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Artes de vida,
gobierno y contraconductas
en las prácticas de sí
Colección CES
Artes de vida,
gobierno y contraconductas
en las prácticas de sí
SEDE BOGOTÁ
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES - CES
GRUPO GOBIERNO, SUBJETIVIDADES Y PRÁCTICAS DE SÍ
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí / Javier Sáenz Obregón,
editor. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de
Ciencias Humanas. Centro de Estudios Sociales - CES, 2014.
470 p. – (Colección CES)
Incluye referencias bibliográficas
ISBN : 978-958-761-950-8
1. Foulcault, Michel 1926-1984 -- Crítica e interpretación 2. Prácticas de sí 3.
Yo (Filosofía) 4. Subjetividad I. Saenz Obregón, Javier, 1956- II. Grupo Gobierno,
Subjetividades y Prácticas de Sí III. Serie
CDD-21 126 / 2014
© Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales (CES)
© Javier Sáenz Obregón
© Varios autores
Comité editorial
Sergio Bolaños Cuéllar, decano
Jorge Rojas Otálora, vicedecano académico
Aura Nidia Herrera, vicedecana de investigación
Jorge Aurelio Díaz, profesor especial
Ángela Robledo, profesora asociada
Yuri Jack Gómez, profesor asociado
Preparación editorial
Facultad de Ciencias Humanas
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin el permiso previo por escrito de los titulares
de los derechos correspondientes.
Tabla de
contenido
Prólogo
Dimensiones, pluralidad y potencia de las prácticas de sí 9
Javier Sáenz Obregón
10. Budismo zen: entre espejos, olvidos y la vivencia del presente 331
Luisa María Díaz
Autores 429
Glosario 433
E
ste libro recoge los resultados de un proyecto de investigación2
del grupo Gobierno, subjetividades y prácticas de sí, del Centro de
Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia,
que estudió un conjunto de prácticas históricas y contemporáneas por
medio de las cuales los sujetos actúan deliberadamente sobre sí para
transformarse (prácticas de sí)3. El estudio privilegió el examen de las
técnicas utilizadas para actuar sobre sí y, en su transcurso, se elaboró un
marco conceptual, metodológico e histórico para problematizar este
tipo de prácticas en varias dimensiones.4 De estas, las dimensiones que
operaron con mayor visibilidad en el abordaje de las prácticas fueron
las siguientes:
1
Agradezco los aportes a esta presentación de Edisson Aguilar, Alejandro Baquero y Camilo
Tous. Agradezco, también, la colaboración de Edisson Aguilar y Alejandro Baquero en las
labores editoriales de dos capítulos del libro.
2
Me refiero al proyecto Estudio crítico de algunas prácticas de sí contemporáneas, uno de los proyectos
ganadores de la convocatoria Orlando Fals Borda de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de Colombia del año 2010.
3
El término es de Michel Foucault. En algunos escritos, las denomina como técnicas de sí y, en
ocasiones, se han traducido al castellano como tecnologías del yo.
4
Este marco general de problematización se recoge, parcialmente, en el primer capítulo y
tiene desarrollos específicos en varios de los otros capítulos.
9
(i) La genealógica: corresponde a la pregunta sobre la manera en que
las prácticas se disponen hacia la configuración de la forma-sujeto
o, si se prefiere, a la subjetividad cristiana y moderna, o hacia la
configuración de otro tipo de sujetos.
(ii) La estética: hace referencia a las diferentes formas, modalidades,
artes o técnicas que los sujetos emplean para actuar deliberada-
mente sobre sí.
(iii) La relacional: son las relaciones que establecen con otro tipo de
prácticas: de saber, de gobierno, de afectación de los otros.
(iv) La pragmática: corresponde a la valoración de sus efectos indivi-
duales y colectivos en términos éticos y políticos, en el marco de
los dispositivos históricos y contemporáneos de gobierno.
(v) La dimensión que podríamos denominar de mathesis ontológica,
en la cual el sujeto puede ser concebido ya sea como uno, dos,
tres, varios, muchos, todos o como un flujo. El asunto aquí son
las medidas o cálculos que permiten establecer en qué lugar
se ubica la práctica en un continuum referido a la forma-sujeto.
Este continuum va desde un monismo que no excluye nada de la
experiencia humana y tiene como medio y forma la vivencia
de la unidad, pasa por el dualismo escindente de la experiencia
que divide al sujeto y determina de antemano qué es deseable y
qué no lo es, y tiene, en su otro extremo, al pluralismo que abre
nuevas posibilidades de existencia impensadas.
10
como el lector encontrará referencias entre los capítulos que componen
este libro. Se recomienda, por tanto, leer antes el primer capítulo en el
que se presenta una grilla de análisis de las prácticas de sí que, en menor
o mayor medida, orientó los diversos estudios. En este capítulo, se exa-
minan también una serie de acontecimientos históricos de las prácticas
de sí que fueron retomados, junto con otros, por algunos capítulos como
referentes de su análisis de las prácticas contemporáneas. Fueron reto-
mados, de una parte, para señalar las continuidades, en algunas de sus
dimensiones, de las prácticas de sí históricas y las contemporáneas; de
otra parte, a partir de lo que Luisa María Díaz denomina en el décimo
capítulo la estrategia del espejo, estrategia elaborada en las reuniones del
proyecto para comprender lo singular de las prácticas contemporáneas,
examinándolas a la luz de algunas prácticas históricas de “Occidente”
y las sociedades occidentalizadas, así como de algunas prácticas “orien-
tales”.
Este libro partió de nuestra convicción acerca del sentido ético y po-
lítico de examinar las prácticas de sí en su singularidad. La elección
de las prácticas que se examinan en cada uno de los capítulos del libro
puede justificarse desde el saber, así como desde el interés de llevar a
cabo una crítica ética y política del presente; pero, en su elección, hay,
también, en diferentes grados, una apuesta por efectos subjetivadores: esto
es, una actuación táctica de los autores para afectarse a sí mismos y a
los demás. Sin embargo, no hay que temer; los lectores no encontrarán
confesiones de manual de autoayuda o de reality show, como tampoco
de confesionario católico o psicoanalítico. Puede que nuestros mapas
iniciales sobre las técnicas de las prácticas de sí contemporáneas fuesen
precarios –como lo serían para cualquiera que emprenda un estudio
similar–, pero teníamos un par de convicciones que no abandonamos.
