Sei sulla pagina 1di 255

/!.~~': /1·: .1:...:..

6::0' ,E~_:_
/~-<)¡I'-"
--- . ' ..
r._< > r: ;: ~

BffiLIOTECA NUEVA UNIVERSIDAD


MANUALES Y OBRAS DE REFERENCIA
Antonio García de la Hoz

TEORÍA PSICOANALÍTICA

BIBLIOTECA NUEVA
Cubierta: A. Imbert

I,a edición en esta colección. Estamos siempre a punto para contradecir


sin obstinación y dejarnos contradecir
sin irritarnos...

MARCO TULlO CICERÓN

© Amonio García de la Hoz, 20 J O


© Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2010
Almagro, 38
28010 Madrid

ISBN: 978-84-9940-061-7
Depósito Legal: M-3399-2010

Impreso en Lável Industria Gráfica


Impreso en España - Printed in Spain

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, dis-
tribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización
de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede
ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El
Centro Español de Derechos Reprográflcos (www.ceclro.org) vela por el respeto de los cita-
dos derechos.
I
ÍNDICE
i PRÓLOGOA LASEGUNDAEDICIÓN . 17
I PRÓLOGO . 19

INTRODUCCIÓN 23
El psicoanálisis de Freud................................................................................ 26
Etapas en el recorrido freudiano.. 28
Las escuelas freudianas :..... 3O

PARJ'EPRIMERA

ORÍGENES DEL PSICOANÁLISIS y ESCUELAS PSICOANALínCAS

CAPÍTULOPRIMllRO.-SIGMUNDFREUD.Los ORÍGENES DELPSICOANÁLISIS . 37


1.1. Sigmund Freud. Introducción histórico- biográfica . 37
1.1.1. Ernst Brücke (1819·1892) . 39
1.1.2. Joseph Breuer (1842·1925) . 40
1.1.3. Jean Martín Charcot (1825·1893) . 41
1.1.4. Hippolyte Bernheim (1840·1919) . 44
1.1.5. Wilhelm Flief (1858·1928) . 45
1.1.5.1. Freud cita a Flief . 46
1.1.5.2. Conclusiones FreudlFlieB . 51
1.1.5.3. Autoanálisis. Breuer. Neurosis nasal refleja : . 53
1.2. La histeria como pW1tO de partida .. 55
1.2.1. Los Estudios sobre la histeria .. 55
1.2.1.1. Breve introducción histórica y estructura del libro . 56
1.2.1.2. Conceptos e ideas principales contenidas en los Estu-
dios . 58
Oposición YO/LIBIDO
1.2.1.2.1. .. 58
Sentido del síntoma histérico
1.2.1.2.2. .. 59
Noción de resistencia
1.2.1.2.3. . 59
Lo inconsciente coincide con lo reprimido
1.2.1.2.4. .. 60
Primer periplo de la técnica psicoanalítica
1.2.1.2.5. ... 61
1.2.1.3. Conclusiones teórico-clínicas del estudio Freud/Breuer .. 61
1.3. Las teorías sobre la neurosis . 62
1.3.1. Introducción . 62
~
¡
G
~ 11
Índice ~ Índice
10 130
M lanie Klein. Vida y obra , ..
1.3.2. La teoría de las «neurosis actuales»
1.3.3. Las «psiconeurosis» o «neurosis transferenciales»
1.3.3.1. Teoría del trauma
..
.
..
64
66
66
I !.~.4.3.1.
Elepsicoanálisisinfan~il
.J. La técnica del Juego
43 2 Diferencias con Anna Freud , , .
:::.::::
: ..
134
136
139

I
141
1.3.3 .1.1. La teoría de la seducción . 66 4 4 La·o~etapsicologíakleiniana : , :.. 141
1.3.3 .2. La teoría edípica . 69 .. "" 1. La teoría de las posiciones : .
., 4.4.1.1. La posición esquIz<?-paranoide : .. 144
1.4. Descubrimiento del inconsciente . 71 146
1.4.1. Introducción . 71 f 4.4'.1.2. La posición depresiva ; , ..
148
1.4.2. La interpretacion de los sueños (1900) . 71 I El com lejo de Edipo y el superyo precoces
4.4.2. 4.4.2.1.PConsideraciones actuales
.
.. 149
104.3. Psicopatología de la vida cotidiana (1901) .. 72 ~ 150
1.4.4. ELchiste y su relación con lo inconsciente (1905) .. 73 4.4.3. Otras nociones básicas : , : .
4.4.3.1. Fantasía inconsciente .. 150
1.5. Conclusión .. 74 153
4.4.3.2. Envidia y celos : :.: , .
4.4.3.3. Ansiedad y defens~s.Pnll;.ltlvas :._. .. 155
C\l'ÍTULO I1.-LAS PIUMERAS DISIDENCIAS HISTÓRICAS: ALFRED ADum y CARL
158
GUSTiI.vJ UNG. SU ACTUALIDAD .. 75 4.4.3.3.1. La identlÍlcacLO!1'proyectlva .
4 4 4 La crítica al sistema de Melanie Klein .. 159
2.1. Introducción .. 75 159
2.1.1. Las disensiones con Freud . 76 i L .. uela kleiniana. Su actualidad
4.5. 4.5.1.
a esc Los ind epen d'lentes b nraruco
. " s
:
, .
..
162
2.2. Alfred Adler y la Psicología Individual
2.2.1. Bosquejo biográfico
2.2.2. La teoría de la personalidad
..
.
.
79
79
81
i " . V L <<VUE¡;rA A FREUD» DEJ. LACAN. Su
.
AcruALIDAD ..
165
165
2.2.2.1. La medicina social .. 81 167
2.2.2.2. Los sentimientos de inferioridad y la teoría de las neu- CAPrtlnt;odu~~~óbi~··~áfi~~·:::::::::::::::::::::::::::::::'.:'.;:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
rosis . 81 5.2. Semblan . g di' t olozía freudlana por Lacan . 167
5.3. Elordenamlento e ~.;p.lSern b .. 168
2.2.2.3. La psicología individual .. 84 5 3 1 El modelo [ingúistico . 171
2.2.2.4. Terapia y/o educación .. 86 5:Ú: El modelo Óp?C~..·..:i.. I ..si~bÓii~~·~·i~~cil~~·~i~ ..:::::::::::::::::: 172
2.2.3. la influencia de Adler en la actualidad .. 87 5.4. Los tres regrstros psrquicos: ea. . t> . 173
2.3. Carl Gustav Jung y la psicología analítica .. 91 173
2.3.1. Bosquejo biográfico
2.3.2. La teoría de la personalidad
2.3.2.1. Los complejos
2.3.2.2. Los tipos psicológicos
..
.

.
.
91
93
93
94 1 55. ~}j)~~E;j~
~ L.··,
5.6. Otras nociones import~ntes en Lacan ::::::
: 174
174
175
. 177

i
2.3.2.3. La estructura de la psique .. 97 5.7. Comentarios de actualidad .
2.3.2.4. El inconsciente colectivo y los arquetipos .. 99 181
2.3.2.5. La individuación .. 101 CAPÍTULOVI.-LA.S,NUEVAS TEORIZACIONES pslco~~.í~.I.~~ ..:::::::::::::::::::::::::::
..:: 181
2.3.2.6. La psicoterapia junguiaua .. 102 ~ 6 1 Introducción . 182
2.4.

CAPÍTULO
2.3.3. La influencia de J ung en la actualidad
Conclusiones Freud/Adler/jung

IIl.-LA
3.1. Introducción
PSICOLOGÍA DEL ECO. SU ACTUALIDAD
..
.

.
.
103
104

107
107
~
.
~
~
;
6'2' H'

.. 6;'\" mt~:~!,~~ ,
Kohut y la psicología del sel]

6.2.2. Conceptos [undamentales , , .:':':


.. 182
184
185
186
186
6.2.2.1. Conceptos tea riCOS ..

I
3.2. Antecedentes de la psicología del yo . 109 188
3.2.1. Escritos freuclianos . 109 6.2.2.2. Conceptos técnicos : .
Teoría sobre el desarrollo de la personalldad .. 190
3.2.2. Los primeros precursores
3.3. La escuela norteamericana de la Egopsychology
..
.
111
114 ~t~: Psicopatología : :
6.2.4.1. Trastornos del sel] pnmano~
..
.
191
192
3.3.1. Hartrnann, Kris y Loewenstein . 114 192

I
3.3.2. Las aportaciones a la teoría de la personalidad . 117 6242 Trastornos del sel] secundarlOS: .: .. 193
3.3.2.1. La autonomía del yo , . 117 O Kernberg y la combinación de teorías pSlcoanalítlcas .. 194
3.3.2.2. Las funciones del yo . 118 6.3. 6 ~t~. Antecedentes : : 197
) 3.3.2.3. El concepto de defensa . 119 6'3'2 El desarrollo de la personalidad . 199
3.3.3. Implicaciones/ara la psicoterapia .. 120 I ... 6.3.2.1. Las etapas del desarrollo , :::::::::: 201
3A. Vigencia y actualida .. 121 I 6 3 3 Psicopatología .. 201
6.4. ¿o~~l1tarios de actualidad , ,.:
CAPÍTULO IV.-LA TEORÍA DE LAS RELAC¡ONES OBJETAJ.ES. SU ACTUALIDAD . 127
4.l. Introducción .. 127
~

12

PARTE SEGUNDA
Índice
I[ Índice 13

PROBLEMÁTICA EPISTEMOLÓGICA EN PSICOANÁLISIS il PARTE TERCERA


líI
t
CA':lTULO VII;-EL OBJETO DEL PSICOANÁLISIS
1.1. El objeto del psicoanálisis :::::::::::::: . 207 ti PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA

I
7.1.1. Introducción . 207 CAPÍTULO XII.-L~
PULSIÓN. TEORÍAS SOBRE LAS PULSIONES. CRÍTICA y ACTUALI-
7'11.2. LLarepresenta~·¡'ó·I;·p~'iq~¡~~··~·~·~·;~~¡~~~~·~~~~·~·bj·~.;~ . 207 DAD . 301
7 . .3. a conducta como objeto .. 208 12.1. El
concepto freudiano de pulsión .. 301

I
7.2. Conclusión :::::::::: . 211 12.1.1. Introducción . 30'1
............................................. , . 214 12.1.2. Delimitación del concepto : . 302
CAPÍTULO VIII.-.~;\scrúnCAS EPISTEMOLÓGICAS CL..\SICAS 12.1.2.1. Pulsión versus Instinto .. 303
8.1. rnrroducclOn . 217 12.1.2.2. Definición diseccionada de pulsión .
8.1.1. La posi~¡Ó~..d·~·'F¡·~~d·::::: ·· · · ,..· .. 218
305
12.1.3. Características de la pulsión . 307
8.2. La cr~t~ca de Eysenck (1952) ::::::::::::::::::::::: " . 219 12.1.3.1. Apremio [Drang] . 307
8.3. La cntica de Skinner (1956) " " . 221 ~ 12.1.3.2. Fin [Ziel] . 308
8.4. La cr~t~ca de Nagel (1959)
8.5. La cr~t:ca de Popper (1962)
8.6. La cnnca de Bunge (1969)
8.7.La defensa del psicoanálisis
:::::::::::::::::::::::::::::

:
,
"
" .. 223
. 225
.. 231
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::: 234
237
I 12.1.3.3. Objeto [ObjektJ
12.1.3.4. Fuente [QuelleJ
12.2. Tres momentos básicos para dos teorías de la pulsión en Freud
12.2.1. Primer momento. Primera teoría
12.2.2. Segundo momento. Período de transición
..
.
..
.
..
309
310
311
311
313
CAP9ÍT1ULrO
IX.-LA ;'IsróN HEIUvlENÉUTICA DEL PSICOANÁLISIS ...... 12.2.3. Tercer momento. Segunda teoría . 314
'. ntroducclon " . 241 12.3. Consideraciones críticas de actualidad .. 316
9.2. Los filó~ofos n·~·p;·i·~~~¡~~ii~t~~··:::::::::::::::::::::::::::::::·:: . 241 12.3.1. Crítica al concepto y a la teoría de las pulsiones .. 316
9.2.1. Jmgen Habermas . 244 12.3.1.1. La tradición norteamericana .. 316
9.2.2. PauJ Ricoeur .. 244
9.3. Los psicoanalistas n~~:t~~·~;~·~¡~;;;;~~··· .
12.3.1.2. La tradición europea .. 319
245 12.3.2. Articulación de las teorías sobre la pulsión .. 323
9.3.1. Georze Klein . 247
9.3.2. l\IIert~n Cill , . 12.3.3. La oposición pulsionaI. Un ejemplo freudiano .. 326
247
9.3.3. Roy Schafer ::::::::::::::::::::: , . 249 CAPlTULO XIIL-LA TEORÍA DE LOS MECiU"IISMOS DE DEFENSA. CONSIDERACIONES
9.4. Conclusiones críticas de la visiól;·h~~~·~;;~~;·t·¡~·~ ·.., ·..·..· 249 ACTUALES .. 329
................................... 251 13.1. Introducción . 329
CAPIÍoTU1LOrx'-dEL It:r?UCTIVISMO ELlMINATlVO DE ADOLP GRÜNBAUM 13.1.1. Mecanismo «defensivo» versus mecanismo «normal» . 330
. . .11[1'0 lICCIOn
10.2. Crítica a la posición I~·~~:;.;.;~~·é~t¡~~
' .
.
255
255
i 13.1.2. Mecan!smos y ~esarrollo psíquic_o . 332

I
10.2.1. Crítica a Haberm ..
13.1.3. Mecanismos pSlqUlCOSy patología mental . 334
257 13.2. Los mecanismos de defensa en los escritos freudianos . 335
10.2.2. Cr~tica a Ricoeur ~s..::::::::::::.::::::::::::::::::: .. 258 13.2.1. La ambigüedad terminológica freudiana .. 335
10.2.3. Crític, a G. KIein .. .. 260 6 13.2.2. El momento histórico del escrito . 339
~·i~~·h~~~·~;;·~~;·;~~
....· · · .... 263
I
10.2.4. Conclusiones de la crítica 13.2.3. La delegación final del tema .. 340
10.3.El Tallyargument 265 13.3. Anna Freud y la psicología del ego . 340
i~:~: ~~~c1~s~~~ismo elirninati~~·:: ::::::::::::::.: ::::::.:
................................. ,
.: ::::::::•. :::::::::.: ••
.......................................................
266
271
13.4. Las aportaciones de Melanie Klein y su escuela
1.3.4.1. Mecanismos de defensa psicóticos y neuróticos
..
..
343
344

I
274 13.4.2. La identificación proyectiva .. 345
CAPÍTULO XI -CONCLU 13.5. Consideraciones actuales .. 346
. , SIONES SOBRE LA CIENTIFICIDAD DEL PSICOANÁLISIS Y EL
11.1. Introducción
l'ROIlLE,'vlA DE LOS MÉTODOS
. 13.5.1. Mecanismo de defensa y patología mental .. 346
279 13.5.2. Clasificación y descripción de los mecanismos .. 348
11.2. El pSicoanálisi;',' '¿~~'
.~;~~.
d¡~'~¡pfu;~
';¡~~'tifi~~?""""""""""""""""""'"
11.2. h El marco de referencia duo 1 .
279
281
13.5.3. Aproximación empírica a los mecanismos de defensa .. 352
13.5.3.1. Introducción . 352

I
11.3. Los métodos en psi colo ía dinán/ .. 284 13.5.3.2. Estudios experimentales .. 353
11.3.1. El método clíni~o de inve~~:~~¡Ó;~ · · ·..· · 286 13.5.3.3. Estudios correlacionales .. 357
11.3.1.1. Los estudios de caso único · · · .. 287 13.5.3.4. Conclusiones . 361
11.3.2. Los métodos formalizados de iDvestig,;~¡Ó;;..::::::::::::::::::::::::::: 289
292 I
~
i
~
)
15
14 Índice Índice
15.3.2.1. iVa Es war JaU Ich iocrden ,.., ".." .. 440
CAPÍTULO XIV.-LA TEORÍA DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL EN PSICOANÁLISIS. CRÍ- 15.3.2.2. La noción de escisión , ,.., . 441
TICA y ACTUALlDAD . 363
14.1. Introducción . 363
14.2. La sexualidad. Teoría de la libido .. 364 PARTE CUARTA
14.2.1. La libido . 365
14.3. Las fases del desarrollo libidinal ::::::.:::::::: 368 RELACIqN DEL PSICOANALISIS CON OTRAS DISCIPLINAS
14.3.1. Generalidades sobre las fases libidinales freudianas .. 369

t:~~~:
i::~:~: ~I~~ :::::::: :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
14.3.4. La tase fálico-genital .
::::::::::::::
371
372
373
'
C APITULO
.
vUI
A v .-
RELACIÓN DEL PSICO.\N·\LlSTS CON LA PSICOLOGÍA
, . .
PSICOPATOLOGÍA COGNIT[VA y OTRAS DISCIPLINAS
16.1. Introduc~i~n· psi~ologí~ y p'slcoanálisis
CLtNlCA,

..
LA
.
445
445
14.4. Complejo de Eclipo y comJlejo de castración . 374 447
16.2. PsicoanáliSIS y psicología clínica .. 447
14.4.1. El planteamiento e Freud . 374 16.2.1. Psicología clínica. Gel:erali~a~es , .
14.4.1.1. El descubrimienro del complejo de Edipo .. 375 448

I
16.2.2. Psicología clínica y pSlcoana]¡sls , " .
14.4.1.2. La introducción del complejo de castración .. 377 451
16.3. Psicoanálisis y psicopatología ;..: , . 452
14.4.1.3. La articulación de los dos complejos y las dificul- 16.3.1. La psicopatolog_ía psicoan~huca : " .
tades teóricas a partir de la consideración de la 16.3.1.1. La pSlCopatologl~ ~~elldlana .. 452
evolución psicosexual de la niña .. 381 16.3.1.2. Período de transicion ; .': .. 453
14.4.1.3.1. Textos básicos . 382 454
16.3.1.3. La moderna lisicopatología pSlcoanalmca .
14.4.1.3.2. Consecuencias . 383 457
16.4. Psicología cogn.itiva y psicoaná isis " ..
14.4.2. Planteamientos actuales . 385 457
16.4.1. Introducción " , " .
14.4.2.1. Definiciones . 385 458
42 El coonitivismo de Freud .
14.4.2.2. La leyenda de Edipo . 387 16 . . . '" . áli . 462
16.4.3. Cognitivismo y psicoana SIS =':; : : ;..;..
14.4.2.3. Algunas consideraciones de actualidad .. 387 16.4.3.1. El inconsciente cognitrvo y elll1consClente diná-
. 14.4.2.4. Ultimas observaciones ,.., . 390 mico . 465
14.5. Crítica actual del punto de vista genético . 393 468
Relación con otras disciplinas , ,..,..".
16.5. 16.5.1. Con la psicología evolutiva 468
" .
CAPÍTULO XV.-EVOLUCIÓN DE LA METAPSrCOLOGÍA PSICOANALfTICA. PERSPECTI-
16.5.2. Con las ciencias sociales ~ ..
472
VAS ACTUALES . 397 16.5.3. Con la antropología y la etología ..
473
15.1. Introducción , . 397
15.2. La metaj)sicología freudiana , , " " . 401 475
BIllLIOGRAFÍA GENERAL CITADA .

gI~: V:l~~i~~~~ F;:~·~·d·::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


15.2.3. Puntos de vista en la consideración del hecho psíquico ..
401
403
404
15.2.3.1. El planteamiento de Freud . 405
15.2.3 .2. Los puntos de vista adicionales .. 409

I
15.2.4. El aparato psíquico y los principios de su funcionamiento . 411
15.2.4.1. El aparato psíquico .. 412
15.2.4.2. Los principios del funcionamiento psíquico . 414
15.2.4.2.1. Definición, relación y correspondencia
415
15.2.5. Las formulaciones de ~~~~~J~~g~·~n~l~~:r~~~·p·~fq~~i~~..::::::::: 421
15.2.5.1. Primera. formulación (inconsciente-precoriscien-
te-consciente) . 421
15.2.5.1.l. El inconsciente .. 421
15.2.5.1.2. El preconsciente .. 424
15.2.5.1.3. Lo consciente .. 424
15.2.5.2. Segunda formulación (ello-yo-superyó) .. 425
15.2.5.2.1 El ello (das Es) . 426
15.2.5.2.2. El yo (das [eh) ..: . 428
15.2.5.2.3. El superyó (das Über-icb) . 430
15.3. La actualidad de la metapsicología . 434
15.3.1. Las vicisitudes de la meta~sicología ,:: 434
15.3.2. El esquema del yo y del e o " " .. 438

I
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Pasados cuatro años de la La edición, nada resueltamente novedoso


puede decirse en cuanto al desarrollo de la teoría psicoanalítica. EJ libro, que
tan cariñosa acogida ha tenido, vuelve a editarse inmodificado. Unicamente
puedo decir algo que no apunté anteriormente con suficiente firmeza, pero
que algunos lectores perspicaces han sabido ver entre las páginas de la obra:
Además de presentar la teoría en sus aspectos fundamentales y tratar de
actualizarla, se insinúan los fundamentos para la construcción de una reno-
vada teoría psicoanalítica de la personalidad, que es el objetivo al que se enca-
minan mis próximos esfuerzos.

ANTONIO GARCÍA DE LA Hoz


Madrid, marzo de 2004

I
1
I /
.PRÓLOGO

Las Obras Completas de Sigrnund Freud, en su versión de Biblioteca Nueva


(traducción castellana de Luis López Ballesteros), han conocido el tránsito de
Antonio Garda de la Hoz a lo largo de veinticinco años de lectura intensa y
minuciosamente anotada, hasta constituir un ejemplar único donde se cruzan
Strachey-Etcheverri, Lacan, la extensa correspondencia de Freud y un sinfín de
lecturas psicoanalíticas, Sólo fruto de esa apasionada lectura, de la que algunos
bemos sido testigos y compañeros, puede surgir una obra como ésta, que hace
bonor a la dilatada y brillante trayectoria docente, clínicae investigadora de su
autor. Experto en la teoría y técnica psicoanalítica, nos expone con claridad sus
aspectos más relevantes y la vigencia acrual de sus aportaciones. :

1 En la introducción, el autor nos detalla cómo nació en el siglo XIX el con-


cepto de una psicología caracterizada por los aspectos motivacionales y emo-
cionales. A renglón seguido nos introduce en la obra de Sigmund Freud,
mostrándola como el crisol aglutinante de lo que «el espíritu de los tiempos»
de esa época estaba demandando. Así, minuciosamente, describe el naci-
miento del psicoanálisis como teoría, técnica psicoterapéutica y método de
investigación. Sigue con U11areferencia histórica a las primeras disidencias de
Adler y Jung, pasando rápidamente a los principales desarrollos teóricos que
han tenido lugar a partir de los fundamentos asentados por Freud.
La habilidad del autor reside en poder describir el origen de las diferentes
escuelas teóricas psicoanalíticas y a la vez poner de relieve aquello que sigue
vigente y es útil hoy día. Su capacidad didáctica se encuentra en esta forma de
partir de las raíces para llegar al estado actual de las cuestiones teóricas y téc-
nicas planteadas por las principales escuelas psicoanalíticas. Con este buen
acierto el autor nos lleva de la mano al nacimiento y desarrollo de «la psicolo-
gía del yo», «la teoría de las relaciones objetales», «el pensamiento de J.
Lacan», «la psicología delself>, y las aportaciones de los «integradores de teo-
rías psicoanalíticas» como O. Kernberg. La obra cierra aquí un gran apartado
que sirve al lector para conocer bien los entresijos teóricos del psicoanálisis.

I
21
20 joaquín Poch i Bullich y Alejandro Ávila Espada Prólogo

di obre la relación de la psicología cognitiva, la p~icolo~li'.a


.evolutiva, las
Otro gran apartado explora las críticas epistemológicas al psicoanálisis en esttl 10s. 1 . 1 '. la etología con el pSlcoana SIS.
tanto que método de investigación. El lector hará fortuna con su lectura por-
que el autor hace una síntesis exhaustiva de los debates sobre la cientificidad
cienrias b~é~a~~~~;sd:lr~;~t~~l:l~unas carenci~s, al l;~o.del desaIb'roll; que [1
~m bre el objeto de estudio del pSlcoar:áhsls, que a or a en a
o no del psicoanálisis que habrá de ahorrar mucho tiempo a quien quiera vSi~culaIe idtersubjetiva del fenómeno inconsciente. DSe
~~.tOlh.a,cne WechWa .en
comprender cómo está la cuestión hoy día (año 2000, cien años después de la wJ11enSlOálisis más extenso de laa contrib . , que au.to ['es como . . . 111-
contri UClOn
publicación de La Interpretación de los Sueños de S. Freud). Las publicacio-
nes en torno a este tema son múltiples, auténticos ríos de tinta se han volca-
I
f~lta w an h cho al pensamiento v clínica psicoanalítica. y otros que vienen
nlcot~ tan deouna línea de pensal~liento intersubjetiva y vincular, aunque t~l
do sobre este debate. Organizar mínimamente tanto material podría llevar constituyen .:
años a un investigador concienzudo que no se dejase arrastrar por el primer vez el a~~~aap~~~~~~li~~~~e~:~u~e~~r:~fao~~et~~~Úd~cI
de una pr?fund~ reno-
artículo que cayese en sus manos. La bibliografía, aunque asequible, sería . ~a t . 1 !t10S de los oilares de su edificio teórico: La metapslcologl~ freu-
muy extensa. Garda de la Hoz ha hecho ese trabajo para nosotros, yen unas vaCtonen a gríade la libido, las fases del desarrollo psicosexual, ~an. de incor-
pocas páginas nos sitúa elegantemente ante los aspectos centrales y más dla~a.' la tt~Olasevidencias derivadas de la invest~g.a~iót;lrr:ult1dlSClP~lndChlTIO
actuales de esta temática.
En un gran tercer apartado se abordan los temas fundamentales de la teo- ~~r;~~~a~~~~~:ti~~d~~s~~ ~e~~~~it~l olf~~~~td~ltl~S t~~I~~~~G~~~~l~~l~ ~}~
ría psicoanalítica. Así nos habla de la teoría de las pulsiones, es decir, aquello e~~revé este reto, y sitúa allector en la posibilidad de continuar su usque a,
que anima nuestro aparato psíquico, nuestras relaciones interpersonales.
. partir de una sólida base. . ., decer f
También sobre los mecanismos de defensa, cómo afrontamos psíquicamente
nuestros deseos y necesidades, su gratificación y frustración, expresándolo
1
a Sólo nos resta felicitar al autor por esta ~ub~:aclon y agra. ,ecer sL e~~l[~
or lo que significa de aportación, actuallzaclon Y renovacion en e a
tanto en las vicisitudes de la dinámica pulsional, como en los vínculos inter- zo P l' .
campo del saber psicoana IUCO.
personales que conforman nuestra conducta. ¿Hasta qué punto nuestra adap-
tación a la realidad es suficientemente satisfactoria o penosa? A continuación,
el autor pasa al estudio del desarrollo psicosexual humano siguiendo los JOAQuíNPOCHI BULLICH(Universidad de Barcelona) y)
esquemas freudianos y haciendo hincapié en el complejo edípico. Concluye ALEJANDRO
ÁV1LAESPADA(Universidad de Salamanca
este bloque con un abordaje de la evolución de la metapsicología freudiana,
ello quiere decir el estudio del aparato conceptual engendrado por Freud
para hacer comprensible el funcionamiento consciente e inconsciente de la·
mente humana.
Para terminar la obra nos sitúa ante un último apartado donde se mues-
tran las relaciones del psicoanálisis con otras disciplinas de la psicología.
Como ya hemos apuntado, las dos últimas décadas de este siglo vienen refle-
jando constantes ecos de una vuelta de la psicología hacia el psicoanálisis, en
ocasiones para encontrar una justificación de los antecedentes de algunas
posiciones defendidas en la psicología actual, otras veces como fecunda y
oculta fuente de hipótesis para las numerosas preguntas que de continuo sur-
gen en nuestra problemática ciencia psicológica.
Garda de la Hoz estudia muy acertadamente la relación con la psicología
clínica y la psicopatología, no hay que olvidar que Freud partió de la clínica,
de la experiencia con sus pacientes para desarrollar su particular método de
investigación y curación de las diversas patologías que se le presentaban.
Ciertamente fue con las aportaciones freudianas como se abrieron muchas y
nuevas explicaciones a los fenómenos psicopatológicos que se hallan con-
templadas más o menos explícitamente en los diferentes tratados de psicopa-
tología actuales, incluso en las clasificaciones internacionales más conocidas.
Ni que decir tiene que del primitivo psicoanálisis han derivado la mayoría de
las técnicas psicoterapéuticas de inspiración humanista, incluso de la nueva
. psicología transpersonal. Este apartado y la obra concluye con un acertado
INTRODUCCIÓN

El presente libro es el resultado del trabajo llevado a cabo para la elabo-


ración del Proyecto Docente en Psicología Dinámica en la Universidad de
Salamanca. Ello conllevaba dos condicionantes. A) Por un lado la obligato-
riedad de justificar la asimilación de tal nombre con el de psicología psico-
analítica. Una vez librado de tal necesidad, podemos titular el trabajo tal y
como lo hemos hecho, Teoría Psicoanalítica, y plasmar nuestra contribución
a la misma. B) Por otro lado, era básicamente dedicado para su -utilización
docente y para los alumnos de tal asignatura. Pero ahora lo podemos ampliar
a todos los interesados en el psicoanálisis en general, alumnos, profesores y
profesionales del mismo. Encontrarán aspectos que revisan y ponen en cues-
tión algunas teorías y conceptos clásicamente consolidados y que en nuestra
impresión necesitan tal revisión, que por otro lado se viene reclamando desde
hace bastante tiempo. El presente texto lo consideramos sólo el primer paso,
y representa un momento de síntesis de una serie de artículos previos y
pequeños trabajos que hemos ido publicando y presentando en diversos con-
gresos a lo largo de los últimos quince años.
Me he acostumbrado con mis alumnos a declarar que, en la actualidad, el
sintagma psicología dinámica puede considerarse un eufemismo de psico-
análisis a secas, o de teoría psicoanalítica o incluso de psicología psicoanalíti-
ca o psicología que se deriva de la práctica clínica del psicoanálisis (en sus
variadas escuelas y derivaciones), y que cualquier denominación que se mane-
je puede resultar válida, siempre y cuando se asimilen dichos campos, consi-
derándolos equivalentes.
Pero, ¿por qué tal eufemismo?
En nuestra opinión existen una serie de argumentos entrecruzados:

A) Por un lado, el sintagma «psicología dinámica» ha podido ocultar (y


camuflar) a niveles académicos y de planes de estudio en psicología, la vieja
polémica sobre la cientificidad o acientificidad del psicoanálisis, y por tanto
también la conveniencia o no de incluir las ideas, hipótesis o teorías psico-
analíticas en la enseñanza universitaria. Esta cuestión que me preocupa espe-
cialmente, en los tiempos que corremos, a las puertas mismas del siglo XXI,
parece que no debiera ser ya objeto de discusión. Por esa razón abordaré en

I I
f

24 Antonio García de la Hoz 25


J nrroducóón

extenso (parte segunda) 10 más importante en cuanro al tema de la cientifici- naria, es decir, posee poca capacidad distintiva para discriminar la orienta-
dad, que sigue estando vigen.te y que se encuentra avanzando para la supera- ción psicológica de que se trate. . . o..
cion de los extremismos iniciales. C) Por último, tampoco hay que desprecla,r en todo e~t~ confusionismo
Las posturas ex~remas respecto a su cientificidad han traído como conse- del término, lU1 uso ideológico o inclusive polltlco-psI,cologlCo, puesto que
cuenCJfl_una mtransigente polémica en cuanto a su enseñanza universitaria. Si como señalan Terrazas (1989, pág. 14) y Poch (1989, pago 68), tal_ltoLa~lan-
las teorras psicoanalíticas no reunían el rigor suficiente para enseriarse acadé- (he (1975), como Anzieu (1979) y Green (1979) --:-es d~CIfp~IC?analIstas
m~camen~e, tampoco la Uni~er~idad (según la postura más radical de algunos franceses fuera del circuito «made in USA»-, «pslColo~ta dll1am,~a» ~s,la
pSlcoa~1alJstaS!,era el lugar idóneo para enseñarlo. De esta forma se cierra denominación que tomó el psicoanálisis en Estad~s ,Ul11dos,y alli n~cIo y
toda .vll1cu,l~c:on.Laplanche (1971) ha descrito las trabas tópicas que desde tomó cuerpo la psicología elel ego, escuela que dominó elleg~do freudlru~o y
el psicoanálisis se ha~ eXl?uesto contr~ su enseñanza universitaria: a) El psi- psicoanalítico tras la Segunda Gue:Ta Mu.ndial y I~asta los anos 60, debido,
~oanaj¡sls no s: ensena, solo se t2·apSJ1Jlte,(Roazen, 1971, Capítulo 1; Laplan- sobre todo, a la diáspora de los psicoanalistas judío-europeos y que en OPI-
che, ob. CIt., pago 8). b) La ensenanza teonca goza de mala reputación entre nión de Lacan, tergiversó el pensamiento freudiano.
lo~ psicoanalisrss (Laplanche, ob. cit., pág. 9). e} Dicha enseñanza no haría
mas que sumarse a la confusión de lenguas que iría contra el avance del saber Poch (1989, págs. 60-61) ha señalado C?~.acierto tres dificultades para la
ya favor de la charlatanería conceptual (ibíd., pág. 9). Por más que estas tra- integración de la psicología con el psicoanálisis:
bas las expu?o en ,un momento .determmado del psicoanálisis francés, y justo
cuando se d¡~porua, por vez pnrnera, a dar un curso de teoría psicoanalítíca 1) La preocupación de los psic.ólogos por el. «método científico» ~,el
en la Universidad de París, aún no han perdido su vigencia. La cuestión viene aparente desinterés de los psicoanalistas por el mismo. Pero esta situacion
de antiguo, de~d: los tlempo~ del fundador Sigmund Freud, cuando en 1919, viene cambiando de un tiempo a esta parte y como veremo~ en l~parte segun-
a un~ ?~ sus discípulos favoritos (Sandor Ferenczi) le ofrecieron enseñar psi- da, ni siquiera en ~l mismo !reu~ est.~ba p:esen~e ese desl~tere.s; Inc}u.so en
coanálisis en la UmversIdad de Budapest. Freud (l919j) ya por entonces, aún lo referente a su metodo de investrgacion privilegiado -la sltllaC1~nclínica->,
con clerta.s reservas (que luego amplificaron sus acólitos), se declaró a favor. se está avanzando en cuanto, a la capacidad de ser explorada S111perder la
~ero los tiempos han c~mbiado;, el psicoan~lisis .ha dejado de ser desde hace ética del encuentro (Poch y Avila, 1998). . , .
t~e~npo«un asun!o nacional Jud,~» o p~t.nmol1lo de algún grupo específico 2) La falta de una literatura teórica sistemática sobre la pSI.cologla PSI-
(grande o pequeño), yel saber psicoanalítico ha empapado todos los resortes coanalítica general. Cierto es que la proliferación ~e obr~s ha SIdo tal, que
d~ nuestra cultura y de nuestra propia concepción del mundo y de. la vida uno ya no sabe dónde escoger para no caer en tergiversaciones. Pero pese a
misma, en cuanto a conceptos o pseudoconcepros bien o mal utilizados, en todo, contamos con buenos libros ·con los que guiamos, y aunqu~ pue,d.a
forma ?e Ideas mejor oyeor concebidas y en forma de numerosas publicacio- parecer atrevido, mi opinión es que 10 primero d~ todo es una re~slOn cnti-
~es.serl~~? de pobr~, divulgación ..Términos como complejo de Edipo, libido, ca de los textos publicados y de las cartas (LU1ainmensidad) es.cntas por el
ll1tlovelSlOn, represion, sublimación, y tantos otros, de uso casi corriente y propio Sigmund Freud. Algunos ele los críticos más famosos, simplemente,
popular, l?erecen la pena ser estudiados con el rigor que tienen en la teoría no habían leído los textos freudianos, o muy parcialmente, Y esa lectura glo-
psicoeualftica, evitando confusiones conceptuales. bal hoy día ha de ser necesariamente crítica, no dogmáti.ca. Freud sorpren-
. B! Por c:tro.lado, como ha dicho Tizón (1988, pág. 14), el calificativo de algunas veces afirmando cosas fundamentales e~ escritos apareI:~emente
«dinámica» añadido al sustantivo «psicología» es una redundancia inútil un pequeños en extensión; por ejemplo, la lm~ortal1cla ~e la renegacion (Ver-
pleonasm~. Cualq~ier psicología moderna con aspiraciones científicas debe Leugnung) para la escisión d~l ~o, y su relación posterior con l?s tl:a?tornos
preocuparse, no s.~lo de la ~s~ructura o s~~tanCla de su objeto de conocí- de personalidad como el fetichismo (Freu?, 1927e y 19~ODo ll1s~¡tanelolas
mIent.o, sino tam~len ,de su dinámica o movilidad. La práctica totalidad de las en obras extensas donde pasan desapercibidas, como la ll~portanCla del len-
espe.cIa!ldade~ psicológicas act~al~s ~e pueden calificar de «dinámicas». Por guaje en formación para los traumas, que luego ¡~ono'poJ¡zaron los lacanI~-
esa razon el termino «psicología dinámica» es de gran inconcreción discipli- nos, en una obra tan alejada de ese tema en apanencia como era el MOtSes
(Freud, 1939a). . .. . al' .
3) Una dificultad desde dentro de los propios mstitutos pSlCoan mees,
cuyas características especiales a veces se oponen al verdadero progreso ele la
. 1 Vé~se, poi ejempl~, s. Preud:K. Abraham, Correspondencia, S. Fischer-Verlag, 1965,la
carta de Freud deI3-V-1908, también citada porRoazen (1971, pago256) y Iones (l955, vol. 2, teoría. (En este sentido cfr. Kernberg, 1996.)
pago59~,do~de Fre~d trata de ltma,rlas rctrcencrasde Abraham haciaJung con estas palabras:
el Uung] pudo el psicoanálisis eludir el peligro de conver-
<'-:. Casi dirfa que sol~ al Sl~ll1a~·se En la presente introducción, parece lógico comenzar por definir ~ué es el
ttrse en un asunto nacioual judío. Espero que tendrá usted en cuenta mi pedido.» psicoanálisis, y nada mejor para ello que dar la palabra al creador mismo.

/ I
26 Antonio García de la Hoz Introducción
27

sión incluyendo nuestra visión crítica y actual de los mismos: Inconsciente y


EL PS[COANÁLlS[SDE FREUD repr~sión en el capít.ulo primero; la represi,ón la retomaremos de .~uevo al
babhu· de los mecanismos de defensa (capítulo XIII); la .concepc~on de la
A Freud le gustaba historiarse a sí mismo en relación con el movimiento sexualidad en los capítulos XII y XIV, y por fin, el compleja de Edipo, en el
psicoanalítico por él fundado. Lo hizo varias veces. No me refiero a lo que capítulo XIV. .
comúnmente se llama autobiografía, en cuanto al desarrollo personal e ínti- . Los otros dos textos antes mencionados (Freud, 1924f [1923J) y 1926f),
mo, sino a historiar su proceso profesional. Para espigar en los datos más per- insisten y amplían lo dicho antes, y es de notar que fueron publicados ?rigi-
sonales de su vida, son mejores textos la Traumdeutung (Freud, 1900) o inclu- nalmente en el idioma inglés. El primero para la empresa norteamencana
so la Psicopatologia de la vida cotidiana (1901b) -no escritas precisamente Encydopaedia Britannica Publishing Co., y el ~:gundo, 9~e 00 debe confun-
con intención biográfica-, que su Presentación autobiográfica (1925d), dirse con el anterior (como hace E . jones, el biógrafo oficial de Freud), se le
donde a pesar del título, lo que hace es de nuevo contar el desarrollo de! pidió a Freud mismo para la propia En~icl~pedia Británica en su decimoter-
movimiento psicoanalítico. Esto sí era de su agrado, lo otro no tanto. Tenía la cera edición, y que los lectores de hoy día aun pueden consultar inalterado en
necesidad de hacerlo de cuando en cuando, más que nada para dejar clara su la edición más reciente.
posición sobre lo que era y lo que no era el psicoanálisis, tras las disensiones En el primero de ellos leemos:
de Adler y jung y para responder a los adversarios.
Este pequeño exordio sirve para decir que lo que para Freud es e! psico- Resumiré otra vez los factores que constituyen el contenido de esta teoría. Ellos
análisis, lo vemos con claridad en tres pequeños artículos, llamados de enci- son: la insistencia en la vida pulsional (afectividad), en la dinámica anímica, en. el
hecho de que aún los fenómenos anímicos en apariencia más oscuros y arbitrarios
clopedia, en los que se trata fundamentalmente de hacer una historia del poseen pleno sentido y determinismo; la doctrina del conflicto psíquico y de la natu-
recorrido del psicoanálisis hasta esa fecha y de explicarlo en forma muy sin- raleza patógena de la represión, la concepción de los síntomas patoló~lc?s como
tética. Los escribió respectivamente en 1922, 1923 y 1926. De ellos el más satisfacciones sustitutivas, el discernimiento de la significatividad etiológica de la
famoso y citado es el primero (Freud, 1923a), titulado precisamente Dos artí- vida sexual, en particular de los principios de la sexuali~ad infant~ L..l..Para com-
pletar este recuento, agregó que ~mre las actitudes afectl~as de la infancia se dest~-
culos de enciclopedia: «Psicoanálisis» y «Teoría de la libido». Con la defini- có el complicado vínculo de sentumentos con los progerutores, el llamado complejo
ción nos topamos de golpe en el primer párrafo: de Edipo, en el que se discernió cada vez más nítidamente el núcleo ~e .todos los
casos de neurosis; también, que en la conducta del analizado hacia el médico llam~-
Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar pro- ron la atención ciertos fenómenos de la transferencia ele sentimientos, que adqui-
cesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de trata-. rieron una gran significatividadtamo para la teoría como para la técnica (Freud, ob.
miento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) de una serie cit., Am. Eds. vol. XIX, págs. 209-210).
de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se ban ido
coligando en una nueva disciplina científica (Freud, 1923a, Am. Eds., vol. XVIII,
pág. 231). y así mismo en el segundo de ellos:
Freud ... creó el nombre de psicoanálisis, que en el curso del tiempo cobró dos
Poch (1989, págs. 75-78) ha comentado cada uno de estos tres apartados, significados. Hoy designa: 1) un método particular para el tratamiento de I~lsneu-
y sólo resumiré que lo que Freud deja claro es que para él: 1) el psicoanálisis rosis, y 2) la ciencia de los procesos anímicosinconscientes, que con toelo acierto es
es un método de investigación psicológico, no experimental, sino clínico; 2) denominada también «psicología de lo profundo» (Freud, 1926f, Am. Eds, vol.XX,
un tratamiento para Ul1 determinado grupo de trastornos mentales, las neu- pág. 252)2.
rosis, y 3) que tiene aspiraciones científicas. Tres asuntos básicos y funda-
mentales que trataremos a 10 largo de este libro. Como vemos, Freud resume aquí en dos significados lo que en el artícu-
En el texto freudiano que estamos considerando, un poco más adelante, lo de 1922 estaba en tres apartados, aunque la idea es la misma. .
nos indica cuáles son los pilares básicos de la teoría psicoanalítica: Pienso que con todas estas citas cualquiera puede hacerse una idea de lo
el psicoanálisis era para su fundador.
El supuesto de que existen procesos anímicos inconscientes; la admisión de la
doctrina de la resistencia y de la represión; la apreciación de la sexualidad y del com-
plejo de Edipo: he ahí los principales contenidos del psicoanálisis y las bases de su
teorí.(, y quien no pueda admitirlostodos no debería contarse entre los psicoanalis-
tas. (Ibíd., jHíg.24.3.)
2 Freud, claramente consciente de que estos textos son artículo de enciclopedia, utiliza un
Contenidos que, con la excepción de la resistencia, que al ser un concep- estilo muy apreciado por él, estilo indirecto que a lectores ingenuos puede hacer pensar que lo
to eminentemente técnico sólo trataremos de pasada, revisaremos con exten- ha escrito otra persona.

I I
28 Amonio García de la Hoz Introducción 29

Por citar otra clasificación de este desarrollo de los intereses de Freud (lle-
ETAPAS EN EL RECORRIDO FREUDIANO vada a cabo recientemente en nuestro medio, Anguera y Giménez, 1994),
observamos que aquí los períodos son tres, «cronológicamente de1il11ita~os
. Los intel'eses de Freud a l? largo de su dilatada vida profesional, de casi en función de los temas a los que, durante ese lapso temporal, Freud dedica
cincuenta ~I~OS,fueron tan variados y abarcaron tantos sectores, que me pare- mayor atención» (ob. cit., pág. 97): Primer período: 1900-1909; segundo perí-
ce muy difícil, e incluso arriesgado, hacer un intento de clasificación en perío- odo: 1911-1920 y tercer período: 1920-1939. Además de citar los textos más
dos, como por ejemplo el-quizá más citado-llevado a cabo por R Fine si<7I1ificativosde cada lapso, las autoras enfatizan algunos conceptos impor-
~1979), entre otros. Cualquiera que se acerque a la obra de Freud en su con- ta71tesen cada uno, como por ejemplo, el tema de las pulsiones para el pri-
Junto puede llegar a comprender por sí solo la dificultad de esa tarea de orde- mer período, la nueva dicotomía pulsional (Eros-Thánatos) para el segundo,
l~aciól1.Sin embargo ~~ de bastante utilidad pedagógica, por lo que la sinte- y el tema ele la segunda tópica (ello-yo-superyó) para el tercero. Lo mismo
tizaremos a cOl1tll1uaCIOI1. que dijimos a la división de Fine se puede decir de ésta. Sigu.iendo unas p~u-
Para Fine (1979), la obra ele Freud permite una división en cuatro perfo- ras generales ampliamente aceptadas, se pueden formular diversas escansio-
dos:
nes. .
Nosotros mismos podernos sugerir otra ordenación cualquiera, inspirados
1) ~?86-1895, al que corresponden los primeros intentos de Freud de en los precursores y en nuestra valoración de la obra, y decir que Freud tuvo
e~plIcaCl.on del trastorno neurótico, la colaboración con Breuer y la publica- un período eminentemente clínico (1895-1909), otro técnico-teórico (1909-
cien Conjunta del resultado de ambas cosas, los famosos Estudios sobre la his- 1920), otro de pensamiento sociopesimista (1920-1939), ordenación que
teria (1895d). podría resultar también válida y pedagógi~a, pero a la que .s; le pod.rían poner
.. 2) 1895-1899, período que corresponde al llamado proceso de autoaná- las mismas pegas ya mencionadas antenorrnente (elección caprichosa, no
lisis ?e Freud, del que sabemos por la correspondencia a su amigo W Flief], exhaustiva, determinada por la posición teórica, etc.). Por eso, en vez de
AqL1lse gestan lo~ conceptos tundarnentales del futuro psicoanálisis, que hacerlo, me parece más interesante señalar algunos -pocos- trabajos freu-
luego se concretaran en los famosos trabajos de los años siauientes (Freud dianos, goznes o bisagras en su trayectoria porque a la vez abren y cierran el
1901b; 1905c; 1905d; 1905e[1901]). Pero sobre todos ellos, l~ que en opiniól~ conocimiento, y que considero centrales para un acercamiento global a la
del propio Fre~d y de muchos con él, es considerada como su obra magna, obra de S. Freud. Desde luego que otros estudiosos de la misma, según su
La tnterpretacion de los sueños (1900a [1899J). perspectiva de estudio, podrían escoger otros textos. Lo que nos guía en esta
3) 190~-1914, período que Fine llama, un poco caprichosamente y pre-' ordenación es el intento de transmitir los conceptos psicoanalíticos funda-
parando el título de su cuarta etapa, «período de la psicología del ello» sobre mentales. Desde aquí, en progresión cronológica, señalarnos los siguientes
tod?, por el interés de Freud en la pulsión sexual-la libido- con la' publi- momentos y textos:
cacion de los ~res ensayos (1905d). ~n mi opinión, gran parte de lo pública-
do en = período propuesto por Fine ya se encontraba en el anterior, y 10
que mas caractenzana esta ac?taclón de fechas serían las psicoterapias lleva-
a) Período que pivota alrededor de la Traumdeutung (Freud,
1900a[1899]) y los Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905d). Comprende
das por Freud y las publicaciones que siguieron hasta completar sus cinco los descubrimientos básicos del psicoanálisis (funcionamiento inconsciente,
famosos historiales,dúlicos (Freud, 1905e[1901]; 1909b; 1909d; 1911c[191OJ psicoterapia de las neurosis y la teoría de la represión, el complejo de Edipo
y.1918b[1:)14]), aSI como la pf1J?era p~~sta.~ punto de la técnica psicoanali- y la sexualidad infantil, teoría de la libido).
tl~a. '(a aVlsamo.s,de q~e cualquier clasificación puede ser defendible por sus b) Introducción al narcisismo (Freud, 1914c). Este pequeño texto plantea
cntenos y también criticable por los mismos. una revisión a fondo de la teoría de la libido y la de las pulsiones en general.
4) 1914-1~39, período que,ahora, naturalmente, Fine va a denominar Para algunos (Grinberg, 1991) supone una sutil apertura de Freud al campo
de «la psicología del yo», además de por ser la época de la publicación de de las relaciones objetales, empezando a minimizar el polo pulsional, opinión
El yO.JI el ello (Freud, .1923b) -obra desde luego capital en la producción bien interesada, aunque bien es verdad que en el mismo texto, el propio Grin-
freL;d~ana-, p.or ser,Flne mismo uno de Ios defensores de esta escuela psi- berg concede que el concepto de narcisismo ha polarizado la atención de las
cológica (la pSlcologla .del ego, que estudiaremos en el capítulo 1I!) herede- líneas teóricas actualmente más importantes en el campo psicoanalítico (klei-
r.a del freudismo especialmente en EEUU, tras la diáspora de los psico-ana- nianisrno -al que pertenece Grinberg-, Grunberger -freudiano más orto-
llsta~ europeos a c~usa de l~ S~gunda Gran Guerra. Pero este período doxo-, Kohut -psicología del self-: y Kernberg -teoría de las Relaciones
contiene otras m.uenas publicaciones de Freud, cuya enumeración sería Objetales internalizadas-), recibiendo un tratamiento diferente. De lo que no
muy la¡:ga, y que iremos comentando a lo largo del libro cuando el tema así cabe duda es de que estamos ante un texto central, polémico y totalmeote
lo requiera.
actual en cuanto a las controversias que despierta.

/
30 Amonto García de la Hoz [nrroducctón 31

c) Período que pivota alrededor de ¡\fUs allá del principio del placer insútución, aunque incipiente, tenía unos objetivos, que en esencia no eran
(Freud, 1920g) y El yo y el ello (Freud, 1923b). Una nueva estructuración del otros que el decidir lo que era psicoanálisis y lo que no era, y también selec-
aparato anímico sobre una nueva teoría de las pulsiones, con la polémica cionar entre los aspirantes al ingreso a la asociación aquellos que cumplían los
Todestriebe que ha dividido al mundo psicoanalítico, y la comroversia entre requisitos establecidos. Además de los beneficios de toela asociación, para los
los psicólogos del ego americanos y los lacanianos europeos en cuanto a la miembros constituía una especie de mecanismo asegurador contra las disi-
lectura y exégesis de la nueva estructura freudiana del aparato psíquico. No dencias, como por ejemplo la que por entonces estaba teniendo lugar con
cabe duda de que la «pugna de escuelas» (Gómez Sánchez, 1998, pág. 18) Se f\. Adler. Este último también se autocalificaba de psicoanalista, y también
produce aquí en forma prístina. impartía seminarios ele formación en psicoanálisis en Viena, aunque en dis-
d) Período final hasta la muerte de Freud (1939), con escritos de asun- tinto día (Adler eligió los jueves, mientras que Freud los impartía en su casa
tos muy variados. Desde nuestra óptica sobresalen tres grandes temas, incon- los miércoles). Como podemos comprobar en la correspondencia de Freud
clusos todos en los textos freudianos pero que indican lineas de desarrollo con L. A-.Salomé y en el diario de esta última publicado en 1957 (1977 en cas-
valiosas y totalmente actuales: 1) Nuevas consideraciones en cuanto al des- tellano), en 1912, si alguien iba a Viena a formarse en psicoanálisis podía ele-
arrollo psicosexual, motivadas pOl' la revisión teórica que supone el que la gir entre el grupo de Adler o el de Freud. Salomé 1)1is111a estuvo por breve
niña sea tomada en cuenta para el estudio del desarrollo, con la entrada defi- lapso simultaneándolos hasta que se decidió por Freud. Por esto era impor-
nitiva del concepto de complejo de castración (Freud, 1924d; 1925j); 2) estu- tante institucionalizar el psicoanálisis y, entre las otras razones mencionadas,
dio de la sexualidad femenina, tema consecuencia del anterior (Freud, 1931b así nació la API. Ni que decir tiene que con la defección de Jung, y el tras-
y 1933a [1932J, lección XXXIII), objeto de grandes y justificadas críticas por torno que sufrió Freud con ella, los mecanismos de control de lo que era o no
parte de psicoanalistas de ambos sexos, y 3) posible ampliación de la teoría y era psicoanálisis y selección de aspirantes se agudizaron bastante, hasta casi
técnica psicoanalíticas a lo que he denominado «nuevas patologías» en psi- convertirse en un grupo cuasi masónico, en el sentido de la constitución de
coanálisis (García de la Hoz, 1996), quena creo que sean otra cosa que lo que una minoría esclarecida (grupo del anillo) que velaba por los intereses del
Killingmo (1989 y 1995) conceptúa como conflictos por «déficit», y que han resto.
estudiado tanto Kohut (1971 y 1977), corno Kernberg (1977 y 1984) desde Pero dejando aparte estas vicisitudes históricas, lo que nos interesa es que
vertientes teóricas distintas, y antes que todos ellos Michael Balint (1967). la API se ha ido consolidado hasta nuestros días, y hoyes una macroasocia-
Aquí son pertinentes dos trabajos freudianos (1927e y 1940e[1938J). En sín- ción con delegaciones en la mayoría de los países desarrollados. Aunque las
tesis, se trata de la salida de la teoría y técnica psicoanalíticas del terreno en normas de control y admisión tienen algunas variantes según las naciones, por
el que Freud las situó, e! de las neurosis y la represión, para pasar, en nomen-o ejemplo, en EEUU sólo podía pertenecer a la Asociación quien era médico,
clatura de! DSM-IV, a los trastornos de personalidad. Lo analizaremos con mientras que el grupo británico permitía a los analistas profanos desde el
extensión, sobre todo, en el capítulo VI. principio. En cualquier caso, representan en forma oficial la salvaguarda de
la ortodoxia freudiana, aunque ha recibido algunos reproches eh cuanto a su
rigidez jerárquica (Alexander y Selesnick, 1965).
LAS ESCUELAS FREUDIANAS Pero con el paso del tiempo ha ido apareciendo tal multitud de escuelas,
grupos y grupúsculos que se autodenominan psicoanalíticos que hoy día es
Planteemos de entrada dos precisiones: difícil hacer una clasificación y ordenación de los mismos, y como dice Poch
(1989, pág. 96) sería una «empresa arriesgada>'.
a) Relación teoría-clínica. En la Parte primera, y tras un primer capítulo sobre los orígenes del psi-
La psicología psicoanalítica, desde sus orígenes con Freud, caminó siem- coanálisis de Freud hemos configurado unos lineamientos generales, en cuan-
pre de la mano de la práctica clínica. Las teorías sobre la naturaleza y la per- to a agrupar las escuelas de las que no hay duda que mantienen y desarrollan
sonalidad humanas siempre se desarrollaron a partir de lo que enseñaba el el pensamiento freudiano, tanto a nivel clínico, como a la hora de hacer avan-
tratamiento con las llamadas personalidades anormales, o neuróticas, psicóti- zar la teorización de la personalidad. No he pretendido ser exhaustivo y nos
cas, etc-o guió un criterio fundamentalmente teórico. Por lo tanto hemos dejado de
b) La Asociación Psicoanalítica Internacional. lado autores que si bien están fuertemente inspirados por las ideas freudia-
Una fecha importante en la historia del psicoanálisis es 1910. En ese rula, nas, se han apartado de ellas lo suficiente, bien de su teoría, bien de su prác-
en Nuremberg, en el Segundo Congreso del entonces incipiente y reducido tica, o no han conseguido la capacidad de convocatoria necesaria para sub-
grupo de psicoanalistas, se creó la Asociación Psicoanalítica Internacional, es sistir en forma consolidada. Al decir esto, por ejemplo, pensamos en autores,
decir; se institucionalizó -aunque entonces en forma precaria como no -y ello a pesar de su importancia en ciertos pl1ntos-, como Reich y la bio-
podía ser ele otra forma-la teoría y la práctica elel psicoanálisis. Como toda energética, Horney y From111y el culruralisrno neopsicoanalítico, el psicoaná-

/
33
32 Antonio Carda de la Hoz Introducción

_ Epistemología empirista .de tradición anglosajona ., '


lisis existencial de Biswanger y Frankl, las aportaciones de Winnjcott, entre _ Retrotrae la teoría Ireudiana del desarrollo psicosexual a epocas mas
otros. COU10afirma Poch (1989 pág. 97):
tempranas (Edipo, yo y superyó tempranos)
_ Teoría de las posiciones .
... a menudo tenemos que recurrir al autor concreto, pues su aportación es de rece-
nacida importancia; otras veces nos basta con nombrar al fundador de una nueva _ Psicoanálisis de la infancia.
tendencia. No es infrecuente recurrir al campo de investigaciónque define los inte-
reses de algunos autores o a la modalidad técnica que puede confrontarlos. También . D) El pensamiento de Lacan y su intluencia (años 60 en ac1e~~U1te. F~m-
se les puede agrupar por zonas geográficaso por coincidencia en campanil' ciertas damentalmente Francia y países latl11oamencanos):Jaques Lacan y segUldores.
ideologías o filosofías.
_ Marcado carácter estructuralista ., . , .. .
Así pues, tras resumir las aportaciones de Adler y Jung por ser los prime- _ Primacía del lenguaje y su ap]¡C?ClOnal PSlco.analIsls. , ". .
ros disidentes históricos en vida de Freud, y para comprender, si es posible, _ «Vuelta a Freud» y COl1strllcClonde una episremología chl1lca Ireu-
las razones que motivaron la separación (capítulo II), me adentraré en las que diana. . li
considero las escuelas psicoanaliticas más importantes después de Freud, en _ Estadio del espejo como concepción más sobresa ente.
cuanto a sus aportaciones a la teorización de la personalidad: La Ego-psycbo-
logy (capítulo III), la teoría kleiniana de la Relaciones Objetales (capítulo IV), E) Perspectivas recientes en psicoanálisis (aíios 70 en ~de~ante. Es~n-
la «vuelta a Freud» de Lacan (capítulo V) y las nuevas teorizaciones de Kohut cialmente en EEUU con prolongación en Europa): Donald \'\Tm111cott, Heinz
y Kernberg (capítulo VI). Kohut, Otto Kernberg.
En cuanto a las aportaciones más importantes de Freud y de las escuelas
psicoanalíticas nombradas, que desarrollaré en los capítulos pertinentes, _ Nuevas patologías accesibles al psicoanál.isis.. , .
podemos trazar estos epígrafes generales: _ Atenuación de la importancia del complejo de Edipo para la clínica de
los trastornos de personalidad.
A) Sigmund Freud: Variaciones de la técnica clásica de tratamiento.

En la Parte segunda abordamos la I?r?~lelllática epistel:l01ógica cre~da


- Teoría sobre la clínica psicopatológica (neurosis, psicosis y perversio- alrededor del psicoanálisis, que hemos dividido en CIDCO capltul?~: El objeto
nes). .
del psicoanálisis (capítulo VII), las que hemos denominado «cnticas episte-
- Teoría sobre las pulsiones, mológicas clásicas» (capítulo VII!), la visió~ hen!1enéutica (capítulo .IX), la
- Teorías sobre el aparato psíquico.
crítica de Grünbaum (capítulo X) ~ ~1I1 capltu.lo fm?l. (.XI)de conclusiones y
Teoría sobre el desarrollo psicosexual.
acerca de la problemática metodológica en pSlcoanallSls.. ,
A la Parte tercera la consideramos como la c~nt~'aldel !lbro, pues e.sla
B) Psicología del yo (Años de preponderancia: tras la muerte de Freud referente a las consideraciones actuales de los pnncipios básicos del PSICO-
hasta los 60. Esencialmente en EEUU): Parte de una crítica sobre la posición análisis, la denominada metapsicología psicoan,a~tica. Hemos procurado no
instintivista clásica freudiana, en consonancia con el culturalismo de K. Hor- rehuir ninguno de los temas arduos y problemáticos que se incluyen en :sta
ney, H. S. Sullivan y Erich Fromm, Como representantes máximos de esta parte. Re;orreremos paulatinamente las teOl'~asde las pulslOn,es (capitu-
tendencia están A. Freud (predecesora), Hartrnann, Kris y Loewenstein, lo XII) la de los mecanismos de defensa (capitulo XIII), la teon~ del desa-
entre otros. rrollo psicosexual (capítulo XIV) y fin~lizaremos con las concepciones íreu-
dianas del aparato psíquico y su actualidad, ," .
Importancia del contexto social, en detrimento del énfasis en la teoría Por último, en la Parte cuarta, relacionaremos las t~Orl?SpSlcoanalitlcas
de las pulsiones. con las disciplinas psicológicas más afines en nuestra Op1111011. , .
Concepto de adaptación. Antes de terminar la Introducción, unas palabras sobre enea, sobre la
Teoría y sistematización sobre los mecanismos de defensa. posición que considero más justa cu~do me dispongo a,comenzar e.lpres~f~-
1
te libro: Ya expuse en otro lugar (Ávila y Poch, 1994, pago358) y creo perti-
nente repetir ahora que hay que est.udiar, leer y tener en Cl~ent~~ legado ~e
C) Teoría de las Relaciones objetales (años 60 en adelante. Esencial-
nuestros antepasados (Freud y seguidores) y tratarlo con la Jl1Stl~laque mere-
mente británica con fuerte extensión por Europa y América. Quizás es la ce. Pero este respeto debe ir acompañado con una sana labor crinca, para no
actual línea preponderante en la API): Melanie Klein y seguidores.
34 Amonio García de la Hoz

empañado con un seguimiento literal, epigónico o escolástico. Quiero decir


que tanto el ataque despiadado y ciego a lo antiguo por el mero hecho de
serlo, como la defensa acólita, sumisa, recalcitrante y acrítica, me parecen
i~ualmente desechables. Con ese espíritu están pensadas las páginas que
siguen.

,j!;~ver.sidad San Sebastian


:~:,:ddG 3¡~liotecas

'PARTE PRIMERA

ORÍGENES DEL PSICOANÁLISIS


Y ESCUELAS PSICOANALÍTICAS
CAPÍTULO PRIMERO

Sigmund Freud. Los orígenes del psicoanálisis

1.1. SIGMUND FREUD. INTRODUCCIÓN


HISTÓRICO-BIOGRÁFICA
Podemos asegurar que nos encontramos, quizás, ante la persona más
biografiada del siglo xx. Incluso en vida de Freud ya se publicaron dos bio-
grafías (Wittels, 1924 y Zweig, S., 1931) de las que no "tuvo buena impre-
sión (sobre todo de la de Wittels), y él mismo tuvo que hacer desistir de
otro intento a Arnold Zweig, fundamentalmente porque era amigo suyo.
Creo interesante transcribir la respuesta freudiana a la petición de Arnold
Zweig («. .. me he propuesto desde hace tiempo escribir su biografía ... si es
que usted está de acuerdo»), por exponer en forma cabal su opinión sobre
los biógrafos, con el telón de fondo de nuestra recién iniciada Guerra
Civil:

y recién hoy puedo disponer de tiempo para escribirle a usted, urgido y asus-
tado por su amenaza de querer convertirse en mi biógrafo. Usted, que tiene tantas
cosas mejores y más importantes que hacer; que puede designar reyesy que puede
observar la locura brutal y violenta de los hombres desde una atalayamuy alta. No,
lo al110a usted demasiado C01110 para poder permitir semejante cosa. Quien se con-
vierte en biógrafo se compromete a mentir, a enmascarar, a ser un hipócrita, a verlo
todo de color de rosa e incluso a disimular la propia ignorancia, ya que la verdad
biográfica es totalmente inalcanzable, y si se la pudiese alcanzar,no serviría de nada
(31 de mayo de 1936,Correspondencia Freud-Zweig).

La lista es ya muy numerosa, y cuando pensábamos que la de Gay (1988)


era ya la definitiva, Rodrigué (1996) ha llevado recientemente a cabo otra,
preciosa por cierto, aunque ya pocas cosas nuevas, en cuanto a datos, pueden
ser dichas. Con la biografía de Freud va a terminar pasando lo que con las
tragedias griegas, donde lo importante no era el tema o mito en cuestión (que

/
38 Antonio García de la Hoz Siglllund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 39

ya conocían los espectadores), sino el modo de tratarlo y exponerlo por parte Daremos a continuación unas breves notas sobre cada uno para ver lo que
del poeta. Nuestra intención aquí, por supuesto, está muy alejada de inten- Freud pudo tomar de ellos. .'
ciones biográficas. Aunque a veces es necesario hacer alguna referencia en
este sentido, pues con Freud se da la siguiente curiosa circunstancia: Resulta
complicado en ocasiones decidir dónde termina su vida privada y dónde 1.1.1. ERl'lSTBRÜCKE(1819-1892)
empieza la vida profesional, ya que en muchos momentos ambas cosas carni-
nan indisolublemente unidas. . Freud le conoció durante su primer año de estudiante de medicina, le
Sigmund Freud nació en Freiberg (Moravia) en 1856 y murió en Londres entusiasmaron sus clases y consiguió ingresar (1876) en el Instituto Fisiológi-
en 1939, tras escapar del nazismo de Austria un año antes. Desde los tres co que dirigía en Viena. Allí permaneció seis años (hasta 1882), incluso des-
añ?s, en que sus p~dres se establecieron en Viena, toda su vida privada y pro- pués de haber recibido el título de medicina. Así que se puede decir que la
fesional transcurrió en la capital centroeuropea. Inició los estudios de medi- carrera la alternó con su estancia en e! laboratorio de Brücke, Luego, por
cina en 1873 y obtuvo el título de médico en 1881. Su primera dedicación recomendación del propio Brucke -que le dijo que a un joven como él no le
profesional fue el trabajo neurofisiológico de laboratorio siendo el micros- convenía la carrera de investigador teórico y que ejerciera como médico
copio su compañero natural. ' (Freud, 1925d, pág. 10)-, pasó a la Clínica de Meynert-, donde volvió a
Decidir en cuanto a las personas que influyeron en su formación supone coger e! microscopio, pero ahora para observar la anatomía de los cerebros
e.fectuar una sele.cción entre los múltiples determinantes que configuran la humanos.
figura de un gema. En sus propios escritos autobiográficos (l914d y 1925d ¿Quién era Brücke? Casi cuarenta años mayor que Freud, era el repre-
[1924]) que, como ya apunté en la Introducción, son más que nada historias sentante en Viena de! positivismo de la Escuela Médica de Helmholtz. Por los
de su trayectoria profesional, nos encontramos con las pistas necesarias. De años 40, estudiando medicina en Berlín, se unió a su compañero Emil Du
entre los nombres allí citados, más lo que aprendemos de la lectura de sus más Bois-Reymond (1818-1896) y juntos fueron perfilando los intereses que les
famosos biógrafos (jones, 1953; Robert, 1964; Mannoni, 1968; Roazen, 1971; iban a guiar en el futuro. Cuando se les unieron Carl Ludwig (18~6-1895) y,
Schur, 1972; Clark, 1980; Dadoun, 1982, Dubcovsky, 1986 y Gay, 1988), sobre todo, Hermann Helmholtz (1821-1894)2, la escuela se completó, se
hemos escogido cinco nombres propios de importancia incuestionable. Se difundió, e impuso su dominio científico rápidamente en las principales uni-
trat~ -más o menos en orden cronológico porque algunos se superponen en versidades y cátedras. El positivismo era la mentalidad dominante cuando
la VIdade Freud-, de Brücke, Charcot, Breuer, Bernheim y FlieB, que se pue- Freud estaba bajo la influencia de Brücke.
den ver en el esquema siguiente: La idea fundamental del grupo era que todo se reducía a fuerzas físico-
químicas, yeso mismo también rezaba para el organismo humano. Cuando
aparecía algo que no podía explicarse por la acción de estas fuerzas, lo que
había que hacer era intentar localizarlas, a partir de métodos físico-matemá-
E. BRÜCKE Neurofisiología I Principios de la
termodinámica
ticos, o bien «suponer la existencia de nuevas fuerzas, iguales en dignidad a
las fuerzas físico-químicas inherentes a la materia, y reductibles a la fuerza de
atracción y repulsión» (Bernfeld, 1949). Como J ones (1953,1, pág. 56) fue el
primero en constatar, esto tuvo gran influencia en el futuro pensamiento psi-
J. M. CHARCOT ~ Hipnosis, Histeria' lParís, La Salpetrie cológico de Freud y en su concepción de la energía psíquica, yendo más allá
de la opinión común, que afirmaba que fueron Breuer y Charcot quienes
decidieron el viraje psicológico definitivo de la carrera de Freud.
H. .BERNHEIM Sugestión l Escuela de Nancy
janer
I Para Brücke, la fisiología era una extensión de la física. C0)110 escribe
Assoun (1981, pág. 101) «el fisiólogo no es más que el físico de los organis-

J. BREUER «Hermano mayor» Método catártico I O" laII


«Arma sobre
«Estudios
histeria» (1985)
) I Theodor Meynert ([833·1892) era considerado como el mejor estudioso de la anatomía del cere-
bro, aunque Freud no lo consideraba tan buen psiquiatra. El único que podía hacerle sombra en su tiem-
Ritmos biológicos po era el doctor Flechsigde Lcipzig (el médico de los delirios de Schrcber). Freud pasó en la Clínicade
W. FLlEn Amistad personal ¿«autoanálisis»? N. Nasal refleja MCyllcrtcinco meses y ésa fue toda su experiencia psiquiátrica.
Bisexuulidad 2 « ... ese renacentistadel siglo XIX, a punto de adquirir fama mundial por SllS aportaciones a una des-
Período de latencia concertantevariedad de campos-la óptica, la acústica,la termodinámica, la física,la biología-e-...» (Gay,
19S5, p,íg. 59).

/
r
-10
Amonio García de la Hoz Sigmund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 41
1110S». Su principio fundamental era la ley de la conservación de la energía,
(descublerta por R. Meyer en 1942 y popularizada por Helmboltz), donde la mente su nombre no hubiera tenido tanta trascendencia sin su asociaci?n al
suma de fuerzas permanece siempre constante en un sistema aislado). Sesún d Sigmund Freud, Era Wl leal adepto a la escuela de Helmh.ol~zy adm!ra.ba
jorres, lo que llevó a cabo Freud fue la trasposición de ese principio al ~si- . Goetbe y a Fechner. En 1868 dejó la investig~ci?n y se dedico a la practIc.a
quismo, prescindiendo de la localización anatómica tan fundamental en sus a rjvada de la medicina, convirtiéndose ~n el med:co de cabe.cera (o de f~ml-
experimentos bistológicos con Brücke. Assoun (ob. cit., págs. 123-128) ba ha como se dice hoy) de las personalidades mas sobresalientes d.e VIena
precisado esa opinión aludiendo a que la preocupación por~la localización (Brücke, Exner, Billroth, Chrobak, etc.). PI~eclsamente en el I.nstItut~ ?~
porla situación espacial, nu~ca abandonó el pensamiento de Freud, y que sus Brücke conoció a un Freud ambicioso y todavía soltero, yen se&uI.dase hiele
1I11C105 en el enfoque anatómico para la localización de la célula nerviosa creó ron amigos. Catorce años mayor que Freud, Breuer se .fue convirtiendo poco
en él una forma de trabajo que tuvo su reflejo más importante en la fon~lula- ti poco en su mentor, mecenas (llegándole a. prestar Importantes ~U1:1as de
ción de la primera tópica del aparato psíquico. Con Brücke el espacio era el dinero), supervisor, amigo y «herm~no mayor», que de todas estas rorrnas se
cuerpo y F.l·eLi~ _lo clesplazar~ ,~lpsiquismo, es decir, desde un espacio visible ha denominado a Breuer por los blOgraf~s. .,
a la orgarnzacron de una tópica del aparato psíquico. No es azaroso que Freud le dedicó su primer libro publicado en 1891, La concepcl~n de las
Freud ofreciera su primera formulación del inconsciente en forma espacial, y afasias. (Estudio critico), pr~cisamente en el año en que, como mosrre, emp_e-
que e~a misma +-expuesta en el capítulo VII de la Traumdeutzmg- se apoye zaba a deteriorarse la relación, El deterioro ya era muy p,atentel~n.1893, ano
esenclalm~nte en el es.quemaf¡Siológico del arco reflejo neurológico. en que redactaron en conjunto la famosa «S:0n~ul1lcaclOnpre UTIll:ar»,que
Ademas de otras influencias personales que ahora no nos interesan se ~, incluyeron en su libro en común. sobre la histeria (Freud'y. Breue.r, 18~5d).
puede afirmar que Freud adquirió en su contacto con Brücke una forma' de f Esta última publicación, que cOI1~ldero,eItU!'mng potnt dec~slvopara la trans-
p,ens.amiento,científico que no le iba a abandonar nunca y una metodología formación de Freud en psicoanalista, solo VIOla luz en las ~brenas a costa de
tecruca: la busqueda de la forma precisa de situarse para observar mejor las un compromiso de ambos autores, ya claramente distanciados tanto en lo
cosas, es decir, un énfasis en el procedimiento de investigación. Cualquiera se personal como en lo profesional. . ,
puede dar cuenta de la relación de esto con la creación, por parte de Freud, Breuer ha pasado a la historia por el tratamiento que llevo a cabo. ~on
de la situacián analítica como método de Íllvestioación fundamental en psico- Bertha Papenheim (<<AnaO») entre 1880 y 1.882, con el que ~~scubrlo ~l
análisis. b
método catártico -más bien habría que decir que lo descubno _la propia
paciente-, que básicamente. consistía en, una cura babla?~ -talkmg cure~
por la que el paciente se aliviaba de lo.ssmto.mas. Las vicisitudes de este .tr~,
1.1.2. JOSEPHBREUER(1842-1925) tamiento son ya muy conocidas, inclusive las mexa;tlUldes que Jones ~s.cnblO
en cuanto a su finalización (Ellenberger, 1970., pago 556). No es pertinente
, ~od~s l?s biógrafos se detienen ,en consideral: la importancia que este aquí relatarlas. Las conclusiones teórico-técnicas ~ue se pu;den ext~'aer de la
médico JU~~oJU."opara Freud. Qwza} ones sea q~:en le dedica mayor espa- relación Freud-Breuer y que se observan en su libro comun las veremos un
CIOy atención , Junto con Schur (1972). En la relación Freud-Breuer se entre- poco más adelante (apartado 1.2.1.3).
cruzan en forma inseparable la vinculación profesional y de trabajo con la
personal y pnvada. y la ruptura de la misma tendrá elementos de las dos. He
dedicado un trabajo de cierta extensión a todo este tema (Garda de la 1.1.3. }EAN i\!IARTIN CHARCOT
(1825-1893)
Hoz, 1?85} donde intenté reElejarla complejidad de la relación, que se entre-
laza aSI mismo con la que Freud mantendrá con el otorrinolaringóloO'o de Hablar de la influencia de Charcot (así como de la ?e Bernheim), resulta
Berlín, W. FlieK b más sencillo que hacerlo de la de Breuer (o de la ~~ Fliel] que vendrá a C?~-
Como plantea Jones (ob. cit., 1, pág. 233), Breuer no sólo fue un médico tinuación). Con estos últimos, además de la extensión temporal de la rel~clOn
famoso, sino también un hombre de ciencia considerable>, aunque segura- (alrededor de quince años más o menos), e.~istían muchos ca~npos d~ mter-
acción personal, lo que obviamente cornplejiza y oscurece l~s II1Eluenc.!asc~a-
ras y las paternidades intelectuales de uno y otro. PO~',esomismo son _rela.clo-
. . ) El segundo principio de la terrnodirnimirn, la ley de la enrropfa, tendrñ también Su inEluencia deci- nes que se han estudiado más a fondo por los biógrafos, para tratar de
stva ~am la post~laClón de la pulsión de m~erte (Freud, 1920g).
Jones ([9)3, I) le dedica rodo el capítulo XI, que tiruln «El período Breuer, 1882-1895». aclararlas y especificarlas. .
- j Eo sUI~~entud habí" trabajado bajo la dirección de Hering (disringuido fisiólogo, autor de una reo. Pero con Charcor no ocurre así. La fama de Charcot Y.de s~s demostra-
1'1.". sobre la vls~on de los colores opuesta a la de Helmholtz), y trabajando sobre "1 fisiologín de la respira- ciones clínicas con histerias (de ambos sexos) mediante la hipnosis eran cono.-
~on, descub[J~ que el conrrol de la misma se debía al nervio vago. En Medicina se conoce como el reflc-
lO de Henng·Breuer. cidas por Freud desde Viena. En marzo de 1885, cuando todavía no era PT
uatdozent, solicitó una beca de estudios a sus superiores, y cuando se a

/
/
42 Amonio García de la Hoz Sígmund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 43

concedieron (con la recomendación de Brúcke), no dudó ni un momento en El texto de Freud donde se ve mejor la evolución de su pensamiento res-
que el destino era París y la Salpétriere. Permaneció allí un total de cuatro pecto del de Charcot, quizá sea el de la comparación de las parálisis motrices
meses y medio, desde el 13 de octubre de 1885 hasta el28 de febrero de 1886 orzánicas e histéricas (Freud, 1893c). Allí guarda el debido respeto al rnaes-
exactamente. En todas las cartas que se conservan ele ese período, escritas tr; francés, quien pese a reconocer la «lesión dinámica», pensaba que detrás
casr todas ellas a la por entonces su prometida (Marta Bernays), no hace más había una lesión orgánica o neurológica que dejaba huellas .en el cadáver
que ponderar elogiosamenre la figura del maestro parisino. La afabilidad, la según la anatomía ele! sistema nervioso. Freud, por el contrano, da un paso
bondad, el ingenio y la seguridad en sí mismo son facetas de la personalidad decisivo para la psicologización de la histeria, escribiendo:
de Charcot que Freud destaca en sus cartas, por las que se deduce que impre-
sionó fuertemente al joven Freud. Yo afirmo, por el contrario, que la lesión de las parálisis histéricas debe s~r por
Charcot, indiscutiblemente el más famoso anatomopatólogo y neurólogo completo independiente de la anatomía del sistema nervioso, puesto que la h,ste~ia
se comporta en sus parálisis y otras manifestaciones como si la anatomía no exisne-
francés del momentov, había conferido a la histeria un estatuto definitivo de ra, o como si no tuviera noticia alguna de ella (Freud, 1893c, pág. 206).
trastorno mental sin lesión orgánica, objeto de estudio serio y riguroso para
los neuropatólogos, tanto en cuanto al diagnóstico como al tratamiento, y Es decir, para Freud no importaba tanto el cuerpo real, sino el cuerpo
sólo dejando el lado etiológico a merced de la explicación tradicional: la imaginado, fanrasmarizado, que el paciente histérico tenía de sí.mis~o. Esta
herencia. Con esta perspectiva, la histeria adquirió un rango de enfermedad diferencia se convirtió en decisiva para la comprensión de las histerias.
tratable, soltando el lastre cuasi medieval que la concebía como una falsa Un último apunte sobre la estancia en París con Charcot. Este fue, evi-
enfermedad ele simulación o fingimiento, cuando no de posesión endemo- dentemente, quien más atrajo la atención de Freud. Como dice Strachey en
niada. Con Charcot, que hablaba de «lesión dinámica» (Freud, 1893c) se ini- su introducción al informe que realizó Freud del viaje (Freud, 1956[1886]),
cia .un intento de localización funcional de la histeria, abriéndose paso como fue con el tema de la anatomía del sistema nervioso y volvió con la histeria y
entidad nosológica entre el núcleo viscoso y enmarañado de las neurosis. el hipnotismo. Fue neurólogo y volvi,ó psic~pat~l?go. ~ero co.mo ap,unta
Podemos decir que la histeria se psicologizó, a pesar de que el sucesor de Jones (1953, I, pág. 211) en una sola línea emgmanca y Sl1l ~xphcar mas, le
Charcot en la Salpétriere (Raymonel), aún defendiéndole ele palabra, volvió a impresionó uno de los ayudantes de Charcot, Brouardel. Quien ha aclarado
la tendencia organicista de las neurosis.
este punto fue Masson (1984) en un capítulo de su libro titulado Freud en la
...
Las demostraciones clínicas de Charcot en la Salpétriere despertaban el margue de París. Por cartas a su prometida también sabíamos que no se per-
interés .de todo París. Con la hipnosis era posible descubrir e investigar el día ni una sola de las conferencias que Brouardel'' daba 'en la morgue,
complejo mundo de la histeria. Para Charcot, la hipnosis era un instrumento'
clínico, como una «histeria provocada», con el que profundizar en el conoci- La conferencia [de Brouardel] ha sido fascinante y el tema no muy convenien-
mi~nt? del enferm~ .. Son famosos sus tres estados hipnóticos (cataléptico, te para oídos delicados (carta del 28-1-86, citada por Massoo, 1984).
letárgico y sonarnbúlico) de los que tanto se iba a mofar su rival Bernheim
(Ellenberger, 1970, pág. 129). Con Charcot, Freud pasó a convertirse en clí- Masson también reseña el prefacio de Freud (1913k) a un libro de Bour-
nico. Es interesante notar cómo, estando con Charcot, «recordó» el caso de ke que rezaba así:
«Ana o» que le babía referido Breuer tres años antes, y aunque el maestro
francés no le prestó demasiada atención, tal y como él mismo había hecho por Cuando yo vivía en París en 1885, como alumno de Charcot, lo que más me
entonces, ahora, sin embargo, ese caso rendía sus frutos en su mente, se abría atrajo, aparte de las clases del gran hombre, fueron las demostraciones y conf~ren-
cias que impartía Brouardel. Solía enseñarnos cuánto material pOJI-1Il01'1em habla en
u!,:Ca~lIDOnuevo_,y el trat~m!ento hipnótico como instrumento de investiga- la margue que merecía ser conocido por los médicos, pero del cual. la ciencia prefe-
Clan, Junto al metodo cararnco de Breuer, propiciaban una línea de salida ría no tener noticia.
para la comprensión y e! tratamiento de las neurosis.
Freud, además, se convirtió en el traductor al alemán de Charcot, publi- El asunto no era otro que los niños muertos a causa de violaciones y abu-
cando sus famosas Lecons du mardi a la Salpetriere (1887-1888) con el título sos sexuales de adultos (padres y maestros), asunto en el que hubo una cola-
de Polieliniscbe Vortriige (Freud, 1892-94)7. boración estrecha e insospechada entre Charcot y Brouardel. Esto es un pre-
cedente muy significativo acerca ele la teorización de las neurosis que Freud
."
6 Ellenberger (1970, p,íg. 129) a quien en general seguimos en este recorrido sobre Charcor, habla de
tres carreras en él: La primera seria la an?tomía l' patol~gía médica; la segunda la neurología)' la «terce-
ru» su examen de la histeria y el hipnotismo. Con claridad es esta última la que sobre todo impactó a S Paul Brouardel (1837-1906) era en esa época el catedrático de MedicinaLegalen París. Freud, ade-
Freud. más del informe mencionado en la nora anterior, también nombra a Brouardel en Contnbttcián a 111 bisto-
7 Sobre este período pueden también verse Frcud OSS6y 1956[1886]). ria del mooimieuto pslc(){/I/,¡{ítico(1914d).

I
I
44 Amonio García de la Hoz Sigrnund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 45

haría en primer lugar -la teoría de la seducción (véase 1.3.3.1.1)- y nos da presupuestos técnicos de Bernheim están más cercanos que los de Charcot en
una idea de cómo se fue prefigurando el papel de la sexualidad en la etiolo- cuanto al establecimiento de la técnica de la asociación libre; y también es
gía de las neurosis. verdad que Freud (1895d -en colaboración con Breuer-, véase el caso
«Lucy») que se autoconfiesa mal hipnotizador, reconoció la influencia del
francés de Nancy para su técnica de tratamiento en vigilia. Dicha técnica le
1.1.4. HIPPOLYTE
BERJ.'1HEIM
(1840-1919) era más asequible en virtud de sus propias limitaciones personales.

A Bernheirn se le considera el paladín de la escuela de Nancy y fue famo-


sa su agria polémica con Charcor, en la que a la postre le daría la razón la 1.1.5. WILHELMFLlE~ (1858-1928)
Europa de final de siglo XIX. Bernheim pensaba que era la capacidad de
sugestión del médico y la sugestibilidad del paciente lo que provocaba la hip- Las cuatro personas anteriores pertenecían a una generación anterior a
nosis y no al revés, y por tanto era la sugestión la base del alivio del paciente Freud y eran ya profesionales de éxito y prestigio cuando las conoció; mayo-
y de los resultados terapéuticos. También criticaba la concepción de la histe- res en edad, Freud no podía sino recibir y aprender de ellas. Con Flie~ no
ria de Charcot, indicando que los factores sugestivos estaban en el fondo de ocurría lo mismo. Pertenecían a la misma generación (incluso era el berlinés
la misma, y sobre todo que dicha teoría no servía para la investigación, pues- dos años más joven). ¿Por qué entonces le encuadramos entre los que influ-
to que reposaba sobre la base sugestiva que era lo que provocaba la aparición yeron en el pensamiento de Freud? Hay que hacer una salvedad previa, y es
y desaparición de la sintomatología''. que estamos hablando del período de formación de Freud, pues naturalmen-
Se sabe que Bernheim fue poco a poco abandonando el uso de la suges- te que los contactos y las ideas de sus discípulos posteriores también influye-
tión hipnótica y que la sustituyó por la sugestión en vigilia, con una técnica ron en él. Pero esa influencia se producía con Freud ya colocado como cabe-
abiertamente persuasiva, lo que resulta un auténtico precedente de la técnica za de un movimiento y sin un rol de alumno o de dependencia hacia el otro.
del apremio de Freud como el mismo indicó (véase apartado 1.2.1.2.5). A su y es precisamente esto último lo que se produjo en muchos momentos de la
método Bernheim lo denominó «psicoterapia», quizá por primera vez en la relación de Freud con FlieK
historia, y de este modo contribuyó en forma decisiva a la consideración psi- ¿Quién fue Wilbelm Flie~? .
cógena de los trastornos neuróticos. Las menciones a este otorrinolaringólogo berlinés en la obra publicada
El contacto personal de Freud con Bernheim se redujo a «varias semanas» (sin contar la correspondencia) de Freud, son muchas menos que por ejem-
en el verano de 1899, cuando se desplazó a Nancy con el objetivo de perfec- plo las dedicadas a Breuer, o a Charcot, o a J ung y Ferenczi, e incluso menos
cionar su técnica hipnótica (Freud, 1925 [1924]). Pero al parecer ese viaje fue que a Bernheim, cuyo trato con Freud, como acabamos de ver, fue efímero.
uno «de los más provechosos de su carrera» (Gay, 1988, ~ág. 77). En ese viaje y si de esas menciones, descontamos las que aparecen en la Traumdeutung,
conoció también al viejo maestro de Bernheim, Liébault o y presenció in situ obra gestada en la relación con Flie~, casi se pueden contar con los dedos de
la labor terapéutica de ambos. una mano. Dada la complejidad y la duración de la relación (17 años), pro-
Antes de ese viaje, Freud ya se había ocupado de Bernheim y de su tra- fusamente estudiada por los principales biógrafos, y como su estudio ya ha
bajo, pues tradujo al alemán el texto principal del francés Sobre la sugestión ocupado capítulos enteros (cfr. sobre todo Kris, 1950; jones, 1953, l, capítu-
y sus aplicaciones a la terapia (Freud, 1888-89) con un amplio prólogo suyo: lo XIII y Schur, 1972, Capítulos IlI, IV y VIl, me dedicaré a destacar lo más
Luego volvió a traducir otro libro de Bernheim, Hipnotismo, sugestión, psico- fundamental a partir, precisamente, de las menciones más interesantes a Flief
terapia: Nuevos estudios (1891), que se publicó un año más tarde (Freud, en los textos de Freucl (excluyendo intencionadamente la correspondencia,
1892a), pero esta vez se limitó a traducir sin añadir introducción alguna. que es lo más estudiado). Con esta nueva perspectiva, el análisis de la relación
Freud se sentía más cercano a Charcot, pero es de notar su imparcialidad y los puntos principales en cuanto a las ideas teóricas que Freud recibe de
en la polémica sostenida por ambos. De lo que no cabe duda es de que los Flie~, surgen por sí solas.
Para ello me ayudaré de la tabla siguiente, donde be elegido las principa-
les menciones a Flie~ -sin pretender ser exhaustivo--- desde la perspectiva
de mi estudio. Luego esbozaré un pequeño comentario de conjunto.
9 ÉS[~.es la misma crítica que Grünbaum (J.984) ha formulado recientemente a Freud, aludiendo a
que la transferencia Ireudiana no puede desprenderse de su base de sugestión (véase capítulo 10).
. 10 Ambroise Liébault (1.823-1904), el fundador de. la escuela de NanFY, tuvo la osadía de usar el hipo
nO[ISI1:?cuando nadie l~ hacia ya en Francia SI no quena ser tildado de charlatán, Esto fue lo que ocurrió
con Liébault, que además fue ramada por «tonto» (por no cobrar) (Ellenberger, 1970, p.ig. 116). La escue-
la de Nancy no estaba tan bien organizada como la Salpérriére, pero alcanzó fama en su tiempo por la polé-
mica sefialada 4UC sostuvo Bernheim con Charcot.

,
;J

/
46 Antonio García de la Hoz Sigmwld Freud. Los orígenes del psicoanálisis 47

OBRA TEXTO CO!v1ENTARIO


1.1.5.1. Freud cita a Fliefi"
euronccs: «Me tiene sin cuidado, no me pare-
OBRA TEXTO COMENTARIO ce aceptable». (Cursiva rnía.)
"'[NOTADESTRACHEY): En 1901 y 1904 se
leía aquí: «En e! verano de este año declaré
Traumdeutung El primer lector y crítico de este libro me - Freud alude a FlieB en un día a mi amigo Fl., con quien maure-
(1900) h!zo la objeci.ón,.que probablemente repetí- tercera persona. Responde "nía ...» Según Jones (1953) la conversación
págs.304-305n. ran los subsiguientes, de que «el soñanre al reproche que FlieB le fue en 1900)' no en 1901, Y fue la última vez
aparece a menudo demasiado chistoso». habría hecho por carta, al
Esto es justo, siempre que se refiera sólo al
soñante; )' ú!,icamente esconde UI] reproche
que contestó también por
carta (l1-IX-89, carta 118)
._ __ que se encontraron.
_ " ._ _..--.-
- - .
(Ibíd.} [ocurrencias sobre un olvido] y «Flieíl» es
SI debe hacérselo extensivo al intérprete de en términos casi idénticos - Mismo tema de la
el nombre de un amigo de Berlín" que por
sueños. En In realidad de vigilia, yo apenas 31 texto presente. esos mismos días me había dado ocasión nora anterior: Retirar el
merezco el atributo de «chistoso>,' si mis pág. 157 y nota.
para un pensamiento martirizador y preocu- posesivo más intimo
sueños parecen tales, ello no se debe a mi - En el agregado de pante. «<mi»), por un impersonal
persona, sino a las peculiaridades psicológi- 1909 observamos cómo
(m
«<un»).
cas bajo las cuales se forma el sueño, y está ese reproche se convirtió "(NOTA DE STRACHEY): En 1901 y 1904:
en íntima relación con la teoría de lo chisto- en estímulo para escribir el «de mi amigo de Berlín». (Cursiva mía.)
so y de lo cómico. El sueño se vuelve chisto- libro del chiste.
so porque tiene bloqueado e! camino más _ _._ -_ -_. . -........... . __ . __ _ .......•....... _.- - -_..~ _ __ _ _--_ .
directo ~ inmediato para la expresión de sus (Ibíd.) Por otra parte, en estas operaciones - Nótese el cambio ape-
pensamientos: se ve forzado a ser chistoso. inconscientes con números descubro una nas perceptible de la forma
Los_lectmes I?uede~ convencerse de que los inclinación a la superstición, cuyo origen verbal (presente a pasado).
suenas de mis pacientes provocan en igual pág. 243 Y nota
siguió siendo durante largo tiempo extraño
modo que los míos, y aún más, la impresión para mí". - La eliminación del
(ID)
de lo chistoso. [Agregado en 1909): De libro, a partir de la edición
todos modos, este reproche me movió a corn- "[NOTA os STRACHEY): En 1901 y 1904, de 1907 de todo un pasaje
par~ la técnica de! chiste con el trabajo de! esta oración finalizaba así: K.. cuyo origen alusivo a FlieB, donde se le
sueno; los resultados se hallarán en mi libro sigue siendo extraño para mí». Y el párrafo coloca como determinante
El chiste " SIl relación con lo inconsciente. continuaba: «Generalmente doy en especu- para la afición a la nume-
(Cursiva mia.) lar sobre la duración de mi vida y la de las rología de Freud. Hay una
personas que me son caras; y la circunstan- clara intención de dejar
Psicopatologia En el verano de 1901 declaré un día a un - Freud, analizando el cia de que mi amigo de B. haya sometido a atrás todo 10 que venga de
de la vida amigo con quien mantenía un vivo intercam- olvido de una conversa- sus cálculos, basados en unidades biológi- FlieB.
cotidiana bio de ideas sobre cuestiones científicas:" ción comete otro, ahora ele cas, los períodos de la vida humana debe
(1901) «Est~s prob.lemas neuróticos sólo se podrán fecha. haber actuado como determinante de este
pág. 143 y nota. solucionar SI nos situamos por entero dentro escamoteo inconsciente. Discrepo de una de
del supuesto de una bisexualidad originaria - Nótese e! cambio las premisas en que se basa su trabajo; por
(1) del indiuiduo» Recibí esta respuesta: «Es lo desde «mi amigo FI.» (edi- motivos sumamente egoístas, me gustaría
que te dije hace dos años y medio en B., cuan- ciones de la obra de 1901 Y hacer valer mi opinión contra él...» (Cursiva
do dábamos aquel paseo al atardecer. En ese 1904), al impersonal «un
momento no quisiste saber nada de ello.» Es
doloroso ser así invitado a renunciar a la ori-
amigo», que es como
quedó el texto.
•.... .. __ .
mía.)
_ _ _ .. - - _
_............ . __ .. _--

- Alusión en 3' persona,


«Caso Dora» y desde el comienzo he guardado con
ginalidad. No podía acordarme de aquella tanto celo el secreto del tratamiento que un sin nombrar. Muestra el
conversación ni de aquella revelación de mi - El tema de la conver- solo colega, digno de toda confianza", puede grado de intimidad y con-
(1905)
ami?o. Uno. d~ los dos debía engañarse; y, sación fue la bisexualidad saber que esa muchacha fue mi paciente. fianza de Freud con Flief].
segun e! pr_lllclplOde la pregunta «cui pro- y la prioridad por la idea, (Cursiva mia.)
dest?», debla de ser yo. En efecto, en el curso que Freud concede a FlieB pág. 8 y nota.
de la semana que siguió recordé de hecho aquí; de hecho éste fue el FlieI\, sin duda.
"[NOTA OE STRACHEY):
¡ todo, tal como mi amigo había querido evo- motivo principal de la rup-
carlo en mí, y hasta la respuesta que le di tura de su amistad. [NOTA OE FREUD) [Agregado en 1910] - Alusión directa al con-
Tres ensayos
W. FlieB (1906) reclamó para sí la paterni- flicto con la paternidad de
(1905) dad de la idea de la bisexualidad (en el senti- la idea de la bisexualidad.
11 e1["$ toma das de Sigrnund
. Freud, Obras Completas, Buenos Aires Arnorrortu Editores, 1976.
do de «dual.idad de sexo») [Agregado de

I
48 Antonio Garda de la Hoz SigmLlndFreud. Los orígenes del psicoanálisis 49
OBRA TEXTO COMENTARIO OBRr\ TEXTO CO¡\tlENTARIO
pág. DOn. 1924]: En los círculos legos, la tesis de la Relacionar con lo pág. 126 y nota. ofrecerían muchos apunralamicnros para
bisexualiclad de los seres humanos pasa por escrito en la Psicapatologfa esto".
ser obra del filósofo O. \'V'eininger, muerto (pág. 143).
joven, quien la tomó como base para un "[NOTA OESTRACHEV]: Sin duda una alu-
libro bastante poco juicioso (1903). (Cursiva sión a las opiniones de Fliefl, que tanto
mla.)
habían influido en Freud .
.._----- __
_~----_ _. __ . __ _ ..............•....................-._ " _- _-
(lbícl.) [NOTADEFREUDJ[Agregado de 1920]: Flie(\ - Freud en 1920 agrega "Caso Scbreber» [Freud, en el texto está hablando de la - Se trata de una alusión
señaló con acierto que tales experimentos [se una alusión directa 11 Flieí], edad del pad re de Schreber cuando murió, de Srrachev a la numerolo-
pág. 13411. refiere a los experimentos de E. Steinach sin ninguna pista a su anti- (1911) cincuenta y un años y la importancia de esta gía de Fli.eEque influyó en
sobre las condiciones orgánicas del hornoero- gua amistad, COIllOa cual- edad para el liombre.] Frcud. (51=23+28, ritmos
(Il) tismo )' de los caracteres sexuales] no desvir- quier otro autor. Del pág. 44lJ. masculino y femenino de
túan la doctrina de la disposición bisexual mismo torio que la expues- [NOTADE S-n\AcHEY]:La importancia asig- FlieRl.
universal de los animales superiores. Me ta en Más allá de/ P del pla- nada por Freud 11los cincuenta y Ull años de
parece más probable que ulteriores indaga- cer (1920). edad es, sin duda, una derivación de las teo-
ciones de esta clase proporcionen una confir- rías numéricas de"Fliefl.
mación directa de la hipótesis de la bisexuali-
dad. (Cursiva mía.)
.................. _ _ _._ _ - _-
..- _ ..•..........
- _ _- _ _ _ _ .. _- La
predirposición
Pero ante la búsqueda de los factores capa- - Una alusión directa de
ces de provocar esas perturbaciones del F reud a los períodos bioló-
(Iibíd.) ... y situaríamos su comienzo en el período - Freud concede a Fliefl a la neurosis desarrollo, el trabajo psicoanalítico se detie- gicos de Flie(\
de latencia sexual de la infancia". la paternidad del concepto obsesiva ne y entrega este problema a la investigación
pág. 162 y nota.
«período de latencia». Lo biológica ", - Se trata de una men-
"[NOTA OE FREUD]: La designación «perío- enigmático es el «también» (1913) ción aséptica, c?mo a cual-
(III) do de latencia sexual» la he tomado también de la nota, que merece un "[NOTADEFREUD]:Después que los traba- quier otro autor.
de Flief], (Cursiva mía.)
...._- _ _- - ...........- ~comentario aparte. -.- ~ .
p,íg.338n. jos de IVilhe/m F/iej5han revelado la signifi-
catividad de ciertos periodos temporales para
(Ibíd.) [Freud está considerando los conceptos de - De nuevo el conflicto la biología, se ha vuelto concebible que una
«masculino» y «fernenino»] Desde que me sobre la paternidad de la perturbación del desarrollo se reconduzca a
pág. 201 y nota. he familiarizado con el punto de vista de la idea de la bisexualidad. una modificación temporal de oleadas de
bisexualidad", considero que ella es el fac- Eliminando el nombre de
(IV) desarrollo. (Cursiva mía.)
tor decisivo en este aspecto. Flief parece como si tam-
bién borrara su influencia, Conferencia .15: [JI proposuo de la semejanza chiste-sueño]. - Nuevo recuerdo del
"[NOTA DE STRACHEV]:En la edición de Comparar con cita antes de introducción al Pero, ¿de dónde viene esta semejanza? Esta reproche de Flief a su
1905 decía: «3 través de \Xfilheh Flie!»>. expuesta, pág. 130). psicoanálisis pregunta, en su tiempo, me distrajo un poco libro de los sueños y que
El chiste JI de mi camino, pues me impuso la necesidad ese reproche le impulsó a
Si a una persona que lo ignore o no esté - Son las mismas pala- (1916/17) de someter al chiste como tal a una indaga- escribir el libro del chiste.
su re/ación habituada le comunicamos el análisis de un bras que ex puso en la
con lo ción a fondo".
sueño en que así se evidencien esos raros Traumdl!utung, alusivas al pág. 216 y nota.
inconsciente caminos, chocantes para el pensar despierto, reproche de FlieJl al libro
(1905) "[La nota de Strachey remite de nuevo al
de las alusiones y desplazamientos de que se de los sueños (véase nues- pasaje de la Traumdeutung ya consignado en
ha servido el trabajo del sueño, ese lector tra primera cita). nuestra primera cita y al pasaje del libro del
pág. 166 experimente una sensación de molestia, chiste, también consignado.]
declara «chistosas» tales interpretaciones,
pero es manifiesto que las considera unos "Pegan a un [Freud esta considerando el vínculo de la - El colega, por supues-
... _- chistes no logrados ...
__ __._- _._- _-------- .. _.................... .._ _
_._ _ ---
niño» represión con el carácter sexual y estudia
dos teorías que tacha de erróneas.] La pri-
to, es Fliefl. Alusión imper-
sonal en tercera persona.
Un recuerdo La investigación biológica de nuestra
infantil de - Nueva alusión a FLiefl (1919) mera de estas teoría es anónima; me fue
época se inclina e explicar los rasgos princi- sin nombrarlo.
Leonardo expuesta hace muchos años por un colega - De nuevo las oscila-
pales de la constitución orgánica de un ser p,íg. 196 Y nota.
da Vinci que en ese tiempo mantenía relaciones de ciones de Freud en rela-
humano mediante la mezcla de disposicio- - Se vuelve a tratar el amistad conmigo. (Cursiva mía.) ción con la paternidad de
nes masculinas)' femeninas en el sentido de tema de la bisexualidad.
(1910) la teoría de la bisexualidad
las sustancias materiales [químicas]; tanto la [NOTAOESTRACHEY]: En Análisis termina- que es de la que se trata
belleza física como la zurdera de Leonardo
ble e interminable (1937c), donde remite al aquí.

I
I
.' r-

50 Amonio García de In Hoz Sigl11unJFreud. Los orígenes elel psicoanálisis 51

OBRA TEXTO COiVIENTARlO


1.1.5.2. Conclusiones Freud/Fliej5
presente parrafo, atribuye la teoría a Wil-
helm FlieB.
......- _ _ _ "" _ _ _" _ _--_ _ _- . Una simple lectura de la tabla anterior permite sacar varias conclusiones .
J\iás allá Según 1" grandiosa concepción de \Y,f. Flief - Nueva alusión a la
del principio (1906), todos [os fenómenos vitales del orga- teoría de Fliell de los rito a) Si no llega a ser por la publicación de las cartas a FlieB -gracias a la
de! placer nismo -incluida su muerte, desde luego- mas biológicos (la actual t~nHZoposición de Marie Bonaparte a los deseos de Freud empeñado en des-
están sujetos al cumplimiento de cienos pla- teoría de los biorrirmos)
(1920) zos en los que se expresa la dependencia de
truirlas una vez enterado de su aparición, o cuando menos hacerse personal-
dos sustancias vivas, una masculina y otra mente con ellas-, y cuya rocarnbolesca historia nos relata Jones (1953, I,
pág. 44 femenina, respecto del año solar. No obs- - Con la lejanía en el págs. 299 y sigs.) y también Masson (1985) en su introducción a la edición de
tante, las observaciones acerca de la Iacilí- tiempo, Freud cita directa- la correspondencia completa (ambos amores son lectura obligada), si no llega
dad y la amplitud con que los influjos de mente a Flief como si se a ser por esa publicación, repito, no nos hubiéramos percatado de la impor-
fuerzas externas son capaces de alterar la tratara de un autor más, y
emergencia temporal de [as manifestaciones tancia que tuvo este otorrino berlinés para Freud. Y esto, por una razón fun-
en forma neutra, lo critica.
vitales (en particular del reino vegetal), anti- damental: El propio Freud se había encargado de ello. Como apunta él mismo,
cipándolas o retardándolas, resisten su en una carta a Ferenczi en diciembre de 1910 (cfr. Masson, 1985, pág. XVITI),
inserción dentro de las rígidas fórmulas de «Tengo ahora superado lo de Flief, por lo cual usted manifestó tanta curiosi-
Fliell y hacen dudar, al menos, de que las dad». En las citas de nuestra tabla se observa a la perfección el intento freu-
leyes postuladas por él tengan predominio
exclusivo. diano de minimizar la influencia de Flieg: o no citándole directamente, o cam-
biando un posesivo (xmi») por un impersonal (<<un»),o citándolo en tercera
Presentación Mi libro El chiste y su relación con lo Obvia referencia a Fl ief persona, o ya en fechas muy posteriores, nombrándolo en forma neutra y fría,
autobiográfica inconscientees directamente una disgresión y de nuevo considera como si se tratara de un autor más entre muchos, lo que choca frontalmente
respecto de La interpretación de lar sueños. Freud que la opinión de con la intensidad e intimidad de la relación. Parece como si Freud quisiera
(1925) EL único amigo que en aquel tiempo se inte- aquél fue el estímulo
resaba por mis trabajos me había hecho desencadenante del libro olvidar o reprimir, movido por culpa o vergüenza lo vivido y/o sentido en su
pág. 61 notar que mis interpretaciones de sueños a del chiste. amistad con Flieli. Esta es nuestra primera y fundamental conclusión.
menudo provocaban una impresión «chisto-
sa». (Cursiva mía.)
._------- _ _ ..-.- "-------- _ .._---------- .._ __ . ~
_._-_. .•.._ _._._ - -- .
... .. ..'_.,._
' ' __ b) De las citas anteriores se desprenden así mismo las oscilaciones de
Freud con respecto a las ideas de Fli~ que más le impactaron. Uno se pre-
A'nálúir Ya he mencionado en otro lugar" que este - Ahora Freud adjudica
terminable e punto de vista me fue expuesto en su tiem- por su nombre a Fliell, la gunta con asombro con Jones y muchos otros, cómo alguien como Freud,
interminable po por Wilhelm Flief, quien se inclinaba a teoría que en "Pegan ti 11/1 educado en el positivismo de Briicke, pudo dejarse influenciar por la nurne-
declarar que [a oposición entre los sexos era niño» era anónima. La teo- rología cabalística del berlinés, y llegar a padecer verdadera angustia de
(1937) la ocasión gen uina y el motivo primordial de ría era, por supuesto, la muerte porque éste le había pronosticado un momento crítico a los cincuen-
la represión. No hago más que repetir mi oposición de los sexos
pág. 252 y nota. discrepancia de entonces si desautorizo (bisexunlidad), como causa ta y un años. La teoría de los ritmos biológicos, biorritmos en la actualidad,
sexualizar la represión de esa manera, vale de la represión, que es lo que dista mucho de los círculos académicos y está considerada poco seria y
decir, fundarla en lo biológico en vez de que Freud rechaza. fundamentada, considera hoy día a Flieg como su iniciador, y ocupa tal lugar
hacerlo en términos puramente psicológi- en la literatura semicabalística y esotérica de los rosacruces (que, por cierto,
cos. han añadido a los ritmos de Flieg, otro intelectual, de 33 días, cfr. Krumrn-
*[NOTADE FREUD]:«Pegan a un niño» Heller, 1972 y Guirao, 1981). Observamos en la tabla, en la cita de Más allá
[NOTADESTllACHEY]: En verdad a Flieíi no del principio del placer, cómo Freud se desprendió de esta teoría por su total
se lo menciona por su nombre en ese traba- rigidez, que dejaba de lado toda variante psicológica.
jo. La misma sucesión de los ritmos biológicos de 23 y 28 días (ritmos mas-
culino y femenino, respectivamente, según Flief), traían de la mano la teoría
de la bisexualidad, que Freud aprovechó para su interés despojándola de la
rigidez biológica fleiñiana, Se observan con claridad los quebraderos de cabe-
za que tuvo la relación en cuanto a la paternidad de la idea. Por cierto, que
ya en la época que nos ocupa, Flief no podía pretender ser el primero
en hablar de ella, al menos en el campo de la biología (Masson, 1985,

,.

/
1
52 Antonio García de la Hoz Sigmund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 53

pág. XVII), pero en todo caso es verdad que Freud la conoció a través de
Flieíi. En el texto citado de la Psicopatologia, vemos el análisis del olvido de 1.1.5.3. Autoanálisis. Breuer. Neurosis nasal refleja
Freud de la conversación en la que Flief le expuso por vez primera la idea de
la bisexualidad. Lo cierto es que a Freud le pareció muy interesante para su _ Tras la publicación de las cartas de Freud a Flief y el trabajo de
teoría de las neurosis y debió de sentir deseos de apropiarse de su paternidad, otros investigadores (fundamentalmente Bernfeld, 1946 y 1949; y Schur,
y la misma recorre toda su obra, incluso hasta el final, cuando recurre a ella 1966 y 1972 ), se empezó a denominar esa amistad C01110el «autoanálisis»
para pulir defectos en su construcción teórica sobre la sexualidad femenina de Freud, daelo el tono emocional de la misma. Si aquella publicación no
(cfr. 33: conferencia, La feminidad, pág. 108 Freud, 1933a[1932]). Como hubiera tenido lugar, tal y como deseaba Freud, poco o nada hubiéramos
expone Jones (1953,1, págs. 328 y sigs.) la cuestión llegó a un pleito por pla- podido saber de este proceso de Freud. Ahora, sin embargo, es ya un:
gio que Flief ejecutó contra Weininger, filósofo vienés que tornó la idea de la luzar común. para todos los biógrafos. Nosotros mismos no? hemos ocu-
bisexualidad de Hermann Swoboda, y que a su vez supuestamente la recibió pa"do del tema, relacionándolo con otro proceso similar, que tuvo lL~gar
de Freud siendo paciente de éste. Como se ve, una enrevesada circulación de casi cien años antes, y e1elque no cabe duda que Freud tuvo C0110C1l11len-
la idea. En cualquier caso fue el factor desencadenante de la ruptura to y que quizá tomó C01110modelo: El relatado por Goethe en sus Viajes
Freud/Flieíi. ita lianas (García de la Hoz, 1997, cap. V, El autoanálisis de Goethe en
Roma).
e) Por las citas se observa cómo otro concepto tomado de FlieE es el de
«período de latencia», concepto ya consolidado en la terminología psicoana- +r- Por otro lado, tampoco hay que olvidarse del papel que jugaba
lítica que acaece tras la tempestuosidad edípica. En la m.isma cita de los. Tres Breuer en la relación Freud/Flieli. Fue Breuer quien presentó a Freud al ber-
ensayos, donde Freud otorga a Flief la paternidad de esa idea, aparece ese linés en 1887, y pese a que por las cartas de Freud pueda parecer que él esta-
«también» enigmático que ya expusimos. En todo el párrafo anterior no hay ba en el medio de la relación, e incluso que se decantaba por Flief y contra
nada que justifique ese «también» en el sentido de otro concepto que Freud Breuer en muchas cuestiones, de lo que no cabe duda es de queFreud no
le deba a FlieB. Me llamó mucho la atención este detalle porque el mismo era el eslabón intermedio ni muchísimo menos, puesto que Breuer y FlieE
Freud hace una interpretación de un lapsus linguae idéntico (otro «también» mantenían por su lado unos fuertes lazos, lo que según Schur (1972,
en este caso de un paciente en consulta) en Construcciones en psicoanálisis pág. 302), provocaba en Freud sentimientos de exclusión. Breuer siempre se
(1937 d), y ahí ese lapsus lo incluye como una «confirmación indirecta» de que mantuvo entre los dos amigos. Y Freud, cuando se acercaba la ruptura con
la interpretación es correcta. Utilizando entonces sus propios medios, y dado. FlieB, pronosticó irónicamente una «breuerización» [Verbreuerung, neolo-
que el lugar de los Tr-esensayos donde Freud escribe ese «también» es en un sismo freudiano] de la familia de FlieE, a causa de la boda, que calificó de
párrafo que se dedica a la sublimación («... un proceso que recibe el nombre ~olítica, de una hija de Breuer con un allegado a la familia Flieíi. La propia
de sublimacion»), y que justo después es cuando viene la nota donde adjudi- mujer ele Flief fue paciente de Breuer, y según el testimonio que recoge Roa-
ca a Flief el período de latencia, la única conclusión posible es que el con- zen (1971, pág. 108) en una entrevista con la señora de Karl Abraharn (el
cepto de sublimación también se le debe a Flieñ. Esta es la opinión de J ones alumno preferido de Freud en Berlín), a Freudle desagradaba profunda-
(1953, 1, pág. 329), aunque lo hace sin argumento alguno. Como si jones mente la esposa de FlieB. Para no extendernos más en esta red de relaciones
hubiera interpretado sobre la marcha y sin dar ninguna razón ese «también», afectivas, he construido la gráfica siguiente donde se refleja todo el nudo
por la mera lectura del pasaje de los Tres ensayos. relacional. Nótese que en ese gráfico aparece Ernst Kris, uno de los editores
en 1950 de la correspondencia, discípulo de Freud, amigo de Su hija Anna
d) Una última conclusión que se desprende de nuestra tabla es que, aun- y... emparentado con FlieB; y luego se convertiría en uno de los pioneros de
que Strachey (en su introducción al libro del Chiste de Freud) afirme que el la Ego-Psychology americana.
reproche de Flief (al que Freud contesta en la carta 118) sobre si la Traum-
deutung resultaba en sus ejemplos demasiado «chistosa», no era probable- - Para finalizar, un último aspecto de la relación con FlieE, que tenía
mente el origen de su interés por el tema, por mi parte no tengo ninguna relación directa con la profesión de éste: otorrinolaringólogo. «Descubrió»
duda tras la lectura de las citas, que fue precisamente ese reproche el estímu- un nuevo síndrome que denominó «neurosis nasal refleja», parecido al de
lo desencadenante del libro sobre el chiste. Que Freud se interesara antes por Meniére según una sugerencia del propio Freud (1950 cfr. Manuscrito C) a
los chistes no quiere decir que pensara escribir un libro sobre ellos. Sólo tuvo Flieli, y que según este último tenia tres clases de síntomas; cefalalgias, neu-
esa intención cuando Flief le hizo el reproche mencionado. ralgias (de brazos, homóplatos, de zona precordial, epigastrio, región lumbar)
y sobre todo trastornos funcionales (sobre todo digestivos, aunque también
respiratorios y cardíacos). Según HieE,

I
54 Amonio Garcia de la Hoz Siglllllnd Freud. Los orígenes del psicoanálisis 55

El número de síntomas mencionados es grande y, sin embargo, todos ellos se


originan en una misma localización: en la nariz. En efecto, su interdependencia no
es demostrada por su concomitancia, sino por su desaparición simultánea, pues lo
característico de este complejo sintomático radica precisamente en el hecho de que
puede ser transitoriamente abolido anestesiando con cocaína las zonas nasales res-
ponsables (Kris, 1950).

Este complejo de síntomas era explicado por una relación especial entre
la nariz (la mucosa nasal), y e! aparato genital (mucosa genital), por lo que
concluía que ciertas patologías vaginales -como la dismenorrea o el flujo
anor111al- podían solucionarse con operaciones de nariz. Freud, en 1895,
tenía fe ciega en HieE y convinieron entre ambos en operar a una paciente de
Freud -Emma Eckstein- que padecía de esos síntomas vaginales. Fue un
desastre con peligro de muerte de la paciente incluido, puesto que Flief dejó
olvidado medio metro de gasa en la cavidad nasal. Schur (1966) reconstruyó
los hechos y en su opinión, este suceso propició e! inicio de la desconfianza
de Freud hacia su, hasta entonces, sabio e infalible amigo.
Nos hemos extendido en W. Flief porque no cabe duda, como todos los
estudiosos han señalado, que la correspondencia de Freud a este médico ber-
linés, contiene sin duda todo e! psicoanálisis futuro en germen. Muchos de
los textos teóricos fundamentales de Freud son desarrollos de ideas que ya se
encontraban en esta correspondencia. Su publicación, en efecto, 'resultó fun-
damental no sólo para percibir la dimensión humana de Freud, sino también
para el estudio de la teoría psicoanalítica.

1.2. LA HISTERIA COMO PUNTO DE PARTIDA

El psicoanálisis se genera en e! ámbito de la clínica de las neurosis, y si


queremos ser más específicos, con la clínica de la neurosis estrella de finales
de! siglo XIX: La histeria. Desde los comienzos mismos (la relación con Breuer,
las cartas a FlieE), Freud nos da cuenta de sus escarceos clínicos donde las
neurosis ocupan prácticamente la totalidad de! campo clínico. La estancia en
París, más e! recuerdo del caso «Ana O» de Breuer, le convencieron a Freud
de que la histeria era la punta de lanza para su singladura hacia' las profundi-
dades de la mente y el descubrimiento de las fuerzas ocultas.

l.2.1. Los «ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA»

En 1895, yen colaboración con Breuer, Freud publicó los Estudios sobre
la histeria, obra que es reputada como la primera importante en cuanto al ori-
gen del psicoanálisis. A este importante texto le dedicaremos los tres puntos
siguientes.
, d Los. oríoenes del psicoanálisis
57
56 Antonio G¡\J-CÍc¡de la Hoz I F ¡_eu.
Si~\l1l1l1(' ;:,' .

, " h bí de-arrollado (sobre todo en lo que concierne a la sexua-


HIIIsis se a a ~c - d ' ., d I
(0,11 "f' '] 1 omplejo de Edipo) en los trece años e separación 'e as
1.2,1.1. Breve introducción histórica JI estructura del libro lidad 111 ann ye c
dos :d~~~L~~~~[elamentable que en todas las edici?nes castellanas, a partir
El propio recorrido de la gestación del libro y su estructura es muy iluso ~s?? 1 contribuciones de Breuer a los Estudzos fueran excluidas. L?
trativo sobre su contenido y sobre la colaboración de los dos autores, La pro- de 19--, as sta decisión editorial se debió hacer sin el consentí-
puesta partió de Freud a su amigo y éste aceptó a regañadientes puesto que es seGuro es que e e el '1 d
CJue . '" if t 'de Freud lo que podemos asegurar por contente o e
no era muy partidario de sacar a la luz el historial clínico de «Ana O», que a mi
'ento mani les o, (f
't. s intercambiadas entre Freud y Jung en 1908 c T, orrespon en-
e d
Freud le parecía imprescindible, Freud logró vencer la resistencia ele Breuer Ll~1as OH a dlC G, jung, carras 69J, 70F, nJ, 74F y 87F), En estas cartas se
y en 1893 publicaron conjuntamente la famosa «Comunicación preliminar»
El mecanismo psíquico de 10,\ fenómenos bistéricos, donde expusieron el prin-
cipio básico de la terapia de la histeria:
cia S, F[e~
t "I['! entre 0[1,
"'15 co~a"'sde Cjue A. A. Brill -psicoanalista
~, l diíus.
1, '~l~ Freud tenía depositadas muchas esp~ranzas para a 1 51.':>11 ,:
r¡UI~:lisis en América-
amen cano e~1

solicita, por medio ele jung, l,a aut?llZ~:lOn ,e


d 1 -
p~r
Que los distintos síntomas histéricos desaparecían inmediata y def.initivamente r~~~~lpara traducir al inglés los Estudios, pues en r;rlca ~l m~e[e~tare:
en cuanto se consesuía despertar con toda claridad el recuerdo del proceso provo- , ';1 ser crande Brill deseaba renunCiar a la parte e reuer, y reu ~on
cador, y con él el afecto concomitante, y describía el paciente con el mayor detalle CI t:> clt 'a que pedir permiso a Breuer lo' que no deseaba hacerlo y
testa que ten '1 ", , ' 1D Brill
posible dicho proceso, dando expresión verbal al afecto (OC pág. 43)12, ' fendería a éste También dice que «ia cosa variarla 51 e r,
a demas o ' , d ' F . d alegando
uiere traducir la totalidad», J ung trato e convencer a, r,eu,
y por ende que «el histérico padecería principalmente de reminiscencias» que estaba en su derecho de publicar su parte en solitario, y entonces
q
(OC-44), es decir, de recuerdos que corresponden a traumas que no han sido d rás categórico respondió: «No hay nada que hacer, No creo que se
Freu ,11,
lo suficientemente «descargados por reacción», o «abreaccionados». Esta d prescindir del primer , caso d e B reuer». El f111a1 d e 1a hiIS tria
o es que
Comunicación Preliminar. firmada por los dos, redactada en 1892, publicada b~ill:e trasladó a Viena, habló con Freud ~ ~~euer y llegó :1 un aCL!er~¡o,P¿.r
en enero de 1893, se incorporó a los Estudios sobre la histeria como su pri- 1 tanto vemos con claridad cuál fue la opirnon de Freud, que nuestros e 1-,
mera parte, la misma comunicación que extraordinariamente se publicó tra- o .' d~ Biblioteca Nueva debían desconocer. Por fortuna, para el lector
ducida al castellano en dos partes, dos meses más tarde, en nuestra Gaceta ~~~~~l1oparlantetenemos ahora la versión c~mpleta :ditada po(r~;~rrol~L~
Médica de Granada (vol. XI, mUTIS, 232 y 233, págs. 105-111 y 129-135), sien- o si se prefiere el libro preparado por Bedo y García ~bC~~ 1 en . I
do un verdadero acontecimiento la rapidez de la traducción y que nuestro glo XXI editores, donde se r,e~oge justan:ente la contribución de Breuer a
país fuera el pionero en traducir textos de Freud. ' los Estudios que se había omitido en Biblioteca Nueva,
Los Estudios se publicaron en 1895, ya con los dos autores separados
personal y protesionalrnente+", lo que se puede observar en los prólogos de _ Tras la Comunicación preliminar vienen los historiales clínicos, que
las dos primeras ediciones, En 1895, el prólogo era firmado en conjunto, son cinco: El primero de Breuer (<<AnaO», 1880-82), y lo~ cuatro restantes
pero en la 2: edición, en 1908, los dos autores escribieron su propio pró- de Freud (<<FrauErnmy», 1889; «Miss Lucy», 1892; «C~thenn~»~ 1893 y «Isa- ,
logo por separado, y en el de Freud observamos con claridad lo que el psi- be! de fu> 1892), En el texto y sobre todo en notas a pie de pag~a del «caso
Emmy» también se hallan grandes pinceladas de .ot:'o caso, «Cecilia ~'»! ~ e~
la epicrisis del «caso Isabel» nos encontramos asinusmo con un amp o ll1 01-
me de otro caso, «Rosalía H,»,
12 Si no van con indicación expresa, las citas de Freud desde aquí al final del libro, pertenecen" 1"
versión de Biblioteca Nueva (1973,3 vols.). pues considero que es mejor traducción, aunque a veces _ Luego sigue una tercera parte compuesta ~n ~u totalidad por Br.e~e~':
incompleta, Por esa razón siempre están cotejadas con l. Otra versión (AE), y cuando DO coinciden nos
remitimos a la versión alemana Studíennausgabe, Ficher-Verlag, 1969~-1975 (l l vols.). De esta forrn. las
la denominada Parte teórica, omitida también en Biblioteca Nueva, y últi pOi
citas pueden a veces presentar algunas variantes con h1S versiones castellanas de las que somos únicos res-
mo, una cuarta con la contribución de Freud,Sobre la pstcoterap~a de l~ 'nste-
ponsables, pero siempre fácilmente localizables, na, donde por vez primera se vislumbra un atisbo del funC10nanllent~ :nco~¡Si
1) Lus discrepancias entre Breuer l' Freud lns ha estudiado Strachey en su introducción a los ES/lidios, ciente y una teoría de la resistenCIa. Pasamos entonces al estudio reonco e
Por un lado sería la etiología de la histeria, que para Freud era explicada por la teoría de la defensa (repte-
sión) y para Breuer por lo que llamaba «estado hipnoide», Por otro lado In divergencia entre ambos en libro,
CU'lI1to" la etiología sexual, que Breuer no parecía compartir, Pero dado que en el libro ambas cosas no
se observan con claridad, para Srrachey hay que buscar más alhí de la letra impresa, en el carácter insegu-
ro.Ileno de dudas y reservas de Breuer hacia las teorías de Freud, y yo me atrevería a asegurar, sobre todo,
la intransigencia de Breuer hacia la teoría de la seducción, tal y como Freud la defendía por entonces
(padre como seductor), lo '1ue explicaría las deformaciones expuestas en al caso Catalina, donde cambió
Frcud al padre por un tío de la paciente,

I
I
58 59
Amonio Garda de la Hoz , '~lId Los orízcnes
' F1....·
SIg:J11Un<l :::>
del psicoanálisis

l.2,1.2, Conceptos e ideas principales contenidas en los Estudios ? ? Sentido del síntoma histérico
1.2,L,-,
A través del conjunto de casos y de las contribuciones teóricas anterio- De lo anterior se desprende fácilmente cómo el síntoma neuró~ico fu,?-
re~, y dejánd?nos guiar de lo más importante que se desprende de los tra. , .' siauiendo el lúcido ejemplo de Laplanche (1970-1971, r:ag, 13));
baJo,s de Anzieu (1959) y Chertok y Saussure (1973), se pueden señalar los Cl0l1¡UW,l~ estatua funeraria que se coloca como una lápida encima de la
sigurentes grandes temas que surgen de los Estudios, de lo que diremos Un 19UHb qLRle~p'l'eseflta a1difunto pero a la vez impide o dificulta que resurja. Los
breve apunte: a, e<011 representaciones
'Lllll
', e ,
deformadas dee Iaa rnoci
mocion libi 1 . da y
1 leli111arepnrru
SJ\1toJl1as o' ' E' d 1,' ,
fe cto del mismo proceso represor., s una especie e «so ucion» ,
a. ,1a vez
J" e a por supuesto) del conflicto . Vo1.IBIDO, De esta farma, l a as tasi asia-
l.2.1.2,1. Oposición YO/LIBIDO (paw ozrca, ' dee ni inar] ,d e 1sab e1 R'. represe
-a 1 ta
lb'lSi'l [h1Capacidad para ponerse pte y caminar 1, ,
~il~bÓlicamente el paseo, con e! amado cuñado, pues en,ese mOl11,entoacaecio
Desde el principi~ de su a~tividad ~línica con la hipnosis, Freud pensó
que el lugar del conHicto neurotico se situaba en el interior del propio suje- (1 libidi ,11)pero también es un producto, de! yo que asícastigaba esos de~eos
o 1, JSOll~<
pl"o111'bidosEl síntoma es la resolución patológica del conflicto
to, En la nomenclatura de la hipnosis, la lucha era entre voluntad versus amOlO ~ . " ,1 ,1 d
1 d seo amoroso y la conciencia moral-que aquí a encama e yo e
voluntad contraria, es decir, que la fuerza de la sugestión hipnótica se con- e¡ntree tee q'ue juzga in'tolerable tal deseo. El síntoma satisface a las dos
trar;es~aba por otra contraria del sujeto. Más adelante, Freud a estas fuerzas a pacien - b, d 1d
artes; es a la vez un castigo y un represe,n~ante e eseo. , '
dinámicas las denominará investidura [Besetzung] y contrainvestidura p Esta concepción del sin toma neuronco es completamente va~I,da ~n
[Gegenbesetzung], o .como popularizó Strachey en su traducción al inglés, la actualidad, y por ello las terapias, ~ncaminadas, a su ehm~aclOn SIn
catexia y contracatexia. '
más, impedirían el trabajo de elaboración y resolución del conílicto que le
Si el con~icto es in~erno cabría esperar que lo que gobierna esas fuer-
produjo,
zas sean mociones pulsionales opuestas en el sujeto. Así Freud llegó a vis-
lumbrar que la oposic!ó~ básica del conflic,to histérico (neurótico) era 'algo
del orden del deseo (libidinal) que por su intensidad podía poner en peli-
1.2.1.2.3. Noción de resistencia
gro la estabilidad del yo. Esto se puede observar en todos los casos de los
Est~dios; por ejemplo, el deseo amoroso intenso de Lucy o de Isabel R. El concepto de resistencia, que Freud posee desde el ~rincipio, es así ~a
hacia el patrón o cuñado respectivamente, y cómo ambas perciben en ese fuerza que el yo opone -en forma más o menos, ?esco~l~Cldapara ell?rop,lO
deseo algo prohibido y peligroso p,ar~ ellas mismas, Esta oposición encaja- sujeto---, para el advenimiento de la representaClon,hbldmal a la conc;en~Ia,
ba a la perfección con la teoria biológica de las pulsiones del momento Es L1l} concepto que hay que restringir ,al plano ~líl1lco,al plano ter~pelltlCO~
q,ue venía a decir q~~ un ser vivo bus,ca su reproducción para que la espe- La misma fuerza que impulsó a repnmir ciertas Ideas o representaciones p~l
ere persevere (pulsión de reproducción, o sexual, o libidinal) y también ser intolerables, poco éticas o peligrosas~ ,es ahora la que se opone a,su surgí-
busca conservarse como ente biológico (pulsión de conservación), De esta miento en la psicoterapia, A esta oposrcion del yo a la representación es a lo
forma el yo, para Freud, era lo que se oponía a lo libidinal. Más adelante
que Freud denominó resistencia [WI!qerstandl- ., ".
(capítulo 12) veremos las razones que forzaron a Freud a una revisión de En los Estudios existe una magnífica conflguraClon, de la resistencia, e,n el
esta teoría, Pero ahora y para el conflicto neurótico esta oposición
;OILLBIDOera la adecuada y además lo explicaba a la perfección. Dicha
capítulo «Psicoterapia de la histeria» ?~
Freud. AH: se comprueba como
Freud se la representa triplemente estratificada (OC, pags. 158-159), de mO,do
lucha la libraba el SUjeto en estratos muy c~rcanos a la conciencia (podría- que existiendo un nódulo patógeno, la reslstel~cla se hace mayor e~ la me~Ida
mos decir en el preconscienre, al que teorizará un poco más tarde, en la que la psicoterapia se va acercando a dicho nodu~o. Se p,uede repIes_entar ~1l1
Traum~eutu/'lg), ~l yo era el encargado de reprimir el deseo libidinal y la modelo del psiquismo «como un paquete ?e leg~Jos» (pag, 158), donde, eXIS-
represron se consideraba como un esfuerzo de desalojo voluntario (cfr. el tirían zonas de igual resistencia por su l11;S~11a0Istancia «radial» del nódulo
«cas? Lucy») ,de alguna idea intolerable, por lo que la psicoterapia debía patógeno; también una resistenci~ cronolog;ca lineal l' por fin t?do se puede
S~gUI~- el calnlfo opuesto y doblegar al yo para que integre esa idea en el complicar mucho más al haber mas de ~ nod,u~opatógeno. H,~1l1ten~a~0,no
CIrCUItoconsciente de representaciones, Como se observa, el inconsciente sé si con éxito, una posible repreSel1taclo~ graf~cade esta noción de resisten-
aquí es topográfico-descriptivo.
cia que aparece en los Estudios, y que dana la siguiente forma:

/
60 Amonio García de la Hoz Sigll1und Freud, Los orígenes del psicoanálisis 61

1.2.1.2.5. Primer periplo de la técnica psicoanalítica

A través de los casos expuestos en los Estudios, podemos ir siguiendo el


desarrollo freudiano en cuanto a la técnica en esta época de los orígenes .
.El caso Ana O. de Breuer es un prístino ejemplo de cómo empleó éste la
técnica catártica. En el caso de Emmy, Freud empleó la hipnosis y la suges-
tión, y comprobó que sus resultados no eran del todo satisfactorios. Durante
Tema «no oir»
la psicoterapia con esta paciente es cuando viajó a Nancy para aprender con
«Ana O» Bernheim, pero a su vuelta tampoco mejoró los resultados, y además la pro-
pia paciente protestaba cuando las instrucciones hipnóticas interrumpían su
flujo de pensamientos. COI1Lucy, inspirándose en algo visto con Bernheim,
ensayó con éxito la técnica del apremio o mano en la fl:ente, puesta en juego
cuando la paciente se interrumpía en el flujo de sus ocurrencias. Con Isabe!
R. introdujo la técnica de concentración mental, sin hipnosis, ni manos, puro
«análisis psíquico», clara muestra de lo que ya podía denominarse asociación
libre. En un pasaje aislado del caso Catalina (recordar que fue el más tardío
-1893- y e! último en insertar en los Estudios), aLillque definitivo para su
resolución, se lee ya lo siguiente: «... la invité a continuar relatándome lo que
se le ocurriese ..» (OC, pág. 104), clara muestra de que Freud está ya en pose-
sión de la técnica de la asociación libre, que ya quedará como definitiva,
dando origen a la regla fundamental de la terapia psicoanalítica. Con poste-
rioridad a Freud se han establecido muchas variantes técnicas, fundamental-
La Resistencia(1985) «Estudios sobre la Histeria» mente en virtud de! diagnóstico psicopatológico.
En cuanto a la técnica, habría que señalar estas tres consideraciones:
1) Freud nos confiesa en varias ocasiones que quizá fue importante para e!
1.2.1.2.4. Lo inconsciente coincide con lo reprimido establecimiento de la asociación libre e! hecho de que él se consideraba mal
hipnotizador. II) También que supo callarse ante las quejas de sus pacientes
.:En l~ época.de Jos Estuclios~,incor;sciente = reprimido. Tendrán que pasar en el sentido de que con sus preguntas interrumpía el flujo de ideas. Es decir
varios an~s para la ccmprension mas global del inconscienm, desde luego que se dejó influir por los pacientes y no imponerles su autoridad médica.
mucho mas vasto que lo reprimido, aunque con esto entramos de lleno en el Ill) Que sus recomendaciones técnicas, como él mismo apuntaba (1912e, ),
campo de las defensas que dejamos para el capítulo 13. La represión, tomán- se adecuaban a su personalidad y que no descartaba que otros psicoterapeu-
dola c.omo defensa en .general (a~l1que :st? es discutible), delimita el campo tas establecieran variantes técnicas adecuadas a las respectivas personalidades.
de_lo inconsciente. Afirmar que lo reprimido y lo inconsciente coinciden es En .cuanto a esta última consideración, vemos dos peligros: 1) Dogmatismo
senala~' que, en este momento de transición teórica de Freud, el hecho del ciego en cuanto a seguir las recomendaciones de Freud al pie de la.letra (pos-
conocuruento Y ,la cura coinciden. Por eso hacer consciente algo es dominar- tura oficial). 2) Psicoanálisis «silvestre», donde haciendo una lectura perversa
lo y resolve~'el sl11~ol11a.
Freud pronto se.dará cuenta de que este modelo, que de la consideración IU, se podría entronizar la técnica del «todo vale».
puede servir parcialmente para la histeria, no funcionará de la misma forma
para l.a n.eurosls obsesiva, donde el conocimiento e incluso la verbalización
no coinciden con la resolución de las ideas y actos obsesivos. ' 1.2.1.3. Conclusiones teórico-clínicas del estudio Freud/Breuer
~a .ampliación del concepto de inconsciente más allá de lo meramente
reprimido se puede ver en Lo inconsciente (Freud, 1915e, págs. 2075-6) y Como habíamos anunciado antes (véase 1.l.2), vamos a resumir de un tra-
sobre todo en El yo y el ello (1923b, pág. 2704). bajo nuestro anterior (García de la Hoz, 1985) algunas observaciones del tra-
bajo clínico de Freud y Breuer en la época de los Estudios. Para ello escogi-
mos el caso Lucy y el caso de Ana O. y como resultado de su estudio
comparativo concluimos:

/
62 Amonio Garcla de la Hoz Sigl11110d F feudo Los orígenes del psicoanálisis 63

11) Freud es más sistemático. Busca algo concreto, real y se va orientan- do. Los Estudios representan, en gran medida, la primera tentativa, pe.ro
do en el sentido de esa búsqueda. Se encuentra más apegado a la realidad 01110el propio Freud reconoció, no intentó «fijar la naturaleza de Ja histeria,
externa, al trauma real. . ~ino tan sólo esclarecer la génesis de sus síntomas» (Freud, 192)d [1924].
Breue!', por el contrario, l?ermanece casi todo el tratamiento en el nivel de pág. 2769), y aunque en los casos de Fre~d :n.cont~·amosel~mentos s~xuales,
las íantasías ge Ana, SJ11 teorizar ni reducir éstas a acontecimientos reales. Se «por los Estudios sobre la histeria no sena fa.c~adlv;nar ~_unportancia de l~
encuentra mas en el terreno de la realidad psíquica. Casi se puede afirmar que sexualidad en la etiología de las neurosis» (ibíd., pa~. 2110). Y es que aquí
se adelanta al propio Freud en i 15! años. radica la clave y una de las razones de la clesavenen~Ja d~ Freud con Breuer,
pues Freud se co~venció muy pronto de q;te la etlolo~la sexual ~ra.~un~a-
B) CO~110contrapartida, Breuer permanece ciego a las manifestaciones mental en la génesis de las neurosis. Sobre como adquirió e~ta cOn\llCcl.ondis-
rransíerenciales y contratransferenciales. Afirma taxativamente que en Ana O. ponemos de sus propios testimoni?s (1914d)_,cuando senala las op11110neS
el elemento sexual «estaba sorprendentemente poco desarrollado». que, sotto ooce y de modo ~xtn:ohclal, escucho de .tr~s h~mbres q~¡ele me~e- .
Freud, en cambio, ya tiene incorporada la [unción de la sexualidad y poco cían todo el respeto y admiración, el propio ~reUl;:l,Cl~a~coty Chrobak (pl_O-
a poco ;'a reconociendo ~l valor de la transferencia. Podemos decir que quien fesor de zinecoloaía de la Universidad de Viena), opWlOnes que no confir-
se lanzo a fondo en el nivel de las fantasías (Breuer) se topó de lleno con la maron cL~andoq~so contrastarlas con ellos mismos. Son tres frases ya n~uy
sexualidad y la transferencia. Mientras que quien iba a aceptar estos fenóme- citadas: «Pero en estos casos setrata siempre de secretos de alcoba, de la ~Id.a
nos (Fre~~), va? centrarse y por largo tiempo -más de siete años- en una conyugal» (Breuer): «Mais, dans des cas pareils, c'est toujours la chose geru-
problemática mas cercana a lo real. tal, toujours ..., toujours ..., ~oujours» (Charcot), y_la receta de Chroba,k para
ciertos ataques de angustia: Rp. pents normalis dosim ,Repetatur .. ,(OC,
C) Breuer, con Ana O., se sumergió en un campo desconocido donde pág. 1899). Com~ ya indicamos antes (véase 1.1.3), hay que tener también ;n
la propia experiencia, sin guía teórica alguna, termina por vencerle. ' cuenta la asistencia de Freud a las clases de Brouarde~ en la 1110rgu~,deParís,
Fre,u,:l,con Lucy (.t~mbi~n.con Catalina, Isabel, etc.) está en posesión de donde pudo ver con sus propios ojos las consecuencias de la PU1SlOl1 sexual
una muuma onen.taclOn teonca que le permite guiarse en el tratamiento. descarriada.
Bl:euer es conducido, guiado siempre por Ana, y termina perdiéndose él En cualquier caso, a los Estudios, Freud no los podía conside:ar una teo-
rmsrno, asustado. ría acabada de la histeria o de las neurosis, porque faltaban allí elementos
esenciales que iban a llegar en segui~a, COl11~ el descu~rimiento de l~s pul-
D). Po~ último, un detalle técnico, concerniente a la distinta concepción siones edípicas y con ellas el complejo de Edipo, además de una teOl?a a.ca-
de reststcncia en !uego ~n ambos casos. En el de Breuer nos encontramos ante bada de la represión. Aunque así estaban las cosas, en los Estudios SI existe
una, forma de resistencia que mucho más tarde Freud (1926d [1925]) catalo- una primera intentona de teorizar sobre las ~~urosls} a la q:¡e luego Freud
~ara corno perteneciente al Ello, superable a base de un trabajo psíquico con- renunciará. Se trata de la teoría de la seducción (mas específica que la d;l
~Jnuado eh.la clínica, como dice Lacan (1975), «estamos ante un largo traba- mero trauma), y que sobre todo le gustaba porque el fa~tor sexual aparecía
J? de workmg-tbroug» [Dut'charbeztungl. En el caso de Freud, nos encontramos en primer plano. Dicha teoría la exponemos un poco mas ade~ante con una
~U1. duda. ante ~na concepció~, de resistencia de lo reprimido por el Yo. Una sráfica del caso Catalina, precioso ejemplo elela 1111sma.La teoria del t.rauma,
~eslstenClaasociada a la represion como esfuerzo voluntario de desalojo, supe- ~n efecto, se consagraba a la desaparición de síntomas, y desde ahí dejaba de
rable, como vem?s en el caso, con el apremio del terapeuta: «Cuando un lado la naturaleza misma de la neurosis.
paCIente.me manifestaba no haber visto nada ni haberle ocurrido cosa alsu- Pero a pesar de todo, los efectos de la sexu~da~ e.nlas m;u~:osis,Freud
na, le afirmaba rotundamente que no era posible» (OC, pág. 92). Y de e~ta los pudo comprobar en forma directa, por u~a via r~l?lda y,c11111ca: Pregun-
forma Lucy recordaba las cosas. tando a pacientes con diversa sintomatología somatica COIl?-0era su Vida
sexual actual. Aparte de costarle el abandono de mucho~ pacientes escanda-
lizados, Freud llegó a la teoría de las llamadas «neurosis actu~les»! que e?
1.3. LAS TEORÍAS SOBRE LA NEUROSIS seguida comprobó que eran refractarias ~ los ~fectos de la terapia psicoanalí-
rica, más que nada porque la s~pue~ta etiología sex~al fI'a puramente actual,
1.3.1. INTR9DUCCIÓN y apenas tenía que ver con la historia pasada del SUjeto . A Freud estos cua-

Las neuro?Ís ha~l.si.do,y son ~Úl1 en gran medida, el campo teórico privi-
Ic;gladodel psicoanálisis. Freud siempre tuvo la intención de afianzar una leo-
na sobre ellas, y desde el comienzo mismo dirigió sus esfuerzos en este sen ti- H Aunque sobre esto habría mucho que decir. Véase. sobre iodo, Lnplanche (1970·1971. capítulo JI).

/ /
64 Amonio Gacela de la Hoz
rI Sigl11undFreud. Los orígenes del psicoanálisis 65

dros lle sirvieron para demostrarle lo decisivo que podía ser el elemento La sintornarologia era básicamente física y muy variada (angustia flo-
sexua. tante, vértigos, trastornos digestivos, cardiovasculares, expectación ansio-
Por lo tanto, la situación teórica de las neurosis antes del d· . . sa, erc.), y en todos los casos comprobó, mediante ese interrogatorio casi a
d la def . . ía edi . 'e a verurmento
e a irunva teon~ e. ipica (lo que ocurrió en el otoño de 1897), la ode- modo de encuesta, que era producida por una falta de descarga específica
mos observar en el sigurente esquema: p a las necesidades sexuales. Encontró en estos pacientes un déficit de ela-
boración intelectual [VerarbeitungJ para la disfunción sexual que se con-
vertía directamente en angustia. La sexualidad no satisfecha que estaba en
¡-. Pragmática juego era la actual, la presente. y entonces la libido no satisfecha y no ela-
(Las neurosis actuales) borada intelectualmente, se transformaba directamente en angustia. El res-
tablecimiento coincidiría con la específica y adecuada descarga. Por tanto,
e Neurastenia
estos trastornos eran refractarios al psicoanálisis tal y como los plan teaba
• Neurosis de angustia Freud. .
Dos _ Estas neurosis no eran creación de Freud, pues la sintomatología descrita
• Hipocondría
Vertientes ya la había puesto en circulación Beard (1869, 1880 y i881) en Estados Uni-
l Trastornos psicosomáticos l _I dos con el nombre de Neurastenia. Beard la describía como la enfermedad
de! hombre activo y profesional, la neurosis propia de la vida moderna ame-
ricana. Como el estrés de nuestros superocupados profesionales fin de siglo.
~ Histórica (las psicoueurosis) =1 Freud consideró conveniente separar del cuadro descrito por Beard, un sín-
La teoría (trauma - seducción) drome al que bautizó como neurosis de angustia, en el que además de enfati-
2.· teoría (edípica) zar el síntoma angustioso propiamente dicho, proponía una causa etiológica
diferencial: la masturbación. En la neurastenia de Beard, aunque defectuosa,
• Histeria de conversión habría una descarga masturbatoria de la necesidad sexual, lo que minimizaba
• Histeria de angustia e! síntoma angustioso. En la neurosis de angustia freudiana no aparecía la
• Neurosis obsesiva práctica masturbatoria y la angustia era, por tanto, mayor. Hay incluso quien
ha escrito que éste era un cuadro que Freud propuso a la medida de sí mismo,
para encontrar una explicación a sus propios problemas neuróticos -la
Podemo~ observa¡: los dos tipos de neurosis que Freud consideraba . famosa «crisis cardíaca» de 1894- (Krull, 1979, págs. 42-43). Así pues, los
act~ales { psiconeurosrs, y par~ ~stas últimas, las dos teorías que forjó. La pri~ principales cuadros incluidos en las neurosis actuales son la neurastenia
~11el<l--:-:-
a del tl~aum~~ seducción= la mantuvo hasta 1897, momento en ue (Beard), la neurosis de angustia (Freud) yen ocasiones Freud incluía también
ll1st.aul~la .reona ~.dlplca que,ya mant;JVo corno definitiva a lo largo ele t~cla la hipocondría.
su íu~t~ trayectoria, yque aun hoy ella se mantiene, ele tal forma que pode- Pese a tener gran interés, pronto dejaría Freuel esta línea de estudio e
n:os ecir 9ue Frcud dIOcon la clave de la naturaleza y génesis de las neuro- investigación para centrarse únicamente en las psiconeurosis, El gran here-
SIS, al ex~]¡carlas por la mala resolución de la situación edípica. Otra cosa es, dero de esta tradición en psicoanálisis será Wilhelm Reicb y su vegetoterapia,
como¡ve[~mos (vease 14.4), las preclslOnes~' aclaraciones posteriores que hay y más actualmente toda la línea bioenergética. Pero queda en el aire la preci-
que racer en cuanto a la estructura de tal SItuación. sa separación de lo que es debido a la actualidad sexual y Jo" que remite a una
historia. El propio Freud (1950a), en alguna ocasión (cfr. al comienzo del
manuscrito A), se preguntaba si ello era posible: «La angustia de las neurosis
1.3.2. LA TEORÍA DE LAS«NEUROSIS ACTUALES» de angustia, ¿emana de la inhibición de la función sexual o de la angustia vincu-
lada a su etiología?» Es decir, ¿es una angustia actual o remite a una historia?
.: Los textos de Freud que tocan de lleno esta teoría son Sobre la justifica- La cuestión dista mucho de estar clarificada. Estamos de acuerelo con Laplan-
:lO~
lOS1S
de separar ~e la neurastenia un determinado síndrome en calidad de «neu-
de a~lgustu\» (1895b [1894]) y A propósito de las criticas a la «neurosis
che (1970-1971), que vincula estas neurosis con la actual medicina psico-
somática. En nuestra opinión, quienes más posibilidades tienen de estudiar y
de angustia» (l895f), y a ellos hay que remitirse para su estudio AJlí s b . corroborar estas hipótesis freudianas son los médicos de familia de los actua-
va la 1 b de i " , . e o ser-
, .' a or e U1~estlgaclOnque Fr~ud.ll~vab~ a cabo con sus pacientes' lo les Centros de Atención Primaria.
cuidadoso que, era en cuanto a la discriminación sintomal y de disfunciones .¡
o usos inespecificos de la práctica sexual, que podía resultar nociva. '

/
.
~~
/
~
,
SlgJl1un d Freud . Los ori"enes
o
del psicoanálisis 67
66 Amonio Garcíu de la Hoz
( beral) uede ser considerada como no totalmen-
est,¡ segllll1daescena p¡oeSsPto obser'\JPadory
U ni siguiera necesita tener al sujeto
1.3.3, LAs «PSICONEUROSIS» O «NEUROSIS TRANSFERENCI.-\LES» la para un SUpL "" ' 1 di
te sexui .otasontsta ista d e 1a misma,
' Ambos
. requisitos
." . embargo,
S111 ~, son meIu 1-
Estas neurosis serán el objeto específico ele la clínica y la teoría ele Freud, El cOI11O p ro 'b'
bles la primera escena, que por e contrario pi 1 ,,' iede resultar
, " asmtoma
1 , ',
propio nombre que Freud les puso sirve para marcar la diferencia con las ante- esTenemos
en "
aquí un JU
ego de al menos dos escenas,
, '
que 'prelativizan a, 110CIQn
ón la
rim-es,Aquí el conflicto es marcadamente psíquico, y estos pacientes son suscep- al de trauma único o momento traumanco preCISO, or est,a lcizl :
tibles de alivio a través de lU1H relación con el psicoanalista, donde se va a reac- pUll,:U de la seducción es un paso más hacia la definitiva concepcion e t,las-
tualizar la historia en lo que se denomina la situación transferencia! psicoanalítica, reona
tornO newotlco,.s: donde ya " la noción de trauma-real-históricamente-ocurndo,
Las neurosis transferenciales o psiconeurosis o neurosis de defensa (que ierd lusar de prommencra. 1 C'
de todas esas maneras se las puede nombrar) son la famosa tríada neurótic¿ pIel e su 01 Ifico ejemplo de la reoría de la seducción, tenemos e cas~ ata-
Como magn
, ,('
, "1
'4 de los Estudios) que Freud inserto a u tima .iora en e
' l ' l libro , y
del psicoanálisis: la histeria de conversión, la neurosis fóbica (<<histeriaele
angustia» en Freud) y la neurosis obsesiva (denominación propuesta por 11l1u num,eI~ Jara ue asara l~ «censura» de Breuer. El seductor del caso era
Freud), Como decíamos, Freud tuvo dos teorías explicativas para las mismas, ;t;at~od;laI~aci¿1te ~ Freud lo cambió por un pei!0n,~e mtnct con_~Pl~~l~li:
de las que la segunda, la edípica, quedó como definitiva, tido, un tío, Sólo mucho más tar~e, en 11924, _dendl1l1 anladtho
d haoosI511~~~~1~aso lo
' " .ta verguenza a vel a e os ec ,
rucos, resntu~od'ceonn eClleelsquema siaui~nte donde aparecen las dos escenas en
1.3.3 ,1. Teoría del trauma hemos reSUl111o o . , , d d e
tido horizontal y la edad de la paciente con los protagonrstas e ca a ese -
La teoría del trauma es la teoría de las neurosis de los Estudios sobre la his-
~:n 1 síntomas en ~entido vertical. Hay que señalar, que este caso, que en 111 1
" s~a denominar como el «psicoanálisis alpino de Freud», pues tuvo lu~~r a
teria, El método catártico de Breuer va como anillo al dedo para esta teoría, ~~-elibre en las montañas, se desarrolló a lo largo de una uruca conversaClOn,
La «cura catártica» era fundamentalmente sintornal, rememorando el momen-
to en que aparecían los síntomas, que se supone fue traumático y hubo que «Caso Catalina»
reprimirlo, La teoría del trauma presenta el conflicto neurótico como un des- Estudios sobre la histeria, 1895
bordamiento de las defensas del sujeto, desbordamiento que sucede precisa-
mente por la magnitud del acontecimiento para el sujeto, El acontecimiento I Edad I
I_Síntomas I
entonces se reprime (contenido y/o afecto) y resultado de ello es el síntoma,
Primera escena 15 ó 16 años • vómitos
neurótico, El tratamiento se centraría en volver a recuperar el recuerdo repri- (Padre- Fraocisca) • zumbidos
mido y las emociones que lo acompañaron (catarsis), De esta forma, como • ahogos
expusimos antes, conocimiento (elelo reprimido) y cura coinciden, Los ejem-
plos más claros de esta formulación los encontramos en el caso «Ana O,» de Inrerin de conocimientos respecto a la sexualidad (Puberr;;;r)
Breuer y en el caso «Lucy» de Freud (casos 1 y 3 de los Estudios),
Scgwlcl,t escena Padre-hija • sin síntomas,
(apenas un ligero peso
1.3,3,1.1. La teoría de la seducción 14 años en los ojos)

Según Laplanche (1969-1970, entre otros lugares), y estamos de acuerdo


Edad de Catalina cuando habla con Freud = 18 años
con él, la teoría de la seducción -genuina ya de Freud-, se puede considerar
Moliuo de COI1WÜ" -------------------1
como un correlato clínico de la teoría del trauma, El trauma es algo muy espe-
cífico, UD abuso sexual de un adulto hacia un menor, el cual no puede conce-
bir todavía el significado sexual (genital) total de la situación, por no estar en
L. Dificultades de respiración,
,.,._ • Sensación de ahogo y zumbidos de cabeza" " )
• Alucinación visual (cara horrible que In nura, OJOShorrorosos '
posesión de los conocimientos intelectuales para elaborarla. El acontecimiento • Sensación de muerte,
de seducción queda ahí, como un estigma, listo para producir efectos neuróti-
cos (sintomales) cuando, tras la pubertad del sujeto, otro acontecimiento más o ,
1; El caso que hemos fCSlUllIdo,enel esquema,
1"
no es e Ul¡'CO J~:I
le apareceen los ES/lidioscomo ejemplo de
~uctor y de nuevo lo había cambiado
menos similar o con conexiones laterales con el primero, lo pone en marcha, la teoría. También está e! caso «Resalla», dO,nde de filldvOerclli~"
dentro de la epicrisis de! caso «Isabel». Otro
pOI' «un lío", Pero este caso se encuentra mas camu a o en d ro, , loaía ara neurólogos» (Freud, 1950.),
Se supone que el advenimiento de los desarrollos puberales proporciona ejemplo de seducción lo encontramos dentro del <d'd[Oll,ecto C ~l~a dpslcOi: oPrFlien (OC págs 252,253), Apa-
el conocimiento al menor, pero es únicamente una segunda escena la que es ' E a Eckstein e a operacion e nanz p
cl llamndo «C"50 Emmn». Ia 1111S111;1b 111\".1 "1'
» ,"
' p .ivado dentro de la correspondencia" Fliefl,
productiva desde el punto de vista sintornal. Se da la circunstancia de que rece sin seudónimo porque $C trata tI ce un {_ocumento 1.1 (

I
68 Antonio García de la Hoz 69
Sigmul1d f'rcud. Los orígenes del psicoanálisis

El caso Catalina confirmaba punto por punto lo que Freud pensaba por
entonces: Que el padre era el seductor en todos los casos. La rigidez de esta 1.3.3.2. La teoría edipica
fórmula, así como LUlmarcado realismo -diría yo- en la consideración de
la pubertad, le forzaron a renunciar de la teoría en e! otoño de 1897, pero hay Como acabamos de decir, la renuncia a la te?;ía d: l.a seducción fue .la
que aclarar que dicha renuncia nunca la hizo pública, y sólo tuvo lugar en W1a .ta que abrió Freud para entrar en la explicación edípica de las neurosis.
famosa carta a su amigo Fliess, que veremos un poco más adelante (1.3.3.2). puer ,
Es evidente que el descubrimiento de la s.exualid d i f '1 d
I a 111 antt era L~npaso, eCI-
Por el contrario, de la teoría de la seducción hizo una fuerte defensa pública sivo previo, y con ella, las pulsiones edípicas. A la ~~z, completo .la te?na de
en-~na conferencia que pronunció ante la Sociedad de Psiquiatría y Neuro- la represión como fundamento del confll~to n~urot1c~. El propio sujeto, el
10gJade VIena, el2 de mayo de 1896, que luego publicó en la Wienel' Klinis- mismo «infans» ha de ir dominando ;us .eXlgenclas.pL1ls~oL1ales, pues SLl1l1~en-
che Rundscbau (Freud, 1896c). Antes ya había publicado otro artículo en len- sidad haría peligrar su estabilidad psiquica. Las eXIgenc.I~sson ~hora el af:~n-
gua francesa (Freud, 1896a), que también exponía la seducción sexual.Y 110 ramiento de la primera situación «SOCIal»(grupal-familiar), generalmente la
cabe 111J1gunaduela de que en algunos de sus casos posteriores publicados oareja parental C0l110tal, y el poder colocarse en el luga~',del. 9u.e qU,eda
(<<elhombre de las ratas» y «el hombre de los lobos»), Freud consiznó esce-
nas de seducción en la infancia de ambos, aunque es verdad que el ~adre no
~xcluido. Es decir, empieza a incluir ll.n tel:cel"O;n la re\aclOn ~~~dl~~en
ue ya estaba. En rigor, ésta es la genuina situacion de tnangulauzaclol1 edí-
1:
era el seductor (se trataba en aquellos casos de una criada y una hermana qica, que Freud indicó bajo la fórmula de amor al progenitor ,del otro s~xo y
mayor respectivamente). Uno de sus alumnos predilectos intentó, sin éxito, odio al de! mismo. Ya él mismo tuvo que desarrollar esta formula (Freud,
volver a llevar a Freud hacia la verdad contenida en esa teoría, y publicó un 1931b), y aún debe plantearse mejor (véase 14:~). , . .
mteresante artículo de defensa de la misma (Ferenczi, 1933). El fracaso en la elaboración de esta sltuaClOl1,_POrlos múltiples motivos
Una pregunta queda en el aire: ¿Por qué Freud no mantuvo esa teoría a ue sean, es lo que produciría el conflicto neu.ró.t1cof~turo. Para Freud era
la par, con la edípica -pues son perfectamente compatibles en mi opinión-, ~na necesidad teórica el hipotetizar una ?eu~?sls ll1fantil.subyacente a toda la
con solo ampliar el rol del seductor a un espectro más amplio de personajes? conflictividad neurótica adulta. La explicación de las mls?1as no ~a de bur-
Porque e~ evidente que los abusos sexuales existían y existen, son reales, carse en la sexualidad presente y actual, sino e~ la historia del sujeto, en a
1l1dependlentemente de que haya también productos imaginarios o de fanta- mala elaboración de la situación triangular edípica. ,
sía. Quizá .Freud necesitó renunciar a esta teoría para seguir su camino de De la carta a Flief número 69 (Freud, 1950a) --:-~la que alLldu~uosantes
descubrimiento, y es verdad que a causa de esa renuncia aparecieron con (1.3.3.1.1) sobre la renuncia a la teoría de la seducción.y _queabrió toda u!la
toda su fuerza la sexualidad infantil, las pulsiones edípicas, y el mundo de la nueva perspectiva para Freu~-:- hemos hecho una pequena tabla de estudio,
realidad psíquica fantasmatizada, con los consabidos efectos para la teoría que presentamos a contmuacion:
psicoanalítica.
Para ~erminar creo interesante exponer una nota al pie del trabajo Nuevas
observaciones sobre las neuropsicosis de defensa (Freud, 1896b), nota añadida Razones para una renuncia (21·9·97)
¡28 años! más tarde. Hay allí una postura de atenuación ele la rizidez expues-
ta antes. Tras ha~er consignado de nuevo la teoría de la seducciÓn en el capí-
tulo correspondiente en el texto -recordamos de 1896-, se ve impulsado a
insertar la siguiente nota: l.) Fracasos clínicos Análisis inconclusos
Deserciones inesperadas
Fracasos sorprendentes
Todo este capítulo se halla dominado por un error, que mus tarde he reconoci-
Deficiencias explicativas
do y rectificado repetidamente. Al escribirlo no sabíamos distinguir de los recuero
dos reales del sujeto, sus fantasías sobre sus años infantiles. En consecuencia, ads-
cribíamos a la seducción, como factor etiológico, una importancia y una generalidad 2) El tabú paterno (Krüll, 1979)
de las que carece. Al superar este error, tue cuando se nos hizo visible el campo de
las manifestaciones espontáneas de la sexualidad infanril.; Sin embargo, no todo lo
expuesto en el capítulo que antecede debe ser rechazado, pues fa seducción COlISer-
va aún 1/11 cierto ualor etiológico. Asimismo, creo aún exactas algunas de las obser. 3) Verdad versus Ficcción Real uersus imaginario (Lacan)
vacíones psicológicas en él desarrolladas (OC. pág. 289 n, cursiva mía). (<<Construcciones en Psicoanálisis», 1937)

Una fuerte crítica a la renuncia a la seducción, y que no escatima los fac- (Hegel versus Kant)
4) Consciente versus Inconsciente
tores personales que Freud tenía para ella, se puede ver en Krull (1979) Bal- (Hegel versus H6lderun)
rnary (1979) y Masson (1984).

/
.~
• o

70 Antonio Carcia de 1.1 Hoz Signlund Freud. Los orígenes del psicoanálisis 71

. Los cua~ro ítem, anteriores resumen el contenido básico de la carta. La


primera raZOI1es clínica. La segunda personal y privada. La tercera es teóri- 1.4. DESCUBRliVilENTO DEL INCONSCIENTE
c~~y es la,que abr: el.campo a la realid~~ psíquica imaginaria, en contraposi-
Cl~~.al excesivo ¡ea!lsmo de la ?ed~lc.Clon.La cuarta y última la podríamos l.-u. INTRODUCCIÓN
legítimamente apellidar C01110filosófica, y para comentarla, terminaré este
apartado reproduciendo lo que expusimos en otro lugar (García de la Hoz . Lo inconsciente correspondía _a lo reprimido en los Estudios, pero tras el
Avila Espada, 1992) sobre e! rema!6. y eiro expuesto en la carta 69 a Flief toma otra carta de naturaleza, y ~a ~sa
Freud, en esta carta, escribe textualmente: ~orrespondencia no es perfecta y..: cada vez lo será. !-l1enos.Lo reprimido
siempre es incol1scient;, pero a la 111V,ers.a la correlación ya n? ?e produce y
.:. la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe un «signo de rea- ello implicó la extensión del pSlco,analisls desde ,el campo clínICO~ICa!11)J0
lidad», de modo que es l11?poslbledistinguir la verdad frente 3 una ficción afectiva. psicológico general. Fr~ud encarara la ~ol1strucclOn de ul1.ateona pSlc?loglca
I:·lel:r~c~rg~da ... SI adv~rtllnos así que el inconsciente nunca puede llegar a super~r
la resrsrencra de la conciencia, habremos de abandonar la esperanza de que el trata- psicoanalítlca, que aspire a comprender las leyes y funcionamiento incons-
~mento pueda producir el proceso Inverso hasta llegar a la completa dominación del cientes en e! ser humano. ,
inconscienrepor lo consciente (21-IX-1897). Este proceso de construcción teórica, que prácticamente será const~nte a
lo larzo de todo el periplo freudiano -y sigue hoy día-, a la par que la inves-
. L? que qu!e,r~ decir. que Freud se ha dado perfecta cuenta de que la COI1- tigaci6n clínica y técnica, Freud lo inicia a tr,avés de tres te.~tos fU?damenta-
C1~nc:a(ra~ ~lflCJ!~e sItuar. en la metapsicología freudiana), no puede ago- les todos ellos elaborados durante e! periodo de relación epistolar con
t.,al,nr sustltUI~·a lo lilconscl.ente, a lo oculto, a lo «encerrado en sí» (Kant). W.' FlieK Se trata de la Traumdeutung, de la Psicopatologia y del libro sobre
Freud renuncia a esa tar~a .lmpo~l~le que pretendía llevar a cabo hasta ese el Chiste. .
momento y que e;; el objetivo clínico de los Estudios sobre Lahisteria. Así No voy a pretender ni siquiera resumir esos tn;s t~ab~jos ,tan ,:,olumlno-
pues no se trata solo de una renuncia teórica (la seducción) que permitía el sos, pues escapa a los límites de! presente texto. Solo ~ndlcare su ~portan-
acceso a otras pel:spec~lva~ (fantasia, sexualidad infantil, etc.), sino también cia y su lectura insoslayable para todo aquel que quiera sumergirse en, 1.a
t?da una revoluc~o~ f¡]oso~lca o de pensamiento. Del empirismo o positi- dinámica del funcionamiento inconsciente, además de poseer el valor teon-
VIS~10~e,nomenol?glco paso a una postura de humildad kantiana. Desde la co-biooráfico adicional, pues sirven, en mayor o menor medida, para estu-
aS?lraCl~n a explicarlo .t~do (aspiración similar a la de Hegel), hasta una diar la"propia personalidad de! creador de! psicoanálisis,' ya que a veces de
prudencia ecual1l.~e. exigida por el martilleo incesante del sistema incons- forma explícita, a veces implícita, es~án llenos ~e eJeI?pl?~ person~les, hast,a
ciente. Nos parecI~.ll1ter~sante la contraposición que Trías (1988) estable- e! punto de poder decir que el_objeto de la. ~veStlgaclon [reudiana es el
ce en.tre He~el y Holderlin. Para e! primero, la búsqueda de! hombre de su mismo. No es por azar que los anos de gestaClon de esas obras, C01110todos
propio destl~o debe ser él través de la Erinnerung (memorización o recuer- los críticos y biógrafos han estado de acuerdo en señalar, corresponden al
do especulativo), has~a alcanzar la buena conciencia de sí mismo. Para Hol- llamado período de «auto análisis» de Freud. Señalaré únicamente las lde,as
derlin se hace a trav~s. de la Andenleen, también una memorización, pero y puntos teóricos más importantes en cada una d~ ellas, que por l?, demas,
encony-~da en un «vl?Je» hacia lo ,extr~ño -que podría ser la experiencia como he apuntado, tienen un gran tema en comun: La construcción de la
terapeutlc~-, es decir, .en la accion, S111tener la certeza racional sobre lo psicología psicoanalítica.
que se esta por construir. En otras palabras, sin la racionalización de todo
lo real (Hegel) .
. Sin tenel: intención algun~ de ello, ..Freu~l, en esa carta, pasa de aspira- 1.4.2. «LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS» (1900)
clOn~s h~~e]¡anas a otras kantianas o hólderlinianas. Por esto he denomina-
do filo~?f¡ca a esa cuarta razón de Freud para renunciar a la teoría de la Según Jones (1953, 1, pág. 361), que preguntó personalmente a Freud
seducción. cuáles de sus obras prefería, la 'Iraumdeutung y los Tres ensayos eran ~us ~avo-
ricas. El descubrimiento del sentido de! sueño Eneun suceso que le vino mes-
peradarnente, cuando estaba ocupado en descubrir la naturaleza de las neu-
rosis.
El libro se compone de siete secciones de desigual extensión. La primel:a
es la revisión de la bibliografía existente sobre los sueños. Lueg~ Viene el an:,,-
.
t6 e ... 1 id
omumcacton el a en Sularnunca, en noviembre de 1991 en las Segundas Jom·, ·1· U . . lisis del sueño de «la inyección de Irrna», el «sueño de los suenos», el sueno
fl::15 de PSicología Dinámica. " ~ < (as ntverstta-
por el que Freud comenzó su andadura, y donde se expone más cabalmente

/ /
72
Amonio Carda de la Hoz SiglllunU Freud. Los orígenes del psicoanálisis 73

s,!_método de interpretación. La tercera sección se d dio 1 - una psicología clínica a una psicología general, para lo que era necesario
runos, y las tres siguientes (IV V VI) 1 : e ca a os suenas de los
jS
a través de muchísimos ejempios pYerso~ mals extel:sals diefla obra, estudian abandonar el campo exclusivamente clínico. El libro de los sueños había
ños los me . . 1 a es, e materia y a 'uente de los sue- dado el primer paso (sobre todo su capítulo VII), pero no dejaba de ser una
9ui~0 del s~~~~~l1D:sd~:lde~~~':adee~li~~nter~i~odel sueñ.o,y el trabajo pSÍ- teoría general sobre el sueño. Con la Psicopatologia, Freud intentó demostrar
unportante, pues en ella s: ex one O' a, teou.~o, 1.aseCC101lVII es la más que los mecanismos psíquicos y el propio aparato anímico, no eran sino los
famosa primera formulación tópp· dPll \ ez pum,ela en t:xto publicado la mismos para todos los humanos, que los mecanismos de los neuróticos no son
. . . ica e aparato anll111CO (vease 1525 1) sino los de todas las personas, sólo que usados con mayor intensidad y/o de
El sIgulente esquema sintetiza lo . F· d . " .
sueño: que pala -reu es la estructura de un forma inadecuada. Esto se iba a convertir para Freud casi en un axioma.
El libro, a lo largo de sus doce secciones va acumulando ejemplos de olvi-
dos (de nombres propios, de palabras extranjeras, de intenciones y propósi-
Estrucruw del SUCI1Q tos), de equivocaciones (orales =lapsus linguae-«, de lectura o de escritura),
de actos fallidos o casuales, etc., es decir, de todas aquellas pequeñas torpe-
zas de nuestra actividad cotidiana y que todos ejecutamos más o menos fre-
Contenido manifiesto cuentemente. Todo el determinismo psíquico freudiano late en este texto más
que en ningún otro. Tiene también dos interesantes capítulos dedicados, uno,
o a los recuerdos infantiles y encubridores, sobre todo por su analogía con los
le::
...
:::l Representaciones intermedias olvidos de nombre con nombre sustitutivo, y otro, al estudio del determinis-
ti)
mo psíquico, la superstición y la creencia en el azar.
A lo largo del texto aparece Freud una y otra vez tomándose como obje-
Contenido latente
, to de estudio en sus «fallos» cotidianos, además de miembros de su familia
allegada, amigos, colegas y algún que otro paciente. Freud, en ediciones pos-
teriores de la obra, fue añadiendo más ejemplos suministrados también por
Freud fue el primero en afirmar que el _ I sus discípulos. Se trata de un texto monumental.
despertar, eso tan sólo es su contenid .sl_lenono es o que recordamos al En mi opinión se trata del libro más «popular» de Freud, que ha llegado
men,te Traumz'nbalt), resultado del trab:~dfitto {ma(17.fz!este:
Inhalt o simple- a prender de forma casi desapercibida en las personas, que ya cuando se
venia 1983 capítulo 5) 'T' bi , h J e - sueno c r. Gomez PlI1 y Eche- encuentran ante algún t4P:;US o error, casi «provocan una sonrisa cómplice o
, .' " . 1am len ay un contenido I . una disculpa» (Górnez Sánchez, 1998, pág. 15), como si se sobreentendiera el
onmcos (Traumgedanken) que es p.' . 1 latente o pensamIentos
de su i ' recisamente e resu tado d 1tr bai , significado oculto del mismo.
so, e 1 e su mterpretación. Para ir de uno a' .~ e la ajo inver-
llamados elementos intermedios lo F. °dtJ°llcontell1Jdose encue.ntran los
. ., que reu ama a tra 1 d I _
es precisamente el material Soporte de lb' "." 11a e sueno, que
efectúa, tanto el trabajo de [onn"cl'o' dalcom_ inatorta onírica sobre el que se 1.4.4. «EL CHISTE y su RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE» (1905)
b « Il e sueno como el de . . . t . .,
So ~'eesta trama trabajan los mecanismos oníricos d d su 111. e;lpretaclOn.
zanuento, hasta conseguir un contenido manifiesto e~~n den~aclo~lyddespla- Ya hemos consignado antes el estímulo desencadenante para la redacción
mecaOlsmos propuso otro' dos el id d . eu a emas e estos de esta obra (supra apartado 1.1.5.2j, cuya sección VI de la Parte Teórica,
que el propi~ sueño hace p~ra a' ar ClU a o por la representabilidad, trabajo dedica Freud, precisamente, a responder a ese reproche de su amigo FlieE, en
daria, posterior transf~rrnación ~~eeyr r,epreslnt~bl~ y la elaboración secun- un capítulo donde estudia las analogías entre el chiste y el sueño. J ones (1953, TI,
estos mecanismos hay que tenerlos e: ~~:~~ae ~~tllt ' relatar el.s;lei1o. Todos pág. 22) afirma, no sabemos con qué base, que estamos ante la obra menos
tal' un sueño sería entonces recorre' 1 " pata a mterpretación. Interpre- leída de Freud, lo cual sería injusto si fuera cierto, y para Srrachey, en su intro-
1 e camino inverso que lo produjo. ducción a la traducción al inglés, ocupa en cierto modo, un lugar aparte junto
al resto de los escritos de Freud. Freud mismo se había referido al libro como
una «digresión» sobre su obra de los sueños, y quizá le entretuvo escribirlo
1.4.3. «PSICOPA;ror.OGÍA DE LA V1DA COTIDIANA»
(1901)
mientras descansaba de la redacción de los Tres ensayos que escribió simultá-
neamente. La verdad es que es la obra más difícil para un lector no alemán.
Se trata de un libro «ejemplar» de eiem 1 F· d ' .
landa en Ios años anteriores así ue lo le . p. os. reu lo habla ido recopi- Para los lacanianos, sin embargo, debe constituir oro puro, pues los juegos
parlas y ordenarlos en capítulos sq t. b
ll1dICO
que tU~lO que. hacer era agru-
,. e rata a e convertIr al pSlcoanálisis desde
de palabras están a la orden del día a través de todo el libro, y dichos juegos
verbales, tan propios en los chistes, son la razón de la dificultad de su lectura

/
74 Amonio García de la Hoz

y traducción. Como Freud mismo expone en un famoso ejemplo de chiste


donde el solo cambio de una letra provoca el efecto cómico (OC, pág. 1045),
Traduttore-Tradittore (traductor-traidor), este mismo chiste podría ser el
emblema del libro: Difícil de traducir sin traicionar al autor. Nosotros reco-
mendamos su lectura en castellano en la versión de Amorrortu, por el apara-
to crítico de notas que aporta para la comprensión del sentido de los chistes.
Tiene tres partes (analítica, sintética y teórica), y como las obras anterio-
res, es imposible de resumir. Sólo hay que leerla. Si tuviéramos que destacar
las ideas fundamentales, las resumiríamos en dos:

1) El chiste, el humor en general, es otra vía más de acceso a los conte-


nidos inconscientes, como los sueños, lapsus, síntomas, etc.
2) El humor es un magnífico exutorio para las tendencias pulsionales
(eróticas u hostiles) y para el mismo estado angustioso. CAPÍTULO II
Es el libro, como avanzaba, de los «juegos de palabras», lectura obligada,
en mi opinión, para psicoanalistas en general y lacanianos en particular. Las primeras disidencias históricas: .
Lacan, en su enseñanza en el «Seminario», la recomendaba especialmente. Alfred Adler y Carl Gustav Jung. Su actualidad
Para terminar este capítulo, solamente añadir un pensamiento propio. Si
alguien me preguntase qué obras de Freud empezar a leer para introducirse
en su pensamiento en general, no dudaría en recomendarle las tres anterio- 2. 1. INTRODUCCIÓN
res, pese a las dificultades, a veces de traducción, a veces de lectura. y desde
luego, si se lee alemán, sin ninguna duda. Proporcionan una base general Es opinión generalizada (Schjelderup, 19~9; J acobi, 1~~; ~~~~~~cr~1;~6;~
indispensable y además se ocupan de temas cercanos a cualquier lector, fuera
de las dificultades teóricas que implican. Por ejemplo, haría esa recomenda- Ellenbdrger, 19~~; ~~ad~s~i~~o~; trF~.;~~5e~ ~~1es~~~do eS~l\cto de la ;a~a-
ción antes de las Lecciones introductorias al Psicoanálisis (Freud, 1916-1917 . se pue en consi erar tes de su contacto con él, mantenía una practica
y 1933a), que escribió el propio Freud con ese motivo. bra. Cada uno. de ello:, an .: ci ios aún sin desarrollar, pero firmes en
proíesionel guiada por uno;; pnn ~ a había ublicado varios trabajos, entre
cuanto a su propia autonomdla.EAUcller~ -o . (li70 págs, 675-677), su Libro de
los cuales como ha destaca o en erger 'o. I di
1.5. CONCLUSIÓN
la sa~u;ld~l oficio de bastí: ~1~98), ~~d~í:sa~~~~~~~ ~~~~~:~~so; :od~les:~
Proponíamos, en la Introducción al libro, una ordenación en cuatro perío-
curnran sus Ideas so re a ln. uenc. J e cuando entró en contacto con
los trastornos mentales. Por ~u .palte, un.o' d . entos sobre la
dos para el acercamiento al estudio de la obra freudiana. El primero de ellos, Freud, era ya un afamado pSlqUlatra en virtu a sus expenm
en gran parte, se correspondería a lo planteado en el presente capítulo. Así
pues, vamos a detener el recorrido de Freud en este punto. Los tres períodos
asociación de palabras. 1 F eud -para Adler durante casi
Tam oco cabe dudar que e contacto con r .' - 4)
restantes, que configuran todo lo que se puede agrupar bajo el nombre de . d' Pd (1902-1911) para [ung alrededor de siete anos (1?07-191 -,
metapsicología psicoanalítica, los retomamos en la Parte tercera. Se trata de
una eca a , o f bl e siempre rnan-
influyó y transformó su pensamiento en orma nlota . e, aunqu Antes de revi-
los principios básicos para el establecimiento de una teoría psicoanalítica de .. ., ropia de la pSique y a pSicoterapia.
tuvieron una concepClOn p , - I . los posibles motivos de su
la personalidad. sur lo más importante de sus teorías, sena aremos ~
Hasta aquí hemos expuesto la época de los orígenes y de la génesis de las separación respectiva con Freud.
primeras conceptualizaciones de Freud. Ellas irán cristalizando poco a poco
y sufrirán no 'pocas modificaciones, como veremos en dicha Parte tercera.
Nuestra intención no es un recorrido histórico, sino el planteamiento de los
temas fundamentales de la teoría, los que más o menos todo el entorno psico-
analítico mantiene como basamento teórico, así como su cuestionarniento crí-
tico actual.

