plazo de 24 horas. Ante esta

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controversia de plazos, atendiendo al texto constitucional, la detención tendrá un plazo


máximo de 72 horas, y el TC se manifiesta en el mismo sentido (STC 31/1996), y es la propia
doctrina del TC la que distingue entre plazo mínimo y máximo, tomando como referente el art
17.2 CE. Así mismo, la jurisprudencia del TS igualmente, en su sentencias toma como marco
general el art 17 CE (STS 2-11-71993).

Por tanto, teniendo en cuenta el texto constitucional, el intérprete Constitucional y el


Máximo Órgano Jurisdiccional Ordinario, la disposición del art 496 LECRIM, no resulta
polémica y se considera no puesta y superada por la CE. Además, la propia LECRIM en su art
520.1, refrenda la propia norma fundamental, y viene a decir lo mismo que el art 17.2.

Al término de los plazos legalmente previstos, ya sea el mínimo o el máximo, lo que


procede es la conclusión de la detención, puesto que es una medida cautelar. La conclusión de
la detención da lugar a dos situaciones distintas: por un lado, la puesta en libertad de la
persona detenida; y por otro lado, pasar a disposición judicial para que sea el juez el que
disponga de la situación personal de la persona detenida.

Por último, cabe añadir que el art 520.1 bis establece un plazo extraordinario de
detención al prolongar el plazo máximo de 72 horas a unas 48 horas más. Este supuesto se da
cuando la investigación es complicada y no hay tiempo suficiente para investigar los hechos
cometidos.

Ahora bien, cuando una persona detenida por la policía entienda que su situación
personal no se ajusta a la legalidad, y por tanto, supone una vulneración del derecho al art
17.2, la ley le concede un instrumento destinado a que esa situación sea controlado
judicialmente, que es lo conocido como HABEAS CORPUS.

El habeas corpus es una figura con base constitucional (art 17.4) desarrollada por la
LO 6/1984, de 24 de mayo, reguladora del procedimiento de habeas corpus. La STC del
procedimiento de habeas corpus es la 35/2008 de 25 de febrero.

En cuanto a los requisitos del habeas corpus, son los siguientes:

1. Competencia: Es competente el Juez de Instrucción del lugar en que se encuentre la


persona privada de libertad, el del lugar en que se produzca la detención, o el del lugar
donde se hubieren tenido las últimas noticias del paradero del detenido (art. 2).

2. Legitimación: Lo están el privado de libertad, su cónyuge o persona unida por análoga


relación de afectividad, descendientes, ascendientes, hermanos, representantes
legales de los menores o incapacitados; el Ministerio Fiscal; el Defensor del Pueblo; y
cabe la incoación de oficio por el órgano jurisdiccional competente (art. 3).

3. Procedimiento: Se inicia mediante escrito o comparecencia (art. 4), salvo en los


supuestos de iniciación de oficio, con indicación del motivo de solicitud de esta tutela;
examinada por el juez la concurrencia de los requisitos que deben concurrir para su
tramitación, se da traslado al Ministerio Fiscal, acordándose, en su caso, auto de
incoación del procedimiento (o su denegación), contra el que no cabe recurso alguno

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(art. 6). En el auto de incoación ordenará la manifestación del sujeto pasivo, y tras oír
a ambas partes, con posibilidad de admitir las pruebas pertinentes que puedan
practicarse en el acto, dictará en el plazo de veinticuatro horas, a contar desde que se
dictó el auto de incoación, la resolución que proceda.

4. Resolución: Reviste la forma de auto, cuyo contenido (art. 8) puede ser:


• Archivo de las actuaciones, en los supuestos de privación de libertad.
• Estimatoria de la petición, acordándose bien su puesta en libertad si la privación fue
ilegal, bien que continúe la misma bajo las condiciones legales aplicables, bien el
traslado inmediato a disposición judicial (en el supuesto de transcurso del plazo). Si
bien no existe disposición que permita la recurribilidad del auto, podría entenderse que
cabe plantear queja sin plazo (al tratarse de auto no apelable de juez de instrucción).

2.2.4. Clases de detención

Existen dos clases de detención:

-La detención incomunicada: recogida en el art 509 y 510 LECRIM.


-La detención ordinaria o comunicada: es un supuesto que hay que vincular con el
art 520 LECRIM, el cual establece los derechos del detenido (estudiar los más importantes,
no todos).

1.3. Prisión provisional

La prisión provisional es una medida cautelar personal consistente en la total privación


de un Derecho Fundamental como es la libertad personal del art 17 CE. Esta medida se toma
en el seno de un procedimiento penal, con la finalidad fundamental de que el sujeto se
encuentre siempre a disposición judicial.

En todo caso, la prisión provisional tiene como efecto el idéntico al de la pena. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que aunque el efecto es el mismo, la medida cautelar
responde a unos presupuestos específicos y además tiene carácter provisional, es decir,
cuando ya no existan motivos que retengan a la persona, la medida cautelar se extingue.