Entre ellas, que una de las mejores formas de resistirse a las prácticas de
gobierno modernas y contemporáneas es nunca pensar que es posible o
deseable decir la verdad sobre uno mismo; como le responde Hamlet a
las patrañas de Guildenstern para que revele las razones de su extraño
comportamiento:
11
¿crees que es más fácil tocarme que a una gaita? Llámame el instru-
mento que se te antoje, aunque me puedas rasgar, no puedes tocarme.5
(Shakespeare iii-2: 335-340)
5
Traducción del inglés del autor. Las traducciones al castellano consultadas excluyen todo el
diálogo entre Hamlet y Guildenstern y Rosenkrantz en esta segunda escena del acto tercero.
6
Los estudios en que los investigadores llevaron a cabo o ya venían desarrollando las prácticas
que estaban examinando en la investigación fueron los del yoga, budismo zen y la danza
como arte de la vida.
12
y aquellos que desechan; las resignificaciones que realizan sobre las razones
para emprender las prácticas y sobre sus fines; el grado en que aceptan
o rechazan sus presupuestos ontológicos, éticos y políticos; la intensidad
temporal y espacial con la que las llevan a cabo; y los ensamblajes que
efectúan con otras prácticas y discursos.
De manera deliberada, los escritos de este libro apuntan a la supera-
ción del dualismo, ese que está atrapado en la dicotomía radical entre
sujeción o liberación que caracteriza el discurso del cristianismo institu-
cional, que en buena medida nos ha configurado: dualismo entre estar
totalmente gobernados-determinados o lograr una liberación (salvación)
total. Los abordajes de las prácticas en los diferentes capítulos problema-
tizan la mirada binaria o, si se quiere, la estetizan, en el sentido de abrirse
a un registro plural de formas de ver, pensar, sentir, intuir e imaginar
análogo al de las artes (la infinita gama entre estar quieto y moverse a
la máxima velocidad posible, entre el amarillo y el negro, entre notas
musicales y entre actuaciones creativamente improvisadas y aquellas que
tienen altos niveles de formalización ritual). En este sentido, la mirada de
este libro no evade el carácter paradójico y ambivalente de algunas de las
prácticas; todo lo contrario, busca visibilizarlo.
Si bien el estudio retomó la matriz analítica de Foucault sobre las
prácticas de sí, la amplió y complejizó desde el inicio. Muy pronto nos
dimos cuenta de que algunas de las dimensiones analíticas formalizadas
por el pensador francés con base en su estudio de estas prácticas entre
las sectas filosóficas griegas y helenísticas y las del cristianismo institu-
cional temprano –especialmente en cuanto a su relación con la verdad
y a la posibilidad de analizarlas en dimensiones discretas (sujeto, objeto,
técnica, fin)– no eran del todo aplicables a otro tipo de prácticas de sí, en
especial, en los casos de los escépticos, los magos, alquimistas y místicos
de los siglos xiv al xvii, así como de otras prácticas contemporáneas estu-
diadas en el libro. En esta dirección, y como uno de los aportes centrales
de este libro, los capítulos que examinan tres prácticas (el budismo zen,
el performance art de Joseph Beuys y la danza contemporánea no institucio-
nalizada) demuestran los límites del discurso analítico sobre las prácticas
de sí, pues las prácticas mencionadas parten de la negación de la analí-
tica binaria: sujeto-práctica y medio-fin.
El libro permite vislumbrar la potencia del estudio de las prácticas de
sí como lectura y mirada transversal o, quizás mejor, diagonal del presente
13
y de las prácticas históricas, las cuales posibilitan nuevas formas de ver y
pensar los dispositivos que nos han configurado y nos están configuran-
do o en medio de los cuales nos configuramos de manera relativamente
autónoma. Es la transversalidad, por un lado, del asunto central de las
prácticas, que abarca la vida empresarial, los tratamientos psiquiátricos,
la imagen corporal de presentadoras de televisión, la vida sexual, afectiva
y laboral de las mujeres, la danza, el perfomance art, la anorexia en tanto
arte del hambre, las prácticas de yoga y budismo zen en Bogotá y el tiempo.
Por otro lado, encontramos la transversalidad en cuanto a los esce-
narios de las prácticas, que incluyen escenarios institucionales (centros
de yoga y budismo, instituciones psiquiátricas, empresariales y contra la
anorexia, gimnasios, familia), así como otros escenarios (medios masivos
de comunicación, escenarios artísticos y vida cotidiana). Por último, está
la transversalidad en las prácticas de gobierno con las que se articulan
las prácticas de sí (pastoral, disciplinario, liberal de regulación) y los saberes en
los que se fundamentan o con los que se relacionan: saberes experien-
ciales, corporales, filosóficos, cosmetológicos, sexológicos, empresariales,
económicos, religiosos, espirituales, artísticos, nutricionales, médicos,
mediáticos, somáticos, de la “Nueva era”, neurológicos, de autoayuda,
pedagógicos, estéticos, morales, sociológicos, performativos, mágicos, de
urbanidad, literarios, políticos, sobre la moda, gastronómicos y los saberes
psi (psiquiatría, psicoanálisis, psicología).
Entre otros aportes de este libro, quisiéramos resaltar dos de ma-
nera esquemática. En primer lugar, en varios capítulos se establece la
diferenciación pragmática y la relación compleja entre prácticas de sí y
autocoacciones automáticas. Como se expone en el primer capítulo, no toda
acción sobre uno mismo es una práctica de sí, pues mientras que Michel
Foucault define y se ocupa de las prácticas de sí como acciones delibera-
das del sujeto sobre sí, Norbert Elias, por su parte, ha señalado que, en
la modernidad, se configuraron un conjunto de autocoacciones de carácter
automático o inconsciente. En cuanto a su diferenciación, diversos capí-
tulos del libro enfatizan la discrepancia radical entre ellas en sus efectos
éticos y políticos; en tanto las prácticas de sí, por ser deliberadas, tienen
una mayor posibilidad de generar contraconductas7 en relación con las for-
7
Retomo el concepto de contraconducta de Michel Foucault quien, en Seguridad, territorio y pobla-
ción, la define como la «lucha contra los procedimientos puestos en práctica para conducir
14
mas en que los individuos y grupos están siendo gobernados, mientras
que las autocoacciones son una continuidad automática de coacciones
sociales. En cuanto a la forma en que estos dos tipos de prácticas se
relacionan entre sí, en el primer capítulo se analiza cómo, lo que en un
primer momento histórico se configuró como una práctica de sí (por
ejemplo, los ejercicios espirituales del cristianismo institucional y las pres-
cripciones sobre la cortesía o la civilidad en el Renacimiento) tenía como
fin posterior la generación de autocoacciones automáticas, esto es, de há-
bitos espirituales, morales y de cortesía. De manera inversa, en el examen
de algunas prácticas contemporáneas, en los capítulos sobre danza y em-
presarios de sí, se señala cómo, en un primer momento, los practicantes
no son conscientes de que están actuando sobre sí y, en el transcurso de
la práctica, establecen una relación deliberada consigo mismos.