/
,' 'h" " 'f\If 'ed Acllery Cad Gustav J ung. Su amwlidad
77
, CI-'lSdiSidenCias IstOnCas, I
76 Antonio García de la Hoz LaS prun '
- , 1 " de dominio» o de «hacerse valer» al11e~1azabacon
[eniddossoclald~~:~~;ali~~~?ón en el psicoanálisis, Aunque reconal°cdla del,~lOI~Ii
2, 1. 1. LAS DISENSIONES CON FREUD pro ucu una " ' curría lo mismo con la sexu 1 a 1 an
la il11portan~tade l~ ll1fanc~ai~:o~e Adler consideraba sobre todo en, ~na
En realidad es muy complicado el conocimiento completo de la verdad V el cO~I:ple!od~ ,Edl~o, d la s~xualidad no cobraba importanCla de,c;SlVa,
sobre las razones de la separación, Se trata de un trabajo para los biógrafos y C1in1enslonslmboltca, on e di d las pulsiones no sexuales (pulsión de
los historiadores del psicoanálisis, Algo sabemos a través de los testimonios Adler parecía volcarse en e~be,s~ula _,; '1 (Adler 1908) donde consideraba
, ' 'al tc.) y escri 10 un articu o, '1 id
que nos han dejado los protagonistas y a partir de la labor de valiosos traba- domU110"SOCl ,e '" a el relevante para las neurosis y en a VI a,
jos como el de Ellenberger (1970) o el de Roazen (1971), a los que seguire- a la puls¡ón ele ag re:lOi
con u~, P F
atención de Freud en UI1 primer mornen-
mos en lo fundamental. En este terreno nos movemos siempre en el suelo res- en general. Este articu o no atl,;)O ,a 'ecedente de la pulsión de muerte, ca?
baladizo de las conjeturas y siempre está el peligro de aparecer tendencioso, (O 'wnque se trataba de un alltentlC~ PI F' ud teorizará en 1920 (Mas
" id d ti S)' aureSlVOSque le P
Dado que el resultado final del juicio de la historia, por el momento, ha sido SUS cont:e~l os estruc IV~ "Adler se I~había adelantado en 12 años!' ?,r~
la abrumadora influencia de la doctrina freudiana, se corre el peligro de allá del prznclplO del p~~e;), 11 , de Adler más un ataque a su concepCl0n
menospreciar la influencia de los que quedaron por atrás, que Freud vio en la pL sien ag~eslva d I otro polo puls'iooal fundamental del
Como nos informan la casi totalidad de los biógrafos del psicoanálisis de la libido que el reconocltUlento e en su rimera teoría pulsional, man-
(Tones, 1953; Robert, 1964; Roazen, 1971; Clark, 1980; Dadoun, 1982, y Gay, ser humano, ~m,bLl1doe~ ese moml~stde auto~onservación (o del yo) y las de
1988), en ambas separaciones hubo razones teóricas y también personales, tenía que las unicas PUallslo)nes eran e r el valor del planteamiento de la
'd ión I es y no supo ve ., 122)
Cuando ambas llegaron a su punto álgido, la división fue inevitable, repro UCC10no sexu 'dl -econocería más tarde (vease _'
Desde el otoño de 1902, Freud se reunía en su casa con un pequeño y ani- agresión efectuado por A er, cOba d~ las pulsiones incluso se alegraba de
moso grupo de seguidores, fundamentalmente gracías al entusiasmo que Adler, que en 1920, YFa_ nodsci~cupals~ agresivo, Nunc~ pidió que le devolvie-
había despertado en todos ellos la aparición de la Traumdeutung (1900) y lo «haberle regalado a I~U unpu, u í27) _
que el libro significaba como ampliación del conocimiento del alma humana, ran ese regalol»d(SellsnlC~~:í~9J~'1~:~:entil1;ie11.tos de inferiorielad, que Freud
Formaron la «Sociedad Psicoanalitica de los Miércoles», a la que pertenecie- Por otro a o, ,a te , 1 ' , de « rotesta masculina», como
ron desde el principio Adler, Steckel, Reitler, Kahane, Max Graf (el padre de apoyó en un t:r:l1clp~O,~enero ~_~o~~~~un se~timiento de debilidad ~~i-
«[uanito») y otros, Más adelante se fueron incorporando Abraham, Ferenczi, forma de reaCClon unlvelsal del nldn ibi is tarde (1914c) esta nocion
1 d 1 C mo Frell .escn ina ma '1' d
jones, Rank y jung. El grupo celebró su primer congreso en Salzburgo versal f rente a a u toil, o , " te y todavía nada seguro «comp ejo e
en 1908, con el fruto del surgimiento de la primera revista dedicada exclusi- ' era b.ásicamel1te snn al' a su ll1Clpl~n mpo11en.tessexuales Incluso la repte-
,, , Adler no tema ca ' ' d
vamente al psicoanálisis (Jahrbucb [iir pychoanalytische und psycbopatbologis- castrac~on», pero parda 1 .: 'analítica de las neurosis para Freu ,e~a
che Forscbungen), dirigida por Freud y Bleuler y editada por jung. El segun- sión, piedra ang_:11are a teona PS1CO;de la « rotesta masculina», Freud VIO
do congreso se celebró en Nuremberg en 1910, donde nació la Asocíación sólo una peqL1en~parte de los efel~ teorí~ pues se descartaba a la repre-
Psicoanalítica Internacional con J ung como primer presidente, y Adler como a~uí un socaVa111lento Jundan~nd~l t~a~~orno ~eurótico, para sustituirla por
presidente de la Sociedad Psicoanalítica Vienesa, Freud intentó con estos S10ncon;o causa, f~n ament lo esencial eran los objetivos y las metas q,ue la
nombramientos apaciguar al grupo vienés, receloso del poder que estaba una teona teleologlca"donte libid edaba relegada a la tierra de nadie.
adquiriendo J ung. Pero, la ruptura con Adler y sus seguidores estaba ya neurosis trataba de eVitar" a 1 o qu f rrna resumida, en 1911, Adler
madura, Según jones (1953 l, el congreso de Nurernberg fue el comienzo del Con los factores antenores ~x~uestfs ebn °donaron la Sociedad Psicoana-
' (todos soc¡altstas) a an . , ',
fin de la relación entre Freud y Adler. Freud, en general no se encontraba y nueve c~1egas mas d
1 S 'd d IPsicoanálisis Libre, denommaclon
satisfecho del valor científico del grupo vienés, y decantaba claramente sus lítica de Viena y fundaron ,a OC1~a e1 esto régimen autoritario del
, b r la dIferenCia con e supu , Iri
preferencias hacia Jung que procuraba la anhelada salida del psicoanálisis que intenta a marca _ , -d a con el clima de la separación mas no,
hacia el «mundo gentil» (los únicos no judíos del grupo eran jones y el pro- grupo ~e F,reud, Un ano ma,s\ade eS;ciedad para la Psicología del Individuo,
pio J ung). Además Jung proporcionaba adicionalmente la relación con Bleu- se modificó ~se nombre pO,re , zía Individual con la que se conoce hoy
ler, del que era ayudante jefe en el Burgh6lzli de Zúrich, Suiza, uno de los denominación de la definitiva PSlcol?b " ' " de Kriz (1985,
día la aportación adJerÍana, Denomll1aC10n, que en Op1l110n
centros más afamados en formación psiquiátrica de toda Europa, Los viene-
ses, con Adlel)a la cabeza, no veían con buenos ojos el favoritismo de Freud
hacia J Ullg,
Por la vertiente teórica, las concepciones de Adler, que en un principio ,' bIt ues Paul Federo (1871-
fueron apoyadas por Freud, empezaron a desviarse fuertemente de la línea 1 L d 1 separación no fueron po 1mcas en a so u o, p
as razones e a " ,,' f' I 1, d• F' ud
freudiana, En concreto, la teoría de las pulsiones adleriana, preñada de con- 1950),también socialism,permaneclo sIempre le a grupo e le '
. ... AH d ,\dler v Cad Gusrav I ung. Su actualidad 79
Las primeras disidenClas históricas: re., '
78 Antonio García de la Hoz
. ,. '1 d Jara llegar a formar una imagen cornple-
textoS blograflcos, antes leser.a, os, 1 f más dolorosa para Freud.que la de
pág. 72), tampoco es demasiado afortunada, puesto que Adler siempre des- ra de los motivos de la separaClon, gUíe uerimera mano: La correspondencia
tacó los componentes sociales y educativos del entorno del sujeto en sus cons- '\dler contamos con un elemento e p " 1974' De toelas las
trucciones teóricas. Pero como médico que era, desconocía que el concepto r, el J blicada por vez pnmera en· ,
completa de Freu y ldll1g,pUbli d d P"eud es sin duda la mejor, la mas
«psicología individual» se empleaba para caracterizar justamente lo opuesto .
COfrespond encías a,
isla as pu
d
ca as e.
'
,'!
Permiten sezuu paso a paso a
1
a la «psicología social». Para Adler, esa denominación obedecía a un propó-
sito: Comprender la personalidad, no como una lucha de sistemas o estruc-
cui0ada y c~n mayo! ¿id
. oyo e anotaClones. o
1 ,l. " sus momentos más altos y e ec ive.
t
curva de la ll1tens~da e. a :e ClOn, or su alto valor teórico en cua~to al
1 d li

turas (consciente, preconsciente e inconsciente, o bien yo, ello y superyó en Resulta de lectura l1nprescll1d~? :1' tal1~t p como por su valor de testimonIO de
la psicología Ireudiana), sino privilegiando la unidad y la totalidad indivisi- pensamiento de dos me,ntes pnv egla al 'caso comentado en el capítulo ante-'
bles del individuo y su propia singularidad.
En cuanto a jung, tras su incorporación al grupo de Freud en 1908, en
la evolución de una an1lS~a~.Coro 1
rior sobre las cartas a Fe., 51 reud '.
:1hubiera imaoinado su posterior publi-
ItOr'l'zaoo'o'
n Pero el tiempo pone
seguida ocupó una posición de relevancia, hasta el punto de ser considerado .id d 1 biera neza o su ar
cación, con segull a ru de t:>
.c .,'
• 'la evolución de la relaClon casi
di a
por Freud mismo como el «príncipe heredero» (Roazen, 1971, pág. 252). El a codo en su lugar y hoy po emos segun e •
momento más favorable de su mutua relación coincidió con el único viaje de por día. .' oral se ueden aislar algunos factores
Freud a EEUU, llevado a cabo en 1909, invitados para dar unas conferencias Con esa misma perspectiva ternp e a'raci~nes de Freud con sus discípu-
en la Universidad de Clark, y en el que les acompañó Ferenczi (Freud, 1910a
[1909]), Como hemos dicho antes, en 1910 fue elegido primer presidente de
=
comunes~ preseBntes Frshtotdl::sJ:I~a,
los y .amigos: reuer, le, .'
Ferenczi, etc. Dejando apa~tdedlas
o ece ue los anhelos de pnon a Y
la recién nacida Sociedad Psicoanalítica Internacional (en el Congreso de razones personales, o por ellas ml~mad' paÚ s 6currió con FlieB (el tema de
Nuremberg), y siéndolo aún, publicó en 1912 su libro Wandlungen und Sym- el plagio e~taban pre~entesA&~;'(~~~:1 t~~a'de la agresión y el complejo,?e
bole der Libido (Transformaciones y Símbolos de la libido), que marcó la bise~~altdad), p,aso con con Sabina Spielrein (con la noción de pulSlOn
el comienzo de la separación, que se haría efectiva poco más de una año castraclOn), tamblen ton J un:." lación con la cuestión del desarrollo de
después. de muerte), al~o de e o t~m len edefpreud en mi opinión, publicó en rma fc:
De nuevo, como en el caso de Adler, se amenazaba el centro mismo de la la psicosexuahdad [emcnina, ~OD , lo a' qlle se le adelantasen las mUjeres
teoría freudiana, la pulsión sexual, la libido, ahora no subordinada a las pul- d id por un cierto rece
siones yoicas, o de dominio, o agresivas, sino ampliada y considerada genéri- el final de su vida le rodeaban, ,
ap~'esuraliastSaUsSqtu:hs~cia
pSlcoana
camente como una energía inespecífica humana. Además, en el libro mencio-
nado, J ung justificaba esa extensión del concepto de libido, iapoyándose en
el propio Freud!, en concreto sobre algunas dudas e inseguridades que le sur- ALFRED ADLER Y LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL
2,2.
gieron a Freud (191lc [1910]) en su análisis de las iVfemorias de Schreber
(1903) al aplicar allí la noción de libido, Jung dio ese paso para mostrar a 2.2.1. BOSQUEJoBIOGAAHCO
Freud cómo salir del atolladero al que le había conducido la aplicación de la ., b b' d Viena y murió en la
noción de libido a las psicosis, Dicha noción sólo era considerada en su ver- Alf re d Adlel'(1870-1937) nacio
d
en un su ur 10 e
cola so cardíaco, que le acon~eclO en
.,
sión objeta! (hacia los objetos), y en los delirios paranoicos de Schreber no era ciudad escocesa de Ab~rdeeI: e ci.1l1 ma ~onferencia. Se puede deCll',pues,
posible su aplicación. O se abandonaba la teoría de la libido en su forma pre- Plena calle, cuando se disponía a ar L, e la d'lficultad de escribir sobre
sente o se modificaba y ampliaba. Esto último es lo que hizo jung, dando ese ,, 1 b t restas MIentras qu
que rnurio con as o as PdL 1<'b d
.
'a del ¡naterial biográficO, con
Adl '
er
paso decisivo, y afirmando que la libido no es sólo sexual, sino energía in- la VIida de F·reu d provl
' iene ."e a"a un 'b' auto iogran-
anci tenemos testimonlOs
A enas -'f'
específica, y que como versión introvertida de la misma, explicaba lo que ocu- ocurre exactamente o c~ntlano, P, el ri urosas ninguna de ellas en opl-
rría en las psicosis, Freud, que quedó tocado por esa crítica, no se resignó a cos, y sólo cuatro blOgrahas, n,? d~~;ra bo ~uizá la excepción del libro de
la desexualización de la libido, y reaccionó en Introducción al narcisismo nión de Ellenberger (1970, pago , sa
(1914c) , colocando de nuevo a lo sexual en primer plano, con su famosa dico- Bottome (1939). " iro d dre pero a través de su propio testimo-
tomía libido objetal frente a libido del yo o narcisista, Esta última forma de Adler era el hijo favonto e s~ pa ".", h zado al' su madre, De
libido (por supuesto también sexual), es la que se aplicaría y explicaría los l~~ (Adle.r: 1930) d~l~ante largo tlel~;e~ seu:l~IO :~~o:aban fa
pérdida de res-
trastornos psiéóticos (como Schreber). La noción de libido sexual estaba así runo sufrió de raqutnsmo ydde ataq q oc;sión a causa de un grave at~-
a salvo. Colocar el adjetivo «sexual» al sustantivo «libido» es un pleonasmo, . ., t estuvo e monr en una " 1 ', f t
piracton, y a pun o 1 d h" de seis hermanos y su re aClOna ec I-
Jung estaba equivocado, que de neumonía. Era e seb(ouS~ o IJdo¡)fe e muy conf1i~tiva y parece haber
A partir de ahí los acontecimientos se precipitaron hasta la ruptura defi- va con el hermano mayor i 19mun, 1 '
. nitiva, incluso con fuertes ataques personales. Además de la lectura de los

I
80 Antonio GarcÍ<\ de la Hoz
T LIS primeras disidencias históricas: f\lfred AdJer )' Carl Gustav J ung. Su actualidad 81
jugado un papel muy importante en su vida. Se sabe muy poco de su adoles-
cencia. Le gustaba la música, el canto y el teatro y era una persona con bas- 2.2.2. LA TEORíA DE LA PERSONALIDAD
tantes dotes dramáticas. Tras una infancia enfermiza e inhibida por el talento
y la brillal:ltez.?e su hermano mayor, se convirtió en un joven ardiente socia- Expondremos la teoría de la personalidad de Adler en [res apartados que
Lista,que micio sus estudios de medicina y que muy pronto se iba a interesar recogen lo esencial de sus aportaciones.
por el aspecto social de la misma. .
Ter~1inados . ~L1S estudios de medicina en un tiempo normal, se tituló
en 189) y ~:abalo como colaborador gratuito en la PoLiklinik de Viena, bajo 2.2.2.1. La medicina social
la supervrsion de Morirz Bel1;?ikt. En 1897 se casó con Raissa Epstein, una
intelectual fusa con Ideas políticas muy avanzadas, que había llegado a Viena Antes de integrarse en el grupo de Freud, Adler ya había pub~icado al~u-
a estudiar, pues por aquella época las mujeres no podían acudir a las univer- DOStrabajos con ideas originales, relativos a su interés por la medicina ~oclal.
sidades Tusas. Tuvo cuatro hijos que en cierta forma prolongaron sus intere- Como señala Ellenberger (1970, págs. 675-680), su pn111er~publicación fue
ses: Kurt y Alexandra, establecidos en Nueva York, se dedicaron al campo de e! Libro de la salud del oficio de Sastre (1898), donde p¡;etend.la.mostrar l~ rela-
la p~lquUltna. Vali, econormsta, que enseñó ciencias sociales, fue encarcelada ción entre la situación económica y la enfermedad en u.nofic~o.determll1ado.
en tiempos de Stalin y murió en una prisión rusa. Nelly, también afincada En julio de 1902 se fundó en Austria una llueva revIst~ médica, Aerz~!tche
en EEUU fue una exitosa actriz, tras haber estudiado arte dramático en Standeszeitung, cuyo primer número, y a modo de m.anifiesto, cOlltem~ un
VIena.
artículo de Adler, «La penetración de las fuerzas SOCIalesen la n:edicl11~»,
En 1898 publicó su primer trabajo extenso, el Libro de la salud de! oficio Hasta octubre de 1904 publicó artículos de índole similar en esa r_;vlsta,.«~lU-
de sastre, y abrió consulta, a la vez que colaboraba con alguna revista médi- dad y campo» (1903), «Ayuda gubernamental» o autoayuda (190)), «H;wene
ca. En 1902, como ya hemos dicho, entró en contacto con Freud, siendo uno de la vida sexual» (1904), «El médico como educador» (1904)..,Este ultlm?
de los promotores del grupo de los miércoles. Perteneció a este círculo artículo mostraba ya una teoría bastante compl~ta sobl:e la ~d~caClony ~na pn-
psicoanalítico hasta 1911, siendo nombrado en 1910 presidente de la Socie- mera exposición de alguna de sus Ideas favoritas: la ll1fer~ondad organica, el
dad VIenesa del Psicoanálisis. Tras la separación, publicó su sezunda famo- niño mimado, el valor terapéutico de la confianza .~n SImismo, etc.
sa obra, El carácter neurótico (1912). En 1913 fundó la primera 7-evistade su Ellenberser (1970) concluye que cuando se unio al grL~pode Freud, Adler
ter:denci,a psico~ógica, la Z~itschrzft fiil' Indivl(lual-Psychologie (Revista de «tenía ideas °definidas sobre-la medicina social, la educación, el pape! de las
PSICO~OJ!,za In~zvt~~al), al)1~li.andosu experiencia en la atención a pacientes inferioridades orgánicas y los errores educativos en la génesis de las altera-
neuroucos. Ejerció la medicina durante la Primera Guerra Mundial, y con- ciones emocionales» (pág. 680).
_sumada la derrota de Austria, empezó a cristalizar sus ideas en medicina, psi-
coter~pla y pedagogía. En 1923, reanudó la publicación de su revista, sus-
pendida durante la guerra, y ahora contaba con colaboradores de otros 2.2.2.2. Los sentimientos de inferioridad y la teoría de las neurosis
p~íses europeos y no~~eamerican?s. E-? 1926 publicó varios trabajos y estu-
dIOS.En 1927 apareoo el tercer Íibro Importante de Adler Menschenkennt- Adler no compartió nunca el énfasis de Freud sobre la importancia d~ la
nis (El conocimiento del hombre), la expresión más clara d~ sus teorías. Por sexualidad en las neurosis. Mientras colaboró con él no se opuso especial-
ent?nces pasa l~ mayor parte del tiempo en EEUU, al intuir el ascenso del mente, pero en esencia, ésa fue la razón de su ruptura. Adler si.empre fue pc:r
nazismo. A parnr de 1934, la familia Adler hace de Estados Unidos su hozar otro camino. El punto de partida de su t~oría de las .neurosls era el S;l1tl-
Allí fundó el [ournal for Individual Psychology, y sufrió una zrave enferme- miento de inferioridad, planteado en su principal trabajo durante su período
dad cardíaca: Después de una mejoría transitoria, fue víctima"de una angina psicoanalítico, Estudio sobre la inferioridad de los órganos (1907). Se trataba
de pecho en 1937, en Aberdeen. Sus restos mortales se encuentran en Edim- de un librito de 92 páginas en el que se exponía una idea qu~;lO era nuev.a
burgo.
en medicina, pero sí la forma de tratarla en cuanto a su conexión con la. PSI-
Todos los que le conocieron concuerdan en decir que poseía el don del colegía. Como ha señalado Sel.esnick (19?8), e! concepto adlerran? d.e.mfe-
j\¡[el1Schenk~l'mtnú, una especie de comprensión intuitiva de la naturaleza rioridad de los órganos, en realidad, constituye un desarrollo ?e!.pnncipio de
human~ ..Efectu~ba. diagnósticos rápidos y acertados de sus pacientes y llega- mantenimiento de la constancia orgánica dentro de un medio 1l1tern,o,tal y
ba a adivinar la POSIClonde cualquier persona dentro de su constelación fami- como expuso e! fisiólogo francés Claude B~rn~rd (1813-187,8),que mas tarde
liar. Su reputación de superficial se la ganó a partir de las charlas informales fue ampliado por W. B. Cannon con su. pl:ll1ClplOde homeost~slS.
que ~1alltenía con sus discípulos en los cafés de Viena, a las que invitaba a sus Al principio, el sentimiento de mfenor_tdad se encontraba ,lnmer~o en una
propios pacientes.
tradición médica y biológica, y se producía por defectos orgamcos innatos y

/
82
Antonio García de la Hoz
Las primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl Gustav jung, Su actualidad 83
reales (p,or ejemplo, del esqueleto, del corazón, de! sistema nervioso etc
Poco Jd11as
tenlen o
adelante, la vrvencia ,de ~ainferioridad alcanzó mayor amJ~¡¡te
en
J, No coincidiría con la pulsión agresiva de Adler, pero compartía lo esen-
o ,1:' al'cuenta aspectos
'. psicológicos
~, y sociales )' aSJ'la l' lee" .id d ,
," I l' [JOU a s cial: que no se trataba de ~na pul~ión libidinal. Po~' otro lado, c.omo hemos
generauzo, ser un sennnuento Universal de debilidad y depend . e apuntado ya, Adler se deslt1t~:eso de! campo pulsional tras dejar e! grupo
111110 frente a los adultos que le cuidan. La inferioridad podía ento enCla del freudÍllllo, y tras su marcha dejó algunas Ideas sueltas que Freud aprovecho y
festarse de ,muchas formas: Deficiencia fetal, enfermedad funcionare~ n:.,ll~l' recoujó en algunos de sus trabajos, reconociéndole la paternidad de las mis-
dad deducida de la historia vivida, etc, Podía ser absoluta incluyend~l t~~~\I' 111a5"'C01110 por ejemplo, la «confluencia de pulsiones» o mezcla de las mismas
Pdersonahdad, o relativa, y a veces podía sesuir un curso favorable en . da
e . ' d ', b "Vlrtu (Oc, págs, 1420,2042 y 233~). Como si con e! paso ~e! tiempo se fuera difu-
Adtna suelte ,e compensaClon. Esta compensación fue denominada 01' minando en Freud la paternidad de esa Idea, en la última de las referencias
1 el como «~fan de ha~erse val~D>,y como proceso compensatorio uOi';er_ recién expuestas, perteneciente a Más allá del principio del placer (1920g) al
sa , no .c~~.tema de por SI un se~tldo patológico. Adler gustaba de citar ejem- hablar de la mezcla de las pulsiones, escribió «... por "entrelazamiento" pul-
plos históricos COIllOel de Demostenes (que convirtió un defecro del habh síonal, para emplear un término ele Adler», pero a partir de la segunda edi-
la elocuencia de un ~ran orador) o C?Il_1?el de Lord Byron (que a part~' d~ ción de esa obra, se suprimió la mención a Adler para siempre. La concep-
un pie baldado en la ll1fancla se convirno en el mejor deportista de] e 1 io) ción de que las pulsiones se pueden transformar en su opuesto también es
1 ~l pr~ceso que va des~e e] sentimiento de inferioridad a la cOl11pe~S~~;~l~ adleriana (Selesnick, 1968, pág. 126) YFreud recogió también esta idea en Las
e e« acerse va~er», no tema mucho que ver con las ideas de Freud de enton- pulsioíJes y sus destinos (1915c), trabajo inspirado, en algunos ele sus puntos,
ces, pero fue bien aceptado en e! pequeño grupo psicoanalítico y pasó por s en Adler,
un.
bu~n complemento a la teoría de las neurosis. Freud lo consideró un «tr~r Ya hemos señalado (véase 2.l.1) el camino por donde a través de los sen-
b ajo rico en Ideas» (190% Am. Eds. X pág 112) aun ' b -
Adl . I .' ".,' que espera a que timientos de inferioridad, Adler se separó de Freud, al generalizar la compen-
er m.c uyese en su ll1vestigación los fundamentos biológicos de los proce- sación (hacerse valer) denominándola también como «protesta masculina» y
sos pulsionales. y en efecto, Adler (en una reunión de la Socl'edad P , volveremos a ocuparnos de ello en relación con e! concepto de complejo de
1'1' d V' d 13 VI'
inca ~ iena e - -1908) presento un artículo donde se interesaba or
srcoans.
castración (véase 14.4.l.2), Lo difícil es precisar qué pertenece a quién,
las pulsiones, Pero 11? en la forma su~erida por Freud, que por entonces m~l1- Tras la separación de Freud, apareció el libro El carácter neurático (1912),
tema. que las neurosis eran un conflIctO entre las pulsiones sexuales ' el donde Adler retomaba sus anteriores ideas sobre la patogénesis social de las
(pulsiones de autoconservación). Adler como hemos sen-alado más ~b yo neurosis y e] papel de la inferioridad orgánica. Con respecto a esto último no
. 'd de el ori " , e arn a se
l11tereso. e~ ~ e prInCIpIO por la pulsión de agresión, a la que quiso aislar- añadía nada nuevo a lo expuesto en 1907, pero en relación con la patogéne-
~oilldPnnc.lplo unitario a la que se subordinaban todos los demás impulso sis social, apuntaba el pape! que la competencia entre hermanos y la posición
reu no VIOesta concepción asimilable a su teoría pulsional de entonces: s. del niño en la serie de ellos juega como factor decisivo en la futura neurosis,
Así, del primogénito afirmaba que tenía la mejor posición, haciéndosele creer
d ~:Ue~' (908)bha expuesto C,?:110 la angustia ~ac~ de la supresión de la pulsión el más fuerte, listo y responsable y que por eso tiende a ser más equilibrado
¡d
d e a!,resJ~¡n atl uye a esta pulsión, en ~na amplia Sin tesis, el papel principal en los
estillo~ e ,3 VI a,Yde la neurosis ... LeJOSde aceptarla, la consideramos como una
y a adoptar posturas conservadoras, valorando la autoridad y la tradición. El
g.e,ner~lzacJon erronea; No podemos decidirnos a aceptar la existencia de una ul~ segundo estaría bajo una presión constante entre ambos lados: Trata de aven-
sion especial de agresion al lado de la pulsión de conservación y la pulsi PI tajar ni mayor y teme que e! más pequeño le aventaje, pudiéndose acomodar
con los q f 'Ji . d e Ion sexua
"d. d . d ue ya estamos, ami artza <;>s ... No Obstante rodas las inse<>lIridadesy oscu- en la posición de envidioso. El benjamín estaría siempre en peligro de ser
d
; I ~l es n~estru teoria de las pulsiones, quisiéramos mantener m~slra teoría habi- mimado y el cobarde de la familia, pero, por otro lacio, puede ser en definiti-
1~09qbueOCela..aca]d4u36PulslOn) su capacidad propia para hacerse agresiva (Freud, va el que sobrepase a todos y desarrollar una tremenda ambición, pudiendo
, , ,p<lgs., -1437.
convertirse en el salvador de la familia, como testimonian muchos mitos y
cuentos tradicionales. Adler ve muy problemática la situación del hijo único,
~e~-omás adelante, Freud tuvo que incorporarla a su teoría de las pulsio- expuesto más que nadie a ser mimado y consentido, La preocupación de sus
nes lvea~e 12, 2)y se VIO forzado, en 1923, a colocar una nota a pie de pági-
na a a cita antenor: b padres por su salud le puede convertir en ansioso y temeroso y desarrollar
una exigencia mayor de atención permanente. Estos patrones están sujetos a
modificaciones según los años que se lleven entre sí los hijos, según los sexos
'. Escribimos est~ el: un tiempo en el que Adler parecía hallarse aún dentro del
¡ell~nO del p~lco;na!ts~s; ames de su creación de la protesta masculina y su rechazo
y según su posición respectiva en la familia.
d~,I,¡represron, 1 ostenormente be debido yo también estaud¡ una «pulsián de agre- En el mismo libro (Adler, 1912) se refleja, también, la influencia de la lec-
SlO/I>~ que, no COinCide,con la de Adler, }' que he preferido denominar« ulsión de tura elela obra del filósofo neokantiano idealista Hans Vaihinger Filosofía del
deS[¡llCcIOI1»o «pulsión de muerte» (ibíd OC pa'o 14'6 ni CU1SlVi:l
., I (.~. ,)
' ' l11Jil, )p. como si (1911), que le sirvió de base para su propuesta de las neurosis como
un engaño ele!hombre a sí mismo, como un autoengaño, de esta forma su reo-
84 Amonio García de la Hoz Las primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl Gusrav J ung. Su actualidad 85

ría se va a centrar en el concepto de individualidad, término que expresa la uni- riamenre su contexto. Algo muy similar al modelo de conducta autoplástica y
dad indivisible del ser humano. El neurótico vivirá en un mundo ficticio estruc- aloplástica de Bleger (véase 7.1..3). En Psicología Individual el sujeto nunca
turado en una pareja de opuestos: inferioridad versus exaltación de la persona- se considera aislado y estático, sino a la luz de sus acciones y en sus relacio-
lidad, alto versus bajo, masculino versus femenino, triunfo versus derrota, etc. nes con el contexto. 6) Ley de la verdad absoluta, que es la norma que el indi-
En concreto, la oposición masculino/femenino la estudiará más a fondo en El viduo establece para conseguir un equilibrio óptimo entre las exigencias de la
carácter neurótico. La «protesta masculina» puede ser una reacción normal comunidad y las suyas propias, es decir, entre su sentimiento de comunidad
(tanto en hombres como en mujeres) contra el papel que los hombres han y su legítima autoafirmación.
impuesto en la sociedad. El libro, en opinión de Ellenberger (1970, pág. 685) SENTIMIENTOS DE INFERIORIDAD. Los anteriores principios fundamentales
adolece de estilo y composición, pero está lleno de ideas y datos clínicos, mueven a Adler a una nueva consideración del papel de los sentimientos de infe-
Con todas las observaciones anteriores, la libido, lejos de ser la raíz de las rioridad en la conformación del carácter. Ahora se formulan mejor y se hace hin-
neurosis, sólo es mencionada en un sentido simbólico, y lo fundamental recae capié en sus dos sentidos diferentes: a) Uno basado en la inferioridad natural y
en el factor social. Según jaccard (1984, pág. 234), Adler, hacia el final de su orgánica (el sentido que más había desarrollado hasta ahora en su época freu-
vida, renunciará por completo a las nociones de sexualidad infantil, de repre- diana) y b) otro basado en los juicios valorativos pronunciados por un individuo
sión y de inconsciente para explicar el conflicto neurótico. acerca de sí mismo, Es deci.r,Jos sentimientos de inferioridad pueden venir de la
inferioridad orgánica real (como Adler había destacado en 1907), pero sobre
todo por la reacción del individuo ante su inferioridad más que la inferioridad
2.2.2.3. La psicologia individual misma. Al centrarse más en los juicios valorativos negativos sobre sí mismo,
Adler destaca ahora como decisivos los errores educativos (exigir demasiado al
Terminada la Primera Guerra Mundial, Adler revisó todo su sistema psi- niño, destacar su debilidad, hacerle campo de abono de los estados de ánimo
cológico, en el que va a tomar un papel fundamental la noción de sentimien- paternos, mentirle, mimarle, ridiculizarle, etc.). Para Adler, la madre es la que
to de comunidad (GemeinschaftsgefühO. La expresión más clara y terminada imparte (o debería impartir) la semilla del sentimiento de comunidad. El papel
de la Psicología lndividualla llevó a cabo Adler en su libro Menscbenleennt- del padre es el de enseñar la confianza en sí mismo y el valor.
nis (Conocimiento del hombre), publicado en 1927. Expondremos a conti- LÍNEASRECTORAS. ESTILOy PLANDEVIDA. Para Adler, alrededor de los cua-
nuación los puntos básicos de la psicología adleriana, reunidos en cuatro tro años, en función del uso de los principios mentales expuestos, que se
apartados esenciales. resuelven en una forma de abordaje ante las demandas del ambiente y tam-
bién en función de los sentimientos de inferioridad, se establece un estilo de
PRINCIPIOSDE LAVIDAMENTAL: El psiquismo, para Adler, estaría regido vida (Lebensstil). El estilo tiende hacia un fin más o menos inconsciente, que
por seis axiomas fundamentales: 1) Principio de Unidad. El ser humano es -·1 Adler denomina plan de vida. Cada individuo usa sus tácticas particulares
uno e indivisible, tanto en la relación mente/cuerpo, como en las diversas para alcanzar una meta. Uno utilizará la arrogancia, otro la modestia, un ter-
actitudes y ficciones mentales. La psicología adleriana se aparta de las nocio- cero despertará lástima, otro admiración, y así sucesivamente. Este aspecto de
nes freudianas de conflicto y ambivalencia básicas en el hombre, así como de la teoría adleriana es el que explorará con mayor sistematicidad Eric Berne
la conflictividad intersistémica (entre las diversas instancias del psiquismo: (1964). Para Adler, lo común es ver a los estilos combinados, y para detec-
consciente, preconsciente e inconsciente, o yo, ello y superyó). 2) Principio de tarlos valen más la conducta y la acción manifiesta que las palabras. Los esti-
dinamismo. La vida es acción, movimiento, como también para Freud, pero los de vida tienden hacia un fin o meta, el plan de vicia,que nunca está -valga
Jo importante no es la causa (Freud), sino el fin y la intencionalidad. El inte- la redundancia- planificado. Se estructura en la primera infancia y es en su
rés de Adler es más teleológico y finalista que causal o explicativo. No se pre- mayor parte inconsciente. El estilo de vida es el movimiento concreto. El plan
gunta tanto por causas o fundamentos, sino por funciones y fines, no tanto de vida es el final más o menos abstracto.
los «porqué» sino más bien los «para qué». 3) Principio de influencia cósmi- El estilo de vida tiene dos sistemas de referencia: a) Un sistema de refe-
ca. No existe individuo aislado del cosmos. De ahí lo fundamental del des- rencia primario, desarrollado en la primera infancia, privado, subjetivo, base
arrollo del sentimiento de com unidad, que sería un reflejo de la interdepen- de la conducta egoísta y del afán de superioridad, que Adler llama «el niño
dencia general del cosmos. Este sentimiento está más o menos desarrollado pequeño en nosotros». Se correspondería, mutatis mutandis, con el principio
según los individuos, y, por ejemplo, los neuróticos lo tendrían mal confor- del placer freudiano. b) Un sistema de referencia secundario, que se adquie-
mado. 4) Principio de estructuración de las partes en un todo. Todos los com- re en el curso de la socialización, al relacionarse con los otros, y CJueconsti-
ponentes mentales están organizados y equilibrados según el fin autoestable- tuye la base del sentimiento de comunidad. Acller lo denomina «el adulto en
cido. 5) Principio de acción y reacción entre el individuo y su ambiente. El nosotros» y se correspondería con la adquisición progresiva del principio de
individuo se adapta él su ambiente y a la vez es capaz de modificar volunta- realidad de Freud.
86 Amonio Carcía de la Hoz Las primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl Custav J ung. Su actualidad 87

SENTIMIENTO DE COMUNIDAD. VOLUNTAD DE PODER. Para Kriz (1985), el


sentimiento de comunidad es la noción central de la psicología individual. Se 2.2.3. LA INFLUENCIA DE ADLER EN LA ACTUALIDAD
adquiere, sobre todo, a través de una relación con la madre, que para Adler
es el primer «tú» o primer vínculo social. El sentimiento de inferioridad, con- Quizá nadie haya quedado tan marcado por su ruptura con Freud como
natural a todo niño, es positivo si se resuelve en un afán de superación, afán Alfred Adler. Tras la separación, pocos psicoanalistas se han sentido cómodos
de hacerse valer o voluntad de poder. La voluntad de poder es la fuerza si.se les identificaba en la tradición adleriana. Llamar adleriano llegó a ser un
impulsora de todo progreso y logro cultural humano, y ha de sustentarse en insulto dentro del psicoanálisis. Jung, como veremos a continuación, se sepa-
la buena relación con los padres. El sentimiento de comunidad se trastoca a ró también, pero su nombre siguió siendo estimado y lideró una poderosa
partir de una deficiente relación con ellos, lo que provoca una patológica sen- escuela. Ferenczi también se alejó de Freud hacia el final de su vida, pero
sación de inferioridad en tres tipos de nifios: a) Niños malqueridos, descui- también se reconoce su trabajo y su figura -y mucho más en la actualidad-
dados o sobreexigidos, b) niños malcriados o mimados y c) niños con gran- dentro ele! movimiento psicoanalítico. Adler, sin embargo, parece e! más
des deficiencias orgánicas. De esta forma, el desarrollo fallido de! sentimiento repudiado, permanece en el ostracismo y quizá nunca salga de ahí.
de inferioridad no se compensa de forma positiva en la voluntad de poder, Hoy día, no existen grupos psicológicos o psicoterapéuticos importantes
sino en un complejo de superioridad, donde lo fundamental es el brillo del que se autodenorninen a sí mismos como adlerianos ortodoxos. ¿Qué ha
individuo por encima de la comunidad. podido pasar para alcanzar este resultado? Tras el repaso de su obra y la
lectura de los trabajos de los historiadores, podemos alcanzar dos tipos de
razones.
2.2.2.4. Terapia y/o educación
A) Tenemos ante todo la propia estructura de la obra adleriana. No está
Como se observa por todas las nociones anteriores, la práctica terapéutica formalizada ni sistematizada; casi toda ella se encuentra desarrollada en con-
adleriana se encuentra· a caballo entre la psicoterapia y las técnicas educativas. ferencias; no tiene un cuerpo articulado de conceptos. Adler «rehuía la jerga
Para Adler, el neurótico es el resultado fallido de la educación, aunque dicho técnica y evitaba la acuñación de nuevos términos técnicos. Por eso muchos
resultado tiene su función y aspira a una meta: cancelar la responsabilidad del profesionales lo acusaban de popularización y sobresimplificación» (Ansba-
individuo ante las exigencias de la vida. Es decir, algo muy similar a lo que cher, 1964). Su obra no está bien escrita. Aunque su estilo es llano no tiene la
Freud denomina beneficio primario de la enfermedad. No hay duda de que el fuerza de la prosa [reudiana, realmente superior. La lectura de alguno de sus
afectado sufre, pero prefiere ese padecer que tiende a un fin, a enfrentarse con' libros' como el Conocimiento del hombre, deja la sensación efectiva de una
los conflictos de la vida que siente mayores e irresolubles. La neurosis para cierta superficialidad, de verdades de Perogrullo que no se encuentran engar-
Adler es la explotación de los síntomas, sin saberlo, por el paciente. zadas en una tradición científica. Pero como afirma Ansbacher (1964),
Adler insiste en la educación y en el asesoramiento educativo como la muchas de sus teorías «continuaron viviendo como una parte del "sentido
mejor prevención de los trastornos neuróticos. Una buena educación evitaría común", sin el nombre de Adler vinculado a ellas» (pág. 16). Todo ello ha
toda terapia futura. Aunque Adler no expuso nunca un relato sistemático de producido, como apunta muy acertadamente Ellenberger (1970), que la obra
su técnica terapéutica, todo se centra en alentar al paciente para que descu- adleriana sea una especie de «cantera abierta», en la que todo el mundo
bra su «plan de vida erróneo», que siempre se basa en una mala configura- «puede entrar y llevarse cualquier cosa sin escrúpulo» (pág. 731). Como
ción del sentimiento de comunidad. Para la consecución de este objetivo hay vamos a ver a continuación, quizá por esa razón Adler puede ser el autor del
que investigar la constelación familiar,las conductas actuales y tempranas, los que más cosas se han tomado sin reconocerlo expresamente, sin citarlo. Aun-
recuerdos de la infancia, dar importancia a las posturas corporales, a la voz, que su obra deslavazada daba pie para ello, no deja de ser una injusticia inte-
a los gestos, etc. El objetivo se alcanzaría únicamente por caminos intelec- lectual.
tuales, por una comprensión clara del paciente sobre el error en que está, y Para valorar la obra de Adler es imprescindible enfrentarse con la para-
con un desarrollo paralelo de! sentimiento de comunidad. doja siguiente: Por un lado el impacto indudable de la psicología individual
La insistencia en la educación le hizo volcarse a partir de 1920 en e! en la psicología contemporánea. Hans Hoff (1961) ha escrito, más o menos
campo de la pedagogía terapéutica, donde Adler organizó múltiples confe- con razón, que Adler vino a ser una especie de precursor de casi todo: La
rencias con maestros, educadores y psicólogos, en un temprano ejemplo de lo medicina psicosomática moderna, la psicología social, la higiene mental y
que hoy día podríamos denominar psicoterapia comunitaria. Tanto es así, que comunitaria, la psicoterapia de grupo e infantil, la psicología del.yo, etc. Pero
en 1929, según Ellenberger (1970), Viena «se convirtió en la primera ciudad por otro lado nos encontramos con el fenómeno colectivo de la negación de
de! mundo en que todos los niños en edad escolar podían gozar de terapia la obra de Adler y la «atribución sistemática a otros autores de cualquier cosa
educacional gratuita cuando la necesitaban» (pág. 702). ideada por él» (Ellenberger, 1970, pág. 730).

/
/
88
Amonio García de la Hoz Las primeras disidencias históricas: AJfred Adler y Cacl Cusrav Jung. Su actualidad 89

. En mi opinión, la propia estructura de la obra de Adler y el no resultar mente y en relación a las patologías, Adler distinguió el tipo intelectual (neu-
tan celoso por l? prioridad como Freud, ha tenido mucho que ver con el róticos obsesivos y casi todos los psicóticos), el tipo afectivo (resto de neuró-
resultado postenor. ,A pesar de todo, autores como Maslow (1962), descri- neos v alcohólicos) y el tipo activo (delincuentes y suicidas). Pero nunca atri-
bIero? a la psicología adleriana C01110la «tercera fuerza», como un contra- buyó ~gran importancia a estas tipologías, puesto que resaltó SIempre la
peso 1l:teresa~1tep.ara las «dos. teorías comprensivas de la naturaleza humana unicidad del individuo.
que mas han u;flU1doen ~apsicología norteamericana, él saber, la teoría heli- Corno hemos dicho, adlerianos en sentido estricto no encontramos en la
diana y la teoria conductIsta positivista experimental. actualidad. Pero bajo otras denominaciones sí hallamos determinadas
iruJuencias de Adler. Por ejemplo en la logoterapia de Victor Franld, y en
B) En segundo lugar hay que mencionar también la especial violencia en eeneral en toda la corriente llamada de psicoanálisis existencial. Frankl fue
la ruptura de Freud con Adler, y como ha mostrado Roazen (1971, capítulo 5) discípulo de Adler, nunca lo negó. Y se ha comparado la actitud «pararreli-
la ~uerza de los al:gLlmentosque el maestro utilizó contra el discípulo. La rup: siosa» de Franld con el principio del sentimiento cósmico de Adler. Así
tura con J Lln~,mas dolorosa tan to en lo personal como en lo científico, nunca ~lismo Biswanger, cuando hablaba del modo dual, plural o singular de ser-
fue tan agreslVa en los comentarios verbales que han llegado hasta nosotros. con-otros, estaba muy influido por el sentimiento de comunidad y el impul-
CualqUlera que se reconozca seguidor de Freud ha recibido la tradición ele so activo de superioridad adlerianos.
~ue hay que estar enfrentado a cualquier cosa que recuerde a Adler. Ser adle- Como Adler defendía que la resolución terapéutica sólo acontecía por
na~o es un~ suerte ?e insulto denigrativo en el ámbito psicoanalítico. Quizá medios intelectuales y por comprensión cognitiva de la máscara ficticia que
por esa raz~n, corrientes cog11ltlvo-conductuales actuales no tienen ninzún ponemos ante los conflictos, la moderna psic~terapia raciom~l-en.lOtjvade Ellis
reparo en cIt~r a Adler como su antecesor, por ejemplo en la psicoter:pia ha visto en él un precedente claramente atestiguado por Ellis rrusmo (1981).
racional-emorion de Albert Ellis. Pese a todo, el mayor impacto de la psicología adleriana fue sobre el pro-
pio psicoanálisis, aunque sin reconocerlo públicamente. Primero fue el pasa-
Adleriano.s ortodoxos no existen hoy día. Con Hitler desaparecieron je del psicoanálisis de Freud a la psicología del ego. al11erica~a.L.o que en
todas las asociaciones europeas y el grupo de adlerianos emigró a EEUU. Con tiempos de Freud fue proscrito, ahora era la ortodoxia/. Pero implicaba ~~la
la l11\Iertede Adler en 193~, las revistas de psicología adleriana europeas y modificación de los conceptos adlerianos, y por eso Hartmann y cornparua,
~menca¡:as dejaron ?e publicarse, En 1940 prácticamente no había nada que al adoptar el concepto de yo, no lo hicieron a la manera eleAdler (más super-
recoIda.ra a Adler, 11l.grupos, 111 SOCIedades,ru revistas, era el punto más bajo ficial y consciente), sino explotando el yo planteado por Freud en El yo JI el
de la psicologfa adleriana (Ansb~che.r, 1964, pág. 15). A partir de ese momen- ello, que en gran parte es inconsciente y que no se asimila a I~persona .total
to, J?sIcologos_y psiquiatras ~a~-tldanos de Adler se.fueron reorganizando en que en Hartrnann se llama self. Hartm?nn, l?al"asal~ar ~l peligro adleriano,
distintos lugares de_:1Ortean-:enca(Nueva York, Chicago y Los Angeles prin- mantendrá que ese yo es susceptible de investiduras libidinosas, mientras 9ue
clpaln:ente). También surgieron grupos adlerianos en puntos de Europa en Adler se elimina la implicación libidinal, centrándolo todo en la agresión
(Austria, Ingla.terra, Francia, Holanda y Suiza), pero nunca alcanzaron dema- y la voluntad de poder, es decir, en los aspe~t~s no libidinales, que .en ~apr~-
siado poder e ll1.flUenClacomparándolos c?n los freudianos o jungianos. mera teoría freudiana de las pulsiones se asimilaban al yo. Pero es indiscuti-
Como toda escuela, ha te~lIdosus seguidores y sus escisiones, y dentro de ble que en el interés por el yo, Adler se adelantó a Freud, y como afirma Roa-
ellas hay qu~ mencionar a Fritz Künkel (1975), quien podría ser considerado zen (1971), «no es de extrañar que, cuando la psicología del yo pasó a ser una
en. la ac~uahd,~d.como digno representante de una ligeramente modificada rama legítima del psicoanálisis, los discípulos de Freud (Kris, 1938) tuvieran
Psicologfa In~Ivldual. Kunkel ha destacado cuatro «~ipos básicos» de perso- la sensación de que se les pudiera acusar de "volverse adlerianos"»
n~~dad descritos a parnr de dos dimensiones «adleriauas»: La actividad de! (pág. 233). La versión del psicoanálisis dada por la EgopsJlchologJl, tiene indu-
l~no (ll1te~sa o débil) .Y el estilo educativo de los padres (riguroso o consen- dables puntos comunes con la teoría adleriana, lo que ha llegado a provocar
tidor). El ~IpONERÓN (U1tensa-riguro.so),el tipo TORPE (débil-riguroso), el tipo que algunos (Whithe, 1957; Hoffman, 1962) hayan afirmado que Adler es el
ESTRELL~ (ll1tensa-consentIdor) yel tipo G~ILLO (débil-consentidor). Los tipos verdadero iniciador de dicha corriente.
son posiciones extr~mas d~ desarrollo fallido, cuya atemperación y mezcla es La influencia más destacable de Adler la encontramos en el grupo de los
lo que se da en la vida coudiana normal. Adler también habló de tipoloo-ías llamados neopsicoanalistas (H S. Sullivan, C. Thornpson, E. Frornm,
pero ~10en forma demasiado sistem.á,ticae incluso utilizó varias. Por ejemplo,
hablaba de .t~pos motores en relación con las actividades y tipos sensitivos
~vlsual, auditivo, gusranvo, etc.) H~y 3ue recordar que Freud mismo, inspi-
lado segurament~ en Adler, denominó a su famoso paciente el ratman como
2 Freucl afirmaba a menudo que la teoría de Adler se interesaba en exceso por la superfi-
perteneciente al tipo olfativo, «renifleurs (1909d, OC, pág. 1485). Posterior- cie.de la mente y por el concepto de yo (l914d, OC, pág. 1922).

/
/
-'"

90 Amonio García de la Hoz La,; primeras disidencias históricas: Alfred AdJer y Carl Gusrav jung, Su actualidad 91

K. Horney, etc.). Aunque no se puede decir que constituyan una escuela defi- mente proscrito, pero casi sin darse cuenta de ello, «todo el mundo es crip-
nida, dentro de esta corriente se agrupan una serie de autores que participan ro-adleriano» (pág. 725).
de la misma crítica hacia algunos de los conceptos básicos Ireudianos, sustitu- Probablemente, el éxito de un autor depende no sólo de la brillantez y la
yéndolos por otros muy semejante a los de Adler, «aunque sin mencionar su potencia de sus ideas, sino también de la organización y el método con que
nombre» (Ellenberger, 1970, pág. 722): El rechazo del concepto de libido y de las exponga y del número de seguidores que consiga. En lo que se refiere a
sus estadías, la disminución de la importancia del complejo de Edipo, el reba estos dos últimos factores, Freud, de largo, sobrepasó a Adler, por lo que la
jarmento de la n?ción del pulsión,. 7tc., es sustituido por el interés creciente y brillántez u originalidad de sus ideas no fue en este caso un factor decisivo.
el aumento considerable de la 110Cl00 de relaciones interpersonales e impulsos
de autoafirmación, lo que recuerda claramente el pensamiento adleriano.
De esta forma, Sullivan, sin mencionar a Adler, se encuentra muy próxi- 2.3 CARL GUSTAV JUNG y LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA
mo a él, al proponer una psiquiatría basada en la relación interpersonal. El
sistema del sí-mismo de Sullivan, entendido como una organización estable 2.3.1. BOSQUEJo B10GlV\FICO
es muy similar al estilo de vida adleriano, Para Ellenberger (1970), Sullivan
«parece como si practicara una especie de psicoterapia adleriana, aunque C. G. J ung nació en 1875, cerca de Basilea, y murió eri 1961, en Küsnacht,
denominándose psicoanalista» (pág. 723). a orillas del lago Zúrich. Cuando nació, Freud tenía diecinueve años y Adler
Semejante posición encontramos en Horney, sobre todo en su periplo cinco, por lo que era el más joven de los pioneros de las tres grandes escue-
~mencano, tras m~chos años de psicoanálisis ortodoxo en Europa. Pero las de la psicología profunda. En relación con las fuentes para sus datos biográ-
incluso en sus trabajos «europeos» como La huida de lafeminidad (1926) y El ficos, tenemos fundamentalmente su autobiografía aparecida en 1962 Erin-
miedo a la mujer (1932), recuerdan mucho la terminología adleriana de su nerungen, Trdume, Gedanken, compilada por su discípula y secretaria Aniela
«protesta masculina», siendo el miedo a la mujer un término específicamen- Jaffé. También contamos con los libros de Bennet (1961, 1966), Ellenberger
te adleriano. En su etapa estadounidense restó importancia al biolozicismo (1970), y Roazen (1971). Podemos hacernos una buena idea de su vida a par-
psiconalitico y se centró más en los aspectos culturales, rechazando incluso- tir de la lectura de esos libros, además de la ya mencionada correspondencia
las teorías de la libido y de las neurosis freudianas (Horney, 1937 y 1939). La entre Freud y jung, aparecida en 1974.
teoría de las neurosis de Horney se centra en el esfuerzo del sujeto para pro- No se sabe mucho de la infancia de J ung. Aprendió latín, enseñado por
tegerse de la angustia, lo que Adler había denominado «falta de valor». La su padre, un reverendo protestante, que más tarde se ganó un fuerte resenti-
opinión de Horney sobre el complejo de Edipo es idéntica a [a de Adler: miento del hijo, no por autoritario, sino por su falta de madurez como padre.
Existe en alguna ocasión, pero como un tipo de desarrollo del niño especial- J ung tuvo un hermano mayor que sólo vivió unos días, y tras él, con nueve
mente mimado. años de diferencia, vino una hermana, que nunca se casó ni tuvo ocupación
En Erich Frornm también se observan influencias adlerianas, sobre todo alguna, viviendo siempre a la sombra de su hermano. Sobre su madre, Jung
por el lado de la sociología y de la ideología filosófica marxista. Para Fromrn, conservó una imagen de mujer vulgar y ambivalente.
el complejo de Edipo es una rebelión contra el orden patriarcal y autoritario A los once años comenzó los estudios secundarios en el Gymnasium de
representado por el padre, y encontramos un equivalente «casi exacto» del Basilea, y tras superar en 1895 el examen final, la Matura, escogió la medici-
sentimiento de comunidad y social de Adler. na C0l110 elección profesional. Estudió hasta 1901, cuando terminó la carre-
La noción central de estilo de vida, en la teoría adleriana, de la que All- ra. Antes, en 1896, había muerto su padre y se había convertido en cabeza de
port (1961, págs. 565-566) decía que aunque difícil de definir «tendría que familia, viviendo con su madre y su hermana. .
sel: tratada por la psicología del futuro», fue estudiada en cierto modo por En el período de estudiante le impresionaron la lectura del «Zaratustra»
Eric Berne, en su libro de gran éxito de público Games People Play (1964), de Nietzsche, y la relación con una prima materna, Héléne Preiswerk, de
donde se observa un intento de exploración sistemática del estilo de vida. quince años, que sufría crisis de sonambulismo rnediumnístico. J ung, a los
Dicho libro era la continuación de otro anterior (1961), cuyo subtítulo Una veinticinco años, se unió al grupo que realizaba experimentos con la joven
psiquiatría sistemática, individual JI social, habría firmado el mismísimo AcUer. médium. Al terminar medicina se interesó por la psiquiatría y solicitó un
P~ro todos estos afamados autores, que en mayor o menor proporción puesto en el famosos hospital Burgholzli de Zúrich. Allí inició su actividad en
recibieron la herencia íreudiana y formación en psicoanálisis, no nombran a 1900, bajo la dirección de Bleuler, personificación del trabajo y el deber, y
Adler. Para Ellenberger (1970), dentro del cuerpo principal del psicoanálisis, que se dedicaba en cuerpo y alma a los pacientes.
algunos psicoanalistas «son decididamente freudianos en cuanto a las teorías Tras un permiso de seis meses para estudiar en París junto a Janet (1902-
que profesan de forma consciente, pero aplican las ideas adlerianas en los 1903), volvió a Zúrich y se casó en 1903, época en la que Bleuler le pidió que
temas de la vida diaria» (pág. 725). C01110apuntaba antes, Adler es oficial- experimentara con los Test de Asociación de Palabras. En 1905 fue nombra-

I
I
-1
1
92 Amonio García de la Hoz Las primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl Custav J ung. Su actualidad 93

do primer ayudante de Bleuler y a partir de 1906 empezó a cartearse con J ung daba la impresión de ser un hombre práctico, fuertemente centra-
Freud, Desde ahora se dedicaría plenamente al psicoanálisis. En febrero do en la realidad, a pesar ele todas sus derivaciones parapsicológicás, Era bri-
de 1907, visitó en Viena a Freud por vez primera, ese mismo año publicó su llante, de fluida conversación y de magníficas aptitudes lingüísticas, lo que
Psicología de (a Demencia Precoz. En 1908 fue invitado, junto con Freud, para le permitía hablar con gente de todas las condiciones sociales. Según Ellen-
dar unas conferencias en la Universidad de Clark, en \'Jorcester, Massachu- berger (1970) mantenía «la opinión de que cualquiera que deseara ser un
setts, e hicieron el viaje juntos en compañía del joven Ferenczi. Desde 1909 buen psiquiatra debía abandonar la consulta y partir para visitar las prisio-
hasta 1913 se dedicó a su práctica privada y al movimiento psicoanalítico. Fue nes y las casas de los pobres, los garitos, los burdeles y tabernas, los salones
el primer Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional y editor distinguidos, la Bolsa de valores, las reuniones socialistas, las iglesias y las
jefe de la primera revista psicoanalítica, el [ahrbucb. . sectas» (págs. 764-765) y señalaba la necesidad de un buen psicoterapeuta
J ung nunca ocultó su admiración por Freud, pero desde el inicio no com- de completar las enseñanzas profundas con otras muchas actividades prácti-
partía su opinión sobre el complejo de Edipo y sobre la libido. Al principio cas ele la vida.
lo llevaron diplomáticamente, pero. a partir de la publicación de Jung,
en 1912, de Transformaciones JI símbolos de la libido, la crisis se agudizó y las
diferencias de opinión se acrecentaron. Finalmente, abandonó la API y tam- 2.3.2. Lá TEORíA DE LA PERSONALIDAD
bién dimitió como jefe de redacción de la revista.
Desde 1913 hasta 1919 fue una época de oscuridad en la vida de Iung, en Las aportaciones teóricas de J ung las vamos a dividir en los siguientes seis
la que apenas publicó nada y que, en parte, ha sido desvelada por su aurobio apartados.
grafía, ese período fue de reflexión interna, de introspección íntima, y se
puede comparar con el período de autoanálisis de Freud. Atendía pacientes en
su consulta privada y se retiraba en soledad, en un período de investigación de 2.3.2.l. Los complejos
sí mismo, provocándose imágenes inconscientes, escribiendo y dibujando sus
propios sueños, y contándose a sí mismo historias. Empezó a trabajar el tema La psicología analítica, también denominada psicología de los comple-
de los símbolos universales, lo arquetipos. Fue un período de enfermedad jos, se fue configurando poco a poco a través de las numerosas fases por las
creadora, que le llevó a Lll1 profundo conocimiento de los elementos más ínti- que transcurrió su formación profesional, Tras las experiencias realizadas en
mos de su personalidad. Es lo que más adelante denominaría la individuación. su época de estudiante, tanto a través de las discusiones con sus compañeros
De este período también saldrían los elementos básicos para la lutura concep- de carrera sobre hipnotismo y espiritismo, como con su prima médium, pasó
ción del ánima, del sí-mismo, de los arquetipos y el inconsciente colectivo. al Burgholzli, donde comenzó su experiencia investigadora con los Test de
J ung tuvo cinco hijos, y su vida, tras la Primera Guerra Mundial, estuvo Asociación de Palabras. Tuvo particular éxito. La técnica la había inventado
dedicada enteramente a la psicoterapia, la enseñanza y la redacción de sus Galton, y fue perfeccionada por \'V'undt, quien estableció las leyes de la aso-
libros. En 1921 apareció su obra más conocida, Tipos Psicológicos, donde ciación de ideas. También la estudió Kraepelin, que introdujo la distinción
expuso no sólo su tipología de 1<1 introversión y extraversión, sino también su entre asociaciones internas (concernientes al significado) y asociaciones
visión general sobre el inconsciente. Sus obras posteriores son elaboraciones externas (relativas a la dicción y al sonido, es decir, a la homofonía y a la simi-
más detalladas de lo escrito en este trabajo. licadencia, al significante de Saussure). Freud siempre tuvo en cuenta esta
A partir de 1920 se interesó por el mundo oriental, a través de la relación distinción kraepeliniana, es más, las asociaciones externas, las significantes,
que mantuvo con el conocido sinólogo Richard Wilhelm. En 1935 fue nom- siempre le parecieron las más rechazables a la conciencia del sujeto (Freud,
brado profesor titular de Psicología en la Escuela Politécnica Suiza de 1909d, Oc, pág. 1457), una especie de inconsciente verbal, externo.
ZLu'ich, y fundó la Sociedad Suiza de Psicología Aplicada. A partir de 1943 Bleuler introdujo la técnica en el Burgholzli y confió a jung la investiga-
su obra recibió un reconocimiento cada vez mas universal. En 1948, por ini- ción, quien perfeccionó la técnica perfilando a partir de ella la noción de
ciativa ele personalidades suizas, inglesas y americanas, se inauguró en Zúrich complejo (término que había introducido Ziehen, al comprobar que varias de
el Instituto C. G. J ung, dedicado íntegramente a la enseñanza de las teorías y las respuestas retardadas en las asociaciones de palabras, se podía relacionar
métodos de la psicología analítica. en una representación subyacente común). Jung hizo de la detección de los
Después de muchas resistencias, en 1955, J ung aceptó que su secretaria, complejos su objetivo principal con los test ele asociación de palabras.
Anida J affé, escribiera y redactara SLt autobiografía, que apareció en 1962, un Parajung había varios tipos de complejos: a) Normales, tanto en hombres
año después de su muerte, e16 de junio de 1961. Había escrito su último libro (ambición, dinero, éxito) como en mujeres (eróticos, familia, casa, embarazo,
en colaboración con algunos de sus discípulos (Van Franz, Henderson, Jaco- bijos). b) Accidentales, referidos a acontecimientos específicos de la vida del
bi y J afEé), El hombre JI sus símbolos (Jung, 1964). paciente, y c) permanentes, que eran los que más le interesaban ele sus pacien-

/
/
94 Amonio García de 1.1 Ho% . "" disidencias•. históricas: Alfred Adler )' Carl Gusrav J una. Su actualidad 95
L,t:i prllnen.\~ - v

tes histéricos y con demencia precoz. Este primer recorrido teórico tuvo . difer-enciarión clínica a partir de mecanismos más precisos y el sentí-
l
como fruto su primer libro, Psicologia de la Demencia Precoz (Jung, 1907) cu
1" 1',1
" ¡' "los síntomas
' ~
no se sintió satisfecho por ese tra b ajo,
. pero 1o que mas
' 1e
donde utilizó el concepto de complejo en un sentido algo más amplio que el ~.o.c,e(Roazen, 1971, pág. 291) Eue un pasaje de! final del trabajo de Jur~g,
original de Ziehen. En el mismo libro ya citaba a Freud, aunque C0l1ciertas rJ[de n-ataba de las diferencias entre las teorías de Adler y de Fre~d, y afl~-
reservas hacia su obra. Por aquella época tenia tal fe en su técnica, que creyó
poder descubrir a delincuentes o a mentirosos mediante la misma, pues tU~IO
l ~lb,l que eran dos enfoques teóricos diferentes que se correspondían preci-
1ll,1 te a su cateo-orización tipológica: Un enfoque extravertido (Freud) y
algunos acontecimientos sorprendentes COn ella. De alguna forma ha sido Un S,IJ11en t> • •• , f t d 1 tra
otro introvertido (Adler). Jung, en 1111 op~on, no estuvo aror una o, a ',-
precedente para el descubrimiento de la máquina de detección de mentiras . d c0l11I)renderteóricamente un conflicto entre dos personas, cuando el
usada en criminología. tal e -- , 1
. o estaba inmiscuido en otro mucho mas re evante en ese momento. a
L
11115111 . , . 1 . 1 ' . 1
frase final de su trabajo «La difícil t~rea e e crear una PS1C? ogta qu~ sea igua -
JlH::nte imparcial para con ambos tIpOS [extravertidoe introvertido] ha de
2.3 .2.2. Los tipos psicológicos - -arse para el futuro» era realmente un manifiesto de separación que
L'ese!'\; o ,
Frelle! no podía tolerar. ., .
El libro Tipos Psicológicos (Jung, 1921) ocupa un lugar análogo para el Para Bennet (1966, págs. 40-46), lo que se proporua JW1gen ongen con
autor como la Traumdeutung (1900) para Freud. Para ambos supuso la obra los estudios de la tipología era hallar una respuesta al.confltct? de Freud con
maestra y en ambos fue el resultado de los años de «autoanálisis», Adler, lo que quizá le ayudara a comprender su propio conflicto con Freud.
AW1que el libro apareció en 1921, J ung llevaba años trabajando sobre el Que P,lnl Adler las neurosis se ?asar~n.en la voluntad de poder, y para Freud
tema. Ofrece un sistema nuevo y completo para la psicología dinámica. la represión de las tendencias edípicas, eran muestras de dos formas de
A pesar de su aparición años después de su ruptura con Freud, se gestó ~~l11'presióndiferentes. Una (Adl:r) ?1ás te!e~lógica; otra (F~eud)más causal.
durante su período psicoanalítico, como resultado de su trabajo con histéri- J ung se propuso mediar en la polel~lca y llego a dos conclusiones .,~) Las teo-
cos y dementes precoces. Tras la publicación de Transformaciones y símbolos rías eran diferentes. 2) Las dos podían ser aceptadas, tan~o la,a1Ienar:a como
de la libido (1912) y la polémica ya reseñada con Freud (véase 2.1.1), el pri- la freudiana, puesto que pertenecían a los ?OS tipos psicológicos distintos.
mer escrito relacionado con e! tema de los tipos fue lID trabajo presentado Freud se contaba entre los extravertidos, mientras que Adler era t?trovertt-
por Jung en el Cuarto Congreso de la API, celebrado en Múnich en 1913, do. J ung mismo se colocó en e! polo introvertido. De est~ forma, afirma Ben-
reunión celebrada en un clima de gran crispación (Jones, 1953 y más impar- net (1966):
cialmente Andreas-Salomé, 1957) por la inminente ruptura de las relaciones
Freud/jung, cuyas diferencias se habían acrecentado mucho. El extravertido depende enteramente de los fenómenos extem.os; que rigen su
En ese congreso el escenario estaba ya establecido para la confrontación vida desde el mismo momento de su nacimiento. Si aceptamos la hipótesis J~llgllla-
na sobre la extraversión de Freud, es fácil comprender por qué e! Sistema psicoana-
pública. Las diferencias eran notorias y conocidas por todos (sobre e! con- lírico da particular importancia al comportaJ~1iento de los padres y a la s,ubslglJlen-
cepto de libido, sobre el incesto, sobre e! complejo de Edipo, sobre el pape! te reacción del niño, así como .11 complejo de EdIPo,. a su represión y. a las
de los símbolos, en definitiva, sobre la importancia de la sexualidad infanti1)3. consecuencias que se derivan de ésta. Adler, por e! contrano, era un introvertido, :s
jung leyó su trabajo titulado «Contribución al estudio de los tipos psicológi- decir, una persona que, caracterizada por la su_bjetividad de sus reacciones, se deja
guiar por la interpretación personal qu: confiere a los acontecuruentos y no res-
cos», donde intentaba establecer una correlación entre los cuadros nosológi-
ponde a los estímulos externos con la rrusma prontitud que el extravertido. RecOL-
cos (histeria y demencia precoz) y la dirección del flujo libidinal. Planteaba demos que la Psicología Individual de Adler, gl~avlta cm torno a ,un tema central, a
que mientras que en la demencia precoz el interés por el mundo exterior se saber: que todo proceso psíquico tiene como obJeto. la consec~IClon de un es.ra~o de
ha retirado, se ha producido una introversión, en los histéricos se intensifican superioridad de! individuo que co~~e~se el sentll11l7!l[0 oD~lDano de l!1f:nondad.
«anormalmente» sus intereses por el mundo externo, es decir, se produce una Según Adler, e! niño experimenta inicialmente una unpresion de lI1fen~ndad .y de
desconfianza respecto de sus padres y al mundo en ~eJ]eral. Durante su lI1~anCla,la
extraversión. J ung pretendía elevar estas diferencias del flujo libidinal (inte-
adolescencia y la edad adulta, el individ~o trata contlJ1~al11ent~de vencer dicho sen-
reses psíquicos) a la categoría de dimensiones universales de la personalidad. rimicnro y de alcanzar un estado que le infunda segundad (pág. 43).
Freud, que en esos momentos se interesaba más por la comprensión de la
Para Freud se trataba de una generalización excesiva, y no podía tolerar
que en el momento más álgido de su conflicto con Jung, éste saliese con
sentenciosas interpretaciones tipológicas que le tomaban como objeto de
) Para pormenorizar estas diferencias pueden consultarse Freud (1914d): Benncr (1966, ~rud~. .
cap. 2); J ung (1962); Roazen (l971, caps. 6, 5), y sobre todo, la correspondencia Freud/jung Pero tras la ruptura con Freud, Jung siguió i.nvestigando esa brecha ?bl~r-
de esos últimos años de relación. la en la descripción de los tipos. Una vez superado su largo retrro público

/
/
96
Antonio Carcía de la Hoz
T L'\5 primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl GUSta\! jung, Su actualidad 97

(~813-1919), apareció su extensa obra Tipo, psicológicos (1921), verdadera 6) Afectivo-introvertido: Tipo modesto, tranquilo, liipersensible, le
CU113 de su pensanuento.
resulta difícil hacerse entender. Si es mujer, pod.eroso atractivo para
~as clasificaciones tipológicas tiene una larga herencia y también han hombres extravertidos.
con5muado tras J ung. En la Grecia antigua se hicieron famosos los tipos 7) Sensorial-introvertido: Tipo tranquilo, benevolente, sensible a la cali-
segun los «humores» ~Ol'porales: Sanguíneo (sangre), colérico (bilis), flel11á- dad estética de las cosas.
neo ~flema) y melancólico (bilis negra), y todavía se utilizaban en la Edad 8) Intuitivo-introvertido: Soñador, concede gran valor a su interioridad,
Medi~. Krestchmer}1!zo famosa su tipología gue relacionaba la personalidad considerado a veces como raro y excéntrico.
con CI~r:osr~sgos físicos (leptosomátic~, atlético_y pícnico). También Ianer,
BIeule~ y ~Olschach l~tentaron correlacionar entidades nosológicas con ras- Brachfeld (1954), citado por Ellenberger (1970, pág. 791), destacó la .
g?:. ~s~col~glcos: ~~ ¡¡pol?gía junguianaaspirshs a clasificar factores psico. semejanza de los tipos extravertido e introvertido de J ung con las dos actitu-
JO?ICO~normales, ~1l1 aludir a caractensncas corporales. En realidad, la des- des intelectuales (introspección y externospeccióo) descritas por Binet
cnpcion de la tipología ocupa solamente el último tercio de su extenso libro (1903). Como el libro de Binet apareció en la época en que J ung estudió en
tras u.nla~'~op~nplo sob~'eestudio ?e, otras obras deteólogos, filósofos, poe: París con J anet, «es probable que lo leyera y después lo olvidara, lo cual sería
ta~, h.lstollado[~s de la CIenCIay psicólogos, J ung vera la oposición extra ver- un ejemplo más de esas criptomnesias tan frecuentes eh la historia de la psi-
slon/U1troversion por todos los lados. guiatría dinámica» (pág. 792). . .
.La extraversión y la introversión son .dos actitudes, espontáneas o volun- El libro de los Tipos psicológicos junguiano fue contestado en cierta forma
tall~s: presente~ en cada individuo en diversos grados. En síntesis, la extra- por Freu~ en u~ escrito breve, (~iP.Ol: libidina~~s, 193}a), p~ra demos.trar
version ~s la actlt~d de gW~,nesde;rivan d~ exterior, de factores externos, sus desde el titulo mlS1110que la teona libidinal también podía producir una npo-
mO~IvaclOnes.L~ ll1t;roverslOnsena la actitud opuesta, cuando los individuos logía caracterial. Aunque a Freud nunca le interesó demasiado el efectuar
derivan sus m?tlvaclon~s fundamentalmente desde el interior. Por supuesto tipologías omniabarcadoras.
que hay tlpO~ intermedios, y de hecho son los gue se observan eseucialrneri-
te, formas mixtas. Pero ambas actitudes entrañarían una específica visión del
mundo.
2.3.2.3. La estructura de la psique
J ung q_ue,C0111.0hemos dicho, había madurado esta concepción durante
muchosanos, s~ dio cuenta de que su clasificación era demasiado genérica y jung desarrolló un sistema energético-psíquico, donde la energía, del:o-

4
gue.?ra imprescindible introducir subdivisiones. La clave para ello se la dio' la ~ minada libido como en Freud, era despojada del ropaje sexual. También
nO,Cl.onde Iunciones de la con~iencia (actividades psíquicas gue permanecen ~--- como Freud, afirmaba gue dicha energía no se podía medir, pero se podí.an
teon.cament? invariables b~Jodiversas circunstancias). Para Jung existen cuatro
hincione, básicas: Pensamiento, senumiento, sensación e intuición, siendo [as . apreciar las diferencias cuantitativas de la misma. Jung afirmaba que los prin-
cipios de la energía psíquica eran paralelos a los de la energía física (la con-
dos primeras facultades racionales y las otras dos irracionales. Al cruzar estas servación, 1.1 transformación, la degradación), pero gue a diferencia de ella, la
cuatro Iunciones .con la~ do~ actitudes básicas (extraversión e introversión), eneraía psíquica (libido) no sólo tiene una causa sino también un fin, es releo-
obtuvo sus ocho tipos psicológicos, que podemos resumir a continuación: lócric:l. A partir del flujo de esta energía (hacia dentro o hacia fuera) se va
estructurando la psique, caracterizada por una serie de conceptos o polari-
1) Re~e.xivo-extravertido: Tipo dogmático, sintético, de pensamiento dades complementarias (consciente versus inconsciente, introversión versus
positivo y reglado. extraversión, razón versus emoción, pensamiento versus sentimiento, anirnus
2) ~fectivo-extravertido: Tipo 9ue se adhiere a valores fijos aprendidos, versus anima, etc.).
lespet~osos por la~ conv~nclOnes SOCiales,emocional, correcto. Para J ung, la psicología es ante todo una ciencia de la conciencia. El yo
3) Sensonal-extravertld.o: TIpO an:ante del placer, sociable, adaptable a consciente se sitúa en el centro, regulando las cuatro funciones fundamenta-
las personas y a las crrcunstancias externas. les expuestas, y es como la frontera entre el mundo espacial-externo y el inter-
4) Intu itiv?-extrave~tido: Tipo perspicaz de situaciones sociales, detec- no-psíquico. Consciencia e inconsciencia se relacionan en cuanto a un siste-
ta ~,se)s.lent~atraído ~or lo nuevo. Talento para los negocios, especu- ma autorregulador, comparable a los mecanismos homeostáticos del cuerpo.
lación filosófica y política, En 1935, jung distinguió dos sistemas conscientes: ectopsigue (sistem~ de
5) Reflexivo-introvertido: J ung tomó aquí a Nietzsche como modelo conexión de la conciencia con las impresiones del ambiente) y endopsique
Carece de sentido práctico, se aisla ante experiencias desagradables: (sistema donde se conectan los contenidos conscientes con los procesos que
quiere llegar al fondo de las cosas, audaz en ideas, aunque inhibido a discurren en el inconsciente). Atribuyó a cada sistema cuatro funciones deter-
veces por dudas y escrúpulos. minadas. Kriz (1985, págs. 93-95) las resumió como sigue a continuación:

/
98
Antonio García de lu Hoz
Las primeras disidencias históricas: AlfreclAdler y Carl Gusrav Jung. Su actualidad 99
d Las ~unciones ectopsíquicas ya las hemos citado: a) Pensamiento (lo lle
a non~ re a las cosas, y que se corresponde a la percepción más el ·uicro .
b) slentIIJ1I~n.to.
(valorar ~fectlvamente las cosas); c) sensación (suma] de
h ec 1?S percibidos, 110S informa sobre la existencia de algo) y d'\ l· t .. ,
l;~ En síntesis, para Jung, la psique es un sistema dinámico compuesto por
tres elementos: La conciencia, en cuyo centro está el «yo» (aunque 110 abarca
toda), que mantiene la actividad entre los contenidos psíquicos; el incons-
(ct lid d . ~,. 1 ti / 11 lJICIOn
ciente personal, lugar intermedio, donde está todo lo reprimido, olvidado,
la, a s.el1upro enea que ~·eaciona pasado con futuro). Ya hemos ex ues.
todcollJoplelCls~mente a partir de estas funciones ectopsíquicas Juno e~ra· sentido por el sujeto, y que ha caído bajo el umbral de la conciencia, y. el
to a su tipo ogia. ' b' JO inconsciente colectivo, con contenidos que no proceden de la adquisición
Las funciones endopsíquicas son: a) La memoria (conexión con las Cosas personal, sino de la herencia de la humanidad formada a través de su historia
q~e nb.es.tan ednlalcofnclenclH,dejadas de lado o reprimidas); b) componen_ y de ahí la formación de los mitos y leyendas. Se manifiesta en forma de
~es ?u ]e;lVOS e ~s un~lOnes conscientes (de difícil definición como u arquetipo o de símbolos. Uno de los alumnos más representativos de ]ung,
I11clmac:ona reaccionar siempre en un cierto modo muy cercano's a 1 na ]olandeJacobi (1978), introdujo en 1939, con la aprobación dejung, una sis-
bra del el el ) (vé 2 o " a ia SOI11- tematización del inconsciente en cinco campos (de menos a más inconscien-
tan 1 111 ~v;dUO vease .).2.4); e) emociones y afectos (que a veces violen-
d
e C l1t¡o el yo. J ung dice que hay emociones genuinas donde el control
n.o puel e 1acbernada), y d) Invasiones (que se producen ¿uando el incons-
tes): a) los recuerdos; b) lo reprimido (dos dominios pertenecientes al incons-
ciente personal); c) las emociones; d) las invasiones (dos dominios del
C!e~te, a som ra, se h~ apropiado del gobierno del yo e invade la conciencia inconsciente colectivo) y e) lo que nunca se hace consciente.
pOI ejemplo, en las CrISIS mentales o en la inspiración artística) E al.
mediante las funCIOnes endopsíquicas, el individuo entra en co~tac~og~~~r,su'
Il1COl1SClen te. 2.3.2.4. El inconsciente colectivo JI los arquetipos
Todas las funciones junguianas las hemos expuesto en el siguiente
gráfico: Como hemos visto, para J ung, el dominio inconsciente de la psique es
doble. Por un lado está el inconsciente personal, que básicamente coincide
con el freudiano. Pero además existen ciertos contenidos que no. se pueden
considerar adquiridos por la persona y que manifiestan un marcado carácter
FUNCIONES DE LA CONCIENCIA mitológico, independientes de la cultura o raza, y comunes a toda la humani-
dad. Se trata de lo llamado por J ung e! inconsciente colectivo, que no pro-
viene de! efecto de ninguna represión individual. Según 'Bennet (1966), con
ECToPsÍQUICAS
ENDOPSÍQUICAS la hipótesis de! inconsciente colectivo, J ung se desligó de la noción de incons-
(Relación con el mundo exterior) ciente freudiano, aunque hay que objetar a esto que Freud (1923b) también
(Dirigidas a aspectos intrapsíquicos)
terminó por no hacer coincidir lo reprimido con lo inconsciente, y con su
SENSACiÓN concepto de Es (ello) tendría un alcance mayor, aunque tampoco se puede
~.i [Función evaluativa de la realidad)
MEMORIA
afirmar que el Ello freudiano coincida con el inconsciente colectivo de jung,
La noción de inconsciente colectivo ha dado lugar a ciertas confusiones e
~ [ INTUICIÓN
COMPONENTES SUDjETrvOS interpretaciones erróneas. Jung no quería significar con ello ninguna menta-
.: (Dimensión extmsensorial lidad grupal, es decir, una especie de inconsciente incontrolable en una masa
de la realidad) de las funciones conscienres
(al uso de Le Bon) que suplante la actividad racional del individuo. Para
PENSAMIENTO
J ung, el inconsciente colectivo es la base o sustrato común que-imprime un
EMOCIONES Y AFECTOS carácter universal o uniforme a cualquier mente singular. Se manifiesta en
1¡:¡ (~omprender el mundo por
VJa Intelectual y reflexiva) cada individuo bajo un cariz propio. Es transmitido a través de las genera-
ciones, y así C01110 el inconsciente personal es la sede de los complejos, el
'"~ [ SENTIMIENTO
INVASIONES
inconsciente colectivo es la sede de los arquetipos. Los arquetipos son estruc-
(Dar valor a las cosas) turas preexistentes y originarias. En realidad estarían muy cercanos a la
(Ponen en contacto con el tnCODS-
cicnte y se accede a él a través de SlIS noción tradicional de instinto (véase 12.1.2), pues de hecho constituyen los
sueños, afectos asociaciones, etc.) modelos de la conducta instintiva.
Jung no creó la palabra arquetipo. Existía desde la antigüedad en el sen-
tido de modelo o prototipo originario del cual se fabrican copias. Tiene una
cierta similitud con la «idea platónica». Para J ung los arquetipos no se here-
dan en tanto imágenes concretas, sino que más bien son principios básicos de
101
, , ias hi .:-, -, Alf -ed Adler y Car] Gustav
L.'s primeras dlsltler~CHls l1SW11Las, i
J ung. Su actualidad
100 Antonio Garcia de la Hoz
, de TIU' er aunque puede fundirse con las imáge-
estructuración que organizan cien as imágenes para que éstas ingresen en la materna como protonpo dl 1J vida' hermanas amigas, esposa, etc, Pero
conciencia, En vocabulario junguiano, sedan centros de energía psíquica que nes ele otras JUluJeresrealís , e ~en h~reditaria de mujer forjada por expe-
poseen una cualidad «numinosa», vital, y sólo son propensos a manifestarse otra fuente de anima e~ a irna todo hombre lleva en sí la imagen eterna
en circunstancias críticas bajo formas simbólicas, Kriz (1985, pág. 99) los riencias ~ncestrales, Kala J ~l:ge:~ o del conjunto de experiencias ancestl!-
compara con los núcleos gramaticales básicos en todas las lenguas, según afir- de IaE'lmuJ~r,u;sap~'~babkl~le~te L~Hlrepresentación psíquica dde1¡ahPeqlble:1a
ma Chomsky en su teoría de la gramática generativa, Sirven para la estructu- les, ant1na , id s en el oro-a111S1110e om le»
" d femel1lnos contel1l o o ' d 1
ración pero no se manifiestan en la estructura generada, podríamos decir, En porclOn e 6~ene; 1P) Enforma similar, el nnimus es e,l arlluetl,P0 ,e
esta forma se pueden asimilar a la noción de pulsión de Freud. (Bennet, 19 ,'p,\g, -' tr 111el10S descrito que el anima, y mientras
J ung, que a pesar de todo pensaba de él mismo que era un empírico, se ~lll11aen- 1a nrujer" Se encueof' la, _, de mujer el animus en mue bas as ocasl
ocasio-
daba cuenta de que las nociones de inconsciente colectivo y de arquetipo '[ , re una IgUla , '
este u timo e\ sl,el~d. 1 de' fiouras masculinas, En este caso es,; padre e
l oad 1
podían ser acogidas con mucha frialdad por los psicólogos, pero para él resul- nes, es una p ura I ,~c o o en el caso anterior también hay que
taren imprescindibles en sus experiencias clínicas con pacientes esquizofré- rototipo del arquetipo" pero com, ' J o d cr1bi6 mediante el con-
nicos y para el análisis de los sueños, ;ñadir la fuente incfonsClente he1~edttdanlaa' mtull1J'~r
ye:egún Bennet (1966) ello
' la aceta rnascu 111a e , 1 '1
En el esquema junguiano de la psique, ya hemos comentado que el yo cepto d e,an,ldmus z , 1 sino-ular trascendencia práctica a a pS1CO0-
consciente forma el centro de la misma, donde se encuentra la confluencia ha constitUl o «UD aporte e e o
entre lo interno y lo externo, Alrededor del yo gravitan una serie de subper- gia femenina» (l?ág, ~14), 1 E íritu que puede aparecer bajo
sonalidades, entre las cuales J ung considera especialmente dos de ellas: La O tro arque npo unportante
," es e sp, , fi mas ancestrales, dilV1l11
, id ad es,
¡;>ersonay la sombra, La persona es un término latino que significa «máscara» diversas formas simbohcas: Viento, mdar,s ¡gpersonificación más común es
'1 1 borado-es etc Pese a to o, l , -
(de teatro), y ese sentido de máscara o disfraz es el que toma en Jung: la per- anIma es ca a , 1G" 'Madre (magna mater). Este arquetlpo sigue e~1
sona es la careta originada por las exigencias de la vida cotidiana, Son las acti- la del Sabl? Anclanolo Sin bar o el más central de todos los arquetl-
tudes convencionales que el individuo adopta socialmente, por su integración importancia al del ama, 111 em go, curre con la noción de «yo» en
en los distintos grupos, Puede correrse el peligro de asimilar tanto esa más- os es el sí-mismo (Selbst), _qld1ecdomoo, bigiiedad Es al mismo
P tá prena o e una gran am '
cara que se confunda con la verdadera personalidad, La sombra sería la suma freud ( 15,2 '5 "2 2) ,es a, ' , timo de la personalidad, y una
, l centro i ible illconSClente e 111 I e 1
de las características individuales que se desea esconder, tanto a sí mismo tiempo e centr? mVISl l' d d 1 unificación de lo consciente con o
como a los demás, Pero tampoco hay que rechazarla del todo, pues entonces ~otalidad psíquica, resu ta ~er: subrayar ;nte todo es que no hay qu~ con-
se vuelve más activa y maligna, Los límites de esta noción junguiana son poco ll1conSClente,Lo queJung q L:\ " " del sí-mismo corre pareja con
precisos, A veces indica toda la psique inconsciente y entonces se confunde
el proceso de indivi uacion, pOI o q
1
fundirlo con e~ y~ c_OdnsCl~?te,~ es~~pv~:s a continuarlo en el siguiente
con el arquetipo del alma, A veces puede confundirse también con la noción
de lo reprimido de Freud, apartado,
La persona y la sombra son los dos aspectos más externos del individuo,
Parece muy evidente que remiten a entidacles Eilosóficasmás que psicológi-
cas, aunque seguidores freudianos han recogidos estas nociones sin usar la 2.3 ,2,5, La individuación
terminología junguiana, como por ejemplo Winnicott (1965) cuando hablaba ., "" di 'el ión « ara desionar el proceso mediante el
de falso sel] (que podría comprender tanto la «sombra» C01110 la «persona» ,
Iung creo el ter 1111110 111ierte
IVI ua~.r,ond.P'd o" p"'sl'colo'
en 111- lVl u
sico es decir, en una
"" ,
de J ung) y verdadero self (que podría ser asimilado al sí mismo de J ung). cual una persona s: c~n~, , ' ad» (Bennet, 1966, pág. 153), No u,ene
Más en profundidad nos encontramos con los arquetipos propiamente unidad particular e indivisible °dt~tad~d'd lismo (que sugiere un pensamlen-
I oncepto e 10 lVI ua 11, di
dichos, relacionados ya con el mundo del inconsciente colectivo, Los más na d a que ver, con ,e e , . trie ) La individuación es la realización en e m 1-
importantes son el alma (anima y animus), el espíritu y el sí mismo, Otros to y una accion mas egocen rica , 1 o colectivas en el proceso que
,
viduo d e 1as cualid
I ades, tanto
rnili persona
' , d es1 com_ alidad Este , proceso ab arca
arquetipos pueden ser el héroe, el dragón, el paraíso, el infierno, etc,
El alma se alcanza a conocer por sus manifestaciones, cuando se proyec- eleva al ser humano a la un caclon, e a pelson '
ta como personificación característica del otro sexo, De este modo, toma en todo el curso de la existen,ci~/~d sUJ~~o, U va a cabo la combinación de lo
el hombre la forma de una figura femenina (anima), yen la mujer la forma de Cuando el p:oceso ~e 111 lVI,u~cI?n sera~;l o en ~ll1apersonali.dad más
una figura masculina (animus). Tanto hombres como mujeres conservan en su consciente y lo l11COOSClel1te permite Intdeg ,Y" smo Lo define como
, 1 e Jung enorruna si-rrus '
inconsciente colectivo una representación ideal del otro sexo, amplia, que es Just~mente io qu , o constituyo y enzloba facetas
Las encarnaciones del anima en el hombre son múltiples y oscilan entre «la totalidad, conSClentee l11,consllent~,(~e l~anifestacion~s co~porales y el
una sola mujer o varias figuras, En parte, su origen procede de la figura insospechadas, como por ejernp 0, cier a e

/
/
102 primeras disidencias históricas: Alfred Adler y Carl Gusrav .fung. Su actualidad 103
Antonio García de la Hoz LIS

inconsciente» (Collected íX'orks, tomo IX, pág. 275)~. La individuación es un efectuado un relato de todo lo más importante acontecido en su vida viene el
p.roceso integrador; casi de purificación, donde a lo largo de todo el decurso momento terapéutico más propiamente junguiano, el procedimiento sintéti-
vital de _loque se trata es de! descubrimiento del propio ser. El proceso pasa co-hermenéutico, que se diferencia del más propiamente freudiano analítico-
por va:'Ias fases, que jacobi (19/8), una de sus alumnas más preclaras, ha reductivo causal
entendido com? dos grandes tareas: a) Una llevada a cabo durante la prime- Para J ung, el método analítico de Freud, aun.que puede obtener resulta-
ra mitad de la vida, donde a grandes rasgos nos iniciamos y desarrollamos con dos muy satisfactorios, a veces resulta interrumpido po~'causas no ~e~1asla-
la l~ealr~a?exte,rna y b) otra hacia la segunda mitad de la vida, donde es nece- do claras. Entonces lo que hay que efectuar es un cambio de procedimiento,
sana la UllCJaC10ncon la realidad interior. La individuación, en sentido estric- y pasar a un método más. sintético-hermenéutico, d_ondese intent~ inculca~
to, comprende este segundo tramo. un mayor sentido a la existencia del paciente. Segun J ung, su método esta
.Una v~z alcanzada la ~1di~rjduaciól1,.el~I~ ya no es el centro de la perso- especialmente indicado para aquellos sujetos intensamente preocupados por
nalidad, Sl110el Selbst (sí-mismo), El individuo logra la ecuanimidad, ha pLOblemasmorales, filosóficos o religiosos.
encontrado la verdadera forma de relación con los demás hombres, y ya no No 110Sdetendremos en los aspectos técnicos del proceso terapéutico que
tel11~a la muerte. Ha alcanzado la sabiduría. El logro de la individuación se en síntesis, debe pasar desde un enfrentamiento con la propia «sombra» y
manifiesta por la incesante aparición de imágenes arquetípicas del sí-mismo. «persona», hasta llegar respectivamente a lograr la comprensión del anima o
El pro~eso se puede describir en términos junguianos de la forma que sigue: animus, el contacto con el arquetipo del espíritu (Sabio Anciano o Gran
despue~ d~ pasar por ~n encu.entro con la propia «sombra», se llega a las pro- Madre), y por fin, alcanzar la individuación (el sí-mismo]..
fundas unagenes del inconsciente colectivo, donde sobreviene el encuentro Hay que añadir también que, para Jung, la psicoterapia puede ser enten-
con el animus o anima~l:asta llega~'a la i.ntegración total, a la totalidad que en dida como una nueva reeducación, en un sentido muy similar al adleriano.
muchas cL~t~ras y religiones se simboliza por el «mandala», figura circular
que, los ascencos y rrusncos establecieron para ayudarse en la contemplación.
Esta claro que estos fenómenos se sitúan fuera de la experiencia cotidiana 2 J.3. LA INFLUENCIA J
DE UNG EN LA ACTUALIDAD
:<n~n:nal»,X tan;bién fuera de los objetivos de la psicoterapia junguiana. La
individuación solo la alcanzarían muy escasos y escogidos pacientes. . Resulta bastante curioso cómo, a pesar de que Jung se oponía a la etique-
ración de los seres humanos en categorías, los tipos psicológicos que descri-
bió han pasado a ser una de las bases de la teoría de la personalidad de uno
2.3.2.6. La psicotel'Clpiajunguicma de los psicólogos contemporáneos más famosos: Hans Jürgen Eysenck
(1947), quien recoge las dimensiones junguianas de introversión y extraver-
Los últimos comentarios del apartado anterior nos pusieron en contacto sión para elaborar su propia teorización sobre la personalidad, plasmada ope-
con la concepción psicoterapéutica de J ung, que no se limita a la eliminación rativarnente en varios cuestionarios. Eysenck (1970) llega incluso a postular
de los Sll1tOl~as,51110 que intenta alcanzar el crecimiento o la autorrealización. la existencia de disposiciones heredadas como causas de estas dimensiones
Su concepcion de las neurosis es positiva, en tanto en cuanto abre el camino junguianas, y la existencia de algún sustrato fisiológico en el sistema .reticular
para un nuevo desarrollo de la personalidad. ascendente que refuerza las excitaciones nerviosas en el caso de los introver-
El proceso comprende varios esradíos, cada W10 de los cuales sezún tidos (Kriz, 1985, pág. 96). Este punto de vista se encuentra en las antípodas
Ellenberger (1970), puede constituir un método independiente por sí ;11is~10. de las intenciones de Jung, para quien los tipos psicológicos eran considera-
A veces no se puede llevar a cabo el proceso entero, debiéndonos contentar dos como meros indicadores.
con alcanzar solamente alguno de los estadios. Pero es que la tipología junguiana de las actitudes es tan general y exten-
Prime~'o tenemos ~Inestadio de concienciación, donde el sujeto debe vale- dida, que ya no nos podemos desprender de ella, y ha pasado a formar parte
ra~'la real!~ad de su sltL.laclónpr~sente. Es similar a lo que en la psicoterapia del acerbo psicológico de la mentalidad popular de la gente. Calificar a
pSlcoal1all~lCase denomina análisis d~ la demanda y analizabilidad del pacien- alguien de introvertido o extravertido es, hoy día, una expresión coloquial
te. Despues de superado este estadio viene el momento de la confesión el que da una idea rápida y directa de alguien sobre quien se esté hablando.
relato y descubrimiento de los secretos patógenos. Una vez que el paciente ha Durante muchos años la psicología analítica apenas ha tenido escisiones y
;
querellas, quizá debido a la larga vida del propio Jung. En palabras. de su
secretaria final y discípula Aniela J affé (1967), J ung «se había convertido e.n
una leyenda aun antes de su muerte» (pág. 11). La razón es que la influencia
. 4 «A.io:,. Contribuciones a los simbolismos del sí-mismo», versión castellana, Buenns de Jung 110se limitó únicamente a la psicología o la psicoterapia, sino que se
Aires, Paidós, 1986.
extendió a sociólogos, economistas, políticos, teólogos, etc. Resulta bastante

/
'1

104 t
Antonio Garcí~ de la Hoz
! Las primeras disidencias históricas: ALfred Adlery Cad Gustav jung, Su actualidad 105
curiosa la anécdota relatada por Ellenberger (1970, pág, 829) en relación con I
el papel jugado por J ung para la creación de la después mundialmente COllO-
cid a Asociación de Alcohólicos Anónimos,
1I humana captada intuitivamente por los grandes poetas (so,br~todo $~akespea-
re Goerhe). Adler estaba más interesado por el, conocinuento practico ~e!
J U~l~~io un fuerte impulso para la psic?terap,ia de ,los esquizofrénicos y 1 hO¡;lbre concreto, el j\¡[enschenkenntnis, A Jung le 111lport,abalayascen?en_d~,
se anticipo en cierto modo a los analistas existenciales, II1fluyendo así mismo í la visión del hombre como tipo dentro de uoa,trayect,ona f~ogenetJc~, un:v~Is ,
en personalidades famosas del posterior movimiento ele la antipsiquiatría Tanto Adler como ]ung, en sus respectivas onentaciones, yragmatlca o
(Laing y Cooper). - universal necesitaron criticarle lo mismo ~ Freud: La exageración de! uso de
la libido 'la noción de la sexualidad infantil, Para Adler resultaba molesta ,en
En 1942 se creó el «Instiruro Jung» en Zúrich (actualmente auténtico san-
tuario de la lectura purista de Jung) yen 1957 la Sociedad Suiza de Psicolo- s'u tarea 'educativa, le era más sencillo hablar de la lU,c,hapor ,la superaclO d,
gía Analítica, cuyo primer presidente sería Kurr Biswanger, Para Jung era excesivamente reducid" en s_uconcepclO,n,abs:lacta y e~ev~ ,~
-r:ras,la muerte de Jung se produjeron algunas escisiones, pero el junguis- del ser humano, y aunque necesitaba una tuerza energetica, esta no era LUlI
mo Slg~IÓpresente sobre todo en EEUU, Italia, Suiza, Alemania e Inglaterra, camente la sexualidad" , , , istoria ouedi ' '
Como informa Delacampagne (1982), el junguismo mantiene dos cUrecciones CaD el paso del tiempo, probablemente el JalCIOde la historia pue arel:
fundamentales: A) Una más clínica, que se ha preocupado de «profesionali- vindicar algunos aspectos de la teoría adleriana, Por un lado y~, se esta
zar» la práctica junguiana con la creación de institutos y sociedades, aunque haciendo a partir de las actuales cornen,tes de pSlcoterapl~ co,gnmva, pO,r
todavía estamos a la espera de la publicación de sus diarios clínicos», En esta ejemplo la racional-emotiva de Albert ~llls, Por otro lado, aun SlO n~mbra~-
vertiente ha influido en numerosos psicoanalistas ingleses, de los cuales bay l~, se ha concedido mucha importancia a la~ aportaciones de la pSlcoll~la
que resaltar a Winnicott. B) Otra más heterodoxa, interesada por las aplica- del yo (véase 3.3), y sobre todo hoy es an:p]¡ame~te aceptada como pu S1O-
ciones de la psicología junguiana a la filosofía, al arte o a las religiones, Como ;1
nal la agresión extralibidinal, que Adler tue, primero en de:_stacar(l9~7),
señala Gutiérrez (1993), se puede hablar' de una línea intermedia representa- le Freud incorporó bajo la forma de PUISlOl1 de muerte (veas~ 12,2.3 , y
da por la corriente antipsiquiátrica inglesa (sobre todos sus iniciadores Laing, g~e hoy día muchas escuelas den0';linan si~ple~ente como p~slOnes agre-
Cooper), que además de interesarse por la filosofía o el arte, se preocuparo~ ¿ivas, En su momento, Freud penso qLl~el interés de Adler por los proces~s
fuertemente por la clínica de las psicosis, siguiendo una rama muy clásica del del yo ponían en peligro todo su trabajo elaborado alrededor de _lasexuali-
junguismo, dad, El tiempo ha demostrado que ese temor, aunque comprensible, resul~
taba infundado, Puede que lo que fuera relevante enton~es era la luch,a por
el poder entre el pr?pio Freud y Adler, yeso hizo que la ruptura fuera tan
2.4, CONCLUSIONES FREUD/ ADLER/JUNG especialmente agresiva, '" 1 b
Con J ung fue diferente, El campo de, estudio .Jung~lano resu t~ a n:uy
Podemos cerrar el capítulo con unos comentarios personales sobre los tentador para Freud. La telepatía, el ocultismo, el interes por los mitos, cul-
tres grandes pioneros de la psicología dinámica o psicoanalítica, Tras una pri- turas y religiones, los poetas, la literatura" todo el~o a,tra1~en?rmemente a
mera revisión de su obra, lo que primero llama la atención es el hecho Freud, pero veía claramente cuál era el peligro de l11mlSCUlrs~ u:tensamen~e
siguiente: Para construir el edificio psicoanalítico, Freud ha evitado inclinar- en ese territorio: El alejamiento de la tarea ~1ayOl'qU,ese b~bla }~pL1esto, a
se hacia dos lados, tan peligrosos como temadores, representados por el pracr- construcción del psicoanálisis como l1:ovllmento ~línlco y científico. A J U?g
marismo adleriano y el misticismo teórico-especulativo de J ung. Aunql~e entonces le podía dejar ese campo mas especulativo, pero que como ~licIa,
pueda haber otros adjetivos para describir las direcciones que siguieron tanto resultaba muy tentador para Freud, como se ha d,emos,trado P?r,la ~u, ,ca-
Adler como J ung, de lo que no nos cabe duda es que ambas se desprendían ción de su correspondencia conjunta, La formación eplstem?loglca le~lbIda
con naturalidad elel trabajo de Freud. en los años de relación con Brücke pesó lo suyo, com0_p~ra Impedirle l,r?~r
Como por un lado se colocó Adler con sus simplificaciones, quizá exage- el camino junguiano con total libertad, Lo que no fue óbice vara que hiciera
radas y reduccionistas (como por ejemplo, el sentimiento de inferioridad, la incursiones esporádicas y brillantes en ese terreno, como por ejemplo, sus,tr:;-
voluntad ?e poder, la terapia educativa, etc.), y por otro se situó Jung, con sus bajos sobre Leonardo (1910c), Tótem y Tabú (1912-1913 l, sobre El Mo:ses e
especula cienes de altos y profundos vuelos (como por ejemplo el inconscien- Miguel Ángel (l914b), El porvenir de una il~tsión ((l?27c)~ sobre Dostoievsky
te colectivo, la,individuación, elmandala, etc.), Freud pudo instalarse en una (1928b [1927]), entre otros, Esa vena, llamemosla, <<JungLUana~> (aunque tam-
posición más idónea para el desarrollo científico del psicoanálisis, bién era suya), se intensificó en Freud cac;l~vez mas ~n la medida q,ue se ~c,er-
Por eso no se puede considerar a Adler y a J ung como herejes del psico- caba a su final, siendo su máxima expresion su pl'OplOensayo sable lvlozses y
análisis, Sus sistemas son básicamente distintos del freudiano y entre sí mis- la religión monoteísta (1939a [1934-1938]!, ,
mos, Freud pudo incorporar a la psicología científica la herencia de la psique Pero Freud en mi opinión, mantuvo siempre controla~a esa tenden~Ja, y
se conservó,, también
' " hasta el fina,
' 1 como mas " y meJOIc
, l'truco que jung'" inte-

I
106
Antonio García de la Hoz

resán~ose siempre por el mecanismo preciso del proceso de enfermar en 1


tlasro~nos mentales'] mucho menos por las investigaciones filooenétiC'ls c~s
maYl?l. o menor gra o de especulación. y por esta precisión ~línico-~p'l'sten
mo OOKa tampoco podia· l' -
péuri~o de
Adler. ' emparentarse con e pragmatIsmo educativo-tera_

. fl ~01l10 no podía ser de otra forma, en los tres vemos cómo su obra es u
1 11 ejo de su.s cualidades
personales y profesionales. Quizá es en Adler dond n
(P~see~bse[va con .mayor claridad, pero caer en interpretaciones biografista~
. pp ,1974) pala Juzgar una obra tan enorme como la de nuesrr .
~:st~l~~~d~s J,:arece uQnil~oJLlci,ónperversa y maliciosa, amén de servü~~si~~~~
E 1
1 C1O:0S. ¿ ue teoría no Llevael sello personal de su autor?
b n co~c cilOt' te~1emosa. una tríada de autores, donde compartiendo la
id~~~e~~~11L~e a ?Slcoterapla, en sus orígenes, se han diversificado en su~
(Adler) ~ ten pOI tI Jada 1~1as. ,supe:-f~(jal y pragmático, aunque efectivo
donde Freudeh por d
cipectuaclOn teOl:Ica humanística en general (Jung) , y
edificio p.sicoanaa~~~o~f?c~T~e;~ t~~u~l~ l~~~~~~~~bi~en~~~~~~ah!s~~~~1 jel La psicología del ego. Su actualidad
~~o~~I:~mp01:tantes que, por ~mperíodo significativo acompañaron a Fre~d
d .. 11o~dUlla, ~ que después contmuaron con éxito su labor en pro del
esarro o e a psicoterapia y la psicología en general. 3.1. INTRODUCCIÓN

La psicología del yo fue la heredera de la ortodoxia freudiána tras la


muerte del maestro. Su hegemonía se vio fundamentada sobre la sólida base
de las aportaciones de Heinz Hartmann (1894-1970), quizá el teórico princi-
pal dentro del psicoanálisis ortodoxo, aunque en sus escritos llama podero-
samente la atención la escasez de ilustraciones clínicas, sobre todo en la etapa
norteamericana de dicho autor. Según Ingelmo, Ramos y Muñoz (1994, pági-
nas 163-164), la psicología del yo tuvo dos razones básicas para su implanta-
ción: a) La necesidad creada dentro del propio ámbito del psicoanálisis, de
ampliar el estudio de los procesos inconscientes a los procesos conscientes, es
decir, a las funciones propiamente cognitivas (pensamiento, memoria, aten-
ción, percepción, etc.) y b) ingresar en los círculos institucionales, académi-
cos y científicos.
Hartmann estuvo en contacto con W1anciano Freud, ya con la muerte tras
él. En opinión de Roazen (1971), «llegó demasiado tarde para llegar a ser el
hijo en que pensaba Freud cuando "adoptó" aJung. No obstante, igual que
Jung, Hartmann representaba el mundo de la psiquiatría académica, y era el
gentil en que Freud podía confiar para impedir que el análisis fuera un asun-
to completamente judío» (pág. 536). Al principio no le resultó del todo con-
fiable por su asociación con la clínica psiquiátrica de la Universidad de Viena.
A Freud no le resultaba demasiado atractiva la mentalidad académica, sin
embargo le ofreció un análisis gratuito.
Hartmann era un entusiasta de la metodología. Emigró a EEUU ante el
peligro que representaba el nazismo, pues a pesar de no ser judío, uno de sus
abuelos sí lo era. En Estados Unidos desarrolló todos los principales supues-
tos teóricos de la psicología del yo, publicando libros y artículos, solo o en

/
l08 La psicología del ego. SlI actualidad 109
Antonio García de la Hoz

compañía de Erns~ Kris y Rudolf Loewenstein, triunvirato que se constituyó


e~ la fuente au!onzada y hegemónica de las ideas psiconalíticas durante las
1
3.2. ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGÍA DEL YO
deca~as.de los)~ y 60. Con la obra de los tres, el psicoanálisis entró en la vida
académica, no solo eJ_l~asescuelas de Medicina (dado que en EEUU no esta- Vamos a revisar los antecedentes, estableciendo una subdivisión: ?rill1;-
ba au!onzado el análisis profano), sino también en los departamentos ele psi- . mencionando los textos freudianos que pudieron servir de inspiracicn
cología. ~~'ra los autores de la presente escue!a. ~ue~o, los auto~'es (todos discípulos
.. Las a~ortaciones de esta escuela desarrollaron los puntos expuestos por directos de Freud), que con sus trabajos 1111ctar?nla vertiente «YOIC;!»del PSi-
Ft;ud, principalmente en El yo y el ello (1923b). O al menos ésa era la inten. cO<U1álisis,y que a su vez influyeron en los escntos de Hartrnann, Kris y Loe-
Clan de HartmaI:n, Kris, Rapaport, etc. En la «Introducción» a sus Ensayos wenstein.
sobre (a PSlcologt.adel ;10 (1964), Hartrnann mismo concluía que: «a canse.
cuencia elel trabajo de Freud sobre el yo en los años 20 y 30, atribuimos ahora
al yo una mayO!:Importancia dentro de la totalidad de la personalidad huma. 3.2.1. ESCRITOS
FREUDIANOS
na y hemos venido gradualmente s~b:ay~ndo tanto su independencia parciaJ
como sus a;;pectos estructurales, dinámicos y económicos» (pág. 8). Como Como adelantábamos, el texto principal inspirador de es~aescue~aes El yo
veremos mas adelante (15.-2.3), el final de la cita anterior es significativo en )1 el ello (1923b), aunque hay que mencionar en e!l11ism~ nivel de importan-
tanto el~cuanto se va a dejar de l~do el punto de vista tópico (15.2.3.1), para cía e! trabajo Inhibición, síntoma y angust!a (1926d [l9~)J). , . .s:
sustituirlo p~r ~I estruct.ural (denvado de El yo y el ello), para privilegiar el Hartmanl1 afirmaba que durante la decada de los anos 20 y JO, elll1te~es
lugar hegemónico de la instancia yoica. del trabajo de Freud se centró en el estudio de! yo. En parte no le falta razon,
Hartmann publicó su primera obra importru:t~ en 1939, Egopsychology pero hay que considerar también dos factores: a) Por un la~o, la nueva ~ICO'
and th~ Problem o/ Adaptation, especie de manifiesto programático de las tomía pulsional, expuesta repet1d~mente por Freud, a parnr de 1920, tras la
ellrectnc,es?e esta esc,uela, y que iba a servir de fuente de desarrollo ele todos publicación de Más allá del prznczplO del placer, donde tanto el ~sp~cto pul-
los demás libros y art1cu~osque vendrían desfués. En el libro se estudia el yo sional que está colocado en un prImer plano, en forma de un l~torno a UI1
y s1!s.funclone~, en un lnten~o de ~cercar e psicoanálisis a la psicología, o estado anterior, como la noción de la muerte, dominan su p~nsamlento, y por
mejor «convertirlo en una psicología general, en el sentido más amplio de la lo tanto, dejan al yo en un segundo plano en muchas ocas~Ol:es.b) P.<:rotro
palabra» .(H~l~tmann, 1964, pág. 9). También se desarrollaba una concienzu- lado en el mismo texto de El yo y el ello, F reud titulaba su última seccion con
da invesngacion sobre las actitudes defensivas del yo, dejando un poco arrin- UD significativo Las servidumbres del yo, para insistir en su calidad de mstan-
cenado el te~a de las pulsiones, que según Hartmann «fue durante mucho cia fronteriza y mediadora ante las tres fuerzas que l~ acechan .amena~ante·
tternpo el. n~l~leo de la. psicología psicoanalttica». Por último, «el siguiente mente: el mundo exterior o realidad externa, las mociones pulsionales ll1~~r-
paso couststio en ampliar el enfoque analítico a las múltiples actividades del nas y el rigor de la propia moral (OC, pá~.,2726). Por lo tanto, la aflIma.clOn
yo, qu~ p~e?en q~edar reSUmi?HSbajo el concepto de "esfera libre de con- de Hartmann, cuando menos, hay que calificarla como LU1a pO~lblelectura de
flIctos » (ibíd., pago 9). Es decir, se concibe al yo como un ente autónomo la obra freudiana, aunque no la única. Pero corno en esos anos EEUU er.a
incluso en su desarrollo: Estos tres aspectos (la autonomía,las funciones y la~ considerado el epicentro del movimiento psicoanalítico, la postura de la p~l-
defensa~ del yo), constituyen el núcleo de las aportaciones de esta escuela, coloaía del yo fue considerada como la línea ortodoxa heredera del freudis-
que revtsarernos un poco más adelante (3.3.2). mo. Aunque en nuestra opinión, no hay ninguna duda respecto. ~ que el.yo,
.El pr~sente capí~ulo lo hemos organizado de la m.anera siguiente: En pri- en esos últimos escritos Ireudianos, se encuentra en una postcion .de triple
mer lugar un pequeno repaso a los antecedentes posibles, tanto en los escri- supeditación. Es cierto que ocupó más que nunca un lugar pre"doillll1ante.:11
tos freudlanos, como en los autores que, de alguna manera han sido prece- los escritos Ireudianos, pero con las salvedades de los dos factores que recten
dentes del establecimiento de esta escuela. Luego nos centrarnos ya en los hemos mencionado. .
ge~u1l10s}'~presenta~tes de la misma y sus aportaciones esenciales a la teoría Al convertirse en la línea representante de la ortodoxia Ireudiana, no. deja
psicoanalítica. Terminamos con unas líneas sobre la vizencia actual aportan. de ser sorprendente el hecho de que la Egopychology no haga apena~ hinca-
do algunos comentarios críticos. b, pié en la noción de pulsión de muerte, cuando para Fl:eud resultaba lm~res-
cindible en su nueva estructuración del aparato psíquico. Hartmann 111151110
(1948), tratando el tema de las pulsiones, no quiere saber nada ni adentrarse
en los vericuetos de la nueva dicotomía pulsional Eros-Thánatos, y se centra
exclusivamente en las pulsiones que se observan en la clínica:

/
'.'<:1
'-:"!P"
"¡'¡'

110
Amonio García de la Hoz
La psicología del ego. Su actualidad 111
. Para evitar ll1ala~ inrerpret8ciones, he de añadir que tanro aquí como en 1,
sigurentes conslelenlcloLles, me esto)' refiriendo al concept de 1 ' 1 as Los dos textos mencionados (Freud, 1923b y 1926d) parecen contener las
enco rr 1 la osi ' o os unpu sos que
n 1amos actua mente en a pSlcologJa psicoanalític'¡ clínica omi; e' J tr.
ceptosdeFr'ucI ' , 1 . d hi ", ' IlluOO ,0seOIl- bases necesarias para justificar la revisión efectuada por la psicología del yo,
br "e__ 0_, pnncrpu mente senes e ripótesis, orientadas en sentido biolóo-ico En lo que 110estamos de acuerdo es en que el interés por los procesos y fun-
so 1(' los tnsttntos de «uidn» l' de «muerte), CUI'a interrelación está desti d "1"
('JI «los Eenó TI el I 'eJ- E - , a oesnna a a exp 1- ciones del yo sea el principal foco de atención de los últimos escritos freu-
, • J enos e 1I VI a». sos conceptosSOIl de 11/1 orden({¡jerente como F.. ¡
las
d(~'id'ld,Y, I~ipótesis correspondientes ba» de ser dem~stJ'adas
l'OlIlp';'el1~!óJcOIl
en Uf1 senuan biolágico (pág. 7), cursiva mía).
~e;;{,.
o
dianos, Como he comentado (véase Introducción) y he expuesto en otro
luzar (García de la Hoz, 1996b), en esta última época, Freud se vio estimula-
d; por otros múltiples problemas clínicos, teóricos y técnicos, que no se C011-
di Como se v~, Harrmann no s~ quiere ,sul1_1ergir
en ese terreno tan resbala- tariau entre los favoritos de los psicólogos del yo, Por ejemplo, la cuestión
IZO"que a Freud le resultaba IInpl'escll1dlble. Por esa razón la tradi " técnica formulada en Construcciones en psicoanálisis (1937d), la sexualidad
amencana en ~uanto a las teorías de las pulsiones, o bien las h~ i~no:'ad~o~ femenina, el tema de la escisión (l940e [1.938J), con la iniciación de la com-
b.le~ ha preferido, salv,~ honrosas excepciones, cambiar la noción °de mue:'te prensión del tema de las l1ue~aspatolo¡pas e? psicoanálisi~ (trastorno,s ,de l?~r-
pOI a nocion de agresión. Este t~ma lo abordamos más adelante (12.3), sonalidad), el desarrollo y la importancia capital de la nOCI011de identificación,
192~dTo adelantabamos? también Inbibiczon, sintoma y angustia (Freud el tema del lenguaje en formación, ternas todos ellos que necesitarían una
f ~925]), es un escnto donde el yo aparece enfatizado, y ha servido d~ ampliación y LlI1 estudio posfreudiano, y que Hartmann y colaboradores no con-
re erencia a los autores de la escuela del ego, Sobre todo por dos razones ue tinuaron, al centrarse casi exclusivamente en el desarrollo de la noción del yo,
en es~ texto, aparecen: a) ~l ~o es la verdadera sede del afecto angustios¿, En conclusión, se puede afirmar que la última época de los trabajos Ireu-
b) pOI eso mlsn:o, es el autentico gestor de los mecanismos de defens L /
m,era de esas Ideas ya se encontraba insinuada en El yo y el elio
pag. 2727)~ y ahora no hace S1110 destacarse mucho más, En el escrit '
(be- dianas es inmensamente rica con respecto a la variedad de los temas que allí
se plantean, y que el haber escogido fundamentalmente uno de ellos -el
yo- para su estudio exhaustivo, y hacer de ese estudio una escuela q,ue,se
ahora, consIderamos (l926d [1925]), el tema de las funciones del yo seosi1~~ convirtió durante casi dos décadas (y que aún perdura, aunque con vanacio-
en pr~l:nerplano, Freud h~?laba en forma muy genérica de cuatro funcione~ nes) en la representante de la ortodoxia psicoanalítica, no creo que se deba
(~nclOn se~al, l~ nutl'lCJon, la locomoción y el trabajo profesional) (OC tanto a las razones teóricas esgrimidas por dicha escuela, cuanto a las razones
f. 3:
a 2834), y podría haber otras muchas en esa línea: función social funció~ políticas y de administración del movimiento psicoanalítico, que coyuntural-
u ica, etc, Per~ se daba cuenta de que eso era sólo «la superficie de 'los fenó- mente hacían de EEUU el centro del mismo. Respetando las aportaciones
b-en,os>d~C, pag, 2835), y se decidió por a~anzar más en la noción de «inhi- teóricas de la Psicología del Yo, es necesario hacer notar el sesgo temático que
icron yo», como una renuncia o restricción que evite conflictos tanto efectuaron, y no adjetivar como desviaciones el centrar la atención en otros
~on las pulsiones (ell?)',como con la moral (superyó), Es decir, eviden~emen- temas, lo que efectivamente efectuaron otras escuelas que también se auto-
~e: en un t~~o muy similnr, de supeditación yoica, al que acabamos de refle- denominaban herederas del freudismo ortodoxo (véase capítulos 4 y 5),
jar en relación con ~l trabajo anterior de 1923, Resultaba tan precario el tra-
Iamlent?l de la~/ulnclooes de! yo en este texto, que sirvió de estímulo para que
os ~?lCO:ogO~,e Ego recogieran el guante lanzado por Freud, y situaran esta 3,2,2, Los PRIMEROS PRECURSORES
nOC100(fUl::lOn del yo) al frente de sus aportaciones teóricas,
La ,SeCClOl1 VI de ese mismo trabajo se replantea de nuevo la noción de Hemos mencionado en el capítulo anterior que se puede considerar a
rnecamsmo de defensa como «actividad del yo» (OC páa 2852) d .ibi Alfred Adler como un auténtico precursor de la psicología del yo, en cuanto
do e -' "1 laci , l ai 'o', escn len-
,on,plblsl~n a an~ acion y e aislamiento, como técnicas defensivas de la a su preocupación por el estudio del yo como forma de contactoy adaptación
neLll?~ISo :eslVa, y l11~S adelante, en el apéndice titulado Represión y defen- del sujeto con la realidad, Ahora bien, también advertíamos de la herejía que
sa, treinta anos después, Freud vuelve a retomar' el térrnin o de d suponía reconocerlo, De hecho, cuando Hartmann (1948) lo cita a propósito
d f h b ', e «proceso e
e ensa», tras no a erlo utilizado desde 1896 (ve'ase 13 2) P . '1 ' I de las pulsiones agresivas, no deja de señalar que la agresión, comola sexua-
" X F d 1 ' , 01 U timo en a
sec~lOn » reu .1? ant~a su ?e~unda teoría de la angustia, que ya no e~ pro- lidad, no son «impulsos del yo», silla que parten del ello, y que por tanto
ducida ~n la ,t~nslOn sL:Jeto/hbJ,do, SIno como una reacción defensiva del yo «esta posición estructural, dicho sea de paso, también se diferencia del anti-
antedladsltluaclOl}de peligro. La instancia yoica, recién planteada (1923 b) es la guo concepto de agresión usado por Adler» (pág. 85), Hartmann, muy sutil-
«se e e a angustia»:
mente, se aparta de cualquier parecido con lo planteado por Adler, Pero hay
ahí una pequeña trampa teórica que vamos a explicar brevemente,
f Pd
~l Pel de~yo~ Como sede de la angustia, queda co[]firmado al atribuir al yo h Cuando Adler planteó su noción de agresión (1908), Freud sostenía su
OCe pr? ucir el efecto de angustia según sus necesidades (Freud 1926d
[ ~~~510Jn
-, , pag_ 2876). ' primer dualismo pulsional, pulsiones de autoconservación (o del «yo») y pul-
siones de reproducción (o sexuales o libidinales), es decir, la oposición era

/
112
Antonio G,ltTía de la Hoz 1."1 psicología del ego. Su actualidad J 13
yo/libiclo, y sobre todo se dedicaba al estudio y desarrollo de la I.
libidinales. Adle:, ~Ollsu noción de agresión, le vino a señalar a F~/u srone, ciÓI1en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Aunque nunca fue una verdade-
IIbd? no, era el UnICOmotor, ni el más importante, Jo cual Freud m~,dque la ra dirigente del Movimiento Psicoanalítico, de hecho, heredó el trono de su
mino pOI reconocer como ya hemos visto (2 1 1 2222) Sl1l0 ter. padre, y no sólo psicoanalizaba a psicoanalistas importantes, como Erikson,
mas. a trat~r (12.3.1). El puma de vista estruct'u¡'al,Yladi~li~i¿nYd~l!~~~~~lver:- o Roben Wae!der, si.no que se encargaba de los hijos de otros analistas desta-
o en lIlSt,:l~ClaS,el ello como fuente pulsional en suma aún 'no' hOPbS}- cados. El lugar donde ha llevado a cabo su obra fue la casa londinense de
¡CjUlC¡
lec 10 su aparición y ,1 Ía razó J ' ' " él la Maresfield Gardens, lugar de la muerte de Freud, que convirtió en Wl san-
. ,'.' ,pOI o tanto, a razon aducida por Hartmann en 1 '.
anterior, en cuanto a que su aaresión IJar parti r del '/ alcua tuario a su memoria.
A:ll ' , d1 b, l' et. o no es como a d Fue con su famosa publicación de 1936, El yo JI los mecanismos de dejen-
d~ ~l'2~1~flrtIa ,e .:~o, edlssÍI:lplemel1te inservible. Como hemosya pla;ma~
S(!, como puso las primeras piedras de la psicología del yo, Allí se sintetizaba
-. . . , a a?'[eslo~l a enana, la freudJana v la de Harrmann . . e
en el factor comun básico: su fuente no es libidinal, COlllCIden todo lo que por entonces se sabía de los procesos yoicos, haciendo especial
JI
1, J-ecbazo de los psicoanalism , por la teoría de Adler no d b 1 _ ,
a re e 01' de este aspecto, en el que decididamente se adelant,e e. ~aLe[Se
hincapié en las capacidades defensivas y estableciendo la primera clasifica-
ción conocida y sistemática de los mecanismos de defensa. Para Anna Freud,
plantear LU1 registro Importante no libidinal (la agresión)' es d .~ a F~e~d al los mecanismos de defensa están al servicio simultáneamente de las restric-
«yOICO»,pero «yOlCO»solamente en relación con la tennlnol e;l1ciUliIeg:stro ciones pulsionales y de la adaptación externa. Ana Freud insistía en que, para
ra.dteoría pulsional freudiana (yo versus libido), no con re!ac~g~aa le a pnmde- la desaparición de los síntomas neuróticos y la angustia, es fundamental el
(VI a versus muerte) do di" di' " a segun a análisis de las defensas contra los instintos y afectos, y dejaba en UD segundo
el lado de I ulsi dn e a ~greslOn a enana se sltuana con claridad en término el ya clásico análisis de la transferencia y de las represiones.
, as.P sienes e muerte. Adler, en suma, fue un auténtic ' ,
SOldel estudio del yo -en sus aspectos no l'b'di 1 o pl~CU1- Esta corriente, iniciada por Arma Freud, se apoyaba en la teoría estructu-
de la agresión en forma autoafirmativa evid~~te~~~~~;-' Y,suplanteanllento ral de Freud (1923b), y colocaba en el centro mismo e! estudio del yo y sus
con las pulsiones de consetvación de F~'eud Pe' F' Jel11a mucho que ver defensas, primánclolo frente a los otros modelos e instancias psíquicas. La
entonces el estudio del yo Yl ,. . ro reu no consideraba por Psicología del Yo iba a dominar desde entonces el panorama psicoanalítico
H ' . o mas unportante el yo de Adl 1 d
desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los 70 en la
cl;:~~:~~t'r;syaO es la,raz.ón esencial que forzó a ~ste último a ~~;dfs~~~il~ Y~
Adl " . ~ SI-1llISl1:0,
.que veremos en e! siguiente apartado C ' mayoría de las asociaciones de la !PI\. Aunque, como vemos, surgió en Euro-
, er era contra no a las diVISionesen instancias su o' . omo pa, las auténticas raíces las echó en EEUU, debido a la cantidad de analistas
na a la persona en su totalidad es decir l sí .' J°fteburamente, se refe- europeos que emigraron a consecuencia de la guerra. Solamente la Sociedad
EI
rrario, e! yo de Hartmann es ~l - o de I SI-1111Smoe artmann. Por el COI1- Psicounalítica Británica tuvo una posición crítica, basada fundamentalmente
estructural de la person'llidad uYn t ' yo y el ,e~/ofreudiano, una instancia en el predominio del pensamiento kleiniano y en la oposición de Melanie
A F d' ' , cons 1ucto teórico.
del y~l1p de,u ,SIn duda, es la pl:ecursora más importante de la Psicolooía Klein a los planteamientos de Anna Freud.
_ . o namos asegurar que SI no hubiera sido ' " o A finales ele los 70, no ya sólo los kleinianos, sino también desde Lacan,
panal' a su padre enfermo en el éxodo hacia .polque ten,la que acom- se empieza a cuestionar la práctica psiconalítica de esta escuela, que, según
ya se estableció alli (Incrlaterra era la sede deLolndres, lYCjL[le "t;<11S
su muerte Lacan, acercaba al psicoanálisis al bebaoiorismo.
" I ,. . b a escue él e e 1V!ea . T/'l'
uva teouca en la pSIcoterapia infantil) 1 o .'d' e ante 1'.ein, Otros posibles precursores pueden ser Paul Federn y Eric Erikscn,
dencia debió haber sido los Estados Ur;'d Ll ugar I ?I:eo mas P}-OPIO de resi- Federn (1871-1950), idealista y socialista activo, era sobre todo un «románti-
aversión de su padre hacia '<lo "1 • I os de Ameflca. Quizá compartía la co y soñador» (Roazen, 1971, pág. 333), que carecía del realismo y escepri-
• e amerrcann» pero es e id
c~ones, tanto técnicas C01110teóricas, así ~omo el n~:11~~ltedquesus aporta- cismo de Freud, Pensaba que el psicoanálisis era «el mensaje definitivo de
CItada porlos representantes de la escuela de! yo la c o. e veces lque es liberación para la humanidad» (ibíd., pág. 333). Federn era un médico refor-
Cursara principal, ' onvierten en a pre- mador siempre dispuesto a ayudar al paciente y se ocupaba de los casos más
. Arma Freud siempre tuvo el recon '. de dr . . graves dentro elel círculo de Freud. Trabajó sobre todo con psicóticos, expe-
ligencia. Estudió mazisreri oCLllU~nto e ~u pa ~e a sUlllusualll1te- riencia de la que extrajo sus consideraciones sobre el yo y por lo que se le
~sc~lela de niños. SÍt~ell1b~;,io,c~~~aPbacs~:~ltas~e ,vell1teanols'btrabajó e~ una puede considerar un precursor de la escuela yoica. Hablaba de ciertos
limitar a las tareas pedazózicas a . ' e.c aro ,que su a 01' no se Iba a «defectos de organización yoica», que podrían ser la explicación de la inca-
¡
Pronto se convirtió en ~n; d~ un~ue ello m_f1uyoel~lsu práctica analítica. pacidad del paciente para hacer frente a las demandas pulsionales. Los psi-
puede afirmar ,', as pnmeras pstcoana istas mfantiles. Casi se cóticos, para Federo, padecían una deficiencia en el yo, una debilidad yoica,
hijos huérfanos~~e sS~lh~ll~~~~~oS;ffaa~~,~lteS»ku~rol11sus propios sobrinos, los y era ahí, en e! yo, donde radicaba el trastorno, más que en la esfera sexual o
más. En 1922 e -'b" ,',', 1StY e.lI1~e. Luego virueron muchos agresiva (es decir, en la parcela pulsional).
sen 10 su primer articulo que SirViócomo carta de presenta-
Federn, que al parecer era bastante confuso tanto hablando C01110 escri-

I
114 1<1 psicología del ego. Su actualidad lí5
Antonio García de la HOl

biendo, no mereció demasiada atención por parte de Freud quien por o plano e! concepto de adapta,c~óll.El yo ~1ade ~daptarse a la realidad. El pro-
lado consideraba su obra muy similar a la suya aun con otras'palabl'as C tro pósiw es acercar al psicoanálisis a la ps~cologta general y relacionar los des-
h. emo~ apunta do, a f'I~ales de !OSanos
-' 30, la psicología del yo empezó. aamoser cubrimientos de ambas. Vamos a resumir brevemente algunas de sus aporta-
lmpoáti:nte,. se emp~zoda considerar con mayor detenimiento a los mecanis_ ciones.
mos e, ensivos y a I~ a aptación, y en los años 50, ocupando ya la posición Ernst Kris, es el famoso autor de la introducción preliminar a la primera
hegemónica en el psicoanálisis, se empezaron a citar artículos de Freud r ' publicación (Kris, 1950) ?e l~s cartas de Freud a FlieJS (no en vano ~staba
qu.elos d~ Federn, yen palabras de Weiss (1960): «Después de 1930 alou~as emparentado con la familia Flieli). Fue un estu?lante ~estacado en e! Circulo
psicoanalistas próximos a Freud, que habían asistido a seminarios de F:de .os vienés, en la última fase de Freud. Ya en An~el'lca, bien solo (1952, 1955),
publicaron una serie de Iib~'os~ artículos sobre la psicología del yo sin 111~~: bien en compañía de Hartmann y Loewenstein (1945, 1946 y 1949), fue el
Clonar ninguna de las contribuciones de Federn. Aquello decepcionó y arn . autor de numerosas contribuciones para e! desarrollo de la escuela de! yo. Es
góaFedern» (pág. 17). ' GI- importante destacar su idea de \111a«regresión al ser~icio del yo» (Kris, 1934),
.En cuanto a Erikson, que se analizó con Anna Freud, y que junto con su pues ~~j' entonces, ~a~dea dominante en la o~·tod,OXHI fr~Lldiana.era que toda
arrugo Peter Bl.?? .fueror:_los primeros hombres que excepcionalmente se resresion era patológica, En 1952 desarrollo mas esta, Idea, afirmando que
dedicarol? al al_lálislsde runos y adolescentes, tuvo e! mérito de acuñar el con- es~'lforma de regresión puede ser promovida en la psicoterapia en forma acti-
cepto de identidad (1956, 1959) co~o elemento de la psicología de! yo. Aun- va. Balint (1967) confirmará esta intuición de Kris, al desarrollar su concep-
que T~us,ky Federn ya habí~ .trabaJado con la identidad, fue Erikson quien to de «regresión benigna».
cons,o.ltdo el conc.epto detinitivamente, t~nto desde el punto de vista psico. Ruclolf Loewenstein, antes de la Segunda Gran Guerra y por supuesto,
analítico como PSIC?S~Clal.Descn.be a la identidad con cuatro connotaciones antes ele su emigración a América, residió en Francia, donde llevó a cabo e!
diferentes: a) «Sentimiento consciente de identidad individual». b) «Esfuer- análisis didáctico de toda una generación de psicoanalistas franceses (Fages,
zo mconscle.nte 'por Ul:a cO~1tinuidadd~l carácter personal». e) «Un criterio 1976, pág. 171), entre ellos Lacan. Además de los artículos en cola?oració~
para las re~liz~clOn~ssilenciosas de la síntesis de! yo». d) «El mantenimiento con sus dos compañeros ya citados, en 1958, en e! XX Congreso psicoanalí-
de ~a solidaridad 111te:nahacia los i?eal~s y l~ identidad del grupo» (1959). tico Internacional celebrado en París, presentó una excelente exposición, a
La Identidad del yo sena una fuerza interior, sirnilar a la posterior noción de juicio de Balint (1967, pág. 122), sobre las variaciones posibles de la técnica
self. de Kohut (capítulo. 7), una fuerza que no sería una mera intermediaria clásica, donde anunciaba ciertos cambios seguros e inocuos, pero a la vez
pasiva frente a las pulsiones (ello), la moral (superyó) y la realidad externa advertía que no era aconsejable arriesgarse mucho más, sobre todo pensando
(como o:urr~a en el esquema freudiano), sino que poseía sus propias fuentes' en los riesgos de la «técnica activa» ideada por Ferenczi, e! alumno de ~I:eu~.
de energla. S1l1duda, algo muy similar al «yo autónomo» de Hartmann. Para Heinz Hartmann (1894-1970), verdadero líder de esta escuela, reivindi-
Rapaport (1960), en la obra de Erikson se expone por primera vez una teoría có en varias ocasiones (1939, 1964) que su orientación psicoanalítica repre-
y Ul1 esquema genético básico del desarrollo de! yo. sentaba la ortodoxia freudiana. En la introducción a este capítulo ya expu-
simos algunas consideraciones preliminares sobre este autor. Ahora las
completaremos.
3.3. LA ESCUELA NORTEAiVI.ERICANA DE LA EGOPSYCHOLOGY Hartmann, alumno favorito de Ernst jones según Fages (1976, pág. 170),
se guardó de emitir críticas contra Freud, al uso de las que se efectuaban en
ya. hemos comentado cómo los Estados Unidos de América fueron el el seno «culruralista» de EEUU (Sullivan, Sapir, Benedict, Horney, Fromrn,
autentico lugar de expansión de esta escuela. Hay una primera generación de etcétera). Si bien desde la óptica europea (kleiniana), todo lo que se encon-
representant~s, entre los que se encuentran E. Kris, R. Loewenstein, D. Rapa- traba al otro lado del Atlántico era caracterizado por las tendencias cultura-
por.t~O. Fen1~he!, R. Waelder, entre otros, pero cuya cabeza visible, sin dis- listas, e! llamado «neopsicoanálisis», la psicología de! ego de Hartmann y
cusron fue Heinz Hartrnann. colaboradores no se encuadraría exactamente bajo esa denominación. Hart-
mann coloca su investigación bajo los auspicios de Anna Freud y la propone
como complementaria a la de! maestro: Si Sigmund Freud puso los cimientos
3.3.l. HARTMANN, KRISy LOEWENSTEIN pulsionales y trabajó sobre todo en e! campo de! ello, lo importante ahora era
)
estudiar al yo y la adaptación, tanto a la realidad externa como a la interna
Estos tres aut?r~s, básicamente e! primero de ellos -la «tríada yoica» (coaptación), es decir, también era importante lograr un equilibrio psíquico
como los llama ironrcarnenre Lacan-, se centraron en el estudio de la con- entre los componentes del sistema (ello-yo-superyó).
ceptualización, la~ defe~sas y las funciones del yo, acercando al psicoanálisis Hartmann rechaza que lo cultural se oponga decisivamente a lo biológi-
a perspectivas mas sociales y culturales, y sobre roda colocando en primer co: «Cuando en e! psicoanálisis se constituye una oposición entre una C011-

/
116
Antonio García de la Hoz La psicología del ego. Su actualidad 117
j

cepción .más biol~gic(/ y una concepción más sociológica, la posición de Freud .;-"
mes de mirar de modo consecuente los problemas implicados a la luz de la psicolo-
se mantiene a mitad de camino entre las dos» (Hartmann 1939) De e t - f O"Íaestructural de Freud, Mas en realidad, al usar el término narcisismo, dos dife-
ibilr
f_arma, muy 11.a.1.nente, H artmann se coloc.aba entre el biologicismo
' . sa
más 7-entes series de opuestos parecen a menudo estar fundidos en uno. Una serie se
radical (el kleinismo) '! el culturalismo amencano de Sullivan, Fromm et refiere al sí-mismo (a nuestra propia persona) en contraste con el objeto; la segun-
da al yo (C0I110 sistema psíquico), cOJ1[raponi.éndolo ~ otras subestructuras de la ¡Jer-
COl11en~~ll1do estas ~os tendencias escribe: «Este me parece e! caso de i.-Ielc:
rue Kiein, al s.obre.s!lmarel [actor llamado "biológico" o, por el contrario, :1 sonalidad, No obstante lo opuesto a la carexia de objeto no es la carexia del yo, Silla
la catexia de la propia persona, es decir, la catexia del sí-mismo; al hablar de catexia
de la sobrestimación del culruralismo» (l950a pág. 103). Para Hartmann -¡ del sí-mismo 110 damos a entender si esa catexia está situada en el ello, el yo o el
Freud siempre. tuvo en cuenta los fundamentos biológicos de la personalidad' superyó. Esta formulación toma en cuenta que en realidad encoJ1[ra.m~s «narcisis-
englobados b~lJOel cOl1cept~de pulsión, y ahora lo que compete es ensanchat~ mo>'en los tres sistemas psíquicos; pero en todos los casos hay oposicion a la cat~-
xia objetal (y reciprocidad COIl ella). Por eso debe ponerse en claro si definimos el
el ca:l1po hacia el yo. La psicología del yo «al investigar más estrechamente narcisismo como la catexia libidinal no del yo, sino del sí-mismo (puede también ser
no. solo l~s capacidades adaptativas de! yo, sino también sus funciones "su ~ útil aplicar el. término representación cid sí·mismo como opuesto a la representación
réticas", "integradoras" II "organizadoras" -esto es la cenrralización del con. de objeto) (1950b, págs. 118·119).
trol funcional-e- ha extendido la esfera en que puede algún día resultar posi
bl~ r:u~ll' conceptualmente 10 analítico con 10 fisiológico, especialmente 10 La extensa cita parece clara, aunque otra cosa es su validez clínica o empí-
fisiológico cerebral». (1950b, pág. 110). I-Iartmannlleva a cabo un repaso del rica. Como veremos en la parte epistemológica, el intento «científico» de
enfoque de Freud, Citando tres momentos en cuanto a la consideración de lo Hartmann, loable, aunque fracasado, al usar un vocabulario excesivamente
pulsional (mtznctual driue, que es la traducción de Hartrnann de la Trieb freu- técnico, provocó las críticas de los positivistas con razón, pues se alejaba de
diana). Primero hab~~ de las pulsio~es de conservaci?n (o del yo) y de pul- la realidad inmediata clínica, y se corría el riesgo de caer en una exagerada
sienes de conservación de la especie (o reproducción o sexuales), Lueoo metapsicologización.
buena parte de lo que eran pulsiones del yo se atribuyeron al ello 1, Y finbal~ Vayamos a continuación al núcleo de las aportaciones de esta escuela.
mente, su propuesta fmal fue otro dualismo: sexualidad y agresión (Hart-
mann, 19~8, pág. 85). No vamos a comentar ahora este repaso, que efect~a-
remos mas adelante (capítulo 12). Lo que interesa destacar en estos 3.3.2. LAS APORTACIONES A LA TEORÍA DE LA l'ERSONALlDAD
momentos es únicamente la posición intermedia de Hanmann en cuanto al
valor de lo biológico, Hartmann reivindicó en varias ocasiones (1939, 1964}que su línea repre-
En su artículo de 1956 El desarrollo del concepto del yo en la obra de sentaba la ortodoxia en seguir a Freud. Siguiendo a Gutiérrez (1993), pode-
~ret~~Hartmann expuso (y también en otros lugares 1950b, 1964) una dis- mos agrupar en tres grandes apartados las principales ideas teóricas de esta
t111CI011hmdamenta] q~e sólo se encontraba implícita en Freud, y que iba a escuela: La autonomía del yo, las funciones del yo y el concepto de defensa.
tener un exito inmediato, y que influiría decisivamente en los modernos
modelos teóricos 110rtea;nericanos (capítulo 6): El sí-mismo no es igual al yo,
con .10 que el uso del termino narcisismo se reservaba para las investiduras 3.3,2,1. La autonomía del :l'0
pLllslOn~lesdel.sí-misl11?,en ~p~si~iól1a las investiduras de los objetos exter-
nos. ASI, por ejemplo, investir Íibidinaimente al yo, era únicamente llevar a Hartmann (1939) habló de una estructura yoica primaria, surgida a partir
cabo algo con una parte del sistema psíquico interno, La cuestión del narci- de una matriz indiferenciada con el ello. Esta matriz contendría elementos
sismo sigue boy día perfectamente vigente, luego era muy lógico que resulta- innatos y precursores del yo, que se desarrollaría fuera del área .de conflicto
se confuso en los anos 50 y 60: «Muchos analistas no encuentran fácil del con el ello. Así se configura «la esfera del yo libre de conflicto», que más tarde
todo definir el lugar que el concepto de narcisismo ocupa en la teoría actual» (1950b) llamará «funciones autónomas primarias del yo» (memoria, pensa-
(1950b, pág. 117). La afirmación más clara la expuso Hartmann de la siguien- miento y lenguaje) y que no surgen de la lucha contra los impulsos. De esta
te manera:
forma para Hartrnann existe un desarrollo autónomo del yo, que denominó
la «autonomía primaria» en su desarrollo. La energía arrancada del ello e
En psicoanálisis no siempre se ha hecho una clara distinción entre los términos
yo, sí-mismo y personalidad. Pero es esencial diferenciar dicbos conceptos si trata- impulsora de todo este proceso es desexualizada, «neutralizada». La «neu-
I
tralización» se refiere «al proceso mediante el cual tanto las energías libidi-
nales como [as agresivas se transforman desde lo instintivo en una modalidad
no instintiva, o los resultados de este cambio» (Hartmann, 1964, pág. 11).
. 1 !-"1Y que notar que Hartmann, "J proponer una «energía autónoma del 1'0», no adjudica al ello frcu- Esta zona primaria libre de conflictos puede sustraer más adelante a otras
diuno todo el componente energético del ser humano. .
funciones del dominio de las influencias pulsionales, como por ejemplo la

I
118 Amonio Cnrcía de la Hoz 119
La psicología del ego. Su anualidad

adaptación y la síntesis, que así no serían primarias ni defensivas, sino inte- mencionada por Freud (1933a [1932]) ..Para conseguir la adaptación: ,el yo
gradoras. A este proceso lo denominó «autonomía secundaria» de! yo. tiene que reconocer el sentido de la realidad y ef~ctuar su c.o~l1proba'3lOn, lo
Lo que Hartmann quiere resaltar es que tanto el yo «como los dos impul- que el yo ejecuta poniendo en ~1archa ~~s funciones cogl11~~asautonomas
sos primarios [sexualidad y agresión), parecen ser variables parcialmente (percepción, memoria, mteltgencla, atenCl?n, etc). La adaptación es_O~Jetode
independientes» (1950b, pág. 100). Los factores autónomos del yo, pueden o especial énfasis por Hartrnann, que llegara a decir que el yo es «un o[gan~ d.e
no permanecer en e! «área libre de conflictos» y también pueden resultar adaptación» (1939). Las adaptaciones pueden ser de dos formas: Auto~last1-
implicados en la defensa del yo contra las pulsiones, contra la realidad exter- cas -modificarse a sí mismo para actuar de acuerdo con la realidad ex~ema-,
na y contra la presión moral. Por lo tanto se puede plantear lo llamado por y aloplásticas -modificar la realidad para que se adecue al proplo sujeto.
Harrrnann «cambio de función» (195Gb, pág. 115), cuando ocurre que una e) Síntesis. Función descrita por Numberg (1~37), y que completa la
función yoica que empezó su actividad en una situación conflictiva contra la «poderosa tríada» de Hartmann. ~e refiere a la capacidad del yo para ll~tegrar
pulsión, contra la realidad o la moral, puede luego, secundariamente, pasar a los diferentes aspectos de su actividad, eooP~,ra p.ara,~llo c?n las demás fun-
formar parte de la «esfera no conflictiva». Estamos entonces ante funciones ciones yoicas. «El reconocimiento de la fL1l?~lOn sintenca 11120 q~: el yo, ~ue
secundarias de! yo (autonomía secundaria). ha sido siempre tomado por una orgal1lZa~lOn,fuera aho~a también un orga-
Harrrnann mismo (1956) reconoce una cierta deuda terminológica con nizador de los tres sistemas de la personahdad. ~sto ha Sido co.mparado, con
I
Meynert (1884), e! profesor de psiquiatría de los tiempos del joven médico el concepto de homeostasis de Cannon, o descrito al mismo nivel que este»
Freud, cuando distinguía un yo primario y un yo secundario, y que descar- ,~
(Hartrnann, 1956, pág. 256). ."..
tando el contenido/, «la analogía entre el yo primario y el secundario, y el yo, I
D) Función de defensa. En realidad esta función estana mclu.1daen la ~e
el superyó y el ello, en e! sentido freudiano, es evidente» (pág. 242). control y regulación de los impulsos an.tes mencionada. Por su 1l11portanc~a
esencial cara a la concepción del tratamiento, podemos reservarla un espacio

3J.2.2. Las funciones del )'0 1 aparre. Las defensas se pondrían en .marcha para adecu~r las demandas l2ul-
sianales con las exigencias de la realidad. Esta escuela hizo un pormenonz~-

1_
do estudio de las mismas, tanto desde el punto de vista normal como patolo-
Respecto a las funciones yoicas existen algunas pequeñas variaciones en cico y las vamos a considerar a continuación.
cuanto a la enumeración de las mismas. Seguiremos esencialmente a Hart- " '
mann (1950a, 1950b, 1956) ya Hartmann y Loewenstein (1%2). Encontra-
mos las siguientes funciones básicas: 3.3.2.3. El concepto de defensa
.j La noción de defensa resulta fundamental para la función ?e c<;>ntrolde
A) Función de control y regulación de los impulsos instintivos. Planteada por
esta escuela a partir de un breve escrito de Freud (1911b). El yo, con pequeñas :-
1~ las pulsiones. A partir de Freud (1926d [1~25)), y de su _prop1ahija (1936)
acciones de tanteo, evita la descarga motora masiva, inhibiéndola. Estas accio- iI que hizo el primer lista~o ::le~efensas, paso a ser concebida c?mo un~ fun-
nes de tanteo, o «señales anticipatorias», sirven para establecer las defensas ción específica del yo, SI bien l11CO~sCl~nteen r~u~11erosas ocasiones. ~o nos
ante la posible invasión de estímulos amenazantes. A veces son actividades de extenderemos ahora en conceptualtzaclones teoricas, pues ello es, objeto .de
rodeo que «fomentan una forma más específica y segura de ajuste, introdu- estudio extenso en nuestro capítulo 13. En general, las defensas serian medios
ciendo un factor de independencia creciente del impacto inmediato del estí- de protección del yo contra el flujo excesivo de energía pulsional, y así per-
mulo presente» (Hartmann, 1950b, pág. 108). Esta función de control, para mitirle una mejor adaptación a la realidad. _ ..
Hartmann (1956) es una de las componentes de la «poderosa tríada de funcio- Tanto la mencionada A. Freud, como Erikson (1940 y 19)0), Spitz (1945,
nes: la adaptación, el control y la integración (función sintética)» (pág. 256). 1962 y 1965) YHartmann, Kris y ~oe\Venstein (1946 y 1949) se h~n pre_o~u-
B) Relación con la realidad. Se trata de una función básica del yo, que lo pado de diferentes listas de mecarusrnos, que desde el punto de vista clínico
relaciona tanto con la realidad externa como interna, y que como acabamos se pueden clasificar en:
de mencionar, se concreta sobre todo en la adaptación. También había sido

1 Para Meynert (1884), el yo primario es la parte genética e inconsciente de 1"vid" psíquica, y e1)'0
secundario es superpuesto. Puede ser interesante subrayar que para Meynerr, el yo es agente ejecutivo,
activo. matices que no se encuentran en la posterior concepción freudiana, y que Hartmann vuelve a colo-
car en primer plano.

/
.
.
120
, -"
-
Antonio Garría de 1a H , L'I psicología del ego. Su actualidad 121
Oz
DEFENSAS NARCISISTAS
DEFENSAS IN1vü\DURAS
'1"" <'¡/ülllZa de trabajo», diferenciándola de la neurosis de transferencia) y defi-

I
Proyección
Negación
Distorsión
Acting out
Bloqueo
Hipocoll driasis
Introyección
Conducta pasivo-agresiva
Proyección
-i

.
l
l'
:liéndola como la relación racional, relativamente no-neurótica, que se da
entre el paciente y el psicoanalista y que es, por lo tanto, una relación no
transferencia!.
El trabajo fundamental en este tema puede ser Implicaciones técnicas de la .
pJicotogfa del yo (Hartrnann, 1951), donde se apunta sobre todo a que el tra-
bajo sobre las d~fensas ~sel p~'incipal para el manejo elelas re,si~tencj~sd_elos
p,lcielltes en pSlcoteraP.!a, dejando U~l poco all~:argell el clásico ~náliS1Sde
Regresión
Fantasía esquizoide
f
,
T
contenido y ele la transferencia: «La inrerpretacion de la resistencia precede
a la interpretación del contenido» (pág. 138) y de esta forma, lainterpreta-
Somatización ción pasó a ser más concreta y específica «Así quedó abierto el camino para un
mejor entendimiento de la adaptación, yel papel que juega en el neurótico así
DEFENSAS NEURÓTICAS
DEFENSAS MADURAS
- como en el individuo que llamamos normal» (pág. 133).. Se plantea el tema
del fortalecim.iento del yo, «de manera que controle al ello y al superyó y per-
Control mita una relación fluida y adaptativa frente a la realidad» (Gutiérrez, 1993,
Desplazamiento púa. 201). «¿Qué queremos decir al hablar de ayudar al yo del paciente, o de
Disociación fo~alecer su yo?», y responde Hartmann mismo: «Ninguna definición de la
Exteriorización Altruismo fortaleza del yo la considero completa, si no se refiere a las estructuras intra-
Inhibición Anticipación sistémicas, es decir, si no toma en cuenta la preponderancia relativa de cier-
Ascetismo , tas funciones del yo sobre otras» (pág. 134). El psicoanálisis se convierte así
Represión
Formación Reactiva Humor «gradual e inevitablemente en una psicología general que incluye .tanto la
Aislamiento Supresión "- conducta normal como la patológica, tanto la no conflictiva como la conflic-
RacionaLzación Sublimación tiva» (pág. 134). Se aconseja al psicoanalista no seleccionar temas con el
Intelectualización paciente para hablar sobre ellos, y que comience por lo primero que se pre-
Sexualización sente en la superficie psíquica. .
Somatización
-, Pero en general, la técnica preconizada va a ser muy similar a la propues-
-::'f~f:----" ta por Freud en sus famosos escritos técnicos comprendidos entre los
años 1911 y 1915 .

.3.4. VIGENCIA Y ACTUALIDAD


3.3.3. IMPLICACIONES PARA LA PSICOTERAPlA
La psicología del yo ha contribuido al desarrollo de temas importantes
En general podemos decir que lo . como el narcisismo, los procesos defensivos y la técnica psicoanalítica, aun-
«han hecho hincapié en dos punto s lepre~e,ntantes de la psicología del ego que se le ha criticado el centrarse más en la realidad exterior y en la adapta-
resaltados en la teoría de Freud s que qtuza nOllestaban lo suficientemente ción del sujeto, que en el estudio del deseo y la fantasía. Una contribución
tares del medio y las relacion~ a~que no por e o estaban ausentes: los fac- importante ha sido el acercar el psicoanálisis al campo de.1a psicología gene-
pág. 38.3) 1: bi '1 e e S l11terpersonales» (Garda de la HoZ' 1994
ral (Hartmann pensaba que el psicoanálisis debía convertirse en psicología
. am len lan efectuado una ordena " _. , " ,
conceptos técnicos que no estaban bien establ ~~on Y acunaclO.n de .nuevos general), y ha provocado la aparición de autores contemporáneos como
de Freud y sus discípulos más di' t A' eci os en los escritos pioneros Kernberg y Kohut (capítulo 6) que han contribuido en forma decisiva al
hablar de las 1mplicaciones de 1 lec os,., SI, Rapaport (1951) comenzó a avance del tratamiento psicoanalítico.
·
hernos ,mencIOnado, a regresion en el marc 1" C
Kris (1934, 1952) com 1 '1 L1 o C ~ICO. amo ya Se mantiene con gran vigencia en EEUU y sus países de influencia, mien-
de un area de colaboración racional p eto e planteam.,ento, hablando tras que en Europa domina el kleinianismo y el lacanismo. Los psicoanalistas
zel (1956) propuso el concepLtod J~tre el pacl~nt~ y el pSicoanalista. Zet- norteamericanos, bajo la influencia elela etología, comenzaron a darle impor-
de la relación transferencial' y n e, «~ l~dnzaGterapeutlca»,que formaba parte tancia tanto al desarrollo evolutivo como a las relaciones con los objetos
(, las al e reenson (1965, 1967) acuñó la externos, y así, autores como Mahler, comenzaron el estudio de psicosis autis-

I
123
122 Antonio García de la Hoz La psicología del ego. Su actualidad

para reducir en la otra parte sin duda. ciertas discordancias con la realidad, que.l;o
ras y a interesarse por los pacientes con psicosis graves. Los psicólogos del Yo aparecen como tales sino para el principio de ustedes de con~lderar a la suuacion
subsisten, aunque poco a poco se han ido acercando a las concepciones de analítica C0l110 simple y anodina, y que ustedes no descansa~a~ ~ast~ b.acerlas ve,r
Kernberg y Kohut, que son los herederos de esta escuela. con la misma mirada que la de ustedes por el sujeto, ¿/lO esta claro q,.~eno b? mas
De todas maneras, la crítica a esta escuela como representante de la Orto- discriminación de le, parle sana del )'0 del sUjeto que su acuerdo con ta optica t-e uste-
doxia nunca ha dejado de hacerse oír. Fundamentalmente planteada por los des que, suponiéndola sana, se convierte. así en la medld:1 de las cosas,. dell~llSmo
modo que 110 bav otro criterio de la Cl!r(!CIOnque la tUIO{JCIO/1 CO!lIpleta 1'01 el sUJ~tolde
psicoanalistas europeos, tampoco en la propia Nortearnérica ha estado
ausente. Vamos a efectuar un breve recorrido histórico por las críticas más
esa lIIedida que 'es 1" de ustedes, lo cual confirma la confesión fl'ec.~ente entre dl
autores graves de que el fina! del análisis se ?buene COII la identijicecion con el yo e
relevantes. analista? (Lacan, 1956, pág. 168, cursiva mía}.
Empezaron los teóricos del kleinismo, que posiblemente heredaron las
disputas, todavía en vida de Freud, entre las concepciones de Anna Freucl y El artículo de Lacan, ampliación de una conferencia pronunciada en
de Melanie KLein.El campo de batalla elegido fue el tratamiento psicoanalí. Viena en noviembre de 1955, no es sino el resultado de SL!ensenanza .en e!
tico infantil y resulta curioso que, desde este terreno, se haya extendido luego . .'0 de 19)-4 19)-)- (Lacan 1978) donde cast al comienzo de! mismo,
senunan - e '. , • • 1 . . d F d
a todas las concepciones posteriores. Los psicólogos del ego apenas citan a la comentaba la significación para la teoría pSlcoanalltlc~ de ~Irale ~ .r~u a
señora Klein y sin embargo lo hacen de forma casi ritual con Anna Freud. En partir de 1920 (a partir de Psicología de las masas, Mas alta del prmctpto del
Inglaterra ocurre justo lo contrario. Ya hemos comentado cómo por un lado
placer y El yo JI el ello):
(kleinianismo) se acusa de «culturalismo» a la Psicología del Ego, y por el otro
íHartrnann, e incluso Kernberg en la actualidad) de «biologicisrno» a ultran- Lo que Freud introdujo a partir de .l920 son las nociones suplementarias enton-
za en los seguidores de Klein. La polémica persiste en la actualidad con toda ces necesarias para mantener el pl'lnClp~Odel descentl'allllento del sujeto, Pero ~)OS
su fuerza (O'Shaughnessy, 1989). de habérselo comprendido como debla, hubo una avalancha ge~eIal! verda era
liberación de colegiales: ¡Ah, el buen yo otra vez con nosotros! ¡Que alIVIO, volvemos
A la par que la crítica de los kleinianos, que aún perdura, tenemos tam-
a los caminos de la psicología general!... Fue una alegrí: poder creer nuevaI?Jntí que
bién la crítica desde los planteamientos de Lacan (1951, 1956 sobre todo, el yo es central. Y, como su más reciente manifestaClo~, tenemos las gem es ucu-
aunque existe una crítica esparcida a lo largo de su obra). braciones que en este momento nos lleg~11de ~lrramal. .
En Intervención sobre la transferencia (Lacan, 1951) ejecuta una sutil crí- El señor Hartmanu, querubín del psicoanálisis, 110S anuncia la gra,n nueva, des-
tica a la Egopsychology en estos términos: «Es sabido que yo me inclino a pen- pués de la cual podremos dormir rranquilos: la existencia del ego auIOl!Omo. A este
sar que en el momento en que la psicología, y con ella todas las ciencias del
ego, que desde el inicio del descubrimiento freudiano siempre fue considerado cd'n d
flicrivo, que incluso cuando se lo situó C?1110 una f,unclon vinculada a la real! a.
hombre, han sufrido, aunque sea contra su voluntad o incluso sin saberlo, un nunca dejó de ser tenido por algo que, al Igual que esta, se conqulsta en un drao1a,
profundo reajuste de sus propios puntos de vista por las nociones nacidas del a ese ego de pronto nos lo restituyen como un d~to central. ¿Que necesidad U1tellO~
psicoanálisis, parece producirse entre los psicoanalistas un movimiento inver- satisface el hecho de decir que en alguna parte tiene que haber un autonomous ego.
so» (pág. 38-39), y de ahí se sigue una denuncia de la concepción del horno (Lacan, 1978, pág. 23)
psycbologicus, que en opinión de Lacan, plantea esta escuela.
Pero la crítica más violenta, no exenta de ironía, la efectúa en La cosa [reu- Michael Balint también arremetió contra la escuela yoica desde una
diana (Lacan, 1956). Con la Egopsycbology nos encontramos frente a un yo posición de «psicoanalista de la periferia» (1967, pá~. 185), que gustaba
definido por una serie de funciones, independiente y autónomo, y desarro- especialmente de autoadjudicarse, y. con lo. que quena marcar que ~~ se
llado en una «esfera libre de conflictos». Escribe Lacan: «El yo es una fun- incluía en el núcleo clásico de los pSlcoana]¡stas (ocupado 'por los pSlc~I?-
ción, el yo es un~ síntesis, una síntesis de hmciones, una función de síntesis. gos del yo). Todo el capítulo 16 de su libro (1967) se.dedlca a est~ visión
¡Es autónomo! Esa sí que es buena. Es el último fetiche introducido en el crítica incidiendo sobre todo en el aspecto dellengua¡e de los ~nalistas, al
sancta sanctorum de la práctica que se autoriza por la superioridad de los que B~lint califica, no sin cierta ironía, c?mo «adulto», y q~le deja f~e~'adel
superiores» (pág. 164). Con estas palabras intenta advertir sobre la progresi- tratamiento psicoanalitico a muchos pac~ent~~ que se podrían beneficiar de
va «cosificación» del hombre que se produce en el trabajo de Hartrnann (a él. Por eso estudia la cuestión de la ana[¡zabili~a.d, y la relat:va futilidad ~e
quien cita con nombre y apellido, C0l110a Anna Freud), que propone un yo los congresos celebrados especialmente en América (en los años 1960-196))
«operacional», capaz de manejar las teclas de sus funciones para adaptarse a sobre este tema. , . .
la realidad. Un poco más adelante dirige la crítica, en mi opinión, más vio- Balint no duda en propugnar «otras psicoterapias» «n~ clásicas, pero S111
lenta, a la teoría y técnica de la psicología del yo: embarzo dinámicas» (pág. 123) para pacientes declarados lllaproplados pa~'a
el «al]~lisis clásico». El psicoanáiisis d~ n~ños ya supuso .Uf:
I:adlcal cam?~~
Pues si su salud se define por su adaptación a una realidad considerada buena- técnico, y Balint se pregunta (eserá un intngante estudio hlston~o y psicológ
mente C01110 su medida, y si necesitan ustedes la alianza de «la parte sana del yo» co», pág. 124) por qué este cambio fue bien VIstOpor la comunidad de pSlCO-

/
124 Antonio Carda de la Hoz La psicología del ego. Su actualidad 125

analistas>, y por el contrario se tuvo la actitud opuesta frente a otras varian. «un desplazamiento de él o su imagen a otro lugar», o sea, como 1111a concre-
tes, como por ejemplo la psicoterapia de grupo. ción inrrapsíquica a imagen del individuo. Esta imagen, el yo como fenómeno
. Laplanche y Pontalis, en su clásico diccionario, con más prudencia y ecua- imaginario (no hay que olvidar que Laplanche fue durante un tiempo alumno
n_u11ldadque Lacan, comentan la extensión de la noción de yo en psicoanáli- de Lacan) , abre el camino de la cuestión de la identificación, de la formación
SIS, y escriben a modo de resumen teórico: de! yo por vía imaginaria. De paso, Freud, en opinión de Laplanche, no habría
apoyado la distinción entre yo y sí-mismo" qu~ se revela como inútil JI hasta
. Toda, una escuela se ha propuesto como objetivo relacionar las adquisiciones f¡llaz, puesto que comprobamos que «la génesis del yo se encuentra SIgnada
pSlcoanalltl~as con las de orrasdisciplinas: psjcofisiología~ psicología del aprendiza-
le, pSlcologIa infantil, psicología SOCIal,con vistas a consnruu una verdadera psico- por la imagen" indisolublemente ligada, de sí y del ~t~·o»(pág. 76). .
logia general del yo. Un uueuro de este npo hace intervenir nociones como la de Hasta aqUl hemos repasado lo esencial de la cunea europea a la psicolo-
en.er~la desexualizada y neutralizada a disposición del yo, Ía de función Jlam:leb gía del yo, que se ha efectuado desde tres lugares diferentes: .
«smtencas y la de una estera no conflictual del yo. El yo se concibe, ame todo, C01110
IUl aparate) de regulación y de adaptación a la realidad, y cuya génesis se intenta
a) Desde el kleinismo -línea rival por la hegemonía de la ortodoxia
explICar por medio de procesos madurativos y de aprendizaje, a partir de la dota-
cion sensono-mornz del lactante (1968, págs. 486-487). freucLiana-, que hizo hincapié, sobre todo, en e! culruralismo de la Egopsy-
cbology, aunque la rivalidad segural11el~teestab~ muy saturada de razones his-
Lo que sorp.rende :nás a Laplanche y Pontalis no es tanto el que deba tóricas y personales en la lucha por la influencia y el poder.
oponerse a la onentacion de la Egopsycbology una exposición más «verdade- b) Desde posiciones independientes no claramente alineadas, como la
r_n»de la teoría treudiana (la _postura de Lacan), sino que sitúan en la misma de Balint, que fundamentaron su crítica ante todo en razones clínicas.
¡mea. de pensamiento un conjunto d~ ~portaciones freudianas muy diversas y c) Desde el lacanismo, que centró su crítica en los supuestos ideológicos
ambrguas del concepto de yo, amblguedad que Freud mantuvo voluntaria- JI teóricos.
mente a lo largo de toda su obra.
.La con~inL1aciónde ese artículo común la llevó a cabo Laplanche en soli- Pero también en el propio contexto norteamericano se alzaron voces crí-
tano en Vzda y muerte del psicoanálisis (1970), donde comenta el papel de ticas contra la psicología del yo, por ejemplo las de Apfelbaum (1966) y Ceor-
la EgopsJ1chology como tendencia teórica dominante en cuanto al problema ges Klein (1976). Klein describió con firmeza los malabarismos de Hartrnann
del yo: para continuar siendo ortodoxo, y cómo la psicología del yo, al no ofrecer un
principio dinámico ni una teoría explícita de la motivación no libidinal, sigue
L_oque hoy en día se ha dado en llamar Egopsychology es en los hechos LlI1a con~' • siendo una psicología estructural injertada en una preexistente teoría de la
cepcion que hace del yo una agencia de la persona total, diferenciada, esencialrnen- - ----'-,; motivación, concebida como descarga de la pulsión. En rigor, si se concep-
te en [unción de los problemas de la adaptación ... Toda la psicología del yo ha sido •.iil!i' tualiza al yo como algo distinto, autónomo, dotado de un conjunto particular
concebida a la luz del ¡>ro~lel1lade la adaptación. Esta Egopsycbotogy tiene el rnéri-
ro -o al menosla al11bIClO~- de qu~rer restablecer el puente entre el psicoanálisis
de funciones, uno se está apartando del modelo de personalidad contenido
y l.osdescubnl11lemos o las mvesngaciones de la psicología no psicoanalíticn, ya sea en El yo JI el ello, y Hartmann no parece querer saber nada de eso.
la pSlco[;.slOlogía,la psicología del aprendizaje o incluso la psicolooía infantil o la También Eagle (1984) se dedica a criticar las nociones centrales de Hart-
psicología social (Laplanche, 1970, pág. 73). " 111an11 pretendiendo continuar la línea freucliana de El yo y el ello. Como vere-
mos más adelante (15.3.2), las críticas se centraron en la diferente solución
Para Laplanche, el enfoque de Hartrnann y colaboradores es «una deriva- dada al aforismo de Freud (1933a [1932), OC pág. 3146) Wo es toar soll Ieh
ción metonímica del yo» donde entre «el yo como individuo (en el sentido 110 toerden. Para Eagle, parece claro que la concepción de Hartmann sitúa al ello
técnico) y.~I yo "inst~ncia" como elemento de I.aestructura psíquica, habría como un «caldero hirviente» a lo que hay que controlar y diferir. El objetivo
una relación 9ue ser!a precisamente una relación de contigüidad, o, para del psicoanálisis sería entonces el control de las pulsiones. Tanto Apfelbaum
hablar con mas p~'opledad, ul~a .re1aclón de diferenciación» (pág. 72). El yo (1966) como Klein (1976), plantearon sólidas críticas a esta postura, pensan~
aparece como un organo especializado, verdadera prolongación del individuo. do más bien que el ello (o eso) es la parte impersonal del sujeto, la no reco-
Para Laplanche parece más frucrífera lo que llama «derivación metafórica del nocida como propia, y que el yo se forma a partir de la incorporación y el
yo», donde no se le concibe C01110 una prolongación del individuo, sino como reconocimiento progresivo como propio de lo que antes era desestimado.
Sobre las cuestiones teóricas que implican estas consideraciones nos
extendemos a lo largo de nuestro capítulo 15, por lo que podemos dar punto
final al presente.
. J.!--" resp,!esta es tan fÚ;i.1q~e parece una pregunta retórica, pues l3alint conoce perfectamente 1"
siruacron. Detrás del psicoanálisis inlunti] se encontraban Auna Freud y Melanie Klein, las dos principa-
les representantes de las escuelas que Se idernificubun con la ortodoxia psicoanalíric».

/ /
CAPÍTULO IV
La teoría de las relaciones objetales. Su actualidad

4.1. INTRODUCCIÓN
Bajo la denominación «Relaciones objetales» se engloban una multitud de
aportaciones teóricas que derivan, más o menos, del trabajo de Melanie
Klein. Casi podemos asimilar el kleinismo con la vertiente teórica de las Rela-
ciones Objetales, aunque hoy c1iadicha teoría no se puede atribuir única-
mente a la señora Klein, como ocurre con el psicoanálisis y Freud.
Se trata de toda una escuela de pensamiento, donde algunos seguidores
han superado a la iniciadora en cuanto al orden y la claridad de exposición
en algunos temas. Eso sin contar, por supuesto, con las escisiones en el klei-
nismo, donde hay opiniones contrapuestas y enfrentadas, llegando a veces a
la total incompatibilidad. Por eso es conveniente precisar los términos, para
justificar las líneas básicas e intereses de la escuela kleiniana en su diferencia
con otras, incluido el freudismo ortodoxo. Esto puede resultar paradójico, en
tanto en cuanto la escuela kleiniana quiere representar la herencia genuina
del legado de Freud, lo que al menos anivel de representación en las institu-
ciones psicoanaliticas, es bastante claro boy por hoy. En la actualidad, hay
una aceptación mundial de su obra por parte de la Asociación Psicoanalítica
Internacional. El estudio de la historia del psicoanálisis es muy revelador para
la comprensión de por qué cierta tendencia se impone sobre cierta otra, y qué
significado pudo tener, por ejemplo, la polémica entre M. Klein y A. Freud
en Inglaterra, tras la muerte del maestro indiscutible. Ahora sólo planteare-
mos las cuestiones generales teórico-introductorias.
¿Por qué Relaciones Objetales? ¿Es que la teoría y práctica freudiana-e1
psicoanálisis- no incluía esta acepción? ¿Por qué «objetal»? A todas estas
preguntas ingenuas se puede intentar una forma global de respuesta, afir-
mando que con el término «relaciones objetales» se trata, sobre todo, de enfa-
T'
1j
I
129
l28 Antonio García de la Hoz L" teoría de las relaciones objctales, Su actualidad
I

tizar dos aspectos, implícitos en la obra de Freud, aunque quizá no suficien- cias, impulsos, deseos", Esa persona, animal, cosa o ente abstracto (o u~a
teme~lte subrayados com~ para ,sobresal!r ~specialmente, Por un lado,lo que 1 'te de los mismos) se convierte así en e! objeto de nuestras pulslOl1es» (BofIll
pOdr,IalllOS,~amarla,l1oclon d~ intersubjetividad relacional, Por otro lado, la 1 v Tizón, 1994, pág. 86), Como la relación de 1 ser h ~man,ose, b asa en 1a ,satis-
par '
consideración especial del «objeto», como característica central de la pulsión i facción de esas pulsiones, motivaciones o tend;nclas, dirigiéndose hac~a los
4 objetos externos o internos para ese fin, d~ ahí que se er:lpl~e la noción de
relegando, a un segu!ldo lugar las otl~S clásicas ~lescritas por Freud (1915c) ¡ re1acióll objetal o relación de objeto (mejor que relac,l?n H1~erpersonal o
que estudiaremos m,as adelante (12,1.)), El estudio del objeto cobró una rele.
Val?cJa extraordinaria, y se subdividió en dos aspectos: Objetos internos y humana), Hay que insistir especi~lmente en, que la relación obJetal, se puede
objetos externos, '¡ntener no solamente con objetos extenores a nosotros (madre, padre,
111, , bié 1
ovia/o juguetes animales etc.l S1l10tarn len con a representacion menta
', 1
En realidad, todas las teorías psicoanalíticas parten de nociones similares n v rc I b J )' bi L
para representarse la realidad, Por ejemplo, en Freud tenemos la noción de de los mismos, Por eso se habla de objetos ext;rnos y o J:tos internos. , os
«representación» (\!orsteltunf!), pero también podemos mencionar otra' objetos externos, por supuesto que tienen elmáximo interes para la explica-
como ~<objetosinternos», «introyectos», «mundo interno», etc. Estas repre~ ción de nuestra actividad, pero siempre están mediatizados por, el procesa-
sentaciones mentales comunes a todas las teorías son «la expresión del resi- miento interno que hacernos de ellos, De, esta f~)l'l~a,los ?bJ,etos rnternos, tal
C0l110 los vivimos y experunentamos, sol? c?lllciden parcialmente con ,los
duo de las relaciones que el individuo ha mantenido con las personas rele-
vaDt~s pa~a su desarroli? pSíqlli~o» (Poch, LOl:en y Godoy, 1994, pág. 132, correspondientes externos, ~ a veces no ~0ll1c~denen absoluto: Se denomina,
cursiva mía). Estas ~elaclones objetales, en sentido amplio, vienen a referirse pues, objeto interno al «sedllnen~o de vivencias y representaclOnes mentales
tanto a las vinculaciones externas como a las internas, creando un mundo que produce en nosotros el conjunto de nuestras relaciones c~n un ~bJeto
externo y otro i.n,tern~, cuya interconexión a veces es «fluida y armoniosa», y externo o una clase de ellos: al conjunto de ansiedades .. sei~tlt1Uentos,!deas,
a veces «contradictoria y tempestuosa», recuerdos, etc" con los que nos lo representamos, El objeto mtern,~ sera pues
Es prioritario para esta escuela abordar,lo que se entiende por objeto, una representación de! objeto ext~rno y, como to~a rep~es,entac:on mental,
Desde luego que no llene que ver con el objeto de una ciencia natural tan- estará afectado por lo que transfenmos SO~)l'~ e~objeto» (ibíd.jpág. ~7~,
gible y entific~ble, Para Bal'ang~r (1971, pág. 403), en Melanie Klein, a!'ig~al Un poco más adelante (~~gs, 94-9:), insistiendo en est~s Ideas, afll'l~l~n
que en la teoría freudiana de quien es heredera en este punto, permanece sin que cuando se habl,a de relación de objeto! se debe entencl~r, ante tO,do, rela-
resolver el doble estatuto metapsicológico del objeto: a) Objeto como inter- ción interpersonallmpulsada por las pulsiones, pero ,no solo eso, ,SillOtarn-
locutor Interno (o externo) y b) objeto como estructura psíquica, Y llevan- bién las relaciones, que así mismo motivadas por pulsiones y en~~clOnes?nos
do esta contradicción a la práctica psicoanalítica, la oposición entre «una conducen hacia objetos inanimados o incluso abstractos (la nación, los i~ea-
técnica ~ond~ l~n sujeto (~llalista) dialoga con otro sujeto (analizando), y les, la profesión, etc.), y que es~s relaciones pueden ser externas (tra~ucl~as,
una teoria ob¡etlvante» (pág. 404), Desde luego que M, Klein no escapa en al exterior como conductas) o Internas (que permanecen en nuestro ll1terl~I
sus formulacIOnes teóricas a la tendencia «objetivan te» en psicoanálisis, con una dinámica y dramática de representaciones mentales, afe~tos, senti-
Para Poch, Loren y Godoy (1994, pág. 132), con el objeto «designamos al mientos fantasías etc.) y en conclusión, se denomina mundo interno «al
otro componente de la relación que mantiene un sujeto, tanto en la realidad conjlmt~ de nues~ros objetos interno~~ de las rela~iones entre dl?s, de los
ex~erna como interna», Según Greenberg y Mitchel (1983), la noción de recuerdos y vivencias que nuestra relación con los mismos nos ha dejado, etc.»
objeto mantiene un interés teórico por varias razones, entre las cuales se (ibid., pág. 87), , , da tí
Incluyen el que sirva para describir tanto a personas y objetos reales del Esta podría ser la posición actual en cuanto a la terminología q~e a tl~U-
mundo externo corr~o a las representaciones internas de los mismos, e! que lo a esta escuela,la cual se ha ido asentando a partir de las concepClones ,PIO-
s~a a la vez una noción vaga para connotar una amplia gama de caracterís- neras de Melanie Klein con su trabajo con los niños, con los objetos prU11a~
ticas, como un término que sugiera cierta tangibilidad para poder ser mani- ríos que invisten. los niños (pecho, madr,e_.juglle~es, ,et~,), lo que, en mi
pulado y modificado, opinión, resultó [undamental para su elección ternuD?loglca, ,
, En opinió!l, de Bofil1 ~ Tizón (1994, pág. 86), el término «objetal» provo- Hemos orzanizado el capítulo de la manera srguiente: Primero, con un
co algunas crltl;aS, espec~alme~t,e,en círculos religiosos en los aíios 40 y 50, esbozo de la ;¡da y obra de la senara Klein, lo que n~s ,~ervirá para c~nte~-
po~ql~ese pel~s? 9ue e! psicoanálisis trataba a las personas como objetos, cosi- tualizar el resto de los apartados, Segundo, con una revision de su traba!~ PSi-
ficándolas, reificándolas. Por esa razón se esfuerzan en aclarar el término y coterapéutico con niños que tuvo un lugar fundamental para la gestaclOn de
en síntesis, proponen lo siguiente: ' sus principales proposiciones teóricas, En ,t~rcer lugar n?s adentraremos en
Objeto, en psicoanálisis, es «toda persona, cosa, ente animado, inanima- la meta psicología kleinianu básica (las «posiciones», el Edipo tem~raoo, etc.),
d? o abstracto o toda,parte de los mismos (objetos parcia/e!') hacia los que se para terminar con el recorrido de esta ~scuela hasta nuestros días, con los
dirigen nuestras pulsiones o motivaciones fundamentales, nuestras ten den- representantes más importantes y sus principales aportaciones,

I
130 La teoría de las relaciones objerales, Su actualidad 131
Amonio García de la Hoz

lidad ante los problemas de la psicología i.n~anril»(Geers, 1971, ~ág. 9): Así
4.2. MELANIE KLEIN. VIDA y OBRA pues, fue Sandor Ferenczi el alentador 1l:IC1<11 de Mel~l1le Klelr_¡ hacia el
('ampo de lo infantil. Según ella misma confiesa «Ferenczi fue el pnmero que
r ~ontal11os en estos momentos con una excelente biografía de lvIe1anie me introdujo en el psicoanálisis. T~mbién me hizo ~?mpre~1der su verdadera
Kl~ll1 (1882-1960), para los u:teresados en lo ajetreado de su vida (Gross- esencia y significado. Su fuerte y directa compren~lOn d~lll1c?nSClente y del
k~l~th!.1~86):~asta ahora habla ba:tantes lagunas e~lcuanto a su trayectoria simbolismo y su notable "raport" con la mente infantil tuvieron durad~ra
prepslcoanalinca._Para algunos, había estudiado magisteno como Anna Freud influencia en mi comprensión de la psicología del niño pequeño» (M. Klein,
(R?~zen, 1,971,pago 50?), para otro,s elll~ezó ~acar:era de medicina, pero la 1932, págs. 127-128). . . . ,.
dejó ~ cau.sade ~u marnrnomo (Fagés, 19/6, pago 12/) para dedicarse al arte En 1919 presentó su primer trabajo en la SOCledad Psicoanalítica de
a.la historia (_Gnnbel:g,1974, pág. 101; Fages, 1976, pág. 127). Otros no l1lell~ Budapest, El .desarrollo de un ni~oJ p~lblicado do.s años después (NI. Klell1,
cI~na.nestudio e~pecíflco alguno (Thomas, 1994). En definitiva, no.esc,íballlOs 1921). Se trataba de su propio hIJOErich, descubierto a pesar de los obliga-
se~l~rosde Sitel1l~? no estudios superiores. COIllOnuestra intención no es bio dos disfraces «El niño en cuestión es el pequeño Fritz, bija de conocidos 9ue
gráfica pura, rerrunmos a la mencionada recie!lte obra de Phyllis Grosskurth, viven cerca de mi casa» (pág. 20). Ahora bien, en este informe sobre su hijo-
que despeja bastantes dudas. Nos vamos a limitar a señalar los momentos ce _ paciente, según la opinión de la terapeuta-madre, todavía no se puede hablar
trales de su trayectoria profesional. en la que, ahora sí, todos parecen estar de de un «psicoanálisis infantil» en sentido propio. Se trataba de un .c_asode ed~-
acuerdo. Dlv!dlremos su trayectoria en cuatro períodos, correspondientes a cación con carácter analítico. Es decir, su pnmer paso con los runos fue mas
los cuatro paises que fueron su residencia por algún tiempo. «~nnafreudiano» que «kleiniano», si se permiten estas expresiones. ~n una
nota añadida en 1947, en ocasión de la publicación de sus Contribuciones al
~ PERÍODOAUSTR.IACO. Melm~e Klein nació en Viena en 1882 (en el mismo psicoanálisis, decía: «Las conclu~i_oneseducacionales .inchúdas en est~ .artícu-
an~ que ..Breuer dIO P?I: t~rm,lI1adosu famoso .caso de Anna O.), siendo la lo están necesariamente en relación con mis conocirntentos psicoanalíticos de
cu~rta hija de. una familia judía ~on pocos medios económicos. Su padre, ya aquel entonces, ya que en los siguientes. capítulos 110 incluí sugerencias sobre
9wncua~enano al nacer Melanie, al parecer era médico y ejerció mucha la educación» (pág. 63). Y es que las discrepancias con Anna Freud est.aban
ll1fl~enClasob_yeeU.a,por su actit~d científica y su espíritu independiente por entonces en S~IS momentos más álgidos y la señora Klein quería dejarlas
~Gnnberg, 19/4). S~.embargo, quien mantení~ a l~ familia era la madre, que bien patentes. . ., . . .,
PERÍODOALEMÁN. En 1920 recibió la invnacion de Karl Abraham para
l~gentaba u~ com,elc~o. Su hermana mayor, Sidonia, que murió a los nueve
anos (Melam:_tema cinco), ya le había enseñado a leer y a escribir. En 1896
con catorce anos proyectó dedicarse a la medicina, posiblemente en UD inten-
.j
--ffi
ejercer en Berlín. De Abraharn, además de s.uindudable calidad de ideal ci~n-
tífico sezurarnente recibió muchas de las Ideas esenciales para su postenor
to adole,scente de dominio sobre)a muerte, pues ;;u hermano Emmanuel, que sistel;la. Podemos destacar las siguientes: La importancia de la agresividad, la
la al~nto_en ese pr?yecto, padecía una cardiopatía que le condujo a la muer- orizinal sistematización de los estadios precoces de la evolución libidinal, la
te seis al1?s despues (.1902). En 1899 conoció a Arthur Klein, quien lueso se loc~lización de los estados originarios de las psicosis, la noción de objeto .P~~-
convertl1~Jaen su mando (1903), y en 1900 murió su padre. Su marido 1t1O'e- cial, etc. Fue su segundo maestro. Abraham comprendía las grandes posibili-
nJer? qUJlll1CO? hombre de negocios, viajaba constantemente por E~lropa. dades que se abrían con el psicoanálisis de niños. Segú.n nos relata la propia
Tuvle~on tres hiJOS:Melitta, en 1904, Hans, en 1907 y Erich, en 1914. Todos Klein, en 1924, en ocasión del Primer Congreso de Psicoanalistas Alemanes
esos anosfueron bastante malos, con numerosos viajes y depresiones por parte celebrado en \'V'ürzbura Abraham, al comentar el caso presentado por Mela-
de Melal::e, hasta el punto de que su propia madre se ocupaba del hozar basta nie Klein2 dijo estas pal~bras inolvidables para ella: «El futuro del psicoaná-
que muna en 1914. t> lisis reside en el análisis del juego» (M. Klein, 1932, pág. 128). .
PE~ODO HÚNG:;RO.En..1910, la familia Klein se instaló en Budapest, y Pero su vida privada distaba mucho ~e la calma. ~11 ~;J21,
recién ins;~l~-
con treinta y dos anos lee Uber den Traum (Freud, 1901a), que la entusiasma da en Berlín se divorciaba de Arthur Klein, En 1924 1I11CIO un lluevo análisis
y convence. Entra .en conta~to con Ferenczi, se psicoanaliza con él, y la alíen- con el propio Abrabam, que tuvo que interrumpir por. ~aprel~latura J1ll;erte
t~,en 19~6 a trab~Jar con niños en la ~?liklini~ de Budapest bajo su supervi- de éste (el 25 de diciembre de 1925). Entonces, y también debido al carácter
s~on.Ferenczi, terapeuta y maes~ro, guío sus primeros pasos clínicos al mismo cismático que sus ideas empezaban a tener en la Viena de Freud, decide mar-
nernpo que «le~comunicaba su Interés por el simbolismo y su aguda sensibi-

1 Un caso de neurosis obsesiva en un niño, «el caso Pedro", que sería la base del capítulo l[ «La téc-
I Prefacio a 1.1 edición cnsrelluna de sus Obras Completas, Buenos Aires, Paidós-Hormé, 197~. nicu de análisis tempranos" de su libro El psicoanálisis de los niños (1932).
132 Antonio García de la Hoz La reorín de las relaciones objerales. Su actualidad 133

chal' ~ara Londres, alentada por Ernst J ones, Allí comenzará el período más echarla, él mismo tiene que dimitir, i teniendo por aliada a .Melitta~la propia
fructífero de su carrera, así como también una tumultuosa época en la hasta bija de M. Klein! En ese mom.ento se establecen tres grupos de ps~cOl:alistas
entonces tranquila y calmada Sociedad Británica de Psicoanálisis, que bajo en Londres: El grupo A (klelfl~ano),el grupo B (fr~L~dlano)y ':ill tercer.:g;upo
l~s auspicios y el p~der de J ones habla estado unida hasta entonces, aunque de independientes (BalLl1t,\~11111lcot~). La f?rmaClO~ de SOCJe?adButam;:a
bien es cierto que SU1 demasiada relevancia teórica ni científica en el círculo admitió dos enseñanzas, segun la onentacion ~reudiana ~ kleiniana. Segun
psicoanalítico europeo. Con la llegada de Melanie Klein todo cambió. Clavel' (1961), Melanie Klein «era una especie de matriarca que daba la
PERÍODO INGLÉS. Londres la acogió en 1926. A partir de ese momento la impresión de que aquellos que no estaban con ella estaban contra ella»
vida de M. K1ein camina indisolublemente unida al psicoanálisis, a la Socie- (pág. 70). . . 'd d el
dad Británica elel Psicoanálisis y al Movimiento Psicoanalítico Internacional. En 1946 publicó sus Notaj' sobre algunos mecanismos esquizot es, . ~n e
En julio de 1925 ya se había dado a conocer personalmente al impartir unas introdujo la noción ele «identificación proyectiva», que se co~vertJra ~n
conferencias en Londres, gracias a Alix Strachey (la mujer eleJames Strachey, emblemática de la escuela, y que fue desarrollada por H. Rosenield (196))
el traductor de Freud al inglés). En septiembre de 1926 se instaló allí defini- aplicándola a la cornprensión de 1.05 estados psicóticos. En.estos .anos·s.e~eva
tivamente, tras consumar su divorcio con Arthur Klein. En seguida recibió el a cabo la elaboración de la doctrina kleiniana por la proP.la ~<lelIly dISClpU-
apoyo de Ernst J ones y de un grupo de psicoanalistas ingleses. Con su llega- los más importantes C0l110J. Rickman, C. Scott. D. \~111l1tcott,S. Is~acs,
da florecieron los primeros gérmenes de la disensión científica en el seno de J. Riviere y P. Heimann. En 1947 publicó sus Contribuciones al PSlcoanalz:¿s
la British Society, cuyo campo de batalla iba a ser el psicoanálisis de niños. (volwnen II de sus Obras Completas en caste~l~no), y en 1952, en colabar.a-
Edward Glover (1961, pág. 63) relata los hechos, bien que en forma intere- ción con sus discípulos Desarrollos en PSlcoanalms (volumen lIT de sus Obras
sada, pues era el máximo contrincante de Melanie Klein. Antes de la llegada Completas en castellano). En 1951 se fundó el Melanie Kle~ Trus:, para
d.eM. Klein muy POC?San~lis!as se ocupaban de los niños en Inglaterra, por hacerse cargo de su obra y de la expansión ,de la.misma, ell111SmOano que
ejemplo Mary Chadwick, discípula de Hanns Sachs. Cuando llegó la ex seño- rompe con Paula Heimann, una .d~ sus ma~ brillantes alumnas. En 1957,
ra K1ein en seguida se establecieron las bases para el definitivo estableci- publicó su última gran obra EnvI.dta y Gratitud (volUl;len VI. de sus Ob~as
miento del psicoanálisis infantil. Completas en castellano). En septiembre de 1960, el día 22, ~¡as,ul1a,opera-
En 1927, con cuarenta y cinco años, organizó el primer coloquio-semi- ción de cáncer de colon, murió en Londres. En 1961 se publIcana postuma-
nario sobre el tratamiento de niños, el mismo año que Anna Freud publicó mente el Relato del psicoanálisis de un niño (volurr::n V d~ sus _Obras C?I1:-
El psicoanálisis del niiio. La polémica estaba ya servida antes de la llegada a pletas en castellano), q~e trataba ~e la cura de un runo de ~lez a~o~.•~lrgl11la
Londres de Freud y su hija en 1938. En 1929 inició su famoso análisis de \'(loolf (1984) dejó escrito en su Diario un retrato de Melar:le Klell1;Era «u~~
«Dick» (nifio autista de cinco años), que se prolongó hasta 1946, llevando mujer de carácter con una especie de fuerza en p~rte esquiva ;-¿como decir-
a cabo el más complejo y prolongado análisis de un caso infantil hasta la lo?- no la astucia, sino la sutileza, algo que trabajaba subterraneamente. Una
fecha, parcialmente descrito en La importancia de la formación de símbolos tracción, una torsión, como una lámina filosa de fondo: a~nenaza~te. U~a
en el desarrollo del Yo (19.30), dentro del volumen II de sus Dbras Comple- dama entrecana y brusca, con grandes ojos azules e ll11aglIlatlVo~»(pag. 209).
tas titulado genéricamente Contribuciones al Psicoanálisis. En 1932, el En este resumen hemos dejado de lado algunos otros trabajos Importan-
mismo año en que empiezan sus diferencias con su bija Melina, aparece su tes que iremos retomando a lo largo del estudio teórico que hare;llos a ~~ntI-
primera gran obra, El psicoanálisis de niños, que según joan Riviére (1952) nuación. La obra de MeJanie Klein versa sobre los elementos mas pl'\lmtl~?s
«es la base de toda su obra» (pág. 21). Glover mismo (1961, pág. 64), reco- de la mente humana y quizá presenta más una clínica que una [ortnulación
noció que allí M. Klein «anticipó numerosas proposiciones relativas al des- teórica sistematizada. Dicha formulaó,ón ha sido llevada a ca.bo por sus dIS-
arrollo mental d_t:rante.el. I?rimer año de la infancia y los años subsiguien- cípulos y seguidores, y aún contin.úa haciéndose. El campo .ablerto por ella es
tes». Pero también se unciaron las disensiones en el seno de la Sociedad tan amplio que no podemos decir, como en el caso de Freud, que con ella
Británica del Psicoanálisis. empiece y termine el recorrido. ,. . .,
En 19.34presentó su Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco- Según Lebovici y Soulé (1970), «la gen~sls y.la orgamzaclOn ele l~~ fan-
depresivos, y entre 1934 y 1940 adelantó sus opiniones sobre las «posiciones» tasmas (infantiles) no podían ser comprendidas sin refenrse a la expeuen~la
depresiva y paranoide y sobre las «defensas maníacas», proponiendo adelan- particular de los psicoanalistas que tratan con nifiosxípág. 117). L? qu~ sig-
tar la situación edípica hasta el tercer mes de la vida. Entre 1933 y 1940 las nifica que el psicoanálisis infantil es un lugar privilegiado d,econ:t:tuclOn de
disensiones entre los kleinianos y los freudianos en la British Society aurnen- teoría, que atañe a la naturaleza mlsn_ladel,Ca~11P? psicoanalítico. Emst ~ones,
tan progresivamente, y tras la muerte de Freud llegan al paroxismo entre las en el prefacio a Contribuciones al PSlcoanalzm:,VInOa decir que el valor d: la
propias M. Klein y Anna Freud. En 1945, Clavel' llevó a cabo una violenta obra de M. Klein sólo podía ser Justamente estimado por aq~ellos que han rea-
crítica sobre el sistema kleiniano, y al no conseguir suficientes apoyos para lizado investigaciones comparables. Por otro lado, como señala Geers (1971),

/
/
134
Antonio García de la Hoz L:Iteoría de las relaciones objetales. Su actualidad 135

el ~on.tenido.n~i~mode l~ obl~akleiniana «nos lastima y hiere profundamente Podemos asegurar que el camino se a~rió con los Tres ensay?s de teoría
nuestra sel;slblhdad» (pag. b), pues se trata de la descripción de un mund sexual (Freud, 1905c1).Allí se lanzó por prunera vez al mundo la Idea de que
fantasmag~nc~ de las vivenci~s infantiles anteriores al lenguaje, continuand~ los niños están en posesión de pulsiones sexuales. El tema lo tr~t~m~s en
y. yendo m~s lejos que el propio Freud, no sólo destruyendo el paraíso infan- nuestro capítulo 14, por lo que aquí sólo señalar~mo.s,el lugar pnvtlegl~do,
til que podíamos unaginar antes de Freud, sino que nos encontramos con u para la teoría sexual infantil, jugado por la publicación del. «caso J ~atuto»
verdadero atentado c.o,otrala .risL~el~a infancia, cargada de agresión, sadisl1l~~ (Freud, 1909b), lectura obligada para todo aquel ql~ese qUIera dedicar al tra-
angusnas ?~ devoración, canibalisticas, miedos y venganzas que siauen a la
ley del Talión, etc. o rarniento de niños. Con este caso se pusieron en evidencia bastantes cuesno-
nes relativas a la técnica de tratamiento, por ~jell1plo,la 0evitableyr~senc~a
. ~Ielanie Klein se tomó muy. en serio la pulsión ele muerte Ireudiana y la de los padres. De entrada se planteaba un evidente cambio de la tecnrca da-
situo en ~l centro rrusrno de su SIstema, dando coherencia a las pulsiones sádi. sica y del setting analítico, ._ _
cas y ag[e~lVaSde los pnmeros meses de la vida, Para J enes' sería éste un El primer gmn problema para enf~entar c~n los l1lDO] ~~et¡uelloses la
asp~cto, criticable y dudoso de la doctrina kleiniana, pues aplicó un «concep- pobreza de HJ uocabulario. Desde su primer artículo (M. ~\.lell1,1921), va a
to filosoflco de la doct:ma de Freud» a sus hallazgos clínicos. Pero no está enfrentar esta cuestión, sisuiendo la estela del «caso J uaruto» (que, no olvi-
:la~'o, como veremos mas adelante (12.2 y 12.3), que la pulsión de muerte sea demos, fue conducido POl:='SLl propio padre). La propia Klein ejercerá ele tera-
urucamente un «concepto filosófico». Para M. Klein «los desórdenes más peuta de su hijo Erich (<<Fritz»).Se trata del segundo g.ran ,mEarme ele una
notabl~s de l~ ~dad adulta que son !as.neuro~is, la psicosis, la criminalidad, la terapia infantil, aunque como hemos ~delantado, M. ~eJl1 au~ oo.s: ha des-
~l11~le.sl~,se situan en .la prolongación Ulm.edlatade las angustias, represiones, prendido de todos los factores e~~caclOnale.s.En ~stelDforme :::tLllrael pap,el
ll~hiblClones~y. abreviando, en la incapacidad del yo para dominar las situa- capital del juego como proyec~IOn.d~ _lavIda. psíquica del niño, y también
ciones c_onEhctlvasde !.a.t~mprana infanci? en ~L:e.están enraizadas» (Geets, se le aparece el proceso de disociación (Splitting) de !a Imagen materna.
1971, pago 15)..5-n dehrutlva, lo que el psicoanáiisis enseña sobre la infancia Ese mismo año apareció el importante artículo de Herrnine von Hugh-~Iell-
es que «todo runo pasa durante los primeros años de su vida por sufrimien- muth (1921) titulado Sobre la técnica del análisis de niños, el cual estudla~ía
tos desmesurados» (M. Klein, 1927).
M. Klein, mencionándolo en la «Introducción» de su libro de 1932 en estos ter-
Hoy. día podemos decir que la cuestión de la querella de la fidelidad al minos:
pensamlent~ de Freud, suscitada e~ S;ran Bretaña en los años 40, ya no exis-
te. Lo~ segLlldores de la escuelakleiniana d~ las Relaciones Objetales ocupan Aunque varios analistas,especialmentela Dra. Hugh HeUJUu~~(1921), empren-
numerosos cargos en la~ orgaruzacrone-, psicoanalíricas oficiales, sobre todo dieron entonces el análisis de niños.,no se establecieron reglas lijas en lo que res-
en Europa, y su influencia en la IP;A es decisiv¡~.Nada induce a pensar ya que pecta a su técnica o a su aplicación. Esta es, sin duda, la razón por la cual las gran-
el pensamiento emanad? del tr?~aJo de M. Klein haya constituido cisma algu- des posibilidades prácticas y teóricas del análisis de niños .no han pedido ser
apreciadas generalmente J' por la que aquel/os aspectos y pnnaptos fundamentales del
no en el rnovinuenro psicoanalítico. L.a~scuela de las Relaciones Objetales es psicoanálisis adoptados desde bacía muc~o tiempo en casos de ~dultos no fueron esta-
un baluatteyoderoso para el mantemmrenro del pensamiento psicoanalítico blecidos y probados en lo referente a ninos (M. KlcJO.1932. pago 131).
en la actualidad.
y es que, en su artículo, Hugh-Hellinll~h s~?ier~ la .utilización de juegos
y dibujos con vistas a establecer una comUl1lCaClO~ efectiva y profu!ld~ con el
4.3. EL PSICOANÁLISIS INFANTIL
niño, salvando en esta forma la pobreza del material verbal, pero añadía algu-
- [ nas limitaciones que luego serían retomadas por Ann~ Freud: Rechazo d~1
. Las pr~guntas fundamentales son las siguientes: ¿Qué puede aportar el análisis de niños muy pequeños, preferiblemente superiores a la éd~d de seis
psicoanálisis al .~esarrollo psíquico de un niño? ¿Se puede aplicar la terapia años; contentarse con pequeños éxitos parciales más que con una invesnga-
analítica a los m~los? No hay runguna duda de que ambas apuntan a un lugar ción demasiado profunda, yen fin, como diría Anl1?.Freud má~ adel~l1te"la
central: La p,roflla.xlsm~ntal del futuro adulto humano. Todos los profesio- acción educativa debería acompañar al trabajo analítico, Melanie Klein so~o
nal~s de la c11111cainfantil no pueden dejar de preguntase lo anterior. Melanie conservará de Hugh-Hellmuth la técnica del juego, elaborando una teona
Klein fue una verdadera pionera de ello, junto con Anna Freud. 'Cómo se propia con esa técnica, pues para ella será perfecta~ll~lte posible llevar a cabo
desarrolJaronlos a,contecimientos hasta su advenimiento? ( análisis de niños más allá de la barrera que puede significar la pobreza del len-
guaje. , .. . d
Melanie Klein recibió un apoyo constante en su practica infantil tanto e
Ferenczi como de Abraham y Jones, y para este último tuvo también palabras
J Inrroducción a COlllribllC¡(JIIeS,,/ PsicoaJllílisis. Ohms Completas, pág. 18. de agradecimiento:

/
1.36
AlltOJlio García de ,,, Hoz -i La temía de [as relaciones objetales, Su actualidad 1.37
,~a convicción profunda con que Tones aboz f", ,,,
?bno el canuno para este campo de in;'esrioaciól~o en ,]\ 01 del anaJ¡sJS de niños
ImpOrtantes comribucioncs al problema d ).. "en Jnglaten:a, .Tones misl110hizo bien su propio juego, o porque no quietan asociar. Es «porque 11.0 pueden aso-
sIgnificado de las tendencias 'lGI'es'. e Ias plln:er~s Situaciones de ansiedad al ciar, no porgue les falte capacidad para poner sus pensamientos en palabras
. dI' " '" 1I',IS en os scnnm rentos dI'
rnicnro e as estadios primeros del desarrolJ ',.
.
e cu pa )' al COnoei.
la~ que llega coinciden con las mías en los po sexllfHl.fdclllenlno,LIS conclusionEs a
(basta cierto punto esto sólo se aplica a niños muy pequeños), sino porque la
pag. 128), Untos IIn amentales 1M. Klein, 1932, l?ngustia se resiste a las asociaciones verbales» (M, Klein, 1927a, pág. 145). La
angustia se opone (esto es esencial para Melanie Klein), a la palabra cristali-
Desde el primer momento, Melarrie Klein I Anna P» . zadá, a la palabra condensada, metaforizada. En lugar de la condensación,
representantes de dos tendencias b' . 1) .loa Pleud se conVIerten en aún imposible, viene el juego. El juego hace las veces de la metáfora y es su
e asicas en e pSICoanálisisde niños: laboratorio
, Es tan sólo en Jos últimos doce o trece 'años h . Tbomas (1994), recientemente, ha descrito la técnica por su lado negati-
mas Ilnportm1Cia en el campo del n~rl' . de ._' qLEI~ se a realizado un trabal'o de \'0, por lo que 110es: a) La técnica no se reduce simplemente a la.abreacción,
d I I . ,,",,,liSIS e nUlOS este I . 'el d e
~menta es (e des'lrrolJo: una representada por A' . F. lHJCJgUlo os líneas run, a la descarga emocional que libera el afecto, aunque la procure. b) Tampoco
pag. 131). 1 L1I1.1 reuo: a otra. por mí (ibíd.,
es, sin más, una satisfacción de las pulsiones como pretendía Hugb-Hell-
muth. c) La técnica tampoco se reduce a la «mera observación analítica», lo
Tanto la técnica del jueo-o como la difer . , '
netas las abordaremos en l~s 'd .s d ei~nc~as teoncas entre ambas pío- que podría cristalizar sin más en una relación de tipo voyeurista. De esta
os apar ta os siguientes. forma,la técnica del juego sostiene a la vez que existe un psiquismo específi-
co en ~l niño, y que la conducción de la terapia es la misma que para los
4.3.1. LA TÉCNICA DEL JUECO
pacientes adultos.
Ya hemos mencionado la dificultad esencial: La insuficiencia de los recur-
sos verbales de los niños, También se pueden añadir sus frágiles relaciones con
~~l realidad, a lo largo de los años . dí
posrcrone, de M. Klein y A Preud ' ~omo nloP,o ~a ser de otra forma, las La realidad, y que además no está motivado como el adulto (se supone) a
acercando. . en cuanto a a tec!1lcadel juego, se han ido emprender una terapia. Todas estas lagunas las va a intentar cubrir la técnica
del juego, que para M. Klein no es un medio cualquiera de expresión del
~a técnica se basa en que el juego es corn .
niiio, es su medio de expresión por excelencia.
traves de la actividad lúdica, el niño ~lanif ' o uf test proyectlvo, y cómo a
los cuales expresados simbólicam ' Jebta .~us at:tas~as,temores y deseos,
~~-., El juego, en cuanto a su contenido, en cuanto a su forma de jugar, en
terapeuta. ente, e eran ser relllterpretados por el cuanto a los papeles o roles que se atribuyen, en la forma en como se va des-
En los años 1926,27 M Klein a ud f ' arrollando, constituye para el niño un verdadero lenguaje, un lenguaje muy
bajo b~sico es Los prinCl~i(),~psicol/g¡c~s d al on1~~r ~y propia teor!a, El tra- parecido al contenido manifiesto de los sueños de los adultos. Con el juego,
M, Klein entra en contacto directo con expresiones y situaciones que en la
qu: mas adelante sería la base del .: e "" 1~I~znJal'ltzl(M. Kletn, 1926),
':lnOS (1932). Ese artículo tuvo su ~llme~, caprt o .de su Psicoanálirú de psicoterapia de adultos sólo se construirían retrospectivamente. La analogía
znfantzl (1927a), donde responde cOltll1u~c,lonÉO el Sunposlum sobre análisis entre el sueño y el juego 110reside únicamente en la similitud de los modos
(1927) en su libro, publicado pocoa ~s clt~asd on:~uladas pOI:Anna Preud de expresión, sino también en que en ambos casos la realización de deseos
de ntnos, libro gue fue corre ido .an es, ntro ucaon a la técnica del análisis ocupa un lugar preferencial. Para que el juego tenga el estatuto de formación
tamiento psicoanalítico de n;' YEaument~doen 1945 con el título de El tra- del inconsciente, hay que escucharlo como el psicoanalista escucha un sueño.
, b -e ntnos. n este ano -1945 1 . Hay que retener los más mínimos detalles del mismo, sus encadenamientos,
arn b as se 1la ían acercado mu h al - as concepCiones de
MI' Kl . c o en gunos puntos el material con que' los' niños juegan (juguetes, agua, recortes, dibujos, etc.),
e al1!e, ein pone a disposición de los ni- ' '. ' la manera como juegan, la razón de por qué pasan de un juego a otro, los
mentos (lapIces tijeras cordele ' d l1dOS toda una gama de instru-
l ., d! ., s, Juguetes e to o upo t ) d b medios gue eligen para sus representaciones, etc. Todo es valioso para acla-
en a ~cc~on e Jugar, hay una trama similar al di ' e c: ~ escu re que,
tos, Situó en seguida la contradicción si u' l~cprs.0aSOCIatlvode Íos adul- [al' la interpretación del mismo.
esenciales de la cura son los mismos para ~odntl' 01:111lado, los principios El juego, como decíamos, proporciona al niño la ocasión de una abreac-
qursrno de los más pequeños es dif . os oS'paCIe~tes.Por otro, el psi- ción fantasmárica de situaciones primitivas, pero para M, Klein, dicha abre-
medio del ju~go. Así se inicia la pl~J~~~~h~;' ~:'a clIferencla se manifiesta por acción siempre se encuentra ligada a la situación transferencial, Por ejemplo,
se descargan fantasías sexuales preferentemente, y casi siempre remitiendo a
. , Pero b(Cllal
1 es lo esp°cir.-c'-dad
~ 'J", del pSlqumno
. .q del mizo? . Q h la escena primaria (Urszene), es decir, a la observación del coito paterno.
Clan ver a, que no pueden bacer verd. d . '.'- ue.no ay asocia,
adultos. y no porque no babl
e
tt las aSOClaClOneslIbres como los
en, pues o lacen y a veces comentando muy
El juego es el medio por el que el niño intenta dominar las experiencias
penosas que la realidad 'leimpone. Aquí, Melanie Klein sigue fielmente las
enseñanzas de Freud, en el juego Fort-Da, en la aparición y desaparición del
138 La teoría de las relaciones objerules. Su actualidad 139
Amonio García de la Hoz

carrete de hilo con que el nieto de Freud trataba de dominar las ausencias con Anna Freud, que como adelantábamos, se han ido suavizando con el
de su madl:~ (Freud, 1930g!. Es un testimonio, además, de la buena o defec- paso del tiempo.
tuosa relación que el niño tiene corda real, pues proyecta lúdicamente sobre
el mundo exterior sus temores y aprehensiones, con el fin de dominar s
angustia. u
4.3.2. DIFERENCIAS CON Ao"lNAFREUD
.Es. a partit~ del juego c?mo Mela~e Klein va esbozando sus primeras ela-
b~la~lOnes teoricas, por ejemplo, afirma que los verdaderos resultados tera- . La controversia entre Melanie Klein y fuma Freud está muy bien descrita.
p.e~tIcos, se consiguen poniendo en ,claro la culpabilidad del niño frente a Ya hemos visto cómo se origina y cuándo se plasma por vez primera por escri-
CIertos elementos del Juego. Ese carácter de culpabilidad, extremadamente to (1927). En realidad, las diferencias sobre la técnica de juego se fundamen-
~rec.?z,ma11lfestado y~,en forma inequí;roca a los dos años, le condujo al des. taban en una distinta concepcion teórica, sobre tocio en cuatro aspectos:
CL1bIl::1Ie~lto de la aCClOJ1 de un superyo precoz.de una moralidad primitiva.
I?escnblIemos este aspecto, por otro lado conflicrivo frente a las teorías clá- 1. La aceptación incondicional por parte de M. Klein de la última dua-
sl~as,de Freud, un po~o más adelal_lte (véase 4.4.2). Aquí sólo importa seña- lidad instintiva (Vida y muerte) de Freud, ante la cual Anna Freud nunca se
l~r como la play-technique fue el hilo conductor de tal descubrimiento klei- posicionó con clarid.a,d. ... .
l11ano. 2. La formulación kleiniana de un yo temprano, capaz de experimentar
. A la inversa~ manifesm- in?i?ición lúdica, para M. Klein es el signo más ansiedad y crear mecanismos de defensa ante ella, cas! desde el principio, .y
evidente d~ d~sor?;nes psicológicos, No es concebible que el niño normal no también de un superyá temprano capaz de hacer surgir la culpa y los senu-
J~e~ue. La inhibición frente al Juego será determinante en las posteriores inhi- mientos de reparación. . ,., .,
biciones adu!tas. Para M. Klein, en la edad infantil, la inhibición del juego no 3. Para Melanie Klein, las nociones de [antasia tnconsaente y. relacl~n de
puede s~~·m~s que un SIgno de la angustia de castración. objeto están presentes desde el nacimiento, y por. tanto, el funcionamiento
. Elmno SIempre soporta una angustia y una culpabilidad que debe cana- psíquico existe desde.el origen, l~tilizá??os~ ,mecal11sm~sde defensa muy ~~-¡-
iizar, Por eso, representarla por medio del juego permite un lugar intermedio mitivos, como por ejemplo la identificación proyectrva. Por .el contrario,
que se encuentra investido de menor angustia que una confesión hablada. La Arma Freud, que aquí sí seguía a su padre, pensaba que en los pruneros me~es
m.aner.a,de pon~r en claro la an~us~i~,para M; .K:Iein,no es otra que la inter- de la vida las relaciones de objeto no eran importantes, y que el yo se iba
preracion practicada ?esd~ e! _PflnClplodel análisis, Sólo se interpreta al niño: constituyendo tras un período más prolongado. . .,
a) ~l expresa el matena~ psiquico en diferentes versiones; b) si éstas van acom- 4. Melanie Klein concedía un papel fundamental a la agreston, a las ten-
pañadas de un sentIm.lento de culpabilidad manifiesto o angustia; c) si ello dencias sádicas primitivas, que eran una clara expresión d~l instin.to de muer-
permite un esclarecimienn, ~'~spectoa ciertos elementos, o d) si el material es te. Como ya hemos dicho, Anna Freud mantuvo una ambivalencia constante
el efecto de una interpretación antenor, Una buena interpretación de! juego en cuanto a aceptar la pulsión de muerte de Freud, y tendía a pensar que la
es aquella ,que engendra otro Juego, que a su vez es interpretado, y así suce~i- agresión podía explicarse bien por motivos libidinales.
vamente. Este esquema s.eenc~e~tra en armonía con lo planteado por Freud
en .Con,strucczon.es en psicoanálisis (1937d) con respecto a la interpretación Las anteriores concepciones se plasmaron en tres diferentes posturas
~oIrecta, es decir, la que pone en marcha el proceso, y no la que lo detiene desde el punto de vista técnico, en cuanto a la psicoterapia infantil:
incluso contando con el asentimiento del paciente.
, De esta f~rma, concluye M. Klein, el método del análisis mediante el A) Sobre la Transferencia. Anna Freud, en contra de Melanie Klein, no
Jue~o no, se diferencia ~n cuanto a sus principios esenciales (transferencia pensaba que el niño se encontrase en una situación transferen~ial frente al
resistencia e I.nt~rpretaclón) de la técnica clásica. Sólo se modifica en funcióI~ psicoterapeuta. Ni incluso que pued~ desarrolla~·se. una neurosis .d.etransfe-
de ~as peculiaridades psíquicas del sujeto infantil. En resumen Melanie rencia. El niño, en efecto, puede manifestar movnmentos de hostilidad o de
Klein, en lucha con lo~ analistas vieneses de su época, en lucha con Anna afecto en el curso de las sesiones, pero ello, según A. Freud, no se puede
Freud y e~ lucha consigo misma y sus tendencias del comienzo (1921), se considerar como una auténtica transferencia, porque «sus primitivos obje-
puede ~,eclr q~e ron;~e. con el concepto de educación. No se puede mezclar tos amorosos, los padres, todavía existen en la realidad y no sólo en la fan-
edusaclOn y psicoanálisis; no se pueden. combinar las dos disciplinas. La edu- tasía, como en el neurótico adulto; [. ..] El analista representa un nuevo per-
cac~on en psicoanálisis, bien sea al comienzo como amaestramiento, bien sea sonaje en esta situación, y con toda probabilidad compartirá con los padres
a~ ftn?l com? .«dor:la» del supe~'Y?,no sól~ es inútil, sino que impide que el el amor o el odio del niño. Pero éste no se siente compelido a colocarlo
trabajo analítico siga los princrpros Ireudianos antes nombrados. Ello nos inmediatamente en el lugar de los padres, pues en comparación con estos
lleva él plantear, ahora en forma más sintética y formalizada, las diferencias objetos primitivos no le ofrece todas aquellas ventajas que encuentra el

/
/
w-
14L
La teoría de las relaciones objeta les. Su aClualidad
140 Amonio Carcía de la Hoz
. . , ., . fantasías y conflictos, pues no quedaba
adulto cuando puede trocar sus objetos fantásticos por una persona real» bohzaclon sin mas de ~~nsam.b~~os,. .te del niño mismo. Por eso mismo
(A. Freud, 1927, pág. 58). 1
abierta a la corroboraclOn ver a. 0l t)al ara niños menores de seis años.
Por el contrario, Melanie Klein subraya la importancia de toda manifes- no recomendaba l~ pSlcoterapl~ m al:,
I 1as concepciones teóricas más rele-
Vamos a conSiderar a cont1l1uaCLOn,
tación del niño como transferenciai desde el primer momento (positiva o
negativa), y ello porque se da cuenta de que los síntomas pueden variar en vantes de Melanie Klein.
función de la relación actual con el analista, merced a ese supuesto superyó
temprano, que puede dar cuenta de esa variación en el registro emocional.
Como ella misma lo expuso, 4.4. LA METAPSICOLOGÍA KLEINIANA
. ' .: 1, L 1 S aCTrupadoen tres subapartado~. En
tos hallazgos de Auna Freud en lo que respecta al yo del. niño, la han guiado a Las COl1CepCLOnesteoricas JS _1e~o b1a111ayO¡. 'lI)OrNción del kle1l1lal11s-
moditicarla técnica clásica, elaborando su método de análisis de niños que están en . 1 .1 nuestra Op111lOnes, . e .'. d
el período ele latencia independientemente de mis procedimientos. Sus conclusio-
prImer uga~, a que en .. '. A continuación sus opiniones divergentes e
nes teóricas difieren de las mías en varios puntos fundamentales. En su opinión, los mo: La teon~ ele las posICLones.. d Edi o I el superyó. Por fin, un grupo
niños no desarrollan una neurosis de transferencia, faltando así una condición [un- la teoría cláslC~~obre el con:pleJ.~ de la feo~ía de las Relaciones Objetales,
darnenral de! tratamiento analírico. Además, piensa que un método similar al del de nociones baslcas car~cteIlstllc"S .di los celos la identificación proyec-
adulto no puede ser aplicado a los niños, porque e! superyó infantil es aún dema- como la fantasía inconsciente, a envi IU y , '
siado débil. tiva, etC.
Estas opiniones difieren de las mías. Mis observaciones me han enseñado que
los niños pueden hacer muy bien una neurosis de transferencia y que una situación
de transferencia surge igual que en e! caso de los adultos, siempre que empleemos
un método equivalente al del análisis del adulto, es decir, que evitemos toda medida 4.4.1. LA TEoRÍA DE LAS POSICIONES
educacional J' que analicemos ampliamente los impulsos negativos dirigidos hacia el . . ce el núcleo fundamental de las apor-
analista. También me han enseñado que en niños de cualquier edad es difícil miti- La teoría de las posIciones nos pare d id d claridad a toda su acti-
gar la severidad del superyó, aun realizando análisis profundos. Además, sin recu- . d ).'1 K1. sobre todo porque a uni a y , .
rrir a medios educativos, el análisis no sólo no debilita el yo del niño, sino que en taCiOnes e LV. ein, .. concepción sobre la teona pS1CO-
id d l' . ..
VI a e ¡t1lca anterior, .d d y permite situar
. su
. . terpretada pOI:numerosos autores
realidad lo fortalece (1932, pág. [31-132).
analítica en general. Ha SI °B e~cnta.y
poskieinianos (Segal, 1964; )arangell,
;~.ft. '
Geets 1971· Tizón, 1988; Bofill
e¡ponerla hemos efectuado
B) Concepción del juego como la asociacion libre del niño. Ya hemos
·, 1994· Thomas 1994 ,por o que, para ,
mencionado la analogía kleiniana entre el SUe110 del adulto y el juego del niño, y T lZ0n" ' .
donde a través de su valor simbólico puede el niño manifestar todo tipo de una selección y síntedsi:rdel~s nlltsmldel concepto de posición (Bofill y Tizón,
fantasías y ansiedades, que el analista puede comprender de la misma forma Tomaremos una eJlmclOn ac ~ta íf o de ansiedades y defensas,
que lo haría con los sueños o las verbalizaciones del adulto. Sin embargo, 1994):,«Conjunto, estr~c~ra o ~sJ~::n~~~íac~tda l11el~taly relacional,la rea-
para Arma Freud, no se pueden tratar los elementos del juego en la misma fantaslas y emocIones ~~slcas qr . alidad externa en diversos momentos de
forma que las asociaciones del adulto. Las verbalizaciones de los niños son lidad i..nter~ay la,relación con 1 ;o~ece to de posiCl~;mocupa hoy un lugar pre-
importantes en su técnica, pues aunque utiliza el juego, éste no es considera- la VIda» (pág. 14)).1\u?q~e e eneral su elucidación se hizo en forma
do en absoluto como sustituto de la asociación libre, sino como un medio de P onderante en el kleinianismc en g 'f _ a tímida entre los años 1928
. I ente Aparece en orrns , .
establecer y mantener la relación de colaboración (llamada así mejor que rela- progresIva y muy entatl1e b.·· p. mesis de los estados maníaco-depreszvos
ción transferencial). y 1934, sobre todo en edtrla al~ slcKlogenedescubre y formula la primera defi-
(Kleiell1,.,M 1934). '.,don e ..a senara. e em a de entrada, ocupana, un 1ugar fun d·a-
C) Consideración del lenguaje. Para Melanie Klei..nno es preciso un nición de la poslclOn depresiva, ~u , AlY . .. (Klei M 1928) su empleo
luci , íouica pnncipio ein, .,
desarrollo total del lenguaje para que pueda ser llevada a cabo la relación mental en toda 1a evo ucton pS1qU f·· 1 té ino «POSl·cl·ón» frente a «fase»
. . . a a pre enr e erm . - 1
terapéutica. Ello supone que es posible poder psicoanalizar a niños muy es algo ImpreCISO,pero ya v, it es con ella se trata de sena ar
· d· 1 1 ción no es gratUl a pu . ., d
pequeños o con patologías graves. Para Anna Freud, que desarrolló algunas o «esta d io», y ICra e ec d lució 1'· ral; Se refiere a la ublcaclOl1 e
técnicas novedosas, como trabajos con sueños, fantasías diurnas, dibujo, algo más que un momento e e~o uClO~ fU;~1 k·a implicando una serie de
observación de la, conducta tanto dentro como fuera de la sesión, etc. , el len-
guaje debía tener un desarrollo lo suficientemente avanzado que permitiera
u~ sujeto frente a 1.111a
vínculos que se ordenan a ~t r
slty~cdod o.bj{ ~ner~l ~el~~~.al,sentimientos distribuí-
e. 1· . es y elecciones de objeto alter-
dos entre el padre y la ma r~, 1 enu l~~a~~:namiento situacional que pone
llevarlas a cabo. Ello suponía una dificultad grande para analizar a niños en
edades precoces en los que no se haya desarrollado aún o con alteraciones en nantes y superpuestas, Y sobre todo, tipo específico de angustia.
su progreso lingüístico. Además, era reticente a considerar el juego como sim- en marcha unas defensas como respuesta a un

I
143
" ,1" las relaciones objetales, Su actualidad
L;1 reolla,~ ,
142 Amonio G.u'cía de la Hoz ' b'letos se entremezclan y
dos clases de re1aClones con o El" er aso
siv,tlncnre mulas. y que esas , n el curso de su desarrollo, p,un p
Melanie Klein introduce el término «posición» a la manera COmoFreud eli;frazan en un grado siel~pre :re,~~el:{I~~1iopinión, cuando el niño /lega a cot~cel a;
hizo con el «narcisismo»: Usó la palabra antes de lo que podríamos llamar la importante en esta dlrecClon ¡CUl "idel1t1fica con ella como persona IOdta,"" .1
su madre como persona comp eta l' se , iva -cu as características he escrito en
presentación oficial, Lo utilizó para referirse a las angustias y defensas psicó. amada4, Es eJ1WJ1cesque ht posicron ~lep,es 1 o (J'vf. Klein, 1934, Obras Completos.
ticas propias del primer desarrollo del niño, y la nomenclatura, en realidad e! presente trabajer- se c~loca en pllmer p an
respondía a un esquema bastante simple, resultado de la comparación de do~ , 2-'4.275 , cursivas mías).
pags. d
entidades clínicas fundamentales como son la paranoia y la psicosis maníaco_ ' '" ta eneralizar demasiado el concepto e
depresiva, o más ampliamente" ge la,s?iversas formas de depre~i~n suscepr]. En este trabajo M, Klcin 1~1ten,¡'l~abla ya de otra paral1oide, Y de o,tra
bles de aparecer en la observación clíruca, De hecho, las dos posiciones i.nfan- ición, v además de la epreslv", . r 110encontrar para ella un tipo
tiles aclaran la forma en que se construyen las relaciones objetales en los dos p~s -íace oero esta última va a desaparece: po, os a encontrar la denol111Da·
grandes tipos de psicosis: La paranoia y esquizofrenia por un lado, y la psi- rlhln, ,~ lb. E obras posterlores \ arn ,
de angustia espec ~o, n 'no «posición maniaca», , )
cosis maníaco-depresiva por el otro, pudiendo hablarse de una identidad ión «defensas mamacas», pero 1 :, los estados marlÍaco-depl'eS1VOS,
estructural (Geets, 1971, pág. 126) entre las posiciones infantiles y las psico- CI En 1940 (El eluelo y '" re aCd~1d~~~riminarlas dos posici0r:es funda-
sis del adulto, Hay que aclarar con rapidez que no ha lugar a la confusión NL ,Klein lleva a cabo U? 1~1te~1~? om leto, pues tropieza contll1uamente
niño-epsicótico, que a veces se ha sugerido, Con la posición se trata en reali- mentales, aunque todavía S111 exito .c fo en duelos normales como en esta-
dad de una «constelación particular, ya no inteligible en términos de des- dificultad clínica de encontrar, tan id COD10depresivas, Sin ernbar-
con lae , 'tanto paranol es l
arrollo instintivo y de fijación patógena, sino como un conjunto de angustias, dos melancólicos, rea~CI.ones d f de ambas posiciones aparecen c a-
objetos determinados de defensas, relaciones intrapsíquicas múltiples, Este . UD11entosY e ensas» ,
go, los «temor~s, sen en el texto sigUIente:
conjunto tiene una cohesión interna y se presenta como una de las situacio- ramente descntoS, C01110 se ve
nes básicas detectables tanto en la situación analítica como en la observación res sentimientos y defensas, q~e no
de los niños» (Baranger, 1971, pág. 16), Porque las posiciones, en efecto, tie- De este modo existen dos g!'IlPOS de temo a '¡os otros pueden, con proposltOS
nen un alcance más largo que el mero hecho de ser un momento evolutivo, El di
obstante su variación y estar hr~so~;~~il~~~~toS y [anw;ías del primer grup? sdcl
teóricos, aislarse u~os e otroS,d por temores relacionados con la destducc~on t _
desarrollo normal se presenta con una oscilación de una posición a otra, persecutorios y están carac~erlza LOSdefensa contra estos temores es pre ol1lma~ es
según afirman Bofill y Tizón (1994) «en todas nuestras relaciones, tanto con o or persegUldores Ii1te[i1O~, a , étodos secretos y violentOS", o
los objetos del mundo externo a nosotros (personas, cosas, ideas) como con ~)e~te la destrucción ele los perseguldo[~d~~:n ~ la posición depresiva los, he des-
nosotros mismos (con nuestros sentimientos, recuerdos, ideales, deseos, etc.), sentimientos del segundo ~rudPoque COI s propongo usar para estos senrunltentos
estaremos siempre influidos por una u otra de las dos posiciones fundamen-
,
crito ílntenormente p ero sin enorn
, 1I1~1l o '
,d J
ara los temores (le per d~!,.los y e ansia
ele pena e inquierud por los °lbbtoS at11"¡oS'lerivada del lenguaje dlano, «p~nal'>~
tales» (pág. 143), Se trata, en resumen, de considerar a la posición como ui1---'=~if:-'7----- de reconquistarlos, una pa adra sElmp~sumen la persecución (por los o letlos
sistema de relación o comunicación dominante, donde todo ser humano , ,) r los objetos ama os, n resuu=». arte y el penar por os
reaccionaría ante las distintas situaciones externas o internas, en una u otra :~~::I~~,,)\~las defensas ca~acterísticas ,con~ria~~~i~?~nud:~'esiv~ (Iv!. K\ein, 1940,
objetos (<<buenos») por la otra, consutuy
forma posicional (esquizo-paranoide o depresiva), Para Bofill y Tizón (ibfd.
Obras Complelas, pág. 283),
pág. 145), hacia el medio año de vida, estas estructuras, modelos o sistemas
de relación, pueden estar ya elaborados o sistematizados, al menos en lo fun- , bservan puras y su interés teó-
damental. En realidad, las dos posiCiones rar~ vez ~e°orl'entarla inte~vención clínica,
eden servlr pala 1" d n
La posición depresiva es la que primero describe M, Klein, pese a ser la rico fundament al es que pu (971 ' 23) el arte del psicoana ista re~l e e
más tardía en presentarse en el desarrollo psíquico. Merece la pena citar esa nues como apunta Baranger 1 d ,padg, n a'pla'camiento paranoico o 1l1cluso
descripción in extenso:
t' ,
dilerenciar ,'.
una Vlvencla re para ora e u ' eden oresentsr en for
orma fen 0-
,, ' pues a veces se pu t'
de una neoaCLOl1 maniaca,
De este modo se experimentan sentimientos de naturaleza destructiva y amo- ménicame~te similar, .' mas esqui1.oides), se describe. no
rosa hacia uno y el mismo objeto, y esto da lugar a profundos y conmovedores con- En 1946 (Notas sobre alg~I,!OS!~~ca~~ ectiva (véase 4.4.3.3,1), ,S,1110 tm-r:-
flictos en la mente del niño, sólo el mecal1lsmo de la ldendf¡fia~I?, )0 ~ue se denominará pOslclon esqUI-
En el curso normal de los acontecimientos, el yo se enfrenta en este pUI1tOde bién, en forma más o menos e mtiv a,
su desarrollo -111'lS o menos entre los cuatro o cinco meses de edad- con la neceo
sidad de reconocer en cierro grado la realidad psíquica así como la externa, De este
modo tiene que darse cuenta de que el objero amado es al mismo tiempo el odiado,
y además de esto, de que los objetos reales y las figuras imaginarias, tanto las exter- ,,, ", d I esición depresiva con el
incidi esta desenpclon klemtan,l e n p
nas como]¡¡s internas, están ligadas unas con otras, '" '" en los nUlos muy pequeños , t\quí obseJ'v.lmos cómo puec \en cemel Ir
existe, junto con sus relaciones caD objetos reales -pero en plano diferenre- rela- esradio dd espejo de LaC>1n,
ciones con sus imagos no reales, vividas C0l110 figmas excesivamente buenas o exce-
144
Anronio G,ll'cía de 1,H t~(1rí,lele las relaciones objerales. S LI actualidad 145
a oz , 1.1

zo~paranoide, Melanie Klein estudia la il ' , ia d ' '


noides y esquizoides precoces y relata snpol[,mcla e los mecanIsmos para- bebé, cuando se alcanza la posición depresiva>, Su establecimiento se da en
nota posterior a pie de página 'aclara~' u encuentro con Fmrbairn, En una forma inmediata para dominar la angustia básica producida por el hecho de
nacer. Como hemos adelantado, M, Klein la describió en 1946, y con el pro-
C~~ndo publiqué por vez primera este traba' 19' ', pio nombre se trata de entender: a) lo dividido (esquiro) que se halla el mundo
«posrcion paranoide» como sinónimo de la ' ~!o en ,46 u[I]izaba el término
bmrn: Habiéndolo pensado más decidí co;n 'b,poSICI1oll, esqulzOIde»de ~Y!.R. D, Fair, interno en esas primeras semanas de vida y b) las ansiedades dominantes de las
y utilizar I " " mar e rermrno de FIIl'b' , mismas,las ansiedades persecutorias (paranoides).
pletas p\o a2e)~6Plr)eslon
«posición esquizo-paranoicle» (I'v!.Kleln '194~1l101~~11 eCI.lllío
.) <b' l. 1 I /)h1S Di/l. Tanto el bebé en estos momentos, como el psicótico (el trastorno psíqui-
co más grave), como la persona dominada por intensas ansiedades persecu-
En 1952 (Algunas concluriones te '..' 'b l ' rorias, no pueden percibir nítidamente el mundo exterior, no pueden dife-
tante), se produce la síntesis 'más a 'b,¿cas JO re a vI,da emocional del lac. renciar bien el yo del no-vo, lo que sólo se va a conseguir en forma gradual
el concepto de posición, Q' ui.za~- cdlad: decilpednsalll¡ento kleiniHDosobre uracias a la primera forma de defensa, lasplitting (<<disociación»o «clivaje» o
, as es e texto on e prese tI'
en f arma mas lógica 'v ordenad All'1 nos encontrs ' 11 a as PosIciones ~1c1L1s0 «escisión» según diversas traducciones), Estas primeras angustias son
di, rectas a 1 concepto de posición(a,y la descri [
" d (1110S con rererencias vividas persecutoriamenre, como ataques de fuerzas hostiles, y el sujeto, el
Clones fundamentales, eliminando definiri poon edtallladade las dos posi. primer yo o «yo primitivo» reacciona con esa defensa primordial en e! siste-
otras f " I rvamente e ranao d ' "
e orrnas amenores como la POSl'C¡'O'll '
' '" '
1'lOS'b b eSPOS¡Cl0n ma kleiniano: la escisión, la separación por un lado de todo lo doloroso,
d
que ca a pOSlcl0n tiene un tipo d maniaca
' o
f ( esiva. e recalca' angustiante y frustrador, y por otro lado lo agradable, placentero y seguro.
e1~ay un tipo de relación objeta/ T;gtb~:a) dn,a o{ma de defensa contra Esta separación se localizará, como no podía ser de otra manera, sobre la per-
nucleo teórico central es la anO'us~ia(m len eja c,aro que, para ella, el sona o cosa que proporciona el alimento al lactante (madre o sustituto y/o
la relación de objeto) pues ~o~ 11( a~~ud' ta,mblen están las defensas y pecho o sustituto), constituyendo los dos objetos (parciales) prototípicos, res-
Fairbairn, pues este GJtimo es n~ucl]¿Llle;e ,lst,mgulI su posición de la de pectivamente, centro de gratificaciones o «pecho bueno» y centro de frustra-
acento en las relaciones objetales d . ~as datdlin cuanto a colocar el ciones o sufrimientos o «pecho malo»,
nes, COsacon la que la señora Kle~ ejan ~ d e a o a teoría de las pulsio- Una vez efectuada esta separación necesaria para la organización del
texto d~ 1952, presentado ante lan~~i~~a e acuerdo en 1.0 absoluto, Este mundo de! bebé, se pueden poner en marcha los mecanismos más primitivos
(EPA), Intenta engranar la teoría de la sh PsychoanalYt1cal, Association de defensa: la proyección, la introyección, que tratarán de I?lantener lo bueno
ce?tr~l del psicoanálisis freudiano (la t~~fsld101es clo~l,el nucleo teórico dentro y lo malo afuera, Esto no quiere decir que haya un interior y \.1l1 exte-
pSlqulcaS, la teoría del desarrollo p , a l)e Ta pu S10n, las estructuras rior claramente diferenciados, ni lLll yo organizado, Hay multitud de razones
d es1III, d ar su concepto de pos' " Slcosexua
d 1 d f' uvo b as t ante CUI idad o en
(Freud y Abrahrun), con lo ~~~ond' h ~ ,« = de desarrollo libidinal»
para pensarlo así (inmadurez sensorial y cognitiva, así como del sistema ner-
vioso, etc), Pero para Melanie Klein y sus seguidores, existe un yo, rudimen-
defensas y relación objetai) ha
pendiente de aquél e il1~luso
vista genético,'
~er~~
IC o t~mmo (que agrupa angustias
cons: e~'ald-loC01110totalmente inde~
a ivamenr- 111 ependiente del punto de
tario si se quiere, desde e! nacimiento, o funciones yoicas [ragmentarias, que
se ponen en marcha desde el principio si la agresividad o la ansiedad no es
demasiado intensa,
Como los impulsos fundamentales están basados en la alimentación (ora-
les), las angustias predominantes tendrán que ver con ello. M. Klein, siguien-
4.4,1.1. La posición esquizo-paranoz'de do a Abraham, hablará de angustias canibalísticas o de devoración, y a ser
devorado, Cuando la angustia se desborda y las defensas fracasan se produce
Algun,os,au~~res de actualidad (Thomas 199) , la desintegración del yo, el temor a verse reducido a infinidad de pedazos, el
tener la d¡stlnclOn entre «fase» ' ,,' ,4 piensan que bay que rnan- fantasma del cuerpo hecho trozos, Esta posición está dominada por los sen-
nas, y hablar dejase esqttizo_pm':n~:dslcl0n» aplldcadaalas posiciones kleinia- timientos destructivos, por el sadismo. A la trilogía primera de defensas (esci-
ma es una verdadera posició '. e y posteloln epresiua, Pues sólo esta últi-
, n, rmentras que a fase e' id sión, proyección e introyección) hay que añadir la identificación proyectiva,
pasaje, «una aparición de la que sól I ' " d sqlllzo-paranol e es un
ción de profundidad sin fond d
a ~os¡c¡on epresiva da una aproxima-
la idealización, la negación mágica y el control omnipotente del objeto
(véase 4.4.3.3 y 4.4,3.3,1),
(pág. 187). Pero eÍ1tre los autore~¡d ,e, c oaca y e11especlazamiento caótico»
es el más consolidado, euuanos actua es el concepto de posición
, La pos_ici?11esquizo-paranoide comienza 1 " ,
tia: El OaCllTIlento.Tiene lugar dura t 1 ~on a pll~lle¡a fuente de angus- j En mi opinión, hay siempre que adoptar una posición de cautela con la precisión cronológica de

n e os pl'lmeros seis meses de la vida del los mementos evolutivos en psicoanálisis. Hay que tornarlos siempre en un sentido orientativo alejado de
la exactitud temporal ciertamente imposible,

/
/
La teoría de las rel<\ciones objetales, Su actualidad 147
146 Amonio García ele la Hoz

La relación entr~ el mundo interno y el mundo externo es aquí fantasma- debe afrontar el hecho de que el objeto de amor es el mismo q~le el ?bjeto
górica, con objetos Iuerrernente idealizados y objetos fuertemente persecuto- de odio. La angustia depresiva también tiene que ver con la ,U11po~encl~~ue
rios en continua lucha. La relación con estos objetos es pardal. Como apun- el sujeto siente para proteger su objeto bueno total ..A.demas; laidentifica-
tan Bofill y Tizón (1994), la madre es sobre todo pecho que satisface o frustra ción del objeto en su totalidad, permite al yo conStl:Ulrse aSI mrsmo com.o
manos que acarician suavemente o con brusquedad, rostro que aparece tran- forma total, forma total propia que por lo tanto se situa el: una dependencia
quilizador o amenazante. El biberón calma molestias o se retrasa, está frío o respecto del objeto amado (Thomas, ~994, pág~. 194-J.9)). ~or lo t~nto, la
caliente. «Por eso hablamos de que, en la posición esquizo-paranoide, la angustia depresiva se revela ~?mo mas compleja que la per~eC~ltOLla,que
vivencia es de objeto parcial» (pág. 149). sólo se ocupaba de la proteccion del yo. «Se arraiga en el se~1tl?1Ientode no
Melanie Klein, con la descripción de esta posición ha contribuido en haber podido proteger al objeto bueno con el ,que el yo mas Integrado del
forma importante a la comprensión de la esquizofrenia y otras psicosis, así niño es capaz de identificarse» (Geets, 1971, p~g. 122). En resumen, la P~[-
como también al tratamiento de niños en fases precoces de SLI desarrollo. sistencia de la angustia persecutoria, la nostalgia, la dependencia y l~ union
del amor y el odio en una misma persona, son los factores que estan en el
orizen de la posición depresiva. ..' .
4.4.1.2. La posición depresiva "Por otro lado el incipiente superyó es inflexible. Las defensas oml':lpo-
rentes de la posición anterior que se usaban para contra.rrestar la angusna _de
Ya efectuamos una primera descripción de esta posición (véase 4.4.1). persecución se siguen utilizando co.nt~ala nueva angustia, pero ahora s~ ana-.
Ahora la completaremos. den las defensas maníacas. Hay sentimIentos de culpa real y preocupación pOI
En realidad es difícil hacerse una idea correcta de lo que puede experi- el otro. Como estamos ante el reconocimiento de la madre como persona total
mentar un bebé en los primeros meses de su vida. M. Klein menciona en sus (relación de objeto total) , constituida P?r la unificación de todas las perce~-
escritos varios factores que determinan la transición hacia esta posición ciones parciales (su olor, su voz, su sonrisa, sus_oJOS),existe por ~anto la pos~-
depresiva, por ejemplo: 1) factores evolutivos (progresos en la percepción, bilidad de perderla, y de ahí el interés de los.n1110Sp~r.todos los Juego~ ~ acti-
maduración neurológica, aumento de la capacidad de expresar emociones y vidades que impliquen presencias y a.usen~tas, apanciones y desap_ancLOnes.
de comunicación); 2) factores que tienen que ver con modificaciones en los También está presente una culpabilidad inherente de haber danado a la
impulsos; 3) aparición de un objeto percibido C01110 persona completa; etc. madre, y por tanto la necesidad de reparacion", que da f9~'I;na,belleza} per-
Pero para M. Klein lo que determina esta posición es la aparición del nuevo fección al objeto perdido como condición de la aceptacion de la perdida.
tipo de angustia. Esto forma parte del trabajo de duelo. ., .. , .'
En general, los teóricos de las relaciones objetales vienen a coincidir en El trabajo de duelo es la verdadera superación de I.aposicion depresiva. y
que para alcanzar la posición depresiva, las vivencias gratifican tes han podi- en este punto M. Klein sigue punto por punto el tl'?b~Jo de Freud en relación
do con las frustrantes, que la mayoría de las veces las demandas del bebé han con el duelo y la melancolía (1917e [1915]). La perd~da del objeto investido
sido atendidas, y éste no se ha sentido abandonado en exceso al llanto, al se sustituye por el proceso de idel~tific~ción. M ..KleU1,C0l110Freud, pIens~
dolor y al hambre: «Sólo gracias a la permanencia de ese objeto externo regu- que el trabajo de duelo erige en el interior del s~Jeto al.ser ql:e acaba de ?,er-
lar, más o menos constante; sólo con la repetición de experiencias similares y del'. De la salida del trabajo del duelo por el objeto primordial dependela ~a
de cómo algo «de fuera» ayuda a calmar el hambre, la sed, la necesidad de salida de la neurosis infantil y de la neurosis de t:ansfer~nCl~. Para M. Klel?
contacto, el dolor, la molestia; sólo con In experiencia reiterada de cómo ese el resto de los duelos que vengan en el futuro seran reanimaciones de la pOSI-
alguien tiene características fijas en cuanto a olor, tacto, voz, temblor cutáneo, ción depresiva. . d . 1d . ti
secreciones, etc., sólo gracias a la regularidad en lo que viene desde fuera, La posición depresiva es considerada como, ~l eje de to ~ ~, esan? o
puesta en contacto con la perentoriedad de lo que viene desde dentro, podrá infantil, más que una simple p,rolongac.LOngen~~lca de la pOSIClone~q~lzo-
irse estableciendo esa diferenciación dentro-fuera» (Bofill y Tizón, 1994, paranoide, paso capital en la Sll1t~SlSe mtegracion de! yo, l? ~ue permite l.~
pág. 149). constitución del complejo de Edipo temprano, que estudiaremos a conti
Y así, alrededor del medio año de vida, se entra en la posición depresi- nuación.
va, estrechamente vinculada a los progresos cognitivo-afectivos del yo.
M. Klein insiste en que ahora hay mayor coherencia interna, progreso en la
capacidad de síntesis y de discriminación. Pero como adelantábamos, lo fun- -~
.. ~ ... l.o1
._

damental para ella es la aparición de la angustia depresiva caracterizada por


la nostalgia del objeto de amor y del miedo a perderle, al mismo tiempo que
aparecen los sentimientos de culpa por haberle dañado puesto que el sujeto (, Bofill y Tizón (1994, p.íg. 160) denominan a esta posición «depresiva O rcpurutoria».
148 La teoría de las relaciones objetales. Su anualidad 149
Amonio Garcia de la Hoz

múltiples consecuencias teóricas. El superyó c~da vez ~s más y ~ás arc~c,?,


4.4.2. EL COMPLEJO DE EDIPO y EL SUPERVÓ PRECOCES oral, preñado de sadismo. En 1952, la concepción de «tase. de sadismo 111ax~-
1110»en relación con el superyó desaparece, y Melanie Klein da el paso defi-
Esti~n:~s ante un campo de extrema complicación teórica y que supone nitivo, desligando totalmente los comienzos ~e! superyó del .complejo de
una revrsion de los planteamientos freudianos, los cuales, por otro lado, tarn- Edipo, y ubicándolo con la introyección de objetos or?les pa1"Cla~es(<<pe<:_ho
poco estaban exentos de ambigüedades y contradicciones, como veremos bueno» y «pecho 111\110»). En la última fase del pensamiento kleiniano (19)8)
~:nasadelante (14.4 y .14.5). Ahora plantearemos solamente las ideas más el superyó precede claramente en al~os mes~s,al complejo ge Edlp~.
importantes de M. Klein y seguidores con sus posibles dificultades, y remiti- Con todo lo expuesto, vemos como la 110CI011 de superyo ha sufrido en
mos al capitulo ,14 para el estudio de los-problemas actuales en el enzarce de Melanie .K1einuna evolución muy-col1siderable, de la que podemos entresa= ---
estos temas. Alh efectuamos una crítica y revisión de conjunto. b
CIJ, siguiendo parcialmente a Baranger (1971) algunas conclusiones:
A partir de sus experiencias clínicas con niños (inhibiciones en el juego
torpezas, terrores nocturnos, dificultades alimenticias, actitud ambivale~t~ 1) M. Klein teoriza un superyó temprano, y la tendencia es hacerlo
hacj~ los,regalos, etc.), M~anie Klein modificó algunas de las opiniones de la retroceder cada vez más deslindándolo del complejo de Edipo, del que ya no
teorra c~aslca, como por eje~11ploque el complejo de Edipo y el superyó se sería su heredero (Freud) sino todo lo contrario, su predecesor. .
generanan en mOI11~ntosma~ precoces que en los planteamientos de Freud. 2) El superyó es tremendamente cruel (quizá con la excepc~ón de la últi-
P~ra ella, el compleja de Edipo freudiano no significaba más que el acaba- 111a fase de su pensamiento, donde lo dota de aspectos más benevolos y pro-
rruento de un desarrollo que se prolongaba durante años. Existían conflictos tectores), pues al desligarse del complejo de Edipo se carga de elementos ora-
precoc~s que, casi en exclusividad, tenían que ver con la figura materna les. Estamos ante un superyó sádico, . .
donde esta desempeñaba e! pape! prohibidor tanto o más que el de! padre: 3) En la medida que M. Klein va organizando su teoría de las POSICIO-
La pregunta fundamental que hay que formularse aquí es: ¿Dónde se encuen- nes tiende a integrar el superyó en ambas estructuras, planteando dos solu-
tra. e.r:,toncesl~ .relación triangular, básica para el conflicto edípico? En mi cienes: a) Superyó como instancia organizadora a la que se supone un grado
o~1..'1lOn,.lasdiflcult.ades ~el ~~'opio _F~'eudcon estos temas (véase 14.4.2.3) de síntesis incompatible con la posición esquizo-paranoide, y que yor .tanto
provocaron que. la mvesugacion kleiniana llegara a conceptualizar tanto el se formaría con la posición depresiva. b) Superyó como un perseguld~r l11te.r-
comple~o de Ecüpo como el superyó tempranos. no, relacionado entonces con la posición esquizo-paranoide. Melanie Klem
Segun ~?Ianger (197~), «Hay en el pensamiento de M. Klei.n, una conti- no se decide por ninguna de las dos soluciones.
nua oscilación entre considerar el superyó como una forma global de encarar j'F.l
.,.... ,
una parte de l~ «asamblea» d~ los «ciudadanos» del mundo interno, por un "'~
lado, y el con~Iderar e! superyo como una estructura psíquica coherente, por ~i
j 4.4.2.1. Consideraciones actuales
o.t~·olado» (pa.g.,114), y, com.~ ha demostrad;> e! mismo Baranger, la concep-
c~on del superyo tiene también una evolución dentro del pensamiento klei- En la perspectiva clásica, el advenimiento del superyó se sitúa en la fase
ruano.
fálica, C01110heredero de! complejo de Edipo (14.3.4), alrededor de} cuarto o
El origen de la contradicción con la teoría de Freud reside en el hecho
= observal; senttmtentos de culpa en mijos muy pequeíios. Dichos sen ti-
rnlen~os serran e! resultado de un conflict? prec,:lZ entre el yo y el superyó,
quinto año. Elfalo se introduce como tercero enel sen~ de la. re!ac~on madre-
niño/a, que de dual, se convierte en triangular, Melanie Klein insiste en tr~s
ideas: 1) Aparición precoz de! conflicto edípico, y por tanto del superyo.
y pOI 1;> tanto acarrearon la consecuencia teónca de la existencia de un 2) Elementos anales y orales en la formación del superyó, que engendran
superyo temprano ..Como er: la teoría clásica el superyó va indisolublemen- desde el primer momento angustia y culpabilidad ..3) Pap~l decisivo de las
te ligado al complejo de Edipo (es su heredero), M. Klein (1928) de entra- fantasías pregenitales en la constitución de las relaciones objetales, Todo ello
da tuvo que retrasar e! !r:,iciodel mismo, y afirmar la existencia del complejo proporciona "al conflicto infantil la cualidad de apare~er del'nasz~adop:onto y
antes de 10 q~e se admitía en e! círculo vienés. Más adelante todavía lo hará de ser desproporcionado, en relación con el estado de llnp.otenc.la radical ~el
retroceder mas:
niño en los comienzos de la vida. Por esta razón, M. Klein atribuye al n1110
pequeño un yo mucho más organizado que el que Freud pensaba. Como
Los esta~ios te.mpranos del conflicto de Edipo y de la formación del superyó,
se eX[lel1d~l aproximudarnenre desde la mitad del primer año hasta el tercero de ln hemos mencionado además todos estos conflictos tempranos afectaban a la
Vida del 111110 (M, Klein, 1932, Obras Completas, vol. I, pág. 251). relación materna hmdarnentalmente debidos a las frustraciones ocasionadas
al niño por el destete y el aprendizaje de la limpieza e higi~l1epersonal. . .
. El origen ha retrocedido hasta la mitad del primer año, es decir coinci- En resumen, el conflicto edípico se instaura, en M. Klein, bajo el dominio
diendo con el comienzo de la posición depresiva, afirmación portadora de total del sadismo, y por lo tanto e! superyó es cruel.

/
150
Antonio Carcía de la Hoz La teoría de las relaciones objeta les, Su actualidad 151
1 ,~ara poner un poco de orden en todas estas cuestiones es fundamental
p rr lo: que ~~supe,ryó, como instancia moral, se forma por identific ',:10
o ideas, Freud usaba en alemán Phantasie, que designa imaginación, no tanto
01 o tanto M, Klein, Con su noción de su el" , ., aClon, en el uso filosófico sino en relación con e! mundo imaginario, pero como en
de una fOrlnayr;:coz de identificación, En ~st~~e~~~~lzaY~l~I~~~ar~a .l~ablando muchos otros conceptos, la usó en varios niveles: consciente, subliminal,
ros de la tradlclon freudiana (Freud 1921c p'ícr )58)-' 19°23b P, sa2Jesoscu. inconsciente. En francés se ha traducido por pbantasme (la Pbantas» inglesa
Por ' l:U. parte,
" , d ose so bre
y tratan "o·la relación
re todo de -, con la,paa.
fi: -,71/) ~' d e Ios 1- 1")
cieuuanos , con pre ferenci t.
erencia a jantasme ('C)
jantas)/ ~ con 1o que a nuestro
na, podr~amos asegura~ que lo que M. Klein describe como su el' 0u~a lll~ter- idioma se ha vertido como fantasma, y así figura en el diccionario de Laplan-
no es olla cosa que la instancia moral ideal-del-va, cuyas vicif¡tl:des e;:'f~(/no che y Pontalis (1968), El texto principal aquí es el de Susan Isaacs (1948).,
he_ill_Q$ com~entado_re~Jentemente~fGarcía Be la 1-102, 1996a 1998) ,.~I-:u;o;:c..,.,as _guíen )_)ropone usar las dos grafías inglesas pbantasy y lar/tas)', para diferen-
dotamos de dos cualidades esenciales: El ser de orizen d 1
? y. a que ciar respectivamente el contenido primario CIelos contenidos inconsdeotes--
matern? El. hecho de que NI, Klein termine )01' h~cer i~ld' y ca~~SI:l1lpre de los sueños diurnos o fantasías conscientes. Según Laplanche y Pontalis
s~peryo del, conflicto eclípico reforzaría más n1uestra opiniól~pe~~~~~tL a Su (1968, pág. 147) yen contra de la opinión de Isaacs, esta modificación no
~enesls delldeal de] yo no e.s edípica, sino narcisista (Freud if14c)7 ~uf la sería fiel al pensamiento de Freud, pues en su Pbantasie habría mayor corn-
remos a plantear estas cuestIones más adelante (14.4.1.3.2 y'15 2 - 2 o ve- 3) plejidad. Nosotros creemos que los autores franceses-han estado aquí derna-
J~:e11)L~~~m:al1e~ldtallesd qlue hay unaddoble génesis de la moral ~l~);sico~~~~~ siado celosos del purismo freudiano, y pensamos, con Geets (1971, pág. 146),
, , 01 1 ea e yo, que es ual, y que se forma por id ifi . que la modificación de Isaacs sugiere menos la connotación propiamente
~~ad~ll~~~~Élfc~si sicliupre materna~! y 2) la moral, s\lperyoica, qllee~~lacl~~:_~d~~ '¡ psicoanalítica del término que e] sentido que el mismo toma en la teoría klei-
nió . ' , d e p~co, ede: es tll~.gular y casr SIempre paterna. En mi opi- mana .
. n, a partu e aqw pue en conciliarse e integrarse sin dificultades I ' En cuanto a nosotros y al idioma castellano, y aun en contra del principio
nIone~, aparentemente enfrentadas de Freud y de M Klei
de Edlpo yel superyó. '
br I as
, ein so re e cornp ejo
l~l- de economía que también existe en lingüística (Martinet), optaría por una
pequeña paráfrasis como «fantasía inconsciente» o «fantasía consciente»
según los casos, pues la elección de «fantasma» de Laplanche y Pontalis
queda un poco malsonante, y está preñada de otras connotaciones que en
4.4.3. OTRASNOCIONES
BÁSICAS nuestro idioma poco o nada tienen que ver con e! sentido psicoanalítico, De
elegir 'fantasma' tendríamos constantemente que oponerlo a 'fantasía', y a la
larga sería muy penoso para el trabajo clínico. De hecho es lo que proponen
fe 1~~;~~~~~~lrale~n~bje~al~;~.t~~I~~~t~l~e~nfi~~~~do
~:~~~~~~~~~sah~l:dt~~~a Poch, Loren y Pérez (1994), que usan el sintagma 'fantasía inconsciente' defi-
a teoría centr de las posiciones infantiles. 1 e niéndola corno sigue: «Es un constructo hipotético con e! que se designa al
correlato mental de las pulsiones instintivas de base somática. Se halla en la
base de todos y cada uno de los procesos mentales y acompaña a todo tipo de
4.4.3.1. Fantasía inconsciente actividad psíquica. Es la representación mental de los impulsos y derivados
de éstos en forma de sensaciones corporales» (pág. 140).
La tradición Icleiniana se ha encargado de precisar este con ce t d 1 Tras Freud, el concepto cada vez fue más comprensivo, y sobre todo en
a pesar ~: ser clave en psicoanálisis, no se observa en la obra d p; edque, los países anglosajones -no sólo por los kleinianos, sino también por otros
elaboracíón de conjunto. En la obra de M Klei I . bl " i d reu una como ErnstJones- se extendió en forma muy considerable. En los países de
tasy ocupa un lugar central. . 111, a pro ematlca e la Pban-
lengua francesa la palabra 'fantasma' (pba11tasme), por el contrario, tomó un
a n .Lo primero a de:>entrañar es !a cuestión terminológica, pues los cambios sentido muy restrictivo, mucho más que la Pbantasie de Freud (de la que ya
(ve! de las palabras pueden significar aquí un cambio en e! plano de las hemos dicho que podía evocar tanto los ensueños diurnos como las ficciones
conscientes, tanto los sueños preconscientes en duermevela como los deseos
plenamente inconscientes), El 'fantasma' para los franceses remite siempre a
tal formación imaginaria particular (<<Fantasmaoriginario», «Fantasma típi-
_ .7 Es J:¡ itle~tific,~ciónque Freud describe confusamente El, ¡ . co», etc.).
mas ,mportante ,dennf.cación del individllO' L. id 'f' ,_en )U y e ello (1923[,): «La pnrnera y
:
(pags, 2- i « a, enn icacion con el pad 'e d I hi ,
111-2712), Thomus (1994 pu-g (74)',
indi , ' .
"
mrerpreru este rexto como 1, '1
e a pre isrona personal"
'f' ,, En conclusión, reservando la palabra 'fantasía' (jantasy) para las acepcio-
n:", Ire tn itcrenciado, lo que [JO es nada distinto a l. f- ,_ d '.' " te enn icacron con el padre-
Clona Ivl. Klein (1952) como ca,,"cterístic!Ide los ;:t::;ttsta I~:
e «figura parental combin,:da» que men-
?tros no es otra Cosaque la idenrificación nnrcisisra di os.te':IPI'ld"?Sdel complejo de Edipo. Para nos,
nes comunes -fantasías en tanto sueños conscientes o diurnos-los psico-
analistas de la escuela kleiniana utilizan el vocablo Pbantas)I (el 'phantasme'
ideal-dei-yo. ' rect" e 11\1\1< tata, generadora de la instancia moral francés) para señalar la acepción psicoanalítica del término que remite siem-
pre al inconsciente como tal. Como apunta Isaacs (1948) «el término psico-

/
/
153
, (1)
. e' objelales. Su <lctualid~d
las re I acion s
152 L·' leorl,1 .c ibí
Antonio Gurcia de la Hoz .. , Jl'oblemu Y autocriticándose, escn la
. B·ll·.moer(1971) retomo este ~: . 1 cu;l o aceptaba con '"ingenui-
analítico pbantasy, significa en esencia contenido mental inconsciente g
puede hacerse consciente o no» (pág. 84). ' ue
~~~t<~~lp'ri~;ipio d'd
c~:t~~~~~~a~b~,~~l~~ar'e~xisten{ia d~ la fantasía 10.I:dr~a~
ile hacl<lconsi el, . d t. ctura superior en comp e)l a
~n l:~alidad, M. Klei~ nW1Case .ocupó especificamenre del tema de Íafor- d ,I~ \ ni obl·eto (éste consldera o cOhll1oes ru abe otorgar a la fantasía 111cons-'
rnalización de las fantasla~ inconscientes. Para ella, la angustia(su objeto de CIOI1 ¡¡ ía) (' 107) Pero a ora «no C F' bjeto
la de 1<1f<mrasnl » 'pa.~ d es~[Uctllral con relación al objeto .. ~ntlasd?? ia-
estudio fundamental) es siempre ante algo desconocido, inconsciente(conte- .-nte ninguna pno¡~. a :.', l)rQviene de un preJulclo a 1 e,ren.c,
nidos Eantasmáticos). Han sido al~unos de sus seguidores, como la mencio- ere d'll1 en una misma expenen;:l'l. LIb' to como estructura pSlqulca»
nada Isaacs, Segal o Baranger, quienes se preocuparon de conceptualizaren se nos.'. 1 bjeto de la fantasía y e o le
ción entre e o . .'
este terreno. ·í<rlOS-. iónklei .ana de la fantasía inconSCIente, repre-
SusaB 1smll=s_(1.248jpresentó-en Ierma-sistemátic; la concepción de la -W' "'p. ( r QLfO lado, la concepClon einu . dicción con la representada por
---escuela kleiniana sobre la pbantasy, en la que se inspiró la definición antes u
·1 por Tsaacs, pare'
ce estar en contra . 1"
. 1\.. .oblemarnetapSlcOOglCO. En
expuesta de Poch, Loren y Pérez (1994), cuando recapitulando las¡C!e.IS klei- sentad ' lve a colocar ame e pr '. .' f
Scoal (1.964),que nos vue ., 1 bra de M. Klein» admite que cre~~ an-
ruanas definió a la fantasía inconsciente como «la expresión mental ele! ins-
tinto. No hay impulso, ni necesidad instintiva en respuesta que no sea vivida
~I~apítLllo1 de su «Ir:trod~ccJon: ~~n ue no renuncia la consideraC1~n?e
. ías ¡)llede ser una Iuncion yOIC,. .9
a
_ tal del instinto», la contradlc-
como fantasía inconsciente» (pág. 85). La dificultad se desprende de que la t<1SH! . t como «expreslOn men h d d toda
la fantasía inconscren e , 1 fantasía inconsciente es ere era e. e
fantasía definida así nunca es objeto de la observación directa, y su existencia
se basa siempre en un proceso de deducción. Leyendo el artículo de lsaacs
ión parece evidente. Para 1saac a 1,· activa para la consütuCiónlUlsma
ía actividad polimorfa de l~s pu sl.OJd~c~oed~ la actividad del yo. El problema
(1948) se observa cómo poco a poco la fantasía inconsciente llegaa constituir · yo Pnra Sezai la [antasía es pro .' el yo? Para Baranger (1971)
el centro mismo de la vida psíquica. del .' 1:> t ·al· 'Cómo se ongll1a· . la
I11et'lpSic?l.ógicoes c~n .r, . ~ la ubicuidad ele la fantasía inco~1sCl:ntl eci\r_
La ley de la fantasía inconsciente o fantasma es la omnipotencia:Cuando toda la dlhcultad «pr,ovlene e. nuestra opinión, no es sol.o esa a I
el niño expresa un «yo quiero» es como si lo llevase a cabo realmente, toma técnica kleiniana» (pág. 1~4). ?cro,
ten nterio; porque la solución de Segal es
sus deseos por realidades, lo que está de acuerdo con lo planteadopor Freud
respecto al deseo alucinatorio. El origen primero de la fantasíainconsciente
i:
cultad, sino la respuesta a a.preguci1 señor; Kleill sobre un yo templ:a[~r
coherente con el plantealnJend_01 eque pensaba Freud (1914c): «En elE1111 1-
estaría, pues, en la respuesta que produce el niño en estado de tensión de mente constituido, en contra. e. o. na unidad comparable al yo... yo
necesidad, en forma de gratificación alucinatoria. .. 1 . o no existe desde un pnnClplO, u)
La concepción kleiniana de la fantasía inconsciente, en opinión de Geets V.IlU
nene que ser, de'sarrollado»
, (OC, 2019 .
(1971) «tiene de paradójico que extiende su acción a vastos sectoresde la vida
psíquica, al mismo tiempo que reduce la extensión inicial del concepto»
(pág. 159). En efecto, al distinguir claramente las producciones imaginarias 4.4.3.2. Envidia:)Icelos
conscientes y preconscientes (jantasies) de la pbantasy (inconsciente),los klei- M lanie Klein oroaniza en el último de sus tra-
nianos introducen una restricción «que no solamente no se presenta en e!
caso de Freud, sino que se puede decir incluso que contribuye a modificar de
forma no superficial la concepción misma del fantasma elaborada por él»
Est<lll1OS ante temas que le,.
bajos te~ricos importantes
cinco anos y segun Thom~s .
tx:
E(r~~~/
. d (1957). Cuenta ya con setenta Y
i :).

:u
último hOl_nenajea n:aest\o
'de éste sobre la oralidad destructlVay. a
(págs. 159-160). Porque en Freud, repetimos, no parece haber una solución A braham por los descubnmtentods .. d d raszo esencial de la envidia
1 la estruCUV1a, el
de continuidad de unas fantasías a otras. Pero esta reducción del concepto al
inconsciente va acompañada de tal extensión hacia toda la vidapsíquica, que
n , ,. ,
envidia. El acento ~e co °li~ <>
en 1 envidia ya se había tratado, sobre to o en
En la teoría pSlcoana (lca'r a d 1 vidia de pene (véase 14.4.1), que
entonces parece que la concepción [anrasmática puede perder toda especifi- rebción con el concepto freuetano ,e a enor ejemplo 191ge; 1920a; 192.3e;
cidad. Por lo demás, éste era uno de los puntos sobre los que se basó la críti- Freud expresó en van?s trabaj~s ~vbi~~oPde la envidia del varón al embara-
ca del sistema kleiniano llevada a cabo por Glover (1945), que denunciaba 1924c1y 1925j). Tam?l~nJe ra}Jla . ~d.'d como reacción a la envidia de pene
que COI1estas disquisiciones metapsicológicas se perdía de vistala distinción 7.0de la mujer o enVidia e ~ erruru t968
entre otros). Pero ambas [o~mas
entre las pulsiones y las funciones del yo. freudiana (Horney, 1967; lFr1ed~lf1~ln'd")'se liO'abana la situación edíplca o
En opinión de Geets (1971, págs. 161-162), la gran riquezade la descrip- de enVlidila (1a fTeu.d l.1!
' 1a y -,'1 al1tl
~
¡eu
.
l,111a
1 uien1:>.se emp1eza a conS1 ·dera_:
.. Ul1a
ción de los fantasmas infantiles sigue siendo uno de los elementosmás sóli- fálico-c'enltal. Es con .Mela11leKle~n COI q tempI'al1as y que desempena un
dos de la obra de Melanie Klein, aunque también han planteado severas difi- • <>.. • I ·d· d ralces muy " , 'b'
lorma Orl"lllana ce enVl la, e d l·_ sus «obJ·etosbuenos» perc1 1-
cultades a la construcción teórica. Por ejemplo, una de las cuestiones 1:> 1
papel fundamenta en a re , l' lación e 1l1l10 con
'197) la denomina envtdta e pech o.
. . d 1
planteadas por Glover (1945) consistía en saber si la fantasía inconsciente es dos como tales. Thomas (1994, pago
o no totalmente dependiente (y entonces posterior) del reconocimiento del

/
155
154 Amonio Gurda de la Hoz La recria de las relaciones objetales. Su acru'llidad

ENVIDIA CELOS
Melanie Klein la descubrió en su trabajo clínico COI1 pacientes esquizofréni- Características
cos o muy perturbados. SECUNDARIOS:
Como adelantábamos, la característica esencial de esta envidia originaria PRIMARIA:
Desde los primeros Sólo tras la elabora-
es su destructividad, una destructividad selectivamente dirigida hacia lo Genéticas ción de la I." posición
bueno externo, parcialmente reconocido como tal. Como apuntan Poch, meses de vida
Esq-p
Loren y Pérez (1994), el ataque envidioso «se dirige directamente al 'buen
objeto' que parcialmente es percibido como tal, pero a través del ataque envi. posición depresiva
dioso se logra entrar en él y expoliarlo de sus buenos contenidos» (pág. 141). Estructurales posición
La envidia a que se refiere M. Klein es el sentimiento de cólera que lU1suje- esquizo-paranoide
to experimenta cuando teme que otro (madre u otro niño) posea esa cosa Totales (más parciales
deseable y buena, y goce con ella. La envidia, entonces, es una depredación, cuanto más se. mez-
un saqueo, como echar «el mal de ojo». Objetos Parciales
clan con la envidia)
Por lo tanto, M. Klein, en éste su último trabajo teórico (1957), retoma lo
ya explorado a propósito de la posición esquizo-paranoide, TRIANGULAR
Tizón (1988) ha llevado a cabo un excelente planteamiento de la envidia DUAL
Relación de objeto
kleiniana y de su diferencia con otros sentimientos asociados, como la vora- «Neuróticas»
cidad y los celos, a partir de Envidia y gratitud. La voracidad es un deseo Defensas «Psicopáticas»
vehemente e insaciable cuya meta es vaciar al objeto (<<secary devorar el
pecho»). La envidia, en cambio, no sólo busca el saqueo, el vaciamiento, sino
también colocar en el objeto bueno lo malo de sí para dañarle y destruir su
capacidad creadora. Para M. Klein, la diferencia fundamental es que la vora-
cidad tiene más que ver con la introyección (con el vaciamiento), mientras
que la envidia es con la proyección (destructiva de lo malo propio). Se trata 4 ...4 3 ~). Ansiedad JI defensas primitivas
de una forma originaria de envidia propia de la posición esquizo-paranoide. .d tes cómo la ansiedad fue una preocupación co~s-
Como apunta Tizón (1988) «el objetivo de la voracidad es poseer todo lo Hemos comenta .Klei F d tudió en forma sistemática las ansié-
bueno que pueda sacarse del objeto sin parar en mientes en las consecuen- tanteen ·1ao br[a de M . ein. Ireu no:'.es íntoma y angustia
bibi . (1926 d [1925])
cias, sin tenerlas en cuenta por mucho que pueda dañarse el objeto con nues- aunque
d ad es tempranas,. di dor en n t tcton, SI '. ., klei
ue odían preanunciar la ínvesngacion el-
tra acción. La destrucción es lo contingente, mientras que el fin es obtener lo señalaba algu~os 111 ica .l~es.q d ~dirse entre dos opciones sobre la angus-
bueno a toda costa. En la envidia, el deseo es el de ser uno tan bueno o capaz niana. Freud SIempre oSCl~, Sl~l'lec o 'manifestación fenoménica de cam-
como el objeto; peto el deseo posee una cualidad tal que, si no se puede tía: Una que tendía a con~lde[(aIa .<;om 11'o~ml'ca) Yotra consideración de la
. . íquicas OpCloneco, .
lograr ese objetivo, somos capaces de luchar contra el objeto para arrebatar- bios entre tenSIOnesps t s 1 cante'nido su objeto y su cua-
. " . 1que tenga en cuen al, . , Al
le lo envidiado o destruirle incluso para acabar así con la fuente de la envidia. angusua mas sltua~lOna d 'd d 1 rincipio por la segunda operen.
La envidia se halla pues sobre determinada por la necesidad de destruir al lid d MI' Klein se ecanto es e e P .. , .
1 a.. e anle._ ños se encontró en una pOSlCIOnmejor p.ara
objeto» (pág. 261). trabajar con nmos muy ~eql~e . esbozar su teorización. Cuando tuvo lista
Esta última teorización sobre la envidia le sirvió a M. Klein para corro- descubrir las angu~t~aspnmIdt1Vas_y " .1 .. describir las defensas para cada
borarse en el instinto (pulsión) de muerte de Freud (1920g): La envidia sería la teoría de las posiciones pu o OlgalUZaras Y
la más directa manifestación y la más temprana del instinto de muerte. Los una de ellas. . 1 osición depresiva (M. Klein, 1934,
planteamientos sobre la envidia tienen sus manifestaciones clínicas, como por Como hemos descrito ~~, tanto. a p id (M Klein 1946 y 1952) se
ejemplo, la reacción terapéutica negativa (RTN). 1940 y 1946) como la posicion eSq~llzo-pa:tErc~~ {a a~gustía 'persecutoria y la
Con respecto a los celos, lo básico es que se trata de sentimientos que caracterizan pO!: un tipo d~ angustie rpet n~ como otra son derivaciones
requieren mayor elaboración cognitiva, donde los objetos se distingan ya con angustia depresiva respectivamente. an o u . (M Klei 1932) Así pues
. .. .1 ., d 'te o destructIva . em, '. '
claridad y se diferencien Wl0S de otros-Es un sentimiento de un esquema pnmitrvas de la puisron e mue¡ ves' 1) La angustia proviene del insunto de
triangular de relación, no como la envidia que era dual. Vamos a exponer, para M. Klein hay ~os punt?s c a 'C . rimida como pasaba en la primera teo-
parcialmente expuesto, el esquema de Tizón, que resulta bastante claro: muerte (y no a partir de la ltbldo. [.p 'd t objeto En 1934 hizo
f ) 2) SIempre se a an e un .
ría de Freud so b r.e1aa~gus .l~ .b e acabado entre la angustia persecuto-
un esfuerzo de dlscrll1lll1aClOn astan te ,

/
l56
r\monio GaJTía de I;¡ I [oz La teoría de las relaciones objetales. Su actualidad 157

ria y la depresiva. La primera se localiza en la preservación del "O La "e La proyección y la introyeccionñ, para la escuela kleiniana, son procesos
da en la ., d 1 b' b }. o gun-
e • '.l?reservaclOn e os o jeto~ uenos imeriorizados, Con los que el yo muy primitivos mediante los cuales el sujeto trata de expulsar de sí lo des-
se Identifica como totalidad. En 19)2 formuló definitivamente la teoría d l. agradable y malo, e incorporar lo agradable y bueno con lo que no cesa de
dos clases d~ ~l1gustla, marcando unos límites recíprocos y su relación ~ I~~ identificarse. Ahora bien, hay que recordar que la «bondad» o «maldad» del
con los senturuentos de culpa.
objeto no resulta exclusivamente de sus propiedades efectivas, sino sobre
La angustia persecutoria (propia de la posición esqLlÍzo-paranoideJ tiend . todo de la apreciación fantasmática ele los mismos, donde entran no sola-
a salvagLwrdar un y? to?av~amuy pre~ario, a evitar su desintegración merced mente la zratificación o frustración externas, sino también la proyección de
a meca~lsmo.s .~e dlsocla~lOn ? escision propios. La angustia depresiva (pro- pulsiones hbidin~les o agresivas del niño. El proc~~o de expulsió,l19delo m~lo
pia de l~ ~oslclon depres!va) tiene que ver con progresos cognitivos del suje- y de incorporacion de lo bueno se consolIda. mediante la eSClSIOl1 o separa-
to que re~onoce ya al objeto_totalment~, y entonces se experimenta el temor ción del conjunto de percepciones y sensaciones (por un lado las pertene-
de perderlo o d~ h~berlo dañado (sentlll1lentos de culpa). cientes a los objetos buenos y por otro las pertene~ientes a los objet~s malos).
En ~~da posicion se pondrían en juego las defensas primitivas para evú"r Esto produce que las partes escindidas buenas tiendan a ser idealizadas en
el desarrollo .de. an.i5_usua.~n la .Po~l,clOne~qwzo-l?aral~oide tendríamos la forma permanente, para mantenerlas a salvo de las partes malas (persecuto-
esc~s!on,la ployecclOll y la l~tr?yecclOn masivas, la idealizacióc y la identifi- rias) que continuamente amenazan la integridad del suje.t? Dlch?_ de otra
cacion proyectlva. En la posicion depreSIva, además del mayor o menor fun- manera la idealización responde a los temores de persecucion del niño, es un
Clon~mlento. de las a~tenores, s~ ,añadlr~an las defeI::as maníacas (oll1nipo- intento 'de asegurarse y protegerse de la amenaza de destrucción. .
teucra, control del objeto y neg~Clo.nmagrea. La relación posición-defensas la El fracaso de la estrategia defensiva, donde se mezclarían el yo y el obje-
exponemos en el esquema siguiente:
to, la proyección y la introyección, lo idealizado y ~opersecutorio, pu~d~ con-
ducir a la desintegración del yo, que es el conterudo de la angustia upico de
la posición esquizo-paranoide: Verse reducido a pedazos (el fantasma del
POSICIONES y DEFENSAS (M. Klein) cuerpo hecho trozos).
Dejando a la identificación proyectiva que tratamos en un subapartado,
cuando el sujeto accede a la posición depresiva, entran en funcionarniento las
Posición esquizo-paranoide Posición depresiva defensas maniacas, que como afirma J. Riviére (1936), no son nuevos proce-
sos en sí mismos sino los mismos mecanismos antes usados contra las ansie-
Defensas dades persecutorias, que ahora son utilizados contra las depresivas. Las
Defensas
defensas maníacas reactúan las defensas anteriores pero con una forma nueva
Escisión y una finalidad distinta: la dominación del objeto. Así aparecen las fan~así~s
(Las anteriores)
de omnipotencia que traclucen esa tentativa de emancipaci?l1 y de triunfo
Proyección sobre el objeto, tratando de efectuar un control sobre los objet?s 1:1alos?es-
+
tructivos, Es el control omnipotente del objeto, donde 110 hay l11ng\.U1 peligro
Introyección Defensas maníacas porque fantásticamente se tiene todo controlado y se es capaz de pre~erlo
Negación mágica todo. El objeto no puede dañarnos, ni abandonarnos 111 frustrarnos debido a
Omnipotencia nuestro poder. Así se evita entrar en contacto con las ansiedades persecuto-
Idealización rias de desintezrncióu. También la negacion mágica de la realidad psíquica,
Control del objeto
donde se niega pura y simplemente la angustia y la preocupación que caL~sa
Identificación proyectiva Reparación el objeto; se intenta mantener la fantasía de aniquilación de lo persecut?flO,
y en la misma línea se minimiza la importancia que tienen diversos objetos
para el niño.
?ej.ando aparte la, identificación proyectiva, e.l resto ele las defensas ya
babl.a sido descrito mas ~ menos P?r ~utores anteriores, aunque en M. Klein
8 Hay que notar que la introyección kleiniuna participa del mecanismo general de interiorización,
cobran especial relevancia por atribuirlas a los momentos más precoces del pero no es aún una idenuficación, pues fragmenra los objetos. La identificación (ahora proyectiva) es con
desarrollo infantil. Vamos a describirlas COI1brevedad, aun a rieszo Je los obieros en su toralidad. . .
esquen;atlzar y separar procesos que suelen ir indisolublemente li~ados 9 Para Thomas (1994, pág. 189) se trata de una defensa primordial en el sist~ma kleiniano, y que es
entre SI. ~ simult,ínea u J.1S 'Interiores. Su función es administrar la angustia separando el objeto (en bueno y malo),
e inS(¡llll'ando una alternancia entre sujeto y objeto, entre ser y tener.

/
159
158 Amonio Garcí« de la Hoz La teoría de las relaciones objer,ües. Su acrualic!ad

. En definitiva, las «defensas maníacas marchan sistemáticamente a contra- Ahora bien, la identificación proyectiva tiene el inconven~el1(e de crear
pié de los sel:tim.ientos depresivos: el yo niega categóricamente en las prime- cierta confusión entre el yo y el otro. M. Kl,ein siempre precIso la·n.aturaleza
ras l~ que afirma en los segundos, a saber, la valorización del objeto, la cul- arcaica de este mecanismo, y que empe-:ana, a. desaparecer al COmlel1~Od:1
pabilidad ante su destr~lcciól1, el temor a no poder reconstruirlo, la duda, seoul1do año, permaneciendo como patron básico d~ rela~I_onen l~s pSICOS1,.
concerru:l1?o a su propia bondad» (Geets, 1971, pág. 130). R:cieotemente se ha llamado la atenc~ón sobre la utilización abUSIVa_?e este
Por último, tenemos la reparación, que como expresamos antes, es un m\!canismo por parte de los psicoanahstas kleinianos (Rosenfeld, 198/).
sen~~lllento de restauración mediante el cual el niño, a causa de su identifi-
cacion con el objeto bueno, se dispone a reparar «el desastre creado por su
sadismo», 4.4.4. LA CRíTICA AL SISTEMA DE iVIELANIE KLEIN

Vamos a plasmar un resumen ele la crítica, tanto positiva cómo negativa,


4.4.3.3.1. La identificación proyectiva llevada cabo por Kernberg (1969), que en términos generales nos parece bas-
tame ajustada. .' I . . 1 iránd 1 .
Se trata de un mecanismo (véase también 14.4.2) genuino de esta escuela En cuanto a sus aportaCIones importantes, ya remos ICo citan o a~, por
podríamos decir su mecanismo emblemático, que se instala en los comienzos lo que ahora las resumimos en: a) ImportancIa de las relaciones templan~s.
d.e,la posici~n esquizo-paranoide, pero que persiste y se intensifica en la posi- b) Interés por las ansiedadesy def~ns~s precoces. ~)Retroceso de las conílic-
CIOndepresiva. Aunque Melanie Klein describió este mecanismo desde el tivas .nucleares y las instancias psrqurcas concomtt~tes ,a.~tapas evol;ltlvas
comienzo de su obra, su formalización definitiva la llevó a cabo en 1946 anteriores a la teoría de Freud. d) Desarrollo del psicoanálisisy ~~ la tecnica
(Notas sokre algunos me~al1ismos esquizoides). Representa «el prototipo de del juego y e) Extensión de la técnica tanto a niños como a .pSICOUCOS:
un~ relación obJet.al agresiva en la que se fuerzan partes del self dentro de un Por el lado negativo podríamos nom~rar: a) La excesiva ~~ortanCla de la
objeto con la finalidad de controlarlo y apoderarse de sus contenidos» (Poch pulsión de muerte. (Por mi parte creo mas bler: que no entend~o,.~~ parte por
Loren y.Pére~~ 1994, pág: 142). Ha.lilla Segal (1964) afirma lo siguiente: «E~ lo poco claro, el mensaje [reudiano ~obre la misma.l b) Imposibilidad d~ que
l.a identificación proyecnva se escinden y apartan partes del Yo y objetos el bebé tenga un grado de conOCllTIlentopara la serie d~ fant,aslas que relata .
Internos, y se los proyecta en el objeto externo, que queda entonces poseído e) Escasa importancia del ambiente, contra lo que reaccI.~nara el grupo de l?s
y contr?lado.~or l~: partes pr<_:>yectadas, e identificado con ellas» (pág. 32). británicos independientes (véase 4.5.1). d) Cl:r~a confusión entre la ~VOIUC,IO:l
~a Ide~tiflc~cIOn proye~tlva tiene dos propósitos: a) Puede dirigirse normal y la patológica. e) Inadecuada base teor~ca respe~to de las calacj)tenst~-
hacia el objeto Ideal para evitar separarse de él. b) Puede dirizirse hacia el cas que presupone al yo, al superyó y al cOl11pleJ~de Edipo te~11l?ranos. Ter-
obJet~ pérsec;utorio para tenerlo bajo control. Poch, Loren y Pérez (1994)
l~ ,defll1en aSI: «La defensa principal ante la ansiedad generada por la pul-
minología vaga y ambigua. g) Pobreza de la tea na pSlcopatologlca.
Claro está, que en esta crítica hay que tener en. cuenta que Kernberg=
'0

preparando su propia teorización, con la que va a intentar salvar las dehClen-


'

sion de muerte. era una pro~ección primitiva, masiva y omnipotente hacia el


lOte.flor del objeto, con el fin de proteger al yo del sujeto» (pág. 138). Para cias recién nombradas en la de M. Klein.
BofIll y TIzón (1994) la identificación proyectiva está en la base de los pro-
cesos que llamamos empáticos o de capacidad de ponerse en contacto con
el otro, en el lugar de los otros. Por lo tanto intervendría en la formación de 4.5. LA ESCUELA KLEINIANA. SU ACTUALIDAD
Íos p~'l~llerOssignos y símbolos «al poner partes nuestras en los objetos e
identificar como propias partes de esos objetos, se están colocando las pri- Seauirernos en lo más fundamental el excelente resumen de la escuela que
lb
lleras piedras de la simbolización» (pág. 159). Para estos autores, todo sím- hal1ll~vado a cabo Poch, Loren y Pérez (1994, págs. 144-159), ba:ado a su
010 se conc~be C01110 la interiorización de algo externo al ponerse en con- vez en el orden cronológico propuesto por Hinshelwood (1989), aSI como el
tacto con lo Interno del sujeto (sus representaciones sus ideas emociones reciente trabajo de Sánchez-Barranco (1995).. . .
y/o experiencias). ' , Actualmente es la escuela predominante en casr todas las SOCIedadespS1CO-
_Para Th?mas (1994), la identificación proyectiva es «la idea de que un analíticas de todo el mundo y la que más influye teóricamente cara al trata-
objeto extenor 1?uede ~er detestado en la medida en que representa una parte miento. Podemos distinauir cuatro grandes momentos en el desarrollo ~e la
odiosa del sujeto: el SUjetoeyecta, proyecta lo que tiene de "malo" sus excre- escuela, sin que debamos exigir una precisión exacta en los cortes cronolog1cOS:
mentos, en otro, y lo identifica así como malo. Pero pueden también ser bue-
nas las partes proyectadas, permitiendo al niño desarrollar relaciones estables A) Un" PRIMERA ÉPOCA marcada por los primeros seguidores y entu~ias-
con los objetos necesarios para la constitución del yo» (pág. 191). ras de las teorías kleinianas que efectuaron el primer apoyo moral, SOCIaly

I
/
160
T
Amonio Garda de 1.1 Hoz LI teoría de las relacionesobjerales. Su actualidad 161
político a M, Klein en ocasión de su llegada a Londres (1920-30), Podemos
citar aquí a Ernsr Jones, Alix y James Strachey y a la propia hija mayor de , , ' , iticas de h ersonalidad, así como la conceptualiza-
tes psiconcas y no PSICObtlC b'-' _~ (Bion 1957) c) La psicología de los
Melanie Klein, Melitta Schmiedberg, ' , d 1 llamados «o jetos izarros» I '" L"
Desde el punto de vista más teórico cabe destacar a E, Glover y su teoría cion e os 1 _ 1 las nociones de elementos «alfa» y «beta»: os pnrne-
procesos menta es, COI, '1 .imilablespor la mente cuyo fracaso en
de los núcleos yoicos, bastante afín a la propia teorización kleiniana, Según
ella, el ser humano vendría al mundo con una serie de núcleos yoicos relativa- dOshOf los ?atci: ::~.:TI~~~~:la l~ss~;l~~:r~e en elem~ntos be~a, no asimilables
mente independientes entre sí, y que en el proceso de maduración tienden ad~c~lad~~~~~tepor I-amente, Así mismo lleva a cabo l:~a comp~e~~ne~lon;~:
hacia su unificación, Se desarrollan a partir de las experiencias corporales, lo nología de l~ redlaclióllchontlJ1ente-,coli?c~~~d~0~1~~h;sed~\~sq~11~0~~~Os
ment;les,
que hablaría de una organización carporo-narcisista también asimilable con ' -olutivo e ser lImano, exp ,' la acti d
la teoría freudiana. Estas experiencias somáticas de orden parcial (núcleos gresol,e'. (B' 196?) d) La técnica psicoanalitica, con a actitu ,que
pato,o~ICo?o no l_~n" d - , » de enfrentarse a los pacientes, S111 d~jarse
yoicos) representarían las relaciones precoces con los objetos, cargadas de
bautizó «~1I1l1~el.ldo~l~ t~r J~~e~xectativas futuras, y que no quiere decir con
placer o displacer. Serían la base para las primeras identificaciones y para la
identidad, Glover postula la existencia de una fuerza psicológica tendente él
inlluir por el pasdl 1 p (S 'Ils1988 citada por Hinselwood, 1989),
la integración de estos núcleos, hasta el logro de un yo sintético y organizado, «iglI~r~b~:'~~~~e~:ld~l:édi~~ ~rel~án af¡nc~do en Inglaterra, se centró TI ~
C0l110hemos señalado antes, más adelante Glover se enfrentaría con M, Klein e ., , , ' desarrollando sobre todo los conceptos el
trabajo co~ pac~~nte~pSJC~trceo:;iva los f~nómenos de disociación y escisión,
y se encastillaría en una posición de freudismo más ortodoxo, nianos de idenrificación proy " y d ' dos por la destructividad o la
Diferencia los fenómenos narcisistas omma ía rnás bi libidinal De
B) PERÍODODEAFIANZAJVlIENTO (1930-50): Podemos hablar de la escuela d 11 t iyo motor sena mas len 1
pulsión de muerte, e aq,ue I?S,Orosl,cLnociónfreudiana de pu1sión de muer-
e ,

kleiniana propiamente dicha, capitaneada por la propia señora Klein y sus E ' da importancia e mica a a id "
discípulos directos más brillantes como loan Rivíére, Susan Isaacs y Paula
esta
te, queorma
comoe veremos mas ,
ad e1ante (cap Itulo 12) es muy controvertí a y CIl-
Heimann. Este período se caracteriza fundamentalmente por el trabajo sobre tienda (Rosel1fealld,1965d),d estal del grupo kleiniano» (Poch" Loren y
la profundización del concepto de fantasía inconsciente (Isaacs, 1948), por el H na Sea «ver a era vesu b, 1 h li
estudio y planteamiento de la posición depresiva (M. Klein 1934, 1940 Pérez~994, p~?; 152), ha velado PO~1~~e~~~s~~e~t~ia!:IKt~~u(S~¡al,a1~~~):
y 1946), y por el desarrollo de la noción de objetos internos (Heimann, 1942), zado ~l?~ magJllflC~~ll1tes~delJ:r;l'sobre el tema de la construcción de sim-
Como ya hemos reflejado, también fue el período de los máximos enfren-
tamientos en la Sociedad Británica de Psicoanálisis entre los seguidores de i
Trabaja unto_co~O lOliZvó~~:bo la síntesis de esos 17 años de trabajo (Segal,
bolos
A. Freud y los de M, Klein, que provocaron la división de la misma en dos -7) en os anos cepro
,y d e ecuaaon
".' san bo'll'ra
~,,' Para la autora se da estal'ecua-
1
grupos de enseñanza, l?? cond~uel~~nbolo y la cosa simbolizada se confunden, s~digduadan,itera-
eren cuan erturba el roceso de pensamiento y la capacu a e recono-
C) PERÍODODEEXPANSIÓN (1950-70), con autores muy representativos e
n~e~te,lo dquel
CImiento l ao.J S~ producen ,las ecuaciones simbólicas por el uso
e aP,lea l'd
influyentes teóricos todos ellos, como por ejemplo Esther Bick, Wilfred Bion, defectuoso de la identificación proyecnva,
Herbert Rosenfeld y Harina Sega!. Muchos tienen una obra extensa yorigi-
nal, por lo que es imposible en el marco de este trabajo reseñarla toda, Sólo D) PERÍODODECONSOLlDACl Ó N (1970-actualidad)
e Aquí cabe
'SI destacar
h a
citaremos lo más importante. Donald Meltzer, Roben Britton, Michael Feldman y Edna O raug nessy,
Esther Bick, conocida por el establecimiento de un método de observación entre otros muchos, d 1 a nuestro país a impartir seminarios, se ha
de bebés (Bick, 1964) en los propios hogares, que se usa para la investigación M It r que acu e amen uc o , , " , b 1 '
de las experiencias más tempranas en la relación del níño Con su entorno, En el,zed, en 'la clínica de niños y destaca su contribución so re e authls-
especra IZa o rtroducid 1 c. " ' dor del pec o
nuestro país, en Catalui1a, tiene en la actualidad seguidores (Abelló y Pérez- mo infantil (Meltzer, 1975), y ha inrroduci o a 1~mCI??-1110o~o S' hez-
Sánchez, 1984), materno (pecho-inodoro), una ace,r,tada d,enoll11l1aclton'I'dsoe~~lkiOl~nc
W, Bion ha hecho importantes contribuciones teórico-prácticas al psico- . (995' 76) de la función contmente-con en ,
Barranco
E 1 a,Bntton
' nto p~g, O' 'SIraug h nessy Y Feldman '" miembros didactas
, de la
análisis, especialmente en el campo de los trastornos psicóticos y en la psico-
logía de los grupos, Podría constituir Una escuela por sí mismo, Como han
resumido Pcch, Loren y Pérez (1994, págs, 149-150), sus aportaciones con- lactual
a acrua sl~:ie?,addBrlitátlel0i~~adeelp~i~¡~d~~:~~Sd~tl~~1~~t~~~Ta~~e(~~~:~~~~,e~~ld~
IZaCtOn e a
cretas abarcan los siguientes campos: a) La psicoterapia grupal, con las nocio- man y O'Shaughnessy, 1989),
nes de «grupo de trabajo» y «grupo de supuesto básico» (Bion, 1961), b) La
psicopatolog/a, sobre rodo de la esquizofrenia, y su diferenciación entre par-

/
16.3
. de los
L.\ rcona u
rehciones
,
objerales. Su actualidad
162 Antonio García de la Hoz
. ¡·d. d s 1 aportación orio-inal es la postulació.l1 del espacie: transicional
En [ea i ac su s ". . . . 1 resido por
. . intermedia entre el dominio narcisista pnmano Ye espacio y'.
4.5.1 Los INDEPENDI.ENTES BRITÁN1COS (zona . . di' alid d) r que se puede poblar de objetos transicionales,
el PnnclpiO
. e a le . la,} '¡lu'ples funciones (para to lerar
lni- erar mei . el del e
mejor 1a a.t1Siea
Dentro de esta Escuela de Relaciones Objetales, aunque no propiamente e Slfven a runo para IDL . d···· 1
qu . . '1 ara desarrollar un espacio mental propio, para lsc:'~ll1ar e yo
kleinianos, también se deben citar las aportaciones de los psicoanalistas sepmaclol ,p, , . . los primeros sentimientos de posesion sobre los
«independientes» británicos como Michael Balint, Ronald Fairbairn y y el no-yo, para prop0r<;lOnar
: t s diferentes oel SI mismo, etc.). . .
Donald Winnicott ob Je o" d f . . que los tres autores antenores tienen en
En síntesis se pue e a limar·
Balint (1967), determinó que muchos pacientes no presentaban genuinos , .'. 1 . 0-' tes características: El estu 10 e paCientes muy.
di de paci
conflicros edípicos (triangulares), sino fallas graves en el desarrollo (diádicas) c0111Ull entre otras, as sl"U1en. . d 1 lejo de Edipo el estudio
1 relativización de la ímportanca e comp . ' el [-
Los bautizó como pacientes con/alta básica, generalmente creada en los perío- graves, al .' d _ bebé y el tomar el método psicoanalítiCO e torma
dos iniciales de la vida, en relación con los cuidados afectivos y físicos recibi- ele las re.aClones IDa re- .
. dos de la madre. De esta forma hablaba de los tres ámbitos ele la psique, muy l1exibie.
representados por los números 1 (ámbito de la creación), 2 (ámbito de la falta
básica) y 3 (ámbito edípico). La técnica con estos pacientes falta-básica no
debe ser la tradicional, y debe poder permitírseles la regresión benigna, para
a partir de ella lograr lo que Balint llamaba el nuevo comienzo (new begin-
ning). Así, en la relación terapéutica se puede reparar esa falta básica, lo que
sin embargo no quiere decir que hayan de gratificarse todas las necesidades
de los pacientes de este tipo.
A Pairbairn también se le puede considerar un francotirador en el psico-
análisis, creador de una teoría propia (1952). Su obra se puede considerar
como un intento arriesgado que busca superar la teoría clásica de las pulsio-
nes y de las fases del desarrollo psicosexual, y en general toda la rnetapsico-
logia. Su concepto básico es el de relación de objeto, y la libido no buscaría el
placer, como en Preud, sino el objeto, y las pulsiones, en general, estarían
supeditadas a los objetos. Por ejemplo, la pulsión de muerte es rechazada de
plano por Pairbairn. Su esquema de desarrollo, en esta línea, se compone de
tres momentos: a) Dependencia infantil (identificación primaria con el obje-
to). b) Período de transición (progresiva diferenciación entre el yo y el ob-
jeto) y c) dependencia madura (diferenciación clara y precisa entre el yo y el
objeto). Lo que se encuentra en la base de todo este desarrollo son lo que
llama procesos esquizoides, que son de aparición precoz y que le permiten
hacer una sistematización clara y precisa de las diversas patologías. Como crí-
tica, se le puede comentar que su teoría tiene una alta dosis de especulación
y no se conecta claramente con los hechos clínicos. Quedó en un aparente
olvido por la comunidad internacional de psicoanalistas, hasta que Kernberg
(1977) introdujo su obra en EEUU junto con la de M. Klein, para realizar su
particular síntesis entre ellos y la psicología de yo allí dominante.
Por último, Winnicott, nos dejó una obra de gran valor clínico y original,
uniendo sus dos especialidades, pediatría y psicoanálisis. Su idea central es
que los problemas psicológicos se inician en el vínculo que se establece entre
el bebé y su madre, El niño necesita para lograr su buen desarrollo, un sopor-
te físico, emocional y ambiental adecuado, lo que denominó el holding mater-
no (Wirmicott, 1965). Dependiendo del holding adecuado o no, el niño for-
mará un verdadero self o un falso sel]. En cuanto a su teoría de la mente,
afirma que hay tres espacios mentales: el interno, el transicional y el externo.

/
/
T

CAPÍTULO V

La «vuelta a Freud» de J. Lacan. Su actualidad

5.1. INTRODUCCIÓN

Enseñar a Lacan en la Universidad puede resultar paradójico. En estos


momentos podemos efectuar la siguiente ecuación aunque sin ninguna incóg-
nita: El Psicoanálisis es a la Universidad como Lacan es al Psicoanálisis «ofi-
cial» (IPA). ¿Qué queremos decir con ello? Simplemente lo siguiente: La
marginación académica que se mantiene en las Universidades de Psicología
españolas ante e! psicoanálisis -no hay que mirar más que e! número de asig-
naturas psicoanalíticas en los planes de estudio de nuestro país-, puede
compararse con la misma marginación que e! psicoanálisis lacaniano tiene en
las instituciones oficiales psicoanalíticas mundiales. Aunque hay que señalar
que la marginación de la escuela lacaniana tiene mucho de aurornarginación
y de oposición activa. En la relación Psicoanálisis y Universidad hay posicio-
nes variadas de marginación efectiva y de autornarginación.
El lema más querido de Lacan, la «vuelta a Freud», sugiere que los psi-
coanalistas, en su desarrollo teórico, se habían alejado de los soportes básicos
del psicoanálisis freudiano. Sobre todo la crítica lacaniana iba dedicada a la
Ego-psychology norteamericana.
La lectura de Lacan es difícil, frustrante, provocadora e incitadora. Se le
ha llegado a denominar e! «Góngora» de! psicoanálisis. De hecho, para leer
sus Escritos, recomendamos, medio en broma medio en serio, leer y estudiar
[as Soledades gongorinas.
Lo que Lacan se plantea con voluntad de escritura no es demasiado
extenso y sí muy complicado de leer: Son sus Ecrits (Lacan, 1966). En com-
paración con Freud, escribió bastante menos. Sin embargo sus alumnos nos
han dejado el testimonio de su enseñanza en seminarios durante los 26 años
en que la llevó a cabo. De esta forma e! estudio de su producción se asien-

/
1
,
167
L~ «vuelta a Freud» de ]. Lacan. Su actualidad
166 Antonio García de la Hoz

ta sobre dos bases: Los Escritos y los Seminarios. El problema de los Semi-
narios es que circulan versiones pirateadas, a la par que la versión más ofi- 5.2. SEIvlBLANZA BIOGRÁFICA
cial, llevada a cabo por el yema y albacea testamentario de Lacan, Jacques- , 113 de abril Se forma como médico y especialista en
Alain Miller, que va editando poco a poco la enseñanza completa en 1901: N~ce .en ?ar~s, edo Cléral11ba~¡}t«nuestro único maestro en psiquiatría»
seminarios de Lacan, El problema de los Escritos es su enorme dificultad de pSlqUlatna, SJen ' ,. 1 ' 5)
lectura. (De nuestros antecebdenteds,en ~sd~~~~ra¡'f~~~~l titulo Psicosis paranoica
Hasta la fecha han aparecido en castellano los siguientes seminarios de 1932: Lleva a cabo su tra ajo e teSIS '
Lacan: Seminario 1 (curso 1953/54), seminario 2 (1954/55), seminario 3 o y sus relaci~nes con la prs~a~l~:~~nferencia sobre el estadio ,del espe-
(1955156), seminario 4 (1956/57), seminario 7 (1959/60), seminario 11 19J6: XIV Congreso. de la IP. _ ., d famoso trabajo todavía en vida
jo, que es la primera presentaclOn e su ,
(1964), seminario 17 (1969170) y seminario 20 (1972/73).
Nos pareció oportuno introducir la enseñanza de Lacan con un lema que de Freud. _. d la IPA comunicación sobre El estadio del espejo
pudiera incluirla toda, en relación con otro que hiciera lo mismo con la obra 1949: A'VI Cong[~t / l { ., 1 l yo [je] tal como se nos revela en la
de Freud. No es demasiado difícil encontrarlos. Si en Freud podemos asegu- como forma or e al'ttnClqO~ell~lego se publicó en sus Escritos (1966,
rar que tocio su trabajo clínico se encaminaba a la búsqueda de la verdad, en expeftencta. pstcoana I tea,
Lacan la ruptura estuvo presente a lo largo de su trayectoria de manera sig- I págs. 11-18) 1 IPA 1 e inicio de su enseñanza en seminarios anuales
1957. Ruptura con a, . t
nificativa. Podemos asegurar que el papel de la verdad en Freud es como el
de la ruptura en Lacan.
j _'. . .d durante 26 años hasta casi su muer e.
1953: ~?~~d~rl~-l~p a(Escuela Freudia~a de París), que disuelve en 1980.
Lacan rompe con la IPA en 1952 (sobre todo por la institucionalización y
la burocratización del Saber psicoanalítico y su transmisión), y funda en 1953 1966: Primera edición de los Escrttos.
la EFP (Ecole Preudiénne de París), institución que disuelve un año antes de 1981: Muerte en París.
morir (1980), ante el desconcierto de sus discípulos, puesto que piensa que
ha vuelto a reproducir en ella todos los defectos que criticaba en la IPA cuan-
1 Ahora disponemos de una magnífic~ biografía. en castellano sob~: ;~~~:
do la abandonó. donde poder espigadren su ~nter~s,andevl~:~~~~it~s~~il!~~~sY d~ la misma
¿Qué pudo motivar la ruptura con la IPA y el lema de volver a los escri- lidad es una forma e contll1uaclOn
tos freudianos? Las razones son muy complejas y variadas. Mencionaremos autora (Roudinesco, 1986). .
sólo una, quizá la más conocida: Introducir en el psicoanálisis disciplinas de
las que Freud intentó desmarcarse: Sobre todo la filosofía, y en menor grado EL ORDENAMIENTO DE LA EP1STEMOLOGÍA
otras como la lingüistica, la literatura, la cibernética, etc. El XXXIII Congre- 5.3.
so de la Asociación Psicoanalítica Internacional, celebrado en Madrid FREUDIANA POR LACAN
en 1983, dejó clara esa postura de rechazo oficial, en palabras de su presi- 1 b . d ordenamiento epistemológico, e incluso
dente de entonces, Adam Limentani: «El psicoanálisis ... está grandemente Lacan lleva a ca.b ? una a o~ eO' te ) de la obra freudiana. Para ello
amenazado por imitadores sin escrúpulos y por gran número de personas que conceptual (F~rcluslOn, fal¿¡ flan tld' e ~n otras disciplinas (Lingüística,
se están formando como supuestos psicoanalistas fuera de nuestras institu- se ayuda de diferentes mdo ebo: apoya e~~) Consideraremos a continuación
- .,I óptica, los grafos, ISR, nu o orromeo, ..
ciones reconocidas. En algunos casos, cuando temas ideológicos han propi-
alaunos de los más importantes de entre ellos.
ciado la aparición de figuras carismáticas, se han creado grupos bien organi- I t>
zados y con formación rezular, Esto ha sucedido desde los inicios del
psicoanálisis, ya menudo la formación que se ofrece no guarda parecido algu-
4
no con l~ que Freud y los posfreudianos recomiendan. Un ejemplo lo consti- .. ~
T::¡
tuye la Ecole Freudiénne fundada por Lacan en Francia y que cuenta con ••. .:1
seguidores en todo el mundo. No deja de ser curioso que precisamente cuan- ~1
do tos psicoanalistas estaban en condiciones ele liberarse de las influencias antro- J
pológicas y filosóficas, Lacan, de una manera muy sutil, volviera a introducir la
filosofía en el cuerpo de la teoría del psicoanálisis» (artículo en El Paú, 24-VII -83, ti fu . namienro institucional, sobre todo, las que tenían que ver
cursiva mía). Estas declaraciones, que en sustancia todavía ilustran el estado IHemos mencionado razones e . nCIO 1: L
.
f d. 'a al para '. para sustituir los. mecamsmos
p ucoana tsta acan un ana e. al" d
con In 'lcreditación para elercer co~o SI '.' ia de los miembros de la Sociedad Psicoan: mea e
actual de las cosas, nos parecen muy desacertadas y ya tuvimos oportunidad tradicionales de la IPA. Se escmdlo con. a gran mayor.
de criticarlas (García de la Hoz y Ávila Espada, 1992). París (Lagache, Dolto, Anzieu, Mannonl, etc.).

/
- 169
168 Amonio García de la Hoz 1 La «"uclta H Freud» de]. Lacan. Su acrualidad

La arbitrariedad se demuestra por los diferentes significantes .que tienen


5.3.1. EL MODELO liNGüíSTICO las distintas lenguas para un mismo sigl1i~:ado (<<~rbol»,«tree~>!«arbre») '.La
inmutabilidad se produce por la 1111pOSICI011 que nene un significante debido
Se apoya en los avances de la linguistica estructural desde Ferdinancl de a su uso por una determinada masa ha?lante.. .
Saussure (1916) hasta Reman Jakobson (1974). Con esros dos autores tomó Lacan va a retomar estos planteanuentos saussunanos y va a paror. de su
carta de naturaleza la moderna lingüística, que esencialmente se basaba más famosa fórmula: «El inconsciente está estnlC~~lrado~omo U~l lenguaje», lo
en las relaciones entre e! significante y significado en una comunidad hablan- e quiere decir que el lenguaje en su formación y e!Il1COnSClentefreudiano
qu "'.
se rizen por los mismos mecamsrnos. L a ad qUl~lclon
... , de11engua¡e,.. ele la ara
",-
te, que en buscar, como hacía la linguistica tradicional, el origen de cada pala-
bra en una lengua determinada, es decir, que reducía la lengua a un principio /ltl'~apor un niño es un fenómeno mconsciente en gran medida. Estos
esencial: La nomenclatura. Para Saussure, esta concepción es muy criticable mecanismos serían los mismos que están en lab
[ll,
a ase di'e a gestaClo!:
, di'e. Sll1t?-
sobre todo por tres razones: a) Supone ideas formadas que preexisten a Ías ma neurótico, los chistes, los lapsus y los sueños. Incluso la creacion lireraria
pala~ras. b) No se nos dice si e! nombre es de naturaleza vocal o psíquica y y poética usarían los mismos pr~ced.imientos. ., .
e) deja suponer que el lazo que une un nombre a una cosa es una operación Se trata, para Lacan, de ver SI se pueden describir los mecanismos de fun-
muy simple. cionamiento del inconsciente descub.iertos y expuestos. por. FreL;d (la con-
Para Saussure, el signo lingüístico no une un nombre y una cosa, sino un densación y el desplazamiento, pr~plOs del proceso prunan;>, vease 1.4.2),
c0I_lceptoy una image,nacústica/ y p~9pone reemplazar esos nombres por sig- por figuras lingiiísticas, lo.que consigue con e! uso de la l1_1etafor.a y ~a meto-
nificante (imagen acústica), e! significado (concepto), que están separados nimia, para cuyas def1l11clon~sse apoya en J ,akobs?n. Dichas figuras de la
por la barra de significación. retórica estarían en la base misma de formación del inconsciente. .
Para Saussure, e! signo lingüístico tiene dos propiedades fundamentales La metáfora es la sustitución de UD significante por otro. con el que. tiene
L.aarbitrariedad y,la inmutabilidad. Pueden parecer contradictorias a simpl~ una relación de semejanza. Lo mejor es mostrarla con unos ejemplos variados.
Vistapero no es aSL Así tenemos en primer lugar un clásico aforismo de Pascal: «El hombre
es una caña pensante.» .' .
Otro ejemplo tomado de Freud por llifflet-Lemalre (1976). Un paciente
de Freud se quejaba de la parte final de la columna. En ~l curs~ de sus aso-
El signo lingüístico ciaciones libres se detiene en la palabra Kreuz (<<cruz»en alemau, pero que
(Saussure)
también siznifica «hueso sacro»). Freud le interpreta que la palabra «cruz»
también se"'usapara representar un sufrimiento moral lo qu~ produce la d~s-
aparición de! síntoma físico. Este desaparece cu~ndo se le interpreta el s19-
nificado moral de llevar una (cruz» [Kreuz] enCU11a.Condensación metafó-
árbol Significante ~
• rica que sustituye el dolor moral por uno físico apoyado en una semejanza
¡ verbal.
Otro ejemplo más: Elena (diez años) dice refiriéhdose a su hermana
mayor: «Ana es un contenedor.» .
Representemos gráficamente estos ejemplos:
Significado
PASCAL

Arbitrariedad Hombre
Inmutabilidad

. 2 La imagen acústica no es sólo 1"parte física y purumcnre material del sonido, sino tnmbién 1.1 psi-
qutca de ese sonido. In representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos.

/
/
y--
1
;

170
Amonio Gurcía de la Hoz La «vuelta a Freud» de J. Lacnn. Su actualidad 171
ELENA
Un niño de cuatro años, después de despertar a sus padres subiéndose a
su cama, y tras protestar éstos diciéndole que es muy pronto, replica: «Yo
siempre me levanto pronto. Ya son las pronto JI media»
Un paciente obsesivo, a la hora de pagar al psicoanalista, se da cuenta de
Ana que olvidó el dinero y en ese momento recuerda dónde: «Guardé el dinero
en un cojón». El lapsus linguae, basado en una similicadencia (cajón/cojón),
Contenedor no dejaba de tener una intención agresiva hacia su terapeuta.
Realmente la lista de ejemplos que se pueden acumular sobre este campo
sería innumerable. Por esta razón, entre otras, Lacan aconseja siempre leer a
los psicoanalistas en formación El chiste )1 su relación con el inconsciente
da L~ n:~o~j!nid es la s~s~!~uciónde ~n significante por otro con el que auar-
una [ a)cIOE1~e contigüidad (contll1ente/contenido parte/todo SU'll°ill'C (Freud, 1905c).
l
cenera etc jemplo: B b . C ' ,a-
mico 'que' . Id' . «1 e lel una .copa.»« opa» es un significante metoní-
a u e igua a connnente que al .d V 5.3.2. EL MODELO ÓPTICO
representación gráfica de ejemplos: e conteru o. eamos la
fb
elnOta,
ra la moderna lingüística, en la metáfora e! término intermedio queda
~ ~co por cadda.uno de los significantes, mientras que en la metonimia
Para Lacan, en su intento de relacionar el psicoanálisis con otras discipli-
nas, el modelo del aparato psíquico que expuso Freud (1900) en e! capítu-
e errruno mterme 10 es englobante. e lo VII de la Traumdeutung. podría tener una presentación óptica. Así, par-
tiendo de la capacidad de producir imágenes reales que tienen los espejos
cóncavos, y relacionándolas con las imágenes virtuales de los espejos planos,
METONIMIA EJEMPLOS produce la siguiente representación de! aparato psíquico y los dos narcisis-
mos (primario y secundario de Freud). El modelo óptico lo describe en e!
Champagne seminario de 1953/54 (Lacan, 1975a, págs. 191 y 212) Y también en su obser-
vación sobre e! informe de Lagache «Psicoanálisis y estructura de la perso-
nalidad» (Escritos 2, págs. 269-306). .
El modelo, ampliado por nosotros, tiene esta presentación gráfica:

Provincia Vino
Fundamento biológico
Nivel animal

Copa

Espejo Yo Ideal
cóncavo (cuerpo
imaginario)
Continente Contenido

-,
~láL come,l1t(ariosso~re e~tos ejemplos los podemos comprobar en (,¡)>-lmagen real de los objetos reales. i' (a) ~ Imagen virtual ele la imagen real del cuerpo.
P tci emaire ~970, pags: .)07-329) y Fages (1971, págs. 46-70), a' ~ Imagen virtual de los objetos reales. l) >-Sujeto barrado (marcado por una falta) que busca
con la mirada).
trágic~: emos mdicar dos ejemplos más, a caballo entre el humor y lo i\~ Gran otro. SV ~ Sujeto virtual, Aspiración. Lo insigne.

/
172
Antonio Gnrcía de la Hoz .¡_" «vuelta a Frcud» de J. Lacan. Su acrualidad 173
lib .?ste¡ mf~~e!°dtieBne
su primera parte en un ejemplo que Lacan toma d
1 ¡iro (e istca e ouasse La fisica diuerti. ia oue e« . e un encuentran a lo largo de toda la extensión de la enseñanza de Lacan, resul-
seminario de 1953154 (Lacan. 1975 " que expone ~n e1menClOJ:ado
O' ~~) tando muy complicado llevar a cabo un resumen de cada una de ellas.
a continuación: ,a, pag, , y que noson os reproducuuos

5.4.1. Lo REAL
EL RA1VilLLETEINVERTIDO
Bouasse «La physique arnusant» Es lo que hay antes de! lenguaje, durante el período de la vida en que e!
niño es todavía infans, un real primitivo, no simbolizado. Es el mundo exte-
Flores riot, tal como lo llama Freud en algunos textos, aunque en él no está delimi-
irnaginarias
(Imagen real del rado cou claridad un concepto que se corresponda con lo real de Lacan. Este
¡conjunto) real, este mundo exterior que rodea al infans no es un caos ni una masa infor-
me. Son formas alternantes «presencia sobre un fondo de ausencia», cuya
Florero Cuerpo aparición y desaparición conducirá al niño al juego del símbolo (clara alusión
al juego del carretito de! nieto de Freud, el PortlDa de j\¡Iás allá del principio
(se puede del placer. Freud, 1920g) y al inicio de las primeras palabras.
fotografiar) Flores = Objetos . La.madre es una forma privilegiada de lo real, das Ding (la cosa),pero la pre-
sencia y ausencia de la madre 110es la única alternancia que produce lo real..Tam-
Florero bién están el sueño y la vigilia,la noche y día, e! espacio y tiempo kantianos, etc.).
real
Lo real está allí desde la eternidad, y se diferencia de lo simbólico porque está
hecho de imposible, frente al orden simbólico. También la interioridad del cuer-
Flores po constituye otra forma de lo real (el cuerpo de la madre en particular), el cuer-
po propio (lo constitutivo, lo biológico),lasformas de la naturaleza, el sol,la luna,
etcétera. Real y realidad no son lo mismo para Lacan. La realidad es un montaje
entre lo simbólico y lo imaginario. Lo real está allí desde siempre.
Como ejemplos clínicos se puede señalar e! comentario que hace Lacan
(1978, págs. 234:.236) del sueño de Inna (Freud, 1900, capítulo II), donde la
angustia en el sueño ante lo real (visión de la interioridad corporal) es lo que
provocaría el despertar, y así mismo todas las vulgarmente llamadas «pesadi-
llas», donde si se cootinuase soñando estaríamos ante lo terrible de lo real.
En el Séptimo Congreso de la Escuela Freudiana de París (1974), hubo un
cartel sobre lo Real, donde se ampliaban las distintas consideraciones de lo
real que aquí hemos expuesto (Actas de la Escuela Freudiana de París, 1974).

5.4.2. Lo SIMBÓLICO
5.4. LOS TRES REGISTROS PSÍQUICOS· REAL
SllvIBÓLICO E IMAGINARIO '., En general podemos decir que es el registro de! lenguaje, el mundo de las
leyes, de los códigos. Un momento determinado de esta adquisición para
Lacan es la culminación de! Edipo y la formación del superyó, estructura sim-
regi~t~~~~~l~~~~tzaen estas.tresl categorías la estructuración psíquica. Son tres bólica en la misma forma que el ideal del yo. Los símbolos se gestan con la
una .'. os!.quepara e ser hablante se presentan inseparables Como
nominación. Si la cosa [das Ding) representa a 10 real, la palabra es la repre-
ca, l~I~:;ra~:;~~lJh~~~~ se po~ría a~'m~r la predominancia de 10simbóli- sentación de lo simbólico. Por esa razón Lacan gusta de repetir la fórmula de
mundo animal pero ell o, sable ~o unagmano que compartiríamos con el Hegel La palabra es la muerte de la cosa.
~l<y
registros que estan continuamente entrelazados Las tres
i~
~~delo del' nu~o bO~'I:~~~~t~~en~~n~d~~~l~ ¡~d1~ot~ilid~;t lacaniaJ~a.
t e l~s tres
El momento bíblico de la creación del mundo dando Dios nombre a las
cosas podría representar ese poder creador simbólico de la palabra, la pala-
. ct . ca egonas se bra plena, la que es como un acto, y provoca los cambios cualitativos, y que

/
/
174 175
Amonio Gurda de la Hoz La «vuclra a Freud» de ]. Lacan. Su actualidad

I~O ha~ que confundir con las habituales palabras vacías) sin ningún poder crea- Se trata de un momento del desarrollo del infans, entre los seis y los die-
tIVO ni comunicauvo.
ciocho meses, confirmado por los experimentos con 1:non05de los p.sicól.ogos
Lo simbólico es la realidad del lenguaje, y de ahí su importancia en lo q de la Gestalt (Kóhler), y significa un momento ~senc¡al del acto de lll~eligen-
se refiere a la pSIcoterapia psicoanalítica. ue cia. Hemos tomado el esquema-resumen antenor de Fages (1971, pa~. 21),
donde se entrelazan el estadio del espejo de Lacan y el complejo de Edipo de
5.4.3. Lo IMAGINARIO Freud. . id
. Podemos observar cómo el tercer tiempo del estadio del espejo COUlCl e
con el primero del complejo de Edipo, y también podemos añadir, para unir
, Se instala a partir :lel narcisi~mo, cuya presentación óptica es lo que inten- las teorías, con la posición depresiva kleiniana. . .
to ~ac~n con su estadio ?;l espejo. Como su nombre indica, tiene que ver con Del esquema expuesto se pueden entresacar nociones importantes para la
las nnagenes. Es la relación fundamental de un sujeto con otro.
teoría psicoanalítica de la ide~~ific~~ión. ., .. ....
Se instala a pa::.tIr de esa relación dual primaria del niño con su semejan- En primer lucrar la Identificación pnmana, narcisista, dual, imaginana.
~e,-ya se~ otr? .nmo',la mad~e o la imagen que le devuelve ~l espejo-, y que Origen de todas fas identificaciones posteriores. L~ena el vacío entre 1?_5dos
aun ~:o
proporciona subjetividad mientras se mantenga la fusión yo-imagen términos de una relación (Cuerpo e imagen). Es alienante p~rque ~1nll1~!10
~111l~1?no. ve e~ .el ot;o ~11ás9ue un semejante con el que se confunde y s~ tiene ninguna distancia frente a ella, es su do~le (imagen del espejo o runo-
identiElca (ldentiúcaclOn imaginaria, narcisista etc.). otro). Confunde su cuerpo con el de su semejante. Es la relación en la que
En el ~1Undo humano adulto, el dominio de lo imaginario se encuentra en Lacan coloca de forma más genuina el origen de la agresividad, que no se
las fantasías diurnas, las ensoñaciones, los sueños, etc. deriva de las frustraciones, sino del narcisismo (Masotta, 1992, págs. 69-70).
. E~ _lapsicoterapia es particularmente importante que el sujeto se apropie Aquí se da el primer drama de la ~xistencia, pu~s for un lado) es.un momen-
simbólicarnenre de sus fantasías, las integre, lo que en muchos casos de neu- to esencial que hay que conseguir, es el advenimiento de la primera expe-
roSIS es la mayor fuente de resistencias por parte del paciente. riencia de unidad y localización del cuerpo. Pero por otro lado) determina una
relación alienante, la sujeción del niño a su imagen, a sus semejantes, a su
madre al deseo de su madre, es la fijación psicótica.
5.5. EL ESTADIO DEL ESPEJO En' Lacan podemos situar la siguiente evolución del niño:

~n nuestra ~~inión, se trata de la aportación más.original de Lacan a la a) Cuerpo fragmentado: El niño no distingue su cuerpo del mundo cir-
te?na pSlcoal;alluca. Ya hemos señalado cómo la primera presentación del cundante. .
mismo la llevo a cabo en 1936, la segunda y definitiva fue en 1949 en el XVI b) Estadio del espejo (logrado): Identificación primaria con su propIa
Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional. En síntesis se trata de imagen, capta su cuerpo en forma de imagen exterior a él (la ruptura aquí son
lo srguienre:
los niños psicóticos). .
e) Estadio edípico (logrado): Identificación secundaria o paterna.
Orden simbólico. Coincide con la instauración definitiva del superyó.
1.' Etapa: La imagen real de otro. La madre-
otro
ESTADIO 2.' Etapa: La imagen DO es más imagen: 5.6. OTRAS NOCIONES IMPORTANTES EN LACAN
DEL Madre irrealizada
ESPEJO
Lacan intenta una clarificación de una serie de nociones que pululaban
Primer tiempo ....~ 3.' Etapa: Idemificación con su propia ima-
gen, Identificación con la madre
por la teoría psicoanalítica en el mismo campo semánt~c~, sin fi)ar.c.on preci-
(<<Identificación primaria») sión su sentido. Nos referimos a la explicación de los distintos significados de
las palabras Necesidad, Pulsión, Deseo y Demanda. Para ayudarnos en esta
Segundo tiempo Prohibición del padre, castración tarea nos apoyamos en el esquema de Fages (1971, pág. 42) que exponemos
ESTADIO Tercer tiempo a continuación:
Acceso al Nombre del Padre, y al orden simbó-
DEL lico «<Identificación secundaria»)
EDIPO
-1

.,
I
'irP"
.1

176 Amonio García de la Hoz La «vuelta a Freud» de J. Lucan. Su actualidad 177

OTRO (Orden simbólico)


/-f 5.7. COMENTARIOS DE ACTUALIDAD
DEMANDA Pat~
/' En el momento actual, el psicoanálisis lacaniano constituye una. verdade-
DESEO Objeees múltiples, sustituto ra alternativa al resto de escuelas psicoa:lalíticas; En .fon:la volunt~na o como
/
PULS¡ÓN ~ Expansión, zonas erógenas
reacción a su rechazo por parte de las lineas mas oficialistas, lo CIertoes que
los lacanianos f0rl11anhoy día un grupo aparte, y muy desarroll~~o por t?do
/ el mundo occidental. Ni siquiera se han integrado e:l1a Federa~IO:1de pSICO-
terapeutas europeos que aglutina gran cantidad de li~leas t;:~apeutIcas, crean-
NECESIDAD ~ Falta de ser ~ Complemento materno
do una asociación aparte, la Escuela Europea del PSlcoanahsls., . .
En Francia, hoy día, no hay prácticamente ningún psicoanalista ~ aSOCJa-
ción de psicoanalistas, que no es~é influido e~ algl;na forma, por las Ideas de
Lacan. Una profesora norteamericana ~e socI?logla de Mas~achusetts, que a
finales de los 70 pasó un año en Francia realizando entreVIstas.y encu~stas,
Ilezó a concluir que el pensamiento de Lacan tuvo una gran influencia en
L~ necesida? pertenece al orden de los requerimientos orgánicos. Se el ~uelco cultural hacia el psicoanálisis que ocurrió en Francia tras el mayo
necesIta. agua, arre, etc. Esta acepción de necesidad es generalmente admiti- del 68 (Turkle, 1979). .
da, y se 111s,talae~ los registros más puramente biológicos. La necesidad, para Cuando en 1975, Lacan hizo su segunda visita a EEUU, paradar diversas
Lacan, esta relacionada con la falta radical que es consecuencia de la salida conferencias en algunas ciudades de allí, siempre empezaba dibujando los
d~l seno materno. Lacan construye en este punto un mito, «el mito de la larni. nudos borromeos hechos de círculos entrelazados, y nunca dejaba. de ~ablar
n}ll~» (Lacan, 1964, págs. 380-386), donde trata de dar un fundamento bio- de esos nudos. Tres de los círculos representaban lo Real, lo Imaginario y lo
lógico al concepto de pulsión. Simbólico, Había un cuarto círculo que denominaba «el síntoma» ~ que
La pulsión introduce en la necesidad otra dimensión, la dimensión eróti- representaba por una sigma (L). La. ma~or parte del p.úblico norteam:ncano
ca, sexuada, que es así porque está indisolublemente unida a la muerte, la otra no supo si Lacan hacía poesía o ciencia. Les pareció sencillamente IDCOlTl-
cara de la moneda. Somos sexuados porque somos mortales o somos morta- prensible. . .. , .
les porque nos introducirnos en las vías de la diferenciación sexual, ese pare- Tanto Lacan como sus sezuidores rechazan la división estncta entre las
ce ser el mensaJe, que se des~~el1d~ del l'!lito de la laminilla. Siguiendo a disciplinas, y por lo tanto también la dicotomía e~t~'ecienci~ y poética. Puede
Freud, Lacan d~ra que la pulsión solo se introduce en el psiquisrno (COI1S- ocurrir que ocasionalmente un fíSICOo un matematico descnba~ lo qu.e hacen
~lente o inconsciente) por medio de representaciones. Las pulsiones se cana- en términos poéticos o literarios en general. .Su dlscur~oyodra considerarse
lizan por las zonas erógenas. interesante pero siempre puede pasar que se Juzgue ~enfen~o respe~to de los
El. deseo aparece. como consecuencia de la incapacidad de llenar la falta principios fundamentales de su «ciencia>~.Incl~s<:>SI ese dls~ur?o tl~ne ,rela-
esencial de la vivencia de separación del seno materno. Para Lacan, el niño ción con cuestiones filosóficas, se lo considerará ajeno a la practica científica.
desea ser el falo de la madre, pero al no poder colmar nunca ese deseo se ve «Para el físico la cuestión de la linea que separa poesía y ciencia puede ser una
aboc,ado ~ vol<;arseen,otros sustitutos .(que Lacan denomina objetos «pe~it a»), cuestión para meditar en las maiianas ?e d.omingo, p_0rque.ellu?,es por la
Aquí se situanan segun Lacan, los objetos del desarrollo psicosexual freudia- mañana la relegará a los filósofos deJa CIenCIay ~~lve:'a a,S~lsituación real d,e
no, el pecho, las heces, y también la mirada y la voz maternas. ser un tísico. Puede separar la poesia de la función científica porque para el
Por último, llegamos a la demanda, que ya pertenece al orden simbólico existe una clara distinción entre sus procesos mentales creadores, en p~rte
al orden de las p~labras, luga,J significante donde se aliena progresivamente intuitivos, que le llevan a descubrir las.parúc~,las fun~a~leL:~ales,y las particu-
el de~eo primordial. La pulsión es relegada por un símbolo, por el lenguaje. las fundamentales mismas. Para el psicoanalista la distinción es menos clara;
~l sUJeto.se lr~terna entonc~s en el mundo del lenguaje, ,donde las demandas, proceso y producto pueden ser una misma cosa)~ (Turkle, 1979, pág. 276).
slempr~ insatisfechas, remiten a deseos reprimidos y tejen entre sí un sinfín Los norteamericanos juzgaron confusa la exposición de Lacan, y algunos
de aSOCIaCIOnes. «~l deseo, por obra de la demanda, se despliega en palabras hasta la interpretaron como una insultante falta de preparación.
y el lugar de este despliegue se den~l11inael Otro» (Fages, 1971, pág. 42). Ese Sin embargo, para Lacan, el chiste, los juegos de palabras, las bromas, la
Gran Otro es la suma d.e todos los interlocutores posibles, es el orden mismo ~~~~ mitología, los materiales del poeta, todo ello son cosas _quefor;nan part.e ele
del lenguaje, el orden simbólico. ",i' una especie de juego, que es inseparable de 10 que tLene mas de sen? la
,_1-,¡
'."'. empresa psicoanalítica. El psicoanalista debe ser capaz de trascender la línea

/
179
178 Antonio Garcla de la Hoz La «vuelm <1 Freud» de ]. Lacan Su acrU>tlidad

. .cha a expensas de lo sustancial. Por eso a Lacan..el estilista,


de separación entre el trabajo y el juego, y no pensar que hace ni ciencia ni ocaslOl1eS,mal ,,' . d h C0111
poesía. Para Lacan, si no se supera en alguna forma esa línea de separación, se le puede confundir con un ser frívolo y .poco interesa o en aeer -
no se es en modo alguno psicoanalista. prender su mensaje. 1 L· scue
La polémica, tras la muerte de Lacan en 1981, continúa casi en los mis- Para terminar esta breve valoración, hay que resa tar que ~can yálisis L -
mos términos y lo demuestra la reciente obra de Sokal y Bricmont (1998), que
'1 . cupado sobre todo de la práctica teórica en pSlcoaml1sIs. os
dedica su primer capítulo a Lacan (págs. 35-51). Allí encontramos, en con-
la se 1l1l1 preo e ,. '. 1 id b d d
ctos más técnicos de la psicoterapia no ran SI o a or a os c h n tanta pro-
d L
clusión, un ataque a la excesiva y fantaseada maternatización del psicoanálisis fu.~dielad. Como ocurría = Har:n:ann, sorpr~n~e qL~I~~ la (1~~4)e lo
. enas se encuentren eplsodlOS clínicos. Para N Q[~no-l itjana II
f~~~
d'
llevada a cabo por el parisino, criticando además «la ostentación de una eru-
dición superficial y una manipulación de frases carentes de sentido» ~mentHl del mensaje de Lacan sobre l~clp~co:erap!at u!:a Ptl:fLll:~;iOd~:eoa
(pág. 50). Para estos dos profesores de física, Lacan privilegia la «teoría» (es '1 la ética «no referida a ningún tipo de 1 e .smo en unclon, e· pi ) . El . '
e • de todas las dificultades que el término conlleva» (j:)ag..207·1 pSlCO-
decir, los formalismos y los juegos de palabras) en detrimento de la experien-
cia y de la observación, y sus escritos, que adquieren con el tiempo un carác- ~~al~~aocupa un lucrar complicado y difícil. El p.aciente le ~vlste.? e supone
ter cada vez más críptico, se están convirtiendo para sus discípulos en la base . saber que tendrá que manejar con m.ucho cuidado ..~a dllieccl0¿ Ydel f111al
de una nueva religión. de la cur'a psicoanalíticas se orientan hacia la comprensión de ~ ver da 1 q~e se
Aunque nosotros no tenemos dudas sobre su preparación intelectual, sí enmascara en el síntoma, y que revela la estructura heterogenía e Sltt~,
las tenemos sobre la forma de transmisión de la misma y, sobre todo, sobre la d d . lado se queja de los síntomas, pero por otro, ocu to ~r~se pn-
preparación de los más fanáticos de sus seguidores, que en nuestra experien- n~~~.o~ !e°~n:entran las distintas modalidades de gozo ~n las repetICIOneS,lo
cia, se han dedicado más a la repetición de mensajes crípticos y aforismos del que nos habla de los componentes pulslOnales de todo sintoma.
maestro, que a una verdadera comprensión y transmisión de una obra, ya
sobrada de oscuridades, y que quizá, lo que necesita sean personas con inten-
ción comunicativa.
En Francia hay bastantes grupos lacanianos, cada uno de los cuales pien-
sa que está en posesión del auténtico mensaje del maestro. En España, el
grupo más activo y agresivo en cuanto a la captación de miembros, es el
Campo Freudiano, que a pesar de haber tenido ya algunas escisiones en nues-
tro país, parece fuertemente afincado en Madrid, Barcelona, Málaga, Valen-
cia, Las Palmas, en Galicia y algunos otros lugares. Aunque bien es verdad,
que en las grandes capitales como Madrid y Barcelona, debido quizá a la
extensión de su población, este influjo no es tan fuerte como en otras capita-
les de provincia.
Ningún otro psicoanalista ha provocado tal cantidad ele publicaciones
con títulos con la forma de «Para comprender a Lacan», «Introducción a
Lacan», etc. (Fages, 1971; Derrida, 1975; Rifflet-Lemaire, 1976; Masotta,
1977; Dar, 1985; Granon-Lafont, 1987; Harari, 1987, entre otros). También
ha producido muchos y buenos seguidores, como Octave y Maud Mannoni,
Serge Leclaire, Jean Laplanche, J. B. Pontalis, Francoise Dolto, etc., en pose-
sión cada uno de ellos, en la actualidad, de una extensa obra propia.
En nuestra opinión, es posible que tengan que 'pasar algunos años para
poder valorar con mayor precisión las auténticas aportaciones de Lacan,
separándolas de la ornamentación de su obra. Aunque para Lacan su orna-
mentación retórica, su estilo, era muy importante. Era consciente de su
barroquismo, y afirmaba sin rubor, que comprenderle llevaba su tiempo y
exigía UD proceso de «elaboración», como en un psicoanálisis: «Se trata de
un hecho empírico; dentro de diez años lo que escribí será claro para tocio
el mundo» (Turkle, 1979, pág. 277) y lo que tenía que decir estaba inserto
en su estilo. Pero muchos desconfían del estilo, que por desgracia en muchas

I
I
..

CAPÍTULO VI

Las nuevas teorizacíones psicoanalíticas

6. l. INTRODUCCIÓN

El desarrollo de lals teoríals psicoanalítica/s, que hemos efectuado a lo


largo de la exposición de esta primera parte, necesariamente ha tenido que
dejar de lado algunos aportes importantes. El estudio de todos ellos haría
la tarea difícil de terminar y excedería en mucho los objetivos del presente
libro. Hemos presentado los sistemas psicoanaliticos más consistentes y abar-
cadores de la personalidad humana y que engloban a una mayor cantidad de
profesionales. Nadie dentro del campo psicoanalítico duda del valor de
las aportaciones de los «independientes británicos» (5.5.1) del denomina-
do lvliddle Group (Winnicott, 1953, 1964, 1965 Y 1971; Fairbairn, 1952 y
Balint, 1967, 1968); ni tampoco de innovaciones tan originales como las de
Bion (1959,1963, 1970 y 1974) (véase 5.5); ni de la valía de las contribu-
ciones -sobre todo para la psicología evolutiva- del psicoanalista britá-
nico J ohn Bowlby (1968, 1969 y 1980), a quién la OMS le encargó en 1956
el estudio y la investigación de las primeras relaciones afectivas del niño con
las personas que le rodean en conexión con estudios etológicos y antropo-
lógicos; ni tampoco, para terminar, de los estudios de la norteamericana
Margareth Mahler (1942-1961,1963-1977) sobre las relaciones madre-hijo
tempranas. Todos los autores anteriores mantienen sus propias teorizacio-
nes, y sus contribuciones marcan el camino por el cual se ha ido desarro-
llando la teoría psicoanalítica: La construcción, el conocimiento reconstrui-
do de los primeros años de la vida a partir del análisis y la observación de
niños y adultos.
Nosotros hemos escogido las dos construcciones teóricas más importan-
tes que han conseguido, en nuestra opinión, una visión totalizadora y globa-

-·1 lizante de la personalidad humana, recogiendo la herencia de las anteriores

/
182 Las nuevas reorizaciones psicoanalíticas 183
Antonio Curcía de la Hoz

escuelas y de los autores recién nombrados: Heinz Kohut y Otro Kernbero. (Heinz, 1976) detectó en ella la filosofía de Sartre; un quinto comentarista
(Kepecs, 1975) señaló analogías con la labor de Alfred Adler; un sexto 'autor (Sto-
Uno desarrol~a su trabajo en Chicago, el otro en .Nueva York. Ambos plaJ~- lorow 1976) encontró también analogías con la terapia centrada en el cliente de
t~a.r: una teo:la sobre e! desarrollo de la l~ersonalldad, ambos presentan una Rogers; otros dos autores (Hanly y Masson, 1976) lo entendieron como un produc-
visten panoranuca interesante sobre la psicopatología psicoanalítica y, sobre ro de la filosofíahindú y, por último dos colegas (Stolorowy Atwood, 1976) demos-
to,d<;>,ambos han construido sus aportaciones sobre la base de la experiencia traron su relación con los trabajos de Otro Rank (Kohut, 1977, págs. 16-17).
clínica. .
Expondremos a continuación los planteamientos más importantes de El propio Kohut relaciona su obra con la de otros investigadores que_se
cada uno de ellos (6.2 y 6.3), dejando para el final algunos comentarios críti- han ocupado del mismo campo (Aichborn, 1936; Balint, 1967; Erikson, 19)6;
cos sobre ambos autores. Hartmann, 1950b; jacobson, 1964; Kernberg, 1976; Lacan, 1953; Lampl.de
Groot, 1965; Mahler, 1963-1967; Sancller y otros, 1963; Schafer,_1968, \'(/m-
nicott, 1965), aunque subraya su diferencia con ellos, bien en los métodos,
6. 2. HEINZ KOHUT y LA PSICOLOGÍA DEL SELF bien en las conclusiones. También justifica no haber integrado los aportes de
estos autores con los suyos propios", debido a la naturaleza de la obra que se
I
En los años 60 se produce un vuelco en la orientación de los psicoanalis- había propuesto, que no era otra que intentar alcanzar una mayor claridad en
tas,. v:u~lco quizá ya _inicia?o antes, pero que e~ estos años tiene su apogeo 1 un campo que le resultaba difícil de comprender dentro del marco I?s~coana-
!
definitivo. Este VIraje venta esencialmente asociado a la experiencia clínica lítico existente: El tratamiento psicoanalítico de los trastornos narcisistas de
.-~

obtenida con pacientes de patologías más graves. La base clínica que inducía la personalidad, y la tarea concomitante a ello, la construcción de una psico-
a los cambios teóricos no eran ya las neurosis tradicionales de la teoría clási- logía del sí-mismo. Según Kohut,
ca freudiana. En Nortearnérica esta revolución se inicia a partir de los traba-
El intento de intercalar en la exposición de mis conceptos y formulaciones los
jos de J acobson (1954, 1964) sobre las relaciones objetales y los de Mahler de otros autores que hicieron contribuciones a la psicologíadel sí-mismo desde dis-
(1942-1961, 1963-1967) sobre el desarrollo evolutivo de los primeros años. tintos puntos de vista y dentro de distintos marcos de referencia, Olehabría enreda-
La culminación de esta evolución la marcaron tanto las teorías de Kernbers do en una maraña de términos y conceptos, que se superponían o eran similares,
como las de Kohut. En concreto este último llevó a cabo su trabajo sobre u~ pero que no encerraban el mismo significado y no se empleaban como parte del
campo clínico específico, los trastornos narcisistas de la personalidad, lo que mismo contexto conceptual (Kohut, 1977, pág. 18).
le sirvió para construir su psicología del self(Kohut, 1971, 1977 y 1984). El
nuevo campo psicopatológico abonó el camino para la comprensión actual de Por lo tanto, nosotros mismos decidimos plantear como antecedentes a
los trastornos por «déficit» (Killingmo, 1989, 1995), que se explican por una sus aportaciones sólo a dos autores: Sigmund Freud y ~e!nz Hartrnann, pues
falla en la construcción o en la delimitación de las funciones psíquicas, y no representan para Kohut los escalones previos del edificio que quiere cons-
tanto por un conflicto estructural. Podemos considerar pioneros de esta lÚ1CH truir: La psicología del sí-mismo.
de abordaje en Europa a los trabajos de Winnicott y de Balint recién citados Partiendo del tratamiento de pacientes con trastornos narcisistas de la
al comienzo de! presente capítulo. personalidad, y observando la incapacidad de encuadrarlos en la metapsico-
iozia existente (que se derivaba del esquema freudiano planteado en El yo y
el~llo, la psicología del ego de Hartmann), Kohut se planteó la utilización de
62.1. ANTECEDENTES una técnica nueva -el análisis del self- para ellos, viéndose en la necesidad
de definir conceptualmente el propio sel]. Dejando esto para el apartado
Es complicado buscar los antecedentes de alguien C01110 Kohut, pues para siguiente (6.2.2), el problema de Kohut residía en responder a la pregunta
ironizar, precisamente, sobre las críticas formuladas contra su obra en cuan- siguiente:
to a las influencias recibidas, y para reclamar una casi total independencia y En la psicología del sí-mismo, ¿el self es el cent~o del universo psicológ~-
autonomía para su psicología del self, escribió lo siguiente en el prefacio de co? o ¿el selfha de ubicarse como una estructura mas dentro del aparato PSI-
su libro La restauración del sí-mismo: quico? Es bastante claro que Kohut va a responder afirmativamente a la pn-
)
mera de las dos preguntas. La psicología del sí-mismo coloca al self en el
Entre los diversos comentaristas sobre mi trabajo acerca del narcisismo, algu-
nos señalaron ciertas similitudes entre los resultados de mis investigaciones en el
campo del narcisismo y los de otros estudios. Uno de esos críticos (Apfel-
baum, 1972) consideró que mi contribución era esencialmente similar a la de Hart-
mann: otro (lames, 1973), que era similar a la de Winnicott, un tercero (Eiss- t Lo que hace. como veremos a continuación, que algunos de sus conceptos, aunque con nomeuclu-
ler, 1975) consideró que yo seguía los pasos de Aichhorn; un cuarto crítico llIra propia, se asimilen con Facilidad <1 otros y~ consolidados.

/
1#
i

184
Antonio Carcía de la Hoz Las nuevas teorizaciones psicoanalíricas 185
centro mismo y estudia su génesis I de ',11
como en los patolóaicos R~s o~d)' t~rtO, o tanto en los aspectos normales ta, Esta denominación es un anacronismo teórico, pero que conserva su uti-
guntas hubiera col~cad~ a lobute~; lumatl\:amente a la segunda de las pre- lidad si se ve en ella únicamente el ideal del yo freudiano (1914c), y se añade
por Hartmann, sin ninguna novedad a teoría estructural claSIGIdefendida que, precisamente, es la estructura patológica actuante en los trastornos nar-
Kobut está resuelto a prescindir ci 1 ' [ozí , , cisistas de la personalidad, de gran utilidad clínica, puesto que e! superyó es
superyó) y a sustituirla por la psicol~a;a l~e~ap,sIcoogia tradicIonal (e~lo-J.'o- la moral típica de los trastornos edípicos, justo los que Kohut quiere dejar de
Progreslva a lo largo de su obra, Mient;as ene1~~~nlsnlo"Esta res~1uclOnfue lado en su construcción, Kohut deriva su superyó idealizado del narcisismo,
l os trastornos neuróticos era \1311'0 1 ,toe avra cOl1ceclJaque para lo mismo que describía Freud para su ideal del yo. El equívoco se encuentra
sa a meta pSicología tr di
1o~ trastornos narcisistas de e la personalid
, al '1
d . d da IIClO~1,y so o para en que Freud abandonó un concepto (ideal del yo) en favor de otro (super-
mismo, ya en 1977 . sobr . d a, ~¡a a ecua a a psicología del SÍ- yó) por centrarse exclusivamente en los trastornos neuróticos, mientras que
1984), la psico]ogí; Jel sí-I~i~~n~~~~su Ultl1~10tra?ajo in:poname (Kohut, Kohut, al centrarse en los trastornos narcisistas, recuperó la idea pero no la
pretendía exp1ca~' todos los tr'asto' ' una PalslcologIaommcomprensiva que denominación original. Pues superyó e ideal del yo no son lo mismo, ni tie-
K h e • mas menn es
, o ut asume los avances efectuados .1 " , nen el mismo origen, ni promueven el mis1110tipo de moral (véase 15.2.5.2.3),
tido ~e pasar de una psi.cología del ello oPd1 1.aPSI1o,togradel ego, en el sen-
cologla del yo (Hartmann Kris L ~ as pu sienes (Freud) a una psi- 3, Por último, Kohut supo sacar partido a lo que estaba en barbecho en
tea dar el paso definitivo~ desdYe oeweI~ste1ll1): Ddee1staforma Kohut se plan- 1 el artículo de Freud: La consideración no patológica del narcisismo, gestada
, . ,una pSICOoala e yo . 1 ' I
si-rmsrno y suaiere esta evol " ,b. a una pSICOogia del sobre la noción goethiana de! selbstgefiibl, que se expone en la parte tercera
b' ucion sut generts de Ia r-o-: . .,I
a ,Freud (psicología del ello), b) Hartmann ( . el a ,teona pSlcoanalítica:
)
de su artículo (Freud, 1914c). Nuestras versiones castellanas de las obras de
m1S!TIO,con su psicología de! sí-mismo E . ~SlCO ogia ,de! yo) y e) Kohut Freud lo tradujeron bien por autoestima, bien por sentimiento de sí (mejor
Freud y a Hartmann como s ..,. S pOI esta raZ011que escogimos a "1 traducción y más literal esta última), Kohut desarrollará toda Lll1a teoría sobre
sólo lo que requiere para su ~~~;~~~~i~~s ;I~~f:sores, aunque toma de ellos -1 el sel], donde ese sentimiento ele sí tendrá una evolución y unas vicisitudes
- I
que lo catalogarán de normal o patológico.
6.2 .1.1. Freud

Además de Como es id . f1 "


I¡ 6,2.1.2. Hartmann
trabajo de Fre~d hay quee~~cente, una l~ uencia Ideológica básica, si algún ,¡ Aunque Kohut sigue la tradición de la psicología del ego, como ahora lo
nopuede ser otro que Introd:'!~~1:~~:~~~~~ze~te (~~vdte para Kohut, éste
opinron de Kohut el carn o neuró . smo .leu, 1914c). Ya que en I fundamental es el sel] (estructura básica de! psiquisrno), e! ego de Hartmann
queda en un segundo plano, aunque reconoce su deuda hacia él. Hay tres
teorizado, su interés se ce~tró en l~~~~a~~tabalo s~fl~lentemel1te explicado y afirmaciones de Hartmann que te SOI1 especialmente útiles:
y por esa razón el trabajo introduct " (r~os ndlrslstas de la personalidad,
de allí tres ideas básicas: ono e rreu ue esencial para él. Tomó l. El yo como «área libre de conflictos», como estructura desarrollada
paralelamente al contacto con las pulsiones. Esta noción de Hartrnann le va
1. El clásico modelo hidráulic d ' " , , a permitir conseguir para su self una estructura cuya evolución también será
do objetal. Esto le servirá para af o e 0poslclon entre Lzbldonarcisista y Llbi- autónoma del campo de las pulsiones. El sel/ se considera una estructura
" e
mvesu- un objeto libidinalment
marirno]i
mas en esa oposicié 1 'f'
posrcion y can icar que ,¡
tal, SÍJ10a veces todo lo contrari:
tos, 1.0que para Kohut resultó u~a
S~:V~d
lmpJca .neces~name?~e una libido obje-
en,l11V~S~U'
narClsI~tamente los obje-
primaria que se desarrolla a partir de las investiduras y contactos c.on los ob-
jetos.
los trastornos narcisistas de la per;onalid~d~a clínica a parnr de la clínica de 2. El yo (instancia) 170 es igual al se!f (imagen de sí-mismo como persona
total). Hartrnann fue el primero en establecer nítidamente esta distinción, y
, ,2. La intuición freudiana de 1 'd. L ¡1 " , Kohut le sacará el máximo partido, aunque por el lado opuesto a Hartmann.
ctstsmo, Se trata de una idea q pguede z, ea (e JlO (tcb-zdeal) derzva del nar- Si éste efectuó la distinción para enfatizar al yo (instancia), Kohut lo hará
., ue reu rrusmo abandonó 1 d '
to d e1 superyó hasta tal punto 1 . '. , '1'. no con e a venimien ./ justo para lo contrario, para considerar al self como centro de la vida psíqui-
, d d " que a 110Clonce ideal del yo f d
cien o e sus escntos a partir de 1923 P , K 1 1 ue esapare-
y aunque no va a conservar la nom '1 ero o lUt a retoma como esencial, -j ca y centro de operaciones esencial en el psiquismo humano.
d ?
logía del ego), hablará de'su;eryó nc/tu (una m,alaherencia de la psi co-
I ea tzaa o Como tiprca estructura narcisis-
3. La investidura del self es la auténtica investidura narcisista (la de la
propia persona), y no la investidura del ego (instancia), que sólo lo sería de

I,
J!P
1t
186
Antonio Gurda de la Hoz Las nuevas teorizaciones psiconnalíricas 187

una estruct~ra intrapsíqui~a (com? lo podrían ser e! superyó o el ello). Por lo nista y la imago parental idealizada. Ambas. manifestaciones se constatan.en e!
tanto,. el narcisismo se refiere al SI-mismo total, y 110 a una parte estrucr 'al tratamiento clínico de los trastornos narCJ~lstasde la personalidad, y tIenen
del sujeto. ur
una manifestación efectiva en la adolescencia. Se tradtabdedos formas t~plcasde
Con estas ideasgenerales tomadas de Freud y Hartmann, podemos pasar manifestaciones narcisistas de la personali~ad, que e _en _poseersu génesis en
ahora al estudio mas detallado de los conceptos esenciales de la teoría koh _ algún punto de! desarrollo, y cuya patología produciría dichos trastornos. .
tiana. u
b) El self, en su desarrollo, está en relación indisoluble c?n los obj~t.os
del sel] (objetos sí-mismo). Estos objetos son los genw.nos objetos. narcisis-
6.2.2. CONCEPTOS FUNDAMENTALES
¡'1S. Kohut propone aquí algo. que no .se en~ontraba bt~n estable.Cldo en.la,
teoría clásica, pues al distinguir entre investidura narcisista (dirigida al pt~-
Dada la condición eminentemente clínica de la conceptualización de pie sujeto) e in~estidura objeta! (a l~s obi_et.oscle!.exter.lOr),se sobrent~ndla
Kohut, ,:amos a dividir SUS conceptos fundamentales en dos aparrados: Teó- que para invesnr objetos era necesaria la libido objeta] C?l1lo qu~ se salla_del
neos y recruces.
estadio narcisista. Kohut ha mostrado que esto no es asr, que existen verda-
deros objetos narcisistas, los objetos sí-mismo (objetos externos para el
observador), pero que no serían objetos propiamente dlch?s,. p~;sto que la
6.2.2.1. Conceptos teóricos libido en juego es narcisista, y no. suponen una perfecta distinción entre e!
sujeto. y el otro. . . ._.
. La pSicolo?ía del self de Kohur s.efundamenm en dos conceptos esencia- En la evolución, estos objetos no son considerados por e! runo C01:10aje-
les. a) La nocton de self; que a! pnncipro (Kohut, 1971) es diferente del yo de nos a él, o separados de él, sino que son s~ntidos como pr~plOs, constituyen-
Fr~ud (1923b), pero que a la postre le sustituirá (Kohut, 1977 y 1984) hasta tes del sí-mismo. Kohut es bastante consciente de que esta hablando. de alg?
dejar en muy segundo plano toda la metapsicología clásica que se desprendia similar, si no idéntico, a lo que Winnicott (1?53) den?I?Ínó ~<objetos.transl-
de E_lyo JI el ello [F.reud, 1923b]. b) L~ noción de objeto sí-mismo, que forma cionales», aunque quizá llevado por un prurito ¿narCISista? intenta diferen-
pareja con e! antenor. Son los dos pilares para la construcción teórica de ciarse de! británico:
Kohut.
. La conocida descripción que da Winnicott de las actítudes internas del niño
a) ~l ~e!/, partiendo como hemos dicho de la diferenciación de Hart- respecto de tales «objetos transicionales» como mantas, erc., enfoca el pro?lema del
objeto arcaico desde un punto de vista diferente del mío (Kohut, 1971, pago 299).
mann (si-mismo dlfere!lte. al yo), se convierte en la estructura básica y funda-
~ne~t~I de! aI?arato pSlqLl1CO. Es e! verdadero centro de deseos, actividades, Pero a la hora de argumentar la diferencia, lo único que exp0J?-ees la ~i~-
inhibiciones, Ideales, .etc ~s el núcleo de la personalidad. Kohut evita explíci- tinción existente entre «reconstrucciones y extrapolaciones a partir de! análi-
tamel~:e dar una definición de! self, y deja a los lectores la tarea de la corn- sis de adultos con trastornos narcisistas de la personalidad» (que es su méto-
~renslOn del concepto desde sus respectivos contextos y sus propias expe- do de acceso clínico), y las experiencias extraídas por el «enfoque directo del
l1enCla~.A veces se refiere al self como agente y a veces como si fuera un niño» (que sería el método de \Vinnicott). Ind:p:~ndientemente del valor qU,e
contenido mental (Cohler y Galatzer-Levy, 1992), y podemos observar hasta se conceda a uno u otro método, lo que es mas unportante es que S1 dos clí-
tres maneras d~ uso de! con~epto d.e J~l/:a) Para referirse a experiencias cer- nicos, por caminos diferentes llegan a la misma concept.ualizaciól1 de ~nos
c.anas a un sen[l~o de efectividad, vitalidad y vigor; b) para referirse a un sen- objetos arcaicos para el niño (llamémosles «ob¡etos sí-mismo» o «transicio-
oda ~.ecDherencla y c~ntmulda~ ,en el espacio y el tiempo, y e) para marcar la nales»), lo que se produce es una mayor consrstencia de lo hallado, y que
expenencra de una dlferenClaclOn persona! de los otros en la temprana y entonces no merece la pena litigar por lo que Freud (1930a [1929), OC,
inedia infancia, lo cual conduce a un incremento de la autonomía psicológica. pág. 3048) denominó el «narcisismo de la~pe.queña.sdifer~ncias». E~ nuestra
Corno veren~D~un poco. más ade!ante (6.2.3), el self tiene un desarrollo opinión, en este caso coricreto, no hay siquiera diferencias pequen as entre
normal o. patológico, que va desde los estadios más primitivos donde se ambos autores.
enc~e?tra en estado de fragmentación, hasta los estadios más maduros de! A través de la relación con estos «objetos sí-mismo» o.«transicionales», el
f:arclslsmo (j-elf~ohe?ivo), marcados por la autoestima positiva y la autocon- sel] iría poco a poco efectuando «internalizaciones transrnutadorasv/, y Ior-
fianza, y por la capacidad madura de admiración por los demás. Entre ambos
dos polos se encuentra lo más característico de los trabajos kohutianos: El
estudio del self durar:t~ el período narc!s!sta propiamente dicho, que produ-
ce dos formaCIOnes tipicas de self narcisista: El self grandioso y/o exhibido- 2 Noción que en nuestra opinión es similar a la identificación narcisista (Freud) o la identificación
proyecriva (Melanie Klein),
#'

188
Amonio Garcí¡¡ de In Hoz Las nuevas reorizaciones psicoanalíricas 189
mando las estructuras psíquicas, En este proceso de farmacia' 11 de 1'1 PSt'
' ' (1 if ' , - ruc- a) La empatia. Para Kohut este concepto se ~~~Llentraen la misma defi-
tura psiquica e ,se _consistente o cohesivo) la i.nternalización transmutadora
nición de lo que considera la esencia del psicoanálisis: ,'
(Kohut; 1971, pag, )7) es fundamental, y por ser un concepto a la vez técni-
El psicoanálisis es una psicología de estad,os mentales complejos que, con
co y teonco lo expondremos Wl 'poco más adelante, A la vez que se va for-
la ayuda de la inmersión empático-introspecriva perseverante del obs~rvador
mando el sel] (la estructura p~íqLllca por excelencia) los objetos se convienen
en la vida interior del hombre, reúne sus datos C011el fin de explicarlos.
en verdaderos objetos, Investidos ya con la libido objeta] y pienamenr- sepa-
rados del self (Kohut, 1977, pág. 207), , '
' Sin embargo no da una noción clara de ernpatía basta 1984, Antes umca-
Los objetos sí-mismo más peculiares e i.nteresantes descubiertos por
mente se defendía de las críticas por usar un término popular cuya resonan-
Kohut son los co~plementarios al self grandioso y a la irnago parental idealí~
cia evoca un uso no científico, y sólo lo definía por la vía negativa, por lo qU,e
zada, antes mencionadas, ~sí tenemos respectivamente, el objeto especular o
no era: «La ernpatía no es un instrumento en el,sel:tido en que lo son la POSl-
especulanzante, y el objeto ulealzzado que soporta la imago parental idealiza-
ción reclinada del paciente, el uso de las asoctaciones libres, el empleo ~el
d,a, Todo ~n libro de Kohut (1971) es para mostrar cómo estas dos constela-
modelo estructural o los conceptos de impulso y defe~sa» (Kohut, 1~17,
cI~nes objetales son susceptibles de visualizarse en la wlOsferencia que se
pág. 209), Emp~tía es un v~)Cablo q~,e viene del an~lg.L~O Jl1~~europe~,(sáns-
pl,oduc~ en el tratamlent~ ?e los trastornos narcisistas de la personalidad.
crito) , cuyo sentido etimológico es fijar, atar, ase,gu!at, clavar a la tierra, q;le
plOduCIendo dos formas ttpicas de transferencia narcisista: 1) La transferen.
era especular y 2) la transferencia idealizada, se opone a escisión, separación, Dado qu~ la escrsion es algo, muy caracte~~s-
rico (para Kohut) de los trastornos narcisistas de la pers,onalJdad, la elección
Ambas transferencís, tienen distintas variantes dÚlicas, La transferencia
del término ernpatía parece bastante correcta, Por aquí es por ~on,de se ha
especular osc!l~ entre: a) la especular propiamente dicha (la forma más madu-
relacionado a Kohut con el pensamiento de Carl Rogers, que situo ,el con-
ra, donde el, psicoanalista es vivido dara.l11entecomo una persona distinta)' b) la
cepto de ernpatía en el eje de su terapia no directiva centrada en ~l clic;nte,
transferencia gemelar o alter ego (donde el psicoanalista es vivido en forma
En 1984 nos ofreció una definición amplia de empatia, considerándola
tan grandiosa COI~~el sujeto o muy semejante a él), y c) la transferencia fusio-
como la capacidad de penetrar con el p,ensamiento y ~l sentimiento. en la vida
nai, la mas p~tolog1ca (donde el psicoanalista es vivido Como una extensión
de! self grandioso, C01110Slfuera una parte del self). interior de otra persona, como la capacidad de vrvenciar en todo momento de
la vida, lo que otra persona vivencia, aunque por lo común en un grado ate-
En cuanto a la transferencia idealizadora, también puede tener diver-
nuado,
sas formas, a_llnque lo más, importante para Kohut es diferenciarla del
com?o~ente idealizador existente en toda relación objetal (propio de las
nelll,osls, de transrerencin d~ Freud). Para Kohut, este componente ha de b) Introspección, Notemos, que el t~rmin? _i~trospectivo también, ~acía
su aparición en lo que era esencial del pSlc?analislsyara K?~ut. La uruon de
difelencl~rse,en ~?nna radical, del papel específico, esencial yestratégi-
este concepto con el anterior, es lo que define el metodo cltl1l~Ode Kohut, el
~o de la IdeallzaclOn del pSicoanalista que se produce en la transferencia
método ernpático-introspectivo, que recuerda con mucha clandad (lo que es
ldeah,zadora, dentro del trat,amiento de los trastornos narcisistas de la per-
evidente por la lectura de sus historiales clÍl:icosl a todo lo que se puede rela-
sonal,lelad, ~l cO,m~onente Idealtzador propio de las neurosis es ubicuo,
cionar con las reacciones contratransferenciales,
auxiliar y solo ,ta,crlco, S1I1embargo, la transferencia idealizadora, en los
trastornos narC:1Slstasde la personalidad, constituye e! centro mismo de la
e) Intemalimcián transmutadora. Ya lo hemos mencio?~do anterior-
estructura pa~ogena del paciente, La variedad de transferencias idealiza-
dOl:as se, relaciona con la etapa genética del desarrollo de la imago paren- mente de pasada, Para Kohut es en primer lugar un hallazgo, C11I11CO, pero que
lueao lo extrapola a la teoría del desarrollo de la personalidad. Su papel es
talidealizadn, que puede producirse alrededor (antes, durante o después)
básico en el proceso ele formación ~~ las estructur~s psíquicas, Conlle,va ,~n
del momento en que se crea lo que Kohut denomina superyó idealizado
retiro de las investiduras (tanto narcisrstas como objetales) y una apropiacion
(que ya he comentado que sería la estructura moral que Freud llamó ideal
del yo), de las mismas dentro del sel]. , " ,
Para Kobut i.ntervienen tres factores en el proceso de la internalización
transmutadora (Kohut, 1971, págs, 57-58): En primer lugar, la psique alc~1~-
6.2.2,2, Conceptoi técnicos za un grado de madurez tal que la convierte en preparada para I~fO,rmacion
de la estructura, Después ha de producirse un grado de «fru~traclOn ?ptuna»,
un retiro de las investiduras narcisistas y objetales de los objetos, y fll1alme~-
, Los conc~ptos técnicos se,encuentran muy ligados a los anteriores y cons-
te una despersonalización de lo adquirido de los ~bjetos sí-mismo, En reali-
tltuyen una Jerga muy peculiar de la teoría kohutiana, Vamos a considerar
sobre todo los tres más originales, dad todo este proceso muy sintéticamente descrito, recuerda en forma 1l1-
evit,;ble a una frase de Goethe, que seguramente Kohut leyó a través de Freud,

/
190
Antonio García de la Hoz LaS nuevas teorizaciones psicoanalíticas 191
~uds se tra~~~: de uno c!e sus aforismos preferidos: «Aquello que has here-
.a o, adquiérelocon el fin de poseerlo.» En mi opinión esta afirmación f.' Habría entonces tres momentos. Un primer momento, donde el self se
ti~a es un pequen o compendio psicológico, que ya estu'dié con al:ún det'lU~- ; encuentra en estado de fragmentación, que coincidiría con la noción de auto-

I
miento (García de la Hoz, 1991, págs. 286-290). "eni- erotismo de Freud (1905d, 1914c). Un segundo momento, correspondiente
al momento narcisista de Freud (l914c), y una culminación que denomina las
formas maduras del narcisismo. Naturalmente, Kohut se extiende en la des-
6.2.3. TEORÍ_~ SOBRE EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD ! cripción del segundo momento, para completar lo que Freud sólo «introdu-
jo» (1914c), y efectúa una descripción del desarrollo narcisista, tanto en su
La teoría de Kohut sobre el desarrollo de la personalidad está muy lll' I forma normal como patológica, que es lo que hemos tratado de reflejar en
cada por lo que él denomina la linea narcisista de LapersonaliC/;d líne r- d I nuestro esquema.
Observamos cómo el self cohesivo se construye a partir de una relación
desalT~llo. qu~ se aparra y n? tiene en cue.nta el desarrollo clásico e:l fase: d~ A

la ni
t;O:ld fleucltana, la teoria de las posiciones de los kleinianos. Para Kohut
, 1
, estable con los objetos sí-mismo (objeto especularizante y objeto parental idea-
lizado), basándose en experiencias de satisfacción adecuadas al momento. La
o UI11CO qu~ hay gue tener en cuenta es la evolución del narcisismo a partir
deldamoerotls:ll0 freudiano que le sirve de base, basta alcanzar una f;rm.~
ma urez narciststa. '
d~ patología de este momento es la que se corresponde con el futuro trastorno
narcisista de la personalidad, mientras que las fallas 'en el primer momento
id Edlsiguiente esquema lo construimos para reflejar lo más importante de 1 ocasionarían las patologías más graves, las psicosis. Esto nos conduce al últi-
I ea el desarrollo para Kohut. a mo apartado sobre Kohut, que es su visión global de la psicopatología.

Teoría del desarrollo de Kohut


6.2.4. PSICOPATOLOGÍA
I FREUD I PATOLÓGICO
(Fallas y regresión ulterior) Kohut efectúa un cambio bastante importante observable a través de la
(Autoermismo) • Sel! arcaico lectura de sus libros respectivos de 1971 y de 1977. En el primero de ellos, y
" Psicosis
• Se(ffragmenmdo inicial : • R~construcción delirante del sel] gran- como apunta Eagle (1984), mantiene una teoría bifactorial de la personalidad,
, ' (lioso O del objeto omnipotente donde se encuadran, por un lado, las tradicionales neurosis ele transferencia
--------------i-------------------------~--------------------------- para las que es adecuado el modelo clásico freudiano de El yo y el ello. Por
: • Self cohesivo ' • Trnsron1?s narcisistas de la person¡Jidnd otro lado, están los trastornos narcisistas de la personalidad, para los que es
: • Relación con los objetos sí-mismo (SentllnJcntos de fragmentación)
,, necesaria la psicología del sí-mismo, pues la teoría edípica no serviría para
Formas arcaicasde idealiwciÓII comprenderlos. En esa primera obra, el Análisis del self(Kohut, 1971), vemos
• Éxtasis, trances mezclarse a menudo conceptos y nomenclaturas psicopatológicas de ambos
• Sel)[imi~;1tos religiosos o políticos modelos, y uno sirve de referencia para el otro.
• ExcltaclOn hipornaníaca Pero con la publicación de La restauración del sí-mismo (Kohut, 1977),

r
Relación estable con el ob.
parental idealizado
,
Relación estable con el ob.
Kohut considera únicamente los trastornos del self como el campo psicopa-
tológico esencial, y su estudio aglutina todo el libro y ocupa el único centro
de interés. Esta postura se convierte en más radical en su último libro impor-
tante (Kohut, 1984), donde incluso los antes denominados trastornos neuró-
, /"rizante Formas arcaicasde grandiosidad ticos (las neurosis clásicas de Freud), pasan a denominarse así mismo trastor-
Narcisismo
~ / • Frialdad, conducra imperativa y tiránica
nos narcisistas secundarios. De esta forma, se completa la total sustitución del
Experiencia de sarisfacción corres- • Habla y gesticulación afectados y cngo- modelo de El yo y el ello freudiano por una omnicomprensiva psicología del
pendiente a esta fase lados
sí-mismo .
____________
,,
I
• PIunes de hazañas grandiosas e irreali-
zables La clasificación psicopatológica de Kohut, queda establecida por los dos
--1------------------------- ------------ ------------- tipos de trastornos del sel] generales: Los trastornos primarios y los trastor-
I • Forma madura de auroesrima positiva
110S secundarios. Veamos las características de cada uno de ellos.
• Auroconfianza
¿f'ormas
maduras
del narcisismo?
• Forma madura de admiración por los otros
• Capac.dad de enursursmo

/
192
'\ 'G
T
1
j,.
r mOI1lO . arcía de la Hoz Las nuevas teorizaciones psicoanalíticas 193

6.2.4.1. Trastornos del se1fprimarios Se trataría de reacciones, agudas o crónicas, de frustración del sí-mismo
ante diversas situaciones, Muy ampliamente consideradas, serían frustracio-
El sel] no logra aquí un estado cohesivo, ello ue I
mas: a) Ausencia total de un self nuclear. que ~s 1 p e e ~CdLlllH
'" ,
en dos Eor-
nes «frente a las vicisitudes de la vida,
sea en la niñez, adolescencia, madurez
o senectud» (Kohut, 1977). Para estos trastornos, el mecanismo principal es
dI
torno '" ( . E' s o que se DIO uce en los t "
PfrotlcoS .esquizo rema, manía, depresión). b) Falla de coh,-"
na ~ se ,que sena lo acaecido en los trastornos de ersonalidad ,~.sl,on¡¡¡ter,
l<1S' la represión descrita por Freud.
En resumen, se puede concluir, que para los trastornos del sel] primarios
dentro de los trastornos ocurridos por esta falla I ) '" ' Para Kohut, producidos por una falla en la cohesión del mismo, la psicología del sí-mismo
la cohesión del set/, se distinguen a su ve~ l~s tr~:t~~~~:lf;~l~~~~~'na o d~ficit en es la más omnicornprensiva y abarcadora (psicología del «hombre trágico»,
l~s trastOl:nosnarcisistas, Estos últimos serán el objeto de estudi~os o l~Eltes y como le gusta llamarla a Kohut) y no resulta utilizable la teoría clásica del
Kohut, mrenrras que los limites los ha profundizado más Kernber~specI ca de conflicto (edípica o psicología de! «hombre' culpable»), solo útil para la com-
, Arribos dos tipos de ,rr~stornos comparten la falla básica de b'l ' , prensión de los trastornos del sel] secundarios,
SI-JJ11IS11:0,
pero en los Imutes la desintegración o el debilitami~~t~eSdol dell~
nuc ear es mas o menos permanente lo que en s
ibl 1 " '
'" 1 h
. u opirnon es ace 1)
. e se 'i
SI es,a tratamIento pSicoanalítico, Serían las denominad ' líni tOCOacce. 6.3. OTTO KERl"ffiERG y LA COMBINACIÓN HE TEORÍAS
sonalidades esqui 'd id ., as c 111lCamenteper- PSICOANALÍTICAS
Kohut y Kernber~o~eedife;'~~'~~~11 e~~'e;~mo veremos ~n poco más,a~elante,
construido un modelo de tratamient Plunto" puesto que este ultimo ha Heh10Sadoptado, pues nos parece muy ajustado, el título propuesto por
p d duci b . o - a pSIcoterapIa expresiva
,u~,e pro ucir uenos resultados con las personalidades límite P "1que Ingelmo, Ramos y Muñoz (1994) en su trabajo sobre Kernberg.
~I,~UO,en los ~rasto~nos narcisistas, el SÍ-mismo es más flexible s. O! e cou- Otro Kernberg, austriaco de origen, inició su formación psicoanalítica en
len hay debilltam!ento, cierta desintegración o distorsión d~l
a:.1l1que:tam. Chile, donde entró en contacto con las ideas kleinianas, implantadas en suda-
tempo~ll hatransitoria (setrata de las personalidades narcisistas). Tan~~~ s?lb :s rnérica a través de seminarios impartidos por alumnos de M, Klein, como
CO~l? o ut van a resaltar, en estos trastornos or falla h . 7 el11,elg Bion, por ejemplo, Luego, ya en EEUU, se formó en los postulados de la
d~nvi~te ~sí,el~Ja ~~~~~;;~~~d~~j~
f:~:~~e~~¿:¡d~¡Z1:l::~~í~~17s~~~Ói;~l;d¡i:~: Egopsychology, e intentó integrar los desarrollos de las dos escuelas, en su opi-
más adelante (véase15 3
nión más importantes, dentro del psicoanálisis: La kleiniana y la Psicología
1 '
? 2) dlasne~ll,~sIS,Como estudIaremos del Ego. Para la elaboración de su modelo tomó lo que le pareció más perti-
plano la hora de e" 1';-' "e mecanismo e escision se coloca en el primer
'1
el' , nente de cada una de ellas. Resulta instructivo su antiguo artículo incluido en
(Garda " de la Hoz, 1996b),
xp icar este nuevo campo psicop ti' .
a OOglCOno e IplCO el volumen VI de las Obras Completas de Melanie Klein (Kernberg, 1969), Allí
llevó a cabo un balance del estado de la cuestión en cuanto a lo positivo y
cam~~sf!~~~I~i~~nd~ ~~hC~~isytaqs~leqlLe,e
~?111°dhebl11os venido repitiendo, son el
f suven e ase para toda su teorf . negativo del kleinismo según la visión de la psicología del ego. El resumen
SI~~t~:I~:~~~17J!dl~:e~~~!osesi.nt~or~lal
basdtanfteregular, 9ue puede de:~~b¡r~:~~; alcanzado entonces, que de alguna forma siempre estuvo presente a lo largo
" " n imrentos e raO'l11entaClónde ' .did de Ía uni de su obra posterior, lo vamos a resumir con brevedad (véase también 4.4.4).
d.ad f.ísico-menral (lo que Kohut d . b , ' , . pella e a um- Según Kernberg (1969, págs, 314-315), el kleinismo adolece en varios pun-
. enomina anzusna narcisista) Feno l'
gicamente se caracterizan por sensación d b b .: .. men~ ,0- tos teóricos: 1) La aceptación incondicional de la idea de un instinto de muer-
~:,terna, a usenc,ia de sensaciones placen teras eeain~:~~~~e~tl~ti~i~~:ltlsf~cc:o~ te innato, causa principal de la angustia. 2) La aceptación de un conocimien-
,:,_u~~zad'TambIen, son características la frialdad emocional y la fre' os dte,\el- to innato por parte del niño de los genitales de ambos sexos y de la.naturaleza
llCIOD e perverSIones sexuales, cuen e apa- de las relaciones sexuales. 3) La falta de atención prestada por M. Klein al
desarrollo biológico, anatómico y fisiológico, 4) La ubicación muy temprana
dentro del desarrollo intrapsíquico de los conflictos edípicos. 5) La falta de
6.2.4.2. 7¡'astorllos del self secundarios atención prestada por los autores kleinianos a los factores ambientales. 6) La
falta de una diferenciación estructural en la formación del yo y el superyó.
Aquí nos en<;:ontramosante un self I '. lid . 7) la falta de diferenciación entre el desarrollo normal y el patológico, lo que
mente estable id S ' ca 1eSIVO,conso lado y [[['me fuerte-
coneurosi~
K h
c1~~1c~;
d: ~r::t~delC'oteI11]"0'lldnoblogía
,e
k?dhutiana, del :ampo d~ las psi-
e consi erar que esta cas t d d' 1
se refleja en conceder escasa importancia a la psicopatología diferencial, y
8) la vaguedad terminológica kleiniana,
al ut no a~oJta grandes novedades salvo el cambio de 110 b ,la? Id
e 10, En cuanto al balance positivo, Kernberg (ibídem, págs, 316-317) reconoce:
tal' Oa su pSIcología del sí-mismo 111 le pala a ap- 1) La importancia de las relaciones objetales precoces, y el desarrollo simultá-
neo del narcisismo y ele las relaciones de objeto, 2) La importancia de las cons-

/
194 Las nuevas teorizaciones psicoanalíticas 195
Antonio Garcíu de la Hoz

relaciones ~escritas por los kleinian~s de las pos!siones esquizoparanoide y rechazó la teoría pulsional de Freud y la sustituyó por una teoría radical de las
~epleslva. )) ~a importancia concedida a la a~;'eslOn en el desarrollo precoz, relaciones objetales. Kernberg discrepa de este punto de Vista, y no considera
4) La tendencia general a aceptar la formación precoz del superyó. 5) La que la teoría de las Relaciones Objetales lnternalizadas ~~ngaque oponerse a
iníluencia de los f~ctores pregemtales en los desarrollos sexuales patológicos. UJ1'aconcepción moderna de las pulsiones. Esa. concepcion moderna (la suya
~~~rabaJo de síntesis llevado a cabo en el año 1969 le colocó en una buena propia) plantea la oposición pulsional entre la,libido (la sexualidad) y la agre-
posicion para el establecimiento de su propio modelo, en el que intenta inte- sión, pues Kernberg tampoco acepta la PUlS10Qde m:lerte [reudiana (Freud,
grar l~s.dos escuel~s. Vamos a exponerlo planteando primero sus anteceden- 1920g)3.Tampoco acepta la teoría de las estruct.uras pSlqUlca~.d~~alrba1rn .(yo
tes teoricos, después su teoría sobre el desarrollo de la personalidad v termi- cel1[rall objeto ideal; yo libidinall objeto excitante; yo antilibidinal / objeto
namos con sus aportaciones al campo de la psicopatología y su interés clínico rechazante), pues le parece excesivamente simplista.
más específico en la delimitación del tratamiento de lo~ trastornos sraves de Otro autor importante para Kernberg es Bowlby (1969) cqn su plantea-
la personalidad (trastornos límites o fronterizos). b miento de la pauta instintiva general de apego, ? tendencia, a aferrarse a la
madre. La teoría de Bowlby contrasta con la teoria psicoanalítica tradicional,
que considera el desarrollo del amor a partir ele la satisfacción alimenticia y/o
6.3.1. A,NTECEDENTES gratificación oral. Bowlby coloca el acento e1110~pa,t;'ones de conducta y en l~
interacción personal, dejando de lado la constitucion de las estructuras pSI-
Como resulta evid~nte tras lo dicho, los autores que más le influyeron per- quicas, Lo mismo que ocurría a propósito de Fairbairn, a K~rnberg no le pare-
tenecen tanto al kleinisrno como a la escuela de Ego. En su libro La teoría de ce justificable el descuido por parte de Bowlby de las pulslO~1esy de; las rela-
la relaciones objetal~~ y el psicoanálisis clínico (Kernberg, 1976), podemos ciones objetales internalizadas a la hora de estructurar la realidad psiqurca.
o.bservar la elaboración que lleva a cabo del trabajo de sus antecesores, espe- Kernberg también destaca la importancia para su modelo de las aporta-
ctalmente. en el apartado Reoisián de la bibliografía sobre la teoría de las rela- ciones de Winnicott (1954) y Guntrip (1968) sobre el falso selfy el verda?e-
ctones o~¿eta~es(págs. 96 y sigs. ). Kernberg plantea ahí lo criticable y lo que 1'0 sel] en relación con su propio modelo. El falso sel] (o sí mismo superficial)
le p~reclO mas valioso de cada uno de los autores que influyeron en su pen- se debería a la existencia de estados yoicos mutuamente disociados. Por el
samiento. Lo resumiremos con brevedad. contrario el sí mismo auténtico sólo puede ser el resultado de «la organiza-
La teoría estructural de las Relaciones Objetales Internalizadas (que es ción de diversas imágenes del sí mismo en un concepto integrado del sí
como se conoce al modelo de Kernberg), parte de El yo y el ello (Freud mismo, que a su vez ~stá vinculado con representaciones objetales integra-
1923b). Ya h~l110Shecho mención (véase capítulo I1I) al papel esencial jugad~ das» (Kernberg, 1976, pág. 99). . ' . .
pO,rese, trabajo de Freud para la Egopycbology. Pero, desde un punto ele vista Pasando ahora a la escuela americana, para Kernberg resulto Importante
l:nas clínico, para ~ernberg resultaron especialmente valiosos otros textos la teoría de la orzanización de la personalidad de H. S. Sullivan (1953), cen-
Ireudianos que teman que ver con el concepto de escisión (Freud, 1927e trada en las relaciones interpersonales. Para Sullivan, en toda situación inter-
1940a y 1940e). ~o.~ El yo y e! eJlo se inicia la teoría estructural y con los artí: personal concreta, cada sujeto interactúa co~ el ~tro .en función de sus r~la-
culos s?bre la eSCl:lOnse ill?plro para su trabajo terapéutico con los pacientes cienes pasadas con otras personas (reales o llnag~narlas). ~or es~ destaco la
fronteriZos. ~e ahí la prll1clfJal hel:enClaIreudiana de Otto Kernberg. importancia de las tempranas relaciones madre/hijo (mteres. cuast ce~tral de
,En relaClo~ con M~.l~ille Kle1l1.ya hemos .e~~uesto más arriba lo que todos estos autores que estamos revisando). Sullivan describe tres npos de
Kemberg considera POSItiVO y negativo. Como iniciadora de la escuela de las «personificaciones» tempranas para la determinación del sistema del sí
7elac1Onesobjetales resulta inevitable citarla. Se refiere sobre todo a su traba- mismo: «yo bueno» (desarrollado en el contexto de buenas relaciones ,con la
JO de 1946 (Notas so~/'e~~gunosrnecan.is:,!oses,q~úzoides) que representa, para madre). «yo malo» (lo contrario, cuando el niño siente que sus necesidades
~ernberg, la consoJ¡d~c1Onde su poslcl~n teonc~, al de~tacar «la importan- son rechazadas o que la madre no le gratifica su búsqueda de ternura), y «no
era qu~ tienen las mas tempranas relaciones objetales 1l1ternalizaelas en la yo» (aspecto disociado de la vivencia del sí mismo, lo más doloroso y aterno-
de;en:ll.1nació,rnde las vicisitudes del conflicto intrapsíquico y las estructuras rizante). Pero Kernberg le dedica la misma crítica que a Fairbairn y Bowlby,
psíquicas» (Kernberg, 1976, pág. 95).
Siguiendo con _la escuela inglesa, Kernberg destaca a Fairbairn (1952,
196?) por su trabajo con I?~pacientes esquizoides, donde describía con pre-
c:s1Onel mecamsmo.de eSC~Sl?ncomo caracterís~ico.de ellos. Fairbairn se apar- J «El acento recae aquí en la libido y la agresión, en contr;lste con lo que ~leimann y Valensrein
to luego de l~ ;loctrma k!~lmana al rechazar el instinto de muerte, y práctica- (1972) llamaron "la más arriesgada especulación de Freud en el ámbito de la teona general, su p[Q~OSI-
ción de dos clases de instintos primarios, los insrintos de vida y de muerte, que más tarde den.om,n? las
mente la .noc1011de PUlSlOhen general. Para Fairbairn, el sujeto, ante todo fuerzasprimarias de la vida y de la muerte". No conozco testimonio alguno prov~n_icnte del ps[~?anaIISls
busca objetos y no gratificaciones instintivas y como consecuencia de ellos II otra ciencia afín que justifique llamar instintos "de vida' y "de muerte" a la libido y a la ngresion.»

I
197
196 Antonio García de la Hoz Las nuevas teorizaciones psicoannlíticas

es decir, que descuida los determinantes pulsionales de la conducta humana ob'etal tengan un origen simultáneo, lo q~e.marcaría una diferencja i~llpor-
y que no elabora una teoría estructural de la psique, aunque le reconoce el ta~te con lo que Freud (1914c) propuso oflgll1a~n~nte. J ac?bso~, .cont~nua~-
interés de sus .aportaciones, tanto a la hora de acentuar los aspectos cultura. do estos razonamientos, llega a proponer el prototipo ~e l~ l~enr~~caClon PIsi-
les del tratamiento, como todo lo concerniente al tratamiento de pacientes 't' que se produciría cuando LU1avez lograda la discriminación entre as
psicóticos (las personificaciones «No Yo» antes citadas). ~~ I~~;entaciones del sí mismo y de los objetos (más allá de. ~asprm1~ras eta-
Dentro de los autores per~enecientes a la escuela norteamericana del ego, l· r ,P del desarrollo infantil) y debido a un exceso de frustración o rabia, acon-
Kernberg destaca la influencia en su pensamiento de Erikson, Hartmann, f~~e una refusión regresiva que ya no marca los lími.tes entre las re~:esenta-
Mahler y, muy en especial, Jacobson. ciones del sí mismo v las de los objetos. Para Jacobson ~y tam.b,er: yara
. De. Erikson (1950, 1956) toma sus formulaciones sobre el concepto de Kernberg), la definici6n de los límites yoicos depende de la c:li~crmlmaclon~e
«identidad del yo», a la que definió como el sentido de la mismidad o conti- la imágenes del si mismo y del objeto, en un al"?blente lo Su.flclentemente gra-
l;uidad que un sujeto, tiene, tanto de sí I~~smo, como de los significados que tificante para que se impida la refusión regresiva de a,mbos. .
e.l tlen~ para lo~ demas. Par~ ~n~son, la identidad del yo se desarrolla a par- J acobson también estudió el desarrollo del superyo, desde su ~OmlenZ?.e~l
tu de introyecciones e identificaciones. Kernberg seguirá estas ideas a la hora
de establecer la distinción entre tres estructuras afines (introyección identifi-
ti
la infancia hasta su consolidación en la edolescencia. P~l:a Kernberg, ancilist:
de Jacobson del superyó «es probablemente .el estudio mas co~p e~o e
cación e identidad del yo) (véase 6.3.2). También comparte con Erikson sus estructura Y las funciones de esta entidad psíquica» (Kernberg, 19/6, pago 103).
ideas acerca de las pulsiones.
De Hartmann, al igual que hizo Kohut, tomó su distinción entre el yo
(com?, estructura pS~9uica concr~~a) y el sí mi~mo (la persona en general), y 6.3.2. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
también su co~:cepclon del narcisismo (c~mo investidura del sí mismo y no
del yo). También Hartrnann y Loewenstein (1962) estudiaron las relaciones La teoría de Kernberg sobre la personalidad se conoc~ ~o.mola Teoría de
complejas entre las nociones de intemalización, introyección, identificación e las Relaciones Objeta les Internalizadas. Estas relaciones, iniciadas .muy.ter:r
incorporación, que sirvieron de antecedente para la clarificación llevada a ranamente se componen de una representación del objeto, una determ~a a
cabo por Kernberg. ~epr~sentaci6n del sí mismo (o auto-representación) y un afecto ~on~o,mjJante
Mahler (1942-1961), como comentamos en la introducción de este capítu- que las acompaña. Este conglomerado se va progresivamente chscr.ll11mano_iln
lo, llevó a cabo valiosos estudios sobre las primeras etapas del desarrollo de las cuanto a sucesivas internalizaciones. Kernberg se ve obligado, siguiendo a Er (-
relaciones objetales internalizadas. A finales de la década de los 50, ella y sus son (1956) ya Hartmann y Loewenstein (1_962~~ a ll~var a ~abo ciertas ~re~l-
colaboradores describieron lo que denominaron el proceso de separación- siones en cuanto a ese proceso de internalizaclon, diferenciando entre intro-
individuación, y más adelante se ocuparon de precisar en subfases ese proce- yección, identificación e identidad del yo.
so. Mahler consideraba a la agresión y escisión excesivamente intensas, como
consecuencia de resoluciones patológicas de subfases de reacercamiento en 1. La introyección es el nivel más bajo de los procesos de ~1,ternalización:
ese proceso de separación-individuación. Kernberg tendrá en cuenta estos En ella se encuentran al menos los tres cO~llponentes q~leanu~clabamo.s an~~s.
planteamientos en su propio modelo del desarrollo de la personalidad. La imagen de un objeto, la imagen de sí ml~mo y el matiz afectivo de la relac.tOn
, Dejamos para el f~nala la que consideramos mayor inspiradora de las reo- objetal. Para Kernberg, este pl:oceso pe~mlte crecer en. compl~Jldad al aparat~
nas de Kernberg, Edith Jacobson: psíquico. Depende de las [unciones autonom~ls primarias IHartmann) del apa
~ato es decir de la percepción y de la memo na, pero a la ~ez las trasciende, 11?
.Es difícil hacer justicia en pocas palabras a las muchas y fundamentales contri-
buciones de Edith J acobson a los aspectos meta psicológicos y clínicos de la teoría
s610'por la c~mplejidad de la organización d~,las percepciones y huellas ;nId-
micas sino también por vincular la percepcion externa CO~1 la pe:cepClon . e
psicoanalírica de las relaciones objeta les (Kernberg, 1976, pág. 102). estad~s afectivos prm:itivos. Según Jacobso~ (1964), lasyr';l1leras mtroyeCCli~~
nes no diferenclan la Imagen del objeto y l~ Imagen de Sl mismo. Lo que SP.
Jacobson presentó e~ 1954 (Tbe self and tbe Obiect Wortd) la primera sín- (1965) describía como la «reacción de sonn~a recípr~ca», obser~able a los tres
tesis de sus puntos de vista, para luego ampliarlos y modificarlos en un libro meses, puede ser un buen ejemplo d~,estas introyecciones tempranas. I
del mismo t.ítulo)(Jacobson, 1964). Una de sus aportaciones más importantes El matiz afectivo de la introyecclon es esencial, y slgUlendo.la nom:nc.a-
es que, par~1endo de una representación sí mis~10/objeto originalmente fusio- tura de Bien (1959), puede ser de una valencia posiuva o negatrva. Las intro-
nada, se inan desarrollando en forma paulatina las representaciones inde- yecciones de la misma valencia tienden a agrupar~e por .SLl~, comp~nelte~
pendientes del sí mismo y del objeto. De ahí se desprende que al investir esa homólogos, proceso que contribuye tal~~Oa la d~e~enclacwn entre e s
representación fusionada original, el amor a sí mismo (narcisismo) yel amor mismo y el objeto, como a la díscrimiuacíón de los límires yOlCOS.

