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“¿ES LA FELICIDAD UNA ERÓTICA DEL

MOVIMIENTO CORPORAL?”

Nancy Arias

Eje temático: Cuerpo en la clínica


Descriptores: Cuerpo real y cuerpo fantaseado, deslocalización, movimiento especular,
discurso del amo

Resumen
La ponencia versa sobre una doble dimensión del cuerpo en tanto real y fantaseado y cómo
esto se relaciona con la clínica y la búsqueda de la felicidad.

La doble dimensión del cuerpo, se puede apreciar con la deslocalización, la cual es un


movimiento de la imagen del deseo en acción con la fantasía según a. Este movimiento del
cuerpo fantaseado está condicionado a un saber reprimido, a la castración, al objeto a del
sujeto.
Este saber, a su vez está implicado con el goce, y por tanto con el discurso en el que se asume
el sujeto. De allí, que el sujeto en posición de amo mantiene una erótica con la pulsión de
muerte, en tanto repite con tal de no dejar caer la ilusión de su cuerpo fantaseado. Mientras
que la pulsión de vida le permite al sujeto, una erótica del movimiento de su imagen según a,
una deslocalización especular, para poderse trabajar y fabular desde otro lugar.

Desarrollo

¿de qué puede servir un cuerpo sano


si la posibilidad de gozar de él le es negada a quien lo habita?
Melenotte, 2005

Organiza
Federación Psicoanalítica de América Latina
Septiembre 13 al 17 de 2016
Cartagena, Colombia
Hace un tiempo, tuve la oportunidad de ver el documental Happy, donde el director Roko

Belic (2011) parte de la pregunta: “y a ti, ¿qué te hace feliz?”, para explorar mediante

entrevistas a personas de todas clases sociales en 14 países diferentes, el concepto de la

felicidad humana. El documental inicia haciendo referencia a cómo la ciencia

tradicionalmente se ha dedicado a investigar temas como la depresión y las enfermedades

mentales, haciendo a un lado, el interés en los mecanismos de la felicidad. Por lo que el

interés por esta área es reciente. Me interesa sobre este documental referirme al estudio que

allí se presenta, del Ph.D Ed Diener, quien es profesor de la universidad de Illinois, y quién

por 25 años, recolectó una muestra al azar, a través del mundo, con el fin de realizar un

seguimiento de las variables del estado de ánimo de las personas a lo largo del tiempo. En

esta investigación, se les consultó a los participantes, sobre que lo era realmente importante

para ellos, lo asombroso (o al menos para mí) es que sus respuestas fueron categorizadas en

sólo tres variables, de las cuales dos, creo se relacionan directamente con el cuerpo.

La primera de ellas, responde a factores circunstanciales como la salud, el trabajo, el estatus

social o el dinero. Contrario a lo que popularmente se cree, estos factores están relacionados

con tan sólo un 10% del nivel de felicidad, y donde el cuerpo, consideró no ejerce un papel

preponderante.

A la segunda categoría, se le dio el nombre de “carga genética inicial” o “nivel genético

inicial”. En el documental, se afirma que al estudiar gemelos idénticos, los científicos han

descubierto que el 50% de nuestros niveles de felicidad, vienen dado por los genes (en Belic,

2011). Aunque no se ahonda más sobre el tema en el documental, la propuesta desde donde

yo lo veo, es que el 50% de nuestra felicidad depende de la genética, la cual hace que

tengamos un vehículo ya programado y codificado para percibir y calificar las vivencias


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como gratificantes o no gratificantes. Este vehículo, no es para mí otro más que el cuerpo

real, el cuerpo como el punto cero del mundo, desde donde captamos las representaciones o

percepciones de lo que nos rodea, y a su vez, somos captados por los otros.

El 40% restante, de la felicidad se debía a la “actividad intencional”, es decir, a esas acciones

que el sujeto escoge hacer habitualmente para ser feliz. Sobre esto, la Ph.D. Sonja

Lyuborirskt, de la universidad de Riverside comenta, que “es muy importante si alguien

quiere ser feliz, intentar no adaptarse a lo que hace para poder cambiarlo de manera

consciente, la variedad es lo que le da sabor a la vida” (en Belic, 2011). Mi propuesta en esta

ponencia, es que dicha “actividad intencional”, sin duda, está relacionado al goce del cuerpo

en tanto cuerpo fantaseado. Si me permiten, voy primero a referirme primero a la doble

dimensión del cuerpo, la cual considero está presente en las dos variables que más influyen

en la felicidad para luego, exponerles el por qué considero que “la actividad intencional” está

relacionada con el cuerpo fantaseado, en tanto “movimiento” y cómo esto influye en la

clínica.

