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Un territorio andino para un país pampeano

Geografía histórica del


Territorio de los Andes (1900-1943)

Alejandro Benedetti
Tesis doctoral
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofía y Letras
Secretaría de Posgrado

Directora: Susana Bandieri


Departamento de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad del Comahue

Co-Director: Luis Yanes


Instituto y Departamento de Geografía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Tomo 1

Fuente: Libreta de enrolamiento del ciudadano: Diego Soruco; Matrícula individual: 3.984.133; Clase de 1914; Nacido el: 12 de noviembre de 1914; En: La Banda, Tilcara, Jujuy.

Investigación: Entre Tilcara y Buenos Aires, de 2000 a 2004


Entrega de la tesis: Buenos Aires, julio de 2005
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Dedicado,
a Geno, a quien no dejo de extrañar
a Camila y Lucía, deliciosos frutos del amor
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Presentación general
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Presentación General

Itinerario de búsqueda por los caminos de


la Puna
De alguna forma, esta tesis la empecé a producir en enero de 1994. En ese momento por
primera vez viajé hacia Cuzco, conociendo Iquique, Arica y el lago Chungará en Chile;
Tacna, Arequipa, Cuzco, Machupichu y Puno en Perú; Copacabana, La Paz, Sucre y Potosí en
Bolivia; La Quiaca, Humahuaca, Tilcara y Salta en Argentina. Al año siguiente pude volver y
conocer otros lugares, como Juliaca en Perú, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, en
Bolivia.
Pasado ya mucho tiempo, tengo la sensación que fue en ese momento cuando empecé a
hacerme preguntas sobre ese mundo maravilloso, el mundo andino y sus bordes. Por razones
que no comprendo, en la Argentina el universo andino fue disimulado la mayor parte del
tiempo, tanto en la escuela, los medios de comunicación como en la memoria colectiva, al
menos entre quienes nacimos y crecimos en Buenos Aires. Muchos argentinos, por lo pronto
los que habitan en la ―gran metrópolis‖, no dudarían en decir que Argentina no es un país
andino, y que sí lo son Bolivia y Perú. No es para menos. Argentina, como muchos otros, es
un país contrastado. Uno de los tantos contrastes se da entre la Argentina de la extensa
llanura, enriquecida por la acumulación de capital durante más de un siglo, y la abrupta
cordillera que, aunque con desigualdades, estuvo al margen de ese proceso. Puedo afirmar, sin
equivocarme, que la sociedad argentina, o al menos una parte importante de ella, se imagina,
además de blanca, occidental y cristiana, como una comunidad pampeana. Por eso el juego de
palabras que propongo en el título de esta tesis.
Mi segundo encuentro con el mundo andino, el de los paisajes peruanos, no el de los alpinos
que se pueden apreciar en los alrededores de San Carlos de Bariloche, lo inicié en 1996. Por
una serie de circunstancias no tan fortuitas (a veces hay que tentar al destino), a fines de ese
año le pedí a Argelia Combetto que sea mi directora en una beca de estímulo a estudiantes
avanzados que por entonces otorgaba la Universidad de Buenos Aires. Argelia dirigía un
proyecto sobre energías alternativas que tomaba como terreno de estudio al noroeste
argentino. La beca finalmente la gané y entonces pude hacer dos cosas. Primero, realizar un
estudio de dos años con el cual produje mi tesis de licenciatura. Segundo, iniciar mi camino
por la investigación que, después de nueve años de haberlo transitado, sé que es el que más
me gusta.
En marzo de 1997 Argelia me propuso que participara en un evento que se iba a organizar en
Tilcara, al que finalmente asistí. Fue en ese viaje cuando descubrí algunas cosas: en primer
lugar, que Tilcara es mi lugar en el mundo; en segundo lugar, que los paisajes andinos (los
peruanos, pero también los alpinos) son los que más me deslumbran; en tercer lugar, que por
más que lo quiera disimular, soy porteño y que mi ángulo de observación, por más que lo
quiera eludir, está en Buenos Aires. Tomar conciencia de este tipo de limitaciones creo que es
útil.
El tema de aquélla investigación era muy diferente que la actual: la difusión del servicio
eléctrico durante la década de 1990 en la Puna jujeña, y en particular en la pequeña
aglomeración rural de El Moreno. Esa tesis, que la redacté y defendí en 1998, tenía el
siguiente título: Electricidad y vida cotidiana en El Moreno. Un estudio sobre
energización rural y condiciones de reproducción social en pequeñas comunidades
rurales de la Puna jujeña. La referencia se encuentra en la bibliografía, al final del tercer
tomo.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Normalmente, dentro y fuera del ámbito académico, suele hablarse de una Puna jujeña y de
una Puna de Atacama. La Puna jujeña constituye una porción del espacio andino que quedó
incorporado a la provincia de Jujuy desde su autonomía en 1834, excluyendo el área de
Susques que por entonces se encontraba bajo la administración de San Pedro de Atacama, en
territorio boliviano. Las tierras que se encuentran al sur de la Puna jujeña, suelen recibir
diferentes denominaciones, entre ellas Puna de Atacama. Hasta 1943 Susques formaba parte
de esa otra Puna, que entonces se incorporaba, una parte, a la provincia de Jujuy y, según la
lupa que se use, a veces se considera parte de la Puna de Jujuy y otras de la de Atacama.
Después de terminar la tesis de licenciatura, mantuve a la Puna jujeña como el objeto de mi
interés, aunque las oportunidades me llevaron temporalmente hacia otros terrenos. De todas
formas, seguí trabajando en esa Puna, preguntándome por algunos de sus más extraños
pobladores: los técnicos de las agencias del gobierno que mucho prometen y poco hacen, los
ex pertos de las O N G ‘s que generan ex pectativas (m uchas veces falsas), los investigadores
que, como yo, siempre preguntan y nunca responden. Frente a todos ellos las comunidades
indígenas pauperizadas y las organizaciones populares que resisten. Fue por esos años cuando
tuve la oportunidad de involucrarme, junto a mi colega Graciela Pelicano, en la Red Puna, un
ejemplo de resistencia a la opresión y de búsqueda de caminos alternativos. Esa experiencia
de intercambios, aunque con un involucre de mi parte mucho menor del que hubiera querido,
me sirvió para seguir conociendo la idiosincrasia, las costumbres y la historia de la gente de la
Puna y la Quebrada, a veces fugazmente presentada en la televisión y los diarios, sobre todo
desde que la UNESCO decidió que ese era un patrimonio a conservar.
La siguiente gran oportunidad de volver a la Puna por el camino de la investigación, y allí
espero continuar, vino con otra beca, otorgada esta vez por el CONICET, una pieza clave del
tan vapuleado sistema argentino de ciencia y técnica. En esta oportunidad le había pedido a
Luis Yanes que me dirigiera. Mis inquietudes no tenían que ver con las nuevas políticas de
energía, aunque si con un tema de la coyuntura. En ese momento avanzaban, aunque a veces
parecía que retrocedían, las obras del Paso de Jama. Obra emblemática del gobierno
menemista en tierras jujeñas, se trataba, en realidad, del mejoramiento en algunos tramos de la
capa asfáltica, en otros el reemplazo del ripio por el asfalto y en otro el acondicionamiento de
los antiguos pasos de arrieros a través de los cerros escarpados de la cordillera de Los Andes.
Este proyecto involucraba, además, al Estado chileno. Pero lo que me generaba curiosidad no
eran las obras en sí, sino lo que estaba ocurriendo, o lo que podría ocurrir en un lugar que
probablemente la mayoría de los argentinos no conozcan y que ya lo mencioné más arriba:
Susques.
Mi interés por este lugar había surgido en 1997 cuando me encontraba realizando la
investigación para la tesis de licenciatura. En ese momento, se hablaba mucho en la provincia
del Paso de Jama y del corredor bioceánico, que conectaría a San Salvador de Jujuy con los
puertos del norte chileno. En 1998, después de presentar la tesis, tuve una oportunidad única
de recorrer casi toda la provincia de Jujuy. Ese año la Secretaría de Energía, por
recomendación de Argelia Combetto, me contrató para realizar encuestas a la población rural
de la provincia para evaluar la situación de abastecimiento energético. Fue entonces cuando
visité Susques por primera vez.
Susques es una pequeña aglomeración andina, donde hacía muy poco tiempo se habían
instalado diferentes oficinas del gobierno nacional ocupadas de los controles fronterizos. El
límite internacional se encuentra a 150 kilómetros de Susques y la ruta, en toda esa extensión,
no atraviesa ningún poblado. Como no existía ningún poblado cerca del límite internacional,
las oficinas ocupadas del control fronterizo se ubicaron en Susques por tratarse de un lugar
confortable. La apertura oficial del Paso de Jama había sido en 1991 y desde entonces en este
lugar se localizaron: una guarnición de la Gendarmería Nacional, una oficina de la Dirección
Nacional de Migraciones, otra de la Administración Nacional de Aduanas y un representante
del SENASA, ocupado de hacer los controles sanitarios. Además, no hacía mucho que llegaba
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Presentación General

regularmente un servicio de transporte de pasajeros y que se habían instalado servicios tan


básicos como los de electricidad, telefonía y agua potable. La existencia de numerosos
comercios, gomerías, como así también el surgimiento de un nuevo barrio eran las pistas del
crecimiento que Susques estaba experimentando. Actualmente algunos controles se están
trasladando hasta el Paso de Jama. Igualmente, Susques sigue operando como un puesto de
frontera.
Por entonces, además, había otro proyecto que movilizaba a la opinión pública de la provincia
y que llegaba a oídos de los porteños: los gasoductos de Salta a Antofagasta. Estando en
Susques entrevisté a una persona que tenía un campo que había sido atravesado por uno de los
gasoductos. La empresa constructora, o la concesionaria del servicio no lo recuerdo, había
pagado una suma de dinero como compensación por el impacto ambiental que le causaron
sobre sus campos. La suma de dinero era 10.000 pesos, que en ese momento no alcanzaba ni
para comprar un vehículo pequeño. Ese dinero, además, lo debía repartir entre sus hermanos.
Tuve la certeza que la población de Susques, y de la Puna en general, se veía involucrada una
y otra vez en proyectos de inversión de infraestructura que a la vez los incluía y los excluía.
Susques se habían transformado en un punto destacado dentro de una red de circulación
internacional, a la que fueron incorporados solamente porque ―estaban en el camino‖, porque
―estaban de paso‖.
A lo largo de la década de 1990 Susques, esa pequeña aldea o caserío como lo describieron
algunos viajeros, empezó a convertirse en una pequeña aglomeración urbana, configurada
como un espacio caótico, no planificado, donde grandes y modernos camiones se estacionan
frente a viviendas rurales que devinieron en comercios improvisados. ¿Cuántos lugares como
este, ubicados en distintos lugares de las fronteras argentinas, estaban siendo transformados
como consecuencia de las nuevas obras de infraestructura creadas para avanzar hacia la
integración física entre los países del Cono Sur? Al revisar la bibliografía en geografía no
encontré ninguna respuesta a este interrogante. Muchos trabajos que hablaban sobre las
fronteras, sobre los cambios en la circulación del capital a través de las fronteras, de la
relevancia de las nuevas obras de infraestructura en la integración regional del MERCOSUR,
de sus impactos ambientales, no estaban haciendo trabajo de campo en las fronteras, no
realizaban observaciones directas en lugares ubicados en la frontera. Quienes estaban
pensando los cambios en las fronteras lo hacían, en general, desde Buenos Aires, sin
trasladarse hasta la frontera. Una excepción, quiero destacar, es la producción de Carlos
Reboratti quien ha realizado importantes investigaciones en la Puna y zonas aledañas, y que
fue una fuente permanente de inspiración.
¿Por qué Susques era tan desconocido incluso para la mayoría de los jujeños? En parte esto
podía atribuirse a que no formó parte de Jujuy sino hasta 1943. De todas formas, desde
entonces no tuvo mucho peso dentro de la provincia. Sólo para dar una idea puedo decir, a
partir de la información censal, que en 1980 la población de Susques era de 427 y en 1991 de
1093 habitantes y de 1140 en el año 2001. Otra pista es que el camino de acceso desde la
capital jujeña hasta Susques se abrió durante la década de 1970. Hasta entonces los maestros,
por ejemplo, debían ingresar a Susques desde San Antonio de los Cobres, en la provincia de
Salta, antigua capital del Territorio de los Andes. Con la apertura del Paso de Jama y las obras
de pavimentación que ya mencioné, recién entonces, los jujeños descubrieron ―el taco‖ de su
bota.
Fue entonces que surgió mi interés por realizar un análisis comprensivo de los cambios
producidos en esta región como consecuencia de una intervención territorial de la magnitud
que estaba ocurriendo. La pregunta inicial fue muy simple: ¿qué impactos generaría en
Susques la construcción de esta nueva infraestructura de transporte? ¿Qué cambios podía
experimentar una comunidad rural que históricamente vivió al margen de los procesos de
expansión de las redes de circulación dentro del país en el que estaba formalmente incluida y
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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

que, de pronto, era ―atravesada‖ por un corredor de circulación de escala continental, del que
se espera era transporte crecientes volúmenes de carga y creciente número de pasajeros entre
Argentina y Chile? Es decir, ¿cuáles serían para Susques los efectos de esa inclusión?
Inicialmente se me ocurrió como posibilidad hacer una comparación con otro lugar que, como
hipótesis inicial, pensaba que habría pasado por la misma situación. Es decir, un lugar que por
mucho tiempo hubiera estado apartado del resto del país y que, de pronto, se transformó en un
centro de operaciones dentro del sistema de trasporte panamericano. Ese otro caso era La
Quiaca.
El título del proyecto que presenté en octubre de 1999, en el concurso de becas del CONICET
para el período abril de 2000 a marzo de 2002, era Redes de circulación y organización
territorial. La redefinición de la Puna jujeña ante el proceso de integración en el Cono
Sur. En octubre de 2000 cuando me inscribí al doctorado en la Secretaría de Postgrado de la
Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires, el título del proyecto ya
había cambiado: Los efectos de la inclusión. Intervención del Estado en materia de
infraestructura y reposicionamiento de poblaciones fronterizas: los casos de Susques y
La Quiaca. Cuando en julio de 2003 presenté un informe de avance para solicitar en
CONCET el quinto año de beca, el título de mi proyecto nuevamente era otro: Un territorio
andino para un país pampeano. Geografía histórica del Territorio de Los Andes (1900-
1943). Como puede advertirse, el objeto de estudio, las preguntas y las hipótesis fueron
cambiando con el correr de estos cinco años de trabajo.
Al iniciar la comparación entre Susques y La Quiaca reparé en dos tipos de diferencias. Las
primeras eran de índole histórica. Susques es un aglomeración del que se tiene registro desde
fines el siglo XVII, por lo menos. Aparece en numerosos documentos y relatos de viajeros. La
Quiaca, en cambio, tiene una historia mucho más reciente, ligada al sistema de postas
organizado hacia fines del siglo XVIII que unían a Buenos Aires con el Alto Perú. No
obstante, hasta fines del siglo XIX no era un sitio poblado de importancia. Su crecimiento se
debió a la combinación de dos factores: la demarcación del límite entre la Argentina y Bolivia
y, sobre todo, a la llegada del ferrocarril en 1908. Otro momento de crecimiento de La Quiaca
se produjo en la década de 1940 cuando comenzó en la Argentina un proceso de ―cierre de las
fronteras‖, con el inicio de la Guerra Fría, aumentando los controles a la movilidad
transfronteriza. Desde entonces, La Quiaca se transformó en un lugar donde el Estado, el
nacional y el provincial, estuvieron permanentemente presentes, fundamentalmente por el
control territorial. Susques, en cambio, se encuentra localizado en una porción de las fronteras
argentinas donde no se percibe gran conflictividad. Yo sugiero que esto tiene que ver con la
ausencia de un gran movimiento de población como el que hubo durante todo el siglo XX a
través de la frontera argentino-boliviana, vía La Quiaca.
Otra diferencia importante es que Susques fue incorporado a la Argentina recién en 1899.
Hasta entonces había formado parte del territorio de Bolivia (entre 1825 y 1879) y de Chile
(desde 1880 hasta 1889), formando parte del ámbito que a partir de las últimas décadas del
siglo XIX comenzó a conocerse como Puna de Atacama. La Quiaca, por su parte, se
encontraba desde 1834 dentro de la jurisdicción de Jujuy y se mantuvo en tal situación hasta
la actualidad, mientras que Susques pasó a formar parte del territorio jujeño recién en 1943.
Hasta entonces había estado dentro de uno de los diez Territorios Nacionales que poblaron el
mapa político argentino durante algún tiempo. Se trata del Territorio de Los Andes, parte
sustancial del título de esta tesis.
Pero todos estos son datos, poco más que anecdóticos, que fácilmente se pueden reconstruir
con una búsqueda de información en cualquier buena enciclopedia o a través de la Internet.
Cuando iniciaba la investigación, tuve la suerte de cruzarme con alguien que por entonces
tenía un proyecto algo similar; con Gabriela Karasik. Esta antropóloga que desarrolla sus
investigaciones en la Universidad Nacional de Jujuy, también se había propuesto hacer un
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Presentación General

estudio comparativo entre Susques y La Quiaca, en función de uno de los elementos que los
volvía comparables: su posición fronteriza. Las búsquedas que cada uno hizo obraron en favor
de una división de tareas. Mientras que Gabriela Karasik finalmente se concentró en La
Quiaca, yo lo hice en Susques. Por suerte no estaba sólo. Como lo iré relatando en las páginas
que siguen, otros investigadores también se estaban haciendo preguntas sobre el pasado, el
presente y el futuro de Susques.
Qué fue lo que me decidió a hacer una tesis ―sobre el Territorio de Los Andes‖. Esto fue el
resultado de evaluar el otro grupo de diferencias, que son de tipo prácticas.
Al iniciar la investigación advertí que todavía no estaba suficientemente respondido otro
interrogante: ¿por qué Susques se había mantenido por tanto tiempo prácticamente
desconectado del resto del país? Es decir, ¿por qué ese lugar se mantuvo funcionalmente
excluido del país que lo había incluido institucionalmente después de una larga disputa
diplomática? Para responder a este tipo de interrogantes, era necesario que cambiara de escala
y que prestara atención a lo que había ocurrido con otros ámbitos, la Puna de Atacama, el
Territorio de Los Andes y en el espacio andino en general. En la Argentina, no sólo Susques
era un lugar olvidado, también lo era la Puna de Atacama. Un indicador de ese olvido y
desconexión con el resto del país era la gran escasez de estudios sociales comprensivos, al
menos si se lo comparaba con el número de trabajos realizados sobre la Puna jujeña.
Como decía, más arriba, lo que hoy es el Departamento de Susques formó parte del extinto
Territorio de Los Andes, entre los años 1900 y 1943. Por el trabajo de otros colegas geógrafos
tenía muy presente la existencia de los demás Territorios Nacionales. Sin embargo, me daba
cuenta que no sabía casi nada, por no decir nada, del Territorio de Los Andes. El ―casi‖ de la
frase anterior, se lo debía al esfuerzo de la editorial de la Universidad Nacional de Jujuy que
había reeditado, entre otras obras, una escrita por Daniel Cerri con el título El territorio de
los Andes (República Argentina). Reseña geográfica descriptiva. Daniel Cerri, hoy
inmortalizado en el nombre de una pequeña ciudad al sur de Bahía Blanca en la provincia de
Buenos Aires, fue el primer gobernador del Territorio de Los Andes. Tenía en mis manos una
pequeñísima parte de un cuerpo documental y bibliográfico que apenas había sido revisado
durante los últimos años.
El resultado más importante de ese primer ejercicio de comparación fue caer en la cuenta que
Susques, la Puna de Atacama y el Territorio de Los Andes, en gran medida, eran terrenos
escasamente estudiados. En otros términos, se trataba de un nicho vacante.
El Territorio de los Andes, en particular, hasta la actualidad no había sido objeto de ninguna
investigación sistemática. Los Andes se formó en la porción oriental de la región conocida
como Puna de Atacama o también el ―Despoblado‖, que fue incorporada a la Argentina en
1899 como consecuencia de los arreglos de límites con Bolivia y Chile. Fue organizado en
1900 y existió como unidad administrativa hasta 1943, año en que fue divido y anexado a las
tres provincias linderas: Jujuy, Salta y Catamarca. Desde entonces y hasta fines de la década
de 1980 mantuvo una posición periférica, prácticamente olvidada, tanto para las acciones del
Estado nacional y de los Estados provinciales, como para la investigación en ciencias sociales.
No quiero ser injusto y decir ―nadie había estudiado el Territorio de Los Andes‖. Hasta la
década de 1980 los trabajos referidos a la Puna de Atacama y el Territorio de Los Andes eran
muy escasos. En la década de 1970 habían aparecido algunos artículos en la revista Todo es
Historia, con un enfoque historiográfico muy tradicional. Para el año 1974 hay una
descripción arquitectónica de Susques. Los gobiernos provinciales realizaron algunos
informes de los nuevos departamentos anexados a su territorio luego de la disolución de Los
Andes, pero son muy escuetos.
Esto comienza a cambiar en la década de 1990. La sociedad jujeña comenzaba a descubrir que
cerca de Susques se encontraba ―la puerta al Pacífico‖. También entonces Susques y la Puna

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de Atacama comenzaban a transformarse en un objeto de interés científico para historiadores,


arqueólogos y antropólogos. En 1993 Viviana Conti publicó un trabajo, que considero
pionero, sobre los circuitos comerciales que conectaban a Salta y Jujuy con el norte de Chile,
a través de Atacama. En 1995 otro trabajo, también pionero, fue el de Fanny Delgado y
Bárbara Göbel, que además habían prologado la reedición de la obra de Daniel Cerri. Más
cerca en el tiempo, Silvia García y Diana Rolandi habían realizado una síntesis de sus trabajos
sobre Antofagasta de la Sierra, la porción austral del Territorio de Los Andes que se incorporó
a la provincia de Catamarca. La misma tarea la había iniciado Elizabeth Savíc, pero en la
porción que fue anexada a la provincia de Salta, San Antonio de los Cobres y Pastos Grandes,
que hoy corresponde al Departamento de Los Andes. Lamentablemente no pudo completar su
investigación porque falleció. Junto a ella trabajaba Azucena Michel que mantiene vivo el
legado de su amiga. Finalmente debo reconocer la labor de alguien que ya mencioné, Gabriela
Karasik, quien también pudo llegar a algunas conclusiones sobre el caso de Susques. Los
trabajos de estas autores también fueron para mí una permanente fuente de inspiración y mi
forma de retribuirles fue la preparación de una compilación publicada en el año 2003, cuya
referencia también está en la bibliografía al final de este volumen. Considero que ese fue,
hasta ahora, el más importante resultado de mi trabajo.
Para concluir esta presentación, debo decir que la tesis que hoy presento, tengo la sensación,
no es más que un punto de inflexión en un largo camino iniciado hace ya más de una década y
que seguiré transitando, aunque con nuevos interrogantes. Y a pesar de que en estos últimos
cinco años vengo realizando un trabajo sistemático de investigación centrado en la Puna de
Atacama, y el Territorio de Los Andes en particular, pareciera que en este tiempo no hice más
que encontrar la punta del ovillo. Aunque es una frase más que trillada, hoy tengo la
sensación de que ―sólo sé que no sé nada‖. Igual, de todas formas, tengo la sesación que ya
desconozco mucho menos.

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Presentación General

Agradecimientos
Afirmar que una investigación como esta no es sólo el fruto del esfuerzo individual, es un
lugar tan común como necesario. Hacer una larga lista de agradecimientos también lo es. Para
dar cuenta de esa larga lista de nombres que voluntaria o involuntariamente son parte de esta
tesis, preferí relatar sino todas, al menos el mayor número posible de situaciones que, a modo
de eslabones, están involucradas.
En primer lugar quiero mencionar los ámbitos donde desarrollé mi trabajo. Hace cinco años
cuando obtuve la beca de CONICET que me permitió llevar adelante la investigación, Elena
Belli, directora del Instituto Interdisciplinario Tilcara, de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires, aceptó de muy buena forma que yo tuviera a esa institución
como lugar de trabajo. Además de Elena Belli, en ese Instituto colaboraron, de distinta forma,
Débora Sajama, Pantaleón Rueda, Luis Rotger (que lamentablemente falleció), Santos
Sajama, Mónica y doña Emiliana, personas de una gran nobleza que me ayudaron a resolver
innumerables dificultades. También debo mi reconocimiento a mis colegas de la oficina de
investigadores, Cristina Argañaraz, Clara Rivolta, Ricardo Slavutsky, Amalia ―Eti‖ Zaburlin y
Verónica. Entre ellos quiero destacar a Cristina Argañaraz, colega y amiga, con quien recorrí
las calles de Susques, admirando su iglesia, curioseando sus patios, interrogándonos por el
pasado y el futuro de este lugar. Fue también, como muchas otras personas, quien se puso a
buscar un mapa que yo pedí, y que finalmente consiguió. Es el mapa que se encuentra en la
portada de esta tesis. Quien también me consiguió ese mapa fue Víctor Banzato.
Mi otra plataforma institucional fue el Instituto de Geografía ―Romualdo Ardissone‖, de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Mi presencia en ese
Instituto se inició en junio de 1993. Desde entonces Marcelo Escolar, Rodolfo Bertoncello y
Pablo Ciccolella se sucedieron en el cargo de director. De los muchos colegas que pueblan o
poblaron el Instituto de Geografía, quiero mencionar a: Andrea Ajón, Andrés Barsky,
Carolina García, Andrea Gutiérrez, Andrea Nardi, Claudia Natenzon, Federico Fritzsche,
Fernando Arias, Jorge Blanco, Laura Reboratti, Lía Bachman, Luis Domínguez Roca,
Victoria Fernández Caso, Osvaldo de la Cuétara, Patricia Souto, Perla Zusman y Silvia
González. Un especial reconocimiento se lo debo a su Secretaria, Graciela Pelicano, una gran
colega y amiga, con quien nos une el interés y la admiración por la gente de las tierras altas de
Jujuy que se resiste a ser ―ninguneada‖.
Como es de suponer, nadie se puede formar sin las enseñanzas de un maestro, y
afortunadamente tuve más de uno. Yo pude recostarme en personas leales y honestas, con un
gran potencial humano y profesional, que nunca me pusieron obstáculos en el camino, que
siempre estuvieron dispuestas a ayudarme, y que siempre tuvieron palabras de aliento. Fueron
mis directores en distintos momentos, y por distintas circunstancias, Graciela Lemoine,
Argelia Combetto, Luis Yanes, Viviana Conti y Susana Bandieri.
La primera persona con la que trabajé como aprendiz de investigador, allá lejos y en el
tiempo, fue Graciela Lemoine. Entre junio y diciembre de 1993 levanté, fiché y sistematicé
información de las Memorias del Ministerio del Interior, del Registro Nacional y de las leyes
de Presupuesto Nacional. Gracias a esa experiencia descubrí el extraño placer que a muchos
investigadores nos causa el contacto con polvo acumulado en los repositorios documentales.
Gracias a esa experiencia Graciela Lemoine cada vez que puede me ofrece sus elogios.
Argelia Combetto fue mi primera directora, y creo que lo seguirá siendo siempre; con ella
inicié mi carrera como investigador en el Instituto de Geografía y es una colega a quien
aprecio mucho. Con total generosidad, aceptó ser directora de mi primera beca como

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

estudiante y de mi tesis de licenciatura, y codirectora al inicio de mi beca de postgrado de


CONICET. Siempre, con total sencillez, aceptó todas mis propuestas, que a veces la incluían
y otras la excluían. Otro gesto de grandeza fue ofrecerme lo que quisiera de la biblioteca de su
padre, una colección impecable del geógrafo Roberto Combetto.
Con Luis Yanes empecé a trabajar en 1999, en la que fue mi segunda beca, esa vez sobre
temas de transportes. Luego, con total gentileza, aceptó ser mi director de beca, director de
tesis de doctorado y, finalmente, co-director. Luis Yanes es una persona a la que admiro
profundamente, con quien tengo el privilegio de transitar el camino de la docencia
universitaria.
Viviana Conti aceptó, a mitad de camino, asumir el rol de co-directora de mi beca de
CONICET. Por primera vez me permitió saltar la valla de mi disciplina y hacerme sentir
confianza en el exigente mundo de los historiadores. Con ella me une la curiosidad por lo que
pasaba allá arriba, en el norte, a través de las fronteras de la Puna. Además, con total
generosidad, me abrió las puertas de su biblioteca y me brindó sus conocimientos sobre la
región cuantas veces me fue necesario. Fue también una gran consejera.
Finalmente, este itinerario concluye con Susana Bandieri, que también aceptó asumir a mitad
de camino la dirección de mi proyecto de doctorado que hoy finalmente termina. También
ella, una reconocida historiadora argentina, me hizo sentir seguro en un terreno que para mí es
resbaladizo. Por Susana siento un gran respeto y admiración, por su capacidad profesional y
por sus dones de persona, que por momentos tuvo los necesarios gestos maternales para que
yo pudiera concretar esta tesis.
También fueron mis directores Carlos Reboratti, Rodolfo Bertoncello y Anne-Laure Amilhat-
Szary. Primero Reboratti y después Bertoncello dirigieron el proyecto UBACyT Los usos del
ambiente en el noroeste, en el Instituto de Geografía, con el cual pude financiar buena parte
del trabajo de campo que exigió mi investigación. Mariana Arzeno, Claudia Troncoso,
Gabriela Lichtenstein, Hortensia Castro, Graciela Pelicano, Argelia Combetto y Osvaldo de la
Cuétara fueron mis colegas en ese proyecto, con quienes pude intercambiar ideas,
experiencias e interrogantes. Debo un especial reconocimiento a Carlos Reboratti, geógrafo
argentino, profundo conocedor de las tierras altas de Jujuy. Si bien rehusó a ser formalmente
mi ―consejero de estudios‖, de hecho fue un gran consejero, siempre atento a mis preguntas, y
a mis pedidos de contactos y cartas de referencia.
Anne-Laure Amilhat-Szary dirigió el proyecto « Mobilités transfrontalières et mobilisation de
la frontière. A nalyse co m parée d‘esp aces transfrontaliers de l‘A ltiplano andin et d es A lpes
occidentales », con sede en la Universidad de Grenoble I, Francia. Este proyecto me abrió,
inesperadamente, una puerta al mundo alpino. Con la idea de comparar los Andes con los
Alpes, Anne-Laure me invitó a participar y ser, de alguna manera, el referente por la parte
andina. A lo largo de numerosísimos correos, una risible teleconferencia y un encuentro en
Grenoble, pergeñamos un nuevo proyecto que se convirtió en realidad. Este proyecto, de
intercambio entre investigadores de Francia, Argentina y Chile lo titulamos El espacio
andino: entre la integración y el conflicto. Por una nueva geografía de las fronteras.
Además de abrirme la puerta a los Alpes, este proyecto me permitió conocer a personas de
una gran calidez humana, que me ayudó a sacarme preconceptos sobre los europeos. Fueron
parte de aquél proyecto Lionel Juge, Loïc Blanc y Jérôme Petit, a quienes tuve la suerte de
conocer. Con Jérôme Petit, una persona con una paz interior admirable, viajé a Susques,
oportunidad en la que pudimos intercambiar impresiones sobre las diferencias y semejanzas
entre los Alpes y los Andes. Otra persona que formaba parte de ese equipo de trabajo era Gian
Paolo Torricelli. Fue a él al primero que le pude mostrar, cual anfitrión, algunos rincones de la
Puna. Gian Paolo, a quien considero un gran colega y amigo, no sólo me abrió su biblioteca,
sino también las puertas de su casa y de sus afectos, además de estar atento a cada una de mis
consultas y de mis deseos, como el de conocer Venecia.
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Presentación General

Finalmente, debo mencionar a otras personas que no formaban parte del grupo de
investigación, pero que llegaron a mí, o yo a ellos, a través de ese grupo. Me refiero a Jon
Mathieu, Vicente Tornay y, más recientemente, Laetitia Perrierbrusle. A Jon Mathieu lo
conocí en Buenos Aires, cuando el país estaba en llamas por la crisis desatada a fines del
2001, y tuve la fortuna de volverlo a encontrar en Lugano, Suiza. Es una gran persona, que
solo tuvo hacia mí palabras elogiosas, y de quien guardo un muy buen recuerdo. Vicente
Tornay, curioso por las montañas, es otra persona noble que con sencillez me abrió la puerta
de su casa, con una inigu alable vista del ―chorro ‖ de G inebra. Aprovecho la oportunidad para
retribuirle los agradecimientos que él me brindó en su tesis de Maestría.
Durante el último año mi proyecto personal contó con el apoyo de un nuevo proyecto
UBACyT Estado, sociedad y territorio en una región de frontera: transformaciones en
las tierras altas de Jujuy a lo largo del siglo XX, dirigido por Argelia Combetto, siendo
colegas en este proyecto Graciela Pelicano, Silvina Quintero, Jorge Tomasi y Osvaldo de la
Cuétara.
Además de estos numerosos colegas con los que compartí proyectos, espacios institucionales
y experiencias de vida, hay muchas otras personas que no puedo dejar de mencionar. En
conversaciones personales, en reuniones académicas o en frenéticos intercambios de correos
electrónicos -a los que yo suelo someter a las personas-, fueron muchos los que voluntaria o
involuntariamente hicieron sus inestimables aportes.
En primer lugar quiero mencionar a los colegas que trabajan en Jujuy, todos ellos autores de
la bibliografía que tuve la suerte de poder contar, profesionales de primera categoría: Gabriela
Karasik, Fanny Delgado, Ana Teruel, Flora Losada, Marcelo Lagos, Adriana Kindgard,
Mónica Ulloa, Raquel Gil Montero, Luis Buitrago y Juan Bárbarich. En especial quiero
destacar a Adriana Kindgard, y su gran calidez como persona.
En segundo lugar, por seguir un orden geográfico, quiero mencionar a los colegas que
trabajan en Salta: Rubén Correa, Azucena Michel, Ricardo Alonso, Mercedes Puló y Emma
Raspi (mitad en Jujuy y mitad en Salta). Todo ellos me brindaron información valiosísima,
especialmente Rubén Correo y Azucena Michel, sin los cuales no podría haber reconstruido la
historia de los gobernadores del Territorio de Los Andes, y Ricardo Alonso, que me brindó
información clave sobre los boratos, además de sus recientes libros.
En tercer lugar, en Catamarca, tuve la oportunidad de conocer a Alejandro Haber, Cynthia
Pizarro, José Ariza y Alejandra Anello. Alejandro Haber me dio una gran mano,
facilitándome un libro que no lo conseguía por ningún lado, además de sugerirme interesantes
ideas sobre la construcción imaginaria de la Puna de Atacama. José Pérez Gollán me facilitó
una copia de la tesis doctoral de Alejandro Haber. José Ariza también fue muy amable,
dedicándome su valioso tiempo ―para lo que yo necesitara‖ e invitándome a contar mis ideas a
los profesores de geografía e historia de Catamarca. Después de algunos desencuentros,
también pude conocer a Alejandra Anello, que también hizo lo suyo para que yo viajara a
Catamarca.
En Buenos Aires, también pude discutir diferentes impresiones sobre la Puna con más
personas de las que yo hubiera esperado. Con Silvia García y Diana Rolandi, del Instituto
Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, realicé diferentes intercambios de
bibliografía e información. También aprovecho a retribuirles el agradecimiento que me
brindaron en su más reciente libro. Gabriela Lichtenstein me facilitó información, bibliografía
e ideas a cerca de las vicuñas, además de evacuar cuanta duda tuviero n sobre las ―vicus‖.
Jorge Zingoni, de La Plata, un apasionado de los caminos de la puna para transitarlos en
bicicleta, me trasmitió en numerosas oportunidades su entusiasmo, además de estar atento a
mis sugerencias. También en Buenos Aires, Ana Atorresi supo responderme mis varios
interrogantes sobre cuestiones vinculadas a la lengua, necesarios para poder pensar en la
Puna.
— 15 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Otras personas, increíblemente, también tuvieron gestos que no puedo dejar pasar por alto.
Con gran responsabilidad y un notable profesionalismo Margarita Gascón, de Mendoza, leyó
y opinó sobre mis escritos o simplemente respondió a mis preguntas. Lo mismo hicieron
Alicia Laurín y Mario Arias Bucciarelli, de Neuquén.
Del otro lado de la cordillera, tuve la suerte que hubiera otras personas dispuestas a
escucharme. El primero fue Sergio González Mirandas, una persona sumamente respetuosa
que tuve la oportunidad de conocer junto a Gian Paolo Torricelli allá, en Iquique. El segundo
fue Luis Castro C., oriundo del norte chileno y actualmente residente en Valparaíso, un
entusiasta que no dudó en traerme de Chile la bibliografía que le pedí. Finalmente, Alonso
Barros, que me llamó especialmente para darme sus palabras elogiosas acerca de mi libro, con
quien compartimos el gusto por los mapas que se ven borrosos. Del otro lado del océano,
Anssi Paasi y David Newman. El primero no dudó un segundo de mi interés por su
bibliografía, y a la semana siguiente el cartero dejaba en mi puerta un sobre con sus más
recientes e interesantes producciones. El segundo, que tuve la oportunidad de conocer en
Grenoble, y con quien tuve algunos desencuentros idiomáticos, increíblemente se interesó por
mis ideas y me ofreció publicar en la revista que él edita.
Hubo muchas personas que leyeron y dieron su punto de vista sobre lo que yo fui escribiendo.
Muchos leyeron y criticaron borradores de esta tesis porque yo se los pedí, mientras que otros
lo hicieron porque tenían que evaluarme. También opinaron y aportaron sugerencias y
respondieron a mis consultas. Probablemente no recuerde a todos, pero ellos fueron, en orden
alfabético: Alejandro Grimson, Alicia Laurín, Alonso Barros, Anne-Laure Amilhat-Szary,
Bárbara Göbel, Carlos Reboratti, Cesar Vapñarsky, Cristina Argañaraz, David Newman,
Gabriela Lichtenstein, Gian Paolo Torricelli, Hugo Trinchero, Jacques Lévy, Jon Mathieu,
Jorge Gelman, Jorge Tomasi, Margarita Gascón, Mario Arias Bucciarelli, Marta Kollmann,
Mercedes Puló, Osvaldo Barsky, Perla Zusman, Raquel Gil Montero, Ricardo Alonso y
Vicente Tornay. Conté, además, con la lectura minuciosa y la crítica certera de Silvina
Quintero, Alejandro Quintero, Yanina Carpentieri y Jorge Tomasi, y ni que hablar de Susana
Bandieri.
Fuera del ámbito académico, también hay personas que se interesaron por lo que yo hago y no
dudaron en comunicarse conmigo. Entre ellos están Gustavo Bianco, Gabriel Vidal y Mónica
Lara. Marcelo Escalante y Ana Peñaloza, profesores en San Antonio de los Cobres, me
mostraron sumo interés por la culminación de mi tesis.
Me brindaron bibliografía, me abrieron sus bibliotecas o me orientaron en su búsqueda:
Viviana Conti, Gabriela Karasik y Amalia Zaburlin (Universidad de Jujuy); Bárbara Göbel
(Universidad de Bonn); Jorge Zingoni (Universidad de La Plata); Jorge Tomasi (Universidad
de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura); Silvia García y Diana Rolandi (INAPL); Cristina
Argañaraz y Elena Belli (Instituto Interdisciplinario Tilcara, UBA); Anne-Laure Amilhat-
Szary, Jérôme Petit y Loïc Blanc (Universidad de Grenoble); Vicente Tornay (Universidad de
Ginebra); Margarita Gascón (Universidad de Mendoza); Rubén Correa, Mercedes Puló,
Azucena Michel, Ricardo Alonso, Emma Raspi, Mercedes Torino, Eulalia Figueroa y María
Fernanda Justiniano (Universidad Nacional de Salta); Jorge Schvarzer y Elena Salerno
(Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas); Argelia Combetto, Jorge
Blanco, Luis Yanes, Carlos Reboratti, Perla Zusman, Luis Domínguez Roca, Carla Lois,
Andrea Ajón, Christian Ostrosky, César Vapñarsky, Fernando Arias y Gabriela Lichtenstein
(Instituto de Geografía, UBA); Susana Bandieri y Alicia Laurín (Universidad de Comahue);
José Ariza, Alejandro Haber, Cynthia Pizarro y Luis Alvero (Universidad de Catamarca);
Alonso Barros y Ernesto Contreras (San Pedro de Atacama); Gian Paolo Torricelli
(Universidad de Milano); Sergio González Miranda (Universidad Arturo Pratt, Iquique); Luis
Castro (Universidad de Valparaíso); Patricia Arenas (Instituto Miguel Lillo, Universidad de
Tucumán); Ansi Paasi (Universidad de Oulu); Mónica Arroyo; Gabriela Alucín (Universidad
de Formosa).
— 16 —
Presentación General

Probablemente no lleguen a enterarse que los nombré, pero el personal de las bibliotecas del
Instituto de Geografía de la UBA, del Instituto Interdisciplinario Tilcara y de la Academia
Nacional de Historia fueron increíbles ayudantes en las incontables horas de búsquedas. A
Patricia León de la Biblioteca Tornquist le pido disculpas por el revuelo que armé cuando
estaba tan ansioso por obtener una copia de la obra de Darapsky.
Quiero mencionar a quienes colaboraron activamente en la realización de tareas que fueron
fundamentales para producir esta tesis. Fueron colaboradoras y grandes asistentes, de distinta
forma y en distintos momentos, Yanina Carpentieri y Victoria Russo, buscando bibliografía,
revisando archivos periodísticos y cotejando información estadística. En las cuestiones
cartográficas, no habría podido hacer mucho sin la ayuda de Graciela Pelicano, Loïc Blanc,
Leticia Perrierbrusle y, por sobre todo, de Jorge Tomasi, otro apasionado por la Puna,
excelente colega a la hora de ponerse a trabajar.
Para finalizar, quien me acompañó desde que la tesis fue un vago proyecto hasta la corrección
del último borrador, fue Silvina Quintero, mi eterna consejera, intérprete de mis más confusas
ideas, fuente permanente de inspiración y una gran colega.
A todo ellos simplemente GRACIAS, muchas gracias. Les estaré eternamente agradecido.
Dejé para el final a quienes nada tienen que ver con esa red de personas que participó de mil
maneras en el desarrollo de mi investigación y en la producción de la tesis. Me refiero a mi
núcleo más íntimo, fiel e incondicional, a mi familia. Fueron mis padres, mis hermanos (los
biológicos y los de la vida, los políticos, los encontrados y los reencontrados), mis sobrinos,
mis primos, mis abuelos, mis tíos y mis suegros, quienes me dieron el amor y la fuerza
suficiente para llegar hasta acá. Y mis hijas y mi mujer ¿Qué hubiera hecho sin ellas? Es este
pequeño gran mundo al que realmente le debo todo.

— 17 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

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Introducción General
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Introducción General

Tema, problemas e hipótesis


Entre las décadas de 1880 y de 1900, la Argentina tuvo su etapa fundamental en el proceso de
configuración de sus fronteras nacionales, como consecuencia de la expansión territorial sobre
superficies controladas por las sociedades indígenas o por otros Estados vecinos. En el diseño
del nuevo mapa político del país las nuevas tierras incorporadas fueron organizadas como
Territorios Nacionales, que en total llegaron a sumar diez. Uno se organizó en el centro del
país con el nombre de ―Pampa‖. Otro, ―Misiones‖, se encontraba en el extremo noreste. Hacia
el norte había otros dos Territorios Nacionales: ―Chaco‖ y ―Formosa‖. En el extenso sur, el
Estado argentino creó otros cinco, que eran, de sur a norte, ―Tierra del Fuego‖, ―Santa Cruz‖,
―Chubut‖, ―Neuquén‖ y ―Río Negro‖. Finalmente, el último, ubicado en el extremo noroeste
del país, se denominó ―Los Andes‖.
Esas entidades formaron parte del mapa político de la Argentina entre las décadas de 1880 y
de 1950. Al final de ese período, ocho Territorios Nacionales se convirtieron en provincias:
Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Tierra del
Fuego recién se transformó en provincia en 1991. Los Andes, que había sido creado en 1900,
fue el primero en cambiar de situación institucional. A diferencia de los demás no conformó
una nueva provincia ya que en 1943 fue institucionalmente disuelto y territorialmente
dividido en tres departamentos, anexados a las tres provincias linderas: Jujuy, Salta y
Catamarca.
Los antecedentes de la creación y el hecho mismo de la desaparición institucional como
división política, convierten a Los Andes en un caso singular dentro del proceso territorial
argentino. Pero su singularidad no termina allí. En esta tesis, se verá que, en primer lugar, su
anexión no respondió a los intereses de expandir la frontera agropecuaria para obtener nuevas
tierras ni de someter militarmente a las sociedades indígenas para obtener mano de obra,
como ocurrió en los demás Territorios Nacionales. La creación del Territorio de Los Andes
fue, fundamentalmente, un corolario del proceso diplomático de diferenciación territorial de la
Argentina, con Chile y Bolivia, en el espacio cordillerano. De todas formas, el proceso
negociador estuvo precedido por una guerra que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú por el
control del nitrato del Desierto de Atacama, fundamental para entender las particularidades
del caso. A diferencia del Chaco y de la Patagonia, su incorporación no fue precedida por la
construcción de poderosos imaginarios que legitimaran la expansión territorial y el exterminio
de poblaciones indígenas. Se trataba de una región cuya fisonomía y potencialidades
económicas ofrecían una gran alteridad con los patrones pampeanos. Como derivación de lo
anterior, no fue objeto de políticas activas de poblamiento o de valorización de sus recursos.
Además de los aspectos recién señalados, otra particularidad del caso, tal vez la que le dio
mayor impulso a la investigación, es que el Territorio de Los Andes no fue objeto de
reconstrucciones académicas posteriores; prácticamente no existía una historia integral del
Territorio de Los Andes, ni siquiera una ―tradicional‖. La investigación que dio origen a esta
tesis se propuso reconstruir el proceso de organización ―Los Andes‖, y de su incorporación al
esquema regional argentino de inicios del siglo XX. En particular, analizar en qué contexto se
creó, cuáles fueron los intereses que operaron en su organización y por qué razón no se
transformó, como el resto de las gobernaciones, en una provincia autónoma.
A medida que la investigación avanzaba, su propósito se fue reorientando: la idea de
documentar un capítulo olvidado de la historia política e institucional del territorio argentino,
fue dando paso al objetivo de comprender el proceso más amplio de configuración regional
que, atravesado por las transformaciones de la geografía política internacional y sub-nacional,
se había desplegado en esa zona fronteriza andina de la Argentina con Bolivia y Chile. Esa

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

frontera, además, durante el siglo XX consolidó una posición marginal dentro de la


organización económica argentina y de sus imaginarios de país. Esto condujo a cambiar el
enfoque global de la tesis: ya no se trataba de reconstruir un proceso institucional de un
recorte geográfico preciso, la división política Territorio de Los Andes, definido en su
existencia temporal por las fechas de creación y disolución legislativa. No se quiso tomar a
ese recorte territorial como un dato a priori sino, por el contrario, transformarlo en parte
central del problema. Y para ello fue necesario descentrarse de los límites espacio-temporales
impuestos por el abordaje jurídico-político del caso y ubicarlo en dinámicas regionales y
territoriales más vastas. De esta forma, el objetivo de la tesis siguió planteándose, como al
principio, el estudio de la geografía histórica de ese territorio olvidado. Pero la concepción
teórica y metodológica con la que se abordó ese objetivo se reformuló, en la medida que la
geografía política del territorio dejó de ser una premisa para identificar la entidad geográfica
cuya historia se buscaba reconstruir, y pasó a ser una de las dimensiones, la más significativa,
del proceso territorial a estudiar.
En su planteamiento actual, esta tesis trata de dar cuenta del proceso de formación,
consolidación y disolución de una región-territorio, una entidad geohistórica institucional,
simbólica y funcional, que se denominó, durante el período estudiado, Territorio de Los
Andes y también, con límites cambiantes y no siempre precisables en el terreno, Puna de
Atacama. Así formulado, el planteo del problema rompe varias convenciones del lenguaje y
los métodos con que las tradiciones más clásicas de geografía regional y geografía política
han pensado –por separado- sus objetos de estudio. Como se desarrollará más adelante, los
fundamentos teóricos y metodólogicos en los que se sustenta el abordaje de esta tesis
provienen, en su m ayor parte, de la llam ada ―nu eva geo grafía region al‖ o tam bién ―estudios
geohistóricos‖ (o de nueva ―geo grafía histórica‖, com o se ha preferido subtitular esta tesis),
que aunque todavía poco difundidos en el medio académico argentino, conocieron un vasto
desarrollo desde la década de 1980 hasta la actualidad en el ámbito de la geografía anglófona,
francófona y española1.
Desde el enfoque de esta tesis, los límites y fronteras impuestos por las instituciones políticas,
las delimitaciones propuestas por las ciencias para distinguir entidades fisiográficas o
ambientales, las marcas materiales de la configuración funcional de las regiones y los límites
elaborados a lo largo del tiempo por las representaciones culturales de paisajes, lugares y
topónimos, todos ellos, operan en diversos planos y con distintos ritmos en el proceso de
conformación y organización de las regiones y los territorios. En el abordaje regional, no se
puede determinar a priori la anterioridad temporal o la jerarquía causal de cada uno de los
planos en la determinación del resultado del proceso.
Ese resultado es, sin embargo, una región o un territorio –entidades que se pueden diferenciar
en el enfoque adoptado, como se verá más adelante- con suficiente entidad funcional,
institucional y/o cultural como para ser identificado, es decir, reconocido, denominado,
representado y gestionado como una entidad geográfica singular. Como se irá desarrollando
en esta tesis, el caso estudiado se caracteriza por la duplicidad, ya que fue identificado
alternativamente como Territorio de Los Andes y como Puna de Atacama, para designar
aspectos solidarios entre sí.

1
Un resumen reciente y extenso de los enfoques sobre los procesos regionales desde las corrientes de geografía
política y cultural puede leerse en García Alvarez, 2002, 27-80; un desarrollo conceptual del concepto de región
como proceso institucional, simbólico y funcional, en el ya clásico estudio de Paasi (1986). Sobre las
vinculacio nes entre esto s enfo q ues y la recup eració n d el térm ino ―geo histo ria‖ p ara d efinir una p ersp ectiva
político-cultural de geografía histórica, ver García Alvarez (2002 y 2003).

— 22 —
Introducción General

El encuadre teórico-metodológico provisto por los estudios geohistóricos contemporáneos, se


complementa con los aportes de la historia regional y de los estudios sobre fronteras
desarrollados en la Argentina desde la década de 1990. Como se verá en el primer capítulo de
esta tesis, estas dos vertientes –especialmente desarrolladas desde los encuadres
metodológicos de la historia y la antropología- desarrollan abordajes de análisis de regiones y
territorios que, aún con ciertas diferencias metodológicas, guardan muchas afinidades de
enfoque con los estudios de geografía regional reseñados.
Entre los principales acuerdos teórico-metodológicos entre geohistoria regional e historia
regional, que resultó clave para el enfoque del caso aquí estudiado, está la observación de los
procesos regionales a la luz de las revisiones historiográficas del concepto de nación, que
permitió a la investigación histórica y geográfica actual poner en cuestión las narrativas
dominantes sobre los territorios y los pasados nacionales, y examinarlos como productos
asociados a los procesos de formación estatal. Como derivación metodológica de esa revisión,
tanto la historia regional como la nueva geografía regional han venido descentrando la mirada
sobre las regiones respecto del lugar que les habían asignado las narrativas nacionales
dominantes. Una segunda derivación metodológica, común a ambas vertientes, ha sido una
creciente tendencia a analizar los espacios de frontera interestatal como regiones no
recortadas a priori por los límites de los Estados que las comparten, y a incorporar la
construcción de los límites y sistemas políticos estatales como una de las dimensiones de la
configuración de las regiones de frontera.
Junto a estas tendencias compartidas, cabe señalar algunos matices de enfoque que distinguen
los abordajes corrientes de la historia regional respecto de la aproximación propuesta por la
nueva geografía regional. Estos matices radican en dos principios de método que caracterizan
al grueso de los estudios de historia regional: primero, la idea de que la región es una
construcción analítica, elaborada en el proceso de investigación, que se mantiene
completamente afuera del proceso estudiado. La segunda, que la determinación fuerte de la
configuración del proceso regional se aloja en la articulación entre la estructura socio-
productiva y los recursos naturales puestos en valor en el marco de esa estructura a lo largo
del tiempo. Por ese motivo, aún admitiendo que la región constituye una construcción social y
un proceso histórico, suele aceptarse la idea de que el análisis de un proceso regional debe
partir de una evaluación de la base natural (fisiográfica o ambiental) sobre la que los grupos
humanos o sociedades han desarrollado los procesos productivos, perceptivos y organizativos
que definen la configuración regional resultante.
Este es un rasgo característico, por lo pronto, de la narrativa regional del noroeste argentino,
donde todo estudio regional, toda aproximación a entidades regionales, pareciera, debe partir
del examen y de la descripción del medio físico, entendido como soporte de la historia social
de la región, para luego avanzar en la consideración de otras cuestiones de índole
geohistórica.
Parece conveniente aclarar, desde el inicio de la tesis, que esta investigación procura
distanciarse de esa premisa clave de los estudios de geografía regional clásica. Como sintetizó
Roger Brunet, la obligación de basar la interpretación de los procesos de diferenciación
regional en grandes divisiones naturales, se fundaba en el supuesto de que la configuración
del medio físico (básicamente geomorfológica) constituía un factor determinante del resto de
las diferencias verificables de la región, desde la vegetación hasta los modos de
aprovechamiento de los recursos y la organización de los usos del suelo 1. La perspectiva aquí
adoptada parte de la idea propuesta por Alexander Murphy de que:

1
Brunet 1972.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … la naturaleza, extensión y carácter de las regiones examinadas en nuestros estudios


empíricos debe convertirse en parte de nuestra conceptualización del proceso social que
tom a lugar en esas regiones” 1.
En otras palabras, los modos en que los criterios académicos recortan y nombran las regiones,
jerarquizando las diferencias y las semejanzas de índole ambiental, cultural, demográfica o
socio-económica, son también parte del proceso de formación de esas regiones, en la medida
que construyen entidades simbólicas o que participan en instancias prácticas de zonificación
de acciones productivas o institucionales. Los científicos, a través de su práctica profesional,
se constituyen en actores activos en el proceso de identificación y diferenciación de entidades
regionales. Esto no implica abandonar toda posibilidad de proponer entidades regionales más
o menos estables como criterios de abordaje de los procesos estudiados. Se trata, únicamente,
de recordar que incluso esas entidades regionales de índole intelectual o científica, como
algunas que se utilizarán y desarrollarán en esta tesis, también tienen un origen y una historia
social, vinculados a la construcción de los territorios, y no ajena o anterior a esa construcción.
Esto ocurre claramente con la denominación ―Puna‖, como se analizará más detalladamente
en los capítulos segundo y cuarto de esta tesis.
El diálogo entre la nueva geografía regional y la historia regional ha enriquecido el abordaje
conceptual de los problemas aquí estudiados. Pero sobre todo, ha sido absolutamente
imprescindible para abordar el presente estudio, dado que es el terreno de la historia regional
y de los estudios interdisciplinarios sobre las fronteras donde se han desarrollado
investigaciones empíricas en la Argentina, siendo prácticamente inexistentes los estudios
inspirados en las perspectivas contemporáneas de geohistoria regional provistos por la
geografía académica local2.
A los fines de completar esta presentación de las premisas metodológicas de la tesis, cabe
aquí proponer un breve repaso introductorio a los hitos claves de las dinámicas geohistóricas
más vastas que incluyeron al Territorio Los Andes, procesos que en los capítulos que siguen
se analizarán in extenso.
Desde antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata, el Corregimiento conocido como
―Atacama la Alta‖, con San Pedro de Atacama como cabecera, se encontraba bajo la
jurisdicción de la villa de Potosí. Producida la Independencia de las Provincias del Río de la
Plata, Atacama se habría anexado momentáneamente a la ciudad de Salta. Más tarde, cuando
en 1825 se declaró la Independencia de Bolivia, el gobierno de Antonio José de Sucre decidió
la incorporación de Atacama al territorio de ese país, reestableciendo la configuración original
de la Provincia de Atacama. Esta situación que se mantuvo por cinco décadas. Además, anexó
una zona donde confinaban Atacama y Catamarca, que por entonces se conocía como
Antofagasta.
Para 1879, Chile inició su expansión territorial hacia el norte, ocupando tierras que hasta
entonces se encontraban bajo la soberanía de Bolivia y Perú, en lo que se conoce como
―Guerra del Pacífico‖. Esa conflagración terminó con un pacto de tregua, en 1884, por el cual
Bolivia habilitaba a Chile a ocupar la región que se conocía como ―Desierto de Atacama‖. A
la vez, Chile ocupó militarmente las tierras más alejadas de la jurisdicción de San Pedro de
Atacama, donde se encontraban los parajes de Antofagasta de la Sierra, Pastos Grandes y
Susques, ubicados hacia el oriente, en el límite de facto con las provincias argentinas de Salta
y Catamarca. Años más tarde, en 1889, el gobierno boliviano inició acciones diplomáticas con
los gobiernos argentino y chileno. El resultado fue la cesión de derechos a la Argentina sobre

1
Murphy 1991:24.
2
Sobre esto se volverá en el capítulo primero de la tesis.

— 24 —
Introducción General

una porción de territorio que el Estado chileno ya controlaba. Bolivia hacía esto como
compensación por la cesión definitiva de derechos que Argentina le hacía de la provincia de
Tarija, territorio de soberanía controversial desde su anexión a Bolivia en 1825.
El período de negociaciones entre la Argentina, Bolivia y Chile duró una década. En 1899,
finalmente, se acordó el límite entre Argentina y Chile en la porción septentrional del espacio
cordillerano, que partió a la región que entonces se conocía como Puna de Atacama en dos
partes1. La occidental pasó a integrar los departamentos chilenos de El Loa y Antofagasta
(aproximadamente 11.000 km2). La porción oriental, la más extensa y poblada, fue la que
quedó incluida dentro del territorio argentino (cerca de 63.000 km2) y se transformó, en 1900,
en el Territorio de Los Andes.
Como señaló Lautaro Núñez Atencio:
“ Pocos territorios como este han tenido tantos conflictos, cambios de dependencia
administrativa y de soberanía... [Atacama era un] territorio periférico que se articulaba
por las fricciones de tres países, sometido a múltiples influencias de las metrópolis
aledañas, todas con distintas cultura, regímenes sociopolíticos e intereses” 2.
Lo anterior permitió brindar un marco general a la presentación de las preguntas más
específicas y de las hipótesis que orientaron la investigación. Cabe aclarar, que esas hipótesis
operaron, en el proceso de investigación, como guías heurísticas de la búsqueda de materiales
y respuestas, pero que en su formulación actual, inevitablemente, han quedado redactadas con
la contundencia de los resultados ya obtenidos en ese proceso. Por este motivo, lo que se
presentará a continuación debe leerse com o ―hipótesis de interpretación‖ del proceso
estudiado, que los sucesivos capítulos aspiran a fundamentar mediante el análisis metódico de
las fuentes.
Una de las primeras preguntas que la tesis buscó contestar es qué imágenes existían del lado
argentino acerca de la Puna de Atacama previas al momento en que se desarrolló el proceso
negociador entre la Argentina y Chile, que derivó en la incorporación del sector oriental de
ese ámbito al mapa argentino.
La primera hipótesis indica que la Puna de Atacama no se encontraba dentro del imaginario
territorial que alimentó las empresas expansionistas encaradas por la Generación de 1880. La
―G uerra d el P acífico‖, m om ento en el cu al C hile concentró todo su esfuerzo bélico p ara lo grar
el control del Desierto de Atacama, fue para la Argentina una excelente oportunidad para
eliminar las fronteras con las sociedades indígenas y asegurar el control de partes importantes
de la P atagonia y el C haco. E n cam bio, en aquél m om ento, la ―P una de A tacam a‖ no
constituía un terreno sobre el que se hubieran desarrollado discursos de soberanía y estrategias
de ocupación. No obstante, a partir de 1889, cuando la Argentina ya había estabilizado sus
relaciones de fuerza en los nuevos territorios del sur y del no reste, la ―P u na de A tacam a‖ se
convirtió en el nuevo terreno de expansión. El proceso negociador, que se prolongó por diez
años, involucró a la Argentina, Bolivia y Chile por el control de ese territorio, librado
finalmente en el campo de la diplomacia, sin tener que recurrir a la violencia como en los
demás casos. Por este motivo, la incorporación de una parte significativa de la Puna de
Atacama en 1899, donde en 1900 se organizó el Territorio de Los Andes, puede considerarse,
en principio, com o un a em presa ―ex itosa‖ del go bierno argentino, al an ex ar un esp acio sobre
el cual no había sido necesario desarrollar una estrategia militar o diplomática deliberada,
dado que no había existido un previo interés sobre la zona. El Territorio de Los Andes, ajeno

1
En el capítulo segundo se desarrollará con más detalle la forma en que se utilizarán las categorías regionales
―P u na‖ y ―P u na d e A tacam a‖.
2
Núñez Atencio 1992:206.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

al imaginario expansionista argentino hacia tierras de indios, fue un resultado emergente de


las fricciones geopolíticas en el reparto de territorios entre la Argentina, Bolivia y Chile.
Desde luego, las reconstrucciones posteriores basadas en el nacionalismo territorial
consideraron a esas tierras parte del ―patrim onio territorial argentino‖ original. A dem ás, en la
m edida que no se incorp oró ―todo‖ lo que se estaba nego ciando con C hile, algunas m irad as
consideraron a este episodio como un caso más de ―p érdida territorial‖ (a ambos lados de la
cordillera). Estos discursos, especialmente los desarrollados desde las historiografías
provinciales, serán objeto de análisis en el capítulo final de esta tesis.
En definitiva, la primera hipótesis de esta tesis afirma que la incorporación en 1899 de la
parte oriental de la Puna de Atacama a la Argentina (el 78% del territorio en disputa),
constituyó una ganancia territorial, un éxito diplomático de la cancillería argentina. Pero una
ganancia ambigua y singular en el conjunto de los nuevos territorios ganados en el período,
en la medida que se trató de un territorio no procurado deliberadamente, y por tanto, que no se
vio acompañado de procesos de valorización simbólica, anexión cartográfica y justificación
ideológica similares a los que caracterizaron los procesos de expansión sobre el Chaco y la
Patagonia.
La segunda pregunta que guió esta investigación fue ¿qué cambios en la organización y
funcionamiento regional (productivos, sociales y de circulación) provocó la nueva
configuración de los límites políticos? Por estos motivos, la política de expansión territorial
del Estado argentino y la organización productiva que caracterizó a la región más vasta de los
altiplanos centrales de Sudamérica en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del
XX, fueron dos de las principales claves de lectura que se tuvieron en cuenta para analizar el
proceso geohistórico estudiado.
En relación con este interrogante, la segunda hipótesis que se plantea en la tesis es que las
nuevas divisiones políticas no significaron la desarticulación regional o la desaparición
inmediata de algunas dinámicas geográficas e históricas previas a la reconfiguración
jurisdiccional. En todo caso, alteraron ciertas organizaciones preexistentes. Concretamente, el
comercio ganadero de las zonas aledañas a la ciudad argentina de Salta con las zonas aledañas
a la ciudad-puerto chilena de Antofagasta; la venta de mulares y vacunos catamarqueños y
jujeños en las ferias del sur de Bolivia; la movilidad de la población del sur de Bolivia a las
zonas de desarrollo capitalista de Jujuy y Salta; los territorios de pastoreo de la población de
la Puna, son algunas de las cuestiones que mantuvieron articulado a un ámbito que excedía al
T erritorio de L os A nd es, y qu e aquí se llam ará ―región circum puneña‖, ex presión
originalmente acuñada en las investigaciones arqueológicas del espacio andino.
Pero los cambios jurisdiccionales que afectaron a la región no fueron únicamente los
derivados de la delimitación internacional, sino también aquellos que proceden de la
imposición en la región de la trama institucional del Estado argentino. El sector de la Puna de
Atacama incorporado a la Argentina en 1899, en 1900 se organizó como un Territorio
Nacional, constituyendo la división política de Los Andes y, por diferentes razones que se
analizarán en detalle en diferentes capítulos de esta tesis, en 1943 se disolvió y se dividió en
tres partes, anexadas a las tres provincias linderas: Jujuy, Salta y Catamarca. Por lo tanto, la
tercera pregunta que buscó responder esta tesis fue ¿cómo se integró ese territorio nuevo a
una trama territorial de instituciones y sistemas de funcionamiento del Estado argentino? Y
también, ¿qué efectos tuvo la existencia de una entidad geohistórica institucionalizada durante
cuatro décadas sobre los modos de organización de esa región?
Por este motivo, otras dos claves de análisis fueron la configuración institucional dada al
Territorio de Los Andes en el marco del diseño territorial del Estado argentino, y la
organización material de las redes de infraestructura que en ese período se proyectaron y
construyeron sobre el Territorio.

— 26 —
Introducción General

Aquí surge una nueva hipótesis. Existió durante cuatro décadas esta división política, con su
propio gobierno y organización política interna, una capital –San Antonio de los Cobres- y
una jerarquía de lugares poblados, redes de conexión, el emplazamiento de instituciones
estatales como la escuela y una organización policial propia, que persistieron, dejaron su
huella, m ás allá de la disolución de la entidad política ―T erritorio d e L os A ndes‖. Esta
organización fue de gran utilidad desde la década de 1940, en el despliegue de la nueva
geografía de las fronteras, cuando la Puna argentina se integraba a los nuevos dispositivos de
control fronterizos organizados por el Estado argentino –como por ejemplo las zonas de
seguridad, o las zonas de frontera-. Esto ayudó a mantener la cohesión territorial heredada del
período en que existió el Territorio de Los Andes como entidad institucional. En otras
palabras, su posición fronteriza, sumada a la falta de políticas activas de los gobierno de las
provincias de Jujuy y Catamarca, ayudó a que se mantuviera más allá de 1943 la organización
territorial forjada por el Estado argentino desde 1900. En este período, el Territorio de Los
Andes se configuró como un anexo de la ciudad de Salta.
Por último, la cuarta pregunta que orientó la investigación fue ¿qué lugar ocupó ese nuevo
territorio, a partir de 1900, en el esquema regional argentino? ¿Qué política se definió desde el
Estado para integrar ese territorio a los patrones de puesta en valor y uso de los recursos
productivos? Vinculado con ello, ¿por qué finalmente se dividió y no se convirtió en una
nueva provincia? O, en todo caso, ¿qué se hizo y qué no se hizo para que el Territorio de Los
Andes existiera como entidad diferenciada durante cuatro décadas, pero que finalmente no fue
suficiente para que cobre, según la legislación vigente, los atributos necesarios para
transformarse en provincia?
En relación con estas preguntas, otra clave de análisis, que completa el abordaje del caso,
buscó analizar las representaciones científicas y técnicas del ambiente, el paisaje y la
población de la Puna durante el lapso en que el Territorio los Andes existió como división
política de la Argentina, y su articulación con las evaluaciones que desarrollaron los técnicos
estatales y otros especialistas sobre las posibilidades productivas de la región.
En este plano, otra hipótesis indica que, frente al ―éx ito diplom ático‖ que significó la anex ión
de la ―P una de A tacam a‖, la organización de la que finalm ente se dotó el T erritorio de Los
A ndes representó un ―fracaso económ ico ‖, en relación con las políticas estatales de fomento
implementadas. Al menos desde la perspectiva de los actores analizados, el Territorio de Los
Andes parece haber ofrecido unas posibilidades productivas completamente diferentes al resto
de los Territorios Nacionales, vinculadas a recursos mineros no demandados en forma
significativa por el mercado interno, como los boratos, y a recursos faunísticos considerados
exóticos, como las chinchillas y los camélidos. Pero, por sobre todo, fue catalogado como un
territorio que ofrecía características ambientales, socio-productivas y culturales inviables,
homogéneamente desventajosas, opuestas a las existentes en la pampa húmeda. Esa
evaluación negativa de los recursos productivos, o al m enos ―ex traña‖ a los patrones de
valorización que dominaron el proceso de desarrollo argentino, se apoyó, en gran medida, en
la caracterización de ese territorio como ―andino‖ y ―puneño ‖, y en las connotaciones que esa
adjetivación geográfica y cultural cobró en el imaginario argentino del siglo XX. Por este
motivo, la cuarta hipótesis de esta tesis, contenida también en su título, indica que el proceso
regional que se desarrolló en torno a la creación, existencia y disolución del Territorio de Los
Andes, debe interpretarse como el resultado de incluirlo y pensarlo como un territorio
―andino‖ en el contex to geohistórico de un país que se pensaba, cada vez más, como
―pam peano ‖.

— 27 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 28 —
Introducción General

Organización de esta tesis


La tesis fue dividida en siete capítulos y dos anexos, distribuidos en tres tomos. En el Tomo 1
se encuentran, además de esta introducción, los capítulos 1 y 2. En el capítulo primero se
presentarán las principales áreas de estudio, perspectivas teórico-metodológicas y tradiciones
de investigación que nutrieron esta investigación, y se presentarán a los principales autores
que fueron permanentemente consultados y por lo tanto principales fuentes de inspiración. El
capítulo tendrá una primera sección donde se presentará el ―área de estudios sobre fronteras‖,
dentro del cual se formularon inicialmente los objetivos de esta investigación. En segundo
lugar, se revisarán en forma muy general los enfoques dominantes en la formulación teórica
de las categorías de análisis que se recuperarán permanentemente en esta investigación, que
son: ―región‖, ―territorio‖ y ―frontera‖. En la medida que esta investigación se inscribe en el
campo de estudios geográficos, en particular de la Argentina, esta revisión se concentrará en
lo producido en esta tradición, en permanente interrelación con otras tradiciones
disciplinarias.
En la cuarta sección de este primer capítulo, a modo de ―puntos de llegada‖ de la exploración
conceptual realizada a lo largo de los cinco años de la investigación, se presentará el enfoque
de esta tesis, que se propone como una geografía histórica del Territorio de Los Andes. Pero,
como tal, la ―Geografía Histórica‖ no es un área de estudios con tradición en el ámbito de la
geografía argentina. Se consideró indispensable recuperar aquellas producciones que
permitirán en adelante avanzar hacia la renovación de esta área de estudios. Por esta razón, no
se presentará como un ―marco conceptual‖ acabado sino como un conjunto de herramientas
conceptuales que tuvieron, ante todo, una función heurística. Y en esta exploración los dos
principales terrenos de búsqueda fueron la ―historia regional‖ y la ―nueva geografía regional‖.
Esta tesis recuperará algunas propuestas teórico-metodológicas y experiencias de
investigación surgidas de estas dos tradiciones.
El segundo capítulo presentará los antecedentes históricos a la formación del Territorio de
Los Andes. La investigación no podía tomar como dato obvio el año de creación de esta
entidad geohistórica para narrar su proceso de construcción. La investigación permitió
advertir que la zona donde se erigió el Territorio de Los Andes no era pretendida por el
Estado argentino con anterioridad a 1889, momento en que el Estado boliviano, en un juego
diplomático, cedió derechos sobre la misma. Un interrogante de partida fue por qué, desde
entonces, el Estado argentino transformó a la parte incorporada de la Puna de Atacama en un
territorio de expansión, cuál era el interés del Estado argentino en esta región. Al parecer, no
existía, como en los casos de la Patagonia o el Chaco, un interés por ampliar la frontera
agropecuaria. En el caso de la ―Puna de Atacama‖ existía, básicamente, un interés geopolítico
por establecer un equilibrio de poder en una región que aquí se denominará ―circumpuneña‖,
y que se detallará en este capítulo a qué se hace referencia con esa denominación. Lo cierto es
que uno de los resultados de la investigación fue considerar al Territorio de Los Andes como
un producto ulterior de un evento histórico que pocas veces se consideró como parte de la
historia política Argentina y que es la Guerra del Pacífico, que libraron Chile con Bolivia y
Perú por el control de un ámbito conocido como ―Desierto de Atacama‖. De esta forma, en la
medida que el ―Territorio de Los Andes‖ fue creado por el Estado argentino en un ámbito
conquistado por la vía diplomática, en la etapa de consolidación institucional y territorial de
los Estados sudamericanos, fue necesario ampliar el ―zoom‖ y reconstruir algunos procesos
que excedían al caso de Los Andes, pero que eran fundamentales para explicar su emergencia.
Este capítulo segundo tendrá una primera parte donde se presentan las principales categorías
regionales que se utilizarán profusamente en esta tesis, y que son: ―Cono Sur‖, ―espacio

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

andino‖, ―región circumpuneña‖, ―Puna‖ y ―Puna de Atacama‖. Se trata en todos los casos de
entidades geohistóricas que no constituyeron el principal objeto de estudio. No obstante, en la
medida que el ―Territorio de Los Andes‖ emergió y existió en articulación con esas otras
entidades, se pudo profundizar, con mayor o menor intensidad según los casos, en su
reconstrucción.
La segunda parte de este capítulo estará centrada en el siglo XIX, e intentará identificar dos
cuestiones. Por un lado, los eventos que permiten comprender la dinámica territorial entre la
Argentina, Bolivia y Chile por el control del espacio cordillerano que aquí se denominará
―región circumpuneña‖. En otras palabras, se analizará el proceso de diferenciación territorial
entre estos tres Estados nacionales, centrando la mirada en el hito tripartito que finalmente se
tomó como punto para el deslinde, como una larga fase de cambios y continuidades posterior
a la ruptura del régimen colonial americano. Lo que aquí se ponía en juego, básicamente, era
el control de las reservas mineras de nitrato, cobre, boratos y plata, y el acceso directo a los
puertos del Pacífico, pero también nuevos equilibrios de poder en el espacio andino.
Uno de los principales temas será la política de expansión territorial impulsada por los tres
Estados, y el proceso de fijación limítrofe consecuente con esta política. Otra cuestión será el
conjunto de elementos que se fueron fijando espacialmente en este período y cómo, a modo
de relictos, estaban operando en el momento en que se creó el Territorio de Los Andes. Un
tema será el conjunto de lugares poblados circundantes a Los Andes, y que estaban vinculados
entre sí por numerosos circuitos de intercambio, en pleno funcionamiento durante las últimas
décadas del siglo XIX y primeras del XX. Ese conjunto de lugares poblados y de rutas
comerciales, que conformarían la ―región circumpuneña‖, tenían al Territorio de Los Andes
como un espacio intersticial, intermedio, una zona de paso.
Este capítulo se incluyó y se organizó por razones diferentes que los siguientes. El mismo
podría considerarse como una reconstrucción de las condiciones de posibilidad en la
emergencia del Territorio de Los Andes. En otros términos, identificar algunas condiciones
que explican su creación y que permiten reconocer la estructura espacial en la cual se insertó.
Los siguientes cuatro capítulos, que conforman el Tomo 2, sin perder de vista las diferentes
relaciones que se fueron estableciendo con otras entidades geohistóricas, estarán centrados en
el Territorio de Los Andes durante el período 1900-1943. Este es el período en el cual se
organizó y se transformó, en el contexto de la Argentina, una entidad particular denominada
Los Andes.
Como se dijo en la introducción, se considerará al ―Territorio de Los Andes‖ como una
entidad geohistórica que puede ser concebida en tres dimensiones: simbólica, funcional e
institucional. Se trata de tres vías de aproximación a un mismo objeto, de distintos énfasis,
que serán presentadas por separado, aunque marcando permanentemente las posibles
interrelaciones. El itinerario expositivo se iniciará por los aspectos político-institucionales,
avanzará en el plano simbólico-conceptual y terminará en la consideración de la dimensión
funcional.
Las tierras anexadas por el Estado argentino durante el proceso de consolidación institucional,
en las últimas décadas del siglo XIX, fueron organizadas institucionalmente como
―Territorios Nacionales‖. Lo que se conocía por entonces como ―Patagonia‖, en la Argentina,
fue dividido en los Territorios Nacionales de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y
Tierra del Fuego. En el ―Gran Chaco‖, en la Argentina, se crearon los Territorios Nacionales
de Chaco y Formosa. El territorio ubicado al este de Mendoza, sur de San Luis y Córdoba y
oeste de Buenos Aires se denominó Territorio Nacional de Pampa, o Pampa Central, y más
tarde ―La Pampa‖. Parte de las antiguas Misiones Jesuíticas se transformaron en el Territorio
Nacional de Misiones. El último Territorio Nacional creado fue ―Los Andes‖, ubicado en el
extremo noroeste del territorio argentino, en el ámbito por entonces conocido como ―Puna de
Atacama‖. Estas entidades, diez en total, tenían un estatuto diferente al de las provincias y
— 30 —
Introducción General

tuvieron su fuente de inspiración en la legislación de los Estados Unidos. Formalizada su


existencia en 1884, existieron hasta la década de 1950, constituyendo una clave de la historia
política y territorial argentina, muchas veces olvidada o mal conocida.
El capítulo tercero se iniciará con una primera parte dedicada a los ―Territorios Nacionales‖
en general, como resultado del proceso de organización territorial interno operado en la
Argentina de fines del siglo XIX y que se mantuvo hasta mediados del XX. La historia del
Territorio de Los Andes atraviesa este período y formó parte de esta realidad diferenciada. El
abordaje del caso propuesto no puede realizarse con total independencia de los demás
Territorios Nacionales, aún cuando presenta notorias diferencias. Por esta razón, se buscará
señalar algunas semejanzas y diferencias de Los Andes con respecto a las demás
Gobernaciones.
La producción de conocimientos sobre los Territorios Nacionales es dispersa y de variable
calidad académica, ocupando un lugar secundario dentro de la historiografía y la geografía
argentina. Las principales obras históricas de síntesis no abordaron directamente el análisis de
la emergencia, transformación y desaparición de estas entidades geohistóricas, y cuando lo
hicieron, fue generalmente en forma superficial o tangencial. Esto es curioso siendo que casi
la mita de la superficie del país estaba formada por los Territorios Nacionales, con una
existencia temporal de más de 7 décadas durante los siglos XIX y XX. La ausencia de
conocimientos sobre el Territorio de Los Andes es aún más marcada y esto, también,
constituye una particularidad del caso de esta tesis. La segunda parte del capítulo tres
atravesará la historia del caso propuesto, con énfasis en una de las posibles dimensiones de
análisis que se considerará, la institucional.
Al respecto, es importante señalar que este capítulo no abordará, al menos no centralmente, la
historia política ligada a esta entidad. Como ya se planteará oportunamente, una historia
política de Los Andes no puede plantearse con independencia de una historia política de Salta,
el principal centro de poder que gravitó en esa Gobernación. Esto requerirá de nuevas
aproximaciones. Este capítulo tampoco centrará su atención en uno de los temas más
recuperados por la literatura sobre Territorios Nacionales, y que gira en torno a la ciudadanía.
Lo ―territoriano‖ en la historia política argentina remitía a un sujeto excluido de la ciudadanía
política plena. Los sentimientos de exclusión, abandono e ignorancia de parte del poder
central y de la sociedad en general, alimentaron algunos movimientos de reivindicación de la
autonomía política por parte de las sociedades territorianas. Este proceso está inevitablemente
vinculado con la historia de los partidos políticos y de los grupos de poder de las provincias
vecinas. Si bien estos aspectos estarán presentes en el análisis, no se ubicarán en el centro de
la cuestión.
En las diferentes secciones en que se dividió esta segunda parte del capítulo, el principal tema
será la construcción de la estatalidad en un territorio de reciente incorporación, dentro de la
Argentina, que fue una resultante de la política de expansión territorial encarada por
diferentes administraciones gubernamentales durante las últimas décadas del siglo XIX. En
otros casos, el Estado aniquiló, arrinconó o subsumió a la población en nuevas estructuras
económicas. En el caso de ―Los Andes‖, el Estado incorporó terrenos que ya habían sido
―estatalizados‖, por Bolivia primero y por Chile después. Lo que se buscará estudiar son los
dispositivos que se pusieron en funcionamiento una vez que ese espacio se incorporó a la
Argentina. En segundo lugar se intentará analizar la dinámica estatal de presencia/ausencia,
acción/omisión, prohibición/permisión en el proceso de organización territorial y, sobre todo,
de inclusión/exclusión de esta sociedad territoriana. Esta cuestión no se limita a los aspectos
político-institucionales, tratados en el capítulo tres, y se rastrearán en los sucesivos capítulos.
Los temas que recorrerá la segunda parte del capítulo tres son: la política legislativa, primero
para crear y luego para disolver al Territorio de Los Andes; la organización de la Gobernación
de los Andes y la sucesión de gobernadores; la organización político-administrativa del
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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

territorio –mediante la división departamental, el establecimiento de la capital y la definición


de cabeceras, la creación de la Jefatura de Policía, los Juzgados de Paz, el Registro Civil y el
enrolamiento obligatorio de los varones mayores de edad-; y, el establecimiento del sistema
escolar territoriano y su irrupción en la organización de la vida cotidiana de la población
originaria. En suma, se irán reconstruyendo los rastros materiales de la presencia del Estado
argentino y de la vinculación de las autoridades con la sociedad territoriana.
El capítulo cuarto abordará el estudio del Territorio de los Andes en su dimensión simbólico-
conceptual, fundamentalmente a través de la producción de descripciones geográficas. En este
sentido, la principal fuente analizada fue la literatura donde se relatan experiencias de viaje al
territorio y un conjunto de manuales y obras científicas donde se describe al Territorio de Los
Andes. En este caso aparecen otras dos entidades, cuya construcción histórica se superpone
con el Territorio de Los Andes: la Puna y Puna de Atacama.
Las descripciones geográficas sobre Los Andes se basaban en general en una reconstrucción
fisiográfica, para luego pasar, según los casos, a las reconstrucciones etnográficas. De esta
forma, las relativamente numerosas descripciones del Territorio de Los Andes contribuyeron
a construir una entidad regional singular dentro de la Argentina y del espacio andino: la Puna.
A través de algunos viajes exploratorios encargados por el gobierno de Chile, luego con los
viajes encargados por el gobierno de la Argentina, como así también por viajes científicos
realizados en forma independiente, se fueron profundizando los conocimientos y los
argumentos con los cuales se identificaba y caracterizaba a la Puna. Los elementos más
representativos de esa narrativa, presentes en casi todas las fuentes consultadas eran: una gran
altitud, un clima frío y seco, con gran amplitud térmica. Menos importante, también se
mencionaba el efecto fisiológico producido en las personas como consecuencia de la altura,
conocido como puna o Soroche. A estos elementos fisiográficos se agregaban otros elementos
―humanos‖: una población escasa, dispersa y móvil, que basaba su subsistencia en el pastoreo.
En una porción de la Puna la presencia de cuerpos salinos era más notoria, algunos rasgos
climáticos más extremos y el despoblamiento más marcado. A esa porción tendió a
denominársela Puna de Atacama, por lo menos en las primeras cuatro décadas del siglo XX.
No obstante, los sentidos atribuidos a la ―Puna de Atacama‖ no eran sólo naturales, existiendo
un componente territorial muy importante: en muchas descripciones, la ―Puna de Atacama‖
era la parte de la ―Puna‖ contenida en los límites del Territorio de Los Andes, ámbito que
emergió como consecuencia de las disputa territorial entre Argentina y Chile, algo que estaba
muy presente en la memoria de los viajeros que llegaron a la región después de 1899 y que se
fue perdiendo a medida que pasaba el tiempo. Por lo pronto, la vinculación de ―A tacam a‖ con
―P una‖, en la A rgentina, parece haber desaparecido, aunque no del todo, hacia la década de
1940, com o consecu encia de la ―argentinización‖ de las fronteras. E n esta dirección, si
vislum bra la transform ación de la P una, un área fronteriza, en ―P una argentina‖, un sub -
región dentro de la ―región geo gráfica‖ d el N oroeste argentino, también NOA.
Este capítulo buscará identificar, sucintamente, la forma en que se construyó a la Puna, y en
particular la Puna de Atacama, en tanto región natural, como resultado de la evolución de los
sistemas clasificatorios por áreas elaborados en el discurso científico, desde fines del siglo
XIX hasta las primeras décadas del XX. Se analizará, en primera instancia, el proceso de
exploración y reconocimiento del territorio, y el recuento e inventariado de recursos y
población desde los Ministerios del Interior y de Agricultura. En segundo lugar, la exposición
centrará la mirada en cómo fue interpretada, en ese contexto, la relación ―hombre-naturaleza‖,
una preocupación muy en boga por entonces. En particular, como fue pensada la relación
―hombre-Puna‖. Este fue un tema planteado especialmente por los científicos europeos que
viajaron a la región en forma independiente, aunque también por algunos técnicos enviados
por las oficinas públicas. El interrogante que estos científicos parecía se planteaban era: ¿de
qué manera influye en el ―hombre‖ la naturaleza de la Puna? O, más precisamente ¿puede
adaptarse el ―hombre blanco‖ en la Puna? Se intentará presentar algunas inferencias sobre
— 32 —
Introducción General

cómo operaron las imágenes elaboradas en torno a esta cuestión en la construcción imaginaria
del Territorio de Los Andes.
En tercer lugar se revisaron una serie de manuales de geografía, entendiendo que tales eran las
obras que compendiaban lo más sustancial de las descripciones geográficas según los
parámetros del momento y que, además, divulgaron en el público general los conocimiento e
imágenes sobre el Territorio de Los Andes y, a través de este, de la Puna. El interés por
analizar esta narrativa tiene otro origen: aún en la actualidad en la literatura regional sobre la
Puna se siguen presentando en primer lugar, antes de cualquier consideración sociohistórica,
los rasgos fisiográficos. No se puede hablar de una continuidad lineal. En todo caso se trata de
cierta pervivencia de un estilo narrativo regional que sigue recuperando la noción de ―región
geográfica‖, y que considera a la relación ―hombre-naturaleza‖ o ―so cied ad -am biente‖ como
una clave interpretativa de lo regional.
Los dos capítulos siguientes abordarán al Territorio de Los Andes como entidad funcional. El
Territorio de Los Andes se creó cuando en la Argentina se encontraba avanzado el proceso de
organización territorial que había iniciado la generación de 1880 y que había consolidado la
preeminencia de la región pampeana en la estructura económica del país. Los primeros viajes
exploratorios al Territorio de Los Andes, además de buscar conocer las principales
características del territorio para definir la estructura administrativa que finalmente se le daría,
buscaban estimar cuáles eran las potencialidades productivas de la región y las posibilidades
que estas tendrían para encajar en el modelo económico diseñado básicamente desde Buenos
Aires. Prontamente se realizaron recuentos y descripciones de recursos y personas que fueron
publicados en diferentes instrumentos de divulgación de este tipo de información. En general
se advierte cierto optimismo con respecto a las potencialidades productivas de la región,
centradas especialmente en la minería. Frente a eso, un gran pesimismo que en general tenía
dos orígenes. Por un lado las características de la población y de sus prácticas económicas y
culturales. Por otro lado el ―aislamiento‖ y las dificultades de comunicación que ofrecía la
región, siempre con respecto a las zonas portuarias del país, es decir, por su condición de
confín montañoso dentro del territorio argentino. Los aspectos socioeconómicos de Los
Andes se presentarán en los dos capítulos siguientes.
El capítulo quinto de esta tesis dirigirá la mirada hacia el mundo interno, hacia los aspectos
socioeconómicos característicos de su población originaria, hacia la organización de los
lugares poblados que existían en esta parte del país. Las aglomeraciones y la economía
tradicional de Los Andes tenían una historicidad y unas particularidades que se remontaban
muy atrás en el tiempo. La espacialidad de las relaciones comerciales y sociales excedía
sobradamente los límites interestatales y territorianos impuestos a partir de 1900. Después de
creado el Territorio de Los Andes su población mantuvo sus contactos y relaciones con
comunidades ubicadas al otro lado de los nuevos límites, por lo menos hasta mediados del
siglo XX. Algunos viajeros señalaban que estas eran poblaciones muy autónomas con
respecto a las nuevas imposiciones del gobierno nacional. De todas formas, esos límites y esas
imposiciones, canalizadas a través de la Gobernación de Los Andes, como por ejemplo el
emplazamiento de las escuelas, cambiaron algunas prácticas económicas y culturales de la
población territoriana.
Algo para señalar es que no surgió, mientras existió ―Los Andes‖, ningún gentilicio que
denote la procedencia geográfica de quienes habitaban allí, no al menos en las fuentes escritas
consultadas, lo que pareciera marcar la existencia de una entidad estatal sin sociedad: existió
una división política de primer orden, ―Los Andes‖, pero no existieron ni ―andinos‖, ni
―andinenses‖, ni ―andianos‖, propios del lugar. Pero podría pensarse todo lo contrario. Esta
población pudo reproducirse y conservar sus prácticas culturales y económicas debido a
ciertas ausencias del Estado y del capital.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Cuáles eran los patrones residenciales, edilicios productivos, alimenticios, familiares y


comunitarios de la sociedad territoriana, fueron algunos de los interrogantes planteados para
este capítulo. Estas cuestiones fueron respondidas, en parte, a través de quienes entraron
personalmente en contacto con esa sociedad, generalmente con distancia y desprecio: los
―viajeros‖. Por eso, en este capítulo se reconstruirá, en gran medida, al ―otro‖, ―indio,
indígena o puneño‖, a través de la mirada del ―nosotros‖, ―hombres de ciencia, técnicos,
funcionarios del Estado‖. Una parte del capítulo cinco estará dedicada a describir los cuatro
principales lugares poblados que existieron en el Territorio de Los Andes durante su
existencia –Susques, Pastos Grandes, Antofagasta de la Sierra y San Antonio de los Cobres-
cada uno de los cuales presentaba una profanidad temporal diferente. Otra parte estará
centrada en cuestiones demográficas, reconstruyendo la serie completa de recuentos censales
de la población territoriana, y el crecimiento poblacional que se registra en dicha serie. Otra
parte, finalmente, se concentrará en la economía pastoril practicada por la población de esta
región que a veces se la designaba como el ―Despoblado‖.
El capítulo sexto descentrará, en parte, la mirada del Territorio de Los Andes. El objetivo
será reconstruir la geografía de tres elementos materiales que conectaron al Territorio de Los
Andes con el ―mundo de afuera‖, y que son: el ferrocarril, los recursos de la fauna silvestre y
los boratos. Fueron estos tres los elementos que ocuparon la mayor atención de los
observadores de la época y, en los tres casos, se vinculaba a intereses externos al Territorio de
Los Andes.
La primera parte de ese capítulo se concentrará en el ferrocarril conocido como
―Huaytiquina‖, una obra de ingeniería que al cabo de varias décadas conectó a la ciudad
argentina de Salta con la ciudad-puerto chileno de Antofagasta. El desarrollo de esta obra
respondió, básicamente, a un juego de intereses de actores localizados en una y otra ciudad.
Pero en el camino se encontraba el Territorio de Los Andes. Iniciado lo sustancial de la obra
en 1922, llegó a San Antonio de los Cobres, capital del Territorio de Los Andes, en 1929. Si
bien no fue el transporte de mercancías ubicadas en ese territorio lo que motorizó la
construcción de este ferrocarril, en última instancia constituyó una importante oferta de
transporte para la región. La cuestión era: ¿para transportar qué? En esta primera parte se
reconstruirá el proceso que va desde la formulación del proyecto de construcción de este
ferrocarril hasta la concreción, algo que ocurrió en las postrimerías de la disolución
institucional y división del Territorio de Los Andes. También se analizarán algunas imágenes
construidas en torno a esta particular obra de ingeniería. Finalmente, se esbozarán algunos
planteos sobre los impactos generados por el ―ferrocarril Huaytiquina‖ en la configuración de
la ―P una de A tacam a‖.
La segunda parte del capítulo seis apuntará al segundo elemento señalado más arriba: los
recursos obtenidos de la fauna silvestre. Concretamente se trata de las vicuñas y chinchillas,
animales valorados por la cotización que la fibra en el primer caso y la piel en el segundo
había alcanzado en el mercado de la vestimenta a principios del siglo XX. En este caso, los
actores interesados en estas mercancías también estaban localizados fuera del Territorio de
Los Andes. En primer lugar, en zonas aledañas, donde residían quienes comandaban las
empresas de caza de los animales para obtener estas materias primas, quienes se encargaban
de su acopio, y quienes, en pequeña proporción, transformaban estos recursos en prendas de
vestir. En segundo lugar, había interesados en la ciudad de Buenos Aires y otras ciudades-
puerto de Chile, donde se acopiaban pieles y fibra, para luego exportarlas. En tercer lugar, en
las ciudades europeas se encontraban los principales consumidores. Se trata, entonces, de un
recurso que se obtenía a través de la caza de la fauna silvestre, actividad que se encontraba
escasamente controlada. Esto llevó, debido a la sobreexplotación de los animales, a su
progresiva extinción. En este caso lo que se analizará es la dinámica de presencia/ausencia,
prohibición/permisión del Estado nacional en la definición de una política de control del
recurso y de estímulo a su aprovechamiento económico. En este sentido, se evaluará el lugar
— 34 —
Introducción General

que tuvo la explotación de recursos peleteros de origen andino, en la Argentina de las


primeras décadas del siglo XX, es decir, de una actividad ―no tradicional‖ en el contexto de
un país que basaba su economía en la exportación de cereales y productos ganaderos.
La tercera parte de este capítulo estará dedicada al recurso que recibió la mayor atención de
parte de las autoridades nacionales: los boratos. Esta atención se verifica a través del número
considerable de expediciones, informes y comentarios orientados a generar mejores
conocimientos sobre las reservas borateras de la región, prácticamente las únicas en el país.
Como se presentará oportunamente, todas las descripciones del Territorio de Los Andes
ubicaban a la minería del borato en un lugar destacado. Muchos observadores eran optimistas
sobre el futuro promisorio de este territorio, siempre y cuando se explotase este recurso en
forma sistemática. Sin embargo, las estadísticas y las propias descripciones mencionadas
muestran un panorama poco alentador, en la medida que la actividad permaneció paralizada la
mayor parte del tiempo. Otra vez, fue necesario considerar una serie de cuestiones que
excedían a la lógica interna del Territorio de Los Andes. En este caso, los intereses en torno a
los boratos eran más poderosos que en de las vicuñas y chinchillas, e involucraban a las
potencias industriales. Los boratos eran un conjunto de minerales utilizados en diversas
industrias, entre ellas las de la electricidad y del vidrio. La extracción e intercambio, a escala
planetaria, fue progresivamente monopolizada por una gran empresa donde confluían
capitales estadounidenses, ingleses y belgas. Esta corporación logró con facilidad controlar la
explotación e intercambio de los boratos del Territorio de Los Andes. En este caso también se
evaluará el lugar que la explotación minera en general, y del borato en particular, tuvieron en
la Argentina agroexportadora. En otros términos, qué política sectorial adoptaron los
sucesivos gobiernos nacionales.
La forma en que fueron consideradas estas dos actividades -explotación de recursos de la
fauna silvestre y del subsuelo- desde las oficinas del Estado nacional, la política legislativa, el
capital privado nacional y los organismos no gubernamentales (como por ejemplo la Sociedad
Rural Argentina) son una clave para entender el lugar asignado al Territorio de Los Andes en
la organización de la Argentina. Se trataba de un territorio donde no se podía reproducir con
facilidad los patrones productivos de la argentina pampeana. Se trataba de una región con
paisajes que fueron asimilados a los lunares. Su población y su naturaleza fueron consideradas
inapropiadas para cualquier política de estímulo. Se encontraba demasiado lejos del centro del
país, demasiado ―fuera de foco‖ de la Argentina de las primeras décadas del siglo XX.
Entidad contingente, subordinada y en transición, el gobierno nacional decidió, en 1943,
desactivarla como unidad administrativa y distribuirla entre las tres provincias limítrofes.
¿Fue ese el fin del Territorio de Los Andes como entidad geohistórica? Si bien la
investigación, como ya se afirmó, se concentró en el período 1900-1943, la exploración
bibliográfica y el trabajo de campo permitió recoger algunas evidencias que permiten afirmar
que si bien en el plano institucional el Territorio de Los Andes dejó de existir en 1943, en el
plano simbólico y, sobre todo, en el funcional, siguió existiendo por algún tiempo más. El
momento en que desapareció definitivamente como unidad geográfica, si es que eso ocurrió,
todavía no se pudo precisar.
Por lo anterior, esta tesis terminará con un capítulo final donde se avanzará un poco en el
tiempo, para reconstruir algunos aspectos relacionados con esta entidad geohistórica después
de 1943. Este último capítulo incluirá una sección donde se presentará la metamorfosis
institucional ocurrida inmediatamente a la desaparición del Territorio de Los Andes.
Concretamente, la incorporación de los departamentos de Susques, Pastos Grandes y San
Antonio de los Cobres (con el nombre de ―Los Andes‖), y Antofagasta de la Sierra, a las
estructuras político-territoriales de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca,
respectivamente. La segunda sección analizará la historiografía tradicional de esas tres
provincias, donde la consideración del Territorio de Los Andes se hizo a través de un discurso
chauvinista basado en los ―derechos‖ históricos de esas provincias a ese territorio, que habría
— 35 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

sido alienado por las provincias vecinas, por los Estados vecinos o por el propio Estado
argentino. La historiografía tradicional, especialmente la salteña, tendió a resaltar la cuestión
de las ―pérdidas territoriales‖, omitiendo cualquier consideración de los aspectos simbólicos o
socioeconómicos vinculados al Territorio de Los Andes. Este capítulo, las conclusiones, dos
anexos, la bibliografía, además del índice y un mapa de la Puna de Atacama de 1915,
conforman el Tomo 3 de la tesis.

— 36 —
Introducción General

El Territorio de Los Andes como objeto de


estudio. Estado de la cuestión
En la porción noroeste del territorio argentino, entre 1900 y 1943 existió una entidad
territorial denominada ―Territorio de Los Andes‖, que luego, al fragmentarse, paso a integrar
los territorios de las tres provincias linderas. La literatura sobre los Territorios Nacionales y la
referida a las provincias del noroeste argentino, en general, no hicieron más que mencionar
solo estas referencias sobre el Territorio de Los Andes, es decir, los acontecimientos
institucionales básicos de su creación y desaparición. Se puede afirmar que no existe una
historia total del Territorio de Los Andes. ¿A qué puede obedecer esta situación? Se pueden
ofrecer al menos tres respuestas.
En primer lugar se puede considerar que esa entidad geohistórica no tuvo un lugar destacable
ni para la acción estatal ni para la acción del capital privado. El Estado nacional no diseñó
para Los Andes ninguna política de poblamiento ni de fomento de actividades productivas,
equiparables con las que existieron en los demás Territorios Nacionales. En el caso del sector
privado, sólo se instaló en la región una empresa minera trasnacional, no con el objetivo de
incrementar la producción de minerales, sino de acaparar todas las pertenencias para mantener
la rentabilidad de la explotación de yacimientos ubicados en otras regiones del mundo. En la
medida que no parece ofrecer elementos significativos para una reconstrucción histórica, en
general nunca fue tomado como caso de estudio.
En segundo lugar, se puede señalar que sobre este Territorio no se produjo un imaginario
previo a su incorporación. La construcción imaginaria del desierto y la ―barbarie‖ detrás de
las fronteras con el indio jamás incluyó en su espectro a la ―Puna de Atacama‖, en tanto
territorio de expansión. Además, la diplomacia argentina no mantenía una larga historia de
reclamos y de reivindicaciones como ocurría con otras regiones, como por ejemplo la de
Tarija. Asimismo, una vez resuelto el litigio en la región, no se suscitó ningún conflicto
limítrofe a lo largo del siglo XX. Por eso, los trabajos sobre historia de las relaciones
interestatales que se han ocupado del litigio entre Argentina y Chile en la Puna de Atacama,
en general han recorrido las últimas dos décadas del siglo XIX, hasta el momento de la
incorporación a la Argentina. El Territorio de Los Andes, un resultado ulterior de ese proceso
negociador, queda fuera del campo de observación.
Finalmente, el elemento que probablemente sea más importante, es que el Territorio de Los
Andes fue el único Territorio Nacional que no se convirtió en una provincia, razón por la cual
no hay ninguna historia provincial que, al menos en forma muy descriptiva, se haya ocupado
de ese ámbito en su etapa territoriana. El Territorio de Los Andes se dividió en tres
fracciones, anexadas, respectivamente, a las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. Por esa
razón, las aproximaciones al caso del ―Territorio de Los Andes‖, en general, se hizo en los
límites departamentales heredados por cada una de esas provincias.
Como puede observarse, no es que nada se haya escrito sobre el Territorio de Los Andes. En
todo caso, lo que ocurrió es que lo que se escribió en general cubrió aspectos y períodos
parciales y, además, se encuentra disperso e invisibilizado. En las bibliotecas y centros de
documentación donde existen secciones sobre ―provincias argentinas‖ o ―Territorios
Nacionales‖, nunca hay una destinada a ―Los Andes‖. La búsqueda de material sobre este
Territorio debe hacerse, generalmente, a través de alguna de las tres provincias mencionadas.
Por otra parte, la documentación que se generó mientras existió el Territorio de Los Andes,
una vez que este se disolvió, fue remitida al Archivo General de la Nación. Por esa razón, los

— 37 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

archivos provinciales de Jujuy, Salta y Catamarca no poseen documentación, respectivamente,


sobre los departamentos de Susques, Los Andes y Antofagasta de la Sierra anterior a 1943.
Otra cuestión a señalar es que ―Territorio de Los Andes‖ fue la denominación que el gobierno
argentino le asignó a la porción oriental de un ámbito disputado por la Argentina y Chile entre
1889 y 1899. En 1899, finalmente, mediante un acuerdo diplomático, ese ámbito quedó
dividido en dos partes. La oriental quedó incorporada al territorio argentino y pasó a
organizarse como uno más de los ―Territorios Nacionales‖ ya existentes, denominado ―Los
Andes‖. En la Argentina, no obstante, la denominación Puna de Atacama siguió utilizándose
por lo menos durante las primeras décadas del siglo XX, para designar un ámbito que a veces
se aproximaba a los límites territoriales de Los Andes, mientras que otras para designar a un
espacio más vasto. La bibliografía y las fuentes documentales en general se refieren al
Territorio de Los Andes, pero muchas veces también a la Puna de Atacama.
El objetivo de lo que sigue es hacer una presentación de una parte importante del cúmulo de
fuentes documentales y bibliográficas que fueron consultaron durante el proceso de
investigación. Sólo con el objetivo de ordenar la exposición, se la agrupó siguiendo un criterio
cronológico. El primer grupo corresponde al siglo XIX, previo a la creación del Territorio de
Los Andes. El segundo grupo abarca las cuatro décadas de existencia de esta entidad
geohistórica, es decir, de 1900 a 1943. El tercer grupo, finalmente, incluye el material
producido después de 1943. En los siguientes acápites se presentará cada uno de esos grupos.

Cordilleras de atacameña. Estado de la cuestión


En el siglo XIX para denominar la zona que después se convirtió en el Territorio de Los
Andes se utilizaban expresiones tales como ―cordilleras de Atacama‖, ―cordilleras del
Desierto de Atacama‖, ―cordilleras del poniente‖, y ―Puna de Atacama‖. El material
documental referido a eso ámbito disponible en repositorios argentinos es escaso e incluye:
literatura de viajeros, informes relacionados con la definición del límite interestatal,
bibliografía producida en las provincias de Salta y Catamarca antes de la incorporación de la
porción oriental de la Puna de Atacama a la Argentina. La mayor parte de las fuentes
documentales referidas a este período se encuentran en diferentes repositorios en Bolivia y
Chile.
Como se analizará en el capítulo dos, entre 1816 y 1825 toda el área atacameña se habría
encontrado en la jurisdicción de la ciudad de Salta. Esto es así, si se tiene en cuenta la
producción historiográfica salteña. El historiador Luis Colmenares tituló uno de sus artículos
―Argentina tuvo por límites el océano Pacífico‖ 1. En el momento de la anexión de lo que
finalmente fue el Territorio de Los Andes, esto fue usado por el gobierno de Salta para alegar
derechos sobre la región. Lo cierto es que en 1825 Bolivia declaró su independencia y
Atacama (costa, tierras bajas y tierras altas) pasaron a integrar su territorio, situación que se
mantuvo hasta la Guerra del Pacífico. En ese período (1825 a 1879) los principales centros de
la región atacameña eran el Puerto de Cobija y San Pedro de Atacama. En 1853 Rudolph
Philippi realizó un viaje de exploración a la región del Desierto de Atacama. En 1858, otro
viajero europeo, Johann von Tschudi, atravesó estas cordilleras. Estos trabajos constituyen el
inicio de una serie de obras sobre esta región de la cordillera de los Andes, ubicada entre Salta
y San Pedro de Atacama2. Pero todavía no se hablaba de la ―Puna de Atacama‖, sino de las
―Cordilleras orientales de Atacama‖, o expresiones similares.

1
Colmenares 1967.
2
Philippi 1860; von Tschudi 1860.

— 38 —
Introducción General

En 1879 se inició la Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú por el control
del Desierto de Atacama. Esta región, rica en nitratos, cobre y otros minerales, fue un valioso
botín de guerra para el Estado chileno. Las Cordilleras Orientales de Atacama, se encontraban
algo periféricas desde el punto de vista de los intereses económicos chilenos. Igualmente
fueron objeto de estudios financiados por el gobierno de ese país, dando por resultado las
obras de Alejandro Bertrand y de Francisco San Román1. Durante la década finisecular
ocurren las negociaciones por el reparto de tierras entre Argentina, Chile y Bolivia. Por
entonces, también incursionaron aquellas cordilleras, llegados desde la Argentina, Luis
Brackebusch y Abraham Becerra2.
En Chile las obras de geografía nacional, como la de Espinoza, incluyeron a la ―Puna de
Atacama‖, región considerada parte del territorio chileno, como consecuencia del Pacto de
Tregua de 1884 entre Bolivia y Chile. En la medida que el gobierno consideraba que tenía
derechos a esa región, el itinerario de descripción del territorio nacional en las obras integrales
de geografía del país incluía a la ―Puna de Atacama‖ dentro de la ―provincia de Antofagasta‖,
que unas veces se llamaba así y otras regiones del Este. Las ediciones posteriores a 1900
dejaron de hacer referencia sobre esa región3.
En el caso de la Argentina, antes de producirse la creación del Territorio de Los Andes, se
realizaron algunas publicaciones referidas al proceso de delimitación con Chile en el sector
atacameño. Estos artículos aun muestran un gran desconocimiento sobre las características de
la región, teniendo como principal objetivo alegar a favor de la Argentina en la disputa sobre
los derechos a la región4.

El Territorio de Los Andes. Estado de la cuestión


En la Argentina, en los primeros días del año 1900, la Comisión de Asuntos Políticos del
Senado de la Nación elaboró y dio media sanción al proyecto de ley para la creación de un
Territorio Nacional con el nombre ―Los Andes‖, que luego aprobaría la Cámara de Diputados.
Durante las cuatro décadas de existencia del Territorio de Los Andes, claramente, se produjo
la mayor parte de la bibliografía y fuentes documentales disponibles en la Argentina para
abordar un estudio específico del Territorio de Los Andes. Esta bibliografía puede dividirse
en ocho grupos que serán caracterizados brevemente.
Literatura de viajeros. La Puna de Atacama era una vasta región sobre la cual ni Chile ni
Bolivia habían ejercido una influencia apreciable. En 1900 el Congreso de la Nación
Argentina convirtió a una parte de ese ámbito apenas explorado en el siglo XIX en Territorio
Nacional, razón por la cual fue indispensable organizar misiones que hicieran un
reconocimiento. También se levantaron algunos censos de la población y se mensuraron los
recursos naturales disponibles. Al conjunto de esas obras se las puede dividir en tres grupos,
según los objetivos del viaje, los antecedentes del viajero y las características de las obras que
dan cuenta de aquél viaje.
El primer grupo está conformado por los informes de Oscar Doering, Eduardo Holmberg (h) y
Daniel Cerri, los primeros en tener la misión oficial de reconocer el nuevo territorio,
obteniendo información que permitiera definir su organización administrativa, determinar el

1
Bertrand 1885; San Román 1896; también Darapsky 1899.
2
Brackebusch 1883 y 1891; Becerra 1887.
3
Espinoza 1890, 1897 y 1903.
4
Varela 1899; Maldones 1899; Montes de Oca 1898. Para unos años después se cuenta con un extenso informe
de la Oficina de Límites Internacionales (1908).

— 39 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

lugar para el asentamiento de las autoridades nacionales y evaluar sus riquezas materiales1.
Las imágenes que estas personas construyeron sobre la región rayan entre la desilusión y el
espanto, por el paisaje que descubren: poblaciones escasas y dispersas, bajas posibilidades de
desarrollo agroganadero según los patrones pampeanos, con un potencial que se veía centrado
exclusivamente en la minería.
El mayor interés de las autoridades nacionales hacia este territorio estuvo puesto en la
minería, razón por la cual se realizaron diferentes empresas de reconocimiento del estado y
potencialidades de la actividad. De ello resultaron los informes de Reichert, Caplain, Barnabé
y, años más tarde, Catalano, que conforman el segundo grupo de viajeros 2. El principal
objetivo de estos técnicos era el estudio de las riquezas mineras de la región, con especial
énfasis en el borato. Cada uno generó conocimiento empírico sobre los yacimientos, las
instalaciones, los recursos disponibles para su explotación y la mano de obra. Casi todas las
narraciones sobre el Territorio de Los Andes hacen referencia a los boratos, un mineral
abundante en la región. También se produjeron algunos informes centrados en el estudio de la
riqueza de la fauna silvestre, entre los que se destacan el trabajo de Augusto3.
Finalmente, se puede mencionar a un tercer grupo dentro de la literatura de viajeros, que está
compuesto por las obras de Juan Ambrosetti, Eric Boman, Eric von Rosen, Franz Kühn, Hans
Seckt, Isahia Bowman y Alberto Castellanos4. Los textos de estos científicos se presentan,
cada uno a su tiempo, organizados como relato de viaje, en el cual se presentan conclusiones
realizadas a partir de las observaciones en el terreno o la discusión con otros autores. Boman
estudió la arqueología de la región, pero también incluyó observaciones geográficas y
etnográficas. Los demás se proponían hacer un estudio fisiográfico del territorio e incluyen en
sus obras comentarios sobre las prácticas económicas y culturales de la población del
Territorio de Los Andes. Otras descripciones de la región fueron realizadas por Juan Carlos
Dávalos, Pastor López Aranda y por Simeón Vicente de Fernández y Anastasia A. de Vicente
de Fernández5.
De esta manera, estos viajeros, procedentes en su mayoría de países europeos o de la región
pampeana, contribuyeron a la construcción de un imaginario sobre el paisaje y la población
del Territorio de Los Andes, además de producir abundante información sobre diferentes
aspectos. Este conjunto bibliográfico será analizado con detenimiento en el capítulo cuarto, y
será recuperado permanentemente en las diferentes cuestiones que aborda esta tesis.
El Territorio de Los Andes en la literatura de divulgación. Para las primeras décadas del
siglo XX también existen algunas referencias sobre el Territorio de Los Andes en literatura
científica y de divulgación. Hasta la década de 1940 tanto manuales escolares como textos
orientados a un público general solían dividir la descripción de la Argentina en una parte
general y luego una recorrida por el país a través de las provincias y Territorios Nacionales
por lo cual, inevitablemente, incluían al Territorio de Los Andes. Esos libros tuvieron como
principal fuente de información las descripciones realizadas por los primeros viajeros. La obra
más consultada (porque lo citaban o porque se pueden reconocer sus frases) era la de Eduardo
Holmberg hijo. Extensas descripciones de Los Andes se encuentran en las obras de Carlos
Urien y Ezio Colombo, Blasco Ibáñez, Manuel Chueco e Isidoro Ruiz Moreno6. Los

1
Doering 1900; Holmberg 1900; y, Cerri 1903.
2
Reichert 1907; Caplain 1912; Barnabé 1915; y, Catalano 1930.
3
Huber 1905.
4
Ambrosetti 1905; Boman 1908; Kühn 1910; Seckt 1912; von Rosen; 1916; Castellanos 1928; y, Bowman 1924.
5
Dávalos 1928 y 1930; López Aranda 1937; y, Fernández y A. de Fernández 1942.
6
Urien y Colombo 1905; Blasco Ibáñez 1910; Chueco 1910a y 1910b; y Ruiz Moreno 1916.

— 40 —
Introducción General

geógrafos Pierre Denis, Franz Kühn e Isahia Bowman también incluyeron extensas
descripciones del Territorio de Los Andes como parte diferenciada de la Puna1.
El Territorio de Los Andes en informes técnicos del Estado. Para los viajeros, las riquezas
del Territorio de Los Andes eran fundamentalmente dos: los boratos y las vicuñas y
chinchillas. Los primeros informes, elaborados por Daniel Cerri y Eduardo Holmberg (h)
fueron fundamentales para definir las acciones del Ministerio de Agricultura hacia el
territorio. Durante la primera década de existencia del Territorio de Los Andes, viajaron
especialistas en animales peleteros, entre ellos Augusto Huber que ya se mencionó, y
Clemente Onelli del zoológico de Buenos Aires. En el Boletín del Ministerio de Agricultura y
en los Anales de la Sociedad Rural Argentina se publicaron algunos artículos breves donde se
da cuenta de los principales recursos de la fauna silvestre existentes en la región: la vicuña y
la chinchilla2. No sólo estos técnicos, sino también la mayoría de los viajeros hacen referencia
a la existencia y a la forma de utilización de este recurso. Este tema será analizado en detalle
en los capítulos tercero y cuarto.
Donde se produjo mayor información sobre el Territorio de Los Andes fue en el ámbito del
área de minería del Ministerio de Agricultura. Además de los informes elaborados por
Reichert, Caplain, Barnabé y Catalano antes mencionados, se pueden indicar los trabajos de
Enrique Hermitte y otros especialistas en temas mineros, quienes realizaron reseñas sobre las
potencialidades y limitaciones de la explotación de boratos y otros minerales en ese
territorio3. Un trabajo interesante sobre el sector minero en Argentina es el de Luis Sommi,
quien propone algunas explicaciones de las dificultades que enfrentaba la explotación boratera
de la Puna4. Más recientemente, Ricardo Alonso ha realizado un trabajo sistemático de
investigación sobre los boratos de la Puna en particular y sobre la minería del noroeste
argentino en general5. Este tema también se desarrollará en el capítulo sexto.
El Territorio de Los Andes según los historiadores salteños y catamarqueños. Tanto Salta
como Catamarca reclamaron derechos sobre la ―Puna de Atacama‖ desde el momento en que
esta región se anexó al territorio argentino. Concomitantemente, algunos historiadores
elaboraron argumentaciones históricas que justificaban esos derechos que la provincia
reclamaba. En el caso de Salta se trata de Atilio Cornejo y en el de Catamarca de Sánchez
Oviedo6. Algunos historiadores contemporáneos mantuvieron esa línea de argumentación 7. El
El desarrollo de esta historiografía alegatoria será profundizado en el capítulo final.
Estadísticas del Territorio de Los Andes. Entre 1900 y 1943, Los Andes constituyó una
unidad de agregación de información de primer orden8. Por eso, todos los levantamientos
hechos en el período incluyen inevitablemente a dicha gobernación. El primer recuento de
población fue realizado por Daniel Cerri, primer gobernador, durante su gira por el territorio
en 1900. Otros dos recuentos se hicieron en 1901 y en 19039. Además de esos censos
específicos, en el período de realizaron el Censo General de Población de 1914, y los censos

1
Denis 1920; Kühn 1922; y, Bowman 1924.
2
Holmberg 1901 y 1902b; Huber 1905; Autran 1906 y 1907.
3
Hermitte 1945; Hermitte y Montes de Oca 1911; Sgrosso 1943.
4
Sommi 1959.
5
Alonso 1998; véase también: Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004; y, Alonso 2004.
6
Cornejo 1938a y 1938b; y, Sánchez Oviedo 1942.
7
Colmenares 1967; Figueroa 1977; Garrido 1985 y 1999; Colmenares, Garrido y Pérez 1998; Brizuela del Moral
1997.
8
Sobre la noción de órdenes territoriales, se consultó Vapñarsky 1998 y 2004.
9
Carrasco 1901.

— 41 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de Territorios Nacionales de 1905, 1912 y 1920. El análisis de la información censal sobre la


población del Territorio de Los Andes será analizado en el capítulo quinto.
Además de los censos de población, se practicaron en el Territorio de Los Andes dos censos
agropecuarios, en 1908 y en 1937. Además de estos, existen otras fuentes censales que
permiten un estudio de la evolución de sus existencias ganaderas, aunque la información
sobre los camélidos ofrece algunas limitaciones, como se analizará en el capítulo sexto. Otras
fuentes estadísticas disponibles son, entre otros, el Censo Educativo de 1947, el cual contiene
información relevada en 1943, y el Censo Industrial de 1909. Cabe mencionar, finalmente, las
estadísticas mineras, las cuales permiten reconstruir el proceso de explotación del principal
recurso, el borato. Las estadísticas mineras eran publicadas por la Dirección General de
Minas, Geología e Hidrología, y recorren el período 1909 a 1944. La información censal se
utilizará en los capítulos quinto y sexto.
El Territorio de Los Andes y el ferrocarril Huaytiquina. La obra de infraestructura que
generó un importante número de publicaciones fue el ferrocarril que unió a las ciudades de
Salta (Argentina) y Antofagasta (Chile), el cual atravesó al Territorio de Los Andes. Este
ferrocarril, también conocido como Huaytiquina, llegó a San Antonio de los Cobres en 1929.
La inauguración del tramo completo, por el Paso de Socompa, se inauguró en 1948, cinco
años después de que el territorio fuera dividido. Son numerosos los trabajos que acompañaron
el avance de las obras del ferrocarril. Entre ellos se encuentra los de Arturo Torino, Manuel
Alvarado, Luciano Catalano y del Comité Pro-ferrocarril al Pacífico1. Muchos de ellos
incluyen consideraciones sobre el Territorio de Los Andes.
Desde entonces, el ―ferrocarril Huaytiquina‖ se transformó en uno de los íconos
característicos del paisaje y el turismo de la provincia de Salta. Las referencias al mismo
suelen resaltar la proeza tecnológica y el valor como obra de ingeniería, y sólo en algunos
casos se analizan los efectos territoriales generados desde la llegada de esta oferta de
transporte a la región. En esta línea se encuentran los trabajos, contemporáneos, de Federico
Kirbus, Milenco Juan Jurcich y Moisés Costello2. Otros trabajo, como los de María Figari,
centran su atención en el desarrollo de la política ferroviaria yrigoyenista, dentro de la cual
este ferrocarril es un elemento emblemático3. Esta y otras fuentes bibliográficas serán
revisadas en el capítulo sexto.
El Territorio de Los Andes en la bibliografía política y jurídica. Probablemente los textos
jurídicos, o que se ocupan de analizar la conformación institucional de los Territorios
Nacionales, es la que ha aproximado a la mayoría de los investigadores contemporáneos al
caso de Los Andes4. Sin embargo, esta literatura sólo presenta las leyes de creación y el
decreto de disolución del Territorio de Los Andes y alguna otra referencia aislada.
Gestión de la Gobernación de Los Andes. Como los demás Territorios Nacionales, Los
Andes generó memorias anuales, algunas de las cuales fueron publicadas en las Memorias del
Ministerio del Interior. Otras, fueron publicadas por sus autores, como la memoria descriptiva
del primer gobernador, Daniel Cerri, ampliamente difundida y conocida, gracias a una
reedición realizada por la editorial de la Universidad Nacional de Jujuy. Otro gobernador que
publicó una memoria anual es Carlos Outes5. Además de las Memorias propias de la

1
Torino 1905; Catalano 1929; Alvarado 1922; y, Comité Pro-ferrocarril al Pacífico 1934.
2
Kirbus 1987 y 1993; Jurcich 1996 y Costello 1996.
3
Figari 1987; Figari y Ledesma 1987; y, también, Tomeo 1972.
4
Entre otros se puede mencionar los trabajos de Reyna 1910; Linares Quintana 1933; Lenzi 1939; Gadano 1945.

5
Outes 1924.

— 42 —
Introducción General

gobernación, existen fuentes oficiales que han incluido referencias sobre la Gobernación de
Los Andes, en particular el Ministerio del Interior, a través de sus Memorias anuales. Además
de esas fuentes, se cuenta con un repositorio documental en el Archivo General de la Nación,
que consistente en correspondencia enviada (libros copiadores) y correspondencia recibida
por los gobernadores, que ha sido revisado y sistematizado. Este material será recuperado en
diferentes capítulos de la tesis, especialmente en el capítulo tres.

Después del Territorio de Los Andes


En 1943 se decretó la división del Territorio de Los Andes, dejando de ser una de las tantas
unidades administrativas que componían el mapa político argentino. Esto ocurrió tanto para la
administración pública como para los estudios de la geografía nacional. Desde entonces los
trabajos centrados en la minería de los boratos o en el ferrocarril Huaytiquina, hacen
referencia al ―ex-Territorio de Los Andes‖.
El número de trabajos disponibles desde entonces hasta la década de 1980 son escasos. El
primero de ellos fue publicado en la revista de Geografía Americana en 1943, dando cuenta
de su división1. En la década de 1970 y en la de 1980 fueron publicados algunos artículos en
la revista Todo es Historia o en publicaciones de la Academia Nacional de Historia, varios de
ellos vinculados con el ferrocarril Huaytiquina, donde aparecen vagas alusiones al Territorio
de Los Andes2. En 1974 Alfredo Bolsi y Ramón Gutiérrez publicaron una descripción de
Susques y en 1988 Bolsi publicó otro breve trabajo sobre la Puna en general, con algunas
referencias a Susques3. Los gobiernos provinciales realizaron algunos informes de los nuevos
departamentos anexados a su territorio luego de la disolución de Los Andes, pero no son
abundantes4. También pueden encontrarse algunos comentarios sobre Antofagasta de la
Sierra, San Antonio de los Cobres o Susques en libros de historia y/o geografía provincial de
Catamarca, Salta o Jujuy5. De todas formas, este período está marcado por el creciente olvido
del Territorio de Los Andes.
En el cuerpo de documentación y bibliografía considerado, el incremento notable de trabajos
sobre el Territorio de Los Andes y sobre la ―Puna de Atacama‖ se inicia a fines de la década
de 1980, cuando se renueva el interés por estas entidades geohistóricas, en el contexto de tres
terrenos de estudio.
El primero es el de los Territorios Nacionales. Diferentes estudios en la Patagonia y en el
Chaco están revisando la forma en que esos territorios fueron incorporados a la Argentina.
Este proceso se habría dado por lo menos en tres planos. En un plano simbólico a través de la
construcción de la metáfora del desierto, es decir un ―espacio vacío de civilización‖ que debía
ocuparse. Como sugiere Héctor Trinchero, los Territorios Nacionales (que representaban
cerca de la mitad de la superficie del territorio argentino durante la primera mitad del siglo
XX) eran el significante de un proyecto a construir y, por ende, a imaginar por las fracciones
hegemónicas de la sociedad que diseñaron el modelo de dominación y valorización del
territorio argentino6. Esto remite al segundo plano, el económico, en la medida que esos

1
Ricossa 1943.
2
Aceñolaza 1971 y 1972; Tomeo 1972; Crisorio 1983; Hume 1985; Figari 1987; Figari y Ledesma 1987.
3
Bolsi y Gutiérrez 1974; Bolsi 1988.
4
Bazán 1947; Provincia de Salta, Dirección General de Investigaciones Económicas y Sociales 1948; también
Miranda 2002.
5
Por ejemplo Saravia 1960.
6
Trinchero 2000:34-35.

— 43 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

territorios, una vez conquistados, fueron destinados a la reproducción de mano de obra


(especialmente los territorios del norte, Chaco y Formosa) o la obtención de nuevas tierras
para la producción agropecuaria (especialmente el Territorio de Pampa y los territorios
patagónicos). El tercer plano es el político, y allí se discute de qué manera se incorporó a los
habitantes de los Territorios Nacionales como ciudadanos de derechos plenos 1. El debate
sobre el lugar de los Territorios Nacionales en la historia política y económica del país
actualmente se desarrolla en numerosas mesas y simposios organizados en diferentes jornadas
y congresos. Algo para destacar es que el Territorio de Los Andes aún tiene una participación
marginal en este debate y poco se sabe de él.
El segundo de los terrenos de estudio a los que se hacía referencia, es aquel que está revisando
la literatura de viajeros, centrando la mirada en las imágenes que esa literatura ha construido
sobre diferentes regiones y lugares del país, tanto en las descripciones etnográficas como en
las geográficas, y las formas en que operaron esas imágenes. En el caso del Territorio de Los
Andes, esta literatura es la que más se ha revisado, especialmente en los estudios
antropológicos y arqueológicos2. En alguna medida, esto fue facilitado por la reimpresión que
hizo la editorial de la Universidad de Jujuy de numerosas obras, entre las que se encuentran
las de Boman, Cerri, Holmberg y von Rosen. Una oportunidad para analizar esta literatura fue
las jornadas realizadas en la Universidad Nacional de Jujuy ―Un país más allá de las nubes. A
cien años de la expedición de Erland Nordenskiöld‖, en 20013.
El tercer campo de estudios podría definirse como ―redefinición de las fronteras‖. En este
caso el centro de interés son las movilidades transfronterizas y el intercambio entre
poblaciones ubicadas a uno y otro lado de la cordillera. En este caso, las referencias apuntan
unas veces al ―Territorio de Los Andes‖ y otras a la ―Puna de Atacama‖ 4.

1
Favaro y Arias Bucciarelli 1995; Favaro 1996; Leoni 2001; Bandieri 2003.
2
Por ejemplo Haber 1997; Göbel 2002a; Lehnert Santander 1996; Pizarro y Moreno 2003.
3
Buena parte de los trabajos presentados en esas jornadas fueron reunidos en el Número 3 de la revista Pacarina,
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy.
4
Karasik 2003a; Michel, Pérez y Savíc 2000; Conti 2003 entre otros.

— 44 —
Introducción General

Consideraciones finales
La principal dificultad al inicio de la investigación era la ausencia de reconstrucciones
históricas del Territorio de Los Andes. No existía siquiera un historia política basada en
crónica de gobernadores o en acontecimientos políticos significativos. Pero la ausencia de una
historia de esta entidad geohistórica no se debía a la inexistencia de fuentes documentales y
bibliográficas. El material existe, y está convenientemente preservado en diferentes
repositorios del país y el extranjero.
Pero sería incorrecto decir que nada se había hecho hasta ahora. Como ya se señaló, existían
trabajos que tomaban porciones de esa entidad geohistórica y que fueron de un gran provecho
para esta investigación, en la medida que diferentes aspectos o lugares ya estaban
considerablemente estudiados. En primer lugar se puede mencionar un trabajo pionero de
Viviana Conti, quien estudió la conformación de las redes de circulación mercantil que
atravesaban la cordillera de los Andes, y que unían al norte argentino con el norte chileno 1. En
este trabajo Conti proporciona una buena introducción a la historia y la geografía de los
―Andes Centromeridionales‖. En segundo lugar se quiere destacar otro trabajo pionero de
Fanny Delgado y Bárbara Göbel. Centrado en el sector septentrional de la ―Puna de Atacama‖,
este artículo se propone delinear los cambios de pertenencia estatal e intraestatal que ha tenido la
aglomeración de Susques y aledaños, a lo largo de su historia, comenzando con los primeros
registros del siglo XVI, hasta la actualidad2. Otro trabajo importante sobre la región fue
elaborado por Azucena del Valle Michel y Elizabeth Savíc. Avanzando hacia el sur de la
―Puna de Atacama‖, en la porción que se incorporó a Salta, el estudio se remonta al período
colonial y llega hasta la actualidad. Su trabajo introduce el tema del interés de Salta sobre el
Territorio de Los Andes3. En tercer lugar se quiere destacar la labor de Silvia García y Diana
Rolandi, quienes han focalizado su investigación en Antofagasta de la Sierra, la porción
meridional del ex-Territorio de Los Andes4. Finalmente se quiere subrayar la producción de
Gabriela Karasik, quien analizó los cambios producidos en la frontera ―atacameña‖ a lo largo
del siglo XX dentro del imaginario jujeño, poniendo la mirada en las tensiones generadas por
la incorporación de la franja septentrional de la frontera argentino-chilena5.
Estos y otros trabajos de estas autoras, y de otros autores y autoras producidos en la última
década, han contribuido al surgimiento de un área que podría etiquetarse como ―estudios
sobre la Puna de Atacama‖. Esta área de estudios centra su interés en los procesos de
construcción regional en la porción norte de la frontera argentino-chilena. La disputa entre la
Argentina y Chile, en el proceso de formación de esa frontera, tuvo como resultado el
surgimiento de un ámbito conocido como ―Puna de Atacama‖. Los rastros de esa región
llegan hasta nuestros días.
Pero dentro de esta área de estudios, una especie de puzzle, donde faltaba una pieza
fundamental: el Territorio de Los Andes. No existía hasta hoy una investigación centrada
exclusivamente en el período de existencia de esta entidad geohistórica y que la abordara,
simultáneamente, en diferentes planos de análisis. Esta investigación, entonces, se propone

1
Conti 2003. Fue publicado, originalmente, en el año 1993.
2
Delgado y Göbel 2003. Fue publicado, originalmente, en el año 1995.
3
Michel y Savíc 2003.
4
García y Rolandi 2003. Fue publicado, originalmente, en el año 2000.
5
Karasik 2003.

— 45 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

dibujar esta pieza del gran rompecabezas regional cuyo armado aquí no se completa, pero
que, con seguridad, desde ahora comenzará a tener mayor visibilidad.

— 46 —
Capítulo primero

Por una nueva geografía


histórica

Exploraciones conceptuales en
el contexto de la geografía y la
historia contemporánea
— 48 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

… toda tarefa pion eira ex ige do seu au tor u m esforço enorme para perder a memória, porque o novo é o ainda não
feito ou codificado. O novo é de certa forma, o desconhecido e só poder ser conceitualizado com imaginação e não
com certezas. Por isso não devemos ter medo de apresentar como resultado do nosso esforço aquilo q é mais
importante para fazer participar a outros da nossa busca, aquilo a que chamaríamos de pré-idéias. A idéia, tal
como se transmite, é já uma codificação, o aprisionamento do concito por uma linguagem, enquanto que a pré-idéia
é a idéia em vias de criar-se, de tal forma que sua exposição insere o leitor no próprio processo de sua produção.
Milton Santos, Por uma geografia nova, Hucitec, São Paulo, 1978, pág. 8.

Presentación del capítulo


La literatura teórica en geografía normalmente se ocupa, por separado, de la genealogía de las
categorías ―territorio‖ y ―región‖. Algunos ejemplos. En el libro Teoría y práctica de la
geografía, que coordinó Aurora García Ballesteros en 1986, se destinó un capítulo a ―Paisaje
y región… ‖ y otro a ―Geografía y ordenación territorial‖ 1. Milton Santos, en su clásico
Metamorfoses do espaço habitado de 1988, desarrolló en el capítulo cuatro, titulado
―Categorias tradicionais, categorias atuais‖, su visión sobre la región y dejó para el capítulo
seis ―Configuração territorial e espaço‖ 2. El libro Temas y conceptos, un excelente estado de
la cuestión sobre desarrollos teóricos en geografía, y que fuera publicado en 1995, por
ejemplo, incluyó un artículo para ―espacio‖, uno para ―región‖, otro para ―territorio‖ y otro
para ―redes‖ 3. Nunca hay un capítulo ―territorio y región‖. El geógrafo Anssi Paasi con
sugerentes reflexiones sobre la cuestión regional, es otro ejemplo, escribió el capítulo
―Territory‖ de la obra A companion to political geography, y en ningún momento se refiere
en él a la noción de región4.
En la geografía tradicional, al menos en la Argentina, el territorio estaba asociado con el
ámbito estatal nacional o provincial. La región, en cambio, solía vincularse a un recorte
diferente que el del Estado nacional, siempre menor e interior, con límites diferentes a los
provinciales. Asimismo, mientras que ―territorio‖ aparecía más claramente en los estudios de
geografía política, ―región‖ solía estar despolitizada y aparecía en los estudios ambientales,
demográficos o económicos. En ese sentido, los territorios eran pensados como espacios de
dominación y las regiones como espacios de denominación5.
El objetivo principal de este capítulo es presentar el enfoque que sustenta esta tesis, como así
también las dos principales vertientes que alimentaron dicho enfoque. La necesidad de revisar
algunas propuestas clásicas, generalmente sesgadas por el nacionalismo territorial, cuando no
militantes, surgió al advertir que en la bibliografía contemporánea sobre estudios regionales,
algunas de las ideas más tradicionales que se piensan están perimidas, siguen operando
incluso en propuestas renovadoras. Por ese motivo, una parte de este capítulo se destinará a
revisar las formas en que las nociones ―región‖ y ―territorio‖ fueron empleadas en el ámbito
de la geografía, en el contexto más amplio de las ciencias sociales. Asimismo, proponer una
alternativa operativa para el uso de estos conceptos.

1
García Ballesteros 1986.
2
Santos 1988.
3
Elias de Castro, da Costa Gomes y Lobato Corrêa 1995.
4
Sobre la cuestión regional, entre otros, Paasi 1986 y 2002. Sobre territorio, Paasi 2003a.
5
Esta distinción se propone en: Quintero 1995.

— 49 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Otro segmento del capítulo estará destinado a presentar las dos principales vertientes sobre las
que se apoyó la investigación. Como surge del título de esta tesis, aquí se expondrá una
―geografía histórica del Territorio de Los Andes‖. En la Argentina no existe una tradición de
estudios en geografía histórica, aunque sí puede advertirse una mayor preocupación de los
estudios geográficos actuales por recuperar permanentemente la dimensión histórica en los
procesos analizados. El rótulo ―geografía histórica‖, como tal, tuvo mayor desarrollo en el
ámbito anglosajón y algunos geógrafos argentinos procuraron importarlo, con magros
resultados. Por esto se considera que es necesario construir una ―nueva geografía histórica‖ o
―geohistoria‖, como también se suele denominar a esta línea de estudios. Para ello fueron de
gran utilidad los aportes de la ―historia regional‖ y de las nuevas ―geografía regional‖ y
―geografía política‖.
Asimismo, esta tesis se propone como un aporte al área de estudios sobre fronteras,
relativamente nueva, y aún en cierne. En esta área confluyen diferentes enfoques y tradiciones
disciplinares, como se presentará oportunamente, donde puede advertirse cierta comunidad de
ideas y preocupaciones que el autor de esta tesis comparte. Asimismo, estas ideas y
preocupaciones, en gran medida, son compartidas por quienes hacen historia regional y
también por quienes están renovando el quehacer en ―geografía política‖ y ―geografía
regional‖.
Se considera que una investigación en geografía histórica no sólo debe prestar atención a los
procesos materiales de transformación espacial en un determinado período. Una investigación
en geografía histórica también debe contemplar las formas en que esas transformaciones
fueron pensadas por la red de actores que participaron en ese proceso de construcción, como
así también por parte de aquellos que, en etapas posteriores (inclusive en el presente)
interpretaron y reinterpretaron ese proceso social ocurrido en el pasado. Nuevas
clasificaciones regionales, por ejemplo, muchas veces llevan a olvidar el lugar que ocupaba
una determinada entidad en un contexto histórico diferente o a naturalizar las divisiones
regionales y territoriales del presente. En la medida que la investigación puso en cuestión la
forma en que se suele pensar a la Puna como región, en general, y la ―Puna de Atacama‖ en
particular; y que, además, estudió el proceso de construcción institucional, simbólica y
funcional de un ámbito que se suele considerar como un ―territorio‖, el Territorio de Los
Andes, surgió el siguiente interrogante: ¿cómo pueden ser utilizados ―territorio‖ y ―región‖ en
una investigación geohistórica? ¿Pueden recuperarse conjuntamente ambos términos para
proponer categorías operativas? ¿Qué implicancias tiene la utilización de una u otra
categoría? En este capítulo se elaborará una propuesta conceptual de ―territorio‖ y ―región‖,
como categorías operativas que remitirán a otra genérica, abstracta, que es ―espacio‖ o, más
precisamente, ―espacio social‖.
Antes de revisar el debate sobre las categorías de región y territorio, este capítulo abordará la
categoría frontera. Se trató, en realidad, de la primera categoría que el curso de la
investigación exigió revisar profundamente. La tan notable como lamentable ausencia de
reflexión en el campo de la geografía argentina sobre las fronteras, contrastan con la prolífica
literatura sobre el tema, en los estudios históricos y antropológicos. Pero se consideró que una
nueva conceptualización de frontera exige, inevitablemente, de la revisión previa de otros dos
conceptos clave, los de región y territorio. En la medida que esta investigación se inscribe en
la tradición de estudios geográficos, se consideró conveniente revisar brevemente las formas
en que los enfoques más tradicionales utilizaron las tres categorías de análisis apuntadas, y
cómo fueron o no contestadas por propuestas que procuraron una renovación disciplinar.
El análisis que aquí se realizará no pretende ser un compendio de ―todo lo que se dijo‖, sino
de algunos de los más importantes aportes, en la medida que fueron provechosos para esta
investigación. Es preciso aclarar que, en general, los aportes recuperados tienen cinco
orígenes: uno es el mundo angloparlante, e incluye aportes de geógrafos e historiadores
estadounidenses, ingleses, escandinavos e israelíes; otro es el ámbito francófono, y recupera
— 50 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

aportes de geógrafos e historiadores franceses y suizo-franceses; en tercer lugar, los aportes


de geógrafos, historiadores y antropólogos hispano parlantes, fundamentalmente de España,
Argentina y México; finalmente, el último grupo proviene de la geografía de Brasil.
Esta revisión bibliográfica se realizó a lo largo de la investigación y fue surgiendo de la
necesidad de dar respuestas teóricas a los interrogantes que fueron imponiendo las sucesivas
redefiniciones del objeto. Esta investigación, es cierto, no se agota en estas tres categorías. Sin
embargo, se consideró que la falta de un abordaje teórico sistemático de otras categorías no se
transformaría en un obstáculo al análisis del caso propuesto.
La materia de este capítulo permitirá dar respuestas, en los capítulos siguientes, a
interrogantes a primera vista sencillos, pero que se irán revelando nodales para la
interpretación propuesta: el Territorio de Los Andes ¿fue un territorio o una región?, ¿estuvo
atravesado por una frontera o en realidad fue una región de frontera? Pues entonces,
operativamente, ¿cómo se definirán región, territorio y frontera?
Este capítulo se iniciará con una presentación del ―área de estudios sobre fronteras‖ en
Argentina, que claramente no se circunscribe a las fronteras nacionales, en la medida que
todos los investigadores mantienen intensos diálogos con cientistas de Latinoamérica,
Norteamérica y Europa. En segundo lugar, se presentarán, a modo de genealogías, las
concepciones que predominaron en la conceptualización de ―región‖ y ―territorio‖ a lo largo
del siglo XX. La siguiente sección estará destinada a revisar algunas líneas dominantes en la
tradición geográfica argentina. En la cuarta sección, finalmente, se presentará la propuesta
teórico-metodológica que sostiene esta tesis.

— 51 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 52 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

En la frontera. Realidades añejas, miradas


nuevas
En la actualidad se puede advertir un renovado interés en las ciencias sociales por los estudios
sobre fronteras. En la Argentina esta categoría ha sido considerablemente revisada durante los
últimos cinco años. La bibliografía disponible es abundante y variada, con diferentes niveles
de profundidad, incluyendo artículos en revistas, capítulos de compilaciones o tesis
doctorales. El objetivo de esta sección es revisar una parte de los trabajos que, en conjunto,
conforma el ―área de estudios sobre fronteras‖. En general esas investigaciones procuraron
reconstruir diferentes procesos socioculturales que han ocurrido y/o están ocurriendo en las
fronteras. El interés de muchos se vincula con la redefinición de las relaciones entre el poder
central y los poderes ubicados en las fronteras del territorio nacional. El de otros, en cambio,
con el descubrimiento de que las fronteras han tenido o tienen una función en la dinámica
local diferente de como se pensaba o que directamente nunca había sido formulado como
cuestión. Otros, finalmente, procuran revisar las ideas de ―desierto‖ y ―conquista del
desierto‖, presentes en las ciencias sociales argentina por décadas.
Pero este interés no es exclusivo de los cientistas argentinos. El avance en el proceso de
integración regional europeo, el fin de la Guerra Fría y la creación de nuevos Estados en los
territorios de la ex-URSS y los conflictos territoriales en Medio Oriente, son algunas de las
claves para entender la renovada preocupación por las fronteras que se está dando en los
campos de la Historia, la Geografía y la Antropología en el ámbito europeo 1. La frontera entre
Estados Unidos y México también se ha transformado en un caso para numerosas
interpretaciones, por la relevancia que alcanzaron actualmente las relaciones entre ambas
naciones2. En el caso del Cono Sur el contexto de transición, en las últimas décadas, desde un
clima de mutua desconfianza entre los Estados, hacia uno de integración económica,
emblematizado por el MERCOSUR, se ha constituido en un estímulo para la revisión de la
mirada sobre las fronteras3.
En el caso argentino, en varias de las provincias que utilizan su posición fronteriza como
instrumento de negociaciones con el Estado nacional, como Jujuy, Formosa o Misiones, la
construcción de puentes sobre ríos o de pasos cordilleranos, la prolongación de vía férreas o la
rectificación de cursos de agua, el ordenamiento del tránsito entre ciudades gemelas o el
mejoramiento de rutas internacionales, entre otros emprendimientos, se fueron convirtiendo
en los tópicos que sustentan discursos retóricos sobre el progreso económico para esas
provincias. En la provincia de Jujuy, por ejemplo, la apertura del Paso de Jama y de un tramo
de un corredor bioceánico que atraviesa al territorio provincial, para permitir la conexión
física entre Argentina y Chile, ha convocado en la última década y media a cuatro presidentes
argentinos a ―cortar cintas de inauguración‖ y/o a renovar las promesas de pronta conclusión
de las tareas, las cuales aún siguen inconclusas4. Hasta entonces, la cordillera era vista como
una barrera a la circulación. Desde entonces, frases como ―Jujuy tiene salida‖ o ―Jama la
puerta abierta al Pacífico‖, en alusión al acceso directo a los puertos del Pacífico a través de la

1
Newman y Paasi 1998; Zusman 2000; Valero Martínez 2002.
2
Un ejemplo lo ofrece el libro compilado por Michaelsen y Johnson (1997).
3
Véase por ejemplo: Marques Strohaecker, Damiani, Otero Schäffer, Blauth y Saad Dutra 1998.
4
Los presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner fueron a Jujuy a
lanzar o relanzar obras de pavimentación del Paso de Jama y de las rutas que conforman el corredor bioceánico.

— 53 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Cordillera de los Andes, se han vuelto slogan de campañas proselitistas o de carteles ubicados
en algunos de los accesos a la provincia, aún cuando la apertura de dicha ―puerta‖ no se ha
asociado clara y directamente a un proyecto productivo provincial o regional.
A partir de las acciones orientadas a mejorar la integración física entre los países del Cono
Sur y de los discursos pronunciados en torno a esas obras, es que se han producido, en el
ámbito académico, varios de los estudios antes mencionados. Diferentes lugares y regiones de
frontera, o circuitos comerciales transfronterizos se han transformado en objeto de estudio de
cientistas provenientes de la Historia, la Antropología y la Geografía, entre otras disciplinas,
conformando progresivamente un área de estudios sobre fronteras.
En este conjunto de estudios se advierte, en términos generales, un esfuerzo por trabajar con
diferentes escalas espaciales y temporales; por confrontar con la mirada geopolítica y
nacionalista tradicional sobre las fronteras; por flexibilizar el concepto de región, procurando
que la existencia de límites internacionales no condicione la construcción conceptual; por
realizar pormenorizados trabajos etnográficos que en muchos casos se complementan con el
análisis sistemático de documentos de archivo; y, finalmente, historizar el proceso de
configuración de las fronteras.
Ahora bien, ¿Cuál sería la especificidad de este conjunto de estudios? ¿Constituye un campo
temático que se pueda diferenciar claramente? ¿Da lo mismo hablar de ―estudios fronterizos‖
que de ―estudios sobre fronteras‖? ¿Abarca el estudio de todas las áreas de fronteras por
igual? ¿Cómo se compone el temario de estos estudios? ¿Los estudios sobre fronteras son
diferentes de los estudios regionales? A la vez, ¿son diferentes de los estudios nacionales? O,
¿son necesariamente estudios locales? Finalmente, ¿Se están construyendo teorías propias o
formas más sofisticadas de aproximación a los casos de estudio? En otros términos, ¿se
avanzó del estudio de casos a la reflexión teórica sobre la frontera? A continuación se
intentará dar respuesta a estos interrogantes.

Emergencia de un área de estudios sobre fronteras


En la bibliografía consultada se suelen utilizar las expresiones ―estudios sobre fronteras‖,
―estudios de frontera‖, ―estudios fronterizos‖, entre otros1. Aquí se hará referencia al ―área de
estudios sobre fronteras‖. Se trata de un área de estudios interdisciplinaria, en la cual
confluyen aportes que provienen de tradiciones disciplinarias como la historia regional e
historia económica2; los estudios de las relaciones interétnicas3; la historia y la geografía de
las relaciones internacionales4; la geografía histórica5; la historia colonial6 o la etnohistoria7;
el análisis literario8 o los estudios folklóricos9.

1
―E stud io s d e las fro nteras‖ (H evilla 1 9 9 9 :2 ); trab ajo s d ed icad o s a la ―histo ria regio nal‖ y a las ―fro nteras‖
(A reces 1 9 9 9 ); ―E stud io d e las fro nteras‖ (G rim so n 2 0 0 0 :2 3 ); ―lo s estud io s fro nterizo s‖ (G rim so n 2 0 0 3 a:2 5);
―lo s estud io s so b re las fro nteras‖ (G rim so n 2 0 0 3 b :15 ); ―auto res q ue exam inaro n la cuestió n d e la fro ntera‖
(Lacoste, P. 2003:11).
2
Areces 1999; Bandieri 2000 y 2001b; Conti 2003. Buena parte de la producción de Viviana Conti podría ser
incluida en este grupo.
3
Trinchero 2000; Escolar 2000 y 2001; Grimson 2000c y 2003; Karasik 2000 y 2003.
4
Laurín y Martínez 1997; Laurín 1998 y 2002; Lacoste, P. 2003.
5
Reboratti 1999; Zusman 2000; Benedetti y Argañaraz 2003.
6
Gascón 2001 y 2003b.
7
Zanolli 1999 y 2000.
8
Cebrelli 2003.
9
Losada 2000.

— 54 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

A pesar de la aparente riqueza en los estudios sobre fronteras por los variados aportes
disciplinares, es difícil hablar de estudios transdisciplinarios, ya que se advierte una mayor
preocupación por recuperar la propia tradición disciplinar que por usar categorías que
provengan de otras tradiciones. A modo de ejemplo, cuando Alejandro Grimson hace la
presentación de su compilación afirma que:
“ el territorio, si no la frontera, fue una preocupación constante de cientistas sociales
desde fines del siglo XIX” 1
Y menciona a Lewis Morgan, Alfred Radcliffe-Brown, Edgard Evans-Pritchard, Frederick
Barth, es decir, algunos de los principales exponentes de la antropología. Cabría preguntarse
si sólo los antropólogos tuvieron como preocupación el ―territorio‖ y la ―frontera‖ o si estos
son, en realidad, los antropólogos que más aportes han realizado al respecto. Cabe la
pregunta, ¿no hubo ningún otro aporte desde otras disciplinas, como la geografía o la historia?
Ninguno de los trabajos consultados apela a la idea de campo. Aún es difícil hablar de un
campo claramente diferenciado, donde se debatan diferentes posturas, construcciones
conceptuales o metodologías de trabajo. Aún son estudios algo aislados. Puede verse una
confrontación explícita en varios autores con la tradición geopolítica y de la geografía política
argentina clásica. En otros casos, el contrapunto es la historiografía que utilizaba la expresión
―Conquista del Desierto‖ para hacer referencia al avance del Estado argentino sobre territorios
indígenas. Pero no hay debate de opiniones sobre temas y conceptos en torno a la cuestión de
las fronteras. Tampoco suele haber ―marcos teóricos‖ sobre esta cuestión, sino un conjunto de
categorías operativas, que los autores suelen explicitar antes de avanzar hacia el estudio de
caso. Esto no significa que no exista un área de estudios sobre fronteras. Prueba de ello es la
inclusión de mesas y simposios destinados a los estudios sobre fronteras en diferentes
jornadas académicas.
Cuando se habla de ―estudios sobre fronteras‖ se está dando cuenta de la conformación
jurídica de los límites y áreas de frontera entre Estados nacionales o, incluso, entre Estados
subnacionales, provinciales en el caso argentino y, por sobre todo, de las formas particulares
de sociabilidad y de construcción de imaginarios que se generan a partir de la conformación
de los límites y las áreas de frontera. Por eso es interesante hacer referencia también a la idea
de ―relaciones fronterizas‖. De esta forma la mirada está puesta, más claramente, sobre la
dinámica de las relaciones sociales en las fronteras. Así, se pone el acento en la etnografía
histórica de dichos espacios, tomando a la sociedad de frontera como un grupo diferenciado y,
probablemente, subordinado y periférico en el contexto de la sociedad nacional.
La idea de ―estudios fronterizos‖ tiene una connotación metafórica que aquí se prefiere dejar
de lado. Asimismo, la expresión ―fronteras territoriales‖ se considera redundante. Como se
analizará más adelante, todas las fronteras son manifestaciones de relaciones sociales que
involucran algún grado de territorialidad. Desde las más conocidas, las fronteras entre Estados
nacionales, a las menos conocidas, las fronteras dentro de un barrio en una ciudad cualquiera,
las fronteras (y los límites) son partes constitutivas de los territorios. En otras palabras, hay
fronteras porque hay territorios.
En la emergencia del área de estudios sobre fronteras se pueden reconocer, por lo menos, dos
momentos. Uno es el de los estudios que hoy son considerados clásicos, producidos en una
coyuntura diferente de la actual. Como principal rasgo, puede decirse que son anteriores al
proceso de integración regional del MERCOSUR. En esos trabajos, en general, la mirada
estaba puesta en las fronteras de expansión y se proponía una mirada crítica a la narrativa
tradicional sobre las llamadas ―fronteras internas‖. Se pueden mencionar los trabajos de David

1
Grimson 2000b:14.

— 55 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Viñas, Hebe Clementi, César Caviedes y Carlos Reboratti1. Seguramente esta lista se podrá
ampliar.
El segundo momento abarca aproximadamente el período 1997 a la actualidad. Aquí los
interrogantes tienen que ver con la redefinición de las fronteras interestatales y el interés por
reconstruir escenarios anteriores al actual, en diferentes momentos de cambio en las
relaciones interestatales. Además, muchos trabajos proponen una discusión sobre las
implicancias de la globalización, la integración regional, las rivalidades entre países del Cono
Sur y la conformación del MERCOSUR. Lo que se suele poner en cuestión es la falta de
problematización que hasta ahora habían tenido las fronteras internacionales en los estudios
sociales.
Dentro de los actuales estudios sobre fronteras, se pueden reconocer, grosso modo, por lo
menos tres tendencias. La primera tendencia es aquella que toma como objeto las fronteras
interestatales. Esos trabajos suelen reconstruir el proceso de definición de los límites
internacionales en el período de organización y consolidación de los Estados del Cono Sur, y
los cambios históricos o contemporáneos en la dinámica de las sociedades locales en relación
con la frontera2. La segunda tendencia centra su interés en el estudio en las fronteras de
expansión, ya sea entre los Estados nacionales y las sociedades indígenas, o entre los Estados
coloniales y las sociedades indígenas3. En algunos trabajos se propone una coincidencia entre
uno y otro tipo de frontera4. Finalmente, en la tercera tendencia, se utiliza preferentemente un
concepto o noción metafórica de frontera, generalmente para analizar procesos de cambios en
sociedades ubicadas en áreas de frontera5. Las dos primeras tendencias predominan en el
campo de la Historia y la Geografía, mientras que la tercera en Antropología y en los estudios
literarios.

Fronteras del estado nacional y estudios regionales


La primera de las tendencias señaladas más arriba es la que más interesa profundizar porque
el estudio que presenta esta tesis se inserta en esa línea de preocupaciones. Esta investigación
procuró reconstruir el proceso de definición de los límites internacionales entre la Argentina,
Bolivia y Chile en el período de organización y consolidación de esos Estados y el posterior
proceso de organización regional en ese ámbito tripartito de contacto territorial.
Tradicionalmente a las fronteras se las estudió sólo como un elemento constitutivo del Estado
nacional y, por lo tanto, en una sola escala espacio-temporal de análisis: la de la geografía y la
historia nacional. Los actuales trabajos procuran desandar ese camino, reconstruyendo los
procesos locales y regionales, en el marco nacional en que se desenvuelven. No obstante, el
discurso geopolítico sobre las fronteras aún sigue vigente, con adeptos en distintas
universidades y centros de formación de todo el país. En diferentes publicaciones de la
Academia Nacional de Geografía, la frontera sigue siendo sinónimo de potencial conflicto,
pasado o presente, con los países limítrofes y en especial con Chile.
Los estudios regionales tradicionalmente tomaron a las fronteras interestatales como un dato
más en la construcción conceptual regional. Como partes del territorio nacional, las regiones

1
Viñas 1982; Clementi 1987; Caviedes 1987; Reboratti 1990 y 1992.
2
Reboratti 1999; Hevilla 1999; Abduca 1999; Karasik 2000; Escolar 2000 y 2001; Bandieri 2001c; Gordillo y
Leguizamón 2002; Grimson 2003a; Benedetti y Argañaraz 2003; Lacoste, P. 2003.
3
Entre muchos otros: Zusman 2000; Gascón 2001 y 2003; Teruel 2003; Paz 2003.
4
Trinchero 2000; Belli, Slavutsky y Martínez 2000.
5
Losada 2000; Cebrelli 2003; Fernández 2003.

— 56 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

eran estudiadas como unidades con cierto grado de clausura, articuladas en un sistema
interregional nacional donde ningún espacio podía quedar fuera de alguna región. Las áreas
linderas de los países vecinos, en general, constituían espacios exógenos a la configuración de
las ―regiones argentinas‖. Al delimitar la ―región andina central‖, por ejemplo, una autora a
mediados del siglo XX indicaba:
“ A barca una pequeña zona del sudeste de T ucum án; a C atam arca y L a R ioja… toda la
provincia de San Juan, el ángulo noroeste de San Luis, la zona montañosa de Mendoza y el
oeste de Neuquén hasta el lago Aluminé. El oeste corresponde al límite internacional con
Chile” 1.
Muchas de las investigaciones actuales sobre fronteras parten de la constatación de que las
fronteras interestatales no son un dato más y que, a la vez, fueron cambiando los sentidos y las
funciones que las mismas tuvieron en la construcción regional2. A distintas escalas, las
sociedades regionales ubicadas sobre las fronteras del Estado mantuvieron diferente tipo de
vínculos, cambiando en diferentes coyunturas. Algunas entidades regionales subsistieron y
mantuvieron cierto grado de autonomía al trazado de límites interestatales y a la imposición
de controles fronterizos. Por eso la comprensión de la dinámica regional muchas veces exige
un esfuerzo por comprender la dinámica de las relaciones fronterizas.
A pesar de esta vinculación conceptual entre región y frontera, que aquí se considera
necesario establecer, muchos trabajos en la sección dedicada a exponer el marco conceptual o
la definición de las principales categorías a utilizar, en general, ―frontera‖ no se articula con
un desarrollo conceptual de ―región‖ o ―territorio‖. El trabajo de Nidia Areces, que constituye
un importante esfuerzo por desarrollar conceptualmente los términos región y frontera desde
la investigación histórica regional, no es clara, en la propuesta de la autora, cuál es la
vinculación teórica entre región y frontera3.
Otro aspecto a señalar es si estos estudios abarcan todas las áreas de fronteras por igual.
Existe una cuestión de orden pragmático referido a la ubicación de los centros de
investigación. En muchas Universidades de provincias que cuentan con áreas de frontera,
investigaciones individuales o grupales están abordando el área de frontera que ―les toca‖.
Esas investigaciones en general se refieren a las fronteras interestatales4. Se refieren a las
fronteras con el indio en el caso de estudios regionales en la Patagonia y en el Chaco5. En la
mayoría de estas investigaciones las referencias se dirigen a los casos más próximos, el de la
propia provincia o el de una región dentro de la cual se ubica a la provincia. En el caso de los
investigadores de unidades académicas ubicadas en Buenos Aires, contrariamente, no es ―su
propia frontera‖, la que se encuentra en la provincia de Buenos Aires, la que se vuelve objeto
de interés científico, sino las otras fronteras, las que están a cientos de kilómetros de
distancia6. A pesar de la proliferación de estos estudios aun no se han realizado trabajos
generales de síntesis que aborden la cuestión de las fronteras en forma integral.

1
Villafañe Casal 1943:96.
2
Valgan como ejemplo los trabajos compilados en Bandieri (2001b) que buscan reconstruir la dinámica regional
en diferentes áreas de la cordillera de los Andes. De norte a sur, los distintos trabajos delinean a dicha cordillera
como a un espacio social con gran intensidad de intercambios económicos, sociales y culturales allende y
aquende las montañas, donde el trazado del límite internacional, un dato significativo a tener en cuenta, no se ha
constituido en un factor que desestructurara inmediatamente unidades regionales preexistentes, las cuales, en
todo caso, se reorganizaron a partir de la creación de dicha frontera.
3
Areces 1999.
4
Entre otros: Hevilla 1999; Bandieri 2001c; Olivera 2002; Karasik 2003a.
5
Entre otros: Bandieri 2000; Teruel 2003.
6
Entre otros: Reboratti 1999; Trinchero 2000; Gordillo y Leguizamón 2002; Grimson 2003a.

— 57 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En el marco de los estudios sobre relaciones internacionales, el más que interesante trabajo de
Andrés Cisneros y Carlos Escudé proporciona abundante información sobre el proceso de
definición y demarcación de los límites interestatales entre la Argentina y sus vecinos, pero no
avanza hacia un análisis comparado y tampoco realiza aproximaciones socioculturales a los
espacios de frontera1. También faltan estudios comparados de las fronteras argentinas con las
de otros países. Es cierto que se han realizado algunas (aún escasas) compilaciones de
artículos sobre una misma frontera o sobre varias de ellas2. Sin embargo, sólo en la
presentación de dichas compilaciones se intentan establecer algunas comparaciones sobre las
dinámicas fronterizas particulares de distintas regiones del país o de los países del Cono Sur
en conjunto.

La frontera como metáfora


Muchos trabajos afirman que ―frontera‖ es un concepto polisémico, es decir, que ofrece una
pluralidad de significados. En textos de ciencias sociales esta expresión es casi un lugar
común y esta, se puede afirmar, es una verdad de Perogrullo ya que, de hecho, la mayoría de
las palabras son polisémicas. Cualquier categoría con numerosas revisiones en ciencias
sociales y que, a la vez, forma parte del léxico común, inexorablemente tiene polisemia, en la
medida que cobra diferentes sentidos en diferentes contextos históricos y geográficos 3. La
labilidad de un concepto no es ―responsabilidad‖ del concepto, sino de los investigadores o de
la fuerza del sentido común generalizado, que le otorgan a un término diferentes significados.
Esto se puede comprobar revisando algunos significados atribuidos a ―frontera‖ en distintos
contextos geohistóricos. En la documentación producida por el Virreinato del Perú, por
ejemplo, entre los siglos XII y XVII, según a Carlos Zanolli, frontera tenía este significado:
“ la palabra frontera designaba una situación de enfrentamiento aun de manera potencial:
se refería a una eterna y tensa vigilia armada. Los indios fronteros o fronterizos, tantas
veces mencionados en los documentos, eran sim plem ente aquellos que estaban enfrente… y
prestos a atacar” 4
Para la Real Academia Española ―frontera‖ es considerada una palabra de la lengua desde
1732. Por entonces frontera era
“ La raya y término que parte y divide dos reinos, por estar el uno frontero del otro… E n
España le han visto muchos, que han inviado [sic] los generales de las frontéras [sic] de
África”
Frontero:
“ El Gobernador o Alcaïde [sic] que tiene a su cargo una Plaza ó Castillo que está en la
frontera”
Y también:
“ Lo que está puesto y colocado enfrente de otra cosa” 5

1
Cisneros y Escudé 2000.
2
Castello, Koch, Oliveira, Otero Schäffer y Strohaecker 1997; Mora y Romero 1999; Grimson 2000a; Bandieri
2001b; Landavazo 2003a; Domínguez 2003a.
3
Comunicación personal de Ana Atorresi.
4
Zanolli 1999:11.
5
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellan a… T o m o tercero … letras D . E . F . M ad rid .
Imprenta de la Real Academia Española por la viuda de Francisco del Hierro. 1732:801-1.

— 58 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Desde sus orígenes, al menos en la legua española y teniendo en cuenta la normalización que
realizó a lo largo de más casi tres siglos la Real Academia Española, ―frontera‖ tiene un
significado territorial, considerando por territorio el soporte material de una comunidad, el
Estado nacional en particular.
En la Argentina de la década de 1870, este es otro ejemplo, la idea de frontera tenía una
connotación de conflicto con el indio. En 1876 Richard Napp en su obra La República
Argentina, al referirse a la frontera afirmaba:
“ La actual frontera militar de las provincias de Mendoza, San Luis, Córdoba y Buenos
Aires, del lado de la Pampa, empieza al pie de la Cordillera, y forma una línea quebrada
de cerca de 300 leguas de extensión hasta el punto donde el camino que conduce de Bahía
Blanca a Patagones cruza el Río Colorado” 1.
Y más adelante afirmaba
“ La defensa de las fronteras de la Provincia de Santa Fe, Córdoba, Santiago y Salta,
contra los ataques de los Indios que habitan el Gran Chaco, reclama igualmente la
permanencia allí de una parte considerable del ejercito de línea” 2.
Al referirse al ―confín‖ o ―borde‖ con los demás Estados no utiliza la expresión frontera sino
límite. En los años previos a la colonización de los territorios controlados por las sociedades
indígenas de la Patagonia y el Chaco, ―frontera‖ era, inevitablemente, ―frontera con el indio‖,
y significaba un permanente avance-retroceso en la lucha con esas sociedades. En las
relaciones internacionales con Chile no se hablaba de trazado de fronteras, sino de trazado de
límites. Un siglo después, en el contexto de la Guerra Fría, y de la carrera armamentista entre
Argentina y Chile como epifenómeno, en la Argentina ―frontera‖ era un sinónimo de
―hipótesis de conflicto‖, de una concepción ofensiva-defensiva en las relaciones
internacionales3.
En una obra publicada en 1988, Rey Balmaceda y De Marco, al considerar los ―Problemas y
políticas de frontera argentina‖ enumeraban los que, según estos autores, eran los ―principales
problemas‖ que ―afectan‖ a la frontera argentina:
“ Del punto de vista demográfico la frontera se caracteriza por una exigua densidad
poblacional… T am bién existen vacíos absolutos de población… L a frontera tam bién se
caracteriza por la presencia acentuada de población extranjera… ” 4
Para luego continuar con la siguiente reflexión:
“ En lo que respecta a la conciencia territorial de los argentinos cabe señalar que hasta no
hace muchos años ha existido una actitud poco diligente con relación a la frontera
argentina: no hem os internalizado con suficiente precocidad el „sentido del espacio‟, ese
sentido del que nos hablaba F. Ratzel hacia fines del siglo pasado y que no podía estar
ausente en ningún gobernante idóneo… T odo país debe tener una actitud de vigilia frente a
sus fronteras” 5.
Lo que esto último está mostrando, entre otras cosas, es el profundo racismo que permeabilizó
la línea más conservadora del pensamiento argentino geográfico, y también histórico y
antropológico, durante mucho tiempo, y el tema de la defensa de las fronteras era una forma
de exteriorizar ese pensamiento.

1
Napp 1876:402.
2
Napp 1876:405.
3
Laurín y Martínez 1997:140.
4
Rey Balmaceda y De Marco 1988:53.
5
Rey Balmaceda y De Marco 1988:54.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

De todo lo anterior se deriva que siempre son oportunas las especificaciones de las categorías
utilizadas, lo que de por sí da cuenta de la riqueza de la lengua para conceptualizar los
problemas sociales estudiados.
Generalmente, quienes más insisten en esta cuestión del carácter polisémico del término son
quienes luego hacen un uso metafórico del mismo1. La metáfora, no obstante, se suele usar
para analizar el caso de un grupo o comunidad localizada en la frontera de un territorio estatal.
Esta alternativa es más común en los estudios antropológicos, donde pareciera se busca
despegar al concepto de las posibles referencias territoriales, para usarlo como metáfora de
―diferencia sociocultural‖ o de ―contacto interétnico‖. De esta forma se le imprime una cierta
vaguedad al concepto, quitándole valor heurístico. En este sentido Nidia Areces afirma que:
“ estos tiempos [están] sacudidos por corrientes postmodernas cuya literatura abunda en
metáforas geográficas... Las metáforas por sí mismas, a pesar de que llegan a la
conciencia, están lejos de proporcionar instrumentos válidos para analizar la realidad...” 2
A pesar de ello propone que:
“ la frontera puede ser pensada como frontera étnica, lo cual significa el límite de
reconocimiento de identidades culturales en donde grupos que comparten un mismo
territorio configurando un tejido policromático, se consideran distintos unos de otros,
cada uno de ellos conserva los recuerdos de sus orígenes, costumbres y mitos diferentes,
contexto donde es importante destacar el carácter relacional de la conformación
identitaria...” 3
Flora Losada, por ejemplo, sostiene que:
“ m ediante la „actuación‟ de un com portam iento folklórico un individuo manifiesta su
pertenencia a un grupo al par que se distancia o diferencia de otros... estableciendo, así,
una frontera simbólica... Límite, borde, frontera, diferencia; estas nociones se encuentran
corporeizadas en multitud de aconteceres, de fenómenos sociales de distinta materia
significante” 4.
Vale preguntarse, cómo reconocer la ―frontera‖ cuando se lo utiliza como sinónimo de
―límite‖ y reemplaza a las ideas de ―diferencia‖, ―discriminación‖, ―segregación‖ o
―contacto‖. De esto se derivaría que toda práctica, toda diferencia social, tiene fronteras, y por
lo tanto todo espacio está atravesado por múltiples fronteras. Si hay fronteras étnicas, también
las habrá de género, de edad, socio-ocupacionales, etc., etc. Un extremo es esta propuesta:
“ Las fronteras separan y diferencian. Esta sensación, creemos que forma parte de nuestra
percepción cotidiana. Porque estas no se ven, pero se sienten, están presentes en todos
lados...” 5
Otro caso, menos extremo, puede ser el de Grimson que, en su estudio del caso Paso de los
Libres-Uruguayana, en la frontera de Argentina con Brasil, afirmaba:
“ … una vez que se atraviesa la aduana, otras fronteras sim bólicas reaparecen y son
recreadas en la interacción... [los brasileños] deben hacer un esfuerzo hacia el „portuñol‟
y „cruzar‟, tam bién, el puente idiom ático ” 6

1
Por ejemplo: Losada 2000; Cebrelli 2003; Fernández 2003.
2
Areces 1999:19.
3
Areces 1999:26.
4
Losada 2000:28.
5
Fernández 2003:1.
6
Grimson 2003a:35.

— 60 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Analizando el caso de los estudios sobre fronteras en los Estados Unidos, Pablo Vila repara en
esta tendencia. Según este autor,
“ los conceptos de „frontera‟ y „cruzador de frontera‟ parecen haberse convertido en
términos muy ubicuos que representan la experiencia de (alguna) gente en el mundo
posmoderno, que es descripto como fragmentado y que produce continuamente nuevas
fronteras que tienen que ser cruzadas todo el tiempo ad novo” .
Más adelante concluye:
“ pareciera que para el „cruzador de fronteras‟... la experiencia de m overse entre
diferentes disciplinas, etnicidades, culturas y países no es esencialmente distinta” 1.
Además, la propuesta de Grimson pareciera que supone que esta experiencia es ―nueva‖ y que
en el pasado las personas no construyeron sus ideas a partir de múltiples contactos con lo
diferente.
Para finalizar estas proposiciones, es necesario dejar en claro que al relativizar la utilidad de
la expresión ―fronteras simbólicas‖ no significa negar la posibilidad de considerar la
dimensión simbólica involucrada en el proceso de construcción de las fronteras, de los
sentidos de la frontera. Todo lo contrario. Como se avanzará más adelante, lo simbólico-
conceptual constituye una de las dimensiones en las que, al menos en esta propuesta, se puede
analizar cualquier proceso espacial. Las fronteras son espacios privilegiados de contacto y de
construcción de identidades/alteridades. Muchas veces en torno a un objeto tan elemental
como un puente se condensan sentidos muy diversos que se relacionan con la experiencia del
cruce de la frontera, del contacto cultural que ello implica, de los sentimientos de
pertenencia/no pertenencia a una comunidad experimentado por las personas, de la
estigmatización de un grupo, una memoria sobre la discriminación, que muchas veces se
articula con movimientos sociales de resistencia a las imposiciones del poder central. Sobre
estos aspectos el trabajo de Karasik, el de Gordillo y Leguizamón y el de Grimson son
reveladores2.

Teorías sobre la frontera


Los orígenes del debate sobre las fronteras, en el marco de la consolidación del sistema de
Estados decimonónicos, tiene a dos referentes clave: Frederick Turner y Friedrich Ratzel 3.
Ambos autores suelen ser una referencia obligada para todos los estudios sobre fronteras que
procuren reconstruir su genealogía, aunque Turner ha recibido considerablemente mayor
atención en la historiografía, dando origen un prolongado debate que llega hasta el presente.
La obra de Ratzel no tuvo mucha difusión, en gran medida por las dificultades de la lengua en
la que fue escrita, el alemán.
La obra del historiador de origen estadounidense, Frederick Jackson Turner, ha sido muy
influyente en los estudios sobre fronteras que la vinculan a los procesos de expansión,
contacto, incorporación y subordinación de unas sociedades sobre otras. Este autor puso su
mirada en el papel que tuvo el ―frente pionero‖, como él lo definió y desarrolló, en la
formación del imaginario nacional estadounidense. La propuesta turneriana fue una fuente de
inspiración para la consideración de los territorios no incorporados definitivamente al sistema
de Estados nacionales, controlados por las sociedades indígenas, como ―vacíos‖, ―desiertos‖ o

1
Vila 2000:102.
2
Karasik 2000; Grimson 2000c; Gordillo y Leguizamón 2002; Grimson 2003a.
3
Turner 1893 y Ratzel 1897.

— 61 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

―despoblados‖ 1. Esta tesis fue interpretada, analizada, criticada y descalificada de diversas


formas, tanto en norte como en Sudamérica2. Los estudios sobre fronteras desde la perspectiva
geoestratégica y militar se basan en relecturas, generalmente simplificadas, de la propuesta
teórica del geógrafo de origen alemán Friedrich Ratzel3. Al igual que Frederick Turner, su
contemporáneo, Ratzel elaboró teorías sobre la expansión territorial del Estado en el contexto
imperialista que vivía Occidente a fines de siglo XIX. Las teorías sobre la necesidad de los
Estados de expandirse territorialmente no es patrimonio exclusivo de los académicos
alemanes, ya que todas las potencias occidentales aportaron elementos a la construcción del
campo de la geopolítica4.
Puede afirmarse que en la actualidad, con mayor o menor grado de profundidad, estas
propuestas originarias siguen siendo recuperadas y revisadas con el propósito de marcar
alguno de los antecedentes más remotos, y a la vez más influyentes, en el debate sobre las
fronteras a lo largo del siglo XX. Desde entonces, en general, los estudios sobre las fronteras
tendieron a realizarse desde propuestas nacionalistas y geoestratégicas, por lo menos hasta la
década de 1980. Con el propósito de aportar ideas renovadas, autores de las tres tendencias
antes señaladas suelen introducir sus trabajos con la presentación de algún apartado a modo
de marco conceptual. En el mismo se suelen presentar distintas acepciones del término
frontera. De diferentes maneras, la mayoría de los trabajos reconocen dos tipos de fronteras:
las fronteras ―de expansión‖, que también se podrían llamar ―fronteras económicas‖ y las
fronteras interestatales, que también se podría llamar ―fronteras políticas‖.
Gordillo y Leguizamón, por ejemplo, recurren a dos términos del idioma inglés. El primero es
border, y lo entienden como:
“ límite territorial entre la jurisdicción de distintos Estados-nación” .
El segundo es frontier…
“ como frontera en tanto espacio de articulación entre sistemas con dinámicas
socioeconómicas heterogéneas, donde un frente de inversiones capitalistas y estatales tiene
una tendencia a expandirse sobre una zona „m arginal‟ y en este caso poblada m ayorm ente
de grupos indígenas” 5.
Finalmente, reconocen que la frontera tiene un carácter histórico:
“ ambas fronteras constituyen configuraciones territoriales de gran dinamismo, donde
importantes contradicciones sociales, económicas y geopolíticas se hacen más claras y
explícitas” 6.
Así, en el primer caso, con la expresión border, se hace referencia al límite interestatal,
mientras que frontier indicaría un frente de expansión entre dos entidades con dinámicas
socioeconómicas diferentes. Aquí habría que realizar algunas consideraciones ¿Es lo mismo
límite y frontera? ¿Al decir ―ambas fronteras‖ están equiparando border con frontier? ¿Estos
conceptos son aplicables sólo al estudio de los Estado nacionales? ¿Sólo se constituye una
frontera por la expansión del capitalismo sobre una región marginal ocupada por sociedades
indígenas? En esta conceptualización puede advertirse, como en otros casos, una ligazón muy

1
Zusman 2000:73.
2
Análisis muy interesantes sobre Turner y su influencia en el pensamiento historiográfico y geográfico
norteamericano, latinoamericano y argentino son los de Zusman 2000; Ratto 2001; Hevilla 2001; Gascón 2003b.
3
Ver Lacoste, P. 2003:10 y 12.
4
Romero, de Privitello, Quintero y Sábato 2004:85.
5
Gordillo y Leguizamón 2002:15.
6
Gordillo y Leguizamón 2000:15.

— 62 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

estrecha con el caso de análisis: la frontera argentino-paraguaya, en una región marginal de la


provincia de Formosa, en el período que va de fines del siglo XIX a fines del XX.
Este tipo de distinción está presente en la mayoría de los trabajos. Cabría preguntarse si esta
diferenciación entre frontera interestatal y frontera de expansión es conceptual o es histórica
o, en todo caso, si responde a una tipología geohistórica. ¿Ambas fronteras son
conceptualmente distintas? Podría pensarse que no, que entre Estados, entre una sociedad
indígena y una no indígena, entre una región con un desarrollo capitalista atrasado y otra
región con un desarrollo capitalista avanzado, puede existir una frontera, y que en todos los
casos las formas, los sentidos, las prácticas en torno a cada frontera fueron cambiando. En
todo caso, lo que se quiere subrayar es que en general las categorías se construyen con una
finalidad más bien operativa, sin pretender constituirse en categorías analíticas más
universales. Probablemente cuando se avance en el estudio de los diferentes lugares y
regiones de frontera que la Argentina tiene con sus cinco vecinos, se podrá advertir la gran
variedad de formas de sociabilidad y de prácticas que se crearon en esos espacios, gestados en
distintos períodos.
Otra idea interesante que se quiere recuperar, es el de ―proceso de fronterización‖. Esta
noción subraya el carácter contingente de las fronteras y, en palabras de Alejandro Grimson,
designa:
“ los procesos históricos a través de los cuales los diversos elementos de la frontera son
construidos por los poderes centrales y por las poblaciones locales. Este concepto
pretende enfatizar que, desde el punto de vista sociocultural, la frontera nunca es un dato
fijo, sino un objeto inacabado e inestable” 1
El único riesgo que ofrece esta definición es el de considerar que las fronteras son inestables.
Existen muchos ejemplos de fronteras que muestran una gran permanencia a lo largo de la
historia, como la frontera con el Arauco en tiempos coloniales2. Las fronteras, al igual que los
territorios, pueden pensarse como entidades contingentes, es decir, que pueden cambiar en su
forma, su función, su fisonomía y el imaginario asociado a ellas a lo largo del tiempo, pero
esto no supone que sean objetos que cambian permanentemente.
Las propuestas conceptuales de los nuevos estudios sobre frontera, desarrolladas en el ámbito
argentino, no se agotan en las propuestas recién reseñadas. Lo que se quiere puntualizar es
que estas proposiciones todavía suelen limitarse a la construcción de categorías operativas, lo
que indicaría que los autores que participan en esta área de estudios aún se encuentran en una
etapa de búsqueda de herramientas, más o menos sofisticadas, que permitan andar nuevos
caminos. Asimismo, otra cuestión que se quiere destacar es que las reflexiones sobre el
concepto de frontera generalmente no se articulan con una reflexión sobre el territorio y la
región. Lo que aquí se sostiene es que el abordaje de las relaciones fronterizas no puede estar
completamente divorciado de un abordaje sobre los contextos territoriales o regionales que
esas fronteras están construyendo. En otras palabras, una profunda revisión del concepto de
frontera requiere de una profunda revisión de los conceptos de territorio y región. Esta tesis,
que participa de las preocupaciones e intereses de lo que se llamó ―área de estudio sobre
fronteras‖, en cierta forma también muestra un estado de exploración y búsqueda de nuevos
aportes y perspectivas que permita complejizar la mirada sobre las fronteras. Las ideas que se
expondrán más adelante, tienen todavía este carácter experimental, operativo, que permita una
aproximación a las fronteras diferente de aquella delineada por la geografía sesgada por el
nacionalismo territorial.

1
Grimson 2003a:43.
2
Gascón 2003b.

— 63 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 64 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Región y territorio en la tradición


geográfica
La periodización y la regionalización son dos estrategias metodológicas utilizadas tanto para
organizar el proceso de investigación como la exposición de avances y resultados. Así,
pueden ser vistas como una tentativa de identificación, clasificación e interpretación de los
eventos sociales que serán objeto de estudio, en su dimensión temporal y en su dimensión
espacial. Estas referencias son claramente metodológicas. En disciplinas como la Geografía y
la Historia, región y período tienen una función epistemológica, en la medida que son
construcciones teóricas centrales.
Las historias nacionales suelen tomar al territorio nacional como un todo, como una única
unidad compuesta por un complejo sistema de divisiones, organizada en diferentes escalas
espaciales: provincias, regiones, conjuntos de ciudades, etcétera. Más o menos explícitas, las
particiones del espacio suelen aparecer como un dato, que en la mayoría de los casos no es
cuestionado, sino asumido como dado. De la misma forma, las geografías nacionales suelen
tomar algunos períodos significativos, aún los que buscan describir ―la actualidad‖, la década
de los ‘90 o el m odelo agro ex portador por tom ar algunos ejem plos. A l igual que los
históricos, pero a la inversa, los estudios geográficos suelen tomar algunos períodos o años
como datos que no siempre son examinados.
Lo anterior sugiere un interrogante: entonces, ¿es lo mismo una región que un período? Si nos
atenemos a la especialización disciplinar operada en las ciencias sociales desde fines del siglo
XIX, parecería que no. Una cosa son las cronologías y las periodizaciones, recurso de
investigación que parecería patrimonio de los profesionales dedicados a los estudios
históricos, mientras que la regionalización fue desarrollada en la tradición de estudios
geográficos. Para la Geografía tradicional la historia era una ―ciencia auxiliar de la Geografía‖
y los geógrafos hacían uso de lo que producían los historiadores para completar alguna ―parte
histórica‖ introductoria1. La historiografía tradicional consideraba a la Geografía como una
―ciencia auxiliar de la historia‖, y los historiadores solían incluir alguna ―parte geográfica‖
introductoria2. Sin bien estas formas de pensar la relación entre Geografía e Historia parecen
perimidas, en el ambiente académico vernáculo se siguen reproduciendo, aunque moderadas.
Otra diferencia importante entre ―región‖ y ―período‖, deriva del peso que estas categorías, o
mejor dicho su discusión, han tenido y siguen teniendo en la tradición de las dos disciplinas.
Mientras que los geógrafos han puesto un gran esfuerzo en la definición de región y de
regionalización, categorías que pueden considerarse como fundacionales de la Geografía
como disciplina, no ha ocurrido lo mismo con la categoría ―período‖. Al decir de David
Wishart, la discusión entre los historiadores sobre la categoría ―período‖ es un murmullo
frente al clamor que ha generado la categoría ―región‖ entre los geógrafos3.

1
Por ejemplo en la obra La Argentina, Suma de Geografía, dirigida por Francisco de Aparicio y Horacio
D ifrieri, la ―p arte histó rica‖ fu e escrita p o r el histo riad o r R icard o C aillet-Bois (1960).
2
La Historia de Jujuy de Emilio Bidondo, por ejemplo, típica cronología de acontecimientos provinciales,
empieza con una sección de g eo grafía en el cap ítulo ―E l Juju y p reco lo m b ino ‖, d o nd e en u m era las ―regio nes
naturales‖ d e la p ro vincia (B id o nd o 1 9 80 :1 7 -29).
3
Wishart 2004:306.

— 65 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

De todas formas, la periodización (o la identificación y delimitación de uno o varios recortes


temporales, como partes de la historia total) como la regionalización (o la identificación y
delimitación de una o varias unidades, como partes de una totalidad espacial), son
instrumentos de cualquier estudio en ciencias sociales; como estrategia metodológica o como
simple identificación y descripción del contexto ―histórico‖ y ―geográfico‖; más allá de que el
énfasis se ponga en la ―temporalidad‖ o en la ―espacialidad‖ del proceso estudiado. El estudio
histórico regional, por ejemplo, podría considerarse como una tentativa historiográfica que
pone en un lugar destacado la dimensión espacial de los procesos analizados, en tanto que los
estudios geohistóricos, serían aquellos que, dentro del quehacer de los geógrafos, procuran
poner en primer lugar la historicidad en los acontecimientos espaciales.
El recorte espaciotemporal que originalmente se tomó como objeto en esta investigación es el
Territorio de Los Andes entre 1900 y 1943. Entre los objetivos iniciales se encontraba el de
identificar las causas por las cuales la diplomacia argentina luchó denodadamente por
incorporar ese espacio, que finalmente se convirtió a partir en unas de las diez Gobernaciones
en las que se dividieron los Territorios Nacionales, es decir, la parte del territorio argentino
que no estaba bajo la jurisdicción de alguna de las catorces provincias que por entonces
formaban la República Argentina. En buena parte de la documentación consultada, hasta 1900
no se utilizaba el topónimo ―Los Andes‖ para referirse a ese ámbito disputado por Argentina,
Bolivia y Chile sino otro: Puna de Atacama. Asimismo, se siguió utilizando Puna de Atacama
mientras existió el Territorio de Los Andes. Sobre esto se volverá en el próximo capítulo.
De esta forma se puede decir que, mientras ―Territorio de Los Andes‖ era utilizado para
designar a un espacio de dominación, ―Puna de Atacama‖ lo era para denotar un espacio de
denominación, aunque disputado por dos países. En otras palabras, ―Territorio de Los Andes‖
era básicamente un territorio y ―Puna de Atacama‖ era básicamente una región. Actualmente,
algunos estudios también suelen mantener esta diferenciación. El interrogante a responder era:
¿qué tienen en común ―Puna de Atacama‖ y ―Territorio de Los Andes‖? Son la misma entidad
geohistórica o son entidades completamente diferentes. Pero a esta respuesta debía anteceder
otra: ¿Cómo utilizar ―región‖ y ―territorio‖? U otra forma de expresarlo: ¿qué se puede
entender por región? Por otra parte, ¿Qué connotaciones tiene la utilización del concepto
región en lugar del concepto de territorio? Finalmente, ¿qué diferencia hay entre un territorio
y una región, entre un fenómeno territorial y otro regional? Ulteriormente, esto permitiría
reflexionar sobre si el Territorio de Los Andes y de la ―Puna de Atacama‖ son entidades
equivalentes. ¿La Puna de Atacama es sólo una construcción conceptual o es una construcción
identitaria de un sujeto regional, ―los atacameños‖? Mientras existió el Territorio de Los
Andes, ¿existió la Puna de Atacama?
Antes de ofrecer una respuesta desde la propia experiencia de investigación, se revisarán las
categorías de región y territorio en la tradición geográfica.

Consideraciones sobre la región y el arte de regionalizar


La regionalización como estrategia de división de un espacio cualquiera, está presente en
diferentes órdenes sociales. En un sentido genérico, cuando se señala determinada región lo
que generalmente se está identificando, localizando y delimitando, aún en forma imprecisa, la
extensión de un determinado fenómeno. Un ejemplo es cuando se habla de ―la región
inundada‖. En forma descriptiva, ―la región inundada‖ se refiere al área donde,
comparativamente al resto del espacio total considerado (por ejemplo una provincia o la
totalidad de una cuenca hidrográfica), las aguas han rebasado ciertos niveles, en oposición a
―la‖ o ―las regiones no inundadas‖. La ―delimitación‖ no supone siempre el trazado de una
línea separando dos realidades contrapuestas. Muchas veces se trata de un ―ecotono‖, de una

— 66 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

zona de transición donde los matices de una región y otra se superponen y se hacen difíciles
de reconocer.
Pero en un sentido estricto, la región alude más directamente a una entidad que trasciende la
descripción coyuntural y en su definición se suelen considerar un conjunto amplio de
argumentaciones, fundamentalmente el de su perdurabilidad.
De una u otra forma, para geógrafos, economistas, historiadores, geólogos, arqueólogos y
ecólogos, entre tantos otros especialistas, ―región‖ ha sido una noción profusamente utilizada.
Pero ―región‖, al igual que ―espacio‖, ―territorio‖ o ―lugar‖, trasciende el ámbito
estrictamente académico. En muchos países, la discusión sobre la región está vinculada a la
discusión sobre el funcionamiento interno del Estado nacional, donde el mosaico regional
conforma una partición territorial y es una de las escalas institucionales en las que funciona el
Estado1. Este no es el caso argentino, donde la región históricamente no ha tenido una
connotación de ―división política‖. En otros países, cada región constituye una división del
territorio estatal que, como ocurre en Chile o España, puede tener atribuciones políticas y/o
administrativas. Asimismo, estas regiones pueden ser el origen o la consecuencia de
movimientos sociales impulsados por sentimientos de pertenencia política, étnica o religiosa,
es decir, de regionalismos. Por otra parte, diferentes agencias estatales subdividen al territorio
nacional para fines de planificación o administración, los cuales pueden ir ajustándose
temporalmente. Muchas veces, esas regiones-plan surgen de la unión de diferentes unidades
territoriales, de tipo sub-estatal o municipal, mientras que otras crean divisiones en el
territorio hasta entonces inexistentes. Con alguna lógica para maximizar los beneficios, las
empresas, las organizaciones de la sociedad civil, las congregaciones religiosas también
regionalizan los territorios que controlan, para la mejor gestión de sus asuntos.
La categoría región suele utilizarse con al menos tres sentidos:
 Región como instrumento territorial. La regionalización es el resultado de un
ejercicio realizado sobre un territorio por parte del agente que lo controla: un
gobierno nacional, un gobierno subnacional o municipal, una empresa, etc. El
resultado puede ser un ―mosaico regional‖ que cubre en su totalidad dicho
territorio; un ―archipiélago‖, cuando se identifican y delimitan espacios que, en
conjunto, no cubren la totalidad del territorio sobre el que se practicó la
regionalización; o una ―isla‖, en el caso que se reconozca sólo una región dentro
de la entidad global considerada, rescatando la singularidad de una determinada
localización.
 Región como construcción política e identitaria. Visto así, es un producto del
regionalismo. Deriva de los sentimientos de pertenencia de un grupo a un
determinado ámbito sub o supra nacional, y de las acciones tendientes a reivindicar
dicha identificación. Los objetivos del grupo al reivindicar una identidad regional
singular pueden ser múltiples, pero siempre suponen la defensa de un interés
grupal, como el reconocimiento étnico, la legalización de la tenencia de la tierra, la
autonomía económica o la protección del ambiente.
 Región como construcción conceptual. Como resultado de determinado
procedimiento teórico-metodológico, se establece una división geográfica, para
describir o explicar la dinámica de funcionamiento de factores sociales,
económicos, culturales, ambientales u otros. Su identificación y delimitación no
supone siempre y necesariamente la invención y nominación de un recorte, aunque

1
P ara una m ayo r p recisió n so b re las id eas d e ―escalas in stitu cio nales‖, ―ó rd enes territo riales‖ y ―área o ficial‖ en
la organización de los Estados modernos: Vapñarsky 1998 y 2004.

— 67 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

esto facilita su comprensión y comunicación. Muchas veces la regionalización


parte de entidades que preexisten a la investigación pero que pueden ser
cuestionadas.
Como es de suponer, estos diferentes sentidos de región no son excluyentes. A su vez, cada
una de estas formas de entender la noción de región tiene diferentes consecuencias sociales.
En el primer caso la regionalización puede ser el resultado de una serie de procedimientos
pensados desde un agente que impone esta matriz para la gestión territorial. Unidades que
inicialmente pueden considerarse ―artificiales‖ u arbitrarias, porque no recuperan entidades
espaciales significativas para la vida social de la población involucrada, con el tiempo pueden
devenir unidades significativas para ese grupo regionalmente delimitado1. Un ejemplo de ello
podría ser la región del Comahue en Argentina, creada durante el auge de las políticas
desarrollistas de la década de 1960 que, con el tiempo, fue gestando cierta individualidad
regional, que también ha recibido otros nombres, como el de ―norpatagonia‖, marcada por la
presencia de la cuenca del Río Negro2.
En el segundo caso, la construcción regional es un proceso en constante redefinición, que con
frecuencia debe ser reafirmada. Su justificación reposa en argumentaciones retóricas
evidentes, que frecuentemente se enfrentan a argumentos que se oponen a su manifestación,
como consecuencia de la contradicción de intereses (tanto de otros grupos regionales, como
de la sociedad global)3. El surgimiento de estas regiones responde no sólo a un proceso
endógeno, inscripto en los actores involucrados, sino que aparece y se refuerza por la
oposición con otros sujetos regionales. Las identidades/alteridades regionales, como cualquier
otra forma de construcción social de semejanzas/diferencias, surgen en el proceso de
diferenciación regional. Si estas identidades se radicalizan, pueden llevar a la conformación
de movimientos regionales que reivindican mayor participación en la gestión del territorio.
Los regionalismos, como movimientos políticos y culturales, a su vez se ven constreñidos por
procesos de marcación realizados desde el discurso oficial de las autoridades de planificación
y también por los científicos que producen discursos sobre la región. La regionalización en el
terreno de la investigación académica responde en gran medida a las reglas del campo
temático y disciplinar desde la que es formulada y a la perspectiva teórico-metodológica que
la sustenta. Sin embargo, las construcciones simbólico-conceptuales referidas a las regiones o
los territorios, a largo plazo, pueden incidir en las prácticas estatales de regionalización o de
los sujetos regionales que luchan por el reconocimiento como un grupo diferenciado al
interior de la sociedad nacional. En el Territorio de Los Andes no se advierte que se haya
producido un movimiento social de estas características. Sí, en cambio, fue objeto de
diferentes debates en los ámbitos académicos y de la administración pública que se ocupan de
la planificación.
Esta sección abordará la cuestión regional en el tercero de los sentidos considerados, es decir
como construcción teórico-metodológica, profusamente utilizada en diferentes ámbitos
científicos. Aquí se considera que la forma de construir la región desde la Academia no es
ajena a la regionalización operada por los agentes territoriales, como tampoco lo es a los
movimientos regionalistas. Asimismo, las formas en que las corporaciones científicas y
técnicas pensaron las regiones, influyeron notablemente en las formas de construcción
regional. En este sentido, el sistema escolar siempre fue una de las vías privilegiadas para
divulgar las concepciones regionales del país. Por esta razón, aquí se considera, una revisión
de los manuales escolares es relevador de la forma en que distintas generaciones de argentinos

1
Quintero 1995.
2
Bandieri 1996:96 nota al final 25.
3
Souto 2003:147-149.

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Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

se socializaron con el ritual de la regionalización. Si bien el Territorio de Los Andes no fue en


sí una unidad regional surgida de algún sistema clasificatorio, las descripciones regionales
sobre este territorio, relativamente abundantes, permitieron reunir numerosos elementos para
la definición regional de la ―Puna‖ en el contexto de la Argentina.
En términos generales, la categoría ―región‖ es utilizada en los estudios mineralógicos,
económicos, urbanos o arqueológicos, con diferentes fines heurísticos. Aquí interesa el uso de
―región‖ en la tradición disciplinar de la geografía y la historia. Especialmente en Francia, el
uso de región como categoría analítica ha permitido el intercambio entre ambas disciplinas.
Pero fue en la geografía donde alcanzó el estatuto de ―concepto científico‖ central, al permitir
su individuación en el ámbito académico, alcanzando cierto reconocimiento por parte de otras
disciplinas. Al menos en Francia durante las primeras décadas del siglo XX, la región (y el
paisaje) era el objeto privilegiado de los geógrafos. Sin embargo, la historiografía también
había recuperado de diferentes formas el uso de la categoría regional, para construir una
alternativa a la historia universalista. En la actualidad se convirtió en parte del rótulo de una
tradición de estudios relativamente nueva, particularmente prolífica en la Argentina: los
estudios de historia regional. Pero antes de analizar los aportes de la historia regional, tarea
que se emprenderá en la última sección de este capítulo, se revisará el uso del concepto
―región‖ en la tradición geográfica.

La región en la práctica académica


A lo largo de la historia disciplinaria de la Geografía el concepto de región estuvo en el centro
de diversos debates teóricos y epistemológicos1. La principal referencia es la Escuela de
Geografía Humana que tienen como principal referente a Paul Vidal de la Blache. La
preocupación por describir y comprender las variaciones del paisaje, sobre la base del análisis
de los elementos naturales, ya estaba presente en la tradición alemana, representada por
Alexander von Humboldt, Karl Ritter y Friedrich Ratzel. Pero fue la categoría ―región
geográfica‖ elaborada por Vidal de la Blache y sus discípulos la que condensó el sentido del
quehacer de varias generaciones de geógrafos en Europa y América, quienes se ocuparon de
identificar, delimitar y describir ―regiones geográficas‖.
El pensamiento geográfico de Vidal de la Blache, historiador de formación, tuvo una amplia
repercusión en la obra de los historiadores franceses de la Escuela de Annales, como Lucien
Febvre y Fernand Braudel. Tomando como punto de partida la noción de región natural, Vidal
de la Blache buscó resaltar las distintas formas en que los grupos humanos habían
aprovechado los dones de la naturaleza, a través de la técnica y de diferentes formas
organizativas. De la interacción entre hombre y naturaleza, de larga duración, surgía un
paisaje y un modo de vida que se podía individualizar, es decir una región. Y era la tarea
central del geógrafo detectar y estudiar las regiones en todo el planeta, lo que le permitiría, a
posteriori, establecer comparaciones2.
En el caso de la Argentina, la cuestión regional tuvo un papel similar en el proceso de
institucionalización de la disciplina en el ámbito académico, aunque en forma
comparativamente tardía con respecto a la experiencia francesa. En Argentina se adoptó el
concepto de ―región geográfica‖ como marco conceptual propio de la Geografía,

1
Cf. da Costa Gomes 1995.
2
Romero, de Privitello, Quintero y Sábato 2004: capítulo 3.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

permitiéndoles a los geógrafos justificar y legitimar su escisión de la carrera de historia y su


constitución como campo disciplinar independiente1.
Aquí y allá, de cualquier manera, se trataba de un pensamiento con tendencias nacionalistas,
donde territorio estaba asociado, en forma unívoca, al Estado nación, mientras que región se
asociaba con recortes espaciales menores, resultado de la partición de ese territorio. El sistema
regional debía cubrir la totalidad del territorio, sin dejar ningún espacio fuera de alguna de las
unidades regionales. Cada región reuniría una serie de rasgos que le darían cierta personalidad
y la diferenciarían de las demás. La reconstrucción del conjunto regional, de todas formas,
permitiría descubrir la unidad nacional dentro de la diversidad2.
Pero el concepto de región no fue utilizado exclusivamente por la Escuela Francesa. En la
tradición geográfica, tanto región como regionalización fueron recuperadas desde diferentes
perspectivas. En este sentido, Mata Olmos hace referencia a cinco ―lógicas de
regionalización‖: la lógica natural, la lógica de la homogeneidad y la uniformidad humanas, la
lógica de la polarización, la lógica territorial y la lógica de la economía política3. Si bien cada
una de estas lógicas tuvo su mayor despliegue en algún período particular de la historia
disciplinar, en la actualidad todas ellas siguen vigentes, y son utilizadas tanto por geógrafos
como por otros profesionales en el terreno académico o en el de la planificación.
Según Mata Olmos, el debate sobre la región se originó a mediados del siglo XIX con la
profesionalización del campo de la geología. Fueron profesionales de ese campo quienes
tempranamente elaboraron la noción de ―región natural‖. La regionalización no suponía la
división del espacio a partir de solo un elemento, como por ejemplo zonas climáticas o
cuencas hidrográficas, sino que se elaboraba a partir de la consideración de más de uno, a
través de los cuales se llegaba a la definición de una entidad homogénea, donde el conjunto de
los elementos del medio físico alcanzan un cierto equilibrio4. A esta perspectiva se la podría
definir como ―fisiográfica‖, central en el desarrollo de la geografía física y la ecología.
Esas ideas estaban en sintonía con las teorías naturalistas y evolucionistas de la época, las
cuales influyeron notablemente en la perspectiva vidaliana5. La lógica de la homogeneidad y
de la uniformidad humana está profundamente enraizada en la geografía tradicional, orientada
a inventariar y describir ―regiones geográficas‖. En esta perspectiva se combinaban, con una
idea de síntesis, regiones naturales y acciones humanas. Cada región geográfica expresaba las
respuestas humanas a las limitaciones impuestas por el medio. A esta corriente se la rotuló
como posibilista, en oposición a la alemana, llamada por muchos como determinista, cuyas
bases filosóficas, teóricas y epistemológicas fueron ampliamente analizadas en la mayoría de
las obras de historia y teoría de la Geografía6. Otra noción atribuida a la escuela Francesa de
Geografía Humana, es la de ―región histórica‖. Esta noción ofrece una gran ambigüedad, ya
que puede hacer referencia tanto a divisiones que existieron en el pasado o a un rasgo de
diferenciación espacial actual7. A esta perspectiva podría denominarse ―humanista‖, en
coincidencia con la idea de una ―lógica de la homogeneidad y la uniformidad humanas‖,
propuesta por Mata Olmos8.

1
Souto 1996.
2
Quintero 2002b.
3
En base a Pinchemel, Genévieve y Philippe Pinchemel (1988) La face de la Terre, Armand Collin, Paris
citado en: Mata Olmos 1993:82.
4
Mata Olmos 1993:82-83.
5
da Costa Gomes 1995; Méndez y Molinero 1984.
6
Como por ejemplo Claval 1974, Santos 1978, y Moraes 1983, entre tantos otros.
7
Molina Ibáñez 1986:82.
8
Mata Olmos 1993:83-84.

— 70 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

La ―lógica de la polarización‖ remite al papel que juegan las ciudades en la organización del
espacio por la creación de un área de influencia1. La región estaría formada por una ciudad o
―área central‖ y su área de influencia o ―hinterland‖. Esta lógica de regionalización se
diferencia de las anteriores, ya que no se basan en factores topográficos o culturales, sino en
la dinámica funcional del espacio. Este tipo de construcción es la que predominó en la
Geografía anglosajona desde mediados del siglo XX. Si bien supuso un movimiento de
renovación, mantuvo un excesivo formalismo en su propuesta al no considerar la complejidad
de la trama social, ni las dimensiones culturales e históricas de los procesos analizados. Este
tipo de regionalización remitiría a una ―perspectiva funcional‖, donde se privilegian las
técnicas cuantitativas, especialmente la elaboración de matrices de datos y figuras
geométricas, y toman al espacio como una superficie isomórfica y ahistórica, en la cual
pueden reconocerse área, líneas y puntos. En esos enfoques son frecuentes la producción de
cartogramas, tablas y gráficos. Podría decirse que esta lógica está muy presente en la
planificación regional, especialmente en cuestiones vinculadas a la movilidad y la
localización de los factores de producción.
Según la clasificación que se viene realizando, la cuarta lógica es la territorial. En este caso la
noción de territorio que utilizan los autores de esta clasificación está asociada a la
subjetividad2. En este caso, la noción de región se aproxima a las proposiciones de la
fenomenología y a la relevancia analítica dada al ―espacio vivido‖ 3. Por eso es posible hablar
de una ―perspectiva fenomenológica‖.
La ―lógica de la economía política‖ atiende a las desigualdades espaciales que se producen
como consecuencia del desarrollo del modo de producción capitalista4. Las regiones son el
reflejo de las desigualdades provocadas por el desigual desarrollo de las condiciones de
producción. Las ideas de ―regiones que pierden‖ y ―regiones que ganan‖, muy en boga en la
década de 1990, puede vincularse a esta lógica, o mejor, ―perspectiva socioeconómica‖ 5.
La bibliografía teórica que busca desentrañar los significados de región y regionalización es
más que abundante. De toda esa literatura se advirtió que la propuesta de Mata Olmo, a partir
de Genévieve Pinchemel y Philippe Pinchemel, ofrecía como gran ventaja la posibilidad de
ordenar en pocos párrafos el conjunto de tradiciones que aportaron a la construcción de
―región‖ como categoría de análisis. Aquí se propuso que más acertado que hablar de
―lógicas‖, idea un poco formalista que remite a las ciencias fáctico-naturales, sería propicio
hablar de perspectivas teórico-metodológicas, es decir de diferentes ángulos desde los cuales
se abordó el tratamiento teórico de una noción tan cara a la tradición geográfica, y cada una
de esas perspectivas no hizo más que enriquecerla. A la vez, estas perspectivas no surgen
exclusivamente del campo de la geografía, todo lo contrario. Cada uno a su tiempo es un
producto de intercambios interdisciplinarios, que no necesariamente parten de la geografía,
pero sí que los geógrafos han recuperado.
¿Por qué es importante en esta investigación recuperar las diferentes perspectivas o enfoques
regionales? En gran medida porque se advirtió que los enfoques regionales más clásicos no
han perdido vigencia aún en la actualidad. Esto es de particular interés para esta investigación,
ya que numerosas definiciones regionales de la Puna propuestas por autores que recuperan y
abonan a la perspectiva socioeconómica, por ejemplo, siguen recuperando la noción de
―región geográfica‖. En otras palabras una de las propuestas más clásicas de regionalización,

1
Mata Olmos 1993:84-85.
2
Sobre esta perspectiva también Mesquita 1995.
3
Mata Olmos 1993:85-87.
4
Mata Olmos 1993:87-88.
5
Cf. Benko y Lipietz 1994.

— 71 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

sigue operando en la actualidad a la hora de regionalizar, especialmente notorio en el caso de


la Puna.
Para finalizar este apartado, se puede proponer otra perspectiva que será retomada en
profanidad más adelante, y que surge de las más recientes elaboraciones en el ámbito de la
nueva geografía política. Se trata de la ―perspectiva de la territorialidad estatal‖. La partición
del territorio en una serie de divisiones político-administrativas, cuya delimitación obedece a
razones de diversa índole, es un factor a considerar en la diferenciación regional. En el caso
de los Estados nacionales, algunos niveles territoriales obedecen al sistema político vigente,
que puede ser centralizado o descentralizado, federal o unitario. Sobre la trama de divisiones
políticas, como puede ser la división provincial en el caso argentino, el Estado nacional fue
superponiendo otras divisiones oficiales, para cuestiones tan diversas como la provisión del
servicio eléctrico, la prevención de incendios forestales o la inversión de fondos federales1. Al
tomar como criterio de regionalización las divisiones político-administrativas de diversas
escalas (provincial, municipal, metropolitana) se está destacando la importancia que tiene el
Estado en la diferenciación socioeconómica, y los desequilibrios que pueden existir entre las
distintas unidades territoriales como consecuencia de la desigual intervención del Estado,
unas veces por acción y otras por omisión2.
En cierta forma, este enfoque recupera el sentido de la ―región como instrumento territorial‖
al que se aludía más arriba. En otras palabras, este enfoque le otorga relevancia a los agentes
que ejercen influencia en un ámbito territorial, al establecer divisiones, las cuales con el
tiempo van a operar como elementos de diferenciación regional.
Una primera conclusión, una vez analizadas estas propuestas, es que la utilización de la
categoría ―región‖, o el ejercicio de la regionalización, en general establece relaciones de
semejanza (hacia adentro) y diferencia (hacia fuera). Estas relaciones de semejanza/diferencia
pueden establecerse a partir de elementos naturales, de las formas en que las sociedades
transformaron esa naturaleza, del funcionamiento de un sistema económico, de la desigual
distribución de la riqueza, de la intervención del Estado u otro agente que construye un
territorio. Los movimientos regionales, asimismo, pueden pensarse como estrategias de
construcción de identidades/alteridades, de diferenciación entre un ―nosotros‖ (semejantes) y
un ―otro/s‖ (diferente/s).
De esta forma queda planteada, como primera aproximación el uso general que se le otorgará
al concepto de región, según el plano de análisis sobre el que se ponga énfasis, un espacio que
hacia adentro predominan las similitudes y hacia fuera las diferencias. Esas diferencias y
semejanzas muchas veces surgen de la propia sociedad regional, de una comunidad
minoritaria que, en el contexto de la comunidad nacional, buscar diferenciarse. Muchas otras,
esas diferencias y semejanzas son una imposición desde afuera, desde agentes capaces de
construir esa alteridad. Este, en el ámbito argentino de 1899, es el caso de la ―Puna de
Atacama‖, una región creada por disputas territoriales entre Estados que luego se transformó
en una unididad político-administrativa interior, el Territorio de Los Andes. Planteada esta
cuestión se puede avanzar en la segunda parte del interrogante planteado: ¿cómo pensar
entonces el uso de territorio?

1
Vapñarsky 1998 y 2004.
2
Molina Ibáñez 1986:85.

— 72 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Aproximaciones a la categoría de territorio


En la tradición geográfica ―territorio‖ ha sido menos utilizado que ―espacio‖, términos que en
el uso actual muchas veces se toman como sinónimos, o se utilizan en forma conjunta cuando
se habla del ―espacio territorial‖.
Al igual que tiempo y proceso, espacio es una abstracción ampliamente utilizada, tanto en las
ciencias sociales como en las físico-naturales. Espacio, y contemporáneamente espacio social,
es el concepto que más claramente se asocia con el quehacer geográfico. A través de las
distintas escuelas de pensamiento geográfico, en interacción con otros campos de
pensamiento científico y filosófico, espacio ha sido considerado como absoluto, relativo,
experimentado, imaginado, matricial, sistémico, funcional, vectorial, socialmente construido y
campo de la lucha de clases1.
Puede afirmarse que en la historia del pensamiento geográfico, el término ―territorio‖ fue
menos usado como categoría conceptual. Es notable la ausencia de genealogías de
―territorio‖, especialmente si se compara con las existentes para ―región‖ y ―espacio‖,
verdaderos caballitos de batalla de movimientos teóricos importantes, tanto de la geografía
francesa, como de la geografía alemana y anglosajona del siglo XX. La categoría ―territorio‖,
en cambio, no tiene el mismo carácter emblemático, lo que no quita que haya recibido
diferentes tratamientos, en vinculación con diferentes dimensiones de análisis2. Asimismo,
―territorio‖ tiene una gran difusión, al menos en el idioma español, a través de diversos usos
más comunes en la lengua, los cuales provienen del derecho y la ecología.
Se puede afirmar que este término ha sido utilizado por lo menos de tres formas. En primer
lugar, territorio se ha asociado a jurisdicción. Tradicionalmente se vincula al ―territorio‖ con
el ―territorio nacional‖, es decir al ámbito geográfico bajo soberanía de un Estado nacional.
Este ha sido el principal significado que la Real Academia Española le otorgó al término
―territorio‖, d efinido co m o…
“ la porción de la superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia” 3.
Otra de las definiciones es:
“ circuito o término que comprende una jurisdicción, un cometido oficial u otra función
análoga” 4.
Así, en el uso corriente, el territorio constituye una superficie circunscripta
jurisdiccionalmente. En forma genérica, es la extensión de tierra que depende de un imperio,
de una provincia, de una ciudad o cualquier otra jurisdicción de un poder político.
En segundo lugar, muy vinculado con el anterior, territorio está asociado con ―base‖ o
―soporte geográfico de una jurisdicción‖. También se asocia con ―tierra‖ o ―terreno‖, con
―sustrato‖, o con ―suelo‖, y remiten a las ideas de ―medio físico‖ o ―espacio geográfico‖.
Sería el soporte material del Estado. Es frecuente encontrar intercambios entre estos términos
que no remiten a una distinción conceptual efectiva. Esto deriva de la naturalización de los
territorios nacionales operada desde el siglo XIX, proceso en el cual la geografía moderna
participó activamente. En un diccionario geográfico se define territorio como:
“ término general para designar las áreas que pertenecen a un Estado soberano”

1
Lobato Corrêa 1995.
2
Mesquinta 1995; Lopes de Souza 1995; Paasi 2003a.
3
Real Academia de España Tomo II 1992:1969.
4
Real Academia de España Tomo II 1992:1969.

— 73 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

… y com o…
“ extensa área de tierra” 1.
En tercer lugar ―territorio‖ está conectado con ―ecosistema‖, como ámbito de relaciones entre
organismos vivos y materiales inorgánicos que forman un sistema vital. Un concepto clave es
el de ―territorialidad‖. En esta perspectiva, la territorialidad humana muchas veces está
emparentada a la territorialidad animal, que se considera una necesidad natural y espontánea
de los grupos humanos, de la misma forma que la tienen los animales. En un diccionario
anglosajón de Geografía humana no aparece el concepto de territorio sino ―territorialidad‖,
que es definido como:
“ necesidad de espacio que tienen los individuos por razones de identidad, seguridad y
estímulo. El concepto pertenece al campo de la etología y traza ciertos paralelismos entre
las necesidades humanas y algunas exigencias propias de los animales, como la necesidad
de un espacio exclusivo para el apareo y para anidar, y una periferia para su seguridad y
estímulo. Entre los humanos el territorio puede adoptar diversos tamaños e intensidad, y
existen diferentes escalas de territorialidad” 2.
En general, en estas propuestas el territorio es concebido como un escenario estático que
existe con independencia del cambio social. Asimismo, como elemento común, se puede decir
que suele tener una fuerte vinculación con la entidad estatal nacional. En cualquiera de los
casos el término territorio contiene en su base una asociación entre espacio y control y, como
aquí se sostiene, esta es una clave para diferenciar conceptualmente al territorio de la región.
Mientras que las relaciones regionales tienden a resaltar los rasgos de semejanza/diferencia,
las relaciones territoriales (que también suponen cierta ―regionalidad‖) tienden a resaltar
situaciones de control de un sujeto sobre el espacio. Al menos en esta tesis, esta será la
principal diferenciación entre ambas categorías.

1
Monkhouse 1978:441.
2
Johnston, Gregory y Smith 1981:406.

— 74 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Región, territorio y frontera en la tradición


geográfica argentina
En la medida que esta investigación revisará la forma en que se pensaron, en el ámbito de la
Argentina, tanto desde la academia como desde las oficinas del Estado, una serie de entidades
territoriales y regionales, el Territorio de Los Andes y la ―Puna de Atacama‖ en particular,
interesa revisar brevemente cuáles fueron las perspectivas que predominaron en la definición
de ―región‖, ―territorio‖ y ―frontera‖. Pero por sobre todo, interesa revisar cómo se abordaron
estas categorías desde algunas líneas dominantes en el pensamiento geográfico tradicional.
En las primeras décadas del siglo XX, cuando se realizó un estudio sistemático del Territorio
de Los Andes, la geografía como disciplina autónoma todavía no se había establecido en el
ámbito universitario. La corporación geográfica estaba formada, en los primeros momentos,
por profesionales provenientes de diferentes disciplinas, fundamentalmente geólogos,
ingenieros y agrónomos, entre otros. Los geógrafos profesionales, en la medida que fueron
más numerosos y comenzaron a producir sus propias miradas sobre los objetos de estudio,
lucharon por imponer nuevas categorías de análisis. Un ejemplo de esto es el reemplazo en el
sistema escolar de la noción de ―región natural‖ por la de ―región geográfica‖. Este reemplazo
produjo un importante reacomodamiento en algunas clasificaciones regionales.
Además de la cuestión regional, otro aspecto ampliamente difundido en el temario de la
geografía tradicional, era la frontera. Algunas de las líneas más nacionalistas y conservadoras
dentro de la geografía, tuvieron al sistema escolar como el principal medio donde difundir su
ideario geopolítico. En ese sentido, ―territorio‖ se vinculó con jurisdicción y soporte material
del Estado, recibiendo escasa consideración como categoría analítica. No ocurrió lo mismo
con ―frontera‖ y fundamentalmente lo que se dio en llamar, desde la perspectiva del
nacionalismo territorial, las ―cuestiones fronterizas‖ y los ―litigios limítrofes‖. En suma, se
revisará a grandes rasgos las formas en que fueron pensadas tradicionalmente las categorías
―regiones‖, los ―territorios‖ y las ―fronteras‖.

Territorio y frontera en la geografía política argentina tradicional


En su acepción más elemental, la geografía es un saber que procura trasmitir ideas generales
sobre las características de una porción o la totalidad de la superficie terrestre y, desde las
formas más antiguas de pensamiento hasta las actuales, esta ha sido una constante. La
geografía, como saber, puede considerarse a aquel discurso que narra las formas en que se
fijan o que fluyen (circulan) objetos, personas e ideas en la superficie terrestre1. Como campo
disciplinar independiente, los orígenes de la disciplina se suelen ubicar en el ámbito
académico alemán y francés del último cuarto del siglo XIX2. En la Argentina, su
institucionalización académica es relativamente tardía: en el año 2003 la carrera de Geografía
de la Universidad de Buenos Aires cumplió cinco décadas de existencia3.

1
Esta idea reconoce como fuente de inspiración la obra de Milton Santos (1988).
2
Santos 1978; Moraes 1983.
3
Buchbinder 1997:176.

— 75 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Desde entonces espacio, territorio, frontera, región y lugar, entre otras, se han constituido en
las categorías centrales de análisis que le dieron sustento epistemológico a la Geografía como
campo independiente. La importancia de unas u otras categorías, la formulación de teorías
más o menos elaboradas, dependió de los diferentes contextos de enunciación, de las
vinculaciones más o menos estrechas con otros campos disciplinares como la Biología, la
Historia o la Economía, y de las problemáticas concretas con las cuales los geógrafos
(profesionales o no) debieron enfrentarse1.
Desde sus inicios, la disciplina ―geografía‖ tuvo a la ―geografía nacional‖, a la porción de
superficie terrestre contenida en los límites territoriales del Estado nacional, como principal
objeto de estudio, en un esfuerzo por comprender y legitimar las vinculaciones entre la
formación de los Estados y la configuración de la base material que delimita una nación.
Desde fines del siglo XIX, la narrativa geográfica, progresivamente, se volvió un elemento
clave en la invención de nuevas naciones. En la Argentina, como en otras naciones de
Latinoamérica, la narrativa que produjo argumentaciones geográficas durante la segunda
mitad del siglo XIX tuvo como gran misión describir los territorios que el Estado nacional
estaba comenzando a controlar. A través de los censos, de informes de exploración o de las
obras de autor se fue actualizando la información con la cual se elaboraban esas geografías
nacionales. La Geografía, en el proceso de institucionalización, se constituyó en un campo de
producción de argumentaciones que tenía al territorio nacional como principal unidad de
análisis, y su misión fue deshistorizar el proceso de su constitución, procurando naturalizar su
existencia. El proceso de formación del Estado argentino, iniciado un siglo antes de la
institucionalización de la Geografía en el ámbito de la Universidad, estuvo jalonado, entre
otros muchos elementos, por la producción de geografías que buscaban individualizar a la
unidad nacional, como entidad total a ser narrada2.
Desde mediados del siglo XIX se produjeron obras integrales de ―geografía argentina‖ en las
cuales, como documentos históricos, se puede reconstruir la historia del pensamiento
geográfico argentino y la historia del proceso material de su configuración y organización
territorial. Pero en Argentina, a diferencia de los casos francés, alemán o británico, durante
todo el siglo XIX y buena parte del XX, la geografía nacional no fue narrada por geógrafos
profesionales. Fueron periodistas, militares, abogados y naturalistas quienes elaboraron las
principales obras de referencia. Algunos intentos de reconstruir la genealogía de la geografía,
a mediados del siglo XX, postulaban como los primeros referentes de la disciplina a
Woodbine Parish, Victor Martin De Moussy, Hermann Burmeister, Richard Napp y Francisco
Latzina3. Es decir, los pilares sobre los que se apoya la tradición eran, en realidad, personas
con una amplia formación como naturalistas. Las primeras interpretaciones geográficas de la
Argentina del siglo XX, producidas en la década de 1920, fueron escritas por dos geógrafos
europeos: Franz Kühn y Pierre Denis, alemán el primero, francés el segundo4.
La descripción de las fronteras aparece en las obras de geografía argentina desde fines del
siglo XIX y permanece como un tópico omnipresente, siempre asociado con la idea de
soberanía territorial de los Estado nacionales, como sostenía un autor al escribir contenidos
para ser utilizados en los colegios nacionales:

1
Escolar 1989:8-10.
2
La narración es un proceso simultáneo de descripción e interpretación. Toda descripción supone algún grado de
interpretación (Quintero 2002a:12-13).
3
de Aparicio 1958.
4
Denis 1920; Kühn 1922.

— 76 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

“ Se conoce con el nombre de límites en el derecho internacional público, las fronteras


hasta donde se extiende la acción de la soberanía territorial y las leyes de un país. Los
lím ites pueden ser naturales y políticos o convencionales… ” 1
En la geográfica política tradicional las formulaciones vinculadas al concepto ―territorio‖ en
general fueron muy pobres y carentes de originalidad. Un claro ejemplo es la propuesta de
Raúl Rey Balmaceda, donde el concepto de territorio queda pegado al de superficie terrestre,
al decir:
“ con él hacemos referencia a la porción de la superficie terrestre –superficie
tridimensional- sobre la que ejerció o ejerce soberanía el pueblo argentino. Esa porción
está constituida por elementos sólidos, líquidos y gaseosos” 2
Servando Dozo procurando ajustar la definición de Rey Balmaceda, afirmaba:
“ El concepto de territorio no se limita a las tierras emergidas, sino que incluye los espacio
acuáticos continentales y marinos, el espacio aéreo, los fondos marinos y los elementos
flotantes y volantes y tam bién los colgantes (satélites)… ” 3
En la Argentina, este tipo de definiciones simplistas, que se prestan a la comicidad, poblaron
las páginas de muchas obras de geografía política hasta la década de 1980. En general, el
término ―territorio‖ fue objeto de interés de sectores conservadores vinculados al pensamiento
geopolítico tradicional. Pero no fue el territorio en sí el tema central de esta tradición, sino el
de las ―pérdidas territoriales‖ como consecuencia de las llamadas ―cuestiones fronterizas‖, en
las cuales la Argentina permanentemente fue víctima del expansionismo de los ―Estados
vecinos‖. Esta corriente analizó las fronteras desde perspectivas esencialistas ligadas a la
geopolítica y un exponente fue Rey Balmaceda, quien gravitó en los círculos militares y
educativos, publicando algunos artículos en la revista Geopolítica y numerosas obras
escolares de geografía. Su obra Límites y Frontera, de 1979, puede decirse que condensó y
ordenó la forma en que se describía tradicionalmente a las fronteras, como un espacio sin
sociedad:
“ Línea, en un caso; área, en el otro: he aquí la diferencia fundamental entre límite y
frontera” 4
Actualmente, en la emergencia de un área de estudios sobre fronteras en la Argentina, se
advierte un cierto abandono de esta temática en el campo de la geografía, especialmente de las
fronteras interestatales. En gran medida esto se puede pensar como una reacción, ideológica
antes que teórica muchas veces, frente a la tradición de la geopolítica, representada por Rey
Balmaceda. La Geografía Política, desde posturas críticas, ha generado una escasa producción
en los últimos años. Hasta la década de 1980 la visión de la frontera se nutría de la tradición
de la geopolítica europea y norteamericana, a través de relecturas y reinterpretaciones de las
obras de Friedrich Ratzel (generalmente a través de bibliografía que analizaba la obra de este
autor), Karl Haushofer e Isahia Bowman, entre otros. El mayor desarrollo de las
argumentaciones geopolíticas en Argentina, igual que en Brasil y Chile, se produjo en las
décadas de 1960 y 1970, período de gran tensión en las relaciones interestatales del Cono Sur,
y de gestación de regímenes militares que en parte legitimaron su permanencia a través de
programas geopolíticos5. Sin embargo, la lectura del territorio en clave geopolítica había
comenzado mucho antes.