El segundo aporte es la constatación del lugar privilegiado de las
prácticas de sí como formas de gobierno y contraconductas contemporá-
neas, es decir, como campo de batalla. Al respecto, resulta claro que las
modalidades más contemporáneas de gobierno buscan afectar cada vez
con mayor alcance e intensidad las formas en que los sujetos se relacio-
nan consigo mismos, pues, como lo muestran algunos de los capítulos (los
referidos a los empresarios de sí, a los nuevos tratamientos de la esqui-
zofrenia, a la imagen corporal, y a la relación entre gobierno, prácticas
de sí y temporalidad) ante la relativa crisis contemporánea del Estado,
la familia, las empresas clásicas y las instituciones de encierro, lo que
he denominado el campo de sí o el sujeto como institución aparece como una
suerte de “último bastión” de gobierno. Lo característico de estas nuevas
formas de gobierno es que buscan conducir a los individuos a asumir
la responsabilidad total por lo que ocurre en sus vidas, de manera que
gestionen sus propios riesgos y fortalezcan sus capacidades para mane-
jar asuntos que antes eran compromisos compartidos con el Estado, las
instituciones de encierro, la familia y las empresas. Como el énfasis está
a los otros» (Foucault, 2006: 238), por considerar que es el más potente en el ámbito de las
prácticas de sí, entre muchos que usa el autor, para denominar prácticas contrahegemónicas
(resistencia, prácticas de libertad, etc). Su alcance se deriva de la definición de ‘conducta’
que abarca varias de las dimensiones que se examinan en este libro en relación con las prác-
ticas de sí. Abarca tanto «la actividad consistente en conducir, la conducción», como «la
manera de conducirse, la manera de dejar conducirse, la manera como uno es conducido
y, finalmente, el modo de comportarse bajo el efecto de una conducta, que sería acto de
conducta o de conducción» (Foucault, 2006:223).
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puesto en la forma en que los sujetos cambian, se adaptan y aprenden
para convertirse en agentes y socios de su propio gobierno, no es extraño
que, desde diversos lugares –escuelas, familias, empresas, comunidades
psiquiátricas, grupos de autoayuda, medios masivos de comunicación–,
se conduzca a los individuos a que realicen prácticas de sí, entre otros
propósitos, para que afronten mejor las incertidumbres del mundo con-
temporáneo.
Ahora bien, lo que muestran los hallazgos de los estudios que com-
ponen el libro es que la reemergencia contemporánea de las prácticas
de sí no tiene una sola cara, sino que es una figura de múltiples rostros,
pues sus posibilidades son tan amplias como la capacidad que tienen
individuos, comunidades e instituciones de imaginarlas e inventarlas o
modificar las existentes. Así como pueden ser claves en la consolidación
de nuevas formas hegemónicas de gobierno de los sujetos, también lo
pueden ser de nuevas formas de contraconducta, como se expone, de ma-
nera más evidente, en los capítulos sobre las prácticas de yoga, budismo
zen, performance art, danza y artistas del hambre.
A diferencia de las prácticas de sí por medio de las cuales los indi-
viduos participan activamente en las modalidades hegemónicas de go-
bierno, entre las cuales se evidencian regularidades significativas en las
técnicas y los fines que persiguen,8 estas otras prácticas emergentes de
contraconducta que se enfrentan a, usan o eluden las formas hegemónicas de
gobierno se caracterizan por la diversidad en varias dimensiones: en las
formas en que los sujetos son conducidos a emprenderlas, en los fines que
persiguen (que en algunos casos van más allá de la dupla bienestar-segu-
ridad y de la más tradicional felicidad-libertad), en las técnicas de actuar
sobre sí y en las fuerzas del sujeto que son concebidas, por un lado, como
agentes y, por otro, como objetos o blancos de la práctica. Es en esto úl-
timo en lo que se evidencia alguna regularidad entre estas prácticas: lo
corporal o somático como su objeto recurrente, aunque no único (bien
sea para lograr un cuerpo saludable, como en los usos de algunos practi-
cantes del yoga; para lograr un mayor desapego del cuerpo, como en los
8
De manera muy esquemática y con base en el capítulo sobre los nuevos tratamientos de la
esquizofrenia, el de empresarios de sí y el del discurso de la revista Cosmopolitan, se pueden
mencionar las siguientes regularidades centrales: en términos de las técnicas, el rechazo al
“pensamiento negativo” y la fijación en lo “positivo”; en términos de los fines, el éxito, la
normalidad, la tranquilidad y el bienestar.
16
del budismo zen; para usarlo con el fin de gobernar a los hombres como
en las prescripciones de la revista Cosmopolitan; para encontrarse con el
cuerpo y potenciarlo, como en la danza o el performance art de Beuys; o
para moldearlo, como en las artistas del hambre). Así mismo, las líneas de
fuerza y saberes que enfrentan, usan o ignoran las prácticas son múl-
tiples: la danza institucional, las imágenes de belleza de la publicidad,
las fijaciones identitarias, los deseos, pasiones y apegos auto-fabricados y
fabricados socialmente, la ética del consumo y del “éxito”, y la política
hegemónica en su sentido más general.
En cuanto a las múltiples maneras en que se generan contraconductas a
las formas de gobierno institucionales, del mercado y de la publicidad,
que se evidencian en los casos contemporáneos estudiados, los diversos
capítulos optan por distintas formas de denominarlas (resistencia, uso, fuga,
libertad, autocreación) buscando nombrar su singularidad. Con propósitos
exclusivamente analíticos, se puede decir que las prácticas de contracon-
ducta estudiadas en este libro se pueden separar en tres tramos de un
continuum.
En primer lugar, estarían aquellas que se enfrentan con las prácticas de
sí que les han sido prescritas a los individuos y a la población para par-
ticipar en formas de gobierno hegemónicas, como se puede evidenciar
en el tercer capítulo entre quienes han abandonado las empresas-red
y las atacan como perniciosas. En segundo lugar, estarían las prácticas
que se apoderan de las fuerzas hegemónicas de gobierno contemporáneo,
las usan y las desvían. Algunos de los mejores ejemplos de esto se en-
cuentran en el capítulo sobre las prácticas de sí prescritas por la revista
Cosmopolitan, las cuales pueden ser, de manera simultánea, prácticas de
contraconducta para algunas mujeres en la “guerra de los sexos” y, a la vez,
prácticas de sujeción a las formas de gobierno hegemónicas y al dispo-
sitivo de la sexualidad. Otro ejemplo es el de las artistas del hambre, quienes,
a partir de las fuerzas hegemónicas que buscan que regulen su peso en
función de los ideales contemporáneos de belleza, las resignifican de
manera radical.