La doble dimensión del cuerpo

Sobre la doble naturaleza del cuerpo, ya Foucault (2010 [1966]), en su texto El cuerpo

utópico, nos había prevenido sobre la topia absoluta e implacable que es nuestro cuerpo, ya

que nos condena a habitar una cavidad desconocida para mirar al mundo y a la vez, ser

mirado por el mundo. De la misma manera, que Foucault, Lacan dos años antes en lo que fue

llamado el Seminario 11, reconoce que el mundo es captado a través de la mirada sin

embargo, nos advierte que la mirada es inasequible para aquellos que habitan un cuerpo,

sujetos que aunque pueden reflejarse en otros, nunca saben qué es eso que se refleja, es decir,

están condenado a una anamorfosis perpetua e infinita, presas de esa dialéctica del “nunca (o
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¿siempre?) me miras allí donde te veo”, o a la inversa, “lo que miro nunca (o ¿siempre?) es lo

que quiero ver, pues al fin y al cabo, el privilegio de la mirada, para Lacan es captar la

función del deseo. Es así, como este cuerpo genético con el que nacimos, este cuerpo que nos

pertenece, el cuerpo propio, el cuerpo real, nos limita y a su vez, nos hace extraños para

nosotros mismos. Asimismo, Foucault nos previene sobre la imposibilidad de abandonar el

cuerpo que se habita, ya que a pesar de que se puede mover al cuerpo, no se puede

desplazarse sin él, ni desprenderse de él, ni abandonarle para ir a otro lado. Además, el

cuerpo en tanto real, inevitablemente nos resulta a todos, un topos desconocido, un espacio

incomprensible, puesto que al estar vinculado con nuestras estructuras ópticas y a la anatomía

de nuestras cavidades, nos resulta simultáneamente penetrable e impenetrable, abierto y

cerrado.

Pero para Foucault basta con ser un cuerpo real y por ende “localizable” en un espacio

cualquiera, para que este cuerpo sea el creador de nuestro cuerpo utópico, de nuestro cuerpo

fantaseado, un cuerpo que está siempre en otro lado, que se mueve, que se “deslocaliza” y

con ello, no sufre de los avatares de la naturaleza, del envejecimiento o de la muerte, un

cuerpo que es siempre ese gran actor utópico, héroe tanto de todas nuestras historias,

leyendas, cuentos y demás relatos ilusorios.

Sobre esta doble dimensión del cuerpo, Lacan en La lógica del fantasma (1967), hace

referencia a dos dimensiones que caracterizan al cuerpo: la extensión y el goce, ambas

exclusivas una con respecto a la otra. La primera, la extensión o la medida, remite al cuerpo

que se puede medir, que es localizable, real porque “existe fuera del goce”, en la segunda,

encontramos otra concepción del cuerpo, como un espacio que no necesariamente tiene que

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ser localizable, una dimensión más bien, que responde al goce y la cual “queda

profundamente oculta para su saber” (citado por Melenotte 2013a:12).

Estas dimensiones del cuerpo: extensión y goce, me remiten a su vez, al cuerpo en tanto

topos aristotélico en la física y el cuerpo en tanto la chorá platónica, de las cuales se

desprende el trabajo de George-Henri Melenotte. El topos nos interroga sobre dónde se

localiza el cuerpo de la extensión de Descartes, “el ser (cuerpo) de la medida”, mientras que

con el chora, en cambio, nos cuestiona “sobre dónde está el ser (cuerpo)” y sobre el por qué

este debe ocupar un lugar, se trata de una lógica diferente a la aristotélica (Marcos-Turnbull,

2013) una dimensión más bien, que responde al goce. En este sentido, el espacio del cuerpo

se puede dimensionar desde topos o chora. Todas estas dobles dimensiones del cuerpo:

genético e intencional, cuerpo real y cuerpo fantaseado, extensión y goce, topos y chorá que

les he presentado hoy, comparten para mí, que una de las categorías de cada binario remite a

la localización y otro, a la deslocalización del cuerpo, lo que nos habla de un movimiento del

cuerpo, el cual no es necesariamente físico, es más bien un movimiento especular.