1
Repetto 1927:3.
2
Rey Balmaceda 1981:183.
3
Dozo 1988:81.
4
Rey Balmaceda 1979:27.
5
Caviedes 1987:54-56; Quintero 1999.

— 77 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Federico Daus, Raúl Rey Balmaceda, Lorenzo Dagnino Pastore, Alfredo Rampa entre otros,
tuvieron en el sistema escolar al principal medio de divulgación de las concepciones
nacionalistas del territorio y de la frontera. Las descripciones las hacían a través de un temario
casi excluyente, y que incluía: extensión del territorio (superficie y puntos extremos),
formación del territorio, fronteras y cuestiones limítrofes. La formación del territorio
generalmente consistía en una historia del ―desmembramiento‖ territorial del Virreinato de
Río de la Plata, un supuesto historiográfico según el cual partes de lo que hoy es Chile, todo
Paraguay, Uruguay y Bolivia, formaban parte de Argentina como herencia colonial. En las
versiones extremas, el actual territorio argentino habría sufrido esas pérdidas territoriales. Las
―cuestiones limítrofes‖ incluían, indistintamente, litigios limítrofes pendientes de resolución
con Chile y otros países; reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas; territorios
pretendidos sobre la Antártida; y áreas de control militar como el Mar Argentino1.
En esta tradición, las fronteras dividían dos actores monolíticos y ahistóricos: ―nuestro país‖,
el ―país hermano‖ o ―país vecino‖ en el caso de las versiones más amistosas, o simplemente
―Argentina y Chile‖ en las visiones más belicosas2. Asimismo, las fronteras eran consideradas
como ―barreras‖ o ―muros‖ y como tales tendían a pensarse como áreas ―vacías‖ de
sociabilidad. En algunos autores primó una visión expansionista de la frontera, como en Rey
Balmaceda, quien demandaba una actitud de permanente alerta frente al peligro chileno.
“ Ha llegado la hora de defender enérgicamente lo que poseemos, de apropiarnos de lo que
nos corresponde y de reclamar la devolución de lo que nos pertenece” 3.
Daus elaboró una visión menos exaltada de las relaciones fronterizas, ya que reconocía cierto
beneficio a la posibilidad del intercambio:
“ la interrupción de los movimientos de vida general originada en un sistema fronterizo
eficiente no debe ser absoluta; muy por el contrario, conviene al desarrollo cultural y
económico del pueblo la posibilidad de una permanente oxigenación, por medio de
„puertas‟... por las cuales pueda canalizarse el intercambio con el exterior, en todas
direcciones” 4.
Rey Balmaceda representó la visión opuesta. En uno de sus últimos artículos decía:
“ ...en varias oportunidades se consideró en la Argentina, con ingenuidad digna de mejor
causa, que los problemas limítrofes entre ambos países se habían resuelto cabalmente...
pero la realidad es otra. La pregunta que surge ante estos hechos es la siguiente: ¿cuáles
son los fundamentos de la expansión territorial chilena? ¿Qué razones dan pie a una
geofagia que parece no tener fin? Por cierto que la geografía de Chile –la „loca geografía‟
de algún autor- explica esas ansias expansionistas territoriales, si bien no la justifican.
Todos los países limítrofes han soportado las consecuencias de los apetitos territoriales
chilenos” 5.
El lamento por las ―pérdidas territoriales‖ es una constante en la obra de este autor, abocado
principalmente al estudio de esta problemática, quien resaltó permanentemente las ―graves
derrotas diplomáticas‖ para ―nuestro país‖ 6. Lo que Rey Balmaceda no dice, como también lo
ocultó o tergiversó buena parte de la historiografía nacionalista, es que el arreglo de varios de

1
E l tem a d e las sup uestas ―p érd id as territo riales‖ fue tratad o , d esd e d iferentes p ersp ectivas, en: E scud é 1 9 8 4 y
1988; Cisneros y Escudé 2000; Quintero 1999; Romero, de Privitello, Quintero y Sábato 2004; Cavaleri 2004.
2
L a id ea d e versio nes ―am isto sas‖ y ―b elico sas‖ d e m irar a lo s p aíses vecinos se encuentra en: Quintero 1999.
3
Rey Balmaceda 1979.
4
Daus 1957:38.
5
Rey Balmaceda 1992:36.
6
V er, p o r ejem p lo : R ey B alm aced a y D e M arco 1 9 8 8 :5 6. C arlo s E scud é hab la d e una ―histo rio grafía llo ro na‖
(Escudé 1984:9). También habría que contemplar la existen cia d e una ―geo grafía llo ro na‖.

— 78 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

esos límites con los países vecinos suponía la conquista de territorios controlados por
sociedades indígenas, con la consecuente aniquilación, arrinconamiento y sometimiento de
esa población.
Entre los geógrafos, las reflexiones sobre los cambios en las fronteras muchas veces se las
sigue haciendo observándolas como una entidad única y monolítica, que condiciona el
funcionamiento del territorio nacional, sin cambiar la mirada hacia la escala local. En la
tradición de la Geografía Política las únicas unidades de estudio eran el territorio nacional, los
territorios provinciales o las regiones (que muchas veces se recortaban a partir de la
agregación de provincias), es decir entidades espaciales previas al proceso de investigación.
Otras entidades espaciales prácticamente no eran consideradas. Las fronteras aparecían como
una única entidad que constituía una de las partes del territorio nacional. Además, la
Geografía Política tradicional no realizaba estudios en el terreno y las fuentes de información
eran la cartografía, las fuentes legislativas, los acuerdos internacionales o la documentación
producida por instituciones como Gendarmería Nacional o las Fuerzas Armadas.
Como respuesta a esa tradición, desde mediados de la década de 1980 se propusieron
diferentes alternativas. La primera reorientó el debate hacia las fronteras de expansión
agropecuaria, a través de reinterpretaciones de los enunciados de Frederick Turner, restándole
importancia a las fronteras interestatales como objeto de estudio. Carlos Reboratti, al
comparar las fronteras políticas y las fronteras de asentamiento, afirmaba:
“ El primer tipo de fronteras -las políticas-, y por supuesto los límites, son
predominantemente estáticas, ya que surgen de la concreción territorial del Estado... lo
que no quiere significar, por supuesto, que no puedan cambiar con el tiempo. Por el
contrario, las fronteras de asentamiento, al estar atadas a fenómenos móviles y
cambiantes, son dinámicas y no siempre resultan de fuerzas claramente definidas dentro o
fuera de sí mismas... Frontera tiene también un significado de confrontación entre
diferentes pueblos... ¿Y qué es, entonces, la frontera? Podríamos decir que es el área de
transición entre el territorio utilizado y poblado por una sociedad y otro que, en un
momento particular del desarrollo de esa sociedad y desde su punto de vista, no ha sido
ocupado en forma estable, aunque sí puede haber sido utilizado esporádicamente” 1.
De esta forma, Reboratti definía a la frontera en función de la que por entonces era su área de
interés: el avance de las fronteras agrarias en América Latina. En adelante, el autor
desarrollará su análisis de las fronteras recuperando los estudios provenientes de la tradición
iniciada por Turner, y de las distintas formas en que sus ideas fueron recuperadas tanto en los
Estado Unidos como en América Latina.
Otra perspectiva, desde la geografía económica, y participando activamente en las discusiones
sobre la globalización y la integración en América Latina, tendió a considerar a las fronteras
como líneas que separan espacios de regulación de los Estados nacionales, en redefinición a
partir del proceso de globalización y el avance en la integración regional2. Sirva como
ejemplo lo que proponía Pablo Ciccolella:
“ más allá de las diferencias étnicas, culturales, lingüísticas y religiosas, cuando se sale de
un país y se penetra en otro se experimenta un cambio del sistema de poder, del sistema
m onetario y del sistem a de precios. E l „espacio fronterizo‟ hasta no hace m ucho tiem po se
limitaba a unos pocos kilómetros a cada lado de la frontera y actualmente esa franja se ha
ensanchado notablemente... Esto se ha debido fundamentalmente al incremento de las
relaciones comerciales y culturales, a la expansión e intensificación de los medios de
transporte y sobre todo al rol jugado por los mass media y por las alternativas

1
Reboratti 1990:9.
2
Véase por ejemplo Blanco, Fernández Caso y Gurevich 1997; Ciccolella 1997.

— 79 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

electrónicoinformáticas de comunicación. Así, la noción de frontera ha ido mutando


notablemente en el contexto y contradictoriedad del proceso de globalización” 1.
Finalmente, se pueden mencionar los trabajos realizados recientemente por Alicia Laurín,
desde la perspectiva de la Geografía de las relaciones internacionales2. De cualquier manera,
se puede advertir aún una escasa producción teórica en la geografía argentina referida a los
cambios en la dinámica de las relaciones fronterizas.

La región en la tradición geográfica argentina


Más que el territorio, lo que dominó la constitución del campo disciplinar de la geografía
argentina, por lo menos entre las décadas de 1920 y 1970, fue la construcción conceptual de
en torno a la región3. Fuera de la disciplina, estas dos concepciones tuvieron mayor
predicamento entre historiadores, antropólogos y arqueólogos, mientras que entre los
economistas convivieron tanto la perspectiva analítica como la de la economía política.
En la producción regional argentina confluyeron dos tradiciones, la fisiografía y la geografía
humana4. La fisiografía alemana estuvo representada en la Argentina por la obra influyente de
Franz Kühn, quien ponía un gran énfasis en las características del medio natural como clave
para la explicación de las diferencias regionales5. La segunda vertiente, en la Argentina, contó
con la obra del geógrafo Pierre Denis, quien ponía en la historia alguna de las claves
explicativas de la diversidad regional, como así también en la acción del hombre como
transformador del medio6. Con matices, fueron estas dos perspectivas las que mayor
influencia tuvieron en el pensamiento geográfico argentino más tradicional.
En la Argentina, la noción de ―región natural‖ comenzó a difundirse entre fines del siglo XIX
e inicios del XX7. Por entonces, algunos geógrafos llegados de Europa, como Enrique
Delachaux y Franz Kühn, la utilizaron en sus investigaciones y trabajos profesionales que
difundieron a través de la literatura especializada. Pero el terreno donde tuvo gran difusión
esta noción fue en el escolar. Su incorporación a los programas oficiales de enseñanza se
produjo en la década de 1920. Inicialmente, las regiones, convivieron con las lecturas del país
organizadas a partir de un itinerario por las provincias y Territorios Nacionales.
Un cambio de enfoque dentro del campo geográfico fue el reemplazo de la noción de ―región
natural‖ por la de ―región geográfica‖. Esto no representaba solamente un cambio de rótulo,
sino de concepción y, por detrás, reflejaba las pujas que existían entre diferentes sectores de la
corporación geográfica8. Del lado de la ―región natural‖ se encontraban profesionales
provenientes de las ciencias naturales, mientras que del lado de la ―región geográfica‖ se
encolumnaban los geógrafos profesionales, formados en el profesorado. Este debate se
desarrollaba fundamentalmente en el ámbito de la Sociedad de Estudios Geográficos ―GÆA‖,
la primera asociación profesional de geógrafos fundada en la Argentina, con influencia en la
elaboración de contenidos para el sistema escolar9.

1
Ciccolella 1997:61-62.
2
Laurín y Martínez 1997; Laurín 1998 y 2002.
3
Quintero 1999.
4
Quintero 2002b.
5
Kühn 1922 y 1930.
6
Denis 1920.
7
Quintero 2002b.
8
Souto 1996.
9
Quintero 2002b:6-11.

— 80 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

La noción de ―región natural‖ derivaba estrictamente de las ciencias naturales. La


regionalización se operaba dentro de los límites del territorio estatal, de forma tal que este
quedara dividido en un mosaico con límites precisos. Los criterios de regionalización se
basaban en los conocimientos de las ciencias naturales, excluyendo cualquier consideración
de la Geografía humana. La noción de ―región geográfica‖ incorporaba al ―aspecto humano‖
como criterio de regionalización. En este caso se buscaba la individualidad –o
excepcionalidad- de cada una de las unidades. Los límites no se definían a partir de una
metodología de regionalización muy clara. Se consideraba que los límites estaban inscriptos
en la realidad, y para su identificación importaba más la mirada del geógrafo que el análisis de
la información que se pueda relevar. Ambas tentativas coincidían en tomar como totalidad al
territorio estatal y operar sobre este una división exhaustiva, para construir un mosaico
regional, que normalmente se expresaba en una imagen cartográfica1.
Quien defendía el segundo enfoque era Federico Daus. Con fuentes de inspiración eclécticas,
Daus procuró renovar el enfoque regional en la geografía escolar, introduciendo la perspectiva
humanista a través de la noción de ―región geográfica‖, al punto de transformarse en su
principal mentor. Daus señalaba qu e la…
“ la noción de región geográfica... se refiere a una suma de caracteres físico-geográficos y
antropo-geográficos que individualizan un área de la superficie terrestre” 2.
La principal misión del geógrafo sería la de descubrir la ―personalidad‖ de las regiones, que
unas veces podía mostrar variedad del paisaje y otras, uniformidad. Como lo expresaba este
autor, una región se caracterizaría por su…
“ … uniformidad de relieve, clima y cubierta vegetal, drenaje, recursos naturales,
población, géneros de vida aunque a veces puede no presentar estos elementos” 3.
El reemplazo de la noción de ―región natural‖ por la de ―región geográfica‖ en los programas
oficiales de geografía finalmente ocurrió en la década de 1950 y como consecuencia se
transfirió a los manuales escolares. Esto coincidió con la llegada de Daus a la presidencia de
―GÆA‖ en 1951 y con la creación de la carrera de Geografía en la Universidad de Buenos
Aires en 1953. La geografía regional, articulada con el pensamiento geopolítico, se volvió
dominante en la producción geográfica argentina a través de las obras de Federico Daus, entre
otros.
Desde entonces, varias generaciones de argentinos se socializaron en la escuela con el ritual
de la regionalización que parecía ser la única opción posible de interpretar las diferencias
internas del país. En el surgimiento de las regiones, el Estado siempre aparece como un actor
ausente, al que pareciera no caberle ninguna responsabilidad en la producción del territorio.
Este imaginario regionalista se reproduce al interior de las provincias, donde el mosaico
regional se construye con independencia de los límites político-administrativo o al menos, con
cierto grado de prescindencia de los mismos. En el caso de la provincia de Jujuy, por ejemplo,
es el relieve y el clima, asociado con una serie de actividades económicas, los elementos que
definen, con ―objetividad‖ y gran precisión, el rompecabezas regional para un gran número de
investigadores sociales. La enumeración de regiones siempre inicia su itinerario en la Puna,
sigue en la Quebrada y termina en los Valles Occidentales y los Valles Orientales (a veces
llamado Ramal). Esta enumeración se reproduce como una rutina de regionalización pocas
veces cuestionada. Sobre este punto se volverá más adelante.

1
Quintero 2002b.
2
Daus 1957:19.
3
Daus 1935.

— 81 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Elena Chiozza, hacia fines de la década de 1960, procuró una renovación de enfoque en la
construcción regional. La principal obra de referencia, dirigida por esta autora, fue el País de
los argentinos, editada entre 1975 y 1977. Aquí se observa una renovación por la inclusión
de temas que las obras de geografía generalmente no consideraban, como por ejemplo las
desigualdades sociales, los desequilibrios entre el campo y la ciudad o la historicidad de los
procesos analizados. De todas formas se advierten ciertas continuidades con la geografía
tradicional. En primer lugar sigue siendo la geografía del territorio nacional, a través de sus
regiones, el principal objeto de interés. Asimismo, algunos tópicos de la geopolítica, como
perímetro, puntos extremos, extensión y forma del territorio argentino, siempre en términos
cartográfico, como así también la afirmación de la soberanía Argentina sobre una porción del
Sector Antártico, siguen presentes1. En la propuesta de Chiozza convivía la geopolítica clásica
argentina, con la geografía regional de inspiración vidaliana, junto a nuevas preocupación que
podrían vincularse con el movimiento de renovación de la geografía radical que estaba
ocurriendo por entonces. El ―país de los argentinos‖ es presentado como un mosaico de
regiones, y cada una de estas como:
“ espacios naturalmente diferenciados puestos en valor en distintos momentos históricos
por poblaciones de diverso origen e intereses, que han ido desarrollando una serie de
solidaridades locales a impulsos de la búsqueda de soluciones comunes” 2
De esta forma, los ―marcos naturales‖ son la base de la regionalización. En cada región la
―población‖ fue transformando esa naturaleza, en un proceso histórico, para lograr su
subsistencia. A diferencia del enfoque que sostenía Daus, las regiones no tienen límites
definidos, ya que cambian históricamente por efecto de las acciones sociales sobre el medio.
Como conclusión de este apartado, se quiere destacar que la propuesta que aquí se sostendrá,
se aparta completamente de las posturas nacionalistas que dominaron el campo de la geografía
política argentina, vigentes hasta la década de 1980. Se descarta cualquier noción basada en el
nacionalismo territorial y cualquier discurso en clave alegatorio, que pretende naturalizar los
límites del estado nacional y ubicar a los Estados vecinos como ―expansionistas‖ que ―nos
quieren quitar territorio‖. Una parte importante de la literatura que se analizará, especialmente
de la historiografía tradicional salteña, suele recurrir a ese imaginario territorialista, según el
cual la provincia habría perdido permanentemente territorios, se habría desmembrado, por
culpa de vecinos. Además, se procurará descentrar la mirada del propio país, intentando
reconstruir los procesos regionales y territoriales tomados como caso, en el contexto de la
dinámica establecida en el proceso de formación y diferenciación territorial de tres Estados:
Argentina, Bolivia y Chile. Esta tesis también se aparta de las posturas regionalistas más
clásicas que parten de la noción de ―región geográfica‖, para condensar una supuesta relación
entre dos entes abstractos y a-históricos: el ―hombre‖ y la ―naturaleza‖. A la vez se propone
como un diálogo con las nuevas propuestas en geografía elaboradas a partir de la década de
1980. Dicho esto, no queda más que avanzar hacia la propuesta teórico-metodológica de esta
tesis.

1
Cf. Chiozza 1977:2-21.
2
Aranovich y Chiozza 1977:2.

— 82 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Geografía e historia: encuentros y


desencuentros
Tanto historiadores como geógrafos reconocen en la actualidad la estrecha vinculación entre
ambas disciplinas. Pocos negarían la indisoluble unidad de tiempo y espacio que caracteriza a
todo proceso social. Aún así, no son mayoría los historiadores que tratan de recuperar de
manera explícita la dimensión espacial para sus estudios históricos1. Si bien actualmente
puede advertirse un mayor interés de los geógrafos por la dimensión temporal de los
fenómenos estudiados, esto no supone una inclusión sistemática de una reflexión sobre el
pasado. Retomando el título de esta tesis, es conveniente a esta altura interrogarse por qué una
―geografía histórica del Territorio de Los Andes‖ y por qué no, simplemente, una ―historia del
Territorio de Los Andes‖. También por la negativa, por qué no simplemente una ―historia
regional‖. De la misma forma, se intentará interrogar sobre cómo pueden utilizarse los
conceptos de territorio y región en una investigación sobre entidades espaciales que existieron
en el pasado o, en general, en una investigación geohistórica.
Los interrogantes planteados en la investigación requirieron la articulación de marcos
interpretativos históricos y geográficos. Pero no cualquier marco interpretativo. Como ya se
adelantó, las vertientes que nutrieron el enfoque de esta tesis fueron dos, y pueden rotularse
como ―historia regional‖ y ―nueva geografía regional‖. Las obras de algunos investigadores
cuya producción parte de alguna de estas vertientes, fueron provechosas por diferentes
razones, ya sea por el aporte de herramientas teórico-metodológicas, de investigaciones
empíricas que fueron estratégicos para avanzar en el proceso de investigación, o por las ideas
y preocupaciones que motivan la propia investigación.
Los próximos apartados irán recorriendo esta literatura, presentando los aspectos que se
quieren rescatar de las diferentes propuestas. En primer lugar, por haber sido el primer
―descubrimiento‖ en las etapas iniciales de formulación de esta investigación, se presentarán
los aportes provenientes de la ―historia regional‖. Las contribuciones de la ―nueva geografía
regional‖, y también de la ―nueva geografía política‖, permitieron dar respuesta a
interrogantes sobre aspectos en los que la ―historia regional‖ no suele poner énfasis.
Finalmente se intentará pasar en limpio la propuesta que surge de esta mixtura.

La historia regional
La utilización de categorías espaciales en la reflexión sobre el pasado no es una novedad.
Desde la constitución de la Escuela Annales existió un diálogo fluido entre sus referentes,
como Lucien Fevre, Marc Bloch, Fernand Braudel y George Duby, con los de la geografía
regional francesa. Estos historiadores han sido influidos por -a la vez que influyeron en- la
obra de geógrafos que suelen considerarse discípulos de Paul Vidal de la Blache, entre ellos
Albert Demangeon y Emmanuel de Demartone2. Inclusive la denominación con que se suele
conocer a esta tradición, ―posibilismo‖, es atribuida no a Vidal de la Blache sino a Febvre3.

1
Como se propone en Landavazo 2003b:VII.
2
Devoto 1992.
3
Moraes 1983:68.

— 83 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El libro El Mediterráneo de Braudel tiene una primera parte que ocupa casi la mitad del libro
y que consiste en una extensa narración sobre la geografía -relieves, mares y litorales,
desiertos, clima- como un conjunto de posibilidades brindadas al hombre del Mediterráneo
para la localización de ciudades y construcción de caminos, para la agricultura y la minería1.
Como sugiere Susana Bandieri, esta tal vez pueda considerarse una obra inaugural de los
estudios históricos regionales2. Por qué no, también, de la geografía histórica (o geohistoria).
Braudel describía la obra de Vidal de la Blache en forma muy elogiosa aunque criticaba el
gran apego a los aspectos físico-naturales:
“ el suelo, el relieve, las superficies de agua… el conm ovedor rostro hum ano de F rancia, él
supo captarlo con una m aravillosa inteligencia… m ediante una descripción densa… L a
escuela francesa ha producido numerosas obras de calidad. Ha hecho maravillas” 3
Finalmente, proponía a la geohistoria como
“ el estudio de un doble vínculo, de la naturaleza con el hombre y del hombre con la
naturaleza” 4.
La relación ―hombre-naturaleza‖, era un postulado del pensamiento geográfico positivista, en
este caso en clave ―posibilista‖, es decir considerando las posibilidades que ofrece la
naturaleza y que el hombre podrá aprovechar en su beneficio, dependiendo de sus
conocimientos tecnológicos.
La historia regional, como corriente historiográfica, es relativamente reciente en la Argentina.
Puede decirse que surgió como un proyecto orientado a producir relatos sobre el pasado
argentino, pero que no sean europeos desde el principal centro político, económico y también
académico del país: Buenos Aires. Esto fue posibilitado por la renovación de los cuerpos
docentes y de investigadores en universidades nacionales de distintas provincias argentinas,
que iniciaron esa encomiosa empresa. La historia regional, también se propone como una
alternativa a la historiografía provincial tradicional, generalmente producida por historiadores
no profesionales, una historia básicamente política que tiende a naturalizar el recorte
territorial considerado y relatar el pasado provincial en un tono nacionalista (o provincialista).
El auge de estos estudios puede ubicarse en el cambio de década de 1980 a 1990. Entre los
principales antecedentes, que obraron como estímulos para las discusiones sobre los alcances
y las limitaciones de la historia regional, se puede considerar la obra pionera y ya clásica de
Carlos Sempat Assadourian sobre la economía colonial, publicada en 1982; la publicación de
un artículo traducido al español que Eric van Young había escrito en 1985; y la realización de
los primeros simposios en encuentros nacionales de historia5.
En su libro E l sistem a d e la econ om ía colon ial… Assadourian reconstruyó el
funcionamiento de la economía colonial en Sudamérica, a través de diferentes circuitos que
conformaban un espacio económico complejo, que en algunos de sus rasgos subsistió al
período colonial6. La perspectiva regional que puede observarse en la propuesta de
Assadourian es la funcional. El espacio que el autor observa tendría a Lima y Potosí como
―polos de crecimiento‖, en torno a los cuales se constituyó un sistema económico de escala
continental que abarcaría una extensión próxima a la que hoy tienen, en conjunto, Ecuador,
Perú, Bolivia, Chile, Paraguay y Argentina. A esta entidad la definió como ―espacio

1
Braudel 1949.
2
Bandieri 2001a:97.
3
Braudel 2002:56-57.
4
Braudel 2002:78.
5
Bandieri 1996.
6
Assadourian 1982.

— 84 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica
1
peruano‖ . Para el estudio de ese espacio utilizó categorías como circuitos, flujos, circulación,
etc. Algo que subraya este autor es que el investigador debe tener una actitud de vigilancia a
la hora de definir los límites históricos y geográficos que impone al campo de observación:
“ Hemos esquivado el vicio tan frecuente de aplicar al tiempo colonial la noción moderna
de espacio nacional que corresponde ciertamente a otra circunstancia histórica. El uso de
esta arbitraria noción de espacio lleva a confusiones notables” 2.
Acto seguido, procede a delimitar espacial y temporalmente al ―espacio peruano‖ que, según
el autor, constituyó la pieza fundamental del imperio español durante la segunda mitad del
siglo XVI y el siglo XVII. Al interior de esa entidad elabora una zonificación, a partir de la
inserción de los diferentes espacios en la economía colonial, centrada en la minería
argentífera, en el eje Lima-Potosí.
La obra de Assadourian representó un importante avance en la incorporación de categorías
espaciales ―desnaturalizadas‖ al análisis histórico. Esta obra es un punto de partida obligada
para cualquier trabajo que tome como terreno de estudio al espacio andino. Con alguna
demora, su obra fue una fuente de inspiración para trabajos de investigación centrados tanto
en la economía colonial como en la economía del siglo XIX3.
El otro autor mencionado es Eric van Young. En su trabajo Haciendo historia regional…
este autor proponía que los historiadores debían reflexionar sobre un concepto complejo,
frecuentemente utilizado en sus investigaciones, como es el de ―región‖. En ese sentido
sugiere que las
“ regiones son hipótesis por demostrar y que, cuando escribimos historia regional, estamos
tratando de hacer justamente eso, antes que describir entidades previas” 4.
Así, la región es una construcción analítica, elaborada en el proceso de investigación, lo que
constituye una propuesta interesante para la producción historiográfica. A continuación
sostiene que la región es la ―espacialización de una relación económica‖ 5. De esta forma, este
autor ancla el concepto ―región‖ en la dimensión económica, una fuerte limitación para el uso
que se le quiere dar en esta tesis a dicha categoría. En su propuesta, ―región‖ se conecta más
directamente con la teoría del emplazamiento central. La consideración de la dimensión
económica dada por este autor se debe, probablemente, a algunas de sus fuentes de
inspiración que provienen del pensamiento geográfico funcionalista anglosajón y de la
economía regional, que recrearon los tempranos modelos de Walter Christaller, Alfred Weber
y August Losch. La perspectiva que surgiría de los enunciados de van Young debería ser la de
una ―historia económica regional‖ en la medida que deja poco margen para considerar otras
dimensiones de análisis.
Lo que aquí se quiere rescatar de la propuesta de este autor, en todo caso, es su preocupación
por desarrollar teóricamente el concepto de región. Las discusiones historiográficas sobre la
mirada de la sociedad en el pasado muchas veces relegan la posibilidad de un debate teórico
de las categorías espaciales en juego.
En la Argentina, el mayor desarrollo de estudios de historia regional se registró a lo largo de
la década de 1990 y un testimonio de ello es el aumento de mesas y simposios incluidos en

1
Cf. Assadourian 1982:129-133.
2
Assadourian 1982:128.
3
Bandieri 2001a:94-96.
4
van Young 1985:100.
5
van Young 1985.

— 85 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

jornadas de historia, de artículos en revista de historia e inclusive de libros especializados1.


No es el objetivo de esta sección revisar esa bibliografía, lo que requeriría una investigación
de largo aliento. Sólo interesa ver a través de algunos pocos ejemplos cómo los historiadores
han utilizado algunas categorías espaciales, y particularmente las dos que aquí más interesan:
región y territorio.
En un artículo de 1995, Daniel Santamaría ponía en duda la utilidad del concepto ―región‖
para la producción historiográfica, por considerar que se trata de una categoría ―rígida‖ 2.
Criticaba la perspectiva de van Young por la formalidad de su propuesta: una definición de
región en donde se identifican sistemas, partes, lugares centrales y fronteras, con lo que aquí
se está de acuerdo. Sin embargo, el ensayo de regionalización que Santamaría propone para el
Jujuy colonial, con el objetivo de demostrar las limitaciones del concepto de región no parece
distanciarse de los criterios ―geográficos‖ que él critica. Santamaría propondría la siguiente
división de Jujuy:
1) la sección jujeña de la Puna que caracteriza como “ un corte convencional del altiplano
que emerge del Titicaca hasta el norte de la actual Catamarca, con su población
agropastoril, alim entada con carne y m aíz… ” ; 2) los valles tem plados del sur… que
prosiguen el territorio montuoso del borde occidental del corredor subtropical tucumano-
oranense, donde salteños y jujeños invernan vacas y m ulas… ” ; 3) “ las tierras bajas y
cálidas del este, con sus fuertes, reducciones y campos de pastoreo” .3
Esta regionalización es similar a la que haría un representante de la ―nueva geografía
francesa‖ a la que el autor alude al inicio de ese artículo. Es curioso como esta regionalización
repite en forma casi ritual el esquema de regionalización de la provincia de Jujuy presente en
innumerables estudios históricos, arqueológicos, antropológicos y geográficos actuales que
toman como objeto a la provincia de Jujuy o a algunas de sus regiones consagradas (Puna,
Quebrada, Valles), en el imaginario popular y en el académico. Cuando este autor ensaya una
regionalización para demostrar la limitación del uso de esta categoría, no está haciendo otra
cosa que repetir el esquema del pensamiento geográfico regional tradicional, que recorta
regiones a partir de elementos de la fisiografía, articulados con los aspectos ―humanos‖. De
esta forma ―lo geográfico‖ pareciera no ser otra cosa que el medio físico (relieve, hidrografía,
suelo, clima, biomas) que brinda las posibilidades a unos de ser pastores y a otros
agricultores.
Lo importante sería poder identificar espacialmente, de la misma forma que se lo hace
temporalmente, el objeto de estudio, en este caso ―Jujuy en los siglos XVII y XVIII‖. Se trata
de una entidad espacial que aparentemente existió durante dos siglos o, al menos, este período
es significativo para ser considerado como unidad de análisis por determinadas razones que
sería necesario explicitar. Y esta es una dificultad que tienen algunos topónimos que, por
decirlo de alguna forma, resistieron el paso del tiempo. Sería muy difícil en el estado actual
del debate sostener una Argentina de los siglos XVII y XVIII, por que el topónimo Argentina
no designaba un espacio aproximado al de la Argentina contemporánea, y por que lo que hoy
se llama ―Argentina‖, un Estado nacional moderno, es una entidad que, a lo sumo, se podría
sostener comenzó a forjarse entre fines del XVIII y los inicios del siglo XIX, y aún esto sería
materia de una gran polémica. En cambio, se puede hablar del Jujuy del siglo XVI, del Jujuy
del siglo XVIII y del Jujuy del siglo XX. ¿Pero se trata en todos esos casos de la misma
entidad espacio-temporal? Probablemente la división ―ciudad-campaña‖ sea suficiente para
dar cuenta de la estructura socio-económica del Jujuy colonial, distinguiendo además una

1
Como por ejemplo: Fernández y Dalla Corte 2001a.
2
Santamaría 1995a.
3
Santamaría 1995a:220.

— 86 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

campaña con indígenas encomendados y una campaña con fincas y haciendas españolas. En
ese caso, el intento de regionalización no se establece a partir de las clasificaciones basadas en
la altitud del relieve o la sequedad del clima, y que en gran medida se elaboraron a partir de
conocimientos modernos sobre geología, geomorfología y climatología, sino de las
estructuras agrarias dominantes en la época, y que son los rasgos más destacados de aquella
―sociedad pequeña‖ de la que habla Santamaría.
Algo similar ocurre en algunas aproximaciones antropológicas. Por ejemplo Héctor Trinchero
descarta la noción de región por considerar que…
“ … tiende a ser cosificada en una representación geográfica dada de una vez y para
siempre, a partir de lo cual el análisis pierde capacidad heurística para aprehender las
transformaciones históricas y la multiplicidad de actores diferenciales que construyen y a
la vez son producto de específicas estructuraciones espaciales en cada momento” 1.
Pero la ―cosificación de un concepto‖ no es ―culpa‖ del concepto, sino de quienes
conceptualizan. El autor parte de un recorte regional o de una clase dentro de un sistema de
partes en las que se divide y organiza el espacio y la resignifica, el ―Gran Chaco‖ y el ―Chaco
central‖, que a lo largo de su investigación logra deconstruir.
La naturalización del tiempo, el espacio y la sociedad, como así también la diferenciación de
una ciencia del tiempo, otra del espacio y otra de la sociedad, ya lleva varias décadas de
crítica y revisión. Afirmar que no es conveniente utilizar tal o cual concepto significa, de
alguna manera, renunciar a la posibilidad de ―aprovechar‖ en beneficio de la investigación los
aportes que las demás disciplinas están llevando adelante. Otro autor, Daniel Campi, proponía
una clara diferenciación entre el concepto ―región‖ con respecto a ―territorio‖ y ―espacio‖. En
ese sentido afirmaba que:
“ si la problemática del territorio y del espacio se presentaba como objeto privilegiado de
estudio del geógrafo, no era menos evidente que la región era una construcción histórica
(es decir, forjada por los hombres en el tiempo), que, por lo tanto, no se podía tratar sino
históricamente” 2.
Cabría preguntarse ¿por qué el autor diferencia con tanta claridad al espacio y el territorio de
la región, atribuyendo los primeros a la geografía y el tercero a la historia? ¿No son el espacio
y el territorio también construcciones históricas, forjadas por los hombres? Si se acepta que
las provincias son entidades territoriales ¿no son también construcciones forjadas por los
hombres en el tiempo? Esto supondría que la espacialidad y la territorialidad son fenómenos
naturales, no históricos. Esta concepción de ―lo espacial‖ o lo ―territorial‖ como sinónimo de
soporte material de la sociedad, está vigente tanto en la historiografía regional como en la
antropología. De esta forma, el territorio se torna un contenedor, un objeto atemporal.
Para finalizar este apartado se puede decir que los aportes de lo que se podría llamar ―nueva
historia regional‖, a pesar de algunas pervivencias que se pueden advertir del pensamiento
geográfico tradicional, fue una de las fuentes de inspiración para los interrogantes que
orientaron la investigación que sostiene a esta tesis. Esta investigación tiene una gran deuda
con los aportes realizados por una serie de historiadores que se inscriben en esta perspectiva.
La historia regional –o quienes recuperan esta perspectiva- se propone como una alternativa
frente a las desprestigiadas historias provinciales y a la historia nacional, narradas a través de
relatos ―porteñocéntricos‖ 3. La historia regional permitiría, concomitantemente, superar esta

1
Trinchero 2000:40.
2
Campi 1993:15.
3
Fernández y Dalla Corte 2001b.

— 87 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

dicotomía entre ―historia nacional‖ e ―historia provincial‖ 1. A la vez, se presenta como un


intento de estudiar sectores del territorio argentino desconocidos o mal estudiados hasta ahora.
Sin dudas, este es el caso del Territorio de Los Andes. Sin embargo, como advierte
Chiaramonte, una excesiva supeditación al concepto de región puede limitar y desorientar la
investigación2. Esto ocurre cuando los espacios son naturalizados, o tomados como un dato,
por ejemplo, cuando se tornan mero recurso de comodidad del lenguaje. Para ello aquí se
sostiene que es necesario prestar la suficiente atención a los diferentes recortes espaciales
utilizados, reconstruir en la medida de lo posible los usos que se le daba a esos recortes en el
momento en que surgieron y a la forma en que fueron resignificados con el tiempo. A la vez,
una historia regional superadora de las viejas historias que toman recortes espaciales
consagrados exige un esfuerzo interdisciplinario.
Pero sobre todo resulta interesante la propuesta de una historia descentrada de la mirada de las
ciudades capitales y del propio país, que se interroga sobre las funciones cambiantes que
tuvieron las fronteras en las relaciones de intercambio entre diferentes sociedades regionales,
que evita encasillar el estudio en los límites políticos de los estados nacionales y
subnacionales. No obstante, una limitación que ofreció esta propuesta historiográfica al tipo
de investigación que se quería hacer, es que el énfasis de la cuestión regional está puesto
centralmente en la dimensión socioeconómica. En esta materia, la forma en que son
abordados los circuitos comerciales, por ejemplo, fueron reveladores. Pero los límites
jurisdiccionales, sobre todo los de provincias, suelen considerárselos como ―artificiales‖, no
reales, que no inciden en la construcción de la materialidad geográfica. Otra dificultad que
ofrece ese enfoque, desde la perspectiva que aquí se sostiene, es la pervivencia de la noción
de ―región geográfica‖, ampliamente discutida y revisada en el campo de la geografía,
especialmente desde los enfoques que aquí se recuperan.
El autor de esta tesis tiene una gran deuda con los estudios regionales que, en el noroeste
argentino, viene desarrollando desde hace más de una década la historiadora Viviana Conti,
una fuente permanente de ideas sobre cómo abordar el caso de estudio. Los aportes de Conti
fueron de gran utilidad para pensar el caso del Territorio de Los Andes en el contexto del
proceso de formación de los Estados nacionales argentino, boliviano y chileno, en una mirada
totalmente descentrada de las restricciones metodológicas que pueden imponer los límites
interestatales3. En segundo lugar, otra orientación para pensar el objeto surgió de la obra del
geógrafo Carlos Reboratti, quien permanentemente recupera la dimensión histórica en los
procesos de construcción regional por él estudiados. Ningún estudio regional que se ubique en
el noroeste argentino, y especialmente en la ―Puna‖, puede pasar por alto la prolífica
producción de Reboratti4. En tercer lugar, una fuente invalorable es la propuesta teórico-
metodológica sostenida por la historiadora Susana Bandieri quien también desde hace mucho
tiempo viene desarrollando sus estudios en historia regional, en el área norpatagónica, una
autoridad en este campo de estudios. Los aportes de Bandieri fueron fundamentales para
pensar el caso del Territorio de Los Andes en el contexto más amplio de la cordillera
homónima, que a lo largo de más de un siglo y medio de historia tanto separó como unió a
argentinos y chilenos5. Por último, en tren de señalar los aportes historiográficos que fueron
vitales para esta investigación, resta mencionar otras dos investigaciones. En primer lugar la

1
Mata 2003:46.
2
Chiaramonte 1998.
3
Un ejemplo de este esfuerzo es la compilación publicada en 2002, con la colaboración de Marcelo Lagos (Conti
y Lagos 2002). Esta compilación Una tierra y tres naciones inspiró el título del capítulo segundo.
4
En este sentido, se pueden mencionar como ejemplos: Reboratti 1994, 1997, 1997b, 1998 y 2003.
5
En este sentido su compilación C ru zan d o la C ord illera… reúne como pocos un número importante de
esfuerzos orientados a estudiar el funcionamiento de la frontera argentino-chilena (Bandieri 2001b).

— 88 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

de Pablo Lacoste sobre la frontera argentino-chilena, donde sobresale su mirada descentrada


de los posibles condicionantes nacionales a la hora de estudiar la cuestión del nacionalismo
territorial que gravitó en el pensamiento político chileno y argentino1. En segundo lugar, la
investigación de Sergio González Miranda, que, aunque un poco ―lejos‖ de la Puna, ofrece
una mirada comprensiva sobre el rol de los arrieros en la construcción funcional de la región2.

Las “nuevas geografías”


Desde la década de 1980 puede advertirse un movimiento de renovación en geografía, que
propone una nueva construcción teórica de las categorías ―región‖, ―territorio‖ y ―frontera‖,
entre otras. Algunas genealogías han intentado dar cuenta de las nuevas perspectivas pero en
forma aún incompleta. En su capítulo ―El territorio...‖ el geógrafo brasileño López de Souza
recupera la obra de los geógrafos Claude Raffestin y Robert Sack, suizo-francés el primero y
estadounidense el segundo, pero ignora u omite la de Anssi Paasi y John Agnew3. En su
primer capítulo Jacobo García Álvarez, geógrafo español, quien recupera considerablemente
la obra del geógrafo finlandés Anssi Paasi y del inglés John Agnew, menciona sólo al pasar a
Sack y Raffestin4. Anssi Paasi, finalmente, en su capítulo ―Territorio‖, analiza profundamente
la obra de Sack e ignora u omite la de los geógrafos brasileros y franceses5.
Con seguridad estas omisiones responden a una cuestión de perspectivas, pero también de
circulación de la producción geográfica, siendo la lengua, seguramente, una importante valla.
Lo que puede advertirse son ciertas marcas de nacionalidad en la producción de nuevas ideas,
donde todavía no hay muchos intercambios. Igual todos estos autores tienen en común el
propósito de reformular las categorías tradicionales de la disciplina. Todos los autores
mencionados en el párrafo anterior fueron una importante fuente de inspiración para esta tesis.
Aquí interesa rescatar dos conjuntos de propuestas. La primera proviene de la obra de Robert
Sack quien en 1986 publicó Human territoriality6. Un concepto clave en la propuesta de este
este autor es, justamente, ―territorialidad humana‖, definida como una estrategia que las
sociedades emplean para controlar personas y recursos dentro de un área determinada. Esas
áreas devienen territorio, los cuales se deben entender como una manifestación de las
relaciones sociales de poder7. Estas ideas ya habían sido anticipadas por Edward Soja, de
Estados Unidos, en 1971 y por Claude Raffestin en 1980. La obra de Raffestin, Pour une
géographie du pouvoir, ha sido muy influyente en el ámbito francés. Los ecos de las
proposiciones de Raffestin y de Sack pueden reconocerse en la producción de algunos
geógrafos brasileros, como López de Souza, Osorio Machado y Zilá Mesquita, quienes han
realizado sus propias relecturas8. Con el afán de poner rótulos, a esta corriente puede
llamársela ―nueva geografía política‖.
El otro conjunto de propuestas proviene de lo que se conoce como ―nueva geografía
regional‖ 9. Dentro de esta perspectiva se destacan los trabajos de Anssi Paasi y de John

1
Lacoste 2001 y 2003.
2
González Miranda 1989, 2000 y 2002. También, González Miranda 2003.
3
Ver Lopes de Souza 1995:77-116.
4
Ver García Álvarez 2002:29-46.
5
Ver Paasi 2003a y 2003b.
6
Sack 1986.
7
Paasi 2003a:111.
8
Por ejemplo: Osório Machado 1990; Mesquita 1995; Lopes de Souza 1995.
9
García Álvarez 2002.

— 89 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Agnew, entre otros. La obra de Paasi, The institutionalization of regions… es


particularmente desconocida en el ámbito hispano, al menos en Argentina1. Esa obra es
contemporánea a la de Robert Sack, y pareciera que no tuvo la misma repercusión, al menos
inicialmente. Una idea vertebral en la producción de Paasi es la de ―institucionalización
regional‖. Las regiones son vistas por este autor como entidades que surgen, se transforman y
desaparecen en un período determinado de tiempo, y que son producidas y reproducidas
continuamente a través de una serie de instituciones2. La propuesta de Paasi fue recogida y
reinterpretada recientemente por el geógrafo español Jacobo García Álvarez3.
En todo caso, lo que estas corrientes ofrecen es una nueva geografía social, al contemplar
aspectos o categorías de análisis que por algún tiempo se habían abandonado o que
directamente nunca se habían incorporado en forma sustancial4. Como ejemplos se pueden
mencionar la relevancia dada a las fronteras y las divisiones territoriales como elementos de
diferenciación social; la consideración de las identidades –étnicas, de género, etarias- como
agentes de marcación espacial; la atención a los imaginarios territoriales construidos por
diferentes actores, como por ejemplo los llamados ―viajeros‖, o los producidos en el ámbito
del sistema escolar, como claves para interpretar el lugar que ocupan las regiones o los
territorios en el ámbito nacional; la consideración de la toponimia como medio para estudiar
las formas en que se ubican nuevos territorios o regiones en el imaginario colectivo; o la
atención al rol del Estado en el proceso de diferenciación regional; y, sobre todo, en señalar
como cuestión central la temporalidad de las entidades espaciales, de los procesos analizados.
Todos estos aspectos y dimensiones de análisis no suponen ignorar los aspectos económicos.
En todo caso, permiten enriquecer los estudios regionales que ponían mayor énfasis en
cuestiones como la desigual distribución espacial del ingreso.

La territorialidad humana
Dentro de la ―nueva geografía política‖ aquí se quiere rescatar la idea de territorialidad. En
1980 Claude Raffestin decía que la historia de esa noción estaba por hacerse. Como idea, la
territorialidad tenía por lo menos tres siglos de historia en las ciencias naturales, aunque fue
recién en 1920 cuando la explicitaron los naturalistas, entendiendo por tal la conducta
característica adoptada por un organismo para tomar posesión de un área y defenderlo frente a
los agresores. En la década de 1970 Edward Soja formuló algunos enunciados anticipatorios,
donde asociaba la territorialidad a un modelo de relaciones espaciales determinadas por
relaciones de inclusión y exclusión5.
Quien le dio contenido a esa noción fue Robert Sack, y en la Argentina ha tenido
relativamente escasa difusión6. El ―territorio‖ sería un producto espacial de una determinada
relación social: la ―territorialidad‖. A diferencia de la territorialidad vista como estrategia de
adaptación animal, en esta propuesta se considera una estrategia conciente orientada a
controlar e incidir sobre las acciones de otros, tanto en lo que respecta a las posibilidades de
localización cuanto a las de circulación. En términos de Robert Sack, la territorialidad se
define com o la…

1
Paasi 1986.
2
García Álvarez 2002:47.
3
García Álvarez 2002.
4
Una excelente síntesis sobre estas nuevas tendencias puede encontrarse en García Álvarez (2003).
5
Raffestin 1980:159.
6
Sack 1986.

— 90 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

“ … estrategia de un individuo o grupo de afectar, influir o controlar personas, fenóm enos y


sus relaciones, a través de la delimitación y ejerciendo control sobre un área geográfica.
Esta área puede ser denominada territorio” 1.
Esta idea involucra relaciones de expropiación/apropiación, de presencia/ausencia, de
inclusión/exclusión, y de algún grado de subordinación o dominación, material o simbólica. A
su vez suponen siempre algún modo de clausura o cercamiento (delimitación y
―fronterización‖) de las extensiones que se quieren afectar, influir o controlar.
Lo más importante de esta propuesta, con respecto a las definiciones presentadas en una
sección anterior, es la desnaturalización de la vinculación entre el agente que controla y el
territorio y, por tanto, la incorporación de la noción de temporalidad en la comprensión de la
territorialidad y de la formación de los territorios.
La ―territorialidad humana‖ puede entenderse como el intento de un individuo o grupo de
afectar, influir o controlar gente, recursos y sus relaciones, delimitando y ejerciendo un
control sobre un área geográfica. Cuando lo logra, crea un territorio. Sack diferencia aquellos
espacios que se delimitan, por ejemplo, para indicar (en un mapa o en un relato) la existencia
de un determinado cultivo o la concentración de determinadas actividades industriales, de
aquellos otros en los cuales se crean fronteras con el objetivo expreso de controlar el acceso al
mismo. En el primer caso, el sujeto que delimita no crea territorios. En todo caso crea
regiones o elabora una regionalización. Cuando en aquella área de cultivos o en la
concentración industrial sus propietarios deciden crear una cerca para controlar el ingreso,
esos ámbitos devienen ―territorios‖, que son…
“ … un resultado de las estrategias para afectar, influir y controlar conjuntos humanos,
fenómenos y a relaciones; delimitando y asegurando el control sobre un área geográfica” 2
Es la territorialidad la forma de establecer una estrategia de control de un individuo o un
grupo sobre otro/s individuo/s o grupo/s, con la consecuente creación de un territorio.
Siguiendo el razonamiento de este autor, los territorios pueden existir con diferentes
gradaciones. Una celda en una prisión de máxima seguridad, propone, es más territorial que
una celda común, y esta más que un cuarto de detención.
Como intento por diferenciar ―región‖ de ―territorio‖, se puede afirmar que el territorio remite
a una situación de control de espacios, a relaciones de poder. La región, en cambio, remite a
una estrategia de identificación y diferenciación de áreas con el propósito de señalar
relaciones de semejanza (hacia adentro) y diferencia (hacia fuera). Esas relaciones, muchas
veces, las construyen los propios sujetos regionales, en el intento de construir
identidades/alteridades, entre un ―nosotros‖ y un ―otro‖ u ―otros‖ regional. En la medida que
esa diferencia se territorializa, es decir, se trazan límites y se crean fronteras, se transforma en
un territorio. Aún así no pierde su condición ―regional‖ en la medida que las relaciones de
semejanza/diferencia se mantienen e, inclusive, se profundizan.
La territorialidad, entonces, no es una situación pasiva sino activa, un resultado de intereses
opuestos, de estrategias que compiten y de proyectos que van cambiando a lo largo del
tiempo. De esta forma se cuestiona la naturalidad de la territorialidad estatal. Esto quiere decir
que los territorios estatales son entidades que surgieron en un determinado momento y que
probablemente alguna vez desaparezcan.
No sólo los Estados nacionales construyen territorios y esta es una derivación de la propuesta
de Sack. Como se decía más arriba, quienes han hecho una revisita de la obra de Sack son

1
Sack 1986:17.
2
Sack 1986:19.

— 91 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

algunos geógrafos brasileños, ofreciendo algunos aportes significativos. Para Lopes de Souza,
por ejemplo,
“ el territorio… es fundam entalm ente un espacio definido y delim itado por y a partir de
relaciones de poder” 1
En esta perspectiva las territorialidades se constituyen en las más variadas escalas espaciales y
temporales, desde las cotidianas, como un grupo de adolescentes que controlan por las tardes
algún sector de un parque en un barrio cualquiera, o las más complejas, como los territorios
de la ilegalidad y el narcotráfico. El territorio es una porción de la superficie terrestre
delimitada, con mayor o menor precisión, a diferentes escalas espaciales y temporales, por y a
partir de relaciones de poder. Esto supone la existencia de una serie de instituciones
vinculadas entre sí, que tienden a centralizar el ejercicio del control sobre el territorio,
ocupadas de influir y afectar a las personas y los recursos que se fijan y/o circulan en ese
ámbito.
La territorialidad, y la producción de territorios, no son facultades exclusivas de los Estados
nacionales. Siguiendo a Lopes de Souza, el territorio…
“ … no precisa ni debe ser reducido a esa escala o a la asociación con la figura del Estado.
Territorios existen y son construidos (y desconstruidos) en diferentes escalas, desde las
más estrechas (p. ej. una calle) a las internacionales (p. ej., el área formada por el
conjunto de los territorios de los países miembros de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte –OTAN) dentro de las escalas temporales más variadas: siglos,
décadas… ; los territorios pueden tener un carácter permanente, pero también pueden
tener una existencia periódica” 2
Territorios de la prostitución o territorios de empresas trasnacionales son también el resultado
de conflictivos procesos de identificación, apropiación y delimitación de espacios en los
cuales cada grupo busca ejercer su accionar excluyendo, sometiendo o asimilando a otros
grupos. A lo largo del siglo XIX la mayoría de los Estados nacionales que lograron
consolidarse experimentaron procesos de expansión y definición de territorios en los cuales
ejercer su soberanía. En el siglo XX, la Unión Europea define nuevos territorios, por la
articulación de Estados nacionales en una red de relaciones internacionales. Algunos Estados
nacionales funcionaron durante algunas décadas (como el caso yugoslavo) y otros por más de
dos siglos (como el caso francés). En el otro extremo, como el de las redes de narcotráfico, la
territorialidad cambia entre el día y la noche, o de un día al siguiente. Esto último, a su vez,
propone otro aspecto a considerar: un territorio no siempre supone la existencia de un espacio
contiguo. En el caso de territorios en red, no hay contigüidad espacial, pero sí continuidad.
De esta forma, sea de los Estados nacionales, de la prostitución o de las empresas
trasnacionales, como áreas contiguas o en forma de red, a lo largo de varios decenios o de
varias horas, los territorios son el resultado de conflictivos procesos de identificación,
delimitación y apropiación (simbólica y material) de unidades espaciotemporales.
Un riesgo que puede surgir de esta perspectiva, al flexibilizar demasiado la definición de
territorio, es la de restarle importancia a la territorialidad del Estado nacional. El territorio es
una condición básica para la existencia del Estado-nación como sujeto de derecho
internacional, y la vida en el marco de estas entidades geohistóricas es un hecho elemental en
la vida cotidiana en todo el mundo3. La territorialidad como forma de excluir o someter a
otros grupos sociales está presente en toda la historia humana, y es en la modernidad,

1
Lopes de Souza 1995:78.
2
Lopes de Souza 1995:81.
3
Chindemi 2000.

— 92 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

probablemente, cuando se ha construido uno de los territorios más complejos y de gran


perdurabilidad, el territorio del Estado nacional.
Para finalizar este segmento, se puede rescatar la propuesta del geógrafo argentino Marcelo
Escolar. Recuperando el énfasis que Robert Sack pone en los factores que expresan el poder
efectivo de un sujeto social sobre un área geográfica determinada, concluye que
“ „territorio‟ term inaría significando un ám bito terrestre delim itado de ejercicio excluyente
del poder” 1
Esta definición permite rescatar la dimensión jurisdiccional en la definición del territorio del
Estado nacional.

La institucionalización regional
Dentro de la ―nueva geografía regional‖ Anssi Paasi ha elaborado algunas herramientas
interpretativas de sumo interés. De hecho fueron de gran ayuda para estructurar esta tesis.
Se puede reconocer en el proceso de formación de cualquier región un momento de
emergencia, uno de existencia y otro de desaparición2. Esta premisa es tan sencilla como
ordenadora. En todo ese proceso la región adquiere forma (se configura) mediante una serie
de prácticas por las cuales se definen sus límites y fronteras, y adquiere una determinada
organización político-administrativa, ambiental, productiva y poblacional, que generalmente
va cambiando a lo largo de la existencia de dicha entidad. Al configurarse y organizarse, la
región acaba individualizándose dentro del sistema espacial de la sociedad; propios y ajenos
reconocerán a esa región dentro del sistema de regiones3.
Es importante destacar que afirmar que una región ―se forma‖, no quiere decir que se
cristalice. Cualquier entidad espacial es una estructura dinámica, en permanente
transformación. Como sugiere Jacobo García Álvarez, las regiones, como los territorios, los
lugares o las fronteras, no son entidades ontológicamente fijas4. Dichas entidades deben ser
concebidas como procesos abiertos e históricamente contingentes5. Entidades espaciales como
las enumeradas son construcciones sociales en proceso de transformación, que están
constituyéndose permanentemente a través de las prácticas materiales y culturales de la
sociedad6.
Esto lleva a una conclusión teórico-metodológica, que consiste en la consideración de una
región o de un territorio como entidades a reconstruir en el mismo proceso de investigación, y
para ello no basta con considerar las divisiones políticas y administrativas actuales.
Tanto en la geografía como en otras disciplinas sociales ha primado el ―nacionalismo
metodológico‖ a la hora de recortar objetos de investigación7. Sirva de ejemplo la Nueva
Historia Argentina, que sigue tomando al actual territorio argentino, como un dato fijo y a
priori, tal como se lo conoce hoy, con la extensión y los límites actuales, para narrar el ―caso

1
Escolar 1993:9.
2
Paasi 1986:120.
3
García Álvarez 2002.
4
García Álvarez 2002.
5
Paasi 2002.
6
García Álvarez 2002:35.
7
Jo hn A g new , ―Political power and geographical scale‖, 2 0 00 . E n: G arcía Á lvarez 2 0 0 2 :3 4.

— 93 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

argentino‖ a lo largo de varios siglos de historia1. De la misma forma, se podría hacer


referencia a los provincialismos, regionalismos y aún localismos metodológicos, toda vez que
en la investigación se formulan hipótesis y se arriba a conclusiones, y en todo ese camino el
recorte espacial elegido no es problematizado o, lo que es peor en el caso de una investigación
histórica, no es historiado.
Una segunda clave de lectura que surge de la propuesta de Paasi es que las regiones son, a la
vez, entidades institucionales, funcionales y simbólicas. En el proceso de institucionalización,
Paasi reconoce cuatro dimensiones o fases:
“ 1) la asunción de la forma territorial, 2) desarrollo de la estructura conceptual
(simbólica), 3) el desarrollo de instituciones, y 4) el establecimiento como una parte
estable en un sistema regional y en la conciencia regional” 2
Si bien la asunción de la forma territorial, puede ser el momento de origen de la región, no
siempre es así. Muchas veces la estructura simbólico-conceptual es previa a su configuración
y, en muchos, sigue operando una vez que la región ha desaparecido institucionalmente. Otras
veces una estructura productiva se institucionaliza y se transforma, por ejemplo, en una
región-plan. Lo institucional, lo funcional y lo simbólico no siempre (y tal vez nunca) puedan
reconstruirse con una única periodización.
Esta es, básicamente, la perspectiva que orientó a esta tesis, como así también ciertas
búsquedas bibliográficas o algunas claves de lectura de las fuentes. La única zona gris en esta
propuesta es la utilización poco clara que el autor realiza de las categorías ―territorio‖ y
―región‖. Pareciera que ―territorial‖ se propone como una categoría genérica, mientras que
―región‖ se propone como la categoría operativa por excelencia.
Lo importante es resaltar la forma en que se utilizarán las cuatro categorías presentadas hasta
aquí, que son ―espacio social‖, ―región‖, ―territorio‖ y ―frontera‖. El orden en el que se
presentó guarda cierta relación con el carácter operativo que se le quiere dar a estas
categorías. La categoría genérica, abstracta, que se utilizará es ―espacio social‖, que muchas
veces se reemplazará por otra genérica como ―ámbito‖, entendido como un espacio
comprendido dentro de límites determinados, muchas veces móviles e imprecisos.
Las entidades espaciales que se definían por la existencia de relaciones de
semejanza/diferencia son las regiones. Como tales, pueden considerarse un resultado del
ejercicio clasificatorio a partir de criterios naturales impuestos por geólogos, climatólogos,
ecólogos. Como tales, las ―regiones naturales‖ fueron cambiando en la medida que fue
cambiando el conocimiento sobre los sistemas naturales, como así también fueron cambiando
los instrumentos que permiten una aproximación al objeto de estudio. Una clasificación por
áreas que considere esas unidades naturales y los grupos humanos contenidos, de lo que
deriva la consideración de ―regiones geográficas‖ generados por la corporación geográfica y
difundida en el sistema escolar, también son regiones. La principal crítica que se le hace a este
tipo de noción es que existe un gran riesgo determinista, al considerar que la diferenciación de
un grupo es producto, o bien, guarda una estrecha relación con las condiciones del medio
natural. Por eso aquí se descarta de plano ese tipo de definiciones. La identificación de
sistemas y subsistemas espaciales a partir del análisis de flujos de bienes y personas,
utilizando matrices de datos, por ejemplo, es otra forma de identificación regional. En este

1
El segundo mapa del A tlas H istó rico co n q ue se inicia la co lecció n m encio nad a, tiene p o r título ―C azad o res-
reco lecto res d e P am p a y P atag o nia (sitio s y áreas)‖. S i b ien en el título no se inclu ye el térm ino ―A rgen tina‖, el
cartograma reproduce el mapa actual del territorio argentino, con la división provincial actual. No existe ninguna
referencia q ue aclare ―D ivisió n p o lítica actual‖. E sto o curre en b uena p arte d e lo s 7 0 m ap as q ue co m p o nen este
Atlas (Lobato y Suriano 2000).
2
Paasi 1986:121.

— 94 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

caso, un riesgo puede ser el de deshistorizar los procesos analizados, al volver muy formalista
el discurso. De todas formas el análisis espacial como estrategia metodológica no siempre
conduce a esta situación.
En otro sentido, los territorios pueden considerarse como regiones, en la medida que la
intervención prolongada del agente que incide en ese ámbito procura muchas veces el
surgimiento de una comunidad que, recuperando la propuesta de Benedict Anderson, se
imagine como inherentemente limitada, y por lo tanto diferente a otra comunidad, a otra
comunidad territorial. A su vez, los movimientos regionales que se radicalizan y transforman
la identidad regional en una reivindicación territorial, obviamente, se transforma en una
entidad territorial, pero no por ello pierde su condición regional. Finalmente, los territorios
pueden pensarse como una instancia del proceso de institucionalización regional. Una vez
establecido el territorio dentro del sistema de territorios y superpuesto a otras entidades
regionales, es posible reconocer una dimensión funcional y una dimensión simbólica, en la
medida que el agente que controla ese territorio incide en la configuración espacial heredada
interviniendo sobre el mismo. De esta forma procurará de alguna manera transformar las
formas en que se fija y en que circulan objetos, personas e ideas en el ámbito bajo control.

Algunas precisiones más


Como se decía más arriba, el territorio es una entidad institucional. La institucionalización
de los Estados modernos ha requerido de la producción de memorias colectivas y
comunidades imaginadas, que casi siempre suponen la negación o aniquilación de otras
memorias y de otras posibles comunidades imaginadas, como por ejemplo las indígenas. El
censo, el mapa y el museo son algunos de los instrumentos que los Estados han utilizado para
construir esas nuevas memorias, a la vez que archivan las que se transforman en memorias de
un pasado remoto1.
El proceso de institucionalización de los Estados nacionales está acompañado por el proceso
de institucionalización del territorio nacional, como ámbito geográfico que delimita a una
comunidad política, resultado de un ejercicio excluyente del poder. Esto supuso la superación
de la comunidad local y, con el tiempo, la construcción, a través de la educación escolar, la
literatura, las artes o los más modernos medios audiovisuales, de los sentimientos de
pertenencia a un Estado, a una sociedad, a una cultura y a un territorio. En otras palabras, la
construcción de un país.
Si bien la adquisición de un estatuto administrativo y/o político propio constituye la
concreción institucional del territorio, este no es un requisito imprescindible o un punto final
del proceso2. Muchas veces los territorios se consolidan institucionalmente mucho antes de la
difusión de símbolos o de su organización funcional. Sin embargo, una vez que dicha
estructura político-administrativa está formada, la misma resulta un medio eficaz para afirmar
y reproducir el territorio, para crear conciencia territorial, para la emergencia de una
comunidad imaginada.
Una vez definido y delimitado el ámbito geográfico sobre el cual ejerce su dominio, el Estado
nacional (o cualquier otro agente que establece relaciones de territorialidad), a través de
diferentes acciones, interviene sobre el territorio, con el objetivo de alcanzar cierto grado de
ordenamiento u organización interna. De esta forma, el territorio emerge como entidad
funcional, con algún grado de autonomía con respecto a las demás entidades territoriales.

1
Estas ideas remiten a la obra de Anderson (1991).
2
García Álvarez 2002.

— 95 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

También es cierto que muchas veces ciertas organizaciones regionales preexistentes son las
que le dan origen a los territorios.
Por organización del territorio se puede entender dos cosas. Por un lado, la distribución actual
de objetos localizados en el espacio, naturalmente producidos, como los ríos y las montañas, o
socialmente producidos, como las rutas y ciudades. Por el otro, las acciones tendientes a
cambiar de alguna forma dicha organización, incluyendo la transformación de la naturaleza en
una segunda naturaleza, cada vez más ―humanizada‖ 1. A la vez, organización supone cierta
lógica de distribución, y no una disposición como resultado del azar 2. En el caso de los
objetos naturalmente producidos, su organización responde a procesos climáticos, edáficos,
geológicos de larga duración, alterados en alguna medida por la recurrencia de las sociedades.
Por esa razón, por ejemplo, los ríos cambian sus caudales, los ciclos de crecidas, el tipo de
material que transportan y las áreas que atraviesan, constituyéndose en elementos destacados
dentro de la organización territorial. Cuando un agente cualquiera construye un canal o una
represa, puede provocar un cambio en la organización territorial o, si se quiere, regional, en la
medida que se podrán recortar unidades naturales o ambientales diferentes a las preexistentes.
Una intensa intervención en un ambiente de selva puede provocar su transformación en un
ambiente de pradera, y una selva transformarse en un erial. En el emplazamiento de objetos
geográficos, como los puertos, las construcciones monumentales o los canales de irrigación, la
lógica de su distribución responde a procesos económicos, culturales, etc. En el devenir
histórico de cualquier espacio se podrán distinguir distintos modelos de organización
territorial, por la predominancia de ciertas lógicas de disposición de los elementos fijos y de
los flujos, como consecuencia de una prolongada intervención, por ejemplo, de los Estados o
de las grandes corporaciones3.
Las acciones con las cuales las sociedades avanzan en el proceso de ―organización territorial‖,
en el contexto de la formación de los Estados modernos, pueden considerarse por lo menos en
seis niveles de aproximación: el establecimiento de límites y el control de fronteras; la
partición del territorio en unidades políticas y administrativas; la formación y regulación de
un sistema de circulación; la apropiación y parcelamiento del medio natural, en tanto fuente
de recursos para la sociedad; la formación y regulación de mercados de producción, consumo
y trabajo; y la configuración de una o varias redes de lugares poblados4.
La enumeración precedente no supone un orden cronológico; todas estas instancias se dan en
forma simultánea. Asimismo, no supone únicamente la intervención del Estado nacional; son
el resultado de conflictivas luchas sociales por el control territorial a diferentes escalas. El
sistema mundial no es otra cosa que un sistema de territorios superpuestos donde predominan
los estatales nacionales, pero también los territorios de las corporaciones trasnacionales, de las
grandes religiones, de las asociaciones de Estados nacionales, de los Estados subnacionales
más poderosos, los de las ciudades globales, con diferentes y contradictorios intereses5.
Asimismo, las acciones de ordenamiento no se encaran en un ―espacio vacío‖, sin historia,
sino sobre regiones y territorios que contienen relictos de otras regiones y territorios
anteriores, con algún tipo particular de distribución de objetos (resultado de territorialidades
precedentes). Esa particular forma de organización, según una lógica anterior, condicionará la
intervención territorial actual. Por ejemplo, cuando en Europa se trazaron los ferrocarriles, se
siguieron los antiguos caminos consolidados a lo largo de muchos siglos. En la Argentina, en

1
Santos 1988.
2
Zoido Naranjo 1998.
3
Ver: Santos 1996, sección 5.
4
Esto fue inicialmente propuesto en Benedetti 2003.
5
Mesquita 1995.

— 96 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

cambio, los ferrocarriles crearon, en los territorios conquistados a las sociedades indígenas,
muchos caminos que no existían, aunque también se aprovecharon las sendas y rastrilladas
como soportes tecnológicos. Los emplazamientos urbanos muchas veces permanecen a lo
largo de varios siglos, tal vez conservan el mismo topónimo, pero seguramente sufren
importantes cambios en su función y en su posición relativa dentro de los diferentes sistemas
de lugares en los que se articular. Las ciudades, como los ferrocarriles o las murallas, son
elementos fijos perdurables que se transforman, como sugiere Milton Santos, en
―rugosidades‖, relictos de etapas anteriores que siguen funcionando en la actualidad aunque
con nuevos contenidos. Para Santos…
“ … las rugosidades son el espacio construido, el tiempo histórico que se transformó en
paisaje, incorporado al espacio... Es el testimonio de un momento de un modo de
producción en sus manifestaciones concretas, el testimonio de un momento del mundo. El
modo de producción que, por intermedio de sus determinaciones... crea formas espaciales
fijas, puede desaparecer –esto es frecuente- sin que tales formas fijas desaparezcan... Es
como la memoria de un presente que fue” 1.
Los territorios se organizan, transforman y desaparecen, los objetos físicos pueden
permanecer, y lo que puede cambiar (y casi siempre así ocurre) es la función que dichos
objetos cumplen en la configuración de un nuevo territorio.
Además de una entidad institucional y funcional, el territorio puede considerarse como
entidades simbólico-conceptuales. La identificación de un grupo social con los territorios se
desarrolla a través de símbolos2. Entre ellos se destaca la elección del nombre o ―topónimo‖,
que son esenciales para forjar sentidos de pertenencia y construir memorias colectivas.
Muchas veces la difusión del topónimo precede al proceso de institucionalización regional. A
su vez, en general los topónimos son una expresión de la posición que ocupa un territorio
dentro del sistema de territorios y una elocuencia del paisaje significado en ese territorio3.
Tal es el caso de ―Argentina‖ que, utilizado en forma poética, estaba vinculado a un ámbito de
referencia aproximado a lo que a la postre sería la República Argentina, pero que igualmente
era predecesor al período de su formación y definitiva asignación de dicho nombre4.
Un caso diferente, y sobre el que ya se puede avanzar, es ―Los Andes‖, utilizado por siglos
para nombrar a un dilatado espacio montañoso que hoy atraviesa a siete países
sudamericanos, fue elegido por el Congreso Nacional en la Argentina para nombrar a un
nuevo Territorio Nacional, a partir de que se sancionara por ley su constitución política. Hasta
entonces, los terrenos que después formaron parte del Territorio de Los Andes, eran parte de
una región mayor conocida como ―Desierto de Atacama‖. Esas tierras, hacia 1890 se
comenzaron a designar como Puna de Atacama, término que inicialmente hacía referencia a
una unidad fisiográfica dentro de la jurisdicción de San Pedro de Atacama. A lo largo de los
diez años de negociaciones entre Argentina y Chile por el control de esa área, de 1889 a 1899,
la transformaron en un territorio en disputa, delimitado inicialmente con criterios naturales. Al
resolverse ese litigio, en 1899, lo que hasta entonces se designaba como Puna de Atacama, y
estaba controlado por Chile, a través de su ejército, como lo hacía desde 1884 –año en que ese
país firmó con Bolivia el fin de la Guerra del Pacífico-, se fragmentó.
Desde 1900, ―Puna de Atacama‖, región natural y territorio disputado, como construcción
elaborada por naturalistas, diplomáticos y la prensa, tanto en Argentina como en Chile, quedó

1
Santos 1978:138.
2
García Álvarez 2002.
3
Tort 2003.
4
Cf. Rosemblatt 1964.

— 97 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

fragmentada en dos partes. Una parte, la oriental, la más extensa, la que representaba más del
70% de la superficie negociada, se anexó a la Argentina. La otra parte, la occidental,
permaneció dentro de Chile. Esa parte, la Puna de Atacama ―chilena‖ fue perdiendo entidad
aunque el topónimo, en ese país, no desapareció y, con el tiempo, comenzó a designar otro
ámbito, ubicado más al norte que aquél originalmente disputado por la Argentina y Chile. La
parte de la Puna de Atacama que quedó dentro de la Argentina fue delimitada y transformada
en una jurisdicción con determinadas particularidades, y se le asignó, desde el gobierno
nacional, la denominación ―Los Andes‖: se trata del Territorio de Los Andes. Después de
1943, cuando la ―Gobernación de Los Andes‖ ya había sido desactivada, la provincia de Salta
anexó dos de los departamentos en los que se había dividido, llamados ―San Antonio de los
Cobres‖ y ―Pastos Grandes‖. El gobierno de esa provincia, en lugar de conservar esas
denominaciones, fundió los dos departamentos en sólo uno, al que denominó ―Los Andes‖.
Después de creado el Territorio de Los Andes, ―Puna de Atacama‖ como denominación,
como categoría que diferenciaba a un ámbito dentro de otra región más extensa que durante
las primeras décadas del siglo XX se comenzó a catalogar con mayor precisión –la Puna-
siguió utilizándose por algún tiempo más, superponiéndose, de alguna forma, al Territorio de
Los Andes. Uno de los primeros enviados del gobierno argentino a la región titulo a su
informe: Viaje por la Gobernación de los Andes (Puna de Atacama)1. Aún a fines de la
década de 1920 se seguía presentando ambas denominaciones como próximas en su
significado, unas veces el ―Territorio de Los Andes‖ como parte de una entidad regional
mayor que la contenía, la ―Puna de Atacama‖, o simplemente como equivalentes2.
Igualmente, la Puna de Atacama se presentaba como una porción de la Puna, la que era
relativamente más seca y que tenía mayor presencia de salares. Es decir, Puna de Atacama se
mantuvo por algún tiempo como unidad fisiográfica dentro de las descripciones geográficas.
El Territorio de Los Andes creado como entidad institucional, emergente de una disputa
diplomática entre la Argentina y Chile, al estabilizarse dentro del sistema territorial argentino
comenzó a diferenciarse como entidad funcional, en la medida que el Estado argentino
estableció, muy lentamente, un sistema interior de circulación y procuró articular en sí al
conjunto de lugares poblados. Simultáneamente, se elaboraba un importante repertorio de
descripciones de su paisaje y su población. Como tal, existió entre 1900 y 1943.
La denominación ―Puna de Atacama‖, en la Argentina, fue teniendo cada vez menos
importancia, fue dejando de operar como categoría regional, a lo largo de las primeras cuatro
décadas del siglo XX. Esto fue más marcado después de 1943, cuando aquella entidad
territorial, el Territorio de Los Andes, fue institucionalmente disuelta y espacialmente
fragmentada. A partir de entonces, dentro de la Argentina, aparecieron otros marcadores
regionales: Puna jujeña (que en la literatura ya existía desde la década de 1880), Puna salteña
y Puna catamarqueña y, sobre todo ―Puna argentina‖. El denominador ―Puna de Atacama‖
quedó acuñado en algunos círculos académicos, pero en general dejó de utilizarse, por lo
menos hasta la década de 1990 cuando diferentes estudios sociales comenzaron a recuperarlo
con el objetivo de reconstruir la historia de esa porción del territorio argentino que en el plano
institucional fue desactivado en 1943, pero que algunos relictos, algunos rasgos, perduraron a
aquella coyuntura.
El topónimo ―Atacama‖ en Chile designa a diferentes entidades espaciales, como por ejemplo
―Desierto de Atacama‖, ―San Pedro de Atacama‖, ―Departamentos de Atacama‖, además de
―Puna de Atacama‖. Lo que en la Argentina se llamaba Puna de Atacama, aproximadamente
entre 1900 y 1940, se fusionó definitivamente en la ―Puna argentina‖. No debe extrañar si se

1
Holmberg 1900.
2
Por ejemplo Puna de Atacama (Territorio de Los Andes). Reseña geológica y geográfica (Catalano 1930).

— 98 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

tiene en cuenta que en la década de 1940 comienzan a implementarse una serie de políticas
tendientes a ―argentinizar‖ las fronteras. Según la legislación vigente lo que hasta 1940 se
conocía como ―Puna de Atacama‖ se encontraba enteramente dentro de la ―Zona de
seguridad‖. Este cambio toponímico, que es un reflejo del ascenso del nacionalismo
territorial, puede visualizarse en la obra de Federico Daus, de tendencias claramente
nacionalistas, quien en 1935 afirmaba:
“ La Puna de Atacama es una región evidentemente” 1
En 1969, en cambio, este autor ya había ajustado su regionalización del país, con la definición
de sus consabidas ocho ―regiones geográficas‖, entre las cuales se encontraba el ―Noroeste‖.
Esta región estaba conformada por tres elementos morfológicos: la ―Puna‖, la ―franja oriental
de la Puna‖ y ―las sierras llamadas subandinas‖. La ―Puna de Atacama‖ ya no era tan
evidentemente diferenciada y se había fundido en la ―Puna argentina‖:
“ … un espacio m arginal individualizado en el Noroeste con carácter de dependencia
regional” 2
La desaparición de ―Puna de Atacama‖ como topónimo puede relacionarse con la
desaparición del Territorio de Los Andes como entidad y, seguramente también, con un ajuste
de las categorías regionales. En adelante, a ese sector se tenderá a llamar ―Puna salada‖ 3. Pero
seguramente se debe a la ―argentinización‖ del léxico geográfico empleado en los círculos
militares, diplomáticos y académicos: la ―Puna de Atacama‖, definitivamente, tenía que ser
una región de Chile.
Otra cuestión a resaltar es que la construcción regional dominante a partir de la década de
1950 era la de ―región geográfica‖. Por eso se comienza a asociar Puna (o Puna argentina) con
―coya‖ (el habitante típico de la región) que inevitablemente practicaba una economía
pastoril. Por otro lado, como una construcción imaginaria iniciada ya en el período en que la
―Puna de Atacama‖ era parte del territorio chileno, la ―Puna salada‖ se asoció con un paisaje
―homogéneamente desfavorable‖, no apto para el desarrollo capitalista, solo habitable por la
población de la propia región, debido, justamente, a las limitantes que impone semejante
paisaje, caracterizado como un ―paisaje lunar‖, es decir, un paisaje que no es de la Tierra, que
es de otro planeta, que ofrece una alteridad extrema. En este imaginario que se alimenta del
pensamiento geopolítico no tiene cabida la presencia de ciudades, y La Quiaca, por ejemplo,
una ciudad de 10.000 habitantes, no es más que el ―punto extremo‖ en el norte del territorio
argentino. En esta construcción regional el límite internacional suele aparecer naturalizado. La
cartografía, por ejemplo, habitualmente no incluye información espacial más allá de los
límites internacionales, ya en territorio boliviano o chileno. Esto también contribuía a los
principios del nacionalismo territorial, en la medida que las regiones se concebían como
unidades menores, internas, dentro del ―patrimonio territorial argentino‖.
Los párrafos que anteceden son una apretada síntesis de lo que vendrá más detallado en
próximos capítulos. Pero sirve para ejemplificar este aspecto que la tradición geográfica en
general relegó: la dimensión simbólico-conceptual implicada en la construcción de los
territorios y las regiones; construcción que no se agota en la toponimia ni en las
clasificaciones regionales hechas por los geógrafos. Como se deriva de lo anterior, una
herramienta poderosa en la producción simbólica de los territorios y las regiones es la
elaboración de cartografía estandarizada, en una o en pocas escalas, fácilmente reconocibles.
Otro componente importante es la iconografía paisajística, creada y difundida a través de

1
Daus 1935:99.
2
Daus 1969: 25.
3
Bolsi 1988:60.

— 99 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

narrativas geográficas e históricas (en un sentido amplio) a través de los más variados
formatos como el cancionero folklórico, los manuales de divulgación, los documentales
televisados, las guías turísticas, los museos arqueológicos, las ―reservas naturales‖, la
―conservación del patrimonio tangible e intangible‖. La producción de esa iconografía tiene
los más variados orígenes, construido en la interacción de los repertorios populares y los
discursos producidos en los ámbitos religioso, académico, político y periodístico. Finalmente,
y en estrecha vinculación con lo anterior, resta mencionar la producción y difusión de
imaginarios territoriales, por la divulgación de afirmaciones referidas a la geografía y la
población. Un ejemplo de ese tipo de afirmaciones, taxativas, muy generalizada en las
primeas décadas del siglo XX, y que sigue operando hoy en día, era que la Puna es una
―región fría, alta e inhospitalaria‖ 1. Habría que preguntar: ¿para quién y según qué
parámetros?

Regiones, territorios, límites y fronteras


Este capítulo, que refleja la búsqueda de categorías operativas para dar respuestas teóricas a
algunos interrogantes que fueron surgiendo en el curso de la investigación, se inició, como el
presente capítulo, por el interés de conceptualizar las relaciones fronterizas en el ámbito que
actualmente se suele denominar Puna, y en particular, en la ―Puna de Atacama‖. Aquí se
considerará por tal a los relictos del extinto Territorio de Los Andes que, en cierta forma,
pueden reconocerse aún en la actualidad. Sobre el uso que se le dará en esta tesis a ―Puna‖ y a
―Puna de Atacama‖ se volverá con mayor detalle en el capítulo segundo.
En lo que sigue se expondrán los puntos de vista sobre los límites y fronteras como categorías
espaciales, en estrecha vinculación con las categorías ampliamente analizadas de ―región‖ y
―frontera‖.
En principio, aquí se sostiene, la formación de ―límites‖ y ―fronteras‖ es una condición para la
existencia de una entidad territorial y lo mismo se podría decir a la inversa. Territorio y
frontera, aquí se sostiene, son dos construcciones sociales estrechamente vinculadas. Además,
los Estados nacionales no fueron los únicos agentes en crear fronteras. La territorialidad
nacional ha sido y es contestada por otras territorialidades, y por ende por otras fronteras,
asociadas a otras escalas espaciales e institucionales (continental, regional, local, o federal,
provincial, estadual, municipal). Y esto es un reflejo de las conflictivas relaciones sociales
existentes hacia el interior y hacia el exterior de esas ―comunidades imaginadas‖ conocidas
como Estados nacionales, territorialmente limitadas. Por eso en esta tesis se relativiza la
expresión ―fronteras interiores‖, utilizadas para designar, por ejemplo, las fronteras que el
Estado argentino mantuvo con las sociedades indígenas. Se trata de una frontera con ―otro‖
territorializado, un frente con un sujeto externo, no interno. Al interior o la exterior del
territorio nacional, en todo caso, existen otras territorialidades y otros procesos de
fronterización que se superponen (en forma subordinada o subordinante) al territorio estatal
nacional y a las fronteras estatales nacionales. Las territorialidades, y las fronteras
consiguientes, creadas por Estados Unidos y la Unión Soviética, durante la ―Guerra Fría‖,
subordinaban a los territorios y las fronteras nacionales.
Las fronteras de expansión agraria, por ejemplo, entran en tensión con las fronteras
interprovinciales e incluso con las internacionales. Por esta razón, la formación de límites y
fronteras entre Estados, o el avance de la frontera agropecuaria, en principio, son parte de una
misma estrategia, orientada a la construcción y control de un territorio. Por lo tanto, las

1
Tomado de Ambrosetti 1905.

— 100 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

fronteras de uno y otro tipo, son entidades contingentes, que existen en la medida que existe
un agente cuyo objetivo es el de controlar, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor
perdurabilidad. El frente de expansión amplía un territorio existente y, a la vez, a su paso va
provocando la desestructuración de otro u otros. Al cabo del proceso de expansión la frontera
estará en un sitio diferente al anterior y, probablemente, la frontera cambie su sentido pero no
su razón de existencia, que es la de impedir o afectar el ingreso/egreso de personas, objetos e
ideas al territorio en cuestión, ahora más extenso como consecuencia de la expansión.
La formación de un territorio supone la identificación, apropiación y delimitación, más o
menos precisa, de un ámbito en la superficie terrestre. Una región perdura en el tiempo y se
institucionaliza cuando sus límites se estabilizan y esto, con seguridad, es el inicio de una
relación territorial entre la sociedad regional y el resto de la sociedad. De esa manera, propios
y ajenos, un ―nosotros‖ y un ―otro‖, a través de alguna clase de código, podrán conocer donde
termina el territorio propio y empieza el ajeno. Como sugiere Claude Raffestin un límite es
una señal o, más exactamente, un ―sistema semiológico‖ utilizado por una sociedad o un
grupo social para marcar el territorio1.
La demarcación física de los límites se realiza a través de una cerca, una zanja o una muralla,
o de hitos ubicados entre sí a cierta distancia. De esta forma los límites aparecen como una
información esencial para la configuración territorial, que no siempre tiene un referente
material claramente identificado. Ahora bien, como se proponía más arriba, la noción de
territorio no supone, necesariamente, la existencia de contigüidad espacial. En un territorio en
red, los límites territoriales no se definen, siempre, a partir de líneas. Esta tendencia a
asemejar límite territorial con línea es propia de los Estados modernos, de la asociación entre
Estado y territorio, y del objetivo de excluir en el control territorio a otros estados soberanos.
Siguiendo nuevamente el pensamiento de Raffestin la ―linearización‖ de la frontera es un
objetivo permanente del Estado moderno2. Según el caso, el límite puede estar dado por un
punto, por una franja o, incluso, por un área confinante.
¿Es lo mismo límite y frontera? Aquí se sostiene que no. En la lengua española, como ya se
señaló, el sustantivo ―frontera‖ deriva del término ―frontero‖, que es un adjetivo y que
significa ―puesto y colocado en frente‖. La tradición consagró a este término a ―confín de un
Estado‖ 3. Que está en frente supone la existencia de un ―otro‖ que, a su vez, esta frente al
primero. Un ejemplo ilustrativo lo ofrece Carlos Zanolli en su trabajo etno-historiográfico:
“ Para los españoles que avanzaron hacia el sur la frontera no era únicamente ecológica y
cultural, también lo era de guerra. Cuando la documentación española que va del siglo XII
al XVII menciona la palabra frontera no está haciendo alusión únicamente a una instancia
limítrofe. En esos casos la palabra frontera designaba una situación de enfrentamiento
aún de manera potencial, se refería a una eterna y tensa vigilia armada. Los indios
fronteros o fronterizos, tantas veces mencionados en los documentos, eran simplemente
aquellos que estaban enfrente... y prestos a atacar” 4.
En otros términos, la frontera aparece como un espacio de diferenciación y contacto entre dos
entidades sociales: entre dos ―tribus urbanas‖, entre dos corporaciones agropecuarias, entre las
tierras de cultivo de dos familias campesinas, entre dos ejércitos. La frontera existe,
simultáneamente, para los dos grupos territorializados. Si no, no hay frontera. En ciertas
ocasiones, la frontera se construye con respecto a un ―espacio vacío‖ o ―desierto‖, cuando, al

1
Raffestin 1980:165.
2
Raffestin 1980:167.
3
En el caso de territorio la RAE también pondera la vinculación de este término geográfico con el principal
referente geográfico, el territorio estatal nacional.
4
Zanolli 2000:159.

— 101 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

menos en la tradición sudamericana, se quiere connotar un espacio al que se le desconoce su


condición de territorio. La noción de desierto es una estrategia discursiva para negar la
territorialidad a los habitantes de ese ámbito. Tómese como ejemplo la expresión ―Conquista
del Desierto‖ aún vigente en la historiografía argentina, cuando en realidad se trató de la
conquista de territorios controlados por sociedades indígenas.
Los límites se transforman en fronteras cuando los grupos despliegan sus estrategias para
afectar, influir y controlar la circulación y la localización de las personas, los recursos y sus
ideas1. En otros términos, el límite deviene frontera en la medida que se transforma de espacio
circunscrito (espacio de denominación) a espacio controlado (espacio de dominación). Por
esto no todas las territorialidades establecen fronteras lineales y más o menos fijas durante
mucho tiempo. En numerosos ejemplos, la frontera se establece en un lapso de tiempo breve.
Por ejemplo, muchos relatos de principios de siglo XX señalaban que los campesinos de la
Puna, en sus viajes de intercambio hacia otras regiones, nunca ingresaban a las ciudades,
teniendo como frontera, marcada por la discriminación, los alrededores de esas ciudades. Ya
sean relaciones bélicas o de intercambio, el contacto se produce entre tribus urbanas, entre
grupos étnicos, entre familias de pastores o entre Estados nacionales. La frontera existe,
simultáneamente, para las dos entidades, en la medida que una entra en contacto con la otra 2.
Y esta relación, esta situación de contacto, casi siempre es desigual, dependiendo de la
capacidad de control territorial de los actores que se enfrentan.
Muchos autores afirman que una frontera es más que un límite. Aquí se propone que se trata
de dos objetos diferentes, aunque interrelacionados. Los límites se establecen, por imposición
de uno sobre otro o de común acuerdo, entre dos entidades que buscan definir sus respectivos
espacios. Los Estados nacionales, a lo largo de su proceso organización, buscaron que las
fronteras se apoyasen sobre dichos límites3. Pero muchas veces las fronteras se establecen sin
estar precedidas por la definición de común acuerdo de un límite; la frontera, que muchas
veces es llamada ―línea fronteriza‖, impone al límite, como puede ocurrir en un ―frente
pionero‖. En ese caso, se podría reconstruir el límite en cada momento del avance y
consolidación de una frontera.
En el caso de territorios estatales nacionales los límites son definidos por una línea más o
menos claramente demarcada en el terreno y legitimado por los poderes políticos. Estos
límites son establecidos de acuerdo a normativas definidas por el Derecho Internacional, un
sistema de información que regula la delimitación territorial en el contexto del sistema de
naciones. En otros casos, el sistema de información dependerá de la naturaleza del territorio, y
probablemente no esté normalizado. Pero el establecimiento de un límite no siempre implica
la inmediata construcción de frontera. Los principios que rigieron el intercambio comercial
argentino-chileno a través de la Cordillera de los Andes, por ejemplo, muestra un proceso
cambiante de construcción fronteriza a lo largo del siglo XX, existiendo siempre el mismo
límite demarcado en el terreno.
Difícilmente los contactos fronterizos, el pasaje de la frontera, se materialice en todo y cada
uno de los puntos que recorre la línea limítrofe. La frontera cobra sentido (hay frontera) en la
medida que hay movimientos a través de la misma y cuando, además, existe alguna clase de
acción tendiente a afectar, influir o controlar las acciones del otro; sino se trata solamente de
un límite, informado a través de alguna clase de marca espacial, como puede ser una ligustrina
o un cartel señalizado. Frontera, movilidad transfronteriza y control son tres términos
relacionados. El control puede ser efectivo, inmediato o no. El primer caso, es cuando existen

1
Sack 1986.
2
Costa 1994:77.
3
Osorio Machado 1990.

— 102 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

personas o instituciones que responden al poder central y que impiden o regulan el


ingreso/egreso al territorio de personas ―foráneas‖. El control no inmediato, es cuando los
sujetos están informados de alguna manera de la existencia del límite y la frontera, por marcas
empíricas (un hito) o no (un desfiladero que opera como ―puerta de acceso‖), y que existe la
posibilidad de una acción coercitiva por parte del poder central ante la intromisión no
autorizada. En ese caso el lugar de frontera no está en el límite, está en alguna localización
próxima o no al mismo, en una posición fija o móvil. Muchas veces, la frontera no se
encuentra en el límite y, en realidad, se trata de una región fronteriza, un espacio que actúa
como frontero de un territorio. En el medio puede surgir un ―territorio de nadie‖, donde la
circulación no está controlada, o al menos, no como ocurre en otros lugares de frontera. Los
espacios montañosos que ofrecen serias dificultades técnicas para ser controlados, como
ocurre en la Cordillera de los Andes, muchas veces devienen, en apariencia, ―territorios de
nadie‖.
Restan hacer unas consideraciones más. Las relaciones fronterizas no ocurren en un espacio
cualquiera. En la frontera, el contacto, la concreción de las relaciones fronterizas, se produce
en cruces, fortines, pasos y otros ―lugares de frontera‖. Estos lugares constituyen
emplazamientos localizados en la frontera de dos territorios, ámbito en el cual se producen,
entre las personas que residen allí, interacciones cotidianas. Por eso cobra algún sentido, de
frontera en este caso, marcado por los contactos entre personas de dos entidades territoriales1.
Otra consideración es que las fronteras, como los territorios, son entidades históricas, es decir,
que pueden cambiar en su forma, su función y su fisonomía a lo largo del tiempo, y esto no
supone que, necesariamente, se encuentren en permanente movimiento.
Finalmente, que en un mismo espacio pueden superponerse y articularse diferentes
territorialidades, y por lo tanto diferentes sistemas fronterizos. Los espacios de fronteras entre
unos territorios pueden constituir escenarios para otro tipo de territorialidades que aquellas
que le dieron origen. Esto, claramente, hace referencia a la tensión entre la territorialidad
estatal nacional y la de otros territorios, como los de las sociedades indígenas, donde los
primeros, en el modo de producción capitalista, afectan y subordinan a los segundos. No se
puede negar la influencia que los controles del Estado nacional en las fronteras interestatales
tienen sobre territorios subordinados y subsumidos al mercado nacional. Sin embargo, esto no
se produce de igual manera en todas las fronteras y a lo largo de todo el tiempo. La ausencia
de controles ha permitido que en muchas áreas de frontera del Estado nacional se siguieran
manteniendo intensas relaciones transfronterizas, relativamente independientes de la
organización estatal nacional.

Las fronteras: contacto, conflicto e intercambios


Las fronteras, o los lugares donde se materializan las relaciones fronterizas, son espacios de
contacto, que permiten concretar intercambios de bienes e ideas, o impedir el acceso al
territorio. Durante mucho tiempo, la frontera con el indio fue a la vez un ámbito de conflicto e
intercambio, especialmente en el caso de la frontera con las sociedades indígenas del sur,
relación emblematizada con la imagen de la cautiva2.
Así como las sociedades nacionales, los grupos étnicos definen sus estrategias de
territorialidad, con el propósito de asegurarse el acceso a los recursos y, de la misma manera,
definen límites y fronteras más débiles que las de los Estados nacionales. La noción de

1
Agnew 1987.
2
Trinchero 2003.

— 103 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

―etnicidad‖ hace referencia a que los grupos sociales son poseedores de características
culturalmente distintivas. Un grupo étnico, puede pensarse, tiene similares atributos que la
nación: es una comunidad de personas con una lengua, una historia, ciertas normas culturales,
una particular organización económica, mitos de origen y destino, y pueden controlar
territorios con fronteras más o menos definidas. La gran diferencia entre la nación y el grupo
étnico es que éste no tiene un Estado, y que siempre mantiene una relación de subordinación y
sujeción a la nación. Esta subordinación no sólo se manifiesta en el plano socio-cultural, sino
también en el territorial.
La etnicidad no surge en un grupo aislado. La etnicidad, puede sostenerse, es el resultado de
relaciones (interétnicas) al interior de un sistema social determinado y en el marco de la
formación del Estado nación1. Las fronteras, de alguna manera, son elementos constituyentes
de las identidades étnicas en la medida que las relaciones fronterizas son una ocasión para que
un grupo étnico se confronte, a la vez, con las diferencias y con la territorialidad de otros
grupos. Las identidades étnicas se van configurando en la confrontación de las diferencias. Lo
semejante no define fronteras. Las diferencias, y el conflicto territorial a partir de las
diferencias, son el terreno apropiado para establecer fronteras entre grupos, mientras que las
semejanzas las extienden2.
Por otra parte, en el proceso de organización de nuevos territorios, el Estado nación ha tenido
que confrontar con otras territorialidades, en América fundamentalmente las de las sociedades
indígenas. Los límites interestatales han atravesado ámbitos controlados por grupos étnicos,
imponiendo una nueva territorialidad. Es el caso de algunos grupos del Chaco Central
ubicados en la actual frontera argentino-paraguaya. Es el caso también de las sociedades
indígenas del espacio circumpuneño, que mantuvieron ciertas redes de intercambio que
permitía el acceso a recursos localmente escasos. Estas redes describían territorialidades
difusas, entre atacameños, chichas, changos, coyas, etc. con fronteras móviles, fuertemente
condicionadas por las imposiciones de los terratenientes. Las reservas indígenas, finalmente,
son otra de las manifestaciones del control territorial ejercido por el poder central sobre estas
sociedades.
En todos los casos, la lógica de la territorialidad estatal nacional se impuso a esas
territorialidades preexistentes, redefiniendo muchas de ellas. Algunas, como la población de
la Cordillera de Los Andes, en la frontera norte argentino-chilena, se mantuvieron casi
inalterables luego de la formación de los Estados nacionales. La población de la ―Puna de
Atacama‖ no fue objeto de una empresa de captación masiva de mano de obra para ser
empleada en los ingenios azucareros que definieron el modelo de organización territorial del
noroeste argentino durante la primera mitad del siglo XX.
Solo un comentario más. Los estudios sociales han encarado el análisis de las ―áreas de
frontera‖ considerándolas como áreas marginales, periféricas, subordinadas a la nación,
subsumidas al capital. Si bien esto es cierto y describe a una porción importante de la frontera
del territorio argentino, esta mirada no agota las posibilidades. Cabe preguntarse ¿la ciudad de
Buenos Aires no se encuentra en la frontera de la nación? ¿No se encuentra en el Río de la
Plata el límite entre Argentina y Uruguay? ¿No se operan cotidianamente en el puerto de
Buenos Aires controles al acceso a quienes provienen de la banda oriental del río Uruguay?
¿Por qué los estudios sobre frontera tienden a concentrar la mirada preferentemente hacia las
sociedades indígenas?

1
Días Polanco 1981; Trinchero 2000.
2
Costa 1994.

— 104 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

La Geografía Histórica
Resta, simplemente, formular una propuesta de ―geografía histórica‖, o bien, cómo se
encuadró la investigación dentro de este tipo de estudios. Las historiografías consultadas al
respecto suelen recuperar más o menos a los mismos autores y experiencias de investigación 1.
Esos trabajos coinciden en señalar que esta tradición se ha desarrollado especialmente en el
ámbito académico anglosajón. Los autores que se destacan son Clifford Darby, Carl Sauer y
Andrew Clark. Mientras el primero de los autores mencionados es británico, los otros dos son
estadounidenses. Lo que hoy se podría llamar ―geografía histórica tradicional‖ se ocupó
fundamentalmente de estudiar los procesos de expansión de las fronteras, de describir paisajes
en diferentes períodos históricos o de las exploraciones y descubrimientos realizados en
épocas coloniales2.
Darby consideraba que tanto la historia como la geomorfología eran los pilares del
pensamiento geográfico y que la geografía histórica debería reconstruir, en distintos cortes
temporales, las características de los paisajes3. La estrategia metodológica era la de cross-
sections, es decir, la reconstrucción de paisajes en distintos cortes temporales, que se lograría
a través de descripciones geográficas de la época y otras fuentes históricas. A diferencia de la
historia, la geografía histórica se ocuparía de describir cada uno de esos cortes temporales, sin
ocuparse del proceso de cambio de un paisaje hacia el otro, y eso es lo que le daría
especificidad a este tipo de estudios4. Para este autor el interés estaba puesto, sobre todo, en el
descubrimiento de aquellas fuentes que le permitieran comprobar algunas afirmaciones sobre
los rasgos del paisaje en períodos anteriores. Asimismo, la representación cartográfica era el
principal producto de la reconstrucción de esos paisajes del pasado5. En síntesis, la geografía
histórica reconstruiría los escenarios donde se desarrollan los procesos narrados por la
historia. Claramente, esta no es la perspectiva que orientó la investigación de esta tesis. Aquí
interesan las descripciones de los paisajes, fisiográficos o ―humanizados‖, en la medida que
contribuyen a entender cómo se elaboró la imagen de una determinada entidad espacial.
En el ámbito francés Vidal de la Blache y sus principales discípulos se formaron inicialmente
como historiadores. En su práctica profesional posterior, la construcción histórica que
realizaban estos geógrafos tenía como propósito elaborar la ―parte histórica‖ de sus
monografías regionales, que se ubicaba en la introducción o en el apéndice. Las
investigaciones de estos geógrafos consistían, en general, en el análisis de la evolución de un
paisaje6. La obra más difundida de Vidal de la Blache es la introducción a una historia de
Francia7. Pero en esta tradición no se elaboró ningún temario específico con el rótulo
―geografía histórica‖. Sí surgió de la tradición francesa otro rótulo, el de ―geohistoria‖. Este
enfoque remite directamente a la obra de Lucien Febvre y Fernand Braudel, del período de
entreguerras. Se trata de una mirada de la historia de las civilizaciones, más vinculada a la
dimensión espacial que a la dimensión temporal, lo que le permitió a Braudel valorizar la
larga duración y lo llevó a disminuir el peso del ―hombre‖ como protagonista de la historia8.

1
García Ramón 1984; Carreras y Vilagrasa 1986; Cortez 1991; Zusman 2000.
2
Zusman 2000.
3
Cortez 1991:10.
4
Carreras y Vilagrasa 1986:362-363.
5
Zusman 2000:27-28.
6
García Ramón 1984.
7
Vidal de la Blache 1903.
8
Dosse 1988.

— 105 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Como ya se señaló, tampoco es este el enfoque que interesa recuperar para la investigación en
―geografía histórica‖ o ―geohistórica‖, rótulos que aquí se utilizarán como equivalentes.
En la década de 1960, la renovación que supuso la new geography en los países anglosajones,
parece no haber producido un cambio importante de perspectivas. En esa corriente se le daba
escasa o nula importancia a la dimensión histórica de los problemas abordados. A pesar de
ello, la línea de estudios en geografía histórica mantuvo cierta vitalidad. En la década de 1970
se fundaron el Historical Geographers Research Group (1973) en Inglaterra y el Historical
Geographical Specialty Group (1979) en la Association of American Geographers de Estados
Unidos, y se comenzó a publicar el Journal of Historical Geography (1975), coeditado por
representantes de ambos países1.
En la Argentina los estudios geohistóricos siempre fueron marginales dentro del quehacer
profesional de los geógrafos. Teniendo en cuenta que varios de los primeros universitarios
argentinos de esta disciplina provenían de la carrera de historia, es razonable que los estudios
de carácter histórico hayan tenido mayor importancia entre ellos. Este es el caso de Horacio
Difrieri, quien ha publicado diferentes trabajos históricos, como Buenos Aires. Geohistoria
de una metrópoli2. En este trabajo Difrieri describe la geografía material de la ciudad de
Buenos Aires a través de una serie de cortes horizontales, desde la Conquista hasta las
postrimerías del siglo XIX. Los cortes están impuestos por las fuentes consideradas: los
mapas de la ciudad. Otro geógrafo que incursionó en esta área fue Raúl Rey Balmaceda, quien
en 1960 presentó su tesis de doctorado Geografía histórica de Patagonia: 1870, donde no
hace otra cosa que reconstruir el paisaje patagónico a través de la obra de un viajero3. Quien
más ha procurado introducir la línea de estudios en geográfica histórica fue Patricio Randle.
Arquitecto de formación, Randle publicó diferentes trabajos4. A lo largo de estas y otras
publicaciones, Randle muestra su interés por la geografía histórica, afín a la tradición
anglosajona. No obstante, hacia el final su obra muestra una comunidad de intereses con la
geografía conservadora y nacionalista. Un ejemplo de esto es su Atlas del desarrollo
territorial… , donde produjo cartografía de una serie de temas, como la red ferroviaria, el
sistema urbano o las regiones agropecuarias, con sucintas descripciones en cada tema y para
cada corte, siempre dentro de los límites territoriales del estado argentino 5. La obra de Difrieri
Difrieri y de Randle, no se diferencian sustancialmente; ambos son trabajos básicamente
empíricos6. Y el empirismo caracterizó, al menos en la Argentina, la producción en geografía
histórica.
Un indicador de la escasa importancia de la ―geografía histórica‖ en Argentina es la ausencia
de cátedras de esta área temática dentro de las carreras de geografía de la mayoría de las
universidades nacionales.

1
García Ramón 1984. Historical Geographers Research Group: www.geog.okstate.edu/hgsg/jhg.htm; Journal
of Historical Geography: www.geog.ox.ac.uk/research/history.
2
Ver Difrieri 1981.
3
Rey Balmaceda 1960.
4
Geografía histórica y planeamiento en 1966, Teoría de la geografía en 1976 (que incluye traducciones de
algunos clásicos de la Geografía Histórica), Geografía histórica de la Argentina en 1987 y el Atlas del desarrollo
territorial de la Argentina en 1981.
5
Ver Randle 1981.
6
Zusman 2000:21.

— 106 —
Capítulo 1. Por una nueva geografía histórica

Las cátedras geografía histórica, al igual que las de Historia Regional, son una excepción más
que una regla1.
Más allá de los rótulos, puede advertirse en la producción geográfica de los últimos años una
honda preocupación de los geógrafos recuperar la dimensión histórica de los temas
analizados, como así también la realización de investigaciones que se enfocan desde distintas
líneas historiográficas e incluso también algunos desde la geografía histórica2. Sin embargo,
esto no habilita a pensar en el desarrollo del ―área de estudios geohistóricos‖. La Geografía
Histórica en Argentina, al menos en Buenos Aires, es un terreno aún inculto, que requiere
nuevas aproximaciones.
Si el campo de la geografía histórica es prácticamente inexistente en la Argentina, ¿por qué
titular esta tesis Geografía histórica del Territorio de Los Andes? Utilizar el rótulo
―geografía histórica‖, efectivamente, ofrece algunas dificultades.
Una dificultad es que puede llevar a pensar, implícitamente, que existe un pensamiento
geográfico que no es histórico. Es decir, ¿lo que no es ―geografía histórica‖ es ―geografía
ahistórica‖?. Aquí se sostiene que cualquier estudio que se desarrolla en el marco disciplinar
de la Geografía social o humana, se inscribe en un determinado contexto histórico. La
form ación, transform ación, configu ración, desap arición, organización, desplazam iento… de
territorios, regiones, paisajes, fronteras, lugares… ocurren en un proceso histórico
determinado. Y en todos los casos se trata de entidades contingentes que están
constituyéndose permanentemente a través de diferentes prácticas sociales3. Por lo tanto, no
existe un estudio geográfico no histórico, de la misma forma que no existe estudio histórico
que no tenga alguna inscripción espacial.
Otra dificultad remite a un enfoque desarrollado en el ámbito anglosajón y que, en la
Argentina, fue escasamente desarrollado, fundamentalmente por geógrafos con marcadas
tendencias nacionalistas. Asimismo, esa línea de estudios tendió a centrarse, básicamente, en
la evolución de la geografía material en diferentes cortes sincrónicos o diacrónicos, siendo el

1
Se consultaron los planes de estudio de once Universidades Nacionales. Sólo la Universidad Nacional del Sur
(Bahía Blanca) incluye la asignatura Geografía Histórica en su plan de estudio, pero ninguna otra específica de
historia. En el plan de estudios de Geografía en la Universidad Nacional del Nordeste se incluye la asignatura
Historia Económica y Social Argentina. En la Universidad Nacional del Comahue se incluye Historia Argentina
como materia optativa. La Universidad Nacional de Cuyo incluye la asignatura Historia Argentina
Contemporánea. En la Universidad Nacional de Luján se incluye el seminario de Historia Social y Económica
Americana. En el caso de la Universidad Nacional de Mar del Plata la materia de historia es Historia Económica
Argentina. En la Universidad Nacional de Río Cuarto se deben cursar Historia General Contemporánea e
Historia Social y Económica Argentina. En la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires el plan
incluye Historia Social General. En la Universidad Nacional de Tucumán Introducción a la Historia es
obligatoria y además contempla Historia Argentina o Historia de América como optativas. En la Universidad
Nacional de San Juan se debe cursar Historia Social. Finalmente en la Universidad de Buenos Aires es
obligatorio cursar Historia Social General y en el ciclo de especialización el plan contempla la posibilidad de
hacer hasta tres materias optativas de otras carreras de la misma facultad, entre ellas Historia. Esto le permitiría a
quien estuviera interesado, cursar la asignatura Geografía Histórica, del plan de estudios de la carrera de
Historia. En los planes de estudios de la carrera de Historia, en las mismas Universidades, sólo en la de Buenos
Aires se incluye Geografía Histórica. A la vez, sólo en Comahue se incluye Historia Regional.
2
Como por ejemplo, pueden mencionarse las tesis de licenciatura en geografía de la Facultad de Filosofía y
L etras d e la U n iversid ad d e B ueno s A ires: M irta S eca ―N o tas p relim inares p ara la geo grafía histó rica d e la
Q ueb rad a d e H u m ahuaca‖, 1 9 8 7 ; A licia L ind ó n ―C iud ad d e B ueno s A ires. P ro d ucció n d e esp acio urb ano en
sitios vulnerables a inundación entre 1580-1 8 8 0 ‖, 1 9 89 ; F lo ra L o sad a, ―C risis d e sup erp rod ucció n A zucarera
Tucumana 1966-6 7 ‖, 19 9 7 ; C arla L o is, ―E l G ran C haco arg entino : d e d esierto igno to a territo rio representad o ‖,
1998 (Información facilitada por Vanesa Iut).
3
García Álvarez 2002:35.

— 107 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

principal objeto reconstruir paisajes de épocas pasadas, generalmente en una forma muy
descriptiva. García Ramón propuso que
“ la geografía histórica podría definirse simplemente como el análisis a través del tiempo
de los cambios de tipo geográfico-espacial en el paisaje. No posee pues un ámbito
temático concreto, sino que sus conceptos y métodos se pueden aplicar a todos los campos
de la geografía” 1.
Este no es exactamente el enfoque que se le quiso dar a la investigación. Esta tesis no se
propone como un análisis de los cambios geográfico-espaciales y las formas en que se reflejan
en el paisaje. El objetivo central de esta investigación fue reconstruir el proceso de
emergencia, organización y desaparición de una entidad singular, con límites espacio-
temporales más o menos fácil de reconocer. En términos amplios, esta investigación podría
ubicarse dentro de la tradición regionalista. Sin embargo, por las características que cobró la
geografía regional en la Argentina, como se desarrolló más arriba, el enfoque adoptado se
aproxima más al estilo interpretativo desarrollado por la producción historiográfica regional.
Sin embargo, como se quiso señalar, la historia regional ha tendido a centrar su atención
preferentemente en las estructuras económicas y en la organización de los circuitos
productivos. E l enfoque m etodológico seguido en la tesis ha buscado, por ello, en la ―nueva
geo grafía region al‖ y en la ―nuev a geo grafía política‖, algun as herram ientas para an alizar las
conexiones entre los aspectos socio-económicos y funcionales de la configuración de los
espacios regionales, con las dimensiones institucionales y culturales de esos mismos procesos.
L a elección del rótulo ―geo grafía histórica‖ supo ne una apuesta por la ren ovación tem ática y
teórico-metodológica de los estudios de geohistoria regional con el aporte de las propuestas
político-culturales sobre el concepto de región. Pero, por sobre todo, por incorporar
permanentemente en la investigación geográfica, la dimensión temporal de los procesos
estudiados. La principal deuda de esta tesis en el modo de concebir la relación tiempo y
espacio es con Milton Santos, quien permanentemente invitó a los geógrafos latinoamericanos
a incorporar un enfoque temporal en sus investigaciones, sin el cual cualquier estudio
espacial se vuelve insuficiente. De esto se deriva que hay que analizar las relaciones entre los
períodos históricos y las organizaciones espaciales y que, a su vez, los espacios son una
acumulación desigual de diferentes temporalidades. En cualquier entidad espacial, decía
Santos,
“ … cada variable hoy presente… aparece con una fecha de instalación diferente… E n cada
continente, país, región o sub-espacio, cada lugar representa la suma de acciones
particulares inicialmente localizadas en períodos diferentes” 2
Probablemente una tarea de la geografía histórica sea reconstruir las diferentes fases en que
las sociedades fijan y organizan elementos a la vez funcionales, institucionales y simbólicos, y
que logran estabilizarse en un momento a través de las formas regionales y territoriales. En
segundo lugar, reconocer de qué manera las entidades regionales y territoriales creadas por las
sociedades, mientras existen, afectan en la fijación de nuevos elementos, en períodos
posteriores, o cómo la fijación de nuevos elementos provocan su transformación o su
desaparición.

1
García Ramón 1984:14.
2
Santos 1978:207.

— 108 —
Capítulo segundo
La región circumpuneña en el
siglo XIX
Una región, tres Estados
— 110 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Los límites geográficos impuestos a nuestro campo de observación requieren una breve explicación. Hemos
esquivado el vicio tan frecuente de aplicar al tiempo colonial la noción moderna de espacio nacional que corresponde
ciertamente a orta circunstancia histórica. El uso de esta arbitraria noción de espacio lleva a confusiones notables.
Carlos Sempat Assadourian, El sistema de la economía colonial, México, 1983.

Presentación del capítulo


Como ya se dijo en la introducción de esta tesis, la investigación tomó como principal objeto
de estudio a una entidad territorial denominada ―Los Andes‖, que existió, en el contexto de la
organización territorial argentina, entre los años 1900 y 1943. Pero en el proceso de
investigación fueron surgiendo un conjunto de entidades geohistóricas significativas, con
diferentes especialidades y temporalidades, vinculadas al propio proceso de formación del
Territorio de Los Andes. Para explicar algunos aspectos del caso, fue necesario tomar en
consideración estas otras entidades.
La primera y más evidente entidad geohistórica que se debía considerar, en la medida que el
Territorio de Los Andes surgió como una acción legislativa y ejecutiva de organización
interna, es el territorio nacional argentino. La Gobernación de Los Andes fue una de las diez
partes en las que se dividieron los ―Territorios Nacionales‖, al interior del sistema territorial
estatal argentino. Esta cuestión será analizada en el capítulo tercero. Pero esto recién puede
datarse en 1900. Hasta entonces, ese espacio había formado parte del territorio de Bolivia y
del de Chile. Por eso, aquí se considera que la creación del Territorio de Los Andes encarada
por el Estado argentino en 1900 no se puede entender en forma aislada del conflictivo proceso
de expansión, conquista y delimitación territorial que caracterizaron las relaciones exteriores
de un conjunto de países vecinos entre sí, herederos de los antiguos territorios coloniales.
El proceso de diferenciación territorial entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú
y Uruguay, dispar según la dupla o la tripleta de países que se consideren, ocurrió a lo largo
de todo el siglo XIX, aunque se aceleró en el último tercio de esa centuria. La ―Gobernación
de Los Andes‖ como entidad territorial, en gran medida, es una emergente -una más- de las
disputas territoriales que involucró el proceso de diferenciación/organización de ese conjunto
de países. Esos seis países serán identificados como Cono Sur de América, o simplemente
―Cono Sur‖. La denominación ―Cono Sur‖ está presente en buena parte de la literatura
consultada, aunque se suele utilizar con sentidos cambiantes, para reconocer diferentes
conjuntos de países. En la primera parte de este capítulo se propondrá una regionalización de
Sudamérica, como intento de identificación de grandes espacios a escala continental, que
resulta significativo para en investigación. Así, por Cono Sur se considerará una región de
Sudamérica surgida a partir de las relaciones geopolíticas entre los seis Estados mencionados.
Pero ―Cono Sur‖ no era suficiente para entender alguna de las especificidades del caso. Sobre
todo, no era adecuado para abordar las cuestiones socioeconómicas del entorno regional
vinculado a este territorio. En este sentido, se puede sostener que el Territorio de Los Andes
se organizó al interior de otra entidad de escala continental: el ―espacio andino‖ o, como se
suele utilizar con más frecuencia en la literatura regional, en los relictos del ―espacio
económico peruano‖, denominación acuñada por Carlos Sempat Assadourian, que se había
formado durante el período colonial. Dentro del Cono Sur, tal como aquí se lo considerará,
hay cuatro países que quedan más estrechamente vinculados en el ámbito andino: Argentina,
Bolivia, Chile y Perú. Pero esto permite sólo una aproximación general al caso. El mundo
andino es una entidad muy abarcativa, utilizada para abordar objetos de estudio ubicados en
tiempos y espacios muy variados. Por eso fue necesario buscar otras categorías regionales que
resultaran más operativas, como por ejemplo, ―espacio peruano‖.

— 111 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En los estudios históricos que regionalizan al espacio andino suelen utilizarse denominaciones
tales como ―andes centrales‖, ―andes centromeridionales‖, ―andes meridionales‖, etc. Estas
denominaciones, en general, permiten identificar áreas dentro de ese dilatado espacio, al
interior de las cuales se reconoce cierta intensidad de vínculos sociales, económicos y
culturales. Se trata de una regionalización por áreas, y el Territorio de Los Andes estaría
incluido dentro del área ―andes centromeridionales‖. Pero esta denominación alude a una
zonificación, una serie de sub-áreas que, en conjunto, forman el área andina, y no a un recorte
espacial singular. Por eso se optó por utilizar otra expresión, que originalmente fue empleada
en los estudios arqueológicos y etnohistóricos, que es ―región circumpuneña‖. Esta decisión
se articula con otro elemento: el Territorio de Los Andes se organizó dentro de un ámbito
específico del espacio andino, que se conoce como Puna. A su vez, se debe considerar otra
entidad que surgió con anterioridad a la creación del Territorio de Los Andes, como un
antecedente cuya consideración es inevitable: la Puna de Atacama. Hoy se podría decir que la
Puna de Atacama era una porción de la ―Puna‖. Sin embargo, el proceso de reconocimiento y
descripción de la ―Puna‖ y la ―Puna de Atacama‖ por parte de científicos naturalistas, o por
técnicos y funcionarios del Estado, y aún por escritores durante las últimas décadas del siglo
XIX y primeras del XX, muestran diferentes temporalidades. En otras palabras, la
identificación de la ―Puna de Atacama‖ no fue un simple resultado de un ejercicio de partición
de la ―Puna‖. La vigencia que tuvo cada una de estas denominaciones en los diferentes
ámbitos estatales fue cambiante. En esta dinámica, surgieron una gran cantidad de
denominaciones regionales: ―puna salada‖, ―Puna de Jujuy‖, ―Puna de Antofagasta‖, ―Puna
argentina‖, ―Puna chilena‖, ―Altiplano boliviano‖, ―Puna catamarqueña‖, ―Puna salteña‖,
―Puna meridional‖, ―Puna atacameña‖, etc. Estas denominaciones fueron utilizadas en la
cartografía, en informes oficiales, en obras científicas y de divulgación, en documentos de
validez internacional, en leyes, etc., desde las últimas décadas del siglo XIX y hasta la
actualidad, y todas muestran ciertas superposiciones espacio-temporales, que en este capítulo
se intentará dilucidar en parte.
En este capítulo se destacarán dos cuestiones. Por un lado que, por lo menos desde mediados
del siglo XIX, se ha utilizado el término Puna para identificar un área singular dentro del
espacio andino que progresivamente se empleó en diferentes propuestas tipológicas
(biogeográfica, geomorfológica, ambiental, jurisdiccional, cultural, fisiográfica, etnográfica,
regiones naturales, regiones geográficas). Por otro lado, en esta investigación resultó de
singular importancia una de las entidades anteriormente mencionada: la ―Puna de Atacama‖,
en la medida que, como se analizará en diferentes momentos, las fuentes utilizadas solían
referirse unas veces al Territorio de Los Andes, otras la Puna de Atacama y otras a ambas
indistintamente o considerándolas entidades equivalentes. Asimismo, en la actualidad algunas
investigaciones han recuperado esta denominación como categoría de análisis. Puede decirse
que, por lo menos en los últimos quince años surgió un ―área de estudios de la Puna de
Atacama‖ de la que esta tesis participa, donde la utilización de ―Puna de Atacama‖ tiene un
carácter básicamente operativo.
La ―región circumpuneña‖, que se analizará con mayor detalle en este capítulo, tiene una
finalidad básicamente analítica. Permite reconstruir procesos materiales de articulación
funcional entre un conjunto de lugares. Asimismo, no se propone como parte de un mosaico
regional, sino como una ―isla‖, como una región singular, que se superpone a conjuntos
territoriales de distintas escalas: los territorios de los estados nacionales, los territorios sub-
nacionales y los territorios controlados por los sectores económicos más dinámicos.
Los orígenes de lo que aquí se denominará ―región circumpuneña‖ pueden rastrearse, por lo
menos, desde el período colonial y, sobre todo, desde las postrimerías de las guerras de
Independencia. Entre las década de 1880 y la de 1930, aproximadamente, ese espacio se
encuentra funcionando plenamente. Este dinamismo regional no se puede entender si no se
tiene en cuenta un acontecimiento fundamental en la historia institucional de los cuatro países
— 112 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

mencionados: la Guerra del Pacífico. Esta guerra aceleró el proceso de configuración


territorial de la Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Asimismo, aceleró los arreglos limítrofes
entre Argentina y Chile, de forma tal de poder deslindar los territorios en el espacio
cordillerano. Después de la Guerra del Pacífico, ambos países pasaron a controlar territorios
que hasta entonces habían formado parte de Bolivia. Chile pasó a controlar el Desierto de
Atacama, desde la costa hasta las cordilleras. A partir de 1889 Argentina comienza a reclamar
derechos sobre una porción de ese territorio, en virtud de un Tratado internacional suscripto
con Bolivia. Esa porción, al cabo de un tiempo, recibirá la denominación Puna de Atacama.
De esta forma, la Puna de Atacama en los últimos años del siglo XIX quedó constituida como
un ámbito diferenciado. Y esta diferenciación no se debía a cuestiones vinculadas al
funcionamiento de la ―región circumpuneña‖, es decir a una suerte de división regional del
trabajo, o, en principio, a un rasgo fisiográfico particular, o a una red de circulación integrada,
sino a la disputa territorial entre Argentina y Chile. La ―Puna de Atacama‖ fue una porción
diferenciada del espacio andino, y del espacio puneño en particular, surgida por las disputas
geopolíticas argentino-chilena. Este proceso se analizará en este capítulo.
Lo cierto es que Argentina y Chile tuvieron a la ―Puna de Atacama‖ como cuestión litigiosa
durante una década. Iniciada la disputa en 1889 cuando Bolivia cedió a la Argentina derechos
sobre un ámbito que Chile consideraba parte de su territorio, se resolvió en 1899 a través de
un acuerdo diplomática. En ese momento la ―Puna de Atacama‖ del litigio, fue divida en dos
partes. Una quedaría dentro de Chile y la otra dentro de Argentina. Chile no transformó a esa
porción en una entidad administrativa particular. La Argentina sí, denominándola en 1900
Territorio Nacional de Los Andes. De todas formas, en Argentina ―Puna de Atacama‖ siguió
operando como categoría regional, utilizada unas veces para designar a la totalidad del
territorio litigado por Argentina y Chile; otra veces para referirse a una región natural cuyos
límites excedían los de la ―Puna de Atacama‖ del litigio y los del Territorio de Los Andes;
otras veces, finalmente, para designar al Territorio de Los Andes.
En la medida que esta investigación centró su atención en el proceso de formación y
organización del Territorio de Los Andes, cuando se hable de ―región circumpuneña‖ se
estará poniendo en foco en esa entidad y, por lo tanto, en la ―Puna de Atacama‖. Se trata del
ámbito que, por lo menos entre las décadas de 1880 y 1930, ponía más directamente en
contacto a diferentes actores económicos de la porción noroeste del territorio argentino, del
sudeste boliviano y el norte chileno. Ese espacio, muy dinámico y difícil de cartografías, se
denominará región circumpuneña.
Dentro de esa región, la Puna se encontraba en el centro, pero no porque fuera una región
―nodal‖. La Puna era una zona de tránsito para tres circuitos principales. Uno que conectaba al
mercado ganadero Salteño-jujeño con los puertos del Pacífico, que se fue estructurando a lo
largo del siglo XIX, especialmente desde la década de 1830, luego de que se activara el puerto
de Cobija, como se relatará oportunamente. Las relaciones comerciales se intensificarán hacia
la década de 1880, mucho antes de que se organizara el Territorio de Los Andes y de que la
Puna de Atacama se transformara en territorio a litigar. El otro circuito, conectaba a los
mercados ganaderos del eje formado por las ciudades de Catamarca, Salta y Jujuy que
exportaban ganado hacia Potosí y su entorno, como por ejemplo la feria de Huari, al norte del
salar de Uyuni. El último, conectaba a Potosí y Tarija con los puertos del Pacífico, como
Cobija y Antofagasta. En los tres casos, se debía atravesar la Puna. La investigación puso
mayor atención en lo que ocurría en una parte de la Puna, en aquella que entre 1900 y 1943
quedó circunscripta por el Territorio de Los Andes.
Este capítulo se divide en dos partes. En la primera parte se presentara con más detalle cada
una de las entidades mencionadas –Cono Sur, espacio peruano, región circumpuneña, Puna,
Puna argentina y Puna de Atacama- explicitando en qué sentido se utilizará cada categoría. La
segunda parte se ocupará de historiar el proceso de formación de la ―región circumpuneña‖ en
— 113 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

el contexto de formación de los países del Cono Sur, y en particular Argentina, Bolivia y
Chile. Para ello se considerarán dos puntos principales de inflexión. El primero es 1879,
momento de inicio de la Guerra del Pacífico. El segundo es 1899, momento en que se resolvió
el litigio por la ―Puna de Atacama‖, y la Argentina incorporó un ámbito que el gobierno
nacional convirtió en el ―Territorio de Los Andes‖.

— 114 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Parte I - Regiones y regionalización: el


Territorio de Los Andes en el contexto de
diferentes sistemas regionales

Introducción
Como se señaló más arriba, el Territorio de Los Andes puede considerarse, en primera
instancia, como una emergente del proceso de expansión, diferenciación y organización
territorial entre Estados nacionales, operado en el ámbito andino del Cono sur durante la
segunda mitad del siglo XIX. La fijación de límites entre Argentina, Bolivia y Chile que se
fue definiendo lentamente desde la ruptura del orden colonial, fue acelerado a partir de 1879,
con el escenario de gran expansión territorial de Chile sobre el Desierto de Atacama primero y
la vertiente occidental de la Patagonia después; y de la Argentina sobre la vertiente oriental de
la Patagonia primero y el sector meridional del Gran Chaco después. En el ámbito que
interesa directamente en esta investigación, fue la firma del ―Tratado Quirno Costa-Vaca
Guzmán‖ de 1889 lo que aceleró la fijación de límites entre los tres países en la región
circumpuneña. Por ese tratado Bolivia cedía a la Argentina derechos sobre un territorio que
Chile ya controlaba, como consecuencia de su victoria en la Guerra del Pacífico, y que con el
tiempo se conocerá como Puna de Atacama. Este ámbito es resultante de la dinámica
geopolítica establecida entre el conjunto de países que se denominará ―Cono Sur‖. Es por eso
que en primer lugar interesa exponer qué se entenderá en esta investigación por ―Cono Sur‖.
Pero ―Cono Sur‖ remite a una serie de cuestiones que no alcanzan para estudiar la
especificidad del caso Territorio de Los Andes. Por eso es necesaria la consideración de otra
entidad de escala continental: el espacio andino y, en particular, el espacio peruano.
Asimismo, al interior de ese espacio, se reconoció la existencia de otra entidad regional que se
denominó ―región circumpuneña‖. Esta última, finalmente, lleva a la consideración de otras
dos entidades: la ―Puna‖ y la ―Puna de Atacama‖, que están presentes, inevitablemente, en la
construcción del Territorio de Los Andes con entidad geohistórica.
Esta primera parte del capítulo segundo se divide en cuatro acápites secciones, a través de los
cuales se buscará identificar y justificar la pertinencia de las entidades geohistóricas que se
utilizarán en esta tesis. En primer lugar se revisarán categorías que permitirán diferenciar
grandes conjuntos regionales, de escala continental: el Cono Sur y el espacio andino. Para
―Cono Sur‖ resultó de cierto interés la propuesta de Edmundo Heredia, por proponer una
historia de esa entidad1. En el caso de ―espacio andino‖ se consideró, en particular, la
propuesta de Carlos Assadourian, ya que resultó muy operativa y, además, se encuentra muy
difundida en la historiografía regional argentina2. Esto permitirá avanzar en la consideración
de otra categoría: región circumpuneña. En este caso se partió de la propuesta de Viviana
Conti3. En segunda lugar, se avanzará sobre una categoría regional que ofrece algunas

1
Heredia 1999.
2
Assadourian 1982.
3
Entre otros, Conti 2003.

— 115 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

dificultades: ―Puna‖. Para ello se revisó una variada gama de fuentes, con el objetivo de
mostrar los cambiantes sentidos de ―Puna‖ y, en particular, de una porción: la ―Puna de
Atacama‖.

— 116 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

El Territorio de Los Andes en el espacio


sudamericano
Si bien esta tesis no tuvo por objeto central al conjunto de Estados sudamericanos ni el
proceso de organización y diferenciación territorial acaecido entre los mismos a lo largo de la
segunda mitad del siglo XIX, esta cuestión debió tenerse en cuenta en la medida que el caso
estudiado surgió en ese contexto. En la medida que el Territorio de Los Andes fue un
resultado ulterior de ese proceso, es necesario una mínima exposición sobre qué se entenderá
por ―Cono Sur‖. Se trata de una denominación que se empleará reiteradamente, especialmente
en este capítulo. Asimismo, en la literatura consultada para esta tesis suele utilizar en forma
profusa esta expresión pero, en general, sin especificar a qué se está haciendo referencia.
Pareciera que existe una unanimidad sobre qué es el ―Cono Sur‖, sin embargo no es tan así.
Una vez planteado esta primera categoría regional, y con la misma intensión, se avanzará
sobre la consideración de ―espacio andino‖.

El Cono Sur de América


La denominación ―Cono Sur‖ se suele emplear como estrategia de regionalización, en el
marco de una entidad mayor que la incluye: Sudamérica, Latinoamérica o América, según el
caso. Al menos en la propia denominación, ―Cono Sur‖ no tiene ningún anclaje histórico ni
étnico. Tampoco alude a alguna categoría política, económica o cultural singular, combinando
una figura con una posición relativa. Así, Cono Sur es una figura cartográfica y esto lo vuelve
una construcción sencilla de reconocer1. Esta expresión tiene amplia aceptación y difusión,
hasta el punto de constituirse, en la lengua española, en un compuesto nominal de ―cono‖. La
RAE lo define así:
“ geopolíticamente, la región de América Meridional que comprende Chile, Argentina y
Uruguay, y a veces Paraguay” 2.
Esta definición introduce un elemento clave en la definición de Cono Sur:
―geopolíticamente‖. El discurso geopolítico ha tenido una destacada presencia en el ámbito
latinoamericano, por lo menos desde la década de 1950. Especialmente en la Argentina, Chile
y Brasil, este discurso estuvo fuertemente asociado al pensamiento militar y al nacionalismo
territorial, y puede aludir a las elucubraciones realizadas sobre mapas con fines
geoestratégicos3. Generalmente se suelen resaltar los intereses antagónicos entre Estados por
el control de los recursos y las salidas al mar. El término ―Cono Sur‖, según Edmundo
Heredia, en su origen se remonta a la posguerra de la Segunda Gran Guerra y tenía una clara
connotación geoestratégica, por la asignación a la región, dentro del orden mundial, de una
función en la provisión de alimentos, capaz de resolver el problema de extensas regiones que

1
Heredia 1999:171-173.
2
Real Academia de España 1992 Tomo I:544. Se dio entrada al compuesto 'cono sur' desde la 21ª edición del
diccionario de la RAE, del año 1992 (Servicio de consultas del DRAE, Instituto de Lexicografía,
consultasdrae@rae.es).
3
Heredia 1999:172; Font y Rufí 2001:55.

— 117 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

estaban desvastadas por la guerra1. Esa significación, si bien aún en la actualidad puede estar
presente, parece cosa del pasado, en la medida que ―Cono Sur‖ es utilizado con otros sentidos.
Dicho lo anterior interesa responder el interrogante: ¿Dónde se localiza y qué incluye el Cono
Sur? Cono Sur se aplica a la América meridional, con lo cual no deberían quedar dudas sobre
a qué porción de la superficie terrestre hace referencia. Otra cuestión es qué incluye. Como
puede verse en el Cuadro 2.1., hay tantos ―Cono Sur‖ como propuestas de regionalización del
espacio sudamericano.

Cuadro 2.1. Cono Sur. Países que se incluyen en sus diferentes definiciones.
CUADROS CAVIEDES FOUCHER RAPOPORT LACOSTE, Y.
RAE* 1992
1979 1987 1988 1998 2003

Argentina • • • • • •
Bolivia • - - - • -
Brasil • • - - • -
Chile • • • • • •
Paraguay • - - • • -
Perú • - - - - -
Uruguay • • • • • -

CONO SUR DE
SUDAMÉRICA

Fuente: elaboración propia, considerando la información proporcionada por cada autor, en la fuente de
referencia en el encabezado
*
RAE: Real Academia de España.

En las diferentes definiciones de Cono Sur un elemento en común es la enumeración de una


serie de países. Faltaría saber ¿qué es les otorga unidad a ese conjunto de países? ¿Por qué
incluir esos y no otros? En la definición de la RAE, por ejemplo, es la cuestión geopolítica,
probablemente entendido en la forma más clásica de la expresión, lo que da sentido a la
inclusión de la Argentina, Chile, Paraguay y el Uruguay en una misma unidad, aunque
excluye a Brasil, país en el que los dispositivos y discursos geopolíticos también fueron
significativos. César Caviedes, por ejemplo, preguntándose ―qué es el Cono Sur‖ propuso un
criterio climático. Así, estaría conformado por las regiones extra-tropicales, delimitadas por la
isoterma de 10º C del mes de julio. Así, queda excluida la mayor parte de Brasil y a una parte
importante de Bolivia y Paraguay2. Otro elemento que este autor propuso, es la fuerte
influencia demográfica generada por la inmigración de europeos, particularmente intensa en
las últimas décadas del siglo XIX 3. Esto deja fuera a muchas regiones donde la influencia
inmigratoria europea fue poco menos que apreciable, como en Bolivia y amplias zonas de la
Argentina, sobre todo en comparación con lo que ocurrió en el Uruguay, en el sur de Brasil y
en el centro, sudeste y sur de la Argentina.

1
Heredia 1999:184.
2
Caviedes 1987:49.
3
Caviedes 1987:49.

— 118 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Por su parte, Edmundo Heredia sostiene que, desde una perspectiva ―geográfica‖, el Cono Sur
es un espacio que surge en razón de la existencia de tres fenómenos naturales que son: la
región y cuenca platense, el paso interoceánico austral y la región y cuenca amazónicas1. De
esta forma, queda excluida la cordillera de los Andes. Heredia también propone otros
elementos, entre ellos, haber sido confín austral del imperio hispánico, zona de fricción entre
los dominios hispano y portugués, escenario de confrontación entre blancos e indígenas y
receptor de inmigrantes europeos2.
Otra propuesta es la del geógrafo francés Yves Lacoste, para quien la acepción ―Cône Sud‖ es
una…
“ E xpression journalistique qui désigne la pointe m éridionale de l‟A m ériq ue. À la
différence des pays d‟A m érique du Sud, les pays du cône sud (le C hili et l‟A rgentine) ne
font pas partie du monde tropical” 3
Todas estas propuestas son válidas, y cada una remite a los intereses de los autores.
Aquí se propondrá que el Cono Sur es la región de Sudamérica que está integrada, en orden
alfabético, por: la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, el Perú y el Uruguay. De esta
forma, Cono Sur surge, efectivamente, de considerar un conjunto de Estados nacionales, que
muestran contigüidad, y que permite diferenciar una porción del continente Sudamericano.
Pero básicamente lo que aquí interesa resaltar, es que el Cono Sur de América es un espacio
compuesto por un conjunto de Estados nacionales, producto del proceso de
expansión/diferenciación territorial operado a lo largo del siglo XIX, profundizado a medida
que se consolidaron institucionalmente esos Estados y que iniciaron las respectivas empresas
de deslinde territorial.
Así, el pasado colonial es, obviamente, un elemento a considerar, aunque no como parte de la
historia, sino de la pre-historia del Cono Sur4. En la actualidad se estaría dando entre estos
países un proceso de integración, por lo menos en el plano económico, siendo el Mercado
Común del Sur, el MERCOSUR, un emergente de dicho proceso. En la medida que el Cono
Sur surgió por el proceso de diferenciación territorial de un conjunto de Estados nacionales en
el sur de las Américas, su historia no puede remontarse mucho más allá del proceso de
organización de los mismos. De esta forma podrían identificarse, desde mediados del siglo
XIX, algunas claves para entender parte de los conflictos que se suscitaron entre esos Estados.
Esos elementos tienen su origen en cuestiones que fueron estratégicas para cada país, en
función de las líneas rectoras adoptada por cada uno para insertarse en la división
internacional del trabajo.
Cada país anudó su economía de manera individual con el mercado mundial, en una estrategia
donde primaron los intereses de los sectores hegemónicos, los sectores exportadores, que
impulsaron, con el tiempo, las acciones estatales de intervención territorial ligadas al esquema
primario exportador5.
Recuperando a Juan Korol y Enrique Tándeter, los elementos básicos para organizar el
esquema exportador que los nuevos Estados debían asegurar eran los recursos naturales, la
mano de obra y el acceso al mar. Existían algunos ―bolsones‖ de mano de obra, como el del
Gran Chaco o el altiplano andino. No obstante, la política que implementaron estos países,
especialmente la Argentina, Brasil y el Uruguay, en forma superlativa, fue la atracción de

1
Heredia 1999:175.
2
Heredia 1999:176.
3
Lacoste, Y. 2003:198.
4
Ver también: Heredia 1999:185.
5
Korol y Tándeter 1999:59-75.

— 119 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

población europea. Buena parte de las tierras estaban controladas por sociedades indígenas,
situación que alentó a los Estados a encarar empresas de conquista y colonización,
especialmente importantes en los casos de la Argentina, Brasil y Chile. El acceso a los
puertos, junto con la creación de una red de transporte dendrítica, finalmente, era una
condición necesaria para el desarrollo de la economía exportadora. Esto requería de la
disponibilidad de capitales y el control de los accesos al mar. El capital, con algunas
diferencias entre los países, provino mayoritariamente de Gran Bretaña. El acceso al mar
exigía mejorar el sistema de transporte y asegurar el control territorial de las regiones
costeras1.
De esto se deriva que esta región no estuviera carente de tensiones y enfrentamientos,
diplomáticos y bélicos. En el Cono Sur, fueron seis los grandes espacios disputados por los
Estados en distintos momentos: la Patagonia y el Estrecho de Magallanes, el Gran Chaco, el
Mato Grosso, las Misiones, el Desierto de Atacama y el Amazonas. Chile y Argentina
compitieron por el control de la Patagonia. Chile, Bolivia y Perú compitieron por el Desierto
de Atacama. El control del Chaco provocó la competencia de la Argentina, Bolivia, Brasil y el
Paraguay, en distintos momentos y con diferentes resultados. Quienes compitieron por el
antiguo territorio de las Misiones fueron Argentina, Brasil, el Paraguay y el Uruguay. Bolivia
y Brasil, finalmente, hicieron lo propio por el Mato Grosso, y estos dos, junto al Perú, se
enfrentaron en algunas zonas del Amazonas. Esa competencia territorial se tradujo en algunas
guerras entre dos o más Estados, como se señala en el Cuadro 2.2. En otros casos, un ejército
nacional se enfrentó con las sociedades indígenas, aniquilándolas y/o arrinconándolas
(conquistas de la Patagonia, del Chaco, del Mato Grosso y del Amazonas). Muchos otros
asuntos, se resolvieron por la vía diplomática, requiriendo la firma de innumerables acuerdos
internacionales.

Cuadro 2.2. Estados del Cono Sur. Principales conflictos bélicos interestatales y
conquistas de territorios indios.
CONFLICTO AÑO ESTADO/S INVOLUCRADO/S

Guerra del Paraguay 1865-1870 Paraguay-Argentina, Brasil y Uruguay


Guerra del Pacífico 1879-1884 Chile-Bolivia y Perú
Conquista de la Patagonia 1879-1885 Argentina-Sociedades indígenas
Conquista del Chaco 1884 Argentina-Sociedades indígenas
Conquista de la Araucanía 1865-1879 Chile-Sociedades indígenas
Guerra del Chaco 1932/1935 Bolivia y Paraguay
Conquista Mato Grosso 1927 Bolivia y Brasil

Fuente: elaboración propia.

La mayor parte de las disputas territoriales se resolvieron, grosso modo, en las últimas dos
décadas del siglo XIX. La gran excepción fue Bolivia que mantuvo enfrentamientos con Chile
por la salida al mar y con el Paraguay por el control del Chaco. De todas formas, durante el
siglo XX, con la excepción de la Guerra del Chaco de 1930 y la Guerra de las Malvinas de
1982, en esta región no se produjo ningún otro enfrentamiento bélico2. Esto no quiere decir

1
Korol y Tándeter 1999:59-75.
2
Domínguez 2003b:21.

— 120 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

que la región haya permanecido completamente en paz. Sin embargo, se conformó un sistema
interamericano orientado a la resolución de conflictos, a escala continental, que obró a favor
del entendimiento diplomático1. Aún con la ausencia de guerras, la región fue escenario para
el montaje de programas geopolíticos, especialmente activos en las décadas de 1960 y 1970 2.
La Guerra Fría en el esquema planetario tuvo su correlato en el Cono Sur, donde las
―cuestiones de frontera‖, el tema de las ―perdidas territoriales‖ o el control de ―recursos
estratégicos‖ fueron fundamentales en el desarrollo de los discursos geopolíticos.
Teniendo en cuenta la orientación territorial que tuvieron las economías del Cono Sur durante
la segunda mitad del siglo XIX, aquí se diferenciarán dos grandes áreas, con fines
básicamente descriptivos: atlántica y pacífica. El control del territorio, que garantizaba el
acceso a la mano de obra, los recursos naturales y la salida a través de los puertos, fue central
para la formación del mercado nacional de cada país. Concomitantemente, cada uno comenzó
a ―dar la espalda‖ a sus vecinos y ―mirar‖ hacia el mar, y en especial hacia sus capitales. Fue,
a la vez, el inicio de un proceso de marginación de extensos espacios interiores, y de
empobrecimiento de algunas economías nacionales, como las de Bolivia y el Paraguay. En la
gran área atlántica se pueden ubicar a cinco países: Argentina, Bolivia, Brasil, el Paraguay y
el Uruguay. Asimismo, también se pueden considerar como los países ―del plata‖, en alusión
a la cuenca del Río de la Plata que los pone en vinculación. De todas formas, la importancia
de esta cuenca como red de comunicación es discutible.
Dentro de la vertiente Pacífica se encontrarían Chile, Bolivia, Perú y Argentina. En el reparto
territorial, Chile se aseguró el acceso directo de toda su economía al ―Gran Océano‖. La
economía de Bolivia, originalmente volcada hacia el puerto de Cobija, en el Pacífico, con la
Guerra de 1879 perdió ese acceso. No obstante, Bolivia mantuvo desde entonces su comercio
a través de Arica (como históricamente lo había hecho), Iquique y Antofagasta y, a la vez,
fortaleció sus conexiones con la cuenta del Plata. En el caso de la Argentina, todas las
provincias del oeste cordillerano mantuvieron a lo largo del siglo XIX, como en la colonia, y
también durante una parte considerable del XX según el caso, estrechas vinculaciones con los
puertos del Pacífico, por constituir esos puertos vías para el ingreso de efectos ultramarinos, y
por ser la economía chilena destino de ganado argentino. La circulación trasmontana de
ganado entre Argentina y Chile es una constante histórica en partes significativas de los siglos
XIX y XX.
En suma, se considerará por ―Cono Sur‖ al conjunto de países ubicados en el sur de
Sudamérica, contiguos entre sí, herederos del sistema colonial impuesto por las metrópolis
ibéricas desde el siglo XVI. El nacionalismo territorial argentino tendió a considerar al
proceso de ―formación territorial‖, como el resultado del desmembramiento del Virreinato del
Río de la Plata, la unidad argentina que se perdió3. Desde esta concepción sería imposible la
consideración del caso ―Puna de Atacama‖ como una ―conquista diplomática‖ en el contexto
de las disputas geopolíticas de los Estados del Cono Sur, idea que se sostiene en esta tesis.
Dada la localización del caso, interesará particularmente la dinámica territorial establecida
entre la Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Además de compartir la orientación al Pacífico de
toda o parte de su economía durante la segunda mitad del siglo XIX y aún después,
compartían otro rasgo común: integraban el vasto espacio andino, cuya significación para esta
tesis será considerada en el siguiente segmento.

1
Domínguez 2003b:25.
2
Quintero 1999.
3
Cavaleri 2004. Introducción.

— 121 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Espacio andino, espacio peruano


Lo ―andino‖ puede pensarse como una unidad de sentido sociocultural que está atravesada por
una multiplicidad de entidades geohistóricas. Además, remite a la gran cordillera que se
despliega de norte a sur, atravesando Sudamérica por el occidente, con una gran diversidad
morfológica, estructural y ambiental. También, reconoce un hito en el pasado incaico, muchas
veces a través de reconstrucciones mitológicas del imperio que fue abatido por la conquista
española. Puede pensarse como uno de los espacios que controló la Corona española en la
época del coloniaje. Actualmente, existen sentimientos de pertenencia a una unidad cultural
cuyos límites son difusos, pero que tiene algunos centros históricos destacables, como Cuzco
y Potosí, entre tantos otros. Lugares como Humahuaca, Yavi y Susques, en la Argentina, San
Pedro de Atacama o Toconao en Chile son parte de aquella unidad. La bibliografía que trata
sobre el ―mundo andino‖ es considerablemente amplia, y su sistematización excede las
posibilidades de esta investigación.
Es por esta razón que resulta tan provechoso el esquema regional que fue planteado por el
historiador argentino Carlos Sempat Assadourian, desde lo que en el capítulo uno se llamó
―perspectiva funcional‖ 1. Este autor propuso y desarrolló la expresión ―espacio peruano‖. Con
el propósito de reconstruir las relaciones espaciales al interior de la economía colonial, tomó
como caso:
“ … el espacio colonial peruano del siglo XVII... cuyos residuos pueden detectarse en el
presente” 2.
Según este autor, el espacio peruano era una de las grandes regiones que existió en la América
española, una pieza fundamental de la economía colonial debido a la gravitación que tuvo el
sector minero. Este espacio tenía a Lima y Potosí como los dos polos de crecimiento que
articulaban, a través de una malla de sendas y caminos, a la vasta extensión terrestre que
heredaron los actuales Estados nacionales de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y
Paraguay.
En cualquier estudio del mundo andino del siglo XIX, la construcción regional del ―espacio
peruano‖ es útil ya que, como afirma el autor, algunos relictos pueden detectarse aún en el
presente. Para esta tesis, fue un campo de observación imprescindible. Los habitantes del
Territorio de Los Andes siguieron utilizando algunas sendas y postas que prestaban servicio
desde el período colonial, con el objetivo de intercambiar su producción por aquellos bienes
que se producían en otros ambientes. Con innumerables diferencias y semejanzas, esa
población compartía el mismo espacio que las poblaciones de las regiones de Lípez, de las
tierras altas del norte y noroeste de la provincia de Jujuy, la alta cuenca del río Loa, la cuenca
del Salar de Atacama y de los valles próximos a Tarija. Algunas ferias que funcionaban en el
siglo XVIII todavía eran visitadas por la población de Los Andes que, indudablemente,
formaban parte del mundo andino. Las redes de intercambio entre Catamarca y las ferias del
sur de Bolivia, o entre Jujuy y el puerto de Cobija durante la segunda mitad del siglo XIX,
guardan ciertas continuidades en relación con los esquemas coloniales de intercambio.
Otro intento operativo de aproximación al espacio andino fue propuesto por el geógrafo
francés, Oliver Dollfus quien realizó un estudio de los ―Andes tropicales‖, considerando por
tales a:
“ la parte de las cordilleras que va desde Venezuela hasta el norte de Chile… de los 10° de
latitud N a los 23° S...” 1

1
L a ―p ersp ectiva fu ncio nal‖ fu e analizad a en el cap ítu lo seg u nd o .
2
Assadourian 1982:127.

— 122 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Pero Dollfus concentra su atención sólo en la porción ubicada entre Colombia y Bolivia,
excluyendo a otros tres países que comparten los Andes Tropicales: Argentina, Chile y
Venezuela. Para Dollfus:
“ Tanto en Colombia, Ecuador, Perú como en Bolivia, las actividades y los recursos de las
montañas andinas desempeñan un papel importante para sus poblaciones... el Chile
hum anizado vive al pie de la m ontaña. L o m ism o sucede en A rgentina… : ahí las regiones
de montaña ocupan un lugar relativamente secundario en la vida humana y en la economía
de sus naciones” 2
Aquí la cuestión sería dilucidar qué implica que la Argentina y Chile, por ejemplo, se los
incluya o no, ―sean‖ o ―no sean‖ países andinos. Podría decirse que la población andina no es
central en la economía y en la estructura demográfica argentina y chilena actual. Pero qué
ocurre en Perú, donde la mayor parte de la población se concentra sobre la costa del Pacífico,
especialmente en torno a la ciudad de Lima donde reside cerca de un tercio de la población
del país. El propio Dollfus sostiene esto:
“ En el Perú el eje de gravedad demográfica y económica se sitúa en la costa: en Lima y la
treintena de oasis localizados al norte y sur de la capital. Los Andes han proporcionado,
sobre todo durante el siglo XX, los hombres necesarios para el crecimiento económico y
urbano, del m ism o m odo que proporcionan el agua… ” 3
Aun en Bolivia, no toda la economía se desarrolla en los Andes. Si bien La Paz sigue siendo
la capital económica, Santa Cruz de la Sierra se viene constituyendo desde hace algunas
décadas en el segundo gran polo de crecimiento del país. El 60% del territorio boliviano está
conformado por llanos, que a lo largo del siglo XX se fue transformando en la región más
dinámica, actualmente acentuado debido a la pérdida de importancia de la producción minera
y a la puesta en marcha de diversos proyectos vinculados a la explotación de petróleo y gas,
cuyos yacimientos principales se localizan en los Departamentos de Santa Cruz (en el oriente
boliviano) y de Tarija (en el sur del país). Culturalmente la región andina (altiplano y valles)
se caracteriza por la impronta de los pueblos aymará y quechua, mientras que el oriente
boliviano recibió una fuerte influencia de los grupos guaraníes, lo que se evidencia en la
música y en dialectos de la región oriental de Bolivia4. Por esto, ningún santacruceño se
sentiría a gusto con el mote de ―andino‖.
Decir que Argentina no es un país andino, aún a un nivel descriptivo, es negar la existencia de
algunas poblaciones y actividades que se desarrollaron en el país, muy vinculadas al resto del
espacio andino y que son marginales, justamente, porque son ―andinas‖. En esta operación lo
que ocurre es que el sector argentino de la población andina, como el sector no andino de la
población boliviana, queda invisible. Y esto no ocurre sólo en la mirada sobre el presente,
sino también sobre el pasado. La Argentina, o una parte de su sociedad al menos, forma y
formó parte de la comunidad andina. Y ―ser‖, en este caso, indica ―posesión‖. Si existe el
espacio andino, la Argentina, como comunidad imaginada, posee una porción de ese mundo.
Claro que esa ―porción‖ fue relegándose, dentro de la comunidad nacional, y también dentro
de la comunidad supranacional andina.
Por esta razón, las aproximaciones al espacio andino que parten de considerar unidades
nacionales superpuestas a unidades ambientales, y que no recuperan la historicidad en la
construcción de ―lo andino‖ resultaron de poco interés para esta investigación. En este

1
Dollfus 1991:31.
2
Dollfus 1991:31-32.
3
Dollfus 1991:175.
4
Comunicación personal Fernando Arias.

— 123 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

sentido, las ideas propuestas por Assadourian, con amplia revisita en la historiografía
regional, resultó mucho más provechosa.

¿“Andes centromeridionales” o “región circumpuneña”?


Dentro del espacio andino, donde Argentina, Bolivia y Chile hoy se ponen en contacto, se
suele identificar una región supranacional que recibe diferentes denominaciones. Este ámbito
abarcaría, en términos laxos, el norte argentino, el sur boliviano y el norte chileno, con
continuidad por lo menos desde mediados del siglo XIX. En otros casos, especialmente en las
investigaciones arqueológicas y etnohistóricas, se utiliza la expresión ―Área Andina
Meridional‖, que se extiende e incluye desde el entorno del Lago Titicaca hasta la región de
Cuyo y Chile central1. Según Eric Langer, para el siglo XIX puede reconocerse una ―área
andina central‖, la cual incluía el sur del Perú, Bolivia y la parte norte de la Argentina2.
Viviana Conti en un estudio sobre los circuitos comerciales en el siglo XIX hace referencia a
los ―Andes centromeridionales‖ 3. Posteriormente, sobre ese ámbito, para el período 1830-
1930, Erick Langer y Viviana Conti sugieren:
“ Lo que hoy es el noroeste argentino, constituía, junto con Bolivia y el actual norte
chileno, una región cultural, reforzada por vínculos económicos ya tradicionales y fuertes
relaciones de parentesco” 4.
Sergio González Miranda, sin utilizar una denominación en particular, se refiere a una:
“ sub-región andina, incluido el Noroeste argentino” el “ espacio andino, comprendería el
noroeste argentino y Bolivia desde el altiplano fronterizo a Tarapacá hasta
Cochabamba” 5
Carlos Reboratti propone como agrupación regional a los ―Andes Meridionales‖, y dice:
“ si acatáramos el viejo dictum de utilizar unidades políticas ya existentes, simplemente
porque son las que nos pueden proporcionar datos, podríamos pensar a esa región como
compuesta por los departamentos de Potosí, Chuquisaca y Tarija, las provincias
argentinas de Jujuy y Salta y la provincia de Antofagasta en Chile. Esta agrupación
tendría para principios de los ‟90 un población de algo m ás de 3,3 m illones de
habitantes… y una superficie de alrededor de 538.000 km 2” 6
En la medida que ninguno de estos autores tienen por objetivo establecer límites regionales,
aunque sea en forma imprecisa, estas regiones generalmente no llegan a cartografiarse. Es
cierto que elaborar un mapa puede resultar desventajoso, en la medida que puede cristalizar
un sistema regional muy dinámico, cuyos límites están cambiando permanentemente. Otra
cuestión que se puede subrayar es que todas las tentativas de regionalización recién
mencionadas tienen dos componentes, que son ―andes‖ y una posición: ―meridional‖,
―central‖, ―centro-meridional‖, ―noroeste‖, etc. Todas estas posiciones son relativas: si existe
un sector ―meridional‖ es porque hay otro ―septentrional‖; si hay un ―área central‖ hay otras
que no lo son, o bien uno que es ―norte‖ y otro ―sur‖, y así sucesivamente. De esta forma,
estas regionalizaciones están sugiriendo la existencia de zonas, es decir, proponen una
zonificación.

1
Ver Lorandi 1997:15-18.
2
Langer 1987:136.
3
Conti 1989.
4
Langer y Conti 1991:92.
5
González Miranda 2002:231.
6
Reboratti 1999:3-4.

— 124 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Lo cierto es que ―andes centromeridionales‖, ―andes meridionales‖ o cualquier otra opción es


destacada en distintas investigaciones como una entidad regional que tuvo gran fluidez
durante el paso del siglo XIX al XX, y que puso en vinculación a un conjunto de lugares que
pueden identificarse con cierta facilidad.
Aquí se tomará una categoría regional en forma heterodoxa, porque facilita más que ―Andes
Centromeridionales‖ uno de los objetivos de la regionalización realizada en esta
investigación, que es el de poner a la ―Puna‖ en foco, y sobre todo, ver los conjuntos más
amplios de circuitos, relaciones y entidades espaciales en las que se insertó al Territorio de
Los Andes a partir de su creación. Para designar la región en cuestión se prefirió el elemento
compositivo ―circun-‖ o, en este caso, ―circum-‖ que significa ―alrededor‖, sumado a ―puna‖,
es decir ―circumpuna‖. La ―región circumpuneña‖ incluye a la Puna y a los ámbitos terrestres
ubicados a su alrededor, fuertemente vinculados entre sí. La Puna actuaba como bisagra,
fundamental por ser inevitable zona de paso. Por esta razón se vuelve imperioso desarrollar
qué es la Puna y cuáles son los ámbitos terrestres circundantes, articulados entre sí.
Antes de avanzar en el planteo de esta cuestión, es necesario aclarar que la expresión
―circumpuneña‖ es utilizada en el campo de la arqueología y la etnohistoria desde hace algún
tiempo. Originalmente fue propuesta en el Coloquio Nacional de Arqueología Andina
realizado en la ciudad de Antofagasta, Chile, en 1979. En esa ocasión se realizó una
subdivisión del ―Área Centro Sur Andina‖, de lo que surgieron las siguientes ―sub-áreas‖:
Valles Occidentales, Circuntiticaca, Valluna, Altiplano meridional y Circumpuneña1. Esta
regionalización puede observarse en el Mapa 2.1. Es importante señalar que aquí no se
considerará esta regionalización, en la medida que fue formulada dentro de un campo de
estudios que está fuera de los intereses de esta investigación. Por tanto, no se propondrá
ninguna situación de continuidad ni de ruptura con el ―área circumpuneña‖, ni se establecerán
semejanzas o diferencias. El propósito de su mención era reconocer la existencia de ese
antecedente.
En la ―región circumpuneña‖ que aquí se propone la proximidad geográfica de un conjunto de
lugares es un elemento significativo e ineludible. En este sentido, lo que cobraba fuerza era la
horizontalidad. Siguiendo a Milton Santos, la horizontalidad está dominada por la
contigüidad; son aquellos lugares vecinos, reunidos por una continuidad espacial 2. Pero la
horizontalidad en las relaciones espaciales no es algo que esté dado. Se construye, en la
medida que diferentes actores localizados en esos lugares cercanos entre sí consideran a la
proximidad como una variable significativa. En la región circumpuneña la ―horizontalidad‖
cobró sentido en las relaciones de un conjunto de actores localizados en lugares que entre sí
estaban razonablemente comunicados, a la vez que eran marginales en unidades territoriales
nacionales, concretamente, la Argentina, Bolivia y Chile. La complementación entre el
conjunto de lugares que conformaban un ámbito reconocible y que aquí se denominará
―región circumpuneña‖, se dio a través de la circulación de bienes y personas y/o al
intercambio de ideas.
En este sentido, la construcción regional que se propone parte de considerar, en primer plano,
dos tipos de elementos que, recuperando las ideas de Milton Santos, pueden definirse como
fijos y flujos3. En determinado período histórico las sociedades fijan en el espacio ciertos
elementos, según una determinada lógica locacional. Los elementos quedan fijados y entre sí
quedará establecido algún tipo de ordenamiento. Los lugares poblados son los que permiten
organizar las regiones y los territorios. Son, además, donde se detiene (se fija) el movimiento

1
Martínez 1990:25.
2
Santos 1994:16.
3
Santos 1988, especialmente capítulo 6.

— 125 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de las personas, de sus bienes y de sus ideas. Tal como aquí se la entiende, la región
circumpuneña se estructuró a partir de un conjunto de elementos fijos que operaban como
centros de atracción, que activaban caminos trazados a lo largo de siglos, creados por el
propio uso, surcados por la tracción a sangre.

Mapa 2.1. Área Centro Sur Andina. Subdivisión según el Coloquio Nacional de Arqueología
Andina - Antofagasta, 1979.

Fuente: adaptado de Martínez 1990.

— 126 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Sólo a fines del siglo XIX, lentamente, esas sendas fueron reemplazadas por vías férreas. Esos
elementos fijos eran los centros mineros, las oficinas salitreras, los ingenios azucareros o
centros urbanos, que generaban/demandaban insumos y mano de obra, origen o destino de los
flujos. Recién por entonces la red de lugares originarios de la colonia comenzó a
transformarse en forma sustancial. No todos los insumos y no toda mano de obra provenían de
la propia región circumpuneña. Como se señalará más adelante, con el desarrollo de algunas
actividades quedaban involucrados algunos circuitos que excedían considerablemente a la
región. Sin embargo, se puede observar la persistencia de vínculos sociales, económicos,
culturales e incluso políticos, por lo menos entre las décadas de 1830 y de 1930. Esto suponía
cierto desarrollo en la división regional del trabajo y una diferenciación funcional del
conjunto de lugares que se articulaban a través de la red de caminos. Parte de este conjunto de
lugares tiene su pasado remoto en el espacio peruano del que habló Assadourian.
Si en esa red de lugares articulados por un conjunto de circuitos, la Puna se encontraba en el
camino, se vuelve imperiosa la necesidad de indagar sobre sus significados.

La Puna en foco
Como ya se señaló, el proceso de emergencia y transformación del Territorio de Los Andes
excede con creces a la lógica interna de esta entidad, y también a la organización interna del
Estado argentino. A grandes rasgos, se puede identificar una región más amplia, en torno al
área considerada en este estudio, formada por una serie de ciudades, parajes, pueblos de
indios y puertos, y sus respectivos entornos inmediatos, que en conjunto funcionaban como
una extensa red de lugares fijos interconectados por redes de al menos entre la década de 1880
y la de 1930.. D eno m inarem os a ese esp acio de lím ites elásticos com o ―región
circum puneña‖. E l pro ceso d e gestación d e esta región puede rastrearse hacia atrás,
probablemente hasta la década de 1820 o 1830, aunque muchos de sus componentes son aún
más antiguos. A su vez, en la actualidad pueden reconocerse algunos relictos de esa región e,
inclusive, una suma de intereses y voluntades puestos en su re-configuración, en el marco de
las políticas de integración interestatales.
L a idea de ―circunpuna‖ supone, necesariam ente, que el espacio al que se hace referencia se
constituye como entorno de otro, que le da identidad: el de la puna.
A lo largo de esta tesis se utilizarán una serie de términos que muchas veces pueden parecer, a
primera vista, confusos o imprecisos. Ellos son: Puna de Atacama, puna (con minúsculas),
Puna (con mayúsculas), y Puna Jujeña. Definir en forma precisa el uso de estas nociones
regionales constituyó uno de los problemas más arduos del proceso de investigación. Por
tratarse de una tesis de geografía histórica, y según el enfoque conceptual y metodológico
aquí adoptado, estas nociones no podrían haberse tomado como denominaciones formales y
rígidas de sectores o zonas del área bajo estudio. Esas denominaciones, y las entidades
espaciales que designan, forman parte del proceso de construcción regional estudiado, y tanto
su significado como su delimitación en el terreno van cambiando a lo largo de ese proceso, y
también varían según el sujeto que opere la denominación y/o delimitación (por ejemplo,
según se trate de científicos extranjeros o de pobladores locales, según se mire desde la
documentación chilena o argentina, según se enfoque desde la mirada de intelectuales y
políticos porteños o de las provincias vecinas a la zona).
De tal modo, referir siempre del mismo modo a la misma entidad -designando, por ejemplo,
Puna siempre al mismo sector y brindando sus coordenadas geográficas o su extensión sobre
un mapa actual- hubiera implicado forzar las variables geometrías que tales denominaciones
fueron adquiriendo en las representaciones de los actores, en los documentos jurídicos y,
fundamentalmente, en el terreno, en la geografía material del espacio considerado. Se trata de
un proceso de construcción de categorías regionales cuya elaboración teórica y
— 127 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

reconocimiento empírico en el terreno también tienen una historia, que acompaña el proceso
estudiado en esta tesis. Como se verá, el reconocimiento de la Puna como una región o
ambiente diferenciado de su entorno por las condiciones de relieve, vegetación, aridez y -
según los enfoques- por las formas de ocupación humana y el paisaje resultante, se desarrolla
al compás del avance militar, gubernamental y científico sobre esos territorios, y sólo parece
estabilizarse hacia las primeras décadas del siglo XX, es decir, una vez que la región puneña
en sentido amplio cobró su actual geografía política.
Aunque la historia de la construcción de la Puna como región natural no constituyó el objeto
de esta investigación, sí puede señalarse que la elaboración de la noción fisiográfica de
―puna‖ acom pañó el pro ceso de recono cim iento y delim itación jurisdiccional de ese v asto y
flexible espacio altiplano, atravesado por la fijación del límite y la posterior fronterización
entre Argentina, Bolivia y Chile. Más aún, la elaboración del concepto fisiográfico de Puna
participó de las discusiones diplomáticas argentino-chilenas para la definición del trazado del
límite, y más tarde, ya dentro de los límites estatales argentinos, siguió revisándose y
cambiando su delimitación a lo largo del siglo XX. Asimismo, mutó hacia su consideración
como región geográfica.
En principio, es conveniente diferenciar entre ―pu na‖ y ―P una‖. L a prim era ex presión rem ite a
su uso como sustantivo común, denomina un tipo de espacio geográfico, y opera
convencionalmente como sinónimo del término altiplano o altiplanicie. En términos
genéricos, las punas denominan planicies de mucha extensión situadas a relativa gran altura
con respecto al nivel de mar, como la del Tibet. En cambio, la Puna (con mayúsculas) es un
nombre propio, en la medida que denomina un lugar o región singular de la superficie
terrestre, localizado en un sector de los altiplanos del centro de América del Sur, y muchas
veces asociado con la parte del altiplano que hoy se encuentra dentro de los límites de la
República Argentina.
El uso castellano del término puna en su acepción geográfica genérica es prácticamente
contemporáneo tanto a la identificación de la Puna como región natural de Sudamérica como
al desarrollo de la cuestió n diplom ática sobre la denom inada ―P una de A tacam a‖.
Una revisión de los diccionarios de la Real Academia muestra que el ingreso del vocablo
―puna‖ data d e 1803, p ero no para hacer referencia a un espacio, sino a un a acción: ―p elea‖ o
―batalla‖ 1. En la edición de 1817 mantiene esa definición y en la de 1822 aparece como
―pugn a‖. H asta 1822 ―puna‖ era el térm ino que se usaba antig uamente en lugar de
―pugn a‖.Y a en la edició n de 1832 ―puna‖ cobra un significado geo gráfico, pero todavía algo
diferente d el actual: ―región inhabitable por ex cesivo frío‖ 2. En 1899 por primera vez se
aclara que es un vocablo de origen quechua, que significa ―páram o‖ 3. Recién en 1914
comienza a asociarse con una región singular de la América Meridional, próxima a la
cordillera4. En otras palabras, si bien puede haber punas en cualquier región montañosa, desde
principios del siglo XX esa palabra se termina aplicando a los altiplanos de la región del
mundo de la que es oriunda, a los altiplanos andinos de Sudamérica en los que pervive la
lengua quechua. La actual definición idiomática para la Real Académica Española contempla

1
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española,
reducido a un tomo para su más fácil uso. Quarta edición. Madrid. Viuda de Ibarra. 1803:697,2.
2
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Séptima edición.
Madrid. Imprenta Real. 1832:616,3.
3
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Décimatercia
edición. Madrid. Imprenta de los Sres. Hernando y compañía. 1899: 825,1.
4
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Decimocuarta
edición. Madrid. Imprenta de los sucesores de Hernando. 1914.847,1.

— 128 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

tanto la acepción geográfica genérica como la que remite a una localización singular, y le
suma como tercera acepción la sensación fisiológica que puede experimentar una persona que
se encuentre en ella:
… (de origen quechua). 1. T ierra alta, próxim a a la cordillera de los A ndes; 2… E xtensión
grande de terreno raso y yerm o. 3… soroche (m al de m ontaña)1.
A lo largo del siglo XX los estudios regionales, por lo menos los que se encararon desde la
A rgentina, dejaron de utilizar ―puna‖ en térm inos genéricos, para em plearlo con m ayor
frecuencia para designar a una región singular del mundo andino, por lo cual se suele utilizar
con mayúsculas. Pero hasta principios del siglo XX, el uso de Puna como topónimo de la
región sudamericana a la que hoy se asocia, era infrecuente. Desde fines del siglo XVIII el
término aparece en alguno de los documentos consultados, aplicado a una región singular,
pero expresado en minúsculas, como puna2. Pero el término más usado para referirse a las
tierras altas que ho y se suelen llam ar P una no era éste, sino ―el D espoblado‖. E n 1825, por
ejemplo, el viajero inglés John Andrews al referirse a los caminos que unían a Jujuy con
P otosí m encionaba dos opciones, uno por H um ah uaca y el otro por el ―D espoblado‖:
“ … porque en él no se encuentran habitantes. N o obstante esto, es co mparativamente
bueno, cómodo para viajar y va por llanuras. Cuando se restablezca del todo la
tranquilidad hablan de abrir este cam ino estableciendo postas” 3.
Otro inglés, Woodbine Parish, por ejemplo, en su obra escrita en 1832, al referirse a
Casabindo tam poco lo ubica en la ―P una‖, sino en el:
“ … solitario cam ino que parte de Salta, llam ado con propiedad el D espoblado” 4
E n definitiva, las tierras que ho y cu alquier investigador llam aría ―P una‖, hacia m ediados del
siglo X IX solían denom inarse com o ―D espoblado ‖, poniendo el acento en la idea dem o gráfica
y fisio gráfica del ―desierto‖, y no tanto en el carácter alto y llano del reliev e. C uando en 1858
otro viajero europeo, en este caso von Tschudi, relataba su viaje entre Molinos y San Pedro de
Atacama decía:
“ De Molinos a Atacama necesité justo ocho días y eso en promedio con jornadas muy
largas y tam bién m uy cansadoras… D urante seis días se pasa por un desierto inhabitado,
carente de casi toda vegetación, con aguadas muy distantes a alturas s.n.d. mar de 10 a
12.000 pies en prom edio” 5
Ludwig Brackebusch, geólogo de origen alemán que viajó hacia el norte en la década de
1880, fue encomendado en dos ocasiones por el gobierno argentino para recorrer las tierras
altoandinas. En su viaje por Jujuy fue cuando este viajero llegó por primera vez a la zona que
llamó Puna:
“ T enem os ante nuestros ojos aquella grande m eseta de la P una, cuya altura m edia puede
calcularse en 3.000 hasta 3.500 m etros sobre el nivel del m ar” 6
Es interesante resaltar que en todo momento se refiere a la Puna (con mayúsculas), sin hacer
referencia a una Puna jujeña o a una Puna de Atacama. Al avanzar en su viaje por la Puna
llegó a la Sierra de Cabalonga donde describe:

1
http://buscon.rae.es
2
v. g. del Pino Manrique 1787.
3
Andrews 1825:168.
4
Parish 1852:426.
5
von Tschudi 1860:383.
6
Brackebusch 1883:35.

— 129 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … se nos presenta el panoram a grandiosísim o de la C ordillera, que separa este d istrito


del desierto de A tacam a” 1.
Estando en Santa Catalina observa que:
“ … aquí com pran y venden los vecinos de A tacam a, de E sm oraca, de T upiza, de Y avi… ” 2.
Al llegar a las Salinas Grandes, finalmente, señalaba:
“ D elante de nosotros se extendía el desierto despoblado en que quería entrar” 3.
T odo esto parece sugerir que la denom inación regional ―P una‖ no fue am pliam ente utilizada
hasta fines del siglo X IX , utilizándose en su reem plazo ―desierto‖ o ―despoblado‖. R ecién
entonces ―P una‖ adquiere estatus de top ónimo regional, cuando la región empieza a ser
catalo gad a por geólo gos profesionales. D e todas form as, ―D espoblado‖ sigue utilizándose en
la cartografía aún en las primeras décadas del siglo XX4. Después de la década de 1880, cada
vez m ás ―P una‖ com enzó a acom p añarse con un nom enclador jurisdiccional: ―de Juju y‖, ―d e
A tacam a‖, ―… A rgentina‖, ―… C hilena‖, etc. E sto no deb e ex trañar, si se tiene en cuenta qu e
la Puna comenzaba a ubicarse en una región fronteriza, especialmente después de 1884.
Desde entonces Argentina, Bolivia y Chile comenzaron, con tempos diferentes, a negociar la
fijación de límites en la región cordillerana donde se extendían las punas, lo que significó un
mayor interés, también con tempos diferentes según el país, por conocer las particularidades
regionales y los posibles ―lím ites naturales‖ qu e p udieran servir de argum ento para d efinir los
límites interestatales. En este proceso de reconocimiento es que Alejandro Bertrand produjo
una importante obra, para el gobierno de Chile, ampliamente difundida en la época en la
Argentina5. Bertrand, identificó y diferenció dos áreas de puna, una en Chile (en la zona de
Atacama que ese país ocupó luego de la invasión en territorio boliviano) y otra en Argentina,
en la provincia de Jujuy, ajena a la futura controversia por Atacama:
“ 9.- H O Y A S D E L A P U N A D E A T A C A M A A L SU R D E L P A R A L E L O 23º…
Mencionaremos en la rejión mas alta de la Puna meridional de Atacama, las hoyas y
salares de… ” 6
“ 10.- H O Y A S D E L A P U N A D E JU JU Y . Según el doctor B rackebusch, son tres… ” 7
Francisco San Román, otro enviado del gobierno chileno, realizó una exploración por las
tierras altas orientales de la jurisdicción de San Pedro de Atacama, entre fines del año 1886 y
1888. En ese caso, el lugar de inicio de la travesía fue Buenos Aires y, según lo que expresa el
propio autor, llevaba:
“ … de su gobierno la m isión privada de hacer valer el conocim iento jeográfico de las
rejiones de la Puna de Atacama i la exactitud con que habían sido determinados los límites
internacionales conforme al pacto de tregua con la República Argentina en todo el
contorno oriental de aquella alta rejion andina” 8
En 1888 Joaquín Carrillo, en su descripción de Jujuy para la Exposición Universal de Paris de
1889, presenta a la provincia integrada por una superficie de 93.905 kilómetros, distribuidos

1
Brackebusch 1883:44.
2
Brackebusch 1883:45.
3
Brackebusch 1883:53.
4
Cf. Sánchez de Bustamante 1937: mapa de páginas 56-57.
5
Ver: Montes de Oca 1898:61-66.
6
Bertrand 1885:208 y 211.
7
Bertrand 1885:212.
8
San Román 1896:266.

— 130 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX
1
entre valles y llanos, montañas, y puna o altiplanicie . Así, en esta descripción geográfica, la
puna es una unidad morfológica diferente a montaña o a valles, y equivalente a altiplanicie.
Más adelante, define a la Puna (ahora con mayúsculas) como:
“ altas planicies de cerca de 3500 á 4000 m etros de altura conocidas bajo el nom bre
P una” 2.
C om o era com ún en la época, ―P una jujeña‖ lo u tilizará alternativam ente con ―D espoblado‖,
señalando qu e, en realidad, se trataba d e un ―terreno… m u y poblado‖ 3. El límite oriental de la
la Puna jujeña lo ubica en la continuación de la Sierra de Aconquija, que en Jujuy recibía
otros nombres, como Chañi o Zenta.
De esta forma, en los informes oficiales de Argentina y Chile, la Puna de Atacama, por
entonces en territorio chileno, comienza a delimitarse con cierta precisión y a diferenciarse de
otra P una, la ―P una de Juju y‖, en territorio argen tino, que tam bién com ienza a delim itarse y
diferenciarse como unidad.
Después de 1899, año en que se acuerda el límite argentino-chileno en el norte de la
cordillera, la parte oriental de la Puna de Atacama se incorpora al territorio argentino 4. En la
Argentina, ese término comenzó a denominar sólo al sector oriental. En otras palabras, Puna
de Atacama se identificaba con la parte que quedó del lado argentino. Desde entonces, la
presentación de la Puna de Atacama se hizo en términos fisiográficos, aunque también la
nueva territorialidad estatal actuó como factor de definición de la región: la Puna de Atacama
–región fisiográfica- coincidía en sus límites con el Territorio de Los Andes. La Puna de
Atacama se transformó, así, en la definición fisiográfica y paisajística de Los Andes.
En la primera mitad del siglo XX, Puna de Atacama denominó una de las partes en las que se
dividía la porción del noroeste de la Argentina, fundamentalmente a partir de elaboraciones
geofísicas. Franz Kühn, reconocido geógrafo de origen alemán, en su estudio de fisiografía
argentina, señalaba a la ―P una de A tacam a (territorio de los A ndes)‖ co m o un ―gran bloqu e
coherente‖ 5. En 1928, Luis Repetto hacía referencia a la Puna argentina para señalar al área
correspondiente al Territorio de Los Andes, y la definía como una región que oscila alrededor
de los 4.000 metros, con suelos ricos en sales y boratos, con temperaturas extremas de hasta
30º C6. E n otra p ropuesta, a la ―región andina del norte‖ se la divide en cuatro subregiones,
entre las que se encontraba la Puna de Atacama7. E n este caso, la auto ra señala com o ―P una
de A tacam a‖ todo lo qu e R epetto define com o ―P una argentina‖, indicando altura de entre
3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, clima frío y seco8.
Avanzada la década de 1930, puede advertirse en la narrativa regional, el despliegue de la
perspectiva regional humanista, que proponía como cuestión clave en la construcción regional
a la relación ―hom b re-n aturaleza‖, y que en algunos casos se ex presa com o influencia y en
otras como determinación. Por entonces, Daus presentaba a la Puna de Atacama, dentro del
cuadro nacional, com o una región geo gráfica ―evidente‖. D esde una interpretación algo

1
Carrillo 1888:87.
2
Carrillo 1888:93.
3
Cf. Carrillo 1888:94-95.
4
Sobre el proceso negociador diplomático entre Argentina y Chile ya se realizaron algunas consideraciones en
secciones anteriores y se volverá en el desarrollo de este capítulo. El surgimiento de la Puna de Atacama como
unidad regional será analizado en diferentes partes de esta tesis, especialmente en los capítulos cuarto a sexto.
5
Kühn 1922:33.
6
Repetto 1928:2-3.
7
Villafañe Casal 1943:79-80.
8
Villafañe Casal 1943:80-81.

— 131 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

heterodoxa de la geografía regional vidaliana, Daus encontraba en esa Puna de Atacama una
entidad de una inn egable ―individualidad propia‖ otorgad a por su geom orfología, su clim a, su
drenaje, vegetación y ―aspecto hum ano‖. E ntre las regiones geo gráficas de la A rgentina, v eía
en la Puna de Atacama una unidad que presentaba un carácter arcifinio, lo que le otorgaba una
―personalidad m ás neta q ue la de otras regiones‖ 1. A pesar de la contundencia de su definición
regional, se advierte que por entonces com ienza una ―argentinización‖ de la P una, coherente
con el desarrollo del discurso geopolítico de fines de la década de 1930, y la creciente
militarización de la administración estatal. En la década de 1930, el topónimo Puna de
Atacama comienza a desaparecer, aunque no en forma inmediata, del léxico geográfico
argentino.
De esta forma, a partir de ese momento, en el ámbito académico, se asiste al inicio de la
nacionalización de la Puna, que se transforma en la Puna argentina, superadora de las partes
en que se dividía antañ o (de A tacam a y Jujeñ a). E n su estudio d el ―A ltiplano andino‖,
Eduardo Casanova definía como Puna a la región ubicada a 3500 metros sobre el nivel de
mar, y la presentaba de esta manera:
“ E s la continuación del altiplano boliviano por lo cual no existe un lím ite exacto de
separación entre ellos… E sta gran unidad geográfica ocupa… en la A rgentina, la parte
occidental de Jujuy, zonas de Salta, la gobernación de Los Andes y algunas partes de
C atam arca… E ste territorio, tan poco dotado por la naturaleza, tiene, en cam bio, un gran
interés arqueológico y etnográfico” 2.
D e todas form as, la utilización del topónim o ―P una‖, sigu e em pleándose para señ alar
unidades naturales. Un ejemplo es la regionalización fitogeográfica elaborada por Ángel
Cabrera. En su estudio de la vegetación de la República Argentina decía de la Puna:
“ Se trata de una región m uy agreste, sem idesierta, de gran elevación sobre el m ar y clim a
inclemente, pero a pesar de ello habitada por una flora y una fauna muy particulares,
adaptadas a las grandes alturas, al frío y a la seguía, de enorme interés para el
naturalista. A pesar de las condiciones de vida difíciles para el hombre, la Puna no sólo
está poblada por indígenas desde tiempos muy antiguos, sino que por su situación
geográfica, y sobre todo por su riqueza en yacimientos minerales, ha atraído al hombre
civilizado” 3
En su presentación regional, el autor va diseccionado la región, empezando por identificar a la
unidad morfológica, el altiplano que se extiende desde el sur de Perú hasta el noroeste del
territorio argentino, para luego describir suelos y clima, y finalizar su recorrido analítico en la
vegetación. En su regionalización fitogeográfica, dentro del dominio andino, se encuentra la
―P rovincia puneñ a‖ 4. S i bien C abrera recono cía un a unidad entre m edio ―físico y hom bre‖, no
no avanza en consideraciones sobre el segundo componente. Esta clasificación se mantuvo en
posteriores obras del autor5.
Ya por entonces, Federico Daus había afinado su propuesta de regionalización del país. En
una publicación de 1957, D aus había calificado a la P una com o un ―paisaje ex traño‖, ―distinto
de todo cuanto puede palparse en el resto de la A rgentina‖, una ―v erdadera m arca de
frontera‖, un ―con fín, cu ya probad a inaccesibilidad garantiza la integrid ad de la retrotierra‖ 6.

1
Daus 1935:99.
2
Casanova 1936:251 y 153.
3
Cabrera 1958:327.
4
Cabrera 1958:321-338.
5
Cabrera 1973:87-89.
6
Daus 1957:120-121.

— 132 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

T iem po después, dentro de la ―R egión del N oroeste‖, se en contrab a la P u na com o una d e sus
subregiones:
“ L a P una es la parte argentina de una entidad fisiográfica extendida vastamente fuera de
los límites internacionales, en Chile y en Bolivia. A la región política pertenece la porción
sudoriental de esa altiplanicie montañosa. Se descarta, por diversas razones, incluso por
su fragmentación política, que la porción argentina de la Puna constituya en si misma una
„unidad regional‟, pues si prevaleciera el criterio de hom ogeneidad vigente en el espacio,
la solución de su desprendimiento político no sería congruente con esa metodología. Ese
criterio de homogeneidad debe pasar a segundo plano, para antever al de funcionalidad
que define mejor a las verdaderas regiones geográficas, diferenciándolas de los espacios
meramente físicos. La Puna argentina es un espacio marginal individualizado en el
Noroeste con carácter de dependencia regional” 1.
S i bien el ―espacio m eram ente físico‖ se ex tendía m ás allá d e la frontera, la P una argentina
era una entidad regional que debía su unidad a su carácter marginal, aunque este autor no se
cuestiona sobre los orígenes de esta marginalidad.
En la década de 1970, nuevas propuestas de regionalización abrevan hacia una concepción
más humanista, aunque se siguió poniendo gran énfasis en los aspectos fisiográficos, como
una clave de lectura regional. Un ejemplo lo ofrecen Aranovich y Reboratti:
“ D efinida como una meseta de altura, la Puna es una unidad fisiográfica que se proyecta
más allá de nuestras fronteras, en las vecinas repúblicas de Bolivia y Chile. Si bien le
cuadra la definición de altiplano, lo cierto es que se trata de una serie de cuencas de
orientación meridiana, separadas por otros tantos cordones montañosos que se elevan de
1.000 a 1.500 metros sobre el nivel general de la meseta, cuya altura oscila entre 3.500 y
4.000 m etros sobre el nivel del m ar” 2
D espués de esta presen tación de la ―b ase natu ral‖ de la región, av an zan sobre algunos
aspectos socio-históricos, record ando que un a parte de este ―territorio‖ había form ado p arte d e
la G obern ación d e L os A ndes, para lu ego hacer una prim era presentació n del ―hom bre‖ que
mora en ese territorio, por cierto muy escueta:
“ el hom bre, casi ausente, se concentra en pequeños poblados a los que alguna vez se ha
denom inado „pueblos dorm idos‟, y hoy puede calificarse de sem iabandonados… ” 3
L a gen ealo gía d e la d efinición region al de ―P una‖, por d em ás inco m p leta, tuvo como
propósito destacar que la evolución del topónimo y de su cambiante referente espacial, están
estrechamente entramados con el proceso de formación, institucionalización y disolución del
Territorio Nacional de Los Andes.
Sin embargo, en las regionalizaciones propuestas en el ámbito académico entre las décadas de
1970 a 1990, se observa, como constante, la asunción de la Puna (argentina) como región
definida por la naturaleza y no por la historia. Tal identificación de la Puna como región
natural, por lo general sin indicación de fuentes científicas, remite a ciertos indicadores
geofísicos mensurables, especialmente la altitud y las temperaturas. Algunos ejemplos de ello
se presentan a continuación:
“ L a P una es un conjunto de planicies y m ontañ as situadas en el extremo N. O. de la
República Argentina, cuya altura sobre el nivel del mar oscila en las llanuras entre los
3.000 y 3.600 metros… E l clim a es frío y seco… ” 4

1
Daus 1969:25.
2
Aranovich y Reboratti 1977:178.
3
Aranovich y Reboratti 1977:178.
4
Asencio, Iglesia y Schenone 1974:3.

— 133 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ L a P una es un área que abarca zonas de B olivia, C hile, y en A rgentina, sectores de la


provincia de Salta y varios departamentos de Jujuy... Estos terrenos situados a más de tres
mil metros...” 1
“ A una altura aproxim ada de 3.500 m etros encontram os la región conocida com o la P una
Jujeña… ” 2.
“ L a P una es la m eseta, altipam pa o altiplan o que se encuentra por encima de los 3.000
metros de altura. P áram o de clim a seco y frío...” 3.
“ Situada a más de 3.000 metros de altura, la Puna de Jujuy constituye la continuación del
altiplano boliviano en territorio argentino… . Si bien las constricciones de tal geografía
son evidentes, hacia 1870 habitaban la Puna más de 12.000 personas... los pobladores
eran m asivam ente indígenas...” 4.
“ La Puna se extiende a una altitud de aproximadamente 3.500 metros...” 5
L a puna es “ una altiplanicie predom inantem ente árida con una altura entre 3.300 y 4.000
metros... D e clim a frío y seco...” 6.
“ … la P una, una altiplanicie cuyas cotas inferiores están por encima de 3000 msnm, y
cuyas cotas superiores exceden los 6000 m snm … E l clim a es tropical continental extrem o
con un am biente desértico” 7
“ L a P una es una región que puede corresponderse con la estepa arbustivas de las llanuras
extensas del altiplano por encima de los 3400 msnm… Susques es una localidad de la
P una del N oroeste argentino… Se trata de un am biente desértico ubicado entre los 3600 y
los 4500 msnm… ” 8
“ L a puna de Jujuy form a parte del A ltiplano Surandino com partiendo características
geográficas y culturales con Chile y Bolivia. Con una altura de más de 3.300 m.s.n.m. y
una superficie predominantemente árida, la Puna se halla integrada por los
Departamentos de Yavi, Santa Catalina, Rinconada, Cochinoca y Susques. Por sus
características fitogeográficas la región es apta para el pastoreo de llamas, cabras y
ovejas” 9
“ L a P una A rgentina com prende un dilatado territo rio (225.000 km2) del Oeste de las
provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. Se halla situada a un promedio de 3.700
m.s.n.m… ” 10
O tras definiciones presentan a la P una com o una ―penetración‖ o ―cuña‖ boliviana en
territorio argentino. Cuatro ejemplos:
“ Es un elevado macizo en la porción austral del altiplano boliviano-peruano que hacia el
sur se estrecha en cuña para term inar en el cerro San F rancisco a los 26º 40‟” 11

1
Bernal 1984:9.
2
Rutledge 1987:61.
3
Fidalgo 1988:6.
4
Paz 1991:65-66.
5
Rutledge 1992:240.
6
Teruel 1995:97.
7
Costello 1996:91.
8
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998:21.
9
Losada 2000:33 nota al final 2. La autora no precisa cuáles son las características que comparte con Chile y
Bolivia. Además, omite decir que, siguiente su delimitación regional, una porción del departamento de Tumbaya
(atravesad o p o r la ruta a C hile q ue asciend e p o r la cuesta d e L ip án) tam b ién fo rm a p arte d e la ―p u na d e Juju y‖.
10
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:73.
11
Vargas Gil 1977:5.

— 134 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

“ … la P una, es el extremo meridional del gran altiplano andino que desde la hoya del lago
Titicaca llega hasta el extrem o noroeste de nuestro país, la A rgentina” 1
“ L a P una es en realidad una extensión del altiplano boliviano dentro del norte
argentino” 2
“ … territorio de puna, prolongación del altiplano boliviano en territorio argentino… ” 3
Con respecto a C hile, esta ―cuña‖ boliviana está sim plem ente ―reco stada‖, según un a
propuesta de Reboratti:
“ es una enorm e altiplanicie relativam ente chata recostada sobre el lím ite con C hile” 4.
Ya sea para estudiar las características de la economía prehistórica (Krapovickas); la
etnoarqueología de pastores (Yacobaccio, Madero y Malmierca); la arquitectura vernácula
(Asencio, Iglesia y Schenone); el proceso de formación del mercado de trabajo capitalista
(Teruel); los conflictos campesinos de fines del siglo XIX (Fidalgo, Paz, Bernal, Rutledge);
ciertos comportamientos folklóricos (Losada); o la construcción de un ferrocarril (Costello),
la consideración de los rasgos fisiográficos siempre son recuperados, y en particular la altitud
y el clima. En suma, la narrativa region al que ab reva en la d efinición d e ―P una‖ propuso, en
form a gen eralizada, un a definición afín a la tradición de la ―región geo gráfica‖, que inicia el
relato con la descripció n de la ―base natural‖, antes de p asar al ―aspecto hum ano‖. E sta
caracterización naturalista de la Puna omite la consideración de la historia política de los
territorios chileno, boliviano y argentino y, por lo tanto, desconsidera (o pone en un segundo
plano) la intervención de los factores institucionales en la configuración y variación de la
noción de Puna como región. La asunción de la Puna como región sin historia conduce a
considerar el territorio como una entidad dotada de significado cultural intrínseco, dividido
por obra de la naturaleza, escenario vacío de prácticas sociales y antes bien contenedor natural
de la historia social. Tales asunciones no son neutras en los estudios sociales, desde el
momento en que las características fisiográficas atribuidas a la Puna con independencia de la
historia política y cultural suelen operar como clave interpretativa del devenir socio-
económico de la región. Finalmente, como se resaltó en negrita en los párrafos extractados
preced entem ente, pareciera que el dato ―objetivo‖ de la altitud ejerciera por sí solo un efecto
de verdad. Ese dato, además, parece ser bastante antojadizo: entre 3.300 y 4.000 metros; por
encima de los 3.000 metros; más de 3.300 msnm; aproximadamente 3.500 metros.
Lo mismo podría decirse de la falta de referencias fidedignas cuando se ofrecen datos
meteorológicos:
“ L a m edia anual de la temperatura es baja (ronda los 15º C), existiendo además grandes
am plitudes térm icas diarias que pueden llegar a los 60º C ” 5.
¿Cuándo y dónde fueron tomados esos registros?, ¿A qué períodos corresponde? ¿Es
homogéneo en toda la región? ¿Esas amplitudes son extremos excepcionales o regulares?
¿Esto ocurre en cualquiera de las aglomeraciones que existe en la Puna o es una medición
realizada en el medio de un salar, con un altísimo albedo? Una fuente especializada, en
términos más distendidos informa:

1
Krapovickas 1984:107.
2
Rutledge 1987:65.
3
Segato 1993:91.
4
Reboratti 1997:221.
5
Delgado y Göbel 2003:82; y Delgado 2003:1.

— 135 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ E n la zona altoandina jujeña son com unes am plitudes térm icas diarias del orden de 16 a
20º C, llegando en casos extremos hasta valores de 30º C, una de las más marcadas del
mundo y, muy superior a la que corresponde a las mismas latitudes a nivel del m ar” 1.

Puna y circumpuna. Propuesta de regionalización


Teniendo como marco las consideraciones precedentes, a los fines operativos es conveniente
establecer algunas precisiones sobre cómo se utilizarán estas categorías en esta tesis.
L a ex presión ―pun a‖ (en m inúsculas) se utilizará en el sentido m ás antiguo del térm ino, com o
noción toponímica geográfica que refiere a una planicie en altura, fría y árida, propia de la
geofísica andina. En términos estrictos, no es un terreno completamente plano. Cabe aclarar
que lo que tradicionalmente se llama puna también incluye terrenos quebrados y escarpados,
de todas formas, los terrenos planos son el rasgo fisonómico distintivo. Como sinónimos de
puna, se utilizarán ex presiones tales com o ―tierras altas‖, ―altiplano‖ o ―altipam pas‖, siem pre
en forma descriptiva. La puna era un medio físico que, hacia 1900, ofrecía ciertas ventajas y
desventajas técnicas a la movilidad, en comparación con los terrenos circunvecinos, donde se
extienden quebradas, valles y pampas de menor elevación. Los terrenos de la puna,
relativamente llanos y con escasa pluviometría, se conservaban en buenas condiciones, sin
demasiado mantenimiento, como producto del propio allanamiento ocasionado por las
pezuñas de las bestias transportadas.
Siempre en términos ambientales, la puna suele dividirse en sectores según un gradiente
climático basado en la humedad. Flores Ochoa distingue tres punas: la puna húmeda, la puna
seca y la puna desértica. La puna húmeda se extiende desde el sur del Lago Titicaca hasta
Jujuy. La segunda es una franja paralela a la anterior, que se extiende desde Bolivia hasta el
norte chico chileno. La tercer y última, se encuentra en el extremo sur de los Andes centrales 2.
Esta última coincide con lo que se llama puna salada, antiguamente, la jurisdicción de la Puna
de Atacama. Este tipo de regionalizaciones se construyen en base a parámetros ambientales
naturales que aquí no se pondrán en discusión. Pero la altitud y la distribución de la humedad
pueden identificarse como las principales cuantificaciones tomadas en consideración a la hora
de construir a la puna como región natural.
Cuando se haga referencia a la Puna argentina, se estará designando a las zonas de punas que
quedaron dentro de los límites jurisdiccionales del Estado argentino, antes y después de la
incorporación del sector atacameño ganado en 1899. Es decir, la Puna argentina hasta fines
del siglo XIX era la Puna jujeña y pequeñas porciones ubicadas en Salta y Catamarca. En la
primera mitad del siglo XX, la Puna argentina, además, incluía a la Puna de Atacama, que en
su totalidad correspondió al Territorio de Los Andes3. A partir de 1943, la Puna argentina se
fragmentó en numerosas unidades regionales, que incluían: la Puna jujeña, la Puna salteña y
la Puna catamarqueña -esta última, también llamada a veces Puna meridional.
Esto supone considerar a los límites interestatales y al proceso de fronterización como
elementos que dieron origen a esta región, ubicada sobre la frontera tripartita, por el lado
argentino. A su vez, esto no implica considerar a las cadenas cordilleranas como barreras
naturales, como elementos de clausura y cierre. La definición adoptada implica tomar en

1
Buitrago, Larran y otros 1994:15.
2
Flores Ochoa 1991:307.
3
Con la excepción de un área ubicada al norte del Territorio de Los Andes, aproximadamente 430.000 hectáreas,
que recién se acordó con el gobierno de Bolivia su incorporación definitiva a la Argentina en 1938. Sobre este
punto se volverá en el capítulo final.

— 136 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

cuenta a la frontera como un dispositivo de control de la movilidad transfronteriza, que fue


cambiando a lo largo de los siglos XIX y XX, tanto en su ubicación, como en las unidades
políticas que delimitaban, los sentidos asociados a la frontera y las prácticas que
condicionaba. Justamente por ese motivo, la Puna argentina operó, a lo largo del siglo XX,
como agente físico y simbólico de diferenciación con Chile y Bolivia, como confín marginal
de la República Argentina, ―distinto de todo cuanto pued e palparse en el resto de la
A rgentina‖, un a ―v erdad era m arca de frontera‖, u n ―confín‖ con ―p robad a inaccesibilidad‖ en
la propuesta de Federico Daus1. Otros autores, en cambio, vieron en la Puna, como ya se
m encionó, una ―cuña‖ d e la R epública d e B olivia en territorio argentino, una ―prolon gación
del altiplano boliviano en territorio argentino‖ 2.
Lo que actualmente se llama en Chile Puna de Atacama, y que corresponde a la alta cuenca
del río Loa, quedó fuera del foco de esta tesis. Por muchas razones se puede afirmar que
existe una entidad regional tripartita, entre la Argentina, Bolivia y Chile, ubicada en las tierras
altas. La investigación puso en foco al Territorio de Los Andes, y por lo tanto a la porción de
la Puna que se superponía con esa entidad, la Puna de Atacama. Las diferentes movilidades
transfronterizas, comparadas, entre la Argentina, Bolivia y Chile, a lo largo del siglo XX, es
una cuestión que todavía no ha sido convenientemente estudiada. Por eso, se empleará el
término Puna argentina para indicar solamente a la parte argentina de una entidad mayor, que
tampoco fue convenientemente reconstruida por esta tesis. De la misma forma, cuando se
utilice Puna de Atacama (sin entrecomillar), indicará solamente la parte Argentina, es decir, lo
que en el contexto del conflicto argentino-chileno se definió como la parte oriental de la
―P una de A tacam a‖ (la parte m ás ex tensa y poblada), que una vez incorporada a la A rgentin a
se organizó institucionalmente como Territorio (o Gobernación) Nacional de Los Andes. Por
lo dem ás, la parte boliv iana, al otro lado del lím ite interestatal, se designará ―altiplano ‖,
respetando la denominación regional que se utiliza habitualmente en ese país.
Los límites orientales de la Puna argentina también son jurisdiccionales. Sería absurdo
considerar que estos límites no fueron significativos en la historia regional. A lo largo de toda
la historia demográfica argentina las divisiones político-administrativas, especialmente las
departamentales, se han utilizado para delimitar a la Puna como región dentro del territorio
nacional, aunque con cierta flexibilidad. Esos límites, asimismo, fueron marcadores de la
extensión de ciertas políticas encaradas por el gobierno nacional y, con el tiempo, marcadores
de ciertos procesos de construcción de identidades/alteridades que tienen actualmente
manifestaciones políticas3. En la mayor parte, esos límites se han apoyado en cordones
montañosos. Existe una gran excepción que es el departamento de Tumbaya, en Jujuy, que se
extiende desde la cuenca del río Grande (que atraviesa lo que se conoce como Quebrada de
Humahuaca), avanza por la Quebrada de Purmamarca, hasta alcanzar las Salinas Grandes
(una de las cu encas que se encuentra en la ―puna salada‖). S e trataría de un caso ex cepcional4.
E l resto de los departam entos ―puneños‖ de las p rovincias de Juju y, S alta y C atam arca, desde
1943, se encuentran prácticamente en su totalidad dentro de tierras que responden a las
características genéricas que se atribuyen tradicionalmente a la puna.

1
Daus 1957:120-121.
2
Segato 1993:91.
3
Ver, por ejemplo, Benedetti, Pelicano, Combetto, Reboratti y Labourt 2001; Pelicano, Combetto, de la Cuétara
y Benedetti 2002.
4
Después de las revueltas campesinas ocurridas en la Puna, en el año 1874, el distrito puneño de El Moreno,
ubicado en la puna, fue segregado del departamento de Cochinoca, y agregado al de Tumbaya. El curato de
Tumbaya, en torno al río Grande, había sido creado en 1773 y en 1860 fue dividido en dos, creándose el de
Tilcara al norte y el de Tumbaya al sur, organizados ahora como departamentos. Hacia 1890, después de las
revueltas mencionadas, se anexó el distrito El Moreno al Departamento de Tumbaya (Benedetti 1998:159).

— 137 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Puna de Atacama, espacio que se encuentra en el foco de esta investigación, se utilizará de


dos maneras. La primera, para hacer referencia a la unidad espacial que, con esa
denominación, se identificó y delimitó por primera vez a raíz del ingreso del área en el
conjunto de diferendos limítrofes entre Argentina y Chile, entre 1889 y 1889, que en este caso
involucraba también a Bolivia, en forma directa. En ese contexto, Puna de Atacama tenía un
significado geopolítico y jurídico, y el área así denominada incluía un conjunto de punas,
quebradas y montañas, conjunto que por la época comienza a considerarse una unidad
fisiográfica en las investigaciones geológicas, mineralógicas y biogeográficas, como parte de
una unidad más extensa: ―la Puna‖. Así, el topónimo Puna de Atacama comenzó, por la
época, a cobrar una doble connotación: geopolítica (por la disputa territorial interestatal) y
fisiográfica (porque se consideraba que era un área diferenciada dentro de la ―Puna‖, o dentro
de las punas). Este uso de Puna de Atacama es acotado en el tiempo. Como construcción
geopolítica de época, tiene su desarrollo en la última década del siglo XIX. Por eso, ninguna
consideración sobre la Puna de Atacama puede tener lugar mucho antes de la década de 1890.
Cuando se haga referencia al área aproximadamente correspondiente a lo que terminaría
denominándose Puna de Atacama, pero en períodos anteriores a ese contexto finisecular, se
usarán las denominaciones cordilleras de Atacama o región oriental del Desierto de Atacama
o Despoblado, como se designaban en la época a las tierras altas ubicadas al oriente de San
Pedro de Atacama, y que se extendían hasta el confín con las Salinas Grandes/la Quebrada del
Toro/los valles Calchaquíes, que se disponían, de norte a sur, al occidente de las provincias
argentinas de Jujuy, Salta y Catamarca.
Desde 1900, la denominación Puna de Atacama se usó profusamente en la Argentina, durante
las primeras décadas del siglo que se iniciaba entonces, como rasgo diferenciador del paisaje,
del Territorio de Los Andes. A lo largo del siglo XX se opera, del lado argentino, un proceso
de ―argentinización‖ de la ―Puna‖, y ya desde la década de 1920 comenzó a utilizarse cada
vez con mayor frecuencia la expresión ―Puna argentina‖, para después de 1940. Por esa razón,
en Argentina, lo que hasta entonces se designaba como Puna de Atacama, perdió las
connotaciones jurisdiccionales, y comenzó a considerándosela una unidad ambiental y de
paisaje con características singulares dentro de la Puna argentina, aunque con otra
denominación. Desde entonces, la ―Puna de Atacama‖ se transformó en la ―Puna meridional‖
o, más en general, en la ―Puna desértica o salada‖.
En suma, cuando se utilice Puna de Atacama, sin comillas, se lo hará en los términos de la
época que va desde aproximadamente 1885 hasta las primeras cuatro décadas del siglo XX.
En esta tesis, como se aclaró arriba, se utilizará la denominación Puna argentina en el sentido
que deriva de la adjetivación estatal, es decir, a cualquier área de punas integrada, en
cualquier período histórico, a la jurisdicción efectiva del Estado argentino. Al interior de esa
Puna argentina, desde 1900, se distinguían dos unidades subregionales que, en principio,
derivan del diferente origen histórico de las formaciones subestatales: la Puna jujeña y la Puna
de Atacama. La existencia de esas unidades se visualiza en el discurso científico, en las
divisiones político-administrativas, la organización espacial y algunas prácticas
socioeconómicas, por lo menos durante el período reseñado. El surgimiento de estas entidades
regionales no es ajena, todo lo contrario, a la formación de dos unidades territoriales
diferenciadas dentro de la Argentina: la Provincia de Jujuy, que incluía una porción de las
tierras altas, o punas, que desde 1834 habían quedado bajo la jurisdicción de San Salvador de
Jujuy; y el Territorio de Los Andes, organizado en las tierras altas que hasta 1899 eran
jurisdicción de San Pedro de Atacama. Por esto, por lo menos entre 1880 y 1940 la Puna
jujeña (o Puna de Jujuy), y la Puna de Atacama (argentina después de 1899) designan dos
unidades regionales diferenciadas que, en conjunto, formaron la Puna argentina.
Como se desarrollará a lo largo de la tesis, esas dos sub-regiones no sólo son distinguibles por
el aspecto institucional, sino también porque esa delimitación político-administrativa provocó
cierta reorganización funcional y una diferenciación de algunas prácticas socioeconómicas
— 138 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

que operaron sobre matices ambientales de ambos sectores de punas. Por ese motivo, al
menos durante las primeras cuatro décadas del siglo XX la Puna de Atacama y la Puna Jujeña
parecen haber funcionado como dos entidades regionales diferenciadas, aunque
interrelacionadas. En esa diferenciación, y esto forma parte de los resultados de la
investigación, la preeminencia de la ciudad de Salta, como gran centro de poder, sobre la
Gobernación de Los Andes, y por lo tanto, sobre la Puna de Atacama, es un elemento a
considerar. El Territorio de Los Andes, en el camino a Chile por la Quebrada del Toro, se
convirtió, en la práctica, en un anexo de la ciudad de Salta, mientras que el resto de la Puna
era un anexo (parte de la jurisdicción) de la ciudad de San Salvador de Jujuy, en el camino a
Bolivia por la Quebrada de Humahuaca. Catamarca, al menos hasta la década de 1940, no
parece haber tenido una gran incidencia en la Puna argentina, al menos no si se lo compara
con Salta. De todas formas, esta región se encontraba en el camino de arrieros catamarqueños
que se dirigían al sur del altiplano boliviano o a San Pedro de Atacama.
El modo en que esta diferenciación regional, luego de 1943, persistió, se disolvió o se
resignificó –por ejemplo, como resultado de la incorporación de las diferentes partes a las tres
provincias linderas-, en los planos funcional y simbólico, más allá del cambio de los límites
institucionales, queda fuera de los alcances de esta investigación. De todas formas, se harán
algunas consideraciones hipotéticas en diferentes partes de la tesis.
La gran dificultad operativa con la que se enfrentó esta investigación es que los topónimos
Los Andes y Puna de Atacama, sufrieron grandes cambios en el contexto del sistema regional
argentino. A diferencia de otros, como Chaco o Patagonia, que tienen continuidad en los
siglos XIX y XX, a pesar de los importantes cambios jurisdiccionales, de los procesos de
exploración y reconocimiento, o de la puesta en valor de numerosas reservas naturales,
persistieron como denominaciones regionales ampliamente difundidas. Este es el caso de
Puna, pero no de Puna de Atacama y de Los Andes. A pesar de ello, se creyó conveniente
conservar la denominación ―Puna de Atacama‖. Por eso, en esta tesis, ―Puna de Atacama‖,
entrecomillado, se utilizará como categoría operativa, para designar a una entidad geohistórica
cuya temporalidad y espacialidad no se constriñe a la utilización estricta dada por las fuentes.
En este caso, la creación y transformación del Territorio de Los Andes como entidad
geohistórica ocupó un lugar central, siendo su reconstrucción un objetivo de esta
investigación. No obstante, en la medida que el Territorio de Los Andes se creó en el ámbito
de la Puna de Atacama, cuando esta región se incorporó al territorio argentino, donde
operaban algunos elementos regionales que remiten a los momentos posteriores a la Guerra
del Pacífico (1879-1884); mientras que otros subsistieron a la desaparición del Territorio de
Los Andes (1943), se puede hablar de una entidad que se extiende temporalmente más allá del
período 1900-1943, mientras que los límites jurisdiccionales del Territorio de Los Andes no
significaban un término para numerosas cuestiones regionales.
Utilizar ―Puna de Atacama‖ permitirá establecer algunos procesos regionales y territoriales,
con cambios y permanencias, después de 1943, que involucra a un conjunto de lugares fácil
de reconocer, ubicados en una porción particular del espacio andino, del territorio argentino, y
de la Puna argentina. En otras palabras, ―Puna de Atacama‖, entrecomillado, se empleará
como herramienta heurística, que remitirá a una unidad de sentido geográfica e histórica, en
que el proceso de organización del ―Territorio de Los Andes‖ se considera fue una fase
central, neurálgica, como consecuencia, justamente, de la incorporación de la Puna de
Atacama. Es decir, cualquier estudio de la ―Puna de Atacama‖ no puede pasar por alto la
organización del Territorio de Los Andes, encarada desde 1900 por el Estado argentino.
Resta avanzar, llegado a este punto, sobre la ―región circumpuneña‖. Como ya se dijo, esta
denominación se utilizará en forma heterodoxa, como un ensayo de regionalización con fines
operativos, para designar un espacio donde se localizaba un conjunto de lugares poblados de
distintas jerarquía, que incluía ciudades fundadas en el avance colonizador español, pueblos
de indios y puertos de ultramar, articulados por un conjunto de caminos de dos tipos: caminos
— 139 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de arriería y vías férreas. Los primeros eran sendas naturales construidas por el propio uso,
algunos desde períodos prehispánicos. Los segundos comienzan a construirse hacia la década
de 1880, como se analizará en este capítulo. En ―el medio‖ se encontraban el Despoblado, las
punas, aunque la mirada se centró en la parte meridional y en el período de la posguerra del
Pacífico, es decir, hacia la ―Puna de Atacama‖, después de 1884.
¿Qué abarcaba la región circumpuneña? Si se adopta un enfoque funcional, similar al que
Assadourian propone para el espacio peruano, se pueden señalar un conjunto de lugares
nodales, o polos de crecimiento económico, y una red de lugares enlazados por aquellos
polos. No se puede señalar un solo centro, aunque sí ocurrió una rejerarquización, en
diferentes contextos de transformación socioeconómica. Aquí se propondrá un área que
permita establecer un límite teórico para la región circumpuneña, tal como puede apreciarse
en el Cuadro 2.3 y en el Mapa 2.2. Esta área está definida por un conjunto de ―puntos
extremos‖. El foco, como ya se dijo, está puesto en la Puna de Atacama, según lo que se
entendía por esto hacia 1900.
A continuación se intentará una primera descripción de esta región que, conviene insistir, se
encontraba en pleno funcionamiento, por lo menos, entre las décadas 1880 y 1930.
En el centro de esa región se encuentran algunos puntos que cumplían la función de puertos
secos, como San Pedro de Atacama y Calama. En torno a San Pedro de Atacama hacia fines
del siglo XIX se había conformado una ―micro-red‖ que se denominaba cordilleras de
Atacama, región del este y, más tarde, Puna de Atacama. A partir del interregno 1899-1900, la
región circumpuneña comenzó a adquirir límites políticos (internos) precisos, como
consecuencia de la resolución de la disputa territorial entre Argentina y Chile. La porción
oriental del territorio en disputa recibió la denominación de Los Andes y, con el tiempo, se
reorientó hacia un nuevo centro regional, San Antonio de los Cobres, que mantuvo esa
condición hasta la actualidad. De todas formas, en la Argentina la denominación ―Puna de
Atacama‖ se mantuvo vigente tanto en el ámbito académico como en el de la administración
pública, por lo menos hasta avanzada la década de 1940. El proceso de delimitación y
construcción institucional de la región Puna de Atacama desde el Estado argentino –o
Territorio de Los Andes desde 1900- no provocó ningún cambio significativo dentro del
ámbito que lo rodeaba, es decir, en la circumpuna. Desde 1900, el Territorio de Los Andes se
transformó en un inevitable lugar de paso.

Cuadro 2.3. Región circumpuneña, hacia 1900. Puntos


extremos de referencia para su identificación.

RUMBO LOCALIDAD O LOCALIDADES


Norte Huari
Noreste Potosí y Tarija
Este Orán y borde chaqueño
Sureste San Miguel de Tucumán
Sureste/sur San Fernando del Valle de Catamarca
Sur Belén, Tinogasta y Fiambalá
Sudoeste Copiapó y Taltal
Oeste Antofagasta, Cobija y Tocopilla
Noroeste Iquique
Fuente: elaboración propia.

— 140 —
Mapa 2.2. Región circumpuneña hacia 1900. Localización de la Puna argentina, Puna de Atacama, Puna jujeña, y otras zonas aledañas.

Fuente: elaboración propia.

— 141 —
— 142 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

La puna, en general, era un lugar de paso tan inevitable como temido, razón por la cual sólo
quienes conocían el terreno eran capaces de transportar cientos de animales sin generar
mayores pérdidas. Se trata de los arrieros. La región circumpuneña fue, en gran medida, una
región forjada por los arrieros. Este actor fue central para algunos procesos de acumulación
que, se puede reconocer, tuvieron lugar en el ámbito circumpuneño.
Hacia los bordes de la Puna existían otras ciudades y puertos: Potosí y Tarija hacia el noreste,
Salta y Jujuy hacia el este, Catamarca hacia el sur, Copiapó hacia el sudoeste, Antofagasta y
Tocopilla hacia el oeste, Iquique hacia el noroeste. Los polos de crecimiento de la región
circumpuneña fueron principalmente dos. Inicialmente fue Potosí, aunque en retroceso frente
a otros centros mineros que surgieron en las inmediaciones durante el siglo XIX. Desde la
Guerra del Pacífico, Antofagasta se transformó en un importante centro regional, mientras que
Potosí conocía, como antaño, otra fase de decadencia. En tercer lugar, podría ubicarse a Salta
como el principal centro argentino de la región circumpuneña. Otro importante núcleo era
Copiapó, algo distante del ámbito puneño. Lo mismo puede decirse de Iquique en Chile y de
San Miguel de Tucumán en Argentina, que estaban relativamente cerca, pero mantenían gran
conexión con otras zonas fuera de la región circumpuneña. En un siguiente rango podrían
ubicarse: San Salvador de Jujuy y San Fernando del Valle de Catamarca, por el lado
argentino, Tarija por el lado boliviano, Calama por el chileno. En una cuarta jerarquía, un
conjunto de microrredes: el cuenca del Salar de Atacama, donde estaba San Pedro de
Atacama; los valles calchaquíes donde estaba Molinos, Cachi y La Poma; la Quebrada de
Humahuaca donde estaba Humahuaca; el área oranense donde se encontraba San Ramón de la
Nueva Orán; Lípez, Talina y Tupiza en altiplano sur-boliviano, y Huari más hacia el norte; y,
finalmente, algunos puertos menores localizados sobre el Pacífico como Taltal, Mejillones y
Tocopilla.
Es importante señalar que la región circumpuneña no era un ámbito clausurado. Los mayores
centros urbanos ya mantenían estrechas vinculaciones con las ciudades capitales. Este espacio
tenía ―líneas de fuga‖. Hacia el sur, en dirección a La Rioja y Córdoba, hacia el sureste, en
dirección a Santiago del Estero, Rosario y Buenos Aires; hacia el noroeste, en dirección a
Sucre, Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba; hacia el norte, en dirección a Oruro y La Paz;
hacia el suroeste, en dirección a Santiago de Chile; hacia el noroeste en dirección a Arica y
Tacna.
Buenos Aires, Santiago de Chile y La Paz, aunque distantes, eran importantes centros de
decisión que podían afectar directamente el funcionamiento de la región circumpuneña, por
ejemplo, a través de la política aduanera. A su vez, cada Estado describió un proceso de
organización institucional y territorial diferente. Esto llevó a que, por ejemplo, los ritmos de
construcción de los ferrocarril sean muy dispares, y en respuesta a diferentes intereses, tal
como se analizará en este capítulo. Si bien hoy puede decirse que al interior de la región
circumpuneña se configuró un ―sistema ferroviario panamericano‖, su organización fue muy
tardía, incompleta e ineficiente.
Otro rasgo a destacar es que las porciones de cada país, que componían la región
circumpuneña, se caracterizaban por ser ámbitos relativamente marginales dentro de cada
uno, situación que facilitó el dinamismo regional interno, por lo menos entre las década de
1880 y 1930.
Cualquier especialista de los ―Andes Centromeridionales‖ seguramente pondrá reparos frente
a esta delimitación o la esta jerarquía de lugares propuestos. No obstante, se consideró como
un ejercicio válido, que necesariamente tiene un carácter hipotético, que exige nuevas
aproximaciones.

— 143 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 144 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Parte II – La “región circumpuneña” a lo


largo del siglo XIX

Introducción
Esta parte del capítulo dos narra el proceso de formación de la región circumpuneña y el
surgimiento de la ―Puna de Atacama‖ como territorio de disputa interestatal entre Argentina y
Chile, antecedente inmediato a la formación del Territorio de Los Andes. Esta entidad
geohistórica se erigió en 1900 sobre las ―rugosidades‖ creadas por Bolivia y Chile durante el
siglo XIX.
Para organizar lo que sigue se intentó recuperar, en la medida de lo posible, el esquema de
aproximación al estudio de la organización territorial, propuesto en el capítulo anterior. Para
ello se considerarán los siguientes niveles de aproximación: el establecimiento de límites y el
control de fronteras; la partición del territorio en unidades políticas y administrativas; la
formación y regulación de un sistema de circulación; la apropiación y parcelamiento del
medio natural, en tanto fuente de recursos para la sociedad; la formación y regulación de
mercados de producción, consumo y trabajo; y la configuración de una o varias redes de
lugares poblados1. Este esquema estuvo presente en el armado de las próximas secciones,
como guía par reconocer los elementos que se fueron fijando en el espacio puneño, y que
estaban operando en 1900 cuando se creó el Territorio de Los Andes.
Aquí se construirá sólo un bosquejo de los temas propuestos, básicamente en dos planos:
funcional e institucional. En primer lugar se analizará la red circumpuneña de lugares
poblados con atención a las funciones que cumplía cada lugar en el esquema regional. En
segundo lugar, se revisará el proceso de redefinición político-administrativa de la estructura
colonial a partir de la ruptura independentista y la formación de los tres Estados andinos del
Cono sur (consideración brevísima). El objetivo central es rastrear en el pasado los principales
antecedentes de una serie de elementos que están funcionando plenamente en las décadas
previas a la creación del Territorio de Los Andes, y aún mientras existió el Territorio de Los
Andes.
Esta parte se divide entre tres secciones. En la primera sección se identificará un conjunto de
elementos que estaban activos en la ―región circumpuneña‖ en el período 1880-1930, que
existían desde antes de su configuración, con diferentes profundidades temporales. El objetivo
es presentar un bosquejo de la larga fase de ruptura del legado colonial y de lenta
metamorfosis, hasta la organización y consolidación de los Estados nacionales y del sistema
interestatal del Cono Sur. En la dinámica de las relaciones establecidas entre Argentina,
Bolivia y Chile, después de 1879 se produce un ―clivaje‖, cuando simultáneamente Chile se
embarcó en la ―Guerra del Pacífico‖ y la Argentina encaró la ―Conquista de la Patagonia‖.
Las secciones segunda y tercera estarán centradas en el proceso de diferenciación territorial en
el Cono Sur, y de activación de circuitos en el espacio cordillerano, acelerado por estas
campañas militares de expansión territorial.

1
Ver también Benedetti (2003).

— 145 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Este bosquejo regional surgió, fundamentalmente, de bibliografía actual, la cual es


ciertamente despareja. Algunas zonas y aspectos han sido analizados en forma
pormenorizada, como por ejemplo las vinculaciones comerciales de Jujuy y Salta con el sur
de Bolivia, mientras que otros temas constituyen huecos en el conocimiento regional, como
por ejemplo las cuestiones referidas a la infraestructura de circulación; o, mientras que existe
mucha información sobre San Pedro de Atacama, es escueta la disponible sobre Catamarca.
Asimismo, buena parte de la literatura regional se suele construir a partir de intereses
nacionales y estrategias teórico-metodológicas que resaltan la forma en que una región se
insertó en el marco territorial nacional o internacional. Son pocos los autores que han logrado
descentrar completamente su mirada del recorte nacional, destacándose en ese sentido las
investigaciones de Viviana Conti. Esta historiadora puso un gran énfasis en cuestiones de la
circulación comercial en lo que ella denomina ―andes centromeridionales‖ 1.
Para la cuestión de las relaciones internacionales entre la Argentina, Bolivia y Chile fue
fundamental la obra de Andrés Cisneros y Carlos Escudé, que ofrece numerosas propuestas
interpretativas2. También fueron muy útiles las obras de Pablo Lacoste y de Sergio González
Miranda, para reconstruir diferentes aspectos regionales que involucran a la Argentina y
Chile3.

1
Para el período 1830-1930 ver, entre otros, Conti 1989, 1993, 1995, 2000, 2001, 2002 y 2003.
2
Cisneros y Escudé 2000.
3
Lacoste 2001 y 2003; entre otros, González Miranda 2003.