En tercer lugar, estarían aquellas prácticas (budismo zen, algunos
practicantes de yoga, danza, performance art) que se ubican hacia el polo
de lo que podemos denominar, con Foucault, líneas de fuga: prácticas que
buscan crear formas de ser, de actuar sobre sí y artes de vida por fuera de
las formas de gobierno contemporáneas.
17
El libro consta de doce capítulos que se pueden agrupar de la siguien-
te manera: de una parte, se encuentran los capítulos “históricos”, de los
cuales el primero y el último desarrollan miradas genealógicas de larga
duración sobre las prácticas de sí en “Occidente” y las sociedades occi-
dentalizadas, y el segundo hace un análisis comparativo entre dos prácti-
cas históricas: las del escepticismo griego y helenístico y las del budismo
theravada clásico. De otra parte, los capítulos tercero al sexto estudian
prácticas relacionadas, de manera más explícita, pero no por ello menos
compleja, con las formas hegemónicas de gobierno contemporáneas. Por
último, los capítulos séptimo a once estudian prácticas que se pueden de-
nominar como de contraconducta. A continuación, presentamos cada uno
de los capítulos.
En el primer capítulo, se presenta una conceptualización y una rejilla
de análisis de las prácticas de sí que retoma y amplía la propuesta por
Foucault. Centrándose en las técnicas singulares para actuar sobre sí,
se examinan seis acontecimientos para una genealogía de las prácticas
de sí en “Occidente” y las sociedades occidentalizadas: las de la filosofía
griega y helenística; las del cristianismo institucional; las de magos, alquimis-
tas y místicos entre el siglo xiv y xviii; las del humanismo renacentista;
el ocaso de estas prácticas a partir del siglo xix; y su resurgimiento y
pluralización desde la década de los sesenta del siglo pasado en el marco
del movimiento contracultural global, de las formas contemporáneas de
gobernar a los sujetos y de la emergencia de una amplia gama de prác-
ticas de contraconducta.
El segundo capítulo compara las prácticas de sí del budismo theravada
con las del escepticismo pirrónico a partir de tres de las dimensiones de las
prácticas de sí formuladas por Foucault: las técnicas utilizadas para actuar
sobre sí, sus fines y su relación con la verdad desde la perspectiva del decir
veraz como acto (formas aletúrgicas). A partir del Dhammapada (texto funda-
mental del budismo theravada) y los Esbozos pirrónicos de Sexto Empírico,
se observan algunas características de estas dos filosofías desde la óptica
de su posibilidad como filosofías esencialmente prácticas que le apuntan
a fines muy similares: la felicidad, la tranquilidad, la emancipación, la
sabiduría; finalidades que pueden, así mismo, ser consideradas de orden
espiritual dentro de cierta concepción filosófica de lo espiritual.
El tercer capítulo aborda la configuración de empresarios de sí a tra-
vés de la literatura de autoayuda y las empresas de mercadeo en red.
18
De acuerdo con lo hallado, estas promueven actuaciones deliberadas de
los individuos sobre sí que tienen las siguientes características: buscan
eliminar, enfrentar o superar el miedo; prescriben la suspensión de las
preguntas acerca del porqué de las cosas –el pensamiento crítico– y, en
su lugar, promueven el uso de una suerte de pensamiento instrumental para
tomar decisiones rápidas, guiadas por los instintos que, en lugar de repri-
mirse, deben gestionarse activamente; conducen a los sujetos a integrar
el ritmo veloz de la temporalidad contemporánea en la subjetividad a
través de una serie de técnicas –preguntas introspectivas, vigilancia del
pensamiento–; promueven el conocimiento y gestión el deseo propio y de
los otros; y persiguen una teleología que apunta al “éxito”, idea represen-
tativa del terrible temor de nuestra sociedad hacia el “fracaso” y a todo
aquello definido como negativo.
El cuarto capítulo explica la relación que existe entre la emergencia
de los tratamientos psiquiátricos contemporáneos y las nuevas formas de
gobierno de las sociedades de liberalismo avanzado. Trata sobre los discursos
y las estrategias de gobierno mediante las cuales se interviene a la po-
blación afectada por la esquizofrenia. Se examinan las formas en que
los tratamientos ambulatorios que intentan mantener al paciente inte-
grado a las actividades sociales ponen énfasis en la autodeterminación y
autorresponsabilidad que deben tener, tanto pacientes como familiares,
en el manejo de la esquizofrenia. Esta nueva forma de intervención psi-
quiátrica supone, en este mismo sentido, la aparición de un componente
psicosocial que induce a estas personas a realizar prácticas de sí para la
autonormalización y autoregulación del cuadro clínico de la esquizofrenia.
En el capítulo quinto, “Rehaciendo mujeres. Una lectura desde Cos-
mopolitan”, se analiza el dispositivo de la feminidad, develando la reconfigu-
ración de sus líneas de fuerza a través del estudio de fenómenos tales como
las transformaciones en el dispositivo de la sexualidad que ha hecho legítima
la búsqueda de múltiples formas de placer por parte de las mujeres. Los
ejercicios o técnicas prescritos por Cosmopolitan para ser mujer en la con-
temporaneidad se agrupan en cuatro categorías: anatomía de los sentimientos,
cultivo del capital erótico y sexual, prácticas de autoconocimiento y el arte del gobierno
de sí y de los hombres. Es a través del análisis de cada una de estas técnicas
que se descubren recurrencias entre el dispositivo de la feminidad contempo-
ráneo y algunas prácticas históricas asociadas al amor y la sexualidad, así
como rupturas con otras prácticas de sí históricas, como las del cristianis-
19
mo institucional. Las “chicas cosmo”, sujetos capaces de gerenciarse a sí
mismas y calcular, están en una constante práctica de problematizar los
imaginarios que configuran a las mujeres en tanto seres inocentes, como
si esta fuera una cualidad que les es inherente.
El capítulo sexto explora una serie de prácticas que algunas presen-
tadoras de televisión y modelos colombianas realizan sobre sus cuerpos.