Además, hay que tener en cuenta que la prisión provisional, a diferencia de la


detención, tiene carácter jurisdiccional, es decir, solo puede ser declarada por el juez
mediante resolución motivada (auto).

1.3.1. Presupuestos de la prisión provisional

El art 503 LECRIM delimita los presupuestos necesarios para adoptar las medidas
cautelares, y son: fumus boni iuri y periculum in mora.

Respecto del presupuesto “fumus boni iuri”, el art 503 LECRIM en su apartado 1º
contiene sus elementos: objetivo y subjetivo. Respecto del objetivo, es la existencia de varios
hechos que presenten caracteres de delito. Centrándonos en esto, cabe afirmar que se
refiere exclusivamente a delitos, no a faltas. Al mismo tiempo, como la ley alude a la sanción

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aparejada al delito, llegamos a la conclusión de que se trata de delitos de imponte entidad, no


delitos leves. Así mismo, tampoco valen los delitos que tengan aparejados una pena privativa
de derechos.

Respecto del elemento subjetivo, deben aparecer en la causa motivos suficientes para
calificar a una persona responsable criminalmente. Se hace alusión a indicios razonables, no
meras sospechas. Se exige al tribunal un juicio de razonabilidad sobre los indicios.

Finalmente, se dice “responsable criminalmente”, pero no a qué título, por tanto,


puede ser cualquier persona relacionada con el delito (autor, coautor, cómplice, etc).

Respecto del “periculum in mora” podemos decir que es la necesidad de evitar ciertos
riesgos para le desarrollo del proceso, o bien riesgo para la efectividad de la sentencia que un
día se dicte. El TC, desde sus comienzos, ha asentado una doctrina que no se ha movido en su
STC 41/1982: en ningún caso puede perseguirse con la prisión provisional fines punitivos o de
anticipación de la pena. Los riesgos a evitar son tres: en primer lugar los riesgos de fuga; en
segundo lugar los de alteración u ocultación de las fuentes de prueba; y en tercer lugar, el art
503.2 añade un tercer riesgo que se trata de evitar: riesgo de reiteración delictiva. Este se
ha entendido como un fin doctrinal que excede del periculum in mora en sentido estricto, pero
desde el punto de vista constitucional no hay ninguna censura, por ello se añade.

1.3.2. Modalidades de prisión provisional

-Prisión provisional comunicada: es la regla general, y supone la necesidad de que la


prisión provisional se practique de forma que menos perjudique al imputado, restringiéndose lo
menos posible sus derechos (art 520).

-Prisión provisional atenuada (art 508): regula dos modalidades posibles de


cumplimiento de la prisión provisional atenuada: la que permite que la misma se verifique en su
domicilio, con las medidas de vigilancia que resulten necesarias, y la que puede cumplirse por
quienes se hallan sometidos a tratamiento de desintoxicación a sustancias estupefacientes.
Se trata de casos graves o extremos, en ningún caso la enfermedad puede convertirse en un
privilegio.

-Prisión provisional incomunicada (art 527): la incomunicación, de entrada, supone la


privación de algunos derechos que tiene la persona que está cumpliendo la medida cautelar, es
decir, el preso. La incomunicación solo podrá acordarse cuando se pretenda conjurar el peligro
de que se sustraigan a la acción de la justicia personas supuestamente implicadas en los
hechos investigados. Durará el tiempo estrictamente necesario para practicar con urgencia
diligencias tendentes a evitar los peligros, y en todo caso no podrá extenderse más de cinco
días. La antesala de los derechos del detenido lo encontramos en el art 520 LECRIM.

1.3.3. Duración de la prisión provisional

La CE establece que la duración de la prisión provisional se debe establecer por ley.


La LECRIM establece dicha duración en el art 504: la prisión tiene que durar lo imprescindible
para alcanzar cualquiera de los fines establecidos, en tanto subsistan los motivos que

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justificaron su adopción.

Los plazos máximos guardan relación directa con las penas que llevan aparejados los
hechos delictivos, atendiéndose a ello a la proporcionalidad de la duración en función de la
gravedad.

1.4. Libertad provisional

La libertad provisional está concebida en la ley como una alternativa menos gravosa
de la prisión provisional. El régimen jurídico se encuentra del art 528 al 544 LECRIM. La
libertad provisional supone una situación intermedia entre la prisión provisional y el normal
estado de libertad ciudadana del no inculpado.

Para decretar esta medida cautelar es necesario que concurran determinados


presupuestos. Dichos presupuestos son también el periculum in mora (el único riesgo a evitar
es el de fuga) y el fumus bonis iuris:

-Pecirulum in mora: El riesgo que debe concurrir para decretar la libertad


provisional es el de la posible afectación del normal desarrollo de la investigación así como el
peligro de fuga del imputado, menos intenso que en la prisión provisional, durante el desarrollo
del proceso.