I I
199
Las nuevas teorizaciones psicoal1alíticas
198 Amonio García de la Hoz
1 .d .d d de! yo. Este proceso de «personificación» de lo «despersonifica-
2. La identificación es una forma superior de introyección. Requiere un do~}~l~:~tr~de! mundo de los objetos interiorizados',es ~oque Kernberg dend'-
incremento suficiente de las capacidades cognitivas del niño, de tal manera mina la «metabolización», clave en e! desarrollo PSlqbuICli?'
~a perslsfen.c1ci e
que sea capaz de reconocer los roles en la relación interpersonal. El 1'01 signi- tem' ranas introyecciones e identificaciones «no meta o za as» es e pro ~~c-
fica una función social reconocida. Por lo tanto, la identificación, para Kern . Ptolo'sico de relaciones objetales gravemente alteradas, que se encuentran
berg, supone ya una discriminación consistente entre el sujeto y el otro. Ade- to pa . ti , • 1" d 1 Ión
carac.terizadas por un pred0l111l110pato ogico e a eSC1S .
más, el componente afectivo de la relación es mucho más elaborado y
modificado. En la identificación se dan las siguientes circunstancias: a) La
imagen del objeto adopta un rol específico en su interacción con el sí mismo.
6.3.2.1. Las etapas del desarrollo
b) La imagen del sí mismo está bien diferenciada del objeto. c) El afecto tiene
una cualidad más diferenciada y menos intensa que en la introyección. La
identificación, como antes 1<1 inrroyección, es un mecanismo de crecimiento
Otto Kernberg plantea una teoría bastante compleja delddesarrolldo ~: 1
alid d tanto desde el punto de VIsta de la normalida C01110ese e e
1
del aparato psíquico, aunque también puede ser utilizada con fines defensi- person, 1 a , ,
vos, y tender a la fusión con el objeto. punto de vista de la patolog1a. ." 'd dicl d c ,
El esquema que presentan10s a contlUuaClon es el resumen e e 10 e~
Lo esencial es que la identificación conlleva la internalización de roles,
por lo que el sujeto puede expresar uno o los dos roles recíprocos de la res- arrollo.
. _I
pectiva interacción. Según Kernberg, las identificaciones se inician en los últi- .be.un Etapas del Desarrollo (Otro Kernberg, 1976)
mos meses del primer año, y alcanzan su desarrollo en el segundo año. Para 1

nosotros, no hay dudas respecto a que con este proceso, Kernberg está des-
cribiendo algo muy similar a la posición depresiva de Melanie Klein, o a la
identificación especulas (narcisista) de Lacan en el estadio del espejo (véase
t r-I ---:-ET=-cA-=PA-:----,! ---Cc:-ctillA-=-:-:C=T::::ERÍ::<.S=T;:;:IC:;;AS:;----'! [
r-I CUADROS
5.5), que localizaban alrededor de los mismos parámetros temporales, y que,
aún con otra terminología, caracterizaban de la misma manera.
Primera
Psicosis autista
3.La identidad de yo representa el nivel más alto de organización de los
procesos de internalización. En este punto, Kernberg sigue a Erikson (1956), --1 I
«Autismo» normal
(Período
• Primer mes de la vida
• Experiencias grariEicanteslactante-madre
. (Mahler, 1968)

en cuanto a caracterizar a la identidad del yo como la organización general de ,A; '1


___::u_ indiferenciado
los procesos de identificación e introyección, bajo el principio de la función - I .- primario)
---------------------------- -------~-
sintética del yo. La identidad del yo implica: a) La consolidación de estruc- ! • Entre 2." mes y el 6." u 8." mes . Psicosis simbiótica
turas yoicas relacionadas con el sentimiento de continuidad del sí mismo. .:"--1
Segunda • "Buena» constelación sí-mismo/objete
• Desarrollo del sistema del sí-mismo en el yo infantil
b) Una coherente concepción global del «mundo de los objetos». e) Un reco- I (Mahler 1968)
• Termina cuando las imágenes del sí-mismo y las
nocimiento de la coherencia de la interacción entre el sí mismo y los objetos. I «Simbiosis» normal del objeto se han diferenciado de m~l:eraestable Esquizofrenias
(adultos J acobson,
Para Kernberg existe una diferencia importante entre la identidad del yo y
los procesos anteriores (introyección e identificación): Las identificaciones e
.j (Período de repre-
sentaciones prima-
a partir del núcleo de )a represenracion conJllnta
"buena» sí-rnisruo/objeto .
1954)
Psicosis depresi-
introyecciones son estructuras del aparato psíquico en general, mientras que rias indiferenciadas • M"duración
rias
de las funciones nutónomus prima-
(Hartmunn, 1939): Percepción y rnernona. vas
la identidad del yo es una estructura característica del yo, producto funda-
sí-mism%bjeto)
Avances cognitivos generales
Uacobson, 1966)
mental de su función sintética. De esta forma, critica la noción de «mundo de ------ ----------- ------- -------------
los objetos internos» de M. Klein, pues «sugiere la persistencia en el aparato • 6.° U 8.° mes hasta 18 l11eses/~resaños
• Comienza con la diferenclacJOnde la rep~esenta- Personalidades
psíquico de imágenes objetales que flotan libremente sin estar ligadas con nin- fronterizas
guna estructura en especial. .. La organización de imágenes objetales tiene ción del sí-mismo de la del objeto a .partlr de la (Kernberg, 1967)
representación conjunta «buena» SI-m:sm%bJet?
lugar tanto en el sector de las estructuras yoicas despersonificadas como en el • Incluye la ulterior dlterenclaClon .~el si-
Diferenciación entre
sector en que se está desarrollando la identidad del yo» (Kernberg, 1976, pági- las representadones mism%b/'eto :' p~l'tlr de la representaclon con-
na 28). Kernberg 'recoge la herencia de Jacobson (1964) cuando afirma que del sí-mismo y las junta «rna a» sl-mlsm%~Jeto. . Personalidad nar-
represemuciones • Termina con la mregraclon de 1epresemaClone_s
hay procesos de internalización (como las identificaciones e introyecciones) «buenas» y «malas» en un conc~pto total de ~l' cisista
objerales
que pueden estar «despersonificados», Precisamente, los procesos introyecti- mismo y «buen"s» y «malas» objerales ~n ==:
sentaciones objetales «totales». Constancia ObJetal
vos e identificatorios son reemplazados poco a poco por otros (sublimaciones
parciales y selectivas), es decir, se van siendo «personificados» para constituir

I
I
L01
200 Amonio García de la Hoz LIS nuevas reorizaciones psicoanaHticas

[ ETAPA I [ CARACTERlSTICAS I I CUADROS


1 6.3.3. PSICOPATOLOGíA
Del esquema expuesto en el apartado anterior se ~esprende el espectro psi-
~ copatológico que maneja Otto Kernberg, bastante similar al ~<;Ko~ut, l~ues

Integración de las ·Final }," año y a lo largo de iodo el período edí-


pICO
o Neurosis
• Patologías ca-
tampoco era de esperar que fuese de otra manera. La presentación mas clara l~
efectúa en Trastornos graves de la personalidad (Kernberg, 1984), de cuyo Ca!?I-
representaciones del
sí-mismo y las
representaciones
·Intj¡ración de las representaciones sí-mismo
I~bi inales y agresivas en el sistema definitivo del
racrerológicas
vel superior
ni-
(Histérica, obsesi-
rulo primero «Diagnóstico estructural», hemos toma?o el esquema que nos SIr-
vió de base para la construcción de o~ronuestt:o, que intenta :eSLU11lr toda la PSI-
·
S1-111151110
objeralcs, Intj¡n1ción de las imágenes objetales carnadas ve-compulsiva, de- copatología de la Teoría de las Relaciones Objetales Internalizadas... , .
Desarrollo de las libi inal y agresivamenre en sistema de rep~sen- gresivo-rnasoquis. Como observamos en el esquema, hay tres grandes grupo.s pSlcopat~logl-
estructuras psíqui- raciones objerales torales. tal
C,IS superiores deri-
vadas de las relacio- ·
Maduración cOfniriva esencial.
o Predominio de a represión y mecanismos afines.
cos que Kernberg denomina organíaaciones de h:_Personalidad (neurotl.~a,
límite y psicótica), que presentan cara~tenst.lCasdrtel~el]tesen tres categollas
Desobjerales
··
Comienzo de In inreración del superyó
Se instaura la idenri ad del yo
principales: Según la integración de la Id.enudad, segun los proc~sos defen~l-
vos utilizados o según la prueba de realidad. Estas tres c.ategonas son. o~Ias
-~------------- ------------------------------------- --------,------
tantas funciones del yo esenciales en el modelo kernbergIano para delimitar
los cuadros patológicos. .' .' .
~ La integración de la identidad se refiere precisamente a los ~~eles de I?~eI-
¿Normalidad? nalización de las relaciones objetales ya expuestos (íntroyección, Identifica-
Consolidación de la ción e identidad del yo). La prueba de realidad la define Kernberg como la
integración del
superyó y el yo capacidad de e~aluar en forma realista el contenido. de nues~ro _~fecto,co~-
ducta y pensamiento de acuerdo con las.normas SOCIales?rdmallas: Lo~ cri-
terios de evaluación de la prueba de realidad son: Ausencia de alucm~cIones
Co~o s.~puede observar, hay tres columnas. La primera columna es la y delirios, ausencia de pensamientos y sentimie;1tos inapro'pi~dos o hizarros,
denomma~lOl:,de Kernberg pal~a~ada una de esas cinco etapas. La segunda capacidad de empatía y de incorporar la optrnon de los demas en los conte-
es l~ ~escnpcIon de las caractensncas de cada etapa y una aproximación ero- nidos propios desconcertantes. . . .
nológica que Kernberg apunta. La tercera es la exposición de los cuadros Si los trastornos narcisistas de la personalidad eran el objeto d~ :st~di?
patológicos, .observabl~;>en la clínica, asociados con la falla en alguna de las específico de Kohut, ahora serán los trastornos lín;ltes (la orgaI1lZa~I?nlími-
etapas descntas. También apuntamos los autores que han descrito los cuadros te de la personalidad) y dentro de ella, la patología grave del na.rcIsI~mo,Jo
patológicos correspondientes. que ocupará preferentemente el ~terés de Kernberg. Para su mejor ~Iagnos-
Como comentarios generales, podemos decir que Kernberg concibe el tico elaboró una forma de entrevista estructural (Kemberg, 1984, capítulo 2),
desarrollo de la personalidad a partir de la internalización de relaciones obje- Ypara su tratamiento una ~ari~n:e de la psicoterapia psicoanalítica que deno-
tales, co.mpuestas por una imagen de sí, una imagen del objeto y un afecto minó Psicoterapia ExpreSiva (ibíd., capitulo 6).
concomIt~nte a la ll:teracción ?e .al~bas. Las imágenes de sí y del objeto per-
manecen indiferenciadas al pnnCIpIO, y en el desarrollo «normal» se van dis-
criminando flaCOa poco a partir de las relaciones objetales «buenas» en su 6. 4. COMENTARIOS DE ACTUALIDAD
conjunto, y tiene como resultado la formación de la estructura superior del
yo, que para Kernberg es la identidad del yo. En nuestra opinión, las concepci?nes de Ko~ut y Kernb<;l:gson los inten-
El desarrollo normal incluye la integración de las representaciones buenas tos más recientes de integrar y aplicar la teona pSIcoanahtIca a un nuevo
y mal.as, y también la inte~ración de los contenidos pulsionales (libidinosos y campo psicopatológico, que s\ bien había ya intuido Freud (1927e! 1940a,
agresivos) tanto en el sí mlS1110como en el objeto. 1940e), no llegó a formalizarlo ni a estructurarlo. Nos. estamos refiriendo a}
Para ~ernberg es l1:uy important~ (como heredero de la Egopsycbology) amplio y vasto camp~ ?e los trastornos d~ la pe~sonall~ad. Ko~u: se,centro
la progresiva maduración de las funciones autónomas primarias (Hartrnann en los trastornos narcisistas de la personalrdad. Kernberg se aplico mas a los
1?39), la per.cepció? y la memoria, y de las.funciones cognitivas generales (jui: trastornos fronterizos o límites. Sus intentos tienen el valor de ampltar ~l
CIO, pensamiento, inteligencia, etc.). Al [mal del desarrollo se consolida así
ámbito de aplicación del tratamiento psicoanalítico a estos trastornos, .sm
mismo, la integración del yo y del superyó. alterar los principios básicos del psicoanálisis. La técnica clásica, la cura-upo

I
T
I

203
Las nuevas teorizaciones psicoanalicicas
202 Amonio García ele la Hoz
se demostró incapaz, no por su inutilidad, sino por sus dificultades de apli-
cación a otras formas psicopatológicas diferentes a las neurosis;· que fue la
patología sobre la que se construyó. Tanto el tratamiento de las trastornos
narcisistas de Kobut, como la Psicoterapia Expresiva de Kernberg se encuen-
tran dentro de lo que puede llamarse psicoterapias psicoanalíticas, aún modi-
ficando algunas de las reglas técnicas que, si bien eran útiles para el trata-
miento de las neurosis, chocaban con obstáculos insuperables al aplicarse a la
clínica de los trastornos de personalidad.
La dificultad principal es la [ucha de escuelas y las terminologías diferen-
tes, además del empeño de algunos autores (Kohut, por ejemplo) en bautizar
procesos y relaciones que ya tenían nombre, y que de espigar en la bibliogra-
fía, se habrían encontrado. Ya hemos constatado cómo Kohut renuncia a
comparar su construcción con la de otros autores, renuncia que ha dejado
una penosa tarea a los críticos posteriores. '
.z'"" En relación con Kohut, ya hemos señalado que algunos de sus conceptos
podian extrapolarse con facilidad a otros mejor conocidos. Comentamos que
~
-o
nos parecía una pequeña incongruencia teórica hablar de superyó «idealiza-
'"e do», sobre todo cuando el concepto de «ideal del yo» estaba ahí, listo para
"o ser usado en su sentido correcto".
.~
Sobre todo en su libro de 1971, Kohut se esforzaba por desvincularse de
<J
o. la terminología clásica, y de ahí que en esa obra se advierta la mezcla de dicha
O
terminología con la suya propia, y el resultado sea algo confuso. En su libro
de 1977 dio ya ese paso, pero entonces perdió de vista los aportes concep-
tuales que ya existían y que podían haberle sido útiles.
Otro apunte crítico al modelo de Kohut, es su propia noción de sel], que
nos parece tan confusa y problemática como lo podía ser la noción de yo en
Freud. A pesar de compartir la distinción de Hartmann, llegó a presentar una
teoría omnicomprensiva del sel], con las mismas dificultades teóricas que se
planteaban al yo freudiano (15.2.5.2.2).
Kernberg intenta dar coherencia interna a su modelo. Su ordenación psi-
copatológica resulta bastante clara y bien caracterizada, y lo mismo que la de
Kohut, parece delimitar el espectro psicopatológico psicoanalítico a tres
grandes grupos: Psicosis, neurosis y trastornos de la personalidad. Ambos
autores se han dedicado al estudio, la elaboración y la ampliación del psico-
análisis hacia una extensión no específicamente Ireudiana (los trastornos de
personalidad) .
~ Reconocemos una deuda teórica con ambos autores, que nos indujo a
"e profundizar en el estudio teórico y clínico de estas patologías. Nuestros pro-
~ pios desarrollos en este campo los exponemos más adelante (véase 16.3).
"c.
..!:'!
"
-o
c:
'o '"
'ü .~
.§'S 4 Kohut no distingue entre superyó e ideal del yo, siguiendo la herencia clásica desde F reud. Pero de
~.~ rodas maneras, se esforzó en señalar una estructura moral distinta al superyó clásico. Ya hemos señalado
(4A.2.1) que cuando Melanie Klein describe su superyó temprano, esa descripción es perfectamente inte-
Ó-g grablecn nuestra noción de ideal del yo (15.2.5.2.3).
-o

/
/
J

PARTE SEGUNDA

PROBLEMÁTICA EPISTEMOLÓGICA
EN PSICOANÁLISIS

/
/
CAPÍTULO VII
El objeto del psicoanálisis
7.1. EL OBJETO DEL PSICOANALISIS
7.1.1. INTRODUCCIÓN

Hablar del objeto del psicoanálisis significa adentrarse en la problemática


epistemológica, de la que nos ocuparemos a lo largo de toda la presente Parte
segunda. Para introducirnos en la delimitación del objeto, creo interesante
avanzar un esquema sobre los requisitos fundamentales, aceptados por una
amplia mayoría, que debe retener cualquier disciplina para aspirar al estatu-
to de ciencia.
Un intento de definir cuándo una disciplina es científica implica que
dicha disciplina cumpla con los aspectos básicos (en forma rectangular) del
esquema siguiente:

/1'--- I~ O_bjet_oFo_rm---,'¡

rO-b-je-to-E-m-p-ír-'ic-o---' 1 Método

~ C~Técn~¡", (

/~ - 1

"~J
I
208 El objeto del psicoanálisis 209
Amonio García de la Hoz

En el esquema presentado, y dejando para más adelante la cuestión del A) La conducta. El psicoanálisis, como toda psicología con aspiraciones de
método, consideramos Ll~ desdoblamiento ~el.objeto: ~mpírico o concreto y cientificidad, no puede tomar como objeto concreto o el~pírico otra cosa que la
formal o abstracto. Se ~~tlende que. ~na disciplina trabajando sobre unos obje- conducta. El psicoanálisis añadiría e! hecho de que la misma no se reduce a lo
tos concretos o específicos (<<empll'la»),en un lugar de acogida (el «topos» manifiesto u observable, sino que la considera en su totalid~d, con ~U10S de.ter-
particular), alcance U11grado de abstracción o formalización (W1 «lesos» o dis- minantes últimos, que como dice Rapaport (1960) son pulsionales, ~1conscIen-
curso científico) suficiente para explicar los datos empíricos lo qu~ confizu- tes. También Tizón (1978) plantea la conducta como objeto empinco, pero,
raría un objeto formal, base para la construcción teórica explicativa, '" sizuiendo a Lazache (1949), entendida siempre con un postulado comunicacio-
Desde este punro de partida, y centrándonos en el objeto de estudio de la n;¡ JI signzficante: «La psicología analítica y, en ge~eral, la psicología dinámica de .
psicología psicoanalítica, registramos dos tendencias en cuanto al mismo. orientación analítica será la psicología que se dedique al estudio concret? de las
Una qu.esosti~ne que el verdadero objeto formal S011 las representaciones psi- significaciones. y este estudio lo hará desde dos premisas básicas: la existencia
quzcas tnconsctentes y otra que afirma que dicho objeto (formal y empírico) de fuerzas internas que determinan toda nuestra conducta yla sobrederermina-
debe ser la conducta. Vamos a considerar cada una de ellas, ción de dicha conducta por las motivaciones inconscientes» (ob. cit., págs. 93-94),
y un poco más adelante «La psicología di~ánúca de.or!en.ta~,ónanalítica estaría
por ello especialmente dedicada al estudio de. la sl~caclon de la conducta,
7.1.2. LA REPRESENTACIÓN PSÍQUICA INCONSCIENTE COMO OBJETO inconscientemente sobredeterminada» (ob. CIt., pago 94). Inconscieoternente
sobredetenninada por el gran número de acon~ecimi~tos que no pueden ser
Es la postura mantenida por Yáñez Cortés (1983) y Gutiérrez Terrazas explicables desde la conciencia y por una causalidad simple lineal.
(1989), y quizá sea la que puede representar a la línea epistemológica más radi-
cal y ortodoxa dentro del psicoanálisis. El objeto primordial de la investización B) Otra propuesta para el objeto empírico suele ser considerar .como ~al
psicoanalítica es la representación psíquica inconsciente y no «la conductacorno al propio inconsciente psicoanalítico (no observable pero real en manilestacio-
tal, por más que.se.vaya a dar cuenta de ella en último término. De ahí que difí- nes: lapsus, sueños, chistes, olvidos, etc.), y desde aquí hablar de otros obje-
cilmente un objetivo como el de la. evaluación diagnóstica de la conducta, tos como la pulsión, el deseo, etc. En mi opinión, es ésta q~izás una'propuesta
pue~a formar parte de sus preocupaciones» (G. Terrazas, ob. cit., pág. 12 nota epistemológicamente más débil, aunque sea.respetada y aun pref~nda p~r los
al pie), Por lo tanto dichas representaciones constituirían el aenuino objeto for- psicoanalistas más ortodoxos. Es como decir que partiendo del inconsciente
mal que daría pie a la conceptualización teórica y que se conoce con el nombre de Luis del de Pedro, del de ... «n» personas, se puede alcanzar un concep-
de metapsicologia (que revisamos con extensión en la Parte tercera). to forn;alizado del inconsciente. Se trata de un inductivismo enumerativo
., La .representación.psíqt~ica in~onsci~nte n? se obtendría ni por introspec- ingenuo, del que ya Bacon dijo que era «pueril» (Grünbaum, 1984, pág. 1.05)
cien tu por observación directa inmediata, sino por lo que Gutiérrez Terra- Y que no está considerado en la actualidad como método adecuado en PSICO-
zas (1989, pág. 66) llama investigación indirecta, partiendo de «datos indi- análisis, por no saber cuándo, ni en qué modo hemos de parar en la acumu-
rectos» (pensamos que se refiere a los lapsus, síntomas, sueños, actos lación para alcanzar la formalización. y áñez Cortés afirma que a~te tO?? .el
fal!Idos, etc.) que constituirían el material bruto o empírico (véase un poco inconsciente debe ser e! objeto teórico (formal, abstracto) del psicoanálisis,
~11asadelante). Pa~'~ la caracterización de las representaciones psíquicas con lo que parece que no hay que considerarlo como concreto empírico. A~e-
mconsclente~, GUtl~1TeZTerrazas afirma que se requiere «la aceptación de más, en mi opinión, esta postura es casi partenogenética -un yo me lo gUISO,
un discurso inconsciente en el sentido de un proceso o procesamiento dis- yo me lo como-, con la que el psicoanálisis terminaría aislándose de cual-
cursiv?: ya 'l_ue~l i~consciente razona» (ob. cit., pág. 67). Es decir, la repre- quier contacto con otras disciplinas, algo seguramente muy negativo.
sentacion psiquica inconsciente posee un sentido el cual se ha de investizar
bajo un doble código, a la vez individual (fuera de toda consideración llO'i- C) Otras posturas plantean el psiquismo como objeto empírico. Pero
ca formal) y universal (dentro del orden simbólico del lenguaje). Así pues, además de la crítica recién formulada que también aquí tendría sentido, el
concluye Terrazas, la Representación psíquica inconsciente al hacer conver- psiquismo no puede ser objeto concreto, empírico ? esp~cífico del ps!co.análi-
ger lo universal con lo singular, o dicho de otro modo, ia historia con la sis si no se aclara en qué forma. Poch (1989, ob. cit., pago 80) lo delimita un
e~tructura, obligaría a salirse de los planteamientos racionalistas propios del poco más, hablando del conflicto. El psiquismo siempre es conflictivo, y como
discurso científico tradicional. dijo Lagache (1949): «La biología y el psicoanálisis nos llevan a verlas [a la
La .representación psíquica inconsciente como objeto teórico, abstracto o salud y a la enfermedad] como resultados divergentes de Ul~ momento esencial
formallzad,o, .se alca.nzaría tras haber trabajado sobre el objeto empírico, y de la vida, que es el conflicto ... El conflicto es parte de la vida, No es anormal
para este último objeto podemos señalar hasta cuatro versiones de! mismo tener conflictos... El conflicto pasa a ser enfermedad cuando se transforma en
que han sido propuestos para la psicología psicoanalítica: norma.» En efecto, el conflicto, la oposición de tendencias, son inherentes al

I
~
.:;~;:

210
Antonio Gurda de la Hoz El objeto del psicoanálisis 211
psi,q~ismo h\lman? y por eso ~a.gache ap~,nta al.hermanamiel?to del psico.
análisis y la biología, pues esta última [amblen aspira a la reducción de las ten- una cadena de significación que serta lo propio de la búsqueda delsujeto en
sienes por el concepto de homeostasis (Cannon, 1931). Volveremos sobre psicoanálisis. . . ," .'
esto al estudiar los 'principios de la metapsicología freudiana (capítulo XV), Objeción 2) Apunta a que el tratamiento psicoanalítico ~oloseoc~paIla
~or tan~o un p~lqlllsmo cO~l~ictivo como objeto em~í~ico, lo que identifica- entonces de las palabras del paciente, pero esto tampoco es asi. Los sl~l1lf~can-
na al psicoanálisis con la clínica. A pesar de sus ampllsJl110spuntos comunes tes lingüísticos son datos empíricos, que como tales puede~ no tener significa-
tampoco era la opinión de Freud, como ya expusimos antes, ' ción para el sujeto (C0I110 ocurre en ~l caso .de lapsus, o eq~lVocaCJoneso~ales),
I en ese mismo orden de cosas habría que incluir las manifestaciones corpora-

D) Por último, Gutiérrez Terrazas (1989, ob. cit., págs, 49-50), citando a fes, gestuales, etc., para las qu~ se, requiere. un universo de s~bolos ya.dado
Legr~nd (1980), ha señalado o,troobjeto empírico o concreto real: El significante previamente, pero sin la apropiacion del s.uJeto,p,ara que adqUIeran.se~~do.
lmgU/Jttco, tal y como lo estudia]. Lacan a lo largo de su obra, es decir, conside- Objeción 3) Terrazas se pre~unta SI es le?ltu~10hablar del slgl1l~I~ante
rar la materialidad ?e la palabra, como ~Isignilicante saussureano. Se pueden como objeto empírico del psicoanálisis SI este termino no fu~,nunca utilizado
proponer tres objeciones a este planteamiento, que Terrazas va despejando una por Freud. y responde que utilizó otro similar: Representación [Vo1'Steltt~nil..
tras otra y que reproduciremos aquí ampliándolas con nuestros comentarios: Yo añadiría que no cualquier vorstellung freudiana es p'ara~gonable al sigru-
ficante lacaniano. Solamente la que Freud (1915e) cl~n01111Oaba WO!'tvo/'ste-
. Objeción 1). ~.ado que los datos empíricos son lingüísticos, ¿en qué se llung (literalmente Representación-palabr~), que precisamente ?poma en ese
distingue este significante del de la propia lingüística? En que el si<>nificante trabajo a la Sacboorstellung (Representación-cosa) para consntuir la beiousste
psico~alític~ se define por el objeto formal ya expuesto (el inco~sciente). Objektoorstellung (Representación-Objeto consciente). Es ~~ombros? el
Ade~as, s~gun Lacan, no Importa tanto que tenga que remitir a un significa- paralelismo -casi identidad- existente entre ~sa ..~o~cepcJon freudl~a
do simbólico (como en Saussure), sino a otro significante, estableciendo así de 1915 y la que planteó Saussure en su Curso de IzngUlstlca general, pubhc~-
do por primera vez en 1916 (tras la muerte de .Sauss.uree~ 1913), y cuya edi-
ción definitiva vio la luz en 1922. Este paralelismo-identidad lo hemos plas-
PARALELISMO FREUD-SAUSSURE .......... mado en el esquema anterior.

Lo curioso es que aunque contemporáneos -Saussure nació un año des-


pués de Freud-, sus trayectorias nunca se cruzaron y entonces hay q~e dar
Repre~entación-objeto la razón a Mannoni (1969, pág. HO), cuando afirmaba que Freud teJ1l~una

--
consciente Representación-cosa Representación, concepción del lenguaje muy adelantada para su época pues «en realid~d,
(bewurste
Objektvorsteltung)
(Stlchvorste!!ung) + palabra
(W'o/'tvo/'ste!!ung)
está más avanzado que cualquiera [en cuanto a las ld~as sobre ~llenguaJel
pues el trabajo real que hac,; sobre el dis.curs? del obsesivo [se ref~e~eal famo-
so caso de Freud "rat-man ] rompe a OJos vista este esquema teonco [el tra-
dicional del lenguaje de su época]».
FREUD
1915
7.1.3. LA CONDUCTA COMO OBJETO

Para algunos (Lagache, 1949, 1955, 1969; Hartrnann, 1958 y 195,9;Rapa-


port, 1960; Bleger, 1968; Tous, 1978; Ti~ón, 1978; P?ch, 1;?9),} a dlf~r.enCla
SAUSSURE de la posición anterior, el verdadero objeto de la psicología pSlCoanalítl~~es
1916 la conducta, donde a partir de ser tomada como objeto concreto o empírico,
se llega a elaborar una teoría más f?rmal y ~o:npleta .de la c~nducta humana,
que incluya sus determinantes pulsionales últimos e Jl1CO~sClentes. ,
Un sucinto epítome de lo planteado por los autores citados podría ser el
Signolingüístico
- Significado
(Concepto) + Significante
(Imagen acústica)
siguiente. La conducta, para el psicoanálisis ~o es ~nic~me,nte lo que Wats?n
afirmó en su famoso artículo de 1913: La psicología científica debe estudiar
sólo las manifestaciones externas (motoras, glandulares y verbales), que pue-
den ser sometidas a observación, registro riguroso y a verificación.

/
I
El objeto del psicoanálisis
213
212 Antonio García de la Hoz

. Contra la afirmación watsoniana, Bleger (1968, pág. 28), afirma que el tér- «conducta», hay que englobar «todas las manifestaci.c:nes del ser hL:man_o,
t11U10 «conducta» se ha convertido en patrimonio común de psicólogos soció-
cualesquiera que sean sus características de presentación», Y.ot~~ de~1l11CIOn
logos, antropólogos, etc., y tiene ahora la ventaja de no pertenecer ~ ninguna más de Lagache: «La conducta es el conjunto de respuestas significativas por
escuela en especial, ampliándose fuera de los límites de la escuela conductista las cuales un ser vivo en situación integra las tensiones que amenazan la inte-
o de alguna de sus variantes. Bleger (ob. cit., pág. 29) incluye en la conducta gridad y equilibrio del organismo.» . . .,
«to~laslas manifestaciones del ser humano, cualesquiera que sean sus caracte Tizón (1978) sigue la misma línea de los antena res y su opuuon ya la
rísticas de presentación, ampliando de esta manera el concepto a sectores hemos consignado en el apartado anterior (7.1.2).
muchos más vastos que los que caracterizan al conductismo», En este senti- Si resumimos en pocas palabras esta posición sería así: El objeto formal
do se sitúa en ~l camino marcado por predecesores como Koffka, Janet, Lacra- d; la psicolog!a psicoan;liítica ~s la conducta del ": humano en.relac~ón,y.~1
che y su propio maestro, Pichon Riviere. e
como se efectúa esto sena el objeto concreto específico de estudio. AS1,detrás
Hartmann (1958), máximo representante de la psicología del ego ameri- de toda psicología psicoanalírica hay siempre un vínculo, forma concreta de
cana, en similar sentido, afirma: relacionarse, hacia un otro (real o imaginario -o virtual como lo llama Ble-
ger). La vinculación hacia los objetos (también reales o imaginarios) la podría-
Los datos reunidos mediante la observación psicoanalítica son, ante todo, datos mos relacionar sin grandes dificultades con lo que Freud llamaba procesos
de conducta. y l~ meta ~s claramente la explicación de la conducto humana; aunque y contenidos inconscientes, aunque bien es verdad que los autores de esta
en un sentido mas amplio del que al menos las escuelas «conductistas» más autizuas postura hacen también hincapié en manifestaciones conscientes. Y e~ obvio
habrían aceptado (pág. 270, cursiva mía). o
que Freud se dedicó casi con exclusividad al estudio del terreno. de lo incons-
ciente. Pero a partir de aquí podrían asimilarse las dos tendencias expuestas,
Lo mismo expone un año más adelante (1959), cuando escribe: al menos desde e! punto de vista teórico. .
La vinculación, la relación intersubjetiva o interpersonal, la han estudia-
L~s. datos recogidos .en la situación psicoanalítica, con la ayuda del método psi-
coanalítico, son primordialmente datos de conducta; y la finalidad es claramente la
do los autores de diferente manera. Así Sullivan la entendió como jnterper-
e~ploración de la conducta humana ... Aunque el psicoanálisis aspira a una explica- sonal, mientras que Melanie Klein y seguidores se centraron más en los víncu-
c:on de_Ia ~ollducta humana, esos datos, sin embargo, son interpretados en el análi- los con los objetos internos. Pero lo esencial sería el estudio de lo vincular en
SIS en terrmnos de los procesos mentales, de la motivación, del «significado»: Exis- sí mismo. Es por eso que Pichon-Riviere llamó a su psicología, psicología del
te, pues, una diferencia tajante entre este acceso y el que se llama comúnmente
«conductista», y esta diferencia resulta aún más señalada si consideramos los Vínculo (Pichon-Riviére, 1980). .
comienzos del «conductismo» más bien que sus formulaciones más recientes
Para finalizar, podemos ejemplificar esta tendencia con un pequeño resu-
(ob. cit., pág. 194). men del estudio formalizado de la conducta que llevó a cabo Bleger (1968)
continuando las ideas de su maestro P. Riviére, que se representaba la con-
_El,ante;; .citado Lagache (1949, pág. 141-142)), declaraba, desde una ducta como tres círculos concéntricos que se correspondían con otras tantas
posicion clínica, que el objeto de la psicología es «e! estudio de la conducta áreas ele manifestación de la conducta, mental, corporal y hacia el mundo
humana individual y sus condiciones (herencia, maduración condiciones externo. Para Bleger, la conducta implica una manifestación en las tres áreas,
fisiológicas y patológicas, historia de la vida), en una palabra,' el estudio de siempre coexistentes, aunque esto no excluye e! predominio de alguna en un
la persona total "en situación"». Y también que el psicólogo debe enfocar la momento ciado, lo que permite a su vez calificar la conducta de mental, cor-
conducta inspirán?ose en e! principio «de la unidad de! ;rganismo y orien- poral o hacia el mundo externo. Pero el predominio es relativo y puede alter-
tada hacia la ~otalt.~ad de las .reac;iones de un ser humano concreto y total narse rápidamen te con otras áreas. Incluso Bleger ha des~rrollado. un I:10de-
frente a ~~a situacion» (ob. ,C1t.,pago 142). Esta situación total de la persona lo evolutivo de las áreas, aludiendo a que el ser humano primero se manifiesta
en srtuacion se caractenzana por: 1) la conducta exterior manifiesta' 2) la corporalmente, luego hacia el mundo externo y por fin mentalmente.. .
expe.ri.enc~aconsciente, tal como ella es accesible en el relato, incluyendo las Pero independientemente de lo anterior, lo más interesante, en mi opi-
modificaciones somática.s subjetivas; 3) modificaciones somáticas objetivas, nión, es que esta formalización tiene aplicaciones clínicas y para !a teoría de
t~l como ellas son a.cces1b~es,a la inve~tigación fisiológica; 4) los productos la personalidad, puesto que podemos observar a personas con un area de pre-
d: la conducta: escritos, dibujos, trabajos, test, etc. (citado por Bleger, 1968, dominio estable (por ejemplo, las personalidades esquizoicles en el área 1, o
los «hombres de acción» y personalidades psicopáticas en la 3).
pag.28). )
Poch ~1989,págs. 81-87), siguiendo a Bleger (1968, págs. 25-30 y 103-105),
ha recorndo el camino histórico de! significado de término «conducta» para EJEMPLO:La conducta en el modelo dinámico de José Bleger:
Conducta autoplástica: Las consecuencias de la misma recaen sobre el pro-
la psicología y el psi~oa~álisis, a tra~és de Huxley, Brentano, Watson, Jaspers,
y otros, para concluir citando la misma frase de Bleger, que bajo el término
'~JI
-ij pio sujeto.
~~

I
I
-,
215
214 Amonio García de la Hoz El objeto Jel psicoanálisis

Conducta aloplástica: Las consecuencias de la misma recaen en el entorno , General objetivo por cierto nada alejado ele los intereses, de Freu?
del sujeto, (:~ )lícito, si.t~ir más lejos, en la redacción de la Psicopatologia de la vu:a, cott-
Las conductas tienen tres áreas de manifestación: Area 1 (mente), área 2 I, 1 ) dicho objeto formalizado debe perder su especificidad y sufrir una
¡
,/ana ,
(cuerpo), área 3 (mundo externo), mnsformación, , " " di "
Con estos conceptos se puede efectuar un gráfico, que reproducimos de , Los kleinianos, al hablar de la Relación de Objeto, en mi Oplll,l?n ieron
Bleger (1968, pág. 73), y que parece útil porque permite englobar a casi todas el' Jl'imer paso, aunque se centraron casi exclusiva,mente en la relación con los
~'etos internos quizá por continuar con el punsmo freudiano en cuanto a
las patologías mentales y a la vez tener en cuenta una consideración global de
la conducta: 1) rocesos Íl1c~J1scientes,Objetos internos, por otro lado, que Lacan (1958)
cO;n;paraba con su noción de significante, Naturalmente: ello ?~
1mb~,caq~e
tanto kleinianos por una parte, C0l110,FreLl?por la otra, le~ha~aran, ler~,otro
ti o de ralación de objeto, bien-la existencia de procesos conscientes. Solo ~e
PIe cons'¡deraban lógicamente como el fundamento, Pero
centraron en o que " if
una psicología psicoanalítica debe considerar los datos m,aru l;stos, eternos
Neurosis obvios _ ue en ocasiones no deben ser confundidos s,m mas ~on o ~ons-
~iente-, p~a tenerlos en cuenta en las relaciones d~ objeto o Vll1CU1~ClOnes
Psicosis (Conducta autoplástica)
Enfermedad Psicosomática intersubjetivas, manteniendo como soporte o determinantes ,de ,los mismos t
(Conducta
auto y (Conducta autoplástica) las vinculaciones o procesos inconscientes, actuantes en el pSlq1..11Srn f i
d,e,sdci
primeras relaciones parentales, y desarrollados a lo largo de la evo ucion e
aloplástica) Psicopaúas y perversiones
(Conducta aloplástica) sujeto en su relación con los otros significativos. , , ' l' '
) El vínculo, como objeto de estudio formal ele la pSl~olo~la ps!coanatc~:
uede ser seguido a través de la propuesta que se efectúa ma~ adelante cap!
fulo 14,5), donde expongo los que me parece~ ser ~os ~os piuotes fundamen-
tales para el desarrollo psíquico inf~ntil e~ pstcoanalms: a) El mondenl~o~~~
7.2, CONCLUSIÓN
__~I i l1'IlTisismocomo primer acto psíquico obJetlvable y b) el_n:oUe~td el
P,
-_ I c~pción de la difel~e~,ciasexual anat~rni~a, como forma pnv egia a e mam-
Para profundizar más en lo apuntado previamente, y a pesar de la opinión .:~i festación de la escrsion en la Vida psiqutca.
de Gutiérrez Terrazas (1989), quien en un capítulo titulado «Ideas centrales
sobre el psicoanálisis no expuestas o tergiversadas en los medios académicos
ele Psicología», afirma que «el psicoanálisis no tiene por objeto el estudio de
la conducta como tal» (pág. 65), pienso más bien que hay que esforzarse por
una integración que busque un consenso común, delimitando los campos
desde donde se habla, pues una afirmación como la anterior conduciría en
último extremo, por ejemplo, a la postura tradicional de que el psicoanálisis
no es enseñable en la Universidad,
Tizón (1978) me parece más acertado cuando afirma que la psicología
psicoanalítica tiene por objeto la conducta inconscientemente sobredetermina-
da del ser humano en relación, Por este camino alcanzamos lo que considero
hoy por hoy el auténtico objeto formal de la psicología psicoanalítica: El con-
cepto ele vínculo, ya sea éste interno (hacia sí mismo) o externo (hacia los
otros), real o virtual (imaginario), o caracterizado de alguna otra manera, El
concepto de vínculo parece fácilmente asimilable a los procesos y contenidos
inconscientes pfanteados por Freud, que estarían en el fundamento de toda
conducta, Ello no implica que desde el punto de vista del ámbito clínico de
la cura-tipo psicoanalítica, el objeto sea el planteado por Gutiérrez Terrazas:
la representación psíquica inconsciente, Pero si queremos extendernos desde
este ámbito clínico recortado a la constitución de una psicología psicoanalí-

/
CAPÍTULO VIII
Las críticas epistemológicas clásicas

En los tres capítulos que siguen (VllI, IX, y X) desarrollamos la proble-


mática epistemológica en relación con el psicoanálisis. Uno de los tópicos
contemporáneos más recurrentes ha sido el cuestionamiento del" estatuto
epistemológico psicoanalítico (Avila, 1994), con partidarios apasionados por
uno y otro lado. Como el campo de la filosofía de la ciencia también es cues-
tionado hoy día, y no parece haber un acuerdo general sobre los requisitos
que debe cumplir una disciplina para asegurarse su estatuto de cientificidad,
hemos intentado separar los capítulos en aras de la claridad expositiva, y
hemos escogido a los críticos del psicoanálisis más renombrados, a los que
denominamos «clásicos», para exponerlos en el presente capítulo. En su
mayoría, por no decir todos, han formulado su crítica desde la óptica del
positivismo o neopositivismo lógico, como canon científico.
En respuesta a ese ataque masivo de los epistemólogos positivistas,
muchos psicoanalistas tuvieron una actitud de ignorancia frente a esos argu-
mentos, y se refugiaron volcándose hacia la perspectiva que ofrecían Haber-
mas y Ricoeur, entre otros: la visión hermenéutica, la búsqueda del sentido
más que el hallazgo de la causa. Esta visión del psicoanálisis tuvo, "y tiene hoy
día, muchos partidarios. La exponemos en el capítulo IX.
Por último, nuestro capítulo X, se dedica a la crítica que consideramos
más importante y a la que tiene que hacer frente actualmente el psicoanálisis,
que es la formulada por Adolf Grünbaum, de nuevo desde el campo de la
filosofía de la ciencia, y con un método científico renovado, el inductivisrno
eliminativo. La crítica de Grünbaum, además de revisar y superar todas las
anteriores (sobre todo la visión hermenéutica y la crítica popperiana), en
nuestra opinión, aún no ha sido lo suficientemente contestada, y sobre todo
plantea un reto a los psicoanalistas clínicos: que no rehúyan la investigación,
y que busquen la comprobación de sus hipótesis en datos extraclínícos.

I
219
218 Antonio García de la Hoz LIS criticas epistemológicas clásicas

Las conclusiones de esta rápida revisión, así corno los caminos que se han los renovadores del historicismo alemán del XIX), quien introdujo esa dist~n-
abierto en la investigación de la clínica psicoanalírica, los exponemos en el cion. Los historiadores fueron los primeros en tocar el tema de la hermenéu-
capítulo final (XI) de esta Segunda parte de nuestro texto. Allí mostramos los tica, que antes sólo se utilizaba para lo: textos bí?licos ..Aunque la herme-
dos métodos hindarnentales: Uno más formalizado, experimental y extracli- néutica psicoanalítica vendrá muchos anos despues, a fll1ale: d~1 XIX ya se
nico, y otro menos formalizado, clínico y que involucra a la situación tera- planteaba la dicotomía entr~ cie?cia na~ur~l y c~enClahenneneutl,ca. ..
péutica y a la relación terapeuta-paciente. Ambos deben desarrollarse con- Cuando Freud, en 1883, 1111Cla su practica medica, estallaba .CO.ltoda VHU-
junta e integradamente, sobre todo con la ayuda que los medios tecnolósicos lencia la Metboclensti"eit. La polémica alcanzará su punto culn;ll1an.tecuan;lo
proporcionan actualmente. '" \'{/ilhelmDilthey publica su Introducción a las c~enClas~lel~spmtu, lmpOl1.len-
Hoy día, la respuesta que Freud ofreció a Rosenzweig en 19341 no debe dose a final de siglo como el gran teórico de dichas ciencias, opuestas siste-
ser la pauta a seguir. Tras la crítica de Griinbaum, la evidencia empírica que máticamente a las de la naturaleza. ., .. . . . .
se extrae de la situación analítica no parece suficiente. Contemporáneos ya al nacio:ie.nto del pSlcoanahsls, el hlstonClsl~o de
Rickert y Windelband separa definitivamente ambos campos del saber, deli-
mitando en forma determinante las «ciencias de la c~ltura» (q~e implican
1 valoraciones) y las «ciencias de la naturaleza» (que se atienen a JU~ClOS de. re~-
8.1. INTRODUCCIÓN
I lidad). O lo que es lo mis1110,cienci.as«ideográficas (que tran~cnben lo ~dl-
1
vidual sin desvirtuarlo por mediaciones conceptuales, de ahí su nombre), y
Assoun (1981) abre su estudio sobre la epistemología freudiana con una J
"1 ciencias «nomotéticas» (que disuelven lo particular en leyes ~enerale~).
afir.mación bastante tajante: «El psic~análisis no necesita una epistemología,
la tiene, yeso es lo que se llama propiamente freudismo: basta con objetivar- En 1913, KarlJaspers, con la publicación de ~u Psicopatología, .aplica es~ ~lS-
la de nuevo» (pág. 16). La afirmación parece bastante pretenciosa, y si uno ~~ tinción (comprender o interpretar versus exphc~r) al.te.r,renopSlc~patolog~co.
no siguiera leyendo su trabajo, podría dar la razón a todos aquellos que creen Con todo este escenano aSIpreparado, ¿que posicion ocupara Freud.
que con invocar a Freud ya tendrían suficiente autoridad para sus disputas.
I
Este error es idéntico, aunque en dirección opuesta, al que se produce cuan-
do se invocan otras «autoridades» para rebatir a Freud. Es el error del dos- 8.l.1. LA POSICIÓNPE FREUD
marismo, que desde luego no es la impresión que se extrae de la lectura d~l
trabajo de Assoun, a pesar de tal inicio. Lo que nuestro autor desarrolla a lo Para Freud, sin embargo, debido a la tradición en l~ que se encontraba
larg~ ~e su libro, no es otra cosa qu~ ~l desvelamiento de los criterios episte- insertado (la escuela física de Helmholtz), nunca hubo ninguna duda. Cuan-
mológicos con los que Freud se movio, que no eran otros que los que recibió do en repetidas ocasiones llamó a su psicoanálisis ~<cie~cianatur~», ello n.o
de su época, y que no parecen dejar ninguna duda en cuanto a la propia posi- significaba que escogiese ese bando frent~ a las clen~las .del esplfltu; P~[a
ción que Freud tomó en cuanto a la cientificidad de su psicoanálisis. Freud ni siquiera existía la alternativa ..Tratandose de ciencia, no conocía run-
Como introducción a lo que veremos a lo largo de este capítulo, las críti- guna otra y da la impresiónde desu:tel~esarse por ~a «querella» ...Cuando
cas «clásicas» al psicoanálisis, parece oportuno plantear la llamada «querella Freud hablaba de interpretación, en ningun caso lo hl~O para adh~nrse a las
de los métodos» [Metbodenstreitl, que revolucionó el campo epistémico, y filas de la hermenéutica (comprender = interpretar), S1l10que su interprete-
que se encontraba en su momento más álgido, justo cuando Freud estaba ción, su Deutung, estaba enmarcada en la misma línea que la Erkldren, se tra-
dando sus primeros pasos profesionales. taba de una explicación que buscaba una causa: .
La querella de los métodos se inició a mediados del siglo JUX debido al De esta forma, para la epistemología [reudiaua no hay dualismo, Como
ascenso de las llamadas ciencias del hombre o del espíritu (las Geitesunssens- plantea Assoun «para Freud, el psicoanálisis es una Naturwzsse71scha/t: de
cbaften), para deslindarse de las de la naturaleza (Natunaissenscbajten). La hecho, no hay, literalmente, más ciencia que la de l~ naturaleza. Naturwzs-
diferencia se marcaba con dos palabras: Unas comprenden (oersteben), otras senscha]t equivale prácticamente a Wlss~nschaft» (pag. 45). Tenemos, pues,
explican (erkldren). y no es casual que fuera un historiador, Droysen (uno de UD monismo radical y preciso, un monismo ~·Iguroso.que Freud escoge en
forma totalmente armoniosa, sin problemas ru vacilaciones. Como ya heI?os
visto (1.1.1), su ideal científico nació con los experin1en~os en anat?t11.1ay
neurofisiolozía, y el modelo fisicoquímico en el que realizó su aprend;za]e, a
I Freud (1934) contestó a Rosenzweig de I~ siguiente manera sobre sus supuestos intentos de como
pesar de sob::epasarlo en su investigación psíquica, nunca le abandono C01110
probar e,pe~'imentaJ11lentela represión: "No puedo atribuir mucho valor" estas confirmaciones, porque único episteme. ., 1 d li d
la abundancia de observaciones confiables sobre las cuales descansan estas afirmaciones las hacen inde- En la Alemania de la época de Freud, el bastión contra e ua smo, ~
pendientes de la verificación experimental. Con roda, no pueden hacer daño» (Postal de Freud a Roscnz-
weig, 1934, en Caparrós, 1988).
Dilthey lo capitanearon los físicos, y también los fisiólogos y psicólogos (físi-

I I
.
._
.....'%-..
;¡-
1

I
220 Las críticas epistemológicas clásicas 221
Amonio García de la Hoz

cos de la mente). Cuando se constituyó la psicología fue una psicolocrl'af .


1" (\Yj d) , . '" , t>' ISIO- ¡
~glca . un, [ , aunque, mas adelante, .elP~'OpIO\'(Iu~dt se dejara arrastrar en 8.2. LA CRÍTICA DE'EYSENCK (1952)
pal te.por el unp~tu del ascenso de las ciencias del esprntu, acabando por con- I
ceder. ~l historicisrno un lugar Importante. Pero así como \\'lundt tuvo una Las primeras críticas importantes no vinieron, sin embargo, de los epi~te-
posrcion vacilante dentro de la «querella de los métodos» Freud siern .'
~n~el1di'o su psicoana
. T'1515 a1J a d o de las ciencias naturales. Su 'pIe
maestro Brücke,
1 mólogos, sino de los adversarios psicológicos representantes de escuela~ dif~-
rentes. Primero fue Eysenck y luego Skinner, Vamos pnmero con el inglés
Jl.I~ame~ta?o.con Helmholtz _y ,Du. Bois-Reyrnond, impregnaron la concep_ (aunque de origen alemán) y luego con el norteamericano. .
clan episternrca de Freud, la tisicalisra, en forma definitiva. La crítica de Eysenck hay que centrarla sobre todo en el aspecto de la efi-
~a. cuestión del monismo y el dualismo epistemológico, se plasmó en la cacia terapéutica del psicoanálisis. No se trata de una crítica episten~~lógica
polémica de Haeckel (en Los enigmas del universo) contra Wundt p. -, en sentido estricto, sino clínica. En este terreno, antes de la. cunea de
Haeckel, Wllndt, en la segunda edición de sus Lecciones sobre el alm;, e;\~¡ Eysenck, la verdad es que no había prácticamente. nada en cuanto a evalua-
hombre
11 1 bíJI en el.. animal,
1 había
1 dado
. pie a la visión dualisra diltheY'lna
, e y ca n ción seria de la eficacia terapéutica, y en lo poco que había (meros estudios
e o ra la traiciona e o e mODlSm? de su juventud, cuando era asistente y descriptivos) existía bastante confusión: Los tl:abajos de .otto Fen~c?e.len el
alumno de Helmholtz Por esa razon Freud pudo presentarse como el inicia. Instituto de Berlín (Fenichel, 1930), otro estudio en la SOCiedadBritánica del
dar de ~I~a«ps}cología .científi~a>~en su Proyecto (Freud, 1950 [1895J), pues Psicoanálisis que apareció en un libro en 1940, con el título Una fl1vest.igac~~n
n.unc~ traicionó al mOl1lS~? Distinguir alm.a y cuerpo, ciencias del espíritu y sobre la técnica del psicoanálisis (Glover, 1955), yen EEUU, la invesugacion
ciencias naturales, es traicionar el pensamiento fisicalista de la Escuela d de Alexander y French (1945), en relación con la psicoterapia breve. y poco
Halmh?ltz. Freud, a pesar de ciertas críticas desafortunadas, nunca dio ese más. Así, cuando Eysenck (1952) publicó su trabajo provocó una gran COD-
paso ..Slempre t~V? en cuenta la unidad del ser humano, y si se volcó en el vulsión.
estudio de lo amrruco, fue porque no encontró en el nivel biológico o fisioló- Para su estudio se basó en 24 trabajos (que contenían datos sobre
gico las respuestas adecuadas a las preguntas que se planteaba sobre la con- unos 8.000 pacientes) que se habían publicado con an.terioridad. E~o.straba-
ducta humana:?e hecho nunca descartó el niv~l neurofisiológico y/o biológi- jos los distribuyó en tres grUpOS:El pnmero con trabajos s~bre pac~entes tra-
co de explica;lOn de los tra~tornos mentales. Simplemente no le proporcionó tados en medio hospitalario, y que no habían aceptado psicoterapia alguna.
lo que le pedía y por eso se inclinó por el lado psicológico. El sezundo con trabajos sobre pacientes que recibieron algún tipo de psico-
Freud, desde luego, no Ignoraba la existencia del término Geiteswissens- terapIa «ecléctica». El tercero con trabajos sobre pacient~s tratados. psico-
cbaften, ~~ro cuando nombraba la dualidad siempre era para incluirse dentro analíticamente. Obtuvo los siguientes resultados: El tratamiento hospitalario
de la familia de las Notunoissenscbafie« Si Freud puede encabalgarse en posi- mejoró a un 72 por 100, se descendía al 64 por 100 en el segundo grupo, y el
c~onesdualistas, por ejemplo en el caso de su teoría de las pulsiones, sólo con- índice más bajo de mejoría (44 por 100) correspondía a los del tercer gn~po,
s~~e.ra.bata.l ~uallsmo desde u~, punto devista téc:lico o ideológico, y que le es decir, a los tratados psicoanalíticamente. Eysenck concluía que los pacten-
suviera pala resaltar la condición conflictiva esencial del ser humano. Pero el tes neuróticos mejoraban con cualquier tratamiento, e incluso sin seguir tra-
ser hUIl~ano,en e! trasfondo epistémico freudiano, siempre es considerado en tamiento ruaU110,con el mero paso del tiempo (<<remisiónespontánea»). No
su totalidad. había evidencia de que la psicoterapia fuera más beneficiosa para el paciente
~ara Fr~ud, 10s intereses psiquúltricos,Y/o psicopatológicos de un Jaspers que la ausencia de la misma. Eysenck se basó en los resultado~ de D,en~er
110 resultaban fla,bles del todo, pues se situaban en la psicolocría del «com- (1946) y Landis (1938), que establecieron que al cabo de dos anos el índice
prender». To.davla,resulta enternecedora la defensa que efect6a Hartmann de recuperación o de franca mejoría de los neuróticos graves, era de! 72 por
(19P) del psicoanálisis como ciencia natural, y precisamente Contra la psico- 100, sin que hubieran recibido ningún tipo de atención psicoterapéutica.
logia comRren~lVa de Jaspers «sostengo que precisamente e! psicoanálisis El trabajo de Eysenck «desde el bastión positivista y experimental» (Sá~-
e~... u,na cle?cla que procede de modo inductivo y que está arraizadn en la chez-Barranco, 1993), provocó a su vez un sinfín de otros trabajos de revi-
biología» (pag. 334). o
sión, con más críticas, descalificaciones y adhesiones. Por ejemplo, Luborsky
Poco se imaginaba Frel.ld l~s ríos de tinta que este tema iba a provocar, (J954) subrayó que los índices de remisión espontánea de Denker y Landis
los usos y abusos 9ue esa ciencia natural que es el psicoanálisis iba a recibir no eran generalizables, y que el propio Landis puso en duda la fiabilidad de
por part~ ?e los pSlc~l?~os del ego, ~acrítica violel~tade esos abusos por parte su trabajo. Rosenzweig (1954) ya había criticado la muestra de Landis y Den-
de .los filósofos rOSltlVlstas, .la retirada hermenéutica y, por fin, la vuelta ker por lo impreciso del diagnóstico clínico de los pacientes estudiados. Ade-
reciente (con Grunbaum) a la consideración de! psicoanálisis como ciencia más cuestionó que la remisión espontánea fuese tal, pues había dudas razo-
natural c01110s nesgas que eso conlleva en cuanto a su método. nables de que los pacientes no recibieran algún tipo de ayuda que podría
considerarse psicoterapéutica, También llamó la atención sobre el hecho de

/
I
Las críticas epistemológicasclásicas 223
222 Antonio García de la Hoz

que los criterios de curación, por los que se regían los terapeutas dinámicos
eran más exigentes que los de Landis y Denker. ' 8.3. LA CRÍTICA DE SKINNER (1956)
Pero el trabajo más sistemático en cuanto a la revisión del estudio ele -1
Eysenck fue llevado a cabo por Kellner (1%5). Basándose en los datos Aunque formulada también desde e! positivismo, y desde una orientación
de Eysenck, demostró que la revisión era incompleta, con lo cual debían -1 contraria (el coneluctismo), la crítica de Burrus F. Skinner (1956) es de una
calidad epistemológica superior a la de Eysenck. La lleva a cabo d.esde el
modificarse las conclusiones, también había errores en el tratamiento de los
datos, Por ejemplo, al tomar uno de los trabajos (el de Wolpe), Eysenck Con- punto de .vista ,de la 'psi~olo~ía científica, la psicología de! aprendizaje, y no
sidera el 90 por 100 de éxitos, pero sin tener en cuenta los abandonos del tra- desde la filosofía de la ciencia, como Nagel. Pero ambos tienen muchos pun-
tamiento. Por el contrario, al considerar los trabajos de los pacientes tratados tos en común, y han sido estudiadas con profundidad por Kolteniuk (1976),
con 1~1ét,odospsico.analíticos, etiquetó como fracasos a los abandonos (que al que seguiremos en Jo esencial para ambos. autores.. .'.
constituían un tercio de este grupo). Como plantean Poch y AVDa(1998), se El centro de la crítica de Skinner lo constituye su proplO cambio radical de
«pone en evidencia la clara animadversión de Eysenck hacia las terapias psi- enfoque, su punto de partida, radicalmente distinto al ele ~reu~l,a la hora de
coanalíticas, y cómo tal animadversión puede incluso llevarle a perder su pre- estudiar la conducta. Por lo tanto se trata de una escuela pSIc~logIca er~frent~-
tendido "rigor científico"» (pág. 25). da a otra, y tratando de sustituirla. El núcleo central de la c.[!~ca al psicoana-
La lista de trabajos basados en el estudio inicial de Eysenck siguió ade- lisis freudiano es su mentalismo. Para Skinner hay dos posibilidades de con-
lante: Meltzoff y Konreich (1970), Bergin (1971), Rachman (1971), Luborsky cebir el aparato mental: 1) Bien como un sistema de entidades reales que
y cols. (1975), con resultados variados, hasta que Srnith, Glass y Miller existan dentro de un sujeto (lo que resulta altamente rechazable, pues no. es
(1?80), tra.s un ingente trabajo mediante el metaanálisis, concluyeron que la directamente observable y no hay manera de establecer su existencia). 2) Bien
psicoterapia resulta efectiva en todas sus formas, aunque con diferencias como W1 aparato puramente conceptual, con constructos hipotéticos y co~-
notables entre ellas, «lo cual replantea la cuestión de la guerra de cifras entre ceptos teóricos para acotar los fenómenos de la conducta, E~t~ segunda pO~l-
las escuelas» (Poch y Avíla, 1998, pág. 27). Es decir, se zanjó el tema de la billdad es más factible, siempre y cuando haya material emp~n~? que perrruta
efectividad, pero se reavivó la pugna de orientaciones para ver quién lo era en postular estas entidades l:ipoté,ti.c~s.Como esta .s~gunda posibilidad ,e~la que
mayor grado. va a considerar para e! psicoanálisis, a continuacion va a centrar su.C:ItlC~para
Volviendo con Eysenck, y a pesar de los errores de su trabajo, tuvo cier- demostrar su imposibilidad, y por lo tanto e! rechazo de toda hipótesis c¡.ue
tos méritos, como por ejemplo estimular la investigación empírica de la psi- tensa que ver con la formulación de un hipotético aparato mental. Kolteruuk
coterapia psicoanalítica, llamando la atención sobre e! fenómeno de la «cura- (1976, págs. 39-43) ha resumido la critica skinneriana en doce puntos:
ción espontánea». Y no considerar sólo los resultados directos, sino también
las variables individuales mediante controles caso a caso. 1.) El primero es de ín~ole muy general y de conte~ido filosófico La
Para Sánchez- Barranco (1993) las conclusiones que extrajo Eysenck de su relación mente-cuerpo, orgamsmo Y aparato mental. Este último no expli~a-
trabajo, al margen ele los errores señalados, son «muy precipitadas y ende- ría las conexiones de ambos, por lo que, según Skinner, nos conduce al mrto
bles», y aunque ciertamente se registran cambios favorables en la evolución de! «fantasma en la máquina» (Gbost in tbe machine), fuente de profundos
de algunos pacientes neuróticos sin actuar terapéuticamente, no se debe errores categoriales. . _ . .. . ,
hablar de remisión espontánea, pues hay que contar con las modificaciones 2) Derivado del anterior, consiste en senalar la imposibilidad de la vIa.
significativas elel entorno elel sujeto, algunas de las cuales pueden ser las res- de acceso a la mente de otro sujeto distinto al yo. Si las mentes de los otros
ponsables de la evolución favorable. Eysenck (1953) continuó su crítica al (otber minds) nos resultan inaccesibles, ¿cómo es posible que el psicoanálisis
psicoanálisis por ser esencialmente no científico y debe ser juzgado en térmi- pretenda explicar la conducta propia y la de los ~emás? .' .'
nos de fe y creencia más que en términos de pruebas y verificación. El inven- 3) Utilización de términos vagos y de metáforas arbitrarias que unpi-
tario final de su crítica podría resumirse en: a) Las conclusiones psicoanalíti- cien cualquier intento de precisión conceptual (ego, ello, superego, cat~xia,
cas se fundamentan en datos que no merecen confianza. b) Los datos sublimación, etc.). Esta vaguedad conceptual trae como consecuencia la
psicoanalíticos prejuzgan los resultados. c) Los psicoanalistas generalizan en construcción de hipótesis incontrastables, y a parti~·de ahí seudoexplicacio-
exceso sus resultados. d) También aplican sus principios a fenómenos socia- ncs ad hoc. Por último el advenimiento de una teoria seudocientílica.
les ge?erales.e» Si se emplean las hipótesis freudianas en las investigaciones, 4) Rechazo de! modelo de explicación psicoanalítica de la conducta, al
no se intentan comprobar esas hipótesis, sino demostrar ideas preconcebidas. buscar las últimas causas en la mente o dentro del organismo.
En resumen, Eysenck y seguidores, desde la posición más psicofisiologis- 5) Subraya el punto anteri?l', pues la postul~ción de un aparato meI~tal
ta 1) biologicista experimental y positiva, manifiestan que el psicoanálisis, oscurece la naturaleza de las variables medioambientales. que S011 las auten-
como teoría y como técnica, forma parte de las seudociencias. ticas y genuinas variables para Skinner.
l'
1
I
224 Las críticas epistemológicas clásicas 225
Antonio García ele la Hoz

6) El enfoque psicoanalítico rompería la unidad del acto y de la con- Eysenck, se está trabajando a partir de lluevas métodos de investigación algu-
ducta, al ser descompuesta en elementos físicos y mentales. Además se des- nos de los cuales comentaremos más adelante (capítulo XI). .
cuidan los primeros en favor de los segundos. Skinner, en definitiva, enmarca su crítica desde la posición apriorística de
7) Las probabilidades de ocurrencia de una conducta jamás son repre- que el positivismo .es el único saber científico .. y.con esa ,base doctrin~,. de
sentadas adecuadamente, y en vez de representarlas en forma cuantificable naturaleza inductivisra, ambientalista y reduccionista, llevo a cabo su cntica,
Fre,uel escogió términos como «libido», «catexis», «volumen ele excitación»' dando por hecha la validez de su propio sistema. El conductismo radical skir:-
etcetera. ' neriano, hoy día, ha perdido algo de importancia, pues su modelo de «caja
., .8) El psicoanálisis hace U? uso inadecuael? de los procesos de apren- negra», no sólo excluía lo mental, sino incluso también lo fisiológico.
dizaje, <~noson tratados operacionalmenre en terrmnos de cambio de con-
ducta, sino más bien como la adquisición de ideas, emociones y sentimientos
expresables posteriormente en la conducta» (Skinner, 1956, pág. 83). 8.4. LA CRÍTICA DE NAGEL (1959)
. :). Uso engaños? de ciertos términos del lenguaje ordinario «sujeto que
discrimina, duda, reprune, etc.», (ibíd., pág. 83), que sugieren la existencia de La crítica del psicoanálisis desde la recién bautizada filosofía de la ciencia
un SUjeto actuante, cuando en realidad no hay tal. De nuevo el mito del «fan- se inaugura con Nagel (1959). Con Eysenck y Skinner nos encontrábamos
tasma en la ?láquioa», o «agentes internos» que actúan controlando la con- con críticas descaradamente interesadas (escuelas rivales) y por tanto suscep-
ducta elel sujeto. tibles de ser excesivamente sesgadas. De hecho, hoy día, ya no se esgrimen las
10) ~reud supone que los datos de autoconciencia son diferentes a los razones de ambos contra el psicoanálisis. Pero con Nagel, estamos ante la crí-
datos sensibles y comunes, Siendo aquellos mentales o no-físicos y éstos físi- tica «seria» y desapasionada de la teoría de la ciencia, de la metaciencia: La
cos. Pero para Skinner es un error, pues ambos son de la misma naturaleza. epistemología, y en concreto del positivismo lógico o neopositivismo. E?ta
Así no es necesaria la división entre «consciente» e «inconsciente». corriente significó un retorno a la tradición filosófica representada por Leib-
. 11) r: l psico~~álisis constlyye sus términos de tal manera que los con-
vle_rte en incuantificahles. Es imposible medir la «energía psíquica» o el
niz, Hume y Comte, tratando de conciliar el empirismo de Mach con el aná-
lisis lógico de Frege y de Beltrand Russell. Una especie de unión entre el
«nivel de angustia». empirismo y la lógica formal. Coincide con el positivismo clásico en el.recha-
. 1?~ Todo lo anterior desemboca en la conclusión siguiente: la incuanti- zo frontal a la metafísica, afirmando que la única fuente de la ciencra es el
fIcabLlidad .Y_ la vaguedad de los conceptos del psicoanálisis le imposibilitan la empirismo, sin embargo ya no es tan rígido como lo era en el siglo XiX. Car-
mcorporacion al cuerpo de conocimientos científicos tales como los de la físi- nap, Monis, Quine y Nagel, entre otros, son sus principales represental~tes,
ca, la química o.la fisiologia. Por el contrario, es un sistema vago y oscuro y yen realidad los iniciadores de la llamada desde entonces «filoso.fía de la ~len-
puramente cualitativo, es decir, un sistema seudocientífico. cia». Este movimiento, iniciado en Europa, corrió suerte parecida al psicoa-
nálisis con el ascenso de Hitler al poder, y muchos de sus partidarios murie-
Algunos de los punt?s ~nt~:iores (por eje~lplo, el cuarto, quinto y sexto), ron o tuvieron que emigrar hacia EEUU.
derivan de una. mala asimilación de los escritos freudianos, de una lectura La cuestión de la clase de disciplina que es el psicoanálisis es objeto de
muy sesgada, o incluso de no haber efectuado la lectura misma. En la obra de polémica desde hace muchos años, pero se puede fijar el principio del deba-
Fre~d hay multitud de textos, que podríamos llamar epistemolóuicos, donde te (al menos en su versión moderna) en 1958, en ocasión de un Symposium
escrl~e exactamente lo contrario que afirma Skinner. Se puede ecllar una sim- dirigido por Hook, precisamente para considerar el estatuto científico del
ple Ojeada a la recopilación de Villamarzo (1987, págs. 396-417). Freud siem- psicoanálisis. La pregunta básica planteada en ese Symposium fue: ¿Es cien-
pre mant.uvo una posición de indefinición ante el tema del determinismo tífica o no la teoría psicoanalítica? Al mirar retrospectivamente ese congreso,
hereditario o ambiental en relación con la conducta humana. Si hay escritos podemos decir que se trataba de un período de relativa inocencia, sobre todo
g~e parecen e~c.esivamente <~m~ntalísticos»,es sobre todo desde un punto de a la luz de lo complejo que resulta hoy día decidir cuándo una teoría es o no
vlstamet?dologlco, no epistermco. Como hemos reseñado más arriba, nunca científica. Para cualquier postura filosófica o actitud que uno tome hacia el
consideró el dualismo cartesiano cuerpo-mente. psicoanálisis, la cuestión no es simple en absoluto. Cada uno de los crit~rios
Otros, de los p.untos críticos skinnerianos están formulados desde la pos- expuestos para distinguir lo que es científico de lo que no lo es -por eJem-
tura ftloso[¡ca posrtrvrsta, a la que se pueden oponer otras diferentes como de plo, el criterio de verificación de Carnap (1936, 1937) Yel Círculo de VIena,
hec?o ya ha ocurrido con el positivismo mismo en los tiempos actuales: neo- el del positivismo, o el criterio de falsación de Popper (1962)-, han sido
positivismo o empirismo lógico, racionalismo crítico, teoría del caos etc. encontrados defectuosos y objeto de poderosas críticas. Pero el Symposium
f~~unos puntos sí tienen ):lstificación, como los que se refieren a la irnposi- de Hook, al que asistió Nagel, representó un pLl~tOde inflexión importante.
bilidad de la cuantificación, Pero sobre esta crítica, como la anterior de La teoría de la ciencia allí dominante (el positivisnío lógico) se impuso en

/
/
227
226 Antonio Carcla de la Hoz Las críticas epistemológicas clásicas

forma total como criterio de demarcación de la cientificidad, y gran parte de a) La teoría psicoanalítica nOsatisface los requi.sitos esenciales _para ser
los filósofos de la ciencia allí reunidos declararon que el psicoanálisis 110 capaz de validación empírica: puesto que ~u contenido no e? d~f¡l1ldo~ no
podía considerarse una disciplina científica (Hook, 1959; Nagel, 1959). Justo pueden establecerse las cuestlOne~de lo afirmado por la teoria Sl no es recu-
desde ese momento se originó lo que Blight (1981) denominó la retirada her- rriendo a una autoridad o al capncho.. ' .
menéutica del psicoanálisis (capítulo IX), probablemente determinada por la b) El lenguaje de la teoría psicoanalítica es vago y metafonc~,. Nagel
decepción sufrida ante tal rigidez epistemológica. no está en contra de las metáforas en la ciencia, pero las pS1coan_ahtlcasno
El veredicto epistemológico de ese Symposium tenía buenas razones para tienen contenido' específico y pueden ser llenadas con la fantas1a de cual-
s.e~·formulado en tal forma, pues en EEUU, lugar del congreso, el psicoaná- quiera. . 1o, laa iintensicidad d e1
1151S,representado por la Egopsycbologv, había traspasado ciertos límites en su e) Ciertos enunciados psicoanalíticos, por ejernp
intento de convertirse en ciencia natural, empírica y basada en la observación. impulso agresivo, tienen un carácter ad b?c y ex post [acto. . .
Siguieron demasiado literalmente la opinión de Freud, llevando a cabo una d) Los conceptos teóricos son ambiguos e impreosos, por ejemplo, la
excesiva sofisticación del lenguaje metapsicológico (que se derivaba de la división de la mente en ello, yo y superyó.
segunda estructuración de Freud del aparato anímico), hasta casi convertirse e) Las hipótesis psicoanalíticas son irrefutables. Volveremos con este
en una jerigonza indescifrable y sólo manejable por unos pocos elegidos. Para punto al hablar de Popper.. ' .
muestra, por ejemplo, vale el siguiente texto de Hartrnann (1955) en los años j) Mal uso de términos como «rriotivo» o «deseo», y carácter releológi-
previos a ese Symposium, en Wl trabajo sobre la sublimación: ' ... ~ co de las explicaciones psicoanalíticas.·. .
g) Por último, Nagel reprocha a Freud lo rrusmo que Skinner, la postu-
'1
. Como lo dije antes, es probable que la defensa contra los impulsos (contraca- lación del «fantasma en la máquina».
texia) retenga un elemento (la lucha) que nos permite describirlas C01110si se ali-
Jl1e11ta~anen su mayor parte de una modalidad de energía agresiva, y que dicha
modalidad no está plenamente neutralizada. En este sentido, la contracatexia en
la represión parece ser un buen ejemplo para contrastarlo con las funciones no
defensivas del yo, también en cuanto a la energía que usa. La formación de reac-
ciones (por ejemplo, en los rasgos de carácter) 110es un ejemplo tan bueno, por-
que, como dije, aquí la función contracatéctica queda muchas veces oscurecida
'l t
Las dificultades en el segundo grupo, que tiene que ver con las evidencias
que fundamentan la teoría y los problemas metodológicos acarreados, son las
siguientes para Nagel:
a) No es posible precisar la medida en C],uelos prej.uicios del ?~icoana-
par otras fu~ciones del )'0. No es improbable, aún cuando pueda parecer paradó-
JICO desde CIerto punto de vista (véase infra), que las actividades 110defensivas del
yo tengan un valor de descarga más elevado que las contracatexias (Hartrnann
1955, págs. 206-207).

Al leerlo, uno no se entera prácticamente de nada (podríamos haber esco-


' J 1
I
lista determinan de antemano las inrerpretaciones de los d~tos clínicos. Al
tener las sesiones carácter privado, se impide la comprobación por parte de
otros investigadores. Este argumento, aWlq~leformula?o, d~ otra l~la.n.era,lo
volverá a retomar Grünbaum, colocando ahí el fallo epistermco definitivo del
tratamiento psicoanalítico. .
b) Incoherencia de las interpretaciones con los dato~ ofrecidos por el
gido más ejemplos similares), y de esta forma, 00 es raro que recibiera la vio-
lenta crítica de los neopositivistas, y en concreto, que una de las 111<1S fuertes paciente. Se pueden construir otras hipótesis con lo~ 1:1I51"110S .datos, y ele
crít~casde Nagel se haya focalizado, precisamente, sobre la vaguedad del len- hecho los diasnósticos pueden ser diferentes de un médico a oUO. .
guaje y el carácter metafórico excesivo de la teoría psicoanalítica. c)' No selogran fundamentar las predicciones que se formulan en PSICO-
Plantearemos la crítica de esta corriente epistemológica apoyándonos bási- análisis. - . d
camente en dos autores: Kolteniuk (1976), a quien siguen en sus argumentos d) Las regularidades entre las experi~nci~~ infantiles y el ,tlpO e n~uro·
Poch (1989) y Sánchez-Barranco (1993), y Edelson (1984), a quien Coderch sis que el sujeto padece no se establecen científicamente, y sena ne~eSaIl? un
(1989) también sigue en sus argumentos grupo de control para hacer comparaciones que fundamenten la evidencia de
C01110hizo con Skinner, Kolteniuk resume en forma brillante la crítica de una inferencia causal. .
Nagel (positiv}~mo l~gico) que, aunque sin compartir el enfoque básico, coin- e) La situación terapéutica no ha brindado siempre resultados exitosos;
cide con la cnnca skinneriana en muchos puntos. Nagel, para esto, se basa en el informe de Denker, el mismo en que se baso
Na~el (1959) plantea dos grupos de objeciones al psicoanálisis. El primer
grupo tiene que yer con la estructura lógica y el contenido empírico de la teo-
Eysenck. -
j) La suposición infundada rep.nl111o e~ e1 incons-
ir-to renrirnid
de que un conflicto .
ria psicoanalítica (la metapsicología). El segundo grupo con la evidencia para ciente permanece inalterado, al margen de las expenenclas posteriores.
fundamentar la teoría y las dificultades metodológicas. Para cada uno de los
grupos señala varios problemas y dificultades. Kolteniuk una vez expuestas las criticas de Skinner y Nagel, resum.e
Los problemas planteados en el primer grupo son: ambas conforme a los siete criterios de demarcación que escogió para la deli-

/
228 Antonio Gurda de la Hoz Las críticas epistemológicas clásicas 229

mitac.ión2 de una disciplina como ciencia, y exponen que, para los autores sis se ha puesto en duda>. Señala los elementos fundamentales de la crítica de
anteriores, el psicoanálisis tiene enormes dificultades con cada uno ele esos Nagel ya reseñados (teoría ~o~ términos vagos, desvinculada de_los procedi-
siete criterios (conceptos vagos e incuantificables, hipótesis débiles, leyes muy mientos empíricos, hipótesis imposibles de verificar, etc.), y .a~l~dequ: !os
generales de las que no se puede señalar su carácter empírico, explicaciones propios teóricos de la ciencia han superado y rechaza~o al positivtsmo lógico
a.dhoc y ex post jacto, incapacidad de predicción, y metodología seudocientí- como canon prescriptivo de cientificidad (Suppe, 1917). ~l ml~mo Popper,
fica, pues no se puede determinar dónde acaba la interpretación y dónde C01110 veremos en el apartado siguiente, le ha puesto en evidencia,
empieza el prejuicio del psicoanalista). Edelson hace hincapié en que.el positivismo lógico no puede pret~l1d;r la
Tras la exposición de las críticas anteriores, Kolteniuk desmenuza la críti- evidencia de sus hipótesis a partir de la induccián enumerattua. Segun esta,
ca para cada uno de esos criterio~, analizándoios pormenorizada mente, y toda observación favorable a una hipótesis, la confirma, y cuanto mayor es el
como expresa Poch (1989) «resulta Imposible hacer una síntesis de esos arzu- número de observaciones favorables a la hipótesis, mayor es su g~ad<?de, con-
mentes, siempre ilustrados con ejemplos clínicos, que hacen de la obra ~1l1 firmecíón empírica. Edelson ejemplifica lo anterior con la clásica hipótesis
placer intelectual» (pág. 205). Al final del trabajo, Kolteniuk se plantea la pre- Ireudiana de la paranoia: Cualquier observación ~e una p~rsona que tenga un
gunta clave: «¿Debe la teoría psicoanalítica ser considerada una disciplina conflicto que involucre impulsos homosexuales (inconscientes) y que padez-
científica o no?» (pág. 147), y responde así: «El psicoanálisis es una ciencia ca una paranoia, apoyaría la hipótesis de que hay una relación causal entre
en formación» (pág. 148), y al afirmar eso quiere decir que espera haber podi- ambos hechos. Y cuanto mayor número de tales personas observemos (con
do demostrar que «los conceptos psicoanalíticos no son construcciones arbi- paranoia e impulsos homosexuales inconscientes), mayor apoyo tendre!TIos
traria~; .que las hipótesi~ n~ son ad hoc e irrefutables; que las leyes no son para 'la hipótesis de su relación causal. ~odemo~ incluso mostl:ar,otr? ejem-
met~flslca~; que las explicaciones no son ex post jacto; que las predicciones no plo freudiano, sin involucrar conterudos mconsclent~s, con.su hipótesis s~bre
sonimposibles y que su método no es anticientífico» (pág. 149). Aunque no la neurastenia (Freud, 1895b [1894]). Dado un conjunto sintornal específico
obstante, en su examen de Skinner y Nagel, también señala las limitaciones (S) que llamamos neurastenia, y una conducta masturbatoria obser,:ada (M),
«de carácter débil» que impiden al psicoanálisis tener el estatuto de ciencia podemos hipotetizar una relación causal e?tre M y S; Y cuanto.s t;'las.suJet~s
definitivo, al modo de la física. Estas limitaciones son: 1) la dificultad de encontremos con M y S, mayor apoyo ernpmco tendrá nuestra hipótesis. Pero
cuantificar num.éricamente los conceptos psicoanalíricos; 2) la dificultad para Edelson (1984, pág. 2) y Coderch (1989, pág. 31) nos advierten ~l~eeste raz?-
e.stable.cer pre,dlcclOnes exactas y detalladas; 3) el riesgo de error de la prác- narniento es necio e insostenible científicamente, pues ,las ~upotesls estan
tica psicoanalítica debido a su carácter privado; 4) no tener vías idóneas de sobredeterminadas, y los mismos hechos pueden ser explIca~os por un
investigación, y 5) no garantizar el 100 por 100 de éxito de los casos. Pese a ,
,!I número indefinido de hipótesis. AWl cuando observemos un ~1Llmeromuy
estas limitaciones, que matizan pero no invalidan el carácter científico del elevado de sujetos con M y S, nunca podremos asegurar que exista una rela-
psico-análisis, para Kolteniuk, es el medio más eficaz de explicar y controlar ción causal entre ambos hechos.
los problemas neuróticos. Coderch, muy lúcidamente en nuestra opinió,n,.piensa que el fa~? puede
. No quer~hlos terminar el análisis de Kolteniuk sin mencionar el pasaje provenir de que los psicoanalistas pue.den c~et;facdmente en .la ilusión (pro-
fl~al de. S\l libro, «un gü:o lig~raf!1ente herétic~»~ .que da pie a pensar que vocada por el positivismo lógico y el inductivisrno enume~at~vo).de que sus
dichas limitaciones del psicoanálisis abren la posibilidad a su «tinte artístico» observaciones clínicas, con las que creen verificar sus hipótesis, cumplen
creativo e imaginativo, pues el psicoanalista, en la situación analítica con eÍ todos los requisitos para la validación empírica. La cantidad de ?bSerVaclO-
paciente, ha de utilizar a menudo su sensibilidad, intuición o percepción nes clínicas que puede efectuar el psicoanalista es en?rme. y debido al redu-
sutil, para saber qué, cómo y cuándo ha de aplicar una interpretación. Si bien cido número de pacientes con que trabaja, puede utilizar prefere?temente el
ello conlleva episternológicamente grandes márgenes de error, y pertenece a método inductivo, que se remonta de la parte al todo, o de lo smg.ular a lo
un campo ajeno a la ciencia, «no le resta [al psicoanálisis] interés ni veraci- general. El método inductivo se diferencia con el.a,ridaddel deductivo en lo
da~. En última .instat:~i~, es el ~iempo el que decidirá si los componentes siguiente: En una inferencia deductiva, l~ conc1usl?n se deriva necesartarnen-
arnsticos del psicoanálisis constituyen un rasgo permanente o un arcaísmo te de las premisas, la verd~d de ~aspre.mlsas garant~za la verdad ?e la conclu-
superable» (ibídem, pág. 151). . . sión. Pero en un razonamiento inductivo, las prerrusas hacen mas probable la
Para Edelson (1984), el positivismo lógico defendido por Nagel, repre- conclusión, pero sin tener necesidad de abocamos a e~a ine~i~ablemente. En
senta el primero de los tres momentos en que la cientificidad del psicoanáli- resumen, en un método no deductivo (como lo es el inductivisrno enumera-

) El scsundo momento lo representa el racionalismo lógico de Popper que veremos a continuación


2 Concepto. Hipótesis. Ley. Teoría, Explicación, Predicción (y contrnsrabilidad) )' Método, (8.51, )' el (e~cer momento el inductivismo eliminutivo de Grünbaum (capítulo 10).

I
230
Antonio Gnrcía de la HOl LIS críticas epistemológicas clásicas 231

tivo), la verdad ~e laspremisas -una cuestión que ya es de por sí difícil de que ante .tal elisyunt,iva,.los psicoanalistas, o ~ede~ a esa concepción. t~ll
establecer en psicoanálisis-e- no garantiza la verdad de la conclusión. reducc¡oJ1lsta de la ciencia, o abrazan, como asr paso para muchos, la VISlOn
El positivismo lógico, en su versión más ampliamente conocida manifies- bermenéutica.
ta como declaración ,0icial, q~le una teoría es un conjunto de afirma~iones que
acarrea otras (empll'lcas) afirruaciones corno consecuencias. Dentro del
campo del a filosofía de la ciencia ha aparecido una llueva concepción teóri- 8.5. LA CRÍTICA DE POPPER (1962)
ca (Stegmüller, 1976; qlerc, 1979) que ha desafiado al positivismo lógico: La
perspectiva no-afirmarivn (Tbe Nonstatement Vz'ew), que muestra justo lo Nos extendimos con Nagel, porque ahora se aclaran mejor las razo?es
op~e~to: Una !eor:íano es un cosjunto de afirmaciones. Un predicado teórico, para la crítica de Popper. A éste lo que le import~, ~obre todo, ~s d~~l!ltar
definido en terl1lI?OSde las condiciones que deben ser satisfechas por un un nuevo criterio de demarcación para el establecimiento de la cientificidad
determinado dOI11HUO ele conocimientos para que elicho predicado sea verdn. de una disciplina. Ante el fracaso o la fuerte oposición al neopositivislJl? y a
dero, no es una afirmación empírica. En la Nonstatement View, las únicas afir su método inductivo, Popper (1959, 1962) quiere imponer el suyo propio.
maciones que. s~n probadas empíricament~ son las hipótesis teóricas, y úni- Para Edelson (1984), Popper y su racionalismo crítico (una forma evo-
camente las hipótesis teoncas sobre cualquier dominio específico pueden ser lucionada de! neopositivismo), representa el segundo gran momento de
verdaderas o falsas. El que. un l?redicad~ teórico sobre un dominio específico carza contra la cientificidad del psicoanálisis. La quintaesencia de su críti-
sea falso, por ejemplo, no implica que dicho predicado sea verdadero o falso ca ;onsiste en que e! psicoanálisis es incapaz de superar el.nuevo cr~terio d.e
en otros dominios.
demarcación que establece entre lo que es y lo que no es crencia. DIcho en-
. Por ,lo.demás, Ede!son (19~4, pág. 13) apunta que la respuesta al positi- terio es el de la [alsabilidad. Una disciplina que no pueda ser falsada no es
visrno lógico de Nagel se habla efectuado anteriormente (aunque con dife- científica. Y viceversa, una teoría es científica y racional en la medida en
rentes clases de respt;~stas) en Pap (1959), Danto (1959), Salmon (1959) y que puede ser falsada. Para Popper, el psicoal~~lisis es irrefutable, sus hipó-
Hospers ,(1959), tambl~n aSlstel;~es alSymposl.um de Hook. Edelsoo considera tesis no pueden superar las pruebas de Ialsación, y por lo tanto se trata ele
como m~s representanva la critica d.e Salmon, cuando afirma, por ejemplo, una seudociencia,
que segun el pnncipio del determinismo psíquico, acontecimientos tales Desde el punto de vista de la falsabilidad, la teoría psicoanalítica es cri ti-
C01110 ~n a~to fallido, un sueño, un síntoma neurótico, que supone que las cada de dos maneras: 1) El psicoanálisis se esfuerza por protegerse contra el
caus~~ Implicadas son unos deseos conscientes o inconscientes, evidenciados criterio de la falsación en lugar de comprobar sus teorías. Ello provoca un
empmcamente, puede expresar esa relación en forma probabilística, y por refugio en el criterio de autoridad (casi siempre Fseud mismo), ~n ai~Jamie~-
tanto que esas «causas» Involucradas son de una clase muy específica dejan- to científico y una falta ele contacto con otras teonas. 2).La teoría ~sl.c?anah-
do de lado la linealidad causa-efecto. ' rica 110 es en principio falsable, dado que no excluye runguna posibilidad, y
En resumen, y para no alargar demasiado la crítica al positivismo lózico cualquier hecho resulta aprovechado para la confirma~ión de las hipótesis ..
nuestros dos autores, Kolteniuk y Edelson, ejecutan, en nuestra opi.nión~lm~ Lo asombroso de! caso de Popper, al que no se le niegan otras muchas vir-
defe?sa muy coh;rente, aunque distinta, del psicoanálisis. El primero, man- tudes, es que no parece haber leído a Freud en absoluto. Como apunta Ede~-
t;r:uendose toda_v~a. dentro del canon positivista, concede la posibilidad cien- son (1984) «nada en sus escritos indica que haya sido informado sobre psi-
tífica al psicoanálisis, aunque como «ciencia en formación» o protociencia. El coanálisis» (pág. 13). Como también apunta Grünbaum (1984, pág. 108),
segundo recl:aza el positivisn~o.l?gico como doctrina epistémica actual, y más solamente UD cuidadoso vistazo a ¡¡los títulos!! de los trabajos Ireudianos"
aun, para aplicarlo al psicoanñlísls, pues aunque éste fuese visto como un con- habría bastado a Popper para encontrar ahí varios ejemplos de Ialsación.
Junto de ~fir~acione~,los ejemplos de Nagel de las supuestas proposiciones Yeso sin contar con que Freud mismo, a todo lo largo de su trayectoria pro-
de l.ateona psicoannlítica no representan un correcto análisis de tal teoría. La fesional, cambiaba constantemente sus teorías y proposiciones cuando no las
crítica de la teoría psicoanalítica puede únicamente ser evaluada si conoce- encontraba suficientemente contrastadas (ejemplos notables son el fracaso de
mos qué versión o afirmación de tal teoría es objeto de crítica. «Ni siquiera la teoría de la seducción y su cambio posterior, las teorías sobre la angustia,
Freud ha proporcionado una específica que sea la candidata para que tales las teorías sobre las pulsiones, etc., que no eran precisamente elementos orna-
pruebas o revisiones ... Uno siempre puede preguntar ¿A qué teoría de Freud mentales de su obra).
se refiere usted·?» (Edelson, 1984, pág. 13).
Para Sán~hez ?ánche.z (l9:~).' ~age! h~ efectuado en forma perentoria
una ?oble eXlg~I1C1~, al psicoanálisis inasequible en la actualidad: Que sea sus-
cepubl.e de validación empinca masiva y que reformule sus proposiciones en ~ Los titules " que se refiere Grünbaum 5011 Freud (l915f) UII C,'SO de paranoia que contradice la teo-
lenguaje operativo, testable, predictible y cuantificable. No es de extrañar rla psiCO"'talí/icn, )' Freud (1933 (1932)) la conferencia 29.' Revi,¡iólI. ele la doctrina ele los Slfeli~s. Pero, no
son ni los únicos ni los mejores ejemplos de Freud, en cuanto a que el rnrsmo refutaba sus propras recuas.

-1
/
.232
Amonio García de la Hoz Las críticas epistemológicas clásicas 233

Aquellos que se han preocupado de enmendar la plana a Popper (Sal- texto contiene gruesos errores, tanto de información como de comprensión
mon, 19)9; Glymour, 1974, 1980; Grünbaum, 1979, 1984, entre otros) han de la historia y la teoría psicoanalíticas:
encontrado pocas dificultades para hacerlo, al mostrar cómo Freud refutaba
a menudo sus ~rop~as concepciones, y que manifestaba que en el momento El rnarxismo fue una vez ciencia, que fue refutada por algunos hechos los cua-
e.n qu~ la .ex~:nenCla le demostrase lo erróneo de sus ideas, las abandonaría les chocaron con sus predicciones. . .' .
sin mas dllaClOn.Sorprende que una de las críticas más importantes y popu- Sin embargo, ya no es una ciencia; porque incumplió el papel metodológico que
lares hechas al psicoanálisis haya sido sobre este punto. hemos llamado falsación, y se inrnunizó a sí mismo contra la más descarada de sus
predicCiones.. .. . •. .
Para Edelson, Popper de~í~ tener alguna otra cosa en mente para cargar El psicoanálisis es un caso diferente. Se trata de una metafísica psicológica inte-
c01:tra la supuesta no falsabilidad de las hipótesis psicoanalíticas. y para resume (v sin duda hay algo de verdad en él, C0l110 lo haya menudo en las Ideas
Grunbaum parece estar claro qué era esa otra cosa. Veámoslo con brevedad. metafísicas), pero nunca fue una ciencia. Puede haber mucha gente que sean casos
.En 1974, resp??diendo a sus. críticos, Popper recalcó el papel de su cri- freudianos o adlerianos: Freud mismo fue claramente un .caso freudiano, y Adl~r un
tena de demarcaoon, dentro de su concepción zlobal: «Mi criterio de demar- caso adleriano. Pero lo que impide a sus teorías ser cientíticas en el s~I~t1doaquí de~-
crito es, simplemente, que no excluyen ninguna conducta human.a fIsicamcn.te I~OSI'
cación es más que nítido para hacer una distinción entre las teorías físicas por ble. Cualquiera que haga cualquier cosa es, en pnncipio, explIcable en ternunos
un lacio, y las metafísicas, como el psicoanálisis o el marxismo (en su actuali- freudianos o adlerianos. (La ruptura de Adler con Freud fue mas udlerianu que Ireu-
da.d [no en su forma original]) por otro. Ésta es, por supuesto, una de mis diana, pero F reud nunca la consideró como una refutación de ~u teoria.).•
principales tesis..Y na_dieque no haya comprendido esto puede decir que ha El punto es muy claro. Ni Freu? ni Adler excluyen cualqLlle~acruacion de .una
c?mpre~dldo n11teoría» (Popper, 1974, pág. 984). Popper se había conven- persona en cualquier modo, cualquiera que s::_anlas CIrcunstancias externas. SI un
hombre sacrifica su vida para rescatar a un runo de ahogarse (un caso de sublima-
cido a SI rrusrno de dos hechos: a) Que el inductivismo no tenía las suficien- ción) o si asesina al niño ahogándole (un caso de represión), no es posible predecir-
t~s credenciales metodológicas para desafiar el reto científico del psicoanáli. lo o excluirlo por la teoría freudiana '. La teoría era c~mpatl?le c?n todo lo que
SIS y. b) que este último, así com;>.la teoría. adleriana de la Psicología pueda pasar, incluso sin ningún tratamiento ~specl.al d;lOmUnlZaclOn. .•
IndIvIdual y el marxismo, eran ernpincamente l1Tefutables. De esta manera Así pues, mientras el marxismo se volvió no ~lentíflco por su adopCl.on de.u~a
estrategia de inmunización, el psicoanálisis fue inmune de salida, y. aSI contmua
como apunta Grünbaum (1984, pág. 104), el «verdadero villano» del cuento (Popper, 1974, pág. 985).
n? eran ni el psicoanálisis, ni el marxismo ni la teoría adleriana, sino el pro-
pie cnteno inductivista de demarcación de la ciencia.
Popper está completamente confundido. Freud, con}o ya hemos vi,~t,o,
. ~opper (1962) argumentaba que la verificación no puede ser el raszo dis- (capítulo II) sí vio gruesos errores y ~eligros pal~asu tea na en la con~~pclon
tinnvo de la~ proposiciones científicas, ya que no es posible reunir el nGmero adleriana (el tema básico de la sexualidad infantil, sobre todo). También hay
de observaciones .que sería preciso para confirmar una ley universal. Popper gruesos errores de comprensión ¿C,Ó?-10 se puede .a~esinar a LU: niño, i.i ~ causa
atacaba al inductivismo en ~u forma enumerativa ingenua, a lo que Grün- de una represión! !? Cualquiera rmrumamente iniciado en psicoanálisis sabe
ba;-ll1l,por su parte,. ;ontest? .con la vuelta a colocar en primer plano dicho que eso es imposible del tocio. .'
método de verifica clan empinca, pero refinado, el inductivismo eliminativo En definitiva, Grünbaum (1984) en la parte de su libro en que va.a refu-
que ya era conocido desde los tiempos de Francis Bacon. '
tar a Popper (págs. 103-126), intenta demostrar que la supuesta permlSlV[da~
Popper alegaba que un criterio de sentido -o de falta de sentido- basa- del inductivismo para con el psicoanálisis no es tal, y que, por el contrario, S[
do en la verificabilidad es absurdo. Atacó al positivismo lógico de Nagel, adu- que puede servir para llevar a ;abo la crítica del p~~coanális!s. .
~le.ndo que no se puede decir que el psicoanálisis es vago o impreciso o pura Entre nosotros Sánchez Sanchez (1991) también ha senalado la postura
jerigonza ~or el solo hec~~ d~ no poder ser verificado. Primero hay que enten- inconsecuente de Popper, pues precisamente su criterio de demarcación aco-
der la t~?rIa, }'luegodecidir si se puede ~ n.o veri~icar.Y si se entiende ya no es gía totalmente al psicoanálisis como disciplina cientlfica posible. Par~ Sán-
v.aga,111 imprecisa, 11l.una.Jengonza.Por último, dice Popper, el proceso induc- chez Sánchez hay «una incongruencia popperiana entre ~~s.plantear~lent?S
tivo ~e ~acer generalIzaciones desde las observaciones particu.lares, no puede teóricos y su manifiesto e irracional rechazo del psicoanálisis com~ C[~1_lcla.
p,or SImismo fu~damentar un método científico, ya que el futuro no se haUa Sus pronunciamientos epistemológic?s <?torgan un margen de viabilidad
lógicamenre obligado a repetir e.lpasa?~. Queda bastante claro que 10 que a científica al psicoanálisis; sus pronunciarruentos person~les optan por la des-
?opper le inreresa es rechazar elinductivismo como criterio de demarcación, e calificación prejuiciada» (pág. 123). El argumento esgrimido por Popper de
[mpo:1~~'el suyo pr~p[~: la falsabilidad de las teorías. Y para ello utilizó al psi- la falta de pruebas de refutación, es inconsistente a poco que se conozca la
coanállsi;, (y al adle:'la!1lsmoy al maIXISl!lO)porque le venía muy bien, pues era teoría psicoanalítica. ..
una teoría que habla demostrado su resistencia al método inductivo. Por su parte, Sánchez-Barnll1c? ap_untaque ~1:93) «tras la cnSIS que Pop-
~I
.No nos resistirnos a citar en su totalidad el texto de Popper sobre el que per ocasionó en la filosofía de la ~[e~Cla,otros vU:I~ron~ poner sobre el. tape-
Grünbaum va a desarrollar su crítica. Además de la crítica ele Grünbaum, el te lll1 nuevo orden, dejando el cnreno de refutabilidad s1111aprepotencia que

/
I
234 Las críticas episremológicas clásicas 235
Antonio García de la Hoz

ha~ía adq~~ido, y consiguientemenre, rehabilitando los sistemas que el racio- realmente contrastadas por las técnicas corrientes de contrastación, como la
nalismo critico habla dejado al margen de la ciencia» (pa'o 194) y , t estadística que no desempeña papel alguno en el psicoanálisis, '
L k (- ' o' ,aSi ene-
mos,a a atos 19/4) que ~a vuelto ~,revitalizar la verificación y la impor- 4) Aunque algunas conjeturas, tomadas aisladamente son contrastables,
tancia de los progr~mas de ll1Ve~tlgaC!on,y sobre todo a Feyerabend (1975, no lo son tomadas como cuerpo total, Aquí, de nuevo, parece que no cono~e
~981), el «eplstemologo anarquista», que VLDOa decir que las teorías son otros ejemplos, Bunge vuelve a mencionar la ;:eoría d~l sueño y el comple!o
ll1conme~sura~les, y que cada una de ellas tiene el derecho a proporcionarse deEdipo. Si algo no se comprueba es que esta reprimido y «de esta manera,
sus propios métodos de validación, las diversas tesis, los diversos miembros de la banda se protegen los unos a
los otros, y la doctrina resulta en su conjunto inatacable por la expenencia»
(pág. 60), "d
8,6, LA CRÍTICA DE BUNGE (1969) 5) El psicoanálisis se resiste a ~a crítica, y med~ante el a,rgument~ a
bominen, es el crítico el que está rnanijestando un fenómeno de resistencia, y
, , El último de lo~ que hem~s denominado críticos '«clásicos» del psicoaná- de esa manera confirma la hipótesis psicoanalítica sobre ese fenómeno,
lisis :s, el sudamericano ~Iano Bunge, c,uya obra esencial La investigación
czef!tíf:ca (1969), es mundialmente conocida y reconocida, Nuestra modesta La conclusión de Bunge es: Si ni la argumentaciónni la experiencia, pue-
~plnLon sobre esta v?l~minosa obra, con gran peso de «empirismo y forma- den resquebrajar una doctrina como el psicoanálisis, entonces esa doctrina es
lismo a ultranza» ,(TLZon,1978), ,n~ es que sea un ejemplo de crítica que se un dogma, no una ciencia, " ' ,
(T~r~ctura «a partir de un conocuruento muy superficial del tema a criticar» Estos argumentos, en nuestro medio, han SIdo contestados suficiente-
rzon, 1978, pág. 1~6), e~ 9\le, simplemente no ha leído a Freud, y parece mente por Tizón (1978) y más recientemente por Poch (1989), Un, breve resu-
hab~r COnOCI?Oel psicoanálisis por alguna selección de textos en edición de men de esa defensa al que añadimos algún pequeño comentano personal,
bolsillo, del tipo «psicoanálisís para todos», Sin embargo es un crítico feroz y puede ser el que sigue, ,, ,
muy citado por los adversarios de la teoría psicoanalítica. En cuanto a la primera crítica, Tizón afirma que el psicoan~slsno esta ~n
En su ?b~a más volll~lÍno~a, Bunge (1969) plantea las bases de su crítica contra de la teoría de! aprendizaje, Lo que ocurre es que el objeto de estudio
al psicoanálisis que continuará en obras posteriores (Bunge 1980 1985) E es diferente (el inconsciente y las relaciones objetales en un caso, y e! ap_ren,
el, apartado titulado «Pseudo ciencia» -en las cuales lo malo no ~s que ~ea~ dizaje motor o intelectual en el otro), Como hemos apuntado en el capIt~lo
ba:lcamente falsas, sino ,que se,nieguen a fundamentar sus doctrinas ya some- anterior, incluso el objeto puede ser compartido, la co~duct~ ,h,umana, solo
terlas a ~~ntraste~ care~I~I:do Igualmente de mecanismos autocorrectores-, ,_\:,
varía el método de afrontamiento, Los defensores del psicoanálisis como fun-
BU,nge situa al psicoanálisis d,entro de la categoría de las manaas, al lado de damentalmente clínico, tienen el problema del conocimiento científico de lo
la rhabdomanc!a de los zahones y de la parapsicología. Tras describir por qué individual, lo cual choca frontalmente con los cánones positivistas, Es un fac-
son seudo~ler~Clasest~s dos, le pasa a dedicar ~pe~as dos páginas (págs, 58-60, tor común de todos los críticos considerados en este capítulo, Bunge, al pare-
de las C~S,Imil que tiene el libro) al psicoanálisis, para insertar sus famosas cer, no conocía los trabajos de Sears (1936, 1951), Dollard y Miller (195~),
CI11C~cnticas, algunas de las cuales son idénticas a las ya reseñadas para los Mowrer, (1950), por no hacer más extensa la lista de autores no psicoanalis-
autores de los apartados anteriores. Son las siguientes: tas que intentaron acercar psicolog,ía y psicoanálisis. Hoy, día, con ,la re~o,IL~-
ción cognitiva (16, 4) yel acercamiento entre la psicología y e} psicoanálisis
¿ b1) ~as tesis del psicoanálisis son ajenas a la psicología, la antropología y (Barran, Eagle y Wolitzky, 1992), el argumel~to de Bunge qued_oobs~leto, En
a, ,/Oto~ta, y a menudo incompatibles con ellas, Bunge ejemplifica esto con cuanto a los ejemplos aducidos (la mernona racial, la no universalidad del
af~,maclOnes ta~ heterogéneas com_oqu~ el, psicoanálisis es ajeno a la psico- Edipo, etc.), como decíamos antes, parece haberlos extraído d~ un manual de
logia del arendiz~J,e, que l_arnernona racial inconsciente no tiene apoyo gené- bolsillo de psicoanálisis, En nuestro capítulo ~ ~emos consignado las rela-
tlC~, que, a agresion ll1st,I:1tlVacontradice la etología, que el complejo de ciones del psicoanálisis con algunas de las disciplinas ,que Bunge no parece
Edlpo est~ en c?~t,radlcclon con los dato~ antropológicos, etc" y concluye considerar, Y esa lista no es, ni mucho menos, exhaustiva.
~ue « el,pslcoanaiLsls no puede apelar a la ciencia para eliminar esas partes de En cuanto a la segunda crítica se pregunta Tizón: ¿Alguna ciencia ~iene
J
s(u,doctuDa, porque se presenta como una doctrina rival e independiente» . \. todas sus hipótesis contrastadas? La sexualidad infantil hoy día ,~adle la
pag. 59), ) niega, y no necesita experi!llentacíón alguna: sólo ,observar a los nUlOS,~~s
2) Algur:as hipótesi~ psicoanalíticas son incontrastables, como por ejem- «entidades» de la personalidad son constructos teoncos perfectamente váli-
plo, la sexualidad infantil, las entidades dentro de la personalidad (eso id dos en cualquier tipo de conocimie,nto, por otr_?l,ado c?incidentes co_nlo que
superego), el sueno ~omo significativo de la vuelta al seno materno, o' " Bunge llama hipótesis no observacionales. Su \ünmo ejemplo, el s~leno como
3) Las teSIS psiccanalíticas contrastables han sido ilustradas, pero no vuelta al seno materno, no merece 111 comentario. Ahora bien, es CIerto que e!

/
236
Antonio García de la Hoz Las críticas epistemológicas clásicas 237
psicoanálisis debe avanzar más en contrastar sus hipótesis no sólo pOI' ' rica. La gente se contenta COI1 describir lo que observa, sin interesarse por enten-
1
ex~ USIVal11er~te
1"" ,Vla
c mica, ~~nopor investigaciones extraclinicas, sobre todo des- der." Skinuer exclamó con acento de pena sincera: «jQué lásrima!» y se quedó
pues de la cntica de Grunbaul11 (1984). meditabundo (Bunge, 1980, págs. l34-135).
La tercera y cuarta crític~ts ~e .Bung,e ~10son exclusivas del psicoanálisis y
s~ pue~enextender.a t~da disciplina clínica. De hecho, como veremos a COn- y es que, para BLU1ge,el verdadero, genuino y científico modelo de cien-
tll1u.aclO~,el reducclonlsmo de Bunge sólo da pie a una salida airosa: La psi- cia psicológica es lo que llama la Psicobiología. El auténtico enfoque monis-
cobiología y la illvestigación cerebral. ta, totalmente científico, que elimina cualquier dualismo cuerpo-mente. Lo
La ~~lÍnta crítica no es en realidad epistemológica, y si bien ha podido ser único que interesa es la relación del sistema nervioso central con el resto del
la manera de defenderse de algunos psicoanalistas, entendemos, con Tizón y cuerpo, y ésa es la única posibilidad de ciencia para la psicología. El psicó19-
Poch, qu~ este tipo de posturas se debe erradicar si se quiere construir una zo verdaderamente científico debe dedicarse a la investigación de los proce-
teona valiosa. ' ~os cerebrales, a la neurofisiología. ¿Sabrá Bunge que por ahí empezó Preud?
. En el capítulo 9 d.esu Epistemología (Bunge, 1980) vuelve a plasmar la crí- y en verdad que si abandonó ese camino era porque se le aparecía demasía-
t1~a en forma resumida, cuando hablando de las psicologías mentalistas (la do lento. Pero siempre dijo que cuando 1<1 psique pueda entenderse en los tér-
misma nomenclatura que Skinner), dice que «no adopta el enfoque científi- minos que proclama Bunge, modificará sus concep~iones para encajarlas .c~n
co, y ello porque su andamiaje comprende una ontología 110 naturalista (alma, los hallazgos de la biología. Bunge puede tener razon, pero hasta el dominio
ego, superego, etc., mmatenales), porque desdeña los problemas referentes a absoluto del cerebro humano, por ejemplo, ¿que hacemos con los pacientes?
la co.nd~c~a,porq~e 110 emplea el ,mé~o~o científico y porque no se propone y no nos referimos al psicoanálisis, sino a la psicoterapia en general.
explicar ni predecir mediante hipótesis incorporadas a teorías empiricamen. Los argumentos de Bunge parecen prejuiciados, dogmático~ y produc.to
t~ c~rro?~radas. En suma, la psicología mentalista -en particular la psicolo de su visión particular de la ciencia, el empirismo a ultranza, unido al monis-
gra filos?flc~,.la psicología humanista y las diversas escuelas psicoanaliticas- 1110 reduccionista en psicología. En su Seudoaencia e ideología (1985), Bw:ge
no es científica de acuerdo con los cánones de cientificidad aceptados en volvió a insistir en que el psicoanálisis es una especie de contrarrevolución
nue~tro Siglo. El mentalismo es precien tífico» (pág. 133). Nada nuevo hasta devastadora, que ha hecho estragos en la cultura popular. Insisteen su criti-
aqUl: Reconoce, SID~mbar~o, que est~ psicología planteó los problemas más cable dualismo psicofísico, en su dogmatismo, y en los demás argumentos ya
~dtelesantes de ~apSlcolo.gla (percepción, memoria, inteligencia, amor, odio, vistos. Con el paso de los años se atrincheró en su posición, sin tener en ~uen-
1 ea, :tc) y ~~rece conslderaCl~n por ser «la ~?uela precientífica de la psi- ta (podemos pensar que por ignorancia), la cantidad, ya.bastante considera-
colegía clen,t~lca». Porque aqUl, Bunge también ataca al conductismo, al ble en esa fecha, de investigación generada con orientación psicoanalitica
menos al clásico (?O al neoconductismoj>. SI la psicología mentalista era la (véase capítulo XI). .
abuela, la pSIcologla conductista fue la «madre», pero «una madre soltera, ya Si algo podemos decir en descargo de Bunge, es que debido quizás a su
que no.q~l~o cO:1traer nupcias con el padre de esta nueva psicología, es decir, interés panorámico por todo el vasto campo científico en general, se pudo
la neulOflslOlogIa: y ~ las madres se las ama, se las tolera y se las trata de producir en él un efecto de desinterés por ciertos campos parciales del saber,
modo tal, que n.o impidan el desarrollo de sus hijos» (pág. 134). Sentido del como el psicoanálisis. Pero, eso no le exime de haberse procurado fuentes de
humor, SI que tiene. información más sólidas o colaboradores formados en psicoanálisis.
Bunge relata una anécdota que puede resultar interesante.

f ~uando conversé con Skinner en el curso de una reunión científica en Bastan 8.7. LA DEFENSA DEL PSICOANÁLISIS
en e rero de 1~76,le conté que en México se le profesa una admiración sin lími-
tes, c¡ue lo~pSJCologos d~ ese país ya han dejado atrás el mcntalisrno, en particular
el psicoanálisis, y que casi todos eUos estaban entregados al llamado análisis experi- A lo larzo de cada uno de los apartados anteriores mostramos ya algunos
mental de la con~ucta. El rostro de Skmner resplandeció de satisfacción. Pero a de los argumentos esgrimidos contra las denominadas críticas «clásicas»:
jontllluaclOo le dije ,que eso me parecía desastroso. Su expresión mudó del placer a -oc, Expondremos a continuación algunas consideraciones de carácter más gene-
a alarma. «¿Por que dice Vd. eso?», preguntó. Le respondí: «Porque el conducris.
010 les ha cerrado las puertas a la psicología fisiológica y a la modelización rnaremá-
ral esgrimidas en defensa del psicoanálisis.
La práctica totalidad de los críticos anteriores representan, con más o
menos pequeñas variaciones, el intento de evaluar ~. psicoanálisis ~o~ el
patrón empirista, lo que supone de entrada un posicionamiento definido:
5 Tampo~o. llegamos n ellle~(~e: cómo Bunge acepta esta evoluciónpara el conducrismo, sin embar-
Sólo es científico el saber caracterizado de esta forma, es decir según los cáno-
go no lo hace .ISI pura elpsicoanálisis, pues como hemos ViSlO, tras Frcud, hubo varias escuelas cnd nes del positivismo o neopositivismo. Esto parece discutible de entrada, ya
con sus propias concepciones. I < a una
que se pueden asumir otros principios epistemológicos, sobre todo porque la

/
/
-~
.'"

239
2.38 Antonio García de la Hoz L,15 críticas epistemológicas clásicas

texto, Ello ha ocurrido con la popularización de algl~nos de ellos (represión,


prop~a fil~sofía de la cien5ia no ha dich? su palabra definitiva, Feyerabend sublimación, complejo de Edípo, etc.), pero que utilizados el,1elm,arco ade-
(197)) y K,uhn (1962, 1~8¡) hablaron casi a la vez de la inconmensurabilidad cuado, alcanzan su valor auténtico, tanto extensiva como llltenslval:,ente,
de las te?nas, y que,debldo a ello, sólo podrían ser evaluadas desde dentro de C01110 diría Bunge. Es cierto que algunas de las concepc:?nes parecen Irrefu-
su ~ropla perspectiva, En la actualidad, con la teoría del caos (Prigogine,
tables, o no falsables, como diría Popper, au?que también ~: verdad que en
198)), aumenta el gr~do de incertidumbre para las predicciones dentro de las
toda disciplina existe un núcleo duro, pr?tegldo ele la falsaclo~l,que se torna
coordenadas de los sistemas complejos, irrefutable por la decisión epistemológica de los protagol11stas, (Lakatos,
, El p~i~oan~lisisno ~s una práctica experimental, y los cánones del positi- 1974), El núcleo duro psicoanalítico está compuesto por sus ahrmaClones
vismo lógico solo podrían aplicarse a determinados puntos de la teoría o en esenciales, el inconsciente, la pulsión, la ~raJ)s~erenCla,La vaguedad ,concep-
a~gunos as~ectos p~'ácticos, aislados de la marcha total de un tratamiel~to en mal del psicoanálisis es así mismo muy dl~cutlble, pues lamayor palte ~e s~
51. Pero aun ~dmltlendo lo más coherente de las críticas anteriormente
terminoloa[a se caracteriza por su esp,eclftcldad y además, por su carácter
expuestas -:-~Iflcultad para contrastar y cuantificar, carácter probabilístico prestatari~, Se puede rastrear la historia de cada concepto perfectamente
de l~s predicciones, falta relativa de control en el método clinico de investí-
gaclon-, ello 1~0tr~ne por qué llevar a la conclusión de que estamos ante un (Bercherie, 1983), , ' ',,', , 'f '
A nivel de hipótesis, en el campo, c1U:ll~O se.~an P?d,do vellfICa,[y,le ut~l
dogma, seudociencia, mito o rnancia.
bastantes, y construir programas de ll1VestlgaclOnval'1~doss~bre tecnica, efl-,
, Para Sán~hez Sán~he~ (1991), el,Psicoanálisis presenta, grosso modo, tres cacia y psicopatología, El cuerpo teórico no es inamovible, e illC}USO pasa pOI
l11~elesde di~curso científico: Un discurso empírico (observaciones clínico-
provisional hasta ,que se d:~uestr: otra cosa, Hemos visto ~capltulo VD, qu,~
p,slcopat~ló~IC~S),un discurso teórico, la denominada metapsicología (enun-
la concepción pSlcopatologlca Ytecruca ~a dado u~ cambio basta~t~ consi
c:ados, hipótesis, ~ leyes acerca del aparato psíquico, su dinámica y su ener- derable desde que Freud planteó su té~11lca(cura-tipo) ,centrada baslcamen-
gra d~ funclOn~mlento), y un discurso intermedio, de relación de los dos te en las neurosis, Actualmente es ampltamente reconocido que esto ya no es
ant:nores, m~d~ante reglas de interpretación, coordinación y predicción de
así, e incluso los psicoanalistas más apegados al «oficialisrno» de la IPA lo
fe~ome~~s, clínicos y normales, «El. campo experiencial que circunscribe el
~slcoa?allSls n,oes, en absoluto, terminantemente naturalista, causalista o rea- reconocen (Coderch, 1998), ," '
Con respecto a las interpretaciones y c?~strucClones 'pslcoanallt~cas,Ya su
lista" sino matizado con l~s caracterí~ticas de una ciencia humana del sujeto,
capacidad predictiva, nuestra recomendaclon es el estudl.? d~l traba!o f1l1a~de
11? s?l~ del objeto, De ahí que no exista otra alternativa que la de ubicar esta Freud sobre este tema (Freud, 1937d), su testament? :ec~co, Alli observa-
disciplina en un lugar epistemológico intermedio» (Sánchez Sánchez 1991
mos una actitud antidogmática y a la vez ~astante ,~lalectlca, Se trata de un
p,á,g,121), La misma autora,se pregunta con razón por qué las hipótesis cien~
alegato contra la crítica popperian~ de la lrrefutabilldad, antes de ql:e Pop-
~,f,cas,han de nac~r l1:cesanamente de la evidencia experimental, y que si los
per haya salido a escena, pues precls~mente se va a tra~~r de que el pSlcoana~
mv~s~l~adores y científicos se hubiesen atenido a las estrictas exigencias neo-
lista ni tiene ni deja de tener razón, Esta no es la cu~:tlon, Freud :e ade,lanto
positrvtstas, nunca hubiera nacido ciencia alguna, a la crítica de Popper, quien seguramente no estudió este pequeno articulo,
K_olte~iuk(1976) dice que en las discusiones tradicionales sobre el carác- En nuestra opinión, además, tiende un pll~nte ~1aclalas modernas ,~oncep-
ter clentu;co del psicoanálisis es posible diferenciar tres posiciones filosófi-
ciones constructivistas en pSicoterapia, Segun afirma Poch (1989,.pab, 198),
cas, La primera es que se trata de una seudociencia, conocimiento infundado
hay que lamentar que las obras de los epistel11ól~g~spSlcoanalmcos como
y aventurero basado en la mitología (éste es el punto de vista, más o menos,
Spilka (1973), Kolteniuk (1976), Bleger (1977), Tlzo~ (1978) -y p.?~emos
de los autores que hem?s me~1cionado), La segunda es que constituye un
añadir, Sánchez Sánchez, (1991)-, no hayan trascendido c011101ascuneas de
l~odelo a~abado de funcionamiento del aparato mental, construcción cientí-
fica de! mismo estatus que la física (posición mantenida por los más ilusos psi- Bunge o Nagel. ' '
Para no alargar más, podemos decir, en conclusión, que todas las ,cflucas
coanalistas de la escuel~ d~l Ego en sus comienzos), La tercera es que se trata que hemos denominado «clásicas~>(con la excepción de Eyse~ck), est,ru:efe~,-
~e ~n ~uerpo de conocuruento estructurado, imperfecto aún, y que aun con
tuadas desde fuera del campo clínico. Por esa raz?n cabe, a~gumentar hacia
limitaciones superables, puede predecir, explicar y controlar algunos fenó-
todas ellas con la especificidad que supone el método c1t?ICO r,espect~ ,del
menos con bastante certeza, Nuestro autor, evidentemente, adopta esta últi-
experimental. Por esa razón, también, ~1ació,l~ ?erm~néutlca I?slcoa~al,ltlc~:
l~~ postura, y e~1e~a se aline,arían muchos psicoanalistas actuales, Su conclu- Ante la intransigencia de la epistemolog1a pOS,ltlVISt~, ajena al pSlc~a~1áhslSclí-
sl~n, tra,s,e~análisis e,xhausuvo de las críticas de Skinner y Nagel, es que el
ruco, muchos psicoanalistas cerraron fila,s,atl'lncherand~se en ~aclínica, y adu-
pSlco~nálisls es una ctencta en formación, y dicha conclusión la alcanza según ciendo que la parte más criticable del mismo (la metapsicología. las ,entrdad:s
los cntenos de Bunge (conceptos, hipótesis, leyes, métodos, etc.).
personificadas, las pulsiones y energías psíqUIcas,etc,), era, e~ reali~ad! de~-
Los ,concep~os psicoanalíticos, la mayoría de ellos generados en el con- echable, Trataremos esta visión con mayor amplitud en el capItulo SigUIente,
texto cltl1lCO,pierden gran parte de su sentido cuando se sacan de ese con-

I
I
240 Amonio García de la Hoz

que :,11. nuestra opinión, tuvo Sl~origen en l~ crí~ica del neopositivismo al psi-
coandltS}s.Debido a ello, un filósofo de la CIenCIacomo Grünbaum, que diri-
gesu cnnca, precisamente al interior del psicoanálisis, a su práctica clínica lo
pnmero que tuvo que hacer fue encararse co1110shermeneutas (capítulo X).
. ~~and~ denon:I~.amQs «c~ásicas» a las críticas aquí tratadas, no queremos
significar l1l su antigüedad, ni que se encuentren pasadas de moda. Son plan-
tearruentos, que en muchos aspectos mantienen aún su vigencia si se entien-
den ?esd~ las co?rdenadas que se efectuaron. Nos queda fuera de esta pers-
pecnva solo la cr~t1~ade Eysencl~, que aunque ya ha sido superada, planteó el
tema de la efectividad en la psicoterapia psicoanalítica. Hay que tener en
cuenta, que la mayor parte ele las cr~ticas a esta efectividad o a la práctica psi-
coan~lít,lca en ~ener~l~ ha venido slempr~ ele autores q~e se definían por su
opos~clOn al psicoanálisis, lo que en Op1l11O.n de Bofill y TIzón (1994, pág. 270)
quiere ~eclr que ~eencontraban muy mediatizadas por una definición a sensu CAPÍTULO IX
contrario. Hoy día se han acumulado multitud de investizaciones sobre el • I
pr~ceso, objetivos ~,efe~ti".i~ad .de la psicot~rapia psicoan~lítica, de las que ~-. La visión hermenéutica del psicoanálisis
veremos una selecclOn,sl~11lf~catlv.aen el capitulo XI, pudiendo aquí simple-
mente nombrar las mas significativas: Proyecto de la Fundación Menninger
(donde a lo largo de sus muchos años han trabajado Wallerstein, Luborsky,
Sargent, ~<ern?erg,. ~n~re muchos otros), el Proyecto Penn (de la Universidad 9.1. INTRODUCCIÓN
d~.Pel:~silval1la) dl~:lg1d~.por Luborsky, el ~e la Universidad de Ulm bajo la El debate en torno a esta visión permanece abierto. Vamos a mostrar los
duecclOn.de Th0111ay Kachele, el del Hospital del Monte Sion, dirigido por elementos básicos de la polémica y los representantes más importantes de
Wallerstell1, el Proyecto Vanderbilt de Strupp, etc.
esta forma de entender el psicoanálisis.
Como ha planteado correctamente Coderch (1989, pág. 21), el desafío al
estatus epistemológico del psicoanálisis tiene dos polos. Uno de ellos presio-
na desde el exterior, y es el representado por la crítica de la filosofía de la
'_ ciencia. El otro se plantea desde el interior mismo del campo psicoanalítico,
y se trata de la denominada corriente hermenéutica del psicoanálisis.
En el capítulo anterior expusimos el origen de la polémica, que es situa-
do por Blight (1981) en el Symposium dirigido por Sidney Hook en 1959
para dilucidar el lugar que le correspondía al psicoanálisis entre las ciencias.
También expusimos el veredicto ele esa reunión y las posibles razones que
hubo para la sentencia que allí se emitió. Sea por lo que fuera, muchos psi-
- I
coanalistas, quizá en una actitud de insolencia o de orgullo herido, se planta-
ron ante el acoso de los epistemólogos, y vinieron a coincidir con ellos en que
según los cánones del positivismo, el psicoanálisis no era una ciencia, y que
pertenecía a otra clase de ciencias: las ciencias humanas o sociales. Así se ini-
cia la versión hermenéutica del psicoanálisis, que parece repetir la «querella
de los métodos» de mediados del siglo XIX que expusimos en el capítulo ante-
rior (8.1). Entonces se planteaba una polémica epistemológica general
(Naturunssenscbatften versus Geistesunssenscbaften). Ahora en el seno mismo
_-..:c_ del psicoanálisis se planteaba el mismo enfrentamiento. En lugar de Dilthey
o Rickert, tenemos a Habermas o a Ricoeur. En lugar de Helmholtz, Brücke
o Haeckel, tenemos a Nagel, Popper, Bunge o Gninbaum. Dentro del psico-
análisis, por un lado están los Klein, Gill o Schafer (entre otros), y por el otro

/ /
242 Antonio García de la Hoz La visión hermenéutica del psicoanálisis 243

los Eissler, Kernberg, Brenner, Coderch, etc. Y según apunta Poch (1989) mos solamente las críticas que se hicieron a la metapsicología para justificar el
también encontramos posturas intermedias, como las de Mahler, Holt, Wallers: surgimiento de la posición hermenéutica, pues eran el centro mismo del debate.
tein o Purkin. De entrada hay que subrayar un punto que sirve de orientación: la prácti-
La posición hermenéutica del psicoanálisis es una consecuencia de la divi- ca totalidad de la corriente hermenéutica rechaza o desecha, por su inutilidad,
sión epistemológica establecida por el positivismo, más que una actitud per- la metapsicologia psicoanalitica, y entonces se vuelcan en la construcción de
sonal de algunos psicoanalistas acosados por las críticas sobre el carácter una teoría exclusivamente clínica, escapando así a la critica epistemológica
científico del psicoanálisis (Bligth, 1981, citado por Coderch 1989, pág. 24). empirista y dejándola fuera de juego (o intentándolo al menos). De hecho, la
Pal~~.el positivismo, como ya vimos, sólo las proposiciones empíricamente versión hermenéutica del psicoanálisis es casi sinónimo de ataque a la meta-
verilicables pueden ser verdaderas o falsas, y por tanto, incluidas en el len- psicología, aunque como ya he apuntado (8.4), sobre todo al uso y abuso de'
guaje cien~i1ico.Como las proposiciones psicoanalíticas básicas no se pueden la misma llevado a cabo por la Egopycbology de Hartmann. .
verificar I1l falsar, no se puede hablar de ciencia para el psicoanálisis. Enton- La metapsicología, para los hermeneutas, se encuentra hermanada con las
ces, basándose en que los síntomas neuróticos tienen un sentido para el suje- explicaciones fisicalistas o energertistas de la conducta, y dado que éstas
to, y a pesar de que Freud habló repetidamente de ciencia natural para el psi- desembocan, en última instancia, en LUladeterminación neurofisiológica o
coanálisis, se estableció que no era tal, sino una ciencia hermenéutica, en un biológica, se aparta de lo que se pretende que sea un dominio más propia-
ámbito diferente al de las ciencias naturales, donde lo que se busca son razo- mente psicológico.
nes que ten~an validez para el sujeto, y no las causas que expliquen su con- También llama poderosamente la atención el que la polémica haya sido
ducta. Las ciencias naturales se definen por la utilización del método cientí- especialmente virulenta en los Estados Unidos, mientras que los lideres teó-
fico, y las ciencias humanas o culturales, como el psicoanálisis, por el método ricos de la hermenéutica sean europeos (Habermas y Ricoeur) y no propia-
hermenéutico. Los partidarios de esta visión del psicoanálisis ven, en el diá- mente psicoanalistas. De lo que no nos cabe duda es de que del debate entre
logo psicoanalítico, la experiencia de lenguaje en que se basa el método her- los que ven al psicoanálisis como ciencia natural y los que lo ven como cien-
menéutico, dentro del cual se construye la verdad para el sujeto. Esta versión cia hermenéutica, C01110 siempre ocurre en la historia en casos similares, se va
e~ d~finitiva, sosti~ne l~ división episte:llológica entr~ ciencias naturales y a producir una revitalización de la teoría, técnica e investigación, lo que hará
ciencias humanas, inclusive con una teona de la causalidad diferente: la cau- avanzar el conocimiento, Grolnick (1982) ha señalado correctamente que
salidad de la naturaleza frente a la «causalidad dedestino» (que quiere decir este debate, en psicoanálisis, ni es nuevo ni es e! único, y que sobre todo debe
que, en psicoanálisis, las causas son específicas e individuales, ligadas a la his- conservarse cierta perspectiva al examinar el discurso psicoanalítico, para que
toria y a las experiencias anteriores del sujeto, sin que sean válidas por sí mis- produzca ideas esclarecedoras y nuevas síntesis e investigaciones, y sobre
mas). todo, que no se recurra a ideas monolíticas o sistemas cerrados que producen
Por lo tanto, la hermenéutica, como método, constituye una alternativa a un colapso y confusión mistificadores.
la epistemología empirista. La hipótesis que supone una interpretación for- La palabra «hermenéutica» viene del griego «herrneneuo» (explicar mis
mulada a un paciente, se prueba con arreglo a su poder de fecundidad y de pensamientos con palabras, interpretar, aclarar, traducir). A menudo se rela-
movilización para él mismo, y no tanto por su veracidad o falsedad. No inte- ciona con Herrnes, el dios del comercio y también mensajero de los dioses,
re~an tanto los hechos verdaderos o falsos como el sentido que tienen para el que a veces tenia que bacer de intérprete del mensaje. Pero la similitud de
SUjetoy la verdad que construye con ellos. Para los partidarios de esta posi- ambas palabras es casual (Thóma y Kachele, 1985, pág. 22). El término «her-
ción, el psicoanálisis, al utilizar un método interpretativo, se aproxima a las meneuo» tiene una raíz que aproximadamente significa «hablar», y se acuñó
dúc~plinas exegéticas (donde interesan relaciones de sentido entre objetos y en el siglo XVII para describir el procedimiento de interpretar textos. El des-
motivos) y a las disciplinas históricas. Los datos son los siznificados
b ,
no los arrollo de la hermenéutica se debió fundamentalmente a la exégesis de la
hechos en sí. Para Sánchez Sánchez (1991, pág. 118), la implantación del Biblia, y de ahí se extendió al resto de campos, y hoy día, viene a ser uno de
método hermenéutico requiere sobre todo: 1) un texto verbal regulado, uni- los rasgos del relativismo posmoderno (Sokal y Bricmont, 1998). En psico-
forme y claro, y 2) la aplicación de unos conocimientos teóricos a ese texto análisis se entiende como la labor que hay que efectuar en la sesión con el
que produzcan hipótesis (interpretación) y que puedan desvelar una nueva paciente, que propone su propio texto (su relato verbal), y ante el cual se ha
significación para el sujeto. de efectuar la búsqueda de su sentido.
Dentro de la polémica epistemológica psicoanalítica, el campo de batalla Lo que plantearemos a continuación es, en primer lugar, las ideas funda-
más.encarnizado es la consideración dellugal' asignado a la metapsicologia. Las mentales de los dos ideólogos, en nuestra opinión más importantes, de esta
nocrones centrales de la metapsicclogía ocupan toda nuestra parte tercera versión hermenéutica del psicoanálisis (Habermas y Ricoeur), señalando de
(capítulos XII al XV, especialmente este último), donde planteamos las difi- antemano que se trata de aportaciones desde el exterior de! campo psicoana-
cultades teóricas inherentes a los conceptos psicoanalíticos. Aquí expondré- lítico. La crítica de estos dos pensadores, así como de la corriente herrnenéu-

/
244
Amonio García ele la HOl La visión hermenéutica del psicoanálisis 245
rico-clínica en general, la representa Grünbaum por 10 u 1 '
en el capítulo sizuiente (102) ¡\ G ," b 1" q e. a consIgnaremos Habermas afirma: «Freud nunca dudó que la psicología fuera una cien-
" d lun aum e interesa crrticar 1 . "
c 1nuca el psicoanálisis por lo que le es f ' d.
b "
,1 (!, a sltuaclon cia natural. Los sucesos anímicos pueden llegar a ser objetos de investigación
. " 1 ' . 1
f un amerita encarar cunea
OS1C{?11.lermenélltic.a, que en su opinión mantiene una postura c1ín~~nte, a
emo ogicamenre eqwvocada, Para restablecer el cientificismo c1á . epls;
de la misma manera que los sucesos naturales. Las construcciones concep-
tuales no tienen en psicología otro valor que el que tienen en la ciencia natu-
n~evo metodlo dlel inductivismo eliminativo, GrLinbaWl111eCesita
d isputa con os lenneneutas ' 1 de las m.í
:~l~~lc~~
rrar a
lel ral; pues tampoco el físico da alguna información sobre la esencia de la elec-
tricidad, sino que usa "electricidad como el psicólogo pulsión", como UD
nes a su libro de 1984 (Hool~ ~ Sjr
un a ~ll1as e as mas relevantes reaccio. concepto teórico» (Habermas, 1968, pág. 301, citado en Thoma y Kachele, 1985,
haberlo consesuido Haberll1a's yURioc\\o'aey, yseJlf~lk:E~gle, entre otras), parece pág,25),
b aum les h.aceb'frente Con las mismas
e m son J OSOlOSy por l G "
armas. ,1 o tanto run- Habermas conoce que Freud se ha adherido al positivismo de Mach y al
,,~, contLl1uación" dentro ya del campo psicoanalítico, consianarem ' fisicalismo de Helmholtz, y este último implicaba que toda manifestación
0f:11110nesde los mas relevantes representantes de est .." b os las fisiológica o psíquica se retrotraía, en última instancia, a fuerzas físico-quími-
m.lento~ clínicos y teóricos: El precozmente fallecido G:~~~~nKl~l~lraz~na- cas, De esta forma y según Habermas, Freud, bajo el ropaje de un lenguaje
~~~~;~¡;oldo~ e~ot pSIcd~n.alistas que, inic~al~11enteincluido~ en la tr~2~~~ fisicalista, habría derivado al psicoanálisis hacia una disciplina hermenéutica:
val' la lí ~ ogla. e e~~;. ieron un brusco VIrajea finales de los 70, para reno- «Freud abandonó este programa fisicalista en favor de un planteamiento psi-
. c Ll1ICa
pSlcoanautlca norteameflcana, cológico en sentido estricto. Por otro lado, éste se conserva en el lenguaje
F1l1almente expondremo
hermenéutica, para ofrecer ~1:
1
gV~~l~~l
Íusi , .
cd:~o~i~~~~, crtticas sobre esta versión
neurofisiológico, pero hace posible Ul1aimplícita reinterpretación mentalista
de sus predicados básicos» (ibfd. pág. .303). Habermas confirmó su tesis del
«autornalentendido cientificista» con la información de que en psicoanálisis
se da una dicotomía entre el tipo de explicación adecuada para las ciencias
9.2. LOS FIL6s0FOS NO PSICOANALISTAS naturales y el comprender (insight) de las ciencias humanas,
El esquema hermenéutico de Habermas queda confirmado claramente
Podemos considerar a] Habermas P Ri b por el acercamiento de! psicoanálisis a las ciencias humanas, en especial a la
al campo de la filosofía más' qu~ al del y.a . ili
oem, am {S
pertenecientes filología, donde se privilegia la interpretación y el sentido de los textos. De
la visión hermenéutica del psicoanálisii.s~~l~~esls: como. os estandartes de hecho Habermas (1968) presenta al psicoanálisis como una hermenéutica que
se atiene al modelo filológico que utiliza el fenomenólogo, y así se consolida
~~~hl~d~e~e:~:i:~ :riadasdesfe~as, algl~nas d~ su~l:~~~:~~o~:e:l~a~~~\~~t~
. . . mun o psicoan« rtico y han servido 1 como una tecnología particular, al captar en las acciones y expresiones apa-
«retirada hermenéutica» de muchos . D.' 1 para sustentar a rentemente discordantes del neurótico, una intención, Ul1sentido y un signi-
satisfacer los requerimientos del el11ph'~~l~~I~~:i~~i:~e su 11l1posibiJidadde ficado inconscientes.

9.2,1. JÜRGEN I-lABERIvIAS 9.2,2. PAUL fuCOEUR

[Eri~~~~~~ nuestro propósito es Conocimiento e Interés


¡:1¡násdllIl11t)0I'tanjte(PHarab El filósofo francés es el otro gran responsable del giro hermenéutico en el
1 . psicoanálisis, Su obra pertinente en este sentido es Freud. Una interpretación
n eresse
«automalentendido
a ermas 1968) D hí
cientificista» Según' Hab _. e F 1 Sd extrae a expresión de la cultura (Ricoeur, 1965). Aunque más adelante (Ricoeur, 1977 y 1978)
~~~~~ ~~~eíadamere ~n este au~omale~t~ndied~~~~nt'Ji~i;t~~P~~.:L~~~t~t~~:~a parece haber dado un cambio en su pensamiento, es la obra anterior (y tam-
to 1 ~s eXt: ~c~crones,metaps,cologrcas, a las que no niega su valor ues~ bién Ricoeur, 1969) la que tuvo mayor influencia para esta orientación.
necesita una teoría explicativa para su trabajo ]' P
que e diPS~COa:láj¡,SlS Ricoeur (1965) según Sánchez Barranco (1993) ha llevado a cabo un tra-
al
111 enten o a SI mismo como autor. e lOICa,se bajo «lúcido, riguroso y honesto» para fundamentar epistemológicamente el
difÍ;! repro¡he, d~ automalentendido cientificista es muy arriesaado pues es psicoanálisis, en una tendencia meta teórica, Definió el psicoanálisis como una
-' disciplina hermenéutica, en la cual lo fundamental es la labor de interpretar
delic'adbu~f~'gUI~n cOl1]prenda una obra ~lejor que e! autor mi~mo.' Resulta
que Freud ml~~~o:Ot~ag~~~~e~a~~:
to, nos enCOntremos 1 dí . 1 d
~~~~~I~J~
l~~:~~t~~X~~s~~:~ddianosmebj,or
como o je-
textos, en este caso, verbales. Para Ricoeur, el problema epistemológico cen-
tral es superar el energetismo por medio de la hermenéutica, pues los escri-
tos de Freud, en una primera mirada, pueden aparecer como un discurso
temológicamente. roy la mejor ca oca os que él para encuadrarlos epis-
mixto, e incluso ambiguo, donde lo mismo se enuncia un conflicto de fuerzas
energéticas que se descubren relaciones de sentido. Esta ambigüedad se supe-

I
:
La visiónhermenéutica del psicoanálisis
247
2-16 Amonio García de la Hoz

ra afirmando que la razón de ser del psicoanálisis es convertirse en una disci- surgimiento del s~ntido, había que ir insertando val:i?s paso,s d~ e~plic~~i~-
plina hermenéutica, JI en tanto que tal, estar por encima de los hechos mani- nes causales dentro del «proceso de autocomprension en terrmnos narran-
fiestos y «extrañándose si se pretende una validación de sus presupuestos JI vos».
hallazgos con el metro empírico» (Sánchez Barranco, 1993, pág. 216). Pero
ello no quiere decir que el psicoanálisis se oponga a ser tratado empíricamen-
te en determinados aspectos de su teoría o de su práctica, aunque Ricoeur 9.3, LOS PSICOANALISTAS NORTEAMERICANOS
insiste en que no es lo mismo prestarse a una valoración empírica, que hacer
posible la contrastación de una interpretación formulada a un paciente, la La controversia actual en la literatura psicoanalítica norteamericana
cual siempre se relaciona C011la «semántica del deseo» (radicalmente distin- enfrenta a quienes ven al psicoanálisis como una ?isciplinafundada en l~s
ta de la verificación de la probabilidad de UD hecho observable por los órga- ciencias naturales, y quienes le ven como un «estudio hun~arusta.de los S.iglll-
nos de los sentidos). ficados personales arraigados en formulaciones intencionales subjetivas»
La visión de Ricoeur sustancia las producciones verbales JI la transación clí- (Goldsmith, 1984). Esta segunda visión es _la que corr~sponde a la herme-
nica entre psicoanalista JI paciente, afirmando expresamente que 10 que néutica psicoanalitica, ya ella pertenecen teorL~ostan brillantes como el falle-
importa es la «experiencia analítica en tanto que opera en el campo del dis- cido Georze Klein (1976), Sc.hafer (1976) y Gill (1978). A todos ellos les une
curso», y que la auténtica verdad «reside en la historia del caso clínico». Por el mismo ;rigen (provienen de la tl:adición de la psicología del.e~o, de la ~~e
tanto, las verdaderas exigencias del psicoanálisis se resumen en la «estructu- se convirtieron en críticos) y un mismo objetivo: rechazar el V1eJOandamiaje
ra narrativa» de los hechos psicoanalíticos, y la relevancia de la teoría freu- de la metapsicología freudiana y demás meta~eorías. _.
diana descansa sobre el «trabajo de discurso con el paciente». Incluso «las A continuación describiremos las aportaciones de los representantes pnn-
producciones no verbales del analizando son excluidas desde esta visión» cipales.
(Grünbaum, 1984, pág. 43).
La interpretación, como recurso téc.nico privilegiado del psicoanalista,
sirve para transmitir al paciente las conexiones y sentidos inconscientes de su ··1 9.3.1. GEORGEKLEIN
discurso. La interpretación define el método psicoanalítico por antonomasia,
y como comunicación verbal, es tenida en cuenta por Ricoeur, definiéndola A Klein (1976), y antes a Home (1966), les cab~;l ho?or de ha?er ~ido
como un «movimiento de lo manifiesto a lo latente» que tiende a «trasladar los pioneros y primeros partidarios de la constr~cclOn de una te?~la, pSICO-
el origen del sentido a otro lugar» (Ricoeur, 1965, pág. 82). Es especialmente 1 analítica basada en las intenciones personales subjetivas. ~om~ calif¡~o cOJ?1?
para Ricoeur la interpretación de la transferencia, argumentando con ella a «fardo» equívoco e irrelevante a la metapsicología, y consld;r? el pSlco~n~h-
favor de la epistemología del método psicoanalítico, como un método pecu- sis no como una ciencia, sino como una disciplina humanística cuyo unico
liar y diferente tanto de las ciencias naturales como de las ciencias humanas y interés válido era la interpretación. ,
la fenomenología. En esto se diferencia de la posición de Habermas. Para George Klein (1976) continuó la línea de Heme, pero fundamentandola
Ricoeur (1965, pág. 61) «el freudismo existe sólo a costa de rechazar esa alter- mejor y fue una pena que su muerte prematura nos.haya privado de sus auto-
nativa». rizadas opiniones en la actual polémica ..Pa:'a Klein ~o se puede hablar de
En resumen, Ricoeur considera la interpretación psicoanalítica como una coexistenc.ia de dos marcos de relerencia, mcom patibles entre ell?s, en. el
«inteligencia del doble sentido», y a la hermenéutica como un método interme- pensamiento freudiano: Por un lado la teoría clínica. (que habla de mtencio-
dio entre los naturalistas y los humanistas, entre el método energético de expli- nes, fines, propósitos y estados internos que dan sentido ~la c?nduc~a), y p~r
cación y el comprensivo-fenomenológico (del tipo de Merleau-Ponty, 1960).
Ricoeur, como adelantábamos, dio un cambio a su posición, suavizando
.q otro lado la metapsicología, que con raíces en la neurofisiología deCl~OnOl1l-
ca intenta establecer «un modelo mecanicista y determinista, propio de las
su anterior atrincheramiento en la postura hermenéutica (Ricoeur, 1977 ..i ciencias naturales, para la psique humana». . .' , .
. y 1978). Modell (1981) cita la manera en que Ricoeur tuvo que reconocer
que, a fin de comprender los niveles y las transformaciones del significado,
<J Ante esa doble faz jánica del psicoanálisis, Klein considera anacromco el
enfoque metapsicológico y afirma que simplemente .debe ser desechado, y de
hay que relacionarlas con Wl examen de la naturaleza, de la estructura, de la I esta forma eliminar toda alusión a «energías» o pulsiones, y especialmente las
organización y del modo de funcionamiento de la mente. Es decir, una vuel- I descripciones psíquicas en términos d~l mod~lo estructu~'~l ~e El yo y el e~lo
(Freud, 1923b), pues se trata de «entidades ll1t~rnas~>dífícilmente compro-
ta a la consideración de la importancia y la función de los modelos metapsi- -j
cológicos. Ricoeur terminó por acudir a un discurso mixto, donde residían ., 1
bables. Para Klein, el peligro de la metapsicología reside en que a me.nos 9~e
mantenza un vínculo muy estrecho con los datos empíricos de la situacron
armoniosamente tanto teoría como hermenéutica, tanto el nivel terapéutico
(su eficacia) como las «narraciones». Y que para explicar las vicisitudes y el analítica, convertiría al psicoanálisis en una ciencia reduccionista, en térmll10s

I
248 Amonio García de la Hoz La visión hermenéutica del psicoanálisis 249

de energía y fuerza entre los agentes internos (yo-ello-superyó), instrumentos


teóricos que desviarán la necesidad de revelar y dilucidar el sisnificado ocul- 9.3.2. MERTON GILL
to de los datos clínicos. o
. Klein afirma taxativamente que no se está colocando en un enfoque ateó- Gill, desde la psicología del ego, se fue convirtiendo paulatinamente en
neo, pues se muestra convencido de que los conceptos clínicos (emanados de un defensor de la teoría clínica frente a la teoría rnetapsicológica. Desdé su
la situación terapéutica), pueden ser tan abstractos como los metapsicológi- colaboración C011 Rapaport, en 1959, ampliando la metapsicología con los
coso Lo que propone es la construcción de generalizaciones relacionadas clí- puntos de vista genético y adapta~i?o (vé~se 15:2-3.2), fue evolucionando,
nicamente, de las cuales sea posible extraer significados y expli.caciones moti- hasta convertirse en uno de los cuneos mas vociferantes de la misma. H~
oacionales, y no procesos descritos en términos de fuerzas o energías. que notar que muchos de los primeros colaboradores de. Rapaport (repre-
Pretende que los conceptos ilustren la significación ele la experiencia, \' sea sentante ele la ortodoxia de la Egops')'chology), corno Klein, Gill, Schafer y
éste el contexto motivacional que proporcione a la conducta su P,ÚÓl1 y Spence, se transformaron más adelante en los principales críticos de la teoría
coherencia. defendida por él. .
Klein, en su elaboración teórica, plantea una serie de sistemas centrales, o Cuando Gil! tituló su trabajo de 1976 La metapsicologia no es una PSICO-
«esquemas», que considera subyacentes al funcionamiento psicológico: Logía, produjo una grao. conmoción en el psicoa~1álisis,n~rteamericallo, pues-
Esquema cognitivo-emocional, esquema de significado, esquema del sí- to que después de haber ampliado la metapsicolcgía Junto cOl: Rapapo~t
mismo. Estos esquemas surgirían de la resolución de las situaciones conflicti- .. ,, (Rapaport y Gill, 1959), y de revisar la obra de Freud Junto con Pribrarn (Pn-
vas, y a su vez, orientan la percepción, expresión y actividades posteriores. De
._I

i bram y Gill, 1976), dio un viraje a su pensamiento, y tras haber concedido U!l
esta forma, segú.n Eagle (1984), sin manifestarlo expresamente, Klein refor- lugar central al punto de vista econórnico.-:-;s decir, el planteamientobioló-
mula la teoría psicoanalítica como una psicología del sí-mismo.
::1 gico más especulativo de Freud-, en opmion de Holr (1984), se le hizo ID-
;..4l.~ !
A~lllque Klein acepta nociones como «desarrollo del yo», o «cambio psi- '''''-1
.:,_'--1
evitable el abandono de esa idea.
Gill, en 1963, ya planteaba que mientras la metapsicología «ve al hombre
cológico» o «reestructuración», sólo son relevantes por su capacidad para
abarcar la estructuración y reestructuración de las metas y motivaciones es como un arreglo para la descarga más rápida de cantidades de energía ocul-
decir, si mantienen una utilidad teleológica y motivacional, En otras palabras, tas» en la teoría clínica «el hombre es una criatura de intenciones que se
conceptos como «estructuras del sí-mismo» o «esquemas de significado», sir- esfu~rza por alcanzar objetivos significativos» (pág. 49).. En 1977, Gill asu-
ven como abstracciones teóricas si se mantienen cerca de la experiencia del mía la posición de que la metapsicologla (y con ella todo el modelo est~uc-
rural) , imponía el marco de referencia de las ciencias naturales para el pSI.CO-

i
paciente y de alguna manera la recrean.
. La noción kleiniana de metas [AimsJ y su relación con el concepto del sí- análisis, que sin embargo era una psicología esen<;ialn:ente introspe.ct1v~.
mismo es lo fundamental de su obra de 1976 Psycboanalytic Tbeory, Lo esen- Incluso fue más lejos al afirmar que las «seudoexplicaciones» metapsicoló-
cial es entender el desarrollo y la conducta humanas en forma de resolución zicas no deben ser aceptadas incluso en el nivel metafórico, pues eso sólo
continua de metas y tendencias incompatibles, condicionadas por la necesi- ~irve para oscurecer y esconder el hecho de que la metapsicología es una
1 «teoría del sustrato somático de la mente», enclavada en SUpOSICIonesneu-
dad de poseer un sí-mismo integrado. Son bastante notorias las concomitan-
cias de estas ideas con las de Kohut (1971 y 1977; véase 6.2.2). rológicas implícitas.
. Por ejemplo, y para terminar, redefine la noción freudiana de represión, Para concluir, Gill afirmaba que la metapsicología es una carga irrelevan-
diciendo que es «un esquema de significado disociado del concepto de sí- te para el psicoanálisis, y que no puede tomarse como una teoría puramente
mismo que mantiene la persona» (Klein, 1976, pág. 241). Hay que notar, que psicológica.
aquí e! énfasis no está puesto en la cualidad inconsciente de lo reprimido, j
SIDOen lo que está segregado o disociado de! sí-mismo. Con lo cual vuelve a
los planteamientos freudianos de la época de los Estudios sobre la histeria 9.3.3. Rov SCHAFER
(Freud y Breuer, 1895d), cuando hablaba, en el caso de las histerias, de un ~
«grupo psíquico separado del yo», a propósito del grupo de representaciones 1 Schafer (1976, 1983) representa e! desafío más evocador lanzado contra la

j
excluidas del comercio asociativo de la conciencia. metapsicología. En su crítica clásica contra ella (Schafer, 1976), propone. sus-
tituir el modelo de descarza enerzética de las pulsiones por un «lenguaje de
acción», donde con un leOnguaje°de actividad, de relaciones y signi~icados,
pretende babel' llevado a Ull completo H~re;imiento el intento de Klein, f~us-
"-' trado por la muerte de éste. Schafer eliminó los constructos ant~'opon:orflcos
y mecanicistas meta psicológicos, y en su lugar colocó una terminologia com-

,j /
La visión hermenéutica del psicoanálisis
251
250 Antonio García de la Hoz

puesta de verbos de acción y adverbios (<<Xactuó inconscientemente» en El lenguaje de acción, así mismo, p~le~e comp~el~der accione_scomplejas
lugar de «el inconsciente de X le llevó a actuar ... »). Para Schafer no hay y abarcar familias de acciones y descripciones múltiples .de accI~)l1esdesde
inconsciente, sino acciones -cognoscitivas y conductuales- que se llevan a distintos puntos de vista, llevadas a cabo en forma consciente o ll1<:onscle~-
cabo inconscientemente. temente. Schafer espera que términos como «yo», «ello» ~ «~uperyo» ter111~-
El término «acción» es definido por Schafer como cualquier actividad de nen por desaparecer y que el énfasis recaiga en las descnpclOnes y/o expli-
una persona dirigida hacia un objetivo, yes propuesto como una alternativa caciones de la clínica. Textualmelite: «Sólo estoy tratando de hacer resaltar
al modo psicoanalítico predominante de descripción de la actividad humana los referentes humanos de los términos metapsicológicos ... para enfatizar lo
(en términos de estructuras o fuerzas psíquicas subyacentes). Coincide con que uno ve cuando observa a las personas psicoanaiíticamente. Uno no ve
Klein en que Freud -\1 ) también Hartmann- al hablar de fuerzas enerzías
J b)
entidades metapsicológicas; ve acciones ejecutadas de d.lversosmodos, alg.u-
estructuras, funciones y aparatos, planteaban un psicoanálisis conforme a nas en forma de pensamiento, algunas en lenguaje emocional, ~gunas en eJe-
principios de una psicología íisicalista. cución motora, y la mayor parte de ellas en formas complejas» (Schafer,
Introducir nombres C0l110«yo», «ello»,«superyó», o frases como «incons- 1979, pág. 871).
ciente dinámico» o «función autónoma del yo», etc., es un retroceso infinito a
entidades sustantivas, «cosas objetivadas», como dice Ryle (1949) «fantasmas en
la máquina». Para sustituir tales construcciones antropomórficas y los modos
, 9.4. CONCLUSIONES CRÍTICAS DE LA VISIÓN
biologicistas y psicoquímicos, Schafer sugiere que se considere todo el proceso HERMENÉUTICA
psicológico, la experiencia y la conducta como tipos de actividades intencionales, .J
como «series de acciones de varios modos», situando a la acción como el prin- I Coderch (1989) se manifiesta contrario a la retirada hermenéutica, .más
cipal fenómeno psicológico y el constructo básico de investigación. La acción se t que nada por innecesaria tras la crítica efectuada por Poppe~ al posLtlVlsmo
determina por «LIDverbo activo que establece su naturaleza y por un adverbio ! lógico. Aunque los argumentos de Popper, como ya hemos Visto.(8.5 y 8.7),
que establece el modo de acción» (Schafer, 1975, pág. 44). La base de observa-
t
han sido a su vez también criticados, para Coderch no era necesaria la renun-
ción del psicoanálisis es todo aquello que pueda ser descrito en estos términos cia del psicoanálisis a su condición de ciencia natural. . .
lingüísticos. Schafer puede describir «acciones defensivas», e incluso catalogar Como ha demostrado Grünbaum (1984), la causalidad de destino pro-
la represión como un tipo de actividad, y de esta forma evitar el recurrir a infra- puesta por la .orientación herm~n~utica para su p~sición ~pistel11~lógica,his-
estructuras, entidades mentales, agentes propulsores o funciones. tóricamente ligada al sujeto, y distinta de la causalidad de la na~u.raleza,no.~e
Schafer sostiene con firmeza que con sus redefiniciones no intenta enca- ha confirmado en la física moderna, pues muchos fenómenos físicos también
jar al psicoanálisis dentro de un modo conductista, atomista o ateórico, pero I puede relacionarse con la historia de los elementos que intervenían en ellos
lo que no se requiere para la inteligibilidad en el método clínico, tampoco se
requiere para la teoría clínica. En otras palabras, para Schafer la descripción
es igual a la explicación, y cuando una descripción se completa y se profun-
diza con corrección se convierte por sí sola en una explicación. .
'1
\
(Grunbaum, 1984, págs. 16-19).
En cuanto a la diferencia entre razones y causas, argumentada tanto por
positivistas como por hermeneutas, para Grünbaul11 no se puede sost~ner
hoy día. No existe diferencia flll1,dal1!entalentre. ra,zones, causas? motivos.
P~ra Schafer, una de las más grandes confusiones de la meta psicología I Freud usaba muchas veces esos terl111110S como smorumos. Nuestro lenguaje
corriente también lo confirma, y es evidente que un sujeto siente las razones
freudiana es la de proponer un «movilizador» del aparato, llámese «yo», «sí-
mismo» o «ego» (que para Schafer son todos lo mismo). Esta proliferación de I que se da a sí mismo para explicar su comportamiento como las cal~sasq~e
términos, tras los adornos mecanicistas, se atrinchera en una mezcla de dis- lo han provocado. Para Holt (1981), tras haber revisado ~allter~tula sobre
cursos, alusiones metafóricas y en una confabulación de constructos y postu- este aspecto al que siempre se recurría para subrayar la diferencia entre las
lados abstractos, que dirigen y prescriben la actividad. Todo ello no es sino ciencias naturales y las ciencias humanas, tampoco posee ya la totali.~ad de su
un lenguaje más propio de las ciencias naturales, que no un lenguaje de inten- fuerza diferenciadora. La razón por la que uno produce una aceren, es su
ciones personales, que es lo que debe ser para Schafer. causa. . l' .
Cuando se adopta un lenguaje intencional, en el cual las personas se defi- Wallerstein (1986) afirma que la pretensión hermenéutica pSI~oar~a.itJ-
nen por sus acciones y sus elecciones, ya no tenemos la necesidad de postu- ca, en su intento de ofrecer una alternativa válida aJ enf?quc cienrffico-
lar ningún movilizador del aparato, sí-mismo o cualquier otra cosa. La per- natural del psicoanálisis, y al proponerse ~0~10 UDadisciplina con supues-
sona queda definida por el tipo de acciones que ejecuta. Schafer suziere el tos lógicos y epistemológicos específicos, distinta a las ciencias naturales, ha
uso del término «agente personal» porque le parece cercano a la experiencia fracasado.
y al sentido común, y recuerda gue en la situación analítica son las acciones y Para Eagle (1984) los hermeneutas no han dado ni?guna respuesta ~cel:ca
los modos de acción lo que el psicoanalista interpreta, y no a las personas, del problema mundano, pero ineludible, de la confiabilidad, o de los cntenos

I
252 Antonio Gurda de la Hoz La visión hermenéutica uel psicoanálisis 253

de conocimiento: «Si mi interpretación, el significado que he descifrado o mi una condición determinada (por ejemplo la represión de una pulsión) y sus
c~ptación ernpárica discrepan radicalmente y aun contradicen los de otro indi- consecuencias (retorno de lo reprimido) en forma de síntoma.
viduo, ¿en la ernpatía o en la interpretación de quién habremos de basarnos Los hermeneutas norteamericanos críticos con la metapsicología freudiana,
para aumentar nuestro saber?» (pág. 195). Este es el mismo tipo de dificultad también han recibido múltiples respuestas, de las que seleccionaremos sólo unas
que más de cincuenta años antes planteaba Hartrnann (1927) a la «evidencia pocas. Por ejemplo Shapiro (1977) apoya la idea de que el psicoanálisis debe
d~ suyo» .de J a.spers como criterio de falsedad o veracidad, incluso cuando despojarse de todas las suposiciones cuasibi?lógicas, aunque no ~s~áde ac_ue~d?
dicha «evld~l1cta de suyo» no fuera la de un hombre común y corriente, sino en que la metapsicológia se reduzca necesanamente a esas suposiciones biológi-
la de un gema para el i'vIenscbenkenntnis (conocimiento del hombre), es decir la casoWurmser (1977) pone en duda la posición de Schafer de que el término
?e un gran. escritor o f~ósofo. Para Eagle, todas las posturas que enfatizan la «función» tenga UD biologismo implícito, pues se usa también en matemáticas y
interpretación, el desciframiento del significado, los medios empáticos o intui- en otras ciencias, donde quiere decir simplemente «llevar a cabo» ..
tiVOSde alcanz?r el_ saber, se caracterizan por no haber dado una respuesta a Spiro (1979), desde la perspectiva del filósofo, afirma que entre l~ comu-
la pregunta arriba formulada: «Creo que el hecho de que en los últimos tiern- nidad filosófica apenas hay consenso sobre la importancia de las distinciones
p~s algunos autor~s ysicoanalíticos se hayan adherido a una postura herrne- entre explicar por causas o por razones. SpiJO sostiene que el argu111.en.to de
neunca o perspectivisra (Schafer, Steele) y otras conexas, se basa en parte en Schafer sobre los peligros de la cosificación y el uso de «entidades objetivas»,
su decepción respecto de que las formulaciones psicoanalíticas puedan abor- implica la visión de que estos construcros pertenecen al orden de las «enti-
.1
dar este tem.a. Es como si tácitamente razonaran que, siendo imposible esta- ·1 dades físicas». Schafer corre el peligro de caer en un error concretista en la
blecer cr~terlos ~d~cuados p~ra evaluar la exactitud de las interpretaciones y .1
manera en que se consideran las sustancias, las metáforas y los constructos
forn:ulaClones clínicas, lo mejor es declarar que esta cuestión carece de impor- hipotéticos. Un constructo hipotético no es W1 fenómeno, sino un intento por
tancia, adoptando ~a postura hermenéutica o perspectivista» (íbíd., pág. 196). encontrar alzún nivel de coherencia en los fenómenos observados. Meissner
Eagle parece seguir a Freud (1937d) cuando afirma que la exactitud de las (1979) es dela misma opinión que Spiro, al afirmar que Schafer se confundió
mterpre.tac~ones no se e?ill~edel rechazo o la aceptación del paciente, sino por al perder de vista lo que es precisamente una metáfora. , . .,
otros cn~ertos. El tono individual o personal de la interpretación, su «sabor» Holt (1979) reclama un lugar para los constructos teoricos del psicoana-
no proviene de la sagacidad o singularidad de la «narración» «relato» o lisis como para los de cualquier otra ciencia. Aunque reconoce que el psico-
«construcción», sino de la actitud y estilo del terapeuta, de factores tales como análisis no es una ciencia natural, y que por tanto no son relevantes las ana-
- !
su capacidad de escucha, habilidad para enunciar sus intervenciones en cone- logías y metáforas con las ciencias naturales, esto no es sufi~iente para cambiar
xión. con los esquemas y sentimientos concretos del paciente, su capacidad de
manifestar auténticos y solícitos cuidados.
. Lacan (~9?3), comentando sobre Ricoeur, dice que accedió a lo más difí-
cil para un fIlos.ofo, a saber, al realismo de lo inconsciente, que no quiere decir
conductas ambiguas, sino una ruptura o un corte en el discurso. Ricoeur llama
hermenéutica a retener esa dimensión, que no es sino leer en las mutaciones
~I
-1

I
unos nombres abstractos por otros (a la manera de Klein o Schafer). Para
Modell (1981) son desproporcionadas las prescripciones de Schafer y cree
que expresan un «deseo aristotélico de preservar los fenómenos a expensas
de negarnos las herramientas teóricas que requerimos para pensar acerca de
lo que sólo hemos observado». Para Modell, Schafer 110 llega a reconocer que
el aprendizaje y el pensamiento mismos implican una interacción constante
del hombre, .el p~'ogreso de los signos, que siempre se constituye con el pro- I entre observación y teoría.
greso de la historia. Pero Lacan no parece muy dispuesto a enrrezar a Ricoeur II Aunque parece haber un acuerdo general en eliminar términos metafóri-
un terreno ya conquistado desde el origen por la práctica de Fre:ld. cos y analogías que empobrezcan la comprensión psicoanalítica, no existe el
!h0n:ta y Kachele (1?8~) a.f~rl11anque las críticas a la metapsicología de mismo acuerdo al decidir qué términos son los sacrificados, planteándose el
Klein, Gill y Schafer estan justificadas, pero que la raíz de toda la crisis estri- peligro de que vuelvan a entrar subrepticiamente por la puerta trasera, .~n
ba! en t~tima instancia, en la confusión entre lo biológico y lo psicológico en esta forma habla Wurmser (1977) del concepto central de Schafer, la aCC10n
psicoanálisis, que surge a partir del monismo naturalista freudiano. Para ellos misma, de la que no se puede decir que esté libre de implicaciones metafóri-
. el 'psico~nálisis debe fundamentarse en ideas auxiliares que se apoyen en la cas. y el «agente personal» schaferiano ¿no es también otra abstrac~ión,
psicología profunda. y sería fundamental averiguar si las explicaciones moti- recordando en cierta forma a los términos que supuestamente sustituye
vacionales tienen un estatus epistemológico diferente al de las explicaciones (<<Yo»,«ego», o «sí-mismo»)?
caL~~ales.Ep cuanto; a la preg~~ta fundame.ntal planteada por Eagle, según A propósito de Klein, aunque también tuvo sus críticos", no se encuentra
Thoma y Kachele, la constatacion del cambio «puede y tiene que ir más allá
d: l~ sensación de evidencia subjetiva. Si no es así, la comprensión herme-
a
neunca queda expuesta al riesgo de una "folie deux?» (páa. 33). Como
·~I una desaprobación tan masiva ni tajante, e incluso algunas de sus propuestas

plan teaba Freud (192:,b), Thorna y Kiichele asumen una relació~ causal entre I Registramos J.¡ crítica de Grünbaum en el capítulo siguiente (10.2.31.
I

/
254
Amonio Garóa de la Hoz

parecen ser bien acogi~as (Eagle, 1984). Aunque sus constructos teóricos
com~ los esquemas de si-mismo o su «aparato», también parecen absrraccio.
n;5 sunll~res a muchas de las hipótesis que se encuentran en la metapsicolo-
gia Ireudiana.

CAPÍTULO X

El inductívismo elimínatívo de Adolf Grünbaum

10.1. INTRODUCCIÓN

Para Edelson (1984, pág. 4), Adolf Griinbaum representa la tercera, últi-
ma y aún incontestada crítica formulada al psicoanálisis desde la filosofía de
la ciencia. La diferencia entre Grünbaum y los anteriores filósofos de la cien-
cia (véase 8.4, 8.5 y 8.6) es importante, pues por oposición a ellos, Güin-
baum ha llevado a cabo una lectura muy minuciosa de varios trabajos de
Freud.
Grünbaum y Edelson, a pesar de su «amistad' personal» (Grünbaurn,
1993, pág. 255), han venido manteniendo en los últimos años UD pulso epis-
temológico sobre la cientificidad del psicoanálisis, planteando los interrogan-
tes sobre los que ha de basarse la critica. Uno desde la filosofía de la ciencia
y otro desde el psicoanálisis, han hecho que el debate no pueda resultar en
otra cosa que en un enriquecimiento epistemológico para todos aquellos que
lo sigan.
Aproximadamente desde el año 1977, Grünbaum había venido publican-
do una serie de artículos (1977a, 1977b, 1978, 1979, 1980, 1981, 1982a
y 1982b), que cuestionaban seriamente la validez científica de las hipótesis y
teorías psicoanalíticas, sobre todo la denominada «piedra angular» [cornerstone]
de la misma, la teoría de la represión. A pesar de que algunas hipótesis psico-
analíticas pueden ser falsables (contra Popper), es imposible obtener datos fia-
bles en la situación analítica. Se ponían en duda los criterios de validación clí-
nica, basados en lo que Grünbaum bautizó rally Argument, única defensa
propuesta por Freud contra el peligro de la sugestión en la práctica clínica psi-
coanalítica. Para Coderch (1989) resulta ser la más seria y contundente crítica
que en la actualidad recibe el psicoanálisis, y según Wallerstein (1986), en ella
deben concentrar ahora los psicoanalistas, sus esfuerzos y su máxima atención.

/
/
257
256 Antonio García de la Hoz El inductivismo eliminati\'o de Adolf Grunbaum
.I
Un año d.e~i;;ivopor las publicaciones que aparecieron fue 1984. Marshall
Edelson decl~lO contestar a todos esos artículos críticos de su amizo Gr"' - 10.2. CRÍTICA A LA POSICIÓN HERl\llENÉUTICA
bal.un, y publi~ó HYp_othes~~and Euulence in psycboanalysis (Edelso"n, 19~~).
Pero en ~se n':ll~moano Gr~ll1baWl1ponía al día todos sus artículos anteriores A Grünbaum, como filósofo de la ciencia, le importa ante todo mostrar
e~l~u obra b~sIca Foundations 01 Psycboanalysis (Grünbaum, 1984). Al coin- las credenciales del psicoanálisis para arrogarse como ciencia natural, tal )7
cI~lr en el ano de publicación de su libro, Edelson esperó cuatro años para como afirmaba Freud. Pero para ello necesita, antes que nada, liquidar la
le"p.ondel (Edelson, ,1988), y a su vez, Grunbaum publicó su último libro opción hermenéutica, el mito exegético psicoanalítico lanzado por Habermas
b~ble este ,tema ValutattO/1 m the clinical Tbeory 01 Psycboanalysis (Gúin- y Ricoeur, y según el cual, Freud se habría malentendido como autor, y que
aUI11, 199)), dejando las cosas en su estado actual. pensando hacer del psicoanálisis una ciencia natural, habría terminado por
'aEI~ n,l~estro,país se ,ban, hecho eco de esta polémica Coderch (1989, convertirla en una ciencia comprensiva o hermenéutica. Si los hermeneutas
l~a",s;) 7-44) y ,Avila(199-¡, pags. 6.32-640),y no sabernos de ninguna otra vale- tuvieran razón, la crítica de Gri.inbaul11no tendría razón de ser, POI: esa razón,
l,aClon de conjunto en castellano de la misma. Nosotros, aquí, plantearemos su obra básica (GrCinbaul11,1984) lleva LUlaamplísima lntroduccián (de hecho
urucarnente los ejes centrales del debate, basándonos en los trabajos recién ocupa casi la mitad del libro) , dedicada a la inmolación de la concepción her-
mencionados. Hemos organizado la exposición en la manera siguiente: menéutica de la teoría y terapia psicoanalíticas,
Según Grünbaum, las tesis de los hermeneutas se basan en una pro-
Prim,~ro la crítica lanzada por Grünbaum a la posición hermenéutica "1 funda incomprensión de los métodos y de! propio contenido de las cien-
Para Gru,nbaum es fundamental empezar por ahí, y solventar lo primero d~ 1
cias naturales, además de caer en múltiples disparates ontológicos y epis-
todo la dIsputa con los ~ermeneutas, pues éstos, al privilegiar la clínica fren- rérnicos. El mayor de ellos sería la afirmación de Habermas (1968) según
te a la teona ~etapslCologlca, parecían haberse encastillado en un lusar inex- la cual la lectura del corpus freudiano es prototípico para todas las ciencias
pugnable, Grul~baum demu~stra lo equivocado de esta posición, ce~trándo- del hombre,
se en l~s pal~d,tnes de la misma (Habermas, Ricoeur y G, K1ein), y pasa a Para Grünbaum, el mayor error de todos los hermeneutas en conjunto fue
efect~~l, su cll,tlca, p,reC1san;~nteen lo que parece e! reducto sagrado del psi- el plantear la radical separación entre las ciencias naturales y las humanas
coanálisis: la situacron analítica, (aludiendo a distinciones como razones versus causas, o causalidad de destino
d En segu,n,dolugar exponemos el tally argument, e! único argumento sóli- versus causalidad de la naturaleza), puesto que Freud, después de 1896, con
a O establecido I-:~rFreud (1?1?-191~), en s';1~8." Conferencia, contra el peli- la caída de la teoría de la seducción y e! fracaso del Proyecto (1950 [1895]),
bro.~~ la s~gest,l?n en la practica psicoanalítica. En este punto, y sin querer perdió la esperanza de obtener para la teoría clínica una reducción global a
cen_al la dlSCUS.lOn y mucho menos negar la pertinencia del tatly argument, la neurobiología, y que ya POi'entonces, renunció, para la metapsicología, a
plantearemos
, di lo expuesto
1 di por nosotros (García de la HozJ, 1998) como un SLlnoción inicial de estatus científico ontológicamente reductivo, en favor de
comentario a iciona a Icho argumento. otro estatus simplemente metodológico y epistémico. Aunque la separación
.:En tercer lugar, desc;ribiremos sucintamente, el restablecimiento por entre la teoría clínica y la metapsicología no está claramente marcada en el
Grünbaum de}a 1~1duc,CI0l1 CO~10método apropiado para probar científica- edificio freudiano, es vital apreciar que el estatus lógico, metodológico o epis-
l~ente _las,hipótesis psicoanalíticas. Un método inductivo no enumerativo témico (en resumen, provisional) asignado a la parte meta psicológica, era
S1110 elllTIlnat~vo,y ~el qU,e C_;rür~baumextrae la conclusión de que no s~ radicalmente distinto de la cualificación de ciencia natural para su construc-
puede cumplll:;n PSlc,o~naltslsmas que basándose en datos provenientes de ción global. y esa construcción global, por supuesto, no es otra que su teoría
fu era de la sesion analítica, de la personalidad, psicopatología y terapia, fundamentadas clínicamente, y
, Por último, llevamo,s,a cabo una valoración de conjunto, necesariamente cuya pieza central es la teoría de la represión. Grünbaurn, apoyándose bási-
inconclusa, .sobre !a cnnca de C_;rünbaurn, que posibilita la apertura hacia camente en Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (Freud,
nuevos can;11105t~oncos e invesngaciones, con lo que dejamos el terreno listo 1914d), concluyó con autoridad que
p,ara el c~pltulo siguiente (capítulo XI), donde plantearemos alzunas conclu-
Sl~l1eSmas generales sobre la cie~ltificidad del psicoanálisis, co~signando los CU'lI1do Freud, a lo largo de su vida, reclamaba resueltamente un estaros de
metodos fundamentales de trabajo en nuestra disciplina, ciencia natural para sus construcciones teóricas, lo hizo sobre todo y principalmen·
I te, para su teoría de la personalidad y rerupia desarroUadas clínicamente, más que
para la ll1etapsicología (Grünbaum, 1984, pág. 6).

y que una vez que abandonó su efímero modelo nemobiológico de la psique,


después de 1896,
258 El inductivismo eliminativo de Adol( Grünbuum 259
Antonio Garcia de la Hoz

..,"constanremcnte,se v!o.a sí mismo totalmente autorizado para proclamar la'cienti. conexión causal que los vincula. Un paciente logra el éxito terapéutico, pre-
f¡cl~~d ?e su teo,na clínica, apoyado sobre la fuerza de un directo y seguro poder cisamente, al aprovecharse de la conexión causal más que, como indica
eptstcnncn cxtruldo de las observaciones que hizo de sus pacientes y de sí mismo
En re~,umell, desde el principio de los primeros <11105 de su carrera: el criterio de Habermas, salvando o superando tal conexión, Y ello corre de la misma
clcnutlcldad de Freud fue metodológico y no onrológico reducrivo (ibíd., pág. 6). forma para las terapias psíquicas que para las de la medicina psicosornática.

C0l110decíamos, aquí se encuentra el mayor error de conjunto de los her- En cualquier terapia -somática o psiquiátrica-e- superar un efecto difícilmen-
me~1eutas.r:reud nunca adjudicó un rol ontológico reductivo a la metapsico- te equivale a Ja disolución de la conexión causal vinculada a su causa (Crünbaum,
t984, pág. 14).
logía. Para el es~ parte era la más prescindible y se podría sustituir por otra
concept,ualLzaClonen cuanto se demostrase su inutilidad. Por el contrario De esta forma la demanda de Habermas de la causalidad eledestino para
Freu~ SIempre adjudicó un _rol de ciencia natural a la teoría clínica de la per~ la terapia psicoanalítica y la causalidad de la naturaleza para las,intervencio-
sonaI~clady la terapia. Por ejemplo, Gill (1976) insistía, para la metapsicología nes somáticas es totalmente insustancial.
freudlal~a,.~n unos consrructos más ontológicos que metodológicos, en contra
d,e la ?p1l110ndel Freud maduro, y creyó poder concluir que «el entramado de
ciencia natLll:lles ll1aprO~)la?Ocon los datos del psicoanálisis» (pág. 91), Y lo
m ¿Son zeneralmente no-históricas las explicaciones en las ciencias
naturales, mientras que los relatos causales en psicoanálisis son históricamen-
rrusmo .ocurna Conlos principales líderes de la posición hermenéutica (Haber- te contextuados?
mas, Ricoeur y G. Klein), para quienes Freud reclamaba estatus de ciencia Para Habermas, 10 genuino del psicoanálisis es ofrecer interpretaciones
natural tanto para la teoría clínica, como -según una extrapolación equivo- sobre la historia de la vida de un analizando particular. Las interpretaciones,
cada de los hermeneutas- para la metapsicología. pues, se combinan dentro de la narrativa hist,óric,a"pues al ofrecerlas a los
Veamos ahora la crítica pormenorizada de GrLinbaum a cada uno de ellos. pacientes se presume que se hacen en un lenguaje clínico intencional de deseos,
afectos, fantasías, sensaciones y así. Como estas interpretaciones se acomodan
10.2.1. CRÍTI CA A I-íAJ3ERIV[AS
en lenguaje motivacional, Habermas habla de e~as como deriva?as des~e u~a
aplicación hermenéutica general de interpretaciones a una particular l:Isto~Ia
de vida de un paciente, Ello se diferencia de las explicaciones de las ciencias
Para valorar los argumentos de Habermas, Grünbaum no necesitará naturales, las de la física por ejemplo, donde existe un contexto libre de CODo
meterse en las credenciales científicas de las hipótesis clínicas de Freud lo notaciones históricas, y unas leyes ahistóricas, .
que hará una vez liquidada la posición hermenéutica. Ahora le bastan arau- Grímbaum deshace esta argumentación aduciendo ejemplos de la física,
mentas externos a la práctica clínica. o
donde muchos fenómenos de las leyes electrodinámicas y otros casos más, de-
La crítica de las ideas de Habermas la resume en tres preguntas retóricas, penden del «contexto», y presentan «hysteresis», es decir, que una propiedad
puesto que conoce de antemano la respuesta negativa a cada una de ellas, de un sistema físico, inducida por una influencia presente dada, depende no
solamente de esa presencia influyente, sino también de la historia pasada de
1) La dinámica de la terapia psicoanalítica, ¿exJlibe la «causalidad de las variaciones de esa influencia.
destino» [Causality 01Fate]?
Según Haberll1a~, que pone como ejemplo paradigmático el paciente que III) ¿Tiene el paciente un acceso cognitivo privilegiado para la valida-
«supera» las repettciones compulsivas propias de los neuróticos, cuando ello ción o desacreditación de las hipótesis psicoanalíticas?
OCULTe, no es p~r haber encontrado la conexión causal según la causalidad de Éste es uno de los mayores temas de la epistemología hermenéutica de
la naturaleza, Sl110que tomando la frase hegeliana «causalidad de destino» Habermas, el pivote central de su enfoque, que viene a decir q~e el pa;i,ente
abn; ,el enlace ,qu~ disuelve los síntomas basándose en el «poder de autorre- es el árbitro epistémico definitivo de los postulados generales psicoanalíticos.
flexIon» terapeunco, Como el propio Habermas dice: «Los insigbts analí~cos poseen vali~ez par.a
Para Gr,ünbaum, la «causalidad de destino» resulta bastante misteriosa y el analista sólo si han sido aceptados como conocirruento por el propIO anali-
p~ra rebatirla se apoya en la «Comunicación Preliminar» (Breuer' y zando» (1968, pág. 261),
Freud, 18~.3) a los Estuc/zos sobre la histeria, donde ambos enunciaron el ro! Para Grünbaum esta tesis epistérnica es tan insostenible como la de la
causal gene!'~co de)la r~presión ~omo condición sine qua non de la patogéne- dicotomía ele la causalidad antes mencionada, pues escamotea la cuestión,
SISde las,pSIcone,ur~slS.Además, Habermas comete un desliz al pasar de la alegando que el paciente goza del monopolio co~nitivo ?e valoración de ~,as
supe~aclOn terapeutica de los efectos por remover su causa, a la disolución interpretaciones, así como de su validez. Otros psicoanalistas como Thoma y
del vínculo causal ~ntre lo patógeno ~ la neurosis., Según Grünbaum, superar Kachele (1975), o clínicos como Monis Eagle (197.3) también se han opuesto
un efecto socavanao su causa es difícil que equivalga a la disolución de la a tal afirmación de Habermas. Como dice precisamente Eagle (197.3,pág. 269),

/
261
260 Antonio Garcia ele la Hoz El inducrivisi110 elil11inativo de Aelolf Grúnbaum

si uno hace inferencias sobre los motivos inconscientes de una persona, a par- de la teoría freudiana es que lleva a cabo «un trabajo de discurso con el
tir de sus verbalizaciones, conducta, síntomas y desarrollo histórico, cierra- paciente». .'
mente la validez de esas inferencias no deben depender en última instancia de Para GrLinbaum, Ricceur lleva a cabo un truncamiento, un enc~rramlen-
la aceptación o conocimiento de esa persona. El asunto 110 es que el conoci- ro del campo de acción del psicoanálisis al limitarlo a las pro~ucClones v~r-
miento no sirva como criterio, sino que no tiene un esta tus lógico. bales, lo que deja fuera observaciones no verbales de los ~aClentes, que ~en
Contra la resis de Habermas de que sólo la «memoria asistida por la auto- m.uchas ocasiones son auténticas fuentes de hallazgos o eVl.del:Slas,no solo
rreflexión» del paciente puede atestiguar la validez de las interpretaciones psi- heurísticos sino también probativos (Jones, .19??). Esta ~l1UtilacLOn del ra~g?
coanalíticas (excluyendo cualquier otro método intersubjetivo u observadores de relevancia del psicoanálisis es una restriccion ontológica, una uerbalistic
analíticos externos), Críinbaum lanza varias consideraciones de peso. a) En st1'C!itjacket (camisa de fuerza verbalistica). Como == contra ,Habern~as,
pnrner lugar, los psicólogos cognirivistas han demostrado que, incluso en el recurre de nuevo a la etiología freudiana de la paranoia, que podría muy bien
caso de conductas conscientemente motivadas, un sujeto no goza del acceso ~onfirmarse o falsarse con un estudio epidemiológico que apuntara hacia el
cognitivo privilegiado para discernir las causas motivacionales de sus acciones aumento o la declinación del tabú social haci~ la h?,mosex~~hdad, 5111 tener
variadas (Crünbaum, 1980). b) Un segundo grupo de consideraciones se reú- que recurrir a ningún dato proveniente de la,sltuaCIOIl,al1~tlca.. . .
nen en torno a la idea de que los neuróticos son palpablemente suzestionables Grünbaum también se apoya en la teona de los suenos pala criticar el
y sus creencias maleables, por lo que de las confirmaciones que proporcionan, Ricoeur, a quien no parece importarle el sueñ,9 como soñado para ser ll1t~r.
nunca podemos estar seguros que no sean dadas para complacer a la fizura de pretado, sino el texto mismo del relat~ del,sueno por el pa.clente. ~sto le pro~
autoridad en quien ellos confían para su salud. Habermas parece estar intere- voca a Grünbaum la pregunta de que sena ~o que pudo ll11p~¡]sara Ricoeur
sado en negar que la verificación clínica sea intersubjetiva, y al imponerse el -además de importantes objetivos ideol?gLCos- a restrmgir el c~mpo ~e
requerimiento de que únicamente el rechazo del paciente puede falsar una estudio de la teoría freudiana del cumplimiento de deseos, que ofrecíala bus-
c?nst.rucción,. se.obliga a declarar «aquí, éxito o fracaso, no puede ser estable- queda de motivos reprimidos infantiles durant~ el estad? del do.n~~r, para
cido intersubjetivarnente» (Habermas, 1968, pág. 266). e) Por último, Güin- convertirla en un mero informe verbal del sueno en la vida de vigilia. Esta
baurn se alza contra la «mística elela autorreflexión» de Habermas, y sobre sus postura hermenéutica sobre los su~ños la res~ll11~.uno de sus repr:sent~t~s
razones para discutir la lógica de las ciencias naturales en contraste con la del más renombrados en la Iorrna siguiente: «El sl.gl1lflcadode un .sueno no resi-
psicoanálisis. Para Grünbaum, el fiar toda la falsabilidad del psicoanálisis de en ningún sueño latente más important;, Sll10 en el c~nter~ld~ rnanijiesto
I yen las asociaciones del analizando sobre el» (Steele, 1979, pago 400).
e::c~lusiv.amentee~ la autorreflexión del paciente, no es solamente miopía cog-
nitiva, S1110 también demostradamente insostenible.
Como conclusión de su estudio sobre Habermas, Grünbaum afirma que ~
I 11) Los' modos de explicación y v~dación de las ,ciencias natUl:~les ¿se
«algunos postulados etiológicos de Freud son, en potencia, elesconfirmables por oponen, en psicoanálisis; a la patogenia de las fantasías de seducción o al
h~llazgos er:i~lemiológicos, sin tener que recurrir para nada al setting del trata- explicativo rol del «significado»? , ....
miento analítico, y 5111 tener en cuenta las experiencias tenidas por los pacientes Para Crünbaum, cuando Freud reemplazo la patogenia en la mfan.Sla ele
cuando sus represiones se deshicieron en el medio clínico» (Grúnbaurn 1984 la teoría de la seducción por la de la fantasía de l.as e~;ena~ d~ ~educClon, lo
pág. 38), lo que mostrará apoyándose en la teoría de la paranoia de 'Preud único que hizo fue hacer mucho más difícil la validación eriológica de la teo-
(l911c). Habermas, por el contrario, destierra toda confirmación exrraclínica ría. Y provocó C011ello, entre ot~~s muchas. cosas, que .Ios hermeneut.a~
para probar las hipótesis psicoanaliticas, y considera al setting del tratamiento denunciaran los modos de explicación de las ciencias naturales como extl~
como el único terreno para cualquier validación o desconfirmación. I ños al psicoanálisis. George Klein (1976), po~ ~jemplo, afirmó que «el obJ~tI-
j vo central de la explicación clínica pSlcoanalltlca es la lectura de la mtencio-
nalidad; conducta, experiencia y testimonios son estudiados por su
10.2.2. CRÍTlCAARrcoEUR .1 sisnificado en este sentido» (pág. 26). ..
I o Psicoanalistas, como Bl'enner, reaccionaron contra el disparate de afirmar
1
:;
Para refutar a Ricoeur, Grünbaum establece cuatro apartados temáticos. que el psicoanálisis no puede explicar con los. ll1éto~os d~ las ciencias ~1at~-
J rales por el hecho de que su matel~iade ~StudlO sea ideacional, Y. que dlf~[[a
I) El truncamiento elel alcance de la teoría freudiana por ello, de la física y de la neurofisiología: «Este he~ho [el.cliferente objeto
Según RicoeurIo característico de la experiencia analítica es que opera
1 de estudio] ha llevado equivocadamente a algunos pSlcoanahstas a la conclu-
en el «campo elel discurso» y que la verdad definitiva reside en la historia de sión de que el psicoanálisis no es una rama de las cienctas natu.rales, Silla una
los casos: «Toda la verdad pretendida por el psicoanálisis está resumida en
la estructura narrativa de los hechos psicoanalíticos». El dominio relevante
-1 ciencia mi generis, puesto que trabaja con ellengl~aje y el sentl?o» (Bren~el:,
1982, pág. 4). Según GrLinbaull1, y como hemos visto en el capitulo anterior,

/
/
·W

El inductivismo eliminativo de Adolf Grünbau111


263
262 Antonio García de la Hoz

Klein, Schafer y otros, sucumbieron a esta tendencia equivocada, lo que le 'os argumentos en relación con la pregunta fundamental ¿De qué suerte
mer e 1 f . . l' . ;l P
de verificación o falsación son capaces as a urnaciones psicoana lt1~as. ero,
lleva a concluir en forma tajante que «el rechazo de las atribuciones causales
invocado por los hermeneutas radicales es una trivialización nihilista, o frívo- según Grünhaul11, más que responder a esta preg~111ta,que en realidad esca-
la, de la teoría clínica entera de Freud» (Grunbaum, 1984, pág. 58) y que «la motea, lo que Ricoeur hace es preparar un escenario en el que lleva él cabo las
hermenéutica racional acausal trunca la etiología de la represión de las psico- siguientes operaciones:
neurosis, trivializándola etiológicamente a la vez que como teoría psicopato-
lógica ... De hecho, al abjurar de las reivindicaciones causales, los radicales a) Una mutilación del alcance del corpus teórico psicoanalítico, ju.zgán-
hermenéuticos renuncian, no solamente al pretendido valor terapéutico del dole coextensivo al «trabajo de discurso con el paciente», excluyendo, inclu-
levantamiento de las represiones, sino también ti la atribución causal de tal so, las producciones no verbales. d.elpaciente. ,.' , . .
eficacia terapéutica. ¿A qué iría al psicoanalista un paciente con problemas b) Una restricción del dOm1l110del psicoanálisis colocándole una ~<~aml-
después de todo?» (ibíd., pág. 60). sa de fuerza verbal1stica», al afirmar que 1:0 h~y ~1e.chos111 observación ele
hechos, sino interpretaciones de una narrativa hlst?Hca., . . .,
lID La teoría de la represión ¿proporciona una «semántica del deseo»? c) Inventar una seudodicotomía entre el psicoanálisis y la PSlco~ogla
Ricoeur, en un mayor esfuerzo por aumentar la confianza en las explica- Académica, y descalificar a esta última como defensora de un condLlctlsmo
ciones psicoanalíticas, propone semantizarlas por medio de una construcción . J crudo .
semiótica de los síntomas. Resume esta maniobra caracterizando la materia , 1
de estudio de las investigaciones y explicaciones psicoanalíticas como una -"~
Tras llevar a cabo las anteriores estratagemas, 11? es ?e extr~ñar que el tra-
«semántica del deseo». Para Ricoeur, los síntomas SOI1representaciones lin- .j tamiento del problema de la validación de la teona psicoanalitica, llevado a
güísticas cuyas causas hipotéticas son inconscientes. cabo por Ricoeur, gire hacia una parodIa escamot~ado.l~ade la cue~t1~n,~onde,
Grünbaum, al criticar este punto, se apoya en Jones (1938) yen su teoría según Grünbaum: a) No ofrece nada pa;a la,v~lidaclon de la~ hlpotesls cau;
no-semiótica del simbolismo. Jones apunta que los síntomas calificados como sales, incluso reconociendo que la. teoria clínica de Freud. lest~ completa .
símbolos son diferentes de las sublimaciones. Ambas pueden ser el resultado b) Da viejas soluciones, como por ejemplo ~<ullabuena e.xplicaclOnpsicoana-
de solucionar un conflicto entre impulsos inconscientes, pero mientras los lítica debe ser coherente con la teoría o, SI uno 1.0 prefiere, deb_eestar con-
símbolos transfieren el conflicto a una idea secundaria que lo mantiene inalte- forme con el sistema psicoanalítico de Freud» (Ricoeur, 1.981,pago271). Un
rado, con la sublimación la energía derivada del conflicto es utilizada en otro criterio de autoridad bastante pasado de moda. e) Ofrece una. illg~~ua, ~u~-
campo de ideas que posee su propia significación independiente y valiosa. :..~.:. . que aseada, destitución del i:resuelto problema de la cO~lta:Il1n~Cl0~episte-
Grünbaum también señala, irónicamente, cómo Ricoeur recurre a los sue- mica por la sugestión, amparándose en la respuesta d~l propio Freud: «D~bo
ños sistemáticamente como su pieza central para justificar el rol semántico y dejar a un lado la cruda objeción, a saber, 9L~eel anahs,ta sugiere a su pacien-
comunicativo de los síntomas, cuando precisamente Freud (1916-1917, con- te que acepte la interpretación, la cual ven[¡c?)a teona. T~mo p.o.rbuen~ l~
ferencia XXV), comparando el contenido manifiesto de los sueños con los respuesta que Freud opuso frente a la acusaClo~ d.e sugestlOnabihdad» (ibí-
escritos y lenguas de la antigüedad, escribió que «éstas se hallan, después de clem, pág. 270). Como verer:10sen .el apartado slgUlent_e,esta defens~..la ~fec-
todo, destinadas a servir de instrumento de comunicación; esto es, calculadas tuó Freud en un lugar precIso (28 . conferenCia), y ahl es donde Glunbaum
para ser comprendidas cualesquiera que sean los medios que a ello coadyu- enfocó su crítica, denominando tall» argwrtent a la defensa .~e Freud. , .
ven, carácter de que el sueño carece en absoluto. El sueño no se propone decir Grünbaurn, en fin, concluye, diciendo que la construccion hermeneutlCfl
nada a nadie, y lejos de ser un instrumento de comunicación, se halla destinado de Ricoeur no es más poderosa que la ofrecida por Habermas. .
a permanecer incomprendido» (OC, págs. 2266-2267, cursiva mía). Pero para l
,..,.l
Grünbaum, Ricoeur es capaz de idear su noción de que el dominio verdade-
ro de la teoría psiccanalítica es la «semántica del deseo». Como ha indicado 10.2.3. CRÍTICAA G. KLElN
Shope (1973) correctamente, el contenido manifiesto de un sueño apunta t:-¡
hacia el contenido latente, pero no para designarlo semánticamente, sino en ¡ Antes de comenzar la revisión de la posición de G. Klein, Grünbau~
el sentido en el cual un indicio o pista apunta hacia algo. recuerda brevemente sus críticas a los dos hermeneutas anteriores, pues Klein
)
parece haber caído en los mismos errores. En este recordatono son pertinen-
IV) Valoración de «la cuestión de la prueba en la teoría de Freud». tes cuatro puntos:
La cuestión de la prueba en la teoría de Freud es el título de LUlOde los
capítulos de Ricoeur (1981), sobre un tema que había tratado años antes 1. Freud, en su madurez, denominó a la teoría clínica de la reP!'esión «la
(Ricoeur, 1977). En sus últimas páginas desarrolla la importancia de sus pri- piedra angular del edificio psicoanalítico» (Freud, 1914d, OC, pago 1900).