Cuerpo localizable y cuerpo des-colalizable

Ahora bien, siguiendo con Melenotte, en su libro Sustancias del Imaginario (2005), él define

a la deslocalización, remitiéndose al concepto de Delocazione, de Didi-Huberman, donde la

deslocalización es como una paradoja porque “no quiere decir ausencia de lugar, sino su

desplazamiento productor de paradojas. No es el rechazo, sino la puesta en movimiento del

lugar, manera de ponerlo a trabajar y fabular” (p. 233). Si seguimos esta definición, vemos

como en la deslocalización lo que se mueve es el cuerpo fantaseado, el imaginario cambia de

lugar, se le pone a trabajar y fabular. Se produce sin duda, una movilidad de la imagen del

sujeto especular.
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Melenotte plantea que es con el goce de las experiencias narcóticas, que se tiene acceso a la

deslocalización. Sin embargo, es mi interés expresar, que la deslocalización va más allá del

goce de las experiencias narcóticas, puesto que en tanto sea una puesta en movimiento, esta

está vinculada al sujeto en tanto cuerpo real y cuerpo fantaseado, pues al final es un asunto de

que cómo me relaciono Yo en tanto cuerpo con el goce, lo que me permitirá o no realizar un

“movimiento” “una deslocalización”, en mi imagen especular.

En la deslocalización, acontece un “juego erótico” con la imagen especular, de allí que

Melenotte, se refiriere al estadio del espejo de Lacan, el cual aduce que desde su invención en

1949, ha sufrido algunos cambios. Uno de los cambios más significativos, citando a Allouch

(2000), se da con la invención del objeto a, con esto acontece una perturbación en el nivel

imaginario, que provoca la caída de la imagen especular por la imagen del doble (en

Melenotte 2005, p. 135). Para Melenotte, este viraje de Lacan, posiblemente se acompañó de

un cambio en su mirada: “tuvo que haber mirado el espejo de otro modo” (2005: 18), alega.

Y es que, es éste viraje precisamente, lo que le permite percatarse de que su dispositivo de

espejo, suponía un carácter simétrico de la imagen, dándole un doble efecto mimético e

identitario. Para representar este movimiento, Lacan se basa en el esquema O, donde ahora es

el ramo de flores, el que está invertido y no ya florero, y afirma que,

existen al menos dos zonas en el campo de lo visible: la de la captación de la imagen, donde


opera la ilusión del ramo sin que en él aparezca el dispositivo generador de la imagen; la otra
donde se ve ese dispositivo sin que funcione la ilusión. Dependiendo de que nos situemos en
una de esas zonas o en la otra, vemos la imagen o el dispositivo (Lacan, 1961: Melenotte,
2005:54).

Está maniobra de dar una rotación de 90º al espejo, fue calificada por el mismo Lacan, como

una trampa al ojo, ya que implicaba que se pudiera desplazar al sujeto en (I), sin tener que

pasar por el otro. Es así, como desde (I), el sujeto se ve de una nueva manera, en los dos

tiempos: en (I) y en relación directa con a (2005:176). En este sentido, Melenotte, advierte

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que el juego ha cambiado, y ahora Lacan va a inclinarse sobre el extraño imaginario del

doble, que no es otro imaginario, sino es un movimiento de la imagen según a (2005: 174).

Este cambio se da, cuando en su sesión del 27 de marzo de 1963, él introduce una banda de

Moebius en el nivel del borde del jarroncito, del jarro de la castración; así, el florero al no

tener una imagen especular, porque su imagen en espejo no produce inversión derecha-

izquierda, como lo hace toda imagen especular (2005:139), se vuelve angustiante,

transfigurándose en la imagen del doble, la cual precisaría una nueva imaginarización en la

fantasía. Es con la banda de Moebius, allí justo donde se esperaba la imagen especular, que

aparece la imagen del deseo en acción con la fantasía (2005:179), es decir se da un

movimiento en la imagen del cuerpo en tanto fantaseado.

Para Melenotte, el registro imaginario se debe abandonar a la Gestalt de la imagen para pasar

a las incesantes fluctuaciones del doble, lo que constituye una experiencia erótica que remite

también a una erótica de la deslocalización (2005:195). En este sentido, cuando la imagen es

fragmentada, y ya no permite hacer un reconocimiento en ella, se debe renunciar a esa ilusión

de completud, de ser sin falta, para crear nuevas concordancias consigo mismo, es decir, se

debe mover la imagen. Este movimiento presente en la deslocalización está condicionado por

la castración, por el objeto a, y por consiguiente considero está condicionado a la erótica con

mi cuerpo en tanto real y fantaseado.