Estas prácticas tienen la doble condición de afectar a quienes las reali-
zan y de servir como modelo de belleza y de estilo de vida para otras
mujeres. La combinación de alimentación saludable, ejercicio físico y
cuidados cosméticos, junto con la cuidadosa observación de la aparien-
cia y el comportamiento público –derivado de la constante exposición
mediática–, constituyen un estilo de vida que funciona como una forma
de gobierno en la que las gobernadas participan activamente y de mane-
ra más o menos consciente. En este caso, las mujeres que realizan estas
prácticas no solo tienen un papel activo en su propio gobierno, sino que,
a la vez, contribuyen a persuadir a otras mujeres para que participen del
mismo a través de la realización de prácticas sobre su cuerpo.
El capítulo séptimo examina la forma en la que el ejercicio del perfor-
mance art dentro de la obra de Joseph Beuys sirvió como herramienta de
intervención deliberada sobre el artista y, de manera simultánea, sobre el
mundo, al plantear algunos puntos de reflexión en torno a posibles rela-
ciones entre estética y ética que permiten pensar en la posible emergencia
de una nueva práctica de sí dentro de las sociedades occidentales. Dicha
propuesta teórico-práctica supone una confrontación política, en el sen-
tido clásico del término, entre los artistas de la vida descritos por Beuys y
el sistema político-económico contemporáneo, en el que se apela a toda
una organización colectiva y programática con miras a la abolición de la
familia, el Estado y la escuela. La mirada del capítulo demuestra cómo,
históricamente, en algunos casos, las técnicas artísticas han sido usadas
como formas de autocreación que se sitúan en oposición al hegemónico
dispositivo infantilizador, en las que la creatividad humana se ha constituido
en una cualidad central para la formulación de estas prácticas de trans-
formación de los sujetos y sus realidades.
El capítulo octavo es construido con el testimonio de seis cuerpos dan-
zantes. Propone comprender ciertas prácticas de sí en la danza como,
potencialmente, prácticas de libertad en las que el sujeto tiene la posibilidad
de autocrearse. Se conciben estas prácticas como un arte de vivir: trabajo
20
sobre sí, movimiento de un nunca acabado elaborarse. En ellas, la intensi-
ficación de la energía es profundización de la atención, de la experiencia del tiempo,
del espacio, de la sensación de sí en el mundo como respiración, en el presente y desde la
memoria; profundización de un cuerpo articulado que transita el camino de
la intuición: sabio desconocido que no dice yo pero hace yo.
El capítulo noveno indaga sobre el sentido que adquieren ciertas
prácticas relacionadas con trastornos de la conducta alimenticia llevadas
a cabo por un grupo de mujeres contraconductuales denominadas por una
de ellas como artistas del hambre. Se trata de artistas de su propio cuerpo
que, por medio de prácticas sobre sí auto-reguladas y radicales, redefinen
la belleza y la vida misma en el culto a la delgadez y en el uso activo del
hambre. Se trata de prácticas que se apropian de técnicas prescritas en el
escenario contemporáneo en donde la estética de la mujer se reescribe en
la delgadez, pero que las redireccionan en función de auto-regulaciones
extremas que ponen en cuestión a la vida como objeto y fin de gobierno.
El capítulo décimo rastrea las prácticas de sí efectuadas en una co-
munidad soto zen en la ciudad de Bogotá. Retomando algunos conceptos
del discurso sobre las prácticas de sí de las sectas filosóficas griegas y
helenísticas, se señalan algunas discontinuidades con estas; entre ellas,
la detención de la opinión de sí durante la práctica grupal de zazén. De
otra parte, se plantea cómo la práctica de zazén no busca fortalecer la
voluntad, sino el desapego en relación con el yo, y tampoco lograr una
mayor autonomía por parte del sujeto, sino generar una distancia de sí por
medio de la función-testigo o espectador ajeno. Se reflexiona sobre la potencia
ética que tendrían, en el escenario de los dispositivos modernos y con-
temporáneos de fabricación de sujetos, este tipo de prácticas que debili-
tan la experiencia de separación entre el yo y el mundo y que permiten
comprenderse como ser-en-el-mundo por medio de una desfamiliarización
o desidentificación de sí.
En el capítulo once, se caracteriza el yoga clásico y el moderno, así como
las fuerzas contemporáneas que explican el auge global del yoga moder-
no. Se rastrea el nacimiento de los primeros centros de yoga en Bogotá,
se examina el yoga como práctica de sí en tres centros de la ciudad y se
definen tres categorías de practicantes –iniciados, buscadores y usuarios– a
partir, entre otros asuntos, del grado en que convierten la práctica en
un arte de vida. El yoga como práctica de sí en las condiciones contempo-
ráneas de la ciudad de Bogotá toma unas características propias que se
21
definen por las condiciones de vida de los practicantes, el espacio-tiempo
que posibilita y crea la práctica desde una dimensión sagrada, las fuerzas
que conducen a los sujetos a emprender la práctica y orientan su desa-
rrollo, y las transformaciones en la forma de vida que, a partir de sutiles
cambios en la mirada y en la vivencia de las diferentes circunstancias en
la cotidianidad, conducen a cuestionamientos éticos y políticos.
El último capítulo examina las relaciones entre la temporalidad, las
formas modernas y contemporáneas de gobierno y las prácticas de sí.
Se muestra cómo las formas de gobierno han modulado una manera
de experimentar el tiempo, lo cual no solo tiene efectos perceptibles en
el cuerpo social, sino también en la subjetividad. De la misma forma,
queda en evidencia que es sobre el sujeto y las formas en que este se
relaciona consigo mismo que el régimen temporal lineal de la modernidad
logra erigirse. Desde una mirada genealógica, se examinan un conjunto
de prácticas históricas y su relación con la forma del tiempo cristiano y
moderno. El trabajo discute cómo la temporalidad, entendida como la
manera en que se experimenta el tiempo, puede ser modificada a través
de procesos de autoconocimiento y de prácticas introspectivas como al-
gunas prácticas de sí orientales.
Referencias
22
Notas para una genealogía
de las prácticas de sí
Javier Sáenz Obregón
Te pierdes, reapareces
Descubres de repente que no tienes nada que temer (…)
Se prende en tus nervios una pregunta
“It’s Alright, Ma (I’m Only Bleeding)”.
Bob Dylan
1
Este giro, que llevó a la pérdida de legitimidad de las prácticas de sí, se puede evidenciar en
el cambio de sentido del concepto alemán de Bildung. Como lo señala Vierhaus (2002), para
los místicos de la Baja Edad Media y del Renacimiento temprano (Meister Eckhart, Tauler,
Seuse, Boheme, Paracelso), el término se relacionaba con la autoformación, con crear una
nueva forma o una nueva imagen del sujeto. A partir de la Ilustración, comienza a dominar el
concepto pedagógico de educación (nacional) en tanto enseñanza de los otros, de los súbditos
del Estado. Giró entonces entre un énfasis en autoformarse a uno de ser formado por las
escuelas. Reinhart Koselleck (2012: 57) también hace referencia a una primera etapa de
la historia conceptual de Bildung en la mística barroca y una segunda etapa “pedagógica
ilustrada”.