— 146 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

La región circumpuneña y la metamorfosis


del legado colonial
Una vez que las colonias americanas se independizaron de las coronas española y lusitana,
uno de los temas que los nuevos gobiernos debieron enfrentar fue la determinación de los
ámbitos de control soberano. Por entonces se inició un largo ciclo de diferenciación territorial
que las actuales políticas de integración económica estarían revirtiendo.
Terminadas las guerras de Independencia, ¿de quién eran las tierras americanas? Las
potencias europeas, como Francia e Inglaterra, sostenían el principio de res nullius. Según
este principio, el Estado que hacía una ocupación de territorios efectiva podía reclamarlos
como propios. En los nuevos Estados formados en las ex-colonias de España y Portugal, en
cambio, se sostenía el principio de uti possidetis. Según este principio los nuevos Estados
habían heredado los territorios que hasta 1810 le pertenecían a ambas metrópolis. A su vez
existían dos tendencias. La primera era el uti possidetis de facto y la segunda era el uti
possidetis juris o de derecho. Brasil adscribía a la primera tendencia. Ese país sostenía que le
correspondían aquellos territorios donde ejercía una ocupación efectiva desde el momento en
que se produjo la Independencia, sin importar los títulos jurídicos. En las ex-colonias
españolas se adoptó la segunda tendencia. En ese caso fueron reivindicados los límites
establecidos entre España y Portugal en el Tratado de San Ildefonso (1777) y se le restó valor
jurídico a los territorios anexados por Brasil con posterioridad a esa fecha1.
El uti possidetis juris no era más que un principio jurídico. Por eso, los territorios serían de
aquel Estado que realizara una ocupación real e impusiera su soberanía efectivamente 2. Pero
para que esto ocurriera debió pasar algún tiempo. Recién hacia la década de 1860 la
definición de los límites jurisdiccionales se volvió una cuestión impostergable para los
Estados del Cono Sur. Esos asuntos estuvieron aplazados por los procesos de organización
institucional de cada Estado. Esto fue especialmente importante para el conjunto de unidades
proto-nacionales conocidas como Provincias Unidas del Río de la Plata, que no lograron
establecer una unión política duradera sino pasada la primera mitad del siglo XIX3.
Con el cambio de cincuenteno se definieron y concretaron lentamente las estrategias bélicas y
diplomáticas orientadas al reparto definitivo de los territorios heredados de las colonias entre
los Estados del Cono Sur. La ―Guerra del Paraguay‖, la ―Guerra del Pacífico‖, la ―Conquista
de la Patagonia‖ y la ―Conquista del Chaco‖ fueron los conflictos militares que marcaron la
historia territorial del Cono Sur de la segunda mitad del siglo XIX, sin contar las situaciones
de ―paz armada‖.
Pero lo anterior remite a un plano de análisis, el institucional, y al proceso de diferenciación
territorial que se fue produciendo en el sur de Sudamérica, donde se fue conformando el
sistema interestatal del Cono Sur. En el plano funcional puede observarse un conjunto de
redes comerciales que mantienen su propia dinámica, por lo menos en la articulación de
ámbitos que quedaron dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de otros que
quedaron dentro de la República de Bolivia. No obstante, los cambios institucionales
progresivamente fueron incidiendo en la organización de estas redes. El período de las guerras

1
Lacoste, P. 2003:27-32.
2
Escudé 1984:3-4.
3
Chiaramonte 1993.

— 147 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de Independencia significó un momento de gran freno para la actividad comercial que,


desaparecido el escenario bélico, se reactivó, aunque cambiando muchos de los orígenes y
destinos. Las posteriores guerras y contextos de intervención directa de los Estados
nacionales, también afectaron estos circuitos.

La región circumpuneña y los lugares que fijaban la circulación


Los elementos que definieron la organización territorial durante la dominación colonial fueron
fundamentalmente dos: la valorización de algunos recursos mineros y la fundación de una red
de ciudades que sirviera de apoyo al control territorial. Al cabo de las primeras décadas de
organización del territorio colonial y, sobre todo, de la ―pacificación‖ de las sociedades
indígenas ―hostiles‖ como los atacamas, los omaguacas o los calchaquíes, entre muchos otros
grupos, las ciudades cambiaron su función. Inicialmente lugares de avanzada en los nuevos
territorios, con el tiempo se convirtieron en eslabones de una cadena de comercialización,
orientados en forma dominante a la ciudad de Potosí en el caso de las regiones del Tucumán,
de Buenos Aires y el Litoral, del Paraguay y de Chile.
En función de la estrategia de ocupación territorial del período colonial, se pueden establecer
por lo menos tres categorías de lugares poblados: las ciudades, los pueblos de indios y los
fortines. Las ciudades se ajustaban a un plan de fundación y contaban con cabildo, la
institución de gobierno local. Algunas ciudades tenían mayor jerarquía al ser sedes de otras
institucionales coloniales, como las Audiencias. Este es el caso de Chuquisaca; o de Lima y
Buenos Aires, sedes virreinales. En las campañas de esas ciudades, el emplazamiento de una
iglesia donde se lograba ―pacificar‖ a los ―indios hostiles‖ significaba, de hecho, la creación
de caseríos que mayoritariamente estaban poblados por indígenas. Los ―pueblos de indios‖ se
distribuían por todo el territorio. Los fortines tenían una función defensiva en aquellas
fronteras de la Corona con los territorios indios, como la frontera con el Chaco o la Patagonia.
Esas categorías no habilitan la utilización de la idea de ―red urbana‖, en los términos que los
estudios contemporáneos se suele referir a los sistemas y jerarquías de ciudades. Por eso se
prefirió la expresión más genérica de ―red de lugares poblados‖. Con raras excepciones, la red
de lugares poblados del período colonial mostró cierta inercia durante las primeras décadas
del siglo XIX, pero con el correr del siglo se fue metamorfoseando. A escala sub-continental,
se puede destacar el crecimiento de Buenos Aires, Valparaíso y La Paz. A la vez, se produjo
la progresiva decadencia de los otrora poderosos centros mineros del período colonial, como
Potosí que, no obstante, mantuvo cierta importancia a lo largo del siglo XIX.
La ―región circumpuneña‖ durante el siglo XIX mantuvo como un importante polo de
atracción al área próxima a Potosí, y no tanto a la ciudad misma, a Cobija como el principal
centro portuario y, en torno a estas dos localizaciones, pueden identificarse otros tres centros:
el espacio articulado por el eje San Salvador de Jujuy-Salta, San Pedro de Atacama y Tarija,
cada uno ocupando una función diferente dentro del esquema regional del período. En lo que
sigue se verá de qué manera se insertaba cada lugar, y cómo fue cambiando su posición a lo
largo del período decimonónico.

Potosí
Desde el siglo XVI el Cerro Rico de Potosí ofreció cuantiosos volúmenes de plata y se
transformó en el corazón del Virreinato del Perú, estructurando al espacio peruano a través de
numerosos y extensos circuitos de comercialización, muchos de los cuales siguieron

— 148 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

funcionando hasta fines del siglo XIX. Estos circuitos llegaban a las regiones de Córdoba y el
Río de la Plata, donde se criaban mulas que se destinaban a la plaza potosina 1. Se trata de un
tema harto conocido en la historia de la región.
Mientras que en el espacio colonial, Potosí constituía el principal polo de atracción, en el siglo
XIX fue perdiendo esa función, desplazándose hacia otros núcleos de población ubicados al
sur de esta ciudad. Diferentes limitaciones tecnológicas y el crecimiento de otras áreas
mineras desplazaron a Potosí del lugar que ocupó históricamente2.
El renacimiento de la minería argentífera comenzó a producirse en la segunda mitad del siglo
XIX. Hacia la década de 1860 una de las principales empresas mineras que motorizaron este
crecimiento fue la Compañía Huanchaca, que controlaba explotaciones ubicadas en la
provincia de Poco, como Pulacayo, Huanchaca y Asiento. Con esto, la producción de la plata
creció notablemente hacia la década de 18703. Poco antes de la Guerra del Pacífico. Otro
centro argentífero que había adquirido relevancia, relativamente cerca de San Pedro de
Atacama, fue Caracoles, explotado por capitales chilenos y extranjeros. La Compañía
Huanchaca y otras del sur boliviano eran de capitales procedentes de ese país. Al cabo de la
Guerra del Pacífico, Caracoles pasó a formar parte del territorio chileno.
Después de la guerra, el centro económico en territorio boliviano se fue desplazando
progresivamente hacia el norte, hacia La Paz y Oruro, cuando el estaño comenzó a reemplazar
a la plata como principal mineral de exportación4. De todas formas el sur de Bolivia, a través
de diferentes vías, siempre mantuvo estrechas relaciones con el noroeste argentino y el norte
chileno, por lo que constituyen siempre un componente básico de la región circumpuneña.
Entre otras razones, por la presencia de la feria de Huari, sobre la que se volverá más
adelante.

El eje Jujuy-Salta
Desde el período colonial, las ciudades de San Salvador de Jujuy y de Salta conformaron un
espacio relativamente integrado, con fuertes vinculaciones con el Alto Perú, situación que se
restableció después del período de las guerras de Independencia. Estas ciudades presentaban
características más o menos similares desde el punto de vista de su inserción en el renovado
espacio económico peruano, aunque Salta era comparativamente más importante5. San Miguel
de Tucumán, importante centro comercial regional durante la colonia, y San Fernando del
Valle de Catamarca también mantuvieron estrechas vinculaciones con el Alto Perú en este
período y aún después6.
Las ciudades de Salta y San Salvador de Jujuy se encontraban, una después de la otra, en el
largo camino que conectaba a Buenos Aires con Lima. Ambas ciudades operaban como
puertos secos, hasta donde llegaba el ganado desde Buenos Aires y Córdoba, y desde allí se
remitía hacia el Alto Perú. Mientras que Salta se convirtió en uno de los mercados de mulas
más importantes del virreinato, San Salvador de Jujuy se especializó en la comercialización
de ganado vacuno7.

1
Assadourian 1982:132.
2
Conti 1989:429.
3
Mitre 1981:18-20.
4
Langer 1987:151.
5
Conti 1989:424-425.
6
Langer y Conti 1991:93.
7
Conti 1989:425.

— 149 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La ciudad de Lerma en el Valle de Salta, luego San Felipe de Lerma en el Valle de Salta y
finalmente sólo Salta, fue fundada en 1582, en el valle que primero se denominó de Salta y
después de Lerma. Cuando en 1821 se declaró su autonomía, dentro de la jurisdicción se
encontraban otras tres ciudades: San Salvador de Jujuy, Tarija y Orán. San Ramón de la
Nueva Orán fue la última ciudad que se fundó durante la colonia, en el año 1794, y
permaneció dentro de la jurisdicción de Salta hasta la actualidad. Tarija se incorporó a la
República de Bolivia en 1825, mientras que Jujuy se declaró Provincia autónoma en 1834.
Desde entonces, Salta abarcó, de oeste a este, la porción norte de los valles calchaquíes, donde
se encontraban los pueblos de San Carlos, Molinos y Cachi; la Quebrada del Toro y el Valle
de Lerma, y se prolongaba por el conjunto de valles subandinos que forman la Alta Cuenca
del Río Bermejo, donde se encuentran Orán, Iruya, Santa Victoria y Nazareno.
La ciudad de San Salvador de Velasco en el valle de Jujuy, más tarde sólo San Salvador de
Jujuy, fue fundada en 1593. En la campaña jujeña, uno de los lugares más destacados era
Humahuaca, ubicado en el valle al cual le diera nombre, la Quebrada de Humahuaca, cuyos
orígenes se remontan a fines del siglo XVI1. En sus proximidades se encontraban Tumbaya,
Tilcara y Uquía. Los caseríos de la Quebrada de Humahuaca eran postas importantes para el
transporte de ganado, ya que allí se encontraban buenas pasturas. En la Puna jujeña se
destacaba Yavi, principal centro administrativo y residencia de los titulares del Marquesado
de Tojo. Según Guillermo Madrazo, durante los siglos XVII y XVIII Jujuy se había
transformado en un centro de poder nominal, desdibujado por encontrarse a gran distancia del
gran centro de poder que fue Yavi2. En sus proximidades se destacaban Cochinoca,
Casabindo, Rinconada y Santa Catalina.
Cuando alcanza su autonomía, el territorio jujeño consistía en un corredor articulado por el
valle del río Grande de Jujuy y su continuación en el río San Francisco, desde el altiplano
andino hasta los valles subtropicales, con centro en la ciudad de San Salvador de Jujuy. El
control del Estado provincial sobre el territorio fue deficiente, por lo menos durante la primera
mitad del siglo XIX, debido a las dificultades generadas por las guerras de Independencia y
los posteriores conflictos con Bolivia, que tuvieron a las tierras altas de Jujuy como uno de los
principales escenarios, situación compartida con Salta3.
Buena parte del dinamismo económico de las tierras altas de Jujuy, como así también de
Tarija, se debía a la existencia del Marquesado de Tojo y Yavi, que la familia Ovando y luego
Campero organizó y controló como una entidad territorial con cierta continuidad desde
mediados del siglo XVII hasta prácticamente fines del siglo XIX. Las particularidades del
caso y su importancia en la historia de la Puna jujeña (y en parte en la de Atacama), merecen
su mención y desarrollo. La historia de este Marquesado comienza a mediados del siglo XVII.
En 1654 Bernárdez de Ovando obtuvo la encomienda de Casabindo y Cochinoca. Además, ya
tenían posesiones en Tarija, Santa Victoria, Sud Lípez y en la ciudad de Jujuy, algunas
obtenidas como mercedes de tierras, otras por compra y otras por ocupación de hecho, como
las tierras de los cochinocas y casabindos, donde se formó una hacienda. A la muerte de
Ovando quedó como principal heredera su hija, Juana Clemencia de casi 9 años, quien fuera
requerida en matrimonio por Juan José Campero, y se concretó dos años después, en 1678. El
30 de diciembre de 1690 Juana Clemencia muere, sin dejar descendencia, y Campero queda
como único dueño de todas las posesiones que había reunido Ovando. En 1708 Campero
logra la obtención del título nobiliario de Marqués, gracias a sus ―méritos‖ como
encomendero y a la entrega de un volumen importante de pesos a la Corona española. El

1
Vázquez 1979:17-2 3 (do nd e el auto r o frece un ―E sq uem a cro no ló gico d e la histo ria d e H u m ah uaca‖).
2
Madrazo 1982.
3
Conti 1989.

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Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

último Marqués nació en 1777 y mantuvo sus posesiones hasta los tiempos de las guerras de
Independencia1. Yavi, en la campaña jujeña, constituía el lugar de residencia permanente,
mientras que las posesiones ubicadas en Tarija eran las que proveían los mayores beneficios.
El Marquesado abarcaba una superficie cercana a los dos millones de hectáreas, desde Tarija
hasta el límite con la jurisdicción de San Pedro de Atacama y desde el Río Bermejo hasta
Yoscaba2.
Después de 1810 las tierras de este marquesado se transformaron en haciendas que siguieron
siendo controladas en gran medida por la familia Campero hasta las revueltas indígenas de la
década de 1870. Las instituciones de la encomienda, las mercedes de tierra y los tributos se
abolieron en 1810. A pesar de ello, los antiguos encomenderos progresivamente se fueron
reconvirtiendo en hacendados y, desde entonces, pasaron a cobrar arriendo3. En el caso de
Fernández Campero, el último Marqués, su muerte se produjo en 1820 como consecuencia de
las guerras de Independencia. El territorio controlado hasta entonces por el marquesado se fue
fragmentando con las nuevas jurisdicciones provinciales y nacionales. A pesar de ello, sus
descendientes lograron mantener cierto control sobre las heredades4.
En la Puna jujeña, el control terrateniente de la propiedad se prolongó hasta fines del siglo
XIX. En la década de 1870 los indígenas de la Puna de Jujuy se movilizaron poniendo en
entredicho la legitimidad de la tenencia de la tierra. Esto desembocó en un proceso de
rebelión, desde fines de 1873. En enero de 1875, finalmente, los campesinos fueron
derrotados en las serranías de Quera por las milicias de la provincia de Jujuy5. Cuando Louis
Brackebusch recorrió la región, años más tardes, refiriéndose a Yavi, relataba:
“ Los terrenos pertenecen todavía al Marqués del Valle de Tojo, y varias veces ya se han
sublevado los indios de acá para hacerse dueños propios de los terrenos y sacudir el yugo
de la esclavitud; varios parajes marcados con cruces nos cuentan escenas cruentas, pero
hasta ahora los indios de Yavi no han podido obtener la libertad de sus hermanos de
Cochinoca y de Casabindo” 6.
Finalmente, en 1877 el Estado argentino confiscó las tierras, que años más tarde fueron
vueltas a vender, siendo la familia Campero, otra vez, la principal beneficiaria7.
En las tierras bajas de la región jujeño-salteña, hacia el oriente, una línea de fortines
conformaba la frontera con el Chaco durante el período colonial. Aquí el panorama tenía el
carácter de ―frontera con el indio‖, que progresivamente se fue desplazando. Sobre esos

1
Quien realizó esta reconstrucción fue Guillermo Madrazo (1982).
2
Reboratti 1994:59. En la reconstrucción de posesiones del Marquesado hecha por Guillermo Madrazo se
incluyen: la hacienda de San Francisco de Aycate (Yavi) que incluía las estancias de Sansana, Chocoite,
Cangrejos, Escaya, Yavi Chico, Quirquinchos; las tierras (pampas, tierras y pastos) de Tincuya, Quebrada
Honda, Mecoya y las estancias de Acoite, Guacoya y Hornillos en Santa Victoria; en la ciudad de Jujuy
numerosas casas y terrenos; la Hacienda de Tojo en Tarija, que incluía la chacra de Escapana; las estancias de
Tolomosa, San Cristóbal y Molinos en Tarija; las Haciendas La Angostura; Concepción, San Mateo y la chacra
Chocloca en el ámbito de Tarija; numerosos solares y casas en la villa de Tarija; las estancias de Suriana,
Laderas, Papachacra, Pampa de Burros; las chacras Tarija la vieja y Tarija en Tarija; las estancias Moraya y
Relave en Potosí; el ingenio Lípez y la mina Lípez en Sud Lípez; finalmente, el Marqués de Tojo era poseedor
de las encomiendas de Casabindo y Cochinoca. Las estancias estaban orientadas a la cría ganadera, donde las
tareas eran realizadas por los indígenas encomendados. La hacienda incluía tierras de pastura para la ganadería
(estancias) y tierras para la agricultura. Además de la fuerza de trabajo de los indígenas encomendados, se
disponía de esclavos, yanacones y arrendatarios (Madrazo 1982).
3
Bernal 1984:10-13.
4
Reboratti 1998:71.
5
Paz 1992:223-225.
6
Brackebusch 1883:47-48.
7
Reboratti 1998:75-77. Para profundizar, Paz 1991 y 1994; Fidalgo 1988.

— 151 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

fortines se edificaron más tarde los lugares que sirvieron de apoyo al despegue agroindustrial
azucarero, como San Pedro de Jujuy y Ledesma, e inclusive Orán.
Hasta la década de 1830 la frontera chaqueña no había sido destinataria de ninguna política en
particular por parte del gobierno salteño. Recién entonces, terminada la larga secuencia de
situaciones bélicas, se implementaron algunas medidas tendientes a la ocupación de esas
tierras, con la crearon de algunas colonias sobre el río Bermejo. Esas zonas, pertenecientes a
la provincia de Salta, fueron divididas en tres departamentos: Orán, Anta y Rivadavia, las
cuales ya contaban para el primer Censo Nacional de 1869 con una población superior a los
10.000 habitantes. La gran expansión sobre el Chaco sólo ocurrirá a partir de fines de la
década de 18701.
Desde la colonia la región jujeño-salteña se había especializado en la comercialización de
ganado en pie como principal forma de inserción dentro del espacio peruano. Parte de los
animales se criaba en la región, pero el mayor número provenía del sur. Durante todo el siglo
XIX mantuvieron la condición de satélite de los centros mineros, primero de los ubicados en
el sur de Bolivia y luego en el novato norte chileno, a partir del auge del salitre de fines de la
década de 1870. San Miguel de Tucumán, que hasta entonces mantuvo estrechas
vinculaciones con el norte, inició un más temprano proceso de reorientación hacia Buenos
Aires, basado en el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar2.

Tarija
La ciudad de San Bernardo de la Frontera de Tarija fue fundada el 4 de junio de 1574 por Luis
de Fuentes y Vargas en nombre de la Corona española, en un valle descubierto por Francisco
de Tarija, a orillas del río Nuevo Guadalquivir, más tarde Río Tarija. Hasta el inicio del siglo
XIX, Tarija fue un anexo de Potosí. Luego se incorporó a la jurisdicción de Salta del
Tucumán, sólo tres años antes de la Revolución de Mayo. Con la Independencia de Bolivia,
en 1825, Tarija fue anexado a este país, cuatro años después que Salta alcanzara su autonomía
provincial.
Durante el incanato Tarija se encontraba sobre una de las rutas secundarias que se
comunicaba con los principales ejes de circulación norte-sur3. Durante la colonia esta ruta
siguió funcionando, también como un camino secundario con respecto al camino principal
que conectaba a la zona del Río de la Plata, Córdoba y Tucumán con el Alto Perú. Esos
caminos llegaban al altiplano por el Este, grosso modo, recorriendo Jujuy-Humahuaca-Yavi-
Potosí o Salta-Camino del Despoblado-Potosí. Esto no impidió que Tarija se articulara al
espacio peruano como proveedor de productos agropecuarios, especialmente vinos, para el
gran centro potosino. En el siglo XVIII Tarija se había transformado en un importante centro
económico de la región de los valles andinos orientales. Esa área, que también se suele llamar
―valluna‖ estaba conformada por una serie de valles que forman una franja fronteriza que se
extiende al este de las tierras altoandinas, muy vinculados con Nazareno, Iruya y Orán4.
Desde sus orígenes Tarija se caracterizó por la producción agropecuaria, con especial
importancia del cultivo de la vid y producción de vinos. El valle de Tarija era una zona feraz,
apta para la producción de cereales, frutas y para la cría de ganados, intensamente utilizadas e
incluso sobre-explotadas ya desde la colonia5. En la organización económica del espacio

1
Teruel 2003:77-86.
2
Campi y Lagos 1994.
3
Ruiz y Albeck 1998: mapa página 176.
4
Reboratti 1998.
5
Presta 1995:237-238.

— 152 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

peruano, Tarija tuvo como función la producción de bienes agropecuarios. Allí se producían
vinos, cereales y ganado que se destinaba a los centros mineros altoandinos, especialmente al
de Potosí que se encontraba en su cercanía. Pero Tarija tenía otra función, tanto o más
importante, que consistía en ser una ciudad defensiva en la frontera meridional de la
Audiencia de Charcas, tanto contra los ataques de las sociedades indígenas, como también de
las pretensiones portuguesas en el área chaqueña1.
Unos meses antes de la declaración de la Independencia de Bolivia, una división del Ejército
de Sucre comandada por Francisco Burdett O ‘C o nnor había ocup ado T arija reduciendo a la
última resistencia realista. Una vez ocurrido esto, el cabildo de esa ciudad comunicó al
Gobernador de Salta, a la sazón Juan Antonio Álvarez de Arenales, de su incorporación al
Alto Perú. Este gobernador comunicó lo propio a Buenos Aires, con la expectativa de recibir
apoyo en el sentido de no admitir la escisión de Tarija. Sin embargo, desde Buenos Aires se
dio pleno consentimiento a la decisión tarijeña. De esta forma, por autodeterminación, Tarija
quedaba integrada a la República de Bolivia.
En el proceso de organización territorial en el ámbito de las provincias del Plata, Tarija fue
considerado como una cuestión pendiente de resolución. La ―Guerra con la Confederación
Perú-Bolivia‖, que se verá más adelante, significó una posibilidad para la confederación
rosista de arrebatar esta región, pero se vio frustrada por la derrota del ejército de Alejandro
Heredia, quien fuera asesinado en 1838. En esta coyuntura Fernando Campero, aliado del
presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, actuó como opositor a Heredia, y a favor de
Jujuy aprovechando los sentimientos autonomistas, con el objetivo de incorporar esta
provincia a Bolivia y, probablemente, restablecer cierta coherencia territorial al pretérito
marquesado. Una vez terminada la ―Guerra con la Confederación Perú-Bolivia‖, las tierras de
la familia Campero quedaron definitivamente repartidas entre Bolivia y las Provincias Unidas
del Río de la Plata2.

Atacama
La región de Atacama, fue colonizada por los españoles hacia 1560. En 1564 Atacama y
Lípez ya existían como un Corregimiento que se encontraba bajo la Audiencia de Charcas,
dentro del Virreinato del Perú. A comienzos del siglo XVII Lípez y Atacama fueron
separados en dos Corregimientos. Con la creación del Virreinato del Río de La Plata en 1776,
Atacama se incorporó a la Intendencia de Potosí.
Durante todo este período, en el Partido de Atacama se establecieron dos curatos. Uno era San
Francisco de Chiuchiu, también Atacama la Baja o Atacama la Chica, que abarcaba la franja
costera, partes del desierto y la alta cuenca del río Loa. De este curato las poblaciones de
Calama, Aiquina, Caspana, Cobija y Conchi eran sus anexos. El otro curato era San Pedro de
Atacama, conocido indistintamente como Atacama, Atacama la Alta o Atacama la Grande, y
abarcaba los oasis cordilleranos y las cordilleras del este. Ambos curatos estaban sujetos a la
jurisdicción eclesiástica del Obispado de La Plata, creado en 1552. Toconao, Socaire, Peine,
Susques, Incahuasi y Rosario eran los anexos de San Pedro de Atacama. Estos últimos tres,
que se encuentran en el actual territorio argentino, fueron segregados de esa jurisdicción
eclesiástica por resolución de la Santa Sede, del 2 de septiembre de 1902, como consecuencia
del acuerdo de límites entre Chile y Argentina3. Asimismo, esos dos curatos, en conjunto,
form aban lo que se cono cía com o el ―P artido de A tacam a‖.

1
Santamaría 1995b.
2
Abduca 1999:4-5. Ver también Kilibarda 1998.
3
Cassasas Cantó 1974.

— 153 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La ―pacificación‖ de los atacameños fue fundamental para asegurar el camino entre


Chuquisaca y Cobija. Por este puerto llegaban algunos de los bienes que se producían en
Chile, como zapatos, velas y vinos, y que se dirigían hacia el Alto Perú. En el camino entre
estos dos lugares, se encontraba San Pedro de Atacama, el pueblo de indios más importante de
la región. En San Pedro de Atacama se celebró, el 5 marzo de 1557, una misa en ocasión del
control de los indígenas atacameños y su sometimiento como vasallos y súbditos de la corona
Real de España. Este acto se suele considerar como el de ―fundación‖ del pueblo1.
Ya en el siglo XIX, en 1807, Atacama fue separada de Potosí, como había ocurrido con
Tarija, pero incorporada a la jurisdicción eclesiástica de la Diócesis del Cuzco2. En el período
de las guerras de la Independencia, el pueblo de San Pedro de Atacama se habría incorporado
espontáneamente a la jurisdicción de Salta. Esto habría ocurrido en 1817. El resto del Alto
Perú estaba controlado por los realistas, mientras que el sur constituía un ―territorio
libertario‖. Salta, de esta forma, habría controlado desde los valles subandinos hasta la costa
pacífica. Cuando se produjo la Independencia de Bolivia, Sucre determinó que Atacama debía
incorporarse a ese país. Arenales, en cambio, consideraba que Atacama debía permanecer
dentro de la Provincia de Salta. Atacama tenía una importancia estratégica porque significaba
la posibilidad de la soberanía salteña sobre la costa pacífica. No existe documentación al
respecto, pero algunos historiadores salteños sostienen que hubo agentes que llegaron a San
Pedro de Atacama y otros lugares de la región para atraerlos hacia Salta, prometiendo la
prohibición del tributo indigenal3.
Finalmente nada de esto ocurrió. El Gobierno de la flamante República de Bolivia dictaminó,
en 1825, la incorporación de Atacama dentro del Departamento de Potosí. De esta forma se
recomponía la antigua Intendencia de Potosí, con los partidos de Tarija, Chichas, Lípez y
Atacama, entre otros. Este último partido, una vasta superficie con una población escasa,
dispersa y móvil, era fundamental ya que allí se encontraba Cobija, que ofició como puerto
principal de Bolivia entre 1825 y 1879. Además del puerto, en Atacama se encontraban los
oasis próximos a la cordillera, entre los que se destacaba Calama y San Pedro de Atacama por
constituirse en puertos secos.
En 1829 el presidente Santa Cruz separó el distrito de Atacama del Departamento de Potosí.
Atacama quedó como un distrito independiente y Cobija, bautizado Puerto La Mar, fue
declarado puerto libre. Finalmente, en 1839 adquirió el rango de Departamento. A su vez, fue
dividido en dos provincias: Lamar y Atacama. El Departamento de Atacama ocupaba una
dilatada superficie que iba desde Susques y Antofagasta en las cercanías de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, hasta el Pacífico, confinando al norte con el Perú y con Chile al
sur. La provincia de Lamar tenía como centro al puerto de Cobija4.
Atacama era un vasto espacio relativamente despoblado. Su población se dividía en dos
grandes grupos. El grupo que fue identificado como atacameño, que se distribuía en el monte
y pedemonte andino, y los changos, ubicados en el litoral. Estos últimos se dedicaban a la
pesca y constituyeron la principal población de las bahías de Chimba, Mejillones y Cobija
hasta el siglo XVIII5. Toda el área atacameña, y en especial las tierras altas, constituyó una
región periférica con escasa llegada del Estado nacional boliviano. Aunque se vendieron

1
Núñez Atencio 1992:95.
2
Núñez Atencio 1992:175.
3
Núñez Atencio 1992:175-177. Este tema será retomado en el capítulo final.
4
Cf. von Tschudi 1860.
5
Lofstrom 2002:21.

— 154 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

terrenos en algunas zonas como Antofagasta de la Sierra, ningún propietario pudo cobrar
arriendos1.

Cobija
Una vez incorporada la provincia de Atacama, el Estado boliviano reactivó el antiguo puerto
de Santa María Magdalena de Cobija que había sido creado en el siglo XVIII por el rey Carlos
III. Según la descripción que hizo Johann von Tschudi, hasta su declaración como puerto
independiente en 1827, solo había en ese sitio unas pocas casas ocupadas por los ―changos‖ 2.
Cuando se declaró puerto libre, se desarrolló algún comercio, pero su mayor crecimiento
poblacional se relacionó con la explotación de los recursos cupríferos, argentíferos y guaneros
ubicados en las proximidades. Durante el período que formó parte del territorio boliviano,
Cobija nunca logró consolidarse como un gran puerto del Pacífico, teniendo como
competidores a los puertos de Valparaíso en Chile y de Arica en el Perú. Los productos de
origen inglés o francés llegaban a Valparaíso y de allí se redistribuían, llegando al puerto de
Cobija.
Asimismo, Arica había sido, desde la época del coloniaje, el principal puerto del Alto Perú.
Cuando la Audiencia de Charcas pasó a integrar el Virreinato del Río de la Plata, con ella
también pasó Arica, pero por poco tiempo. Una Ordenanza, de 1784, establecía que Arica se
anexara a la Intendencia de Arequipa, del Virreinato del Perú. De esta forma, Arica se
desvinculaba formalmente del Alto Perú. Al cabo de las guerras de Independencia, este puerto
permaneció dentro del territorio del Perú, en tanto que Bolivia activó el antiguo puerto de
Cobija3. Andrés de Santa Cruz entabló negociaciones con el gobierno de Perú para que este
cediera aquél puerto, algo que nunca ocurrió4. Finalmente, Arica pasó a formar parte del
territorio chileno después de la Guerra del Pacífico. Igualmente La Paz siempre mantuvo
mayor contacto con Arica que con Cobija o Antofagasta. Esto se debía a que las
comunicaciones de La Paz con Arica eran mucho más fáciles, que con Cobija5. Esta conexión
conexión subsiste aun en la actualidad, cuando se reaviva el conflicto entre Bolivia y Chile
por la salida al mar del primero.
Cobija fue el único puerto oficial que conectaba a Bolivia con el comercio internacional. El
pueblo era pequeño, y tenía serias dificultades por la escasez de agua. En la década de 1860
residían unas 2.500 personas6. Los alimentos y los materiales de construcción, e inclusive el
agua, provenían de los tres países linderos, razón por la cual la vida era muy cara7. De todas
maneras, este puerto era de gran importancia para las ciudades del sur de Bolivia, e incluso
para Salta y Jujuy. Además de ser la boca de entrada de los ―efectos de ultramar‖, por Cobija
salían minerales. Hacia el norte de Cobija también se encontraba el puerto de Tocopilla,
mientras que el de Mejillones se encontraba hacia el sur. Se trataba, en realidad, de pequeños
caseríos con embarcaderos, donde se procesaba parte de los minerales que se extraían en
distintas minas ubicadas en el desierto. Pero el puerto oficial boliviano era Cobija.

1
Cf. Cerri 1903; ver: Delgado y Göbel 2003.
2
von Tschudi 1860:397.
3
González Miranda 2003:14-15.
4
Cuadros 1979.
5
Cajías 2002:73.
6
H enry W illis B axley ―E l au ge d e la m inería d e co b re y alg u nas inno vacio nes tecno ló g icas en C o b ija‖ 1 86 1 ,
citado en: Lofstrom 2002:48-52.
7
von Tschudi 1860:395 en adelante.

— 155 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La actividad minera en el desierto fue limitada hasta la década de 1840, consistente en la


extracción de cobre y otros minerales, con un bajo nivel de inversiones. Entre 1840 y 1870
fue la explotación del guano, el cobre y los nitratos las actividades que generaron mayor
movimiento en el puerto, desde donde se exportaba a Europa. En la historia peruana el
período que va de la década de 1840 a la de 1880 se conoce como ―Edad del guano‖, cuando
la explotación, comercialización y utilización de este fertilizante fue de gran importancia para
la economía de ese país, llegando a constituir el 80% de sus ingresos fiscales1. La explotación
del guano era compartida con Bolivia. Si bien no adquirió la importancia que había adquirido
para el Perú, la explotación del guano en el litoral boliviano generó algunos cambios
importantes como la pronta desaparición de los changos en la explotación del mismo, la
concesión de su explotación (y de otros minerales) a capitales extranjeros y el creciente
interés del gobierno chileno por el desierto, interés que comenzó a expresarse en
negociaciones diplomáticas y que no concluyeron sino con la Guerra del Pacífico.
Los acontecimientos con España de 1864 que luego se comentarán y un terremoto en 1868
provocaron la paralización del puerto de Cobija y sus inmediaciones, aunque luego se
reactivaría. El gran cambio para el litoral boliviano, y en última instancia para toda la región
atacameña, comenzó en marzo de 1870 con el descubrimiento de una vasta comarca con
afloramientos de plata en Caracoles, localidad cerca a Calama. La plata de Caracoles fue
explotada básicamente por capitales chilenos2.
Además de la plata de Caracoles, en la década de 1860 se había iniciado la explotación del
nitrato en las inmediaciones de lo que más tarde sería la ciudad-puerto de Antofagasta. En
1866 el chileno José Santos Ossa obtuvo de parte del gobierno de Bolivia los derechos para
explotar un salar, para lo cual creó la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, que
también contó con la afluencia de capitales británicos. Más tarde pasó a denominarse
Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta3.
La expansión de esa actividad, estimuló la fundación de Antofagasta, en 1868, como puerto
marítimo boliviano. La producción de nitrato en territorio de Bolivia comenzó en 1869.
Algunas dificultades de las compañías chilenas para explotar los salares de la provincia de
Litoral, fueron resueltos con un tratado de límites celebrado en 1874, que mantenía como
línea divisoria al paralelo 24, pero que habilitaba a las empresas chilenas a explotar los salares
hasta el paralelo 23 sin carga tributaria. De esta forma, Chile avanzaba de hecho hacia el
norte, controlando la explotación de salitre y producción de nitratos, que se exportaban a
través de los puertos de Antofagasta, Cobija y Arica. Pero la mayor importancia estaba en la
explotación que Perú realizaba en la provincia de Tarapacá, donde también era destacada la
presencia chilena, secundada por los capitales británicos4.
El gobierno boliviano, tanto por algunas dificultades institucionales como por la vastedad del
territorio, ejerció escasos controles sobre la actividad desplegada por capitales chilenos,
británicos y de otras nacionalidades en la región5. Las comunicaciones entre el puerto de
Cobija y las ciudades del interior -especialmente Potosí y Sucre- eran muy defectuosas. La
población indígena del área atacameña, changos y atacameños, no fueron considerados
oficialmente bolivianos, a la vez que el Estado mantenía sobre ellos pesadas cargas tributarias.
Pero, por sobre todo, porque los resortes de las principales actividades económicas, tanto la
explotación minera como el intercambio comercial, estuvieron en manos de extranjeros,

1
Cajías 2002:83.
2
Lofstrom 2002:53.
3
Thomson y Angerstein 2000:182-184.
4
Bermúdez 1987:14-18.
5
Lofstrom 2002:54.

— 156 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

provenientes de Chile, la Argentina, el Perú y países de Europa. Originarios de Bolivia eran


militares, policías y burócratas, con una débil autoridad frente a los demás1.
La escasa llegada a la población de Atacama, las dificultadas de comunicación entre el litoral
y el interior de Bolivia, la competencia de los puertos de Valparaíso y de Arica, las inmensas
riquezas del desierto explotadas principalmente por capitales chilenos, y las presiones de las
potencias extranjeras son algunas de las razones que explican por qué Bolivia perdió tan
pronto su litoral ante el avance de Chile2.

Los flujos en la región circumpuneña


En el espacio peruano, durante el siglo XVII, Potosí constituyó el principal centro que generó
una extensa y compleja red comercial que, hacia el sur, alcanzaba a todas las ciudades del
Plata y a Santiago de Chile. En esa red, Salta y Jujuy, aunque pequeñas, se habían
transformado en zonas de intermediación del comercio de ganado entre el sur y el norte.
Además de la cría que se hacía en los valles, allí se engordaba el ganado procedente de otros
lugares, como Santiago del Estero, antes de iniciar la travesía por el Despoblado3. De esta
forma, se puede hablar de un corredor predominante norte-sur, esquema que persistió durante
el siglo XVIII.
Cuando se inició el proceso de revolución y guerra, Salta y Jujuy se transformaron en campos
de batalla. Los innumerables valles constituían refugios temporales ante el avance/retroceso
de los ejércitos ―patriotas‖ y los ―realistas‖. A la vez, Potosí ya había iniciado, mucho antes de
1810, una larga fase de decadencia. Estos dos factores combinados, constituyeron un freno
para la actividad comercial y la circulación en el eje norte-sur. De todas formas, siguieron
fluyendo de sur a norte algunos artículos europeos que ingresaban por el puerto de Buenos
Aires toda vez que la región se pacificaba. La Independencia de Bolivia significó un punto de
inflexión, ya que representó la eliminación de la amenaza realista. A la vez, la nueva
república procedió a la apertura oficial del puerto de Cobija, frustrada la posibilidad de
establecerlo en Arica. Cobija cobró importancia para comerciantes del sur del altiplano
boliviano, mientras que Arica siguió siendo utilizado por los del norte, especialmente de La
Paz. Con ello se inició un lento proceso de reordenamiento de los principales ejes comerciales
de articulación regional.
Tan pronto como terminaron los enfrentamientos y la zona se ―pacificó‖, el comercio se
reactivó. Los cambios en las divisiones administrativas y el inicio del proceso de formación
de los Estados modernos poco incidieron en el funcionamiento de estas rutas, al menos en los
momentos iniciales. En términos generales, las economías del norte argentino, incluyendo a
Tucumán, mantuvieron su dirección predominante hacia el norte, hacia el antiguo espacio del
Alto Perú. La reanimación de estas rutas comenzó a registrarse hacia mediados del siglo XIX
cuando se activó la minería argentífera en un conjunto de yacimientos desperdigados en el sur
altoperuano4. Como antes, el principal producto de comercialización era el ganado en pie, que
se comercializaban en aquellos centros mineros. Entre los principales se encontraba el de
Huanchaca, en la provincia de Poco5.

1
Cajías 2002:70-75.
2
Cajías 2002; Lofstrom 2002.
3
Conti 2003.
4
Conti 1989:428-431.
5
Mitre 1981:18.

— 157 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Desde la década de 1830 el antiguo corredor que unía a Lima con Buenos Aires a través de
Potosí y Córdoba, comienza a perder preponderancia a escala continental, aunque en la región
circumpuneña no desaparece. A lo largo de ese eje se fue produciendo una metamorfosis,
cuyo punto culminante puede ubicarse en el interregno 1879-1884. Algunos de los elementos
que definieron esa transformación, ya estaban presentes en el período anterior a 1879, aunque
inmerso todavía en un esquema que guardaba muchas similitudes con el período colonial.
Uno de esos elementos, como recién se señaló, fue la apertura del puerto de Cobija, que
intensificó las vinculaciones de Potosí, Tupiza, Tarija, Jujuy y Salta con el Pacífico, en
competencia con el comercio por Buenos Aires1. Desde que se habilitó, los comerciantes de
Jujuy y Salta utilizaron ese puerto para sus conexiones con el mercado de ultramar, aunque
también utilizaban el puerto chileno de Valparaíso. Entre las décadas de 1840 a 1860
comerciantes de Jujuy y Salta se establecieron en Cobija. Desde allí importaban productos
procedentes de ultramar y hacia allí exportaban ganado, mulas para el acarreo y vacas para la
alimentación, destinadas a la costa del Océano Pacífico y a los oasis del desierto de Atacama 2.
Esto permitió la reactivación de una ruta secular que unía al este con el oeste, transversal al
camino norte-sur.
Además del puerto, otros puntos destacados eran las ferias anuales. Como espacios de
comercialización, las ferias constituyeron una de las permanencias más notables del período
colonial en tiempos republicanos. Las ferias eran numerosas, aunque con distintas jerarquías,
y garantizaban la redistribución de las producciones en un esquema de división regional del
trabajo. En las ferias no sólo participaban los grandes comerciantes. Estas eran también
ocasiones para el trueque interétnico3. Entre las numerosas ferias que se distribuían a lo largo
de la región circumpuneña, una de las más importantes era la de Huari, en Bolivia, al sur de la
ciudad de Oruro, la cual siguió funcionando durante las primeras décadas del siglo XX. A esta
feria llegaban, todos los años, troperos y arrieros provenientes de los Valles Calchaquíes, San
Fernando del Valle de Catamarca, los valles de Lerma y Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero
y Córdoba. En la medida que las ciudades próximas a Buenos Aires se articularon en forma
decisiva con el mercado agroexportador a través del puerto de esa ciudad, se redujeron los
envíos de ganado al Alto Perú. Las ciudades y pueblos ubicados hacia el norte de Tucumán,
mantuvieron las conexiones tradicionales4.
La circulación entre el conjunto de lugares poblados de la región circumpuneña estaba
motorizada por dos factores. El primero era la demanda de ganado vacuno y mular generado
en los yacimientos mineros del sur de Bolivia. Los circuitos coloniales orientados hacia
Potosí, detenidos durante el largo período previo a la organización del Estado argentino, se
revitalizaron durante la segunda mitad del siglo XIX. Los nuevos centros mineros se
distribuían en las provincias de Porco, Chichas y Chayanta. Esto provocó un reordenamiento
de antiguos circuitos que funcionaban en el contexto del espacio peruano. Las ciudades de
Salta y Jujuy, con un sector importante especializado en la comercialización de ganado, se
vieron beneficiadas por este auge argentífero altoperuano, iniciado en la década de 1840.
Otro factor importante en la reactivación de las rutas se debía al comercio campesino, a una
escala completamente diferente. No se trataba del comercio realizado por comerciantes de
lugares tan distantes entre sí como Oruro, Valparaíso y Córdoba, sino de la complementación
entre diferentes zonas de la región circumpuneña. Parte de ese comercio se originaba en la
necesidad que tenían los campesinos para conseguir el dinero con el cual pagar sus cargas

1
Conti 1993:68-70.
2
Conti 2001:235-245.
3
Madrazo 1981.
4
Conti 1989.

— 158 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX
1
impositivas . Otra parte respondía a las necesidades de realizar trueques interétnicos,
facilitando la complementación de grupos ubicados en diferentes pisos ecológicos 2. Un
producto que circulaba con dirección norte-sur era la coca, procedente de Cochabamba.
Pastores de la Puna obtenían este bien sumamente apreciado, a cambio de sus productos. No
obstante el comercio de la coca hacia el norte argentino era limitado durante la mayor parte
del siglo XIX. Esto cambió con la inmigración de población procedente de Bolivia, atraída
por los ingenios azucareros3.
La reactivación del mercado jujeño y salteño, orientado hacia al mercado externo andino y
pacífico, se producía en el mismo momento en que se terminaba de estructurar el mercado
pampeano, con una orientación predominante hacia los países de ultramar. Esto respondía a
las políticas implementadas por las oligarquías ganaderas del litoral argentino que inducían a
las economías de las regiones cordilleranas a abastecer a otros mercados, sin generar una
competencia no deseada en el voluminoso mercado europeo4.

El legado colonial: diferenciación territorial de los Estados andinos del


Cono Sur
Las reformas borbónicas del siglo XVIII propiciaron una reorganización política en los
territorios coloniales, que respondía sobre todo a las necesidades de mejor administración y
defensa5. En primer lugar se dispuso la creación formal del Virreinato del Río de la Plata en
1777, con centro en Buenos Aires, constituido de hecho en 17766. El reino de Chile, que
existía como entidad diferenciada dentro del Imperio Español, y ciertamente aislada, mantuvo
esa condición7. Hacia el noreste se encontraba el imperio portugués y hacia el noroeste el
Virreinato del Perú.
Desde 1782 entró en vigencia la Ordenanza de Intendentes, que dividió al Virreinato del Río
de la Plata en ocho unidades administrativas: las Intendencias de Salta del Tucumán, Córdoba
del Tucumán, Paraguay, La Plata, Cochabamba, Potosí, La Paz y la Intendencia General de
Ejército y Provincia de Buenos Aires. Montevideo, Las Misiones y las provincias de Mojos y
Chiquitos, en los límites complejos del Virreinato, quedaban fuera del sistema de
intendencias, como gobernaciones militares inmediatamente subordinadas al virrey8. La
Capitanía General de Chile fue dividida en dos Intendencias: Santiago al norte y Concepción
al sur9.
Lo que más tarde conformaría la ―región circumpuneña‖, por entonces, y sólo a los fines de
rastrear algunos antecedentes, estaba repartido entre dos unidades administrativas: Salta del
Tucumán y Potosí. Salta del Tucumán, con asiento en la ciudad de Salta, abarcaba las
ciudades coloniales de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y Orán. Al
norte se encontraba la Intendencia de Potosí, creada por una Ordenanza de 1784. Como
describe su primer gobernador, a la jurisdicción de esa villa se añadieron cinco partidos:

1
Langer y Conti 1991:97.
2
Madrazo 1981.
3
Soux 1991:98.
4
Ver Campi 2000.
5
Halperin Donghi 1969:39.
6
Chiaramonte 1992:290.
7
Halperin Donghi 1969:38.
8
Chiaramonte 1992:293.
9
Collier y Sater 1996:39.

— 159 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Porco, Chayanta, Chichas, Lípez y Atacama. De oeste a este, los partidos que limitaban con la
Intendencia de Salta del Tucumán eran Atacama y Chichas. Atacama, confinante con la
Capitanía de Chile por el sur y el partido de Tarapacá, perteneciente a Lima, por el norte,
incluía San Pedro de Atacama, Chiuchiu y Cobija como sus principales núcleos. Dentro de
Chichas se encontraban Talina, Tupiza, Chacaya, Cotagaita, Calcha, Esmoraca y Tarija 1. La
Capitanía de Chile confinaba, al norte, con el Desierto de Atacama.
Estas reformas intentaban que las jurisdicciones administrativas coincidieran con las
eclesiásticas. Por esa razón, hubo algunos reacomodamientos. En 1807 se creó el Obispado de
Salta, y Tarija fue anexado a esa jurisdicción. Atacama también fue segregada de Potosí e
incorporada a Diócesis de Cuzco. Pero se trata de un proceso iniciado cuando el sistema
colonial ya se encontraba resquebrajándose, y que no culminó, ya que fue interrumpido por
las guerras de Independencia. Estos reacomodamientos son importantes porque, como se verá
después, constituyen la materia de argumentaciones utilizadas por la historiografía salteña
para explicar derechos territoriales de la provincia de Salta sobre Tarija y Atacama.
Hacia 1810 se inició en América el proceso de emancipación colonial, cuyo resultado sería la
fragmentación política del vasto territorio colonial, por entonces débilmente controlado por
España. Desaparecida la autoridad real, en el ámbito del Río de la Plata se desarrollaron los
movimientos independentistas que dieron origen a la República del Paraguay (1811), a las
Provincias Unidas del Río de la Plata (1816), a la República de Bolivia (1825) y a la
República Oriental del Uruguay (1828), en el ámbito del Virreinato del Río de La Plata. Por
su parte, la República de Chile (1818) fue un legado de la Capitanía General de Chile.
Los años entre paréntesis son hitos institucionales que señalan el inicio del tortuoso proceso
de formación de los Estados nacionales, y por lo tanto del Cono Sur de América. Cada
experiencia tuvo sus particularidades, derivando en una más pronta o más tardía conformación
institucional del aparato estatal, creación de los mecanismos destinados al control del
territorio y constitución como entidad nacional.
En Chile se logró rápidamente el afianzamiento de un poder centralizado, lo que significó una
más pronta consolidación del Estado nacional, inicialmente ligado a intereses tanto urbanos
como rurales, y después fuertemente a los intereses mineros. La pronta organización del
aparato administrativo favoreció el más rápido control del territorio chileno y el inicio de una
política de expansión hacia el sur y hacia el norte2.
En Bolivia, a la relativamente pronta constitución como Estado independiente, le seguiría un
proceso de débil conformación de su aparato central de poder, y esto se manifestaría en un
débil control territorial, especialmente de aquellas áreas alejadas del altiplano andino. A
mediano y largo plazo, esto tendría como consecuencia la pérdida de territorios inicialmente
controlados por Bolivia, entre ellos la costa del Pacífico. En este caso el poder central se
consolidó inicialmente en torno a los intereses mineros, como un poderoso relicto del período
colonial, aunque en conflicto con los intereses agrícolas3.
El Estado argentino, finalmente, con prolongadas guerras civiles, fue el que más tiempo
demoró en organizarse y establecer un sistema de control sobre el vasto territorio que
finalmente integró. En este caso fueron los sectores ganaderos y comerciantes los
incontestablemente poderosos que, al cabo de varias décadas y especialmente en la etapa
rosista, lograron imponer sus intereses en la gestión del Estado nacional4.

1
del Pino Manrique 1787:18-19.
2
Oszlak 1982:21; Escudé 1984:4.
3
Oszlak 1982:22.
4
Oszlak 1982:23.

— 160 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Entre 1810 y 1853 el conjunto de pueblos que se encontraban dentro de lo que hoy es la
República Argentina, careció de texto constitucional y de una unidad política definitiva,
aunque existieron algunos gobiernos centrales y pactos federales entre los pueblos, resultando
de ello una organización política caracterizada por la provisionalidad permanente1.
En 1820, cuando ya habían fracasado las primeras tentativas de alcanzar una unión política
duradera, luego de perder frente a las tropas federales en la batalla de Cepeda, la provincia de
Buenos Aires declaró su autonomía. El movimiento autonomista y la fragmentación territorial
se habían iniciado poco antes, con la escisión de Entre Ríos y Corrientes bajo la Liga de los
Pueblos Libres acaudillada por Artigas o del movimiento autonomista iniciado por Güemes en
Salta, pero a partir de 1820 se profundizó2. El territorio de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, separado el Alto Perú y la Banda Oriental del Uruguay, entre 1820 y 1834 se fue
dividiendo en 14 provincias autónomas, las cuales fueron redactando sus propias
constituciones y formando en la práctica una tenue organización confederal. Los territorios
provinciales se organizaron en torno a ciudades con cabildo fundadas durante la Colonia, que
desde el proceso iniciado en 1810 habían tenido un papel político destacado3.
Mientras que en el ámbito del Río de la Plata las provincias avanzaban hacia esta débil
organización institucional autónoma, el Alto Perú seguía controlado por el Ejército realista.
En 1824, finalmente, el ejército bolivariano logró la ―liberación del Alto Perú‖, al mando de
Antonio José de Sucre. A diferencia de la postura que compartían Simón Bolívar y José de
San Martín de mantener la antigua unidad territorial de la colonia, Sucre era partidario de la
autonomía del Alto Perú.
El Congreso reunido en Buenos Aires, en un nuevo y fallido intento de unificación de las
Provincias del Plata, dispuso que las cuatro provincias que formaban el Alto Perú quedaran en
plena libertad para disponer a su suerte ―según crean convenir a sus intereses y a su
felicidad‖ 4. Finalmente, el 6 de agosto de 1825 el Congreso reunido en Chuquisaca declaró la
Independencia del Alto Perú, otorgándole al surgente país el nombre de ―República de
Bolívar‖, luego ―Bolivia‖. El territorio que este Congreso reivindicaba como propio era la
antigua jurisdicción de la Audiencia de Charcas, que incluía cuatro provincias: Charcas, La
Paz, Potosí y Santa Cruz5.
En 1828 Sucre fue destituido en la presidencia y sucedido por Andrés de Santa Cruz. El
gobierno presidido por Santa Cruz pronto manifestó el interés por incorporar Salta, Jujuy y
Orán a la República de Bolivia, en el sur, las tierras circundantes al lago Titicaca en el norte y,
sobre todo, el puerto peruano de Arica. Luego de sucesivas idas y vueltas entre los gobiernos
de Perú y Bolivia, Santa Cruz finalmente logró que se formara la Confederación Peruano-
boliviana en 1836. El siguiente paso sería avanzar hacia el sur y especialmente hacia Jujuy,
explotando los sentimientos separatistas que existían en esta provincia desde su autonomía en
18346.
Los objetivos perseguidos por Santa Cruz pronto entraron en conflicto con los vecinos del sur:
el Río de la Plata y Chile. Una oportunidad para anexar Tarija al ámbito rioplatense, tuvo
lugar cuando la Confederación del Río de la Plata comandada por Juan Manuel de Rosas se
enfrentó con la Confederación Peruano-boliviana. En las provincias del norte se había

1
Chiaramonte 1993:81-83.
2
Halperin Donghi 1993:175-176.
3
Chiaramonte 1993.
4
Lecuona 1924:269.
5
Cuadros 1979:193.
6
Langer 1987:142-143. También, Cuadros 1979.

— 161 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

formado el ―Protectorado de Tucumán‖, que incluía Tucumán, Salta y Jujuy, cuyo gobernador
era Alejandro Heredia. Cuando el gobierno de Chile tomó la iniciativa de arremeter contra su
vecino del norte, Juan Rosas declaró la guerra a la Confederación Perú-Bolivia el 19 de mayo
de 1837. Para la confederación de provincias argentinas la llamada ―Guerra con Bolivia‖
terminó cuando Heredia fue asesinado en 1838. La intervención militar chilena fue decisiva,
obligando a Bolivia a firmar un tratado de paz en 1839, poniendo término a las aspiraciones
de expansión territorial. Además de eso, algunos sucesos internos en Bolivia dieron por tierra
con los objetivos de Santa Cruz, quien finalmente debió emigrar1.
Si bien esta Guerra no generó un reacomodamiento territorial significativo, puede
considerarse como uno de los primeros episodios de confrontación de los tres Estados por el
control de sectores de la ―región circumpuneña‖. En otras palabras, se trataba de uno de los
antecedentes de las disputas geopolíticas que caracterizaron las relaciones interestatales del
Cono Sur de las últimas décadas del siglo XIX.
En el ámbito del Río de la Plata, en 1853, con la sanción de una Constitución Nacional, se
gestó la Confederación Argentina, que existió entre 1853 y 1862, con la provincia de Buenos
Aires escindida. La Confederación Argentina y Buenos Aires mantuvieron relaciones
conflictivas que derivaron en un enfrentamiento en 1861, en el arroyo de Pavón, ganado por
parte del ejército de Buenos Aires. Esto allanó el camino para la organización del Estado
argentino2. Este proceso culminaría hacia fines de la década de 1870, a lo largo de las
presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda.

Las divisiones que atravesaron la “región circumpuneña”


Como ya se señaló, la ―región circumpuneña‖ se encontraba en pleno funcionamiento hacia la
década de 1880. No obstante, pueden rastrearse vestigios de este ámbito, caracterizado por la
intensidad de intercambios, hacia atrás en el tiempo. Esta región estaba atravesada por una
serie de límites que, si bien no habían sido demarcados con precisión a través de documentos
de validez internacional, de hecho operaban como marcas interestatales. El escenario que se
está reconstruyendo, hacia la década de 1830, se localizaba en la zona de contacto entre la
República de Bolivia y las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La ciudad de Potosí, ubicada hacia el norte, inicialmente formaba parte de las Provincias
Unidas del Río de la Plata. Con la Independencia de Bolivia, desde 1825 quedó
definitivamente integrada a ese país. El territorio de Bolivia se dividió en departamentos. Al
este del ahora ―Departamento de Potosí‖ el gobierno boliviano creó el de Tarija y al Oeste el
de Atacama, que antiguamente integraban la ―Intendencia de Potosí‖.
Al sur y sureste se encontraban el conjunto de unidades en las que se dividió Salta del
Tucumán, y que se mantuvieron dentro del área de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
luego Confederación Argentina y finalmente República Argentina. En 1814, cuando en el Río
de la Plata se había establecido la figura del Director Supremo, Gervasio Posadas, el primer
Director, dispuso la división de Salta de Tucumán en dos Intendencias: Tucumán, Santiago y
Catamarca conformaron la Intendencia de Tucumán; Salta, Jujuy, Orán y Tarija formaron la
Intendencia de Salta3. En la década 1820, luego de la disolución del Directorio, como las
demás, Salta se convirtió en una provincia autónoma. En 1821 se aprobó y promulgó la

1
Halperin Donghi 1993:348-350.
2
Oszlak 1982:35.
3
Figueroa Solá 1991:141-142.

— 162 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

primera Constitución de la provincia y se nombró a su primer gobernador1. Desde entonces,


Salta comenzó su proceso de conformación como entidad territorial autónoma, proceso que
tendría término en 1853 con la sanción de la primera Constitución Nacional y la formación de
la Confederación Argentina. En ese período, dos importantes ciudades que integraban la
provincia de Salta se segregaron. La primera fue Tarija que en 1825 se incorporó a Bolivia y
la segunda fue Jujuy, que en 1834 se declaró provincia autónoma, la última en alcanzar tal
situación.
Estas divisiones administrativas, pareciera, poco incidieron en la circulación arterial de bienes
y personas entre el conjunto de lugares circumpuneños articulados por vínculos comerciales,
culturales y familiares de larga data.
Como se reseñaba más arriba, los procesos de organización estatal fueron dispares. La
Confederación Argentina, en particular, se encontraba en cierta desventaja con respecto a los
países vecinos, en la medida que aquellos lograron una más rápida organización institucional
y control territorial. La omisión de referencias sobre los límites territoriales en el texto
constitucional de 1853, de la Argentina, puede considerarse como un reflejo de la menor
importancia relativa dada a la cuestión. Por el contrario, el texto de la Constitución Política de
Chile de 1822 ya fijaba en la cordillera de Los Andes el límite oriental del territorio de ese
país. Este aspecto fue ratificado por las siguientes constituciones2. El artículo 3 de la
Constitución de 1822 decía:
El territorio de Chile conoce por límites naturales: al sur, el Cabo de Hornos; al norte, el
despoblado de Atacama; al oriente, los Andes; al occidente, el mar Pacífico. Le pertenecen
las islas del Archipiélago de Chiloé, las de la Mocha, las de Juan Fernández, la de Santa
María y demás adyacentes3.
No se definían con precisión por donde pasaban los límites, para eso había que entablar
negociaciones con los países vecinos. El gobierno de la Confederación Argentina y el de la
República de Chile iniciaron la discusión de los primeros convenios a mediados de la década
de 1850, y fue entonces cuando suscribieron el primer Tratado de ―Paz, amistad y
navegación‖. Este Tratado es un primer paso en el proceso de fijación limítrofe, al afirmar
que,
Ambas partes contratantes reconocen como límites de sus respectivos territorios, los que
poseían como tales al tiempo de separarse de la dominación española, el año 18104
Hasta la década de 1880 no se produjo ningún otro acuerdo de importancia.
La guerra que la Confederación Perú-Bolivia mantuvo con su vecinos del sur y la ―Guerra con
España‖ fueron dos ocasiones en las cuales el Estado boliviano se vio obligado a ceder sus
pretensiones de soberanía territorial y de avanzar en el proceso de fijación limítrofe con sus
vecinos de la cuenca del Pacífico. Concomitantemente, la división entre las antiguas
Intendencias de Potosí y de Salta del Tucumán, que no estaba claramente definida, se
convirtió, de hecho, en el límite interestatal argentino-boliviano.
Este límite funcionó hasta 1889, cuando se estableció el primer tratado interestatal al
respecto5. Hasta entonces, la Confederación Argentina había firmado con Bolivia un tratado

1
Figueroa 1977:40.
2
Lacoste, P. 2003:199-205.
3
Constitución política del Estado de Chile sancionada y promulgada en 30 de octubre de 1822
www.bcn.cl/imag/pdf/constituciones/const1822.pdf.
4
En: www.soberaniachile.cl.
5
C f. B ecerra 1 8 87 :2 2 . E ste auto r m encio na d o s ―lind ero s, q ue se d icen han sid o p uesto s p o r B o livia‖ en el ab ra
de Chorrillos.

— 163 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

en 1858, otro en 1865 y otro en 1868, pero en ninguno de ellos se avanzó sobre la cuestión
territorial. Evidentemente, el interés de Buenos Aires no estaba puesto en estas tierras
alejadas, tanto en términos geográficos como económicos.
El gobierno argentino sí estaba, por entonces, ocupado por resolver otra cuestión con sus
vecinos del nordeste. La ―Guerra del Paraguay‖ o de la ―Triple Alianza‖ fue entablada desde
mayo de 1865 por Argentina, Brasil y el Uruguay contra Paraguay. Para la Argentina
constituyó un acontecimiento acelerador del proceso de organización nacional1. A la vez, esta
guerra permitiría establecer un nuevo equilibrio de poder y el inicio de una hegemonía
conjunta de la Argentina y Brasil en el ámbito del Río de la Plata2.
Las relaciones entre Chile y Bolivia fueron conflictivas más tempranamente, en comparación
con las relaciones que cada uno de estos países mantuvo con la Argentina. Ciertamente, la
política argentina estaba orientada a disputar la hegemonía en el ámbito del Río de la Plata y
del Atlántico sur. Además, la frontera económica del Estado chileno ejerció presión sobre el
territorio boliviano desde por lo menos la década de 1830. Con la victoria en 1839 sobre la
Confederación Peruano-boliviana, Chile había logrado establecer su hegemonía sobre el
Pacífico y garantizar el control en la difusa frontera del Desierto de Atacama. Finalmente, en
la década de 1860, Chile lograría una primera fijación del límite con Bolivia. El detonante fue
el último intento de reconquista española. En 1864 el Reino de España ocupó la isla guanera
de Chinchas. Esta intentona dio lugar a una alianza transitoria entre Chile, Bolivia, Perú y
Ecuador, que finalmente derrotó a España. Con ese trasfondo, en 1866 Bolivia y Chile
firmaron el primer tratado de límites, que desde entonces quedó fijado en el paralelo 24º de
Lat. Sur3.

1
Halperin Donghi 1969:249-252; Halperin Donghi 1980.
2
Monteoliva 1998:199-215.
3
Cuadros 1979.

— 164 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

La región circumpuneña y la competencia


territorial en el Cono Sur (1879-1889)
En el Cono Sur, solamente después de mediados del siglo XIX la definición territorial, y la
fijación de límites en particular, se fue instalando en la agenda de las relaciones
internacionales como una cuestión imperiosa a resolver. Por ―fijación de límites‖ puede
entenderse el proceso tendiente a definir por dónde debe pasar el ―límite interestatal‖.
Generalmente se inicia con la redacción y suscripción de acuerdos por parte de los cuerpos
diplomáticos entre pares o grupos de Estados, aún después de una contienda bélica; sigue con
los respectivos acuerdos parlamentarios; termina con la demarcación de límites en el terreno,
a cargo de comisiones técnicas binacionales. Al menos esta fue la experiencia en el Cono Sur.
Muchas veces, este proceso tuvo una segunda etapa de ―mantenimiento de límites‖, para
ajustar la ubicación o aumenta del número de hitos limítrofes establecidos con anterioridad,
aunque sin cambiar sustancialmente el trazado1.
Entre los tres Estados andinos del Cono Sur, este proceso de aceleró en el quinquenio que se
inicia en 1879. Argentina y Chile, llevaron a cabo dos de las empresas expansionistas más
ambiciosas y más exitosas de la historia de Sudamérica, desplazando las fronteras para ocupar
grandes extensiones que todavía ningún Estado nacional controlaba o lo hacía en forma tenue.
La conquista del Desierto de Atacama y la vertiente pacífica de la cordillera patagónica por
parte de Chile, y la conquista de la Patagonia oriental y buena parte del Gran Chaco por parte
de la Argentina, ocurrió en esos años. En este período Bolivia, en cambio, perdió el acceso
directo al mar.
Hasta 1879 las cordilleras orientales de San Pedro de Atacama no constituían tierras que, en
particular, fuera disputado por Chile o Argentina. Lo que más tarde se comenzó a llamar
―Puna de Atacama‖, hasta esa fecha formaba parte de una entidad mayor que pertenecía a
Bolivia, la provincia de Atacama. No hay evidencias que lleven a pensar en un interés del
gobierno argentino por controlar esa zona, o de iniciativas por avanzar militarmente hacia el
Pacífico por el norte. Sí existía cierto interés por la provincia de Tarija, cuestión que se
manifiesta en diferentes fuentes. La Argentina, y sobre todo la provincia de Salta,
cuestionaban la incorporación de Tarija al Estado boliviano, resuelta en 1825. En el Desierto
de Atacama, por su parte, las empresas chilenas habían iniciado un proceso de ocupación del
litoral. El Estado chileno había logrado avanzar su frontera política hacia el norte, con algunos
vaivenes, pero sobre todo logró expandir la frontera minera. La resolución de esta cuestión,
pendiente desde el período de revolución y guerra, se vio acelerado con los combates de 1879.
Como un resultado ulterior de esta guerra, probablemente no previsto, y del juego diplomático
establecido entre la Argentina, Bolivia y Chile en el deslinde trifinio, surgió un territorio
litigioso que al cabo de un tiempo fue denominado Puna de Atacama. Entre 1889 y 1899 la
Puna de Atacama se transformó en un ámbito que articuló las disputas territoriales entre los
tres países y al hacerlo cobró cierta entidad, al menos en el plano institucional. A la vez,
siguió siendo la zona de tránsito de las rutas que conectaban a los extremos horizontales de la
―región circumpuneña‖. Como antaño, pero con mayor intensidad, con nuevos intereses y en
un contexto capitalista, las tierras altas de Atacama comenzaron a ser atravesadas por un
tráfico de arriería, uniendo la costa pacífica con las selvas y montes del oriente andino.

1
Ver: Minvielle 1994:78-79.

— 165 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Pero la Guerra del Pacífico, y la dinámica diplomática en torno a la Puna de Atacama, no es


un episodio aislado. En la década de 1870, la Patagonia, al igual que el Gran Chaco y una
parte significativa del Desierto de Atacama eran regiones donde sus poblaciones tenían gran
autonomía con respecto al funcionamiento de la economía argentina o chilena. Igualmente, las
sociedades indígenas mantenían redes de intercambio con las poblaciones que se encontraban
allende esas inestables fronteras. Las sociedades indígenas del suroeste pampeano, del sur
mendocino o sur de la Araucanía mantenían extensos circuitos comerciales que conectaban a
los mercados argentino y chileno a través de los pasos andinos de la Patagonia1. Algo similar
ocurría en la frontera chaqueña. De todas formas, esas regiones permanecían fuera del control
de los estados nacionales linderos.
Hacia el sur, tanto el Estado argentino como el chileno, habían desplazado la frontera con el
indio, en distintas etapas a partir de mediados del siglo XIX. De todas formas, fue Chile quien
inició más tempranamente las acciones sistemáticas que dieron como resultado el avance
efectivo de la frontera y el control de la región conocida como Araucanía. Hasta la década de
1860 se habían ocupado, en forma más o menos espontánea, tierras ubicadas a lo largo de la
frontera araucana, por parte de colonos independientes. Desde entonces el Estado chileno
comenzó a dirigir el proceso de poblamiento y avance de la línea fronteriza. En 1862 la
frontera había llegado hasta el río Malleco, al sur del Bío-Bío, donde se fundó Angol. Para
1865 se había corrido hasta el río Toltén y en 1878 se ocupó el río Traiguén2.
En 1879 Chile estaba enteramente volcado a la expansión de la frontera norte y allí se
concentraron todos los esfuerzos militares, razón por la cual la conquista de los territorios
indígenas en el sur se detuvo. Ese año el gobierno argentino inició la tradicionalmente
denominada ―Conquista del Desierto‖, una serie de campañas militares que permitieron la
desestructuración de los territorios controlados por las sociedades indígenas de la Patagonia y
el arrinconamiento de la población, en un proceso que culminó hacia 1885 con el
sometimiento de los últimos caciques3. Con el inicio de la campaña militar, durante la
presidencia de Nicolás Avellaneda, se dictó la Ley de Fronteras, por la cual el Estado
argentino creó la Gobernación de la Patagonia, que se extendía desde el río Colorado hasta el
Cabo de Hornos. Esta gran conquista territorial, que en sus momentos decisivos estuvo bajo
las órdenes del General Julio Roca, permitió la incorporación de una superficie de más de un
millón de kilómetros cuadrados4. En 1884 la Gobernación de la Patagonia fue dividida en
cinco Territorios Nacionales -Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego-
además del Territorio Nacional de La Pampa.
Los episodios bélicos ocurridos entre 1879 y 1884, que tuvieron como principal escenario al
litoral del Desierto de Atacama, y que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú, es conocido como
―Guerra del Pacífico‖ o también como ―Guerra del Salitre‖. Ambas denominaciones dan
cuenta tanto del escenario como del principal e inmediato botín de guerra: los riquísimos
yacimientos salitreros desparramados por las pampas de los hasta entonces departamento
boliviano de Atacama y peruano de Tarapacá.
Existe una no casual coincidencia entre el primer episodio por el cual Bolivia le declaró la
guerra a Chile, la ocupación militar chilena del puerto de Antofagasta el 14 de febrero de
1879, y el 16 de abril de 1879, fecha en que el general Julio Roca salió de Buenos Aires con
rumbo a la frontera sur5.

1
Mandrini 1991:120-128.
2
Bandieri 2005.
3
Bandieri 2000:129-134, incluyendo mapa de la página 131.
4
MI, Memoria de 1914-1915. Ver Cuadro 3.4.
5
Clementi 1987:186.

— 166 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

De la misma forma, años después el gobierno argentino avanzó sobre el Gran Chaco en
momentos en que Bolivia, derrotada, firmaba el Pacto de Tregua con Chile. Como
consecuencia del Tratado de la Triple Alianza, el Estado argentino había logrado controlar
parte del Gran Chaco, por el flanco oriental. Culminada esa guerra las actuales provincias de
Formosa y Chaco y una extensa porción del actual Chaco paraguayo quedaron dentro de la
Argentina. En 1872 ese territorio se transformó en la Gobernación Nacional del Gran Chaco
Argentino. Finalmente, un fallo arbitral de Estados Unidos en 1878 estableció el límite
interestatal, sobre el río Pilcomayo, y una parte de aquella gobernación retorno a Paraguay1.
Pero el Gran Chaco seguía siendo tierra de indios. Además, todavía no estaban resueltas las
cuestiones limítrofes con Bolivia. Fue durante la administración del entonces presidente
argentino Julio Roca cuando se inició la ―Campaña al Chaco‖ en 1884, esta vez al mando del
General Benjamín Victorica. Ese año, la Gobernación del Gran Chaco fue dividida en dos:
Chaco y Formosa. Por entonces, Chile retomaba la empresa expansiva hacia el sur.
De esta forma, en los años posteriores a 1879, los Estados del Cono Sur pasaron de las
argumentaciones sobre las posesiones de jure a las más categóricas posesiones de hecho, para
luego empezar o continuar las negociaciones por el trazado definitivo de los límites.

La guerra del Pacífico y la emergencia de un territorio a disputar


El inicio de la explotación peruana del nitrato, en la provincia de Tarapacá, fue simultáneo al
declive del ―ciclo del guano‖, de la década de 1870. El ―ciclo del nitrato‖ fue promovido por
la demanda que de ese mineral generaron los contendientes de la ―Guerra franco-prusiana‖. El
desarrollo de la economía del nitrato había sido posible por la creciente intervención chilena
tanto por el origen de los capitales invertidos, como por el de los trabajadores. Por esa vía,
además, intervinieron en la región tanto Gran Bretaña como los Estados Unidos. La influencia
chilena era aun más acentuada en el sector boliviano. La explotación salitrera estimuló la
fundación del puerto boliviano de Antofagasta en el sur y el crecimiento del puerto peruano
de Iquique en el norte. Además, los capitales extranjeros también controlaban la explotación
de plata en Caracoles2.
Ante la creciente hegemonía que Chile cobraba en el Pacífico sur, el Perú estableció con
Bolivia un tratado de alianza, firmado el 6 de febrero de 1873.
Art. 1º.- Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su
independencia, su soberanía y la integridad de sus territorios respectivos, obligándose en
los términos del presente tratado a defenderse de toda agresión exterior, bien sea de uno y
otros Estados independientes, o de fuerzas sin bandera que no obedezcan a ningún poder
reconocido.
Desde Lima se iniciaron negociaciones con Buenos Aires para incluir a la Argentina en ese
tratado, pero finalmente no se concretó. Este tratado establecía que cualquiera de los dos
países entraría en guerra, junto con el otro, en caso de agresión de un tercero.
Al año siguiente, ante las presiones de Chile, Bolivia firmó un nuevo tratado de límites. El
que habían firmado estos dos Estados en 1866 lo fijaba en el paralelo del grado 24 - sur.
Además, establecía una franja fiscal compartida entre los paralelos 23º y 25º. Las rentas se
dividirían por mitades entre Chile y Bolivia. La experiencia no fue exitosa y Chile quiso
resolver la cuestión. El Tratado de Paz y Amistad de 1874 fijaba nuevamente el límite en el
paralelo 24º de latitud Sur, al tiempo que establecía las normas de explotación extrajera del

1
Gordillo y Leguizamón 2002:23-24.
2
Querejazu Calvo 1983:38; Bermúdez 1987:31-32.

— 167 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

salitre y los aranceles de exportación, los cuales no debían superar lo que se cobraba hasta
entonces.
En 1877 un sismo había causado grandes destrozos en los puertos bolivianos de Tocopilla,
Cobija, Mejillones y Antofagasta. Para hacer frente a los gastos de restauración, en 1878 el
gobierno del presidente boliviano Hilarión Daza determinó el aumento del impuesto a la
Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta de capitales chilenos, pionera en la
explotación del salitre de la Provincia de Atacama1. Ante esta medida, que violaba el tratado
de 1874, el gobierno de Chile reclamó al gobierno boliviano, el cual insistió con el cobro del
nuevo impuesto. Esta respuesta significaba el incumplimiento de lo acordado, y no hizo más
que prender la mecha. Como Bolivia finalmente no rectificó su decisión, el 14 de febrero de
1879 Chile inició la ocupación del puerto de Antofagasta2.
El 1º de mayo de 1879 Bolivia le declaró formalmente la guerra al gobierno chileno. Perú,
como consecuencia del tratado de 1873, también entraba en guerra3. Chile venció rápidamente
la resistencia de Bolivia, quien perdió el control de Calama y San Pedro de Atacama en
diciembre de 1879. El enfrentamiento entre Chile y Perú siguió hasta 1881, aunque ese país
ya había perdido la guerra en 1880 cuando el ejército chileno tomó el emblemático morro de
Arica. Una vez controlada la Provincia de Tarapacá, Chile avanzó en su intentona con la
ocupación de la ciudad de Lima. Esta ocupación se prolongó hasta 1884 cuando finalmente se
firmaron los pactos de tregua4.
En Lima, el 20 de octubre 1883, Chile y Perú firmaron el Tratado de Ancón, por el que se
restableció la paz entre Perú y Chile. Asimismo, Chile pasaba a controlar ―a perpetuidad‖ la
provincia de Tarapacá, mientras que el territorio de Tacna y Arica sería controlado por Chile
durante los siguientes diez años. Al término de ese período, se definiría cuál sería la
pertenencia estatal de esos territorios a través de un plebiscito de las poblaciones
involucradas.
Art. 2°.- La República del Perú cede a la República de Chile, perpetua e
incondicionalm ente, el territorio de la provincia litoral de T arapacá…
Art. 3°.- E l territorio de las provincias de T acna y A rica… continuará poseído p or Chile y
sujeto a la legislación y autoridades chilenas durante el término de diez años, contados
desde que se ratifique el presente tratado de paz. Expirado este plazo, un plebiscito
decidirá en votación popular, si el territorio de las provincias referidas queda
definitivamente en el dominio y soberanía de Chile o si continúa siendo parte del territorio
peruano…
Al final, la cuestión de límites entre ambos países se dilató y pasaron más de tres décadas para
que se resolviera. Mientras tanto, Chile negociaba una posible salida de Bolivia por el
Territorio de Tacna y Arica, negociación que fracasó. Chile y el Perú firmaron numerosos
documentos, pero recién en mayo de 1929 el territorio en disputa finalmente se partió en dos.
Así, Arica permanecería dentro de Chile, mientras que Tacna pasaba al Perú5.
Por su parte, Chile y Bolivia habían firmaron el 4 de abril de 1884 el Pacto de Tregua, por el
cual se dio por terminada la Guerra del Pacífico. Por ese pacto se establecía que Chile pasaba
a tener el dominio sobre el litoral del Pacífico comprendido entre la desembocadura del río
Loa y el paralelo de 23º de latitud sur.

1
Querejazu Calvo 1982:15.
2
Bermúdez 1987:28.
3
Clementi 1987:179; Bermúdez 1987:28.
4
Clementi 1987:180.
5
Téllez Lugano 1989:191-193.

— 168 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

2°.- La República de Chile, durante la vigencia de esta tregua, continuará gobernado con
sujeción al régimen político y administrativo que establece la ley chilena los territorios
comprendidos desde el paralelo 23 hasta la desembocadura del río Loa en el Pacifico,
teniendo dichos territorios por límite oriental una línea recta que parta de Sapalegui
[Zapaleri] desde la intersección con el deslinde que lo separa de la República Argentina
hasta el volcán Licancabur. De este punto seguirá una recta a la cumbre del volcán
apagado Cabana; de aquí continuará otra recta hasta el ojo de agua que se halla más al
sur del lago Ascotán, y de aquí otra recta que, cortando a lo largo de dicho lago, termine
en el volcán Ollagüe. Desde este punto, otra recta al volcán Tua, continuando después la
divisoria entre el departamento de Tarapacá y Bolivia.
Pero el deslinde con la República Argentina nunca había sido acordado y traducido en un
documento legal. Así, la aplicación de los términos del pacto de tregua dio origen a
numerosas dificultades y a la inclusión de un tercero que hasta entonces se había mantenido
en situación neutral: la Argentina. La falta de claridad abrió un período de interpretaciones,
controversias y conflictos que involucró a la Argentina, Bolivia y Chile por el control de un
territorio que, como se verá más adelante, se volvió intersticial: la ―Puna de Atacama‖.
Una consecuencia trascendental de la posguerra del Pacífico en la región circumpuneña fue la
transformación institucional de los territorios perdidos por Perú y Bolivia. Para Perú, además
de las consecuencias territoriales, esta guerra representó un duro golpe en su economía,
particularmente por haber perdido las rentas del salitre, actuales y potenciales, de la pampa
tarapaqueña. Pero fue Bolivia el país que tuvo los mayores costos territoriales, en la medida
que perdió su salida directa al mar, además del potencial económico contenido en los
yacimientos salitreros, argentíferos y cupríferos de Atacama. Bolivia, y en particular los
sectores mineros, tuvieron una cierta compensación con la construcción de ferrocarriles que
conectaron al altiplano boliviano con los ahora puertos chilenos del Norte Grande. Pero, a
largo plazo esto facilitó que Chile mantuviera un control substancial sobre el comercio de
Bolivia1.

La provincia chilena de Antofagasta


En la Guerra del Pacífico, Bolivia fue rápidamente abatida por Chile. Declarada el 1º de
marzo de 1879, ya en abril de ese año Chile había logrado controlar Calama. Más tarde, el 13
de diciembre de 1879, instaló un destacamento en San Pedro de Atacama 2. El objetivo
principal de Chile con esta guerra era establecer un control territorial en la región salitrera y
los puertos del Pacífico, vitales para la exportación de es producción. Una vez establecido el
control en los oasis pedemontanos avanzó sobre los confines de Atacama. Es por esta razón
que en 1884 viajó el naturalista Alejandro Bertrand a lo que se denominaba, por entonces,
cordilleras orientales de Atacama. Poco tiempo después hizo lo propio Francisco San Román3.
Igualmente, Bolivia siguió considerando a las regiones orientales de Atacama como parte de
su territorio. En 1886 el gobierno de ese país declaró por ley que ese territorio formaba parte
de la provincia de Sud Lípez. Además, intentaba mantener su autoridad en la zona a través del
cobro de la contribución indigenal, lo cual fue poco efectivo. También siguió nombrando
autoridades locales, aún después que el Estado argentino creara el Territorio de Los Andes en

1
Langer 1987:150.
2
Núñez Atencio 1992:204.
3
Bertrand 1885; San Román 1896. La labor de estos viajeros será analizada en el capítulo cuarto. Para más
detalle, ver Apéndice II.

— 169 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

19001. También produjo cartografía que incluía a esa porción. Por otro lado, Chile reclamó al
gobierno boliviano, quien dejó sin efecto estas medidas2. No sólo Bolivia comenzó a realizar
―actos de soberanía‖ en estas tierras. La provincia argentina de Salta hacía lo propio,
fundamentalmente a través del otorgamiento de permisos mineros.
La ocupación militar de las tierras altas de Atacama recién se produjo en 1887. Ese año, Chile
montó un destacamento carabinero en Pastos Grandes, para hacer frente, según la versión
oficial de Santiago, a un brote de cólera en Argentina. Sin embargo, es plausible que la
ocupación estuviera motivada por el interés de evitar los ―actos de soberanía‖ que
simultáneamente estaban realizando el gobierno de Bolivia, como la anexión de territorios a
los departamentos sureños, y el gobierno de la provincia de Salta, como por ejemplo la cesión
de permisos de explotación de yacimientos de boratos3. El principal centro de operaciones fue
el paraje de Pastos Grandes, un pequeño caserío ubicado relativamente cerca de los
departamentos occidentales de la provincia de Salta, y a pocos kilómetros de San Antonio de
los Cobres y La Poma. Además se establecieron destacamentos en Antofagasta de la Sierra,
Catúa y Rosario de Susques, mientras que Susques, la localidad más poblada de la región,
próxima a la provincia de Jujuy, no fue ocupada militarmente4.
Al año siguiente Chile creó la provincia de Antofagasta, que cubría buena parte del antiguo
Departamento de Atacama, e iba desde la costa hasta el límite con los Valles Calchaquíes.
Esta provincia fue dividida en 9 subdelegaciones, siendo San Pedro de Atacama la novena,
abarcando las regiones orientales de dicha provincia5. De todas formas esta estructura
administrativa ya funcionaba desde algunos años atrás. Ya por entonces las autoridades de
Bolivia negociaban con las de Argentina el tratado general de límites, que en 1889 rotularon
Quirno Costa y Vaca Guzmán.
La presencia del Estado chileno en la zona puneña no llegó a ser importante. El interés de ese
país estaba puesto en la pampa salitrera, en los yacimientos de plata y cobre y en los puertos
ubicados sobre el litoral pacífico, de donde obtenía una cuantiosa renta minera, mientras que
las tierras altoandinas por el momento tenían un valor estratégico. La ocupación fue
básicamente militar, aunque se nombró al menos un funcionario civil, llamado Villalobos, que
es mencionado por Brackebusch y por Bertrand6.
También puede mencionarse la presencia institucional de la Iglesia. Como hasta entonces,
Susques, Pastos Grandes, Incahuasi y Rosario eran anexos de San Pedro de Atacama. Cuando
San Pedro de Atacama pasó a territorio chileno, estos anexos se mantuvieron vinculados a
este curato.
Además de la incorporación de las regiones orientales de Atacama a través de los primeros
viajes de exploración, de su organización institucional y la posterior ocupación militar, puede
advertirse su incorporación al mapa y las descripciones geográficas de Chile.
En su primera edición de la Jeografía [sic] Descriptiva de la República de Chile, Enrique
Espinoza describía a la Provincia de Antofagasta. La misma, creada por ley del 12 de julio de
1888, llegaba hasta el límite con la República Argentina, que no se explicitaba por donde
pasaba exactamente, ya que todavía no se había demarcado. Esta provincia se dividía en 3

1
Delgado 2003:12-13.
2
Eyzaguirre 1968:90 y 92.
3
Sanhueza Tohá 2001:67; Cf. Becerra 1887:35-41. Este tema será analizado con mayor detalle en el capítulo
sexto.
4
Sanhueza Tohá 2001:67.
5
Eyzaguirre 1968:92.
6
Cf. Brackebusch 1891:76-77; Bertrand 1885:45.

— 170 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

departamentos que eran, de norte a sur, Tocopilla, Antofagasta y Taltal. El segundo,


Antofagasta, se dividía en 9 subdelegaciones, siendo San Pedro de Atacama la 9na. Este
caserío contaba con 324 habitantes, y lo caracteriza como uno de los más antiguos de la
región. Otras poblaciones que mencionaba eran Toconao, Socaire y Antofagasta (de la Sierra).
En la lista no figuraban ni Pastos Grandes ni Susques1. Cuando se refiere a esos pueblos no
utiliza ninguna categoría regional en particular, refiriéndose a ―la rejion [sic] del Este‖ 2.

Mapa 2.3. Chile. Situación en Sudamérica. 1987.

Fuente: reproducido de Espinoza 1987.

1
Espinoza 1890:57-65.
2
Espinoza 1890:63.

— 171 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En la cuarta edición de la misma obra, de 1897, el autor ajusta un poco más la información1.
Al igual que en la edición anterior hace referencia ―región del este‖ o, desde ahora, a la
―rejion que se denomina Puna de Atacama‖ 2.
“ Esta sección de la Puna de Atacama comprende una zona rectangular que toma una
estension como de 70,000 kilómetros cuadrados. En ella se encuentra los estensos salares
que hem os m encionado i los siguientes pueblos… ” 3
Y presenta la siguiente enumeración: Toconao, Socaire, Peine, Tilomonte, Rosario, Susques,
Catúa, Siberia, Pastos Grandes, Incahuasi y Antofagasta de la Sierra. Ya por entonces la Puna
de Atacama era un territorio disputado por la Argentina y Chile. En esta edición, Espinoza
agrega un mapa de Sudamérica en el cual la Puna de Atacama aparece inconfundiblemente
dentro del territorio chileno. Ese mapa se reprodujo en la página anterior (Mapa 2.3).
En un Diccionario Geográfico de la República de Chile de 1899, este es otro ejemplo,
aparecen detalladas descripciones de los parajes Antofagasta de la Sierra, Incahuasi, Pastos
Grandes y Susques. A Antofagasta de la Sierra lo ubica en la extremidad sudeste del
departamento de Taltal y al resto, en cambio, en el departamento de Antofagasta4.
En 1899, como se verá a continuación, la diplomacia de Argentina y de Chile resuelve el
deslinde territorial entre ambos países y, como consecuencia, el control chileno sobre la
totalidad de la Puna de Atacama debió declinar. Lo mismo ocurrió con los anexos al curato de
San Pedro de Atacama, que fueron separados de su jurisdicción eclesiástica el 2 de
Septiembre de 1902 por una resolución de la Santa Sede5.
Como reflejo de esto, en la siguiente edición de la obra de Enrique Espinoza, de 1903, se
incorporaron las novedades surgidas por la resolución de la comisión de diplomáticos que, en
1899, determinó la partición de la litigada Puna de Atacama entre Argentina y Chile. De la
―región del este‖ sólo menciona a San Pedro de Atacama6. Con el tiempo esa porción fue
perdiendo entidad o, al menos, no tuvo la relevancia dentro del territorio chileno como lo
tuviera desde 1900 el Territorio de Los Andes. Pero la significación que tuvo para Chile la
definición de límites internacionales con Argentina en la zona de Atacama y la forma en que
se incorporó al país la parte occidental del territorio disputado, no fue un objetivo de esta
investigación, siendo una cuestión que requiere de nuevas aproximaciones.

La Guerra del Pacífico y los arreglos de límites entre la Argentina, Bolivia y


Chile
En la agenda de las relaciones internacionales argentino-chilenas durante la segunda mitad del
siglo XIX, tuvo un lugar central la definición de la soberanía territorial de los respectivos
Estados y, por lo tanto, el proceso de fijación de los límites interestatales. No es para menos,
si se considera que de este proceso resultó uno de los límites interestatales más extensos del
mundo, con más de 5.000 kilómetros y que enfrentaba a dos de los Estados sudamericanos
con la política de expansión territorial más agresiva. Si bien la vía del acuerdo mutuo no fue
factible, estos países no llegaron a consumar ningún un encuentro bélico, resolviendo el

1
Espinoza 1897:92-105.
2
Espinoza 1897:93.
3
Espinoza 1897:103.
4
Solano Asta-Buruaga y Cienfuegos 1899:43, 331-332 y 771.
5
Cassasas Cantó 1974.
6
Espinoza 1903:113-116.

— 172 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

grueso de las diferencias por la vía del arbitraje. Son numerosos los documentos de valor
internacional con los cuales los tres Estados avanzaron en el proceso de fijación de los límites
en torno al Cerro Zapaleri a partir de la década de 1870, como se detalla en el Cuadro 2.4.
En 1856 representantes de la Argentina y de Chile firmaron el primer instrumento para
ordenar las relaciones binacionales, mediante el cual se establecía expresamente el principio
por el cual se definían los ámbitos de control soberano. Además de reconocer el principio de
uti possidetis de 1810, el ―Tratado de Paz, amistad, comercio i navegación‖ de 1856 abría el
camino para las negociaciones por la definición del límite internacional y consagraba al
arbitraje como último recurso en caso de haber disenso por cuestiones territoriales.
Art. 39.- Ambas partes contratantes reconocen como límites de sus respectivos territorios,
los que poseían como tales al tiempo de separarse de la dominación española, el año 1810,
y convienen a aplazar las cuestiones que han podido o puedan suscitarse sobre esta
materia para discutirlas después pacífica y amigablemente, sin recurrir jamás a medidas
violentas y, en caso de no arribar a un completo arreglo, someter la decisión al arbitraje
de una nación amiga.
A la vez, se afirmaba el control sobre los territorios sudamericanos y se negaba la soberanía
de otros dos rivales: las potencias extranjeras y las sociedades indígenas. El reparto de
territorios se realizaría a partir de la consideración de las divisiones administrativas creadas en
la colonia. Esto representó un serio inconveniente, tanto en el proceso de definición como en
el de demarcación, básicamente por las complicaciones derivadas de la ausencia de
documentación o de la imprecisión de la existente, para iniciar el proceso de fijación
limítrofe.
Bolivia y Chile, como se señalaba en una sección anterior, habían establecido dos tratados,
uno en 1866 y otro en 1874. El primero, el ―Tratado de Amistad y Límites‖ fue firmado por
Juan Ramón Muñoz Cabrera, Ministro Plenipotenciario de Bolivia en Chile, y por el Canciller
Álvaro Covarrubias, en Santiago, el 10 de agosto de 1866, fijando el límite en el paralelo 24º.
El segundo ―Tratado de Amistad y Límites‖ fue firmado en 1874 por el Ministro de
Relaciones Exteriores de Bolivia, Mariano Baptista Caserta y por el Ministro Plenipotenciario
chileno Carlos Walker Martínez, fijaba el límite en el mismo paralelo, desde el Océano
Pacífico hasta la cordillera, reemplazando al anterior. El incumplimiento de este tratado fue la
causa inmediata por la cual se desató la guerra de 1879.
En 1881 se firmó el ―Tratado General de Límites‖ entre Argentina y Chile. ¿En qué contexto
ocurría esto? Durante la gestión del presidente Julio Roca, el ejército argentino ya había
asegurado la vertiente oriental de la Patagonia para la Argentina, mientras Chile se encontraba
en plena ocupación del Perú. En ese contexto José Manuel Balmaceda fue designado como
enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en la Argentina, quien viajó a la
ciudad de B uenos A ires con la…
“ … facultad de transar nuestra cuestión de límites cómo, cuándo y en la fórmula que
ustedes quisieran, en cambio de su neutralidad en la guerra peruano-boliviana” 1.
De esta forma, además de resolver jurídicamente la cuestión limítrofe en la cordillera, Chile
canjeaba el reconocimiento de la ocupación de la Patagonia a cambio de la no intervención de
la Argentina en el conflicto del Pacífico.
El tratado fue firmado el 23 de julio de 1881 en Buenos Aires, por Francisco de B.
Echeverría, Cónsul General de la República de Chile, y por Bernardo de Irigoyen, Ministro
Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores. Este documento
determinaba que el límite entre la Argentina y Chile pasaría por las más altas cumbres de la

1
Citado en Clementi 1987:187.

— 173 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Cordillera de los Andes que dividan las aguas, que el Estrecho de Magallanes sería de libre
navegación y que la Argentina tendría dominio a perpetuidad sobre la Patagonia atlántica
mientras que Chile lo tendría sobre la Patagonia pacífica. Esto se desprende de los siguientes
artículos:
Art. 1º.- El límite entre Chile y la República Argentina es, de Norte a Sur, hasta el paralelo
cincuenta y dos de latitud, la Cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá en esa
extensión por las cumbres más elevadas de dichas Cordilleras que dividan las aguas y
pasará entre las vertientes que se desprenden de un lado y otro…
Art. 5º.- El Estrecho de Magallanes queda neutralizado a perpetuidad y asegurada su libre
navegación por las banderas de todas las naciones...
Art. 6º.- Los Gobiernos de Chile y la República Argentina ejercerán pleno dominio y a
perpetuidad sobre los territorios que respectivamente les pertenecen según el presente
arreglo. T oda cuestión que… surjiere entre am bos países… será som etida al fallo de una
P otencia am iga…
Distintos asuntos internos hicieron imposible el inicio de los trabajos de demarcación. En el
caso de Chile, el país se encontraba en la fase final de la Guerra del Pacífico. Argentina,
concluidas las campañas de conquista en el sur, encaraba las acciones militares en el norte.
El 20 de agosto de 1888, en Santiago de Chile, y con la firma de un nuevo acuerdo, Argentina
y Chile retomaron las negociaciones para la fijación del límite interestatal. El mismo fue
firmado por José Uriburu, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Chile de la
República Argentina, y por el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Demetrio Lastarría.
El canje de las ratificaciones se realizó el 11 de enero de 1890.
Con el convenio de 1888 se determinaba el plazo para el nombramiento de los peritos, uno
por cada país, y las facultades que estos tendrían. Las tareas de demarcación no se iniciaron
sino en 1892. El 15 de abril de ese año en ocasión de colocarse el primer hito, se suscribió el
―Acta por la Comisión Demarcadora‖, con el cual se daba inicio a las tareas de demarcación
en el extremo norte, en la zona conocida San Francisco. Las partes firmaron con algunas
diferencias, debido a las dificultades que suponía la aplicación del Tratado de 1881. La
ubicación de este primer hito generó fuertes controversias a uno y otro lado de la cordillera,
abriéndose desde entonces un período de relaciones conflictivas entre ambos países.
Diferentes técnicos y funcionarios argentinos y chilenos argumentaban, a favor o en contra,
sobre la exactitud del sitio donde se emplazó el hito del portezuelo de San Francisco. El perito
argentino Valentín Virasoro se negó a aprobar la colocación de ese hito, dado que, según su
interpretación, no respondía correctamente a lo establecido por el Tratado de 1881. El
episodio se prolongó por algunos años.
Al clima tenso generado por las dificultades que surgieron con el inicio de la demarcación se
sumó una nueva cuestión. El 10 de mayo de 1889 Norberto Quirno Costa, ministro de
Relaciones Exteriores de la Argentina, y Santiago Vaca Guzmán, ministro plenipotenciario de
Bolivia, firmaron en Buenos Aires el primer Tratado General de Límites entre Argentina y
Bolivia. Antes, la Confederación Argentina y la República de Bolivia habían entablado
negociaciones y llegado a la definición de un ―Tratado de Paz, Amistad, Comercio y
Navegación‖, en el año 1858, pero no llegó a ser ratificado por el gobierno argentino. Lo
mismo ocurrió en 1865 y 1868, durante la presidente del argentino Bartolomé Mitre. Sendos
tratados, esta vez, no fueron ratificados por el gobierno del presidente boliviano Mariano
Melgarejo. Varios de los puntos que se incluían en aquellos tratados van a incorporarse en el
de 1889, que finalmente tuvo tratamiento parlamentario en los dos países. Los artículos 1 y 3
decían:

— 174 —
Cuadro 2.4. Argentina, Bolivia y Chile. Proceso de configuración territorial. Fijación de límites. Documentos de validez internacional, 1856-1925.
HASTA LA GUERRA DEL PACÍFICO

AÑO DOCUMENTO PAÍSES ASUNTO


1856 Tratado de Paz, amistad, Confederación Se hace una invocación a la ―paz inalterable‖ y a la ―amistad perpetua‖. Se instituye al uti possidetis como principio, al
comercio i navegación Argentina y reconocer como límites de sus respectivos territorios a los que poseían en 1810, cuando se inició la emancipación de la Corona
Chile española. Además se consagra al arbitraje como forma de arreglar los diferendos.
1866 Tratado de Amistad y Bolivia y Chile Se instituye al paralelo 24º Lat. Sur como la línea donde fijar el límite entre los dos países. Además, se establece una franja
Límites entre los paralelos 23º y 25º de Lat. Sur, para el aprovechamiento, en partes iguales, de la renta minera.
1873 Tratado Defensivo Bolivia y Perú Tratado defensivo de toda agresión exterior.
1874 Tratado de Amistad y Bolivia y Chile Se reafirma la vigencia del paralelo 24º de Lat. Sur como límite interestatal. Se elimina la franja de explotación común, pero se
Límites establece que por un período de 25 años no se les subieran los impuestos a las industrias salitreras chilenas allí instaladas.
1879 Declaración de Guerra Bolivia, Chile y El 1 de marzo de 1879 Bolivia le declaró la guerra a Chile y al hacerlo involucró directamente al Perú. Se inicia la GUERRA
Perú DEL PACIFICO
DURANTE LA GUERRA DEL PACÍFICO

AÑO DOCUMENTO PAÍSES ASUNTO


1881 Tratado de Paz y Argentina y Determina que el límite entre ambos países pasará por la Cordillera de los Andes, por sus más altas cumbres, y que el Estrecho
Amistad Chile de Magallanes será de libre navegación.
1883 Tratado de Paz de Chile y Perú Restablece las relaciones diplomáticas, determina la cesión a perpetuidad de la provincia de Tarapacá de Perú a Chile y define
Ancón la situación temporaria del territorio de Tacna y Arica.
1884 Pacto de Tregua Bolivia y Chile Da por terminada la guerra. Se establecieron los límites del territorio que Chile incorporaba como suyos por el derecho de la
victoria. Además, restablece las relaciones bilaterales.
DESPUÉS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO
AÑO DOCUMENTO PAÍSES ASUNTO
1888 Convenio sobre Argentina y Se determina la forma en que se ejecutaría el Tratado de 1881, en particular, el procedimiento para designar a los peritos y las
demarcación de límites, Chile respectivas comisiones técnicas.
Lastarría-Uriburu
1889 Tratado de límites Argentina y Se fija el límite internacional entre Argentina y Bolivia. Implícitamente, la Argentina pasaba a controlar la ―Puna de Atacama‖
Quirno Costa-Vaca Bolivia y Bolivia conservaba sus derechos sobre Tarija.
Guzmán
1891 Protocolo Reyes Ortiz- Bolivia y Chile Establece el dominio definitivo del territorio ocupado por Chile, en virtud del pacto de Tregua. Chile compensa a Bolivia
Matta haciéndose cargo de sus deudas impagas y se declara a los puertos chilenos como de libre tránsito para ese país. También se
confirma la soberanía de Chile sobre la Puna de Atacama.
1891 Modificación Tratado Argentina y Se modifica el artículo 1º del tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán de 1889 y se explicita que el límite pasaría por las altas
Quirno Costa-Vaca Bolivia cumbres de los Andes por el oeste, con lo cual la Puna de Atacama pasaba a jurisdicción argentina.
Guzmán
1892 Acta de abril Argentina y Suscripta por la Comisión Demarcadora en ocasión de colocarse el Hito de San Francisco, con el cual se da inicio a las tareas
Chile de demarcación. Las partes firmaron con algunas diferencias, debido a las dificultades que suponía la aplicación del Tratado de
1881. Se abría un período de relaciones conflictivas entre ambos países.
1893 Protocolo Errázuriz- Argentina y Se reafirma la orientación atlántica de la Argentina y pacífica de Chile al convenir que todas las tierras y aguas ubicadas al
Quirno Costa Chile occidente de la línea de las más elevadas cumbres de la Cordillera de los Andes que dividan las aguas serán argentinas, y lo
mismo, pero al oriente, serán chilenas.
1894 Protocolo Costa-Ichazo Argentina y Da por iniciadas las tareas de demarcación en el terreno, que fracasan y se ven aplazadas por algún tiempo.
Bolivia
1895 Protocolo Gutiérrez- Bolivia y Chile Bolivia admitía que había cedido parte de la Puna de Atacama a la Argentina y explícitamente asevera que no existía ningún
Borgoño párrafo en el protocolo Rocha-Cano que pueda afectar directa o indirectamente a Chile.
1895 Protocolo Rocha-Cano Argentina y La República de Bolivia reafirma expresamente el reconocimiento de los derechos argentinos sobre la Puna de Atacama.
Bolivia
1896 Acuerdo Quirno Costa- Argentina y Establece la solución arbitral. Para la resolución de las diferencias al sur los paralelos 26º y 27º, donde se fijó el hito del Paso
Guerrero Chile de San Francisco, quedaba involucrado el Gobierno de SM Británica. Se reconocía la cuestión en la Puna de Atacama y se
establecía que en este caso quedaría involucrado como árbitro el gobierno de la República de Bolivia.
1898 Actas Piñero- Latorre Argentina y Se separa a la Puna de Atacama del tratamiento del resto de las cuestiones limítrofes, las cuales fueron enviadas a SM
Chile Británica para el arbitraje.
1898 Actas de Blancas- Argentina y Se convoca a una ―Conferencia Internacional de delegados‖, a realizarse en Buenos Aires, con el objetivo de fijar el límite en
Latorre Chile la Puna de Atacama.
1899 Laudo Buchanan Argentina y Ante el fracaso de la Conferencia de Buenos Aires, una comisión reducida resuelve la cuestión de la Puna de Atacama, dando
Chile por finalizado este diferendo.
1902 Tratado General de Argentina y Se reafirma al arbitraje como forma de resolver las diferencias en la fijación limítrofe. Además se reafirma a S. M. Británica
Arbitraje Chile como árbitro o, en su reemplazo, a la Confederación Suiza.
1902 Pactos de Mayo Argentina y Dan por finalizada la carrera armamentística que habían desarrollado ambos Estados
Chile
1902 Laudo arbitral de SM Argentina y Define el límite entre San Francisco y el Cabo de Hornos.
Británica sobre la Chile
cuestión limítrofe
1904 Tratado de Paz y Bolivia y Chile Se establece el dominio absoluto y perpetuo de Chile sobre el Desierto de Atacama y se fija la línea limítrofe entre ambos
Amistad Estados. En virtud de esto, se considera al Cerro Zapaleri como el punto de arranque.
1904 Convenio relativo a la Argentina y Determinó que el punto de arranque para las tareas de demarcación, al norte del paralelo de 23°, sería el Cerro Zapaleri, que a
demarcación del límite Chile su vez había sido indicado como tal por la comisión de límites boliviano-chilena.
en la Puna de Atacama
1925 Tratado de límites Argentina y Determinó al Cerro Zapaleri como punto de arranque. Fijó definitivamente el límite en la zona de Tarija. Allí, la línea divisoria
Carrillo-Díez de Medina Bolivia pasaría por las aguas del Río Bermejo hasta su confluencia con el Río Grande de Tarija, en las Juntas de San Antonio.
Fuentes: elaboración propia a partir de Lacoste 2003; Cisneros y Escudé 2000; Sanz 1999; Téllez 1989:205-235; Querejazu Calvo 1983; Rey Balmaceda 1977; Eyzaguirre 1968:90-96;
Lagos Carmona 1966:106-116. http://www.congreso.gob.pe/comisiones/1999/exteriores/chile/ANCON.htm; http://www.soberaniachile.cl; http://www.ejercito.cl;
http://www.difrol.cl/html/110c.htm; www.mrecic.gov.ar/politica/tratados/chile1.htm.

— 175 —
— 176 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Art. 1º.- Los límites definitivos entre la República Argentina y la República de Bolivia,
quedan fijados así: En el territorio de Atacama se seguirá la Cordillera del mismo nombre
desde la cabecera de la quebrada del Diablo hacia el Noroeste, por la vertiente oriental de
la misma cordillera hasta donde principia la serranía de Zapalegui; de este punto seguirá
una línea recta hasta encontrar la serranía de Esmoraca, siguiendo por las más altas
cimas, hasta tocar por el medio occidental de la quebrada de La Quiaca, y bajando por el
medio de ésta seguirá hasta su desembocadura en el río de Yanapalpa y continuará su
dirección recta de occidente a orienta hasta la cumbre del cerro Porongal; de este punto
bajará hasta encontrar el origen occidental del río de este nombre (Porongal); seguirá por
el medio de sus aguas hasta su confluencia con el Bermejo, frente al pueblo de este
nombre. De este punto bajará la línea divisoria por las aguas del mismo río denominado
Bermejo hasta su confluencia con el río Grande de Tarija o sea Junta de San Antonio; de
dichas Juntas remontará por las aguas del río Tarija hasta encontrar la desembocadura
del río Itaú y de ésta seguirá por las aguas de dicho río hasta tocar el paralelo 22, cuyo
paralelo continuará hasta las aguas del río Pilcomayo.
Art. 3º.- Los Gobiernos de la República Argentina y de la República de Bolivia ejercerán
pleno dominio y a perpetuidad sobre los territorios que respectivamente les corresponden
en virtud del presente Tratado.
Tácitamente, por este tratado, lo que más tarde se denominaría con mayor claridad Puna de
Atacama, quedaba dentro de la Argentina, y Tarija, hasta entonces reclamada por Argentina,
quedaba definitivamente dentro del territorio de Bolivia. El tratado se firmó con el
desconocimiento de las autoridades chilenas. De todas formas Chile había comenzado
negociaciones con Bolivia para la firma de un tratado bilateral que sellara el Pacto de Tregua.
El 19 de mayo de 1891, el ministro de relaciones exteriores boliviano, Serapio Reyes Ortiz, y
Juan Gonzalo Matta por Chile, firmaron un protocolo. El ―Protocolo Reyes Ortiz-Matta‖
establecía el dominio definitivo del territorio ocupado por Chile, en virtud del ―Pacto de
Tregua‖ de 1884. Como compensación el gobierno de Chile se hacía cargo de las deudas
impagas por las autoridades bolivianas, estipuladas en ese pacto. Además, se declaraba a los
puertos chilenos como de libre tránsito para Bolivia. También se confirmaba la soberanía de
Chile sobre las cordilleras orientales de Atacama.
Esto significaba una nueva fuente de controversias, ya que Bolivia reconocía simultáneamente
a sus dos vecinos andinos del Cono Sur, derechos sobre un mismo espacio. La estrategia de la
diplomacia boliviana no hizo más que aumentar las tensiones en las relaciones argentino-
chilenas, de por sí complicadas por la fijación del límite en el resto de la cordillera. Con esto
se inició lo que Cisneros y Escudé definen como ―doble juego de la Cancillería boliviana‖ 1.
Este país debía actuar rápido y moverse entre dos Estados comparativamente más poderosos,
entre quienes se estaba generando una verdadera carrera armamentística, extrayendo las
mayores ventajas2.
Como en un juego de mesa, cada gobierno fue moviendo sus fichas, reaccionando ante los
movimientos de sus oponentes. Enterado de la firma del protocolo, el ministro de relaciones
exteriores Estanislao Zeballos inició negociaciones con Mariano Baptista, enviado del
gobierno boliviano. Finalmente el 31 de octubre de 1891 Bolivia aceptó la modificación del
artículo 1º del ―Tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán‖, explicitando que las cordilleras de
Atacama pasaban a jurisdicción argentina. Esto fue sometido a la aprobación parlamentaria en
Bolivia en 1892, y en Argentina en 1893. El 10 de marzo de 1893 se efectuó el canje de las

1
Cisneros y Escudé 2000.
2
Lacoste, P. 2003; Cisneros y Escude 2000.

— 177 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

ratificaciones. Con esto la Cancillería paceña ponía aún más tensas las relaciones entre
Buenos Aires y Santiago1.
Paralelamente, el 1º de mayo de 1893, la Argentina y Chile firmaban en Santiago el
―Protocolo Errázuriz-Quirno Costa‖ que reafirmaba los principios del Tratado de 1881,
aunque no se expresaba nada referido a la cuestión en Atacama.
Art. 1º. Se tendrá, en consecuencia, a perpetuidad, como de propiedad, y dominio absoluto
de la República Argentina todas las tierras y todas las aguas, a saber: lagunas, ríos, y
partes de los ríos, arroyos, vertientes que se hallen al oriente de la línea de las más
elevadas cumbres de la Cordillera de los Andes que dividan las aguas, y como de
propiedad y dominio absoluto de Chile todas las tierras y todas las aguas, a saber: lagos,
lagunas, ríos y partes de ríos, arroyos, vertientes, que se hallen al occidente de las más
elevadas cumbres de la Cordillera de los Andes que dividan las aguas.
A rt. 2º. … L os infrascritos declaran que, a juicio de sus Gobiernos respectivos, y según el
espíritu del Tratado de límites, la República Argentina conserva su dominio y soberanía
sobre todo el territorio que se extiende al oriente del encadenamiento principal de los
Andes, hasta las costas del Atlántico, como la República de Chile el territorio occidental
hasta las costas del Pacífico.
Al mismo tiempo, se estableció que las tareas de demarcación del límite argentino-boliviano
se reiniciarían en 1894. El primer artículo del Protocolo firmado por Eduardo Costa, Ministro
de Relaciones Exteriores de la República Argentina, y por Telmo Ichazo, Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Bolivia decía:
Art. 1º.- Que se procederá durante el corriente año a la demarcación de los mismos, sobre
el terreno, tomando como punto de partida la intersección del paralelo 22° con el río
Pilcomayo.
Diferentes dificultades postergaron el asunto por algunos años.
El siguiente paso lo dio Chile, quien firmó con Bolivia tres nuevos tratados, entre el ministro
de relaciones exteriores chileno, Luis Barros Borgoño, y el ministro plenipotenciario
boliviano, Heriberto Gutiérrez. La firma de los tratados es del 18 de mayo de 1895, en
Santiago. Por el tercero de los ―Tratados Barros Borgoño-Gutiérrez‖ la cancillería boliviana le
reconocería a Chile soberanía sobre la región oriental de Atacama. A cambio Chile le cedía a
Bolivia el territorio de Tacna y Arica, es decir, la salida al mar. Pero diferentes cuestiones
dieron por tierra con estos tratados.
Ese mismo año la cancillería argentina logró un nuevo reconocimiento de Bolivia sobre la
región de las cordilleras orientales de Atacama. Emeterio Cano era el Ministro de Relaciones
Exteriores de la República de Bolivia y Dardo Rocha era el representante argentino. El 12 de
diciembre de 1895 ambos firmaron un protocolo, donde se reafirmaba expresamente el
reconocimiento de los derechos argentinos sobre esa región:
“ … con el objeto de evitar toda dificultad que pudiera presentarse al fiel cum plim iento del
Tratado de Límites Argentino Boliviano, canjeada en diez de Marzo de 1893, la República
de Bolivia debe salvar expresamente los derechos á la Puna de Atacama, reconocidos por
ella á la Argentina en el Tratado á que se hace referencia al principio … ”
En 1896, finalmente, la Argentina y Chile firmaron un nuevo documento por el cual se
decidía habilitar la vía del arbitraje para solucionar este diferendo y otros problemas, dado que
era imposible resolver por la vía del mutuo acuerdo. El 17 de abril de 1896 el Ministro de
Relaciones Exteriores chileno, Adolfo Guerrero, y el Ministro Plenipotenciario argentino,
Norberto Quirno Costa, firmaron en Santiago un acuerdo que establecía los criterios para la

1
Lacoste, P. 2003; Cisneros y Escude 2000.

— 178 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

demarcación de límites al sur y al norte del paralelo 26º de latitud sur. En el primer caso se
recurriría al gobierno de Su Majestad Británica. En el segundo caso, se haría participar a
Bolivia.
1º.- Las operaciones de demarcación del límite entre la República Argentina y la
República de Chile, que se ejecutan en conformidad al tratado de 1881 y al protocolo de
1893, se extenderán en la Cordillera de los Andes hasta el paralelo veintitrés de latitud
austral, debiendo trazarse la línea divisoria entre este paralelo y el veintiséis grados,
cincuenta y dos minutos, cuarenta y cinco segundos, concurriendo a la operación ambos
gobiernos y el gobierno de Bolivia que será solicitado al efecto.
2º. Si ocurriesen divergencias entre los peritos al fijar en la Cordillera de los Andes los
hitos divisorios al sur del paralelo veinte y seis grados, cincuenta y dos minutos y cuarenta
y cinco segundos y no pudieran allanarse amigablemente por acuerdo de ambos
Gobiernos, quedarán sometidas al fallo del Gobierno de Su Majestad británica, a quien las
Partes Contratantes designan, desde ahora, con el carácter de árbitro encargado de
aplicar estrictamente, en tales casos, las disposiciones del Tratado y Protocolo
mencionados previo al estudio del terreno, por una comisión que el árbitro designará.
De esta forma Chile aceptaba incluir en la negociación con la Argentina un área que ya
controlaba, sometiéndola a proceso ad hoc. Con eso, se agilizaba la fijación global del límite
internacional.
Los trabajos de demarcación quedaron paralizados por falta de acuerdo entre los peritos
argentino y chileno. Como el camino del mutuo entendimiento quedó bloqueado, sólo
quedaban dos alternativas: la guerra, que fue sostenida por sectores belicistas de los dos
países, o el arbitraje. Esta segunda vía estaba planteada por el Tratado de 1881 y por el
Protocolo de 1896. Finalmente primó la solución diplomática. El 22 de septiembre de 1898 el
Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Juan José Latorre, y el Ministro Plenipotenciario
argentino, Norberto Piñero, se reunieron en Santiago y firmaron tres actas.
La primera acta, del día 15 de septiembre, dividía los territorios en discusión en tres sectores:
1- P una de A tacam a, entre los paralelos 23º y el 26º 52‘ 45‘‘
2- Central y Sur, entre los paralelos 26o 52 ‘ 45 ‖ y 52º
3- Austral, en torno al paralelo 52º
La segunda acta, que fue firmada el 17 de septiembre, se refería a la Puna de Atacama y
decía:
En la región comprendida entre los paralelos 23o y 26o 52‟ 45 ” examinadas las líneas
propuestas por los peritos, y no habiendo sido posible arribar a conclusión alguna común,
se acordó suspender la consideración del asunto.
La tercera acta, finalmente, fue firmada el 22 de septiembre y se refería al resto del límite,
señalando cuáles eran las razones de la divergencia. Por lo tanto se acordaba:
… en nom bre de sus respectivos G obiernos, … rem itir al de Su Majestad Británica copia de
la presente acta, de las actas de los peritos leídas y de los tratados y acuerdos
internacionales vigentes para que, con sujeción a la base segunda del compromiso de 17
de abril de 1896, resuelva la divergencia de que se ha dejado constancia precedentemente.
Así, la Puna de Atacama se sometía a un tratamiento diferente que el resto del límite.
Mientras que la línea que se fuera a trazar al sur del paralelo -26º de latitud surgiría del
arbitraje de Su Majestad Británica, el resto sería resultado de una negociación ad hoc.
Después de la firma de las actas de septiembre, la cuestión de la Puna de Atacama seguía sin
resolverse. El Presidente chileno Federico Errázuriz y el de Argentina, Julio Roca,
mantuvieron gestiones telegráficas reservadas que condujeron a la firma de dos nuevas actas,
el 2 de noviembre del mismo año, suscriptas por el Ministro de Relaciones Exteriores de
— 179 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Chile, Juan José Latorre, y por el Encargado de Negocios argentino, Alberto Blancas. Con
estas actas se convocaba a una ―Conferencia Internacional de Delegados‖, a realizarse en
Buenos Aires, con el objetivo de fijar el límite entre el paralelo 23º y el hito norte que defina
la comisión de peritos que se ocuparía del resto de la línea limítrofe. En la conferencia
participarían 5 delegados por cada país. De fracasar esta conferencia se convocaría a una
―Comisión Reducida‖, integrada por un representante argentino, uno chileno y el Ministro
Plenipotenciario norteamericano en Buenos Aires, William Insco Buchanan1. De esta forma,
se prescindía definitivamente de la participación boliviana, tal como lo había establecido el
acuerdo diplomático del 17 de abril de 1896 (art. 1º).
Como una manifestación de que se había elegido el camino de la paz para resolver las
diferencias en la fijación del límite argentino-chileno, los presidentes de ambos países
acordaron una reunión. Este evento, que se suele recordar como el ―Abrazo del Estrecho‖,
consistió en un encuentro entre los presidentes Julio Roca y Federico Errázuriz en
Magallanes, en febrero de 1899. Al mes siguiente se daría inicio, en Buenos Aires, a la
Conferencia Internacional de delegados para resolver, después del largo periplo diplomático,
la suerte de la Puna de Atacama.

Argentina, Chile y las negociaciones por la Puna de Atacama


La ―Conferencia Internacional de Buenos Aires‖ sesionó entre el primero y el noveno día del
mes de marzo del año 1899. Por Argentina, quienes asistieron a dicha conferencia fueron
Bernardo de Irigoyen, Bartolomé Mitre, Juan José Romero, José Evaristo Uriburu y Benjamín
Victorica. Por Chile, fueron Eulogio Altamirano, Rafael Balmaceda, Enrique Mac Iver,
Eduardo Matte y Luis Pereira. Cada una de las partes hizo conocer su propuesta que, como se
puede suponer, expresaban intereses contrapuestos. Por esta razón, dicho encuentro fracasó.
Fue entonces cuando se decidió que entre los días 21 y 24 de marzo del mismo año se
conformara, como estaba previsto, una comisión reducida. La misma estuvo integrada por
Enrique Mac Iver y José Evaristo Uriburu, junto al diplomático norteamericano William Insco
Buchanan, en su condición de árbitro entre las partes.
El día 21 de marzo se reunieron Mac Iver, Uriburu y Buchanan y dieron por iniciadas las
negociaciones en el tribunal arbitral binacional, en la casa de la legación de los Estados
Unidos en la Argentina. Las negociaciones se desarrollarían a lo largo de las siguientes tres
jornadas. En la primera jornada, del día 22 de marzo, esta comisión definió que el punto
exacto donde arrancaría la línea demarcatoria en el paralelo 26º 52‘ 45 ‖ se establecería a
partir del fallo arbitral de Su Majestad Británica. Este punto, ubicado en el Paso de San
Francisco y sometido al fallo arbitral, era el más septentrional de la disidencia entre ambos
gobiernos. Este tema sería consultado a las respectivas chancillerías. En la segunda jornada,
del día 23 de marzo, solamente se dio lectura a las notas de aceptación de los cancilleres
argentino y chileno.
La tercera jornada estuvo dedicada a determinar cuál sería la línea demarcatoria. Uriburu
propuso, en primer lugar, un trazado de la línea que, grosso modo, adjudicaba gran parte del
área en disputa a la Argentina. Acto seguido Mac Iver dio a conocer su propuesta que, de la
misma manera, adjudicaba prácticamente todo el territorio a Chile. Ambas propuestas fueron
desechadas. A continuación Buchanan enunció sus propuestas para el trazado del límite, que
dividió en siete secciones. Dos de ellas fueron convalidadas con las votaciones positivas de

1
Eyzaguirre 1968:90-96.

— 180 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Buchanan y Mac Iver, cuatro con las votaciones positivas de Buchanan y Uriburu y por
unanimidad la restante1.

Mapa 2.4. Puna de Atacama y Laudo Buchanan, 1899.

Fuente: elaboración propia, con la base cartográfica publicada en: Rey Balmaceda 1977:87.

De esta forma, después de una década de negociaciones, el 24 de marzo de 1899 se resolvió la


cuestión limítrofe en la Puna de Atacama, al menos en los mapas. Restaba la demarcación en
el terreno, para lo cual debieron pasar algunos años (ver Mapa 2.4). La definición del resto del

1
Las actas que surgieron de estos encuentros fueron publicados en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino
en 1 8 9 9 . S e inclu ye: ―A cta d e instalació n‖, d el 2 1 d e m arzo d e 1 8 99 ; ―P rim era reu nió n – Pregunta á los
G o b ierno s‖ d el 2 2 d e m arzo d e 1 8 9 9 ; ―S eg u nd a reun ió n - P regu nta co ntestad a‖ d el 2 3 de marzo de 1899;
―T ercera reunió n -T razado d e la línea‖ d el 2 4 d e m arzo d e 1 89 9 (B o letín d el Instituto G eo g ráfico A rgen tino
1899:124-132).

— 181 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

límite con Chile, entre el paso de San Francisco y el Cabo de Hornos estuvo acompañada,
como ya se señaló, por una carrera armamentista, a la cual abonó sólo en parte la cuestión por
la Puna de Atacama. Los conocidos ―Pactos de Mayo de 1902‖ darían por resuelta la disputa,
al menos momentáneamente, reduciendo el clima de tensión por varias décadas1. La
resolución de los peritos británicos fue dada a conocer en noviembre de 1902.
El proceso de demarcación en la Puna de Atacama fue comparativamente mucho más rápido y
mucho menos conflictivo, concluyendo en agosto de 1904. Mediante el Decreto 4.330, el
gobierno argentino ratificó el convenio del 2 de mayo de ese año, sobre la definición de
límites entre el paralelo 23° Sur y el cerro Zapaleri que suscribieron ambos países. En 1904
Bolivia y Chile también había determinado, como punto de arranque para la demarcación, al
cerro Zapaleri. Con las mismas fechas, el Decreto 4.331 el gobierno argentino ratificó el
convenio sobre demarcación material del límite internacional.

Tarija, la Puna de Atacama y la geografía Argentina del siglo XIX


Hasta el contexto de la Guerra del Pacífico se habían producido cuatro obras integrales de
―Geografía Argentina‖ en las cuales, como documentos históricos, se puede reconstruir la
forma en que se pensaba la configuración y organización del territorio argentino. Se trata de
las obras de Woodbine Parish, Victor Martin De Moussy, Herman Burmeister, Richard Napp.
Además, puede considerarse otra que es posterior a la Guerra del Pacífico, producida por
Francisco Latzina. Estas cinco obras constituyeron las primeras narraciones de conjunto de la
geografía del país, en distintos momentos del proceso de organización nacional2.
A lo largo de estas obras se pueden advertir tres cuestiones. En primer lugar la consideración
de Atacama como parte del territorio de Bolivia y después de Chile. En segundo lugar la
inexistencia de un ámbito denominado ―Puna de Atacama‖ en el territorio de esos dos países.
La Puna estaba en Jujuy y lo que se señalaba como perteneciente a Bolivia primero y Chile
después era el Desierto de Atacama. En tercer lugar la consideración de Tarija como parte del
territorio de Bolivia pero, en este caso, señalándolo como una situación irregular.
La primera de estas obras fue realizada por el inglés Woodbine Parish (1852), como resultado
de su estadía en Buenos Aires en su calidad de Ministro Plenipotenciario del Reino Unido de
la Gran Bretaña, desde 1824 hasta 1832, y publicada en Londres, por primera vez, en 1839.
Esa obra fue ampliada y vuelta a publicar por el autor en 1852, también en Londres. Según
José Luis Busaniche la llegada a Inglaterra de la obra de Pedro de Angelis fue lo que estimuló
esta empresa3. La nueva versión de Buenos Aires and the Province of the Rio de la Plata
llegó a la ciudad de Buenos Aires ese mismo año e inmediatamente fue traducido por Justo
Maeso, con agregados de notas y comentarios. Esta obra arriba a Buenos Aires en un
importante punto de inflexión, ya que en 1853 se crea la Confederación Argentina, la primera
unidad política que reunió a 13 provincias, sin Buenos Aires, antecedente inmediato de la
unidad nacional que resultara en 1862.
Parish identificó y delimitó al territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata así:
“ Las Provincias Unidas del Río de la Plata o, como se les llama hoy, la República
Argentina, comprenden toda esa vasta extensión que (exceptuando al Paraguay y la Banda
Oriental, que separados hoy forman Estados independientes) se dilata entre el Brasil y la

1
González Pizarro 2000:104.
2
Quintero 2002a.
3
Busaniche 1958. La obra de Pedro de Angelis era: Colección de obras y documentos relativos a la historia
antigua y moderna de las Provincias del río de la Plata, de 1836.

— 182 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

cordillera de los Andes, y se extiende desde los 21° de latitud sur, hasta el 41. Hasta ahora
el establecimiento más al Sud perteneciente a Buenos Aires es el pueblito del Carmen o
Patagones, sobre el Río Negro. Los indios están en tranquila posesión de todo el territorio
que desde allí se extiende hasta el Cabo de Hornos. Generalmente hablando, la República
puede describirse como confinando al norte con Bolivia, al oeste con Chile, al este con el
Paraguay, el río Uruguay, que la divide de la Bando Oriental, y el océano Atlántico, y al
sud, con los indios de Patagones. En su totalidad se extiende sobre unas 726.000 millas
inglesas cuadradas..., con una población de 800.000 habitantes, sin contar los indios, que
se computan de 50 a 100.000, incluso todas las tribus, desde el Gran Chaco hasta las
regiones más al sud de Patagones” 1.
En el mapa que acompaña su obra, Atacama y Tarija se encontraban dentro de Bolivia. En la
obra incluye una sección dedicada a las ―provincias de arriba‖ o ―arribeñas‖, que eran
Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca y Salta. Hasta 1832, momento
en que permaneció en el país, Jujuy todavía no se había separado de Salta. En esta sección,
entonces, ofrece mayores precisiones al delimitar las provincias de Catamarca y Salta. Al
referirse a Catamarca dice:
“ E l valle que lleva este nom bre… corre del noroeste al sudeste, extendiéndose desde los
confines de A tacam a hasta los de L a R ioja… ” 2
El traductor corrige esta afirmación, ya que el valle de Catamarca no colinda hasta Atacama.
En el medio se encuentran los valles de Andalgalá, Belén, Londres y Gualfín. De todas
formas, el límite con Bolivia, en esta y en otras zonas, era impreciso y, de hecho, no estaba
demarcado. Como se verá más adelante, en Catamarca se considera que Antofagasta de la
Sierra fue, hasta 1825, parte integrante del territorio catamarqueño.
Al referirse a la provincia de Salta, Parish señalaba en su obra:
“ Limita la Confederación Argentina al norte y sigue en sucesión geográfica a las de
Tucumán y Catamarca. El río del Pescado la separa de la primera. El Bermejo y su
tributario, el río de Tarija, forman sus límites al este. Esta dividida en cuatro
departamentos: Salta, Jujuy, Orán y Tarija, habiendo este último sido ocupado por los
bolivianos, al parecer con la firme voluntad de sostener su posesión sobre él” 3.
Mientras que Atacama aparece como parte del territorio de Bolivia, sin comentario en
particular, a Tarija lo señala como un territorio que pertenecía a Salta y que después fue
ocupado por Bolivia. En el caso de Salta menciona a San Antonio de los Cobres como una
localidad ubicada en el extremo oriental de la provincia.
Lo propio ocurre con la segunda obra, la de Victor Martin de Moussy. La misma fue escrita
por encargo del gobierno de Justo José de Urquiza, con el objetivo de alcanzar una visión
integral del territorio que se debía administrar y del que poco se conocía. Se trata de la
Description géographique et statistique de la Confédération Argentine, compuesto de
cuatro libros4. Martin de Moussy no menciona a Atacama como un territorio que hubiera
formado parte de la Argentina. Sí, en cambio, aludía al caso de Tarija:
“ ...lors de la déclaration de l‟indépendance des P rovinces-Unies en 1816, une partie de la
Bolivie actuelle faisait corps avec le reste de la Plata ; en outre la province de Tarija,
même après la formation de la Bolivie en État séparé, à la suit des batailles de Junin et
d‟A yacucho en 1824, resta annexée aux provinces argentines et ne s‟en sépare qu‟en 1826,

1
Parish 1852:127.
2
Parish 1852:408-409.
3
Parish 1852:416-418
4
El primero de ellos fue publicado en 1860, el segundo y tercero en 1864 y el cuarto, que es un Atlas, en 1869.
La obra nunca fue traducida al castellano.

— 183 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

sous de futiles prétextes. Rosas protesta toujours contre cette séparation, en même temps
qu‟il refusait de connaître l‟indépendance du P araguay. L e gouvernem ent actuel n‟a pas
encore pu régler cette question ; elle n‟en est pas m oins très grave et exige une solution
prochaine” 1
La tercera obra de la serie tiene como autor a Hermann Burmeister. Se trata de la Description
physique de la République Argentine, publicada originalmente en alemán y traducida al
francés en 1876. El contexto en el cual llega esta obra a la Argentina es bastante diferente al
de las dos anteriores, ya que el gobierno argentino estaba comenzando su etapa más álgida en
cuento a la definición de posesiones territoriales. El tomo I de la D escrip ción física… está
dividido en dos partes. La primera parte, como en el caso de Parish, realiza una introducción
histórica, centrada sólo en la etapa de descubrimientos y colonización del Río de la Plata, de
las ―provincias interiores de la República Argentina‖, y de Cuyo. La segunda parte, o libro
segundo, es el ―Bosquejo geográfico de la República Argentina‖ y dice:
“ La República Argentina actualmente posee el más vasto territorio de la América
meridional después de Brasil. Situada entre el 22° y el 53° de lat. S., tiene una superficie
de más de 45.000 millas cuadradas... Los límites... todavía no se han fijado con exactitud” 2
Al referirse al caso de Tarija la señala como una parte que le pertenecería a la Argentina pero
que fue arrebatada por Bolivia. Incluye, además, al distrito de Tupiza:
« Les districts de Tarija et Tupiza se rattachaient done primitivement á la vice-royauté de
Buenos-Ayres. Les villes de Potosí, Cochabamba et Sa. Cruz de la Sierra elles-mêmes avec
leurs territoires en faisaient partie encore á l‟époqu e de la déclaration du Rio de la Plata.
Ce fut seulement en 1824, lorsque la Bolivie et le Pérou se séparèrent en deux États
distincts, que Tarija et Tupiza passèrent á la Bolivie »3
La última obra de la serie considerada es la de Richard Napp que, se puede suponer,
representaba la voz oficial del gobierno. Eso se desprende del hecho de que su obra La
República Argentina fue organizada por Napp con el objetivo de ser presentada en la
Exposición de Filadelfia de 18764. A diferencia de las anteriores, esta obra originalmente se
escribió en castellano. En la presentación de la República Argentina, sintetiza los
fundamentos que orientaban al Estado argentino a considerar como propios los territorios que
controlaba:
“ La República Argentina, heredera del antiguo virreinato español de Buenos Aires, tiene
derecho, por consiguiente, a todo el territorio de que se componía aquel. Ha reconocido,
empero, la separación e independencia de algunas partes de esta sucesión, sin embargo de
no estar aún de acuerdo con algunas de ellas acerca de sus respectivos límites, no siendo
posible actualmente fijar de una manera precisa dónde termina nuestra República ni
dónde comienzan aquellas... Pertenecían al virreinato de Buenos Aires las actuales
Repúblicas del Uruguay..., del Paraguay, y de Bolivia” 5
En el caso de Paraguay, para Napp las cuestiones de límites habían sido resueltas con el
tratado de la Triple Alianza. Con el Uruguay, el río homónimo obraba como un ―límite
natural‖. Lo mismo ocurría con Brasil, con la excepción de una porción en el norte. Los casos
más conflictivos, en la perspectiva de este autor, eran Chile y Bolivia.

1
Martin de Moussy 1860a:50-51.
2
Burmeister 1876:147.
3
Burmeister 1876:149.
4
Quintero 2002a:9-11.
5
Napp 1876:23.

— 184 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

“ La demarcación con los otros vecinos no es tan precisa, pretendiendo ellos tener
derechos sobre territorios que la República Argentina considera de su lejítima [sic]
propiedad” 1
En esta obra puede advertirse un discurso próximo al del alegato que caracterizó, desde
entonces, a las narrativas que se refieren a las relaciones exteriores argentinas con los países
vecinos, donde comenzó a perfilarse el imaginario del nacionalismo territorial que se ha
mantenido hasta el presente.
Al reseñar las cuestiones vinculadas con Chile, las referencias se dirigen hacia la gran
cuestión por entonces sin resolución: la Patagonia. Napp menciona un acuerdo de 1844 donde
la Corona de España reconoce la Independencia de Chile y los territorios asignados, que se
extenderían desde el sur del desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos y desde la
cordillera hasta el océano Pacífico. Luego de enumerar otros documentos que, en sus
palabras, prueban que la Patagonia al este de la cordillera le pertenece a la República
Argentina, concluye en que
“ no se puede abrigar una sola duda respecto de la nulidad de las pretensiones de Chile en
la cuestión patagónica” 2.
En el caso de Bolivia afirma que:
“ la actual República de Bolivia se compone de territorios de la antigua Audiencia de
Charcas, la cual, al erigirse el virreinato de Buenos Aires fue separada del Perú e
incorporada integralmente en aquel. Y si bien un Congreso de la República Argentina
reconoció espontáneamente en 1825 la separación y constitución en nación independiente
de las cuatro provincias del Alto Perú, reconocimiento que valió de parte de la nueva
nación Boliviana a la Argentina un caluroso voto de gracias, por cuyo acto constaba «ipso
facto» que la nación Argentina poseía derechos indiscutibles de dominio sobre ese
territorio, nunca fueron incluidos en esa abdicación los derechos de posesión sobre la
provincia de Tarija, habiendo, por el contrario, la hoy República Argentina protestado
formalmente contra la unión de esa provincia Argentina a Bolivia, protesta que está aún
en vigor” 3
En la sección destinada a la provincia de Salta, volvía a insistir sobre la cuestión de Tarija:
“ la República Argentina nunca ha reconocido legalmente la separación autoritativa de
una parte de la provincia de Salta que hoy constituye la Provincia, actualmente boliviana,
de Tarija” 4
En ningún momento menciona a la ―Puna de Atacama‖. En 1888 Francisco Latzina publicó
Geografía de la República Argentina. En la sección dedicada a Salta, al trazar sus límites
dice:
“ La provincia de Salta, limítrofe de Chile por el lado de Atacama, está situada al norte de
las provincias de C atam arca, T ucum án, Santiago, y al Sud de Jujuy… ”
Al ofrecer mayores precisiones expone:
“ Del Desierto de Atacama queda separada la provincia por la división de las aguas que
bajan el valle de Calchaquí, desde las nacientes del rio de los Patos hasta el Cerro Gordo,
el Tagarumi y las abras del Talar y de las Pizcas; la línea sigue luego por San Jerónimo

1
Napp 1876:23.
2
Napp 1876:24.
3
Napp 1876:25.
4
Napp 1876:442.

— 185 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

(al O. de los Chorrillos), el abra del Pasto Chico y la cumbre al O. de las Salinas Grandes
hasta encontrar el rio de las Burras al Este de Susquis” 1
Algo similar apuntaba en el caso de la provincia de Catamarca, ubicada al este de Chile:
“ Con Chile y el Desierto de Atacama y Antofagasta (antes de Bolivia) linda la provincia
por la línea divisoria de las aguas que bajan al Océano Pacífico y á la gran altiplanicie
central” 2
Finalmente, en un diccionario que incluye al final de su obra, Latzina define por puna
―meseta, Jujuy‖ 3.
Como se advierte, en ninguna de estas obras se vislumbra que el Estado argentino tuviera
interés alguno por controlar alguna porción del territorio de Atacama, perteneciente primero a
Bolivia, controlado después por Chile. Estas obras sí manifestaban el interés por ―recuperar‖
Tarija. Una cuestión que no puede eludirse es el escenario que se estableció en el Pacífico
después de la guerra por el salitre. En esa contienda Chile había demostrado ser, a escala
continental, una potencia marítima. La ocupación de Pastos Grandes en proximidades del
paraje salteño de San Antonio de los Cobres, puede inferirse, fue un hecho que simbolizó la
proximidad geográfica de esa potencia.
El círculo diplomático argentino se encolumnó en torno a dos alternativas. La primera, veía en
Chile a un agresor al que había que detener incluso recurriendo a la guerra. Formaron parte de
este polo Roque Sáenz Peña, Indalecio Gómez, Carlos Rodríguez Larreta y Estanislao
Zeballos. En el otro polo se encontraban Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, Quirno Costa, y
otros sectores vinculados a la economía de exportación e importación. Este sector consideraba
que la opción bélica sería un obstáculo para el progreso económico argentino, considerando
necesario privilegiar la vía diplomática4. De todas formas, Chile aparecía como una amenaza
que no se podía desatender. Esto explicaría, al menos en parte, la estrategia de acercamiento
de la cancillería argentina a la de Bolivia, en momentos en que Chile organizaba
administrativamente y ocupaba militarmente la región oriental de Atacama. El tratado Quirno
Costa-Vaca Guzmán fue fervientemente alentado por el sector liderado por Estanislao
Zeballos5.
Lo cierto es que la Argentina negoció una región que hasta entonces reclamaba como propia,
Tarija, a cambio de otra que parecería nunca había sido pretendida, y que desde 1899 debió
comenzar a administrar.

1
Latzina 1888:457.
2
Latzina 1888:419.
3
Latzina 1888:646.
4
Cisneros y Escudé 2000.
5
Lacoste, P. 2003:296-300.

— 186 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Producción y comercio en la región


circumpuneña ¿Un modelo agroexportador
andino?
La historiografía económica argentina que se ocupa del período comprendido entre la segunda
mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, suele considerar al desarrollo del ―modelo
agroexportador‖ como cuestión central a debatir:
“ Esto alude al peso central de la producción agropecuaria, que además de cubrir gran
parte de la demanda interna de alimentos básicos generaba gigantescos volúmenes de
excedentes exportables que servían de contrapartida a las también significativas
importaciones, las cuales permitían cubrir las necesidades en crecimiento de una
población en continuo aumento. Y este modelo está ligado también a la gran expansión
mundial de la demanda de materias primas y alimentos en los países europeos” 1
Fuera de la región pampeana, la historiografía tendió a concentrarse sobre todo en el
desarrollo de las dos actividades económicas que permitieron la articulación ―hacia adentro‖
de las provincias del llamado ―Interior‖: la primera centrada en el azúcar y ubicada en el
noroeste del país; la segunda centrada en la vid y ubicada en el oeste. El rasgo sobresaliente
en ambos casos fue la marcada orientación hacia el mercado interno, conformado
principalmente por la ciudad de Buenos Aires e inmediaciones. Siguiendo a los mismos
autores:
“ Diversas provincias del interior del país verán sensiblemente alterados sus perfiles
productivos en función de la imbatible competencia de la producción agropecuaria
pampeana y, al mismo tiempo, de la notable expansión de la demanda interna de ciertas
producciones por el gran crecimiento de la población nacional. En este aspecto se
destacaron nítidamente la zona del azúcar –Tucumán, Jujuy y Salta- y la zona de la vid –
Mendoza y San Juan2“
Así, pareciera que la economía del país estuvo orientada exclusivamente hacia el puerto de
Buenos Aires, y que fuera la región pampeana la única que organizó el territorio en función de
la exportación agropecuaria. Es innegable el peso que tuvo la región pampeana y la provincia
de Buenos Aires, en particular, en la organización del territorio argentino. Pero hasta las
primeras décadas del siglo XX, al menos, es difícil pensar en un mercado nacional
completamente cerrado y contenido en su totalidad ―hacia adentro‖, con el puerto de Buenos
Aires como la ―boca del embudo‖. Esta metáfora es muy recurrente y, aunque elocuente e
ilustrativa del proceso por el cual tendió a concentrarse buena parte del capital fijo y los flujos
en la ciudad de Buenos Aires, lleva a simplificar la diversidad de situaciones existentes en el
país durante este período. Más que un ―embudo‖, el país era un ―colador‖, y probablemente
en Buenos Aires, más precisamente en su puerto, estaba ubicado su agujero más grande.
La economía de extensas regiones del país estaba orientada en gran medida hacia el Pacífico,
aunque en complementación con el Atlántico. En todo el oeste cordillerano puede afirmarse
que también se organizó un modelo agroexportador, superpuesto y complementario al modelo
agroexportador pampeano, más pequeño y con una tecnología de transporte que no se basaba
en el ferrocarril.

1
Barsky y Gelman 2001:140.
2
Barsky y Gelman 2001:204.

— 187 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En el caso de las provincias de Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja, por ejemplo, como en
Buenos Aires o Santa Fe, la producción agropecuaria tuvo un peso central en el período
considerado. En esas provincias se generaban excedentes exportables, comparativamente
menores en términos absolutos a los excedentes de Buenos Aires, pero probablemente
mayores en términos relativos, por la ausencia de grandes centros urbanos consumidores
como los que se estaban formando en el ámbito pampeano. Al igual que en la región
pampeana, las exportaciones en las provincias del norte permitían compensar las
importaciones de bienes manufacturados, que en gran número ingresaban por el puerto de
Buenos Aires, pero también por los puertos marítimos del Pacífico, como Taltal, Antofagasta
y Cobija, o los terrestres de Calama, San Pedro de Atacama y Copiapó. A diferencia de lo que
ocurría en Buenos Aires, la demanda que estructuraba parte de la economía de las provincias
cordilleranas no provenía ―de la gran expansión de la demanda de materias primas y
alimentos en los países europeos‖, sino de los distintos ciclos de demanda de alimentos y
mulares generados en el norte de Chile y sur de Bolivia, por el auge de la minería. A
diferencia de la región pampeana, que tuvo al puerto de Buenos Aires como principal salida
de la producción agropecuaria, los comerciantes del espacio andino tuvieron a los numerosos
pasos cordilleranos como ―puertas‖ de acceso al mercado chileno1.
El ―modelo agroexportador andino‖ conformado en el noroeste argentino funcionó por lo
menos desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX. El comercio
vinculado al salitre se desarrolló desde la década de 1880 hasta la crisis de 1929, aunque
luego se recuperó, pero sin tener la importancia de antaño2. Lo que ocurrió después de la gran
crisis de 1930 todavía no está suficientemente estudiado.
Para comprender la dinámica regional circumpuneña, en una etapa de progresiva
reorientación centrífuga del antiguo espacio económico que tenía a Potosí como principal
centro gravitatorio, es necesario tener en cuenta una serie de ciclos productivos iniciados
después de la Guerra del Pacífico. Aquí no se intentará analizar todas las características y
todas las implicancias de las diferentes estructuras productivas conformadas en el norte
chileno y el noroeste argentino. El objetivo de lo que sigue es, simplemente, señalar algunos
aspectos salientes. En particular, interesa bosquejar de qué manera se complementaron el auge
del mercado consumidor de ganado en el norte chileno con el auge del mercado productor de
ganado en el norte argentino. Para la intermediación entre ambos mercados fue clave la
participación de un característico actor regional: el arriero. Fueron los arrieros quienes
aportaron sus conocimientos y sus vidas para vincular a uno y otro ámbito transcordillerano,
atravesando los temidos senderos de la Puna.

Oficinas e ingenios: nuevos polos de desarrollo en la región circumpuneña


La economía chilena, especialmente la del norte, está signada por los ―ciclos mineros‖.
Cuando Tarapacá y Atacama todavía no eran parte del territorio chileno, se desarrolló el
―ciclo del guano‖ que, a grandes rasgos, se había iniciado en la década de 1840 y culminó en
la de 1880. La edad del guano fue de gran importancia en la economía peruana, llegando a
generar más de la mitad de las exportaciones de ese país3. Al del guano le sucedió el ciclo del
salitre que provocó, y luego se vio estimulado por, la Guerra del Pacífico.

1
Para profundizar el caso de las provincias de La Rioja y Salta: Conti 2002; Olivera 2002.
2
González Miranda 2000:117-119.
3
Aycart Luengo 1998.

— 188 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

La minería del salitre en el desierto, se organizaba en torno a las denominadas ―oficinas‖.


Originalmente eran pequeños puestos de compra (u oficinas) que se instalaban en las
calicheras y compraban el material a quienes lo extraían en las proximidades, en forma
independiente. En esos mismos puestos, con procedimientos artesanales, se obtenía el nitrato,
la sustancia que se exportaba. Hacia mediados del siglo XIX estas ―oficinas de paradas‖ se
transformaron en ―oficinas de máquinas‖, cuando la actividad comenzó a tecnificarse.
Por desarrollarse en una zona desértica, la minería del salitre tuvo como uno de los principales
problemas el aprovisionamiento local de alimentos, materiales de construcción como la
madera, forraje y bestias de arrastre. Los oasis de San Pedro de Atacama, Calama o Toconao
no permitían la producción de alimentos a escala suficiente para abastecer la pampa salitrera,
cuya población crecía por el aporte de la inmigración. Todos esos productos debían traerse
desde muy diferentes lugares, como los valles centrales de Chile, el sur de Perú o la lejana
California.
Desde la década de 1880, el gran impulso dado a la explotación del nitrato, y la gran demanda
de bienes asociada a esa actividad, transformaron a la pampa salitrera en un ―polo de
desarrollo‖, articulando a toda la región circumpuneña y otras áreas cisandinas adyacentes1.
Paralelamente, en el extremo oriental de la región circumpuneña se gestaba otro polo de
desarrollo basado en el cultivo de la caña. La economía azucarera fue un poderoso agente
transformador de la geografía de la porción noroeste argentino, que se manifestó en
momentos y con ritmos diferentes. El caso más destacado es el de Tucumán, provincia que
reorientó su economía casi por completo a la producción azucarera desde la década de 1870,
cortando sus tradicionales vínculos con el Alto Perú, aunque no en forma definitiva en lo que
restaba del siglo XIX2.
En cambio, las provincias de Jujuy y Salta, que también producían azúcar ya por entonces,
tuvieron un gran despegue algunas décadas después, a diferencia de Catamarca donde el
cultivo de la caña no prosperó. En Tucumán se definió un modelo agroindustrial diferente al
que existió en las otras dos provincias norteñas.
Esas diferencias se manifestaron en el tamaño de los productores, en la participación del
capital extra-local, en el origen de la mano de obra y en los momentos de auge. Mientras que
en Tucumán se formó un importante sector de medianos y pequeños productores cañeros que
producían para los ingenios, en Jujuy y Salta se establecieron complejos agroindustriales
integrados, formados por una planta industrial de envergadura y terrenos de grandes
extensiones, propiedad de una sola empresa. Mientras que en Tucumán los propietarios
involucrados eran mayoritariamente originarios de la provincia, en Jujuy fueron grupos
trasnacionalizados los que operaron las nuevas compañías. En el caso de Salta, el propietario
del único ingenio azucarero, San Martín de Tabacal, era integrante de la oligarquía provincial,
con llegada al gobierno nacional. Finalmente, el auge azucarero en el espacio jujeño-salteño
fue proporcional a la pérdida de impulso del comercio ganadero con el Pacífico, durante las
tres primeras décadas del siglo XX3.
La economía agroindustrial se desplegó territorialmente en las tierras bajas de Jujuy y Salta.
Los terrenos acaparados a las sociedades indígenas chaqueñas durante las campañas militares
iniciadas en la década de 1880, fueron valorizados para la producción de caña de azúcar. Este
cultivo se realizó bajo el sistema de plantación y el procesamiento del azúcar se realizaba en
ingenios ubicados en la misma unidad de explotación. El principal destino de la producción

1
González Miranda 2002:121-123, 227.
2
Langer y Conti 1991:99.
3
Campi 2000:95-101.

— 189 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

era el mercado metropolitano de Buenos Aires. Las políticas encaradas por el gobierno
nacional jugaron un rol central en el auge del sector, materializadas en la construcción del
ferrocarril y el aumento en los aranceles a la importación del azúcar1. En la etapa inicial
(aproximadamente hasta la década de 1930) la demanda de mano de obra fue abastecida por
las sociedades indígenas del Chaco argentino y de Bolivia.
Entre tanto, en las tierras altas persistió una economía campesina basada tanto en la
producción agroganadera (principalmente en los valles, quebradas y oasis) como pastoril o
agropastoril según la zona (principalmente en la Puna). Desde la década de 1930 las
poblaciones de esas regiones fueron sometidas a un proceso de semi-proletarización, por el
aumento de la demanda de mano de obra en los ingenios, la cual ya no podía ser abastecida
por la región chaqueña2. Se trataba de una demanda de mano de obra estacional para la zafra
(que duraba desde mayo a octubre), luego de la cual esos trabajadores se vuelven
prescindibles. Las tierras altas fueron ―satelizadas‖ por las tierras bajas, como forma de
asegurar una provisión constante de mano de obra. El aprovisionamiento de mano de obra
barata y temporal se logró manteniendo una parte de la estructura productiva campesina. Para
formar un mercado de trabajo unificado, los dueños de los ingenios combinaron la coacción
con incentivos monetarios3.
A partir de la década de 1880 se puede hablar de la consolidación de relaciones de producción
de tipo capitalista en el ámbito circumpuneño, centradas en las oficinas salitreras y los
ingenios azucareros. Esto es así, en la medida que se rompieron en forma categórica los viejos
equilibrios culturales y sociales que persistían desde el período colonial y se introdujeron en
la región, decisivamente, nuevos ritmos en la dimensión del tiempo, a la vez que se produjo
una concepción distinta del trabajo4. Se trata de un proceso lento, no carente de
contradicciones. Con esto, se formaron en la región circumpuneña nuevos mercados de
trabajo, muchas veces apelando a antiguas estrategias de captación del trabajo precapitalistas,
como el ―enganche‖ y tantas otras modalidades5. Y esos nuevos mercados de trabajo, en cierta
forma, constituyeron una modalidad de redistribución poblacional en el ámbito
circumpuneño. Pero la consideración de este tema excede las posibilidades de esta
investigación.

Entre la sal y el azúcar: la Guerra del Pacífico y sus efectos sobre el


comercio ganadero argentino
En las provincias del noroeste argentino, el análisis de los cambios ocurridos en las últimas
décadas del siglo XIX no puede limitarse solo a la economía del azúcar. En Tucumán fue
abrumadora y probablemente también lo fue en Jujuy, aunque en momentos y con
modalidades diferentes. De todas maneras, las agroindustrias azucareras coexistieron con
otras actividades, como la producción de tabaco, la ganadería para exportación, la actividad
forestal y la explotación de los hidrocarburos. Centrar la mirada en el azúcar y en las nuevas
conexiones del norte con el Atlántico, por ejemplo a partir de la construcción del Ferrocarril
Central Norte, indudablemente importante y central, llevaría a ocultar una diversidad de

1
Girbal 1991.
2
Rutledge 1987.
3
Teruel 1994.
4
Stabili 1985.
5
González Miranda 2002:141. Este tema ha sido ampliamente analizado en toda la literatura centrada en el
despegue agroindustrial azucarero en Jujuy. En este sentido el trabajo de Ian Rutledge puede considerarse como
pionero (Rutledge 1987).

— 190 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

situaciones espaciales que coexistieron, y que respondían a una pluralidad de estrategias


diseñadas por diversos actores sociales1. Parte de esas estrategias tenía su origen en la crecida
demanda de diferentes bienes generada en el norte de Chile. Eso permitió la activación de
circuitos comerciales, varios de los cuales se recortaban al ámbito circumpuneño.
Esto fue posibilitado por la conjunción de una serie de hechos. En primer lugar, que el
gobierno central estaba garantizando el avance de la frontera agropecuaria hacia la región
chaqueña. Tras el arrinconamiento y ―pacificación‖ de las sociedades indígenas del Chaco,
terratenientes salteños comenzaron a criar vacas en los montes que se destinaban a los centros
mineros del norte chileno2. Otro factor importante era la existencia de un número importante
de arrieros que conocían los caminos a través de la cordillera. Finalmente, que se estructuró
un sistema de transporte que permitía articular al Chaco con los Andes.
Además de la producción del stock ganadero era necesario generar las condiciones para el
intercambio. Durante las décadas de expansión de la economía agroexportadora de la región
pampeana, comerciantes de Catamarca, Jujuy y principalmente de Salta reforzaron los
tradicionales vínculos con los mercados de Chile, revitalizando las antiguas rutas que
conectaban los Andes con la costa del Pacífico3.
¿El norte de Chile o el sudeste de Argentina? Existían numerosas razones por las cuales los
comerciantes salteños optaron por orientarse hacia el Pacífico y no hacia el Atlántico. En
Chile los precios que se pagaban por el ganado salteño eran altos, mientras que los fletes y
gravámenes que pesaban eran relativamente menores. Además, en la región existía un buen
número de arrieros y troperos conocedores de las rutas. En la Argentina, existían serias
dificultades de competir con la producción pampeana de superior calidad. Además, el
gobierno central era lo suficientemente permisivo para permitir que los terratenientes salteños
se mantengan ocupados sin generar una competencia innecesaria con los sectores ganaderos y
comerciantes de Buenos Aires4.
El intercambio comercial de catamarqueños, jujeños y salteños con la costa del Pacífico no
era una novedad, y se venía desarrollando desde mucho antes de la Guerra del Pacífico. En
1869, en la publicación del primer Censo General, se describieron estas conexiones de la
siguiente forma:
“ El intercambio comercial de Jujuy se lleva a cabo con Bolivia y con los puertos del
P acífico… A los puertos del P acífico, Jujuy le exporta polvo de oro, lana, y piel de vicuña
y de chinchilla, e importa de allí productos de consumo europeos” 5.
Así, hasta la década de 1860 Jujuy y Salta tenían vínculos estrechos con Bolivia, país con el
que mantenían diferentes intercambios comerciales, tanto con la Bolivia altiplánica como con
la del Pacífico, mucho más que con cualquier otra provincia argentina6. Este comercio se vio
drásticamente detenido a fines de la década de 1870, cuando comenzó la disputa por el control
de las pampas salitreras. El proceso de redefinición territorial posterior a la Guerra del
Pacífico significó un boom comercial para Jujuy, Salta y Catamarca.
Un caso particular fue el de Tarija, ya que durante la Guerra del Pacífico se había
transformado en una plaza comercial de gran importancia. Interrumpidas las comunicaciones
entre Cobija y el altiplano por el estado de guerra en la costa, el nexo comercial entre Bolivia

1
Campi 2000.
2
Reboratti 1992:24-26.
3
Michel, Pérez y Savíc 1998.
4
Esta cuestión está convenientemente desarrollada en Langer y Conti 1991.
5
Primer Censo Nacional, año 1869, página 569.
6
Langer 1987:144.

— 191 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

y el exterior, a través de Buenos Aires, fue Tarija. Sin embargo este esquema fue pasajero.
Pactada la paz, acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas boliviano-chileno
y diseñado y construido el sistema ferroviario entre el altiplano y los puertos del Pacífico, los
comerciantes de Tarija perdieron protagonismo1. A partir de entonces, Tarija tendió a quedar
aislada de los principales centros urbanos del país, mientras quedaba cada vez más conectada
con el norte argentino. Esta conexión se estableció por dos vías: como proveedora de mano de
obra para los ingenios y de ganado en pie para el comercio con Chile. Con el desarrollo de la
agroindustria azucarera, las comunidades indígenas de chiriguanos comenzaron a migrar
temporalmente hacia la zafra. En las proximidades de Tarija se criaba ganado que era
introducido a Salta, donde se engordaba, para luego remitirlo al norte chileno2.
En el esquema de la economía salteña, el Este de la provincia, los departamentos de Anta,
Orán y Rivadavia, el borde chaqueño consolidado con el avance de la frontera en la década de
1880, era la región de cría del vacuno, mientras que el engorde o invernada se realizaba en
diferentes zonas de los valles de Lerma y Calchaquí. Las quebradas que ingresaban a la Puna
argentina, desde Molinos y Luracatao, desde Cachi o La Poma, eran las zonas de tránsito
obligado para acceder a los mercados de la cuenca pacífica3.
Algunos integrantes de la elite salteña que participaban activamente en el comercio ganadero,
ocuparon puestos claves en el gobierno nacional en el momento en que se discutían diversas
cuestiones referidas con la organización del Territorio de Los Andes. Conformaron las
comisiones para resolver la cuestión limítrofe, estuvieron presentes en las cámaras de
Senadores y Diputados decidiendo la creación del Territorio de Los Andes, fueron sus
primeros secretarios y después también gobernadores, contribuyeron a definir la capital del
territorio y, años después, participaron activamente en las comisiones de fomento para la
construcción de un ferrocarril trasandino. Entre ellos figuraban apellidos como Uriburu,
Isasmendi, Figueroa, Leguizamón, Grande, Dávalos y, a través de diferentes redes, Patrón
Costas, Gómez (Indalecio) y Ovejero, entre otros4. Como apuntaba el gobernador Solá:
“ Paso para el ganado vacuno, el control de la Puna de Atacama era estratégico. Lo mismo
ocurría con Catamarca. La elite catamarqueña también tenía algunos intereses en el
comercio con Chile y en la explotación de las aguadas que existían en Antofagasta de la
Sierra” .
El comercio ganadero tuvo su apogeo entre 1880 y 1930. Algunos estudios recientes sostienen
que después de 1930 tuvo una revitalización, pero todavía no se ha investigado
sistemáticamente5. Las características del comercio, el rol destacado de los arrieros, los
destinos y las vicisitudes fueron descriptas en numerosas fuentes, como se puede observar a
continuación:
“ … el cam ino que llevam os sigue para C hile y es el que va hasta A tacam a, transitado
continuamente por tropas de novillos invernados o toros como los llaman en las provincias
del Norte, que van a proveer de carne a los mineros chilenos” 6
“ El ferrocarril norargentino, que ahora tiene a Jujuy como terminal, y el que une
Antofagasta, sobre el Pacífico, con el centro de Bolivia, casi han aniquilado este comercio;
pero, antes de la construcción de esas líneas, Salta era el depósito de todas las

1
Langer 1987:150.
2
Langer 1987:153.
3
Michel y Savíc 1999:181-187.
4
Michel y Savíc 1999:187 y 191.
5
Comunicación personal Rubén Correa.
6
Ambrosetti 1905:97.

— 192 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

mercaderías que iban a Bolivia y de todos los productos que de allí venían. Más de 50.000
mulares cargados estaban continuamente en camino entre Salta y Bolivia” 1
“ El ganado salteño, desde épocas atrás, se remitía a Chile y Bolivia, que eran los
principales países de exportación para la provincia. Las viejas rutas de remisión subsisten
aún y son objeto de activo movimiento, como la de la Quebrada del Toro, que pasando por
Tocomar, C atúa y H uaytiquina, term ina en San P edro de A tacam a… L as principales
remisiones a este país, fueron y son de vacunos, y a Bolivia, de asnales, cabras y ovejas” 2
“ El ganado del Chaco se lleva a los campos de alfalfa y de maíz en donde son engordados
para el viaje que deben hacer a través de la cordillera hasta las salitreras o poblaciones
de Chile” 3
“ Acaso más importante es el movimiento de tránsito, de las provincias con los países
vecinos; pues casi diariamente circulan, de paso por el Territorio, tropas de vacunos,
mulares y asnales, que van a parar a los mercados de Chile y Bolivia, regresando
generalmente los arrieros con café, coca, fruta seca, tabacos, calzados, sombreros, sedas,
tejidos, géneros diversos y otros productos de los puntos de destino a los lugres de su
procedencia” 4
Este comercio, que antes de la Guerra del Pacífico se dirigía hacia diferentes lugares del
Desierto de Atacama y que inclusive llegaba hasta Iquique, tendió a concentrarse en la zona
de influencia de San Pedro de Atacama. La principal razón fue el trazado de los ferrocarriles
que, de alguna manera, fueron circunscribiendo el ámbito del arrieraje. Sobre San Pedro de
Atacama, Alejandro Bertrand apuntaba en 1885:
“ … aunque mui [sic] aislada, esta localidad es un centro de recursos… L a jente algo
acomodada es casi toda comerciante o traficante en ganado que se importa de la
R epública A rgentina… P or la plaza de A tacam a se introduce todo el ganado que viene de
la A rgentina para el consum o de este territorio… ” 5
Ya en la etapa en que existía el Territorio de Los Andes, Franz Kühn presentaba el siguiente
panorama:
“ El tráfico a través de la Puna es muy escaso y consiste sólo en los transportes de ganado
a Chile, que toman desde Catamarca el camino sobre Antofagasta, hasta San Pedro de
Atacama y desde Salta sobre Pastos Grandes también, a San Pedro de Atacama. Fuera de
los caminos que los bueyes, burros y ovejas han trazado bien distintamente sobre el suelo
existen sendas muy abandonadas que sólo el ojo del atacameño puede descubrir” 6
El surgimiento de nuevos centros de producción, las nuevas conexiones comerciales, el
trazado del ferrocarril y la creciente vinculación de las unidades administrativas con las
respectivas capitales nacionales contribuyó, finalmente, a reorganizar el espacio andino, a
través de reorientaciones centrífugas hacia el Atlántico y el Pacífico7. Los centros mineros de
Potosí y sus alrededores dejaron de ser hacia fines del siglo XIX el principal nodo articulador
de la región circumpuneña, función que desde entonces tuvieron las oficinas salitreras y los
ingenios azucareros. De todas formas, esto no quiere decir que las conexiones entre el norte
argentino y el sur boliviano, o entre el norte chileno y el sur boliviano hayan desaparecido.

1
Boman 1908:256.
2
Schleh 1914:10.
3
Bowman 1924:273.
4
MI, Memoria de 1925-1926:298.
5
Bertrand 1885:270 y 272.
6
Kühn 1910:316.
7
Langer 1987:150; Conti 1995:103.

— 193 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En este sentido, como lo destacaron muchos viajeros que recorrieron la región durante este
período, la feria de Huari, al sur de la ciudad de Oruro, siguió siendo un poderoso motivo para
realizar viajes arriando ganado desde Catamarca, Salta o Jujuy.
“ E ste cam ino de despoblado es m uy transitado… por las tropas de m ulas y burros que
invernadas en la Poma, se llevan á vender á la feria de Huari en aquella República” 1
“ El territorio está cruzado de caminos de herradura, debiendo mencionarse entre ellos el
que atraviesa desde Bolivia a Catamarca, de N. a S. y pasa por Rosario, Toro, Catúa,
Pastos Grandes, Antofagasta de la Sierra y llega a Fiambalá (Catamarca)” 2
Al visitar La Poma, en los valles Calchaquíes, el geógrafo estadounidense Isahia Bowman
observaba:
“ Cada año una corriente de mulas, asnos, ovejas, llamas y bueyes van desde el valle de
Poma atravesando los altos cordones, al norte, a Bolivia, en donde se venden en las minas
o en los ferrocarriles que están en construcción, o bien se conservan para la gran feria
anual de Huari, en Bolivia. En esta celebrada feria se reúne cada año un número inmenso
de comerciantes del norte de A rgentina, de B olivia y del P erú… es un de los principales
lugares de trueque de Hispano-América” 3
La ―gran feria anual de Huari‖ se realizaba en esta localidad ubicada al sur de la ciudad de
Oruro, sobre el lago Poopó4. Congregaba a compradores procedentes de Oruro, Potosí, La Paz
Paz y las provincias del sur de Perú y desde principios del siglo XX contó con una conexión
ferroviaria con la costa del Pacífico a través del ferrocarril ―Ferrocarril Antofagasta a
Bolivia‖. La feria se realizaba cada año, durante la cuaresma, y llegaban hasta allí troperos
procedentes de Cachi y La Poma, en Salta, de Santa María o San Fernando del Valle, en
Catamarca, de Córdoba o de Santiago del Estero. Arribaban asnales, mulares, bueyes,
caballares y ovejunos. También llegaban productos de la costa, de las selvas o de las huertas 5.
huertas5. Se trataba de un fenomenal centro de intercambio, que funcionó durante todo el siglo
siglo XIX y parte del XX. El geólogo Ludwig Brackebusch dejó testimonio de esto:
“ esta renom brada feria… anualm en te es visitada por miles de arrieros de la Argentina,
Chile, Bolivia y Perú y debe ser uno de los acontecimientos más interesantes como se
dice… N o hay probablem ente en el N orte de la A rgentina ningún arriero que no haya
hecho una vez el largo y penoso viaje a Huari. Se exportan casi todos los caballos y
mulares a este lugar” 6
En el camino hacia Huari se encontraban pequeñas ferias locales, como las de Tilcara,
Humahuaca, Yavi o Tupiza, u otras algo más importantes, como La Tablada en Jujuy7. Pero
ninguna tan renombrada como la de Huari. Lo cierto es que estas ferias conservaron la
vitalidad de las rutas que funcionaban en el antiguo espacio económico peruano, articulando
entre si los extremos de la región circumpuneña.
Como puede observarse, se trataba de un espacio dinámico, con situaciones cambiantes
debido al auge o decadencia de los ciclos mineros, ganaderos o agroindustriales. Buena parte
de ese dinamismo se debía a la presencia de un actor social inestimable: el arriero.

1
Ambrosetti 1905:97.
2
Ruiz Moreno 1916:22.
3
Bowman 1924:257.
4
Bowman 1924:257.
5
Conti 1989:441.
6
Brackebusch 1891:84.
7
Langer y Conti 1991:100-101.

— 194 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Los arrieros en la construcción de la región circumpuneña


Unas veces llamado ―arriero‖, otras veces ―tropero‖, éste era un actor social con presencia en
la región por lo menos desde el siglo XVII. En general eran indios que conocían
perfectamente las rutas que atravesaban la cordillera en diferentes sentidos. Durante el siglo
XIX el arriero era diferente que en siglos anteriores. Ya no se trataba solo de población
indígena, sino que también participaban criollos. Además con el tiempo fueron cambiando las
rutas que seguían, el contenido de lo que se transportaba y los agentes que requerían este
servicio de transporte. De todas formas, se trataba de un servicio de transporte que en lo
esencial no se había transformado. Los arrieros eran personas experimentadas en el transporte
de recuas o hatos a través de las cordilleras circumpuneñas1. El oficio de arriero no estaba
carente de riesgos. Una descripción de esta actividad la proporcionó el arqueólogo Eric
Boman:
“ El transporte de ganado a Chile es una empresa osada en la cual los conductores se
exponen a perder la vida, y los propietarios a perder su ganado. Este se envía por rebaños
de sesenta cabezas cada uno. Los animales son herrados para que puedan caminar en la
montaña. Avanzan a muy poca velocidad, 15 ó 20 km. por día, y detrás de ellos van los tres
o cuatro gauchos conductores. En Puerta de Tastil dejan la Quebrada del Toro y toman la
de Las Cuevas que va hacia el altiplano por la cuesta de Muñaño, pasan por la Quebrada
de Chorrillos la alta cadena que separa la Puna de Jujuy de la Puna de Atacama,
atraviesan todo este territorio absolutamente desprovisto de forraje y llegan por fin al pie
de la Gran Cordillera. Allí, el paso es difícil. En general, el rebaño es diezmado por el
„viento blanco‟, la tem ible torm enta de nieve de la cordillera” 2
En cada región, el arrieraje estaba especializado según el tipo de animales que transportaba y
los destinos que debía alcanzar. Mientras que el arrieraje boliviano tendió a especializarse en
el transporte de lanares, el argentino lo hizo con vacunos y mulares. También existían
diferencias sociales y culturales. Mientras que el arrieraje boliviano era predominantemente
indígena, el argentino era criollo. Asimismo, como se fue señalando en las secciones
anteriores, también fueron cambiando los destinos, y la construcción del ferrocarril en algunas
zonas resultó una competencia para esta actividad3.
Pero el arrieraje no era una empresa que transportaba sólo animales en pie. Los relatos de
viajeros permiten saber que también eran vitales en el transporte de otras mercancías. A la
región salitrera los arrieros llevaban coca o chicha, cuando venían de Bolivia, y alfajores o
suelas cuando lo hacían desde la Argentina. A la vez, era una ocasión para retornar con
productos que ingresaban por los puertos del Pacífico, como utensilios domésticos o ropa
industrial4. Harina, arroz, tejidos, maíz eran otros tantos productos que el arrieraje
transportaba en la era pre-automotriz o hacia aquellos destinos que quedaban apartados del
trazado de los ferrocarriles. En la Puna argentina también colaboraban en el transporte de
minerales. Cuando Abraham Becerra, enviado del gobierno salteño recorrió en 1887 la región
oriental de Atacama, daba cuenta de un establecimiento, cuyo nombre era ―Boratera Siberia y
Antuco‖, que estaba ubicado en uno de los principales caminos que conectaba a Salta con San
Pedro de Atacama. Según Becerra,

1
González Miranda 2002:228.
2
Boman 1908:324.
3
González Miranda 2002:119.
4
González Miranda 2002:119.

— 195 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ la creación de este establecimiento ha sido con el fin de aquí afinar los diferentes boratos
que se remiten de los mencionados depósitos y tener la carga lista para los arrieros que
regresan del interior de Bolivia” 1
Otra función del arrieraje, especialmente importante en el caso del boliviano, fue el traslado
de personas. La creciente demanda de trabajo por el auge salitrero, fue un poderoso imán para
las poblaciones del altiplano. Los arrieros, además de animales y otros bienes, colaboraban en
el traslado de personas2. Además, los arrieros eran contratados para trasladar a los viajeros,
científicos y funcionarios del Estado que empezaron a llegar después de finalizada la Guerra
del Pacífico, cuando comenzaron a realizarse los primeros mapas y descripciones geográficas
de la región. Muchos viajeros dan cuenta de la importancia de estos sujetos3. S egún K ühn…
“ Sin baqueano un viaje en la Puna fuera de los caminos generalmente usados, no es
posible a causa de que una vez perdido en el despoblado nadie está allí para responder a
la pregunta: ¿cuál es mi camino?” 4
Durante el ciclo del salitre, desde Salta, Jujuy o Catamarca el arrieraje era la única forma de
transporte hacia Chile. En la década de 1890 esas tres ciudades se transformaron en terminales
ferroviarias. Desde ahí, debía seguirse por los caminos de la Puna a lomo de mula. La
definición del límite interestatal y la creación del Territorio de Los Andes no representaron
una barrera significativa, por la debilidad de los controles aduaneros. En distintos informes se
reclamaba por la creación de más puestos de control.
“ A fin de evitar el contrabando, se ha creado un resguardo en Rosario (Departamento de
Susques); pero no es suficiente, y será necesario habilitar otras oficinas análogas en
Antofagasta de la Sierra, San Antonio de los Cobres y Catúa” 5
Pierre Denis, geógrafo de origen francés, afirm ab a que…
“ … al lado de las rutas oficiales, existieron durante mucho tiempo rutas clandestinas por
quebradas menos accesibles, por donde pasaba, al abrigo de todo registro, el ganado
robado” 6.
Los arrieros eran grandes conocedores de la región, capaces de burlar los controles. Los viajes
eran largos y podían llegar a ocupar uno o dos meses y nunca participaban mujeres. Abra
Pampa y Huari, por ejemplo, estaban separadas por 12 días de caminata, mientras que eran
necesarias 25 jornadas para unir Catamarca con aquélla feria7. Isahia Bowman, al describir
esta actividad en los valles Calchaquíes, decía:
“ L uracatao… envía unas 300 cabezas de ganado por m es a C hile. V an en piños de 60
cabezas, viajan de nueve a doce millas por día y van a mercados que están aún más al
norte que Iquique” 8
Eran viajes básicamente comerciales que no comprometían la producción familiar y se
realizaron en la medida que se explotaban los minerales en Chile o el sur de Bolivia donde se
requerían vacas o mulas9.

1
Becerra 1887:18.
2
González Miranda 1989:19.
3
Cf. Bertrand 1885:45.
4
Kühn 1910:316.
5
MI, Memoria de 1911-1912:168.
6
Denis 1920:94.
7
Cipolletti 1984:522.
8
Bowman 1924:255.
9
García y Rolandi 1999:203-204.

— 196 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Las crisis de los centros mineros, el aumento de los controles fronterizos, la demanda laboral
en los ingenios fueron algunos de los factores por los cuales fue decayendo la actividad y se
abandonaron muchas rutas. También los trazados viales organizados por los Estados
nacionales en la región fueron una competencia. Sólo eventuales pedidos de guiar a viajeros
ocasionales por las cordilleras de los Andes mantuvieron en actividad a muchos arrieros1.
El arrieraje era un servicio de transporte anterior y complementario al ferrocarril. En la
medida que el ferrocarril se fue expandiendo en la región, era natural que compitiera
ventajosamente. De todas formas, por algún tiempo, ambos modos de transporte coexistieron.
Hasta las primeras décadas del siglo XX, el arrieraje fue un vigoroso relicto colonial en
tiempos republicanos. Como sugería Bowman:
“ … cualquiera que viaje a través de los andes centrales, desde el noroeste de la Argentina
al Lago Titicaca y por el oeste, hasta el Pacífico, puede en la época actual ver desde el
ferrocarril una gran parte del país, pero las condiciones del transporte por rieles oculta lo
íntim o de la gente que ha form ado el país por décadas y siglos pasados… el ferrocarril es
algo m uy reciente. H asta su aparición… las m ercaderías debían ser transportadas a lom o
de mula” 2.

¿Una red panamericana de ferrocarriles? El sistema de transporte


circumpuneño
Además del arrieraje, otro elemento del legado colonial que impregnó los primeros tiempos
republicanos fue la arcaica infraestructura de circulación. Los tiempos y las tecnologías de
circulación, en lo sustancial, no se transformaron por lo menos hasta la década de 18703.
Algunas sendas fueron utilizadas desde tiempos prehispánicos, y parte de la tecnología vial
incaica se conservó hasta el siglo XIX.
Los indicadores materiales que se encontraban en las rutas, como senderos simples y
múltiples, apachetas, pascanas, corrales, tambos, aguadas y manantiales, tramos de camino
empedrados, expresiones de arte rupestre y lugares de pasturas, eran relictos antiquísimos en
el espacio andino. Las apachetas son montículos de piedra que tienen una función ritual. En el
mundo andino son respetados como sitios sagrados que contribuyen a la buena suerte del
viajero, quien agrega una piedra al montículo y normalmente ofrenda coca y alcohol. A la
vez, tienen una función vial, ya que suelen estar ubicados en lugares importantes de los
caminos, como pasos, abras, encrucijadas y lugares de descanso. Las pascanas o jaras son
sitios de descanso de las caravanas. Los tambos, finalmente, son paradores, depósitos y
albergues de origen inca, ubicados a lo largo del camino a una jornada de distancia entre sí.
Muchos de estos artefactos viales, como las apachetas, al menos en la Puna argentina,
siguieron usándose inclusive en el siglo XX4.
Durante el siglo XIX, los principales medios de trasporte en la región circumpuneña eran, sin
dudas, el tráfico de tracción a sangre. Para ello era de vital importancia la experiencia de los
caravaneros y troperos, indígenas y criollos, que generalmente provenían de los valles
calchaquíes o de San Pedro de Atacama.
Los caminos presentaban las mismas características que antaño, aunque ya por entonces se
había estructurado mejor el sistema de paradas. Desde Buenos Aires hasta Potosí existía un

1
María Susana Cipolletti reprodujo partes de la historia de vida de un arriero puneño (Cipolletti 1984:513-528).
2
Bowman 1924:259.
3
Barba 1956:45-61.
4
Albeck, Conti y Ruiz 2003:88-90.

— 197 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

extenso camino escalonado por un conjunto de postas, implementadas desde 17711. Muchas
de esas postas se transformaron, con el tiempo, en lugares poblados de alguna importancia,
como La Quiaca. Por este camino circulaban las mulas, criadas en las pampas del litoral y
destinadas a los centros mineros, luego de atravesar las altipampas y los valles y quebrada de
Catamarca, Salta y Jujuy. Para recorrer la ruta de Buenos Aires a Santiago del Estero eran
necesarios 25 días y otros 25 días desde aquí hasta Chuquisaca2. Durante buena parte del siglo
XIX estos patrones limitaciones no se modificaron en forma sustancial.
Para quienes viajaban desde Buenos Aires o Córdoba hacia el Alto Perú, Jujuy o Salta
constituían puntos significativos en el camino, ya que allí era necesario cambiar los carruajes
por mulas para lograr el ascenso al altiplano. Un viajero inglés que recorrió la zona en 1826,
hacia y desde Potosí, señaló la función de Salta y de Jujuy en el camino Buenos Aires-Potosí-
Lima diciendo:
“ Salta es el gran lugar para descanso de los viajeros que van o vienen del Perú. En el
primer caso, deben parar y dejar su carruaje (si ese ha sido su medio de transporte) y
proveerse de mulas, pues el camino hacia el norte ya no es carretero” 3.
“ En Jujuy, comienza el camino carretero que conduce a Buenos Aires, y aquí los viajeros
del Perú a esta última ciudad consideran, para usar una frase familiar, que «se ha roto el
cuello del viaje»: en las mil trescientas millas, poco más o menos, que aún les quedan por
hacer, ya no son de temer las interrupciones físicas graves, y siempre se encuentra
provisiones de alguna clase” 4.
Para alcanzar la ciudad de Potosí podían seguirse dos camino. Uno era el ―camino del
Despoblado‖, que partía desde Salta, en el valle de Lerma y ascendía, entre otras variantes,
por la Quebrada de Toro. El otro camino era el de Quebrada de Humahuaca, paralelo al
anterior, más al oriente5.
Estos dos caminos fueron barajados como posibles trazados para el ferrocarril argentino a
Bolivia, por La Quiaca, en los primeros años del siglo XX. Ese ferrocarril finalmente siguió,
en parte, el antiguo camino al Alto Perú por la Quebrada de Humahuaca6. El segundo camino,
camino, aunque con un trazado diferente en el tramo de la Puna de Atacama, cobró mayor
importancia tiempo después, debido a la construcción del Ferrocarril Internacional a Chile.
Con las transformaciones institucionales que caracterizaron el inicio del ―ciclo salitrero‖,
también se iniciaba una nueva fase de cambios en el sistema de circulación. Desde entonces,
el flujo de bienes a través de la región circumpuneña se estableció a través de dos medios, que
suponían dos tecnologías de transporte contrapuestas: la entonces moderna infraestructura
ferroviaria y las antiguas rutas de troperos o arrieros, como ya se analizó más arriba 7. Las
rutas de arrieros o troperos establecían las conexiones hacia el interior, mientras que los
transportes ferroviario y marítimo, hacían lo propio hacia el exterior.
Durante el ciclo salitrero se construyeron los ferrocarriles que facilitaron las comunicaciones
de los puertos de Antofagasta e Iquique, entre otros, con las oficinas salitreras distribuidas por
las pampas atacameña y tarapaqueña. Otros ferrocarriles también establecieron conexiones
con el altiplano boliviano y mucho más tarde con el espacio jujeño-salteño. Cerrando un

1
Barba 1956:29.
2
Werckenthien 1999:42.
3
Temple 1830:121.
4
Temple 1830:167-168.
5
Ruiz y Albeck 1998:173-177.
6
Sánchez de Bustamante 1937:37.
7
González Miranda 2002:125.

— 198 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

triángulo, el ferrocarril unió al sur del altiplano de Bolivia con las ciudades de Jujuy y Salta.
Si bien esto pudo haber propendido hacia un sistema ferroviario circumpuneño, los tiempos,
intereses, objetivos y patrones tecnológicos que orientaron la construcción de cada uno de
esos ramales imposibilitaron que se diera tal situación. Este será el tema de las páginas de este
capítulo.

El ferrocarril de Santiago a La Paz


La historiografía especializada suele considerar al ferrocarril de Calderas a Copiapó, en el año
1848, como el hito inicial del desarrollo ferroviario de ese país1. La mayor expansión de los
ferrocarriles en el norte este país estuvo asociada a la minería y el transporte del salitre
progresivamente fue quedando bajo control de empresas británicas, especialmente después de
la guerra de 18792.
En la región circumpuneña, el primer ferrocarril fue construido en las inmediaciones de
Antofagasta, cuando todavía era puerto de Bolivia. En 1872 la ―Compañía de Salitres y
Ferrocarril de Antofagasta‖, de capitales chilenos, había obtenido del gobierno de Bolivia
derechos para la explotación del nitrato y para la construcción de un ferrocarril. Las obras se
iniciaron en diciembre de 1872 y en 1873 quedó conectado el puerto de Antofagasta con el
Salar del Carmen. Este ferrocarril fue construido con el único objetivo de extraer el nitrato
desde las salitreras hacia el puerto. Inicialmente los vagones se tiraban con mulas, y las vías
tenían una trocha de 0,762 metros3. Con la Guerra del Pacífico, la actividad en las salitreras
no se detuvo completamente, y tampoco la expansión del ferrocarril, que en 1883 llegó a
Pampa Alta4.
Después de firmado el Pacto de Tregua en 1884, la ―Compañía de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta‖, obtuvo un permiso, ahora del gobierno chileno, para extender el ferrocarril
hasta la nueva frontera con Bolivia. Este ramal llegó a Calama en 1886, donde tiempo después
comenzaría a operar Chiquicamata, el más importante centro cuprífero de la región. El
ferrocarril llegó a Ollagüe, en la frontera, un año después. Por entonces este ramal fue
adquirido por la Compañía Huanchaca, de Bolivia, que luego lo transfirió a capitales
británicos. En 1889 se formó la ―Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway Co. Ltd.‖, también
conocida como FCAB, que se encargó de extender el riel hasta el Salar de Uyuni5. La
conexión con Oruro se produjo en 1892 y con La Paz en 1917. Los avances progresivos de
este ferrocarril se detallaron en el Cuadro 2.5. La FCAB, además de la prolongación hasta el
altiplano, en 1907 había construido una conexión con el puerto de Mejillones.
El ferrocarril Antofagasta a La Paz funcionó como transporte de carga y de pasajeros. Desde
la inauguración del ferrocarril Longitudinal, en 1913, este ferrocarril permitía conexiones con
Santiago y otras ciudades en territorio chileno. También con Potosí y otras ciudades en
territorio boliviano. La inauguración del ramal de Uyuni a La Quiaca, en 1925, asimismo,
permitía conexiones con Jujuy, Salta, Buenos Aires y otras ciudades en territorio argentino.

El ferrocarril de Buenos Aires a La Paz

1
Alliende 1993.
2
Thompson y Angerstein 2000:47-60.
3
Thompson y Angerstein 2000.
4
Alliende 1993.
5
Thomson 2000:234.

— 199 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La historiografía de los ferrocarriles en Argentina también tiene un hito, que es la


inauguración, en 1857, en un tramo de pocos kilómetros, desde Buenos Aires hasta sus
inmediaciones. La primera obra significativa iniciada por la Confederación Argentina, fue la
línea férrea entre Rosario y Córdoba, que comenzó a prestar su servicio en 1870. La empresa
que había construido esta línea era el ―Ferrocarril Central Argentino‖, de capitales británicos.
Desde entonces, la ciudad de Córdoba se transformó, de hecho, en el término a la expansión
de los ferrocarriles privados hacia el norte. La única excepción fue un ramal del Ferrocarril
Central Argentino que se extendió hasta la ciudad de Tucumán años más tarde. El territorio al
noroeste de la ciudad de Córdoba fue organizado por el sistema ferroviario estatal.
El Estado empresario, operador del sistema ferroviario, había comenzado a perfilarse en la
década de 1870, aunque no existía, y por algunas décadas no ocurrió, un criterio empresarial
integral. Una de las primeras experiencias fue el Ferrocarril de Córdoba a Tucumán,
inaugurado en 1876 y administrado ese año por la empresa que lo construyó, al año siguiente
pasó a la órbita estatal hasta 1888. Finalmente, en 1889 fue arrendado y vendido. Esta gestión
nuevamente fracasó y este ferrocarril terminó definitivamente dentro del Estado1. La
construcción de estos ferrocarriles respondía a la intención de incentivar el ―progreso
económico‖ de Tucumán y su área de influencia. Esto garantizaba el control territorial por
parte del Estado nacional sobre esas provincias, a la vez que permitía cimentar la alianza
política del gobierno central con las elites provinciales. La prolongación de los ramales de
ferrocarril satisfacía las aspiraciones que tenían esos grupos, de conectar a sus provincias con
Buenos Aires, que ya por entonces constituía el principal mercado consumidor del país2.
En la primera década del siglo XX se dio inició o proyectó la construcción del ferrocarril
internacional a Bolivia, desde Jujuy, la prolongación del ramal Salta por el Valle de Lerma, el
ferrocarril de Perico a Ledesma, de Ledesma a Orán, y otros más en las provincias y
Territorios Nacionales del norte, periféricas al sistema ferroviario privado del resto del país.
Con las Leyes de Fomento de los Territorios Nacionales tomó impulso la construcción de
ramales del ferrocarril como parte de un plan más ambicioso de infraestructura.
El ―Ferrocarril Central Norte‖ fue construido en su mayor parte con capitales aportados por el
tesoro nacional. Distintos tramos fueron concesionados a empresas privadas, siempre por
períodos breves. En sus inicios, esta red era subsidiaria del Ferrocarril Central Argentino, ya
que su expansión se inició en Córdoba. Si bien el FCA había sido construido con la trocha
británica, para reducir los costos de inversión se determinó que el FCN fuera construido con
trocha económica, es decir, de 1 metro. Esto ofreció una ventaja para la conexión
internacional, ya que los ferrocarriles en Chile y Bolivia usaron esa medida. Sin embargo, fue
un obstáculo para la conexión del norte con el resto del sistema ferroviario argentino. Los
progresivos avances de las obras del ferrocarril de Córdoba a Tupiza se encuentran en el
Cuadro 2.6.
Una ley del 14 de octubre de 1868 había previsto la construcción de un ferrocarril que uniera
Córdoba con Salta y Jujuy. En 1870, año en que el ―Ferrocarril Central Argentino‖ llegó a
Córdoba, se dispusieron los fondos necesarios para comenzar la construcción del tramo de
Córdoba a Tucumán, que recién se iniciaron en 1872. Este tramo, con 547 km de extensión, se
inauguró el 10 de enero 1876, con la explotación directa por parte del Estado. El ―Ferrocarril
Buenos Aires y Rosario‖ llegó a Rosario en 1886. Aquí las vías se empalmaban con las del
―Ferrocarril Central Argentino‖ hasta la ciudad de Córdoba y desde aquí ascendía hasta Salta,
ciudad que se conectó con Tucumán en 1886. Recién en 1938 se estableció una línea directa

1
Salerno 2003.
2
Oszlak 1982.

— 200 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

entre esta red y el puerto de Buenos Aires, mediante la compra al ―Ferrocarril Central
Córdoba‖ de un ramal entre Córdoba y Buenos Aires.
La Ley 1.571 del 3 de noviembre de 1884, mandó prolongar la línea de Salta a Jujuy, que
llegó a la provincia en 1891 y en 1900 se concluyeron las obras con la extensión de las vías
hasta el centro de la ciudad de San Salvador de Jujuy.
Por entonces comenzó a discutirse el proyecto de prolongación de este ferrocarril hasta
Bolivia. Para el mismo existían dos alternativas, como lo señalaba Plácido Aparicio:
“ ...antes de dar principio a la obra del ferrocarril a Bolivia, originóse una enconada
disputa por la traza que debía seguir la línea: los salteños alegaban que debía ir por la
Quebrada del Toro; los jujeños por la de Humahuaca...” 1
Según diferentes observadores de la época, fue Bartolomé Mitre, por entonces senador
nacional, quien inclinó la balanza hacia la opción de Jujuy2. En 1901 se sancionó la ley por la
cual se decidió la construcción del ferrocarril de Jujuy a La Quiaca que concluyó en 1908.

El ferrocarril de Antofagasta a Salta


La FCAB había construido a fines de la década de 1920 un ramal que conectaba a
Antofagasta con Augusta Victoria. Este sería, más tarde el lugar de arranque para el
ferrocarril a Salta. La importancia que este ferrocarril tuvo en la historia del Territorio de Los
Andes amerita un análisis más detallado, que se presentará en el capítulo seis. Parte de su
historia se originó en el momento en que se proyectaba la expansión de ramales en la región
de los puertos de Antofagasta y Taltal, después de la Guerra del Pacífico. En el ámbito salteño
comenzó nuevamente a pregonarse por la construcción de esta obra para permitir una mayor
interconexión entre el norte chileno y el norte argentino y, fundamentalmente, de las ciudades
chilena de Antofagasta y argentina de Salta. Pero las obras recién empezaron en la década de
1920 y, con más de una interrupción, terminaron a fines de la década de 1940. Esta
información se volcó en los Cuadros 2.7 y 2.8, y en el Mapa 2.5).
Además de estos ramales que ponían en contacto a Salta, Antofagasta y Uyuni, se
construyeron otros ferrocarriles internacionales. En 1902 comenzó a construirse el ramal
Perico-Pocitos, que recorre la provincia de Jujuy en dirección sudoeste-noreste, atravesando el
valle del Río San Francisco. En 1904 llegó al pueblo de Ledesma y en 1942 alcanzó en
Pocitos, provincia de Salta, la frontera con Bolivia. Este ferrocarril fue estratégico en el
despegue agroindustrial ya reseñado.
A lo largo de 76 años, entre 1872 y 1948, Antofagasta, Uyuni y Salta se fueron constituyendo
progresivamente en los ―vértices‖ en los cuales triangulaba el sistema ferroviario
circumpuneño. Este triángulo, llegó a funcionar como un circuito, en la medida que cualquier
formación podía hacer el recorrido en redondo en cualquiera de las direcciones. De todas
formas este tema todavía no está convenientemente estudiado. Pero lo que más interesa
reseñar es que la Puna argentina, y la Puna en general, a pesar de su ―marginalidad‖, la
―pobreza de recursos‖ y ―ausencia de población‖, dotada de numerosas estaciones, que
contaban con el servicio de tres líneas de ferrocarriles internacionales.

1
Aparicio 1945.
2
Aparicio 1908.

— 201 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 202 —
Cuadro 2.7. Ferrocarriles circumpuneños. Comparación de los tramos Antofagasta-Uyuni, Salta-Uyuni y Salta-
Antofagasta.
TRAMO

ANTOFAGASTA-UYUNI SALTA-UYUNI SALTA-ANTOFAGASTA


Origen de los Privados Públicos Públicos
capitales Estado argentino Estados argentino y chileno
Inicio de las obras 1872 1905 (desde San Salvador de 1921 (desde Rosario de Lerma)
Cuadro 2.5. Ferrocarril Antofagasta a La
Jujuy)
Paz. Avance de las obras 1889-1917.
Finalización de las 1889 1925 1948
ORIGEN DESTINO AÑO obras
Paso fronterizo Ollagüe La Quiaca-Villazón Socompa
Antofagasta Uyuni 1889
Empresas que FCAB Lado argentino: Lado argentino:
Uyuni Oruro 1892 sucesivamente lo Ferrocarril Central Norte Ferrocarril Central Norte
Oruro Viacha 1913 explotaron Ferrocarril Gral. Belgrano Ferrocarril Gral. Belgrano
Lado boliviano: Operador Tren a las nubes
Viacha La Paz 1917
EF Bolivia Lado chileno:
Río Mulatos Potosí 1912 FCAB - EFE
Uyuni Atocha 1913 Fecha de conexión con Santiago, 1913 Buenos Aires, Santiago y La Buenos Aires, Santiago y La
capitales de la región La Paz, 1917 Paz, desde su inauguración Paz, desde su inauguración
Oruro Cochabamba 1917
Buenos Aires, 1925
Fuente: Mitre 1981:173. Fuente: elaboración propia, con información presentada en la bibliografía que se cita en esta sección.

Cuadro 2.8. Ferrocarril de los países andinos del Cono Sur. Avance de las obras.
TRAMOS
Cuadro 2.6. Ferrocarril de Córdoba a
Tupiza. Avance de las obras 1875-1924. ANTOFAGASTA BUENOS AIRES SALTA
AÑO OBSERVACIONES OBSERVACIONES OBSERVACIONES
LA PAZ LA PAZ ANTOFAGASTA
ORIGEN DESTINO AÑO
1872 Antofagasta Iniciadas por la Córdoba Central Norte
Córdoba Recreo 1875 Compañía Salitrera
Recreo Tucumán 1876 1876 Tucumán
1879 Carmen Alta
Tucumán Vipos 1884 1883 Pampa alta FCAB
Vipos Metán 1886 1886 Calama Conexión a Bs. As.
1887 Ollagüe Frontera Güemes
Metán Salta 1891 1889 Uyuni
Metán Jujuy 1900 1891 Salta y S. S. de Jujuy
1892 Oruro
Jujuy La Quiaca 1908
1905 S. S. de Jujuy Inicio obras a Bolivia
La Quiaca Tupiza 1924 1908 Viacha La Quiaca Frontera Argentina
1909 Salta-Rosario de
Fuente: Costello 1996.
Lerma
1912 Villazón Frontera Bolivia
1913 Longitudinal, San-
tiago-Antofagasta
1917 La Paz
1920 Tupiza
1921 Cerrillos Inicio obras en Arg.
1925 Atocha Uyuni a Atocha
construida en 1913
1930 S. A. de los Cobres
1933 Augusta Victoria Inicio obras en Chile
1947 Socompa/Chile Frontera
1948 Socompa/Argentina Frontera
Fuente: elaboración propia, con información presentada en la bibliografía que se cita en esta sección.

— 203 —
Mapa 2.5. Red circumpuneña de ferrocarriles. Expansión de los ramales entre 1886 y 1948.

Fuente: elaboración propia con información del Cuadro 2.8. Base cartográfica de Costello 2003.
— 204 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Fronterización de la cordillera de los


Andes
En una sección anterior se analizó el intrincado proceso general de fijación de límites entre los
países del Cono Sur, con especial énfasis en la situación circumpuneña. En líneas generales,
se puede afirmar que el grueso de las cuestiones limítrofes fue resuelto por los gobiernos de
Argentina, Bolivia y Chile, por vías pacíficas o bélicas, en la segunda mitad del siglo XIX y
primeros años del XX. Ahora bien, el trazado de límites se vio acompañado por el despliegue
de dispositivos de control a la movilidad territorial entre los Estados nacionales.
Esta sección pretende centrar la mirada en el espacio cordillerano, entre 1899-1900 y la
década de 1940, antes de iniciar el estudio de caso. Como ya se mostró, en 1899
representantes chilenos y argentinos junto al representante estadounidense en la argentina,
William Buchanan, lograron resolver en pocos días el trazado del límite por las cordilleras de
Atacama, un hito importante en el proceso de fijación limítrofe en la región, que terminó con
la demarcación en el terreno en 1906. En este interregno, la diplomacia de ambos países, con
el fallo arbitral del Su Majestad Británica, avanzó en el proceso de demarcación al sur del
Paso de San Francisco, quedando pendientes una serie de litigios que finalmente serán
resueltos hacia finales del siglo XX. Pero ese año, 1899, es importante no sólo porque se
defina un litigio limítrofe interestatal, sino también porque fue entonces cuando se
incorporaron al territorio Argentina terrenos que hasta entonces habían pertenecido
sucesivamente a Bolivia y Chile, y que se organizaron adoptando el andamiaje jurídico que
funcionaba en otros territorios de reciente incorporación, es decir, los ―Territorios
Nacionales‖, que se analizará en el capítulo próximo.
El segundo corte temporal señalado más arriba, la década de 1940, se produjo la disolución
institucional y división espacial del ―Territorio de Los Andes‖, durante la transición desde una
situación de ―cordillera libre‖ a otra de ―cordillera segura‖, que se habría iniciado hacia 1930.
En las relaciones exteriores, esto se tradujo en un juego ambivalente entre establecimiento de
nuevos lazos de intercambio con los Estados vecinos, e inicio del proceso de fronterización
bajo patrones estrictamente militares. Este proceso, que cubre las décadas de 1940 a 1980,
está sesgado por el contexto de la Guerra Fría, el surgimiento de virulentos gobiernos
militares en todo el Cono Sur que delinearon políticas estrictas de control fronterizo a la
movilidad de personas y recursos, y la enunciación de discursos geopolíticos que legitimaban
en parte esa política territorial. Este contexto general, en alguna medida, impactó en la
circulación en el ámbito circumpuneño, aunque esto todavía no está convenientemente
estudiado.
El caso de la región circumpuneña y las características de la movilidad transfronteriza, no
puede aislarse fácilmente del proceso global de transformación de la frontera argentino-
chilena, considerado como espacio de encuentro/desencuentro, aproximación/distanciamiento
de las sociedades transcordilleranas. Por eso, a los fines operativos, se optó por dividir a la
frontera argentino-chilena en tres sectores. Esta división se realizó teniendo en cuenta: la
persistencia de litigios limítrofes a lo largo del XX, las condiciones para la movilidad
transfronteriza y la historia territorial de las regiones lindantes. Teniendo en cuenta esto, se
pueden reconocer tres porciones: ―norte‖, ―centro‖ y ―sur‖, que también podrían denominarse,
respectivamente, ―atacameña‖, ―cuyana‖ y ―patagónica‖.
A lo largo de la Cordillera de los Andes, lugares de frontera fueron cobrando forma y sentido
a lo largo del siglo XX. Sin embargo pareciera difícil hablar de fronteras como ―barreras‖ a la
circulación hasta la década de 1920/1930, ya que los controles a la movilidad eran reducidos o
— 205 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

nulos. Esto no significa que no existiera ninguna clase de control y que la movilidad
transfronteriza estuviera completamente liberada a los intereses regionales, sino que hasta
entonces no hubo una clara militarización de la frontera, como empezó a ocurrir hacia fines de
la década de 1930.
En lo que sigue se considerarán tres cuestiones en dos momentos. Las tres cuestiones son las
referidas a la política general en relación a la cordillera como frontera, al intercambio
económico transfronterizo y las condiciones físicas para la movilidad transcordillerana. Los
dos momentos están marcados por dos ―fórmulas‖ que ayudan a visualizar la situación de
conjunto. En ese sentido, puede advertirse al inicio del siglo, la persistencia de una ―fórmula‖
de ―cordillera libre‖ que fue mutando hacia una situación de ―cordillera cerrada‖. Estas
proposiciones surgen del trabajo de Susana Bandieri1.

Argentina, Chile y la “cordillera libre”


El proceso de expansión y conquista de los territorios indígenas, encarado por los Estados
argentino y chileno desde la década de 1870, tuvo como corolario la ubicación definitiva en el
espacio cordillerano del límite interestatal. Desde entonces y hasta las postrimerías de 1900,
los gobiernos de ambos países procuraron alcanzar el mayor grado de precisión en la
demarcación territorial, topándose con serias dificultades que derivaron en una guerra
finalmente no consumada. Asimismo, a ambos lados de la cordillera las sucesivas
administraciones progresaron en la tentativa de desplazar las fronteras hasta esos límites. Pero
esto tuvo mayor visibilidad en los mapas y los discursos que en el funcionamiento
socioeconómico real de diferentes regiones transcordilleranas.
Las regiones andinas argentinas en general eran marginales al desarrollo económico global
del país pampeano, que se orientaba fundamentalmente hacia el Atlántico. Por eso, personas y
cabezas de ganado durante las primeras décadas del siglo XX pudieron seguir cruzando el
límite internacional con escasos o nulos obstáculos, fuera de los topográficos. Esto,
dependiendo de las coyunturas y los tramos de la frontera2. La cordillera era un espacio
extenso, abierto y mal vigilado, cruzado permanentemente por campesinos, pastores
trashumantes o itinerantes, caravaneros, ganaderos, baqueanos, puesteros, muleros, arrieros y
troperos, con una larga experiencia de contactos, seculares en algunos casos.
Las relaciones comerciales entre ambos países fueron fluidas en la medida que primó la
fórmula de ―cordillera libre‖, que suponía:
“ liberar de derechos de aduana a todos los productos cultivados o industrializados de los
dos países, con la sola excepción de los aguardientes y vinos comunes” 3
En la práctica, esta fórmula habilitaba la introducción de ganado argentino en territorio
chileno, y de algunos bienes industrializados desde los puertos de Chile hacia el territorio
argentino. Aunque mostró cambios, esta política estuvo vigente por lo menos desde mediados
del siglo XIX hasta la década de 1930. En este período, ganaderos que criaban animales en
diferentes ecoregiones montanas, como los Valles Calchaquíes, y pedemontanas, como el
umbral al Chaco, internaron libremente vacunos, mulares y ovejunos en territorio chileno,
utilizados para la faena o la alimentación. Cuando las rutas legales se obstaculizaban,

1
Bandieri 1998 y 2001b.
2
Bandieri 1998:245-247.
3
Luis Huergo, Conversación. Exponiendo y aclarando los puntos principales de los informes producidos por los
miembros de la Delegación Comercial enviada a Chile por el Gobierno argentino en abril de 1908, Buenos Aires,
Imprenta y Casa Editora de Coni Hnos., 1910, p. 4. En: Bandieri 1998:251.

— 206 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

cobraban vitalidad las ilegales. Para la Argentina, esto representaba una parte significativa del
comercio hacia el país vecino1. La importancia del comercio ganadero con Chile, a distintas
escalas, se puede observar en las provincias de San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy,
el sur de Mendoza y el Territorio Nacional de Neuquén, por lo menos entre 1880 y 1930 2.
Aunque en gran medida como zona de paso, también en el Territorio de Los Andes 3.
Investigaciones realizadas en Chile muestran que lo mismo ocurría allende la cordillera, en lo
que respecta a la movilidad transfronteriza, tanto con Argentina como con Bolivia4.
En marzo de 1916 Chile sancionó la primera ley arancelaria que representó una modificación
al régimen de ―cordillera libre‖ 5. Las barreras fueron progresivamente intensificándose a
partir de la década de 1920, con un importante punto de inflexión en la crisis de 1930. Desde
entonces comienza un proceso gradual de imposición de restricciones arancelarias y para-
arancelarias que culmina hacia mediados de la década de 1940. Por entonces comienzan a
tomar forma las políticas de corte más nacionalistas, que conllevaron a una política de mayor
control territorial y afirmación de las fronteras nacionales6. Por entonces, la internación de
ganado argentino en territorio chileno mermó considerablemente, aunque esto todavía no fue
convenientemente contabilizado, al menos en el caso de la frontera atacameña.
En cuanto al control de las fronteras, del lado argentino, un hecho significativo fue la creación
de la Gendarmería Nacional, que data de 1938. Esta institución se constituyó como un cuerpo
de policía militarizada para el control de las fronteras y es otra señal de la transición hacia el
mayor control de la cordillera como espacio para el intercambio.
El primer proyecto de creación de un cuerpo de Gendarmería había sido propiciado por
Nicolás Avellaneda en 1877. Esta iniciativa respondía a la necesidad de crear una fuerza de
seguridad para controlar los territorios conquistados tras la finalización de la Guerra de la
Triple Alianza. En adelante se sucedieron diferentes intentos para dar una organización
definitiva a la Gendarmería Nacional, varios de los cuales no tuvieron aprobación por parte
del Congreso. En 1902 se crean los Regimientos 11 y 12 de Caballería al servicio de
Gendarmería cuya función era controlar la gobernación del Chaco. En 1911 fracasó un
proyecto de creación de un cuerpo de Gendarmería Nacional destinado al ―Servicio de Policía
y Vigilancia Aduanera en las Fronteras de la República‖. Lo mismo ocurrió en 1913, cuando
también fracasó un proyecto de creación de un grupo especial denominado ―cuerpo de
Gendarmería del Chaco y Formosa‖. Finalmente, en 1917 se creó el Regimiento de
Gendarmería de Línea, pero su actuación se limitó al Territorio Nacional de Formosa. En
1921 se sancionó una Ley de creación de un Regimiento de Gendarmería en cada uno de los
Territorios Nacionales. El mismo estuvo vigente por un año. Otros proyectos se elaboraron en
los años 1923, 1926, 1928, 1936 y 1937. Ninguno de ellos logró sanción parlamentaria7.
Finalmente, en 1938 se sancionó la Ley 12.367 que da forma definitiva al cuerpo de
Gendarmería Nacional8. Esta institución, según disposiciones de la referida Ley, desde su
creación funcionó dentro del Ministerio de Guerra, con carácter de policía federal de los

1
Bandieri 1998:255.
2
Conti 2003:21-24; Olivera 2001:311; Escolar 2001:144; Debener 2001:332-340; Bandieri 2001c:373-374.
3
Michel, Pérez y Savíc 2000:69-73.
4
Núñez Atencio 1992:124.
5
Bandieri 1998:255-256.
6
Bandieri 1998:247.
7
San Julián 1991.
8
Ley 12367 Gendarmería Nacional. Creación y organización (B. O. 11/VIII/938).

— 207 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

territorios nacionales1. Progresivamente, su función fue derivando hacia el control policial de


las fronteras.
En lo que se refiere a la infraestructura, durante la vigencia de la fórmula de ―cordillera libre‖
en el período de consolidación de los Estados argentino y chileno no estuvo acompañado de
una política de mejora del sistema de circulación interestatal, por los menos hasta las primeras
décadas del siglo XX. La única excepción la constituye el ferrocarril trasandino de Mendoza,
inaugurado en 1891 y en funcionamiento hasta 1934, cuando fuera inhabilitado durante un
tiempo prolongado debido a un aluvión. Este ferrocarril compitió exitosamente con cualquier
otra modalidad de transporte existente en el norte de Mendoza2. A la vez, se transformó en el
principal eje de comunicación entre Buenos Aires y Santiago.
Con posterioridad a la construcción de ese ferrocarril, la posibilidad de establecer mejores
comunicaciones trasandinas fue anunciada por el convenio Barros Jarpa-Noel de 1922, que se
frustró por la negativa del Senado argentino. Este convenio hubiera permitido avanzar con las
obras de los trasandinos del norte y del sur. En la medida que el trasandino del norte contaba
con el lobby de grupos de poder de la sociedad salteña, el avance de las obras, aunque
frecuentemente demoradas, dio como resultado una tardía unión ferroviaria entre Salta y
Antofagasta. Como se analizará el capítulo sexto, en el caso del trasandino del norte, también
conocido como ―Huaytiquina‖, su construcción se vio considerablemente demorada y su
inauguración data de 1948. En el trasandino del sur, donde sólo restaban tender 210
kilómetros entre las puntas de rieles, finalmente nunca fue completado3.
El resto de las comunicaciones se realizaban por las sendas creadas por las pisadas de tropas y
arreos durante siglos, a lo largo de la cordillera. En total existen más de 250 pasos,
portezuelos, portillos y desfiladeros cordilleranos y solo algunos de ellos estaban apenas
mejorados4.

Argentina, Chile y la “cordillera segura”


A partir de la década de 1940 las economías argentina y chilena comenzaron a industrializarse
en un contexto de auge del nacionalismo económico. Esto conllevó, entre otras medidas, a la
creación de barreras aduaneras hacia adentro y hacia fuera. La economía chilena transitó por
un proceso de similares características, con el consecuente aumento de las trabas a la
introducción de mercancías desde la Argentina.
El Estado argentino comenzó a implementar un conjunto de medidas tendientes a la
fronterización del límite interestatal. La primera medida concreta fue la creación de las
denominadas ―zonas de seguridad‖ en 1944, fajas territoriales, de ancho variable, contiguas al
límite internacional, sujetas a periódicos ajustes. En 1946 se fijó el ancho de la ―zonas de
seguridad‖ de la siguiente manera: 100 kilómetros en las áreas contiguas a Chile y a Bolivia;
50 kilómetros en las áreas limítrofes con el Paraguay, el Brasil y el Uruguay, y 25 en la ribera
del río de la Plata y en todo el frente marítimo atlántico. Este dispositivo fue ratificado en
1951. Al mismo tiempo que se crearon las zonas de seguridad se instituyó la ―Comisión
Nacional de Zonas de Seguridad‖, en el ámbito del Ministerio de Justicia. La misión de esa
comisión era la atención de todos los problemas que pudieran suscitarse en las localidades de
frontera y propender a la ―argentinización‖ ese sector del territorio nacional.

1
San Julián 1991.
2
Lacoste 2000:197-203.
3
Bandieri 1998.
4
Cf. Atencio 1974 y Sejas 1991.

— 208 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

Esta legislación se ajustó en 1970, con la creación de las ―Zonas de frontera‖ y las ―Áreas de
frontera‖. A estas disposiciones sobre ―defensa‖ e ―integridad territorial‖, se suman otras de
―desarrollo‖. Desde entonces, la función principal de las ―zonas de frontera‖ era la de
fomentar el desarrollo de esas áreas y, sobre todo, ―argentinizarlas‖ garantizando que estén
habitadas por ciudadanos argentinos.
La Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval fueron las agencias estatales sobre las cuales
recayó el poder de policía, con amplias facultades para restringir tanto el ingreso como la
localización de personas y bienes extranjeros en estas áreas1.
Del lado chileno, esta normativa tenía su equivalente. De 1956 y de 1966 datan las primeras
leyes relacionadas con las zonas fronterizas y otras disposiciones de ―interés nacional‖, como
la creación de la Dirección de Fronteras y Límites del Estado.
El propósito de ―argentinizar‖ o de ―chilenizar‖ las regiones fronterizas eran afines a las
respectivas políticas nacionales de ―mirar hacia adentro‖, a través de un celoso poder de
policía ejercido en toda la zona cordillerana, evitando la radicación de extranjeros,
especialmente de los que procedían de las zonas limítrofes. Asimismo, estas disposiciones son
una emergente de las hipótesis de conflicto, la mutua desconfianza y la doctrina de seguridad
nacional que imperaron desde la posguerra mundial de mediados de siglo XX2.
De todas formas, a pesar de este proceso mutuamente diferenciador y de construcción de
sendas alteridades, los gobiernos de estos países también implementaron una serie de
inversiones relacionadas con la infraestructura de comunicación y de generación
hidroeléctrica, especialmente importantes desde la década de 19703. En el caso de las
relaciones argentino-chilenas, el horizonte de la cooperación y la integración económica
nunca estuvo del todo lejos. En particular se pueden destacar la aproximación de los
presidentes Juan Perón de Argentina y Carlos Ibáñez de Chile durante la década de 1940 y la
visita de Perón a Chile en 1953. Durante las década de 1960 y 1970, en plena Guerra Fría y
persistiendo algunos litigios limítrofes, primó la paz y el entendimiento4.
Lo cierto es que la infraestructura de circulación entre los países de la región se había
caracterizado por tener trazados dendríticos orientados a los puertos de ultramar. Existía un
muy bajo número de pasos transfronterizos. En el tramo de la ―Puna de Atacama‖, por
ejemplo, existía solo dos pasos vehiculares, además del paso ferroviario, una rareza en
compración al resto de la frontera argentino-chilena (ver Cuadro 2.9). En este sentido, el
―embudo‖, finalmente, fue más poderoso que el ―colador‖. A pesar de existir una cantidad
importante de zonas de paso a través de la cordillera, las rutas preparadas para vehículos eran
escasas e inadecuadas para soportar un gran volumen de intercambio. Entre Argentina y
Chile, a lo largo de los 5100 kilómetros del límite interestatal, se habían construido sólo dos
pasos ferroviarios y los caminos para el tránsito de automóviles llegaban a la veintena, en su
mayoría ubicados en la frontera patagónica, donde la orografía impone menores dificultades
técnicas a la circulación. Pero de todas las vías con algunas condiciones, la que más tránsito
concentraba era el camino Buenos Aires-San Luis-Mendoza-Las Cuevas- Caracoles-Santiago-
Valparaíso. Era la ruta más directa entre ambas capitales, la que ofrecía mejores condiciones
de transitabilidad tanto por su recorrido y pendiente, como por el número de obras viales
realizadas, y porque tenía importantes tramos pavimentados, y además estaba acompañada por

1
Laurín 1998:103.
2
Laurín y Martínez 1997:140.
3
Sejas 1991:64.
4
Rojas Aravena 2003:87-88.

— 209 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

líneas telefónicas y telegráficas, y por el ferrocarril. Asimismo, contaba con sistemas de


emergencia para prever o paliar los inconvenientes generados por el clima1.

Cuadro 2.9. Argentina y Chile. Década de 1970. Infraestructura de circulación transcordillerana.


JURISDICCIONES INFRAESTRUCTURA
PORCIÓN LUGARES
DE LA DE PASO CAMINOS
OTROS
FROTNERA ARGENTINA CHILE POSIBLE FFCC PARA AUTO-
CAMINOS
MÓVILES

Salta Catamarca Antofagasta y


atacameña 11 1 2 1
Atacama
Catamarca, La Atacama, Coquimbo,
Rioja, San Juan y Aconcagua, Santiago,
149 1 2 5
Mendoza O ‘H ig gin s y
cuyana Colchagua
Mendoza y Curicó, Talca, Linares,
Neuquén Ñuble, Bío-Bío y 57 - 2 14
Malleco
Neuquén, Río Cautín, Talca, Osorno,
Negro y Chubut Llanquihue, Chiloé y 45 - 9 -
patagónica Aysen
Santa Cruz, Tierra Aysen, Magallanes
8 - 8 -
del Fuego
270 2 23 20
Fuente: elaboración en base a Atencio 1974:47.

La frontera atacameña
En la breve recorrida por el proceso de fronterización cordillerana a lo largo del siglo XX, lo
que resalta son por lo menos dos aspectos. En primer lugar, que el sector atacameño formó
parte de los cambios generales. Es decir, el sentido de los cambios ocurridos en la frontera
cuyana y patagónica es común a la frontera atacameña. Aunque con matices, se advierte una
fase de transición desde la ―cordillera libre‖ a la ―cordillera segura‖, que puede ubicarse en la
década de 1940. Al igual que el resto de la cordillera, tenía escasos pasos fronterizos, mal
acondicionados y escasamente utilizados. En segundo lugar, a pesar de lo anterior, pueden
reconocerse algunos matices y diferencias en el caso de la frontera atacameña. Básicamente,
que no constituyó un sector que generara situaciones particularmente conflictivas en las
relaciones bilaterales, no hubo una intensa movilidad migratoria vinculada a demandas
laborales y no constituyó un área que requiriera ser particularmente ―argentinizada‖ lo que se
reflejó, hacia la década de 1970, en la ausencia de ―Áreas de frontera‖.
En la frontera atacameña el proceso de fijación del límite concluyó en agosto de 1904. Pero
todavía no se puede hablar de la imposición de una frontera. Como se analizará en el capítulo
sexto, para el tráfico de pieles y fibras procedentes de la fauna silvestre del Territorio de Los
Andes, por ejemplo, no existían obstáculos territoriales. Los cazadores podían desplazarse a
través de los límites interestatales con gran facilidad. A pesar de que existían gendarmes,
estos todavía no estaban entrenados y provistos de los recursos necesarios para patrullar las
regiones limítrofes. Recién en la década de 1940, como en el resto de cordillera, la porción

1
Atencio 1974:21.

— 210 —
Capítulo 2. La región circumpuneña en el siglo XIX

atacameña se transformó en un espacio controlado bajo la legislación de la Seguridad


Nacional. En 1940 se había instalado en San Antonio de los Cobres un escuadrón de la
Gendarmería Nacional1. Desde la creación de la DNV se mejoró el acceso al paso de
Huaytiquina y Socompa, pero esto recién cuando estaba avanzada la década de 1930.
Por otra parte, la movilidad campesina no se vio afectada sustancialmente por el trazado de
límites y el comercio ganadero desde Salta hacia el otro lado de la cordillera se siguió
practicando, por lo menos hasta la década de 1940.
En síntesis, se puede afirmar, y esto surge de la investigación cuyos resultados más
importantes se presentarán en los próximos capítulos, que en el momento en que se creó el
Territorio de Los Andes, la frontera argentino-chilena en la porción norte, no constituyó un
obstáculo significativo a la movilidad transcordillerana. Los desplazamientos, realizados por
diferentes actores sociales, en diferentes escalas, se siguieron practicando con cierta
autonomía de los Estados nacionales. Por lo menos, hasta el inicio de la década de 1940.

1
Cf. San Julián 1991.

— 211 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 212 —
Un territorio andino para un país pampeano

Geografía histórica del


Territorio de los Andes (1900-1943)

Alejandro Benedetti
Tesis doctoral
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofía y Letras
Secretaría de Posgrado

Directora: Susana Bandieri


Departamento de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad del Comahue

Co-Director: Luis Yanes


Instituto y Departamento de Geografía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Tomo 2

Fuente: Libreta de enrolamiento del ciudadano: Diego Soruco; Matrícula individual: 3.984.133; Clase de 1914; Nacido el: 12 de noviembre de 1914; En: La Banda, Tilcara, Jujuy.

Investigación: Entre Tilcara y Buenos Aires, de 2000 a 2004


Entrega de la tesis: Buenos Aires, julio de 2005
- 214 -
Capítulo tercero

El Territorio de Los Andes


1900 - 1943

Último en crearse, primeroen


transformarse
— 216 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Acompañadme, no sobre la mula, sino con vuestra imaginación, que no experimentará ninguna sensación de frío, calor o
viento, fatiga ni hambre, y vam os subiendo por una abrupta y escabrosa quebrada… C ontinuem os la m archa, hay que trepar
por una senda llamada de faldeo. Poco á poco os vais elevando; estais ya á una altura de mil metros sobre el fondo de la
quebrada… D ejad que la cabalgadura siga á su albedrío la marcha; fiad en ella; os llevará con increible seguridad á la
altura por empinada y escabrosa que ella sea. Estais en la cumbre, es decir, á dos mil metros sobre el punto de partida. La
vegetación ha desaparecido… E l viento helado y fuerte os azota cruelm ente el rostro… ¡A delante! H ay que olvidar la fatiga;
la curiosidad os embarga; un solo pensamiento se fija en vuestra mente: ¿qué habrá al otro lado de la montaña?
ASPECTO GENERAL DEL TERRITORIO DE LOS ANDES
¡¡Hosanna!! Os hallais á la altura de 4,800 metros sobre el nivel del mar; en el mismo punto culminante de una gran
montaña. D eteneos un instante; contem plad con nosotros el grandioso y m uerto paisaje…
Daniel Cerri El territorio de los Andes (República Argentina). Reseña geográfica descriptiva,
Buenos Aires, 1903.

Con excepción de uno, el Territorio de Los Andes, entregado por Bolivia a la Argentina recientemente, todos los otros nueve
son, a cuál más, comarcas llenas de bellezas y pletóricas de riquezas que, como el resto de la República, a paso de gigante
marchan hacia un grandioso porvenir
Manuel Chueco La Argentina en su primer Centenario, Buenos Aires, 1910.