-Fumus bonis iuris: El fumus para decretar la libertad provisional es que conste en la
causa uno o varios hechos con caracteres de delito y que aparezcan en la causa motivos
bastantes para creer responsable criminalmente del delito a la persona contra quien se haya
de dictar el auto cautelar.

1.4.1. Modalidades de libertad provisional

Se regula en el art 530 LECRIM.

-Libertad provisional con fianza: la fianza responde o avala que el encausado está a
disposición del tribunal.
-Libertad provisional sin fianza: suele venir acompañada de presentaciones periódicas
ante el Tribunal.
-Retención del pasaporte, con o sin fianza.

1.5. Procedimiento para acordar la prisión provisional y la libertad provisional

Estamos hablando del procedimiento común para acordar la prisión provisional y la


libertad provisional.

Ese procedimiento se concentra en una vista, en la cual el juez de instrucción tendrá


que examinar la petición de los acusadores. El imputado o encausado tiene que estar presente
y, tras esta comparecencia concentrada en la que las partes alegarán lo que crean
conveniente, el juez acordará o no la medida. Pero si a ninguna de las partes le interesa la
adopción de la medida cautelar, el juez de manera inmediata, deberá ordenar la libertad del

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investigado.

Si los acusadores solicitan que se acuerde medida cautelar, en el mismo acto de la


vista podrán alegar y aportar los elementos probatorios que consideren conveniente. A la vista
de ello, el juez resuelve.

3. Otras medidas privativas de derechos

El tema de la naturaleza es muy discutido, algunos lo tratan como medidas cautelares,


otros como “otras medidas” o medidas de protección. Son medidas que se han ido añadiendo
con posterioridad, no son las medidas cautelares en sentido estricto, ya que hay que tener en
cuenta que las verdaderas medidas cautelares son las que van encaminadas a garantizar que la
futura sentencia se pueda ejecutar. Pero se han ido añadiendo otras medidas con otros fines,
por eso se dicen que son medidas de protección en vez de cautelares.

A continuación nos vamos a referir a las distintas medidas:

-Primeras diligencias (art 15 LECRIM).

Es un artículo clásico, que no ha sufrido demasiadas variaciones y que se refiere a las


llamadas “primeras diligencias”. Estas primeras diligencias se refieren a aquellas medidas a
adoptar tan pronto como se constate que se ha perpetrado un hecho que reviste caracteres
de delito. La ley concibe estas medidas en sentido muy amplio, abarcando, incluso, las medidas
del 544 bís y 544 tér.

Estas primeras diligencias vienen enumeradas en el art. 13 LECRIM: consignar las


pruebas del delito, (añadir art)....

Éstas diligencias, por su ubicación sistemática en la ley, son normalmente medidas que
practican las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, están pensadas para que sean
practicadas por la Policía Judicial sin necesidad de que se las pida nadie.

-Medidas de alejamiento (art 544 bis LECRIM).

Son las conocidas como “medidas de alejamiento”, que procuran el alejamiento del
agresor respecto de la víctima. Estas medidas aparecen en la LECRIM con la finalidad de
proteger a la víctima del delito. En concreto, para poder acordar esta medida se requiere
legalmente de una serie de presupuestos:

1. Que se trate de la investigación de un delito de los enumerados en el art. 57 CP.


2. Para la adopción de estas medidas se requiere una resolución motivada, un auto.
3. Estas medidas consistirán en una serie de prohibiciones necesariamente:
-Prohibición de residir en un determinado lugar o territorio
-Prohibición de acudir a un determinado lugar.
-Prohibición de comunicarse con determinadas personas (aquellas a las que se intenta
proteger).

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Estas medidas suponen restringir derechos, limitan derechos fundamentales de la


persona a la que se impone la medida. Por ejemplo, compromete decisivamente el derecho a la
libertad ambulatoria. Asimismo, podemos indicar que, más que garantizar la futura sentencia,
el riesgo a evitar es el daño a la víctima (periculum in damnum). De esto que se trate más de
una medida de protección que cautelar.

A la hora de acordar o denegar estas medidas de alejamiento, se le impone al tribunal


algunos parámetros a demás de la protección de la víctima:

– La situación económica del inculpado.


– Los requerimiento de su salud.
– Su situación familiar.
– Su actividad laboral.

El quebrantamiento de la medida de protección o de alejamiento puede dar lugar a que


se acuerde por parte del tribunal una medida que restrinja de una manera mayor la libertad
del infractor, es decir, una medida más grave (libertad provisional, por ejemplo).

-Orden de protección (art 544 ter LECRIM).

La orden de protección tiene un contenido multidisciplinar, integra un varias materias.

El art. 544 tér se introdujo en la LECRIM merce a la LO 27/2003 de 31 de Julio


reguladora de la Orden de Protección.