I
265
El inducrivis1l10eliminativo de Ado.lf Grünbaum
264 Amonio García de la Hoz
L. filo f', de la ciencia de Freud implica una posición sobre el problema
' , ,Que los conceptos menta Ies son expe J'lemes temparan',os para
J'! 1. oso Id
, ser
Además, juzgó explícitamente a la metapsicología como epistemológicamen- mente / cuerpo: , f' , 1" IJ F d. I releolozie era
reducidos en última instancia a términos lSIOOglC,?S, ara r reu ',a ,- ", ,'.
re sustituible, comparada con la teoría clínica, Él s mía que los conceptos descriptivos formulados en rermmos de plO
2) Después del fracaso del Proyecto de una psicología para neurólogos anatema, e, '1' d I d (á 46)
pósitos, no tenían estar LIS como exp icacioues e a con tuera p g, '
(Freud, 1950 [1895]), el criterio de cientificidad de Freud fue declarada-
mente metodológico o epistémico, y 1'10 ontológicamente reductivo, y sólo Serrón Grünbm,¡m, sobre esta descripción se pretende d~cir al Freud
reclamaba estatus de ciencia natural para la teoría clínica de la personalidad madu;o que, si una teoría clínica B queda reducida ,enfla,acUuall~d ,~e'f' Ul~
y la terapia, A pesar de todo, no menospreció ni rechazó científicamente a Ía sentido que Klein deja bastante vago~ ~~una teon,a ISlC~ sta . clent~~ca
rnetapsicología. Cuando Holt (1981) dijo que da ciencia se define por sus 1ente respetable, entonces B, por esa raZOD,perderla el,mentoexphcatl\ o o
métodos y no por su objetos», para Gninbaum no sólo hablaba por él mismo, ~ientífico que pudiera haber tenido i.J1icialm~nte,A parnr de ~sta mala le~ty.
sino que la frase se podía aplicar a la perfección al Freud maduro, 'euc\' .npulsada eor lo motivos que fueran, Klein baso su ataque a a
r.a d e F r 1 ' . f '
11'

3) Cualquiera que fuera la esperanza de Freuel de reducir la teoría clí- , '1 , como
met'lpsicoloaía que ya vimos en el capitu o antenor, en a ~rmaclon~bl 1
nica a la metapsicología, el maduro Freud no consideró a esta última como que' la teorí~ ~línica y la metapsicología son dos 1110Q05 inccmpati es ee
primordialmente científica en relación con la primera, y en la misma forma,
explicación, etc, (véase 9.3,1), , lid \ [!: iins oi
tras 1896, nunca consideró la teoría clínica como parásita en su reducción a
hipótesis meta psicológicas,
I
, En particular, su frase clave «la lectura de intenciona ac» t reac mg OJ 1:
, ti l't)/] (Klein 1976 pág 26) para Grünbaum es un equivoco Juego
4) Por consiguiente, lejos de considerar la teoría clínica C01110
una especie mten zona 1, "~,, de la ast 1 br '-
elepalabras, que funciona enganosamel?-te a la par, e, a astut~ pa a ,ra <~l1n
de goteo caído desde la superestructura especulativa, Freud siempre consideró bolo» cuando se usa para denotar objetivos sustitutivos pa,ra los imp , s~s
la teoría clínica COmO autentificada científicamente desde su base, por las evi- , .imidos aunque después de todo, «no resulta una enormidad tan egregia
dencias acumuladas recogidas en su consultorio y en su propio autoanálisis. ~~~o la se/nántica del deseo de Ricoeur» (Grünbaum, 1984, pág. 90),
Klein (1976) se adhirió a muchos de los errores de la hermenéutica, bien
independientemente o adoptándolos a partir de Ricoeur, y sobre todo al bási-
co ya señalado: La tesis de que el estatus científico de la teoría y el dominio 10,2.4, CüNCLUSlONES DE LA CRÍTICA A LOS HERMENEUTAS
de los fenómenos, giraba en torno a la reducción ontológica a partir de enti-
dades fisicalistas recibidas de las ciencias naturales, Para Gninbaum, resulta El'escrutinio de los principales objetivos de los hermeneutas, con cie,r~o
muy sorprendente que Klein parezca desconocer el hecho de que, desde, sus humor, es denominado por Grünbaum como «el colapso de ,lareconstru~clOn
primeros años, Freud rechazó la marca de cientificidad ontológico-reductiva, científico-fóbica de la teoría de Freud», y arroja tres conclusiones como resul-
en favor de una epistérnica o metodológica, ¡¡Y entonces Klein nos hace creer tado:
que Freud degradó, como acientíficas, las explicaciones basadas sobre los
conceptos de su propia teoría clínica!! Dado que se puede conjeturar que esta 1. La pretendida reconstrucción filosófica d,e la teo;ía clínica lle~~da a
defectuosa lectura de las ideas freudianas no la haya encontrado Klein en las
obras del maestro, para Grünbaum, parece haberse derivado del abono ideo-
cabo por los hermeneutas, descansa sobre, una exegests mittca c1ellan~:l~~
cientificidad del propio Freud. Y de la misma manera que esta e~t~lIaartt
t~
lógico dentro de la comunidad psicoanalítica de su tiempo, donde se idola- cial, su paradigma de las cienc~as naturales es sal~aJemen~eanacr~nllco, ,
traba la probidad ele la metapsicología tradicional existente, Esta conjetura 2, La noción de «intenclonahdad», aproplada para las exp lc~~~ones
motivacional se insinúa a sí misma a partir de su denuncia contra la degrada- motivacionales psicoanalíticas, ha sido mal asimilada ~ e~plotida ,:r1onea-
ción de los conceptos clinicos formulada por muchos de sus colegas, El mito mente -en una u otra forma- o hacia el silogismo p~actlCo o _1aCl<la sm~-
de que Freud constantemente menospreció sus explicaciones clínicas frente no tiene el sentí-
bólica función de un lenguaje, Este tipo ele l11te!lclOl1a!l~ad
a las metapsicológicas, es una metec1ura de pata del mismo calibre que decir do ontológico ni epistémico exigido por sus te~lsfllosoflcas, iad d u
que la relevancia causal es inherentemente fisicalista, y al parecer Klein com- 3, Una vez que la construcción hermenéutica se l~a despoJ~ o, e s
partía ambas cosas, it científico-fóbico su esterilidad para una utilización constructiva dtl
La visión de época de Klein parecía ser el considerar la teoría clínica como l:~,~do freudiano en ~sicología y psiquiatría, se hace, ~;pare~1te,El cump ~-
un mero expediente temporario o una estación de paso para la metapsicolo- miento de un plan de investigación, residuo de la v~rslOn0bnglüal,~eli' he,-
gía, que es la que rendirá las verdaderas explicaciones, reduciendo la teoría menéutica de Dilthey, ha resultado ser un mero grito de ata .a 1 ea ogica
clínica a genuinas categorías científicas, Suponiendo que Freud constante- negativista.
mente degradaba su teoría clínica como una muleta protocientííica, Klein
(1976) se sintió autorizado para declarar:

I
266
Antonio García de la Hoz El illductivismoelirninarivode Adolf Grünbaurn 267

10.3. EL TALLY ARGUlvIENT ofrece [Freud] su defensa epistemológica principal del método psicoanalíti-
co de investigación y prueba clínica, una reivindicación fundamental cuya
Una vez llevada a cabo la devastadora crítica de Ía nosi " I importancia, por lo que yo conozco, ha sido completamente ignorada en la
ca, que en su postura más radícal ¡ d.' . 1 e a posicron lermenéuti_ literatura, hasta que llamé la atención sobre su significancia en dos artículos
d f .. '" JO na lIlC uso suponer u tri h .
to e uutrvo para el psicoanálisis aislado de cualoui . f n a nnc eramlen_

clínico de investigación.
id
baum se centra en la crítica de l~ 'validez de ua Uler u~n.te externa, Grün-
e os atos clíI1ICOS y del método
recientes (Grünbaum, 1979b y 1980). Allí, a esta defensa fundamental de
Ereud (1917) de su epistemología clínica, la apodé "The Tally Argument",»
Tally Argumen: puede traducirse como argumento de la concordancia,
Ya desde los tiempos de la amistad con W Fli eE F· d d . ., pero en adelante respetaremos su grafía original. En esa conferencia, Freud
gro qFuesuponía la confirmación por el pacient~ d~ s~s I;tp~t a. Vll"t!Oel alP~~- lleva a cabo la defensa de la terapia psicoanalítica contra el peligro de suges-
caso ue tan consciente de ello ue lo od . esis psicoan in tión que suponen los sentimientos transferenciales. Grünbaum demuestra
llos ,sueños de sus pacientes d';eud, t900~nO¿pr~~Ia~~c~)n 111tltezen aque- que esa defensa, aunque valiente, resulra infructuosa episremológicarnente,

~~~~:~:~~;~~J;~~~r~:~~:r~:,~~~:~~~!~é~~:~,~'~
res, Freud sabia muy bien ue estab a se? muenros e otras figuras familia-
puesto que nunca vamos a estar seguros de que los resultados no se deban,
bien a la sugestión, bien a las ideas preconcebidas del paciente. Vamos a
reproducir el pasaje freudiano en su totalidad, pues' para Grünbaum, es el
lugar donde Freud encara el desafío de la sugestión, en la forma epistemoló-
siguiente dificultad fllndam~ntal. Loa ~o~Ieni? =
la mano de los críticos la gica más elocuente y significativa de todos sus escritos'.
prueba para la teoría psicoanalidca de ia ose~silllCO.Sno pueden servir como
terapéutica se logra por un verdadero d p b~al~dad, y nrnguna ganancia Me diréis ahora que lo importante no es el nombre que le demos a la fuerza
estar inducido por la influencia suzestíva deslcu~lmlenalt.o,puesto que puede motriz de nuestro análisis -transferencia o sugestión-, sino el indudable riesgo
F d ., ., <:> e psicoan ista. existente de que la influencia ejercida sobre el paciente vuelva dudosa la certeza
reu ,qmza por su formación científica en lo - d . . objetiva de nuestros descubrimientos. Aquello que resulta provechoso terapéutica-
ffiducho más consciente del peligro recién formuladsoanos e arendlzaJe, fue mente, puede en cambio ser perjudicial para la investigación.Es ésta la objeción que
e hoy día. No podemos resistirnos a ex o ' que muc lOS.terape~tas con mayor frecuencia se opone al psicoanálisis,y hemos de convenir que, aun sien-
«senior» de Chicago citado po G." b P ner el t~xto de un p~lcoanahsta do errónea, no podemos, sin embargo, rechazarla como absurda. Pero si fuera acer-
mica actual, y que p~ra nosotr;s a~I~~l:~d como ejemplo de .laxirud episté- tada, el psicoanálisisquedaría reducido a un tratamiento sugestivo muy bien disfra-
gato retrógrado y autoritario sob;e la de
terapia psicoanalítica.
d
esa laxJtud~ r:fleJa todo. un ale-
pen encia y SUlnJSIOndel paciente en
zado y particularmente eficaz, y sus afirmacionessobre las.influenciasde la vida, la
dinámica psíquica )' el inconsciente, carecerían de todo valor. Así piensan, efectiva-
mente, nuestros adversarios, para los que nuestras interpretaciones de los sucesos
sexuales-cuando no estos sucesos mismos- no son sino un exclusivoproducto de
.Sólo la esperanza del cumplimiento de deseos infantiles Id" . nuestra corrompida imaginación, sugeridos luego por nosotros a los enfermos. Es
pacrente para la tarea terapéutica. Tamo en la vida ad 1 . pt e e movilizar a_un más fácil refutar estas reflexiones recurriendo a la experiencia, que por medio de
camente la esperanza de amor y de mi d 1 u ta como en la ulfanCla,uru- consideraciones teóricas. Todos aquellos que han practicado el psicoanálisis cono-
resistencia para examinar las pautas def o ~ que e amor sebPlerda
j puede Superar la cen muy bien la imposibilidad de sugestionar a los enfermos hasta tal punto. Desde
para evitar la ansiedad. as uerensrvnsque se esta ecen, después de todo, luego, no es difícil hacerles aceptar una determinada teoría y hasta que compartan
Un paciente que tiene una transferencia .. I un error del médico. En esto se comporta el paciente C01110 cualquier otra persona,
darle, y I!ablarásobre lo que ella [sbe] iensaPOslUjacon.e te;'apeuta quiere agra- como un alumno, pero en este caso se habría influido sólo sobre su inteligencia, no
nute ser tnvestil1ado incluso temi d p que e llltelesara... Un paciente pero sobre su enfermedad. La solución de sus conflictos y la superación de sus resisten-
. ti, en o exponerse '1 la hu '11. . _ I .
que. quiere el afecto y la aprobación del t ." 111.1 ,IC1On y a castigo, por- cias no se consigue más que cuando les hemos proporcionadorepresentaciones-anti-
SabIendo esto sobre un paciente _ a1erapeuta, y no SImplementecaerle bien. cipatoriasque coinciden en ellos con su realidad interior [Wirklicbkeitl. Aquel.las
e . 1 se esta erra COntralos pelig d I 1"-
transferenCIa. El paciente en una transfe . ". . ros e a re acion conjeturas del médico desacertadas desenronan en el curso del análisis y es preciso
preciso para conformarse a los'd dreII1clu
posiuva, InconscIentemente, hará lo abandonarlas y reemplazarlas por algo rnés correcto (Freud, 1916-17, OC,
. d e. SI. el terapeuta quiere
ennen 'eseoshabl d l' tal y como el' paciente 1os
e_..terapeuta
págs. 2404-2405, cursiva mía).
li Id' , ar en rerrnmos e corn 1 . d Edí
ICa mcestuosn, el paciente realizará su ma 01' f p ejo e IpOy sexua-
ese camino y se acomodará a ese ca S.' y es uerzo para llevar el material por
ci
te en otro entramado este último s~1~~;n 1 tr? terapeuta enfoca el mismo pacien- Hemos querido exponer en su totalidad el fundamental pasaje de Freud,
porque es sobre el que Grünbaum estableció su Tally Argument, que es el reto
te (Basch, 1980 pál1s' 70-71 citado G~.abla a este terapeuta y así sucesivamen·
) , ti· "por run aurn, 1984, pág. 134).

Pero Freud, repetimos, era mucho má id d .

.
la
!U;aeb~i~~\:r~~~u~~~E y Gr~iI:baEumhaldes.t;c~dlo d~fe~~asf:e~~1~~1~ li~~:l:
erencia: «en su eccion de 1917, Terapia Analítica, nos
I Debido a su importancia, el pasaje lo hemos reproducido siguiendo la versión de López Bulleste-
ros (Biblioteca Nueva), completada con la de Etcheverry (Amorrortu eds.), teniendo delante las versiones
inglesa (Strachey) yel original alemán (Srudicnausgabc, Fischer),

I
I
268
Antonio García de la Hoz El inducti\'isl11o eliminativo de Aclolf Grünbaur» 269
que ti,enen que responder los psicoanalistas con vocación epistemol' o' '.
que ~un n,~se ha resuelto en la actualidad, Por nuestra parte,' ex ond~bIca, v sobre la dinámica inconsciente de su carácter es causalmente necesario para
contmuación un resumen de l0!eresentado en la última de las ' p. ernos a la conquista terapéutica de su neurosis.
I . f ' d . ,.. 1euntones ent .
G
M,ís adelante (1984, pág. 141), Grünbaum, creemos que llevado por una
os pro esores e pSIcoa~lahsls e la Universidad española (García de I H le
1998e), que puede servir, tanto para describir lo que es el Tally A- a OZ, excesiva e interesada literalidad al texto freudiano, intenta salvaguardar a
con~ p~ra proponer un pequeño comentario crítico al mismo, rgul72ent, toda costa su Tally argument a despecho de cualquier clase de patología clí-
nica. Este seguimiento un tanto ciego, quizá por su conclición de filósofo de
Ji ti ~Iamos anftes que el texto que sirvió de base para la formulación el I
a y. rguln_ent ue la 28." COlúerencia de Introducción al Psi áli e la ciencia y no de clínico, no le permite considerar dos cosas muy importan-
te~apta analitica (Freud, 1917), texto que Grünbaum ex uso enlcoald ISIS,!a tes: a) Por Ull lado, que Freud, en 1917, todavía no tiene una teoría psico-
~:llas,Importantes (1984 y 1993) en la misma forma, siO'L1i~ndosieI~~sre ~~:as °d analítica fija, precisa y completa que delimite las neurosis de las psicosis, y
mucho menos en cuanto a la técnica terapéutica para con estas últimas.
Ingles ddelStrachey. En The FoundatiortS 01 Psyc!?oat,aIJlsú vemos ~npli xto
te CIta a a conferenCIa de Freud y las palabras clave de Ía misma: amen- b) Por otro lado Freud es claramente consciente de que las psicosis -«neu-
rosis narcisistas» tal como las denomina en estos momentos-, no siguen los
f\fter all, his conflicts wil! only be successfully solved di' . mismos criterios de curación que las neurosis y mucho menos en cuanto al
come if tl ' . id I an liS reslstances over
16, 4-2] (lGea·lltb,c,patoryleas le is given la")' with what is real in him [S E 19]7- seguimiento de las dos NCT Grünbaum, citando ahora el diccionario de
.) run aum, 1984, pág. 138). " , Laplanche y Pontalis (1968), acepta la distinción expuesta por ellos en cuan-
to a la nítida diferencia entre las dos formas de psiconeurosis que plantea
(Hemos puesto en cursiva la palabras claves) Freud (las «narcisistas» y las de «transíerencia»), pero luego malinterpreta a
- Un po~o mas adelante, Grünbaum vuelve a citar el mismo pasaje en la Freud (en su lección 27" de Introducción al Psicoanálisis) al hacerle declarar
forrna siguiente:
la misma «sanción epistémica» para la etiología clínica de las dos clases de
psiconeurosis, escribiendo lo siguiente:
After all, his conflicts will only be successfully solved and hi , .
. ;le I'f tIle an ticrpatory
COI ' , ideas Ii
eas [i.e., mterpretative
s resisrances over-
depictions of anal tic meanino
1,
~6~~;~tUy [both objectwely and subjectively} wirh whar is real in km l;~
(s. E. í'~
Yet, in another lecrure (number 27), he explicitly gave the sarne episremic sane-
rion ro the clinical etiologies of the [\VO subclasses of psychoneuroses (S.E. 1917,16:
438-439). And presumably he clid so by extrapolaring the therapeuric viudicarion of
rhe psychoanalytic method of etiologic investigation From rhe transference neuroses
(Hemos puesto en cursiva de nuevo las frases claves) to the narcissistic ones [Grünbaum, 1984, pág. 141].
.Como se ve I~ CIta de Freud .~s idéntica y la única diferencia son las aco-
taclone? entre corchetes que Grunbaum añade al texto de Freud S -, 1 Lo que precisamente apunta Freud en esa lección 27." (Am, Ed., vol. XVI,
en cursiva una de estas acotaciones para marcar lo que parece esencia! ~l~t pág. 399, o también OC, pág. 2396), es que esa extrapolación (técnica) fraca-
sa estrepitosamente con las psicosis. ¿Por qué, entonces, Grünbaum lo expo-
que e? ~reclsafme?te ?Igo ,q~e tiene que ver con lo objetivo y lo subjetivo y'
una cierta con USIon irnplícita en la argumentación de G·" b ' ne así? Descartando que no haya leído bien esa lección, se pueden dar dos
mos . d l run aum que vere-
b
¡ ~n(f909c.?l11~Sa e ante. En Validatio12 in tbe Cli12ical Theo!')' Psycboa. ;¡ razones: 1) Por mantener a toda costa su Tally Argument (incluso para las psi-
cosis), pues así toda su crítica epistemológica contra él puede permanecer
na ySH J, pago 182), vuelve a exponer la misma cita freudiana:
vigente. 2) Por una defectuosa interpretación del vocablo «real», que apare-
me f~er all, I~isconflkts wil) OI~ly be successfully solved an his resistances overco- ce en el pasaje antes citado de la lección 23.", traducido por Strnchey . En des-
c-i r e alltlclpatory Ideas [i.e., mterpretative depictions of analyric meanina] he is cargo de Grünbaurn quizá se pueda aducir la dificultad filosófica del térmi-
given rally [both obJectlvely and sllbjectivelY]lVith whar is real in him [pág. 452].
no por un lado, y el que Freud, a pesar de un uso intuitivamente correcto y
filosóficamente riguroso, no tiene, pese a todo, consolidado el concepto.
~epetil110s, para Grünbaum, éste es el más poderoso y elocuente asaie La distinción Real/Realidad, que puede observarse en los escritos de
e~:le.todo~ los escntos de Freud, en cuanto a la defensa epistemolótticaPde ~u Freud, quizá por ser una diferenciación que penetra en el campo de la filo-
pracuca clmlca. En las páginas sizuientes de las dos obra . b d' ,
exponer el Ji lt ? s menciona as tras sofía pura, pudo ser pasada por alto por GrÜnbaum. Pero resulta de gran
sis d ... a JI argument como u.n!:a defensa epistemológica del pSico;náli- importancia para la comprensión del concepto de Realidad que está en juego
l' ,es~lbe las, dos teSIS de c?ndlclo~ necesaria del mismo (NCT): l.") Sólo para Freud, y por extensión, para la clínica psicoanalítica.
et metol o an~lJtIco de tra,tamlento e ll1terpretación produce insights correc- Freud, es verdad, 110 fue un filósofo propiamente dicho, pero en muchas
os en os paCIentes a traves de lo p·\to'0'. . d .
2 ") El.' .h 1 .' beno ll1COl1SClentee su pSlconeurosis. ~Iesus obras quedó patente la influencia de los conceptos del pensamiento
. 1I1Stg t comp eto del analizando sobre la etiología de su aflicción y
filosófico de su tiempo, como no podía ser de otra manera, y a la hora de
escoger sus términos no obraba en absoluto en forma azarosa. A la hora de

/
~ t::...- i': ~

270
Antonio García de la H Oz El inclucri\:ismo eliminarivo de Adolf Grünbaum 271
verter al inglés algunos de estos vocab' ,
aquellas palabras inO"lesasque mejor slos'dsU traducto¡ (Strachey) escogía Dado que el Tally Argument se basa en la traducción inglesa de las pala,
ca rrespon
', denr
enciai o perfecta Así o e ,,"
no era a aptaban e , '
pero en ocaSLOnesla ' brHStextuales de Freud en la mencionada 28", Conferencia, creo que es
que pasó en la Standard Edition' il1O"leoaCLUj\I'1°! Pdo(re¡emP)lo, con SeeLe (aLna) importante señalar que ahí Freud usó lVirklicbkeit y no Reale o Realiuit, lo
bra d e 1a que F reu d se sentía tan al'b ullo e a 'v, tn mente' " o ca l1 Tri rteb e, pala, que creemos era totalmente intencionado, puesto que de la realidad que se
las lenguas que se vertió en for ,g oso por ser enVidIada por el resto de tnltaba era de la realidad interna o psíquica, como queramos llamarla, y no
L " -, alma Incorrecta por lnstinct de.la realidad objetiva o histórica, para la que Preud hubiera escogido sin
o mismo puede decirse de 1 \\7;' kt ik ' 1 '
tinta de la Realitiit (realt'dad obi atO' ¡)I' ten SOez!ahemana (realidad efectiva) dis.
o duda Realitdt o Reale o algún derivado, Es posible que Freud en algún
' '-
R ea1o Realztv quizá pOI'la !'llf1U ia d 1 ¡e rva que trae , ,,'" di , ,
' e}l'veruo 111 ,IStl11tamente POl' momento de sus escritos no sea de! todo sistemático en el uso de la \'{,'i1'klicb-
r ' ,. encla e a ternun ,
angIosajón, que no distinO'ue bien 1 ' " d °logIa empmsta en e! medio keu, C01110 por otra parte no podía ser de otro modo tratándose de una dis-
l' "", e a OpOSJClon e os d ' , al ciplina en formación y en status nascendi como el psicoanálisis, Pero su utili-
tgLll:tlca, e¡¡J1]ológicay sem(¡nticameme diferenn T os tern:uno: emanes, e

rances y en castellano, tenemos que forzar~' di ~s, ,~l1to en mgles, como en zación en la lección 28." es intencionadamente ajustado, tratándose del
puesto que la raíz semántica es la misma si sa ,lstlJ1CIOn entre Real y Realidad campo de las neurosis y de su tratamiento, y no del campo psicótico, pues
Frepd qLdteríadecir, En alemán, ese for~a;111e~~~I;~lcl~ c?mprend<;r bien lo que entonces Freud hubiera escogido Realitdt, como hace en otros escritos
reu .' en el pasaje citado antes al' Grünb a ll1ne~,es,a_no,, , (l924b y 1924e), A los psicóticos no se les pueden ofrecer ideas anticipato-
<~.. , die rmt der lVtrkliebkeit in íhm üb P, " aum, eS~llblO lo SIgUlente; rias para que coincidan con su realidad interna o psíquica, porque dentro 110
lIteralmente puede ser traducido ' ereuttm:;¡zen» [C,u~'sIvanuestra], lo que hay nada de eso, Este descuido clínico o psicopatológico ha conducido a
ofrecidas por el analista] que con)Ol,<~'i:dad[1 e?t antlclpatorias conscientes Grünbaum a forzar un poco los textos, por ejemplo en su repetida afirmación
Pero, ¿qué es la Wirkliebkeit? a lea I a en e concuerdan», de la tesis freudiana en relación con la paranoia: El delirio como respuesta a
, Freud procuraba ser muy cuidadoso en la I ' , una incontenible pulsión homosexual. La propia fórmula freudiana es muy
estos tardaran un tiempo en alcanzar I e eccion de vocablos, aunque discutible, y desde luego sería arriesgado afirmar, como sugiere Grünbaum,
experiencia clínica Un repaso id dP enodsentJdo en cuanto a su ajuste a la que desaparecería dicha patología si hubiera una sociedad permisiva a las
'1 b ' CUI a oso e los es .it f di prácticas homosexuales, y ello a pesar de que esa sugerencia la efectúe para
VISum ra.r la clara diferencia entre Wlr k"Hebkei. lV/' RCIl,os reu lanas
el! y ealit "t bi , permite
,,
por F reu d en sus textos, Para ver Con 1 'd d . 1, a.' t~I? len utIlizado refutar la opinión de Popper sobre la no falsabilidad del psicoanálisis,
echar malla de la filosofía aleman ( " ~ an a esa dlsunclon necesitamos En uno de sus últimos escritos (Freud, 1940a [1938]), donde precisa-
aún sin declararlo demasiado est~b;yncl~~~11ente de Kanr), de quien Freud, mente por serlo tenemos que esperar el uso más riguroso, Freud escribe: Das
m~n hay dos maneras de de~ir «re~lidasd~>lClentementeImpregnado, En ale- Reale' ioird immer «unerkennbar» bleiben (<<Loreal permanecerá siempre
objetivo, cosas del mundo que exisr h' 'f1) Realztat, que es el contenido incognoscible», OC, 3412), Según apunta Etcheverry (1978, pág. 37) muy
[ , en a I uera y2) W':'k"hk' Ii acertadamente, Freud no escribió ahí die Wil'klichkeit (la realidad efectiva,
erecnva, operante, y también realidad i ter 1: alid d Ir H~ eu, rea idad
plo, el mundo imaginario de un sLljeto,np~::l' le .-I d
Clsamente e! descubrimiento capit 1d F' d ernas, a W:Zrklzchke¡,t,es pre-
1 qL~etiene, por ejem- operativa, interna, psíquica, etc.), sino das Reale, lo Real. y este Real no es en
absoluto el mismo al que se refiere el texto de la lección 28." en el que está
la seducción: Deja atrás la Re "t ,at d el ~eu ,cuando deja atrás la teoría de basado el Tally Argument, aunque en inglés lo leamos de la misma manera,
lV/'k".lk '
W Ir .uco ett de las mismas pase
' au a "1 e as escenas de se d UCClOn " para que la «real», Este Reale es con manifiesta claridad lo Real de Lacan, lo más incog-
C '11 < a primer pano noscible, lo que en ocasiones puede ser más el mundo exterior que el interior,
enci o y Rodríguez (1968) lo ex " "
deter.minar cuándo algo es e ' ' ' ponenalcon preClSlOI1al preocuparse de por más que los órganos de los sentidos nos animen a pensar lo contrario,
t-,»
R ea,atat, n SI nusmo re o no D' , 1
pI:o~e~liente del latín realitas (res = c ') I~tll1~Uenc arame~te la Esta distinción Real/realidad es fundamental para la delimitación del tras-
hacia la objetIvidad de la COsa de] té,' o~a , termino que se orienra torno neurótico y psicótico, así como también para la comprensión psíquica
es ~I de efectividad (de la raíz :urk g/p1l10 al~dTIa~Wzrklzehkeit, cuyo matiz de 10 interno y externo, Creemos que el Tally Argument de Grünbatilll pasa
lo ll1trodujeron en la lenO"ualitera~'ia '1 erg" e,l g, uergom == trabajar), y que Ltn poco descuidadamente por estas distinciones,
ocasiones la palabra Wirklieh ud' ?S ?:IStJ,COS ~lemanes ~e! siglo XlII. En
característica de no 10calizableP e elsIgnifdlcallo Ir,.ea~ precIsamente por su
'en e mun o por no t, ' "
ca, Es por esto q'lle se equipal'a al, d " ener una sustancIa flS1- lOA, EL INDUCTIVISMO ELIMINATIVO
'J " " as pro UCClonesde I f ' ,
ISIS,por ejemplo para las que es e 'bl 1 a antaSla en pSlcoaná-
, " prelen e a categ .' dI' , ,
mana, Pero la Wirklich 'Oet't t" Olla e o Ullagl.t1anolaca- Para Grünbaul11, los datos probativos son aquellos capaces de conferir
" ,R. lene sIempre un n t' d [ "
operaclOna1tdad
, , ' de actl'vI'dad
, ' '
" aun sm tener o P' ' la lZ e electlvldad , de credibilidad a una hipótesis, proporcionando base para aceptarla provisio,
conSIstenCIa objetiva, ' leClsamente por ello, una nalmente como verdadera frente a otras hipótesis rivales o alternativas, La
habilidad para manipular experimentalmente en tratamientos, condiciones y

/
r,í
-:r
~ /
273
, ' .: clii11ina[ivo de Adolf Grünballi1l
272 Antonio G<lrcÍiI de la Hoz Ellntlucn\ rsmo
fir ladas \1 Ialsadas \1 la significativiclad de estas
niveles (es decir, cantidades), para producir, medir o comparar los efectos de l'mcas
' ueden ser con ID J' , J 'y' 10
,1I1¡1 PI' ili '. no es tan zrande como se piensa, por
diferentes tratamientos, condiciones o niveles, y poder controlar o eliminar d
deman as,so l psibre e psicoana lSIS lta muv
T ' desde ambas posturas no resu ta muy re evan i
e r 1 te
influencias extrañas, las cuales pueden ser las responsables de las diferencias tanto la cntdlclaa p(s{~~~)a{:Idiferencia entre el falsacionismo de Po~per y e
observadas en los efectos, etc" todas estas características serían las idóneas Para E e SO~1, " , " t ,los cánones de este ultimo se
para la cientificidad de cualquier tratamiento clínico, 'nductivismo elu11ll1atlvono es,,tan grane et,,) de lo que Popper quiso decir
J laboraClon en [JOSIlVO, ' ,
Pero según Grünbaum, los datos extraídos de métodos no-experimem-. , t P ueden ver c01110 ' El fals"cionismo
'. una se test d'e h'"ipótesis». "
y el inductlVlSmO
, ' '
les como la asociación libre, por el contrario, están inevitablemente contami- con]¡\ f rase «ngmo1so " tan diferentes visiones de la ClenCla,S1l10
nados por esas influencias extrañas, y no permiten eliminar explicaciones eLiminativo,ele hec ro, no replesend, ,
. tas a preauntas isnntas. 1 ibl
plausibles alternativas para los grupos de observaciones realizadas, Esta opi- cliterenres respues 'b t> 1 liíica a una afirmación como P ausi e
nión de Grünbaum se basa en los cánones de su método científico fa\7orito: Popper pregun a,
t so re o que ca l,'
f ls ble Entre las afirmaclOnes a1sa das,
,. f
, 'y, sponce: Que sea a sa ' d
el inductivismo eliminativo. Este método «en el momento actual es conside- pala la Clencla" le " , br .iviendo en rigurosas pruebas e corn-
rado por muchos como el mejor instrumento de que se dispone para aplicar "launas sobreViven, y contu:uan so rev
un criterio científico a la comprobación de cualquier hipótesis» (Coderch, ~;tición gen~r~l con ~tr~s ny:tle:, ande a la cuestión sobre 10que hace que
1989, pág. .39), El inductlvls1110e1~mU;fatl\ o resp ibl que será aceptada provisional-
Para Edelson (1984, pág. 4) inductioismo eliminativoes el nombre del cri- una afirmación sea, cienti Icar:1~nte creí e,
terio de cientificidad en el cual una evidencia proporciona apoyo a una hipó- !1lei~e;:otU<?ciebt!f¡cll~~~~ed:a~~~status científico de credibil¡d~d,y sobre la
tesis, confiriendo credibilidad científica a dicha hipótesis, únicamente si: El enfasls so, re e, '" 1 hi ótesis frente a otras rivales o alter-
obt~nciól'~de eVldeld~la~qU~rain~~du~tivFsll1o eliminativo del falsaci?nismo,
a) La evidencia es impuesta por, es deducible de, o es un ejemplo posi- nativas, Sirve pciY Ist~ng~ás si nificativas Por ejemplo, el falsaclon1s~O de
tivo de la hipótesis (que la evidencia confirme la hipótesis es necesario, pero Pero hay otras, 1 erenClas g de )robar ue una teoría es ver~aclera por
no suficiente, a pesar de que valdría para apoyarla), P opper, al manifestar di
que no se pU,e, ¡
pmcas que orrn
fq. ula (de las cuales sólo una
b) La evidencia justifica la preferencia de la hipótesis frente a otras la cantidad de pre }CClOneS~m . b) y optar por la vía de que 10que se
hipótesis rivales (es decir, justifica 111<1S la creencia en la hipótesis que en las pequeña parte podna someterse a pIlle faal'sa parece ser una solución de vía
trar es que una teoría es, , ' d 1
pue d ~ d em~S!ar
rivales),
e) La evidencia se obtuvo en forma tal, que elimina otras explicaciones
alternativas de consideración plausible, las cuales, de otra manera, podrían
f ti 1998 ' 75) donde no estan10S seguros e o
negativa (Brlcmo?ci y o 1, P .' ¿ea~~ide~te que esta «solució~» no ~e~ulta
verdadero pero SI e o a sO'd ar~ ientífico Por 10tanto el mductlvlsmo
haber recibido confirmación por ello, satisfactoria desde un punto e Vista cllen} en' positivo '
" d er la verdadera so UClOn ' 1" el
e!.imll1datllvoP(~~8~s 43-4'6) hace un recuento más minucioso y p~o IJO e
'(J

El inductivisrno eliminativo no es tan nuevo, Se puede rastrear, al menos, E e son ,~aos" , l' ninativo ue no insertamos aqui, pues a
en los cánones del método científico formulados por John Sruart Mill los seis cánones delll1ductlVlsmo e II laci !nqcon el psicoanálisis ya queda
" nportante en re acio 1
(a quien Freud tradujo en su juventud), y según Griinbaum, incluso 111,1S grandes rasgos, 1o mas ll, ' _ o resulta fácil aunque tampoco o ve
atrás, en los tiempos de Bacon, Personifica una forma distintiva de razona- dicho, Para Edelson, (ibíd. pag. )) n, oanalíticas hacia la conformidad con
miento lógicamente sofisticado, el cual está bien orientado para los objetivos imposible, llevar las ll1~e,sngacl~n~sp~lC 2'
ele un científico que desea conocer qué afirmaciones está justificado aceptar los criterios del inductlvlsmo eJlmG~'~~ba~mes taxativa: Las hipqtesis psico-
provisionalmente como verdaderas, dentro del dominio que estudia, Sin embargo, la respuesta e 1 ir CI'O' n nnalítica pues no satisfacen
, d r prob'adas en a SIna '" 1 '
El inductivismo eliminativo no es probable que sea rechazado como la ana 1incas no pue en s~ , elimi L única defensa posible es a inten-
invención arbitraria, artificial o perfeccionista de un grupo de escolásticos, los cánones de!.inductlvlsmo e 1I111natlvO,a sulta convincente por tres tipos
Ha de responder a la pregunta sobre qué evidencia contará como apoyo cien- tada por Freud, el Tally 1r~umenl, pero d1~ del 'lJ~-ílisisde los síntomas, sue-
tífico para una hipótesis, de forma diferente al inductivismo enumerativo de razones: 1), Las conc uSlOn~semana a evide~cial para las hipótesis hin-
(propio del positivismo lógico, véase 8.4) y al falsacionis1110de Popper. Para iios, parapraxias. etc" no COdl1SdtltuYledl1 apoyoU 2) Los datos obtenidos por el
' r a y e "lpre
damenta 1es de Ia peIS??a Il'b
esarro o, .
fatalmente contamll1ados por
recordarlo rápidamente, el inductivismo enumerativo mantenía que un ejem-
método de la asociacion I re estan SIen
plo positivo de L)nahipótesis, la confirma, y el falsacionismo popperiano
defiende que para que las hipótesis sean consideradas científicas y sobrevi-
van, deben ser capaces de superar pruebas de Ialsabilidad. Según vimos en el
capítulo VIII, para cada una de las dos posturas, el psicoanálisis no supera la
2 Sobre este asunto volveremosen el capítulo siguiente,
prueba de cientificidad, Para Grúnbaurn, sin embargo, las hipótesis psico-

••• ;1,
'>/') /
,¡.
275
274 Antonio Garda de la Ho% El inclucrivismo eliminarivo de Adolf Grünbaum

múltiples elementos (influencia personal del psicoanalista, sesgo inevitable en ue ésa era la opinión más radical de la visión hermenéutica, y ~ue ademá~ de
la elección de las asociaciones que hay que usar y desechar para llevar a cabo ~ critica de Grünbaum, ha recibido otras muchas en el seno mismo del PSICO-
las interpretaciones, ideas preconcebidas del paciente sobre el psicoanalista análisis, como ya expusimos (10.2.4). " ' lé '
etcéter.a). 3) Cualquier respuest~ de! paciente ~ las interpretaciones ?el psi' Il) Grünbaum afirma que las cOl1slderaCl~r~eseplsteu;o ogJ.ca~,que
coanalista, no sirve C0l110 probativa para la teona, porque no es imposible eli- , ilsaron a Frend a enunciar el rally Argument, rucieron de e! un sofistica-
minar como explicaciones otras candidatas posibles como causas de esa res- ~~PI~1,etodólogocientífico, muy superior a lo que se reconoce ~n las valora-
puesta del paciente (pueden estar determinadas por la sugest.ión consciente o ciones de algún crítico amistoso como Glymour (1980), y no digamos en las
inconsciente del psicoanalista, por las propias preconcepciones teóricas del de un crítico tan severo como Eysenck, ' '
paciente, por acontecimientos ficticios o memorias falsas, etc.). IlIl Sin un reemplazo viable para ~l !al~)IArgument fr~ud¡an?" lamenta-
En síntesis, para Griinbaum, el psicoanálisis depende exclusivamente del blemente no hay base suficiente p~ra rel:ll1dlCar la prueba tn~rat;lmlca de los
l~ll)l.Argument para fundamentar experimentalmente sus hipótesis, y por rincipios cardinales del psicoanálisis. Dicha prueba, ,que ~s t}a~lClonalme~te
añadidura, según Crunbaum, existe UDa ta.lta de interés en el psicoanálisis : d cida por los psicoanalistas para la c1escontaj)~ll1aClOn episterruca de las pr?-
por la evidencia experimental. dL1~cionesdel paciente sobre el diván y para evitar los, efectos de,la sugesnon
en las comun.icaciones del analista, aparece entonc~s ba.stante utópica.
IV) En tanto que las credenciales de la teona pSlcoanalíuca descan~en
10.5. CONCLUSIÓN sobre los hallazgos clínicos, como lo proclaman la mayor parte, ~e los porta-
ficiales la escasez de aceptables y conVll1centemente verlftcados datos
Terminamos con unos comentarios a modo de conclusiones, necesaria- ~~fco~, vuelv~n a estas credenciales bastante débiles, AI~o haber un~ al~er-
mente provisionales, y dejamos para el capítulo siguiente las conclusiones nativa viable al abortado rally Argument, la fut,ma validación de la teon~ ~reu-
más generales sobre el tema de la cientificidad del psicoanálisis, diana, si fuera posible, tendría que venir a partir de los hallazgos ~xtraclÍ?I~~s,
Grünbaum (1984, pág. 127) lleva a cabo su propio epítome en cuanto a V) La metodología de la regla fundamental de, Freud, la. aso~la,clon
las tesis que emergen de su labor. Las condensa en seis puntos, que resumire- libre, es defectuosa, pues in~roduce er: las ll1te~~retaClones cc:mo parecf~~:
mos en lo posible, diferentes piezas de evidenCia (contel1ldos manifiestos ~e suenes, ac_tos I
dos fantasías diurnas, etc.). Este múltiple ingreso convlerdte efnledddos los
1) Freud ofreció su defensa principal del método clínico de investiza- arcr~mentos de Freud (1937d) en cuanto a probar la verda o a se a e una
t> . .,
ción del psicoanálisis en la 28: conferencia, Terapia Analítica, defensa ;ue construCC1011. ' ., 1
Grünbaum denominó Tally Argument. Se basaba en cinco reivindicaciones, VI) Por último, Grünbaum lleva a cabo una comparaclon,entre a espe-
cada una de las-cuales posee máxima importancia para la legitimación de la cífica confirmación clínica, reiv~dicada, por l!luchos freud~anos aunq~~
parte central de su teoría: 1) Negar la contaminación epistémica de los datos rechazada C01110espúrea por los canones inductivistas. y,la carga de Pop.~
clínicos por la sugestión. 2) Afirmar la diferencia crucial entre el tratamiento contra la permisividad del induccionismo como cnteno de de,marca,cLOn,
psicoanalítico y las terapias que operan por sugestión, 3) Afirmar que el Ambas cosas resultan inválidas. De paso, no~ ?eJ~ ve~,una de s~s ll1tenClon~s
método psicoanalítico es capaz de validar sus mayores exizencias causales al criticar al falsacionismo de Popper: L~ rel~ll1dl~aClOndel met?do. ll1duct:-
(especialmente la etiología sexual de las psiconeurosis) por ~nétodos intros- vo como criterio de demarcación de la cler:cl,a, cald_oen ~~sgraCla tras la. cri-
pectivos y sin el vicio del post hoc ergo propter boc, y sin apoyarse en estudios tica popperiana, y que probablemente utilizo al pSlcoanaltsls para llevarse a
prospectivos que empleen controles de investigación experimental, 4) Pre- cabo, .
tensión de que el éxito terapéutico se garantiza por las intervenciones clíni-
cas, sin comparaciones estadísticas con grupos de control. 5) Declarar que, ¿Tendrá el psicoanálisis alguna car~cterística especial, o a,lgún atractiv~
una vez las motivaciones del paciente no estén distorsionadas u ocultas por misterioso, para ser utilizado l??r los filosofos de la CIenCIa~ara Imponer su
los conflictos reprimidos, la credibilidad puede garantizarse por sus propias propios criterios de demarCaCl?~~, nos preglll1tamos no~otros, -r.
autoobservaciones introspectivas. . Un profesional del psicoanálisis como E~e~son valor~ amablemente latl_
Respecto a este apartado, podemos comentar que son ciertas esas reivin- tica de Grünbaum, calificándola de clara, lúcida y erudita, y que puede un
dicaciones para el caso de Freud, pero que en la actualidad muchos psico- cionar «como un poderoso estímulo para pensar sen~!l1ente so~r~ lafscodnse¡-
analistas no compartirían esas reivindicaciones, en especial los subapartados cuencias que extrae, N o se' que" mas se pue d e pedir de un filoso o e a
3,4 y 5, Como consignaremos en el siguiente capítulo, hoy día, mejor o peor, ciencia»(Edelson,1988,pág.313), Ior lar
se ~~n acumulado un gran número de investigaciones de orientación psicoa- Griinbaum es bastante consciente del, r~proche ql:e se le ~uede OIJ11U a~,
nalítica con grupos de control. Con respecto al subapartado 5, advirtamos en cuanto a tomar como objeto de cscrunnio a la teona freudiana en exclusi-

/
:.,
277
. :_ 10 eününarivo de Adolf GrLinballlll
276 Amonio Careta de la Hoz 'EI induc[1\",n
. . d 1 sicoanálisis, opinión que puede extraerse
va, y sobre todo, su pieza central: la teoría de la represión. «¿Por qué cen- única autondad rep¡esenta~te u~ ~o vemos justificada del todo. ~~ro SI de lo
trarse en los anacronismos de los razonamientos freudianos, excluyendo las ci
de In lectura d sufobda~:l~~ai epistemológicamente el psicoaná.lis~s,creemos
ue se trata es e un a e azar or Freud por los cirmentos, que
modificaciones y elaboraciones de los posfreudianos, cuyas doctrinas SOn
reconocidamente psicoanalíticas en contenido más que de nombre?» (Grün- ¿ 1
ue lo mejor, y más acertado es ;:01 [m'ás~ólidos en 'que apoyarse, en vez de
baum, 1993, pág. 354). Nombra a los últimos teóricos del psicoanálisis como t~davía en !1lucho~lugard'esson alullb" o~.sacl·onesposfreudianas de las Relaciones
. 1 . 1 s mas 1110 ernas e a ., , al bl n
a Heinz Kohut y a su Psicología del sí-mismo (6.2) a los teóricos de las rela- hacer o pOI al . 1 ía del sí-mismo. Esta es otra tarea que, p, pa eme -
ciones objetales como Kernberg (6.3), a Fairbairu y \Vinnicott (4.5.1). En de Objeto, o a pSlCOogia .
tanto que psicoanalistas, se acogen a la teoría de la represión y confían en la re Grünbaum no ha emprel;dld~. .d or Grünbaum conlleva el riesgo
asociación libre pan la investigación clínica de los significados patógenos V , Evidentemente, la OPbcIonescogí a Pquizá se encuentren modificándo-
. d trarse 50 re aspectos que, . d h b . 11 -
otros determinantes inconscientes de la conducta. Luego entonces, «mi críri.
ca epistérnica de las hipótesis originales ele Freud se aplica con igual fuerza a
ll1herelnte .c
se eL1a actua 1 a,
l~d
el pero incluso en esos asuntos estamos leJOS ed a el d·e
" Por ejemplo y como hemos mostra o en l~-
la etiología, desarrollo y principios terapéuticos de estos sucesores» (Güin- gado a un acuerd~ ~1l1anynH 1995 1996b), centrar-la crítica en la teo~l.a
baum, 1993, pág. 354). t iotos lugares. , (GalCla de a oz, 1 y dra anzular del edificio pSlcoanalítl-
.' que sea « a pie l' , '" d
Sin embargo, Grünbaum reconoce que existen elementos en algunas teo- de la represl0n, por LU.~Szado a esar de que se trate de una frase de Freu
rías posfreudianas que dan menos énfasis a la represión que la doctrina reci- co», nos paCrec~alf~;~)IB~sde 'lue~o la opción es correcta. si se e~tlenden_11s
bida tradicionalmente, tanto etiológica como terapéuticarnente. Y como ello (1914d, O pa~. .
J . la únic; base del edificio pSlcoanahuco (así o
pone en peligro toda su crítica, la única salida que queda aquí para Gri.in- trastor~os neUIOtlCOS .como en los cuales la represión juega un p.apel fu??a-
baum es decir (para nosotros un poco apresuradamente) que tales teorías entendla realmente Freud)i d __llos de la psicopatología pSIcoanahtlca,
posfreudianas, como por ejemplo la de Kohut, «son psicoanalíticas más de mental. Pero tra~,los actua es esa[[i~mo lu al' reponderante, la crítica de
nombre que sustancialmente» (Grünbaum, 1993, pág. 355), lo que es una donde la represlon no ocu~a e1cie·ueao.lero~ún cabe efectuar otra lectu-
manera poco honorable de liquidar la cuestión, sobre todo después de la Gri.inbaum queda ~I ~~co 1 ~ra 'eslón "'como el paradigma de todo proceso
ra, y es la de conste eral a a.~ePtendría su apoyo en el propio Freud, en el
minuciosidad con que ha llevado a cabo la lectura freudiana, una tarea que,
evidentemente, no realiza con estos autores posfreudianos. y apoyándose en defensivo, lect~ra que(tamble)nd u trayectoria profesional, época a la que
otros autores, como Eagle (1984a) o como Holt (1985), escribe que algunos Freud de una epoca extensfa e ~ d r G¡'u"nbaum «piedra angular del
. t la Tase Cita a po
ingredientes de los autores posíreudianos, como por ejemplo «ausencia de pertenece,'preCls~l,?-eneM~ d e
1 t (13 21 y 13.5.l) estudiaremos ese rece-
empatía especular en la temprana infancia» (evidentemente dirigido contra edificio pSIcoanalttlco». as ~, e anl el . . d'e los textos freudianos y su valor
rnido d e1 concep I represión debe ocupar hoy en el'la un
-euto de repreSIon. a., o argo
Kohut), son, al·menos, tan defectuosos epistemológicamente como el mode-
lo de la represión. Y se reafirma en lo ya dicho (1984, capítulo 7) al exponer 1,
en la actualidad. En nuestra 01?1D10 a os COI1 el concepto de escisión, por
que, resulta fútil presentar estas modificaciones como mejoras de las hipóte- lugar prepo111derantec~IRP~~t~1~~ ~11~~~uesas distinciones psicopatológicas.
sis originales de Freud, como han hecho los discípulos de la psicología del sí- lo menos en o quedse rle ell t de"'la polémica continúan abiertos.
Como se ve, to os os e ernen os
mismo y de la teoría de las Relaciones Objetales, cuando aquéllas estaban
mejor articuladas y eran más lúcidas y más flexibles para el escrutinio. Según
Holt ha apuntado: «Las Relaciones objetales y la psicología del self han teni-
do gran aceptación, pero no se han dirigido a los problemas teóricos funda-
mentales. Amenazan la supervivencia de psicoanálisis, y sin embargo han sido
plácidamente ignorados» (Holt, 1985, pág. 289).
Thoma y Káchele (1985, pág. 25) son, precisamente, ele esos autores que
reprochan a los teóricos del conocimiento, como Grünbaum, que no pueden
hacer como si sólo existiera la obra de Freud. Pero por nuestra parte no
podemos sino alegrarnos de que así lo haya hecho. Porque como adelantába-
mos en la introducción del presente capítulo, pocos filósofos de la ciencia han
leído a Freud en-profundidad, y desde luego algunos muy famosos parecen
bastante ignorantes de las nociones psicoanalíticas más básicas. Así que no
vamos ahora a criticar a W10 que ha hecho lo que debía para su tarea (leerse
a Freud detenidamente). Es de agraclecer que Grünbaum formule su crítica
con conocimiento del tema que hay que criticar. Otra cosa es invocarle como ~

I
.
.
.

- I
,
/
"
1
~!

CAl'ÍTULO XI

Conclusiones sobre la cientificidad


del psicoanálisis y el problema de los métodos

11.1, INTRODUCCIÓN

El presente capítulo, con el que cerramos la parte epistemológica, lo


hemos dividido en dos amplios apartados. Por un lado, llevaremos a cabo un
resumen de las opiniones vertidas sobre el espinoso tema de la cientificidad
del psicoanálisis (11.2). Por otro, estudiaremos los métodos de trabajo fun-
damentales en psicoanálisis. Ambas cosas se encuentran íntimamente relacio-
nadas,
Estamos de acuerdo con Eagle (1984) cuando cree que en psicoanálisis se
han confundido desde el principio los objetivos terapéuticos con los de
«investigación» (o sea, la teoría explicativa). Para Freud mismo, en muchas
ocasiones, primaba más esta última vertiente, y a pesar de no dudar del poder
terapéutico de su método, su teoría, los aspectos de investigación, la vertien-
te «científica», siempre la colocó en primer lugar (Freud, 1911c, OC, pági-
na 1468)1 1905e, OC, pág. 934, por ejemplo). Y podía escribir tanto que el psi-
coanálisis era una ciencia natural (Freud 1925d, OC, págs. 2790-91; 1933a,
OC, págs. 3191-92; 1940a, Oc, págs. 3387; 1940b, OC, págs. 3420; 1950a, OC,
pág. 211), como «un arte de la interpretación» (Freud 1923a, Oc, pág. 2663).
En la medida que esta mezcla o confusión de objetivos está presente, es de
esperar que el psicoanálisis, como cualquier otra teoría, se ocupe de la veraci-
dad y validez de sus observaciones, ¿Cómo se debe abordar esta espinosa cues-
tión? Tras la crítica de Grünbaum (1984) ya expuesta, centrada en definitiva
sobre el carácter contaminado de los datos clínicos, y mientras no se vislumbre
otra salida, los mencionados datos clínicos on ibe coucb, en definitiva, la situa-
ción analítica misma, no parece ser el lugar más adecuado para llevar a cabo esa

·:1
"
I
280 Antonio García de la Hoz Conclusiones sobre la cientificidad del psicoanálisis y el problema de los métodos 281

tarea de verificación, Por más que muchos clínicos sostengan, con cierta razón, manera sistemática o suficientemente formal, como para pern;ü,tir en una
que lo conseguido con el paciente concreto sirva para la validez del método o forma significat.iva,dentro o fuera de la situación analítica, evaluaCIonesCOl;1-
la teoría, De momento, no queda entonces otra alternativa que la de determi- parativas empíricamente basadas», aunque se puede decir q~,elas ~~sas e:t~n
nar la validez de las proposiciones psicoaoalíticas fuera del consultorio. cambiando, y contamos ya con algunos logros en mvestigacron teorica extra-
De esta forma tenemos dos métodos básicos de trabajo para la investiga- clínica (Taylor, 1992, Horowitz, 1992, Lerner, 1992, Blatts ~ ~Iass, 1992),'y
ción en psicología psicoanalítica: El método clínico, todavía sostenido por una cantidad respetable de investigaci~n sobre procesos y objetivos de la ~~I-
muchos, y cuya versión más radical está representada por la posición herme- coterapia psicoanalítica. Hay que seguir trabajando mucho, aunque también
néutica más recalcitrante, y los métodos extraclínicos, en las variedades que es cieno que la lab~)t,clínica nO,~ue~~ detener~e a espe~ar. Dado que las c~les-
sea posible imaginar, Por supuesto, no son formas alternativas de trabajo, y tiones de la efectividad y/o verificación se aplican por Igual a toda,slas oIl~n-
pueden ser llevadas a cabo conjuntamente, en la forma idónea de equipos de taciones clínicas, y que la demanda terapéutica e,sconstant,,;, elmetoelo c11l11-
trabajo, Si optamos por la segunda forma resulta inevitable acercarse a otras ca sigue siendo necesario como instrumento de invesngacion.
disciplinas, como en la actualidad la psicología cognitiva (véase 16.4), y supe-
rar así cierto desdén tradicional que muchos psicoanalistas tienen por la
investigación extraclínica. El desdén, con seguridad, se ha visto muy reforza- EL PSICOANÁLISIS, ¿ES UNA DISCIPLINA CIENTÍFICA?
do con la concepción hermenéutica del psicoanálisis, al ocuparse únicamen- j 11,2,
I
te de la interpretación del discurso, las «estructuras narrativas», la intencio- ~I Hemos recorrido las principales críticas que el psico?nálisis ha recibido,
nalidad o los historiales clínicos individuales' ,
El estudio en profundidad de los textos freudianos produce la convicción
y los problemas que cada una de ellas plantea, En el capitulo vP
d~mos ~a
definición provisional de lo que para nosotros puede ser u~~ ~Iencla?y er~-
de que Freud estaba muy al tanto del saber, entonces vigente, fuera del psi- mas conscientes de su carácter genérico, Cuando Popper utilizo ~ psicoana-
coanálisis, Es de esperar que los seguidores hagan lo mismo y que no pro- lisis (y al marxismo) calificándolos de teorías ~rrefutables, e~ decir, que cual:
duzcan teoría en forma partenogenética, lo que en muchas ocasiones condu- quiera que sea la clase ele evidencia, .la te5ma puede exp~carla, t~nto ~na
ce a una jerga casi delirante e intraducible, como ya hemos tenido ocasión de observación X como su contrana, lo hizo básicamente para ~lp~ner su C!~te-
ejemplificar (véase 8.4),
Holzman (1976) escribía lo siguiente: «Es llamativo que en sus ochenta
I rio de falsabilidad como demarcación de lo que es y no.es Clentlflc~~debido
.1 a la supuesta debilidad de los métodos clási~_osd~l,posltlvlsmo: Gru~~~um,

~l
años de vida, nuestra disciplina jamás haya desarrollado otros cánones para a su vez, criticó el criterio de Popper (también utilizando al psicoanálisis) ..,y
la investigación [más que las viñetas clínicas] para juzgar el mérito de las con- volvió a colocar en su sitio el tradicional, aunque meJorad~, ,modelo Científi-
tribuciones, Grandes porciones de lo que enseñamos no pueden ser ni con- co, basadoen las denominadas «ciencias dl~r~s»,como la flslc,a,, '
firmadas ni refutadas, Las nuevas ideas que surgen en psicoanálisis dan lugar Cuando se trata de comprobar la cientificidad de una disciplina, lo ~Ierto
a algunos ensayos favorables o contrarios, pero esto no basta, A diferencia de .,el es que se acude a los modelos clásicamente consolidados, pese a.l~s,afirma-
lo que ocurre en la crítica literaria,." necesitamos algo más que ensayos como ciones de Kuhn (1962) y Feyerabend (1962, 1975), sobre la especificidad del
éstos: necesitamos propuestas que sometan las ideas a una prueba sistemáti- paradigma que cada ciencia r~qLúerepara ser probada, Apenas s_one~ocados
ca, y por desgracia son muy pocas las voces que se alzan para solicitar que se los acercamientos metodológiCOSusados en la historia, en la sociología, en.la
realicen tales pruebas» (pág. 269, citado por Eagle, 1984, pág. 215), Eagle crítica literaria, etc" es decir, ,aquello,s,mét~d~s q:le se encajan en ~asciencias
(1984) se mostraba totalmente de acuerdo con las afirmaciones anteriores y, del espíritu (o humanas), segun la clásica ~1~~1l1C10n 9ue_Dilthey hl~o famosa,
dentro del nivel de la teoría, Barren, Eagle y Wolitzky (1992) afirman que no y que en psicoanálisis ha ~ad? pie a l~ eSCISlOny posrcion b~rme~elltl~a,
se puede decir que «ninguno de los tres paradigmas principales (teoría freu- Los escritores hermenéuticos, segun Strenger (1991), ofrecieron tr,es cla-
diana clásica con su extensión en la psicología del ego, teoría de las Relacio- ses de defensa del psicoanálisis contra las objeciones de los eplsten,l?l?gos:
nes Objetales y psicología del si-mismo/), hayan sido articulados en una a) Tomar en consideración la concepción científica del, ySlcoanabs!s ,de
Freud, como malentendida por él mismo, b) Reconstrucción hermc;?eutlca
del psicoanálisis como una ,teoría del se.nti,do,y de ,razonesy~ra la aceren, C?~l
lo que lógicamente se obviaban las objeciones ep,lstem~loglcas, e) La d,ebil~-
I Los historiales clínicos individuales, por más que poseen un gran valor pedagógico y teórico, si no dad epistémica se aplicó únicamente en la metapsicologia, y no a la teoria clí-
están expuestos a confrontaciones con otras versiones, pueden caer con facilidad en interpretaciones selec- nica del psicoanálisis, , ," .:
tivas. Un historial clínico es arriesgado que sirva de confirmación de algún punto de vista teórico, aunque Strenger (1991) caracterizo la obra de Grünbaum (1984) como «una en-
como veremos un poco más adelante (véase 1l.3.2) se están llevando a cabo encomiables esfuerzos de
investigación. tica, sin precedentes por su claridad, y por lo 111ClS,IVa que era, de los funda-
2 Los americanos se olvidan, o tienen aversión, i'I las contribuciones de Lacan. mentos elelas evidencias del psicoanálisis», y ademas declaraba que «una ven-

/ /
~

282
Amonio García de 1" Hoz
1I Conclusiones sobre la cientificidad del psicoanálisis y el problema de los métodos 283

raja más es que su libro se centra exclusivamente en la teoría clínica» ( , . 1


J Aunque es posible añadir algun?s criteri~s ,?ás, todos los an~e:iores están
na 10). Pero a pesarde la crítica de Edelson (1988) al pesimismo de c!a~¡: abiertos a debate. Prácticamente nmguna disciplina los cumplirá todos con
baum sobre la c~p.ac¡dad del psicoanálisis de validarse dentro de! settin;d~l 1 rotal exactitud, e incluso en algunas aceptadas como cien~ias, como la pale-
tratarruento analitIco, Edelson mismo se manifiesta de acuerdo con Gr" _
baurn ~Il rechazar esas tres defensas ~~rmel1éuticas resumidas por Strel1g~~~
1• ontología, la cuantificación no es instrL1l11~ntaly 11?es P?~,?le repetl~ expen-
mentes. Desde luego, y según estos cntenos, el ps~coanalrsls no es CIenCIa. .
~eJando de momento esta posrcion, observamos que hay dos métodos Según una encuesta llevada a cabo entre los psicoanalistas fran,coparlantes
genelalillente evocados para medir la cIentifiCIdad del psicoanálisi (Perron, 1999), los anteriores criterios de las ciencias duras ~o puea.en ser ~l?li-
corresponden a otras tantas disciplinas. s, que
cados al psicoanálisis, ni a los datos ni al proceso de ~rataffilento ps~;oanalítJco
clásico. Si pese a todo se.intenta hacerlo, se p:o~llCll'a una ~estrucclOn del ~:r-
. 1),. Los métodos biológ.icos, que toman a la biología como cie.ncia para- dadero objeto de estudio (el tratamiento clínico de! paciente). La c~lestlon
~Igl:latlca. Estos modelos tIenen. como pionero a Claude Bernard y su anál]. entonces, no es si el psicoanálisis es o no ciencia, S1l1? plantearlo en tér1111110S
de
SISfuncional. Era U~l modelo básico para Freud y aún permanece en un lucrar la visión que se tenga de él. Dicha visión, ¿se debe mtentar modificar pa~a .qu~
central en muchas 1l1vestlga~Ionesclínicas. Aunque no suele ser usado e; el sea más aceptable por la comunidad tradicional de las así denominadas discipli-
co.ntexto de los enroques ma~ mod~rnos (química orgánica, biología molecu- nas científicas? O por e! contrario ¿puede e! psicoanálisis ocupar un lugar inter-
lar, etc.), hemos VIsto que eplstemologos como Mario Bunge (1980) 1 medio, una especie de tierra de nadie, entre e! arte y la cienc!a? Los argumentos
ma ú i • di . 'f" , proc a-
. n que es e uruco par.a igrna cienu lCOposible para las disciplii1as psicoló- para cada lado de la cuestión son y han sido, como hemos VIsto,numerosos .
gicas. Era el que denominaba enf~q~e psicob~ológico. En esta línea, se podría Cada enfoque científico produce y organiza sus datos en técnicas y te?rías.
pensar en a~ercar, l?~ modelos teorices y de investigación de la inmunología Para una epistemología del psicoanálisis es necesario encarar tres cuestiones
y l~s del psicoanálisis, a partir del. uso común del concepto de «defensa». fundamentales:
Pero no podemos tomar d~ forma üter~ lo que sólo es una analogía (la cual
no prueba nada) o una metáfora evocativa que puede resultar ilustrativa pero A) La diferencia entre el hecho psicoanalítico y el acontecimiento histórico.
que tampoco tiene valor como prueba.
Sizuiendo a Freud (l937d), hay que distinguir con claridad ambas cosas.
fí . 2) Los. ~étod?s .de las llamadas «ciencias duras» (fundamentalmente la Si el psicoanalista extrae la hipótesis de UD trauma infantil en la infancia d~l
isica y la fi~Icoqlll~llca). Estos métodos han producido secular fascinación paciente, dicha hipótesis es algo muy diferente a lo reportado por el propio
entre los psicoanalistas, que se han apres~ra~o. a declarar al psicoanálisis paciente, incluso en el caso de que sea aceptado como «l~eal»tanto por.e! a~,a-
c(amo CIenCIas::gun los canon~s de las ciencias físicas, por ejemplo Hartmani1 lista como por el paciente, y que se asuma como la raiz de la orgaruzacion
1927) y con el muchos seguidores de la Egopsychology, basándose funda- patógena del paciente.: . .. ..
n:entalmente en el entramado metapsicológico (mejorado) de la obra freu- Los hechos psicoanalíticos, organizados a nivel del tratanuento ll1dI~-

c~an1°
diana. Hemos mencionado los excesos que esta posición provocó, hasta 1958,
el Sy,:zposlUm. de Hook,. ~e~ltenció que el psicoanálisis no resultaba
cientí ICO ~eg~ los cntenos posrtrvisras de las ciencias duras.
dual se cruzan en dos dimensiones, vertical y horizontalmente, es decir,
teniendo en cuenta tanto la estructura como la historia. Pero dicha historia
DO es la historia de los «acontecimientos reales» que ocurrieron en la vida del
Los cn~enos, en forma resumida (Perron, 1999), que suelen ser invocados paciente (como podría haber sido observada por un «observ~dor neutral»; si
por estas ciencias para dotar a una disciplina el carácter de «científica» son: tal cosa fuera posible). La historia de que se trata en psicoanálisis es una .hIs-
toria remodelada por la acción diferida, construida en el curso de! tratarmen-
f!. bPro~edim~entos para la construcción de los hechos (observaciones
con irma les 1!1~9ulv.~Cal11ente
por observadores cualificados).
to dentro del proceso psicoanalítico mismo.

b) ~L~antificaClon (los datos deben ser asequibles a tratamientos lóai- B) La coincidencia del método y el objeto de observación.
co-matematrcos). "
Para Perron (1999), el psicoanálisis tiene una característica epistemológi-
e) ,~eproducció.n .de la ?b,servación (debe ser posible repetir cualquier ca única: el objeto y el método de estudio coinciden, son idénticos. El apara-
observaclOn C:0~l.condiciones Ide~1_ticas,e identificar los mismos fenómenos). to psíquico es investigado por medio del aparato psíquico. La ambigüedad se
. d) . Poslb¡j~dad de predicción .(una teoría científica debe permitirnos deriva pues, desde el propio objeto de estudio. Puede tratarse de un e:lfoque
predecir la ocur.r~ncla de aconteormenm; dentro de sus dominios). «objetivo», en la medida en que la distinción entre el aparato psíquico del
e) ,Falsab,il.lclad (el cnteno hecho popular por Popper), que requiere de paciente y el del analista, se mantenga. Pero esta distinción no es nítida, pues
una teona c~en~Iflca,que sea capaz de crear procedimientos que puedan refu- la interacción trans- y contra-transferencial así lo muestra. Se propone el aná-
tar sus predicciones
lisis didáctico para evitar esta confusión.
/) Temlinología clara, exenta de ambigüedad.

/
~
~
1
284
Antonio García ele 111 Hoz 1 Conclusiones sobre la cicnrificidad Jel psicoanálisis y el problema de Jos métodos 285
I
C) La prueba versus la utilidad.
permite que el psicoanálisis des~riba f~nómenos 9ue son únic<;>s,al mismo
, El. núcleo de la metapsicología, como teoría general del funcionamiento riernpo que puede observar configuraciones repetidas que reflejan estructu-
pS19u1CO,no puede ser .sornerida a procesos de prueba, sino que es un mode- ras perdurables. De esta forma, el psicoanálisis requiere tanto el sentido '! ,el
lo útil, que puede servir para organizar las observaciones hechas. Ésta es la sianificado como la estructura, las razones .C01110 las causas, la cornprension
postura de los actuales seguidores nortearnencanos de la psicologla del e . C;1110la explicación, siendo a la vez una disciplina hermenéutica y causal.
de las Relaciones Objetales Internalizadns. b go y
Wallerstein (1976) afirma que a cada nive.l ha de dársele su lugar y que
. Cod~rch (~~8_9), c01;lentando las críticas epistemológicas efectuadas con- para el psicoanálisis existe una triple tarea:
tra el psícoanálisis, y aun reconociendo que muchas de ellas «son sólicla
blen f un damento d as», afurna que presentan alguna de estas' tres deficienci,5 y.
a) Por un lado, el examen clínico de la experiencia, el análisis del ~<Por
a~ ~() ~ener en. e.uenta el escaso tiempo de evolución del psicoanálisis COI~~ qué» (illvesti~ación del cont~nidoy los fenóm~nos mentales), l<;>q.ueobliga a
disciplina, y ~xIgll'le to~o un ngor metodológico y de com,probación de hipó- explorar significados subjetivos, Ideas, fantasías, deseos, sennrruentos, .etc.
teSIS, propros de CIencIas,~on siglos de desarrollo. b) Hay un insuficiente Ésta sería la tarea considerada por G. Klein, Gill ji Schafer como el dOlTI111l0
COI:~cU11Ientodel ~.sIcoanálisISpor muchos filósofos de la ~iencia. e) Se pasa propio del psicoanálisis. ,. . ., " .
poi alto la peculIalldad propia del objeto de estudio del pSicoanálisis. b) Por otro lado, esta la mvesngacion cOl)tel11pOlaI~ea, .~l sustrato COI1-
ceptual, los principios ordenad?res del proceso, la orgaruzacron, la ~str~lctu-
ra (la cuestión del «cómo» funciona la mente). Para Holt (1972), la CIenCIano
1l.2.1. EL MARCO DE REFERENCIA DUAL
se define por su objeto sino por su métod? . . .,
Las dos tareas anteriores pueden asimilarse a la distinción de Hartrnann,
El ~em~ entre el intento de ajustarse a los cánones de las «ciencias duras» y que luego Rapaport (1957) completó, entre las nociones de «111~~do~ter-
o el de incluirse en los senderos estrechos de la referencia clínica (hermenéuti- no» y «mundo interior». Este último es com? el. «mapa cogno.scltlVOintra-
ca), ha SIdo resuelt? por algunos por medio de la adopción de una vía interme- psíquico», los contenidos mentales, las fantasJas,. Idea,s, pe~cepClo~~s,etc. El
dia (GroSS~illl J S1l11011~1969; Wallerstein, 1976; y entre nosotros, Villamarzo, mundo interno se correspondería con la orgaruzacion e integracion de las
1987, 1998, y Sánchez Sanchez, 1991). Veamos los argumentos de esta posición. estructuras psíquicas, las defensas, las identificaciones, etc. . .
~rossman y. Simon (1969), ant~s ?el surgimiento pleno de la polémica e) Wallerstein añade una tercera tarea. Aunque los dos dominios ante-
entre p.slco~náliS!S humanista, o histórico o hermenéutico y psicoanálisis riores son y deben seguir siendo cO~lceptua~l,nentedistintos, debe ha?:r una
como ciencia natural y científica, destacaron el doble uso, o marco de refe- tarea que se encargue de verlos en mteraccion, pues ~l no se producI~'Ja ~na
rencia dual que penetra en todos los niveles.de la teoría psicoanalítica. Se for- escisión (tomo de hecho ha ocurrido). Para WaLlerstel11,una de las pnn~lpa-
mul~ CO~10se .formul;!a distinción-", siempre ha hab~do un doble registro en les tareas futuras del psicoanálisis, es, precisamente, la necesidad de delin:ar
el discurso psicoanalítico, y se ha hablado de las diferentes posiciones del conexiones, reglas y criterios de correspondencia entre las dos tareas ante~'lo-
observador Meissner (1979) también se refirió a la tarea analítica misma res. y la única manera de hacerlo es coordinar los dos modelos de explica-
diciendo 9ue no es ni exclusivamente experimental ni exclusivamente d~ ción, por medio. de su aplicación a la «unidad empírica» (Grossman y Simon,
observacién. SlL10de una alteI:nanci.a~onstante entre la experiencia empática 1969) de los fenómenos bajo investigación.
con el paciente y la observación objerivante y ordenadora del proceso. y ello
a ve~es, pued~ resultar incomparible. ElmismoMeissner (1981) afirmaba que Para Goldsmith (1984) «en la actualidad necesitamos reconocer las dos
esa incomparibilidn.] se puede reflejar en considerar al psicoanálisis como el perspectivas, mantener l1ue'strolenguaje distinto. e inconfundi~le, y ~ontinm~r
estu?lo 1l1te[preta~lv~ del significado, o como una ciencia de observación colocando nuestra teoría en una relación apropiada con la evidencia obteni-
arraigada en el análisis causal.
da» (pág. 59). .,. ,.. "
, P~~'aModeLl (1981), la coexistencia de estos dos enfoques dentro del psi- Para Sánchez Sánchez (1991), la epistemología del psicoanálisis tam?~en
c;oana}lslses una de las paradojas centrales de la eplstemología psicoanalítica. debe ser «bifactorial» manteniéndose en un lugar neutral entre la energetica
1 ara el, aunqu~ resulta ~no d: lo? problemas más espinosos, por otro lado es (caLisas)y la hermenéutica (sentidos), entre la arcbé y el télos de los griegos,
lo que proporciona al psicoanálisis mayor fuerza y poder. Esta «doble visión» pues describir y explicar la conducta en términos de arcbé y télos, «no supone
una contradicción lógica, sino una contradicción dialéctica del proceso com-
plementario explicati~o-comprensivo que es la hermenéutica en su co~jun~o.
) .Ll distinción p,u~de ser forOlulada en l1luch,n, formas: Subjetivo ve/'l'IIl' objetivo, ideográfico venus Por eso la amenaza de un cisma entre las ciencias naturales y las ciencias
nOIllO[C[lCO, lI1tenclon.lhdaJ
rus C¡lllScl, ('te.
uersus causalidad, razon 1Jf!I'SW' causa, persona uersus organismo cmparf ve _
' - I ~. r
humanas queda exorcizada a partir de la síntesis dialéctica ricoeuriana. La her-
menéutica psicoanaiítica puede asumirse como metodología superadora de las

/
Conclusiones sobre la cientificidad del psicoanáiisis y el problema de los métodos
287
286 Antonio Garciu de la Hoz

d~vididas l?etodolog!as ~aLlsallstas ~ finalist~s» (pá,g: 65). Es claro que para En este apartado veremos las características ?e _losdos métodos de in~es-
Sanchez Sánchez, el ámbito hermenéutico psicoanalítico es mucho más amplio tiaación principales, y nos basaremos en el amplio informe de la IPA sobre la
que para otros autores, para poder llegar a integrar las dos visiones opuestas. ÍJ~vestigaciónen psicoanálisis (Peter Fonagy, ed., 1999).
V~l1al1larzo(1987, 1998) habla d~l psicoanálisis como una ciencia «pro-
blernática», que encubre dos modalidades en su método de investiaación:
Una n:odalidad empírico-positiva, en forma «cuasi-experimental», by otra
modalidad hermenéutica o de «psicoanálisis aplicado» a las ciencias del hom-
1-
I
11.J.1. EL MÉTODO CLÍNICO DE INVESTIGACIÓN

bre. «Ambas modalidades metodológicas, el método de interpretación V la . Poch (1989 págs 230-235) el método psicoanalítico es el método
~ P ala , b' , 1 ' . al' . l· de
estructura Lógica del mismo ocupan un lugar preponderante, bien que cada de investigación natural y consustancial en a teon? rSlcoan, inca, y a le -
una de ellas, desde una perspectiva epistemológica distinta» (pág. 27). Para
Villamarzo (1998), metodología hermenéutica no equivale a ciencia pura-
, dor de él se han planteado cinco aspectos metodologlcos: .

mente especulativa, y se apoya en la distinción de Klymovsky (1986) entre 1) Fnndamentación en dos conceptos básicos, j~ comprensión/- _la
«interpretación-lectura» (que sería la que se inclina hacia la hermenéutica) e · ión C01110acabamos de ver en el apartado anterior (11.1.1), la \ IS10n
exp llcac.' . . d '] 1 áb
«interpretación-explicación» (que se inclinaría hacia lo causal). de Poch se encuadraría en ese marco de referencia ua que P ~nte~ amos.
El psicoanálisis integraría l~s d?,s opci,ones,lo que le aleja de ~as c~enaas natu-
rales. Comprensión y explicación estan en permane~te ll1teI~~clo~1., .
11.3. LOS MÉTODOS EN PSICOLOGÍA DINÁMICA 2) . El método psicoanalítico pretende ser una 1l1tegr~clondialéctica .:d~
la relación subjetivo-objetivo. Se trata de un aspecto denvado del a~t~llir
Aunque a lo largo de toda esta parte epistemológica hemos apuntado _ 1 do la metodología objetiva nunca se encuentra totalmente libre e
P muna, b ... , dei d
constantemente a las cuestiones de la metodología, hora es de plantear en elementos subjetivos, y por otro lad~, en ni~~una ~veStlgaclon se eJan" e
forma más específica cómo son los métodos en la psicología psicoanalírica, tener en cuenta elementos comprensIvos teoricos, bien que la comprenSlon
Para cualquier disciplina, el método resulta una parte esencial. Incluso se afir- sola tampoco sirve para la investigación. . .
ma (Holt, 1972) que es la parte más importante para la cientificidad. La 3) El método psicoanalítico planteael problema de lo ~aclonal frente a
metodología se ocupa del cómo se ejecutan los procesos en cada ciencia, y I . .acional lo que a su vez es un corolario del aspecto antenor. La sola corn-
sobre todo del grado de validez que poseen. Todo científico tiene que alcan- o.m'·ón en' el método im~licaría un peligro de irracionalidad, per? po.r el
zar un punto en su quehacer en el que tenga que evaluar críticamente su pro-
prensi psicoana'ti~~s,
contrario, si se excluye la comprensión, e l osi . como cua lquier
. cien
.d -
pia metodología. cia, puede quedar a expensas de la mera reproducción de datos sin sentl. o.
Si preguntamos por el método, a los que se dedican profesionalmente al Siempre hay que incluir en el registro de datos elementos estructurales orga-
ejercicio del psicoanálisis, la casi totalidad de todos ellos nos responderán que nizadores del material. .' . . .
su método es el método psicoanalítico, y que para que no parezca una tauto- 4) La observación en ell?ét~c1o pSicoanalítico no se define como p~la e
logía, se apresurarán a decir que no es otra cosa que el método clínico de inzenua. Casi todas las investigaCiones conllevan algunos, POl muy m~llnos
investigación, aplicado específicamente a la labor psicoanalítica. El método l~esean elementos teóricos previos sobre los hechos a observa~. El pLO?le-
psicoal1alí:i~~ es el único «sustancial y natural» (Poch, 1989, pág. 230) para ~a radic~ en la flexibilidad o rigidez de esos elementos. El~ el método PSICO-
el psicoanálisis. Pero, afortunadamente, y tras las críticas epistemológicas vis- analítico, es de valiosa ayuda en la relación terapeuta-pac~e~t~, las .1l11phca-
tas, cada vez se han ido introduciendo nuevas vías metodológicas y de inves- ciones transferenciales Y contratransferenc¡ales para e~meJ.Ol.legl~~Io ele las
tigación extraclínicas, con una creciente formalización. Como plantea Ávila observaciones. Para Poch (1989) «la lógica del trabajo p~lcoa?aht1co no se
(1994), hoy día «las hipótesis psicoanalíticas básicas pueden ser sometidas a ajusta realmente a la lógica de lo que podríamos llamar racionalidad, en tant~
verificación científica, según los procedimientos usuales en la ciencia, aunque que la razón que aplicamos para demostrar se .aparta ~astante del razona
los resultados hasta el presente sólo hayan sido parciales (Kline, 1972, Fisher miento que aplicamos para comprender e mvestlgar» ,(~ag. 234).
y Greenberg,1977), constituyéndose así un psicoanálisis empírico» (pág. 638). 5) Un punto fundamenta.l del método pSlcoanalmco ~s el p,r?~len~a de
Al lado de este, aún por hacer, psicoanálisis empírico, se colocaría el ya tra- la observación y la introspeccIón, que no solo ~fecta al psicoanálisis, ~l_noa
dicional psicoanálisis clínico, y entre ambos, como un tercer campo, el estu- toda la psicología. Según la actitud que s.etom.e frente a esta problem~t.l(.a, se
dio sistemático de los procesos terapéuticos, con lo que se trata de unir la fundamenta toda la metodología elel mvestlg~dor. Los puntos ext[eT~r
inv~stigación psicoanalítica con la situación analítica de la clínica, que, no se quizá los representen en la historia Brentano, Diltheyy Bergson, por un ¡~ o
olvide, tiende al éxito terapéutico. Este ambicioso programa es el reto ante el (al dar la primacía, en la captación del hecho psicológico, a la au~~ob~~lva-
que se encuentra en la actualidad el campo psicoanalítico. ción), y Watson por el otro (a] primar las observaciones de las mochflcaclones

/
288
Anronio García de la Hoz
T Conclusiones sobre la cientificidad del psicoanálisis y el problema de los métodos 289

externas para posibilitar el estudio científico del hecho psico]óctico) p ..


Poch, el método psicoanalítico pretende superar este dualismo es~éril.· ara

El método clinico !}sfco~naLítico, en realidad, es la adaptación a las cir-


I roelas maneras, como ha señalado con acierto Coderch (1989, págs. 42-44),
hay que tener siempre en cuenta los o~j~~ivos d~ ,método pSlc?am:lltico en
cuanto al tratamiento, donde, en su opll1l0n, lo filosofos de la ~lel1Claan?a?
cuns.t~nClas del psicoanálisis del tradicional modelo de estudios de casos e .! algo desorientados y a veces ol~idan que, desde este punto de VIsta,el obJet:-
vo no es otro que alcanzar el insigbt. Es muy complicado extenderse sobre
medicina. Freud lo creó y lo desarrolló, y para muchos aún sigue siendo vál;~ qué puede ser ello, aunque tie~e que ver con l~ consecución del m~yo:'cono-
do en lo esencial.
cimiento que se pueda sobre SI mismo, conocuruenro que no es solo ll1te~e~-
, El l~étodo ~e cen~ra en el caso indioidual+, y se trata de comprender y

I
tual sino simultáneamente cognoscitivo y afectivo. De esta forma, los objeti-
explicar el fUl1ClOnmment_o global de una persona y de su estructura psíqui- vos del método no se miden exclusivamente en términos de desaparición de
ca ..Un caso es comprendido, tanto a través del estudio de su estructura psí- síntomas, eliminación de automatismo neuróticos o modificación de la con-
I
quica Como de su historia, como ya hemos comentado. Pero como no se ducta sino en términos de insigbt alcanzado. .
~u~de limitar al_estudJOde yr: caso individual, es l1e~es~rioefectuar campa- 1
Para Coderch (ibíd., pág. 44), la adquisición del insight se puede detectar
D:
raciones con varios casos similares para encontrar similitudes y diferencias.
e~ta forma, Freud, sobre la. base amplia de su experiencia clínica, pudo
llegar a formular modelos funcionales, tanto estructurales cama de desarro-
en la situación analítica, mediante las respuestas, mediatas o inmediatas, que
el paciente presenta a 1.as interpretaciones, y también pOI'el contenidos de los
sueños y elelas aSOCJaClOl1eS libres. El insigbt no obliga ~ !lada, no es compul-
llo, so.bre distintos cuadros patológicos (modelo de la neurosis obsesiva, de la sivo. Es una nueva dimensión mental que se ha adquirido, y que se pued.e
histeria, de la paranoia, etc.). apreciar por la presencia de las siguientes circun~tancias:~) Cambio en las acti-
Los objetivos de este método clínico de investigación son triples: tudes hacia sí-mismo y hacia los otros. b) Cambio en la lorma de responder a
las circunstancias y vicisitudes de la vida. c) Disminución de los automatismos
1) Definir síndromes, psicopatologías, etc. AqUÍ se pueden mencionar compulsivos, así como de las respuestas repetidas ante determinadas c~rcuns-
~lluchos ejemplos, además de los recién nombrados de Freud. El autismo tancias. d) Incremento del interés por los propios procesos mentales, as! como
l?fantiJ ~e ~anner (1943), la teoría d.el desarrollo de M. Mahler, las persona- del beneficio que de ello se obtiene. e) Disminución de la tendencia a inter-
lidades iímires de Kernberg, las narcisistas de Kohut, etc. pretar las experiencias, no de acuerdo con la realidad, S~10según fant~sías
2) Formular construcciones teóricas. Sobre la clínica se han construido inconscientes reactivadas por ella. /) Aumento de la capacidad de reflexión y
los grandes modelos de Freud, y sobre la clínica se han establecido las más elección, junto a la disminución de respuestas estereotipadas. g) Incremento
fam?sas co~troverslaS. de los modelos de los seguidores (por ejemplo, los del sentimiento de libertad, tanto frente a uno mismo como frente a los otros.
habIdos. entre los seguidores de M. Klein y los de A. Freud, los kleinianos con 1.7) Incremento de la capacidad de diálogo interno, lo cual posibilita la c?nti-
los partidarios ~e Kohut, los lacanianos con el resto de psicoanalistas, etc.), nuidad del proceso psicoanalítico en una actitud continuada de autoanálisis .
.3) . ProP?rcto~¡arf~mdamentos ~e investigación para el enfoque terapéuti- Grünbaum, seguramente objetaría en conjunto, que todas las anten.or~s
co'. L~ mvesngacron cl~llca proporciona la base para los diferentes enfoques circunstancias están muy bien para el paciente, pero no prueban la cientifici-
terapeuticos pSlcoanahucos, a pesar de sus diferencias .. dad del método, puesto que éste presenta el mismo vicio d~ siempre: ~st~r
validado únicamente por la situación analítica, y no por estudios epidernioló-
El problema fundamel?~al del método, tal y Como hasta aquí se ha descri- gicos o extraclínicos.
to, es conseguir la aceptacion del modelo para que sea juzgado corno valioso.
Tra: Freud, los modelos más ampliamente aceptados SO~llos vistos en los
~apltulos IU, IV, v_ y VI, pero sólo para una selección de entre los psicoana- 11.3.1.1. Los estudios de caso único
li~ta~.~n este sentido no se puede hablar de unidad en el psicoanálisis como
ciIsClplin~,y el problema es aún mayor, si de lo que se trata es de convencer a Frente al desafío permanente de Grünbaum (1984) se alzó la voz más opti-
los no psicoanalistas. mista de Edelson (1984 y 1988) y merece destacarse aquí lo que subrayó a pro-
COl~lOya hemos visto contra t090S lo~ modelos en conjunto, representa- pósito de los estudios de investigación clínica de caso únic~, que podían ser
dos ~Olel on~ll1al de _Frelld, se.alzo la cntica epistemológica de Grünbaum: utilizados para generar evidencias que pongan a prueba las hlpotesls, la PSI- =
El propio settmglanalltlco no sirve para confirmar las hipótesis teóricas. De coterapia psicoanalítica. Los psicoanalistas, y en general todo clínico con
aspiraciones a la comprobación de la cientificidad de su método, deberían
acostumbrarse a comprobar sus hipótesis a través de los estudios de caso
.~ ,(un¡.uc ~esue hace mucho liempo. se han desarrollado numerosas variantes para untumienros de único, que también para Coderch (1989, pág. 41) resultan la única forma de
pnreja, ami ia, grupos e msntuctones, modificando y creando nuevos insrrumcruos técnicos. validar las bipátesis psicoanalkicas desde dentro.

I
290 Antonio GurCÍH de la Hoz
.
,

-
r
..

~
-
. es sobre la cientificidad del psicoanálisis y el problema de los métodos
Calle 1L1stOIl '
291

~
Los est:ldios de caso ~nico pue,den ser .¡~plicadosa un solo paciente, pero 11: 6) Ilustrar una técnica o método, o en otras palabras, mostrar cómo algo
no ne~esanamente son siempre asi, También se pueden aplicar a una díad. ~ es llevado a cabo.
(por ejemplo, una pareja o la pareja terapéutica compuesta por el psicotera~ J
p~uta y ~l paciente), a una familia, a un único grupo, a una institución (ho~- ' :,;'=! En definitiva, los estudios de cas.oúnic~ no plantean una de~viación d~.~os
piral, Unidad de un hospital o comunidad terapéutica). -'7: nes del método y el razonamIento científicos en el sentido d~ <!nm-
. Los.es.tudi~s.de caso único persiguen sus objetivos tanto a través de estu. i baur y no deben ser releo-ados únicamente al contexto de descub.rirruento,
d lOS teoncos
- ("ut iles para e1 contexto d e d escu b rimiento), como a través de • JJ au111,que pueden ser verdaderos
sino b laci
argumentos para ~'eacionar hiIpOtesi
e.sls'y ~\,i-
esdtud¡ ios e(11J9zP8z4'r¡co~(ú7tiloes71P)araA'
e~lco(n9texto?e jus6t)iflicaciónl.Veamos, según J dencias. Su valor probativo (podreje¡mplo, su ca],Jacldf ..ad de proba\hlp,~~~~~s~
E• eson~~~/~,~P~~~s~.~_-~~)~7~v:l:a~1:9:4~,~p:a~g~.~6~3~~o~s~o~b~J~'e~ti~v~o~s~d~e~c~a~d~a~ulinKo~~~~!t-~~~~~~.
~~~I in~~iga or OllS~~~llnr~le~ls
~ __ de.elles, ~ et3e
conjunto ¡
de hipótesis tienen poe 1elr exl?licati . sIpO
l'gun It'le~
l~atL:70,.colrren ala o de. ser
Los objetivos de los estudios teóricos de caso único (que pueden alean- rechazadas o son más creíbles que as upotesis nva rla li terna Iva~.. Ií
z¡:rse ~n su t<:talidad o sólo alguno de ellos) aprovechables para la psicotern. Para Edelson (1988, pág. 266), escos estudios, en a. t~ratura pSlcoa~a 1-
pra psicoanalítica, son los siguientes: rica, deben reunir unas mínimas cond~i~ionesparal CO~st1.tulrun cuerpo CIen-
tífico de conocimientos. Dichas con iciones son as siguientes:
1) . Extrae.r hechos de interés aún no explicados (o al menos no explica-
dos satisfactoriaruente), pero que buscan explicación. a) Que el autor esté afirmando su ~ipótesis, conclusión o generaliza-
2). ~stablecer c?n claridad, qué n:ar~o de referencia conceptual, qué ción sobre un caso o tratamiento con claf1?a? y ~nuy a la VIsta. .
conocimientos preteo~lc~~, o que cono~l,mlentos de otras teorías pueden pre- b) Que el autor muestre cómo ~u hipótesis s~bre el caso o tratamle.n-
suponerse en la descripción y observación de tales hechos. to, explica o da cuenta de las ohservaciones que llevo a cabo, y que no, mera-
3) Definir un concepto teórico y clarificarlo mediante la ilustración de mente, las yuxtapone. . d
sus características tal y como se dan en el caso individual, o mostrando cómo e) Que el autor sea cuidadoso en separar .hechos u .observaclones e
pueden aplicarse a tal caso individual. sus interpretaciones sobre ell~s,lo cual quiere deCl;:que dlst~n~alo qu~ puede
4) Genera~' ~ipótesis teóricas y no-teóricas, las cuales desarrollarán pro- ser observado sin el conOCImiento o uso de la teorra que esta SIendo pro~ada,
posiciones ernpmcamente comprobables sobre un área. de las interpretaciones basadas sobre la misma teoría cuyas observaCIOnes
5). Mostrar que un conjunto de afirmaciones teóricas y no-teóricas, inte- están siendo probadas. . . .
rrelacionadas pero independientes, es lógicamente consistente, demostrando el) Que el autor especifique qué obser.va~lOr:es, SI ello acontece,
que todas ellas sen verdaderas en forma simultánea, al menos para un sujeto podrían aceptarse como base para rechazar su hipótesis. . .
particular. . e) Que el autor presente al menos ,a~gunas obs~rvaclOnes q~e ~pa~en-
temente contradigan, o al menos sean difíciles de explic.ar por su hipótesis, ,e
Los objetivo~ de los estudios empíricos de caso único (que pueden alcan- indique cómo planea trat.ar con tales contraejemplos. SI no rechaza s~ hipo-
zarse en su totalidad o sólo alguno de ellos), son los siguientes: tesis, que señale con claridad su fLmdamento para mantenerla o la forma en
que estos contraejemplos lir~-ütansu alcance.. .' .
°
1) Ofrecer un método mejorado en su fiabilidad validez, para medir j) Puesto que cualqUier conjunto de obse,rvacLOnespuede S~[ ex~hca:
do de diferentes maneras, el autor debe dar algun argumento sable pOI que
las variables de interés.
. 2) Presentar un conjunto d~ medidas de una variable de interés y suge- sus observaciones son mejor evidencia para su hipótesis que, al menos, para
nr como dar cuenta de los cambios observados en dicha variable. una hipótesis rival comparable o en competencia con ella. . .
3) Probar una hipótesis, mediante su justificación provisional como ver- g) Incluso si las observ~clones pueden argumen.tar a favor de su ~[O-
dadera, según a evidencias obtenidas frente a una o más hipótesis rivales o pia conjetura frente a una rival, el autor debe considerar ~como ~reud
alternativas. mismo se interesó, por ejemplo, con el problema de la sugestlon- que f~c-
" 4) . Clal:i~icar una hip~tesis. respecto de su alcance, mediante la replica- tores operantes en la situación en la que hizo sus o?servaCl~nes ~o~r1an
CIO~sistematica del caso individual, y argumentando que las conclusiones haber causado la obtención de estos datos favorables, incluso ~l su hipo tesis
de.nvadas del estudio de un sujeto individual son o no generalizables a otros hubiera sido falsa (pueden aquí sugerirse el interés por ~asacc!On~s,los ],Jro-
sujetos, ' cesas intrapsíquicos, características, contratransfere~Cla del pSicoanalista,
5) Facilitar la opor.tl,lr:idadde descri~ir,con tanto detalle como sea posi- etcétera). El autor debe presentar algún argumento, 'Incluso aunque sea U~l
ble, un caso X raro o difícil de observar, incluso si no se zeneran o prueban argumento no diseñado, para rechazar, almenas que tal factor sea una POSI-
hipótesis. b ble explicación alternativa.

/
.,
!
Conclusiones sobre la cicnrificidad del psicoanálisis)' el problema de los métodos 293
292 Antonio Carda de la Hoz

b) . Que el ~lltor indique con claridad. en qué extensión se propone los dos trabajos, en sus aspecto~ ll;ás esensia.les para nue~tr.otema, pue~ indi-
generalizar su hipótesis sobre e! caso o tratamiento a otros casos o tratamien- can el camino por donde los psicólogos clínicos pueden uuciarse en la mves-
tos similares, y que presente algún argumento que justifique tal zeneraliza. tigación .
.,
Clono
'" , Ya señ.alábamos en su momento (véase 8.2) que la crítica de Eysenck tuvo
el mérito de lanzar a los psicoterapeutas en general, y a los psicoterapeutas
~~ ~~so prese.ntado bajo estos estándares, no tendría por qué apelar a la psic.oanalíticos en 'particular, hacia los call1in~s.de la investi~a:-ión más for-
subjetividad, a la intencionalidad, a la complejidad o a la unicidad, como jus- maJ.¡zadaque en el dominio exclusivamente clínico. Se o,b~uvielo.ndosbene-
tificación para abandonar los cánones ordinarios del método y razonamiento ficios inmediatos: a) Intentar superar la brecha entre clínicos e investigado-
científicos (Edelson, 1988>--pálg._¿jJ_-L).... -res-;-t:-etw.Httl"ft...bas·t-a~1f~.¡€m ..áttc-e-y-eg..wJH<:-i&A-l~na-pG-~l-l.-¡.lQl:¡-1entol.....Q,)-------
En conclusión, Edelson plantea el estudio de! caso único como la salida Responder en algunos casos, incluso ames de haber Sido formulada, a la en-
privilegiada, científicamente válida, para que los psicoanalistas clínicos que lo rica de G rünbaum ya expuesta (véase 10J). .. .
deseen, puedan corroborar epistemológicameute su trabajo. Tras la crítica de Eysenck, los primeros esfuerzos investigadores se dedi-
caron a probar la efectividad de la psicoterapia .. Pod~mos destaca~· a
Luborsky y cols. (1975) que revisaron 33 ~studlos de ef~ctIvIdad, .Y a Sl111th,
11.3 .2. Los MÉTODOS FOIU,,!ALIZADOSDE INVESTIGACIÓN Glass y Miller (1980), que con la estrategia del metaanálisis", revisaron 375
estudios, para alcanzar similar conclusión: La psicoterapia es efectiva y no
.. Presentaremos, finalmente, otras formas de investigación sobre psicoaná- existían aran des diferencias entre las distintas orientaciones. Luborsky y cols.
lISISque se han desarrollado paralelamente al genuino método psicoanalítico. sintetizaron la idea con la frase de Dodó (el pájaro de Alicia en e! país de la
La mayor parte de los psicoanalistas considerarán cualquier investigación que maravillas): «Todas participaron en la carrera y todas ganaron el premio>
tenga lugar fuera de! consultorio como accesoria para e! objetivo fundamen- A partir de ese momento se volvió a reactivar la cuestión de qué psico~erapla
tal, mencionado en el apartado anterior. era más eficaz. En este sentido, el trabajo Sloane (Sloane y cols., 197)) es el
En la encuesta de Penan (1999) entre los psicoanalistas franceses el tra- mejor ejemplo del tipo de investigación que se reali.z~bahace 20 años, mar-
ta~1iento ~s!coanalítico, en ~u forma clásica, debe ser llevado a cab; por el cando un «hito histórico porque demostró la efectividad, en general, de la
método clínico, y cualquier intento de someter los datos de las sesiones a los psicoterapia» (Poch y Á,-;ila, 1998, pág. 37). Esta investigación se describe
criterios de las «ciencias duras» o tratarlos con técnicas derivadas de ellas lo con amplitud en Poch y Avila, 1998, págs. 37-48.
más verosímil es que destruyan el verdadero objeto de la investigación. Inclu- El estudio de Sloane el mencionado de Smith, Glass y Miller, y otros
so muchos manifiestan su desaprobación ante e! hecho de la grabación de las como los de Shapiro y Sh;piro (1982), Berman y cols. (1985), Ro~inson y.cols.
sesiones, no sólo por razones de ética o confidencialidad, sino también por- (1990) y Beckham (1990), coincidieron en con~iderar qu: «la psicoterapia, en
gue ello perturba gravemente la relación transferencial/ contratransferencial. un sentido global, es efectiva, per9 que las diferentes tecnicas no se d:stm-
. Pero ya se puede investigar en psicoanálisis sin tener que violentar las opi- e
zuen en sus resultados» (Poch y Avila, 1998, pág. 49). La consecuencia ha
manes más celosas sobre la intimidad de la relación terapéutica, bien encami- sido el airo de las investiaaciones hacia los factores comunes que convergen
ná~dose a probar empíricamente algunos conceptos o teorías psicoanalíticas en toda'"psicoterapia, sobr·e todo la gran importancia asignada a la relación
(Kline, 1972; Erdelyi, 1985), bien encaminándose a investigar extraclínica- terapéutica, y así Frank (1982) cree que los determinantes de un des:l1~ace
mente y de una manera más formalizada el proceso o los resultados psicotera- positivo de cualquier relación terapéutica radican más en las caractenstlcas
péuticos. Mientras que en el primer caso aún estamos lejos de alcanzar e! del paciente, de! terapeuta y de la interacción entre ellos, que en el procedi-
grado de optimización adecuado y se necesita mayor colaboración con otras miento psicoterapéutico utilizado. , .
disciplinas (sobre todo con la psicología cognitiva moderna, véase 16.4), en e! Poch y Ávila (1998, capítulo 2) han señalado los problemas metodológi-
caso,~e los estudios sobre el proceso y J..osresultados de la psicoterapia psico- cos que hay que considerar en los diseños de investigación en psicoterapra,
analítica, nos encontramos con una cantidad bastante considerable de estudios
realizados o en curso. I

Contamos en castellano con el reciente texto de Poch y Ávila (1998) para


·1 s Estrategia ideada por Glass en 1976 para llevar a cabo un ";1lÍlisisestadístico sobre el conj~lnto de
resultados de los estudios empíricos. Se busca lograr una mregracion de los hallazgos de los mencionados
«todos aquellos ql,le estén interesados en ponerse al día en el campo de la estudios, para lo que se utilizan dos medidas: 1) Los niveles de sig~llfictlciólI,qucIntonna:, sobre SI los res.ul.
investigación en psicoterapia, un ámbito más floreciente que nunca» radas de los tratamientos son debidos o no al azar y 2) El (1/IIla/1O del efecto (ES), que I11forn.,,,sobre SI In
(Luborsky, prólogo al texto mencionado) y también con el recién aparecido hipótesis nula es fals,t. Si el tamaño d.e1efecto fuer:1.cero, sería cierta la hipó~esís nula, es decir, el fenóme-
no en cuestión (la eficacia del tratamiento) no estaua presente en la población. En general, a mayor rama-
informe preparado por e! Comité de Investigación de la IPA (1999) llevado ño de! efecto, mayores han sido los cambios generados por el rrararnicnto y más sujetos se han beneficia-
a cabo a instancias de su presidente actual, Otto Kernberg. Vamos aresumir do de él.

/
294 Amonio García de la Hoz Conclusiones sobre la cientificidad del psicoanálisis y el problema de los métodos 295

que .se resumen en ~res variables: a) Las variables del paciente (a quien se caban tres dimensiones: Relativas al paciente, relativas a la situación terapéu-
admUl~stra el tratamiento), b) las variables del terapeuta (quien administra el rica y relativas al terapeuta y al tratamiento.
tratamiento) y e) las variables del tratamiento mismo (qué se administra). Un resumen de las conclusiones de este estudio resalta la importancia del
Cada una de e~tas varj¡l~les se descompone a su vez en varios elementos que proceso transferencia], la fortaleza del yo, la importancia de la alianza tera-
~e deben c~nside~·ar..Mas ade,lante, tras cOl11ent~rlas estrategias de los dise péutica, y una relativización del factor «experiencia elel terapeuta». A pesar
nos d~ las invesügaciones (como buscar los sujetos, la formación, siempre de las imprecisiones (de método y criterios) y de las dificultades en la inter-
complicada, de los grupos-de .control, la evaluación de los resultados, etc.), pretación de los resultados, este estudio abrió el camino para otros posterio-
Pocb y Avila revisan los principales estudios sobre resultados y sobre la más res sobre la relevancia de la psicoterapia de orientación psicoanalítica.
--f!.C--H.l.aJ-t:e-aa~e-iil-El~-5t:1::1E1±e5-5eal:H.a-im;e#ig{/eéf7-de/,..-¡Yf6Ee:Hr~-if3(T..:- _k,~~::;<l.nLI!1!a~C'flllÍ1!l.li~·
c:.!!a~T!1a~v~is~t~o~ck~s~e b~re;.!.:la~P~s~i~co:::-:__ _
~1l~e;.v~ó~a~c~a~b~o~la~u~l:.::v:;e~st~i~a:;c::.:io~'
¡:!:,).).s~o
En un primer momento, la investigación se centró sobre los resultados terapia Breve, desde antes de 19/0, dirigida por Davi Malan. Lo más unpor-
pero se hizo evidente que no sólo había que investigar la eficacia (comparan- / tante fue detectar algunos factores que influyeron positivamente en el resul-
d_oel antes y el después del tratamiento), sino también los ingredientes espe- tado favorable de los casos tratados, por ejemplo: a) la elevada motivación del
clflCOS}y s?~re todo la relación entre paciente y terapeuta. En definitiva, 110 paciente, b) la manifestación precoz de la transferencia, c) el trabajo sobre el
resL~to suficiente haber demostrado que la psicoterapia era efectiva, sino que v.ínculo temático padres/transferencia (en cuanto al uso de los recursos téc-
había que demostrar cómo y por qué. De esta forma se iniciaron los estudios nicos), d) el trabajo con el paciente sobre la fecha ele finalización de la tera-
de investigación del proceso de la psicoterapia a partir de principios de los pia, e) la focalización de! tratamiento y j) la interacción dinámica entre e!
años 80. paciente y el terapeuta.
En realidad, la controversia entre investigaciones sobre resultados o sobre 3) El proyecto Penn de investigación, en Pennsylvania, dirigido por Les-
el proceso ~'esu!taba absurda (los procesos son una especie de microrresulta- ter Luborsky, ha sido denominado por Kernberg como la tercera generación
r
dos), denv~ba, sobre todo, de la que ya existía entre una metodología más de la investigación en psicoterapia (tras los estudios de la fundación Mennin-
expenmentalis~a (para los resulta~~~) y otra más observacional (para los pro- gel' y de la clínica Tavistock). Fue el primer estudio en destacar, precisamen-
c~sosJ.. Es decir, :le nuevo la dlVlsl.on el~tre los investigadores más puros y te, el proceso de la psicoterapia, desplazando el interés tradicionalde la eva-
Clentíf~cos(experimentalistas) y los investigadores menos puros (clínicos). En luación de los resultados. Se inició en 1968, en un momento especialmente
los últimos qui~ce años, la investigación de procesos se ha afianzado, y el acusado del divorcio entre clínica e investigación. Sus objetivos principales
mundo académico parece acercarse paulatinamente al clínico, existiendo en eran identificar factores pretratamiento del paciente y del terapeuta que
la actualidad bastantes conexiones entre ambos. influyeran en el resultado de la terapia (principalmente en las primeras sesio-
Contamos en la actualidad con un buen número de investigaciones, tanto nes), evaluar el éxito de las predicciones, y aprovechar el conocimiento que
sobre resultados como sobre proceso. Desde el punto de vista de la orienta- facilitaban las medidas predictivas para comprobar mejor la naturaleza de la
ción psicoanalítica,. podernos mencio~a~' a cuatro grandes investigaciones, lle- psicoterapia psicoanalítica.
vadas a cabo por mstituciones prestrgiosas. Vamos a comentar brevemente Entre los resultados más destacables podemos reflejar (Luborsky y cols.,
cada una de ellas. 1986) que a) la mayoría de los pacientes que siguen la psicoterapia más de 5
sesiones se benefician de ella, b) que apenas bay algún paciente que acabe en
., 1) El Proyecto de Investigación de la Fundación Menninger, que se ini- peores condiciones que las que tenía al principio, e) que hay una tendencia a
CIOen 1949, es uno de los proyectos más ambiciosos de investización tradi- la mejoría física en el curso de la psicoterapia, y d) que la mejoría tiende a
cional.en psicoanálisis y sus resultad?s se publicaron en 1972 (Kernberg, mantenerse, aunque pueda darse una ligera pérdida.
BU~'steJn,COyl~e,Appelbaum, Horowitz y Voth, 1972). Se analizó la trayec- Entre otros méritos, esta investigación ha aportado nuevos instrumentos
tO~'iade 2! pacientes e~ psic;oanálisis y ortos 21 en psicoterapia de orientación de medida (HSRS, HRQ y CCRT) y e! novedoso concepto fundamental del
psicoanaiítica. Se conSIdero. fundamental el papel del clínico, por lo que se Tema Central del Conflicto Relacional (Cote Conflict Relational Tbeme), con
elaboraron c.uestlonanos objetivos para recoger los juicios clínicos (Luborsky, lo que se ha podido hacer operativo el clásico concepto psicoanalítico de
19?2). El ,obJetiVOfundan:ental era investigar el psicoanálisis y la psicoterapia transferencia. El método del Tema Central elel Conflicto Relacional es una
psicoanalítica en su propio contexto. Se evaluó al paciente al inicio se reali- combinación singular de marcos teóricos (psicología del yo, Teoría de las
z.óuna predicci~n sobre ~l éxito o fracaso, se valoró el estado del paciente al Relaciones Objetales), que asume que los conflictos intrapsíquicos implican
final, y se realizó un seguirmento durante el proceso y una vez concluido. En la relación ele un aspecto del sí-mismo en interacción con un objeto significa-
toral, la investigación duró más de 20 años. No hubo grupo de control, por tivo. En el CCRT lo que interesa no es el contexto, que varía continuamente,
lo que es un estud!0 d~ cas? uno. a uno, cUY9Sresultados no son generaliza- SU10lo que se muestra estable (las propiedades estructurales localizables a
bles, y las evidencias solo SIrven intracaso (Avila, 1989). Las variables abar- través de las repeticiones de los pacientes en consulta). El material se obtiene

it

~
I ~
-1t
296 Antonio Garcín de la Hoz Conclusiones sobre la cientificidad del psicouruilisis yel problema de los métodos 297

tanto por observaciones directas, como por vídeos, transcripciones literales definitivos en cuanto a demostrar que el psicoanálisis .es ine9uív()camente
entrevistas, etc. En el material se localizan Episodios de Relación (ER), dond~ -r r más efectivo que un placebo actLv~,o que otros alternativos metodos de [ra-
se analizan tres categorías: Deseo (D), reacción de! objeto (RO) y reacción del w11lienro.Tampoco hay métodos fiables que I1ldlquen.clammel.:te l~ existen-
sujeto (RS). "1 de un proceso psicoanalitico. Muchos estudios tienen [imitaciones que
4) El estudio del proceso terapéutico del grupo de investigación del ~~edel1 conducir a los ~rí~ico~ del psic~análisis a ~'echazar los ~·esult~dos.
Mount Zion y del Instituto Psicoanalítico de San Francisco, intentó poner a Orros tienen tan graves limitaciones que, incluso un lI1VestJ~adorsImpat.lzan-
prueba algunas hipótesis sobre el proceso psicoanalítico, sobre una investí- te estaría inclinado a desconfiar de los resultados. Por ejemplo cuest1~nes
gación de caso único: La señorita C, paciente de 28 años, cuyo psicoanálisis C~t110 ¿es el analista el juez idól~eo para certificar el result~do del ,tr~taJ11len-
fue grabado en las 100 primeras sesiones .xcntándose ta ID biél) c.ouJaS-J:lQ.tals- _;_ -mh~e_s~a_e_fHl.bSGlbl_t:G_plant:eableS-e.tl-u.n-es.tucli.o..se.r.Lo..eplStemolOQo~UL<.1
c:.cOl- _
del psicoanalista del total de sesiones (453) que duró el análisis. . 'El objetivo del informe ha sido, sobre todo, reunir y hacer. accesible el
El pionero Iue ]. \\Ieiss, quien en 1958 formuló dos hipótesis que serán la material existente a todos los interesados. Los resultados de los estudios, en
base de la investigación posterior: a) El paciente controla el acceso a la C011- ueneral deben impulsar a los investigadores psicoanalíticos a seguir SIendo
ciencia ele los contenidos inconscientes. b) El paciente pone a prueba al tera- ~'Id.¡vez más rizurosos en las exploraciones sobre tratamiento y resultados.
peuta, más que intentar gratificar un impulso a través de él. La investigación e Poch y Ávil~ (1998, pág. 221) son partidarios de que las investigaciones
se publicó en 1986, constituyendo el mejor estudio de caso único hasta la de resultado y proceso se lleven a cabo conjuntamente, lo que de hecho sólo
fecha (Weiss, Sampson y cols., 1986). se realizó en alzunos estudios, quizá debido a la complejidad que requiere la
En cuanto a los resultados fundamentales se encontró la evidencia de la materializaciónb de este tipo de investigaciones. Escuchar grabaciones de
realidad clínica de la represión'', se probaron hipótesis sobre el funciona- sesiones codificar sezmentos de las mismas, elaborar categorías conceptúa-
miento mental superior inconsciente, se acuñó e! concepto de plan incons- les verificar las posibles concordancias entre los jueces que evalúan el mate-
ciente de acción dirigido hacia la resolución de algunas de las creencias paté- ria], todo esto, sin duda «siembra el desánimo en el equipo más entusiasta»
genas, que se pone de manifiesto en las primeras sesiones. (ibíd., pág. 222). .

Hasta aquí hemos considerado estos cuatro importantes estudios como


ejemplos a seguir, dentro de otros muchos, más o menos imperfectos,' que se
han llevado o se llevan actualmente a cabo. El mencionado informe, realiza-
do por el Comité de Investigación de la International Psychoanalytic Asso-
ciation, ha reunido información sobre los estudios de investigación llevados a
cabo en todo el mundo por sus miembros, hasta este mismo año (1999) azru-
[Jándalos en siete categorías: ' b

1) Estudios de grabación de casos (4 estudios).


2) Estudios pie-post naruralísticos cuasi experimentales (11 estudios). 1
3) Estudios de seguimiento (8 estudios).
4) Estudios experimentales (8 estudios).
5) Estudios de proceso (9 estudios).
6) Estudios de proceso y resultado (6 estudios).
7) Estudios de psicoterapia con implicación para e! psicoanálisis (4 estu-
dios).

Los autores del informe concluyen afirmando que resulta fácil ser crítico
con muchos de los estudios de investigación psicoanalíricos, pues no resultan

6 D.uos que iban en contra de la opinión de Grünbaum, para quien la represión la deducían los psi-
coanalisras tic su teoría y no de las observaciones clínicas. \Xfciss.Sampson y cok (1986) documentaron
ampliamente 1,,5 evidencias obscrvacionules de C. que apoyaban la existencia de la represión.

/
PARTE TERCERA

PRINCIPIOS BÁSICOS
DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA

/
CAPÍTULO XII
La pulsión. Teorías sobre las pulsiones,
Crítica y actualidad

Sería W1 voluminoso y esforzado trabajo el revisar la gran cantidad de


autores que han escrito sobre este punto y sobre la teoría psicoanalítica en
general. Del mismo modo que en la primera parte escogimos las que nos
parecieron grandes escuelas representativas de un pensar psicoanalítico con
entidad propia, ahora necesariamente hay que volver a' efectuar una selec-
ción, aunque bien es verdad que gran parte de la bibliografía, o bien no apor-
ta nada nuevo y se limita a repetir lo dicho por Freud, o bien añade algún ele-
mento sin demasiada relevancia para el conjunto. Hemos hecho esa selección
con la pretensión de reflejar lo esencial del pensamiento freudiano y lo más
novedoso de su continuación por otros, sin aspirar a la exhaustividad, en este
tema, imposible.

12.1. EL CONCEPTO FREUDIANO DE PULSIÓN


12.1.1. INTRODUCCIÓN

Freud se manifestó con orgullo y satisfacción respecto a la originalidad


del vocablo alemán Trieb:

Llamamos a estas necesidades corporales, en la medida en que constituyen esri-


mulaciones [Anreiz] para la actividad anímica, «Triebe» [pulsioues] un término que
muchas lenguas modernas nos envidian (Freud, 1926e, Am. Ed. 20, pág. 187, cursi-
va mía.)

La parte de la cita señalada en cursiva no aparece en la versión castellana


de Biblioteca Nueva, por una razón muy sencilla: Al traducir Tneb por ins-
-;:;:#
~~

La pulsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y actualidad 303


302 Antonio Garcín de la Hoz

tinto, la originalidad de! término se pierde, ya que en alemán también existe


lnstinlet (instinto), y por lo tanto ya no tendría sentido envidiar e] vocablo 12.1.2.1. Pulsion versus Instinto
Trieb. Se trata por tanto de una omisión forzada por la elección del traductor.
Como afirma Etcheverry (1978, pág. 49), Freud es perfectamente consciente La gran mayoría de autore~, aunque fundam~~talmente europeos (La~a-
de «la especificidad del término que emplea». che, 1955; Laplanche y Pontaiis, 1968; Lacan, 19/,); Van Rillaer, 1975; K~!O-
Las necesidades corporales en la medida que estimulan la actividad psí- b.erg, 1976,1984; Assoun, 1981; Bettelheim, 1982; Vllla~arzo, 1989;.Bofill y
quica: I:1:eahí una primera aproximación, bien que incompleta, al concepto Tizón, 1994, Terrazas, 1998; entre otros muchos) ban señalado repetidamen-
de pulsión freudiano. Antes de emprender la tarea de delimitar y precisar e! te la nítida distinción que existe en Freud para, las dos palabras: El que est~
concepto, era necesa no sllbraya da-.c1u:a_GQt.'].Gi@~.i.a--G@-B:{H;I~--l:lilfrt'e-al.-----------,.lÍstÍnCi6l'1-haya-t:eH:Í:Ele-¬ ii1:HH@-r-e...f@Gl:.y.a.d.a-taLmu:nero-dwu=ces indica.par, -"~.L.I ------
uso de la Trieb, y la especificidad del idioma alemán para ello. En efecto, en misma la necesidad de hacerla, pues la confusión se encuentra muy extendí-
nuestras enciclopedias y ~iccionarios castellanos la palabra «pulsión» no apa- da, y en determinados textos importantes aún continú~. (véa~e,PO!'ejemplo,
rece, SImplemente no existe, Laplanche y Pontalis (1968), en su diccionario, el diccionario de psicología de Amold, Eysenck y Meili, 1911-19/2). Como
al proponer para la Trieb alemana el vocablo «pulsión», no hacen sino pre- apuntábamos más arriba (12.1.1) a las importantes r.~!zonespuramente idio-
sentar un neologismo a partir del término francés «pulsión». Esta puede ser máticas y de traducción que tenían que ver con la singularidad del vo~a~}o
la razón por la que el traductor de Biblioteca Nueva (López Ballesteros) tuvo Trieb en alemán, se han añadido las semánticas, producidas por la tradición
que elegir «instinto», y quizá también e] traductor inglés (J. Strachey) instinct. filosófica anglosajona, que al traducirlo por instinct, otorgaron una connota-
Aunque en el caso de este último, como veremos en sezuida existen otras ción excesivamente biologicista al concepto.
dificultades además de las idiomáticas. b , En lengua alemana existen las.dos palab:'as Instinkt y Trieh. , . .
En mi opinión, el concepto castellano «pulsión», tal y como proponen La primera es de raíz grecolatma y se refl~~'ea un concepto clásico en ~Sl-
Laplanche y Pontalis, debe mantenerse. Siempre es lícita la creación de un cología o en fisiología, en cuanto hace n:en~on a los componentes heredita-
vocablo nuevo cuando una importante distinción de contenido (como es el rios fijados filogenéticamente que explicarían de.termm_adasacciones cuasi
caso) así lo requiere, y es algo que ocurre en todas las ciencias. De esta forma programadas en todos los individuos de la misma especie. En esta forma ha
<~pl¡Jsión»sería un ~,uevo vocab.lo castellano, nacido en el campo psicoanalí- pasado a casi todas las lenguas modernas. , . ..
neo, como traducción de la Trieb alemana, y que promueve una clara dife- La segunda -Trieb-, es ~e verdadera r~íz ger~aruca, utilizada desde
rencia de uso con el otro vocablo afín (instinto), por lo que tendría un lusar muy antiguo en el sentido comente de «~mpuJar» o «1~1:pulsar»,y cuya ~on-
propio en el vocabulario psicológico castellano. Lo primero entonces es j~s- ceptualización teórica se puede considerar especlflcamente freudlar:a
tificarlo. (Lacan, 1973, Villamarzo, 1989). Esta es la razón por la qu~ Freud se se~:la
orgulloso de la palabra, hasta tal punto que casi se puede decir que «la noción
en Freud es totalmente nueva ... [y] ...que su pasado ha quedado realmente
12.1.2. DELIMTTACIÓN DELCONCEPTO oculto» (Lacan, 1964).
Aunque etimológicamente tengan un significado .s~~ar, aunque ~l
Una vez matizado el comentario lingiiístico, procede ahora la justificación hablante alemán corriente las tome normalmente como smorurnas, y por mas
d~l concepto freudiano. Prácticamente la totalidad de la literatura (y Freud que las dos sean utilizadas por Freud, no cabe ningu~a confusión en cuanto
mismo), han puesto de manifiesto la dificultad del mismo. Por seguir un cier- a su sentido. Hoy día, con las o.bras completas freud~anas en el.?rdenado: y
to orden, dejaremos para el final del capítulo (12.4) los distintos acercamien- los avances informáticos, es posible efectuar una sencilla operación: SelecclO:
tos actuales y nuestra propia articulación, para ahora centrarnos exclusiva- nar las dos palabras y comprobar cuántas veces aparece cada una y en que
mente en la delimitación freudiana. contexto. Es una prueba definitiva: Instinkt aparece una escasa docena de
Algunos han afirmado (Bowlby, 1969) que la pulsión y su teoría conco- veces, mientras que la Trieb es omnipresente a lo largo de la obra ~e.Freud.
mitante representan e] núcleo de la teoría metapsicológica de Freud, y cierto Pues bien, a través de esas pequeñas ocasiones se puede dedUCir.f~CIlmente
e~ que e] vocablo Trieb, a pesar de pertenecer al lenguaje alemán corriente que lnstinlet es utilizado por Freud prefe;'entemente para ~escnblr la CON-
(forma sustantivada del verbo trieben = empujar, impulsar) sólo con Freud duela de los animales (Freud, OC, 1915e, pago2077; 1918b, pago2008; 1933a,
adquirió un rango asumible por una teoría clínica y/o biológica, como vere- pág. 3161; 1939a, pág. 3302 -en esta última página tres veces seguidas-),
mos r~1ásade~ant~ (12.3). Para la ?elimitación de la pulsión lo primero es dis- en la misma forma que ya lo había utilizado su amigo Breuer (Freud y Breuer,
tinguirla del instinto, para luego intentar resumir la definición freudiana. 1895, Am. eds., u.
pág. 212), o tan:bién para refe~irse a :iert~s re(/CCIO~e!de
los niños semejantes a las de los animales (OC, 19)9a, pago 3)21). Quizás e]
texto más claro y completo sea e] expuesto al final del caso de] «hombre de

I
I
~
.-=~

304 Amonio García de la Hoz L:! ¡Julsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y acrualidad 305

los lobos» (1918b, pág. 2008), donde explícitamente señala la posibilidad de En primer lugar, me gustaría señalar que driue, utilizada en este sentido, no es una
,. . . . . 1de lcs ani 1 palabra inalesa ... Sin duda los críticos la escogen por su parecido superficial con la
que e 1110111.b re tenga un «patnmoruo mstmtivo» semejante a e os anima es, alemana i;'ieb y sospecho que la mayoría de ellos está en realidad influida por un
y que si así Iuera, se acentuará «el factor hereditario, filogenéticamente adqui- conocimientode la lengua alemana propio ele un germanoparlanre o de quien la ha
rido», dos cualidades claves del lnstinlet. Es de notar que en apenas un párra- aprendido en edad muy temprana ... En mi elección de instinct... la única pequeña
fa de quince líneas, Freud haya acumulado hasta cinco veces la forma adjeti- complicación es que en una medi.a docena de ejemplos el propio Freud utili~a la ale-
vada de instinto, «instinhtiuen» o «instinktiue», cuando el vocablo escasea y mana lnstinkt, tal vez siempre en el sentido del instintode los animales (citado en
su uso es excepcional a lo largo de todos sus escritos. En Psicología de las Beuelheirn, 1982, págs. 146-147).
masas (1921c, pág. 2570) usa «instinktiu» para reflejar el sometimiento ciego A esta nota replicó Bettelheim aludiendo a que la «complicación no es
___~d~e~la~n~1a~s~a~h~a~c~i~a~q~u~i~e~nLe~lu'i~g~e~c~0~nD1~0~ilse~fe~.~C~0~m~0~s~e~\~le~,~e¿1~L~ls~o~q~u&e~lwlaruc~e~F~re~JUI!du_
------------ ~~~~~~~m ~~l-----l . l' -----------
del lnstinlet es muy claro. pequeña», sino gra111:ie;-¡:hrmnlOs I10s<?tro~.1 e llU eregrr anve pOI lIO -ser
«palabra inglesa» no resulta nada conv~ncente tratán~~se de un.tradL~ctQ[que
Para resumir podemos exponer la definición que Laplanche y Pontalis ha utilizado términos COIUO «parapraxls», «scoptophilia», «ego» o «Id», para
(1968, pág. 206) efectúan del instinto: . verter vocablos freudianos, que evidentemente no tienen un origen inglés. Bet-
telheim se decanta por driue o mejor por impulse, palabra esta última que tiene
Esquema de coruportumienro heredado, propio de una especie animal, que
varía poco de uno a otro individuo, se desarrolla según una secuencia temporal poco un gran parecido con la pulsián del francés. Hoy día, la distinción instinto (Ins-
susceptible de perturbarse y que parece responder a una finalidad. tinkt) / pulsión (Trieb) ya es clásica en psicología, y en opinión de Van Rillaer
(1975) se encuentra incluso en los conductistas americanos con los términos
También se halla «relativamente adaptado a un determinado tipo de obje- instinct y drive. Definitivamente, James Strachey no estuvo acertado.
to» (Laplanche, 1970, pág. 18) y que cuando Freud lo usa lo hace para refe- Aclarada la noción de instinto y su oposición a pulsión, pasaremos a la
rirse a algo distinto de lo que en el resto de su obra se describe como sexua- definición de ésta.
lidad. Se le considera como un comportamiento observado preferentemente
en los animales más que en los seres humanos, en un esquema preformado,
fijo y estable en cuanto a su desarrollo, fin y objeto. De forma que Laplanche 12.1.2.2. Definición diseccionada de pulsion
(1969-1970, pág.l04) se pregunta: «¿Existe en el hombre algo que determine
fisiológicamente, genéticamente, sus comportamientos?» Lo más cercano en Es en el año 1915 cuando Freud aborda en forma decidida el espinoso
el ser humano es precisamente la Trieb (pulsión), pero al contrario que en el tema de la definición de la pulsión. Por lo tanto todo lo que va a escribir de
instinto, no está predeterminada. Como apunta Villamarzo (1989, pág. 424): la Trieb se refiere a su primera teorización de la misma (véase 12.3.1). Resul-
«La diferencia fundamental entre ambos conceptos estriba en lo siguiente: ta importante constatado, puesto que todas las características que se apuntan,
Mientras que el concepto de instinto enfatiza la ciega finalidad del compor- se ajustaban a la perfección a las denominadas pulsiones sexuales, no tanto a
tamiento, el de pulsión remite a la básica energía biológica que hace posible las que llamaba pulsiones ele conservación o del yo, y prácticamente nada a la
todo tipo de comportarniento.» posterior pulsion de muerte (1920), gran tema metapsicológico de los últimos
De todo lo expuesto podemos concluir que es un claro error verter la años de Freud y zeneradcr de no pocas polémicas y confusiones en el mundo
Trieb freudiana por «instinto», tal y como han hecho algunas de las primeras psicoanalítico. P~r lo tanto, la disección de las rasgos de la pulsión que siguen
traducciones francesas de Freud (hasta que llegó la crítica de Laplanche y a continuación, sólo hay que aplicarlos en rigor a la pulsión sexual de la pri-
Pontalis); tal y como hizo también nuestro López Ballesteros (aunque tiene mera teoría y responden pues a un momento concreto del pensamiento freu-
mayor descargo en cuanto a la precocidad de su trabajo, que en castellano no diano.
existía vocablo más parecido y que no era técnico en la materia), y sobre todo Vamos a seguir en lo fundamental el trabajo de Villamarzo (1989), que.
por su enorme influencia, como hizo Strachey, el traductor oficial de Freud recoge lo más pertinente de la definición [reudiana, expuesta en dos textos
al inglés. del mismo año (1915), aunque insertados en dos obras diferentes: A) En los
A mi juicio, quien ha expuesto mejor la crítica a la Standard Edition de Tres ensayos (l905d) y B) en Las pulsiones y sus destinos (1915c):
Strachey, ha sido Bruno Bettelheim (1982). En su opinión, Strachey se sentía
muy incómodo con su elección, tanto, que vio necesaria una nota explicativa, A):
que expongo a continuación:
Bajo el nombre de «pulsión» no comprendemos primero más que [1] la ~epre-
«Trieb = Instinct», Mi elección de esta versión ha sido atacada por algunos con sentacióu psíquica de [2] una/l/ente de excitación, [3] continuamente corriente, lI1tr_a-
notable, pero equivocada, creo yo, severidad. El término que casi sin excepción pro- somática, [4] a diferencia del estímulo que llegadel exterior (OC, 1191, nurneracion
ponen los críticos para sustituirla es driue. Varias objeciones hay que hacer a esto. y cursiva mías).

/ /
306 L~ pulsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y actualidad 307
Antonio García de la Hoz

B): para su i.ntensidad. Lo característico de la pulsión es su acometida desde el


interior.
.... s~ ~os muestra la «pulsión» como r;>] Lll1 concepto fílllite entre lo anímico)' lo 5) La ¡misión es un concepto límite entre lo biológico y lo somático, cues-
sornauco, [1] como un representante psiquico de los estímulos procedentes del inte- tión a la vez fundamental y problemática episternológicarnente, pues esa
rior del cuerpo, que arriban al alma, y [6] como una magnitud de la exigencia de tra-
bajo impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático (OC doble vertiente dificulta e! abordaje empírico. Es muy probable que en esta
2041, numeración y cursiva mías). , concepción, Freud se haya visto influido por Gustav Fechner, el creador de
lá psicofísica, primero en preguntarse desde la psicología cómo se podrían
A partir de estas dos citas, Villamarzo (ob. cit. págs. 438-444) obtiene siete medir las sensaciones o las vivencias psíquicas. Lo mismo que Freud en cuan-
--8a-V~f,H-HElil:H'Je¡:¡.ffile5 -13tH:'a-la-e9Hi-j3·Fen&iAFl-Ek1-<fEefleepte-+1l:et-a·13s.fc-elégiee-de.---------IÉe-a-la-posibilidad_d.e__me.d.irJalu..erz.a .de.urua"-t'p-",-u-",ls:.!.>ió"Cn~.
_...,--.,-- _
pulsión» de Freud, que nosotros hemos preferido dejar en las seis marcadas 6) La pulsión conlleva siempre una exigencia eletrabajo, que contrapesa
con cursiva en ambos textos, pues parece una redundancia diferenciar la fuen- su constante e inagotable flujo. La oposición pulsión/trabajo 'psiquico daría
te de excitación y que ésta sea intrasomática. Son las siguientes: por resultado las distintas actividades humanas, patológicas o no, así C01110
las distintas vías de sublimación.
1).. La pulsián como representante psiquico quiere decir que, pese a su
condición fronteriza entre lo anímico y lo somático, sólo es asimilable a
tI:avés de representaciones psíquicas de la parte biológica, que como 12.1.3. CARACTERÍSTICAS DE LA PULSIÓN
VImos antes, es esencial para diferenciarla del instinto. La pulsión sería la
energía psicobiológica que rige «la actividad del psiquisrno humano» Freud las definió con claridad en su trabajo mencionado de 1915 (Las pul-
(Villamarzo, ob. cit., pág. 438). Aunque a veces en los textos freudianos sienes y sus destinos), por lo que es aplicable así mismo lo que mencionamos
se puede asimilar la pulsión a su representante psíquico y considerarlos al principio de la sección anterior sobre su conexión específica con las pul-
sinónimos (Freud, 1905d y 1911c), lo cierto es que no lo son y nosotros siones sexuales. Ahora, inclusive, con mayor rigor, como veremos a conti-
preferimos la descripción que hace en Lo inconsciente (1915e), donde nuación al describir cada una de las características freudianas para la pulsión.
Freud afirma: Son cuatro: Apremio, fin, objeto y fuente. Para estudiarlas seguiremos los
Una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de la conciencia; sólo puede estudios de Lagache (1955) -por ser de los primeros, que no por su pro-
serlo la representación que es su representante (Am. eds., XIV, pág. 173). fundidad-, Lacan (1964), Laplanche (1969-1970 y -1970), Van Rillaer
La representación. psíquica de las pulsiones deviene en las distintas for- (1975), Terrazas (1988 y 1998) Y Villamarzo (1989), añadiendo comentarios
l1:as de afectos y/o fantasías, o también -desde e! punto de vista de las pul- propios si ha lugar.
sienes de autoconservacron=- en necesidades.
2) La fuente de excitación de la pulsion: La energía pulsional tiene un
«origen», que Freud sitúa en el interior del organismo, siempre es intraso- 12.1.3.1. Apremio [Drang]
rnática, diferenciando con ello la pulsión de la concepción de estímulo de su
época, cuyo origen se situaba en la exterioridad del sujeto. Se trata de la primera de las caractertsticas desarrolladas por Freud
3) La pulsion es continuamente corriente, tiene un fluir constante e in- (1915c), y la única cuya traducción ha originado algunas discrepancias.
agotable, y aunque pueda ser puntualmente descargada, nunca encuentra e! Nuestras versiones castellanas han elegido «perentoriedad» (Biblioteca
objeto de satisfacción que la colme de! todo, pues entra en acción de nuevo. Nueva) y «esfuerzo» (Amorrortu eds.), correctas ambas, pero no así la pro-
La labor del aparato psíquico humano es su canalización en formas satisfac- puesta de Villamarzo (1989, pág. 445) que prefiere «intensidad», la cual
torias para la subjetividad de cada individuo, y dependiendo de su contextu- parece demasiado aséptica al dejar fuera el matiz de apremio y de empuje
l-a moral. En forma general, las patologías mentales son formas desajustadas que tiene el Drang alemán. Por esta razón se pueden usar también «presión»
de dicha canalización o «empuje» (como hacen con la poussée francesa los traductores de Lagache,
4) Diferencia pulsiól1/estímulo, que para Freud en estos momentos Lacan y Laplanche). Nosotros nos quedamos con «apremio». Mientras e!
resulta clara, sobre todo si pensamos en e! pasaje de su primera teoría de las significado esté claro, el significante es menos importante, pues incluso si
neurosis (trauma-seducción) a la teoría edípica (véase 1.3.3.1 y 1.3.3.2). El tradujéramos más literariamente, una paráfrasis como «tener ganas de» sería
:.raulT~avenía desde estímulos externos, mientras que en la teoría edípica el lo más correcto, que es la locución alemana para significar, por ejemplo, el
énfasis se colocaba en el elemento pulsional. Freud propone una nítida dis- apremio de orinar. .
tinción entre est_osdos conceptos, aunque es cierto que la interacción suje- Freud describe el Drang como el factor motor de la pulsión «esto es, la
te/ambiente es fundamental para el despertar de las mociones pulsionales y suma de fuerza o la cantidad de exigencia de trabajo que representa»
La pulsión. Teorías sobre las pulsioncs. Crítica y actualidad 309
Antonio Garda de la Hoz

(OC 2042). Las pulsiones siempre son activas, aunque pueden ser de fin pasi- Para Laplanche hay fines intermedios o preliminares (las llamadas <~pLllsiones
vo. . [Jarciales»). Al intentar precisar el fin?Laplanche le encuentra disociado er:tre
Lagache (1955) no la considera diferente de la pulsión misma (Ttieh == su fuente (el órzano que hay que satisfacer: boca, OJO,pene, etc.) y su obJe~o
Drang), y por lo tanto sólo habla de tres características. Esa igualación con- (lo que da luga~ a las Uan:~das relaciones,de objeto). Este dobleftl.o del fin
llevarla n~c~sal'lalTlente el arrinconamiento de la pulsión en el único resistr . puede encontrar su solución en la [antasia. En resumen,. su post~lIa.es S;:le
de lo or~~n1co, en la ll1er~iade lobiológico. Por ello Lacan (1964) ex;res,~ existe un Iin pulsional absolutamente g,eneral y,l~lllyabstracto-~'ltlsfa:Clon
«La pulsión no es la poussee. La Trieb no es el D/'cmg» (Sem. XI, lección XIII). por supresión de tensión-e-, y otro mas específico y determinado marcado
d Para Lacan, el. Dl'anglb. se identifica en primer Íuzar con la tendencia a, la, por talo cual órgano II objeto (comer, ver, hacer el amor, etc.). , .
__ pura y slmp e, pero esta fesión o a remio debe distin uirse
-;::-;:e""s::-7carga 8 Villamarzo (1989, págs. 448-450) aborda las cuatro caractenstIcas de la
pres¡(':;ncle una necesi a como e rarn re o a sed, pues el Drang es una fuer- pulsión desde la óptica de la not~nahdaa .Y 1.apatologla, y COIllOT::ajJhTrKh,,,.-I,""------
za constante +honstante Kraft- y no una fuerza de choque o momentánea como Freud mismo en 1915), tiene casi siempre en la mente a la pulsión
-m?í7~enta!leStQSs-Kraj~-(OC, 2040). ~,sla ~on,sl~nciaen el ~l11'pujeimpide sexual como paradigma de toda pulsión. Ello-le co~d.llce a interrogarse d~
la asimilación de la pulsión a la sola función biológica, que esta SIempre suje- contiouo sobre la polandad de lo normal y lo pat~loglco en relación con e_
ta a una pauta ritmada. Drang. al fin, al objeto, y a la fuente, lo que en ocasiones resll~ta forzado yno
. Laplan~he (1969-197~ y,197.0)seña~a que el Drang es la característica pul- demasiado productivo (sobre todo en los casos del apremio y la fuen~e~.
sl?nal que introduce la hipótesis eCOn01l1lCa,el factor cuantitativo (también Entre los fines patológicos los habría perv~rsos (sadornasoquistas y exhibi-
Villamarzo, 1989), una especie de X que no se puede medir en términos abso- cionistas-voyeuristas), y clínicos o sintomáticos, corno por ejemplo la neuro-
lutos, pero que es susceptible de comparación en determinados casos. sis obsesiva y la melancolía, aunque cualquier neurosis o enfermedad mental
Por termina~ con un juego de palabras, podemos resumir diciendo que e] - I en general, supone de por sí un fin pl~si0nal pato~ógico. .
J
Drang es la cualidad más «instintiva» de la pulsión. Por último Terrazas (1998), que sigue un escrito anterior (1988), apunta
I que el movimiento pulsional es contr~dictorio, pues ~ la vez ti~r~de y no t~en-
de al fin, lo que está en la base del onger: cultu~al. Sigue la clásica Idea freu-
12.1.3.2. Fin [ZielJ ·1 diana (1930a) de la cultura como renuncia pulsional, aunque hay que enten-
der que la parte pulsional puesta ~lservicio cultural es p~'~Clsar~entela .d~l fin
. Para Freud la m,eta o el fin de la p~sión es siempre la satisfacción, que .i inhibido, la renuncia. Añade una Idea sugestiva: La pulsión esta al servicio de
viene por la supresion del estado de excitación de la fuente misma. El {in es I la cultura «tanto en sus aspectos más creativos y sublimados, .c~mo en s~s
el o~ro.extrem~ d? l~ cadena pLllsion~1.Los fines pueden ser. combinad_os o aspectos más destructivos y violentos (pu,es la violencia en sus distintas ma111-
sustituidos entre SI. 1 uede haber pulsiones «coartadas en su f111»es decir se festaciones es, por excelencia, algo específicamente humano y nada anImal. o,
rec?,rre un trecho hacia la satisfacción, pero luego la pulsión sufre una inhi- dicho de otra manera, la violencia destructiva es claramente de orden pulsio-
bición o un desvío parcialmente placentero .(OC, 2042). Esto conduce direc- nal y no vital)». Aún sin nombrarla, pare~e que la pulsión de muerte,de Freud
tamente a la CL:estiónde la sublimación como fin pulsional inhibido en su fin, está ahí presente y también la idea [araniana que comentaremos mas a~elan-
pero satisfacción al fin y al cabo y sin que haya por medio mecanismos repre- te (12.3.3) de que en el fondo, con la Todestrieb de Freud nos encontramos
SIVOS. con una «sublimación creacionista».
Para La?an (1964) no se puede decir que el fin no se alcanza en cuanto a
la satl~facCl?:l: «Se alcanza», ~ólo que, y por la clínica lo sabemos, ese estado
?e satisfacción «debe serrectificado», con lo cual «la satisfacción es paradó- 12.1.3.3. Objeto [Objekt]
jica», pues «cuando la miramos de cerca, nos damos cuenta de que entra en
Ju~go algo nuevo» (ob. cit., págs. 172-173). La satisfacción entra en 10 deno- Para Freud el objeto es «la cosa en la cual o por medio de I~cualpuede
J111l1adopor Lacan «categoría de lo imposible» y que asocia a su noción de la pulsión alcanzar su satisfacción» (OC, 2042),) resl:lt~ la m~s variable y
Real, que ,se.dist~ngue c?n claridad del campo de] placer y de la sexualización, lábil de sus cualidades. No hay una determinación orgaruca haCl~ l~n objeto
y que ~n última instancia le llevará a la defensa, contra muchas escuelas y psi- específico en la pulsión. Puede haber, como ocurre de hecho, múltiples sus-
coanalls,tas con~refos, de la pulsión de muerte freudiana (Todestl'ieb). tituciones en cuanto al objeto, así como que un solo objeto Sll'V~ a vanas pul-
En Íínea SImilar,a Lacan, Laplanche (1,969-1970 y1970) apunta a la vague- siones. Freud habla de Nación, cuando una pulsión se liga íntima y radical-
dad de I~ satisfacción como f111 de la pulsión. Es verdad, por ejemplo, que en mente a un objeto. Naturalmente se está refÍl'i~n:I0 ~ I~ pulsión sexua~ y.a sus
la relación heterosexual llamada «normal», el fin sea el coito con la persona fases de desarrollo (oral, anal, etc.), pues continua diciendo que las fijaciones
del sexo opuesto, pero hoy más que nunca parece que es demasiado simple. pueden ocurrir en períodos tempranos del desarrollo pulsional, y pueden

I I
r
l

310 Amonio García de la Hoz L,I ¡.¡ulsión.Teorías sobre las pulsiones. Critica y acrualidad 311

poner fin a la movilidad pulsional propia de dichos períodos, e impedir las que son igualmente zonas-bordes, y por tales, susceptibles de la función eró-
sucesivas pérdidas de objeto que hay que efectuar en ellos. sena
Lacan (1964) apunta que precisamente a través del objeto es cómo la pul- b Laplanche (1970) incide en que si la no~ión de fuen~~se toma el1L;l1sen-
sión aprende que no es justamente por ahí por donde se satisface. Ningún tido estrecho (el freudiano), habría que dejar paso a fisiólogos y/o b1olog~s.
objeto llega a satisfacer la pulsión y recuerda la frase de Freud en los Tres En el plano psicológico sólo podemos ver el fin que surge d.ela fuente,. el fin
ensayos: «Por lo que respecta al objeto en la pulsión, sepamos que no tiene, que se expresa. Y sigui~ndo lo apuntad? por Lacan, se detle~le a considerar
propiamente hablando, ninguna importancia. Resulta totalmente indiferen. las zonas erógenas no solo en su acepción concreta y local, SJl10co;n0 lug~r
te» (OC, l180). privilegiado de excitación que puede provocar una serie mucho mas ~mplta
Laplanche (1970) efectúa una serie de recisiones terrninolózicas en cua - -de-p-r.t)eese-s7-~{tAg_eFégef1-a-R&e-5-@-)ffiet:a.g:¡e¡:¡.t@--~H~t:@...e-f.l-~@Htt.~@'------
to al objeto e a pu sión, amo to a una escuela después de Freud (la klei- «fuente somática del instinto», sino un punto orgamco «part1cularmente
niana) se ha orientado hacia el concepto de «relación objetal», esto ha de entcn- expuesto a un efecto marginal [Nebenwil'kzmg]» que hace surgir lo sexual
derse tanto COIllO una actividad específica (un determinado tipo ele relación), cuando ciertos procesos internos (excitaciones rnecarucas, musculares, traba-
como un objeto privilegiado de la misma. B) El objeto freudiano no significa jo intelectual, etc.) han sobrepasado ciertos límites cuanntativos.
una «objetivación» de la relación de amor (por ejemplo en la frase «me tratas
como a un objeto»). No se trata de la cosificación de la relación amorosa. C) El ¡
objeto en psicoanálisis no consiste en un objeto en el sentido de LUlateoría del 12.2. TRES MOMENTOS BÁSICOS PARA DOS TEORÍAS
conocimiento, es decir, un objeto «objetivo». Casi es toelo lo contrario, pues se ) DE LA PULSIÓN EN FREUD
trata con todo derecho de un objeto fantaseado a veces incluso en forma prio- I
ritaria. Una cosa es la noción de objetividad (teoría del conocimiento) y otra la
noción de objetalidad (teoría de la pulsión). El objeto de la pulsión no es el
objeto perceptivo o científico. D) La noción de «objeto parcial», término intro-
:I A pesar de que algunos autores (Tizón, 1988, pág. 189) han hablado de
tres teorías de la pulsión en Freud, nosotros pensamos (con otros muchos
como Lagache, 1955; Lacan, 1964; Villarnarzo, 1989; Ten:azas, 1988 y 19~8)
ducido por Melanie Klein aunque implícitamente descrito ya en Freud, signifi-

j
que es erróneo. Lo que hay son. d~s teorías diferentes mediadas P?r.un pena-
ca que el objeto no coincide necesariamente con la «persona total»: pecho, do que denominamos de transicion, provocado por el vuelco teonco que la
pene y otras muchas partes del cuerpo, que tienen en común el rasgo funda- noción de narcisismo va a provocar en Freud.
mental de ser fantaseadamente separados o separables. Mostraremos en este apartado lo esencial de la concepción freudiana, apo-
Van Rillaer (1975, pág. 53) ha insistido en el carácter contingente del yándonos en sus p.ro~iostextos y en los c~l~l~ntaristasm.ásrigurosos; I?qaremos
objeto de la pulsión, rasgo que la distingue radicalmente de la noción etoló- para el apartado siguiente (12.3) la exposición de las dif1cult~desmas,l111port~-
gica de instinto. tes inherentes a la teoría de las pulsiones, tanto las que ya vislumbró el propio
.1 Freud al elaborarla, como las que se le han efectuado con posterioridad. .
Pero aún antes de mostrar ambas cosas, hay que resaltar lo que considero
12.1.3.4. Fuente [Quelle] básico en el pensamiento .de ~reud en cuanto a ~a t~oría de las pulsiones:,La
noción de oposición, que implica al menos dos ternunos en lucha. y de ah! su
La última característica de la Pulsión es para Freud «aquel proceso somá- concepción hrndamentalmente dualista. Según ha indicado Lacan (197~,
tico que se desarrolla en un órgano o una parte del cuerpo, y es representado Seminario 1, lecciones L"'{y X) y siguiendo sus pasos Laplancl:~ y Pontalis
en la vida anímica por la pulsión» (OC, 2042). El estudio de la fuente de la (1968, pág. 361) y Villarnarzo (1989, pág. 459), Fr_:ud, en su relación conJlIn~,
pulsión lo deja para la Fisiología o para la Biología. Aunque la pulsión nazca se vio tentado por el monismo, pero como be senalado en otro lugar ~GarcIa
en fuentes somáticas, no se nos da a conocer en el psiquismo sino por sus de la Hoz y Ávila Espada, 1992), no ~ayó en ~l,.sino tod? .10contr~no. Res-
fines, y no resulta indispensable su conocimiento preciso. pondió con la creación del nuevo dualismo libidinal (narcisista y objetal).
Lacan (1964) ha puesto de manifiesto la cuestión de las zonas erógenas,
que se reconocen por su estructura de borde: «¿Por qué las llamadas zonas
erógenas no son reconocidas más que en estos puntos que se diferencian para 12.2.1. PRIMER MOMENTO. PRIlvl.ERA
TEORÍA
nosotros por su estructura de borde? ¿Por qué se habla de la boca y no del
esófago, o del estómago? Porque participan igualmente de la función oral. Un vistazo a la literatura psicoanalítica permite decir que este período
Pero a nivel erógeno, hablamos de la boca, labios, dientes...» (Lección XIII, 4). abarca desde los orígenes (1895) hasta que en 1914 Freud redacta Introduc-
Y esto no sólo para la función oral o anal, sino también para otras funciones ción al narcisismo. La primera teoría pulsional (<<bitemática»,Tizón, 1988)
como «el borde legañoso de los párpados, nuestra oreja, nuestro ombligo», mantiene la oposición entre dos grandes grupos ele pulsiones: Las de reproduc-

/ /
312 Antonio Carda de la Hoz La pulsión. Teorías sobre las pulsiones, Crítica y actualidad 3D

cián y las de autoconseruacián. También se las reconoce respectivamente como a la categoría de objetos de elección erótica, o sea, sus «encantos». Ahora bien: es
pulsiones sexuales" pulsiones del yo (lcbtriebe). muy difícilservir a dos señores. Cuando más estrecha relación adquiere uno de estos
} órganos de doble función con una de las grandes pulsiones, más se rehúsa al otro
Para Lagache (1955), esta teoría tiene un basamento clínico que Freud ya (l910i, OC, 1633).
había formulado: Las neurosis transferencia/es (1.3.3), cuyo conflicro funda-
mental estriba en que el sujeto (que Freud asimila aún con el yo) percibe Esta misma idea de oposición entre las dos pulsiones se puede observar
como peligrosas las propias tendencias sexuales exacerbadas, por lo que tiene en otros escritos (1911b).
que promover su represión. El conflicto de estas neurosis es as¡ reducible a . Sobre los diversos tipos de pulsiones de conservación Freud no dio nunca
un conflicto entre la libido y el )'0. Cuando Freud vio que dicha conflictiva una visión de conjunto (Laplanche '! Pontalis, ob. cit., pág. 348), hablando de
encajaba a la perfección con la teoría instintiva clásica de la.hiología.de.suc., -: --(e~il~al_Ss_5isieIT1flf~-¬ e!eE-~·a-y-t_efHilHtle-c-em-e--j3-retet~·pe-el--ha-R4t:e.-AtJ.A-------
tiempo, que mantenía que el ser vivo tendía bien a conservarse, bien a repro- que habría que incluir ahí todas las grandes funciones orgánicas (respiración,
el ucirse, engarzó sin dificultad alguna ~ll descubrimiento clínico con la teoría nutrición, defecación, emisión de orina, visión, audición, actividad muscular,
que hacía que el hombre se moviera con fines ontogénicos de auroconserva- etcétera).
ción y filogénicos de reproducción. y el «hambre y el amor», en palabras de
uno de sus poetas favoritos (Schiller), se convirtieron en los paradigmas pul-
sionales. 12.2.2. SEGUNDO
MOMENTO.
PERÍODODETRANSICIÓN
La oposición libido/yo del conflicto neurótico estaba perfectamente
representada en esa teoría pulsional, pues era muy fácil relacionar la función Llamamos segundo momento al comprendido entre la publicación de
de reproducción con la libido y la función de conservación con el yo. Introducción al narcisismo (1914) Y la publicación de Más allá del principio de
En cuanto a los dos términos de la oposición, la pulsion sexual [Sexual- placer (1920). Ya hemos.mencionado qu~ toda~ía en e! text? del narcisi~mo e
trieb] está presente prácticamente desde el principio en los escritos de Freud incluso en otros posteriores (1915c), Freud sigue defendiendo su primera
(1950a [1897-1902]), y la vicisitudes de la misma son el aspecto más estudia- teoría, aunque es consciente de las dificultades de la misma, sobre todo ter-
do por Freud, y como hemos adelantado, a veces teorizó sobre la pulsión en minológicas y meta psicológicas. Por un lado habla de «pulsiones del yo»,
general sobre el modelo de la pulsión sexual en particular. Nuestro capítu- siendo el «yo» una noción de gran vaguedad epistémica y ontológica, que por
lo XIV está dedicado a su estudio y desarrollo en la teoría psicoanalítica. momentos se podría asimilar al «ser corporal» o físico, y fuera del campo
Las pulsiones de auto conservación, mucho menos estudiadas por Freud en sexual. Pero por otro lado, J ung le había apuntado que en los casos de psi-
parte por considerarlas fuera del campo de estudio de la psicología, reciben cóticos, la investidura libidinal se plasma en el yo, con lo cual habría que
determinados nombres en los escritos freudiaoos. Como ha señalado Villa- hablar de una energía inespecífica y no de libido. Freud vislumbra con clari-
marzo (1989, pág. 510), Freud las englobó primero bajo la expresión Fun- dad cuál era el problema yen el texto del narcisismo se plantea preguntas que
ciones fisiológicas (Tres ensayos), y luego bajo los mencionados nombres de denotan la imprecisión terminológica:
pulsiones de autoconservación o pulsiones de! yo (1910i). Con estos nombres
aparecen en otros de sus trabajos (l911b, 1914c y 1915c). En adelante consi- Si atribuimos al )'0 una carga primaria de libido, ¿para qué precisamos diferen-
ciar una libido sexual de una energía no sexual de las pulsiones del yo? ¿La hipóte-
deró a estas últimas expresiones C01110 sinónirnas, basta que poco a poco van sis básica de una energía psíquica unitaria no 1105 ahorraría acaso todas las dificul-
desapareciendo de la obra de Freud con la aparición de la segunda dicotomia tades que presenta la diferenciación entre energía de las pulsiones del J'O y libido del
pulsional. Según Laplanche y Pontalis (1968) estas pulsiones designan )'0, libido del jo y libido objetal? (OC, 201.9).

... e! conjunto de necesidades ligadas a las funciones corporales que se precisan para El texto de Introducción al narcisismo ha provocado muchas controversias
la conservación de! individuo; su prototipo viene representado por el hambre y muchas publicaciones [véase por ejemplo, Sandler, J. (cornp.), 1991], y hoy
(pág. 347). día es un concepto central para e! desarrollo de la clínica psicoanalitica. Reba-
sa los límites de nuestro proyecto. Solo incluiré el resumen de lo fundamen-
Sobre estas funciones corporales necesarias para la auroconservación del tal del texto para nuestro tema.
sujeto se asentarían las funciones sexuales, pues tienen a su disposición los Introducción al narcisismo está dividido en tres secciones, de las cuales la
mismos órganos y sistemas orgánicos: primera es la más pertinente ahora. Parece haber sido escrito muy apresura-
damente y publicado deprisa. Aunque no hay que olvidar que se trata de una
El placer sexual no se enlaza exclusivamente con la [unción de los genitales. La «introducción» y no debemos tomar por edificio acabado lo que sólo son sus
boca sirve para besar tamo como para comer o para la expresión verbal, y los ojos
no perciben tan sólo las modificaciones del mundo exterior importantes para la con- cimientos. El impulso básico para escribirlo es contestar a la crítica formula-
servación de la vida, sino también aquellas cualidades de los objetos que los elevan da por Jung (1912), en tanto que parecía que Freud se retractaba de la uni-

/ /
'11~
'~1
;.1
314 Antonio García de la Hoz _~~~-I La pulsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y actualidad 315
...~.
versalidad de la teoría de la libido, a partir de ciertas frases escritas a propó- .- tiva y la repetición transferencial. En todo estos fenómenos lo que destacaba
sito del caso Schreber. Freud, aguijoneado por dicha crítica que amenazaba como factor común era el tema de la repetición, a lo que añadió 'el famoso
su concepto central (la libido), contraatacó exponiendo su ya famosa división ejemplo de repetición infa~til (Fort -Da). ~lue le proporcionó un 11.Íet(\C01110
libidinal en objetal y narcisista (o del yo), y que precisamente de esta última '~I
"-1 forma de superar la angustia de separación de su madre. La compulsión a la
era de la que se trataba en Schreber y en todos los sujetos psicóticos. La opo- _.~ repetición [Wiedel'h~lungszwang} se co.nvirtió en elleitmot~'~ de toda l?ul.sión,
sición libido narcisista o del yo/libido objetal pasó entonces al primer plano, I que llevaría al ser VIVOal estado inanimado del que partió. Ell110vll1~lento
oscureciendo la primera teoría pulsional. Pero ello llevaba consigo una gran pulsional es un retorno al origen tras el decurso vital: La meta de toda Vida es
dificultad: Si el yo ~L:asusceptible de investidura libidinal (como se proponía la muerte. Lo inanimado era antes que lo animado (OC, 2526) eran frases que

sexuales (tal y como sostenía en la primera teoría de las pulsiones)? Si el yo


era libidinizable, la primera teoría se le venía abajo.
Freud, en su texto, lleva a cabo una triple defensa contra la contradicción ... la tendencia propia de lo orgánico vivo a la reconstrucción de un estado anterior,
anterior (OC, 2020), pero ha quedado conmocionado, se imponía un cambio que lo animado tuvo que abandonar bajo el influjo de fuerzas exteriores, perturba-
de terminología y un estudio más profundo del concepto de yo. Lo primero doras; una especie de elasricidad orgánica, o, si se quiere, la manifestación de la iner-
cia en la vida orgánica (OC, 2525).
lo llevará a cabo en 1920, con la segunda teoría pulsional. Lo segundo aún no
lo tenemos.
Freud era conocedor de que esas ideas habían sido expuestas por otros
pensadores en distintas formas, C?~O Nietz~ch.e y su «ete.rr:o r;t~rno d:: lo
12.2.3. TERCER MOMENTO. SEGUNDA TEORÍA mismo», como Schopenhauer, el filosofo pesirrusta que qUlza mas influyó en
Freud (véase Assoun, 1976) o como Fechner y su «tendencia a la estabili-
Abarca desde la publicación del escrito fundamental Más allá del princi- dad», y también era consciente del alto vuelo especulativo que suponía la
pio del placer en 1920, hasta 1939, fecha de la muerte de Freud. A lo largo de nueva teorización, según expone en una carta a Ferenczi del 31 de marzo
todo este período, y a pesar de las dificultades planteadas ya en vida del autor, de 1919:
para él resultó indispensable su nueva dicotomía pulsional, y lo escribía y ver-
Estoy escribiendo un nuevo ensayo titulado Más allá de] principio del placer y
balizaba en cualquier ocasión propicia. Se trata del planteamiento de la pul- cuento con que lo entenderá Vd., cuya comprensión no me ha faltado nunca.
sión de muerte [Todestrieb] y su oposición dialéctica a las pulsiones de vida Mucho de lo que allí digo es bastante oscuro y el lector se verá obligado a arreglar-
[Lebenstriebe] . se como pueda. Algunas veces no puedo hacer otra cosa que eso (en Caparrós, 1988,
El problema con que se enfrentó Freud fue la articulación de la nueva teo- pág. 1567).
ría con la anterior. Con la nueva formulación se daba salida al callejón termi-
nológico que señalábamos en el apartado anterior, al desaparecer de la misma Algunos (Villamarzo, 1989, pág. 570) han afirmado que esta dicotomía
la noción del yo, noción que también iba a sufrir pronto una revisión (Freud, pulsionalreafirmaba el punto de vista económico; otros, que ponía de relie-
1923b). Pero trajo consigo otro nuevo: Cómo integrarla con la anterior que ve la biologización del pensamiento freudiano (Iones, 1953; Lagache, 1955,
defendiera tantos y tantos años. Freud no lo solucionó, o mejor dicho, apor- entre otros), e incluso hubo (Wittels, 1924) quien sugirió que esta teoría esta-
tó dos soluciones antagónicas entre ellas mismas que mencionaremos un ba directamente relacionada con acontecimientos personales de la vida de
poco más adelante (123.2), con lo que dejó el embrollo a los desventurados Freud, como la muerte de su hija Sofía. Freud parecía que estaba esperando
seguidores. Y todo ello si se admite la noción misma de pulsión de muerte, una interpretación así, y en una carta a su primer biógrafo replicaba de la
pues los propios psicoanalistas se han dividido en cuanto a la aceptación y la siguiente forma:
comprensión de la Todestrieb. Lo hemos mencionado en las secciones dedi-
cadas a las escuelas psicoanalíticas (véase capítulos III, IV, V y VI), donde se Esto me pareció interesante. Yo hubiera subrayado ciertamente la relación
entre la muerte de la hija y los conceptos del Más allá en un estudio analítico perte-
observan grandes discrepancias en cuanto a esta noción y a su significado. neciente a cualquier otro autor. El Más allá fue escrito en 1919, cuando mi hija era
Freud (1920g) plantea la pulsión de muerte a partir de varios indicadores joven y rozagante. Falleció en 1920 [carta a Wittels, cit. en [ones, 1953 (3), pág. 51].
heterogéneos, que en su opinión, demostraban la insuficiencia de la dialécti-
ca entre el principio del placer y el de realidad (véase capítulo XV) para expli- Siguiendo a Lagache (1955) podemos sintetizar la segunda teoría pulsio-
car el funcionamiento y acontecer psíquico. Estos indicadores fueron básica- nal de la forma siguiente: Las pulsiones de vida -Eros- abarcarían toda la
mente los sueños de angustia (las populares «pesadillas»), los enfermos de libido, tanto narcisista como objetal. Tendrían como finalidad la «unión» y
neurosis traumática y los fenómenos clínicos de la reacción terapéutica nega- establecer unidades cada vez más amplias y así persistir. Las pulsiones de

/
/
'~
!'!![fJ!I/I"'
..
'W

316 Antonio Cnrcíadel, H~ l L. p,';<6". Teoríassobrelaspulsiones. C''''Q y actualidad 317

muerte =Tbánatos-:-, por el contrario, tienden a la disolución, a la separa-


ción. Ambas son de naturaleza conservadora, y aunque por medios dileren-
jI «acentuaba de modo exclusivo el erotismo de una situación, cuando. era posi-
ble que fuera simplemente evolu~iva» (1950, pág. 41). ~l biologicismo y el
tes, llevarían al restablecimiento de un estado de cosas anterior, Este dualis- pansexualismo en seg~da se COnVlrtlerO;1enlos dos principales escollos de la
rno, apuntado ya por Freud, y seguidores como Lagache (1955) y Villarnarzo teoda pulsional freudiana para los crrncos culturalistas nortear:nel'lcanos,
(1989), se corresponde alos procesos biológicos de construcción y destruc- representados por B. Malinowsky, K. Horney, E._ Frornm y la propia ~homp'-
ción (anabolismo y catabolismo) que actúan en el organismo, y por tanto son entre otros. Por OU'Olado, y en lo que se refiere a la segunda teona, tam-
supone una tendencia a biologizar la teoría de las pulsiones. bién el libro de Thompson es una muestra típica de toda la tradición ameri-
Lo que aparec.e con claridad es que esta teoría sustituyó a la anterior y ha cana: Sin nombrar apenas la pulsión de muerte, y en su lugar hablar de
provocado un sintmde comentarios por parte cleIrmchos seguidores, al"'gTIu"'l1-';O""S~~~~+-~~~~nj¡""b_'_;tirrtu"de-destrtteeié-!'1--tt-e~-g-t'esté-R,E-Ha±.1Q0-Hg_@-S-J+ada-clru:o-q.ue_s.eaJ.u_~~~~~
de los cuajes reflejaremos a renglón seguido. mismo. Como decíamos antes, puede ser que la traducción de Strachey haya
tenido mucho que ver. Apunta Bettelheim (1982, pág. 150):

12.3. CONSIDERACIONES CRÍTICAS DE ACTUALIDAD en ningún lugar perjudica más a nuestra comprensión del,psicoanálisisla traducción
de Tneb por «instinto» Cjuecuando se usa a propósito del «instinto de muerte». De
hecho no tendría ninzún sentido un psicoanálisis que afirmara un instinto de muer-
Expondré en primer lugar las criticas al concepto de pulsión y a la teoría eI'
te, y por esta razón psicoanálisis norteamericano tiene razón en distanciarse de la
concomitante que han sido efectuadas por los autores más representativos. idea de instinto de muerte. Pero Freud nunca habló de instinto de muerte; sólo de
A continuación, el problema de la articulación de las dos teorías, los intentos una pulsión o impulso, en su mayor parte inconsciente, que nos induce a cometer
realizados y mi propia visión de la cuestión. Finalizaré el capítulo con el estu- actos agresivos, destructivos y autodestructivos.
dio de un instructivo y famoso ejemplo freudiano, donde la oposición pul-
. sional se plasma en el olvido de un nombre propio. Con sesuridad hay que distinguir la agresión, generada más o menos por
la lucha p~r la supervivencia o la autoconservación, de la violencia típica-
mente humana, ajena al mundo animal, y que tiene otro origen, fundamen-
12.3.1. CRÍTICA AL CONCEPTO y A LA TEORÍA DE LAS PULSIONES talmente narcisista. Y sin el concepto de pulsión de muerte, el sistema dua-
lista y dialéctico de Freud se vendría abajo, y quedaría reducido a un
Existe una gran diferencia entre la bibliografía europea y la americana, y pensamiento monista, más apacible, confortable y conciliador con nuestra
ello es un buen punto de partida para la revisión crítica. Salvo honrosas vida interior, que es precisamente la labor que llevó J ung a cabo. Pero de esto
excepciones, la teoría de la pulsión en general y más en concreto la noción de siempre huyó Freud. Quizá todo es una cuestión de decisión ideológica y
pulsión de muerte, o no ha sido bien comprendida o ha sido rechazada de ética, una forma de entenderla existencia. Para el último Freud, la pulsión de
plano en el medio norteamericano. Quizá sea debido a la pésima traducción, muerte era irrenunciable y no hubiera estado en absoluto de acuerdo con el
como apuntaba Bettelheim (1982, pág. 150). En el contexto europeo, por el revisionismo norteamericano.
contrario, y quizá por compartir la misma tradición cultural y el mismo fondo Etcheverry (1978, págs. 53-54) realizó un excelente trabajo exegético
filosófico de Freud, fue mejor comprendido Su pensamiento en este punto. sobre el concepto de pulsión de muerte freudiano, y el gran error que supo-
ne traducirlo por instinto. A'partir de Empédocles (con su Amor y Discordi~)
traza su dualismo pulsional. Para Empédocles, la discordia, el poder aruqui-
12.3 .1.1. La tradición norteamericana lador, la muerte misma, son una nada positiva, activa, no la ausencia de ser.
Si esta nada positiva es el esfuerzo de llevar a lo vivo mismo a la condición de
Dos textos interesantes, por pertenecer a dos momentos distintos de inerte eso no siznifica que no haya existido (la nada positiva) antes de la apa-
introducción del psicoanálisis en EEUU, son el de Thompson (1950) ~ins- rición' de la vid~. Por lo tanto, concluye Etcheverry, «¡Qué dislate sería tra-
crito en el momento de expansión de la psicología del ego y la crítica del cul- ducir aquí «instinto», un instinto de muerte de la materia inanimada!»,
tumlismo->, y el de Eagle (1984) ~redactado en un momento de crisis de lo Desde esta perspectiva, en mi opinión, quien mejor entendió el pensamiento
'anterior y de revisión crítica general del psicoanálisis. Nos servirán de base freudiano fue Lacan, como veremos en seguida.
para este apartado. En general, casi toda la bibliografía norteamericana da un tratamiento
Clara Thompson expone en forma superficial la teoría pulsional de Freud muy superficial a la teoría pulsional de Freud, y está fuertemente impl'~gna-
)' su crítica es un nítido exponente de la corriente culturalista americana, que da por el error de traducción (y por consiguiente, de sentido) ya menciona-
se opuso al aparel~te «biologicismo freudiano»: Por ejemplo alude a que do. Por ejemplo, Hartmann (1964), hace una paráfrasis de la Trieb de Freud
Freud confunde «fenómenos culturales con fenómenos biológicos» y que

¡I
¡
L,I plllsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica)' actualidad 319
318 Antonio García de la Hoz

y L.ltili~~la ~~presió.n instinctual dnue, creando más confusionismo y sólo con agresión y no de muerte, y hay que insistir de nuevo, que no son la misma
la JUstiflc~clon~e distinguir lo animal de lo humano. Ello ha producido el que cosa.
se baga hincapié, sobre todo, en la prunera teoría de Freud, Ejemplos de ello Los errores americanos en el entendimiento de la teoría pulsional Ireu-
pued.en ser H~II(1964), F!!edman (1968) y Blu~1 (1972). Siempr~ con la ten- diana quedan así plasmados, pudiendo revisar ahora la tradición europea,
dencI.a,de sustuuu la pulsión de ¡;nuerte por los mstmtos de agresión y/o des- que aunque n:ejor en comprensión del sentido de Freud, no por ello resulta
truccion, t~n~encla que inauguro Bibring (1941), y que comentaremos en el !llenOScomp]¡cada.
apartado siguiente.
. Más recientemente, el propio Kernberg (1976 y 1984) tampoco puede
----Ele-Sfl·I'(~Bcl~I:s~cl@_I_tGGG__cl~1_t_r.a4Gi.Q.l.J.,y_QIsi.sieLn.p_.re..\,I.ciLi.za..eLcél:¡:n.i.I}G-<4~Bf&S----'-ii-----+
tmto de muerte», aunque es claramente consciente del error de traducción l2-j±c--ba-{'t'tldieión-ettrI7/7'etl'-----------------------
Kernberg tiende a hablar de libido y agresión como componentes pulsiona- COll_el planteal~liento de la pulsión de muerte (1920), que, advierte Laga-
les fundamentales, pero siempre subordinados, no sólo a los afectos, sino a su che (19)5), no ha Sido aceptada por todos los psicoanalistas, Freud consizuió
concepto de relación c:bjetal inrernalizada, que es para él lo importante, que- djvidir y confundir a sus seguidores. En EEUU, el tema fue prácticam~nte
~ando las pulsiones, aun nombradas, como un mero basamento motivacional dejado de lado y sustituido por una noción de agresión mixta y algo confusa.
ligado a las investigaciones biológicas, por ejemplo de Tinbergen (1951) En Europa en seguida se emprendió la doble tarea de, por un lado, profun-
~~renz (1963) o Wilson (1975). Kernberg, aún tomando el concepto de Rela: dizar en el sentido de la Todestrieb freudiana y de la noción de pulsión en
cien Objetal de M. Klein, no duda en criticar severamente a esta última por general, y por otro lado, efectuar la necesaria articulación de las dos teorías
su aceptación del «instinto de muerte» de Freud. Para Kernberg (1976) esta pulsio~ales de Freud, intentan~o hacerl~s encajar. No se puede afirmar, aún
a.ceptación kleiniana es «una injustificada extensión de la hipótesis especula- hoy día, qu.e ambas tareas esten cumplidas, aunque hay camino recorrido.
Uva de Freud acerca de un instinto de muerte, y una afirmación dogmática Vamos a dejar la segunda tarea para el apartado siguiente (12.3.2), fijándonos
que no está respaldada por pruebas convincentes» (pág. 96), que además ahora en la primera. .
alude a ~na predisposición biológica innata, y que por tanto iría en contra de ¿Pertenece la pulsión al registro de lo orgánico? ¿Es una manifestación de
su propio concepto nuclear de Relación Objetal, que se centra en el desarro- la inercia en la vida orgánica? Parece que el examen que hicimos del concep-
llo a través de las .sucesiva~ identific~ciones. Para Kernberg, Melanie Klein y to en Freud va en contra de ello, aunque también es cierto que no tenemos
seguidores subestiman la importancia de los factores ambientales, El lector una teoría de las pulsiones ready made. Si bien se asientan de forma induda-
podrá observar aquí la antigua herencia culturalista americana, de la que ble en basamentos biológicos y se han estudiado a partir del comportamien-
Kernberg, a pesar del paso de los años, DOse ha podido desprender del todo. to ~nimal (sobre todo los estudios de Tinbergen y Lorenz sobre la agresión),
. Para fi.nali.zar,en el mencionado texto de Eagle (1984), se pueden perci- casi todos los autores europeos están de acuerdo en que es algo más, especí-
bir las vacilaciones, dudas y rechazos que provoca en los teóricos americanos Iicamente humano.
la teoría pulsional de Freud, Podemos hacer una gradación que vaya desde el ,,?i?uiendo a Van Rillaer (1975, pág. 146), Tizón (1988, pág. 189) y Bofill
rechazo total de toda la teoría pulsional, y su sustitución por otra de las rela- y 1120n (1994), entre otros, la pulsión es un constructo teórico difícilmente
ciones objet~l~s de Fairbairn (1952), pasando por la no consideración siquie- demostrable ni falsable por la realidad o la observación clínica, como diría
ra de la pulsión de muerte en Kohut (l971 y 1977), hasta los esfuerzos inte- BL1l1ge(1969), un concepto «no-formal» o «interpretativo». Nunca nadie ha
gradores de Modell (1975) entre la teoría de las pulsiones y de las relaciones encontrado jamás una pulsión, pero tampoco se encuentran el inconsciente o
objetales, que acuña incluso un nuevo «instinto» supuestamente conciliador: «el átomo» (V. Rillaer). La pulsión es una entidad teórica, lo que los ameri-
los instintos de las relaciones objetales, que serían más «tranquilos» (sic) que c~no~ ~aman con la palabra consiruct, y que Freud denomina noción rnetap-
los,s.e~uales y.agresivos. Todo est.c:conduce a un ~en~uaje babélico en psico- sicológica, consciente de que la teoría pulsional era «nuestra mitología»
análl~ls, contribuyendo a la creacion de un cOnfUS1Ol1lSmO cada vez mayor. El (193?a [1932]), y las pulsiones «seres míticos y grandiosos en su indeterrni-
propio Eagle, en su labor crítica, cae también en el error de obviar la pulsión nación», pero que «en nuestro trabajo no podemos prescindir de ellas» aun-
de muerte, colocando el centro de su crítica sobre la primera teoría pulsional, que «nunca estemos seguros de verlas con claridad» La misma opinión
que en efecto, puede adjetivarse de evolucionista, en el sentido darwiniano. expuesta en El malestar en el cultura (1930a):
Pero esta crítica del evolucionismo freudiano, que en opinión de Eagle
(pág. 17), nunca abandonó en cuanto a la consideración de la teoría pulsio- Entre todas las .nociones gradualmente desarrolladas por la teoría analítica, la
nal, ya no pu.e,deaplicars; a la segunda teoría, pues se sobrepasa ampliamen- docrrina de las pulsiones es la que dio lugar a los más arduos y laboriosos prog[e~
te con la nOCl011de pulsión de muerte y el retorno a un estado anterior. Claro sos. Sil; .embargo, repre~enra una pieza tan esencial en el conjunto de la teoría psi-
que Eagle, como buen seguidor de la tradición americana, habla siempre de coanalirica que ELlepreciso llenar su lugar con un elemento cualquiera (OC, 3049).
320 Antonio García de la Hoz La pulsión. Teorías sobre las pulsioues. Critica :\'actualidad 321

Ya hel~los. :xpuesto (12 ..1.2 y 12.1.3) los esfuerzos realizados para clarifi- solución del problema teórico paraautores. como Bofill y Tizón (1994), aun-
cal' la definición de la pulsión y sus características. Han sido fundamental- que para Freud no resultase demasiado s~ttSfact?na. . .
mente autores franceses Jos pioneros en esta tarea (Lagache, Lacan, Laplan- La recepción discrepante de esta dicotomía pu~s~om~, ya en Vl~a_de
che y Pontalis), Pe~:o tambié!: apuntarnos que lo dicho para la pulsión en Freud, la encabezaron Federn (1932), Bernfeld (~9))), Fenichel ~19))) y
general, en rigor, solo er~, aplicable a la primera dicotomía pulsional y más Bibring (1937). Según Jones (1953, 1lI, pág. 295) solo .A1exander, .E1l1tmgon
específicamente a la PUlSlO11 sexual. Para Lacan (1973), en concreto, la pul- I Ferenczi aceptaron de inmediato los nuevos planteamientos freU?lanos. Tras

~ion es ~1l10 de los ~u.a_rrocomponentes esenciales del psicoanálisis (junro con la muerte de Freud, Melanie Klein, Menninger y Numberg tl'~baJaron con la
mconsciente, repeticron y transferencia). Con la introducción de la pulsión de hipótesis del instinto de muerte, p:ro en un sennd~ ~lgo alejado ele Fr~ud,
m~rreru~reronMPill~~probkmasreó~~.&Dma~~~r~e~n~L~a~c~I~J~/I~~~ __ ~ jw~'I~o~m~a~n~t~e~n~~~n~d~o~~~s~a~sge~c~[~u~S~C~l~~~ll~c~O~S~\~'~)~~Sc~o~a~~~l~o~K~(~
_
ro (19308), &~J.d_]~~.lé-de-ptt!sienesctgresivclS o destructivas
in epen len- postura que adoptará Bibring 1941) y exportará a". . .'.y que.s:, convern-
tes del campo ]¡bld~laJ- como derivados de la pulsión de muerte y se admi- ni (como )',1 hemos visto), en la postura de la ortodoXl1110lt~,1l,n~llcd1a,~clop-
raba de que lo hubiera pasado por alto tanto tiempo: tundo las pulsiones agresivas como el verdadero argumento Clí~11CO,y deJa~ldo
de lado la noción de pulsión de muerte, concepto mucho mas e~pecula;lvo .
... pero ya 110 logro comprender cómo fue posible que pasáramos por alro la ubi-
CUidad de [as tendencias agresivas y destructivas 110 eróticas, dejando de conceder-
No es que deseche dicha pulsión de manera radical-:-oüos lo harru~(~as el-:-,
les la unportancra que merecen en la interpretación de la vida ... Recuerdo mi pro. sino que simplemente se centró-en las pulslone~ agresivas como su uruca den-
pia resistencia cuando la !~ea de l~ pulsi;ón de destl~ucción apareció por vez primera "ación operativa en la clín:lca y la pSlcopat?~ogla.
en la literatura psicoanalítica y cuanto nernpo tarde en aceptarla (OC, 3051). En realidad, la polémica sobre la pulsión de muerte entra de ~eno en e!
terreno de las convicciones particulares e íntimas de cada uno, mientras no
. En esa actitud de resistencia tuvo mucho que ver la polémica con Adler nos mantengamos con argumentos estrictamente biológicos (por eJempl?, la
q~len ya en 1908 ~torgó a la pulsión agresiva un lugar especial, e indepen- cantidad de células que mueren en nuestro cuerpo a lo ~al:~ode toda la vida).
diente de ~a sexualidad, para su teoría de las neurosis. Aún en forma preca- Con lo primero entramos de Uen? en el camp~ ~e la OpLOlO11 y lo s;:gundo no
na, se habla adelantado a Freud en doce años (véase capítulo II). Freud has- deja demasiado lugar a plantea~l~ntos pSlcologl~os, y por <:sar~zon mu~~os
ta 192,0,había ha,blado de od.io, agr:sión, s~dismo, etc., como reacciones que siguen e! consejo de Bibring: Utilicemos la terminología mas aÚn,a la clínica
todavía pertenecían a la ambIvalenCia.propia del amor, es decir, de la pulsión (pulsiones agresivas o destructivas) y dejemos de lado aquello mas especula-
sexual. Por tanto, su brusco giro no iba a ser adoptado en forma unánime y tivo para los filósofos (pulsión de muerte). ._ . .
sin resistencias. En El malestaren la culturaleemos: La propia hija de Freud, Anna (1972), asi como Stone (1971), Gillespie
(971), Rochlin (1973) y Basch (19?4), llegaron en forma independiente a la
La aceptac,ión de la p~~sión ~e muerte o de destrucción ha despertado resis-
tencia aun en círculos analíticos; se que muchos prefieren atribuir todo lo que en el misma conclusión: La destructividad humana no presenta los rasgos y carac-
amor parece peligroso )' hostil a una bipolarielad primordial inherente a la esencia terísticas achacables a la noción de pulsión (véase 12.1.3). A pesar de que
del amor mismo (OC, 3051). Anna Freud hizo intentos por rescatar la teoría de la pulsión de muerte, su
nrzumentación es bastante clara a favor de que la pulsión agresiva carece de
y continuaba: la; cualidades propias de toda pulsión (fuente, apre.n~i?,objeto c~a~-~,ete.) , y
por lo tanto termina colocándose en franca OpOSIClona la opiruon de su
Al principio [y es obvio que se refiere a ¡'V[dI allá de! principio del placer] sólo
En realidad, como apuntan TInoma" y T7"11
propuse como tanteo las concepciones aquí expuesms, pero en el curso del tiempo padre.
se me IlnpySlcl'On con tal fuerza de convicción que ya no puedo pensar de otro !'\.acle e. (19°- , 1)-/1)
o), pag.. "1'.' e
lqela
u ,
modo (OC, 3051). azresividad y destructividad no posean las cualidades propias que Freud
. En todo Jo que sigue adoptaré, pues, el punto de vista ele que la tendencia asre- (1915c) otorgó a la pulsión, no minimiza su inlportancia. en a~;oluto. Que la
siva es una disposición pulsional autónoma y originaria del ser humano (OC, 3052). gratificación de la agresión no sea cOI,?,parablecon la satisfacción de! hambre
o con el placer del orgasmo, no significa qL~e~10 nos encontremos ante. UI1~
En este tl:abajo (1930a), esencial para la comprensión de la pulsión de fuerza pulsional. Sobre todo porque es especíticamente humana -vel por
n.1Llertefreudlana, comentando el sadismo, Freud propone que ambas pul- ejemplo, genocidios bélicos, aniquilaci~n d~, ser:s ~u!llanos o pu~?los ent~-
srones (Eros y muerte~ raramente, o quizá. nunca, aparecen aisladas, sino que ros-, y escapa por completo a u~a ex~hcacJOn biológica. La ~greslon ? capa-
se amal~aman entre SI en proporciones distintas y variables, y que los fenó- cidad de destrucción humana es insaciable, probablemente ligada a sistemas
menos vlt,~lespueden explicarse por la interacción y antagonismo de ambas.
Esta ~~clon freudiana de. fusión o mezcla pulsíonal y su correspondiente
°
de representaciones más menos con.s~ientes, y,que seg~ ~l argumento el.e
Bertalanlly (1958), precisamente un biólogo, esta en conexión con la c~paC!;
desunión o desmezcla [Mlsc!Jttng y Entmiscbung], va a presentarse como la dad simbólica específicamente humana, que como tal, se encuentra mas allá

/ /
322 Amonio Gurcía de la Hoz La plIlsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica )' actualidad 323

del bien y de! mal ('I'homa y Kachele, ob. cit., pág. 157). Es algo completa- Bertah1l1ffy,expuesta más arriba, sobre las capacidades simbólicas del ser
mente diferente a la conducta agresiva animal. humano.
En cualquier caso, la problemática de la agresión o la destrucción dentro Lacan, para su comprensión de la pulsión elemuel:te, echa l~al10del Ma.r-
elela teoría pulsional freudiana ha de entenderse, sobre todo, bajo la forma qués de S~de y su [ulieta, . donde se recrea una antigua teona de Horacio
primaria de ausoagresion O autodestruccion. La agresión destructiva hacia sobre el cnmen, C0l110 mecho por el que e! hombre colabora con nuevas crea-
el/los otro/s sería en realidad un fenómeno secundario. Por esta razón COI1- ciones de la naturaleza: «El crimen es necesario en ~l mundo», «L.aguerra es
fundir la pulsión de muerte con las tendencias agresivas -a la manera de los la'madre de todas las cosas.» E~identemente son eJempJos literarios, pero le
americanos- resulta una simplificación abusiva. Van Rillaer (1975, pág. 84) sirven a Lacan para poner en eVIdenCIasu argumentaclon:
_~~~
lo~~~~~~j~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~----~~--------S~~~que~
expresa con gran claridad: No se pueden identificar sim lernente oulsió Imnanen~o
'" I
unpUcuoen la cad en u de saconreom~nms
ae agresión y pu]slón de muerte. continúa icien o, en nuestra opinión con naturales puede ser considerado como sometido a una pulsión de muerte, esto es así
gran acierto: sólo "\1 la medida en que hay cadena significante. Es exigible, en efecto, en ese
punto del pensamiento ele Freud, que aquello de lo que se trata sea articulado como
Nos podemos preguntar qué ventaja tiene la homogeneización derivada del uso pulsio» de destrucciáu, en la medida en que pone en eluda todo lo que existe '. Pero
de la expresión «pulsión de muerte». Creernos que Freud, al hacer esto, enseña que ella es igualmente uoluntad de creaciáu a partir de nada, voluntad de rcconuenzo
en el hombre existe una potencia negativa y negadora. Más concretamente, creemos (Lacan, 1986, págs. 256-257, cursiva mía).
que quiere llamar la atención sobre las relaciones que existen entre estos diversos
aspectos de la negatividad humana: corn pulsión repetitiva, tentación de la regresión, Voluntad de destrucción unida a voluntad de comenzar de cero, de crea-
tendencia a la aurodestrucción y a la agresión. Así, la pulsión de muerte se presenta ción. Son ecos evidentes de la Witle de Schopenhauer, y que, en mi opinión,
como un «concepto aniculantex (ob. cir., pág. 85).
colocan a las pulsiones de conservación de la primera teoría ele FreL~dcomo
opuestas a las de destrucción, pero en el mismo plano, el plano no-libidinal,
Para Van Rillaer, la agresión no es otra cosa que la máscara de una autoa- como veremos en el apartado siguiente. Lacan concluye que en Freud, como
gresión. El individuo ataca a otro para no destruirse a sí mismo, o incluso en Sade, la pulsión de muerte es una sublimación creacionista, y esto es lo que
para hacerse violencia a través de aquél. Este aspecto fundamental también produce una impresión sospechosa:
ha sido subrayado en nuestro medio por Villamarzo (1989, pág. 587): «El
hombre tenderá a agredir a los demás para no destruirse a sí mismo». Las pul- Quiero decir sencillamente que la pulsión de muerte en Freud no es ni verda-
siones de muerte Ireudianas son por tanto autoagresivas o autodestructivas en dera ni falsa. Es sospechosa, no propongo nada más (ob. cir, págs. 257-258).
su sentido más puro y la heteroagresión o hetercdesrrucción tienen en prin-
cipio un carácter protector del propio ser humano. También aprovecha Lacan para criticar el supuesto evolucionismo freu-
Vamos a terminar este apartado con la original aportación de Lacan 'a la diano, que como hemos apuntado, estaba siempre presente para Eagle (1984,
comprensión ele la pulsión de muerte, en su seminario de 1959/60 pág. l7). Hay una oposición básica entre-el pensamiento del último Fr~ud y
(Lacan, 1986). La pulsión de muerte, Última palabra del pensamiento freu- el evolucionismo, precisamente por la necesidad de un punto de creación ex
diano, se presenta para Lacan como una sublimación, lejos de insertarla en nibilo, de donde surge toelo lo que es histórico en la pulsión.
una energética! como hicieron Bernfeld y Feilrelberg (1930) y Bernfeld La complejidad inherente a este pensamiento ha dificultado sobremanera
(l935). Pudiendo ser tomada como un fenómeno natural de la tendencia a la su comprensión en medios psicoanalíticos y fuera de ellos. ~s má~ sencillo
entropía al nivel de la persona humana, Lacan intenta dar a dicha tendencia hablar de pulsiones sexuales versus pulsiones agresivas: A connnuacton V~:110S
una dimensión ética y para ello desliga deseo elenecesidad, y mientras la satis- a intentar una articulación posible de las teorías freudianas sobre la pulsión,
facción es de las necesidades, la del deseo se sitúa siempre más allá, y es lo
que denomina gozo (jouissance) (Cárate y Marinas, 1996). La pulsión es algo
muy complejo no reducible a un sentido meramente energético, y se encon- 12.3.2. ARTICULACIÓN DE LAS TEORÍAS SOBRE LA PULS¡óN
traría siempre encuadrada en una dimensión histórica, en cuyo seno se regis-
tra también la destrucción. Dentro de este dominio histórico, la pulsión de HH sido ésta una labor emprendida casi con exclusividad por los teóricos
muerte sólo puede entenderse dentro de las cadenas del significante. En europeos. Se han propuesto varias soluciones.
nuestra opiniór, es ésta una postura de mucha similitud a la expresada por
a) La primera la de .Melanie Klein y seguidores, quizá con un segui-
miento un tanto ciego de la propuesta Ireudiana. Fue criticada por Kernber.g
(1976, pág. 96), a quien le parece una extensión injustificada elela hipótesis
I La relación de Frcud con el energerisrno ha sido estudiada por Assoun (1981) y nosotros la resu-
mimos en el apartado 12.3.3. especulativa de la pulsión de muerte de Freud, y una afirmación dogmática

/
;r
-1
324 Anronlo GÜI"Cia de la Hoz I La pulsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y actualidad 325
.~
sinpruebas convincentes, además de presuponer una predisposición biológi- ~~I caer, en más de una ocasión, la posible asimilación de las pulsiones del yo a
ca innata. En nuestra opinión, la aceptación del «instinto» de muerte por las de muerte e incluso estuvo tentado de homologadas, al escribir «pulsio-
parte de [a señora Klein, en una forma modificada y desprovista de sus fUD- nes del yo (o de rnuerte)» (OC, 2529 y 2535), Pero desde la lógica realista algo
damentos filosóficos, básicos para Freud, es una aceptación espúrea que no DO terminaba de encajar: ¿Cómo e! yo, prototipo de la autoconservación, va
provoca sino confusionismo en sus seguidores. a situarse en el mismo plano que la pulsión de muerte de! propio yo?
b) Otra solución es la propuesta por Terrazas (1998), que no creemos . d) Lo que sigue es mi propio intento de articulación, Lo de~isivo ~ara
tampoco que responda al pensamiento freudiano, aunque bien es verdad que Freud es la oposición entre lo libidinal JI lo no-libidinal, y este dualismo dico-
una cosa puede ser el pensamiento de Freud y otra la teoría psicoanalítica. tómico es el factor común de ambas teorías. Cuando comprendió, a partir de
Pa~~[ruzu,el«duahsmo !~1~n~» (Ero~ThinMos) havqueen~ndcrIQ~~~~~~~~~~,~~d~r~~a~n~ct~e~~~bi~~~~~~~~
como LEla«articulación interna dentro de la propia pulsión sexual»: Vc\ no podía oponer las pulsiones del yo a las sexuales, tuvo que esperar hasta
el «Más allá... » para resolver el dilema. El esquema que propongo a conu-
Es necesario tener en cuenta qll~ en lüs pulsioncs de vida y de muerte no se tr~m:l
nuación es el resultado de mi comprensión de sus teorías pulsionales:
de la vida y la muerte del individuo biológico, sino que los dos tipos de pulsiones se
encuentran dentro de la pulsión sexual propiamente dicha (ob. cit. pág. 172).