Presentación del capítulo


En 1878 el gobierno argentino había iniciado el avance de la frontera con las sociedades
indígenas del sur, en un proceso que culminó hacia 1885 con el sometimiento de los últimos
caciques. El avance definitivo de la frontera norte, para conquistar militarmente el Chaco,
comenzó en 1884. Ese año, durante la primera presidencia de Julio Roca, los nuevos
territorios fueron divididos en nueve Gobernaciones: Chaco, Formosa, Pampa, Chubut,
Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Misiones. En 1900, durante la segunda
presidencia de Julio Roca, se creó la décima Gobernación en que se dividieron los Territorios
Nacionales: Los Andes.
La construcción del andamiaje jurídico de los Territorios Nacionales fue insinuada por la
Constitución Nacional de 1853, y progresivamente establecida por las leyes creadas a la sazón
de las campañas militares contra el Paraguay de la década de 1860 y de las posteriores
campañas contra el indio. Entidades en construcción, los Territorios Nacionales cobraron
forma institucional definitiva con la Ley 1.532 de 1884. Según esta legislación, las
gobernaciones tenían un estatus jurídico distinto al de las provincias que se habían unido para
formar país, en la medida que dependían directamente del Poder Ejecutivo Nacional, desde
donde se trazaban los grandes lineamientos que regían la política y la economía de esas
regiones, hasta tanto alcanzaran la condición de Provincia1.
Los ciudadanos de los Territorios Nacionales no tenían los derechos políticos que
garantizaban el sistema democrático republicano adoptado por la Constitución de 1853 a los
ciudadanos de las otras catorce entidades políticas autónomas. De esta forma, la Argentina
quedó fragmentada, en la práctica, en un país donde funcionaba el sistema federal de
gobierno, compuesto por las 14 provincias con sus poderes diferenciados y representación en
el parlamento nacional, y un país que tenía un sistema unitario, donde los principales cargos
eran elegidos por el gobierno nacional. Entre la década de 1880 y 1950, asuntos como la

1
Favaro y Arias Bucciarelli 1995; Favaro 1996.

— 217 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

definición de límites internos, el estímulo a las actividades económicas, la organización


administrativa, entre otros, fueron acciones definidas por las autoridades residentes en la
Capital Federal, con poco margen de acción para la mayor parte de las sociedades
territorianas1.
Así, para cuando se creó el Territorio de Los Andes en 1900, el mapa político argentino
mostraba dos realidades contrastadas. Por un lado las Provincias y por el otro las
Gobernaciones. Este esquema funcionó por más de siete décadas. El ―proceso de
provincialización‖, como se suele denominar a la conversión de los Territorios Nacionales en
provincias, ocurrió en casi todos los casos en la década de 1950. Ocho de las diez
Gobernaciones se convirtieron en provincias: Chaco y La Pampa en 1950; Misiones en 1953;
y Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz en 1955.
Cuando los Territorios Nacionales se convirtieron en ―provincias‖, tendió a considerárselas
―Provincias nuevas‖, en oposición a las ―Provincias históricas‖. Las ―Provincias históricas‖
tienen su pasado remoto en el período colonial, aunque su proceso de constitución como
provincias (federales) ―argentinas‖ es posterior al proceso de emancipación iniciado en 1810,
como lo viene sosteniendo el historiador Carlos Chiaramonte2. Las ―nuevas provincias‖, en
cambio, tienen un largo período de existencia como Territorio Nacional el cual, aún en la
actualidad, es más extenso que el tiempo que llevan de ―provincias‖. Los topónimos Chaco o
La Pampa, por caso, designaron entre 1884 y 1950 a sendas Gobernaciones y, desde entonces
y hasta la actualidad, designan a las respectivas ―Provincias nuevas‖, 70 años en el primer
caso y 55 en el segundo3.
Dentro de este proceso, las dos gobernaciones restantes constituyen casos excepcionales
dentro de la historia territoriana. Tierra del Fuego es excepcional ya que, inicialmente anexada
a la provincia de Santa Cruz, luego convertida en Gobernación Marítima y finalmente
restituida como Gobernación, subsistió bajo el régimen jurídico de 1884 hasta el año 1990,
cuarenta años más que las restantes.
El Territorio de Los Andes también constituye una excepción, porque fue el único caso en que
un Territorio Nacional no se reconvirtió en una provincia, ya que en 1943 fue dividida en tres
fragmentos, que se anexaron a las tres provincias linderas. Pero Los Andes no sólo por esto
constituye un caso diferenciado.
Este capítulo se propone profundizar en la historia institucional del Territorio de Los Andes,
en el marco general de los Territorios Nacionales. Antes de avanzar en el caso, se creyó
conveniente repasar algunas características generales comunes a todos los Territorios
Nacionales, dado que Los Andes se creó una vez que el sistema llevaba 15 años de
funcionamiento y se mantuvo vigente, casi sin modificaciones, durante su existencia. En
suma, la primera parte de este capítulo establecerá algunas semejanzas y diferencias del caso
―Los Andes‖ con respecto al resto de los Territorios Nacionales. La segunda parte estará
dedicada enteramente a la historia de la organización territorial del Territorio de Los Andes.

1
L a exp resió n ―territo riano /a‖ se utilizará co m o ad jetivo gentilicio cuand o se haga referencia a p ersonas,
instituciones, u objetos procedentes de los Territorios Nacionales.
2
Entre muchísimos otros trabajos, se pueden mencionar Chiaramonte 1986, 1992 y 1993.
3
P ara el caso d e lo s ―ex -T errito rio s N acio nales‖ o ―nuevas p ro vincias‖, ver: O riz y V ap ñarsk y 1 994.

— 218 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Parte I - Las Provincias, los Territorios


Nacionales y el mapa político argentino

Introducción
El objetivo de esta primera parte del capítulo segundo es analizar diferentes aspectos que
tienen que ver con el surgimiento y con la organización territorial e institucional de los
Territorios Nacionales, entidades geohistóricas que funcionaron, en su mayoría, entre las
décadas de 1880 y 1850. Asimismo, se analizará la situación de estas entidades en el contexto
político general de la Argentina de ese período. Los Andes, que era una más de las diez
unidades en las que se dividían los territorios administrados directamente por el Poder
Ejecutivo Nacional, formaba parte de esa realidad. Pero, por diferentes razones que se irán
esbozando a continuación, constituyó un caso particular dentro de los Territorios Nacionales,
generalmente ignorado o escasamente considerado por la historiografía que se ocupó de esta
temática.
Esta primera parte se ordenó a partir de fuentes bibliográficas contemporáneas, aunque
también se revisaron algunas fuentes documentales y bibliografía de época. Todo lo que se
refiere al caso de Los Andes, en el intento de establecer semejanzas y diferencias con los
restantes Territorios Nacionales, surge de la propia investigación que, en extenso, se
desarrollará en la segunda parte de este capítulo, como así también los próximos capítulos.
Lo que sigue está dividido en dos secciones. La primera sección revisará, en forma muy
sucinta, el proceso de diferenciación de las ―Provincias‖ y los ―Territorios Nacionales‖, que
actualmente se reconocen como ―provincias históricas‖ y ―provincias nuevas‖
respectivamente. El primer segmento de esta sección se concentrará en la formación de las
llamadas ―provincias históricas‖. Aquí la principal fuente consultada fue la producción
historiográfica de José Chiaramonte1. El segundo segmento se concentrará en el proceso de
expansión de aquella entidad territorial formada por las ―provincias históricas‖ durante la
segunda mitad del siglo XIX, que derivó en la creación de los ―Territorios Nacionales‖. Aquí,
la idea de ―Desierto‖ es una clave para interpretar la forma en que fue pensada la expansión
del Estado argentino sobre territorios controlados por sociedades indígenas2. El tercer eje de
análisis es la situación institucional de los Territorios Nacionales, como entidades transitorias
(provincias en ciernes) y subordinadas (sin autonomía política), dentro del Estado argentino.
Para pensar la situación de los Territorios Nacionales en el contexto nacional, la principal
fuente de inspiración fue la producción historiográfica de Orietta Favaro y Mario Arias
Bucciarelli3.
La segunda sección estará centrada en el proceso de organización territorial de las
Gobernaciones, especialmente en el plano político-institucional. Para ello se recorrerán cuatro

1
Chiaramonte 1992 y 1993.
2
Resultaron apropiados estos trabajos: Minvielle y Zusman 1995; Lois 1999, 2002 y 2003; Wright 1998.
3
Al respecto, se pueden consultar Favaro y Arias Bucciarelli 1995 y 2001; Favaro 1996; Arias Bucciarelli 1996;
Arias Bucciarelli y Jensen 2003. Un estudio muy interesante sobre el caso del Territorio Nacional de Formosa es
la tesis de licenciatura de Alucín (2002).

— 219 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

ejes: la organización de las gobernaciones, la definición de límites y capitales, la legislación


que habilitaba a la creación de Legislaturas, municipalidades y Comisiones de Fomento y la
política de ―fomento‖ a los Territorios Nacionales. Otro eje será el del crecimiento
demográfico, un elemento clave contemplado en la legislación para habilitar la
transformación de los Territorios Nacionales en provincias. El último eje será, finalmente, el
proceso de provincialización. Para esta sección fue muy provechoso un trabajo publicado por
María Leoni, ya que ayudó a organizar la estructura de esta sección 1. Otro autor ampliamente
consultado fue César Vapñarsky, quien realizó, como estimuló, el estudio sistemático del
proceso de división político-administrativa y censal en los Territorios Nacionales, en
particular, y en el territorio argentino, en general2. También se consultaron algunas obras
producidas por juristas de la época en que existieron los Territorios Nacionales3.
Para todos los aspectos mencionados en esta primera parte se revisó la legislación argentina a
la que se hará referencia. Con un fin esquemático, se presentarán algunas tablas para ordenar
el conjunto de leyes y decretos que conformaron el andamiaje con el que se organizaron y
luego funcionaron los Territorios Nacionales, como así también el conjunto de leyes y
decretos que determinaron la conversión a provincias de esas entidades geohistóricas.

1
Leoni 2001.
2
Entre otros, se consultaron: Vapñarsky 1983 y 1998; Oriz y Vapñarsky 1994. Para el caso del Territorio
Nacional de Misiones, Domínguez Roca 1997. Para el caso del Territorio Nacional del Chaco, Lois 2002. Para el
caso del Territorio de Los Andes, un antecedente de esta investigación, Sosa 1997.
3
Reyna 1910; Linares Quintana 1933; Lenzi 1939; Gadano 1945.

— 220 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Provincias y Territorios Nacionales


Como ya se anunció, en la Argentina co-existieron por mucho tiempo dos tipos de entidades
territoriales diferenciadas: las Provincias y Territorios Nacionales. Cada una de estas
entidades surgió en momentos diferentes, como resultado del quiebre del orden colonial en el
primer caso y como resultado de la expansión territorial del Estado argentino, en el segundo.
Esta sección presentará el proceso de diferenciación territorial interna operado en el país a lo
largo del siglo XIX, y de surgimiento de las entidades geohistóricas mencionadas.

Las Provincias Unidas


Desde 1782 la Ordenanza de Intendentes organizó al virreinato del Río de la Plata en ocho
unidades administrativas. Se trataba de las Intendencias de Salta del Tucumán, Córdoba del
Tucumán, Paraguay, La Plata, Cochabamba, Potosí, La Paz y la Intendencia General de
Ejército y Provincia de Buenos Aires. Montevideo, Las Misiones y las provincias de Mojos y
Chiquitos, quedaban fuera del sistema de intendencias, como gobernaciones militares
inmediatamente subordinadas al virrey1. En 1810 se inició el proceso revolucionario cuyo
resultado sería la fragmentación de ese vasto territorio virreinal, débilmente controlado desde
Buenos Aires. En el ámbito del Río de la Plata, progresivamente se diferenciaron los
territorios del Paraguay (1811), las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816), la República
de Bolivia (1825) y la República Oriental del Uruguay (1830).
Una vez desaparecida la entidad Provincias Unidas del Río de la Plata en 1820, ese conjunto
se dividió progresivamente en catorce provincias, las cuales fueron redactando, cada una a su
tiempo, sus propios textos constitucionales y en la práctica se fueron constituyendo en
Estados autónomos con una débil organización confederal. Los territorios provinciales se
organizaron en torno a ciudades fundadas durante la Conquista, que desde 1810 habían tenido
un papel político fundamental. Si bien conservaron la denominación de ―provincias‖ es decir
divisiones administrativas de un Estado, estas entidades deben ser consideradas, aunque
pequeñas, Estados independientes y soberanos2. Entre 1813 y 1834 se formaron las 14
―provincias históricas‖, como se puede ver en el Cuadro 3.1. Hasta 1853, las Provincias del
Plata carecieron de una unidad política definitiva, y de texto un constitucional, aunque
existieron algunos gobiernos que centralizaron poder y establecieron algunos pactos federales,
resultando de ello una organización política caracterizada por la ―provisionalidad
permanente‖ 3.
En 1853 se sancionó la primera Constitución Nacional, que por un período de 10 años rigió
sobre las 13 provincias que se unieron en la Confederación Argentina. En 1862, con la
incorporación de Buenos Aires, la desde entonces República Argentina quedó integrada por
las 14 provincias. Conformado el sujeto político de la soberanía, restaba configurar su entidad
territorial, condición básica en la formación de cualquier estado moderno4. Ese gobierno
republicano fue el que encaró, con mayoritario apoyo parlamentario, las campañas militares
para expandir las fronteras de las 14 provincias. Con el apoyo del Ejército, se desplazaron las

1
Chiaramonte 1992:294.
2
Chiaramonte 1993.
3
Chiaramonte 1993.
4
Favaro 1996:84.

— 221 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

fronteras, conquistando tierras controladas por Estados vecinos o por sociedades indígenas.
Durante el último tercio del siglo XIX y primeros años del XX, sucesivos gobiernos
argentinos fijaron con sus vecinos buena parte de los límites interestatales, en forma acordada,
avanzando notablemente en el proceso de configuración territorial. Esto permitió estabilizar el
mapa político argentino, en relación con los países vecinos, desde los primeros años del siglo
XX hasta la actualidad. Otra cuestión fue la organización interna.

Cuadro 3.1. Provincias del Río de la Plata. 1813-1834. Formación de las provincias históricas.
AÑO PROVINCIA OBSERVACIONES
1813 Provincia de Comprende las ciudades de San Luis, San Juan y Mendoza. Formaban parte de Córdoba
Cuyo del Tucumán juntamente con Córdoba y La Rioja.
1814 Salta Salta comprende las ciudades de Salta, Jujuy, Orán y Tarija. Formaban parte de Salta del
Tucumán
Tucumán Comprende las ciudades de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. Formaban parte
de Salta del Tucumán.
1815 Corrientes y Provincia autónoma, bajo la Liga de los Pueblos Libres acaudillada por Artigas.
Entre Ríos
Salta Salta asume su autonomía con Güemes y abandona la dependencia de Buenos Aires.

Santa Fe Se independiza de Buenos Aires


Tucumán El pronunciamiento militar de Bernabé Aráoz culmina en mayo de 1820 con la
independencia de Tucumán, integrada también con las dependencias de Catamarca y
Santiago del Estero.
1820 Córdoba Luego del motín de Arequito, Córdoba rompe los lazos con Buenos Aires.
La Rioja La Rioja hace lo mismo con Córdoba
Buenos Aires Buenos Aires abandona la política del centralismo forzado y se declara provincia federal

San Juan Se segrega de Mendoza


San Luis Se segrega de Mendoza
Mendoza Queda formada esta provincia luego de la segregación de San Juan y San Luis.
Santiago del Juan Felipe Ibarra encabeza el movimiento que separa a esta provincia de Tucumán.
Estero
Entre Ríos Se separa definitivamente del dominio artiguista, ya quebrado, y con Corrientes y
Misiones constituye la República Federal Entrerriana, bajo la jefatura de Francisco
Ramírez.
Catamarca Se separa de Tucumán
1821 Corrientes Se separa de la República Entrerriana, liquidada a la muerte de Ramírez. Misiones,
miembro de la misma república, permanece sin organización hasta 1827, en que es
absorbida por Corrientes
1825 Salta Tarija se separa de Salta y después lo hará Jujuy.
1834 Jujuy Autonomía provincial
Fuente: elaboración propia, reconstrucción a partir de: Chiaramonte 1993; Halperin Donghi 1993.

Los primeros Territorios Nacionales, de la Patagonia en 1878 y el Gran Chaco en 1872, se


formaron en el plano jurídico y simbólico antes de que se garantizara, por la vía militar, su
ocupación política efectiva. A través de la literatura, la cartografía, la prensa y también de la
jurisprudencia, hubo una incorporación discursiva previa, una construcción territorial
imaginaria, anterior a lo que se materializaría algunos años después1. En este sentido, la

1
Minvielle y Zusman 1995:3-4; ver también Lois 2002.

— 222 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

metáfora del ―desierto‖ fue un poderoso instrumento utilizado por intelectuales de la época
para justificar las políticas estatales de ―incorporación‖ de aquellos territorios que se
encontraban más allá de las fronteras nacionales. Esta metáfora operaba de forma tal que
volvía invisible a la población que residía en esas regiones, a la vez que justificaba la
dominación política y económica de tierras que se consideraban vacantes1. La etiqueta
―Conquista del Desierto‖ es la que mejor condensa la forma en que se conceptualizó y
presentó públicamente el de sometimiento de las sociedades indígenas, una figura que
posteriormente fue difundido masivamente en la ciudadanía a través del sistema educativo.
Antes de la expansión territorial y posterior organización de los Territorio Nacional, existió
una articulación funcional entre los territorios estatales sudamericanos y los territorios
indígenas, a través de distintas formas de intercambio2. Tras la ―Conquista‖, la incorporación
significó una profunda reorganizaron de esos territorios, tanto por la intervención pública
como por la privada. Las sociedades indígenas fueron diezmadas, arrinconadas o semi-
proletarizadas según los casos, y reemplazadas por obradores, ganaderos, colonos criollos y
colonias de inmigrantes, también según los casos.

El proceso de creación de los Territorios Nacionales


La Constitución Nacional de 1853 facultaba al Congreso a:
Art. 67, inciso 14.- Arreglar definitivamente los límites del territorio de la Confederación,
fijar los de las provincias, crear otras nuevas, y determinar por una legislación especial la
organización, administración y gobierno que deben tener los territorios nacionales, que
queden fuera de los límites que se asignen a las provincias.
Esto suponía una tentativa por definir con precisión los límites internos y externos, como así
también anticipar el inminente proceso de anexión de nuevas tierras que serían llamadas
genéricamente ―territorios nacionales‖. Pero esa disposición constitucional era ambigua, ya
que no estipulaba exactamente cuáles eran esos territorios nacionales y bajo qué condiciones
se organizarían. La configuración y organización territorial quedaron supeditadas por las más
inmediatas necesidades de organización del aparato estatal, el que sería capaz de llevar
adelante cualquier empresa de expansión en el futuro.
Una década después, con la unificación de la República Argentina, el gobierno de Bartolomé
Mitre impulsó la primera ley destinada a la administración de nuevas tierras. La cuestión
planteada en el artículo 67, inciso 14, se comenzó a reglamentar con la Ley 28 que dictó el
Congreso Nacional el 13 de octubre de 1862. Esta ley declaraba, nuevamente, nacionales a
aquellos territorios que quedasen fuera de los propios de las provincias, una vez que estas
establezcan con precisión sus límites:
Art. 1°.- Todos los territorios existentes fuera de los límites o posesión de las provincias
son nacionales, aunque hubiesen sido enajenadas por los gobiernos provinciales desde el
1° de mayo de 1853.
Art. 3°.- El Poder Ejecutivo Nacional pedirá a la mayor brevedad a los gobiernos
provinciales los conocimientos para fijar los límites de las respectivas provincias, con
arreglo al inc. 14 art. 67 de la Constitución.
Esta ley mantenía, de igual modo, cierta vaguedad ya que no explicitaba exactamente qué
eran los ―territorios nacionales‖. Sin embargo, puede considerarse un antecedente en el

1
Wright 1998:36-39.
2
Al respecto ver Mandrini (1991), entre otros.

— 223 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

proceso de institucionalización de estas entidades, ya que les da existencia jurídica a


territorios pretendidos por el Estado argentino, pero que no se ocupaban efectivamente y que,
por entonces, se encontraban en disputa. Concretamente, se trataba del Gran Chaco, cuyo
control marcó a fuego los primeros años de la República Argentina.
En 1865 se firmó el Tratado de la Triple Alianza, dando inicio a la Guerra con el Paraguay.
En este Tratado, el gobierno argentino explicitaba su pretensión sobre el Chaco:
Art. 16. A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven, queda
establecido que los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que celebre tratados
definitivos de límites con los respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La República
Argentina quedará dividida de la República del Paraguay, por los ríos Paraná y
Paraguay, hasta encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera
derecha del Río Paraguay, la Bahía Negra1.
De esta forma las actuales provincias de Formosa y Chaco y una extensa porción del actual
Chaco paraguayo quedaban dentro de Argentina.
Finalizada la Guerra con el Paraguay, el 11 de octubre de 1872 el gobierno argentino creó por
Ley 576 un régimen de administración y gobierno para el Chaco, que se complementó con
otra ley del 26 de septiembre de 1874. Esa ley establecía el sistema de gobierno compuesto
por un gobernador, jueces de paz y comisiones municipales. Esta ley no establecía límites
precisos, pero sí una sede de gobierno. Se trataba de un territorio formalmente incorporado
pero que todavía no estaba efectivamente ocupado, ya que todavía no se habían sometido a las
sociedades indígenas que lo controlaban, ni establecido ningún acuerdo de límites definitivo
con Paraguay. La Ley 576 creaba formalmente al primer Territorio Nacional, el del Chaco,
con una estructura que recuperará posteriormente la ley definitiva de organización de los
Territorios Nacionales2.
Por el Laudo Hayes de 1878, el gobierno de Estados Unidos, que obró como árbitro entre la
Argentina y Paraguay, se estableció al Pilcomayo como límite internacional. La capital del
Territorio del Chaco, que había sido establecida provisionalmente en Villa Occidental, como
consecuencia del nuevo arreglo de límites debió trasladarse, ya que pasó a quedar en territorio
paraguayo. La nueva capital se estableció en Formosa. Finalmente en 1884 al separarse los
territorios de Formosa y del Chaco, la capital del primero se estableció en la ciudad de
Formosa y la del segundo en Resistencia3.
Cuando la Argentina estaba en plena guerra con el Paraguay, el Congreso sancionó la Ley
215, de 1867, conocida como Ley de la Frontera Sur. Esa ley puede considerarse un
antecedente de la posterior creación del Territorio Nacional de la Patagonia. Fijaba el límite
sur del territorio argentino en la ribera norte de los ríos Neuquén-Negro, desde la cordillera
hasta el océano. Con esto se daría inicio a la expansión de esa frontera, aunque
momentáneamente debió retrasarse ya que todo el esfuerzo bélico estaba concentrado en el
norte.
A fines de la década de 1870 se crearon nuevos ―territorios nacionales‖, que no eran otra cosa
que entelequias, las cuales anunciaban el inicio de una carrera de expansión territorial, esta
vez no en combate con otro Estado, sino con las sociedades indígenas. El 4 de octubre de
1878 se sancionó la Ley 947 mediante la cual se autorizaban las acciones militares en la
frontera sur. Días después, el 9 de octubre de 1878, se sancionaba la Ley 954 que creaba al
Territorio Nacional de la Patagonia. De esta manera se daba forma jurídica a los territorios

1
www.terere.com/terere/temas/paraguay/historiapy/cap08a.php.
2
Rebollo Paz 1973. Este autor compila y comenta algunas de las leyes que se mencionan en este apartado.
3
Farías 1975.

— 224 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

que se pretendía anexar. El toque de gracia fue la Guerra del Pacífico, que libró a las fuerzas
armadas argentinas de una posible reacción de las de Chile. En lugar de establecerse la
frontera en el río Neuquén-Negro, se llevó más al sur, extendiéndose nominalmente hasta la
Tierra del Fuego.
De esta forma, en 1872 y en 1878 se crearon formalmente, y diferenciados, dos Territorios
Nacionales: Chaco y Patagonia. No obstante todavía no existía un régimen legal que
organizara con claridad el aparato administrativo y de gobierno de los mismos, ni existían
límites territoriales definitivos. Durante la primera década de existencia, el régimen estuvo
caracterizado por la provisionalidad. En ambas leyes se aclaraba que esta situación duraría
―mientras no se dicte la ley general para la administración y gobierno de los territorios
nacionales‖.
El tercer Territorio Nacional se organizó en el ámbito de las ex-Misiones jesuíticas. En la
década de 1880 comenzaba a definirse la situación limítrofe en esa región con Brasil. En ese
contexto se sancionó la Ley 1.149, del 20 de diciembre de 1881, mediante la cual se
establecían los límites de la provincia de Corrientes y la organización del Territorio Nacional
de Misiones. La creación de este territorio fue una reacción del gobierno de Roca ante el
avance de Brasil en la ocupación de la región misionera1. La particularidad que ofrece
Misiones es que se creó una Gobernación en un ámbito que ya había sido una provincia
autónoma: en 1814 el Director Gervasio Posadas había reconocido el carácter de provincia a
Misiones y como tal había participado en los Congresos de 1825-26 y 1853. Después integró
la provincia de Corrientes entre 1827 y 1830. Finalmente, en 1881 pasó a formar parte de los
Territorios Nacionales2.
De esta manera, en las regiones del Chaco, de la Patagonia y de las Misiones, los gobiernos
argentinos realizaban con la creación de ―Territorios Nacionales‖, actos de soberanía
territorial, antes que de organización administrativa. Lo hacía en la medida que creaban
entidades territoriales bajo la jurisdicción estatal, cuando todavía no estaba terminado el
proceso de fijación de los límites internacionales ni existía una actividad pública y privada
sujeta a administración gubernamental argentina3. La dimensión imaginaria e institucional
precedía, en gran medida, a la funcional en el proceso de construcción de esos nuevos
territorios que se fueron organizando paulatinamente en el ámbito argentino. De todas formas
los intercambios transfronterizos eran una constante histórica.
El 16 de octubre de 1884, finalmente, se sancionó la Ley 1.532 mediante la cual los territorios
nacionales fueron divididos en nueve Gobernaciones, de las cuales siete, como se destaca a
continuación, tenían parte de sus límites con los países vecinos, varios de los cuales todavía
no se habían definido y ninguno se había demarcado.
Art. 1º.- Los territorios nacionales se dividen, para los efectos de la administración sin
perjuicio de lo que se establezca oportunamente por la ley general de límites, en las
siguientes gobernaciones:
1º.- G obernación de L a P am pa… 2º.- G obernación del N euquén… [con lím ite] A l O este la
línea de la Cordillera divisoria con Chile. 3º.- G obernación del R ío N egro… [lím ite] P or
el O este, la cordillera divisoria con C hile… 4º.- G obernación del C hubut… [que tiene por
lím ite,] A l O este, la línea divisoria con C hile… 5º.- Gobernación de Santa Cruz, [con
lím ite]… A l O este C hile... 6º.- Gobernación de la Tierra del Fuego, con sus límites
naturales, según tratado del 23 de julio de 1881, y además la Isla de los Estados. 7º.-
Gobernación de Misiones, con sus limites actuales. 8º.- Gobernación de Formosa, con los

1
Domínguez Roca 1997:13.
2
Gadano 1945:8-12.
3
Cisneros y Escudé 2000.

— 225 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

siguientes: Por el naciente, el río Paraguay, que divide la República de este nombre. Por
el N orte, el río P ilcom ayo y línea divisoria con B olivia… 9º.- G obernación del C haco…
Nótese que el texto de la ley hace referencia al ―territorio nacional‖ y a las gobernaciones. Sin
embargo, el uso posterior le atribuyó a cada gobernación el rótulo de ―Territorio Nacional
de… ‖ o simplemente ―T erritorio de… ‖.
La Ley 1.532 de 1884, en líneas generales subsistió hasta la década de 1950, transformándose,
de hecho, en el marco legal de los Territorios Nacionales. Esta y otras disposiciones jurídicas
antecesoras, se presentan en el Cuadro 3.2. En el Cuadro 3.3 se presentan las normas que
definieron la creación de cada Gobernación en particular.

Cuadro 3.2. Legislación orgánica de los Territorios Nacionales, 1853-1897. Disposiciones generales.
FECHA DOCUMENTO DESCRIPCIÓN
1853 Art. 67 Inc. 14 Facultaba al Congreso a arreglar definitivamente los
Constitución Nacional límites internos y a organizar los territorios nacionales.
17 de octubre de 1862 Ley 28 Declarando nacionales todos los territorios existentes
fuera de los límites o posesiones de las provincias.
30 de mayo de 1882 Ley 1.168 Arreglo de límites interprovinciales
16 de octubre de 1884 Ley 1.532 Ley Orgánica de los Territorios Nacionales
31 de octubre de 1889 Ley 2.662 Reforma a la Ley Orgánica.
8 de octubre de 1890 Ley 2.735 Reforma a la Ley Orgánica.
8 de octubre de 1897 Ley 3.575 Reforma a la Ley Orgánica.
Fuente: elaboración propia en base a legislación argentina; Lenzi 1939; Rebollo Paz 1974.

Como se señaló en el capítulo anterior, fue en 1899 cuando se produjo la incorporación al


territorio argentino de una porción significativa de la región que se conocía por entonces
como Puna de Atacama, como consecuencia de las negociaciones diplomáticas derivadas de
la Guerra del Pacífico. Por entonces el proceso de organización de los Territorios Nacionales
ya estaba consolidado. Se discutían, en aquél contexto de 1899, dos alternativas. La primera
era la de anexar las nuevas tierras a las provincias linderas de Jujuy, Salta y Catamarca. La
segunda opción era la de crear un nuevo Territorio Nacional. El gobierno de Julio Roca
impulsó la segunda opción y de esta forma se creó, con la Ley 3.906 de 1900, la décima
Gobernación: Los Andes, que por un tiempo más se siguió denominando ―Territorio de la
Puna de Atacama‖, o sólo ―territorio de la Puna‖ 1. En su origen, el Territorio de Los Andes se
diferencia de los demás, ya que su creación no fue precedida de actos de soberanía territorial
por parte del Estado nacional. Luego de su creación, restaban solamente las tareas de
demarcación. De todas formas, el gobierno de la provincia de Salta había realizado algunos
actos de jurisdicción, con el otorgamiento de permisos de cateo y explotación de yacimientos
borateros, en lugares ocupados por Chile, como se analizará en detalle en el capítulo sexto.
Hacia 1900, y especialmente después de la firma de los Pactos de Mayo, se estabilizó el mapa
político de la Argentina, el cual se puede observar en la siguiente página (Mapa 3.1 y 3.2). La
geografía política argentina estaba en formación desde la década de 1850 y permaneció sin
cambios significativos por cuatro décadas. Recién con la desintegración del Territorio de Los
Andes, en 1943, el mapa político argentino comenzó a redefinirse nuevamente.

1
L a co rresp o nd encia, a veces, ib a d irigid a al ―S r. G o b ernad o r d e la P una d e A tacam a‖ (A G N , S H III - CR años
varios).

— 226 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Cuadro 3.3. República Argentina. 1867-1900. Leyes de creación de los Territorios Nacionales.
Disposiciones particulares.
FECHA DOCUMENTO ASUNTO
13 de agosto de 1867 Ley 215 Establece la Frontera en la ribera del río Neuquén y Negro, desde los
Andes y hasta el Atlántico.
18 de octubre de 1872 Ley 576 Creación del régimen de administración y gobierno del Territorio del
Chaco
6 de octubre de 1874 Ley 686 Complemento de la Ley 576.
18 de septiembre de 1875 Ley 731 División en secciones de los ―territorios nacionales‖ del río Chubut,
ocupado por colonos de origen galés.
4 de octubre de 1878 Ley 947 Autorizaba la realización de campañas para someter o desalojar a la
población indígena hacia el sur del río Neuquén.
9 de octubre de 1878 Ley 954 Creación del Territorio Nacional de la Patagonia, con capital en
Mercedes de Patagones y con límite austral en el Cabo de Hornos.
22 de diciembre de 1881 Ley 1149 Límites de la provincia de Corrientes y organización del Territorio de
Misiones
16 de octubre de 1884 Ley 1532 Dispone la división de los territorios nacionales en las siguiente
Gobernaciones: La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa
Cruz, Tierra del Fuego, Misiones, Formosa y Chaco.
9 de enero de 1900 Ley 3906 Creación del Territorio de Los Andes
Fuente: elaboración propia a partir de la legislación argentina; Lenzi 1939; Rebollo Paz 1974.

Los Territorios Nacionales, entidades en transición


La legislación sobre Territorios Nacionales estuvo inspirada en la jurisprudencia
estadounidense. En ese país, desde su constitución política, se contemplaba la creación de
unidades territoriales de una categoría diferente a la que tenían los Estados de la Unión. El
Congreso que nucleaba a la 13 ex colonias había creado el 13 de Julio de 1787, para el
gobierno de los nuevos territorios, la Ordinance for the government of the Territory of the
United States northwest of the River Ohio. Del 26 de mayo de 1790 data el Act for
Government of the Southwest Territory. Por la primera de estas normas se establecía la
situación jurídica de los territorios como entidades temporarias.
Sec 1 - Be it ordained by the United States in Congress assembled, That the said territory,
for the purposes of temporary government, be one district, subject, however, to be divided
into two districts, as future circumstances may, in the opinion of Congress, make it
expedient.
Sec 9 - As soon as there shall be five thousand free male inhabitants of full age in the
district, upon giving proof thereof to the governor, they shall receive authority, with time
and place, to elect a representative from their counties or townships to represent them in
the general assembly. 1

1
www.ourdocuments.gov.

— 227 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Mapa 3.1. República Argentina, en 1900. Territorios Nacionales, Provincias y Capital Federal

Fuente: elaboración propia, con la base cartográfica de un mapa actual corriente.

— 228 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Mapa 3.2. República Argentina. 1941.

Fuente: Boero 1941.

— 229 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En 1803 este país tomó posesión de la región de Luisiana y en 1819 de la de Florida. En todos
los casos se procedió de la misma manera. En los nuevos territorios sus habitantes carecerían
de los derechos políticos que tenían los restantes habitantes de los Estados Unidos, aunque en
forma provisional. Esto suponía la necesidad de una suerte de maduración ciudadana, a lo
largo de un cierto tiempo, de quienes habitaban esos nuevos territorios. La población estaría
constituida por inmigrantes sin demasiado arraigo en el país, sin una clara identificación y
conciencia ciudadana. Una vez alcanzada esa ―madurez‖ podrían ser miembros plenos de la
Unión. Los requisitos para alcanzar tal situación eran de índole socioeconómica: alcanzar un
cierto número de habitantes y un desarrollo económico autónomo1.
En la Argentina, la Ley 1.532 de 1884 permitió avanzar en la configuración de los nuevos
territorios. Esta ley establecía la existencia de 9 Gobernaciones, sus límites y los principales
lineamientos de su organización política y administrativa. Además, esta ley disponía:
Art. 4º.- Cuando la población de una Gobernación alcance a sesenta mil habitantes,
constatados por el censo general y los censos suplementarios sucesivos, tendrá derecho
para ser declarada provincia argentina.
Esto suponía una situación transitoria, en la medida que la falta de una base demográfica
considerada conveniente era la principal razón para mantener el status quo de los Territorios
Nacionales. A la vez, presumía la evolución desde lo simple, el gobierno único y centralizado,
para llegar luego a lo complejo, la federalización. Con este principio, los Territorios
Nacionales no eran otra cosa que provincias en ciernes2.
En este punto, la ley orgánica de Territorios Nacionales argentina no se alejaba de la
legislación norteamericana. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en aquél país, en la
Argentina la autonomización de esos territorios se demoró varias décadas, por razones de
diversa índole, siendo extremo el caso de Tierra del Fuego, que recién alcanzó su autonomía
en 1991 y excepcional el de Los Andes, que se dividió y anexó a tres provincias linderas. Otra
cuestión planteada en la legislación norteamericana era la institución de delegados ante el
cuerpo legislativo federal, con voz pero sin voto. Esta posibilidad fue planteada en la
Argentina, pero ningún proyecto prosperó3.
Pueden considerarse que, por lo menos, fueron tres las razones que retrasaron el proceso de
provincialización de los Territorios Nacionales4. La primera es de orden político y tiene que
ver con la estructura de poder creada en el marco de la unión de las catorce provincias. La
inclusión de más unidades federales significaba la redefinición de la cuota de poder de cada
provincia, especialmente problemático para las provincias más pequeñas, fundamentalmente
las del noroeste, que verían reducida en proporción su representación ante el Congreso
Nacional.
Pero, en segundo lugar, existía una razón de índole fiscal que frenaba cualquier intento de
provincialización. Varios de los Territorios Nacionales eran una importante fuente de
recaudación impositiva para el tesoro nacional. La coparticipación (institución creada en
1935) era desventajosa para los Territorios Nacionales de La Pampa, Misiones, Chaco y Río
Negro. En tercer lugar, y especialmente desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, podría
establecerse una razón geoestratégica, vinculada a algunos intereses del Estado. Varios de los
Territorios Nacionales se encontraban en zonas de frontera y, a la vez, en muchos de estos se

1
Linares Quintana 1933:7-10; Bandieri 2003:7.
2
Favaro y Arias Bucciarelli 1995:9.
3
Linares Quintana 1933:13.
4
Siguiendo a Favaro y Arias Bucciarelli 1995; Favaro 1996.

— 230 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

encontraban fuentes de recursos energéticos, como el petróleo o el carbón en los territorios


patagónicos1.
De esta forma, provincias en ciernes, los Territorios Nacionales existieron durante siete
décadas, mucho más tiempo de lo que hubiera correspondido si se aplicaban los términos de
la propia ley de creación. El Territorio de Los Andes, si bien formó parte de esa realidad, es
excepcional porque estuvo vigente durante cuatro décadas y no se transformó en provincia.

Los Territorios Nacionales, entidades subordinadas


La legislación y las instituciones solían hacer referencia indistintamente a ―Territorios‖ y a
―Gobernaciones‖. Puede considerarse por ―Territorio‖ a la entidad geográfica encerrada en los
límites fijados por sucesivas leyes y decretos. La Gobernación, en cambio, era el aparato
burocrático destinado a la administración y gestión del territorio, delegado por el poder
central2. La Gobernación era el órgano administrativo creado por el PEN para el control de
estas nuevas entidades territoriales. Podría considerarse a los Territorios Nacionales como
cada una de las regiones sobre las que se extendió la territorialidad argentina entre 1880-1900:
el Chaco, la Patagonia, las Misiones y la Puna de Atacama. Esos Territorios Nacionales se
dividieron en 10 Gobernaciones, divisiones menores de una entidad administrativa
centralizada. De todos modos, como ya se señaló, se hablaba, indistintamente, de diez
―Gobernaciones‖ o ―Territorios Nacionales‖ y también de la ―Gobernación del Territorio
N acional de… ‖.
Los Territorios Nacionales eran la porción del territorio que quedaba fuera de los límites
provinciales, pero dentro de los nacionales. En otras palabras, no estaban dentro de la
jurisdicción de alguno de los 14 Estados miembros de la unión argentina, pero sí estaban
dentro de la jurisdicción del Estado federal, por lo cual podrían considerarse como territorios
federales. En las estadísticas y descripciones del país, por ejemplo, los Territorios Nacionales
aparecían enumerados a continuación de las provincias. En el plano estadístico, cada uno de
los diez Territorios Nacionales constituía una unidad de agregación de información de
segundo orden, al igual que las provincias y la Capital Federal. Pero su enumeración a
continuación de las provincias, se debía justamente a su posición subordinada dentro del
esquema de la administración pública. En muchos casos la información no se desagregaba y
se tomaba a los Territorios Nacionales como una unidad única, diferenciada en el conjunto del
país.
Al igual que la Capital Federal, asentada desde 1881 en la ciudad de Buenos Aires, los
Territorios Nacionales eran territorios federales. Sin embargo, la ciudadanía de la Capital
Federal tuvo una mayor autonomía, ya que podía enviar representantes al Congreso de la
Nación, votar al presidente y elegir a los integrantes del Consejo Deliberante. Pero, al igual
que los Territorios Nacionales, la ciudad de Buenos Aires no podía designar a las autoridades
del poder ejecutivo local, por lo menos hasta 1996 cuando se dictó su carta orgánica. En el
caso de los Territorios Nacionales, las autoridades ejecutivas eran nombradas por el Poder
Ejecutivo Nacional, en tanto que las autoridades legislativas, contempladas por la legislación,
nunca funcionaron. Sí funcionaron las autoridades locales, municipalidades y comisiones de
fomento, que constituyeron los únicos ámbitos formales de ejercicio político dentro de los
Territorios Nacionales. De todos modos su creación se vio demorada.

1
Favaro 1996:93.
2
Leoni 2001:43.

— 231 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Ni la reforma del sistema electoral en 1912 con la Ley Sáenz Peña, ni la llegada del partido
radical al gobierno nacional en 1916 cambiaron sustancialmente el panorama político de los
Territorios Nacionales. El presidente Yrigoyen impulsó la provincialización de los Territorios
Nacionales, la creación de legislaturas territorianas, la posibilidad de que los territorianos
elijan delegados, sin concretarse ninguna acción por la oposición de conservadores y
socialistas en el Congreso. Sin embargo, entre 1916 y 1930 se ampliaron otros derechos que el
régimen conservador no había establecido. Las políticas de fomento a los Territorios
Nacionales, en particular la ampliación de la infraestructura básica, caracterizó la gestión de
los gobiernos radicales hacia los Territorios Nacionales.
La Restauración Conservadora de 1930 reabrió el debate en torno a la actividad cívica de los
habitantes de los Territorios Nacionales, pero ante la ambivalencia jurídica sobre la
representación parlamentaria o provincialización de los territorios, en la que también participó
el socialismo, quedó su gestión sin efecto, persistiendo la actividad política de los territorios
en la escala institucional municipal.
Durante el gobierno peronista, los Territorios Nacionales comenzaron a ser progresivamente
incorporados a la ciudadanía plena. Primero, a través de algunas obras del Plan Quinquenal y
sobre todo a través de la definitiva inclusión política. En el año 1949, se incluyó en la
Constitución reformada la posibilidad de que los habitantes de los Territorios Nacionales
participen en la elección del presidente y vicepresidente. También se habilitó a los Territorios
Nacionales a tener un representante en la cámara de diputados, con voz y sin voto. Además se
dictaron leyes de fomento, se destinaron mayores recursos hacia los Territorios Nacionales y
se realizaron numerosas obras de infraestructura. Segundo, con el dictado de las leyes que
concluyeron con la existencia de aquellas entidades provisionales1.
Así, la vida de los Territorios Nacionales estuvo básicamente ligada a las decisiones del
gobierno nacional. Las principales cuestiones que debió resolver el Poder Ejecutivo Nacional,
y particularmente el Ministerio del Interior, fueron: la localización de las capitales, la
delimitación de jurisdicciones, el nombramiento de gobernadores, la adjudicación de tierras y
regulación de su propiedad, el fomento de las actividades económicas, la colonización y el
poblamiento, la administración de justicia y el disciplinamiento de las sociedades indígenas
para subsumirlas al proceso productivo capitalista. En este punto, el Territorio de Los Andes
fue parte de la generalidad, en la medida que toda iniciativa de los gobernadores requería el
guiño del Ministro del Interior y/o del Director de Territorios Nacionales. Otra cuestión que
debieron enfrentar las sucesivas administraciones, fue el control de los movimientos que
buscaban ampliar la participación política, alcanzar la autonomía fiscal y, más tarde, la
provincialización de los Territorios Nacionales, es decir, alcanzar la condición de provincia.
En este punto, el Territorio de Los Andes constituyó una excepción, en la medida que no se
registraron movimientos políticos significativos, fuera de algunas expresiones iniciales de
resistencia a las nuevas autoridades argentinas.

1
Arias Bucciarelli 1996:147-151; Favaro y Arias Bucciarelli 2001:6.

— 232 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Organización político-institucional y
territorial de las Gobernaciones
Una vez presentado el proceso de surgimiento de los Territorios Nacionales, como así
también el lugar que los mismos ocuparon en el contexto de la administración pública, se
avanzará en la consideración del proceso de organización territorial. Asimismo, se analizarán
algunas de las razones que retrasaron la conversión de los Territorios Nacionales en provincia.
Como ya se adelantó, este proceso, que se suele designar de ―provincialización‖, ocurrió en la
mayoría de los casos en la década de 1950. Esto será presentado en el último acápite de esta
sección.

Las Gobernaciones y los gobernadores


Los Territorios Nacionales eran ―tierras nuevas‖, de reciente incorporación. Inicialmente, para
organizar la estructura administrativa, someter a las sociedades indígenas y controlar las zonas
limítrofes con otros Estados, se nombraron gobernadores militares, a los que les sucedieron,
en general, gobernadores civiles1. En Los Andes, los dos primeros gobernadores fueron
militares y los siguientes, cerca de una quincena, fueron civiles con la sola excepción del
interventor del gobierno militar instaurado en 1930.
La Ley 1.532 establecía que los gobernadores de los Territorios Nacionales serían elegidos
por el gobierno nacional y que durarían en el cargo tres años. Junto al Gobernador se
nombraba al Secretario que podía hacerse cargo de la Gobernación ante la ausencia
temporaria, renuncia o destitución del gobernador.
Art. 6º.- El Gobernador será nombrado por el Poder Ejecutivo, con acuerdo del Senado.
Durará tres años en el ejercicio de sus funciones, pudiendo ser reelecto y teniendo el
Poder Ejecutivo la facultad de exonerarlo de su cargo.
Art. 8º.- El secretario será nombrado por el Poder Ejecutivo, a propuesta del Gobernador
del territorio.
Según las disposiciones de esa ley, el gobernador tenía amplias atribuciones, como se detalla
a continuación:
Art. 7º.- El Gobernador tendrá los deberes y atribuciones siguientes:
1º.- Es la autoridad local superior, encargada de velar por el cumplimiento de las leyes y
disposiciones nacionales. 2º.- Dicta reglamentos y ordenanzas convenientes para la
seguridad, administración y fomento del territorio en todo lo que sea materia de su
incumbencia.3º.- Proponer las medidas necesarias para la mejor percepción de la
renta.4º.- Vigilar el cumplimiento de los contratos celebrados por particulares con el
Poder Ejecutivo, y el de las concesiones o privilegios que se acuerden.5º.- Está obligado a
informar al Poder Ejecutivo acerca de la regularidad con que proceden las oficinas y
empleados, dependientes directamente del Gobierno Nacional.6º.- Nombra los jueces de
paz de los distritos o secciones que tengan menos de mil habitantes.7º.- Propone los
empleados de la Gobernación, cuyo nombramiento corresponde al Poder Ejecutivo.8º.-
Recibe las asignaciones del presupuesto y las invierte con sujeción a la ley, rindiendo
mensualmente cuenta de su inversión.9º.- Es el comandante en jefe de la Gendarmería y

1
Leoni 2001:43.

— 233 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

guardia nacional, y deberá colocar en cada distrito un comisario de policía con su


correspondiente dotación.10º.- Distribuye la fuerza y presta el auxilio que requieren el
juez letrado y los jueces de paz.11º.- Procurará el establecimiento en las secciones de su
dependencia, de las tribus indígenas que morasen en el territorio de la gobernación,
creando, con autorización del Poder Ejecutivo, las misiones que sean necesarias para
traerlos gradualmente a la vida civilizada.12º.- Vela por el progreso de la enseñanza, e
informará sobre las medidas conducentes al desenvolvimiento de la colonización.13º.-
Depende directamente del Ministerio del Interior, residirá en el pueblo que se declare
capital y no podrá ausentarse sin licencia del ministerio expresado.14º.- Gozará de la
asignación que le fije el presupuesto.
A pesar de las amplias atribuciones otorgadas por esta ley, en la práctica este sujeto se
transformó en un delegado directo del Poder Ejecutivo Nacional con poco margen de
maniobra1. Esta práctica se fundaba en el principio de incapacidad y minoridad política de las
sociedades territorianas.
“ … en todo sistem a de educación intelectual o m oral, trátese d e individuos aislados o
colectivamente congregados y formando parte integrante de la nación, para que el niño
llegue a ser ciudadano y el pueblo constituya una democracia es necesaria la presencia
tutelar del padre, maestro, consejero, del guía en una palabra. Ese papel en el caso que me
ocupa corresponde al gobierno central” 2.
Los lineamientos básicos de la política sobre los Territorios Nacionales eran trazados por el
Poder Ejecutivo Nacional a través del Ministro del Interior y de la Dirección General de
Territorios Nacionales. Esa oficina fue creada en 1912 y ocupada, desde entonces y hasta
1920 por Isidoro Ruiz Moreno.
En muchos casos, el cargo de gobernador era otorgado a dirigentes de las provincias vecinas,
que respondieran al signo político del gobierno de turno. Estos funcionarios solían utilizar el
cargo de gobernador del Territorio Nacional para intervenir en la vida política de sus
provincias de origen. La Gobernación del Chaco solía ser un coto para políticos provenientes
de Corrientes, Santa Fe y Santiago del Estero. Desde Buenos Aires se ejercía influencia sobre
La Pampa y Río Negro, y los correntinos hacían lo mismo sobre Misiones3. El Territorio de
Los Andes responde a esta tendencia. Políticos de diferentes tendencias y grados de inserción
en la vida política salteña hicieron lo propio en Los Andes. Estos funcionarios muchas veces
tenían un total desconocimiento y desinterés por los problemas de la Gobernación en la que
habían sido designados. En el caso de Los Andes esto se vio agravado ya que ningún
gobernador residió permanentemente en la capital territoriana, con excepción de los dos
primeros, que no eran originarios de Salta.
En los Territorios Nacionales, además de la Gobernación, existían otras oficinas de los
Ministerios nacionales, con atribuciones que en muchos casos anulaban el margen de
maniobra de los gobernadores. Si bien tenían la superintendencia sobre todos los empleados
que estaban destinados a la administración en el territorio de su gobierno, no estaban
facultados para nombrar nuevos empleados o para definir las tareas que estos debían realizar.

1
Favaro 1996:86.
2
Ministerio del Interior, Dirección de Territorios Nacionales, Informe al Congreso, Buenos Aires, 1915, p. 12,
citado en: Favaro 1996:87.
3
Leoni 2001:44.

— 234 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Límites y capitales
Para avanzar en el proceso de configuración territorial de las nuevas Gobernaciones era
necesario establecer la capital y los límites internos y externos. Los límites externos fueron
inicialmente establecidos por la Ley 1.532 y ajustados a partir de tratados internacionales e
interprovinciales. La división interna fue una de las cuestiones que debieron resolver los
primeros gobernadores, conjuntamente con el establecimiento de la capital.
En la elección de la capital se manifestaron algunos enfrentamientos entre sectores que
preferían una u otra localización. El mejor ejemplo es Río Negro, donde se reflejaban las
rivalidades entre distintos sectores del valle homónimo. La competencia se estableció entre
Viedma, Choele Choel y General Roca, y la capital finalmente se estableció en la primera1.
En el caso de Tierra del Fuego la pugna era entre Ushuaia y Río Grande, ganada a favor de la
primera2. En Neuquén la capital se trasladó desde Chos Malal hasta la confluencia de los ríos
Neuquén y Limay. La creación de algunas capitales también requirió de la cesión de
porciones de territorios de las provincias linderas, lo que suponía una mayor preeminencia de
esa provincia sobre el nuevo territorio. Este es el caso de Misiones, que recibió de Corrientes
el área donde se asentó la capital, Posadas, en reemplazo de Corpus o San Martín, su capital
original3. Los Andes recibió de Salta el área donde se estableció San Antonio de los Cobres
como cabecera territoriana4.
Para la división departamental, en general se debieron realizar viajes exploratorios, que en
muchos casos terminaron con la división de los departamentos sin otro criterio que el de los
paralelos y meridianos, especialmente en el caso de los territorios patagónicos. De todas
formas estas divisiones tuvieron sucesivas modificaciones, especialmente a raíz de la
implementación de las municipalidades que reflejaron más fielmente la organización
territorial al interior de cada Territorio Nacional5. El resultado fue, a largo plazo, una
diversidad de sistemas de partición territorial. La división departamental de Los Andes, fijada
en 1902 se mantuvo sin modificaciones hasta 1943.

Legislaturas, Municipalidades y Comisiones de Fomento


La Ley Orgánica de los Territorios Nacionales contemplaba la creación de legislaturas y de
municipalidades o comisiones de fomento:
Art. 22º.- Las secciones cuya población pase de mil habitantes tendrán derecho a elegir un
Consejo municipal, compuesto de cinco miembros, mayores de edad y domiciliados en el
distrito. Entre ellos nombrarán un presidente encargado de mantener el orden en la
discusión y representar al Consejo en sus relaciones oficiales.
Art. 46º.- Las gobernaciones cuya población alcance a treinta mil almas constatadas, por
el censo general y los censos suplementarios, sucesivos, tendrán una legislatura que
funcionará tres meses en el año. Será formada por los delegados de los distritos
municipales a razón de uno por cada dos mil habitantes y por cada fracción que no baje de
mil quinientos. Durarán tres años en el ejercicio de sus funciones y se renovarán por
terceras partes cada año sorteándose al efecto en la primera renovación.

1
Leoni 2001:44.
2
Coicaud 2003.
3
Domínguez Roca 1997:14.
4
Ver próximas secciones en este capítulo.
5
Esta cuestión fue analizada en: Oriz y Vapñarsky 1994.

— 235 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La expresión ―sección‖ (art. 22º), fue una fuente de confusión ya que no existía como tal esta
forma de división territorial. Esto era importante porque permitía al gobierno nacional
retacear la creación de nuevas unidades municipales, toda vez que se debía interpretar cuáles
eran los límites de las secciones. Desde mediados de la década de 1880 progresivamente se
fueron creando municipalidades en los diferentes territorios, aunque con mucha lentitud. En
todos los casos constituyó el único campo de participación política formal en el ámbito de los
Territorios Nacionales, restringida al ámbito urbano1. En este sentido, se transformaron en un
escenario privilegiado para la organizaron de los partidos socialista y radical, que alternaron
en la conducción de las entidades municipales2. Algunos Territorios Nacionales también
fueron escenario para la organización de partidos vecinales.
Posteriormente se crearon las Comisiones de Fomento. En el caso de que no se llegara a
formar ninguna de estas, las autoridades locales serían los jueces de paz y la policía. En este
punto, el Territorio de Los Andes constituye una excepción, en la medida que nunca se
organizó ninguna Municipalidad. Recién con el golpe de 1930 se impuso la única Comisión
de Fomento que funcionó en Los Andes, en su capital.
La ley también establecía que se formarían legislaturas en las gobernaciones que alcanzaran
más de 30.000 habitantes. A lo largo de todo el período de existencia de los Territorios
Nacionales se realizaron diferentes proyectos para implementar estas legislaturas, que nunca
se concretaron.

El fomento de los Territorios Nacionales


No solo en el plano jurídico-administrativo los Territorios Nacionales constituyeron una
realidad diferenciada dentro de la organización del país, sino también en el socioeconómico.
A diferencia de las provincias históricas, no existía en los Territorios Nacionales una
estructura social colonial que debía redefinirse para ajustarse a los imperativos de la nueva
división internacional del trabajo y las territorialidades indígenas habían sido desactivadas.
La anexión de estas tierras, si se suma la superficie de los Territorios Nacionales, significó la
incorporación de un área de más de un millón de kilómetros cuadrados (ver Cuadro 3.4.), es
decir, casi duplicaba la superficie de las catorce provincias históricas. Las provincias, además,
también incrementaron su superficie por expansión de sus propios territorios, como ocurrió
con Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, Santa Fe, Santiago del Estero y Salta. Se
trataba de un vasto espacio, con tierras de diversas características ambientales que se podrían
incorporar a la estructura productiva argentina.
En el caso de la Patagonia, las nuevas tierras fueron destinadas en gran medida al traslado de
ganado ovino que sobrepastoreaban la región pampeana, que se sumaron al ingresado desde
las Islas Malvinas. En el censo de 1895 las existencias ovinas de la Patagonia llegaban a
1.062.221, mientras que en 1914 eran 10.366.535. Entre tanto, las existencias en la provincia
de Buenos Aires pasaron de 52.360.451 a 18.776.260 en el mismo período. Estas cifras
marcan, por un lado, el desplazamiento hacia el sur del ganado lanar y, por otro, el retroceso
del ganado ovino en las existencias ganaderas de Argentina, por la expansión de las
exportaciones de los productos del ganado bovino a Inglaterra3. Pero también se desarrollaron
otras actividades ―no tradicionales‖, que generaron nuevas economías regionales, como el
cultivo de frutales o la extracción de petróleo.

1
Vapñarsky 1983:44-45.
2
Leoni 2001:47-49.
3
Barsky y Gelman 2001:219.

— 236 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

La ocupación del Chaco tuvo otros estímulos que la ocupación de la Patagonia. Mientras que
en la Patagonia era la tierra el principal ―botín de guerra‖, en el Chaco, además de la tierra, los
grupos de poder que acompañaron al proceso expansivo estaban interesados en la obtención
de mano de obra barata para los ingenios azucareros, las plantaciones algodoneras y los
obrajes1. En el caso de Salta, la ―pacificación del Chaco‖ permitió la expansión de la frontera
ganadera, cuya producción se comercializó en el desierto de Atacama recientemente
incorporado a Chile, como se explicó en el capítulo anterior.

Cuadro 3.4. República Argentina. Estimación de


la extensión territorial ganada entre 1879 y 1900.
TERRITORIO KM 2
Pampas 437.156
Chaco 171.699
Patagonia 765.720
Tierra del Fuego 20.912
Puna de Atacama 62.642
TOTAL 1.458.129
RESTO DEL PAÍS 1.338.984
TOTAL DEL PAÍS 2.797.113
% EXTENSIÓN GANADA
SOBRE TOTAL DEL PAÍS 52
Fuente: Elaboración propia en base a: Comité
Nacional de Geografía, Anuario de la República
Argentina, 1942; Cortés Conde 1979:56.

En el caso del Territorio de Los Andes, como se analizará en profundidad en el próximo


capítulo, no se generó ningún interés particular orientado a su valorización, permaneciendo
prácticamente estacionario desde su creación hasta su división. Una muestra de ello fue su
exclusión de las diferentes Leyes de Fomento que sancionó el gobierno con el objetivo,
justamente, de crear obras que permitieran el fomento de la economía en los Territorios
Nacionales.

Crecimiento demográfico en los Territorios Nacionales


Además del fomento de las actividades económicas, con la construcción de ferrocarriles y
otras obras de infraestructura, el Poder Ejecutivo Nacional implementó una política de
ocupación de las nuevas tierras con población inmigrante o proveniente de otras regiones del
país, especialmente importante en el caso de los territorios del sur, pero también en los del
norte, desplazando a las poblaciones indígenas. Esto se vio reflejado en los Censos de 1895 y
1914 donde la población de los Territorios Nacionales se triplicó.
Fomento de la economía y del poblamiento, en teoría, eran la clave para la ―maduración‖ de
estos territorios en transición, prerrequisitos para la provincialización. Una vez alcanzado el
umbral de 30.000 habitantes, esas entidades obtendrían una primera cuota de autonomía al

1
S o b re el p ro ceso d e ―integració n‖ d e lo s ind ígenas d el C haco se cuenta, entre o tro s, co n lo s trab ajo s de Hugo
Trinchero (2000) y Marcelo Lagos (2000).

— 237 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

erigir una Legislatura, y con 60.000 habitantes la autonomía total. Pero esto fue
sistemáticamente aplazado por el Congreso.
El crecimiento demográfico de los Territorios Nacionales, ya en el Segundo Censo Nacional,
había puesto en cuestión tanto la negación a la formación de legislaturas como la dilación de
la provincialización1. En 1895 Misiones había superado el umbral de 30.000 habitantes que
exigía la ley para que tuviera su propia legislatura. En el Censo de Territorios Nacionales de
1905 La Pampa había sobrepasado ese umbral, y lo mismo Chaco y Río Negro en el Censo
General de Territorios Nacionales de 1912. Desde este Censo, La Pampa se encontraba en
condiciones legales para transformarse en provincia. Lo mismo ocurrió en 1920 con Chaco y
Misiones. En el Cuarto Censo General casi todos los Territorios Nacionales sobrepasaban los
60.000 habitantes, como se puede constatar en el Cuadro 3.5. A pesar del importante
crecimiento demográfico la provincialización se demoró hasta la década de 1950.

Cuadro 3.5. Territorios Nacionales. Evolución demográfica. Información censal del período 1895 a 1947.
TERRITORIO AÑOS CENSALES/ESTIMACIONES
NACIONAL 1895 1905 1912 1914 1920 1939/40 1947
Chaco 10.422 21.157 43.002 48.488 60.564 329.400 430.555
Chubut 3.748 11.265 23.316 23.065 30.118 86.100 92.456
Formosa 4.829 8.431 37.268 35.342 33.336 56.900 113.790
La Pampa 25.914 41.377 88.683 101.338 122.535 148.700 169.480
Los Andes - 2.508 2.348 2.487 2.539 7.100 6.4421
Misiones 33.163 36.027 46.419 53.563 63.176 186.200 246.396
Neuquén 14.517 24.231 27.474 28.866 29.784 75.200 86.936
Río Negro 9.421 20.220 34.229 42.252 42.652 135.200 134.350
Santa Cruz 1.058 3.992 8.192 9.948 17.925 18.700 42.880
Tierra del Fuego 477 1.417 2.275 2.654 2.608 2.300 5.045
TOTAL TERRITORIOS
NACIONAL 103.549 170.625 313.206 348.003 405.237 1.045.800 1.328.330
Resto del país 3.941.362 - - 7.555.659 - 12.582.335 14.565.481
Total del país 4.044.911 - - 7.903.662 - 13.628.135 15.893.811
% TNs 2,56 - - 4,40 - 7,67 8,36
Fuente: elaborado con información publicada en Censos nacionales de población 1895, 1914 y 1947; Censos de
población de los Territorios Nacionales 1905, 1912 y 1920; y, Anuario 1941 del Comité Nacional de Geografía
(estimaciones al 31 de diciembre de 1939. Excepto Buenos Aires, estimación al 31 de diciembre de 1940).
(1)
Se sumaron las cifras correspondientes a los cuatro departamentos que formaban el Territorio de Los Andes,
sólo a los fines comparativos, teniendo en cuenta que no incide significativamente en los totales.
Nota: subrayado, el censo a partir del cual cada Territorio Nacional reunió el requisito demográfico para
convertirse en provincia.

En este cuadro general, sobresalen dos casos: Tierra del Fuego y Los Andes. En este punto
siempre se diferenciaron del resto de los Territorios Nacionales, ya que mantuvieron un
magro volumen demográfico, que en ninguno de los casos llegó al piso de 30.000 habitantes
antes de 1947.

1
Vapñarsky 1983:41-44.

— 238 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

La provincialización de los Territorios Nacionales


La primera metamorfosis en la historia de los Territorios Nacionales ocurrió en septiembre de
1943, cuando Los Andes se dividió en tres fracciones que fueron anexadas a las provincias de
Jujuy, Salta y Catamarca. Esta medida fue tomada una vez producido el golpe de Estado del 4
de junio de 1943 que derrocó al presidente Ramón Castillo, por el Decreto 9.375 del 21 de
septiembre de 1943.
Ese mismo año Tierra del Fugo se transformó, por Decreto 5.626, en la ―Gobernación
Marítima del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego‖ pasando a la esfera del Ministerio de
Marina, dejando de depender del Ministerio del Interior como el resto de los Territorios
Nacionales. Por entonces se instaló en forma contundente, en la agenda de relaciones
exteriores, las pretensiones argentinas sobre las Islas del Atlántico Sur y sobre un sector de la
Antártida, la llamada ―Antártida Argentina‖. Con el Decreto 14.135 de 1945 a esa
Gobernación se anexaron las ―Islas de Atlántico Sur‖ y la ―Antártida Argentina‖. Esta
gobernación Marítima funcionó como tal hasta 1955, año en que se anexó al Territorio de
Santa Cruz. Además, en 1944 se había organizado, con el Decreto-Ley 13.941, la
Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia, con una porción del Territorio Nacional de
Santa Cruz y otra del de Chubut, en este caso dependiente del Ministerio de Guerra1.
Estos cambios institucionales ocurrieron en el contexto de la Segunda Gran Guerra, lo que
explica la militarización de Tierra del Fuego y de los yacimientos petrolíferos de Comodoro
Rivadavia, en paralelo a la creciente militarización de la gestión pública2. Prueba de ello es la
alternancia de gobiernos militares en el poder con gobiernos civiles, o de militares integrando
las cúpulas de gobiernos democráticos, con el General Perón como ejemplo.
A estas medidas se pueden sumar las de creación de la Gendarmería Nacional y la legislación
sobre control de frontera. En julio de 1938 se había creado la Gendarmería Nacional, que se
terminó de organizar en los años siguientes. A partir de la década de 1940 se afianzó el
desarrollo del sector industrial nacional, mediante la sustitución de importaciones, con fuerte
apoyo del Estado nacional. A la necesidad de cerrar las fronteras para lograr consolidar el
mercado interno, se sumaron el contexto de guerra mundial y, desde la posguerra, el clima de
Guerra Fría. Es en este contexto que se instituyeron progresivamente diferentes medidas de
control militar de las fronteras, tanto en la Argentina como en Chile.
En este período se dispusieron diferentes medidas de control militar de las zonas fronterizas.
El Decreto 15.385 de 1944 creó las denominadas ―zonas de seguridad‖, fajas territoriales de
ancho variable contiguas al límite internacional, sujetas a periódicos ajustes. El Decreto de
14.587 de 1946 fijó el ancho de la zona de seguridad en 100 kilómetros para las áreas
contiguas a Chile y a Bolivia y 50 kilómetros con Paraguay, Brasil y el Uruguay. Al mismo
tiempo que se crearon las zonas de seguridad se instituyó la Comisión Nacional de Zonas de
Seguridad, en el ámbito del Ministerio de Justicia. La misión de esa comisión era la atención
de todos los problemas que pudieran suscitarse en las localidades de frontera y ―argentinizar‖
ese sector del territorio nacional.
Otro rasgo fue el ascenso de los discursos geopolíticos, que se vio acompañado de algunas
medidas institucionales, como por ejemplo la Ley 12.696 de censura cartográfica, de 1941,
medida que subsiste hasta el presente. Los círculos militares ocuparon lugares cada vez más
destacados dentro de la vida política nacional, de la administración e inclusive de la
producción, con la creación de Fabricaciones Militares también en 1941.

1
Oriz y Vapñarsky 1994:2-3.
2
Arias Bucciarelli 1996:146.

— 239 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La desintegración del Territorio de Los Andes escapa a este análisis, ya que en su reemplazo
no se creó ninguna entidad particular orientada al control fronterizo. La porción norte de la
frontera argentino-chilena, aparentemente era una zona carente de conflictos potenciales
significativos, en comparación con los otros tramos de la misma frontera o con otras fronteras.
La provincialización de los otros Territorios Nacionales sucedió en otro contexto, en la
década de 1950, durante el segundo gobierno de Perón, como se detalla en el Cuadro 3.6.
Como se señalaba más arriba, una de las cláusulas de la Ley de Territorios Nacionales era que
los mismos debían llegar a un total de población superior a los 60.000 habitantes para
convertirse en provincia. En el Censo de Territorios Nacionales de 1912 La Pampa reunía un
poco más de 60.000 habitantes. Ya en el censo de 1920 ese Territorio Nacional alcanzaba una
población de 122.535 habitantes, Misiones 63.176 y Chaco 60.564, es decir, superaban
ampliamente el piso establecido.

Cuadro 3.6. Territorio Nacional. Proceso de transformación institucional. Sucesivas capitales.


AÑO
TERRITORIO FECHA DE TRANSFORMACIÓN DOCUMENTO CAPITAL
CREACIÓN

10 de diciembre de 1953,
Misiones 1881 Ley 14.294 Corpus (San Martín), Posadas
provincialización
Villa Occidental, Isla del Cerrito,
Formosa 15 de junio de 1955, provincialización Ley 14.408
Formosa
20 de julio de 1951, provincialización. Villa Occidental, Isla del Cerrito,
Chaco Ley 14.037
Provincia Presidente Perón hasta 1955. Formosa, Resistencia
20 de julio de 1951, provincialización. General Acha, Santa Rosa de
Pampa Ley 14.037
Provincia Eva Perón hasta 1955. Toay.
Neuquén 15 de junio de 1955, provincialización Ley 14.408 Chos Malal, Neuquén
Choele Choel, Gral. Roca,
Río Negro 15 de junio de 1955, provincialización Ley 14.408 Mercedes de Patagones
(Viedma)
15 de junio 1955, provincialización Ley 14.408
Chubut Trelew, Rawson
31 de marzo de 1944, creación de la
Decreto-
1884 Gobernación Militar de Comodoro
Ley 13.941
Rivadavia hasta 1955
Santa Cruz 15 de junio de 1955, provincia de Santa Cruz, Río Gallego
Patagonia. En 1958, provincia de Santa Ley 14.408
Cruz.
1943 Gobernación Marítima de Tierra Decreto
del Fuego 5.626
1945 anexión de las Islas del Atlántico Decreto
Sur y la ―Antártida Argentina‖ 14.135
Tierra del
1955 unión a Santa Cruz, Provincia de Río Grande, Ushuaia
Fuego Ley 14.408
Patagonia
1958 restitución como Territorio Decreto-
Nacional Ley
26 de abril 1990, provincialización Ley 23.775
Antofagasta de la Sierra,
Decreto
Los Andes 1900 21 de septiembre de 1943, división Molinos, Purmamarca, San
9.375
Antonio de los Cobres
Fuente: elaborado a partir de la legislación argentina; Leoni 2001; Suaiter Martínez 1943:127-130; Oriz y
Vapñarsky 1994.

— 240 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

A lo largo de la primera mitad del siglo XX se presentaron y fueron discutidos en el Congreso


diferentes proyectos de provincialización, creación de legislaturas, representación
parlamentaria y modificación de la Ley Orgánica de 1884. El Presidente Hipólito Yrigoyen
envió un proyecto para la provincialización de La Pampa, Chaco y Misiones, que finalmente
fracasó. Durante la presidencia de Agustín Justo la Oficina de Territorios Nacionales formuló
un anteproyecto de nueva ley orgánica que, luego de generar una gran polémica, no se
convirtió en ley1.
En la década de 1950, el primer proyecto con larga data parlamentaria que se concretó fue la
unificación de Tierra del Fuego con Santa Cruz, bajo el nombre de Provincia de Patagonia.
Esto se había estudiado y proyectado en numerosos ocasiones, algunas conjuntamente con la
división del Territorio de Los Andes. Sin embargo, esta situación se retrotrajo en 1958 cuando
Tierra del Fuego volvió a ser Territorio Nacional, condición que mantuvo hasta 19902.
Los primeros Territorios Nacionales en convertirse en provincia fueron Chaco y La Pampa,
con la sanción, el 20 de julio de 1851, de la Ley 14.037. Como emblemas del período, Chaco
pasó a denominarse Presidente Perón y La Pampa recibió el nombre de Provincia Eva Perón.
Después de 1955, con el nuevo régimen instaurado tras el derrocamiento del Presidente Juan
Perón, esas provincias volvieron a denominarse con los topónimos originales.
La siguiente fue Misiones. Se determinó su provincialización el 10 de diciembre de 1953,
mediante la Ley 14.294. Finalmente, la Ley 14.408 del 15 de junio de 1955 dispuso la
provincialización de los restantes. Formosa, Neuquén, Río Negro y Chubut conservaron su
denominación original. Santa Cruz se unió a Tierra del Fuego y se transformó en la provincia
de Patagonia, pero solo hasta 1958 como se señalaba arriba.

1
Lenzi 1939:44-51. Cf. Oficina de Territorios Nacionales del Ministerio del Interior 1934.
2
Oriz y Vapñarsky 1994:3-4.

— 241 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 242 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Parte II - Historia del Territorio de Los


Andes

Introducción
Como se señaló en secciones anteriores, se considera al Territorio de Los Andes como una
entidad geohistórica y, como tal, puede reconocerse una etapa de emergencia, otra de
existencia y transformación y otra de desaparición o metamorfosis hacia otras entidades
geohistóricas.
El Territorio de Los Andes se creó el 9 de enero de 1900, momento en que el Congreso
argentino sancionó la Ley 3906, que estableció formalmente su organización. Sin embargo, la
emergencia de esta entidad no es el resultado de solo un acto gobierno, producto de la
deliberación del cuerpo legislativo nacional en vinculación con el ejecutivo nacional. La
creación del Territorio de Los Andes, ¿puede pensarse simplemente como una acto interno
aislado de la política de relaciones externas? Todo indica que la incorporación de la Puna de
Atacama fue una resultante del proceso de reorganización territorial acaecido en el Cono Sur
iniciado con la Guerra del Pacífico, simultánea a la Conquista de la Patagonia y a la Conquista
del Chaco, probablemente no buscado por las autoridades argentinas con anterioridad a 1889.
Con el Pacto suscripto entre Bolivia y Chile en 1884, el primero le cedía al segundo, ―a
perpetuidad‖, el control de los territorios ganados mediante la guerra. Pero los términos del
tratado eran ambiguos con respecto a los límites orientales del territorio que Bolivia cedía a
Chile. Hasta entonces, el Estado argentino se había mantenido al margen de lo sucedido en el
ámbito de Atacama. Con la firma del Tratado General de Límites de 1889, por el cual Bolivia
cedía a la Argentina un área ubicada al oriente de los territorios que Chile ya controlaba, el
Estado argentino quedó decididamente involucrado en un juego diplomático que finalizó en
1899 con el conocido Laudo Buchanan. Por este acuerdo el territorio en disputa, la Puna de
Atacama, se dividió en dos partes. Una parte, ubicada en el occidente, permaneció en
territorio de la República de Chile como hasta entonces. La otra parte, ubicada en el oriente,
se incorporó a la República Argentina. Al menos en la ―parte argentina‖ de la ―Puna de
Atacama‖, residían aproximadamente 2.500 personas, que se mantuvieron completamente al
margen de cualquier negociación.
Lo cierto es que, una vez resuelta la cuestión diplomática, en 1899, en 1900 el gobierno
argentino creó un ámbito terrestre denominado ―Los Andes‖, sometido al andamiaje jurídico
de los ―Territorios Nacionales‖, que ya funcionaba en el país desde 1884 y que fuera
analizado en la primera parte de este capítulo. Los Andes constituyó, entre 1900 y 1943, la
décima Gobernación en que se dividieron los Territorios Nacionales. Esto permite aseverar
que la formación institucional fue antecesora a la funcional y a la simbólico-conceptual, en el
proceso de conformación de Los Andes como entidad geohistórica.
El proceso de construcción simbólico-conceptual del Territorio de Los Andes, en el contexto
de la Argentina, fue posterior a su creación como entidad institucional. Los primeros
productos que contribuyeron en esta dirección fueron los informes de los primeros viajes
exploratorios realizados en 1900, que en Buenos Aires tuvieron rápida difusión a través de la
prensa y de documentos oficiales.

— 243 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La construcción territorial de Los Andes, en su dimensión funcional, fue el resultado de un


lento proceso de establecimiento de una red básica de circulación que permitió cierta
articulación interna. Los senderos y los circuitos comerciales que atravesaban al Territorio de
Los Andes excedían con creces la lógica interna y se debía al funcionamiento de la región
circumpuneña, tal como se analizó en el capítulo anterior. En la medida que el Territorio de
Los Andes emergió como una entidad institucional, sobre la cual el Estado argentino intervino
en su producción material, se fue transformando en una entidad funcional diferenciada, más o
menos organizada.
Por lo anterior, se optó por iniciar el estudio sistemático del Territorio de Los Andes por los
aspectos político-institucionales. Dicho por la negativa, es importante subrayar, no se iniciará
el recorrido analítico del Territorio de Los Andes como entidad territorial por los aspectos
político-institucionales porque se considere que en tanto territorio su existencia se deba a un
acto del gobierno nacional, en este caso la sanción de una ley. Se iniciará el recorrido
analítico del Territorio de Los Andes en esta dimensión, porque, se considera, antecedió a las
otras dos y esto es una particularidad del caso. Aquí se sostiene que la creación del Territorio
de Los Andes responde al interés del gobierno nacional por controlar directamente un ámbito
de reciente incorporación, ubicado en una frontera interestatal en proceso de conformación.
Por otra parte, a diferencia de los casos de la Patagonia o el Chaco, donde el imaginario o la
información disponible en la Argentina sobre sus riquezas alentaban toda empresa
expansionista, en el caso de la Puna de Atacama no se advierte que existiera semejante
situación. A su vez, no hay ninguna evidencia de que el ámbito que en 1900 se transformó en
el Territorio de Los Andes constituyera una unidad funcional diferenciada. En todo caso,
formaba parte de un sistema regional mucho más amplio, en el cual el Territorio de Los
Andes se ubicó como ineludible zona de paso, aunque, con el tiempo, y gracias a la
intervención del estado nacional, esa zona de paso se fue consolidando como un importante
corredor de comunicación entre Salta (Argentina) y Antofagasta (Chile), el cual sigue
operando aún en la actualidad.
En suma, esta segunda parte se concentrará en el proceso de creación, división política y
organización administrativa de esta entidad geohistórica, como así también el proceso de
desaparición institucional y distribución espacial entre las provincias linderas. Como ya se
señaló, el caso ―Los Andes‖ es único dentro de la historia territoriana, ya que no alcanzó el
rango de provincia, dividiéndose en tres partes anexadas a las tres provincias vecinas. Esta
coyuntura tiene como fecha oficial el 21 de septiembre de 1943, circunstancia en la cual el
gobierno nacional decretó su división. Aquí ocurre lo mismo que en 1900. La transformación
de esta entidad territorial se suscitó primero en el plano institucional y, con diferentes
temporalidades, los cambios funcionales y simbólico-conceptuales ocurrieron con
posterioridad.
El Territorio de Los Andes, conviene insistir, se trata de una entidad que se consolidó
institucionalmente antes que se difundiera un imaginario sobre el mismo, o que se organizara
funcionalmente. Sin embargo, una vez que la estructura político-administrativa se formó, la
misma constituyó un medio eficaz para afirmar y reproducir el territorio y para crear
conciencia sobre su existencia como parte del sistema territorial argentino1. En lo que sigue se
busca analizar cómo operó el gobierno nacional en este ámbito para avanzar en su
organización territorial, a través de los Ministerios que tenían amplias facultades para
intervenir, en particular el Ministerio del Interior, o de la entidad administrativa creada en el
ámbito territoriano, es decir, a través de la Gobernación de Los Andes.

1
Ver García Álvarez 2002.

— 244 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Uno a de los principales obstáculos al inicio de la investigación fue que no existía ninguna
reconstrucción sistemática referida a la Gobernación de Los Andes. No existía una historia
carácter acontecimental, basada en la enumeración de actos de gobierno, ni siquiera una lista
completa de los gobernadores y secretarios que estuvieron al frente de la Gobernación. Una de
las tareas encaradas a lo largo de la investigación fue, justamente, reconstruir esta información
básica, inexistente hasta el momento. También se reconstruyeron los procesos de organización
administrativa del Territorio de Los Andes; división departamental; elección de la capital;
formación del cuerpo de policía; y, creación de la Comisión de Fomentos de San Antonio de
los Cobres. En segundo lugar, se consideró el proceso de intervención del estado nacional
argentino en el sentido de establecer una infraestructura básica de servicios en la región. Así,
se pudo establecer la nómina de escuelas creadas en Los Andes, como así también analizar
algunas de las funciones que esta institución tuvo en la articulación de la Gobernación con la
población local. Finalmente, la información sistematizada permitió registrar buena parte de
los viajes oficiales realizados a la región. Todos estos aspectos surgieron de la revisión
sistemática de algunas fuentes oficiales que se detallará a continuación.
Esta segunda parte del capítulo se divide en tres secciones. La primera sección recorrerá dos
ejes. El primero será la emergencia institucional del Territorio de Los Andes y estará centrado
en los años 1899 y 1900. En este caso se analizó el proceso legislativo y ejecutivo de creación
del Territorio de Los Andes y para ello se revisaron las memorias ministeriales del
Departamento del Interior, del Poder Ejecutivo Nacional, correspondientes a esos ejercicios,
la legislación argentina del período y las actas de sesiones de las cámaras alta y baja del
Congreso Nacional1. El segundo eje está centrado en la Gobernación y en sus gobernadores.
La segunda sección se concentrará en la organización del aparato político-administrativo del
Territorio de Los Andes –la Gobernación y la Jefatura de Policía-, y la organización territorial
–la división departamental y creación de la capital-. En este caso, además de las memorias
ministeriales del período 1899-1943, se revisaron las Memorias éditas de la Gobernación de
Los Andes, y se utilizó profusamente material proveniente del archivo de correspondencia de
la Gobernación.
La última sección se concentrará en el proceso de formulación y de discusión de proyectos
orientados a la división del Territorio de Los Andes, a lo largo de toda su existencia, y que
concluyó finalmente en el año 1943. En este caso también fueron consultadas las actas de
sesiones del Congreso, además de otros documentos oficiales elaborados en el ámbito del
Poder Ejecutivo Nacional.
Antes de avanzar es necesario aclarar que esta investigación no se propuso hacer una historia
política del Territorio de Los Andes, como lo ha hecho la mayor parte de la historiografía que
se ocupa de otros Territorios Nacionales. No obstante, el estudio del proceso de creación y
organización de este territorio no puede prescindir de la consideración del principal centro de
poder que gravitó en todo el período: la provincia de Salta. En este sentido, la investigación
permitió comprobar que todos los gobernadores y secretarios fueron salteños, con excepción
de los dos primeros gobernadores que procedían del círculo más próximo a la persona del
presidente de la Nación y que procedían de Buenos Aires. Asimismo, también con la
excepción de los dos primeros, todos los gobernadores y todos secretarios residieron en la
ciudad de Salta, delegando en los Jefes de Policía la gestión de los asuntos cotidianos en la
capital territoriana.

1
Las Memorias del Ministerio del Interior utilizadas en esta investigación se detallan en la bibliografía, sección
―fuentes in stitucio nales‖.

— 245 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Que todos los gobernadores fueran salteños no es un dato anecdótico y merece ser estudiado
en profundidad. Pero una aproximación sistemática a la histórica política de los gobernadores
y secretarios salteños del Territorio de Los Andes hubiera requerido revisar series
documentales y bibliográficas que estaban fuera de las posibilidades de esta investigación. Por
esa razón, en esta tesis se presentará la lista completa de los gobernadores, secretarios y Jefes
de Policía que pasaron por el Territorio de Los Andes entre 1900 y 1943 como un material
anexo, y que surgió de revisar el repositorio documental existente en el Archivo General de la
Nación, ya mencionado. Asimismo, se presentará, en forma muy sucinta, el perfil socio-
profesional de los gobernadores y secretarios. En este aspecto fue fundamental la producción
historiográfica de Rubén Correa y Azucena Michel, entre otros, de la Escuela de Historia de la
Universidad Nacional de Salta, informantes calificados que suministraron información de
gran utilidad.

— 246 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

El Territorio de Los Andes en el contexto


de la Argentina
Como ya se presentó en otras secciones, en la última década del siglo XIX, Argentina y Chile
mantuvieron intensas negociaciones, junto a Bolivia, por definir la situación territorial de un
ámbito que se conocía como Puna de Atacama. Estas negociaciones se definieron en 1899,
por la vía diplomática, aunque en un contexto tenso, producto de la carrera armamentística en
la que se habían embarcado los gobiernos de Argentina y Chile. Resuelta la cuestión
diplomática en la Puna de Atacama, pero no en el resto de la cordillera de los Andes, el
gobierno argentino creó en 1900 el Territorio de Los Andes. Esta sección prestará atención,
primeramente, a las gestiones de los Poderes Ejecutivo y Legislativo nacional, en 1899 y
1900, que concluyeron con la creación del Territorio de Los Andes. También se analizará la
preeminencia que, de entrada, tuvo la provincia de Salta sobre este nuevo territorio.
El litigio en el sector atacameño del límite argentino-chileno se resolvió con relativa
celeridad. Planteado como cuestión entre Argentina y Chile en 1889, los cuerpos diplomáticos
de ambos países llegaron a un acuerdo al cabo de diez años. El 24 de marzo de ese año un
representante de cada país, José Uriburu por Argentina y Enrique Mac Iver por Chile, junto
con el diplomático estadounidense William Buchanan, establecieron por dónde pasaría el
límite internacional en esa región1. Del territorio en disputa, que tenía una superficie de
75.000 km2, fueron anexadas a la Argentina cerca del 85% mientras que el resto quedó dentro
de Chile2. Esto ocurrió antes de resolver el resto de las diferencias por la demarcación de
límites al sur del paso de San Francisco, que se había iniciado formalmente en 1881 y se
resolvió en 1902, aunque no en su totalidad3. La demarcación en el terreno, en la Puna de
Atacama, culminó en 1906. En el resto del límite, especialmente en el sector patagónico, los
últimos litigios se resolvieron recién en la década de 1990.
Así, en marzo 1899 se anexó a la Argentina un ámbito que por entonces se conocía, tanto en
el círculo de diplomáticos de ambos países, como en la prensa y la literatura científica, como
―Puna de Atacama‖. Según el Laudo Buchanan, habría quedado una ―Puna de Atacama
argentina‖, la porción oriental, y una ―Puna de Atacama chilena‖, la porción occidental. Pero
en la Argentina, por algún tiempo, se la siguió denominando a la ―parte argentina de la Puna
de Atacama‖, simplemente, como Puna de Atacama, tal como se lo utilizará en este capítulo,
para señalar el antecedente territorial sobre el cual se erigió al Territorio de Los Andes.

La nacionalización de la Puna de Atacama


En mayo de 1899 Julio Roca, que por segunda vez era presidente argentino, afirmaba, en un
mensaje al Congreso:
“ Acabamos de cortar… la disidencia del N orte con la R epública de C hile mientras el
Gobierno de Su Majestad Británica estudia la cuestión del Sur, sometida por los dos países
a su augusto fallo. Podemos dar por resueltas, desde luego, las últimas cuestiones de
límites que, de tiempo en tiempo, turbaban nuestras relaciones internacionales, y que, en

1
Ver Actas, en: Boletín del Instituto Geográfico Argentino 1899:124-132.
2
Según estimaciones de Rey Balmaceda 1979:88-89.
3
Ver capítulo segundo.

— 247 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

ciertos momentos amenazaron con una ruptura violenta y una guerra implacable, que
habría sido una vergüenza para la América y un escándalo para el mundo” 1
Lo cierto es que las posibilidades de una ―ruptura violenta y una guerra implacable‖ siguieron
latentes por unos años más, como recién se señaló. Faltaba, justamente, que llegara el fallo
arbitral y resolver el problema de la demarcación en toda la cordillera. Por esta razón, ambos
gobiernos estaban embarcados en una carrera armamentista2.
El punto culminante fue en 1901, donde los ejércitos de ambos países quedaron
comprometidos en un encuentro bélico que finalmente no se declaró. El 28 de mayo de 1902,
en Santiago el canciller chileno José Francisco Vergara Donoso y el embajador argentino en
la capital chilena José Antonio Ferry firmaron los ―Pactos de Mayo‖. Estos pactos constituyen
importante un hito histórico, en la medida que marcó un freno a la competencia territorial
entre ambos países. Estos pactos consagraban el control de la proliferación de armamentos, al
menos por un tiempo, y el empleo del arbitraje como mecanismo para solucionar
controversias.
Luego de firmados los Pactos de Mayo, llegó a la región el fallo de S. M. Británica. Después
de esto, el 9 de enero de 1903 se subscribió un convenio de demarcación en la Puna de
Atacama por las cancillerías argentina y chilena. Para ello se creó una comisión mixta,
compuesta por 6 ingenieros de cada país. Para la realización de los trabajos se organizaron
dos subcomisiones mixtas, una en el norte y otra en el sur. En ambos casos, las tareas se
iniciaron en el mes de mayo de 1904. Con la Ley 4.331, del 12 de agosto de 1904, se aprobó
el convenio firmado el 2 de mayo por los plenipotenciarios de ambos países, sobre la forma en
que se resolverían las dificultades al trazar la línea en el terreno. El convenio establecía:
Si en el curso de las operaciones de demarcación material de las líneas rectas indicadas
en el laudo arbitral resultare que estas líneas costean alguna serranía u otro accidente
natural que por su proximidad a las mismas pudieren ofrecer una frontera más
permanente, la comisión mixta podrá, habiendo acuerdo entre los jefes respectivos y sin
perjuicio del establecimiento de aquellas líneas, proponer a los respectivos gobiernos la
substitución de estas líneas por límites naturales sobre la base de una equitativa
compensación.
La demarcación en el terreno se realizó entre fines de 1904 y principios de 1905 3. Para ello
trabajaron dos subcomisiones, una en el norte y otra en el sur. En el norte el punto de arranque
era el Cerro Zapaleri, punto tripartito con Bolivia, y en el sur concluyó en el Paso de Azufre.
En la Argentina, la Ley 4.330 del 12 de agosto de 1904 había aprobado el convenio subscripto
por los ministros plenipotenciarios de Argentina y Chile, que determinó que el punto de
arranque para las tareas de demarcación, al norte del paralelo de 23°, sería el Cerro Zapaleri,
que a su vez había sido indicado como tal por la comisión de límites argentino-boliviana.
Desde el Paso de Azufre hasta el Paso de San Francisco, la demarcación en el terreno fue
tarea de la subcomisión del sur. Las tareas de demarcación concluyeron el 14 de Abril de
1905, con la firma de un acta en la ciudad de Santiago de Chile, donde se registraron las
coordenadas geográficas de los 42 hitos erigidos. En la Argentina, un decreto del 8 de junio
de 1905 da por aprobados estos trabajos, refrendado por una ley del 30 de julio de 19064.

1
Presidente Julio Roca, discurso de mayo de 1899, en: Mabragaña 1910:343.
2
Lacoste, P. 2003:315-324.
3
Lagos Carmona 1966:116.
4
Oficina de Límites Internacionales 1908:364-384. En esta publicación se desarrolla detalladamente el proceso
de demarcación del límite en la Puna de Atacama. La Oficina de Límites Internacionales (1908b:390-406)
también publicó el Acta donde se detallan los 42 hitos que marcan en límite internacional argentino-chileno en
este tramo.

— 248 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

De todos modos, a los efectos de la organización estatal, en 1900 la Puna de Atacama había
quedado institucionalmente delimitada, cuando se creó el Territorio Nacional que no llevó ese
topónimo, sino uno tan nuevo como antiguo: Los Andes.
El clima de ―paz armada‖ explica el interés del Poder Ejecutivo Nacional por resolver pronto
la situación institucional de la Puna de Atacama. En el discurso de 1899, Julio Roca instaba al
Congreso a determinar la forma institucional que se le daría a ese ámbito:
“ … en virtud de esta dem arcación, queda bajo nuestra bandera, una vasta zona donde no
existen huellas de civilización ni de trabajo. Cumple al Honorable Congreso decidir su
suerte, determinando si ella ha de formar un nuevo territorio federal, o si ha de
incorporarse proporcionalmente a las provincias” 1.
En la sesión del 2 de diciembre de 1899 ingresó al Senado de la Nación el proyecto elaborado
por el Ejecutivo, que proponía el establecimiento provisorio de
“ las autoridades administrativas y judiciales necesarias en el territorio argentino
conocido como Puna de Atacama, sujetándose, en lo posible, a la ley de 18 de octubre de
1872” 2.
En esa ocasión también ingresó una nota suscripta por Julio Roca y por Felipe Yofré, su
Ministro del Interior, que decía:
El Poder Ejecutivo tiene el honor de someter a vuestra honorabilidad el adjunto proyecto
de ley, cuyo único objeto es el de revestir de formas legales los procedimientos que le
obliga a adoptar la incorporación definitiva al territorio de la República Argentina de la
zona que, cedida por Bolivia, por el tratado de marzo de 1889, ha sido definitivamente
delimitada de la República de Chile, por la comisión internacional demarcadora que
celebró sus sesiones en esta Capital en el mes de marzo pasado…
Por el momento, el Poder Ejecutivo no ha creído deber preocuparse de entrar al estudio de
la delimitación de parte de esos territorios, reclamada por el Gobierno de la Provincia de
Salta.
No se trata, pues, de resolver ahora nada definitivo de esos territorios, y no sería tampoco
oportuno entrar en discusiones de mejor derecho a su propiedad entre las provincias y la
Nación, cuando la toma de posesión de esa zona territorial tiene el carácter de
cumplimiento de un acto internacional, en lo que no deben intervenir los gobiernos de
provincias.3
De esta forma el gobierno de Julio Roca, probablemente, buscaba evitar dos frentes de
conflicto, uno interno y otro externo.
En el ámbito interno, con esta medida se neutralizaban los reclamos territoriales interpuestos
por los gobiernos provinciales de Salta y Catamarca, que se analizarán en detalle en el
capítulo final. Ambos gobierno se aprestaban a tomar posesión de porciones de la Puna de
Atacama una vez resuelto el conflicto de límites. Sin embargo, el Poder Ejecutivo Nacional se
interpuso creando un territorio federal y desplazando a las autoridades nombradas por los
gobiernos de esas provincias.
Para ciertos sectores de las sociedades salteña y catamarqueña, estos territorios eran
estratégicos para el desarrollo de la principal actividad comercial: la venta de ganado a Chile
o su intercambio en las ferias del sur de Bolivia. Como ya se explicó, comerciantes y
terratenientes de las provincias que se encuentran, como así también para la minería en el

1
Presidente Julio Roca, discurso de noviembre 1899, en: Mabragaña 1910:344.
2
Congreso de la Nación, Cámara Senadores, sesión del 2 de diciembre de 1899.
3
Congreso de la Nación, Cámara Senadores, sesión del 2 de diciembre de 1899.

— 249 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

noroeste del país, tenían como una de las principales plazas comerciales al Desierto de
Atacama, a través de San Pedro de Atacama y de Calama. Esta actividad suponía una
complementación de diferentes regiones donde se realizaban las etapas de cría, engorde y
transporte de ganado, especialmente del vacuno1. El control de la Puna de Atacama
garantizaba la etapa de transporte. Además, esta región era valorizada por la existencia de
reservas de boratos, que por entonces ya se empezaban a conocer2.
Pasados los primeros años, de todas formas, fue la elite terrateniente salteña y no tanto la
Catamarca o jujeña, la que tuvo gravitación sobre el Territorio de Los Andes. Con el tiempo,
el Territorio de Los Andes se fue transformando, de alguna manera, en el ―patio trasero‖ de
Salta.
En el ámbito externo, el gobierno de Roca todavía no había resuelto los conflictos con el país
trasandino. Al crearse el Territorio de Los Andes se establecían mecanismos de control
territorial directos desde el Poder Ejecutivo Nacional en un ámbito que había comenzado a ser
incorporado por Chile desde 1884. Por esa razón, los dos primeros gobernadores del
Territorio de Los Andes fueron militares, que habían participado activamente en las campañas
de conquista territorial y, por lo tanto, eran personas próximas al entorno del presidente
argentino Julio Roca. Controlar la Puna de Atacama aseguraba un monitoreo directo de una
zona de ―fronteras abiertas‖, en un contexto de tensión en las relaciones argentino-chilenas
producto de la carrera armamentista desatada en la década de 1890. También debe tenerse en
consideración que en 1899 se encontraba realizando sus tareas en la zona la comisión
demarcadora del límite argentino-boliviano3. Finalmente, el conflicto con Chile derivó en
algunas escaramuzas y la construcción en tiempo récord del ferrocarril a Neuquén, lugar que
eventualmente se transformaría en escenario del conflicto. En Salta, se desplegaron algunas
fuerzas hacia 1901-1902, constituyendo un centro de reunión de milicias en el norte del país4.
Pero la firma de los Pactos de Mayo apaciguó los ánimos y desde entonces ―reinó la paz‖.

Creación del Territorio de Los Andes


El tratamiento del proyecto de ley enviado por el Ejecutivo fue rápido y no generó ninguna
polémica. Ingresó el 2 de diciembre de 1899 a la Cámara de Senadores y se derivó a la
Comisión de Interior. Esa comisión, integrada por Carlos Doncel, Miguel Cané y Francisco
García, se expidió el 19 de diciembre de 1899, y el tratamiento de la ley se realizó el 21 de
diciembre de 1899. La ley en cuestión proponía, en lo sustantivo, que:
 El nuevo territorio se denominará ―Territorio de Los Andes‖ y quedará ―bajo la
autoridad exclusiva del Gobierno Federal‖.
 La organización del gobierno estará regido por las leyes orgánicas de Territorios
Nacionales, con la misma estructura político-administrativa que los demás
Territorios Nacionales.
 Quedará bajo la jurisdicción judicial de Salta, salvo para cuestiones menores que
las resolvería el juez de paz.
 Finalmente, las oficinas de la gobernación se instalarán ―en el punto que elija el
Poder Ejecutivo, quedando autorizado a fin de celebrar arreglos con el gobierno

1
Michel y Savíc 1999:181-193.
2
Se retomará en el capítulo sexto.
3
Delgado 2003:12-13.
4
Para un análisis detallado de estos episodios ver: Michel y Savíc 2003b.

— 250 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

de Salta para que este ceda a la Nación el punto o puntos de su territorio que se
considere necesarios para la mejor ejecución de esta ley‖.
Como la generalidad de los Territorios Nacionales, Los Andes fue pensado como una entidad
provisoria. El nivel de desconocimiento que se tenía sobre esa región, en la Argentina,
probablemente era comparativamente mayor que con respecto a otras regiones de reciente
incorporación, ya que aquí no hubo ejércitos ocupando el territorio y realizando las primeras
observaciones antes de la incorporación institucional. Tampoco hubo ―ejércitos de científicos‖
interesados por esta región, con la única excepción de Ludwig Brackebusch que en 1883
había recorrido este territorio, que por entonces se seguía considerando parte de Bolivia, pero
ocupado militarmente por Chile como consecuencia de la Guerra del Pacífico que
formalmente no había concluido1. Por eso, algunas cuestiones, como el lugar donde fijar la
capital o determinar el número de jueces de paz, serían asuntos del Poder Ejecutivo Nacional,
una vez realizado el primer reconocimiento oficial del territorio.
Sr. Doncel- La Comisión ha recibido informes, y aunque no tiene el conocimiento personal
que tienen los que se los remitieron, cree poder asegurar que la población es muy escasa y
m uy disem inada. D e m anera que… no se establece el núm ero de los jueces, ni dónde debe
estar el asiento de los juzgados, sino que todo eso se dejará librado al criterio del Poder
Ejecutivo, el que proveerá lo necesario en la reglamentación que haga de esta ley2.
Hasta el momento de la incorporación, no se había organizado desde Argentina ninguna
expedición oficial a la Puna de Atacama, aunque un capitán del ejército argentino había
realizado aluna incursión en esa región desde Molinos, provincia de Salta3. El diputado
Doncel, al tratar esta ley en sesión plenaria, manifestaba su absoluto desconocimiento sobre la
región en cuestión:
Sr. Doncel... esta ley tiene el carácter de provisoria, hasta que el Poder Ejecutivo, después
de tomar informes completos sobre las condiciones de aquella región, nos presente un
proyecto definitivo... No sabía la Comisión si los habitantes de aquella región saben leer y
escribir o son analfabetos. Es muy posible que lo sean…
Sr. Figueroa- Este territorio, como dice el señor miembro de la Comisión, es casi
desconocido para nosotros, y, según las referencias que se me han hecho, la generalidad
de los habitantes son analfabetos: allí los llaman comúnmente indígenas o indios.
El punto más poblado de todos es Antofagasta, que es el más inmediato a la Provincia de
Catamarca4.
El proyecto se aprobó con algunas modificaciones, entre ellas, que se abra la posibilidad de
arreglar la cesión de territorios con los gobiernos de las tres provincias limítrofes, y no sólo
con Salta.
El 26 de diciembre de 1899 ingresó a la Cámara de Diputados el proyecto remitido por la
Cámara de Senadores, y pasó a la Comisión de Negocios Constitucionales. El 5 de enero de
1900 se despachó dicha Comisión. Finalmente, el proyecto se trató en la sesión del 9 de enero
de 1900, donde se aprobó en general y en particular, sin objeciones.
El 9 de enero de 1900 quedó sancionada la ―Ley de Creación del Territorio de Los Andes‖,
que llevó el número 3.906, y que fue promulgada el 13 de enero de 19005. De esta forma, el

1
Ver acápite dedicado a Brackebusch en el Anexo II.
2
Congreso de la Nación, Cámara Senadores, sesión del 21 de diciembre de 1899.
3
Pérez (1899). Ver el acápite dedicado al viaje de Ramón Pérez en el Anexo II.
4
Congreso de la Nación, Cámara Senadores, sesión del 21 de diciembre de 1899.
5
Esta ley, el documento que se menicionó a continuación, junto a otros documentos, fueron publicados en:
Ministerio del Interior 1900.

— 251 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Congreso Nacional le dio existencia jurídica a la décima Gobernación en la que se dividieron


desde entonces los territorios controlados directamente el gobierno nacional. Esta ley
constaba de 10 artículos y, entre otras cuestiones, disponía que:
Art. 2°.- El Gobierno de dicho Territorio será ejercido por funcionarios nombrados por el
P. E., dependerá del Ministerio del Interior, y sus atribuciones serán las que determina la
presente ley y las que le acuerden los decretos del P. E. dentro de las facultades
enumeradas por las Leyes de 18 de octubre de 1872 y 10 de octubre de 1884.
Art. 3°.- La administración del Territorio estará a cargo de un Gobernador, nombrado por
el P. E. con acuerdo del Senado, por dos años… [y] tendrá un Secretario.
Los restantes artículos hacían referencia a la estructura judicial1.
La Ley 3.906 fue reglamentada por un decreto del 30 de enero de 1900. El mismo establecía:
Art. 1º.- El Territorio de Los Andes será el comprendido dentro de las líneas propuestas
para la demarcación definitiva de límites entre Chile y la República Argentina,
consignadas en el acta de 24 de marzo de 18992.
Los trabajos de demarcación definitiva se demoraron algunos años, dada la tensa espera
generada por el diferendo limítrofe al sur del Paso de San Francisco. Esos trabajos finalmente
concluyeron en junio de 1905, con lo que se determinó con exactitud el deslinde de la ―Puna
de Atacama argentina‖ y la ―Puna de Atacama chilena‖ 3. Los restantes artículos de este
decreto se refieren a las atribuciones y obligaciones del Gobernador, del Secretario y de los
Jueces de Paz.

La Gobernación de Los Andes, sus gobernadores y el escenario político


salteño
Como ya se planteó en la introducción de esta segunda parte del capítulo, no estuvo entre los
objetivo de la investigación plantear una historia política del Territorio de Los Andes. Sin
embargo, una clave para interpretar la organización territorial y la dinámica que tuvieron las
instituciones territorianas se encontraba en algunos rasgos distintivos de la Gobernación de
Los Andes, y que se pueden resumir así:
 En total se sucedieron en el cargo 14 gobernadores titulares. Los dos primeros
procedían de la ciudad de Buenos Aires, pero los restantes gobernadores y todos los
secretarios eran salteños.
 Como en otros casos, las autoridades no permanecieron todo el tiempo en la capital
territoriana. No obstante, el de Los Andes es un caso extremo, ya que sus autoridades,
con la excepción de los dos primeros gobernadores, nunca tuvieron residieron allí,
estando la mayor parte del tiempo en Salta.
 Ninguno de los gobernadores originario de Salta, con la excepción del interventor del
régimen de 1930, era militar en actividad.
 Los dos primeros gobernadores fueron acompañados, en el cargo de Secretario, por
salteños con una amplia trayectoria política, con inserción tanto provincial como
nacional, y del mismo partido político que el presidente de la nación. En total fueron
nueve personas las ocuparon el cargo de Secretario, contando sólo los titulares.

1
MI, Memoria de 1899:436-438.
2
MI, Memoria de 1900:439-459.
3
Oficina de Límites Internacionales 1908:364-384.

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Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

 Con algunas excepciones, las autoridades que ocuparon cargos en la Gobernación de


Los Andes no tuvieron gran incidencia en el gobierno nacional. No obstante sí la
tuvieron en el gobierno de la ciudad y provincia de Salta.
Estas conclusiones surgen de la revisión sistemática de la correspondencia de la Gobernación
de Los Andes que se encuentra en el repositorio documental del Archivo General de la
Nación. Para caracterizar el perfil de los gobernadores y secretarios se recurrió a otras fuentes
y, en especial, a informantes calificados de la provincia de Salta. Esta información se volcó en
tres cuadros. El Cuadro 3.7 presenta la nómina completa de gobernadores, secretarios y jefes
de policía, algo inexistente hasta la fecha. El Cuadro 3.8 muestra información sobre los
gobernadores y secretarios, referida a la inserción en el ámbito económico provincial, a la
trayectoria profesional y a la participación política tanto en el ámbito provincial como
nacional, según los casos. El Cuadro 3.9 compara la secuencia de gobernadores del Territorio
de Los Andes, con los gobernadores de la Provincia de Salta y los períodos presidenciales
nacionales. Una breve reseña biográfica de la mayoría de los gobernadores y secretarios se
encuentra en el Anexo I.
Una posible periodización de la historia política del Territorio de Los Andes debe realizarse
prestando atención a lo acontecido en la provincia de Salta, que guarda cierta relación con la
sucesión de gobiernos instaurados en el nivel nacional. En una primera aproximación se
podrían diferenciar tres períodos1.
 gobiernos conservadores, 1900-1918;
 gobiernos radicales, 1918 a 1930;
 gobiernos de la restauración conservadora, 1930 a 1943.
En una segunda aproximación a esta periodización, se puede proponer para el primer período
una diferenciación entre dos sub-períodos. El primer sub-período corresponde a los dos
primeros mandatos ejercidos por dos personas del círculo más directo del Presidente de la
nación y va de 1900 a 1904. Como en la mayoría de los Territorios Nacionales, en Los Andes
los primeros gobernadores fueron militares. El primer gobernador fue el General de Brigada
Daniel Cerri (1900-1902) y el segundo fue el Teniente Coronel Nicolás Menéndez (1902-
1904)2. Cerri había participado en la Guerra del Paraguay y en las llamadas ―Campañas al
Desierto‖. Menéndez, por su parte, había integrado la comisión de límites de la Argentina con
Brasil y se había desempeñado como ayudante del perito Francisco Moreno, en la comisión de
límites con Chile, con lo cual se había especializado en la realización de estudios
geoestratégicos. Como se desprende de lo anterior, Cerri y Menéndez provenían de una
institución clave en el proceso de imposición de la nueva autoridad en los Territorios
Nacionales, el Ejército.
Los primeros gobernadores llegados al Territorio de Los Andes sentaron las bases de la
―autoridad‖ y el ―orden‖, estableciendo las primeras instituciones orientadas a construir la
estatalidad en esta región de reciente incorporación. Para conocer las posibilidades de
―progreso‖ de esta región, otro pilar del régimen conservador, se implementaron diferentes
medidas, como el recuento de población y recursos, la exploración y demás, con la pronta
convicción de que éste, el progreso, difícilmente llegaría a estas tierras.

1
Los próximos párrafos se nutren de los aportes de Azucena Michel y Rubén Correa, destacados historiadores
salteños. Muchos aportes surgen de la bibliografía producida por ellos, en colaboración con otros colegas de la
Universidad Nacional de Salta. Michel y Savíc 1999, 2003 y 2003b; Correa 2003; Correa, Frutos y Abrahán
2000. Muchos otros, surgen de numerosas comunicaciones personales.
2
Entre paréntesis se detallará el período en que permaneció en el cargo cada funcionario.

— 253 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Acompañaron a estos gobernadores, secretarios originarios de Salta, encolumnados con el


partido gobernante. Junto con el decreto que reglamentó la ley de creación del Territorio de
Los Andes se promulgó otro decreto por el cual se nombró al primer gobernador, Daniel
Cerri, y a su Secretario, el Doctor Arturo Dávalos1. Tras la muerte de Dávalos (1900), lo
sucedió Delfín Leguizamón (1900-1908).
El segundo sub-período que se señalaba más arriba, se inicia hacia fines de 1904 y concluye
en 1918. Quien sucedió a Menéndez, Ricardo Isasmendi (1904-1908), supuso al menos una
ruptura. En primer lugar porque no era militar sino un terrateniente con diversidad de
negocios, además de mantener asuntos políticos de la provincia de Salta, y ser originario de
una de las familias más tradicionales de Salta. Los Isasmendi eran una pieza importante del
sistema oligárquico provincial, estrechamente vinculados a otras familias como Zerda,
Figueroa, Usandivaras, Ovejero o Patrón Costas. En 1901 desplazaron a la familia Uriburu del
centro de la escena política provincial, y en la proyección hacia el gobierno nacional,
constituyendo el núcleo central del nuevo pacto oligárquico2. Esto constituye otro elemento de
ruptura, ya que Isasmendi formaba parte de la línea opositora al roquismo, encolumnado con
Quintana. En octubre de 1904 Manuel Quintana asumió la presidencia de la Nación, David
Ovejero el cargo de gobernador de la provincia de Salta y Ricardo Isasmendi es nombrado
gobernador del Territorio de Los Andes. Además, como se desprende de lo anterior, el nuevo
gobernador no venía desde Buenos Aires, sino desde Salta. Además, fue el primero que no
residió en forma permanente en San Antonio de los Cobres, la capital, inaugurando la
modalidad de gobernador ausentista que caracterizaría a todas las gestiones
El sucesor de Isasmendi marcó otra ruptura. Se trata de Brígido Zavaleta (1909-1917), militar
retirado, con una trayectoria política menos destacable y con una fortuna personal
aparentemente menos importante que la de su antecesor. Proveniente de las filas del
conservadurismo, Zavaleta fue designado durante el gobierno de José Federico Figueroa
Alcorta y su mandato se solapó un año con el de Hipólito Irigoyen. Su continuador fue
Domingo Torino (1917-1918), perteneciente a una familia importante de los valles
calchaquíes, representando la continuidad del régimen conservador, situación que refleja, en
realidad, la que se daba en el gobierno salteño.
Algo similar ocurría con los secretarios. Los dos primeros, Arturo Dávalos y Delfín
Leguizamón, eran integrantes de familias salteñas tradicionales y tenían influencia en la vida
política provincial y nacional. Quienes se sucedieron en este cargo, Pedro Aguilar (1908-
1909) y Juan Tomás Frías (1909-1922), guardan una mayor homogeneidad entre sí. Se trata
de abogados sin un perfil alto, aunque próximos a los gobiernos conservadores que
controlaban el escenario político salteño. El caso que sobresale es el de Tomás Frías.
Nombrado como acompañante de Brígido Zavaleta en 1909, permaneció en el cargo hasta
1922. Frías asumió en forma interina la gobernación en tres ocasiones. De esta forma
acompañó la transición, si es que la hubo, hacia los gobiernos radicales. Asimismo, reapareció
en la década de 1930, ocupando la jefatura de policía y la Secretaría, en el período de la
restauración conservadora3.
El segundo período se inicia en 1919, con quienes sucedieron a Torino en la Gobernación:
Pablo Saravia (1919-1921), Carlos Outes (1922-1925), Luis Diez (1925-1928) y Luis Langou
(1929-1930). Todos ellos eran radicales, representantes de distintas líneas. Estos cuatro
gobernadores en conjunto constituyen la continuidad radical en la Gobernación del Territorio

1
Este decreto fue publicado en: MI, Memoria de 1899:460.
2
Correa 2003.
3
Probablemente no se trate de la misma persona, ya que por entonces el ex secretario tendría unos 75 años de
ed ad . P ero la co rrespo nd encia llevab a el sello ―Juan T . F rías‖.

— 254 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

de Los Andes, desde 1919, año en que se designa a Pablo Saravia, hasta el golpe de
septiembre de 1930. Inicialmente fue Juan Frías quien ocupó la secretaría, hasta 1922,
marcando una continuidad con el período anterior. Lo sucedieron Daniel Etcheverry (1922-
1926) y Ricardo Messone (1928-1929), ambos con importante militancia radical, ocupando
diferentes puestos en el gobierno de la provincia y en el de la nación. A diferencia de la
primera tanda de gobernadores, los del período radical se caracterizan por ser profesionales
liberales, de familias menos poderosas y con una importante militancia partidaria.
El gobierno militar de José Félix Uriburu, como en el resto del país, intervino en el Territorio
de Los Andes, colocando al frente de la Gobernación a un militar, al Mayor Rafael De
Giaccomo, que fue nombrado por el interventor de Salta, Ernesto A. Day. La intervención de
Los Andes duró dos meses y luego se puso al frente a Silverio Chavarría (1930-1934), un
viejo militante del conservadurismo salteño. A partir de entonces siguieron ocupando el cargo
de gobernador integrantes menos ilustres de las familias más tradicionales de Salta, con
intereses en la zona de los valles calchaquíes: Juan Esteban Cornejo Arias (1937-1938) y
Benjamín Dávalos Michel (1939-1941). Ernesto Cornejo Arias y el propio Benjamín Dávalos
Michel fueron quienes ocuparon la Secretaría en la década de 1930.
Los últimos dos gobernadores, Jorge Vélez y Julio Storni, como así también el Secretario
Ernesto Yañez, no pertenecen a familias tradicionales de la provincia, ni a los círculos más
activos de la política salteña y nada se ha podido averiguar aún sobre ellos.
Como puede advertirse, las rupturas y continuidades en el gobierno del Territorio de Los
Andes responden ante todo a los cambios y permanencias que se produjeron en la arena
política nacional y, sobre todo, de la provincia de Salta. A la vez, esto marca el lugar que
ocupó el Territorio de Los Andes en el contexto de las provincias del noroeste argentino: un
coto de la clase política salteña. A diferencia de otros Territorios Nacionales, no hubo ningún
movimiento local que se transformara en partido vecinal. Cuán importante era el cargo de
Gobernador o Secretario para la proyección política de quien lo ocupaba aún es difícil
establecer. Eso requerirá de un estudio en profundidad vinculado a la historia política salteña.
Lo cierto es que la Gobernación de Los Andes formaba parte del abanico de lugares
institucionales por los que circulaban los integrantes de la clase política salteña, tanto de
aquellos que tuvieron un rol destacable en el gobierno nacional, como Dávalos, allegado a la
familia Uriburu, o a nivel provincial, como Isasmendi, importante miembro de la oligarquía
local, o Saravia y Messone, de profesiones liberales e integrantes del partido radical, con
presencia en el Congreso de la Nación.
El Territorio de Los Andes, si bien no fue una ―plataforma de despegue‖ hacia el gobierno
nacional, sí era parte del circuito político en el ámbito salteño. En la medida que las oficinas
de la Gobernación funcionaban en pleno centro de Salta, no era difícil participar de las
diversas actividades sociales o política que ocurrían en Salta, antes, durante y después de
ocupar la Gobernación de Los Andes, tanto en el caso de gobernadores como de secretarios.
Por eso eran invitados permanentemente a diferentes celebraciones que se realizaban en esa
ciudad, como surge de la correspondencia recibida por la Gobernación, que hoy se conserva
en el Archivo General de la Nación.

— 255 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 256 —
Cuadro 3.7. Territorio de Los Andes (1900-1943). Gobernadores, Secretarios y Jefes de Policía.
Nº GOBERNADOR SECRETARIO JEFE DE POLICÍA
1 Daniel Cerri (General de Brigada) (1900-1902) Arturo L. Dávalos (1900) -
- 30 enero 1900, decreto nombramiento. - 30 de enero de 1900, decreto nombramiento.
- diciembre de 1901, renuncia. - agosto, fallecimiento.
- 29 enero de 1902, se acepta su renuncia. Delfín G. Leguizamón (1900-1902)
- 12 septiembre 1900, decreto nombramiento.
2 Nicolás Menéndez (Teniente Coronel) (1902-1904) Delfín G. Leguizamón (1902-1904) Pedro Judez
- 29 enero 1902, nombramiento. - continúa en el cargo. - 28 abril 1902, nombramiento.
- 25 octubre 1902, confirmación.
- octubre 1904, fin del mandato.
3 Ricardo Isasmendi (1904-1908) Delfín G. Leguizamón (1904-1908) Pedro Judez, 25 octubre, continúa en el cargo / 13 febrero
- 25 octubre 1904, decreto nombramiento. - 25 octubre 1904, continúa en el cargo. 1905, renuncia.
- 16 mayo 1905, decreto confirmación en el cargo. Pedro Aguilar (1908) Miguel Boedo, 13 febrero 1905, nombramiento / 16 agosto
- 2 noviembre 1906, decreto renovación nombramiento. - octubre 1908, nombramiento. 1907, renuncia.
- 2 noviembre 1908, fin del mandato y abandono del cargo. Joaquín T. Salas, 16 agosto 1907, nombramiento.
Pedro Aguilar, interino (1908-1909) - Joaquín T. Salas
- 2 noviembre 1908, se encuentra en funciones. - continúa en el cargo.
4 Brígido Zavaleta (Mayor, Retirado) (1909-1917) Pedro Aguilar (1909) Joaquín T. Salas, continúa en el cargo hasta 9 de febrero.
- 8 enero 1909, decreto nombramiento. - enero 1909, continúa en el cargo. Miguel Mollinedo, 9 febrero 1909, nombramiento.
- 28 octubre 1910, renuncia solicitada por el PEN. - 16 de enero 1909, reemplazo en el cargo. Andrés Peme, 13 marzo 1915, suspendido.
- 5 enero 1911, decreto nombrando. Juan Tomás Frías (1909-1917) Antonio Lopresti, 19 agosto 1915, nombramiento.
- 26 febrero de 1917, finaliza su mandato y renuncia. - 16 enero de 1909, nombramiento.
Juan Tomás Frías, interino (1917) Juan Ramón Tula (1917) Antonio Lopresti (1917), continúa.
- 26 febrero 1917, por renuncia de Zavaleta. - 26 febrero 1917, asume interinamente.
- abril 1917, nombran a nuevo titular. - abril 1917, vuelve a ocupar el cargo de Secretario.
5 Domingo Torino (1917-1918) Juan Tomás Frías (1917-1918) Antonio Lopresti (1917-1918), continúa.
- 28 abril 1917, nombrado por decreto. - 28 de abril, vuelve a ocupar el cargo.
- 26 junio 1917, confirmado por acuerdo del Senado.
- 7 agosto 1918, fallecimiento.
Juan Tomás Frías, interino (1918-1919) Juan Ramón Tula (1918-1919) Antonio Lopresti (1918-1919), continúa.
- 7 agosto 1918, asume por fallecimiento del titular. - agosto 1919, escribiente, que reemplaza a Frías.
6 Pablo Saravia (1919-1921) Juan Tomás Frías (1919-1921) Belisario López (1919-1921), nombramiento
- 21 agosto 1919, decreto nombrándolo. - 25 de septiembre, reasume el cargo.
- 25 septiembre 1919, asume el cargo.
- 26 Septiembre 1919, acuerdo del Senado.
- 18 de Septiembre 1921, renuncia al cargo.
Juan Tomás Frías, interino (1921-1922) Juan Ramón Tula, ad hoc. (1921-1922) Belisario López (1921-1922), continúa en el cargo
- 18 de septiembre, asume por renuncia del titular. - 18 de septiembre, reemplaza a Frías.
- 1922, fin del interinato por nombramiento nuevo titular.
7 Carlos Outes (1922-1925) Juan Ramón Tula (1922) Belisario López (1922-1924), continúa en el cargo hasta
- 7 marzo 1922, nombrado como gobernador. - mayo de 1922, interino por renuncia de Frías. junio de 1924.
- 30 abril 1922, asume la gobernación. Daniel Etcheverry (1922-1925) Juan Alberto Arias (1924-1925), 16 de junio,
12 septiembre 1922, nombramiento. nombramiento
8 Luis Diez (1925-1928) Daniel Etcheverry (1925-1926) Juan Carlos Sarmiento Mercier (1925-1928)
- Septiembre 1925, nombramiento. - Continúa en el cargo. En funciones desde 1925
- 7 septiembre 1928, finalizó su mandato Doctor Ricardo N. Messone (1927-1928)
- 1927, a cargo de la secretaría.
Ricardo N. Messone (interino) (1928-1929) Juan Carlos Sarmiento Mercier, interino (1928-1929) Luis Henchoz, interino (1928-1929)
- 7 septiembre 1928, reemplaza a Diez. - 7 septiembre 1929, interino en reemplazo de Messone. - 7 Septiembre 1929, en reemplazo de Sarmiento
- 26 marzo 1929, suspendido y sumariado.
- 3 mayo 1929, renuncia al cargo de Jefe de Policía. Daniel Ossola, comisario a cargo (1929)
Luis Henchoz (subcomisario)
- 26 marzo 1929, reemplaza a Sarmiento.
9 Luis E. Langou (1929-1930) Ricardo N. Messone (1929) Luis Henchoz (subcomisario) (1929)
- 18 mayo 1929, decreto nombramiento. -18 mayo 1929, retorna al cargo. Francisco P. Ilvento (1929)
- 28 de abril de 1930, decreto continúa en el cargo. - 5 agosto de 1929, decreto aceptando su renuncia. Daniel Ossola (1929), agosto 1929, interino
- 9 de septiembre de 1930, destituido. Francisco P. Ilvento (1929-1930) interinato Alberto Escudero (1929-1930), 28 Noviembre 1929,
- agosto 1929, reemplaza a Messone. interino.
10 Rafael De Giaccomo (Mayor) (1930) Interventor Luis Henchoz (Sub-Comisario Policía) (1930) a cargo Ubaldo Peirone (1930), 10 de septiembre de 1930, toma
Nacional de la Secretaría posesión del cargo.
- 10 de septiembre de 1930, toma posesión del cargo. - 10 de septiembre de 1930, toma posesión del cargo.
11 Silverio Chavarría (1930-1934) Ernesto Cornejo Arias (1930-1933) Ubaldo Peirone (1930-1934), 12 de octubre de 1930, toma
- 13 de octubre de 1930, se hace cargo de la Gobernación. - 6 de octubre de 1930, decreto nombrándolo. posesión del cargo.
- junio de 1934, finaliza su mandato. Benjamín Dávalos Michel
- 8 de noviembre de 1933, Decreto nombrándolo.
- 11 de noviembre de 1933, toma posesión del cargo.
Benjamín Dávalos Michel, interino (1934-1935) - Ubaldo Peirone (1934), 31 octubre 1934, renuncia.
- 24 de junio de 1934, reemplaza a Chavarría. Salvador Salvatierra (1934-1935), 31 octubre 1934,
nombrado
12 Juan Esteban Cornejo Arias (1935-1938) Benjamín Dávalos Michel (1935) Salvador Salvatierra (1937-1938), Sigue en el cargo
- 26 de noviembre de 1935, decreto nombrándolo. - 27 de diciembre de 1935, toma posesión del cargo.
- 27 de diciembre de 1935, toma posesión del cargo. Juan Tomás Frías (1936)
- 3 de agosto de 1936, decreto confirmándolo en el cargo. - 8 enero de 1936, toma posesión del cargo.
- 26 de noviembre de 1937, decreto confirma en el cargo. Benjamín Dávalos Michel (1937-1938)
- 13 abril de 1938, fallecimiento - 1937 nuevamente a cargo
Benjamín Dávalos Michel, interino (1938-1939) Salvador Salvatierra (1938) Juan Tomás Frías (1938), 23 de mayo de 1938, reemplaza
- 11 de mayo de 1938, a cargo de la gobernación. - Mayo de 1938, a cargo de la secretaría. a Salvatierra.
- 1939, continúa a cargo. Juan Tomás Frías (1937) Salvador Salvatierra (1939), 1939, vuelve a ocupar el
- 1939, a cargo de la secretaría. cargo
13 Jorge A. Vélez (1942) Benjamín Dávalos Michel (1942) Pedro Márquez (1942)
Mayor (R) Abelardo Ruiz, interino - -
- 2 de julio de 1943, Jefe de Policía a cargo.
14 Julio S. Storni (Ingeniero) Ernesto Yañez Mayor (R) Abelardo Ruiz
- 18 junio de 1943, Decreto nombrándolo 2 julio de 1943, secretario a cargo - 2 julio de 1943, confirmación en el cargo
- 7 de julio de 1943, toma posesión del cargo. José J. Gil Navarro - 7 de julio de 1943, toma posesión del cargo
- 7 de julio de 1943, toma posesión del cargo
Fuente: AGN, Series Históricas III, Territorio de Los Andes, Correspondencia Recibida y Libros copiadores varios; MI, Memorias de años varios.
— 257 —
— 258 —
Cuadro 3.8. Territorio de Los Andes (1900-1935). Gobernadores y Secretarios. Situación socio-profesional y cargos públicos obtenidos en su trayectoria, a nivel provincial
y a nivel nacional.
FUNCIONARIO SITUACIÓN PROFESIONAL/ECONÓMICA CARGOS A NIVEL PROVINCIAL CARGOS A NIVEL NACIONAL
Arturo L. Dávalos Dueño de tierras en Molinos y en la Puna de 1886 Fiscal General de la Provincia Presidente de la Corte de Justicia 1880-1884 Diputado Nacional
o José Arturo León Atacama. Presidente del Consejo de Educación 1898-1900 Diputado Nacional
Dávalos Dr. en Jurisprudencia (Universidad Nacional de Ministro de Gobierno El gobierno nacional le encomendó ―la
(1900) Bs. As.) Tesis: ―Las obligaciones de las cosas 1900 (18 de junio) Presidente Partido Autonomista Nacional defensa de los derechos argentinos sobre
ciertas‖ 1900 (30 de junio) Presidente Honorario Partidos Unidos. la Puna de Atacama‖.
Secretario de la Gobernación
Senador provincial
Profesor del Colegio Nacional de Salta
Delfín Leguizamón s/d Diputado provincial. Diputado nacional (1870...)
(1900-1908) Gobernador Interino de Salta (1869). Diputado nacional (1886...)
Gobernador de Salta (1871-1873) Senador nacional (1897-1903)
Gobernador de Salta (1893-1896)
Ministro de Gobierno (del gobernador Pedro Frías).
Murió en 1917.
Ricardo Isasmendi Compañía ganadera: Isasmendi-Patrón Costa- Miembro del Partido ―Unión Popular‖ - 1900 (18 de junio) Vocal PARTIDO
(1904-1908) Alberto Durán (este último llega a gobernador) Miembro del Partido ―Unión Provincial‖ AUTONOMISTA NACIONAL
Finca en Molinos, Estación Gob. Solá 1904 (6 de marzo) Diputado Provincial. Electo por el PARTIDO PROVINCIAL 1904 Elector presidencial. Pellegrinista
Luis de los ríos, 1921 interés por ferrocarril. 1882 - Convencional Constituyente Provincial según diario La Montaña
1883-1886 Senador Provincial (gobierno del Coronel Juan Solá
1909 Senador Provincial, por Departamento Rosario de Lerma Partido:
CONSERVADOR
1919-21 Senador Provincial, gob. Joaquín Castellanos
Vocal del Club 20 de Febrero
Pedro Aguilar s/d 1902 Secretario Partido Republicano fundado ese año 1909 integró el comité en representación
(1908-1909) 1909 Vocal Partido Independiente de Salta que proclamó la candidatura a
1909 Presidente de la Cámara de diputados (32 años) Presidente de la Nación del Dr. Roque
1909 presidente Comité Capital del Partido Unión Nacional. Sáenz Peña
Brígido Zavaleta Poseía una finca. Militar 1901- (14 de diciembre) Aportante a la LIGA PATRIOTICA ($10), presidida por el Dr. -
(1909-1917) José Saravia (radical) y formada para adiestrar a los jóvenes de las familias patricias,
frente al posible conflicto con Chile.
1909 – Vocal del Partido Conservador
1929 - convencional Constituyente para la Reforma de la Constitución provincial.
Pertenece a la facción del gobernador radical Julio Cornejo.
Juan Tomás Frías Estudio jurídico. 1909 Vocal del Partido Conservador -
(1909-1922) Dr. en Jurisprudencia (Universidad Nacional de
Bs. As.).Tesis presentada (1885):
―Transportes terrestres‖
Domingo Torino Propietario de la finca ―El Gólgota‖, que - -
(1917-1918) introdujo los corderos Caracul
Pablo Saravia Co-Fundador del periódico salteño ―El Cívico Radical salteño -
(1919-1921) Intransigente‖
Carlos Outes Co-Fundador del periódico salteño ―El Cívico Intendente de Salta, 17 octubre 1919 a 25 noviembre 1919 -
(1922- Intransigente 15 julio 1930 a 19 agosto 1930
Director Colegio Nacional
Luis Diez Primer dentista salteño, Graduado en 1910 de la Intendente de Salta, 26 noviembre 1919 a 22 mayo 1920 durante la gestión del Gobernador del Territorio Nacional de los
(1886-1965) Universidad de Harvard gobernador Dr. Joaquín Castellanos. Andes durante la gestión del presidente
Co-Fundador del periódico salteño ―El Cívico Radical Marcelo T. de Alvear y reelegido durante
Intransigente‖ Diputado y senador provincial en diferentes períodos la segunda presidencia de Hipólito
Presidente de las Juntas Electorales en diferentes ocasiones. Yrigoyen.
Jefe de Policía
Luis S. Langou s/d Intendente de Salta en los siguientes períodos: -
23 enero 1925 a 6 abril 1925
2 agosto 1928 a 20 agosto 1928
10 octubre 1928 a 26 diciembre 1928
23 marzo 1929 a 7 noviembre 1929
Benjamín Dávalos Abogado. Intendente de Salta en el período 21 diciembre 1935 a 16 abril 1936 -
Michel
Massone Abogado. Egresado de la Universidad de Bs. As. Fue Subsecretario de gobierno, diputado provincial. Diputado nacional
Desempeñó diversas funciones administrativas y Como legislador gestionó la canalización
legislativas. del Río Bermejo
Rafael De Militar. Nombrado por el gobernador - -
Giaccomo (Mayor) Provisional de la Provincia de Salta, comandante
del Destacamento Norte, Coronel Ernesto A.
Day.
Silverio Chavarría Junto a José Antonio, su hermano, poseía 1904 (6 de marzo) Diputado Provincial. Electo por el Partido Provincial. -
las propiedades ―La Banda‖ y ―La Rosa‖ en 1904 (16 de octubre) Vocal en la Comisión de Hacienda del Partido Provincial
Cafayate, hasta 1930. 1906 (4 de marzo) Diputado por Orán. Partido Provincial
Juan Cornejo - 1º Constitucional -
Arias Intendente de Salta, 1 abril 1933 a 21 diciembre 1935
Fuente: elaboración propia, con la información presentada en el Anexo I.
— 259 —
Cuadro 3.9. Territorio de Los Andes, Provincia de Salta y República Argentina (1900-1943). Gobernadores de Los Andes y Salta, presidentes argentinos. Comparación
períodos en ejercicio.
Nº GOBERNADOR Y SECRETARIOS DE LOS ANDES GOBERNADOR DE SALTA PRESIDENTE
1 Daniel Cerri - enero 1900/enero 1902 Pío Uriburu - septiembre 1898/septiembre 1901
Arturo Dávalos - enero 1900/septiembre 1900
Julio Roca
Delfín Leguizamón - septiembre 1900/enero 1902 Ángel Zerda - septiembre 1901/septiembre 1904
octubre 1898/octubre 1904
2 Nicolás Menéndez - enero 1902/octubre 1904
Delfín Leguizamón - enero 1902/octubre 1904
David Ovejero - septiembre 1904/noviembre 1906
3 Manuel Quintana
Ricardo Isasmendi - octubre 1904/noviembre 1908
octubre 1904/marzo 1906
Delfín Leguizamón- octubre 1904/octubre 1908 Ángel Zerda - noviembre 1906/febrero 1907
Pedro Aguilar - octubre 1908/noviembre 1908 José Federico Figueroa Alcorta
Luis Linares - febrero 1907/febrero 1910 Marzo 1906/octubre 1910
4
Brígido Zavaleta - enero 1909/febrero 1917 Avelino Figueroa - febrero 1910/febrero 1913 Roque Sáenz Peña
Pedro Aguilar - enero 1909 octubre 1910/agosto 1914
Robustiano Patrón Costas - febrero 1913/febrero 1916
Juan Tomás Frías - enero 1909/febrero 1917
Victorino de la Plaza
5 Abraham Cornejo - febrero 1916/mayo 1918 agosto 1914/octubre 1916
Domingo Torino - abril 1917/agosto 1918
Juan Tomás Frías - abril 1917/agosto 1918 Emilio Gimenez Zapiola - mayo 1918/julio 1918
Cnel. Ricardo Solá - Julio 1918/agosto 1918
Manuel Carlés - agosto 1918/enero 1919
Juan Tomás Frías, interino agosto 1918/agosto 1919 Hipólito Yrigoyen
Joaquín Castellanos - enero 1919/octubre 1921 octubre 1916/octubre 1922
6 Pablo Saravia - agosto 1919/septiembre 1921
Juan Tomás Frías agosto 1919/septiembre 1921 Juan B. Peñalba - Octubre/noviembre 1921
Juan T. Frías, interino - septiembre 1921/marzo 1922 Arturo S. Torino - Noviembre 1921 – mayo 1922
7 Carlos Outes - mayo 1922/1925 Adolfo Güemes mayo 1922/mayo 1925
Daniel Etcheverry - 12 septiembre 1922
Joaquín Corbalán - mayo 1925/mayo 1928 Marcelo Torcuato de Alvear
8 Luis Diez - septiembre 1925/septiembre 1928 octubre 1922 – octubre 1928
Daniel Etcheverry – 1925/1928
Ricardo Messone – 1928
Ricardo Messone interino - septiembre 1928/mayo 1929
Juan Carlos Sarmiento Mercier, interino - 1928-1929. Julio Cornejo - mayo 1928/septiembre 1930
Hipólito Yrigoyen
9 Luis E. Langou mayo 1929-septiembre 1930
12-Octubre 1928 - 6-Septiembre 1930
Ricardo N. Messone mayo a agosto 1929
Francisco P. Ilvento agosto 1929-septiembre 1930
10 Mayor Rafael De Giaccomo - septiembre a octubre 1930 Coronel Ernesto A. Day septiembre 1930
Luis Henchoz, Sub-Comisario Policía - septiembre a
octubre 1930 Gral. Gregorio Vélez Septiembre 1930/junio 1931
11 José Félix Uriburu
Silverio Chavarría - octubre 1930/junio 1934 Raimundo Meabe – junio 1931/octubre 1931 6 Septiembre-1930 / 20-Febrero-1932
Ernesto Cornejo Arias - octubre 1930/noviembre 1933 Erasmo Martínez – octubre 1931/enero 1932
Benjamín Dávalos Michel - noviembre 1933/nov. 1934 Fernando Valenzuela – enero 1932/febrero 1932
Avelino Aráoz 1932/1936
12 Juan Esteban Cornejo Arias noviembre 1935/abril 1938
Benjamín Dávalos Michel diciembre 1935/enero 1936 Agustín P. Justo
Juan Tomás Frías 1936 20-Febrero-1932 / 20-Febrero-1938
Benjamín Dávalos Michel 1937/abril 1938
Luis Patrón Costas - 1936
Benjamín Dávalos Michel mayo 1938/1939
Ricardo Ortiz
Salvador Salvatierra Mayo de 1938
20-Febrero-1938 / 3-Julio-1940
Juan Tomás Frías 1939
13 Ramón Castillo
Jorge A. Vélez (1942)
3-Julio-1940 / 4-junio-1943
Ernesto Aráoz – 1941
14 Ramírez
Julio S. Storni (Ingeniero) - junio 1943/julio 1943.
4-Junio-1943 / Febrero-1944
Fuente: Información del Cuadro 3.7. Gobernadores de Salta: Secretaría de Prensa de la Provincia de Salta 1976. Presidentes: archivo propio.

— 260 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Organización institucional de la
Gobernación de Los Andes
Cuando en 1900 se creó el Territorio de Los Andes, la presencia estatal de Bolivia y Chile
permanecía en la memoria de sus habitantes. Los gobiernos de Bolivia y Chile habían
nombrado sucesivas autoridades locales, que fueron reemplazadas por nuevas autoridades
argentinas. Igualmente, sobre todo desde Bolivia, se siguieron realizando actos
jurisdiccionales, como por ejemplo el nombramiento de autoridades comunales cuando ya se
había creado la Gobernación de Los Andes1. También circulaban las monedas de Chile y
Bolivia, como consecuencia lógica de los intercambios que la población local hacía con
comunidades de ambos países. Otra institución que aún existía en la Puna de Atacama hasta
1900 era el cobro de tributos, de raigambre colonial, mantenida por la Iglesia católica. El
primer gobernador del Territorio de Los Andes, Daniel Cerri, sugería por ello sumar a la
Iglesia católica a la empresa de incorporar a esta población:
“ Siendo estos indios tan religiosos, creo, debería V. E. adscribir un capellán a la
Gobernación, el cual podría salir a recorrer la Puna, inculcándoles a los pobladores con
su venida, algún sentimiento de lo que es: la patria y de sus deberes para con ella, con lo
cual se evitaría también, las giras que cada año efectúa el cura de la jurisdicción chilena
de San Pedro de Atacama, en el Territorio y llevándose casi siempre a su regreso todas las
economías de los pobladores de esta región argentina” 2.
Problemas derivados de las grandes distancias y del carácter marginal de las cordilleras de
Atacama en la economía altoperuana, y aún dentro de la región atacameña, realentaron la
presencia del Estado boliviano, tanto en materia de servicios públicos como de
infraestructura. Lo mismo puede decirse de la presencia estatal chilena que, en la región, se
limitó a la designación de delegados y de resguardos carabineros3.
Desde 1900, tanto Cerri como Menéndez, a juzgar por su accionar, tuvieron la misión de
establecer las bases del control del que para la región era el nuevo Estado nacional. En otras
palabras, una expresión que se utilizaría más tarde en la legislación sobre control de las
fronteras, ―argentinizar‖ la Puna de Atacama, lo que implicaba construir la ―estatalidad‖, o
bien, desarrollar los atributos que definen la ―estatidad‖. Esta sección se concentrará,
básicamente, en la producción de estos atributos en sus aspectos materiales. En términos de
Oscar Oszlak, estos primeros gobernadores institucionalizaron la autoridad del Estado
argentino en la Puna de Atacama, a través de la organización de la Gobernación de Los Andes
y de la Jefatura de Policía, el enrolamiento, el registro civil y la implementación de los
Juzgados de Paz. Asimismo, iniciaron el proceso de construcción de una identidad colectiva, a
través de la imposición de los símbolos nacionales argentinos4.
Un episodio difundido en la época fue la quema de la ―bandera argentina‖ por parte de
residentes de Susques, en señal de resistencia a las nuevas autoridades. En julio de 1902
Menéndez solicitaba a Calixto González, un vecino de puesto Sey, que habría sido testigo de
esos acontecimientos, informara al respecto:

1
Sobre este tema, ver: Delgado 2003 y Sanhueza Tohá 2001.
2
Daniel Cerri, en: MI, Memoria de 1899:421.
3
Al respecto se puede consultar: Sanhueza Tohá 2001.
4
Ver Oszlak 1982:20.

— 261 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

...se sirva informar con motivo del acto de rebelión de algunos habitantes del Pueblo de
Susques, alzados públicamente y en abierta hostilidad contra el Gobierno nacional cuando
en público pretendieron quemar la Bandera Argentina, hecho que consta en el libro de
exposiciones que lleva el juzgado de Paz de esta capital en que ud. figura como testigo
presencial…
Su informe debe ser claro y verdadero mencionando los nombres y apellidos de los
caudillos que inducieron [sic] a los rebeldes, promovieron ó sostuvieron la rebelión, las
personas que pretendían quemar la bandera y los gritos ó insultos á las autoridades y los
que las desconocieron y protestaron contra ellas...1
Menéndez envió otra nota a Victoriano Vázquez, de Susques, presunto responsable del
episodio, diciéndole:
Se les da á Ud. y á Cosme Damián Vásquez el término de diez días á contar desde el de la
feb apara presentarse á esta capital del territorio, San Antonio de los Cobres á manifestar
acatamiento del Superior gobernó, en estas autoridades y respeto y reconocimiento á la
Soberanía nacional en la Bandera Argentina, sin lo cual se librará exhorto por oficio á las
autoridades de la república vecinas y á las de ésta pidiendo la presión de Uds.2
Lo interesante es que Cosme Vázquez había sido nombrado ―agente cantonal de Susques‖ por
Bolivia en 1884 y en 1892 ejercía como ―inspector de distrito‖ de la ―subdelegación chilena
de San Pedro de Atacama‖ 3. En los momentos en que se creó el Territorio de Los Andes
Cosme y Victoriano Vázquez se consideraban autoridades locales del gobierno de Bolivia.
Después de los episodios de la quema de la bandera, se advierte un acercamiento de las
autoridades argentinas: el 30 de julio de 1902 el gobernador Nicolás Menéndez lo designó al
―Señor Cosme Damián Vázquez‖ para una misión oficial:
“ Me es grato dirigirme á Ud. nombrándolo comisionado especial para levantar
minuciosamente el censo y vigilar el cumplimiento de la ley de Enrolamiento de los
ciudadanos de los Pueblos de Susques, Coranzulí y caseríos de Lari, Olaroz, el Toro y
todos los inmediatos a estos. Por tanto las autoridades del Territorio reconocerán en tal
carácter al Señor Cosme Damián Vázquez y lo ayudarán en el desempeño de la delicada
comisión que se le confía” 4
El 1º de diciembre de 1902, finalmente, lo nombra Juez de Paz del Departamento de Susques
“ Me es muy grato dirijirme á Ud. nombrándolo Juez de Paz del Departamento de Susques
con acción y mando al Distrito de Coranzulí y poblaciones y caseríos hasta el límite Norte
de este Territorio Nacional de Los Andes que es el grado 23 que pasa al Sud del Pueblo
del Rosario que pertenece á la Provincia Argentina de Jujuy, quedando dentro su
jurisdicción hacia rumbo Norte, por intermedio del Juez que se nombrará en el Distrito de
Coranzulí los caseríos del Pairique Grande y Pairique Chico. Este nombramiento dado en
cambio del que se le retiró del Gobernador Señor General Cerri es un acto de justicia por
los buenos servicios prestados al T erritorio acreditándose… como buen patriota y digno
ciudadano Argentino. Los representantes de la justicia tienen el deber, de aconsejar el
bien y enseñar, como así mismo el sagrado de velar por la vida y los intereses de todos los
ciudadanos5
La imposición de la autoridad de la Gobernación de Los Andes, la negación de la autoridad
conferida por otros Estados y la creación de otras instituciones, fueron acciones llevadas
adelante por lo dos primeros gobernadores. Iniciado por Cerri y Menéndez, y continuado por

1
AGN, SH III - CE, Libro copiador 1, folio 24, nota enviada por el Gob. Nicolás Menéndez, 7 julio 1902.
2
AGN, SH III - CE, Libro copiador 1, folio 29-30, nota enviada por el Gob. Nicolás Menéndez, 8 julio 1902.
3
Sanhueza Tohá 2001:69.
4
AGN, SH III - CE, Libro copiador 1, folio 43.
5
AGN, SH III - CE, Libro copiador 1, folios 181 y 82.

— 262 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Isasmendi, también se estableció el sistema escolar territoriano, otra pieza clave para
internalizar en la población su pertenencia a la nueva nación. Y todo esto ocurrió con cierta
rapidez. A diferencia de los demás Territorios Nacionales, cuando la Puna de Atacama se
incorporó a la Argentina los mecanismos institucionales del Estado ya estaban consolidados,
en el sentido de que existían dispositivos institucionales ya creados, que pronto comenzaron a
funcionar. De igual forma, el sistema administrativo de los Territorios Nacionales también
estaba consolidado. Esto se puede advertir en:
 El establecimiento de la división departamental y ubicación de la capital entre
1900 y 1902.
 La realización inmediata de viajes oficiales de reconocimiento y exploración para
evaluar los factores de producción existentes en la región (reservas minerales y
faunísticas, infraestructura, mano de obra y recursos en explotación) para incluirla
en los sistemas nacionales de información.
 La incorporación de estas descripciones en las memorias ministeriales del
Departamento Interior, correspondientes a los ejercicios 1899 y 1900.
 La organización y formación de un cuerpo de policía territoriano (1902).
 El establecimiento de escuelas (desde 1903).
 El control estatal de la población, a través del enrolamiento de los varones y del
registro civil de toda la población, iniciado en 1903. Asimismo, se puso en marcha
el reclutamiento anual de los varones enrolados para el servicio militar obligatorio.
 La implementación de un sistema regular de comunicación entre la Gobernación y
el Ministerio del Interior, mediante telegramas a Salta o Molinos, y mensajeros a
San Antonio de los Cobres.
 La implementación de un sistema regular de levantamiento de información
geográfica, demográfica, agropecuaria y minera y su incorporación al sistema
estadístico nacional. Hay levantamientos censales del Territorio de Los Andes en
1900, 1901 y 1903 que, aunque son incompletos, dan cuenta del interés estatal por
conocer la demografía del nuevo Territorio.
 El re-empadronamiento de las explotaciones mineras, la mensura y el otorgamiento
de nuevos permisos de cateo y explotación de yacimientos borateros, desde las
oficinas de Buenos Aires (iniciado entre 1900 y 1902).
 La redefinición de la jurisdicción eclesiástica en 1902 desplazando a San Pedro de
Atacama como centro regional.
 La creación o refuncionalización de una infraestructura básica de circulación y
comunicación (iniciado en 1903).
 El ordenamiento de la situación jurídica de la tierra (desde 1900).
En el ámbito interno, al primer gobernador le cupo la tarea de organizar la geografía
administrativa del Territorio de Los Andes, mediante la localización de la capital territoriana
y el trazado de las divisiones departamentales. En esas tareas participaron técnicos de
diferentes reparticiones de la administración pública nacional. Iniciada por el primer
gobernador y completado por el segundo, también se determinó la localización de los
juzgados de paz, los registros civiles, las oficinas de la gobernación y las comisarías y sub-
comisarías. Esta organización, a grandes rasgos, se mantuvo hasta la fecha de división del
Territorio de Los Andes.

— 263 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En lo que sigue se analizará con más detalle algunos de los puntos señalados recientemente.
En primer lugar se considerará las dos primeras cuestiones a las que se abocó Daniel Cerri, y
que Nicolás Menéndez completó, que son la división departamental y el establecimiento de la
capital. En segundo lugar se observará la organización de la Gobernación y la Jefatura de
Policía. En tercer lugar, se recalará en la creación de juzgados de paz, el registro civil y el
enrolamiento. En cuarto lugar se presentarán algunas noticias sobre la Comisión de Fomento
de San Antonio de los Cobres. Finalmente, en quinto lugar se observará la formación del
sistema escolar territoriano. En toda esta sección la principal fuente consultada fue el archivo
de correspondencia de la Gobernación. También se utilizará material proveniente de las
Memorias del Ministerio del Interior y algunos relatos de viajeros.
Con respecto al ordenamiento de la situación jurídica de la tierra, se trata de una cuestión que
no podía abordarse sistemáticamente a partir de las fuentes consultadas. Lo cierto es que a
pocos años de creado el Territorio de Los Andes las tierras fueron declaradas fiscales y en esa
situación permanecieron durante su existencia. Lo mismo ocurre con los cambios en la
jurisdicción eclesiástica. Si bien en la correspondencia aparecen algunas referencias sobre la
cuestión, no es material suficiente para realizar un estudio serio. El tema de la exploración del
Territorio de Los Andes será presentado en el próximo capítulo. La creación de una red vial
interna se optó por incluir en el capítulo sexto.

La organización del Territorio de Los Andes: la división en departamentos.


Una vez creado el Territorio de Los Andes por la Ley 3.906, restaban resolver dos cuestiones:
elegir el sitio donde emplazar la capital y determinar la división departamental1. Para ello era
indispensable realizar una gira de reconocimiento para tener elementos de juicio con los
cuales resolver estas cuestiones vinculadas a la organización territorial 2. El Poder Ejecutivo
Nacional encomendó esta tarea al gobernador de Daniel Cerri, quien se dirigió hacia el
territorio inmediatamente después de su nombramiento.
Daniel Cerri realizó la primera excursión durante los meses de marzo y abril de 1900 y la
segunda fue entre octubre de 1900 y enero de 1901, recorriendo buena parte del Territorio de
Los Andes. El informe referido a la primera excursión lo presentó el 1º de mayo de 1900 y fue
incluido en las memorias del Ministerio de Interior correspondientes al año 1899, publicado
en 1900. En ese informe ensayaba una primera descripción de la geografía física de la región,
realizaba algunas observaciones etnográficas y de las redes comerciales que atravesaban el
Territorio3.
El segundo informe ―Excursión por el Territorio de Los Andes de su Gobernador, General
Daniel Cerri, Octubre á Diciembre de 1900‖, fechado el 20 de diciembre de 1900 en la ciudad
de Salta, constituyó la primera Memoria de la Gobernación de Los Andes presentada al
Ministerio del Interior. En este informe, Cerri describía cada uno de los parajes habitados
También se presenta el ―Informe del Gobernador del Territorio de Los Andes sobre las

1
En el decreto del 30 de enero de 1900, que reglamentó la Ley de Creación del Territorio de Los Andes,
reso lvió , co m o d isp o sició n transito ria, q ue ―el G o b ernad o r y las d em ás auto rid ad es centrales d el T errito rio
resid irán en el p araje q ue o po rtunam ente se fijará‖ (A rt. 2 7 ).
2
Decreto reglamentario del 30 de enero de 1900. Art. 30º.- A fin de proceder a la definitiva organización del
Territorio de Los Andes, el Gobernador, inmediatamente de recibirse del cargo, hará personalmente una
inspección de toda la zona sometida a su jurisdicción, poniendo autoridades policiales y judiciales provisorias
donde los juzgue conveniente, y sometiendo sus actos a la aprobación del P.E., a medida que los vaya
produciendo.
3
MI, Memoria de 1899:415-435.

— 264 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)
1
propiedades y las borateras existentes‖ . En 1903 Cerri publicó una obra donde reunía los
resultados de sus dos campañas y su experiencia como gobernador2.
Los principales frutos de sus dos giras fueron, por un lado, el primer, y probablemente más
exhaustivo, reconocimiento territorial de la Gobernación de Los Andes; por otro, la
determinación de la división departamental y las primeras iniciativas para emplazar la capital
territoriana.
En ese viaje fueron identificados 11 caseríos. De ellos, el más importante era Susques,
compuesto por unas 30 casas, dos capillas y 400 habitantes. El segundo en importancia era
Antofagasta de la Sierra, con población y número de viviendas similar al de Susques. El tercer
caserío en importancia era Pastos Grandes3. Estas tres aglomeraciones se convirtieron en las
cabeceras de los tres primeros departamentos en los que quedaría dividido el Territorio de Los
Andes. En el primer informe elevado por Cerri, en mayo de 1900, afirmaba:
“ Dando cumplimiento al artículo 2°, tengo el honor de proponer a V. E. como resultado de
mi inspección, la siguiente subdivisión del Territorio de mi mando y para la cual se ha
tenido en vista tanto la densidad de la población, como las facilidades posibles para la
comunicación y viabilidad. Dividiríase el Territorio en tres Departamentos, con los
nombres respectivos de: Departamento Antofagasta de la Sierra o del Sud; Departamento
de P astos G randes o del C entro y D epartam ento de Susques o del N orte… 4
La división propuesta por Cerri fue adoptada por el Poder Ejecutivo Nacional. En la misma
memoria del Ministerio del Interior donde se incorporó el primer informe de Daniel Cerri,
correspondiente al ejercicio 1899, también se anexó un decreto cuyo título era: ―Dividiendo el
Territorio Nacional de los Andes, en tres Departamentos‖, del 12 de mayo de 1900. Esta
subdivisión fue confirmada con otro Decreto del 25 de octubre de 1901 5. Cada uno de estos
departamentos recibió el nombre del lugar poblado más importante dentro de los nuevos
límites departamentales. El 26 de Septiembre de 1902, con otro Decreto, se creó el cuarto
departamento, San Antonio de los Cobres, en un partido cedido por Salta a la Nación, donde
se emplazara la capital6. Este asunto será analizado en el próximo acápite. Estos límites son
confirmados nuevamente en 1904, por un decreto de división departamental común a todos
los Territorios Nacionales. El resultado fue la división que puede observarse en el Mapa 3.3.
En 1914 las autoridades de la Dirección General de Territorios Nacionales consultaron al
gobernador del territorio, a la sazón Brígido Zavaleta, sobre la posibilidad de redefinir esta
división. Zavaleta respondió.
“ Esta Gobernación cree que aun no ha llegado el momento de modificar la división actual
de los Departamentos de este territorio y que, por el contrario, piensa el que suscribe que
debe mantenérsela, hasta que por el desarrollo de su población, se haga necesaria una
nueva distribución.

1
MI, Memoria de 1900:429-454.
2
Cerri 1903.
3
MI, Memoria de 1900a:87-89.
4
M I, M em o ria d e 1 8 9 9 :43 2 . E se artículo d ecía: ―A la brevedad posible, el Gobernador del Territorio propondrá
al P. E. la subdivisión del mismo en tantas secciones cuantas fuesen necesarias, tomando por base de esa
subdivisión las cifras de la población y las mayores facilidades para la comunicación y viab ilid ad ‖. D ecreto
reglamentario de la Ley de Creación de Territorio de Los Andes.
5
AGN, SH III - CR, signatura 125, carta del 30 enero 1902, con copia del decreto.
6
AGN, SH III - CR, signatura 125, carta del 27 septiembre 1902, con copia del decreto.

— 265 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Mapa 3.3. La Gobernación de Los Andes en 1941. Mapa escolar.

Fuente: Boero 1941.

— 266 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Refiriéndose al nombre de la capital, agregaba:


“ La única modificación que me permitiría proponer, sería la de cambiar el onírico de
„C obres‟... por el de „G eneral C erri‟...” 1
Así, los límites departamentales establecidos en 1902 permanecieron sin cambios hasta la
actualidad. Cuando en 1943 se dividió el Territorio de Los Andes, el departamento del norte
se incorporó a Jujuy y el del sur a Catamarca. Los dos del centro, Pastos Grandes y San
Antonio de los Cobres, se unificaron y se incorporaron a Salta bajo el nombre de Los Andes.
Desde entonces y hasta la actualidad, los departamentos, como unidades, no cumplieron
ninguna función política. Al igual que en el resto del país, los departamentos cumplieron,
dentro del Territorio de Los Andes, solo dos funciones: toponímica y estadística, función que
se mantuvo más allá de la división del Territorio de Los Andes2.
Como última consideración, hay que decir que en el Territorio de Los Andes existen los
departamentos como divisiones territoriales con algún tipo de función desde 1900. Hasta
entonces existieron otro tipo de divisiones. Unas de las más importantes eran los curatos,
creados en el período colonial y que se mantuvieron en funcionamiento hasta el siglo XIX.
Los curatos eran jurisdicciones eclesiásticas creadas para atender cuestiones de
evangelización en las parroquias de las zonas rurales. A fines del período colonial, San Pedro
de Atacama funcionaba como un curato, cuyos anexos eran, en terrenos que después pasaron
conformar el Territorio de Los Andes, Susquis (después Susques) é Ingaguasi (después
Incahuasi). Durante la administración boliviana, superpuesto con el curato de San Pedro de
Atacama, el territorio estuvo dividido en departamentos, provincias y cantones, que fueron
reemplazados por departamentos, delegaciones, subdelegaciones y distritos durante la
administración chilena. Hasta 1898 Rosario de Susques, Susques, Pastos Grandes, Catúa y
Antofagasta de la Sierra eran distritos de la novena subdelegación con sede en San Pedro de
Atacama. Sobre la función que tuvieron los departamentos en la organización interna de Los
Andes se volverá en el capítulo quinto.

Organización territorial de Los Andes: la elección de la capital


Al dirigirse hacia el Territorio de Los Andes, además de establecer la división en
departamentos, Daniel Cerri tenía la misión de emplazar la capital del territorio. Al menos
provisoriamente, la misma se establecería en el paraje Antofagasta de la Sierra. Esto se
desprende de la siguiente nota de la Dirección General de Correos donde se confirmaba un
pedido de Cerri:
“ de tránsito por esta provincia al lugar de Antofagasta de la Sierra donde fijará su
residencia como Gobernador del territorio de los Andes, ha dispuesto que la
correspondencia le sea dirigida por intermedio de la estafeta de Molinos” 3.
Por eso su expedición tomó el camino que va de Molinos, en los valles calchaquíes, hacia el
suroeste, en dirección a Antofagasta de la Sierra. Sobre este sitio se tenía alguna información
y se presuponía que era, comparativamente, el más apropiado para la residencia del
gobernador. De esto había dado cuenta el Diputado Figueroa en su comunicación en la cámara

1
AGN, SH III - CE, libro copiador Nº 8, Carta enviada a la Dirección General Territorios Nacionales, 20 de julio
de 1914, Folio 58-59.
2
Ver Vapñarsky 1998 y 2004, donde el autor desarrolla esta idea de los departamentos como divisiones del
territorio argentino.
3
AGN, SH III - CR, signatura 125, carta del 1º de marzo de 1900.

— 267 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

baja y el Teniente Coronel Estanislao Maldones en un informe de 18991. El Coronel Ramón


Pérez, apostado en Molinos, había realizado en 1899 una excursión a Antofagasta de la
Sierra2. Alejandro Bertrand, de la comisión de límites chilena, también había estado en
Antofagasta de la Sierra y Molinos, y su obra era conocida en Buenos Aires3. En un Informe
elevado al Ministerio del Interior, el Secretario Arturo Dávalos señalaba que el mejor lugar
dentro del Territorio de Los Andes para establecer la capital era Antofagasta de la Sierra4.
Seguramente por todos estos antecedentes, el primero caserío del nuevo Territorio de Los
Andes que Cerri visitó fue Antofagasta de la Sierra. El mismo se encontraba visiblemente
deshabitado y Cerri lo describió como...
“ ...un caserío miserable situado a 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar” donde
“ se ha sembrado un poco de alfalfa, pero por una parte el abandono del camino por los
traficantes de ganado del mercado chileno de Copiapó y por otra la escasez de lluvias, han
hecho abandonar por completo los pequeños cultivos a que se dedicaran algunos indios” 5.
Según Cerri, los centros poblados de alguna importancia, y que eventualmente podrían
transformarse en capital del territorio, eran, además de Antofagasta de la Sierra, Pastos
Grandes, Susques y Coranzulí. En su informe, Cerri señaló cuáles eran los elementos
favorables y los desfavorables que ofrecía cada lugar, información que fue volcado en el
Cuadro 3.10. Por esa razón arribó a la conclusión de que toda la región carecía de las
condiciones necesarias para instalar la capital:
“ Conocidas, por lo dicho anteriormente, las dificultades para el establecimiento en la
región, de las personas que no sean nativas de estos parajes, me permito adelantar a V. E.
mi opinión de que no considero en todo lo recorrido en mi gira de inspección, ningún
paraje dentro de la Puna, que sea apto para instalar en él la Gobernación del Territorio” 6
Frente a ese panorama, Cerri propuso que la capital se ubicase fuera de los límites del
territorio, en un lu gar…
“ … que presente un clima más benigno y mayores facilidades para la vida del hombre” 7.
Los lugares propuestos por Cerri fueron dos: Molinos (Salta) y Purmamarca (Jujuy). La
justificación de ambos lugares derivaba de que conformaban núcleos de población ya
consolidados, que contaban con terrenos aptos para el cultivo y que presentaban buenas
condiciones de accesibilidad, tanto por la existencia de caminos carreteros, como por la
proximidad de las vías del ferrocarril. Las razones que, según Cerri, justificaban esta elección
fueron presentadas en la Memoria del Ministerio del Interior del año 1899, ya mencionada.
Esa información fue volcada en el Cuadro 3.11.
Ante estas alternativas, Cerri propuso solicitar a la provincia de Salta los terrenos de Molinos,
debido a su posición estratégica, tanto en términos militares (fácil acceso a la frontera) como
económicos (importante ruta de arreo de Salta a San Pedro de Atacama). Los terrenos de
M olinos son…

1
Maldones 1899:16.
2
Pérez 1899. Ver en detalle los itinerarios realizados por este militar en el Anexo II.
3
Bertrand 1885.
4
Arturo Dávalos, en: MI, Memoria de 1899:447.
5
Daniel Cerri, en: MI, Memoria de 1899.
6
MI, Memoria de 1900:426.
7
MI, Memoria de 1900:429.

— 268 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Cuadro 3.10. Antofagasta de la Sierra, Pastos Grandes, Susques y Coranzulí 1900. Ventajas y
desventajas que ofrecían para transformarse en capital de Los Andes, según Daniel Cerri.
AGLOMERADO VENTAJAS DESVENTAJAS
Antofagasta de Ubicado a una altura de Se encontraba en el extremo sur del territorio, y no era
la Sierra 3.500 msnm. tránsito obligado para ningún mercado.
Poseía extensas y ricas Carecía de importancia militar y comercial.
vegas de pastoreo. Los pasos que la conectaban con el Ferrocarril, en
Catamarca, se cerraban en invierno.
No existían maderas de edificación.
No tenía vida propia ni producto local alguno.
Pastos Grandes Era un punto estratégico, Se encontraba a más de 4.000 msnm, por lo que era
ubicado en el centro del imposible la agricultura.
territorio, sobre el camino de Tenía fríos excesivos en invierno.
los Valles Calchaquíes a No había madera de construcción y el agua era escasa y
Chile. salobre.
Susques Era el caserío más poblado. Se encontraba a 3.900 msnm, por lo que la agricultura era
Estaba resguardado, por las imposible. Además había mucho pasto vizcachera, nocivo
laderas adyacentes. Tenía para las mulas.
una posición relativamente Estaba mal conectado con las otras zonas de la región.
central.
Coranzulí No poseía Estaba posicionado en el extremo norte, a 4.150 msnm, sin
posibilidad de sembradíos.
Tenía escasez de vegas y caminos intransitables.
Fuente: elaborado a partir de la exposición de Daniel Cerri, ―Informe del 1º de Mayo de 1900‖, en: MI,
Memoria de 1899:426-431.

Cuadro 3.11. Molinos y Purmamarca. 1900. Ubicación y ventajas que ofrecían para el emplazamiento de
la capital de Los Andes, según Daniel Cerri
LUGAR UBICACIÓN VENTAJAS
Molinos Provincia de Salta. Núcleo ya formado y consolidado.
Quebrada de Ubicado a 30 leguas de la Estación Zuviría del FC.
Luracatao, subsidiaria A 12 leguas de una oficina telegráfica.
de los Valles Se hallan valiosas fincas con grandes potreros alfalfados.
Calchaquíes.
Posee caminos que lo conectan con todo el Valle Calchaquí, con el Valle
Proximidad de Pastos de Lerma y con el Territorio de Los Andes.
Grandes y San
Se encuentra sobre el camino de arreo más importante que conecta a Salta
Antonio de los Cobres
con San Pedro de Atacama.
Purmamarca Provincia de Jujuy. Posee buenas conexiones con el norte del Territorio de Los Andes
Quebrada de Es un pequeño caserío que podría aprovecharse para asiento de la
Purmamarca, Gobernación.
subsidiaria de la Todo el terreno, en el valle y las faldas, es aprovechable para el cultivo.
Quebrada de El agua es abundante.
Humahuaca.
El telégrafo se halla a veinte kilómetros.
Proximidad de
La boratera de Tres Morros tiene un ferrocarril Decauville que pasará por
Susques
la quebrada de Purmamarca (*).
Fuente: elaborado a partir de la exposición de Daniel Cerri, ―Informe del 1º de Mayo de 1900‖, en: MI, Memoria
de 1899:426-431.
(*)
La boratera Tres Morros se encontraba sobre las Salinas Grandes, en la Puna jujeña. El ferrocarril que menciona
Cerri nunca se extendió más allá del radio de la boratera.

— 269 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … incom parablem ente superiores a los citados de la P rovincia de Jujuy, por su


indiscutible importancia, considerada tanto bajo el punto de vista militar, que tampoco
debemos descuidar, así como bajo el punto de vista comercial” 1.
Un informe de 1899 también había señalado a Molinos como un lugar estratégico desde el
punto de vista militar para el traslado de tropas en dirección del Pacífico:
Molinos “ … es el punto... m ás estratégico de los V alles C alchaquíes: tiene dos salidas por
quebradas naturales hasta los límites de la cordillera Andina, siendo la primera la que va
de Pastos Grandes a Atacama, que dista 727 kilómetros de Molinos y la segunda va de
Chamical al Taltal, Puerto de Mar de Chile, distante de Molinos 830 kilómetros” 2
La cuestión del lugar donde emplazar la capital quedó sin resolverse durante 1900. Mientras
tanto, Cerri habría hecho base en Salta y Molinos. En la Memoria del Ministerio del Interior
del período 1901-1904 se aludía a un informe presentado por el gobernador Nicolás
Menéndez, en el cual reafirmaba que no existía ningún lugar apropiado para establecer la
capital, no se consigna con precisión la fecha de este informe3. En ese informe, Menéndez
recomendaba al paraje de San Antonio de los Cobres, que se ubicaba en la Provincia de Salta.
El gobierno de esa provincia había resuelto a fines de 1901 la cesión de San Antonio de los
Cobres. Probablemente en 1900 ya se barajaba esa posibilidad de declarar a este paraje como
capital del territorio. Es factible que detrás de esta elección existiera alguna interna surgida
dentro de la elite salteña. En 1900 en el diario La Prensa, por ejemplo, se había informado:
Hoy partió para Salta, el Gobernador del territorio de los Andes, el general Cerri,
acompañado del Capellán Isina, mayor Carlos Mord, Alberto Durant, teniente Bernardo
Austerlitz. Va para la quebrada del Toro, y su principal objeto es conocer ese lugar, para
interiorizar al gobierno respecto del punto donde conviene fijar la capital de aquel, si en
Molinos o en San Antonio4.
San Antonio de los Cobres era el lugar poblado de la provincia de Salta más próximo a Pastos
Grandes, lugar donde se localizó la base de operaciones del resguardo de carabineros mientras
la Puna de Atacama formó parte del territorio chileno. San Antonio de los Cobres era
propiedad de Fermín Grande, importante terrateniente de la provincia de Salta. En Molinos,
lugar por donde pasaba uno de los principales caminos de arrieros a Chile, se encontraban una
finca de la familia Isasmendi, tercer gobernador del Territorio de Los Andes5.
Lo cierto es que, por la Ley provincial 622, que la Legislatura de la provincia aprobó en la
sesión del 23 de Noviembre de 1901 y promulgó dos días después, el gobierno de Salta
autorizaba la cesión de un área en el departamento de La Poma:
Art. 1º. Autorizad al Poder Ejecutivo para ceder al gobierno de la Nación el ejercicio de la
jurisdicción y soberanía que corresponde a la Provincia sobre un área de terreno ubicada
en el Partido de San Antonio de los Cobres, Departamento de la Poma, con el objeto y a
condición de que en ella se establezca la capital de la Gobernación del Territorio de Los
Andes.
En el artículo segundo se definían los límites del área que se cedía:
… de la cuesta del A cay, línea recta a P eñas B la ncas, línea recta a Pastos Chicos de Pastos
Chicos al Abra de Chorrillos y desde este punto línea recta a la cuesta de Acay.

1
MI, Memoria de 1900:432.
2
Pérez 1899:12. Molinos recibía correo desde Salta 8 veces al mes.
3
MI, Memoria de 1901-1904:72.
4
Diario La Prensa 20-10-1 9 0 0 , ―T errito rio d e lo s A nd es‖.
5
A l resp ecto , ver ―R icard o Isasm end i‖, en: A nexo I.

— 270 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

El proyecto de aceptación ingresó al Senado de la Nación el 9 de enero de 1902. El mismo fue


elaborado por la Comisión de Negocios Constitucionales, integrada por S. Maciá (Entre Ríos),
Domingo Pérez (de Jujuy) y B. Terán (de Tucumán). La sesión estaba presidida por José
Evaristo Uriburu, senador por la provincia de Salta. En esa sesión se leyó una nota fechada el
7 de diciembre de 1901, enviada por el Poder Ejecutivo Nacional. En esa nota Julio Roca
solicitaba al Congreso se le diera celeridad a la aprobación del ofrecimiento salteño de una
porción de su territorio:
“ La provincia de Salta hizo llegar confidencialmente al Poder Ejecutivo, la buena acogida
que las autoridades de la provincia daban a la idea de ceder un departamento limítrofe
con tal objeto… el M inistro del Interior, envió una nota al gobernador de Salta, en la que
le indicaba la conveniencia de solicitar a la Honorable Legislatura una ley que autorizara
la aceptación de una parte del Departamento de La Poma, llamada San Antonio de los
Cobres, indicada por los informes de la Gobernación de los Andes como favorable a los
fines que el Poder Ejecutivo persigue” 1.
Al discutir el proyecto, surgió un breve intercambio entre los senadores por Jujuy y los
representantes salteños. El senador jujeño Cástulo Aparicio opuso una queja ya que los límites
entre Salta y Jujuy todavía no estaban claramente establecidos y, según este senador, la zona
que cedía Salta a la Nación le pertenecía a Jujuy. Esto forma parte, en realidad, de una
competencia entre ambos Estados provinciales por obtener mejores posiciones en el proceso
de organización territorial interna que estaba teniendo lugar en la Argentina en esa coyuntura.
Además de la competencia interprovincial por controlar una porción de las Salinas Grandes,
los senadores salteños y jujeños estaban disputando el trazado del ferrocarril a Bolivia. Una
opción era trazar el ferrocarril por territorio salteño, atravesando la Quebrada del Toro por el
antiguo ―camino del Despoblado‖. Otra opción era por la Quebrada de Humahuaca, en
territorio jujeño. Fue esta opción la que sancionó el Congreso2.
Finalmente las objeciones de Aparicio no fueron tomadas en cuenta y se dio paso a la
votación, mediante la cual el Senado aprobó el proyecto, que pasó a la Cámara de Diputados,
donde fue tratado el 18 de enero de 19023. Aquí, otra vez, afloró el cruce de intereses entre
Salta y Jujuy, pero finalmente no fue tenido en cuenta y el proyecto fue aprobado. De esta
forma, el 24 de enero de 1902 quedó sancionada la Ley 4.059 por la cual se aceptaba que el
Estado provincial de Salta ceda a la Nación un sector del Departamento de La Poma4.
La cesión de Salta a la Nación muestra el interés que esa provincia tenía sobre el Territorio de
Los Andes. La elite salteña tenía intereses económicos en la región, por ser zona de paso al
mercado chileno, como también por ser una importante reserva de riquezas borateras. Si bien
el Estado nacional inicialmente obstaculizó la incorporación de estas tierras a la provincia de
Salta, ahora estaba habilitando su preeminencia sobre el Territorio de Los Andes, ya que el
acceso al mismo y a su capital debía hacerse indefectiblemente por Salta, sin contar con que
todos los gobernadores provinieron de esa provincia. Esto puede relacionarse con el sistema
de alianzas políticas inaugurada por el presidente Julio Roca, con el objetivo de proyectar a
nivel nacional el sistema de dominación estatal. Cualquier mejora en las comunicaciones con
el Territorio de Los Andes, significaría una mejora en las comunicaciones del interior de
Salta. El gobierno provincial y los Senadores Nacionales salteños supieron hacer valer sus

1
Congreso de la Nación, Cámara de Senadores, Sesiones del 18 de enero de 1902.
2
El 26 de septiembre de 1901 ingresó el proyecto del Senador Aparicio para la construcción del ferrocarril por la
Quebrada de Humahuaca, y fue aprobado el 20 de enero de 1902, por Ley 4.064. El 30 de diciembre de 1907
llegó la primera locomotora a La Quiaca, transportando a los Senadores jujeños Domingo Pérez y Cástulo
Aparicio. El 25 de mayo de 1908 se libró al servicio público.
3
Cámara Diputados, Sesiones Extraordinarias, fecha 1901.
4
MI, Memoria de 1901-1904:73.

— 271 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

intereses sobre la región en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional, del Ministerio del Interior
y del Congreso de la Nación1. Probablemente, la determinación de San Antonio de los Cobres
como capital fue resuelta en negociaciones privadas entre el Poder Ejecutivo Nacional y el
gobierno de Salta. Entre las alternativas de Molinos y San Antonio de los Cobres,
probablemente el gobierno salteño prefirió ceder la segunda, ubicado en el camino más
directo a Chile, sobre el que se estaba discutiendo la construcción de un ferrocarril trasandino,
como se verá en el capítulo sexto.
Desde 1902, San Antonio de los Cobres se instituyó como sede del gobierno del Territorio de
Los Andes. El 26 septiembre de 1902 un Decreto presidencial determinó la creación del
departamento de San Antonio de los Cobres y la localización del aglomerado capital2. En su
obra de 1903, cuando San Antonio de los Cobres ya había sido designada como capital del
Territorio de Los Andes por el Poder Ejecutivo, Daniel Cerri se refería a ella en los siguientes
términos:
“ en mis informaciones elevadas al ministerio indicaba a San Antonio de los Cobres como
el punto menos aparente que los otros, para establecer la capital del territorio; hacía
presente los gastos que demandaría al erario el sostenimiento de hombres y cabalgaduras,
especialmente en los meses de invierno y otoño, pero, a pesar de todo, influencias
poderosas, que presentaron a ese lugar com o esencialm ente estratégico… han hecho que
se establezca allí la capital. En mi opinión considero un error que el tiempo se encargará
de demostrar” 3
Años más tarde, Isidoro Ruiz Moreno describía a San Antonio de los Cobres como:
“ Capital del Territorio, sobre el arroyo del mismo nombre, con 550 habitantes, situado a
3590 metros sobre el nivel del mar; residencia de las autoridades superiores de la policía,
con juzgado de paz, escuela y correos. Tiene un edificio terminado recientemente para
casa de la Gobernación y una capilla; la edificación del pueblo es de barro, como la del
resto del Territorio” 4

La Gobernación y la Jefatura de policía


Como ya se adelantó, San Antonio de los Cobres funcionó la mayor parte del tiempo como
capital virtual, ya que mientras existió el Territorio de Los Andes, sus máximas autoridades,
el gobernador y el secretario, tenían su lugar de residencia permanente en la capital salteña.
Los argumentos eran la falta de transportes, de vías de comunicación (correo y telégrafo) y de
un edificio para residencia de las autoridades e instalación de las oficinas. Los gobernadores
iban en forma esporádica, para realizar giras de reconocimiento. El resto del tiempo se
comunicaban a través de cartas y después del telégrafo, con quienes de hecho se
transformaron representantes del gobernador en el Territorio: los sucesivos Jefes de Policía,
quienes se transformaron en la máxima autoridad presente en el territorio de forma
permanente.
Quien impulsó tanto la construcción del edificio de gobierno en la localidad de San Antonio
de los Cobres, como la extensión del telégrafo, fue Brígido Zavaleta, realizando gestiones
desde 1909, año en que asumió. En diciembre de ese año recibió una nota del Ministerio del
Interior que decía:

1
Este tema también fue analizado en Sosa 1997.
2
AGN, SH III - CR, signatura 125, telegrama del 27 se septiembre de 1902. Decreto referido a creación del
nuevo departamento y definición lugar de la capital.
3
Cerri 1903:64.
4
Ruiz Moreno 1916:27.

— 272 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Contestando su nota de 9 del corriente, por la que V. S. hace saber que esa Gobernación
no conoce el resultado de sus gestiones en un pedido hecho con fecha 25 de Agosto ppdo
para la construcción de un edificio para alojamiento y oficinas de las autoridades
superiores de esa Gobernación, hago saber a VS que se reserva el expediente, hasta tanto
se solicite en su oportunidad fondos al Honorable Congreso1
Finalmente, los fondos para la construcción de una casa para la Gobernación de los Andes
fueron otorgados para el ejercicio 1910, por un monto total de 10.000 $ m/n2.
“ … se ha acordado por una sola vez la cantidad de diez m il pesos m oneda nacional, a
objeto de que pueda construir un modesto edificio en San Antonio de los Cobres, para las
oficinas de esa Gobernación, y pueda cumplirse con ella la prescripción legal que exige a
los gobernadores la residencia en el Territorio de su mando. A fin de que en el más breve
plazo pueda darse principio a esta obra, se servirá US remitir a este Ministerio un plano y
proyecto de presupuesto3.
La construcción de este edificio demoró algún tiempo. Mientras tanto, las autoridades
mantuvieron su domicilio permanente en la ciudad de Salta. En 1914, en la memoria
ministerial se informaba que las oficinas ya estaban a punto de ser terminadas y finalmente se
habilitaron en 19154. En esa ocasión se decía:
“ Terminose el edificio destinado a las oficinas de la Gobernación y con este motivo se ha
dispuesto que las autoridades superiores del territorio se trasladen a esa capital, de
acuerdo a las disposiciones de la ley, para fijar en ella su residencia” 5
Esto último nunca ocurrió. Los gobernadores siguieron viviendo en Salta. Con algunos
cambios de gobernador, cambiaba la dirección, dentro de la ciudad de Salta, hacia donde se
dirigía la correspondencia postal y telegráfica. En 1929, un diputado nacional al presentar ante
el Congreso un proyecto para dividir el Territorio de Los Andes sentenciaba:
“ Gobernadores y secretarios han residido siempre, casi permanentemente, en la ciudad d
Salta, realizando una que otra jira [sic] de inspección, cuando no de mero turismo, a la
capital del territorio y, por excepción, a los lejanos rancheríos de Antofagasta de la Sierra,
Susques y Pastos Grandes” 6
El edificio de la gobernación, construido en 1915, y que actualmente es utilizado por la
policía, se componía de un conjunto de habitaciones, dispuestas en torno a un patio central.
Allí funcionaba la Gobernación, la Jefatura de Policía, el correo, el telégrafo y el registro
civil.
Resta mencionar que en la Jefatura de Policía se sucedieron una quincena de personas.
Inicialmente se crearon 3 comisarías, en 1903, en las aglomeraciones de Susques, Antofagasta
de la Sierra y Pastos Grandes, agregándose posteriormente otra en la capital (ver Cuadro
3.12). En la medida que fue menester, se crearon sub-comisarías, fundamentalmente en
tiempos de construcción del ferrocarril, que generaba una concentración estacional de
personas. También, cuando la actividad minera se activaba.

1
AGN, SH III - CR, signatura 127. Carta del Ministerio del Interior, 14 de diciembre de 1909.
2
MI, Memoria de 1910-1911:61.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, carta enviada el 7 de febrero de 1911 por Indalecio Gómez, Ministerio del
Interior.
4
MI, Memoria de 1913-14:311; Memoria de 1914-15:187.
5
MI, Memoria de 1914-15:187.
6
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 4 de septiembre de 1929.

— 273 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Cuadro 3.12. Territorio de Los Andes. 1903-1934. Evolución del personal policial, superficie y
habitantes por agente de policía.
2
GENDARMES KM POR
SUB- HABITANTES
AÑO JEFE COMISARIOS SERVICIO TOTAL CADA
COMISARIOS POR AGENTE
POLICIAL AGENTE

1903 1 3 - 18 22 2.847,36 95,23


1904 1 3 - 18 22 2.847,36 104,59
1910 1 4 - 18 23 2.723,57 137,74
1911 1 4 2 34 41 1.527,85 80,49
1915 1 4 2 49 56 1.118,61 44,64
1923 1 4 2 100 106 590,96 23,58
1934 1 4 2 69 76 824,24 34,00
Elaborado con las siguiente fuente: MI, Memorias de 1911-1912, 1914-1915 y 1934-1935; AGN, SH III –
CR, Signatura 125, 1903; B. O., Decreto 8 febrero 1904. Estadística demográfica, proyecciones a partir de
Censo Territorio de Los Andes 1903, Censo Territorio de Los Andes 1903, estimaciones varias, Ministerio
del Interior, Censo General 1914, Censo Territorios Nacionales 1912. Superficie: 62.642 km 2, según Comité
Nacional de Geografía (1942).

Los Juzgados de Paz y el Registro Civil


En 1901 se sancionó la Ley 4.031 de Organización del Ejército, en el contexto del inminente
conflicto militar con Chile. Una de sus disposiciones era el enrolamiento de los varones de
18/20 años, quienes debían cumplir un el Servicio Militar Obligatorio1.
La tarea de poner en marcha este dispositivo estuvo a cargo de Nicolás Menéndez, a la que se
dedicó con empeño. En julio de 1902 organizó comisiones para que se dirigieran a cada
cabecera departamental para levantar un censo de la población en condiciones de cumplir con
esta ley. A la vez, ordenó a cada Juez de Paz el reclutamiento de las personas que se
encontraban en condiciones de realizar el servicio militar. Es copiosa la correspondencia al
respecto.
Otra tarea a la que se dedicó este gobernador fue a la creación del sistema de juzgados de paz.
La Ley Orgánica de Territorios Nacionales y la ley de creación del Territorio de Los Andes
establecían que los Jueces de Paz debían ser elegidos por los residentes de las secciones de
más de 1.000 habitantes. Dado que en ninguna aglomeración de Los Andes la población
superaba los 1.000 habitantes, los Jueces de Paz fueron establecidos desde la Gobernación,
reclutados entre los habitantes de la cabecera departamental, con el requisito de que fueran
alfabetos. El gobernador proponía los candidatos y estos eran confirmados por el Ministerio
del Interior2. No hay registro de ningún caso en que el Juez de Paz haya sido elegido por la
comunidad.
El Juzgado de Paz, al menos en teoría, era la institución que tenía a su cargo resolver los
conflictos locales. Los mismos fueron creados Susques, Antofagasta de la Sierra, Pastos
Grandes y San Antonio de los Cobres. Pero el cargo muchas veces permanecía vacío. ¿Quién

1
Michel y Savíc 2003b.
2
Esta cuestión también fue analizada en: Michel y Savíc 2003.

— 274 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

permanecería en el pueblo si todas las familias eran itinerantes, desplazándose por toda la
región en busca de mejores pasturas para sus haciendas?
A partir del 1º de febrero de 1911 se estableció que los jueces de paz recibieran 80$ m/n,
―para que se hagan cargo convenientemente del Registro Civil, tarea que no quieren hacer si
no es mediante un sueldo‖ 1. En una carta al gobernador Brígido Zavaleta, que fue enviada por
el Ministerio del Interior, le comunicaban:
“ que por decreto de fecha 1° del corriente, se han creado para la Gobernación a su cargo,
a contar del 1° de marzo próximo cuatro juzgados de Paz, con la dotación de ochenta
pesos moneda nacional mensuales cada uno y se ha aumentado el personal de policía con
un sub-comisario, un cabo y diez gendarmes, a objeto de que se haga un servicio eficaz de
policía fronteriza a la vez que impida el contrabando... 2

Cuadro 3.13. Gobernación de Los Andes 1939. Estructura administrativa. Por departamento y
localidad.
DEPARTAMENTO LOCALIDAD DEPENDENCIA ADMINISTRATIVA
Capital, San Antonio de los Cobres Gobernación
―― Jefatura de Policía
―― Juzgado de Paz y Registro Civil
―― Comisaría de la Capital
San Antonio de los Cobres
―― Comisión de Fomento
Pompeya Destacamento de Policía
Cerrillos Destacamento de Policía
Hurcuro Destacamento de Policía
Capital, Susques Comisaría de Policía
―― Juzgado de Paz y Registro Civil
Susques Catúa Sub-comisaría de Policía
Coranzulí Sub-comisaría de Policía
Sey Destacamento de Policía
Capital, Santa Rosa de Pastos Grandes Comisaría de Policía
―― Juzgado de Paz y Registro Civil
Chorrillos Destacamento de Policía
Pastos Grandes
Olacapato Destacamento de Policía
Pocitos Destacamento de Policía
Socompa Destacamento de Policía
Capital, Antofagasta de la Sierra Comisaría de policía
Antofagasta de la Sierra ―― Juzgado de Paz y Registro Civil
Incahuasi Destacamento de Policía
Fuente: AGN-SH III, CR, Signatura 171, ―Nómina de los departamentos y localidades de los mismos,
situados en el Territorio de Los Andes con asientos de oficinas‖ 27 de Mayo de 1939.

En la correspondencia de la gobernación que se analizó, la información correspondiente a los


juzgados de paz es exigua y discontinua. Se puede suponer que tuvieron una escasa incidencia

1
AGN, SH III - CR, signatura 127, carta del 20 de octubre de 1910, enviada por le Ministerio del Interior.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, carta del 7 de febrero de 1911, Buenos Aires.

— 275 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

en la vida cotidiana de las poblaciones locales. Esto se veía reforzado, con que muchas veces
el cargo se encontraba vacante.
Quienes se designaba en esa función tenía a su cargo las tareas referidas al registro civil.
Como se observa en el Cuadro 3.13, en las cuatro cabeceras departamentales funcionaba un
registro civil, además de Juez de Paz. La misma persona tenía a su cargo las dos funciones. En
el caso consultado, que es el de Susques, el registro de nacimientos, casamientos y
defunciones comenzó a realizarse en 1903. Como dato de interés, se puede señalar que desde
entonces todos los que habitaban el Territorio de Los Andes, y que habían nacido en esas
tierras cuando formaban parte de Bolivia o de Chile, fueron inscriptos como ―argentinos‖. La
creación del Territorio de Los Andes no sólo significó la imposición de una nueva estructura
administrativa y de una nueva organización territorial. La creación de esta entidad trajo
consigo para la población originaria del lugar la imposición de una nacionalidad.

La Comisión de Fomento de San Antonio de los Cobres


Un espacio de participación ciudadana que la legislación contemplaba, eran las Comisiones
Municipales. Pero ningún poblado, con la excepción de San Antonio de los Cobres hacia la
década de 1920, superaba siquiera los 1.000 habitantes.
En 1907 Ricardo Isasmendi había solicitado al Ministerio del Interior la creación de una
Comisión de Fomento para la capital. La respuesta, en una nota del Ministerio del Interior al
gobernador, fue negativa:
“ Hágase saber a la Gobernación de Los Andes, que las disposiciones del artículo 22 de la
ley Nº 1532, se refieren a los centros urbanos que pasen de mil habitantes y no
habiéndolos en aquel territorio, no le corresponde tener Comisión de Fomento.-
Centeno” 1.
Recién en 1930 el gobernador de la intervención creó la primera comisión de fomento en San
Antonio de los Cobres. Las fuentes consultadas no permiten saber qué actividades desarrolló
la Comisión de Fomentos de San Antonio de los Cobres. Solamente permite conocer la
nómina de personas que la conformaron.

La escuela
Como en todo el país, la escuela constituyó la principal institución de socialización de los
nuevos ciudadanos. Cuando Daniel Cerri asumió como gobernador, solicitó al Consejo
Nacional de Educación la creación de escuelas en el Territorio de Los Andes. La respuesta
inmediata de ese organismo fue que no contaban con la partida presupuestaria necesaria2.
Debieron pasar tres años para que se dispusiera la creación de la primera escuela. En una carta
fechada el 19 de mayo de 1903 le anuncian al gobernador Nicolás Menéndez la creación de
una escuela en San Antonio de los Cobres.
“ … en consecuencia, ruego al señor gobernador se sirva tom ar en arrendam iento algún
local apropiado en lo posible y proponer un maestro que podría buscarse en las

1
AGN, SH III - CR, signatura 126, Buenos Aires, Septiembre 11 de 1907. La indicación realizada por el
fu ncio nario era im p recisa, p o rq ue las exigencias d e esa ley eran p ara la creació n d e lo s ―C o nsejo s M unicip ales‖,
no d e las ―C o m isio nes d e F o m ento ‖. V er ley 1 5 3 2 en: www.lapampa.gov.ar/HCD/Ley1532.htm .
2
AGN, SH III - CR, signatura 125, Nota del CNE, julio de 1900.

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Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Provincias vecinas; indicando también lo que estime del caso respecto del envío de
útiles” 1
La escuela inició sus actividades en septiembre de 1903 y su primer director fue Juan Vega 2.
A partir de entonces se abrieron un total de 16 escuelas a lo largo de los años de existencia del
Territorio de Los Andes y 2 de ellas no funcionaban hacia 1940 (ver Cuadro 3.14). Después
de la escuela de San Antonio de los Cobres le siguió la de Antofagasta de la Sierra, abierta en
1906 y al año siguiente se inauguraron las de Susques, Pastos Grandes y Coranzulí.
Cúmpleme poner en su conocimiento que el Consejo que presido, inspirado en el noble
anhelo de difundir los beneficios de la educación pública, llevando su acción civilizadora
hasta los más lejanos lugares de nuestro territorio, ha resuelto en la fecha, crear tres
nuevas escuelas en la Gobernación a su cargo, las que serán ubicadas en los siguientes
parajes: Susques, Pastos Grandes, Coranzulí3

Cuadro 3.14. Territorio de Los Andes. 1903-1935. Escuelas creadas en la jurisdicción


territoriana, indicando localidad y año de creación.
AÑO
Nº LOCALIDAD DETALLES
CREACIÓN
1 S. A. de los Cobres 1903 19 mayo 1903, creación. 7 septiembre 1903,
nombramiento primer director.
2 Antofagasta de la Sierra 1906 23 octubre 1906, se comienza a buscar el local donde
funcionaría.
3 Susques 1907 Marzo 19 de 1907, resolución del CNE creando la
escuela. Abril 25 de 1907, nombramiento de director.
4 Pastos Grandes 1907 Marzo 19 de 1907, resolución del CNE creando la
escuela. Abril 25 de 1907, nombramiento de director.
5 Coranzulí 1907 Marzo 19 de 1907, resolución del CNE creando la
escuela. Abril 25 de 1907, nombramiento de director.
6 Mina Concordia 1909 Febrero 16 de 1909, se crea la una escuela mixta y se
construye el edificio.
7 Cobres 1910 1910, enero, se creará una escuela en ―Cobres‖.
Febrero 17 de 910, director de la misma al Sr. Pedro
Toledo. No estaba dentro del Territorio de Los Andes,
sino dentro de Salta, pero estaba vinculado más
directamente a San Antonio de los Cobres que a Salta.
8 Sey Antes de 1920 -
9 Catúa 1920 abril 7 1920, resolución CNE para crear una escuela
1921, nombramiento director. (en 1940 no funciona)
10 Nacimientos (ex 1922 Agosto 4 de 1922, aprobar de la creación
Mojones)
11 Rosario de Susques 1922 Agosto 4 de 1922, aprobar de la creación (para 1932 ya
no funciona).
12 Cerrillos 1933 Creada por el CNE
13 Huancar 1933 Creada por el CNE
14 Piscuno 1933 Creada por el CNE
15 Las Pircas 1933 Creada por el CNE
16 Urcuro o Hurcurú 1933 Creada por el CNE
Fuente: AGN, SH III – CR y Libros Copiadores, años varios. Especialmente AGN – SH III, CR,
signatura 157, 1935 ―Asistencia escolar a las escuelas instaladas en este Territorio‖. Confrontado con
López Aranda 1937. CNE Año 1932; CNE 1940.

1
AGN, SH III - CR, signatura 125, Nota del CNE, 19 de mayo de 1903.
2
AGN, SH III - CR, signatura 125, Nota del CNE, 7 de septiembre de 1903.
3
AGN, SH III - CR, signatura 126, Nota del CNE, 19 de marzo de 1907.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

De esta forma, para 1907, Susques, Pastos Grandes y Coranzulí, además de Antofagasta de la
Sierra y San Antonio de los Cobres, los principales núcleos poblados del territorio, ya
contaban con un establecimiento escolar. En todos ellos, también existía Juez de Paz y
Comisaría, con excepción de Coranzulí que no tenía Juez de Paz, ya que dependía de Susques,
pero sí policía, en este caso con una sub-comisaría.
Los primeros directores nombrados para las Escuelas de Susques, Pastos Grandes y Coranzulí
fueron, respectivamente, Pedro Benítez, Gustavo Marroco y Julio Castillos.
Estas escuelas cumplían la doble función de alfabetizar y de concentrar a la población. Como
se analizará en el capítulo quinto, uno de los rasgos de la población del Territorio de Los
Andes que más irritaba a muchos viajeros era la gran movilidad de la población que dejaban a
las aglomeraciones virtualmente deshabitadas. La creación de las escuelas exigía, dada la
obligatoriedad de la educación básica, asunto controlado por la jefatura de policía, el traslado
de los niños a grandes distancias desde sus lugares habituales de residencia. Por esa razón
surgieron diferentes iniciativas para la creación de nuevas escuelas, fuera de aquellos cinco
parajes.
La primera, en 1907, fue de Catúa, paraje ubicado en las proximidades del paso de
Huaytiquina. Los residentes de esa aglomeración, por intermedio del comisario de Mina
Concordia, le enviaron al Gobernador una carta solicitando la creación de una escuela,
teniendo como principal argumentación la gran distancia que los niños debían recorrer para
asistir a clase:
...los vecinos de este Distrito nos empeñamos con UD. encarecidamente para que nos haga
el gran bien de gestionarnos una escuela ante la autoridad competente para este pueblo de
este Distrito; tenemos conocimiento de que en el pueblo de Pastos Grandes se ha creado
una escuela no teniendo nosotros como poder mandar nuestros niños, por tratarse de que
queda a unas distancias de dos días de cam ino… 1.
Lo mismo hicieron los vecinos de la localidad de Cobres:
...en la tarde de ayer más de quince padres de familias, moradores de este distrito,
presentes ante mi, protestaron de no educar sus hijos en San Antonio de los Cobres, por
motivo de que es muy larguísima distancia, de estas viviendas de que dicen, hacen muy
penoso el viaje de tres o cuatro días para conducir sus niño, igual condición para llevarse
los víveres.
También manifiestan que hace más de cuatro años que tienen pedido y cedido el
consentimiento verbalmente por las autoridades... de la capital, para construir un edificio
escolar en la parte más inmediata del Distrito y hacen presente que ya hace con espacio de
siete a los ocho meses que han construido un edificio para escuelas, en el paraje
denominado de los Cobres.
En la cuestión de este asunto hacen nuevamente acuerdo de hacer una solicitud escrita y
firmada de todos ellos, por medio del sr. Jefe de Policía y de su E. El Sr. Gobernador del
territorio y para que así mismo sean elevadas al conocimiento y solución del Presidente
del Consejo Nacional de Educación...2
Generalmente estos pedidos recibían como primera respuesta negativa por parte de las
autoridades del Consejo Nacional de Educación y, al cabo de un tiempo, se le daba a lugar. La
confirmación de la creación de la escuela de Cobres fue en 1909, cuyo primer director fue

1
AGN, SH III - CR, signatura 126, Carta enviada por el Comisario de Policía de Susques, 2 de octubre de 1907.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, Carta escrita por Pancracio Puca, Juez de Paz de Cobres al Jefe de Policía, en
San Antonio de los Cobres, 7 de junio de 1909.

— 278 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)
1
Pedro Toledo, y la inauguración en 1910 . El edificio de la escuela de Cobres consistía en una
habitación y fue donado por un vecino del paraje. El Consejo Nacional de Educación
recomendaba construir una pieza contigua y una cocina para el maestro2.
En 1909 también se había creado una escuela en la Mina Concordia, donde residía una
población permanente que trabajaba en la explotación3. La escuela de Catúa recién se creó en
1920.
… tengo el agrado de dirigirm e al señor gobernador com unicándole... que el H . C onsejo,
en sesión de la fecha, ha resuelto crear una escuela en el paraje denominado Catúa...
donde existe una población escolar de 60 niños y ese Gobierno ha dispuesto la
construcción, por su cuenta, de un edificio con destino a la misma4.
En 1922 se crearon las de Renacimiento y Rosario de Susques5. La nómina completa de
escuelas se encuentra en el Cuadro 3.14.
Por diferentes razones, las escuelas dejaban de funcionar por algún período. Una de las
principales causas era la falta de nombramiento de los maestros. Otras veces, el desarrollo de
epidemias o la falta de materiales. En 1924, en una carta enviada a la gobernación, se
presentaba la nómina de escuelas con el total de alumnos inscriptos y alumnos que asistían,
que se reproduce en el Cuadro 3.15. Ese año las escuelas de Sey y de Antofagasta de la Sierra
no habían funcionado. Esto era muy frecuente.

Cuadro 3.15. Territorio de Los Andes. 1924. Nómina de escuelas existentes y en funcionamiento,
alumnos inscriptos y alumnos que asistieron.

NÓMINA DE ESCUELAS, NÓMINA DE LAS ESCUELAS INSCRIPCIÓN ASISTENCIA


SEGÚN LA LEY DEL QUE FUNCIONAN EN LA
PRESUPUESTO FECHA V M TOTAL V M TOTAL
San Antonio de los Cobres San Antonio de los Cobres 37 26 63 32 18 50
Antofagasta de la Sierra --- - - 81 - - ¿?
Susques Susques 32 23 55 30 21 51
Pastos Grandes Pastos Grandes 12 10 32 22 10 32
Coranzulí Coranzulí 27 22 49 21 17 38
Sey --- - - 24 - - ¿?
Cobres Cobres 32 28 60 25 2? 4?
Catúa Catúa 17 13 30 16 1? 2?
Nacimientos (ex Mojones) Nacimientos (ex Mojones) 14 8 22 14 ¿? 1?
Mina Concordia Mina Concordia 16 8 24 12 ¿? 1?
Fuente: AGN, SH III - CR, signatura 136, 1924.
Nota: los signos ¿? Señalan información ilegible en la fuente.

1
AGN, SH III - CR, signatura 127, Nota del CNE, 17 de febrero de 1910.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, Nota del CNE, 4 de octubre de 1909.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, Nota del CNE, 16 de febrero de 1909.
4
AGN, SH III - CR, signatura 132, Nota del CNE, 7 de abril de 1920.
5
AGN, SH III - CR, signatura 134, Nota del CNE, 4 de agosto de 1922.

— 279 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Los edificios en su totalidad fueron construidos con la colaboración de los pobladores


próximos a las localidades donde estos se emplazaron. De esto dan cuenta diferentes fuentes,
como la siguiente nota:
“ he hecho una junta de los vecinos del Departamento a mi mando y les he sugerido la idea
de construir una casa escuela la que se dará principio en el mes de Octubre quedando
terminada el 1 de Noviembre. La casa parroquial se va refaccionar y blanquear, la torre
de la Iglesia se la va a alzar en tres metros, igualmente les he sugerido la idea a los
vecinos la conveniencia que habría de blanquear sus casas lo cual están dispuestos a
hacerlo” 1.
La construcción de un nuevo salón para la escuela de San Antonio de los Cobres, fue
presupuestado en $ 600 m/n. Los fondos tardaron en llegar y el salón, finalmente, fue
construido por los padres, que en general aportaban la mano de obra, y muchas veces también
los materiales. En consecuencia, la partida presupuestaria quedó sin efecto y el dinero
finalmente nunca llegó2. Pastor López Aranda, Inspector de Escuelas que recorrió el
Territorio de Los Andes en la década de 1920, daba cuenta de esta situación en estos
términos:
“ los vecindarios del Territorio de Los Andes son los que –a pesar de su ingénita pobreza-
más han ayudado al gobierno nacional en el establecimiento de sus oficinas e instituciones
públicas; todos los edificios en que funcionan las escuelas, que son quince, han sido
construido por ellos y donados al Consejo Nacional de Educación; otro tanto ha ocurrido
con las capillas, comisarías, juzgados y demás reparticiones, sin haber recibido
remuneración de ninguna especie. Además han construido los caminos que unen las
poblaciones de “ Cobres” , “ Susques” , “ Coranzulí” , “ Pompeya” , “ Chorrillos” y “ La
Concordia” , con la capital del Territorio “ San Antonio de los Cobres” , demostrando una
rara habilidad y buen sentido, quizá ancestrales, al par que el alto espíritu de cooperación
nacional de que están poseídos; con ello dan un bello ejemplo a los demás territorios y a
las provincias que nada hacen sin el apoyo del Estado, no obstante poseer inmensas
riquezas en su seno” 3
Las escuelas cumplían una doble función. Por un lado la de alfabetizar y socializar a los
habitantes de este territorio en la cultura nacional. Por otro lado, la escuela constituía una
institución fundamental para concentrar a la población, en zonas de asentamiento disperso.
Esto se debía a las características de la economía local, centrada en el pastoreo itinerante, con
un alto grado de movilidad espacial. Juan Carlos Dávalos, al visitar Cobres hacia 1930, la
describe como
“ una villa liliputiense, cuya única razón de ser son los cincuenta o sesenta indiecitos que
cada lunes acuden desde distancias enormes, con su avío semanal, para instalarse en estos
ranchos y asistir con puntualidad a la escuela” 4.
Por entonces, Luciano Catalano, de la oficina de Minas de la Nación, se refería a la misma
cuestión señalando la contradicción entre la obligatoriedad de la educación inicial y la
movilidad de la población. Esto exigía que, durante el ciclo lectivo, los niños en edad escolar
debieran permanecer en la aglomeración donde se encontraba la escuela, en ausencia de su
grupo familiar y con condiciones materiales elementales:

1
AGN, SH III - CR, signatura 126, Carta enviada por el Comisario de Policía de Susques al Secretario de la
gobernación, 28 de abril de 1907.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, Nota del CNE, 26 de marzo de 1909 y notas a pie hechas por Tomas Frías.
3
López Aranda 1937:40.
4
Dávalos 1930:359.

— 280 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

“ Niños de siete a catorce años, de ambos sexos, todos amontonados en repugnantes


viviendas, sin el cuidado de sus padres, que a esa condición de vida los lleva el
cumplimiento de una ley noble (la de la enseñanza obligatoria), ley que se aplica sin
espíritu en Los Andes, donde todo un problema educacional se plantea” 1.
Hay “ siete escuelas a las que concurren más de trescientos niños, concurrencia, sino
elevada, satisfactoria por cuanto hay que tener presente que la población se encuentra
muy diseminada y es nómada, de donde resulta que los niños para concurrir al lugar
donde está tienen que recorre un trayecto de 25 kilómetros a pie, por lugares donde no se
conocen caminos. Se obtendría mayor concurrencia si se ampliaran los edificios en que
funcionan las escuelas.
Lo mismo señalaba otro viajero, Alberto Castellanos:
“ los niños de ambos sexos para ir a las escuelas, desde sus ranchitos que no siempre están
próximos a ellas, se albergan a veces como trogloditas en las barrancas donde tienen
escondidos sus utensilios para hacerse la comida y sus mantas para abrigarse de la
crudeza invernal de las noches. Los padres los visitan de tanto en tanto para traerles los
víveres, y realmente, no sé si son capaces de darles un poco del alimento indispensable del
alma, el cariño” 2
En el plano de la escolarización aparece una vez más la contradicción entre imposición de
nuevas prácticas a una población abruptamente incorporada, y abandono, al no contemplar las
particularidades culturales de esa misma población. El sistema escolar ―sedentario‖ se
contradecía con una economía ―itinerante‖, practicada por familias que tenían un patrón de
localización disperso en la extensa geografía andina.

El Estado argentino en el Territorio de Los Andes


Podría suponerse que la Gobernación constituyó la institución estatal más importante en la
organización institucional del Territorio de Los Andes. Hasta 1900 esta región había formado
parte del territorio chileno y, como tal, había sido incorporada a la malla de divisiones e
instituciones político-administrativas de ese país. Entre 1900 y 1904 lo propio harán los
primeros gobernadores, creando las divisiones departamentales y estableciendo la capital. En
las aglomeraciones, además, se establecieron un conjunto de instituciones que respondían a la
gobernación territoriana, como la policía, el registro civil y los juzgados de paz, o más
directamente a la política del gobierno nacional, como la escuela.
Una particularidad del caso es que, si bien la Gobernación de Los Andes como tal existió
durante cuatro décadas y tuvo su sede en San Antonio de los Cobres, la persona del
Gobernador junto a su Secretario, la mayor parte del tiempo residió fuera de la capital
territoriana. De esta forma, el gobernador constituyó un actor casi ausente en la vida cotidiana
de los habitantes del Territorio de Los Andes, especialmente entre quienes vivían en San
Antonio de los Cobres, en la medida que residía regularmente en la ciudad de Salta. Más
importante en la vida cotidiana y en el proceso de socialización de los habitantes del
Territorio de Los Andes, fueron la Policía y la Escuela, siempre ocupado por personas
externas a la región.
La mayoría de los asuntos eran remitidos a la Jefatura de Policía. Según la gravedad del
asunto, el Jefe de Policía consultaba al Gobernador. En otros casos, cuando el problema era de
convivencia, lo resolvía él mismo. Muchas cartas realizadas por habitantes de los parajes

1
Catalano 1930:9. Ver detalles sobre este y los dos viajeros anteriores en Anexo II.
2
Castellanos 1928:65.

— 281 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

menores iban enviadas al ―Sr. Jefe de Policía‖. A la vez, las comisarías y sub-comisarías se
ocupaban de las tareas asignadas al Juez de Paz ya que esta institución funcionó en forma
muy irregular. Eso se debía a la incompatibilidad de esa responsabilidad, que suponía la
residencia permanente en la aglomeración, y las actividades económicas que realizaba la
población, que requerían la movilidad.
De esta forma, al cabo de las primeras décadas de la presencia del Estado argentino, las
principales aglomeraciones se fueron dotando de una serie de edificaciones para el
funcionamiento de las autoridades territorianas. En 1926, de un inventario general se puede
saber cuales eran los inmuebles con los que contaba la Gobernación, distribuidos en ocho
aglomeraciones (ver Cuadro 3.16).

Cuadro 3.16. Gobernación de Los Andes. 1926. Inventario de bienes inmuebles. Localización de los
edificios, tamaño y funciones que prestaba.
EDIFICIO LOCALIZACIÓN TAMAÑO FUNCIÓN
Casa S. A. de los Cobres 15 m. frente / 30 m. fondo Gobernación y Jefatura de Policía.
―― ―― 6 m. frente / 15 fondo Juzgado de Paz de la Capital
―― ―― 16 m. frente / 10 m. fondo Comisaría de la Capital
―― ―― 12 m. frente / 15 m. fondo Capellanía de la Gobernación
―― ―― 16 m. frente / 40 m. fondo Ocupada por empleados de la
Gobernación
―― ―― 6 m. frente / 8 m. fondo Taller de carpintería de la
Gobernación.
―― Pastos Grandes 20 m. frente / 30 m. fondo Comisaría Departamental
―― Antofagasta de la Sierra 15 m. frente / 30 m. fondo Comisaría Departamental y
Juzgado de Paz.
―― Coranzulí 6 m. frente / 7,50 m. fondo Sub-Comisaría del distrito.
―― Chorrillos 16 m. frente / 30 m. fondo Sub-Comisaría del distrito.
―― Cobres 12 m. frente / 12 m. fondo Sub-Comisaría del distrito.
―― Susques 14 m. frente / 20 m. fondo Comisaría del Departamento.
―― Catúa 12 m. frente / 30 m. fondo Sub-Comisaría del distrito.
Fuente: Elaborado la siguiente con información: AGN, SH III – CR, signatura 137, ―Gobernación de Los
Andes, Inventario general, Existencias al 31 de Diciembre de 1926‖.

La Gobernación contaba con trece edificios, de los cuales seis se encontraban en la capital.
Los siete restantes se encontraban en las tres cabeceras departamentales, Antofagasta de la
Sierra, Pastos Grandes y Susques, y en otros cuatro pueblos importantes de la Gobernación:
Chorrillos, Cobres, Catúa y Coranzulí. A esto habría que sumar las 15 escuelas distribuidas
por todo el territorio. Esta trama edilicia que representaba la presencia estatal y de los
mecanismos de regulación de la sociedad civil, tenía como contrapeso una total ausencia en
otras cuestiones. La obligatoriedad de la educación para una población móvil, sin ninguna
clase de sustentación de la población infante, marca esta tensión. Otra cuestión era la total
ausencia de un sistema sanitario, alimenticio o de incorporación de nuevas tecnologías.
En 1939 un funcionario del Departamento Nacional de Higiene, dependencia del Ministerio
del Interior, viajó al Territorio de Los Andes. En su informe señalaba que esta era la única
jurisdicción sin ninguna dependencia de ese departamento. Asimismo, que allí se registraban
la tasa más elevada del país de mortalidad infantil, entre 0 y 1 año. Este funcionario llegaba,
entre otras, a las siguientes conclusiones:
4º El estado fisiológico de los habitantes es pobrísimo ocasionado por el pauperismo y la
mala alimentación.

— 282 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

5º El mal estado físico de los niños es aun más marcado que los adultos debido a que los
problemas de la crianza y de la alimentación donde no existen vegetales ni animales se
convierten en conflictos de extrema gravedad siendo allí donde los centros de maternidad
e infancia son de imperiosa e imprescindible necesidad.
6º En todo el Territorio no hay más que un médico de los ferrocarriles del Estado para el
servicio casi exclusivo del personal de la construcción1.
Esta tensión entre presencia/ausencia, imposición/liberación, inclusión/exclusión estatal se
manifestaba en otros planos, que serán analizados en los próximos capítulos.

1
AGN, SH III - C R , sig natura 1 7 5 , Info rm e firm ad o p o r H ug o J. D ‘A m ato , D ep artam ento N acio nal d e H igiene ,
Ministerio del Interior, 7 de Diciembre de 1939.

— 283 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 284 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Crónica de un acto de gobierno demorado:


la transformación del Territorio de Los
Andes
Como las demás gobernaciones, Los Andes se creó como un dispositivo jurídico de
transición, hasta tanto reuniera las condiciones necesarias para llegar a la condición de
provincia. Una vez creado, el Territorio de Los Andes fue tema de discusiones parlamentarias,
no para definir su provincialización, sino su disolución.
Desde el año mismo de su creación se sabía, antes que cualquier otro asunto, que era un
territorio despoblado (de hecho se lo solía denominar como el ―Despoblado‖), aunque no se
descartaba que tuviera el mismo proceso de poblamiento que otros territorios nacionales,
como por ejemplo Formosa. Pero el crecimiento poblacional y el estímulo al desarrollo
productivo pronto mostraron ser poco significativos en comparación con la mayoría de los
Territorios Nacionales.
Ya desde la elaboración del proyecto de ley de creación del Territorio de Los Andes, se
estableció la posibilidad de involucrar a los Estados provinciales de Jujuy, Salta y Catamarca
para la eventual redefinición de límites interprovinciales en la región. Esto suponía la
posibilidad de una no muy lejana distribución del territorio de la Gobernación entre esas tres
provincias. La primera iniciativa data de 1906. A partir de entonces se trató en al menos
cuatro ocasiones en el ámbito parlamentario y dos en el Poder Ejecutivo Nacional.
Finalmente, en 1943 se decretó su división. Esta información, que se presenta
esquemáticamente en el Cuadro 3.17 será analizada a continuación.

Cuadro 3.17. Territorio de Los Andes. 1900-1946. Discursos y proyectos de ley antecedentes a
su división, Decreto de 1943, proyecto posterior de convalidación de este decreto.

AÑO DOCUMENTO

1899 Discurso en el Congreso, consideración de una división departamental que facilite una
posible disolución territorial
1906 Decreto creando una Comisión que proyecte la división del Territorio de Los Andes.
1910 Proyecto de un diputado nacional para dividir el Territorio de Los Andes
1912 Insistencia del mismo diputado nacional, con su proyecto para dividir el Territorio de Los
Andes
1929 Proyecto del diputado Alvarado, para disolver el Territorio de Los Andes.
1932 Proyecto de un diputado para dividir el Territorio de Los Andes
1934 Anteproyecto de la Oficina de Territorios
1938 Consultas a profesionales salteños y catamarqueños sobre la posible división del Territorio
de Los Andes.
1943 Decreto de división, del año 1943.
1946 Proyecto de Ley para convalidar el decreto de 1943
Fuente: elaboración propia, considerando: Mabragaña 1910; Diario de Sesiones Congreso Nacional,
años varios; Reyna 1910; Boletín Oficial 1906 y 1943.

— 285 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En el discurso de 1899, en el que el presidente Roca instaba al Congreso a definir la suerte de


la Puna de Atacama, estaba implícita la posibilidad de su distribución entre las provincias
linderas. En 1900, finalmente se creó un Territorio Nacional a semejanza de los que ya
existía, pero sin dejar de contemplar la posible distribución tripartita entre Jujuy, Salta y
Catamarca. Ya en 1900, el entonces Secretario de la Gobernación, Arturo Dávalos, había
puesto en duda la viabilidad del Territorio de Los Andes. En una carta enviada a Buenos Aires
el 10 de mayo de ese año, con motivo de los conflictos por los derechos a la tierra en
Antofagasta de la Sierra, aseveraba:
“ La cuestión de si puede o no ser Antofagasta de la Sierra capital de la nueva
Gobernación de Los Andes, se halla, en opinión mía, subordinada a esta otra que reputo
previa y principal: ¿El Territorio de Los Andes, reúne las condiciones indispensables para
subsistir como Territorio federal o debe cederse a cada una de las Provincias limítrofes?
Pienso que para pronunciarse en cualquier sentido, se hace necesaria la conclusión de los
estudios y exploraciones apenas principiadas, por la Comisión científica que con tanto
acierto ha encomendado VE. al Dr. Oscar Doering” 1
Parecería que los resultados del primer Censo de Territorios Nacionales que incluyó a Los
Andes, el de 1905, indujeron al Presidente de la Nación a precipitar su división. El Territorio
Nacional de Los Andes, al igual que el de Tierra del Fuego, era ―inviable‖. El 2 de enero de
1906 Manuel Quintana firmó un decreto por el cual se creaba una comisión con la doble
función de adjudicar el Territorio Nacional de Los Andes a las provincias limítrofes y el
Territorio Nacional de Tierra del Fuego al de Santa Cruz. Para el caso que aquí interesa, se
consideraba:
2º Que la ubicación del expresado Territorio y la naturaleza de su suelo hacen ineficaces
los esfuerzos tendientes á fomentar su población;
3º Que la explotación de las riquezas naturales existentes no ofrecen un incentivo bastante
para determinar la conservación de la jurisdicción y dominio, por parte de la Nación, por
cuanto el gobierno y administración del territorio demanda fuertes erogaciones al tesoro
público y sus productos naturales se destinan al aprovechamiento común;
4º Que, en cambio, las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca que han tenido antes de la
ley citada, jurisdicción en parte del territorio nombrado, han podido atender fácilmente las
necesidades de sus escasos pobladores y tienen la perspectiva de ventajas económicas en
las explotaciones mineras que se llegan por la industria privada;
5º Que la cesión hecha por el gobierno de la provincia de Salta y por don Fermín
G rande… no ha dad o el resultado que se tuvo en vista al aceptarla por las leyes números
4060 y 40692;
Un suelo de naturaleza inadecuada, riquezas que no ofrecían interés y una innecesaria
erogación del tesoro nacional parecían razones suficientes para determinar el fin del Territorio
de Los Andes. Para ello se nombró al director de la Oficina de Tierras y Colonias, ingeniero
Octavio Pico, y a Juan Ambrosetti, quien había viajado a la región en 1902, para proyectar la
división del Territorio de Los Andes y la adjudicación de las partes a las provincias limítrofes.
Para ello esta comisión estudiaría los antecedentes que determinaron su creación, las
memorias, planos y proyectos de ley existentes. Es decir, no se realizaría una misión especial
a las zonas en cuestión. El proyecto debía presentarse durante ese mismo año, para que el
Congreso lo considerara en el período de sesiones siguiente3. La copia de este decreto fue

1
Arturo Dávalos, carta enviada al Ministerio del Interior, en: MI, Memoria de 1900:453-454.
2
Boletín Oficial Año XIV, Nº 3668, Buenos Aires, miércoles 17 de enero de 1906.
3
El Decreto y otros documentos referidos al Territorio de Los Andes se encuentran en Reyna 1910:62-119 y
125-160.

— 286 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

recibida por el gobernador Ricardo Isasmendi el 17 enero 1906 1. Este proyecto de división no
se materializó.
El 3 de agosto de 1910 se creó en la cámara de diputados una Comisión de Territorios
Nacionales, integrada por los diputados Vega, López Mañán, González Bonorino, Anchorena
(J. S.) y Escobar2. Pero no fue esa comisión sino el diputado Carlos de Estrada, por Capital
Federal, quien el 28 de septiembre de 1910 planteó un nuevo proyecto de división del
Territorio de Los Andes. Concretamente proponía:
Art. 1°.- Derógase la Ley Número 3906 por la que se creo el Territorio de Los Andes.
Art. 2º.- El Poder ejecutivo nombrará una comisión para que proceda a dividir ese
territorio entre las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy3.
Sus argumentaciones estaban en sintonía con las consideraciones del Decreto de 1906.
Menciona la comisión creada en 1906, aunque no hace referencias a ningún informe, y
argumenta de esta manera:
“ Fijada como está de una manera definitiva nuestra jurisdicción sobre esa parte del suelo
argentino... las razones de índole internacional han desaparecido ante el abrazo de dos
pueblos que nacidos para vivir en perpetua concordia, se distanciaron altivamente en
defensa de su herencia colonial, para de nuevo entregarse a francas efusiones
fraternales...”
“ Hanse, también, desvanecido los cálculos fundados en soñadas riquezas, y hoy queda
sólo la realidad, la cual demuestra que la naturaleza de su suelo lo hace casi inhabitable,
a punto tal que el gobernador se ve obligado a vivir en la ciudad de Salta” 4
Este proyecto pasó a la Comisión de Legislación y de ahí no volvió. El 26 de julio de 1912 el
mismo diputado pretendió dar nuevo impulso a su proyecto, volviendo a proponer que se
sancione una ley disolviendo el Territorio de Los Andes. En su breve comunicación
sentenciaba:
“ Lo que desearía, señor presidente, es que la comisión a la cual pase este proyecto, le dé
la preferente atención que m erece. E n… 1910 se creó la com isión de territorios
nacionales, y hasta la fecha, entiendo, no ha tenido asunto de importancia” 5
Como lo solicitara el diputado de Estrada, el proyecto esta vez pasó a la Comisión de
Territorios Nacionales. Y, como en 1910, de allí tampoco volvió.
En 1929, el diputado salteño Manuel Alvarado ingresó un nuevo proyecto para derogar las
leyes 3.906 (creación Territorio de Los Andes), 4.059 (cesión de Salta del partido de San
Antonio de los Cobres a la Nación) y 4.060 (cesión de Fermín Grande a la Nación de solares
para el pueblo San Antonio de los Cobres). Como en proyectos anteriores, recomendaba
dividir al Territorio de Los Andes en tres partes, que se anexarían a las tres provincias
limítrofes. Menciona como antecedes de su proyecto al discurso pronunciado por el presidente
Julio Roca en 1899 y el decreto de 1906. En particular, sostenía:
“ Treinta años de administración dispendiosa de este territorio, sin beneficio ni progreso
alguno valorable para el mismo, sólo aconsejan su inmediata supresión. Así lo imponen
elementales principios de orden, economía y moral administrativa” 6.

1
AGN, SH III - CR, signatura 126, carta del 17 de enero de 1906.
2
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 3 de agosto de 1910.
3
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 28 de septiembre de 1910.
4
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 28 de septiembre de 1910.
5
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 26 de julio de 1910.
6
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 4 de septiembre de 1929.