Esta orden de protección exige para su adopción una serie de requisitos:

1. Debe tratarse de un delito contra la vida, la integridad física o moral, libertad sexual,
libertad o seguridad, de alguna de las personas a las que se refiere el art. 173.2 CP. Es
por ello que se trate de una orden de protección para las víctimas de violencia
doméstica.
2. Debe tratarse de una situación de la que resulte un riesgo para la víctima. Es decir de
los delitos anteriormente dicho debe derivarse un riesgo para la víctima. Por tanto nos
encontramos ante un periculum in damnum.
La orden de protección podrá ser solicitada a instancia de parte (MF, por ejemplo) o
acordarse de oficio por el propio Juez de Instrucción.

En cuanto al contenido, la orden de protección contempla medidas de naturaleza muy


diversa: desde naturaleza civil a naturaleza laboral. Por esto, la orden de protección implica
para la víctima un estatus especial. Nos interesan las medidas de carácter penal, entre las que
figuran las medidas del art. 544 bis, las llamadas prohibiciones (AÑADIR ART).

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Tema 8: La fase intermedia

1. La fase intermedia

La fase intermedia es de construcción doctrinal, no se encuentra contemplado


expresamente en la ley. Nos detenemos en ella por sus especiales implicaciones. Una vez
concluida la fase de instrucción, puede decretarse la apertura del juicio oral, el
sobreseimiento o la reapertura de la fase de instrucción. Es la fase intermedia la que
determinará el resultado.

La fase intermedia del proceso está pensada para valorar el resultado de la


investigación y, a continuación, “meditar” y decidir sobre la idoneidad u oportunidad de abrir
el juicio oral contra el/los acusados. Ahora bien, en ocasiones, la fase intermedia no tiene
lugar, por lo que no es una fase obligatoria. Nos situamos en aquellos supuestos en los que,
durante la fase de instrucción, el Juzgado de Instrucción decide poner fin a la instrucción,
archivando las diligencias de investigación.

Sin embargo, en el caso de que se dé la fase intermedia, la Ley contempla esta fase (a
la que no llama “fase intermedia”), como una situación en la que las partes deberán
pronunciarse sobre la fase de instrucción y el resultado de la investigación.

En primer lugar, intervienen los acusadores, que deberán valorar los siguientes
extremos: si entienden que la está agotada o si, por el contrario, fuera necesario acordar
alguna otra diligencia de carácter complementaria; si tienen suficiente material como para
poder mantener la acusación. A raíz de las observaciones por parte de los acusadores, las
acusaciones van a pedir, según proceda, la reapertura de la fase de instrucción, la apertura
del juicio oral o el sobreseimiento.

En segundo lugar, interviene la defensa. La defensa va a pronunciarse sobre si


considera completa la investigación o requieren de alguna diligencia o acto de investigación
adicional. Asimismo, podrá pronunciarse sobre la pertinencia del sobreseimiento; también
tendrán que pronunciarse sobre la idoneidad del material que les ha aportado la investigación
para sostener la defensa. En consecuencia, siendo la defensa, lo normal es que se mueva entre
pedir nuevas diligencias o pedir el sobreseimiento.

Una vez se han pronunciado las partes (acusaciones y defensa), será el órgano
jurisdiccional el que se pronuncie sobre las peticiones de las partes. Es en este momento en el
que nos referimos a la competencia funcional del órgano jurisdiccional en la fase intermedia.
Si estamos ante el juicio ordinario (delitos más graves), la competencia funcional para decidir
la asume el órgano que va a enjuiciar, es decir, la Audiencia Provincial; por el contrario, si
estamos ante un juicio abreviado, el órgano competente es el mismo ante el que se han seguido
las diligencias previas, por consiguiente, la asumirá el juez de instrucción.

Si estamos en el juicio ordinario será la Audiencia provincial la que tenga que decidir
sobre la apertura de juicio oral o sobre el sobreseimiento. En este caso, la AP tendrá que
abrir necesariamente el juicio oral con que al menos una de las acusaciones lo pida. Solo en el
caso del art 645 LECRIM (que remite al art 637.2) se permite al Tribunal apartarse de esa

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obligación: cuando entienda el Tribunal que el hecho no es constitutivo de delito


(sobreseimiento libre).

Si estamos en el juicio abreviado, será el Juez de Instrucción el que tenga que decidir
sobre la apertura del juicio oral o el sobreseimiento. En este caso, el margen de maniobra del
Juez de Instrucción es menos rígido: el juez de instrucción podrá acordar el sobreseimiento
incluso contra el parecer de las acusaciones. Podrá, en efecto, acordar el sobreseimiento
cuando entienda que el hecho no reviste caracteres de delito y además, cuando en contra de la
opinión de los acusadores, entienda que no existen indicios racionales de criminalidad contra el
encausado. Esta última posibilidad ha venido a consagrar lo que se ha llamado “juicio de
acusación”, destinado en la práctica a evitar acusaciones de carácter infundados, que lo único
que busca es sentar en el banquillo al encausado.

No obstante, las decisiones de sobreseimiento del órgano jurisdiccional están sujetas


a recurso, como por ejemplo: contra los autos de la AP decretando el archivo o sobreseimiento
cabrá recurso de casación ante el TS; contra los autos de archivo dictados por el Juez de
Instrucción, cabrá recurso de Apelación ante la AP.