Esta interpretación teórica resulta muy arriesgada, quizá debido a que la Las Teorías de la Pulsión
pulsión de muerte «no tiene energía propia», y su energía sea la propia libi-
do (Laplanche, 1970, pág. 169). La solución parece excesivamente sexualiza
da, y sobre todo, hace renacer el monismo, aunque en un sentido opuesto al No Libidinales ( Libidinales )
de J ung, que C01110 vimos (capítulo II) desexualizó a la libido, considerándo-
la energía psíquica in diferenciada. Así, la mónada energética de Terrazas es
sexualizada, al revés que la mónada energética de Jung.
e) Una tercera postura, ampliamente generalizada, y que por ejemplo, Pulsiones de autoconservación Pulsiones de reproducción
entre nosotros, ha mantenido Villamarzo (1989), es una articulación de las (Icbtriebe) (5extla/triebe)
/Vs/
dos teorías en forma que, la primera [autoconservación (o pulsiones del yo)
versus reproducción (o pulsíones sexualesl], quedaría encuadrada en el Eros
de la segunda, y en conjunto oponiéndose a la pulsión de muerte. Parece la
solución más sencilla tras las dificultades por las que pasó Freud con [a intro-
ducción del narcisismo, y con la consecuencia de que el yo también podía ser
objeto de una investidura libidinal. Esta solución y la que voy a proponer a
continuación, tienen la particularidad de que se pueden fundamentar con los Período de <,
escritos del propio Freud, pues mantuvo una postura de ambigüedad. En SLl transición (/J
Narcisistas /VS/ Objetales
(1914-1920) >
<,
obra póstuma Compendio de psicoanálisis (1940a [1938J) leemos:

Tras largas dudas j' vacilaciones DO, hemos decidido a aceptar sólo dos pul.
siones básicas: El Eros y la pulsián de destrucción. (La antítesis entre las pulsiones
de auroconservación y de conservación de la especie, así come aquella otra entre
el amor yoico y el amor objetal, caen todavía dentro de Íos límites del Eros.) La
primera de dichas pulsiones básicas persigue el fÜl de establecer y conservar uni-
dades cada vez mayores, es decir, la unión; la pulsión de destrucción, por el con-
trario, busca la disolución ele las conexiones, destruyendo así las cosas. En lo que
ti ésta se refiere, podemos aceptar que su fin último es el de reducir 1.0 viviente a
un estado inorgánico, de modo que también la denominamos pulsián de muerte Pulsioncs de muerte /\'S/ Pulsiones de vid"
(OC, 3382). (aurodestrucción)
) (TMl/dtoS) (Eros)

Ésta es la última palabra de Freud en cuanto a sus pensamientos sobre la


pulsióri, y por lo tanto justifica la solución de Villarnarzo. Pero bien es verdad
que bubo dudas y vacilaciones, pues en Más allá del principio del placer deja

/
326 Antonio García de la Hoz La pulsión. Teorías sobre las pulsiones. Crítica y actualidad 327

Hasta 1920, Freud sólo planteaba el campo no-libidinal a partir ele la hechos fallidos que nos acontecen en la vida diaria, y como recurso literario
autoconsetuacion. A partir de 1920 habló del campo no-libidinal de la auto- para captar el interés del lector por el libro. También hemos utilizado la pri-
destrucción, De esta forma se puede completar ese campo (lado izquierdo de mera versión publicada por Freud del mismo (189Sb).
nuestro esquema) como una oposición dualista, y que a su vez se encuentra Realmente nos encontramos ante un pequeño compendio de teoría psi-
en oposición dialéctica al libidinal (lado derecho), en cuyo seno también coan,llítica, a la vez que UD magnífico ejemplo de aplicación de un verdadero
encontramos otra oposición (libido narcisista versus libido objetal), plantea- l_Jrocedimiento ~nalítico, CO~1 más valor, si, cabe, por_~er Freud el «sujeto-
da en 1914 a partir de Introducción al narcisismo. paciente» del nusmo. Es dem,. F:'eud no esta en «arencton flotante>?en la con-
El esquema recoge la opinión de Lacan (1975, pág. 176): «Si la libido DO versación con el abogado berlinés, SIIlO que participa de ella. Precisamente el
está aislada de! conjunto de las funciones ele conservación del individuo )ier- <it¡G-atGH.~@te-f>ei;.._le--EJl:lei3eEle-H-10s--defi0ITlt!TIl·r-ttt'ttl~<captnrmrcl-el-irrc:-on·------
e todo senrídes; y tal1115lei110afirmado por l110ma y _¡lC e e 1985): ciente de F reud, por la conducción involuntaria de su pensamiento hacia otra
Recurrimos de este modo a 1.1 antigua clasificación de Freud, y le damos un con- parte. Le llamó tanto J~ atel~ción: tuV? tal «~llartirio interno» p~r el hecho del
tenido psicosocial. Es sabido que Freud inicialmente atribuyó la agresión a lu pul- olvido, que cuando vanos días despues le «liberaron» comunicándole el n0111-
sión de autoconservación, que también llamó pulsión del yo, en oposición a la pul- bre olvidado, no le quedó más remedio que autoaplicarse un genuino proce-
sión sexual y de conservación de la especie. De acuerdo a esta clasificación, la dimiento analítico para explicarse toda la intensidad, es decir, toda la angus-
dominación del objeto al servicio de la autoconservacióu se incluye dentro de las tia que el acontecimiento le había producido.
pulsiones del yo. Ampliando enormemente lo que freud llamó autoconservación, es
posible ver la autodesnucrívidad humana como un correlato de la misma. De este , Porque, en efecto, Freud, en la conversación que mantenía con su com-
modo, ni la destructividad humana como tampoco la conservación de la especie, pañero de viaje (un abogado berlinés) yen la cual participaba con agrado, de
pueden ahora concebirse COlUO meros reguladores biológicos (ob. cit. pág. 158). golpe es LLevado(hay que subrayar la voz pasiva, pues el agente no es Freu?,
no es el yo de Freud, sino precisamente su «ello», su «eso», una tendencia
Creo que es lo esencial del pensamiento de Freud en referencia a la teo- pulsional), es llevado, repito, hacia 0r.:·olugar, si.~ que en el!~ int~rvenga su
ría de las pulsiones. atención consciente. Freud no lleva dicha atencion a otro sitio, S1110que es
conducido por otros derroteros. En ese momento puede uno imaginar unos
sesundos de desconcierto, de titubeo, quiso cambiar de tema de conversa-
12.3.3. LA OPOSICIÓN PULSIONAL. UN EJEMPLO FREUDIANO ciÓn con su interlocutor, lo que efectivamente consiguió, y hablaron de pin-
tura a causa de este forzamiento. Pero Freud y su pensamiento ya se habían
El dualismo pulsional esencial en el pensamiento de Freud, lo hemos ido por otro sitio. El lluevo tema de conversación tenía todas las papeletas
ejemplificado con un extracto biográfico de él mismo. Freud siempre huyó de para' agotarse, para no cuajar, pues era falso; a modo de tapadera, no se puede
posiciones monistas y esto, por ejemplo, es lo que provocó su rechazo del continuar. .. y su patético final es el olvido de Signorelli.
energetisrno filosófico de su tiempo (representado por Ostwald), y el aplicar- Este conflicto, esta «doble conversación» -la que podemos llamar «la
lo sin más al campo psíquico, pese a los requerimientos del propio Ostwalel verdadera» para el sujeto Freud y la otra, la falsa, la errónea, la de la pintura,
(Assoun, 1981, págs. 164-181). El concepto de energía de éste resultaba muy la que falla, es lo que traté de ilustrar en el esquema siguiente, que presento
tentador en cuanto a sus relaciones y similitudes con la libido Ireudiana, pero como complementario del que el propio Freud i.nsertó en el texto:
Freud nunca quiso subordinarse al «monismo energético» ostwalcliano.
Para toda la teoría psicoanalítica, la personalidad se construye basándose La Cadena significante en «Signorelli»
en la resolución de situaciones de conflicto continuo, de oposiciones de múl- (Retorno de lo
tiples tipos, donde por una parte está el polo pulsional y por la otra la forma (Botticelli reprimido)
Boltrafiol
de canalizar dicho polo, articulándolo con la realidad psicológica y social. La
oposición pulsional misma en el interior del sujeto humano hace plantearse ¡>inruras de Orvieto -----------------lI>- ~
L_:._:____j
una noción del yo, cuestión que está lejos de ser nítida tanto en Freud como
en la literatura psicoanalítica, lo que intentaremos abordar en el capítulo XV.
La noción ele conflicto, inherente al ser humano, puede verse reflejado en (suicidio de paciente)
el ejemplo «Signorelli», famoso por e! interés que suscitó en la literatura
(Lacan, 1954, págs. 139-141; 1975, págs. 79-82; Gómez Pin, 1984, págs. 66-71;
(Bosnia -Herzcgoviua)
I hafui I ----------~
García de la Hoz, 1996b).
Conciencia Prcconscienrc Inconsciente
El olvido de «Signorelli» abre la Psicopatologia de la vida cotidiana (Retiro voluntario (Ulllcrdriiál/lIg) (lferdriillgl/lIg)
(1901b), lo que informa de su valor como presentación de toda esa serie de de un tema)

/
/
-:r.'
"~j
.'
328 Amonio G,u'CÍade la Hoz
~
Como conclusión, se puede observar en el mismo una adecuada exposi- .~
ción del aparato psíquico tal y como Freud lo sostenía por entonces (Consc.- ]
precorrs.vincons.), con los mecanismos respectivos de cada topos. Así mismo,
la dirección de los acontecimientos en dos sentidos: El sentido de la produc- ._' 1

ción del síntoma (en este caso el olvi.do cumple exactamente esa función) yel
sentido de la «cura», del análisis del hecho y de su resolución, que sigue el
camino inverso y que a medida que se acerca a la verdad más íntima de Freud,
produce más angustia: Muerte y sexualidad en los turcos -muerte (por)
---.,sex:ualida.d-elw:Lpac.i.eu.te-de...EteJ.td m!lerte y sexualidad.del.sujetc-Ereud -±,--- _
(su propia muerte y sexualidad).

CAPÍTULO XIII

La Teoría de los Mecanismos de Defensa.


Consideraciones actuales

Se trata de un tema muy atractivo desde sus orígenes en los escritos freu-
diarios, y que precisamente tiene que ver con la movilidad de los contenidos
psíquicos, es decir, con su dinámica. Casi podríamos asegurar que el punto de
vista dinámico del psicoanálisis (véase capítulo A'V) tiene por elemento cen-
tral el estudio de los mecanismos de defensa [Abioehrmecbanismen].
A partir de una introducción donde planteamos las principales vertientes.
de este tema, comenzamos por lo esencial de Freud, en concreto para despe-
jar el sentido de su mecanismo más preciado: la represión [Verdr¿ingung].
Luego, a través de su propia hija Arma, nos centramos en la escuela psico-
analítica que más ha focalizado su interés por los mecanismos defensivos: La
psicología del ego norteamericana, así como en las aportaciones de M. Klein y
seguidores. Por último abordamos las descripciones y clasificaciones de los
mecanismos más importantes y nos referiremos a la actualidad de la temática
desde dos referentes muy importantes: La relación del mecanismo con la
patología mental y su estudio empírico.

13.1. INTRODUCCIÓN

Hay tres icleas que han determinado, desde su origen mismo, la noción
de mecanismos de defensa. Freud nunca llevó a cabo un estudio sistemático
de los mismos, pero a lo largo de toda su obra, y sobre todo con los des-
arrollos de sus continuadores (Anna Freud, Melanie Klein y los psicólogos
del ego), siempre han estado implicados estos tres tópicos o lugares comunes:
1) Mecanismo «defensivo» 'versus mecanismo «normal». 2) Mecanismos y su
'j
'..1
¡

.330 Antonio García de la Hoz I La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 331

relación con el desarrollo psíquico, y 3) Mecanismos en relación con la paco- 1 modos regulares de reacción del carácter, que durante toda la vida se repiten tan
logía men tal. ! pronto como retorna una situación parecida a la originaria. Así pasan (1 ser infauri-
lismos que se afanan en conservarse cuando ha pasado la época de su idoneidad
- . I
(Am. eds., \'01. XXIlI, pág. 2-10).
-l
13 .1.1. J\llECAN'lsMO «DEFENSIVO» VERSUS MECANIS~.fO«NORi"IAL»
~-I
Como he comentado (García de la Hoz, 1991, pág. 333), Freud está aler-
Como señalan Laplanche y Pontalis (1968), puesto que tienen distintas [él.ndocontra la rigidificación y el uso indiscriminado de los mecanismos psi-
entradas en su diccionario, es conveniente no pasar por alto la diferencia guicos, que si bien fueron aelecuad?s en LUl m?1l1en~0(<<normales»u,operati-
---¬ ffife-la5-Re8e1-1es-t1e-a@~a (Ablb'eb;) y dg_~:ÚS~RG-dg..J~llsa~l· vos), pasado ese momento, se convierten en «infanrilismos. (<<patologlcOS»).
opinión, esta separación es uno de los factores que influyeron en la Egopsy·_l-
----jf------~:..:,.:..a~p_,_anche y Pootalis (19'()8JcItl"efifimnrPeTIIIij;r«<crrle..fifepm.01,rr1TITIn-. -------------
ehelogie , para hacer hincapié en que no toda operación defensiva hemos de
. Conjunto de operaciones cuya finalidad consiste en reducir o suprimir toda
considerarla patológica. y entonces estaríamos ante un uso «normal» u ope- modificación susceptible de poner en peligro la integridad y la constancia del indi-
rativo de los mecanismos de defensa. La noción misma «mecanismo de defen- viduo biopsicológico. En la medida en que el )'0 se constituye como la instancia que
sa» puede parecer inapropiada en algunos contextos, ya que está excesiva- encarna esta constancia y que busca mantenerla, puede ser descrito como el «obje-
mente cargada de contenido peyorativo. to» )' el agente de estas operaciones (pág. 88).
Mi propuesta en este sentido es hablar de mecanismos psiquicos, inheren-
tes a todo ser humano.Jos cuales, en virtud de su uso abusivo o por su eleva- La definición anterior pone de manifiesto que el proceso de defensa es
da intensidad, se pueden convertir en patológicos para el sujeto, ya sea en una operación necesaria para todo individuo. Añaden que «el proceso
forma coyuntural o más o menos permanente. A lo largo de todo este capítu- defensivo se especifica en mecanismos de defensa más o menos integrados
lo nombraremos a los mecanismos psíquicos en este sentido, es decir, como al yo» y que «la defensa, marcada e infiltrada por aquello sobre lo que en
operaciones instrumentales al servicio y desarrollo del sujeto, y con una fun- definitiva actúa (la pulsión), adquiere a menudo un carácter compulsivo y
ción de aprendizaje, comunicación y de reducción de angustia, y que única- actúa, al menos parcialmente, en forma inconsciente» (pág. 88) Más ade-
mente debido a su utilización exclusiva o abusiva y/o por su extremada inten- lante, al definir los mecanismos de defensa (pág. 232), expresan que son los
sidad, se concretan en mecanismos defensivos propiamente dichos. Como «diferentes tipos de operaciones en las cuales puede manifestarse la defen-
ocurre con otros términos en psicoanálisis (por ejemplo, la Verarbeitzmg [ela- sa. Los mecanismos preponderantes varían según e! tipo de afección que se
boración psíquicaj), es conveniente distinguir un uso psicológico general de considere, según la etapa genética, según e! grado de elaboración del con-
un uso clínico. Mecanismo de defensa es una noción clínica, que naturalmen- flicto, etc.».
te alude a un conjunto de operaciones psicológicas generales de! sujeto, es Puede resultar esclarecedor comparar la anterior definición con la que
decir, a sus propios mecanismos psíquicos. Es obvio que el contenido, el mate- efectúa Brenner (1973), que puede considerarse normativa en el medio nor-
rial psíquico es el mismo, sólo que hablamos de dos contextos diferentes: El teamericano. Para Brenner, los mecanismos de defensa constituyen técnicas
contexto psicológico general y el contexto clínico. para distorsionar o directamente expulsar ele la conciencia algún aspecto de
Es cierto que la nomenclatura «bélica» (defensa) usada por Freud es ade- la realidad (física o psicológica), con el fin de evitar el dolor psicológico into-
cuada a la idea de lucha y conflicto que implica, connatural al ser humano, lerable (<<angustia»)que provocarla en la conciencia. A menudo, los meca-
lucha conflictiva tanto en relación con el exterior como -sobre todo- con nismos ele defensa se conciben como dispositivos del yo que son típicamente
el interior (pulsiones, recuerdos, deseos, fantasías, etc.). Pero ello no debe inconscientes. Resultan casi idénticas (no podía ser de otra forma), aunque se
significar que dicha contienda esté condenada siempre al fracaso que signifi- puede observar una mayor asertividad en la afirmación de Brenner y quizá
ca el sufrimiento anímico. Para este último resultado es para lo que estimo más prudencia en la de los franceses, sobre todo en lo que concierne a los dos
conveniente reservar la noción de mecanismo de defensa. Freud, de hecho, temas más importantes: El ejecutor de los mecanismos de defensa (supuesta-
aunque no en forma sistemática, distinguía desde e! principio (1950a [1895]) mente el yo) y su cualidad o no de inconscientes.
la defensa normal y la patológica, 'explicando esta última por una especie de Erdelyi (1985, págs. 216-217) señaló con acierto que el primer aspecto es
desbordamiento de la excitación interna (véase teoría de la seducción, sólo entendible en el marco de la teoría estructural de la psique
1.3.3.1.1), contra la que el sujeto no había establecido un aprendizaje defen- (ello/yc/superyó), pero que no es esencial para la definición del concepto. Lo
sivo (normal). En uno de sus últimos trabajos (1937 c) lo expone con claridad: que implica que lo afirmado por Arma Freud (1936) de que los mecanismos de
defensa son mecanismos de! yo, no añadiría nada básico al concepto de meca-
Desde luego que cada persona no emplea todos los mecanismos de defensa, nisrno de defensa. En relación con la cualidad o no de inconscientes, Erdelyi
sino cierta selección de ellos, pero éstos se Fijanen el interior del yo. devienen unos afirma que no sería tampoco una distinción básica, ni siquiera para e! propio

/
Antonio Carcía de la Hoz L~Teoría de los Mecanismosde Defensa. Consideracionesanuales 333
332

Freud,
Tras la propuesta de diferenciar entre defensas normales y patológicas, no
hay ninguna repugnancia a formular esta otra: Defensas conscientes e incons-
cientes. Valdría para completar la anterior y articularse con ella para cualifi-
PSICOLOGIA VINCULAR
Klein, Bleger, Kesselman,
Caparrós e FREUD,
~_AB_RA_HM_'I ~
)

car mejor a los mecanismos psíquicos. Erdelyi escribe que «si hay que tratar
de la cuestión del inconsciente en un contexto panicular clínico o experi-
~OSICIÓN 11 rvIECANISMOS 1 I. FASE LIBIDO I. CUADROS CLÍNICOS
ASOCIADOS
mental, lo único que hay que hacer es calificar las defensas de que se trate en
conscientes o inconscientes». Pero, como hemos visto por la definición de
Brenner, no todos los psicoanalistas estarían de acuerdo con él. Más biolósicos Que=;':
psicológicos " AutIsmos
~
13.l.2. MECANISMOS y DESARROLLO PSíQUICO
=...._¿;,¡¡,....=====F=""""'~~,-".~ ,5
- Introyección .~ - Esquizofrenias
J meses FASE caratónica y
La relación entre mecanismos y desarrollo psíquico está presente en - Proyección .s ORAL 1
Freud y se encuentra en forma diseminada en algunos de sus escritos (1926d - Identificación hebefrénica
Esquizoide proyectiva
[1925]). La hipótesis básica, expresada sintéticamente, viene a decir que
- Repudio
determinados mecanismos entran en juego en diferentes momentos del des-
arrollo psíquico. Para poner un ejemplo burdo, es obvio que no podemos
sublimar basta que no estamos en posesión de determinadas capacidades cog-
8 meses
- Renegación
o
e-,
------- - Esquizofrenia
-¡¡ FASE paranoide
nitivas, como tampoco podríamos reprimir en ausencia de otras capacidades (escisión) -u ORAL 2 - Psicosis maniaco-
Confusa - Idealización ee
yoicas. Freud afirmaba que «el yo tenía que ser desarrollado» (1914c, OC, OJ
-;:¡
depresiva
>-<
2019) y que «puede también suceder, en efecto, que el aparato anímico
emplee, antes de la precisa separación del )10 Y el ello y antes de la formación 18 meses - Iden tificación -
'"
.¡;; - Melancolía
de un superyé, métodos de defensa distintos de los que pone en práctica una proyectiva ,§" FASE
sAmco-
o
.~ - Paranoia
vez alcanzadas estas fases de su organización» (1926d [1925], OC, 2878). Depresiva .9-
u
e,
.S Al\TAL 1
Textos como el recién consignado de Freud han propugnado lo que se
'o
denomina, desde la psicología del ego, el punto de vista genético en psicoaná- 2-3 años - Anulación e
lisis (Hartmann y Kris, 1945; Hartmann, 1950) y provocaron el estudio de los - Formación '"e, FASE z
..,e - Neurosis
::;
SÁDIC(J:-~ obsesiva
trabajos kleinianos sobre los períodos más tempranos del desarrollo. Y, con- Edipo reactiva (/J
;--
- Aislamiento ANAL 2 ~.
secuencia de ello, centraron el interés en señalar cuáles mecanismos son pri- temprano o
u
marios y cuáles secundarios, cuáles defensas son maduras y cuáles no, qué ~
" Q
momentos de un sujeto son los que permiten ejecutar determinadas funcio- )·4 años - Represión ~ FASE - Neurosis
nes, etc. Más adelante (13.5.2) veremos las clasificaciones de mecanismos que - Conversión 'o FALICO- histérica
se efectuaron y la descripción de los mismos. - Desplazamiento e
Fase "
o, GENITAL - Neurosis fóbica
Para la labor docente, nosotros mismos hemos confeccionado el esquema edípica ::J
(/)

que reproducimos a continuación. Resume los conocimientos actuales a par-


tir de los modelos de desarrollo implicados en las ideas de Freud, Abraham 5-6 años
y Melanie Klein, complementados con los puntos de vista de la Escuela de
Psicología Vincular de Enrique Pichon Riviére (1956-1957), José Bleger Fase de
larencia
(1968), Hernan Kesselman (1977) y Nicolás Caparrós (1980). El esquema se
inscribe en una tradición iniciada por Karl Abraham (1924), y seguida por 11 años - Racionalización
Robert Fliess (1948) y Nicolás Caparrós (1980) entre otros, en el que hemos - Sublimación FASE
insertado numer9sas correcciones en aras a la simplificación y algún conteni- Pubertad GENITAL
do nuevo. Por ejemplo, colocamos la columna de los mecanismos que no apa-
recía ni en Abraham ni en Fliess, así como la inclusión de la fase fálico-geni- 14-15 años
tal, que increíblemente no era considerada por Caparrós en su esquema.
Como decía, he buscado ante todo, la simplificación y la claridad expositiva, Adolescencia

/ /
334 Antonio García de la Hoz La 'Ieoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 335

dado que en este terreno tampoco se puede aspirar a mucho más.

13.1.3. l'v'lECAl"lISMOSPSÍQUICOS y PATOLOGÍA MENTAL 13.2. LOS MECANISMOS DE DEFENSA


EN LOS ESCRITOS FREUDIANOS
Se trata de una especie de corolario de los dos apartados anteriores. Si los
mecanismos van surgiendo en las sucesivas etapas del desarrollo, integrándo- Ya hemos señalado el carácter «bélico» del término «defensa» elegido por
se unos con otros, y hemos visto que puede establecerse W1autilización pato- Freud, con seguridad adecuado a su noción de conflicto psíquico connatural
lógica (por su uso exclusivo y/o su desorbitada intensidad), también se puede al ser hwnano. El otro término, «mecanismos» [Mechanismen), como han
__ --,e;::s::t=:ab=l-.;:.e..:.c..:.el:.._'
.:!q;.u..:.e_::l::;:as::.....:.d~is:::tl:!.·
n:;.t:::;as:..,e;:.:1~lf~e:=.r:..:l11:.::e:::d:::;a~d::;e:::!.s +
..!;m~e~n~t:!:!a~le:.::s~s~e:..Cc~a!!'r!!.a~ct~e~r~iz<f!a.!..!n~R~OL!.r~l!.9a-.lLd.!1t,,¡:i
-:..__ --!s~e~ñ!!.al~a~d~o~L~ap.~l~a"'n'7:c~h~e_fy~P!o..:o
t~a";'li""'s..J..(~19:_'6>!!8'f'-,
,lliÍg.233), es!o!,!l",l
una muestra más del voca-
[¡zaclón predominante de ciertos mecanismos, que podrían ser los más repre- bulario físico aplicado por Freud a lo psíquico, con lo que pretendía mostrar
sentativos de dicha patología, por ocupar un lugar clave en el desarrollo del una faceta susceptible de ser observada y analizada científicamente. Por mi
sujeto.' -1 parte, he señalado la abundante y decisiva influencia de Goethe eh el pensa-
También esta idea es una intuición lreudiana, que incluso llegó a ocupar
en forma exclusiva algunos de sus trabajos, por ejemplo La predisposición a La
I _
miento freudiano (García de la Hoz, 1991), y constatamos que el) el trabajo
más «científico» y menos literario del poeta de Weimar, su «Teoría de los
neurosis obsesiva (1913i), aunque hay que decir que esta línea de investiga- ~ colores» (1810-1820), donde refutó la teoría cromática del gran Newton, se
ción no ocupó ni preocupó mucho a Freud. Por unas frases escritas en una ;:;1 encuentra Wl precedente seguro de la idea de «mecanismos». Allí nos encon-
carta abierta a Romain Rolland (1936a), justo en el mismo año de publicación ."" tramos con una descripción y clasificación de mecanismos, bien que aplicada
del libro de su hija EL yo )1 tos mecanismos de defensa, parece como si este 'j- a los fenómenos cromáticos, donde aparecen términos como exaltación, cul-
campo de investigación lo dejara para ATInaFreud: minación, inadecuación, ¡inversión!, ¡¡fijación! !, etc. (OC, tomo l, págs. 557-
561). Sobre todo en los dos últimos mecanismos citados observamos un claro
Existe una extraordinaria cantidad de métodos -«mecanismos» Jos llamamos precedente de la terminología freudiana, y así como Goethe realizó esta des-
nosotros- que el yo utiliza para cumplir sus funciones defensivas. En mi más ínti- cripción científica en el ámbito de los colores, Freud la intentó en el ámbito
ma cercanía veo progresar actualmente un estudio dedicado a dichos métodos
defensivos: mi hija, la analista de niños, escribe un libro al respecto (OC, 3332). psíquico.
Las nociones ele «mecanismo» y «defensa», ya separadas, ya unidas en el
Pero fue sobre todo Abraharn quien la emprendió, y posteriormente sintagma «mecanismos de defensa», aparecen diseminadas a lo largo de la
M. Klein, que no en balde se analizó con él y estuvo cerca de sus teorías y obra de Freud, desde el comienzo (1950 [1887-1902], 1893h, 1894a, 1896b,
desarrolló esta idea hasta sus límites más extremos. Como ya hemos visto entre otros) hasta el final (1937c). Sería una labor penosa e ingrata, y quizás
(capítulo IV), la teoría de las posiciones es un intento de asociar momentos inútil, consignar todas. Hemos preferido plantear unos indicadores básicos
del desarrollo con patologías mentales y de insinuar un uso abusivo de meca- para evitar el confusionismo en el que puede verse sumido el lector de la obra
nismos, además de un intento ele mejorar la teoría de las fases libidinales de freudiana. Desde un punto de vista pedagógico, no estrictamente real, vamos
Freud. a distinguir: 1) la ambigüedad terminológica freudiana; 2) el momento histó-
La asociación de determinados mecanismos a cuadros patológicos la rico del escrito, y 3) la delegación final del tema.
expuso Freud, en el campo de las neurosis, en varios trabajos (1894a, 1915d,
1_915e,1926d [1925]). También apuntó alguna idea en el campo de lo psicó-
neo (1894a, 1911c[1910], 1918b[1914], 1927e), pero aquí con menos preci- 13.2.1. LA AMBIGÜEDAD TERMINOLÓGICA FR.EUDlANA
sión terminológica. Como ésta es precisamente la materia de nuestro siguien-
te apartado (13.2), sólo recordaré el esquema anteriormente expuesto, donde Tras el estudio de la obra de Freud parece que el interés específico por los
vemos los mecanismos que se observan preferentemente en cada patología, mecanismos de defensa no le ocupó demasiado. Sólo a intervalos irregulares.
señalando sobre todo la línea horizontal más gruesa que aparece en el mismo, Quizás por ello se pueden observa!' algunas contradicciones, dudas y vacila-
que m.arcaría la separación, propuesta por Abraham, entre las neurosis y las ciones conceptuales en cuanto a su descripción, sobre todo en cuanto a su
pSICOSIS. relación con su fundamental teoría de la represión. En algunas ocasiones, las
nociones de defensa y represión aparecen sinónirnas e inseparables en los
escritos freudianos, y en otras las diferencia con claridad, para volver a con-
fundirlas más tarde.
Esta ambigüedad ha dificultado el estudio de los mecanismos defensivos.
Siguiendo una sugerencia de Laplanche y Pontalis (1968, págs. 391-393),

/ /
336 Antonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideracionesacnmle, 337

hace LElOS años (García de la H~)Z,1983), resumí la evolución de Freud en pug. 712 11.).
cuanto a la relación defensa/represión en tres fechas claves: 1894, con el tra- Pero no quedó claro en absoluto, y prueba de ello es que nuestro traduc-
bajo Las neuropsicosis de defensa; 1900 C011 la Traumdeutung, y 1926 con la [DI López Ballesteros las seguirá confundiendo. De hecho, a lo largo de todos

publicación de Inhibición, síntoma y angustia. Ahora me parece pertinente sus famosos grandes historiales clínicos, escritos en este intervalo (el caso
aiiadir un período más, a partir de 1926, que culmina con la redacción de dos «T uanito», el «hombre de las ratas», «Sehreber, etc.), encontramos a la
trabajos en 1938, publicados póstumamente (1940a y 1940e). Comentaremos lierdl'¿ingung tanto en el caso de la neurosis obsesiva como en la paranoia,
brevemente lo esencial de cada período. aunque se ve forzado a describir otras formas defensivas como variantes de la
represión general, el aislamiento para el «Rat man» (OC, pág. 1461), Y la pro-
veccton en el caso del Presidente Schreber (OC, áz. 1520). Ahora los térrni-
sien en as neurosis, reu usa a e concepto ae "e ensa para subrayar la parte DOS no eran ya sinónimos, pues e exceso terminológico conllevaba el peligro,
conflictiva que el sujeto intentaba eliminar ele sí mismo, y en Las neuropsico-' al sobrecargarse tamo, ele no resultar operativo. Esta tendencia ele discrimi-
sis de defensa (1894a) describió hasta tres maneras de llevar ,1 cabo esa tarea: nación Freud la resolvió, o al menos lo intentó, en el texto de 1926 Inhibición,
Por conversión (transformación de la magnitud del estímulo en excitaciones síntoma y angustia.
somáticas); por transposición de afecto o desplazamiento del mismo a ele- C) En el texto recién mencionado, Freud estableció algunas precisiones
mentas nimios e indiferentes; y por rechazo (uenoerjung) enérgico de las fundamentales, que exponemos en las siguientes citas:
representaciones intolerables. Sin mayores precisiones endosó la primera
forma a la histeria (que por eso tomó la forma de histeria de conversión), la ... hemos vuelto H adoptar lU1 término que nos sirvió hace treinta años, al principio
de nuestros estudios y que después abandonamos, Este término es el de «proceso
segunda a las fobias y representaciones obsesivas y la tercera a las psicosis.
de defensa». Al abandonarlo, lo sustituimos por el de «represión», pero sin deter-
La misma hipótesis de mecanismo asociado a patología concreta volvió a minar la relación entre ambos. Creemos que ha de sernas ahora muy ventajoso
plantearla dos años después (189Gb). Pero con el fracaso de la teoría de la adoptar de nuevo nuestro antiguo concepto de defensa, empleándolo como desig-
seducción que sustentaba esos primeros escarceos teóricos, se le vino abajo nación general de todas las técnicas de que el Yo se sirve en conflictos conducentes
este primer acercamiento, y percibió con claridad que lo que se requería era a la neurosis y reservando el nombre de «represión» para un método especial de
defensa que la orientación de nuestras investigaciones nos dio primero a conocer
un estudio global de la teoría de la defensa, lo que le llevaría a formalizar la (OC, pág. 2877).
teoría de la represión. Estas experiencias [se refiere al aislamiento y a la anulación o conjuro, como
B) La teoría de la represión es justo lo que echaba en falta cuando [ra- procedimientos específicos de la neurosis obsesiva], son tazón más que suficiente
casó su primer intento de explicación del conflicto neurótico (la seducción), para acoger de nuevo nuestro antiguo concepto de defensa, que puede abarcar
y así se lo comunicó a su amigo Fliess en la famosa carta de la renuncia del todos estos procesos tendentes a un mismo fin -a la protección del Yo contra las
21~IX~97: experiencias de las pulsiones-s-, y subordinar a él la represión como UD caso espe-
cial (OC, pág. 2878).

Ahora ya no sé a qué atenerme, pues no he logrado alcanzar la comprensión


teórica de la represión y su juego de fuerzas (1950a [1887-1902]). Es bastante notorio que en ambas citas Freud se está refiriendo a procesos
defensivos neuráticos, mientras que en la que sigue a continuación se alude a
Con la redacción y la publicación (1900) de la Traumdeutung, la represión otros procedimientos psíquicos, que preludiarán los desarrollos posteriores
(Verdr¿ingung) sustituyó por completo al concepto de defensa, y ocupó todo kleinianos:
el campo. Por eso no era de extrañar que antes, como ha señalado Erdelyi
(1985, pág. 214), usara una enorme profusión de términos como sinónimos: Puede también suceder, en efecto, que el aparato anímico emplee, antes de la
represión, supresión, inhibición, eliminación, censura, defensa, repudio, precisa separación elel Yo y el Ello y antes de la formación del Superyó, métodos de
defensa distintos de los que pone en práctica una vez alcanzadas estas fases de orga-
negación, etc. En todo este largo período hasta 1925, represión (Verdrá·ngul1g) nización (OC. pág. 2878).
ha de entenderse como proceso defensivo general, a pesar de que en una nota
de la Traumdeutung formulara un pequeño comentario de discriminación:
Más adelante, en Análisis terminable e interminable (1937e), Freud escribe:
Aqu] y en otros lugares he dejado intencionadamente lagunas en el desarrollo Fue a parar de uno de estos mecanismos, de la represión, como tuvo su princi-
de mi terna ya que llenarlas exigiría UD gran esfuerzo y que, por otro lacio, me lle- pio el estudio de los procesos neuróticos. Nunca he dudado que no era el único pro-
varía a basarme en un material ajeno a los sueños. Por ejemplo, omití aclarar si le cedimienro que el Yo tiene pura sus intenciones (OC, pág. 3353).
daba un significado diferente a las palabras «supresión» [Unterdriikung] y «repre-
sión» [Verdriingung}. Debiera haber quedado en claro, sin embargo, que la última
pone más énfasis que la primera en el hecho ele su ligazón al inconsciente (OC, lo que está en la misma línea que lo expuesto en Inhibición, síntoma y angus-

/
338 Amonio Carda de la Hoz La Tcorla de los Mecanismosde Defensa. Consideraciones acruales 339

tia, aunque añade a continuación: . . . , objetiva. El rechazo siempre se complementa con la aceptación. Siempre se estable-
Pero la represión es algo muy peculiar, que se distingue mas claramente de los cen dos posiciones antagónicas y mutuamente independientes, que dan por resulta-
otros mecanismos, que éstos entre si (OC, pág. 3353). do una escisión del yo. El desenlace depende, una vez más, de cuál de ambas posi-
ciones logre alcanzar la mayor intensidad (Freud, 1938 [1940,1],págs. 3416-3417).
Lo que parece dar a entender que, a pesar ele todo, la represión tiene un
estatuto privilegiado, y que Freud mantiene cierta resistencia a dejarlo como Este campo Freud lo dejó en suspenso. Pero las palabras del texto ante-
un mecanismo más. Por estas razones, fueron necesarios otros desarrollos, rior, similares a otras de trabajos como El feticbismo (1927e) y La escisión del
[undarnentalmente los realizados por Melanie Klein y seguidores, con su [un- ,'0 en el proceso de defensa (1938 [1940e]), nos parecen capitales para el des-
darnenta:lctiStlnCIOn entre I'flecaI1Úl7roJ7'f(!7,1TÓticOf-j[J-J'IWttee5-;-±e--fJ·!d@-ve-reJ.:¡;¡.Qs>-. r-al:.c·lc:;·o~Jl~o~c:;:l~e:=.l::a~t:;.eo~rí~a-:c:;le:;....::lo::::-s
mecanismos psíquicos e incluso para la psicopato-
un poco más adela me (13.4) Yque darán pie a comentar mejor las anteriores logía pSlcoanalítlca. Por el101eGedJcamos masaaetame un pequefio apan"";-=-- ------
citas, algo confusas, de Freud. do específico (13.5.1), donde volveremos con ese tema típico de relacionar
Por regla general, los psicoanalistas han seguido la distinción freueliana 'mecanismo y patología mental,
expuesta en Inhibición, síntoma y angustia (Anna Freud, 1936; Fenichel,
1945; Tizón, 1988). Pero aún perdura en ciertos ámbitos la distinción entre
la represión en sentido amplio (como proceso defensivo general), yen senti- 13.2.2. EL J'"IOMENTO HISTÓlUCO DELESCRITO
do propio (mecanismo preciso de las neurosis histérica y Ióbica). Erdelyi
(1985, pág. 216) por ejemplo, sólo considera la represión en el sentido Tras lo expuesto en el apartado anterior queda claro, pues, que, en líneas
amplio, aunque por mi parte considero que ello resulta erróneo desde el generales, según el momento de la redacción del escrito freudiano, las nocio-
punto de vista clínico y del desarrollo psíquico, como se puede observar en nes de defensa, represión o cualquier otra, pueden cambiar de significante
el conjunto de las citas anteriores y también en lo que seguiremos exponien- verbal, y con ello, provocar cierta confusión.
do. Hoy día resultaría un anacronismo hablar de «represión psicótica», por Podemos resumir: Freud comenzó usando la palabra defensa y descri-
ejemplo. biendo tres en primer lugar (conversión, transposición de afectoy repudio);
'""
D) En mi opinión, este último momento freudiano está marcado por el luego, tras el fracaso de la teoría de la seducción, elaboró la teoría de la repre-
creciente interés de Freud en «nuevas patologías», que ya no se explican por sión como marco general de los procesos defensivos, asimilándolos a lo
la clásica teoría edípica. He comentado (García de la Hoz, 1996a) que estos inconsciente (estudiar el inconsciente equivalía a estudiar la represión); con
desórdenes son un campo ele desarrollo que continuaron, entre otros, Balint el estudio de sus famosos historiales clínicos se vio obligado a describir varias
(1967), Kohut (1971 y 1977) Y Kernberg (1977 y 1984), con las consecuencias formas de represión (por ejemplo, el aislamiento); más adelante se vio obli-
para la teoría y la técnica que ya consignamos (véase capítulo VIl. gado a volver a utilizar la noción de defensa en general, considerando a la
. Lo que corresponde ahora señalar, es que este último período freudiano represión como UD proceso defensivo más, dada la excesiva carga semántica
se ve acompañado por el auge de un proceso defensivo peculiar, la renegación que ya poseía el concepto represión; para, finalmente, y de nuevo obligado
[Verleugnung], que a Freud le interesa especialmente distinguir ele la repre- por la clínica, volver a considerar a la represión como prototípico mecanismo
sión. Este último es considerado C01110 mecanismo prototípico de las neuro- neurótico, frente a la renegacián como mecanismo no neurótico.
sis, dejando la renegación para otros avatares clínicos (psicosis y, añadiría yo Dentro de esta oposición neurótico/no neurótico, no hay repugnancia en
usando una nomenclatura claramente DOfreudiana, trastornos de la persona- considerar a la represión como la defensa genuina de las neurosis, en las cua-
lidad). De entre varios textos ilustrativos de este último recorrido freudiano, les a su vez observamos distintos procesos afines, tales como el aislamiento
rescatamos uno especialmente significativo por su claridad: (neurosis obsesiva), la anulación (neurosis obsesiva), o la represión propia-
mente dicha (neurosis histéricas y fóbicas). Lo fundamental es ponerse de
No debe creerse que el fetichismo represente un caso excepcional en lo que a acuerdo en lo que se está hablando, y el criterio clínico proporciona claridad.
la escisión del yo se refiere, pues no es más que una condición particularmente favo- Como apuntaba anteriormente, podemos proponer hablar de mecanis-
rable para su estudio. Retomemos nuestra indicación de que el yo infantil bajo el mos psíquicos en general (que pueden devenir en patológicos o defensivos) y
dominio del mundo real-objetivo, liquida las exigencias pulsionales inconvenientes
mediante>la denominada represión [Verdriinguni}. La completamos ahora con la establecer que la represión es LInomás. Habría entonces que considerar una
nueva comprobación de que en la misma época de su vida, el yo se ve a menudo en salvedad teóricamente importante, señalada por Laplanche (1968, 1987
la situación de rechazar una pretensión del mundo exterior que le resulta penosa, y 1989) y también por Cutiérrez Terrazas (1998): «La represión no es un sim-
cosa que logra mediante [¡¡ renegación [verleugnung] de ]¡IS percepciones que le ple mecanismo de defensa, es, además, un proceso de constitución del
informan de esa exigencia planteada por la realidad. Tales renegacionesson muy fre- inconsciente, que instaura dos sistemas y, a la vez, dos modos de funciona-
cuentes, no sólo entre los fetichistas. Cada vez que logramos estudiarlas resultan ser
medidas de alcance parcial, tentativas incompletas para desprenderse de la realidad miento junto con unos contenidos diversos.» Solo expondré aquí que el

/
340 Antonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismosde Defensa. Consideraciones actuales 341

apoyo de citas para esta afirmación de Guriérrez Terrazas es precisamente de detrimento del estudio de la fetación humana misma. Se puede caer en el
los trabajos mera psicológicos de Freud de 1915, justo cuando más álgida se error, por desgracia bastante extendido, de considerar los mecanismos con
encontraba la homologación de represióneinconsciente en su pensamiento, una visión reduccionista de la mente, excesivamente mecanicista y tecnocrá.
donde el uno se constituye por la otra, por lo que se crea la necesidad teóri- rica, que produce la impresión de un homúnculo humano manipulando una
ca de hablar de la represión primitiva [Uruerdi"angungl para la constitución máquina con tales y cuales resortes.
misma del inconsciente. El término es muy espinoso, y volveremos a consi- Esta orientación, quizás ajena a las intenciones de Anna Freud, es la que
derarlo en 13.5.1 y 13.5.2. Aunque estemos ele acuerdo en que la represión se puede recoger de la lectura de algunos de los artículos pertenecientes a la
distingue dos sistemas y quizá dos modos de funcionamiento, no podemos Egaps)'cbatog)/, que si bien por un lado han promovido el estudio más deta-
decir lo mismo en cuanto a que los contenidos sean diversos. Serían los mis- llado de los mecanismos psíquicos, por 0[[0 han contribuido a la aparición
mos tratados de diferente modo (procesos primario y secundario, véase capí- del Hamo psycologicus que con tanta fuerza denunció Lacan (1951).
tulo 15). El planteamiento de Arma Freud (1936) fue clasificar y ordenar Los meca-
nismos psíquicos que aparecían dispersos a lo largo de la obra de su padre.
Su intento pionero tu~o el valor qu~ le correspondía en su momento, ya que
13.2.3. LA DELEGACIÓN FINAL DEL TEMA dJO«un Impulso definitivo al conocirmento conceprual'y clínico de los meca-
nismos de defensa del yo» (Coderch, 1995, pág. 335), describiendo modos de
A partir tanto de algún texto del propio Freud (1936a, OC, pág. 3332), __ ..1
operación normales y patológicos, y relacionándolos con momentos diferen-
como de la impresión extraída de la lectura de otros autores (Ey, Bernard y tes del desarrollo infantil. Desde luego que su intento no fue I~idefinitivo ni
Brisset, 1965; Laplanche y Pontalis, 1968; Tizón, 1988 y Coderch, 1995), se 1 exhaustivo, ni lo pretendió seguramente, pero sirvió para asentar los cimien-
puede extraer la conclusión siguiente: Freud no quiso profundizar en el estu- tos de los posteriores estudios. En su obra, ya clásica, describió diez modali-
dio de los mecanismos psíquicos y delegó este campo a su propia hija y otros / dades de defensa:
colaboradores. Ahora bien, no lo delegó con el mismo gusto que el psicoaná-
lisis infantil. J\ los nueve métodos de defensa, bien conocidos y extensamente descritos en la
En mi opinión, Freud no estaba demasiado conforme con la clasificación teoría y en la práctica =-represión, regresión, formación reactiva, aislamiento, anuo
lación, proyección, introyección, vuelta contra sí mismo, transformación en lo con-
de los mecanismos realizada por Alma Freud, ni por los problemas suscita- trario-, podemos agregar un décimo, más propio del estado normal que de las neu-
dos en cuanto a su relación con el modelo estructural de Et)/o JI el ello. ¿Por rosis:la sublimación o desplazamiento del objeto instintivo 0936, pág. 53).
qué? Por un lado, debido a la relativa ausencia de menciones en. los textos
posteriores a la publicación del libro de su hija (1936). y también, sobre Algunos «mecanismos» han cambiado de nombre, otros tienen una con-
todo, por los desarrollos ulteriores que introducía el mecanismo de la Ver- fusa delimitación, otros más se encuentran mezclados, y por fin, se echan de
leugnung, que no fue contemplado en dicho libro, y que para él resultó esen- menos mecanismos importantes que ya estaban en los escritos freudianos,
cial en sus últimos años. Volvía a sus primitivos intereses de la relación del bien que sin un estudio detenido. En un primer vistazo no aparecen opera-
mecanismo con la patología mental y se alejaba en forma sutil de la descrip- ciones como la racionalización, la conversión (que podemos entender como
ción y clasificación de las defensas, un tanto mecanicista, llevada a cabo por una vuelta contra si mismo), la identificación y la negación. Ahora bien, un
Anna Freud y continuada luego por los psicólogos del ego en América. mecanismo como la negación -como tal en castellano- que es tremenda-
i mente polisérnico, que intenté aclarar (García de la Hoz, 1995), y que volve-
13.3. ANNA FREUD y LA PSICOLOGÍA DEL EGO <1 remos a ver un poco más adelante (13.5.1), es tratado por Anna Freud (1936,
capítulo Vil) muy superficialmente. y en relación con la identificación (ibí-
dem, capítulo IX), sólo es tomada en cuenta para describir un proceso: la
Hemos comentado (13.2.1) que Freud no encaró de forma pormenoriza- :"'~. identificación con el agresor, cuando se trata de un mecanismo mucho más
da el estudio de los mecanismos de defensa. El primer intento lo realizó su ::'"~
complejo y fundente para la personalidad, como han demostrado los estudios
bija Anna (1936), y a partir de entonces se inauguró la tendencia a la des- ~ de los kleinianos. La teoría de la identificación no se puede decir que esté com-
cripción de las múltiples variedades psíquicas que tenemos los seres humanos pleta ni formada a partir de los textos freudianos, sólo aportaron un primer
de resolver las situaciones conflictivas.y rio conflictivas. Tal vez se ha exage-
rado dicha tendencia por parte de algunos, y quienes más han contribuido a .~:~].~
-
esbozo, y relativamente tardío en la obra de Freud (Garda de la Hoz, 1996a).
El intento de Anna Freud fue seguido por Otto Fenichel (1945, capítu-
ello han sido precisamente los integrantes de la Escuela del ego norteameri- lo IX), otro pionero de los postulados de la Egopsycbologie. Fenichel también
cana. Concuerdo con Tizón (1988, pág. 145), cuando afirma que la psicolo- "
_~.,_,t,:
hablaba de defensas «ineficaces» y «exitosas», y como paradigma de estas
gía psicoanalítica no ha ele prestar demasiada importancia a este tema en _~I
últimas, siguiendo la alusión de Anna Freud, sitúa la sublimación, El proce-
:J~'
.~~

..~
-~

*,11 /
:úiJ
342 Amonio Garcia de la Hoz La Teoría de 10$ Mecanismo, de Defensa. Consideraciones actuales 343

so sublimatorio para Fenichel no designa un mecanismo específico, sino la aumentado su número hasta 272. Unos han desaparecido (por ejemplo la
solución exitosa de un sujeto ante un apremio pulsional. Este tema de la somarización). Otros evidentemente hacen su aparición. Es de esperar que el
sublimación lo recogerán Kris (1955) y Hartmann (1955), considerándolo próximo Manuell no incorpore muchos más, porque la lista puede llegar a ser
como una especie de desplazamiento y proponiendo incluso otra denomina- interminable y acabar por confundir la noción misma de mecanismo. Es, pre-
ción para el proceso: Neutralización: «Llamamos neutralización al cambio cisamente, el error mecanicista y reduccionista que denunciábamos al princi-
tanto de energía libidinal como de la energía agresiva que se aleja de lo ins- pio de este apartado.
tintivo y se dirige hacia lo no instintivo» (1955, pág. 201). En cuanto a las Definir, describir y clasificar todas estas operaciones, más las de otros
defensas patógenas o ineficaces, Fenichel incluye la negación, la proyección, autores que también proponen sus propias clasificaciones y definiciones (por
la represión, la formación reactiva, el aislamiento y la regresión. ejemplo, Villarnarzo, 1989, págs. 809-81l) puede llegar a ser una labor ingra-
En el capítulo III he comentado que la psicología del ego encaró la teoría ta y quizá de poca utilidad. Según qué criterios, hay autores .que incluyen
de los mecanismos de defensa una tarea que le concernía especialmente, al determinados mecanismos, excluvendo a otros.
considerar a los mecanismos una de las funciones principales de la estructu- Por nuestra parte, remitimos á los apartados 13.5.1 y 13.5.2, donde expo-
ra yoica. De ahí se deduce la amplia y extensa gama de defensas que han des- nemos, respectivamente, nuestro estudio de la relación de los mecanismos
crito, clasificándolas a partir de cuatro criterios (Hartrnann, Kris y Loewen- con la patología mental, y una descripción algo pormenorizada de una selec-
stein, 1949 y 1949): ción de ellos que considerarnos especialmente significativa. Con ello segui-
mos, por una parte, una tradición iniciada por Kernberg (1977 y 1984),
1) Defensas narcisistas (proyección, negación y distorsión). donde más que un listado, era importante la descripción de mecanismos
2) Defensas inmaduras (acting-oui, bloqueo, hipocondriasis, introyec- paradigmáticos de patologías; y, por otra parte, no contribuimos a esta inter-
ción, conducta pasivo-agresiva, proyección, regresión, fantasía esquízoide, minable lista de «reyes godos» mental que amenaza con no acabarse nunca.
somatización) .
3) Defensas neuróticas (control, desplazamiento, disociación, exteriori-
zación, inhibición, intelectuación, aislamiento, racionalización, formación 13.4. LAS APORTACIONES DE MELANIE KLElt\!
reactiva, represión, sexualizació.n, sornatización). Y SU ESCUELA
4) Dejensas maduras (altruismo, anticipación, ascetismo, humor, supre-
sión, sublimación). Coderch (1995, págs. 337-338), psicoanalista catalán de marcada tenden-
cia kleiniana, lo ha expuesto con claridad: «Aun cuando el concepto de meca-
La misma tradición de listados extensos de mecanismos la ha incorpora- nismos de defensa en su aspecto concreto y específico, tal como fueron estu-

i
do recientemente la Asociación Psiquiátrica Americana, que edita el Manual ~ diados por S. Freud y posteriormente por A. Freud, conserva su validez, en
Diagnóstico JI Estadístico de los Trastornos Mentales y que recibe la influencia el momento actual el concepto de operaciones defensivas se ha ampliado
de la psicología psicoanalítica del ego. Es interesante constatar que mientras extraordinariamente en la teoría yen la práctica clínica. Tanto en la orienta-
que la edición de 1987 (DSM-III-R), en el Glosario de términos técnicos, en ción psicoanalítica de la psicología del yo como en la orientación kleiniana,
la acepción de mecanismos de defensa, no se incluyen, por «considerarse las defensas desempeñan un papel predominante en la configuración y fun-
adaptativos» la sublimación y el humor, y por lo tanto sólo se registran los cionamiento de la estructura mental, a la vez que constituyen el principal
«desadaptativos» hasta un total de 181, en la reciente edición de 1994 (DSM- objetivo del análisis»
IV), en el apartado Criterios y ejes propuestos para estudios posteriores, apare- Acabamos de reseñar que una importante ampliación la efectuó la Egopsy-
cen una serie de siete niveles (Nivel adaptativo elevado, Nivel de inhibiciones cbology. La otra la ha efectuado la escuela kleiniana, sobre todo como conse-
mentales, Nivel menor de distorsión de imágenes, Nivel de encubrimiento, cuencia de su minucioso estudio del desarrollo temprano preedípico. Dicha
Nivel mayor de distorsión de imágenes, Nivel de acción y Nivel de desequili- ampliación se ha basado en la noción de relación de objeto y ha tenido en
brio defensivo), donde se encuadran todos los mecanismos o «estrategias de cuenta en forma decisiva el punto de vista clínico. Las aportaciones funda-
afrontamiento», sean adaptativos o no. Y en el ínterin los mecanismos han mentales se sintetizan en dos puntos: A) La ya clásica división en mecanismos
de defensa psicáticos y neuróticos. B) La noción de identificacián proyectiua,

I Agresión pasiva, aislamiento, anulación, conducta impulsiva (acting-ont), desplazamiento, devalua-


ción, disociación, fantasía autista: formación reactiva, idealización, inrelecruación, negación. polarización.
proyección, racionalización, represión, sornatización y supresión. . f<llltl1síaamista, formación reactiva, idealización, identificación proycctiva, inrelecruución, negación, omni-
2 Abstención, afiliación, agresión pasiva, aislamiento ¡lfecrivo, altruismo, anticipación, uuroalirma- potencio, polarización, proyección, quejas y rechazo de ayuda, racionalización, represión, sentido del
ción, autoobscrvación, comportamiento impulsivo (acting-out), desplazamiento, devaluación, disociación, humor, sublimación y supresión.

/
:oJ
\

34-1 Amonio Garcia de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 345

muy fecunda para la práctica clínica. especia111enteen momentos conflictivos intensos. Por lo tanto las defensas
dependen del estado elel yo (de un yo en desarrollo, como ya expusimos en
13 A.1. lViECANISMOS DE DEFENSA l'SICÓTICOS y NEURÓTICOS 13.1.2) y de su capacidad de organización. .
Para M)<lein, las ansiedades más primitivas se producen por e! «instinto
El planteamiento klei.niano de las defensas ha tenido la ~irtud de consi- ele muerte»-', para protegerse de la destrucción o muerte del organismo, y
derar desde el principio la relación de objeto, con lo que ha intentado evitar contra ello se erigen las defensas primarias (disociación escisión identifica-
ción proyectiva, etc.). Más adelante, ya contra los peligros de I;s pulsiones
una visión reduccionista v mecanicista de la mente. Aunque probablemente
ha incurrido en otros errores, como por ejemplo la utilización de un lengua- I sexuales se establecen las defensas más evolucionadas, cuyo paradigma sería
la represión.
je inapropiado para la descripción de las experiencias clínicas, c~nlo que en
parte estamos de acuerdo con lo expresado por Balint (1967, capitulo 1.rvII): "-~I I
'"

«Los analistas de dicha escuela [kleiniana] logran a veces dar nombres a cosas.
y experiencias que no se designaban antes con ningún nombre, y que por eso 13.4.2. LA IDENTIfICACIÓN PROYECTlVA
no podían expresarse en palabras. Por ejemplo, pue:le haber sld,o el pecho o
la leche lo que el infante deseaba, pero, como todavía no conocía estas pala- Dentro de las defensas primitivas (Poch, Maestre' Loren y Pérez Godoy,
bras en aquel momento, sus experiencias emocionales n.o po?!an ser nUl~ca 1994, pág. 138), afirman que «[a defensa principal ante la ansiedad senerada
descritas de manera definida como puede hacerlo la significación convenCIO- por la pulsión de muerte era una proyección primitiva, masiva y ornnipoten-
nal adulta de las palabras pecho y leche. Al usar así las palabras elaboraron te hacia el interior del objeto, con el fin de proteger al yo de! sujeto (identifi-
un lenguaje muy característico y peculiar "de locos", que es así como lo lla- cación proyectiva)». Veamos este mecanismo, sin duda el más original de la
man muchos de sus propios pacientes» (pág. 128).. ... , . , . tradición kleiniana.
En el caso de los mecanismos de defensa, M. Kle1l110sdividió en PSICOtl- Para M. Klein, la identificación proyectiva es un mecanismo muy primiti-
cos y neuróticos (1946). Una nomenclatura clara que s~vió pa~-aadjudicar vo, mediante el cual e! sujeto introduce su propia persona, fantasmáticamen-
mecanismos específicos a cada posición. Para la P,OSICIOI: esqt:t~zop~~anotde te, en el interior de otro objeto, para controlarlo, poseerlo y dañarlo. Estos
tendríamos la disociación, la proyección, la negación, la identificación pro- procesos los describió como ataques al cuerpo materno y una intrusión sádi-
yectiva yel control omnipotente del objeto. Para l~ fosic~ón depresiv~, la ül~i- ca en el mismo (1932), pero no los denominó «identificación proyectiva»
bición, la represión y el resto de op~raClones neurot.l;as: illt,electuacIo~, racio- hasta la redacción de Notas sobre algunos mecanismos esquizoides (1946), para
nalización,formación reactiva, aislamientoy somatizacton (Tízón, 19~8!pago146). designar una forma de identificación prototípica, de UDarelación de objeto
Pero otros autores tanto de tradición kleiniana como no kleinianos, pre- agresiva o sádica. Naturalmente, esta forma de relación es propia de la posi-
fieren mejor hablar de defensas primitivas o primarias y no «psicóticas» ción esquizoparanoide, cuando aún el sujeto no se ha diferenciado en forma
(Laplanche y Pontalis, 1968, pág. 234: Po.ch, ~oren y_Pérez Godoy, 1994, definitiva de su complemento materno.
pág. 137), probablemente para no producir la impreston, como ocurre con Pero no deja eleser una forma de proyección, aunque lo que se proyecta
la teoría kleiniana leída literalmente, de que todo ser humano transcurre por es la propia persona, por lo que es factible hablar de identificación CaDlo
una «especie» de psicosis en la infancia co~, sus mecanismos psic?ti~os y proyectado. La distinción con la proyección pura no es tan clara, y por esa
todo. Aquí nos encontramos con una conf~slon entre desarrollo pSiqUICOy razón ba merecido el estudio de muchos seguidores para precisar su sentido.
patologías mentales. Lo rnisl11? ca~e decir con I,as nociones de. «pecho I\osenfeld (1949) aunque aún muy influido por el sentido de Klein, la
bueno» y «pecho malo». Si no literalizamos l~s metáforas de M. ~em pode- relaciona con el trastorno paranoico y el narcisismo. .
mos entender su descripción, pero al literalizarlas ,no.s mrmscuunos ~n u.n Kernberg (1984) la define como una forma muy primitiva de proyección,
lenguaje poco apropiado y pOSIblemente adultomórfico de la experiencia con tres características fundamentales muy importantes: 1) Tendencia a
infantil. seguir experimentando el impulso que está siendo proyectado simultánea-
Como defensas primitivas o primarias (mejor que psicóticas) nos encon- mente sobre la otra persona; 2) temor a la otra persona bajo la influencia de
tramos con las expuestas antes, aunque es digno de mencionar que nunca ~s~impulso proyectado, y 3) necesidad de controlar a la otra persona bajo la
aparece un acuerdo total en cuanto a la asignación de n~ec~nismos a una u influencia de este Jr:ecaniSl?o..Para Kernber~ se trata a la vez.de un mecan!s-
otra clase. Coderch (1995, pág. 341) ha señalado con precisión dos puntos en 1110interpersonal e intrapsrquico, donde se diluye la diferencia entre un suje-
relación con las defensas primitivas: Uno, el estado del yo en el momento de
emplearlas. Otro, que no se trata de que las defensas m~s evolucionadas sus-
tituyan por completo a las primeras. Las defensas. pnminvas van a Ir siendo
abandonadas, aunque conservando siempre un estigma que las va a reanimar, ) Y,¡ hemos criticado esta noción de Klein en el capitule anterior.

/
3-16 Amonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 3-17

ro y otro, por lo que se pierden las referencias de los limites del yo. Por eso literatura psicoanalírica, y que, sin embargo, cobra especial importancia en el
lo ha descrito como un mecanismo específico de la personalidad límite típi- último recorrido freudiano (véase 13.2.1). Este mecanismo de negación, en
ca, que con tanta profundidad ha estudiado. unión a otro de afirmación (Bejabung) es lo que provoca el estado de escisión
Tizón (1988), en la misma línea, habla de que no se trata sólo de un meca- (5pa./tung) (Freucl, 1940e [1938Jl, con lo que de paso también eliminarnos de
nismo defensivo, sino de un proceso interpersonal básico (como Kernberg), la lista de mecanismos a la mencionada escisión, de gran tradición a partir de
que se da sobre todo en las relaciones humanas «más profundas, primitivas y la escuela kleiniana. La escisión es el estado que se crea por la acción conjunta
significativas» (pág. 156)_ Sólo cuando el proceso es masivo y utilizado con de 'dos mecanismos antagónicos en cuanto a W1arealidad perceptiva externa,
asiduidad por un sujeto es cuando deviene en patológico, trayendo consigo la y que en Freud, originariamente, es la doble reacción del sujeto infantil ante
sensación de vaciamiento interno. la percepción elela diferencia sexual anatómica: Por un lado aceptación, por
otro rechazo, y ambas dos plenamente conscientes y operativas, bien que en
momentos diferentes. He propuesto que la acción conjunta de la renegación
13.5. CONSIDERACIONES ACTUALES (\!erleugnung) y la aceptación de la percepción, es lo que crea la escisión de
la mente en departamentos estancos, creando así una disposición a la cloble
En este apartado final nos ocuparemos de centralizar el tema de los meca- personalidad clásicamente descrita elelos trastornos de personalidad.
nismos psíquicos, aunando las aportaciones recientes más significativas con Si pensamos en las afimaciones de Kernberg (1977) en cuanto a las carac-
una valoración personal que no queremos evadir. Retomaremos primero el terísticas de los pacientes fronterizos que le dieron pie para SLl teorización,
viejo tema freudiano de patología mental y mecanismo de defensa; después principalmente la departamentalización de la vida psíquica, el mantenimien-
definiremos algunos de los mecanismos más significativos, para lo que es to de estados afectivos contradictorios y alternantes (polarizaciones según la
necesaria una selección y una valoración de los mismos de acuerdo con los DSM-IV), etc., comprobamos que Freud estuvo muy cerca de explicar estos
grandes grupos psicopatológicos. Terminamos con la exposición de una línea trastornos límites o fronterizos, y que si no lo hizo fue, quizá, por un apego
prometedora de estudio, dado que los mecanismos de defensa son uno de los excesivo, aunque justificado, a su teoría de la represión. Si pensamos, además,
pocos conceptos psicoanalíticos, por ahora, que pueden ser susceptibles de que estas escisiones y separaciones pueden ser el resultado de sucesivos pro-
investigación experimental. cesos de identificación también antagónicos, nos encontramos con el estado
de cosas que Freud intuyó en El yo y el ello (1923b), pero que no terminó de
desarrollar:
1.3.5.1. MECANISMO DE DEFENSA Y PATOLOGÍA MENTAL
Cuando tales identificaciones llegan a ser muy numerosas, hiperintensas e
En dos trabajos recientes (Garda de la Hoz, 1995 y 1996a), intenté abor- incompatibles entre sí, se produce fácilmente un resultado patológico. Puede surgir,
en efecto, una disociación del yo, excluyéndose las identificaciones unas a otras por
dar el problema semántico del. término «negación» en Freud" La conclusión medio de resistencias. El secreto de los casos llamados de personalidad múltiple
era tan simple como definitiva: Hay que eliminarlo de la lista de mecanismos. reside, quizá, en que cada una de tules identificaciones atrae a sí alternativamente la
Al menos encubre tres términos de muy distinto significado, todos ellos usa- conciencia (OC, pág. 2711).
dos por Freud, bien que sin un sentido definitivamente fijado.
Nos estamos refiriendo a Vemeimmg, Yerleugnung y Verwerfung. Pero en Salvando las distancias -¡¡ veces tan complicadas- del lenguaje, la esen-
el intento de despejar el sentido nos encontramos con que estas tres maneras cia es la misma que la de Kernberg cincuenta años más tarde. Dicho autor
de negar pueden ser respectivamente paradigmáticas de los tres grandes gru- propone a la represión (siguiendo la tradición Ireudiana clásica) como el
pos psicopatológicos. La Verneimmg (denegación) está relacionada con la mecanismo tipo de las neurosis, y a la escisión como el típico de' los trastor-
represión (Verdri:ingung)y se relaciona con los trastornos neuróticos como se nos límites o fronterizos y itambién de las psicosis! Mi opinión es que esto
ha señalado repetidamente. La Verwetfung (repudio), que no es sino la «for- último es un resto de la tradición ldeiniana del que no ha podido despren-
clusión» de Lacan, es el rechazo más radical, donde lo rechazado no se inte- derse del. todo. Los psicóticos no están escindidos. Todo lo contrario, están
gra en la interioridad del sujeto. Es por lo tanto un mecanismo plenamente fusionados con sus objetos, sin separación. Lo que han efectuado es un recha-
psicótico, como también había señalado muy tempranamente Freud (1894a). zo de la realidad (Verwerftmg), de una realidad esencial para su constitución
He destacacfo a la Verleugl11tng como un mecanismo poco estudiado en la psíquica.
Tampoco aporta gran cosa la noción de represión primaria (Uruerdrdn-
gung) que aparece, más que nada por una necesidad teórica en la obra de
Freud (l911c [1910J; 1915d; 1915e y 1926d [1925J) y que algunos ven como
~ y ya hemos visto cómo la pnictica [otalidad de los autores reseñados !I) continúan empleando. un mecanismo primario (Caparrós, 1995). Lo único que quiere decir esa

/
/
348 Antonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 349

noción es la hipotética primera vez que un sujeto puede reprimir, es decir, TEORÍA DE LA IDENTIFICACIÓN
tener un conflicto interiorizado (neurótico) al que no puede dar una solución ENFREUD
si 110 es a través de síntomas o formaciones sustitutivas. Y para ello es nece-
sario haber constituido un registro simbólico, de ley, por mínimo que sea.
Para la \ferleugntmg y mucho más para la \fef'toer/tmg, este registro no es nece-
sario, o está aún ausente.

Características Obra
13.5.2. CU.,SIFICACIÓN y DESCRIPCIÓN DE LOS MECANIS,'v[OS

Identificación de ser (Forma


Tras lo afirmado en el apartado anterior, creemos más oportuno describir -f el ser-sclj) y prefigura el ideal
algunos -pocos- de los mecanismos esenciales, que plasmar todas las cla- clel yo
sificaciones que de ellos se han hecho con sus correspondientes definiciones.
Para esto último se pueden consultar varios trabajos, algunos ya clásicos / /7' Narcisista Psicologiade las masas
Cap. VII (1920)
(Freud, A., 1936; Fenichel, 1945; Hartmann, Kris y Loewenstein, 1946 y 1949;
Laplanche y Pontalis, 1968; Kernberg, 1984; Tizón, 1988; Villamarzo, 1989;
______.v Dual
Identificación
DSM-IV, 1994). primaria --3> Especular El yo y el ello
Hemos seleccionado seis de entre todos ellos e insertamos nuestra des- ~~~----,--Cap. III (1923)
___ _ ¿Establece otra moral o
cripción, que se ha basado en los trabajos recién mencionados con algunas --- Imaginaria -
~ las bases para otra moral?
características propias: Identificación, repudio, proyección, renegación, Preedípica
represión y sublimación.
Identificación: Lo primero es distinguir identificar (a) en forma transitiva,
de identificarse (con) en forma reflexiva. Este segundo aspecto es el propia- Identificación con la ley
mente psicoanalítico. Identificación, en términos generales es un proceso psí- Identificación con el Otro (No Psicología de las masas
quico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, propiedad o atributo de forma el self, sino los objetos Cap. VII (l920)
otro, y se transforma total o parcialmente sobre ese modelo del orto. Es un internos)
mecanismo Iundanre en la teoría psicoanalítica, por más que no hallemos en Identificación
El yo y el ello
Freud una teoría completa de la identificación. La personalidad se construye, secundaria
--"._ Simbólica Cap. III (1923)
por ejemplo, mediante identificaciones. Más que un mecanismo defensivo, es Edípica LII disolucián del
un proceso psíquico por el que un sujeto se constituye en ser humano. complejo de Edipo
La identificación es un mecanismo no utilizable en psicoanálisis si no va Triangular (al menos) 1924
seguida de un «apellido». Así, por ejemplo tenemos gue en la obra freudiana
Forma la moral (superyó)
pueden rastrearse tres tipos básicos de identificación, que exponemos en el
esquema siguiente:
Alienante Traumdeutung
1900 (OC, 438-9)
Identificación con el no-ser
Identificación
histérica (neurótica)
_.,..._ Identificación con el síntoma CtlSO Dora
1905
-------.... Solución de un conflicto entre
lo pulsional y la moral Psicología de las masas
(Satisface a ambas instancias) Cap. VII (1920)

/
I
'[

Antonio García de 1.1 Hoz


I La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 351
350

tas patologías que Freud denominaba «personalidades múltiples».


Estos tres tipos básicos pueden englobar otras modalidades de identifica- Su característica esencial es que provoca un estado de escisión en el yo:
ción que han sido descritas en la literatura. La identificación primaria lreu- Una parte reconoce la realidad de la percepción y otra la rechaza.
diana, se puede relacionar estrechamente con la identificación proyectiva de Sería un modo de defensa utilizado ante las percepciones externas y no
los kleinianos o la narcisista de los lacanianos. La identificación con el agre- frente a las demandas pulsionales como los mecanismos neuróticos. Es inte-
sor descrita por vez primera por Anna Freud (1936) podemos representarla resante su conexión con los llamados trastornos de la personalidad (psicopa-
como una Identificación secundaria, o inclusive primaria, dependiendo de la tías, trastornos límites y narcisistas).
estructura en juego (edípica o preedípica). Mecanismo del que no se podría decir que sea psicótico ni neurótico pro-
Repudio (\1erwel!ung); Es uno de los términos freudianos que más ver- piamente dicho, y que en 1<1 obra freudiana no alcanza precisión nada más
siones castellanas ha sufrido (repudio, exclusión, rechazo, desestimación, que poco a poco y hacia el final. De hecho propició los desarrollos psicoana-
desistimiento), lo que puede ser un indicador de lo ambiguo que resultaba su líticos de Kernberg. En nuestra opinión, la doble actitud original ante el
uso para Freud. De hecho ha quedado fijado su sentido gracias a la obra laca- hecho de la castración y el uso continuado ele la Verleugl1U/zg,pueden formar
niana, que ha propuesto un término nuevo para la \/erwerful1.g Ireudiana: For- la base de una forma progresiva de ir afrontando la realidad y de configurar
clusion. Se trata de un mecanismo distintivo del becho psicótico, y que enton- la propia personalidad, ya lejos de los motivos iniciales descritos por Freud
ces se diferencia en forma radical de la represión neurótica. (percepción de la diferencia sexual anatómica). La forma escindida de ver la
La Verwerfung rechaza la percepción externa e impide su acceso a la inte- realidad que promueve la Verleugmmg con su complemento afirmativo
rioridad del sujeto. Si lo rechazado resulta ser algo fundamental para la cons- Bejahung (véase 13.5.1), es puesta en cuestión con la triangularización edípi-
titución psíquica -por ejemplo, la castración, la diferencia sexual anatómi- ca, donde el sujeto ha de interiorizar un mínimo social y W1aforma de ley. El
ca, la triangulación edípica, la muerte-, se produce un retorno, como con los resultado de esta confrontación es decisivo para la socialización del sujeto.
contenidos reprimidos. Pero dicho retorno no es desde la interioridad, por- Represión (Verdriingung): Mecanismo fundamental que Freud descubrió
que dentro no había nada, sino desde el exterior, desde lo real (Lacan), en para delimitar el proceso dinámico utilizado en los trastornos neuróticos.
forma de alucinación, en forma de percepción delirante (como por ejemplo Hasta tal punto Freud consideró importante este mecanismo que llegó,
en la escena de la alucinación del «dedo cortado» en la infancia del «hombre de durante buena parte de su trayectoria científica, a homologado con el proce-
los lobos», famoso caso de Freud). Al faltar dentro, eso fundamental repu- so de defensa en general (véase 13.2.1).
diado se alucina desde fuera, desde lo real. Este nos parece que es el verdade- Definido con precisión se trataría de un modo de defensa ante las deman-
ro sentido.de la Ven.ve¡!ung freudiana, lo que además aporta sentido a la diná- das pulsionales, cuya intensidad o exageración, pondrían en peligro al sujeto
mica de las alucinaciones y delirios psicóticos. pOI oponerse, en una otra forma, a su moral. Loreprimido iría entonces a alo-
Proyección: El sujeto expulsa de sí y localiza en el otro cualidades, senti- jarse en el interior, en otro espacio no operativo por la conciencia (incons-
mientos, deseos, etc., que rechaza y no reconoce como propios. Se trata de ciente), pero desde donde tendría actividad. De esta forma, la represión es el
una defensa muy arcaica, sobre todo si se tiene en cuenta en relación con la mecanismo que con más claridad plantea la separación de dos lugares psí-
identificación (identificación proyecriva). quicos (consciente e inconsciente).
Aunque también puede tratarse de un mecanismo propio elel pensamien- Las representaciones reprimidas seguirían «activas» en el interior del suje-
to «normal», que Freud destacó en relación con la superstición, la mitología to y provocarían su propio retorno, bien en forma desplazada (neurosis fóbi-
y el «animismo» (Freud, 1912-13). ca), bien en forma aislada o elíptica (neurosis obsesiva), bien en forma con-
Inicialmente fue descubierta al estudiar la paranoia, y a partir de aquí densada (neurosis histérica). El proceso terminaría en la formación de
podemos distinguir la acepción psicoanalítica más precisa de la proyección: síntomas y/o formaciones sustitutivas (retorno de lo reprimido).
Enviar fuera, al mundo externo, lo que existe en el interior (consciente o La teoría de la represión ha ocupado un lugar fundamental en el estableci-
inconsciente). Si esta proyección es inconsciente, es una forma de desconoci- miento ele la teoría, práctica y técnica psicoanalíticas y ya hemos señalado que
miento de sí, que tiene como contrapartida un reconocimiento en otra perso- es considerado como el mecanismo paradigmático de las neurosis. Veremos en
na de lo que precisamente se desconoce de uno mismo. Proceso de expulsión el apartado siguiente que ha sido objeto de investigación experimental.
casi real, que dependiendo de lo expulsado (de su significación psíquica e George S. K.Jein (1976) ha reinterpretado el significado de la represión
importancia pata el sujeto o para su constitución como tal) volverá a ser desde el punto de vista de una psicología del sí-mismo, y la ha redefinido
encontrado en el exterior. como un «esquema de significado que se halla disociado del concepto de sí-
Renegación (verleugnung): Modo de defensa que Freud propuso en un mismo que tiene la persona» (pág. 246), Y añade que la esencia de la repre-
sentido muy específico: Rehusar reconocer la realidad de la percepción de la sión no ha de hallarse en el concepto de inconsciente, sino en que «ciertos sig-
diferencia sexual anatómica. También sirvió para explicar el fetichismo y cier- nificados vividos son ... segregados de la comprensión, disociados del

/ /
352 Amonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Considerucioncs actuales 353

sí-mismo» (pág. 251). Pero en mi opinión esta idea ~s idéntica a la planteada siguen el método experimental o bien el correlacional, Vamos a mencionar,
por Freud (l895d), cuando propuso que en la histeria se producía un «grupo por tanto, las evidencias empíricas acumuladas sobre los mecanismos de
psíquico separado» de representaciones, precisamente fuera de la circulación defensa en esos dos apartados.
asociativa consciente, o en otras palabras, disociado de la misma. G. Klein, Las defensas se organizan de manera peculiar dando lugar a las diferentes
sin embargo, ha hecho un intento valioso de redefinición desde otro punto de formas de psiconeurosis, como Freud describe en sus artículos Las Neuropsi-
vista: Plantear las estructuras cognitivo-afectivas, más que las pulsiones, como cosis de defensa (1894a) y Nuevas aportaciones sobre las neuropsicosis de defen-
fundamentales a la hora de influir selectivamente en el comportamiento. sa' (1896b). Cuando utilizamos el término «estilos» estamos aproximando la
Sublimación: Proceso postulado por Freud para explicar cómo ciertas teoría psicoanalítica a las investigaciones que se han desarrollado sobre los lla-
actividades humanas, no propiamente sexuales, reciben un considerable mados «estilos cognitivos» o, más recientemente, «estilos de pensamiento»
aporte energético desde el campo de lo sexual. Las principales descritas por (véase Sternberg, 1997). Por otra parte, los estudios realizados a finales de los
F reud serían la actividad artística )' literaria y la investigación inrelecrual, pero años 40 por Bruoer y Postman (1947) sobre defensa perceptiva, fenómeno
cualquier actividad es susceptible de ser sublimada. repetidamente comprobado con posterioridad, se han considerado a menudo
Cuando una pulsión se sublima, es decir, se deriva hacia un nuevo fin, no como un apoyo más o menos directo de los mecanismos de defensa (cfr. Kline,
sexual ni agresivo, apunta a objetos o actividades socialmente aceptadas o 1972, págs. 165 y sigs.). Una justificación posible eleesta aproximación se sus-
valoradas. Hay que tener en cuenta que cuando Freud habla de sublimar se tenta en que Freud no separó de manera cualitativa el funcionamiento de la
refiere casi siempre a la pulsión sexual, aunque a veces apunta a que también mente neurótica de la normal. Así mostró en la Psicopatologia de la vida coti-
la pulsión agresiva es susceptible de ser sublimada. diana (1901b) cómo su explicación de los fenómenos neuróticos era igual-
. En cuanto a la sexualidad, hay un desacuerdo clásico en lo que se refiere mente aplicable a los lapsus, olvidos y errores en la vida diaria de sujetos no
a la sublimación entre Freud y Reich. Para el primero constituye una salida neuróticos. La continuidad entre conducta neurótica y normal vuelve también
deseable para el conflicto neurótico, pero 110 así para el segundo. También se difícil la distinción entre los mecanismos de defensa y las conductas de afron-
han comentado sus relaciones con la represión, en tanto en cuanto esta últi- tamiento (coping) (Davidson y MacGregor, 1998). Aunque el afrontamiento se
ma esté implicada o no en el proceso sublimatorio. considera una conducta diferenciada, flexible y adaptativa y los mecanismos
Lo que sí parece esencial es que la sublimación está en íntima conexión de defensa, en cambio, suponen una distorsión de la realidad que se aplica de
con la dimensión narcisista del yo, con los intereses yoicos, lo que quiere forma rígida, ambos sirven a la función de defender al sujeto ante la ansiedad.
decir que 110 toda actividad socializada es susceptible de convertirse en acti- Nada impide hablar de mecanismos de defensa «exitosos>?
vidad sublimatoria para cada sujeto en concreto. Se puede sublimar tanto Recientemente Nlillon (1996, pág. 13) ha planteado que los mecanismos
escribiendo una novela como cocinando una paella, siempre y cuando dichas de defensa: « ... proporcionan al organismo medios activos para enfrentarse
actividades estén en los intereses del sujeto, es decir, sean egosinrónicos. con las incongruencias entre el autoconcepto habitual y la nueva información
que potencialmente lo puede dañar". Sólo la información que es confirma-
toria 0, al menos, no desconfirrnatoria de las más queridas ideas, pasa a tra-
13.5.3. APROXIMACIÓN EMPíRICA A LOS MECANISMOS DE DEFENSA vés del filtro defensivo para su reconocimiento y deliberación consciente».

13.5.3.1. Introducción
13.5.3.2. Estudios experimentales
Tras observar la literatura psicológica reciente llegamos a la conclusión de
que los mecanismos de defensa es uno de los aspectos centrales de la teoría En un trabajo reciente, Roy F. Baumeister y cols. (1998), tras revisar LU1a
freudiana que más atención ha atraído por parte de los investigadores. No abundante bibliografía en relación con los mecanismos de formación reacti-
estrictamente psicoanalíticos. Suponemos que la razón estriba, por una parte, va, proyección, desplazamiento, anulación retroactiva, aislamiento, sublima-
en el interés propio que estos mecanismos poseen para la comprensión del ción y negación (denial), llegan a la conclusión de que existe un apoyo impor-
psiquismo humano y, por otra, a que su definición en el pensamiento psico- tante para muchos de los mecanismos defensivos descritos por Freud, aunque
analítico, aun con las evidentes dificultades que examinaremos, los aproxima no para todos. Los mecanismos que menor apoyo encuentran son los de des-
a los constructos teóricos utilizados en la psicología académica y en la inves- plazamiento y sublimación. Estos autores apuntan la hipótesis de que tam-
tigación. Dicho de otra manera, se trata de emiclades que se prestan a su ope- bién son los mecanismos más dependientes de un modelo energético del apa-
rativización empírica, es decir, a su cuantificación. Desde los trabajos ya clá- rato psíquico, mientras que las defensas que permiten una interpretación más
sicos de Cronbach (1957, 1975) sobre las dos disciplinas de la psicología cognitiva encuentran LU1buen sustrato empírico. Concluyen destacando la
científica, se toma como modelos de comprobación empírica aquellos que impresionante labor de Freud y la necesidad de revisar sus ideas a partir de

I
I
354 Antonio García de la Hoz La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales 355

los últimos hallazgos. mientras per~lanecían en el ~aro, pensando con frec~lencia.las.~rases in.teli-
Sin embargo, cama anteriores comentaristas se han planteado (Kline, crentes o sarcasncas que habnan deseado decir, En la invesngacion cogninva
1972; Fisher y Greenberg, 1977), en gran parte no está clara la conexión entre : este tipo de ideación se le ha dado el nombre de «pensamiento contrafac-
la teoría psicoanalítica y la investigación que pretende su contrastación empí- tual».
rica. Los principios metodológicos de la psicología experimental aún se Sanna (1996), por su parte, ha encontrado que el pensamiento contrafac-
encuentran muy apartados de lo que es la observación de los pacientes en el mal se presenta de forma espontánea con más frecuencia después de los fra-
diván. Consideramos, no obstante, que algunas de las. investigaciones bien casos que después "delos éxitos, en especial cuando la expectativa de éxito era
diseñadas, que a continuación vamos a resumir, suponen una confirmación crande (véase también Mandel y Lehman, 1996). ,
de que las personas utilizan mecanismos defensivos cuando menos semejan- b Roese y Olson (1993) pidieron a una serie ele sujetos que imagil":aran
tes a los que propusieron Freud y sus seguidores. cómo se podrían haber derivado otras consecuencias de un acontecimiento
reciente. Cuando el acontecimiento ha sido realmente un éxito, las personas
Formación Reactiva de alta autoestima tienden a centrar sus pensamientos contrafactuales en lo
Morokoff (1985) presentó una serie de estímulos eróticos ante una mues- que efectivamente han hecho, lo que indica .que se consideran la causa real
tra femenina después de haber evaluado su culpabilidad en relación con la del resultado, mientras que ocurre lo contra no en aquellas personas con U11a
sexualidad. Supuestamente las mujeres con mayor culpabilidad respecto a autoestima baja. .. ., .
la sexualidad consideraban inaceptables los estímulos eróticos y, en conse- Baumeister y cols, (1998) prefieren considerar que la anulación retroacti-
cuencia, informan de una menor activación tras observarlos. Sin embargo, las va es más bien un mecanismo de afrontamiento y no tanto una defensa, pues
medidas fisiológicas sugerían que, en realidad, estas mujeres desarrollaban el mecanismo contrafactual no parece cumplir el objetivo de alterar el pasa-
una mayor activación sexual que las otras participantes. Un resultado seme- do, como originariamente sugirió Freud (1926d).
jante encontraron Adams y cols. (1996) en cuanto al rechazo de la homose-
xualidad por parte de sujetos varones, a los que luego se presentaban cintas Proyección .
de vídeo que mostraban escenas explícitas de relaciones homosexuales. Bramel (1962,1963) demostró qLJeaquellos sujetos varones a los que se
Una demostración de que la formación reactiva se puede establecer en decía que tenían tendencias homosexuales era ~ás probable que, con poste-
relación con los prejuicios raciales fue proporcionada por Dutton y Lake rioridad, interpretaran la conducta de otros sujetos como muestra de ten-
(1973). A una serie de sujetos blancos, de creencias igualitaristas y con esca- dencias similares. De forma semejante Agostinelli y cols. (-1992)demostraron
sos prejuicios se les suministró un falso feedback fisiológico que supuesta- que aquellos sujetos a los que se había informado falsamente de res~tados
mente mostraba sus prejuicios racistas contra los negros, por ejemplo al pre- nezativos
b en una tarea de resolución ele problemas tendían . a predecir que
sentarles imágenes de parejas interraciales. Al abandonar el edificio después otros sujetos fracasarían también. . . .
de haber terminado el «experimento» les abordaba un mendigo, en unos Sin embargo, estos ejemplos no cumplen el cnteno del mecamsmo ?e
casos blanco y en otros negro. Aquellos sujetos que habían sido acusados de defensa, consistente en que colocar la tendencia propia en el otro permite
racistas daban significativamente más dinero al mendigo negro, tal vez con- negarla en uno mismo. Se trataría más bien de la comprobación ele lo qu.e
trarrestando así la acusación. el refrán popular conoce C01110 «cree el ladrón que son todos de su condi-
También en conexión con los prejuicios racistas, Rogers y Prentice-Dunn ción».
(1981) encontraron que sujetos blancos desempeñando el rol de «maestro» Newman y cols. (1997) han propuesto un nuevo modelo para la proyec-
daban menos descargas a los «aprendices» negros que a los blancos, aunque ción, sezún el cual las personas intentan suprimir los pensamientos referen-
el efecto se invertía cuando el aprendiz les insultaba. Johnson y cols. (1995), tes a sus rasgos indeseables, lo que convierte a esas categorías de rasgos más
por otra parte, encontraron que un jurado simulado, compuesto de sujetos accesibles y utilizadas cuando intentan formarse impresiones s_obre los
blancos, emitía sentencias más suaves para los acusados negros, pero el efec- demás. Estos autores denominan «represores» (repressors) a los SUjetos que
to también se invertía cuando el delito en sí era más grave. utilizan este mecanismo y han demostrado que tienden a negar en sí mismos
Aunque en algunos de estos trabajos el mecanismo expuesto no coincide ciertos rasgos negativos, aunque sus conocidos digan que sí los poseen. ~os
exactamente con la formación reactiva, tal como fue descrita por Freud, el represores tienden también a interpretar las conductas de los demás, en pnn-
fenómeno subyacente parece ser real en situaciones humanas muy diferentes. cipio neutras, como reflejo de esos rasgos negativos. Pero los estudios que se
han realizado en esta línea son todavía escasos.
Anulación Retroactiva Parece, en conclusión, que la percepción que tenemos de nosotros mis-
Newman (1988) mostró que aquellos ejecutivos que habían perdido su mos modula nuestra visión de los demás, aunque esto puede ocurrir tanto en
empleo a menudo se repetían la escena de su despido durante horas y meses, los rasgos considerados positivos como en los negativos.

I
356 357
Antonio G'lrCÍ'1 de la Hoz LnTeoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones acruaies

Negación
Realizar atribuciones externas para el fracaso, como la mala suerte o la 1).).)·)
, - l'
. Estudios correlacionales
dificultad de la [Urea,es una pauta de negación muy documentada (Baumeis-
ter y cols., 1998) que supone la protección del sujeto ante las dudas sobre su A continuación nos vamos a referir principalmente a los cinco instrumen-
capacidad o bondad.
tos psicométricos de evaluación de. las defensas más utilizados: el Defel:se
En varios estudios se ba mostrado que los estudiantes consideran que un Mechnnis111sInventory (Gleser y Ihilevich, 1969), las COP1l1g.and Defendmg
examen es inválido o inadecuado cuando sus resultados han sido bajos, v váli- Scales (Ioffe v Naditch, 1977), el Life Style Index (Plutchik, Kellerman y
do en caso contrario (Schlenker y coJs., 1990). ' Conte, i979l:el Defense Style Questionnaire (Bond y cols., 1983) Yel Defen-
Kiibler-Ross (1969) advinieron que la negación es un estadio típico en Ía se Mechanism Test (Kragh, 1985), Estos instrumentos, no obstante, deben
evolución de la persona 11 la que se le ha diagnosticado una enfermedad fatal. considerarse como medidas referidas a constructos diferentes, ~u~s los estu-
En relación COIl esto, Perloff y Fetzer (1986) han acuñado la expresión «la ilu- dios que han intentado mostrar su validez con~L1nente y ChSCrl1;1ll1ante han
sión de la propia invulnerabilidad» para referirse a la convicción habitual en alcanzado, hasta la lecha, resultados insatisfactorios (Mehlman y Slane, 1994).
las personas de que no les ocurrirá nada malo.
Un término en gran medida equivalente al de «defensa perceptiva» (Lipp El De/eme Mecbal1isms Inuentory (Dlvm
y cols., 1968), que se define de forma operativa como la diferencia entre el El DMI fue elaborado por Gleser e Ihilevich (1969) basándose en los
tiempo mínimo utilizado para el reconocimiento de estimulas no amenaza- supLiestos psicoanalíticos de que los mecanismos ?e defens~ r~suelven _los
dores frente a los estímulos amenazadores. Lipp y cols. (1968) encontraron conflictos entre la realidad externa y la interna mediante los slgwe~tes ~leto-
que los sujetos con alguna minusvalía tardaban relativamente más tiempo en dos: atacando, distorsionando o desatendiendo de forma selectiva Cle~tos
reconocer imágenes presentadas en el taquistoscopio en las que se presenta- aspectos de la realidad interna o externa. El instrume~to ;valúa C111CO estll~s
ban sujetos minusválidos. defensivos diferentes: La vuelta contra el yo (TAS, en inglés), la vuelta contra
el objeto (TAO, que incluye la identificación con el agresor y el.desplaza-
Aislamiento miento), la proyección (PRO), la inversión (Reuersal, l~V, .qu~ 1l1.cluy:la
Las investigaciones empíricas sobre el aislamiento a menudo se han cen- nezación denegación formación reactiva y represión) y la «principalización»
trado en el estudio de los sujetos «represores» a que antes aludíamos. Han- (PRN, q~e incl~lyela intelectuación, el aislamiento y la ~·acion~liza~ión).
sen y Hansen (1988), mostraron que los represores presentan respuestas emo- El DMI consiste en diez historias donde Se describen situaciones que
cionales negativas ante los recuerdos negativos tan fuertes COIllOlas de los no supuestamente captan otras situ~ciones conJ!icti.:rascO,LTient~s.Existe .una
represores. Estos recuerdos, sin embargo, 110 provocaban otras emociones versión masculina y otra femenina, Cada historia esta seg~l1da por c~nco
negativas asociadas, como ocurría en otros sujetos. La conclusión que extraen opciones diferentes, que se corresponden con los. CI1)COesttlo~ c~efenslvos,
es que los represores muestran experiencias negativas) pero que no las conec- para cada una de las siguientes categorías: conducta real, fantasía lt;lpulslVa,
tan en redes asociativas con otras experiencias y emociones negativas. Al pensamientos y afectos. Se pide a cada sujeto que seleccione la opclon que es
mantener estos recuerdos aislados disminuye su malestar. más representativa y menos representativa de su forma ~e ser. Al ser 10 his-
En relación con esto, Boden y Baumeister (1997) encontraron que los torias y 20 opciones para cada una de ellas, e~DMI esta CO~11puesto de 200
represores responden a los estímulos desagradables (contenidos en frag- ítem, y 1.<1 puntuación para cada estilo def~nslvo puede OSCilarentre ~ y 80
mentos de película), generando de forma espontánea pensamientos o recuer- (Cramer, 1991; Gleser e Ihilevich, 1969; Ihilevich y Gleser, 1986). Segun los
dos felic~s, n.orelacionados con los estímulos desagradables. Los depresivos, resultados de numerosas investigaciones recogidas por Crarner (1991),.10s
en cambio, tienden a procesar la información negativa con gran precisión y hombres suelen puntuar más alto que las muje~es en TAq y en ~RO, rmen-
detalle.
tras que la inversa se produce en TAS. Los estilos defensivos mas maduros,
Otra forma de aislamiento consiste en el paréntesis temporal, mediante el que por otra parte se incrementan co~ la edad: PRL'\Jy ~V, aumentan, mien-
cual el fracaso o la equivocación son sepultados en el pasado, reszuardando tras que TAS y TAO disminuyen. EXisten datos normativos para ~dolescer~-
así la autoestima. Baumeister y cols. (1998) ponen el ejemplo de la ~onversión tes, adultos, estudiantes universitarios y muchas muestras de pacientes psi-
religi~s.a y .~a ex¡perien~ia del «renacimiento», A me.nuclo los programas de quiátricos (Ihilevich y Gleser, 1986, 1991). ,
rehabilitación de alcohólicos y drogodependientes utilizan esta estrategia COI1_ La fiabilidad de la prueba se ha mostrado bastante adecuada segun las
buenos resultados.
revisiones de Cramer (1991) y de Ihilevich y Gleser (1991), con valores de
alrededor de .78 en pruebas de test-retest en periodos de 1 a.~ semanas. ~a
fiabilidad es más alta para TAO y más baja para PRO, y también parece mas

I
358

alta en mujeres que en hombres.


Antonio Carcía de la Hoz

En cuanto a su validez, el DIvlI ha sido comparado con las escalas de


defensi\'idad del MMP1 (L, D y F), la escala de Represión-sensibilización de
f La Teoría de los Mecanismos de Defensa. Consideraciones actuales

se utilizaron las valoraciones de los observadores, según el sistema de Hann


(1963), como criterio externo, con dos muestras independientes de sujetos
359

adultos normales, las correlaciones se distribuían entre .21 (racionalización)


Byrne (1961), con las escalas de defensividad derivadas del MMP1 por Hann y 57 (negación), con una mediana de .38, para las mujeres y de .21 (negación)
(1961), con las CDS de Joffe y Naditch (1977) y con el Coping Operations l\ .46 (formación reactiva), con una mediana de J3, para los hombres. Valo-
PreÍerence Enquiry de Schutz (COPE, Schutz, 1962). También ha sido utili- res que sugier~n una validez poco aceptable, sobr~ todo para los hombres.
zada para predecir la continuidad en la terapia, el éxito en la terapia, y para C0l110advierten Davidson y MacGregor (1998) han Sido muy escasos los
diferenciar muestras psiquiátricas de normales (Ihilevich y Gleser, 1986). La estudios que se han realizado con las escalas CDS en los últimos diez años.
única escala del DM1 que ha mostrado ser consistente con medidas para su
validación concurrente de constructos similares ha sido REV (Cramer, 1991). El Life Style Index (L)l) .
La esca~aRE~ est'~rel~~ionacla de forma consi.stente con defensas primitivas, El LS1 fue desarrollado con la idea ele suplir las limitaciones de ],¡S medi-
represion y evitación. Sin embargo, la evidencia no apoya la validez de PRl'J, das ele auroinforme ya existentes para los mecanismos de defensa, proporcio-
excepto para la escala de aislamiento de COPE. La escala PHN no se rela- nando igualmente un marco teórico (Plutchik y cols., 1?79). Estos autores pre-
ciona de manera apreciable con ninguna de las otras medidas esperadas. Los sentan un modelo circumplex de los mecanismos de defensa, así como su
resultados para el resto de las escalas son aún muy inconcluyentes. Es intere- relación entre sí, con los afectos y con los trastornos de la personalidad (Conte
sante observar que PRO y TAO, dos estilos muy interrelacionados, eran sen- y Plutchik, 1993; Plutchik y cols., 1979). Supon~n .que las personas son capa-
sibles de manera diferencial a los resultados de la psicoterapia, mostrando así ces de informar sobre su conducta y sus sentimientos, aunque no puedan
cierta validez discriminante (Cramer, 1991). interpretar el significado dinámico de los mismos. La últi..r~laversión del LSI se
En conclusión, podemos afirmar que el DM1 es uno de los test de meca- compone de 97 ítem de verdadero-falso (usualmente cierto-usualmente no
nismos de defensa más utilizados en la actualidad y que los resultados que cierto). que dan puntuación en ocho mecanismos defensivo~: compensación,
reporta son sugerentes aunque todavía se precise una investización más (que incluye identificación y fantasía), negación, desplazamiento, .intelectua-
extensa y continuada. '" ción (que incluye sublimación, anulación retroactiva y racionalización), p.ro-
vección formación reactiva, regresión (que incluye el acting out) y represión
Coping and Defending Seales (CDS) (que in~luye el aislamiento y la introyección). Conte y Plut~hil<.(1993) p~'o-
Las escalas del CDS se derivan de una teoría sobre el funcionamiento del porcionan las no~mas para 147 adultos en .f?rma.de. pe~centiles y puntuacio-
yo centrada en los mecanismos de defensa y capacidad de afrontamiento ela- nes T, pero no existen datos para la población psiquratnca.
bora.da por N. Hann (1963). Basándose en los trabajos de esta autora, Joffe y Estos autores han averiguado los coeficientes alfa para una muestra de
Naditch (1977) elaboraron un test compuesto por 377 ítem extraídos del pacientes internos y otra de estudiantes, que se ~~nlpan ~ntre JO para la inte-
California Psychological Inventory (CPI, Gough, 19.57)que puntuaban en 20 lecruación (estudiantes) y .86 para la proyeccion (pacientes internos) , con
uo
escalas de afrontamiento y 10 de defensa). Los diez mecanismos de defen- valores medios de .62 y .52, respectivamente (Conté y Plutchik, 1993). No
sa eran los clásicos recogidos por Anna Freud (1937/1971). La fiabilidad test- existen datos sobre estabilidad temporal.
re~est después de un período de 4 semanas, para mujeres, varía entre 0,46 Plutchik y cols. (1979), en su estudio original, correlacionaron las puntua-
(aIS!am~ento)y 0,81 (intelectuación y represión), y para hombres, entre 0,54 ciones del LS1 con una escala de autoestima y otra de ansiedad. Las puntua-
(aislamiento) y 0,82 (desplazamiento). La conclusión es que la fiabilidad es ciones altas en ansiedad se relacionaban con puntuaciones altas en regresión,
ad~cuada para algunas escalas pero 110 para todas. Helson y Moane (1987) compensación, proyección, desplazamiento e intelectuación. Según un estudio
aplicaron las CDS, Junto con otras pruebas, a un grupo de 140 mujeres, con de Apter y cols. (1989) la escala de regresión distingue adecuadamente ~ntre
una edad p~'omedio de veintiún años, entre 1958 y 1960. Estas mujeres fue- pacientes suicidas y no suididas, mientras que la escala de desplazamiento
ron reexaminadas 5 años después y 15 años después. Entre los veintiún y los diferencia entre pacientes violentos y no violentos. Por otra parte, las puntua-
veintisiete años sólo había disminuido de manera sianificativa la rezresión lo ciones altas en formación reactiva y proyección permitían predecir las valora-
que está de acuerdo con la perspectiva evolutiva ('tramer .l991)."'Entre los ciones de los psiquiatras sobre el éxito que habían tenido en la psicoteral?ia un
veintisiete y los cuarenta y tres años disminuían de forma significativa todas grupo de 21 estudiantes de medicina en un tratamiento breve de 42 sesiones,
las defensas, m.enos la intelectuación y la formación reactiva, que aumenta- de promedio (Buckley y cols., 1984). Estos resultados son prometedores y,
ban, lo que sugler.e un aumento en la complejidad cognitiva. Helson y Moane aunque todavía insuficientes, sugieren una adecuada validez del LSI.
concluyen que el instrumento posee una gran estabilidad pero que, al mismo
tiempo, es sensible a los cambios evolutivos. El Dejense Style Questiol1.naire (DSQ).
En cuanto a la validez,Joffe y Nadirch (1977) informaron de que cuando El DSQ fue elaborado por Bond y cols. (1983) intentando evaluar 24

/
/
1

360 Antonio Garcla de la Hoz La Teoría de los Mecanismos ele Defensa. Consideraciones actuales .361

mecanismos de defensa tomados de varios autores: Sigmund Freud, Anna


F reud, Otro Kernberg y Melanie Klein. Se conservaron aquellos ítem que
eran considerados adecuados por un grupo de clínicos y con una correlación 13.5.3.4 .. Conclusiones
aceptable con el total del cuestionario. Un segundo análisis factorial y la eli-
minación de los elementos menos consistentes dio lugar a un cuestionario Hemos presentado en esta sección una serie de estudios que intentan
compuesto de 81 ítem, con una escala de respuesta Lickert de 9 puntos, y mostrar la validez empírica de los mecanismos de defensa, constructos teóri-
cuatro estilos defensivos (Estilos 1 a 4). En 1986 añadió 7 ítem, hasta 88 cos extraídos de la teoría psicoanalítica. La primera conclusión que creemos
(Bond, 1986) yen una publicación del mismo año (Bond y Vaillant, 1986) dio que puede extraerse de las líneas anteriores es que los mecanismos de defen-
los siguientes nombres a los cuatro factores: pautas de acción .desadaptativas, sa, o los estilos defensivos, próximos en muchos sentidos a los estilos de
defensas de distorsión de imágenes, defensas de autosacrificio y defensas afrontamiento (coping), constituyen por si mismos un campo empírico de
adaptativas. Esta última es la versión habitualmente utilizada por Bond y sus investigación perfectamente establecido, con sus descubrimientos, evidencias
colaboradores (Bond, París y Zweig-Frank, 1994). El investigador, no obs- )' debilidades, comparable a muchos otros de los que en la actualidad consti-
tante, debe estar atento pues existe otra versión del DSQ, elaborada por tuyen la investigación psicológica. Según indicó Paul Kline (1972) en su estu-
Andrews, Pollock y Stewart (1989) con una solución de tres factores y 20 dio ya clásico, el objetivo no es tanto demostrar la realidad indiscutible de los
escalas defensivas, que se ajusta mejor a los mecanismos enumerados en el conceptos psicoanalfticos, requisito que no se establece como obligatorio en
DSM III-R (APA, 1987). ningún otro campo de la psicología científica actual, como mostrar de forma
En cuanto a la fiabilidad, Bond (1995) informa de una estabilidad test- nitida que pueden ser operativizables y, en consecuencia, se los puede inves-
retest, después de 6 meses, con una muestra de 39 sujetos de .73 (Estilo 1), tigar utilizando los dos métodos reconocidos: experimental y correlacional.
.71 (Estilo 2), .68 (Estilo 3) y .69 (Estilo 4). Confiamos en que esto último haya quedado suficientemente claro .
Bond y cols. (1983) han intentado demostrar la validez del DSQ relacio- No obstante, opinamos que los resultados obtenidos mediante la investi-
nando sus estilos con diversas medidas de madurez del yo. El Estilo 1 se gación experimental en psicología de la personalidad y psicología social, a
caracteriza como inmaduro y ha mostrado correlacionar de forma fuerte- pesar de sus evidentes dificultades, presentan un apoyo mucho más sólido de
mente negativa tanto con la fuerza de! yo (-0.91), utilizando el cuestionario lo que aportan las búsquedas propiamente correlacionales. Es muy probable
Ego Function, como con los estadios evolutivos de Loevinger (-0.42), mien- que la razón de ello se deba a que los estudios correlaciona les utilizan habi-
tras que el estilo 2, caracterizado como maduro, correlaciona positivamente, tualmente medidas de autoinforme, que chocan con la definición central de
pero de forma más moderada, con las mismas medidas (0.32 y 0.19, respecti- lo que son mecanismos de defensa, es decir, estrategias inconscientes para
vamente). También se ha mostrado que los pacientes psiquiátricos utilizan de defenderse de la ansiedad o salvaguardar la autoestima.
forma más habitual el Estilo 1 que el estilo 4 que los sujetos no pacientes
(Bond, 1992,1995; Bond y cols., 1983). Por otra parte, los pacientes con tras-
torno límite de la personalidad utilizan más las defensas de Estilos 1 y 2, Y
menos del Estilo 4, que los pacientes con otros diagnósticos (Bond, Paris y
Zweig-Frank,1994).

El Defense Mechanism Test (DM1)


Elaborado por Kragh en 1985, se trata de un test proyectivo perceptivo-
genético. Ha provocado varios estudios clínicos y experimentales en Escan-
dinavia, sobre todo para la selección de personal en profesiones estresantes
(pilotos). Consiste en bablar y dibujar sobre lo visto en una serie de láminas
presentadas por breves segundos en e! taquistoscopio.
Parece ser un buen método para la distinción clínica de los trastornos de
personalidad según el DSM-ill, y en relación con los niveles de organización
de la personalidad de Kernberg.
Evalúa los diez mecanismos siguientes: Represión, aislamiento, negación,
formación reactiva, identificación con el agresor, agresión contra sí mismo,
introyección del sexo opuesto, introyección de otro objeto, proyección y
regresión.

/ /
CAPÍTULO XIV

La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.


Crítica y actualidad

Una de las críticas más generalizadas a la teoría freudiana ha sido su pan-


.rexualismo. No es justa, aunque en una lectura ingenua de sus escritos pueda
uno formarse esa opinión. En términos muy generales podríamos preguntar-
nos cómo Freud se topó con el tema de la sexualidad e hizo de él un objeto
específico de estudio. Algo ya planteamos (véase capítulo II) y ahora, tras la
revi.sión de lo fundamental de Freud en el tema, procederemos a plantear las
cuestiones básicas con la mayor claridad posible.
De lo que no cabe duda es de que Freud intentó luchar contra los prejui-
cios sociales en torno a la sexualidad de su época, yeso hace que algunas de
sus afirmaciones tengan un alcance un tanto coyuntural y, por ende, no exten-
sibles a otros contextos socioculturales y otras épocas como la nuestra. Lo
que trataremos a continuación serán sus proposiciones más universales, y una
revisión crítica de las mismas.

14.1. INTRODUCCIÓN

En el presente capítulo partiremos de las propuestas más conocidas y


populares de Freud sobre la teoría del desarrollo psicosexual.
El término psicosexual es fundamental para la perfecta comprensión de
los planteamientos freudianos sobre la sexualidad, pues nunca se trata sólo de
la vertiente biológica y/o fisiológica de la misma, sino, sobre todo, de su ver-
tiente psíquica o psicológica. A pesar de apoyarse a menudo en palabras pre-
ñadas de contenido biológico, e incluso en zonas corporales precisamente
delimitadas, lo que resulta más importante son los significados psíquicos que
364 Antonio Carcía de la Hoz L¡l recría del desarrollo psiccsexual en psicoanálisis.Crítica y actualidad 365

cada desarrollo sexual va aportando a la constitución global de la personali- hechos empíricos y de observación clínica: El estudio de las perversiones )1 de
dad del sujeto. la sexualidad infantil, que vinieron a completar la inteligibilidad de los sínto-
Comenzaremos exponiendo la concepción general de la sexualidad y la mas neuróticos, ampliando con el.1oel campo de lo sexual.
teoría de la libido de Freud, para a continuación describir el desarrollo libi- En la Lección XX (Freud, 1916-1917 [1915/17]) intentó delimitar con
dinal del sujeto humano. De todos es conocido cómo Freud (l905d) realizó exactitud el contenido del concepto «sexual» en psicoanálisis, no bastando
su planteamiento sobre la sexualidad infantil, algo que probablemente todo para ello lo que tradiciona~mel1te .se presentaba a tal fin, como por ~jemplo lo
el mundo conocía, pero sobre lo que nadie escribía en forma seria. Hoy día que tenía que ver con las diferencias de los sexos, o con la concepción del pla-
es un hecho totalmente consolidado y prácticamente nadie habla de lo Con- cer genital o con la función procreadora. El grupo de los denominados «per-
trario, es decir, de que los niíios no tienen impulsos sexuales. Por lo tanto, el \'ersos»J, cuyos objetos y fines sexuales SOI1 tremendamente variados, y sobre
desarrollo libidinal (psicosexual) del sujeto parte en Freud desde la primera todo la vida sexual infantil, le condujeron a alcanzar su completa concepción
infancia, y alcanza su puma culminante cuando las tendencias sexuales (par- de la sexualidad, evitando confundirla con la genitalidad o con la capacidad
ciales o pregenitales hasta entonces), se organizan en torno a una zona C011- de reproducción. Quizá el texto más ilustrativo de lo anterior lo encontramos
creta, la genital. Y ello acontece así mismo en la primera infancia, relegando al inicio de la Lección XXI (Freud, 1916-1917 [1915/1917]):
de la primada hegemónica a la supuesta capacidad de procreación o repro-
ducción propia ya de la pubertad, que era cuando aparecía propiamente la Nuestra modificación.del concepto de sexualidad, que tan violentascríticas nos
sexualidad antes ele las teorías de Freud. Todo ello fue el resultado de una ha valido, no reposa única y exclusivamente en los datos adquiridos por medio de
la investigación de las perversiones. El examen de la sexualidad infantil ha contri-
evolución lenta y progresiva de sus ideas, desarrollo que intentaremos expo- buido aún en mayor medida a imponemos tul modificación, y sobre todo la perfec-
ner a lo largo del presente capítulo. ta concordancia de los resultados de ambos estudios ha sido para nosotros algo defi-
El momento máximo de ese desarrollo psicosexual, la fase fálico-genital, nitivo y convincente (OC, 2322, cursiva mía).
coincide con la etapa edípica, lo que proporciona a ese momento un carácter
crucial en muchos sentidos: Identidad sexual básica masculina o femenina, . Freud, de esta forma, impulsó la investigación de la sexualidad sobre las
consolidación de los primeros valores morales del sujeto, importancia esen- mencionadas bases, contribuyendo a desarrollar una teoría del desarrollo libi-
cial para la manifestación de futuros trastornos mentales, etc. Hay que subra- dinal infantil, la sexualidad «normal» y la sexualidad «perversa», con sus
yar que esa coincidencia de la fase fálico-genital (que da pie a lo que se cono- diferencias, semejanzas y correlaciones. Al igual que en la actividad sexual de
ce como complejo de castración) con el momento más álgido del período los individuos llamados «normales» puede haber rasgos, que si los tomára-
edípico, ha de entenderse como la confluencia entre un tipo de sausfaccián mos aisladamente, podrían parecer perversos, en la actividad llamada «per-
sexual-que finaliza W1 ciclo de desarrollo psicosexuallnfantil con todo lo versa» lo que destaca sobre todo es su «exclusividad», su centramiento exclu-
que ello conlleva (complejo de castración)-, y un modo básico de relaciones sivo en una tendencia sexual parcial, con desprecio del fin procreador. Pero
interpersonales y vinculares (complejo de Edipo), que ahora es necesario inte- ambas actividades sexuales se diferencian de la infantil por estar bien fijadas
grar para la correcta configuración de la identidad (masculina o femenina), y '1 centradas en sus objetivos específicos, mientras que la actividad sexual
para la instalación en. una posición como ser-moral frente al medio familiar 'illfamil no parece tener organización ni focalización en ninguna tendencia
y/o social. Ello es decisivo para el ser humano en su especificidad como ser específica, pues todas ellas tienden a la satisfacción indistintamente. Por eso
vivo. Por estas razones tan esenciales hemos dedicado un apartado al estudio Freud bautizó a la actividad sexual infantil como «perversa/polimorfa». Pre-
de la imbricación de estos dos complejos (castración y Edipo). cisamente con la maduración, se ha de ir organizando dicha actividad alrede-
Finalizamos con una exposición crítica y actual del tema, con las lagunas y dor de la zona genital con el fío reproductivo.
malentendidos más importantes que la teoría freudiana del desarrollo psicose-
xual ha dejado sin resolver, incluyendo nuestra propia posición particular.
14.2.1. LA LIBIDO
14.2. LA SE1.'1JALIDAD.TEORÍA DE LA LIBIDO Aunque Freud (1923a [1922]) confiesa haber tomado el término libido de
Albert Moll en sus Investigaciones sobre la libido sexualis (1898) -que lo
Se puede afirmar que el campo de la sexualidad fue desde un principio un usaba en el sentido de las manifestaciones dinámicas de la sexualidad-, y
tema de interés específico para Freud. Tanto sus primeras investigaciones
sobre las neurosis actuales (1.3.2) como en su inicial teoría de la seducción
I Frcud aquí incluía a tocios aquellos individuos cuya vida sexual difería de lo «normal», incluyendo
(1.3.3.1.1) así lo testimonian. Pero el viraje fundamental para la comprensión los homosexuales. Evidentemente es una noción ideológica, que debe coruexrunlizarse en todo momento
del concepto de sexualidad en psicoanálisis sólo se produjo a partir de dos y oC¡lsióll.

/
366 Antonio García de la Hoz La [ea ría del desarrollo psicoscxual en psicoanálisis. Crítica )' actualidad 367

que su labor fue introducir!~ en la teoría psicoanalírica (OC, 2674), lo cierto


es que ant~s d~ la publicación de Moll ya había usado dicha palabra, si bien Sexual (en psicoanálisis) '" genital
no se podría a~llm.ar con cert~za el que conociera o no e! uso que Moll había Sexual (en psicoanálisis) Eros (de Platón)
hecho de tal te.rmll1o. Es decir, no podemos certificar la paternidad del uso
de! vocablo libido; aunque a Freudle correspondió su popularidad al usarlo La libido de Freud, [rente a la noción jungiana, siempre es la energía de
para sus construcClOnes teóricas psicológicas. ~ las pulsiones sexuales, y es el sustrato de todas las transformaciones que pue-
En efecto, e~ el Manuscrito E enviado a Flief, redactado alrededor de den sufrir tanto en cuanto a su objeto (por ejemplo en la homosexualidad),
1894 (Freud, 19)Oa p887 -1902]), Freud utiliza la expresión libido psíquica en cuanto a su fin (por ejemplo en la sublimación), en cuanto a su fuente
-o slmple11le.n~e~1~ldo-, pa~·a.11larcaruna diferencia importanre con res- (diversidad de zonas erógenas), o en cuanto a su empuje cuantitativo. .
pecto al u~o fislOloglC? de la_IJbldo. Igualmente, en su primer trabajo sobre Freud formuló a lo largo de sus escritos varias definiciones del concepto de libi-
las neuro~ls de ,angustUl (189)b) cuya exposición teórica por parte de Freud . do, de las que 110S serviremos para extraer sus características más importantes.
es de la misma epoca,que el Manuscrito E, también se observa el uso de la libi-
do en esta E~ceta p,slqulca. En estas neurosis, concretamente, se trataba de 1) En un añadido de 1915 a sus Tres ensayos (1905dl, titulado La teoría
un,a e~cltaclOl! s~matlCa, que ~)o.rno poderse transformar en representaciones de la libido, se la define C01110
psiqurcas, en lmagen;s -en h~l.do- $;
convierte directamente en angustia y
Una fuerza cuantitatiuamente variable, que nos permite medir los procesos y las
en un corre!at~ de s111toma.sfíSICOS(véase apartado 1.3.2). Hay que señalar transformaciones de la excitación sexual. Separamos esta libido, por su origen par-
pues, en relación con !a libido freud~ana, que su primera idea fue colocar el ticular, de la energía en que deben basarse los procesos anímicos, y por tanto, le atri-
a~ento en la faceta pSlqUlca de la misma, vale decir, la libido capaz de aso- buimos también UD carácter cualitativo (OC, 1221, cursiva núa).
ciarse a representacrones mentales.
En este sentido, es importante señalar que el vocablo tomado directa- Como apuntábamos más arriba, Freud dejó claro, por lo tanto, que la libido
~nente c!:llattn Libido-inis, significa «deseo» ylo «ansia» en un sentido de tiene dos características, una cuantitativa más propiamente energética, que es
inclinación CIegao ,deseo des~;1frenad~, pero tambié~ «fantasía», «capricho» susceptible de desplazamientos y transformaciones, que puede aumentar, dismi-
o «antoJ~» -de ahí la ~xl?reslOn.~dlibidinem (a capncho)-. Freud, de quién nuir, desplazarse, etc., y otra cualitativa, donde se pueden producir cambios en
es conocida po~',sus múltiples biógrafos su formación en cultura clásica, y ya el sentido de una aparente desexualización, como por ejemplo en los fenómenos
sea ~o.r mediación de Moll o no, parece haber recogido los dos sentidos eti- sublimatorios. El fundamento de ambas características siempre es sexual.
mologI,cos ~el vocablo: e.lp~ramente energético o cuantitativo (ansia, deseo)
y ~l mas pSlq:llCOo cualitativo (fantasía, capricho), mientras que en nuestro I1) Un segundo intento de definir la libido, para apoyar el estudio de la
idioma, por eJel~1plo,sólo cuajó e! derivado libidinoso con lascivia C01110 sus- vida sexual del niño, lo encontramos en la Lección XX: La vida sexual huma-
tantivo (C01'0111,111aSy Pasc;tal, 1980-1981). Lo cierto es que Freud lo intro- -; I na (Freud, 1916-17 [1915/17]):
: !
dUJ9.en la teoria psicoanalítica y que ahora su uso es casi un tecnicismo ele
la misma. Permiranrne que en aras de la conveniencia introduzca el concepto de libido.
Exactamente igual que el hambre, la libido está destinada a nombra r la fuerza en la
La acumulación de defi.niciones que Freud hizo de la libido indica la difi- cual se exterioriza la pulsión: en este caso es la pulsión sexual; en el caso del ham-
cultad que tuvo para dar con una plenamente satisfactoria. Lo más convin- bre, la pulsión de nutrición (Am. Eds., vol. XVI, págs. 285-286).
cent~ ~arece ser ~;nsar que I~ noción misma fue ganando en contenido
s~mantIC? en relación con los diferentes movimientos de la teoría de las pul- El énfasis está puesto aquí en la primera dicotomía pulsional, donde la
sl~nes (vease apa~~ado 12.2). Nunca abarca todo el campo pulsional/. En una libido es a la pulsión sexual lo mismo que el hambre a las pulsiones de auto-
pnmera concepcion se opone a las pulsiones de autoconservación yen la últi- ~U
-,
conservación. Esta misma distinción está presente en la Lección XXVI: La tea-
ma a las pUlslo~lesde n1l~:rte o destrucción. Siempre se mantiene el carácter -i da de la libido y el narcisismo (Freud, 1916-17 [1915117]):
....n
sexual ele la libido, oponiéndose C01110 ya se ha visto (capítulo ID a la noción
de J ung, pa,ra quien paso a de~Ignar una energía psíquica inespecífica. Se trata A las investiduras energéticas que el yo dirigía a los objetos de sus aspiraciones
de la energia sexual en el sentido que toma este término en psicoanálisis que sexuales las llamamos «libido»: a todas las otras, que son enviadas por las pulsiones
de auroconservación, las llamamos «interés» (Am. Eds., vol., XVI, pág. 377).
no hay que confundir con la mera genitalidad. '
lIT) Una tercera definición, más abarcadora y de acuerdo ya con la
segunda y definitiva teoría pulsional de Freud, se exhibe en Psicología de las
2 Aunque es evidente que se refiere sobre todo a ella cuando Freud escribió
Ilor ( 1915c).
Lilfpulsio/ll's ~ sus desti-
. .
masas y análisis del yo (1921c), tratando de aplicar el concepto de libido a la
psicología colectiva:

/
La teoría del desarrollo psicoscxual en psicoanálisis. Crítica)' Hcmalidacl .369
.368 Amonio García de la Hoz

Libido es una expresión tomada de la doctrina de la afectividad. LlHI1lHmOS así :0 psicolóO'ico psicoanalitico O no. Por ejemplo, sirve de ayuda básica el
a la energía, considerada como magnitud cuantitativa -aunque por ahora no medio diccionario de Laplauche y Pont~Üis 1968 ~ pero se pue den consu 1tar. así'
nall b' 1 • ()

hle-. de aquellas pulsiones que tienen que ver con todo lo que puede simetizarse i 1110 entre otros muchos, Felllchel (194;), Hesnard (1960), Laplanche
COIllO«amor». El núcleo de lo que designamos «amor» lo forma, desde luego, lo que (1~~69/1970),Tizón (1988), Villamarzo (1989), Bofill y Tizón (1994), Nasio
comúnmente llamamos así y cantan los poetas, el amor cuya meta es la unión sexual.
Pero no partamos de ello lo otro que participa de ese mismo nombre: por un lado (1994), etc. , ., . . .. 1
el amor a sí mismo, por el otro, el amor filial y el amor a los hijos, la amistad y el . Debido a la gran prorusron de descripciones ~e l~s f?ses del desarrol o
amor a la humanidad; tampoco la consagración a objetos concretos y a ideas abs- libidinal, nuestra labor se centrará en una exposicion SIl1~etlcade las mismas
rractas (Am. Eds., vol. A'VII, pág. 86). con sus características fundamentales, dejando para el final (apartado 14.~)
la revisión actual y crítica d~ las mismas. Ya hemos menclOna~loqu.e.~lel.anle
La anterior cita y los razonamientos que siguen en el texto -hasta el final KJeill (capítulo IV) fue la purnera er~plantear su CltSg;IStOcon la división lreu-
de ese capítulo de Psicología de las masas-, son una defensa de la ampliación el iana de las fases, razón por la cual introdujo su teona de las posiciones en e!
de su concepto de sexualidad hacia el amor en general , haciéndolo equiva- desarrollo de la personalidad. Luego se han formulado otras cuncas suge-
lente con el Eros platónico:
rentes. < f di
Por su origen, su operación y su vínculo con la vida sexual, el «Eros» del filó- . Vamos a consignar ciertas características generales sobre las fases reu la-
sofo Platón se corresponde totalmente con la fuerza amorosa, la libido del psico- nas, antes de describir cada una de ellas.
análisis ...
La palabra griega «Eros», con la que se quiere mitigar el desdoro, en definitiva
-J
;3
no es sino la traducción de nuestra palabra alemana «Liebe» [Amor] (Am, Eds., vol.
XVIII, pág. 87). 14.3.1. GENERALIDADES SOBRE LAS FASES LTBIDINALESFREUDlANAS

Esta definición está del todo conforme con la segunda oposición pulsio- Cuando se habla de fases en psicoanálisis, se alude casi siempre a la evo-
nal freudiana vida/muerte, y aquí Freud realiza su defensa ante la acusación lución libidinal, aunque discurre en forma paralela al progresrvo desa~'~ollo
de «pansexualismo» formulada hacia su teoría. del yo del sujeto. Aunque Freu? se interesó por determi~ar con pr~c~slOn la
correspondencia entre fase Íibidinal y,m_omeoto?el y~>111 trabaJo.llI sistema-
IV) La última definición que presentamos se encuentra en Psicoanálisis tizó en cuanto al desarrollo de este último. Su mteres f~e e,senClalmente la
y teoría de la libido (Freud, 1923 [1922]), donde después de destacar que la evolución libidinal. Esta evolución, en el ser humano, pasarla por una sene
libido es la manifestación dinámica en la vida anímica de la pulsión sexual .d de fases hasta la consecución ele su completo desarrollo. ,
-es decir, vuelve Freud a su primitiva idea de la faceta psíquica de la libi- ___5L__ La idea de fases de evolución libidinal en Freud fue gestandose er~forma
do- insiste en que: progresiva y para ello c;mtó con la c?l.aboración inestimable de su ~lscípluo
K. Abraham, que resultó bastante decisiva. En la Correspondencia entre amb~s
Libido es un término de la teoría de las pulsiones, usado ya en este sentido por se puede observar su estrecha colaboración en este tema. De hecho, ~~subdi:l-
Albert Moll (1898) e introducido en el psicoanálisis por el autor (Am, Eds., vol.
XVIII, pág. 250). sión en dos subfases, respectivamente de las fases oral y anal, se debió a Abra-
ham (1924).El esquema que planteé en el capítulo anterior (apartado. 13.1.2) es
Tras escribir lo anterior, Freud pasa a glosar el descubrimiento llevado a fruto de! primitivo cuadro de dicho autor, ~oll1~letadopor Robert FheB (1948)
cabo en Introduccion al narcisismo (1914c) al dividir la libido en dos clases uni- entre otros autores posteriores, donde nos incluimos, ,
das por una especie de relación hidráulica (cuando una baja la otra sube): la libi- El escrito básico aquí son los Tres ensayos sobre leona sexual (1905d), en
do narcisista y la libido objeral. El estudio más detenido de estas dos formas libi- las sucesivas reediciones que Freud dio en vida a ese libro, fundamentalmen-
dinales escapa a los objetivos de este proyecto, aunque lo hemos abordado en te didáctico, y que podríamos denominar como su «libro-de-texto-de-la-sexlla-
ocasiones, sobre todo a propósito de la teorización de Hein, Kohut (capítulo VI). lidad», La concepttlal.ización de Freud, señalábamos, está basada en unas .fuer-
tes metáforas biológicas que han contribuido decisivamente a su popularidad:
14.3. LAS FASES DEL DESARROLLO LIBIDINAL Oral, anal, fálica, genital.
La línea argumental básica es que en el desarrollo. hay una zona recto,ra
Son ampliamente conocidas y populares, y sin duda, su éxito se explica (zona erógena), por la que discurre de forma ~redomLl1ante la orgaruzacron
por asentarse en un lenguaje metafórico fuertemente biologizado, que luezo libidinal, zona que se va abandonando progreslvam~nte, ~~ro 9ue va dejan-
se ha ido preñando de connotaciones psíquicas con el transcurso de los tiel~l- do restos más o menos imperceptibles para las sucesivas utIlizaCIones y trans-
pos. Son mencionadas puntualmente en cualquier tratado de teoría psicoa- formaciones de la libido. Además de la primacía de la zona, se produce un
nalítica, sea éste divulgatorio o más específico, así C0l110 en cualquier diccio- predominio de un tipo de relación con el entorno. El máximo grado de des-

/
/
.370 Antonio García de la Hoz La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.Crítica y actualidad 371

arrollo, por tanto, es alcanzar el nivel genital de intercambio sexual recípro- Los conceptos fundamentales, el año de introducción en la teoría y la
co, que en ocasiones, en Freud, va unido a la capacidad de reproducirse del obra en que fueron expuestos por vez primera, es lo que muestra el esquema
ser humano. _.d que hemos elaborado .en la págin.a anterior, que nos da un~ idea general de la
La idea central que Freud expone en los Tres ensayos, indicaría que sobre evolución del pensamiento freudiano en cuanto a la sexualidad humana. Hay
las pulsiones de autoconservación, se van apuntalando «<Anlel.?J1t/.1zg»= Apun- que notar que en 1905 (Tres ensayos), Freud únicamente planteó l~ oposición
talamiento, apoyo) las pulsiones sexuales, siendo el concepto de autoerotismo de la sexualidad puberal-adulra por un Jada, y la sexualidad infantil por otro,
el que denotaría la original confusión de todo el campo pulsionaL Se trata sin en la que las metas sexuales SOI1 muy variadas, al igual que las zonas erógenas
duda del pasaje desde el predominio de lo biológico a su encuentro con los orí- que sirven de s?porre y en las que aún no hay primacía d~ una de ellas o una
genes de lo psicológico. Podríamos resumir este desarrollo, hablando del pasa- elección de objeto definitiva. En las sucesivas ediciones íue completando la
je desde un cuerpo biológico, por un cuerpo libidina! (psíquico) para alcanzar teoría.
un cuerpo social, por hacer un paralelismo con los niveles de integración de la
conducta de josé Bleger (1968): nivel biológico, nivel psicológico y nivel socio-
lógico. Como expondré en el apartado siguiente (14.4), creo interpretar correc- 14.3.2. LA FASE ORAL
tamente estas ideas, planteando que es la etapa edípica, precisamente, la pri-
mera confluencia vital para el sujeto de los niveles psicológico y social. Se puede ver descrita en las secciones 2, 3, y 6 del segundo de los tr~s
ensayos (1905d), La sexualidad infantil, en textos amalgamados de las sucesi-
Terminos básicos del desarrollo psicosexual vas ediciones que Freud realizó de dicho libro.
Es la primera en la evolución libidinal, abarcando los primeros seis o diez
meses, por lo que el placer sexual estaría ligado a la actividad buco-labial,
I CONCEPTO I AÑO OBRA acompañante de la alimentación. Esta actividad nutricia marcaría el tono de
la relación de objeto propia de esta fase: Comer o ser comido, incorporar o
ser incorporado. Freud se apoyó, para su conceptualización, en las observa-
ciones de un pediatra húngaro de su tiempo, Lidner (1879), sobre todo en
lo que dicho pediatra caracterizó corno el placer del «chupeteo» [Ludeln o
~ ----------~ «Tres ensayos» Lutschenl.
Freud mostró cómo la pulsión sexual se satisface por apoyo [Anlehnung]
en una función vital, y que poco a poco adquiere autonomía respecto a ella.
-- @ ----------~ "Caso Sch reber»
"Introducción al
Es decir, sobre la experiencia de satisfacción biológica se crea la libidinosa.
Cuando se emplea la expresión «pulsión oral» o «placer oral», hay que des-
cartar la relación exclusiva con la comida. De lo que se trata es del placer de
narcisismo»
succión sobre un objeto. Así, la conjunción de la satisfacción y el deseo que-
---- .... ~ ----------~ «Tres ensayos»
dan mezcladas para siempre a partir de esta primera experiencia.
Abraham (1924) propuso la subdivisión de esta fase en orden a dos acti-
vidades fisiológicas distintas: Succión (fase oral primaria) y morder (fase oral
sádica). Esta última correspondería a la aparición de los primeros dientes. La
__________ ~ «La predisposición a 1" mordedura implicaría fantasmáticamente la destrucción del objeto. Por el con-
neurosis obsesiva» trario, también estaría el fantasma de ser comido por la madre. Estos desarro-
llos de Abraham influirán decisivamente en los planteamientos de M. K1ein.
La subdivisión de Abraham no fue mal vista por Freud, aunque no ter-
G ----------~ «La organización
geniml infantil»
minó por incorporarla a su teoría, salvo a pie de página'. Aunque, quizá, lo
más probable fuese la influencia positiva de esas ideas, pues en agregados
de 1915, Freud denominó a esta fase oral como canibalistica donde la incor-

8 ----------~ «Tres Ensayos»


) Veánsc las notas agregadas en 1924 a la sección 6: Fases euolutiuas de [a orgollizoúól1 sexual (sec-
ción ugregudn a su vez en1(15) del segundo de los Tres Ensayos (Freud, .l905d).

I
Ir
J
I
372 Antonio C; arcía de la Hoz
I

I LI ¡COIÜ del desarrollo psicosexual en psicoamílisis. e ritica y actualidad 373

I
I
poración del objeto -en un principio alimenricio- servirá de «modelo de
aquello que después desempeñará un importantísimo papel psíquico como 14.3.4. LA FASE FÁUCO-GENITAL
identificación» (OC, pág. 1210). I
Se describe por vez primera en La orgartZzaciól'l ge~titat il1.J~ntil (Freud,
-1 1923e) articulito que llevaba entre paréntesis el sugestivo subtítulo d~ Una
ú1tel'po'taciól1en la teoría de la sexualidad. Aunque no se trataba ~e una .m~er-
14.3.3. LA FASE ANAL cilación cualquiera. Se trataba de la última fase de desarrollo [ibidinal infan-
~ que ya era propiamente lSenital-!, pu~~to que los genitales er~n _Y~ la.~on.a
Se describe en las secciones 4 y 6 del segundo de los tres ensayos (1905d): de placer sexual (aunque solo el mascuuno, e! pene), Las anteriores 0:ba1:1-
La sexualidad infantil, aunque como en el caso de la fase anterior, también zaciones eran denominadas por Freud pregemtales. Esta ya es gennal, y repre-
puede verse la lección Xt'CI de Introducción al psicoanálisis (Freud, 1916-17 senta el máximo grado de acercamiento de la sexualidad infantil a la futura
[1915/17]). organización adulta que se alcanzará C~)l1la ~ubertad. '.'
Segunda fase del desarrollo libidinal, que se suele situar aproximadamen- Se extiende a través de los tres a cinco anos, aunque en sentido cronoló-
te entre los dos y los cuatro afies. La organización libidinal se halla bajo la pri- gico estricto nada se pueda afirmar fuera ?e tod~ ?hda. Freud ll1corp?~?
macía de la zona erógena anal y la relación con el entorno se asienta sobre las esta fase a los Tres ensayos en una nota a pie de pagma en 192~ .(OC, pagt-
f~~cio~es de expu~si?n y retención de las heces. y su valor simbólico para el nas 1210/11), lo que supuso una revisión de lo eSCl'it?, en las edl~lones,ante-
runo. Sl11 duda, el exrto del nombre anal ha tenido que ver con el referirse a rieres de dicha publicación, en las que la orgamzacion sexual final solo se
una actividad que en nuestra cultura es fuente de conflictos: Al niño hay que adquiría con la genitalidad puberal. ., . '. . ,
educarle para que vaya realizando la emisión de heces en los lugares, momen- Sigue a las dos fases anteriores, y se car~ctenzarla por ~a U11lhCaCIOl1 de las
tos X modos oportunos. pulsiones sexuales en torno a la zo~~ ,genttal ... aun,q~e aun no se reconocen
Esta es la fase que más connotaciones psíquicas y de carácter ha sus- debidamente los dos sexos. La oposición aqm es [álico-castrado. Es ~a fase de
citado, a través de la metaforización de las heces. En ello tuvo mucho que predominio del complejo de castración y supone un momento culminante en
ver Freud (l908b), al relacionar ciertos rasgos de carácter del adulto con sus relaciones con el complejo de Edipo. ., .
:1 e,rotismo anal de~'ivado ,de esta fase infantil: orden, terquedad y taca- Su aparición e incorporación tardía a l.a teoría de la evolución pSlcosexu~
(1923), tuvieron que ver con las resistencias de Freud en eua.nto a ~a a.cepta-
nena. En mi opmion, es este un grave problema epistemológico y que
provoca relaciones demasiado simplistas, así como malentendidos peli- ción del complejo de castración C01110fundamental para la VIciapsiquica del
grosos. sujeto, lo que sólo efectu~ de forma paulatina. '.. ,
. E~ l~ prime~·a. fase en la que se da una polaridad activo-pasivo, haciendo En el niño se caractenza por la angustia de castraciónIque depende del
coincidir la actividad con el sadismo, o dominio sexual del objeto, y de ahí interés narcisista del niño hacia ese órgano y clel descubrimiento de la falta
que a.esta fase se la denomine anal-sádica. De la misma forma que con la fase de pene en la niña), y en la niña, por la envidia de pene (SUSCItada por la
anterior, en 1924, Abraham propuso la subdivisión de ésta en dos coinci- percepción del pene en ~n niño). Esta ~ase está claramente provocada por la per-
diendo cada una de ellas con e! componente fundamental de la relación de cepción de la diferencia sexual anatormca y por los efectos que produce en
objeto: La primera ligada a la evacuación y a la pulsión sádica de destrucción nifios y niñas. .' " .,
de! objeto, y la segunda ligada a la retención y a la pulsión sádica de control Esta es una de las épocas evolutivas que suscitan mas discusión (antes y
posesivo del objeto. Para Abraham, el paso de una subfase a la otra supon- ahora) dentro de la historia del psicoanálisis y que, al mezclarse de ma~er.a 1l1-
dría algo decisivo para las relaciones objetales, y sería la línea de separación I evitable con la etapa edípica, las estudiaremos conjuntamente en el sigUIente
entre las neurosis y las psicosis (véase nuestro esquema en e! aparta- ,1 apartado, donde resumiremos lo más i111portar~te,pues éste es un ~al11p~ en
do 13.1.2). continua polémica y desarrollo, con consecuencias Importantes DO solo para la
I
~a liga~ón entre el sadismo y el erotismo anal vendría marcada por el teoría sino también para la clínica y psicopatología \v~ase apartado 16.3.1.3).,
carácter bipolar y profundamente ambiualente de la pulsión sádica (que -·1 Antes de ello conviene indicar que tras la fase fálico-genital y la etapa edí-
apunta contradictoriamente a la destrucción del objeto y a conservarlo dorni- pica, sobrevendr'á el denominado período de latencia, que se extiende entre la
nándolo), y 9~e e.n~~ntraría su, correspondencia :imbólica en el comporta-
miento también blfaslco del esfínter anal (expulsión-retención).
-,
.• 1 4 Para Freud, sólo el desconocimiento del contenido seminal y la función de la vagina impedían al
sujeto infantil la total comprensión de las funciones sexuales adultas.

/
/
".~
I
_1
I
I
I

374 Amonio Carda de la Hoz La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.Crítica y actualidad 375

declinación de la sexualidad infantil (quinto o sexto año) y el advenimiento Finalmente, la articulación de los dos complejos, pues recorren un sende-
de la sexualidad puberal. Representa una disminución de las actividades ra común por algún tiempo. Ello conlleva una nueva visión del complejo de
sexuales, una desexualización y la aparición de unos sentimientos morales y I Edipo, que surge a partir del estudio del desarrollo de la psicoscxualidad de
estéticos, de asco y pudor y predominio de la ternura y de la sublimación. -j ti niña, laguna evidente en los escritos freudianos .
Freud declara deberle esta concepción a su amigo \'{jo FlielS (apartado .. I
I
1.1.5.2). A pesar de disminuir las actividades sexuales, no se podría decir que
se detienen, puesto que en esta fase es vital la elaboración intelectual interna 14.4.11. El descubrimiento del complejo de Edipo
de todo el período tempestuoso anterior.
En opinión de Freud se debería a la imposibilidad interna de la realiza- De la lectura de sus biógrafos, del estudio de las cartas a su amigo Flief y
ción del complejo de Edipo (1924d), que debe necesariamente ser cancelado. de sus propios textos, llegamos a comprender cómo Freud alcanzó el cono-
Freud prefiere hablar aquí de período y 110 de fase, puesto que si bien pue- cimiento de las relaciones edípicas. De hecho, fue un descubrimiento en el
den observarse manifestaciones sexuales, no se puede hablar en rigor de una que confluyeron varios caminos.
nueva organización de la sexualidad. En primer lugar su trabajo clínico con los pacientes neuróticos. Tras el [ra-
Tras la latencia se alcanza por fin la pubertad y con ella el advenimiento defi- caso de la teoría de la seducción (véase apartados 1.3.3.f y 1.3.3.2), razonado en
nitivo de la genitalidad. En términos psicoanalíticos, se trata de la última y defi- la carta que escribió a Flief~ e121-IX-18975, Freud se quedó sin una explicación
nitiva fase del desarrollo psicosexual. Es la sexualidad adulta, con una zona, un convincente para las neurosis. Si ya no eran fiables los recuerdos elelos pacien-
objeto y un fin delimitados y que en Freud suele coincidir con la capacidad de tes, sino que se podían tratar de construcciones fantaseadas, era necesario enton-
reproducción del ser humano y con la aparición de los caracteres sexuales lla- ces bus cal' una explicación para dichas fantasías, que casi siempre tomaban a los
mados secundarios. Es el final del largo proceso anterior, cuyo resultado depende padres como protagonistas. De esta forma, los propios pacientes le forzaban a
de la forma decisiva en que se hayan resuelto las anteriores fases. sumergirse cada vez más hacia atrás en la historia, hacia el pasado.
En segundo lugar, su propio «autoanálisis» le proporcionó la pauta prin-
cipal. Tras la mencionada carta de renuncia a la teoría de la seducción, vinie-
14.4. COMPLEJO DE EDIPO y COMPLEJO DE CASTRACIÓN ron en seguida otras dos o tres, donde presenciamos en status nascendi cómo
Freud se encontró con sus propios sentimientos edípicos. En la carta del
Lo primero que hay que precisar es que estamos ante el núcleo central de la 3-X-18976 y sobre todo en la de.l15-X-18977, aparece con nitidez:
teoría psicoanalítica tal y como la propuso Freud: La comprensión de las neuro-
sis y sus mecanismos. En mi opinión, si nos salimos del campo neurótico, el com- _ También en mí comprobé el amor por la madre y los celos contra el padre, al
plejo de Edipo tiene diferente valor, algo que ya se ha dicho desde otras posicio- punto que los considero ahora como un fenómeno general de la temprana infancia,
nes teóricas (Kohut, 1977) y que nosotros también hemos planteado (Gurda de aunque no siempre ocurren tan prematuramente como en aquellos niños que han
sido hechos histéricos (cursiva mía).
la Hoz, 1996a). Con el complejo de Edipo ocurre lo mismo que lo que afirmá-
bamos a propósito de! mecanismo de la represión: Al ser descubrimientos genui- En realidad, yen una forma más impersonal, ya había hecho LUlaprimera alu-
nos de Freud en su estudio de los trastornos neuróticos, por momentos se puede sión al complejo de Edipo en e!Manuscrito N, en mayo de ese mismo año (1987):
perder esta perspectiva clínica, y extenderlos a otros muchos campos.
La etapa edípica marca la cima de la evolución psicosexual infantil. Es e! Parecería que este deseo de muerte se dirige en los hijos contra el padre y en las
momento fundamental para el establecimiento de las primeras relaciones hijas contra la madre (Freud, 1950a).
sociales, y sólo su deficiente elaboración provocará la aparición de las estruc-
turas neuróticas. Vamos a resumir primero la posición Ireudiana, para des- Pero ahora también lo había descubierto en sí mismo, y con ello se inició
pués plantear la revisión actual. la nueva comprensión de los trastornos neuróticos, en los cuales, este con-
flicto infantil no tiene una resolución satisfactoria.
Last but 110t least, la literatura. Porque, en efecto, ya en la misma carta del
14.4.1. EL PLANTEAMIENTODE FREUD
15-X-1897, le comenta a su amigo Flieg su primer esbozo de análisis de la tra-
Primero veremos por qué caminos Freud alcanzó la comprensión del
complejo de Edipo y cuáles fueron sus planteamientos iniciales.
Luego, la progresiva aceptación del complejo de castración y las vacila- j Carta núm. 69 en Los origenes de! /¡j'imfll/{ílúis (Freud, 19503 [1887-1904]) )' núm. 139 en 1" edi-
ción completa de las cartas editad. por J. M. Musson (1985).
ciones que tuvo con ello, no exentas de litigios profesionales por la prioridad ~ Números 70 )' 141, respectivamente.
de una idea. f Números 71 )' 142, respectivamente.

I
I
'(

I
376 Antonio García de la Hoz
I LI teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.Crítica)' actualidad 377

gedia de Edipo de Sófocles, y lo mismo del Hamlet de Shakespeare. En e! I A través de sus pacientes, de sí mismo y de la literatura, es como Freud, a
análisis de esas tragedias encontró la llave que cerraba la puerta del comple-
jo de Edipo. ..,
Los mismos contenidos de las cartas a Flief mencionadas, con ligeras
I finales de! siglo X1X, llega al descubrimiento del complejo de Edipo, y su pri-
mera descripción es lo que hoy denominamos Edipo simple o positivo, es
decir, el sujeto infantil rivaliza con el progenitor del mismo sexo para conse-
variaciones fueron expuestos por Freud en la sección Sueños de muerte de
perSOI1ClSqueridas, de! capítulo V (Material y fuentes de los sueños) de su I guir en exclusividad al progenitor del sexo contrario. Como veremos en
seguida (14.4.1.3) las cosas no iban a resultar tan simples para Freud y la reo-
mazna obra Die Traumdeutung (1900a). Aunque, como es lógico, 110 haya alu- I rización posterior.
sienes tan personales, allí aparecen frases esenciales para comprender la pri- Con la teoría edípica de las neurosis, con las pulsiones infantiles, C011 la
mera versión de Freud en su acercamiento al complejo de Edipo: sexualidad infantil, en suma, Freud encontró lo que le faltaba en la época de
los Estudios sobre Lahisteria (1895d), donde todavía el acontecimiento exter-
Los sueños de este género [de muerte de personas queridas] se refieren siern- no, el trauma real ylo el padre seductor, eran los causantes de los trastornos
pre, en el hombre. al pudre, y en la mujer, a la madre (0(. pág. 50)). neuróticos. Abara el énfasis es colocado en el interior, la teoría de! trauma se
convierte en una teoría del conflicto propiamente psicoanalírica, lo real da
Encontramos las primeras frases en texto publicado de la rivalidad res- paso a lo imaginario, al mundo lantasmatizado del sujeto. Según han señala-
pectiva entre padre e hijo, y madre e hija: do todos sus biógrafos y seguidores, fue éste un paso fundamental, pero tam-
bién es cierto que cuando algo nuevo aparece, hay una tendencia a olvidarse
La primera inclinación de la niña tiene como objeto.al padre, y I~del niño,.a la de la parte ele verdad que lo antiguo contenía (apartado 1.3.3.1.1).
madre. De este modo, el inmediato ascendiente del sexo Igual al del hijo se convierte
para ésre en importuno rival. (OC, pág. 504). .
Sin embarzo no creo que los psiconeuróticos se diferencien en esto grande.
mente de los d~más humanos que han permanecido dentro de la normalidad, pues 14.4.1.2. La introducción del complejo de castración
no presentan nada que les sea exclusivo y particular. Lo más probable sea que sus
sentimientos amorosos y hostiles con respecto a sus padres no hagan sino presen- Según Laplanche (1970n 1) el complejo de castración «constituye e! gran
tarnos amplificado aquello que con menor intensidad y evidencia sucede en el alma descubrimiento de Freud con motivo del análisis de "juaniro", un descubri-
de la mayoría de los niños, hipótesis que hemos tenido ocasión de comprobar repe- miento del que no tenía la menor idea preconcebida» (pág. 149). En efecto,
tidas veces en la observación de niños normales. (OC, pág. 506).
ni en la Traumdeutung. ni en los Tres ensayos (en sus primeras versiones de
1900 y 1905 respectivamente), aparece mención alguna al tema de la castra-
Y, al igual que en la correspondencia con Flieíi, esa sección de la Traum- ción'', El famoso caso del pequeño Hans, publicado en 1909, es la primera
deutung, va a terminar con los análisis de! mito de Edipo, y la tragedia corres- obra freudiana donde aparecen por vez primera todas las fantasías, angustias
pondiente de Sófocles, y de la tragedia shakesl?eariana d~ Ha.rr;le~.Su conclu- y elaboraciones infantiles alrededor del ioiunmacber (neologismo del infantil
sión es ampliamente conocida: Lo que en Edipo es realización LI1~on?cle~,te paciente, literalmente «hacc-pipí»).
de las pulsiones universales infantiles, se convierte en Hamlet en inhibición Si bien el complejo de Edipo, como ha quedado reseñado, se le aparece a
neurótica. Freud muy tempranamente -1897- en su producción teórica, con el com-
En la Lección XXI: Desarrollo de la libido y organizaciones sexuales (1916- plejo de castración no ocurrió lo mismo, y puesto que sabemos por el resulta-
17[1915/1917J), tenemos la mayor contribución de Freud a la teoría del com- do final que los dos coinciden en el desarrollo del infantil sujeto durante todo
plejo de Edipo (OC, págs. 2328-2334), y volvernos a leer en forma más ela- un período de tiempo, no deja de ser sorprendente la tardanza en la aparición
borada lo ya dicho en la Traumdeutung, esto es, el análisis de la tragedia de teórica definitiva del uno con respecto del otro. Veamos las posibles razones.
Sófocles y volvemos comprobar la manera de inspirarse en «profanos», aun- El «caso] uanito» es un pequeño tratado de psicología infantil. En él se
que sean ilustres, como Diderot, para corroborar su descubrimiento edípico. recogen las observaciones hechas al niño por su propio padre entre las eda-
El texto de Diderot, El sobrino de Rameau, le llamó tanto la atención, que lo des de tres y cinco años, y más específicamente desde enero de 1908 a mayo
citó otras dos veces más (Freud, 1931d y 1940a), siempre en e! francés origi- del mismo año, justo alrededor de su quinto cumpleaños. Todo aquel que
nal, cual si temiera que la traducción, que él podía per~ectamente llevar a quiera sumergirse en el mundo infantil, tiene en este caso una parada obliga-
cabo, fuera tomada por interesada. He aquí el texto de Diderot: da: pulsiones edípicas, interrogación sobre el origen de los niños, el embara-
Si le petir sauvage érair abandonné a lui mérne, qu'il conservñr toute son in;bé.
cilliré er qu'il réunir au peu de raison de l'enfant au berceau la violence des passtons
de l«homme de treme ans, il tordrair le cou a son pere et coucherait avec sa mere 8 Hay que esta r alcrtu a este hecho. puesto que en las ediciones de estas obras posteriores a la publi-
(OC, pág. 2333). cnción del «cnso ] uanito» y,l sí aparecen.

ª.
-::
I
..J_ I
378 Amonio García de la Hoz L,¡ teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis. Críric, y actualidad 379

zo y el parro maternos COIl la aparición de una primera hermanita, la obser- b!l1oS0 caso, se vuelve a mencionar el complejo de castración un poco más
vación de la diferencia sexual anatómica, los celos provocados poi el nuevo adelante:
bebé, etc., todo está ahí. El impacto de ese informe sobre el pensamiento de
Freud fue tremendo. En lo que se refiere al tema de la castmcián, como diji- El esclarecimiento obtenido recientemente por J uanito de que las mujeres na
poseen realmente ningún hace-pipí, no puede babel' tenido otro efecto que el con-
mos, es el primer texto en que lo aborda. Por ejemplo en la cita siguiente: mover su confianza en sí mismo y despertarle el complejo de castración. Por eso se
rebela juaniro contra tal comunicación, y por eso también careció ésta de todo efec-
Su interés [el de juanito] por el hace-pipí no es, sin embargo, meramente teó-
to terapéutico. ¿Con que realmente existen seres VlVOS que no poseen Un hace-pipí?
rico; COIllOcabía esperar, ese inrerés lo estimula también a tocarse el miembro. A.[a
¡Entonces no sería tan increíble que pudieran despojarle del suyo; que, por así decir,
edad de tres años y medio, su madre lo encuentra con la mano en el pene. Ella lo
lo hicieran mujer! (Obnls Completas, Am. Eds .. X, págs. 32-33).
amenaza: "Si haces eso, llamaré al doctor A .. que te corre el hace-pipí. Y entonces,
¿con que harías pipí?»
juaniro: «COIl el Popo» El siguiente texto donde se cita al complejo de castración es Introducción
Él responde todavía sin conciencia de culpa, pero es la ocasión en que adquie- d narcisismo (1914c), donde todavía Freud niega su universalidad, funda-
re el «complejo de castración. que uno con tanta Frecuencia se ve precisado a infe- mentalmente por estar en abierta polémica con su ex discípulo Alfred Adler.
rir en los análisis de los neuróticos, aunque todos ellos muestren cierta renuencia a En 1908, Adler, el la sazón todavía alumno de Freud, publicó SLl artículo
admitirlo. Acerca del significado de este elemento en el historial del niño, mucho
habría que decir. El «complejo de castración» ha dejado huellas en los mitos (y, por
Del' Agressionstrieb in Leben und in del' Neurose, donde planteaba que la
cierto, no sólo en los mitos griegos); me be referido a su papel en un pasaje de la anzustia podría tener su origen en la supresión de lo que él llamaba «pulsión
Traumdeutung y en otros textos (Obras completas, A111 Eds., X, pág. 9). de'"agresión» [Agressionstrieb], Un año antes (1907) había publicado sus
famosos Estudios sobre la inferioridad de los organos. -A partir de ambos. tra-
El final de la cita anterior es sorprendente, pues produce la impresión de bajos Adler planteó el concepto de «protesta masculina», una especie de
que Freud ya ha trabajado y estudiado el tema de la castración. Y no es así. reacción viril contra la inferioridad orgánica, pero -yen esto radica la polé-
El pasaje de la Traumdeutung (OC, pág. 719) al que se alude es ocasional y mica con Freud-, no motivada libidinalmente, sino desde la Agressionstrieb
efímero (sólo dos o tres líneas, que frente a las más de 500 páginas de la obra y/o la valoración social. Mientras Adler se mantuvo con Freud, este no vio
no significan nada). Se trata del sueño de un paciente de catorce años, cuyo mallas novedades de su discípulo (bien es verdad que tampoco las mencio-
análisis revela una posible amenaza de castración, pero que ni siquiera figura nó mucho), aunque en el citado «caso J uanito» (Freud,1909b) aún no se deci-
en el texto escrita de tal forma. Es sólo la alusión a una amenaza. Yesos día a aceptar la pulsión de agresión junto a las que ya conocía:
«otros textos» a los que se alude al final de la cita anterior, tampoco son tales.
Se refiere sólo a uno: Teorias sexuales infantiles (Freud, 1908c), donde, en No podemos decidirnos a aceptar In existencia de una pulsión especial de.agre-
sión, al lado de la pulsión de autoconservación y la pulsión sexual, con las que ya
verdad, aparece la frase «complejo de castración» por vez primera en texto estamos familiarizados)' en un mismo plano con ellas (OC; pág. 1436).
publicado. Pero este texto, que salió a la luz antes que el «caso J uanito», en
realidad está basado enteramente en tal caso, que estaba ya redactado aunque En lntroduccion al narcisismo Freud se encuentra ante un doble litigio por
todavía no publicado. Freud prefirió sacar antes un pequeño artículo sobre el la prioridad de dos ideas.
tema de las teorías sexuales infantiles. Es como si alguien que estuviera pre-
parando una tesis amplia que implica tiempo de redacción y preparación, se A) Por un lado, como ya hemos mencionado (véase capítulo II y apar-
decide a publicar antes un pequeño extracto colateral o accesorio sobre la tado 12.3.1.2), Adler se le ha adelantado planteando la pulsión ele agresión, y
misma. En concreto, la cita rezaba así: Freud así lo escribe en 1923 (es decir, ya habiendo formulado su pulsión de
muerte), en una nota a pie de página al texto anteriormente citado:
El niño en el que domina principalmente la excitación del pene contrae, por lo
general, el hábito de procurarse placer por medio de estímulos manuales, y al ser
sorprendido alguna vez por sus padres o guardadoras en tales manejos es arernori- Nota de 1923: Escribimos esto en un tiempo en el que Adler parecía hallarse
zado con la amenaza ele cortarle el miembro. El efecto de esta «amenaza ele castra- aún dentro del terreno del psicoanálisis, antes de su creación de la protesta mascu-
ción» es, como corresponde a la aira valoración del órgano amenazado, extraordi- lina y su rechazo de la represión. Posteriormente he debido yo también de estatuir
una «pulsión de agresión», que 110 coincide con la de Adlcr y que he preferido deno-
nariamente profundo y duradero. Las leyendas y los mitos testimonian de la
minarla «pulsión de destrucción>, o «pulsión de muerte» (OC, pág. 1436n).
excitación y el espanto que en la sensibilidad infantil se enlazan a este complejo de
castración; el cual sólo muy a disgusto es recordado luego por la conciencia (Freud,
1908c, Oc. pág. [266) Pero como se ve, Freud no argumenta en qué se diferencia su pulsión de
destrucción de la de agresión de Acller. Más bien son bastante similares, y
Es bastante evidente que todo el texto anterior está basado en la observa- Freud no está dispuesto a reconocerlo. La única razón que esgrime es que
ción clínica de Juanito, aunque esté publicado antes. Volviendo de nuevo al para AcUertodo se explica por esa sola pulsión de agresión.
01

/
Antonio García de la Hoz L1 teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis. Crítica y actualidad 381
380
Ya en mi primera exposición crítica de la Historia de/movimiento psicoauallti-
B) Por otro lado, y Freud mismo lo reconoce,la «protes~a [riasclllina>~ co (1914d¡ reconocí que este hecho [se refiere a los sentimientos de inferioridad)
de Adler tenía mucho parecido con su «complejo de castración». Y de ahi representa el núcleo de verdad contenida en la doctrina de Adler. Ésta, sin embar-
sus reticencias en Introducción al narcisismo para introducir este último en la go, no vacila en explicar el mundo entero a partir de este único punto (inferioridad
teoría psicoanalítica. El texto siguiente, lleno de ambigüedades, justificacio- orgánica-protesta masculina-aparrarnienro de la línea femenina), alabándose además
nes y argumentaciones amontonadas, provocará la justa sospecha del lector de haber restado de esta manera su importancia a la sexualidad, en favor de la
voluntad de poderío. Así, el único órgano que sin ambigüedad cabría designar C01110
atento: "inferior» sería el clítoris. Por otra pane, sabemos de analistas que se jactan de no
haber hallado tlU/1Ct1 signo alguno de un complejo de casiración, <1 pesar de haberse
La investigación psicoanalírica ha reconocido la existencia y la significación de esforzado durante decenios por revelar su existencia. Debemos inclinarnos respe-
1,1 "protesta masculina» desde. un principio,. pero sostIene: contra Adler, su natura- tuosos ante la magnitud de esta hazaña, aunque sólo sea una hazaña negativa, una
leza narcisista y su procedencia del corn plejo de castracion. Constituye uno ~~elos verdadera obra de virtuosismo en el supremo arte de 110 ver nada y de confundirlo
factores de la génesis del carácter l' es totalmente inadecuada para la explicación de LOdo(OC págs. 2899/2900n, cursiva mía).
los problemas-de las neurosis, en las cuales no quiere ver Adlcr más que 1,1 forma en
la que sirven ,11interés del yo. Pura mí resulta completamente imposible fundar la A Freud se le «olvidó» que él era uno de los que se jactaban sle no haber
zénesis de la neurosis sobre la estrecha base del complejo de castracion, por muy
poderosamente que el mismo se manifieste tm~lbién en los hombres bajo I~acción hallado signo alguno del complejo de castración en íos análisis. El mismo lo
de resistencias opuestas a la curación. Por último, conozco casos de neuroslS.;n los había escrito 11 años antes. Sin embargo, a partir del primer cuarto de siglo,
cuales la "protesta masculina» o, en nuestro sentido, el complejo 4c
castraaon, no el complejo de castración: a) ya ocupaba de pleno derecho un lugar promi-
desempeño papel pntogeno alguno O no aparece en absoluto (OC, pago 2028, cursiva nente dentro de la teoría psicoanalítlca; b) era precisamente lo que había pro-
mía). vocado la instauración de esa fase fálico-genital; e) SLl articulación con e! com-
plejo de Edipo era la tarea que Freud iba a emprender a continuación; d) y
El lector atento en la historia fue Edoardo Weiss (introductor del psico- esa tarea le bizo reflexionar sobre la diferencia de evolución psicosexual entre
análisis en Italia), quien en una carta a Freud en 1926 le exponía su extrañe- e! niño y la niña. .
za por el anterior texto, La respuesta de Freud ~10le .dejó en demasiado buen
lugar como teórico, aunque ha de alabarse su sinceridad:
14.4.1.3. La articulación de los dos complejos y las dificultades teóricas
Su pregunta sobre mi maniJestación en la Introducción al narcisismo, de si se a partir ele la consideración de la evolución psicosexual de la niña
dan neurosis en las cuales el complejo de castración no juega ningún papel, me des-
concierta. Ya no sé en qué pensaba entonces. Hoy, a decir verdad, no sabría citar una
neurosis en la cual no pudiese encontrar el complejo de castración, y, por de pron- Como hemos visto en los dos apartados anteriores, los dos complejos
to, hoy no hubiese escrito esa frase (Correspondencia Sigmund Freud-Edoardo esenciales para la teoría psicoanalítica vinieron por caminos bien diferentes.
\\'leiss, carta del30·IX-1926, cursiva mía). Uno, e! de Edipo, por vía del «autoanálisis», más o menos apoyado por la lite-
ratura clásica y por el trabajo clínico con los pacientes neuróticos. El otro, el
Nadie sabe en lo que pensaría entonces Freud, pero lo que es seguro es complejo de castración, por una observación clínica externa de un niño de
que la polémica con Adler estaba de por medio. El final de esta dificultosa cinco años, llevada a cabo por su propio padre. Ambos complejos estaban
intezración del complejo de castración en la teoría psicoanalírica puede ser destinados a amalgamarse el LInocon el otro, yeso fue lo que Freud efectuó
otranora a pie de página9 en su trabajo Algunas consecuencias psíquicas ele la de manera progresiva, ya hasta el final de su obra. La consecuencia pri.ncipal
diferencia sexual anatómica (Freud, 1925jl, es ~ecir unos meses antes de la fue la necesidad de ampliar su primera concepción del complejo ele Edipo,
respuesta consignada a Weiss. Freud está exponiendo las consecuencias de la que hemos visto que era simple y positiva: amor al progenitor de! sexo opues-
envidia de pene en la mujer, especialmente una de ellas -los senturuentos de to y rivalidad con el del propio.
inferioridad-, lo que de nuevo, como no podía ser menos, le evoca el con- La percepción de la diferencia sexual anatómica no podía dejar de pro-
flicto con Adler. La nota que sigue no tiene desperdicio para filólogos y exé- ducir efectos y permanecer indiferente para la curiosidad de la mente infan-
getas de la obra freudiana, y nos da una pista de hasta dónde los litigios por til. El recorrido por los textos freudianos sobre la interrelación de los dos
la prioridad y los conflictos por el poder pueden nublar una mente, en otras complejos es apasionante. No podemos abarcarla por entero, pues alargaría
ocasiones tan clarividente, como la de Freud. en exceso el capítulo. Nos limitaremos a indicar los textos fundamentales y
las consecuencias que se extraen de ellos.

9 Siempre recomiendo que ul leer u Frcud no se descuiden las notas al pie de piÍgin¡1ql1einsertc~. que
en muchas ocasiones, más que ser meros complementos al texro C0ll10 debieron, son lo esencial de d.

/ /
Antonio Gnrcía de la Hoz La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis. Crítica y actualidad 383
382

Para el niño, la etapa edípica sería cancelada por la angustia de castración,


mientras que para la niña, sería puesta en marcha precisamente 'por la per-
14.4.1.3.1. Textos básicos
cepción de la diferencia sexual anatómica (por la falta de pene), lo que pro-
En un orden cronológico podemos mencionar los siguientes: vocaría un vuelco hacia e! padre. El comentario de este trabajo, que en reali-
dad es bastante breve -sólo seis páginas-, exigiría varias horas de
a) Pegan a un niño (191ge) y Sobre la psicogénesis de un caso de homose- explicación. Ello se debe a su carácter bisagra, pues además de condensar
xualidad femenina (1920a). Se trata de dos observaciones clínicas en las que rodos los textos anteriores mencionados, pone las primeras piedras para lo
se empieza a cuestionar la linealidad de la teoría edípica, yendo más hacia que va a seguir: El estudio específico del desarrollo psicosexual de la niña,
atrás. Como dato interesante, afarece por ve~ pnmera en ambos tr~baJos rarea que emprende Freucl en dos trabajos y un solo año de diferencia entre
(OC, pág. 2472 Y OC, pág. 2559 un concepto importante para la teoria que ellos, Sobre la sexualidad femenina (1931b) y la Lección XXXIII: La femini-
vendrá después, tomado de un psicoanalista holandés (Van Ophuijsen, 1917): di/el dentro de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis
El «complejo de masculinidad» []I¡[á'nnlicbkeitkomplex], que ~a ,1 tener un Ü 933a[1932J).
luzar en la evolución psicosexual de la mujer. Aparece la «envidia de pene»
CO~110contenido esencial de ese complejo, pero lo importante no es eso, sino
observar cómo el hecho de la percepción de la diferencia sexual anatómica, 14.4.1.3.2. Consecuencias
en e! caso de la muchacha homosexual, ya se incluye como hipótesis explica-
tiva (OC, pág. 2559). Vamos a resumirlas en tres, todas ellas fundamentales hoy día para la teo-
b) La investigación de los procesos anteriores al Edipo prosiguen, aún da psicoanalítica.
en forma efímera, en e! capítulo VII de Psicología de las masas (1921c) titula-
do «La identificación» (OC, págs. 2585/86). A) Inicio del estudio del desarrollo psicosexual de la niña como diferen-
e) Capítulo m de El yo y el ello,(1923b) continuación de lo expuesto en te al del niño, y sobre la sexualidad femenina en general. Este tema, de gran
el VII de Psicología de las masas. Aquí como allí, todo gir~ en torn.o al con- actualidad, podemos calificarlo esencialmente de posfreudiano, si bien a Freud
cepto de identificación en el período alrededor de! complejo de Edipo, Pero se le impuso como necesario, y tuvo prisa (Kofman, 1980 págs. 33-34) para ade-
sólo tomó en cuenta al niño. lantarse a las mujeres psicoanalistas que lo rodeaban en ese período de su vida.
d) La organizacion genital infantil (1923e), según Sarah Kofman (1980, La introducción de Strachey al texto antes citado de Freud (1925j) tiene inte-
pág. 174) e! texto más «Ialócrata» de Freud y sin d~da el más atacado por l~s rés por su brevedad y claridad. Desde el principio «Freud se lamentó de la
feministas. Por vez primera, e! tema de las castracion ocupa todo e! pequeno oscuridad que rodeaba la vida sexual de la mujer» (pág. 261). Y debido a ello,
artículo, y por supuesto, la percepción de la diferencia sexual anatómica es a lo largo de su obra observamos dos posturas básicas con respecto a ella. Una
vital para los efectos que ahí se describen. De nuevo sólo se contempla e! pro- de omisión o ignorancia, es decir, simplemente no citar el tema de la sexuali-
ceso para e! caso del niño ~ dad de la niña, su complejo de Eclipo, etc., y mencionar sólo el caso ele!niño.
e) El naufragio del complejo de Edipo (1924d), un texto básico. La cas- Esta postura la podemos observar, por ejemplo, en los Tres ensayos (1905d),
tración y el Edipo comienzan a amalgamarse de forma definitiva en la teoría Dos articulos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido (1923a [1922])
freudiana. Por vez primera se estudia en forma separada el proceso edípico y culmina en el trabajo sobre la cuestión de! análisis profano (l926e), donde
para el caso de la niña, aunque todavía eh forma precaria y co.n.muchas ducl~s francamente confesó su ignorancia sobre la vida sexual de la niña y bautizó a
y volviendo a mencionar en su caso al «complejo de masculinidad». Lo mas la vida sexual de la mujer adulta como un darle continent para la psicología.
llamativo de! artículo es que Freud se ha dado cuenta de lo siguiente: Ya no Todavía más adelante (1933a [1932]) hablaba de «el enigma de la mujer»
es posible mantener la postura de analogía para e! desarrollo psicosexual del (OC, pág. 3175). Otra de analogía, donde se describe el proceso de! niño, y
niño y de la niña. análogamente, sin más explicaciones, ocurriría con la niña. Esta postura la
El Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica observamos en la Traumdeutung (1900a), enla Lección XXI (1916-17), en Psi-
(1925j), e! trabajo más importante para esa articulación de los complejos, y cologla ele las masas (1921c), en El yo y el ello (1923b), por sólo citar los tra-
donde Freud da por fin con su famosa fórmula (para nosotros polémica y bajos más importantes.
demasiado simplista): La cuestión va a cambiar radicalmente a partir de la propuesta de la fase
fálico-genital (Freud, 1923e) y el decisivo papel que va a tomar la percepción
En lo que se refiere a la relación entre los complejos de Edipo y de castración, de la diferencia sexual anatómica para los niños de ambos sexos. Strachey ha
SL1l'''e un contraste fundamental entre ambos sexos. ¡\lIíen/ras el complejo de Edipo señalado con acierto que «no cabe duda de que a partir de entonces el pro-
detv(/ról1 SI! aniquila en el camplejo de castración,el de la nhia es posibilitado e ini-
ciado /,01' el complejo de cnstracián (OC, p.íg.290l). blema de la evolución sexual de la mujer no abandonó la mente de Freud»

/
384 Amonio García de la Hoz La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis. Crítica y actualidad 38.5

(Am. Eds., XIX, pág. 263). Lo que hemos comentado a propósito de la tar- miembros intermedios nos revelan la forma completa de dicho complejo, con dis-
tinta participación ele sus dos componentes (OC, pág. 2713).
danza en la introducción del complejo de castración en la teoría, sin duda
tuvo mucho que ver en el descuido freudiano por el estudio de la sexualidad Este planteamiento coincide con el final de la postura de analogía entre
femenina. Todo ello afectará a la primera formulación del complejo de Edipo los complejos de Edipo del niño y de la niña, que todavía mantiene Freud en
que hizo Freud. El )'0 )' ello:
B) Nociones de identificación e investidura [Besetzung]. Poco a poco, la El naufragio del complejo de Eclipo afirmaría así la masculinidad en el carácter
noción de identificación, que como dijimos (apartado 1.3.5.2) no posee en del niño. En forma totalmente análoga puede terminar el complejo de Edipo en la
Freud una teorización completa, fue imponiéndose como el resultado posterior niñita, por una identificación con la madre (o por el esrablecimienro de tal identifi-
a una investidura, o carga libidinal del objeto. Tras investir al objeto uno puede cación), que afirma el carácter femenino del sujeto (OC, pág. 2712).
Iueso llegar 1I la identificación, es decir, a la formación de estructuras psíquicas En el naufragio del complejo de Edipo se combinan de tal modo sus cuatro ten-
dencias integrantes, que dan nacimiento a una identificación con el padre y a una
superiores y/o reguladoras. El yo, el superyó se forman en la teoría psicoanalí- identificación con la madre (OC, pág. 2713).
tica por medio de identificaciones. En los textos antes mencionados (1921c,
1923b y 1924d), Freud va formando la idea de que un tipo de identificación es Dejar atrás esta postura de analogía y comenzar a estudiar la especificidad
la que provoca la aparición de la moral (superyó), clausurando el complejo de del desarrollo psicosexual de la niña es lo que Freud emprenderá de inme-
Edipo (en el varón). Se deja de desear incestuosamente a la madre y simultá- diato en los trabajos posteriores que ya reseñamos. En resumen, el juego
neamente se adquieren las normas y leyes familiares/sociales/cultw:ales. Aun- doble de identificaciones y cargas de objeto (las «cuatro tendencias» que dice
que todavía todo es muy precario, lo esencial es la diferencia que Freud (1924cl) Freud), posibilitan cualquier solución edípica, la simple o positiva (que fue su
observa entre identificación y carga (investidura) y sus consecuencias pafa la primera formulación), o la invertida o negativa (identificación con el proge-
trianzularización edípica. Investir un objeto es algo distinto de identificarse con nitor del sexo opuesto e investidura objetal del progenitor del propio).
él, y ~sto es Ull progreso en el desarrollo que alcanza su punto culminante en el Más allá de esta solución, como vamos a ver de inmediato, las consecuen-
período edípico. Precisamente si esta diferenciación no se logra deviene la cias que hemos expuesto de la articulación del Edipo con la castración (psico-
patología, por ejemplo, la melancolía (Freud, 1917e[1915]), sin contar, por sexualidad femenina, identificación uersus carga y complejo de Edipo comple-
supuesto, con el resto de cuadros psicóticos, o con los cuadros estudiados por to), van a llevar a una revisión a fondo de la propia importancia y universalidad
Kohut (véase capítulo VI), donde su concepto de «objeto sí-mismo» es un prís- del complejo de Edipo mismo. Paso atrevido que Freud ya no podía llevar a
tino ejemplo de mezcla entre identificación y carga. Pero este terreno, podría- cabo (quizá por obvias razones de vinculación a la paternidad de una idea tan
mos llamar preedípico, Freud nunca lo bolló con decisión. querida para él), pero que intuyó en forma amenazante, y que otros lo dieron
decididamente (Kohut, 1977).
C) Revisión final del complejo de Edipo, que ahora, con la introducción
del tema de la castración y con la teoría incipiente de la identificación, se con-
vierte realmente en «complejo» (valga el juego de palabras), es decir en algo 14.4.2. PLANTEAMIENTOS ACTUALES
complicado y que no tiene la «simplicidad» con que aparecía al principio en
su forma positiva. Freud abandona las posturas de omisión y analogía en rela- Tras el repaso (forzado por una brevedad quizá excesiva) de los textos
ción COll la sexualidad de la niña, y se decide a plantear su complejo de Edipo freudianos, vamos a plantear algunas notas de actualidad. Melanie Klein y
como «completo». La primera vez que aparece así es en El yo y el ello seguidores (véase capítulo IV) y los modernos autores norteamericanos (véase
(1923b), y no es casual que tres meses antes haya publicado La organización capítulo VI) ya efectuaron su revisión que comentamos en esos capítulos res-
genital infantil (l92.3e) con la introducción de la fase fálico-genital: pectivos. Ampliaremos ahora parte de lo dicho, añadiendo nuestra visión per-
sonal cuando ello nos sea posible.
Experimentamos la impresión de que el complejo de Edipo simple no es, ni con
mucho, el más frecuente, sino que corresponde a una simplificación o esquematiza-
ción que, por lo demás, a menudo se justifica suficientemente en la pnicrica. Y, en
efecto, una investigación más penetrante nos descubre casi siempre el complejo de 14.4.2.l. Definiciones
Edipo completo, que es un complejo doble, positivo y negativo, dependiente de la
bisexualidad originaria infanril.. Vamos a esbozar un intento de definición actual de ambos complejos,
t\ mi juicio, obraremos acertadamente aceptando, en general, y sobre todo en fundamentada en las de nuestros antecesores.
105 neuróticos, la existencia de un complejo de Edipo completo ...
Queda así esrublecida una serie, en uno de cuyos extremos se baila el complejo
El complejo de Edipo, como su propio nombre indica, es una estructura
de Edipo normal, positivo, y en el otro, el invertido, negativo, mientras que los mental compleja iniciática de lo social, en la que la introducción de un terce-

I
386 Amonio García de la Hoz Ll reoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis, Crítica y actualidad 387

ro en el proceso psíquico pulsional, marca la superación de las vinwlaciones


anteriores siempre duales. Social aquí debe ser entendido como sinónimo de 14.4.2.2. La leyenda de Edipo
triangular, pero social al fin y al cabo, porque lo importante no es la presen-
cia de tres miembros almenas, sino la integración toral de la complejidad de Muchos psicoanalistas (Laplanche, 1969/1970; B~ttelheim, 19~2; Tizón,
relaciones que se dan cuando el tercero está incluido en el proceso psíquico 1988; Bofill y Tizón, 1994, entre otros muchos) han senalado. con ac~e~to,que
de cada miembro. Es decir, un primer sujeto A tiene en cuenta a un terce- el) realidad Freud tomó sólo una parte de la 1ey~~dad,e.Edlpo, quiza la que
ro C (aunque esté excluido físicamente), cuando se relaciona con un segun- más le interesó en su momento para la articulación teorrca que bus~aba: La
do sujeto presente B. Mi opinión es que esta idea está implícita en Freud aun- le\'enda edípica es mucho más amplia y LID somero Vistazo a cualquier libro
que no suficientemente marcada. Por eso al complejo de Edipo lo denomi- eI~ mitología (Grirnal, 1951; Graves, 1,955; Humbert, 1~82, por ejemplo), ela
namos en esencia una mínima estructura social que se consigue a base de la una idea de la extensión global del mito, que, no lo olvidemos, con~lenza ~D
regulación y el control de deseos, impulsos, etc., y e! establecimiento de unas rodas sus versiones con un intento de filicidio por partede Layo,haCla su hijo
normas, leyes, etc. Edipo, o según Bofill y Tizón (1994, pág. 119) con «una situación de descui-
El complejo de Edipo no es una «rara» o «defecto». La tradición de! sen- do de desamor y hostilidad hacia la infancia». .
tido de la palabra «complejo» corno «tara», «estar acomplejado», «tengo ,La lectura de toda la leyenda, y no solamente la tr~gedia de Sófocles, nos
complejo de nariz larga», etc., no es de Freud. Es de J ung, quien lo popula- coloca en mejor posición para entender los planteaml~ntos freud.¡anos en SLl
rizó a partir de sus test de asociaciones verbales (véase capítulo II). Comple- totalidad. Por ejemplo en el sentido de que a propósito de l~ tnangulanza·
jo quiere decir complicado, estructura con redes de comunicación entrecru- ción, en el Edipo no sólo hay que tener en cuenta los deseos e Ul1I?ulsosde lo~
zadas, donde hay que considerar la posibilidad de que quede excluido un niños, sino también -yen mayor medida en tant? en cuanto tlen,en p~der
tercero (madre, padre, o hijo). fáctico de ejecución-, los de los padres. La teoria de la seeluc~lOn dejada
El complejo de castración, igualmente es otra estructura, situación como atrás por Freud sería un claro ejemplo de esto que queremos decir,
plicada, donde lo esencial tiene que ver con la identidad corporal, con la
integración de una imagen corporal, la cual se ve conmocionada por la pero
cepción de la diferencia sexual anatómica. En opinión de Laplanche (1970· 14.4.2.3. Algunas consideraciones de actualidad
1971, pág. 153), estamos ante un problema de origen, y como tal, la res-
puesta puede ser de orden teórico tanto como mítico. Para Laplanche (ob. Ya comentamos a propósito de Kernberg y Kohut (~apí.t~loVI), cómo el
cit.), «complejo significa universalidad, organización de representaciones en complejo de Edipo pasó a un segundo plano en la explicación ;Ie los trastor-
relación con una imagen, lo que significa que hay un aspecto estructurante nos clínicos que ellos estudiaron. K<:hut, ,el'!-concreto, p.arecio da~' un paso
para el conjunto de la vida libidinal y, quizá, de la vida del individuo» (pag. decidido para desmarcarse de la teona edípica y construir su propia «p~lCO'
161) logia de! si-mismo», donde lo fundamental en el desarrollo de la Rersonahdad
El complejo de castración, en definitiva, aparece como un intento de era lo que denominaba «línea narcisista del desarrollo». ~a,mbien comenta-
respuesta a la necesidad de saber y explicar el origen de la diferencia de los mos las alabanzas y críticas que puede merecer su concepcion. , .
sexos. Provoca un" elaboración mental que difiere para los dos sexos. Para Los autores de tradición lacaniana se fijaron, sobre todo, en la practica
e! niño se trata en esencia de la emergencia de una «angustia ele castra- teórica. En relación con la estructura edípica incluyeron la clarificación elelas
ción». Para la niña, lo que Freud más destaca es la «envidia de pene» funciones materna y paterna, lo cual es una aportación interesante. Un bL~~n
[penisneid] . Aunque no es claro que la «envidia» del castellano o del lran- epítome de las mismas 10 hallamos en Leclaire (1969), donde p~[a la.~uncion
cés, ocupe el mismo campo semántico que el Neid alemán. En mi opinión materna describe lo «que se inserta en lo contuiuo y qu.e es identificado .e
es más abarcativo y específico hablar para la niña de «un complejo de mascu- intuitivamente experimentado o solicitado como presencia .constante, conn-
linidad» (que como hemos visto también usó Freud) que de «envidia de nua, sin fallas, como superficie siempre sustentadora», mientras que e~ _la
pene». función paterna lo que se pone en juego es «un dinamismo, una renovación
Dentro de una consideración ideal de la maduración, si para formar una constante de la escisión o más bien de la apertura».
sólida «identidad masculina» en el niño, tiene que naufragar el complejo de También Safouan (1974) ha continuado las enseñanzas de Lacan, toman-
Edipo (Freud, ~924d), para la «identidad femenina» la tarea es hacer naufra- Jo su ya clásica categorización Re¡J·Simbólico·L11aginario (véase capítuloY)
gar igualmente el complejo de masculinidad. Naturalmente, la «maduración y aplicándola al complejo elecastración. Distingue de esta forma la castr~lc;on
ideal» sólo sirve como referencia normativa. Con lo que nos encontramos imaginaria (que es esencialmente de la que ~~blaba ~r~uel cuando teorizo _la
habitualmente es con las diversas gradaciones de las imperfecciones en e! pro- angustia de castración en el niño); la castrac~on simbólica, ,momento esencial
ceso madurativo. gracias al cual «el deseo humano sale de su indeterminación como deseo del

/
/
388 Antonio Garcia de la Hoz
T Lu teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis. Crítica )' actualidad 389

Otro, el Otro que no podía decir tampoco cuál es su deseo» (pág. 118), y la Britton, analista didacta de la actual Sociedad Psicoanalítica Británica,
castración real, definida como «cercenamiento del pene» (Laplanche, 1970- p<lfece LU1 kleiniano muy coherente en su planteamiento del complejo de
1971, pág. 150), que es ese acto que tanto poder tiene en 10 imaginario Edipo, al que, en mi opinión, solamente le sobra el revestimiento del lengua-
como pocas posibilidades de ocurrencia en lo real, salvo las excepciones de je teórico de su escuela. Algo que es inevitable para cualquiera y efecto de las
rigor que a veces ocurren por los errores de la naturaleza 10. Hablar de cas- «servidumbres» escolásticas. Su teoría edípica es un lógico desarrollo perti-
tración real, simbólica o imaginaria supone una mejora en el esclarecimien- nente de las teorías Ireudiana y kleiniana: Hace hincapié en que los procesos
to teórico. eclípicos no implican únicamente la relación hacia los padres, sino incluye
Para Safouan (1974, pág. 125), por otro lado, lo esencial del Edipo no que «el reconocimient? del vínculo que une a los padres propor~i~na unos
reside en la rivalidad que él condiciona, sino que no es en el fondo más que límites para el mundo mteruo ... y que incluye, por lo tanto, la posibilidad de
«una Forma cultural entre otras con tal de que cumplan la misma función, que ser partícipe de una relación y ser observado por una tercera persona, así
es la promoción de la función de la castración [simbólica] en el psiquisrno». como ser observador de la relación entre dos personas» (Britton, 1989,
Los autores contemporáneos eleinianos se han acercado mucho a lo que pág. 89), lo que mostramos en el siguiente gráfico:
considero la mejor comprensión del complejo de Ec!ipo. Como muestra
vamos a considerar las aportaciones de Tizón (1988), Bofill y Tizón (1994) y
Britton (1989). RELACIÓN CON LOS PADRES RELACIÓN EDfPICA
En nuestro medio, Tizón (1988) fue el pionero en resaltar la relación
entre el complejo de Edipo y la triangularización fundamental de la fase fáli- S S
ca (pág. 200). Definió el complejo como «una situación emocional profunda
formada al menos por cuatro tendencias contrapuestas (amor y odio hacia
cada uno de los progenitores) y dos identificaciones también parcialmente
contrapuestas y parcialmente complementarias» (pág. 201). Comprobamos
a simple vista la deuda de esta definición con lo que Freud expuso en El yo
JI el ello (1923b, OC, pág. 2713), y que mostramos antes. Lo mismo que
expuso junto con Bofill (1994, pág. 118). Sin embargo creo que es una acti-
/\
p NI

tud escolástica de tributo al kleinianismo más clásico el seguir manteniendo


la noción de «Edipo temprano», algo propuesto por M. Klein (1926, 1928),
tratando de retrasar mecánicamente la teoría de Freud hacia los estadios más ~
Esencial para el complejo de Edipo
primitivos de la vida. En mi opinión no hay Edipo temprano, sino que el
complejo aparece en el momento que existen los conflictos con la triangula-
rización, en el sentido en que lo hemos definido más arriba. El error radica
en lo siguiente: El reconocimiento de los padres como objetos totales, es La situación edípica se inicia con el reconocimiento del niño/a de la rela-
decir, como personas, reconocimiento propio de la posición depresiva, no ción entre sus padres, sea ésta temprana, precoz o no. Luego vendrían los
implica necesariamente el reconocimiento de la triangularización edípica, sentimientos descritos por Freud (amor, odio, celos, rivalidad, etc., hacia uno
aunque es una condición sine qua non. La posición depresiva es más asimi- u otro) y por fin, la renuncia del niño/a a sus pretensiones (introducción de
lable al reconocimiento especular lacaniano (Thomas, 1994) que al Edipo la ley moral superyoica). En mi opinión, Britton actualiza muy acertadamen-
freudiano. Se pueden percibir dos personas por el sujeto (dos objetos tota- te la teoría edípica: «El triángulo familiar primario provee al niño de dos lazos
les distintos, padre y madre), y no por ello haberse establecido una triangu- que le relacionan separadamente con cada progenitor y le confronta con el
larización edípica. vínculo entre ellos, que le excluye a él» (ob. cit., pág. 90). Es muy sugerente
cuando escribe lo siguiente: «". si el encuentro con la relación entre los
padres empieza a tener lugar en un momento en que el individuo no ha esta-
blecido un objeto materno firmemente asentado, la situación edípica aparece
en el análisis sólo en forma primitiva y no es inmediatamente reconocible
10 Noticia aparecid« en el periódico La Provincia de Gran Canaria el 25·X·1983: Castran a un niño
porque se orinaba en la cama, Montevideo. Un niño Je elos años de edad fue castrado con una hoja tic
como el complejo de Edipo clásico» (ob. cit., pág. 88). Por mi parte, creo que
nfeitar porque se orinaba en la cama. se informa en Montevideo. También, n lo que parece en EEUU se ha Britton no se atreve a dar el paso definitivo, y decir: No hay Edipo tempra-
puesto precio al pene: 600.000 dólares, lo que incluye 150.000 par" 1,1 esposa por «la pérdida de servicios». no. Cuando el soporte materno falla no se puede establecer la triangulariza-
Se trató de una amputación por error después de haber diagnosricado cáncer y la indemnización la puso
un juez de apelación contra el hospital (}~l del 2-VIl-1989). ción edípica. Más adelante parece sugerir esta solución cuando plantea una

I
La teorin del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.Crítica y actualidad 391
390 Antonio Carcía de la Hoz

t~i-ceraforma de relación de objeto (para añadir a las clásicas kleinianas: par- ID Alrededor de este asunto, ocupa un lugar destacado la observación
cial y total): La que denomina relación de testigo, que se caracterizaría por que de los niños en directo y la investigación de su sexualidad. Ya hemos dicho
el sujeto infantil percibe el vínculo entre los padres (tanto amoroso como de que hoy día nadie la ignora, destacándose sobre todo su insaciable curiosidad
odio) y puede tolerarlo, «tercera forma de relación de objeto en la que es tes- (Dallayrac, 1972). En opinión de Freud, la inuestigacion sexual de los niños o
tigo y no participante» (ob.cit, pág. 90). En mi opinión, Freud sin nombrar- su curiosidad, se centra sobre dos cuestiones existenciales: a} El origen de los
la de esta manera, siempre pensó la [elación edípica en esta forma. niños y b} la dijerencia de los seXO.LResulta aleccionador el viraje de Freud en
cuanto a cuál de las dos cuestiones es la primera que aparece y por tanto cuál
es el tema iniciático de la curiosidad sexual.
Durante lo que podríamos denominar la época de su concepción del COI11-
14.4.2.4. Últimas observaciones piejo de Edipo simple, y cuando aún DO ha integrado el complejo de castra-
ción en forma definitiva, la respuesta es: El primer gran tema sexual de los
Finalizaremos este aparrado sin intent'ar resumir todo lo anterior, sólo niños se refiere a la cuestión del origen: ¿De dónde vienen los niños? (Freud,
exponiendo algunas observaciones personales que complementen lo 1908c, Oc, págs. 1263-1264; 1909b, OC, pág. 1433; 1905d, OC, pág. 1246 y
expuesto. 1910c, Oc, pág. 1586). Pero en Algunas consecuencias psíquicas de la diferen-
cia sexual anatómica (1925j, OC, pág. 2899n), la respuesta es diferente; ahora
I} Resulta bastante curioso, y hasta sorprendente, que un descubri- lo principal y primero para los niños es responder a la cuestión sobre la dife-
miento tal como el complejo de Edipo, central para la teoría de la neurosis rencia sexual anatómica- '. y el cambio, sin duda, tuvo que ver con la progre-
-trastornos mentales, no olvidemos, que fueron el objeto de estudio especí- siva fuerza que adquirió la cuestión de la castración y el interés por la psico-
fico del trabajo de Freud- no ocupe en forma exclusiva ni una sola de las sexualidad femenina a partir de 1923.
numerosísimas publicaciones freudianas. No hay un solo artículo de Freud
dedicado al estudio exclusivo del complejo de Edipo en forma completa. Hl) Comentaba antes (final de 14.4.1.3.2), que Freud pareció intuir en
Naturalmente que es nombrado en multitud de textos, pero sin que se forma amenazante lo que conllevaba la introducción de la fase fálico-genital,
encuentre uno consagrado al único y exclusivo estudio del complejo de el estudio del desarrollo psicosexual de la niña y el relevante asunto del juego
Edipo. entre investidura e identificación: Un cuestionamiento sobre la validez univer-
Resulta sorprendente, pero sólo si se considera en forma superficial. El sal de su complejo de Edipo. Freud no se atrevió a dar ese paso. Quizá por
complejo fue variando y enriqueciéndose para Freud con el paso del tiempo. razones de apego a una idea, ya por entonces, tan central para la teoría, quizá
Al principio sólo lo consideraba en su aspecto simple y positivo, y como con- también porque era un camino demasiado largo para recorrerlo él solo, o
fesó en multitud de ocasiones (l923e, OC, pág. 2699; 1923b, OC, pág. 2712; acaso porque a partir de 1923 empezaron los problemas del cáncer y se sen-
1924d, OC, pág. 2750), el niño varón fue su único modelo para su concepción tía cansado para esa tarea, lo cierto es que intuyó los cambios profundos que
de! complejo de Edipo, e incluso para toda su concepción de la sexualidad se avecinaban.
infantil. Sobre todo lo observamos con claridad en las citas siguientes: Tomemos la cuestión de la formación de la moralidad en los niños. Su fór-
mula clásica fue que el superyó {su categoría 1110ralpor excelencia} es el here-
Cuando estudiamos las primeras conformaciones psíquicas que la vida sexual dero del complejo de Edipo. Al asegurar que dicho complejo en la niíia se ini-
adopta en elniiio, siempre hemos tomado al del sexo masculino, al pequeño varón, cia precisamente con la castración {al revés que para el niño}, y que por tanto
como objeto de nuestras investigaciones (l925j, OC, pág. 2897). no se sabe a ciencia cierta cuándo acaba, la adquisición de la moralidad en la
Tenemos al respecto la impresión de que todas nuestras formulaciones sobre
dicho complejo únicamente pueden aplicarse, en sentido estricto, al niño de sexo niña resultaba ser una dificultad teórica grave. Lo empezó a mencionar muy
masculino (1931b, OC, pág. 3079). pobremente (Freud,1925j), apuntando que la disolución del complejo de
Edipo era una labor esencial para el varón, que así forma su superyó, mien-
y de forma mucho más definitiva, por ser ya fecha tan tardía y por la aser- tras que en la niña faltaba todo motivo para el aniquilamiento del complejo
tividad en la afirmación, en una nota al pie de ¡1935!, es decir a sólo cuatro (la amenaza de castración). De aquí a plantear que dicho complejo es secun-
años de su muerte, en su Presentación autobiográfica (l925d [1924]): dario para la niña, sólo hay un paso, paso que efectivamente Freud se atrevió
a dar:
Las averiguaciones sobre la sexualidad infantil se hicieron en el varón y tam-
bién la teoría derivada de ellas estuvo dirigida al niño varón. La expectativade un
acabado paralelismo entre ambos sexos era bastante natural, pero resultó desacer-
tada. Posteriores indagaciones y reflexiones descubrieron profundas diferencias 1I Aunque en L" ilnstracion sexIIIII del niiio (1907c), Freud había ya dado esta respuesta (OC, pági-
entre el desarrollo sexual del hombre y el de la mujer (Am, eds., XX, pág. 34n). na 1246), que es 1" que se corresponde al hecho de la castración.