El cuerpo del amo

Pero ahora les pregunto, ¿será que todos los sujetos en tanto cuerpo real y fantaseado, pueden

deslocalizarse? ¿Pueden renunciar a esa ilusión de completud?, ¿pueden crear esas nuevas

concordancias consigo mismo? Mi respuesta es que no todos los cuerpos pueden o quieren

deslocalizarse, pues esto depende de la erótica que el cuerpo real y fantaseado tenga con su

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imagen y por tanto con su discurso. Consideró que aquí está precisamente la cuestión

alrededor de la “actividad intencional”, esa que representa el 40% del nivel de felicidad, y

remite al intento de no adaptación del sujeto para incentivar la realización constante de

cambio, esa que al fin y al cabo, tiene que ver con la realización o no de movimientos, con la

pulsión de vida y la pulsión de muerte.

Para ampliar un poco más esta idea, quisiera puntuar en los cuatro discursos que nos presenta

Lacan: el discurso de la ciencia o del universitario, el de la histérica, el del maestro y del

amo. Ahora bien, me interesa centrarme en el discurso del amo, para poder evidenciar cómo

un sujeto en esta posición, no puede o no quiere deslocalizarse, pues este movimiento podría

develarle un saber, pues “Hay una relación primaria del saber con el goce, y ahí se inserta lo

que surge en el momento en que aparece el aparato que corresponde al significante” (1999

[1969-1970]:35). Ese saber, es su castración, de lo que el amo no desea saber nada, su deseo.

Para Lacan, el significante, y no el signo, es lo que representa a un sujeto ante otro

significante, en este sentido lo que une un significante S¹ con su representación, es el

significante S². “Una vez surgido S¹, primer tiempo, se repite ante S². De esta puesta en

relación surge el sujeto, representado por algo, por cierta pérdida” a este objeto, Lacan le

llamó plus de goce (o el goce a repetir). La repetición se funda en su retorno, sin embargo, no

es un goce cualquiera, sino es aquel que “designa por el hecho de estar en la juntura, es la

pérdida del goce sexual, la castración_, es en relación con la juntura con el goce sexual, que

surge, en la fábula freudiana de la repetición” (1999 [1969-1970]: 17). En este sentido, la

repetición en tanto pulsión de muerte, es un intento por ocultar la castración.

De esta manera, un sujeto en tanto discurso del amo, se ve imposibilitado de deslocalizarse de

su propio cuerpo, pues su goce está la repetición, “el amo no SE deja caer ante el Otro, al
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contrario, se establece y se muestra como un amo” (Allouch, 2004:103); el amo nunca se deja

ver castrado, no está dispuesto a verse de esa forma, ni está dispuesto a que los otros lo vean

de ese modo, por eso goza con la repetición antes que arriesgarse a caer de su ilusión. Es

precisamente este hecho de estructura, lo que no le permitirá al amo hacer un movimiento de

la imagen según a, pues de hacerlo se expone a una identificación absoluta con el objeto a.

Si esto sucediera, propongo entonces que la pulsión de vida triunfaría ante la pulsión de

muerte, y el sujeto procedería a trabajar y fabular desde otro lugar, desde otro discurso. Pero

esto es muy complicado para el amo, pues es esclavo de su cuerpo fantaseado, de su discurso,

y por tanto no puede gozar-se a sí mismo, no puede gozar de su propio cuerpo y por ende, no

puede deslocalizarse, pues esto último implicaría la aceptación de un cuerpo agujerado, un

cuerpo que sea topos y chorá, a la misma vez.

El cuerpo en movimiento

Ahora bien, después de este breve recorrido, estamos claros sobre el hecho de que

dependiendo de nuestra genética (en tanto cuerpo real), y nuestra intencionalidad (en tanto

cuerpo fantaseado), así será la forma en que procesamos y experimentamos nuestras

vivencias y las califiquemos de felices o amargas. De allí entonces, que el 90% de nuestra

felicidad (50% cuerpo real + 40% cuerpo fantaseado) sea un asunto de la corporalidad.