— 287 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Este proyecto también se envió a la comisión de Negocios Constitucionales y de Territorios


Nacionales, que finalmente no se expidió sobre el asunto.
El Territorio de Los Andes volvió a aparecer en el recinto del Congreso en 1932. El 4 de julio
de ese año el diputado Becerra (h) sugirió que se concentren en el Territorio de Los Andes a
los enfermos de Lepra, que afectaba a gran cantidad de personas en el Territorio Nacional del
Chaco:
“ en zonas como la Gobernación de Los Andes, donde el clima se opone a la difusión de la
enfermedad, y es altamente benéfico para estos enfermos” .
Los Andes no solo esta libre de la lepra, sino también del paludismo1. El diputado Spinetto se
opuso a esta medida. Pocos días después, el 13 de julio de 1932, ingresó a la cámara de
diputados un nuevo proyecto para desactivar Los Andes:
Art. 1º.- Autorízase al Poder Ejecutivo para practicar la división del territorio nacional de
Los Andes, debiendo tomar como base las tres fracciones siguientes: San Antonio de los
Cobres y Pastos Grandes; Antofagasta de la Sierra y Susques; las que pasarán a las
provincias de Salta, Catamarca y Jujuy.
En este caso, quien presentó el proyecto, curiosamente, era Ricardo Messone, el ex-Secretario
y ex-gobernador interino del Territorio de Los Andes, y entonces diputado nacional por la
provincia de Salta.
Como antecedentes de su iniciativa mencionaba al proyecto del diputado Alvarado y el
decreto de 1906. Apelando a un discurso totalmente determinista, este diputado consideraba:
“ El territorio nacional de Los Andes por su constitución geológica y en general la
naturaleza de su suelo, hace casi imposible el aumento de población…
“ A nte la seguridad… de que L os A ndes no está en condiciones de llegar a ser una
provincia, su costosa administración, su inutilidad, por constituir como he dicho, un
desierto, hacen de todo punto de vista necesaria la solución que dejo expuesta en el
proyecto” 2
Al igual que en los demás proyectos, las provincias a las que se adjudicarían las porciones del
dividido Territorio de Los Andes serían Catamarca, Salta y Jujuy. El proyecto pasó a las
comisiones de Negocios Constitucionales y de Territorios Nacionales. El mismo día se
presentó una carta, en la Cámara de Diputados por parte de un ―Comité Pro-protesta proyecto
división del territorio nacional de Los Andes‖, por la presunta anexión del territorio a las
provincias mencionadas, que también pasó a las respectivas comisiones junto al proyecto de
Messone. El comité se había formado en 1932, como surge de la siguiente nota:
San Antonio de los Cobres, agosto 12 de 1932
Señor gobernador del Territorio de Los Andes...
Me es satisfactorio llevar a conocimiento de V.E. de que, auspiciado por el Comercio y
varios vecinos, se ha formado en esta capital el Comité “ Protesta proyecto División
Territorio Nacional de Los Andes” ; del cual es Presidente el Señor Gonzalo Junquera y
Secretario el Señor Juan Carlos Huergo.
El nuevo organismo o entidad, cuya creación es de reciente data, tiene como única
finalidad, producir en este territorio un movimiento de opinión al proyecto de Ley,
presentado al H. Congreso de la Nación por un señor Diputado por Salta, anexando este
Territorio, a las Provincias de Salta, Catamarca y Jujuy y; entre otras cosas, sus
dirigentes tienen resuelto ya realizar el Domingo próximo fecha 14, un meetin en esta

1
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, sesión del 4 de julio de 1932.
2
Congreso de la Nación, Cámara de Diputados, período ordinario, sesión del 13 de julio de 1932.

— 288 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Capital para la cual, tengo conocimiento se adhirieron pobladores de este Departamento,


Cobres, Susques y Pastos Grandes.
Sería, V.E. deseo del suscripto conocer si se ha de permitir la realización de dicho acto, el
que, en mi concepto particular es plausible y en tal sentido, estimaría, sus órdenes por
telégrafo, con fecha 13.
Daniel Ossola, Comisario de Policía, cargo jefatura1.
Esto señala, por un lado, la permanente ausencia del Gobernador, en este caso Silverio
Chavarría. El Jefe de Policía le tiene que enviar una carta a Salta comunicándole sobre la
creación de esta organización, en San Antonio de los Cobres, y esperar la respuesta. Por otro,
cierto grado de movilización de la población local para mantener el status quo. De todas
formas, el proyecto de Messone, al igual que los demás proyectos, no se transformó en ley.
El 2 de mayo de 1934 Leopoldo Melo, Ministro del Interior en la administración de Agustín
Justo, elaboró un anteproyecto de Ley Orgánica de los Territorios Nacionales, para
reemplazar la de 1884. Entre las diferentes disposiciones establecía la supresión de Los
Andes, que sería dividido entre las tres provincias de siempre. También disponía la anexión
de Tierra del Fuego a Santa Cruz.
Art. 3º.- El Poder Ejecutivo procederá a hacer dividir el actual Territorio de la
Gobernación de Los Andes en tres fracciones compuestas, la primera por los
departamentos de San Antonio de los Cobres y Pastos Grandes, la segunda por el de
Antofagasta de la Sierra y la tercera por el de Susques, las que pasarán, respectivamente,
al dominio de las provincias de Salta, Catamarca y Jujuy2.
Este anteproyecto, por cuestiones que exceden al caso del Territorio de Los Andes, fue muy
cuestionado y tuvo una fuerte oposición, por lo que finalmente no se transformó en ley3.
En una conferencia, el ingeniero agrónomo catamarqueño Sánchez Oviedo hacía referencia a
una consulta realizada en 1935 por el Gobierno nacional. En esa oportunidad se habría
preguntado a los gobiernos de Jujuy, Salta y Catamarca, sobre la conveniencia de dividir la
Gobernación de Los Andes y distribuirla entre esas mismas provincias. Este autor decía:
“ El nuestro contestó afirmativamente, ignoro la respuesta de Jujuy, pero conozco la de
Salta que se opone terminantemente a que ningún pedazo de la Gobernación de Los Andes,
pase a Jujuy ni a Catamarca, por haber sido aquella de su antigua jurisdicción. En
resumen reclama que la referida Gobernación pase íntegra a formar parte de la provincia
de Salta” 4.
Es difícil determinar por qué razón ninguna de estos proyectos prosperó. Esta cuestión
requiere una nueva aproximación donde se analicen los intereses en juego en cada caso, de los
diputados que presentaban los proyectos, los intereses catamarqueños y, particularmente,
salteños, que tenían mayor grado de intervención en la vida política territoriana. Si es que aún
existían razones suficientes para esperar el tan mentado progreso del Territorio de Los Andes,
si es que la elite salteña mantenía sus intereses en la región o por simple inercia de la
burocracia, lo cierto es que ninguno de estos proyectos se transformó en ley.

1
AGN, SH III - CR, signatura 149, año 1932.
2
Oficina de Territorios Nacionales del Ministerio del Interior 1934.
3
Lenzi 1939:50-51.
4
Sánchez Oviedo 1942:17.

— 289 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El fin anunciado, cuarenta y tres años después


Después de cuatro décadas de existencia y algunos proyectos que proponían su división, o su
transformación en un leprosario, el gobierno de Pedro Ramírez, que derrocó al de Ramón
Castillo, estableció por decreto la disolución institucional y fragmentación territorial de la
Gobernación de Los Andes. El decreto llevó el número 9.375 y data del 21 de septiembre de
1943. Entre las consideraciones que justificaban esta medida se encontraba:
...la estructura actual del territorio dificulta su fomento, careciendo asimismo de los
elementos de vida propia que justifique su existencia como entidad, significando su
organismo administrativo una erogación en el presupuesto sin ninguna ventaja para sus
pobladores.
Se adoptó como criterio para su división la partición en departamentos realizada en 1900 y
1902, y ratificada en 1904. Este criterio estaba presente en todos los proyectos antes
enumerados. El mencionado decreto estipulaba:
Art. 1º.- El territorio nacional de Los Andes se dividirá en tres fracciones, que
comprenderán: 1º) Departamento de Susques o del Norte, que pasará a jurisdicción de la
provincia de Jujuy; 2º) Departamentos de Pastos Grandes o del Centro y San Antonio de
los Cobres, los que integrarán el territorio de la Provincia de Salta, y 3º) Departamento de
Antofagasta de la Sierra, que pasará a formar parte de la Provincia de Catamarca.
Además, por el segundo artículo, se establecía que una superficie ubicada al norte del ahora
extinto Territorio de Los Andes, sobre el paralelo 23º, pasaría a formar parte de la provincia
de Jujuy. Estos terrenos pertenecían a Bolivia y, por el llamado ―protocolo Carrillo‖, pasaron
a integrar el territorio argentino. Sobre este punto se ofrecerá más detalles en el capítulo final.
Mientras que en el contexto de creación del Territorio de Los Andes el mapa político de la
Argentina se estabilizó, en el de su fragmentación se empezaba a producir un reordenamiento
del aparato estatal y reorganización territorial, como ya se reseñó en la primera parte de este
capítulo. Como elemento simbólico, se puede decir que las libretas de enrolamiento
entregadas a los ciudadanos varones que alcanzaban la edad de enrolarse, incluía un mapa de
la Argentina con la división política vigente. Este mapa, hasta 1943, incluía al Territorio de
Los Andes. La Libreta de Enrolamiento de los argentinos que llegaron a la mayoría de edad
en 1944 ya no incluyó ese Territorio Nacional. Como se sugería en un artículo publicado en
1943:
“ De este modo ha cambiado el aspecto de la parte noroeste del mapa administrativo de la
Argentina” 1
La desaparición del Territorio de Los Andes tuvo una escasa repercusión, sobre todo si se lo
compara con la que tuvo cuando se creó. En el diario ―La Nación‖ la noticia apareció el
viernes 24 de enero de 1943, donde se reproducen algunos términos del decreto y detalles de
la aplicación del protocolo Carrillo. En este caso el titular era:
“ El territorio de Los Andes ya ha sido fraccionado” 2
Por su parte, ―El Diario‖ también incluyó una breve nota con el título:
“ Anexan a Salta, Jujuy y Catamarca el Territorio de Los Andes” 3

1
Ricossa 1943:249.
2
D iario ―L a N ació n‖, 2 4 /1 /1 9 43 .
3
D iario ―E l D iario ‖, 2 4 /9 /1 94 3.

— 290 —
Capítulo 3. El Territorio de Los Andes (1900-1943)

Los sucesos políticos de 1943 eran muchos más importantes que la desactivación de un
Territorio Nacional prácticamente desconocido, ubicado en un rincón del ya desplazado
espacio andino.
En 1947 el Poder Ejecutivo Nacional envió al Senado de la Nación, un proyecto que, entre
otros asuntos, proponía se ratificara el decreto 9.375 de 1943 1. El Senado finalmente dio su a
aprobación, con lo cual daba conformidad a la decisión del gobierno de Ramírez. El proyecto
pasó a la Cámara del Diputados, de donde no volvió2. Así, los diferentes proyectos de ley o
decretos referidos al Territorio de Los Andes, proponiendo su división, quedaron en el olvido
y con ellos, la propia entidad territorial. Paradójicamente, no hay ninguna ley que haya
ratificado o rectificado el Decreto del gobierno de 1943. Se trataría de un hecho
inconstitucional, ya que ningún decreto puede derogar una ley. De todas formas, lo cierto es
que la Gobernación de Los Andes se desactivó en 1943 y las tres provincias vecinas
finalmente fueron herederas de sus terrenos. Pero esto no significa el fin de la organización
territorial forjada durante cuatro décadas. Los relictos del Territorio de Los Andes y la forma
en que estos operaron en las nuevas configuraciones territoriales provinciales es tema para
otra investigación.

1
Congreso de la Nación, Cámara de Senadores, Sesiones del 16 de enero de 1947.
2
Dagnino Pastore 1948:24.

— 291 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 292 —
Capítulo cuarto
Literatura de Viajeros al
Territorio de Los Andes
Imágenes de un ―país lunar‖.
— 294 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

La impresión que produce la Puna en el viajero es tan extraña que no se la creería real. Uno se siente alejado de la
tierra; casi parece q u e se atraviesa… u n país lu n ar.
Eric Boman, Antiquités de la région Andine de la République Argentine et du Désert
D ’A tacam a, Paris, 1908.

Presentación del capítulo


En el campo de los estudios sociales contemporáneos puede identificarse un área de
investigación centrado en lo que se suele llamar ―literatura de viajeros‖. Especialistas en
historia de las ideas y las ciencias, en historia regional, en análisis literario y estudios
culturales, arqueólogos, etnohistoriadores y especialistas en geografía histórica, entre otros,
han abordado esta literatura desde diferentes perspectivas y en forma más o menos
sistemática.
Sólo a modo de ejemplo, y por su relevancia para el caso de estudio de esta tesis, se puede
mencionar al volumen número 3 de la revista Pacarina, editada por la Universidad Nacional
de Jujuy. En esa revista se reunieron 35 artículos que originalmente habían sido presentados
en las jornadas ―Un país más allá de las nubes. A 100 años de la expedición sueca de Erland
Nordenskiöld‖, realizadas en agosto de 2001. Aquella expedición había recorrido buena parte
de la región circumpuneña, dejando una importante cantidad de material diverso, como
descripciones, colecciones sistematizadas de objetos arqueológicos, fotografías, registros del
léxico, etc., que fueron utilizados en numerosas investigaciones a lo largo del siglo XX. Los
autores de los artículos reunidos en Pacarina provienen de una variada gama de especialidades
académicas, como la literatura, la arqueología, la antropología social, la etnohistoria y la
agronomía. Las investigaciones que dan sustento a esos artículos han privilegiado los relatos
de viajero que surgieron de aquella expedición, utilizando esta literatura como objeto y como
medio de conocimiento.
Para esta investigación la literatura de viajeros constituyó un terreno de indagación clave por
diferentes razones. En primer lugar, porque es la literatura que más han recuperado aquellos
que estudiaron la ―Puna de Atacama‖ o el Territorio de Los Andes. En segundo lugar, porque
acceder a una parte de esta literatura fue relativamente fácil en la etapa inicial de la
investigación, ya que había sido reeditada por la Universidad Nacional de Jujuy, como por
ejemplos las obras de Eric Boman o Daniel Cerri. En tercer lugar, porque existía bibliografía
contemporánea que basaba sus observaciones en esa literatura1. En cuarto lugar, porque estas
obras proveyeron, directa o indirectamente, información valiosa sobre aspectos como la
organización institucional del Territorio de Los Andes y el desarrollo de actividades
productivas o el avance de obras de infraestructura, es decir, información que se encuentra
muy dispersa en algunos repositorios documentales. En otras palabras, la literatura de viajeros
constituía una buena fuente de información. En quinto lugar, finalmente, porque estas obras
ayudaron a orientar la búsqueda de otras fuentes de información, gracias a las instituciones,
sujetos y publicaciones que se mencionan en las mismas. Esas obras conformaron, de alguna
manera, una red inter-textual.
Otra razón, deriva de la consideración de esta literatura como objeto de estudio. Como en
otras tierras de reciente incorporación a la Nación, la Patagonia y el Chaco por caso, las obras
de viajeros permiten estudiar las formas en que la Puna argentina fue pensada por los

1
Como por ejemplo Conti 2003; García y Rolandi 2003; Delgado y Göbel 2003, entre otros. También, Barbarán
2004.

— 295 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

observadores de la época. Los viajeros fueron observadores privilegiados que llevaban a las
metrópolis novedades de tierras desconocidas o mal conocidas. En la Argentina de 1900, la
Puna, y el sector atacameño en particular, era una tierra ignota.
La geografía histórica tradicionalmente utilizó la de literatura de viajeros, como fuente a
veces excluyente, para reconstruir el paisaje natural o cultural en épocas pasadas 1. No es esto
lo que se busca aquí. Tampoco se realizará una aproximación a estas obras desde la tradición
de estudios literarios o culturales. El objetivo es dilucidar la forma en que los viajeros, fueran
estos naturalistas, militares, funcionarios o simplemente curiosos, convirtieron a las tierras
contenidas en los límites del Territorio de Los Andes en un objeto de interés o, cómo
contribuyeron a su construcción regional, desde un punto de vista conceptual. En segundo
lugar, de qué manera contribuyeron esos viajeros a producir información sobre el Territorio
de Los Andes y, en ese sentido, qué tipo de información se privilegió. Finalmente, cómo
contribuyó esa literatura a crear un determinado imaginario sobre la Puna, el cual operó de
alguna manera en la definición de políticas públicas hacia el Territorio de Los Andes.
Este capítulo se divide en tres secciones. En la primera sección se presentarán algunas
consideraciones generales sobre la literatura de viajeros y sobre el tipo de análisis que se
realizó en esta tesis. La segunda sección presentará información referida a la exploración del
territorio, a partir de la consideración de las fuentes bibliográficas producidas por el ―Instituto
Geográfico Argentino‖ y por el ―Ministerio de Agricultura‖, las principales instituciones
implicadas en el proceso de su reconocimiento. Interesa indagar sobre el rol que tuvieron el
Instituto Geográfico Argentino y el Ministerio de Agricultura en el proceso inicial de
reconocimiento de la Puna de Atacama, en momentos que se organizaba el Territorio de Los
Andes. Ambas instituciones, pero sobre todo el Ministerio de Agricultura, tuvieron una
participación destacada en el proceso de organización territorial de la Argentina, aunque hasta
ahora fue escasamente estudiado2. La tercera sección reconstruirá, a través del análisis del
corpus documental, el imaginario que estos viajeros produjeron sobre el Territorio de Los
Andes a través de sus obras. Se prestará atención especialmente a un tipo de narrativa: la
descripción geográfica. Además, se presentará un serie obras de divulgación científica,
literatura científica especializa y manuales escolares en los cuales se hacen referencias al
Territorio de Los Andes, donde puede reconocerse cierta influencia del imaginario regional
construido por la literatura de viajeros.
Como anexo de este capítulo, y también de toda la tesis, se elaboró un extensa sección donde
se presenta a cada uno de los viajeros, destacando algunos aspectos de su biografía, el
itinerario realizado a través de las punas ubicadas al occidente de San Pedro de Atacama, la
obra que produjo a partir de su viaje y una breve referencia sobre la forma en que se refirió al
terreno de observación. Este material se encuentra en el Anexo II.

1
Zusman 2000.
2
Un trabajo específico sobre el Ministerio de Agricultura es: Ruffini 1998. Entre los estudios sobre las
sociedades geográficas argentinas y su importancia en el proceso de organización territorial argentino se
encuentran, entre otros, Zusman 1994; Minvielle y Zusman 1995; Lois 1999 y 2003.

— 296 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

Viajes y obras de viajeros al Territorio de


Los Andes
En forma general, se puede entender por literatura de viajeros al conjunto de obras escritas
por científicos, funcionarios, militares o simples observadores ocasionales, que visitaron una
o más región, de la que no son originarios o que no residen habitualmente. Esos sujetos se
trasladaban hacia otras regiones, teniéndola como destino principal o como zona de tránsito,
empujados por el interés personal, por la firma de un contrato o por el deber de funcionario.
Los objetivos podían ser múltiples, como estudiar algún aspecto particular, tener una
experiencia de vida o cumplir con una misión oficial. Finalmente, dejaron algún testimonio
escrito de ese viaje.
En el contexto científico del siglo XIX, el viaje suponía no solo el traslado, sino también el
encuentro con lo exótico, con lo desconocido o, al menos, con aquello mal conocido.
Viajeros, expedicionarios, misioneros y comerciantes dejaban sus ámbitos cotidianos de
socialización, sus lugares de pertenencia, para dirigirse hacia tierras remotas y extrañas, al
encuentro de sus objetos de estudio1. En este sentido, el viaje puede considerarse como una
verdadera empresa, como un conjunto de acciones que incluían la preparación de las vituallas
necesarias para el traslado, la obtención del personal asistente, el transporte de objetos y
personas, la publicación de los resultados, ya sea para alcanzar algún objetivo de índole
comercial, o de índole científica, estratégica, etc. El viaje entrañaba dificultades y su
ejecución implicaba decisión y esfuerzo.
En la literatura de viajeros, el viaje era un elemento medular del relato. Si bien es un género
característico de la producción científica previa al siglo XX, todavía en las primeras décadas
de ese siglo se siguieron realizando obras en las que se reconoce el registro ―relato de viaje‖,
aunque ya entonces puede advertirse una metamorfosis.
Menos voluminosa y menos conocida que la literatura de viajes al Chaco y la Patagonia, de
cualquier manera la Puna, y en particular el sector meridional, fue objeto de numerosos
relatos de viajeros.
El recorte que aquí se hizo de la literatura de viajeros recorre desde mediados del siglo XIX
hasta las primeras décadas del siglo XX. La selección de los mismos responde a los siguientes
criterios:
 Realizaron un viaje hacia un ámbito que designaron como: cordilleras de Atacama,
Despoblado, Puna de Atacama o el Territorio de Los Andes.
 El viajero dejó, por lo menos, una obra escrita.
 En su obra, de alguna manera, procuró identificar, caracterizar y delimitar la región
que recorrió.
 En el relato del viaje, la descripción de los lugares visitados y de las experiencias
vividas constituyen una parte significativa de la obra.
Teniendo en cuenta lo anterior, la base empírica considerada consta de 25 obras publicadas
entre 1860 y 1942, en la Argentina (16), Chile (3), Alemania (3), Francia (1), Suecia (1) y los

1
Guber y Visacovsky 2002.

— 297 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Estados Unidos (1). Este cuerpo documental se presenta en el Cuadro 4.1. Varias de estas
obras muestran el interés de diferentes oficinas administrativas, tanto de Chile como de la
Argentina, por producir nuevos conocimientos sobre una región recientemente incorporada.
En otros, el interés que tenían diferentes instituciones científicas por mejorar los
conocimientos sobre una región remota, como así también recolectar diferentes objetos para
completar colecciones. A la región viajaron especialistas enviados por el Ministerio de
Agricultura argentino, el Museo de Ciencias Naturales de Chile, la Academia de Ciencias
Naturales de Córdoba, entre otras instituciones. También fueron enviados por instituciones
científicas extranjeras. Otros, los menos, fueron viajes realizados con fines recreativos. En
otros casos, finalmente, la obra no fue el resultado esperado e inmediato de un viaje.
Al conjunto de esas obras se las puede agrupar de diferentes formas, según los antecedentes
del viajero, los objetivos del viaje, la institución patrocinante, los itinerarios seguidos o las
características de las obras que dan cuenta del viaje. También se podría establecer una
periodización en función de los cambios de pertenencia estatal de la región y los esfuerzos
realizados por los gobiernos chileno y argentino por generar nueva información sobre la
región. Aquí se creyó conveniente, en una primera aproximación, recorrer la historia de la
exploración del Territorio de Los Andes, en forma cronológica, teniendo en cuenta la fecha de
realización del viaje y no de publicación de la obra, analizando en conjunto al viajero, su viaje
y su principal obra. Los escrito previos anteriores a 1900, en una primera aproximación, son
antecedentes que necesariamente contribuyeron a cimentar las bases del conocimiento sobre
la región. Por eso las obras de viajeros se las podría agrupar en dos: hasta 1899 (Laudo
Buchanan); y, desde 1900 (año de creación del Territorio de Los Andes) hasta 1930 (último
viaje registrado). Para el período anterior a 1899, a su vez, la Guerra del Pacífico constituye
un momento significativo.
Para el período anterior a la Guerra del Pacífico se ubicaron dos obras, escritas por Rodulfo
Philippi y por Johann von Tschudi. El primero, de origen alemán, recorrió el Despoblado en
el verano de 1853-1854 y publicó su obra en 1860, en la ciudad de Halle, en ese entonces
Prusia. El segundo, de origen suizo-alemán, hizo su viaje en 1858 y también lo publicó en
1860 y en Prusia, pero en Gota. Ambos autores tienen en común su formación como
naturalistas, orientados hacia la medicina pero interesados luego, como podría considerarse
actualmente, por las ciencias biológicas. La principal diferencia entre estos autores es que
Philippi recorrió la región en nombre del gobierno de Chile, mientras que von Tschudi lo hizo
como una empresa personal, sin los auspicios de ningún gobierno. El primero, en su viaje,
llegó a San Pedro de Atacama, lugar central en la región conocida como Despoblado y de la
que dependían, como anexos, los pueblos que después quedaron dentro del Territorio de Los
Andes.
Por el lado argentino quien viajó a las cordilleras de Atacama fue Louis Brackebusch, cuando
la Guerra del Pacífico estaba en su etapa final. También de origen alemán, este geólogo
produjo un reconocido mapa de Jujuy y zonas aledañas.
Desde la posguerra del Pacífico, se cuenta con tres trabajos, realizados por ingenieros. Se trata
de los trabajos de Alejandro Bertrand y Francisco San Román, desde Chile, y el de Abraham
Becerra, desde Argentina. Los dos primeros tuvieron un rol protagónico en el proceso de
reconocimiento de la región una vez que esta fue incorporada al territorio chileno. El viaje a la
zona que desde entonces se comenzaría a designar como Puna de Atacama, Bertrand y San
Román lo hicieron con una misión concreta: levantar información precisa para construir el
nuevo mapa de Chile e incorporar la región al mercado de producción minera del nuevo norte
del país. Asimismo, obtuvieron información de diferentes aspectos del funcionamiento de la
región, como la localización de las aglomeraciones, los caminos existencias, el tráfico entre el
desierto de Atacama y las ciudades argentinas. Becerra fue enviado por el gobierno de la
Provincia de Salta para realizar una inspección en las ―Cordilleras del Poniente.

— 298 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

A partir de 1899 es cuando se produjo el mayor número de obras. La mayoría de ellas


responde al interés del gobierno argentino por mejorar los conocimientos sobre la Puna de
Atacama, convertida en Territorio de Los Andes a partir de 1900, como así también realizar
tareas de inspección y ordenamiento territorial. Otras obras, en cambio, responden a intereses
estrictamente científicos. En este período podrían reconocerse por lo menor cuatro grupos de
obras.
En el primer grupo se encuentran los escritos de Ramón Pérez, Oscar Doering, Eduardo
Holmberg (h) y Daniel Cerri. Se trata de los primeros enviados desde Buenos Aires con la
misión de reconocer al nuevo territorio, incorporado tras el Laudo Buchanan, obteniendo
información que permitiera definir su organización administrativa, localizar su capital y
evaluar sus riquezas materiales. Las obras de Holmberg y Cerri se transformaron en
materiales ampliamente consultados en la época, bibliografía obligatoria para cualquier
viajero que emprendiera un viaje al Territorio de Los Andes.
El segundo grupo lo integran las obras de Fritz Reichert, Luciano Caplain, Juan Barnabé y
Luciano Catalano, quienes tenían como principal objetivo relevar y mensurar las riquezas
mineras de la región (yacimientos, instalaciones, recursos necesarios para su explotación y
mano de obra). Estos técnicos fueron enviados por la dirección de minería de la Nación, son
muy escasas (sobre todo en los dos primeros) las referencias a cuestiones que no están
estrictamente relacionadas con el tema de su incumbencia. Cada uno generó conocimiento
empírico sobre las riquezas mineras de la región, con especial énfasis en los boratos. Además
de estos informes técnicos centrados en la minería, existe una obra con las mismas
características, pero dedicado a describir la fauna silvestre, perteneciente a Augusto Huber. Se
tiene registro de que Clemente Onelli, director del zoológico de Buenos Aires viajó al
Territorio de Los Andes, pero todavía no se pudo ubicar alguna obra en particular que surja de
este viaje.
El tercer grupo está compuesto por las obras de Juan Ambrosetti, Eric Boman, Eric von
Rosen, Franz Kühn, Hans Seckt, Isahia Bowman y Alberto Castellanos. Los une su carácter
de científicos, por lo cual las obras de estos viajeros se diferencian considerablemente de los
informes técnicos producidos en el ámbito del Ministerio de Agricultura. Con un peso relativo
variable entre ―relato del viaje‖ y ―descripción geográfica‖, cada uno presenta conclusiones
realizadas a partir de las observaciones en el terreno que, cada una a su tiempo, se presenta
como avances en el conocimiento de la región. Boman estudió la arqueología de la región,
pero también incluyó observaciones geográficas y etnográficas. Los demás realizaron estudios
fisiográficos. No obstante, en sus obras incluyeron comentarios sobre las prácticas
económicas y culturales de la población y referencias sobre el origen institucional del
Territorio de Los Andes. Si bien fue producido en otro contexto, razón por la cual se la
incluyó en un grupo anterior, la obra de von Tschudi podría incluirse en este grupo, por su
condición de científico naturalista y la forma en que da a conocer los resultados de su viaje.
Hubo otros geólogos que recorrieron la región entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Entre ellos se pueden mencionar a Emilio Hunicken, metalurgista alemán, que recorrió la
región hacia 1890. En 1899 también recorrió la región Louis Darapsky1. Otro viajero fue
Henri Buttgenbach, geólogo de origen belga, que recorrió las Salinas Grandes en 1901 2.
También recorrió la región el geólogo Juan Keidel, de origen alemán al igual que otros
viajeros como Kühn, Seckt y Reichert. Esto se desprende de la siguiente nota:

1
Darapsky 1899.
2
Alonso 2003:22.

— 299 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

San Antonio de los Cobres, julio 22 1922... El Ingeniero Doctor Juan Keidel llegó a esta
capital el día 13 del actual permaneciendo alojado en esta jefatura hasta fecha 22, día en
que salió en gira de su misión...1
Keidel por entonces, y desde 1906, se desempeñaba como Jefe de la Sección Geología en la
Dirección de Minas, Geología e Hidrología2. Keidel también había formado parte del plantel
de técnicos alemanes contratados por el gobierno argentino. Aparentemente, este viajero no
dejó testimonio escrito de este viaje en particular. Por diferentes impedimentos, las obras de
estos viajeros no fueron incorporadas al corpus documental analizado en esta tesis.
El cuarto grupo de obras está conformado por la obra de S. Fernández de Vicente y Anastasia
de Fernández de Vicente y la obra de Pastor López Aranda. En estos casos, el eje del relato se
vinculación con la inserción institucional de estos sujetos con el sistema educativo. Estos
autores construyen su relato a partir de esa experiencia profesional. Completa este grupo Juan
Carlos Dávalos, y se trata de un caso aislado ya que no llegó a la región con una misión
oficial o por un interés científico, sino por un interés más bien recreativo.
En la mayoría de estas obras puede advertirse la persistencia de la narrativa de viajeros a la
América. Con una estructura que solió repetirse en casi toda esta narrativa, los autores suelen
seguir un itinerario descriptivo que contiene muchas referencias a la geología, los climas, la
flora y la fauna de los lugares visitados, así como descripciones de la gente y sus costumbres3.
En algunos casos también se incluyen descripciones de las viviendas, los caminos y la
organización institucional existente en la región. A lo largo de estas obras se fueron
sedimentando ciertas imágenes sobre el paisaje y la población del Territorio de Los Andes
como nuevo espacio para la expansión del Estado argentino.
Si bien esta literatura no fue producida por geógrafos profesionales, las descripciones
geográficas están presentes en todas las obras, ocupando un lugar ponderado en la
construcción regional, mucho mayor que las dimensiones histórica, político-jurídica y étnico-
social. Y lo ―geográfico‖, en general, era sinónimo de paisaje natural, de geografía física o, en
términos actuales, de ambientes naturales. En la mirada sobre la Puna en general, y la Puna de
Atacama en particular, se evidencia una sobredeterminación geográfica, que sobrevuela a toda
esta literatura, y que subsiste en las construcciones regionales del siglo XX. Ante todo, lo que
da sentido y unidad a la Puna, lo que la diferencia es, pareciera, el paisaje natural que se
presenta a veces como autoevidente. Especialmente a partir de la llegada de los viajeros
procedentes de Buenos Aires, la geografía de la Puna, que se asoció al paisaje lunar, y se
transformó en la respuesta a los dilemas que planteaba su integración. Se trataba de un
territorio que se estigmatizó como ―andino‖ en el contexto de un país que se comenzaba a
imaginar indefectiblemente como ―pampeano‖.

1
AGN, SH III - CR, signatura 134, 22 de julio de 1922, Carta enviada por el Jefe de Policía.
2
Diario El Tribuno 18-12-2 0 00 , R icard o A lo nso ―E l D r. Juan K eid el (1 8 7 7 -1954), un gran científico. El
anato m ista d e lo s A nd es‖.
3
Lofstrom 2003:17.

— 300 —
Cuadro 4.1. Viajeros a la “Puna de Atacama” 1853-1927, indicando nombre del viajero, año de realización del viaje, título de la obra publicada, año primera edición y de
reediciones, institución perteneciente en el momento de realización del viaje, institución que publicó la obra, formación profesional y nacionalidad del viajero.
AÑO REEDI- FORMACIÓN /
- AUTOR TÍTULO DE LA OBRA (EN CASTELLANO) AÑO INSTITUCIÓN (1) INSTITUCIÓN QUE PUBLICA NACIONALIDAD
VIAJE CIÓN PROFESIÓN
1 Philippi, R. 1853-4 Viaje al Desierto de Atacama 1860 no hay Museo Nacional (Chile) Editorial Halle, Sajonia Médico y naturalista Alemán
2 von Tschudi, J. 1858 Viaje por las cordilleras de los Andes de Sudamérica. 1860 1966 Se ignora Mitteilungen aus Justus Perthes. naturalista, médico y Suizo-alemán
Reedición traducida: Academia de diplomático
Ciencia de Córdoba
3 Brackebusch, L. 1881-3 Viaje a la Provincia de Jujuy y Viajes en las Cordilleras de la 1883 1991 Academia Nacional de Reedición traducida Boletín Geólogo Alemán
República Argentina Ciencias de Córdoba Academia Nacional de Ciencias de
Córdoba y Universidad de Jujuy
4 Bertrand, A. 1884 Memoria sobre las cordilleras del desierto de Atacama y 1885 no hay Comisión técnica de Imprenta Nacional, Chile ingeniero civil y de Chileno
regiones limítrofes Limites, Chile minas
5 San Román, F. 1885 a Desierto y cordilleras de Atacama 1896 1911 Se ignora Imprenta Nacional, Chile ingeniero en minas Chileno (padres
1888 argentinos)
6 Becerra, A. 1887 Informe presentado al Exmo. Gobierno. Escursion hecha desde 1887 2003 Se ignora Publicación Oficial, Gobierno de Se ignora Chileno
la cuesta de Acay á las cordilleras ponientes de la provincia. Salta
Con datos y detalles á las instrucciones sobre borateras
7 Pérez, R. 1898-9 Valles Calchaquíes y Puna de Atacama 1899 no hay Ejército argentino Sin datos editoriales Militar Argentino
8 Doering, O. 1900 Informe del Dr. Doering sobre el Territorio de Los Andes 1900 no hay Academia Nacional de Ministerio del Interior Matemático y Alemán
Ciencias de Córdoba meteorólogo
9 Holmberg, E. 1900 Viaje por la Gobernación de los Andes (Puna de Atacama) 1900 1988 Ministerio de Ministerio de Agricultura - Argentina. Naturalista, Argentino
(h) Agricultura especializado en
agronomía
10 Huber, A. 1900 Informe... sobre la caza y sus productos en los valles andinos 1905 no hay Se ignora Min. de Agricultura Zoólogo Se ignora
de Salta y de la Gobernación de Los Andes
11 Cerri, D. 1900 - El territorio de los Andes (República Argentina). Reseña 1903 1993 Ejército argentino, Del autor, en base a informes Militar (General de Italiano,
1901 geográfica descriptiva Gobernación de Los publicados en Memorias del Brigada) inmigrante
Andes Ministerio Interior Reedición
Universidad de Jujuy
12 Boman, E. 1901-2 y Antigüedades de la región andina de la República Argentina y 1908 1991 - Imprimerie Nationale, París. Arqueólogo Sueco
1903 del Desierto de Atacama
13 von Rosen, E. 1901-2 Un mundo que se va 1916 1990, Museo Nacional Albert Bonniers Förlag, Stockholm Etnógrafo Sueco
2001 (Suecia), Sección Traducido por Instituto Lillo,
Etnográfica Reimpreso por Universidad de Jujuy.

14 Ambrosetti, J. 1902 Viaje a la Puna de Atacama. De Salta a Caurchari 1905 no hay Instituto Geográfico Instituto Geográfico Argentino Antropólogo Argentino
Argentino arqueólogo
15 Reichert, F. 1906 Los yacimientos de boratos y otros productos explotables del 1907 no hay Sección Minas, Ministerio de Agricultura químico industrial Alemán
Territorio de Los Andes (Puna de Atacama) Geología e Hidrología
16 Caplain, L. 1908 a Informe sobre el estado de la minería en el Territorio de Los 1912 no hay Dirección General de Ministerio de Agricultura Ingeniero, inspector de Se ignora
1910 Andes Minas, Geología e minas
Hidrología
17 Kühn, F. 1909 - Informe sobre un viaje de exploración morfológica en el Valle 1910 no hay Instituto del Ministerio de Instrucción pública Geógrafo Alemán
1910 Calchaquí y Territorio de los Andes Profesorado
18 Seckt, H. 1909 - Contribución al conocimiento de la vegetación del noroeste de 1912 no hay Instituto del Sociedad Científica Argentina Botánico y biólogo Alemán
1910 la República Argentina Profesorado
19 Barnabé, J. 1912 y Los yacimientos minerales de la Puna de Atacama 1915 no hay Dirección General de Ministerio de Agricultura Ingeniero Se ignora
1913 Minas, Geología e
Hidrología
20 Bowman, I. 1913 Los senderos de Atacama 1924 no hay Universidad American Geographical Society Geógrafo Estadounidense
21 Fernández y A. 1914- Una escuela puneña (Pasión y aventura de dos maestros) 1942 no hay Escuela Nº 7, Cobres, Librería y Editorial ―El Ateneo‖ Docentes de nivel Españoles
de Fernández 1921 Distrito Territorio de inicial
Los Andes.
22 Catalano, L. 1923 – Puna de Atacama (Territorio de Los Andes). Reseña geológica 1930 no hay Ministerio de Universidad Nacional del Litoral. Geólogo, Director de la Argentino
1927 y geográfica Agricultura Dirección minería
23 Castellanos, A. 1927 Por un rincón de la Puna de Atacama 1927 1928 Museo Argentino de Instituto Cultural Joaquín V. Botánico Argentino
Ciencias Naturales González
Bernardino Rivadavia
24 Dávalos, J. 1927 Por las Montañas de Salta a Antofagasta y Notas de viaje en la 1928 1997 Se ignora Particular Poeta, ensayista Argentino
Gobernación de Los Andes y
1930
25 López Aranda, incierta El Territorio Nacional de Los Andes 1937 no hay Ministerio de Consejo Nacional de Educación Inspector de escuelas Se ignora
P. Educación

Fuente: elaboración propia.

— 301 —
— 302 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

Exploración y puesta en valor del


Territorio de Los Andes
Cuando en 1900 se incorporó a la Argentina la Puna de Atacama, para la opinión de algunos
observadores de la época, se trataba prácticamente de una tierra ignota. Como exclamaba el
senador nacional Figueroa, en las cesiones parlamentarias de diciembre de 1899, casi nada se
sabía en la Argentina sobre la Puna de Atacama1. Las primeras acciones del Estado Nacional
estuvieron orientadas, entonces, a contabilizar recursos y personas en el nuevo territorio,
mensurarlo, estudiar las potencialidades productivas, inventariar los recursos explotables,
recolectar muestras, describir su paisaje y su población. En otras palabras, las primeras
acciones del Estado nacional estuvieron encaminadas a conocer la región, a estimar de qué
manera esta región podía integrarse al mercado nacional de producción e intercambio2. Esta
información pronto se replicaría en las memorias del Ministerio del Interior y otros
documentos oficiales, y luego se trasladaría a las obras de divulgación científica y los
manuales de enseñanza de geografía del país.
En el período 1825 a 1899, es decir cuando las punas ubicadas al occidente de San Pedro de
Atacama formaron parte de Bolivia primero y de Chile después, se habían realizado
relativamente pocas exploraciones en la zona. Se pueden mencionar por lo menos tres
financiadas por el gobierno chileno (en los años 1853, 1884 y 1885), una autofinanciada por
un viajero suizo (1858), una por el gobierno argentino (en 1883), una por el gobierno de la
provincia argentina de Salta (en 1887) y una por el gobierno alemán (en 1889). Algunas de
estas exploraciones fueron reconocidas como fuentes de información por los exploradores
enviados por el gobierno argentino a partir de 1900. En 1899, además, una vez resuelta la
cuestión limítrofe norte entre la Argentina y Chile, un militar argentino avanzó hacia la Puna
de Atacama en sus tareas de reconocimiento del terreno, presentado los resultados en un
pequeño informe escrito. De todas formas, en 1900 cuando se organizó formalmente la
Gobernación de Los Andes, como ya comentó, los Senadores nacionales señalaban a este
como un territorio desconocido.
Para comprender la excepcionalidad de este caso, cabe repasar brevemente cómo se había
desarrollado hasta entonces el proceso de exploración y reconocimiento sobre territorios
ajenos a las provincias históricas, o bien, territorios de expansión. En la Argentina de las
últimas décadas del siglo XIX, el proceso de conquista y ocupación militar de nuevas tierras
de la Patagonia y el Chaco, había estado precedido y acompañado de otro de conquista y
ocupación en el plano del conocimiento. Como exaltaba un observador de la época:
“ Las expediciones militares á los territorios de la Pampa y Patagonia fueron un hermoso
pretexto, pues tras ellas, se lanzó una larga fila de animosos soldados de la ciencia que...
no dejaron de apreciar el horizonte riquísimo de investigación que se les presentaba y
donde los vastos anhelos encontrarían la más desinteresada y noble satisfacción. Y, como
la Patagonia, preocupó después el Chaco, la navegación del Pilcomayo y los restantes
rincones del territorio, donde aún no había hecho sentir la acción de los enemigos del
desierto” 3

1
Congreso de la Nación, Cámara Senadores, sesión del 21 de diciembre de 1899.
2
Oszlak 1982.
3
Torres 1903:248.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Los ―animosos soldados de la ciencia‖ producían información y relatos sobre los nuevos
territorios, que iban a operar de diferentes modos. Uno, por la información que generaron, la
cual era necesaria para la empresa de ocupación territorial encarada por el Estado, por la
intervención material mediante la construcción de infraestructura, la demarcación material de
límites, la definición de determinados patrones de inversión productiva, el arrinconamiento de
la población indígena, la fundación de nuevas colonias de poblamiento, el establecimiento de
capitales en los Territorios Nacionales, entre otras medidas. Dos, contribuyendo a la
producción de un imaginario sobre esas regiones con el expreso propósito de hacer conocer al
país hacia fuera (a los posibles inmigrantes o a los posibles inversores, es decir, propaganda
del territorio argentino) o hacia adentro (a los nuevos ciudadanos argentinos, a través de la
institución escolar, aunque también a través de los medios periodísticos y otras formas de
divulgación).
Científicos de diversas instituciones nacionales y extranjeras, como así también técnicos,
funcionarios o militares del Estado, viajaron a las nuevas tierras y realizaron tareas
comprometidas con el proceso de apropiación territorial impulsado desde el gobierno
nacional. Esas tareas incluían el reconocimiento de las tierras conquistadas, la sistematización
de los nuevos conocimientos adquiridos en el terreno a través de la construcción de
cartografía y la edición de minuciosas descripciones, la ponderación de las potencialidades
económicas que ofrecían esos territorios, la generación de la información necesaria para la
definición y demarcaciones de los límites internacionales (configuración del territorio) y para
la definición de la agenda de políticas públicas (organización del territorio)1.
A pesar del excelso programa territorial impulsado por el gobierno nacional desde la década
de 1880, en este período no se produjeron obras de geografía con las características de las que
se publicaron en el período anterior, como las de Parish, De Moussy, Burmeister y Napp 2.
Con distinta suerte, estas obras habían sido las primeras narraciones de conjunto de la
geografía del país, en distintos momentos del proceso de organización nacional3.
En la década de 1920 Franz Kühn, geógrafo alemán con importante ingerencia en el medio
local, especialmente en los circuitos docentes y militares, daba cuenta de esta ausencia, a la
vez que señalaba que el período que va de la década de 1880 a la de 1910 es de abundante
producción de conocimientos sobre prácticamente todo el territorio argentino, producción a la
que él contribuyó. En el prólogo de su obra de 1922, Kühn destacaba el
“ ...abandono general en que tales estudios han caído desde la publicación de las obras
clásicas de Martín de Moussy, del Dr. Burmeister y de Ricardo Napp. En verdad, nadie ha
emprendido más tarde ninguna obra semejante de observación y descripción científica, y
carecemos hoy día, en absoluto, de un manual geográfico que reflejando el progreso
realizado en el conocimiento de los rasgos físicos del país por el muy meritorio trabajo de
un gran número de exploradores, pudiera servir como fuente segura de información” 4.
El progreso en el conocimiento acerca de los ―rasgos físicos‖, como así también de los rasgos
económicos y sociales, durante el proceso de configuración y organización territorial de la
Argentina que se extiende hasta las primeras décadas del siglo XX, no estuvo a cargo de
―geógrafos profesionales‖, sino de un conjunto de personas con formaciones socio-
profesionales muy variadas, incluyendo a algunos pocos geógrafos de origen europeo,
involucrados en diversas instituciones públicas y privadas, ocupadas en generar información
sobre el territorio argentino. Las obras integrales de autor sobre la Argentina fueron

1
Ver Zusman 1994.
2
Parish 1858; Martin de Moussy 1860a, 1860b, 1864; Burmesiter 1861; Napp 1876.
3
Para profundizar sobre las características de las obras de estos autores, Quintero 2002a.
4
Kühn 1922.

— 304 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

reemplazadas por otros productos, de indudable valor científico para los parámetros de la
época y, por eso, fuentes históricas de suma importancia para el estudio del proceso territorial
argentino.
Los nuevos conocimientos geográficos sobre el país, herramientas necesarias para el tan
mentado ―progreso‖, fueron producidos en por lo menos cuatro ámbitos diferentes. En primer
lugar las sociedades geográficas que se fundaron en la antesala de la conquista a la Patagonia
y el Chaco, y que cumplieron las funciones de patrocinar y/o divulgar buena parte de los
viajes realizados a los nuevos territorios. De las dos sociedades que se fundaron, la más
importante fue el Instituto Geográfico Argentino (en adelante, también, IGA). El segundo
ámbito, fue el Ministerio de Agricultura donde se realizaron algunas publicaciones periódicas
centradas en viajes de exploración e inspección. En tercer lugar, los censos generales de
población, donde se publicaban extensas introducciones descriptivas del país, particularmente
en el Segundo y en el Tercero, de 1895 y 1914 respectivamente. Los artículos que componían
estas introducciones en general estaban firmados por científicos, funcionarios y técnicos
reconocidos. Finalmente, en cuarto lugar, resta mencionar los ámbitos científicos creados en
el país, que incluye museos de ciencias naturales, cátedras universitarias y academias de
ciencias, cada una de las cuales solía contar con sus órganos de difusión.
Aquí interesan particularmente los dos primeros ámbitos institucionales. Los primeros
viajeros tenían en el IGA, al igual que lo que ocurría en las instituciones europeas que se
tomaron como modelo, un escenario donde difundir los nuevos conocimientos obtenidos en la
región. Fueron Daniel Cerri, Oscar Doering, Eduardo Holmberg hijo y Juan Ambrosetti
quienes transformaron a la Puna de Atacama en una ―nueva tierra‖ que se debía ―colonizar‖.
El IGA fue uno de los escenarios institucionales en los que, tanto a través de sus
publicaciones como de las conferencias que se organizaban, circuló información sobre la Puna
de Atacama, desde 1900 convertida en el ―Territorio de Los Andes‖.
El segundo ámbito, algo diferente que el anterior, es el Ministerio de Agricultura. A diferencia
del IGA, una asociación privada, la información producida en el Ministerio de Agricultura
tenía como propósito definir las políticas públicas mediante las cuales intervenir, por acción u
omisión, en un territorio que hasta entonces había pertenecido a Chile. Fueron relativamente
numerosos los viajes organizados y financiados por el Ministerio de Agricultura para levantar
información geodésica, minera, agrícola y ganadera, del comercio y de la fauna silvestre sobre
el Territorio de Los Andes. Entre 1900 y 1930 este ministerio publicó los informes elaborados
por seis técnicos de esa dependencia que viajaron expresamente a la región.
Los restantes viajeros al Territorio de Los Andes, en fecha posterior a 1900 provenían de
diversas instituciones: la Sociedad Científica Argentina, Museo Argentino de Ciencias
Naturales, el Ministerio de Educación, e instituciones científicas europeas y norteamericanas.
Ninguna de esas instituciones tuvo una política sistemática de producción y difusión de
conocimientos sobre el Territorio de Los Andes. Por esa razón su consideración no reviste
mayor interés.
En lo que sigue se analizará, con más detalle, la función que tuvieron el Instituto Geográfico
Argentino y el Ministerio de Agricultura en la producción de conocimientos sobre el
Territorio de Los Andes, analizando los materiales publicados por estas instituciones.

— 305 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Explorar para colonizar: el Territorio de Los Andes y el Instituto


Geográfico Argentino
En 1879 se creó el Instituto Geográfico Argentino, semejante a las sociedades geográficas
decimonónicas que existían en Europa y los Estados Unidos1. El Instituto Geográfico
Argentino (IGA) fue fundado por Estanislao Zeballos, Clodomiro Olascoaga, Clemente
Fregeiro, entre otros, que provenían en un número significativo de los círculos militares y
diplomáticos. También pertenecieron a esta institución Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento
y Julio Roca. Además confluían científicos que provenían de las sociedades científicas más
importantes de la época, como la Academia de Ciencias de Córdoba o la Sociedad Científica
Argentina. El IGA estaba conectado con esas instituciones y con diferentes oficinas de la
esfera pública, como la Secretaria de Agricultura y la de Minería, entre otras, de donde
también reclutaba a sus integrantes. El IGA funcionó entre 1879 y 1911, y reinició sus
actividades en 1926 para cerrar definitivamente en 19302. Desplegó un mayor número de
actividades en el primer período, con la promoción de exploraciones a la Patagonia y el
Chaco, la realización de conferencias y la confección de cartografía. El IGA contó con
secciones en Córdoba, Tucumán, Paraná y otras ciudades del país3. En la sección Córdoba
participaron, entre otros, Ludwig Brackebusch y Oscar Doering, ambos viajeros a las tierras
altas de Atacama.
El principal órgano de difusión del IGA fue el Boletín del Instituto Geográfico Argentino
(BIGA). En este boletín se divulgaron los resultados de las exploraciones a diferentes
regiones del país4. Una lectura del índice del BIGA permite advertir cuáles eran los
principales tópicos de esta institución: descripciones de territorios a partir de expediciones;
presentación de descripciones y relatos de tareas de definición y demarcación de límites
interestatales5.
A partir de 1899 la Puna de Atacama comenzó a tener su lugar en las páginas del BIGA,
aunque nunca con la importancia de otras regiones. Como parte de política editorial del IGA,
que reprodujo buena parte de los documentos relacionados con la fijación de límites
internacionales, por lo que se publicaron las actas de la Conferencia de marzo de 18996.
También se publicó en el BIGA el informe elaborado en Catamarca por Estanislao Maldones
en 18997. En 1900, año de creación del Territorio de Los Andes, dieron sus conferencias en el
el IGA Daniel Cerri y Eduardo Holmberg (hijo), primer enviado del Ministerio de Agricultura
a la región8. Finalmente, en 1905 se publicó un artículo de Juan Ambrosetti9. Ludwig
Brackebusch también había viajado a las tierras altas de San Pedro de Atacama, en la década

1
Goicoechea 1970:6. En 1881 se creó la Sociedad Geográfica Argentina, que funcionó hasta 1890.
2
Goicoechea 1970:7-13.
3
Goicoechea 1970:8.
4
Cf. Correa Luna 1896.
5
El índice del boletín fue reproducido en Goicoechea 1970 (páginas 31 a 95).
6
Boletín del Instituto Geográfico Argentino (1899) Límite Argentino-Chileno. Fijación definitiva de los limites
en la p arte co m p rend id a en tre lo s p aralelo s 2 3 ° a 26 ° 5 2 ‘ 4 5‖ (P una d e A tacam a) de acuerdo con las actas de 2 y
25 de noviembre de 1898 Boletín del Instituto Geográfico Argentino del año 1898, Tomo XII, página 557 y
sub sig uientes, B o letín d el Instituto G eo gráfico A rgentino , T o m o X X , Im p . y L ito g. L a ―B ueno s A ires‖, B ueno s
Aires.
7
Maldones, Estanislao (1899) Catamarca y la Puna de Atacama (Recopilación o extracto). Boletín del
Instituto G eo gráfico A rgentin o d el año 1 89 9 , T o m o X X , Im p . y L ito g. L a ―B ueno s A ires‖, B ueno s A ires.
8
Para más detalle ver Anexo II.
9
Ambrosetti, Juan (1905) ―V iaje á la P una d e A tacam a. D e S alta a C aurchari‖, Boletín del Instituto Geográfico
Argentino Tomo XXI, Buenos Aires.

— 306 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

de 1880, aunque no publicó en el BIGA ningún trabajo sobre la región en particular 1. Algunas
Algunas observaciones de este renombrado geólogo fueron recuperadas en las décadas
siguientes por otros viajeros a la región. De esta forma puede advertirse cómo la ―Puna de
Atacama‖ y el ―Territorio de Los Andes‖ formaron parte del universo de intereses de esta
Institución aunque, debe insistirse, nunca en la misma medida que otras regiones.
Creado el Territorio de Los Andes, se formó una comisión exploradora con el objetivo de
realizar un reconocimiento descriptivo del territorio. Por un decreto del 30 de enero de 1900
se resolvió:
Art. 1º.- Comisionar al Sr. Dr. Oscar Doering, para hacer una expedición científica al
Territorio de Los Andes, con el objeto de estudiar su topografía, orografía, hidrografía,
estadística, zoología y botánica...
Oscar Doering, naturalista de origen alemán, por entonces formaba parte del plantel de la
Academia Nacional de Ciencias de Córdoba2. El mismo decreto disponía que él nombrase a
dos ayudantes. Asimismo, se le encargó la redacción de una memoria y la confección de un
mapa del Territorio, tareas que finalmente no completó.
El 3 de mayo de 1900, el mencionado comisionado envió una carta al Ministerio del Interior
dando cuenta de su expedición. Doering manifestaba que la expedición se había iniciado el 15
de marzo, sin los ayudantes, pero con la compañía de un técnico enviado por el Ministerio de
Agricultura. Se trataba de Eduardo Holmberg, hijo del célebre naturalista. La expedición salió
desde la localidad de Molinos, provincia de Salta, continuando el recorrido por la región
central del Territorio de Los Andes, visitando el paraje de Pastos Grandes y las zonas
aledañas, donde se encontraban los yacimientos borateros más importantes en explotación.
Eduardo Holmberg (h) publicó en 1900 el relato de su expedición por el Territorio de Los
Andes3.
Que saliera de Molinos no es un dato menor, ya que, como se vio, se suponía que este lugar se
transformaría en la nueva capital del territorio. Al respecto Holmberg (h) sentenciaba:
“ San Pedro de los Molinos, futura capital de la gobernación de los Andes” 4
Daniel Cerri también realizó dos viajes de reconocimiento, que fueron más importantes desde
el punto de vista de los resultados. A pesar del nombramiento de Doering, las principales
tareas de reconocimiento, como así también de organización política y administrativa del
territorio, Daniel Cerri elaboró dos informes que se publicaron en las Memorias del Ministerio
del Interior5. A partir de la información recabada en estos viajes, el Poder Ejecutivo Nacional
determinó cuál sería la división administrativa y la localización de la capital del territorio,
realizó las primeras estimaciones de población y de los recursos explotables, y determinó la
ubicación de la mayoría de los parajes poblados y salares y salinas, de los caminos utilizados
entonces y de los principales destinos. En 1903, Cerri publicó sus memorias de viaje e
incluyó, como un apéndice, un censo de población y cálculo de superficie del territorio,

1
Ver detalles en el Anexo XX, en la sección dedicada a este autor.
2
Decreto Comisionando al Doctor Oscar Doering, para efectuar estudios en el Territorio de Los Andes (MI,
Memoria del año 1899).
3
Holmberg, Eduardo (h) (1900) Viaje por la Gobernación de los Andes (Puna de Atacama), Ministerio de
Agricultura de la República Argentina, Dirección de Agricultura y Ganadería, Imprenta de la Nación, Buenos
Aires. Un análisis de esta obra se encuentra en el anexo II.
4
Holmberg 1900:9.
5
Daniel Cerri, en: MI, Memoria de 1899:415-4 3 5 ; ―M em o ria d e la G o b ernació n d e L o s A n d es‖, en M I,
Memoria de 1900a:429-454; Cerri, Daniel (1903) El territorio de los Andes (República Argentina). Reseña
geográfica descriptiva, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires.

— 307 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

correspondiente al año 1901, que había sido organizado por Gabriel Carrasco de la Oficina de
Estadística1.
El IGA se constituyó en una institución particular de gran importancia ocupada de fomentar la
producción de nuevos conocimientos sobre botánica, zoología, mineralogía, paleontología,
entre otras áreas del saber, referidos al territorio argentino. Como tal, fue la primera
institución en divulgar los conocimientos obtenidos en el recientemente creado Territorio de
Los Andes. El IGA había patrocinado numerosas exploraciones a los nuevos territorios, sobre
los cuales existían importantes vacíos de conocimiento. En primer lugar se encuentran los
viajes de exploración a la Patagonia, que fueron concomitantes al proceso de ocupación
militar. De hecho existió un fondo especial para promover y fomentar exploraciones a esa
región. La conquista del Chaco también fue motivo de actividades. A la Puna de Atacama, en
cambio, el IGA no promocionó ningún viaje.
Además del IGA, en la argentina funcionó la Sociedad de Geografía Argentina, entre 1881 y
18902. Ambas eran instituciones similares a las que existían, por caso, en Francia o
Inglaterra3. Mientras que en las Sociedades Geográficas europeas se disertaba sobre las
exploraciones realizadas en las colonias ultramarinas de Asia, África, América y Oceanía, en
las sociedades argentinas las exploraciones se realizaban en las tierras que hasta hacía algunas
décadas constituían la frontera con el indio y, desde entonces, nuevo territorio abierto a la
colonización. Para el caso que aquí interesa, el Boletín del Instituto Geográfico Argentino
constituye un importante órgano de difusión de las primeras observaciones hechas por los
viajeros a la Puna de Atacama, transformada en 1900 en el Territorio de Los Andes. En la
Argentina, estas sociedades fueron la principal expresión institucional del proceso de
expansión y configuración territorial decimonónica, en la medida que estimularon y
divulgaron la producción de conocimientos sobre el territorio4. Aunque con matices, el
Territorio de Los Andes constituyó uno más de los ámbitos para los cuales se elaboró una
lectura regional, en el proceso de su integración al Estado nacional.

Explorar para valorizar: el Ministerio de Agricultura y los nuevos


territorios
Como se afirmaba más arriba, el otro ámbito desde el cual se promovieron los nuevos
conocimientos sobre el Territorio de Los Andes, y en mayor medida que el IGA pasado el
primer momento de la incorporación, fue el Ministerio de Agricultura.
Un importante centro oficial de producción y sistematización de conocimientos sobre el
territorio había sido, durante algunas décadas, el Ministerio del Interior. Con la reforma
ministerial de fines del siglo XIX se crearon, como desprendimientos del Departamento de
Interior, los que serán otros grandes generadores de conocimientos sobre el territorio, los
Ministerios de Agricultura y Obras Públicas. Aquí interesa en particular el Ministerio de
Agricultura, ya que la producción y divulgación de información sobre el Territorio de Los
Andes estuvo canalizada sobre todo por este ministerio.
Con la gran expansión territorial de fines del siglo XIX, simultáneamente, se extendió la
producción agroganadera en el país. En el ámbito institucional esto se dio acompañado,
asimismo, con la creación de un área de gobierno específica abocada a las actividades

1
Carrasco 1901.
2
Maeder 1968.
3
Para un análisis de la situación de las Sociedades de Geografía durante el siglo XIX, Capel 1977:20-25.
4
Minvielle y Zusman 1995:7-9.

— 308 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

productivas. El Departamento de Agricultura se creó en 1872, años después de la creación de


la Sociedad Rural Argentina, que se había creado en 1866 1. El Departamento de Agricultura
sufrió los embates de las sucesivas crisis económicas y careció de una estructura consolidada
por cerca de dos décadas. El Ministerio de Agricultura se organizó definitivamente en 1898
pero, a pesar de la importancia de las actividades agropecuarias en la economía del país, este
ministerio recibió un apoyo acotado2.
Dentro de este ministerio se incluyeron cuestiones claves para el crecimiento económico,
como la agricultura, el comercio, la ganadería, la industria y la minería, la inmigración, la
colonización de tierras y la producción de información meteorológica. Bajo la denominación
de ―Agricultura‖, en realidad, se incluyeron a todas las áreas de gobierno que regulaban la
producción, lo que marca de alguna manera la preocupación central de los gobiernos
conservadores3. En el Ministerio de Agricultura la agenda de temas tenía que ver con la
gestión del territorio ya sujeto, sin discusión, a la administración argentina. Este Ministerio se
ocupó del territorio argentino en su dimensión funcional, sobre todo en la puesta en valor de
los recursos naturales. La creación de la infraestructura, en particular la de circulación, clave
para el proceso de valorización, fue asunto del Ministerio de Obras Públicas.
Como dependencia del Poder Ejecutivo Nacional, el Ministerio de Agricultura tenía
ingerencia en diferentes asuntos concernientes a los Territorios Nacionales, como la mensura
y regulación del uso de vastas tierras fiscales, los estudios de aptitud de suelos y bosques y de
calidad de aguas y minerales, la promoción de la inmigración y la creación de colonias de
inmigrantes, entre otros. Se trataba de un área de gobierno estratégica puesto que de ella
dependía el éxito de la política económica, sobre todo en relación a la puesta en valor de los
recursos ubicados en esos territorios. Eso significó, de alguna manera, concentrar la atención
y canalizar los capitales hacia aquellas áreas consideradas claves por los gobiernos del
período liberal-conservador: ganadería, en particular vacuna y lanar, y agricultura,
básicamente de cereales. Las demás actividades también fueron objeto de estudios, pero
siempre en un segundo plano. Los gobiernos radicales realizaron un mayor fomento de nuevas
actividades. De todas formas, la minería, la pesca, la cría de animales autóctonos o la
silvicultura sólo en casos excepcionales alcanzó el rango de ―actividad próspera‖, en general
ligadas a empresas inglesas o de otras potencias extranjeras que realizaban una
sobreexplotación de los recursos y desaparecían al poco tiempo4.
El Ministerio de Agricultura tuvo a su cargo buena parte de la exploración del Territorio de
Los Andes. Después del decreto que dio forma jurídica a esta entidad, el Presidente Julio
Roca subscribió otro por el cual creó una comisión exploradora. Esa comisión, como ya se
dijo, estuvo a cargo del naturalista alemán Oscar Doering de la Academia de Ciencias de
Córdoba. Para integrar esa comisión, el Ministerio de Agricultura designó a Eduardo

1
F o lleto : D iario C larín, ―H o m enaje a la S o cied ad R ural A rg entina‖, F o lleto p ara la 108ª Exposición de
Ganadería, Agricultura e Industria Internacional, Buenos Aires, julio de 1994.
2
Scobie 1964:174.
3
En 1898 se sancionó la Ley 3.727 de organización de los Ministerios Nacionales, que creó al Ministerio de
Agricultura, con la misión de fomentar ―la p ro sp erid ad agríco la, ind ustrial y co m ercial d e la N ació n‖.
Inicialmente, la actividad minera quedó comprendida dentro del sector industrial. Entre las facultades de este
ministerio se incluían: la administración, mensura y enajenación de tierra pública, estudios científicos y
exploraciones relativas al progreso de la ganadería y la agricultura, la elaboración de estadística agrícola, la
creación de museos, censos e investigaciones agrícolas e industriales, estímulo a la importación de nuevas
industrias, estimula al desarrollo del comercio interno y externo, estudio de puertos más convenientes,
promoción y estimulo de las exposiciones, ferias, concursos y museos, exploraciones geológicas, etc., etc. Es
decir, concentro las tareas de exploración, reconocimiento y control en la puesta en valor del territorio (Escalante
1901).
4
Como el caso paradigmático de La Forestal.

— 309 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Holmberg hijo, técnico del área de agronomía dentro de la Dirección de Agricultura y


Ganadería1. El viaje fue realizado en los meses de febrero a abril de 1900 y ese mismo año se
publicó el único informe oficial elaborado por esta comisión2. Holmberg (h) había sido
comisionado para estudiar las ―condiciones y aptitudes agrícolas, ganaderas é industriales‖ del
Territorio de Los Andes. Sus principales conclusiones fueron dos: que no existía ninguna
posibilidad de expansión agroganadera y que era necesario explorar las riquezas mineras del
nuevo territorio:
“ No tiene la Gobernación de los Andes vastas pampas surcadas por ríos, cuyas márgenes
se abran para dar paso á los canales de riego... Todo es exuberante bajo el clima del
Chaco ó de Misiones; todo es triste y raquítico en las punas de los Andes... Hay que enviar
geólogos que descifren los secretos de la montaña, en cuyo seno hay escondidos filones
preciosos; y hay que llevar una vía férrea hasta las mismas salidas de las punas, para que
la exportación de la materia prima sea posible” 3.
En los quince años sucesivos se organizaron por lo menos cuatro expediciones para evaluar
los recursos mineros. El ámbito institucional específico donde se registra la mayor producción
de conocimientos sobre el Territorio de Los Andes, dentro del Ministerio de Agricultura, fue
la sección de Minas, que fue cambiando de denominación y jerarquía a lo largo de la primera
mitad del siglo XX. La primera repartición dentro del aparato administrativo del Estado
Nacional ocupada de la minería, creada en 1885, fue la Sección Minas del Departamento de
Obras Públicas. Esta repartición se transformó, en 1889, en el Departamento Nacional de
Minas y Geología y en 1898, cuando se organizó el Ministerio de Agricultura, se transformó
en la Sección de Minas y Geología, dentro de la División de Industria. Por un Decreto del 25
de octubre de 1904, finalmente, quedó separada de la División de Industrias, para constituir la
División de Minas, Geología e Hidrología, organizada en tres secciones, Minas, Geología e
Hidrología. Años más tarde pasó a denominarse Dirección General de Minas, Geología e
Hidrología)4.
Dentro del Ministerio de Agricultura, a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, se crearon
cuatro órganos principales de difusión de las acciones ministeriales: las Memorias, los
Boletines, los Anales y los Almanaques.
La redacción de las Memorias era una obligación común a todos los Ministerios, dispuesta por
la Constitución Nacional. Al iniciarse cada período legislativo, los ministros debían elevar al
Congreso la memoria correspondiente al período anterior. Allí se narraban las principales
acciones del ministerio, con una introducción que normalmente estaba firmada por el ministro
a cargo, con informes sumarios de los directores y jefes de sección, un apartado contable y
otro donde se reunían decretos emanados del ministerio o algunas leyes que regulaban temas
del área correspondiente al mismo. Las referencias al Territorio de Los Andes, en las
Memorias del Ministerio de Agricultura publicadas a partir de 1900, eran mínimas. Sólo
aparecían en la sección de minería.
El Boletín, publicado primero por el Departamento Nacional de Agricultura y después por el
Ministerio de Agricultura, se creó en 1878. Destinado a los productores, reunía artículos
escritos por técnicos del Ministerio de Agricultura, y abarcaba una diversidad de temas como
la construcción de ferrocarriles, la explotación de minerales o experiencias de cultivo, con un
tono más bien descriptivo. También difundía cuestiones legislativas referidas a colonización

1
Según su propia definición profesional Holmberg era Naturalista viajero del Ministerio de Agricultura
(Holmberg 1902b).
2
Holmberg 1900.
3
Holmberg 1900:76-77.
4
Los cambios institucionales dentro del área de minería será desarrollado con más detalle en el capítulo sexto.

— 310 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

de tierras, inmigración, etcétera. Con el tiempo, el Boletín se fue concentrando en los temas
estrictamente agropecuarios, publicando resultados de investigaciones y no tanto de
exploraciones sobre terreno1. Como se informaba en la Memoria de este ministerio,
correspondiente al ejercicio 1901-1902:
“ Para la vulgarización de los conocimientos agrícolas y su difusión el Ministerio destina
el Boletín que se reparte gratis a todos los agricultores que lo solicitan, procurando
aumentar en adelante el número de ejemplares. Los trabajos y estudios puramente técnicos
se coleccionarán en otra publicación que se denom inará „A nales del M inisterio de
A gricultura‟ dividido en varias secciones de acuerdo con una clasificación científica ” 2
Después de 1910 los temas mineros se reservaron cada vez más para las publicaciones
específicas, como las memorias de la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología, los
Anales, o las estadísticas mineras publicadas regularmente desde entonces3. Para el caso del
Territorio de Los Andes, en el Boletín se publicaron algunos artículos donde se da cuenta,
someramente, de los principales recursos silvestres, la vicuña y la chinchilla4. En particular
aquí interesa el trabajo de Augusto Huber sobre la fauna silvestre de la puna, que surgió de
una exploración realizada en 19005. Hacia 1930 el Boletín fue reemplazado por el Almanaque
del Ministerio de Agricultura, realizado por la Dirección de Propaganda de ese ministerio.
En los Anales, las diferentes secciones del ministerio publicaban los informes de
exploraciones o las síntesis de estudios realizados en todo el país. Con la excepción del
mencionado informe de Holmberg, que en realidad no se publicó dentro de esta colección sino
con una publicación excepcional, no existe ningún estudio sobre la agricultura o la ganadería
del Territorio de Los Andes que se haya publicado en los Anales del Ministerio de
Agricultura. Lo más aproximado son algunas descripciones de la Puna jujeña, realizadas
también por Eduardo Holmberg (h), dentro de un estudio agrícola de la provincia de Jujuy6.
En cambio, la sección de Minería, Geología e Hidrología publicó tres artículos sobre la
minería del Territorio de Los Andes7.
Hasta aquí se dio cuenta de dos de los principales ámbitos que, en la Argentina, fomentaron la
exploración o la difusión de nuevos conocimientos sobre el Territorio de Los Andes. Parte
importante de la literatura producida por el IGA y por el Ministerio de Agricultura sobre este
territorio, considerada en conjunto como ―literatura de viaje‖ se analizará en las próximas
secciones. Además, esta literatura conformará un cuerpo documental que se recuperará
ampliamente en las aproximaciones a diferentes aspectos socioeconómicos referidos al
Territorio de Los Andes, en los próximos dos capítulos.

1
En 1902 Eduardo Holmberg hijo publicó un extenso artículo donde ofrece recomendaciones para los técnicos
que vayan a explorar nuevos territorios (Holmberg 1902a).
2
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1901-1902:12-13.
3
Ver en bibliografía.
4
Huber 1905 y Autran 1906, por ejemplo.
5
Huber 1905.
6
Holmberg 1904. Este trabajo se enmarca dentro del ambicioso proyecto de estudio agrícola de todas las
provincias argentinas. El mismo fue encarado por la sección de agricultura, pero no fue concluido. Para el
noroeste argentino se cuenta con los estudios hechos en Jujuy y Catamarca (Girola 1904).
7
Reichert 1907; Caplain 1912; Barnabé 1915.

— 311 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 312 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

Literatura de viajeros y construcción


simbólica del Territorio de Los Andes
Uno de los objetivos de la investigación fue reconstruir, en la forma más exhaustiva posible,
el proceso de exploración y reconocimiento del Territorio de Los Andes. Pero el Territorio de
Los Andes emergió a partir de una entidad previa, conocida en la época como Puna de
Atacama. En las últimas décadas del siglo XIX la Puna de Atacama se había conformado
como una región singular en el contexto de la expansión y deslinde territorial ocurrido en el
espacio cordillerano. A esa zona, hasta entonces se la solía denominar ―cordilleras de
Atacama‖ o región este del Desierto de Atacama, y hacia mediados de la década de 1880
comienza a denominarse Puna de Atacama. Finalmente, con el ―Laudo Buchanan‖ se
incorporó una porción de esa zona al territorio Argentina que, si bien se denominó ―Territorio
de Los Andes‖, se la siguió designando como Puna de Atacama, para hacer referencia a una
jurisdicción como para referirse a una serie de atributos del paisaje regional. Por esta razón, a
través de esta literatura, se puede advertir que entre las décadas de 1850 y la de 1930,
aproximadamente, se fueron creando nuevas herramientas conceptuales para diferenciar un
ámbito singular dentro del espacio cordillerano, que se fueron articulando con las divisiones
impuestas por los Estados que se sucediendo en el control de esa zona. El registro escrito de
los viajes que buscaban conocer o mejorar el conocimiento de la porción del espacio
sudamericano que hacia fines del siglo XIX se denominaba ―Puna‖ y, en particular, el sector
atacameño, está constituido por el corpus bibliográfico que se reseñó en esta tesis y que puede
consultarse en el anexo II.
En este corpus se pueden reconocer, por lo menos, dos estilos narrativos: el relato de viaje y la
descripción geográfica. Por lo pronto se puede establecer la siguiente distinción: mientras que
en el relato de viaje el texto se organiza a partir de la secuencia de lugares seguido en el viaje
del que se está dando cuenta, en la descripción geográfica, en cambio, el autor diseña un
itinerario de lectura del territorio que es independiente de aquél seguido en el viaje. En este
caso, la secuencia responde a un orden de temas considerados como indispensables para dar
cuenta del territorio que se quiere describir1.
El peso de cada uno de esos estilos varía de autor en autor. Mientras que Ambrosetti organiza
su obra a partir del itinerario de viaje y en cada etapa de ese itinerario realiza descripciones de
los escenarios que va observando, Bowman realiza lo contrario: relata momentos del viaje
cuando lo considera necesario para mejorar la descripción. También puede reconocerse cierta
variación a lo largo del período considerado, en detrimento del típico relato de viaje
decimonónico. Los primeros viajeros, como Philippi, von Tschudi o Brackebusch, con una
formación naturalistas más general, construyen su narración siguiendo estrictamente el
derrotero del viaje. Los técnicos del área de minería que recorrieron la región hacia el final del
período considerado, en cambio, priorizan las descripciones y prácticamente no hacen
reconstrucción alguna del itinerario seguido. De todas formas algo aúna a todos estos viajeros:
el ―haber estado‖ y el haber podido describir, a partir de su propia experiencia, paisajes,
personas y situaciones diversas.

1
Q uintero 2 0 0 2 a:1 4 . P ara p ro fund izar so b re las d iferencias entre ―relato d e viaje‖ y ―d escrip ció n geo gráfica‖
Quintero 2002a:12-17.

— 313 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El análisis del corpus documental permite identificar y datar, al menos en forma provisoria, el
proceso de construcción de la ―Puna de Atacama‖ como categoría regional. Por lo menos
hasta 1940 se empleaba para identificar un lugar ubicado dentro de la Argentina, aunque cada
vez más, fundido en la Puna argentina. La consideración de los pasajes de las obras de
viajeros donde se realiza la ―presentación regional‖ de los ámbitos estudiados, permitieron
advertir cómo la Puna de Atacama se disoció de otra entidad regional que originalmente
puede decirse que la contenía, el Desierto de Atacama, y cómo fue asociándose, al menos en
la literatura argentina, al Territorio de Los Andes, desde su creación en 1900. Además de
diferenciar a la Puna de Atacama del Desierto de Atacama, los viajeros a partir de 1900, y
especialmente aquellos que eran enviados por el gobierno argentino, comenzaron a construir
una serie de atributos de paisaje identificadores del Territorio de Los Andes. En cierta forma,
los atributos naturales se asociaban más claramente con Puna o Puna de Atacama, excediendo
los límites jurisdiccionales, mientras que otros aspectos se asociaban con ―Territorio de Los
Andes‖. Lo cierto es que Puna de Atacama, un sistema fisiográfico que formaba parte del
ámbito más vasto de la Puna, operó como rasgo toponímico en la construcción simbólico-
conceptual del Territorio de Los Andes. Esta entidad geohistórica, por encontrarse
enteramente dentro de la Puna de Atacama se convirtió, en las descripciones geográficas, en
un espacio con caracteres homogéneos. En general, por lo menos durante las primeras décadas
del siglo XX, y a partir de la literatura analizada, mientras existió el Territorio de Los Andes,
―Puna de Atacama‖ se utilizó para designar una región natural, y ―Territorio de Los Andes‖,
que tenía una connotación más claramente territorial, designando a un espacio delimitado con
precisión, se encontraba en su totalidad dentro de aquella región fisiográfica.
El análisis de esta literatura también permitió registrar el imaginario que los viajeros
construyeron sobre el paisaje y la cultura de la región. La construcción de ese ―otro‖ regional,
contenido en los límites del Territorio de Los Andes, se realizó fundamentalmente por dos
vías. Una, sin dudas dominante, fue la descripción geográfica. La otra vía, menos utilizada en
esta narrativa, fue la descripción etnográfica.
Otra cuestión que surge del análisis de esa literatura, finalmente, es un menú de temas y
problemas. Este menú operó de dos formas. En primer lugar proporcionando elementos para
la construcción simbólica que se señalaba más arriba. En segundo lugar, definiendo en forma
dialéctica, una agenda de temas para el gobierno argentino. La Puna de Atacama, como
señalaban varios de los viajeros aún a principios del siglo XX, era una tierra desconocida o, al
menos, escasamente conocida. A partir de 1900, además de incorporación de la región en
términos simbólicos, debía incorporársela al sistema productivo nacional. Este menú de temas
definió, de alguna manera, el perfil regional del Territorio de Los Andes en el contexto de la
argentina de principios del siglo XX. En otras palabras, aportó la información necesaria para
que las autoridades nacionales pudieran asignarle al Territorio de Los Andes un lugar dentro
del esquema regional del país.
El conjunto de obras que se enumeró más arriba constituyó una base importante no sólo para
la investigación que sostiene a esta tesis. También lo fue para las nuevas aproximaciones al
estudio de la ―Puna de Atacama‖ desde las ciencias antropológicas. En este sentido se debe
destacar la producción reciente de Cristina Argañaraz, Bárbara Göbel, Silvia García y Diana
Rolandi, Alejandro Haber, Gabriela Karasik, Cynthia Pizarro y Cecilia Sanhueza1. También
deben considerarse los estudios etno-arqueológicos, como los desarrollados por Hugo

1
Göbel 2001, 2003a y 2003b; Haber 1997, 1999 y 2003; Karasik 2003a y 2003b; Argañaraz 2003; García y
Rolandi 2003; Pizarro 2002; Sanhueza Tohá 2001.

— 314 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes
1
Yacobaccio . Todos estos autores, en líneas generales, coinciden en rescatar dos aspectos
importantes: la construcción de la ―otredad‖, tanto a través del paisaje como de la cultural.

La invención de la Puna de Atacama


Al menos en el corpus documental considerado, la etiqueta Puna de Atacama no fue usada por
ningún viajero, por lo menos hasta 1885, año en que Alejandro Bertrand publicó su ―Memoria
sobre las cordilleras del desierto de Atacama y regiones limítrofes‖. En las ―cordilleras del
desierto de Atacama‖ este ingeniero identificó una zona a la que denominó Puna de Atacama2.
En ese caso, se trataba de una unidad fisiográfica, que en algunos casos el autor llama ―Puna
Atacameña‖. Su contemporáneo, Francisco San Román no se refiere a ―la‖ región de la Puna
de Atacama sino a ―las‖ regiones de la Puna de Atacama3. Es decir, Puna de Atacama
comienza a cobrar una función toponímica, como resultado del ejercicio clasificador por áreas
naturales dentro de Desierto de Atacama. Todavía Abraham Becerra, que escribe su obra en
1887, no utiliza siquiera ―Puna de Atacama‖, optando por la expresión: ―las cordilleras del
poniente‖ 4.
A partir de las obras de Ramón Pérez y Luis Darapsky, de 1899, y sobre todo de las de Daniel
Cerri y Eduardo Holmberg (hijo), de 1900, la etiqueta Puna de Atacama comenzará a tener
más claramente una función nominativa. En otras palabras, comenzó a designar una entidad
espacial particular, con límites más o menos fijos, que se podían precisar. Después de 1900,
en general, los autores no hablaron de la ―Puna de Atacama chilena‖ y de la ―Puna de
Atacama argentina‖. Simplemente llamaban Puna de Atacama a la parte argentina, y Desierto
de Atacama a la parte chilena. Otros autores, como Juan Barnabé, utilizaban ―Puna de
Antofagasta‖ para designar a la parte del territorio que habían disputado las cancillerías
argentina y chilena, y que finalmente había quedado dentro del territorio del segundo, en
jurisdicción del puerto de Antofagasta. De esta forma, la noción de ―Puna de Atacama‖,
originalmente asociada a un tipo de ambiente (puna) localizado regionalmente (de Atacama),
se territorializa del lado argentino, superponiéndose en su extensión al Territorio de Los
Andes. Como se puede observar en el Mapa 4.1, cuyo título es ―Territorio de Los Andes‖
lleva sobreimpreso, Puna de Atacama. El borde en trazado grueso delimita el área de la ―Puna
de Atacama‖ que, en esta regionalización, se prolongaba hacia el norte, ingresando al
territorio de la República de Bolivia, por lo que no se puede conocer cual es la marca
septentrional de la región. Hacia el sur el límite de la Puna de Atacama es definido
claramente, en la Sierra de Buenaventura. Allí confina la Puna de Atacama con los valles
occidentales de la provincia de Catamarca, y este confín es serpenteado por el límite
jurisdiccional del Territorio de Los Andes. Todas las regionalizaciones de la Puna coinciden
en señalar a esas serranías como la marca meridional. Hacia el oriente el borde de la Puna de
Atacama coincide con el límite del Territorio de Los Andes, excepto en la zona de San
Antonio de los Cobres, mientras que hacia el occidente, ingresa al territorio de la República
de Chile, que confina con la cuenca del Salar de Atacama. La Argentina mantenía con
Bolivia, por entonces, la cuestión limítrofe pendiente al norte de Susques, que se resolverá en
recién en 1938 y demarcado entre 1939 y 19405.

1
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998.
2
Bertrand 1885:208.
3
San Román 1896:266.
4
Becerra 1887.
5
Sobre esto se volverá en el capítulo final.

— 315 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Como señala Alejandro Haber, la expresión ―Puna de Atacama‖ reúne dos elementos: la
descripción de un paisaje y una atribución locacional1. Como ya se vio, las definiciones de
puna son diversas pero, en general, se acepta que la expresión remite a consideraciones
fisiográficas2. En estos términos, se puede afirmar que se conoce como ―puna‖ a un
determinado medio natural…
“ profundamente original de los Andes tropicales al sur del Ecuador, por su continuidad y
extensión simultánea, por las topografías planas u onduladas en su mayoría. Las punas, a
más de 3.800 msnm en el norte y a 3.500 en el sur, están cubiertas por estepas y
praderas...” 3.
Al interior de este ambiente natural se suelen reconocer algunas variaciones importantes. En
este sentido, todas las punas tienen rasgos comunes como altitud, bajas temperaturas e
importantes amplitudes térmicas, pero no en todas las punas se da de la misma forma,
observándose ciertos gradientes de norte a sur y de este a oeste. Hacia el norte las punas son
más húmedas que las del sur y las del este más que las del oeste 4. A su vez, en la actualidad
las punas suelen diferenciarse en ―húmedas‖, ―secas‖, ―saladas‖ y ―desérticas‖.
En términos estrictos, lo que actualmente se suele designar como ―puna desértica‖, coincidiría
con lo que en el Mapa 4.1 es marcado como Puna de Atacama que, en realidad, es un
conjunto de punas, bolsones, valles, cerros y serranías, que contienen salares, salinas, ríos
intermitentes, vegas y lagunas. No obstante, todas esas formas fueron quedando subsumidas,
con el tiempo, en aquella que es más original y distintiva de esta región: la extensa topografía
plana, ubicada a altitudes relativas elevadas, la puna.
El segundo componente de Puna de Atacama, como se señalaba más arriba, es el locacional.
En el último tramo del período colonial cuando del Pino Manrique describió la villa de Potosí,
menciona a Atacama como uno de los partidos sujetos a su intendencia. Ese topónimo,
―Atacama‖, tenía una larga historia y su origen remite a un grupo humano. Ese partido estaba
dividido en dos curatos, Atacama la Baja y Atacama la Alta. Este último, con San Pedro como
cabecera, tenía como anexos Toconao, Socaire, Peine, Incahuasi y Susques5. Antofagasta (de
la Sierra) era jurisdicción de Catamarca. Es decir, ya desde la colonia Atacama era una
referencia jurisdiccional. En ese entonces, el agregado ―la Alta‖ daba cuenta de uno de los
rasgos dominante del paisaje.
Sería prematuro decir que la expresión Puna de Atacama, empleada en el mapa, es una
invención de Alejandro Bertrand. Pero hasta ahora, es la utilización más antigua que pudo
detectarse. En 1884 cuando este viajero recorrió las nuevas tierras incorporadas a Chile, una
vez terminada la Guerra del Pacífico, reconoció, a juzgar por su narración, una Puna de
Atacama y una Puna jujeña, cada una con su cuenca hidrográfica diferenciada. Hasta
entonces, la ―Puna de Atacama‖ se la había identificado como la región montañosa del
Desierto de Atacama, las montañas del poniente en la mirada de Becerra. Algunos años
después esta porción entraría en la disputa territorial de tres Estados: la Argentina, Bolivia y
Chile.

1
Haber 1999:44.
2
T am b ién se utiliza el su stantivo ―p una‖ co m o sinó nim o d e ―m al d e altura‖ o ―S o ro che‖, y ―ap u nam ien to ‖ co m o
el estado de desarreglo fisiológico provocado por la puna.
3
Dollfus 1991:66.
4
Reboratti 1994:11-12.
5
del Pino Manrique 1787:20.

— 316 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

Mapa 4.1. El Territorio de Los Andes y la Puna de Atacama, en una publicación escolar de 1916.

Fuente: reproducido de Boero 1916.

— 317 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La regional (natural) que comenzó a catalogarse como Puna de Atacama hacia 1884, en la
posguerra del Pacífico, se transportó a los documentos de validez internacional entre la
Argentina, Bolivia y Chile durante la última década del siglo XIX. En el Tratado de límites
Quirno Costa-Vaca Guzmán, por ejemplo, no se hace referencia a la ―Puna de Atacama‖ sino,
simplemente, al territorio de Atacama:
Art. 1º.- Los límites definitivos entre la República Argentina y la República de Bolivia,
quedan fijados así: En el territorio de Atacama se seguirá la Cordillera del mismo nombre
desde la cabecera de la quebrada del Diablo hacia el Noroeste, por la vertiente oriental de
la misma cordillera hasta donde principia la serranía de Z apalegui…
En el Protocolo Costa-Ichazo de 1894 no aparece ni siquiera la expresión ―Atacama‖. En los
primeros tratados entre Bolivia y Chile tampoco aparece ―Atacama‖ o ―Puna de Atacama‖. En
el Pacto de tregua se hace referencia a ―los territorios com prendidos… ‖ entre determinados
límites:
2º.- La República de Chile, durante la vigencia de esta tregua, continuará gobernado con
sujeción al régimen político y administrativo que establece la ley chilena los territorios
comprendidos desde el paralelo 23 hasta la desembocadura del río Loa en el Pacifico,
teniendo dichos territorios por límite oriental una línea recta que parta de Sapalegui desde
la intersección con el deslinde que lo separa de la República Argentina hasta el volcán
Licancabur.
En el caso de los documentos comunes a la Argentina y Chile, recién en los de 1898 y 1899 se
menciona explícitamente a la Puna de Atacama. Por entonces, al componente ambiental
(puna) y al locacional, en realidad jurisdiccional (de Atacama), se le suma el territorial: la
Puna de Atacama era un territorio disputado por la Argentina y Chile en el campo de la
diplomacia.
De todas formas, aún en los últimos años del siglo XIX la expresión pareciera que no era
utilizada en forma excluyente. Como se analizaba en el capítulo tercero, en la Jeografía [sic]
Descriptiva de la República de Chile de 1890, su autor utilizaba ―región del este‖ 1. Ya en la
edición de la misma obra de 1897 utiliza Puna de Atacama como categoría regional2. Para
entonces, la Puna de Atacama era motivo de controversias entre la Argentina y Chile, y estaba
envuelta en un clima de tensión.
Cuando a fines de 1899 la cuestión de límites entre la Argentina y Chile en la Puna de
Atacama ya se había definido, los representantes del Congreso argentino que tuvieron a su
cargo definir la situación política de ese nuevo territorio, decidieron denominarlo Territorio de
Los Andes. De esa forma, probablemente, buscaban sacarle la marca que identificaba a ese
ámbito con el Desierto de Atacama, que incontestablemente era una parte de Chile. No
obstante, la expresión Puna de Atacama siguió pululando en las obras de los viajeros que iban
al Territorio de Los Andes. Tanto que, Puna de Atacama y Territorio de Los Andes, en obras
de viajeros o de divulgación, se presentaban en forma conjunta, y muchas veces se
confundían. Sirvan estos ejemplos:
“ Este territorio pertenece á la República Argentina desde 1899, y forma parte de la región
conocida con el nombre de Puna de Atacama” 3

1
Espinoza 1890:171.
2
Espinoza 1897:103.
3
Urien y Colombo 1905:588.

— 318 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

“ La gobernación de Los Andes, más comúnmente conocida con el nombre de Puna de


A tacam a, está situada en la parte noroeste de la R epública… ” 1
“ A ndes (L os). G eog. G obernación o territorio de la R epública A rgentina… que abarca la
región conocida anteriormente por Puna de Atacama, cuya posesión pretendía Chile y fue
cedida a la Argentina por fallo del árbitro norteamericano” 2
“ Gobernación de Los Andes. Este territorio fue creado por ley de 9 de enero de 1910 [sic],
una vez que el fallo arbitral del ministro de Estados Unidos en Buenos Aires delimitó el
territorio de la Puna de Atacama, que, cedido por Bolivia a la Argentina en virtud del
tratado de 1893, se hallaba en poder de Chile, desde la guerra del Pacífico” 3
Como corolario, se puede decir que la expresión ―Puna de Atacama‖, comenzó a utilizarse en
las obras de viajeros enviados por el gobierno chileno, después de la Guerra del Pacífico4.
Inicialmente utilizada como una expresión para designar una unidad física, localizada al
oriente de San Pedro de Atacama, pronto se transformó en un territorio en disputa. En otras
palabras, a los elementos señalados por Alejandro Haber, la descripción de un paisaje y una
atribución locacional, habría que agregarle un elemento territorial, producto de las disputas
geopolíticas de los países andinos del Cono Sur. Cuando una parte de esa unidad se incorporó
al territorio argentino, el gobierno de este país buscó una nueva etiqueta, ―Los Andes‖, para
denominar a esas tierras organizadas como una nueva jurisdicción, con características propias
de otras unidades denominadas ―Territorios Nacionales‖. Sin embargo, la etiqueta ―Puna de
Atacama‖ siguió operando, utilizándose como categoría regional utilizada en los sistemas
clasificatorios por áreas que comenzaban a elaborar los científicos de la época. Como
categoría regional, fue utilizada para la descripción geográfica del Territorio de Los Andes. A
la vez, una vez que Los Andes se disolvió institucionalmente, esta entidad regional subsistió
en su dimensión funcional y, en menos medida, como construcción simbólico-conceptual. En
adelante, desde la década de 1940 por lo menos, la ―Puna de Atacama‖ se fundió
definitivamente en la región geográfica ―Puna argentina‖, aunque se siguió diferenciando una
parte, ―meridional‖ o ―salada‖, guardando relación con aquella construcción de principios de
siglo XX.
Lo que sigue analizará de qué forma se describieron a la geografía y la población del
Territorio de Los Andes, descripciones que involucraban, inevitablemente, definiciones
regionales sobre la Puna en general y sobre la Puna de Atacama en particular.

“H asta los volcan es h an en m u decido… ” Construcción del paisaje del


Territorio de Los Andes
En el corpus de obras analizadas se puede advertir que la construcción del paisaje se realizaba
por dos vías, en forma simultánea. Una que podría llamarse subjetiva y otra objetiva. La vía
subjetiva estaba centrada en la experiencia personal del viajero y en la serie de dificultades
que encontraba para realizar su labor. En este caso cobra valor el relato de viaje y casi todos
los autores recurren a su memoria sensorial. La descripción del paisaje se reforzaba por la
―vía objetiva‖, a través de la inclusión de información tomada en el terreno: altitudes medias y
extremas, temperaturas extremas, presencia de salares y salinas, ausencia de agua, leña y otros
elementos. Era aquí donde la descripción geográfica tomaba forma. Por cualquiera de las dos

1
Aloise 1927:140.
2
Espasa Calpe 1926:424.
3
Tobal 1937:619.
4
Haber 1999:45.

— 319 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

vías, el objetivo era narrar la rudeza del clima y la excepcionalidad de los fenómenos
atmosféricos, la pobreza de la flora y de la fauna, el aislamiento y la marginalidad. El
extrañamiento frente a este paisaje lo volvía exótico, y esto permitía marcar con claridad su
diferencia1.
Como cualquier descripción geográfica que se hacía a principios del siglo XX, los viajeros
que recorrieron el Territorio de Los Andes en sus obras seguían un itinerario temático donde
puede advertirse una mirada distante y clasificatoria, propia de la ciencia europea positivista2.
Estos viajeros hacían una disección del paisaje natural que incluía descripciones sobre la
geología y la geomorfología, el clima y la hidrología, flora y fauna, para luego continuar con
aspectos tales como población y caseríos, costumbres, modos de vida y viviendas, caminos,
comercio y producciones. Prácticamente todos los viajeros al describir el Territorio de Los
Andes repetían este esquema.
Los primeros tres viajeros que llegaron en 1900 al entonces nuevo Territorio de Los Andes
fueron Oscar Doering, Eduardo Holmberg (h) y Daniel Cerri. Las impresiones que tuvieron
rayaban entre la desilusión y el espanto. Descubrieron poblaciones escasas y dispersas, bajas
posibilidades de desarrollo agroganadero según los patrones pampeanos, con un potencial que
se veía centrado exclusivamente en la minería. Las descripciones del ambiente y de las
poblaciones, se presentaban como narraciones terriblemente desalentadoras 3. El más
terminante era Doering.
“ … no puedo ocultar la triste im presión que en m i ánim o ha producido la m onotonía y
aridez y desnudez de la zona estudiada… ” 4.
Las características del clima y de la topografía se tornaban elementos a veces insalvables.
Doering permaneció 15 días en la región, como lo expresaba Holmberg en su obra,
decidiendo volver antes de lo previsto por lo avanzado de la estación invernal 5. Estas
impresiones sobre el paisaje generalmente se complementaban con el relato de desastres en
los que perecieron personas y animales.
“ Quien está obligado de hacer este molesto viaje durante los meses de invierno, procede
prudentemente recorriendo el camino tan rápidamente como le es posible… [A dem ás],
debe seguir en todo, especialmente con respecto al tiempo, los consejos de los indios
conocedores del camino. Las tormentas de nieve se desencadenan en las Cordilleras con
una rapidez extraordinaria… Sólo así se puede pensar en una p osible salvación;
frecuentemente es tarde y los fieros elementos cobran sus víctimas sin piedad” 6
Casi ninguno de los autores, a lo largo de la serie consultada, evita realizar comentarios sobre
las penurias ocasionadas por esa geografía, que se manifestaba sobre todo en las variaciones
del tiempo atmosférico y en las elevadas altitudes:
“ El clima es muy desagradable. Las noches de verano son muy frías y los días de un calor
ardiente; observé p. e. en la mañana a las 5¾ solo 8,1º C y entre la una y las dos de la
tarde 27º C, lo que hace una diferencia de 20 grados” 7
“ Desde el ocaso del sol sufríamos de fríos fuertes e insoportables, cuando había viento, a
veces de 10° bajo cero, durmiendo, sin embargo, varias noches al raso. El calor, menos

1
Göbel 2002a:269.
2
Göbel 2003b:143.
3
Esta cuestión también fue tratada en Karasik 2003a:245.
4
Doering 1900:463.
5
Holmberg 1900:53.
6
von Tschudi 1860:370.
7
Philippi 1860:55.

— 320 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

molesto pero intenso, quemábanos lastimosamente. Las nevadas que cayeron en las alturas
nos han alcanzado. En la Puna viajábamos en alturas próximas ó superiores á 4.000
metros...” 1.
“ un viaje en la Puna incluye siempre sacrificios á causa de la naturaleza que en aquellas
regiones no se muestra amiga del hombre” 2.
“ El clima es de lo más variable que pueda concebirse; en un mismo día se pasa
gradualmente de la primavera al verano, soportándose en las 24 horas una temperatura
que, comenzando por 25º sobre cero, se llega a 43º al sol a medio día para, en la noche,
descender a 5º y 8º bajo cero… ” 3
Esa naturaleza, que se presentaba hostil, tenía reservada al viajero dos manifestaciones que se
imponían sin piedad. Una era el ―viento blanco‖, causante de muchas muertes. De cuando
estaba en territorio chileno, en 1928, cerca de la cordillera de Domeyko, Dávalos relataba:
“ En el paradero de Puntas Negras, a falta de leña, los viajeros hacen fogones con huesos y
cabezas de toros: este detalle dará una idea de aquellos osarios. Nosotros acampamos allí
una noche y dormimos junto a los cadáveres momificados de tres arrieros que habían
muerto de frío” 4
Otra penuria era el ―Soroche‖, ―puna‖ o ―mal de altura‖, como lo relataban Pérez, Cerri y
Seckt:
“ L a „P una‟ se presenta con caracteres más enérgicos que en los Valles Calchaquíes
produce quebraduras en el cutis y una dificultad extremada en la respiración hasta en los
anim ales que sienten sus efectos… y á los exploradores les obstaculiza la rapidez
requerida” 5
“ Además de los efectos que hay que sufrir debido á los cambios de la temperatura,
tenemos que resistir la rarefacción del aire... [que] dá lugar al mal de montaña (puna ó
sorocho), que tiene como consecuencia inmediata la postración parcial ó total de las
fuerzas del hombre y de la cabalgadura, que llegan hasta arrojar sangre por las narices y
oídos” 6.
“ ataca muchas veces al viajero en las alturas elevadas de la cordillera, y por la cual no
sufren solamente los habitantes de las llanuras y especialmente el europeo, sino también el
indígena de la misma Puna” 7.
La Puna reservaba para el viajero, por lo menos, otra dificultad: la falta de agua y de leña.
“ La ausencia de aguadas y pastos, hacen de estos lugares verdaderos desiertos que solo
son frecuentados por los cazadores y los camperos” 8
“ El territorio de Los Andes o Puna Argentina, no es favorable para poblaciones por falta
de los primeros elementos para la vida. Los dos únicos «pueblos», mejor dicho rancheríos,
que he encontrado en mi jira á través de la Puna, Santa Rosa de Pastos Grandes, y
Antofagasta de la Sierra, tienen su base de existencia naturalmente en el agua corriente” 9

1
Doering 1900:462-463.
2
Kühn 1910:261.
3
López Aranda 1937:35.
4
Dávalos 1928:177.
5
Pérez 1899:39.
6
Cerri 1903:15.
7
Seckt 1912:186.
8
Reichert 1907:26.
9
Kühn 1910:314.

— 321 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ El viajero que recorre esas regiones no puede hacer campamento sin asegurarse que se
encuentran reunidos esos tres elementos indispensable: pasto, leña y agua; por eso, las
jornadas deben arreglarse según los caminos que uno tiene que seguir, y la presencia de
un vaqueano de esos lugares es im prescindible a toda expedición… ” 1.
Tal era el brumamiento que sentían algunos viajeros, que sólo podían festejar su partida2.
Después de un lapso de permanencia en la Puna, Boman y von Rosen relataban su viaje hacia
Purmamarca de la siguiente manera:
“ A la vista de los primeros árboles verdes, en la Quebrada de Humahuaca, nos invadió
una alegría loca; hacíamos carreras en nuestras mulas, bailábamos como escolares que
hubieran obtenido un feriado inesperado” 3.
“ El contraste entre el desierto que habíamos dejado y el hermoso paisaje que nos rodeaba,
nos daba la ilusión, como a Dante, de haber viajado del país de las sombras hasta la
entrada al paraíso” 4
La ―Puna‖ se imponía a los viajeros, y esa geografía de extremos hacía impensable la vida del
viajero en esas tierras, es decir del ―hombre blanco‖, llevando a muchos de ellos a concluir
que sólo los indígenas de la región pueden adaptarse a semejantes condiciones de vida.
“ La temperatura en toda la región de la Puna, es sumamente variable durante las 24
horas... Debido al clima así como á la altura que varía entre 3.500 m... y 4.400 m... es que
este Territorio no es habitado sino por los nativos de él...” 5.
“ Con su clima, el Territorio de Los Andes no puede tener una importancia económica muy
grande. Basta sin embargo, para hacer vivir una escasa población de indígenas” 6.
El interrogante sobre si el ―hombre blanco‖ podría adaptarse a la Puna estaba presente en el
relato de los viajeros extranjeros, como por ejemplo Boman y Bowman, que concluían en que
esto sería imposible:
“ Los europeos no pueden quedarse mucho tiempo en la PUNA sin sentirse invadidos por
una melancolía que provoca a veces desarreglos cerebrales” 7.
“ Para la ocupación de los hombres de raza blanca, los efectos de la altura constituyen
una gran desventaja, y como regla, sólo los relativamente jóvenes y fuertes son capaces de
soportarlo” 8
La ―falta de civilización‖, la ―aridez‖, los ―contrastes‖, la ―desnudez‖ de esta geografía se
asocian a un territorio fuera del mundo real:
“ Es imponente por lo extraño y caótico, quiero decir no acabado que está expresado en su
carácter. Es como si el Hacedor hubiese, después de haber terminado sus obras
magníficas, tirado todo el material de construcción a este lugar y éste yaciera ahora estéril
y muerto para todos los tiempos venideros!” 9

1
Caplain 1912:9.
2
Karasik 2003a:246.
3
Boman 1908:416.
4
von Rosen 1916:202.
5
Daniel Cerri, en: MI, Memoria de 1899:417 y 420.
6
Barnabé 1915:33.
7
Boman 1908:415.
8
Bowman 1924:348.
9
von Tschudi 1860:400.

— 322 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

“ ¡Por todas partes reina la soledad y el silencio abrumador! Hasta los volcanes han
enmudecido… ” 1
“ La impresión que produce la Puna en el viajero es tan extraña que no se la creería real.
U no se siente alejado de la tierra; casi parece que se atraviesa… un país lunar. L a
desnudez de esta naturaleza es horrorosa: se transforma todo en sombrío, taciturno… 2
“ … su gran atracción consiste en el carácter absolutam ente particular y extraño de
aquellos paisajes lejanos y despoblados” 3
“ El contraste entre el desierto que habíamos dejado y el hermoso paisaje que nos rodeaba,
nos daba la ilusión, como a Dante, de haber viajado del país de las sombras hasta la
entrada del paraíso” 4.
Con la expresión ―aquellos son verdaderos paisajes lunares‖, Bonen Rivera había resumido,
en un libro de geografía chilena, una poderosa imagen sobre la Puna, que fuera rescatada
posteriormente, entre otros, por Eduardo Holmberg (h), en su obra de 19005. Tiempo después,
después, Clemente Onelli, director del Jardín Zoológico de Buenos Aires, se refería a esa
región con la expresión de Bonen Rivera.
“ Estas son mis opiniones de naturalista que ha recorrido esos páramos de su gobernación,
admirable para fantasear con paisajes lunares” 6.
Y esta geografía lunar contrastaba con las pampas húmedas del sureste. Como lo afirmaba
Eduardo Holmberg (h):
“ No tiene la Gobernación de los Andes vastas pampas surcadas por ríos, cuyas márgenes
se abran para dar paso á los canales de riego... Todo es exuberante bajo el clima del
Chaco ó de Misiones; todo es triste y raquítico en las punas de los Andes...” 7.
El Territorio de Los Andes constituía un paisaje de alteridad absoluta dentro del cuadro
nacional8. Los elementos de ese paisaje que se exacerbaban eran básicamente dos: la altitud y
la temperatura. Como lo simplificaba Ambrosetti, la ―Puna de Atacama‖ es…
“ … una región fría, alta é inhospitalaria ” 9
En adelante, el contrapunto con las pampas solía estar presente y quien mejor presentaba este
contraste era Bowman:
“ Ir desde B uenos A ires, con su selva de m ástiles en una cuenca de apiñados barcos…
cruzar la pampa hasta la ciudad de Tucumán con su industria azucarera, luego penetrar
en la región de la selva y aun más arriba en la tierra de los pastos y en la zona montañosa,
para finalmente llegar a las primitivas habitaciones de los valles apartados de la Puna de
Atacama, es ver en todas sus fases la vida Argentina. Como cuadro geográfico no tiene
rival” 10.
Ningún viajero al Territorio de Los Andes podía ver en la economía campesina posibilidad
alguna de crecimiento económico. La explotación de la fibra de vicuña despertaba algún

1
Cerri 1903:11.
2
Boman 1908:414.
3
Kühn 1910:263-264.
4
von Rosen 1916:202.
5
Holmberg 1900:39.
6
AGN, SH III - CR, Signatura 134, Carta, Buenos Aires, octubre 21 de 1922.
7
Holmberg 1900:76.
8
Karasik 2003a:246.
9
Ambrosetti 1905:88.
10
Bowman 1924:227.

— 323 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

interés, pero solo eso. Las reservas minerales generaban en muchos de ellos grandes
expectativas. Pero la distancia con respecto a Buenos Aires, su ubicación periférica, en los
márgenes del territorio nacional, sobre terrenos elevados generaba pocas expectativas sobre
un crecimiento económico para este país lunar.

¿Pueden asimilarse a la civilización europea? Descripciones etnográficas en


el Territorio de Los Andes
A las dificultades que ofrecía ―el paisaje de la Puna‖ para el progreso material del Territorio
de Los Andes, se sumaban las dificultades que ofrecía, en la mirada de principios de siglo
XX, una población indígena poco más que despreciable. Las dificultades regionales para
―progresar‖ se volvían absolutas cuando se describía el paisaje humano.
Con la excepción de las descripciones etnográficas que elaboraron Boman y von Rosen, la
construcción de ese otro cultural en general se resumía a una abreviada enumeración y
descripción de hábitos (como por ejemplo el uso de la coca), la vestimentas y las viviendas, la
lenguas indígenas (como el kunza) y distintos aspectos de las creencias y la vida religiosa.
Boman y von Rosen construyeron a ese otro cultural a través de un abordaje ―científico‖,
mediante el uso de técnicas antropométricas, fotográficas, de entrevistas y otros métodos de
abordaje. El resto se limitó a relatar sus impresiones de viajeros extrañados por el encuentro
con una población desconocida. Casi la mitad de ellos, además, eran de origen europeo1.
Casi todos los viajeros coinciden en referirse a la población del Territorio de Los Andes como
indígena.
“ En su totalidad estos individuos son de raza americana, y muchos de ellos y muchos de
ellos conservan su tipo de descendientes de los antiguos aim arás o atacam eños… E l indio
de las punas, es en conjunto hermoso, y no escaso de originalidad en su traje y
costum bres, lo que le da cierto interés… ” 2
“ … son del tipo neto del indio ó paisano boliviano, m enos robustos, m ás sagaces y m ás
desconfiados” 3.
“ … son indios m ansos, cristianos, de raza Q uichua, A im ará, C oya o m estizos… ” 4
“ Los habitantes, los atacameños, son de pura raza india, de cara cuadrada, mandíbulas
fuertes, nariz un poco chata, labios prominentes, con poca barba, de color bronceado y de
estatura media” 5
Casi todos los autores manifiestan una gran distancia, desprecio, desconfianza y
descalificación de las poblaciones indígenas. Como enumera Bárbara Göbel, los veían como
primitivos, pobres, con pocos bienes materiales, sucios, hoscos, pocos sociables, cerrados
frente a cualquier intento civilizador6.
“ Los indios atacameños poseen la pasividad en mayor grado que quichuas y aimaras, pero
una pasividad siempre negativa, pues su primer movimiento i con frecuencia el último es

1
De los 26 viajeros considerados, por lo menos 11 eran europeos y uno norteamericano: 7 eran de origen
alemán, 2 de origen sueco, 1 de origen suizo y 1 estadounidense. El matrimonio Fernández de Vicente, se estima,
eran españoles.
2
Holmberg 1900:69.
3
Cerri 1900:45.
4
Huber 1905:389.
5
Kühn 1910:316.
6
Göbel 2003b:145.

— 324 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

no hacer lo que se les pide, sin entrar a considerar si es o no de su conveniencia... Su


relijión es la católica, pero de ella solo admiten realmente las ceremonias exteriores i
practican muchas supersticiones...Son sobrios por costumbre i por necesidad, pero cuando
comen a espensas ajenas es imposible hartarlos. Respecto a sus costumbres, confesamos
que su esterioridad repugnante no nos invitó a estudiarlas mui de cerca; creemos que el
lavado es una operación desconocida entre ellos. Ideas de comodidad i confortable no
tienen ninguna” 1.
Quien probablemente ofreció la descripción más despreciativa hacia la población de las tierras
altas de Atacama fue Francisco San Román, quien destina dos extensos párrafos a describir el
aspecto de una mujer con la que se encontró en su viaje:
“ El primer ejemplar i modelo vivo salido a nuestro encuentro correspondía al género
sucio en la mas horrible y extraña forma de animal conocido, pasando por el
transformismo de la inmundicia a una casta o variedad de la especie humana no
clasificada todavía por los naturalistas.
“ Era animal hembra; su cabeza soportaba el peso de una espesa i enorme masa de
materia cabelluda amasada con la grasa, el polvo y la basura de ochenta años; el hueco
de las orejas relleno también de sedimentos allí depositados quizá durante igual
transcurso de tiempo; la boca orlada de un anillo verde de coca masticada; los ojos
cubiertos con un tejido amarillento de materia indefinible; las tetas colgantes en forma de
bolsas alargadas hasta el ombligo; i la piel toda, de pies a cabeza, cubierta de hojuelas
duras y relucientes como escamas de pescado.
“ Cerca de la morada donde habita aquel sér humano, un hueco entre dos piedras, desnudo
de todo objeto de comodidad, como si lo habitara un reptil, los peones levantaban nuestra
carpa de limpia lona coronada con un gallardete tricolor que ondeaba alegra i
vistosamente en aquellos aires donde jamás había flotado emblema alguno de idea
patriótica, profana o sagrada” 2.
Otro tanto agregaron Becerra y Boman:
“ La civilización en estas gentes es nula y si algunos son clasificados de cristianos es
puramente en el nombre, estos son unos tipos de egoísmo, y la única religión de ellos es
tener miedo á las almas, y no omiten llenar la bolsa del cura con tal que este les asegure
que apaciguará las exigencias de estos espíritus que según ellos pasan silbando por todos
los campos que rodean sus habitaciones” 3
“ En cuanto a su carácter, los indios de la Puna DE JUJUY se parecen a todos los otros
indios del altiplano: son huraños, reservados, falsos, astutos, perezosos, tímidos,
pusilánimes, sometidos al que manda” 4
“ ¿Los indios de la Puna y del altiplano en general pueden asimilarse a la civilización
europea? ¿Pueden aprender el método de trabajo de los europeos, pueden ser absorbidos
en la m esa de la población de un estado „civilizado‟? E n general, creo que no ” 5.
En medio de estas descripciones descalificadotas, una cuestión en la que varios de los viajeros
coincidían en señalar era la capacidad para caminar de esta población, describiéndolo casi
como un rasgo animal. Probablemente este fue el único elemento positivo que presentaba la
de la región en la mirada de los viajeros.

1
Bertrand 1885:276-277.
2
San Román 1896:253-254.
3
Becerra 1887:22.
4
Boman 1908:470. Destacado del autor.
5
Boman 1908:472.

— 325 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … lo único útil en ellos son las piernas y esto si son alim entados con coca de los contrario
no podrían recorrer grandes distancias, que con frecuencia acostumbran” 1.
“ La escasa población de la Puna se compone en su mayoría de indígenas originarios de
los valles Calchaquíes como lo demuestran sus caracteres físicos y morales. Tienen los
mismos defectos de las razas vallistas: la indolencia, la pereza intelectual y sus mismas
cualidades de frugalidad y resistencia a las intemperies, llevadas hasta el estoicismo...” 2.
“ Para cubrir largas distancias que siempre las realizan de a pie, no llevan muchas
provisiones de ropa para abrigarse en las crudas noches puneñas ni tampoco abundantes
víveres. Lo único que no les debe falta es coca. Muy sobrios y resistentes como andarines,
seguramente batirían los récords mundiales en distancia y resistencia. Tanto ésta, como su
habilidad para construir caminos y el usar como acémilas a las llamas son las cualidades
que más evocan a sus antepasados” 3
Sólo en los casos de Catalano, el matrimonio Fernández de Vicente y López Aranda la mirada
no es tan negativa, aunque sí paternalista.
“ La carne, grasa, cuero de la oveja, constituyen la existencia de aquellas gentes, que no
tienen más bienes de fortuna que un hatajo de ellas. No es, pues, de extrañar que aquellas
humildes y buenas familias, jiren y jiren en derredor de sus ovejitas y cabras; por ellas se
desvelan, por ellas trabajan, por ellas rezan y por ellas ofrecen inocentes sacrificios a la
Pacha-Mama” 4
“ … nuestros buenos am igos los collitas… ” 5
Con ese panorama, los técnicos del Ministerio de Agricultura manifestaban cierta frustración
ante la posibilidad de un desarrollo minero, en la medida que una población descripta de esa
manera no podía ser vista como mano de obra útil para cualquier empresa de largo aliento.
Aún los técnicos del área de minería, que lejos estaba en su misión la de hacer una
descripción etnográfica de la población del Territorio de Los Andes, exponen algunas
consideraciones sobre la población local en tanto fuente de mano de obra, con vistas a una
expansión de la actividad y de los requerimientos de trabajo que ello supondría:
“ no hay que esperar un aumento sensible de la población del territorio, sino por la
explotación de las vetas minerales o de los depósitos de borato de los salares; los recursos
minerales no permiten sostener a una población mayor” 6.
“ Salvo algunas excepciones, el indio de la Puna de carácter indolente no se preocupa en
aumentar su hacienda. Con tal que le alcance para sus gastos de coca se halla conforme y
es toda evidencia que la Puna no tiene su población animal máxima” 7.
“ Esos indios se dedican únicamente a la cría de majadas de ovejas, cabras y llamas; de
vez en cuando hacen un viaje a Chile o a Bolivia para canjear sus productos por tambores
de coca sin la cual no pueden vivir” 8.
Ante ese panorama, la opción era la inmigración, como requisito necesario para un desarrollo
de la economía de la región.

1
Becerra 1887:22.
2
Barnabé 1915:33.
3
Castellanos 1928:59-60.
4
Fernández y A. de Fernández 1942:267.
5
Fernández y A. de Fernández 1942:290.
6
Caplain 1912:12.
7
Barnabé 1915:34.
8
Barnabé 1915:38.

— 326 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

“ En el caso de desarrollo de la industria minera se tendría que recurrir a la mano de obra


forastera, la cual con toda probabilidad vendría de Bolivia como ocurrió con la mina
Concordia” 1.
“ Día vendrá en que la inmigración europea invada la puna, se dedique al pastoreo y sus
industrias, funde criaderos de chinchilla, vicuñas y zorros de las nieves, explote minas,
salares y borateras, y concluya con los nativos ya diezm ados… ” 2
En su contacto con el nuevo Territorio Nacional, Doering, Holmberg y Cerri coincidían en la
necesidad de sacar a esta región del aislamiento como condición para ―civilizar‖ a su
población. La forma de hacerlo, la principal sugerencia al gobierno nacional en cuanto a
política de inversión en la región, era la extensión de las vías del ferrocarril para, de esta
forma, permitir el progreso el cual estaría centrado fundamentalmente en la minería:
“ Es indispensable disminuir el aislamiento del mundo civilizado en que se encuentra el
nuevo Territorio” 3.
“ … hay que llevar una vía férrea hasta las m ism as salidas de las punas, para que la
exportación de la materia prima sea posible” 4;
“ … sólo cuando las líneas férreas de la nación escalen aquellas escabrosas m ontañas para
penetrar en el territorio, tomarán impulso las exploraciones é investigaciones sobre el
valor intrínseco de las vetas de metales que se observan en él” 5
Todavía en 1930 se repetían frases donde progreso y civilización se hilaban a través de las
vías del ferrocarril:
“ será el primer conducto por donde llegará hasta la Puna el aire tonificante del progreso
material y moral, y solo por ese vínculo empezará a tener la verdadera y efectiva
sensación de que realmente forma parte integrante de la nación argentina” 6
Paradójicamente, y como dejaban deslizar Boman y Bowman, este carácter marginal con
respecto al accionar de los tres Estados que rodeaban la región, Argentina, Bolivia y Chile,
fue, justamente, lo que les permitió resistir y mantener cierta autonomía cultural.
“ ...hay todavía, en la Puna de Atacama, indios que han vivido allí desde la época de la
conquista sin mezclarse con los otros, conservando sus antiguas costumbres y sus antiguas
creencias. Son los indios de Coranzulí y de Susques, distritos montañosos, áridos y fríos,
fuera de los caminos, y que no son visitados nunca por un extranjero y ni siquiera por los
indios de otras regiones” 7.
“ Estos indios han sido siempre casi independientes de las tres repúblicas que los rodean,
Bolivia, Chile y Argentina” 8.

En suma, la revisión de esta literatura permitió conocer cómo los viajeros de la segunda mitad
del siglo XIX y primeras décadas del XX, elaboraron y trasmitieron una serie de imágenes
sobre la región en cuestión. Esta región, en términos operativos, se definió como ―Puna de
Atacama‖, en la medida que los atributos que se utilizaron para describir al Territorio de Los

1
Barnabé 1915:33.
2
Dávalos 1930:360.
3
Doering 1900:463.
4
Holmberg 1900:77.
5
Cerri 1903:30.
6
Catalano 1930:103.
7
Boman 1908:417.
8
Bowman 1924:420.

— 327 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Andes, venían definiéndose con anterioridad a su existencia, y muchos de ellos siguieron


operando con posterioridad. En todo caso, a partir de 1900 lo que ocurrió fue un aumento
considerable del número de obras que describían a la región a partir de un viaje exploratorio,
como consecuencia del interés del Estado argentino por mejorar la información sobre Los
Andes. En general, las imágenes tendieron a homogeneizar algunos rasgos fisiográficos a toda
la región en cuestión, y a presentar a la población indígena como la única que podía residir en
un medio caracterizado como ―extremo‖. Las descripciones de los primeros enviados del
gobierno argentino eran desalentadoras y pesimistas sobre las potencialidades de la región
que, como se ampliará en el capítulo sexto, fueron variando hacia el optimismo en la medida
que se conocían mejor las reservas minerales ―ocultas en las montañas‖. De todas formas, los
extremos del clima y la altitud representaban obstáculos para pensar un pronto crecimiento en
la región, aunque la construcción de un ferrocarril fue visto, y esto se ampliará más delante,
como un instrumento eficaz para luchar ―con la bravura de la montaña‖. La mirada sobre la
población, de todos modos, y con pocas excepciones, siempre fue más bien negativa, lo que
no permitía pensar en un crecimiento para la región de no mediar una política inmigratoria,
algo que finalmente nunca ocurrió. Que el Territorio de Los Andes estuviera emplazado en un
―país lunar‖, finalmente, era una imagen que facilitaba respuestas para explicar la ausencia de
crecimiento socioeconómico y justificar, de alguna manera, la ausencia del Estado nacional.

La geografía del Territorio de Los Andes: ¿una construcción de los


viajeros?
La construcción del paisaje del Territorio de Los Andes no se limitó a la literatura de viajeros.
Numerosas obras científicas especializadas, obras de divulgación o de enseñanza, repitieron
los argumentos de los viajeros, referidos a una región naturalmente extrema y desventajosa.
Las imágenes de la desnudez, la tristeza y la soledad que describieron los viajeros fueron
recuperadas en las posteriores descripciones geográficas que, ante todo, resaltaron los
extremos.
Se pueden subrayar tres elementos presentes en las reconstrucciones regionales hechas por los
―no viajeros‖. Primero, que predominó una mirada del Territorio de Los Andes articulada con
la de ―Puna‖, y en particular ―Puna de Atacama‖, en tanto región natural que progresivamente
iba mutando hacia su concepción como región geográfica. Esta cuestión excede al caso de la
Puna argentina y remite, evidentemente, al contexto de enunciación. Sin embargo, la Puna de
Atacama constituyó un caso emblemático y probablemente su confirmación como una región
singular se le deba al geógrafo Federico Daus para quien:
“ La Puna de Atacama es una región evidentemente” 1.
En segundo lugar, que en la descripción geográfica del Territorio de Los Andes se advierten
ciertas imprecisiones e improvisación en cuanto a la presentación de la información. En tercer
lugar, el contraste que solía hacerse de Los Andes con los demás Territorios Nacionales y con
uno en especial, La Pampa.
Como se señalaba en el acápite anterior, en la construcción fisiográfica de la ―Puna de
Atacama‖ realizada por los viajeros se solían resaltar dos elementos: la altitud y la amplitud
térmica. Fuera de estos elementos, la literatura solía repetir alguna de las imágenes elaboradas
por los viajeros: una naturaleza pobre, un paisaje diferente a cualquier otro y una población
poco menos que deseable. En general, las ―presentaciones regionales‖ del Territorio de Los
Andes se inician con la enunciación de estos elementos, cuyos títulos suelen ser ―Aspecto

1
Daus 1935:99.

— 328 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

general‖, ―Descripción general‖ y, en algunos casos, ―Geografía física‖ o ―Geografía natural‖.


Como era común en la época, a la población solía mencionársela, en pocas líneas, una vez que
el paisaje se había descripto por completo.
“ El clima es endemoniado; durante el día reina un viento fuertísimo y helado á la sombra,
mientras que al sol, el calor es grande. De noche el viento se calma y la temperatura
desciende más que en el día” 1
“ Este pedazo de puna es todo él una altiplanicie que se eleva á 4.000 metros sobre el nivel
del m ar… E l agua escasea en todo el territorio. N unca llueve… ” 2.
“ La gobernación de Los Andes es poco conocida ¿Qué interés puede tener un explorador
en visitar un país muerto, casi sin habitantes?...” 3.
“ E l T erritorio de L os A ndes… constituido por una alta planicie de 4000 m etros de altura,
con grandes cambios diarios de temperatura, es relativamente poco propicio a la vida pero
pueden habitarlo sin mayores inconvenientes los pobladores arraigados en él, los
indígenas de la región, adaptados a la altura. De ahí, como se verá seguidamente, su
población es escasa y está constituida casi exclusivamente por autóctonos” 4.
“ La región de Los Andes forma parte de la Puna de Atacama: su aspecto físico es del todo
peculiar y no tiene parangón en lo demás del territorio argentino. De configuración
oblonga, se extiende de Sur a Norte; es una altiplanicie de suelo volcánico y muy
elevada… el clim a de L os A ndes es m uy seco y con tem peraturas extrem as” 5.
Todavía en la década de 1970, tres décadas después de desaparecido el Territorio de Los
Andes, se seguían realizando este tipo de descripciones, donde se marcaban los extremos de la
naturaleza y se descalificaba a su población, debido a su condición indígena:
“ Nos preguntamos: ¿Qué es hoy la Puna de Atacama? Una enorme extensión de la Patria
donde el elemento más destacado es el paisaje de grandes e inmaculados salares
enmarcados por cerros nevados, volcanes apenas apagados y amplias planicies desérticas:
todo bajo un cielo muy azul. En la extensión se mimetizan los pequeños, terrosos y
centenarios pueblos que completan ese panorama de soledad, de eterna soledad, que
define a la región atacameña. Allí el hombre fue y es lo de menos, el paisaje frío e
im ponente es lo de m ás. „¡pero qué habitantes! C ollas, collas no m ás, con excepción de
tres o cuatro hom bres… ‟, fue la textual definición dem ográfica que B rackebusch aplicó a
la puna jujeña en 1883” 6
Cierto es que no todos los autores describían al Territorio de Los Andes sólo por su atributo
altitudinal o por el térmico. Algunos autores rescataban otros aspectos, como el origen étnico
o jurisdiccional, aunque el dato altitudinal o térmico, finalmente, solía aparecer. Un ejemplo
de esto lo ofrece Pierre Denis:
“ L a P una, a la altura de 3.500 a 3.800 m , es una zona de habitación perm anente… ; ante
todo es una región pastoril y minera; sin embargo, permanecen algunos cultivos a más de
2.000 m por encim a del nivel de los valles… ” 7.

1
Biedma 1905:94.
2
Blasco Ibáñez 1910:724.
3
Blasco Ibáñez 1910:725.
4
Censo General de los Territorios Nacionales, 1920:219.
5
Ricossa 1943:249 y 251.
6
Aceñolaza 1971:58.
7
Denis 1920:88.

— 329 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Otro aspecto que puede señalarse es la imprecisión e improvisación que sobrevuela a gran
parte de las referencias al Territorio de Los Andes, como esta inclusión de Los Andes entre
los territorios patagónicos:
“ Chubut, Santa Cruz, la Terre de Feu, Neuquèn, Los Andes, sont de vastes territoires où
l‟agriculture, l‟élevage, l‟exploitation des bois et des m ines se développent avec rapidité.
N ous avons parlé ailleurs de l‟industrie pétrolifère de C om odoro R ivadavia. C es différents
territoires communiquent entre eux par les chemins de fer de la Patagonie, par les ports
disséminés sur la côte et des services automobiles” 1.
Pero el dato que probablemente ha tenido la mayor labilidad a lo largo de las cuatro décadas
de existencia del Territorio de Los Andes es el de la superficie:
“ El Territorio Nacional de la Gobernación conocida con el nombre de Puna de Atacama
hállase situado hacia el noroeste de la R epública… se calcula la extensión superficial del
territorio en 75.000 kilómetros cuadrados… ” 2.
“ La superficie de esta gobernación alcanza unos 72.755,055 kilómetros cuadrados” 3.
“ La fracción argentina se llama Puna de Atacama y políticamente Territorio de Los
Andes, con una superficie de 90.000 km2...” 4
Como puede verse en el cuadro siguiente, las asignaciones de superficie van desde 40.000
kilómetros cuadrados a 90.000. En el caso de Holmberg, que en 1900 estimó la superficie del
Territorio de Los Andes en 90.644 kilómetros cuadrados, se puede entender por la ausencia
aún de mensuras precisas. Sin embargo, en 1901 ya se había establecido la primera estimación
oficial de 64.900 km2, publicada en la obra de Cerri de 1903. A pesar de esto, los autores
tomaron datos de superficie inverosímiles, como los de Boero que sugiere 40.000 en 1907 y
72.755 en 1915. El propio Ministerio del Interior, en una publicación oficial, ofrece la cifra
más abultada: 92.000 km2. Sólo a los fines ilustrativos, se puede decir que 92.000 equivaldría
a la superficie del Territorio de Los Andes (próxima a 63.000) más 1¼ veces la de Tucumán
(próxima a 22.000)5. Lo mismo puede decirse de Isidoro Ruiz Moreno, Director de Territorios
Territorios Nacionales por un período prolongado quien, en su obra, establece como
superficie 57.000 km2 (ver Cuadro 4.2).
Otra fuente de imprecisiones proviene de la información climatológica. En el afán de mostrar
la condición ―extrema‖ de la naturaleza del Territorio de Los Andes, se ofrece información
que si bien no es del todo imposible, por lo menos no constituye la norma.
En un manual escolar de 1920, firmado H. E. C., se afirmaba:
“ El clima es sumamente seco y frío. En invierno todo está cubierto de nieve. La lluvia es
allí casi desconocida, y hay zonas, como la de Antofagasta, que no han visto un aguacero
durante 15 años” 6
Esto se enseñaba en las escuelas argentinas, incluso en las del Territorio de Los Andes. Los
maestros ya mencionados de la escuela de Cobres, con cierta indignación, incluyeron una
sección sobre ―Clima‖ y escribían:
“ Si no fuera porque tenemos ganas de sacar el pellejo a ciertos geógrafos, no
escribiríamos ni una sola palabra sobre este tema. ¡Se ha dicho tanto de él! Además, dejar

1
Diario ―L e F igaro ‖ 1 9 2 5 :3 4 6 -347.
2
Chueco 1910b:449.
3
Marrazzo 1921:310.
4
Kühn 1930:81.
5
www.indec.gov.ar.
6
H. E. C. 1920:514. Hermanos de las Escuelas Católicas.

— 330 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

subsistir sin protestas ciertos errores estampados en textos de geografía y revistas


acreditadas para niños, sería un pecado de lesa profesión de maestros… 1

Cuadro 4.2. Territorio de Los Andes. 1900-1945. Extensión


asignada en diferentes fuentes.
SUPERFICIE KM 2 FUENTE
1900 90.644 Holmberg 1900:37.
1901 64.900 Carrasco 1901:81.
1905 64.900 Urien y Colombo 1905:589.
1907 40.000 Boero 1907:191.
1915 92.000 MI, Memoria de 1914-1915:181.
72.755 Boero 1916:354.
1916 57.000 Ruiz Moreno 1916.
90.000 Jijena 1916:180.
72.755 Furlong 1920:151.
1920
73.000 H. E. C. 1920:512.
1924 72.755 Acevedo Díaz 1924:286.
91.000 Espasa Calpe 1926:424.
1926
65.000 MI, Memoria de 1925-1926:297.
1927 73.000 Aloise 1927:140.
1928 72.755 Beltrán 1928.
1939 57.000 Lenzi 1939:62.
1940 62.600 Ministerio de Agricultura 1940.
1941 62.642 Comité Argentino de Geografía 1942.
1945 57.000 Gadano 1945:14.
Fuente: elaborado propia.

Después de presentar la cita de H. E. C. que está dos párrafos más arriba se preguntaban:
“ … el autor del texto que com entam os, ¿no ha reparado en que un clim a sum am ente seco
se da de coces con un suelo todo cubierto de nieve?” 2
La misma información había sido mencionada por Ruiz Moreno:
“ En invierno cae nieve en todo el Territorio” 3
Quien agregaba:
“ Se ha notado, en sólo 24 horas, 61º de variación atmosférica en el mes de abril” 4
Si bien son probables esas ausencias prolongadas de precipitaciones y esas amplitudes, en
general no se aclara en qué zonas del territorio se registran, por lo que pareciera que es un
fenómeno que se registra en todo el territorio. Pero el Territorio de Los Andes incluía zonas
montañosas con más de 5.000 y más de 6.000 msnm. Esto es el resultado de considerar a la
Puna como una región homogéneamente desventajosa.

1
Fernández y A. de Fernández 1942:288.
2
Fernández y A. de Fernández 1942:289.
3
Ruiz Moreno 1916:15.
4
Ruiz Moreno 1916:16.

— 331 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El Territorio de Los Andes en el sistema regional argentino


En una recorrida por la literatura que proponía una lectura regional del país al cabo de la
primera década del siglo XX, es decir, en la Argentina del ―Centenario‖, el Territorio de Los
Andes solía constituir el contraejemplo de la argentina del aluvión inmigratorio triunfante por
el auge agroexportador.
“ Por las inclemencias del clima y su gran altura media sobre el nivel del mar (3200 m)
este territorio no tendrá, por largas décadas, un incremento de importancia en la
población” 1.
“ El territorio argentino más pobre y menos habitado es el de la Gobernación de Los
A ndes… C om o riqueza y com o país de colonización representa muy poco el Territorio de
Los Andes” 2.
“ Este territorio permanece estacionario, lo que no es de extrañar si se considera su
extraordinaria altura sobre el nivel del mar, la escabrosidad de sus caminos, faltas de vías
de comunicación y transportes y la desnudez de toda vegetación de sus altiplanicies” 3.
Probablemente la descripción de Manuel Chueco sobre el Territorio de Los Andes, en el
contexto de la Argentina ―centenaria‖, fue la más lapidaria:
“ Siempre hubo para la humanidad en el mundo un Paraíso Terrenal: en el presente
período de su historia, la tierra de ventura se llama República Argentina. Ocupada esta,
fuera de la estrecha que queda al Occidente de los Andes, todo el extremo Sud de la
América Meridional. Es la porción más dilatada, bella y rica de las tierras que se
extienden desde el Trópico de Capricornio al Polo Antártico. Con excepción de la tórrida,
cuya temperatura debilita las fuerzas del hombre y amengua su existencia, y de la glacial,
donde la vida es dura y triste, abarca la República Argentina todas las zonas de la
terrestre esfera, en las cuales nace, crece y fructifica vigorosa la planta humana: la zona
subtropical, la templada y la fría” 4.
Y en el segundo tomo avanza en la consideración de los Territorios Nacionales:
“ Con excepción de uno, el Territorio de Los Andes, entregado por Bolivia a la Argentina
recientemente, todos los otros nueve son, a cuál más, comarcas llenas de bellezas y
pletóricas de riquezas que, como el resto de la República, a paso de gigante marchan
hacia un grandioso porvenir” 5
En cierta forma, a partir de los relatos de viajeros se conformó la idea del Territorio de Los
Andes y por esta vía, probablemente de la Puna en general, como término de la nación e
imagen contraria al desarrollo pampeano del resto del país6. Las impresiones de los primeros
viajeros, visiblemente influidas por la literatura de sus antecesores chilenos, contribuyeron en
forma decisiva a la construcción simbólica del Territorio de Los Andes, y también de la Puna
de Atacama, como una entidad espacial ecológicamente marginal y homogéneamente
desventajosa7. Pero no fueron solo las obras de viajeros las que divulgaron esas imágenes. En
este sentido, el sistema escolar fue un medio a través del cual esas imágenes lograron masiva
difusión. Resta saber, en futuras investigaciones, cómo operaron esas imágenes en la

1
Ministerio del Interior, Censo Territorios Nacionales 1912:18.
2
Blasco Ibáñez 1910:724.
3
MI, Memoria de 1910-1911:99.
4
Chueco 1910a:18.
5
Chueco 1910b:427.
6
Pizarro y Moreno 2003:11.
7
Haber 1999:24 y 28.

— 332 —
Capítulo 4. Literatura de viajeros al Territorio de Los Andes

construcción de un sentido común de la ciudadanía argentina con respecto al Territorio de Los


Andes y, a través de este, con respecto a la Puna argentina.

— 333 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 334 —
Capítulo quinto
Pastores, caravanas y lugares
poblados
Geografía social del
despoblado
— 336 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

¿Los indios de la PUNA y del altiplano en general pueden asimilarse a la civilización europea? pueden aprender
el método de trabajo de los europeos, pueden ser absorbidos en la mesa de la población de u n estado ‘civilizado’?
En general, creo que no.
Eric Boman, Antiquités de la région Andine de la République Argentine et du Désert
D ’A tacam a, “Imprimerie Nationale”, Paris, 1908.

Presentación del capítulo


Una de las principales razones por las cuales se justificó la división del Territorio de Los
Andes fue la escasez de población. Si se lo compara con el resto de las jurisdicciones que
componían la Argentina en los diferentes operativos censales realizados durante las primeras
cuatro décadas del siglo XX, las catorce provincias, la Capital Federal y los diez Territorios
Nacionales, Los Andes siempre fue, junto a Tierra del Fuego, la de menor población y de más
baja densidad. Efectivamente, entre 1900 y 1943 el tamaño de la población del Territorio de
Los Andes fue considerablemente reducido en comparación con La Pampa o Neuquén. No
obstante, Tierra del Fuego tuvo siempre un tamaño poblacional semejante al de Los Andes y
esto no fue razón para su disolución.
Además del bajo número de habitantes, provocado probablemente por una equiparación de los
niveles de natalidad y mortalidad, otras características de la estructura y dinámica
demográfica del Territorio de Los Andes eran: la nula inmigración, la gran dispersión y la alta
movilidad espacial de la población. Las razones de estas características pueden buscarse,
fundamentalmente, en el tipo de estrategia económica dominante en la región, el pastoreo
itinerante, que se mantuvo casi inalterada durante este período.
¿Dónde residía la población? Cuando el Gobernador Daniel Cerri hizo sus dos viajes de
reconocimiento por el nuevo territorio, sus habitantes se concentraban en tres caseríos
principales: Susques, Santa Rosa de Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra. A partir de los
cuales se organizaron las divisiones departamentales. Ninguno de esos caseríos, según la
estimación de Cerri, sobrepasaba una población de 700 habitantes, y apenas lo hicieron a lo
largo de las cuatro décadas de existencia de Los Andes. La capital del territorio, San Antonio
de los Cobres, se creó en 1902 en terrenos cedidos por la provincia de Salta, y desde entonces
comenzó a concentrar la mayor parte de la población del territorio, compuesta en un número
importante por empleados del Estado.
Mientras existió el Territorio de Los Andes es prácticamente imposible distinguir un ―sistema
urbano‖. Los lugares poblados apenas concentraban algunas funciones político-
administrativas, donde apenas existieron algunos establecimientos comerciales o artesanales,
especialmente en la capital, por lo que es difícil considerarlos ―centros urbanos‖. Se trataba,
ante todo, de lugares de residencia estacional, para una población móvil que solo lentamente
comenzó a establecerse de forma más o menos permanente en el lugar. Sí se puede hablar de
un ―sistema‖, como conjunto de elementos articulados entre sí por alguna clase de relación.
Hasta fines del siglo XIX, el conjunto de caseríos mencionado más arriba estaba ligado por
razones mercantiles, eclesiales, administrativas o familiares con San Pedro de Atacama,
aunque las familias también mantenían diverso tipo de vínculos con otros centros poblados
ubicados hacia el oriente. A partir de los primeros años del siglo XX, este sistema se fue
reorientando hacia el nuevo centro administrativo regional creado por las autoridades
argentinas: San Antonio de los Cobres.
A lo largo de las cuatro décadas de existencia del Territorio de Los Andes, la organización
interna de los centros poblados experimentó algunos cambios importantes, como
consecuencia del intento de las autoridades argentinas por concentrar a la población,
— 337 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

especialmente a través de la escuela. Sin embargo, el mantenimiento de la economía


tradicional no permitió una total concentración de la población, la cual mantuvo sus patrones
habituales de movilidad. Una de las principales formas de articulación con otros ámbitos de la
circumpuna era el intercambio de bienes, traficados por medio de las caravanas realizadas con
cierta regularidad. Los bienes que se intercambiaban, provenían de la principal actividad que
realizaba la población, que era el pastoreo. Esta práctica económica es la que explica la gran
dispersión y movilidad a la que se hacía referencia mas arriba.
En este capítulo se desarrollarán los aspectos hasta aquí mencionados que tienen que ver
estrictamente con los habitantes del Territorio de Los Andes y con los cambios provocados en
algunas de sus prácticas a partir de su incorporación a la Argentina. En otras palabras, se
intentará responder a interrogantes sobre dónde vivían, cuántos eran y qué hacían los
habitantes del Territorio de Los Andes, y cómo esto se modificó a partir de 1900. En todo
momento se utilizarán los términos genéricos de habitantes y población, en la medida que no
existe un apelativo étnico o territoriano de la época que sea representativo. ―Atacameño‖
excedería con creces el ámbito del Territorio de Los Andes, y lo mismo ocurriría con andino.
En todo caso se pueden utilizar los apelativos susqueños y antofagastinos. Pero tiene como
dificultad que se limitan a grupos reducidos dentro del Territorio de Los Andes y, a la vez,
ponen cierto énfasis en la aglomeración como elementos de organización de la vida cotidiana,
cuando esto no era así del todo, como se analizará más adelante.
El capítulo se divide en dos partes. En la primera parte se presentarán algunas precisiones
terminológicas que se creen necesarias para ordenar la exposición. La segunda parte, a lo
largo de cuatro secciones, el análisis estará centrado en el conjunto de núcleos poblados que,
como conjunto, tuvieron cierta metamorfosis durante la primera mitad del siglo XX hasta
conformar una red de lugares poblados más o menos identificable. En este caso fueron de
gran utilidad las descripciones de los viajeros, como así también de otras fuentes oficiales. Se
realizará una presentación de los centros poblados en el siguiente orden: Susques, Santa Rosa
de Pastos Grandes, Antofagasta de la Sierra y San Antonio de los Cobres. A lo largo de esas
cuatro secciones se transitará por el mismo itinerario expositivo para cada uno de los lugares.
En primer lugar, a modo de sucinto estado de la cuestión, se presentarán los autores y las
principales fuentes que tomaron a la aglomeración en cuestión como terreno de observación.
En segundo lugar seguirá una recorrida desde fines del período colonial hasta la actualidad, y
permitirá marcar los principales cambios de pertenencia estatal, recatando algunas situaciones
particulares que son importantes para el caso. En tercer lugar, se describirá la aglomeración y
los elementos distintivos que la componían, y que tanto las descripciones de la época como
las reconstrucciones actuales suelen destacar. Para seguir, en cuarto lugar, se darán algunas
pistas sobre la posición que ocupaban estas aglomeraciones en el ámbito circumpuneño,
especialmente a partir de su consideración como lugar de parada en las rutas de arrieros o de
las rutas carreteras como así también en el trazado del ferrocarril.
En la sección siguiente se presentará y analizará la información poblacional levantada en el
Territorio de Los Andes a través de diferentes operativos: Censos Generales de la República,
de Territorios Nacionales y específicos de esta unidad censal. Esto permitirá analizar algunos
rasgos salientes de la estructura y dinámica población del Territorio de Los Andes.
En la última sección, finalmente, se analizarán los elementos comunes a todos los habitantes
originarios de la ―Puna de Atacama‖, vinculados a la organización económica que caracterizó
a esta región antes, durante y después de la existencia del Territorio de Los Andes, aunque por
cierto, con importantes cambios. Para ello, además de las descripciones etnográficas
elaboradas por los viajeros, fueron de gran utilidad los estudios de etnografía histórica
realizados en los últimos años desde el campo de la antropología, además de la propia
experiencia de campo del autor de esta tesis.

— 338 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Parte I - Departamentos, localidades y


viviendas. Algunas precisiones operativas

Introducción
Antes de avanzar en la descripción y análisis de tipo sociodemográfico, se creyó conveniente
precisar algunos de los términos que se utilizarán, y que también emplean las fuentes
consultadas, las históricas y las actuales. Los términos son los del título: departamento,
localidad y vivienda. Para desenredar esta madeja, serán de gran utilidad las reflexiones
plasmadas por César Vapñarsky en diferentes obras escritas1. También se consideraron los
aportes de Bárbara Göbel que, para el caso de estudio, ofrece precisiones sobre las
particularidades de la comunidad y la vivienda en el ámbito de la ―Puna de Atacama‖ 2.

Los departamentos
La categoría ―departamento‖ es de uso generalizado en los estudios sociales en la Argentina,
especialmente a la hora de hacer descripciones sociodemográficas. Asimismo, el
departamento está presente en el sistema de divisiones de los países del Cono Sur, aunque en
cada uno tiene funciones de distinta naturaleza. Además, mientras que en algunos países son
divisiones menores que las provincias, en otros ocurre a la inversa.
Como cualquier Estado moderno, en la Argentina se fueron creando a lo largo de su historia
institucional diferentes formas de división oficial del territorio. Para ordenar el análisis del
entramado de divisiones oficiales, Vapñarsky propuso dos nociones, que las recupera, en
parte, de la tradición jurídica: ―escalas institucionales‖ y ―órdenes territoriales‖ 3. En la
Argentina existen tres escalas institucionales, que son la federal, la provincial y la municipal.
No existe ninguna otra escala, como la regional, tal como ocurre en otros países.
La segunda noción es la de ―orden territorial‖. Los diferentes órdenes surgen de la división
exhaustiva y mutuamente excluyente del territorio en áreas con límites precisos 4. El resultado
de la partición de un área, la del territorio nacional por ejemplo, es un mosaico de sub-áreas,
que a su vez puede volver a dividirse. Como ejemplos extremos el autor propone a Francia,
donde se practicaron sucesivamente cuatro órdenes de divisiones, cada una con determinadas
funciones políticas y/o administrativas y/o electorales. El otro extremo es el Uruguay, donde
existe sólo un orden de divisiones, y cada una de esas divisiones recibe el nombre de
―departamento‖. Cada departamento tiene funciones políticas y administrativas5.
En la estructura territorial de la Argentina existen, en la actualidad, sólo dos órdenes
territoriales: el provincial y el departamental. Tomando al territorio argentino como un área,

1
Referencias de este autor se encuentran en: Vapñarsky 2004.
2
Göbel 2002.
3
Vapñarsky 2004.
4
Vapñarsky 1998:122.
5
Vapñarsky 1998:122-123.

— 339 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

este se encuentra partido en 24 sub-áreas y, 23 de ellas, a su vez, en otras 512 sub-áreas,


considerando el último censo de población realizado en el año 20011. En algunas provincias
existe un tercer orden, el municipal. Pero, la suma de la totalidad de las divisiones
municipales no da como resultado el área de la Argentina.
Con el correr del tiempo el número de unidades fue cambiando, de la misma forma que fueron
cambiando las áreas de cobertura de las diferentes escalas institucionales. En 1862 el territorio
argentino estaba dividido en 14 unidades provinciales. En 1881 se agregó la Capital Federal
como división equivalente a las provincias. En 1884 se sumaron otras 9, producto de la
división de los Territorios Nacionales en Gobernaciones. Con la creación del Territorio de
Los Andes el total de divisiones de primer orden llegó al máximo, siendo veinticinco en total.
Cualquier Censo organizado y publicado después de 1900 y antes de 1943, presentaba la
información para cada una de esas 25 unidades de agregación. Entre 1943 y 1955 el número
de Territorios Nacionales y provincias fue variando, por la desaparición del Territorio de Los
Andes, la provincialización de otros siete Territorios Nacionales y la fusión Tierra del Fuego
con Santa Cruz, para volver a convertirse en Territorio Nacional, además de la breve
existencia de Comodoro Rivadavia como unidad diferenciada. Desde la década de 1960 el
número de unidades en las que se divide el país es constante. En la actualidad, 2005, el
territorio argentino está dividido en 23 provincias y una ciudad autónoma, es decir, en 24
unidades territoriales de primer orden.
Sería más que engorroso documentar los cambios en el número de departamentos. De todas
formas, a lo largo del siglo XX todo el territorio argentino estuvo dividido en departamentos,
que fueron modificando sus formas, aumentando la cantidad, desapareciendo o cambiando de
unidad institucional. Una salvedad importante es que sólo en una provincia, la de Buenos
Aires, los departamentos reciben otro nombre: partido. Otra salvedad: la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, no está dividida en departamentos. Lo cierto es que a lo largo de la historia
territorial argentina, las provincias y los Territorios Nacionales, no así la Capital Federal,
fueron unidades subdivididas en un número variable de departamentos.
Considerando lo anterior, ¿qué ocurría con el Territorio de Los Andes? Como caso, se puede
decir que:
 Entre 1900 y 1943 conformó una unidad territorial de primer orden
 Sólo en 1900 el Territorio de Los Andes estuvo dividido en tres unidades de
segundo orden (departamentos): Antofagasta de la Sierra, Pastos Grandes y
Susques.
 A partir de 1901 el Territorio de Los Andes estuvo divido en cuatro departamentos
por el agregado de San Antonio de los Cobres, sobre de terrenos cedidos por Salta
lo que significó un aumento de superficie para Los Andes.
 Desde 1943 Jujuy, Salta y Catamarca incrementaron su ―mosaico‖ con al menos
una nueva unidad de segundo orden.
 En el caso de Salta, las autoridades provinciales procedieron a fusionar dos
unidades de segundo orden preexistentes, San Antonio de los Cobres y Pastos
Grandes, creando el Departamento de Los Andes.
 La escala municipal nunca existió en el Territorio de Los Andes. Los nuevos
departamentos incorporados a las tres provincias se organizaron

1
www.indec.gov.ar.

— 340 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

administrativamente de diferentes formas, siguiendo la estructura jurídica de cada


una.
 Tomando al Territorio de Los Andes como unidad, fuera de la división
departamental, no se creó ninguna otra partición territorial que pueda reconocerse
fácilmente.
¿Qué implicancias tenía la existencia de estas divisiones en la vida cotidiana de los habitantes
del Territorio de Los Andes? Para esto habría que indagar en otro aspecto: qué función tenían
los departamentos. Dentro de la Argentina, las funciones asignadas a estas unidades son muy
variables, temporal y espacialmente. En algunas provincias, como Buenos Aires, cada
departamento es un municipio, coincidiendo en cada unidad escala institucional (tercera) con
orden territorial (segundo). En otras provincias, como en Jujuy, los departamentos están
divididos en municipios, que a su vez, pueden ser de tres categorías diferentes. En el caso de
La Pampa, las divisiones departamentales crean un entramado diferentes que las divisiones
municipales. El abanico de posibilidades es variado. De todas formas, en la tradición
argentina cada departamento es una unidad delimitada con precisión, algo que en muchos
casos llevó mucho tiempo lograr, y que además tiene asignada una cabecera. Pero en muchos
casos, como unidad, el departamento carece de funciones políticas o administrativas. A su
vez, en esa ―cabeza‖ de departamento no siempre se asienta una autoridad, política u
administrativa, cuyo alcance sea ―departamental‖ 1.
¿Qué ocurría en el Territorio de Los Andes? En la vida cotidiana de los habitantes pocas
exigencias remitían a la unidad departamental. Un ejemplo. Mientras existió el Territorio de
Los Andes se crearon quince escuelas y ninguna de ellas, pasado el momento inicial, brindaba
el servicio educativo a todo un departamento. En el departamento de Susques, por ejemplo,
existieron por lo menos cuatro escuelas. Otras escuelas que se encontraban dentro del mismo
distrito escolar, como Cobres, quedaban fuera de los límites de cualquier departamento del
Territorio de Los Andes. A pesar de ello, los maestros de Cobres, que vivieron en el lugar por
varios años, no dudaban en incluir a esa aglomeración dentro del Territorio de Los Andes
como ámbito de pertenencia de sus alumnos2. El viajero Alberto Castellanos, en cambio, al
referirse a Cobre la incluía en la Puna salteña, procurando probablemente utilizar un criterio
―objetivo‖ de clasificación regional3.
Otro ejemplo. La estructura policial en 1935 contemplaba una comisaría por departamento, es
decir cuatro en total. Pero, además existía una subcomisaría en Coranzulí, departamento de
Susques, otra en Cobres, fuera de los límites del territorio, y una en Catúa, departamento de
Pastos Grandes, además de un destacamento en Chorrillos4. Estas comisarías y subcomisarías
dependían de la Jefatura de Policía ubicada en la capital del territorio.
Fuera de los Jueces de Paz y los registros civiles, uno por cada departamento, estas unidades
no tuvieron ninguna atribución administrativa, por lo que los límites departamentales, se
puede suponer, no tenían mucha importancia en la vida cotidiana de los habitantes del
Territorio de Los Andes. Luego de su organización, todas las tierras se declararon fiscales. Al
no existir propiedad privada, los departamentos en Los Andes tampoco tuvieron funciones
catastrales.
Lo anterior no quiere decir que los departamentos no tuvieron ninguna clase de función, o que
no se construyera ninguna clase de sentido en torno a los mismos. ¿Qué funciones tenía? Al

1
Vapñarsky 1998:124-126.
2
Fernández y A. de Fernández 1942.
3
Castellanos 1927:34.
4
AGN, SH III - C R , sig natura 1 5 9 , Jefatura d e P o licía ―Inventario al 3 1 d e D iciem b re d e 1 9 3 5 ‖.

— 341 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

respecto, Cesar Vapñarsky señala dos funciones comunes a todos los departamentos
argentinos: toponímica y estadística1. La función toponímica deriva del hecho elemental de
tratarse de un área con límites precisos y con un nombre, muchas veces correspondiente a la
localidad más importante. Los cuatro departamentos tenían como cabecera a una localidad de
igual nombre, la más poblada en el departamento, que además tenía la iglesia más importante
y el mayor número de autoridades públicas. La toponímica es una función común a todos los
departamentos en los que se divide el territorio argentino. Una posible generalización es que
todos los ciudadanos argentinos, con excepción de la Capital Federal, a lo largo del siglo XX,
vivieron en algún departamento. En un nota de 1916 sus firmantes hacen referencia a un
―nosotros‖ del departamento de Antofagasta de la Sierra:
“ Antofagasta de la Sierra, enero 15 de 1916... En este departamento nos es muy necesario
una vía de comunicación con el Departamento de Tinogasta, provincia de Catamarca, por
ser que la plaza de ese D epartam ento está ligada con el com ercio de nuestro pueblo… ” 2
La otra función, común a todos los departamentos en los que se dividieron provincias y
Territorios Nacionales a lo largo del siglo XX, es la estadística. En una lectura rápida de los
censos nacionales de población se podría ver que entre 1914 y 2001 los departamentos de
Susques y Antofagasta de la Sierra siempre tuvieron cómputos. Los de Pastos Grandes y San
Antonio de los Cobres, en cambio, sólo en 1914. El censo de 1947 registraba la población del
departamento ―San Antonio de los Cobres‖ que ahora incluía el de Pastos Grandes y que, a
partir del censo de 1960 pasó a llamarse Los Andes. Esto tiene que ver con la dinámica de
formación y división, cambio de tamaños y de nombres del universo de departamentos
argentinos.
Los departamentos existen como unidades censales desde el primero hasta el último censo
realizado en la Argentina. Esto ofrece una gran ventaja en los estudios de demografía
histórica, porque permite hacer series a lo largo de varias décadas. Pero, por otro lado,
cristaliza un tipo de partición territorial cuyos límites no son necesariamente significativos en
la vida cotidiana de las personas que habitan en él. Suponiendo que entre 1900 y 1943 Pastos
Grandes y San Antonio de los Cobres, volviendo al ejemplo del actual departamento salteño
de Los Andes, se hubieran convertido en diferenciadores toponímicos profusamente utilizados
entre los habitantes de uno y otro departamento, la decisión oficial de fusionarlos en uno
nuevo, llamado Los Andes, hubiera echado por tierra con esos procesos de construcción de
identidades.
De esta forma se puede concluir que los departamentos, en numerosos casos, delimitan
conjuntos poblacionales que, en su origen, no tienen ninguna significación por fuera del
discurso estadístico: son categorías censales que pueden o no permanecer en el tiempo, y solo
en algunos casos ser una unidad político-administrativa estable. Pero esto no significa, como
se suele decir, que sean unidades ―artificiales‖. Si por artificial se entiende ―falso‖, habría que
decir que las divisiones departamentales no son artificiales, sino que son reales, que existen
como parte del sistema de divisiones espaciales presentes en la organización de cualquier
sociedad moderna. Si se entiende por artificial algo ―producido por el ingenio humano‖ o algo
―hecho por mano o arte del hombre‖, correspondería decir que los departamentos son
artificiales, en la medida que es una invención del ―ingenio humano‖ para diferenciar grupos
según un criterio por áreas. Como se proponía en el primer capítulo, cualquier marca en el
territorio crea una diferencia. Cualquier intento de delimitación de unidades espaciales crea
alguna clase de diferencia entre los que son de uno y los que son de otro, entre los que son del

1
Vapñarsky 1998:125.
2
AGN, SH III - CR, signatura 128, carta enviada al gobernador por Asan Balut y otros diez vecinos de
Antofagasta de la Sierra, el 15 de enero de 1916.

— 342 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

departamento de Susques y los del departamento de Pastos Grandes. Entre 1900 y 1943 esta
diferenciación pudo haber existido. A partir de 1943 el segundo de los departamentos
desapareció como tal y fue reemplazado por otro cuyo nombre es Los Andes, resignificando
la diferenciación toponímica apuntada.
Recapitulando, se podría afirmar que, fuera de las diferencias toponímicas y censales, los
departamentos no parecen unidades significativas para diferenciar a la población que residía
en el Territorio de Los Andes, aunque esto no equivale a descartarlas como posibles campos
de observación. Por esta razón, hacer una historia del ―Departamento de Antofagasta de la
Sierra‖, por ejemplo, desde la colonia hasta la actualidad sería una muestra más de las
imposiciones al pasado de estructuras territoriales presentes. Además, ―Departamento de
Antofagasta de la Sierra‖, por fuera de su función toponímica, pareciera una unidad espacial
poco significativa y, en todo caso, esto debería ser parte del análisis. Al emplear al
departamento como unidad de análisis del pasado, se le brinda al interlocutor cierta
comodidad en la comprensión de los procesos que se describen, al ofrecer límites conocidos.
Muchas veces esto surge, simplemente, como un ―recurso de comodidad de lenguaje‖, que
simplifica la mirada del pasado utilizando categorías que operan en el presente, y que pocas
veces responde a una ―realidad constante‖ a lo largo del período considerado1.
Si el departamento no era una partición territorial muy significativa en la vida cotidiana de los
habitantes del Territorio de Los Andes, ¿cuál sí lo era? Esto lleva al segundo término
enumerado en el título: la localidad.

Las localidades
En este punto otra vez son ordenadoras las ideas de Cesar Vapñarsky. Este autor proponía que
―localidad‖ es un término genérico que se utiliza para identificar un punto cualquiera de la
superficie terrestre donde se concentra población2. Que esa localidad sea ―urbana‖ o sea
―rural‖ no es un problema de identificación, sino de clasificación, según diferentes parámetros
que guían la definición conceptual de aquello que se considera ―urbano‖ o ―rural‖. Lo mismo
se puede decir de términos como ―ciudad‖, ―pueblo‖ y ―aldea‖. Estas son categorías
clasificatorias de localidades. Los viajeros, como se podrá ver más adelante en una serie de
cuadros, utilizaban para clasificar a las localidades del Territorio de Los Andes términos tales
como ―caserío‖, ―rancherío‖, ―pueblo‖, ―pueblucho‖, entre tantos otros. En este capítulo se
utilizarán, indistintamente, caserío, paraje u otros, en forma más bien descriptiva, para
designar a un conjunto relativamente reducido de viviendas, cuya población es campesina.
Ahora bien, se plantea el problema de cómo delimitar a esas localidades, ya que un ―punto
cualquiera de la superficie‖ es una abstracción. Vapñarsky señala tres alternativas, presentes
en la tradición censal de diferentes países, que son, desde su perspectiva, la jurídica, la
ecológica y la física3.
La primera alternativa supone asociar localidad con área de gobierno local, es decir, con
municipio4. Más allá de sus posibilidades o limitaciones, lo cierto es que en el Territorio de
Los Andes no existió esta clase de entidad. A la vez, para trazar alguna clase de comparación
en el tiempo, los criterios de definición municipal que tienen las tres provincias que
incorporaron las partes del dividido Territorio Nacional, son diferentes. En Los Andes no

1
Las frases entrecomilladas pertenecen a Chiaramonte (1998:8).
2
Vapñarsky 1984.
3
Vapñarsky 1984.
4
Vapñarsky 1995.

— 343 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

existieron divisiones municipales y sólo en San Antonio de los Cobres se formó tardíamente
una Comisión de Fomentos cuya labor, aparentemente, no fomentó la concentración de
funciones ―urbanas‖.
La segunda alternativa, en la perspectiva de Vapñarsky, supone asociar localidad con el área
primaria de la comunidad1. Recuperando formulaciones de la ecología humana, se entiende
por área primaria de la comunidad aquélla cuya población se encuentra interconectada e
integrada con referencia a sus requerimientos cotidianos, en contactos cara-a-cara2. El debate
sobre la comunidad, las transformaciones en la historia de esta categoría y de sus
posibilidades heurísticas es algo que excede las posibilidades y el interés de esta tesis. Sin
embargo aquí se pueden recoger algunas conclusiones del trabajo etnográfico de Bárbara
Göbel en la localidad de Huancar, aspecto que será retomado más adelante. Según esta autora
la comunidad no es una unidad significativa desde el punto de vista socioeconómico y sí lo es
la unidad doméstica, la familia3. Esto se deriva de la estrategia productiva adoptada por la
mayor parte de la población del Territorio de Los Andes basada en el pastoreo con altos
niveles de movilidad. Esto suponía dispersión de las familias e inestabilidad de los espacios
comunitarios. Por esto la autora sostiene que, al menos en el caso de Huancar, los
sentimientos de arraigo al ámbito controlado por el grupo familiar son mucho más fuertes que
los que se pueda generar con respecto a una comunidad. La identidad familiar era más fuerte
que la comunitaria4.
De todas formas se puede hablar de comunidad en un sentido laxo, como grupo de
pertenencia, que surge por algunas formas de interacción esporádicas, pero regulares 5. Uno de
los rasgos que suelen señalarse como característicos de la población de la ―Puna de Atacama‖,
al menos durante la primera mitad del siglo XX, es la endogamia. Pero también puede
considerarse a estos grupos sociales como comunidades a partir de las relaciones de
convivencia ocasional en torno a un mismo lugar. En forma esporádica, los habitantes de esas
localidades se juntaban para compartir determinadas festividades. La llegada de un cura, por
ejemplo, era motivo de reunión. Las fiestas patronales eran, y aún lo son en la actualidad, una
ocasión en que se aglutinaba gente que venía desde los caserios vecinos y, con el tiempo,
tambien desde San Salvador o Salta, desde donde llegan ex residentes de la Puna argentina.
Además, desde la primera década del siglo XX la presencia de la escuela reunía por períodos
al año a los integrantes menores de cada familia y con el tiempo se convirtió en una razón
adicional para concurrir periódicamente a los pueblos.
La tercera alternativa para definir la localidad es el criterio físico. En este caso se trata de la
localidad considerada como aglomeración, o sea, como concentración espacial de calles y
edificios construidos para la residencia (temporal o permanente) de personas, que pueden
reconocerse fácilmente en el terreno. Una localidad definida según este criterio es una
―aglomeración‖ 6.
En esta investigación se utilizó la categoría localidad considerada fundamentalmente como
aglomeración. Todos los viajeros en sus relatos dan cuenta, por observación directa o
indirecta a través de informantes, de la existencia de localidades en términos de
aglomeraciones. Las mismas, como se mencionó arriba, tenían como particularidad, muy

1
Vapñarsky 1984.
2
Vapñarsky 1984:21.
3
Göbel 2002b.
4
Göbel 2002b:56.
5
En este sentido es esclarecedora la tarea de García y Rolandi en Antofagasta de la Sierra (García y Rolandi
2003 y 2004).
6
Vapñarsky 1984 y 1995.

— 344 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

marcada durante las primeras décadas de existencia del Territorio de Los Andes: eran
conjuntos de edificios destinados a la habitación de personas de uso ocasional. Además, esas
aglomeraciones se estructuraban en torno a un elemento clave de la herencia colonial, la
capilla de culto católico. Como se verá en las próximas secciones, con la excepción de San
Antonio de los Cobres, todos los viajeros que visitaron Antofagasta de la Sierra, Susques o
Pastos Grandes destacaban la presencia de una capilla y un número de unidades residenciales
en torno a la misma que la mayor parte del tiempo permanecían desocupadas. Junto a la
capilla se encontraban otros elementos que le otorgaban a la aglomeración alguna función en
el sistema regional circumpuneño, generalmente asociado a la provisión de refugio y pasturas,
para arreos y arrieros.
A partir de la organización del Territorio de Los Andes esas aglomeraciones tuvieron como
nuevos elementos aglutinadores las oficinas de la administración territoriana, el Juez de Paz y
la Comisaría. Conjuntamente hubo otra institución clave para la consolidación de estos
poblados, que fue la escuela, la que permitió no sólo consolidar muchas de las aglomeraciones
existentes, fundamentalmente Antofagasta de la Sierra, Susques y Pastos Grandes, sino
también dar origen a otras nuevas, como Huancar y Sey.

Las viviendas
Queda por ofrecer algunas precisiones sobre qué se entiende por vivienda. En principio se
podría definir, en términos estrictos, como cualquier recinto construido para la residencia de
personas. Existe cierta tradición de estudios sobre viviendas en zonas rurales que utilizan
expresiones como ―vivienda natural‖ 1; ―vivienda tradicional‖ 2; o, ―vivienda vernácula‖ 3,
restringiendo generalmente la caracterización a los aspectos arquitectónicos. En un sentido
menos restrictivo, la vivienda puede entenderse como el encuadre espacial de las relaciones
sociales de un grupo de convivencia. La vivienda es un artefacto que satisface, en alguna
medida, las necesidades de albergue, refugio, privacidad, identidad y accesibilidad física de
dicho grupo, es el escenario en el que se desarrolla la vida de un grupo de convivencia4. Una
forma para encarar su análisis puede privilegiar la estructura de relaciones sociales del grupo
doméstico como condicionante directo de su conformación habitacional y como fuente del
significado o racionalidad de su forma y de sus componentes5.
En el Territorio de Los Andes las formas en que los grupos familiares concebían la vivienda,
tanto en las pautas de edificación como en las de utilización, están en estrecha relación con el
desarrollo de una economía pastoril. En este punto, las comunidades de la Puna de Atacama
tendieron a diferenciarse de las comunidades de la Puna jujeña. En esta última, especialmente
en las proximidades de Yavi, la población desarrolló una economía agropastoril, lo que
suponía distribuir tareas entre aquellos integrantes del grupo familiar que permanecían en la
aglomeración principal al cuidado de los cultivos, y aquellos integrantes que se trasladaban
hacia otras zonas para un mejor aprovechamiento de las pasturas 6. En Susques o en Pastos
Grandes, donde estaban ausentes las exigencias agrícolas y todo el grupo estaba involucrado
en la cría de animales, todo el grupo se trasladaba7. Por esta razón, en el caso de las

1
Nostro 1990.
2
Rotondaro 1994 y 1995.
3
Fava 1993.
4
Rozé y Vaccarezza 1994:22.
5
Rozé y Vaccarezza 1994:24.
6
Ver Abduca 1992.
7
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998:30-32.

— 345 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

poblaciones del Territorio de Los Andes no es posible hablar de ―la vivienda‖, en el sentido
de una única unidad funcional, sino de un grupo de edificios ubicados en lugares distantes que
exigían un tiempo considerable de traslado, a veces de una jornada, y que eran habitadas
estacionalmente. La vivienda estaba formada, así, por una red o conjunto de edificios.
Dadas las características que ofrecía la vivienda en la ―Puna de Atacama‖, donde no se puede
hablar de una única unidad, Göbel hace alusión a un ―sistema de asentamientos vinculados a
la actividad pastoril‖ 1. Ese sistema incluía por lo menos tres componentes: la ―casa de
campo‖, que era la casa principal; las ―estancias‖, a veces llamado refugio, puestos de uso
temporal que se distribuían a lo largo de las rutas de pastoreo; y la ―casa de pueblo‖, que se
encontraba en la aglomeración.

1
Göbel 2002:56.

— 346 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Parte II - El Territorio de Los Andes, un


sistema de lugares poblados en
redefinición

Introducción
Los elementos que definieron la organización territorial durante la dominación colonial fueron
la valorización de algunos recursos mineros y la fundación de una red de ciudades, cuyo
objetivo inicial fue el control territorial. Ese control se articuló mediante una red de caminos y
hacia el final del período colonial, por el sistema de postas. Además de esa red de ciudades,
puede reconocerse otra, de alguna manera subsidiaria, conformada por numerosos pueblos de
indios. Algunos de esos pueblos de indios se transformaron en centros administrativos de
alguna importancia durante el período republicano. Otros mantuvieron buena parte de la
organización prehispánica, moldeada por los imperativos de la economía colonial.
En el caso del Territorio de Los Andes, desde 1900, la tipología de lugares poblados con la
que se encontraron los primeros observadores no correspondía claramente al de la antigua
ciudad colonial, pero tampoco a la del pueblo de indio de alguna importancia. Los pueblos de
indio más próximos que se habían transformado en centros poblados relativamente
importantes eran San Pedro de Atacama, Humahuaca, Molinos y Yavi. Las pequeñas
aglomeraciones que se encontraban dentro del Territorio de Los Andes, además, tenían un
pasado con diferente profundidad histórica. Algunos eran considerablemente antiguos
(Susques, Rosario de Susques, Incahuasi), mientras que otros no tanto (Santa Rosa de Pastos
Grandes, Antofagasta de la Sierra), si se tiene en cuenta la organización de la aglomeración
que perduró en el tiempo en torno a una iglesia.
En general esos caseríos no ocupaban un lugar central en la economía de la región
circumpuneña, ni tampoco en las prácticas cotidianas de la población. Se trataba de lugares
eventuales de residencia, para momentos clave del año. En algunos casos su origen está
relacionado claramente con la explotación minera, promovida por los padres jesuitas en el
siglo XVI (Incahuasi, San Antonio de los Cobres), pero en otros el origen no parece tener una
clara correlación con la minería, y parece estar más vinculado a la posibilidad de ofrecer
algunos recursos a los arrieros que surcaban la región en diferentes direcciones (Santa Rosa
de Pastos Grandes). Pero todos, muy probablemente, y en especial los más antiguos, tuvieron
la función ―pacificadora‖ de los indígenas y su conversión al catolicismo. Algunas
investigaciones arqueológicas pueden ofrecer información sobre la antigüedad de la
ocupación de algunos sitios, que se remonta a los tiempos prehispánicos, por lo cual llegan a
la conclusión de que los jesuitas aprovecharon antiguos emplazamientos de las poblaciones
originales para alzar las capillas y adoctrinar a la población circundante1.
Fuera de esas especulaciones, en el siglo XIX, y teniendo en cuenta la literatura de viajeros, lo
cierto es que en el ámbito que Philippi llamó las ―cordilleras de Atacama‖ y Bertrand la ―Puna

1
Para el caso de Antofagasta de la Sierra, puede consultarse, entre otros, el trabajo de Daniel Olivera (2000),
mientras que para Susques, el de Yacobaccio, Madero y Malmierca (1998).

— 347 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de Atacama‖, en jurisdicción de San Pedro de Atacama, existían tres caseríos principales que
eran, de norte a sur, Susques, Santa Rosa de Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra. La red
de lugares poblados no se limitaban a esos tres lugares, pero todas las fuentes coinciden en
otorgarles cierta centralidad, no tanto porque cumplieran funciones que involucraran a otras
poblaciones, sino porque eran los que contaban con el mayor número de viviendas
estacionalmente habitadas, ciertas posibilidades de refugio y, según el período, con
autoridades nombradas por el Estado, boliviano y chileno primero, argentino después. El
cambio más importante en este sistema de lugares, fue la pérdida de importancia de San Pedro
de Atacama como centro administrativo, en la medida que esa aglomeración permaneció
dentro del territorio chileno, mientras que Susques, Santa Rosa de Pastos Grandes y
Antofagasta de la Sierra pasaron a integrar el territorio argentino. Desde 1901 San Pedro de
Atacama fue desplazado por San Antonio de los Cobres, aunque no como lugar de destino
para algunas caravanas que partían desde cualquiera de las tres aglomeraciones mencionados.

Cuadro 5.1. San Pedro de Atacama, Susques, San Antonio de los Cobres, Pastos Grandes y
Antofagasta de la Sierra. 1853-1927. Viajero que estuvo en cada una de las aglomeraciones.
AGLOMERACIÓN
AÑO SAN PEDRO S. A. DE LOS PASTOS ANTOFAGASTA
VIAJERO SUSQUES
VIAJE DE ATACAMA COBRES GRANDES DE LA SIERRA
1 Philippi, R. 1853-54 • - - - -
2 Von Tschudi, J. 1858 • - - - -
3 Brackebusch, L. 1883 - - • - •
4 Bertrand, A. 1884 • - - • •
5 San Román, F. 1887 • - - • •
6 Becerra, A. 1887 - - • • -
7 Pérez, R. 1899 - - • - •
8 Doering, O. 1900 - - - • -
9 Holmberg, E. (h) 1900 - - - • -
10 Huber, A. 1900 s/d s/d s/d s/d s/d
11 Cerri, D. 1900/1 - • • • •
12 Boman, E. 1903 - • • - -
13 Ambrosetti, J. 1902 - - • - -
14 Reichert, F. 1906 - s/d s/d • •
15 Caplain, L. 1908-10 - - • • -
16 Kühn, F. 1910 - - - • •
17 Seckt, H. 1910 - - - • •
18 Barnabé, J. 1913 - • • - -
19 Bowman, I. 1913 - - - • -
20 Fernández 1914-21 - • • - -
21 Catalano, L. 1923-27 - • • • •
22 Castellanos, A. 1927 - • • - -
23 Dávalos, J. 1927 • • • - -
24 López Aranda, P. incierta s/d s/d • s/d s/d
Fuente: elaboración propia, a partir del corpus documental que se encuentra en el Cuadro 4.1.
Nota: (•) estuvo; (-) no estuvo; (s/d) sin datos, se ignora.

Las próximas secciones se ocuparán en detalle de Susques, Santa Rosa de Pastos Grandes,
Antofagasta de la Sierra y San Antonio de los Cobres. El objetivo es reconstruir la historia de
las cuatro principales aglomeraciones en el contexto del funcionamiento del Territorio de Los

— 348 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Andes. Para la descripción de las aglomeraciones, la principal fuente fueron los relatos de
viajes, aunque se comentarán otras fuentes bibliográficas que tomaron a estas aglomeraciones
como objeto de estudio. En el Cuadro 5.1, de la página anterior se presenta una lista de las
obras de viajeros que fueron consultadas, señalando el o los lugares que visitó cada viajero.

— 349 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 350 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Susques
Una de las primeras noticias sobre Susques se encuentra en el informe de del Pino Manrique,
quien en realidad empleó el topónimo Susquis1. Posteriormente, a través de diferentes
estudios actuales, se puede saber que existen otras noticias en fuentes bolivianas del período
1825-1879, a las cuales no se tuvo acceso. También existen algunas fuentes chilenas donde se
presentan algunos datos sobre Susques, como las obras de síntesis de geografía de Chile de
Enrique Espinoza, o en el diccionario geográfico de Francisco Solano2.
Dentro de la literatura de viajeros consultada, si se compara con Pastos Grandes y Antofagasta
de la Sierra, Susques fue el lugar menos visitado por los viajeros. Hasta la llegada de Daniel
Cerri, ningún viajero había incluido a esta aglomeración en su itinerario. A pesar de ello, a
través de informantes, Alejandro Bertrand ofrecía algunas referencias3. También en
comparación con Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra, de Susques se cuenta con uno de
los trabajos de descripción etnográfica más importante, de principios del siglo XX, para la
Puna argentina, producida por Eric Boman en 1908, siempre teniendo en cuenta el cuerpo
documental analizado en el capítulo cuarto. Después de Boman, quienes visitaron Susques
fueron los maestros Fernández y A. de Fernández, Alberto Castellanos y Juan Carlos Dávalos,
proporcionando muy poca información sobre esta aglomeración. Después de estos viajeros la
siguiente referencia a Susques, muy escueta, se encuentra en un informe de Ignacio
Musumeci, de la Gendarmería Nacional4.
Como se señalaba en el capítulo primero, la ―Puna de Atacama‖ se transformó en un ámbito
crecientemente olvidado para los estudios sociales argentinos después de 1943. Recién en la
década de 1970, más precisamente en 1974, el arquitecto Ramón Gutiérrez y el geógrafo
Alfredo Bolsi publicaron un artículo sobre Susques. A partir de un estudio en el terreno,
establecieron algunas comparaciones con las observaciones de Boman5. Como un corolario de
esa tarea de observación, Bolsi publicó otro artículo en 19886.
Pocos años después, a partir de 1993, comenzó a desarrollar su trabajo de investigación la
antropóloga de origen alemán, Bárbara Göbel, quien ha realizado un intenso trabajo
etnográfico, centrado en la práctica del pastoreo. La mayor parte de sus estudios no los realizó
en Susques, sino en una pequeña aglomeración ubicada más hacia el sur, llamada Huancar7.
Además de sus trabajos etnográficos, Göbel elaboró, junto a Fanny Delgado, una de las
primeras reconstrucciones históricas que se hicieron recientemente sobre el Territorio de Los
Andes, centrando la mirada en los cambios de pertenencia estatal, desde la colonia hasta la
actualidad, del recorte espacial ―Departamento de Susques‖ 8. Otro aporte a la etnografía
regional, desde la ―etnoarqueología‖, corresponde a Hugo Yacobaccio9. Fanny Delgado, por
su parte, también avanza con una línea de investigación propia, centrada en Susques, en el

1
del Pino Manrique 1787:20.
2
Espinoza 1890 y 1897; Solano 1899.
3
Bertrand 1885.
4
Musumeci 1958.
5
Bolsi y Gutiérrez 1974.
6
Bolsi 1988.
7
Entre otros: Göbel 1994, 1998, 2000, 2002a, 2002b y 2003a.
8
Delgado y Göbel 2003 (versión con modificaciones de un mismo artículo publicado en 1995).
9
Por ejemplo Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998.

— 351 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

momento de su incorporación a la Argentina1. Otro aporte historiográfico de gran valor es el


de María Sanhueza Tohá, de la Universidad de Chile, especialmente para el período 1825 a
18992.
Cristina Argañaraz también ha realizado algunas observaciones en Susques, en distintos
momentos, parte de las cuales fueron volcadas en un trabajo reciente 3. Gabriela Karasik,
también publicó un artículo sobre Susques, en relación al proceso de fronterización en esa
región4. Otra contribución que toma Susques como terreno de estudio proviene de una
investigación sobre arquitectura vernácula que recientemente ha iniciado Jorge Tomasi 5.
De esta forma, como se advierte, en la última década se ha producido un notable incremento
de trabajos centrados en Susques, aunque todavía queda mucho por hacer.

Susques en la historia
Dentro de la administración colonial, Susques era un anexo de la parroquia de San Pedro de
Atacama. La administración boliviana del siglo XIX, dividía al país en departamentos,
provincias y cantones. Dentro de esta estructura, Susques fue un vicecantón que se encontraba
dentro de la provincia de Atacama, Departamento del Litoral6. De todas formas, todavía no
hay suficiente información disponible sobre el funcionamiento, al menos en la región, de
dicha estructura. La Parroquia de San Pedro de Atacama, mantuvo a Susques como uno de sus
anexos hasta los primeros años del siglo XX7.
Después de la Guerra del Pacífico, una vez firmado el Pacto de Tregua, Chile dispuso la
organización administrativa del nuevo territorio. En el esquema chileno, se organizó el
Departamento de Antofagasta, dentro del cual San Pedro de Atacama era la novena
subdelegación. Susques, a su vez, era uno de los seis distritos en los que se subdividía esa
subdelegación, en su porción puneña. Como en los demás distritos, en Susques se nombró a
un inspector. A diferencia de otros núcleos, durante el período chileno aquí no se apostó
ningún destacamento militar.
Cuando en 1900 se creó el Territorio de Los Andes, Susques era el lugar poblado con mayor
número de habitantes. A pesar de eso, no se convirtió en capital territoriana, pero si en
cabecera del departamento norte o Susques. En esa condición permaneció hasta 1943. Ese
año, tras la división del Territorio de Los Andes fue incorporado a la provincia de Jujuy. A
diferencia de lo que ocurrió con Antofagasta de la Sierra y Pastos Grandes, donde las
autoridades de las provincias de Catamarca y Salta, respectivamente, habían realizado algunos
actos jurisdiccionales, las autoridades de Jujuy, hasta lo que se pudo saber, no habían hecho lo
mismo. No hay indicios de reclamos por parte del gobierno provincial, ni de acciones
concretas tendientes a su incorporación. Desde 1943, finalmente, Susques, aglomeración y
departamento, pasaron a formar parte de la provincia de Jujuy.

1
Delgado 2003.
2
Sanhueza Tohá 2001.
3
Benedetti y Argañaraz 2003.
4
Karasik 2003a.
5
Tomasi 2004.
6
Philippi 1860:57.
7
Sanhueza Tohá 2001:60-61.

— 352 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Formación del caserío de Susques


Hasta 1900 ningún viajero había pasado por Susques, al menos si se considera el corpus
analizado en el capítulo cuarto (ver Cuadro 5.1). No obstante, existen algunas descripciones
anteriores a ese año. La primera fue realizada por Alejandro Bertrand, seguramente a través
de información proporcionada por arrieros. En la enumeración de las ―poblaciones de la Puna
de Atacama‖ Bertrand describe a S usques com o…
“ … un anexo al curato de A tacam a; hai en sus alrededores com o 300 indios repartidos en
estancias que solo se reúnen para las festividades relijiosas en la capilla o iglesia del
lugar. Este punto es muy próximo al límite arjentino [sic]...” 1.
Estas impresiones fueron recogidas en algunas obras de geografía chilena:
“ Ellos viven en los alrededores del pueblo, acudiendo sólo de vez en cuando a él cuando
llega un cura” 2.
El primero en visitar Susques fue Daniel Cerri, en su carácter de gobernador, en 1900 primero
y en el verano de 1900-1901 después. Cuando en 1903 redactaba sus memorias, Cerri decía
del ―caserío‖ de Susques lo siguiente:
“ Este es el principal de todo el territorio. Se halla situado en el punto de la confluencia de
las quebradas de Susques y Pastos Chicos. Posee unas 30 casitas y dos capillas, un
cementerio y un oratorio en la cumbre de un cerro. Reúne una ó dos veces por año cerca
de 400 habitantes con ocasión de feria ó fiesta religiosa” 3.
Eric Boman, en una narración al mejor estilo ―diario de viaje‖, ofrece las impresiones de su
primer contacto con Susques:
“ A nuestros pies, a cien metros de profundidad, se abría un ensanchamiento de la
hondonada, rodeado por todos lados de muros de traquita, casi perpendiculares, la luz de
la luna dejaba ver, en el fondo de la hondonada, una pequeña iglesia blanqueada a la cal y
a las siluetas de un cierto número de casitas situadas alrededor de la iglesia. Comenzamos
la bajada por un estrecho sendero de zigzag, cuyas vueltas y revueltas parecían no
term inar nunca... P or fin estuvim os abajo… E l pueblo estaba desierto; no se veía ni un ser
viviente... La mayor parte de los indios vienen al pueblo solo para las fiestas o las
asambleas, pero sin embargo había algunos a mi llegada...” 4.
Después de Boman, los otros viajeros que pasaron por Susques fueron Juan Barnabé y Alberto
Castellanos. Barnabé no hace más que enumerar las dependencias del gobierno presentes en el
lugar5. Alberto Castellanos al pie de una foto de la aglomeración que incluyó en su obra,
escribió:
“ Lo que se destaca del caserío, es la torre de la iglesia; la piecita blanca que está en
frente en la falda del cerro, es un oratorio… L a casa con galería es la escuela… ” 6
Bowman, que no pasó por Susques, en su obra reprodujo información extractada de la obra de
Boman7. También Juan Carlos Dávalos dejó un testimonio sobre Susques, al cabo de la
tercera década del siglo XX:

1
Bertrand 1885:275.
2
Muñoz, S. (1894) Jeografía descriptiva de las Provincias de Atacama y Antofagasta. Imprenta Gutemberg,
Santiago de Chile. Citado en: Delgado y Göbel 2003:94.
3
Cerri 1903:56-57.
4
Boman 1908:425.
5
Barnabé 1915:38.
6
Castellanos 1927.
7
Bowman 1924:352 y 356. Cf. Boman 1908.

— 353 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Llegamos a Susques y la hostilidad de la tierra se acentúa, no sólo porque Susques mismo


está escondido entre las arrugas de las montañas, en una hoya estrecha, sino porque el
pueblo parece desierto” 1
Finalmente, quienes también dejaron un testimonio de Susques en el pasado, fueron los
maestros de Cobres, quienes, al referirse a Susques en su itinerario descriptivo del Territorio
de Los Andes, decían:
“ A llí está SU SQ U E S, antiguo caserío, con su coqueta capilla y su escuela N º 3… ” 2
De los párrafos extractados precedentemente, se puede advertir que un elemento constante en
las descripciones de Susques era su capilla, con seguridad el principal factor aglutinador de
viviendas en esa localidad. La misma fue construida durante el período colonial, pero no hay
información fehaciente que permita precisar la fecha. Bolsi y Gutiérrez sostienen que es de
fines del siglo XVIII y en un documento de la Academia Nacional de Bellas Artes que es del
siglo XVI3. Leopoldo Abán ofrece un dato más preciso: 15984.
Lo que sí se puede afirmar es que fue impulsada por los jesuitas. La iglesia de Susques
siempre había sido un ―anexo‖ del curato de San Pedro de Atacama durante los siglos XVII a
XIX. El temprano emplazamiento de una iglesia se debió al interés de las autoridades
coloniales de concentrar periódicamente a una población de pastores con una gran movilidad,
dispersos en esta vasta región. Como también se rescata de las descripciones anteriores, la
población estaba ausente prácticamente la mayor parte del año. Las fiestas religiosas eran una
de las principales ocasiones en las que la población se reunía.
Hoy por hoy constituye uno de los templos de culto católico más antiguos de la Puna
argentina. Está dedicada a ―Nuestra Señora de Belén de Susques‖ y el 23 de enero es,
actualmente, el día de la fiesta patronal5. Esta iglesia fue declarada Monumento Histórico
Nacional por decreto Nº 16.482 el 17 de diciembre de 19436. En una publicación realizada en
San Antonio de los Cobres, en 1942 se anunciaba:
La Iglesia de Susques seria declarada monumento nacional
El Sr. Jefe de Policía acaba de recibir un telegrama del Dr. Ricardo Levene, pidiendo
inform ación sobre la Iglesia del P ueblo de Susques, que sería declarada „M onum ento
N acional‟, dada su antigüedad y el valor de sus pinturas e im ágenes.
Es sabido que dicha Capilla además de sus casi 300 años de existencia según los cálculos
más aproximados, conserva pinturas hechas por los naturales, probablemente desde el
tiempo de las misiones jesuíticas y un hermoso y artístico púlpito de cardón.7
Además de la iglesia, contribuyeron a consolidar a Susques como un núcleo de cierta
importancia las instituciones creadas por el Estado argentino. Las autoridades del gobierno de

1
Dávalos 1930:366.
2
Fernández y A. de Fernández 1942:79. Destacados de los autores.
3
Academia Nacional de Bellas Artes 1991:325.
4
A b án 1 9 9 0 :1 4 7 . B o lsi y G utiérrez so stienen q ue ―es frecuente enco ntrar artículos donde se insiste en fechar la
cap illa a fines d el siglo X V I, lo q ue evid entem en te no resiste nin g ún análisis serio ‖ (B o lsi y G utiérrez 1 9 74 :no ta
39).
5
La Unión de Residentes susqueños, virgen de Belén, erigió un monumento en honor a la patrona y dice:
―R ad icad o s en Juju y y S an ta y S an A nto nio d e lo s C o b res. D ed icam o s este recuerd o en p ru eb a d e nuestra
devoción y fe a la Santísima Virgen de Belén y el cariño que profesamos a nuestro pueblo de Susques, en
ocasión de llegar en peregrinación al celebrarse la festividad patronal del 23 de enero. Susques, 23 de enero de
1 9 8 1 ‖.
6
Abán 1990:147.
7
Los Andes, Año 1 - Domingo 31 de Mayo de 1942 Nº 20, Periódico semanal de interés para todo el Territorio
Nacional de Los Andes. En: AGN, SH III - CR, signatura 188, 8 de Julio de 1942.

— 354 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

ese país se hicieron presentes a principios del siglo XX, a través de cuatro importantes
instituciones: la escuela, el registro civil, el juzgado de paz y la policía. De todas, fue la
escuela la que comenzó a destacarse en las descripciones del lugar.
Al menos desde la década de 1880 hasta la de 1970, Susques mantuvo su condición de lugar
de concentración esporádica. Esto era así a pesar de tener las características de un
asentamiento permanente1. Con el tiempo se transformó en un centro de servicios mínimos.
De todas formas, teniendo en cuenta la evolución de la estructura edilicia de Susques desde
principios del siglo XX, se puede advertir la ausencia de acciones que la modificaran
sustancialmente. Después de construidos algunos edificios públicos durante la primera década
del siglo XX, como la escuela, prácticamente no hubieron novedades hasta la década de
19802. Además, a diferencia de otros parajes, la actividad minera no parece haber incidido
significativamente en el asentamiento de población.

Cuadro 5.2. Susques, 1884-1927, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la aglomeración.


FORMA DE
AÑO VIAJERO HABITANTES VIVIENDAS OTROS ELEMENTOS
REFERIRSE

1884 A. Bertrand Anexo de 300 indios - Capilla o iglesia


Atacama
1900-1901 D. Cerri Caserío principal 400 habitantes, con 30 casitas Dos capillas, un
de todo el ocasión de feria o cementerio y un
territorio fiesta religiosa oratorio
1903 E. Boman Pueblo desierto - 50 casas Iglesia, cementerio
1912-1913 J. Barnabé - - - Comisaría, juzgado de
paz, escuela y correo
1914/ 1921 S. Fernández y A. Antiguo caserío - -
Coqueta capilla, escuela
A. de Fernández Nº 3
1927 A. Castellanos Caserío - - Iglesia, oratorio,
escuela
Fuente: elaboración propia a partir de Bertrand 1885; Cerri 1903; Boman 1908; Barnabé 1915; Fernández y A. de
Fernández 1942; Castellanos 1928.

Susques en el contexto circumpuneño


Como otros parajes de la Puna, durante la primera mitad del siglo XX, Susques era un lugar
de parada de una de las posibles rutas que permitían conectar a Jujuy con ciudades, puertos y
parajes ubicados del otro lado de la cordillera. Según un observador de fines de la década de
1950, el camino que atravesaba Susques, proveniente de Jujuy, conectaba Purmamarca con
Huaytiquina, pasando por Tres Morros, Pairique, Rosario y Abra Tinte3. También se
encontraba sobre una ruta que conectaba a los parajes ubicados más al sur del Territorio de
Los Andes, como Antofagasta de la Sierra, con plazas comerciales de Bolivia, como la de
Huari. En Susques existía la posibilidad de proveer agua y algunas pasturas a los animales que
se destinaban a la venta, como así también refugio para los arrieros y caravaneros. Pero había
mucho pasto vizcachera, que era nocivo para animales forasteros, como las mulas. De todas

1
Bolsi y Gutiérrez 1974:16.
2
Bolsi y Gutiérrez 1974.
3
V icente G aray, ―C am ino a C h ile‖, P ro yecto p resentad o a la C ám ara d e D ip utad o s d e la N ació n, sep arata, Jujuy,
1958, citado en: Conti 2003.

— 355 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

formas no existían en Susques, como en otros lugares, abundancia de buenos pastos, aunque sí
un lugar guarecido, donde protegerse del viento y las inclemencias del tiempo.
Dentro del Territorio de Los Andes, Susques era una encrucijada menor de los caminos que
tejían la red de circulación circumpuneña. Rodulfo Philippi, en su enumeración de itinerarios,
en ningún caso mencionaba a Susques1. Quien sí reconstruyó los itinerarios que atravesaban
Susques fue Alejandro Bertrand. Según lo que este viajero pudo informarse, a partir de
residentes de San Pedro de Atacama, era que hacia Susques se podían seguir por lo menos dos
caminos. El primero, partiendo de Atacama, se dirigía hacia el norte y cruzaba un desfiladero
ubicado al sur del Cerro Zapaleri, para luego continuar hacia Rosario de Susques. En ese
punto existían dos itinerarios, uno hacia Rinconada, en jurisdicción de Jujuy, y otro hacia
Susques, en jurisdicción de Atacama. Este camino seguía hacia el sur, conectando a Susques
con San Antonio de los Cobres, a través de Cobres. Otro camino, secundario, más al occidente
que el anterior, conectaba a Susques con Tocomar y Pastos Grandes. Tiempo después, en ese
camino, surgieron las poblaciones de Sey y Huancar. Por Pastos Grandes pasaba uno de los
caminos de Salta a San Pedro de Atacama. Otro camino, finalmente, todavía más al occidente,
procedente de San Pedro de Atacama cruzaba por Huaytiquina, Catúa y llegaba a Susques
pasando por Olaroz. Desde Susques, a su vez, siguiendo por el Río de las Burras, se podía
acceder a las Salinas Grandes y desde allí, hacia el norte, por uno de los caminos del
Despoblado, o hacia Purmamarca2. De todas formas, como señalaba Boman, este caserío, al
igual que Coranzulí, se encontraba fuera del camino principal a Chile, que se encontraba hacia
el sur, razón por la cual se encontraba relativamente aislado3.

1
Cf. Philippi 1860:58-60.
2
Bertrand 1885:252-253.
3
Boman 1908:467.

— 356 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Santa Rosa de Pastos Grandes


Con el nombre de Santa Rosa de Pastos Grandes, o simplemente Pastos Grandes, se designa a
una aglomeración ubicada en el actual departamento salteño de Los Andes, pocos kilómetros
al sudoeste de San Antonio de los Cobres. De todo el Territorio de Los Andes, se trata de uno
de los lugares con más menciones y descripciones, al menos si se tiene en cuenta la literatura
de viajeros. Eso se debía a su ubicación estratégica sobre uno de los caminos de arriería más
transitado de la época. Philippi, Bertrand, San Román, Becerra, Cerri, Doering, Holmberg,
Ambrosetti, Reichert, Kühn, Seckt, Caplain, Bowman y López Aranda, entre otros, estuvieron
o mencionan a Pastos Grandes.
Pasado ese momento, una vez que Pastos Grandes perdió su carácter de centro administrativo,
ningún estudio social tomó a ese paraje como terreno de estudio. Sólo algunas referencias
pueden encontrarse en trabajos sobre la explotación de las salinas ubicadas en las
inmediaciones. Además, existe un trabajo de la Oficina de Estadísticas de la Provincia de
Salta, de 1964, donde se publican algunos datos1. Después, hasta donde se conoce, ningún
estudio social dirigió su mirada hacia este lugar de la Puna de Atacama, con la excepción de
un trabajo sobre antropología biológica relativamente reciente2.

Pastos Grandes en la historia


No se han registrado referencias de Pastos Grandes anteriores al período en que la zona formó
parte de Bolivia. A mediados del siglo XIX, según el testimonio de Rodulfo Philippi, se
encontraba dentro del vice-cantón de Susques3.
Años más tarde, fue uno de los primeros lugares de las tierras altas de Atacama que el ejército
chileno ocupó una vez que la Guerra del Pacífico ya estaba resuelta. Este episodio se puede
rastrear en diferentes fuentes documentales. En un informe de la Oficina de Límites
Internacionales de 1908, por ejemplo, queriendo minimizar el hecho, se decía:
“ La colocación eventual de un piquete de soldados en el caserío de Pastos Grandes en
1887, con un fin exclusivamente sanitario, cuando el cólera hizo su aparición en nuestro
país en aquel año, no puede tomarse como una ocupación fundada en actos de guerra: fue
un acto sin trascendencia que sólo dio lugar a un cam bio de notas entre las C ancillerías…
Es decir, que la ocupación era transitoria y en manera alguna con el propósito de
mantener dominio sobre dicho territorio” 4.
De todas formas, las autoridades chilenas habían incluido plenamente a esos terrenos dentro
del dominio de la provincia de Antofagasta.
Su importancia derivaba de la proximidad con Argentina y en especial de uno de los caminos
más accesibles, procedente de Molinos y Luracatao, es decir, de los Valles Calchaquíes. Así,
Pastos Grandes se transformó en un centro de operaciones, por lo menos desde 18875. Fue por
esa razón, probablemente, que el Coronel Ramón Pérez fue comisionado para explorar los

1
Provincia de Salta, Dirección de Estadística e Investigación Económica 1964.
2
Albeza, Acreche y Caruso 2002.
3
Philippi 1860:59.
4
Oficina de Límites Internacionales 1908:36.
5
Sanhueza Tohá 2001:67.

— 357 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

caminos en los Valles Calchaquíes, entre ellos el camino que iba de Molinos a San Antonio de
los Cobres, paraje ubicado a unos 45 kilómetros de Pastos Grandes1.
Al crearse el Territorio de Los Andes, con un fin estratégico, aunque también con cierta
racionalidad geográfica, el gobernador Daniel Cerri propuso que Santa Rosa de Pastos
Grandes se transformase en la sede administrativa del Departamento Centro o de Pastos
Grandes. En esta condición permaneció hasta 1943, cuando se disolvió Los Andes. A
diferencia de Antofagasta de la Sierra y Susques, una vez dividido el Territorio de Los Andes,
Pastos Grandes perdió sus funciones administrativas, que se concentraron en San Antonio de
los Cobres. Las únicas instituciones que permanecieron en el lugar fueron la escuela y la
policía y, con el tiempo, una dependencia municipal de San Antonio de los Cobres. Además, a
pocos años de su incorporación a la provincia de Salta, el gobierno de esa provincia optó por
fusionar a este departamento con el de San Antonio de los Cobres, con el nombre de Los
Andes. Otra diferencia importante con Susques y Antofagasta de la Sierra era la relativa
proximidad de San Antonio de los Cobres y de las rutas mejor conservadas. No obstante se
mantuvo como un pequeño paraje sin mucho desarrollo posterior. De esto daba cuenta un
trabajo de 1964:
“ Santa Rosa, lejos de progresar, ha perdido importancia a partir de 1943, año en que el
Poder Ejecutivo Nacional resolvió terminar con la existencia de la Gobernación de Los
Andes, de la cual formaba parte. En esas épocas contaba con juez de Paz, Registro Civil y
servicios como tales; en la actualidad, sólo cuenta en su haber con una receptoría
municipal” 2

Formación de la aglomeración de Pastos Grandes


Ya Philippi había mencionado en su descripción del Desierto de Atacama a Pastos Grandes:
“ Pueblecito habitado por 8 familias, donde hay agua, paso y leña. Pertenece al Vicecantón
Susques, y 10 a 12 leguas más al sur está la frontera de la República Argentina” 3
Bertrand y San Román también lo describieron:
“ … pueblecito de indios con su capilla i en los pasta les varios rebaños de corderos i de
llamas; acampan en este lugar muchas tropas de burros, cuyos dueños hacen tráfico de sal
para la Arjentina” 4
“ Los 50 a 100 habitantes del lugarejo son exclusivamente pastores, i el aspecto del caserío
ofrece vistas pintorescas en medio de sus arroyos, de las colinas rojas cubiertas de verde i
el campo alegre que justifica su nombre por la lozanía i vigor de sus pastos naturales” 5
Abraham Becerra, que estuvo en Pastos Grandes cuando se encontraba controlado por las
fuerzas militares chilenas, decía que este paraje era:
“ … un pueblo pequeño para una población de 100 habitantes, el que está ocupado
militarmente por fuerzas chilenas” 6
Pastos Grandes fue el único sitio visitado por la misión oficial comandada por Doering, como
lo testimonia Holmberg:

1
Cf. Pérez 1899.
2
Provincia de Salta, Dirección de Estadística e Investigación Económica 1964:32.
3
Philippi 1860:59.
4
Bertrand 1885:55.
5
San Román 1896:282.
6
Becerra 1887:42.

— 358 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

“ con la designación de Pastos Grandes pueden distinguirse dos localidades: Santa Rosa
de Pastos Grandes, con una capillita y siete ranchos al pie desnevado del mismo nombre, y
Pastos Grandes, junto al salar también de Pastos Grandes. En esta otra población hay tres
familias en sus ranchos de aspecto miserable” 1

Cuadro 5.3. Santa Rosa de Pastos Grandes, 1853-1913, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la
aglomeración.
FORMA DE
AÑO FUENTE HABITANTES VIVIENDAS OTROS ELEMENTOS
REFERIRSE

1853-1854 R. Philippi Pueblecito 8 familias - Hay agua, pasto y


leña
1884 A. Bertrand Pueblecito de 50 indios - Capilla i pastales
indios/pequeño
caserío
1886 o F. San Pueblito, lugarejo 50 a 100 - -
1888 Román habitantes, pastores
1900 E. Localidad - 7 ranchos Una capilla
Holmberg
1900-1901 D. Cerri Caserío 210, en ocasión de 15 casitas Una capilla
alguna fiesta
1908/1910 L. Caplain Pueblito - - -
1909-1910 F. Kühn Rancherío, el más - Una docena más o Una capilla, una
alto de toda la Rep. menos de ranchos comisaría, una
Argentina escuela primaria.
1909-1910 H. Seckt Pueblito - Diez o doce casitas -
y ranchos
1912 y J. Barnabé - 15 a 20 familias - Comisaría, juzgado
1913 de paz, escuela y
correo
Fuente: elaboración propia a partir de Philippi 1860; Bertrand 1885; San Román 1896; Holmberg 1900; Cerri
1903; Caplain 1912; Kühn 1910; Seckt 1912; Barnabé 1915.

Las posteriores descripciones, como las que se acaban de citar, no pasaban de unas pocas
líneas:
“ El caserío de Pastos Grandes se encuentra al pie de los nevados del mismo nombre, á la
sombra de los cuales busca reparo; posee buenas y extensas vegas de pastoreo; aguas de
diversas clases, salobres y dulces. La leña es muy escasa. Está formado por unas 15
casitas y una capilla… ” 2.
“ pueblito Santa R osa de P astos G randes… com puesto… de unas diez ó doce casitas y
ranchos” 3
“ E ste pueblo… consiste… de una docena m ás o m enos de ranchos y una capilla… A la
orilla del Salar de Pastos Grandes, están situados tres ranchos más que se llaman Pastos
Grandes… ” 4.

1
Holmberg 1900:32.
2
Cerri 1903:52.
3
Seckt 1912:189.
4
Kühn 1910:315.

— 359 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … pueblito de Santa R osa de P astos G randes construido al pie de la falta este del cordón
de A gua Salada… A l frente de este pueblito pasa un arroyo con agua dulce… ” 1
Como puede apreciarse, Pastos Grandes se utilizaba para designar dos caseríos. Uno con cerca
de una quincena de edificios y otro, más próximo al salar homónimo, con tres edificios. Santa
Rosa de Pastos Grandes, que generalmente era llamado simplemente Santa Rosa o Pastos
Grandes, tenía como elemento aglutinador a la capilla, de la cual no se tiene ninguna
información sobre su construcción, aunque se puede suponer que fue construida en el período
en que formaba parte del Estado boliviano. A partir de 1900 a la Iglesia, una institución que
convocaba una o unas pocas veces al año a la población del lugar, se le sumaron otras
construcciones. El Juez de Paz y la comisaría creados en 1903, la escuela en 1907, además del
Registro Civil y el correo, completan el conjunto de instituciones presentes en la
aglomeración.

Pastos Grandes en el contexto circumpuneño


Si bien la permanencia de este caserío puede atribuirse a la presencia estatal, chilena primero
y argentina después, también es importante su función como parada en el sistema de caminos
de arriería que tenía a la Puna como paso obligado. Lo destacable de este lugar era la
abundancia de pastos, de ahí su nombre, lo que permitía a los arrieros hacer una breve estadía
para alimentar a los animales. Los arreos provenían de Luracatao, Molinos, Cachi o La Poma,
y a pocos kilómetros al norte de Pastos Grandes tomaban por la ruta internacional que
conectaba a Salta con Antofagasta, por la Quebrada del Toro, Huaytiquina y San Pedro de
Atacama.
Siendo interventor del gobierno radical en la Provincia de Salta, Manuel Carlés se refería en
1919 a esta actividad al describir el departamento de Cachi:
“ Los ganados vacuno, lanar, asnal, caballar, mular y cabrío, pastan en potreros alfalfados
y con avena. Las fincas admiten invernadas de animales vacunos y mulares, para ser
transportados, inmediatamente de estar en condiciones, a Chile y Bolivia. A Chile el
vacuno y a Bolivia el mular” 2
La ruta de Cachi hacia Chile pasaba por Pastos Grandes. Más que Susques y Antofagasta de la
Sierra, la permanencia de Pastos Grandes parece estar estrechamente ligada a la conjunción
entre arriería y provisión de recursos, fundamentalmente terrenos pastosos. En este sentido,
Pastos Grandes era el paraje más importante, en comparación con los otros tres. De esto había
dado cuenta Eduardo Holmberg (h):
“ Punto obligado de parada para las tropas de ganado vacuno que pasan de la Argentina á
C hile, aquella localidad está llam ada á adquirir un m ayor desarrollo, cuando… pasen los
arreos día tas día, con incesante regularidad. El ensayo de forrajes allí es por esto
indispensable. Y cuando aumentada la facilidad de transportes puedan llegar a Salta u
otros mercados la sal y los boratos, Pastos Grandes será un centro de población rico y
activo” 3
Este futuro esperanzador nunca se convirtió en realidad, y Pastos Grandes permaneció como
una pequeña aglomeración de pastores.

1
Caplain 1912:49.
2
Carlés 1919:140.
3
Holmberg 1900:39-40.

— 360 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Antofagasta de la Sierra
A pesar de ser el lugar más apartado dentro del Territorio de Los Andes, en comparación con
Susques, Pastos Grandes y San Antonio de los Cobres, fueron relativamente numerosos los
viajeros que llegaron hasta Antofagasta de la Sierra. Fueron, por lo menos, nueve los viajeros
realizaron en sus obras descripciones a partir de sus observaciones, mientras que otros
reprodujeron comentarios que recogieron en el camino o leyeron en otras obras. Brackebusch,
Bertrand, Pérez, Cerri, Reichert, Caplain, Kühn, Seckt y Catalano dejaron testimonio de
Antofagasta de la Sierra, que cubren el período 1883-1930.
Pasado ese momento, el siguiente testimonio que se halló sobre Antofagasta de la Sierra,
elaborado en el año 2002 al estilo memoria de viaje, fue realizado por Neri Arnaldo Miranda,
quien en 1960 había viajado hacia allí para transportar ovas de trucha, enviado por la
Dirección de Piscicultura y Pesca del Gobierno de la Provincia de Catamarca1.
La siguiente aproximación a Antofagasta de la Sierra como caso de estudio corresponden a
Nilda Munné, quien publicó en 1978 un artículo sobre el ―Departamento de Antofagasta de la
Sierra‖ en una obra colectiva organizada por GÆA 2. Algunos años después en el
Departamento de Geografía de la Universidad de Buenos Aires, Rita Iudchak defendió una
tesis, también centrada en Antofagasta de la Sierra3.
Pero los trabajos que aportan los elementos más significativos para una reconstrucción del
pasado y el presente de Antofagasta de la Sierra son los de Silvia García y Diana Rolandi,
quienes vienen trabajando en el lugar desde hace más de una década4. También deben
mencionarse los aportes de Daniel Olivera, arqueólogo con una extensa trayectoria5. También,
desde el campo de la arqueología, con sugerentes aportaciones sobre la etnografía, se cuenta
con los trabajos de Alejandro Haber, en Antofalla, una pequeña aglomeración ubicada hacia el
noroeste de Antofagasta de la Sierra, y aledaños6. Sobre Antofalla, Cynthia Pizarro también
realizó algunos trabajos de investigación antropológica7.
Como puede verse, Antofagasta de la Sierra es un lugar con un importante número de
investigaciones provenientes fundamentalmente de la antropología, pero también de la
arqueología y la geografía.

Antofagasta de la Sierra en la historia


Distintas fuentes historiográficas aseveran que las inmediaciones de lo que hoy es
Antofagasta de la Sierra, durante la colonia, formaron parte de la jurisdicción de la ciudad de
Londres, que con posterioridad pasó a integrar la jurisdicción de la ciudad de San Fernando
del Valle de Catamarca8. Es preciso señalar que por entonces no se hablaba de ―Antofagasta

1
Miranda 2002.
2
Munné 1978.
3
Iudchak 1986.
4
García y Rolandi 1997, 1999, 2000, 2003 y 2004; García, Rolandi y Olivera 2000.
5
Olivera 2000; Olivera y Vigliani 2002, entre muchos otros.
6
Haber 1997, 1999 y 2003.
7
Pizarro 2002; Pizarro y Moreno 2003.
8
Lafone Quevedo 1888; Sánchez Oviedo 1942; Brizuela 1997; García y Rolandi 2003.

— 361 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de la Sierra‖ sino, simplemente, de ―Antofagasta‖. En ese período el anexo de San Pedro de


Atacama ubicado más hacia el sudeste era Incahuasi, también conocido como Ingaguasi.
Cuando se produjo la Independencia formal del Alto Perú y la creación del Estado de Bolivia,
Antofagasta pasó a formar parte de su territorio. En ese trance, reemplazó a Incahuasi como
anexo de la parroquia de San Pedro de Atacama, y se convirtió en un vice-cantón1. En 1871 el
presidente de Bolivia designó en la costa del Pacífico al sitio que denominó ―Antofagasta‖
como Puerto Mayor. Antiguamente esa zona, ubicada al sur de Cobija, se conocía con el
nombre de Bahía Chimba, o La Chimba. Desde entonces, el paraje montañés de Antofagasta
comenzó a ser designado como Antofagasta de la Sierra.
El fin de la Guerra del Pacífico significó para Antofagasta de la Sierra, al igual que para
Susques y Pastos Grandes, su incorporación a Chile. Hacia 1883, en Antofagasta de la Sierra
se asentó un destacamento militar del ejército de ese país 2. Sobre esta situación Brackebusch
dejó testimonio, cuando realizaba su viaje desde Molinos hacia los valles ubicados al sur de
Antofagasta de la Sierra. Inadvertidamente según su versión, llegó hasta este paraje y el de
Peñón3. Dentro del nuevo Departamento chileno de Antofagasta, Antofagasta de la Sierra era
uno de los distritos de la subdelegación de San Pedro de Atacama.
En 1900, cuando se creó el Territorio de Los Andes, Antofagasta de la Sierra ya estaba
consolidada como aglomeración aunque, por supuesto, de tamaño muy pequeño. Dentro del
Territorio de Los Andes, era el lugar poblado de cierta importancia más meridional. Por esta
razón fue designado como cabecera del departamento Sur o Antofagasta de la Sierra. Cuando
en 1943 se dividió el Territorio de Los Andes, ese Departamento pasó a integrar la provincia
de Catamarca, manteniendo el mismo nombre.
Más allá de los cambios de pertenencia estatal, los habitantes de Antofagasta de la Sierra
mantuvieron vinculaciones con la provincia de Catamarca, especialmente con las localidades
de Belén y Andalgalá, en virtud de su relativa proximidad. Pero también con otros lugares tan
próximos o distantes, como Catamarca, San Pedro de Atacama o Huari.

Formación de la aglomeración de Antofagasta de la Sierra


Las descripciones sobre Antofagasta de la Sierra son numerosas y muchas de ellas serán
transcriptas a continuación.
Las primeras referencias que se tienen de la aglomeración de Antofagasta (de la Sierra)
provienen de Philippi y von Tschudi. Si bien no llegaron personalmente hasta este lugar,
ambos viajeros, en su intento por reconstruir la red de circulación que atravesaba las
cordilleras de Atacama, mencionaron los caminos de arriería que pasaban por Antofagasta.
Según von Tschudi, Antofagasta era el punto más oriental al sur de Bolivia y la describía así:
“ forma una parroquia (curato), el pueblo mismo consiste en más o menos 12 ranchos de
indios, cuyos habitantes se dedican a la ganadería. En la puna de los alrededores se
encuentran algunas casitas aisladas de indios” 4.
Philippi, al mencionar la ruta de San Pedro de Atacama a Antofagasta, describía sucintamente
al paraje com o…

1
Philippi 1860:57.
2
Sanhueza Tohá 2001:67.
3
Brackebusch 1891:76.
4
von Tschudi 1860:404.

— 362 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

“ … un pueb lecito Boliviano donde viven cuatro o seis familias. Hay una ciénaga muy
pastosa” 1.
El siguiente visitante fue Brackebusch, quien en 1883 pasó por el lugar, y lo describió
com o…
“ … un pequeño pueblo m ontañés, antaño boliviano, pero que ahora estaba ocupado por los
chilenos, debido a la guerra con Bolivia” 2
A partir de aquí comienza el ―período chileno‖. Poco tiempo después que Brackebusch, fue
Bertrand quien pasó por Antofagasta de la Sierra, también sin tenerlo previsto.
“ Este pueblecito es el más distante de todo centro de recursos de la Puna, pues queda a
cuatro jornadas de Molinos o de Belén, a siete de Atacama i a diez de Copiapó. Está en la
orilla de unas vegas bastante estensas… P arece que la población ha sido en otro tiem po
mas considerable de lo que es hoi, a juzgar por un buen número de casas arruinadas que
hai en la localidad i en sus alrededores. Actualmente hai unas quince casuchas habitadas
por un centenar de indios… A ntofagasta es frecuentado por los arrieros que internan
burros a Bolivia, haciéndolos pastar en los potreros de cordillera” 3
“ En el caserío hay una antigua capilla dependiente del curato de Atacama; es la del
antiguo anexo de Ingahuasi, mineral que tuvo cierta población en el siglo pasado y que se
halla más al Norte en la cordillera4.
San Román, que realizó una estadía, dejó su testimonio escrito sobre Antofagasta de la Sierra:
“ El lugarejo de Antofagasta consta de un grupo de casuchas de piedra y barro
diseminadas en un campo pastoso, a las márgenes de un riachuelo caudaloso y entre
potreros alfalfados y algunos cultivos de hortalizas... Encontramos restos de antiguos
trapiches donde se beneficiaban minerales de oro cuyos criaderos, en vetas de cuarzo, se
ven cruzar por los faldeos y alturas de los cerros inmediatos” 5
Ya creado el Territorio de Los Andes, en mayo de 1900 y otra vez a fines de ese año o
principios de 1901, al hacer sus dos giras, Cerri recaló en Antofagasta de la Sierra. En su
memoria de 1903 describe a este ―caserío‖ de la siguiente forma:
“ … unos quince ranchos situados sin orden, alrededor de una capilla, resguardados de los
vientos por una barranca de greda colorada” 6
Cerri destacaba la presencia de vegas, y sostenía que con buen manejo del agua se podría
aumentar la superficie sembrada con alfalfa:
“ … sistem ando el riego, aprovechando todas las corrientes de aguas, podrían cultivarse
con alfalfa unas quinientas hectáreas de tierra, cuando más” 7.
“ En Antofagasta se puede sostener un buen número de vacunos, mulas y caballos en
estado de engorde sólido, una vez que los animales se habitúan á aquellas clases de pastos
duros. La alfalfa se produce espléndidamente, pues, á fines de Noviembre la hemos visto
en flor” 8.

1
Philippi 1860:59.
2
Brackebusch 1891:76.
3
Bertrand 1885:276.
4
Bertrand 1885:298.
5
San Román 1896:272.
6
Cerri 1903:47.
7
Cerri 1903:49.
8
Cerri 1903:60.

— 363 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Los miembros de la comisión demarcadora del límite internacional pasaron por Antofagasta y
así la describieron:
“ Sobre la margen izquierda del Punilla está el caserío de Antofagasta con una veintena de
chozas y una iglesia” 1.
Algunos años después, Franz Kühn y Hans Seckt, después de visitar Santa Rosa de Pastos
Grandes, llegaron a Antofagasta de la Sierra. El primero se refirió a ambas aglomeraciones de
esta forma:
“ L os dos únicos „pueblos‟, m ejor dicho rancheríos, que he encontrado en m i jira á través
de la Puna, Santa Rosa de Pastos Grandes, y Antofagasta de la Sierra, tienen su base de
existencia naturalmente en el agua corriente. E l últim o… es el m ás favorecido de am bos,
porque el río Punilla, a cuyas orillas está, es relativamente caudaloso –gran excepción en
la Puna- y form a m ás al Sur… una gran vega fértil, donde pastorea m ucho ganado y
además se encuentran alrededor de los ranchos unos alfalfares con un sistema de canales
de riego” 2
Barnabé afirmaba algo por el estilo:
“ … la cuenca de A ntofagasta de la Sierra, recibe las aguas del río de la P unilla, el m ás
caudaloso de la P una después del de R osario… Su caudal y su pendiente hacen de él uno
de los mejores sino el mejor de las ríos de la Puna, para suministrar fuerza motriz” 3
Y continuaba:
“ con sus inmensas vegas, su abundancia de agua, su clima relativamente cálido constituye
el punto de más porvenir agrícola de la puna” .
“ El alfalfa se desarrolla muy bien en Antofagasta y merced a la facilidad del riego se
puede dar a los alfalfares una gran extensión. Si se desarrollara la minería en el territorio,
Antofagasta sería el gran centro abastecedor de la región” 4.
Como puede observarse, la presencia del río Punilla, de las vegas y de algunos plantíos de
alfalfa son los principales elementos que resaltaron todos los viajeros que pasaron por allí o
que estuvieron en contacto con otros viajeros, arrieros o caravaneros, que partían o que
atravesaban Antofagasta de la Sierra. Ya en el Bosquejo estadístico de Bolivia de 1851 se
enumeraron los principales potreros utilizados para invernar las tropas de mulas que se
conducen desde la Argentina, a través del camino del Despoblado, con dirección a Bolivia,
Perú o a lo que hasta entonces era el norte de Chile, en Copiapó. Entre otros enumera:
Carachapampa, Peñón, Joste (Jote), Cortaderas, Quinuas, Potrero Grande, Botijuelas,
Mojones, Calolasta, Antofalla e Incahuasi. Todos se encuentran próximos a Antofagasta de la
Sierra5.
Medio siglo después Cerri presentaba un panorama similar:
“ Existen dos potreritos de una hectárea cuadrada de alfalfa que dan dos cortes al año de
excelente forraje. El agua de que se puede disponer para cualquier cultivo propio de la
región sería abundante con un trabajo mínimo, pues rodean á Antofagasta de la Sierra los
arroyos de Mojones ó Nacimiento ó Punilla por el oeste, así como el arroyo Chorrillos y
de las Puntas por el este; todos van á desaguar en la gran laguna que se encuentra en su
parte sud y lame la base escorial de dos volcanes apagados, llamados alumbreras, que

1
Oficina Límites Internacionales 1908:71.
2
Kühn 1910:314.
3
Barnabé 1915:28.
4
Barnabé 1915:33.
5
Citado en: Bertrand 1885:148.

— 364 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

atajan y estancan esas aguas, formando lagunas en donde pululan enjambres de aves
acuáticas entre bosques de junco” 1.
Cerri también enumera las vegas que rodean a este paraje, las cuales poseían, según él, buenos
pastos y aguas, aunque salobre. Las vegas que enumeraba eran:
“ Laguna Colorada, ciénaga Ilamo, La Banda, El río de las Puntas, Quebrada Seca,
Chorrillos, Miri Huaca, Los Mojones, Colalaste, El Toti ó Yati, Quebrada de Achí, Los
Colorados, Carachi-Pampa, Loro Huasi, Las Breas, Potrero Grande, Antofalla, El Peñón,
Antofallita, Aguas Calientes, Chascha, Cair y Peñas Blancas.
De todas estas vegas se encuentran habitadas: Antofagasta, Laguna Colorada, Ilamo,
Peñón, Mojones; Titi, Los Colorados, Carachi-Pampa...2.
Por esto, Antofagasta de la Sierra fue considerada como un lugar eventualmente posible para
instalar la capital del Territorio de Los Andes. Además del río y de la vega, este caserío tenía
otro elemento aglutinador, su capilla. No es claro cual fue exactamente el momento de su
construcción, pero probablemente fue hacia la década de 1830, como puede desprenderse de
algunos testimonios de viajeros y de la historia oral3. Muy probablemente esta capilla actuó
como núcleo de atracción de población. Las familias que vivían dispersas por la región
agregaron un lugar de residencia en Antofagasta de la Sierra. Quien realizó una muy detallada
descripción de la capilla fue Bertrand:
“ La tal iglesia o capilla es la única construcción del pueblo en que hai tendencias a
ornamentación; la rodea una tapia que forma un recinto rectangular, coronada por una
hilera de adobe que figuran almenas en ángulo; en cada una de las esquinas interiores de
este recinto hay un pequeño retablo o altar destinado a las procesiones de Corpus, que no
deben ser muy frecuentes, pues hace siete años que el cura no visita el anexo. Al lado de la
iglesia está el campanario, que es un murallón con tres aberturas en forma de ventanas
abovedadas y en cada una hay una campana; desde lejos simula una fachada bastante
respetable. La iglesia misma es también de adobe, con puertas y enmaderación de cardón
(cereus atacamensis), y pavimento de losas irregulares, como la cancha de una mina.
Sobre el altar había muchos ex-votos consistentes en prendas de las más prosaicas, como
pañuelos de narices y varias bolsitas con tierra traída, según nos dijeron, de un lejano
pueblo argentino donde existe un Santo Domingo muy milagroso, al cual parece
complacer que sus favorecidos lleven ese recuerdo a la santa patrona del templo de
Antofagasta, que lo es la virgen de Loreto. También vimos en el mismo altar unas copias
de sermones u oraciones en que se relata cierta aparición de la patrona; confieso que no
entendimos bien dicha relación, donde se establece singular conexión entre las gracias
divinas, las llamas del infierno y los llamas que se crían en rebaños.” 4
Antes de construir la capilla, los jesuitas habían llegado a la región para explotar algunos
yacimientos de oro, instalándose en Incahuasi. Con la expulsión de los jesuitas, la minería
aurífera que se practicaba en la zona entró en decadencia por un tiempo prolongado 5. Pero,
como se deduce de los relatos de viajeros, lo que le otorgó cierta centralidad a Antofagasta de
la Sierra (y tal vez le dieran origen como aglomeración) en la porción austral de la ―Puna de
Atacama‖, era el hecho de ser parada obligada en las rutas de arrieros. Este aspecto será
desarrollado a continuación.