/ /
392 Antonio Carda de la Hoz La teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis, Crítica y actualidad 39.3

... precisamente el análisis minucioso de estos casos [se refiere H algunas ~aciel1[e: renunciado a toda esperanza de hallar un paralelismo puro y simple enrre el des-
mujeres) revela algo muy distinto, demostrando que el c?mplejo de Edlpo tiene aq~1 arrollo sexual masculino y femenino (Freud. 1931b, OC, pág. 3078, cursiva mía).
una larga prehistoria)" es en cierta manera unajorlllaCloi'l secundaria (Freud, 192)j,
Oc.: pág. 2898, cursiva mía).
El pasaje merecería un amplio comentario, buena tarea para los exégetas
'" En la niña el complejo de Edipo es una formación secunda 1"/(/: lo preceden y
lo preparan las repercusiones del complejo de castración (Freud, 1925j, OC, pági- freuclianos. Sólo indicaré tres cosas sobre él: 1) Freud percibe con claridad
na 2901. cursiva mía). la amenaza contra la universalidad del complejo de Edipo. 2) Para escapar a
dicha amenaza alega que se puede extender el contenido del complejo basta
Una solución al problema podría haber sido que, en el caso de la niña, lo incluir todas las relaciones del sujeto infantil con ambos padres. Esto es un
esencial para su identidad femenina es la disolución [Untergang] del comple- error que puede justificar, por ejemplo, que M. Klein proponga su concep-
jo de masculinidad [jl¡Jiil1/11ichkeitkomplexJ. Un artículo que bien podría haber to de Ed.ipo temprano, y no tenga en cuenta lo expuesto antes a propósito
escrito Freud, pero que nunca hizo, pues iba PO\' otros derroteros. de lo fundamental en el complejo: La triangularización. 3) Freud vuelve a
«Descubrió» para la niña la importancia vital de la relación previa con la dar síntomas ele olvido interesado, pues afirmar que hace tiempo que ha
madre (preedípica), que no era la relación edípica clásica (niña-padre), y que renunciado al paralelismo niño/niña, no es del todo verdad. Todavía en un
cuando la niña entraba en esta última, sólo lo bacía tras una larga y prolon- trabajo tan fundamental como El)lo)l el ello (1923b), insistía en la idea del
gada relación con la madre: paralelismo:
La fase preedípica ele la mujer adquiere una importancia que hasta ahora no se En forma totalmente análoga [a la del niño] puede terminar el complejo de
le había asignado (Freud, 1931b, OC, pág. 307~) . . Eclipo en la niñita (OC, pág. 2712).
Llegamos a la convicción de que no es posible comprender a la m~jer SI no se
tiene en cuenta esta fase de la vinculación a la madre, antenor al complejo de Edipo
(Freud, 1933a [1932), OC, pág. 3168).
14.5. CRÍTICA ACTUAL DEL PUNTO DE VISTA GENÉTICO
Este «descubrimiento» no deja de preocuparle basta el final de sus días. Tras todo lo dicho hasta aquí, nos queda únicamente consignar algunas
Pero si la fase preedípica niña-madre es fundamental, si el complejo de Edipo precisiones sobre el desarrollo psicosexual en general, pues los psicoanalistas,
en la ciña sólo es una «formación secundaria», y si puede prolongarse en el en ocasiones, enfatizan demasiado este punto de vista genético o evolutivo, en
tiempo durante años, no siendo necesaria su di~olución c0o:-0 para el niño, detrimento de algo también esencial, como es la estructura coyuntural que se
entonces. el núcleo de su teoría de las neurosis -el propio complejo de forma en un momento dado, la edípica, por ejemplo.
Edipo- se veía seriamente amenazado, al menos para toda. h~ població.n La propia concepción de fases libidinales no ha estado exenta de crítica,
femenina. Freud, repito, percibió esto, y se vio obligado a escribir un pasaje por ejemplo en Kohut (1977) a la hora de plantear su pocler explicativo para
lleno de arnbizüedades, justificaciones y razonamientos superficiales, cuyo ciertos trastornos narcisistas de la personalidad,
estilo recuerda"'a aquel otro que consignamos (véase 14.4.1.2) a propósito d.e Bofill y Tizón (1994) han señalado, con acierto, tres errores comunes que
la polémica con Adler (Freud, 1914c). Entonces se trataba de negar la uru- se producen en torno al desarrollo psicosexual planteado por Freud en forma
versalidad del complejo de castración porque ello parecía conceder razón a de fases. A) El primero -y más extendido- consiste en pensar que estas
Adler, cosa que finalmente tuvo que hacer. Ahora se tra~aba del menosc~bo fases son tan diferentes una de la otra «como pueden implicar los esquemas
de la teoría edípica a causa del estudio del desarrollo psicosexual femenino, que se utilizan para hablar de ellas» (pág. 100), Precisamente Freud escogió
Freud ya no pudo hacer esto. El pasaje completo dice así: el término fase en lugar de estadio o período para resaltar su falta de delimi-
Puesto que en este período [se refiere al período edípico) caben todas las fija-
tación temporal. «Cada fase se superpone con elementos de la anterior y con
ciones y represiones a las cuales atribuimos la gé~esis de las neurosis, parecería I/ea;- elementos de la fase siguiente, y la transición entre una y otra es muy gra-
sario retractar111 uuiuersalidad del postulado segun el cual el complejo de Edipo Seria dual». B) El segundo error consiste en creer que los niños siguen las fases des-
el núcleo de las neurosis. Quien se sienta reacio, empero, a adoptar tal corrección, critas en forma exacta, y que éstas delimitan períodos de tiempo. Decir,
de ningún modo precisa hacerlo. En efecto, por un lado es posible extender el con- entonces, que la fase oral va desde el nacimiento hasta el año y medio, la anal
tenido del complejo ele Edipo hasta incluir en él todas las relaciones del niño con
ambos padres, y por el otro, también sepuc?e tener debida cue.~ta de, estas nu~vas
desde ahí hasta los tres años, etc., no es sino una simplificación abusiva de la
comprobaciones, declarando que la mujer solo alcanza la srtuacton edípica posinva realidad. «Las fases han de concebirse, más que como estadios cronológicos,
normal en ella, una vez que ha superado una primera fase dominada por el comple- como momentos evolutivos con unas características descollantes» (ob. cit.
jo negativo. En realidad, durante esta fase el pad:e no es par; la niña pequeña pág. 101). C) El tercer error consiste en creer «que lo que importa al psico-
mucho más que un molesto rival, aunque su hostilidad contra el nunca alcanza la análisis es la determinación de la fase del desarrollo evolutivo en la que el
violencia característica del varón. Después de todo, hace ya tiempo que hemos
adulto o el niño ha regresado. y no es así» (pág. 101). Lo que importa es la

I
I

Amonio García de la Hoz L" teoría del desarrollo psicosexual en psicoanálisis.Crítica y actualidad 395
394

comprensión, no la clasificación, Lo esencial para estos autores es entender la sismo, un momento psíquico privilegiado que da origen a la función imagi-
fase como un modo de relación. naria del yo,
La crítica actual, siguiendo esta línea, tiende a dar más importancia al El momento del narcisismo primitivo, enriquecido en el estadio del espe-
poder metafórico de las fases, que a los órganos biológicos concretos en las jo lacaniano, junto con el momento de la percepcián ele la diferencia sexual
anatómica que hemos mencionado anteriormente, son los dos pivotes esen-
que se apoyan, y por ejemplo se enfatiza su valor en cuanto a descripciones
sobre el carácter humano en general (carácter oral marcado por la avidez y la
I ciales sobre los que bascula el desarrollo psíquico infantil para la moderna
voracidad, el carácter anal por el sadismo y la terquedad, etc.). Por ejemplo, teoría psicoanalítica y pueden dar pie a un estudio de la forma de vinculación
Thorna y Kachele (1985), han sugerido que las fases freudianas, al igual que primitiva consigo mismo y con los otros. El complejo de Edipo, la triangula-
muchos conceptos de su metapsicologla, se apoyan en metáforas biológicas rización fundamental, se inserta en la situación ya creada por las dos anterio-
y/o neurofisiológicas, cuyos referentes están fuertemente arraigados en el ser res. El gráfico que proponemos a continuación, de forma provisional, mues-
humano. Cualquier filólogo sabe el poder de cualquier metáfora que se apoye tra lo dicho.
en el cuerpo humano como referente, y el éxito tiene que ver precisamente Hemos intentado plasmar, a modo de armazón teórico, un esquema de
con su antropomorfismo. «Los antropomorfismos son entonces una parte desarrollo, diferente para el niño y la niña, que resuma las aportaciones más
inevitable del uso de las metáforas, en las que el hombre se erige inconscien- pertinentes de los textos reseñados de Freud, el estadio del espejo de Lacan
temente en la medida de todas las cosas» (ob.cít., pág. 43), y su triple categorización de lo psíquico -imaginario, simbólico y real- y el
Dentro de la importancia de las fases en si mismas, otro representante del concepto, que nos parece lúcido, de Kohut, del objeto sí-mismo.
último resurgir del psicoanálisis alemán, Wolfgang Schmidbauer (1991), ha
puesto de manifiesto la diferente influencia del fracaso del modelo de la envi-
dia de pene: «En la teoría de la envidia del pene sorprendía que pusiera en
primer plano una estructura relativamente alejada de la vivencia (la anato-
mía), mientras que prestaba menor atención a los sectores de la función más
vivenciales» (pág. 126). Un poco más adelante señala que ello ha tenido que
ver con la diferente relevancia de las fases libidinales según los sexos: «La
estrecha conexión entre pene y función excretora contribuye a que también
la sexualidad genital del varón continúe típicamente referida a la excreción,
La genitalidad masculina se prepara en la fase anal del desarrollo infantil de
la libido, mientras que la genitalidad femenina tiene sus rafees en la fase oral.»
Algo así como que para hombres y mujeres es más significativa una fase que
otra, Y de aquí, nuestro autor hace una excursión metonímica sobre los tras-
tornos de la alimentación, cuando escribe que «la vulnerabilidad mucho
mayor de las muchachas a los trastornos dietéticos es una prueba de tal diná-
mica, La anorexia y/o bulimia empiezan las más de las veces durante la ado-
lescencia, cuando las necesidades sexuales potenciadas en la pubertad pier-
den vigor» (ob. cit., pág. 126),
Otra dificultad actual es la relación de las fases libidinales, que todos
hemos aprendido en la teoría clásica, con el narcisismo. De los intentos de
Abraham (1924) podría desprenderse que este último es una fase del yo,
pero también es una forma libidinal de relación, tanto consigo mismo como
con el otro, por lo que la clasificación de Abraham queda poco clara. Freud
mismo no pudo ver esta relación con toda su amplitud, aunque no hay que
olvidar que su artículo (l914c) sólo fue una introducción [Einfiihrung] a
partir de los trastornos narcisistas perversos y los psicóticos (caso «Schre-
ber»). Pero de ese trabajo puede desprenderse tanto la idea de que el narci-
sismo es un momento evolutivo, como que es una legítima aspiración de Wl0
mismo a engrandecerse (narcisismo normal). El estadio del espejo lacaniano,
hemos advertido (capítulo V), es un aporte esencial para la teoría del narci-
¡
/
/
:1
396 Antonio Carcía de la Hoz

i
-j

I
I
I

CAPÍTULO }"_'V

Evolución de la metapsicología psicoanalítica.


Perspectivas actuales

Aunque los tres temas anteriores que junto con el presente componen esta
Tercera parte del libro, titulada globalmente «Principios Básicos de la Teoría
Psicoanalítica», pueden ser calificados con propiedad como metapsicológi-
<.)
o cos, en el que ahora nos ocupa vamos a recoger, describir y comprender más
u
:9- específicamente lo que se quiere decir con metapsicologia.
-o
"~e,
o
-o
.g 15.1. INTRODUCCIÓN
~
¿Qué significado tiene la palabra metapsicología? ¿Qué se incluye en
.g ella? ¿Por qué estamos en la actualidad leyendo y escuchando que la meta-
u
~
e psicología psicoanalítica está en crisis? ¿Qué función representó para Freud
O'
·v
o,
W /-(~ y para sus continuadores?
De entrada y en forma genérica, hay que mencionar que la palabra

j ü
u

~
S
o
'6

-.
OWSISIJlIVN
«metapsicología» fue introducida por Freud para designar su propia concep-
ción psicológica, en el nivel más alto de abstracción teórica, y la denomina así
para indicar que va «más allá» (meta) de las concepciones psicológicas de su
tiempo, puesto que ellas no incluían los procesos inconscientes. Como toela
~
'§ teoría, aspira a configurar un lenguaje más o menos universalizado, con el que
.!:!
~ los psicoanalistas puedan comunicarse y/o entenderse a la hora de intercam-
biar sus respectivas prácticas profesionales. Pero ello ha resultado ser un ideal
inalcanzable a lo largo de la historia del psicoanálisis. Los usos y abusos de
las conceptualizaciones de Freud y las de sus seguidores se han acumulado,
hasta convertirse más en signos distintivos de las diferentes escuelas que en
vehículos ele comunicación Huidos, más en jergas y jerigonzas particulares, a

/
J
398 Amonio Gnrcía de.la Hoz -. j Evolución ele la metapsicologia psicoanalirica. Perspectivas actuales 399

veces indescifrables, que en lenguaje claro y transmisible que UDagran mayo- tidad escolástica para los psicoanalistas, y no en conceptos en continua revi-
ría no iniciada pueda entender. Como ejemplo gráfico, valga lo expuesto por sión crítica. Sin lugar a dudas, la experiencia clínica y la inteligibilidad de la
Eagle (1984, pág. 176), tomado a su vez de Sand (1981), donde traducir la misma que se ha ido ganando con el paso de los años, puede verse influida
expresión «Se enamoró de esa mujer» po l' esta otra: «Invistió la representa- por un efecto de deformación.
ción de esa mujer con su libido», no agrega nada que posea valor explicativo, Freud (1927al ya advi rtió este problema, al afirmar que mientras no exis-
aunque pueda parecer que estamos dando un tono más científico al lenguaje. tan escuelas de formación de psicoanalistas, los médicos son las personas
y podríamos acumular más ejemplos tomados de la oceánica literatura psi- mejor preparadas para ejercer el análisis, siempre y cuando
coanalítica que harían interminable esta introducción.
Como hemos intentado reflejar en la parte epistemológica del presente . .. no confundan su preforrnación médica con la formación analítica, que superen
la unilateralidad favorecida por la enseñanza que han recibido en las escuelas de
texto, un problema añadido ha sido la pretensión de cientificidad del psico- medicina, y que resistan la renración de coquetear con la endocriríología y con el sis-
análisis, precisamente a partir de su metapsicología, cosa que por otro lado era
de esperar. Muchos psicoanalistas, especialmente en el área angloparlante de -. terna nervioso autónomo cuando se trata ele aprehender hechos psicolágicos pOI'
medio de 1111 sistema de conceptos psicolágicos (OC, pág. 2958, cursiva mía).
la psicología del ego, han privilegiado la explicación meta psicológica ~como
teoría explicativa- para otorgar el rango de ciencia al psicoanálisis, cla- Ahora bien, si seguimos al pie de la letra esta recomendación freudiana,
ramente influidos por los criterios de cientificidad propios de las ciencias como han indicado Thorna y Kachele (1985, pág. 39), habría que sustituir la
naturales. oran mayoría de sus propios conceptos rnetapsicológicos, pues están apoya-
Mi opinión es que la metapsicología psicoanalítica no puede aspirar a otra dos más en otras disciplinas que en la psicología. Sobre todo en su primera
cosa que a construirse a partir de las observaciones clínicas, y no pretender la época y a pesar de advertirlo más tarde, Freud habría sido el primero en
separación entre una teoría clínica y otra meta psicológica, como se ha intenta- incumplir su propia recomendación. Se produjo un efecto de acomodación a
do debido a las deficiencias de esta última. Si tiene deficiencias, hay que corre- la nomenclatura ya usada y dejó para otros la labor de adaptarla mejor a los
girlas y no encastillarse en una construcción bonita, abstracta, pero alejada de conocimientos psicológicos. Ya mencionamos algo referente a esta acomoda-
la práctica. Es verdad que una teoría bien establecida puede influir los domi- ción teórica, por ejemplo a propósito de la represión y del complejo de
nios de la práctica clínica, lo cual es justificable, pero siempre ha de estar dis- Edipo, es decir, sobre la teoría de las neurosis en su conjunto. Siempre hay
puesta a admitir modificaciones en el aparato conceptual (metapsicológico), una fuerza de resistencia a eliminar conceptos fuertemente arraigados. El
cuando así lo exijan las condiciones prácticas. Así fue el espíritu freudiano de problema entonces es dotar a los que ya tenemos del sentido novedoso que
algunos textos (1914c, 1915c), aunque es tan poderoso el poder de atracción han ido tomando a partir de la práctica, sin que el propio concepto cambie
de una construcción teórica con elementos metafóricos tan fuertemente arrai- de significante. Es bastante complicado, pero la labor teórica seria y profun-
gados (excitación, descarga, investidura, energía, aparato psíquico, oral, anal, da así lo exige.
etcétera), que amenaza con dominar la práctica clínica, más que al contrario. Hay que ver hasta dónde llegan las comparaciones metafóricas, y distin-
Los problemas de las construcciones metafóricas ya han sido expuestos guir tanto las características comunes como las diferenciales entre los fenó-
por varios autores (Bettelheim, 1982; Thorna y Kachele, 1985; Erdelyi, 1985). menos relacionados por las metáforas. Sobre todo discriminar con claridad
No existe ningún problema de entrada en usar metáforas prestadas de otras los ámbitos negativos de la analogía (Hesse, 1966; Cheshire, 1975), y hasta
disciplinas. Toda ciencia lo hace. Sobre todo, cuando nos enfrentamos con un dónde es posible mantenerla y cuándo distorsionamos la analogía si la lleva-
terreno casi desconocido y no hollado antes (como era el caso de Freud). El 1110S más allá de esos márgenes (Erdelyi, 1985, pág. 119). Sobre todo, evitar
problema viene cuando esas construcciones metafóricas ~repito, útiles en que los conceptos metapsicológicos sirvan más de refugio seguro y acomoda-
origen- pierden su sentido, bien sea por una excesiva literalización (Erdel- ticio que de revulsivo teórico.
yi, 1985, pág. 116), bien por caer en un isomorfismo exagerado (Thoma y La meta psicología (teoría) psicoanalítica se encuentra en crisis. Estamos
Kachele, 1985, pág. 40), es decir, por confundir y hacer equivalentes los tér- de acuerdo con la afirmación de Thoma y Kachele (1985, pág. 17): «La tarea
minos de la comparación, y más aún si la ciencia que sirve de referencia para de nuestro tiempo es renovar la teoría del psicoanálisis, que previamente
la construcción de la metáfora ha modificado, en su propio progreso, sus pre- tomó la forma de meta psicología y que así se basó en un cimiento débil, que
supuestos teóricos. por lo demás es sustantiva y metodológicamente ajeno». Desde la época freu-
De esta forma, las metáforas metapsicológicas psicoanalíticas, casi todas diana se han ido acumulando avances y progresos representados por aporta-
tomadas por Freud de la neurofisiología y biología de su tiempo, así como del ciones de otras escuelas (véase capítulos Il, III, IV, V y VI), pero, en ocasio-
pensamiento filosófico alemán del siglo XIX, y que tuvieron una función útil nes, los supuestos avances han servido para aumentar la confusión hasta
en su momento al enfrentarse con un terreno nuevo y desconocido, hoy día alcanzar casi un estado babélico. Hay mucho camino por recorrer. En la
se han convertido en distintivos emblemáticos de escuela, en signos de iden- actualidad nos encontramos en LID estado de «cocinado» de teorías y prácti-

/
-r
-, -;

400 Antonio Carda de 1"Hoz


-.,.1 E,'Oiución de la meta psicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 401

cas del cual pueden surgir aspectos importantes: Escuelas kleinianas, lacania- El capítulo lo vamos a dividir, tal y como hemos efectuado en los anterio-
nas, cognitivismo integrador, cambios en la teoría clásica psicoanalítica, nue- res, en dos partes. Una dedicada a la exposición de la meta psicología Ireu-
vas reorizaciones a partir de estudios más profundos en las «nuevas patologí- diana clásica con algunos comentarios y añadidos actuales, y otra a lo más
as», investigaciones con procesos metodológicos cada vez más refinados importante de las revisiones posteriores.
sobre el proceso terapéutico, etc. Puede que todo ello vaya configurando
algún tipo de integración, siempre difícil de efectuar. Hay que esperar que a
las propias dificultades de esa tarea, no se opongan otras provenientes de la 15.2. LA METAPSICOLOGÍA FREUDIANA
rigidificación ele las distintas orientaciones teóricas.
¿Cómo exponer la metapsicología en crisis? La jerarquización del psico- Reconocer en la obra de Freud los textos más específicamente metapsi-
análisis, en cuanto a sus niveles de actuación, que llevó a cabo Waelder (1962) cológicos no es difícil, tras la labor efectuada por Laplanche y Pontalis
para defender la teoría psicoanalítica de la crítica de los filósofos de la cien- ·(1968). Hay precisiones teóricas en gran cantidad ele escritos freudianos, pero
cia, puede resultar clarificadora. Waelder planteó cuatro niveles de actuación: de acuerdo con los autores anteriores, podemos afirmar con seguridad que
Jos siguientes trabajos de Freud, ordenados cronológicamente, son rnetapsi-
1) Nivel de los datos clínicos de observación, en el cual se sitúa la inter- colósicos en sentido específico (teóricos): Proyecto de psicología para neuró-
pretación clínica individual. logo; (1950a [1887-1902]), el capítulo VII de la Traumdeutung (1900a), For-
2) Nivel de pequeñas generalizaciones clínicas (síndromes, síntomas típi- mulaciones sobre Los dos principios del funcionamiento psíquico (191lb), los
cos, formulación de cuadros psicopatológicos, etc.). escritos teóricos del año 1915 (1915c; 1915d; 1915e; 1917d [1915] y 1917e
3) Nivel de formulación de conceptos teóricos, que alcanzan la formación [1915]), Más allá del principio del placer (1920g), El yo y el ello (1923b) yel
de una teoría clínica (teoría de la represión, teoría del desarrollo libidinal, etc.). Esquema del psicoanálisis (1940a [1938]).
4) Nivel de los conceptos más abstractos (aparato psíquico, investidura, Vamos a presentar esta primera parte freudiana con la definición del con-
energía psíquica, pulsiones, etc.), es decir, lo más propiamente denominado cepto y el valor que tenía para Freud. A continuación describiremos los pun-
metapsicologia psicoanalitica. tos de vista que Freud consideraba esenciales en su metapsicología para la
consideración más completa del hecho psíquico y los complementos que se
La intención primitiva de Waelder, era mostrar que los niveles más eleva- han dado a los mismos. Luego expondremos la noción freudiana de aparato
dos en abstracción tenían una importancia decreciente en la práctica psico- psíquico y los principios de su funcionamiento, para acabar con las famosas
analítica, lo cual no es del todo cierto, puesto que en cualquier nivel que nos dos formulaciones del mismo.
pongamos pueden estar presentes las categorías incluidas en los restantes
niveles. Waelder pensaba que moviéndose por los niveles más bajos, se
encontraba la práctica psicoanalitica a salvo de las críticas epistemológicas. 15.2.1. DEFINICIÓN
En resumen, escindiendo la teoría clínica de la metapsicología más abstracta.
No creo que sea éste el camino. He usado la clasificación jerárquica de Wael- La particular estructura sintáctica del idioma alemán da pie a la continua
der sólo en un sentido: Para ver de manera nítida cómo los niveles más altos creación de neologismos. «Merapsicología» es uno de ellos, creado por Freud
(el tercero y el cuarto) se corresponden con los contenidos más propiamente para designar la dimensión más teórica de su propia psicología. Tradicional-
metapsicológicos, y el cuarto, sobre todo, es el que nos compete en el pre- mente se incluyen en ella los modelos conceptuales más o menos alejados de
sente capítulo (con la excepción de la teoría de las pulsiones que ya vimos en la experiencia, es decir, los niveles altos de la jerarquía de Waelder (1962)
el capítulo XIII). antes expuesta.
Siempre hemos defendido el punto de partida siguiente: Toda discusión El propio vocablo «metapsicología» lo encontramos ocasionalmente en la
sobre teoría psicoanalitica actual debe apoyarse en Lacritica de Los textos [reu- correspondencia de Freud con su amigo FlieE (1950a [1887-1902]), por
dianas. Desde luego que es posible interpretarlos y comentarlos de diferentes ejemplo, y por vez primera en la carta del 13-1I-1896 (41 ó 87, según los Orf-
maneras, incluso con intereses oportunistas coyunturales, pero ese es el ries- genes o la edición de Masson):
go que debemos y tenemos que correr, sólo evitable a partir de la confronta-
ción con otras lecturas de los mismos. El estudio profundo de esos textos eli- La psicología --en realidad meta psicología- me tiene continuamente ocupado.
minaría muchas de las razones de las controversias actuales. Esto es sólo el
punto de partida y por supuesto que no es suficiente, aunque ya habríamos También en la carta del 2-IV-1896 (44 ó 93 respectivamente), donde se
ganado un buen lugar de comienzo para comprender los esfuerzos teóricos puede observar que su transición desde la medicina a la psicología recibe esta
posteriores. denominación:

I
."1

402 Antonio García dela Hoz Evolución de la merapsicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 403

Espero que también prestes oído a algunas cuestiones metapsicologicas que he el cual aspira a conseguir los destinos de las magnitudes de excitación)' a establecer
de plantearte ... En mi juventud no conocí más anhelo que el del saber filosófico, una estimación, por lo menos relativa, de los mismos. Consideramos conveniente
anhelo que estoy a punto de realizar ahora, cuando me dispongo a pasar de la medi- distinguir con un nombre especial este último sector de la investigación psicoanalí-
cina a la psicología. Llegué a ser terapeuta contra mi propia voluntad (cursiva mía). tica. Denominaremos mctapsicologica a aquella exposición en la que consigamos
describir un proceso psíquico conforme a sus aspectos dinámicos, tópicos y ccono-
y por fin, y en esta ocasión con más propiedad, en la carta del10-1II-1898 micos. Anticiparemos que, dado el estado actual de nuestros conocimientos, sólo en
algunos lugares aislados conseguiremos desarrollar tal exposición (OC, pág. 2070).
(84 y 160 respectivamente), donde inmerso totalmente en la redacción de la
Traurndeutung, comenta a su amigo la hipótesis del sueno como realización
de deseos. Ahí vemos asociado el nuevo nombre (metapsicología) con la psi-
15.2.2. VALOR PARA FREUD
cología que va más allá del estudio de los procesos conscientes.

Paréremc que con la teoría de la realización del deseo sólo estaría dada la solu- Laplanche y Pontalis (1968, pág. 237) se preguntan si sólo se pueden con-
ción psicológica, pero no la biológica o, mejor dicho, la metapsicolágica. (A propó- siderar metapsicológicos los estudios que incluyan los tres registros, o si por
sito, quería preguntarte seriamente si crees que puedo adoptar el nombre de meta- el contrario también se han de considerar así todos los textos freudianos
psicología para mi psicología que penetra tras la conciencia.) (Cursiva mía.) donde se elaboren los principios fundamentales o los modelos teóricos bási-
cos. Hoy día es bastante obvio que la respuesta es más hacia esto último y,
Es evidente que el nombre lo adopta Freud por analogía con otro ya con- según ya he comentado, la metapsicología se debe concretar en la teoría psi-
solidado: metafísica. Y su intención es arrebatar a esta disciplina lo que pare- coanalitica en su nivel de mayor abstracción.
cía ser su dominio hasta entonces: creencias supersticiosas, producciones Sin considerar por el momento la relación más o menos estrecha con la
delirantes, etc., que proyectaban al exterior, en forma más o menos deforma- práctica clínica, podemos asegurar que las construcciones meta psicológicas
da, lo que en realidad podrían ser contenidos inconscientes internos. En la son fundamentales para Freud, y le sirvieron de orientación en forma conti-
Psicopatología de la vida cotidiana (1901b) encontramos usado el vocablo (pri- nuada. Otra cosa es privilegiar alguno de sus atributos (como por ejemplo, y
mera vez en texto publicado por Freud) en este sentido: siguiendo ciegamente a Freud, el más energético o cuantitativo o biológico),
en detrimento de postulados más dinámicos, o de otros que igualmente sir-
El oscuro discernimiento, que desde luego no posee en absoluto el carácter de ven para describir los acontecimientos psíquicos.
un [verdadero] discernimiento (una percepción endopsíquica, por así decir) de los
factores psíquicos y constelaciones de lo inconsciente se refleja en la construcción En L1l1 texto tan tardío en la obra de Freud como Análisis terminable e
de una realidad suprasensible que la ciencia debe volver a mudar en psicología de lo interminable (1937c), Freud comparó la metapsicología con la bruja del Faus-
inconsciente. Podría osarse resolver de esta manera los mitos del paraíso y del peca- to de Goethe. El pasaje, muy interesante, ya lo analicé en otra ocasión (Gar-
do original, de Dios, del bien y del mal, de la inmortalidad, y otros similares: tras- cía de la Hoz, 1991, págs. 351-352). El resumen sería así: Se trata de la esce-
poner la metafísica en metapsicologia (Am. eds., VI, pág. 251).
na sexta de la parte primera de la obra. Fausto busca el rejuvenecimiento y
desconfía del poder de la bruja. Pregunta a Mefistófeles si no habría otro
Otra curiosa mención al término, todavía sin consolidar para Freud, la medio mejor, y el diablo goethiano le responde que sí, que hay otro medio: El
encontramos en la correspondencia con su alumno Abraham, cuando éste se trabajo duro de la tierra, los alimentos naturales y el vivir como un animal
encontraba aún en Zúrich, en el sanatorio al mando Bleuler y con J ung de más. Pero para Fausto no vale esta vida dura y natural, Mefistófeles conclu-
segundo de a bordo. Aquí Freud plantea objeciones al concepto de «Perso- ye: So muss denn docb die Hexe dran [Entonces, es preciso que intervenga la
nalidad» de su época, y por el contrario, ve a su «meta psicología» mucho más bruja]. La bruja [Hexe] es la metapsicología. Freud, en este trabajo tardío
comprensiva:
quiere avanzar en el problema siguiente:
"Personalidad", de manera análoga al concepto del yo de su jefe [Bleuler], es
una expresión poco definida, procedente de la psicología superficial, que para la ¿Es posible solucionar de manera duradera y definitiva mediante la terapia ana-
comprensión de los verdaderos procesos, es decir, metapsicolágicamente, no aporta lítica, un conflicto de la pulsión con el yo o una demanda pulsional patógena dirigi-
nada especial. Pero es fácil creer que al emplearla se dice algo sustancial (Sigmund da al yo? (Freud, 1937c, Am. eds., XXIll, pág. 227).
Freud/Karl Abraharn Correspondencia, carta del21-X-1907l.
Para responder al problema tiene que intervenir la «bruja»,
Freud no vuelve a usar el término hasta varios años más tarde, en Lo
inconsciente (1915e), para dar entonces su definición más acabada. Uno 110 puede menos que decirse: So muss denn docb die Hexe dran. La bruja
merapsicológica, quiere decir. Sin un especular y un teorizar meta psicológicos -a
Poco a poco hemos llegado. a introducir en la exposición de los fenómenos psi- punto estuve de decir: fantasear- no se da aquí un paso adelante (Am. eds., XXIII,
quicos un tercer puma de vista, agregando así al dinámico y al tópico, el económico, pág. 228).

/ /
."

404 Antonio García de la Hoz Evolución de la metapsicologla psicoanalítica. Perspectivas actuales 405

Si no se especula sobre un conflicto, si no se fantasea sobre él, si no se


imagina sobre él, no se puede avanzar un solo paso. Por esta razón los nive- 15.2.3.1. El planteamiento de Freud
les de Waelder no son una jerarquía perfecta. Todo está mezclado. Desde el
mismo momento en que nos situamos frente a un caso clínico, nos vemos for- Assoun (ob. cit.) ha defendido la idea de que la metapsicología es la
zados a imaginar una teoría de la mente, pobre o rica (si es que no la tenemos práctica epistérnica específica de Freud. Creó el psicoanálisis y posibilitó
ya), es decir, a merapsicologizar. El que en este trabajo Freud responda que una nueva función, la del psicoanalista, sin embargo él es «el único metap-
no hay que descuidar el factor cuantirativo o energético, no quiere decir que sicólogo. La metapsicología pertenece de manera íntima a la identidad [reu-
lo privilegie. Todo lo contrario. Se autocritica por haberlo descuidado al pri diana» (pág. 122). Pienso que tiene razón, porgue, una construcción teó-
vilegiar los otros. rica, por más que tenga corno indispensables unos contenidos a priori espe-
culativos o imaginativos, también debe estar dispuesta a transformarse con
... en nuestras representaciones teóricas las más de las veces hemos omitido tomar los aportes de nuevas experiencias prácticas o avances en las ciencias afi-
en cuenta el punto de vista económico en la misma medida que el clil1lí/J/icoy el tápi-
~'O. Mi disculpa es, pues, advenir así sobre esa omisión (Am. eds., XXIII, pág. 229).
nes. Por eso Assoun ha dedicado su libro a la fundamentación epistemo-
lógica e histórica de los tres puntos de vista Ireudianos, tópico, dinámico y
Por lo tanto aquí no podemos seguir, como otras veces, a Thorná y Kache- económico, en la comprensión de los procesos psíquicos, una vez que éstos
le (1985), cuando concluyen que «Freud creyó encontrar la respuesta en los ele- se han ampliado hacia más allá de la conciencia. Vamos a resumirlos a con-
mentos cuantitativos de la fuerza de la pulsión» (pág. 28) . Freud sólo se lamen- tin nación.
tó de un descuido. El problema, como hicieron determinados psicoanalistas, es
volcarse de nuevo en lo energético, en los procesos cerebrales; en resumen, en A) Punto de vista tópico: Plantea una teoría de los lugares, una topolo-
el cuerpo. El error es tomar la omisión de Freud por un alegato en favor de los gía psíquica. Por esa razón es el punto de vista dominante en la primera for-
modelos biológicos o energéticos. La biología está siempre ahí, es un referente mulación del aparato psíquico (15.2.5.1).
infranqueable. Por eso Freud introdujo en la meta psicología la pulsión de Supone la diferenciación del aparato psíquico en sistemas. dotados de
muerte, la ataraxia, la reducción al cero total como límite y gozne de la vida. Lo características y funciones diferentes, a los que se puede representar espacial-
mismo que el bíblico «polvo eres y en polvo te has de convertir», o el recuerdo mente en forma figurada. La hipótesis tópica surge del contexto científico en
que se les hacía de continuo a los césares romanos cuando estaban cerca de la el que Freud está inmerso a finales del siglo XIX (neurología, psicofisiología),
divinización: «Recuerda que eres rnortal.» La rnetapsicología es también un pero sobre todo se crea a partir de sus trabajos sobre anatomía, primer campo
referente necesario para Freud y para todo clínico. :I
. ii
científico en el que investigó.
Assoun (1981, segunda parte, capítulo 1) considera que la tradición
heredada a través del primer verdadero maestro de Freud, Brücke -para
~ quien la fisioloría era una ~xteDsióll de la física: y, el fisi~lo~o un físico de
15.2,). PUNTOS DE VISTA EN LA CONSIDERACiÓN DEL HECHO PSiQUICO '1 los organismos -, fue decisiva para la futura hipótesis tópica del pSlqUlS-
mo. Hay que remontarse a la época de su carrera de medicina en Viena. Su
El texto que expusimos más arriba perteneciente a Lo inconsciente (OC, estudio sobre la estructura gonádica de las anguilas sugerido por Carl
pág. 2070), ya nos ha puesto en posición de abordar este apartado. Freud Kraus (director del Instituto de Anatomía Comparada); sus investigaciones
consideró que un acontecimiento psíquico recibe una completa exposición sobre la célula nerviosa, ya bajo la dirección de Brücke y en definitiva, su
metapsicológica cuando se le sitúa en una tópica o lugar espacial, cuando se enfoque anatómico-fisiológico experimental (el microscopio era su com-
le representa con la dinámica de fuerzas en conflicto y cuando es posible tasar pañero habitual), le prepararon decisivamente el camino para el desplaza-
su intensidad energética. La lectura de la literatura psicoanalítica en este miento metafórico desde la práctica anatómica al punto de vista tópico:
punto produce la impresión de un acuerdo más o menos generalizado, pero «La especialización se refería, en la práctica inicial, al espacio-cuerpo»
también dependiente de la adscripción de escuela, lo que significa privilegiar (Assoun, ob. cit., pág. 124). Pero cuando más adelante se interese sólo en
algún aspecto en detrimento de algún otro. También se han añadido algunos el estudio del psiquisrno, «ese esquema espacial» se mantendrá como
otros puntos de vista adicionales, como el genético, adaptativo, psicosocial y punto de vista metapsicológico primordial, pero «ya no se tratará ... del
estructural, cuyo.valor y función comentaremos más tarde.
Nosotros, en lo más básico, seguiremos en parte las definiciones acepta-
bles que proponen Laplanche y Pontalis en su ya clásico diccionario (1968),
para completarlas con el excelente trabajo que Assoun (1981) llevó a cabo a
I Desde la edad media, «físico» era el modo de nombrar los médicos, y aunque ha caído en des-
este respecto. LISO, todavfa es así,
11

I
406 Antonio García de la 1-1.02 Evolución de la merapsicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 407

espacio visible, sino de esa espacialidad concreta que constituye" el apara- que para el psicólogo alemán era el resultado de un.a radicali~aci~n, en. la
to psíquico"» (Assoun, ibíd.) oposición de representaciones; y sobre todo el proplO concepto dinámico
de represión [Ve7'clrcingzmg.l, que para Herbart era un desuno observable de
Nuestra tópica no tiene, de momento, nada que ver con la Anatomía, refirién- la agonística entre las representaciones, cuando éstas no podían ni des-
dose a regiones del aparato anímico, cualquiera que sea el lugar que ocupen en el truirse ni permanecer inalteradas. Esta consideración de la dinámica de las
cuerpo.y no a localidades anatómicas (Freud, J9l5e, Oc, pág. 2066).
representaciones condujo a Herbart a la suposición del inconsciente en la
~dap~quka. . .
Desde que empieza a teorizar el inconsciente, en la época de los Estudios Pero así como la influencia de Brücke en Freud es directa, la influencia de
sobre la histeria (1895), 10 representa con un esquema espacial, topográfico Herbart le llegó por intermediaciones. Por un lado, como ha demostrado
(véase nuestro esquema gráfico en 1.2.1.2.3). El esquema que presentará del Bernfeld (1949), los manuales de psicología del joven Freud estudiante de
aparato psíquico en el capítulo VII de la Traumdeutung está apoyado en Liceo, estaban impregnados de herbartismo, y por otro lado, mucho .más
forma similar en la teoría fisiológica del arco reflejo. Abara bien, se trata de tarde, a través del psiquiatra Meynert, auténtico herbartiano, bajo cuya direc-
un salto metafórico, donde la localidad real deja su sitio a la «localidad psí- ción trabajó durante un tiempo. Según sugiere Assoun (ob. cit., págs. 135-U~),
quica». Si ya en su trabajo sobre la afasia (Freud, 1891b) dejaba bastante Herbart no sólo leza a Freud herramientas conceptuales, Silla la concepción
claro la renuncia a todo intento de localización anatómica precisa (remitien- del yo de Fitche (~aestro de Herbart), 'un yo hecho añicos según el ju~go
do a un planteamiento más funcional entre el cerebro y la actividad psíquica), interminable de oposiciones entre lo que es yo y lo que es no-yo. Freud ana-
con mucha más razón ahora se imponia esa renuncia al tratarse sólo de la dirá a este juego representacional el otro elemento, los afectos -que en I:Ier-
construcción de un aparato psíquico. bart estaba supeditado a la oposición de representaciones-, para reducir la
Ahora bien, para Freud, y desde el principio, esta construcción espacial vida psíquica a ese juego de representaciones y afectos que podemos obser-
del psiquismo, podríamos decir estática, estuvo íntimamente ligada a otra, var en sus escritos metapsicológicos del año 1915 (La represión y Lo incons-
dinámica, a un movimiento de fuerzas que discurren por el «topos». Así pasa- ~~. .
mos al siguiente punto de vista. Herbart «constituye ... un eslabón determinante entre los dos macizos:
tópica-anatómica y económica-física. Introduce en el objeto meta psicológico
B) Punto de vista dinámico: Plantea una teoría de las fuerzas en conflic- la dimensión propiamente psicológica» (Assoun, ob. cit.~pág. 140).
to (descripción de movilidad del proceso psíquico a causa de la oposición
conflictiva), lo que remite en definitiva a la posterior teoría de los mecanis- e) Punto de vista económico: Plantea una teoría de la energía, origen
mos de defensa. último de las fuerzas psíquicas (se refiere a la intensidad del hecho psíquico).
Esta concepción, en origen, se diferencia de la de Janet, más estática. Por Por los sistemas de! aparato psíquico (<<topos»),circulan las fuerzas (dinámi-
ejemplo, para éste, la psicastenia se debía a una insuficiencia de la capacidad co), gracias a una energía (más o menos cuantificable), es decir susceptible de
de síntesis mental, mientras que para Freud la neurosis obsesiva (su cuadro aumento o disminución.
parecido), siempre era resultado de una interacción de fuerzas. En su trabajo Lo inconsciente (1915e), Freud entiende por orientación
Assoun (1981, segunda parte, capítulo 2) ve ahora en la psicología-filoso- económica
fía de Herbart, la influencia decisiva en la hipótesis dinámica de Freud. La
influencia herbartiana es la más propiamente psicológica de entre todos los ... aquella que aspira a perseguir los destinos de las cantidades de excitación y a
referentes decisivos en la meta psicología freudiana: Se trata de la psicología establecer una estimación, por lo menos relativa, de los mismos (OC, pág. 2070).
alemana del XIX, para la cual, la psique es investigable científicamente. Y Her-
bart se dedica a ello basándose en el concepto de representación [Vol'ste- Para Laplanche y Pontalis (1968, pág. 101), es una exigencia del pensa-
llung], cuya característica principal es ser una fuerza susceptible de medición. miento freudiano que viene determinada por su pertenencia al espíritu cien-
y para llevar a cabo dicha medición, la representación se vuelve fuerza por tífico de su época y que dota de nociones energéticas al vocabulario freudia-
oposición a otra representación. Por tanto es la oposición de representacio- no. También se le impone desde la experiencia clínica, donde un cierto
nes 10 que crea su determinación. El propio concepto [s/orstellung] y su juego número de hechos cree no poder explicarlos sino utilizando un lenguaje eco-
de fuerzas en oposición, pasará a ocupar su lugar en la meta psicología freu- nómico: Por ejemplo, la pulsión es más fuerte que el yo, afectos en éxtasis o
diana casi tal cual, despojándole del halo de metafísica que todavía tenía en estancados, equilibrio energético entre las dos formas de libido, choque
Herbart. demasiado intenso en e! caso de las neurosis traumáticas, etc.
Otros conceptos fundamentales de la futura teoría psicoanalítica tam- Parece el aspecto más vulnerable de la meta psicología freudiana, y como
bién se encuentran en I-Ierbart. Por ejemplo la resistencia {\Videl'stan d], veremos más adelante (15..3), el que más decididamente han eliminado, o

/
408 Amonio García de In Hoz Evolución de la metapsicología psicoanalírica. Perspectivas actuales 409

intentado eliminar, muchos psicoanalistas. Freud, consciente de las críticas Helmholtz representa un modelo que le viene a Freud a través de Brü-
que le podrían hacer, formuló su defensa de este punto en varias ocasiones, cke, por lo que es otro referente conocido. Su dinámica energética se apoyaba
inclusive comparando al psicoanálisis con las ciencias físicas (Freud 1914c lotalmente en la física, y no resultaba nada especulativa, como en Fechner. Su
y 1915e), donde, , energetismo estaba impregnado en un modelo mecánico (pues la energía es
lo que puede convertirse en movimiento) y que pasará enteramente a Freud.
también los «conceptos fundamentales» fijados en definiciones experimentan una Helmholtz hablaba de «fuerzas vivas» y «fuerzas de tensión» (manifiestas y
modificación de contenido (1915e, OC, pág. 2939). latentes en Freud), como W1adualidad que permitía comprender todos los
fenómenos físicos. Este modelo llegó también a la fisiología -la física de los
En iVfás a!lá del principio del placer (1920g) reconoce que, organismos de Brücke-, en forma de fuerzas de atracción y rechazo, donde
la energía se transforma, pero no se pierde. Pues bien, todos estos movi-
... nada sabemos de la naturaleza del proceso de excitación en los elementos de los mientos de fuerza son cuantificables, y esta exigencia no es sólo para satisfa-
sistemas psíquicos y 1'10 nos sentirnos autorizados para arriesgar hipótesis ninguna
sobre ralmateria. De este medo operamos con una X, que entra oblizadamenre en cer la apariencia de cientificidad, «sino quela cuantificación es el efecto nece-
cada nueva fórmula (OC, pág. 2521l. e sario al mismo tiempo que el signo esperado de la racionalidad deseada.
Freud establecerá ese deseo al mismo tiempo que ese requisito al incluir una
Assoun (1981, segunda parte, capítulo 3) plantea que para comprender económica el) su meta psicología» (Assoun, ob. cit., pág. 163).
este punto de vista en Freud, hay que ver su conexión con las ideas de Fech-
ner y Helmholtz. Y ambos como herederos, junto con Wundt, del imperati-
vo de la medición y las matemáticas que Kant había impuesto a la psicología, 15.2.3.2. Los puntos de vista adicionales
como requisito para convertirse en ciencia natural.
La impo~tancia de Fechner es directamente reconocida por el propio Hemos reflejado que, para Freud, eran sólo tres los puntos de vista o pers-
Freud en vanos textos, sobre todo en Más allá del principio del placer. pectivas que había que considerar para el estudio metapsicológico de los pro-
cesos psíquicos (inconscientes). Probablemente dentro de cada uno. de ellos
No puede sernas indiferente ver que UD investigador tan penetrante como podrían caber otras consideraciones, y ésa puede haber sido una de las razo-
G. Th. Fechner adopta una concepción del placer y el displacer coincidente en esen- nes por las que algunos seguidores han creído oportuno plantear nuevos pun-
cia con la que hemos deducido de nuestra labor psicoanalítica (OC, pág. 2508).
tos de vista, nombrados de diferente manera. El repasoa la literatura (Feni-
chel, 1945; Hartmann y Kris, 1945; Lagache, 1955; Hartmann, 1950 y 1964;
También en su Presentación autobiográfica (1925d [1924J) reconoce esta Rapaport, 1960; Laplanche y Pontalis, 1968; Brenner, 1973; Tizón, 1978;
influencia fechneriana Tizón, 1988; Poch, 1989; Bofill y Tizón, 1994) da pie a pensar que cada autor
ha privilegiado y/o añadido puntos de vista para la explicación psicoanalítica
Siempre me han atraído ... las ideas de G. Th. Fechner, pensador al que debo según su propia orientación teórica.
interesantísimas sugerencias (OC, pág. 2791). En cualquier caso, a los clásicos puntos de vista freudianos se han añadi-
do los siguientes:
Pa~a Fechner el problema era la.,medición de las sensac.iones, y logró
deducir la ley que expresaba la relación constante y matematizada entre un 1) El punto de vista genético o evolutivo (Hartrnann y Kris, 1945; Erik-
dato físico (sensación) y un fenómeno psíquico (excitación) y estableció la son, 1959) pretendería explicar los acontecimientos basándose en una histo-
«tendencia a la estabilidad» en los organismos, que se traducirá en Freud en ria. Rapaport y Gill (1959) lo definen como «la exigencia de que toda expli-
su Principio de Constancia: cación psicoanalítica de todo fenómeno psicológico incluya proposiciones
relativas a su origen y desarrollo». Toda conducta tiene unos condicionantes
Una de las tendencias del aparato psíquico es la de conservar lo más baja posi- previos que pueden determinar las conductas posteriores, y de lo que se tra-
bl_eo, flor lo menos, constante, la cantidad de excitación en él existente (1920g, Oc, taría aquí es de averiguar cómo se ha originado una conducta y como se ha
pag.2)08).
desarrollado en el tiempo. Como afirma Poch (1989, pág. 155) a esta pers-
, pectiva pueden afiliarse la teoría de los estadios libidinales, los conceptos de
Para ASSOUll(ob. cit., pág. 153), no obstante, «la psicofísica fechneriana fijación y regresión, etc. Para Fenichel (1945), la explicación genética está de
f~rma parte de un contexto metafísico», respaldado por la propia trayectoria más, pues un buen esclarecimiento dinámico bastaría, pues éste debe incluir
vital del propio Fechner. Por ahí se entiende la necesidad de Helmholtz para el estudiar los fenómenos «en términos de proceso, desarrollo, progresión y
completar el punto de vista económico. . regresión» (pág. 25). Probablemente Fenichel tenga razón, pues Freud, que

/
í
1
I

410 Antonio García de 1,1 Hoz Evolución de la rnerapsicologiapsicoaualirica. Perspectivas actuales 411

no incluyó este punto de vista, escribió en uno de sus trabajos (1913) que el ney. En mi opinión, este punto de vista también está de más por obvio. Freud
psicoanálisis «consiste en la reducción de un producto psíquico a otros que también lo tuvo siempre en cuenta. No hay más que leer el famoso «caso
le han precedido en el tiempo y de los cuales se ha desarrollado» (citado por Dora» (Freud, 1905e), o leer en la obra freudiana (1921c) cómo el origen de
Bleger, 1968, pág. 131). Recientemente, y en nuestro medio, Gutiérrez Terrazas rodas las formas de conducta de! individuo reside en la experiencia social
(1998b) opina lo mismo: «No soy muy partidario del término genético por las misma. Y como ha afirmado Poch (1989, pág. 158) «si reflexionamos sobre
muchas connotaciones negativas que tiene y, en todo caso, lo genético es al los conceptos freudianos tradicionales, vemos que en ellos está implícito el
mismo tiempo tópico y dinámico.» Desde W1 principio, Freud orientó la inves- punto de vista psicosocial», como por ejemplo, el propio complejo de Edipo,
tigación psicoanalitica desde los procesos evolutivos e históricos'. De esta la noción de superyó, las identificaciones, etc. Si este pLU1tOele vista necesita
forma, no se entiende muy bien la propuesta ele los psicólogos elel ego (Hart- ser marcado especialmente, tendríamos que hacer lo mismo con otro, que
mann y Kris) en aislar este punto de vista, aunque se com prende fácilmente que podríamos denominar, punto de vista biológico. De hecho Hartrnann (1947)
dicho pLU1tO,así como el adaptativo, colocan el acento en elementos psicoso- ya apuntó algo en este sentido.
ciales, para alejarse de los presupuestos biológicos del principio económico,
punto de vista del que, en realidad, huye toda la tradición de la Egopsychology. 5) Por último, y según Bofill y Tizón (1994, pág. 47), ha adquirido
recientemente importancia un punto de vista que denominan comunicacio-
2) El punto de vista adaptativo (Rapaporr, 1960) parece un claro subroga- nal, donde toda conducta y/o representación mental se entiende como comu-
do de uno de los presupuestos teóricos fundamentales de la psicología del ego: la nicación consciente o inconsciente.
adaptación a la realidad. Rapaport, al introducirlo, realiza sobre todo una labor
de escuela. En mi opinión 00 es necesario para la explicación metapsicología de La acumulación de puntos de vista no implica un mayor esclarecimiento,
. un fenómeno psicológico y, como apuntaba antes, sirve para marcar elementos sino todo lo contrario, amenaza con ensombrecer la explicación psicoanalíti-
psicosociales. En cualquier caso pone en cuestión la noción de realidad en psi- ca. Por ejemplo, para Bofill y Tizón (1994, pág. 47) los puntos de vista bási-
coanálisis, que dista mucho de ser unívoca. La Egops'ychology ha enfatizado la cos son sólo cuatro (dinámico, económico, estructural-que son los clásicos
función adaptativa a la realidad (externa) frente a la vida pulsional, que desde su freudianos=- y genético). Añaden que e! postulado económico es cada vez
perspectiva era la predominante en la teoría clásica freudiana. menos tenido en cuenta, y que por el contrario está en auge e! pLU1tOde vista
tópico (quizás, aunque sin nombrarlo, aludiendo a la creciente extensión de
3) El punto de vista estructural se puede apoyar con fundamento sobre la escuela lacaniana, que privilegia dicho postulado). .
la segunda concepción de Freud (1923b) del aparato psíquico (YO-ELLO- Como hemos planteado en el caso de Freud, sus tres puntos de vista tuvie-
SUPERYÓ). Aquí ya no se trata tanto de una tópica (lugar) en sentido estricto, ron mucho que ver con los conocimientos científicos, filosóficos y psicológicos
sino de instancias psíquicas (estructuras). Un acontecimiento psíquico aco- de su momento histórico. Lo importante es poder hacer lo mismo con cada
plado a la conceptualización de El )10 Y el ello, sería una explicación estruc- punto de vista adicional que se plantea. Los puntos ele vista adaptativo y psi-
tural. Para Fenichel (1945, capítulo II),este punto de vista sustituiría al punto cosocial parecen responder más claramente a razones oportunistas de escuela,
de vista tópico, dado que no lo considera, aunque ello no parece demasiado y que dificultan su aceptación por otras orientaciones. Además no está nada
correcto. Una cosa es la explicación tópica y otra la estructural, y ambas se clara su perfecta discriminación de los otros ya existentes, como hemos visto.
complementan. Para Bofill y Tizón (1994), este punto de vista resulta básico, Para finalizar, únicamente apuntar que no me parece que la acumulación
pues «toda conducta o representación mental es expresión de la actividad de de puntos de vista sobre los acontecimientos psíquicos sea lo esencial, sino la
la personalidad como un todo y, por tanto, de la dinámica de sus propias comprensión del momento y lugar histórico en que se proponen, que es lo
estructuras o instancias» (pág. 47). que puede proporcionar la justificación a los mismos.

4) El llamado punto de vista psicosocial, cuya diferencia con el adapta-


tivo no es del todo clara, también fue introducido por Rapaport (1960), y 15.2.4. EL APARATO rsfoorco y LOS PRINCIPIOS DE SU FUNCIONAMIENTO
viene a expresar que todo proceso mental está influido social y culturalmen-
te, en un marco tanto micro como macro social determinado. En esta pers- En realidad, tal y como se pregunta Nasio (1994, págs. 16-17), toda la
pectiva se enmarcarían autores importantes como Erich Fromrn y Karen Hor- producción freudiana, marcada por un «obstinado deseo de saber», no es
más que una voluminosa respuesta a una pregunta básica y de resolución
imposible -aunque no por ello deba dejar de ser formulada-: ¿Cuál es la
2 Véase. por ejemplo. el trabajo Formulaciones sobre IOJ dOJ'principios del amecer psíquico (1911b), causa de nuestros actos? ¿Cómo funciona nuestra vida psíquica? Freucl trató
donde explícitamente nombra su «psicología genérica» (OC, pág. 1640). de responder a estas preguntas durante toda su vida, ofreciendo un número

/
412 Amonio García de la Hoz Evolución de la merapsicologla psicoanalirica. Perspectivas actuales 413

variado de soluciones según su momento vital. El núcleo de todas ellas pasa- ha ahorrado y facilitado la tarea. Las primeras utilizaciones del vocablo en
ría por el planteamiento de un modelo de funcionamiento psíquico, para lo Freud (en el Proyecto de psicología. para neurálogos) tenían UD significado bási-
que era necesario la construcción de una ficción: El aparato psíquico {pSJI- camente neurológico, apoyadas sobre la base del arco reflejo. La noción de
cbiscber Apparat], propuesta analógica para hacer inteligible lo oculto a la aparato psíquico toma un sentido más propiamente psicoanalítico -libre ya
observación empírica. de connotaciones neurológicas- en el escrito La sexualidad en la etiología de
las neU1'OsÍ5(1898a). Así alcanzamos el gran texto sobre el aparato psíquico (el
capítulo VII de la Traumdeutung), donde a la vez de formular la primera des-
15.2.4.1. El aparato psíquico cripción completa de los sistemas del aparato, se da una concepción general
del mismo. Esta concepción se aprovecha para fines psíquicos del esquema del
Como apuntan Laplanche y Pontalis (1968, pág. 31), la noción de apara- arco 'reflejo, esquema que aparecía en forma más neurológica en el Proyecto, y
to subraya la intención que Freud quiere dar al concepto: Existencia de una que puede-servir de base para dar cuenta de los procesos y del trabajo que se
capacidad en el ser humano ele transmitir y transformar una energia determi- impone el aparato psíquico. Ante todo hay que decir que el modelo del arco
nada (psíquica), y que a su vez tenga la capacidad de distinguir y discriminar reflejo sigue siendo hoy día fundamental para la neurología moderna.
(según la utilización de esa energía) unos sistemas determinados. El esquema es muy simple, y tanto Erdelyi (1985) como Nasio (1994) lo
Son tan numerosas -yen tantos de sus textos-las alusiones de Freud al ..
- representan del siguiente modo:
aparato psíquico, que por fuerza hemos de resumir y seleccionar. Por un lado,
el propio vocablo «aparato» [Apparat], subraya la idea de trabajo, un trabajo que El arco reflejo (tomado de Erdelyi, 1985, pág. 1)
consistiría básicamente en mantener lo más bajo posible el nivel de tensión ener-
gética en el organismo. Las connotaciones fisicalistasson bastante claras, por lo cerebro
que, por otro lado, se necesita el adjetivo «psíquico» [psychiscber], aunque
Freud utilizó también «anímico» [seeliscber]. Al lector ingenuo le puede pasar
desapercibida cierta intencionalidad freudiana en el uso de cada uno. Como
bien ha señalado Villamarzo (1989, pág. 68), en sus primeros escritos Freud eli-
gió psychischer, pero a partir de la Traumdeutung (1900), casi siempre utilizaba
seeliscber. lo que indica con bastante claridad que, con el paso del tiempo, fue
desligándose de la herencia meramente neurológica de sus comienzos.
1
Antes hemos dicho que hay que concebir al aparato psíquico corno una médula
ficción, es decir, como un modelo heurístico, y por supuesto, no pretender espinal
intento alguno de localización anatómica. Se trata de una representación, de
un modelo analógico de la realidad psíquica que, aún partiendo y apoyándo-
se en a) unos presupuestos anatómicos y/o neurológicos y en b) la observa-
ción de las conductas (las internas por introspección y las externas por obser-
vación), intenta representar la zona intermedia, oscura, la caja negra que
especifique la actividad psíquica del ser humano. Este es el espíritu del últi-
mo Freud, cuando en uno de sus trabajos póstumos (1940a [1938]) escribía: El arco reflejo (tomado de Nasio, 1994, pág. 19)

De lo que hemos dado en llamar nuestro psiquismo (o vida mental) son dos las trayecto del arco
cosas que conocemos: por un lado, su órgano somático y teatro de acción, el encé-
falo (o sistema nervioso); por el otro, nuestros actos de consciencia, que se nos dan
de forma inmediata y cuya intuición no podría tornarse más directa mediante nin-
guna descripción. Ignoramos cuánto existe entre estos dos términos finales de nues-
tro conocimiento: no se da entre ellos ninguna relación directa (OC, pág. 3379). /
O o
El aparato psíquico, como representación modélica y analógica, no es más Excitación Acción real:
que una hipótesis sobre una forma peculiar de trabajo, el trabajo psíquico, externa descarga exterior
como antes decíamos.
polo sensorial polo motor
La labor de rastreo del término llevada a cabo por Villamarzo (1989) nos

/
T
414 Antonio García de la Hoz Evolución de la merapsicologla psiconnalírica. Perspectivas actuales 415

El modelo del arco reflejo es decisivo para la comprensión de la prime- aparara psíquico, las exigencias de la realidad» (pág. 312). Pero esta aparen-
ra formulación del aparato psíquico, que Freud realiza en el capítulo VII de te simplicidad planteó muchas dificultades a Freud, sobre todo desde la pers-
la Traumdeiuung, Antes de pasar a la descripción, tanto de esa primera for- pectiva genética, pues ambas pulsiones no tienen por qué seguir el mismo
mulación como de la segunda (véase 15.2.5), veremos primero -también esquema evolutivo, ni muchísimo menos. De hecho, con la instauración de la
necesariamente resumielos-, los principios que rigen el funcionamiento teoría estructural, el yo se convertirá en la instancia encargada de garantizar
elel aparato. el principio de realidad.
. Con la introducción de la pulsión de muerte, Freud (1920g) se planteó
que, en efecto, existía algo más allá del principio del placer. Conseguir el pla-
15.2.4.2. Los principios del funcionamiento psíquico cer y evitar el displacer, y las restricciones que impone el principio de reali-
dad, no serían ya el objetivo último del funcionamiento del aparato psíquico,
En este punto comprobamos, una vez más, el progresivo desarrollo de las como había creído hasta entonces. Más allá se encontraba la pulsión de muer-
ideas de Freud, y cómo las fue modificando hasta consolidar una síntesis pro- te, cuya tendencia el organismo la va a expresar con otro principio que Freud
pia. Todos los principios de los que se sirve para describir el funcionamiento tomó de una psicoanalista inglesa (Bárbara Low): el «principio de Nirvana».
de su «aparato», evidentemente tienen sus antecedentes, pero sólo al final Como decía, la forma definitiva de su pensamientoen cuanto a la articu-
(1924c) consigue una articulación lograda a partir de los usos anteriores. Así, lación de los principios la expresó en los párrafos iniciales de Sll trabajo El
desde los principios de «inercia neuronal» y «constancia» del Proyecto (1895) problema económico del masoquismo (1924c), donde ya se descarga de todo el
-de clara influencia fisiológica fechnneriana-, hasta los principios del «pla- lastre lingüístico de sus primeras formulaciones. El placer y la realidad se
cer», «realidad» y «Nirvana» de El problema económico del masoquismo asientan sobre la base del Nirvana primitivo, que es la expresión de la pulsión
(1924), Freud, que ha pasado radicalmente de la neurofisiología a la psicolo- de muerte, pulsión ya decididamente arraigada e irrenunciable en el pensa-
gía, que ha modificado su teoría de las pulsiones, que ha cambiado su con- miento freudiano. Pero para llegar a esta posición final, Freud ha recorrido
cepción de la angustia, que ha formulado dos concepciones del aparato psí- un penoso camino teórico, con dudas y vacilaciones, de las que los seguido-
quico, que ha recorrido una gran trayectoria profesional, Freud, en suma, res y lectores posteriores no han quedado exentos.
siempre ha mantenido una idea de oposición conflictiva en cuanto al funcio-
namiento psíquico, plasmada en unos principios u en otros, según su momen-
to, y que vamos a exponer a continuación. 15.2.4.2.1. Definición, relación y correspondencia entre los principios
La pregunta que nos hacíamos al comienzo del apartado anterior sobre el
funcionamiento de la vida psíquica, es el interrogante principal que está en la Los tres principios definitivos, la relación entre ellos, así como la corres-
base de los planteamientos freudianos sobre los principios del acontecer aní- pondencia con los otros también mencionados en la obra freudiana, nos lleva
mico. En nuestra opinión, en la obra de Freud hay tres textos esenciales para a una conclusión interesante sobre la fuerza de Freucl como pensador, y sobre
observar su decisión final: Formulaciones sobre los dos principios del acaecer algo inalterable y presente en toda su producción: Aunque bajo distintas
psíquico (1911b), Más allá del principio del placer (1920g) y El problema eco- denominaciones, cualquier cosa que sea lo que revele su última oposición
nómico del masoquismo (1924c). Entre los tres alcanzamos la concepción más pulsional vida/muerte, ya estuvo presente desde el principio en su pensa-
elaborada del pensamiento freudiano, aunque es verdad que las ideas ahí miento. Que ello sea filosofía, neurología o psicología es lo menos importan-
expuestas son la herencia de textos anteriores, como el Proyecto (1895) y la te, lo cierto es que las tres disciplinas influyeron fuertemente en su produc-
Traumdeutang (1900). En estas dos obras encontramos nociones implícitas ción. Nuestro siguiente estudio de los principios lo muestra.
del placer-displacer y de realidad (Realit¿it), aunque aún demasiado apegadas Desde el principio Freud estuvo en posesión de una noción de placer, que
a sus referentes coyunturales, como eran el funcionamiento neurológico y el ha permanecido más o menos sin grandes variaciones a lo largo de toda su
onírico respectivamente. obra. Esto no parece tener duda. Lo que sí es problemático ha sido la mane-
En Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (1911b) es ra en que afrontó el tema.
cuando nos encontramos por vez primera, explícitamente formulados, al La mejor definición del principio del placer, además de ser la primera
«principio del placer» y al «principio de realidad» rigiendo todos los proce- mención al término en tal forma, se encuentra en Formulaciones sobre los dos
sos psíquicos del ser humano. Por entonces, ambos dos se respaldaban sobre principios del acaecer psíquico (1911 b):
la primera teoría ele las pulsiones de Freud (véase 12.2.1), y según sugieren
Laplanche y Pontalis (1968), de ello resultaría que «las pulsiones sexuales En la psicología basada en el psicoanálisis nos hemos acostumbrado a tomar
seguirían siendo el dominio preferente del principio del placer, mientras que como punto de partida los procesos anímicos inconscientes, cuyas particularidades
las pulsiones de autoconservación representarían rápidamente, dentro del nos ha revelado el análisis, y en los que vemos procesos primarios, los más antiguos

/
Amonio García de la Hoz Evolución de la metapsicologia psicoanalltica. Perspectivas actuales 417
416

residuos de una fase evolutiva en la que eran únicos, No es difícil reconocer la ten, dios sobre la histeria bajo la «tendencia a mantener constante la excitación
dencia a que estos procesos primarios obedecen, tendencia a la cual hemos dado el intracerebral», y en el Proyecto bajo el nombre de «principio de üiercia neu-
nombre de principio del placer-displacer(o más b reveme? te! el pnncipio del placer): ronal», SegLU1Strachey todos son homólogos, Así pues, aquí tenemos todo el
Tienden a la consecución del placer y la actividad pstquica s~ retrae de aquellos
actos susceptibles de engendrar displacer (OC, 1638, cursiva mía). puzzle de los principios, Únicamente falta engarzarlo,
El pri.ncipio de inercia neuronal sólo es utilizado por Freud en el Proyec-
En la Traumdeutung (1900), Freud había usado la denominación «pr~nci- to, en el sentido de una evacuación completa de la cantidad de energía por
pio del displacer» (OC, 70~) para nombrar esa tendencia d.elapar:ato pSlC[UI- pirre de las neuronas, Como es obvio, recuerda al mismo principio de la físi-
co, y en general, la dialéctica placer/displacer e~'adenominada ul1l~ament~ ca (la inercia), pero el uso freudiano es muy libre y su conexión con el prin-
por el lado displacentero, precisamente hasta la CItaexpuesta mas arnb~, Ahi cipio físico bastante laxa, En física es una propiedad universal de los cuerpos
vemos al pri.ncipio nombrado por las dos panes (placer/dIsplacer), y ~Slap,a- en movimiento o reposo, según la cual son incapaces de salir de ese estado
recerá en algunos textos que seguirán (1915c y 1915e), hasta la consolidación (rnovimienro o reposo), si no es por Ía intervención de alguna otra fuerza. Se
definitiva del sintagma «principio del placer» (1920g) a secas. Es[~ ~:corndo trata de una irremediable tendencia física a conservar el estado anterior. Para
gramatical no es azaroso, tiene un sentido, qL~een, m~estra OP1l110l:e~ el Freud, apoyándose en el mencionado esquema del arco reflejo, las neuronas
siguiente: Freud sólo pudo nombrar la tendencia pSlqUl.cac.omo «prmc.l?IO tenderían a descargar por entero su excitación por el polo motor. Pero este
del placer», una vez desembarazado de las .o_trasdenom1l1aclonesque arras- principio i.nercial es contrarrestado por otro, expresado por la ley de cons-
traba desde la época (1895) de la colaboraclo,n c~n Breuer (Estudios sobre la tancia, que limitaría el flujo libre de la energía (cantidad psíquica de excita-
histeria) y del Proyecto, Esas otras denOml11aClO~eSestaban ~~:ten~ent~ ción), fijando o ligando determinadas representaciones. Freud no asimila la
impregnadas del lenguaje de la física y la neurología y de la tradIcI~~ cienn- inercia o~urollal (tendencia al flujo y a la descarga libre de energía) con la
fica de la que Freud era heredero, Lo esencial en ellas ~ra la cuestion d~ la constancia en el Proyecto, y en parte, los representa como opuestos, Dada la
cantidad, es decir, el punto de vista económico: Con dicho punto de VIsta influencia reconocida de Fechner, es interesante destacar que para éste, tam-
como referente principal, el displacer. fue consld.era~l? por Freud desde el poco su «tendencia a la estabilidad» era asimilada a su «principio de placer»,
principio como un aumento de la cantidad d~ excltac;on .. y el placer como la que también lo propuso (Laplanche y Pontalis, 1968, pág. 310),
disminución de la misma. Y todo este contenido semántico fue ocupado por ¿Qué sentido puede tener esto? Dado que Freud no volvió a utilizar el
mucho tiempo en la obra de Freud por l~ denomi.nación «l?ru:cipio d~ con~- principio de constancia a partir de la cita arriba expuesta, no podemos ase-
rancia», y también, aunque por menos tiempo, por el «pnl1C1pIOde mer;la gurar nada con garantías. Pero descargarse por entero, la evacuación comple-
neuronal». Estos dos principios, usados por Freud ~n el Proyecto, teman ta de la cantidad neuronal, propia del principio de la inercia, vuelve a apare-
entre sí una curiosa relación. El principio de constancia, sobre todo, ocupa, cer en 1920 en forma de tendencia dominante de la vida psíquica (<<Aminorar,
en mi opinión, un lugar muy especial en la metapsicología Ireudiana. '" mantener constante o hacer cesar la excitación interna», Oc, pág. 2536), sólo
La noción misma de «constancia» es muy paradójica y llena de ambigüe- que ahora en relación con el principio de Nirvana, y como afirman Laplan-
dades, Veamos, por ejemplo, cómo la describe en Más allá del principio del che y Pontalis (1968, pág. 306), como una reafirrnación del giro decisivo freu-
diano al plantear la pulsión de muerte. En conclusión, el principio de la iner-
placer: cia neuronal freudiano del Proyecto, es una premonición (neurológica) de la
Los hechos que nos han movido a opinar.9ue la vid~ ~síquica es regida por el futura pulsión de muerte, y de esta forma es asimilable en lo psíquico al prin-
principio del placer hallan también su expresión en la hlp,otesl~ de que una de las cipio de Nirvana.
tendencias del aparato anímico es la de conservar lo mas baja pOJ,~le,o, por lo Volvamos al principio de constancia y a su poco clara relación con el prin-
menos, constante la cantidad de excitación en él existente. Esta hipótesis vl~n~ a
expresar en una forma distinta la misma co~a, ~~es si la labor del aparato anll~lco cipio del placer, Freud mismo expresó no sentirse satisfecho con la formula-
se dirige a mantener baja la cantidad de excitacion, todo loaplo~lado pala elevarla ción del principio de constancia (1920g). He mencionado que en el Proyecto,
tiene que ser senticlo como nnrifuncionai: esto, es, como displaciente. El prll1ClplO la constancia impedía el fluir libre de la energía nerviosa (la energía «cinéti-
del placer se deriva del principio de la constancta, el c.ual, en realidad, fue ~eduCldo ca» o libre de Breuer), impedía la descarga inercial de la cantidad, y que esa
de los mismos hechos que nos obligaron a la aceptación del prunero. Profundizan- tarea era llevada a cabo por medio de la ligadura de representaciones (ener-
do en la materia hallaremos que esta tendencia, por nosotros supuesta, del aparato
anímico cae, como un caso especial, dentro del princ.ipio de Fechner de la (~tel1den- gía «tónica», ligada de Breuer), es decir, asociando energía o cantidad a neu-
cia a la estabilidad», con el cual ha relacionado este iuvesrigador ,las sensaciones de r?~lao representación (en la nomenclatura del Proyecto). De esta forma es jus-
placer y displacer (OC, pág. 2508) (comillas de Freud, cursiva mía). tlfl,cableque Villamarzo (1989, págs, 127-133) llegue a asimilar el pri.ncipio de
la inercia neuronal con el futuro principio del placer, y la constancia con el
Esta larga cita es apostillada por Strachey en. el sentido .siguiente: Freud futuro principio de la realidad, Pero esta asimilación es apresurada demasia-
consideró al principio de constancia desde sus primeros escrttos. En los Estu- do simple y no la podemos apoyar. '

/
Evolución de la meta psicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 419
418 Amonio García de la Hoz

Siguiendo hasta.cierto punto los razonamientos de Lacan (1978, pág. 127), mínimo, al cero energético, de la vuelta al estado inorgánico. Este nivel es el
Laplanche y Pontalis (1968) y Laplanche (1969), conseguimos otra manera de Nirvana, la ataraxia, la muerte.
engarzar los principios fr.eudianos, apoyándonos en el carácter ambiguo del A pesar de no poder determinar con exactitud qué entendía Freud por
pnnclpLO.de c?i1stanwl. Ni es del todo asimilable al principio del placer (pro- principio de constancia, nunca se si.ntió, como decíamos, del todo satisfecho
cesos primarios), ni lo es al principio de realidad (eneraía lizada procesos con sus intentos de definición. En un extenso párrafo de El problema econó-
secun d ar~os :u
. ) , tampoco a,1 ~rincipio de la inercia neuronal.
'" El'" principio
, de mico del masoquismo (1924c), continuación de la cita anterior, expuso su posi-
ción definitiva:
constancia tema W1 rostro jaruco, Por un lado apelaba al placer (reducción de
la excitación al punto óptimo). Por otro a la muerte (reducción a cero de toda
Pero identificamos apresuradamente este principio del nirvana con el principio
ex:~taci?n). Creo q~e ésta es la razón por la que ~a a desaparecer a partir del del placer-displacer, De ser idénticos todo displacer habría, pues, de coincidir con
Más allá del pnnapto del placer (1920g). cuando F reud se libra de la herencia una elevación; [Ocioplacer, con una disminución. de In excitación existente en lo aní-
recibida y consigue una Formulación propia a partir de ella, con la formula- mico y, por tanto, el principio delnirvana (y el principio del placer que suponíamos
ción de la pulsión de muerte. Idéntico) actuaría por completo al servicio ele las pulsiones de muerte, cuyo fin. es
La ambigüedad del principio de constancia se encuentra en la definición conducir la vida inestable a la estabilidad del estado inorgánico, y su [unción sería
la de prevenir contra las exigencias de las pulsiones de vida -la libido-, que inten-
misma expuesta m,ás arriba, dODd~la excitación del aparato psíquico para tan perturbar el ciclo viral a cuya consumación se aspira. Pero estahipótesis 110 puede
devenir en sensacion de placer, terua que permanecer a un nivel lo más bajo ser correcta. Ha de suponerse que en la serie gradual de sensaciones de tensión, sen-
posible o por lo menos constante. O como lo escribe en El problema económi- timos directamente el aumento y la disminución de las magnitudes de estímulo, y es
ca. de~ ,,,!asoquismo (l924c), cuando Freud ya se ha dado cuenta de que el Indudable que existen tensiones placientes y distensiones displacientes. El estado de
prmcipio del placer no es idéntico al principio de constancia: excitación sexual nos ofrece un acabado ejemplo de tal incremento placiente del
estímulo y seguramente no es el único. El placer y el displacer no pueden ser referi-
dos, por tanto, al aumento y la disminución de una cantidad a la que denominamos
. En otro lugar «[Más allá del principio del placer]» hemos presentado el princi- tensión de estímulo, aunque desde luego, presenten una estrecha relación con este
pro que nge todos los procesos anímicos como un caso especial de la «tendencia a facrar. Mas no parecen enlazarse a este factor cuantitativo, sino a cierto carácter elel
la estabilidad» (Fechner). adscribiendo así al aparato anímico la intención de anular mismo de indudable naturaleza cuaiitatiua. Habríamos avanzado mucho en psicolo-
la magnitud de excitación a él afluyenre o, por lo menos, la de mantenerla en un gía si pudiéramos indicar cuál es este carácter cualitativo. Quizá sea el ritmo, el
nivel poco eleoado. Bárbara Lo", ha dado a esta supuesta tendencia el nombre de orden temporal de las modificaciones, de los aumentos y disminuciones de la canti-
"principio del Nirvana», denominación que nosotros aceptamos (OC, pág. 2752) dad de estímulo. Pero no lo sabemos (OC, págs. 2752-2753., cursiva mía).
(comillas de Freud, cursiva mía).

. El ni~el más bajo 'p.osi~le, la anulación ~e toda excitación no puede ser Hemos expuesto el párrafo en su amplitud porque es esencial para la
Sll10 el nivel cero, la inercia neuronal, el Nirvana, en definitiva, la muerte.
comprensión definitiva de la postura freudiana. Porque, en efecto, «la ten-
y este nivel está más allá del principio del placer. Éste es el resultado de dencia a reducir a cero la energía interna de un sistema 11.0 parece asimilable
II1terpret.ar. el principio ele constancia freudiano en relación con el segun- a la tendencia, propia de los organismos, a mantener constante, a un nivel que
do pnncipio de la termodinámica, la entropía (Carnor) yen forma análosa puede ser alto, su equilibrio con el ambiente» (Laplanche y Pontalis, 1968,
con la «tendencia a la estabilidad» de Fechner. La hipótesis llevada a s~s pág. 300).
últimas consecuencias tiene por resultado la reducción de la energía inter- En lo que respecta al principio de Nirvana, aunque Freud (1924c) con-
na a cero, la conducción del organismo a un estado inorzánico (Nirvana) fiesa haberlo tomado de la psicoanalista inglesa Bárbara Low, es indudable
lo que es justamente el planteamiento de Freud en Nlás"'aUá del principio ~ue debió conocerlo a través de sus lecturas de Schopenhauer, quien lo
del placer. Importó de la religión budista, donde significaba extinción del deseo huma-
Pero el principio de constancia freudiano también puede interpretarse en no (como la idea de la inercia neuronal, anulación de toda excitación), ani-
el sentido de una eutorregulacion, es decir, el mantenimiento de un nivel ener- quilamiento de la individualidad. Freud, sin duda, vio en el nirvana hinelú o
gétic~ ~onstante con respecto al ambiente. Esta interpretación acerca dicho schopenhaueriano, una noción totalmente asimilable a su pulsión ele muerte.
pnnClplO a la homeostasis de Canon (1932). Pero para Freud la homeostasis El principio de realidad planteó menos problemas a Freud. La noción de
nunca e: O1:igi.naria,ni siq;üera orgánicamente. «Es menester que el paso de Realidad (Realitat), aunque implícita desde el principio, no la formuló como
la energia libre-a la energia ligada, tenga a su vez un antecedente mítico en principio hasta Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico
o~ro paso correspondiente al nivel de la naturaleza: el paso de la muerte a la (1911b), donde forma pareja inseparable con el principio del placer, al cual
VIda» (Laplanche, 1969, pág. 76). De ahí la necesidad de la pulsión de muer- n~odifica.La modificación del principio del placer se impone por la progre-
te. La homeostasis sólo conduce a la idea del equilibrio dinámico en el cuer- siva conciencia de la incapacidad de la realización inmediata e instantánea de
po VIVO,y en modo alguno se trata de una reducción de la tensión al nivel necesidades y deseos. Ahora la búsqueda de la satisfacción no se hace por el

/
420 Antonio García de la Hoz Evolución dc la metapsicologín psicoanalítica. Perspectivas actuales ..¡21

camino más corto, sino dando un rodeo que satisfaza las imposiciones ele! conflictos provocados por la diversidad ele sus fines respectivos, la disminución
mundo exterior. Desde el punto de vista económico, ~l principio de realidad cuantitativa de la carga de estímulo [nirvana), la constitución de un-carácter cuali-
se corresponde con una transformación de la energía libre en energía ligada. rarivo de la misma [placer) yen tercer lugar, el aplazamiento temporal de la descar-
qesde el pun~o de vista tópico es el característico de los sistemas precons- ga de estímulos y In aceptación provisional de la tensión displaciente [realidad]
(OC, pág. 2753).
creme y consciente, y sus procesos son los secundarios (15.2.5.1).
La p:'ogresiva imposición de este principio tendría mucho que ver con la
formación de la cO,hClenClay de. los procesos cognitivos como el juicio, la 1'5.2.5. LAS FOR,v¡ULACIONES DE FREUD SOBRE .ELAPARATOpSÍQU¡CO
memoria, la atenclOn,.el pensamiento, etc., pues son los procesos mentales
que hay que poner en Juego y ensayar con ellos para conseguir de forma tem- Dejando aparre el primer intento (fallido) de Preud, llevado a cabo en el Pro-
poralmente aplazada l? q~e se desea. Su progresiva imposición, empero, no yecto --el modelo neurológico-, son ya clásicassus dos famosas formulaciones
llega a suplantar al puncrpio del placer de forma definitiva, que se reserva del aparato psíquico. Le. primera la expuso en el capítulo VII de la Traumdeu-
otras actividades, como por ejemplo, los sueños y las fantasías. tung (J900a). La segunda en El JiO ji el ello (1923b). La primera se debe deno-
minar con propiedad formulación tópica. La segunda, estructural. La primera
PRINCIPIOS METAPSICOLÓGICOS FREUDIANOS dibuja unos lugares (topos) imaginarios por donde discurren los contenidos pSÍ-
quicos: Inconsciente [Unbeuiusst], preconsciente [vorbeiousst] y consciente
[Bewusstsein]. La segunda describe al aparato psíquico en tres estructuras (ins-
--------------------~ Dialécticade la vida tancias), formadas progresivamente: ello lelas Es], yo [das [eh] y superyó [das
Übetcich]. Son tan numerosas las exposiciones que se han hecho de ambas for-
mulaciones que nosotros sólo describiremos las características principales.

- Pulsión de muerte
- Tendenciaa la 15.2.5 .1. Primera [ormulacion (inconsciente-preconsciente-consciente)
estabilidad
- Ataraxia Se trata de la llamada primera tópica, aunque aquí, la palabra tópica cobra
- Inercia neuronal su auténtico sentido, pues realmente se trata de topos, de lugares o sistemas
psíquicos. Freud la expone por vez primera en el capítulo VII de su Traum-
- Pulsión de vida deutung (1900a). Villamarzo (1989) nos ha ofrecido una noción genérica apli-
- La libido cable a los tres lugares: «Los sistemas psíquicos son representaciones intuiti-
Principio de Realidad vas de lugares (topos) psíquicos en los que se consideran localizados y activos
(dinámicos) los diversos contenidos psíquicos» (pág. 203). Cuando hablamos
Disminución cuantitativa Carácter cualitativo Aplazamientotemporal de contenidos psíquicos nos referimos ampliamente a las motivaciones, afectos
o sentimientos y a los representantes psiquicos (ideas, percepciones, recuerdos,
fantasías, etc.), contenidos psíquicos todos ellos, que en psicoanálisis tienen
El esquema anterior lo hemos construido para resumir los planteamientos como motor a las pulsiones [Trieben].
de Freud resp.ecto a todos los princ!pios implicado~. El esquema es el reflejo
de su pensamiento final, y esta inspirado en lo escnto en EL problema econó-
mico del masoquismo (1924c): 15.2.5.1.1. El inconsciente

Hemos de reparar que el principio del nirvana, súbdito de la pulsión de muer- Si hubiera que sintetizar en una palabra el máximo descubrimiento freu-
te,. ha experimentado en los seres animados una modificación que lo convirtió en diano, éste sería el uso que dio al término inconsciente. Se puede usar como
pnncrpio del placer, Y,en adel,:nte evitaremos confundir en uno solo ambos princi- sustantivo y como adjetivo, aunque en esta primera tópica cobra su sentido
pros ... se nos ofrece HSI ~1J1asen e de relaciones muy Interesantes: el principio del nir- más sustantivo, C0l110 sistema psíquico singularizado. Su uso adjetivado seña-
valla ~xp~e,sala tendencia de IHpulsión de muerte; el principio del placer representa la la calidad de los contenidos de ese sistema, y como tal se empleó por Freud
la asptracton de la libido; y la l11odifi~ación de este último principio, el principio de
la realidad, corresponde a la influencia del mundo exrenor, en e! marco de la formulación estructural, puesto que inconsciente no es ya
Ninguno de. estos tres princip,io~ queda propiamente anulado por los demás, y la cualidad propia de una instancia particular, sino que puede atribuirse tanto
en general, coexisten los tres armomcarnente, aunque en ocasiones hayan de surgir al yo, como al ello o al superyó.

I /
-122 Amonio García de la Hoz Evolución de la rnerapsicologia psicoanalírica. Perspectivas actuales 423

Pero el descubrimiento mismo no fue específicamente freudiano (\XTbyte, Mas por nuestra parte, hemos llegado al concepto ele inconsciente por un cami-
1960; Ellemberger, 1970; Klein, 1977), pues C01110 concepto se encontraba en no muy distinto: esto es, por la elabornción de ciertas experiencias en las que inter-
multitud de pensadores y filósofos anteriores (Schopenhauer, Nietzsche, Fit- viene 1;\dlillími~apsíquica (OC, 2702. cursiva mía).
che y otros que ya hemos mencionado), y sobre todo en los grandes b:.oetas El punro de vista dinámico nos obligó a una primera rectificación: ahora, el
conocimienro de la estructura anímica nos impone otra nueva (OC, pág. 2704, cur-
(Shakespeare, Dostoyevsky, Ibsen, Gogol, Goethe). Se ha llegado a afirmar siva mía).
(Bloom, 1994) que «Lo más importante que encontramos en Freud ya está ,en
Shakespeare. El mapa freudiano de la mente esta en Shakespeare; Freud solo . En la cita anterior están condensados los tres sentidos del inconsciente. Se
parece haberlo escrito en prosa» (pág . .35).Por mi parte he demostrado (Gar- puede entender en un sentido descriptivo (todo lo que no está en el campo
cía ele la Hoz, 1991, 1997, 1998a, 1998b, 1998c) la fuerte influencia goethia- actual de la conciencia). En esta forma el inconsciente no es «polémico en
na en el pensamiento de Freud. Lo auténticamente genuino eleFreuel fue dar psicología moderna y apenas requiere confirmación empírica» (Erdelyi, 1985,
al inconsciente un estatuto epistemológico, basado en las observaciones clí- pág. 74). Aunque así no se discrimina entre inconsciente y preconsciente. El
nicas y empíricas en general, y a partir de ahí, deducir posibles leyes de fun- sentido dinámico o inconsciente propiamente dicho designa un sistema espe-
cionamiento. Freud, más que ningún otro antecesor, hizo del inconsciente un cífico constituido por los contenidos reprimidos, los, representantes de las
objeto específico de estudio para la psicología moderna, que hasta él, sólo se pulsiones (que Freud llama «representaciones inconscientes» o «representa-
ocupaba de la conciencia. ciones cosa» [Sacbvorstellungj). Estos contenidos van a estar sometidos a los
Erdelyi (1985, págs. 70-73) ha descrito W1apequeña revisión histórica de mecanismos específicos del proceso primario (condensación y desplazamien-
la noción de inconsciente en psicología, donde a partir de un fuerte rechazo to), están permanentemente activos y buscan de continuo el acceso a la con-
inicial (por ejemplo de Wundt, que afirmaba que la psicología era una ~iel1cia ciencia, cosa que sólo consigue mediante un compromiso, después de haber
de la experiencia consciente; o de W. James, o del conductismo radical de sido sometidos a ciertas deformaciones. Tienen que ver con los deseos más
Watson), se alcanzó un momento, tras la Segunda Gran Guerra, que trajo una infantiles. El sentido estructural o sistémico, el alcanzado en la segunda for-
atenuación del rechazo dogmático por parte de la psicología experimental. mulación del aparato psíquico, rectificaría el anterior al no poder coincidir ya
A principios de los años 60 vino la llamada reuoiucián cognitiva con Miller, lo inconsciente y lo reprimido.
Galanter y Pribram, 1960; Neisser, 1967; Haber, 1968 (citados en Erdelyi,
1985, pág. 71), donde se adoptaba el ordenador como modelo de procesa- Viéndonos así obligados a admitir un tercer inc. no reprimido, hemos de con-
miento de la información humana. A partir de ahí, aun con cambio de nomen- fesar que la inconsciencia pierde importancia a nuestros ojos. convirtiéndose en una
cualidad de múltiples sentidos que no permite deducir las amplias y exclusivas con-
clatura (por ejemplo «filtro» por «censura»; «modos de procesar erróneos» clusiones que esperábamos (l923b. OC, 2704).
por «mecanismo de defensa»; «procesador central» por «yo»; «memoria de
trabajo» por «consciente», incluso «software» por «estructura psíquica»! etc.), El acceso a lo inconsciente sólo sería posible por vía indirecta, a través ele
el concepto de procesos inconscientes fue introducido como obvio y funda- esas manifestaciones deformadas o desplazadas, como por ejemplo los sue-
mental. Claro que en lugar de denominarlos así -procesos inconscientes- se ños, los chistes, los Lapsus linguae, los actos fallidos, los síntomas, etc. Para
usaban eufemismos como «pensamiento automático», «procesos inaccesi- Villamarzo (1989, págs. 217 -220), las órdenes posnipnóticas (tipo Bernheim),
bles», puesto que como afirma Erdelyi (ob. cit.), existía «un nerviosismo cons- los fenómenos oníricos y los síntomas histérico-fóbicos SOI1, respectivamente,
tante que provocaba en los psicólogos experimentales la idea de hacer las ejemplos reveladores de las motivaciones, de los afectos y de las representa-
paces con el inconsciente» (pág. 72). El mismo William James (1902) afirma- ciones inconscientes.
ba que el inconsciente era «casi con toda seguridad UD nombre equivocado» La característica esencial del funcionamiento del sistema inconsciente es
que debería ser «reemplazado por un término más vago C01110 subconsciente el que sus contenidos son sometidos a lo que Freud denominó proceso pri-
o subliminal», lo que en opinión de Erdelyi era debido al temor de que lo COI1- mario (energía psíquica libre de representaciones, energía no ligada), cara~-
fundieran con el misticismo de ciertos filósofos como Schopenhauer. terizado por la ausencia de negación, indiferencia por la realidad, predomi-
En la obra de Freud podemos observar tres sentidos, progresivamente nancia e1el principio del placer, ausencia de representaciones verbales,
desarrollados, a la hora de considerar al inconsciente: Un sentido meramen- pensamiento mágico, identidad de percepción, etc.
te descriptivo, un sentido dinámico y un sentido estructural. En la sección 1 Marre Blanco (1975) ha estudiado el inconsciente dinámico desde el
de El yo y el ello (1923b) se ve reflejada la progresiva necesidad de Freud de punto de vista lógico matemático. Para Matte Blanco, el pensar «inconscien-
precisar el sentido del inconsciente: te» se regiría por una Lógicasimétrica, donde cada proposición puede ser a la
vez cualquier otra. Es decir, el pensar «inconsciente» no se rige por los prin-
«Ser conscientes es, en primer lugar, un término puramente descriptiuo que se cipios de identidad y no contradicción, propios de la lógica asimétrica. Para
basa en la percepción rmis inmediata y segura. (OC, 2702, cursiva mía).
Blanco, el nivel de profundidad de un determinado contenido psíquico lo

I
-!2"¡ Antonio Garcíu de la Hoz Evolución de la mctapsicoloaia psicoanalirica. Perspectivas actuales 425

marcaría el predominio de L1ll0 u otro tipo de lógica. Los procesos tales como Las representaciones conscientes se componen de LU1arepresentación de
la condensación, el desplazamiento, la falta de relaciones témpora-espaciales, cosa (Sacboortstellung) pegada a una representación de palabra (W/ortvorste-
erc., son otras tantas violaciones de la lógica asimétrica. El ser humano se llung), es decir, en términos sausurrianos, la imagen acústica de una palabra
vería enfrentado irremediablemente con estos dos tipos de lógica. que se asocia a una imagen mnémica visual de la cosa, para asignarle LU1 nom-
bre (véase 7.1.2). El lugar donde Freud lo plantea con más claridad es en la
sección VII de su trabajo Lo inconsciente (1915e):
15.2.5.1.2. El preconsciente
La representación-objeto consciente lbeiousste Objektuorstellung] queda así
El preconsciente usado como sustantivo sería el sistema intermedio del descompuesta en dos elementos: La representación palabra [If.'Oi'/vorstellulIg] )' j,i
aparato psíquico, claramente distinto de] inconsciente. Sus contenidos son representación cosa [Secbvorstellung] ... De golpe creemos descubrir aquí cuál es la
diferencia existente entre una presentación consciente v una inconsciente. No son,
inconscientes en sentido descriptivo, pero se diferenciarían dinámicamente C0l110 supusimos, distintas inscripciones del mismo contenido en diferentes lugares
de los inconscientes, por su más fácil accesibilidad a la conciencia (por ejem- psíquicos, ni tampoco diversos estados funcionales de investidura en el mismo lugar.
plo, conocimientos o recu~rdos no actualizados) y por no estar separados de Lo que sucede es que la representación consciente inte,gm la rcpresentacián cosa más
la conciencia por el mecarusrno de la represión. la correspondiente representacion verbal; mientras que la 'inconsciente es la represen-
tación cosa sola (OC, pág. 2081, cursiva mía).
Sus contenidos (las «representaciones palabra» [Wortvorsteltung), de
Freud), se ngen por e! proceso secundario (energía ligada), cuyas característi-
c.asson el regirse por el principio de la realidad y por la aceptación de la iden-
tidad de pensamiento. Dichos contenidos serían susceptibles de conciencia con 15.2.5.2. Segunda formulación (ello-yo- superyo)
un esfuerzo de atención por parte de! sujeto. «Lo tengo en la punta de la len-
gua», sería e! dicho popular que los reflejaría. Para Villarnarzo (1989) son inter- Se trata de la mal llamada segunda tópica (por ejemplo, Laplanche y Pon-
mitentemente activos y su ilustración más genuina serían los «actos fallidos).>.El talis, 1968, pág. 201), y que debe ser mejor denominada por el modelo estruc-
mecanismo freudiano típico de este sistema es la supresión [Unterdriickung}. tural del aparato psíquico. Freudlo expone por vez primera en su' trabajo El
Hay una censura que hay que atravesar para acceder a la conciencia, así yo y el ello (1923b).
c~mo hay otra de acceso desde e! inconsciente. La primera censura deforma, Las razones de! cambio de formulación es posible vislumbrarlas a partir
mientras que la segunda (hacia la conciencia) básicamente seleccionaría de la citas que expusimos antes de El yo y el ello (véase 15.2.5.1.1), Se obser-
representaciones. va una cierta capitulación de Freud en cuanto a que la multiplicidad de sen-
tidos de lo inconsciente le privaba de las conclusiones «amplias y exclusivas»
(OC, pág. 2704) que esperaba. A pesar de todo no debe creerse que una for-
15.2.5.1..3. Lo consciente mulación sustituye a la otra, aLU1quees cierto que partir de 1923, lo incons-
ciente queda como una mera cualidad de lo psíquico, y no tanto como lo que
En realidad, el psicoanálisis DO tiene que añadir nada sobre este punto, puede representar a un sistema por completo (como sucedía en la primera
puesto que ha sido siempre el objeto de estudio de la psicología antes de tópica). Ahora, «inconsciente» es para Freud un adjetivo de lo psíquico y no
Freu~. Por ejemplo ~ll W. James: Lo e~pecífico freudiano es añadir a las psi- un sistema sustantivo que pueda definir e! objeto de toda una disciplina teó-
~ologlas. de la conciencia las dimensiones preconsciente y sobre todo, la rico-psicológica. Desde 1923, lo inconsciente no coincide con lo reprimido, así
inconsciente. Lo que sí queda marcado es la oposición freudiana a la psico- como tampoco la conciencia es lo privativo del yo. Estas dos afirmaciones no
logía de la conducta radical de Watson, a quien dedicó una nota en uno de encajaban con la primera formulación, por lo que era necesario otro esquema
sus últimos trabajos (1940a [1938]): teórico.
La visita que hizo a Freud, en 1922, el «pequeño Hans», ya no tan peque-
. Una corriente psicológica extrema, como el conductismo, surgido en Estados ño puesto que tenía diecinueve años, también tuvo que ver con el viraje freu-
Unidos, cree poder construir una psicología haciendo abstracción de este hecho diano. En un apéndice al caso, añadido en 1922, Freud escribió lo siguiente:
básico [la conciencia) (OC, 3387 n.).
) juanito me comunicó algo especialmente singular. Tanto, que no me atrevo a
Los contenidos psíquicos conscientes, que son los mismos que los de los arriesgar explicación ninguna. Cuando leyó su historial, me dijo, le había parecido
totalmente ajeno a él; no se reconoció ni recordó nada. Sólo cuando llegó al viaje de
otros sistemas, sólo se diferencian de ellos por ser «puntualmente autoperci- Gmunden alboreó en su memoria la sospecha de que aquel niño pudiera ser él. Así
bld_osy directamel;te actualizados» (Villamarzo, 1989, pág. 231), es decir, 110 pues, el análisis no babía preservado el suceso de la amnesia, sino que había sucum-
estan bajo represión (Verdrángung), ni bajo supresión (Ul1terd1't'ikul1g). bido también a ella (OC, pág. 1440).

/
/
Antonio Carcía de la Hoz Evolución de h: rnerapsicologia psicoanalírica. Perspectivas actuales 427
426

El muchacho se había Liberado de rodas sus síntomas infantiles, p~ro ll? la idea fundamental ele Groddeck, en cuanto a la pasividad del yo frente al
recordaba nada de ello. De esta forma, el objetivo central de la ter~pla PSI- impulso de fuerzas desconocidas e ingobernables; somos «vividos» por el
coanalítica «hacer consciente lo inconsciente» (Freud, 1900a, P,lg. 697; ello.
1904a [1903], pág. 1005) no podía resultar ple~1ament~ satisfactorio A par- El ello sería una especie de «caos o corno una caldera llena de estímulos
tir ele aquí era necesario postular los aspectos ll1COnsc.lentesdel yo, y corno en ebullición» (Freud, 1933a [1932], pág. 3142), pleno de energía pulsional,
correlato significativo, que lo inconsciente ya no coincide CO~1 el lugar de las pero con carencia de organización, en oposición al yo. Cuando Freud lo des-
pulsiones, y como apuntan Laplanche y ?onta]¡s (1968), «la instancia co~tra cribe (1923b yen la lección XXXI) le adjudica la mayor parte de las cualida-
la cual se ejerce la defensa ya no se define como el polo ll1consc(~nte, SlJ10 des que en la primera tópica pertenecían al sistema inconsciente: Desde el
como pulsional de la personalidad» (pág. ~12). Dicho lugar pt.~slonal va a punto de vista de los fines y funciones, obedece al principio de! placer, a la
ser ocupado por la noción de «ello», y el InCOnSclent~quedara C01110una necesidad perentoria de descarga; desde el punto de vista cognitivo, su forma
cualidad psíquica que va a distribuirse por todas las instaucras del nuevo de proceder sigue «el pensamiento» propio del proceso primario (tosco, pri-
aparato psíquico. .., ..' . mitivo, según las leyes de la no contradicción, no hay negación, coexistencia
La máxima «Hacer consciente lo inconsciente», estandarte de la l?nmela de pensamientos opuestos, atemporalidad, amoralidad, sin beneficio ele la
tópica, va a transformarse en otra no menos famosa \-Voe~ l/!a!; soll ;ck
uier- experiencia, representación por imágenes, etc.).
den (Freud, 1933a [1932], lección XXXD, que se convertira en el distintivo Como hemos dicho en la primera tópica el inconsciente coincidía con lo
emblemático de este segundo modelo: reprimido. Ahora, el ello es más que lo reprimido y además no será la única
instancia con contenidos inconscientes. También el yo (por ejemplo en cuan-
Pero hemos de conceder que los esfuerzos terapéuticos del psicoanálisis ha,n to a la utilización de los mecanismos de defensa) y el superyó (ciertos senti-
eleaido un punto análogo de ataque. Su propósito es robu~tecer al yo, hacerlo mas
independiente del superyó, ampliar su campo de percepción y desarrollar su orga-
mientos de culpa) contienen operaciones inconscientes. La separación yo-ello
nización, de manera que pueda ampliarse de lluevas partes del ello. Donde era ello, ya no resulta tan tajante como lo era la de los sistemas inc-prec-con en la tópi-
ha de ser yo. [Wo es war soll ich werden) '.Es ~ trabajo de cultura, como la dese- ca anterior. El ello tampoco se separa con claridad del superyó, pues éste,
cación del Zuyderzee (OC, pág. 3146, cursiva mía). también en gran parte inconsciente, «se sumerge en e! ello» (OC, pág. 3145).
Se puede afirmar en general, que en esta segunda formulación, la separación
Sobre la traducción de Strachey y el sentido de esa fr~~e Ircudiana, .Eet: entre instancias pierde el carácter básico que tenía en la primera: «La génesis
telheim (1982, págs. 93-96) ha realizado una ~xcelente.:ntica, que me SlfVIO de las diversas instancias se concibe más bien como una "diferenciación pro-
de base para mi propio comentario: «Hay ahí una alusión al Fausto de Goe- gresiva, una emergencia de los distintos sistemas. De ahí que Freud insista
the que no escaparía a nadie enfrascado en la cultura alemana. Faust? termi- . tanto en la continuidad, dentro de la génesis que conduce de la necesidad
na su andadura vital ganándole terreno al mar. El gran bll~cador de SI mlSl110 biológica al ello y de éste al yo, así como al superyó. En este sentido la nueva
está dispuesto a morir después de conseguir .ese trozo de llena para ser cose- concepción freudiana del aparato psíquico se presta, más fácilmente que la
chado. Freud dice lo mismo en lo que se refiere a la labor del t~h sobre el es. primera, a una interpretación "biologizante" o "naturalizante?» (Laplanche y
Debe ganarle terreno, conquistárselo; nunca agotarle, es imposible, 111 reem- Pontalis, 1968, pág. 114).
plazarle» (García de la Hoz, 1991, pág. 18). Yeso es una labor cultural [Kul- Para terminar con el ello, parece claro que un sujeto humano no podría
turarbeit], culturizante. En el capítulo sobre la Eg?p~ycbology (c.apltulo UI) ya funcionar regido únicamente por esta instancia. Sería insostenible, como
comentamos algo del sentido que tomó ese afonsn:o freudiano para esa guiarse por lo «real puro» (Lacan, 1964, pág. 382), existiendo además una
escuela. Volveremos un poco más adela~1tesobre ell;usmo. " , contradicción insuperable entre el fin de la descarga inmediata (principio del
Veamos a continuación las nuevas instancias psiquicas, autentica teona placer) y el estilo cognitivo tan primitivo. Sería e! camino regio hacia la auto-
final de Freud sobre la personalidad humana. destrucción del sujeto. Se necesita una estructura más eficaz, más ajustada a
la realidad circundante, y a la vez capaz de beneficiarse de la experiencia
pasada, es decir, que aprenda. Una parte del ello se va a diferenciar, a singu-
15.2.5.2.1. El ello (das Es) larizar a lo largo del tiempo, y se va a convertir en la estructura yoica.

Polo pulsi~nal ele la personalidad. Sus. contenidos, expresiónysíq,uic~ de


las pulsiones, son inconscientes. Reservorio pr~1ano, de la energía psíquica.
El término lo toma de G. Groddeck (192)), y este a su vez lo h~ce de
Nietzsche, en el sentido de «lo que existe ele impersonal y de necesano por
naturaleza en nuestro ser» (Freud, 1923b, Oc, pág. 270711).Freud conserva

/
T

428 Amonio Carda de la Hoz Evolución de la metapsicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 429

ya sea como objeto de amor (narcisismo). A veces parece corresponderse


15.2.5.2.2. El yo (das Icb) con la instancia consciente, a veces con el cuerpo. Habla de un yo-placer
[Lust-Icb] (1911b), un yo real [Real-Icb] (1911b), un yo realidad [\Vzrklich-
La noción de yo es, en mi opinión, el gran atolladero teórico de la meta- lcb] (1914c), un yo ideal [ldeal-lcb] (1914c). Por fin, en 1923, aparece el yo
psicología freudiana, e! término más controvertido. Es bastante significativo como estructura del aparato anímico. En esta segunda formulación es claro
que la entrada YO en el diccionario de Laplanche y Pontalis sea, con mucha que no coincide con la conciencia, lo que no parecía ser así en la primera
diferencia, la más extensa, ocupando quince páginas. El yo en la teoría psi- tópica. Y su génesis se produce a partir del intento de gobernar al caos pul-
coanalítica vendría a ocupar el mismo lugar que arras conceptos «terribles» sional del ello.
en otras disciplinas, como el «alma» de las religiones, el «ser» de la filosofía, Estamos de acuerdo con la opinión de Laplanche y PontaJis (1968), cuá~-
el «grupo» para las ciencias sociales. Se trata de conceptos en los que la impo- do afirman que no es deseable «intentar establecer desde UF! principio una
sibilidad de su conceptualización definitiva es signo seguro de la veracidad ele neta distinción entre el yo corno persona ye1 yo como instancio, puesto que la
su existencia,' en sentido sartreano. Pero ello no es impedimento para que se articulación de estas dos acepciones forma precisamente el núcleo de la pro-
intente precisar su sentido. blemática del yo» (pág. 477), en una clara alusión a. Hartmann (1950). Este
En la obra de Freud podemos observar varios sentidos de la noción de yo, desdoblamiento o descentramiento de la noción de yo y el sujeto (<<je»)es lo
hasta que en 1923 parece alcanzar un sentido estable, como una instancia más qu~ intentamos pl~smar en nuestr? análisis del ejemplo «Sigr:orelli» (véase
del aparato psíquico que se ocuparía de mantener el equilibrio en el sistema. 12.].3): El yo (<<mOl»)de Freud quiere recordar un nombre olvidado (flechas
Por un lado haciendo frente a las demandas pulsionales del ello (y poniendo discontinuas del esquema), mientras que su «eso», el sujeto inconsciente
en marcha, a veces inconscientemente, los mecanismos de defensa), por otro (<<je»)se ha ido por otros derroteros (flechas continuas). El yo (ernoi») de
intentando satisfacer las exigencias de la moral (superyó) y por último tra- Freud y el sujeto (<<je»)Freud están en lucha y el resultado de la misma es un
tando de ajustarse con la realidad exterior. No es raro, pues, que Freud haya olvido. Hay que volver a mencionar la máxima de Freud \Vo Es toar soll Ieh
titulado uno de los capítulos de El yo y el ello, Las servidumbres del yo. La ins- toerden, y la mejor traducción posible de la misma, llevada a cabo por Lacan
tancia yoica agrupa ahora funciones y procesos que, en la primera tópica, (1956, págs. 160-161): «Allí donde ello era, mi deber es que yo venza a ser.»
estaban repartidos entre varios sistemas. La conciencia es el «núcleo del ~o», Quizás el idioma francés sea el que mejor permita esta duplicidad, ~l poseer
pero éste, como decíamos, es en gran parte inconsciente. Así mismo las fun- dos palabras distintas para dar cuenta del desdoblamiento. Tanto en nuestro
ciones de! sistema preconsciente abora pertenecen al yo. Esta ampliación de idioma, como en alemán sólo poseemos un significante para los dos sentidos:
la noción del. yo en esta segunda formulación tiene que ver con un 'mayor «yo» e ich respectivamente. Freucl utilizaba el icb en ambos niveles (como
número de funciones: control de la motilidad y de la percepción -problema sujeto y como instancia) y se aprovechó de la ambigüedad de ese empleo, lo
existente en relación con la conciencia en la primera tópica (véase Erdelyi, 1985, que indica, en opinión de Laplanche y Pontalis (1968) «que no excluye de su
pág. 129)-, prueba de realidad, ordenación espacio-temporal de los procesos campo ninguna de las significaciones adscritas al término yo (icb)» (pág. 478).
mentales, pensamiento racional, etc. La ordenación y la sistematización de El largo y meticuloso artículo de los autores anteriores -al que puede
esta ampliación del yo correspondió en la historia a la escuela americana de agregarse el llevado a cabo por Villamarzo (1989, págs. 287-304)-, recose las
la psicología del yo (véase capítulo Ill). vicisitudes de la noción de yo en Freud, desde los primeros momentos del
Pero también el yo tiene una función de «desconocimiento, racionaliza- Proyecto y de los Estudios (1895), hasta el giro ele 1920 (Más allá del principio
ción, defensa compulsiva contra las exigencias pulsiouales» (Laplanche y de! placer), que culminó con El )10 )1 el ello (1923), pasando por la trascen-
Pontalis, 1968, pág. 486), es decir, pone en marcha los medios de defensa en dencia de los cambios en la noción de yo que se vehiculizaron en 1914 a par-
su forma patológica. Lacan (1975) en su seminario de 1953-54 ya lo había tir de la Introducción al narcisismo (debidos a la propia noción de narcisismo
señalado: «El movimiento mismo de la experiencia psicoanalítica aísla como y al tema de la identificación, problemas básicos actuales de la metapsicolo-
función fundamental del ego e! desconocimiento» (pág. 88). Y también más gía psicoanalítica). Nuestra intención no será resumir ese artículo, puesto que
adelante: «Es muy difícil definir al yo como una función autónoma, y al a pesar de su extensión es ya de por sí un resumen. Sólo citaremos sus inte-
mismo tiempo como un maestro de errores, sede de la ilusión, lugar de una resantes conclusiones:
pasión que le €s propia y que conduce esencialmente al desconocimiento ... Laplanche y Pontalis (1968) terminan su escrito sobre la concepción del yo
Función ele desconocimiento: esto es el yo en análisis» (pág. 104). freudiano proponiendo dos orientaciones en su sentido: 1) Una más genética,
Ya hemos apuntado cómo la noción de yo ha sufrido modificaciones a lo donde el yo es el resultado de la diferenciación progresiva del ello por la
largo de las distintas escuelas que continuaron la teoría de Freud. Freuel en influencia de la realidad exterior. Sería la organización destinada a asezurar
realidad, nunca construyó una verdadera teorización sobre el yo. A veces el control progresivo de las pulsiones, guiándose por el principio de la ~eali-
parece ser la persona total, ya sea confundido con la noción de personalidad, dad. De esta forma se opondría al ello como la razón se opone a la pasión.

/
1
4.30 Amonio García de la Hoz
Evolución de Ll metapsicología psicoanalitica. Perspectivas anuales 431

momento como un sistema filosófico provisto de una acabada y completa construc-


2) Otra orientación, que sin excluir a la anterior, marcaría más el acento en la
ción teórica, sino que tenía que abrirse paso a paso por medio de la .descomposición
relación intersubjetiva como formadora de la función yoica. Esta orientación analítica de Jos fenómenos, tanto norruales como anormales, hacia la inteligencia de
tendría su apoyo en la afirmación freudiana expuesta también expuesta en El las complicaciones anímicas. Mientras nos hallábamos e'?tregados al est:,diO de lo
yo y el ello: reprimido en la vida psíquica, !JO necesirábamos cornpartu la preocupacion de con-
servar intacta la parte más elevada del hombre (Freud, 1923b, Oc,
2714).
El )10 es, ante todo, un ser corpóreo, y no sólo un ser superficie, sino incluso la
proyección de una superficie [noca de 1927]. El J'O se deriva en último término de A decir verdad ese reproche era injusto (como indica Freud), pero tam-
las sensaciones corporales, principalmente de aquellas producidas en la superficie bién tenia cierto fundamento.
del cuerpo, por lo que puede considerarse al yo como una proyección mental de
dicha superficie (oC, pág. 2709). Era injusto porque, independientemente de .la d~fel1?aque efectúa el pro-
pio Freud, desde sus inicios en la clú?ica ele la histeria, slel~pre. tuvo en cuen-
Se busca la formación del yo, no solamente en una progresión genética ta la dimensión moral, llamada de diversas maneras (conciencia moral, mala
diferenciándose ele otra instancia (ello), sino haciendo intervenir otras nocio- conciencia, instancia crítica, censor del sueño, e incluso el pr~p~o yo, que apa-
nes tomadas de la relación del ser humano con los otros significativos, lo que rece como representante de esa dimensión, al oponerse a la libido y procurar
nos vuelve hacia un campo de conceptos tales como el narcisismo, la identi- asíla formación del síntoma neurótico). <

ficación, la fase del espejo lacaniana, el mirroring ele Kohut, etc. «El yo no es Pero también nos parece.un reproche certero en tanto en cuanto esa parte
tanto un aparato que se desarrollaría a partir del sistema Percepción-Con- no había recibido el mismo trato teórico que el correspondiente al apartado
ciencia como una formación interna que tendría su origen en ciertas percep- pulsional. Es precisamente con la publicación de El yo y el ello (1923b!, cuan-
ciones privilegiadas, provenientes, no del mundo exterior en general, sino del do se siente capaz de desembarazarse del reproche con la mstauracion del
mundo interhurnano» (Laplanche y Pontalis, 1968, pág. 489). superyó como instancia moral que se reservaría para sí las más elevadas rea-
lizaciones del ser humano.
Hay que concluir diciendo que esa orientación es la que predomina hoy
día y la que más estudios ha provocado. Sin embargo hay que señalar 9.ue en ese famoso ==
~e 1923 elin;inó la
especificidad del ideal del yo, allgual~rlo con el recien nac~do s~peryo, con-
siderándolos sinónimos y por lo tanto intercambiables. La vía abierta en 1914
15.2.5.2.3. El superyó (das Über-ich) (lntroduccion al narcisismo) con la noción de ideal del y~ quedó en pa!te blo-
queada (aunque bien es verdad que las pocas caractensncas que allí Freud
También la noción de Über-ich fue introducida en El yo y el ello, desarro- señala serían asimilables al superyó posterior).
llándose a partir del yo, a quién juzga y censura, actuando como la concien- En 1914 nos encontrábamos con la situación siguiente: Un concepto
cia moral, con funciones de auto observación. «Fue la consideración de los (ideal del yo), con unas características (las de.l posterior suP.~yó ~e ~?23), y
delirios de observación, de la melancolía y del duelo patológico lo que con- con un origen especifico (heredero del narcisismo o perfecc~on pnr~l~vos).
dujo a Freud a diferenciar, dentro de la personalidad, como una parte del yo En 1923 la situación era ahora así: Un concepto (superyo, o su Sl110nllTIO,
erigida contra otra, un superyó que adquiere para el sujeto valor de modelo ideal del yo), con unas características (más precisas pero .semejantes a l.as de
y función de juez». (Laplanche y Pontalis, 1968 pág. 441). Freud, que lo defi- 1914), pero, y esto es lo esencial, con otra procedencia (el complejo de
ne como heredero del complejo ele Edipo, le adjudica dos funciones (prohi- Edipo). A partir de esta fecha, el. concepto ideal del yo, superfluo en conse-
bición o juez y modelo o función de ideal), aunque al confundirlo y hacerlo cuencia con esta última formulación de freudiana, tiende a desaparecer de sus
análogo al ideal del yo, en nuestra opinión, descuidó el diferente origen que escritos. _ .
había otorgado a este último, el narcisismo. Resumiremos lo expuesto por Como ocurre también con otros elementos fundamentales de la rnetapsi-
nosotros en dos congresos (García de la Hoz, 1996 y 1998) sobre esta cues- colegía psicoanalítica, como el yo, la ~u~sión, .el obje:o~ etc., en Freud ?~
tión de la moralidad en psicoanálisis. podemos encontrar la verdadera precision ~plstemologl~a, et~ pa~·te qwza
Freud se quejaba del reproche de haber descuidado la parte moral, la más porque pensó que esa tarea no le correspondía ~es~olo afirma el mismo), en
elevada del ser humano, en un famoso pasaje de El yo y el ello.' parte porque quizá quería man~e~er cierta tensl?n. ~nterna en .dlchos concep-
tos aprovechándose de su ambigüedad (es la op1111On ~a refleJad~ c}eLapl~n-
Se ha; acusado infinitas veces al psicoanálisis de desatender la parte moral, ele- che y Pontalis (1968) para el concepto de yo), y por ultImo,. quiza también,
vada y suprapersonal del hombre. Pero este reproche es injusto, tanto desde el plinto por motivos que desconocemos en absoluto. ~or tod? .~llo, dichos elementos
de vista histórico como desde el plinto de vista metodológico. Lo primero, porque se fundamentales son objeto de constante estudio y revision. .
olvida que nuestra disciplina adscribió desde el primer momento a las tendencias
En cuanto a Freud, lo más sobresaliente desde nuestra perspectiva, es la
morales y estéticas del yo el impulso a la represión. Lo segundo, porque no se quie-
re reconocer que la investigación psicoanalítica no podía aparecer desde el primer contradicción respecto del origen de las dos instancias: ideal del yo como

I /
432 Amonio García de la Hoz Evolución de la rnerapsicologia psicoanalirica. Perspectivas actuales 433

heredero ele! narcisismo primitivo (1914c, 1921c), y superyó como heredero da, que dos instancias con un origen tan diferente no pueden ser neutraliza-
del complejo de Edipo (1923b y obras posteriores). Posteriormente en las das en un concepto común y que si Freud se decanta por hacer del ideal del
Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis (1933a [1932]) -en la yo una función de la instancia superior superyó, es porque es lo que convie-
lección XXt~I, La disección de la personalidad psiquica-:-, repite y amplia lo ne al modelo teórico de tratamiento de las neurosis, y que precisamente la
dicho en El yo JI el ello en cuanto a las características del superyó, e intenta promoción de otras patologías provoca la revisión de ese modelo. Así pues
un esbozo de conciliación que no resulta satisfactorio: pensamos, en lo que se refiere a la moral en psicoanálisis, que debe conside-
rarse la radical separación entre superyó e ideal del yo, lo que se puede justi-
En el curso del desarrollo, el supel)'ó acoge también las influencias de aquellas ficar por las siguientes razones:
personas que han ocupado el lugar de los padres, o sea, los educadores, los maes-
tros y los modelos ideales. Hemos de citar aún una importantísima función que ads-
cribimos a este superyó, Es también el portador ['[¡-{iger ~ «sostén», «soporte», A) El superyó y el ideal del yo forman el conjunto del sistema moral de la
«portador», «sustrato» para la edición de EN] del ideal del yo, COI1 el cual se com- personalidad humana, tal y como expresaron Hartmann y Loewenstein (1962).
para el yo, al cual aspira y cuya demanda de perfección siempre creciente se esfuer- B) Tienen un origen radicalmente distinto, y no pueden asimilarse C01110
za en satisfacer. No cabe duda de que este ideal del yo es el residuo de la antigua sinónimos por tal motivo. Ya se han señalado características distintas en uno
representación de los padres, la expresión de la admiración ame aquellas perfeccio- y otro. Sentimiento de uergüenza para el ideal del yo y sentimiento de culpa-
nes que el niño les atribuía por entonces (OC, pág. 3137, cursiva mía).
bilidad para el superyó (Piers, 1953); autoridad para el superyó y esperanzas
El anterior pasaje fue catalogado por Strachey como «algo oscuro», pre-
de autoridad para el ideal del yo (Lagache, 1966); sentimientos de culpabilidad
en relación al superyó, versus sentimientos de inferioridad en relación con e!
cisamente porque no dejaba claro si ideal del yo y superyó eran instancias
ideal del yo (Laplanche y Pontalis, 1968).
diferenciadas o si una era función de la otra. Parece que, pese a todo, Freud
e) Siguiendo la proposición freudiana y desde el punto de vista genéti-
se decanta por la segunda de dichas opciones, pues un poco más adelante, en
co, es muy posible que el primero en aparecer sea el ideal del yo. Aquí son
la misma lección, afirma:
pertinentes las observaciones de E. J acobson y A. Reich que hablan en forma
Tornemos ahora al superyó, Le hemos adjudicado la autoobservación, .la con- similar de su origen materno, en la relación del sujeto con la madre.
ciencia moral y la [uncián de ideal (OC, pág. 3138, cursiva mía).
De todo lo anterior alcanzamos las conclusiones provisionales siguientes:
Pero ocurre a menudo que lo que es una propuesta o un esqueleto teóri-
co, es tornado como un dogma o cuerpo sólido y formado, olvidándose de 1) El ideal-del-yo, como heredero del narcisismo primitivo, genera una
frases de! propio Freud en ese mismo contexto: moral DUAL, entre el sujeto y su ideal, lo que estaría en la línea de lo estudia-
do por Freud (1921c) a partir de la especial relación que se da entre el hip-
De la transformación de la relación parental en el superyo no puedo deciros notizado e hipnotizador, o entre cada miembro de una masa y su líder.
tanto como me placería: En parte porque se trata de un proceso tan complicado que y desde luego que habría que ver las consecuencias de ello en la relación
su exposición rebasa los límites de una iniciación como la que aquí me propongo transferencial.
facilitaros, y en parte, porque nosorros mismos no creemos haberla penetrado por
entero (OC pág. 3136) 2) El superyó, como heredero del complejo de Edipo, genera una moral
Tampoco a mí me satisfacen por completo estas observaciones sobre la identi- TRIÁDICA, donde la incorporación del tercero como regulador, entroniza de
ficación (OC, pág. 3136). forma incuestionable la mediación familiar, social y cultural.
No esperéis que del ello pueda comunicaros mucho de nuevo excepto el nombre. 3) La adquisición de toda moral viene a través de lo que de manera
general se denomina en psicoanálisis con el concepto de identificación, sobre
Estas lineas saturadas de sabia prudencia y de humildad científica han e! que había que ponerse de acuerdo. Estamos con Lacan (1953-54) cuando
provocado en los seguidores, como era previsible, dos tipos de respuestas. afirma que «la palabra identificación, indiferenciada, es inutilizable», necesi-
Por un lado, los que han tomado el armazón como edificio completo y han ta siempre un apellido.
dejado las cosas más o menos tal y como estaban. (J ones, 1927; Nurnberg, 4) Por lo tanto tendríamos, para generar cada instancia moral, una
1932; Jacobson, 1954; Reich, 1953, 1954 Y 1960; Lampl de Graot, 1961; forma diferente de identificación. En los textos freudianos es posible descu-
Rosenfeld, 1961;' Hartrnann y Loewenstein, 1962; Castilla del Pino, 1991). brir dichas dos formas de identificación: ldentificaaán primaria, o materna o
Por otro, los que se han lanzado por el camino de la innovación, basándose narcisista (que es una forma especular y dual de identificarse), y que por lo
en motivos diferentes (metapsicológicos, evolutivos, o eminentemente clíni- tanto engendraría moral tipo ideal del yo. Identificación secundaria, o con la
cos) (Kestemberg, 1962; Grurnberger, 1964; Laplanche y Pontalis, 1968; Ber- ley paterna, o edípica, que es triangular (al menos), y que por lo tanto engen-
geret, 1970; Chasseguer-Smirgel, 1975). Por nuestra parte, pensamos, de entra- draría moral tipo superyó.
o":'''i:l
~'.
-~
::-4'
t.4'i
/ '"J¡'''
/
Antonio Carda de la Hoz 'Evolución de la meta psicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 435
434

5) La moral ideal del yo no necesita la mediació~ del tercero. Hay 1.111,a prensión (oerstebende Psycbologie), que heredera de las concepciones de Ric-
relación transitiva y directa entre sujeto e ideal. Recogl~ndo un dilema filoso- kert (1921) y Dilthey (1924), tenía en Jaspers a su máximo representante en
fico clásico, diríamos que es la moral en la que el f111, prevalece sobre los el terreno psiquiátrico y psicopatológico. Tanto en ese trabajo pionero como
medios para conseguirlo. La moral superyoica tendría en cuenta dichos en los que siguieron (ya en su época de estancia en EEUU), Hartmann y sus
medios como tercero para el fin de la acción. . .' colaboradores (Kris, Loewenstein, Rapaport, principalmente), pensaron que
6) Las consecuencias clínicas inmediatas de lo an~e.nor es la, dominancia el.estatus científico del psicoanálisis pasaba por la explicación metapsicológi-
patológica de la moral superyoica enlos cuadros neurotlC?S (razon por la ~u~ ca precisa, y que la forma de conseguirla era profundizando y avanzando en
Freud tendió a hacer equivalentes a Ideal del yo y.superyo, pa.ra mantener aSI el corpus teórico de la merapsicología freudiana que se desarrollaba a partir
su modelo teórico del tratamiento de las neurosis), De la misma forma, los de El yo y el ello (Freud, 1923b).
trastornos de personalidad (límites, narcisistas, p~rversiones, etc.) nos mos- Según los argumentos de Grünbaum (1984) este recorrido no habría sido
trarían la dominancia patológica de la 1110raltipo Ideal del yo. conecto, dado que en Freud se dio una posición epistémica peculiar: Tras el
fracaso de su intento del Proyecto, Freud habría sustituido su noción de estatus
científico ontológicamente reductivo (desde las ciencias físicas y/ neurológi-
15.3. LA ACTUALIDAD DE LA METAPSICOLOGÍA cas) por otro metodológico, lo que supuso una cierta discriminación episté-
núca entre la metapsicología y la teoría clínica. Aunque esta separación (como
Como planteábamos al principio del capítulo, la rnetaps~col_ogía s.e veremos a continuación) no es nítida en la obra de Freud y el apoyarla no es
encuentra en crisis. Es bastante evidente hoy día que no existen cntenos defi- -en nuestra opinión- el camino correcto, según Grünbaum, Freud asignó
nidos para su discriminación precisa. No hay acuerdo general en cuant.~ a las un estatus lógico, epistémico y metodológico a la metapsicología, mientras
teorías propuestas por Freud, lo que depende de~ grado de ac~ptacLOO?e que reclamaría constantemente otro distinto, de ciencia natural, para su cons-
proposiciones específicas. Ya comentamos, por ejemplo, l.as dlscrepanc;as trucción global: «... cuando Freud reclamaba resueltamente el estatus de
sobre la pulsión de muerte, e incluso sobre el concepto .nusm? de pulsión. ciencia natural para sus construcciones teóricas a lo largo de su vida, lo hizo
Todos los modelos teóricos considerados tras Freud (psicología de! ego,. la en primer lugar y ante todo, para su teoría clínica del desarrollo de la perso-
escuela kleiniana la lacaniana, Kohut, etc.) son aceptados en forma selectiva nalidad y la terapia más que para la metapsicología ... [Freud] constante-
por la comunidad de psicoanalistas. Y como afin~a Perron (1999)! no hay mente se autorizó a sí mismo para proclamar la cientificidad de su teoría clí-
duda de que la historia de estos modelos se ha configurado en función de un nica, enteramente sobre la fuerza del poder epistémico, seguro y directo de
«political leuel» más que con criterios cientí~icos. . ., ~.
_.--:'?
las observaciones que extrajo de sus pacientes y de sí mismo. Durante los pri-
El problema básico surgió de la teI?-?encla a cor~slder~r la metapsicología meros años del comienzo de su carrera, el criterio de cientificidad de F reud
como el nivel más científicamente cualificado del psicoanálisis, tendencia que fue metodológico y no ontológicamente reductivo» (ob. cit., pág. 6). Grün-
tuvo su auge con la psicología del ego americana. baum se apoya en frases de Freud C01110las que expuso en su autobiografía
(1925d [1924)):
Estas representaciones y otras parecidas [se está refiriendo a las instancias o siso
15.3.1. LAs VICISITUDES DE LA METAPSICOLOGfA
temas del aparato psíquico] pertenecen a una superestructura especulativo del psico-
análisis; todas y cada una de sus piezas se sacrificarán o cambiarán sin daño alguno
'Cómo se inició esta tradición? En realidad, con la perspectiva tempo- ni lamentaciones tan pronto como demuestren su insuficiencia. Prescindiendo de
ral, (puede resultar sencillo de explicar. Para ello retomaremos temas y'¡ ellas, es mucho lo que resta para informar más próximo a la observación (Am. XX,
expuestos en el capítulo sobre la Egopsychology y a lo largo de la parte epis- pág. 31, cursiva mía).

temológica. . .. ., . . .
Es cierto que Freud, desde el principio, defendió sien;pre la Idea del PSi- Observamos, en efecto, cómo el rol epistemológico asignado a la meta-
coanálisis como una ciencia natural (1950a [1895), OC, pago 211; 1925d, OC, psicología (<<lasuperestructura especulativa») es coyuntural, metodológico, y
págs. 2790-2791; 1933a [1932) OC, págs. 3.191-3.192; 1940a ,[1938), OC, que puede cambiarse en cualquier momento que resulte insuficiente. Lo bási-
pág. 3.387; 1940b [1938), Oc, pág. 3.420). Por l~ tanto parece 10gLCoque los co es la observación clínica. Otros textos freudianos (1914c y 1915c, por
directos continúadores sizuieran afirmando lo mismo. En este sentido resul- ejemplo), mantienen la misma idea, es decir, que la teoría especulativa puede
ta notable todavía en vida de Freud, el primer intento llevado a cabo por mantenerse mientras sea útil y cambiarse cuando deje de serlo, pero que la
Hartn~ann' (1927) donde defendía apasionadamente e! estatuto científico del base de una ciencia «basada en la ernpiria» es la observación:
psicoanálisis com~ ciencia natural, explica.tiva y empírica, basad~ en el méto- Esta última [la ciencia basada en la ernpiria] no envidiará a la especulación el
do inductivo de la observación, contra los intentos de la psicología de la corn- privilegio de UD fundamenro lógicamente inatacable, sino que se contentará con
436 Amonio García de la Hoz Evolución de la metapsicologla psicoanalítica. Perspectivas actuales 437

ideas iniciales nebulosas, apenas aprehensibles, que esperará aclarar o podrá cam- entre otros, comenzaron a criticar las explicaciones meta psicológicas y pro-
biar por otras en el curso de su desarrollo. Tales ideas no constituyen, en efecto, el piciaron el paso decisivo hacia la visión hermenéutica del psicoanálisis, que
fundamento sobre el cual reposa [al ciencia, pues la verdadera base de la nnsma es
únicamente la observación. No forman la base del edificio, sino su coronamiento, y en Europa capitaneaban Habermas (1971) y Ricoeur (1970). _
pueden ser sustituidas o suprimidas sin daño alguno. En nuestros días vivimos simi- La corriente hermenéutica en psicoanálisis (véase capítulo IX) preconizó,
lar situación en la física, cuyas intuiciones básicas sobre la materia, los centros de ante toelo, la radical separación entre la metapsicología y la teoría cl1nica
fuerzas, la atracción y conceptos parecidos, están sujetos casi a tantos reparos C0l110 corno respuesta a la crisis de la teoría que llegó a su paroxismo en la década
los correspondientes" del psicoanálisis (1914c, OC, pág. 2019, cursiva mía). de los 70. Como han recogido Thóma y Kachele, los títulos de algunos de los
trabajos de esos años, eran ya de por sí muy indicativos, y la discusión, explo-
Pero Harrmann y sus colaboradores no entendieron las cosas en esta siva: [«La metapsicología no es una psicología» (Gill, 1976); «¿Dos teorías o
forma. Para ellos la metapsicología freudiana fue «la base del edificio» y no una» (G. Klein, 1970); «Metapsicología, ¿Quién la necesita?» se pregunta
su «coronamiento», y bajo el esquema metapsicológico de El )/0 Y el ello Meissner (1981)] (Thórna y Káchele, 1985, pág. 27). Para los hermeneutas del
(1923b) proclamaron- el estatus de ciencia natural para el psicoanálisis. La psicoanálisis, la distinción entre teoría clínica y meta psicología es tajante, y se
explicación debía ser metapsicológica, no únicam~L;te clínica. De este l~odo acompaña de la afirmación siguiente: Sólo la teoría clínica es el verdadero
se aplicaron a desarrollar los temas. que, en su Op11110n, se echab~n tod,avla de núcleo del psicoanálisis, y la metapsicología debe quedar relegada a una posi-
menos en la teoría de Freud, con vistas a conformar una rnetapsicologla com- ción secundaria, como una seudociencia añadida y extraña. En concreto
pleta. Con esta intención, Rapaport y Gill (1959) introdujeron los puntos de George Klein (1969; 1970) llamaba la atención por su postura radical en esa
vista genético y adaptativo (véase 15.2.3.2), que al agregal:l?s a los tre~ de separación. .
Freud (tópico, dinámico y económico), daban la unpresron de c~bnr el En nuestra opinión, la crítica de los hermeneutas fue correcta en su on-
espectro teórico total del psicoanálisis. También desarrollaron ~ ampliaron _la sen mientras enfocaba su punto de mira contra la explicación metapsicoló-
noción del yo (véase capítulo Ill) y llevaron a ca.bo una magn~ l.men.to~e.SIS- b , d
gica, supuestamente científica, de la psicología del ego. Notaron con agu eza
tematización (Rapaport, 1960), en aras a consolidar ese propósito científico. ~ue sus traducciones metapsicológicas sólo poseían la ilusión de ser explica-
Pero todo el esfuerzo de esta escuela trajo consigo graves problemas. Por tivas, y que lo que produjeron en realidad fue que se abriera una gran brecha
ejemplo, se veía claramente que con los puntos .de vista gen~tico y adaptativo entre la observación clínica y el modelo meta psicológico que debía corrobo-
(que contenían elementos claramente psicosociales), se dejaban bastante de rarla. Pero de ahí a preconizar en psicoanálisis la radical separación entre clí-
lado los supuestos biológicos incluidos en el punto de vis~~eC01:ómico"9ue nica y teoría medi~ un abismo ',Conlleva muchos pro,blemas, alguno~ ~e ell?s
para Gill (1976) ocupaba el lugar central en l~ explicación PSlC?aJ1alitlca. irresolubles. Por ejemplo, la rrusrna Idea de una teona puramente clínica, sin
Ante esta tesitura, autores como Holr (1967) dieron un paso deCISIVo,pro- que se la embadurne de contenidos teóricos. más abstractos, nos parece erró-
poniendo abandonar firmemente todas las nociones económicas de la obra de nea e ilusoria. La tarea no es eliminar la meta psicología, sino ql!e se encuen-
Freud, tales como pulsión ', investidura, libido, energía, etc., inclusive las ~¡
_-=;, tre apta para ser renovada cuando las condiciones lo ~consejen. Este ~nepare-
nociones explicativas ello, yo JI superyá. Lo justificaba alegando que el propio -~J
_,\ ce el auténtico espíritu freudiano, mostrado en las citas ele más arriba (Arn.
Freud, en sus primeros escritos, hablaba más de deseos y metas que de pul- Eds., XX, pág. 31 y OC, pág. 2019). Nadie puede actuar sin una teoría. C01110
siones y estructuras psíquicas (Holt, 1976). Más adelante, Holt mismo (1984) decía Lewin (cit. por Pichon Riviére, 1971), «Nada es más práctico que una
Ilesó a decir (en un volumen en honor a Gill) que hasta al propio Gill (arduo buena teoría», o en el mismo sentido Wisdom (1956, pág. 13, citado por
defensor del punto de vista económico) se le había hecho inevitable abando- Thoma y Kachele, pág. 27): «Por consiguiente, cuando se está confrontado
nar ese punto de vista económico como principio fundador de la met~pslcO- con un problema, se tiene que tener antes una teoría.» . .
logía. Para Holt el método de la psicología profunda no puede decir nada Lo que nos confunde es que el psicoanálisis e~ a la vez una forma .de PSI-
sobre los procesos neurofisiológicos o biológicos. Sin embargo, Freud siem- coterapia clínica y una teoría sobre el co.mportamle~to humano (que.l11cluy.e
pre defendió la idea de que la biología o la neurofisiología pudieran dar con conducta y personalidad), y que en multitud de ocasiones, en los escritos PSI-
la clave de muchos de los problemas mentales y de estructura cerebral, aun- coanalíticos, se mezclan irremediablemente ambas cosas (el contexto terapéu-
que mientras tanto llegan esas claves, el camino debe ser ~sicológic? tico y la teoría). Alcanzar una elucidación de los fenómenos observados que
Los propios colaboradores de Rapaport, como el mencionado Gill (1976), se sitúe en un plano más abstracto y teórico, es un impulso legítimo en toda
junto con G. Klein (1976), Schafer (1976), Steele (1979) y Spence (1982), disciplina científica (véase nuestro esquema del inicio del capítulo VII). El
problema de la metapsicología freudiana no es ése, sino el resultado que se
produce, por ejemplo, de explicaciones seudocientíficas en la forma plantea-
J Hall (1976) propuso que el concepto metapsicológico de pulsián estaba muerto, )' debía ser subs- da por los psicólogos del ego, o que a veces por querer explicar!o tO?O,lo 9ue
tituido por d de deseo. resulta es que DO se explica nada, o que alcanzamos una explicación vacia y

I
I
438 Antonio García de la Hoz Evolución de la merapsicología psicoanalíuca. Perspectivas actuales 439

s~parad~ de la realidad observada. Enfrentar metapsicología y clínica es un la distinción se establecería entre los aspectos impersonales no reconocidos
dden;a. [.also. No hay dos teorías (una clínica y otra meta psicológica) en psi- como propios o desestimados, y los que son reconocidos como propios (yo).
coanálisis, Como dice Eagle (1984): «Lo que existe es LUl continuo de diver- De esta forma pasaríamos de una teoría de la personalidad basada en moti-
sos niveles de abstracción, inclusividad y profundidad explicativa» (pági- vaciones suministradas (directa o indirectamente) por las pulsiones, a las que
na 181). hay que controlar o instrumentar, a otra diferente, donde lo básico sería el
~a «superestructura especulativa» extraída del esquema del yo y el ello progreso en el auto-reconocimiento y admisión de contenidos que antes eran
(1923b) se ,encuentra en crisis. Los psicólogos del ego, coo Hartmann a la impersonales. Esta solución se acerca a las concepciones de Fairbairn (1952)
cabeza, hablan colocado esta superestructura como el fundamento con el cual y Apfelbaurn (1966), incluso a la de Sullivan (1953) quien hablaba del «110-
el psicoanálisis se situaba bajo la égira ele las ciencias naturales. Los herme- yo» para referirse al no reconocimiento propio de ciertos deseos y metas anta-
neutas, con Habermas (1971) y su «automalentendido cientificista» como gónicas a otras dominantes en la esfera del sujeto.
cstnndar~e, creyeron poder postular que el psicoanálisis se encontraba entre Dentro de esta concepción del yo y el ello, lo que se distingue como pato-
las ciencias interpretativas. Los más eminentemente clínicos C0l110Kohut o lógico es la imposibilidad del sujeto para apropiarse de las representaciones
Holt, al percibir la ~risis met~~)~icológica, aprovecharon la ~casión para vol- derivadas de las necesidades vitales de base biológica, y convertirlas en metas
verse ~ ~a expenencia del análisis, para la creación de una teoría clínica psi- personales. Como si las necesidades fisiológicas básicas no se pudiesen repre-
coanalítica mas cercana a la observación. sentar en el nivel psicológico de la experiencia como deseos, anhelos, etc.
, Pero ya lo hemos repe~ido, t~orÍ~ y práctica se necesitan mutuamente, por Para Eagle (1984) es lícito combinar el ello freudiano (como sustrato bioló-
ma~ que hay' razones históricas justificadas para su posible separación. Para gico con pulsiones -drives-) con un «eso» impersonal. Ciertas propensio-
Thoma y Kachele (1985) la raíz del problema se encuentra en la confusión nes y entidades universales y vitales de origen biológico (algo del «ello») nece-
(p~-esent; y quizá.s inhere~te.al psicoanálisis desde el origen) entre biología y sitarían ser representadas en metas y deseos personales, apropiárselas y
psicología. La misma p~lemlca en que se encontró Freud desde los tiempos transformarlas. Este razonamiento estaría de acuerdo con una de las citas
r
del Proyecto ?e su amlst~d con FheK Por eso se decantan por «una teoría favoritas de Freud del «Fausto» goethiano, de la que llevé a cabo un amplio
del p.slcoa~altsls basada primariamente en ideas auxiliares, que se apoyen en comentario (Garda de la Hoz, 1991, págs. 286-290): «Aquello que' has here-
la pSlcolo?l~ profunda. E? favor de esto hablan razones metodológicas, por- dado [e! ello biológico], adquiérelo [apropiación personal] con el fin de
que es el ufl~com.od~ ~os!b~e de Ue:vara cabo investigaciones fundamentadas poseerlo [transformación activa de la realidad].» Esta cita, a la que podemos
de ~orrelaclOn psicofisiológica» (pag. 31). Y hoy día lasmvestigaciones (véase considerar un compendio abrevi.ado de psicología, Freud la usó hasta tres
caplt~llo XI) se vuelcan sobre los estudios de proceso y cambio dentro de la veces en diferentes contextos de sus escritos: En Tótem y tabú (1912-1913),
pl:opla situación analítica, y esto parece prometedor, pues la investigación en la lección XXII de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-
misma se centra en el punto más crucial: el encuentro terapéutico. 1917), Y en la obra póstuma Esquema de psicoanálisis (1940a [1938]).
En ~~n.c1usión, ~os modelos teóricos son necesarios. A los psicoanalistas Así mismo recuperamos también el concepto de pulsián, que no debe dese-
les, es difícil renunCiar, ala metapsicología. No hay ni LUlO solo que no haya charse ni darse por muerto sólo porque las necesidades básicas (hambre, sed,
Caldo en especular teoncamente sobre la mente humana. Desde e! mismo sexualidad) sean reguladas por mecanismos distintos a los de la descarga
momento en que nos encontramos ante un paciente nos vemos imbuidos en freudiana. Los argumentos de Holt (1967) parecen sólidos para despreciar la
un pensarteórico, en un modelo. «Los modelos son cosa muy importante. No noción de pulsión, pero sólo si en la misma se carga todo el peso, y se la
es que quieran decir algo: no quieren decir nada. Pero así somos -es nues- entiende como el fundamento explicativo para convertir al psicoanálisis en
tra necesidad animal=-, necesitamos imágenes» (Lacan, 1978, pág. 139). una ciencia natural, lo que era la pretensión de la Egopsycbology. Si esto ya no
es así, la pulsión sigue siendo una noción valiosa y que da profundidad a la
teoría psicoanalítica. Adorno (1952, cit. en Thorna y Kachele, 1985, pág. 39)
15.3.2. EL ESQUEMA DEL YO Y DEL ELLO decía que las corrientes psicoanalíticas que se apartan de la teoría de la pul-
sión frecuentemente se superficializan, exactamente lo que ocurrió con Adler,
. El esquema rnetapsicológico de El yo y el ello (1923b), el modelo definí- Freud, percibió con claridad ese peligro tanto con Adler (donde el psicoaná-
tivo de Freud, e\ más f~rr:os~, e! q.ue tomó como base la Egopsycbology, a la lisis pasó a revisarse y a sociologizarse en exceso hasta convertirse en una
postre: no ha resultado útil ni preciso. Aunque hay que decir que la metapsi- mera psicología del yo) como con J ung, que concebía la libido como una
cología freudiana no se restringe a él, ni se inició con él. energía inespecífica, despojando a ésta de su fuerza elemental. Por eso Ador-
Eaple ,(1984) es partida!io. de otra lectura del mismo, en la cual el ello ya no advertía muy gráficamente de la crítica excesiva sobre el punto de vista
no sena solo un «caldero hirviente o un caos» ni el yo únicamente una estruc- económico en psicoanálisis: «Hay que tener cuidado de no arrojar el bebé
tura de control. Para él, como para otros autores (Holt, 1981; Widsom, 1984), con e! agua de la bañera.»

I
I
440 Amonio García de la Hoz Evolución de la meta psicología psicoanalítica. Perspectivas actuales 441

Tanto Eagle (1984, pág. 150) como Thoma y Kachele (1985, pág. 37) ven las que el objetivo es la liberación estásica de energía, por ejemplo, la vegeto-
en esta última tendencia una especie de vuelta a las formulaciones primitivas terapia de Reich o la bioenergética de Lowen,
de Freud, formulaciones que Freud mismo pareció retomar en algunos de sus La segunda opción parece la más correcta, es decir, trascender lo biológi-
últimos trabajos (1927e, 1940a y 1940e). Esto nos conduce de lleno a algo que co innato en valores personales y sociales, aunque ello no sea garantía de bon-
ya hemos mencionado: la línea abierta por Freud con la noción de escisión dad ni garantice la felicidad.
[Spaltung] ya la máxima 100 Es toar soll lch uierden,

15.3.2.2. La noción ele escisión


15.3.2.1. Wo Es toar soll leh ioerden
La interpretación elelesquema del yo y el ello, no como los psicólogos del
Este aforismo freudiano .lopodemos interpretar en dos formas: yo, sino en el sentido de Lacan (1956), Bettelheim (1982) o Eagle (1984), es
decir Es como un «eso» impersonal o desestimado como propio, oponiéndo-
1) Como lo hicieron Jos representantes de la escuela de la psicología del se a un lcl: personal, ha planteado la vuelta a considerar la opinión de Freud
yo, doncle el ello [Es) era el caldero hirviente de impulsos desenfrenados a los sobre Lanoción de escisión [Spaltung] (Freud, 1940e [1938J), lo que también
que el yo [Icb] debía controlar y dominar. Según Eagle (1984, pág. 239) es la supuso para Freud mismo una reconsideración de sus ideas primitivas, ante-
tendencia predominante en EEUU y conlleva consecuencias en la técnica y riores al yo y el ello. Ya he comentado algo sobre esto (véase 13.5.1) en cuan-
en los objetivos del psicoanálisis. to a mi opinión sobre la consideración de la escisión como defensa (García
2) Entender al ello [Es) como un «eso» impersonal y desestimado como de la Hoz, 1995 y 1996a), contraria a la tradición k1einiana que sigue Kern-
propio y al yo [lch] como lo personal y sentido como propio, interpretación berg (1984) y también Kohut (1971). Pero más allá de esa consideración, lo
que propone Bettelheim (1982) al llevar a cabo una traducción rigurosa de la que ahora importa es la noción misma, que tanto en los escritos clínicos de
misma. También podría ser la versión de Lacan (1956) ya mencionada. En autores ya citados (Fairbairn, Klein, Sullivan) como en los de teóricos actua-
esta segunda versión hay que notar que el Ir:h ya no es igual al yo estructural les (Kernberg y Kohut), aparece sin cesar. Estos dos últimos, como ya expu-
y sistémico (véase 15.2.5.2.2), ni tampoco el Es se corresponde con el ello de simos (capítulo VI), parecen atribuir a la represión y a la escisión el rango, no
la segunda formulación del aparato anímico. En ese Es también habría que ya de meros mecanismos psíquicos, sino de auténticos paradigmas teóricos de
incluir aspectos del superyó [Uber-Ich), impersonales e irracionales, que se explicación de los trastornos mentales. De la represión ya era conocido desde
integran en el absurdo del imperativo de la ley, por ejemplo, «el infierno del Freud su lugar central en los trastornos neuróticos. Lo que se revela ahora
deber» del obsesivo (Lachaud, 1995). Además, no hay que olvidar que Freud, con fuerza es el papel de la escisión en las «nuevas patologías» (límites o fron-
en ese aforismo, no incluyó mención alguna al superyó que ya había introdu- terizos en Kernberg y trastornos narcisistas en Kohut). Los trabajos antes
cido en su teoría. Sólo se trataba de la lucha entre Es e Icb. Valdría lo mismo mencionados (Garda de la Hoz, 1995 y 1996a), así como el estudio de la
decir lOO Es toar 50" Icb ioerden que lOO Über-ieh toar sol! Lcb ioerden, porque morali.dad expuesto antes (15.2.5.2.3), se encaminan en esa línea de renova-
lo impersonal, lo desestimado y no reconocido como propio puede alcanzar ción de la metapsicología que no quiere perder su apoyatura clínica.
tanto al Es como al Uber-lcb. La importancia de la escisión y el interés concomitante por las nuevas
patologías (trastornos límites, narcisistas, esquizoides, etc.) habían sido des-
Por lo demás, esta segunda lectura era ya un tema conocido fuera del tacados por otros autores Fairbairn (1952), Balint (1967), pero el apego al
ámbito psicológico y psicoanalítico por filósofos y poetas, por ejemplo es muy esquema estructural del yo y el ello era todavía muy fuerte para apreciarlo en
similar el análisis sartreano de la «mala fe» (1943), o los comentarios de Kier- todo su valor. Ahora se está revelando su importancia teórica y clínica.
kegaard (1956) en relación con el contraste entre la «pureza de corazón» y la Resulta muy interesante que desde las aportaciones de la psicología cog-
«duplicidad», o el análisis hegeliano del «alma bella», brillantemente drama- nitiva (Erdelyi, 1985), se reconozca también que el psicoanálisis ha aportado
tizado por Schiller (1798) en el personaje Max Piccolomini de su trilogía dos paradigmas sobre los contenidos inconscientes: El de la recuperación de
sobre Wallenstein. El bueno de Max sólo se mueve a impulsos del corazón, recuerdos o bipermnesia (que se corresponde al levantamiento de la repre-
sin necesitar los dictados del deber. sión), y el que Erdelyi denomina de la disociación, que por las explicaciones
El aforismo fJ'eudiano lOO Es toar soll Icb toerden, al considerarlo única- que ofrece en su libro (págs. 85 y sigs.) no es otra cosa que la escisión. Y tanto
mente en el sentido de la Egopsychology, es decir, en el sentido control versus en relación con un paradigma como con el otro, Erdelyi expone cómo son
impulsos, no puede mantenerse junto a la experiencia clínica, donde hay posibles los estudios experimentales que confirman la existencia de las dos
numerosos casos en los que, por el contrario, lo apropiado sería «donde yo formas de procesamiento inconsciente.
era debe ello advenir», y de ahí la proliferación de corrientes terapéuticas en

I I
J?ARTE CUARTA

RELACIÓN DEL PSICOANÁLISIS


CON OTRAS DISCIPLINAS

/ /
CAPÍTULO XVI

Relación del psicoanálisis con la psicología clínica,


la psicopatología, la psicología cognitiva
y otras disciplinas

16.1. INTRODUCCIÓN: PSICOLOGÍA y PSICOANÁLISIS


Ya hemos hecho alusión a que el psicoanálisis nace muy cercano a la
medicina (véase 1.1) Y no en el seno de la psicología. Pero en seguida se reve-
ló para Freud, que su trabajo era, ante todo, una nueva visión psicológica del
ser humano, una nueva teoría que encajaba de lleno en el ámbito psicológi-
co. De hecho, Freud siempre defendió el análisis profano, y no por intereses
egoístas como se ha llegado a decir (su hija Anna no hizo medicina), sino por
auténtica convicción interna de que el psicólogo se encontraba en la mejor
posición para ejercerlo. Freud nunca quiso que su psicoanálisis cayera en
manos ni de la medicina, ni de la religión.
El psicoanálisis, convertido en teoría psicológica por el propio fundador,
ha influido en todas las posteriores aportaciones psicológicas, bien por la
aceptación de sus premisas y/o trabajando con ellas, bien por su oposición
radical. Hoy día, al menos en Europa, no habría apenas dificultades para
lograr un acuerdo en cuanto a considerar la teoría psicoanalítica corno una
teoría psicológica (no médica). Pero dar un paso más, y declarar al psicoaná-
lisis como una rama de la psicología, volvería a reanudar viejas polémicas y
(sobre todo en EEUU) la gran mayoría no estaría de acuerdo. Si tomamos al
psicoanálisis por su lado más característico en nuestra opinión, el clínico, el
acuerdo debe llegar desde la capacitación para convertirse en psicoterapeuta
psicoanalítico, y en cuanto a la formación requerida. Tanto médicos como psi-
cólogos, e incluso trabajadores sociales, formándose adecuadamente podrían
llegar a ejercer el trabajo clínico psicoanalítico.

/
/
446 Antonio García de la Hoz Re!ación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicopatología ... 447
Ésta es una buena oportunidad para volver a mencionar lo que planteá-
bamos al comienzo (véase «introducción») en relación con la denominación 16.2. PSICOANÁLISIS Y PSICOLOGÍA CLíNICA
que debía tomar el psicoanálisis para ser enseñado en la Universidad. Hemos
optado por retirar el nombre de «psicología dinámica». y sustituirlo por otra 16.2.1. PSICOLOGíA CLÍNICA. GENERALIDADES
denominación menos equívoca. tal como psicología psicoanalítica o teoría/s
psicoanalítica/s. Lo esencial es la propia definición: La psicología dinámica o Una extensa y documentada aproximación histórica y de contenido a la
psicología psicoanalítica se plantea su objeto de estudio de la conducta huma- psicología clínica ' con sus principales hitos histórico-conceptuales puede
b ,
na. las representaciones inconscientes. o la vinculación entre las personas verse en Avila Espada (1992). Aquí seguiremos en algunos de sus puntos ese
(véase capítulo \TII). C01110 el desarrollo del interjuego de motivaciones. ten- trabajo. Observamos desde su origen cómo la evaluación clínica fue el obje-
dencias y pulsiones, las cuales no se encuentran determinadas en forma uní- tivo preferido por esta rama de la psicología. Con Wundt, como punto de
voca o unidireccionalmente, sino que se encuentran en conflicto y en oposi- partida, y sus alumnos más famosos (Kraepelin, McKeen Catell y Witmer) en
ción dialéctica. . Europa, y con W. James en EEUU, se generaron las bases para los posterio-
Ya comentamos que con la proliferación eleescuelas psicológicas. la deno- res desarrollos.
minación «psicología dinámica» fue perdiendo capacidad distintiva, de igual La evaluación clínica pasó por importantes figuras pioneras que dejaron
forma que la denominación de «psicología profunda». la cual. según Bofill y listo el terreno para la constitución de la psicología clínica en el s.iglo loe
Tizón (1994. pág. 271) poseía indudables connotaciones esotéricas. Manifes- Kraepelin (1856-1926), no sólo clasificó los trastornos mentales. SUlOque
tamos nuestro acuerdo con estos autores cuando afirman que' la psicología también propició y descubrió pruebas para distinguir los sujetos normales de
psicoanalítica se fundamenta en la premisa de que «la conducta y las repre- los patológicos, valorando funciones psicológicas qJillO la mernona, la capa-
sentaciones mentales humanas están basadas en la interacción. que genera cidad de aprendizaje, la atención o la fatiga. Para Avila (1992. pág. 24) es el
emociones y conflictos. en especial conflictos inconscientes y en que éstos. en principal precursor de la evaluación clínica. McKeen Catell (1861-1934),
último extremo. están provocados por la dialéctica entre las pulsiones funda- aunque alumno eleWundt, rechazo más tarde la introspección como método.
mentales» (págs. 272-i73). Quizás entonces, la forma más operativa de defi- y mantuvo la prioridad de la utilización de prueba~ objet.ivas par? ~a eva!ua-
nir la psicología psicoanalítica sea afirmando que se trata del conjunto de ción clínica. Su alumno \XIitmer (1867-1956), fundo la pnmera clínica PSICO-
contribuciones del psicoanálisis a la psicología general. lógica. Otros alumnos de Catell son bien conocidos po~ sus aportaciones a la
La teoría o psicología psicoanalítica no puede tener un lugar aparte en la evaluación clínica (Thorndike, Woodworth). En Francia destacamos los test
psicología (Hesnard, 1960). El psicoanálisis ha r~~oluci?nado de ~almaner.a de Binet (1857-1911), quien diferencia claramente el diagnóstico psicológico
la psicología general que no resulta una exageracion decir que habla una pSI- del examen médico y/o escolar. Son famosos sus pioneros trabajos sobre la
coloaía antes de Freud y otra después de Freud. La creación del psicoanáli- medida de la inteligencia, y la construcción de las primeras escalas para eva-
sis y"'sus descubrimientos sobre la mente humana han supuesto un cambio luarla.
muy notable en el panorama contemporáneo. El impacto del psicoanálisis no Con el inicio del siglo xx se produce una progresiva diferenciación. del
sólo se ha extendido a numerosos ámbitos de la ciencia, sino que también ha objeto de la psicología clínica. cuya historia ha sido escasamente estudiada
inundado el mundo de la cultura, la ideología y las formas de vida contem- basta hace pocos añ~s. Lo más importante es que el psicólogo clínico, hasta
poráneas. los años 50, centraba básicamente su tarea en la evaluación (sobre todo de la
La extensión de los contenidos psicoanalíticos y sus innumerables aplica- inteligencia y de la personalidad), pero que en los años 60 y principios d.e
ciones han sido tales. que harían interminable esta última parte de nuestro los 70, el panorama va a cambiar completamente, producién~ose U? pa;llatl-
libro. Nos hemos visto forzados a efectuar una selección con las disciplinas no descenso del interés hacia las tareas evaluadoras de la psicología clínica.
de mayor conexión desde el punto de vista clínico y/o psicológico. tales como Bien por fallos en la validez y fiabilidad de los instrumentos, bien por las que-
la psicología clínica, la psicopatología y la psicología cognitiva, y en menor jas de los usuarios que veían las pruebas como un «trámite enojoso» o como
medida con la psicología evolutiva, la psicología social, etc. violación de su intimidad, bien porque las técnicas proyectivas entraron en
un período de revisión, o bien porque la alternativa de la orientación con-
ductual! irrumpió con fuerza, a partir de los trabajos de Eysenck (1952),
Skinner (Ciencia y Conducta Humana, 1953). Wolpe (Psicoterapia por inbibi-

I CUY" evolución histórica han señalado, entre OtTOS, Femández-Ballesteros, 1981.

/
/
'1
I
I

448 Antonio García elela Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicoparología ... 449

cián reciproca, 1958), Eysenck (1964), y Bandura (1969), lo cierto es que la da para tratar la conducta parológica: el estudio del caso único, es decir, la
tarea del psicólogo clínico ya no se centró únicamente en la evaluación. aproximación ideográfica. El psicoanálisis aportó a la psicología clínica méto-
Hoy día, la psicología ha llegado a ser una profesión autónoma, y la psi- dos de investigación y observación más profundos. Sin embargo, la psicolo-
cologla clínica unfl de sus ramas profesionales «de mayor relevancia, historia gía clínica no debe confundirse con el psicoanálisis, pues, en opinión de Poch
y crecimiento» (Avila, 1992, pág. 46), evolucionando desde un centrarse en (1989) la psicología clínica 110 debe pretender Ja profundidad de los casos,
los trastornos o déficit, a ocuparse de problemas de la vida diaria en contex- individuales que se alcanza en el psicoanálisis. Este rompe los usos habitua-
tos sociales y comunitarios. les que rigen las formas de entrevista y conversación «dando curso libre a las
A pesar de todo, a la hora de precisar qué es la psicología clínica, la encon- fantasías del paciente, interviniendo sólo para interpretar y no juzgar, con el
tramos definida por varios factores. Puede ser definida por sus contenidos y [in de revelar las ficciones y los procesos por los que el discurrir del paciente
contextos más conocidos (la evaluación y el tratamiento). También por las se rige» (Poch, 1989, pág. 112).
características del 1'0L ejercido por los psicólogos clínicos. También por la Según Reuchlin (1982), las aspiraciones de profundidad del psicoanálisis
delimitación de objetivos, a veces confusos, respecto a los de otras disciplinas produjeron dos tendencias en la psicología clínica: a) Un examen biográfico
o profesiones. y por último, por su identificación con algunos modelos espe- exhaustivo en aras de un pronóstico, y b) un examen mediante test para la
cíficos (por ejemplo, Carrobles, 1985). Para Ávila (1992) esta última solución construcción de perfiles o pronósticos expresados en forma numérica. Reuchlin
es demasiado reduccionista y propone que «la psicología clínica no sea defi- mismo afirma que el método clinico en psicología aparece en la primera déca-
nida por ninguno de los modelos que se hayan propuesto o propongan para da del siglo xx bajo la influencia del psicoanálisis.
su conceptualización y aplicación» (pág. 51), propuesta muy cercana a la de El psicoanálisis, como afirma Poch (1989, pág. 111), nace de la clínica, y
Bernstein y Nietzel (1980), que abogan por la consideración de varios facto- tanto por su origen como por su naturaleza, se trata de una psicología enca-
res para la definición operativa de la psicología clínica, sin la exclusión de rada al abordaje del fenómeno clínico. y ello produce que tenga innumera-
ninguno de ellos: a) El estudio de la conducta humana; b) la evaluación de las bles puntos de contacto con la Psicología Clínica.
características o capacidades del ser humano concreto; c) el énfasis en la El primer intento de construcción de una teoría de la personalidad de
ayuda o intervención terapéutica; d) la actitud o percepción clínica y e) la base psicoanalítica lo llevó a cabo Murray y su equipo de colaboradores, y
consecuente aproximación ideográfica. Korchin (1976) ha hecho especial publicado en 1938 (Explorations 111. personality) todavía en vida de Freud. Se
hincapié en el factor de la actitud clínica2, más que en las técnicas o tareas trataba de la teoría necesidad-presión, que entendía a la conducta como la
específicas. resultante de la interacción entre las necesidades (variables del sujeto: impul-
sos, variables motivacionales) y las presiones (variables ambientales que inci-
den en las necesidades). Dicha interacción describe un proceso dinámico en
16.2.2. PSICOLOGÍA CdNICA y PSICOAN..\LISIS torno al cual se estructura la persona. A partir de esa obra, nacieron métodos
ele evaluación como el TAT y cuestionarios de necesidades.
Una vez planteados los factores principales que interesan a la psicología Trabajos pioneros desde el terreno clínico que intentaron Wl intento de
clínica, es evidente que la construcción de una teoría para la misma puede sistematización amplio fueron los de Fenichel (1945), que debido a su carác-
efectuarse desde varias aproximaciones: La conductual, la sistémica-ecológi- ter «enciclopédico» (Poch, 1989) es de escaso valor para el esclarecimiento
ca, la psicométrica, la má,s reciente aproximación ecléctica (Garfield, 1980) teórico, y el ele Hendrick (1958).
que ya ha sido criticada (Avila, 1990, Echeburúa, 1993 y Valonero, 1997», la Pero, en los años que siguieron a la muerte de Freud, la ausencia de una
cognitiva, etc. Y por supuesto la aproximación dinámica o psicoanalítica, que teoría psicoanalítica unitaria (al coexistir la psicología del ego, la corriente
es la que nos interesa ahora. culturalisra, la escuela inglesa y los neofreudianos), impidió la construcción
Directamente relacionada con los factores de Korchin (1976) menciona- definitiva de una teoría psicoanalítica para la psicología clínica hasta las obras
dos en el apartado anterior, encontramos la opinión de Sandler (1977), para recientes de Korchin (1976) y Holt (1978)
quien la psicología clinica adoptó e1elpsicoanálisis la estrategia más adecua- Korchin, por ejemplo, se preocupó de integrar conceptos tradicionales de
la perspectiva clínico-dinámica con otros tomados de la personología, y ela-
boró nueve proposiciones básicas para la intervención clínica desde el punto
de vista dinámico:
2 La raí~ etimológica griega de «clínico» tiene el sentido de el qtte visita al que guarda cama.
l Para Avila (1990), se puede discutir el eclecticismo técnico, pero, en su opinión, "lo que carece
totalmente de sentido es un eclecticismo teórico». Echeburúa (1993), declara que el recurso ,,1 eclecricis- 1) La conducta está sobredeterminada, y los determinantes pueden ser
mo encubre confusionismo conceptual y debilidad del modelo asumido. Valonero (1997). en la misma
linea, valora 1.1 inrerdisciplinariedad en la Psicología Clínica «<el conocimiento de las nporraciones de otros
desconocidos para el sujeto y/o dinámicamente reprimidos.
modelos»), pero no el eclecticismo. 2) La conducta posee plasticidad. Aunque dependa del pasado, el prin-

/
1
I
1
I
I
450 Antonio García de 1<1Hoz
!
Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, lu psicoparología... 451
cipio más importante es la capacidad de aprendizaje, para el que no hay un
modelo único. I 16..3. PSICOANAuSIS y PSICOPATOLOGíA
3) La persona reacciona a los estímulos externos e internos pero tam-
bién tiene capacidad de moldear el mundo de acuerdo a sus c~nceptos y El psicoanálisis h~ tenido ~esde sus illici?s puntos. de conv:rgencia
necesidades. importantes con la psicopatología. Freud manejaba la psicopatología de .su
4) Cada persona es, en última instancia, única y debe ser comprendida tiempo, eminentemente kraepeliniana, y también llevó a cabo sus aportacio-
en sus propios términos. Pero ello no impide plantear principios zenerales de nes nosológicas particulares. Por ejemplo, contribuyó en forma de,ci~iva.a.d~~·
organización psicológica. b
cuerpo a la neurosis histérica, cuya relevancia como cuadro patológico 1I1ICIO.
5) La conducta está motivada por (y orientada a) los objetivos. Los Charcot; localizó y definió la neurosis de angustia, diferenciándola de la neu-
impulsos y/o necesidades orientan la conducta hacia esos objetivos, pero pue- rastenia de Beard; acuñó el nombre de neurosis obsesiva, aislándola de OtIOS
den ser contradictorios o estar en conflicto, Jo que puede ser resuelto de rnú]- síntomas Ióbicos, etc. En resumen, la psicoparología siempre estuvo presen-
tiple maneras. .
te en el trabajo freudiano y tuvo un interés especial para él. Su formación
§) La conduct~ está regulada por estructuras centrales (el yo o el self). como médico contribuyó para ello en forma decisiva ..
1) La personalidad se desarrolla en etapas normativas, con la tendencia La psicopatclogía, clásicamente, ha estudiado la conducta «no normal»,
a una mayor integración, diferenciación y autorregulación. El desarrollo ha intentado describir la sintomatología, y ha tratado de comprender y/o
puede atravesar momentos críticos, pero es continuo a lo larso de toda la explicar los motivos y/o causas de esas conductas patológicas. Pero co~
vida. b
Freud, la psicopatología da un salto y se convierte también ,en una fO.rmap~l-
8) La conducta es adaptativa. cológica de conocimiento de lo «normal». Ya no hay una línea de distinción
9) El hombre es un organismo biológico, psicológico y social. clara entre lo normal y lo patológico, sino que nos encontramos un con~l.o-
merado común (pulsiones, tendencias, deseos, motivaciones) que cada SUjeto
Como se observa por los enunciados, en esta concepción se encuentran pone en relación consigo mismo y con los demás de una determinada mane-
reunidos aspectos de teorías diferentes, como la motivacional (de Murray), la ra, y que ello tiene como resultado el que las manifestaciones sean o no. pato-
estructural (de la Egops)/chology), la psicología del self (Kohut), la evolutiva Iózicas. Por eso Scharfetter (1976) hablaba de una doble tarea de la psicopa-
(sobre todo de Erikson), y las consideraciones biologicistas presentes ya en el toloaía: a) Buscar la conducta no normal, describirla y tratar de comprenderla
propio Freud. y b) ~oner de manifiesto lo que queda de sano en el sujetoca fin de que sepa-
También se observan puntos de contacto con la teoría de la conducta de mos con qué y hacia qué podemos trabajar terapéuricamente» (pág. 25). LIo-
José Bleger que expusimos en el apartado 7.1.3. En lengua castellana, a la pis (1970), en un libro clásico de la.psicopatología ~spañola, habla de que la
hora de estructurar una psicología clínica basada en el psicoanálisis tenemos psicología es esencial para nutrir a la psicopatología. Un logro bastante ter-
los trabajos del citado Bleger (1968), Jorge L. Tizón (1988) y Po;h (1989), minado'"de la unión elltre psicopatología y psicoanálisis, es el trabajo de Paz
buenas guías de referencia. (1971), que contiene una descripción muy pormenorizada de los cuadros clí-
Tanto la teoría psicoanalírica corno la psicología clínica comparten la idea nicos en el extenso capítulo quinto de su obra.
de no centrarse exclusivamente en la conducta patológica. Pueden compartir Parece bastante claro, que con el psicoanálisis, la psicopatología deja los
un pr?grm11~cO~lún, a la hora de encarar la conducta del ser humano, para enfoques descriptivistas basados en la enumeración de síntomas, por una
estud~ar la genesis y la estructura de los conflictos que subyacen en ella, para visión más comprensiva y explicativa.
estudiar la maneras de ser y de reaccionar de un sujeto concreto frente a las La psicopatología pasó, pues, a convertirse en un área de estudio muy
situaciones concretas. En definitiva, ambas pueden compartir la identifica. relacionada con el psicoanálisis y la clínica en general, y hoy día «puede
c~ón de problemas; S~I diagnóstico ~ su tratamiento. Quizás el único aspecto encontrar su conti.nuidad incorporando la dimensión intersubjetiva que apor-
diferente sea este último, el tratamiento, pues para que el psicólogo clínico ta la psicología clínica [y dinámica], desde donde toda conducta se COI11-
sea un auténtico psicólogo psicoanalítico, en el proceso clínico habrá de tener prende en una relación» (Valonero, 1997, pág. 511). En efecto, es desde esa
en cuenta las nociones centrales de la teoría, los procesos inconscientes la perspectiva de la relación, desde donde nos parece más fructífera la conexión
transferencia y las resistencias. ' entre la psicopatología y el psicoanálisis.
Ambos, psicólogos clínicos y orientados psicoanalíticamente, pueden cen-
trar su acción en el paciente, e integrar en esa acción una postura teórica. Ya
h~n~os enunciado qu~ .en la ~is~ciación entre teoría y técnica se puede per-
rrunr un cierto eclecticismo tecruco, pero en el campo de las formalizaciones
teóricas, la cuestión es mucho más complicada.

I /
Antonio Garcia de h\ Hoz Rebelón del psicoanálisis con h\ psicología clínica, h\ psicoparologia ... 453
452

16.3.1.2. Período de transición


16.3.1. LA PSlCOPATOLOG_ÍAPSICOANALÍTICA

Hemos apul1mdo en diversos lugares (6.2.4;.6.3.3; 7.2: 14.4.2.4; 14.5; Pero, yoco a p?~O, y tras la muerte de Freud, empezaron a aparecer
voces de insatisfacción con respecto a ciertos aspectos de la teoría tradicio-
15.3 .2.2) ciertos aspectos relacionados con .la pSlcoparolo?Ia moderna ~ue
nalparticularmente en relación con la rnetapsicología y con su posible inca-
podrían desprenderse de las nue:,as apc:r~aclOnespSlcoanabncas, Y hablar de
pacidad de explicar otros trastornos distintos de las neurosis. Así por ejem-
una auténtica psicopatología pSlcoanalmca que proponga los. fundamento_s
plo, y como ya hemos citado, Fairbairn (1952), \X1innicott (1958) Balint
dinámicos, genéticos y relacionales en el espectro de los trastornos mentales.
(1967), Mahler (1942-1961). '
Vamos a dividir la exposición de este apartado e~ otros tres subapartados. El
primero para resumir el panorama pSlcopa.tologlco de Freud. Luego un . CO~lsecu:~,temellte empezar;lI1 a cambia: ciertas cosas. Por ejemplo, el
momento imermeclio con apom\cJOneS muy Interesantes tanto de .125Icoa11a- P!Ot~;lPO ~eOl~codO:11lnante ed~~ICo,.;n~pezo~a ser desplazado por las cxpe-
UenCl?Smas plecoceo elela relación diádica nmo-madre. La psicopatología se
listas británicos como norteamericanos, para finalizar con una \lI.S10nactual
centr~ en las perturbaciones tempranas de la relación del niño con la madre
de la psicopatología psicoanalítica. o SUStituto. A la vez que se daba este cambio, el así llamado modelo freudia-
no de la descarga de impulsos, empezó a dejar paso a un modelo relacional
(Greenberg y Mitchell, 1983; Mitchell, 1988), y como correlato de ello los
16.3 .1.1. La psicopatología freudiana el~m~ntos más significati;,os para la psic?patología fueron la detención; los
Acabamos de comentar que la psicopatología si~mpre f~l,e~ll1areferencia
déficit del desarrollo, mas que los conflictos que concernían a los impulsos
sexuales o agresivos.
para Freud y que aportó innovaciones a l~ nosología pSlqlllatnc~ (por eJ;m-
Todas las características comentadas hicieron volcarse a los clínicos sobre
plo, la neurosis de angustia y l~ neurosis obsesiva). Cuan~o inauguro ~l
un campo _psicopatológico distinto al ?e la teoría tradicional, constituido por
modelo estructural del aparato pSlqUICO(Freud, 1923b), se propuso ac~plar-
la: ne~rosls. Y entonces pasaron a primer plano los niños, tanto en observa-
le a los cuadros psicopatológicos clásicos que él manejaba, las neurosis y las
psicosis (Freud, 1924b Y 1924,e): .'._
Clan == como P?r s~s perturba~iones más precoces; los psicáticos, que
producían una experiencia de tratamiento y por tanto técnica, completamen-
Pero el cuadro pS1copatologtco estelar de todo su trabajo, de toda su tea
ría y de toda su técnica, sin duda, fueron las n~urosls. Para leer cor[ectam.en- te diferente, y sobre todo, los pacrentes llamados narcisistas y límites.
Con Freud, la psicopatología se reducía a los pacientes neuróticos de
te a Freud resulta fundamental comprender bien este hecho .Y de,esta forma
evitar muchos equívocos. Las psicosis le sirvieron de referencia te~nca y p~lr.a dond~ surgió.el.modelo edípico y la teoría de la represión, y aunque el ca~po
er~ mas amplio incluso en su propia práctica (neurosis actuales, perversiones,
estudiar en profundidad la mente humana, p;:r? en absoluto la tecruca cl~sl-
ca freudiana se construyó sobre ellas. y l? :11asunportante de todo: L~s tras- PSlCO~lS), o bien no.lo consideró, o bien intentó aplicar también allí el mode-
lo edípico. y precisamente aquellos de sus trabajos (Freud 1927e 1940a
tornos de personalidad no los aisló lo suficienrernente como par~ considerar-
y 19~Oe) en que empezó a vislumbrar el nuevo estado de c~sas qu~ ya no
los tanto teórica como técnicamente, Y mucho menos. para considerar lo que
su estudio podría hacer variar los f~lldamentos del tratamiento, Y ciertas encajaban en ese modelo, fueron los que sirvieron de inspiración a los que se
Iban a encargar de llevar el cambio a sus consecuencias más definitivas.
modificaciones importantes en la teona. Ahora, el centro de interés psicopatológico lo representaban los trastornos de
Por nuestra parte hemos afirmado (García de la Hoz, 1?96b) que estos
la personalidad límites y narcisistas.
trastornos los percibió como «novedosos y sOl:prencle1:tes» [neu und bejren-
dend] (Freud, 1940e [1938]), pero ya no tenía tiempo 111 fuerzas l?ara em?ren~ Creemos que habrá un acuerdo más o menos general en clasifiéar los tras-
der el estudio de las «nuevas patologías», aunque, en nuestr_a.1mpr,eSl?n,SI tornos ment~le~ en tres ca~egorías: Neurosis, psicosis y... «psicopatías»
comprendió la importancia que suponían para un cambio teonco-teCl1lCO,Y (<<tl:astornosl:n1ltes», «narcisistas», «esquizoides», «borderline», «liminares»,
~tcetera). Segun Bergeret (1974), para estos últimos cuadros han llezado a uti-
con repercusiones psicopatolÓgicas. . lizarse hasta ¡¡cuarenta!! términos diferentes, lo cual, sezún TizÓn (1978)
En resumen, la psicología ele la época de F.r,eu~lestaba doml~lada por «la
era del complejo de Edipo» (Barran, Eagle y Wolitzky, 1992, pago 391), o lo debe te:1er que v;r con el c~r~ícter ateo rético de esta gran"parte de la psico:
patol~gJa. Además de los calificativos ya expuestos, podemos añadir también
que es lo mismo por la teoría de las neurosis, por el modelo de la descarga de
para ilustrarlo mejor los de ~<personalidades perversas», «personalidades
las pulsiones, por su gratificación. El ca:~po de la psicoparoiogia estaba
Como SI», «personalidades psicopáticas» «prepsicóticos» y otros muchos.
dominado por los clásicos pacientes neurotIco:, cuyos conllictos se e~~hca-
ban por el modelo estructural, y con la represión como mecanismo pSlqulCO Nosotr?s h~mos preferido englobarlos a toelos bajo el común y poco com-
prometIdo titulo de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM) de Trastor-
principal.

I I
454 Antonio Carda de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicologíaclínica, la psicopatologia... 455

nos de la Personalidad, aUDa sabiendas de que una neurosis o una psicosis yo se produce por el efecto de esos dos mecanismos opuestos y alternativa-
también lo podrían ser, aunque en estos dos últimos cuadros hay una sinto- mente utilizados, y que tenían que ver con la aceptación y el rechazo de UD
matología más específica. contenido percibiclo sensorialmente. Ambas soluciones, aceptación y recha-
Desde Stern (1938, 1948) en e! campo psicoanalítico y Schneider (1923) zo, tenían plena vigencia para e! sujeto y no se producía la represión de nin-
en el campo psiquiátrico, pasando por los citados Fairbairn, \X1Íll11icotty guna de ellas. Ambas aparecían con lilla efectividad alternante para el sujeto
Balint, y hasta los actuales desarrollos de Kohut (1971, 1977) y Kernberg según qué siruaciones.
(1977,1984) entre otros, estas personalidades se han estudiado con bastante . C0l110en los' trabajos freudianos mencionados sobre ese juego Verlettg-
asiduidad, hasta delimitados como entidades nosológicas propias, y, en nues- nung/Bejabung el contenido perceptivo de que se trataba era la aceptación o
tra opinión, producen la delimitación más precisa de la moderna psicopato- e! rechazo de la diferencia sexual anatómica (es decir, el tema ele la castra-
logia psicoanalítica. ción), sugeríamos lo siguiente (García de la Hoz, 199Gb): «Me refiero a la Ver-
leugnung, que en esta parte de la obra de Freud ocupa el lugar que la \!e,.dr¿in-
gung (represión) había ocupado en la anterior, el mecanismo más
16.3.1.3. La moderna psicopatologia psicoanalítico sobresaliente. Su acción, que parte de la experiencia del niño/a ante el hecho
de la percepción de la diferencia sexual anatómica; puede extenderse a la
Bergeret (1970 y 1974) desarrolló un esquema de psicopatología diná- capacidad de! sujeto de aceptar a la vez dos realidades incompatibles entre
mica, que luezo amplió Tizón (1988). En él se planteaban tres líneas fun- sí... el juego complementario de la Verleugnung y la Bejahung (aceptación o
damentales d;l desarrollo patológico: La línea psicótica, la línea neurótica afirmación), puede configurar un estado de escisión en el sujeto, y dado que
y la línea liminar o fronteriza. La propuesta de clasificación que hac~amos percibir la diferencia de los sexos es una experiencia que prácticamente no se
en el apartado anterior (neurosis, psicosis y trastornos de la personah~ad),
se basa tanto en estos autores como en los desarrollos de Kohut y Kern-
berg que ya hemos estudiado (véase 6.2.4 y 6.3.3). Tizón, siguiendo a Ber-
geret, delimita para cada línea (neurótica, psicótica y liminar) una forma de
~II
le ahorra a ningún infans, podemos estar ante una situación fundente (de la
misma categoría que la situación edípica para los trastornos neuróticos), que
puede ser estructural en estas nuevas patologías. [El juego acepta-
ciónlrenegación] es una operación mental que está en la base de los trastor-
desarrollo, e intenta describir cada una de ellas conforme a un esquema
genético de las posibles relaciones objetales diferentes. K.ernbe~g y Kohut
--1 nos de personalidad, y que luego será o no matizada, enlazada, configurada o
sustituida por entero por la problemática edípica» (pág. 65).
emprenden la misma tarea, y cada uno desde su terminología (6.2.3 y No aseguramos que la Yerleugnung/Bejabung de la diferencia sexual ana-
6.3 .2), nombraron a los procesos de represión y escisión C01110básicos, res- tómica sea el momento esencial y único para la producción de la escisión,
pectivamente, para las neurosis y los trastornos límites y/o narcisistas. característica de los trastornos de la personalidad. Lo que planteábamos era
Kernberg, incluso, nombra a la escisión como presente también en los cua- una situación estructural, quizás esa que pedía y no encontraba Kohut
dros psicóticos. (1977)4, y que podía tener la misma importancia psicopatológica que la edí-
Para Villamarzo (1989), la introducción del concepto elenarcisismo resul- pica para las neu rosis.
tó fundamental para la psicopatología psicoanalítica, sobre todo por diferen- La psicopatología psicoanalítica puede comprenderse en la actualidad de
ciar nítidamente las neurosis de las psicosis. Las neurosis suponen dificulta- la manera siguiente.
des con la realidad objetiva aunque internalizada, mientras que e! psicótico Siguiendo la tradición de Bergeret (1970, 1974), Kohut (1971, 1977),
corta con esa realidad. Siguiendo la noción de estasis (Stauung), que Freud Kernberg (1977, 1984) YTizón (1988), hablamos de tres grandes grupos psi-
plantea en ese trabajo sobre el narcisisl11?(1914~).y qu~ nosotros. tratal11~sde copatológicos: neurosis, psicosis y trastornos de la personalidad.
precisar (García de la Hoz, 1993), po~namos .d¡feren~LarpSICOSIS (estasis ~n Siguiendo también otra tradición psicoanalítica que inició Rickman
la investidura narcisista del yo), neurosis (estasis en la investidura de los obje- (1951), al que después imitó Balint (1967), y que por otro lado también utili-
tos fantaseados), y trastornos de personalidad (estasis en la acción externa -o
acting out-, o en la interna), dando lugar respectivamente a psicopatías, o a
trastornos psicosomáticos e hipocondríacos, incluyendo, por ejemplo, las
anorexias-bulimias. 4 «¿Existe entonces W/ /,111/10el/ 1"vid" del ui/io tan significativocon respecto 31 desarrollo tempra-

En otro trabajo nuestro ya mencionado (García de la Hoz, 199Gb) que no del si-mismo, como lo es, con respecto al desarrollo psicosexuul rernprano de acuerdo con la recria psi-
coanalírica clásica, el momento en que el complejo de Edipo "lc.lI1Z,1 su resolución? Sólo puedo decir, par-
continuaba a su vez otro anterior (García de la Hoz, 1995a), y apoyándonos tiendo de reconstrucciones derivadas del material obtenido en el análisis de adultos que, si "sepunto existe
en los autores anteriores, y en algunos de los últimos escritos de Freud seria muy anterior en la vida psicológic, al punto en que el período edípico se transforma en la larencin.
Con todo, habiendo dado esta respuesta sin duda imprecisa, no me inclino a comprometerme más allá"
(1927e' 1940a y 1940e) sobre elmecanisl110 de la renegación [Verleugmmg] (Kohut, J 977,pág. 1(8). Kohur continúa diciendo que 1" respuesta habría de venir de los analistus de niños
con su' complemento afirmativo [Bejahung}, concluíamos que la escisión elel o de los que observan n los niños con formación psiconnalítica.