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La idea expuesta aquí sitúa históricamente la planteada por Edisson Aguilar en una de las
reuniones del proyecto de investigación, cuyos resultados recoge este libro, sobre cómo las
prácticas de sí pueden convertirse en auto-coacciones automáticas.
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Ciencia popular, entendida en ese momento, en los Estados Unidos, como la apropiación
selectiva por parte de la población de términos e ideas científicas.
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Según la terminología canónica, en este capítulo nos referimos a la filosofía helenística como
la de Grecia, posterior a la muerte de Alejandro Magno, así como la de Roma bajo la influen-
cia griega (estoicos, epicúreos, y escépticos).
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Véase Foucault: 1986, 1987, 1990, 1994, 1999, 2002, 2009.
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Las prácticas de sí son las formas en que los sujetos actúan de manera
deliberada sobre sí mismos para transformarse. Foucault las define como
aquellas prácticas:
Según Foucault (1994), quien estudió las prácticas de las sectas filo-
sóficas griegas y helenísticas y las del cristianismo institucional tempra-
no, las prácticas de sí pueden analizarse a partir de cuatro dimensiones:
i) la sustancia ética o la fuerza del sujeto que es objeto de la práctica: por
ejemplo, las acciones, el deseo, los placeres, las emociones, las imáge-
nes o representaciones mentales; ii) la forma en que los individuos son
conducidos a emprender las prácticas (obligándolos, atemorizándolos,
convenciéndolos, incentivándolos, entre otras); iii) las formas, medios o
técnicas puestas en juego para actuar sobre sí; iv) aquello que se puede
esperar de ellas.
Al constatar la gran diversidad de las prácticas de sí desde la anti-
güedad griega hasta la sociedad contemporánea, he añadido o puntua-
lizado las siguientes dimensiones que configurarían una grilla de análisis
de ellas.
En primer lugar, identifico su concepción sobre el carácter natural
–esto es, necesario– o contingente de lo humano, en que en el extre-
mo de un continuum estarían las prácticas que se fundamentan en una
concepción esencialista de lo humano, en que la naturaleza humana,
sus límites y posibilidades ya estarían totalmente fijados, por lo que la
práctica, más que un acto de creación, se concibe como un acto de
autoconocimiento o autodescubrimiento; y, en el otro extremo, esta-
rían las que conciben al ser humano como un experimento totalmente
abierto, inacabado y contingente, con la capacidad de autocrearse en
direcciones insospechadas. Entre estas direcciones insospechadas, esta-
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El concepto griego de pasión se refiere a los movimientos involuntarios del alma: a sus
afecciones y desordenes, tales como el miedo, la ira, el amor, la tristeza, la envidia. Véase
Foucault 1987: 55 y Nussbaum 1996:114.
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Como es el caso de las prácticas taoístas. Véase Chuang Tzu 1992 y Lao Tsu 1972.
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Sobre el concepto de usos véase De Certeau, 1996.
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No menciono, en relación con este asunto, a las prácticas de las sectas filosóficas griegas y
helenísticas, pues su relación con el yo es muy diversa.
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Como relata Diógenes Laercio (2007, IV: 74) sobre el escepticismo griego: «Acostumbraban
los escépticos a rebatir los principios básicos de las otras escuelas, mientras que ellos no
afirmaban nada de forma segura». En el segundo capítulo, se hace un examen a fondo del
escepticismo como práctica de sí.
11
Esto se evidencia en las prácticas de sí de las artistas del hambre y de la danza como arte de
vida, examinadas en este libro.
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Retomo el concepto de contraconducta acuñado por Michel Foucault quien lo define como la
«lucha contra los procedimientos puestos en práctica para conducir a los otros» (Foucault,
2006: 238), por considerar que es el más potente en el ámbito de las prácticas de sí, entre
muchos que usa el autor, para denominar prácticas contrahegemónicas (resistencia, prácticas
de libertad, etc.). Su alcance se deriva de la definición de conducta, que abarca varias de las
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Deleuze hizo una distinción muy lúcida entre dos formas de luchas de
poder. Estarían, de una parte, las luchas exteriores o luchas contra: «las defen-
sas o incluso ataques, regates, fintas, anticipaciones de un golpe que no
siempre se ve llegar, o de un enemigo que no siempre se consigue iden-
tificar». De otra parte, lo que denomina las luchas-entre, o luchas consigo
mismo. La diferencia entre las dos es que mientras «la lucha-contra trata
de destruir o de repeler una fuerza, […] la lucha-entre es el proceso me-
diante el cual una fuerza se enriquece, apoderándose de otras fuerzas y
sumándose en un nuevo conjunto, en un devenir» (Deleuze, 1996: 184).
Aunque esto desborda los alcances del presente escrito, una genealogía
de las prácticas de sí en “Occidente” y las sociedades occidentalizadas
tendría que partir del estudio de las prácticas indias, babilónicas y egip-
cias, entre las de otras culturas, apropiadas por la filosofía griega. De-
bería estudiar, para solo dar un ejemplo, el yoga, quizás el sistema para
actuar sobre sí mismo más abarcador y sistemático del que tengamos
noticia, con efectos evidentes tanto sobre la espiritualidad hindú como la
budista, sobre la filosofía griega y sobre el resurgimiento de las prácticas
de sí en Occidente y las sociedades occidentalizadas desde la década de
los sesenta del siglo pasado. Tendría que examinar también las prácticas
del sufismo y de la cábala apropiadas en Occidente desde la Baja Edad
Media, entre muchas otras.
Abordaré cinco acontecimientos centrales, escogidos en parte por su
visibilidad, para pensarnos críticamente en el presente: las prácticas de
sí de las sectas filosóficas griegas y helenísticas; sus transformaciones en
el cristianismo institucional; las de místicos, magos, cabalistas y alquimistas
entre los siglos xv y xviii; las prescritas por algunos humanistas civili-
zadores en el Renacimiento; y, por último, el ocaso de estas prácticas a
dimensiones que se examinan en este libro en relación con las prácticas de sí. Abarca, tanto
«la actividad consistente en conducir, la conducción», como «la manera de conducirse, la
manera de dejar conducirse, la manera como uno es conducido y, finalmente, el modo de
comportarse bajo el efecto de una conducta, que sería acto de conducta o de conducción»
(Foucault, 2006: 223).