1
Cerri 1903:47.
2
Cerri 1903:49.
3
García y Rolandi 2003.
4
Bertrand 1885:46.
5
Munné 1978.

— 365 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

De todas formas, como en los demás casos, la permanencia y crecimiento de la aglomeración


a partir de 1900, aunque leve, se debe a las acciones fuerzo de las autoridades del Estado
argentino. La escuela se estableció en 1906 y reforzó el rol de lugar central dentro de un
ámbito de varios cientos de kilómetros cuadrados. De todas formas, siempre fue marcado el
aislamiento de Antofagasta de la Sierra.
Finalmente, se puede señalar que los alrededores de Antofagasta de la Sierra son sitios
destacados por la presencia de petroglifos y pictografías, las cuales fueron descriptas y
analizadas por Guillermo Gerling, Francisco San Román y Franz Kühn, entre otros 1. El
Peñón, como se desprende de la próxima cita, se encontraba muy próximo al límite con la
provincia de Catamarca, sobre el camino que va de Antofagasta de la Sierra a Belén.
“ Encuéntrase á la altura de 3.740 metros. Está situado á 73 kilómetros de Antofagasta de
la Sierra. Se halla en la falda de la cordillera oriental que separa esta parte de la Puna
con Catamarca. Es formado por algunos ranchos en los cuales habitan 55 individuos, la
mayor parte cazadores de chinchilla. Hay buena agua, bastante leña y pasto” 2.

Cuadro 5.4. Antofagasta de la Sierra, 1853-1913, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la


aglomeración.
FORMA DE
AÑO FUENTE HABITANTES VIVIENDAS OTROS ELEMENTOS
REFERIRSE

1853- R. Philippi Pueblecito boliviano 4 o 6 familias - Gran ciénaga


1854 pastosa.
1858 J. von Pueblo. - 12 (ranchos) Casitas aisladas en
Tschudi los alrededores
1883 L. Pequeño pueblo - - -
Brackebusch montañés
1884 A. Bertrand Aldea/rancherío/pue Un centenar de Quince casuchas Vegas, un pequeño
blecito indios comercio de géneros
1887 F. San Caserío a 3.500 - Grupo de casuchas Campo pastoso,
Román metros de altura/ de piedra y barro potreros alfalfados,
Lugarejo cultivos de hortaliza.
1900- D. Cerri - - 15 ranchos Capilla, dos
1901 potreritos con alfalfa
1910 F. Kühn Rancherío - - Alfalfares con
sistema de riego
1910- J. Barnabé Caserío 15 a 20 familias - Comisaría, juzgado
1913 de paz, escuela y
correo
1913 I. Bowman Caserío 100 en la aldea. Unas 15 chozas 8 hectáreas de alfalfa
250 almas en el
caserío y alrededores
Fuente: elaboración propia a partir de Philippi 1860; von Tschudi 1860; Brackebusch 1891; Bertrand 1885; San
Román 1896; Cerri 1903; Kühn 1910; Bowman 1924; Barnabé 1915.

Antofagasta de la Sierra en el ámbito circumpuneño


Antofagasta de la Sierra se destacaba por ser un lugar de parada en la ruta de arrieros que
conectaban a Catamarca con ciudades, puertos y pueblos de indios ubicados sobre la costa del

1
Ambrosetti 1904a; Moreno 1901; Kühn 1912.
2
Cerri 1903.

— 366 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Pacífico, en el Desierto de Atacama o en el sur de Bolivia. Su relativa importancia derivaba


de la posibilidad de proveer agua y pasturas a los animales que se destinaban a la venta, o a
las mulas que se empleaban en el transporte de mercaderías, como así también refugio para
los arrieros. Esto se debía a la presencia de vegas en el entorno de este paraje y a que era un
lugar guarecido, donde protegerse del viento y las inclemencias del tiempo. La presencia de
vegas, en una región natural caracterizada por la aridez, se debe a su relativa baja altitud y a la
topografía que permite la confluencia de pequeños cursos de agua alóctonos. Allí pedían
posada los arrieros que llevaban animales en la travesía por la cordillera, gracias a su buena
provisión de agua, pasturas y refugio1.
De esta situación dejaba un claro testimonio Daniel Cerri:
Antofagasta de la Sierra “ … es tránsito obligado para los com pradores de burros que
procedentes de Bolivia, pasan á Catamarca” 2.
Al igual que salteños y jujeños, los comerciantes catamarqueños tuvieron en la ganadería y
particularmente en la comercialización de animales en pie, una de las principales actividades
económicas, en diferentes etapas históricas. Cuando se produjo la expansión del mercado
salitrero, a la postre de la posguerra del Pacífico, los catamarqueños enviaban parte de sus
animales y cueros a San Pedro de Atacama y otros puntos ultra-cordilleranos. Las principales
rutas eran dos. Una por el paso de San Francisco, por territorio catamarqueño, hacia Copiapó
y Taltal. Otra por diferentes desfiladeros ubicados más al norte, ya en el Territorio de Los
Andes, en dirección a San Pedro de Atacama.
Según von Tschudi, desde Antofagasta de la Sierra partían por lo menos tres caminos. Uno de
ellos, por el sur, se dirigía hacia Copiapó y Taltal. Los otros, hacia San Pedro de Atacama y
otros destinos del entonces territorio boliviano, además de los Valles Calchaquíes. De estos, el
primero tenía a Calolasta, Antofalla, Samenta y el desfiladero de Socompa como los puntos
más destacados en el camino, y seguía hacia Peine para terminar en San Pedro de Atacama3.
Este camino lo consideraba más corto, pero peligroso. Esta fue una ruta poco utilizada para
llevar ganado ya que, fuera del área de Antofagasta de la Sierra, cruzaba zonas muy
pedregosas, con malpasos, donde escaseaba el agua y el forraje4. Ese mismo camino fue
descripto por Philippi, quien había estado en la zona un poco antes5. La segunda variante, era
el camino por Incahuasi hacia el norte, para tomar la ruta de arrieros más transitada que
conectaba a los Valles Calchaquíes con San Pedro de Atacama, por Pastos Grandes, y que
atravesaba Huaytiquina6. Este camino también fue transitado por otros viajeros.
Bertrand había enumerado por lo menos cuatro caminos principales que partían desde
Antofagasta de la Sierra7. Uno, el del norte, hacia Pastos Grandes por Incahuasi; este camino
empalmaba con el camino principal Salta-San Pedro de Atacama. Dos, el del sur, por Peñón,
hacia Catamarca; este camino también empalmaba con el que cruzaba el Paso de San
Francisco y es el que siguió Brackebusch. Tres, el del occidente, por Antofalla, hacia Copiapó
o San Pedro de Atacama; este camino ofrecía más de una variante, entre las que se encontraba
el paso de Aguas Caliente, que atravesaron Seckt y Kühn, aunque según estos viajeros era
muy poco frecuentado8. Cuatro, el del noreste, en dirección a los Valles Calchaquíes. Como

1
García y Rolandi 2003.
2
Cerri 1903:50.
3
von Tschudi 1860:350 y 402-403.
4
Conti 2003.
5
Philippi 1860:59.
6
von Tschudi 1860:350.
7
Bertrand 1885:254-256.
8
Kühn 1910.

— 367 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

puede verse, se trataba de un cruce de caminos de alguna importancia. Esos caminos eran
utilizados por los pobladores de Antofagasta de la Sierra para realizar sus viajes en caravana,
para practicar intercambios en diferentes lugares.
Pero los habitantes de Antofagasta de la Sierra, además de la ganadería, también explotaron el
alumbre como actividad complementaria, que extraían del volcán Alumbrera, ubicado a pocos
kilómetros al sur del paraje. Una noticia de esto la ofrece Francisco San Román:
“ … el llam ado «V olcán A lum brera», porque en su cráter es una verdadera m ina de
alumbre de donde se surten las tintorerías de la provincia de C atam arca… ” 1
Lo mismo, tiempo después, señalaron Daniel Cerri y Fritz Reichert:
“ El volcán Alumbrera debe su nombre al alumbre que de él sacan los habitantes de
Antofagasta” 2.
“ … en los bordes del C erro A lum brera hay can tidades considerables de alum bre… ” 3
De todas formas, y a pesar de su posición relativamente estratégica, Antofagasta de la Sierra a
lo largo del siglo XIX y del XX constituyó uno de los lugares más recónditos de la puna.
Durante las cuatro décadas de existencia del Territorio de Los Andes no existió ningún medio
de comunicación regular entre Antofagasta de la Sierra y San Antonio de los Cobres u otro
punto, fuera del elemental ―lomo de mula‖. Franz Kühn y Hans Seckt emplearon, por
ejemplo, siete jornadas para desplazarse desde Pastos Grandes hasta Antofagasta de la Sierra4.
Sierra4.
En reiteradas ocasiones sus pobladores reclamaron al gobierno el mejoramiento de sus vías de
comunicación, como se expresa, por ejemplo, en esta carta enviada el 15 de enero de 1916.
“ ...en este departamento nos es muy necesario una vía de comunicación con el
Departamento de Tinogasta, provincia de Catamarca, por ser que la plaza de ese
Departamento está ligada con el comercio de nuestro pueblo.
Para ver realizados nuestros deseos, pedimos a V. S. que haga todo cuanto esté de su
parte, para poder conseguir de donde corresponda un servicio de correos desde Medanito-
Catamarca hasta este Depto.: Será un recorrido de doscientos cincuenta kilómetros y se lo
hará a lomo de mula.
Para que atienda la oficina de Correos en esta oficina sus servicios ad honorem por dos
años, el Señor Asan Balut.
Con esta fecha y con el mismo objeto hacemos una solicitud al señor Jefe de correos del
Distrito de Catamarca.
Saludamos a V. S. muy atentamente.
Firman Asan Balut y otros diez vecinos5.
Pastor López Aranda, inspector de escuelas, dos décadas más tarde sugería algo similar:
“ L a población denom inada „A ntofagasta de la Sierra‟, situada al sur del T erritorio, carece
de todo medio de comunicación y se halla equidistante de „San A ntonio‟, –la capital-, de
„M olinos‟ (Salta), de T inogasta (C atam arca) y de „T altal‟ (puerto de C hile); vale decir,
que de cualquier de estas poblaciones es menester emplear cuatro y más días a lomo de
mula para arribar a la localidad citada. La correspondencia del vecindario está librada al

1
San Román 1896:269.
2
Cerri 1903:47.
3
Reichert 1907:79.
4
Seckt 1912:189.
5
AGN, SH III - CR, signatura 128, Antofagasta de la Sierra, enero 15 de 1916.

— 368 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

acaso y pueden pasar tres, cuatro y más meses, sin tenerse noticias del resto del mundo,
encontrándose en m ucha inferioridad con las poblaciones transharianas com o „T im boctú‟
que, a pesar de estar enclavada en el corazón del África, tiene excelentes servicios de
correos a través del Sahara y por el río Níger” 1
A partir de que Antofagasta de la Sierra pasó a formar parte de la provincia de Catamarca, el
grado de aislamiento que experimentó esta localidad fue mayor que hasta entonces. Esto se
hace patente, por ejemplo, en el campo de la educación. La enseñanza en la escuela solía
interrumpirse por largos períodos. Los maestros debían llegar a lomo de mula desde Salta. La
intermitencia de la educación restó estímulos al aprendizaje y a la alfabetización en la zona2.
Cuando en 1960 Neri Miranda llevó ovas de truchas a Antofagasta de la Sierra, para llegar
hasta allí debió tomar el antiguo camino por Salta, San Antonio de los Cobres, Pastos Grandes
y Salar de Hombre Muerto3. La conexión con San Antonio de los Cobres podía realizarse en
automóvil. Hacia el sur era imposible. En ese entonces las mulas seguían siendo el medio de
transporte más utilizado, por ejemplo, para el envío de correspondencia desde Catamarca.
Según Neri Miranda, para recorrer la distancia existente entre Belén y Antofagasta de la
Sierra eran necesarias dos o tres jornadas a lomo de mula4. Fue en 1960, además, siempre
siguiendo a este observador, cuando viajó hacia el lugar, por primera vez, un gobernador
catamarqueño, a la sazón Juan Manuel Salas5.
El camino carretero con Catamarca, a través de Belén, fue abierto en 1978. Desde entonces,
progresivamente, Antofagasta de la Sierra fue incrementando sus vinculaciones con las
poblaciones de Belén y Londres6. La gran transformación de Antofagasta de la Sierra se inició
inició en la década de 1990, con cierto paralelismo al caso de Susques. Fue en esa década
cuando se habilitó un servicio regular de pasajeros, se instaló un generador de electricidad y
antenas para comunicación, entre otras ―novedades‖ 7. De todas formas la población de esa
aglomeración nunca cortó definitivamente sus estrechos lazos, creados a lo largo del siglo
XX, con quienes viven en San Antonio de los Cobres.

Incahuasi
Dentro del actual departamento de Antofagasta de la Sierra, y desde su creación en 1900, se
encuentra Incahuasi, mencionado también como Inca huasi, Inca Huasi, Incaguasi o
Ingaguasi. Se trataba de un pequeño centro minero, explotado durante el período colonial por
los Jesuitas. La capilla que se encuentra en este lugar, abandonada desde el siglo XIX,
corresponde a ese período. Con la expulsión de los jesuitas, la minería aurífera que se
practicaba en la zona entró en decadencia por un tiempo prolongado. A fines del siglo XVIII,
al enumerar los anexos de San Pedro de Atacama, del Pino Manrique decía de ―Ingaguasi‖:
“ Este es un mineral de oro hoy arruinado, aunque de nombre en lo antiguo. De
temperamento frío, y escaso de todos comestibles, de que le proveen los inmediatos valles
del Tucumán. El de los anexos de Socaires y Susquis es igualmente destemplado, por su
situación inmediata á la Cordillera de chile, y cuya causa hace también que estén casi
despoblados, viviendo los indios originarios de ellas en la jurisdicción del Tucumán, por la

1
López Aranda 1937:42.
2
García y Rolandi 1995.
3
Miranda 2002:24.
4
Miranda 2002:69.
5
Miranda 2002:64.
6
García y Rolandi 2003:190.
7
García y Rolandi 1999:210.

— 369 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

m ayor facilidad con que consiguen su subsistencia… A más de Ingaguasi, hacia los
confines de la Provincia de Salta, tiene otros tres minerales de oro á saber: Susquis,
Olaros y San Antonio de los Cobres, que siempre han sido trabajados por los indios con la
escasez y poco fomento que acostumbran. En estos el trabajo es mas permanente que en
Ingaguasi, porque como veneros no están sujetos á la estación precisa de aguas, sin la que
en este último no se pueden moler los metales, hacer lavas y beneficiarlos por azogue” 1.
Casi un siglo después, algo similar aseveraba Francisco San Román:
“ «Incaguasi», antiguo asiento de minas de oro, ofrece el interés de un pueblo en
ruinas… ” 2
Fritz Reichert también se refirió a este como un caserío abandonado3:
“ La antigua m ina „Incahuasi‟ está situada en el lím ite SO del salar de „H om bre M uerto‟,
en el camino que va de Antofagasta de la Sierra a Pastos Grandes. La mina está
abandonada y los socavones derrum bados, siendo im posible transitar por ellos…
Probablemente se trata de una mina de cuarzo aurífero, que permitió una explotación
provechosa. Los restos existentes de numerosos hornos de fundición demuestran que se
trabajó m ucho en esta m ina, pero sería difícil determ inar en que época. San R om án…
supone que la explotación principió durante la época de la primera colonización” 4
Incahuasi se encuentra a una considerable altitud, en comparación con Antofagasta de la
Sierra. Por eso carecía de algunos elementos indispensables para el asentamiento: carecía
totalmente de agua potable para humanos y animales o para los lavaderos. También faltaba
leña y pasto para alimentar a los animales. Cualquier lugar poblado se encontraba a más de
una jornada a lomo de mula. Por esas razones, y por la ausencia de suficiente material que
justificara la permanencia en el lugar, Incahuasi fue abandonada por los jesuitas. Allí se había
construido una iglesia y formado un pequeño caserío, que a mediados del siglo XIX ya se
encontraba en ruinas. La función de posta y principal lugar poblado en el camino de
Catamarca a Huari o San Pedro de Atacama se trasladó a Antofagasta de la Sierra. Como
símbolo de ese traslado se produjo, según la tradición oral, el traspaso de la campana desde
Incahuasi a Antofagasta de la Sierra, aunque en fecha incierta5.
Hacia las primeras décadas del siglo XX la Compañía Minera Incahuasi instaló una planta de
amalgamiento y cianuración en esta zona, pero con un impacto limitado6. De todas formas
esto motivó la creación de un destacamento policial.

1
del Pino Manrique 1787:20.
2
San Román 1896:273.
3
Reichert 1907:23.
4
Reichert 1907:82. Nota: Se refiere a Iberio San Román.
5
Catalano 1964.
6
Munné 1978.

— 370 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

San Antonio de los Cobres


En la medida que San Antonio de los Cobres formó parte del territorio de Salta hasta la cesión
que esta provincia hizo del partido homónimo, las descripciones disponibles de San Antonio
de los Cobres hasta 1900 se encuentran presentes en trabajos sobre esa provincia y en
descripciones generales de la Argentina del siglo XIX. Es mencionado, por ejemplo, en la
obra escrita en 1853 por Woodbine Parish, cónsul inglés. Se trataba del lugar poblado más
próximo al que de hecho funcionó como límite entre Argentina y Bolivia primero, y de la
primera con Chile después, hasta 1899. Por encontrarse próximo a uno de los caminos de
arriería más importantes, los viajeros del siglo XIX mencionaban a esta aglomeración.
Philippi, von Tschudi, Bertrand, Brackebusch y Pérez incluyeron en sus obras información
sobre San Antonio de los Cobres.
Pasado más de dos años de la creación del Territorio de Los Andes, San Antonio de los
Cobres se constituyó en su capital. Desde entonces, la mayoría de los viajeros, especialmente
los que eran enviados por el Ministerio de Agricultura, se veían obligados a pasar por aquí,
donde conseguirían algunos elementos a veces considerados estratégicos para la expedición,
como por ejemplo mulas o permisos de las autoridades. Por lo tanto este constituía un lugar de
parada obligatorio. Además, con el tiempo, se fue dotando de algunos servicios básicos de
hospedaje que en los demás aglomeraciones no existían.
Una vez que el Territorio de Los Andes se dividió, y San Antonio de los Cobres pasó
nuevamente de la provincia de Salta, el interés por San Antonio de los Cobres se mantuvo,
aunque no por la aglomeración en sí, sino a través de sus elementos emblemáticos: el
ferrocarril Huaytiquina y, en particular, el Viaducto de la Polvorilla, ubicado a pocos
kilómetros al oeste. Buena parte de la literatura referida a ese ferrocarril incluye, aunque sea
al pasar, noticias sobre San Antonio de los Cobres. Esa bibliografía, y la relación entre San
Antonio de los Cobres y el ferrocarril, se analizarán en el capítulo próximo.
Fuera de los estudios sobre el ferrocarril, pareciera que San Antonio de los Cobres no ha
despertado mucho interés a los investigadores sociales. Es llamativo si se tiene en cuenta la
importancia que San Antonio de los Cobres tuvo en el contexto del Territorio de Los . A pesar
de ello no ha sido objeto de proyectos o programas de investigación, a diferencia de lo que
ocurrió con Susques y Antofagasta de la Sierra.
De todas formas, algunos trabajos recientes de historiadores de la Universidad de Salta
aportan elementos de gran interés para reconstruir la articulación comercial entre Salta y
Antofagasta, a través de San Antonio de los Cobres. Este es el caso de la producción
historiográfica de Azucena Michel y Elizabeth Savíc, aunque estas autoras no realizaron un
trabajo sistemático y específico en San Antonio de los Cobres1. Finalmente, se puede
mencionar un trabajo realizado por Santos Córdoba, quien ejerciera la docencia en el lugar, y
que publicara en el año 2001 un trabajo en el que recoge algunos relatos lugareños2.

1
Michel y Savíc 1999; Michel y Savíc 2003; Michel, Pérez y Savíc 1998 y 2000.
2
Córdoba 2001.

— 371 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

San Antonio de los Cobres en la historia


Algunas fuentes hacen referencia al ―partido de San Antonio de los Cobres‖ que, como ya se
dijo, formó parte del departamento de La Poma, provincia de Jujuy, hasta 19011. A mediados
del siglo XIX, al describir la provincia de Salta, Parish decía:
“ Al oeste, las minas del cerro de Acay y San Antonio de los Cobres se han trabajado de
tiempo en tiempo con considerable buen éxito; y aún en algunos distritos más elevados que
confinan con A tacam a… ” 2
En 1887 Abraham Becerra, al ser encomendado por el gobierno de Salta a inspeccionar las
pertenencias mineras entregadas por ese gobierno, pasó por San Antonio de los Cobres.
“ San A ntonio cuenta con crianza de cabras y ovejas… Sus habitantes son en núm ero de
400, todos naturales del lugar y dedicados a las crianzas, en general son incapaces de
todo trabajo de industria moderna” 3
En su Geografía de la República Argentina, Latzina ofrecía estas precisiones:
“ E l departam ento P ayogasta… está dividido en los 3 distritos Payogasta, Poma y San
A ntonio de los C obres… San A ntonio de los C obres, m ucho m ás al norte de P om a, ya en la
frontera de Jujuy, es un distrito rico en minerales de Cobre” 4
En la medida que San Antonio de los Cobres no formaba parte inicialmente del Territorio de
Los Andes, ni Eduardo Holmberg (h) ni Daniel Cerri describen la aglomeración. Poco
después, cuando ya había sido declarada capital del territorio, pasó por este lugar la comitiva
formada por Iberio San Román y Juan Ambrosetti que se dirigía a la Salina de Cauchari. En
su paso por San Antonio de los Cobres, Ambrosetti destacó la existencia de alfalfares y la
posibilidad de una mayor producción de este recurso:
“ … en San A ntonio de los C obres, a una altura arriba de los 3500 m etros, se produzca la
alfalfa, permitiendo el sostén de los animales vacunos, yegüerizos, mulares y el acopio de
grandes cantidades de pasto seco para poder exportar a las minas de las inmediaciones.
“ … San A ntonio es un lugar im portante de recursos, el últim o hacia el oeste en el camino
de Atacama. Allí se crían además abundantes ovejas, cabras, llamas y burros” 5
Los viajeros y las fuentes oficiales van testimoniando el progreso de San Antonio de los
Cobres, que en la década de 1910 presentaba el siguiente aspecto:
“ La capital del territorio, San Antonio de los Cobres, es una pequeña aldea situada sobre
la margen izquierda del río de su nombre. Su comercio está representado por un sola casa
cuyo capital no excede de $ 4.000 m/n.” 6
“ San Antonio de los Cobres es un pueblo poco poblado, allí vive el jefe de policía del
territorio, un sargento y algunos soldados, un juez de paz encargado de la oficina de
correo; hay una escuela y una capilla donde concurre bastante gente del territorio en las
fiestas religiosas que tienen lugar una vez al año; hay muy pocas casas, algunas vegas en
las quebraditas alrededor del pueblo y agua abajo del río de Chorrillos, permiten a los
habitantes sostener algunos burros y reducidas tropas de ovejas y cabras” 7

1
Becerra 1887:7.
2
Parish 1853:425.
3
Becerra 1887:22.
4
Latzina 1888:466.
5
Ambrosetti 1905:100.
6
MI, Memoria de 1910-1911:100.
7
Caplain 1912:18.

— 372 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

“ ...en la margen izquierda del... Río San Antonio, se alzan hasta unos 20 ranchos
humildes. Una capillita que no deja de ser rancho, y, algo apartada del caserío, un edificio
de material destinado al Gobernador cuando alguna vez se perdía por aquellos
andurriales, y la jefatura de policía: esto era San Antonio de los Cobres por fuera, cuando
nosotros lo conocimos” 1
La edificación ha aumentado un tanto desde el año 1910, en que todo el pueblo de San
Antonio de los Cobres (la capital) se componía de 18 casas. Hoy cuenta con un edificio
para casa de Gobierno, en el que se han invertido 10.000 pesos2
“ Se construye en San Antonio de los Cobres una modesta capilla que será la iglesia del
pueblo” 3
Para 1927 se cuenta con la descripción de Alberto Castellanos. Por entonces, según este
viajero:
“ en San Antonio de los Cobres se estaba haciendo el plano de la aldea, delineando y
denominando sus calles como para darles alguna vez el aspecto de villa, ensueño que
posiblemente se cumpla cuando llegue el ferrocarril… T oda la aldea… es m ás que
humilde; no hace mucho que le llega desde Salta el camino de automóvil y el telégrafo” 4
De esta forma, se advierte cierta consolidación de esta aglomeración, dada su función de
capital del Territorio de Los Andes, centro administrativo y comercial, y estación del
ferrocarril a Chile.
“ San Antonio de los Cobres, capital del territorio, toma cada día más importancia; tiene
una jefatura de policía, comisaría, juzgado de paz, escuela, correo” 5
“ La mayoría de los pobladores de San Antonio de los Cobres son empleados nacionales de
la Gobernación de Los Andes, porque es allí el asiento de las autoridades” 6
Cerca de San Antonio de los Cobres se encuentra Cobres. Este paraje probablemente sea más
antiguo y fue el que le diera nombra a San Antonio, según se desprende de lo expuesto por
Becerra:
“ … está situado al norte de San A ntonio a una distancia de 20 leguas de… C horrillos. E n
este lugar se encuentra el famoso mineral antiguo de cobre que dio su nombre a San
Antonio (de los Cobres) y de donde según toda probabilidad los españoles sacaron los
metales para fabricar todas las campanas que todavía existen, tanto en los valles,
cordilleras y campaña de Salta” 7
La posición que San Antonio de los Cobres ocupó dentro de la organización territorial de Los
Andes está estrechamente ligada a su origen como entidad territorial. La superficie cedida por
la provincia de Salta a la Nación, se transformó en 1901 en el cuarto departamento, y las 200
hectáreas cedidas por el gran propietario Fermín Grande, fueron utilizadas para trazar los
solares de este nuevo lugar a poblar, que ya por entonces contaba con algunas viviendas.
En las inmediaciones de San Antonio de los Cobres se habían establecido en las décadas
anteriores algunos establecimientos mineros, fundamentalmente la mina Concordia. Al igual
que los otros sitios, San Antonio de los Cobres era un lugar estimado por los viajeros y
arrieros ya que allí se podían proveer de agua, pasturas y refugio.

1
Fernández y A. de Fernández 1942:80.
2
MI, Memoria de 1913-1914:185.
3
MI, Memoria de 1914-15:187.
4
Castellanos 1928:18.
5
Barnabé 1915:38.
6
Catalano 1929:5.
7
Becerra 1887:14-15.

— 373 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La mayoría de los cambios que se puedan mencionar para el Territorio de Los Andes, en
realidad fueron cambios que ocurrieron básicamente en San Antonio de los Cobres, como el
tendido del telégrafo, el mejoramiento de los primeros caminos, la creación de la primera
escuela, y sobre todo, la llegada del ferrocarril.

Cuadro 5.5. San Antonio de los Cobres 1853-1927, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la
aglomeración.
FORMA DE OTROS
AÑO FUENTE HABITANTES VIVIENDAS
REFERIRSE ELEMENTOS

1853 R. Philippi - - Casa Agua y pasto


1858 J. von Tschudi - - 12 (ranchos) -
1883 L. Brackebusch Pueblo - 300* casas o casuchas bien -
construidas y bien
conservadas, pero que no
estaba habitado por una sola
alma.
1899 R. Pérez Partido poblado - - -
1900- D. Cerri Donde nada hoy - - -
1901 existente
1901 E. von Rosen, en Pueblo en ruinas Indios - Una iglesia.
base a von Hofsten
1902 J. Ambrosetti Lugar importante - - -
de recursos
1908- L. Caplain Pueblito, capital - - Jefe de policía,
10 del territorio. escuela, juez de
Pueblo poco paz, capilla
poblado
1912 S. Fernández y A. A. Caserío - Veinte ranchos humildes Una capilla que no
de Fernández deja de ser rancho,
un edificio de
material destinado
al Gobernador
1915 J. Barnabé Capital del - - Jefatura de policía,
territorio, toma comisaría, juzgado
cada vez más de paz, escuela,
importancia correo.
1927 A. Castellanos Aldea - - -
Fuente: Philippi 1860; von Tschudi 1860; Brackebusch 1891; Pérez 1899; Cerri 1903; von Rosen 1916;
Ambrosetti 1905; Caplain 1912; Fernández y de Fernández 1942; Barnabé 1915; Castellanos 1927.
* probablemente sea un error tipográfico y se tratase, en realidad, de ―30 casas‖

— 374 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Parte III – La población del


“Despoblado”

Introducción
En los diferentes levantamientos censales que se practicaron en la Argentina entre 1900 y
1943, el país estaba dividido en 25 unidades de primer orden, y una de esas era el Territorio
de Los Andes. En ese período sólo se practicó en Los Andes un censo general de población
común a toda la República Argentina, el de 1914. También se realizaron tres censos
específicos para los Territorios Nacionales, en 1905, en 1912 y en 1920. Además, se hicieron
otros tres específicos para el Territorio de Los Andes, en 1900, en 1901 y en 1903. Además de
estos siete operativos censales, en publicaciones del Ministerio del Interior, del Comité
Nacional de Geografía y del Ministerio de Educación se presentaron algunas estimaciones
para otros siete años. Esta es la base de información que se analizará a continuación.

“Los Andes” en la Argentina del aluvión inmigratorio


En su primer viaje por Los Andes, el gobernador Daniel Cerri realizó el primer recuento de
población del territorio a su cargo, en el mes de mayo de 1900. En esa ocasión determinó que
la Gobernación a su mando estaba habitada por 507 personas. El objetivo de este operativo,
además, era confeccionar un padrón de la población, razón por la cual Cerri tomó registro de
datos tales como el nombre de los jefes de familia, nacionalidad, sexo, entre otros, utilizando
las mismas planillas del Censo de 18951. Si se compara el cómputo de población de 1900 con
los de los años posteriores, queda claro que el recuento que hizo Cerri se limitó a las
localidades que pudo visitar y a los integrantes de las familiares que encontró. Evidentemente,
buena parte de la población se encontraba dispersa, residiendo en sus casas de campo o en sus
puestos. Quienes redactaron la Memoria del Ministerio del Interior donde se incluyeron los
resultados de este primer recuento, decían, al referirse a las aglomeraciones que existían en el
T erritorio de L os A nd es, que…
“ Ninguna de esas agrupaciones puede considerarse como villa ó aldea en el sentido
ordinario de esta palabra, por que sólo una, alcanza á formar un caserío con dos docenas
de chozas y cabañas (Susques) y otras dos, Antofagasta y Pastos Grandes, tienen apenas
en conjunto diez ó doce humildes edificios cada una… No obstante su actual pobreza y
despoblación, estos Territorios se encuentran llamados á prosperar en virtud de los nuevos
elementos de progreso que para ellos representa su reciente incorporación á la vida
nacional” 2.
En esa oportunidad Cerri había registrado la población de once aglomeraciones, como puede
verse en el Cuadro 5.6.
El siguiente recuento fue realizado al año siguiente, en 1901, también durante la gestión de
Daniel Cerri, y la información se encuentra en el Cuadro 5.7. El levantamiento de la

1
MI, Memoria del año 1899:472; Carrasco 1903:80.
2
MI, Memoria del año 1899:472-473.

— 375 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

información fue realizado el 1º de enero de 1901, según lo que informó Gabriel Carrasco de la
oficina de Estadística del Ministerio del Interior. En esa ocasión se contabilizaron 1.149
personas, para un territorio que por entonces se estimaba en 64.900 kilómetros cuadrados1.
Carrasco atribuyó la escasez relativa de población, a las condiciones físicas de la región:
“ Es sabido que las condiciones físicas de un país son las que influyen de una manera
capital en la cantidad, calidad, riqueza y costumbres de sus habitantes.
Basta pues conocer esas condiciones para darse clara cuenta de todo cuanto atañe á la
población de la antigua Puna de Atacama hoy Territorio de Los Andes.
El territorio, como lo indica el nombre de puna, que significa una afección producida por
el enrarecimiento del aire, se encuentra á alturas superiores á 3.000 metros sobre el nivel
del m ar…
E l territorio con una extensión… sesenta y cuatro m il novecientos kilóm etros cuadrados,
cuenta poco más de un millar de habitantes desparramados en una docena de caseríos de
los cuales apenas uno ó dos podrían considerarse como humildes aldeas.
El territorio que no es apropiado sino para pocos cultivos y en limitada extensión, es muy
rico en borateras y salares aunque por lo pronto la falta de medios de comunicación los
haga inexplotables económ icam ente…
Como puede colegirse dada la gran extensión del territorio, su corta población y su lejanía
de las grandes vías de comunicación, el censo levantado sólo constituye un ensayo cuyo
principal objeto es servir de base para apreciar los resultados que produzca en el futuro la
creación de la nueva gobernación nacional” 2
En el discurso estadístico de este funcionario se advierten algunos rastros del imaginario
elaborado por los viajeros. Esas imágenes le servían a Carrasco, quien no viajó personalmente
al territorio, para dar explicaciones sobre las limitaciones que teóricamente ofrecían las
condiciones físicas de la región. A la vez, al menos en los momentos iniciales, cercanos en el
tiempo a la incorporación, existía una vaga fe en el progreso del Territorio de Los Andes,
como producto de su sola incorporación a la nación argentina.
Ya en el Censo de 1901 presentó la información agregada por departamento. Estas divisiones
habían sido creadas en 1900, después de la primera gira de Daniel Cerri.
Dos años después, en 1903, se realiza un nuevo recuento, esta vez durante la administración
de Nicolás Menéndez. La fecha oficial del censo es el 1º de enero de 1903, y en esa ocasión se
contabilizaron 2.095 personas (ver Cuadro 5.7)3. Este nuevo recuento demostraba un
crecimiento de 946 habitantes, de los cuales 683 correspondía al ―partido‖ salteño de San
Antonio de los Cobres, convertido ahora en departamento del Territorio de Los Andes, y el
resto, 263, al crecimiento poblacional. Este aumento puede atribuirse al crecimiento total de la
población (saldo vegetativo más saldo migratorio), o a una mejora en el dispositivo censal,
por la asistencia que brindaban las comisarías en la localización de la población dispersa en
las casas de campo. De todas formas, estos dos recuentos se realizaron en enero, es decir en
verano, época del año en que la población era más proclive a radicarse momentáneamente en
sus casas del pueblo.
Hasta 1900 no se había practicado ningún censo específico para los Territorios Nacionales,
solamente el Segundo Censo General de la República Argentina, de 1895. El primer censo de
Territorios Nacionales fue practicado en 1905 y el segundo en 1912. Ya entonces toda política

1
MI, Memoria años 1901-1904:73; y Carrasco 1901.
2
Carrasco 1901:80-82.
3
MI, Memoria de 1901-1904:73.

— 376 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

de poblamiento similar a la que se implementaba en el ―Litoral‖ o en algunos Territorios


Nacionales como La Pampa o Misiones parecía impensable para el Territorio de Los Andes.
En 1914, además, se realizó el Tercer Censo General en toda la República Argentina.
El primer Censo de Territorios Nacionales se ejecutó, en Los Andes, en el mes de octubre de
19051. En esa oportunidad el recuento arrojó un total de 2.508 habitantes2. La siguiente cifra
oficial corresponde a una estimación presentada en la Memoria del Ministerio del Interior
correspondiente al ejercicio 1910-1911. Entonces se evaluaba que la población del Territorio
de Los Andes era de 3.300 distribuida de la siguiente manera: el 24% en el departamento de
San Antonio de los Cobres, 18% en el departamento de Pastos Grandes, 27% en el de
Antofagasta de la Sierra y el resto, 30%, en el de Susques.
En el año 1912 se llevó a cabo el segundo censo de Territorios Nacionales. El total de
población no había cambiado sustancialmente. El operativo censal en ese caso arrojó como
cifra 2.348 habitantes3. La información de este censo publicada por el Ministerio del Interior
fue más variada que hasta entonces, organizada por departamento, discriminando población
―urbana‖ de ―rural‖ y por aglomeración (ver Cuadro 5.10). También se presentó información
distribuida por nacionalidad y por sexo (ver Cuadro 5.11).
La explicación a la escasez de población, como en otros casos, los redactores de la
introducción del censo la buscaban en el clima y la altitud:
“ Por las inclemencias del clima y su gran altura media sobre el nivel del mar (3200 m)
este territorio no tendrá, por largas décadas un incremento de importancia en la
población. Dos factores, sin embargo, pueden producir un rápido y hasta sorprendente
aumento: 1° la construcción del FC a Huaytiquina, que permitirá la explotación de sus
minas, y como consecuencia natural, la incorporación de millares de obreros; 2° el
regadío de San Antonio de los Cobres y de Antofagasta de la Sierra, en cuyas localidades,
según datos verificados, podrían cultivarse alrededor de 12.000 hectáreas. Se han hecho
ensayos felices de siembra de alfalfa, y hay factibilidades para represar cantidades
importantes de agua” 4.
Nada de eso ocurrió. Dos años después del operativo llevado a cabo en los Territorios
Nacionales, el 1º de junio de 1914 se levantó un nuevo censo general en todo el territorio de la
República Argentina. La información poblacional fue presentada en el tomo II. En este caso el
total de población del Territorio de Los Andes era de 2.487 habitantes5. Por la relevancia que
tenía en ese momento el ―aluvión inmigratorio‖, y el grado de conflictividad que generaba en
los sectores nacionalistas, muchas de las tablas presentan información discriminada en
―argentinos‖ y ―extranjeros‖, detallando las nacionalidades (ver Cuadro 5.12).
En 1920, finalmente, se practicó el Tercer Censo de Territorios Nacionales, el último para el
caso de Los Andes. La fecha en que se llevó adelante en este territorio fue el 15 de febrero de
19206. Un decreto del 20 de septiembre de 1922 daba por aprobados los datos del mismo, y
fueron enviados al gobernador Pablo Saravia ese mismo año, y que se puede apreciar en el
Cuadro 5.13. El decreto decía:

1
AGN, SH III - CE, libro copiador 1, folios 313 a 315, año 1905. Carta enviada por el gobernador Isasmendi al
Ministro del Interior informando sobre la realización del censo.
2
MI, Memoria de 1913-1914:175.
3
Censo de población de los Territorios Nacionales 1912:153.
4
Censo de población de los Territorios Nacionales 1912:18.
5
Tercer Censo Nacional de 1914a:104.
6
MI, Memoria de 1921-1922:186; AGN, SH III - CR, 1920, signatura 132.

— 377 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Apruébese el censo de población de los Territorios Nacionales... Los Andes: población


nominalm ente censada: dos m il quinientos treinta y nueve... habitantes… T ierra del
F uego: dos m il seiscientos ocho… ” 1.
A diferencia de los censos de Territorios Nacionales anteriores, en este se presentó
información agregada por departamento y por aglomeración.
Pasadas ya dos décadas de existencia del Territorio de Los Andes, la población seguía siendo
prácticamente la misma. ¿Cuál era la explicación oficial? En esta ocasión quien firmó la
introducción al censo fue Isidoro Ruiz Moreno, Director de Territorios Nacionales. Con
respecto a Los Andes afirmaba:
“ Constituido por una alta planicie de 4000 metros de altura, con grandes cambios diarios
de temperatura, es relativamente poco propicio a la vida pero pueden habitarlo sin
mayores inconvenientes los pobladores arraigados en él, los indígenas de la región,
adaptados a la altura. De ahí, como se verá seguidamente, su población es escasa y está
constituida casi exclusivamente por autóctonos” 2
Después de presentar los datos que se encuentran a continuación…

AÑO CENSAL 1905 1912 1914 1920

Población total 2508 2348 2487 2539

… concluía:
“ Como puede observarse, la población permanece estacionaria en ese Territorio. El
crecimiento vegetativo es casi nulo, pues mueren en Los Andes tantos seres humanos,
como los que nacen; el crecimiento inmigratorio no existe” 3
La situación poblacional contrastaba fuertemente con la del resto de los Territorios
Nacionales, a excepción de Tierra del Fuego (ver Cuadro 5.14).
El censo de 1920 fue el séptimo relevo de información poblacional para el Territorio de Los
Andes. A partir de ese año sólo existen estimaciones. En la Memoria correspondiente al
período 1934-1935 se estimaba: para 1923, 2.500 habitantes; para 1934, también 2.500
habitantes4. En la memoria del período 1936-1937 se ofrece un ―cálculo aproximado‖, para el
año 1936, de 2.600 habitantes5. En el Anuario de 1941 preparado por el Comité Nacional de
Geografía, se estimaba que en el año 1939 la población del Territorio de Los Andes era de
7.1006. Por último, en el IV Censo Escolar de la Nación, de 1943, se estimó para ese mismo
territorio una población de 3.3697.
En toda la República Argentina, después del censo de 1914, el siguiente operativo censal se
realizó en 1947. Fue el IV Censo General, practicado cuando el Territorio de Los Andes ya se
había dividido. Si se suman la población de los ahora departamento jujeño de Susques, salteño
de San Antonio de los Cobres y catamarqueño de Antofagasta de la Sierra, presentado en el
Cuadro 5.17, el resultado da 6.442 habitantes.

1
AGN, SH III - CR, signatura 134, copia del decreto, 20 de septiembre de 1922.
2
Censo General de los Territorios Nacionales 1920:219.
3
Censo General de los Territorios Nacionales 1920:219.
4
MI, Memoria de 1934-1935:220.
5
MI, Memoria de 1936-1937:317.
6
Comité Nacional de Geografía 1942.
7
Ministerio de Educación, IV Censo Escolar de la Nación de 1943, Tomo IV, páginas varias.

— 378 —
Cuadro 5.6. Territorio de Los Andes. Censo de mayo de 1900. Cuadro 5.9. Territorio de Los Andes. Estimación Cuadro 5.11. Territorio de Los Andes. Censo de Territorios Nacionales de
Población, según sea mayor o menor de edad, por aglomeración. de Población para 1911, por departamento. 1912. Población por departamento, según nacionalidad, por sexo.
DIVISIONES MAYORES DE MENORES DE DEPARTAMENTOS POBLACIÓN TOTAL
HOMBRES MUJERES TOTAL
TOTAL
ADMINISTRATIVAS EDAD EDAD
San Antonio de los Cobres 800
SUSQUES Argentinos 427 427 854
Antofagasta de la Sierra 31 51 82 Pastos Grandes 600
Coranzulí 31 27 58 Bolivianos - 1 1
Antofagasta de la Sierra 900
Catúa 12 24 36 Susques 1000 Total 427 428 855
Olaroz (Chico) 7 2 9 TOTAL 3300 PASTOS GRANDES Argentinos 118 129 247
― (Grande) 3 6 9 Bolivianos 1 1 2
Fuente: elaboración propia, basada en: MI, Memoria
Pairique (Chico) 3 7 10 de 1910-1911:101. Franceses 1 - 1
― (Grande) 3 3 6
Pastos (Chicos) 28 23 51 Total 120 130 250
― (Grande) 58 75 133 ANTOFAGASTA DE LA SIERRA Argentinos 153 205 357
Cuadro 5.10. Territorio de Los Andes. Población urbana, rural y
Susques 53 41 94 total, por departamento y aglomeración. Por departamento. Chilenos 3 - 3
Toro 10 9 19 Total 155 205 360
URBANA RURAL TOTAL
TOTAL 239 268 507
SUSQUES SAN ANTONIO DE LOS COBRES Argentinos 433 434 867
Fuente: MI, Memoria de 1899:475.
Coranzulí - 211 211 Alemanes 1 - 1

Sey 191 191 Bolivianos 9 5 14

Cuadro 5.7. Territorio de Los Andes. Población del 1º de enero de Rosario - 106 106 Ingleses 1 - 1
1901, según sexos, por departamento. Susques 318 - 318 Total 444 439 883
SEXO
Resto departamento - 29 29 TOTAL TERRITORIO Argentinos 1.130 1.195 2.325
DEPARTAMENTOS
VARONES MUJERES TOTALES Alemanes 1 - 1
TOTAL 318 537 855
Antofagasta de la Sierra 144 124 268 PASTOS GRANDES Bolivianos 10 7 17
Coranzulí (sic) 80 70 150 Santa Rosa 51 - 51 Chilenos 3 - 3
Pastos Grandes 116 94 210 Resto depto. - 199 199 Franceses 1 - 1
Susques 288 233 521 TOTAL 51 199 250 Ingleses 1 - 1
TOTAL 628 521 1149 Total 1.146 1.202 2.348
ANTOFAGASTA DE LA SIERRA
Fuente: Carrasco 1901:84. Antofagasta de la Sierra 115 - 115 Fuente: MI, Censo de población de los Territorios Nacionales 1912:153.
Antofalla - 24 24
Cachimpa - 31 31
Cuadro 5.8. Territorio de Los Andes. Población según los Cuadro 5.12. Territorio de Los Andes. Censo General de Población 1914.
censos levantados el 1º de enero de 1901 y el 1º de 1903, Colorados - 18 18
Población por departamento, distinguiendo sexos, argentinos y extranjeros.
por departamento. El Peñón - 60 60
A – ARGENTINOS B - EXTRANJEROS A+B
HABITANTES Miriahuaca - 24 24
DEPARTAMENTO DEPARTAMENTO V M T V M T V M T
1901 1903 Nacimientos - 88 88
Antofagasta de la Sierra 268 403 San Antonio de los Cobres 461 482 943 10 8 18 471 490 961
TOTAL 115 245 360
Pastos Grandes 210 151 Antofagasta de la Sierra 170 200 370 3 5 8 173 205 378
SAN ANTONIO DE LOS COBRES
San Antonio de los Cobres - 683 Pastos Grandes 119 144 263 3 2 5 122 146 268
Susques y Coranzulí 671 858 Cobre - 282 282
Susques 438 441 879 1 0 1 439 441 880
TOTAL 1149 2095 Mina Concordia - 49 49
1.188 1.267 2.455 17 15 32 1.205 1.282 2.487
Fuente: Mi, Memoria de 1901-1904:73. San Antonio de los Cobres 552 - 552
TOTAL 552 331 883 Fuente: Tercer Censo Nacional – 1914a:104. Aclaración: (V) Varones; (M)
Mujeres; (T) Total.
TOTAL GENERAL 1036 1312 2348
Fuente: MI, Censo de población de los Territorios Nacionales 1912:153.

— 379 —
Cuadro 5.14. Territorios Nacionales (excepto Chaco, Chubut y Santa
Cuadro 5.13. Territorio de Los Andes. Censo de Territorios Cuadro 5.16. Territorio de Los Andes (1900-1943) y departamentos de
Cruz). Censo de Territorios Nacionales de 1920. Población argentina y
Nacionales de 1920, población urbana y rural, según Antofagasta de la Sierra, Los Andes y Susques (1947-2001). Población
extranjera, varones y mujeres.
aglomeración. Por departamento. total y por departamento según los censos y estimaciones del período.
NOMBRE DEL PUEBLO O DESIGNACIÓN POBLACIÓN
URBANA RURAL TOTAL DEPARTAMENTOS
GEOGRÁFICA DEL LUGAR
TERRITORIOS TOTAL ARGENTINA EXTRANJERA VARONES MUJERES POBLACIÓN
SAN ANTONIO DE LOS COBRES AÑO FUENTE ANTOFA- S. A. DE
PASTOS SUS- TOTAL
GASTA DE LOS
San Antonio de los Cobres 451 0 451 Misiones 63.176 42.645 20.531 32.985 30.191 GRANDES QUES
LA SIERRA COBRES
Cortaderas 0 15 15 Formosa 19.093 11.682 7.411 10.315 8.778 Recuento de Mayo (1)
1900 82 184 122 507
Matancillas 0 22 22 de 1900
Los Andes 2.539 2.496 43 1.189 1.307
Cerro Negro 0 15 15 Censo Territorio de (1)
1901 268 210 671 1.149
Potrerillos 0 30 30 La Pampa 122.535 85.470 37.065 69.526 53.009 Los Andes
Censo Territorio de
Talas 0 37 37 Neuquén 28.784 16.892 11.892 15.467 13.317 1903
Los Andes
403 151 683 858 2.095
La Costa 0 24 24 Censo Territorios
Río Negro 42.652 29.154 13.498 25.126 17.526 1905 s/d s/d s/d s/d 2.508
Cóndor Huasi 0 13 13 Nacionales
Pasto Chico 0 55 55 T. del Fuego 2.608 988 1.620 2.191 417 MI, Memoria de
1911 900 600 800 1.000 3.300
Agua Chica 0 15 15 Fuente: MI, Memoria de 1921-1922:784, a partir de informes parciales del 1910-1911
Censo de Territorios Nacionales 1920. Censo Territorios
Ramada 0 24 24 1912 360 250 883 855 2.348
Nacionales
Quebrada de los Patos 0 23 23 Tercer Censo
Mina Concordia 0 47 47 1914 378 263 943 880 2.464
General.
TOTAL 451 320 771 Cuadro 5.15. Territorio de Los Andes. 1901 a 1943. Población total, 1920
Censo Territorios
429 314 771 1.025 2.539
ANTOFAGASTA DE LA SIERRA según diferentes fuentes. Población de los departamentos que integraban Nacionales.
el extinto Territorio de Los Andes en 1947. IV Censo Escolar de (2)
Capital 132 0 132 1943 503 1.6653 1.201 3.369
la Nación
Antofalla 0 14 14 POBLACIÓN Cuarto Censo (2)
AÑO FUENTE 1947 677 4.3153 1.450 6.442
Colalaste 0 10 10 TOTAL General
Carachipampa 0 24 24 Quinto Censo de (2)
1900 507 MI, Memoria de 1899. 1960 840 4.2674 1.738
población
Colorados 0 16 16
1901 1.149 Carrasco 1901. Sexto Censo de (2)
Mirihuaca 0 29 29 1970 658 4.2514 1.826
población
Nacimientos 0 91 91 1903 2.095 MI, Memoria de 1901-1904. Séptimo Censo de (2)
1980 855 4.0624 2.184
Peñón 0 65 65 1905 2.508 MI, Memoria de 1904-1905. población
Resto del Departamento 0 48 48 Octavo Censo de (2)
1911 3.300 MI, Memoria de 1910-1911, estimación. 1991 973 4.9814 2.846
población
TOTAL 132 297 429
1912 2.348 Censo de Territorios Nacionales 1912. Noveno Censo de (2)
PASTOS GRANDES 2001 1.282 5.6304 3.628
población
Pastos Grandes 64 0 64 1914 2.487 Censo General de Población de 1914.
Fuente: elaboración propia con las mismas fuentes que en el Cuadro 5.15;
Archibarca 0 24 24 1920 2.539 Censo Territorios Nacionales 1920. información de los censos de población de 1960, 1970, 1980, 1991 y 2001.
Catúa 0 71 71 Nota: (1) Este departamento todavía no se había creado; (2) Se fusiona con
1923 2.500 MI, Memoria de 1934-1935, estimación.
Quirón 0 11 11 San Antonio de los Cobres; (3) Todavía conserva el nombre San Antonio
La Laguna 0 15 15 1934 2.500 MI, Memoria de 1934-1935, estimación. de los Cobres; (4) Se denomina Los Andes.
Reto del Departamento 0 129 129 1936 2.600 MI, Memoria de 1936-1937, estimación.
TOTAL 64 250 314 1939 7.100 Comité Nacional de Geografía 1942, estimación.
SUSQUES Cuadro 5.17. Ex departamentos del Territorio de Los
1943 3.369 IV Censo Escolar de la Nación, estimación.
Susques 259 0 259 Andes. Censo de población 1947. Población total.
1947 6.442 Censo Nacional de Población de 1947.
Cobres 0 229 229 DEPARTAMENTO POBLACIÓN TOTAL
Ojo de Agua 0 28 28 Fuente: elaboración propia a partir de las fuentes indicadas en la tercera Antofagasta de la Sierra 677
Sey 0 201 201 columna
Susques 1.450
Aguaditas 0 13 13
San Antonio de los Cobres (1) 4.315
Casa Quemada 0 31 31
Total 6.442
Olaroz 0 19 19
Potreros 0 21 21 Fuente: elaborado con información del IV Censo General
de la Nación - 1947. (1) todavía no se llamaba Los Andes
Coranzulí 115 109 224
TOTAL 374 651 1025
TOTAL TERRITORIO 1021 1518 2539
Fuente: Censo de Territorios Nacionales 1920:235-236.

— 380 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Algunas notas sobre el crecimiento demográfico del Territorio de Los


Andes
Tomando en consideración todos los registros poblacionales que se enumeraron y desglosaron
hasta aquí, se confeccionaron los Cuadros 5.15 y 5.16. En el primero se volcó la población
total de 14 registros diferentes, incluyendo información del censo de población de 1947. En el
segundo se desagregó esta misma información, por departamento, sólo en 10 de esos
registros, y se agregó información posterior a 1943, para cada departamento, correspondiente
a los censos de población de 1960, 1970, 1980, 1991 y 2001.
Vale decir que, a lo largo de cuatro décadas, la población del Territorio de Los Andes se
triplicó, pero llegando a un total muy inferior al de cualquier otro Territorio Nacional, con la
excepción de Tierra del Fuego. De todas formas, medido en densidad de habitantes, el
Territorio de Los Andes fue, en efecto, la división territorial, de primer orden, con la menor
densidad población en la historia demográfica de la República Argentina. Tomando como
superficie 63.000 km2 y una población cercana a 2500 para 1920, en el Territorio de Los
Andes había menos de 4 habitantes cada 100 km2. En 1943, con una población de superior a
los 6.000 habitantes, la densidad demográfica apenas superaba los 9 individuos cada 100 km2.
Las explicaciones de la falta de un aumento sostenido de la población, a través del
crecimiento vegetativo, exigen un tipo de investigación que no se realizó. Algunos viajeros,
como Alberto Castellanos o Pastor López Aranda, señalaban a la falta de higiene y otras
prácticas tradicionales como una causa de la proliferación de enfermedades:
“ P ara dorm ir no se desnudan… N o se lavan la cara, sus rostros grasientos brillan de vez
en cuando aunque no les dé el sol” 1
“ … duerm en vestidos, sobre cueros de llam a o de carnero, sin lavar, en los que encuentra
seguro refugio centenares de parásitos; desconocen la higiene personal por lo que son
diezmados anualmente por la viruela” 2
Catalano, en cambio, no le atribuye a la falta de higiene ninguna causante de enfermedad, y
describía la higiene personal así:
“ Desconocida en el Territorio. La gente en general jamás se lava; no se cambia de ropa
interior…
Pero, a diferencia de los otros dos viajeros, sostenía que:
“ Afortunadamente las condiciones del clima son las más seguras de la vida contra la falta
de higiene, como queda demostrado en mi estudio de la meteorología de Los Andes; se ve
con claridad que, por razones de sequedad y temperatura del ambiente, es casi imposible
la vida de los parásitos y bacterias nocivas a la salud” 3
Algo similar había propuesto Augusto Huber:
“ Sólo el clima que es excepcionalmente sano en esta región les permite vivir en semejantes
condiciones anti-higiénicas. La única enfermedad que hace en ciertas épocas estragos, es
la viruela y la mayoría de la población de esta región desolada, lleva señales de este
terrible enfermedad” 4

1
Castellanos 1927:62.
2
López Aranda 1937:39.
3
Catalano 1930:10.
4
Huber 1905:390.

— 381 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En contraposición, decía que


“ Las pulmonías fulminantes no son tan raras como se supone” 1
Pero este tema requiere nuevas aproximaciones.
Una posible respuesta a la ausencia de un aumento sostenido de la población a través del
crecimiento migratorio, muy elemental, es que no existió ninguna política en esa dirección,
orientada al Territorio de Los Andes, encarada por la respectiva repartición pública.
Concretamente, no se creó ninguna colonia de poblamiento. Esto constituye una gran
diferencia con el resto de los Territorios Nacionales. En el Cuadro 5.18 se presenta
información para 1914 a partir de estimaciones realizadas por el Ministerio de Agricultura
sobre las superficies afectadas a pueblos y colonias en los diferentes territorios nacionales. En
el caso del Territorio de Los Andes sólo 200 ha se encontraban en esa situación.

Cuadro 5.18. Territorios Nacionales. 1914. Situación de los terrenos, según función, en Km2.
SUPERFICIE
SUPERFICIE AFECTADA A LA ZONA
AFECTADA A DE INFLUENCIA DE SUPERFICIE VENDIDA VENDIDA, SUPERFICIE FISCAL
PUEBLOS, COLONIAS, LOS FFCC. EN REMATE PÚBLICO ARRENDADA, ETC LIBRE EN CADA
MISIONES INDÍGENAS SANCIONADOS POR DE ACUERDO CON LA TERRITORIO EL 31 DE
TERRITORIO Y RESERVAS VARIAS LA LEY 5559 LEY 5559 SUPERFICIE TOTAL DICIEMBRE DE 1914

Formosa 547.860 6.737.500 12.500 8.821.308 590.691


Chaco 643.364 6.183.675 26.325 9.386.231 981.018
Misiones 184.005 1.087.507 0 2.915.000 650.954
Pampa 809.636 0 0 13.774.045 0
Río Negro 1.941.442 6.374.770 1.770.229 15.845.327 4.026.678
Neuquén 1.044.922 375.000 0 5.727.428 3.920.571
Chubut 3.714.414 10.540.000 0 18.955.155 3.472.844
Santa Cruz 5.091.806 4.526.000 0 18.156.095 5.595.904
T. del Fuego 362.000 0 0 1.348.011 733.888
Islas (los Est.) 0 0 0 0 51.000
Los Andes 200 0 0 200 5.696.400
TOTAL 14.339.649 35.824.452 1.809.054 94.928.800 25.719.948
Fuente: Ministerio de Agricultura, Memoria de 1914-1915.

La llegada del ferrocarril, que para muchos observadores de la época se constituiría en un


estímulo ―civilizador‖, no produjo ningún cambio significativo. Algunas aglomeraciones muy
pequeñas, como Olacapato, se consolidaron y experimentaron algún crecimiento debido al
emplazamiento de una estación. Lo mismo ocurrió con San Antonio de los Cobres, que se
confirmó como el centro poblado más importante de la ―Puna de Atacama‖. La apertura de
una escuela, en algunos casos, obró en la misma dirección. Fuera de eso nada llevó a que
aumentara sistemáticamente la población a través del crecimiento migratorio.
En la Memoria del Ministerio del Interior del período 1904-1905, al iniciar la sección
―Territorios Nacionales‖, quien la redactó, afirmaba:
“ La vida de los Territorios empieza á modificarse con el aumento de la población, la
valorización de sus campos y los capitales que se incorporan, para transformar sus

1
Huber 1905:391.

— 382 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

riquezas latentes en productos adaptados á las necesidades del comercio interno é


internacional” 1
Al avanzar en el texto y llegar al Territorio Nacional de Misiones se puede saber que las
autoridades decían del mismo:
“ El Territorio de Misiones está llamado á ser algún día uno de los estados más prósperos
y florecientes de la R epública… ” 2
De Pampa Central:
“ El progreso de este territorio ha sobrepasado toda previsión. La Gobernación calcula
que su población excede de 60.000 habitantes: tiene 26 centros poblados… ” 3.
Otros territorios como Tierra del Fuego, en cambio, mostraban un panorama que se prestaba
menos al optimismo:
“ Este territorio, sigue una marcha lenta en sus progresos, porque la población no acude,
en la medida deseada, á explotar sus riquezas” 4
También este era el caso del Territorio de Los Andes. Las autoridades del Departamento de
Territorios Nacionales, a través de las Memorias Ministeriales, intentaron ensayar algunas
respuestas. En la memoria del Ministerio del Interior, del período 1914-1915, aparece una
consabida descripción del territorio, donde se reproducen los lugares comunes de siempre:
una situación de poco o ningún cambio debido a dos razones, que en realidad es la misma, el
clima y la altura, es decir, por causa del medio físico.
“ La población del Territorio de Los Andes, escasa y poco densa, es tan sólo de 2350
habitantes diseminados en los 92.000 kilómetros cuadrados de una región montañosa,
situada a 4.000 metros sobre el nivel del mar y cuyo único pueblo, a la vez que capital,
«San Antonio de los Cobres» cuenta con 552 personas.
“ La estadística demográfica del año acusa un aumento en la mortalidad que, a
consecuencia de las epidemias de sarampión, coqueluche y neumonía, que se
desarrollaron, ha superado a la natalidad” 5
Finalmente, cabe destacar que en el conjunto de los Territorios Nacionales, en el demográfico
como en los demás planos, Los Andes era la cara opuesta de La Pampa. Mientras que en Los
Andes los rasgos eran la escasez de población y aún más de inmigrantes, en La Pampa era un
ejemplo vivo del ―crisol‖ argentino. En el Centenario, Vicente Blasco Ibáñez presentaba a
ambos Territorios Nacionales de esta forma:
“ LOS ANDES. El Territorio argentino más pobre y menos habitado es la gobernación de
L os A ndes… C om o riqueza y com o país de colonización representa m uy poco el territorio
de Los Andes” 6
“ LA PAMPA. Es la más poblada de todas las gobernaciones nacionales y sigue en
importancia por sus riquezas a la de Misiones; pero en ella resultan más numerosos los
extranjeros que los argentinos. L a P am pa es un país de em igración… E s hoy la población
de la Pampa un conjunto de todas las m odalidades criollas y todas las razas inm igrantes…

1
MI, Memoria de 1904-1905:101.
2
MI, Memoria de 1904-1905:105.
3
MI, Memoria de 1904-1905:116.
4
MI, Memoria de 1904-1905:128.
5
MI, Memoria de 1914-1915:186.
6
Blasco Ibáñez 1910:724.

— 383 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El gaucho, que va desapareciendo en la Argentina, tiene en la Pampa sus últimos


representantes” 1.
Además de la escasez relativa de población, otro rasgo demográfico señalado en toda la
literatura sobre el Territorio de Los Andes es la elevada movilidad espacial, aspecto que se
tratará en la próxima sección.

1
Blasco Ibáñez 1910:729.

— 384 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Parte IV - Economía pastoril, producción


e intercambio en el Territorio de Los
Andes

Introducción
Con diferente énfasis y grado de extrañamiento, todos los viajeros subrayaban, al describir las
aglomeraciones, que las mismas se encontraban, la mayor parte del tiempo, entre escasamente
poblados y despoblados. La razón de eso, más que cualquier otra explicación determinista
vinculada a las ―limitaciones impuestas por la naturaleza‖, tenía que ver con el sistema
económico que desarrollaba la población del Territorio de Los Andes. En todo caso, se podría
aducir que ese sistema económico aprovechaba ciertas condiciones que ofrecía el medio
físico, en desmedro de otras.
Esta problemática ha sido examinada recientemente por investigadoras provenientes del
campo de la antropología, enfocando sus estudios hacia diferentes aspectos de la organización
socioeconómica de la ―Puna de Atacama‖. En primer lugar se destaca, como ya se mencionó
más arriba, la labor de Bárbara Göbel, Silvia García, Diana Rolandi y Cynthia Pizarro 1.
También habían realizado algunos aportes, algún tiempo atrás, Guillermo Madrazo y María
Cipolletti2. Esos estudios se basan en el análisis de la literatura de viajeros, en estadísticas y
en el trabajo de campo, básicamente a través de entrevistas que permiten indagar en la
memoria de la población de esa región. Estos serán, también, los materiales que se utilizarán
aquí para realizar una introducción a la situación socioeconómica de la población del
Territorio de Los Andes. En otros términos, se propondrán algunas claves para entender
cuáles eran las estrategias adoptadas por la población de Los Andes para garantizar las
condiciones de reproducción social, entendiendo por esto al conjunto de elementos que
permiten el desarrollo físico de los individuos, el establecimiento de relaciones sociales y la
definición de hábitos de convivencia. Estos tres componentes permiten la reproducción en el
tiempo de las unidades de producción y consumo campesinas3. Se asume, entonces, que la
población originaria del Territorio de Los Andes era campesina, sin pretender discutir las
limitaciones o posibilidades heurísticas que ofrece esta categoría.
Las condiciones de reproducción social se manifiestan a través de las prácticas de los actores
sociales, y están fuertemente condicionadas por el lugar que ocupan dentro de la estructura
social y por el proceso histórico a través del cual se conformaron como sujeto social.
Teniendo en cuenta lo anterior, y a partir de la bibliografía arriba reseñada, se puede afirmar
que para garantizar la reproducción social, la estrategia socioeconómica de la población
originaria del Territorio de Los Andes se apoyaba en los siguientes pilares:

1
Göbel 1994, 1998, 2000, 2002a, 2002b y 2003a.; García y Rolandi 1999, 2003 y 2004; Pizarro 2002.
2
Madrazo 1981; y Cipolletti 1984.
3
Meillasoux 1975; García Ramón, Cruz, Salamaña y Villarino 1995.

— 385 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

 Predominio de un sistema económico basado en el pastoreo con un alto grado de


movilidad espacial. En otras palabras, la población del Territorio de Los Andes
tenía como principal práctica productiva el pastoreo itinerante.
 La economía pastoril, si bien central, no era excluyente, se combinaba la cría de
ganado con otras prácticas que incluían: la caza, la agricultura, la recolección de
hierbas, la tejeduría, la extracción de algunos minerales y el conchabo ocasional.
 La unidad de producción por excelencia era el núcleo familiar. La comunidad no
tenía gran importancia en la estructura productiva. Tampoco era fundamental para
la sociabilidad de los individuos. No obstante, ciertos eventos anuales permitían la
reunión de la comunidad nucleada por cada aglomeración.
 Dentro de la unidad familiar existía una marcada división sexual del trabajo. Las
tareas asignadas a la mujer, fundamentalmente el cuidado de los animales,
requerían de su permanencia en la región. Los hombres, en cambio, tenían como
tareas la caza y el intercambio económico, lo que exigía una prolongada ausencia
del núcleo familiar. Por ésta y otras razones, muchas unidades estaban compuestas
sólo por mujeres con niños, es decir, eran unidades matrifocales.
 El pastoreo se realizaba en un ambiente caracterizado por la escasez periódica de
recursos básicos como agua y pastura. Esto exigía el desplazamiento de la unidad
familiar en vastos territorios, que sobrepasaban holgadamente la jornada de viaje
pedestre. Esto se traducía en un patrón habitacional disperso, no sólo para el
conjunto de la población, sino también para la unidad doméstica a lo largo del
ciclo anual. En otras palabras, cada familia disponía de más de una vivienda para
residir por períodos variables.
 Otra práctica que ocupaba un lugar destacado era el intercambio, por trueque, con
poblaciones de otras regiones, mediante caravanas realizadas periódicamente una o
más veces al año. Esto garantizaba el acceso a recursos vitales para la subsistencia
de la unidad doméstica. Los principales componentes de la dieta no se producían
localmente, y era indispensable obtenerlos en lugares distantes, ubicados en otros
pisos ecológicos. Los viajes, además, tenían una función de sociabilidad
importante.
 Esta población mantuvo una gran autonomía durante la primera mitad del siglo
XX. Por un lado, porque no se transformaron en un mercado de trabajo interesante
para ninguna empresa capitalista instalada en la región o en regiones linderas, por
lo menos hasta la década de 1940. La presencia estatal se limitó a algunas
instituciones que garantizaban un grado mínimo de disciplinamiento social,
básicamente a través de la escuela en el caso de los niños, y del enrolamiento en el
caso de los varones mayores de edad. Pero la política estatal hacia esta población
fue la omisión antes que la acción estatal.
Estos siete elementos parecen haber caracterizado la vida cotidiana de la población del
Territorio de Los Andes, en el período 1900-1943, sin considerar los aspectos culturales, las
creencias y prácticas rituales. Sin embargo, no se trata de una estructura socioeconómica
gestada a partir de la creación del Territorio de Los Andes, tratándose de una herencia del
siglo XIX. La literatura de viajeros permite reconocer una importante continuidad de los
rasgos señalados, por lo menos desde la década de 1880. A su vez, pueden advertirse algunas
continuidades hacia adelante en el tiempo. Gracias al registro etnográfico, también podrían
señalarse algunas situaciones importantes de ruptura y cambio a partir de la década de 1970,
período que escapa al caso considerado en esta investigación.

— 386 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

A continuación se desarrollará cada uno de los siete elementos presentados precedentemente.


El objetivo central es analizar la estructura socioeconómica que caracterizó al Territorio de
Los Andes mientras este existió y, sobre todo, la forma en que la economía vernácula se
articuló con el sistema institucional impuesto por el Estado argentino. Para esta sección se
trabajó especialmente con información censal proveniente de los censos agropecuarios de
1908 y 1937 y del Censo General de 1914, que será presentada en diferentes cuadros.
Además, se sistematizó información presentada en los relatos de viajes a la región.

Pastores, pastoras y pastoreo


La movilidad espacial a través de la circumpuna, a lo largo de los siglos XIX y XX, fue uno
de los rasgos característicos de la estructura socioeconómica en el ámbito de la puna. Esto se
debía a la estrategia adoptada por la población, basada en la cría de animales para obtener
productos que se destinaban tanto para el consumo como al intercambio, mediante el trueque,
en otras regiones. A pesar de los cambios institucionales y económicos que impactaron en
mayor o menor medida en las condiciones de vida de esta población, la practica pastoril es
una constante hasta la actualidad.
El pastoreo, como estrategia predominante, exigía un alto grado de movilidad, ya que supone
una alta dependencia de las necesidades de los animales que conforman los rebaños, teniendo
en cuenta que es un medio estepario. El sistema tecnológico del pastoreo requería
conocimientos sobre las variaciones cíclicas en las reservas de superficies pastosas y acuosas,
de la ubicación de los territorios que controlaba cada unidad de producción y de la
disponibilidad de determinada infraestructura que permitiera la permanencia en diferentes
sitios1.
A partir de los testimonios de viajeros, se puede afirmar que el pastoreo constituyó la base de
subsistencia de la población, antes y después de la existencia del Territorio de Los Andes,
como lo demuestran los siguientes testimonios.
“ la principal fortuna de los indios de Susques es su ganado: asnos, llamas y ovejas” 2
“ L os habitantes de „L a P una‟ son pastores por excelencia, poseyendo rebaños m ás o
menos numerosos de ovejas, cabras y llamas, algunos burros y mulas, siendo muy difícil
encontrar caballos… ” 3
“ La carne, grasa, cuero de la oveja, constituyen la existencia de aquellas gentes, que no
tienen más bienes de fortuna que un hatajo de ellas. No es, pues, de extrañar que aquellas
humildes y buenas familias, jiren y jiren en derredor de sus ovejitas y cabras; por ellas se
desvelan, por ellas trabajan, por ellas rezan y por ellas ofrecen inocentes sacrificios a la
Pacha-Mama” 4
Como se desprende de estos relatos, los rebaños eran mixtos y estaban compuestos por ovejas,
cabras y llamas, en proporciones variables. También se criaban burros y mulas, y en menor
proporción vacas, caballos y cerdos. Abraham Becerra, en 1887, había observado lo siguiente:
“ San Antonio cuenta con crianza de cabras y ovejas en número de 30.000, vacas 300,
burros 4.000, llamas 1000” 5

1
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998:30-32.
2
Boman 1908:446.
3
López Aranda 1937:39.
4
Fernández y A. de Fernández 1942:267.
5
Becerra 1887:22.

— 387 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Todo esto para una población que estimó en 400 habitantes.


Al enumerar los animales domésticos, Alejandro Bertrand mencionaba a la llama, al ganado
ovejuno y a los burros. De los primeros, afirmaba que ofrecían diferentes ventajas, como la
obtención de fibra y carne. Además, podían ser utilizados como animales de carga. Señalaba
que la carne de cordero era exquisita y muy gorda, y que los burros eran las bestias de carga
favorita por los arrieros1. Unos años después, Ramón Pérez señalaba que en la Puna de
Atacama había:
“ mucha crianza de burros, ovejas, llamas y cabras; los caballos, mulas y vacas en poca
escala” 2
Según Juan Barnabé:
“ La cría de animales vacunos no da buenos resultados en la Puna: pero la de oveja,
cabras y llam as al contrario alcanza un éxito com pleto. E n todos los puntos… existen
puesteros que cuidan importantes majadas de llamas, ovejas y cabras; no es raro
encontrar tropas de quinientos y más animales” 3
En sus observaciones sobre la ganadería, Alberto Castellanos decía:
“ L os vacunos no son los m ás abundantes… L os cerdos en todo el T erritorio no llegan a
m edio ciento… D e los equinos el m ás raro es el caballo… A unque la m eseta no sea el
lugar de crianza de las mulas, son los animales de silla y de carga; su resistencia para las
marchas y su sobriedad las acredita indispensables. Los asnos son numerosos en todo el
T erritorio, se encuentran tropillas con m ucha frecuencia… . E ntre los ganados que
apacientan los pastores por las ásperas serranías, posiblemente el menos numeroso sea el
cabrío… E l ovino y las llam as son en esta categoría los ganados por antonom asia ” 4
Cambiando de registro, las estadísticas del período ofrecen un panorama ilustrativo. Del
Censo Agropecuario de 1908 se desprende que el Territorio de Los Andes tenía una
participación apreciable en las existencias nacionales de llamas y asnales, mientras que en la
ganadería bovina, equina y porcina era casi insignificante. Tampoco tenía importancia dentro
de las existencias ovejunas nacionales, aunque se puede advertir la gran importancia que
tenía, en términos porcentuales, dentro del stock ganadero del territorio. Esto puede apreciarse
en el Cuadro 5.19. Las 92.846 cabezas de ganado se distribuían en 421 explotaciones.
Si se compara el caso Los Andes con las provincias linderas, se advierte que el porcentaje de
ovejas se aproxima a los demás casos. Con la excepción de Catamarca, el porcentaje de ovejas
es mayor que el de cabras y llamas. En el caso de Los Andes, la llama tiene un mayor peso
porcentual. El Censo General de 1914 también ofrece información al respecto, como puede
verse en el Cuadro 5.21. En este censo no hay información sobre el ganado camélido.
En el Cuadro 5.22 se volcó información correspondiente al Territorio de Los Andes para
cinco levantamientos censales disponibles sobre existencias ganaderas: 1908, 1914, 1922,
1930 y 1937. Esta información fue publicada en el Censo de 1937. Se puede observar que a lo
largo de las tres décadas, las existencias ganaderas muestran ciertas persistencias, como la
poca importancia de porcinos y equinos, frente al mayor número de cabezas ovinas y
caprinas. El número de cabras tendió a aumentar y el de ovejas se mantuvo relativamente
constante. El ganado bovino tendió a reducir su participación y el mular tendió al crecimiento.
Lo importante es señalar la relevancia del ganado menor en la economía campesina de la
población de Los Andes, incluyendo ovejas, cabras y llamas, además del ganado asnal.

1
Bertrand 1885:236-239.
2
Pérez 1899:40.
3
Barnabé 1915:34.
4
Castellanos 1928:51-52.

— 388 —
Cuadro 5.22. Territorio de Los Andes. 1908-1937. Evolución de las existencias
ganaderas, según ganado.
Cuadro 5.19. República Argentina y Territorio de Los Andes. Censo Nacional Agropecuario
de 1908. Existencia ganadera, por especie. Distribución porcentual y participación CENSO CENSO CENSO
CENSO CENSO
territoriana sobre el total nacional. AGRO- GANA- AGRO-
ESPECIE GENERAL GANADERO
PECUARIO DERO PECUARIO
REPÚBLICA ARGENTINA TERRITORIO DE LOS ANDES
1908 1914 1922 1930 1937
ESPECIE % SOBRE Bovinos o vacuno 905 929 856 694 508
DISTRIBUCIÓN DISTRIBUCIÓN
EXISTENCIAS EXISTENCIAS EXISTENCIAS
PORCENTUAL PORCENTUAL Equino o caballar 121 124 157 147 126
NACIONALES
Mular 885 2.651
Bovino 29.116.625 26,47 905 0,97 0,003 12.945 15.140 14.136
Asnal 10.871 9.128
Equino 7.531.376 6,85 121 0,13 0,002
Mular 465.037 0,42 885 0,95 0,190 Ovino o lanar 54.133 85.355 86.569 57.372 57.349
Asnal 285.088 0,26 10.871 11,71 3,813 Caprino 16.049 29.011 32.408 26.250 25.789
Ovino 67.211.754 61,09 54.133 58,30 0,081 Porcino 23 23 4 18 23
Caprino 3.945.086 3,59 16.049 17,29 0,407 Camélido 9.859 - - - 24.860
Porcino 1.403.591 1,28 23 0,02 0,002
Fuente: Censo Agropecuario Nacional 1937, páginas varias.
Camélido (llamas) 54.755 0,05 9.859 10,62 18,006
Totales 110.013.312 100,00 92.846 100,00 0,084
Fuente: Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1908: página VIII y página 368.
Cuadro 5.23. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Explotaciones agropecuarias
clasificadas por su destino principal, ganadería o agricultura, según tamaño medido en
hectáreas, por tipo de actividad.
Cuadro 5.20. Catamarca, Salta, Jujuy y Los Andes. Censo Agropecuario 1908.

10001 A 25000
Existencia de llamas, ovejas y cabras. Valor absoluto y porcentual.

5001 A 10000
HASTA 25 HA

25001 A MAS
1001 A 5000
501 A 1000
101 A 500
51 A 100
EXISTENCIAS, VALOR

26 A 50
EXISTENCIAS, VALOR ABSOLUTO
JURISDICCIÓN PORCENTUAL
TOTAL
LLAMAS OVEJAS CABRAS TOTAL LLAMAS OVEJAS CABRAS
GANADERÍA
Catamarca 828 154.329 311.548 466.705 0,18 33,07 66,75
estancias 0 0 0 71 128 198 13 0 0 410
Salta 1.500 336.626 217.054 555.180 0,27 60,63 39,10 parcelas 0 5 25 66 0 0 0 0 0 96
Jujuy 42.516 601.967 133.658 778.141 5,46 77,36 17,18 TOTAL 0 5 25 137 128 198 13 0 0 506
Los Andes 9.859 54.133 16.049 80.041 12,32 67,63 20,05 AGRICULTURA
Total 54.703 1.147.055 678.309 1.880.067 2,91 61,01 36,08 algodón 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2
Fuente: Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1908: página VIII y página alfalfa para corte 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0
368. caña de azúcar 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1
cereales y lino 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0
frutales y hortalizas 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Cuadro 5.21. Territorio de Los Andes. Censo General de 1914. Existencia ganadera, según especie,
por departamento. forestales 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
tabaco 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
JURISDICCIÓN VACUNO CABALLAR MULAR ASNAL LANAR CABRIO PORCINO
viñas 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Territorio de Los Andes 929 124 2.651 9.128 85.355 29.011 23
TOTALES 2 0 0 1 0 0 0 0 0 3
San Antonio de los Cobres 472 48 611 4.113 42.451 11.639 0
Antofagasta de la Sierra 135 64 1.862 108 7.740 3.517 0 TOTALES GENERALES 2 5 25 138 128 198 13 0 0 509

Pastos Grandes 0 3 93 1.312 8.872 4.444 0 parcelas disponibles 2 0 0 0 1 0 0 0 0 3


Susques 322 9 85 3.595 26.292 9.411 23 Fuente: Censo General 1914b
Fuente: Censo General de 1914b, página 12.

— 389 —
Cuadro 5.25. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con
cereales, plantas industriales o legumbres y hortalizas, en hectáreas, por departamento.
Cuadro 5.24. Territorio de Los Andes. Censo CON PLANTAS CON LEGUMBRES
CON CEREALES TOTAL
General 1914. Maquinas y enseres. Total y por INDUSTRIALES Y HORTALIZAS
departamento.
Territorio de Los Andes 44 0 20 64
A SABER NÚMERO VALOR, $ M/N
San Antonio de los Cobres 27 0 16 43
TOTAL TERRITORIO Antofagasta de la Sierra 1 0 1 2
arados 29 504 Pastos Grandes 0 0 0 0
carros y carretas 1 400 Susques 16 0 3 19
coches 1 1.000
Fuente: Censo General 1914b: página 904.
quebradoras 1 14
TOTAL - 1.918
S. A. DE LOS COBRES
arados 27 477 Cuadro 5.26. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con cereales,
carros y carretas 1 400 en hectáreas, según tipo de cereal, por departamento.
coches 1 1.000 TRIGO MAÍZ AVENA CEBADA CENTENO ALPISTE ARROZ
quebradoras 1 14 Territorio de Los Andes 0 0 9 35 0 0 0
TOTAL - 1.891 San Antonio de los Cobres 0 0 8 19 0 0 0
PASTOS GRANDES Antofagasta de la Sierra 0 0 0 1 0 0 0
arados 1 12 Pastos Grandes 0 0 0 0 0 0 0
carros y carretas 0 0 Susques 0 0 1 15 0 0 0
coches 0 0
Fuente: Censo General 1914b: 918.
quebradoras 0 0
TOTAL 1 12
SUSQUES
arados 1 15 Cuadro 5.27. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con
carros y carretas 0 0 legumbres y hortalizas, en hectáreas, según tipo de cereal, por departamento.
coches 0 0 VERDURAS Y
PAPAS BATATAS POROTOS
quebradoras 0 0 LEGUMBRES

TOTAL 1 15 Territorio de Los Andes 18 0 0 2


Fuente: Censo General 1914b, 589 y 678. San Antonio de los Cobres 15 0 0 1
Antofagasta de la Sierra 0 0 0 1
Pastos Grandes 0 0 0 0
Susques 3 0 0 0
Fuente: Censo General de 1914b:943

— 390 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Agricultores, cazadores, tejedores y recolectores


Además de la cría de ganado, básicamente menor, los habitantes de la ―Puna de Atacama‖
realizaban otras actividades que les permitía obtener recursos suplementarios. En su paso por
Antofalla, Alejandro Bertrand describía así la situación de un poblador:
Hay “ … un pequeño sem bradío de papas i quínoa cultivado por un viejo indio atacameño
que recibe también una remuneración mensual por atender a los numerosos burros que
pastan en la quebrada i que son destinados a la feria anual que se celebra en G uari… ” 1
Al llegar a Pastos Grandes observaba que sus pobladores:
“ … hacen tráfico de sal para la A rgentina, esta sal la sacan en panes como de sesenta
centímetros de largo por cuarenta de ancho i veinte de espesor, que forman un tercio de
carga de burro” 2
De Mojones (que posteriormente se conoció como Nacimientos) decía:
“ Hai extensas ciénagas de falda i viven allí siete familias de indígenas cazadores de
vicuñas i guanacos” 3
De esta forma, en estos tres pasajes de la obra de Bertrand, se pueden identificar algunas de
las prácticas complementarias al pastoreo, con las cuales la población de la región obtenía
algunos recursos extra para la subsistencia y algunos excedentes para la comercialización.
Pero, de todas formas, no eran más que actividades subsidiarias al pastoreo. Del censo de
1914 se puede saber que sólo tres explotaciones, relativamente pequeñas, tenían a la
agricultura como principal actividad. El resto, 506, estaban destinadas principalmente al
pastoreo (ver Cuadro 5.23).
En cuanto a la agricultura, se puede afirmar que tenía un escaso desarrollo. De todas formas, a
partir de los relatos, no parece haber sido tan marginal. En el censo de 1914 se registraron 44
parcelas destinadas a la agricultura de legumbres y hortalizas (ver Cuadros 5.25, 5.26 y 5.27).
Probablemente los viajeros, después de recorrer otras zonas de cultivos como los Valles
Calchaquíes, la Quebrada del Toro o la Quebrada de Humahuaca, ante la comparación, no
vieran en el Territorio de Los Andes más que un erial. Pero la gran variedad de situaciones
hacen pensar que los habitantes de esta región realizaban algunos cultivos. La quínoa es
señalada por algunos viajeros como un cultivo importante4. Este tendió a desaparecer como
consecuencia del cambio en la dieta de los habitantes de la Puna argentina, con la
incorporación de hortalizas y otras novedades que seguramente traían quienes viajaban a
asalariarse a los valles subtropicales.
“ En los puntos donde son posibles los cultivos, se encuentran plantaciones de trigo, maíz,
cebada, alfalfa, patatas y cebollas, aunque en pequeña escala, pues si apenas alcanza para
la alimentación de sus dueños y sus animales de servicio. Hay también cultivos de habas, y
la quinua, con la cual fabrican una sopa muy parecida a la sémola. En Antofagasta se
encuentran las mejores plantaciones de alfalfa” 5

1
Bertrand 1885:40.
2
Bertrand 1885:55.
3
Bertrand 1885:276.
4
Ver también Göbel 2003a.
5
Holmberg 1900:61.

— 391 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Alrededor de los ranchos se observa en general algunas cuadras sembradas con maíz,
trigo, alfalfa, habas, etc.” 1
“ … en algunas quebraditas, los indígenas cultivaban pequeñas parcelas, que nunca
pasaban de m etros cuadrados… las regaban con el agua de las furtivas lágrim as
depositada en pequeños estanques, y… las sem braban con alfalfa, habas, patatas y maíz2.
Como se señalaba en una sección anterior, todos los viajeros indicaban como algo distintivo
de Antofagasta de la Sierra la presencia de buenas pasturas, algunas naturales y otras
implantadas.
“ Antofagasta de la Sierra con sus inmensas vegas, su abundancia de agua, su clima
relativamente cálido constituye el punto de más porvenir agrícola de la Puna. El alfalfa se
desarrolla muy bien en Antofagasta y merced a la facilidad del riego se puede dar a los
alfalfares una gran extensión” 3.
“ A ntofagasta de la Sierra… P uede hacer gala de 8 hectáreas… de alfalfa, adem ás de 675
hectáreas de pastos naturales… ” 4.
Según Luciano Catalano, la ausencia de agricultura no se debía a una imposibilidad física de
practicarla, sino a la ausencia de inversión de capital. Una importante limitante era el agua,
pero no se trata de un desierto, sino de un ámbito de clima frío y árido, con un sistema hídrico
con regímenes muy irregulares. Muchos ríos podían ser aprovechados para obtener agua para
riego, con una inversión mínima de capital:
“ En la actualidad se pierde lamentablemente casi toda el agua de los ríos y arroyos de la
Puna, agua que podría fecundar un considerable número de hectáreas de tierra si los
pobladores supieran y pudieran aprovecharla… E l E stado, pues, es el que debe tom ar a su
cargo el estudio de la utilización del agua de los ríos puneños, llevando a la región… los
elem entos y enseñanzas requeridos para el inteligente aprovecham iento de la tierra… ” 5
En este sentido, se registraron muy escasos intentos gubernamentales por alentar el desarrollo
agrícola de la región. En 1900, por ejemplo, la Gobernación recibió una colección de semillas:
“ Le ha sido enviada una colección de las semillas de que dispone esta dirección...” 6
En 1915 el gobernador Brígido Zavaleta envió una carta al director de Territorios Nacionales,
con estos términos.
“ Si el superior Gobierno, al hacer la repartición de los fondos de que se trata, ha dejado a
un lado al territorio de los andes, tal vez porque es hoy un territorio que no aporta al
Tesoro Nacional beneficio alguno pecuniario, debe tenerse muy en cuenta que si nada ha
producido es porque en sus campos y sus ricas minas no se ha echado siguiera un sola
semilla de los que se han distribuido con profusión en los demás territorios, y es sabido
que nada en la tierra se produce y da beneficios sin el auxilio del dinero, por medio del
cual se cultivan campos, se hacen caminos y se provee de elementos de comunicación y
transportes” 7.
Otra carta de Brígido Zavaleta dirigida al director general de Territorios Nacionales decía:

1
Huber 1905:390.
2
Fernández y A. de Fernández 1942:287.
3
Barnabé 1915:33.
4
Bowman 1924:353.
5
Catalano 1930:54.
6
AGN, SH III - CR, signatura 125, enero a diciembre de 1900, carta enviada por el Ministerio de Agricultura,
Dirección de Agricultura y Ganadería, Ministerio de Agricultura, el 31 de mayo de 1900.
7
AGN, SH III - CE, libro copiador 8, 30 de junio de 1914 al 12 de mayo de 1915, folios 294-296. Carta dirigida
―A l seño r d irecto r general d e T errito rio s N acio nales‖ S alta, junio 18 de 1915.

— 392 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

“ Elevo a V.S. la presente solicitud que me ha sido pasada por los vecinos de Antofagasta
de la Sierra don Asan Balut y don Juan y Manuel Quintana, en la que piden se les conceda
cincuenta hectáreas de tierra inculta en el departamento de su residencia con destino al
cultivo del alfalfa y otros productos.
Esta gobernación no encuentra que pueda haber inconveniente en que se conceda a los
recurrentes lo que solicitan, y por el contrario, piensa que debe fomentarse por este medio
el desarrollo agrícola en el territorio; pero al propio tiempo ella cree que menester sería ir
acostumbrando a los pobladores desde su iniciación a contribuir aun cuando sea en
pequeña escala, a la formación del tesoro público. En tal virtud, opino que al
concedérselos las tierras pedidas, se les haga en forma de arriendo y por un término que
no exceda a diez años.
El importe de este arriendo no debe exceder de dos pesos por hectárea teniendo en cuenta
lo inclemente de la región y que los arrendatarios iniciarían experimentos de cultivo en
una extensión vasta relativamente, salvo los que tienen comenzado esta Gobernación
Brígido Zavaleta1.
Fuera de estas escasas referencias, el tema de la agricultura nunca aparece en los temas de
gestión de los gobernadores, al menos no en las fuentes consultadas.
La caza de vicuñas y de chinchillas, y en menor medida de guanacos y otras especies
silvestres, era más importante que la agricultura como fuente excedentaria de recursos. Esta
actividad les permitía a las familias proveerse de carne, fibra y cueros.
“ La vicuña, el guanaco, un avestruz pequeño y ciervos también bajos de estatura
representan la caza más abundante, sin escasear las aves como perdices, patos y
palom as… es adm irable la destreza de los naturales para emplear con éxito sus viejos
fusiles de percusión cargados con balas de plomo machacadas a mano. También se
practica la caza de la chinchilla por medio de hurones amaestrados y da una piel valiosa
por su calidad inmejorable para tapador, cuellos manguitos, etc.” 2
“ La caza de la vicuña y de la chinchilla son ocupaciones suplementarias” 3
Como consecuencia de diferentes tabúes tradicionales, la caza de vicuña era moderada.
Además de los controles culturales, la Gobernación de Los Andes implementó una serie de
medidas que tendieron a reducir aún más la caza entre los habitantes de las tierras altas,
aunque no la caza por parte de los vicuñeros. Este tema será profundizado en el capítulo
sexto.
La fibra que se obtenía de esquilar ovejas, llamas y vicuñas se empleaba en la realización de
manufacturas textiles, otro complemento de la economía basada en el pastoreo. Así lo
describía Ramón Pérez:
“ INDUSTRIA. Esta se limita a algunos tejidos que fabrican los naturales, con las lanas de
la vicuña, el guanaco y las ovejas” 4
Poco tiempo después, al llegar a Pastos Grandes, Eduardo Holmberg (hijo) observó algo
similar:
“ Estas familias tienen por principal entrada los tejidos hechos con lana de oveja o de
vicuña, que venden en Cachi, y los pocos centavos que les dejan buenamente los que pasan
con ganados para Chile” 1.

1
AGN, SH III - CE, libro copiador 8, Folio 331-332, 30 de junio de 1914 a 12 de mayo de 1915 Salta, julio 13
1915, Al señor director general de Territorios Nacionales, Buenos Aires.
2
Pérez 1899:40.
3
Bowman 1924:354.
4
Pérez 1899:40.

— 393 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ La necesidad de tejer –á falta de otra cosa- ha dejado de ser un hábito para convertirse
en algo así com o un vicio… N o es éste el resultado de una exigencia de la vida actual
únicamente. Es también una herencia” . “ Es tanta su afición, que lejos de sentirse
cansadas con la elaboración de un poncho, en cuanto lo terminan empiezan otro” 2.
Resta, finalmente, mencionar la exigua actividad minera que realizaba la población originaria
del Territorio de Los Andes. La posibilidad de extraer algunos minerales para intercambiar o
vender en otras regiones se daba en función de la disponibilidad de los recursos existentes en
las proximidades, aunque también se podía recoger en el camino. En la mayoría de los casos
lo que se extraía era sal, coipa o alumbre, dependiendo del camino que se recorriera3. La sal
no sólo se destinaba al comercio, sino que también se empleaba para la cocción de alimentos4.
Cada empresa caravanera obtenía estos productos en distintos sitios, dependiendo de cual
fuera el salar más próximo, o que quedara en el camino.
“ En el interior, cada salina ha sido una fuente de provisión para las poblaciones
circunvecinas y, algunas de ellas, como las Salinas Grandes, situadas en el limite de Jujuy,
Salta y el Territorio de Los Andes, en la región de la Puna, ha suministrado sal a la
población del Alto Perú, según puede juzgarse por los numerosos caminos que a ella
concurren desde el norte” 5.
En el caso de los susqueños, cuando se dirigían hacia el norte y noreste, extraían sal de las
Salinas Grandes, para venderla o trocarla en los valles circumpuneños 6. Uno de los primeros
en describir esta actividad fue Brackebusch:
“ La sal se corta con un hacha, formando cuadrados de un pie hasta media vara de lado,
que entonces fácilmente se alzan con una barreta, se limpian por abajo del barro
adherente, de manera que conservan un espesor de 4 hasta 6 pulgadas. Dos o tres de estos
panes, según su tamaño, forman una carga de burro, respectivamente de mula. Estas
tropas de burros cargados con la sal se alejan en todas direcciones, siendo sus dueños los
mismos Collas de la Puna, que por medio de esta industria ganan su vida, llevando ellos
mismos, naturalmente a pie, sus tropas, a veces por cuestas terribles, a los bajos; y
después de vender su carga vuelven a sus hogares con los animales cargados con maíz
para hacer su chicha” 7
Erland Nordenskiöld en su paso por la región se ocupó de describir esta actividad:
“ … la sal es extraída por los m ism os habita ntes de la Puna, los indios Omaguaca, que con
burros la llevan a vender a los valles. A los efectos del transporte se la da, por medio de
hachas pesadas y anchas, la forma de panes de unos 25 kilogramos de peso. La
explotación es de importancia, suficiente para que el gobierno provincial de Jujuy la haya
considerado digna de ser objeto de un pequeño impuesto. La cantidad de sal, existente en
la salina, es enorme, pero como no se encuentra agua potable sino en un lugar en el
extremo norte y en otro, llamado Huancar, situado al sud de la misma, son estos los únicos
puntos donde tiene lugar la extracción” 8
Juan Ambrosetti e Isahia Bowman también incluyeron descripciones de esta práctica:

1
Holmberg 1900:32.
2
Holmberg 1900:33.
3
Cipolletti 1984:516-517.
4
Pizarro 2002:216.
5
Hermitte 1917:440.
6
Madrazo 1981:221-222.
7
Brackebusch 1883:57.
8
Nordenskiöld 1903:228-229.

— 394 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

“ la sal es extraída a hacha, en panes cuadrados de 15 centímetros de espesor y de 40 de


largo por igual ancho casi siempre, y en esta forma se la lleva a Cachi. Uno de los
principales centros de extracción de sal se encontraba, y aún hasta la actualidad, en las
Salinas Grandes. El comercio de la sal involucraba a los puneños y también a otras
personas que procedían de otras partes altas de Salta y Jujuy. Este comercio regional
representa miles de cargas al año, las que se venden a un peso, o a uno cincuenta, en los
mercados consumidores, según su abundancia o escasez” 1
“ … de toda la línea oriental de salares se extrae sal de buena calidad, la cual se lleva a las
aldeas y pueblos y a las haciendas (granjas) de ganado de los valles orientales” 2
En el caso de Susques, Bowman puntualizaba:
“ un renglón importante del comercio de los indios de Susques es la sal, que se junta «en
bruto» en ciertos salares, en donde se ha cristalizado en estado casi puro” 3
Como se señaló en la sección correspondiente a Antofagasta de la Sierra, en las proximidades,
en el Volcán Alumbrera, extraían un material similar al alumbre, que vendían en distintos
lugares:
“ … los habitantes de A ntofagasta explotan en pequeña escala el yacim iento, vendiendo el
producto en la vecina provincia de Catamarca, para Tinogasta, Belén y también para
Molinos y Cafayate, como mordiente empleado en el teñido de los tejidos que fabrican los
habitantes de esos lugares” 4
Así, en este acápite se bosquejó brevemente el conjunto de actividades complementarias al
pastoreo, que desarrollaba la población del Territorio de Los Andes. El conchabo ocasional o
el trabajo asalariado en cosechas fuera de la región parece no haber sido significativa, al
menos hasta la década de 1940.

La familia
La unidad básica de producción, por excelencia, era la familia. Como en la mayoría de las
sociedades campesinas, existía una clara división de tareas por edad y género. Aquellas
vinculadas al pastoreo exigían, en determinados momentos del año, que una parte de la
familia se dirija con algunos rebaños hacia unos lugares y otros integrantes permanecieran en
la casa de campo. El sistema de asignación de tareas por sexo fue descripto por Franz Kühn
en una frase muy breve:
“ Los hombres son arrieros ó cazadores de vicuña y chinchilla, las mujeres hilan al pulgar
y hacen tejidos de lana y vicuña” 5
Algo similar fue planteado por Juan Carlos Dávalos:
“ Alcanzada la edad útil, los muchachos, en gran mayoría, emigran llamados por la
conscripción, o viajan a conchabarse como jornaleros en alguna provincia, o contratarse
como arrieros para conducir a Chile o Bolivia tropas de ganado. Quedan en los ranchos
los hombres maduros, las mujeres, los párvulos y su vida hogareña escapa al ojo de la
autoridad civilizada” 6

1
Ambrosetti 1905:100.
2
Bowman 1924:355-356.
3
Bowman 1924:358.
4
Reichert 1907:81.
5
Kühn 1910:316.
6
Dávalos 1930:361.

— 395 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Además de hilar y tejer, eran las mujeres quienes tenían a su cargo el cuidado del ganado,
junto con los niños:
“ Los rebaños… pacen al cuidado de los indiecitos de am bos sexos que term inaron su ciclo
de instrucción prim aria en la escuela de su distrito… . P eatones infatigables, am bulan así a
diez o más leguas de sus casas y comen y duermen a menudo en los abrigos naturales que
les brinda una tierra que conocen palmo a palmo” 1
Los hombres, en general, tenían asignadas tareas vinculadas al mundo de afuera. Esto incluía
el intercambio, la caza y el conchabo ocasional como arrieros. El servicio militar obligatorio
era otro motivo de alejamiento de los varones de sus núcleos familiares. Además, en el ámbito
doméstico, los varones tenían otros quehaceres vinculados a la producción ganadera. Eran las
tareas más rudas, como la esquila y la castración de los animales, o el mantenimiento general
de las instalaciones2.

La arquitectura vernácula
Por las características ambientales de la región, sin mediar la inversión de capital, el pastoreo
exigía el desplazamiento continuo del grupo doméstico, en busca de mejores pasturas y
aguadas. Por esta razón, más que pastoreo trashumante, se trataba de una situación próxima al
nomadismo, con un ciclo de rotación más o menos regular3. Los programas de implantación
de pasturas artificiales en la Puna argentina datan de la década de 19604. En la medida que la
agricultura no era relevante, esa actividad no constituía un ancla para el grupo. De todas
formas, a diferencia de otras sociedades nómades, las familias en el Territorio de Los Andes
tenían lugares fijos de residencia a los que se trasladaban en determinados momentos del año.
“ La población en esta zona es y tenía que ser diseminada, teniendo que radicarse donde
hay m ás elem entos de vida… ” 5
“ El habitante de la puna no reside todo el año en el mismo lugar, a pesar de tener
poblaciones, porque el clima y el suelo le obligan a ser nómada” 6
“ M uchas fam ilias son nóm adas. A sí por ejem plo, los que encontré en A chibarca… traían
sus ganados a la vega de ese nombre en el verano y se iban al valle chileno de Toconau
[sic] junto con los primeros fríos” 7
El sistema de asentamientos incluía tres componentes b: la casa de campo, los puestos
temporarios y la casa en el pueblo8.
El primero de estos componentes era el más importante, ya que era el lugar central para la
mayoría de las prácticas del grupo familiar. Allí se realizaba la esquila y castración de los
animales, además del acopio de algunos bienes que luego se intercambiarían. Este
componente habitacional también era importante por su función cultural. Algunos rituales
vinculados al culto a la pachamama se realizaban en la casa de campo. En la casa en el
pueblo, en cambio, las comunidades generalmente se reunían con motivo de las fiestas

1
Dávalos 1930:361.
2
Göbel 2003a:207.
3
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998:35; Göbel 2002b:69.
4
Al respecto, ver: Bárbarich 1994 y 2003.
5
Pérez 1899:39.
6
Holmberg 1900:32.
7
Castellanos 1928:62. Utiliza Toconau en lugar d e ―T o co nao ‖, co m o fig ura en la to p o nim ia actual.
8
Göbel 2002b:56.

— 396 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

vinculadas al culto católico. Pero esta ―doble religiosidad‖ se manifestaba tanto en la casa del
campo como en la del pueblo. En ambos casos convivían los pozos destinados al culto a la
pachamama y las apachetas, con los oratorios, pequeñas capillas para el uso familiar, donde se
colocan los santos a los que cada familia devociona.
La casa de campo en general se conformaba por una serie de recintos, muchas veces
contiguos y otras no, que solían estar enfrentados, formando una ―U‖ o una ―L‖ configurando
una especie de patio. Cada uno de los recintos cumplía una función específica que eran, a
saber, dormitorio, casa de huéspedes, depósito, cocina, etc. La cocina tenía un fueguero
externo y otro interior1. Otros artefactos de la vivienda estaban destinados a las prácticas
pastoriles: corral de mulas, corral de ovejas, dormidero de llamas, etc.
“ … casi todos los nom bres que aparecen en el mapa, son sólo chozas de indios, aisladas,
abandonadas o habitadas temporalmente, o como a menudo sucede, simples lugares de
campamento que son bien conocidos, ya sea porque están situados en el cruce de los
senderos, por la buena calidad del agua y de los pastos o porque se hallan al borde de los
pastizales de una aldea determinada. Estos lugares están ocupados sólo por un corto
tiempo, la mayor parte del año los habitantes siguen a sus rebaños a la cordillera y
acampan en donde el pasto es mejor por el momento” 2.
“ E n cada aguada del inm enso páram o andino sienta su real una fam ilia de pastores que…
apacienta sus rebaños y se posesiona de los campos que le convienen” 3.
Además de la casa de campo, donde el grupo familiar solía permanecer mayor tiempo, los
habitantes de la ―Puna de Atacama‖ tenían una serie de estancias, puestos o refugios, que
podían ir de dos a siete en el ámbito de Susques4. Se trataba de edificaciones elementales, con
con pequeñas construcciones a veces circulares, donde se almacenaban algunas vituallas. Los
refugios podían ser pequeñas construcciones pegadas a un risco o alero rocoso, o complejos
de cierta importancia compuestos de diversos elementos que reproducen en una escala menor
los caseríos rurales. En estos lugares la estadía era relativamente breve, razón por la cual no
tenía mucho sentido destinar mucha energía y recursos en construir establecimientos de
mayor envergadura. Daniel Cerri describía la arquitectura vernácula de esta forma:
“ Sus míseras habitaciones son pircas con un techo compuesto de paja y arbustos
malamente colocados, con el objeto ostensible de ampararse de las ardientes rayos solares
más que de las lluvias raras en esas altas regiones” 5
Queda por mencionar, finalmente, la casa en el pueblo. Juan Carlos Dávalos, refiriéndose a
Susques, que lo describió como un pueblo desierto, decía:
“ Si los indios no moran sino por accidente en el pueblo, será porque nada tienen que
hacer en él, a menos que no llegue un cura a dar misiones o mientas el comisario no los
convoque. No hay un boliche, ni una tienda, ni alfareros, ni sombrereros, ni hilanderos, ni
artesano alguno. Ni la obligatoria concurrencia de los chicos a la escuela es motivo que
fuerce a los mayores a una existencia urbana, pues una vez aceptada por ellos la
matrícula, se restituyen a sus montes, donde –según presume el comisario- se dedican a
sus m ajaditas y a la caza clandestina de vicuñas, guanacos y chinchillas… y al
contrabando de pieles y coca por el desierto de Atacama” 6

1
Comunicación Jorge Tomasi.
2
Bowman 1924:355.
3
Dávalos 1930:360.
4
Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998:38.
5
Cerri 1903:41.
6
Dávalos 1930:367.

— 397 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Augusto Huber sostenía algo por el estilo con respecto a Cobres, lo mismo que los maestros
Fernández y A. de Fernández:
“ V iven… en ranchos construidos con barro y piedra, techados con cardos, paja y tierra y
situados en una quebrada o vega resguardadas de los vientos, sin muebles, entre
herramientas de trabajo (labranza y tejido) ancos de montar, montones de maíz, bolsas de
trigo y otras semillas hacen vida común entre hombres y mujeres, chicos y grandes, perros
y otros animales caseros” 1
“ Unas pocas casas de piedra, semitrogloditas, con techos de paja; viviendas rústicas y sin
habitantes; una capilla sin fieles y sin sacerdote. T al es el aspecto que presenta el pueblo…
Y es que el habitante de la Puna vése obligado a vivir allí donde encuentra un poco de
agua y algunas criptógamas que sirvan de alimento a sus ovejas” 2
Todas la familias poseían una casa en el pueblo, con una infraestructura mucho menor que la
casa de campo3. Y, como decía Dávalos, ni siquiera la obligatoriedad de la educación en la
población infantil provocó el asentamiento permanente en estos lugares. Sólo en la década de
1980 y 1990, como consecuencia de diferentes prácticas clientelares de los partidos
provinciales, la población comenzó a tener acceso a más puestos de trabajos y subsidios, lo
que facilitaba la permanencia en el pueblo durante más tiempo. Pero todavía hoy buena parte
de la población tiene su ―haciendita‖ en el campo, el más preciado de los tesoros.

El intercambio, sus funciones sociales y económicas


En el capítulo dos se analizaba el gran comercio vacuno entre Salta y Antofagasta, o de
mulares entre Catamarca y Huari. Compradores de esas regiones adquirían ganado criado en
la Argentina, que era transportado por arrieros y troperos a través de grandes distancias. Por
―debajo‖ de aquél comercio a gran distancia, de tipo capitalista, seguía desarrollándose el
comercio campesino, con sistema de trueque, mediante el transporte en caravanas4.
De sus rebaños y de la caza, los habitantes del Territorio de Los Andes obtenían carne seca,
lana y sogas. Además realizaban distintos tipos de tejidos, como picotes y barracanes, y
curtían cueros. Con la leche de cabra producían quesos. También recolectaban algunas hierbas
medicinales, como la pupusa, la chachacoma y la yuyuca. Cortaban panes de sal y extraían
alumbre. Y todo el excedente, en algunos casos casi la totalidad de lo obtenido, se destinaba al
intercambio. Una o dos veces por año, partían caravanas desde Susques y Antofagasta de la
Sierra u otros pueblos de la región y llegaban hasta las ferias del sur de Bolivia, hasta los oasis
de Toconao o San Pedro de Atacama en Chile, hasta la Quebrada de Humahuaca, los Valles
Calchaquíes o los valles occidentales de la provincia de Catamarca, en la Argentina5.
“ El comercio local es reducido y puede decirse que se limita al intercambio de los
productos de la industria primitiva regional con las provincias limítrofes. Este comercio se
realiza por medio de recuas, de burros o llamas, que salen del Territorio llevando: lana,
pieles, tejidos, sal, etc., y regresan, trayendo mercaderías de consumo, a los puntos de
partida” 6

1
Huber 1905:385.
2
Fernández y A. de Fernández 1942:141.
3
Göbel 2002a:67-68.
4
Madrazo 1981; Cipolletti 1984; Göbel 1998; García y Rolandi 1999.
5
Ver Cipolletti 1984:515-517.
6
MI, Memoria de 1925-1926:298.

— 398 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

Estos viajes de intercambio tenían sentidos sociales y económicos. Una función básica, tanto
económica como social del intercambio era la posibilidad de obtener aquellos elementos
preciados en la vida cotidiana, fundamentalmente algunos utensilios, alimentos y coca. Los
principales componentes de la dieta de esta población no eran carne, leche y sus derivados,
sino alimentos ricos en carbohidratos, como el maíz, el haba, la papa y el trigo. También
consumían frutas, que algunas veces venían de los valles orientales y otras de la cuenca del
Salar de Atacama. Castellanos y el matrimonio Fernández se referían sobre el asunto
culinario:
“ Su arte culinario no es muy variado y la mayoría de sus platos no prescinden del maíz” 1
“ … disponíam os de sabrosos higos secos traídos de Toconao (Chile)” 2.
Estos alimentos, sobre todo maíz y frutas, no podían producirse en la puna en la escala
necesaria, por la ausencia de tecnologías que permitieran mitigar los efectos del clima en la
generación de recursos agrícolas. Por eso era fundamental el intercambio con poblaciones de
otros pisos ecológicos.
Otro producto básico en la vida cotidiana de los habitantes del Territorio de Los Andes era la
coca. Esto no era una particularidad de la región, sino algo común a buena parte del el espacio
andino3. Como en otras partes, en Los Andes, Territorio Nacional, se consumía en grandes
cantidades, algo que generaba una actitud desaprobatoria en algunos viajeros:
“ Hombres y mujeres son aficionados a la coca, y la costumbre de mascar puñados de estas
hojas, es un vicio generalizado, que tiene su razón de ser, pues está considerado como un
estimulante superior” 4
“ Esos indios se dedican únicamente a la cría de majadas de ovejas, cabras y llamas; de
vez en cuando hacen un viaje a Chile o a Bolivia para canjear sus productos por tambores
de coca sin la cual no pueden vivir. Durante un tiempo se ocuparon en la caza de la vicuña
y de la chinchilla; pero desde que fue prohibida dicha caza abandonaron ese peligroso
oficio a los cazadores chilenos” 5.
Hasta mediados del siglo XX la caravana era la principal empresa organizada por los hombres
de los distintos parajes del Territorio de Los Andes, con el fin fundamental de realizar dichos
intercambios. La mención a esta práctica está presente en toda la literatura de viajeros al
Territorio de Los Andes, y aquí se presentan algunos ejemplos:
“ Una vez por año se ausentan en caravanas para asistir a la feria de Guari, Bolivia. Pocos
son los que viene á las Jujuy [sic]” 6
“ Los productos exportables tales como lana, carne y pieles, se llevan a Tinogasta por el
sur, o a Salta por el noreste y se cambian principalmente por vino, aguardiente, maíz y
tigo” 7.
“ En determinados períodos del año los puneños aparejan recuas de borricos y llamas y se
van a los valles de Salta y Jujuy a vender sal y cueros secos, para traer, de retorno, el maíz
y las papas que su helado clima no produce y que constituyen su alimento principal” 8.

1
Castellanos 1928:60.
2
Fernández y A. de Fernández 1942:164.
3
Soux 1991.
4
Holmberg 1900:71.
5
Barnabé 1915:38.
6
Cerri 1903:56-57.
7
Bowman 1924:354.
8
Dávalos 1930:360.

— 399 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ El intercambio comercial consiste en la venta de cueros y lanas de vicuña, llama, oveja y


cueros de cabras, a lo que se pueden agregar las pieles de anim ales obtenidos de la caza…
Otro de los productos que cambian por maíz o harina, son las telas de lana (barracán,
picote) que hilan y tejen por métodos primitivos y que son muy apreciadas por los
conocedores” 1
“ El comercio se opera con Salta y Jujuy, reduciéndose a la venta de sal, azufre, cueros,
lanas, quesos de cabra, oveja y llama, ponchos, frazadas; el transporte de estos productos
hasta “ San Antonio de los Cobres” se hace a lomo de burro y de llama, en grandes
caravanas que son conducidas a pie por sus propietarios desde cientos de kilómetros” 2
“ Los Quispi y los Quipildor arrean 30, 40 o 50 asnitos y llamas cargadas cada uno con
dos paralelepípedos de sal con un peso total de cincuenta kilogramos los de los asnos y
cuarenta los de los [sic] llamas. Llevan, además, algunas chalonas (carne de carnero,
cordero u oveja que, sin pedacear, ha sido salada y secada al aire), y unos cuarenta cortes
de tejido barragán [sic]. Sal, chalonas y barragán, es el producto de seis meses de trabajo
de la fam ilia toda. L a sal, la cortaron con hacha ellos m ism os en las hoyas o salares… y
los tres productos los canjearán por maíz en cantidad, algo de azúcar, hojas de coca,
pañuelos, sombreros ovejunos y liencillo para camisa” 3.
Quienes se encontraban en Antofagasta de la Sierra y zonas próximas, tenían como lugares
naturales de comercio los valles occidentales de Catamarca y los Valles Calchaquíes, mientras
que los de Susques llegaban con más facilidad hasta la Quebrada de Humahuaca. Los
habitantes de estas tierras se desplazaban a grandes distancias, incluyendo destinos aquende
las cordilleras, en territorio chileno, especialmente Toconao. Algunos también llegaban hasta
el sur de Bolivia e incluso a los valles próximos a Tarija4. Estos itinerarios suponían un
ámbito de vinculaciones bastante amplio que requería viajes de hasta 10 jornadas de marcha
en cada sentido.
Los viajes de intercambio, además, tenían una función social. Estos viajes permitían a los
habitantes del Territorio de Los Andes crear y conservar en el tiempo diferente tipo de
relaciones con habitantes de otras regiones linderas. Los viajes en caravana, que solían
realizarse más de una vez al año, describían una espacialidad diferente según las redes
sociales que mantenía cada familia. El grupo caravanero pernoctaba en diferentes parajes a lo
largo del itinerario. En algunos de esos parajes se encontraban con conocidos, amigos o
parientes, y cada viaje era una oportunidad para recrear estas relaciones, en parte comerciales,
en parte familiares, origen de muchas uniones matrimoniales5.
La fragmentación territorial que puede suponerse creó el trazado del límite internacional entre
la Argentina, Bolivia y Chile no afectó, al menos hasta la década de 1960, a la movilidad
territorial de los pastores del Territorio de Los Andes en sus intercambios transcordilleranos.
Sería absurdo suponer que el trazado del límite interestatal transformaría a la cordillera en una
―frontera natural‖, como fue enseñado por los profesores de geografía durante todo el siglo
XX. Como señala muy acertadamente Diego Escolar:
“ la instalación de la imagen de la frontera natural andina fue un poderoso efecto de
verdad con concretos efectos geopolíticos y sociales en el proceso... de sustancialización
del Estado nacional argentino... Hasta hoy, la consecuencia más notoria fue la relativa
invisibilización de la Cordillera de los Andes como área de producción, socialidad e

1
Catalano 1930:60.
2
López Aranda 1937:41.
3
Fernández y A. de Fernández 1942:244-2 4 5. P ro b ab lem ente utilizan ―b arragán‖ p o r ―b arracán‖, co m o se suele
denominar actualmente a este tipo de tejido rústico realizado en la región.
4
Cipolletti 1984:515-520.
5
García y Rolandi 1999:207-209.

— 400 —
Capítulo 5. Pastores, caravanas y lugares poblados

intercambio... Esta invisibilidad contribuyó en gran medida a la ausencia de políticas que


promovieran la actividad económica en el área” 1
De todas formas, la instalación de la Gendarmería Nacional en la región significó la
imposición de nuevas reglas de juego.
Este comercio se sigue realizando hasta la actualidad, aunque en forma mucho más limitada y
esporádica. Para la mayor parte de la población del antiguo Territorio de Los Andes, las
caravanas son cosas de ―la gente de antes‖ o ―de los antiguos‖ 2. Desde mediados de siglo,
distintos factores obraron en contra de la realización de las caravanas, como el inicio de las
―migraciones golondrina‖, y la consiguiente monetización de la economía doméstica. En las
aglomeraciones, con el tiempo, se establecieron negocios o comenzaron a llegar, en el caso de
los más pequeños, vendedores ambulantes o pichincheros. En algunas pequeñas
aglomeraciones aún hoy se siguen realizando caravanas. Sin embargo, la norma es la
tendencia hacia su desaparición, sobre todo en las aglomeraciones más importantes.

El Estado argentino y la economía pastoril


En un informe elaborado en 1958 por el comandante Ignacio Musumeci de la Gendarmería
Nacional, hay descripciones que se parecen mucho a cualquiera de las que se citaron en las
páginas anteriores. Con respecto al pastoreo y a la movilidad de los pastores afirmaba:
“ Sus habitantes, en general, viven aislados sin más horizontes que sus cerros y quebradas
donde permanecen escondidos, separados los miembros de una misma familia en vegas
distintas cuidando sus pequeños rebaños… Mientras cuidan sus animales, las mujeres
hilan lanas que luego emplean en sus telares para fabricar tejidos burdos (barracanes)
con los que confeccionan la vestimenta de hombres, mujeres y niños; fabrican con esa
lana, además, cuerdas muy resistentes que emplean en los aparejos para enlazar animales
o sujetar las cargas” 3.
En cuanto a la composición del ganado:
“ Entre otros, los animales más comunes y abundantes son: mulas, burros, llamas, vicuñas,
cabras, ovejas, zorros y vizcachas, caballos y vacunos hay muy pocos por su falta de
adaptación” 4
Del intercambio comercial decía:
“ … se realiza con los vecinos m ás próxim os; al O . con C hile, a través de num erosos pasos
de la Cordillera; al E. con Salta y Jujuy; al N. con Bolivia; al S. con Catamarca, con los
valles Calchaquíes y Salta” 5
Su visión sobre la agricultura era, finalmente, la siguiente:
“ En algunos lugares existen pequeñas extensiones de alfalfa, muy raleadas; batatas y
papas se encuentra, no m uy abundantes, de escaso volum en pero m uy sabrosas… ” 6
De modo tal que, pasadas ya una década y media de la división del Territorio de Los Andes,
la estructura socioeconómica parecía inalterada. Lo que está señalando esto es el alto grado de
autonomía que tuvo la población de la ―Puna de Atacama‖, para conservar sus prácticas

1
Escolar 2000:260-261.
2
Benedetti y Argañaraz 2003.
3
Musumeci 1958:3.
4
Musumeci 1958:4.
5
Musumeci 1958:4.
6
Musumeci 1958:4.

— 401 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

productivas tradicionales, a pesar de los numerosos cambios institucionales por los que
atravesó durante los siglos XIX y XX.
Esta situación ya había sido señalada por Eric Boman, Isahia Bowman y Luciano Catalano:
“ Estos indios han sido siempre casi independientes de las tres republicas que los rodean,
Bolivia, Chile y Argentina” 1.
“ Desde el punto de vista de los indios, la no intervención del gobierno en las costumbres
locales es una gran ventaja… L os indios gozan de un alto grado de independe ncia y
aislam iento… ” 2
“ Convendría que la Nación estableciera un destacamento de artillería de montaña en
Antofagasta de la Sierra para que un pequeño núcleo del ejército se adaptara a las
regiones altas, secas y frías. Como consecuencia de esto se produciría una favorable
m odificación económ ica y social siguiera en una zona de ese desam parado territorio… ” 3
La escuela y el enrolamiento, como también se analizó en el capítulo tercero, fueron
instituciones que incidieron en forma poco decisiva en las prácticas socioeconómicas de esta
población. La construcción simbólica de esta entidad como un espacio diferente y marginal,
sumado a la ausencia de políticas sistemáticas de inversión en la región, transformaron a éste
en un ámbito donde el Estado y el capital dejaron sólo algunas pocas marcas. Es esto, para
bien o para mal, según cómo se lo evalúe, lo que permitió durante buena parte del siglo XX,
una permanencia verdaderamente autosostenida de la población de la ―Puna de Atacama‖.
Como se verá en el próximo capítulo, la única intervención territorial apreciable por parte del
Estado, además de la construcción de edificios públicos, fue la organización de la red vial,
que en muchos casos se logró con la participación activa de la población local.
Como plantean distintas fuentes, el período 1960-1970 constituyó un importante punto de
inflexión de aquella situación de independencia y autonomía de la que hablaban Boman,
Bowman y Catalano4. La llegada de los contratistas, el mejoramiento de los caminos, la
presencia de la Gendarmería Nacional, el aumento de los controles fronterizos y más tarde el
turismo, en fin, la mayor presencia del Estado y el capital, irán transformando lentamente a
esta región, especialmente en los casos de Susques y Antofagasta de la Sierra que habían
quedado comparativamente más aisladas del resto del país que San Antonio de los Cobres.

1
Boman 1908:420.
2
Bowman 1924:351.
3
Catalano 1930:62.
4
Göbel 2003a:227; Pizarro 2002:215; García y Rolandi 1999.

— 402 —
Capítulo Sexto
Los secretos de la montaña
Estado nacional y capitalismo
en la Puna de Atacama
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 404 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Hay que enviar geólogos que descifren los secretos de la montaña, en cuyo seno hay escondidos filones preciosos.
Eduardo Holmberg (h), Viaje por la Gobernación de los Andes (Puna de Atacama),
Ministerio de Agricultura de la República Argentina, Dirección de Agricultura y Ganadería,
Imprenta de la Nación, Buenos Aires, 1900, pág. 77.
E x posición de C aliforn ia. P or prim era vez… el T erritorio de m i m an do se en con trará represen tado en aq u el
país... Los productos que se exhibirán son: minerales de plata, cobre, plomo, bórax, sal común y azufre; además,
algunos tejidos de lana, pieles de chin chillas, vicu ñ a, zorro... E n agricu ltu ra solo se en vió alfalfa y cebada…
Brígido Zavaleta, Gobernación de Los Andes, Memoria administrativa correspondiente al
año 1914, AGN, SH III - CR, Libro copiador 9, folio 36.

Presentación del capítulo


El Territorio de Los Andes fue creado en la Argentina de la gran expansión económica, de
fines del siglo XIX hasta la década que termina con el primer Centenario. Cada Territorio
Nacional, en un juego de fuerzas entre intereses locales, regionales y nacionales, fue
definiendo su rol en el esquema económico nacional, ubicándose muchos de ellos en una
posición periférica, como Formosa, mientras que otros formaron parte de regiones medulares
de la economía Argentina, como La Pampa.
Ninguno de los Territorios Nacionales pareciera haber quedado completamente al margen del
crecimiento que experimentó el país, con una excepción: Los Andes. Para algunos
observadores de la época, Los Andes era una anomalía dentro del conjunto de los Territorios
Nacionales, por las grandes ―dificultades‖ para constituirse en una parte a la vez diferenciada
e integrada al sistema regional argentino que fue conformándose a lo largo de las primeras
décadas del siglo XX. Un testimonio lapidario es el de Chueco, que ya se presentó en el
capítulo cuarto y que viene al caso mencionar nuevamente.
“ C on excepción de uno, el T erritorio de L os A ndes… todos los otros nueve son, a cuál
más, comarcas llenas de bellezas y pletóricas de riquezas que, como el resto de la
República, a paso de gigante marchan hacia un grandioso porvenir” 1
¿Por qué el Territorio de Los Andes era una excepción dentro de la Argentina? Quien dio una
temprana respuesta anticipadora, por la negativa, fue Eduardo Holmberg (h):
“ No tiene la Gobernación de los Andes vastas pampas surcadas por ríos, cuyas márgenes
se abran para dar paso á los canales de riego...” 2.
Los Andes era una excepción, pareciera, porque los recursos de sus altas pampas no ofrecían
nada que pudiera recrear los paisajes rurales de las pampas bajas de la cuenca del Plata. En el
Territorio de Los Andes no existía posibilidad alguna de reproducir, aunque sea en mínimas
expresiones, los paisajes poblados de vacunos y cereales, que constituían la fórmula del éxito
argentino. Si bien los ovejunos podían prosperar, se trataba de animales rústicos sin ninguna
clase de mejoramiento, mientras que los vacunos se criaban en número muy reducido. Pero
nada de esto se parecía, en la mirada de quienes viajaron al Territorio de Los Andes, y
también de quienes no lo hicieron, a los paisajes del resto del país.
Pues entonces, ¿qué había en Los Andes? ¿Qué podía ofrecer? Todos los técnicos del Estado
argentino y los científicos independientes que recorrieron el territorio exaltaban las riquezas

1
Chueco 1910b:427.
2
Holmberg 1900:76.

— 405 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

contenidas en los yacimientos de borato y en la fauna silvestre. En forma muy sintética,


Augusto Huber, especialista del área zootécnica decía:
“ Entre las riquezas naturales de la Gobernación de los Andes figura la abundancia de
minerales en primer lugar, la caza, en segundo, teniendo en la actualidad ésta mucha más
importancia que la primera” 1.
En Los Andes existía una fauna especializada, constituida por vicuñas y chinchillas, muy
estimada en la época por el valor económico que había alcanzado, merced a la extraordinaria
calidad de las materias primas que se podían obtener para la industria de la vestimenta. Por
otro lado, la historia geológica y las condiciones fisiográficas de la puna favorecieron la
acumulación de importantes yacimientos borateros. Los boratos son un conjunto de minerales
que estaban presentes en las numerosas salinas y salares encerrados en el Territorio de Los
Andes y que, desde entonces y hasta la actualidad, son utilizados en diferentes industrias,
como la del vidrio o de la electricidad. Pero los boratos no eran aprovechados por ninguna
actividad localizada en Los Andes: no existía mercado capaz de requerirlo. La eventual
demanda se encontraba fuera del ámbito territoriano, e inclusive fuera del país. En cuanto a la
fauna silvestre, si bien la población aprovechaba los recursos de vicuñas y chinchillas, lo
hacía en pequeñas escalas. El gran mercado consumidor de estas materias primas también se
encontraba lejos de Los Andes y del país.
Tanto los boratos como las pieles de chinchilla o la fibra de vicuña eran bienes que tenían
valor de mercado. Pues entonces, ¿por qué no generaron siquiera mínimas expresiones de
crecimiento económico local como puede apreciarse ocurría en otros territorios periféricos
como Formosa o Tierra del Fuego? ¿Qué obstaculizaba el crecimiento económico en Los
Andes?
Algunos observadores de la época ofrecieron sus respuestas. La más recurrente era la ausencia
de medios de transporte. Es por ello que este capítulo se iniciará con una primera parte
dedicada a analizar la función que tuvo una obra de infraestructura que puso en comunicación
al Territorio de Los Andes con el mundo de afuera. Se trata del proyecto ferroviario al que se
le dedicó numerosos discursos, artículos periodísticos, debates parlamentarios, memorias
descriptivas y posteriormente obras de reconstrucción históricas (muchas más que cualquier
otro ferrocarril del noroeste argentino). A este ferrocarril se lo denominará, en forma genérica,
―Huaytiquina‖. Se trata del ramal que al cabo de seis décadas de marchas y contramarchas
comunicó a la ciudad argentina de Salta y la chilena de Antofagasta y, en el camino, conectó
al Territorio de Los Andes a través de su capital con el resto del sistema ferroviario nacional.
Una sección de esta parte primera también estará dedicada a los caminos construidos antes,
durante y después del ferrocarril, caminos que, a pesar de su precariedad, garantizaron las
relaciones comerciales entre Salta y Antofagasta mientras existió el Territorio de Los Andes.
Otras respuestas, que se ofrecerán en las siguientes dos partes que componen este capítulo,
son más difíciles de encontrar en las fuentes históricas. Estas respuestas también remiten a las
articulaciones del Territorio de Los Andes con el mundo de fuera, pero no por la inadecuada
infraestructura, inadecuación que con seguridad era una consecuencia y no una causa de la
falta de crecimiento económico. Esas respuestas no se limitan a las características de la
población del Territorio de Los Andes o a elementos puramente endógenos, sino a elementos
exógenos y que, en forma muy simplificada, se resumen en el accionar conjunto del capital
trasnacional y del Estado nacional. Se puede afirmar, entonces, que el Territorio de Los Andes
conformaba un distrito minero y un reservorio de fauna original del continente sudamericano,
para mercados consumidores ubicados no sólo fuera de los límites territorianos, sino inclusive
de los límites nacionales. De esta forma, algunos de los porqués de la inexistencia de

1
Huber 1905:397.

— 406 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

crecimiento económico en Los Andes remiten a lógicas que exceden con creces al propio
territorio argentino.
Como se expondrá en la segunda parte de este capítulo, en el caso de los recursos silvestres,
los porqués se relacionan con una casi total ausencia del Estado en la regulación de la
explotación de los recursos. Se trataba de materias para un consumo suntuario. Las cualidades
de los artículos, y su carácter raro y exótico, era lo que le otorgaba valor. La falta de
consideración por parte de la Sociedad Rural Argentina y del Ministerio de Agricultura de la
fauna vernácula, como recurso productivo, la ausencia de mecanismos para contralor la
actividad, además de una suma de valores culturales negativos otorgados a los camélidos en
general, por lo menos en la primera mitad del siglo XX, se constituyeron en elementos que
marcaron la política del Estado argentino hacia este recurso, una política de la omisión.
Con los boratos, la situación era algo diferente. Se trata de un producto para un uso industrial,
lo que podía significar un consumo masivo del recurso. En este caso era el capital trasnacional
el que actuaba controlando su producción e intercambio, en particular, una gran corporación
minera que logró monopolizar la explotación de los boratos. Frente a esto, el Estado no
generó ninguna legislación que controlase el accionar monopólico. Aquí, la política de la
omisión se manifestó a través de la ausencia de leyes anti-trust efectivas. Este será el tema de
la tercera parte en que se dividió este capítulo.
De esta forma, este extenso capítulo abordará el caso del Territorio de Los Andes en su
dimensión funcional. El capítulo anterior se centró en las cuestiones socioeconómicas miradas
desde la sociedad local, de su historia, sus prácticas y sus patrones. Este capítulo abordará las
cuestiones socioeconómicas que conectaban al Territorio de Los Andes con el mundo de
afuera o, en todo caso, se analizará cómo el mundo de afuera impuso algunas condiciones
para la existencia de la sociedad territoriana.

— 407 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 408 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Parte I - El ferrocarril Huaytiquina, entre


el progreso y el fracaso

Introducción
Esta primera parte del capítulo sexto centrará la mirada en el trazado del ferrocarril que
conectó a las ciudades de Salta y Antofagasta. A este ramal se lo suele conocer con diferentes
nombres: Huaytiquina (y también Guaytiquina o Huitiquina), ferrocarril a Socompa,
ferrocarril Salta-Antofagasta o Antofagasta-Salta, trasandino del Norte, Ramal C-14 y,
actualmente, Tren a las Nubes.
La historiografía que se ocupó de este ferrocarril en general resaltó los aspectos que tienen
que ver con la ingeniería, siempre con un tono épico. Si bien éste no deja de ser un aspecto a
destacar, poco se estudió sobre los efectos territoriales generados por este ferrocarril. Como
pregonaban quienes impulsaban la realización de esta obra: ¿activó el comercio entre Salta y
Antofagasta? ¿Impulsó la explotación minera de la ―Puna de Atacama‖? ¿Alentó el proceso
de poblam iento de las zonas atravesadas? E n síntesis, ¿llevó el ‗progreso‘ a las tierras altas de
la provincia de Salta? Otra cuestión a plantear es: ¿Qué necesidades de transporte resolvió la
construcción de este ferrocarril?
Este primera parte se divide en cinco secciones. En la primera sección se presentará un
bosquejo del proceso de organización del sistema ferroviario argentino con el objetivo de
contextualizar el caso ―Huaytiquina‖. En la segunda sección, en forma cronológica, se
describirá el progreso de las obras del ferrocarril, desde su primera proyección, en la década
de 1880, hasta su inauguración en 1948. En la tercera sección se analizarán las principales
imágenes construidas en la literatura que, por distintas vías, se aproximó al análisis de este
ferrocarril. En la cuarta sección se plantearán algunas consideraciones sobre los efectos
territoriales generados por la construcción del ferrocarril Huaytiquina. La quinta sección se
reserva para el sistema vial creado en el Territorio de Los Andes antes y después de la llegada
del ferrocarril.
La principal fuente utilizada fue una serie de informes y artículos con diverso formato
realizados durante el proceso de construcción del ferrocarril, con fines básicamente
propagandísticos, que pregonaban sobre la imperiosa necesidad de construir este ferrocarril 1.
Esto permitió reconstruir algunos de los intereses que giraban en torno a este emprendimiento,
como así también el imaginario que se fue construyendo en torno suyo. Si bien la crónica de
su construcción se basa en fuentes bibliográficas contemporáneas, también se consultaron
memorias del Ministerio de Obras Públicas, actas de sesiones parlamentarias, discursos
presidenciales y legislación argentina para obtener algunas precisiones. Para algunos aspectos
del caso ―Los Andes‖, se consideró la correspondencia de la Gobernación y los relatos de
viajeros2. La correspondencia de la Gobernación de Los Andes, diferente de lo que se creía
inicialmente, es escasa a nula al respecto. Sólo aparecen algunas referencias sobre algunos
conflictos menores entre los obreros, y la intensión de las autoridades de crear nuevos

1
Solá 1905 y 1906; P. Z. 1907; Comité Pro-ferrocarril al Pacífico 1934; Alvarado 1922; Fernández Beschtedt
1924; Hudson 1925; Catalano 1929; Belzoni 1945; Cardozo Guerrero 1948.
2
La lista completa de las obras de viajeros consultadas se encuentra en el anexo II.

— 409 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

destacamentos policiales. En el caso de la red vial, se trabajó con las memorias de la División
Nacional de Vialidad del período 1933 a 1944. La información que surge de esta fuente se
comparó con información proveniente de otras fuentes de la época, donde se describía los
caminos de arrieros más importantes, sobre los cuales, en muchos casos, se construyó la ruta
nueva.

— 410 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

El ferrocarril Huaytiquina, seis décadas de


historia
En la medida que la historia del ferrocarril Huaytiquina no escapa a la historia ferroviaria
argentina, se iniciará esta sección con un bosquejo general del proceso de expansión del
servicio ferroviario argentino, sobre todo en el sector noroeste del país, y que surge de una
experiencia de investigación previa1. Esto permitirá marcar algunas particularidades del caso.
Para ello se presentarán algunas tablas para ilustrar los aspectos diferenciales del caso
―Huaytiquina‖ que se quieren resaltar.

Expansión del ferrocarril y organización territorial en el noroeste argentino


Entre 1857 y 1914 el ferrocarril se expandió por diferentes zonas del territorio argentino. Si
bien la máxima extensión se a alcanzó en 1952, ya a fines de la década de 1920 el ritmo de
crecimiento era lento (ver Cuadro 6.1 y Gráfico 6.1). En los años sucesivos se establecieron
conexiones entre puntos ya abastecidos por el servicio ferroviario, mientras que se mantenía
la acción de fomento en los Territorios Nacionales por parte de la empresa estatal. En ese
proceso de expansión, se produjo una total reorganización del territorio argentino, por lo que
se puede hablar de una revolución de los medios de transporte, cuestión que es ampliamente
conocida.
Para las provincias del norte argentino, al igual que en otras regiones del país, la llegada de las
vías del ferrocarril trajo consigo contradictorios efectos socio-territoriales.
En primer lugar se puede señalar que, en términos generales, la expansión de la red dio origen
e impulso a las actividades productivas que permitieron que la Argentina se insertase en la
división internacional del trabajo de la segunda mitad del siglo XIX, como proveedora de
materias primas de clima templado para las potencias europeas, por lo menos durante las
décadas de 1880 a 1920. En la región pampeana incentivó la producción de granos, carne,
cueros y lana para su exportación, a través del puerto de Buenos Aires y otros puertos
marítimos y fluviales. Concomitantemente, posibilitó la puesta en valor para la producción
agrícola de tierras vacantes o utilizadas hasta entonces por las sociedades indígenas. Para ello
se fundaron numerosas colonias agrícolas, que se poblaron con inmigrantes europeos.
El ferrocarril también favoreció el desarrollo de otras economías regionales, cuya producción
se orientaba básicamente al mercado de Buenos Aires, como la vitivinicultura en Mendoza y
San Juan, el azúcar en Tucumán, Salta y Jujuy, o las frutas en el valle del Río Negro, entre
otros ejemplos. Con el tiempo, todo el sistema económico fue incentivado por esa nueva
oferta de transporte. Al hacerlo, alteró definitivamente los circuitos de comercialización
heredados de la etapa colonial. La llegada del ferrocarril al llamado ―Interior‖, a su vez,
significó la llegada de productos industriales, importados de Europa, que compitieron con la
producción artesanal tradicional.
También se puede destacar el acortamiento de los tiempos de traslado hacia la ciudad de
Buenos Aires. El ferrocarril creó una vía de comunicación regular, rápida y eficiente en
comparación con la que existía hasta entonces, cuando transportar mercadería desde Jujuy

1
Benedetti 2000 y 2002.

— 411 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

hasta Buenos Aires podía llevar hasta 45 días1. Con el ferrocarril, el tiempo se acortó a poco
más de dos días. El corredor ferroviario Buenos Aires-Córdoba-Tucumán-Salta-Jujuy,
compitió ventajosamente con las empresas de carretas y mulas y, al hacerlo, favoreció el
proceso de desestructuración y reorientación centrífuga de algunos circuitos de
comercialización del espacio andino2.

Cuadro 6.1. Red ferroviaria


argentina. 1860-1998. Longitud
de la red, en kilómetros.
AÑO KILÓMETROS
1860 39
1880 2.516
1890 9.432
1914 33.710
1952 43.958
1970 41.596
1980 35.659
1990 31.793
1998 29.478
Fuente: elaborado con información
publicada en Roccatagliata 1987 y
Benedetti 2000.

Gráfico 6.1. Red ferroviaria argentina. 1860-1998. Longitud de la red, en kilómetros.

Fuente: Cuadro 6.1.

Finalmente, la expansión del ferrocarril permitió mejorar la integración física del país. Antes
de finalizar el siglo XIX, la Capital Federal se conectó con la mayoría de las capitales
provinciales y territorianas, proceso que se completa en 1929 con la conexión de San Antonio

1
Werckenthien 1999:42.
2
Conti 1995:103.

— 412 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

de los Cobres y en 1931 de Formosa. Sólo las capitales de los tres Territorios Nacionales más
australes, Rawson, Río Gallegos y Ushuaia permanecieron desconectadas del sistema
ferroviario nacional (ver Cuadro 6.2).

Cuadro 6.2. República Argentina. 1870-1930. Conexión ferroviaria de las capitales de


Provincias y Territorios Nacionales con la Capital Federal.
CAPITAL DE PROVINCIA O TERRITORIO
EMPRESA AÑO
NACIONAL
Córdoba (a Rosario) Central Argentino 1870
Tucumán (a Córdoba) Central Norte 1876
San Luis Andino 1882
La Plata (a Buenos Aires) Ferrocarril Sud 1884
Mendoza y San Juan Andino-Central Argentino 1885
Santa Fe Línea provincial 1886
Paraná (al río Uruguay) FC de Entre Ríos 1887
San Fernando del Valle de Catamarca Central Norte 1889
Tucumán, Santiago del Estero Central Argentino 1891
San Salvador de Jujuy y Salta Central Norte 1891
(1900)*
San Miguel de Tucumán y Córdoba (directo a Central Norte-Central 1892
Buenos Aires) Córdoba
Santa Rosa Oeste 1897
La Rioja Central Norte
Corrientes FC Nordeste 1898
Neuquén FC Sud 1901
Paraná y Corrientes Ferry Boat a Zárate 1908
Resistencia Central Norte 1910
Posadas FC Nordeste 1912
San Antonio de los Cobres Central Norte 1929
Formosa Central Norte 1931
Fuente: elaborado en base a Dirección de Informaciones y Publicaciones Ferroviarias 1945;
Ramallo 1919; Costello 1996.
* Año en que se prolongó el ramal dentro de la ciudad de San Salvador de Jujuy.

La construcción de estos ferrocarriles facilitaba el control territorial del Estado nacional sobre
las provincias, a la vez que permitía cimentar las alianzas políticas del gobierno central con
las elites provinciales1. La prolongación de los ramales de ferrocarril satisfacía las
aspiraciones que tenían los grupos políticos locales, de conectar a sus provincias con Buenos
Aires, que ya por entonces constituía el principal mercado consumidor del país. No obstante,
esto convivía con poderosos intereses provinciales de establecer conexiones más eficientes
con mercados ubicados en países limítrofes. Claramente, este es el caso de Salta, con intereses
en el mercado del Pacífico. Otras provincias del norte, como Catamarca, también buscaban en
esos mercados una alternativa comercial, y el ferrocarril era visto como algo imprescindible.
Sin embargo sólo en Salta y en Mendoza se concretó esa conexión.
Sobre lo anterior mucho se ha investigado en las provincias de la porción noroeste del
territorio argentino, aunque probablemente no lo suficiente. Las vinculaciones entre la
construcción de ramales y el despegue de la agroindustria azucarera es un tema con

1
Oszlak 1982.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

numerosas revisitas1. En cambio, poco se sabe, al menos en los casos de Jujuy y Salta, cómo
afectó el ferrocarril a las economías campesinas que igualmente se siguieron desarrollando en
los valles, punas y quebradas. Aun cuando existía el ferrocarril a Bolivia, el comercio hacia la
feria de Huari, por ejemplo, seguía utilizando el mismo sistema tecnológico del siglo XIX: el
tráfico tropero y arriero, o caravanero. Pero no se ha investigado sistemáticamente que grados
de complementación existía entre ferrocarril y tráfico a tracción a sangre. Existen ideas
generales sobre el desplazamiento de los corredores de circulación de bienes y personas, o del
reposicionamiento de los centros poblados como consecuencia del emplazamiento de las
estaciones de ferrocarril, especialmente en la Quebrada de Humahuaca2. Existen ideas
generales, también, sobre la competencia de los bienes industriales con las industrias
tradicionales. Pero estos temas todavía no se han investigado en forma sistemática.

El Huaytiquina y en la historia del servicio ferroviario argentino


El ferrocarril Huaytiquina es un caso particular dentro de la historia ferroviaria argentina,
principalmente por dos razones: por lo tardío de su construcción y por la gran distancia
temporal que existe entre el momento de sus primeras proyecciones y el de habilitación del
tramo completo. Entre las décadas de 1880 y 1910 se sucedieron diferentes debates y
propuestas, y se iniciaron algunas obras. Sin embargo fue recién en la década de 1920 cuando
esas obras comenzaron a concretarse. La construcción de los diferentes tramos tuvo ritmos y
velocidades de trabajo fluctuantes, e interrupciones varias. Esta obra de infraestructura fue la
más importante que tuvo el Territorio de Los Andes, ya que permitió una conexión rápida
entre San Antonio de los Cobres y Salta. El tramo hasta la capital territoriana se completó en
julio de 1929. Pero debieron pasar casi dos décadas más para la inauguración del tramo
completo. Esto ocurrió cinco años después de desaparecido Los Andes, es decir, en 1948.
La historia del ferrocarril que aquí se denominará con el genérico ―Huaytiquina‖, desde sus
primeras proyecciones hasta su concreción supera largamente la cincuentena ¿En qué
contexto se formuló y concretó este proyecto? Para ello es conveniente presentar, en forma
sucinta, una periodización del proceso de conformación del servicio ferroviario argentino.
En la historia de este servicio se pueden diferenciar tres grandes períodos 3. Durante el primer
período, que va desde 1857 a 1945, se produjo la total configuración de la red ferroviaria,
como parte esencial en los procesos de expansión y organización territorial argentino. En este
período la infraestructura fue construida y gerenciada por capitales y empresas británicas y
francesas, y por capitales y empresas estatales. En este extenso período se pueden reconocer,
asimismo, cuatro sub-períodos: 1) los inicios del servicio, entre 1857 y 1886, donde la red
creció con cierta lentitud, expandiéndose fundamentalmente por la región pampeana, aunque
ya en este período se había establecido la conexión con Tucumán; 2) período de la gran
expansión, el boom o fiebre del ferrocarril, desde 1886 hasta 1914, donde la red se extendió a
casi todo el territorio nacional, conectando a todas las capitales provinciales y a varios
Territorios Nacionales con la Capital Federal, y donde el Estado empresario fue tomando
forma; 3) período de consolidación del sistema, de 1914 a 1934, cuando se detiene la
expansión de las redes troncales, aunque aumenta sensiblemente la densidad de vías en
servicio, a la vez que comienza la expansión de la red vial que competirá desde entonces con
el modo ferroviario; 4) período de decadencia, desde 1934 hasta 1945, con una importante
descapitalización del sistema por falta de mantenimiento.

1
Véase, por ejemplo, Bazán 1984; Rutledge 1987; Girbal 1991; Manzanal 2002.
2
Véase, por ejemplo, Karasik 1984; Bratosevich 1992:135; Reboratti 1994:75-76; Echenique 1995:81-83.
3
Esta periodización fue elaborada en Benedetti 2000.

— 414 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

El segundo período está marcado por la intervención directa del Estado en la economía, el
Estado empresario, mediante la creación de empresas públicas, en el marco del desarrollo de
una política nacionalista. En ese contexto se produjo la nacionalización del sistema
ferroviario. Se pueden diferenciar tres sub-períodos: 1) período de conservación de la red
heredada, entre 1945 y 1958. El Estado nacional adquiere de las compañías británicas y
francesas la infraestructura ferroviaria y desde entonces se establecen tarifas altamente
subsidiadas, con un sentido social; 2) período de gran retracción de la red férrea, que abarca
las décadas de 1960 y 1970, donde se ensayaron diferentes políticas de racionalización del
servicio, lo que llevó a la clausura y levantamiento de numerosos tramos, ramales y
estaciones; 3) período de abandono de la red de ferrocarril, durante la década de 1980,
abonando la opinión de que era necesaria su privatización.
El tercer período, finalmente, está marcado por el proceso de privatización por concesión y
nueva racionalización, donde se transfiere a grandes empresas nacionales y transnacionales la
operación del sistema, conservando el Estado la propiedad de la infraestructura y del parque
rodante. Esto ocurrió en la década de 1990.
La historia del Huaytiquina se engarza con varios de los sub-períodos considerados
precedentemente (ver Cuadro 6.3). Los inicios de este ferrocarril, cuando era sólo una idea, se
producen en el contexto de la gran expansión posterior a 1886, donde el Estado nacional
impulsaba la construcción de nuevos ramales en las regiones extra-pampeanas. En ese
contexto comienzan a formularse los primeros proyectos de construcción de un ramal que
saliera desde la ciudad de Salta y se dirigiera hacia las tierras altas, por la Quebrada del Toro,
en la provincia de Salta, aunque originalmente para avanzar hacia Bolivia. Ese ferrocarril,
finalmente, fue trazado por la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy. También por
entonces comenzó a proyectarse un ferrocarril que uniera a Salta con Antofagasta, en Chile,
pero por diferentes razones se vio postergado por algún tiempo.
La inauguración del tramo Salta-San Antonio de los Cobres, después de dos décadas de
proyectos, debates y obras inconclusas, se produjo durante el período de consolidación del
servicio ferroviario, como consecuencia de la política impulsada por los gobiernos radicales,
especialmente el primero de Hipólito Yrigoyen. Esta política buscaba revertir los
desequilibrios regionales que favorecían a la región pampeana. Este tramo se completó en
1930 y luego se paralizó por algunos años.
La reanudación de las tareas coincide con el período de decadencia experimentado por el
servicio ferroviario argentino que se inició a mediados de la década de 1930. Con gran
lentitud, finalmente, las obras culminan cuando los ferrocarriles ya habían sido
nacionalizados, bajo el gobierno de Juan Perón, y el automóvil comenzaba a desplazar a la
locomotora como modo de transporte. Como epílogo, puede indicarse que el Huaytiquina se
mantuvo en funcionamiento hasta el inicio del gobierno de Carlos Menem y que fue bajo esa
gestión que se procedió a su privatización y conversión en un atractivo y excluyente tren para
el turismo internacional.
En sus orígenes, para entender el sentido o alguna de las justificaciones por las cuales desde
Salta se impulsaba la construcción de este ferrocarril, debe tenerse en cuenta la estructura
económica de Salta de principios del siglo XX. Como ya se analizó en el capítulo segundo,
desde la posguerra del Pacífico, comerciantes de la provincia de Salta se dedicaron a abastecer
al gran mercado de consumo del Desierto de Atacama, proveyendo animales en pie. Las
argumentaciones sobre la necesidad de este ferrocarril giraban en torno a la necesidad de
sacar a la provincia del aislamiento y mejorar la conexión con el Pacífico. La prolongación
del Trasandino del Norte, además, permitiría colocar a Salta y su área de influencia, en la
situación de gran puerto seco del norte, ya que hacia allí confluirían tres ferrocarriles
internacionales. Además del ferrocarril a Bolivia, obra tardíamente completada en 1924,
avanzaba otro emprendimiento. Se trata del ferrocarril al oriente boliviano, que conectaría a
— 415 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Santa Cruz de la Sierra con el norte argentino. El tramo a Ledesma y Orán ya tenía una gran
importancia en el desarrollo de la economía azucarera, pero también para el comercio
ganadero (ver Mapa 2.5).
Al mismo tiempo, las ideas sobre este ferrocarril se articulaban con el discurso sobre
―fomento del Territorio de Los Andes‖. Este factor, con seguridad, fue comparativamente
menos decisivo. Buena parte de la literatura de viajeros al Territorio de Los Andes coincidía
en señalar la falta de transporte, y en particular el transporte ferroviario, como la principal
causa del atraso en el que se encontraba Los Andes, aunque por supuesto, después del clima y
la altitud.

Cuadro 6.3. Ferrocarril Central Norte/Ferrocarril General Belgrano. 1857-1958.


Fechas de inauguración de algunos ramales en el norte del país, según períodos.
PERÍODOS
1857 1886 1914 1934 1945
RAMAL ORIGEN DESTINO
1886 1914 1934 1945 1958
C Tucumán Juramento • - - - -
C Juramento Güemes - • - - -
C Güemes Jujuy - • - - -
C Jujuy La Quiaca - • - - -
C 12 Metán El Tunal - - • - -
C 12 El Tunal El Quebrachal - - • - -
C 12 El Quebrachal Avia Terai - - • - -
C 13 Güemes Salta - • - - -
C 13 Salta Cerrillos - • - - -
C 13 Cerrillos Talapampa - • - - -
C 13 Talapampa Alemania - - • - -
C 14 Cerrillos Rosario de Lerma - • - - -
C 14 Rosario de Lerma Gobernador Solá - - • - -
C 14 Gobernador Solá Puerta de Tastil - - • - -
C 14 Puerta de Tastil S. A. de los Cobres - - • - -
C 14 S. A. de los Cobres La Polvorilla - - • - -
C 14 La Polvorilla Olacapato - - - • -
C 14 Olacapato Taca Taca - - - • -
C 14 Taca Taca Socompa - - - - •
C 15 Perico Ledesma - • - - -
C 15 Ledesma Yuto - • - - -
C 15 Yuto Embarcación - • - - -
C 15 Embarcación Tartagal - - • - -
C 15 Tartagal Tobantirena - - • - -
C 15 Tobantirena Pocitos - - - • -
C 16 Pichanal Orán - - • - -
C 18 Joaquín V. González Pichanal - - - • -
C 25 Formosa Pirané - • - - -
C 25 Pirané Las Lomitas - - • - -
C 25 Las Lomitas Embarcación - - • - -
Fuente: elaboración propia, con información recopilada en Costello 1996 y 2003;
basada en Memoria MOP, Memoria 1942-1943.

— 416 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Los primeros esbozos de una conexión Antofagasta-Salta


La primera iniciativa de un trazado ferroviario que uniera a las provincias del norte argentino
con los puertos del Pacífico en el norte chileno había sido formulada en 1888. Se trataba de un
ferrocarril entre Antofagasta y Salta. Los estudios estuvieron a cargo del Ferrocarril
Antofagasta Bolivia (FCAB) que por entonces tenía una gran ingerencia en la estructuración
de la red ferrovial en el Desierto de Atacama, en su conexión con Bolivia. La raíz de ese
interés tenía que ver con el gran crecimiento de la explotación del salitre y el concomitante
crecimiento de la demanda de alimentos para la población que migraba hacia esa región. El
norte argentino podía convertirse, y en parte ya lo era, en el gran almacén del desierto.
En esa ocasión, la empresa FCAB encargó estudios al ingeniero de origen argelino Abel El
Khader. El trazado propuesto por el mismo seguiría la siguiente ruta: Antofagasta, Caracoles,
San Pedro de Atacama, Huaytiquina, Chorrillos, El Moreno, Rosario de Lerma, Cerrillos,
Salta. Las mayores dificultades se encontraban en Huaytiquina con 4.275 msnm y en
Chorrillos, con 4.800 msnm. La distancia a recorrer sería de 754 kilómetros1.
Además de este, durante la segunda mitad del siglo XIX se habían barajado otras alternativas
de conexión entre lo que por entonces era el norte chileno, Caldera o Copiapó, y las que hoy
son provincias del noroeste, como Salta y Catamarca, en virtud de las importantes conexiones
comerciales que existían2.
Otro estudio, anticipador, estuvo a cargo del ingeniero José Rauch, realizado entre 1895 y
1897, en virtud de un tratado celebrado entre Argentina y Bolivia en 1894, para construir un
ferrocarril internacional entre ambos países. Se proyectaron dos trazados: por la Quebrada de
Humahuaca y por la Quebrada del Toro. Los representantes salteños ante el Congreso
Nacional apoyaban la segunda opción. El ferrocarril ascendería desde Rosario de Lerma por
la Quebrada del Toro hasta El Moreno y luego seguiría hacia el norte, para alcanzar el paraje
de Abra Pampa y de ahí hasta La Quiaca. El primero de los trazados, alentado por los
representantes jujeños, partiría desde San Salvador de Jujuy y ascendería por la Quebrada de
Humahuaca hasta alcanzar Abra Pampa y luego La Quiaca3. Finalmente, en el Congreso de la
Nación se decidió, mediante una ley, la concreción de la segunda opción. De la línea por la
Quebrada del Toro se aprobó la realización del tramo Salta-Cerrillos-Río Blanco, pero las
obras sólo llegaron, en 1909, hasta Rosario de Lerma4.
Fue a principios del siglo XX cuando la idea de construir una unión ferroviaria entre Salta y el
Pacífico, a través de la cordillera, empieza a tomar fuerza en el ámbito salteño. Esa idea había
sido formulada y difundida por el ingeniero salteño Manuel Solá desde fines del siglo XIX.
En 1905 publicó un artículo en el Boletín del Ministerio de Agricultura sobre el tema. Según
Solá la justificación para realizar esa obra era, básicamente, la posición relativa que las
provincias del norte tenían con respecto a las cuencas del Pacífico y del Atlántico:
“ más cercanas al Pacífico que al Atlántico, señala como sus puertos naturales los de la
costa occidental: Antofagasta o Mejillones” 5

1
Thomson y Angerstein 2000:239-244.
2
Guillén 1948:48; Cf. Puelma Tupper 1888, donde se presenta un proyecto al Congreso de la Nación para
construir un ferrocarril entre Copiapó, en Chile, y las puntas de rieles por entonces existentes en San Juan, La
Rioja y Catamarca (Puelma Tupper 1888:3).
3
Ministerio de Obras Públicas 1901, mapa entre páginas 130 y 131.
4
Costello 1996.
5
Solá 1905:25.

— 417 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Antofagasta y Mejillones, próximo uno del otro, fueron los dos puertos que se promovieron
desde Salta como terminal para el ramal en cuestión. Este ferrocarril, según la opinión de
Solá, permitiría balancear el desequilibrio provocado por el Ferrocarril Central Norte
Argentino. Según sus cálculos, la carga despachada en Salta debía recorrer 1.276 kilómetros
hasta alcanzar el puerto de Rosario de Santa Fe, o 1.560 kilómetros en el caso del puerto de
Buenos Aires. De Salta a Mejillones, en cambio, la distancia a recorrer sería de 665
kilómetros.
Los sectores comerciantes de Salta, muy interesados en este proyecto, no hacían más que
procurar recuperar la histórica función de esta ciudad como puerto seco en el sudeste de la
región circumpuneña1. En 1905 estaba en plena ejecución el ferrocarril a Bolivia por La
Quiaca y el ferrocarril al oriente Boliviano ya llegaba a Ledesma 2. Así, el eje Perico-Güemes-
Salta pronto se transformaría en un nudo para los tres ferrocarriles internacionales.
Más allá de todas estas conjeturas, lo cierto es que con la Ley 4.693 del 25 de septiembre de
1905, el Congreso de la Nación autorizaba al Poder Ejecutivo Nacional (en adelante PEN) a
practicar estudios de una línea de ferrocarril trasandina en el norte del país. El proyecto fue
presentado por los Senadores salteños Francisco Uriburu y Antonio Díaz. La misma partiría
del Valle de Lerma y terminaría en el paso cordillerano de Huaytiquina, que era el más
utilizado para el trasporte de arreos, u otro que se determinase como mejor. En el artículo
segundo se disponía que fueran aprovechados los estudios que se habían realizado para la
construcción de la línea a Bolivia.
El 8 de julio de 1907 Miguel Tedín, Ministro de Obras Públicas durante la gestión de
Figueroa Alcorta, remitió un mensaje al Congreso de la Nación donde se afirmaba que los
estudios se habían iniciado ese mismo año y que en julio de 1907 todavía se encontraban en la
etapa de laboratorio. Además, anticipaba que la línea tendría, en la parte argentina, 369
kilómetros de extensión, y que recorrería la Quebrada del Toro.
La comisión creada para estudiar el trazado del ferrocarril a Chile, según lo que disponía la
Ley 4.693, estuvo a cargo del ingeniero Jorge Cassafousth. Esta comisión propuso dos
opciones que se aproximaban al proyecto de Rauch, presentado una década atrás. Ambos
ascendían por la Quebrada del Toro, hasta el paraje Lagunillas. Desde allí se encontraban las
dos opciones. La primera se aproximaba a El Moreno, provincia de Jujuy, y desde allí hacia
Huaytiquina. Este trazado tenía pendientes de 5,5% y una longitud de 379 kilómetros. La
segunda variante, por Abra de Palomar, tenía una pendiente de 8,4% y una longitud de 285
Km. En ambos casos era necesaria la utilización de cremallera3.
En el informe del 8 de julio de 1907 antes mencionado, Miguel Tedín también informaba
acerca de una solicitud hecha por Emilio A. Carrasco, empresario que procedía de Chile y
representaba a un grupo de industriales de aquél país. El ingeniero Carrasco solicitaba que se
le concediera la realización de dicha obra. El PEN consideró ventajosa su propuesta, razón
por la cual envió un proyecto de ley al Congreso. Unos meses antes, Carrasco había obtenido,
por traspaso, una concesión en Chile, por lo que también sería el responsable de la
construcción del tramo chileno4. Allí el punto de partida sería el puerto de Antofagasta y el
paso fronterizo elegido seguía siendo el de Huaytiquina.
El proyecto pasó a la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados, integrada por
Emilio Mitre, Méndez Casariego y Francisco Seguí, entre otros. Esta comisión remitió un

1
Como se sugiere en Solá 1906.
2
Sobre este ferrocarril ver Costello 2003.
3
Sin Autor 1948:91.
4
Guillén 1948:49.

— 418 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

nuevo proyecto, donde se señalaba que la trocha debía ser de un metro, compatible con la red
del Ferrocarril Central Norte, y que el plazo para que se termine la construcción y se libere al
público era de cuatro años. En este proyecto también se preveía la regulación impositiva ante
la posibilidad de extracción de minerales por parte de la empresa ferroviaria. Con ese
impuesto, el Estado recuperaría la prima que se comprometía entregar al concesionario,
considerable para lo que normalmente se ofrecía por este concepto1.
El 29 de mayo de 1907 había ingresado a la Cámara de Diputados un proyecto de ley
subscripto por Aniceto Latorre, Ignacio Ortiz, Abraham Cornejo, Santiago Fleming, Javier
Castro, Pedro Méndez, Julio Terán y Pedro Huidobro, por el cual se disponía autorizar al PEN
a contratar con una empresa particular la construcción de un ferrocarril de trocha angosta,
entre el Valle de Lerma y la costa del Pacífico. Finalmente, mediante la Ley 5.141 del 30 de
septiembre de 1907 la concesión fue otorgada al ingeniero Emilio Carrasco.
Al parecer, este proyecto despertaba interés a ambos lados de la cordillera. En un artículo
publicado en el diario ―El Heraldo‖ de Santiago de Chile, el 21 de enero de 1907, se hacía
referencia a estudios para construir un…
“ … ferrocarril trasandino que puede unir el puerto de M ejillones con la ciudad argentina
de Salta, pasando por San Pedro de Atacama” 2
La ventaja que ofrecía este trazado, según se propone en el artículo referido, era que
prácticamente en ningún momento del año se cortaría el tránsito, por las escasas nevadas que
se producen en ese sector de la cordillera. La longitud de la línea férrea fue calculada en 745,5
kilómetros. En este caso, se vislumbraba el interés de los comerciantes del norte chileno:
construir un hinterland en torno a los puertos del Pacífico, como Antofagasta o Mejillones,
que abarcara las provincias del noroeste argentino y sur boliviano.
“ La construcción de esta vía internacional… [beneficiará a] seis grandes provincias
argentinas, una boliviana y dos chilenas, que por sí solas formarían un gran Estado” 3
Por entonces el norte chileno se había transformado en un mercado consumidor de grandes
proporciones, para el cual Salta ofrecía algunas ventajas: se encontraba relativamente cerca,
existían personas con excelentes conocimientos de las rutas que se debían atravesar, producía
parte de lo que se necesitaba en las oficinas salitreras. En 1906 Arturo S. Torino había
publicado un artículo en ―El Diario‖, de Buenos Aires, donde presentaba un listado de todos
los productos que Salta podría colocar en aquellas plazas, siempre y cuando contara con un
medio de transporte como el ferrocarril: Harina, que por entonces era introducida desde
California; Azúcar, que provenían del sur del Perú; carne, que en gran medida era provista por
Salta, pero dado que los animales debían trasladarse a pie, perdían peso y por lo tanto se
deterioraba su calidad; maderas, que procedía del sur de Chile y de California; tejidos;
alimentos, procedentes tanto del sur de Chile como del Perú4. De esta manera Torino, quien
después fuera gobernador de Salta, y sus contemporáneos, aspiraban a que esa provincia se
convirtiera en la ―despensa del norte chileno‖.
“ El ferrocarril proyectado tendrá una grandísima importancia para el norte de la
República. La población de toda la costa chilena tiene alrededor de cien mil operarios que

1
Guillén 1948:49-50.
2
Este artículo como otros que se mencionarán a continuación fueron reunidos en una publicación en 1907.
Firmado P. Z, estos artículos se reunieron con el objetivo de formar un corpus documental para justificar la
realización del proyecto, que por entonces se estaba discutiendo en el Congreso de la Nación (P. Z. 1907).
3
El Heraldo, Santiago de Chile, 21 de enero de 1907.
4
A turo T orino ―F erro carril d e S alta é A nto fagasta‖, N o ta p u b licad a p o r: ―E l D iario ‖, B ueno s A ires, 3 0 d e julio
de 1906, en: P. Z.1907:12-17.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

trabajan en las minas. Este territorio es absolutamente estéril. Sería, pues, de gran
beneficio para las provincias del norte el convertirse en la despensa obligada de aquél,
proveyéndolo de carne, harina, alcoholes, cereales y frutas” 1
Aniceto Latorre, uno de los diputados salteños que dio impulso en el ámbito parlamentario a
este proyecto, afirmaba:
“ La línea del Lerma al Pacífico, por Huaytiquina, hará del Norte de nuestra república, un
emporio de abundancia y prosperidad que habilitará a los pueblos de [las provincias de
Jujuy, Salta y C atam arca] para hacer verdadero el gobierno autónom o…
“ … el porvenir del norte de nuestra república, está en su comunicación rápida con el
Pacífico” 2
Una vez obtenida la concesión, la empresa constructora de Carrasco inició algunas obras
menores e inmediatamente emprendió nuevos estudios. Por esto se demoró el inicio de la
construcción. El 30 de septiembre de 1910 el Congreso de la Nación sancionó la Ley 7.502
otorgándole una prórroga de un año para dar comienzo a las obras y tres años para
terminarlas. Ese año se realizaron otras obras menores que pronto se detuvieron ante las
dificultades que se fueron encontrando. Fue entonces cuando Carrasco inició negociaciones
con la compañía francesa ―Régie Générale des Chemise de Fer et Travaux Publics‖. Los
ingenieros de esta compañía en 1913 llegaron a la conclusión que esta vía sólo sería
comercialmente explotable si mantenía una pendiente no superior a 2,5% y si los radios de las
curvas no fueran menores a los 120 metros. El ferrocarril tendría el siguiente trazado:
Cerrillos-Puerta de Tastil-Chorrillos-Tocomar-Huaytiquina.
Para lograr una pendiente no superior a 2,5% se necesitaba construir más túneles y puentes
metálicos de los que se había proyectado originalmente. Ante estas dificultades, por los costos
que suponía, la obra no se iniciaba3. Carrasco enfrentaba serias dificultades financieras para
encararla, razón por la cual solicitó al gobierno argentino apoyo financiero. Esto le fue
concedido por el Congreso, mediante la Ley 8.852 del 30 de enero de 1912, que autorizaba al
PEN a emitir acciones. Así, el Estado argentino se asociaba a la empresa como un accionista
ordinario, por una suma equivalente a dos millones de pesos oro. Pero este apoyo no fue
suficiente. Carrasco gestionó sin éxito capitales en Europa. El gobierno de Chile, inclusive,
finalmente no le otorgó la concesión de la línea hasta Antofagasta. Todo termina con un
decreto del 27 de abril de 1914, donde el PEN acordó la caducidad de la concesión que se le
había otorgado a Carrasco4. Con esto fracasaba el proyecto del ferrocarril Antofagasta-Salta.
En 1909 las vías, que partían desde Salta, habían llegaron hasta Rosario de Lerma y ahí
permanecieron por más de una década. El proyecto Huaytiquina quedó momentáneamente
trunco.
En 1914 el gobernador Brígido Zavaleta hizo la presentación de un proyecto de construcción
de un ferrocarril a la Dirección General de Territorios Nacionales. Según Zavaleta, se debería
construir un ferrocarril que partiera desde Abra Pampa, estación ya existente en la Puna
jujeña, al norte del Territorio de Los Andes, que se dirigiera hacia San Antonio de los Cobres
y desde allí hacia Chile por Huaytiquina. Este proyecto, inédito, se transcribe a continuación.
Sobre esta propuesta no hubo ninguna noticia posterior.

1
Mensaje de Uriburu del 25 de julio de 1905, Tomo I, página 399.
2
Diputado Aniceto Latorre, Discurso en el Congreso de la Nación, en: P. Z. 1907:47.
3
Sin Autor 1948:91-92.
4
Belzoni 1945:212.

— 420 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ Esta mi comunicación obedece al interés que tiene este Gobierno en conocer como lo
espera, la acogida que el superior Gobierno pudiera haber dado a mi proyecto, a fin de
suministrarle en su caso, los datos que me fueren solicitado, si estuviese en la mente del
Gobierno los estudios necesario, además, solicito de V.S. su valioso contingente y su
entusiasmo para la realización de la obra.
L a obra… es de una trascendencia inapreciable por los ben eficios que de ella recibirá la
Nación.
...ninguna otra obra habrá beneficiado más a la Nación que esta que se proyecta. En efecto,
si lo estudiamos bajo el punto de vista comercial tenemos:
Que se trata de un trabajo barato porque no tiene ninguna obra de arte y porque su extensión
no llegará a doscientos km.
Que la línea atravesará una gran porción de campos fiscales apropiados para el cultivo de la
agricultura, una extensa región con yacimientos de borato, sal común y minerales de cobre.
Que su prolongación al puerto de Antofagasta, pasando por Huaitiquina, sería sencillísima y
sin grandes obstáculos materiales, beneficiando a las provincias de Salta, Jujuy, este
territorio, por el intercambio comercial que se establecería con la República de Chile
Que la población del Territorio aumentaría considerablemente, porque la industria minera
abriría un gran horizonte a la actividad humana y facilitaría el desarrollo de la industria más
real y positiva que el país tendrá en el futuro.
Porque con una estación de ferrocarril en San Antonio de los Cobres se podría estableces un
sanatorio en esta capital, para tuberculosis donde con toda seguridad el paciente encontraría
su curación, siempre que no estuviera afectado al corazón.
Este último punto, señor Director, creo que el Gobierno no debe perderlo de vista, pues
entiendo que, cuando se trata de salvar la vida de un hombre, la nación no debe omitir
sacrificios.
El quinto punto de esta comunicación, lo he dejado deliberadamente para el último, por lo
mismo que lo considero el principal.
La experiencia de seis años en el gobierno de este Territorio y las investigaciones personales
que he verificado, me han llevado al conocimiento de que la tuberculosis no tiene campo
propicio para su desarrollo en este región. Tres casos de personas que vinieron atacadas de
este terrible mal y que sanaron, radicalmente...
...son más que suficientes motivos para asegurar que el microbio de la tuberculosis no tiene
aquí ambiente propicio para su desarrollo.
Por lo expuesto verá V.S. la gran trascendencia de la obra de que me ocupo, con lo cual se
habrá contribuido no solo al desarrollo comercial del territorio de os andes, sino a lo que es
más, a salvar muchas vidas que a la nación interesa conservar para que, con sus actividades,
contribuyan al engrandecimiento general del país.
...sería de todo punto interesante, que el Departamento Nacional de Higiene, enviara a esta
Capital un médico para que hiciera las investigaciones del caso.

AGN, SH III - CE, libro copiador 8, 30 de junio de 1914 a 12 de mayo de 1915, Folio 468 a 471, fechado en San
Antonio de los Cobres, el 11 de febrero de 1915, carta enviada por Brígido Zavaleta a la Dirección General de
Territorios Nacionales, en Buenos Aires.

El Huaytiquina en el proyecto yrigoyenista


La Ley 11.106 de 1919 creó la ―Compañía de Ferrocarriles Nacionales‖, donde se
enumeraban las diversas líneas que esta compañía debía construir. Entre ellas se encontraba la

— 421 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

línea Valle de Lerma a Huaytiquina, de conformidad con las disposiciones de las Leyes 4.693
y 5.141. Finalmente, por razones que no vienen al caso, esta ley fue vetada por el PEN.
En el mensaje presidencial al Congreso del 3 de marzo de 1920, Yrigoyen instaba a los
miembros de ambas Cámaras a tratar el tema de la construcción del Ferrocarril Huaytiquina a
la mayor brevedad posible1. Ante la oposición del Congreso para aprobar la iniciación de esta
obra, Yrigoyen firmó un decreto, el 12 de marzo de 1921, por el que se autorizaba a la
Administración de los Ferrocarriles del Estado a invertir en la construcción de la sección
Rosario de Lerma a El Gólgota. La Contaduría de la Nación observó ese decreto, frente a lo
cual Yrigoyen volvió a firmar un nuevo decreto, en acuerdo de ministros, el 14 de julio 1921.
Mientras tanto, las cancillerías de la Argentina y Chile habían entablado negociaciones en
materia ferroviaria que dieron como resultado, el 25 de abril de 1922, al Protocolo Barros
Jarpa-Noel, conocido también como Convenio de los Trasandinos2. Firmado por Ernesto
Barros Jarpa, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, y por Carlos Noel, Ministro
Plenipotenciario de Argentina en Chile, este convenio tenía como objetivo establecer algunas
indicaciones sobre las tarifas internacionales entre ambos países3. A la vez, se proyectaba la
construcción de dos nuevos ferrocarriles trasandinos, al sur y al norte del ya existente entre
Mendoza y Santiago: el trasandino de Zapala a Lonquimay y el trasandino de Antofagasta a
Salta4. Pero este convenio se frustró por la negativa del Senado Argentino5. El segundo, con
más de 20 años de demora se concretó, mientras que el primero nunca lo hizo, y todavía en la
actualidad es materia de análisis en las relaciones binacionales. Además, el Tratado no fue
ratificado por los Congresos respectivos.
Con el inicio de las obras, confirmado por un decreto del 14 de marzo de 1921, se realizaron
nuevos estudios a partir de los cuales se determinó aceptar las recomendaciones dadas por la
compañía francesa que eran, básicamente, adoptar la pendiente determinante de 2,5% y
construir curvas que tuvieran un radio mínimo de 120 metros. La comisión técnica del caso
decidió optar por un trazado que evitara el rodeo por El Moreno. Estas exigencias obligaban a
proyectar ―retrocesos‖ y nuevos puentes y túneles, desarrollos en rulo y en forma de ―S‖ 6. De
esta forma, además, se garantizaba que el ferrocarril atravesara la capital del Territorio de Los
Andes.
Al frente de las obras, del lado argentino, fue contratado el Ingeniero Richard Fontaine
Maury, quien debió resolver técnicamente las exigencias que la empresa estatal de ferrocarril
le impuso, de forma tal de evitar el uso de cremalleras, como ocurría en el tramo de la
Quebrada de Humahuaca. Además, se debían usar materiales resistentes y el trazado debía
contemplar la obtención de fuentes de agua para las locomotoras a vapor que se pensaba
utilizar. Estas y otras medidas, estaban orientadas a reducir los futuros costos operativos7.
Junto a los cambios en el trazado del tramo Rosario de Lerma-San Antonio de los Cobres, se
introdujo otro cambio importante. En lugar de atravesar la cordillera por el paso internacional
de Huaytiquina, se determinó que el ferrocarril debía pasar por el de Socompa. Este cambio
surgió a partir de la iniciativa de la Comisión Técnica chilena, a cargo del ingeniero Gabriel
Quirós, que recorrió el trayecto San Pedro de Atacama a Huaytiquina, y determinó que este

1
Figari 1987.
2
www.mrecic.gov.ar/politica/tratados/chile1.htm.
3
Figari 1987.
4
Thomson 1997.
5
Bandieri 1998.
6
Figari 1987.
7
Costello 1996:30.

— 422 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

tramo ofrecía importantes dificultades. Por esa razón propuso desplazarlo hacia el sur, entre
Augusta Victoria y Socompa. La comisión técnica argentina, encabezada por el Ingeniero
Maury, hizo lo propio del lado argentino, llegando a la conclusión de que este cambio en el
trazado era conveniente, entre otras razones, porque el paso de Socompa era más bajo que el
de Huaytiquina. Este último con frecuencia se obstruía por la nieve. Además, porque con el
nuevo trazado el ferrocarril atravesaría las zonas más ricas desde el punto de vista de la
explotación de boratos en el Territorio de Los Andes.
Desde entonces el ―ferrocarril por Huaytiquina‖ se transformó en el ―ferrocarril por
Socompa‖, aunque recién en 1929 se decidió definitivamente ese cambio 1. Igualmente, se lo
siguió conociendo por el primero de los topónimos.
En términos de ventajas y desventajas, el nuevo trazado significaba una reducción de las obras
requeridas en la sección chilena y un incremento en la sección argentina. El nuevo trazado
beneficiaba principalmente a Chile. Si bien reducía en aproximadamente 80 kilómetros la
distancia entre los extremos Salta y Antofagasta, se extendía en la parte argentina. En la
sección chilena, en comparación con el trazado original, se pasaba de 486 a 331 kilómetros de
vías y se evitaban altitudes de 4650 en las proximidades del paso de Huaytiquina, frente a los
3900 del paso de Socompa2.
La primera etapa de la construcción quedó terminada hacia fines de 1923 e inicios de 1924.
Hasta 1928 las obras del ferrocarril prácticamente se paralizaron. A través de la Memoria del
Ministerio del Interior, el gobernador Luis Diez reclamara por el avance de las obras:
“ L a naturaleza del suelo… dem anda, reclam a, exige perentoriam ente, en interés de toda la
Nación y en el del progreso de este Territorio, la prosecución del F. C. al Norte de Chile,
tanto más cuanto que parece imposible se abandonen definitivamente los trabajos ya
realizados, frente a los cuales es insignificante lo que falta por hacer” 3.

Intereses salteños vs. intereses antofagastinos


Si bien existían intereses argentinos y chilenos comprometidos con esta obra de
infraestructura, en las negociaciones se puede advertir una mayor voluntad por avanzar con
las obras del lado argentino. El primer proyecto fue formulado desde Chile. Sin embargo en
ese país era importante la oposición que ofrecieron algunos sectores que se veían
perjudicados, especialmente los agrícolas y ganaderos del sur, ya que la apertura de ese
corredor significaba facilitar la competencia de los comerciantes y productores salteños en el
norte de aquél país. Esta resistencia comenzó a disminuir a mediados de la década de 1920,
cuando la economía basada en la explotación salitrera mostró los primeros signos de
debilitamiento. De esta forma el ―Norte Grande‖ dejó de ser un mercado de gran interés para
los productores del centro y sur. De esa coyuntura, comienzan a surgir propuestas formuladas
por comerciantes e industriales de Antofagasta e Iquique de construir ferrocarriles hacia
Argentina y Bolivia, en vistas de las limitaciones que se veían en un futuro próximo a la
explotación salitrera. De todas formas sólo se concretó, aunque con una gran demora, el
Trasandino del Norte4.
En Salta el inicio de las obras del Huaytiquina se vivió con gran entusiasmo. En febrero de
1921 aparecieron en los diarios de esa ciudad los primeros avisos solicitando operarios para

1
Sin Autor 1948:93.
2
Guillén 1948:49.
3
MI, Memoria de 1925-1926:305.
4
Castro 2001.

— 423 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

las empresas constructoras, y ese mismo mes comenzaron los trabajos en Rosario de Lerma1.
Por entonces se acuño la frase ―Huaytiquina paga‖, por el importante flujo de dinero que
requirió la realización de esta costosa obra2:
“ Es difícil ahora dar una idea de la enorme convulsión provocada en la ciudad de Salta
por la iniciación del ferrocarril a Chile, llamado entonces Huaytiquina. El pueblo
tranquilo y tradicional se convirtió en un foco que atraía a todos los aventureros del país.
Corría la voz que los contratistas se hacían millonarios con los grandes contratos de
movimiento de tierra” 3
Por entonces, además, en Salta se creó la ―Comité de Salta Pro-Ferrocarril al Pacífico por
Huaytiquina‖, cuyo primer presidente fue Luis de los Ríos4. Esta comisión expresaba tanto el
interés del gobierno provincial como de diferentes grupos influyentes dentro de la sociedad
salteña.
Esta asociación de intereses pro-construcción de una ―salida al Pacífico‖ desplegó una serie
de acciones en Salta, Buenos Aires y Antofagasta, promocionando la construcción del
ferrocarril. Entre otras actividades, este comité organizó un raid a Antofagasta. Esta caravana
partió de Salta el 8 de diciembre de 1920, formada por siete vehículos. El camino siguió por
Rosario de Lerma y luego por la Quebrada del Toro hasta el Abra de Chorrillos, ya en el
Territorio de Los Andes. Los siguientes lugares fueron Olacapato, Catúa y Huaytiquina, en el
límite. Después de diferentes dificultades, la comitiva llegó a San Pedro de Atacama el 24 de
diciembre y el 30 a Antofagasta, el destino final. Para el viaje de ida emplearon 22 días y para
el de regreso 11. Un relato sobre esta experiencia fue publicado por Juan Carlos Dávalos,
quien participara de la caravana. En ese artículo no hace otra cosa que describir la ―proeza‖
que significó atravesar la región, con una infraestructura que no estaba preparada para la
circulación de vehículos automotores5.

Un ferrocarril para San Antonio de los Cobres


Después del impulso inicial, gracias al cual se construyó el primer tramo, entre Rosario de
Lerma y Tastil, los trabajos se detuvieron en 1924, y hasta 1928 estuvieron casi totalmente
paralizadas6.
Fue durante la segunda presidencia de Yrigoyen cuando las obras tuvieron un nuevo impulso.
El 25 de marzo de 1929 el PEN decretó su prosecución, destinando para tal fin veinte
millones de pesos en cuotas mensuales de un millón. Con la nueva inversión, el riel pronto
alcanzó al pueblo de San Antonio de los Cobres. En julio de 1929 se terminó el enrielado e

1
Costello 1996:28.
2
Crisorio 1983:85.
3
Hume 1985:67.
4
Salta, 24 de septiembre de 1923. LEY Nº 1102 (Original Nº 1240) Autorizando al P. Ejecutivo para cancelar en
el Banco Provincial de Salta la deuda que existe como a cargo del Sr. Luis de los Ríos provenientes de un
préstamo por la suma de $ 10.000 que dicho Banco otorgó al Sr. de los Ríos en su carácter de Presidente del
Comité de Salta Pro-Ferrocarril al Pacífico por Huaytiquina Art. 1º.- Autorízase al P. Ejecutivo de la Provincia
para que cancele en el Banco Provincial de Salta la deuda que existe por capital e intereses, como a cargo del Sr.
Luis de los Ríos proveniente de un préstamo por la suma de diez mil pesos que dicho Banco otorgó en el año
1920 al Sr. De los Ríos en su carácter de Presidente del Comité de Salta Pro-Ferrocarril al Pacífico por
Huaytiquina. Art. 2º.- La erogación que motive la presente Ley, se hará de rentas generales con imputación a la
misma. Art. 3º.- Comuníquese, etc. D.S. Isasmendi Promulgada como Ley de la Provincia el 16 de Octubre de
1923.
5
Dávalos 1928. Para más detalles, ver Anexo II.
6
Sin Autor 1948:90.

— 424 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

inmediatamente se libró el servició entre Salta y San Antonio de los Cobres. El Territorio de
Los Andes, a de tres décadas de su creación, finalmente estaba integrado al sistema
ferroviario argentino.
La crisis económica y la política de 1930 fueron un cuello de botella en el avance de la obra.
Con la destitución del presidente Yrigoyen por el gobierno de facto de José Evaristo Uriburu,
las obras de este ferrocarril nuevamente se frenaron. A pesar de ello, en torno al año 1930
ocurrieron tres acontecimientos significativos en la historia de este ferrocarril. En primer
lugar, se señalaba recién, a San Antonio de los Cobres se podía acceder en pocas horas,
poniendo aparentemente un punto en el histórico aislamiento en el que se encontraba hasta
entonces. En segundo lugar, el emblemático ingeniero Maury fue apartado del cargo. En
tercer lugar, finalmente, con la casi total paralización general de las obras, se construyó el
viaducto La Polvorilla. Con una longitud de 224 metros en forma de curva y una altura de 73
metros, esta pasarela fue construida entre los años 1930 y 1932 por la Compañía Industrial
Cosulich Argentina Sociedad Anónima. La misma estuvo a cargo del ingeniero Tillius Daniel
Hannecke1. Este viaducto, puede afirmarse, se transformó en el icono por excelencia de este
ferrocarril, como así también de la construcción paisajística de la ―Puna salteña‖.
Después de esto, la Ley 11.736 del 28 de septiembre de 1933 autorizó al PEN a invertir
cuarenta millones para terminar esta obra, lo que permitió reiniciar lentamente la
construcción. El último documento vinculado a este ferrocarril fue el decreto del 23 de julio
de 1941 que autorizaba a la empresa de ferrocarriles del Estado a invertir 5 cuotas anuales de
6,5 millones de pesos (m/n). De esta forma, en 1941 se reiniciaron las obras, extendiéndose
hasta Olacapato, y en 1946 hasta Taca-Taca. Ya por entonces, el Territorio de Los Andes se
había dividido.
En 1934 el ―Comité Pro-ferrocarril al Pacífico‖, esta vez presidido por David Michel Torino,
había vuelto a la carga. Para ello le envió al Presidente Agustín Justo un petitorio que el
Comité había levantado entre los vecinos de la ciudad de Salta para la prosecución de las
obras. Además elaboraron un ―Memorial‖ sobre las riquezas de la provincia de Salta,
resaltando la necesidad de abrir esta salida al Pacífico a través de Socompa2. Fue recién por
entonces, también, cuando las obras del lado chileno habían tomado impulso. En junio de
1933 se realizaron algunas tareas en Augusta Victoria, estación final de un ramal construido y
administrado por la empresa Ferrocarril Antofagasta a Bolivia. Las obras se fueron realizando
en forma progresiva llegando hasta Monturaqui en 1938. En diciembre de 1947 los rieles
llegaron a Socompa y en febrero de 1948 se unieron a las vías argentinas3. La inauguración
oficial del ferrocarril Salta-Antofagasta o Antofagasta-Salta, según desde donde se lo mire,
tiene dos fechas: 17 de enero de 1948 (para Chile) y 20 de febrero de 1948 (para Argentina)4.
Cuando se iniciaron las obras del lado chileno, el ciclo salitrero había iniciado su fase
terminal. Por entonces, tanto en Antofagasta como en Tarapacá comenzaron a delinearse con
mayor claridad alternativas a la economía centrada exclusivamente en la minería, estimulando
la posibilidad de construir nuevos ferrocarriles hacia Bolivia y el norte de la Argentina. De
esta forma se construiría una red comercial que garantizaría a los puertos de Iquique y
Antofagasta el control de las ciudades mediterráneas del espacio trasandino5. Pero esto excede
excede al período al que se acotó la investigación.

1
Gobierno de Salta, Ministerio de la Producción y el Empleo 1998:20.
2
Ver Comité Pro-ferrocarril al Pacífico 1934.
3
Thomson y Angerstein 2000:241.
4
Guillén 1948:55.
5
Castro 2001.

— 425 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El fin de una “epopeya”


Si bien este proyecto, del lado Argentina, fue inspirado durante los gobiernos conservadores,
iniciado y reiniciado en los de Yrigoyen y vuelto a reiniciar en el de Justo, fue recién durante
la primera presidencia de Perón cuando se libró definitivamente al servicio. La historiografía
sobre el ferrocarril Huaytiquina está asociada a la figura de Yrigoyen, quien suele ser
considerado su ―padre‖ 1. No obstante, para muchos argentinos esta fue una verdadera ―obra
peronista‖. Cuando asumió el gobierno de Juan Domingo Perón, las obras que llevaban
algunos años detenidas y fueron incorporadas al Primer Plan Quinquenal. Como se señalaba
en un folleto de la época:
“ Perón realiza un sueño de Yrigoyen: el ferrocarril Salta-Antofagasta” 2
El 20 de febrero de 1948 se inauguraba el ferrocarril Huaytiquina y en una fotografía de la
época tomada en la Estación Socompa, por ejemplo, se muestra a pobladores de la ―Puna de
Atacama‖ con pancartas con la imagen de Perón Ver imagen 6.1. A la ceremonia asistieron
funcionarios argentinos y chilenos. Por la Argentina se contaba con la presencia del ministro
de Obras Públicas, el General Juan Pistarini, y el Gobernador de Salta, Lucio Cornejo. Por
Chile se encontraba presente el alcalde de Antofagasta, Juan de Dios Carmona3.
Ese año el ferrocarril internacional Huaytiquina pasó a formar parte de la red administrada por
el Estado, en el momento en que se encontraba en plena reorganización, inclusive de su
denominación. Con el Decreto 32.574 del 21 de octubre de 1948 los ramales de trocha
angosta pasaron a recibir la denominación de General Belgrano 4. El ferrocarril Huaytiquina
era, dentro de este bloque, el ramal C 14 (ver Mapa 6.1 y Cuadros 6.4, 6.5 y 6.6).

Imagen 6.1. Estación Socompa, República Argentina. Inauguración


del tramo ferroviario Salta-Socompa, 22 de febrero de 1948.

Fuente: AGN, Archivo fotográfico, Caja 3018, sobre 35.

1
Cf. Tomeo 1972; Figari 1987; Figari y Ledesma 1987.
2
Folleto: Ferrocarril Salta-Antofagasta, 20 de febrero de 1948.
3
Costello 1996:28.
4
Coronell 1996:51.

— 426 —
Mapa 6.1. Ferrocarril Salta-Antofagasta en 1957. Tramo completo (inaugurado en 1948).

Fuente: elaboración propia con información publicada en: Mapa Ferrocarriles Argentinos 1957; Carta Aeronáutica Mundial, hojas varias, año 1959.
— 427 —
Cuadro 6.4. Ferrocarril Huaytiquina. Nómina de Cuadro 6.5. Ferrocarril Huaytiquina. 1907-1948. Avance de las obras. Cuadro 6.6. Ferrocarril Huaytiquina. 1905-1943. Legislación argentina
estaciones habilitadas en 1957. Sector argentino. Comparación Argentina y Chile. vinculada a este proyecto.
Nº ESTACIÓN OBSERVACIONES AVANCE DE LA OBRAS EN AVANCE DE LA FECHA DOCUMENTO ASUNTO
FECHA FECHA
ARGENTINA OBRAS EN CHILE
1 Salta 18 septiembre 1905 Ley 4.693 Manda practicar estudios para construir
2 Km. 1134 1907-1909 Apertura Tramo Cerrillos- - un ferrocarril desde el Valle de Lerma
3 Campo Casero Rosario de Lerma hasta Huaytiquina.
4 General Alvarado Febrero 1921 a Apertura tramo hasta estación -
Ley 4.813 Construcción Cerrillos a Rosario de
5 Río Ancho diciembre 1924 Gobernador Solá.
Lerma.
6 Cerrillo Noviembre de Apertura tramo hasta San -
7 Kilómetro 1156 1927 a julio de Antonio de los Cobres y 30 septiembre 1907 Ley 5.141 Concesión a Carrasco para construir la
8 El Pucará 1929 trabajos menores hasta Abra línea Valle de Lerma-Huaytiquina-
9 Rosario de Lerma de Chorrillos. Antofagasta.
10 Campo Quijano 30 septiembre 1910 Ley 7502 Prórroga de un año a Emilio Carrasco
Agosto de 1929 Construcción viaducto La 8 de junio de Inicio de las obras
11 Virrey Toledo para dar comienzo a las obras y de tres
a diciembre Polvorilla y obras en la 1933 en Augusta
12 El Alisal años para terminarlas.
13 Chorrillos
1935 estación de San Antonio de los Victoria
14 Ing. Maury Cobres 30 enero 1912 Ley 8852 Brindarle apoyo financiero a la empresa
15 Gobernador Solá, M. Antiguamente El Gólgota Enero 1936 a Extensión de los rieles hasta - Carrasco.
16 Puerta Tastil diciembre de Olacapato 27 abril 1914 Decreto Determinó la caducidad de la Ley 5141,
17 Meseta 1941 concesión a Emilio Carrasco.
18 Tacuara Enero 1942 a Extensión de los rieles hasta - 30 septiembre 1920 Ley 11.106 Complementación de la red ferroviaria de
19 Diego de Almagro octubre 1946 Taca Taca trocha angosta Creación de la ―Compañía
20 Incahuasi 20 febrero Inauguración tramo argentino 17 enero 1948 Inauguración de Ferrocarriles Nacionales‖ Terminación
21 Cachiñal 1948 tramo chileno o construcción de la línea: 1° Valle de
22 Muñano
23 Los Patos Fuente: elaboración con información publicada en: Sin Autor 1948; Guillén 1948. Lerma a Huaitiquina (leyes 4693 y 5141).
24 Km. 1326 Fue vetada.
25 San Antonio de los Cobres San Antonio de los Cobres 12 marzo 1921 Decreto Autorizando construir línea a
26 Mina Concordia Estación rural Huaytiquina.
27 Km. 1357 21 marzo 1921 Decreto Se insiste en todas sus partes en lo
28 Km. 1368 Alto de Tocomar dispuesto por el decreto anterior.
29 Olacapato Talleres
30 Km. 1424 Laguna Seca 27 abril 1921 Protocolo Barros Se proyectaba la construcción de los
31 Salar de Pocitos Jarpa-Noel ferrocarriles trasandinos Zapala a
32 Unquillal Lonquimay y Salta a Antofagasta. Queda
33 Km. 1506 sin ratificar.
35 Taca - Taca 26 septiembre 1926 Ley 11.360 Autoriza la construcción de la línea por
34 Tolar Grande Socompa en lugar de Huaytiquina
36 Vega de Arizaro
25 marzo 1929 Decreto Prosecución de las obras, destinando
37 Caipe
veinte millones de pesos en cuotas
38 Chuculaqui
mensuales de un millón.
39 Quebrada del Agua
40 Socompa Paso Internacional 28 septiembre 1933 Ley 11.736 Se autoriza al PEN a invertir cuarenta
Fuente: elaboración propia basada en mapa: Ferrocarriles millones para terminar las obras.
Argentinos 1957. 23 julio 1941 Decreto 96678 Autoriza a la Administración de los
Ferrocarriles del Estado a terminar las
obras.
24 agosto 1943 Convenio Compromiso para avanzar en las obras.
Fernández-Storni Queda sin ratificar.
Fuente: legislación argentina; Sin Autor 1948; Guillén 1948.

— 428 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Una ―fascinante puerta abierta al


progreso‖. El imaginario en torno al
Huaytiquina
En torno al ferrocarril Huaytiquina, a lo largo del siglo XX, se fueron cimentando tres
poderosas imágenes que podrían resumirse así: el Huaytiquina era ―objeto de fascinación‖,
una ―puerta para el progreso‖ de la economía salteña y ―medio civilizador‖ para sacar del
aislamiento al Territorio de Los Andes. Esas imágenes atraviesan los distintos momentos de la
historia de esta obra, desde el contexto en el cual existían ideas difusas sobre su posible
construcción, hasta el contexto actual de constitución del Huaytiquina en un símbolo del
paisaje salteño para el mercado turístico internacional, la del tren que va ―hasta más allá de las
nubes‖. En los siguientes párrafos presentarán y analizarán brevemente estas imágenes.

El ferrocarril como objeto de fascinación


Una imagen recurrente en torno al Huaytiquina es la del ―ferrocarril como objeto de
fascinación‖, recorre a buena parte del siglo XX, por lo menos desde la primera inauguración,
en 1924, hasta la actualidad. En este imaginario, el Huaytiquina es concebido como una ―obra
ciclópea‖, ―heroica‖, como el resultado de la ―lucha del hombre con la naturaleza‖, usando la
―técnica frente a la bravura de la montaña‖. La presentación del ferrocarril Huaytiquina en un
tono épico, necesariamente requiere de un héroe, que en este caso era el ingeniero Maury:
“ la línea que váis a inaugurar, señor Ministro, mejor aún que por su longitud efectiva,
valorízase porque en ella –podemos afirmarlo- la montaña ha sido virtualmente vencida” 1
“ el Huaytiquina constituye en nuestro país una obra importante, magnífico exponente del
adelanto alcanzado por nuestros técnicos y maravillosa materialización de la potente
visión de los hombres de gobierno que supieron ahondar entre las brumas del porvenir” 2
“ Todos los adelantos de la técnica moderna fueron conscientemente empleados en la
construcción de la línea Salta-Antofagasta. Domeñar la naturaleza ofrece innumeras
dificultades y riesgos de todo orden y para lograrlo no sólo es necesario emplear los
indispensables conocimientos y aptitudes técnicas, sino que es preciso poner al servicio de
ese fin una decidida voluntad sin claudicaciones, un verdadero tesón que no conozca
desmayos” 3
“ … obra de audacia de la ingeniería m oderna… ” 4
“ Ramal C-14 Salta-Socompa es la denominación técnica de una aventura extraordinaria:
un tren que trepa hasta 4.475 m etros de altura… E l ingeniero R icardo F ontaine M aury fue
el padre de la gran obra. Su trabajo, verdadera aventura técnica y humana, continuó de
1921 a 1931” 5.

1
Fernández Beschtedt 1924:3.
2
Catalano 1929:21.
3
Folleto: Ferrocarril Salta-Antofagasta, 20 de febrero de 1948.
4
Cardozo Guerrero 1948:22.
5
Folleto: Argentina 25, año 1971.

— 429 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … tal vez una de las realizaciones más audaces, a la vez de ser verdadero paradigma de
elegancia técnica, es el ramal C 14 Salta-Socom pa… L os trabajos de esta ciclópea obra se
iniciaron en 1921… ” 1
“ … obra épica que tuvo com o sím bolo y cabeza directriz al ingeniero R ichard F ontaine
Maury” 2
“ MAURY, el hombre que construyó Huaytiquina” 3
Los títulos de algunas obras recientemente publicadas, dedicadas a este ferrocarril, son
también elocuentes: El fascinante Tren a las Nubes y otros ferrocarriles de montaña4; La
epopeya del Huaytiquina. La obra del siglo… 5; y, El tren más asombroso del mundo6.
La segunda imagen, que en parte ya fue delineada en las secciones precedentes, era que con
este ferrocarril se abría una ―puerta al Pacífico‖. Esta imagen también recorre todo el siglo
XX. A la vez, fue recuperada y reforzada últimamente, tanto en Salta como en Jujuy, con la
apertura de los pasos de Sico y Jama. Gracias a la ―puerta‖ que se abriría, tendrían solución
los ―problemas de Salta‖, el ―aislamiento‖ y la ―pobreza‖. Esta solución suponía una
economía fuertemente centrada en el intercambio comercial y nunca en una apuesta a la
producción. En 1906 Arturo Torino expresaba:
“ La única fuente de riqueza que salva a los habitantes de Salta y Jujuy de caer en una
extrema miseria, es la exportación de ganado a la costa del P acífico… P ara las provincias
del norte esta obra sería una brisa del Pacífico que entonaría su debilitado organismo y
una nueva arteria de ríos de sangre que les devolverían la virilidad y el empuje de otros
tiempos” 7
En una carta enviada por Horacio Bossi Cáceres, porteño que había permanecido algún
tiempo en Antofagasta y otros lugares del Desierto de Atacama, ante un pedido de Aniceto
Latorre (Diputado nacional por Salta), le expresaba:
“ Este ferrocarril [está] llamado a ser la arteria principal del intercambio comercial entre
las Provincias meridionales de ambas Repúblicas, y cuyo éxito financiero y económico,
surjirá desde el primer día que la locomotora cruce las altiplanicies Andinas, y penetre en
la dilatada y rica región minera del desierto de Atacama, llegando tras sí, los productos
ganaderos, agrícolas, industriales, mineros, forestales, y frugíferos de nuestras ricas
P rovincias del N orte… esta vía está llam a a ser la palanca poderosa de la prosperidad y
progreso de esas dos regiones… ” 8
Otros observadores señalaban:
“ Un hálito de muerte sopla sobre Salta. Y sólo una obra puede salvarla: el ferrocarril al
Pacífico” 9

1
Kirbus 1987:96.
2
Mensaje firmado por el Gobernador Juan Carlos Romero en: Gobierno de Salta, Ministerio de la Producción y
el Empleo 1998:1.
3
Crisorio 1985:82.
4
Kirbus 1993.
5
Jurcich 1996.
6
Gobierno de Salta, Ministerio de la Producción y el Empleo 1998.
7
A turo T orino ―F erro carril d e S alta é A nto fagasta‖, N o ta p u b licad a p o r: ―E l D iario ‖, 30 d e julio d e 19 0 6, en: P .
Z.1907:19.
8
Carta de Horacio Bossi Cáseres a Aniceto Latorre, Buenos Aires, Octubre 2 de 1906, en P. Z. 1907:24.
9
Alvarado 1922:9.

— 430 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ En los capítulos que preceden ha quedado demostrada la enorme riqueza actual y


potencial de Salta, y sus extraordinarias posibilidades futuras una vez que se resuelva
eficazmente el problema del transporte de sus productos.
“ A decir verdad, tanto como un problema de transporte, se trata a la vez y más bien del
problema de la salida y colocación de sus productos. Porque toda solución que facilite o
mejore el transporte actual desde Salta hacia el sud, con destino a los mercados del litoral
e interior del país, tendrá una influencia beneficiosa indudable. Pero dicha influencia
estará forzosamente limitada por la capacidad de los mismos mercados, pues, como hemos
dicho, Salta no podrá llevar nunca al litoral lo que éste produce, y lo que es producción
exclusiva de Salta se coloca actualm ente allí…
“ Aquí estriba la diferencia esencial y especifica del Ferrocarril a Antofagasta: va a otros
rumbos, a un puerto sobre el Océano Pacífico, de modo que, además de la zona de
influencia en la región minera del norte de Chile, se abre una gran puerta a un inmenso
mercado nuevo y lleno de posibilidades” 1
“ La construcción del Trasandino de Salta a A ntofagasta… no será un sim ple ram al; ni un
Ferrocarril a un mercado limitado como el de la vía a La Quiaca. Será en cambio un
Ferrocarril que abrirá una nueva y grande puerta a la riqueza nacional” 2
“ … es inútil desconocer la im portancia de esa obra magna que ya ha de llegar a ocupar su
puesto de factor indiscutible, grande y poderoso, para elaborar la grandeza de mi
inolvidable Salta y entonces llegará la razón” 3
Existían visiones refractarias a este optimismo. Entre los que ponían reparos de esta obra se
encontraban Alfredo Hudson, al sostener que era un error pensar que…
“ … por m edio de este ferrocarril, quedaba resuelto para las provincias del norte, el
problema de su aislamiento” 4
Y más adelante continuaba:
“ si el ferrocarril por Huaitiquina está basado en el tráfico posible del Pacífico, debieron
consultar la estadística del que funciona en Mendoza, y se habría obtenido la cifra
negativa de ese tráfico… y si ha fracasado el tráfico para un ferrocarril trasandino que
funciona en una región de producción industrial (Mendoza, San Juan, San Luis) tal vez
mayor que la de toda la zona del norte, ¿por qué ha de pensarse que, en Antofagasta se ha
de realizar el milagro de modificar una situación definida y clara, en la práctica del
tráfico comercial por el Pacífico?” 5
Por cierto, estas expresiones opuestas a la creación del Huaytiquina, sobre todo en Salta, son
difíciles de encontrar.
La tercera imagen, finalmente, se vincula con la posición del Territorio de Los Andes dentro
del territorio argentino, marcado por el aislamiento y la marginalidad. El Huaytiquina sería un
elemento ―civilizador‖ al “ sacar del aislamiento‖ a ese territorio. Si bien el impulso que tuvo
el proyecto del Huaytiquina se explica, en gran medida, por el interés de comerciantes y
productores ganaderos salteños de conectar al valle de Lerma con el puerto de Antofagasta,
este proyecto también era, inevitablemente, una oportunidad para conectar a San Antonio de
los Cobres con el sistema ferroviario argentino.

1
Comité Pro-ferrocarril al Pacífico 1934:55.
2
Comité Pro-ferrocarril al Pacífico 1934:69.
3
Nota periodística de Cardozo Guerrero originalmente publicad a en el d iario ―E l N o rte‖, R afaela, p ro vincia d e
Santa Fe, el 14 de mayo de 1932, reproducida en Cardozo Guerrero 1948:5.
4
Hudson 1925:201.
5
Hudson 1925:203-204.

— 431 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En este sentido el ferrocarril, como en otros Territorios Nacionales, sería un instrumento que
permitiría el ―fomento‖ y la ―civilización‖ de esa región. La generación y vigencia de este
imaginario está claramente limitada en el tiempo, ya que se vincula estrechamente con una
entidad geohistórica, el Territorio de Los Andes, cuya existencia está acotada al período 1900-
1943.
Un primer conjunto de relatos que ponen énfasis en la importancia del ferrocarril para el
Territorio de Los Andes está conformado por los primeros enviados del gobierno argentino
que recorrieron ese territorio recientemente incorporado a la Nación. Oscar Doering, Eduardo
Holmberg (h) y Daniel Cerri coincidían en destacar la necesidad que existía de sacar a esta
región del aislamiento como medio de ―fomento‖ y ―civilización‖. La principal sugerencia, en
cuanto a política de inversión, era la extensión de las vías del ferrocarril:
“ Es indispensable disminuir el aislamiento del mundo civilizado en que se encuentra el
nuevo Territorio” 1.
“ … hay que llevar una vía férrea hasta las mismas salidas de las punas, para que la
exportación de la materia prima sea posible” 2.
“ … sólo cuando las líneas férreas de la nación escalen aquellas escabrosas m ontañas para
penetrar en el territorio, tomarán impulso las exploraciones é investigaciones sobre el
valor intrínseco de las vetas de metales que se observan en él” 3.
“ … m ientras los ferro-carriles no se acerquen para abaratar el transporte, la exportación
del borato no tendrá una utilidad halagadora y que pueda competir con ventaja con sus
similares del Perú y Persia, en donde las vías férreas pasan por sobre las mismas
borateras” 4.
Después de estos primeros exploradores, los técnicos del Ministerio de Agricultura que
recorrieron la región, con sus relatos contribuyeron a esta idea donde ―explotación de los
boratos‖ y ―ferrocarril‖ parecían estar asociados en forma directa. Sin embargo se pueden
advertir algunas discrepancias en cuanto a los efectos esperables de la llegada de un
ferrocarril.
Juan Barnabé, inspector de minas, sostenía en 1915:
“ el frío, la puna, la falta de agua, de leña y de pastos son graves impedimentos y como el
distrito queda alejado de las vías férreas es menester encontrar minas ricas para que sean
explotables” 5
A pesar de esto señalaba:
“ aunque se ejecuten las obras de ferrocarriles proyectadas, gran parte de los distritos
mineros quedarán todavía alejados de las estaciones y es indispensable prever el
transporte a lomo de animal y, por consiguiente, un consumo importante de forraje” 6.
A diferencia de Barnabé, el ingeniero Luciano Catalano, probablemente el más entusiasta,
decía:
“ el Huaytiquina, en lo que llevamos andado del presente siglo, es la obra ferroviaria
nacional de mayor aliento, que incorporará al país una extensa zona minera de
grandísimo valor, llevándole en cambio los beneficios del progreso moderno desde el

1
Doering 1900:463.
2
Holmberg 1900:77.
3
Cerri 1903:30.
4
Cerri 1903:33.
5
Barnabé 1915:46 y 48.
6
Barnabé 1915:33.

— 432 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

punto de vista político, social y económico, es decir, que el ferrocarril vivirá de esa zona, y
Los Andes vivirá por el ferrocarril” 1.
Este autor tenía una gran confianza en el papel ―civilizador‖ que la construcción de un
ferrocarril tendría sobre la población del territorio:
“ El ferrocarril de Salta a Chile por Socampa, consagrado con el nombre de Huaytiquina,
es el más brillante ejemplo como obra nacional de fomento y progreso, y permitirá
movilizar una de las más ricas zonas mineras del país, llevando en cambio el bienestar al
frígido y desam parado territorio de L os A ndes… U n elem ental principio de m oral cívica
nos dice que debemos apoyar toda iniciativa progresista propendiente al engrandecimiento
nacional, sea cual fuere el credo político de los hombres que las propicien” 2
El Huaytiquina “ será el primer conducto por donde llegará hasta la Puna el aire
tonificante del progreso material y moral, y solo por ese vínculo empezará a tener la
verdadera y efectiva sensación de que realmente forma parte integrante de la nación
argentina, al entrar en goce de los beneficios de orden político, económico y social que
aquel llevará consigo al par de sus rieles… E l H uaytiquina será el elem ento fundam ental
del desarrollo efectivo de todo progreso en Los Andes, pero en particular de las
explotaciones mineras, y este será el primer ferrocarril netamente minero del país que, en
tal sentido, también favorecerá gran parte de las provincias vecinas” 3
“ El Huaytiquina conquistará el desierto montañoso del noroeste, la región Puneña
argentina, sin otras armas que las del progreso, la técnica y el trabajo, sin derramamiento
de sangre, y sin más pólvora que la necesaria parar abrir brechas en las rocas que se
interpongan a su marcha triunfal” 4
“ La construcción del Huaytiquina, será el principal factor de mejoramiento social y
económico de esa región, e influirá poderosamente en la elevación moral y espiritual de
sus habitantes” 5.
Con pocos matices, otros observadores de la época abonaban estas ideas:
“ … al atravesar la G obernación de los A ndes, pondría en m ovim iento y explotación sus
grandes yacimientos de boratos, salinas y los minerales de plata, cobre, etc. que tanto
abunda” 6
“ bastaría para justificar su finalidad práctica y económica el hecho de poner en valor el
rico Territorio de Los Andes, que recorre por su centro y casi longitudinalmente,
valiosísima porción, de nuestro patrimonio, casi desconocida hasta ayer, como tantas
otras reservas argentinas” 7.
Cuáles fueron, finalmente, los efectos causados por este ferrocarril en las regiones
atravesadas, se intentará responder en la próxima sección.

1
Catalano 1930:101.
2
Catalano 1929:19.
3
Catalano 1929:20.
4
Catalano 1929:21.
5
Catalano 1930:11.
6
A turo T orino ―F erro carril d e S alta é A nto fagasta‖, N o ta d e ―E l D iario ‖, 3 0 d e julio d e 1 90 6 , en P . Z .1 90 7 :17 .
7
Fernández Beschtedt 1924:4.

— 433 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 434 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Ferrocarril Huaytiquina y reorganización


Territorial
Para intentar responder al interrogante planteado al final de la sección anterior, se podría
tomar como punto de partida el imaginario construido en paralelo al avance de las obras.
Desde ese punto de vista, los interrogantes que habría que formular son dos. En primer lugar,
en qué medida el Huaytiquina se convirtió en la puerta de salida de la producción salteña
hacia el Pacífico. En segundo lugar, si el Huaytiquina se convirtió en un instrumento de
fomento para el Territorio de Los Andes. Aquí, el tema de las obras de ingeniería planteada en
la sección, o bien, el de la conveniencia (o no) del trazado que finalmente se siguió y de las
decisiones técnicas adoptadas por los ingenieros del caso, no será considerado.
Empezando por el segundo de los interrogantes, se podría decir que el Territorio de Los
Andes se dividió a poco más de una década de existencia de la tan mentada conexión
ferroviaria. En 1929 se estableció dicha conexión entre Salta y San Antonio de los Cobres, y
en 1943 el Territorio de Los Andes se dividió. Para entonces, las vías ya habían llegado hasta
el interior de ese territorio. La principal razón de la división del Territorio de Los Andes,
según el decreto resp ectivo, era que…
...la estructura actual del territorio dificulta su fomento, careciendo asimismo de los
elementos de vida propia que justifiquen su existencia como entidad1
Evidentemente el ferrocarril no estimuló, por sí solo, un crecimiento económico, y la
población se mantuvo tan aislada como siempre, con la excepción de quienes residían en San
Antonio de los Cobres. Para responder al primer interrogante existen algunas aproximaciones
recientes, que llevan a considerar que los efectos territoriales de este ferrocarril son
―frustrantes‖. Ejemplos de miradas pesimistas las ofrecen, a uno y otro lado de la cordillera,
Jorge Schvarzer y Ian Thomson y Dietrich Angerstein:
“ el esfuerzo económico, y los avances que implicó en términos de ingeniería, contrastan
con el hecho de que esa línea no logró nunca movilizar carga de modo sistemático. Hoy, su
operación se limita a un tren turístico, conocido como el Tren a las Nubes” 2.
“ Lamentablemente, el tráfico por esta ferrovía no ha tenido el desarrollo deseado por sus
iniciadores, simplemente porque no están dadas las condiciones del boom salitrero. Dos a
tres trenes de carga semanales fueron suficientes para el reducido movimiento, que se
limitó al transporte de ganado en pie, de minerales en tránsito por Antofagasta al Japón y
algunos productos agropecuarios. A principios del decenio 1990, el tráfico consistió en un
tren semanal cargado de equipos electrónicos, automóviles japoneses y manufacturas
diversas en viaje desde la Zona Franca de Iquique al país vecino” 3
Si bien estas afirmaciones son plausibles, no se acompañan de la suficiente documentación
probatoria, lo que constituye al tema en un terreno fértil para nuevas aproximaciones.
Otras miradas actuales, en oposición, proponen una visión más optimista, próxima a la idea
del progreso, aunque siempre rescatando, en primer lugar, las cuestiones de ingeniería, como
es el caso de Moisés Costello:

1
Decreto 9.375 - División del Territorio de Los Andes – 21 de septiembre de 1943.
2
Schvarzer 1999:3.
3
Thomson y Angerstein 2000:241.

— 435 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Por las dificultades naturales que hubo que vencer en su construcción y por la magnitud
de sus obras de arte, puede considerarse a esta línea como una extraordinaria obra de
ingeniería y de las que más elocuentemente hablan del esfuerzo y eficiencia de obreros y
técnicos argentinos…
Y más adelante continúa, reproduciendo el discurso ya tradicional, algo grandilocuente:
“ La significación económica del ferrocarril de Salta a Antofagasta, que pone a disposición
de toda la producción de región del país un puerto en el Pacífico, es de alcances
incalculables. Los mercados de Chile, Perú y otros países se abren a las carnes, minerales,
riquezas forestales y otros valiosos productos del noroeste argentino.” 1
Pero estas aproximaciones poco dicen sobre los efectos concretos que a distintas escalas
habría generado el ferrocarril Huaytiquina, que aquí solo se esbozarán en forma provisoria.
Podría afirmarse que el ferrocarril dio algún impulso al comercio ganadero, que permitió
transportar minerales de la ―Puna de Atacama‖, que tuvo un efecto urbanizador y, finalmente,
que fue el eje de una nueva actividad económica en la provincia de Salta, tal vez inesperado,
centrado en el turismo. Estas proposiciones serán ampliadas a continuación.

Huaytiquina y ganadería
Hasta la construcción de este ferrocarril existía un gran consenso de que uno de los
principales problemas de Salta, de su economía, era la distancia. La idea dominante se podría
resumir así: a pesar de las incalculables ―riquezas‖, Salta era ―pobre‖ porque estaba ―lejos‖.
En la lógica dominante de los observadores, el progreso sólo era posible cuando la provincia
contara con buenos ferrocarriles que permitieran una mejor inserción en la zona portuaria del
Pacífico:
“ Pretender que sea el Atlántico por donde deberán salir los productos salteños en general,
de exportación, es un absurdo, ya que de Salta a Santa Fe hay 1.147 kilómetros. He ahí la
evidencia de una de las principales causas que retrasa el progreso de la Provincia de
Salta, no obstante poseer dilatados bosques forestales de las mejores maderas americanas
y ofrecer sus maravillosas montañas incalculables riquezas minerales
“ No hablemos de las tierras feraces de sus campiñas y valles de viñedos, por ser harto
conocidos; pero sí preguntemos: ¿Por qué entonces allí reina la pobreza y el primitivismo
intacto entre los nativos con enorme porcentaje de analfabetos en medio de tantas
riquezas?
“ porque está enclaustrada en un rincón del país, sin medios de fácil exportación de sus
productos al mercado consumidor” 2
Un observador a fines de la década de 1950 sugería que se exportaban a Chile por vía
Socompa cerca de 40 mil vacunos3. Desde la crisis de 1930 el comercio ganadero con Chile se
había visto abruptamente reducido, provocando una reducción del stock ganadero en la
provincia de Salta. Esta tendencia, sin embargo, se revirtió durante la década de 1950, como
consecuencia del inicio de un nuevo ciclo minero en el norte de Chile, esta vez ligado al
cobre4 (ver Cuadro 6.7). De todas formas, estas son respuestas provisorias que exigen una
investigación sería de la historia económica salteña de la segunda mitad del siglo XX.

1
Costello 1996:36.
2
Cardozo Guerrero 1948:21.
3
De los Ríos 1959:10.
4
Correa, Frutos, Abraham y Torino 2003:322-323.

— 436 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Cuadro 6.7. Salta. Exportación de


cabezas de ganado a Chile, 1940-1955.
AÑO Nº DE CABEZAS
1940 9.800
1941 13.880
1942 8.110
1943 23.281
1944 30.961
1945 39.346
1946 39.346
1947 60.730
1948 60.412
1949 35.149
1951 42.728
1953 23.233
1955 6.709
Fuente: Correa, Frutos, Abraham y
Torino 2003:323, basado en estadísticas
de la provincia de 1961; y Provincia de
Salta, Dirección General de
Investigaciones Económicas y Sociales
1948 (sin Nº pág.)

Huaytiquina y boratos
Entre los argumentos que se esgrimieron para impulsar la construcción del ferrocarril, uno de
los más reiterados era que estimularía la explotación del que se consideraba principal recurso
natural de la región: el borato. Si bien la tercera parte de este capítulo profundizará sobre la
cuestión de los boratos, aquí se avanzarán algunas cuestiones para poner en contexto la
llegada del ferrocarril.
Desde la creación del Territorio de Los Andes las descripciones establecían una relación
directa entre construcción de un ferrocarril y desarrollo de la minería:
“ … m ientras los ferro-carriles no se acerquen para abaratar el transporte, la exportación
del borato no tendrá una utilidad halagadora y que pueda competir con ventaja con sus
similares del Perú y Persia, en donde las vías férreas pasan por sobre las mismas
borateras” 1.
Como esta, podían extractarse muchas otras citas. Bien, ¿qué ocurrió? El ferrocarril
Huaytiquina, ¿fomentó las industrias mineras? Según Costello cuando el ferrocarril llegó a
San Antonio de los Cobres incentivó…
“ … cada vez más el proceso de reacomodamiento de las explotaciones borateras” 2
Como ya se vio, el Huaytiquina llegó en 1929 a San Antonio de los Cobres. Hasta la llegada
del Huaytiquina a San Antonio de los Cobres, la salida de los minerales en explotación se
realizaba por dos puntos: Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca, o Rosario de Lerma o
Cerrillo, en el Valle de Lerma. En los dos casos era necesario emplear el transporte de mula

1
Cerri 1903:33.
2
Costello 1996:140.

— 437 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

para descender hasta las tierras más bajas. Desde entonces comenzaron a transportarse los
boratos de Salta y Los Andes mediante este ferrocarril, hasta el puerto de Rosario y en menor
medida al de Buenos Aires1. La apertura de la estación San Antonio de los Cobres permitió a
algunas explotaciones acortar las distancias.
Los boratos se explotaban en pequeñas cantidades, y esto se debía, según observadores de la
época, a la ya referida ausencia de medios de transporte, aunque también se señalaba como
factores a la escasez de mano de obra y la inexistencia de un mercado interno consumidor.
Todos estos constituían obstáculos internos al posible incremento en la explotación del borato.
Pero existía otro factor que probablemente era más determinante: la existencia de un control
monopólico sobre la explotación del bórax por parte de compañías trasnacionales. Distintos
técnicos de la Sección de Minería del Ministerio de Agricultura, dieron cuenta del accionar de
un trust anglo-belga sobre los boratos, formado durante los primeros años del siglo XX, a la
vez que reclamaban acciones orientadas a revertir esa situación. De igual manera, en la
introducción del ―Padrón Minero de la República Argentina‖ de 1909, es decir en una
publicación oficial, se daba cuenta del control monopólico sobre los boratos.
“ No se ha explotado borato en el año 1909. El único hecho digno de mencionarse, es el
acaparamiento sistemático por la Compagnie Internationale des Borax, de todos los
yacimientos de borato. No solo posee ya la casi totalidad de los depósitos conocidos, sino
que efectúa constantes exploraciones, como demuestran los numerosos permisos de cateo
que ha solicitado” 2.
Sin embargo, no se tomó ninguna clase de medida.
Para 1910 el trust anglo belga, la Compañía Internacional del Bórax, había obtenido gran
parte de las concesiones en los salares de la Puna argentina. Hasta entonces, la compañía
había mantenido un ritmo creciente de explotación, aunque había años en los que no se
exportaba. Desde que la Bórax Co. (de Estados Unidos) obtuvo el control hegemónico, la
explotación se redujo considerablemente y las oficinas extrajeron lo suficiente como para
justificar las concesiones obtenidas. Sólo durante la Segunda Guerra Mundial se produjo un
aumento considerablemente de la explotación de bórax, que años después volvió a decrecer.
De todas formas, la actividad minera en la Puna argentina tuvo el carácter de economía de
enclave, por lo menos durante la primera mitad del siglo XX. El fomento que el Huaytiquina
pudo haber ocasionado en la región se limitó a esos enclaves. Esta cuestión será analizada en
profundidad en la última parte de este mismo capítulo.

Huaytiquina, San Antonio de los Cobres y turismo


Desde que el ferrocarril llegó a San Antonio de los Cobres, el mineral explotado en la región
dejó de ser transportado hasta Purmamarca, Abra Pampa o Rosario de Lerma, y desde
entonces comenzó a ser cargado en la estación emplazada en esa aglomeración. Este cambio
fue importante para San Antonio de los Cobres.
“ El impulso de una obra de progreso colmó de luz y vida las tinieblas de esta apartada
región del vasto suelo de la patria: los grandes movimientos de la construcción del
ferrocarril trasandino conocido por Huaytiquina, llevaban de regocijo a los “ collas” : San
Antonio de los Cobres se vistió de un lujo impropio de su situación y el montón de míseros
ranchos, comenzó por alinearse sobre la única calle del centro.