/
456 Antonia García de la Hoz Relación del psicoanálisis can 1"psicología clínica, la psicoparología ... 457
zó Lacan (1955), estos grupos se pueden caracterizar por un número, y sólo de cuadros psicopatológicos tanto desde el punto de vista de su génesis como
contar hasta tres: Uno (1), los trastornos psicóticos; dos (2), los trastornos de de la estructura que se crea en un momento dado del desarrolluLa situación
personalidad y tres (3), los neuróticos. del estadio de! espejo, la de la 'percepción de la diferencia sexual anatómica
y siguiendo, por fin, las aportaciones básicas de Freud (a lo largo de toda y la triangularización edípica pueden ser verdaderos momentos estructurales
su obra) y de Lacan (1949), podemos indicar una situación genética, estruc- del psiquismo humano, cuyo fracaso no puede no dejar secuelas en el desa-
turalmente importante para cada uno de los grupos. rrollo futuro. Estas secuelas, respectiva y evolutivamente, son las psicosis, los
trastornos de personalidad y las neurosis,
1) El estadio del espejo lacaniano (que en nuestra opinión, y salvando las
distancias de las diferentes tradiciones, coincide con la posición depresiva de
Melanie Klein) sería la adquisición anticipada, con respecto a la maduración 16.4. PSICOLOGÍA COGNITIVA Y PSICOANÁLISIS
motriz, de l.afunción imaginaria del )10, con la consiguiente discriminación
entre cuerpo e imagen. Permite la integración de la forma total del cuerpo y Trataremos a continuación la relación del psicoanálisis con la moderna
su distinción de las imágenes exteriores del mismo. El fracaso de este momen- psicología cognitiva, relación que se ha intensificado, y ha provocado bastan-
to significaría la persistencia de la fusión con el objeto, la falta de discrimina- te investigación, en los últimos veinte arios. Se trata de W1 campo de investi-
ción en cuanto a los límites corporales, y por lo tanto la persistencia de la gación que promete ser fructífero.
angustia del cuerpo fragmentado, en la medida que falten los soportes mater-
nos precisos. Es decir, la psicosis, donde no se ha conseguido la separación .,;¡.._
,.
adecuada del objeto, persistiendo la necesidad de unidad (1). 16.4.l. INTRODUCCIÓN
2) La percepción de la diferencia sexual anatómica, como momento
estructuralmente importante en la gestación de los futuros trastornos de la El psicoanálisis siempre ha aspirado a ser una teoría general de la con-
personalidad por escisión. Lo básico es que no se alcanza la triangularización ducta y del desarrollo humano, y como tal, intentar comprender y explicar, a
edípica. Sólo hay dos sujetos en la relación y por tanto las relaciones son dua- la vez, tanto los mecanismos como el significado de la conducta normal y
les. Puede haber otros sujetos implicados y por tanto variadas relaciones, patológica. Según reflejamos (véase capítulo XI), parecía evidente que a nive!
pero todas experimentadas en forma separada y dual. Freud mostró cómo se del consultorio clínico, el énfasis recayera más en los propósitos y siznifica-
genera el estado de escisión y a partir de qué (Freud, 1927e, 1940a y 1940e), dos. de la patología del paciente, mientras que en el nivel de la teoría, ~e cen-
y por lo tanto un momento temprano de iniciarse la manera escindida de .•.
percibir la realidad, de establecer en el psiquismo compartimentos estancos,
_N

--,-¡ -
. trase más en la explicación de los procesos y mecanismos subyacentes en las
conductas humanas.
lo que Kernberg (1976, pág. 17) llamaba vida psíquica «departarnentaliza- j Holt (1972) señaló que Freud siempre estuvo interesado tanto en el sen-
da». Desde luego, la experiencia de la percepción de la diferencia sexual tido como en los mecanismos de la conducta humana. Es decir, tanto en el
anatómica tiene que ver también con la unidacl corporal narcisista, pero a cómo o para qué, como en el porqué. Por ejemplo, en el caso de la represión,
diferencia de las psicosis, lo que está comprometido aquí no es todo el sel] Freud~e preo~upaba, a la vez, tanto de los motivos y propósitos a los que la
I
en la relación con el otro, sino sólo una parte corporal en su presencia y/o .1I represion servía en el pacrente concreto, como de estudiar cómo se operaba
ausencia. el proceso mismo de represión en general.
3) La estructuración edipica, la triangularización definitiva, entendida tal -,
En el momento de la muerte de Freud (1939), la influencia de la teoría
y corno la hemos comentado anteriormente (14.4; 14.5 y también en 15.2.5.2). . 1 psic?an~lítica en la 'psicolog~a académica era nula (Barron, Eagle y Wolitzky,
La situación edípica es e! momento privilegiado de acceso a la mínima uni- 1992, pago 300). NI los escritores psicoanalistas se preocuparon de volcarse
dad social (3), donde el tercero está siempre presente aun cuando no esté en ,1 hacia la literatura psicológica para hacer contribuciones teóricas ni la inves-
escena. La mala elaboración de esta situación es lo que producirá en el futu- ~~ tigación .ps.icológica, por su parte, se preocupó por otra cosa que no fuera el
ra las clásicas neurosis estudiadas por Freud. establecimiento de leyes generales. El típico estudio de funcionamiento coz-
nitivo de entonces, involucraba a un sujeto en estado de alerta de conciencia
No se trata de una esquernatización completa y terminada, pero desde el dispuesto a producir una respuesta intencional, orientada hacia la realidad'
punto de vista pedagógico resulta bastante comprensible. En nuestra expe- frente a un estin:ulo ~llocional neut~·al.Tales condiciones intentaban asegu:
riencia docente, no sólo con los alumnos futuros psicólogos, sino también en rar que la contribución de los motivos personales fueran mínimos. Como
otros ámbitos diferentes, como los trabajadores sociales o los médicos de Rapaport (1960) mostró en su revisión de entonces sobre la investigación de
atención primaria, suele resultar un buen punto de partida para introducirse la teo:ía psicoanalítica, l?~ esfuerzos del laboratorio en incorporar el material
en los caminos intrincados de la psicopatologia psicoanalítica. Se debe hablar emocional, con el propósito de probar los puntos de vista de Freud, fueron

/
Antonio García de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicoparclogía .. _ 459
458

excesivamente simplistas y se plasmaron en irrelevantes pruebas sobre la a otros procesos psicológicos. A pesar de que abandonó ese camino en favor
represión. de un nivel de explicación psicológico, sin embargo siempre creyó que podría
En los años 40, un pequeño número de psicólogos aca?,émicos pre~~l~a- ser posible explicar los fenómenos psicológicos en un nivelneurofisioJógico.
dos en psicoanálisis comenzaron a investigar con la percepclOO y la C?g11lClOn Según Pribrarn y Gill (1976), el modelo desarrollado en el Proyecto resultó ser
en zeneral. Las principales características de estos acercamientos orientados bastante ajustado dado el nivel de conocimientos contemporáneos en neuro-
psi~oanalíticamente fueron su énfasis en: a) la motivación dinámi.c~ de la cog- ciencias_ En este sentido, recientemente se han llevado a cabo algunos inten-
nición' b) las diferencias individuales en las estructuras cogninvas; e) los tos, desde la perspectiva psicoanalítica, para estudiar la relación entre la con-
variados modos de coznición (sueños, fantasías, imágenes, etc.), y d) la signi- ducta y el cerebro (Galin, 1974; Shervin & Dikman, 1980; Reiser, 1984;
ficación funcional de l~ toma de conciencia (por ejemplo, cognición con o sin Shervin, 1992; Winson, 1992 y Ellman, 1992).
toma de conciencia). Los informes detallados de estos primeros esfuerzos se La naturaleza de Jos procesos cognitivos se puede observar así mismo con
pueden encontrar en Sears (1943), Rapaport (1960), Klein (1970) y Wolítzky mucha claridad en Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico
& Wachtel (1973). (Freud, 1911b), por ejemplo en textos C01110 los siguientes, al comentar la
El desarrollos de la psicología del ego (Hartmann, 1939, 1964; Arlow y progresiva implantación del Principio de la Realidad:
Brenner 1964), con sus conceptos de autonomía primaria y secundaria, esfera
Se constituyó una función especial -la atencion-:-,cuyo comerido consistía en
del yo libre de conflicto y la elaboración -dela función del yo para la adaptación
tantear periódicamente el mundo exterior ...
y el pensamiento orientado hacia la realidad, condujo a un interés renovado Probablemente se estableció también, al mismo tiempo, un sistema encargado
hacia los procesos cognitivos. Por ejemplo, Gill (1967) y Holt (1967), presen- de retener los resultados de esta actividad periódica de la conciencia, una parre de
taron importantes clarificaciones teóricas sobr~ los a~pectos del c<?nceptode lo que llamamos memoria _
proceso primario de pensamiento. Wolf (1960) intento comparar e integrar las ___surgió el discernimiento, instancia imparcial propuesta a decidir si una represen-
tación determinada es verdadera o falsa ...
visiones del desarrollo cognitivo de Piaget y de Freud. Desde luego, la Egopsy- El aplazamiento, necesario ahora, de la descarga motora (de la acción) fue enco-
chology ha sido la escuela psicoanalitica más preocupada por acercar el psi.co- mendado al proceso de pensamiento, surgido de la mera representación (OC,
análisis a las enseñanzas académicas y con ello concebirlo e intentar convertirlo pág. 1639).
en una psicología general. La implantación de esta escuela.en EEUU se produ-
jo por razones de tipo histórico (emigración de psicoanalistas europeos por la Pero el intento más acabado de Freud con proximidad a la moderna psi-
Segunda Guerra Mundial), pero también influyeron dos tipos de razones: cología cognitiva, es, sin duda, el capítulo VII de la Traumdeutung (Freud,
1900a) (15.2.5 .1). Allí, los aspectos cognitivos, utilizados en un sentido
a) El interés de los medios psicoanalíticos en buscar un reconocimiento amplio, incluyen la percepción, el aprendizaje, el pensamiento, la memoria, la
en el ámbito institucional, principalmente el universitario. atención y los procesos defensivos. Los procesos primarios y secundarios del
b) La necesidad, dentro del campo psicoanalítico de ampliar el estudio pensamiento y su relación con el cumplimiento de deseo alucinatorio, el des-
de los procesos inconscientes a partir de los preconsci:;1tes ~ ~onscientes, arrollo del pensamiento hacia el principio de realidad, los mecanismos de
incluyendo así funciones mentales tales como la percepción, el jL1lCJO, el pen- condensación, desplazamiento y simbolización, la importante distinción entre
samiento, la memoria y la inteligencia. representación-cosa y representación-palabra, todos estas nociones, que
podemos denominar con propiedad procesos cognitivos, le van a servir a
Poco a poco, de esta forma, la psicología cognitiva, que estudia estos pro- Freud para explicar la variedad de actividades mentales conscientes e incons-
cesos, fue tomando cuerpo en los medios psicoanalíticos, y en la actualidad cientes, que van desde los sueños, síntomas, chistes y actos fallidos, hasta los
podríamos hablar de un progresivo hermanamiento de esfuerzos para el estu- rituales y mitos.
dio de la psique humana, Freud utilizó varios modelos para construir analogías de la psique. Como
-, I ya hemos reflejado (15.2.5), los dos más famosos los presentó respectivamen-
~'1!.:!

.g te en este capítulo de la Traumdeutung y en El yo y el ello (1923b). Para Erdel-


16.4.2. EL COGNITrV1SMO DE FREUD ...... J yi (1985), el primero de ellos sigue siendo muy instructivo, y al que única-
,_' J mente hay que perfeccionar con los conocimientos actuales que nos
A lo largo de la obra de Freud, son varias las características cognitivas que
---¡¡ proporcionan los ordenadores, que Freud hubiera usado sin duda de haber
aparecen dispersas por algunos de sus trabajos. Vamos a efectuar un resumen ! existido en su tiempo. Freud no hacía sino buscar analogías para apoyar su
-~

de los más importantes. '-=-J


I
modelo de aparato psíquico: «El problema no es de mensaje sino de medio,
En el Proyecto de psicología para neurólogos (Freud, 1950a [1895]), se ¡, como se hace evidente si proporcionamos a Freud la analogía que parecía
estar buscando a tientas pero que no tenía: el ordenador. ( ... ) La transposi-
interesó por los mecanismos neurofisiológicos que subyacían a la cognición y ..-¡

-/':~:J
,

_-ro:.'
I
- _
_
.-l
460 Amonio Carda de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicoparología ... 461

ción del modelo de Freud al marco analógico clel ordenador supone un Esencialy específicamente humano, la palabra. Este hecho, aunque sin elaborar,
modelo de cognición omnipresente en estos momentos: el modelo del proce- estuvo presente en Freud, poco antes de su muerte, yen un trabajó tan aparen-
samiento de la información» (Erdelyi, 1985 pág. 130). temente insólito para servirle de marco: El Moisés (Freud, 1939g [1934-1938]),
Pero como no había ordenador, Frene! utilizó lo que tenía a mano, el mode- Nosotros ya señalamos la importancia de este hecho (García de la Hoz, 1996b).
lo conceptual del arco reflejo (15.2.4.1), un clásico para la neurofisiología del En lo que se refiere a las propias estructuras del modelo, ¿son reales),
siglo XIX, del que interesa aclarar que «sigue siendo todavía un paradigma fun- ¿existen el yo, el ello y el superyó? Ante todo hay que indicar que no se trata
damental de la neurología moderna» (Nasio, 1994, pág. 18). El modelo consis- sino de constructos o hipótesis de trabajo, y que si se mantienen así «su valor
tía en presentar al aparato psíquico como un sistema compuesto por un polo permanecerá sin paralelo» (Bellak, 1984, pág. 12). Pero para Erdelyi (1985)
perceptivo y otro motor, con el registro de las huellas mnémicas (memoria) en es legítimo preguntarse si hay estructuras °
funciones cerebrales que puedan
el medio, en dirección hacia el polo motor. Con este modelo, Freud se anticipó corresponderse de manera significativa a las estructuras del modelo freudia-
medio siglo al enfoque del procesamiento cognitivo de la información. Para no. Yen este terreno, los descubrimientos de Jos centros del placer, las inves-
construirlo, Freud buscó la ayuda de la lente de una cámara fotográfica (polo tigaciones sobre el funcionamiento de los dos hemisferios cerebrales, el siste-
perceptivo), que debía quedar libre de impresiones en seguida para poder reci- ma limbico, etc., pueden aportar correspondencias sorprendentes. Aunque
bir otras nuevas. Freud formuló una distinción, meramente teórica, entre el sis- hay equivalentes fisiológicos sorprendentes de ciertas características formula-
tema perceptivo y el subsistema de las huellas mnérnicas, que transformaba la das por Freud respecto al yo yel ello, también hay ciertas discrepancias nota-
información recibida en huellas permanentes. De esta forma anticipaba uno de bles y «aunque el conocimiento fisiológico nos da lecciones importantes,
los descubrimientos más importantes de la moderna psicología del procesa- hemos de ir con cuidado de no sobrevalorado en esta coyuntura, lo cual cons-
miento de la información, «el descubrimiento, por parte de Averbach y Coriell tituiría un error tan grave como el de prescindir completamente de él»
(1961) y Sperling (1960) del almacenamiento "icónico" (Neisser, 1967), una (Erdelyi, 1985, pág. 140). Freud siempre fue muy cauteloso en la relación de
forma de memoria fotográfica efímera, que posee todo el mundo, y que a dife- sus postulados y la fisiología, y a menudo utilizaba expresiones del tipo de
rencia de las memorias de fase posterior (memoria a corto plazo, memoria a «por el momento», o «en el estado actual de nuestros conocimientos», para
largo plazo), pierde su rico contenido de información en una pequeña fracción manifestar su postura de prudencia ante los avances y descubrimientos de la
de segundo. Así pues, el sistema perceptivo, tiene una memoria, aunque muy neurofisiología.
fugaz» (Erdelyi, 1985, pág. 124-125). De hecho, Freud tenía razón cuando Veinticinco años después del modelo expuesto en la Traumdeutung, toda-
decía que en el polo perceptivo no cabría demasiada información, pues se pro- vía Freud buscaba analogías para el aparato psíquico. Lo 'vernos con claridad
ducirían distorsiones si así fuera. Por ejemplo Turvey (1973), entre otros, en su pequeño escrito Nota sobre la «pizarra mágica» (Freud, 1925a [1924]),
demostró que si se presentan estímulos con una diferencia entre ellos de Oa 100 escrito muy importante pese a su exigua extensión, sobre todo por estar
milisegundos, se estorban unos a otros. redactado después ele la aparición del modelo estructural. Como si Freud
En 1923, con El yo JI el ello, apareció el llamado modelo estructural, pensara que dicho modelo fuese demasiado imaginario, vuelve al camino ini-
donde entran en juego las tres reaLidades, a menudo conflictivas, con las que ciado con el Proyecto y continuado en la Traumdeutung; es decir, a apoyarse
tiene que vérselas el yo: La realidad de las pasiones, de las pulsiones afines a en descubrimientos tecnológicos del. momento, tal y como ocurría con la
la biología (el ello), la realidad social o moral (el superyó) y la realidad física «pizarra mágica», que no refleja sino «la desesperación con que buscaba
externa. Este modelo no se acomoda tan fácilmente a la moderna psicología [Freucl] un análogo del ordenador» (Erdelyi, 1985, pág. 125). La lectura de
cognitiva del procesamiento de la información, pues ésta suele evitar lo emo- este pequeño trabajo freudiano la consideramos imprescindible para iniciar-
cional y la moralidad. Pero como hace Erdelyi (1985), si se puede encarar la se en el procesamiento cognitivo de la información en Freud. Como resume
cuestión de su nivel científico, tanto en lo que se refiere al desarrollo genéti- Valonero (1997), la pizarra mágica «no es más que una pequeña tabla para
co del modelo como al nivel de las estructuras insertas en él. escribir, de la que pueden borrarse fácilmente las notas con la mano (super-
En manto al desarrollo, tenemos evidencia experimental (Stone, Smith y ficie receptiva siempre disponible), pero que conserva las huellas permanen-
Murphy, 1973; Flavell, 1977; Clark-Stewart, 1983) que sugiere que el neonato no .'~ tes de las notas que se han tomado en él. Freucl se queja al manifestar que una
es tan caótico cognitivamente C01110 sugiere Freud. Escuelas psicoanalíticas vez borrado lo escrito, el block maravilloso no puede reproducirlo, como lo
como la kleiniana y la Egopsycbology han sugerido lU1 funcionamiento mental hace nuestra memoria y como precisamente lo pueden hacer los ordenado-
más primitivo. En"este sentido, Erdelyi (1985) nos parece que apunta algo fun- res» (pág. 536). Es la metáfora psíquica del palimpsesto) romano, que Lacan
damental cuando escribe que «el niño entre los dos y los tres años de edad no
sólo está aprendiendo a controlar sus esfínteres, sino que también está apren-
diendo a hablar» (pág. 138, cursiva mía). En efecto, esta dimensión es funda-
5 Pergamino romano en el que se han borrado algunas líneas P..rra sustituirlas por otras, pero que a
mental, pues no se trata de otra cosa que la adquisición del proceso simbólico pesar de todo presenta huellas de la escritura anterior.

- ~-

,~~
I /
::ki
Relación del psicoanálisis con la psicologia clínica, la psicopatologia ... 463
462 Amonio García de In Hoz

(1975, pág. 41) también recoge. Cuando Freud escribe en la Traumdeutung: poco sistematizada. Por el contrario, en la psicología cognitiva, la situación
«Un detenido examen nos muestra, pues, la necesidad de aceptar la existen- es bastante Im1Ssistemática, pero sin la complejidad que da el encuentro clí-
cia de más de uno de estos elementos Hm, en cada uno de los cuales es obje- nico. Su principal escollo es salvar los procesos energéticos y de motivación,
to de una distinta fijación la excitación propagada por los elementos P» (OC, los aspectos emocionales y los de la moralidad.
págs. 673-674), no hace más que anticipar las concepciones contemporáneas Los psicólogos cognitivos han caminado despacio a la hora de investigar
de la memoria de huella múltiple (Paivio, 1971), y la división de la memoria la proposición de que una considerable cantidad de procesos cognitivos
en subsistemas de corto o medio plazo (Baddeley, 1976, Crowder, 1976) o en toman su lugar fuera del campo de la conciencia (Barren, Eagle y \'(Iolitzky,
niveles de procesamiento (Craik y Lockhart, 1972). Erdelyi (1985, págs. 128-131) 1992). Pero sin embargo, en las últimas dos décadas, ha habido una explo-
completa el modelo de la Traumdeutung -excesivamente lineal- añadién- sión de investigaciones que ofrecen clara evidencia de que información no
dole un instrumento compuesto que tome como base la flexibilidad de Jos accesible a la conciencia, influye sin embargo en la memoria, la percepción y
modelos informáticos. Así se aumenta la comprensión teórica y salva la difi- el pensamiento. Kihlstrom (1990) presenta un extenso informe ele estos tra-
cultad esencial del esquema freudiano, a saber, el hecho de que la conciencia bajos, en los cuales se incluyen estudios delproceso «automático» de infor-
se situara tanto a nivel del polo perceptivo como en el polo motor, como si mación, y del aprendizaje, memoria y percepción «implícitos». Para Barron,
pudiera mantenerse la existencia de dos conciencias. Esta precisión de Erdel- Eagle y Woliztky (1992), «la idea de- que existe una estructura cognitiva
yi nos parece muy pertinente para evitar ese defecto del modelo y para evitar inconsciente y que la conducta humana se asienta sobre un considerable
también que pudiera establecerse la existencia teórica de dos conciencias, almacén de conocimientos tácitos, es hoy efectivamente aceptada por los psi-
suposición ajena por completo al pensamiento de Freud. cólogos cognitivistas» (pág. 305), y también están de acuerdo en que, una teo-
ría comprensiva de la estructura y función del procesamiento inconsciente y
de los contenidos mentales inconscientes, tendría que integrar los hallazgos
16.4,). COGNITIVISMO y PSICOANÁLISIS de la psicología cognitiva con los generados por la clase de influencia incons-
ciente defendida por la psicología psicoanalítica. Sin embargo, COI.110Westen
Desde los años 60 asistimos a lo que se ha denominado la revolución Coz- (1992) ha señalado, casi ninguno de los trabajos de los psicólogos cognitivos
nitivista (Caparrós, 1984), hecho que sin duda ha corrido de forma paralelaba encaran los factores motivacionales y emocionales, centrales para la concep-
la revolución tecnológica y a la incorporación de los ordenadores a las inves- ción psicoanalítica de la dinámica inconsciente.
tigaciones. El modelo cognitivo parre de tomar a la persona como procesa- Para Poch (1989) las diferencias entre las dos psicologías se pueden expli-
dora de la información, proceso que es complejo y complicado. citar de la forma que sigue:
En líneas generales, existiría una analogía entre cómo un ordenador se
ocupa del registro, el almacenamiento y la recuperación de los datos y como, Diferencias entre la psicología dinámica (PD) y la psicología cognitiva (PC)
en las personas, los hechos psíquicos también tienen un registro (Percep- (Poch, 1989)
ción), un almacenamiento (Memoria) y una recuperación (el Recuerdo y la
Rememoración) .
Consistencia y estabilidad Método
. Este pr<?cesamiento d~ la información viene a sustituir a las viejas hipóte- PD
clínico
de la estructura de la
SIS mecarucistas y energenstas (Tous, 1986). El modelo cognitivista se apoya personalidad
en técnicas de investigación propias de la psicología experimental, ya partir
de los años 70 y 80 se acerca a la clínica (Grupo Monte Sion de Weiss y Sarnp-
son) y a la teoría de la personalidad (Pervin, 1984). Su punto de partida es PC Menos énfasis en Capacidad para discriminar Búsqueda de
más experimental que clínico, aunque el objetivo deseable sería la unificación la motivación situaciones y comportarse la información
de las investigaciones experimentales cognitivas y la clínica. en relación con ello
(ADAPT,\CIÓN)
La teoría psicoanalítica y la psicología cognitiva podrían ponerse de
acuerdo en cuanto al objeto de estudio (los procesos mnémicos y el intento
de explicación de la conducta humana), y donde difieren es en la forma de
abordaje, en el método. El psicoanálisis lo haría basándose en la situación clí- Hay autores que están a favor de la posibilidad de colaboración (Erdelyi,
nica, evocaría los recuerdos mediante la asociación libre, plantearía que los 1985; Huteau, 1985; Pfeifer y Leuzinger, 1986) y otros que no (Noy, 1986),
recuerdos evocados lo son por determinadas situaciones, y que la conducta aunque casi todos están de acuerdo en que el esquema E - R es demasiado
actual se vería influida por los procesos inconscientes. En definitiva una rígido y lineal.
situación tremendamente compleja y de gran riqueza de material, pero' muy Huteau en Las concepciones cognitivas de la personalidad (1985), plantea
.i.

/ /
464 Antonio Gurcía de la Hoz Relación del psicoanálisiscon la psicología clínica, la psicoparología... 465

que en la actualidad hay dos corrientes en la psicología de la personalidad, de estos dos paradigmas con la psicoparología psicoanalírica también las
una que habla de los sistemas afecrivos-rnotivacionales y arra de los sistemas hemos señalado (16.3.1.3).
cognitivos. Para él, ambas se influyen mutuamente.
A lo largo de la obra de Freud, como ya hemos visto (16.4.2), aunque no
expresamente trabajadas, hay multitud de variables cognitivas: Representa- 16.4.3.1. El inconsciente cognitivo y el inconsciente dinámico
ción mental, símbolos oníricos, olvidos, memoria, atención, percepción, etc.
Aunque es cierto que en un segundo plano en relación con el polo pulsional . Los trabajos de los psicólogos cognitivistas han abierto a la experimenta-
que es el dominante. Así, para Freud, la actividad cognitiva se origina en la ción algunos de los conceptos teóricos más importantes de la teoría psico-
insatisfacción pulsional, por ejemplo, en el deseo alucinatorio primitivo. analítica: Los sueños, la percepción, las defensas, etc. De esta forma, LUl con-
En J ung podemos observar el mismo fenómeno, pues de sus cuatro fun- junto importante del aparato conceptual del psicoanálisis ha sido objeto de
ciones de la conciencia, tres de ellas son cognitivas (pensamiento, intuición y experimentación. Como expusimos en el apartado anterior, el trabajo clínico
sensación). Y en Adler, con mucha mayor propiedad, pues su 'teoría ha influi- ha de validarse de otra forma. No hay que olvidar que el psicoanálisis es esen-
do directamente en terapeutas cognitivos. cialmente una teoría extraída del terreno clínico, que a partir de ahí generó
Para el psicoanálisis posfreudiano, esencialmente la psicología del yo una serie de conceptos para una teoría más abarcativa de la psique humana
(<<psicoanálisis cognitivo» para Bieber, 1980), representado esencialmente (psicología psicoanalítica o dinámica), y que a su vez, estos conceptos teóri-
por Hartrnann, Kris, Loewenstein, Erikson y Rapaport, hay unas funciones cos, pueden ser ratificados por la vía experimental que utiliza la psicología
cognitivas (percepción, memoria, inteligencia, juicio, etc.), que estarían cognitiva, Ya hemos expuesto (capítulo XI), que la situación clínica misma
libres de conflicto con las pulsiones. Estas funciones autónomas serán el busca otras maneras de ratificación (fundamentalmente, en la actualidad,
campo de estudio básico de los psicólogos experimentales cognitivos. El yo, también extra clínicas).
correlativamente, no surgiría del ello, sino que se desarrollaría a la vez desde Dentro de la teoría, el concepto de inconsciente -central en psicoanáli-
una indiferenciación primitiva. Lacan, en el mismo sentido cognitivo, pero sis- ha sido objeto de estudio por parte de los psicólogos cognitivos. Sher-
colocando el acento en el extremo opuesto, hablará del yo como «maestro vin (1992) se interesó por los fenómenos del procesamiento inconsciente de
de errores». la información, y por el vínculo entre las concepciones psicoanalíticas del
Huteau (1985) también afirma que psicólogos tan dispares como Murray inconsciente y la avanzada ciencia cognitiva. Basándose en la afirmación de
y Catell habrían estado fuertemente influidos por el psicoanálisis. Plantea Freud (1915e) «lo reprimido es una parte de lo inconsciente ... pero ... no
también la teoría de los «controles cognitivos» (basada en las actitudes per- forma por sí solo todo el contenido de lo inconsciente) (OC, pág. 2061),
ceptivas de Klein y Schlessinger, 1949), o «estilos cognitivos», que reflejaban ,¡;
puede aseverar que los cognitivistas se han dedicado a explorar activamente
disposiciones básicas que mediatizaban el impacto de las necesidades y moti- ,. esta parte «no reprimida» del inconsciente. Es decir, se centraron en un
vos, permitiendo así una mejor adaptación. Con Klein (1954) se inaugurad
concepto de «estilo cognitivo» o de «afrontamiento» (coping style), muy afín
. _
_,o _,
inconsciente cognitivo más que en el inconsciente reprimido o dinámico. Lo
que, en nuestra visión, es similar a decir que demuestran ser provechosos al
tratar con el inconsciente que Freud (1923b) llamó descriptivo, pero que hay
a la noción de mecanismo de defensa en la teoría psicoanalítica. Klein y sus
colaboradores vincularon el trabajo sobre los controles cognitivos y estilos más problemas al tratar con el inconsciente producto de la represión. Sher-
cognitivos, con los conceptos de la Egopsychology «autonomía secundaria del vin (1992) concluye diciendo que la psicología cognitiva y el psicoanálisis
yo» y «la esfera libre de conflictos del hmcionamiento del yO)). caminan juntos «en el sentido amplio de una organización descriptiva de la
Erdelyi (1985), mantiene las mismas tesis. El recorrido de la psicología ha experiencia no consciente, relativamente libre de conflictos y, «están muy
girado hacia el psicoanálisis más que en contra de él. Para Erdelyi (ob. cit., cerca de ser idénticos en sus visiones sobre el preconsciente, aunque no del
pág. 15), el único tema espinoso y del que no se ocupa, «porque queda fuera todo» (pág. 323). Opiniones muy cercanas al enfoque de la Egopsychology de
del terreno de la cognición», es la teoría del desarrollo psicosexual, lo que no Rapaport (1967), en cuanto al desarrollo normal de la psique. Y está del todo
quiere decir que excluya a las pulsiones de toda consideración, sino simple- de acuerdo con lo que afirma Westen (1992), que encuentra que los conflic-
mente que no tiene en cuenta la teoría de Freud sobre Sll naturaleza yevolu- tos, los afectos y los motivos, están ausentes de la investigación cognitiva en
ción. general, aunque las teorías sobre el despliegue de la atención inconsciente
Ya hemos comentado (15.3.2.2) cómo para Erdelyi el psicoanálisis man- pueden facilitar una mejor integración entre la ciencia cognitiva y el psicoa-
tiene dos paradigmas cognitivos: 1) Paradigma de la recuperación de nálisis (pág. 324).
recuerdos, que se basaría en la noción [reudiana de la represión, y 2) Para- Comentaremos para terminar, un trabajo reciente de Wakefield (1992),
digma de la disociación (una parte de la personalidad piensa y siente escin- que también se esfuerza por relacionar la teoría de Freud (mejor dicho, su
dida de otra parte), que se basaría en la noción de escisión. Las conexiones metapsicologia) con la psicología cognitiva. El trabajo es interesante por dos

I
466 Antonio García de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicopatologíll... 467

razones fundamentales: a) Por poner de relieve lo que Freud ofreció, y sigue cognitivo. Para él «Freud proporcionó una muy moderna y quizás aun la más
ofreciendo, a la psicología contemporánea y más especialmente a la psicolo- elegante solución, al problema de cómo conceptualizar la motivación dentro
gía cognitiva, más que al contrario, es decir, lo que la contemporánea psico- de una sistemática psicología cognitiva» (pág. 86). En lo que se refiere a la
logía ha podido contribuir a la teoría psicoanalítica, b) Por afirmar, en con- motivación, se pregunta qué es LUl deseo para el acercamiento cognitivo, lo
traste con la opinión de la mayoría de los psicoanalistas norteamericanos (que que puede presentarse como un aparente dilema. El camino para salir del
piensan que la metapsicología freudiana es lo más prescindible, mientras que mismo es interpretar el deseo como una propiedad especial de representa-
la teoría clínica, por el contrario, es la mejor contribución de Freud), que la ción. Esto permite al cognitivista diferenciar entre deseos y otras cogniciones
importancia de la obra de Freud descansa en el entramado metateórico y con- que no tengan esa especial propiedad motivacional, y el problema radicaría
ceptual que construyó para aproximarse a las cuestiones psicológicas. entonces, en especificar la clase de propiedades que convierten en deseo una
Wakefield construye una lista de siete puntos claves de contacto entre la mera ideé De esta forma, el deseo se convierte en una propiedad especial
estructura conceptual freudiana y la psicología cognitiva contemporánea. Los causa de representaciones, incluso aunque tal propiedad no aparezca en el
puntos son los siguientes: 1) Uso de la intencionalidad (representación men- contenido de la representación misma.
tal) como unidad última de análisis en psicología y visión de la mente como Una fuente crítica para esta propiedad especial causal lo representan los
un sistema de estados intencionales dinámicamente interactivos. 2) El argu- procesos corporales. Wakefield indica con un ejemplo, que la idea de 'agua',
mento para la existencia de los estados mentales inconscientes y el cambio o su representación, variará según el sujeto tenga o no sed. Para Freud, estos
concomitante del foco de la psicología desde la conciencia a las representa- procesos corporales o necesidades biológicas -muy íntimamente ligados a la
ciones mentales conscientes e inconscientes. 3) El registro de la motivación noción de pulsión-, era lo que proporcionaba a las representaciones su
dentro de un entramado cognitivo, en el cual la motivación es conceptualiza- poder motivacional. Wakefield, indica entonces, que su esquema general
da como una propiedad causal de ideas. 4) Tener en cuenta las emociones en puede aplicarse a cualquier tipo de representaciones, no exclusivamente
el entramado cognitivista, y conceptualizarlas cOnJ.Ocogniciones combinadas sexuales o agresivas.
con sensaciones corporales, siendo éstas interpretadas como representaciones Wakefield concluye su trabajo afirmando que «interpretado correcta-
perceptivas del cuerpo. 5) Aceptación de la «modularidad de la ~e.nte», y mente, el psicoanálisis puede verse como una rama ideográfica aplicada de la
rechazo de la tradicional visión de la mente como una entidad unificada e ciencia cognitiva», lo cual, aun con otro lenguaje coincide con la opinión del
intezrada inherentement.e. 6) La visión de que una explicación completa de psicoanalista Marshall Edelson (1992). Como concluyen Barran, Eagle y
la conducta de la persona debe involucrar una integración de las intenciones, Wolitzky (1992), «la particular visión de Wakefield de la rnetapsicologia freu-
rasgos y niveles biológicos de la personalidad. 7) El énfasis en la importancia diana, como viable y útil para la teoría cognitivista de la mente, debería esti-
de la automanipulación intencional de las cogniciones, tanto como en los pro- mular mucha reflexión y discusión con vistas a considerar la naturaleza de la
cesos defensivos. teoría y metateoría freudiana» (pág. 8).
Para Wakefielel, otros trabajos recientes (Erdelyi, 1985; Horowitz, 1988 Aunque Freud pudo asumir implícita y provisionalmente, como el cogni-
y Singer, 1990) se han interesado en relacionar varios puntos doctrinales teó- tivismo, que la representación es la esencia de lo mental, comprendió perfec-
ricos del psicoanálisis y la psicología cognitiva, y han proporcionado evi- tamente que la respuesta definitiva a la pregunta sobre la esencia, requeriría
dencia empírica de ellos. Pero para Wakefield (1992), el interés recae, sobre una detallada especificación de la naturaleza del sistema representacional
todo, en el énfasis puesto sobre el «nivel conceptual», y por interesarse más cerebral. y en este sentido ni Freud, ni los modernos cognitivistas, pueden
en «las conexiones lógicas que en las influencias históricamente demostra- realmente asegurar que conocen la verdadera esencia psíquica. Terminaremos
bles» (pág. 78). este punto con la exposición del pasaje de Freud, que sirve a Wakefield como
Dentro de los siete puntos expuestos, el más importante es la asunción de apoyo de su posición, y que es particularmente significativo por ser práctica-
Freud de que la mente está compuesta de estados intencionales y analizables, mente la última palabra de Freud sobre este complejo tema:
o en forma similar, de representaciones mentales dinámicamente interactivas
entre sí. Wakefield utiliza el término «intencionalidad», no en un sentido Si alguien pregunta lo que realmente significa «lo psíquico», es fácil replicar
ordinario (etengo intención de hacer esto o de ir a tal sitio»), sino en un sen- enumerando sus constituyentes: Nuestras percepciones, ideas, recuerdos, sentí-
miemos y actos volitivos, todos eUosforman parte de lo psíquico.Pero si el interro-
tido originalmente desarrollado por Brentano, y así, los estados mentales son gador sigue más adelante y pregunta si no hay alguna cualidad común poseída por
intencionales porque se encuentran intrínsecamente dirigidos hacia un obje-
to, o hacia un estado de cosas, real o imaginario. Una creencia es siempre
sobre algo, y un deseo es siempre un deseo de algo.
6 Es inevitable recordar en este punto, l. verdaderadiscusión entreel Rar-rnan y Freud en cuanto a
Wakefield se interna en el complicado asunto de relacionar las concep-
la idea (para el paciente) -que era deseo (paraFrcud)- de l. muertedel padre del famoso paciente de
tualizaciones ele Freud sobre la motivación y la emoción con el entramado Frcud (l909J, OC; págs. 1452·1453).

/
Antonio Garcia de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicoparologia ... 469
468

todos esos procesos que haga posible llegar más cerca de la naturaleza o! como la representaciones preoperatorias (de 2 a 7 u 8 años, con tres estadios), y el
gente dice a veces, de la esencia de lo psíquico,.entonces eso es más difícil de con- sub período de operaciones concretas (de 7 u 8 años a 11 u 12 años). 3) Perí-
testar. odo de las operaciones formales (de 11 u 12 años a 15 años, con dos estadías).
Si una pregunta análoga se le plantea a un físico (en cuanto a la esencia d~ la
electricidad, por ejemplo), su respuesta hasta hace muy poco tiempo hubiera Sido:
Para Piaget, el estadio es casi una estructura lógico-matemática cuya forma-
«Con el fin de explicar ciertos fenómenos suponemos la existencia de fuerzas eléc- ción progresiva obedece a las leyes del equilibrio.
tricas que se hallan presentes en las cosas y emanan de ellas. Estudiarnos esos fenó- Piaget se interesa por el desarrollo de la inteligencia, hablando de un pro-
menos, descubrimos las leyes que los gobiernan y disponemos de ellos para usarlos. ceso de equilíbración continuo y progresivo, sin considerar innatas a las
Esto nos satisface provisionalmente. No conocemos la esencia de la electricidad. Tal estructuras que se van conformando. La inteligencia la define a partir de la
vez la descubramos alsún día conforme nuestro trabajo progrese. Hemos de admi-
tir que lo que ignoran~os es precisamente la parte más importante e interesante de
relación sujeto-objeto, y su punto de partida no es la conciencia, sino la
toda la cuestión, pero por el momento esto no n05 preocupa. Así ocurren sencilla- acción. Como el Fausto goethiano, «al principio era la acción», y de ahí pro-
mente las cosas en las ciencias naturales.» cede el pensamiento (Piager, 1950), no a través de un yo, o de las cosas, sino
La psicología también es 1.111,1 ciencia natural (Freud, 1940b [1938], OC, justamente por su interacción. .
pág. 3420). En psicoanálisis, las fases se proponen como el desarrollo de las pulsio-
nes, el progresivo desarrollo de las relaciones con 10'sobjetos y los estados
Estas palabras no requieren comentario alguno. afectivos implicados (por ejemplo, Kernberg, 1977). Freud se ocupó sobre
todo del desarrollo psicosexual, y la inteligencia o el pensamiento para él, se
producían a partir del progresivo desarrollo y curiosidad del nifio, en su
16.5. RELACIÓN CON OTRAS DISCIPLINAS intento de responder a las preguntas básicas sobre los temas del propio ori-
gen, la diferencia anatómica de los sexos o el origen de la sexualidad. Todas
A continuación presentamos otros puntos de enlace, clásicos ya, entre el estas cuestiones se le plantean a partir del famoso «caso J uanito» (F reud,
psicoanálisis y diversas especialidades, como la psicología evolutiva! la psico- 1909b). .
logía social, la antropología, etc. No hemos pretendido ser exhaustivos, pues Con los trabajos de M. Klein (1932) y Anna Freud (1927) se inician las
la introducción de los contenidos psicoanalíticos en casi todos los ámbitos de primeras confrontaciones entre la psicología genética piagetiana y las aporta-
la ciencia y la cultura ha sido tal, que 00 hemos registrado sino aquellos que ciones del psicoanálisis. Según Valonero (1997), a pesar de las reticencias de
están más asentados y consolidados. Piaget respecto del psicoanálisis, puede haber grandes convergencias e inte-
gración entre ambos. Con esa intención trabajó Wolf (1960) y el propio Pia-
get afirmaba: «pienso que llegará un día en que la psicología de las funciones
16.5.1. CON LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA cognitivas y el psicoanálisis se fusionarán en una teoría general que hará pro-
gresar a los dos mediante una mutua interacción y rectificación» (Piaget,
La psicología evolutiva, en un sentido estricto, se ocupa del estudio de 1970). La línea directriz parece ser el tomar la elaborada concepción cogniti-
cada uno de los períodos del ser humano, señalando para cada uno ele ellos va de Piaget sobre el desarrollo intelectual, y ponerla en relación con las dife-
sus intereses y los hechos más sobresalientes. Pero es sobre todo en los pri- rentes fases afectivo-sexuales propuestas por las diferentes aportaciones psi-
meros años de la infancia y la adolescencia, el crecimiento y el desarrollo cor- coanalíticas. Para Tran-Thong (1967), el descubrimiento freudiano
poral en relación con el desarrollo mental, donde se ha hecho más patente la (desarrollo de la afectividad del niño en fases caracterizadas psicosexualmen-
conexión del psicoanálisis y la psicología evolutiva. te), se encuentra de acuerdo con el desarrollo piagetiano de la inteligencia.
Dentro de este campo son indiscutibles las aportaciones de Piaget, En lo que se refiere a Wallon, concebía la formación del sujeto y el otro
\'\7allon y Gesell, y son ellas las que hay que considerar para poderlas relacio- en W1amisma estructura inicial, y para Poch (1989, pág. 118) esta idea esta-
nar con las más destacadas de entre los psicoanalistas: Freud (1905d), Anna ría en plena concordancia con la concepción kleiniana (1932). Wallon se
Freud (1927), Melanie Klein (1932), Spitz (1946), Mahler (1961), Bowlby colocó en contra del método introspectivo (1921) y aportó la contribución
(1968), Kohut (1971) y Kernberg (1977), entre otros muchos. original de describir por vez primera un estadio emotivo hacia los seis meses,
El desarrollo de la inteligencia en estadios en el sistema de Piaget, tuvo y que constituía el primer paso de lo orgánico a lo psíquico. Para él, la emo-
varias presentaciones, pudiéndose considerar la que presenta en 1955 como ción, que sucede a la impulsividad motriz del principio, es el primer inter-
la más terminada. Comprende tres grandes períodos, divididos a su vez en cambio expresivo del niño con su contexto. Dentro de esa relación inicial
subperíodos y estadios: 1) Período de la inteligencia sensorio-motriz (de O sujeto-otro, Wallon (1923) define a la emoción como la primera señal de vida
a 2 años), que contiene seis estadios. 2) Período de preparación yorganiza- psíquica hacia las personas que le rodean. Las emociones serían la base del
ción de las operaciones concretas, que se subdivide en el subperíodo de psiquisrno, de la afectividad y del carácter, y serán sustituidas poco a poco por

/ I
Amonio García de la Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica. la psicoparología ... 471
470

actividades psíquicas superiores, perceptivas e intelectuales, conuoladas cor- (Harlow,.195~) y un psicoanalista IBowlby, 1968), planteando la necesidad de
apego pnmana, que no depende de ninguna otra (ni tampoco de la" necesidad
ticalmente (\'{fallon, 1934),
Wallon no encuentra al niño radicalmente diferente al adulto, como ocu- de alimento) ..Así se bace ~incapié en el valor del adulto para el niño, no sólo
rría en el siglo XIX, con los primeros pioneros de la psicología (Binet, Baldwin por su capacidad de dar, S1l10 también por la de recibir -capacidad de réue-
y Galron), quienes según Zazzo (1982) todavía estaban marcados en sus con- rie (Bion), o de contención y sostenimiento holding (WuU1icott).Las investi-
cepciones por la idea de que el niño era un ser humano diferente al adulto, gaciones cognitivas de Zazzo (1982) y las psicoanalíricas de Diatkine (1981)
En los años 20-30 de este siglo, tanto Piaget, como WaUon y Gesell, contri- también merecen mencionarse por destacar el lugar común, respectivamente,
buyeron a erradicar esas concepciones decimonónicas, aproximando en de que ellactan.te está programado biológicamente para orientarse hacia la
forma definitiva Jos mundos del adulto v del niño. Freud (1923e) también madre, o por afirmar que el desarrollo del individuo parte de las relaciones
contribuyó a ello en su estudio de la psi~osexualidad, acercando también al o,bJet.ales,.~as actuales teorizaciones psicoanalíticas sostienen este punto casi
S1l1 clISCUSlOl1.
máximo In sexualidad infantil a la adulta.
Wallon no se centró en la función intelectual solamente, sino que consi- Para S~nchez,Sánchez (1998), el psicoanálisis tuvo dos efectos importantes
deró también el desarrollo del lenguaje y del sistema nervioso en relación con sobre la psicología evolutiva: 1) Descubnó la trascendencia de la infancia sobre
la evolución social e histórica (1962), y su noción de estadio va unida a una el de~arrollo ult~r~~r,enseñan,do a e,ducadores, médicos y padres a «escuchar»
concepción psicológica de conjunto, En su teoría hay seis estadios: 1) Impul- ~ nino. 2) ProPICI~que ~a psicología abandonara su obsesión por los factores
sivo-emocional (de O a 1 año), 2) Sensorio motor y proyectivo (de 1 a 3 años). innatos y hereditarios, e indagara los factores ambientales y emocionales.
3) Estadio de personalismo (de 3 a 6 años). 4) Estadio categorial (de 6 a 11
años), 5) Pubertad y 6) Adolescencia. El desarrollo es discontinuo, con con-
u-adicciones y conflictos que acarrean cambios cualitativos de comporta- 16.5.2. CON LAS CIENCIAS SOCIALES

miento. Los estadios no tienen límites claros y no se suceden en forma tan


determinada como en Piaget. Con Wallon, las concomitancias con el pensa- El psicoanálisis, desde casi sus comienzos, llamó la atención de los estu-
miento psicoanalítico son más evidentes, sobre todo en el concepto mismo de diosos de las ciencias sociales, tanto para esperar de él «preciosas· enseñan-
estadio, que ya desde Freud, se toma como una estructura complicada, que zas», que vendrían sobre todo de los trabajos freudianos más sociales (Freud,
incluye una dinámica de relaciones muy compleja. El estadio walloniano está 1912-13, 1920c y 1930a), como para hacerle sus propias críticas (Hesnard,
determinado por la acción recíproca de factores externos e internos, según 1960), Un buen resumen sobre este tema puede verse en Dierkens (1972).
leyes de preponderancia y alternancia funcionales. M~uss (1950), Bastide(1950) y Friedrnann (1956), formularon las prime-
.1
En Gesell hay que destacar, de entrada, el carácter sistemático y riguroso ras cuneas, y aun reconociendo el valor de las aportaciones freudianas, seña-
de su estudio del desarrollo, basado en la observación directa y en registros l~ron su decepción por. el silencio en su teoría sobre la complejidad y diver-
cinematográficos de los primeros afies de la vida. Emplea el concepto de sidad de las agrupaciones humanas, y por el excesivo énfasis en los
«nivel de edad» (habla de 24 niveles). El concepto de nivel o estadio en determinantes biológicos. Sobre todo Friedmann se ha caracterizado en esta
Gesell es esencialmente instrumental, aunque indispensable para la práctica c~ítica a F:'eud, ~sp~cialn:ente a la tesis 'psico~l~alítica de que los primeros
y la teoría del desarrollo del niño (Valonero, 1997), Y trata de describir el anos de l,ainfancia ejercerán ~ll1alIT~uenCladecisiva a la que nada podrá opo-
comportamiento total, motor, personal y social específico, determinado por nerse mas adelante: «La universalidad y la inflexibilidad de los complejos
la maduración y condicionado por el ambiente. postulados por Freud han, de antemano, debilitado todas las tentativas socio-
Para Gesell, el desarrollo continúa hasta los veinticinco años, y sus nive- lógicas al romper el. conta~to del ps.icoanálisis clásico con la actitud experi-
les van en relación con la «maduración» y el aprendizaje. Aunque los niveles m,ental_de las crencias SOCiales»(Fnedmann, 1956, cit. por Hesnard, 1960,
los expresa en términos de edades cronológicas, no tienen por qué ajustarse pag,2)3).
en forma perfecta. Lo fundamental para Gesell es el orden de sucesión y su También en el contexto norteamericano, esa crítica al fundamento bioló-
gico del psicoanálisis freudiano tuvo eco, y provocó la aparición de la corrien-
progresión hacia la madurez.
El psicoanálisis plantea una teoría del desarrollo del ser humano y, por te denominada «neopsicoanálisis» (Horney, Fromrn, Sullivan) una forma de
tanto, también puede ser considerado como una psicología evolutiva, aunque psicoanálisis «socializado». Para estos autores, el desarrollo biolózico es inse-
su interés no se ¿entre exclusivamente en este punto. La noción de incons- parable al ambiente, concepción que aplican a su forma de entender la psi-
ciente es básica para su teoría sobre la evolución del sujeto, así como la capi- coterapia psicoanalítica.
tal importancia de los primeros años de vida, donde ocurrirían los cambios B~fiJJy :rizón (l994~ han resumi?o los,m~s importantes trabajos de la psi-
más rápidos y de mayor influencia (Bloom, 1964). Un concepto importante colegía SOCialen relación con el psicoanálisis. Haremos a continuación una
es el de vínculo afectivo, elaborado en campos diferentes por un etólogo síntesis de esa exposición.
472 Amonio Carda de 1<1Hoz Relación del psicoanálisis con la psicología clínica, la psicoparologia ... 473

El camino de aplicación del psicoanálisis a la sociología lo emprendió tes ele las ciencias sociales tendrán que verificarse en el «laboratorio psico-
\YJ. Reich, quien junto COI1 Fenichel y otros compañeros psicoanalistas de analítico», que no es otro que la situación clínica.
en ronces, que compartían la ideología marxista, trataron de llevarlo al terre- Para finalizar, señalar que la psicoterapia de grupo de inspiración psi co-
no social. Reich tradujo ese esfuerzo en varios libros (Reich, 1929, 1932 analítica, establece un eslabón intermedio entre el psicoanálisis clásico y las
Y 1933). El matrimonio Mitscherlich (1967) aplicó el psicoanálisis al estudio ciencias sociales.
de la sociedad alemana contemporánea, impactada tras la Segunda Gran
Guerra, V va en los años 50, basándose en presupuestos psicoanaliticos «pro-
nosticaron la tendencia al fascismo y al autoritarismo rígido y tecnocrático, 16.5.3. CON LA ANTROPOl.()GLA y LA ETOLOCÍi\
que en los años 70 y 80 han sufrido Alemania y gran parte de los países de
Europa occidental» (Bofill y Tizón, 1994, pág. 304). La conexión entre el psicoanálisis y la antropología se intensificó a partir
Erikson llegó a estudiar temas tan especulativos corno los llamados de la crítica al biologicismo freudiano, llevada a cabo por la corriente cultura-
«caracteres nacionales», como el carácter ruso (a partir de un estudio psico- lista (el «neopsicoanálisis» que citamos antes) en EEUU. Los antropólogos
analítico de Gorki), aunque sus aportaciones más importantes en este terre- americanos trataron de confirmar algunas de las suposiciones básicas de Freud
no fueron. sus trabajos psicoanaliticos sobre los indios Yuruk y Sioux (Erik- (sobre todo la universalidad del complejo de Edipo), y para ello llevaron ade-
son, 196.3). lante estudios de campo, superando así los inicios y escarceos freudianos en
Herbert Marcuse, heredero directo de la psicosociología de la escuela de este tema (Freud, 1912-13). Las principales aportaciones fueron las de Mali-
Fráncfort, llevó a cabo una de las aplicaciones más conocidas del psicoanáli- nowsky, Benedict, Mead, Roheim y Kardiner. Todos estos «psicoantropólo-
sis a la sociología y, podríamos apuntar, a la cultura en general. Desde una gas» parten de la nueva idea de la cultura desarrollada por la etnología anglo-
perspectiva evidentemente filosófica, influida por ideas hegelianas y marxis- sajona, especialmente por Tylor: La cultura o la civilización, entendida en un
tas, aplicó las nociones psicoanalíticas al estudio de la sociedad capitalista sentido amplio, es ese conjunto complejo que comprende los conocimientos,
americana, tecnócrata y burocratizada. Generó nociones como «represión las creencias, el arte, el derecho, la moral, las costumbres y todas las demás
sobrante» (una especie de represión erótica, socialmente ejercida, pero no aptitudes que adquiere el hombre como miembro de la sociedad.
explicable por las necesidades del cuerpo social), o como «desublimación Malinowsky (1929) estudió la sexualidad y su represión en las culturas
represiva» (una falsa desrepresión de lo erótico que prima únicamente los primitivas. Habló de la relatividad cultural de los complejos y propuso mati-
aspectos genitales o corporales del contacto, divorciándolos de la ternura y el zaciones al psicoanálisis acerca de las pulsiones, al afirmar la maleabilidad
cariño). Dejó una obra muy interesante (Marcuse, 1953, 1964 y 1967, sobre I cultural de los «instintos» y la capacidad de una cultura de crear «instintos»,
todo). ~
I
----!- más que de reprimirlos. .
Riesman (1950) estudia los resultados de esa unidimensionalidad de que Ruth Benedict (1934) subrayó el pluralismo, la variabilidad de las cultu-
hablaba Marcuse en las sociedades tecnológicas avanzadas, poniéndose en I ras, y pOl"tanto la relatividad tanto de la personalidad como de las fases de la
contacto con la filosofía social europea representada por Bon y Bournier I
1
sexualidad. En su estudio clásico de los pueblos primitivos, los clasifica bien
(1971) o por André Gorz (1978,1980). como dionisiacos, bien como apolíneos, y extrae la conclusión de la plurali-
En Francia, Gerard Mendel (í972) ha construido lo que llama «sociopsi-
coanálisis», según el cual existe un núcleo antropológico determinado por las
I
I
dad entre lo normal y lo patológico en las diversas sociedades.
Margaret Mead (1939), bajo la influencia de las ideas psicoanaliticas del
condiciones de nuestro aparato psicológico, y que tiene que ver con las ansie- II desarrollo, estudió en diferentes pueblos primitivos la inlluenria que la aten-
, ción a los niños durante los primeros años va a tener en su futuro «carácter»
dades y defensas contra el incesto (es decir, el complejo de Edipo), Este
núcleo es de distinta evolución según las diversas sociedades. o «temperamento».
En nuestro país, Castilla del Pino (1966,1968 Y 1969, sobre todo) ha lle- También son reseñables los trabajos de Kardiner (1939) con la acuñación
vado a cabo una labor de divulgación de los aspectos sociales del psicoanáli- del concepto de «personalidad de base» (obtenido por el nivel de ternura
sis en su relación con el marxismo. marcado por las medidas educativas, los tabúes sexuales, los hábitos higiéni-
Bofill y Tizón (1994) terminan su revisión de la relación del psicoanálisis cos, la lactancia, el destete, etc.). La personalidad de base es el asiento psico-
con las ciencias sociales, diciendo que «se trata de aplicaciones y en ningún lógico común a todos los miembros del grupo, sobre el cual se insertan los
caso deben contraponerse o sustituir a los datos ya establecidos en las cien- lazos individuales.
cias sociales. Más bien, lo que proporciona el psicoanálisis son lluevas vías de Geza Roheim, es un etnólogo de origen húngaro, que emigrado a EEUU,
explicación, de investigación, e incluso nuevos problemas. Sólo ocasional- llevó a cabo un trabajo de campo con los indios navajos. En 1951 fundó la
mente puede proporcionar métodos de verificación y, por tanto, datos incues- publicación anual El psicoanálisis y las ciencias sociales. Para Roheim, la intro-
. tionables en este campo» (pág. 309). A la inversa ocurre lo mismo, y los apor- ducción del psicoanálisis en la etnología, y en las ciencias sociales en general, es

/
474 Antonio Gnrcln de la Hoz

un factor de unidad, y evita la separación de la teoríay la práctica. De ahí la


implantación de los trabajos de campo. El psicoanálisis favorece la implicación
de! observador en lo observado, evitando así que e! primero se coloque en una
posición de superioridad intelectual. Roheirn, junto con Malinowsky y Mead,
fueron los primeros antropólogos que se tomaron en serio el psicoanálisis, y a
través de todos ellos, la universalidad del complejo de Edipo se relativizó, al
encuadrarlo en LU1 concepto estructural básico, y no como una mera relación
directa hacia los padres. Más que la crítica de Malinowsky, hoy día se tiene
mejor en cuenta la reformulación llevada a cabo por Lévi-Strauss (1949) o
Roheim (1930, 1950) en cuanto al Edipo: Relación triangular intrapersonal e
inrerpersoual primitiva, que incluye siempre tres elementos, en su variada
trama de relaciones. Lo que se observa en las diferentes culturas primitivas son
desplazamientos y/o sustituciones de este complejo fundamental.
En cuanto a la etologia, destacaremos sobre todo los trabajos de Harlow
(1958, 1962, 1969, 1972), sobre «la naturaleza del amor» llevado a cabo con BIBLIOGRAFÍA GENERAL CITADA
experimentos con monos. Antes lo habíamos mencionado por la similitud de
sus resultados con los del psicoanalista Bowlby (1968,1969). Harlow demos-
tró que el apego de la cría de mono a una madre sustitutiva, no dependía de
que asociara a ella la reducción de la llamada pulsión primaria (hambre o
sed), sino que se trataba más bien de la satisfacción de una necesidad autó-
noma, que Harlow denominó «confortamiento por contacto».
Los experimentos consistieron en apartar a los monos de su madre natu-
ral desde e! nacimiento, y criarlos mediante madres sustitutivas de alambre y
paño. Pensaba Harlow, que si e! apego de los monos a su madre se derivara
de la satisfacción de las necesidades primarias de alimento, e! monito se ape-
garía a cualquier madre sustitutiva que colmara esas necesidades. Pero en
I
lugar de ello, los manitos desarrollaban e! apego a las madres sustitutivas (de ___j
paño) que les suministraba ese «confortamiento por contacto», aun cuando
otra madre (de alambre) satisfaciera sus «impulsos primarios». Los experi-
mentos mostraron, que tras la separación experimental de las funciones, el
portador principal de la pauta de apego es «el confortamiento por contacto»
más que la alimentación. De aquí la importancia de las relaciones de apego y
objetales, que no parecen ser secundarias, sino que parecen tener una base
genética independiente de! acto de nutrición,
Como anunciábamos antes en cuanto a las relaciones del psicoanálisis con
otras disciplinas, nos podríamos extender casi indefinidamente, pues es talla
impregnación de los contenidos psicoanalíticos en e! ámbito de la cultura, que
apenas hay dominio en e! que no se localice alguno. Así, otras disciplinas más
alejadas, en las que existen numerosas referencias a ideas psicoanalíticas son la
Filosofía, la Historia, el Arte y la Literatura. Es el campo denominado psicoaná-
lisis aplicado, y donde particularmente relacionado con la Literatura, llevamos a
cabo un trabajo de investigación hace LU10S años (Garcla de la Hoz, 1991). En
este mismo orden de cosas, también se encuentra el libro de Cuiruón (1993).
El1tre nosotros, y elaborado muy recientemente, tenemos el libro Psico-
análisis Aplicado. jl¡Ianual teórico y práctico (Villarnarzo, 1998), que puede ser-
vir bien corno referencia para los estudiosos interesados en este campo.

I
1

474 Antonio Carda elela Hoz

un factor de unidad, y evita la separación de la teoría y la práctica. De ahí la


implantación de los trabajos de campo. El psicoanálisis favorece la implicación
del observador en lo observado, evitando así que el primero se coloque en una
posición de superioridad intelectual. Roheim, junto con Malinowsky y Mead,
fueron los primeros antropólogos que se tomaron en serio el psicoanálisis, y a
través de todos ellos, la universalidad del complejo de Edipo se relativizó, al
encuadrarlo en un concepto estructural básico, y no como una mera relación
directa hacia los padres. Más que la crítica de Malinowsky, hoy día se tiene
mejor en cuenta la reformulación llevada a cabo por Lévi-Strauss(949) o
Roheim (1930, 1950) en cuanto al Edipo: Relación triangular intrapersonal e
interpersonal primitiva, que incluye siempre tres elementos, en su variada
trama de relaciones. Lo que se observa en las diferentes culturas primitivas son
desplazamientos y/o sustituciones de este complejo fundamental.
En cuanto a la etologia, destacaremos sobre todo los trabajos de Harlow
(1958, 1962, 1969, 1972), sobre «la naturaleza del amor» llevado a cabo con
BIBLIOGRAFíA GENERAL CITADA
experimentos con monos. Antes lo habíamos mencionado por la similitud de
sus resultados con los del psicoanalista Bowlby (1968, 1969). Harlow demos-
tró que el apego de la cría de mono a una madre sustitutiva, no dependía de
que asociara a ella la reducción de la llamada pulsión primaria (hambre o
sed), sino que se trataba más bien de la satisfacción de una necesidad autó-
noma, que Harlow denominó «confortamiento por contacto».
Los experimentos consistieron en apartar a los monos de su madre natu-
ral desde el nacimiento, y criarlos mediante madres sustitutivas de alambre y
paño. Pensaba Harlow, que si el apego de los monos a su madre se derivara
de la satisfacción de las necesidades primarias de alimento, el manito se ape-
garía a cualquier madre sustitutiva que colmara esas necesidades. Pero en
lugar de ello, los manitos desarrollaban el apego a las madres sustitutivas (de
paño) que les suministraba ese «confortamiento por contacto», aun cuando
otra madre (de alambre) satisíaciera sus «impulsos primarios». Los experi-
mentos mostraron, que tras la separación experimental de las funciones, el
portador principal de la pauta de apego es «el confortamiento por contacto»
más que la alimentación. De aquí la importancia de las relaciones de apego y
objetales, que 110 parecen ser secundarias, sino que parecen tener una base
genética independiente del acto de nutrición.
Como anunciábamos antes en cuanto a las relaciones del psicoanálisis con
otras disciplinas, nos podríamos extender casi indefinidamente, pues es talla
impregnación de los contenidos psicoanalíticos en el ámbito de la cultura, que
apenas hay dominio en el que no se localice alguno. Así, otras disciplinas más
alejadas, en las que existen numerosas referencias a ideas psicoanalíticas son la
Filosofía, la Historia, el Arte)' la Literatura. Es el campo denominado psicoaná-
lisis aplicado, y donde particularmente relacionado con la Literatura, llevamos a
cabo un trabajo del investigación hace unos años (García de la Hoz, 1991). En
este mismo orden de cosas, también se encuentra el libro de Guimón (1993).
Entre nosotros, y elaborado muy recientemente, tenemos el libro Psico-
análisis Aplicado. Manual teórico y práctico (Villamarzo, 1998), que puede ser-
vir bien como referencia para los estudiosos interesados en este campo.

/
/
ASELLÓ,N, y PÉREZ-SÁNCI-IEZ, M, (1984), «Estructures pre-edipiques, Observació de
nadons», Revista Catalana de Psicoanálisi, 1 (1), 109-123.
ASRAHAM,K. (1973), «Un breve estudio de la evolución de la libido, considerada a la
luz de los trastornos mentales», en Contribuciones a la teoría de la libido, Buenos
Aires, Paidós-Hormé, (Trabajo original publicado en 1924.)
ADAMS,H. E,; WRIGHT, L. W. y LOI-IR,B. A. (1996), Is bomopbobia associated with
homosexual arousal? [ournal 01Abnormal Psychology, 105, 440-445,
ADLER,A. (1980), Estudios sobre la inferioridad de los órganos, Barcelona, Paidós.
(Trabajo original publicado en 1907.)
(1908), «Der Agressionstrieb in Leben und in Neurose», Fortscbr. med. 26,
577-584,
I (1967), El carácter neurótico, Buenos Aires, Paidós, (Trabajo original publicado
en 1912,)
i ._ (1947), El conocimiento del hombre, Madrid, Espasa Calpe. (Trabajo original
publicado en 1927,)

1 _ (193O), «Sornething about myself», Cbildbood and Cbaractei, VII, 6-8.


ADORNO,\Y}, (1952), «ZUI1l Verháltnis von Psychounalyse und Gesellschaftstheorie»,
Psyche, 6, 1-18.
AGOSTINELLI,G,; SHERMAN,S,}.; PRESSON,C. C. y ÜIASSIN, L. (1992), «Self-protec-
tion and self-enhancement biases in estimates oE population prevalen ce», Perso-
nality and Social Psycbology Bulletin, 18, 631-642,
AlcHHoRN, A. (1964), «The Narcissistic Transference of the "[uvenile Impostor"»,
en Fleischmann, 0" Kramer, P. y Ross, H, (comps.), Delinquency and Child Gui-
dance: Selected Papers by August Aichhorn (págs, 174-191), Nueva York, Inter-
national Universities Press, (Trabajo original publicado en 1936,)
ALEXANDER,F. G, Y FRENCH,T. (1946), Psycboanalytic therapy, Nueva York, Ronald
Press.
ALEXANDER, F. G. Y SHESNICK,S. T. (1970), Historia de la psiquiatría (una evaluación
del pensamiento psiquiátrico desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días),
Barcelona, Spax, (Trabajo original publicado en 1965,)
ALLPORT,G, w, (1961), Pattern ami Crowtb 01 personality, Nueva York, Holr,
Richard & Winston.
AMERICANPSYCHlATRICASSOCIATION(1988), il¡[anual diagnóstico y estadístico de los
tras/amos mentales (DSlvf-IlI-R), Barcelona, Masson. (Trabajo original publicado
en 1987,)

/ /
478 Amonio Gurcía de la Hoz Bibliografía general citada 479

AMERICANPSYCHIATR!C ASSOCL·\TlON (1995), jV[anual diagnostico y estadistico de los BALlN1:,M, (971), El médico, el paciente J' la enfermedad, Buenos Aires, Ed. Libros
trastornos mentales (DSJ\I[-IV), Barcelona, Masson, (Trabajo original publicado en básicos. (Trabajo original publicado el1.1968,)
1994,) BALMARY, M. (1979), L'Hommc aux statues, París, Grasset,
ANDREAS-SALOMÉ, 1. (1977), Aprendiendo con Freud. Diario de un C!/10 1912-1913, BANDURA, A, (1969), Principies ofBebauior ¡v[odification, Nueva York, Holt, Rinehart,
Barcelona, Llenes, (Trabajo original publicado en 1957,) une! \'lJinston,
ANDREWS,G,; POLLOCK,C. y SnwART, G, (1989), «Tbe determinarion uf ddense style BARANGER, W. (1976), Posición y Objeto en la obra de Melarde Klein, Buenos Aires,
by questionnaire», Arcbioes of Genera! Psycbiatr», 46,455-460. .Kargiernan. (Trabajo original publicado en 1961.)
ANGUERADOMENJO,B, y GIMÉNEZSEGURA,M." C.,(1994), «Fundamentos de la psi- BARRON,]. \YJ,; E¡\Gu~, M, N, y \\'lOLlTZKY,D, 1. (eds.) (1992), Interface of Psycbo-
coterapia psicoanalítica: Primeros pasos», en Avila y Poch (C0I11P5,), Manual de analysis and Psycbology, Washington D,C., American Psychological Associa-
Técnicas de Psicoterapia, Un enfoque psicoanalítico, IvIadrid, Siglo XXI, non.
ANSBACHER, H, L. (1968), «El creciente reconoci..miento de Adler», en Ansbacher y B.~SCH,M, F (1980), Doing. Psycbotberapy, Nueva York, Basic Books. ,
Ansbacher (C0I11P5,), Aljred Adler. Superioridad e interés social. Una coleccián de - (1984), «Scllubjects and se!fobject translerence. Thcorecical irnplications», en
sus últimos escritos, México, Fondo de Cultura Económica, (Trabajo original Srepansky, E E, y Golclber¡¡, A, (dir.), Kobut's legacy. Contribiuions to sel] psy-
publicado en 1964,) cbolog» (págs, 21-41), Hillsdale-Londres, Analytic Press.
ANZIEU, D, (1978), El auioanálisis de Freud )' el descubrimiento del inconsciente, BASTIDE,R. (1950), Sociologie el Psycboanalyse, París, PUF '
Madrid, Siglo XA'1. (Trabajo original publicado en 1959,) . BAUM.EISTER, R. F ; DALE,K. y SOtvlMER,K. (1998), «Freudian defense mechanisms
(1979), «La psychanalyse au service de la psychologie», Nouuelle Reuue de Psy- ancl ernpirical findings in modern social psychology: Reaction forrnation, projec-
cbanalyse, 20, 59-75, París, Gallirnard. tion, displacernent, undoing, isolation, sublimation, and denial», [ournal o/ Per-
APFELBAUM, B. (1966), «On the ego psychology: A critique of the structural approach sonality, 66, 1081-1124,
to psychoanalytic Theory», International Journal of Psycboanalysis, 47, 451-475, BEARD,G, M, (1869), «Neurasthenia, OT Nervous Exhausrion», Boston Medicaland
(1972), «Psychoanalysis without Guilt», Comtemporary Psycbol., 17,600-602, Siagical [ournal, 1lI, 217-221,
APTER, A,; PLUTCHIK,R; SEVY,S,; KORN, M.; BROWN,S, y VANPRAAG,H. (1989), (1880), A practica! Treatise 011 neruous Exbaustlon (Neurastbenia), Its Symptoms,
«Defense mechanisrns in risk oE suicide and risk of violen ce» , American [oumal Nature, Sequence, Treatment, Nueva York, \\'l, \YJood, .
of Psycbiatry, 146, 1027-1031. (1881), American Neroousness, lts Causes and Consequences, Nueva York, Put-
ARLOW,J, A. y BRENNER,C. (1964). Psycboanalytic concepts ami tbe structural tbeory, narn's Sons.
Madison, Internacional Universities Press. BECKHAM,E, E, (1990), «Psychotherapy of Depression Research at a Crossroads:
ARNOLD,W; EYSENCK,H, J. y Meru, R (1979), Diccionario de Psicología, Madrid, Directions fOI the 1990cl», Clinical PS'J!chologyReview, 10,207-228,
Ediciones Rioduero (3 vols.). (Trabajo original publicado en 1971-72,) BEDÓ,T. y GARcíARocco, I. M, (1976), A propósito de la contribución de Breuer a los
ASSOUN,E 1. (1982), Freud. La filosofía )! los filósofos, Barcelona, Paidós Studio. Estudios sobre fa histeria, México, Siglo XXI.

-1
(Trabajo original publicado en 1976,) . BEl..LAK,1. y GOl..DSMITH,1. A. (1993), Metas amplias para la evaluación de Lasfun-
(1982). Introducción a la epistemología freudiano, Madrid, Siglo XXI, (Trabajo ciones del yo, México, Manual Moderno. (Trabajo original publicado en 1976,)
original publicado en 1981.) BENED!CT,R (1971), El hombre )! la cultura, Barcelona, Edhasa. (Trabajo original
AVERBACH,E, y CORIELl..,A. S, (1961), «Shorterrn mernory in visión», Bell S)'stems publicado en 1934,)
Tecbnical [ournal, 40,309-328, BENNET,E, A. (1961), C. G. ]ung, Londres, Barie & Rockliff.
AVILAESPADA,A. (1989), «Psicoanálisis, Psicoterapias de orientación analítica yefec- - (1970), Lo que verdaderamente dijo Jung, México, Aguilar, (Trabajo original
tividad terapéutica», Clínica y Análisis Grupal, 11, 51-74, publicado en 1966,)
(1990), «La investigación de! proceso¡ alternativa a la.integración de los enfoques BERCHER1E, E (1983), Genése des concepts [reudiens, París, Navarin éditeur,
teóricos y técnicos de la psicoterapia», Clínica y Salud, 1 (1), 13·19, ! BERG~RET,J. (1970), «Les états limites», Enciclopedie iV1édico-CbiJ'urgicale (Psychia-
(1992), «La Psicología Clínica: Aproximación histórica y principales cuestiones trie), 37395 A 10, París, .
teórico-conceptuales», en Ávila Espada (coord.l.jirnénez Gómez, F, Ortiz Quin- - (1975), Manual de psicología Patológica, Barcelona, Toray Masen. (Trabajo origi-
tana, E y Rodríguez Sutil, c., Evaluación en Psicología clínica I (págs. 15-100), nal publicado en 1974,)
Salamanca, Amarú ediciones, BERGIN,A, E. (1971), «The evaluation of therapeutic outcomes», en A, bergin y S. 1.
- (199,4), «Contribuciones de la investigación sobre la psicoterapia psicoanalítica», Garfield (comps.), Handbooh of psycbotberapy and bebauior change: an empiricai
en Avila Espada, A. y Poch i Blillich, J. (comps.), lvIanual de técnicas de psicote- analysis, Nueva York, Wiley,
rapta. Un enfoque psicoanalítico (P¡1gS,625-666), Madrid, Siglo )G'{I. BE!UvIAN,].S,; NhLLER,R C. y MAsMANN,EJ. (1985), «Cognitive Therapy versus Sys-
ÁVlLAESPADA,A, y.pOCH [ BULLlCH,J. (C0111pS,)(1994), Manual de técnicas de psico- ternatic desensitizarion: Is one Treatment superior?», Psycbological Bulletin, 98
terapia, Un enfoque psicoanalítico, Madrid, Siglo XXI. (2),401-407,
BADOEl..EY, A, D. (1976), Tbe Psycbology ofMemory, Nueva York, Basic Books. BERNE,E. (1976), Análisis transaccional en psicoterapia, Una psiquiatría sistemática,
BALlNT,M. (1982), La falta básica. Aspectos terapéuticos de la regresión, Barcelona, individual)' social, Buenos Aires, Editorial Psique, (Trabajo original publicado en
Paidós. (Trabajo original publicado en 1%7,) 1961.)

/
480 Amonio García de la Hoz Bibliografía general citada 481

BERNE.E. (l966). juegos en que participamos. Sociología de las relaciones humanas. BOFll..L,P. y TIZÓN, J. L. (1994), Qué ex el psicoanálisis. Orígenes, temas e institucio-
México. Editorial Diana. (Trabajo original publicado en 1964.) nes actuales, Barcelona, Herder.
BERNFELD.s. (1935). «Úber die Einteilung der Triebe», lmago, 21. 125-142. BON. F. y BOUl1NIER,M. A. (1971). Classe ouvrier et réuolution, París, Seuil,
- (1946). «An Unknown Aurobiographical Fragrnent by Freud», American lmago, BOND, M. P. (1986). «Defense Style Questionnaire», en G. E. Vaillant (comp.), Empi-
IV, 3-19. rical Studies o/ Ego Mecbauisms of Defense, Washington, D.C.. American Psy-
- (1951), «Freud's Scieutific Beginnings», American [mago, VI, 169-174. [Versión chiatric Press.
castellana en Revista de psicoanálisis, ..FIn 112-122. 1951.] ---: (1995), «Development and properties of the Defense Style Questionnaire», en
BERNFEI..D,S. y FEITELIlERG,S. (1930), «Uber psychische Energie, Libido und deren G. E. Vaillant (comp.), Ego MechemiS1tJs of De/eme: A Cuide for Clinicians and
Mel)barkeit». Imago, 16,66-118. Researcbers, Washington. D.C.. American Psychiatric Press.
BERNSTEIN,D. A. y Nll'.TZELM. T. (1982), Introducción a la Psicología Clínica, Méxi- BOND, M. P y VIIILLAi'H,J. S. (1986). «An empirical srudy oE the relatiouship berween
co, McGraw Hill Book como (Trabajo original publicado en 1980.) diagnosis ane! defense style», Archives of General Psycbiatry, 43, 285-288.
Bl'.RTALANFFY, L. VON(1958), «Comments 011 agression», Bull. N[enn. Cli., 22,50-57. BOND, ¡\II. P; GIIRONE.R,S. T.; CHRISTIAN.]. y SIGAL• .J. J. (1983), «Ernpirical study of
BETTELHEIM,B. (1983), Freud JI el alma humana, Barcelona, Crírica-Grijalbo. (Traba- . self-rated defense styles», Arcbiues of General Psvcbiatrv, 40,333-338.
jo original publicado en 1982.) BOND,M. P; PARIS,]. y Z\V'EIG-FRANK, I-I. (1994), «Ddense Styles and borderline per-
BIBRING, E. (1937), «Versuch einer allgerneinen Theorie del' Heilung», lnt. Z. Psy- sonality disorder», [ournal o] Personality Disorders, 8, 28-3 L
cboanal., 23, 18-42. BORlNG.E. G. (1979). Historia de la psicología experimental, México, Trillas. (Traba-
- (1941), «The developrnent and problems of rhe theory of instincts», lntemational jo original publicado en 1950.)
[ournal of Psycboanalysis, 22. 102-131. BOTTOME.P. (1939), Al/red Adler. Apostle o/ Preedom, Londres, Faber & Faber.
BICK. E. (1964). «Notes on infant observation in psychoanalytic training», Interna- BOWLBY,].(1976). El vínculo afectivo, Buenos Aires. Paidós. (Trabajo original publi-
tional íoumol of Psycboanaiysis, 49, 558-566. cado en 1968.)
BIEBER,1. (1980), COf',nitivepsycboanalysis, Nueva York. Aronson. (1979). La separación afectiva, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original publicado
BINET. A. (1903), L'Etude expérimentale de l'intelligence, París. Schleicher. en 1969,)
BION. W. (1957). «DiEferentiation of the Psycbotic from non-Psychotic Personali- (1983), La pérdida afectiva. Tnsteza y depresión, Barcelona-Buenos Aires. Paidós.
ríes», Interna. [ournal cf Psycboanalysis, 38.266-275. (Trabajo original publicado en 1980.) .
- (1979), Experiencias en grupos, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original publicado Bl1J\MEL,D. (1962), "A dissonance theory approach to defensivo projection», [ournal
en 1959.) of Abnormal and Social Psycbology, 64, 121-129.
- (1962), «A Theory of Thinking», lntemational [oumal cf Psycboanalysis, 43,306-310. - (1963), «Selection of a target for defensivo projection», [ournal 01Abnormal and
- (1966). Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires. Paidós, (Trabajo original Social Psycbology, 66.318-324 -, .~
!
publicado en 1963.) BRENNER.C. (1969). Elementos fundamentales de psicoanálisis, Buenos Aires. Libros
(1972), Volviendo a pensar, Buenos Aires. Horrné. (Trabajo original publicado en -1 Básicos. (Trabajo original publicado en 1955.)
1970.) - (1973), An elementary Textbook of Psychoanalysis, Garden City, Nueva York.
(1978), Seminarios de psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original publi-
cado en 1964.)
I Doubleday.
- (1982). Tbe Mine! in Conflia, Nueva York. Inrernational Universities Press.
BLATT,S. ]. y BLAss, R. B. (1992), «Relatedness and self-definition: rwo prymary BREUER.J. (1976). Contribución a los «Estudios sobre la histeria». traducción. notas
dimensions i.n personality development, psychopathology, and psychctherapy», y estudio de Bedó, 1'. y García Rocco, 1. M., México, Siglo XXI. (Trabajo origi-
en Barron, J. W., Eagle, M. N. y Wolitzky. D. L. (eds.), lnterjace of Psycboanaly- nal publicado en 1895.)
si: and PS.1'chotogy(págs. 399-428), Washington D.C., American Psuchological BR(TTON,R; FELDMAN,M. y O'SHAUGHNESSY,E. (1997). El complejo de Edipo hoy.
Association. Implicaciones clinicas, Valencia. Promolibro. (Trabajo original publicado en 1989.)
BLl'.GER.J. (1968). Psicología de la conducta, Buenos Aires. Paidós, BRUNER.J. S. y POSTMAN.L. (1947). «Ernotional selectivity in percepción and reac-
- (1977). «El psicoanálisis y el método científico», en D. Ziziemsky, l'v/étodos de tion», [ournal of Personality, 16, 69-77.
investigación en psicología y psicopaiologia, Buenos Aires, Nueva Visión. BUCKLEY,P.; CaNTE. H. R.; PLUTCHIK.R; \VILO. K. V. y KARASU.T. B. (1984). «Psy-
BLlGHT.J. G. (1981), «Must psychoanalysis retreat to hermeneutics?», Psycboanaly- chodinamic variables as predicrors oE psychotherapy outcorne», American [our-
sis ami Contemporary Tbougbt, 4, 147-206. nal oj Psycbiatry, 141.742-748.
BLOOM.B. S. (1964). Stability and cbange in human cbaracteristics, Nueva York. Wiley. BUNGE.M. (1969). La investigación científica, Barcelona. Ariel.
BLOOM,H. (1995). El canon occidental, Barcelona, Anagrama. (Trabajo original publi- - (1980). Epistemología, Barcelona. Ariel.
cado en 1994.) - (1985). Seudociencia e ideología, Madrid. Alianza.
BWM, G. S. (1972), Teorias psicoanaliticas de la personalidad, Buenos Aires, Paidós. BVCK,R (ed.) (1980). Sigmund Freud. Escritos sobre la cocaína, Barcelona. Anagrama.
BODEN,]. M. y BAUMElSTER. R F. (1997). «Repressive coping: Distraction using plea- (Trabajo original publicado en 1975.)
sant thoughts and memories», [ournal 01 Personnlity and Social Psycbology, 73, CANNON,W (1932). Widsom of the Body (La sabiduría del cuerpo), citado en Laplan-
45-62. che y Pontalis, 1968. pág. 303.

/
482 Antonio Garcín de la Hoz Bibliografía general citada 483

CANNON,\YJ.(1931), Bodily cbanges in pain, bungei; fear and rage, Nueva York, Har- CRONBACH,L.]. (1975), «Beyond the two disci plines of scientific psychology», Ame-
vard U niversity Press. ncan Psycbologist, 30, 1-14, 116-127. .
CAPARRÓS,A. (1984), La psicología y sus perfiles (Introducción a te¡ cultura psicológica), CROWDER,R. G. (1976), Principies o] learning and memory, Hillsdale, Erlbaum.
Barcelona, Barcanova. CRUCHON,G .. (1960), «Psychologie dynamique et pastorale», Gregorianum, Ann
CAPARRÓS,N. (1980), La construcción de la personalidad. Las psicopatías, Madrid, XLI, vol. XLI, 620-646, Roma, Pomificita Universirá Grezoriana.
Fundamentos. - (1963), lnitiation a la pychologie dynamique, París, M<Ul1e~
(1988), Freud a través de sus cartas. Aspectos biográficos J' epistemológicos. (Tesis CHASSEGUET-SMIRGEJ., J. (1975), El ideal del yo. Ensayo psicoanalítico sobre la «enfer-
doctoral), Madrid, Ed. Universidad Complutense. medad de idealiclad», Buenos Aires, Amorrortu.
(l995), «Lo esencial del psicoanálisis», en r. Sanfeliu (coord.l, Nuevos paradigmas CHERTOl<,L. y SAUSURRE, R. DE (1980), «Nacimiento de un psicoanalista. Vicisitudes
psicosnaliticos (págs. 13-33), Madrid, Quipú Ediciones. de la relación terapéutica de Mesmer a Freud», Barcelona, Gedisa. (Trabajo ori-
CARNAl',R (1936), «Testability and meaning», Pbilosopby 01Science, 3. ginal publicado en 1973.)
- (1937), «Testabiliry and meaning», Pbilosopby cf Science, 4. Cm.sHIRE, N: M. (19~S), 'fbe naturc 01psycbodynamic interpretntion, Londres, \'{file)'.
CARROiJLES, J. A. 1. (1985), Análisis y Modificación de la Conducta JI, Madrid, UNED. DADOUN,R. (1984), Freud, Barcelona, Argos-Vergara. (Trabajo original publicado en
CASTILLADELPINO, C. (1966), «Un estudio sobre la depresión. Fundamentos de 1982.) ""
antropología dialéctica», Barcelona, Península. DALLAYRAC , N. (1977), Losjuegos sexuales de los niños, Barcelona, Gedisa. (Trabajo
(1968), Dialéctica de la persona. Dialéctica de la situación, Barcelona, Península. original publicado en 1972.)
(1969), Psicoanálisis y marxismo, Madrid, Alianza. DANTO,A. (1959), «Meaning and theoretical terrns in psychoanalysis», en Hook, S.
(1991), «Génesis de la moral en Freud», en AAVV, 50 años después de Freud (1959), Psycboanalysis, Scientific Method and philosoph)' (págs. 314-318). Nueva
(págs. 49-53), Madrid, Edición del Servicio Regional de Salud Mental. York, Grave Press, 1960.
CENCILLO,L. y RODIÚGUEZNAVARRO,E. (1968), Filosofía fundamental 1. Fundamen- DAVIDSON,K. ~ MACGREGOR,M. W. (1998), «A critica! appraisal of self-report defen-
tos, Madrid, Syntagma, se rnechanism measures», [ournal ofPersonality, 66,965-992.
CLARK,R W. (1985), Freud: El hombre)' su causa, Barcelona, Planeta. (Trabajo origi- DELACAMPAGNE, C. (1984), «La disidencia junguiana.», en J accard, R, Historia del psi-
nal publicado en 1980.) coanálisis, Buenos Aires, Granica. (Trabajo original publicado en 1982.)
CLARKE-STEWART, A. (1973), Cbildren: Deuelopment through Adolescence, Nueva DENKER,R (1946), «Resulrs of treatment of psychoneuroses by the general practitio-
York, \YJiley. ner. A follow-up study of 500 cases», Nueva York, State [oumal ofj\¡[edicine 46
CODERCH,]. (1989), «El desafío científico al psicoanálisis (prólogo-estudio)», en 21-64. ' ,
Poch i Bullich,]., Psicología Dinámica, Barcelona, Herder. DERRIDA,J. (1977), El concepto de verdad en Lacan, BuenosAires, Horno Sapiens.
(1995), La interpretación en psicoanálisis. Fundamentos y teoría de la técnica, Bar- (Trabajo original publicado en 1975.)
celona, Herder. DIATlCINE, T. (1981), Problemas de la interpretación en psicoanálisis de niños, Barcelo-
(1998), El proceso psicoanalítico: de la psicología del paciente a la del paciente-ana- na, Biblioteca Mayor.
lista, Conferencia inaugural a las V11 J ornadas de Psicoanálisis en la Universidad. DIERKENS,]. y MOULINES,U. (1972), Freud. Antología sistemática, Barcelona, Oikos-
(Libro de resúmenes.) Tau.
COHLER,B. J. y GALATZER-LEVY, R. M. (1992), «Psychoanalysis, Psychology and Self», DILTHEY,W. (1924), «Ideen iiber eine beschreibende und zergliedernde Psycholo-
en Barren, J. \YJ., Eagle, M. N. y \'{fQhtzky, D. L. (eds.), Interface 01 Psycboana- gie», Gesammelte Scbriften, 5, Leipzig, Teubner.
lysis and Psycbology (págs 429-451), Washjngton, American Psychological Asso- DOLLARD,J. y MrLLER,N. E. (1950), Personalit» and psycbotberapy Nueva York
ciation. McGraw-Hill. . -' ,
CONTE, H. R y PLUTCH1K,R (1993), «The rneasurcment of ego defenses in clinical DOR, J. (1986), Introducción CI la lectura de Lacan. EL inconsciente estructurado como
research», en U. Henkschel, G. J. \YJ. Smith, W Ehlers y J. G. Draguns (comps.), un lenguaje, Buenos Aires, Gedisa. (Trabajo original publicado en 1985.)
Tbe concepto cf defense mecbanisms in contemporary psycbology: Theorettcal, rese- DUBCOVSKY, S. (1986), La triple uida sexual de Sigmund Freud, Barcelona, Muchnik
arcb, and clinical perspectiues, Nueva York, Springer. Editores.
COROMINAS,J, y PASCUAL,J. A. (1980-1991), Diccionario crítico etimológico castellano DUTTON,D. G. YLAKE,R A. (1973), «Threur of own prejudice and reverse discrimi-
e hispánico (seis volúmenes), Madrid, Gredos. nation in interracial situations», [ournal 01 Personalitv and Social Psycbology, 28
COVARRUBIAS, S. DE (1979), Tesoro de la lengua castellana o Española, Madrid, Turner, 94-100. -. r

(Trabajo original publicado en 1611.) EAGLE,M. N. (1973), «Validation of Motivational Forrnulations, Aknowledzment as
CRAIK, F. 1. M. y LOCKHART,R. S. (1972), «Levels of processing: A Frarnework for a Criterion», Psycboanalysis and Contemporary Science, 2, 265-275. "
memory research», [ournal 01 verbal Learning and verbal bebauior. 11, 671-684. - (1988), Desarrollos contemporáneos recientes en psicoanálisis. Una evaluación crí-
CRAMER,P. (199l), Tbe deuelopment 01 defense mechanisms: Tbeory, researcb, and tica, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original publicado en 1984.)
assessment, Nueva York, Springer, (1984a), «Psychoanalysis and modern psychodinamic theories», en Persona-
CRONBACH,L. J. (1957), «The t\Vo disciplines of scienrific psychology», American lity ami tbe Bebaoior Disorders, Nueva York, Wüey, ed. N. S. El1ddler &
Psycbologist, 19,263-270. J. McV. Hunt.

I
,
J /
484 Amonio García de la Hoz Bibliografía general citada

ECHEBURÚA,E. (1983), J\¡{odificación de conducta y psicología clínica, Bilbao, Servicio on Freud's book "Civilisarion aTICI its discontents?», Psycboanalitic Reuieu; i9,
editorial Universidad del País Vasco. 129-151.
EDELSON,M. (1984), Hypotbesis and Eoidence in Psvchoanalysis, Chicago & Londres, FENICllEL,O. (1930), «Sratistischer Bericht über die therapeutische Tarigkeir 11920-
The University Chicago Press. 1930)>>,en Zebn Jajre Berliner Psychoanalytiscbes, Instirur, Inrer; of Psychoa.
- (1988), Psychoanalysis. !lTbeory in Crisis, Chicago & Londres, University Chica- (págs. 13- J 9), Viena, Verlag.
go Press. (1982). Teoría psicoanalitica de las neurosis, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, (Tra-
- (1992), «Telling and Enacting Stories in psychoanalysis», en Barren, J. WI., Eagle, bajo original publicado en 1945.)
M. N. y \'V'olitzky, D. L. (eds.), lnterface 01 Psycboanaiysis and Ps),cbologJI (pági- (1953 [1935J), «;\ critique oí the dearb instinct», en Tbe collected papers oi Otro
nas 99-123), Washlllgton D.c., American Psychological Associarion. Fenicbel, first series (págs. 332-348), Nueva York, Norton,
EISSLER,K. R (1975), «A Critica] Assessment of the Future of psychoanalysis: A View FERlONCZ[ S. (19841. «Confusión de lenguas entre íos adultos y el niño», en Obras
Irorn Wlithin», [outnal Ame!: Psycboanai. A.rsoc., 23, 151. Completas, tomo IV (págs. 139-1-+9), Madrid. Espasa Cal pe. [Trabajo original
ELLENBERGER, B. F. (1976), El descubrimiento del inconsciente. Historiay evolución ele publicado en 1933.)
la psiquiatna dinámica, Madrid, Credos. (Trabajo original publicado en 1970.) FERN,\NDEZ·BAUESTEROS, R (1981), «Perspectivas históricas de Lt Evaluación COl]-
ELLlS, A. y GRlEGER,R. (1981), Manual de terapia racional-emotiva, Bilbao, Desclee ductual», en Fernández-ballesteros, R. y Carrobles, J A. I., Eoaiuacián Conduc-
de Brouwer. tual. Metodología:v Aplicaciones (págs. 31-62), Madrid, Pirámide.
ELLM¡\N,S.]. (1992), «Psychoanalytic Theory, Dream Formation, and REM Sleep», FEllNÁNOEZ-VIU.iIMARZO, P. (19.87), Cursos sistemáticos de formación psicoanalitica
en Barren, J. \Y/., Eagle, M. N. y Wolirzky, D. L. (eds.), lnterjace oj Psycboanaiysis I. Primer ciclo: Cursos sobre Sigmund. Freud. Temas introductorios, Madrid,
and Psycbology (págs. 357 -374), Washington D.c., American PsychologicaJ Asso- Marova.
cianon. (1989), Cursos sistemáticos de formación psicoanalitica l. Primer ciclo: Cursos sobre
ERDELYI,M. H. (1987), Psicoanálisis. La psicología cognitiva de Freud, Barcelona, Sigmund Freud. Volumen 2: Temas metapsicolágicos, Madrid, Marova.
Labor. (Trabajo original publicado en 1985.) (1998), Psicoanálisis aplicado. M(/nual teórico y práctico, Salamanca, Arnarú edi-
ERIKSON,E. H. (1940), «Studies in the interpretation of play: 1 Clinical observation ciones.
of play disruption in young children», Genet. Psycbol. Monog/:, 22. FEYElW3END, p. K. (1981), Tratado contra el método, Madrid, Tecnosa. (Trabajo origi-
(1950), Grouub and crises 01 tbe bealtbv personality. En Ídentity and tbe life cycle nal publicado en 1975.)
(págs. 50-100), Nueva York, International University Press, - (1984), Adiós a la razón, Madrid, Tecnos. (Trabajo original publicado en 1981.)
(1956), «The problern of ego identity)},]. Amer. Psycboanal., 4,56-121. [Versión FlNE, R. (1982), Historia del psicoanálisis, 2 vols., Buenos Aires, Paidós. (Trabajo ori-
castellana Identidad, juventud )1 crisis, Buenos Aires, Paidós, 1977.] ginal publicado en 1979.)
- (1959), Identity tutti tbc li]« cycle, Nueva York, International University Press. FlSHER,S. y Glu:J!NBERG,R (1977), Tbe Scientifia Credibiluy of Freud's Tbeories and
- (1970), Infancia JI sociedad, Buenos Aires, Hormé. (Trabajo original publicado en Tberapy, Brighton, Harvester.
1963.) FLAVELL,].H. (1977), Cognitiue Deuelopment, Englewoocl Cliffs, N. J. Prentice Hall.
ESCUELAFREUDlAN¡\DE PARís (1980), llctas de la VII Congreso, Barcelona, Petrel. FLlESS,R (1981), «Un cuadro ontogénico», en Fliess, R. (comp.) (1948), Escritos psi-
(Trabajo original publicado en 1974.) coanaliticos [undamentales, Barcelona-Buenos Aires, Puidós. (Trabajo original
ET~l-lEVERRY, J. L. (1978), Sobre la versión castellana (volumen de presentación de las publicado en 1948.)
Obras completas de Sigmund Freud), Buenos Aires, Arnorrortu, FLJEss,W. (1906), Del' Ablau] des Lebens [El decurso de l.avida], Viena.
Ey, H.; BERNARD,P. YBRlssET, Ch. (1974), Tratado de psiquiatria, Barcelona, Toray- FONAGY,P. (ed.) (1999), An Open Door Rcuieio o] OutWJ'I'I!!Studies in Psycboanalysis,
Masson. (Trabajo original publicado en 1965.) Informe preparado por el Comité de Investigación de la IPA.
EYSENCK,H. J. (1947), Dimensions o] personality, Londres, Routledge & Kegan Paul. FRANK,J. D. (1982), «Therapcutic components shared by all psychotherapies», en
- (1952), «The effecrs of psychotherapy: An Evaluation», [ournal o] Consulting Psy- J. H. Harvey y M. M. Parks (comps.), Psycbotberapv Researcb aud bebauiorcban-
cbology, 5, 319-324. ge (págs. 9-37), Washi.ngton D. c., Amer. Psychol. Associar, .
- (1964), Experiments in Behauior Tberapy, Londres, Pergamon Press, fREUD, A. (1980), El psicoanálisis del nino, Buenos Aires, Horrné, (Trabajo original
- (1970), Tbe structure o] human personality, Menthuen, UP. publicado en 1927.)
FAGES,}.B. (1973), Para comprender a Lacan, Buenos Aires, Amorrortu. (Trabajo ori- (1973), El yo JI los mecanismos de defenJ'a, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original
ginal publicado en 1971.) publicado en 1936.)
- (1979), Historia del psicoanálisis después de Freud, Barcelona, MartÍnez Roca. (1972), «Coments on agression», 1m.]. Psychoallal., 53, 163-171.
(Trabajo original publicado en 1976.) FREUD,S. (1886), «Prólogo a la traducción de J. M. Charcor, Le¡;ons sur les maladies
FAlRllAlRN,W. R. D. (1962), Estudio psicoanalítico de la personalidad, Buenos Aires, du systcme nerveux», Obra), Completas, vol. 1 (págs. 17-22), Buenos Aires, Amo-
Hormé. (Trabajo original publicado e.n 1952.) rrortu, 1976.
(1963), «Synopsis oE an object-relations theory of the personality>}, lntmwtional (.L888-89),«(Prólogo a la traducción de H. Bernheim, De la suggestion et ses apli-
Journal o/Psycboanalysis, 4, 224-225. c<\rtions a la therapeutique», en Obl'M Completas, vol. 1 (págs. 77-93), Buenos
FEOERN,P. (1932), «The realit)' oE deatb instinct, especiaUy i.n ll1e1ancholia. Remarks Aires, Amorrortu, 1976.

I
486 Antonio García de la Hoz Bibliografía general citada 487

FREUD S. (1973 [1891b)), La concepción de las afasias (Estudio crítico). [Versión caste- FREVO, S. (1909d), «¡\. propósito de un caso de neurosis obsesiva ("El Hombre de
llana La afasia, Buenos Aires, Nueva Visión). (Trabajo original publicado en 1891.~ las ratas")», en Obras Completes, vol. X (págs. 119-194), Buenos Aires, Amo-
_ (1892-94), «Próloso y notas de la traducción deJ. M, Charcot Lecons de rnardi rrortu, 1976.
de la Salpétriere (1887-88)>>,en Obras Completas, volLtpágs. 163-177), Buenos - (1910a [1909)), «Cinco conferencias sobre psicoanálisis», en Obras Completas,
Aires, Amorrortu, 1976. vol. XI (págs. 1-52), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
_ (1892a) Traducción de H. Bernbeim, Hypnotisme, Suggestion, psycbotbérapie: étu- - (1910c), «Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci», en Obras Completa)',
des nouuelles, París, 1891. (Ahora Freud no consignó ninguna introducción.) vol. XI (págs. 53-127), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
_ (1893c), «Algunas consideraciones para un estudio comparativo de las parálisis - (1910i), «La perturbación psicógena de la visión segL1I1 el psicoanálisis», en Obras
motrices orgánicas e histéricas», en Obras Completas, vol. I (págs. 191-210), Bue- Completas, vol. XI (págs. 205-216), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
nos Aires, Arnorrortu, 1976. - (1911b), «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico», en Obras
(1893h), «Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos», en Obras Completas, vol. xn (págs. 217-231), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Completas, vol.Tll (págs. 27-40), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (191.1c (1910)), «Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia
(1894a), «Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de LUla teoría psicológica de la (dementia paranoides) descrito autobiográficamente ("Caso Schreber")», en
histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas)», en Obras Obras Completa)', vol. XII (págs. 1-76), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Completas, vol.lll (págs. 41-61), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. . . - (1912-13), «Tótem y tabú», en Obras Completa)', vol. XlII (págs. 1-163), Buenos
(1895b [1894]), «Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determi- Aires, Arnorrortu, 1976.
nado síndrome en calidad de "neurosis de angustia"», en Obras Completas, - (l912e), «Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico», en Obras Com-
vol. III, págs. 85-115, Buenos Aires, Amorrortu, 1976. pletas, vol. XII (págs. 107-119), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
_ (1895fl, «A propósito de las críticas a la "neurosis de angustia"», en Obras Com- - (1913i), «La predisposición a la neurosis obsesiva. Contribución al problema de
pletas, vol. III (págs. 117-138), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. la elección de neurosis», en Obras Completas, vol. XII (págs. 329-345), Buenos
_ (1896a), «La herencia y la etiología de las neUrOSIS»,en Obras Completas, vol. III Aires, Arnorrortu, 1976.
(págs. 139-156), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. . . - (1913k), «Prólogo a]. G. Bourke "Ritos escatológicos de todos los pueblos"», en
(l896b), «Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa», en Obras Obras Completas, vol. XII (págs: 355-361), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Completas, voL III (págs. 157-184), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976., _ - (1914b), «El Moisés de Miguel Angel», en Obras Completas, vol. XIII (págs. 213·
(1896c), «La etiología de la histeria», en Obras Completas, vol. III (pags. 18)- 242), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
218), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (1914c), «Introducción al narcisismo», en Obras Completas, vol. XIV (págs. 65-
- (1898a), «La sexualidad en la etiología de las neurosis», en Obras Completas, 98), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
vol. III (págs. 251·276), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (1914d), «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico», en Obras
(1898b), «Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria», en Obras Completas, Completas, vol. XIV (págs. 1-64), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
vol. III (págs. 277-289), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. . (1915c), «Las pulsiones y sus destinos», en Obras Completas, voL XIV (págs. 105-
(1900a). La interpretación de los sueños. En Obras Completas, vols. IV y V, Bue- 134), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
nos Aires, Amorrortu, 1976. - (1915d), «La represión», en Obras Completas, vol. XIV (págs. 135-152), Buenos
- (1901a), «Sobre el sueño. En Obras Completas, vol. V (págs. 613-668), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Aires, Amorrorru, 1976. (1915e), «Lo inconsciente», en Obras Completas, vol. XIV (págs. 153-213), Bue-
(1901b), «Psicoparología de la vida cotidiana», en Obras Completas, vol. VI, Bue- nos Aires, Amorrortu, 1976.
nos Aires, Arnorrortu, 1976. (1916-17 (1915 -1917]), «Conferencias de introducción al psicoanálisis», en
_ (1904a [1903)), «El método psicoanalítico de Freud», en Obras Completas, Obras Completas, vol. XV, Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
voL VII (págs. 233-242), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. - (1917d[1915]), «Complemento metapsicológico a la teoría de los sueños», en
- (1905c), «El chiste y su relación con lo inconsciente.», en Obras Completas, Obras Completas, vol. XIV (págs. 215-233), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
vol. VIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (1917e[1915)), «Duelo y melancolía», en Obras Completas, vol. XIV (págs. 235-
_ (1905d), «Tres ensayos de teoría sexual», en Obras Completas, voL VII (págs. 109- 255), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
224), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (1918b[1914)), «Historia de una neurosis infantil ("El Hombre ele los lobos")»,
_ (1905e), «Análisis fragmentario de una histeria ("Caso Dora")», en Obras Com- en Obras Completas, vol. A'VII (págs. 1-111), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
pletas, vol. VII (págs. 1-107), Buenos Air~s, Arnorrortu, 1976., _ - (191ge), «"Pegan a un niño". Contribución al conocimiento de la génesis de las
(l908b), «Carácter y erotismo anal», en Obras Completas, vol. L~ (pags. 149-1)8), perversiones sexuales», en Obras Completas, vol. XVII (págs. 173-200), Buenos
Buenos Aires, Amorrortu, 1976. Aires, Amorrortu, 1976.
(1908c), «Sobre las teorías sexuales infantiles», en Obras Completas, vol. IX (pági- (1919j [1918)), «¿Debe enseriarse el psicoanálisis en la Univcrsidad?», en Obras
r r-r-
nas 183-201), Buenos Aires, Amorrorru, 1976. Completas, vol, XVII (págs. 165-171), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
(1909b), «Análisis de la fobia de un niño de cinco rulos ("Caso juanito")», en (1920a), «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina», en
Obras Completas, vol. X (págs. 1-118), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. Gbras Completas, vol. XVIII (págs. 137·164), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.

/
488 Antonio García de la Hoz Bibliografíageneralcitada 489

FREUD,S. (1920g), «Más allá del principio del placer», en Obras Completas, vol.Xvlfl FRWD,S. (1937c), «Análisis terminable e interminable», en Obras Completas, vol. )"''XIlI
(págs. 1-62), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. (págs. 211-254), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. -
- (l921c), «Psicología de las masas y análisis del yo», en Obras Completas, (1937d), «Construciones en psicoanálisis», en Obras Completas, vol. Xt\.lII
vol. XVIII (págs. 63-136), Buenos Aires, Arnorrorru, 1976. (págs. 255-270), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
- (1923a [1922]), «Dos artículos eleenciclopedia: "Psicoanálisis"y "Teoría de la libido"», (1939a [1934-1938J), «Moisés y la religión monoteísta», en Obras Completa."
en Obras Completas, vol. XVIll (págs.227-254), Buenos Aires, Arnorrouu, 1976. vol. XXIII (págs. 1-132), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
(l923b), «El yo y el ello», en Obras Completas, vol. XIX (págs. 1-59), Buenos (1940a [1938]), «Esquema de psicoanálisis», en Obras Completas, vol. XXIn
Aires, Amorrortu, 1976. (págs. 133-209), Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
(1923e), «La orzunización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la - (1940b [1938]). «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis», en Obras
sexualidad)», el~Obras Completas, vol. X[X (págs. 141-149), Buenos Aires, Amo- Completas, vol. XXIII (págs. 279-288), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. .
rrortu, 1976. - (1940e [1938]), «La escisión del yo en el proceso defensivo», en Obras Comple-
(1924b), «Neurosis y psicosis», en Obras Completas, vol. XIX (págs. 151-159), tas, vol. XXIII (págs. 271-278), Buenos Aires, Amorrortu, 1976'-
Buenos Aires, Amorrortu, 1976. - (1950a [1887-1902]), «Los orígenes del psicoanálisis (que abarca la correspon-
(1924c), «El problema económico del masoquismo», en Obras Completas, dencia con \'(/ Fliess y el <~Proyectode psicología para neurólogos" (1895»>, en
vol. XIX (págs. 161-176), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. Obras Completas, vol. 1 (pags. 323-446), Buenos Aires; Amorrortu, 1976.
(1924d), «El sepultamienro del complejo de Edipo», en Obras Completas, - (1956 [1886]), «Informe sobre m!s estuclios en París y Berlín», en Obras Comple-
vol. XIX (págs. 177-188), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. tas, vol. 1 (pags. 1-15), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976.
(1924e), «La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis», en Obras Comple- (1994 [1887-1904]), Cartas ti vrlilbelm Fliess. [Ed.]. M. Masson], Buenos Aires,
tas, vol. XIX (págs. 189-197), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. Amorrortu, (Trabajo original de 1985.)
(l924f [1923 ]), «Breve informe sobre el psicoanálisis», en Obras Completas, - Studienausgabe. (1969-1975, 11 vols.), Fischer, Verlag.
vol. XDC (págs. 200-221), Buenos Aires, Amorrortu, 1976 FREUD,S. y AURAHAM, 1<. (1979), Correspondencia, Barcelona, Gedisa. (Trabajo origi-
(1925a [1924]), «Nota sobre la "pizarra mágica"», en Obras Completas, vol. XIX nal de 1965.)
(págs. 239-247), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. FREUD,S. y ANDREAS-SALOMÉ, L. (1968), Correspondencia, Madrid, Siglo XXI. (Tra-
(1925d [1924]), «Presentación autobiográfica», en Obras Completas, vol. XX bajo original de 1966.) .
(págs. 1-70), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. FREUD,S. y BREUER,].(1893a), «Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos his-
(1925j), «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica», en téricos: comunicación preliminar. (Capítulo 1 de los "Estudios sobre la histe-
Obras Completas, vol. XIX (págs. 259-274), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. ria")», en Obras Completas, vol.ll, Buenos Aires, Amorrorru, 1976.
(1926d [1925]), «Inhibición, síntoma y angustia», en Obras Completas, vol. XX - (1895d), «Estudios sobre la histeria», en Obras Completas, vol. II, Buenos Aires,
(págs. 71-161), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. Arnorrortu, 1976. .
(1926e), «¿Pueden los legos ejercer el análisis?», en Obras Completas, vol. XX FREUD,S. y JUNG,C. G. (1978), Correspondencia, Madrid, Taurus. (Trabajo original
(págs. 165-242), Buenos Aires, Amorrorru, 1976. de 1974.)
(192M), «Psicoanálisis», en Obras Completas, vol. XX (págs. 245-258), Buenos FREVD,S. y PPISTER,O. (1966), Correspondencia .1909-1939, México, Fondo de Cul-
Aires, Arnorrortu, 1976. tura Económica. (Trabajo original de 1963.)
- (1927c), «El porvenir de una ilusión», en Obras Completas, vol. XX (págs. 1-55), Fusun, S. y WElSS, E. (1979), Correspondencia. Problemas de la práctica analítica, Bar-
Buenos Aires, Amorrortu, 1976. celona, Gedisa,
(1927e), «Fetichismo», en Obras Completas, vol. XXI (págs. 141-152), Buenos FREUD,S. y ZWE1G,A. (1974), Correspondencia, Buenos Aires, Granica.
Aires, Amorrortu, 1976. FRlEDN!AN, Lawrence J. (1972), Usos y abusos del psicoanálisis, Barcelona, Plaza &
(1928b [1927]), «Dostoievsky y el parricidio», en Obras Completas, vol. x}"'1, Janés. (Trabajo original de 1968.)
171-191, Buenos Aires, Amorrorru, 1976. FRlEDMANN, G. (1956), «Psychanalyse et Sociologie», Bull. de Psycbologie de la 501'-
(1930a [1929]), «El malestar en la cultura», en Obras Completas, vol. XXI bonne.
(págs. 57-140), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. FURTMÜLLER, C. (1968), «Alfred AclJer:un ensayo biográfico», en Ansbacher y Ansba-
(193lb), «Sobre la sexualidad femenina», en Obras Completas, vol. XXI cher (comps.), Al/red Adler, Superioridad e interés social. Una colección de sus lí/ti-
(págs. 223-244), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. mas escritos, México, Fondo de Cultura Económica. (Trabajo original de 1964.)
- (1931d), «El dictamen de la Facultad en el proceso Halsmaun», en Obras Com- -1 GAL!N,D. (1974)! «Implications for psychiaty of left and rigth cerebral specialization:
pletas, vol. Xt"{I (págs. 249-251), Buenos Aires, Amorrortu, 1976. A neurophysiological context for unconscious process», Archives 01 General Psy-
- (1933a[1932]), «Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis», en Obras chiatry, 31, 572-583.
Completas, vol. XXII (págs. 1-168), Buenos Aires, Amcrrortu, 1976. G,{RATE,1.y MARINAS,].M. (1996), Lacan en castellano. Tránsito razonado pOI' algu-
- (1936a), «Un trastorno de memoria en la Acrópolis. Carta abierta a Rornain nas voces, Madrid, Quipú,
Rolland en ocasión de su septuagésimo aniversario», en Obras Completas, GARCÍADELAHoz, A. (1983), «Las implicaciones teorícas de la negación. Un estudio
vol. :xxn (págs. 211-221), Buenos Aires, Arnorrortu, 1976. psicoanalítico», Clínica y Andlisis Grupal (33), 285-314. Madrid.

/
/
490 Anronio García de la Hoz Bibliografía general citada 491

GARGÍADELA Hoz, A. (1985), «Frcud-Breucr, Una compleja relación», Clínica y Aná- GILl, ,vI. M. (1963), «Topography and systems in psychoanalyric theory», Psycbolo-
lisis Grupal, 35, 12-50, Madrid. gicaL issues, núm. 2. (vol. 3), Nueva York, International Universiriés Press.
(1991), Goetbe en Freud. /sfinidedes electivas (Tesis doctoral), Madrid, Editorial (1976), «Merapsychology is not psychology», en Gill & Holzrnan (dirs.), Psycho-
de la Universidad Complutense. logy versus merapsychology, Psychoanalyric essays in mernory of George S. Klein,
(1993), «Freud y la cultura literaria», Revista de la Asociación Española de Neu- Psycbologicel issues, núm. 4, vol. 9, monograph 36 (págs. 71-105), Nueva York,
ropsiquiatria, 45, 142-146, Madrid. , Basic Books.
(1994), «Psicoterapia psicoanalítica de las neurosis, en Avila y Poch (cornps.), - (1977), «Psychic energ)' reconsidered: Discussion», [ournal of tbe American ps)'-
jl¡Ianual de Técnicas de psicoterapia (págs. 357 -383), Madrid, Siglo j{¡'{I. cboanalytic Association, 25,581-597.
(1995), «Sobre la verneinung, Verleugmll7.g y Verweljwzg y su relación con la GrLlESPlE,\VI. H. (1971), «Agression and instincr theory», lnt.]. Psycboonal., 52,155-
\!erclr¿¡ngung en la obra de S. Freud», Clínica :v Análisis grupal, 70, 377-387. 160.) ,
Madrid. (También en Apuntes de Psicología, 48, 63-72. Revista del Colegio Ofi- GU,SER,G. C. e Inn.rvrcn, D. (1969), «An objective insrrument for measuring defcn-
cial de Psicólogos. Andalucía Occidental, Sevilla [1996d.]) se rnechauisms», [ournal o] Consulting and Clinical Psycholog)', 33, 51-60.
(1996a), Sobre la génesÓ' de la moral en psicoanálisis, Ponencia presentada a las GLOVER,E. (1945), An Examination '0/ tbe Klein system o] chile! fljychoLogy, en Tbe
VI Jornadas de Psicoanálisis en la Universidad, San Sebastián, noviembre de 1996. ps)'chollnalytic study of tbe cbild, vol. I, Nueva York, Internacional Universities
(1996b), «Algo familiar)' evidente o algo nuevo y sorprendente», en 1. Sanfeliu Press. '
(coord.), Nuevos paradigmas psicoanaluicos (págs. 63-76), Madrid, Quipú, (1955), Tecbnique de la Psycbanalyse, París, PUF.
(1996c), «La enseñanza del psicoanálisis a través de sus casos», en Gutiérrez, G., (1968), «El psicoanálisis en Inglaterra», en Wahl y cols., Historia del Psicoanáli-
Charnorro, E. y Bachs, J. (1996), Psicoanálisis JI Universidad (págs. 287-297), sis VII, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original de 1961.)
Madrid, PPU (Profesores de Psiconalítica de la Universidad.) GLYMOUR, C. (1974), «Freud, Kepler and the clinical evidence», en Freud (págs. 285-
(1997), El universo simbólico de Freud: Goetbe, Madrid, Quipú. 304), Nueva York, Anchor, R \XIollheim ed.
(1998a), Ideal del yo y mora/femenina, Ponencia invitada a las VI Jornadas Inter- - (1980), Tbeory and Eoidence, Princeton, N. J.. Princeton University Press.
nacionales Grupo, Psicoterapia y Psicoanálisis, coordinando el grupo compues- GOETHE,J. \XI.(1987), «Esbozo de una teoría de los colores», en Obras Completas,
to por Adriana Baltanás, Lidia Calleja, Pilar Cano, Charo Castaños, Trudy Kunz- vol. 1 (págs. 473-734), Madrid, Aguilar. (Trabajo original de 1810.).
li, Jesús López y Raquel Tomé, Nerja, noviembre de 1998. GOLDSMITH,L. A. (1993), «La Evaluación de las Funciones del Yo en relación con
(l998b), «La penetración psicoanalítica de Goethe (1»>, Clínica JI Análisis Gru- los temas de discusión actuales en la teoría psicoanalltica», en L. Bellak y L. A.
pal, 76,371-384, Madrid. Goldsmith, Metas amplias para Laevaluación de las funciones del yo (págs. 37 -74),
- {l998c), «La penetración psicoanalítica de Goethe (11)>>, Clínica y Análisis Gru- México, Manual Moderno. (Trabajo original de 1984.)
pal, 77, 79-94, Madrid. GÓMEZPIN, V. (1984), El psicoanálisis. Justificación de Freud, Barcelona, Montesinos.
(1998d), «La penetración psicoanalítica de Goethe (lID», Clínica)' Análisis Gru- GÓMEZPlN, V. y ECHEVERRíA, J. (1983), Límites de la conciencia y del materna,
pal, 78, 259-273, Madrid. Madrid, Taurus.
(1998e, en prensa), Un comentario sobre el Tally Argument de Griinbaum, Comu- GÓMEZS,\NCHEZ,C. (1998), Freud, crítico de la Ilustracion, Barcelona, Crítica Grijal-
nicación a las VII Jornadas Estatales de Psicoanálisis en la Universidad, Barcelo- bo Mondadori.
na, noviembre de 1998. GORZ,J. (1980), Ecologia JI política, Barcelona, El viejo topo. (Trabajo original de 1978.)
GARCÍADELAHoz, A. y ÁVII.AESPADA,A. (1992), «Variantes grupales en la psicote- - (1981), Adiós al proletariado, Barcelona, El viejo topo. (Trabajo original de 1980.)
rapia psicoanalítica», en Psicoanálisis, Psicoterapia psicoanalitica JI marco uniuer- GOUGH,H. (1957), lvlaflual for tbe California Personality lnoentory, Palo Alto, CA,
si/ario, A. Ávila, B. Moreno y A. Sánchez-Barranco (cornps.) (págs. 111-120), Consulting Psychologists' Press.
Málaga, Miguel Gómez Ediciones. GRANoN-LAFoNT,J. (1987), La topología básica de [acques Lacan, Barcelona, Nueva
GARFIELD,S. L. (1980), Psychotberapy: 11" Eclectic Approacb, Nueva York, John Visión.
Wiley and Sonso GRAVES, R. (1985), Los mitos griegos, Madrid, Alianza. (Trabajo original de 1955.)
GAY,P (1989), Freud. Una vida de nuestro tiempo, Barcelona, Paidós, (Trabajo origi- GREEN,A. (1979), «L'enfant modele», Nouuelle reuue de Psycbanalyse, 19, 27-47,
nal de 1988.) París, Gallimard.
GEETS, C. (1972), Melanie Klein. Introducción al psicoanálisis infantil, Madrid, Fun- GREENBERG, J. R y MITCHELL,S. A. (1983), Object Relation in Psycboanalytic Tbeory,
damentos. (Trabajo original de 1971.) Cambridge, Harvard University Press. .
GEORGIN,R (1988), Lacan, Barcelona, Nueva visión. (Trabajo origi.nal de 1984.) GIlEENSON,R. R (1965), «The problem of Working through», en Schur, M. (dir.),
GJERE,R (1979), Understanding Scientific Reasoning, Nueva York, Holt, Rinehart & Driues, affects, bebauior, voL 2 (págs. 277-314), Nueva York, Intemational Uni-
Winston. ) versity Press,
GILL, M. M. (1967), The collected papers o] David Rapaport, Nueva York, Basic (1978), Técnica y práctica del psicoanálisis, México, Siglo L'CI. (Trabajo original
Books. de 1967.)
(1978), «Merapsychology is irrelcvant ro psychoanalysis», en S. Smith (ed.), Karl GRrMAl,P. (1981), Diccionario de mitología griega JI romano, Barcelona, Paidós. (Tra-
A, Menningel; Nueva York, Inrernational University Press. bajo original de 1951.)

/ /
492 Antonio Carcia de la Ho7. Bibliografía general citada 493

GRINBERG,L. (19911, "Carra a Sigmund Freud acerca de "Introducción al narcisis- GUTlÉRREZ,G.; CHAMORRO,E. y BAcHs, J. (1996), Psicoanálisis )' Universidad,
mo"». en Sandler, J. (cornp.), Estudio sobre «Introducción al narcisismo» de Sig- Madrid, PPU. (Profesores de Psicoanalirica de la Universidad).
mund Freud, Madrid.julián Yébenes, S. A. HAr\N,N. (1963), «Preoposed modeJ of ego functioning: Coping and defense mecha-
GRODDECK,G. (1973), El libro del ello, Madrid, Taurus. (Trabajo original de 1923.) nisms inrelationship to lQ change», Psycbologica! MOllograpbs, 77, 1-23.
GROLNICK,S. A. (1982), «The current psychoanalytic dialogue: Its counterpart in H~BER;VL~S, J. (1982), Conocimiento e interés, Madrid, Tecnos. (Trabajo original de
renaissance philosophy», [ournal al American PsycbaanalyticAssociation, 30, 1968.)
279-699. HALL,Calvin S. (1964), Compendio de psicología [reudiana, Buenos Aires, Paidós,
GROSSKURTH, P. (1990), iVle{anie Klein. Su inundo y 511 obra, Barcelona, Paidós, (Tra- HANLY,C. y NlASSON,]. (1976), «A Critical examinarion of the New Narcissism»,
bajo original de 1986.) lnternatianal [ournal o] Psycboanalysis, 57, 49-66.
GROSSMAN, \VJ. 1. y SIMON,B., «Anthropornorphism: Motive, meauing, and causality I-Lu'iSEN,R D. y I-L\NSEN,C. H. (1988), «Repression of emotionally tagged memories:
in psychonnalytic rheory», Psycboanalytic Stud» of Child, 24, 79-111. The architecture of less cornplex ernotions», [ourna! of Personalitv ami Social Psy-
GROTJANH,M, y cols, (1968), Historia del psicoanálisis 1, Buenos Aires, Paidós. cbology, 55, 811-818.
GRU~.IBERGER, B. (1973), «jalones para el estudio del narcisismo en la' sexualidad I~lARARI,R (1987), Los cuatro conceptosfundamentales del psicoanálisis eleLacan: Una
femenina», en Chasseguet-Smirgel (cornp.), La sexualidad femenina, Barcelona, introducción, Barcelona, Nueva Visión.
Lúa. (Trabajo original de 1964.) I-L\RLOW, H. F (1958), «The narure of love» , American Psycbologist, 13, 673-685.
GRÜNBAUM,A. (1977a), «Ho\V scientific is psychoanalysis?», en Stren y cols. (eds.), HARLow,H. F y HARLOw,M. K. (1962), «Social deprivation in rnonkeys», Scientific
Science and Psvcbotberapy (págs. 219-254), Nueva York, Haven. American, 207 (5),136-146.
(1977b), «Is psychoanalysis a pseudo-science? 1», Zeitscbrift für pbilosopbiscbe - (1969), «Effecrs of various infaut-rnother relationships on Rhesus monkey beha-
Forscbung, 31, 333-353. viors», en B. Foss (comp.), Determinants o] infant bebaoiot; vol, 4, Londres, Me-
(1978), «Is psychoanalysis a pseudo-science? 11», Zeitscbrift ¡ür pbilosophiscbe thuen & Co.
Forschung, 32, 49-69. - (1972), «The language of love», en T Alloway, L Krames y P Pliner (comps.),
(1979a), «Is Freudian psychoanalytic theory pseudo-scientific by Karl Popper's Comunicaiion and Aflec/: A Comparatiue Approach, Nueva York, Academic
criterion iEdernarcation?», American Pbilosopbical Quartel)/, 16, 131-141. Press.
(197%), «Episternological Liabilities of the Clinical Appraisal of Psychoanalytic HARTMANN, H. (1969), «Comprensión y explicación», en Ensayos sobre la psicología
Theory», Psycboanalysis and Contemporary Tbougt, 2, 451-526. del-yo (págs. 322-350), México, Fondo de cultura económica. (Trabajo original
(1980), «Epistemological Liabilíties of rhe Clinical Appraisal of Psychoanalytic de 1927.)
Theory», Noiis, 14,307-385. (1961), Psicología del)'o)1 el problema de la adaptación, México, Pax. (Trabajo ori-
(1981), «The placebo concepto Behavior», Researcb and Tberapy, 19, 157-167. ginal de 1939.)
(1982a), «Logical Ioundations oE psychoanalytic theory», en Festscbrift fOI" Wo/f - (1948), «Comentarios sobre la teoría psicoanalítica de los impulsos instintuales»,
gang Stegmiillel; W. Esslery H. Putnan (eds.), Boston, D. Reidel. en Ensayos sobre la psicología del yo (págs. 71-87), México, Fondo de cultura eco-
(l982b), «Can psychoanalytic theory be cogently tested "on the couch">, Par- nómica, 1969.
tes 1 y Il», en Psycboanalysis and Contemporary Tbougbt, 5, 155-225 Y 311-436. (1950a), «Psicoanálisis y psicología del desarrollo», en Ensayos sobre la psicología
(~984), Tbe Foundations of Psycboanalysis: A Pbilosopbical Critique, Berkeley, Los del yo (págs. 95-106), México, Fondo de cultura económica, 1969.
Angeles)' Londres, University of California Press, (1950b), «Comentarios sobre la teoría psicoanalítica del yo», en Ensayos sobre la
(1993), \111lidation in tbe Clinical TbeOI)1 of Psychoanalysis. A Study in tbe Pbilo- psicología del JlO (págs. 107-130), México, Fondo de cultura económica, 1969.
IOpby o] Psycboanalysis, Madison, Connecticut, Internacional University Press. - (1951), «Implicaciones técnicas de la psicología del yo», en Ensayos sobre la psi-
GUIMóN, l (1993), Psicoanálisis y literatura, Barcelona, Kairós. cología del yo (págs. 131-141), México, Fondo de cultura económica, 1969.
GUIRAO,p. (1981), Los biorritmos ¿Qué son?, Barcelona, ATE. - (1955), «Notas sobre la teoría de la sublimación», en Ensayos sobre la psicología
GUNTRlP,H. (1968), Scbizoid pbenomena, Object Relations and tbe Sel], Nueva York, de! yo (págs. 192-213), México, Fondo de cultura económica, 1969.
Internarional University Press. - (1956), «El desarrollo del concepto del yo en la obra de Freud», en Ensayos sobre
GUTfÉIUlliZTERRAZAS, J. (1988), Los dos pilares del psicoanálisis: el pulsional JI el la psicología del yo (págs. 237-260), México, Fondo de cultura económica, 1969.
inconsciente, Barcelona, Hogar del Libro. (1958), «Comentarios sobre los aspectos científicos del psicoanálisis», en EnsllJIOS
(1989), Psicología dinámica o psicoanálisis: concepto, fundamento epistemológico )/ sobre la psicología del yo (págs. 261-278), México, Fondo de cultura económica,
actualidad, Barcelona, Hogar del Libro. 1969.
(1998), Teoría psicoanalitica. Su doble eje central: La tópica psíquica)' la dinámica (1959), «El psicoanálisis como teoría científica», en Ensayos sobre 11/ psicología del
pulsional, Madrid, Biblioteca Nueva. yo (págs. 279-305), México, Fondo de cultura económica, 1969.
(1998b), «Media hora con José Gutiérrez Terrazas», Clínica y Análisis Grupal, 78, - (1969), Ensayos sobre la psicología del yo, México, Fondo de cultura económica.
vol, 20, 275-283, Madrid. .\
(Trabajo original de 1964.)
GUrtÉRREZ,G. (1993), Proyecto docente en Técnicas de psicoterapia, para la Universi- HARTMANN, H. y Knrs, E. (1945), «The Genetic Approach in Psychoanalysis», en The
dad Complutense de Madrid. Ps)/choanalytic Study oj Ihe Cbild, 1.

/
Bibliografía general citada 495
494 Antonio García de la Hoz

I-Lum"I.ANN,H. y LOEWENSTEIN,R. (1962), «Notes 011 the Superego», en Tbe Psycbo- HORNEY,K. (1977), «La huida de la feminidad», en Psicología [emenina, Madrid,
anaiytic Study cf tbe Chi/d, 16. Alianza. (Trabajo original de 1926.) .
RUTMANN, H.; KRIS, E. y LOEWENSTEIN,R. (1946), «Commenrs on the Forrnation of - (1932), «El miedo a la mujer», en Psicología [emenina, Madrid, Alianza. (Trabajo
Psychic Strucrure», en Tbe PsycboanalyticStudy 01tbe Cbild, 2. original de 1932.)
- (1949), «Notes on the Theory of Agression», en Tbe Psycboanalytic Stud)' oj tbe (1981), La personalidad neurótica de nuestro tiempo, Barcelona, Paidós. (Trabajo
cuu. 3/4. original de 1937.)
(1943), El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura económica. (Trabajo
HEl~.!A.'1N, P. (1942), «A Contribution ro tbe Problem of Sublimation and its Rela-
tion ro the Process of Internalization», International [ournal 01 Psycboanalysis, original de 1939.)
23, 8-17. - (1967), Feminine Ps)'cbology, Nueva York, Norton. [Versión castellana, Psicología
l-l.El~[ANN,P. y VALENSU.rN,A. (1972), «The psychoanalytic concept of aggression: an femenina, Madrid, Alianza, 1977.]
integrated surnmary», lntcrnational [ournal 01 Psycboanalysis, 53, 31-35. HOROWITZ,M . .J. (1988), Psycbodynamics atul cognition, Chícago, University Chicago
BElNZ, R. (19761, <<J. P. Sartre's existentielle Psychoanalyse», Arcbiu für Recbtsund press,
Soziaipbilosopbie, 62, 61-88. . (1992), «The effects of psychic trauma on mind: Structure and processing of mea-
Heiso», R. y MOANE,G. (1987), «Personality changes in wornen frorn coliege to mid- ning», en Barron,.J. W., Eagle, M. N. y Wolitzky, D. L. (eds.), Interjace 01 Psy-
lile», [camal 01 Persona lit)' and Social Psycholo?J~ 53, 176-186. choanalysis and Psychology (págs. 489-500), Washington D.C., American Psy-
BENDRICK,1. (1958), Facts and Tbeories 01psycboanalysis, Nueva York, Knopf, chological Association.
HESNARD,A. (1972), La obra de Freud y su importancia para el mundo moderno, Méxi- HOSPERS,J. (1959), «Philosophy and psychoanalysis», en Hook (1959), Psycboanalysis,
co, Fondo de cultura económica. (Trabajo original de 1960.) Scientific Metbod and pbilosopby (págs. 336-357), Nueva York, Grave Press, 1960.
HESSE, M. B. (1966), Models and analogies in science, University Press, Notre Dame. BUGH-HELLMUTH,B. VON(1921), «Sobre la técnica del análisis de niños», Interna-
HINSHELWOOD,R. D. (1989), Diccionario del pensamiento kleiniano, Buenos Aires, tional[ournal 01 Psychoanalysis, vol. II.
Amorrortu. HUMBERT,J. (1982), Mitología griega y romana, Barcelona, Ediciones Gustavo Gil,
HOFF, H. (1961), «Opening Address to the eighth International Congress of Indivi- 1982.
dual Psychology», Vienna, agosto de 28, 1960, [ournal 01 Individual Psychology, BUTEAU,M. (1985), Les conceptions cognitives de la personnalité, París, PUF.
XVII,212. IHILEVICH,D y GLESER,G. c. (1991), Defenses in psycbotberapy: Tbe clinical applica-
HOFFMAN,M. (1962), «A note of me origins of ego psychology», Amer. j. Psycbotber., tion 01 tbe Defense Mecbanisms Inuentory, Owosso MI, DMI Associates.
16, pág. 231. - (1986), Defense Mechanisms. Tbeir classification, correlates, and measurement ioitb
BOLT, R. R. (1967), «The development of the primary process: A structural view», en tbe Defense MechaniIms Invento/y, Owosso MI, DMI Associates.
Holt, R. R. (dir.), Motives and tboug). Psychoanalytic essays in honor 01 David INGELMOFERNÁNDEz,].;Rfu'vlOS FUENTES,M." 1. y Muaoz RODRfGUEZ,F. (1994), «Teo-
Rapaport (Psychological issues, vol. 5, núms. 2-3, monograph 18-19) (págs. 345- rías del mundo interno y del conflicto intrapsíquico (lIT): La psicología del 'jo y
383), Nueva York, Internarional University Press. sus perspectivas recientes», en Avila y Poch (comps.), Manual de Técnicas de psi-
(1972), «Freud's mechanistic and humanistic images of man», Psycboanalysis and coterapia. Un enfoque psicoanalítico, Madrid, Siglo XXI.
contemporary science, .1, 3-24. INTERNATIONAL PSYCHOANAI.YTIC ASSOCLATION (1999), An afien Door Review 01 Out-
(1976), «Drive. or wish? A reconsideration of thc psychoanalyric theory of moti- come Studies in Psycboanalysis, Informe preparado por el Comí té ele Investiga-
vanon», en Gill & Holzrnan (dirs.), Psycbology versus metapsycbology. Psycho- ción de la IPA, Peter Fonagy editor.
analytic essays in memory 01 George S. Klein (Psychological issues, vol. 9, núm. 4, ISAAcs,S. (1948), «Naturaleza y función de la fantasía», en Klein, M., Obras Comple-
rnonograph 36) (págs. 158-197), Nueva York, International University Press, tas, vol. 3, Desarrollos en psicoanálisis (págs. 71-113), Buenos Aires, Paidós-
(1978), Metbod_¡ in Clinical Psycbology, Nueva York, Plenun Press (2 vols.) Hormé, 1974.
(1979), «Book Review: Language and Thougt», Psycboanalytic Quarterb, 48 496- JACCARD,R. (1982), Historia del psicoanálisis, París, Hacherte. (Versión castellana,
500. J' , Buenos Aires, Granica, 1984.)
(1981), «The death and transfigurarion oE metapsycbology», lnt. Rev. Psycboa- JACOBI,J. (1978), Die Psycbologie uon C. G. Jung, Fráncfort, Fiscber.
nal.i B, 129-143. - (1973), «Psicología analítica de Jung», en Katz, D. (dir.), ¡1,¡[a11ual de Psicología,
(1984), «Biograpbical sketch. Merton M. Gill», Psychoanalylic. Inqui/y, 4,315-323. Madrid, Ediciones Morata. (Trabajo original de 1959.)
(1985), «The currenr status oE psychoanalytic theory», PSl'choanal. Psycbol. 2 JACOBSON,E. (1954), «Contribution to the metapsychology of psycbotic identifica-
289-315. .' , tions», foumal 01 the American Psycboanalytic Association, 2, 239-262.
HOLZMAN,P. S. (1976), «The future of psychoanalysis and its institutes», Ps)'choa- - (1964), «The Self and the Objer World», Tbe Psycboal1tzlytic StudJ' ollhe Cbi/d,
nal)'ttc QuarterIJ,~65, 250-273. vol. XI (págs. 75-127.) ,
HOME, H. J. (1966), «The concept of Mind», Intemational JourI1al 01 Psychoanalysis, JAFFÉ,A. (1976), Personalidad y obra de C. G. Jung, Caracas, Monte Avila editores.
47, 43-49. (Trabajo original de 1967.)
HOOK, S. (ed.)(1959), Psycboal1alysis, Scientific Metbod alUl philosophy, Nueva York, JAKOBSON,R. (1985), Ensayos de lingiiística general, Barcelona, PJaneta-Agostini.
Grave Press, 1960. (Trabajo original de 1974.)

I
496 Amonio García de la Hoz Bibliografíageneral citada 497

JAMES,M. (1973 J, «Reseña de "The Analysis of the self" de Heinz Kohut», Interna- y difundido por N. Hatrkamp (Düsseldorf, Alemania) a través de internet el
tional [ournal cf Psycboonalysis, 54, 363-368. 16-X-1996.
JA.!'vIES, \Y.I. (1902), Tbe 'varieties 01 Religious Experlence: 11 Sludy in Human Nature, KERNBERG, O. F; BURSTEIN, C. S.; COYNE, R; i\PPELBAUM, D. A.; HOROWll'Z, N. y
Nueva York, Longmans, Green & Co. VOTH,T. J. (1972), «Psychotherapy ancl Psychoanalysis. Final Report of the Men-
JOl'FE,P. y NAorTCH,M. (1977), «Paper and pencil measures of coping and defending ninger Foundation's Psychotherapy Research Project», Bulletin Menninger Clin.,
processes», en N. Haan (comp.), Coping and defending: Processes o/ self-enuo- 36, 1-198.
ronment organiza/ion, Nueva York, Academic Press. KESSE1.M.Al'l,H. (1977), «Psicopatología vincula!'», Clinica JI Análisis Grupal, vol. 1
JOHNSON,J. D.; WHITESTONE,E.; JACKSON,L. A. y GATTO,L. (1995), «Justice is still (4),6-29, Madrid.
not colorblind: Differential racial effecrs of exposure ro inadmissible evidence», KEsTEMBERG, E. (1962), «L'identité et l'idenrification chez les adolescents», La Psy-
Personality and Social Psycbology Bulletin, 21, 893-898. cbiatrie de l'enfant, vol. V (págs. 441-552), P<U'Ís,PUF.
JONES, E. (1927), «The developmenr oE the concepr oE rhe superego», [ournal of KlElUCEGAARD, S. (1956), PUf)'!)' cfHeart, Nueva York, Harper Torch Books.
Abnormal and Social Ps)'ebology (1928),23,276-285. KIHLSTROM,J.F. (1990), «The psychological unconscious», en Pervin, A., Handbook
(1948), «The Theory of symbolism», Papen on Psychoanalysis (págs. 87-144), 01personality: Tbeory and researcb (págs. 445-464), Nueva York, Guilford Press.
Londres, Marsfield Reprints. KILLIGNMO, B. (1989), «Conflicto y déficit: Implicancias para la técnica», lnternatio-
(1980, Vida)' obra de Sigmund Freud, Buenos Aires, Hormé-Paidós, 1981 (3 vols.). nal [oumal of Psycboanalysis, vol. 70, pág. 65. .
(Trabajo original de 1953.) - (1995), «Affirrnation in Psychoanalysis», Lntcrnational [ournal of Psycboanalysis,
(1959), Editorial Preface to S. Freud, Collected Papers, vol. I, Nueva York, Basic vol. 76, parte 3.
Books. KLEIN,D. B. (1977), Tbe Ilnconscious: lnuenuon 01' Discovery?, Santa Mónica, Calif.,
JONES,R. S. (1982), Pbysics and Beyond, Minneapolis, University oE Minnesora, Goodyear.
JUNG, C. G. (1959), «Uber die Psychologie der Dementia Praecox», en Coltected KLElN,G. S. (1954), «Need and Regulation», en M. R Jones (ed.), Nebmska Sy1npO-
\Vorks, III (págs. 1-151), Nueva York, Panrheon Books. (Trabajo original de sium on Motivation (págs. 224-274), Lincoln, University oE Nebraska Press.
1907.) - (1969), «Freud's two theories oE sexuality», en Breger, L. (dir.), Clinical-cognitiue
(1912), Wandlungen und Symbole del' Libido, Leipzig, Deuticke. psycbology. Models and integrations (págs. 136-181), Prentice Hall, Englewood
(1971), Tipos psicológicos, Barcelona, Edhasa. (Trabajo original de 1921.) Cliffs.
(1959), The collected W'orks ofC. G. Jung, Londres, Routledge & Keagan Paul (17 - (1970), «Two theories or one?», Bull. Menn. Clin., 37, 102-132.
tomos). - (1976), Psycbcanalytic Tbe01')':An exploration of Essentials, Nueva York, Interna-
(1962), Erinnerungen, Trdume, Gedanken, Aniela Jaffé (ed.), Zúrich, Rascher. tional Universities Press,
(Versión castellana, Recuerdos, sueños, pensamientos, Barcelona, Seix Barral, KLEIN,G. S. y SCHLESINGER, H.J. (1949), «\Y.Ibereis the perceives in perceptual the-
1966.) ory?», [ournal o] Personality, 18, 32-47.
(1977), El bombre y sus símbolos, Barcelona, Luis de Caralt Editor. (Trabajo ori- KLEtN,M. (1921), «El desarrollo de un niño», en Obras Completas, vol. II, Contribu-
ginal de 1964.) ciones al psicoanálisis (págs. 19-63), Buenos Aires, Paidós-Horrné, 1974.
KATZ, D.'(dir.) (1973), Manual de Psicología, Madrid, Morara. (Trabajo original de - (1926), «Principios psicológicos del análisis infantil», en Obras Completas, vol.Il.
1959.) Contribuciones al psicoanálisis (págs. 127-136), Buenos Aires, Paidós-Honné,
KELLNER,R. (1965), «The efficacy oE psychorherapy The Results of sorne Controlled 1974.
Investigations», Psycbiatria et Neurología, 149, 333-340. - (1927a), «Symposiurn sobre análisis infantil», en Obras Completas, vol. ll, Con-
KEPECS,J. (1975), The Re-integration of a Disaooioed Portien of Psycboanalysis tribuciones al psicoanálisis (págs. 137-163), Buenos filies, Paidós-Hormé, 1974.
(manuscrito inédito). (1927b), «Tendencias criminales en niños normales», en Obras Completas, vol. Il,
KERNllERG,O. (1969), «Crítica ele la Escuela de la psicología del Yo a la Escuela Klei- Contribuciones al psicoanálisis (págs. 165-178), Buenos Aires, Paidós-Hormé,
niana», en Klein, M., Obras Completas, vol. VI (págs. 299-332), Buenos Aires, 1974. .
Paidós-Hormé, 1974. (1928), «Estadios tempranos del conflicto edípico», en Obras Completas, vol. Il,
(1979), Desórdenes fronterizos JI narcisismo patológico, Buenos Aires, Paidós. (Tra- Contribuciones al psicoanálisis (págs. 179-189), Buenos Aires, Paidós-Honné,
bajo original de 1975.) 1974.
(1979), La teoría de las relaciones objetales JI el psicoanálisis clínico, Buenos Aires, - (1932), «El psicoanálisis de niños», en Obras Completas, vol. I (págs. 125-401),
Paidós. (Trabajo original de 1977.) Buenos Aires, Paidós-Hormé, 1974.
(1987), Trastornos graves de la personalidad, México, El Manual moderno. (Tra- - (1934), «El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos», en Obras
bajo original de 19,84.) Completas, vol. II, Contribuciones al psicoanálisis (págs. 279-301), Buenos Aires,
(1994), La ag/'eIiólí en las perversiones y en los desórdenes de la personalidad, Bue- Paidós- Hormé, 1974.
nos Aires, Paidós. (Trabajo original de 1992.) - (1934), «Una contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos»,
(1996), Tbirty Methods lo destro)' the Creativil)' of Psychoanaly/ic Candidates, en Obras Complelas, vol. II, CO/1/ribuciones al psicoanálisis (págs. 253-278), Bue-
texw recuperado de la página W\Wl del International JOLlrnal of Psychoanalysis, nos Aires, Paielós-Hormé, 1974.

/
.~

498 Antonio Carda de la Hoz Bibliografíageneral citada 499

KLEIN,M. (1946), «Notas sobre algunos mecanismos esquizoides», en Obras Como LACAN,J. (1949), «El estadio del espejo como formador de la función del yo ["je"]
pletas, vol. III, Desarrollos en psicoanálisis (págs. 255·275), Buenos Aires, Paidós- tal C0l110 se nos revela en la experiencia psicoanalítica», en Escritos 1 (págs. 11·
Hormé,1974. 18), México, Siglo XXI, 1971.
- (1952), «Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del lactante», en (1951), «Intervención sobre la transferencia», en Escritos 1 (págs. 37·48), Méxi-
Obras Completas, vol. III, Desarrollos en psicoanálisis (págs. 177·207), Buenos co, Siglo XXI, 1971. .
Aires, Paidós-Hormé, 1974. - (1953), «Sorne Reflections on the Ego», lnternational [oumal oj Psychoanalysis,
- (1957), «Envidia y gratitud», en Obras Completas, vol. VI (págs. 9·86), Buenos . 34, 11·17. .
Aires, Paidós-Horrné, 1974. - (1954), «Introducción al comentario deJean Hyppolite sobre la "Verneinung" de
- (1958), «Sobre el desarrollo del funcionamiento mental», en Obras Completas, Freud», en Escritos 2 (págs. 130·141), México, Siglo XXI, 1975.
vol. VI (págs. 87·99), Londres, Hogarth Press. - (1955), «Variantes de la cura-tipo», en Escritos 2 (págs. 91-129), México,
- Obras Completas (6 vols.), Buenos Aires, Paidós-Horrné, 1974. Siglo lGG, 1975. .
KUMOVSKY, G. (1986), «Aspectos epistemológicos de la interpretación psicoanalíri- (1956), «La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis», en
ca», en H. Etchegoyen, Los fundamentos de la técnica psicoanalitica, Buenos Escritos 1 (págs. 145·178), México, Siglo XXI, 1971.
Aires Amorrortu - (1958), «La dirección de la cura y los principios de su poder», en Escritos 1 (pági-
KLlNE,P.' (1972), Fac! and Fantasy in Freudian Tbeory, Londres, Methuen. nas 217-278), México, Siglo XXI, 1971. .
KOFtvLAN, S. (1982), El enigma de la mujer ¿Con Freud o contra Freud], Barcelona, - (1964), «Posición del inconsciente», en Escritos 2 (págs. 365-386), México,
Gedisa. (Trabajo original de 1980.) Siglo XXI, 1975.
KOHUT,H. (1977), Análisis del self. El tratamiento psicoanalítico de los trastornos nar- - (1966), Ecrits, París, Seuil, versión castellana, Escritos 1 y 2, México, Siglo XXI,
cisistas de la personalidad, Buenos Aires, Arnorrortu. (Trabajo original de 1971.) 1971 y 1975 respectivamente.
- (1980), La restauración del si-mismo, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, (Trabajo - (1974), Los cuatro principios fundamentales del psicoanálisis, Seminario XI, 1964,
original de 1977.) Barcelona, Barral, 1974. (Trabajo original de 1973.)
- (1986), ¿Cómo cura el análisisr, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original de 1984.) - (1975a), Le Séminaire de [acques Lacan. Liure 1: Les escrits tecbiques de Freud,
KOLTENIUK, M. (1976), El carácter científico del psicoanálisis, México, FCE, Bilbliote- 1953·1954, París, Seuil. [Versión castellana El seminario. Los escritos técnicos de
ca de Psicología y Psicoanálisis. Freud, Barcelona, Paidós, 1981.]
KORCHIN,S. J. (1976), Modern clinical psychology, Nueva York, Basic Books. - (1975b), Le Séminaire de [acques Lacan. Livre 20: Encare, 1972·1973, París, Seuil.
- (1976), «What is Clinical Psychology?», en Modern clinical psychology (págs. 22· [Versión castellana El seminario. Aún, Barcelona, Paidós, 1981.]
79), Nueva York, Basic Books. ~ I _ (1978), Le Séminaire de [acques Lacan. Liure 2: Le moi dans la tbéorie de Freud et
I
KRAGH,U. (1985), DMT manual, Srockholrn, Swedish Psychology International AB. dans la technique de la psycbanelyse., 1954·1955, París, Seuil. [Versión castellana
KRIS, E. (1952), «The psychology of caricature», en Psychoanalytic Explorations in El seminario. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalitica, Barcelona,
Art, Nueva York, International University Press, 1952. (Trabajo original de Paidós, 1983.)
1934.) (1981), Le Séminaire de [acques Lacan. Liore 3: Les psycboses, 1955·1.956,
- (1938), «Book review of Anna Freud's "The Ego and the mechanims of defen- París, Seuil. [Versión castellana El seminario. Las psicosis, Barcelona, Paidós,
se"», In tenational [ournal of Psychoanalysis, vol. 19, pág. 142. 1984.]
- (1975), Estudio Preliminar a «Los orígenes del psicoanálisis», Madrid, Alianza. - (1986), Le Séminaire de [acques Lacan. Livre 7:L'Ethiqu~ de la psychanalyse, 1959·
(Trabajo original de 1950.) 1960,París, Seuil. [Versión castellana El seminario. La Etica del Psicoanálisis, Bar-
- (1952), Psychoanalytic Explorations in Art, Nueva York, Inrernational University celona, Paidós, 1988.]
Press. - (1991), Le Séminaire de [acques Lacan. Livre 17: L'enuers de la psychanalyse, 19?9.
- (1955), «Neutralization and Sublimation: Observations on Young Children», The _, i 1970 París Editions Seuil. [Versión castellana El seminario. El reverso del PSICO·
Psycboanalytic Study 01tbe Cbild, 10. análisis, Ba~celona, Paidós, 1992.] .
Ksiz,J. (1990), Corrientes fundamentales en psicoterapia, Buenos Aires, Amorrortu. - (1994), Le Séminaire de [acques Lacan. Liure 4: La relation d'objet, 1956·1957,
(Trabajo original de 1985.) París, Seuil. [Versión castellana El seminario. La relacián de objeto, Barcelona,
KRULL,M. (1983), Freud und sein Vatel; versión francesa, Sigrmmd, fils de [acob, París, Paidós, 1994.]
Editions Gallimard. (Trabajo original de 1979.) LACHAUD, D. (1995), «El infierno del deber», Clínica y Análisis Grtlpal, 69, 181·206.
KRUMM·HELLER (1972), Biorritmo, Buenos Aires, Kier. _ (1982), «Psicología clínica y método clínico», en Obras III (1947·1949), Buenos
KÜBLER·Ross,E. (1969), On deatb and dying, Nueva York, Macmillan. Aires, Paidós. (Trabajo original de 1949.)
KUHN,T. S. (1982), La estructura de las revoluciones cientijicas, Madrid, FCE. (Tra- - (1974), El psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original de 1955.)
bajo original de '¡962.) LAGACHE, D. (1966), «La psychoanalyse et la structure de la personnalité», La Psy-
- (1989), Qué son las revoluciones científicas y otros ensayos, Barcelona, Paidós. cboanalyse, vol. VI (págs. 5·54), París, PUF.
(Trabajo original de 1987.) . - (1980), La unidad de la psicología, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo original de 1969.)
KÜNKEL,F. (1975), Einfiibrung in die Cbarakterkunde, Stuttgart, Hirzel. LAKATos,I. (1974), «Falsification and the rnethodology of Research Programrnes», en

I
500 Antonio Carda de la Hoz Bibliografía general citada 501

I.Lakatos y A Musgrave (eds.), Cruicism and Grounb olKnowledge (págs. 91-l96), LUBORSKY,L. (1962), «Clinican's judgements of Mental Health: A proposed Scale»,
Cambridge, Cambridge University Press. k·cIJ. Geu. Psvcbiatrv, 7, 407 A17.
LAMPLDE GROO,.,]. (1961), "Ego Ideal and Superego», Tbe Psycboanalytic SIl/dy 01 LUnnRSKY.L. v SINGER,B. (1975), «Comparative studies of psychotberapies», Archi-
cuu. vol. XVII, 94-106 (1962) ues (J/gen;i"/1_1 Psycbit!trzJ~32, 995·1008.
- (1965), Tbe deuelopment 01 tbe Mind, Nueva York, International Universities LUBORSKY,L.; CRITS·CHltlSTOPH,P. y MELLON,J. (1986), «Advent of Objetive Mea-
Press. sures of the Transference Concept», [ournal 01 Counsulting and Clinical Psycbo-
LANDIS, C. (1938), «Sratisrical evaluation of psychotherapeutic merhods», en S. E. logy, 54 (1),39;47.
Hinsie (comp.), Concepts and Problems 01 Psycbotherapy (págs. 155-156), Lon- LLOPIS,B. (1970), Introducción dialéctica a la psicopatologia, Madrid, Morara.
dres, Heinemann, MAHLER, M. (1984), Estudios 1: Psicosis infantiles J' otros trebejos, Buenos Aires, P~i-
LAPLANCHE,J. (1978), lnterpretar [con] Freud y otros ensayos, Buenos Aires, Nueva dós. (Trabajo original de 1961.)
Visión. (Trabajo original de 1971.) - (1984), Estudios 2: Separación·Individuaciói1, Barcelona, Paidós, (Trabajo original
- (1978), «Les príncipes du foncrionnement psychique», en Interpretar [con] Preud ele 1977.) .
JI otros ensayos (págs. 61·78), Buenos Aires, Nueva Visión. (Trabajo original de iVLILINOWSKY, B. (1599), Estudios de pricología primitiva, Buenos Aires, Paidós. (Tra-
1969.) bajo original de 1929.)
- (1980), «La sexualité», Bulletin de Psychologie t. XXIII-XXIV, París. (Versión cas- NiANDEL,D. R y LEHlvLAN, D. R. (1996), «Counterfactual thinking and ascriptions of
tellana Buenos Aires, Nueva Visión. [Trabajo original de 1970.J) cause and prevenrability», [ournal 01 Personality ami Social Psycbology, 71, 450-
, - (1973), Vida JI muerte en psicoanálisis, Buenos Aires, Arnorrortu. (Trabajo origi- 463.
nal de 1970.) NIANNONI,O. (1975). Preud. El descubrimiento del inconsciente, Buenos Aires, Nueva
- (1970-71), «Angoisse, Douleur, déplaisir», Bulletin de Psychologie t. XXIV, París. visión. (Trabajo original de 1968.)
(Versión castellana Problemática psicoanalitica r. La angustia en las neurosis, Bue- - (1973), La otra escena. Claves de lo imaginario, Buenos Aires, Arnorrortu, (Traba-
nos Aires, Nueva Visión, 1979.) jo original de 1969.)
(1975), «Psychoanalyse a l'Université», Psycboanalyse ti l'Uniuersité, tomo I (1), - (1982), Un comienzo que no termina, Barcelona, Paidós. (Trabajo original de
5-10, París, Editions Réplique. 1980.)
(1987), El inconsciente y el ello, Buenos Aires, Amorrortu, MANUEL,F. E. (1968), A Ponrait 01Isaac Neuuon, Cambridge, Cambridge Universiry
(1989), Nuevos fundamentos para el psicoanálisis, Buenos Aires, Amorrortu. Press.
LAPLANCHE,J. y PONTALlS,J. B. (1971), Diccionario de psicoanálisis, Madrid, Labor. MARCUSE,H. (1968), Eros JI civilización, Barcelona, Seix Barra]. (Trabajo original de
(Trabajo original de 1968.) 1953.) .
LE.ARY,D. (1983), Psycbe's Muse: Tbe role of metapbor in psycbology. Trabajo presen- - (1968), El hombre unidimensional, México.joaquín Mortiz. (Trabajo original de 1964.)
tado al Congreso Anual de la Asociación Psicológica del Oeste, San Francisco, 29 - (1968), El final de la utopia, Barcelona, Ariel, (Trabajo original de 1967.)
de abril IvL\SLOW,A. H. (1962), Toioard a psycbology 01being. Princeton, Van Nostrand, N. J.
LEBOVICJ,S. y So ULl7. , M. (1970), La connaisance de l'enfant para la psvcboanalyse, M,\SOTrA,O. (1977), Lecciones de introducción al psicoanálisis, Barcelona, Gedisa.
París, PUF. - (1992), Lecturas de psicoanálisis. Freud, Lacan, Barcelona, Paidós.
LECLAlRE,S. (1978), Para una teoría del complejo de Edipo, Buenos Aires, Nueva M"SSON,J. M. (1985), El asalto ala verdad. La renuncia de Freud a la teoría de la seduc-
visión, 1978. (Trabajo original de 1969.) ción, Barcelona, Seix Barral. (Trabajo original de 1984.)
LEGRAND,M. (1980), «L'objet empirique de la psychanalyse», Reoue pbilosophique de - (1996), «Introducción, para la edición de las Cartas de Freud a \Xfilhelm Fliess»,
Louuain, 78, 262-280. págs. XIV.X,\.'VIII, Buenos Aires, Amorrortu. (Trabajo original de 1985.)
LERNER,P. (1992), «The Borderline concept: Crossroads ol theory and research», en IvIATrEBLANCO,1. (1975), Tbe lnconscious as infinite sets. fin essay in bi-logic, Lon-
Barren, J. \'</., Eagle, M. N. y \Xfolitzky,D. L. (eds.),lnterlace 01 Psycboanalysis and dres, Duckworth. .
Psycholog)1 (págs. 452-463), \Xfashington D.C., American Psychological Association. Mxuss, M. (1950), «Comunicación a la Sociedad de Psicología», en Antropologie et
LÉVI-STRAUSS,C. (1951), Las estructuras elementales del parentesco, Buenos Aires, Sodologie, pág. 293, París, PUF.
Paidós. (Trabajo original de 1949.) MEAD,M. (1982), Sexo y temperamento en tres sociedades, Barcelona, Paidós. (Traba-
LINDNER, S. (1879), «Das Saugen an den Fingern, Lippen, etc., bei den Kindern jo original de 1939.)
(Ludeln)», [abrbucb Kinderbeilk; N.F., 14, pág. 68 MEHL1I>lAN, R y SLANE,S. (1994), «Validity of self-report mesures of defense mecha-
LIPP, L.; KOLSTOE,R;]Al'vIES,\Xf.y R,\NDALL,H. (1968), «Deuial of disability "d inter- nisms», Assessment, 1, 189-197.
nal control of reinforcernent: A study using a perceprual defense paradigm», MElSSNER,W. W. (1979), «Methodologycal critique of action language in psycho-
[ournal 01 Consulting and Clinical Psycbology, 32, 72·75. analysis», [ournal oí tbe American Psycboanalyuc Associauon, 27, 79-105. .
LORENZ, K. (1972), Sobre la agresión. El pretendido mal, Madrid, Siglo XXI. (Traba- (1981), «Metapsychology, who needs it?», [ournal 01 tbe American Ps)/cboanalyttc
jo original de 1963.) Association, 29, 921-938.
LUBOltSKY,L. (1954), «A note on Eysenck's article. The efEects of psychotherapy: an MELTZER,D. (1978), Exploración del autisrno, Buenos Aires, Paidós, (Trabajo original
evaluation», Britisb [ournal 01 Psycbology, 45, 129·131. de 1975.)

/
502 Amonio Garcín de la Hoz Blbliogtafla general citada 503

MUTZOFF, J. y KONREICH,N. (1970), Researcb in Psycbotberapy, Nueva York, Ather- PAIV10,A. (1971), lmager» and Ve;'bal Processes, Nueva York, Holt, Rinehurr & Wins-
ton. ton. ..
MENDEL,G. (1974), Sociopsicoanálisis, Buenos Aires, Amorrorru. (Trabajo orizinal de PAP, A. (1959), «On the ernpirical inrerpreration of psychoanalytic coucepts», en
1972.) " Hook, S. (ed.), Psycboanalysis, Scientific lvfetbod and pbilosopby (págs. 283-297),
MERLEAU-PONTY,M. (1972), Prefacio al libro de A. Hesnard, La obra de Freud y SIl Nueva York, Grave Press, 1960, págs. 283-297. .
importancia para el mundo moderno, México, Fondo de cultura económica. (Tra- PAZ, J. R (1971), Psicopatologia. Sus fundamentos dinámicos, Buenos Aires, Nueva
bajo original de 1960.) Visión.
MEYNERT,T. (1884), Psycbiatrie, Viena, Braumüller. PERLOFF,1. S. y FETZER,B. K. (1986), «Sell-other judgments and perceived vulnera-
!vIlLLON,1'. (1996), Disorders o/ Personality: DSI'.;f-IV and Beyond (2." ed.), Nueva bility ro victirnization», [ournal ot Personality and Social P.rycholog)~50, 502-510.
York, john WLley & Sonso PERRON,R. (1999), «Reflections on psychoanalytic research problerns-rhe French-
MlTCHELL,S. A. (1988), Relational concepts in psycboanalysis, Cambridge, Harvard speaking view», en An Open Door Reuieio of Cutcome Studies in Psycboanaiysis,
University Press, informe preparado por el Comité ele Investigación de 1<1 IPA, 1999,
!vIITSCHERLlCH,A. y MITSCHERLlCH,M. (1973), Fundamentos del comportamiento PERVIN,L. A. (1984), Personality: Theory and Researcb, Nueva York.john Wile)' and
colectivo: La incapacidad de sentir duelo, Madrid, Alianza. (Trabajo orizinal de Sonso
1967.) e PrEIl'.ER,R y LEUZINGER,M. (1986), «Applications og cognitive science. Methods to
MODELL,A. H. (1981), «Does metapsychology still exist?», en International [ournal psychoanalysis: A case study and sorne theory», lnt. Rev. Psycboanal., 13, 221-
of Psycboanaiysis, 62, 391-402. 240.
MOLL, A. (1898), Untersucbungen iiber die Libido sexualis, Berlín. PlAGET,J. (1950), lntroduction ¿¡ l'épistémologie génétique 1, París, PUF.
MORENOMlTJANA,B. (1994), «Teorías del mundo interno y del conflictointrapsíqui- - (1984), «L'inconscient afecriu i l'incouscient cognitiu», Revista Catalana de Psico-
co (IV): jacques Lacan. Los planteamientos sobre la "cura"», en Avila y Poch análisi, 1, 161-171. (Trabajo original de 1970.)
(cornps.), Manual de Técnicas de psicoterapia (págs. 197-212), Madrid, Siglo XA'I. PIAGET,]. e L'IHELDER,B. (1955), De la logique de l'enfant d la logique de i'adolescent,
MORoKoFP, P. J. (1985), «Effects of sex guilt, repression, sexual "arousability", and essai sur la construccion des structures opératoires formelles, París, PUF.
sexual experienee on female sexual arousal during erorica and fantasy», [ournal PICHONRlVIERE,E. (1980), Teoría del vínculo, Buenos Aires, Nueva Visión. (Trabajo
oj Personality and Social Psychology, 49, 177-187. original de 1957.)
MOWRER, O. H. (1950), Learning tbeory and persona lity dynamics, Nueva York, - (1971), Del psicoanálisis a la psicología social, T, Il, m, Buenos Aires, Nueva
Ronald Press. Visión.
NAGEL, E. (1959), «Methodological issues in psychoanalytic rheory», en Hook, S. PIERS,G. (1953), Sbame and Guilt. A Psycboanalytic and a Cultural Study, Sprinfield.
(ed.), Psycboanaiysis, Scientijic Method and pbilosopby (págs, 38-56), Nueva York, PLUTCHIK,R; KELLElUvlAN, H. y CONTE, H. R. (1979), «A structural theory of ego
Grove Press, 1960. -defense and ernotions», en C. E. Izard (cornp.), Emotions in Personality and Psy-
NASIO,J N. (comp.) (1996), Grandes psicoanalistas. Introducción a las obras de Freud, -cbopatbology, Nueva York, Plenum Press.
Ferenczi, Groddecle, Klein, vol. I, Barcelona, Gedisa. (Trabajo original de 1994.) POCH.I BULlCH,J. (1989), Psicologia Dinámica, Barcelona, Herder.
- (cornp.) (1996), Grandes psicoanalistas. Introducción a las obras de iVinnicott, POCH,J. y AVILAESPADA,A. (1998), Investigación en psicoterapia. La contribución psi-
Dolto, Lacan, vol. TI, Barcelona, Gedisa. (Trabajo original de 1994.) coanalitica, Barcelona, Paidós,
NElSSER,U. (1967), Cognitiue PSJlcbology, Nueva York, Appleron-Century-Crofts. POCt-I,J.; MAESTRELOREN,F. y PÉREZGODOY,M. (1994), «Teorías del mundo inter-
NEWMAN,L. S. (1988), Falling jrom grace: Tbe experience of douuuoard mobility in tbe no y del conflicto intrapsíquico (11): Relaciones objetales», en Ávila Espada, A, y
American middle clan, Nueva York, Free Press. Poch i Bullich,]. (cornps.), Manual de técnicas de psicoterapia. Un enfoque psico-
NEWMAN,L. S.; DUFF, K. y BAUMEISTER, R F. (1997), «A new look at defensive pro- analítico (págs. 127-161), Madrid, Siglo XXI.
jection: Suppresison, accessibility, and biased person perception», [oarnal cf Per- POPPER, K. R. (1995), La lógica de la inuestigaaán científica, Barcelona, Círculo de
sonality and Social Psychology, 72, 980-1001. lectores. (Trabajo original de 1959.) .
Nov, P. (1986), «A conversarion about anthropomorphism», lnt. Reo. Psycboanal., - (1983), Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico,
13, 143-162. Madrid, Paidós, (Trabajo original de 1962.)
NU¡"I8ERG,H. (1987), Principios de psicoanálisis. Su aplicación a las neurosis, Buenos - (1974), «Replies to my critics», Tbe pbilosopby o] Karl Popper. P. A. Schilpp (ed.),
Aires, Arnorrortu, (Trabajo original de 1932.) 2, Lasalle, lIT, Open Court.
- (1937), «Theory of therapeutic Resulrs ofPsychoanalysis», lnt.]. Psycbo-Anal., 18. PIUBRAM,K. NI.y GlU, M. M. (1976), Freud's -Project» Reassesed, Nueva York, Basic
O'SHAUGHNESSY,E. (1997), «El complejo de Edipo invisible», en Britton, R, Feld- Books.
man, M. y O'Shaughnessy, E. (1989), El complejo de Edipo hoy. Implicaciones dí- PRlGOGINE,I. (1985), ¿Tan sólo una ilusión? Una exploración del caos al orden, Bar-
más, Valencia, Prornolibro. (Trabajo original de 1989.) celona, Tusquets.
OPHUlJSEN,J. H. W1. VAN(1949), «Observaciones sobre el complejo de masculinidad RACHMAN,S. J. y WILSON, G. T. (1980), Tbe effects of ps)'cbo!ogical therapy, Nueva
en las mujeres», en E. Jones y otros, Psicoanálisis y sexualidad femenina, Buenos York, Pergamon Press. (2." ed. revisada ele Rachman, 1971.)
Aires, Hormé. (Trabajo original de 1917.) RAPAl'ORT,D. (1967), «A theoretical analysis of superego concept», en Gill, M. M.,

/ /
50~ Antonio García de la Hoz Bibliografía general citada 505

Tbe collected papen of Dauid Rapaport, Nueva York, Baste Books. (Trabajo origi- ROBINSON,L. A.: BcRMAN,J. S. y NEYM.EYER, R. A. (1990), «Psychotherapy Ior the rreat-
nal de 1957.) ment of Depression: A Comprehensive Review of Controlled Outcorne Research»,
R-\I'APORT,D. (1967), La estructura de Lateoría psicoanalitica. Un intento de sistemati- Psycboiogical Bulletin, 108 (1), 30-49.
zación, Buenos Aires, Paidós, (Trabajo original de 1960.) Rocnus, G. (1973), Man's agression. Tbe defence og tbe sel], Bosron, Gambit.
- (1967), «The theory of attention cathexis: An economic and structural attempt at RODRIGUÉ,E. (1996), El siglo del psicoanálisis, Buenos Aires, Editorial Sudamericana
the explanatiou oE cognitivc processes», en Gill, M. M. Tbe collected papen 01 (2 vols.)
David Rapaport (págs. 778-794), Nueva York, Basic Books. ROESE,N. J. }' OLSON,J. M. (1993), «Self-esreem and counterfactual rhinking», [our-
R-\PAPORT,D. y GrLL,M. M. (1959), «The points of view and assumptions of metapsy- nal 01 Personality and Socia Ps)'cbology, 65, 199-206.
chology», Int. [our. Psycboanal., 40, 153-162. ROGERS,R. \Y./. }' PRENTICE-DUNN,S. (1981), «Deindividuation and anger-rnediated
RE.ICH,A. (1953), «Narcissistic Objet choice in \X/omen», [aumal 01 tbe American interracial aggresion: Unrnasking regressive racism», [ournal 01 Perso/Jrdity ami
Psvcbonalvtic Association, 1, 22-44. Social P.rycholo,gy, ti 1, 63-76.
(1954), «Éarly Identifications as Archai Elernents in the Superego», [ournal of tbe ROIIEIM,G. (1930), Animism, magic and tbe living king, Londres, Allen & Unwin.
American Psycboanalytic Association, 2, 218-238. - (1967), Psycbanalyse et antbropologie, París, Callimard. (Trabajo original de 1950.)
(1960), «Pathologic Forms of SeU Esreern Regulation», Tbe Psychoanalytic Study ROSENFELD,H. A. (1974), «Observaciones sobre la relación entre la homosexualidad
01tbe Cbild, vol. XV (págs. 215-232), Nueva York, IUP. masculina y la paranoia, ansiedad paranoide y narcisismo», en Estados psicoticos
RE:ICH,W. (1970), Materialismo dialéctico y psicoanálisis, Madrid, Siglo XXI. (Traba- (págs. 41-62), Buenos Aires, Horrné. (Trabajo original de 1949.)
jo original de 1929.) (1974), «The superego and the Ego Ideal», en Rosenfeld, H. A., Estados psicáti-
(1974), La lucha sexual de los jóvenes, México, Roca. (Trabajo original de 1932.) COJ (págs. 171-182), Buenos Aires, Hormé. (Trabajo original de 1961.)
- (1973), La psicología de masas del fascismo, México, Roca. (Trabajo original de - (1991),Impasse e interpretacion, Madrid, Tecnipublicaciones. (Trabajo original de 1987.)
1933.) - (1974), Estados psicáticos, Buenos Aires, Hormé. (Trabajo original de 1965.)
REISER,M. (1984), Mind, brain, body: Touiard a conuergence o/ psycboanalysis and neu- ROSENZWEIG,S. (1954), «A transevaluation of psychotherapy: a replay to Hans
robiology, Nueva York, Basic Books. Eysenck», [ournal o/ Abnormal and Social Psycbology, 49, 298-304.
REUCHLIN,M. (1982), Historia de la psicología, Barcelona, Paidós. ROUDlNESCO,E. (1988), La batalla de los cien alias (l), Madrid, Fundamentos. (Tra-
fuCKERT,H. (1921), Kultunoissenscbaft und Natunoissenscbaft, Tubinga, Mohr. bajo original de 1986.)
fuCKMAN,]. (1951), «N urnber and Human Sciences», en Psycboanalysis and Culture, (1993), La batalla de los cien años (JI), Madrid, Fundamentos. (Trabajo original
Nueva York, International Universiry Press. de 1986.)
fuCOEUR,p. (1970), Freud, una interpretación de la cultura, México, Siglo XXI. (Tra- - (1995), [acques Lacan: esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento,
bajo original de 1965.) Barcelona, Anagrama. (Trabajo original de 1993.)
(1969), Le confllct des interpretations. Essais d'bermeneutique, París, Seuil. (Ver- RVLE,G. (1949), Tbe concept o/ mind, Nueva York, Barnes & Noble.
sión castellana Buenos Aires, Megápolis, 1975.) SAFOUAN,M. (1977), Estudios sobre el Edipo, México, Siglo XXI. (Trabajo original
(1983), «El problema de la prueba en los escritos psicoanalíticos de Freud», en de 1974.)
Revista de Psicoanálisis, 40 (5-6) 1053-1082. (Trabajo original de 1977.) SALMON,\YJ. (1959), «Psychoanalytical theory and evidence», en Hook, S. (ed.), Pry-
- (1978), «Expliquer et cornprendre. Sur quelques connexions rernarquables entre choanalysis, Scientific Method antl pbilosopby (págs. 252-267), Nueva York,
la théorie du texte, la théorie de l'action et la théorie ele l'histoire», en Reuue Phi- Grave Press, 1960.
losopbique de Louuain, 75, 126-147. SÁNCI-IEZ SANCI-IEZ,T. (1998), «Psicoanálisis y psicología», en Villamarzo, P. F, Psico-
- (1981), Hermeneutics and tbe Human Sciences, Cambridge, Cambridge Universi- análisis aplicado. Manual teórico y práctico, Salamanca, Amarú.
ties Press. - (l991), Psicoanálisis: Evaluación epistemológica y modelos de oalidacián empírica,
RIESMANy cols. (1971), La muchedumbre solitaria, Buenos Aires, Paidós. (Trabajo ori- Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca.
ginal de 1950.) SANCHEz-BARRANCO RUIZ, A. (1993), Técnica psicoanalitica. Desarrollo histórico, con-
fuFFLET-LEMAIRE,A. (1976), Lacan, Buenos Aires, Ed. Sudamericana. (Trabajo origi- ceptos básicos 1/ fundamentos epistemolágicos, Sevilla, Arquetipo.
nal de 1970.) - (1995), El psicoanálisis postfreudiano. La escuela hleiniana, Sevilla, Repiso libros,
Rrvtsns, J. (1936), «Sobre la génesis del conflicto psíquico de la primera infancia», en Biblioteca Universitaria.
Melanie Klein, Obras Completas, vol. II1, Desarrollos en Psicoanálisis (págs. 49- SANO,R. (1981), «Syrnposiun 011 Ernanuel Peterfreund on Information and Sysrems
72), Buenos Aires, Paidós-Horrné, 1974. Theory», The Psycboanalytic Reioieio, 68, 174-186.
(1952), «Introducción general», en Melanie Klein, Obras Completas, vol. IlI, SANOLER,J. (1977), Psicopatologia, México, Trillas.
Desarrollos en Psicoanálisis (págs. 19-47), Buenos Aires, Paidós-Horrné, 1974. - (comp.) (1991), Estudio sobre «lntroduccián al narcisismo» de Sigmund Freud,
ROAZEN,P. (1978), Freud y sus discípulos, Madrid, Alianza Universidad. (Trabajo ori- Madrid, J ulián Y ébenes, S. A.
ginal de 1971.) SANDLER,J.; HOLDER,A. y MEERs, D. (1963), «The Ego Ideal and the Ideal Self», en
ROBERT,M. (1966), La revolución psicoanalitica, México, Fondo de Cultura Econó- Tbe Psycboanalytic Stud» 01 tbe Cbild, 18, 139-158, Nueva York, International
mica. (Trabajo original de 1964.) (lniversities Press.

/ /
506 Amonio Gurda de la Hoz Bibliografía general citada 507

SANNA,L. ]. (1996), «Defensive pessimism, optimism, and stímularing alternatives: SHAKOW,D. y RAI'APORT,D. (1976), Psicoanálisis JI Psicología contemporánea (La
Sorne ups and downs of prefactual and counterfactual thiuking», [ournal 01 Per- influencia freudiano), Buenos Aires, Paidós.
sonality and Social Psycbology, 71, 1020-1036. S¡.uIPrRo,D. (1977 J, «Pruuing or uprooring? Reshaping psychoanalytic theory», Com-
SARTRE,J. P. (1966), EL ser y La nada, ensayo de ontologia fenomenologica, Buenos temporary Psychology, 22, 279-281.
Aires, Losada. (Trabajo original de 1943.) SHAPIRO,D. A. y SHtlPIRO,D. (1982), «Meta-Analysis of Comparative Therapy Out-
SAUSSURE,F. DE (1981), Curso de lingüística general, Madrid, Akal, (Trabajo original come Studies: A replication aod Refinernent», Psychologicai Bulletin, 92 (3),
de 1916.) 581-604.
SCHAFER,R (1968), Aspects o/ Intemalization, Nueva York, Imernational University SI-IERV1N,H. (1992), «The Freudiau unconscious and the cognirive Unconscious:
Press. Identical or Fraternal TWlls», en Barron, J. \YI., Eagle, M. N. y Wolitzky, D. L.
- (1975), «Psychoanalysis without psychodynarnics», lntemational [oumal of Psy- (eds), lnterjace 01 Ps)'choanalysiI antl Psycbolog» (págs, 313-326), Washingto"n
choanalysis,56,41-55. D.C., American Psychologica! Association.
- (1976), A neto lenguag« [or psycboonalysis, New Haven, Yale Universitv Press. SHERVIN,.H. y DICICvIAc:(1980), «The psycuo.cgical unconscioús: A necessary
- (1979J, «Characrer, ego-syntonicity and character change», [ourna! 01 the Ameri- assumprion for all psychological thcory?», American Psycbologist, 35, 421-434. .
can Psycboanalytic Association, 27, 867-891. SHOPE,R K. (1973), «Freud's Concept oE Meaning», Psychoanalysis ami Contempo-
- (1983), Tbe analytic attitude, Nueva York, Basic Books. rar)! Science, 2, 276-303.
SCHARFETTER,Ch. (1977), Introducción a la psicopatologia general, Madrid, Morata. SINGER,J. (1990), Repression and dissociauon: lmplications for personality tbeory, psy-
(Trabajo original de 1976.) cbopatbology ami bealtb, Chicago, University of Chicago Press.
SCHILLER,]. Ch. E, Teatro completo, Madrid, Aguilar, 1973. SKINNER,B. F. (1956), «Critique of psychoanalytic Concepts and Theories», en
SCHJELDERUP,H. (1973), Psicoanálisis y Psicología individual de Adler, en Katz, D. H. Feigl, Minnesota Sualies in tbe Pbilosopby 01 Science, 1101.1 (págs. 77-87), Min-
(dir.), Manual de Psicologia, Madrid, Morata, 1973. (Trabajo original de 1959.) neapolis, University of Minnesota Press.
SCHLENKER,B. R; WEIGOLD,M. F. y HALLAM,]. R (1990), «Self-serving attriburions SLOtlNE,R B.; STAPLES,F. R; CRISTOL,A H.; YORKSTON,N. J. y WHIPPLE,K. (1975),
in social context: Effects oE self-esteem and social pressure», [ournal cf Persona- Sbort- Term Analytically-onented psycbotberapy versus bebaoior tberapy, Cambrid-
lity and Social Psycbology, 58, 855-863. ge, Harvard University Press.
SCHMIDBAUER, W. (1991), ¡Tú tia me entiendes' La semántica de los sexos Barcelona SMITH,M. L.; GLASS,G. y MILLER,T. (1980), The benefits 01 psycbotberapy, Baltimo-
Herder, 1994. ' , re, johns Hopkins University Press.
SCHNEIDER,K. (1974), Las personalidades psicopdticas, Madrid, Morara. (Trabajo ori- SOKAL,A. y BRlcMoNT,]. (1999), Imposturas intelectuales, Barcelona, Paidós. (Traba-
ginal de 1923.) I jo original de 1998.)
SCHREBER,D. P. (1978), Memorias de un neurópata, Buenos Aires, Petrel. (Trabajo i SOU1LHE,J. (1919), Elude sur le terme «Dynamis» dans les Dialogues de Platón, París,
original de 1903.) Libraire Félix Alean.
SCHUR, M. (1966), «Sorne Additional "Day residues" of the "Specimen Drearn oE ~ SPENCE,D. P. (1982), Narratiue trutb and bistorical trutb. Meaning and interpretation
Psychoanalysis?», en R M. Loewenstein, L. M. Newman, M. Schur yA. J. Solnit I in psycboanalysis, Nueva York, Norton,
(comps.), Psycboanalysis-A General Psychology (págs. 45-85), Nueva York Inter- SrERLlNG,G. (1960), «The information available in brief visual presentations», Psy-
narional University Press, ' cbological MonogrtlfiJ", 74, 11, \X/hole núm. 498,
(1980), Sigmund Freud, enfermedad y muerte en su vida )11m su obra, Barcelona, SPILKA,J. 1. (1973), Bases para una psicopatologia psicoanalitica., Buenos Aires, Kar-
Paidós Studio (2 vols.). (Trabajo original de 1972.) gleman.
SCHUTZ,W. C. (1962), COPE A FIRO atoareness scale, Palo Alto, CA, Consulting SPIRO, A. M. (1979), «A philosophical appraisal of Roy Schafer's "A new language
Psychological Press. Iotr psychoanalysis?», Psycboanalysis and Coniemporary Tbougb, 2, 253-29l.
SEARS,R R (1936), «Experimental studies of projecrion, 1. Atribution of rraits- Srrrz, R (1945), «Hospitalism: a Inquiry into the Genesis of Psychiatric Conditions
joumal o/Social Psychology, 7, 151-163. ' in Early Chijhood», Tbe PSYc!Joal1ah,ticStudy 01 Cbild, l.
- (1951), Survey 01 objetive studies 01psychoanalytic concepts, Nueva York, Social - (1946), «Anaclitic depression», The PsycboanalyticStudy olChild, 2, 313-342.
Research Coul1cil. - (1962), A Genetic Field Theory og Ego Formation, Nueva York, 1m. Univ. Press.
SEGAL,H. (1957), «Notes on Symbol Fonnatio!1», Internatiotllll Journal o/ Psycho- (Versión castellana, Buenos Aires, Centro Editor América Latina, 1968.)
al1alysis, 38, 391-397. - (1969), El primer atlO de la vida del niño, México, Fondo de Cultura Económica.
- (1965), Introducción a la obra de j\¡[elanieKLein, Buenos Aires, Paidós. [También (Trabajo original de 1965.)
en Klein, M. Obras Completas, vol. 1 (págs. 11-119), Buenos Aires, Paidós- STEELE,R S. (1979), «Psychoanalysis and hermeneutics», [nt. Rev. Psycboanal., 6,
Hormé, 1974.] (íl'rabajo original de 1964.) 389-411.
SELEsNrcK,S. T. (1968), Contribuciones al psicoanálisis, en Grotjanh y cols., Historia STEGMÜLLER, W. (1976), The Structure and Dynamics ofTheories, Nueva York, Spril1ger-
del psicoanálisis [(págs. 100-122), Buenos Aires, Paiclós. Verlag. (Versión castellana: Estmcttll"/ly dinámica de teorías, Barcelona, Ariel, 1979.)
- (1968), La psicología del complejo de inferioridad, en Grotjanh y cols., Historú, del STERN,A. (1938), «Psychoanalyric Investigation oE Tberapy in the Borderline Group
psicoanálisis 1 (págs. 123-136), Buenos AireS, Paidós, 1968. of Neuroses», Psycboanalytic Quartely, 7, 467 -489.

/ /
508 Antonio García de la Hoz Bibliografíageneral citada 509

STERN, A. (1948), «Transference in Borderline Neuroses», Psychoanalytic Quar!ely, VALONEROBELMoNTE,J. (1997), Proyecto docente en Psicoanálisis, para la Universidad
17, 527 -528. de Sevilla.
STERNBERG,R J (1997), Tbinking st:l'les, Cambridge, Cambridge University Press, VANRILLilER,J. (1977), La agresiuided humana, Barcelona, Herder, (Trabajo original
STOLOROW,R D. (1976), «Psychounaiync Reílections on Clienr-Centered Therapy in de 1975.)
rhe Light of Modern Conceptions of Narcissism», Psycbotberapy. Theor», Re- W AELDER,R. (1962), «Psychoanalysis, scientific method and lhilosophy», J. Am. Psy-
searcb and Practice, 13, 26-29. - cboanal. Assoc., 10,617-637.
STOLORO\V,R D. y i1TWOOD, G ..E. (1976), «An Ego-Psychological Analysis of the WAI-[Ly cols. (1968), Historia del Psicoanálisis VII, Buenos Aires, Paidós, (Trabajo
\XIork and LIEe of Otro Rank 111 rhe Light of Modern Conceptions of Narcissism», original de 1961.)
Internationa! Rev. psycboanal., 54, 441-459. WAKEFIELD,J. (1992), «Freud and CognirivePsychology: The Conceptual Interface»,
STONE,L. (1971), Rcflections 011tbe psychoanalytic concept 01 agression, Psychoanali- en Barren, J. \'<l., Eagle, M. N. y \'<Iolltzky, D. L. (eds.) (1992), interjace 01 Psy-
[ICQuar., 40, 195-24-1. cboanalysis and Psycbology (págs. 77-98), Washington D.C., American Psycholo-
STONE,L.; SMlTH, H. y MURPl-IY,L. (l973 J, The Competen! Infant, Nueva York, Basic gical Associarion.
Books. . WALLERSTEIN,R. S. (1976), «Psychoanalysis HS a science: Its prescnt status and its
e
STllENGER, (1991), «Berween Hermeneutics anJ Science», Psycbologycal lssues, Iurure tasks», en Gil.l & Holzman (dirs.), Psycbology versus metapsychology. Psy-
monogr, 59, Madison, CT, International Universiries Press, choanalytic cssays in memoty 01 George S. Klein, Psycbalogica! issues, vol. 9, OÚ111.
SULLlvAN,H. S. (1953), TIJe interpersonal Tbeory 01 psycbiatry, Nueva York, W. \VI. 4, Nueva York, International University Press,
Norton. (1986), «Psychoanalysis as a scieuce: a repense ro the new challenges», Tbe PSJ'-
SUPP.~,F. (1977), The structure ofSciemific Tbeories, Urbana, University of Illinois cboanalytic Quart., 55, 379-413.
Press, W.-\LLON,H. (1921), «Le problérne biologique de la ccnscience», Rev. Pbil.
TAYLOR,G_]. (1992), «Psychosornatics and self-regu1ation», en Barran, J. W, Eagle, (1925), Sta des et troubles du déoeloppement psycbo-moteur et mental cbez l'enfant,
M. N. y Wohtzky, D. L (eds.), lnterjace o/Psycboanalysis and Psycbology (pági- París, F. Alean.
nas 464-488), Washington D.C., American Psychological Association. (1934), Les origines du caractére chez l'enfant. Les préludes du sentiment ele per-
THOIv[A,H. y KACHELE,.H. (1975), «Problems of metascience and methodology in cli- sonnalité, París, PUF. .
OIca1 psychoanalytic research», Tbe Annual 01 Psycboanalysis, 3, 49-119. - (1962), Conduites el Conscience. 1. Psycbologie ele l'enjant et métbode génetique,
- (1989), Teoría y práctica del psicoanálisis. 1 Fundamentos, Barcelona, Herder. (Tra- París y Neuchátel, Delachaux et Niestlé,
bajo original de 1985.) WATZLAW1CK, p. (1979), ¿Es Real la Realidad>, Barcelona, Herder. (Trabajo original
- (1990), Teoría y práctica del psicoanálisis. JI Estudios clínicos, Barcelona, Herder. de 1976.) .
(Trabajo original de 1988.) i
WEENINGER,O. (1942), Sexo y carácter Buenos Aires, Losada. (Trabajo original de 1903.)
THO,'v[AS,M. C. (1996), «Introducción a la obra de Melanie Klei 11», en Nasio, T. D.
I WEISS, E. (1960), Tbe Structure and Dynamics o/ tbe Human j'y[ind, Nueva York,
(comp.), Grandes psicoanalistas. Introducción a las obras de Freud, Ferencn, Grod-
deck, Klein, vol. J, Barcelona, Gedisa, (Trabajo original de 1994.)
TJ-lOMPSON,C. (1966), El psicoanálisis, México, Fondo ele cultura económica. (1:r<l-
-\ Grune and Strarton,
\VIEISS,].; SAMPSON,I-I. y el MOUNT ZTONPSYCHOTHERAPY hlSEARCH GROUP (1986),
Tbe psycboanalytic Process. Tbeory, Clinica! Obseruations, and Empirical Re-
bajo original de 1950.) I
search, Nueva York, The Guilíord Press.
TINBERGEN,N. (1951), «An atterupr at synthesis», en Tbe study of instina (págs. 101- \VIESTEN,D. (1992), «Social Cognition and Social Affect in Psychoanalysis and Cogni-
127), Nueva York, Oxford University Press. b
tive Psychology: Frorn Regression Analysis ro Analysis oE Regression», en Barren,
TIZÓN GARCÍA,]. L. (1978), Introducción a la epistemologia de la psicopatología y la J. \YJ., Eagle, M. N. y \XIolitzky, D. L. (eds.), Tnt~,!ace o/ Psychoanalysis andoPsy-
psiquiatría, Barcelona, Ariel. chology (págs. 375-388), Washington D.C., American Psychologlca! Association.
- (1988), Apuntes pI/m ulla Psicología basada en la relación, Barcelona, Hogar del WHITE, R,W. (1957), «Acller and me future oE ego psychology»,]. lne/IV. Psycbo., 13,
Itbro. 114. .
Tous,]. M. (1978), Psicología experimental (problemas ele teoría y método), Barcelo- \VIHYTE,L. L. (1967), El inconsciente antes ele Freue/, México, Joaquín Mortiz. (Tra-
na, Omega. bajo original de 1960.)
- (1986), Psicología de la personalidad, Barcelona, pru. WWSOM,J. O. (1984), «What is left oE psychoanalytic theory?». Inl. Rev. Psycbomud.,
TRilN-THONG,]. (1981), Lo.\'e.l'tadiosdel niño en /a Psicología Evolutiva. Los sistemas ele 11,313-326.
Piaget, Wallon, Gese!! J' Freu{~ Madrid, Pablo del Río. (Trabajo original de 1967.) \'{fll_SON,E. O. (1975), sociobiolog)': Tbe new synlbesis, Cambridge, I-Iarvard Univer-
TRíASSAGNICR,E. (1988), La aventum f¡:losófica, Madrid, Mondadori. sity Press.
TURKLE,S. (1983), Jacques Le/can. La irrupción del psicoanálisis en Francia, Barcelona \VI1NNICOTT,D. (1953), «Transitional objels and transitional pbenomena», lntema-
P¡,¡idós. (TrabajoJoriginal de 1979.) , lional ¡oumal 01 Pycboanal)'sis, 34, 1-9.
TurtvEY, M. T. (1973), «On peripheral aDd central processes in vision: Inferences (1954), «Metapsychological and c1inical aspects of regression within the psycho-
fmm an information-processing analysis oE maskino with patterned stimuli» Psy- analitical set-llp», en Collecled Papers (págs. 278-294), Nueva York, Basic Books,
chological Review, 80, 1-50. b ,
1958.

/
510 Amonio Carcía de la Hoz

WINNICOTr,D. (1958), Collected Papers: From pediatrics to Psychoanalysis, Nueva


York, Basic Books.
- (1967), La familia y el desarrollo del individuo, Buenos Aires, Hormé. (Trabajo
original de 1964.)
- (1965), Tbe maturational Process and tbe Facilitating Enoironment, Londres,
Hogarrh Press (versión castellana, El proceso de meduracián en el niño, Barcelo-
na, Laia, 1975).
- (1980), Clínica psiconalitica infantil, Buenos Aires, Horrné. (Trabajo original de
1971.)
WrNsoN, J. (1992), «The Iunction of REM Sleep and the Meaning of Drearns», en
BaJ'wn,]. \'i.I., Eagle, M. N. y Wolitzky, D. L. (eds.), Inte/lace o/ Psycboanalysis
and Psychology (págs. 347 -356), Washington D.c., American Psychological Asso-
ciarion.
WrTT~Ls,F. (1924), Sigmund Freud, His Teacbing. ami His Scbool, trad. de Eden y
Cedar Paul.
WOLF,P. H. (1960), «The developmental psychologies of Jean Piaget and psyco-
analysis», Psycbological lssues, 2.
WOOLF,V. (1984), [ournal, V, 1936-1941, Londres, Anne Olivier Bell, y Hogarth
Press.
YÁÑEZCORTÉS,R. (1983), Contribución a una epistemología del psicoanálisis, Buenos
Aires, Amorrortu.
ZAZZO,R. (1985), «La infancia de la psicología del niño y su futuro», en Fraisse P., El
porvenir de la psicología, Madrid, Morara. (Trabajo original de 1982.)
ZETZEL,E,R. (1956), «Current Concepts oE Transference», lnternational [ournal 01
Psycboanalysis, 37, 369-376.
ZWElG,S. (1931), Die Heilung durcb den Geist, Lcipzig, Inselverlag. (Versión caste-
llana La curación por el espíritu [págs. 263-365], Barcelona, Plaza-janés, 1964.)

1 Iniversiriad San Sehasüan


ned de Bibliotecas

Potrebbero piacerti anche