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partir del siglo xviii y su resurgimiento en los años sesenta del siglo
pasado. Es una selección entre estratégica y azarosa que deja por fuera
muchos acontecimientos claves para una mirada genealógica, como el
discurso de Nietzsche sobre el pensamiento autocreador, la obra de
Sade en torno a la autosumisión y la de los otros a las leyes del placer, y
el discurso sobre el autoconocimiento de pensadores románticos como
Hamann.13 Deja por fuera, también, las prácticas de los grupos sub-
alternos, por razones evidentes, las menos documentadas. Entre estas
prácticas, buena parte de ellas de tipo colectivo y de las más imbricadas
en procesos colectivos de contraconducta, estarían las de la cultura popu-
lar14, las de los pueblos indígenas, así como las prácticas de las “brujas”
en Europa15 y las afrodescendientes en el Nuevo Reino de Granada16,
conocidas por los procesos inquisitoriales que acompañaron la “caza
de brujas” eclesiástica.
13
Véase Berlin, 1997. Hamann planteaba que «El autoconocimiento y la autoestima son las
auténticas normas para conocer y amar a los demás» (Berlin, 1997: 128).
14
Véase Bajtin, 1987.
15
Véase Thomas, 1991, Ginzburg, 2003.
16
Véase Maya, 2005, Ceballos, 1995, 2002.
17
Véase Aristóteles, 1998: ix, 8, quien vincula el amor de sí y el amor hacia los otros.
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Véase sobre esto a Demócrito, quien decía que vivir sin un amigo no vale la pena, en Cordero,
2007: 483.
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El cristianismo institucional convirtió el “amor propio” en uno de los principales pecados, el
cual identificó con el “orgullo”.
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Véase la Introducción General de Francisco Lisi, en Eggers, 2007: ix y xx. Para solo dar
un ejemplo de la relación entre las sectas filosóficas griegas y el yoga de la India, Diógenes
Laercio afirma que Pirrón, fundador del escepticismo, «se relacionó con los gimnosofistas de
la India» (Diógenes Laercio, 2007: IX, 65).
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A partir del examen de los presocráticos y de los siguientes textos del cristianismo institucio-
nal: Regla de San Benito, 1998, Groote, 1988, San Ignacio de Loyola, 1952, San Agustín, 1961,
Rigo, 2001, Vives, 1913, 1948, 1968, Comenius, 1845, 1907, 1956, 1986, Komensky, 1953.
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Véase sobre esto El Pedagogo de Clemente de Alejandría y Sáenz, 2009.
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En los principales textos del cristianismo institucional que prescriben prácticas de sí, este auto-
sacrificio es el horizonte constante de la práctica. En los Ejercicios Espirituales de San Ignacio
de Loyola se prescribe un acto imaginativo de autoempequeñecimiento y distanciamiento
del dios jesuítico, a partir de la meditación sobre los pecados: «mirar quien soy yo disminu-
yéndome por ejemplos: primero quien soy yo en comparación de todos los hombres; 2º qué
cosa son los hombres en comparación de todos los ángeles y sanctos del paraíso; 3º mirar
qué es todo lo criado en comparación de Dios: pues yo solo ¿qué puedo ser?; 4º mirar toda
mi corrupción y fealdad corpórea; 5º mirarme como una llaga y postema de donde han
salido tantos pecados y tantas maldades y ponzoña tan tupidísima» (San Ignacio de Loyola,
1952: 171-172).
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El diablo.
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Para solo nombrar a algunos: en el norte de Europa, Paracelso, Boehme, Caspar
Schwenkfeld, Angelus Silesius, Meister Eckhart, William Law, William Blake, Swedenborg;
en el sur, Enrique Cornelio Agripa, Pico de la Mirandola, Marcelo Ficino, Giordano Bruno
y Ramon Llull. De la mayoría de ellos, contamos con textos escritos (o atribuidos a ellos).
Ver Angelus Silesius, 2005; Blake, 1967; Burckhardt, 2004; De Gandillac, 2007; Koyre,
1981; Meister Eckhart, 1992 y 1994; Paracelso, 2001; Spearing, 2001; Vega, 2002; Webster,
1988; Yates, 1983 y 2011.
26
Sobre la multiplicidad de sus fuentes, ver De Gandillac, 2007; Burckhardt, 2004; Yates, 1983
y 2011. Las apropiaciones europeas del sufismo o misticismo de los países islámicos han sido
poco comentadas o estudiadas. Robert Graves ha señalado su influencia en la literatura y
las leyendas europeas (El Quijote, Guillermo Tell), en el místico mallorquí del siglo xiii Ramón
Llull, en Roger Bacon y en la masonería. (Graves, 2003). En su Oración acerca de la dignidad del
hombre, Pico della Mirandola hace referencia a los caldeos, los egipcios, los persas y los gnósti-
cos, así como a Zoroastro y la cábala judía. Entre los filósofos griegos y helenísticos, se refiere
también a Heráclito, Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles y Séneca, entre otros.
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Uso la traducción del tristemente fallecido Luis Fernando Ramírez (no publicada).
28
Aquí, como en otras citas, la traducción del inglés es del autor.
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Véase Yates 1983: 43, 46, 50, 54-55 y Garin 1991: 216-221.
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Definidos en la tradición cabalística judía como esferas del universo, emanaciones de dios o
campos energéticos. Véase Berg 2002
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Para Pico della Mirandola, la imaginación mágica une «las cosas del
cielo con las de la tierra» y una de las formas de hacerlo, según Giordano
Bruno, es trasladando las imágenes mágicas de las estrellas al interior
de la mente y operando sobre ellas para transformar su influencia sobre
los humanos y el mundo. Lo anterior sería posible, pues las imágenes de
las cosas que están en el interior de los seres humanos serían la esencia
de las cosas: «las imágenes internas de las cosas están mas cercanas a la
realidad, son menos opacas a la luz de lo que lo son las propias cosas del
mundo externo» (Yates, 1983: 110, 2011: 237-239, 253).
La imaginación de la que hablan los magos no es una facultad más;
según Bruno, todo el proceso mental es un acto de la imaginación. La
mente opera solo con imágenes, las cuales tienen distintos grados de
potencia: las más potentes, por su carga de amor, integran al sujeto y
establecen correspondencias entre lo interno y lo externo (Yates, 2011:
309-310). Por su parte, Paracelso consideraba que todo conocimiento es
un acto de imaginación mágica, de identificación:
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En su brillante análisis de estos movimientos, Koyré se centra en las figuras de Caspar
Schwenckfeld, Sebastián Franck y Valentín Wigel.