1
Sobre este asunto se volverá en la tercerra sección de este capítulo.
2
Dirección de Minas, Geología e Hidrología 1909:16.

— 438 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ De pronto se tornó en un emporio comercial con motivo de la construcción de la línea a


H uaytiquina… ninguna piezucha de estos ranchos se alquilaba en no menos de $ 40
mensuales, y aún más según la ubicación” 1
Además, las mismas obras del ferrocarril habían generaron un movimiento de personas cuya
consecuencia inmediata fue un impulso urbanizador que se manifestó de dos maneras: con el
crecimiento demográfico y con el aumento de la actividad comercial. En 1912 se
contabilizaban 4 casas comerciales. Desde la apertura del ferrocarril ese número aumentó a un
total de 12, incluyendo almacenes, fondas y hoteles. Mientras que en el Censo de 1914 el
departamento capital reunía a 943 habitantes, en el de 1947 la población alcanzaba los 4.000
habitantes (Ver tabla 5.15).
Además del servicio de carga, la conexión entre Argentina y Chile prestaba también el
servicio de pasajeros, aunque con ciertas irregularidades en cuanto a las formas de prestación
del servicio. San Antonio de los Cobres se encuentra a 196 kilómetros de Salta.
“ Por ferrocarril dos veces por semana sale de Salta a las 11 de la mañana un tren con
coche comedor y dormitorio, pudiendo regresar al día siguiente saliendo el jueves, o el
m artes saliendo el dom ingo. E l viaje… dura 10 horas… ” 2
Fuera de estos datos, lo cierto es que el ferrocarril significó la consolidación de San Antonio
de los Cobres como principal centro urbano del Territorio de Los Andes. Una vez que este fue
dividido, esa función se mantuvo por algún tiempo, por lo menos hasta la década de 1970. El
ferrocarril Huaytiquina, mucho después de desaparecido el Territorio de Los Andes se
transformó en el actualmente conocido ―Tren a las Nubes‖. En 1971 había comenzado a tomar
forma un tren turístico que hacía solamente el trayecto Salta-Viaducto la Polvorilla-Salta. Este
ferrocarril incrementó aún más la importancia de San Antonio de los Cobres como centro
urbano en las tierras altas. Pero, por sobre todo, se transformó en el elemento estructurador de
la política turística salteña. Finalmente, en 1992 Ferrocarriles Argentinos firmó un convenio
con una empresa salteña, a la que se le entrega el Tren a las Nubes en concesión. Este
emprendimiento no hace otra cosa que rescatar la que probablemente fue la principal herencia
de los impulsores del proyecto: ―una obra ciclópea para contemplar‖.

1
Cardozo Guerrero 1948:19.
2
Provincia de Salta, Dirección General de Investigaciones Económicas y Sociales 1948.

— 439 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 440 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Más acá del ferrocarril. Infraestructura de


circulación en el Territorio de Los Andes.
Antes y después de la construcción del ferrocarril, y más allá de su construcción, el Territorio
de Los Andes estuvo surcado por un conjunto de caminos que ponían en comunicación al
conjunto de lugares poblados entre sí. Estos caminos eran utilizados desde antaño, y en
general no eran más que sendas abiertas por las pisadas de los animales que se transportaban a
través de la región.
Hasta ahora no se pudo saber si alguno de los gobiernos boliviano o chileno del siglo XIX
había realizado alguna clase de obra de mejoramiento de esos caminos. Al menos esto no se
desprende de la literatura de viajeros. Desde que se inició el siglo XX, el gobierno argentino
realizó algunas obras que permitieron mejorar en parte las condiciones de accesibilidad al
territorio. Estas obras fueron iniciadas durante la administración del gobernador Nicolás
Menéndez y continuadas especialmente por el gobernador Brígido Zavaleta. Además del
mejoramiento de las sendas, se creó un sistema de transporte que prestó sus servicios en
forma muy irregular.
El camino en el que más energía se invirtió, fue el de acceso al territorio, a través de la
Quebrada del Toro. Esto se vio reforzado a partir de la década de 1930, con la creación de la
Dirección Nacional de Vialidad. Desde entonces el Territorio de Los Andes formó parte de
una política integral de mejoramiento de los caminos y la consolidación de una red regional
centrada fundamentalmente en San Antonio de los Cobres. De todas formas, muchos caminos,
especialmente el que se dirigía a Susques, había sido mejorado gracias a la labor de sus
pobladores.
En lo que sigue se analizará el proceso de organización de la red de circulación del Territorio
de Los Andes. Además, se considerará la herencia que esto representó en el posterior proceso
de reorganización regional en la ―Puna de Atacama‖.

Los caminos del Territorio de Los Andes hasta la década de 1930


La región estaba atravesada por algunas rutas antiguas, que se conocían como caminos del
―Despoblado‖. Una de esas se encontraba al oriente del Territorio de Los Andes y conectaba a
Salta con Potosí. Durante el período colonial, fue uno de los caminos más importantes en la
conexión de la región del Tucumán con el Alto Perú. La otra opción era el camino de la
Quebrada de Humahuaca. Cada uno ofrecía ventajas y desventajas.
Además de esos caminos, con dirección predominante norte-sur, existían otros caminos
utilizados por las sociedades indígenas en el sistema tradicional de intercambio.
Especialmente los que tenían dirección predominante este-oeste experimentaron un aumento
en el tráfico transportado a partir de 1827, con la apertura del puerto de Cobija y el desarrollo
de un circuito comercial que conectaba a ese puerto con el espacio salteño-jujeño. Este
circuito activó las rutas entre Salta-Jujuy y Cobija, con San Pedro de Atacama y Calama como
principales nodos intermedios. A través de esta ruta circulaba ganado, en dirección al oeste, y
coca, plata y efectos de ultramar, en dirección al este, como retorno. De todas formas, durante

— 441 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

este período, como se vio en el capítulo segundo, el corredor norte-sur seguía siendo
dominante en la estructuración regional, al igual que la ruta Cobija-Calama-Potosí1.
El auge salitrero no hizo más que incrementar la importancia de las rutas Salta/Jujuy-San
Pedro de Atacama. Cuando esto ocurrió, el ferrocarril por el lado chileno llegaba a Calama,
para continuar hacia el noreste, rumbo a Uyuni y Oruro, por el paso de Ollagüe. Por el lado
argentino, llegaba hasta Salta y Jujuy, para avanzar, tiempo después, hacia Uyuni a través de
la Quebrada de Humahuaca y el paso La Quiaca. En el período que va entre la Guerra del
Pacífico y la crisis de 1930, momento de auge del circuito Salta-San Pedro de Atacama, no
existió ninguna conexión ferroviaria que posibilitara el transporte del ganado. En todo ese
período fue el transporte de los animales por parte de los experimentados arrieros y troperos
que vivían en diferentes lugares de la región circumpuneña, pero fundamentalmente en los
Valles Calchaquíes y San Pedro de Atacama, los que garantizaron la comercialización del
ganado en pie en las oficinas salitreras.
El reacomodamiento de los circuitos de comercialización produjo un reordenamiento en las
rutas. De esta forma, antiguos circuitos utilizados por los caravaneros, se transformaron en
corredores de cierta importancia para los circuitos de comercialización transcordilleranos.
Eran numerosas las sendas que podían utilizarse para atravesar la región circumpuneña. En la
década de 1910 Juan Barnabé, al recorrer el Territorio de Los Andes, había destacado como
un hecho positivo la presencia de numerosos y relativamente buenos caminos:
“ Cuando se examina los grandes caminos de la puna, es fácil notar que se reparten todos
en dos rumbos principales, uno este-oeste otro sud-norte. En efecto, no hay en el territorio
ningún centro com ercial y la P una es únicam ente un punto de tránsito… A dem ás… la
región se presta admirablemente al tránsito. Por eso sus vías son los caminos preferidos
de los troperos y remeseros que van a Bolivia y Chile” 2
Tiempo atrás, el ingeniero Alejandro Bertrand había reconstruido los itinerarios o senderos
que se utilizaban en el traslado de personas y animales a través de las cordilleras de Atacama.
El listado de senderos que recostruyó Bertrand se reprodujo en el Cuadro 6.8. Buena parte de
las rutas más importantes, que a partir de 1900 se mencionan con mayor frecuencia en las
diversas fuentes consultadas, se volcaron en el Mapa 6.2. Dentro de este número importante
de rutas existían algunas más utilizadas y otras menos. Esto se debía a tres elementos de gran
importancia: la presencia de pastos, la presencia de agua y que los pasos a atravesar no
representen una gran amenaza, al importante en los meses fríos del año.
Como se señalaba más arriba, la Guerra del Pacífico produjo un reacomodamiento de los
circuitos de comercialización y, sobre todo, la rejerarquización de las rutas. La creación del
Territorio de Los Andes y la organización territorial impuesta desde el Estado nacional,
también produjo una rejerarquización de las rutas.
Las rutas más utilizadas para el comercio entre Salta y San Pedro de Atacama eran dos. La
primera tomaba la Quebrada del Toro, pasando por el Gólgota, Tastil, Chorrillos, Catúa,
Huaytiquina, Soncor y San Pedro de Atacama. Fue la ruta seguida por algunos viajeros, como
Juan Ambrosetti3 (Cuadro 6.8, rutas Nº 2 y 16 a). La segunda ruta importante, ingresaba al
Territorio de Los Andes por la Quebrada de Luracatao, desde Molino en el Valle Calchaquí
(ruta Nº 21) Esta ruta seguía por Pastos Grandes y, un poco más al norte de este paraje, se
conectaba con la ruta anterior. Este camino también fue seguido por algunos viajeros, como
Bertrand, Holmberg y Doering. La principal ventaja que ofrecía era una pendiente no muy

1
Conti 2003:24-25.
2
Barnabé 1915:36.
3
Ambrosetti 1905.

— 442 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

pronunciada, además de las pasturas existentes en Molinos antes de emprender el viaje por el
Despoblado. Estas rutas también fueron descriptas, entre otros, por Emilio Schleh y por Isahia
Bowman1.
Además de este corredor, existían otros dos de cierta importancia. Uno era el que conectaba a
Catamarca con San Pedro de Atacama, a través de Antofagasta de la Sierra. Desde Catamarca
el camino tomaba por Belén y desde allí subía a Antofagasta de la Sierra. Una vez en
Antofagasta de la Sierra existían algunas opciones. Una era por el paso de Aguas Calientes,
para ir hacia el puerto de Taltal; otra por las proximidades del Volcán Llullaillaco; otra por
Socompa (ruta Nº 17, con opciones 1, 15 y 19). Estas dos variantes conducían a San Pedro de
Atacama. Otro corredor era el que partía de San Salvador de Jujuy hacia el norte por la
Quebrada de Humahuaca, seguía por la Quebrada de Purmamarca, para llegar a las Salinas
Grandes. Desde aquí existían diferentes opciones. Una de las cuales era una ruta que pasaba
por Susques y atravesaba por el paso de Jama (Ruta Nº 7, conbinada con 4). Pero estas rutas,
desde San Salvador de Jujuy, eran más importantes para la realización de viajes hacia Bolivia.
También de importancia, era el camino que se dirigía hacia Bolivia, hacia el norte, por el
caserío de Rosario de Susques (Rutas Nº 3, 5 y 6).
En general se trataba de caminos que no recibían mayor atención, en la medida que el clima
puneño facilitaba su conservación. Pero esto también era posible por las características de las
mercancías transportadas: animales en pie. Ninguno de estos caminos estaba en condiciones
de ser transitado por automotores, al menos hasta las primeras décadas del siglo XX.
Desde la creación del Territorio de Los Andes, lo que surgió como principal dificultad, y a la
vez de excusa para los gobernadores para no residir permanentemente en San Antonio de los
Cobres, fue la ausencia de vías de comunicación que fueran rápidas y eficientes. En este
sentido, el principal problema no lo constituían los caminos en el Territorio de Los Andes,
sino el camino de acceso al mismo. Periódicamente los gobernadores pedían medios para
acondicionar el camino por la Quebrada del Toro. Un ejemplo es la nota que sigue.
Por la presente solicitud el señor gobernador del Territorio de Los Andes se dirige al
Ministerio del Interior manifestándole que, debido a las últimas lluvias caídas el camino
de Río Blanco (Salta) a Chorrillos (Los Andes) ha quedado intransitable y, que
requiriendo urgentemente ser reparado, pide se recabe del Ministerio, de V.E. las medidas
del caso a fin de que dicho camino quede en buenas condiciones de vialidad...
Al respecto cúmpleme manifestar que todos los años el Ministerio de V.E. ha destinado la
suma de $10.000 m/n para reparar el camino internacional a Bolivia y Chile por la
Quebrada de El Toro cuyos trabajos se llevan a cabo una vez que pasa la época de lluvias
y de crecientes. En el corriente año, como en los anteriores, se ha previsto con ese objeto
una partida de $10.000 m/n en el plan de conservación de puente y caminos de la
República, y en cuanto se apruebe dicho plan y la época sea propicia se iniciarán los
trabajos de reparación. Correspondería pues, hacer saber al Sr. Gobernador de Los Andes
que el Ministerio de V.E. mantendrá este año, como lo ha hecho siempre, en perfectas
condiciones de vialidad el camino de que se trata y que los trabajos se iniciarán en cuanto
terminen definitivamente las lluvias y las crecientes de la Quebrada de El Toro
Buenos Aires, abril 1 de 1911
Vicente Castez Ministerio del Interior2.
El camino por la Quebrada del Toro era cruzado numerosas veces por el río, y aún en la
actualidad ocurre así. Dado que no existían puentes ni ninguna otra obra hidráulica, durante el

1
Schlech 1914:10; Bowman 1924:241.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, 1911.

— 443 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

verano el camino se veía interrumpido por la creciente del río y las avalanchas de barro. Este
tema fue tratado en diferentes memorias del Ministerio del Interior.
“ Hay un camino nacional que conduce desde la ciudad de Salta hasta San Pedro de
Atacama (Chile) pasando por la Quebrada del Toro, la de Tastil, Abra Blanca y por el
pueblo de „C ho rrillos‟… Desde este cam ino y desde el punto denom inado „A ltos de P atos‟
se han abierto un ramal carretero… La policía, con sus propios elementos arregló los
cam inos existentes entre la C apital del territorio y las m inas „C oncordia‟ y „P om peya‟ en
una extensión de doce kilómetros, de modo que el tráfico público se efectúa hoy día con
cierta comodidad” 1
La vialidad ha mejorado en parte con la construcción de un nuevo camino carretero de 20
kilómetros de largo que une a Peñas Blancas con San Antonio de los Cobres y acorta en
igual número de kilómetros la distancia que había que recorrer anteriormente entre esos
puntos. Esta obra se llevó a cabo con la cuadrilla de peones camineros recientemente
creada” 2
Para el mantenimiento de los caminos se había creado una cuadrilla de peones, que contaba en
1914, con un capataz y seis personas para mantener con equipamiento rudimentario cientos de
kilómetros de rutas montañesas3. En 1918 solo trabajan cuatro peones4.
En el Territorio de Los Andes, sólo el camino entre Susques y San Antonio de los Cobres
había sido acondicionado por los vecinos, para permitir el tránsito de vehículos. En 1930, en
su relato de viaje por el Territorio de Los Andes, Juan Carlos Dávalos hacía referencia a este
camino, cuando estaba en Cobres, el cual transitó en vehículo5.
Hacia el sur, hacia Antofagasta de la Sierra, el transporte se siguió realizando a lomo de mula.
Para recorrer la distancia que separaba a Belén, en la provincia de Catamarca, y San Antonio
de los Cobres, en el Territorio de Los Andes, el Comisario de Antofagasta de la Sierra
estimaba en 1907 que eran necesarias unas 20 jornadas a lomo de mula, con las siguientes
etapas:
1ª etapa desde San Fernando (estafeta) Belén – Catamarca hasta aquí son 350 kilómetros
a recorrer, de los que más de la mitad, por alturas de más de 4.000 metros sobre el nivel
del mar, en buenas mulas se puede unir en 7 días de marcha
2ª etapa de Antofagasta de la Sierra a Pastos Grandes, distancia mínima 280 kilómetros,
todo cordillera, abras de más de 5000 metros, s. el n. del mar. Siempre en mulas de
primera 6 días de camino en invierno muy crítico, mucha nieve, furiosos temporales, pero
no se cierra el camino.
3ª etapa de Pastos Grandes a San Antonio de los Cobres son 80 kilómetros, 1 día andando
fuerte.
4ª de San Antonio de los Cobres a Susques 150 kilómetros, se puede recorrer en 3 días.
De manera que la distancia total oscila por los 900 kilómetros de san Fernando a Susques
y con eventuales, esto es común en estos desiertos. Serían 20 días de marcha la ida y otros
20 días para volver6.

1
MI, Memoria de 1911-1912:166.
2
MI, Memoria de 1914-1915:186-187.
3
AGN, SH III - CR, signatura 128, Ministerio del Interior, Nota 173, Buenos Aires, 27 enero de 1914.
4
AGN, SH III - CE, libro copiador N° 13, 1918, folios varios.
5
Ver Dávalos 1930.
6
AGN, SH III - CR, signatura 126, Antofagasta de la Sierra, octubre 10 de 1907. al Sr. Secretario... Dr. Pedro
Aguilar, referente al proyecto correo. Enviado por el Comisario Alberto Durand.

— 444 —
Mapa 6.2. Puna de Atacama. Rutas de arriero en 1884, con indicación de las más utilizada hacia 1915.

Fuente: elaboración propia con la base cartográfica presentada en Barnabé 1915, e información del Cuadro 6.8

— 445 —
Cuadro 6.8. Región circumpuneña. 1884. Itinerarios de arrieros, recopilados por Alejandro Bertrand.

LEGUAS

FUENTE
RU- ORIGEN ALGUNOS LUGARES INTERMEDIO DESTINO
TA

Potosí Santa Bárbara – Chiuchiu – Calama Cobija 158 1


Potosí Cotagaita – Tupiza – Mojo – Yavi – Cangrejos – Humahuaca Jujuy 138 1
Oruro Toledo – Calama – Santa Bárbara Cobija 179 1
Cobija Canchas Blancas – Tupiza – Livilivi – Palanca Tarija 196 1
1 Atacama Socaire (principio de la cordillera) – Aguas Calientes Antofagasta 108 2
Cachinal de la Sierra Imilac Atacama 79 3
Atacama Toconao – Chaco - Tilopozo Copiapó 132 3
2 Atacama Soncor – Guaitiquina – S. A. Cobres – Boca Q. del Toro Salta 120 3
Atacama Zapaleri – Coyaguima (raya) – Rosario Rinconada 61 4
3 Rosario Susques S. A. de los Cobres 34 4
4 Toconao Olaroz Susques 42 4
Quetena – Rosario 33 4
5 Toconao – Rosario 43 5
6 Rosario Susques – Tocomar Pastos Grandes 54 5
7 Guaitiquina Catúa – Susques Las Burras 30 5
8 Catúa – Toconao 36 5
9 Antofagasta Incahuasi – Tolar Grande Pastos Grandes 40 5
Cajón Zapaleri – Rosario – Rinconada Casabindo 47 6
10 Antofagasta – Límite argentino (sur) 22 7
11 Antofagasta Peñón Límite arg. (sureste) 21 7
12 Antofagasta Salar Antofalla – Laguna Brava – ferrocarril a Copiapó Puquíos 74 7
13 Antofalla 4 leguas al sur de Llullaillaco Río Frío 44 7
14 Antofalla Tebenchique – Cortaderal – Tolar Pastos Grandes 39 8
15 Antofalla Tolar (Salar Arizaro) – Socaire Toconao 67 8
Antofagasta – Cachañaral 94 8
Toconao – Guaitiquina – boca del río a- Gólgota Salta 109 9
16 Atacama
Toro – b- La Poma Cachi 98 9
Quetena – Zapaleri 25 9
Salta Cerrillos – Rosario de Lerma – Cafayate – Santa María – Gualfín Belén 116 9
Cachi Seclantás – San Carlos – Animaná Cafayate 32 9
17 Antofagasta Peñón Belén 32 9
18 Antofagasta Peñón Fiambalá ¿? 9
Chiuchiu Quetena Rinconada 98 9
Ascotán Pastos Grandes Quetena ¿? 9
Chiuchiu – Guatacondo ¿? 9
Chiuchiu Ascotán Empexa ¿? 9
Laguani – Guatacondo ¿? 9
Guatacondo Estarca – Talina – Cieneguilla Grande – Abra Pampa – Tilcara Jujuy 178 10
Pampa Alta Caracoles Atacama 140 11
19 Atacama Toconao – Peine – Socompa – Antofalla Antofagasta 416 11
20 Antofagasta Punilla – Chorrillos – Amaicha Molinos 170 11
21 Molinos Luracatao – Pastos Grandes – Guatiquina – Toconao Atacama 410 11
Atacama Quetena Ascotán 166 11
Fuente: elaborado con información recopilada por Alejandro Bertrand en 1884 a partir de las siguientes fuentes: 1- Guía General,
publicado en Sucre en 1865, por Ernesto O. Rück; 2- von Tschudi (1860); 3- viaje de Philippi (1860); 4- Residente de Atacama; 5-
cura párroco de Atacama; 6- un baquiano; 7- Villalobos, autoridad chilena en Antofagasta de la Sierra; 8- un indio de Antofalla; 9-
Pedro Madariaga, Juez de Aguas de Atacama; 10- Sr. E. de Rurange; 11- itinerario de viaje de Bertrand (Bertrand 1885:248-264).
Base cartográfica, mapa publicado en Barnabé 1915 (reproducción).

NOTA: las rutas enumeradas en la primera columna figuran en el mapa 6.2, marcando algunos de los itinerarios identificados y
descriptos por Alejandro Bertrand. Solo se volcó aquellos que atravesaban al Territorio de Los Andes. Si bien la base cartográfica es
posterior, de 1915, se advierte que las rutas conservan aproximadamente el mismo recorrido.

— 446 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Actualmente, aun cuando los caminos siguen siendo dificultosos, esa distancia en vehículo
puede recorrerse fácilmente en el día. En 1907 era necesario emplear 20 días, utilizando,
inevitablemente, tracción a sangre. En 1910 Franz Kühn y Hans Seckt habían requerido siete
jornadas para desplazarse, a lomo de mula, desde Pastos Grandes a Antofagasta de la Sierra1.
Todavía en 1926 para las comunicaciones con ese lugar se requería de mula. La distancia
entre San Antonio de los Cobres y Antofagasta de la Sierra era de unos 300 kilómetros y, para
ellos seguían siendo necesarios ―seis días de buena marcha a lomo de mula‖ 2.

Los caminos del Territorio de Los Andes después de 1933


Las cosas empezaron a cambiar lentamente en la década de 1930. Fue entonces cuando el
Estado argentino comenzó a definir una política vial nacional, ante la presión de los intereses
vinculados a la producción de automóviles y la extracción de petróleo, básicamente de origen
estadounidense3. En 1932 se presentaron en la Cámara de Diputados los primeros proyectos
para definir la política vial, que pronto recibieron tratamiento y sanción. El 30 de septiembre
de 1932 fue sancionada la Ley 11.658, o Ley Nacional de Vialidad, el principal instrumento
de la acción vial del Estado argentino desde entonces y hasta 1943. Esa ley disponía la
creación de un sistema troncal de caminos. Para la proyección, construcción y conservación
de los mismos se creó una entidad administrativa nacional autárquica: la Dirección Nacional
de Vialidad. Al país se lo dividió en 21 secciones y Los Andes, junto con Salta, conformaba la
5ª Sección4. Las provincias, además, debían crear sus propias entidades viales. Este no era el
caso de los Territorios Nacionales.
La Dirección Nacional de Vialidad tenía una determinada asignación presupuestaria destinada
al conjunto de provincias y Territorios Nacionales. Las variables consideradas para asignar
ese presupuesto eran tres, con diferente ponderación: superficie (20%), población residente
(40%) y consumo de nafta (40%). En función de estos parámetros, para el ejercicio 1933, el
Territorio de Los Andes, con una superficie que fue estimada en 72.755 km2, una población
de 2.830 habitantes y un consumo de combustible en 1932 de 929,05 $ m/n, recibiría el 0,532
% del presupuesto nacional asignado para vialidad. Inicialmente la red nacional proyectada
era de 42.720 kilómetros, y correspondían al Territorio de Los Andes 820 kilómetros, es
decir, menos del 2% del total (ver Cuadro 6.9). El criterio para la asignación presupuestaria
fue modificado posteriormente con la Ley 12.625 de 1939. Pero no afectó considerablemente
la situación del Territorio de Los Andes.
En el primero proyecto de conformación de la Red Nacional, en el Territorio de Los Andes se
disponía el acondicionamiento de cuatro caminos, que en su totalidad se originaban en San
Antonio de los Cobres. Los caminos eran, los que se enumeran en el Cuadro 6.10.
La primera obra encarada fue el mejoramiento de la calzada del llamado ―camino de Salta a
Chile por la Quebrada del Toro‖. En el Territorio de Los Andes correspondía el tramo San
Antonio de los Cobres-Abra de Muñayoc5. Desde este último punto hasta la ciudad de Salta,
le correspondía a la provincia homónima. Para entonces la ruta que se encuentra en el tercer
lugar de la lista de rutas presentadas en el Cuadro 6.10 era considerada la principal ruta
internacional. Según las fuentes oficiales, esta se había transformado para la década de 1930

1
Seckt 1912:189.
2
MI, Memoria de 1925-1926.
3
Álvarez 1987:327-328.
4
DNV, Memoria de 1933:271.
5
DNV, Memoria de 1933:367.

— 447 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

en el principal corredor que comunicaba a la Argentina con Chile por el norte1.


Probablemente la decisión de las comisiones técnicas del ferrocarril a ambos lados de la
cordillera, de optar por el paso de Socompa en lugar del paso de Huaytiquina, con el
consecuente mejoramiento del camino de acceso, haya obrado a favor de este cambio.

Cuadro 6.9. Territorio de Los Andes. 1933. DNV, presupuesto para vialidad.
Situación territoriana en el contexto nacional.
TERRITORIO DE % SOBRE TOTAL
ÍTEM TODO EL PAÍS
LOS ANDES DEL PAÍS
2
Superficie, en km 72.755,055 2.797.113,209 2,601
Población, habitantes 2.830 11.871.817 0,024
Consumo nafta en 1932, $ m/n 929,05 16807701 0,005
Fondos asignados, $ m/n 125.445,60 23.580.000 0,532
Red proyectada, km. 820 42.720 1,919
Fuente: elaboración propia, con información publicada en DNV, Memoria de 1933:40-43.

Cuadro 6.10. Territorio de Los Andes. 1933. DNV. Caminos proyectados.


PUNTO
ORIGEN DIRECCIÓN DESTINO CONTINUACIÓN
INTERMEDIO
S. A. de los Cobres Nor-noroeste Susques Coranzulí Jujuy
― Oeste-nor-noroeste Catúa Huaytiquina Chile
― Oeste-suroeste - Socompa Chile
― Sur-suroeste Pastos Grandes Antofagasta de la Sierra Catamarca
Fuente: elaboración propia a partir de DNV, Memoria de 1933:365.

En la Memoria de la DNV de 1935 se presentó la codificación numérica del sistema vial


argentino. Cada ruta recibió un número y las que corresponden al Territorio de Los Andes se
pueden observar en Cuadro 6.11 y el Mapa 6.3.
“ Aun cuando el Territorio de Los Andes no ha alcanzado todavía la importancia
económica correspondiente a sus riquezas naturales, constituye un centro comercial de
apreciable movimiento por la circunstancia de ser el camino obligado para el intercambio
entre las provincias del norte y Chile, por Huaytiquina y Socompa”
Por esa razón, cuando la Ley 12.562 destinó la suma de 11.100.000 pesos para invertir en
obras para los caminos que conducían a los países limítrofes, de ese total 1.000.000
correspondió al camino de Salta a Chile, por la Quebrada del Toro. Por entonces existían 9
caminos internacionales, de ellos cuatro con Chile, uno en el Territorio de Los Andes2.
La ruta que desde mucho tiempo atrás unía a San Antonio de los Cobres con Salta, a partir de
la creación de la DNV pasó a formar la Ruta Nacional 40 (RN 40). Este camino longitudinal,
paralelo a la Cordillera de Los Andes, procedía de la provincia de Santa Cruz, Neuquén,

1
DNV, Memoria de 1934:943.
2
DNV, Memoria de 1936:31.

— 448 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Mendoza, atravesaba San Juan por Jáchal, seguía en Catamarca por Tinogasta y Belén,
continuaba en territorio salteño por Cafayate-Alemania-Cerrillos, y desde aquí seguía a San
Antonio de los Cobres por Quijano y la Quebrada de Toro, para continuar a Chile por el paso
de Huaytiquina1. A partir de 1941 la RN 40 comenzaba en Abra Pampa, provincia de Jujuy2.
Luego de pasar por un costado de las Salinas Grandes, llegaba hasta San Antonio de los
Cobres. Este es el trazado que puede observarse actualmente en un mapa regular.
La forma en que el gobierno nacional proyectó la asignación del presupuesto vial creó una
paradoja, en la medida que buena parte del discurso oficial era ostensible en señalar que la
falta de progreso se debía a la ausencia de caminos. Pero estos, los caminos, no podrían ser
muy importantes, según la voz oficial de la DNV, justamente, por la falta de generación de
riquezas. Mientras que en el Ministerio del Interior se afirmaba esto,
“ Los caminos carreteros que convergen en la Capital del Territorio, y permiten el tránsito
de carros, camiones y automóviles, suma actualmente alrededor de doscientos treinta
kilómetros; pero la naturaleza, en su mayor parte plana y rocosa de la meseta de Atacama,
permitirá realizar fácilmente y sin grandes erogaciones todas las vías de tránsito que
reclame el mayor movimiento del porvenir” 3
… en el de O b ras P úblicas, esto otro:
“ Mientras no se exploten intensamente las grandes borateras y otros elementos minerales
que albergan sus montañas, la población y las actividades del territorio serán muy
reducidas, por cuyo motivo la red de caminos no reclama ni justifica grandes inversiones
de dinero, con tanta mayor razón cuanto la topografía, la naturaleza del suelo y el mismo
clima son circunstancias que relativamente poco atentan a la circulación por las huellas
naturales existentes4.
“ Quiere decir que los trabajos a ejecutar en esta Gobernación deben ser, de ordinario, de
carácter muy económico, a excepción de los requeridos en aquellos tramos de camino en
que un gran accidente geográfico deba ser salvado por obras de fondo y ellos responda a
una necesidad económica de valor apreciable” 5.
“ Con el 0,24% que le corresponde de los fondos que por el plan de ejecución inmediata se
destinan para obras de construcción en todo el país, no podrán ejecutarse grandes
trabajos en el territorio...” 6.
Si bien es cierto que las referencias responden a dos momentos históricos diferentes, de todas
formas son ilustrativos de la ambivalencia que existió hacia este sector del territorio
argentino. La ausencia de actores locales de poder colaboró con esta permanente inercia. A la
vez, los poderosos intereses salteños, explica la construcción a destiempo de un ferrocarril
internacional, paralelamente a la producción de nueva infraestructura vial, que prácticamente
seguía el mismo trazado por las vías del tren.
Dentro del Territorio de Los Andes, Antofagasta de la Sierra mantenía su posición aislada del
resto del territorio, sin caminos en condiciones de ser transitados por vehículos, con la
excepción de algunos tramos, hasta las borateras ubicadas en el centro del territorio
“ el camino 53 pondrá en comunicación con la red nacional a zonas de la provincia de
Catamarca y del Territorio de Los Andes casi totalmente aisladas del resto del país. Nace

1
DNV, Memoria de 1936:191-194.
2
DNV, Memoria de 1941:410.
3
MI, Memoria de 1925-1926:299.
4
DNV, Memoria de 1934:941.
5
DNV, Memoria de 1934:941.
6
DNV, Memoria de 1934:941.

— 449 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

en Pocitos, localidad situada en la ruta que va de Paso Socompa a Cauchari, y se dirige


hacia el sud hasta Antofagasta de la Sierra a través de terrenos que ofrecen las
características típicas de la meseta del Territorio de Los Andes” 1
La ruta no tenía un trazado definitivo más allá de Antofagasta de la Sierra. Sí existía una
huella transitable entre Fiambalá y Tinogasta, ya en la provincia de Catamarca2.

Cuadro 6.11. Los Andes. 1935. Rutas nacionales que atraviesan el territorio.
ESTADO DEL CAMINO EN EL TERRITORIO
RUTA ITINERARIO
DE LOS ANDES

40 Güer-Aike – Tecka – Zapala – San Rafael – Fue construido con anterioridad. Se


Mendoza – San Juan – Villa Unión – Belén – halla en perfectas condiciones de
San Antonio de los Cobres – Huaytiquina transito. Puede transitarse todo el año.
51 Empalme RN 40, en Cauchari, a Chile por Es transitable con cualquier tiempo
Socompa
53 De RN 40 a Antofagasta de la Sierra – Transitable sólo en algunos tramos. En
Fiambalá – Tinogasta estudio la completitud de las obras.
59 De RN 40, San Antonio de los Cobres a La En buen estado
Poma
Compl. Susques – Coranzulí Trafico relativamente importante
debido a las salinas en explotación que
se hallan en su trayecto
Fuente: elaboración propia con información extraída de DNV, Memoria de 1935:535-536.

Con el tiempo se fueron consolidando tres rutas. Todas partiendo de San Antonio de los
Cobres, se dirigían a Coranzulí, pasando por Susques, a Antofagasta de la Sierra pasando, por
Pastos Grandes, y al límite internacional con Chile. En este caso, había dos opciones, una por
Huaytiquina y otra por Socompa, que en el Mapa 6.3 figuran con los números 40 y 51,
respectivamente. Posteriormente la ruta 40 partía de Abra Pampa y llegaba a San Antonio de
los Cobres sin atravesar el Territorio de Los Andes. El tramo San Antonio de los Cobres-
Huaytiquina se cambio por el número 51, que actualmente cruza el límite por el Paso de Sico,
en la provincia de Salta. El camino internacional que durante mucho tiempo fue importante
para el intercambio entre Salta y San Pedro de Atacama, por Huaytiquina, fue temporalmente
desplazado por el camino a Antofagasta, por Socompa. Era una de las tantas rutas utilizadas
por los arrieros, que se consolidó como consecuencia de los trabajos del ferrocarril trasandino
del norte. Por esta razón, una vez dividido el Territorio de Los Andes, los pasos utilizados
para las comunicaciones entre el norte de Chile y el de Argentina eran dos, y se encontraban
entonces en la provincia de Salta.
- Salta-San Antonio de los Cobres-Cauchari-Catúa-Paso de Huaytiquina-San Pedro de
Atacama-Calama. Desde allí existían dos opciones: al oeste hacia Tocopilla y al
suroeste hacia Antofagasta.
- Ídem hasta Cauchari-Paso Socompa-Antofagasta.
Existía un tercero, que era el Paso de San Francisco, siempre dentro de la provincia de
Catamarca, que permitía comunicar a La Rioja y Catamarca con Copiapó3.

1
DNV, Memoria de 1936:202.
2
DNV, Memoria de 1936:202.
3
Atencio 1974:11.

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Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Mapa 6.3. DNV. Territorio de Los Andes. 1933. Rutas nacionales que atraviesan el territorio.

Fuente: adaptado de un mapa publicado en: DNV, Memoria de 1933.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Al cabo de las cuatro décadas de existencia del Territorio de Los Andes, quedó configurada
una red caminera caracterizada por la centralidad excluyente de San Antonio de los Cobres,
como se aprecia en el Mapa 6.3. Aún hasta la actualidad este poblado sigue siendo un
importante núcleo, como un relicto territoriano. El grado de consolidación que alcanzaron las
rutas a Antofagasta de la Sierra y Susques condicionaron posteriormente las posibilidades de
accesibilidad de esas aglomeraciones con las respectivas capitales. Hasta la década de 1970
ningún de los estados provinciales realizó acción alguna para mejorar los caminos 1.
Actualmente los susqueños y antofagastinos mantienen vinculaciones institucionales y
funcionales más estrechas con las capitales de las provincias, especialmente desde la década
de 1970, aunque siguen manteniendo importantes vínculos culturales y familiares con la
población de San Antonio de los Cobres, fomentada por los maestros.

Telégrafos y correo
Un renglón aparte fue la construcción del telégrafo. La ausencia de un medio regular de
comunicación era uno de los motivos que en las fuentes oficiales se esgrimía para justificar la
ausencia del gobernador de la capital del Territorio de Los Andes. El primer proyecto de
construcción de un telégrafo se dispuso mediante la Ley 4641 de 1905. Pero su construcción
se demoró por un tiempo considerable. En 1907 ante una carta que envió el gobernador
Ricardo Isasmendi a la Dirección General de Correos y Telégrafos, le respondieron desde esa
repartición lo siguiente:
“ Exmo. Señor.- La Ley Nº 4641 dispone la construcción de la línea telegráfica a “ San
Antonio de los Cobres” pero como el presupuesto vigente no asigna los fondos necesarios,
no es posible proceder a la ejecución de los trabajos correspondientes. Dirección General,
septiembre 24 de 1907” 2
En la Memoria del Ministerio del Interior de 1910-1911 se hace mención nuevamente a la
construcción del telégrafo:
“ … a objeto de subsanar tantos inconvenientes se ha reclam ado con insistencia la
construcción de una línea telegráfica que una Salta con la Capital del territorio, la que
está autorizada por ley Nº 4641” 3
Pero siguió sin concretarse. Finalmente quien tomó el tema de la construcción del telégrafo
como un asunto central de su gobierno, fue Brígido Zavaleta, al punto de donar los postes
para el tendido de la línea. Finalmente en 1915 el Poder Ejecutivo destinó, mediante un
decreto, la suma de 3.500 $ m/n para el transporte de los postes
Art. Nº 1.- autorizase a la Gobernación de Los Andes a invertir, administrativamente,
hasta la cantidad de tres mil quinientos pesos moneda nacional... en los gastos que
demande el transporte de los postes necesarios con destino a la construcción de la línea
telegráfica de Rosario de Lerma a San Antonio de los Cobres4
En la memoria del Ministerio del Interior correspondiente a ese año el ministro anunció el
inicio de esas obras:

1
Palanca 1977.
2
AGN, SH III - CR, signatura 126, Informe de la Dirección General de Correos y telégrafos Buenos Aires,
octubre 2 de 1907, nota enviada por el Ministerio del Interior.
3
MI, Memoria de 1910-1911:99.
4
AGN, SH III - CR, signatura 128, 7 de septiembre de 1915, Copia del Decreto.

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Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ C onstrúyese… una línea telegráfica entre San A ntonio de los C obres, capital del
Territorio de Los Andes y Rosario de Lerma, en la provincia de Salta; medida importante
si se tiene en cuenta el aislamiento en que permanecía dicho pueblo.
“ Los postes fueron donados por el señor Gobernador del Territorio, Mayor Brígido
Zavaleta; cortados y colocados por la cuadrilla de peones camineros” 1
Pero, a pesar que los postes ya habían sido colocados, la línea siguió sin terminarse:
“ L a construcción de la línea telegráfica… se encuentra en el m ism o estado que el año
anterior. Están colocados todos los postes y aisladores que son necesario, faltando
adquirir los 150 kilómetros de alambre que se requieren” 2
Finalmente en 1920, recién entonces, se completaron las obras de tendido de la línea
telegráfica. El 16 de septiembre el Jefe de Policía le informa al gobernador Pablo Saravia que
la oficina del telégrafo había quedado establecida en las habitaciones donde estaba el juzgado
de Paz de la capital, dentro del mismo edificio de usos múltiples, utilizado para la
gobernación, la jefatura de policía, el registro civil y el correo 3. En septiembre de 1920 el Jefe
de Policía comenzaba a comunicarse diariamente con el gobernador del Territorio de Los
Andes, cuya residencia se encontraba en la calle España de la ciudad de Salta, vía telegrama.
Pero la construcción de esta línea se realizó en condiciones técnicas muy deficientes, razón
por la cual el servicio se cortaba con cierta frecuencia. La construcción de la línea del
ferrocarril Huaytiquina significó una oportunidad para mejorar esta situación.
“ ...cúmpleme manifestarle que esta Administración ha reiterado las ordenes impartidas en
oportunidad, habiendo dispuesto que los ingenieros de cada sección del ferrocarril a
Huaytiquina hagan recorre diariamente la línea a fin de que se repare cualquier
desperfecto.
Además se ha dispuesto que a medida que avancen los trabajos se vayan cambiando los
postes o aumentándolos para evitar los contactos con tierra, pues algunas tiradas son
excesivamente largas y los postes en su mayoría son cortos4.
De esta forma, a pesar de contar la capital del Territorio de Los Andes con una vía de
comunicación regular, además de los edificios necesarios y, desde 1929, un servicio de
ferrocarril con dos frecuencias semanales, las autoridades siguieron residiendo, como hasta
ahora, en la más confortable capital provincial de Salta.

1
MI, Memoria de 1915-1916:57.
2
MI, Memoria de 1916-1917:217.
3
AGN, SH III - CR, signatura 132, San Antonio de los Cobres, 16 de septiembre de 1920.
4
AGN, SH III - CR, signatura 134, Línea a San Antonio de los Cobres, Buenos Aires, 5 de octubre de 1922,
Nota del Administrador General de los FF CC del Estado.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

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Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Parte II - La Montaña y la fauna


silvestre. Vicuñas, chinchillas y el “futuro
promisorio” del Territorio de Los Andes
(I)

Introducción
La fauna silvestre y la ganadería menor ocupaban un lugar destacado en el paisaje rural del
Territorio de Los Andes. Las vicuñas y las chinchillas, y también las llamas, fueron vistas por
diferentes viajeros como fuentes potenciales de riqueza. Esto contrasta con la inexistencia de
una política sistemática que fomentara el desarrollo de un sector centrado en la explotación de
estos recursos, por lo menos en el período de existencia del Territorio de los Andes. Las
medidas se limitaron a algunos estudios técnicos realizados a comienzos del siglo XX, a la
implementación de algunas medidas orientadas a restringir y reprimir la caza de vicuñas y
chinchillas, y a penalizar el tráfico de cueros, pieles y fibra. Pero todas estas fueron medidas
aisladas sin consecuencias a largo plazo.
En el momento que la Puna de Atacama se incorporó al territorio argentino, en las tierras
bajas de Jujuy y Salta los ingenios comenzaban, lentamente, su etapa de despegue. Este
proceso, la expansión de los ingenios azucareros, en el Ramal, ha sido reiteradamente
analizado desde en la tradición de estudios regionales, especialmente a partir del trabajo ya
clásico de Ian Rutledge1. La historiografía, sin embargo, se ha ocupado aún escasamente del
desarrollo de algunas cuestiones económicas vinculadas con las tierras altas. Los estudios
sobre las tierras altas estuvieron orientados, preferentemente, hacia las formas en que las
poblaciones fueron incorporadas al proceso productivo de las tierras bajas. También fueron
estudiados los procesos vinculados al control de la tierra, a los movimientos campesino y a la
organización del Estado provincial jujeño en las tierras altas. El aprovechamiento de los
recursos de la fauna silvestre, los circuitos legales e ilegales de pieles, cueros y fibra a lo largo
del siglo XIX y XX, o la cría y comercialización de los productos obtenidos de la ganadería
auquénida en las tierras altas todavía no ha sido convenientemente estudiado. Una excepción
es un pequeño trabajo de Roberto Vitry sobre la formación de las bandas ocupadas de la caza
y comercialización, los comúnmente llamados ―vicuñeros‖ 2.
Las más recientes aproximaciones a estos aspectos se realizaron desde los estudios
antropológicos, especialmente en Jujuy y Salta. En este sentido se pueden destacar los
estudios de Mercedes Puló, que también ha realizado un importante esfuerzo de
reconstrucción histórica3. Sin embargo la mayor proliferación de bibliografía referida a
camélidos sudamericanos y chinchillas se debe a especialistas procedentes de la biología o la
ingeniería agronómica. En este sentido se puede destacar la producción de Bibiana Vilá,

1
Rutledge 1987.
2
Vitry 1990.
3
Por ejemplo: Puló 1998 y 2003.

— 455 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

William Hansen, de Juan Bárbarich o de Gabriela Lichtenstein, para el caso de camélidos


sudamericanos1. Sobre chinchillas la literatura actual es más restringida. Una obra de
referencia es la de Fernando Aleandri2. De todas formas, puede afirmarse que el estudio
histórico sistemático del aprovechamiento de la fauna silvestre, los circuitos de
comercialización, el tratamiento estadístico y las políticas definidas desde el Estado sobre
consumo de carne y lana de camélidos todavía es incipiente. Esto es aún más notorio para el
caso de las chinchillas. Sobre esta especie puede afirmarse que no existe bibliografía reciente,
salvo aquella que se limita a los aspectos técnicos de su crianza y comercialización.
Lo que sigue se propone realizar algunos aportes para comenzar a llenar un hueco en los
estudios regionales centrados en las tierras altas del noroeste argentino. Para ello se tomará
como principal recorte temporal y espacial los que responden al caso de estudio, el Territorio
de los Andes en el período 1900-1943, para analizar diferentes cuestiones vinculadas con el
aprovechamiento de la fauna silvestre y del ganado auquénido. Sin embargo, en este asunto es
prácticamente imposible limitar el análisis a estos recortes, por diferentes razones. En primer
lugar porque se trata de recursos cuyo radio de distribución excede considerablemente los
límites territoriales de Los Andes. En segundo lugar, porque tanto la valoración cultural como
el conocimiento de las utilidades que ofrecían los camélidos sudamericanos y las chinchillas
existentes en la primera mitad del siglo XX, se remontan a períodos anteriores, incluso al
prehispánico. En tercer lugar, como ya se señaló, porque durante el siglo XX los mercados
transformadores y consumidores de los recursos de la fauna silvestre del Territorio de Los
Andes no se encontraban en la región, sino en Salta, Catamarca, Buenos Aires, Coquimbo o
ciudades europeas.
Una consideración adicional es que las autoridades de la Gobernación de Los Andes
implementaron algunas medidas de control a la caza de vicuñas y chinchillas, y de
mejoramiento técnico en el manejo de los recursos silvestres, pero con resultados limitados.
Fue necesaria la intervención directa de agencias técnicas del Estado nacional para lograr
cierta conservación de los recursos en un área que abarcaba buena parte de las tierras
altoandinas, y que finalmente se prolongó hasta otras provincias de más al sur como La Rioja
y San Luis. Pero estas acciones comenzaron a implementarse mucho después de 1943. En el
caso de la chinchilla, el proceso de domesticación si bien comenzó en la década de 1920/30,
no fue el resultado de los experimentos realizados en el Territorio de Los Andes, sino en otros
lugares de Chile, Canadá y los Estados Unidos.
Para abordar las cuestiones planteadas para esta segunda parte del capítulo, se revisaron las
series completas de los Boletines y Almanaques del Ministerio de Agricultura, como así
también los Anales de la Sociedad Rural Argentina para el período que recorre esta tesis, es
decir 1900-1943. También se analizaron otras obras de ese ministerio. Como en el caso del
ferrocarril, la literatura de viajeros permitió sistematizar información sobre algunos aspectos.
Quienes más se ocuparon del tema, enviados por el Ministerio de Agricultura, fueron Augusto
Huber y Eduardo Holmberg (h)3. El objetivo central era observar qué tratamiento se le había
dado al asunto de la fauna silvestre del Territorio de Los Andes en estas instituciones.
También se consultaron diferentes obras de carácter técnico, donde se daba cuenta de la
comercialización de los recursos de la fauna silvestre. Entre otras se puede mencionar la que
produjo Juan Carlos Godoy para el CFI en 19634. Otra fuente utilizada fue la correspondencia
de la Gobernación de Los Andes, lo que permitió reconstruir la política territoriana con

1
Por ejemplo: Vilá 1989 y 2001; Hansen 1994; Bárbarich 1995 y 2003; Lichtenstein 2004.
2
Aleandri 2002.
3
Ver Augusto Huber y Eduardo Holmberg (h) en Anexo II.
4
Ver Godoy 1963.

— 456 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

respecto a estos recursos. Finalmente, se sistematizó información proveniente de los Censos


Agropecuarios (1908 y 1937) y de otras estimaciones, para observar qué tratamiento
estadístico habían recibido las existencias nacionales y regionales de camélidos
sudamericanos.
Esta parte del capítulo sexto se divide en tres secciones. En la primera sección se presentarán
algunas cuestiones generales relacionadas con la fauna silvestre, y que surgen de
investigaciones realizadas recientemente por especialistas procedentes de la biología y la
agronomía. Asimismo, se analizará, a grandes rasgos, la función que tuvieron las diferentes
especies de camélidos sudamericanos en un período de larga duración, que en algunos
aspectos se remonta al período prehispánico, y en el período de existencia del Territorio de
Los Andes. La segunda sección se ocupará de las distintas fases por las que atravesaban los
recursos peleteros que se obtenían de camélidos y chinchillas, y que incluía la caza, el acopio,
la comercialización, la exportación y la transformación. La tercera sección se centrará en la
forma en que el Estado nacional, y en particular la Gobernación de Los Andes, intervino o no
en este circuito, a través de las estimaciones estadísticas de sus existencias, de su publicidad a
través de los medios de los que disponía el Ministerio de Agricultura, la regulación del
consumo de la carne, la legislación orientada a la prohibición de la caza y la creación de
organismos técnicos especializados.

— 457 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 458 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Fauna silvestre, puna e historia


Las condiciones ecológicas de los ambientes existentes en el Territorio de Los Andes
contenían, y contienen aún en la actualidad, nichos perfectamente ocupados por los camélidos
y los roedores silvestres. Entre los camélidos silvestres, en el Territorio de Los Andes las
poblaciones de vicuñas eran las más numerosas que las de guanaco. También eran
importantes las poblaciones de llamas, siendo inexistentes las de alpacas. Mientras que
vicuñas y guanacos se mantenían en estado silvestre, las llamas eran parte del ganado que se
pastoreaba. De los roedores, el más cotizado era la chinchilla. Antes de avanzar hacia las
consideraciones sobre la regulación de la explotación de estos recursos, es conveniente
mencionar algunos aspectos que tienen que ver con estas especies, los ambientes y las
amenazas a la subsistencia de estas especies, existentes hasta pasada la mitad del siglo XX. El
apartado que sigue está basado en la labor de William Hansen, Arturo Canedi y Bibiana Vilá,
especialistas en camélidos sudamericanos1.

Puna y camélidos
En Sudamérica existen cuatro especies de camélidos, que son la vicuña, el guanaco, la llama y
la alpaca, ―parientes lejanos‖ del camello y el dromedario de Asia y África.
Las vicuñas, de las que se puede aprovechar su fibra y su carne, actualmente se distribuyen en
las regiones alto-andinas de Argentina, Bolivia, Chile y Perú. También existen planteles de
vicuñas en Australia, Nueva Zelanda y China, entre otros países. Estos animales son muy
apreciados desde los tiempos prehispánicos por la calidad de la fibra para la elaboración de
prendas. Desde el siglo XIX comenzó una gran presión sobre este recurso silvestre y hacia la
década de 1970 la especie se encontraba al borde de la extinción, según los parámetros la
CITES2. Recién entonces comenzaron a implementarse algunas políticas conservacionistas,
tanto a nivel de las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy, como en los niveles nacionales e
internacional, lo que permitió una importante recuperación de las poblaciones de vicuñas.
Los guanacos, de los que se puede aprovechar la carne, el cuero y, en menor medida, la fibra,
se encuentran desde el norte del Perú hasta Tierra del Fuego, aunque se concentran
mayoritariamente en la Patagonia argentina3. Diferentes culturas patagónicas, como los
tehuelches, onas y yamanes, utilizaban sus cueros para confeccionar vestimentas o construir
viviendas, y consumían su carne. Con la ―merinización‖ de la Patagonia, los guanacos
comenzaron a ser desplazados hacia las tierras marginales o fueron diezmados por los nuevos
propietarios de las tierras, con el fin de conservar los recursos forrajeros. En los Andes centro-
meridionales el exterminio de los guanacos comenzó durante la colonia, desplazados por
diferentes especies de ganado introducido por los conquistadores europeos. Actualmente, en
la Puna argentina la población de guanacos es escasa.
Las llamas son el producto del largo proceso de domesticación del guanaco, iniciado hace
5.000 años. Pueden ser utilizadas como animales de carga y como productoras de fibra y
carne. Se distribuyen en todos los países andinos al sur de Ecuador, y también existen

1
Hansen 1994; Canedi 1995a y 1995b; Vilá 1989 y 2001
2
www.cites.org.
3
Según Vilá el 95% de todos los guanacos del mundo (Vilá 2001:31).

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

numerosos rebaños en Europa, Japón, los Estados Unidos y Nueva Zelanda, regiones que cada
vez ocupan lugares más destacados en la producción de fibra de llama.
Las alpacas, como las llamas, son el producto de la domesticación de las vicuñas. Las alpacas,
que prácticamente no existen en la Argentina, se concentran en Bolivia y Perú, especialmente
en la región circuntiticaca, y también en los Estados Unidos, Europa y Nueva Zelanda. Su
lana es muy apreciada en los mercados europeos.
La expresión ―ganado camélido‖ no hace otra cosa que remitir a los conjuntos de llamas y/o
alpacas que se apacientan y andan juntas. ―Camélidos silvestres‖, en cambio, remite a los
conjuntos de vicuñas y guanacos criados naturalmente y sin cuidado. Para obtener la fibra de
las vicuñas y los guanacos, sin cazarlos, es necesario capturar al animal, esquilarlo y luego
soltarlo. También se ha logrado retener a los animales en semicautiverio. Ambas prácticas, la
cría de ganado auquénido y el aprovechamiento de los camélidos silvestres en semicautiverio,
ciertamente, pueden complementarse.
La distribución actual de los camélidos sudamericanos es similar a la que describían los
viajeros desde fines del siglo XIX. En una publicación de mediados del siglo XX se
presentaba la información reunida en el Cuadro 6.12, donde muestra la distribución de las
cuatro especies de camélidos sudamericanos en los países andinos, desde Ecuador hasta la
Argentina. En el Mapa 6.4 se muestra la distribución actual de los camélidos sudamericanos,
en el espacio sudamericano.

Cuadro 6.12. Espacio andino. 1956. Camélidos sudamericanos. Área de distribución, en


porcentaje según país y hábitat. Estimación.
NOMBRE ÁREA DE DISTRIBUCIÓN HÁBITAT

Alpaca Perú 84 % Bolivia 16 % - Domesticidad, en terrenos


fríos y húmedos
Llama Bolivia 66 % Perú 30 % Argentina, Chile Domesticidad, en lugares
y Ecuador 4 % secos y áridos
Vicuña Bolivia 90 % Argentina, Chile - Salvaje, en terrenos secos
y Ecuador 10 % y fríos, cerca de la nieve
Guanaco Argentina 90 % Perú, Chile y - Salvaje, en lugres secos y
Bolivia 10 % áridos
Fuente: Link 1956:16.

Si bien durante el siglo XX las poblaciones de camélidos silvestres se restringían a las zonas
señaladas, debe destacarse que antiguamente las áreas de difusión eran algo más extensas. Su
reducción se debió a diversos factores, como la presión que los productores de ganado
europeo fueron ejerciendo desde la Conquista. Lo ocurrido fue un arrinconamiento de los
camélidos hacia las zonas que eran menos propicias para el ganado introducido. El hábitat del
guanaco, por ejemplo, incluía la región pampeana, y las vicuñas también se encontraban en
tierras más bajas. Pero ambas especies fueron sistemáticamente perseguidas en esos
ambientes, aunque nunca desaparecieron por completo. Junto con los camélidos, también
fueron desplazadas y/o amenazada la sobrevivencia pumas, zorros y ñandúes, entre otras
especies. La Generación del Ochenta propició una clara política de europeización de la fauna
silvestre (limpieza zoológica), por la introducción de numerosas especies exóticas que se

— 460 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

adaptaron y compitieron exitosamente con la fauna local, en distintos ambientes del territorio
argentino1.
De esta forma, se puede afirmar que la reserva de camélidos sudamericanos silvestres del
Territorio de Los Andes y zonas aledañas, a principios de siglo XX, se debía a dos factores. El
primero es ambiental. Efectivamente, los ambientes puneños constituyen nichos ecológicos
adecuados dentro del hábitat en el cual estos animales pueden prosperar. Las vicuñas están
perfectamente adaptadas a los climas fríos y secos. Además, tienen un aparato digestivo que
puede procesar las hierbas esteparias. Gracias a sus pezuñas, que son acolchonadas, pueden
caminar sin dificultades por los suelos pedregosos. Esto último, además, reduce el impacto
por pisoteo sobre los suelos. Finalmente, el pelo, por su calidad y disposición en el cuerpo, le
permite sobrevivir a temperaturas variables, a la vez que lo protege de la lluvia y la nevada. El
guanaco, a diferencia de la vicuña y la llama, está mejor adaptado para zonas más bajas y
menos frías, por eso en el Territorio de Los Andes se encontraba en forma esporádica, en los
bordes menos elevados2.
El segundo factor que explica cierta reserva de camélidos del Territorio de Los Andes a
principios del siglo XX, puede considerarse, es a la vez ambiental y económico. En esta
región tanto la vicuña como la llama no tenían al ganado europeo como un competidor tan
eficiente. Al ofrecer dificultades para la cría de otros animales, sin que mediaran acciones
técnicas orientadas al mejoramiento de razas o al ensayo con la introducción de ganado
exótico, los camélidos, y especialmente la vicuña en comparación con el guanaco, tuvieron
una menor competencia que en otras regiones. Se registraron algunos intentos y propuestas de
introducir ovejas caracul, de las tierras altas del Himalaya, u otros animales exóticos, pero
nunca prosperó. Sin embargo, como se analizó en el capítulo anterior, las existencias de
ganados introducidos eran importantes en la economía pastoril, fundamentalmente las ovejas
y cabras.
Pero esto varió temporal y espacialmente. En las punas más húmedas, como en la zona de
Yavi, provincia de Jujuy, a lo largo del siglo XX la cría de llamas fue reemplazada, a más
humedad y mejores pasturas, por la cría de cabras y ovejas, e incluso por el cultivo a pequeña
escala. Las punas meridionales eran más secas y menos propicias para el ganado europeo; de
todas formas esto no impidió su introducción. Asimismo, la ganadería en el contexto de la
economía doméstica tuvo otra competencia: la demanda de mano de obra para los ingenios,
especialmente desde la década de 1930, algo que no afectó, al menos decisivamente, a la
población del Territorio de los Andes.
De todas formas, los ambientes puneños del Territorio de Los Andes eran apropiados para la
reproducción de vicuñas y llamas, y esto, desde un punto de vista económico, puede
considerarse una ventaja competitiva regional, la cual careció de los suficientes estímulos
desde la esfera pública.

1
Brailovsky y Foguelman 1991:206-214.
2
Reboratti 1994:35-36; Lichtenstein 2004:3-4.

— 461 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Mapa 6.4. Llamas, alpacas, vicuñas y guanacos. Áreas de distribución de cada especie, actual y
pasada.

Fuente: reproducido de Vilá 2001:42, 68, 84 y 89.

— 462 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Los camélidos en la historia andina


Las llamas y las alpacas fueron, por excelencia, el ganado utilizado por las sociedades andinas
prehispánicas, hecho perfectamente documentado en la pictografía y en los petroglifos1. Lo
mismo puede decirse de la vicuña, cuya fibra fue muy apreciada desde la época incaica. De la
importancia de los camélidos sudamericanos en la puna dan cuenta numerosas investigaciones
arqueológicas2.
La Conquista significó, entre muchos otros acontecimientos, el progresivo desplazamiento de
los camélidos sudamericanos en la estructura socioeconómica del espacio andino, pampeano
y, con el tiempo, también patagónico. En el espacio andino y en el patagónico los camélidos
nunca llegaron a la total desaparición, pero en muchas regiones del espacio andino nunca
volvieron a ser un elemento dominante del paisaje rural. Observadores de fines del siglo XIX,
en Santa María, provincia de Catamarca, señalaban:
“ Llamas aún existen en la cordillera del Cajón (Santa María) pero no con la abundancia
del tiempo de la Conquista. Dá lástima ver desaparecer una industria indígena” 3
El ganado europeo fue introducido por los españoles en la ―región circumpuneña‖ a mediados
del siglo XVI. Las mulas comenzaron a criarse en el siglo XVII en reducciones jesuíticas de
Catamarca, La Rioja y Córdoba, y más tarde también de Buenos Aires. Las llamas fueron
desplazadas por ovejas, vacas y mulas para la obtención de carne, lana, transporte y fuerza de
arrastre. Las poblaciones mineras, además, fueron grandes consumidoras de llamas,
especialmente la de Potosí, provocando la reducción del stock de estos animales4.
Algo parecido ocurrió con la vicuña. Esta especie se transformó en un objeto preciado por los
conquistadores, ya que permitía la realización de prendas de óptima calidad, que podían
competir exitosamente con la seda. Hasta entonces el aprovechamiento de la vicuña estaba
investido de una serie de rituales que limitaban su caza y favorecían así, utilizando una
expresión contemporánea, un uso sustentable. Desde el siglo XVI virreyes y encomenderos
impusieron la caza sin medida y de manera desacralizada, lo que llevó a una progresiva
disminución de vicuñas y guanacos en el espacio peruano, ya que la fibra de estas especies, o
prendas tejidas, se transformaron en un elemento exigido como tributo5. De todas formas, y
hasta la actualidad, la vicuña siguió siendo un animal sacro para las sociedades indígenas. En
Salta y Jujuy, por ejemplo, ―Coquena‖ es un ser mítico, que habita en las punas, los valles y
las quebradas, y es considerado el protector de las vicuñas y guanacos. Se trata de un
hombrecillo que se le aparece a quien cace vicuñas cuando no lo precise, infundiéndoles una
muerte aterradora, como un despeñamiento o un rayo mortífero, o una descendencia con
deficiencias psíquicas o físicas.
En las tierras altas de los Andes, el guanaco prácticamente quedó extinto, mientras que la
vicuña fue confinada a espacios marginales, como la puna salada. Las vicuñas, que son
animales que habitan campos abiertos, tendieron a ocupar ambientes que les ofrecían refugio
de los cazadores, en regiones altas y escarpadas de difícil acceso6.
Desde fines del siglo XVIII diferentes autoridades coloniales comenzaron a proponer medidas
para reducir la presión sobre este recurso. En 1787 del Pino Manrique analizaba cuáles eran

1
Tabbush 1941:242-251; Puló 1998:244-245.
2
Sólo como ejemplo: Yacobaccio, Madero y Malmierca 1998; Mengoni Goñalons, Olivera y Yacobaccio 2001.
3
Schickendantz y Lafone Quevedo 1881:79.
4
Cipolletti 1984:520-521.
5
Puló 1998:248-249.
6
Guerrero Lara 1986:32.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

las dificultades que ofrecía el aprovechamiento de esta especie y, entre otros aspectos,
señalaba:
“ El proyecto de amansarlas y reducirlas a manadas para trasquilarlas, al modo que con el
ganado ovejuno, como previno una real órden de 30 de Abril del año pasado de 1779, no
es practicable, a vista de lo montaráz de este animal, que no sufre la menor sujeción,
acostum brado ya á habitar las m as altas serranías… ” 1
En 1802, por ejemplo, Manuel Belgrano escribe una carta al virrey del Pino donde sostenía:
“ La conveniencia del Estado está exigiendo por el cuidado con que se debía velar a que no
se extermine la especie de las vicuñas tan útil por su lana y con las considerables matanzas
que hacen de ellas los q‟ han tom ado el exercicio de cazarlas... se podía em prender el
proyecto de domesticarlas pues su condición dócil y tímida, tanto que sin ser mansas las
arrean y obtiene en su carrera el im pedim ento débil de un hilo q‟ encuentren y da
esperanza de conseguirlo” 2
Tiempo después, el 5 de julio de 1825, Bolívar establecía un decreto para proteger a las
poblaciones de vicuñas3:
A tendiendo. A la gran necesidad q‟ hay de proporcionar por todos los m edios posibles el
aum ento de las vicuñas. A l descuido con q‟ hasta aora ha sido tratada esta herm osa y
peculiar producción del P erú. A q‟ al fin vendría a aniquilarse si continuasen las matanzas
q‟ en todos los años se han pa sostener el com ercio de sus lanas.
1º He venido a decretar y decreto: se prohíbe de hoy en adelante la matanza de vicuñas en
cualquier nº q‟ sea
2º A nadie le será permitida ni aún con el pretesto de caza.
A pesar de estos intentos la caza de vicuña se siguió realizando en forma continua,
prácticamente sin regulación por parte de los Estados nacionales. Los gobiernos de Perú,
Bolivia, Chile y Argentina lo único que atinaban a hacer era prohibir la caza de vicuñas, con
magros resultados a largo plazo4.

Los Andes y las chinchillas


Además de vicuñas, las tierras altas de Atacama estaban pobladas por chinchillas, un roedor
cuya piel fue muy cotizada durante el siglo XIX. Este animal aun en la actualidad se
encuentra en las altas cumbres de las montañas andinas, y la puna salada era una importante
región natural en la que se podía explotar.
Las vicuñas y las chinchillas tenían algunos elementos en común. En primer lugar, ambas
especies se reproducían perfectamente en los ambientes elevados, fríos y secos de la puna. En
segundo lugar, eran animales silvestres que a principios del siglo XX todavía no se habían
ensayado estrategias zootécnicas para criarlas en cautividad o semicautividad. En tercer lugar,
formaban parte de la valiosa fauna silvestre del Territorio de Los Andes. Al igual que la
vicuña, la explotación de la chinchilla se realizaba a través de la caza y, de la misma forma
que la vicuña, llegó casi a la extinción.

1
del Pino Manrique 1787:22.
2
AGN, Sala IX 43.4.5 en: Puló 1998:251.
3
Puló 1998:252-253.
4
Link 1956:65-66.

— 464 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Por lo menos hasta mediados del siglo XX, la literatura especializada solía reconocer cuatro
especies: ―verdadera‖, ―chilena‖, ―vizcacha de la sierra‖ y ―vizcacha de la pampa‖ 1. De todas
estas, la que tenía valor peletero era la chinchilla verdadera, de la cual solían reconocerse tres
variedades: chinchilla chilena o indiana, chinchilla real y chinchillón de Bolivia, en
Argentina; chinchilla de la Cordillera, chinchilla real, y chinchilla de Bolivia, en Chile 2. La
chinchilla chilena también se conocía como lanígera o costina3. Estas clasificaciones
provenían, sobre todo, de la experiencia de los cazadores. La chinchilla real era señalada
como la más apetecida por los peleteros, razón por la cual sufrió la carnicería más sistemática,
al punto de extinguirse en la mayor parte de su hábitat natural. En su reemplazo, tuvieron
mayor cotización las otras variedades4.
El hábitat de las chinchillas es seco, desde algunos cientos de metros sobre el nivel del mar,
hasta algunos miles. En el Territorio de Los Andes se desarrollaba perfectamente, incluso a
alturas cercanas a los 5.000 msnm. Los observadores de principios de siglo XX sostenían que
el animal era muy limpio y que le temía a la humedad, a la vez que era dócil y fácil de
domesticar5. De todas formas, los conocimientos zootécnicos que se tenían por entonces
parecían insuficientes, en la medida que todas las experiencias terminaban en fracaso, con la
muerte de los animales enjaulados6. Los primeros aciertos en la dirección del cautiverio
comienzan en la década de 1930, como se verá más adelante.
Además de la piel, de la chinchilla se podía aprovechar la carne, de similares características
que la del conejo. Pero su fama era reputada, sobre todo, por la suavidad de la piel, que ya se
conocía en Europa en el siglo XVIII, época en que comenzó su exportación. En la edición del
diccionario de la RAE de 1729 se la describe así:
“ Animalejo pequeño como ardilla, que se cría en la tierra del Perú. Tiene el pelo muy
blando, y sus pieles se traen por cosa regalada y saludable para abrigar el estómago y
partes que tienen necesidad de calor moderado... También se hacen cubiertas o frazadas
del pelo de estas chinchillas” 7.
La piel de este roedor se hizo particularmente famosa en el XIX, cuando se la empezó a
utilizar en gran escala para indumentaria destinada a sectores de clase alta en Europa. Esto fue
lo que estimuló su caza, que se transformó en una matanza frenética y devastadora 8. Todas las
las fuentes consultadas señalan este panorama, donde anualmente se exportaban por los
puertos de Buenos Aires o Coquimbo miles de pieles de chinchilla. Refiriéndose a las tierras
altas de Salta (en lo que después fue jurisdicción de Jujuy), Woodbine Parish mencionaba a
las chinchillas y decía:

1
Helfritz 1949:89.
2
Autran 1906:124; Helfritz 1949:89; García-Mata 1953:55.
3
Godoy 1946:34.
4
Helfritz 1949:89.
5
Autran 1906:128-129.
6
Huber 1907:38.
7
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las
voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas
convenientes al uso de la lengua... Compuesto por la Real Academia Española. Tomo segundo. Que contiene la
letra C. Madrid. Imprenta de Francisco del Hierro. 1729. Reproducido a partir del ejemplar de la Biblioteca de la
Real Academia Española. pág. 302, 2. http://buscon.rae.es.
8
Godoy 1963:165.

— 465 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ la hermosa y pequeña chinchilla, de cuya piel se recogen cada año, y se envían a Buenos
Aires para exportarse a Europa, miles de docenas” 1
Así, en las primeras décadas del siglo XX, la piel de chinchilla se encontraba entre las de más
valor en el mercado peletero2. Esta fama derivaba de que el pelo era uno de los más finos, y
tenía como gran ventaja que no se llenaba de pelusa. El cuero era muy delgado, por lo cual no
se podían fabricar sombreros, destinándose a la confección de capas, boas, y otros adornos
para vestidos, de gran estimación estética. Ya para mitad del siglo XX diferentes observadores
señalaban que la chinchilla en estado salvaje se encontraba extinta3.
Al igual que las vicuñas, las poblaciones de chinchillas fueron sometidas a una caza
indiscriminada, aunque probablemente más intensa, en la medida que no revestía los mismos
valores rituales que la vicuña. Ya a fines de siglo XIX los informes oficiales dan cuenta de
esta situación. En una memoria descriptiva de la provincia de Jujuy, su autor decía:
“ … se hace com ercio con la chinchilla… P or desgracia estos roedores van en camino de
extinguirse a causa del poco cuidado i sistem a con que se les caza… D ebem os expresar
aquí que cuando el Gobierno pueda dedicarse con mas eficacia á proteger el desarrollo de
las industrias, deberá fomentar la cría i multiplicación de los rebaños de llamas, alpacas i
vicuñas i defender también la chinchilla, vizcacha i otras especies de una total
destrucción” 4
Estas sugerencias sobre la importancia económica, la caza indiscriminada y la concomitante
necesidad de controlarla, está presente en numerosos informes oficiales de principios del siglo
XX, como los que se transcriben a continuación:
“ Entre las riquezas naturales del extremo Nor Oeste del territorio argentino, merece
renglón aparte la „chinchilla‟, cuya raza da origen a un a de las principales ramas de la
industria peletera. El considerable valor de las pieles ha atraído á esas regiones un
crecido número de cazadores clandestino, y no obstante las diversas tentativas del
gobierno para reglamentar la caza y proteger de este modo ese factor importante de la
riqueza andina, aún no se ha llegado a conclusiones satisfactorias y positivas. Hasta tanto
V. H. se digne dictar la ley respectiva, el P.E. ha adoptado medidas tendientes a impedir la
extinción de esta especie tan valiosa de la fauna argentina, reforzando el servicio de
policía de ese territorio para hacer en forma más eficiente la vigilancia en toda la
extensión montañosa de la región” 5.
“ La caza clandestina de la chinchilla en el Territorio de Los Andes, está definitivamente
contenida, gracias a los esfuerzos de la Gobernación, y la chinchilla prolifera otra vez
abundantemente y constituirá de nuevo un importante renglón de la riqueza de Los
Andes” 6.

Llamas, vicuñas y chinchillas en la economía pastoril


En el Territorio de Los Andes, como en el resto de la Puna argentina, la cría de llamas y las
distintas modalidades de utilización de vicuñas y llamas constituyeron una parte fundamental
de las estrategias económicas de la población. Distintos observadores de fines del siglo XIX y

1
Parish 1852:426. La parte correspondiente a Salta, este autor la escribió antes de la autonomía de Jujuy, que fue
en 1834. Por eso aun en 1852 lo describe como parte de Salta.
2
Onelli 1908:55.
3
García-Mata 1953:51.
4
Carrillo 1888:142.
5
MI, Memoria de 1913-14:186.
6
MI, Memoria de 1915-1916:59.

— 466 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

principios del XX, como Alejandro Bertrand o Eduardo Holmberg (h), dan cuenta de la
importancia económica que tenían los camélidos en la economía campesina de las tierras
altas.
La llama “ … no existe sino en rebaños, perfectamente mansos i domesticados... Los indios
que los poseen se deshacen difícilmente de ellos, los quieren i cuidan mucho, i hasta les
adornan las orejas con borlitas de lana roja para hermosearlos... Su carne es bastante
buena; cuando gordo es semejante a la del cordero... La lana de los llamas [sic] es de
diversos colores... se emplea en fabricar prendas de ropa, frazadas i tiras de alfombras
para cubrir los poyos de tierra que sirven de lecho a los indios” 1.
“ Estas familias tienen por principal entrada los tejidos hechos con lana de oveja o de
vicuña, que venden en Cachi” 2.
Pero esto no significaba una economía centrada exclusivamente en los camélidos. Para
maximizar beneficios y minimizar riesgos, los grupos familiares combinaban la cría de llamas
con la de ovejas y cabras, de las razas llamadas criollas, con la de burros y vacas. La cría de
varias especies en lugar de una sola era una estrategia más beneficiosa, ya que reducía los
riesgos derivados de la variación en la oferta de los diversos pastos, de las variaciones
climáticas y de los requerimientos de manejo, a la vez que aumentaba la posibilidad de tener
una mayor gama de productos para intercambiar3. De todas formas, la llama era una especie
doméstica con una gran adaptación al medio, tenían hábitos de pastoreo y una rusticidad, que
la volvían ecológicamente más ventajosa con respecto a las ovejas y las cabras4.
Concomitantemente, cazaban vicuñas y chinchillas, de las que obtenían fibras y pieles, a
veces para uso personal, pero muy frecuentemente para el intercambio o la venta. En 1910 el
inspector de minas Luciano Caplain lo describía de esta forma:
“ L os indios que viven allá… viven m iserablem ente con una provisión de m aíz que
renuevan cada año, bajando con sus burros o llamas a Jujuy, Salta, Molinos o Catamarca,
y llevando para vender panes de sal que sacan de las diferentes salinas y cueros de vicuñas
o chinchillas, corderos y llamas. Además tienen, para sostenerse, tropas de llamas, ovejas
y cabras que llevan a pastorear a las varias vegas y, no es sino en los meses de invierno
que se encuentran reunidos en los caseríos, mientras algunos pastores cuidan las tropas en
las quebradas más abrigadas” 5.
Los productos obtenidos de las llamas, como sogas, charqui o tejidos, eran intercambiados
para adquirir alimentos básicos como fruta, papa, maíz, haba y coca, productos que se
cultivaban en otros pisos ecológicos. Este animal, además, era un importante medio de
transporte, utilizado en las caravanas. Como se advierte, la llama era una especie ganadera
multipropósito.
“ La llama, ese interesante camélido americano que tan útil es en las repúblicas
transandinas, y que prestará siempre grandes servicios en este territorio, ocupa un sitio
im portante en la vida del rancho… ” 6.
La función principal de la llama en la economía doméstica siempre fue el transporte. No
obstante, a medida que fue pasando el tiempo fueron reemplazadas para este fin por asnos y
mulas.

1
Bertrand 1885:236.
2
Holmberg 1900:32.
3
Göbel 1994:53-54.
4
Bárbarich 1995:29.
5
Caplain 1912:13.
6
Holmberg 1900:67.

— 467 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Fuera de las ovejas y cabras, se crían con preferencia las llamas, que no sirven
solamente para el alimento, sino principalmente como animales de carga, aunque no
pueden llevar más de 4 a 6 arrobas” 1.
“ Otro carguero es la llama, el querido animal de los indios. ... Nadie pensaría en los
grandes servicios que la llama ha prestado desde tiempos remotos, ni en los que
actualmente desempeña, siendo ventajoso sobre el burro y la misma mula, por tener
caracteres de que estos carecen. La llama es barata... Para ella no hay puna... se conforma
con lo que encuentra, y con el mismo placer saborea un manojo de alfalfa, como uno de
cualquier pasto duro... Para ella el camino es lo de menos y va la carga con tanta
seguridad por ancha senda bien apisonada, como por la falda del más abrupto cerro. Mas,
a pesar de ser el animal querido de los púnenos... cuando el apetito apura... se lo come,
pues, de los animales cargueros, es el mejor para la alimentación, por su buen sabor” 2.
Las llamas no pueden transportar más de 25-30 kilogramos, recorriendo jornadas de 4 a 6
leguas, es decir, unos 22 a 33 kilómetros diarios. Los cargueros son llamas machos, castrados,
para obtener animales dóciles, con comportamiento gregario y para evitar las luchas 3. A las
llamas cargueras, junto con las mulas, se las utilizaba para transportar sal y minerales desde
Los Andes hasta los valles orientales4.
A lo largo del siglo XX, estos animales que podían servir como cargueras, se fueron
prefiriendo cada vez más para producir carne y fibra5. También se aprovechaba el excremento
excremento seco y el cuero. El excremento es fácil de recoger dado que las llamas
acostumbran a bostear siempre en el mismo lugar. Este material podía utilizarse como
combustible natural y también como material de construcción. El cuero podía aprovecharse
para la realización de correas, aperos y lienzos, y la confección de hojotas 6. La carne de los
camélidos sudamericanos era y es de óptima calidad, con elevado valor nutricional como
consecuencia de su alto contenido de proteínas, superior a las carnes bovinas y ovinas.
Además tiene un bajo porcentaje de grasas, lo que representa bajos niveles de colesterol para
quienes la consumen7.
El vellón de llama está compuesto de fibra y pelo. Una vez sacado el pelo, la fibra era hilada y
empleada en la confección de prendas de vestir, mientras que el pelo se podía utilizar para la
confección de alfombras8. La alpaca, que ofrece una fibra de mejor calidad, a principios del
siglo XX prácticamente no existía en la Argentina. Todavía a fines del XIX se criaban algunas
alpacas en los valles occidentales de Salta y Catamarca9. Pero la tendencia era a su
disminución e incluso desaparición del ámbito argentino. Pero la mejor era la fibra de vicuña,
la de mayor finura después de la seda10.
Las vicuñas, junto con las chinchillas, eran también una fuente adicional de ingresos para las
poblaciones indígenas, quienes con frecuencia salían de caza.
“ L as vicuñas… pacen en rebaños en los declives de los cerros, en las hondonadas
profundas y donde hay un poco de pasto, pero en estado salvaje. Al contrario que la llama,

1
Brackebusch 1883:40.
2
Holmberg 1904:80-81.
3
Hansen 1994:51 y 55.
4
Romero 1927:33.
5
Göbel 1998.
6
Link 1956:53.
7
Hansen 1994:49.
8
Hansen 1994:44-45.
9
Schickendantz y Lafone Quevedo 1881:123.
10
Hansen 1994:47.

— 468 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

la vicuña apenas divisa un ginete á quinientos metros huye hacia la cumbre y se esconde
en los repliegues de la montaña. Es difícil de cazar á tiro; hay que cercarla á grandes
distancias, estrechar paulatinamente el cerco contra algún barranco y matarla después á
tiro y á bola. Los indios hacen disecar su carne en charqui y les sirve de alimento, comida
así sin cocerla” 1.
“ Para los habitantes de la Gobernación de los Andes, la Vicuña es la caza más apetecida,
después de la Chinchilla...” 2.
“ Los hombres son arrieros ó cazadores de vicuña y chinchilla” 3.
“ la única ocupación de los habitantes consiste, además de cuidar sus tropas, en cazar
vicuñas o chinchillas, a pesar de la prohibición del Gobierno Nacional y, para las mujeres,
es tejer lana de oveja, llama o vicuña” 4.
Las descripciones sobre el lugar que ocupaba la vicuña en el paisaje y la economía de la
población del Territorio de Los Andes son numerosas. El arqueólogo y naturalista Juan
Ambrosetti llegó hasta el Salar de Cauchari en 1902, y al describir el paisaje y sus recursos,
decía:
“ Las avenidas de los cerros han cortado transversal y diagonalmente la capa de caliche...
en ella se han formado algunas depresiones u hoyos donde por mucho tiempo quedan
recogidas las aguas de lluvia, y son las que proporcionan a las vicuñas, que por allí viven,
agua para beber... sobre [las barrancas] y escondidos en pirkas o casuchas de caliche, se
colocan los cazadores y esperan allí las vicuñas que bajen a beber para matarlas a bala” 5.
bala” 5.
“ En Caurchari abundan estos cazadores y también las vicuñas, no sólo a juzgar por las
que continuamente se ven, sino también por las grandes cantidades de estiércol, que en
manchones se hallan a cada paso” 6.
Una vez cazado el animal, se utilizaba su fibra, su cuero y su carne.
“ Más de cien vicuñas se podía contar a la vez; para conseguir carne para el día, una tenia
que ser sacrificada...” 7
“ Vicuña.- abunda mucho más que el guanaco; se la encuentra en numerosas manadas de
doce i hasta de veinte. Son sumamente hurañas con motivo de la constante persecución que
les han dado los incansables cazadores que las esperan i persiguen. Bien sabido es que la
lana de vicuña es más fina que la de sus conjeneres; por esto es la más apetecida. Los
cueros preparados con corteza de queñua sirven para hacer colchas de cama; con la lana,
convenientemente hilada i torcida, se tejen mantas, ponchos, guantes, que alcanzan en los
mercados de Atacama i Molinos los mismos precios que en Santiago, Valparaíso o Salta.
El que pretenda cazar vicuñas debe llevar un perro adiestrado i ser además buen tirador
pues el animal es estremadamente lijero para huir” 8.
“ Estas familias tienen por principal entrada los tejidos hechos con lana de oveja o de
vicuña, que venden en Cachi, y los pocos centavos que les dejan buenamente los que pasan
con ganados para Chile” 9.

1
Cerri 1903:38.
2
Huber 1905:400.
3
Kühn 1910:316.
4
Caplain 1912:13.
5
Ambrosetti 1905:109.
6
Ambrosetti 1905:110.
7
Brackebusch 1883:32.
8
Bertrand 1885:235.
9
Holmberg 1900:32.

— 469 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ la única ocupación de los habitantes consiste, además de cuidar sus tropas, en cazar
vicuñas o chinchillas, a pesar de la prohibición del Gobierno Nacional y, para las mujeres,
es tejer lana de oveja, llama o vicuña” 1
“ D espués de las… C hinchillas… la especie m ás codiciada de la fauna y por ahora m ás
importante debido al aprecio industrial de su lana, es la Vicuña, el más pequeño y grácil
de los Camélidos americanos” 2.
Los tejidos de vicuña no solo se realizaban en el Territorio de Los Andes, sino también en
zonas aledañas, como Molinos o Belén.
“ Otra industria importante son los tejidos de lana y vicuña, que se ejerce principalmente
en el D epartam ento de B elén… ” 3
En la Puna argentina, finalmente, puede señalarse que el guanaco tenía una participación
totalmente marginal en función de su menor difusión. De esto dejaron testimonio Huber y von
Rosen:
“ E l guanaco… se halla solam ente en pequeñas tropillas, no es tan abundante com o en la
Patagonia” 4.
“ El reino animal no está tan pobremente representado en la Puna, como su suelo estéril
podría inducir a creer. El más común entre los animales grandes es la vicuña (Auchenia
vicuña), mientras que su pariente, el guanaco (Auchenia huanaco), es bastante más
escaso” 5
Las chinchillas tenían un lugar menos destacado dentro de la economía tradicional del
Territorio de Los Andes, pero a principios del siglo XX era el más codiciado. La explotación
de la chinchilla estaba condicionada, en mayor medida que la vicuña, por la demanda extra-
regional. Con respecto a la chinchilla Daniel Cerri daba cuenta tanto de las presencia de este
roedor, como de la necesidad de cuidar su depredación:
“ … la chinchilla abunda en el Sud y la vicuña se halla en grupos bastante num erosos en la
parte Norte, pero son tan perseguidos en todas épocas del año, que para evitar su
completa extinción, elevo á la aprobación de V. E., por nota separada, un Reglamento que
regularizará, espero, la caza de esos animales que forma una parte muy notable de las
riquezas de este Territorio” 6
Algo similar planteaba Eduardo Holmberg, al caracterizar a los cazadores:
“ Estos hombres, cazadores de profesión, son sumamente diestros en la caza de los
animales que he mencionado, y estoy seguro que bien pronto concluirán esas especies si el
gobierno no toma medidas tendentes á moderar la obra destructora. Una prueba de lo
mucho que allí se ha cazado, es el alto precio de las chinchillas” 7
De esta forma, la caza de chinchillas se constituía en una actividad complementaria al
pastoreo. Además de los limitados ingresos que podía generar la venta de pieles de
chinchillas, esta población consumía su carne, debido a la distancia y a la ausencia de un
mercado importante que la requiriera. Según observadores de la época, se trataba de una carne
muy sabrosa8.

1
Caplain 1912:12.
2
Castellanos 1928:47-48.
3
Schickendantz y Lafone Quevedo 1881:118-119.
4
Huber 1905:404.
5
von Rosen 1916.
6
Cerri 1903:38.
7
Holmberg 1900:33.
8
Autran 1906:133.

— 470 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Pero los cazadores de chinchillas y vicuñas no eran sólo pobladores del Territorio de Los
Andes. También ingresaban cazadores originarios de diferentes puntos de la región
circumpuneña, como los Valles Calchaquíes o del occidente catamarqueño, de la cuenca del
salar de Atacama o del sur de Bolivia, tanto indígenas como criollos.

— 471 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 472 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

El circuito de las materias primas peleteras


Tanto la vicuña como la chinchilla eran animales de peletería. Según Juan Carlos Godoy, la
chinchilla indiana fue durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX la ―reina
de las peleterías del mundo‖ 1. Clemente Onelli las había bautizado ―las princesitas grises‖. Si
bien hacia mediados del siglo XX mermó considerablemente su mercado, la cría de este
roedor se encuentra en expansión en la actualidad. La caza de chinchillas estuvo prohibida
desde principios del siglo XX. No obstante, existían circuitos ilegales que garantizaban su
colocación en los mercados que codiciaban las pieles de este animal.
A partir de los diversos testimonios recogidos, pueden identificarse cuatro etapas en el
circuito de comercialización de los recursos peleteros de la puna. Las etapas eran cuatro. La
primera era la caza del animal, en el Territorio de Los Andes y zonas circumpuneñas. La
segunda etapa era el acopio, en Salta, Belén o Molinos, en la República Argentina, o en otros
puntos dentro de las repúblicas de Chile y Bolivia. La tercera etapa era la exportación, desde
Buenos Aires o Coquimbo. La etapa final era la transformación, fundamentalmente en las
ciudades europeas, donde se elaboraban prendas para uso suntuario. Los parágrafos siguientes
se ocuparán de profundizar en cada una de estas fases en el circuito de comercialización de las
materias primas peleteras del Territorio de Los Andes.

La caza de vicuñas y chinchillas


En el Territorio de Los Andes, la mayor amenaza a las existencias de vicuñas no la constituía
la demanda interna, sino la externa, que internamente se expresaba en la existencia de los
―vicuñeros‖. Con este adjetivo se suele designar a las empresas formadas por grupos de
cazadores que, luego de cazar y despellejar a los animales, vendían la fibra y las pieles a los
acopiadores ubicados fuera de Los Andes. Quienes comandaban estas empresas, generalmente
no eran de la región. Los habitantes del Territorio de Los Andes solían emplearse
temporalmente para realizar estas tareas.
Estas empresas estaban comandadas por un jefe que sometía a sus subordinados a una férrea
disciplina. Los jefes contrataban a sus ayudantes por un período que iba de seis meses a un
año y los convenios no podían rescindirse. Si alguno mostraba intenciones de desertar la
muerte era una pena implícita. Estas ejecuciones se efectuaban para evitar la delación,
especialmente cuando la legislación fue más contundente en el sentido de prohibir la caza de
vicuñas y chinchillas2.
La fibra de vicuña se obtenía con diferentes técnicas de caza, que se remontaban al período
prehispánico y se siguieron usando hasta el siglo XX, aunque entonces con la incorporación
del Winchester. Hay descripciones muy detalladas de esas prácticas, destacándose la técnica
del ―chaco‖ por su efectividad. Esta metodología tiene orígenes prehispánicos, cuando se
organizaban cacerías para el Inca. En un radio de algunos kilómetros cuadrados se iban
encerrando a las vicuñas hasta atraparlas. Se esquilaba y ponía en libertad a los reproductores
sanos de ambos sexos y se mataban a los más viejos o enfermos. La lana se destinaba al Inca

1
Godoy 1963:161.
2
Vitry 1990.

— 473 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

y los demás productos, carne, cuero y desechos de la lana, se distribuía entre quienes habían
participado del ―chaco‖ 1.
Las estrategias utilizadas a principios del siglo XX para cazar a las vicuñas eran diversas, pero
generalmente consistía en hacer ―manga o chaco‖ 2. En la medida que los animales tienen por
costumbre beber siempre en los mismos lugares y seguir siempre las mismas sendas, era fácil
reconocer el trayecto seguido hacia las fuentes de aguas, y que seguirían escapando desde las
mismas en caso de peligro. Por eso los cazadores las cercaban, con la ayuda de perros, lazos y
ponchos. Al huir, el cazador les arrojaba las boleadoras, dirigidas al pescuezo. Si fallaba en el
primer intento con la boleadora, hacía otro y si esto no era suficiente, utilizaban armas de
fuego. Holmberg afirmaba que la mayor amenaza no la constituía la propia población de Los
Andes sino los ―paisanos‖ de los Valles Calchaquíes, que ingresaban junto a su ―peonada‖ 3.
Algunos testimonios sobre estas empresas carniceras fueron dejados en los trabajos de
Holmberg y Huber:
“ Estos hombres, cazadores de profesión, son sumamente diestros en la caza de los
anim ales… ” 4
La caza de las vicuñas se realiza “ con boleadoras y perros... [pero] el modo más
provechoso, pero también más repugnante y más perjudicial es el conocido por el del
Chaco... El número de las víctimas es variable y alcanza a veces a unos cientos” 5.
En el caso de las chinchillas, para la caza no existían empresas similares a la de los vicuñeros.
En general los comerciantes compraban directamente a la población indígena de la región.
Muchos pobladores se habían especializado en la caza de chinchillas utilizando diferentes
métodos. Uno era la utilización de perros amaestrados. Los cazadores encendían ramas secar
y ahumaban las madrigueras. Las chinchillas de toda edad al salir se encontraban con los
perros que se ocupaban de matarlas. También utilizaban ratoneras6. Otra alternativa incluía el
uso de hurones mansos, adiestrados, que ingresaban a las cuevas y asustaban a las chinchillas.
Al salir de la madriguera el cazador se ocupe de atraparlas. Muchas veces, los hurones se
devoraban las crías, mientras que las hembras y machos adultos eran cazados, con lo cual se
eliminaba a la población entera de una madriguera7.

El acopio de fibra y pieles


Los propios cazadores se ocupaban de desollar a los animales, secar la piel y luego
transportarla hasta los centros acopiadores8. Éstos, a su vez, destinaban la producción hacia
Buenos Aires o Coquimbo, donde se industrializaba o se exportaba, especialmente en el caso
de las chinchillas. Los comerciantes presionaban a los acopiadores, y estos a los cazadores,
para poder cumplir con los compromisos contraídos con las casas europeas, que los obligaban
a entregar cierto número de pieles en un plazo dado9.

1
Link 1956:66.
2
Holmberg 1901:257.
3
Holmberg 1901:258.
4
Holmberg 1900:33.
5
Huber 1905:402-3.
6
Autran 1906:131.
7
Huber 1907:39.
8
Huber 1907:40.
9
Huber 1907; Autran 1906.

— 474 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Diferentes testimonios e investigaciones afirman que antiguamente se practicaba la esquila de


las vicuñas, para luego soltarlas, y que solo se mataba a algunos ejemplares. En el siglo XIX y
XX los vicuñeros se limitaban a cazar las vicuñas, para extraerles no solo la fibra, sino
también el cuero. Los cueros eran llevados a Salta y Catamarca, donde los vendían, a un
precio de entre 1 y 5 pesos. Los acopiadores de cueros de vicuña y chinchilla se encontraban
en la Argentina, en las ciudades de Salta y Catamarca, y en Bolivia, Chile y Perú.
“ La carne y las pieles de los animales se secan inmediatamente en el lugar de la matanza,
facilitándolo el clima extremadamente seco y se reparte entre los cazadores. Estos
entregan el botín a los patrones o venden las pieles en Molino o Salta... Los patrones
mandan ordinariamente raspar la lana de las pieles e hilarla, para hacer con el tegido los
conocidos y preciosos ponchos. Una parte de las peles recolectadas en la Gobernación de
los Andes es dirigida a Catamarca para su elaboración y solamente una pequeña fracción
es exportada, pues en la industria peletera las pieles de la vicuña no tienen empleo sino
excepcionalmente” 1.
Cuando los controles del lado argentino aumentaban, los vicuñeros cruzaban con gran
facilidad la cordillera, y colocaban su producción en Chile o en Bolivia y, desde allí, se
exportaba hacia Europa o también reingresaba a la Argentina. En el Territorio de Los Andes
los comerciantes locales también eran pequeños acopiadores. En 1905 Huber hacía referencia
a las plazas hacia las cuales se orientaban los cueros de chinchillas:
“ El más importante acopiador de pieles es un señor Röner en la ciudad de Salta... En la
plaza de Colchas en Bolivia, hay dos casas norte americanas que reciben mensualmente de
300 a 400 docenas de pieles buenas que provienen de la R epública A rgentina… la m ayor
parte de las pieles de chinchilla procedentes de la República Argentina es exportada por la
vía de Bolivia...” 2

La exportación
La transformación, en el caso de la fibra de vicuña, se realizaba en parte, en el Territorio de
Los Andes y zonas aledañas. La producción local se limitaba a la fabricación de ponchos y
abrigos de toda clase, como medias, gorros y guantes3. En Belén, provincia de Catamarca, se
realizaban ponchos y otras prendas que se enviaban a Salta, Buenos Aires o a la República de
Chile4. Pero los principales mercados de cueros, pieles y fibra se encontraban en zonas
lejanas. La principal plaza para colocar la producción de fibra de vicuñas a mediados del siglo
XX era los Estados Unidos. En el caso de la chinchilla, la mayor parte de la exportación se
destinaba a Europa. Cientos de miles de pieles se exportaban cada año5.
La exportación de cantidades considerables de pieles de chinchilla comenzó a principios del
siglo XIX. Según von Tschudi, a mediados del siglo una docena de pieles valía de 5 a 6 pesos.
Según algunas estimaciones, las exportaciones por los puertos chilenos superaban medio
millón de pieles al año6. Un centro comercial de pieles de chinchilla estaba en Coquimbo,
puerto que comercializaba las pieles de animales cazados en el espacio cordillerano. Según
estimaciones presentadas por Elio Braislovky y Dina Foguelman, en 1905 fueron vendidas
220 mil pieles de chinchilla, mientras que en 1907 la especie comenzó a decaer y la venta se

1
Huber 1905:403.
2
Huber 1905:391-393.
3
Link 1956:74-75.
4
Schickendantz y Lafone Quevedo 1881:123.
5
Helfritz 1949:90.
6
Autran 1906:135.

— 475 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

redujo a la mitad, para volver a reducirse a la mita en 1908. En 1909 sólo se vendieron 28 mil
pieles. Las poblaciones se encontraban en franco retroceso y fueron perseguidas hasta que la
escasez de individuos hizo antieconómica la caza en gran escala1.
En la Argentina el comercio exterior de la chinchilla se realizaba a través del puerto de
Buenos Aires, en manos de algunos exportadores que recibían la mercadería de acopiadores
del noroeste argentino y el sur de Bolivia. El grueso se exportaba a Europa, donde gozaba de
más aprecio que en el propio país productor2. Allí las pieles ingresaban a las ciudades de
Paris, Leipzig y Londres.
“ Estas pieles concluyen por tener en Europa un precio exorbitante. Por ejemplo, en Paris,
en el comercio al por mayor, un buen manguito de chinchilla, de cuatro pieles, vale 1.000
francos próximamente, y un cuello de 350 a 1.200 francos” 3.
Este mismo autor estimaba que el precio en Buenos Aires de una docena de pieles de
chinchilla real ascendía a 700 francos4. Pero una parte también se quedaba en Buenos Aires,
donde también aumentó el precio conforme a la rareza de esta piel:
Tengo entendido que entre las varias peleterías de Buenos Aires no se alcanza en este
momento a tener más de unas cinco docenas. Lo que explicara mejor al Sr. Gobernador
como a ellas no les es posible obtenerlas a ningún precio, aun cuando la Señoras
millonarias pagarían por un tapado el m ism o precio que por un rico collar de perlas…
Estos peleteros de lujo comprenden que en este momento la chinchilla es la verdadera
gallina de los huevos de oro y para ayudar al gobierno, me dice el peletero Sr. Lalanne,
que ellos se comprometerían en no pedir ni comprar pieles hasta e el Gobernador
consiguiera multiplicarla
No encuentro ahora los informes pasados al Ministerio de Agricultura en esos años, pero
he encontrado un articulito que escribí en mi Revista en el año 1912 y que me permito
incluirle. Pero verá la diferencia de precio: hace diez años se avaluaban las chinchillas a
$1200 la docena hoy creó que las verdaderamente reales no se alcanzan obtener ni por
$5000 y ya no se encuentran 16 docenas para confeccionar una salida de teatro5.
Mientras que los intermediarios, acopiadores y exportadores obtenían un pingüe beneficio por
el comercio de pieles, y los consumidores exhibir sus tesoros, los cazadores del Territorio de
Los Andes se mantenían en el nivel de la reproducción.

1
Brailovsky y Foguelman 1991:210.
2
Huber 1907:40.
3
Autran 1906:135.
4
Autran 1906:135.
5
Onelli octubre 1922.

— 476 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Recursos peleteros y políticas del Estado


nacional
Los relatos de viajeros dan cuenta del uso irracional de los recursos peleteros de las zonas
altoandinas y, desde los primeros años de creación del Territorio de Los Andes, propusieron
diferentes medidas para enfrentar a los cazadores o a estimular la cría en cautividad. Eduardo
Holmberg (h) fue uno de los primeros que planteó la necesidad de prohibir la caza de vicuñas.
“ Cuando se piensa que la vicuña produce la entrada mayor con que cuentan para vivir los
habitantes de esta gobernación de los Andes, cuando se la ve ir desminuyendo rápidamente
por esta causa, y que más pronto de lo que en el primer momento nos figuramos, habrán
desaparecido de aquellas regiones simultáneamente con la elaboración de los tejidos que
con ella se hace, no se puede menos que reconocer la necesidad urgente, imperiosa, que
hay de mirar al fin hacia esas riquezas que en forma de vicuñas y guanacos, se extienden
por las puntas del norte, por la cordillera y las llanuras” ; elevo á la aprobación de V. E.,
por nota separada, un Reglamento que regularizará, espero, la caza de esos animales que
forma una parte muy notable de las riquezas de este Territorio” 1.
Por distintas vías, por acción u omisión, los camélidos han sido ―invisibilizados‖ y
minimizados dentro de las políticas del Estado argentino. Tanto su tratamiento estadístico
como la definición de una política hacia la utilización de este recurso se caracterizaron por
una mezcla contradictoria entre desinformación, prohibición y admisibilidad. A pesar de la
existencia de marcos legales que prohibieron la caza de vicuñas y chinchillas, estas fueron
sistemáticamente perseguidas hasta su casi extinción y como se decía más arriba, la
recuperación de sus existencias fue el producto de presiones de la comunidad internacional.
Se procuró analizar las acciones de los sucesivos gobiernos argentinos para evitar la
sobreexplotación de la fauna silvestre, como así para aprovechar las ventajas del ganado
camélido. Mientras existió el Territorio de Los Andes, no se advierte que se haya
implementado alguna acción sistemática que colabore positivamente en esa dirección. Fueron
detectadas por lo menos cinco razonas que explican esta situación, que son: la forma
―invisibilizante‖ en que se trató estadísticamente al stock camélido; la ausencia o ineficiencia
de la propaganda sobre las ventajas del ganado camélido o los recursos de la fauna silvestre,
realizada desde el gobierno; la insuficiencia de medios dispuestos para sancionar a los
cazadores, tal como lo disponía la legislación vigente; las escasas acciones destinadas a
controlar el comercio ilegal; la demora en la creación de agencias del Estado o particulares
para experimentar formas de mejoramiento en la utilización de los camélidos. Más tarde, a la
falta de articulación entre el INTA, la principal institución de experimentación agropecuaria
creada en el país, y los productores. Estos ítems serán desarrollados a continuación.

Las estadísticas sobre camélidos


En el Territorio de Los Andes, como una unidad estadística que formaba parte de la República
Argentina entre 1900 y 1943, se han realizado diferentes levantamientos censales sobre
existencias ganaderas. Entre ellos pueden mencionarse: el Censo Agropecuario de 1908, el
Censo General de 1914, el Censo de Territorios Nacionales de 1920, el Censo Agropecuario

1
Holmberg 1900:46.

— 477 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de 1937. También existe información suministrada por el Ministerio de Agricultura a través


de algunas de sus publicaciones, como el Almanaque.
A través de estos levantamientos se puede estimar sin mayores inconvenientes el crecimiento
de las existencias territorianas de ovinos, caprinos, bovinos, porcinos, asnales, mulares y
equinos, como ya se vio en el capítulo anterior. En cambio, es difícil establecer la evolución
del ganado auquénido a través de estos mismos levantamientos ya que esta información no
aparece en todos los casos. Lo mismo podría decirse de la información sobre vicuñas. Las
llamas, a veces, se consideraban ganado y otras ―especies silvestres‖.
En los volúmenes donde se publicaron los resultados de los Censos Agropecuarios de 1908 y
de 1937 las cifras referidas al ganado camélido están confinadas a cuadros ubicados en
secciones apartadas del resto del ganado. En la Introducción del Censo de 1908 se incluye un
―Cuadro general de la ganadería‖ donde no figura el ganado auquénido1. La información
queda confinada a un cuadro ubicado hacia el final del volumen, con el título ―Ganado
caprino – Camélidos – Avestruces‖ 2. En el Censo de 1937 tampoco se realiza comentario
alguno en la Introducción, y la información sobre las especies de camélidos se incluyó en el
cuadro ―Existencia de camélidos y avestruces‖ 3.
Por lo pronto se puede aseverar que en la primera mitad del siglo XX, en la Argentina, la
existencia ganadera de camélidos sudamericanos ocupó un lugar poco significativo, dado que
no alcanzó ni al 1% del total. En el censo de 1908, como se puede observar en el Cuadro 6.13,
se determinó que en la Argentina existían 29.116.625 bovinos y 67.211.754 ovinos. Mientras
tanto, llamas y alpacas totalizaban 54.955, es decir, el 0,049 % de las existencia ganadera
nacional. En el mismo cuadro están volcados los resultados del Censo Agropecuario de 1937,
y se puede observar un panorama algo distinto: mientras el ganado ovino tendió a reducir su
cantidad, el ganado auquénido, al igual que el bovino, experimentó un crecimiento absoluto y
relativo, pasando a contabilizar 90.174 cabezas, es decir, 0,095 del total nacional. De todas
formas se mantuvo a un nivel prácticamente insignificante dentro del stock ganadero del país.
¿Qué ocurría con los demás camélidos sudamericanos? Según los datos provenientes del
Censo agropecuario de 1908, en la Argentina existían unos 83.000 camélidos que se
distribuían así: 24% guanacos; 66% llamas; 0,24% alpacas; 9,64 % vicuñas. En el Cuadro
6.14 se muestra la información de camélidos distribuida por jurisdicción, y se señala la
existencia de 20.000 guanacos y 8.000 vicuñas en Salta, además de 200 alpacas. El censo no
aclara si esos guanacos y esas vicuñas eran silvestres o semi-cautivos. Probablemente esas
cifras se refieran a animales en domesticidad, aunque llama la atención que sólo se
contabilicen vicuñas en domesticidad en Salta y ninguna en Jujuy. Lo mismo en el caso de los
guanacos, que sólo figuran en Salta, y ninguno en los Territorios Nacionales del sur.
En el censo general de 1914 no existen estadísticas sobre camélidos ni comentario alguno
sobre su existencia en el territorio argentino. El Censo de Territorios Nacionales de 1920
tampoco ofrece información alguna referida a camélidos4. Para el año 1916, Isidoro Ruiz
Moreno calculaba que existían en el Territorio de Los Andes unas 20.000 llamas y unas
20.000 vicuñas5. Otra estimación del Ministerio del Interior para 1926 señalaba 20.000 llamas
y 10.000 vicuñas silvestres6. Pero eran estimaciones de fuentes no especializadas.

1
Censo Agropecuario 1908, Tomo I:VIII.
2
Censo Agropecuario 1908, Tomo I:368.
3
Censo Agropecuario 1937, Tomo 2:903.
4
Censo General 1914; Ministerio de Agricultura; Censo Territorios Nacionales 1920.
5
Ruiz Moreno 1916:20.
6
MI, Memoria de 1925-1926:297.

— 478 —
Cuadro 6.13. República Argentina. Censo Agropecuario 1908 y 1937. Existencia
ganadera. Por especie, según totales y distribución porcentual.
1908 1937
GANADO DISTRIBUCIÓN DISTRIBUCIÓN
EXISTENCIA EXISTENCIA
PORCENTUAL PORCENTUAL

Bovino 29.116.625 26,47 33.207.287 35,13


Equino 7.531.376 6,85 8.319.143 8,80
Mular 465.037 0,42 0,44
417.494
Asnal 285.088 0,26 0,00
Ovino 67.211.754 61,09 43.882.728 46,42
Caprino 3.945.086 3,59 4.649.488 4,92
Porcino 1.403.591 1,28 3.965.945 4,20
Auquénido, llamas y alpacas 54.955 0,05 90.174 0,10
TOTALES 110.013.312 100,00 94.532.259 100
Fuente: Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1908, Tomo I: página VIII y
página 368. Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1937:21 y 903.

Cuadro 6.14. República Argentina. Censo Agropecuario 1908.


Existencias de camélidos, por provincias y territorios donde se
contabilizaron.
PROVINCIAS Y CAMÉLIDOS
TOTALES
TERRITORIOS GUANACOS LLAMAS ALPACAS VICUÑAS
Buenos Aires 0 52 0 0 52
Catamarca 0 828 0 0 828
Salta 20.000 1.500 200 8.000 29.700
Jujuy 0 42.516 0 0 42.516
Los Andes 0 9.859 0 0 9.859
TOTALES 20.000 54.755 200 8.000 82.955
Fuente: Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1908:368.

Cuadro 6.15. Territorio de Los Andes. 1901-1937. Ganado camélido en el Territorio de Los Andes
en diferentes levantamientos.
CENSO ESTIMACIÓN ESTIMACIÓN ALMANAQUE
CENSO
HOLMBERG AGROPECU RUIZ MINISTERIO MINISTERIO DE
AGROPECUARIO
ARIO MORENO DEL INTERIOR AGRICULTURA
1901 1908 1916 1926 1933 1937
Vicuñas 8.000 s/d 20.000 s/d 3 6.850
Llamas - 9.859 26.000 20.000 27.628 24.860
Guanacos - s/d s/d s/d s/d s/d
Alpacas - s/d s/d s/d s/d s/d
Fuente: Censo Agropecuario 1937.

— 479 —
Cuadro 6.16. República Argentina. Almanaque de Ministerio de Agricultura Cuadro 6.17. República Argentina. Censo Agropecuario 1937. Cantidad de Cuadro 6.18. República Argentina. 1908, 1933 y 1937. Cantidad
1933. Cantidad de camélidos sudamericanos, por jurisdicción, según especie. camélidos sudamericanos, por jurisdicción, según especie. de camélidos sudamericanos, por jurisdicción, según especie.
JURISDICCIÓN LLAMAS ALPACAS GUANACOS VICUÑAS TOTAL JURISDICCIÓN LLAMAS ALPACAS GUANACOS VICUÑAS TOTAL JURISDICCIÓN 1908 1933 1937
Buenos Aires 1.104 177 296 63 1.640 Buenos Aires 9.403 155 5.063 41 14.662 Buenos Aires 52 1.104 9.403
Catamarca 3.513 3 37 - 3.553 Catamarca 3.368 10 21 5 3.404 Catamarca 828 3.513 3.368
Córdoba 672 15 156 57 900 Córdoba 398 2 410 2 812 Córdoba 0 672 398
Corrientes 43 - 1 - 44 Corrientes 15 1 2 - 18 Corrientes 0 43 15
Entre Ríos 99 - - - 99 Entre Ríos 14 1 6 - 21 Entre Ríos 0 99 14
Jujuy 42.355 96 3 9 42.463 Jujuy 44.507 96 23 520 45.146 Jujuy 42.516 42.355 44.507
La Rioja 138 - 14 6 158 La Rioja 197 - 10 - 207 La Rioja 0 138 197
Mendoza 54 - 38 - 92 Mendoza 23 1 3.425 - 3.449 Mendoza 0 54 23
Salta 1.464 1 1404 27 2.896 Salta 2.224 59 587 345 3.215 Salta 1.500 1.464 2.224
San Juan 122 - 37 2 161 San Juan - - 994 4 998 San Juan 0 122 0
San Luis 16 - 20 - 36 San Luis 3.699 - 14 - 3.713 San Luis 0 16 3.699
Santa Fe 405 1 21 11 438 Santa Fe 181 1 32 1 215 Santa Fe 0 405 181
Santiago del Estero 44 18 16 22 100 Santiago del Estero 117 5 1 2 125 Santiago del Estero 0 44 117
Tucumán 53 - - - 53 Tucumán 46 5 1 4 56 Tucumán 0 53 46

Chaco 46 - 12 10 68 Chaco 2 - 1 2 5 Chaco 0 46 2


Chubut 1 - 49 - 50 Chubut 200 - 45.918 - 46.118 Chubut 0 1 200
Formosa - - - - 0 Formosa - - - - - Formosa 0 0 0
La Pampa 4 1 1113 - 1.118 La Pampa 78 - 5.175 1 5.254 La Pampa 0 4 78
Los Andes 27.628 - - 3 27.631 Los Andes 24.860 - - 6.850 31.710 Los Andes 9.859 27.628 24.860
Misiones 1 - 1 - 2 Misiones 1 1 - - 2 Misiones 0 1 1
Neuquén - - 3 - 3 Neuquén - - 39 - 39 Neuquén 0 0 0
Río Negro - - 122 - 122 Rio Negro 4 - 8.773 - 8.777 Rio Negro 0 0 4
Santa Cruz - - 12 - 12 Santa Cruz - 500 52.271 134 52.905 Santa Cruz 0 0 0
Tierra del Fuego - - - - 0 Tierra del Fuego s/d s/d s/d s/d s/d Tierra del Fuego 0 0 0
TOTAL 77.762 312 3.355 210 81.639 TOTAL 89.337 837 122.766 7.911 220.851 TOTAL 54.755 77.762 89.337
Fuente: Almanaque del Ministerio de Agricultura 1933. Fuente: Censo Agropecuario 1937 Fuente: elaborado con datos del Censo Agropecuario 1908; el
Almanaque 1933; y el Censo Agropecuario 1937.

— 480 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Debieron pasar casi tres décadas para que se elaborasen estadísticas oficiales más confiables
sobre camélidos sudamericanos para todo el país. El Ministerio de Agricultura, a través del
Almanaque de 1933, publicó una estimación para ese año. La mayor concentración de
camélidos, especies ganaderas y silvestres, seguían estando en la provincia de Jujuy, con más
del 50% del total, ubicándose el Territorio de Los Andes en segundo lugar, con casi el 34%
del ganado auquénido (ver Cuadro 6.16).
Los datos que surgen del Censo Agropecuario 1937 cambia considerablemente esta
distribución, apareciendo Santa Cruz con un 23% de las existencias de camélidos
sudamericanos. Lo ocurrido fue que se contabilizaron los guanacos de ese y otros Territorios
Nacionales. En el Censo de 1908 había 20.000 localizados en la provincia de Salta, en 1933 se
contabilizaron sólo 3.355, con participación importante de Salta y La Pampa. En 1937, en
cambio, el total de guanacos era de 122.766, frente a las 89.337 llamas. Del total de guanacos
52.271 existían en Santa Cruz, 45.918 en Chubut y cantidades menores en Río Negro, Buenos
Aires, La Pampa, Mendoza y otra unidades censales. Se puede suponer, aunque esto no está
explicitado en el volumen donde se publica el censo, que se trata de guanacos en cautiverio,
aprovechados por las estancias de esos Territorios Nacionales y provincias (ver Cuadro 6.18).
Pero esto es sólo una conjetura
Centrando la mirada en el Territorio de Los Andes, se puede advertir en el período 1908-
1937, una tasa de crecimiento positiva en el stock de llamas, ya que se más que multiplicaron.
En el caso de los otros camélidos sudamericanos, la situación no es clara. Como se puede
apreciar en el Cuadro 6.15, la información sobre vicuñas ofrece gran imprecisión, mientras
que no existe ningún recuento de guanacos. La ausencia de alpacas coincide con lo observado
por los viajeros.
De esta forma, se puede concluir que los camélidos sudamericanos, especialmente las llamas,
estuvieron presentes en el sistema estadístico nacional. No obstante, el lugar que ocuparon
dentro de los volúmenes donde se publicaron los resultados de los censos (por lo pronto en los
de 1908, 1914 y 1937) refleja en cierta medida el lugar que ocupaban los camélidos en la
política ganadera nacional: uno de los últimos renglones. Esta desconsideración como
cuestión prioritaria dentro de las estadísticas nacionales se vio reforzada por el ocultamiento
que se hizo de los camélidos sudamericanos en algunas publicaciones del Ministerio de
Agricultura, y que se verá a continuación.

La fauna silvestre según el Ministerio de Agricultura


En general, los ganaderos pampeanos mantuvieron una casi total indiferencia ante la
posibilidad de criar camélidos, con su correlato en la falta de iniciativa por parte de las
sociedades rurales hacia esta opción1. En los censos se puede advertir cierto incremento en el
número de llamas y alpacas en la provincia de Buenos Aires, pero resulta ínfimo en
comparación con ovejas y vacas. Como surge del Cuadro 6.19, mientras que vacunos y
ovejunos se contaban por millones, los auquénidos no llegaban a 10 mil.
En la literatura especializada, los camélidos silvestres también fueron escasamente
considerados. En el caso de la obra clásica de Horacio Giberti, Historia económica de la
ganadería Argentina hay una ―pampeanización‖ de la mirada sobre el país a medida que el
relato deja el período precolombino y se introduce al período posterior a la Conquista. En la
primera página del primer capítulo hay una mención a la ―Puna de Atacama‖ y a la cría de

1
Romero 1927:31.

— 481 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

camélidos. Recuperando un trabajo de Emilio Coni de 1945, Giberti hace referencia a la


existencia de una ―región occidental del país‖ que ―estuvo habitada por indios agricultores
que habían domesticado la llama y la alpaca, reemplazantes imperfectos de caballos y ovejas‖.
Habría que preguntarse por qué reemplazantes imperfectos. El resto del trabajo es un extenso
y minucioso estudio del triunfo del ganado vacuno y caballar (de su reproducción primero y
de su cría después) en las deshabitadas pampas argentinas1.
Una señal de este ―reemplazo‖ era el lugar poco destacado que ocuparon los camélidos
sudamericanos en los principales órganos de difusión de la Sociedad Rural Argentina y del
Ministerio de Agricultura, frente al lugar que ocupaba el resto del ganado. Hasta la década de
1940, sobre camélidos, la Sociedad Rural Argentina sólo había publicado un artículo en los
Anales escrito por Eduardo Holmberg (hijo) en 19012. En esa misma publicación Augusto
Huber publicó Ganadería y caza en las regiones andinas, donde hace referencias a la
explotación de la chinchilla3. Clemente Onelli, director del Jardín Zoológico de Buenos Aires,
también publicó un artículo sobre Ganadería de pelo fino, centrado fundamentalmente en la
chinchilla y otras especies peleteras4. En el Boletín del Ministerio de Agricultura sólo se
registró un artículo sobre guanacos5. Recién en 1933 y otra vez en 1940 en el Almanaque del
Ministerio de Agricultura se presentan algunas informaciones sobre vicuñas y llamas6. Las
políticas de desarrollo tecnológico para el aprovechamiento de las vicuñas o el mejoramiento
genético de las llamas demoraron en definirse varias décadas, y aun hoy ocupan un lugar
secundario dentro de las agencias gubernamentales.

Cuadro 6.19. Provincia de Buenos Aires. Censos agropecuarios


1908 y 1937. Existencia de vacas, ovejas, llamas y alpacas. Totales.

AÑOS VACAS OVEJAS LLAMAS ALPACAS

1908 10.351.235 34.604.972 52 -


1937 12.865.311 13.908.364 9.403 155

Fuente: Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1908: VIII y


368. Ministerio de Agricultura, Censo Agropecuario 1937:21 y 903.

Además del Boletín o el Almanaque, el Ministerio de Agricultura realizaba otro tipo de


publicaciones con objetivos propagandísticos, para hacer conocer al país a inversores e
inmigrantes europeos. En alguna de ellas puede evidenciarse uno de los objetivos centrales
que tuvo el Ministerio de Agricultura: asociar la imagen del país con la ―fértil llanura
pampeana‖.
Las Nociones Generales sobre la República Argentina es una obra de 64 páginas con textos
sumarios de diferentes temas vinculados a la economía del país, que fue publicado en 19127.
La misma se inicia con una presentación fisiográfica del territorio argentino, caracterizado
como una gran llanura rodeada por una cordillera; a la llanura pampeana se la ubica

1
Giberti 1954.
2
Holmberg 1901.
3
Huber 1907.
4
Onelli 1908.
5
Holmberg 1902b.
6
Ministerio de Agricultura 1933 y 1940.
7
Ministerio de Agricultura 1912.

— 482 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

inmediatamente en el centro de la escena y la cordillera aparece como un elemento que la


bordea:
“ ASPECTO GENERAL.- Es muy variado y determinado, en primeras líneas, por las
enormes llanuras centrales o Pampas; los grandes ríos en el lado oriental y la colosal
cordillera de los Andes con sus ramales en el lado occidental” 1.
Para plantearlo por el opuesto: la Argentina, según este trabajo, ―no está formada por dos
grandes unidades, la cordillera y la pampa‖; ni mucho menos, ―la Argentina está formada por
una gran cordillera y a su lado una gran llanura‖. La Argentina está formada por una gran
llanura con un borde montañoso. Esta simple operación discursiva, es una traducción de algo
que puede parecer obvio e indiscutible: la centralidad que tenía la económica pampeana y la
posición secundaria que tenía la economía andina en la política de los gobiernos
conservadores. Esta insinuación, de un país formado básicamente por una llanura, se visualiza
a través de una colección de fotografías que, en principio, se podría pensar que son
representativas de todo el país dado que el título de la publicación es ―Nociones Generales
sobre la República Argentina‖ en lugar de otro título posible como ―Nociones Generales sobre
las Pampas y la República Argentina‖. De las 32 fotografías que se incluyen sólo cuatro
corresponden a lugares no pampeanos, veintidós ilustran tareas agrícola-ganaderas en la
llanura pampeana, y seis recrean temáticas inmigratorias. A continuación se detallan las
imágenes (entre paréntesis el número de fotografías):
 Imágenes no pampeanas: paisaje en Tierra del Fuego, una de ellas con montañas de
fondo (2); plantación de caña de azúcar en el Chaco (1); viñedo en Mendoza, donde no
se ve la montaña, y pareciera que se trata de una llanura (1).
 Imágenes pampeanas: trigal (1); cosecha de trigo (6); majada (1); rodeo de vacas (1);
estancia (3); trilladora trabajando (2); yeguas premiadas (1); toros (1); cosecha lista
para su transporte (2); yeguas en una estancia (1); cortando pasto (1); acarreando lana
(1); embarcación en un río del delta del Tigre (1).
 Inmigrantes: vista del edificio del Hotel de Inmigrantes, desde diferentes ángulos (4);
inmigrantes en tareas cotidianas en barrancas de San Isidro (1); ambulancia automóvil
para el transporte de inmigrantes (1).
En la descripción del mapa agrícola del país, la mayor parte está concentrada en la región
pampeana. En el caso de la ganadería, que incluye algunas descripciones sobre la Patagonia,
se muestra el éxito de la europeización en las existencias ganaderas nacionales, constituidas
por caballos, ovejas, vacas y otros animales, en lugar de la fauna ―indígena‖ o ―autóctona‖
como se solía designar a los camélidos.
“ GANADERÍA.- la enorme extensión de prados naturales de riquísimos pastos, hicieron de
la República, desde los días de la colonia, un país esencialmente ganadero... En América
no se conocía sino el llama [sic], la alpaca y el guanaco. Los colonizadores introdujeron
el caballo, el asno, la vaca, la oveja, la cabra, el cerdo, las aves de corral, el gusano de
seda, el perro, el gato, etc.” 2
Fuera de esta mención al pasar, el ganado camélido o los camélidos silvestres (animales
existentes en ―América‖) no forman parte de la pintura del país ganadero retratado por el
Ministerio de Agricultura en esta publicación de difusión. Las imágenes, las políticas públicas
y las inversiones privadas ubicaron a las ―enormes llanuras centrales o Pampas” (con
mayúscula y en cursiva) en el centro de la escena, mientras que la ―colosal cordillera de los

1
Ministerio de Agricultura 1912.
2
Ministerio de Agricultura 1912:52.

— 483 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Andes‖ se desplazó definitivamente hacia un costado, como una columna vertebral. Esto no es
obra exclusiva del Ministerio de Agricultura ni mucho; en todo caso, el contexto de creación y
la propia denominación del ministerio son un claro reflejo de la gravitación que desde
entonces tuvo la región pampeana, región que también por entonces se terminó de configurar.
En otra publicación de similares características pero de 1925, la situación no varía demasiado.
Se trata de República Argentina. Nociones útiles1. Al igual que en la publicación de 1912,
pareciera que el país estuviera conformado solamente por la región pampeana o, en este caso,
por la cuenca del Río de la Plata y con su conexión atlántica:
“ Situación geográfica y astronómica. El territorio de la República Argentina... presenta
aproximadamente la forma de un triángulo rectángulo, cuyos catetos se apoyan al Norte,
en Bolivia y al Oeste, en Chile, y cuya hipotenusa bordea el Océano Atlántico. Abarca la
parte más importante de la fértil cuenca del Río de la Plata. Su litoral sobre el Océano
Atlántico, el más frecuentado del globo, comunica a la República Argentina con las
naciones más civilizadas del mundo” 2.
A diferencia de la publicación de 1912, en la de 1925 se incluyen una breve descripción sobre
los camélidos. Una de las secciones en las que se divide esta obra es ―Fuentes de riqueza de la
República Argentina‖. Ese es el título del capítulo X y está dividido en seis secciones. En
quinto lugar, después de ―Distribución aproximada de suelo argentino según aptitud para la
explotación‖, ―Agricultura‖, ―Bosques‖ y ―Ganadería‖, se encuentra la sección ―Fauna
argentina‖. Esta sección, a su vez, está dividida en ―caza‖ y ―pesca‖. Como fauna de caza se
incluyen a la llama y la alpaca:
“ la fauna indígena argentina es valiosa y variada. Entre los animales utilizados por la
industria peletera se hallan: la chinchilla, el guanaco, la llama, la vicuña, la alpaca, el
puma, el jaguar y el aguará” 3
¿Por qué considerar a la llama y la alpaca como animales de caza? Como ya se señaló, tanto la
llama como la alpaca eran especies animales que ya habían sido domesticadas en las etapas
prehispánicas y que por entonces se sabía sobradamente de su condición ganadera. Esto no se
debía necesariamente a una falta de estudios sobre los camélidos. Dentro del propio
Ministerio de Agricultura se habían realizado estudios específicos sobre la vicuña y la llama,
y existían suficientes informes y evidencias de que la llama se criaba con otras especies
ganaderas. Además, no solo eran animales de importancia económica para el Territorio de Los
Andes, sino también para regiones aledañas de las provincias de Salta, Catamarca, Jujuy y
Tucumán. Esa información se podía deducir fácilmente del último censo agropecuario, que
era el de 1908.
En suma, la propaganda del país, que probablemente buscaba operar una diferenciación con el
resto de Sudamérica, apuntaba a mostrar a la Argentina como un país esencialmente ganadero.
A la vez, ocultaba o negaba la existencia de aquél ganado que lo volvía similar a otros países
de Sudamérica: el auquénido.

El comercio de carne de llama en la Argentina


Aparte de la negación u omisión de los camélidos como parte de las existencias ganaderas del
país a través de las estadísticas o las publicaciones de propaganda, la política nacional hacia

1
Ministerio de Agricultura 1925.
2
Ministerio de Agricultura 1925:7.
3
Ministerio de Agricultura 1925:89.

— 484 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

este ganado operaba de otra forma: con la no inclusión de la carne de llama dentro del código
alimentario nacional.
Cualquier ―postal‖ de la Puna argentina que invita al turismo, incluye a una ―llama‖ como uno
de los elementos característicos que conforman el paisaje de la región. Lo que no está, al
menos hasta hace algunos años, es la mención de la llama como un componente característico
de la gastronomía de la región1. Paradójicamente, la carne de llama, que hasta hace pocos
años era un alimento exclusivo de las sociedades originarias, en los últimos años apareció en
la oferta gastronómica de restaurantes de Jujuy y Salta como platos tan exóticos como
costosos.
Pero hasta entonces su consumo estaba limitado a los sectores sociales de más bajos ingresos,
especialmente de la Puna argentina. En sectores medios de la sociedad existía, y
probablemente aún existe, reticencia al consumo de esta carne, y esto deriva de un prejuicio
que se remonta al período colonial. Como en la cosmovisión del hombre andino los camélidos
tenían un origen divino, era necesario utilizar todas las sutilezas y argucias para defenestrar
los vestigios de la religión incaica en las comunidades altiplánicas, con el fin de convertir al
cristianismo a las sociedades conquistadas. Por esta razón el clero desaconsejaba el consumo
de carne de camélido argumentando que estos animales podían transmitir diferentes
enfermedades. Estas creencias aun persisten en los núcleos urbanos2.
Lo cierto es que en la Argentina la carne de llama no está expresamente contemplada en el
Código Alimentario. En el capítulo VI, artículo 247 se estipula que,
Con la denominación genérica de Carne, se entiende la parte comestible de los músculos
de los bovinos, ovinos, porcinos y caprinos declarados aptos para la alimentación humana
por la inspección veterinaria oficial antes y después de la faena… C on la m ism a definición
se incluyen la de los animales de corral, caza, pescados, crustáceos, moluscos y otras
especies comestibles3.
Se podría esperar que se haga referencia a la llama, dentro del grupo ―otras especies
comestibles‖, teniendo en cuenta que una parte de la población de Jujuy, Salta y Catamarca (e
incluso de los turistas) consumen su carne. Sin embargo esto no es así. En cambio, el Código
sí hace referencia al guanaco, como especie de caza. De todas formas, el consumo de carne de
llama fue autorizado en 1996 por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(SENASA) a través de un decreto presidencial. Aún así, todavía el consumo de este alimento
siguen siendo muy restringido regional e, inclusive, socialmente.

El Estado nacional en la infructuosa prohibición de la caza


Como se señalaba más arriba, en el siglo XIX en el Perú y Bolivia comenzaron a
implementarse algunas leyes tendientes a prohibir la caza de vicuñas. En el norte argentino
ocurría algo por el estilo. En un informe de 1881 realizado por Federico Schickendantz y
Samuel Lafone Quevedo, los autores señalaban, al describir Belén:
“ … pacen grandes m ajadas de vicuña, cuya caza es una de las principales diversiones de
los ginetes [sic] de aquel Departamento, pero que en pocos años mas esterminarán [sic]
este útil animal ¿Por qué, como reclamo desde muchos años, no se dicta una ley contra las

1
Cf. Clarín 2002:70-71 y 104-105.
2
Hansen 1994:49.
3
www.senasa.gov.ar.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

matanzas bárbaras? ¿Por qué no se imita el ejemplo de los antiguos peruanos que salían
en grandes correrías acorralar las vicuñas, para después de esquiladas soltarlas?” 1
Sin embargo en Catamarca ya existía una Ley, del 24 de noviembre de 1875, que llevaba el
número 239, y que tenía por objeto reglamentar la caza de la vicuña y chinchilla.
Art. 1.- Prohíbese la caza de vicuña en el tiempo de cría.
Art. 2.- Queda igualmente prohibido, bajo la multa de Veinticinco Pesos matar las vicuñas
pequeñas en todo tiempo.
Art. 3.- Queda además absolutamente prohibida por el término de cuatro años la caza de
chinchillas bajo la misma multa que señala el artículo anterior.
Leyes o decretos similares en Jujuy y Salta fueron sancionadas recién en la década de 1940.
En Jujuy, la Ley 1516 ―Prohíbe la caza por el término de tres (3) años a excepción de los
animales declarados plaga o dañinos‖. Un Decreto-ley del 17 de enero de 1957 ―Prohíbe en
absoluto la caza de la vicuña en todo el territorio de la provincia y el tránsito y
comercialización de sus productos‖. En Salta, un decreto del 29 de febrero de 1944
―Reglamenta la caza de chinchillas, vicuñas y guanacos en el territorio de la provincia, así
como la crianza y explotación de las mismas‖.
En el ámbito del Territorio de Los Andes también se ensayaron diferentes medidas para
prohibir o regularizar la caza de vicuñas y chinchillas. Los gobernadores eran la máxima
autoridad en Los Andes, aunque esta, su autoridad, siempre fue limitada. La asignación de
presupuesto era una atribución del Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio del
Interior y de la Dirección Nacional de Territorios Nacionales. Los gobernadores poco tenían
para proponer. Además, los ingresos propios Los Andes eran exiguos.
Aun así, prácticamente todos los gobernadores, por lo menos hasta la década de 1930,
manifestaron en una forma casi ritual su preocupación por la disminución de la población de
chinchillas y vicuñas. A la vez, todos impulsaron medidas para controlar la caza furtiva, o
formularon proyectos para estimular la cría en cautiverio o semicautiverio y, a la luz de los
resultados, todos fracasaron.
Eduardo Holmberg (hijo) fue el primer técnico en aconsejar el control de la caza de la fauna
silvestre en Los Andes:
“ … estoy seguro que bien pronto concluirán esas especies si el gobierno no toma medidas
tendientes á moderar la obra destructora. Una prueba de lo mucho que allí se ha cazado,
es el alto precio de las chinchillas” 2
Por esta razón, proponía prohibir la caza en el Territorio de Los Andes, tanto de la chinchilla
como de la vicuña, y del guanaco en los territorios patagónicos:
“ ...llega el momento de pensar de una manera definitiva en las reglamentaciones de su
caza, si es que no queremos perder este nuevo recurso” 3
En su artículo de 1901 Holmberg sugería:
1º. Prohibir el acopio de cueros de vicuña chica; 2º. Prohibir por dos años completamente,
que los comerciantes manifiesten los cueros que tengan, y darles un plazo para
exportarlos; 3º. Prohibir durante la época en que la caza esté prohibida, el acopio de
cueros á los comerciantes, bajo penas severas; 4º. Prohibir especialmente el acopio á los
buhoneros; 5º. Inspeccionar á los comerciantes y generalizar estos á los ranchos de las

1
Schickendantz y Lafone Quevedo 1881:80.
2
Holmberg 1900:33.
3
Holmberg 1902b:1157.

— 486 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

sierras; 6º. Prohibir la caza de vicuña á bala; 7º. Prohibir durante seis meses la caza de
vicuñas en general; 8º. Prohibir definitivamente la caza de vicuñas menores de un año.1
Algo similar planteaba Augusto Huber:
“ es de lamentar que este animal, el único adorno de la Puna, tan frugal en sus necesidades
de sustento y no haciendo ningún daño sea amenazado por la exterminación... me parece
un deber del Superior Gobierno, proteger estos animales reglamentando la caza, para que
sea posible la procreación” 2.
La primera acción concreta, dentro del Territorio de Los Andes, data de 1904. El 14 de
diciembre de ese año se sancionó un Decreto declarando prohibida la caza de la Chinchilla,
que lleva las firmas de Ricardo Isasmendi (Gobernador) y de Delfín Leguizamón
(Secretario)3.
El 3 de diciembre de 1905, en la ocasión del nombramiento de José Santos Guitian (de Catúa)
como ―Alcalde 1° de ese partido, con jurisdicción a Guaytiquina, que a la vez pertenece al
departamento de Pastos Grandes‖ se evidencia cierto interés por el tema. En la carta que el
gobernador le envía al susodicho le informaba que:
“ Sus deberes son cuidar el orden público, prohibir absolutamente la caza de chinchilla y
vicuña, obedecer y cumplir las órdenes que se le impartan por jefatura y la Comisaría de
Pastos Grandes, dentro de la jurisdicción de Catúa y Guaytiquina... A los contraventores
sobre la caza que mencionaba les aplicará una multa de veinte pesos por la primera vez y
cincuenta por las sucesivas, sin perjuicio de... el arma y los cueros de los animales que
hallan cazado” 4
Esta medida, al parecer, afectó a algunas familias del ámbito territoriano que vivían de la
caza, como se desprende de la siguiente nota enviada por el comisario de Antofagasta de la
Sierra al gobernador:
“ En Antofagasta de la Sierra muchas familias que vivían de la Caza se tuvieron que ir
para Chile, porque no tienen de qué vivir. Esperan que el gobernador vea que se puede
hacer” 5.
No obstante, las matanzas de vicuñas seguían siendo redituables y la gobernación no contaba
con personal policial suficiente para realizar controles en un territorio tan dilatado, con una
superficie cercana a los 63.000 km2 (ver Cuadro 3.12). Hasta 1910 había un agente de policía
cada 2.700 km2 de superficie. En 1910 el Ministerio del Interior aumentó el número de
efectivos policiales para el Territorio de Los Andes, que pasaron de 23 a 41:
“ Satisfaciendo los pedidos formulados, reiteradas veces, por la Gobernación para
contrarrestar el contrabando que se efectúa en el territorio, se ha aumentado el personal
de policía, creándose una partida para la vigilancia de su frontera” 6.
Evidentemente este número seguía siendo insuficiente, y el sucesor de Isasmendi, Brígido
Zavaleta, insistía en la necesidad de aumentar el plantel policial para mejorar el control
territorial. En 1914 el PEN creó nuevas plazas de gendarmes para reforzar el personal que ya
se encontraba en el Territorio de Los Andes:

1
Holmberg 1901:259.
2
Huber 1905:402.
3
AGN, SH III - CR, signatura 125.
4
AGN, SH III - CE, libro copiador 1, 1902 a 1906, folio 245.
5
AGN, SH III - CR, signatura 125, Carta, desde Antofagasta de la Sierra, del 21 de noviembre de 1905.
6
MI, Memoria de 1910-1911:100.

— 487 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Vista la precedente nota de la Dirección general de Territorios Nacionales en la que


manifiesta la necesidad que hay de aumentar el personal subalterno de policía de la
Gobernación de Los Andes, a fin de impedir la cacería de la chinchilla real:
El vice presidente de la nación Argentina
Decreta
Art. 1, créanse veinte y cinco plazas de gendarmes para refuerzo del personal subalterno
de policía de la Gobernación de Los Andes, con la asignación mensual de... $65,00...1
De esta forma, en 1915 la policía llegó a contar con 56 individuos. En la Memoria del
Ministerio del Interior se daba cuenta del accionar de la policía:
“ se ejerce en forma satisfactoria para los intereses del vecindario. A sus esfuerzos se debe
que haya disminuido la caza clandestina de la chinchilla, pues ha conseguido alejar los
malos elementos que incitados por el alto valor de esas pieles se dedicaban a destruir la
riqueza” 2
En su memoria de la gestión del año 1914, Zavaleta sostenía que la caza de chinchilla y
vicuña había disminuido:
14. Chinchilla. La caza de chinchilla y de vicuña ha disminuido sensiblemente, lo que
puede considerarse como un fenómeno, pues, esta industria es la mas apetecida, por se
también, la mas remunerativa; pero, seguramente pueden estar... a que se han ausentado
del Territorio algunos elementos malos, que sugestionaban a la caza a los naturales del
lugar. Por otra parte, ha influido también el rigor con que la policía persigue a los
infractores3.
Pero el aumento en la cantidad de policía no era suficiente garantía. Hay muchos indicios de
connivencia de la policía con los cazadores. Una nota enviada a Brígido Zavaleta por un
particular, A. Burgos de Antofagasta de la Sierra, el 18 de julio de 1916, decía:
… H ay m uchas otras cosas m ás que por el m om ento no quiero ser m ás extenso, pero que
cuando sea oportuno las haré públicas y las justificaré cuando los Comisarios que vengan
por acá no sean tan elásticos y procedan con imparcialidad y sean más dignos de la
autoridad que representan.
Estoy dispuesto a demostrarle en momentos necesarios que puedo concretar cargos en
pruebas suficientes.
... saludos”
Los cazadores, además, se transformaron en una fuente de aprovisionamiento de armas para
las comisarías del Territorio de Los Andes, como se desprende de la siguiente resolución de
septiembre de 1916.
“ Autorizar a la Gobernación de Los Andes para destinar al refuerzo de la dotación de los
policías departamentales, las 27 carabinas Winchester que tiene secuestradas por
infracciones al decreto sobre caza de chinchillas y vicuñas, como asimismo todas las
armas que se secuestren en lo sucesivo, hasta completar el armamento de todas las
comisarías del territorio” 4

1
AGN, SH III - CR, signatura 128, Plaza, Ernesto Bosch, Ministerio del Interior Dirección General de
Territorios Nacionales.
2
MI, Memoria de 1914-1915:187.
3
AGN, SH III - CE, Libro copiador 9, folio 36, firmado por Brígido Zavaleta el 23 de marzo de 1915.
4
AGN, SH III - CR, signatura 128, 28 Septiembre de 1916, enviado por el ministro del Interior, al gobernador de
Los Andes.

— 488 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Pero los recursos, de todas formas, eran insuficientes, como lo manifestaba Alberto Arias en
noviembre de 1919, comisario de Antofagasta de la Sierra:
...para hacer efectiva la prohibición de la caza de vicuña y chinchilla, que según tengo
conocimiento está muy explotada por aventureros que se constituyen por temporadas a
cazar, provistos de todas las comodidades, como ser anteojos de larga vista, buen
armamento y bien municionados, me dispongo a efectuar una batida general y en forma,
para lo que solicito se me provea de bastantes tiros de Winchester, pues con los pocos que
tengo sería precipitar a la Policía a desarrollar un papel desairado e infructuoso1.
La policía informaba frecuentemente los resultados en la persecución de los cazadores de
vicuñas y chinchillas:
De las novedades ocurridas en esta Comisaría durante el tiempo que llevo a cargo de ella,
hasta el día de la fecha... 3° por igual causa se decomisaron cincuenta y dos cueros vicuña
al sujeto Guillermo González, quien permanece detenido...2
“ ...llegó a esta una comisión compuesta del Cabo Pascual Ovalle y agente Dionisio
Colque, conduciendo presos a tres chilenos, que se encontraban en este Territorio,
dedicados a la caza de vicuñas.
En días pasados, llegó a mi conocimiento de que dichos sujetos se encontraban
merodeando en puntos no lejanos de esta capital, y acto continuo, ordené partiera la
comisión y que como S.E. verá ha tenido el mejor éxito. A los chilenos arriba citados, se
les ha secuestrado tres Winchester, cuarenta cartuchos para los mismos y un cuero de
vicuña...” 3
Otro decreto de prohibición de la caza era de 1920:
Considerando
Que la falta de legislación especial, de protección a las chinchillas está a punto de
originar la extinción de tan valiosa especie pelífera y que es indispensable, por lo tanto,
tomar algunas medidas de previsión para conservarlas,
Que la única posibilidad de obtener ese resultado y de repoblar, en parte por lo menos,
con esto roedores, el Territorio de Los Andes, es proceder a la instalación de criaderos
para tratar de multiplicarlos como animales domésticos.
Que el Ministerio de Agricultura considera tan indispensable como urgente que se prohíba
la caza hasta tanto se haya adquirido la seguridad de que no se extinguirá la especie,
ofreciendo instalar por cuenta inmediatamente algunos criaderos.
El Poder Ejecutivo de la Nación
Decreta:
Art. 1° Provisionalmente queda prohibida en jurisdicción del Territorio de Los Andes, la
caza de la chinchilla por cualquier medio de captura, ya se le aprehende viva o muerta,
hasta tanto el Ministerio de Agricultura haya comunicado que se puede considerar
asegurada la explotación de la especie.
Art. 2° inmediatamente el Ministerio de Agricultura por intermedio de la Dirección
General de Ganadería procederá a instalar un primer criadero de chinchillas en un punto
adecuado del Territorio de Los Andes, debiendo las autoridades de la Gobernación prestar
para este efecto todo su concurso.

1
AGN, SH III - CE, signatura 131, 12 de noviembre de 1919, enviada al Gobernador..., por Alberto Arias,
Comisaría Antofagasta de la Sierra.
2
AGN, SHIII, CR, signatura 132, San Antonio de los Cobres, 30 de diciembre de 1919, Parte policial.
3
AGN, SHIII, CR, signatura 132, carta enviada al Gobernador, S. A. de los Cobres, 25 de enero de 1920.

— 489 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Art. 3° Los que contravengan las disposiciones de este decreto, además de incurrir en las
sanciones legales establecidas, perderán la propiedad de los animales o pieles que
hubieren prehendido [sic]1.
En 1924 el presidente Marcelo de Alvear suscribió un nuevo decreto prohibiendo la caza de
animales silvestres en todos los Territorios Nacionales.
Art. 1° Desde el 1ro de septiembre hasta el 1 de abril de cada año queda absolutamente
prohibida la caza de toda clase de animales en cualquier forma (armas de fuego o
blancas) (trampas, hondas, perros, hurones, etc.) con la excepción que establece el
artículo siguiente.
Art. 2° durante los meses de agosto a octubre se permitirá en la cordillera la caza de los
siguientes animales: guanaco, vicuña, lince, vizcacha de la sierra, chinchilla, ratón
chinchilla, buitre y cóndor.
Art. 3° queda igualmente prohibida, desde el 1° de septiembre hasta el 1° de abril,
levantar nidos o huevos, como asimismo, apoderarse de aves o destruirlas.
Art. 4° siempre que un propietario estimare perjudicial para sus nombrados algún animal,
silvestre, deberá solicitar el permiso indispensable para su destrucción en todo tiempo,
quedándolo, empero vedado el negociar con animal o bien los... derivados del mismo, si la
destrucción se hubiese efectuado en época prohibitiva para la caza.
Art. 5° Prohíbese, igualmente, en todo tiempo, la destrucción de aves útiles a la
agricultura, tales como las conocidas por los nombres de hornero, tordo, pecho colorado,
pecho amarillo...
Art. 6° Declárese prohibido durante el tiempo de veda el trasporte y comercio de aves o
mamíferos de caza silvestre, lo mismo que todo tráfico de pieles de animales cazados
durante esa época… 2
Pero la caza seguía realizándose sin tregua y las poblaciones de animales silvestres seguían
mermando. Otra medida se adoptó en 1926, cuando Luis Diez era el gobernador del territorio.
El 19 de enero de 1926 Alvear firmó un nuevo ―Decreto sobre la prohibición de caza, venta y
exportación de vicuñas y chinchillas‖. El artículo 1ro dispone:
Art. 1º.- Desde la fecha y hasta nueva disposición, queda absolutamente prohibida la caza
de la vicuña, la exportación, el tránsito y la venta de su piel o de su lana.
A los contraventores se les aplicaría una multa equivalente a ―cinco veces el valor de las
pieles‖ (Art. 3°). Pero esto tampoco impidió la disminución de la población de vicuñas, a la
vez que alentó el tráfico ilegal. Además, el comercio de pieles era lo suficientemente rentable
como para costear los eventuales gastos ocasionados por las multas.
Todavía en la década de 1930 los viajeros seguían señalando este estado de cosas. El botánico
Alberto Castellanos y el geólogo Luciano Catalano destacaban la importancia económica de
las vicuñas, y la necesidad de controlar la caza y fomentar su domesticidad:
“ H a tenido que ser protegido por una legislación para evitar que fuere extirpado… P or
un decreto del actual gobernador se procura estimular, mediante premios, la
domesticación de esta especie con la esperanza de llegar a formar rebaños semejantes a
los de llamas, cosa que el explotar su lana no implique el exterminio del individuo como
hasta ahora se viene haciendo...” 3.

1
AGN, SH III - CR, signatura 132, Buenos Aires, septiembre 16 de 1920, a S. E. el Sr. Ministro de Agricultura,
Ing. Alfredo Demarchi.
2
AGN, SH III - CR, 1924, signatura 136, Decreto del 6 de octubre de 1924, del presidente Alvear, Prohibiendo
la caza de animales silvestres en todos los Territorios Nacionales, Alvear.
3
Castellanos 1928:47-48.

— 490 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ Convendría que la Nación estableciera un destacamento de artillería de montaña en


Antofagasta de la Sierra para que un pequeño núcleo del ejército se adaptara a las
regiones altas, secas y frías. Como consecuencia de esto se produciría una favorable
modificación económica y social siquiera en una zona de ese desamparado territorio, y a
la vez se podría ejercer una vigilancia sobre los numerosos cazadores furtivos de vicuñas
que amenazan dar fin a esto animales, cuyo fomento inteligente podría constituir un
renglón de bastante importancia dentro de la riqueza regional; además, la presencia del
destacamento mencionado contribuiría a la extirpación de los contrabandistas que,
basados en la escasez de policía, hacen hasta ahora su agosto a través de la Cordillera” 1
Pero en la correspondencia de la Gobernación de Los Andes hay numerosas noticias sobre
personas que iban a la región a comprar pieles:
“ Pongo en conocimiento de S.E. que hace tiempo ha aparecido en “ Chorrillos” , casa de
Dona Amalia V. Cruz, un tal señor llamado Jorge Evens titulado Ingeniero de “ minas” , en
una tarjeta, y en otra nada más que Jorge Evens, Estancia Santa Teresa, “ Los Reartes”
Provincia de Córdoba, según éste Señor, a venido por asuntos de minas y manifiesta a
todos ser un hombre de mucha Influencia y de gran fortuna, pero a mi modo de ver no es
mas que un gran charlatán y cazador de Chinchillas y Vicuñas, y para prueba de ello
puedo remitir a S.E. varias trampas encontradas en el Cerro denominado el “ Tugle” , que
fueron encontrados por la Comisión que mando el suscrito, una carpa y víveres suficientes
para seis meses, para mas o menos igual cantidad de individuos conjuntamente con todo
este estaba el peón cazador del ya mencionado Evens, de apellido Morales, Chileno,
individuo de pésimos antecedentes, por cuanto éste y los compañeros que llegarán
aproximadamente a unos ocho no tienen más vida ni más oficio que andarse todo el
Territorio año redondo casando chinchillas y vicuñas, y amenazando a todas las
autoridades policiales.
“ Todos estos individuos de malos antecedentes y peligrosos para todos los moradores del
Territorio, son capitaneados por el Señor Jorge Evens y creo esté comprometidos la Seora
Amalia V. de Cruz y su esposo Julio Cruz, a aun el señor Juez de Paz de ésta capital Don
Carlos Cornejo, no tengo la plena seguridad, pero tengo muchos motivos de dudar de su
lealtad2.
El personal policial siguió aumentando llegando a 76 personas en 1934, pero evidentemente
no tenía los medios suficientes para hacer efectivo su accionar. Además, las fronteras eran
inexistentes para los vicuñeros y cazadores de chinchillas. Al respecto, Clemente Onelli
expresaba, tiempo atrás:
“ Desde el año 1903 vengo pidiendo protección para la chinchilla. Dije en ese año que era
difícil protegerla sin un convenio con Bolivia con Chile, pues en esas regiones desierta el
cazador puede cazarlas en la Argentina, entrar a territorio boliviano o Chileno y regresas
a la Argentina por otro puerto aduanero de la cordillera declarando ser pieles de transito
y cazadas en esas dos repúblicas” 3.
Las fronteras eran lo suficientemente porosas como para permitir la movilidad de cazadores
chilenos y argentinos hacia y desde el Territorio de Los Andes, procedentes de Belén,
Molinos o San Pedro de Atacama:
“ Esta comisión tiene por objeto tratar de capturar a una “ caravana” compuesta de
súbditos chilenos, que se ocupan de cazar chinchillas y vicuñas, y que según datos
recojidos por esta jefatura, dicha caravana se encuentra acampada en el lugar

1
Catalano 1930:62.
2
AGN, SH III - CR, Signatura 127, San Antonio de los Cobres, febrero 25 de 1913, Al señor Gobernador del
Territorio de Los Andes Mayor Brígido Zavaleta, Salta.
3
AGN, SH III - CR, signatura 134, 21 de octubre de 1922, carta enviada por Clemente Onelli (Dir. Zoológico
Buenos Aires).

— 491 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

denominado Socompa, punto muy cercano a los hitos divisorios entre ésta Gobernación y
la vecina República de chile” 1
De esta forma, la ―prohibición‖ fue la medida más generalizadamente tomada para hacer
frente a la disminución de este preciado recurso que iba mermando. Y ninguna ley y decreto
fue suficiente para que las cosas cambiaran. Sin embargo, a mediados de la década de 1920 la
prohibición había comenzado a ceder paso, lentamente, a la experimentación, aunque
generalmente fuera del Territorio de Los Andes.

Fauna silvestre, prohibición y experimentación: de la Puna argentina al


resto del mundo
En la Argentina, la experimentación con camélidos, y especialmente con vicuñas, comenzó en
la década de 1920. El primer antecedente es el Criadero Nacional de Miraflores de la
Candelaria, dependiente del Ministerio de Agricultura y Ganadería, creado en 1925-1926,
ubicado muy cerca de Abra Pampa, en la provincia de Jujuy2. Luego, en 1942, se transformó
en la Estación Zootécnica que perdió impulso hacia 19533. Posteriormente, en 1956, se creó el
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Dos años después, en 1958, la
Estación de Abra Pampa se incorporó al INTA, donde permaneció hasta la actualidad 4. El
INTA le dio un nuevo impulso al centro experimental de Miraflores, especialmente en la
experimentación sobre semi-cautividad de vicuñas. Pero siempre permaneció en un nivel
tecnológico elemental, sin impulsar el desarrollo regional de la Puna argentina. Nunca se
establecieron mecanismos aceitados de transferencia y retorno con la sociedad local, que
facilitaran la adopción de nuevas tecnología por parte de los pequeños productores. Además,
esto no impidió, en la medida que no estaba entre sus facultades, la caza furtiva ni la
consiguiente merma de la población de vicuñas.
En la década de 1970 comenzó la presión internacional por la conservación de la fauna, por
ejemplo a través de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas
de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Como un resultado de esta presión, la provincia de Jujuy
creó, en 1981, el Centro de Protección de la Vicuña, en terrenos que abarcan los salares de
Olaroz y Cauchari, en el Departamento de Susques. Este Centro de Protección comprende
unas 548 mil hectáreas. Según informes presentados por técnicos del INTA, este ha
constituido un medio efectivo para la conservación de la especie, la cual estuvo al borde de la
extinción. Se estima que en 1973 la población de vicuñas en el departamento de Susques,
alcanzaba los 398 individuos, mientras que en 1994 llegaba a los 6.500 en el Centro de
Protección Olaroz Cauchari5. También se crearon las reservas de Pozuelos en Jujuy (Ley
provincial 3749/1980); Los Andes en Salta (Decreto provincial 308/1980); Laguna Blanca en
Catamarca (Decreto provincial 475/1979); Laguna Brava en La Rioja (Ley provincial 3.944);
y San Guillermo en San Juan (Ley provincial 4164/1972)6.
Desde la creación de la CITES, en 1973, la vicuña se ubicó en el Apéndice I, el cual incluye a
las todas las poblaciones animales en peligro de extinción, afectadas por la caza y el

1
AGN, SH III - C R , sig natura 1 3 2 , carga enviad a al S r. G o b ernad o r… S an A n to nio d e lo s C o b res, enero 2 5
1920.
2
Bárbarich 2003:75.
3
Godoy 1963.
4
Bárbarich 2003:75.
5
Canedi 1995a:17; Canedi 1995b:43.
6
Información cedida gentilmente por Gabriela Lichtenstein.

— 492 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

comercio. Para ello se somete a las poblaciones amenazadas a una reglamentación


particularmente estrictas a fin de lograr su supervivencia. Esta reglamentación incluye,
básicamente, la prohibición de la caza y del comercio, en tanto que las poblaciones animales
deben someterse a programas de protección y monitoreo, tendientes a la recuperación de su
número. Recién en 1997 la CITES autorizó una propuesta de la Argentina que consistía en
pasar algunas poblaciones del Apéndice I al II. En este apéndice se incluyen a las poblaciones
que no están en peligro de extinción, aunque sí podrían estarlo si no se realiza un
aprovechamiento reglamentado y sustentable. En 1997, entonces, se autorizó a que las
poblaciones de vicuñas existentes en la provincia de Jujuy pasen a la categoría II. En el año
2002 la CITES aprobó una nueva propuesta de la Argentina, y en esa oportunidad también
cambiaron de peldaño poblaciones de vicuñas de las tierras altas de Catamarca, ubicadas en
Belén, Santa María y Antofagasta de la Sierra. Además, con vicuñas procedentes de un
criadero del INTA de Abra Pampa, Jujuy, se creó el Programa de Experimentación Adaptativa
y Difusión de Criaderos de Vicuña. Un criadero de vicuñas en semicautiverio funciona en
Molinos, provincia de Salta1.
En el caso de las chinchillas los primeros técnicos que realizaron una campaña a favor de la
conservación de esta especie fueron Augusto Huber y Eugenio Autran. En Chile también
Federico Albert, Jefe de la Sección Aguas y Bosques del Ministerio de Industria y Obras
Públicas de Chile, fue un promotor del conocimiento y la protección de las chinchillas 2. Este
funcionario es mencionado en diferentes fuentes argentinas.
Los primeros intentos de aclimatación de chinchillas fueron encarados por Clemente Onelli,
Jefe del Jardín Zoológico de la ciudad de Buenos Aires, como se desprende de una serie de
notas enviadas por la Dirección General de Territorios Nacionales, del Ministerio del Interior
a la Gobernación de Los Andes. En septiembre de 1913 el gobernador Brígido Zavaleta
recibió una partida de dinero para costear los gastos de transporte de chinchillas a Buenos
Aires3. Pero el desconocimiento era tal, que la empresa fracasó ya en la etapa de transporte de
los ejemplares. El Jefe de Policía le envió al gobernador, los cueros de los animales que
habían perecido antes de salir de San Antonio de los Cobres:
“ Con el agente de esta jefatura... remito adjunto a la presente cinco cueros de chinchillas,
cuatro reales y una indiana, estos cueros son de las cinco chinchillas vivas que mandé
traer por orden de la Gobernación, las cuales desgraciadamente unas se murieron en el
trayecto del camino y las que llegaron vivas perecieron en ésta, lo que vera S.E. lo difícil
que es domesticar estos animales, pero sin embargo voy a emplear otros métodos para ver
si da buen resultado4.
Esto es remitido a Buenos Aires por el Secretario Juan Tomás Frías y recibe como respuesta
un telegrama diciendo:
“ Si época actual no es propicia para cazar chinchillas es mejor esperar la que sea
oportuna...” 5
En 1920, ante un nuevo pedido de Clemente Onelli, se vuelve a intentar el traslado de
animales al zoológico de Buenos Aires.

1
Puló 2003:49-52.
2
Autran 1906:121.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, Nota 2271 enviada a Al sr. Gobernación de Los Andes Brígido Zavaleta,
Buenos Aires, septiembre 13 de 1913.
4
AGN, SH III - CR, signatura 127, San Antonio de los Cobres, 4 de octubre de 1913, Al Sr. Gobernador
delegado del Territorio de Los Andes Sr. Juan Frías, Saludos... Miguel Mollinedo, Jefe policía.
5
AGN, SH III - CR, signatura 127, telegrama de Ruiz Moreno, del 13 de octubre de 1913.

— 493 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ En atención al gentil ofrecimiento formulado ante este Departamento por el Señor


Gobernador del Territorio de Los Andes Dr. Pablo Saravia quien ha facilitado seis casales
de chinchillas, animales de esa región, ofrecimiento apoyado en un todo por el Sr.
Director General del Jardín Zoológico de esta capital, Señor Clemente Onelli facilitando
además los medios de transporte necesarios de los ejemplares aludidos, y siendo, por otra
parte, de suma conveniencia para la fauna argentina el estudiar debidamente su
aclimatación en esta, este Ministerio se impone el deber de cooperar al engrandecimiento
de nuestra Institución Zoológica” 1.
Para ello el Ministerio de Agricultura resolvió:
1°.- Comisiónase al Señor Angel J. Lesser para que trasladándose a la Provincia de Salta,
se haga cargo de los animales referidos y proceda a su transporte a esta capital, con los
elementos facilitados por el Señor Clemente Onelli.
2°.- Entréguese por la Oficina de Personal los pasages correspondientes al Seor Angel J.
Lesser
3°- La tesorería del Ministerio facilitará el referido Señor... $300 m/n...2
En 1922 desde el Ministerio de Agricultura le solicitó información al gobernador interino
Juan Tomás Frías sobre criaderos de chinchilla existentes en el Territorio de Los Andes.
Según autoridades del Ministerio:
Esta investigación tiene por objeto preparar los elementos necesarios para fomentar la
crianza de la chinchilla en forma industrial a semejanza de lo que se practica en otros
países con especies tan apreciables como ella, cuya valiosa piel puede servir de base a un
comercio importante para la región en que habita o puede habitar, por cuyas condiciones
climatéricas e hipsométricas es de difícil aplicación para otros destinos.
Por lo demás, es sabido que la explotación de este comercio realizado hasta hoy sin
método y sin control, va conduciendo a la extinción de la especie en perjuicio de la
economía del país que, dentro de pocos años de seguirse igual camino, habrá de
experimentar las consecuencias de tal imprevisión.
Ruego al Sr. Gobernador que, una vez obtenidos los informes solicitados, se sirva
transmitirlos a esta dirección conjuntamente con cualquier otro antecedente al respecto,
obtenidos de personas o entidades residentes en esa Gobernación que puedan contribuir a
facilitar la tarea emprendida cuyos resultados han de ser en todo caso beneficiosos.
Saludos...3
Pero todo indica que las poblaciones de chinchillas seguían disminuyendo. Esto se vio
agravado, según Clemente Onelli, por una ley que prohibía la caza de zorro, enemigo natural
de las chinchillas.
El legislador o mejor el técnico que ha aconsejado esa ley no sabe o no recuerda que las
chinchillas reales, indianas, chinchillones y ratones-chinchilla son roedores preciosos, y
que vale la pena que no sean destruidos os “ ocultos” y otros ratones para salvar las
primeras especies de las cuales, la primera quizás apenas exista en reducidos ejemplares,
la indiana llega ya a precios enorme y empieza a valorizarse mucho también el cuero del
chinchillón y de la vizcacha de la sierra. Por lo tanto solo en obsequio de las dos primeras
especies es útil permitir no solo, sino perseguir al zorro. Este zorro además mata las

1
AGN, SH III - CR, signatura 132, Buenos Aires, noviembre 19 1920.
2
AGN, SH III - CR, signatura 132, firmado por Ing. Alfredo Demarchi, Buenos Aires, septiembre 16 de 1920.
3
AGN, SH III - CR, signatura 134, Buenos Aires, febrero 15 de 1922, Al sr. Gobernador, de: Ministerio de
Agricultura, Dirección General de Comercio e Industria.

— 494 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

vicuñas de pocos días, los corderitos y chivitos de pocos días que poseen los indios y a
veces apechugan también con los burritos recién nacidos1.
Finalmente, Pablo Saravia dio impulso a la idea de crear un criadero en el propio Territorio de
Los Andes. Para ello recibió financiamiento del gobierno nacional.
El Ministerio de Agricultura resolviendo una gestión iniciada por esta Dirección General
en el mes de septiembre ppdo. Autorizó por resolución de 17 de noviembre último,
autorizar a esta repartición para invertir hasta la suma de cuatrocientos pesos moneda
nacional, en la adquisición de los materiales necesarios para la instalación de un criadero
de chinchillas en ese Territorio, como así mismo, la suma de ciento setenta pesos moneda
nacional para la remuneración de un peón y un cuidador2.
Por un telegrama de septiembre de 1920, el Jefe de Policía Belisario López, le informaba al
Gobernador que el criadero de chinchillas estaba terminado. Pero la conservación de los
animales en este criadero mostró serias limitaciones. El 5 de diciembre de 1920 el mismo Jefe
de Policía le informaba al gobernador:
“ Hace cuatro días que murió una chinchilla (la nacida últimamente) quedando estas la
cantidad de quince; el cuero de la referida chinchilla pongo a disposición de S.E.” 3
El 31 de marzo de 1921 sólo quedaban cuatro chinchillas4.
El siguiente gobernador en mostrarse entusiasta con el tema de la cría de chinchillas fue
Carlos Outes. Este gobernador envió al Ministro del Interior la siguiente nota:
Tengo el agrado de dirigirme al Exmo. Señor ministro para manifestarle que en el corte
tiempo que ejerzo el cargo de Gobernador de “ Los Andes” he podido darme cuenta de la
imprescindible necesidad que hay, de evitar la extinción de la chinchilla y de la vicuña en
el Territorio de mi jurisdicción perseguida tenazmente hoy por cazadores de todo pelaje y
nacionalidad que eluden o salvan la acción de las autoridades por varios medios y con
verdadera habilidad, amparados por el desierto, la escasez de policía y medio de
comunicación y especialmente, por la falta de penas y castigos legales contra los que
infringen y violan las disposiciones prohibitivas que se formulan.
...me permito manifestar que seria ahora la oportunidad de que se autorizara la iniciación
de los estudios y reunión de antecedentes que han de permitir más adelante realizar el
pensamiento de V.E. o sea la formación de “ Criaderos de Chinchilla, futura fuente de
riquezas en tan lejano Territorio.
Ahí también, podría comprenderse dentro de la autorización consiguiente la reunión de
estudios de todos los antecedentes y elementos de juicio que permiten fijar las mejores
condiciones dentro de las cuales debe fomentarse y desarrollarse el “ Elevage” de la
alpaca y de la vicuña por ser otra importante fuente de riqueza.
Conviene hacer notar Señor Ministro que la presenta comunicación se refiere y comprende
únicamente las especies animales que existen en la región (chinchillas, vicuñas), etc. o que
han existido antes (alpaca) lo que enseña o adecuado del clima de altura, terreno etc. etc.
para su vida y desarrollo, dejando para otra oportunidad lo relativo a la oveja Karakú
muy apropiada para estos lugares pero sobre la cual existen ya estudios autorizados no
obstante las referencias poco precisas sobre los ensayos de aclimatación que se han hecho
en el país.

1
AGN, SH III - CR 21 de octubre de 1922, carta enviada por Clemente Onelli.
2
AGN, SH III - CR, signatura 133, Al sr. Gobernador Dirección General de Ganadería, marzo de 1921.
3
AGN, SH III - CR, signatura 132, San Antonio de los Cobres, diciembre 5 de 1920 Belisario López. Al Sr.
Gobernador.
4
AGN, SH III - CR, 1921, signatura 133, Telegrama, Marzo 31 1921 - Ayer murió otra chinchilla quedan cuatro.

— 495 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Para terminar me permito sugerir al Señor Ministro la conveniencia de autorizar la


indicación de los estudios preliminares a que se hace referencia no dudando que los
conceptos altos y géneros con que el señor Ministro aborda todo lo relativo al fomenta de
los Territorios Nacionales sabrá inspirar esta nueva ayuda a los intereses generales del
Territorio que tengo el honor de sobornar....1
Ante esta solicitud, el Ministerio del Interior resolvió el 7 de octubre de 1922 otorgarle
financiamiento para llevar adelante sus investigaciones.
Art. 1°.- Acuerdase a la Gobernación de Los Andes la suma de dos mil pesos moneda
nacional... con el objeto de practicar en el terreno los estudios necesarios para el
establecimiento de “ Criaderos de chinchilla” y proponer las medidas conducentes a evitar
su extinción...2
Además recibió un nuevo permiso para establecer nuevamente un criadero:
Considerando:
1° que en diferentes oportunidades el Gobierno Nacional ha fijado los conceptos
fundamentales que informan su acción en cuanto comprende y determina la ejecución de la
línea ferroviaria de Salta al Pacífico, atravesando el Territorio de Los Andes
2° que como medida concurrente al afianzamiento de los principios cardinales que
inspiraron el pensamiento del P.E. al autorizar la construcción de la mencionada línea, se
impone el estudio de las diferentes fuentes de riqueza de las regiones tributarias con el fin
de fomentar y desarrollar los valiosos producto propios de las mismas.
3° que precede en consecuencia investigar y exteriorizar la riqueza existente en el
Territorio de Los Andes en lo que concierne a los diversos y preciados animales propios de
esta región, tales como la chinchilla, vicuña, alpaca, etc. propendiendo a su desarrollo
dentro de orientaciones científicas y disposiciones de orden práctico, tratando de
implantar una dirección moderna y racional en el “ Elevage” de alpacas, vicuñas, etc...
8° que es conveniente conocer los antecedentes que existan sobre ensayos similares al que
se propone desarrollar, tanto en el país como en Bolivia, Perú y Chile, a los fines de
contribuir al mejor conocimiento del problema...
El Ministerio del Interior
Resuelve
1° Autorízase al Gobernador de Los Andes, Doctor Carlos Outes, para que prepare y
reúna los elementos de juicio y antecedentes necesarios que respondan al propósito
inspirador de este Decreto, debiendo presentar en oportunidad, en forma ordenada y
metódica el resultado de los trabajos que se le encomiendan , a fin de que sirvan de base
para la futura implantación, en debida forma, de “ Criaderos de chinchilla” como también
para facilitar y asegurar el elevage de la Alpaca, Vicuña, etc. etc., creando así las
explotaciones industriales de su piel y lana en la forma que mejor convenga.
2° Autorízase al Señor Gobernador de “ Los Andes” para solicitar de las diversas
Reparticiones Nacionales todas las informaciones que considere necesarias a los efectos
que informa el presente Decreto.

1
AGN, SH III- CR, 1922, signatura 134, Buenos Aires, octubre 26 de 1922, A.S.E el señor Ministerio del
Interior, Dr. Francisco Beiró, dirigida a Carlos Outes.
2
AGN, SH III - CR, año 1922, signatura 134 Buenos Aires, octubre 7 de 1922, El Ministerio del Interior,
Resuelve.

— 496 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

3° Autorízase a la Gobernación de Los Andes a invertir en los trabajo que exija el presente
estudio, la suma de... dos mil pesos moneda nacional que se imputará a la partida de
E ventuales para T erritorios N acionales… 1
El resultado de esta investigación, el gobernador Outes la volcó en un informe que publicó en
19232. Pero, una vez más, esta investigación no tuvo consecuencias inmediatas.
En 1926, Luis Diez, sucesor de Outes en la Gobernación de Los Andes, estableció una
resolución por la cual se estimula la crianza de vicuñas:
Visto el superior decreto del Poder Ejecutivo de la Nación fecha 19 de enero de 1926, por
el cual se prohíbe durante cinco años la caza de la vicuña, así como la exportación,
tránsito y venta de su piel y de su lana.
Y considerando
Que del artículo referido decreto, se desprende claramente que el Poder Ejecutivo de la
Nación no se ha propuesto otra finalidad que impedir la extinción total de la vicuña.
Que la crianza de los citados animales no está ni puede entenderse comprendida entre las
prohibiciones y penas permitidas por dicho decreto, puesto que la domesticación de esas
especies silvestres sería el medio mejor de salvarla de su destrucción total.
Que existiendo numerosos vecinos del Territorio dispuesto a formar reducción o criadero
de vicuñas, la administración local debe estimular ese propósito garantizando además la
fácil venta de los productos domesticados y contribuyendo al propósito manifiesto del
Poder Ejecutivo de la Nación
Por tanto, el Gobernador de Los Andes
Resuelve:
Art. 1°.- Declárese expresamente autorizada en todo el Territorio de Los Andes la crianza
y domesticación de la vicuña y la Gobernación abonará hasta la suma de treinta pesos m/n
por cada vicuñita viva, de seis meses a un año de edad, que se le entregue ya amamantada.
Art. 2°.- a todo vecino del territorio que consiga establecer un rebaño no menos de
veinticinco cabezas de vicuñas, de un año o más de edad, se le otorgará un premio de
doscientos pesos m/n sin perjuicio del precio asignado por cada ejemplar, para el caso de
que desee enajenar ese ganado a la Gobernación.
Art. 3°.- Las sumas que se inviertan, a los fines anteriores, serán imputados a “ Gastos
Generales” 3
Fuera de estos intentos que terminaban en estrepitoso fracaso, el gobierno nacional, como se
analizaba más arriba, no atinaba sino a prohibir total o parcialmente la caza. No obstante, en
1926 se otorgó el primer permiso a un particular para establecer un criadero de chinchillas.
Mediante un decreto presidencial, Martín Nilson obtuvo una autorización para establecer en el
Territorio de Los Andes un criadero de chichillas indiana, bajo el control del Ministerio de
Agricultura y Ganadería. Pero el criadero no fue establecido en dicho territorio. A solicitud de
Nilson en 1927 se modificó el decreto y se lo autorizó a establecer el criadero dentro de la
Estación de Zootecnia de Miraflores. Dado que el permisionario no cumplió con las cláusulas
del decreto, el mismo caducó en 19334.

1
AGN, SH III - CR, año 1922, signatura 134.
2
Outes 1923.
3
AGN, SH III - CR, 1926, signatura 137. Gobernación de Los Andes, Decreto Nº 79, San Antonio de los
Cobres, diciembre 1° de 1926, Luis Diez Gobernador, Daniel Etcheverry, Secretario.
4
Godoy 1963:165-166; Hansen, Martiareno y Cabezas 1972:30-32.

— 497 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

A partir de entonces los ejemplares de chinchilla que permanecían con vida, 4 hembras y 5
machos, pasaron al encargado de la estación zootécnica, dando inicio al primer criadero
oficial de chichillas en la Puna argentina, establecido por un decreto del 23 de abril de 1934.
Un decreto de 1941 y otro de 1951 autorizaba el préstamo y venta de reproductores del
Criadero Oficial1.
Del lado chileno, entretanto, en 1931 se había establecido en las proximidades de la localidad
de Conchi Viejo, departamento de Antofagasta, la ―Compañía Atahualpa. Criadero de
Chinchilla‖. Esa compañía estableció un criadero y vendió algunos ejemplares a los Estados
Unidos2.
Pero la experimentación con chinchillas no se realizaba solamente en la Argentina y Chile,
sino también en los Estados Unidos. En 1918, Mathias Chapman, un ingeniero que trabajaba
para la empresa Anaconda Mining Copper Co. en Potrerillos, Chile, había obtenido del
gobierno de ese país un permiso para criar chinchillas. En 1920 finalizó su contrato y solicitó
un nuevo permiso, esta vez, para llevarse a California 12 chinchillas, llegando a ese país el 2
de febrero de 1923. Algunas fuentes sostienen que este fue el primer hito de la cría en
cautiverio de las chinchillas. Así comenzó su domesticación y su destino ganadero como
animal pilífero. A partir de esos animales reproducidos en los Estados Unidos,
progresivamente se extendió la cría a otros países del mundo. Desde entonces la chinchilla ha
sido seleccionada, mejorada y especializada para los fines peleteros. Gracias a la crianza
sistematizada se incrementó su tamaño notablemente (de 300 a 800 gramos), se lograron
cuerpos más compactos y mejores coloraciones. Además se ha desarrollado el uso integral de
estos animales de interés zootécnico, ya que se puede usar la piel, el pelo, el cuero, la grasa,
las heces y la carne3.
A partir de mediados de la década de 1930 el comercio de pieles de chinchilla parece tomar
nuevo impulso, pero lejos muy lejos del Territorio de Los Andes. En 1936 se fundó la primera
organización que agrupaba a los criadores de chinchillas de los Estados Unidos. Lo mismo
ocurrió en Canadá tiempo después, en 1947, cuando se fundó la ―National Chinchilla
Breeders of Canada‖. Por entonces comienzan a producirse las primeras mutaciones
genéticas: en 1954 las chinchillas de piel beige y en 1955 las de piel blanca. Recién en 1966
se creó en la Argentina, uno de los países donde las chinchillas eran originarias, la
―Asociación Argentina de Criadores de Chinchillas‖ que a partir de julio de 1967 comenzó a
publicar un boletín informativo. En 1968, finalmente, se expusieron chinchillas por primera
vez en la Sociedad Rural Argentina de Palermo4.
Ya entonces la cría de la chinchilla se transformó en una actividad realizada a escala mundial.
Es por esto que se formó en 1972 el ―Council Chinchilla World‖, con el fin de difundir,
promocionar y defender la industria a nivel mundial. Sus reglamentaciones fueron el eje del
funcionamiento de las distintas Asociaciones de Criadores de Chinchillas del mundo. Está
integrado por los criadores de chinchillas más prestigiosos de los Estados Unidos, Canadá y
Alemania, además de representantes de acopiadores y curtiembres. En 1991 el Consejo
mundial de la Chinchilla introdujo dos nuevos representantes en su Comisión. Por primera
vez dos criadores latinoamericanos formaron parte del Consejo Mundial de la Chinchilla, la
entidad más importante en la industria chinchillera. Los criadores son: Guillermo Holzer de
Chile y Héctor Aleandri de Argentina. Este periplo que se inició en las cordilleras que dividen
a la Argentina de Chile, de donde salieron los primeros casales de chinchillas con las que se

1
García-Mata 1953:61-62; Godoy 1963:165.
2
Helfritz 1949:90; Núñez Atencio 1992:192-193.
3
Godoy 1946:34; García-Mata 1953:67-68; Fernández Román 2004.
4
Aleandri 2002.

— 498 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

experimentó, llegó a esta parte del mundo nuevamente hacia fines del siglo, con una
invitación a participar en un organismo internacional para proteger la actividad1. Actualmente,
según la Asociación de Productores de Chinchilla, Argentina es el segundo exportador de
cueros de este animal, detrás de los Estados Unidos2.

1
Aleandri 2002.
2
www.chinchillas.com.ar.

— 499 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 500 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Parte III – La montaña y los boratos. El


“futuro promisorio” del Territorio de Los
Andes (II)

Introducción
Esta parte del capítulo sexto estará centrada en el desarrollo de la actividad minera en el
Territorio de Los Andes, y en particular de los boratos. Aquí se presentará, en último lugar,
uno de los tantos aspectos con el que se abordó el proceso de organización territorial de Los
Andes. El lugar que le cupo a la cuestión minera en la construcción imaginaria de la región, el
despliegue de dispositivos institucionales y el proceso mismo de valorización de los recursos
mineros del Territorio de Los Andes serán los temas a desarrollar. Se describirá y analizará,
en definitiva, el conjunto de medidas, por acción u omisión, del Estado o del capital,
orientadas a poner en valor las riquezas mineras en general y las borateras en particular, en el
Territorio de Los Andes, en el contexto de la Argentina de la primera mitad del siglo XX.
Uno de los principales obstáculo al inicio de la investigación fue la escasez de bibliografía
sobre la temática minera. Si el tratamiento de los camélidos sudamericanos en la
historiografía económica de las tierras altas del noroeste argentino es escaso, la que aborda la
minería es prácticamente inexistente, especialmente en los casos de Salta y Jujuy. Esto
también ocurre a nivel de la historiografía y la geografía en la Argentina, que tendió a dejar a
un lado el tratamiento del sector minero.
Fuera de las referencias sobre la importancia de la minería aurífera y argentífera en el período
colonial, y en particularidad de la centralidad de Potosí en la organización de la economía y el
territorio, la historiografía económica que se ocupa de los siglos XIX y XX en general no
aborda la problemática minera, al menos no con una aproximación crítica. Inclusive en
algunas ―provincias mineras‖, como Jujuy, las publicaciones sobre minería son escasas y de
calidad variable. Otra cuestión son las publicaciones técnicas, producidas por profesionales
vinculados a la minería o la geología y otras ―Ciencias de la Tierra‖, que exceden las
posibilidades de esta investigación.
De todas formas se pueden destacar algunas obras que abordan la cuestión minera en general,
procurando reconstruir una historia integral. En ese sentido se puede mencionar el muy
interesante trabajo de Luis Sommi1. Otros trabajos integrales son los de Victorio Angelelli y
Tomas Escurra, el de José Craviotto y el de Edmundo Catalano2. En el caso de los boratos el
principal referente es Ricardo Alonso. No sólo se consultó su obra, sino que también él mismo
constituyó un informante clave3.
Una de las principales fuentes consultada fue la estadística minera del período 1911-1944.
Esto permitió reconstruir la evolución de la explotación de los boratos en el noroeste

1
Sommi 1959.
2
Angelelli y Escurra 1962; Catalano 1964; Craviotto 1966.
3
Alonso 1998; véase también: Alonso 1991, 2002, 2003 y 2004; Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004.
El autor también ha publicado numerosas notas sobre temáticas mineras en diarios del norte del país.

— 501 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

argentino (fundamentalmente Los Andes, Jujuy y Salta), como así también los principales
centros de embarque. En segundo lugar se consultaron una serie de informes realizados en el
período, por especialistas del área minería. Algunos fueron elaborados por técnicos que
viajaron a la región para levantar información y muestras de minerales para ser analizados, y
publicaron esos informes en los Anales del Ministerio de Agricultura o en otras series propias
del área minería. Entre ellos se destacan los informes de Fritz Reichert, Luciano Caplain, Juan
Barnabé y Luciano Catalano1. Estos informes permitieron reconstruir diferentes aspectos que
tienen que ver con el control monopólico de la extracción e intercambio de los boratos.
Información sobre la corporación que ―cartelizó‖ la explotación boratera se encuentra en
diferentes fuentes de la época. También fueron consultados los informes de técnicos que no
viajaron a la región, pero que fueron de gran importancia en la época, entre ellos los que
produjo Enrique Hermitte2. Además se revisó la serie completa de Memorias, Boletines y
Almanaques del Ministerio de Agricultura, además de los Anales, para reconstruir la forma en
que la cuestión minera en Los Andes, y boratera en particular, fue considerada en esta área del
gobierno nacional.
Esta tercera parte se divide en dos secciones. La primera abordará aspectos general de la
minería y de los boratos, que exceden la consideración del caso de estudio e incluye dos
acápites, que propondrán una mirada general sobre el lugar de la minería en la historia
económica argentina y en la historia institucional del Estado argentino.
En la segunda sección, más extensa, la mirada estará puesta especialmente en el Territorio de
Los Andes y en su articulación con geografías organizadas a diferentes escalas. En primer
lugar se revisará el imaginario construido, en las primeras décadas del siglo XX, en torno a las
riquezas mineras reservadas entre las montañas de Los Andes. El segundo título es ―ambiente
y boratos en la puna‖ y se ofrecerán, a partir de algunas fuentes contemporáneas
especializadas en el tema, las ventajas y desventajas competitivas que ofrecen y ofrecían las
reservas borateras de la Puna argentina en el contexto mundial. El siguiente acápite, en tercer
orden, aborda el tema de la exploración y explotación de las riquezas borateras del Territorio
de Los Andes, en el contexto más amplio de la Puna argentina. En cuarto, quinto y sexto lugar
se analizará los que fueron considerados como principales obstáculos en la explotación de este
recurso minero: la ausencia de ferrocarril, la inadecuación de la mano de obra, la creación de
monopolios mineros.

1
Reichert 1907; Caplain 1912; Barnabé 1915; Catalano 1926, 1930, 1930b y 1964.
2
Hermitte y Montes de Oca 1911; Hermitte 1917 y 1945.

— 502 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Minería, economía y Estado en la


Argentina
En lo que sigue, en forma aún muy exploratoria, se presentarán algunas consideraciones sobre
el lugar que le cupo a la actividad minera dentro de la economía argentina. En segundo lugar
se analizará la evolución institucional del área de minería y geología dentro del esquema de la
administración pública argentina, durante la primera mitad del siglo XX. Asimismo, se
realizarán brevísimas consideraciones metodológicas sobre las principales producciones
editadas por el Ministerio de Agricultura (Anales, Boletines, estadísticas mineras) y que
fueron utilizadas ampliamente en esta investigación.

La minería en el contexto de la historia económica argentina


En la segunda parte de este capítulo se analizaban dos publicaciones del Ministerio de
Agricultura, realizadas en 1912 y 1925. Esas obras ofrecían un panorama de las ―riquezas de
la argentina‖, y su lectura permite arribar a la conclusión que las ―mineras‖ se encontraban en
un plano totalmente secundario. En la publicación de 1912, en la sección dedicada a esta
actividad, a diferencia de la que está destina a las agroganaderas, no se presenta ninguna
estadística ni indicación de localizaciones de yacimientos, ni caso relevante en particular:
“ Minería.- La industria minera es una de las que menos desenvolvimiento ha adquirido, no
obstante la abundancia de ricos minerales, que la Nación posee en varias partes de su
extenso territorio” 1.
La publicación de 1925, ofrece un panorama similar, donde la actividad minera también
ocupa un lugar secundario dentro del texto, reflejo del lugar que ocupaba dentro de la
economía nacional.
“ ...no ha sido aun suficientemente explorado el suelo como para dar una noción
inequívoca de la existencia mineral y la capacidad productiva del territorio a este
respecto” 2
En este caso, no obstante, a diferencia de la primera publicación, el Ministerio de Agricultura
ofrece una descripción algo detallada de la minería en algunas zonas del país, entre ellas las
altipampas del extremo noroeste del país:
“ Los boratos se explotan en la boratera de Antuco y los depósitos de Salinas Grandes,
Canachán, Pastos Grandes y Hombre Muerto, que son las más cercanas a las vías férreas
existentes. La buena calidad y la abundancia de boratos permitió a la «Compagnie
International des Bórax» instalar en Salinas Grandes un establecimiento que le permitió
alimentar sus usinas de Bélgica con la producción de las minas” 3.
Lo cierto es que la minería, como sector productivo, era poco significativa para el desarrollo
económico general del país de la primera mitad del siglo XX, en especial si se lo compara con
la importancia que tenía para B olivia o C hile. C om o se afirm aba en un diario en 1902…

1
Ministerio de Agricultura 1912:52.
2
Ministerio de Agricultura 1925:90.
3
Ministerio de Agricultura 1925:95.

— 503 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Es una industria poco feliz entre nosotros la industria minera” 1.


Por entonces, un funcionario del área se interrogaba sobre qué podía hacer con las
limitaciones de personal que tenía:
“ ¿qué puede hacer... una división de minas con un jefe y dos empleados?... Chile desde
hace 40 años contrata geólogos y minerólogos en Europa... mientras nosotros, como si no
tuviéramos ricos y extensos territorios mineros, nada hacemos y a nada proveemos” 2.
Lo mismo sostenía Enrique Hermitte en la introducción del Tercer Censo General de 1914:
“ L a m inería argentina… puede decirse que carece de vida desde m ucho tiem po, no porque
falten los yacimientos explotables, sino porque no se realizan casi ninguna de las
condiciones necesarias para explotarlos” 3
Todos los esfuerzos económicos se centraban en el desarrollo de la ganadería y la agricultura,
ya que la Argentina presentaba enormes ventajas comparativas, por contar con una extensa
planicie fértil ubicada en una zona de clima templado. Las potencias europeas tenían sus
intereses puestos en la obtención de las materias primas agroganaderas, y este interés se
tradujo en recursos financieros para la construcción de puertos, ferrocarriles y usinas
eléctricas, que a su vez alentaron el crecimiento de los centros poblados pampeanos. En el
período considerado, la minería ofrecía menor rentabilidad y mayores riesgos frente a los
grandes beneficios de la ganadería. De todas maneras, el sector minero concitó algún interés
del capital privado, y de hecho se formaron algunas empresas importantes, como ―Capillitas
Consolidated Mines‖ o ―The Famatina Development Corporation‖ en la provincia de
Catamarca. Pero el capital invertido no fue suficiente como para promover un desarrollo
minero sostenido, y en general se trató de intervenciones puntuales y de corto plazo4.
En la Argentina, los principales distritos mineros se encontraban sobre la cordillera de los
Andes. Cualquier yacimiento de La Rioja, Catamarca, Jujuy o Los Andes se encontraba, con
respecto a los puertos atlánticos, a una distancia superior a los 1.000 kilómetros. A la
distancia se sumaba la relativa escasez de ferrocarriles. Las dificultades de transporte, según
los casos, el Estado nacional las fue restando en las primeras décadas del siglo XX, con la
construcción de algunos ramales de fomento. Además de las dificultades derivadas de la
escasez de transportes, las regiones andinas, como el resto del país, no contaban con suficiente
mano de obra, lo que suponía la necesidad de implementar políticas migratorias en el caso de
desarrollarse cualquier actividad mano-de-obra-intensiva.
Otro rasgo fue la carencia de cuadros técnicos por algún tiempo. Buena parte de los planteles
técnicos y funcionarios, en el área de minería, eran de origen alemán o suizo-alemán. Entre
los que recorrieron la ―Puna de Atacama‖ se encuentran Brackebusch, Darapsky,
Buchembach, Doering, Reichert y Kühn. Uno de los primeros directores de minería fue
Hoskold.
Pero la principal dificultad, probablemente, era la de colocar la producción en el mercado
interno, donde el sector industrial no estaba lo suficientemente desarrollado como para
demandar grandes cantidades de esos recursos. En la medida que la Argentina no ofrecía
ventajas competitivas para la colocación internacional en la mayoría de los minerales, la
explotación de los mismos estuvieron, en general, en un nivel superficial. Solo el petróleo y
las rocas de aplicación, vinculadas al crecimiento del sector de la construcción, podían
comercializarse en el mercado interno. El petróleo concitó cierto interés durante las últimas

1
Diario La Prensa 13-06-1902.
2
Cibils 1901:46.
3
Hermitte 1917:408.
4
Sommi 1959:20-28

— 504 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

décadas del siglo XIX, pero sólo en la primera década del XX su explotación comenzó a
realizarse sistemáticamente, particularmente después de los descubrimientos realizados en
Comodoro Rivadavia1.
Además de los obstáculos internos, existían obstáculos externos, vinculados al control del
mercado mundial de los minerales. Algunos minerales que la Argentina podía exportar, como
cobre, plomo o wólfram no eran competitivos frente a los productos de compañías británicas o
estadounidenses, las cuales realizaban un control hegemónico en el abastecimiento de las
economías industrializadas de Estados Unidos y Europa. Durante las guerras mundiales,
cuando se acrecentaba la demanda mundial de algunos minerales, las explotaciones argentinas
se encontraban al borde de la paralización. Estos contextos impulsaba el auge temporal de
algunas exportaciones, como el azufre, los sulfatos, wólfram, manganeso y boratos. Pero
inmediatamente perdían estímulo2.
A este tipo de obstáculos, de tipo estructural, Enrique Hermitte en 1945 proponía agregar otro,
procedente del terreno de las mentalidades, que es la ―ausencia total de una conciencia
minera‖ 3.
“ Es indudable que en las principales ciudades y pueblos del litoral argentino toda
persona, desde la más humilde hasta la más encumbrada, tiene conciencia clara de lo que
representan para el país las industria agropecuarias. Ya sea que contemple, en los
concursos rural, en los magnificas ejemplares de las distintas razas bovinas, ovinas… ya
sea que lea oiga una noticia referente al Mercado Central de Frutos, al de Liniers, o a la
venta del primer lote de cereal u oleaginoso, ve a través de ellas, la vasta pampa arada y
sem brada por el esfuerzo hum ano… E n una palabra, tiene conciencia que poseemos una
riqueza agropecuaria, se da bien cuenta que es esa una de las bases de la Economía
N acional… L a conciencia m inera es… m uy lim itada y no se extiende m ucho m ás allá de
las regiones mineralizadas y aún allí es difícil sospechar la gran facilidad con que los
pobladores se encuentran expuestos al „cuento del tío‟” 4
Sólo desde la década de 1940, como consecuencia del desarrollo de la Segunda Guerra
Mundial y de la expansión del sector industrial vernáculo, algunas explotaciones mineras
tuvieron cierto auge, especialmente las del hierro, el petróleo y las asociadas a la
construcción5. La creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares, en 1941, fue
un motor para la puesta en marcha de diferentes políticas de inversión estatal en el sector
minero6.
La explotación de los minerales de la ―Puna de Atacama‖, en particular los boratos, se vio
enfrentada a los obstáculos antes señalados. En primer lugar la inversión privada de capital
para la actividad minera, a diferencia de otros distritos mineros, como Chilecito o Famatina,
fue mínima. En las últimas décadas del Siglo XIX existió cierto desarrollo de la minería de la
Puna argentina. En ese momento la Sociedad Auroargentífera Jujeña, y otras ocho firmas más
explotaban yacimientos de oro y plata en distintos puntos de la provincia de Jujuy, pero
siempre con un impacto limitado7. En la década de 1880 la explotación del bórax en pequeña
escala tuvo cierto auge, decayendo posteriormente. A principios del siglo XX la Compañía
Internacional del Bórax, de capitales belgas, poco después asociada a capitales británicos,

1
Cf. Hermitte 1945:19.
2
Ver Sommi 1959:20-28.
3
Hermitte 1945:31.
4
Hermitte 1945:36-37.
5
Kindgard 1987:22.
6
González 1997:8-9.
7
Kindgard 1987:10.

— 505 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

monopolizó pronto las concesiones de Bórax de toda la región. Al finalizar la primera guerra
mundial la Bórax Consolidated Company de capitales estadounidenses había absorbido a la
Compañía anglo-belga. Ninguna de estas compañías realizó una explotación sistemática de
los boratos de la Puna argentina y se limitaban a detentar las concesiones para explotarlas
cuando las condiciones fueran favorables1.
El ferrocarril recién llegó a la región austral de la Puna argentina en 1930, desde Salta, aunque
por entonces ya estaba habilitada la estación Abra Pampa, en la Puna jujeña, que de hecho
funcionaba como un centro regional de carga. La mano de obra también era escasa, pero
nunca se encaró una política de atracción inmigratoria, en la medida que ninguna empresa
generó una demanda apreciable. Asimismo, la Compañía General del Bórax que mencionaba
la publicación del Ministerio de Agricultura de 1925 había monopolizado su explotación. En
definitiva, a pesar de las importantes reservas de este mineral, su explotación se mantuvo en
un nivel elemental sin generar ninguna clase de impacto económico en la región, por lo menos
durante la primera mitad del siglo XX.

Estado y minería en la Argentina


La primera repartición dentro del aparato administrativo del Estado nacional ocupada de la
minería, fue creada en 1885, con el nombre de Sección Minas, dentro del Departamento de
Obras Públicas. Una de las primeras tareas de este organismo fue la elaboración final del
Código de Minas, sancionado como ley el 25 de noviembre de 1886. En 1889 esta repartición
se transformó en el Departamento Nacional de Minas y Geología, siendo H. D. Hoskold su
primer director2.
En 1898 se organizó el Ministerio de Agricultura, según lo dispuesto por la Ley 3.127 del 11
de octubre y el área de minería fue ubicada dentro de su órbita. Desde entonces, el
Departamento Nacional de Minas y Geología pasó a denominarse ―División de Minas y
Geología‖, dentro de la Sección de Industria, correspondiéndole todo lo relativo al régimen,
aprovechamiento y estudio de las riquezas mineras del país. En 1904, esa División se fusionó
con la ―Comisión de Estudios de Napas de Agua y Yacimientos Carboníferos‖ y se creó la
―División de Minas, Geología e Hidrología‖ 3. Esto fue dispuesto por un Decreto del 25 de
octubre de 19044:
Art. 1° Queda separada la Sección Industrias Mineras de la División de Industrias, para
constituir una División que se titulará de Minas, Geología e Hidrología” .
Art. 2° L a D ivisión M inas, G eología e H idrología quedará constituida por tres secciones…
cuyas atribuciones serán: a) tramitar las solicitudes de cateo y exploración ... b) estudiar
las mensuras y demarcaciones efectuadas por los ingenieros de la división... c)
inspeccionar las minas en explotación... d) recoger, ordenar y publicar todos los datos
estadísticos... e) efectuar exploraciones... f) ...confección del mapa geológico e hidrológico
de la República... g) organizar las colecciones geológicas y mineralógicas…
Las secciones en las que se organizó esta División eran:
 Sección Minas, cuya principal misión era la inspección de las minas y el estudio
químico de las aguas minerales;

1
Kindgard 1987:11-12.
2
Hermitte y Montes de Oca 1911:7.
3
Hermitte y Montes de Oca 1911:7-10.
4
Buenos Aires, 24 octubre 1904, Copia B. O., Separación de la Sección Industrias Mineras de la División de
Industrias, y creando una División de Minas, Geología é Hidrología., Quintana, Torino.

— 506 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

 Sección geología, encargada de realizar levantamientos de información y objetos


geológica y topográfica, y armar las colecciones respectivas;
 Sección hidrología, ocupada de los estudios hidrológicos y de las perforaciones1.
En 1911 la ―División de Minas, Geología e Hidrología‖ se transformó en ―Dirección‖, que
cambió de denominación nuevamente en 1919 por el rótulo ―Dirección General de Minas‖.
Hasta 1922, y desde 1902, esta dependencia tuvo por principal responsable a Enrique
Hermitte. A partir de 1931 se llamó ―Dirección de Minas y Geología‖, manteniendo esa
denominación hasta mediados de la década de 1940. Para simplificar se utilizará la sigla
DMGH.
Durante las primeras décadas del siglo XX, la DMGH tuvo al menos tres órganos principales
de difusión de sus acciones: los Anales del Ministerio de Agricultura, las Memorias de la
DMGH y las estadísticas mineras. Otra fuente de información del sector minero producida por
la DMGH fue el Padrón Minero, de edición discontinua. Dentro de los Anales existía una
serie propia, donde las diferentes secciones publicaron los resultados de sus investigaciones.
Los trabajos sobre el Territorio de Los Andes presentados en esa publicación, formaron parte
de la serie ―Contribución al Conocimiento del Estado de la Industria Minera‖ organizado por
Enrique Hermitte2. Dentro de esta colección se encuentran los trabajos de Fritz Reichert,
Luciano Caplain y Juan Barnabé3.
Desde la década de 1910 cobró gran importancia la explotación del petróleo, lo cual puede
advertirse en el número de artículos publicados en los Anales, y también en el Boletín,
además de los comentarios realizados por los Ministros en las memorias anuales de la cartera
de Agricultura.
Las estadísticas mineras se organizaron en 1907 mediante un Decreto presidencial 4. La
primera publicación es de 1909 con un formato que posteriormente cambió completamente,
especialmente en la estrategia expositiva de la información. Recién comenzaron a publicarse
regularmente a partir de 1911 y con algunas variaciones permanecieron hasta 1919.
El criterio con el que se registraron las cantidades de minerales explotados anualmente fue
variando. En el período 1911 a 1919 la información se agregaba por mineral y empresa de
ferrocarril que transportó la carga. Esa información se desagregaba siguiendo dos criterios. El
primero era por mes del año, lo que permite establecer la regularidad o no de la actividad
minera a lo largo del año. El segundo criterio era por estación en la que se despachó la carga.
Esto permite reconstruir algunos circuitos de circulación del material. Finalmente se presenta
información referida a exportación indicando los minerales que se exportaban, las aduanas por
las que salía, la provincia de procedencia, el peso en kilogramos de la carga exportada y ley
media del mineral, todo esto agregado por mes. La diferencia entre cantidad producida y
cantidad exportada puede considerarse como indicador del volumen de mineral que se
destinaba al consumo interno o que permanecía en stock.
En el caso de los minerales de borato en los anuarios estadísticos de este período, los lugares
de procedencia eran, en orden de importancia Jujuy y Catamarca y después cantidades
menores de Salta, Córdoba y San Luis. El problema para evaluar cuánto se producía en el
Territorio de Los Andes es que las mediciones se realizan en las estaciones de carga del

1
División de Minas, Geología é Hidrología, Memoria de 1905-1906:4-14.
2
Hermitte 1945:32.
3
Reichert 1907; Caplain 1912; Barnabé 1915.
4
Decreto, Buenos Aires, marzo 15 de 1907, Estableciendo la estadística de las industrias mineras.

— 507 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

mineral, y hasta 1929 no hubo ninguna. En el caso de Jujuy la principal estación de carga era
Purmamarca, la más importante de todas.
Entre los años 1920 y 1930 la Dirección General de Minas no publicó estadísticas mineras. En
la segunda serie, iniciada en 1931, no se publicó más información por estación de carga, se
mantuvo la de información por empresa de ferrocarril y se incluyó información agregada por
provincia o Territorio Nacional. En 1936, además, se comienza a incluir información
cualitativa en textos sumarios, principalmente cuáles fueron las empresas que explotaron el
mineral, las condiciones del mercado nacional e internacional, la formación de precios, los
usos del mineral, los principales destinos de la exportación y los principales lugares de carga
del mineral. Con las estadísticas mineras se puede cubrir razonablemente el período 1909-
1944, aunque con un importante bache entre 1920-1930.

— 508 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Boratos, puna e historia


En 1924, el gobernador Carlos Outes se refería a la minería del Territorio de Los Andes en
estos términos:
“ La minería argentina, está en el Norte de la República y está especialmente en el
T erritorio N acional de los A ndes… E ste T erritorio oculta en sus entrañas una inm ensa
variedad de m inerales. E l oro, la plata, el cobre… Sin em bargo, no son estas sustancias
las que exigen mayor atención por parte del Estado. La riqueza más importante de la zona
y fuente de producción más inmediata para la renta pública y privada, o sea, en esos
grandes depósitos de sales de borato, que afloran en cantidades incalculables sobre la
superficie de los inmensos salares que cubren casi todas las depresiones de la meseta de
Atacama” 1
Si las riquezas mineras y en especial las borateras eran tan enormes y fáciles de explotar, ¿por
qué no se explotaban? En todo caso, por qué aún en 1924, pasadas ya más de dos décadas
desde que estos terrenos se incorporaron a la Argentina, las reservas borateras parecían estar
casi intactas. ¿Qué era lo que impedía su explotación? Para intentar dar respuesta a estos
interrogantes se podrían señalar dos tipos de obstáculos. En primer lugar los obstáculos
internos, entendiendo por esto el conjunto de factores propios del Territorio de Los Andes que
por ausencia o inadecuación impedían o dificultaban la explotación de las reservas minerales.
En segundo lugar, se encontrarían los obstáculos externos, es decir aquellos factores que
exceden la consideración intrínseca del Territorio de Los Andes.
Con seguridad, la falta de conocimientos sobre la existencia, características y ventajas
competitivas de los yacimientos borateros no constituyeron un obstáculo. A diferencia de las
demás ―riquezas‖, las minerales fueron objeto de numerosos viajes exploratorios y se
realizaron diferentes publicaciones, como ya se analizó más arriba, además de contar con
estadísticas más o menos regulares y un sentido común generalizado sobre su importancia.
Hasta 1924, cuando Outes presentó la memoria antes mencionada, ya se habían realizado por
lo menos seis extensos informes sobre el estado de la minería en el Territorio de Los Andes.
De esos mismos informes, y de otras fuentes documentales de la época, se desprendería que el
principal obstáculo interno sería la dificultad de transportar el mineral fuera del Territorio de
Los Andes. Algunas consideraciones sobre la vinculación entre ferrocarril y boratos ya se
realizaron en la primera parte de este capítulo que aquí se profundizarán. Otra dificultad era la
relativa escasez de mano de obra existente en la región. Finalmente, algunas dificultades
competitivas, la concurrencia a los mercados y el impedimento generado por la
monopolización de su comercialización completa el conjunto de argumentaciones que ya en la
época se esgrimían como principales causas del freno a la explotación de los boratos.
En lo que sigue se abordarán distintos aspectos relacionados con las reservas borateras en el
Territorio de Los Andes, como así también sobre las ventajas y desventajas que ofrecían para
su explotación, para pasar, luego, a la consideración de los obstáculos internos y externos.

1
Outes 1924:23-24.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El imaginario sobre las riquezas mineras del Territorio de Los Andes


Como se analizaba en el capítulo cuatro, los primeros viajeros enviados por el gobierno
argentino al Territorio de Los Andes, llevaron a Buenos Aires imágenes desalentadoras de la
reciente incorporación. Con el panorama que se encontraron, según los parámetros de la
época, avizoraron como única salida la actividad minera, especialmente la del bórax:
“ Lo único valioso que encontramos á más de la sal, son borateras abundantes, profundas y
de buena calidad” 1;
“ Cuando se piense en esa región, sólo las borateras, la sal y minas, muy pobres por el
m om ento, será lo que llam e el interés particular para explotarlas… ” 2
Fue por esa razón que Eduardo Holmberg sentenció:
“ Hay que enviar geólogos que descifren los secretos de la montaña, en cuyo seno hay
escondidos filones preciosos” 3
Desde entonces, se emprendieron cuatro misiones oficiales con el objetivo de estimar las
riquezas mineras de la región, de las cuales surgió un relato de viaje, perteneciente a Juan
Ambrosetti, y tres informes técnicos, producidos por Reichert, Caplain y Barnabé. Estos
autores confirmaron con sus obras los supuestos que existían sobre las riquezas borateras.
“ … correspondería al M inisterio de A gricultura para que por m edio de la oficina de Minas
y Geología, á fin de fomentar la minería allí, organizar una Comisión de estudio y
explotación, y proceder después á publicar sus resultados los que bajo la fé de una oficina
nacional, será tomados seguramente en cuenta por los capitalistas nacionales y
extranjeros” 4.
“ L a boronatrocalcita de la P una de A tacam a y de la P una de Jujuy, constituye sin duda…
la materia prima más importante que puede exhibir el Noroeste de la República” 5.
“ la principal riqueza del territorio de Los Andes, la única bien conocida hasta la fecha,
está constituida por los yacimientos de borato” 6
La “ gobernación de Los Andes encierra numerosos e importantes yacimientos de borato” 7.
Años después, en la década de 1920, Luciano Catalano aportaba nuevas certezas sobre el
potencial minero de la Puna de Atacama. Al igual que los demás, afirmaba:
“ los grandes yacimientos mineros de Los Andes constituyen su principal fuente de riqueza.
Los minerales de boro, las sales, las arcillas, los calcáreos ornamentales, el azufre... etc.,
existentes en la región puneña representan por su magnitud y calidad, valores mineros
extraordinariam ente grandes… ” 8
La ponderación de las riquezas mineras significaba, concomitantemente, una total
desconsideración de otras opciones productivas alternativas o complementarias a la minería, y
sobre todos las producciones locales. Algunos viajeros, se reconocían algún potencial en la
producción de textiles con fibra de vicuña o en las pieles de chinchilla, pero no como
elementos clave para el crecimiento económico del territorio.

1
Doering 1900:463.
2
Cerri 1903:19.
3
Holmberg 1900:76.
4
Ambrosetti 1905:98.
5
Reichert 1907:5.
6
Caplain 1912:31.
7
Barnabé 1915:48.
8
Catalano 1930:90.

— 510 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

La construcción de este imaginario sobre las riquezas mineras no es patrimonio exclusivo de


los geólogos e ingenieros. Desde las primeras exploraciones realizadas por Doering,
Holmberg y Cerri prácticamente todas las memorias e informes que fueron escritos por
técnicos y exploradores, todos los manuales escolares y las obras de divulgación, todas las
publicaciones científicas y todas las notas periodísticas que se escribieron sobre la ―Puna de
Atacama‖, y particularmente en el Territorio de Los Andes, durante las primeras cuatro
décadas del siglo XX (y después también) repitieron como una evidencia de sentido común,
que la principal riqueza y única salida de la región era la minería, y la del borato en particular.
“ en las entrañas de sus montañas no es misterio debe encontrar el minero metales de
mérito” 1.
La mineralogía es una “ importantísima materia único porvenir del territorio de los
Andes” 2.
“ La sustancia de más fácil explotación para los habitantes de estas comarcas es el
borato… ” 3.
“ Las riquezas minerales del territorio son de verdadera importancia. Hay oro, plata,
cobre, hierro, zinc, azufre y alumbre; pero la sustancia de más fácil explotación es el
borato de soda y de cal que se encuentran en una extensión de más de 500 hectáreas” 4.
“ En varios lugares se han registrado importantes filones metálicos de oro y lavaderos del
mismo metal. La plata y el alumbre, se han explotado con buenos resultados, pero son las
borateras y salitreras las que ofrecen más facilidades de explotación” 5.
“ Esta altiplanicie, que no sirve para la agricultura ni para los ganados, sólo tiene un
porvenir: la minería. El suelo es ingrato para el hombre, por lo mismo que contiene
grandes riquezas m inerales… ” Los yacimientos de boratos “ de gran espesor, que
representan millones y millones de toneladas y significan enormes riquezas, duermen
inútiles por falta de vías de comunicación” 6.
“ L a principal riqueza del territorio se encuentra en la explotación de sus m inerales… ” 7.
“ El Territorio de Los Andes es muy rico en minerales” 8.
“ El rasgo particular de muchos salares de la Puna es la presencia en ellos de un mineral
que constituye un exponente de riqueza considerable y que es la boronatrocalcita” 9.
“ En toda la extensión de la Puna de Atacama existen copiosísimos yacimientos minerales
inexplotados y en gran parte también sin explorar, yacimientos que para una y otra cosa,
reclaman la presencia de sólidos capitales que no parecen dispuestos a concurrir a estas
alturas, en tanto las vías de comunicación permanezcan… en el estado de promesa” 10.
“ Minerais non métallifères.- On trouve des gisements abondants de borates dans la Puna
de Jujuy et dans le territoire des Andes; leur exploitation est difficile en raison de

1
Maldones 1899:24.
2
Cerri 1903:30.
3
Holmberg 1900:60.
4
Urien y Colombo 1905:595.
5
Biedma 1905:95.
6
Blasco Ibáñez 1910:727-728.
7
MI, Memoria de 1910-1911:101.
8
Ruiz Moreno 1916:19.
9
Hermitte 1917:440.
10
Gobernador Luis Diez, Memoria del Territorio de Los Andes en: MI, Memoria de 1925-1926.

— 511 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

l‟insuffisance et de la cherté des transports, m ais, cependant, on en exporte quelques


quantités en Belgique” 1.
“ … los m inerales son la única fuente de riqueza de la región… ” 2
“ Los salares... representan regiones sumamente desoladas, comparables a enormes
campos de nieve, pero contienen gran riqueza mineral, no sólo en sal ordinaria, sino
también boratos... que se encuentra en estos yacimientos con una abundancia no superada
en todo el mundo” 3.
“ … si la agricultura y la ganadería son pobres, por el contrario, los m inerales constituyen
la verdadera riqueza de los Andes, riqueza sin explotar en parte desconocida, y que en un
futuro que es de augurarse próximo transformará radicalmente el aspecto de ese
territorio” 4.
“ … toda esta zona constituye una fuente de riquezas m inerales cuantiosas… E l
florecimiento de esta región del país depende solamente del desarrollo de sus industrias
mineras, orientación que debe merecer el más franco y decidido apoyo de nuestro
gobierno” 5.
La lista de referencias bibliográficas que repiten este tipo de sentencias podría ser mucho más
extensa. Esto está demostrando un sentido común compartido por observadores de las más
variadas procedencias, a lo largo de todo el período de existencia del Territorio de Los Andes
y más allá. Sin embargo, la importancia que tenía la minería en la retórica regional de la Puna
de Atacama contrasta con el desarrollo que la actividad tuvo efectivamente. ¿Por qué? Podría
decirse que, como el resto del sector minero en el contexto de la economía argentina, la
explotación de los boratos se enfrentó a una serie de obstáculos casi insalvables, muchos de
las cuales excedían al caso y remitía a la situación de postración general del sector. De todas
formas los boratos ofrecías algunas particularidades que se intentarán explorar.

Ambiente y boratos en el Territorio de Los Andes


Como se señaló en los párrafos anteriores, prácticamente todos los viajeros que recorrieron el
Territorio de Los Andes coinciden en señalar que la única riqueza potencial era la minería, en
especial la que se centraba en los boratos. En este sentido, se puede señalar que desde 1900
hasta 1985 se publicaron más de 40 trabajos donde se expresan las ventajas comparativas que,
en el ámbito mundial, ofrecen las reservar de este mineral, existentes en la Puna argentina,
avizorando un gran futuro para la región centrado en esta actividad6. Sin embargo, la falta de
incentivos desde el Estado, que se reflejaba en la ausencia de infraestructura de transporte
adecuada y, sobre todo, de una política de fomento de la actividad y de control por parte de
los organismos públicos a las acciones de las empresas trasnacionales, se volvía un fuerte
limitante. Ya que se mencionarán en reiteradas ocasiones a los ―boratos‖ es adecuado ofrecer
algunas especificaciones sobre qué son.
En el medio físico, el boro se presenta en forma de borato, combinado con el oxígeno y otros
elementos. Los boratos son sales o ésteres de ácido bórico. Se encuentran ampliamente
distribuidos en la naturaleza y están presentes en los océanos, rocas sedimentarias, carbón,

1
Lafond 1927:77.
2
Castellanos 1928:28.
3
Kühn 1930:83.
4
Ricossa 1943:253.
5
Musumeci 1958:6.
6
Cf. Alonso 1998:12-lámina 1.

— 512 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

esquistos y suelos. Sin embargo, no todos pueden ser aprovechados. En este sentido, los
importantes son: el bórax, el ácido bórico, el perborato sódico o los minerales ulexita y
colemanita, que yacen en determinadas regiones del planeta.
El ácido bórico es un compuesto químico que contiene boro, hidrógeno y oxígeno (H3 BO3), y
que existe en forma de cristales incoloros o de polvo blanco. Cuando pierde agua se
transforma en anhídrido bórico (B2O2). El ácido bórico es importante en la industria moderna,
empleado frecuentemente como antiséptico, insecticida, producto ignífugo y conservante
alimentario. También se emplea en adhesivos, detergentes, en la fabricación de cristal y papel,
y para reducir el punto de fusión de las soldaduras1.
Bórax o tincal, y también bórraj, es una sal de sodio derivada del ácido bórico. Este mineral se
encuentra en la naturaleza, pero también puede ser producido industrialmente. El bórax es un
borato comercialmente importante y puede emplearse como agente limpiador o para disminuir
el punto de fusión cuando se fabrica cristal o porcelana2. Este mineral es ampliamente
utilizado en la industria moderna. Se disuelve fácilmente en agua, formando una solución
alcalina antiséptica utilizada como desinfectante, detergente y ablandador del agua.
Constituye una excelente ayuda para soldaduras al disolver la capa de óxido metálico, dejando
limpia la superficie del metal. También se emplea en la fabricación de cerámica, esmaltes y
vidrios. El vidrio de Pirex contiene un 30% de bórax. La boronatrocalcita o ulexita es otro
mineral de borato, de color blanco o gris tendiendo a incoloro, que se forma en zonas de clima
árido cuando el agua rica en boro se evapora.
Los depósitos de boratos se encuentran ubicados en un conjunto limitado de regiones en el
mundo, donde concurren o han concurrido en el pasado reciente, una serie de factores. Esos
factores son el vulcanismo activo, el clima árido y las cuencas endorreicas. Estas condiciones
se dan, en forma simultánea en seis grandes regiones del mundo. La primera que se puede
mencionar es el sudoeste de los Estados Unidos, en la región desértica que se extiende al
suroeste de Nevada y el sur de California, entre las ciudades de Las Vegas y Los Ángeles. La
segunda se ubicada en el norte de México, y constituye una continuación de los depósitos
californianos. En tercer lugar, se encuentran los boratos de Turquía, localizados en la región
de Anatolia. Se estima que en este país se encuentra el 75% de las reservas mundiales de
boratos. En cuarto lugar, están las reservas de este mineral ubicadas al norte del Mar Caspio,
en Kazajstán. Otros depósitos se encuentran en territorio chino, en provincias ubicadas al
oeste, en el Tibet, y en el Valle de Puga, en territorio indio. La última región es la andina, en
el centro-oeste de la América del Sur3.
En Lejano Oriente se encuentran las regiones donde los boratos fueron descubiertos y usados
por primera vez, y luego introducidos a Europa, a través de Marco Polo en el siglo XIII. Al
diccionario de la Real Academia Española, el primer término que ingresa es ―bórax‖, recién
en el año 1869, definido fundamentalmente a partir de su localización y de sus aplicaciones.
“ B órax. (D el árabe… baurac; del persa… bura) Sal que se encuentra en disolución en las
aguas de ciertos lagos, especialmente en la India, en Persia y en la China. Se emplea en
metalurgia como fundente, y en los ensayos analíticos como reactivo. También sirve para
soldar metales” 4

1
www.greenfacts.org/es/glosario.
2
www.greenfacts.org/es/glosario.
3
Alonso 1991:313-320.
4
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Undécima
edición. Madrid. Imprenta de Don Manuel Rivadeneyra. 1869. Reproducido a partir del ejemplar de la Biblioteca
de la Real Academia Española. http://buscon.rae.es.

— 513 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

En la siguiente edición la RAE ajusta un poco más la definición:


“ B órax… M ineral com puesto de borato de sosa y agua, incoloro y, á veces, gris o
verdoso, que se encuentra en las playas y en las aguas de varios lagos de China, Tibet,
Ceilán y Potosí. Se emplea como medicina en el tratamiento de las aftas y otras en
enfermedades de la membrana mucosa de la boca y de las fauces; como fundente en los
laboratorios; como reactivo en los ensayos al soplete; como soldadura de los metales
oxidables, y en la fabricación de algunos vidrios” 1
Bórax deriva del árabe, y su significado es ―blanco‖. Tincal también es una denominación
árabe2. La definición actual es:
“ Del ár. clás. bawraq, y este del persa bure). 1. m. Sal blanca compuesta de ácido bórico,
sosa y agua, que se encuentra formada en las playas y en las aguas de varios lagos de
China, Tibet, Ceilán y Potosí, y también se prepara artificialmente. Se emplea en medicina
y en la industria” 3
En la edición número 12 de 1884 es cuando apareció por primera vez el término ―borato‖
“ Borato. Quím. Combinación del ácido bórico con una base”
También aparece por primera vez el término ―boro‖, que deriva de bórax y que por entonces
era definido com o…
“ Cuerpo simple, metaloide, que se halla en la naturaleza en estado de ácido bórico, ya
libre, ya combinado con la sosa o la magnesia”
En Sudamérica, describiendo una distribución próxima a la que tienen las poblaciones de
vicuñas, los boratos andinos se encuentran en Perú, Bolivia, Chile y Argentina, en todos los
ambientes puneños. En Perú el único yacimiento se encuentra en Laguna Salinas, próxima a
Arequipa. En Bolivia hay reservas en numerosos salares, entre ellos el de Uyuni. En Chile se
encuentra el depósito de Ascotán entre otros. La Argentina ocupa el tercer lugar por sus
reservas de boratos, el segundo lo ocupan los Estados Unidos y Turquía el primero4.
En la Argentina se destacan el yacimiento de Tincalayu, en el Salar de Hombre Muerto, y el
de Sijes, en el Salar de Pastos Grandes. El primero se encuentra en el límite entre Salta y
Catamarca y el segundo en la provincia de Salta. En la provincia de Jujuy se destaca el
yacimiento de bórax Loma Blanca, ubicado en las proximidades de Coranzulí. Otros
depósitos se ubican en los Salares de Cauchari, Diablillos, Ratones, Centenario, Pozuelos,
Rincón, Olaroz, Turi-Lari, Jama, Salinas Grandes y Guayatayoc. En esta región se combinan
los tres factores considerados indispensables para la formación de boratos: vulcanismo activo
(reciente y pasado), clima árido y cuencas endorreicas. Salares y salinas, que designan al
mismo tipo de formación, ocupan gran parte de la superficie del ámbito del ex Territorio de
Los Andes. Por esa razón, algunas clasificaciones ambientales de las punas suelen considerar
a la porción austral como puna salada. Como se observa en el Cuadro 6.20, en el Territorio de
Los Andes los cuerpos salares ocupaban una extensión de 9.241,9 km2. En términos relativos
esto representa, sobre un área de 62.642 km2, el 14,75 porciento.

1
Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Duodécima
edición. Madrid. Imprenta de D. Gregorio Hernando. 1884. Reproducido a partir del ejemplar de la Biblioteca de
la Real Academia Española. http://buscon.rae.es.
2
Bodenbender 1899:118.
3
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición. Madrid. Espasa-Calpe.
1992. Reproducido a partir del ejemplar de la Biblioteca de la Real Academia Española. http://buscon.rae.es
4
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:116.