2. El sobreseimiento

2.1. Concepto y caracteres

El sobreseimiento es una decisión de archivo del órgano jurisdiccional competente y


va a provocar que el procedimiento acabe sin juicio. Esta decisión de archivo tiene que estar
motivada y sus caracteres son los siguientes:

-Forma de auto. Es una decisión jurisdiccional que adopta la forma de auto y por
consiguiente, debe estar motivada, explicando a las partes las razones que han llevado a
decretar el archivo de lo actuado.

-Competencia. La competencia corresponde al órgano con competencia para decidir


sobre la fase intermedia.

-Efectos. El sobreseimiento va a provocar la finalización definitiva de las actuaciones


o bien su mera suspensión.

2.2. Clases de sobreseimiento

El art 634 LECRIM establece que existen dos criterios de clasificación del
sobreseimiento. Según la primera clasificación, podemos distinguir entre:

-Sobreseimiento libre (art 637 LECRIM). El sobreseimiento libre supone la


finalización definitiva de las actuaciones. En atención al art 637 LECRIM, el sobreseimiento
libre procede en los siguientes casos:
• Cuando no existan indicios racionales de haberse perpetrado el hecho que
hubiere dado motivo a la formación de la causa.

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• Cuando el hecho no haya sea constitutivo de delito.


• Cuando aparezcan exentos de responsabilidad criminal los procesados como
autores, cómplices o encubridores.

El sobreseimiento libre va a producir, como ya se ha indicado, la conclusión definitiva


del proceso. Por consiguiente, un auto de sobreseimiento libre es equiparable a una sentencia
absolutoria. Además, desde el punto de vista procesal, el auto de sobreseimiento libre tiene
efecto de cosa juzgada material, es decir, que va a ser imposible reabrir la misma causa
contra las mismas personas

No obstante lo dicho, hay veces que aunque procede un auto de sobreseimiento libre o
definitivo, sin embargo, el auto de archivo lo que supone es remitir la causa a la Fiscalía de
Menores, para que se tramite a través del proceso penal de emnores.

Asimismo, el sobreseimiento libre no impide, según la jurisprudencia, que aunque la ley


no lo prevea expresamente, puedan adoptarse algunas medidas de carácter civil para la
víctima.

-Sobreseimiento provisional (art 641 LECRIM). El sobreseimiento provisional


supone la mera paralización o suspensión de las actuaciones. Según el art 641, el
sobreseimiento provisional procede en dos casos:
• Cuando no resulte debidamente justificada la perpetración del delito que haya
dado motivo a la formación de la causa.
• Cuando resulte del sumario haberse cometido un delito y no haya motivos
suficientes para acusar a determinadas personas como autores, cómplices o
encubridores.

El sobreseimiento provisional implica, únicamente, la suspensión en la tramitación de la


causa. Se habla, por tanto, de archivo provisional de las actuaciones. Y esto supone que queda
abierta la posibilidad de reabrir las actuaciones cuando existan elementos que proporcionen
un nuevo material de investigación o prueba. No tiene, por tanto, efectos de cosa juzgada.

Según otro criterio de clasificación, distinguiremos entre sobreseimiento total o


parcial. Esta clasificación de sobreseimiento procede cuando existe una pluralidad de sujetos
encausados:

-Sobreseimiento total. Es el que beneficia a todos los encausados.


-Sobreseimiento parcial. Es el que beneficia únicamente a algunos encausados, pero
no a todos.

El sobreseimiento total y parcial ya no se mencionan más en la ley.

3. La apertura del juicio oral

La alternativa al sobreseimiento es la apertura del juicio oral, que tiene lugar


mediante un auto (art 633 LECRIM) cuyo contenido varía según nos encontremos en el juicio
ordinario o en el abreviado.

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Si nos encontramos en el ordinario (por delitos graves), el auto de apertura de juicio


oral, pese a su denominación, no producirá sin más la apertura del juicio oral, sino que motivará
el traslado a las partes (primero a la acusadora y después a la defensa) de la causa para que
procedan a formular sus correspondientes escritos de calificación.

Por el contrario, si nos encontramos en el abreviado, el auto sí que provoca


automáticamente la apertura del juicio oral, ya que, en este proceso, los escritos de
calificación han debido presentarse antes del auto de apertura.

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Tema 9: La imputación

1. Sesión formativa externa

La sesión formativa externa corre a cargo de D. Luis Emilio Garrón, Abogado


Penalista del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla.

¿Cuándo una persona se considera imputada?

El inicio de la fase de instrucción lo encontramos en el atestado (iniciación de


oficio), en la denuncia y en la querella (ambos dos actos de parte). Todas ellas llevan
a una primera declaración del detenido en sede policial, sin la previa entrevista con
el Abogado. Tras esta primera declaración, pasa a disposición judicial, donde
desarrolla la primera declaración ante el Juez.