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Dentro de su gran número y diversidad, había los siguientes movimientos populares,
algunos de los cuales eran antimonarquistas y defensores de las revoluciones francesa
y americana y con un discurso explícitamente anti-ilustrado: antinomians, behemenists (se-
guidores de Boehme), diggers, Family of love, rosacruces, philadelphians, hutchisonians, levellers,
moravians, muggletonians, theosopists, New Jerusalem Church, ranters, reevites, seekers, Seventh Day
Men, universalists, swedenborgians, theosophists.
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Prácticas de sí civilizatorias
Así cómo, a partir de su institucionalización imperial en el siglo iv, las
prácticas del cristianismo dominante atacaron, marginaron y termina-
ron derrotando las griegas-helenísticas y las gnósticas; entre los siglos xv
y xvii las prácticas civilizatorias (en términos de Elias) del humanismo y
de las iglesias persiguieron, condenaron y silenciaron, en tanto heréticas,
las prácticas de contraconducta del cristianismo heterodoxo que esbozamos
en la sección anterior. Y lo hicieron de múltiples formas: atacándolas en
los tratados y manuales pedagógicos y de civilidad, condenando a sus
practicantes como herejes –Giordano Bruno fue quemado por la Igle-
sia– y, en el caso de los protestantes, persiguiendo el uso de las imágenes.
Como lo ha señalado Frances Yates (2011: 258-263, 326), en este pro-
ceso, la naciente pedagogía de Ramus tuvo un papel central de crítica a
la imaginación mágica y de destierro de la imagen de las prácticas de ense-
ñanza; mientras que, en los países protestantes, la crítica a las imágenes
como “magia” llevó inclusive a su destrucción masiva en las antiguas
iglesias católicas y a la quema de libros que las incluyeran. Para la ci-
vilizada analítica de las cosas de los ramistas, el uso de imágenes sería
moralmente reprensible por su capacidad de excitar las pasiones y por
ser idólatra. En palabras de uno de ellos: «una cosa simulada en la men-
te por la imaginación es un ídolo» (Yates, 2011: 331). No por evidente
sobra decirlo: en la institucionalización cristiana y civilizada de la vida a
partir del siglo xvi triunfó la modesta prudencia de la obediencia sobre la
imaginación creadora. Triunfaron las prácticas de sí civilizatorias que se
pueden ejemplificar con dos textos del humanismo renacentista, amplia-
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Nótese que el texto de Vives es anterior al de Erasmo y no es citado por Norbert Elias en su
obra sobre el proceso civilizatorio.
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En Erasmo, se aclara el sentido moral que se le atribuye a la vestimenta: el vestido sería el
“cuerpo del cuerpo” y, como el cuerpo lo debe hacer, debe cubrir bien la vergüenza de lo
físico y ser moderado, en especial en sus colores.
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La división puntillosa del tiempo ya venía operando en los monasterios desde la Edad Media,
pero con un sentido estrictamente espiritual. Véase Saint Benedict, 1998.
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Sobre los temores sociales hacia la introspección adolescente en Colombia, véase Sáenz y
Ariza (2012).
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Un ejemplo de estas investigaciones entre grupos juveniles es la de Hurtado, 2012.
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Véase, por ejemplo, los trabajos de Rocío Rueda.
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Otra pista se encuentra en una entrevista de 1984 en la que afirma: «Si me interesé en la
Antigüedad fue porque por un conjunto de razones, la idea de la moralidad como obediencia
está desapareciendo (…) Y a esta ausencia corresponde, debe corresponder, la búsqueda de
una estética de la existencia» (Foucault, 1988: 49).
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Los nombres para esta forma de gobierno postdisciplinario son diversas en la obra de
Foucault, quien habla también de gubernamentalidad; Deleuze se refiere a ellas como sociedades
de control, mientras que Rose las denomina como propias del liberalismo avanzado.
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Soberano, pastoral (cristiano), disciplinario.
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De los saberes psi, la medicina y la salud pública, la administración, la pedagogía, el trabajo
social, la economía.
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Esta desconfianza se expresa entre algunos académicos y militantes de izquierda del país en
la condena dogmática y a veces iracunda del concepto mismo de prácticas de sí, que algu-
nos valoran como un error “burgués” de Foucault que atribuyen a los efectos del sida que
lo mató; mientras que algunos académicos consideran que se trata de un especie de delirio
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elitista, sin mayores efectos sobre lo “social” como lugar-concepto de lo real. Valdría la pena
examinar más a fondo este temor, con visos de histeria, hacia estas prácticas.
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Término de Foucault para nombrar los saberes expertos modernos sobre la psiquis: psiquia-
tría, psicología, psicoterapia, psicoanálisis, psicopedagogía.
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Ya no solo expertos académicos generales, como los psicólogos, sino también con portadores
de microexperticias: sobre el mejor uso del tiempo y el dinero, sobre el consumo, sobre el
comportamiento en escenarios sociales, sobre el cuidado del cuerpo, sobre las formas de
intensificar el placer sexual, sobre el mejor rendimiento deportivo, sobre cómo convencer a
los demás, sobre cómo educar a los hijos, etc. Esta idea de las “microexperticias” se la debo
a Edisson Aguilar.
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La “buena nueva” del cristianismo institucional es una negación casi que total del pasado no
cristiano.
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Referencias
Berg, Rav P.S. (2002). The Essential Zohar: The Source of Kabbalistic Wis-
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moderno. Madrid: Tecnos.
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Nuevo Reino de Granada. Bogotá: Ministerio de Cultura.
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Graves, R. (2004). Introducción. En Idries Shah. Los sufis. Buenos Aires: Kairos.
Koyré, A. (1981). Místicos, espirituales y alquimistas del siglo XVI alemán. Ma-
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Rigo, A. (2001). Místicos bizantinos entre los siglos XIII y XV. Madrid: Siruela.
Rose, N. (1999). Governing the Soul. The Shaping of the Private Self. Lon-
don: Free Association Books, segunda edición.
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Saint Benedict. (1998). The Rule of Saint Benedict. Nueva York, Vintage
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Thompson, E. P. (1993). Witness Against the Beast. William Blake and the
Moral Law. New York: New Press.
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Weber, M. (1992). The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism. Lon-
don: Routledge.
67
Autores
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Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí
fue editado por el Centro de Estudios Sociales (ces) de la Facultad de Ciencias
Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.
El texto se compuso con fuentes Baskerville y MetaPro.
Se terminó de imprimir en Digiprint Editores E.U.,
en Bogotá, en abril de 2014.
Primera edición
400 ejemplares