Según Freud, la pulsión de muerte “se hace presente en la experiencia analítica, que es una

experiencia de discurso” (en Lacan 1999 [1969-1970]: 17). Un amo con el fin de protegerse

de ese saber reprimido se negará a hacer un movimiento en su imagen especular, no se dejará

caer, no se gozará, no se deslocalizará y suponemos que menos estará dispuesto a un proceso

analítico. Un sujeto en discurso de amo, no está dispuesto a jugar con su imagen especular,

pues esto incluye el riesgo de que su cuerpo fantaseado pueda caer, esto al igual que el
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consumo de sustancias del imaginario, puede volverse angustiante y erótico a la misma vez,

por lo que el amo opta por una erótica con la repetición, la pulsión de muerte. De allí, que el

reverso del psicoanálisis sea el discurso del amo. Lacan aducía que un sujeto que está detrás

de un análisis, está detrás de la felicidad, pero al final, lo que hay siempre detrás, es un deseo

de saber (Ons, 2003). Este deseo de saber implica para mí, una disposición del sujeto de

realizar un movimiento en su imagen especular, de deslocalizarse de ese cuerpo real para así

dejar caer su cuerpo en tanto fantaseado.

En este sentido, mi propuesta es que deslocalización al ser una puesta en movimiento de la

imagen del deseo en acción con la fantasía, va más allá del goce inducido por el consumo de

las sustancias del imaginario como las llama Melenotte, a las drogas. La deslocalización es un

asunto de pulsión de vida, un asunto de poder gozar del cuerpo en tanto real y fantaseado, un

asunto de realizar un movimiento del deseo. Al respecto, me interesa recalcar las palabras

arriba mencionadas de la dra. Sonja Lyuborirskt, sobre la “actividad intencional” en la

felicidad, donde ella asevera que es “la variedad lo que le da sabor a la vida”. Consideró que

para lograr esa variedad que propone la doctora, en la vida, es necesaria una apertura en el

sujeto a deslocalizarse, a moverse, a fantasearse, a re-inventarse. Sin duda, esta “actividad

intencional” es un asunto del discurso del sujeto, de la relación con su corporalidad y por lo

tanto es relevante en la clínica. Un sujeto que busca la felicidad en un consultorio, es un

sujeto dispuesto a deslocalizarse, a caerse, a moverse y sobre todo a gozarse.

Desde donde yo lo veo, la felicidad es una erótica del movimiento corporal, es la capacidad

de gozar nuestra corporalidad no sólo en lo real sino también en la fantasía. Para concluir, los

dejó con la pregunta del epígrafe ¿de qué puede servir un cuerpo sano si la posibilidad de

gozar de él le es negada a quien lo habita?

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Bibliografía

Allouch, Jean (2004). La sombra de tu perro. Discurso psicoanalítico, discurso


lésbico. Cuenco de la plata/ediciones: Buenos Aires.

Belic, Roko (Productor) (2011). Happy (DVD).Estados Unidos. Disponible en:


https://www.youtube.com/watch?v=7v86nocw22o.

Foucault, Michael (2010 [1966]). El cuerpo utópico. Las heteropías. Ediciones


Nueva Visión: Buenos Aires. Recuperado 21-09-15 de
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-155867-2010-10-29.html

Lacan, Jacques (1996 [1964]). Clase 7. Seminario 11. En Seminarios Completos.


Paidos: Argentina.

Lacan, Jacques (1999 [1969-1970]). Seminario 17: El reverso del psicoanálisis.


En Seminarios Completos. Paidos: Argentina.

Marcos-Turnbull, Rodolfo (2013). Nota Editorial. Revista Me cayó el veinte: topos y


chora. N°27. Editorial me cayó el veinte: Buenos Aires

Melenotte, G-H. (2005). Sustancias del imaginario. École lacanienne de


psychanalyse: Paris

Melenotte, George Henri (2013a). Cicatriz y medida. En: Revista Me cayó el veinte:
apropósito del amor lacan. N°26. Editorial me cayó el veinte: Mexico DF

Melenotte, George Henri (2013b). El espacio del cuerpo. En: Revista Me cayó el
veinte: topos y chora. N°27. Editorial me cayó el veinte: Buenos Aires

Ons, Silvia (2003, 3 de julio). Cómo conseguir la felicidad. Página 12. Recuperado de
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/subnotas/9-8421-2003-07-03.html/ [Consulta
25-01-2016]
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