El primer momento en el que situar la imputación sería, así, el momento desde


el que se sigue una investigación contra el presunto delincuente. Tras este primer
momento, debemos señalar los llamados momentos de reforzamiento de la
imputación. La imputación requiere siempre ciertos indicios de culpabilidad.

El término imputación permite ejercitar el derecho de Defensa, apareciendo


así como una institución protectora de los derechos procesales. La imputación
permite, además, la personación de Abogado y Procurador en el Proceso.

Concluida la investigación, se procede al Auto de Procesamiento. Este Auto


era entendido por la Doctrina Clásica como el verdadero y genuino momento de la
imputación. En efecto, una vez practicad ala investigación de los hechos, se procedía
a la imputación formal, que confirmaba la calidad de sujeto pasivo del presunto
culpable en el proceso penal. Este Auto puede recurrirse alegando que no hay indicios
suficientes de criminalidad.

El Juez Instructor dará entonces traslado de las actuaciones a las partes,


que procederán a presentar sus conclusiones o calificaciones provisionales.

2. Resumen de la profesora Chocrón (esto es lo importante)

 No hay un artículo en la LECrim que determine cuándo una persona está


imputada.

 Hay momentos de los que cabe desprender la imputación. En todos estos


casos nos encontramos con meros indicios de criminalidad. Los momentos son:
o La declaración del detenido ante la Policía.
o La declaración ante el Juez Instructor.
o El Auto de Procesamiento.

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 La imputación permite desplegar los derechos del detenido (art. 520 LECrim).

 La imputación es algo dinámico: una persona puede iniciar el proceso como


testigo y acabarlo como imputado y otra puede empezarlo como imputado y
terminar sin serlo.

 Debe determinarse siempre en calidad de qué se declara.

 La imputación puede recurrirse por reforma y apelación.

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Tema 10: El juicio oral

1. Principios que inspiran el juicio oral

El juicio oral es un momento en el que procede el debate entre las partes y la práctica
de la prueba. Las partes alegarán lo que tengan por conveniente y practicarán las pruebas
oportunas. No obstante, en muchas ocasiones, la prueba se darán por reproducida (prueba
preconstituida, por ejemplo). La ley le dedica muy poco a la prueba, y esto porque se rige por
lo dispuesto para las diligencias de investigación.

Los principios que inspiran el juicio oral son:

• Principio de publicidad (art 680 LECRIM). Los debates del juicio oral deberán ser
públicos, bajo pena de nulidad. Sin embargo, según lo establecido en la LECRIM, nada
impide que las sesiones del juicio puedan celebrarse a puerta cerrada (por razones de
seguridad, orden público, respeto a la familia, intimidad de las personas, etc).

• Principio de oralidad. Ahora bien, este principio no es absoluto y admite matizaciones.

• Principio de inmediación. El juez que va a dictar sentencia debe presidir la práctica de


la prueba. Este principio, sin embargo, tampoco es absoluto: el art 731 bis LECRIM
permite ciertas declaraciones a través de videoconferencia.

• Principio de concentración. Supone que las sesiones del juicio se van a celebrar en
unidad de acto, aunque las sesiones del juicio se desarrollen en días consecutivos.

• Principio de contradicción e igualdad.

• Principio acusatorio. Supondrá que el juez que va a dictar sentencia no pueda decidir
más allá de lo que las partes van a debatir, es decir, el juez no puede sustituir a las
partes. Este principio tampoco es absoluto y se permite al tribunal advertir a las
partes que pueden estar equivocándose en la calificación (art 733 LECRIM en el
ordinario y 787.2 LECRIM en el abreviado).

2. Escritos de calificación provisional

Abierto el juicio oral por auto, toca a las partes presentar alegaciones, que en este
punto se denominan escritos de calificación provisional. Al escrito de calificación de la parte
acusadora se le llamará escrito de acusación y al de la defena se le dará el nombre de escrito
de defensa. También se le conoce a estos escritos como conclusiones provisionales.

El art 650 LECRIM establece que el escrito de calificación se limitará a determinar


en conclusiones precisas y numeradas los siguientes hechos:

-Los hechos punibles que resulten del sumario o de las diligencias previas.
-La calificación legal de los mismos hechos conforme al Código Penal.
-La participación que en ellos hubieren tenido el procesado o procesados.

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-Los hechos que resulten del sumario y que constituyan circunstancias atenuantes o
agravantes del delito o eximentes de responsabilidad criminal.
-Las penas en que hayan incurrido el procesado o procesador por razón de su
respectiva participación en el delito.

El acusador privado, en su caso, y el Ministerio Fiscal cuando sostenga la acción civil,


expresarán además:

-La cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa
que haya de ser restituida.
-La persona o personas que aparezcan responsables de los daños y perjuicios o de la
restitución de la cosa, y el hecho en virtud del cual hubieren contraído esta responsabilidad.

El art 652 LECRIM establece que el Letrado de la Administración de Justicia


comunicará la causa a los procesados y a las terceras personas civilmente responsables, para
que en igual término y por su orden, manifiesten también, por conclusiones numeradas y
correlativas a las de la calificación que a ellos se refiera, si están o no conformes con cada
una, o en otro caso consignen los puntos de divergencia.

El orden de calificación será el siguiente: primero serán los escritos de la acusación


(comenzando por el MF y siguiente por la acusación particular); seguidamente se presentarán
los escritos de la defensa.

En los escritos de calificación provisional, las partes van a defender sus


correspondientes posturas. Una vez presentados los escritos, se abrirá el juicio oral.

3. La conformidad

La conformidad es una figura un tanto extraña y peculiar dentro del proceso penal
español, que, como bien sabido, está inspirado en el principio de oficialidad y en el que no rige
el proceso dispositivo. Sin embargo, con la figura de la conformidad las partes sí que pueden
“disponer” del proceso: en la práctica, las partes, acusados y defensa disponen del proceso
hasta el punto de ponerle fin anticipadamente o, dicho con otras palabras, se le pone fin sin
necesidad de pasar por la celebración del juicio oral. Habiendo conformidad, se pasa
directamente al dictado de la sentencia, que se denominaría en este caso sentencia de
conformidad. Dado los presupuestos y requisitos legalmente establecidos, esta sentencia de
conformidad será siempre condenatoria, no absolutoria. El acusado va a reconocer los hechos
que se le imputan.

La conformidad, por definición, supone que el acusado reconoce los hechos y acepta la
pena para ellos pedida por la acusación, renunciando a la celebración del juicio y a la
posibilidad de defenderse (SAP Castellón de 17/12/03. FJ 1º).

Según la jurisprudencia, la conformidad se caracteriza por las siguientes notas:

• Absoluta. No supeditada a condición, plaza o limitación de cosa alguna.

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• Personalísima. Dimanante de los propios acusados o ratificada por ellos personalmente


y no por medio de mandatario, intermediario o representante.

• Voluntaria. Consciente y libre.

• Formal. Debe reunir las solemnidades requeridas por la ley, las cuales son de “estricta”
observancia y son insubsanables.

• Vinculante. Tanto para el acusado como para las partes acusadoras, las cuales una vez
formuladas, han de pasar tanto por la índole de la infracción como por la clase y
extensión de la pena mutuamente aceptada e incluso para las Audiencias o Juzgados
sentenciadores.

• De doble garantía. Pues se exige inexcusablemente anuencia de la defensa y


subsiguiente ratificación del procesado (en la hipótesis del art 655 LECRIM) o
confesión del acusado y aceptación tanto de la pena como de la responsabilidad civil,
más la consecutiva manifestación del defensor o defensores de no considerar
necesaria la continuación del juicio (art 688 y ss LECRIM).

Los requisitos legales para que pueda darse la conformidad, según los art 655
(proceso ordinario) y 787 (procedimiento abreviado) son los siguientes:

-Que la conformidad se preste con la pena más grave solicitada por los acusadores. En
concreto, la ley se refiere, en el art 787, a que la conformidad debe tener lugar cuando no se
pida más de 6 años de pena privativa de libertad. Por tanto, donde va a tener realmente lugar
la conformidad será en el procedimiento abreviado.

-Control judicial de la legalidad del acuerdo entre las partes por parte del tribunal,
de manera que, si entiende que la calificación con la que se ha conformado el acusado es
incorrecta, requerirá a la acusación para que la cambie. Si lo rectifica, la conformidad surtirá
efecto; si no lo rectifica, el juicio seguirá adelante.

Dentro de la conformidad, podemos distinguir los siguientes tipos:

• Conformidad plena. Es la que se produce cuando se refiere tanto a la pretensión penal


como a la civil.

• Conformidad simple. Es aquella en la que la conformidad se produce únicamente con la


pretensión penal, de modo que el juicio seguirá con la pretensión civil.

• Conformidad total. Beneficia a todos los procesados.

• Conformidad parcial. Se da cuando solo algunos de ellos la formula.

Finalmente, cabe hablar del momento procesal oportuno para la conformidad. En el


juicio abreviado, la jurisprudencia con apoyo en la ley, señala tres momentos para la prestación
de la conformidad: uno, en el escrito de defensa; dos, formalizado conjuntamente con el

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escrito de acusación; tres, cuando antes del comienzo de las sesiones del juicio oral, la
acusación y la defensa, con el consentimiento del acusado, piden al juez o tribunal que dicte
Sentencia de conformidad con el escrito de acusación que contenga la pena más grave. En el
juicio ordinario, hay un solo momento: al presentar los escritos de conclusiones provisionales.

4. Las cuestiones previas

Las cuestiones previas pueden ser propuestas a instancia de parte (que será la
hipótesis más común en la práctica) o apreciadas de oficio por el Tribunal.

El momento procesal oportuno para plantear las cuestiones previas, en el juicio


ordinario, será en los tres días siguientes al momento en que las partes pueden calificar los
hechos. En el procedimiento abreviado, una vez abierto el juicio oral, se procede a la lectura
de los escritos de calificación provisional; tras esta lectura, las partes podrán proponer las
cuestiones previas que tengan por conveniente.

Los artículos de previo pronunciamiento se encuentran recogidos en el art 666


LECRIM y son la siguientes:

-La de declinatoria de jurisdicción.


-La de cosa juzgada.
-La de prescripción del delito.
-La de amnistía o indulto.
-La falta de autorización administrativa para procesar en los casos en que sea
necesaria, con arreglo a la Constitución y a leyes especiales.

Estas cuestiones pueden agruparse de diversa manera:

1. Cuestiones de carácter formal o adjetivo. Son la declinatoria de jurisdicción


(que pone de manifiesto que el tribunal que está conociendo no tiene jurisdicción) y la falta de
autorización administrativa (se refiere esta acepción a los aforados, que requieren para su
juicio una autorización de la Cámara respectiva).

2. Cuestiones de carácter material o sustantivo. Son la cosa juzgada (se pojne de


manifiesto ante el Tribunal que el pleito que va a sustanciarse ya está resuelto, debiendo
probarse que los hechos y acusados son los mismos), y aunque la ley no lo diga, también la
litispendencia, también la prescripción del delito (esta cuestión previa o artículo de previo
pronunciamiento el que puede con más facilidad ser observado de oficio); y finalmente, el
indulto, siempre de carácter particular, concedido por el Gobierno y publicado en el BOE.
Finalmente, cabe hablar en este punto de la nulidad de actuaciones, cuestión admitida
por la jurisprudencia.

5. El procedimiento del juicio oral

La vista coincide con el juicio oral en sentido estricto. En la vista van a tener lugar las
alegaciones de las partes (la lectura o informe de los escritos de calificación) y, a
continuación, el núcleo principal de la vista: la práctica de la prueba.

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En el juicio oral, en la vista, durante la celebración de la práctica de la prueba, las


partes tienen que estar presentes y representadas con sus correspondientes letrados, de
manera que la ausencia de cualquiera de las partes pueden provocar la suspensión del juicio
(art 746 LECRIM). Ahora bien, en el juicio abreviado, aunque sea parte de la regla general del
art 786.1 LECRIM (“la celebración del juicio oral requiere preceptivamente la asistencia del
acusado y del abogado defensor”), se permite una excepción: se puede celebrar el juicio
abreviado en ausencia del encausado, cuando ésta sea justificada y, además, se den los
siguientes requisitos:

-Que el MF solicite que, pese a la ausencia del encausado, se celebre el juicio y no se


oponga la otra acusación, si ésta estuviera presente.
-Debe ser oída la defensa.
-El acusado ha sido citado en tiempo y forma personalmente.
-El delito por el que se somete a juicio no debe tener señalada en la ley una pena
superior a dos años.

6. La suspensión del juicio oral: causas (pregunta de examen)

Abierto el juicio oral, éste debe continuar a través del desarrollo de sus
correspondientes sesiones, celebrándose en unidad de acto (principio de concentración).
Ahora bien, existen determinadas causas que permiten suspender el juicio, lo que va a suponer
tener que reanudarlo en algún momento del futuro. Estas causas son, en atención al art 746
LECRIM, las siguientes:

• Causas derivadas de cuestiones incidentales. Dentro de este bloque entrarían las


causas del art 746.1º.

• Causas derivadas del derecho a la prueba (art 745,746.2º y 3º). cuando no es pueda
realidad por causa no imputable a la parte que la propuso. También cuando no
comparezca alguno de los testigos de cargo y de descargo ofrecidos por las partes.
Ahora bien, para que pueda suspenderse el juicio por esta causa, el testigo ha de haber
sido citado convenientemente, su declaración debe haberse propuesto en tiempo y
forma y, finalmente, el Tribunal debe considerar la declaración de este testigo de vital
importancia. También entrarían en este bloque la celebración de pruebas que se
celebren fuera del tribunal.

• Causas de suspensión fundadas en el derecho de defensa y en el principio acusatorio.


Entrarán aquí las causas del art 746.5º (enfermedad del procesado), las del art 746.4º
(enfermedad del abogado defensor de cualquiera de las partes, del Fiscal o de alguno
de los miembros del Tribunal), las del art 746.6º (cuando revelaciones o retractaciones
inesperadas produzcan alteraciones sustanciales en los juicios, haciendo necesarios
nuevos elementos de prueba o alguna sumaria instrucción suplementaria).

Cuando se acuerda la suspensión, el auto deberá fijar el periodo de tiempo por el que
va a estar suspendido (cuando sea posible) y siempre debe durar lo menos posible. Ahora bien,

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si alguna delas causas pudiera provocar la suspensión indefinida, el Tribunal puede declarar sin
efecto lo que se llevaba celebrado hasta el momento.

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