— 514 —
Cuadro 6.20. Salares del Territorio de Los Andes. Levantamiento realizado en 1942.
EXTENSION LONGITUD ANCHO ALTURA DATOS
SALAR DEPARTAMENTO LOCALIDAD EN KM
2
EN KM EN KM (MSNM) SALES PREDOMINANTES EXPLOTACIÓN
EXTRACTADOS DE
Salina de Jama Susques O. Vega de Jama 100 - - 3.950 Cloruro de sodio y yeso Ninguna Catalano
Salina (*) Susques Lag. Mucar, hito IX 25 - - 4.157 Cloruro de sodio y yeso Ninguna Catalano
Salina (1) Susques Hito X (en parte chilena) 25 - - 4.252 Cloruro de sodio y yeso Ninguna Catalano
Salar Cauchari Susques Quebrada Baya 304,3 80 10 4.000 cloruro de sodio y bórax, En parte Catalano y Reichert
boronatrocalcita y yeso y Harperath
Salina Olaroz Susques Norte Turutari 50 - - - Boronatrocalcita, yeso, En parte Catalano
cloruro de sodio y bórax
Salar de Antuco Pastos Grandes Punta de Antuco 25 - - 4.000 Cloruro de sodio y borato, En parte Catalano y Reichert
Silicato de Aluminio
Salina de Río Grande Pastos Grandes - 225 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salar de Pastos Pastos Grandes E. de la Sierra de Pucara 62,5 - - - Cloruro de sodio, yeso, borato Rudimentaria Reichert
Grandes y boronatrocalcita
Salar Pucara Pastos Grandes E. de Pastos Grandes 10 - - - Cloruro de sodio Ninguna Catalano
Salar Santa Maria Pastos Grandes - 20 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salar de la Laguna Pastos Grandes - 20 - - - Cloruro de sodio - Catalano
salina Pastos Grandes S. de Pastos Grandes 80,5 - - - Cloruro de sodio y bórax - Catalano
salina (*) Pastos Grandes Al E. de P. de Quirón 10 - - 4.500 Cloruro de sodio - Catalano
Salina del Rincón Pastos Grandes S. del arroyo Catúa-Pompon 300 - - 3.700 Cloruro de sodio y bórax - Catalano y Reichert
Salar Incahuasi (2) Pastos Grandes Hitos XVIII al XIX 200 - - 3.790 Cloruro de sodio y bórax - Catalano
Salina Pular Pastos Grandes Hitos XXI a XXII, en parte 40 - - 3.580 Cloruro de sodio y bórax - Catalano
chilena
Salina (*) Pastos Grandes N. de la Vega Tacataca 25 - - -- - Catalano
Salar Arizaro Pastos Grandes S. Vega Guanaquero 4500 100 50 3.650 Cloruro, carbonato y sulfato Insignificante Catalano y Reichert
de sodio y Harperath
Salar Tolar Grande Pastos Grandes Entre las Sierras de Calulaste 27 - - - Cloruro y carbonato de sodio - Catalano y Reichert
Salar Tolar Chico Pastos Grandes A. N. cerro Tolar 23 - - -- - -
Salar Tolilla Pastos Grandes - 45 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salar de Pozuelos Pastos Grandes Al S. Vega Huapal 100 - - - Cloruro de sodio y borato - Catalano
Salar Caucota Pastos Grandes Al O. del cordón Colorado 22 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salar Pocitos O Pastos Grandes E. de la Sierra de Cabalaste 750 70 10 - Cloruro de sodio Reducida Catalano
Quirón
Salar Aguas Amargas Pastos Grandes Al S. del Salar Pastos Grandes 26 - - - Cloruro de sodio y boratos de Suspendida Catalano y Reichert
cal
Salar Centenario Pastos Grandes - 76 - - - Cloruro de sodio y borato - Reichert
Salar Ratones Antofagasta de la Sierra - 43,2 - - 3.900 Borato y cloruro de sodio Ninguna Reichert
Salar Diablillos Pastos Grandes - 38 - 8 4.000 Borato y cloruro de sodio Ninguna Reichert
Salar Hombre Pastos Grandes y - 624,4 40 30 - Borato y cloruro de sodio En pequeña escala, Reichert
Muerto Antofagasta de la Sierra com.
Salar (*) Antofagasta de la Sierra Al S. del Salar Pocitos 25 - - - - - -
Salar Gallego Pastos Grandes - 20 - - - - - Catalano
Salina Llullaillaco Pastos Grandes Al O. del Salar Arizaro 150 - - 4.140 Cloruro de sodio - Catalano
Salina de Aguas Antofagasta de la Sierra Al S. Vega Aguas Calientes 50 - - - - - Catalano
Calientes
Salina El Fraile Antofagasta de la Sierra Al O. de Potrerillo 25 - - -- - Catalano
Salina de Antofalla Antofagasta de la Sierra - 975 100 4 3.460 Cloruro de sodio, sulfato de Insignificante Catalano y Reichert
sodio, de aluminio, y de
magnesio, carbonado de sodio
Salar de la Mina Antofagasta de la Sierra Al O. del Cerro Moro de la 50 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Mina
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al O. del Cerro de la Puna 20 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al O. del Cerro de La Brea 25 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al O. de la S. de Antofalla 7 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al S. de la anterior 5 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al E. de la Vega Loma Bola 20 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al S. del salar de La Mina 10 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al O. del Cerro Incahuasi 15 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Al N. de los Cerros Blancos 8 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra Nacimiento del Río Colorados 25 - - - Cloruro de sodio - Catalano
Salina (*) Antofagasta de la Sierra N. de Carachipampa y Oeste 15 - - - Cloruro de sodio - Catalano
del Río Colorados

TOTAL 9.241,9
Fuente: Comité Nacional de Geografía 1942.

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— 516 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

La mayor parte del procesamiento y elaboración de diferentes productos de uso industrial a


partir de los boratos tiene lugar en la provincia de Salta, donde se encuentra entre otras la
Bórax Argentina, instalada en la región desde hace un siglo. También hay algunas empresas
en la provincia de Jujuy1.
Actualmente, las industrias que utilizan el boro y los boratos, en primer lugar, son: cerámica,
vidrio, química, farmacéutica y fertilizantes2. Al vidrio, el boro le otorga resistencia a las
temperaturas elevadas y propiedades ópticas. En la industria química se utiliza como
blanqueador. Sirve como preservante de la madera contra hongos e insectos. La industria
farmacéutica lo utiliza en la fabricación de colirios y fungicidas. También tiene usos
potenciales como combustible para vehículos.

Exploración y explotación de las riquezas borateras del Territorio de Los


Andes
Los boratos en ambientes puneños son conocidos desde el siglo XVIII, cuando los jesuitas
incursionaron por la región en busca de minerales explotables, fundamentalmente oro. No
obstante, recién en el último tercio del siglo XIX las riquezas borateras de la Puna de Atacama
cobraron notoriedad, y fue por entonces cuando comenzaron a otorgarse las primeras
concesiones, tanto desde el Estado chileno como desde los estados provinciales salteño y
jujeño3.
Las primeras borateras fueron descubiertas por expedicionarios chilenos, quienes en 1874
llegaron a Cauchari y Antuco, cuando estos terrenos se encontraban dentro de territorio de
Bolivia. Las muestras de sal que se obtuvo allí fueron enviadas a Europa para ser analizadas
iniciándose la era de la minería del borato en las tierras altas de Atacama. Pero la primera
referencia bibliográfica sobre los boratos de la puna, en proximidades de Salta, recién aparece
en 1880 y pertenece a Juan Kyle. Se trata de un pequeño trabajo publicado en el Boletín de la
Sociedad Científica Argentina. En el mismo, este químico presenta un análisis de una muestra
de boronatrocalcita que habría recibido de parte de un viajero de nombre Carlos Ledger. El
material procedía de Salta. Según Kyle los estudios sobre este mineral venían realizándose en
Europa desde 18494.
“ … no hay duda que su descub rimiento en la Provincia de Salta, es de suma importancia y
es un nuevo incentivo para abrir nuevas y mas expeditas vías de comunicación entre el
litoral y las provincias del interior” 5
Tiempo después, Brackebusch llegó a las Salinas Grandes e hizo algunas observaciones y
tomó muestras que también fueron analizadas en Europa6. A Brackebusch le llamó la
atención, y le dedicó varias páginas de su obra, a la extracción de la sal común por parte de la
población local7. En el relato de su primera incursión a las Salinas Grandes en 1881, por su
borde oriental, no realiza ningún comentario sobre los boratos. En el segundo viaje, en 1883,
en cambio, cuando visitó el borde occidental, dice haber encontrado ricos depósitos de

1
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:45-46 y 74.
2
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:46-47.
3
Sommi 1959:14; Alonso 1998:9.
4
Kyle 1880:169.
5
Kyle 1880:173.
6
Craviotto 1966:520.
7
Brackebusch 1983:54-57.

— 517 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

boronatrocalcita1. Por entonces se iniciaba el proceso de incorporación de la Puna de Atacama


al territorio chileno.
El primer enviado a explorar las punas de Atacama por parte del gobierno chileno fue
Alejandro Bertrand. Este viajero no realizó, en particular, un estudio sistemático de los
boratos. En su obra reservó muy poco espacio a la presentación de este producto de la
minería, dentro de la sección destinada a la descripción general de la Puna.
“ Bórax.- Esta sustancia se encuentra en diversos salares. Domina sobre todo en la pampa
de Ascotán, donde es objeto de una activa explotación por la empresa de las borateras,
cuyo objetivo es al presente la elaboración del ácido bórico en el establecimiento, para
disminuir el gasto de flete. También hai [sic] bórax en el salar de Carcote, al Norte de
Ascotán. Se ha explotado igualmente esta sustancia, aunque no en la misma escala, en el
Tambillo, cerca de Atacama. Los salares de la Puna contienen tal vez esta sal; del único
que lo sabemos con certeza es del de Caurcharí, en el camino de Catúa a Salta; allí
explotan actualmente el bórax los señores Coru i Roca. En la región del Sur existen las
borateras del Pedernal i Maricunga” 2
Como puede verse, Bertrand muestra cierto desconocimiento sobre las existencias del mineral
en la región. Sólo conoce las reservas de Cauchari porque allí se realizaba una explotación
sistemática. Unos años después, en 1887, Francisco San Román y Abraham Becerra
recorrieron la región, visitando las borateras ubicadas sobre el camino principal que unía a
Salta con San Pedro de Atacama. El primero fue enviado por el gobierno de Chile y el
segundo por el de la provincia de Salta. Estos viajeros se encontraron en algún momento, en
Cauchari o en Pastos Grandes, como se desprende de algunos comentarios realizados por el
segundo. San Román llegó en mayo de 1887 al Salar de Cauchari, donde por entonces se
encontraba en explotación la boratera Siberia, yacimiento de borato de cal.
“ Los desierto, árido i frígido de aquellas tierras saladas i pantanosas había traído a la
memoria de sus primeros pobladores el recuerdo fatídico de los famosos páramos de la
Rusia asiática” 3
Según San Román esa boratera había sido descubierta por un minero copiapino en 1876,
quien estaba asociado con Ángel Roco que también era chileno, y residía en Chorrillos,
considerado parte de la provincia de Salta. Ángel Roco había comenzado la explotación de la
boratera cuando estos terrenos formaban parte de Bolivia y, tiempo después, cuando Chile
había anexado estas tierras, obtuvo del gobierno de este país la concesión para mantener la
explotación4. Para entonces se encontraban aprovechando los boratos en la región otras
personas de origen alemán. Brackebusch menciona a unos ―compatriotas de Gottingen‖ en
Chorrillos, de apellido Korn, que trabajaban una mina5. Probablemente estaban relacionados
con la firma Boden y compañía que es mencionada en otras fuentes. Se trata de la boratera
denominada Siberia en el oeste del Salar de Cauchari6.
“ Desde que se descubrieron las primeras borateras se exportó mineral a Europa,
previamente preparado en el establecimiento de Boden y Cía., ubicado en Cauchari
(establecimiento Siberia). Dicha compañía poseía las pertenencias mineras desde antes del

1
Brackebusch 1891:74.
2
Bertrand 1885:225.
3
San Román 1896:250.
4
San Román 1896:283.
5
Brackebusch 1891:74.
6
Sgrosso 1943:162.

— 518 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

año 1885. Desde 1883 hasta 1887 se extrajeron 600 toneladas de boratos, prosiguiendo
luego la explotación en forma muy irregular hasta el presente...” 1.
La indefinición de límites entre la Argentina y Chile en la Puna de Atacama, en momentos
previos a la disputa desatada por el Tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán de 1889, entre
Argentina y Bolivia, fue un contexto apropiado para generar una situación de confusión. Es
por esta razón que simultáneamente el gobierno de Chile y el de Salta entregaron concesiones
para explotar esas borateras. El gobierno de Salta consideraba que las proximidades de Pastos
Grandes formaban parte del departamento de La Poma. En su memoria de 1889, Manuel Solá
había incluido como parte de La Poma terrenos ubicados al occidente, que tradicionalmente se
consideraba como parte de Bolivia, aprovechando seguramente las novedades del Tratado
argentino-boliviano de ese mismo año.
“ E l departam ento de la P om a… fue creado reem plazando al de P ayogasta, por ley de 20
de Noviembre de 1869 –y comprende nueve distritos: La Poma, Payogasta, San Antonio de
los Cobres, Potrero, Rio Blanco, Catúa, Pueblo viejo, Pasto-grande, Rosario de Susquis” 2
Pero Chile también consideraba que esas tierras le pertenecían como consecuencia del Pacto
de Tregua establecido con Bolivia. Sobre el asunto se refiere San Román en estos términos:
“ La firma Boden & Cía. había adquirido concesión minera para explotar aquellos
depósitos sobre cuya nacionalidad pretendían introducir confusión y dudas algunos
agentes oficiosos del Gobierno de Salta, llegando hasta intentar actos de dominio
estableciendo autoridades y apoyándolas con algún aparato de fuerza armada. Lo
injustificable de aquella pretensión, tratándose de un territorio reconocidamente boliviano
que acababa de ser entregado a la jurisdicción chilena mediante un pacto internacional,
dio bien pronto lugar a gestiones que restablecieron la legalidad en los procedimientos
administrativos y judiciales” 3
Para el gobierno chileno era de gran dificultad controlar estas borateras, ya que se
encontraban ubicadas a gran distancia de cualquier centro poblado chileno, como San Pedro
de Atacama, y relativamente cerca de los centros poblados de la Argentina, como San
Antonio de los Cobres o La Poma, lugares hacia los cuales existían buenos y muy transitados
caminos de arrieros. Probablemente este fue uno de los motivos por los cuales el gobierno
chileno decidió apostar resguardos militares en Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra,
para controlar las incursiones salteñas en las borateras de la Puna de Atacama. Según San
Román las poblaciones argentinas cercanas proporcionaban facilidades de carguío y recursos
para la explotación del borato, además de la salida relativamente fácil y a bajos costos por los
ferrocarriles de ese país. El mineral se transportaba hasta el ferrocarril que llegaba a Salta y
Jujuy, y al puerto de Rosario para embarcarse rumbo a Europa. A pesar de las distancias, los
costos del flete eran bajos, lo que hacía conveniente la explotación de estos yacimientos.
Abraham Becerra, según su versión, había sido enviado por el Ministro de Hacienda de Salta
con las siguientes instrucciones para examinar las borateras:
“ 1º Determinar el número de las concesiones en explotación, expresando si estas se hacen
en virtud de concesión hecha por el G obierno de C hile o de Salta… ; 2º Su colocación
geográfica con relación a la Cordillera de los Andes, que divide la República de Chile con
la R epública A rgentina… ; 3º su posición geográfica con relación a la C ordillera de
B olivia… ; 4º la extensión de cada boratera en explotación y el producto m ensual en
quintales… ; 5º E l estado de los esta blecim ientos y m aquinas establecidas… ; 6º E l núm ero,
clase y posición de las aguadas públicas y privadas; 7º Las concesiones hechas por el

1
Sgrosso 1943:162.
2
Solá 1889:51.
3
San Román 1896.

— 519 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

gobierno de Salta que no están en explotación o quedan desamparadas por falta de


cumplimiento de las bases de su concesión” 1.
En su informe, dando respuesta a estas instrucciones, Becerra confirma lo que ya se viene
sosteniendo a partir de otros relatos: que las únicas minas que estaban en explotación eran las
de Siberia y Antuco.
“ … la prim era situada en C auchari a la pa rte poniente del salar y en la falda del cerro
Moreno y la segunda se encuentra al Norte de los Cerros Nevados de Puna de Atacama en
el lugar denominada Cata. Estas dos borateras han sido concedidas por el Gobierno de
Salta y Chile. Al Sud de Siberia se encuentra otra Boratera denominada Carmen, la cual
está abandonada por presentar borato que es muy cargado de cloruro de sodio y
últimamente explotada por los señores Augspurg y Corbalan” 2.
Según este viajero, en Siberia un tal Eduardo Cuevas había recibido una concesión de parte
del gobierno chileno, y también Ángel Roco en Pastos Grandes. San Román, según Becerra,
fue quien otorgó esa posesión e hizo la mensura correspondiente3. Esto significaba un
potencial conflicto como consecuencia de una situación jurisdiccional poco clara, un
entredicho que no pasó a mayores. Siempre siguiendo a Becerra, el 21 de mayo de 1887 él se
encontró con San Román en la casa de los señores Boden. San Román le habría manifestado a
Becerra que esos terrenos le pertenecían a Chile, según el Pacto de Tregua firmado por el
gobierno de ese país con el de Bolivia, en 1884, finalizando la Guerra del Pacífico. Por esa
razón, toda concesión que hubiera hecho el gobierno de Salta no era válida. Asimismo, San
Román le habría informado a Becerra que al salir de Santiago hacia la región de Atacama,
habría obtenido del embajador argentino radicado en esa ciudad, a la sazón José E. Uriburu,
salteño de origen, que el gobierno argentino no pondría inconvenientes que pudieran hostilizar
su trabajo exploratorio. No obstante, el susodicho se encontró en una expedición anterior en
territorio que Chile reclamaba como propio, con autoridades nombradas por Argentina (en
realidad por Salta). Por esa razón, al regresar nuevamente a Pastos Grandes (1887) a hacer las
mensuras de la pertenencia de Ángel Roco, San Román contó con el apoyo militar de una
fuerza de carabineros4. Este habría sido el inicio de la ocupación militar de algunas
aglomeraciones de la Puna de Atacama.
Seguramente este encuentro, entre Becerra y San Román, no fue casual, y el gobierno de Salta
fuera advertido por el embajador argentino en Chile de las intensiones de San Román de
entregar posesión de la boratera y mensurarla.
Lo cierto es que a fines del siglo XIX la boratera Siberia y la Antuco estaban en actividad.
―Siberia‖ fue explotado por Boden y Cía. en 1887, que después pasó a denominarse Boden y
Augspurg, por lo menos entre 1889 y 1898. Por entonces también estaba en explotación
―Porvenir‖, en Cauchari. Primeramente estuvo controlado por el particular Adalberto
Schmied. Hacia principios de siglo estas borateras pasaron a ser controladas, una a una, por la
Compañía Internacional del Bórax, de capitales belgas5. Probablemente por el interés del
Estado belga es que otro viajero europeo, originario de ese país, llegó en 1901 a las Salinas
Grandes. Se trata de Henri Buttgenbach quien visitó las extensas salinas que se prolongan en

1
Becerra 1887:35-41.
2
Becerra 1887:35.
3
Becerra 1887:35.
4
Becerra 1887:38.
5
Hermitte y Montes de Oca 1911:38.

— 520 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

territorios de las provincias de Salta y Jujuy al este de Susques1. Bélgica tenía grandes
intereses en la explotación de los boratos, y la empresa más importante, procedía de ese
origen y extraía mineral de las Salinas Grandes y de Cauchari.
Finalizado el siglo XIX, poco se había estudiado de los salares de la Puna de Atacama. El
gobierno chileno apenas había enviado una expedición y también hubo otras procedentes de
países europeos, que evidentemente estaban interesadas en mensurar las riquezas borateras de
la región. En 1900, todos estos salares y salinas pasaron a formar parte del territorio
argentino, dentro del Territorio de Los Andes, con excepción de las Salinas Grandes. Fue
desde la incorporación de la Puna de Atacama al territorio argentino, cuando comenzó a
realizarse un número importante de investigaciones, donde el objetivo central era tanto
estimar las reservas existentes en la región, cuanto regular su explotación. No puede afirmarse
que el Estado argentino haya descuidado la investigación sobre los boratos. El número de
estudios y comentarios es significativo, especialmente cuando se lo compara con la
bibliografía sobre las otras ―riquezas‖ de la región, como la fauna silvestre. El primer enviado
fue Iberio San Román y su informe se encuentra inédito e inaccesible2. Quienes publicaron
resultados parciales de la investigación de San Román fueron Juan Ambrosetti, que lo
acompañó en el viaje y publicó un pequeño artículo en el Boletín del IGA, y más tarde Fritz
Reichert y Luciano Caplain, respectivamente, segundo y tercer enviado por el Ministerio de
Agricultura a la región. El cuarto enviado fue Juan Barnabé. San Román y Ambrosetti,
Reichert, Caplain y Barnabé conforman el primer período de exploración de la Puna de
Atacama y evaluación de las riquezas mineras y borateras en particular, en el período que
Enrique Hermitte estuvo a cargo del área de minería dentro del Ministerio de Agricultura.
Hasta entonces, además, se publicaron algunos trabajos síntesis de los conocimientos que se
tenían del mineral3.
Desde 1900, entonces, comenzó a realizarse un estudio más sistemático de estas riquezas
mineras. Pero los primeros observadores no fueron especialistas del área de minería, sino un
especialista del área agronomía, Eduardo Holmberg (hijo), y un militar en actividad que fue
nombrado primer gobernador, Daniel Cerri. En su trabajo, Eduardo Holmberg (hijo) presentó
algunas observaciones sobre los boratos, indicando que la única boratera que estaba en
explotación era Siberia:
“ En Hombre Muerto, Ratones ó Acazoque en un extensión de 140 hectáreas sobre 88.653
que tiene el salar, siendo boratos de buena calidad. Después viene Diablillos, con 100
hectáreas; Antuco, con 7 hectáreas de bueno y 10 de regular, y Siberia, única de la que
por ahora se le extrae ordenadamente” 4.
En sus giras por Los Andes, Daniel Cerri también hizo algunas observaciones sobre la
actividad minera de la región, llegando a la conclusión de que:
“ Lo más notable y de inmediata y segura utilidad son las borateras” 5
Menciona las más importantes borateras: Hombre Muerto, Diablillos, Pastos Grandes y
Siberia. De las cuatro, esta última era la única que seguía aprovechándose. También destaca la

1
Ciencia Geología, www.eltribuno.com.ar/anteriores/2001/10/15/provin2.htm. ―U n gran sab io b elga q ue visitó
S alinas G rand es‖, R icard o A lo nso . D iario el T rib uno d e S alta, lunes 1 5 de octubre de 2001, Salta. Edición
digital.
2
V er m ás d etalles en A nexo II, secció n ―Juan A m b ro setti‖.
3
Entre ellos se pueden mencionar: Cibils 1901; Hermitte 1905a, 1905b y 1917; Hermitte y Montes de Oca 1911.
Posteriormente, Hermitte 1945.
4
Holmberg 1900:60.
5
Cerri 1903:32.

— 521 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

boratera de Jujuy, probablemente en Salinas Grandes. Mientras que el producto de la primera


salía por la Quebrada del Toro, el material de la segunda lo hacía por la de Humahuaca.
En este trabajo, además, Cerri realiza un comentario importante sobre legislación existente en
relación a la explotación minera, recomendando al gobierno la sanción de una ley especial
para proteger a este mineral y obtener crecientes recursos fiscales. En ese sentido Cerri
proponía que se declarase a las borateras bien público y que se licitara su explotación por
cuenta del fisco. Esta estrategia sería una alternativa frente a lo que estipulaba el Código
Minero, que habilitaba que se concedieran las borateras divididas en pertenencias. Cerri hacía
esta sugerencia, para que se evitara el acaparamiento, que ya era visible1. Pero nada de esto
ocurrió.
Inicialmente se estableció como política del Estado nacional hacia los boratos, la prohibición
de nuevos otorgamientos hasta tanto de realizara un relevamiento del Salar de Cauchari.
Sobre este salar habían legislado los estados boliviano y chileno, además de la provincia de
Salta. La resolución de la cuestión territorial en la Puna de Atacama, además, había generado
una onda especulativa.
“ Con motivo de numerosas solicitudes de yacimientos de boratos en el Territorio de los
Andes, y del sin número de cuestiones que las afectan, complicaciones surgidas por falta
de un estudio oficial del territorio, se ha practicado un relevamiento prolijo del Salar de
Cauchari, complementando con un estudio minero del mismo, lo que permitirá resolver las
dificultades originadas por los distintos pedidos de concesión” 2.
Para ello el Ministerio de Agricultura envió la comisión formada por Iberio San Román y
Juan Ambrosetti, para estudiar las pertenencias mineras en la zona.
“ ...se dictó el decreto de 24 de diciembre de 1901...disponiendo que se procediera al
relevamiento de la región del Salar de Cauchari y de los hechos allí existentes, y que el
ingeniero de la División de Tierras encargado del trabajo topográfico fuera acompañado
de otro de la sección de Minas para el estudio técnico minero. El relevamiento del Salar y
su estudio se ha llevado a feliz término poseyendo ahora el Ministerio datos precisos y
seguros para poder resolver los asuntos pendientes y tramitar las nuevas solicitudes que se
reciban” 3.
El decreto del 13 de septiembre de 1902, manda efectuar mensuras en el Territorio Nacional
de los Andes4. Un decreto del 3 de noviembre de 1902 aprobaba la operación de mensura
realizada en el Salar de Cauchari, practicada por el Ingeniero Iberio San Román5. De esta
forma, el objetivo central de la misión encomendada a San Román era estudiar el Salar de
Cauchari, ya que en ese momento se encontraba el mayor número de pertenencias, las cuales
habían sido otorgadas hasta entonces por el gobierno de Chile. San Román y Ambrosetti
permanecieron en este Salar durante los meses de enero y febrero de 1902, y probablemente
visitaron otras reservas borateras, como se desprende del trabajo de Reichert que visitó la
región tiempo después.
En su artículo, Ambrosetti ofrece algunos rasgos geográficos y morfo-estructurales del Salar
de Cauchari y algunos elementos de la fauna y flora de la región. También realizó
observaciones sobre la génesis de los boratos. Finalmente, presenta algunos análisis previos
realizados sobre material del lugar. Como sus antecesores menciona a Ángel Rocco y a un tal

1
Cerri 1903:33.
2
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1901-1902:9.
3
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1901-1902:68.
4
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1902-1903.
5
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1902-1903.

— 522 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Moisés Lozano, este último salteño, quienes en sociedad venían explotando una pertenencia
en la boratera Siberia. Según Ambrosetti, el material obtenido era enviado a Hamburgo 1. No
obstante, este autor presenta un panorama algo desalentador por el número de edificios en
ruina que encuentran en el lugar.
Por entonces se constituía en Buenos Aires la sociedad anónima ―Bórax Argentina limitada‖.
En el primer artículo se explicitaba el objeto de la sociedad creada en 1904:
Inc. 1º.- E stablecer en „O lacapata G rande‟, territorio N acional de L os A ndes, una fábrica
para la concentración y purificación del borato de cal natural que existe en el territorio2
Otra boratera activa a principios de siglo XX, en las Salinas Grandes, era ―Boratera
Triunvirato‖, también de capitales nacionales. Esta empresa explotaba el mineral en las
proximidades de Tres Morros y de El Moreno, provincia de Jujuy, muy próximo al punto
tripartito con Salta y Los Andes. En una nota periodística publicada en 1904 se describen las
instalaciones:
“ Casa de administración: esta se compone de un corredor, diez piezas, un patio, cocina,
baño, un horno... Proveeduría: contigua a la casa de la administración se halla la
proveeduría; este edificio cuenta con un hermoso salón donde esta la tienda y almacén...
un deposito grande... y dos habitaciones... Al lado derecho de la casa administración está
un gran galpón para borato... U n horno... M ono R ail... L a „T riunvirato‟ unirá su
cam pam ento con las borateras por el sistem a „M ono R ail‟ y traerá desde la pam pa, el
borato limpio hasta sus hornos” 3.
Esta era una de las pocas compañías independientes que extraía bórax en las Salinas Grandes.
El mono rail nunca fue construido. Para entonces la Sociedad Belga también se había
instalado en las Salinas Grandes, en el paraje Tres Morros, donde también tenía algunas
instalaciones. Ya por entonces comenzaba a vislumbrarse el accionar de un trust que terminó
monopolizó la producción y comercialización de los boratos, como se analizará con más
detalle en el próximo punto.
El informe de Iberio San Román y la publicación de Ambrosetti son profusamente
mencionados y citados por Fritz Reichert, quien fue el segundo enviado de la Dirección de
Minas. En base a esas obras y a sus observaciones, elaboró un nuevo informe que incluye
descripciones detalladas sobre los yacimientos más importantes de boronatrocalcita:
Diablillos, Ratones, Hombre Muerto, Pastos Grandes, Antuco, Cauchari. Para cada
yacimiento describe: el aspecto general, las pertenencias en las que se encontraba dividido, la
calidad del mineral, la o las poblaciones existentes en las inmediaciones, las estaciones de
carga más próximas, las características del camino hasta la estación más próxima y las
condiciones de explotación4.
De todos los yacimientos de la Puna argentina, según Reichert, los que se encontraban en las
Salinas Grandes eran los más importantes:
“ La situación geográfica de este yacimiento, muy favorable, hace que sea el más
importante, por ser la única en la cual puede efectuarse una explotación muy económica,
pues todos los m ateriales necesarios para el trabajo se encuentran a su alcance… T iene
también la gran ventaja de hallarse cerca de una estación del ferrocarril, ofreciendo los

1
Ambrosetti 1905:113.
2
Bórax Argentina Limitada 1904:11.
3
T rib una P o p ular, D iario d e la M añana, ―B o ratera T riun virato ‖, 6 de no viem b re d e 1 9 0 4 , S alta.
4
Cf. Reichert 1907.

— 523 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

caminos mayores facilitadas para el transporte que las demás borateras y además de estas
buenas condiciones, presenta la de tener una materia prima excelente” 1.
Ya para entonces la principal compañía ocupada de la explotación del mineral era la
compañía anglo-belga Sociedad Internacional del Bórax, que había logrado controlar buena
parte de las borateras, entre ellas las que se encontraban en las Salinas Grandes.
En 1912 Luciano Caplain ofrece una nueva aproximación al estado de la minería en el
Territorio de Los Andes. En su informe, Caplain publica información de los mismos salares
que había descrito Reichert, agregando información sobre los depósitos del salar del Rincón2.
El trabajo de Juan Barnabé completa el de Caplain, ya que recorre y observa con especial
detenimiento la zona norte del Territorio de Los Andes. En su informe presenta estudios sobre
la formación orográfica y geológica de la puna, incluyendo un análisis sobre la formación de
las salinas, el origen de la sal, el origen del borato y la constitución de los yacimientos.
También incluye una sección dedicada a realizar una descripción general de la Puna de
Atacama, y de su economía, evaluando las potencialidades que ofrece la minería del borato.
Esta parte incluye estudios sobre la hidrografía, el clima, los recursos (pasto, carne y
combustible), las vías de comunicación y población. Otra sección, finalmente, analiza las
riquezas minerales de la región y el estado general de la minería, no sólo la del borato.
La nota que acompaña la publicación del informe del inspector de minas Juan Barnabé, está
firmada por Enrique Hermitte, quien pone gran énfasis sobre el potencial de la minería de los
boratos en Los Andes y constata que
“ La riqueza, ya considerable, en borato del Territorio de Los Andes, riqueza
desgraciadamente improductiva y que sería de desear sea sustraída mediante una ley
adecuada a la acción del trust de los boratos, pues su explotación es sin duda factible y no
sólo daría vida al noroeste argentino, sino que podría ser el punto de partida de una era
de actividad para la minería del Territorio de Los Andes” 3.
Este ―potencial‖ se veía limitado por el accionar del trust anglo-belga, que está presente en
casi todas las descripciones de la época. La investigación sobre los boratos de la Puna de
Atacama fue retomada por Luciano Catalano en la década de 1920. Según Ricardo Alonso,
Catalano permitió un gran avance en el conocimiento de este mineral. Sus investigaciones las
realizó entre 1923 y 1927, elaborando diferentes informes y dictando conferencias, donde
daba cuenta de la génesis, concentración y mineralogía de los salares de la Puna de Atacama4.
De esos informes, tres se encuentran editados y relativamente fáciles de acceder5. Además,
Catalano publicó en 1930 una obra integral sobre la Puna de Atacama, dedicando una parte
importante de la misma a la temática de los boratos6.
Uno de los méritos que se le atribuyen a Catalano, es el de descubrir las reservas borateras
más importantes de la región, en el Salar de Hombre Muerto, denominada Tincalayu 7. Al
respecto, Catalano decía que, los yacimientos de minerales de boro de Hombre Muerto y
Acarsoqui, son los…

1
Reichert 1907:37.
2
Alonso 1998:10.
3
Enrique Hermitte, carta enviada el Ministro de Agricultura, Horacio Calderón, el 28 de enero de 1915 en:
Barnabé 1915:1.
4
Alonso 1998:10.
5
Catalano 1926, 1930b y 1964.
6
Catalano 1930.
7
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:45.

— 524 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ … más importantes, no sólo de Los Andes, sino también de toda la Puna de Atacama y
quizás del mundo entero” 1.
De la época en que Catalano realizaba sus investigaciones en el Territorio de Los Andes, es
un trabajo de Ernesto Sommerfeldt, quien publicó un breve artículo sobre los boratos de la
provincia de Salta, a partir de un viaje que realizó a la región. En este artículo, su autor realiza
algunas consideraciones generales sobre los aspectos geológicos de los depósitos argentinos.
Además, presentó una lista de bibliografía, algo incompleta, sobre los estudios realizados
hasta entonces sobre los boratos en la Argentina y Chile2. En la década de 1930 no se produjo
ningún avance en el conocimiento de los boratos de la Puna argentina, aunque si algunas
referencias en diferentes publicaciones oficiales3. Recién en la década de 1940 aparecen
nuevas contribuciones, entre las cuales se destaca el trabajo de Pascual Sgrosso, sobre la
minería en el noroeste argentino4.

Boratos y ferrocarril
En las primeras décadas del siglo XX, en pleno auge de los ―ferrocarriles de fomento‖, este
medio de transporte seguía siendo un símbolo del progreso nacional y entre los observadores
de la época no cabía lugar a dudas sobre los beneficios que llevaría al Territorio de Los
Andes:
“ A pesar de las facilidades que hay para su extracción, los boratos que hoy podrían ser la
principal entrada del habitante de las punas, son explotados en escala insignificante por
falta de medios… ” 5.
“ Cuando se piense en esa región, sólo las borateras, la sal y minas, muy pobres por el
momento, será lo que llame el interés particular para explotarlas, siempre que se mejoren
las vías de comunicación” 6.
“ … m ientras los ferro-carriles no se acerquen para abaratar el transporte, la exportación
del borato no tendrá una utilidad halagadora y que pueda competir con ventaja con sus
similares del Perú y Persia, en donde las vías férreas pasan por sobre las mismas
borateras” 7.
“ Si alguna vez se construye una línea férrea hasta el interior del Territorio, éste se
convertirá en uno de los distritos mineros más grandes de Sud América” 8.
Fritz Reichert repetía una y otra vez, en su informe, que el principal problema para la
explotabilidad, eran las dificultades representadas por la ausencia o deficiencia de los caminos
de la región, lo que le restaba competitividad a los yacimientos de la Puna argentina, ya que
afectaba la conformación de precios, por los elevados fletes que había que costear9.
“ La razón por la cual esta industria no ha tenido vida anteriormente, debe buscarse por un
lado, en el costo del transporte, demasiado caro, de la materia prima, desde la Puna hasta

1
Catalano 1930:91.
2
Sommerfeldt 1926:112.
3
Ver Carri 1939. También, reseñas sobre la explotación del borato, presentadas con la estadística minera del
período.
4
Sgrosso 1943.
5
Holmberg 1900:60.
6
Cerri 1903:19.
7
Cerri 1903:33.
8
MI, Memoria de 1925-1926:298.
9
Reichert 1907:15.

— 525 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

las líneas férreas que deben conducirla á Buenos Aires, y por otro, en el excesivo precio de
las sustancias quím icas necesarias para su tratam iento… ” 1
Efectivamente, las principales borateras en explotación desde fines del siglo XIX se
encontraban a más de 1500 kilómetros de distancia de los puertos argentinos. Por su parte, en
la misma línea, Luciano Caplain sostenía que:
“ hay una dificultad muy grande que es la de la organización de los transportes, la cual
puede, en las condiciones actuales, constituir una im posibilidad… ” 2.
Para el año 1911, este inspector de minas estimaba que el costo de producir bórax y exportarlo
desde Los Andes a Liverpool era de 9£ 14, lo que daba cierto margen de ganancia ya que allí
el precio era de 11£ 10. Pero ese costo era superior al del mismo producto obtenido en Chile,
4£ 12. Esto se debía a la posición de los boratos chilenos más próximo a los puertos del
Pacífico, en comparación con los boratos argentinos, que salían por el puerto de Rosario.
Juan Barnabé era aún más pesimista.
“ Aunque se ejecuten las obras de ferrocarriles proyectadas, gran parte de los distritos
mineros quedarán todavía alejados de las estaciones” 3.
“ el frío, la puna, la falta de agua, de leña y de pastos son graves impedimentos y como el
distrito queda alejado de las vías férreas es menester encontrar minas ricas para que sean
explotables” 4.
Pero, de todas formas, el mineral se exportaba. Pues entonces, ¿de qué manera llegaba hasta
los puertos? Obviamente, se utilizaba el sistema ferroviario nacional, que ya en 1890
conectaba a Salta o Jujuy con Buenos Aires. Para llevar el mineral hasta las estaciones se
utilizaba al modo de transporte más importante en la historia regional: las mulas conducidas
por los arrieros. Ya se hizo referencia a la descripción de Becerra, según el cual los arrieros
que regresaban de Bolivia hacían el flete de los boratos hasta las estaciones de ferrocarril más
próximas5. Sobre esto también daba cuenta Boman, quien señalaba:
“ La exportación del borato, comenzada hace algunos años, se hace por medio de carretas,
tiradas por seis mulas cada una. El camino es transitable a duras penas. Durante la mayor
parte del trayecto, las carretas avanzan lentamente en la arena del lecho del río, pero
llegan a pesar de todo” 6
El lomo de las mulas o los carros eran el soporte tecnológico del que disponían las empresas,
pequeñas o grandes, para transportar el material fuera de la región, por lo menos hasta la
llegada del riel a las tierras altas. Las estaciones a las que se destinaba la carga, dependían de
la localización de la boratera. En el caso de las borateras ubicadas en el Salar de Cauchari, el
tiempo estimado hasta la estación de Cerrillos, la más cercana, era de 6 jornadas. Las
borateras de Diablillos que tenían como estación más próxima a la de Zuviría, requerían para
el traslado, en cambio, 7 u 8 jornadas. Finalmente, las borateras ubicadas en Salinas Grandes,
provincia de Jujuy, tenían a la de Purmamarca como la estación más próxima, requiriendo 2
jornadas de viaje, o 4 si se destinaba la carga a la estación Cerrillos7.

1
Reichert 1907:5.
2
Caplain 1912:58.
3
Barnabé 1915:33.
4
Barnabé 1915:46 y 48.
5
Becerra 1887:18.
6
Boman 1908:324.
7
Ver Reichert 1907:14, 30-31 y 38-39.

— 526 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

De todas las estaciones de carga, la más importante, por lo menos hasta 1936, fue la estación
Purmamarca, como puede observarse en el Cuadro 6.21. Se estimaba que, en promedio, las
salinas se encontraban a cinco o seis jornadas de mula a alguna de las estaciones de ferrocarril
del Central Norte1. Dependiendo de la ruta que se siguiera, se podían utiliza mulas o carros,
pero eran muchos los tramos que ofrecían grandes dificultades para el desplazamiento de los
carros2. Hasta bien avanzada la década de 1930 no se estableció una red carretera en el
Territorio de Los Andes que permitiera la circulación de automóviles. Probablemente por esta
razón, las borateras más activas eran las que se encontraban relativamente próximas a las
estaciones de ferrocarril.
“ ...los únicos depósitos donde se ha producido alguna explotación, son; la boratera
Antuco y los depósitos de Salinas Grandes, Cauchari, Pastos Grandes, y Hombre Muerto,
es decir, los más cercanos a las vías férreas existentes...” 3.

Cuadro 6.21. República Argentina. 1911-1919 y 1932-1936. Transporte


de boratos por estación. Total transportado en los períodos señalados.
Por jurisdicción.
JURISDICCIÓN ESTACIÓN SUB-TOTAL TOTAL

Catamarca Andalgalá 0,15 0,15


Córdoba Quilino 15,00 15,00
Abra Pampa 300,90
Perico 11,50
Jujuy 12.157,23
Pumahuasi 124,40
Purmamarca 11.720,43
Alvarado 18,00
Cerrillos 643,50
Salta Puerta de Tastil 1.376,00 2.891,13
Rosario de Lerma 852,71
Salta 0,92
Los Andes San Antonio de los Cobres 5.315,00 5.315,00
Fuente: Estadísticas mineras de los períodos señalados en el título.

Algo similar planteaba Enrique Hermitte:


“ Las vías de comunicaciones están representadas únicamente por caminos naturales y
sendas y, llegado el caso de que una o dos líneas férreas las crucen, siempre se
encontrarán gran parte de los yacimientos alejados de las estaciones, razón por la cual es
imposible dejar de considerar el transporte a sangre” 4.
De todas formas, Barnabé sostenía que aun cuando estuviera completa la obra del
Huaytiquina, las borateras argentinas seguirían estando en desventaja frente a las de Chile,
que contaban con buenas y menos extensas conexiones de ferrocarril hasta los puertos del
Pacífico5. De todas formas, existía un sentido común generalizado sobre los beneficios que el
ferrocarril traería al Territorio de Los Andes. Una y otra vez, en los informes y memorias

1
Barnabé 1915:48.
2
Ver Caplain 1912:40.
3
Hermitte 1917:442.
4
Hermitte 1917:456.
5
Barnabé 1915:49-50.

— 527 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

descriptivas realizadas en las tres primeras décadas del siglo XX, sus autores repiten que el
principal problema para la explotación de los yacimientos borateros radicaba en la ausencia de
buenos transportes. Los técnicos y funcionarios mantenían su ―fe decimonónica‖ sobre los
efectos sociales y territoriales del ferrocarril:
“ la construcción del Ferrocarril de Rosario de Lerma a Socompa, cuyas obras están
próximas a llegar a San Antonio de los Cobres, capital del territorio, inicia para este una
época de adelanto que fomentará el desarrollo de las industrias mineras” 1.
Según Catalano las ex istencias del m ineral…
“ … justifican no sólo la atención del E stado al dotarla con la línea férrea internacional de
Salta a Chile, sino que también justificaría toda acción conducente a acortar las distancias
entre esos yacimientos y las empresas de transportes, a fin de facilitar por todos los medios
la explotación intensa de esos inmensos veneros” 2.
Refiriéndose a la población escolar del Territorio de Los Andes, este mismo autor sostenía:
“ La mayoría de esos niños... carecen de la menor noción de los principales e
indispensables rudimentos de la civilización... La construcción del Huaytiquina, será el
principal factor de mejoramiento social y económico de esa región, e influirá
poderosamente en la elevación moral y espiritual de sus habitantes” 3.
De esta forma, el ferrocarril tendría la doble función de ―fomentar‖ la actividad minera y de
―civilizar‖ a la población originaria de la región. El ferrocarril Huaytiquina finalmente llegó a
San Antonio de los Cobres en 1929. Hasta entonces, la conexión con el ferrocarril era posible
en cuatro puntos: Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca, Rosario de Lerma, Cerrillo o
en Zuviría en el valle de Lerma.
Desde que el ferrocarril alcanzó al pueblo de San Antonio de los Cobres, los boratos
comenzaron en gran proporción a transportarse por medio de este ferrocarril, hasta el puerto
de Rosario y en menor medida al de Buenos Aires4. Otra estación importante comenzó a ser
Puerta de Tastil. En 1936 la producción era de 5.955 toneladas, lo que marcó un importante
crecimiento de la explotación del mineral con respecto a los anteriores años. En 1935, por
ejemplo, el volumen extraído de boratos de la Puna argentina había sido de 1.271 toneladas
(ver Cuadro 6.22).
Esta reactivación se debe a la acrecida demanda internacional, especialmente de países como
Japón y Alemania, en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. San Antonio de los Cobre se
transformó en la principal estación de embarque del borato proveniente de la Gobernación de
Los Andes y de Jujuy, concentrando el 76.5% del total de la producción del año.
Años después Pascual Sgrosso daba cuenta de las condiciones de transporte para las borateras
de la Puna argentina:
“ Las vías de comunicación a las borateras de Jujuy, Salta y Los Andes son cómodas y
permiten transportar el mineral por caminos carreteros hasta las estaciones de San
Antonio de los Cobres, Purmamarca y Puerta de Tastil, que son los puntos principales de
embarque” 5.
Las reservas eran abundantes, el ferrocarril cómodo y útil, pero la explotación de los boratos
seguía estacionaria. ¿A qué se debía esto? Algunos observadores de la época señalaban a la

1
MI, Memoria de 1927-1928:186.
2
Catalano 1930:90.
3
Catalano 1930:10-11.
4
Gerez 1939.
5
Sgrosso 1943:163.

— 528 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

escasez e inadecuación de la mano de obra y, por sobre todo, al control monopólico, como se
verá a continuación.

Cuadro 6.22. Producción de bórax, según estación de carga, 1911 a 1919 y 1932 a 1936.

CÓRDOBA
MARCA
CATA-

LOS
JUJUY SALTA
ANDES

TOTAL
AÑO
ABRA PAMPA

PUMA-HUASI
ANDALGALÁ

S. A. DE LOS
ROSARIO DE
ALVARADO

CERRILLOS
QUILINO

PURMA-

COBRES
PUERTA
PERICO

MARCA

LERMA
TASTIL

SALTA
1911 - - 0,90 - - 761,29 18,00 27,89 - - - - 808,08
1912 - - - - - 706,71 - 185,13 - 14,70 - - 906,54
1913 - 15,00 - 11,50 - 1.989,76 - 31,01 - 152,86 - - 2.200,13
1914 - - - - - 961,33 - - - 469,16 - - 1.430,49
1915 - - - - - 887,29 - - - - - - 887,29
1916 0,15 - - - - 451,94 - - - - 0,92 - 453,01
1917 - - - - - 321,60 - - - - - - 321,60
1918 - - - - - 1.734,34 - 245,73 - 155,67 - - 2.135,74
1919 - - - - 124,40 1.888,17 - 153,74 - 60,32 - - 2.226,63
1932 - - 115,00 - - 556,00 - - - - - 222,00 893,00
1933 - 19,00 - - 373,00 - - - - - 237,00 629,00
1934 166,00 817,00 247,00 302,00 1.532,00
1935 1.271,00
1936 272,00 1.129,00 4.554,00 5.955,00

Fuente. Estadística minera de la República Argentina (ver bibliografía)

Boratos y mano de obra


Además de los ferrocarriles, otra cuestión que los técnicos del área minería solían señalar
como una dificultad para el desarrollo de la actividad, aunque con menos insistencia, era la
escasez e inadecuación de la mano de obra. Todas las explotaciones borateras existentes en la
Puna argentina se realizaban con una muy baja dotación de inversión y mano de obra. De
todas formas, la minería estaba en situación de infra-productividad, y por lo tanto,
probablemente, la mano de obra disponible era suficiente, provista por las comunidades de la
región. En la medida que se desarrolló un sistema de explotación no sistemático e
intermitente, con un desarrollo tecnológico elemental, el mismo requería de la existencia de
una fuerza de trabajo semiproletarizada, dispuesta a ser incorporada en el momento en que se
requiriera1.
En el ámbito de Jujuy, la ―gran minería‖ se desarrolló más tempranamente que en el ámbito
del Territorio de Los Andes, en la década de 1930, con el inicio de la explotación de El
Aguilar y Mina Pirquitas. Este auge de la minería se relaciona con el incipiente proceso de

1
Kindgard 1987:14.

— 529 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

industrialización de la economía argentina, que comienza en la época. En este contexto, la


producción minera de Jujuy, a diferencia de lo que ocurría en las décadas anteriores, tendió a
orientarse al mercado interno, lo que le otorgó mayor estabilidad al sector a partir de este
período. No obstante, hubo un rasgo que se mantuvo constante: el aprovechamiento de la
fuerza de trabajo campesina de la región, a través de mecanismos coercitivos de
reclutamiento1.
Al sur de la Puna argentina, en el Territorio de Los Andes, la población era comparativamente
exigua y se concentraba en tres caseríos principales con menos de 700 habitantes cada uno. Su
capital, San Antonio de los Cobres, creada en 1902, también albergó a una escasa población
compuesta en una gran proporción por funcionarios y empleados del Estado. La población del
Territorio de Los Andes practicaba en su gran mayoría una económica pastoril itinerante,
basada en la cría de ganado menor para la obtención de algunos productos para el intercambio
en los valles y oasis próximos. Se trataba de una sociedad campesina, ocupada
fundamentalmente en el pastoreo y el intercambio periódico de sus productos. Con la
excepción de la extracción de sal y del alumbre, la población local no desarrollaba ninguna
actividad vinculada a la minería.
Pero la población del Territorio de Los Andes, como se destacó en la sección anterior, se
encontraba en una zona que se consideraba tenía ―incalculables riquezas mineras‖. Algunas
fuentes coinciden en destacar que la escasez de mano de obra podía constituir una dificultad
de pensarse en una política de fomento del sector minero. En este sentido, Juan Barnabé trató
el tema claramente, confiando en la eventual posibilidad de atraer inmigrantes bolivianos,
descartaba implícitamente la posibilidad de atraer inmigrantes europeos:
“ En el caso de desarrollo de la industria minera se tendría que recurrir a la mano de obra
forastera, la cual con toda probabilidad vendría de Bolivia como ocurrió con la mina
Concordia” 2.
La falta de consideración de la población como capaz de resolver una eventual demanda de
fuerza de trabajo, se alimentaba del imaginario terriblemente descalificador que existía sobre
esas poblaciones, que los técnicos del área minería ratificaban, como ya fue analizado en el
capítulo cuatro.

Boratos y monopolios mineros


En las tierras altas de Jujuy y Salta, los boratos se encuentran entre los minerales que han sido
históricamente más explotados y de mayor rentabilidad económica, aunque la actividad
extractiva fue discontinua e irregular, especialmente en la primera mitad del siglo XX. Como
se señaló arriba, esto se derivaba en parte de las dificultades para sacar el mineral de la región
o para aprovechar fuentes locales de aprovisionamiento de mano de obra, o por el escaso
capital invertido. Pero el mismo Enrique Hermitte relativizaba estas ―dificultades‖:
Es “ del mayor interés dejar constancia de que los fletes excesivos y los recursos limitados
de la región no son óbice para la explotación provechosa de las borateras, como lo prueba
de una manera indudable la instalación en Salinas Grandes de una compañía, la
„Compagnie Internationale des Borax‟ que se propuso y consiguió alim entar sus usinas en
Bélgica con la materia prima extraída de Salinas Grandes” 3.

1
Kindgard 1987.
2
Barnabé 1915. La Mina Concordia se encontraba muy próxima a San Antonio de los Cobres y fue, durante los
primeros años de existencia del Territorio de Los Andes, el centro minero más activo.
3
Hermitte 1917:442.

— 530 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

Evidentemente el sistema arriero de transporte no generaba una gran carga en términos de


costos a esta empresa.
Otra gran dificultad, puede sostenerse, era la ausencia de un mercado interno capaz de
absorber los volúmenes de botaros que se podían obtener en el Territorio de Los Andes. En el
país existían industrias del vidrio, esmalte y textiles1. Pero sólo en la década de 1940 esas
industrias, en el contexto de lo que se conoce como sustitución de importaciones de las
décadas centrales del siglo XX, comenzaron a generar una demanda acrecentada. El gran
mercado para los boratos se encontraba en los países que habían desarrollado las industrias de
la electricidad o el vidrio, y que lo requerían en grandes volúmenes, como Bélgica o Alemania
desde fines del siglo XIX. Por lo menos hasta la década de 1940, sólo una pequeña parte era
aprovechada por la economía doméstica, mientras que la mayor parte de lo que se producía se
destinaba a la exportación, por lo que la explotación del borato estaba sujeta en gran medida a
las contingencias del mercado internacional2.
Además, las reservas mundiales de bórax no eran escasas y en el Territorio de Los Andes no
se encontraban, necesariamente, las más importantes. Ya por entonces las reservas turcas eran
conocidas, y estas eran las más cuantiosas, a la vez que no ofrecían dificultades para el
transporte hacia los puertos por estar ubicadas en zonas no muy elevadas y de fácil acceso.
Este aspecto era puntualizado por Bowman:
“ Puede haber algún resurgimiento durante un tiempo, a causa del bórax, pero el bórax no
es un mineral escaso. Sólo hay una posibilidad muy remota de que sobrevenga algún
desarrollo debido a los minerales que han de descubrirse, pues la Puna íntegra es una
región de rocas volcánicas de un tipo en el cual no se encuentran depósitos minerales de
valor comercial” 3
Las reservas de litio descubiertas en el Salar de Hombre Muerto, tiempo después, por
ejemplo, darían respuesta al interrogante planteado por Bowman.
A este cuadro es necesario agregar un factor que fue clave en el período, y que se desprende
de la mayoría de los observadores del momento, cuando señalaban como principal obstáculo
para la generación de renta minera a través de la explotación del borato, el control
monopólico de una compañía trasnacional. El acaparamiento de las pertenencias mineras en
manos de una compañía de gran envergadura, significó un gran obstáculo al desarrollo
económico de la ―Puna de Atacama‖ basado en la minería, en la medida que fue esta
compañía la que reguló los tiempos, las formas y los lugares de la explotación y
comercialización de las reservas borateras de la región.
Desde la sección de minería del Ministerio de Agricultura, Hermitte, Reichert, Barnabé,
Caplain y Catalano dieron cuenta del accionar del trust anglo-belga sobre el bórax y
reclamaban acciones orientadas a revertir esa situación. En la introducción del ―Padrón
Minero de la República Argentina, 1909‖, se anunciaban las principales novedades para el
período en el ámbito del Territorio de Los Andes:
“ No se ha explotado borato en el año 1909. El único hecho digno de mencionarse, es el
acaparamiento sistemático por la Compagnie Internationale des Borax, de todos los
yacimientos de borato. No solo posee ya la casi totalidad de los depósitos conocidos, sino
que efectúa constantes exploraciones, como demuestran los numerosos permisos de cateo
que ha solicitado” 4.

1
Carri 1939:322.
2
Alonso, de los Hoyos y González Barry 2004:74.
3
Bowman 1924:404.
4
División de Minas, Geología e Hidrología 1909:16.

— 531 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Hermitte y Montes de Oca, informaban en 1911 que los distritos borateros del Territorio de
Los Andes se encontraban paralizados1. Años después, según Hermitte, la única empresa que
seguía explotando boratos era la Compañía Aguaditas:
“ Sus pertenencias están situadas en Salinas Grandes (Jujuy) y produce alrededor de 1.000
toneladas anuales que se remiten a Inglaterra, demostrando prácticamente la posibilidad
de aprovechar los boratos” 2.
La única medida concreta que adoptó el gobierno nacional en relación a la minería del borato
fue la prohibición, por un decreto del 28 de septiembre de 1911, de la denuncia de nuevas
minas de boratos o de conceder nuevos permisos de cateo en Los Andes. En la Memoria del
Ministerio de Agricultura correspondiente al ejercicio 1912 se informaba sobre un proyecto
de reglamentación para evitar el accionar del trust del bórax:
“ La explotación del borato en Los Andes que originó hace años un acentuado movimiento,
ha sido detenida... para dar lugar a un estudio completo, habiéndose proyectado ya una
reglamentación legal que permitiendo la explotación evite el acaparamiento y acción del
trust que se ha formado para el comercio mundial del borato y que ha ocasionado
justamente el estancamiento de la explotación en la Puna. La verdadera riqueza del
producto y la extensión de los yacimientos, permiten la explotación, especialmente si puede
contarse con los medios de transporte que en aquellas apartadas regiones tanta falta
hacen” 3
Fuera de estas acciones prohibicionista, las autoridades del Estado argentino no tomaron
ninguna otra clase de medida, de tipo proteccionistas o de fomento activo del sector, como la
que había propuesto años atrás Daniel Cerri. Juan Barnabé se lamentaba diciendo:
“ La riqueza, ya considerable, en borato del Territorio de Los Andes, riqueza
desgraciadamente improductiva y que sería de desear sea sustraída mediante una ley
adecuada a la acción del trust de los boratos, pues su explotación es sin duda factible y no
sólo daría vida al noroeste argentino, sino que podría ser el punto de partida de una era
de actividad para la minería del Territorio de Los Andes” 4.
En la misma dirección apuntaba el siguiente comentario de Hermitte:
“ las causas que impiden que la incalculable riqueza, representada por los yacimientos de
la Puna, sea aprovechada, perdiéndose con ello para las provincias del Norte... un
mercado importantísimo para sus productos naturales de otro orden... Esas causas residen
pura y sim plem ente en el acaparam iento del com ercio de los boratos, hecho por la „Borax
Consolidated C o.‟, acaparam iento facilitado por el hecho de existir en el m undo un
número limitado de yacimientos, que se reducen a los de Chile y Perú, Norte América y
Asia Menor” 5.
La gran mayoría de las borateras argentinas concedidas y las mejores por su ubicación y
riqueza en mineral estaban controladas por esa Compañía, que domina el mercado mundial de
este producto. La Borax Consolidated Co. se limitaba a explotar aquellos yacimientos que le
dejaban mayor beneficio. A la vez, subsumía a todos los concurrentes, como lo hizo con la
Compañía Internacional del Bórax6. La compañía Borax Co., no hizo desaparecer a la
‗Compagnie Intern ationale des B o rax ‘. Según lo describe Enrique Hermitte:

1
Hermitte y Montes de Oca 1911.
2
Hermitte 1917:443.
3
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1912:51.
4
Barnabé 1915.
5
Hermitte 1917:442.
6
Sgrosso 1943:163.

— 532 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

“ Después de una guerra sin cuartel consistente en poner en el mercado belga el borato a
un precio reducido, lo que le era permitido gracias a sus enormes reservas, tuvo necesidad
de acaparar sus acciones transformando aquella Compañía en una filial del trust, a cuyo
nombre figuran hoy la totalidad de las pertenencias mineras improductivas que posee en la
Puna (Salta, Jujuy y Los Andes)” 1.
En el momento en que se creó el Territorio de Los Andes, la explotación mundial del bórax ya
estaba concentrada en muy pocas compañías. Compañías belgas, inglesas y estadounidenses
se disputaron el control del mercado de este mineral durante el último tercio del siglo XIX. En
1899 empresas belgas e inglesas se habían articulado en torno a la ―Compagnie Internationale
des Borax‖, una compañía controlada por intereses británicos, aunque su centro
administrativo se encontraba en Bélgica. Lo mismo ocurrió con las empresas norteamericanas,
que se agruparon bajo la hegemonía de ―The Borax Consolidated Co.‖. Esta última, a su vez,
logró el control de la anterior, con lo cual surgió uno de los mayores monopolios mineros del
mundo. La Borax Co. privilegió la explotación de los yacimientos del Valle de la Muerte en
California, los cuales habían comenzado a explotarse en la década de 18802.
En la Puna de Atacama la explotación de los boratos se había iniciado a fines del siglo XIX,
con capitales de diversos orígenes, generalmente pequeños. La provincia de Salta había
concedido permisos en las proximidades de San Antonio de los Cobres antes de crearse el
Territorio de Los Andes, como ya se apuntó más arriba. Jujuy había hecho lo mismo con
respecto a las Salinas Grandes.

Cuadro 6.23. República Argentina.


1897-1913. Exportación de
boratos. Cantidad en kilogramos.
AÑO KILOS
1897 158.000
1901 1.576.716
1903 3.756.000
1908 810.961
1911 275.581
1913 194.690
Fuente: Sommi 1959:80.

Ya a fines de ese siglo había llegado a la región la Compañía Internacional del Bórax,
iniciando el proceso de acaparamiento señalado3. Según los antecedentes presentados por la
Compañía Bórax Argentina en su estatuto de constitución como sociedad anónima, la
incorporación de la Puna de Atacama a la Argentina en 1899 había generado muchas
denuncias de yacimientos de borato de cal. Paralelamente cayó el precio de ese artículo en
Liverpool, pasando en poco tiempo de 12 o 13 a 7 u 8. La razón de este descenso, según los
iniciadores de esta compañía era:
“ Esa enorme diferencia, no proviene, como se podría creer de la gran abundancia del
producto, y de su fácil exportación; no, responde únicamente al acaparamiento que realiza

1
Hermitte 1917:442.
2
Sommi 1959:76-84.
3
Ver también: Kindgard 1987.

— 533 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

cada día, una fuerte empresa europea, formada al capital enorme de Dos millones y medio
de Libras Esterlinas, y que desde muchos años, compró en el Pacífico, la mayor parte de
los yacimientos de borato de cal de fácil exportación. A principios de 1900, una Compañía
Belga empezó la exportación de yacimiento, en la Provincia de Jujuy, mandando el borato
natural en Bélgica, Alemania y Francia, a varios Establecimientos Industriales para
concentrarlos y refinarlos” .

Cuadro 6.24. Producción de boratos, Los Andes, Jujuy y Salta


(toneladas). 1911-1919, 1932-1944.
JURISDICCIONES
AÑO TOTAL NACIONAL
LOS ANDES JUJUY SALTA
1911 - - - 808
1912 - - - 907
1913 - - - 2.200
1914 - - - 1.430
1915 - - - 887
1916 - - - 453
1917 - - - 322
1918 - - - 2.048
1919 - - - 2.227
1932 222 671 - 893
1933 237 392 - 629
1934 302 983 - 1.532
1936 4.554 272 1.129 5.955
1938 830 1.304 4.570 6.704
1939 2.744 2.038 7.352 12.134
1940 1.178 1.000 6.550 8.728
1941 7.417 1.150 5.196 13.763
1942 4.050 710 - 4.760
1943 5.856 1.098 6.954
1944 5.559 5.559
Fuente: elaborado en base a estadística minera.
Nota: entre 1911 y 1919 la estadística de la producción minera se
realiza con los registros de las empresas ferroviarias, por lo cual se
cuenta con estadísticas por estación. Entre 1919 y 1932 no hay
estadísticas mineras. Desde ese año, la información se agrega por
jurisdicción. Hasta 1936 se cuenta con información agregada por
estación de carga (ver Cuadro 6.22).

“ No hay duda que esa Cía. hubiera realizado buenos beneficios, si los precios de 12 y 13
libras Esterlinas, por tonelada, no se hubieran modificado, pero la gran Cía. Europea,
creyendo probablemente, en la Belga, una competidora temible, con los boratos
proviniendo de la Argentina, hizo poco a poco, una rebaja considerable sobre los boratos
manufacturados, vendiendo hoy el ácido bórico y el bórax, a unos precios que desafían
toda especie de competencia”
“ El transporte por mulas, desde los yacimientos hasta la Estación ferro-carrilera mas
inmediata, y el flete desde esa al puerto de embarque, constituyen gastos tan grandes, que

— 534 —
Capítulo 6. Los secretos de la montaña

cuando la materia prima ha llegado a Europa, no queda absolutamente nada que ganar; al
contrario a veces se pierde”
“ Evidentemente, todo lo que antecede, fue calculado por la gran Empresa Europea, con el
único objeto de impedir a las Cías. y particulares, hacerles competencia” 1
“ El bórax se explota por una compañía belga” 2
Ya en 1910 el trust había obtenido gran parte de las concesiones en los salares del Territorio
de Los Andes y Jujuy. Hasta entonces, la compañía había mantenido un ritmo creciente de
explotación, aunque había períodos en los que se reducían considerablemente las
exportaciones.

Gráfico 6.2. Producción de boratos, Los Andes, Jujuy y Salta (toneladas). 1911-1919, 1932-1944.

Fuente: cuadro 6.24.

Al finalizar la primera guerra mundial esta empresa ya estaba absorbida por la Borax
Company. De todas formas, siguió operando bajo la denominación de la empresa anglo-belga.
El 30 de Septiembre de 1928, por ejemplo, el Jefe de Policía le informaba al Gobernador que
la Compañía Internacional de Bórax había construido un edificio en San Antonio de los
Cobres3.
En suma, ninguna de estas compañías había realizado una explotación sistemática de los
boratos del Territorio de Los Andes, limitándose a detentar las concesiones para explotarlas
cuando las condiciones les fueran favorables4. Desde que la Borax Co. obtuvo el control
hegemónico, la explotación se redujo considerablemente y las oficinas extraían lo suficiente
como para justificar las concesiones obtenidas, como se puede apreciar en el Cuadro 6.24 y el
Gráfico 6.2.

1
Bórax Argentina Limitada 1904:4.
2
Nordenskiöld 1903:228-229.
3
AGN, SH III - CR, signatura 141, año 1928.
4
Kindgard 1987:12.

— 535 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

La prohibición de nuevas denuncias y cateos duró hasta 1939. Ese año, por un decreto con
fecha 10 de octubre de 1939, se dejó sin efecto la prohibición del anterior, cuando Europa se
encontraba en plena guerra y los boratos de la Puna argentina fluyeron hacia aquél continente
en gran cantidad, sobre todo si se lo compara con lo ocurrido hasta entonces. Para esa época,
1939-40, la división del Territorio de Los Andes era una cuestión en permanente debate en el
seno del Congreso. Tres años después eso se transformó en decisión tomada.

— 536 —
Un territorio andino para un país pampeano

Geografía histórica del


Territorio de los Andes (1900-1943)

Alejandro Benedetti
Tesis doctoral
Universidad de Buenos Aires
Facultad de Filosofía y Letras
Secretaría de Posgrado

Directora: Susana Bandieri


Departamento de Historia
Facultad de Humanidades
Universidad del Comahue

Co-Director: Luis Yanes


Instituto y Departamento de Geografía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Tomo 3

Fuente: Libreta de enrolamiento del ciudadano: Diego Soruco; Matrícula individual: 3.984.133; Clase de 1914; Nacido el: 12 de noviembre de 1914; En: La Banda, Tilcara, Jujuy.

Investigación: Entre Tilcara y Buenos Aires, de 2000 a 2004


Entrega de la tesis: Buenos Aires, julio de 2005
— 538 —
Capítulo final
Provincialización de la ―Puna
de Atacama‖
Las rugosidades del Territorio
de L os A ndes (1943… )
— 540 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

… se q u iere dar a S alta S an A n ton io de los C obres y P astos G ran des, q u e perten ecieron a ella al form arse la
Gobernación de Los Andes. De modo que, dándose Susques a Jujuy y Antofagasta a Catamarca, resultan estas
provin cias las ú n icas ben eficiadas en el reparto, con el agravan te… q u e son las ú n icas region es q u e valen … E stas
provin cias… habrían gan ado la lotería sin ju garla y recibido u n territorio que jamás estuvo bajo su jurisdicción.
Atilio Cornejo Antecedentes históricos sobre la jurisdicción de la provincia de Salta sobre
el Territorio de Los Andes, Boletín del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios
Históricos de Salta, 1938, pág. 67.

Presentación del capítulo


El Territorio de Los Andes, considerado por mucho tiempo como un ―desierto‖, un espacio
―vacío‖, donde algunos creían fervientemente que era imposible que pudiera vivir el ―hombre
blanco‖ y que el ferrocarril difícilmente podría llevar el tan mentado ―progreso‖, donde la
única función posible pensada por un diputado fue la de leprosario, fue una entidad
geohistórica que subsistió dentro del sistema territorial argentino, a pesar de todo, por cuatro
décadas.
Como ya se señaló en reiteradas oportunidades, una clave para entender su emergencia se
encuentra en la dinámica geopolítica que involucró a los países del Cono Sur y, más
directamente en este caso, a los tres países cuyos territorios se deslindan a partir del Cerro
Zapaleri ubicado en el corazón de la ―región circumpuneña‖. En 1899 se resolvió
diplomáticamente cómo se repartiría entre Argentina y Chile la ―Puna de Atacama‖ –la región
del litigio-, lo que representaba que la Argentina incorporase (ganase) un territorio que no
parecía se pretendiera, al menos no mucho antes de 1889, año en que se instaló en la agenda
de las relaciones internacionales de Argentina, Bolivia y Chile la cuestión de la delimitación
territorial en ese espacio cordillerano. Lo cierto es que ese ámbito se incorporó al sistema
territorial argentino con la estructura de ―Territorio Nacional‖; una entidad subordinada al
gobierno nacional, y en particular al Poder Ejecutivo Nacional; una entidad transitoria hasta
tanto reuniera una serie de elementos que le permitiera transformarse en provincia. Ese
territorio se denominó ―Los Andes‖ y existió desde 1900. Dentro del conjunto de Territorios
Nacionales, Los Andes se diferenció por ser el menos poblado, junto a Tierra del Fuego, y el
que presentaba los parámetros socioeconómicos menos alentadores, al menos según los
patrones pampeanos. En suma, nunca reunió, por las diferentes razones que se esbozaron en
los capítulos anteriores, los elementos que le permitieran a esta entidad transformarse en
provincia. Pero no son estos aspectos, necesariamente, los que vuelven al Territorio de Los
Andes un caso diferente al resto. Dentro de los demás Territorios Nacionales también existían
zonas considerablemente despobladas y poblaciones pauperizadas en grados superlativos.
Tierra del Fuego, a pesar de no reunir los requisitos necesarios durante siete décadas, siguió
funcionando después de 1940 como Territorio Nacional, hasta 1990. Lo diferente de este
territorio, lo particular, es que no se convirtió en provincia y los nueve restantes sí.
En la primavera de 1943 el Decreto 9375 dispuso la fragmentación espacial de Los Andes en
tres fracciones, siguiendo la división departamental establecida en 1901 y 1902. La medida
adoptada en 1943 no era más que una alternativa sugerida ya por el presidente Julio Roca en
momentos que impulsaba la creación de este Territorio Nacional en 1899, vuelta a considerar
en numerosas oportunidades, como se analizó en el capítulo tercero. A partir de octubre de
1943 el departamento de Susques se incorporó a la provincia de Jujuy, los de Pastos Grandes
y San Antonio de los Cobres (conservando la denominación ―Los Andes‖) a Salta y el de
Antofagasta de la Sierra a Catamarca. Como ya se mencionó, el principal argumento
expresado en el referido decreto era que el Territorio de Los Andes carecía de:

— 541 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ los elementos de vida propia que justifique su existencia como entidad, significando su
organismo administrativo una erogación en el presupuesto sin ninguna ventaja para sus
pobladores” .
De esta forma, el Territorio de Los Andes surgido de un acto del gobierno nacional, la Ley
3906/00, fue suprimido por otro acto del gobierno nacional, el Decreto 9375. Cabría
preguntarse si la incorporación de los departamentos a las tres provincias otorgó alguna
―ventaja‖ a sus pobladores. ¿De qué manera se dio el nuevo proceso de incorporación de la
―Puna de Atacama‖, esta vez a la escala provincial, en tres jurisdicciones diferentes? Después
de cuatro décadas de ―nacionalización‖, y formación del Territorio de Los Andes, a este
ámbito de la ―Puna de Atacama‖ le sucedería uno nuevo proceso de transformación territorial,
ahora de ―provincialización‖ ¿Qué fue lo que heredaron las tres provincias y cómo se integró
al esto de los territorios provinciales? No son respuestas que esta investigación pueda dar en
forma satisfactoria, aunque si se pueden ensayar algunos comentarios.
El contexto en el que se produjo la división del Territorio de Los Andes fue el de despliegue
de nuevos dispositivos creados para el control de las fronteras. Desde mediados de la década
de 1940 se inició un verdadero proceso de construcción de la frontera interestatal, tanto en
términos geopolíticos como geoeconómicos, como tentativa orientada a construir el mercado
nacional orientado hacia adentro, levantando barreras a la circulación entre los países
limítrofes. Un emergente de este proceso fue la creación de la Gendarmería Nacional en 1938,
una policía de frontera, que pronto se instaló en la región. Concomitantemente se fue creando
una normativa orientada a la defensa del territorio, a través del control fronterizo, mediante su
militarización.
Internamente, a pesar de la disolución institucional y fragmentación del Territorio de Los
Andes, desde la década de 1940 y hasta la de 1970, mantuvo casi congelada la configuración
definida durante las cuatro décadas de su existencia. Concretamente, San Antonio de los
Cobres siguió siendo el principal centro regional, desde el cual se podía acceder con cierta
facilidad a Susques, Antofagasta de la Sierra o Pastos Grandes. El ferrocarril Huaytiquina
inaugurado en su totalidad cuando el Territorio de Los Andes ya no existía, se constituyó en
un importante soporte tecnológico que conectaba a la región con el resto del sistema de
transporte nacional, además de la ruta nacional 40, facilitando la salida de boratos y otros
minerales, toda vez que las condiciones de mercado lo hacían posible. Los pasos de
Huaytiquina y Socompa, finalmente, eran las principales vías de acceso vehicular hacia las
regiones transcordilleranas. En esta división, creada por el Estado nacional en 1900 y
desaparecida y metamorfoseada desde 1943, su organización geográfica interna siguió
funcionando, marcando las nuevas divisiones políticas impuestas por las provincias. Los
maestros que iban a las ahora escuelas del ahora departamento jujeño de Susques o
catamarqueño de Antofagasta de la Sierra, hasta la década de 1980 debían ingresar a través de
San Antonio de los Cobres. La economía pastoril, además, no sufrió transformaciones
considerables, aunque los lugares hacia los que se dirigían, los tamaños y composición de la
hacienda, y la importancia del trabajo asalariado, fueron variando con el tiempo.
Algunos elementos fijados durante la existencia del Territorio de Los Andes, en especial el
sistema de circulación que ponía en vinculación al conjunto de lugares poblados más
importantes y el mercado de producción minera con determinadas características, constituyó
una rugosidad que siguió operando mucho después de que se desactivaran las instituciones
que la mantenía articulada regionalmente. Y siguió operando no sólo en el plano funcional,
sino también en el simbólico-conceptual. A este conjunto regional se lo puede denominar
―Puna de Atacama‖, y en este caso no remite a una región natural ni a una jurisdicción
particular. ―Puna de Atacama‖ define a una región singular con una serie de elementos que
fueron definidos mientras existió el Territorio de Los Andes, redefinidos después de 1943.
Esos elementos son, además del sistema de transporte ya mencionado:

— 542 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

 Una delimitación flexible pero que suele vincularse con el ―ex-Territorio de Los
Andes‖;
 Un conjunto de divisiones territoriales originadas en el período territoriano y que
siguieron existiendo después de su disolución, pero formando parte de tres provincias
diferentes: los departamentos de Susques en Jujuy, Los Andes en Salta y Antofagasta
de la Sierra en Catamarca;
 Una serie de atributos de su paisaje, que provienen fundamentalmente de la fisiografía
regional, común a cualquier puna (región montañosa, alta y de clima frío), pero que en
esta zona suelen considerarse como más acentuados (clima más seco y frío, terreno
más salitroso);
 Una posición que es común a toda la ―Puna argentina‖ (región periférica, ubicada en la
frontera con Bolivia y Chile), cuando no a toda la ―Puna‖ (incluyendo la ―Puna
Chilena‖ o también ―Puna de Atacama‖ y al ―Sur del Altiplano boliviano‖). Esta
región singular tiene una posición periférica y fronteriza, una ―triple frontera‖;
 Finalmente, una población que se caracteriza por su condición de pastoril itinerante. Si
bien este es un rasgo que comparte con otras poblaciones de la ―Puna‖, en esta zona es
aún más marcado.
Estos elementos, que operaban como rasgos distintivos del Territorio de Los Andes, están
presentes todavía en la década de 1950 y 1960, como se pudo rescatar de algunas
descripciones1. Cuándo dejaron de operar esos elementos como rasgos regionales distintivos
todavía no es algo que se pueda responder. Esta investigación centró la mirada en el período
1900-1943, es decir, mientras existió el Territorio de Los Andes. De todas formas, las
diferentes búsquedas bibliográficas permitieron sistematizar algunas fuentes, hacia atrás y
hacia delante de ese período. No obstante, no se hizo una investigación sistemática de la que
se puedan presentar resultados propios, para momentos posteriores a 1943, y, según los
aspectos, anteriores a 1900.
Por eso es difícil responder al interrogante ¿cuándo se dejó de denominar a ese ámbito como
―Puna de Atacama‖?. No obstante se pueden hacer algunas inferencias. En primer lugar, que
nunca se dejó de utilizar como categoría regional dentro de la Argentina para denominar a un
lugar singular, no obstante lo cual, tendió a desaparecer o a ser utilizado por un círculo muy
reducido. Ya en la década de 1930 el topónimo ―Puna de Atacama‖ comienza a desaparecer
en algunas obras generales de geografía del país, aunque no inmediatamente. Pero se hace
alusión a la ―Puna de Atacama‖, en general, como referencia territorial de una ―cuestión
limítrofes‖ que puso en la mesa de negociaciones a las cancillerías argentina y chilena 2. De
esta forma, en cierta literatura, ―Puna de Atacama‖ permaneció como categoría geopolítica,
que remite a un momento específico de la vida institucional de la Argentina, y no tanto como
categoría utilizada para una región que pudiera reconocerse en la actualidad. Y esto sigue
ocurriendo aún en los trabajos contemporáneos centrados en las relaciones internacionales, y
más específicamente en el proceso de definición limítrofe de la Argentina con Bolivia y
Chile3.
Pero la denominación ―Puna de Atacama‖ ha sido recuperada antes y después de 1943 de otra
forma: para justificar ciertos derechos de propiedad que tendrían las provincias lindera, y

1
Cf. Musumeci 1958; Miranda 2002 [donde el autor publica su relato de viaje del año 1960]; Aceñolaza 1971.
2
Cf. Ruiz Moreno (h) 1961:238-239.
3
C f. C isnero s y E scud é 2 0 0 0 . ―L a cuestió n d e la P u na d e A tacam a‖ (T o m o V II: L a A rgentina frente a la
América del Sur, 1881-1930. Capítulo 36: Las relaciones con Chile).

— 543 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

sobre todo Salta y Catamarca sobre esa región. Se trata de una línea historiográfica que podría
denominarse ―provincialista‖ que, al estilo de las perspectivas enraizadas en el nacionalismo
territorial, señalan permanentemente los derechos que esos Estados provinciales tiene sobre la
región, y que fueron alienados por otros Estados provinciales por otros Estados nacionales o
por el propio Estado argentino. Esta perspectiva abona permanentemente a la teoría del
―desmembramiento territorial‖. El Estado salteño, en particular, habría perdido, en sucesivas
etapas, distintos ―miembros‖ de su territorio, como consecuencia de la acechanza de los
vecinos, el autonomismo de algunos grupos o las ―debilidades‖ del gobierno nacional.
Dicho todo lo anterior, resta presentar los contenidos de este capítulo final de la tesis. El
capítulo se divide en dos secciones. En la primera se presentará, brevemente, el proceso
institucional de incorporación de esos departamentos del extinto Territorio de Los Andes a las
provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. La segunda sección se centrará en el análisis de la
forma en que la historiografía salteña, catamarqueña y jujeña trató la cuestión de la
incorporación (o reincorporación según algunas lecturas) de los departamentos a las
respectivas provincias.

— 544 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

Cuando el Territorio de Los Andes se


transformó en tres punas provinciales
En 1943 el Estado argentino estaba controlado por un régimen militar. Por esta razón, como
en el resto del país, las tres provincias linderas al Territorio de Los Andes se encontraban
intervenidas. En ese contexto se produjo la división del Territorio de Los Andes, por el
Decreto 9375 del 21 de septiembre de 1943. Unos días después, el gobernador del suprimido
Territorio Nacional, a la sazón Julio Storni, comenzó a tomar las medidas necesarias para la
transición hacia la nueva organización institucional. La primera medida es del 8 de octubre de
1943. Ese día, por Resolución Nº 149, relevó de sus funciones al Secretario y al Jefe de
Policía.

Siendo necesario... tranquilizar los espíritus y normalizar la actualidad, en presencia de


la entrega del Territorio a las Provincias limítrofes.
El Gobernador del Territorio Nacional de Los Andes
Resuelve:
Art. 1° Comunicar a los Señores Jefe de Policía y Secretario Letrado de la Gobernación
que con motivo de la cesión del Territorio cesan en sus funciones al finiquitar esta
operación el día 16.
Art. 2°.- Hacer saber al Personal Superior y Subalterno de Policía que deben
permanecer en sus actuales destinos hasta tanto se resuelva en definitiva que sus
haberes serán liquidados como de costumbre a igual que el personal de Maestranza,
ordenanzas y escribientes.
Art. 3°.- Los señores jueces de paz titulares que al producirse la entrega de los
Departamento, ellos quedarán incluidos en el personal de Justicia de las Provincias
respectivas y que el servicio de sus sueldos se hará como de costumbre.
Art. 4°.- Nómbrase Jefe de todo el Personal de esta Gobernación al Señor Comisario
don Ricardo T. Ibazeta interpretándose que por esta razón el señor Jefe de Policía,
Mayor (R) don Abelardo A. Ruiz pasará como agregado al Despacho de este Gobierno
para colaborar en la eficacia del cumplimiento del decreto y demás resoluciones que se
refieren a la cesión del Territorio.
Julio S. Storni, Gobernador
Ricardo T. Ibazeta, Secretario

AGN, SH III - CR, signatura 195, año 1943, copia mecanografiada de la Resolución.

Un Decreto del 17 de octubre de 1943, es una especie de ―palabras finales‖ después de haber
procedido a entregar los ámbitos departamentales a las autoridades provinciales
correspondientes, con los bienes muebles e inmuebles que hasta entonces pertenecían a la
Gobernación:
— 545 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Analizando el proceso de la vida se observa fácilmente que los sucesos se producen a


veces por fuerzas, sino siempre desconocidos, ajenos a la ideología o a los propósitos de
uno. Cuando se analice con espíritu imparcial y elevado la historia del Territorio de Los
Andes, que tendrá forzosamente que reconocerse que si bien el gobernador que suscribe
este Decreto acató el del Superior Gobierno de la Nación, determinando la cesión de sus
tierras a favor de las Provincias de Jujuy, Salta y Catamarca, porque siempre ha
entendido que el Gobierno que rige los destinos de la nación debe ser acatado y más y
mejor como en la actualidad, cuando los hombres que gobiernan el país se han revelado
como una reserva superior, de extraordinario valimiento ético y político, decididos a
cualquier sacrificio con tal de salvar los obstáculos que se opongan al desenvolvimiento
moral de la grandeza material de nuestra patria.
El criterio del gobernante que firma, ha alentado para su Territorio, con honradez que
jamás podrá discutirse, todos los pensamientos que pudieran serle de beneficio a sus
pobladores y a los más caros sentimientos, capaces de alentar la acción y congratular
los corazones. El contenido de estas reflexiones no constituyen un anticipo de defensa,
tampoco la necesita el Gobernante; son, apenas, consideraciones que deben quedar
documentadas hasta para desafiar a aquellos que alguna vez intenten empañar el fondo,
la naturaleza y las inspiraciones que guiaron su acción. Por eso, en esta ocasión, como
en todas las otras de su vida, deja expresa constancia con este decreto, de que su
espíritu, su conducta y sus esperanzas, han tenido como punto de partida al bien común
y han buscado y buscarán siempre la colaboración de todos aquellos que así interpretan
el sentido de la vida.
Por todas estas razones
El gobernador del Territorio de Los Andes
Decreta:
Art. 1°.- Al despedirse, agradecer hondamente, con simpatía y franqueza la
colaboración que le han prestado todos los funcionarios de esta gobernación,
ofreciendo, en muchas circunstancias, no solamente esos cumplimientos del deber que
son de orden común, sino aquellos otros, que por su significado y el tiempo en que se
producen, constituyen un sacrificio.
Art. 2°.- Dejar a favor de todos lo funcionarios de esta, ese estímulo que surge por
deliberada reflexión de un gobernador, que entiende, que sobre todas las sensualidades
ha de primar siempre el imperativo espiritual, es fuerza de superación que se sobre pone
al dolor y llega al sacrificio.
Art. 3°.- Por Secretaría y sin menoscabo para la dignidad de nadie, se harán
comunicaciones a favor de aquellos que más se han destacado y que son y serán
siempre, dentro del compañerismo, los mentores.

AGN, SH III - CR, signatura 195, año 1943, copia mecanografiada del Decreto.

Las cesiones que se comentaban más arriba fueron realizadas durante los primeros días del
mes de octubre de 1943. El 6 de Octubre de 1943 el comisionado nacional en Jujuy, Coronel
Manuel Sueiro, creó, por decreto, una ―Comisión para que proceda a transferir a esta
Provincia el Departamento de Susques‖. Formaron parte de esa comisión Alfredo Díaz de
— 546 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

Molina, Horacio Carrillo, Emilio Nevea, Alberto Iturbe, Alejandro Fernández y Carlos
Benitez. A continuación se transcribe ese decreto:

Visto el Decreto número 9375 dictado por el Superior Gobierno de la Nación con fecha
21 de septiembre próximo pasado, por el cual se transfieren a la Provincia de Jujuy los
territorios que comprenden el Departamento de Susques o del Norte de la Gobernación
de Los Andes y los que, por el Protocolo Carrillo con Bolivia, han pasado a jurisdicción
argentina sobre el paralelo 23º y que culminan en el Cerro Branqui, al Norte, según la
Carta Geográfica de 1940 del Instituto Geográfico Militar de la Nación, y
Considerando
Que es de urgencia proceder a tomar posesión efectiva de dichos territorio, como lo
establece el mismo Decreto número 9375 y atento a lo informado por Contaduría
General
El Comisionado Nacional, en Acuerdo de Ministros,
Decreta:
Art. 1º.- Desígnase al señor Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública de la
Provincia, Doctor Don Alfredo Díaz de Molina, como Presidente y a los señores Doctor
Don Horacio Carrillo, Doctor Don Emilio A. Navea, Ingeniero Don Alberto J. Iturbe,
Teniente 1º Don Alejandro Fernández y Secretario del Superior Tribunal de Justicia,
Escribano Don Carlos Benítez quien en estos actos sustituirá al señor Escribano de
Gobierno y Minas, para que, constituidos en comisión, procedan a realizar sobre el
terreno, los actos legales de toma de posesión, labrando las actas y levantando los
inventarios correspondientes.
Art. 2º.- Terminado su cometido, la Comisión elevará al Sr. Comisionado Nacional, por
triplicado, el informe y documentación correspondiente
Coronel Manuel Sueiro, Comisionado Nacional
Alfredo Díaz de Molina, Ministro de Gobierno
Carlos Kunz, Ministro de Hacienda

Jujuy, Decreto del 6 de Octubre de 1943.

Conjuntamente con este territorio, se incorporaba a la provincia de Jujuy, resultado de un


protocolo con Bolivia, conocido en Argentina como ―Protocolo Carrillo‖, terrenos ubicados
sobre el paralelo 23º. Los trabajos demarcatorios del límite argentino-boliviano se habían
detenido a fines del siglo XIX. Recién en 1922, Horacio Carrillo, ministro argentino en La
Paz, y Severo Fernández Alonso, canciller boliviano, lograron resolver las dificultades. El 30
de octubre de 1922 firmaron un acta y tres años después alcanzaron un arreglo definitivo. El 9
de julio de 1925 es el tratado Carrillo-Díez de Medina, que establece cuál sería el límite entre
los dos países. En Argentina, la ley que ratifica ese Tratado es la 12.399. El canje de
ratificaciones recién ocurrió en 19381. La Comisión Demarcadora realizó su labor durante los

1
Cisneros y Escudé 2000.

— 547 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

años 1939 y 1940, en los departamentos de Yavi, Santa Catalina y Rinconada. El 10 de


octubre de 1940, además, se estableció el punto exacto que determinaría la confluencia de los
tres límites internacionales. Según el acta de estos delegados el hito quedó determinado a 22°
13‘ 44 ‖, 19 de latitud S ur y 62° 38‘ 17 ‖ de longitud Oeste1.
El resultado de toda esta operatoria fue una nueva incorporación al territorio de la Argentina,
y más específicamente a Jujuy, de terrenos que hasta entonces pertenecían a Bolivia, ubicados
en el Cantón de San Pablo de Lípez. Se trata de los distritos de Paicote, Cusi-Cusi, Casira y
Calahoyo, unas 430.000 hectáreas, que actualmente están dentro del Departamento de Santa
Catalina; y los distritos de Populos y Vilama, anexados al Departamento de Rinconada2.
La comisión encargada de transferir el Departamento de Susques a la provincia de Jujuy elevó
su informe el 14 de octubre de 1943. En el mismo proponía que los territorios incorporados
por el Protocolo Carrillo se incorporasen al Departamento de Santa Catalina, en tanto que los
que pertenecían al extinto Territorio de Los Andes, el Departamento de Susques, se
incorporasen al de Rinconada. Pero en 1944 Susques finalmente fue separado de Rinconada,
conservando sus antiguos límites. La Ley provincial 2.782 del 10 de septiembre de 1969 fijó
los límites municipales y se creó la Comisión Municipal de Susques al sur y la Comisión
Municipal de Coranzulí al norte. Tiempo después se creó la Comisión Municipal de Catúa.
En Salta, el comisionado del Poder Ejecutivo Nacional decretó el 11 de octubre de 1943 la
creación de una comisión especial para tomar posesión de la zona que le tocaba a Salta en la
división del Territorio de Los Andes.

Art. 1º.- Desígnase la siguiente comisión presidida por S.S. el señor Ministro de
Gobierno, Justicia e Instrucción Pública, Dr. Emilio Yofré, para que tome posesión y
reciba por el Gobierno de la Provincia los Departamentos de “ Pastos Grandes” o del
“ Centro” y “ San Antonio de los Cobres” de la Gobernación de Los Andes que pasan a
la jurisdicción de la Provincia de Salta:
Jefe de Policía de la Provincia, Tte. Cnel. (S.R.) don Marcelino T. Benavente.
Secretario de la Gobernación, Dr. Manuel M. de la Vega.
Sub-secretario de la Gobernación, Dr. Jorge Federico Leal
Escribano de Gobierno, don Horacio B. Figueroa
Directo General de Minas, Dr. Luis Víctor Outes
Inspector General de Minas, Ing. Mariano Esteban
Art. 5º.- el Gobierno de Salta se reserva el derecho de discutir los límites y la extensión
de los Departamentos de “ Pastos Grandes” o del “ Centro” y “ San Antonio de los
Cobres” , debiendo dejarse constancia de esta reserva en el acta a labrarse.

Salta, Decreto del 11 de octubre de 1943.

Años después, estos dos Departamentos se fusionaron, pasando a denominarse Los Andes, el
último en crearse en la provincia de Salta.

1
Rey Balmaceda 1979:81.
2
Cardozo 1986:19.

— 548 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

En Catamarca, al igual que en Jujuy y en Salta, el interventor de turno designó a una comisión
para que tomase posesión de la parte del Territorio de Los Andes que se anexaba a la
provincia1. El decreto fue firmado el 13 de octubre de 1943.

Art. 1º.- Desígnase al Señor Oficial Mayor del Ministerio de Hacienda y Obras
Públicas, a cargo de la Subsecretaría, doctor Esteban García Susini para que en
nombre y representación de la parte del Territorio de Los Andes, que, de acuerdo a lo
dispuesto por el decreto Nº 9375-43 del Superior Gobierno de la Nación, deberá
anexarse a ésta Provincia.
Art. 2º.- Desígnase a los señores Director de Salubridad de la Provincia, Dr. Horacio
Lynch, Comisario de Ordenes Sr. Argentino Pérez, Inspector de Rentas Sr. Mardonio
Díaz, para integrar la comisión que acompañará al funcionario designado en el
artículo 1º.

Catamarca, Decreto del 13 de octubre de 1943.

En 1943, con Antofagasta de la Sierra, la provincia de Catamarca quedó dividida en dieciséis


departamentos.
Desde entonces, la ―Puna de Atacama‖, el ex-Territorio de Los Andes, se fragmentó
territorialmente, aunque, como se insinuó, no en términos funcionales y simbólico-
conceptuales, sino, jurisdiccionales. De todas formas, los límites departamentales que se
fijaron cuando se organizó el Territorio de Los Andes se mantuvieron después de 1943, con el
único cambio producido por la fusión de San Antonio de los Cobres y Pastos Grandes, para
denominarse ―Los Andes‖: una expresión pequeña del territorio más grande que determinados
grupos de poder de la provincia de Salta supieron regentear.

1
Brizuela del Moral s/f:80.

— 549 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 550 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

Los probados derechos a la ―Puna de


Atacama‖
Los terrenos donde se organizó el ―Territorio de Los Andes‖, en 1900 se habían segregado de
una región litigada por Argentina y Chile, denominada Puna de Atacama. La porción que
podría denominarse ―Puna de Atacama occidental‖, la menos poblada, como hasta entonces,
se mantuvo dentro del territorio de Chile. En ese espacio no se estructuró una entidad
comparable al Territorio de Los Andes, integrándose progresivamente, en las
reconstrucciones regionales del Norte Grande, a un ámbito que se suele denominar ―cuenca
del Salar de Atacama‖, aunque Puna de Atacama se siguió utilizando para denominar otro
ámbito, ubicado en la cuenca alta del río Loa1.
En 1943, la ―Puna de Atacama oriental‖, que en los libros escolares argentinos se siguió
denominando hasta entonces ―Puna de Atacama‖ a secas, fue fragmentada territorialmente.
Antofagasta de la Sierra se transformó en la ―Puna catamarqueña‖ o ―Puna meridional‖; los
departamentos de San Antonio de los Cobres y Pastos Grandes, unidos con el nombre de Los
Andes se transformaron en la ―Puna salteña‖; Susques, finalmente, se incorporó a la
considerablemente más conocida ―Puna jujeña‖. De esta forma, con la disolución del
Territorio de Los Andes, también la ―Puna de Atacama‖ en la Argentina empezó a
desdibujarse como entidad regional.
¿Qué ocurrió con las sociedades provinciales? ¿Cómo experimentaron esta incorporación?
Aquí solo se considerará una dimensión de ese proceso, analizando el modo en que las
historiografías y geografía provinciales narraron en diferentes contextos la incorporación de
este territorio. La historiografía se interesó por el Territorio de Los Andes y la ―Puna de
Atacama‖ antes de la disolución del Territorio de Los Andes. Generalmente lo hizo en
coyunturas en que surgieron ―cuestiones limítrofes‖. Ya sea como consecuencia de litigios
internacionales o interprovinciales, la ―Puna de Atacama‖ constituyó un objeto de interés, en
la medida que hubiera que construir argumentos que probaran los derechos posesorios de una
u otra provincia sobre la región. Esto ocurrió, por lo menos, en cuatro ocasiones, donde se
puede advertir que existen ciertas coincidencias (ver Cuadro 7.1).

Cuadro 7.1. Tratamiento de los “derechos a la Puna de Atacama”. Diferentes coyunturas.


ARTÍCULOS O DOCUMENTOS APARECIDOS
CUESTIÓN LIMÍTROFE
CATAMARCA SALTA JUJUY
Fijación límite interestatal, 1899. Maldones 1899 Ministerio del Interior -
1900:39-45.
Consultas previas a la División del Sánchez Oviedo 1942. Cornejo 1938a y -
Territorio de Los Andes, de 1943. 1938b.
Litigio limítrofe interprovincial entre - Colmenares 1967. Uriondo Tochón 1966.
Salta y Jujuy, década de 1960
Conflicto interprovincial por la renta Brizuela del Moral s/f y Garrido 1999. -
minera en Salar Hombre Muerto. 1997
Fuente: elaboración propia.

1
Comunicación personal de Alonso Barros.

— 551 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Sobre la primera coyuntura en parte ya se hizo referencia en los capítulos segundo y tercero.
En el momento en que la Puna de Atacama se incorporó al territorio argentino, los gobiernos
de Catamarca y Salta se aprestaban a tomar posesión de partes del mismo. En ese momento
Estanislao Maldones publicó una pequeña memoria descriptiva del área de Antofagasta de la
Sierra, aún cuando no tuvo oportunidad de llegar a este lugar1. Para el caso de Salta no se
ubicó alguna publicación en particular, aunque sí un intercambio epistolar entre el gobernador
provincial y el Ministro del Interior de la Nación2.
La segunda coyuntura fue la de los preliminares a la división del Territorio de Los Andes. En
ese momento fueron consultados los gobernadores de las provincias involucradas, como se
desprende de los artículos del salteño Atilio Cornejo y el catamarqueño Cornelio Sánchez
Oviedo3. Estos autores, con algunos años de diferencia en la fecha de publicación de sus
obras, señalaron cuáles eran, a su criterio, los ―elementos probatorios‖ que justificarían la
anexión del departamento de Antofagasta de la Sierra en el caso de Catamarca, y de todo el
Territorio de Los Andes en el caso de Salta. En la década de 1960, con motivo de la
resolución de cuestiones limítrofes pendientes que mantenían Salta y Jujuy, se advierte un
―renacer‖ del interés historiográfico por la ―Puna de Atacama‖. Esta vez, existe al menos un
artículo elaborado desde Jujuy, de Eduardo Uriondo Tochón, justificando la incorporación de
Susques a esa provincia4. Del lado salteño, dando continuidad a las propuestas de Atilio
Cornejo, Luis Colmenares y más tarde María Inés Garrido realizaron una serie de
publicaciones en el marco del Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de
Salta, dentro de la Universidad Católica de Salta, y del Instituto Güemesiano. La línea de
investigación de Colmenares, afín a la historiografía nacionalista, ocupada de relatar eventos,
de la Academia Nacional de Historia, se mantuvo hasta la actualidad. En estas publicaciones,
también enfatizaban los derechos de soberanía de Salta sobre la ―Puna de Atacama‖. La
publicación de Colmenares es de 1967, coincidiendo con el informe de Uriondo Tochón5.
La última coyuntura fue la resolución de un litigio que mantenían Salta y Catamarca, hacia
fines del siglo XX, que se suscitó cuando una empresa minera desató el interés de ambos
gobiernos provinciales por percibir la renta minera. Brizuela del Moral en Catamarca y
Garrido en Salta trataba de demostrar, ―realmente‖, a quien pertenecía la zona en cuestión6.
Los próximos cuatro acápites se ocuparán de analizar la producción bibliográfica surgida en
cada una de las coyunturas mencionadas, en las que se pone en discusión la pertenencia de la
―Puna de Atacama‖.

Los probados derechos a la “Puna de Atacama” (I)


El interés de los salteños comerciantes durante el siglo XIX, especialmente de aquellos
sectores vinculados a la ganadería y el comercio, estaba puesto tanto en Tarija como en
Atacama. En Tarija, porque se trataba de una zona agroganadera con una estructura
productiva acorde a la estrategia de la elite salteña. En Atacama, probablemente no tanto por
las potencialidades productivas de la región, todavía ignoradas en buena medida, sino por una

1
Maldones 1899.
2
Ministerio del Interior 1900:39-45.
3
Cornejo 1938a y 1938b; Sánchez Oviedo 1942.
4
Uriondo Tochón 1966.
5
Colmenares 1967.
6
Brizuela del Moral 1997; Garrido 1999.

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C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

cuestión estratégica: la posibilidad de una salida al mar en territorio propio. Los hacendados
salteños y jujeños habían establecido estrechos contactos con San Pedro de Atacama, Calama
y Chiuchiu desde la época colonial. Parte de los excedentes eran canalizados hacia aquellas
plazas1.
Cuando el gobierno de Bolivia habilitó el puerto de Cobija, que eventualmente Salta podía
controlar, éste se transformó en la puerta de acceso al mercado de ultramar por la vía del
Pacífico. Aunque nunca contó con el poder suficiente como para hacer efectivos esos
intereses, el Estado boliviano mantuvo en Cobija un destacamento militar para evitar
cualquier acto usurpatorio2. El interés salteño tenía que ver con la sencilla razón de que
Cobija se encontraba a 200 millas, mientras que Buenos Aires, controlado por poderosos
comerciantes, se encontraba a 400. Cuando comienza el ciclo del guano y el puerto de Cobija
inicia su etapa de transformación, las casas comerciales más importantes, como los Uriburu-
Beeche de Salta o los Tezanos Pinto de Jujuy, se establecieron en esa plaza3. Los efectos de
ultramar ingresaban a Salta y Jujuy por Cobija, como así también por otros puertos del
Pacífico como Valparaíso y Coquimbo. Como contraparte, los hacendados de esas provincias
colocaban sus excedentes, que consistían, en lo fundamental, en mulas y vacunos. Tarija era
una continuación ―natural‖ de las tierras donde se criaba parte del ganado salteño que se podía
destinar al Desierto de Atacama.
En las tierras altas de Atacama existían algunas explotaciones de boratos y otros minerales,
pero con bajos niveles de rentabilidad. En el distrito San Antonio de los Cobres la provincia
de Salta había entregado diferentes permisos para explotación de minerales, y también en las
proximidades de Pastos Grandes y Catúa, como en las Salinas Grandes, en el límite con
Jujuy4.
Lo cierto es que, una vez resuelta la cuestión limítrofe en la Puna de Atacama, en 1899, el
gobierno salteño se aprestaba a ocupar la región, que ese Estado provincial reclamaba como
propio5. El gobierno salteño nombró autoridades en Pastos Grandes, reemplazando a las
chilenas. En mayo de 1900 Daniel Cerri, primer gobernador del Territorio de Los Andes, le
informaba al Ministro del Interior:
“ en Pastos Grandes, por una nota terminante, el Gobierno de la República de Chile,
acatando el fallo del árbitro, había retirado sus autoridades, que fueron inmediatamente
reemplazadas por el Gobierno de la Provincia de Salta y éstas a su vez, por las nombradas
por esta Gobernación” 6
El gobierno nacional se interpuso a las intenciones del gobernador salteño, Pío Uriburu. Por
esta razón, el gobierno de Salta reclamó:
“ la intervención constitucional de la Legislatura de la Provincia, antes de procederse a
erigir un territorio federal en lo que forma parte de la Provincia, siempre y en todos los
tiempos en que la Puna de Atacama estuvo dentro de la comprensión de los límites de la
República” 7.
A lo que el Ministro del Interior, Tomás Yofré le respondió:

1
Conti 2000.
2
Cajías 2002:70.
3
Conti 2000:136.
4
Cf. Becerra 1887:35.
5
Caillet-Bois 1960:79.
6
MI, Memoria de 1900:425.
7
―N o ta d el seño r G o b ernad o r d e la P ro vincia d e S alta‖ S alta, N o viem b re 2 5 d e 18 9 9 . M inisterio d el Interio r
1900:39.

— 553 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ la fijación de los límites interprovinciales y los de los Territorios Federales corresponden


exclusivamente al Congreso de la Nación, sin que éste deba tomar como límite de sus
propias facultades las posesiones territoriales que las provincias tenían, o pretendían
tener, antes de la definitiva organización de la República en 1853.
“ Cualesquiera que hayan sido los límites históricos de las antiguas autonomías locales, la
sanción de la Constitución de 1860, reconociendo la supremacía del Congreso en materia
de divisiones territoriales, y obligando a todas las Provincias a dictar sus Constituciones
con arreglo a aquella, vino a determinar las reglas futuras de la demarcación de los
límites interprovinciales... 1.
Y el gobernador salteño replicó:
“ V.E... ha olvidado este antecedente, así como el de que la Constitución que Salta se dio
en 1883, ha reconocido aquella supremacía, desde que en su artículo 3° establece que los
límites territoriales de la Provincia son los que por derecho le corresponden «con arreglo
a lo que la Constitución Nacional establece»“ 2.
Después de hacer referencia al artículo 67, inciso 14 de la Constitución alegaba que
“ Esta disposición constitucional no habla de los límites que «siempre y en todo tiempo»
tuvieron las Provincias, sino que, por el contrario, deja librado al criterio del Congreso
sin esas restricciones, la facultad de designar los límites de las Provincias, y de organizar
territorios nacionales en aquellas zonas que queden fuera de los límites que el Congreso
asigne a las Provincias” 3.
Finalmente, el gobierno de Roca avanzó en el proceso de conformación de un territorio
controlado directamente por el Poder Ejecutivo Nacional y, así, se creó el Territorio de Los
Andes. A pesar de ello Salta siguió realizando algunos ―actos jurisdiccionales‖ sobre el
Territorio de Los Andes, como se desprende de la siguiente nota:
“ ...acusando recibo de su nota... sobre los actos de jurisdicción que continúa ejerciendo el
Gobierno de Salta en ese territorio, con motivo de la adjudicación de pertenencias
mineras” 4.
Fuera de este intercambio de cartas, como ya se señaló, en el caso de Salta no se encontró,
hasta el momento, ninguna publicación de la época orientada a justificar la pertenencia de la
―Puna de Atacama‖ a dicha provincia.
El caso catamarqueño es un poco diferente. Resuelto el diferendo en la Puna de Atacama
mediante el ―Laudo Buchanan‖, del 24 de marzo de 1899, el gobierno catamarqueño se
aprestaba a tomar posesión de Antofagasta de la Sierra, sobre el que consideraba que
históricamente había tenido jurisdicción.
Según el informe que el primer gobernador del Territorio de Los Andes, Daniel Cerri,
presentó al Ministerio del Interior en mayo de 1900, el gobierno de Catamarca había
nombrado en Antofagasta de la Sierra autoridades provisorias. Esas autoridades fueron
reemplazadas por Cerri en 19005.

1
―C o ntestació n d el S r. M inistro d el Interio r‖ B s. A s., D iciem b re 2 0 d e 18 9 9 M inisterio del Interior 1900:43.
2
―C o ntestació n d el S r. M inistro d el Interio r‖ B s. A s., D iciem b re 2 0 d e 18 9 9. M inisterio d el Interio r 1 9 00 :4 4 .
3
―C o ntestació n d el S r. M inistro d el Interio r‖ B s. A s., D iciem b re 2 0 d e 18 9 9. M inisterio d el Interio r 1 9 00 :4 4 -45.

4
AGN, SH III - CR, signatura 125, Carta recibida por el gobernador Cerri en referencia a una misiva que este
habría enviado al Ministerio de Agricultura. El asunto lo envían al Ministerio Interior y al Ministerio
Agricultura. Buenos Aires, 12 de junio de 1900.
5
Daniel Cerri, en: MI, Memoria de 1899:425.

— 554 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

El gobierno de Catamarca había encomendado al Teniente Coronel Estanislao Maldones la


realización de un informe, que el susodicho lo presentó el 10 de abril de 1899. Maldones
elaboró su reseña descriptiva basándose en información del Segundo Censo Nacional, de la
Geografía Argentina de Latzina y de Bavio y en información sistematizada por obras de
geografía chilena1. A partir de esas fuentes, Maldones afirmaba que la Puna de Atacama,
“ según es consentido generalmente se divide su pertenencia entre las provincias de Salta y
C atam arca por la latitud 22‟55, según B avio, L atzina y C hapearouge señalan el 25 ” 2.
La parte perteneciente a Catamarca fue estimada por Maldones en 33.000 km2. Luego de esta
presentación, Maldones enumeraba una serie de documentos que probarían que Catamarca
tenía derechos sobre Antofagasta de la Sierra, y que son:
 La Real Cédula de 16 de agosto de 1679, donde Antofagasta de la Sierra figuraba
dentro de la jurisdicción de la ciudad de San Juan de la Rivera de Londres.
 La merced del Peñón de Carachapampa y Antofagasta de la Sierra, la cual fuera
otorgada en Salta el 24 de Mayo de 1766. En dicha merced se afirmaba que esas
tierras son de la jurisdicción de San Fernando de Catamarca3.
A la vez, Maldones señalaba un acto de la provincia de Salta sobre Antofagasta de la Sierra
considerado como de usurpación. Según este autor, Salta había censado como propios, para el
censo de 1895, los parajes de Antofagasta, Pastos Grandes, Pastos chicos, Sey, Catúa y
Siberia. Al respecto decía:
“ No dudamos que el patriotismo de nuestros hermanos de Salta, justamente irritados con
la ocupación chilena de Pastos Grandes, creyese prestar un servicio eminente a la
república ejercitando un acto tan importante como es la operación censal en ese apartado
rincón de Catamarca; pero, por lo mismo, es de primordial interés para esta provincia
denotar que la de Salta, censando a Antofagasta de la Sierra, no ejerció acto de soberanía
provincial” 4.
Pero más allá de estas cuestiones jurisdiccionales, Maldones resalta una cuestión de otra
índole, que justificaría la incorporación de Antofagasta de la Sierra a Catamarca: su
importancia como zona de tránsito e invernada del ganado catamarqueño en camino hacia
Chile o Bolivia. Este tipo de consideración no suele realizaren en la literatura que busca
justificar ―derechos posesorios‖. En general, como se verá continuación, los argumentos se
basan en la enunciación de ―documentos probatorios‖, dejando de lado cualquier otra
consideración histórica o socioeconómica. Por Antofagasta de la Sierra pasaba la ruta
internacional que vinculaba a San Fernando del Valle de Catamarca con San Pedro de
Atacama. Allí se podía dejar pastar el ganado que se arriaba hacia Chile:
Antofagasta de la Sierra “ está edificado a la margen izquierda del río de Antofagasta
cuyas aguas regarían... cuatrocientas cuadras de las vegas muy extensas que rodean el
caserío y en donde pastan todo el año centenares de vacas y ovejas” 5
“ ...desde tiempo inmemorial los exportadores de ganado, del departamento Belén,
invernan allí sus tropas pagando diez centavos diarios por cabeza mular o asnal y veinte
por vacuno” 6

1
Cf. Maldones 1899.
2
Maldones 1899:5.
3
Maldones 1899:8.
4
Maldones 1899:7.
5
Maldones 1899:16.
6
Maldones 1899:17.

— 555 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Este informe está fechado el 10 de abril de 1899, menos de un mes después de haberse
resuelto la cuestión diplomática en la región, y prontamente fue publicado por el IGA. Acto
seguido, el gobierno de Catamarca sancionó, el 27 de abril de 1899, un decreto por el cual se
creaba una comisión compuesta por el propio Maldones y por Manuel Álvarez, por entonces
inspector de policía de la provincia, para que realicen una gira de reconocimiento de las
nuevas tierras incorporadas. El gobierno nacional intercedió prohibiendo a la provincia de
Catamarca tomar posesión de Antofagasta de la Sierra1. Finalmente, el 9 de enero de 1900 se
creó el Territorio de los Andes y meses después Antofagasta de la Sierra, el centro poblado
meridional más destacado en el sector de la región, se transformó en la cabecera del
―Departamento Sur‖ o ―Antofagasta de la Sierra‖.

Los probados derechos a la “Puna de Atacama” (II)


Pocos años antes de la división del Territorio de Los Andes, el historiador salteño Atilio
Cornejo sistematizó tanto para el caso de Tarija como para el de Atacama, y especialmente
del primero, toda la documentación que, desde su perspectiva, probarían los ―fundados
derechos‖ de Salta sobre esas regiones2. Aquí interesan sus argumentaciones con respecto a la
―Puna de Atacama‖ 3.
En 1938 Cornejo publicó dos breves artículos donde reúne algunos elementos que probarían
que ―Salta tiene el derecho geográfico de reivindicar su indiscutible derecho de provincia
andina‖ 4. El primer artículo era un informe solicitado por el Director de Obras Públicas 5. El
segundo, era una carta dirigida a Adolfo García Pinto6.
Los elementos probatorios que enumeraba eran los siguientes7:
1- Juicio testamentario de Don Nicolás Severo de Isasmendi donde se denuncia como
pertenencia del mismo la Hacienda Calchaquí cuyo límite al Oeste era la “ Cordillera de
los Andes”
2- Mapa de La Poma (sin fecha), que incluía las poblaciones de Pastos Grandes y Susques.
3- Juicio testamentario de Doña Ascensión Isasmendi de Dávalos, que permite saber que
pertenecían a la mencionada, campos en “ Hombre Muerto” , “ Ratones” y otros lugares de
la Puna de Atacama.
4- Plano de terrenos de San Antonio de los Cobres que eran propiedad de Fernando
Campero, levantados por un Comisionado de Salta.
5- Un Decreto del Gobernador Martín Güemes de 1858 reglamentando la extracción de
sal en San Antonio de los Cobres.
6- Un Decreto de 1889 del Gobernador Martín Gabriel Güemes declarando que las
salinas situadas en San Antonio de los Cobres pertenecen a la Provincia.
7- Una ley de 1889 aprobando una transacción en la Cuesta de Acay entre Fernando
Campero y el Fiscal Provincial.

1
Sánchez Oviedo 1942:24-25.
2
C o rnejo 1 93 4 , en p articular ―L ím ites argentino -bolivianos y d erecho s d e la P ro vincia d e S alta‖ p áginas 2 5 3 -
450.
3
Cornejo 1938a y 1938b.
4
Cornejo 1938b:66.
5
Cornejo 1938a.
6
Cornejo 1938b.
7
Cornejo 1938a:101-104.

— 556 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

8- La Ley 622 de cesión del Partido de San Antonio de los Cobres a la nación.
9- “ En 1816 la región de Atacama se adhiere a la Provincia de Salta” (Dr. Osvaldo
Magnasco “ La cuestión del Norte” Nº 156)
10- Campaña de Salta a Pastos Grandes en 1867 en contra del caudillo Felipe Varela
11- En Incahuasi tenía establecido sus trabajos mineros el gobernador de Salta Nicolás
Severo de Isasmendi.
12- Ley nacional 4059 aceptando la cesión de San Antonio de los Cobres.
13- Ley provincial de 20 Noviembre de 1869 creando el departamento de La Poma
14- “ El partido de Atacama se incorporó espontáneamente a Salta en el año 1816, que lo
gobernó hasta 1825, en que Bolivia se apoderó de ella en igual forma que Tarija. El
General Arenales, gobernador de Salta, la reclamó al General Sucre. Con posterioridad,
fue ocupada por Chile, en 1881” y cita “ docum entación respectiva a „L ím ites generales de
la P rov. de Salta‟, publicación oficial, año 1888, pago 49/62 ”
15- M. de Moussy en “ Descripción de la Confederación Argentina” dice que el
Departamento de Cachi se divide en cuatro distritos: San Antonio de los Cobres, Poma,
Payogasta y Cachi.
En tono de alegato, Cornejo le informaba a Eduardo Arias, Director de Obras Públicas,
“ Desde la época de la conquista Salta tuvo jurisdicción en el actual territorio de Los
A ndes… ” 1.
Según lo que se puede advertir de estas notas publicadas por Cornejo, y como ya se vio en el
capítulo tercero, la cuestión de la incorporación del Territorio de Los Andes a la provincia de
Salta estaba en discusión antes de la sanción del Decreto que concretó esta acción.
“ E n m i concepto… la G obernación de L os A ndes no es otra cosa que una parte del
departamento de Atacama, que perteneció a la Provincia de Salta desde la época del
Güemes (1816) hasta la de Arenales (1826) en que se apoderó Bolivia. En consecuencia,
Salta no hacía otra cosa que reivindicar lo suyo. No es, pues, como se cree, un obsequio
que se le hará a la Provincia. Por lo demás, dicha zona fue siempre comprensiva de Salta,
y no de Jujuy o Catamarca, simples tenencias que dependían de la Gobernación
Intendencia de Salta” 2.
“ … se quiere dar a Salta San A ntonio de los C obres y P astos G randes, que pertenecieron a
ella al formarse la Gobernación de Los Andes. De modo que, dándose Susques a Jujuy y
Antofagasta a Catamarca, resultan estas provincias las únicas beneficiadas en el reparto,
con el agravante… que son las únicas regiones que valen ” 3.
“ … resulta m uy cóm odo el „reparto‟ proyectado, quitando a Salta lo que fue suyo y lo que
nunca fue de Jujuy y de Catamarca; y en cambio, entregando a Salta sólo una parte de sus
pertenencias. Creo en consecuencia, que Salta no renunció a su jurisdicción y soberanía y,
si consintió en ceder sus derechos al Territorio Nacional de Los Andes, lógicamente,
desaparecido éste, aquellas deben retornar a su primitivo dueño y no, como se pretende, a
extraños” 4.
El elemento probatorio más importante, la incorporación espontánea de Atacama a Salta, no
está suficientemente documentado. Asimismo, la ―falta de méritos‖ de Jujuy y Catamarca,

1
Cornejo 1938b:59.
2
Cornejo 1938b:60.
3
Cornejo 1938b:62.
4
Cornejo 1938b:62-63.

— 557 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

también se debe a que estas provincias antiguamente formaron parte de la Intendencia de


Salta.
“ … se quiere dar a Salta San A ntonio de los C obres y P astos G randes, que pertenecieron a
ella al formarse la Gobernación de Los Andes. De modo que, dándose Susques a Jujuy y
Antofagasta a Catamarca, resultan estas provincias las únicas beneficiadas en el reparto,
con el agravante… que son las únicas regiones que valen ” 1.
“ estas… habrían ganado la lotería sin jugarla y recibido un territorio que jamás estuvo
bajo su jurisdicción. La historia es por demás elocuente sobre el peligro que significa
dividir territorios sobre el mapa, desde lejos y sin contemplar los antecedentes históricos,
geográficos y étnicos de los territorios y poblaciones que así se entregan. Para hacer
entregas parciales como se proyecta, más vale y conviene a Salta seguir como estamos,
puesto que toda la riqueza y el presupuesto de la Gobernación de Los Andes convergen
hacia Salta” 2.
En 1942, el ingeniero agrónomo catamarqueño Cornelio Sánchez Oviedo pronunció una
conferencia ante la Junta de Estudios Históricos de Catamarca. Este autor procuraba
demostrar que Catamarca tenía derechos no sobre toda la ―Puna de Atacama‖, sino solo sobre
el Departamento de Antofagasta de la Sierra. Para ello, al igual que Estanislao Maldones en su
artículo de 1899, menciona una Cédula de 1633, de definición de la jurisdicción de Londres y
que incluía a A ntofagasta de la S ierra, y otra C édu la de 1679 donde…
“ el Gobierno español resolvió... la traslación de Londres de Pomán al Valle de Catamarca
expidiendo la famosa Cédula Real del 16 de agosto de 1679” 3.
Esto se concretó en 1683 con la fundación de la ciudad de San Fernando del Valle de
Catamarca. Al igual que Maldones, Sánchez Oviedo menciona la merced de Antofagasta,
Peñón y Carachapampa como otro ―elemento probatorio‖. En la primera constitución de
Catamarca, de 1823, una vez alcanzada la autonomía provincial, se determinó que la
jurisdicción se ajustaría a los límites de la Real Cédula de 1679. No obstante, dos años
después de sancionada esta constitución, el ejército del Mariscal Sucre anexó Antofagasta de
la Sierra al territorio del Estado de Bolivia. Según Sánchez Oviedo, el propietario de la las
tierras de Antofagasta de la Sierra, Miguel Díaz de la Peña, heredero de la merced otorgada
durante el período colonial, aprobaba la anexión de ese territorio a Bolivia e incitaba a la
provincia de Catamarca a hacer lo mismo4.
En suma, como Maldones, Sánchez Oviedo sostenía que Catamarca tenía derechos sobre el
Departamento Antofagasta de la Sierra, en la medida que había formado parte de la antigua
jurisdicción de la ciudad de Londres, que posteriormente pasó a integrar la jurisdicción de
Catamarca. Desde Salta, en cambio, se argumentaba que Salta tenía derechos sobre todo el
Territorio de Los Andes, retrotrayéndose a un momento más cercano en el tiempo, al
momento en que la provincia había establecido un tenue control sobre el área de Atacama.

Los probados derechos a la “Puna de Atacama” (III)


El tema de los derechos sobre la ―Puna de Atacama‖ reaparece en la década de 1960. Por
entonces se había creado la Comisión Nacional de Límites Interprovinciales para resolver
numerosos litigios limítrofes aún pendientes entre diferentes provincias. En el caso de las

1
Cornejo 1938b:62.
2
Cornejo 1938b:67.
3
Sánchez Oviedo 1942:23.
4
Sánchez Oviedo 1942:24.

— 558 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

provincias de Salta y Jujuy existían cuatro zonas sin resolución definitiva. Una de ellas
correspondía a las Salinas Grandes, próximo a lo que antiguamente conformaba el Territorio
de Los Andes1. Fue entonces cuando la provincia de Salta procuró reavivar la cuestión de la
―Puna de Atacama‖, reclamando la incorporación de Susques y Antofagasta de la Sierra al
territorio provincial. En 1967, el gobierno de Salta envió a la mencionada Comisión, una nota
donde se decía:
“ ...la Provincia de Salta sostiene sus derechos sobre todo el territorio correspondiente a la
ex-Gobernación de Los Andes que no haya pertenecido antes de su creación a naciones
extranjeras (Chile o Bolivia) y a Catamarca y Jujuy ya que, conforme a la protesta obrante
en escritura que corre a fs. 940 al 941 del año 1943, la Provincia de Salta exige
corresponderle todo el territorio que antes no hubiera pertenecido a la Nación por
provenir de estados extranjeros limítrofes y que se hubiere desprendido de la Intendencia
de Salta para crear la ex-Gobernación de Los Andes” 2.
La Comisión respondió con otra nota, del 30 de abril de 1968, excusándose del asunto, ya que
Salta estaba haciendo una reivindicación de territorios y no una argumentación a favor de la
resolución de un litigio3.
Fue en este contexto que apareció en Jujuy una publicación de Eduardo Uriondo Tochón
sobre los límites entre Salta y Jujuy. Uriondo Tochón era jurista y había sido nombrado por el
gobernador de Jujuy para representar a la provincia ante la ―Comisión Bicameral‖ creada por
la ley 15.290 para entender en la cuestión de límites existentes entre las provincias de Jujuy y
Salta4. Como resultado de sus trabajos, en 1966 publicó su obra Límites Interprovinciales:
teoría general. Cuestión Jujuy-Salta 5.
Este autor argumentaba que los derechos de Jujuy sobre Susques se fundamentaban en que
―Cobres‖ había pertenecido a la encomienda de Campero. En otras palabras, que el
marquesado de Tojo o Yavi se extendía por toda la Puna jujeña, llegando hasta el caserío de
Cobres, y eso le daría coherencia a la incorporación de Susques al mismo territorio donde se
encontraba Casabindo y Cochinoca, que formaban parte del mismo marquesado. Citando al
propio Atilio Cornejo, Uriondo Tochón afirmaba:
“ La Puna, que pertenecía al marqués de Tojo o Yavi, por cualquier título (propiedad o
encomienda), al sud del arroyo de La Quiaca, estaba en territorio jujeño; esos terrenos,
como los explica Cornejo, llegaban hasta el cerro o nevado del Acai [sic]” 6.
La sección dedicada al litigio limítrofe en la ―Puna de Atacama‖ recibió poco espacio en la
publicación de Uriondo Tochón, en la medida que la mayor preocupación del gobierno jujeño
era las cuestiones pendientes en las tierra bajas, que eran vitales dentro de la economía
provincial.
Un año después de aparecido el trabajo de Uriondo Tochón, Luis Colmenares publicó un
artículo con el sugerente título de Argentina tuvo por límite el Océano Pacífico (desde
1816 hasta 1825)7. Durante este período, 1816 a 1825, el partido Atacama habría formado
parte de la Intendencia, después provincia, de Salta. Esta tesis es sostenida por Luis
Colmenares quien afirma:

1
D ‘A nd rea 1 9 9 6 :5 2 .
2
C itad o en D ‘A nd rea 1 9 9 6 :5 5.
3
D ‘A nd rea 1 9 9 6 :5 5 .
4
López Naguil 1986:19.
5
Uriondo Tochón 1966.
6
Uriondo Tochón 1966:179.
7
Colmenares 1967.

— 559 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ La espontánea incorporación de Atacama fue aceptada por la Intendencia de Salta. Las


autoridades de aquel partido quedaron subordinadas a las de Salta desde 1816, no
quedando la decisión de los atacameños como un mero pronunciamiento teórico sino como
una real y concreta incorporación” 1.
Pero en una nota a pie aclaraba:
“ No hemos encontrado documentación escrita relacionada directamente la incorporación
[sic] de Atacama a Salta pero como podrá observar en las páginas siguientes, cuántos se
refieren al tema coinciden en que tal incorporación tuvo lugar en 1816 y en que Salta
ejerció desde este año actos de gobierno” 2.
A tal fin menciona una serie de documentos que darían cuenta de la vinculación institucional
de Atacama con Salta, como una donación de oro hecha en 1820 por los mercaderes de
Atacama al gobierno de Salta, un registro de recaudación de impuestos de 1824, el
nombramiento de jueces en 1825 en San Pedro Atacama, en momentos que se había
determinaba la anexión de Atacama al territorio boliviano3. Con un tono patriótico, recordaba
a Atilio Cornejo y a Miguel Solá, quienes:
“ … tam bién han hecho expresas referencias a la posesión que tuvim os sobre A tacam a ” 4.
Las ―expresas referencias‖ de Cornejo ya fueron analizadas párrafos más arriba. Que también
había afirmado que Atacama había estado bajo jurisdicción de Salta fue Miguel Solá, en su
contribución a la Historia de la Nación Argentina de 1947. Describiendo la
―desmembración de la Intendencia de Salta‖ se refería a Atacama en estos términos:
“ Este partido se había incorporado voluntariamente a la provincia de Salta en 1816; pero
en 1825 el general Sucre reclamó del gobierno salteño su devolución; y sin esperar la
respuesta de las autoridades de Salta, el general Miller hizo expulsar de Atacama al
subdelegado salteño posesionándose así el A lto P erú de dicho territorio… C hile, por
medio de las armas, ocupó en 1884 el departamento de Atacama, no obstante los derechos
que sobre él tenía la República Argentina” 5
La idea de que los vecinos de Atacama se habían sometido transitoriamente a la autoridad
salteña también es sostenida por Lautaro Núñez Atencio, aunque matizada:
“ … los salteños que ya habían perdido Tarija aspiraban conectarse al Pacífico; como
A tacam a en la práctica era parte de su nueva jurisdicción „libertaria‟, se estableció una
protesta oficial. Es más, se llegó a solicitar algo así como un plebiscito para que los
propios atacameños optaran por la decisión más acertada. El mismo Sucre estaba al tanto
de que las autoridades argentinas enviaban agentes para concienciar a la población,
atrayéndola con un argum ento valioso: se prohibiría el tributo llam ado „indigenal‟ que
tanto sacrificio costaba a la población atacameña. La fuerza de liberación era poderosa y
Sucre tranquilizó los ánimos salteños por el momento, con cierta amenaza de intervención
militar” 6.
Más allá de todas estas argumentaciones, lo cierto es que entre 1900 y 1943 el Territorio de
Los Andes se fue construyendo como una entidad ligada estrechamente al territorio salteño.
Cuatro décadas de intervención del Estado argentino, por insignificantes que parezcan,
consolidaron al corredor que conectaba a Salta con el Pacífico a través de los pasos de

1
Colmenares 1967:27.
2
Colmenares 1967:27.
3
Colmenares 1967:27-28.
4
Colmenares 1967:44.
5
Solá 1947:366-367.
6
Núñez Atencio 1992:177.

— 560 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

Socompa y Huaytiquina. Este corredor tenía una infraestructura sobredimensionada para el


volumen de carga transportada, que incluía una carretera y el ferrocarril trasandino Salta-
Antofagasta. En 1943 Salta incorporó la porción del Territorio de Los Andes que tenía la
mejor dotación de infraestructura. Para el gobierno de esa provincia el problema de la
conexión física ya estaba resuelto, faltaba redefinir, en todo caso, el lugar que ocuparía el
departamento de Los Andes dentro del esquema regional salteño. La organización que había
adoptado el Territorio de Los Andes fue en gran medida un resultado directo de la
preeminencia que Salta había tenido sobre esa entidad. Por eso, a pesar de la división de 1943,
por varias décadas y aún hasta la actualidad San Antonio de los Cobres siguió siendo el
principal polo de todo el ex Territorio de Los Andes1. Estas cuestiones nunca fueron tratadas
por la historiografía tradicional salteña y catamarqueña.

Los probados derechos a la “Puna de Atacama” (IV)


El trazado limítrofe entre los departamentos Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra en el
Territorio de Los Andes se había establecido tomando como hitos a cuatro cerros, unidos por
tres líneas rectas. En dirección oeste-este, se trata de los cerros de Azufre o Lastarría,
Archibarca, Ratones e Incahuasi. Hacia mediados de 1980 se descubrieron reservas de litio en
la cuenca del Salar de Hombre Muerto, que inicialmente se extraía a través de Salta. El
gobierno de Catamarca consideró que le correspondía la renta minera e implementó medidas
orientadas a impedir el transporte del mineral a través de Salta2. Esta fue una nueva ocasión
para poner en tela de juicio la ―soberanía‖ de las otras provincias sobre la ―Puna de Atacama‖,
generando nuevos discursos alegatorios.
En 1985 María Inés Garrido, desde el Instituto Güemesiano, publicó un artículo donde
reproduce, en buena medida, los argumentos de Cornejo y Colmenares3. Un refrito del trabajo
de Colmenares de 1967 fue publicado en 1987, en un artículo de Santiago Fleming 4. Tiempo
después, Félix Brizuela del Moral, en 1997, propone su alegato sobre los derechos de
Catamarca sobre la ―Puna de Atacama‖, aunque solamente sobre la porción sur, el
departamento de Antofagasta de la Sierra, como es tradicional en la historiografía
catamarqueña5. Esta cuestión fue retomada por el autor en un trabajo posterior, donde estudia
la historia de la Merced de Antofagasta de la Sierra6.
Según Brizuela del Moral, el trazado del límite del departamento de Antofagasta de la Sierra
dictado por el decreto de 1904, dentro del Territorio de Los Andes, se basaba en los límites
históricos de la jurisdicción de Londres, que posteriormente pasaron a ser los de Catamarca.
Este autor, con un discurso similar al de los negociadores de límites de fines del siglo XIX,
planteó una serie de hechos aparentemente ―objetivos‖ que prueban la jurisdicción de la
provincia de Catamarca sobre Antofagasta de la Sierra. Los argumentos son:
 Jurisdiccional de la ciudad de Londres. La última fundación de Londres se produjo
con el ―auto de jurisdicción dictado por Jerónimo Luis de Cabrera el 17 de septiembre

1
Munné 1978.
2
Kirbus 2004:61-63.
3
Garrido 1985.
4
Fleming 1987.
5
Cf. Brizuela del Moral 1997.
6
Brizuela del Moral 2003:181-183.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

de 1633 en la ciudad de Londres de Pomán‖ 1. En el texto de este documento, que


Brizuela del Moral reproduce, se incluía Antofagasta e Incahuasi.
 El 5 de julio de 1683 se funda la Ciudad de San Fernando, que incluye la jurisdicción
de Londres e ―incluía la vieja jurisdicción de Londres y por lo tanto Antofagasta de la
Sierra‖ 2
 La merced de ―Antofagasta y el Peñón de Carachapampa‖, que fuera otorgada a Luis
José Días por el entonces gobernador de Tucumán, con asiento en Salta, Juan Manuel
Fernández Campero, donde se explicitaba que Antofagasta quedaba en la jurisdicción
de Catamarca3.
 El mayorazgo de Huasán, que se mantuvo durante el siglo XIX y XX, e incluía
Antofagasta de la Sierra, perteneciente a Díaz de la Peña.
 Tomando en consideración la organización eclesiástica, este autor considera como otro
elemento probatorio la jurisdicción del curato de Londres que, según una descripción
del año 1692 ―abarcaba todo el oeste catamarqueño, los actuales departamentos de
Belén, Andalgalá, Santa María, Pomán, Tinogasta y Antofagasta de la Sierra‖ 4.
C on esta docum entación, según el autor…
“ … queda acabadam ente probada la tradición inm em orial de la pertenencia del territorio
de Antofagasta de la Sierra, conocida antiguamente como región de indios Atacamas o
simplemente como región de Atacamas... a la jurisdicción de Londres y luego a la
jurisdicción de San Fernando del Valle de Catamarca, como figura en el mapa de Baltasar
de Castro del siglo XVIII y en el mapa histórico de las jurisdicciones de Londres y
Catamarca de 1888 publicado por Lafone y Quevedo” 5.
Eduardo Holmberg (h) también había considerado, refiriéndose a Antofagasta de la Sierra,
que había sido ―propiedad de Catamarca‖ basándose en la obra Londres y Catamarca de su
contemporáneo Lafone Quevedo6. Brizuela del Moral considera que la inclusión de
Antofagasta de la Sierra en la jurisdicción del Estado de Bolivia, avasalló la soberanía de
Catamarca. La provincia de Catamarca alcanzó su autonomía en 1820 cuando al separarse de
Tucumán y dictó su primera Constitución, en 1823, dos años antes de que Bolivia
―avasallara‖ la jurisdicción provincial, aún en definición.
“ Cuando las topas bolivianas recuperaron Tarija y el partido de Atacama, extendieron su
acción hacia la Puna catamarqueña, ocupando Antofagasta de la Sierra desde 1825 hasta
1879 ante la mayor indiferencia del gobierno nacional. En 1879 se inició la denominada
„G uerra del P acífico‟ y C hile ocupó la región, situación que se extend ió hasta 1899
cuando por laudo arbitral se devolvió a Argentina parte del territorio ocupado por Chile y
que correspondía a las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca” 7.
Este párrafo es interesante porque el autor sugiere diferentes cuestiones:
 Al afirmar que las tropas bolivianas ―recuperaron Tarija y el partido de Atacama‖
estaría dando por supuesto que esos territorios, en los términos de este autor, ―le

1
Brizuela del Moral 1997:78.
2
Brizuela del Moral 1997:82.
3
Brizuela del Moral s/f:78.
4
Brizuela del Moral 1997:85.
5
Brizuela del Moral 1997:94.
6
Holmberg 1900:37. Cf: Lafone Quevedo 1888.
7
Brizuela del Moral 1997:91.

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C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

pertenecían‖ a la Argentina y que estaban ―ocupados‖. Quien estaba ocupando


Atacama, se puede suponer, sería Salta.
 Al extender su acción desde el partido de Atacama, cuya delimitación no explicita,
Bolivia extendió su acción hasta la ―Puna catamarqueña‖. Lo que habría que preguntar
es cuál era el territorio que controlaba efectivamente el gobierno de Catamarca en
1825, una entidad que todavía se encontraba en el más absoluto caos institucional
como consecuencia de las recientes guerras de Independencias y de las posteriores
guerras civiles. La primera constitución catamarqueña data de 1823. ¿qué acuerdo de
límite había establecido Catamarca?
 Los terrenos de la ―Puna de Atacama‖ correspondían a las provincias de Jujuy, Salta y
Catamarca. Según la interpretación de Brizuela del Moral, en el momento que se
definió el límite entre la Argentina y Chile, ―las provincias de Catamarca, Salta y
Jujuy se aprestaban a tomar posesión de sus respectivos territorios‖ pero ―el Poder
Ejecutivo Nacional, presidido por el general Roca, federalizó la Puna argentina con el
nombre de Gobernación de Los Andes‖. En este caso, con cierta demagogia, atribuye
a Jujuy intenciones que no es claro que haya tenido, ya que en ningún documento
consta que el gobierno jujeño interpusiera algún reclamo sobre esas tierras, al menos
hasta donde se pudo saber. Recién en el trabajo de Uriondo Tochón, ya comentado,
aparece una mención, pero se refiere sobre todo a los terrenos cercanos a las Salinas
Grandes, que Jujuy disputaba con Salta.
Para Brizuela del Moral, con el decreto del 21 de septiembre de 1943, con el que se estableció
la división de la Gobernación de Los Andes, se produjo ―el retorno de los territorios a sus
respectivas provincias de origen‖.
“ A sí recuperam os nuestra antigua „región de A tacam a‟, que pasó a constituir el
departam ento A ntofagasta de la Sierra… ” 1.
Las expresiones de este historiador son por d em ás confusas: ¿C uál es ‗nu estro antigua región
de A tacam a‘?
En 1999 María Inés Garrido presentó en un Congreso de la Academia Nacional de Historia su
versión sobre los derechos que la provincia de Salta tiene sobre todo el extinto Territorio de
Los Andes2. Otro artículo donde se hace referencia a la ―incorporación‖ y posterior ―pérdida‖
de Atacama se realizó en co-autoría por Luis Colmenares, María Inés Garrido y Lilia Pérez 3.
Garrido utiliza el término ―despojo‖ para dar cuenta de la supuesta pérdida territorial de los
departamentos de Antofagasta de la Sierra y Susques, que pasaron a integrar los territorios de
las provincias de Catamarca y Jujuy4. Como toda la historiografía provincialista salteña, busca
busca la explicación de los ―derechos‖ en diferentes documentos ―probatorios‖, estableciendo
una continuidad histórica entre las entidades coloniales con las del moderno Estado nacional.
Para ello, la autora recurre a una considerable cantidad de documentos que demostrarían tales
derechos, cuya enumeración sería harto tediosa.
La incorporación del partido de Atacama a la provincia de Salta, habría tenido lugar en el
contex to de las guerras d e Independ encia. S egún la versión de G arrido…
“ Tras seis años de guerra sostenida, el 9 de Julio de 1816 se rompieron los últimos lazos
con España, al declararse la independencia y ese mismo año, el Partido de Atacama se

1
Brizuela del Moral s/f:79.
2
Garrido 1999.
3
Colmenares, Garrido y Pérez 1998:81-81.
4
Garrido 1999:1.

— 563 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

separaba de la Intendencia de Potosí... y se incorporaba a la de Salta, atraída por el


prestigio alcanzado por Güemes, reconocido ya pos sus contemporáneos como un
benemérito de la Patria...
“ El Partido o Sub-delegación de Atacama... No obstante su geografía desértica guardaba
recursos minerales cuantiosos y la importancia que revestían sus 400 kilómetros de costa
sobre el Océano Pacífico entre los paralelos 21º y 25º de latitud sur.
“ La incorporación se concretó por resolución voluntaria de sus pueblos y autoridades
buscando la protección que Güemes... podía brindarles” 1.
Luego, la autora enumera una serie de hechos que demuestran la jurisdicción y posesión de
Salta sobre Atacama: un donativo que los moradores de San Pedro de Atacama le hicieron a
Güemes en 1820 y una acción de la Junta de Representantes de Salta en relación a la
recaudación de derechos. Finalmente, Atacama y Tarija fueron anexadas a Bolivia, por la
acción efectiva del ejército de Sucre, con el beneplácito de las autoridades de Buenos Aires.
Por eso, desde la mirada de la historiografía tradicional salteña, buena parte de la
responsabilidad por la ―pérdida‖ de Atacama le cupo al ―Gobierno Nacional‖.
“ ...desde 1816 y hasta 1825, Salta y a través de ella la Argentina, habían tenido acceso al
Océano Pacífico y esa posibilidad, con lo que ella encierra, se la había brindado Güemes.
“ Güemes, Gorriti, Zuviría, Arenales y otros muchos salteños defendieron –en el campo de
batalla y en la diplomacia- tan preciada posesión perdida en 1825.
“ El 1º de enero de 1826, Cobija fue habilitado como el puerto mayor del nuevo estado:
Bolivia. Ya estaba perdido para nuestra patria
“ Salta y sus hombres, no por ello renunciaron al Pacífico y lo que había sido una realidad
se convirtió en un anhelo centenario” 2
De esta manera el criterio de autodeterminación como forma de incorporarse un sujeto
colectivo a un cuerpo político, en este caso el Partido de Atacama a la provincia de Salta, es
considerado como válido. En esto se apoya el argumento de los historiadores ―guemesianos‖
para considerar que ―todo‖ Atacama es una parte ―desmembrada‖ del territorio salteño. En
cambio, la misma tentativa dada por Tarija con respecto a Bolivia es considerada una traición
hacia Salta, como también lo sugería Atilio Cornejo3. En su artículo de 1999, después de
enumerar y analizar sucintamente la documentación ―probatoria‖ del ―despojo‖, Garrido
concluye:
“ La provincia de Salta espera una solución consensuada entre las partes, sólo así se
garantiza la convivencia armónica definitiva” 4.
Es así como esta autora, al igual que otros autores de esta tendencia, asume como propio el
discurso oficial salteño, donde se les otorga a los Estados provinciales vecinos actitudes
deshonestas.
Yendo nuevamente al caso de la provincia de Jujuy, puede afirmarse que prácticamente no se
registraron acciones pro-incorporación de una fracción del Territorio de Los Andes, anterior a
1943. En 1899 el gobierno de Catamarca había nombrado autoridades en Antofagasta de la
Sierra y el de Salta en Pastos Grandes. No ocurrió lo mismo en el norte de la región. A pesar
de la proximidad de Susques al territorio jujeño, no hay evidencias de ninguna acción llevada

1
Garrido 1985:83.
2
Garrido 1985:89.
3
Cf. Cornejo 1937:253-450.
4
Garrido 1999:14.

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C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

adelante por el gobierno jujeño tendiente a su incorporación. En este caso, quien seguía
interviniendo era Bolivia:
“ En Coranzulí, Pairique Chico, Pairique Grande, etc. dominaban las autoridades
provisorias establecidas por el Gobierno de la República de Bolivia, habiendo... sido
reemplazadas por esta Gobernación” 1
Como ya se mencionó, en el capítulo tres, la influencia ejercida por Bolivia había generado un
incidente jurisdiccional en los primeros años de la gobernación, cuya difusión alcanzó los
periódicos de la capital argentina2.
Otra diferencia del caso jujeño con respecto al catamarqueño y al salteño, es la ausencia de un
relato alegatorio en las reconstrucciones historiográficas referidas a Susques. El texto de
Uriondo Tochón responde a ese registro, en la medida que fue redactado por un jurista a
pedido del gobierno provincial para demostrar ante el Congreso Nacional la pertenencia
jujeña de terrenos disputados con Salta. Otros trabajos con perspectivas historiográficas que
pueden denominarse ―tradicionales‖, como por ejemplo los del diputado provincial y
periodista de Abra Pampa Leopoldo Abán, tampoco ofrecen un relato alegatorio en el
momento en que se refiere a Susques3. En Salta, en cambio, ha predominado, a la hora de
hacer referencias a Atacama, un discurso alegatorio, basado en el nacionalismo territorial.
En el Compendio de historia y geografía de Salta, Fernando Figueroa expone largamente el
―desmembramiento‖ del territorio salteño (ver Mapa 7.1). La ―teoría del desmembramiento‖,
es muy potente en la historiografía salteña. El proceso de formación territorial de la provincia
de Salta es presentado como una secuencia de pérdidas y renunciamientos frente al
expansionismo de Bolivia o Chile, el autonomismo de jujeño y la negligencia del gobierno
nacional. La tensión por los reclamos territoriales se establece simultáneamente con las
provincias linderas, con los países linderos y con el gobierno federal. Así, Fernando Figueroa
presenta la historia territorial de la provincia con la consabida metáfora antropomórfica del
desmembramiento, que comienza con el derrotero de la Intendencia de Salta del Tucumán:
“ En 1814, el Director Posadas decretó el fraccionamiento de este enorme y rico territorio
creando las provincias de Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y Salta. Esta última
abarcaba su actual extensión más la de Jujuy, el occidente de Chaco y Formosa y una
fracción del Paraguay, perdida ya en 1811.
“ En 1816 el territorio de Atacama se separó de la Gobernación de Potosí y se incorporó,
por propia decisión, a la provincia de Salta, con lo que ésta extendió su jurisdicción hasta
las costas del Pacífico, sumando unos 650.000 km2 de extensión y un floreciente puerto:
Cobija. Pero, en 1825, al crearse la República de Bolivia, Atacama volvió a su antigua
jurisdicción para integrar el nuevo estado independiente, sin que Buenos Aires haya hecho
esfuerzo alguno para apoyar los reclamos de Salta sobre tan envidiable salida al mar. Ese
mismo año, por disidencias con Buenos Aires, Tarija se separó de las Provincias Unidas
para incorporarse a Bolivia; pero, por gestiones del gobierno de Salta, en abril de 1826,
Tarija vuelve a reunirse con ésta; mas, los desaciertos de Rivadavia, hacen que Tarija se
separe definitivamente de las Provincias Unidas y se integre con Bolivia en agosto de ese
mismo año.
“ En 1834, viejos antagonismos entre salteños y jujeños culminaron en una acción armada,
cuyo resultado –adverso a Salta- fue la proclamación de Jujuy como nuevo estado
autónomo de la Confederación Argentina...

1
Daniel Cerri en: MI, Memoria de 1899:425.
2
Ver Delgado 2003.
3
Cf. Abán 1990:145-167.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ Finalmente, en 1884, al crearse los territorios nacionales de Chaco y Formosa, Salta fue
sacrificada nuevamente con parte de sus llanuras orientales; y en 1900 se desprendió de
otra parte para dar lugar a la nueva Gobernación de Los Andes.
“ Pero en 1943 Salta vuelve a recuperar una parte del antiguo territorio de Atacama, al
disponer el gobierno nacional el fraccionamiento de Atacama, al disponer el gobierno
nacional el fraccionamiento de la Gobernación de Los Andes entre las provincias de Jujuy,
Salta y Catamarca, correspondiendo a Salta la extensión que hoy constituye el
departam ento de „L os A ndes‟ con 25.000 kilóm etros cuadrados” 1.
De esta extensa enumeración se deduce que el ―desmembramiento‖ significó la ―amputación‖
de: Atacama (que en parte se habría recuperado en 1943), Tarija, partes de las actuales
provincias de Formosa y Chaco, una parte de la actual República de Paraguay y la provincia
de Jujuy.
En la Historia de Jujuy, dentro de la misma colección, Emilio Bidondo hace referencia, en
cambio, al ―desmembramiento‖ del Territorio de Los Andes:
“ La provincia de Jujuy está ubicada en el extremo N. de la región andina del país, con una
superficie inicial de 44.020 kilómetros cuadrados, a los que habrían de sumárseles, en
1943, los 9.199 del Departamento de Susques, que pasó a integrar su territorio por el
desmembramiento del Territorio Nacional de Los Andes, repartido entre Jujuy, Salta y
Catamarca; con lo que su superficie actual es de 53.219 km2” 2
En un mapa que incluye en esta obra (ver Mapa 7.2), en el epígrafe se puede leer:
“ La parte rayada corresponde al Departamento de Susques, que por ley del Poder
Ejecutivo Nacional de fecha 21 de septiembre de 1943, pasó a jurisdicción de Jujuy, al
disolverse la Gobernación de Los Andes” 3
A diferencia de la historiografía salteña y catamarqueña no acude a términos tales como
―despojo‖, ―reincorporación‖, ―recuperación‖ o ―derechos históricos‖.
En otros autores jujeños, de todas formas, puede advertirse cierta tentativa por naturalizar la
incorporación. Teodoro Saravia en su Geografía de la provincia de Jujuy, de 1960, en la
sección ―Caracteres generales‖ dice:
“ E l departam ento de Susques… . P or su situación y dem ás características resulta parte
integrante de lo que se denomina la Puna Jujeña” 4
En ningún pasaje menciona a la ―Puna de Atacama‖. De todas formas, antes de esa
presentación fisiográfica, Saravia había hecho mención del contexto de división del Territorio
de Los Andes, en 1943, y de la anexión de Susques, utilizando la expresión ―nuevo
departamento‖. Otro autor, Antonio Paleari, en su Diccionario Toponímico Jujeño rastrea de
esta forma el significado de ―Susques‖:
“ SUSQUES: DEPARTAMENTO fronterizo; localidad cabecera del mismo. Puede ser
desliz en piso resbaloso. Hay quien afirma que si proviene de SUSKHUK, puede significar
como alguien que se introduce furtivamente en alguna parte y si deriva de SHUSHCU se
refiere al último hijo. El benjamín de la provincia; también de la Nación en su momento.
Cualesquiera de las versiones puede ser lógica en relación al lugar. También es
interesante consignar que SUKHA significa, en quichua, crepúsculo vespertino, la hora en
que el sol se pone. Es precisamente la ubicación del departamento en relación a la

1
Figueroa 1977:43.
2
Bidondo 1980:17.
3
Bidondo 1980:Anexo 4.
4
Saravia 1960:333.

— 566 —
C ap ítulo fin al. P rovin cializació n de la “ P un a de A taca m a ”

provincia. Además, las altas cumbres andinas apresuran, con sus sombras, el anochecer.
Preferimos esta versión” 1.

Mapa 7.1. F orm ación d el T erritorio p rovin cial salteñ o: “el d esm em b ram ien to”.

Fuente: reproducido de Figueroa 1977.

Mapa 7.2. Formación del Territorio provincial jujeño.

1
Paleari 1981:148.

— 567 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Fuente: reproducido de Bidondo 1980.

Así, el autor deja deslizar significados que remiten al presente del ―Departamento de
Susques‖, como parte integrante de Jujuy, omitiendo o desconociendo posibles significados
que lo vinculen con el pasado colonial, o con Atacama.
Como comentario final, se puede anotar que prácticamente en toda la literatura que discutió la
pertinencia o no pertinencia de la incorporación de partes o la totalidad de la ―Puna de
Atacama‖ a una o a las varias provincias, están ausentes consideraciones básicas del tipo:
¿para qué incorporar estos territorios? En ningún momento Sánchez Oviedo o Brizuela del
Moral se interrogan sobre otro tipo de vinculación de la población de Antofagasta de la Sierra
con la de Catamarca. Cornejo, Colmenares o Garrido nunca reflexionan sobre la suerte de la
población de la ―Puna de Atacama‖ desde que formó parte de la provincia de Salta.
Paradójicamente, fue en Jujuy, y particularmente en la Universidad Nacional de Jujuy, desde
donde se han realizado los más importantes esfuerzos por reconstruir la historia, la geografía y
la etnografía de la ―Puna de Atacama‖, a través de la arqueología, la historia, la geografía y la
antropología, tanto por la reedición de obras de viajeros como por la implementación de
programas de investigación.

— 568 —
Conclusiones

Geografía histórica de un
territorio andino en el contexto
de un país pampeano
— 570 —
Conclusiones

Geografía histórica del Territorio de Los


Andes
La investigación se propuso reconstruir el proceso de emergencia, organización y
desaparición del Territorio de Los Andes. Considerando el proceso institucional, la historia de
esta entidad se limitaría al período 1900 a 1943, marcado por el año que se legisló sobre su
creación (1900) y que se decretó su desaparición (1943). Pero el proceso territorial que
involucra a esta entidad geohistórica excede esos límites.
El proceso de emergencia del Territorio de Los Andes, como unidad espacial diferenciada, se
había iniciado tiempo atrás. El primer antecedente se ubica en 1884, cuando el área donde
posteriormente se crearía este Territorios Nacionales fue formalmente incorporada al territorio
chileno (desde 1888 dentro de la provincia de Antofagasta), como resultado de la expansión
territorial de ese país hacia el norte, tras la Guerra del Pacífico, una vez pactada la paz con
Bolivia. P or entonces la ―P una de A tacam a‖ co m enzaba a diferenciarse, com o área, en las
clasificaciones de regiones naturales dentro del nuevo territorio chileno. El segundo
antecedente fue la cesión que Bolivia hizo a la Argentina de esa misma área en 1889,
mediante un acuerdo bilateral, sin el consentimiento del gobierno de Chile. Desde entonces,
las cordilleras de Atacama se transformaron en una entidad territorial, una construcción
geopolítica disputada por Chile y la Argentina, con la participación de Bolivia. El tercer
antecedente, el más significativo, de 1899, fue el Laudo Buchanan, que determinó qué porción
de ese territorio en disputa quedaría dentro de la Argentina y qué otra dentro de Chile. Al año
siguiente, en 1900, el gobierno argentino erigía el Territorio de Los Andes y desde entonces
comenzaba el proceso de construcción territorial de esa entidad en sus dimensiones funcional
y simbólica.
El año 1943, por otra parte, marca el fin de esta entidad como aparato institucional y unidad
territorial. Fue entonces cuando el gobierno nacional determinó la disolución de la
Gobernación de Los Andes y su división territorial en tres partes, que se incorporaron a las
provincias linderas. En suma, el proceso territorial considerado excede los límites temporales
considerados a priori, e involucra un proceso evolutivo previo y uno posterior, que sólo en
parte fue considerado en esta investigación.
Considerando lo anterior, el estudio geohistórico del Territorio de Los Andes realizado
ofreció tres grupos de conclusiones. El primer grupo surge de analizar los contextos
geohistóricos en los cuales se encontraba Los Andes. En otros términos, que posición ocupaba
el mismo dentro de otras entidades regionales o territoriales. El segundo grupo parte de
considerar las particularidades del caso, como proceso territorial, en el contexto general de la
Argentina. Esto equivale a pensar al caso más estrictamente como una de las partes en que se
dividía el mapa argentino, en términos políticos, económicos y socioculturales. El tercer
grupo de conclusiones, finalmente, contempla los elementos que le otorgan identidad a esta
entidad geohistórica, como unidad regional. En definitiva, qué particularidades ofrece el caso
como proceso de conformación regional. Luego de presentadas estas conclusiones, que surgen
del desarrollo de la tesis, se presentarán una serie de cuestiones que fueron tratadas en forma
parcial. La investigación permitió una primera aproximación a esas cuestiones, pero su
tratamiento requiere de investigaciones específicas que deberían realizarse en el futuro.

— 571 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Posiciones del Territorio de Los Andes


Cuando el Territorio de Los Andes se creó institucionalmente existían ciertas organizaciones
territoriales y articulaciones regionales dentro de las cuales se insertó. Durante las últimas dos
últimas décadas del siglo XIX, producto de la reorganización generada por la conquista
territorial chilena posterior a la Guerra del Pacífico, se había acelerado el proceso de
definición limítrofe en el altiplano andino, en la etapa de consolidación de la organización
territorial de los Estados del Cono Sur. En ese esquema, el Territorio de Los Andes cumplió
una función específica, desde el punto de vista institucional: era un dispositivo que
garantizaba el ejercicio directo de la territorialidad estatal nacional argentina, a través de una
división política de primer orden, no autónoma, una Gobernación, en un área de reciente
incorporación y zona fronteriza, en contacto con Chile y Bolivia. De todas formas esa frontera
tripartita, después del conflicto por el control del salitre atacameño, no fue escenario de
nuevos enfrentamientos bélicos, y el área pronto se pacificó. Fuera de estas cuestiones
atenientes al proceso de diferenciación territorial de Argentina, Bolivia y Chile en el altiplano
andino, el Territorio de Los Andes quedó ubicado en el interior de una región funcional que
involucraba áreas pertenecientes a los tres países, que aquí se denominó región circumpuneña.
Además, constituyó una de las tantas divisiones políticas en las que quedó divido el altiplano
andino, en general, y la Puna argentina, en particular.
Punto tripartito entre la Argentina, Bolivia y Chile. La incorporación a la Argentina de las
tierras dond e se organizó el T erritorio de L os A n des, la ―P una de A tacam a‖, se produjo en el
contexto de las disputas geopolíticas decimonónicas finiseculares entre los Estados del Cono
Sur. La Argentina, Bolivia y Chile se encontraban hacia la década de 1870, y especialmente el
primero y el tercero, en aceleradas empresas de expansión de las fronteras, incorporando
terrenos que hasta entonces controlaban las sociedades indígenas o Estados vecinos.
L a situación conflictiva en la ―P una de A tacam a‖ derivaba d e dos procesos que conflu yeron.
El primero es el proceso general de fijación de límites que los gobiernos de Argentina, Bolivia
y Chile habían iniciado a mediados del siglo XIX, y que se aceleró a partir de 1879, como
consecuencia de la Guerra del Pacífico y de las campañas militares sobre la Patagonia y el
Chaco. En segundo lugar, el antecedente más específico en la formación del Territorio de Los
Andes, pero que se instala en las negociaciones generales por la fijación de límites, en el
contexto de diferenciación territorial entre los tres Estados, remite al proceso iniciado con la
firma del Pacto de Tregua entre Chile y Bolivia, cuando se abrió un período de interpretación
de los derechos dominiales sobre un área que progresivam ente se fu e etiquetando ―P una d e
A tacam a‖. E se proceso d uró una d écad a y fin alm ente en 1899 se acordó la fragmentación de
esa área. Así, la incorporación de la parte oriental de ese territorio a la Argentina puede leerse
como un corolario de la Guerra del Pacífico, en el proceso de reorganización territorial abierto
por esa contienda, que no vino sino a generar un nuevo frente de conflicto en el contexto
general de competencia territorial generada entre dos de los países del Cono Sur con la
política más expansiva, durante la segunda mitad del siglo XIX: la Argentina y Chile. La
diplomacia de ambos países garantizó una resolución pacífica de las diferencias, en todo el
espacio cordillerano. En el caso de la Puna de Atacama, esto derivó en la anexión a la
Argentina de una parte significativa del territorio disputado, que desde entonces sería el área
ubicada en la triple frontera, en el extremo noroeste, andino, de este país pampeano.
Territorio Nacional en la frontera argentino-chilena. El Territorio de Los Andes se creó en
la etapa de consolidación del Estado argentino y de estabilización en su configuración y
organización territorial. Como Territorio Nacional, Los Andes fue una más entre las diez
unidades que tenían el mismo estatuto político-administrativo y, dentro de este conjunto,
constituyó una de las dos partes en las que se dividió la administración pública y la narrativa
sobre la geografía del país: las Gobernaciones y las Provincias. Dentro de los Territorios
Nacionales, ocupaba la posición noroccidental.
— 572 —
Conclusiones

Como los demás, el Territorio de Los Andes se creó en terrenos de reciente incorporación. Se
trataba de un dispositivo institucional que garantizaba el control directo del Poder Ejecutivo
Nacional en una zona que se podía transformar en potencial escenario de conflicto,
especialmente en 1900, año de su creación, cuando la Argentina y Chile se encontraban en
plena carrera armamentista, ocasionada por las diferencias en el trazado limítrofe al sur del
Paso de San Francisco, agravada por el diferendo de la Puna de Atacama. La opción de crear
un Territorio Nacional, inmediatamente a su incorporación a la Argentina, en lugar de
anexarlo a las tres provincias linderas, fue impulsada por la administración del presidente
Julio Roca. Como en casos anteriores, los primeros funcionarios nombrados al frente de la
Gobernación eran militares en ejercicio, de alto rango, allegados al círculo más próximo al
presidente de la Nación, como Daniel Cerri y Nicolás Menéndez, con amplia experiencia
adquirida en las campañas militares contra las sociedades indígenas. Pero pasado el peligro
bélico, la franja fronteriza ubicada al norte del paralelo 26º de latitud sur, no constituyó más
una región conflictiva en las relaciones argentino-chilenas. Prueba de ello, es que la
Gobernación no fue ocupada en lo sucesivo por un militar en actividad, sino por integrantes
de la elite o los sectores medios de la sociedad salteña, que perseguían otros intereses.
Además, aquí, como en el resto de la cordillera, primó el principio de cordillera libre en el
comercio ganadero, por lo que tampoco era necesario que el territorio se transformase en una
zona de control a las movilidades. Sólo hacia fines de la década de 1930 comenzaron a
implementarse algunos dispositivos de control a la circulación, con el establecimiento de la
Gendarmería Nacional, en el proceso de configuración de los respectivos mercados
nacionales, argentino y chileno, y en el inicio del proceso de militarización del aparato estatal
de gobierno.
Así, el Territorio de Los Andes se ubicaba en una frontera en formación, que recién hacia
fines de la década de 1930 se fue transformando en un sistema orientado a restringir, controlar
o afectar las movilidades transfronterizas.
Eslabón dentro de la región circumpuneña. Como cuestión general, la historia de la
formación territorial argentina, especialmente de su porción noroeste, no puede obviar los
episodios de la Guerra del Pacífico, en la medida que fue el detonante de un proceso de
reorganización de gran envergadura, no solo institucional, sino también funcional. Las
transformaciones institucionales, y sobre todo el trazado de los nuevos límites, no supusieron
la desarticulación regional o la desaparición inmediata de algunas dinámicas espaciales que se
habían conformado a lo largo del siglo XIX, e inclusive antes, y que ponían en contacto a
pueblos y ciudades ubicadas a uno y otro lado de la cordillera. Todo lo contrario, una
consecuencia de esa guerra fue el estímulo a la minería del salitre, y esto llevó aparejada una
activación de las rutas comerciales que unían a las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca con
los puertos del litoral pacífico. El comercio de la región circumpuneña fue incentivado como
hasta entonces no había ocurrido, y en esta actividad fue clave la presencia en la región de un
actor experimentado en transitar los precarios caminos: el arriero. Pronto, muchas rutas de
arriería fueron desplazadas por la nueva oferta ferroviaria, pero otras subsistieron por varias
décadas, como aquellas que unían a Salta con Antofagasta. Recién en 1948 se terminó de
configurar una red circumpuneña de ferrocarriles, cuyos impactos territoriales son aún
desconocidos.
El desarrollo de la minería del desierto desplazó al altiplano boliviano como principal centro
gravitatorio, pero no lo anuló. Si bien el eje Salta-Jujuy-Catamarca se reorientó en gran
medida hacia el Desierto de Atacama, devenido principal centro consumidor de carne vacuna,
también se mantuvieron los tradicionales intercambios con el sur de Bolivia, hacia donde se
transportaban mulares. Así, entre 1880 y 1930, por lo menos, el ámbito circunvecino a la
P una de A tacam a, la ―región circum puneña‖, m antuvo una organización funcional, basada en
el intercambio comercial, con una dinámica bastante independiente de la estructura

— 573 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

económica de los tres Estados involucrados. El Territorio de Los Andes formaba parte de esa
región trasnacional.
Zona de tránsito en el circuito Salta-Antofagasta. El Territorio de Los Andes ofrecía
recursos para los arrieros que surcaban la región, como refugio, agua y pasturas para los
animales, en el comercio salteño orientado hacia el Pacífico. Por esa simple razón, y por
ubicarse en el camino, se transformó en zona de intermediación en el circuito Salta-
Antofagasta. La política fronteriza adoptada en ambos países permitía que las movilidades
transcordilleranas se realizaran sin mayores obstáculos arancelarios o para-arancelarios, razón
por la cual este corredor se consolidó, después de la Guerra del Salitre, el cual era utilizado
desde antiguo.
La configuración territorial de Los Andes, facilitó la pervivencia de este corredor, teniendo a
San Antonio de los Cobres como una posta en el camino, hacia donde se accedía por las rutas
mantenidas con recursos de la Gobernación, y más tarde a través del ferrocarril Huaytiquina.
La existencia del Territorio de Los Andes, aun cuando la intervención en materia de
infraestructura podría considerarse escasa, fue suficiente para mejorar las condiciones de
accesibilidad desde la ciudad de Salta hacia la puna. El único camino que se mantenía era el
que atravesaba la Quebrada del Toro hacia San Antonio de los Cobres. Este tramo ya se usaba
antes de 1900, pero no era necesariamente el más importante. Los pueblos de La Poma, Cachi
o Molinos, en los Valles Calchaquíes, eran lugares de acceso a las tierras altas, y por allí
circulaba parte del ganado enviado hacia Chile o Bolivia. La importancia adquirida por el
camino a San Antonio de los Cobres fue desplazando en importancia a los anteriores, luego
reforzado con el ferrocarril. Durante el siglo XIX los principales destinos eran San Pedro de
Atacama y Cobija. Hacia fines del XIX Antofagasta se transformó en el principal centro
portuario en el Pacífico, ubicado al occidente de la ciudad de Salta, sobre el trópico de
Capricornio. Este enlace, mientras no se concluyeron las obras del ferrocarril Huaytiquina
(que recién ocurrió en 1948), estuvo garantizado por los arrieros, en su mayoría originarios de
los Valles Calchaquíes o de la Cuenca del Salar de Atacama.
Pero este comercio también fue estimulado por la reorganización territorial ocurrida en el
oriente de la región circumpuneña. La expansión de la frontera chaqueña, proceso simultáneo
a la finalización de la Guerra del Pacífico, permitió la incorporación de extensos terrenos a la
provincia de Salta, que en parte se destinaron a la actividad ganadera. De esta forma, el monte
chaqueño, los valles templados, las quebradas que ascienden hacia el altiplano y el propio
altiplano, conformaban un eslabonamiento en el comercio ganadero salteño orientado al
Pacífico. En ese eslabonamiento el Territorio de Los Andes cumplía la función de zona de
tránsito. También era zona de tránsito en los caminos arrieros que unían a los Valles
Calchaquíes con las ferias del sur boliviano, especialmente la de Huari.
En suma, el Territorio de Los Andes era una encrucijada de los caminos que unían distintos
puntos de la región circumpuneña. Claro está que esta función era histórica, de los pasos
cordilleranos de la región de Atacama, que se mantuvieron como relicto después de creado el
Territorio de los Andes. En todo caso, ocurrió que la función de zona de tránsito de las punas
del Territorio de Los Andes, entre los llanos de la provincia de Salta y las pampas del
Desierto de Atacama, fue reforzada por la intervención del Estado argentino en el
acondicionamiento de la infraestructura vial y ferrovial. Así, Los Andes fue una zona de
intermediación en un proceso de acumulación que tenía lugar en otras regiones circunvecinas.
Zona abastecedora de materias primas para el mercado mundial. Las punas de Los Andes,
junto con otras zonas aledañas, eran proveedoras de dos recursos utilizados en dos industrias
de diferente tipo. La primera, era la industria de la electricidad o la del vidrio, entre otras,
establecidas en las grandes ciudades, principalmente en las europeas. Antes de la creación del
Territorio de Los Andes se sabía que tanto el salar de Cauchari como el de Ascotán, los dos
dentro del territorio boliviano hasta 1879, y después dentro del argentino y del chileno,
— 574 —
Conclusiones

respectivamente, eran importantes reservas mundiales de boratos. Este mineral no contaba con
mercados consumidores en las proximidades, pero podía exportarse hacia zonas lejanas.
Diferentes obstáculos imposibilitaron un desarrollo de la actividad boratera en Los Andes. De
todas maneras, aunque en niveles elementales, el borato fue extraído en la región, para luego
ser exportado a Bélgica o Alemania. La segunda industria, era la de la indumentaria. En la
puna existía una fauna cuya piel era muy cotizada en el mercado europeo. Al igual que con el
borato, la geografía de la circulación en el caso de las materias primas provistas por vicuñas y
chinchillas involucraba al Territorio de Los Andes como zona proveedora, y a pueblos y
ciudades lejanas como destinos intermedios (acopio, exportación), o finales (transformación,
consumo). De esta forma, boratos y pieles eran bienes cotizados, que contaban con mercados
propios, lo que permitía que el Territorio de Los Andes se insertara en la economía
internacional, aunque localmente generaba niveles de acumulación entre escasos y nulos.
Entidad territorial dentro del altiplano andino. Hasta 1879 la mayor parte de las tierras
altoandinas se encontraban dentro del territorio boliviano, con la excepción de las punas que
se encontraban en las provincias de Jujuy y Salta. La reorganización provocada por el nuevo
reparto territorial entre la Argentina, Bolivia y Chile, hacia 1900, se tradujo en el trazado de
nuevos límites políticos. El altiplano andino, en su porción meridional, quedó distribuido
entre los tres países, aunque la mayor extensión permaneció dentro de Bolivia. La población
de la porción que en 1900 se incorporó la Argentina, donde se organizó el Territorio de Los
Andes, mantuvo diferentes formas de intercambio con las partes que quedaron dentro de Chile
y Bolivia, y también con la Puna jujeña. La realización de caravanas de intercambio no fueron
obstaculizadas por el trazado de los nuevos límites interestatales, aunque algunos itinerarios
se fueron redefiniendo, en la medida que algunos destinos se urbanizaban o su población era
cooptada por los mercados de trabajo ubicados en las tierras bajas. Para los habitantes de
Susques o Pastos Grandes, San Pedro de Atacama o Toconao, progresivamente, fueron
desplazados por nuevos centros regionales, como San Antonio de los Cobres. Aún así, el
Territorio de Los Andes mantuvo con las tierras altas aledañas diferentes formas de
identificación sociocultural, a través del mantenimiento de las prácticas pastoriles, de los
componentes de vestimenta o de la dieta, de la realización de diferentes rituales religiosos o la
conservación de la tecnología vial prehispánica.
Pequeño centro proveedor de carne, sal y alumbre. En el Territorio de Los Andes se
desarrollaba, desde mucho antes de su creación, una economía pastoril donde la mayor parte
de la producción se destinaba al intercambio para obtener los alimentos que se consumían
localmente. Por esta razón, los habitantes de esta zona pueden considerarse, a pequeña escala,
proveedores de algunos insumos en el contexto de la región circumpuneña. Los más
importantes eran la sal, el alumbre, charqui y chalona, soga y tejidos, además de algunos
yuyos. La principal forma de intercambio era el trueque. Entre las zonas que se abastecían de
estos insumos, a cambio de pequeñas provisiones de maíz, coca, frutos secos y utensilios
industriales, eran los caseríos ubicados al oriente del Salar de Atacama, en las proximidades
de Tarija o la Quebrada de Humahuaca, en los valles Calchaquíes, o Fiambalá o Belén. El
radio que abarcaba estos viajes con caravanas de llamas cargueras, se fue reduciendo en forma
progresiva. En suma, el Territorio de Los Andes era un pequeño núcleo proveedor de algunos
insumos específicos, para una red de circulación que abarcaba una superficie de algunas
decenas de miles de kilómetros, que involucraba a poblaciones campesinas de regiones
aledañas, o a pequeños acopiadores de los principales centros poblados de la Puna argentina.

— 575 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El Territorio de Los Andes como proceso territorial en el contexto de la


Argentina
Centrando la mirada en la organización territorial de la Argentina, y al Territorio de Los
Andes como una división de primer orden, se pueden señalar una serie de particularidades. Se
trata de los elementos con los que se construyó la alteridad del caso analizado, al interior de la
Argentina.
Fue la última región en incorporarse al territorio argentino. El Territorio de Los Andes se
organizó en una de las últimas conquistas territoriales obtenidas por el Estado argentino. Las
nuevas tierras eran conocidas, en 1899, como Puna de Atacama. En ese momento comenzaba
a estabilizarse el mapa político del país. La organización del Territorio de Los Andes, un año
después de acordada la incorporación a la Argentina de la porción oriental de las tierras en
disputa con Chile, el área más extensa y poblada, fue un resultado ulterior de la Guerra del
Pacífico, en la cual la Argentina no participó, pero que se vio beneficiada, en términos
geopolíticos, por la posibilidad de extender su dominio sobre el altiplano andino.
No había sido imaginado como un territorio a colonizar. Sobre la Puna de Atacama, o sobre
las cordilleras de Atacama o el Desierto de Atacama, no existía una construcción imaginaria
previa al momento en que comenzó a negociarse su situación, que colocara a dicha región
como territorio a conquistar. En otras palabras, la Puna de Atacama no se encontraba en el
universo de los territorios pretendidos por el Estado argentino. Este imaginario se desarrolló
con el inicio de la disputa diplomática. Esto llevó a que la Puna de Atacama, en sus orígenes,
su construcción como entidad geopolítica fuera más significativa que su construcción
funcional. Es más, su aparición como área diferenciada en el espacio andino se ubica en lo
primeros años de la década de 1880, cuando finalizaba la Guerra del Pacífico. La primera
m ención escrita d e un a región ―P un a de A tacam a‖, h asta dond e se pudo d eterm inar,
corresponde a Alejandro Bertrand, explorador enviado a las cordilleras de Atacama por el
gobierno chileno. Como cuestión diplomática, la disputa por esa región entre la Argentina y
Chile se estableció después de 1889. Con el Tratado Quirno Costa-Vaca Guzmán, entre la
Argentina y Bolivia. El fin de la Guerra del Pacífico, y la victoria de Chile, provocó una
reorganización de la geografía política en esas cordilleras. Uno de los cambios fue que esas
tierras, que a principios de la década de 1880 no se encontraban en el imaginario
expansionista territorial de la Argentina, pasarán a integrarlo a fines de esa década.
Fue conquistado por vías diplomáticas. Si bien la Guerra del Pacífico, contienda en la cual la
Argentina se mantuvo neutral, es el puntapié inicial del proceso que terminó con la
incorporación de la Puna de Atacama a la Argentina, esta cuestión se decidió enteramente por
vías diplomáticas. Esto ocurría en el contexto de un clima tenso, de paz armada que, en la
región, pronto se disipó. La Puna de Atacama constituyó una ganancia territorial neta del
Estado argentino, por la incorporación de una extensión próxima a los 63.000 km2, con
patrones productivos afines a la economía del norte chileno, basado en la minería, y no a los
patrones dominantes en la economía argentina. A esto se deben sumar los 4.300 km2 ganados
a Bolivia, en 1938, gracias al ―P rotocolo C arrillo‖. E n el o rigen del T erritorio de L os A nd es,
entonces, se encuentra, como en todos los demás, la incorporación de nuevas tierras al
dominio argentino. Pero, a diferencia del resto, la conquista de la Puna de Atacama no fue el
resultado de una campaña militar contra sociedades indígenas o contra otros Estados.
No era una tierra de indios rebeldes. En la Puna de Atacama no hubo guerra con Chile,
tampoco con el indio. A diferencia de las Pampas del sur, la Patagonia o el Chaco, en la Puna
de Atacama no existió ninguna política de sometimiento, arrinconamiento o aniquilación de
las sociedades indígenas, en la medida que ya habían sido sometidas desde la Conquista. En
las ―cordilleras de Atacama‖ no había tierras de indios rebeldes al proceso de dominación
estatal. Las poblaciones de esas cordilleras ya habían sido asimiladas por el Estado de Bolivia,

— 576 —
Conclusiones

aunque en forma marginal, después por el de Chile, en su avance hacia el Desierto de


Atacama y finalmente por la Argentina. En todo caso, los actos de resistencia eran en
oposición al reconocimiento de nuevas autoridades, en reemplazo de las existentes. La Puna
de Atacama era un ámbito que en las últimas dos décadas del siglo XIX adquirió cierta
entidad, por ser objeto de las disputas geopolíticas en el proceso de diferenciación territorial
de los países herederos de la colonia. Pastos Grandes se consolidó como poblado cuando se
conformó como centro de operaciones del ejército chileno en las proximidades de la
Argentina. Cuando esas tierras se incorporaron a ese país, existían autoridades locales
nombradas por el Estado chileno. En al menos un caso, las mismas personas habían sido
designadas como autoridad local por el Estado de Bolivia y más tarde fueron nombradas
como jueces de paz por el Estado argentino.
Así, la población del Territorio de Los Andes había sido sometida dos veces a la
territorialidad estatal nacional, antes de su incorporación a la comunidad política argentina.
De todas formas la sociedad indígena se mantuvo prácticamente al margen en el proceso
territorial que supuso la creación-organización-desaparición del Territorio de Los Andes.
Fue el último Territorio Nacional en crearse. Cuando se creó Los Andes, el sistema de las
Gobernaciones ya llevaba 15 años de funcionamiento en la Argentina. Frente a la opción de
incorporar las nuevas tierras a las provincias linderas, Jujuy, Salta y Catamarca – algo que
ocurrió cuatro décadas después- el Poder Ejecutivo Nacional impulsó su transformación en un
Territorio Nacional, es decir una provincia en ciernes con una realidad subordinada dentro del
esquema de la administración pública argentina, lo que facilitaba la intervención directa del
gobierno nacional en la región. Las nueve Gobernaciones restantes se habían organizado en
1884, después de un periplo normativo de tres décadas. El Territorio de Los Andes fue creado
en 1900, con una ley específica, que reconocía como antecedente la Ley de 1884. En cierta
forma, fue un episodio aislado del proceso general de creación y organización de los
Territorios Nacionales. Durante su existencia, también se mantuvo como una Gobernación
diferenciada, en la política general hacia los Territorios Nacionales. Un ejemplo de ello es que
Los Andes nunca estuvo contemplado en las leyes de fomento.
Fue una Gobernación controlada desde Salta. La capital territoriana se estableció en un área
cedida por la provincia de Salta. Esto era algo común a otras Gobernaciones. Pero el caso de
Los Andes fue extremo, en la medida que San Antonio de los Cobres funcionó como una
capital formal, y las máximas autoridades residieron en forma permanente en la ciudad de
Salta. Además, todos los gobernadores, con la excepción de los dos primeros, y todos los
secretarios eran integrantes de distintos sectores dirigentes de la provincia de Salta. No hubo
políticos jujeños o catamarqueños nombrados por el Ejecutivo Nacional al mando de la
Gobernación de Los Andes. Por ello, se puede considerar que fue un aparato institucional
controlado desde la provincia de Salta, gestionado por distintos grupos de poder en la escala
de esa provincia, que se sucedieron conforme se sucedían en la geografía electoral de esa
provincia.
Además de controlar la gobernación, la provincia de Salta canalizó las inversiones en
infraestructura para Los Andes a través de su territorio. No se mejoró ningún acceso desde
Jujuy o Catamarca. Queda claro que los intereses comerciales y ganaderos salteños
presionaron para que la Puna de Atacama se transformara en una región integrada a la
provincia, en el circuito ganadero que se iniciaba en el monte chaqueño y terminaba en la
pampa salitrera. Para los sectores ganaderos y comerciantes salteños, que basaban parte de su
economía en la colocación de ganado en el occidente cordillerano, controlar la Puna de
Atacama era controlar la principal zona de tránsito en el camino hacia los puertos del
Pacífico. Esto explica el gran interés por construir una obra ferroviaria para cruzar la
cordillera. El ferrocarril fue el único caso, después de Mendoza, donde se concretó el proyecto
de conexión ferroviaria trasandina, tan demorado por los problemas presupuestarios que
generaba.
— 577 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

De esta forma, tanto en el plano institucional como en el funcional, el Territorio de Los Andes
se organizó como una extensión del territorio salteño, sin buenas conexiones con los
territorios provinciales de Jujuy o de Catamarca, sin participación de esas provincias en la
vida política territoriana.
No fue un territorio receptor de flujos migratorios. E n el contex to de la ―A rgentin a
aluvional‖, el E jecutivo N acional no im plem entó ninguna política m igratoria o de creación de
colonias de poblamiento en Los Andes. La población territoriana no registró un crecimiento
demográfico significativo. Tampoco hubo radicación de población proveniente de los países
vecinos, ni movilidad golondrina de trabajadores, como existió, por ejemplo, en las tierras
bajas de Salta y Jujuy, donde se asentaban inmigrantes que procedían de Bolivia, atraídos por
los ingenios azucareros. Ninguna actividad local atrajo población. La actividad minera, que
potencialmente podría generar tal situación, aun en situaciones de enclave, se mantuvo en una
situación estacionaria. La concentración de trabajadores por las obras del ferrocarril
Huaytiquina fue temporaria. Si bien el tamaño de la población se triplicó, mientras existió el
Territorio de Los Andes, esta no pasó de los 8.000 habitantes, en una extensión superior a los
63.000 km2. En suma, se trataba de una región considerablemente deshabitada que no fue
incorporada a las políticas de poblamiento como existían en otras partes del país.
Fue una región marginal al proceso de acumulación capitalista, especialmente al
agroexportador centrado en la pampa húmeda. No sería acertado afirmar que el Territorio
de Los Andes se mantuvo fuera del sistema de producción capitalista. Allí se podían explotar
algunos recursos ―no tradicionales‖, según los patrones productivos de la época. Tanto
boratos como pieles fueron valorizados como bienes de cambio. No obstante, la explotación
de estos recursos no generó una acumulación local de capital apreciable. Los Andes se
transformó, como pocos, en un ámbito marginal al proceso de valorización capitalista que
caracterizó a la Argentina desde el último cuarto del siglo XIX. Ningún recurso fue puesto en
valor de modo tal que motorizara el crecimiento económico local. En el origen, el Estado
nacional tenía un interés geopolítico, común a las otras empresas de expansión territorial de la
época, tendiente a equilibrar las relaciones de poder en el altiplano andino. Esto era algo
común a otros casos, donde la resolución de cuestiones limítrofes y el control territorial de
extensas áreas era un poderoso motivo que estimulaba dicha empresa. Pero en general existía
otra poderosa razón: el control de algunos factores de producción clave, como la tierra y o la
fuerza de trabajo. La expansión de la frontera agropecuaria pampeana, sobre terrenos de lo
más diversos, que permitiría el aumento de la superficie para cría ganadera, para siembra
cerealera o para el desarrollo de la silvicultura, como así también para la provisión de mano
de obra barata, semi-proletarizada, fue otra poderosa razón que estimuló la conquista de
territorios indios. Estas empresas resultaron en la multiplicación por dos de la superficie del
territorio de la entonces República Argentina. No fue este el caso de la Puna de Atacama. No
existía allí ninguna frontera agropecuaria que operara como motor de la expansión. No había
sectores ganaderos presionando para poder relocalizar sus cabezas de ganado hacia esa región,
no existían sociedades indígenas que pudieran transformarse en reservas de mano de obra.
Una vez incorporado al territorio argentino, sólo en forma marginal se incorporó al modelo
productivo dominante en el país.
A pesar de las grandes reservas borateras, el territorio perm aneció com o un ―espacio vacío‖
de inversiones que fomentaran la economía, manteniendo una función ligada a la circulación,
que permitía la acumulación fuera de la región: el Territorio de Los Andes era, básicamente,
una zona de tránsito entre Salta y Antofagasta.
No se transformó en provincia. Finalmente, fue el único Territorio Nacional que no se
transformó en provincia, con una existencia relativamente breve y, ulteriormente, se
transformó en un espacio y un tiempo olvidado en la historia del país.

— 578 —
Conclusiones

Los Andes: identidad regional


El Territorio de Los Andes es una entidad geohistórica, que existió como división política
interna del territorio argentino, creada, organizada y disuelta como consecuencia directa de las
acciones del gobierno nacional, con cierta participación del gobierno de la provincia de Salta.
No existió movimiento social alguno, gestado en el lugar, que buscara o evitara su creación o
desaparición. La imposición de la nueva territorialidad estatal nacional, desde 1900, generó
tibias acciones de resistencia, como la quema de una bandera argentina por parte de los
habitantes de Coranzulí. Su desaparición tampoco generó, por parte de la sociedad civil, una
respuesta apreciable, con la excepción del petitorio contrario a un proyecto de división de la
Gobernación, enviado desde San Antonio de los Cobres al Congreso Nacional en 1932. No se
advierte claramente la gestación de un actor regional, creando instituciones sociales o
políticas propias. El proceso de construcción de una identificad/alteridad regional es
consecuencia directa de las acciones/inacciones del Estado argentino, y en forma secundaria
del capital. Considerando esto, se pueden señalar cuáles son los elementos que le otorgan
identidad a Los Andes como entidad geohistórica.
Algunos elementos derivan de su posición intersticial entre los territorios de los tres Estados
andinos del Cono Sur, mientras que otros lo hacen más directamente de su posición en el
interior de la Argentina. El proceso de fijación limítrofe, la construcción de la frontera y el
establecimiento de circuitos comerciales trasnacionales se vinculan con su posición sub-
continental. La organización político-institucional, la construcción del perfil productivo
regional y la forma en que se estigmatizó a su paisaje y su población, remiten más claramente
a la posición que ocupó en el contexto de la Argentina.
El proceso de reconocimiento de las riquezas potenciales que contenía el Territorio de Los
Andes se prolongó durante toda su existencia, aunque fue más intenso en los primeros quince
años. El temario que surge de reconstruir el proceso aludido puede resumirse en los siguientes
tópicos: existencia de una inigualable riqueza minera, especialmente boratera; existencia de
una cotizada fauna silvestre, para la provisión de recursos peleteros, fundamentalmente la
vicuña y la chinchilla; inaccesibilidad y carencia de medios de transporte adecuados para
lograr el ―progreso‖ del Territorio de Los Andes. Otro tópico recurrente, aunque ocupando un
lugar menos destacado, era la existencia de una economía pastoril y una población escasa y
móvil, que generalmente se consideraba un problema para el progreso territoriano. A pesar del
importante cúmulo de conocimientos sobre las potencialidades productivas de Los Andes, las
acciones estatales se mantuvieron en el plano de la retórica y la omisión, antes que de la
implementación de medidas concretas orientadas, en los términos de la época, al fomento de
este Territorio Nacional. De todas formas, no se puede decir que fuera un área completamente
marginal a las acciones estatales. Pero muchas de esas acciones, como la construcción del
ferrocarril trasandino, no se debían a una política centrada en Los Andes, sino a
intervenciones en las cuales este territorio se ubicaba, inevitable, en una zona de tránsito.
Unidad administrativa. En tanto Territorios Nacionales, Los Andes fue dotado desde el Poder
Ejecutivo Nacional de una organización institucional consistente en divisiones
departamentales, cabeceras departamentales y una capital territoriana donde se estableció la
Gobernación y la Jefatura de Policía. Eso colaboró, por un lado, y al cabo de algunas décadas,
a transformar a ese espacio indiferenciado, en una unidad funcional. Por otro lado, esa
organización ayudó a que tres aglomeraciones rurales se transformaran en pequeños centros
regionales interiores de cierta importancia: Susques, Pastos Grandes y Antofagasta de la
Sierra. La importancia de estos parajes, también derivaba de su localización estratégica en
encrucijadas de sendas de arrieros y por ser centro poblado con iglesia. En los casos de
Susques y Antofagasta de la Sierra, mantuvieron cierta preeminencia regional después de la
disolución del Territorio de Los Andes, y aún hasta la actualidad. En el caso de Pastos
Grandes, en la medida que el departamento del que era cabecera fue integrado al de San
— 579 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Antonio de los Cobres, perdió importancia. La institución escolar también fue un importante
medio para consolidar algunos parajes o para crear otros, y conglomerar a la población
circundante. San Antonio de los Cobres, finalmente, por su condición de capital territoriana,
se transformó en el principal centro regional, desplazando en importancia al que lo fuera
otrora, San Pedro de Atacama. En 1929 se consolidó la función de lugar central de San
Antonio de los Cobres gracias a la inauguración de la estación ferroviaria, además de ser el
único centro poblado en concentrar algunos servicios urbanos.
Pequeña red de circulación. La geografía de la circulación interna se organizó a partir de la
capital. San Antonio de los Cobres se constituyó en el principal acceso al territorio y origen de
los principales caminos para acceder a los demás centros poblados, en un diseño radial. Esta
red existía como conjunto de itinerarios formados en forma espontánea desde épocas
pretéritas, y no tenía ningún grado de cohesión interna, algo que alcanzó durante las primeras
décadas del siglo XX. Se trataba de antiguas sendas que funcionaban como caminos de
arriería, y que en parte conservaban la tecnología vial prehispánica. La organización del
Territorio de Los Andes como una pequeña red de circulación se consolidó en la década de
1930, cuando la Dirección Nacional de Vialidad comenzó a mejorar la infraestructura vial y
San Antonio de los Cobres se transformó en cabecera ferroviaria. Los Andes, además, contaba
con dos importantes pasos cordilleranos, uno de ellos, el de Socompa, reforzado en su función
desde la inauguración del ferrocarril trasandino. Estos pasos tenían importancia en las
comunicaciones entre Salta y Antofagasta.
Prolongación de la provincia de Salta. Un elemento determinante en la organización
territorial, no derivaba de su estructura interna, sino de su inserción en un ámbito más amplio,
en la región circumpuneña. El Territorio de Los Andes estaba atravesado por caminos que
conectaba ámbitos ubicados en los tres países que hacia fines del siglo XIX se pusieron en
contacto en el punto trifinio del cerro Zapaleri. De todos, el más importante era el camino que
unía a Salta con Antofagasta, y que ponía a San Antonio de los Cobres en contacto con
personas que procedían de Salta o de San Pedro de Atacama. El corredor Salta-Antofagasta
atravesaba al Territorio de Los Andes por su zona central, paralelo al trópico de capricornio, y
constituyó el principal eje que organizó la geografía territoriana. Así, el impulso a las obras
del ferrocarril Huaytiquina se explican en forma secundaria por la minería de la puna, y en
forma superlativa por los intereses agroexportadores salteños de volcar el excedente ganadero
en el mercado antofagastino. En Los Andes es notoria la preeminencia que tuvo Salta en la
elección de la capital, en el control del aparato institucional y en el diseño de la red de
circulación. Frente a la opción de emplazar la capital en Purmamarca, provincia de Jujuy,
primó la opción salteña, de ubicarla en los Valles Calchaquíes. El camino más directo a
Antofagasta, desde Salta, era el que iba hacia San Antonio de los Cobres, por la Quebrada del
Toro, antiguamente muy utilizado en el comercio con el sur de Bolivia, conocido como
―cam ino del D espoblado ‖. P or otra parte, todos los gobernadores, con excepción de los dos
primeros, y todos los secretarios, eran de origen salteño, y tuvieron diferentes grados de
compromiso con las estructuras partidarias provinciales y con diferentes sectores de la elite
terrateniente o de la burguesía comercial. En la proyección política de los funcionarios de la
Gobernación de Los Andes, mientras que algunos no salieron de la escala municipal (ciudad
de Salta), otros ocuparon puestos destacados a nivel provincial y nacional. Muchos de ellos,
además, pertenecían a familias tradicionales de la provincia de Salta, propietarios de extensos
terrenos en los Valles Calchaquíes, y con ingerencia en el sector comercial ganadero. Los
sectores más poderosos de la provincia, que tuvieron a algunos de sus integrantes ocupando
cargos en la gobernación, también presionaban al gobierno nacional para que invirtiera
recursos del Tesoro Nacional en la construcción del ferrocarril. Cuando Salta incorporó, desde
el punto de vista institucional, los departamentos de San Antonio de los Cobres y Pastos
Grandes a su territorio ya estaban integrados en el plano funcional, a diferencia de lo que
ocurrió con los departamentos Norte y Sur. Después de 1943, toda el área del extinto

— 580 —
Conclusiones

Territorio de Los Andes siguió manteniendo mayor conectividad con la ciudad de Salta que
con Jujuy o Catamarca. Esta situación siguió vigente por lo menos hasta la década de 1970,
cuando diferentes intervenciones del Estado nacional mejoraron las comunicaciones entre San
Salvador de Jujuy y Susques, y entre San Fernando del Valle de Catamarca y Antofagasta de
la Sierra.
Una tierra de paisajes puneños. En la construcción del paisaje de Los Andes, en la literatura
de viajeros, en el sistema de enseñanza o en los informes oficiales, se tendió a resaltar algunos
elementos de su fisiografía, básicamente su condición de zona montañosa, elevada, fría y
desprovista de vegetación. En otros términos, Los Andes tenía un paisaje puneño,
estigmatizado como el de otro planeta, particularmente el lunar. Las descripciones del
Territorio de Los Andes, a través de la mirada de los viajeros, dejan ver una geografía que
ofrecería una gran alteridad con respecto a los paisajes rurales dominantes en el país, con una
naturaleza que parecía imponerse sin piedad a quienes no eran originarios de la región. Por
esa razón, la población indígena, en la mirada de estos hombres de ciencia, técnicos y
funcionarios llegados desde la metrópolis, era caracterizada con menosprecio, en visiones
muy pesimistas. Lo único positivo que se solía reconocer en esta sociedad era su resistencia
física. Toda particularidad cultural solía señalarse con gran desprecio. Frente a ello, la
descripción de la geografía solía ser más optimista, especialmente en el caso de los geólogos,
quienes destacaban el potencial contenido en los ricos filones escondidos en los pliegues de
las montañas. De todas formas, las descripciones geográficas del Territorio de Los Andes,
mientras existió, tendieron a catalogarlo como un área sin posibilidades de crecimiento,
justificando, de algún modo, la inacción estatal hacia la región.
Región minera. Por sobre todo, se catalogó al Territorio de Los Andes como una región
eminentemente minera, sin otro recurso que le otorgara viabilidad, a excepción de la fauna
silvestre. Desde antes de su creación, se consideraba que las reservas borateras de las punas
meridionales se encontraban entre las mayores del mundo. Para conocer con exactitud el
potencial de esas reservas, distintas gestiones de gobierno nacional financiaron empresas de
investigación de largo aliento, que dieron como resultado una cantidad importante de
informes, además de las expediciones realizadas desde el exterior, financiadas por las
potencias industriales. Pero en la medida que hubo un control monopólico de la actividad y la
empresa que acaparó los permisos de explotación mantuvo inactivas sus pertenencias, este
distrito minero permaneció por cuatro décadas en estado estacionario, sin generar, localmente,
un proceso de acumulación de capital apreciable, ni incidido significativamente en la
organización interna del territorio. No surgieron nuevas poblaciones de importancia ni se creó
infraestructura de transporte had hoc. Finalmente, no se diseñó ninguna política que revirtiera
este cuadro, que estableciera acciones orientadas a estimular el desarrollo del sector, con
impacto regional, imposibilitando el accionar monopólico del trust norteamericano. Así, el
Territorio de Los Andes tenía grandes riquezas borateras, probadas, que prácticamente no se
explotaron mientras existió y que permanecieron ocultas entre las montañas.
Región vicuñera y chinchillera. Además de las abundantes riquezas borateras existía en el
Territorio de Los Andes una fauna silvestre sumamente valorizada en la época. La fauna
silvestre de esta región proveía recursos muy cotizados, que se vendían en ciudades europeas
a precios muy elevados. En el Territorio de Los Andes se encontraba el primer eslabón del
circuito de fibra y cuero de vicuñas y chinchillas, pero que no generaba ningún impacto
significativo en la economía local de Los Andes. Así, a diferencia de la minería, la
explotación peletera se mantuvo activa, aunque, al igual que la minería, no generó ningún
proceso local de acumulación. En la región la fibra y cuero de vicuña se empleaba en una
actividad manufacturera rudimentaria, de bajo impacto ecológico, que se sumaba a otras
actividades productivas accesorias a la principal, que era la cría pastoril. Pero las vicuñas y
chinchillas eran recursos silvestres amenazados, por la presión generada desde afuera, que
llevaron al recurso al borde de la extinción, debido a las técnicas de caza implementadas. Las
— 581 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

cacerías eran encarnizadas, con total ausencia de criterios conservacionistas. A diferencia de


los boratos, los recursos peleteros se explotaron prácticamente hasta el máximo posible y,
también a diferencia, el número de decretos y leyes prohibiendo o restringiendo la caza fue
mayor. Esa normativa prohibicionista no fue efectiva para garantizar la conservación de las
especies amenazadas, como tampoco lo fueron las estrategias de experimentación sobre
cautividad o semi-cautividad. Todo curso de acción en torno a estos recursos terminaba en un
fracaso, con la muerte de los animales sometidos a experimentación. Así, el Territorio de Los
Andes tenía grandes riquezas peleteras, explotadas en exceso, que tendieron a desaparecer de
las punas que rodean las montañas.
Sociedad local autónoma. En el Territorio de Los Andes residía una pequeña población de
pastores, con un patrón residencial itinerante, que cruzaba con frecuencia la cordillera hacia el
poniente o hacia zonas más septentrionales, y que permanecieron al margen de todas las
decisiones políticas territorianas. Esta población fue cambiada de país en dos ocasiones –en
poco más de quince años- y siempre recibió miradas despreciativas o, a lo sumo, paternalistas.
Mientras existió el Territorio de Los Andes esa comunidad mantuvo una gran autonomía,
nunca generó ningún tipo de rebelión, huelga o movimiento popular significativo. Sus
ámbitos de pastoreo, sus circuitos de intercambio, el sistema habitacional disperso, en general,
la territorialidad pastoril previa a la imposición de la estatalidad argentina no se vio
severamente modificada. La incorporación de esta sociedad a la Argentina, de todas formas,
supuso ciertos cambios culturales, derivados de la imposición de una nueva identidad nacional
y de nuevas pautas de convivencia y disciplina social, por el establecimiento de las
instituciones escolar, policial y de enrolamiento. Pero aún así, no ahí evidencias de que las
prácticas tradicionales se vieran severamente alteradas. La ausencia de un sector capitalista
que demandara mano de obra o que compitiera por el control de la tierra fue también un factor
que facilitó las continuidades señaladas. El trabajo ocasional de estos pastores como
cazadores de vicuñas y chinchillas era una práctica vigente desde antaño, y siguió
realizándose sin modificaciones en las primeras décadas del siglo XX, hasta el agotamiento de
los recursos. Así, la sociedad local mantuvo una gran independencia, aún cuando participó en
los canales de inclusión social abiertos por el Estado argentino.
La frontera elemento más simbólico que funcional. Si bien se podría pensar a la frontera
como un factor organizador de la geografía regional, se trataba de un elemento poco
perceptible. Mientras existió el Territorio de Los Andes el proceso de construcción de una
frontera interestatal entre Argentina y Chile, como conjunto de dispositivos orientados al
control de las movilidades transfronterizas, se caracterizó por una muy débil presencia estatal.
En otras palabras, esa frontera tenía un cariz más simbólico que funcional, al constituir una
realidad poco perceptible. Lo que organizaba a Los Andes no era la frontera, sino el camino
trasandino que unía a Salta con el litoral pacífico, los senderos por los que salían las pieles de
vicuña y chinchillas, en diferentes direcciones, o la extracción de limitados volúmenes de
boratos, rumbo al puerto de Rosario o el de Buenos Aires, primero con mulas y carros, más
tarde con el ferrocarril. De todas formas, el Territorio de Los Andes se convirtió en el confín
de la Argentina con Chile y Bolivia, en el extremo noroeste del país. Esa frontera no requirió
de significativos controles de las autoridades nacionales después de que se demarcara el límite
interestatal. Prueba de esto fue que, después de los dos primeros gobernadores militares, a
partir de 1904, quienes ocuparon el cargo fueron civiles, que residieron permanentemente
fuera del territorio, mientras que en otras gobernaciones se seguían nombrando funcionarios
militares. Un paisaje lunar, lleno de boratos pero vacío de empresas que los explotaran,
ubicado en el confín del territorio argentino era, en gran medida, lo que definía la situación
del Territorio de Los Andes.
Consideración final. Desde la acción del Estado argentino, la incorporación en marzo 1899
de la parte oriental de la Puna de Atacama, puede catalogarse como un ―éxito diplomático‖.
La cancillería argentina conquistó en forma negociada una superficie que formaba parte del
— 582 —
Conclusiones

territorio chileno, que previamente le había arrebatado a Bolivia, mediante las hostilidades de
la Guerra del Salitre. Desde el punto de vista de la puesta en valor de los recursos, la
experiencia del Territorio de Los Andes, en la historia argentina, es frustrante, teniendo en
cuenta el modelo económico dominante en el período. La conquista de la Puna de Atacama
significó la incorporación de tierras que ofrecían, en su totalidad, patrones productivos
radicalmente opuestos a la argentina agroexportadora que gravitaba en el puerto de Buenos
Aires, y a esto se sumó la ausencia de políticas sistemáticas de fomento hacia este territorio.
El comercio de pieles o de minerales eran actividades que no contaban con el interés de los
sectores pampeanos o de instituciones nacionales de apoyo técnico, y carecieron de marcos
regulatorios desde el Estado nacional que permitiera aprovechar las ventajas competitivas que
ofrecía el Territorio de Los Andes, y generar cierto grado de crecimiento económico a nivel
regional. Por esa razón, la minería se mantuvo inactiva, respondiendo a los intereses de un
sector minero cartelizado, mientras que los vicuñeros y acopiadores de pieles explotaron los
recursos silvestres hasta casi agotarlos. Concomitantemente, la economía pastoril gozaba de
gran autonomía, manteniendo sus patrones productivos, de movilidad e intercambio como
hasta entonces. Para esta población, la presencia estatal sólo representó un escollo, por la
im posición de instituciones de ―inclusión social‖, que gen erab an ciertas co m plicaciones en la
organización de la estrategia de movilidad itinerante que la práctica pastoril requería. Frente a
esto, el Estado se ausentaba en la provisión de un sistema sanitario, de albergue para la
población infantil en edad escolar o de intervenciones puntuales en la instalación de
infraestructura básica (como sistemas de riego). Así, mientras que la estrategia de anexión
territorial fue exitosa, desde el punto de vista de la política estatal la estrategia de impulso al
crecimiento económico fue prácticamente inexistente, resultando de eso un gran fracaso: fue
el único Territorio Nacional que finalmente nunca se transformó en provincia.

El Territorio de Los Andes en perspectiva


Esta investigación se propuso cubrir un nicho vacío en los estudios sociales del noroeste del
país, el Territorio de Los Andes. Por primera vez se revisó y sistematizó una serie de fuentes
documentales, como la correspondencia y las memorias administrativas de la Gobernación,
los informes técnicos elaborados en el período, y se completó la revisión, ya iniciada por otros
investigadores, de la literatura de viajeros que describió pueblos, recursos y poblaciones.
También se procuró producir cartografía histórica, además de sistematizar un cúmulo
importante de información estadística. El abordaje del objeto de estudio, orientado a
responder los interrogantes sobre los orígenes, evolución y desaparición de esa entidad
geohistórica, en el contexto general de la Argentina y del proceso de deslinde de ese país con
Chile y Bolivia, permitió detectar algunas cuestiones que requieren nuevas aproximaciones,
que excedían las posibilidades de la estrategia adoptada para la elaboración de esta tesis. Otro
resultado de la investigación fue, entonces, detectar una serie de cuestiones que la literatura
regional aún no ha analizado convenientemente, y tampoco en esta tesis, y que por lo tanto
constituyen interrogantes que requiere de nuevas aproximaciones.
Estos interrogantes plantean cuestiones vinculadas al origen, a la organización y a la herencia
territorial de Los Andes, y en este orden serán presentados a continuación.
El Territorio de Los Andes, corolario de las disputas geopolíticas. En la tesis se insistió en
considerar a la Guerra del Pacífico como un antecedente histórico de gran importancia, en la
medida que provocó una profunda reorganización de la ex provincia boliviana de Atacama,
desde que fue militarmente conquistada por Chile. A la vez, una parte de esa provincia, fue
conquistada, diplomáticamente, por la cancillería de Argentina. Sin embargo, hubo un
episodio anterior, en el que confrontaron la Confederación Perú-Bolivia, con Chile y las
Provincias Unidas del Río de la Plata, en 1837-38. Este episodio, ¿puede considerarse como
un antecedente de lo que ocurriría cuatro décadas después, cuando Chile se enfrentó con
— 583 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Bolivia y Perú? ¿Puede considerarse que sentó las bases de lo que ocurriría tiempo después en
la región circumpuneña, provocando un profundo reacomodamiento?
En la Guerra del Pacífico, la Argentina mantuvo una posición neutral, aunque finalmente
participó activamente en el proceso de estabilización de las relaciones territoriales en la
región. Tomando en consideración esta situación, lo que todavía no ha sido suficientemente
estudiado es el proceso negociador por la Puna de Atacama, y de qué manera participaron los
sectores hegemónicos de las regiones más directamente involucradas, como la elite
terrateniente salteña y tarijeña, las empresas mineras chilenas y bolivianas o los sectores
comerciales de las provincias del noroeste argentino. En otras palabras, quiénes participaron,
con qué intereses y cómo se negociaron los diferentes acuerdos con los cuales finalmente se
establecieron los límites interestatales. Esto supone confrontar material de archivo, memorias
oficiales y comentarios de los particulares involucrados, existentes en Argentina, Bolivia y
Chile. Una investigación de estas características, no puede realizarse a partir de la mirada
nacional y exige la complementación de equipos de investigación de los tres países.
Otra cuestión que todavía no ha sido suficientemente reconstruida, es la narrativa que
argumentó, a partir de 1889, tanto en Buenos Aires, como en Santiago de Chile, como así
también en Salta y en Antofagasta, sobre los derechos que ambos países tenían sobre la Puna
de Atacama. En definitiva, ¿Qué elementos se pusieron en juego en la contienda diplomática?
¿Qué papel tuvieron las cancillerías, las sociedades geográficas, las comisiones de límites que
se habían conformado en la época, la prensa y los poderes del Estado, en ambos países, en los
diez años que van desde 1889 hasta 1899? ¿Cómo se construyó, en ese breve período, el
imaginario expansionista argentino hacia la región? Esto, también, exige estudios
comparados.
El Territorio de Los Andes, patio trasero de Salta. Uno de los principales resultados de la
investigación es que el Territorio de Los Andes se construyó como un anexo de la provincia
de Salta. La historiografía salteña, con pocas excepciones, siempre que se ocupó del Territorio
de Los Andes, lo hizo para alegar sob re los ―derechos posesorios inm em oriales‖ que tien e la
provincia sobre ese espacio. Pocas veces se abordó un estudio sistemático sobre las
vinculaciones institucionales o espaciales con esta gobernación.
Los intereses comerciales y la capacidad de negociación de la oligarquía provincial, permitió
que finalmente se estableciera una conexión ferroviaria desde Salta hasta Antofagasta, el
segundo y último ferrocarril trasandino que se construyó a lo largo de los cinco mil
kilómetros de frontera argentino-chilena. Si bien este ferrocarril atravesó al Territorio de Los
Andes e inevitablemente generó algunos impactos, se trataba de una unión ferroviaria pensada
desde los intereses co m erciales salteños. P or esa razón, un a historia del ―ferrocarril
H uaytiquina‖ no p uede pasar por alto la existencia del Territorio de Los Andes, pero esto es
secundario frente a los intereses comerciales salteños en establecer esa conexión con el litoral
pacífico a través de un ferrocarril, cuestión que todavía no ha sido suficientemente explorada.
Concomitantemente, la Gobernación de Los Andes fue un espacio institucional con gran
ingerencia de la clase política salteña. Por esta razón, una historia política de la Gobernación
de Los Andes sería imposible realizarla con independencia de la historia política de Salta. En
la medida que los gobernadores residieron en forma permanente en la ciudad de Salta y fue
allí donde desplegaron sus acciones, la historia política de Los Andes forma parte de la
historia política salteña. En este sentido, se pudieron hacer algunas inferencias sobre los
intereses que perseguían algunos gobernadores, especialmente los primeros, pertenecientes a
la oligarquía provincial, muy vinculados al comercio ganadero con el norte de Chile. Pero esta
es una empresa intelectual incompleta. Como interrogante, queda planteado saber qué
importancia tenía haber ocupado el puesto de gobernador o secretario de Los Andes, en el
posicionamiento de estos sujetos en el seno salteño. No hay una secuencia clara que señale
que quienes ocuparon la Gobernación de Los Andes después pasaron a ocupar cargos en la
— 584 —
Conclusiones

administración nacional. Pero sí que la Gobernación estaba en el abanico de posibilidad y que,


incluso, era un recurso utilizado en campañas proselitistas en la arena salteña. El Territorio de
Los Andes no se puede pensar como una plataforma de despegue hacia el gobierno nacional
de los políticos salteños. No se registró, como una secuencia regular, que los gobernadores
luego saltaran a ocupar cargos legislativos a escala nacional, y menos en el Poder Ejecutivo.
De todas formas, sí se trataba de un lugar institucional por el que transitaban quienes antes o
después ocuparían diferentes cargos en la provincia de Salta o a la Cámara de Diputados del
Congreso Nacional.
Otro de los aspectos incompletos es el de las relaciones de la gestión del Presidente Julio
Roca con la elite salteña, en el contexto de la creación del Territorio. Si bien la cuestión
general de los pactos entre las oligarquías provinciales y el gobierno nacional fue tratada en la
literatura especializada, el caso del Territorio de Los Andes brinda un terreno para realizar
una nueva aproximación a esa situación de alianza inter-oligárquicas. En particular, este caso
ofrece material para profundizar en la alianza de Roca con las familias Dávalos y
Leguizamón.
Otra cuestión en la que Salta gravitó sobre el Territorio de Los Andes fue en la elección de la
capital. Como en otros casos, antes de elegir el lugar donde emplazar la capital territoriana,
que finalmente fue San Antonio de los Cobres, en el extremo norte de los Valles Calchaquíes,
en contacto con la puna, se manejaron diferentes opciones. Entre ellas se encontraban
Purmamarca, en la provincia de Jujuy, y Molinos, en los valles Calchaquíes. Una cuestión a
resolver es de qué manera se estableció la negociación entre los integrantes del gobierno
salteño, fundamentalmente entre los grandes propietarios de los Valles Calchaquíes, para
determinar qué provincia, Jujuy o Salta, cederían terrenos a la Nación para tal finalidad.
Los Andes, un Territorio sin ciudadanos. Es curioso que en toda la literatura consultada, de
la época, no se utilizara nin gún apelativo gentilicio característico, com o ―andinos‖,
―andinenses‖ o sim ilar. L a investigación p erm itió advertir qu e la población m an tuvo una gran
autonomía con respecto al Estado nacional, representado localmente por la Gobernación. De
todas formas, a partir de 1900, hay dos instituciones que tuvieron presencia en la vida
cotidiana de la población: la escuela y la policía. La policía, más que el Juez de Paz, era la
autoridad pública presente en los caseríos más importantes, ocupada de resolver diferentes
cuestiones de la vida cotidiana. Pero las fuentes consultadas no permitieron avanzar sobre las
implicancias del despliegue de la estatalidad argentina a partir de 1900. Estas fuentes no
permiten identificar con claridad ningún movimiento político o social, que haya tenido lugar
en el Territorio de Los Andes mientras este existió con excepción de los señalados, y que
fueron recuperados en otras investigaciones, como se señaló oportunamente. De todas formas
resta profundizar sobras las formas de participación asociativas generadas, por ejemplo, por la
iglesia.
En San Antonio de los Cobres, por ejemplo, a 30 años de funcionar como capital territoriana,
se creó su Comisión de Fomento, la única que existió en el Territorio de Los Andes. Las
fuentes consultadas poca información ofrecieron sobre el accionar de esta institución. Si bien
se pudo saber quiénes lo integraban, al menos en algunos años, no se estableció qué tipo de
inserción tenían sus integrantes. Una nueva aproximación requerirá del análisis de
información conservada en el lugar, en la actual municipalidad de San Antonio de los Cobres,
de difícil acceso debido a que los repositorios documentales en esa localidad no han sido
convenientemente conservados. Esto permitirá saber qué rol tuvo la Comisión de Fomento en
el ámbito del Territorio de Los Andes. ¿Se trató de una institución con capacidad de
intervención en la vida territoriana? ¿Tuvo alguna función de enlace con la geografía política
salteña? Probablemente la historia oral pueda aportar información, en lo sucesivo, para
responder a estos interrogantes.

— 585 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Centrando la mirada en la cuestión demográfica, se pudo constatar que el ritmo de


crecimiento fue muy bajo, que el tamaño de la población experimentó un escaso aumento.
Esto en parte se explica por la ausencia de un sistema público de salud, lo que hacía que los
niveles de morbilidad, mortalidad y mortalidad infantil fueran elevados. A esto se sumó la
ausencia de una política migratoria. El interrogante que se plantea aquí es de qué manera
incidía la rigurosidad del clima en la proliferación de algunas enfermedades como la
neumonía, y cómo incidían las prácticas endogámicas de la población en la dinámica
demográfica.
Los Andes, montañas y riquezas. Una de las actividades que se mantuvo constante mientras
existió el Territorio de Los Andes, fue la caza de vicuñas y chinchillas, que progresivamente
declinó como consecuencia de la casi extinción del recurso. En esta tesis se reconstruyó el
circuito productivo que conectaba al mercado proveedor de la materia prima, las tierras altas
de la cordillera de los Andes, y las distintas fases de comercialización. Una de esas fases era
la del acopio que distintas fuentes señalan que se ubicaba en las zonas próximas, entre ellas
los Valles Calchaquíes o la zona de Belén, en la provincia de Catamarca. Dada la vecindad de
estos acopiadores con el Territorio de Los Andes, y el hecho de que residían en aquellos
lugares donde algunos de los primeros gobernadores tenían sus más importantes propiedades,
como Molinos, surge como interrogante saber qué vinculación existía entre esos acopiadores
y las familias de las que surgieron algunos de los más importantes funcionarios de Los Andes,
como las familias Isasmendi, Torino o Dávalos. Por otra parte, falta estudiar cómo se
organizaba la distribución de las materias primas, dónde se localizaban los más importantes
acopiadores de fibras y pieles, cómo transaban con los vicuñeros y cómo se organizaba el
circuito de transporte hacia alguno de los puertos, como el de Buenos Aires o el de
Coquimbo.
Puna y ferrocarril. La construcción del ferrocarril Huaytiquina, desde Argentina, fue
impulsada básicamente por los intereses salteños que buscaban una mayor conexión con el
puerto Antofagasta. Pero en el medio se encontraba el Territorio de Los Andes. Uno de los
argumentos de la época era que el ferrocarril fomentaría la actividad minera. Hasta la década
de 1940, no parece claro que la llegada del ferrocarril, por sí solo, produjera un cambio
significativo en la actividad minera. En todo caso, creó nuevas condiciones para el transporte
de esta materia prima. La investigación no avanzó más allá de la década de 1940, de modo tal
de observar, a largo plazo, cómo este sector se vio estimulado. Una nueva aproximación al
proceso de reorganización posterior a 1940 debería ubicar a la cuestión minera en el centro
del análisis.
También cabría evaluar cómo evolucionó el comercio de ganado a Chile después de la llegada
del ferrocarril, y sobre todo de la conexión completa, a partir de 1948. Desde entonces, el
monte chaqueño y las pampas salitreras estaban unidos por una nueva oferta de transporte. En
suma, qué impacto generó la inauguración del ferrocarril en la geografía de la circulación de
la región circumpuneña. Y aún más: ¿En la década de 1940, seguía existiendo este espacio
como unidad funcional?
Disolución del Territorio de Los Andes. La investigación reconstruyó la totalidad de
proyectos que proponían la desactivación del aparato institucional de la Gobernación de Los
Andes, y la división territorial tal como finalmente ocurrió. También se reconstruyeron las
líneas argumentativas dominantes, que siempre apuntaban a subrayar la falta de medios
suficiente para el progreso del territorio. En estos proyectos, con diferentes formulaciones, se
afirmaba que Los Andes no reunía las condiciones requeridas para llegar a ser una provincia.
Un contexto que requiere una nueva aproximación, es el de 1943, cuando finalmente se
decretó la disolución del Territorio de Los Andes. En particular, cómo se decidió la división
del Territorio de Los Andes. ¿Qué fue lo que empujó al gobierno de Ramírez a decretar la
división del Territorio de Los Andes y dar por finalizada lo que parecía una inercia

— 586 —
Conclusiones

administrativa que, a pesar de la suma importante de opiniones negativas desde su origen,


mantuvo a este aparato político-administrativo en funcionamiento por cuatro décadas.
L a “P u n a de A tacam a” occiden tal. En perspectiva comparada, resta saber de qué manera el
Estado chileno incorporó en términos materiales, institucionales y simbólicos, la porción
chilena de las tierras disputadas de la Puna de Atacama. Más que del lado argentino, donde la
propia existencia del Territorio de Los Andes generó, aunque incompletos, estudios sociales
sobre la región, el lado chileno se constituyó en un terreno completamente olvidado en los
estudios regionales.
Provincialización de la Puna de Atacama. La única cuestión que queda por plantear es de
qué manera las provincias integraron los nuevos departamentos al territorio provincial. En
otros términos, de qué forma se incorporaron los restos del Territorio de Los Andes a las tres
provincias, y cómo fue el proceso de reorganización de esa unidad espacial. Todo indica que
debieron pasar tres décadas para que se construyera nueva infraestructura, aunque esto fue
consecuencia de la intervención directa del Estado nacional en el contexto conflictivo de la
última dictadura militar, y la inminencia de la guerra con Chile por el Beagle. Hasta entonces,
la antigua configuración organizada en las tierras altas que bordeaban la frontera argentino-
chilena, la ―P una d e A tacam a‖, m antuvo la integridad territorial forjad a h asta 1943. E x isten
algunas aproximaciones a la cuestión señalada, especialmente desde el campo de la
antropología. Pero todavía se trata de estudios de caso, puntuales, sin haber procedido a
considerar el proceso de reorganización regional en forma global.

Una de las finalidades de la investigación era completar algunos huecos que existían en el
conocimiento de una porción del territorio argentino. Esta tesis puede considerarse una
monografía regional, producto característico de la tradición geográfica iniciada en Francia por
Vidal de la Blache. No obstante, la estrategia metodológica para abordar el caso propuesto no
supuso un relato centrado en la descripción del paisaje, de la influencia de la naturaleza sobre
el hombre y de las formas en que el hombre modeló el paisaje en diferentes momentos. La
estrategia adoptada permitió abordar a la región como un objeto construido a través de
diferentes intervenciones de una gama variada de actores, con diferentes capacidades de
negociación, ubicados en diferentes espacios y ámbitos institucionales. Los funcionarios que
pusieron en marcha los mecanismos estatales de control territorial, las comunidades que de
alguna forma negociaron su permanencia independiente en la región, los técnicos y
exploradores enviados por el Estados argentino ocupados de catalogar las riquezas existentes
en las nuevas tierras, los científicos que tomaron en consideración al área para ajustar las
taxonomías regionales, la prensa que difundió las novedad llevadas a las ciudades sobre
aquéllas tierras lejanas, los textos escolares que enseñaron a pensar a este territorio como una
parte del propio país, las empresas que gestionaron o no los recursos naturales, los
comerciantes que establecían enlaces a través de la cordillera y los arrieros que surcaban esas
tierras transportando animales en pie, conformaron una red de actores. Esta red, de diferentes
formas, contribuyeron a configurar una región particular dentro de la historia territorial
Argentina, que funcionó como unidad institucional entre 1900 y 1943, y que se llamó Los
Andes. Todo indica que la desaparición institucional no equivalió a la desaparición de la
unidad geohistórica en términos funcionales. Pero eso es tema para un nuevo proceso de
investigación.
Esta investigación tenía otra finalidad que excede a los intereses estrictamente académicos y
que involucra directamente a la población que actualmente reside en las tierras donde existió
una provincia en ciernes, que finalmente se vio frustrada por una decisión adoptada en 1943
por un gobierno militar. Desde entonces los libros de geografía borraron la sección Territorio
de Los Andes en la parte dedicada al noroeste argentino, mientras que los libros de historia
nunca incorporaron ese capítulo. Los centros salteños que más producción historiográfica
— 587 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

tienen sobre el Territorio de Los Andes nunca lograron transferir sus ideas a la población de
San Antonio de los Cobres, y la memoria sobre aquél pasado en el que este pueblo era capital
territoriana, se va desvaneciendo. Un episodio puede ilustrar esto. En el momento en que el
autor de esta tesis llegó a San Antonio de los Cobres se estaba discutiendo el cambio de
nombre de la calle principal, la avenida Brígido Zavaleta. Los maestros y los profesores de
historia no sabían, exactamente, quién había sido este personaje. Nadie tenía conocimiento,
por ejemplo, que fue quien impulsó la construcción del edificio donde hoy se aloja la Policía
provincial, un edificio emblemático que sobresale en el conjunto urbano. Las calles de San
Antonio de los Cobres, como la mayoría de las que se encuentran en las ciudades argentinas,
llevan nom bres de m ilitares y ―próceres de la patria‖, entre ellos S an M artín y B elgrano.
Además de Brígido Zavaleta, hay otra calle, un pasaje de sólo una cuadra, que lleva el nombre
de Daniel Cerri. Pocos sabían que Cerri también había sido gobernador, el primero a la sazón.
Los habitantes de San Antonio de los Cobres tampoco recordaban cuándo se había creado
exactamente el Territorio de Los Andes ni cuando se había establecido ahí la capital
territoriana. Un anhelo del autor de esta tesis es poder contribuir a recuperar esa memoria
olvidada sobre el pasado territoriano.

— 588 —
Anexo I
Gobernadores y Secretarios del
Territorio de Los Andes
— 590 —
Anexo I – Gobernadores y Secretarios del Territorio de Los Andes

Daniel Cerri
Daniel Cerri fue el primer funcionario del Estado argentino en establecerse en el Territorio de
Los Andes. Este gobernador y su sucesor, Nicolás Menéndez, tuvieron a su cargo la tarea de
redefinir la estructura institucional heredada del período boliviano y del chileno, que habían
dejado su impronta en la nueva sociedad territoriana.
Cuando Daniel Cerri asumió como gobernador del Territorio de Los Andes en 1900, ya tenía
una extensa trayectoria militar. Cerri nació en Bérgamo, Italia, en 1841. Una vez en
Argentina, a los 17 años de edad, se incorporó a la legión italiana creada en Buenos Aires.
Participó en la batalla de Pavón, en la ―Guerra del Paraguay‖ y en la ―Conquista del
Desierto‖. En su legajo personal es recordado como ―Guerrero del Paraguay‖ 1. En 1881 era
Prosecretario del ―Círculo Militar‖ 2.
El 3 de febrero de 1900 le informaron que debía trasladarse para hacerse cargo de la
Gobernación del Territorio de Los Andes. Al renunciar como gobernador, el 29 de enero de
1902, asumió nuevas funciones militares, en los preparativos de la guerra con Chile,
dirigiéndose hacia Neuquén. Esta contienda finalmente no se concretó y Cerri se retiró en
1903 de su función militar3. Con su nombre, General Daniel Cerri, bautizaron a una localidad
que se llamaba Fortín Cuatreros, que se encuentra a 15 kilómetros al sur de la ciudad de Bahía
Blanca, partido homónimo, de la provincia de Buenos Aires4.

Los primeros secretarios: Arturo Dávalos y Delfín Leguizamón


Junto con el decreto que reglamentó la ley de creación del Territorio de Los Andes se
promulgó otro decreto por el cual se nombró al primer gobernador, el General de Brigada
Daniel Cerri, y a su Secretario, el Doctor Arturo Dávalos5.
Arturo Dávalos, padre de Juan Carlos Dávalos, famoso poeta salteño, era abogado, originario
de los Valles Calchaquíes, donde tenía propiedades, como la finca Tacuil, además de
borateras en el Territorio de Los Andes6. Ante que Secretario de la Gobernación de Los
Andes, había sido Profesor del Colegio Nacional de Salta. A nivel provincial había sido Fiscal
General de la Provincia, Presidente de la Corte de Justicia en 1886, Presidente del Consejo de
Educación y Ministro de Gobierno. Fue presidente del Partido Autonomista Nacional en 1900
y Presidente Honorario de los Partidos Unidos. También ocupó una banca como Senador
provincial. Además de su inserción en la política provincial, había sido diputado nacional
entre 1880 y 1884 y otra vez entre 1898 y 1900. Se trataba de un personaje próximo al
presidente de la nación y, a la vez, con gran injerencia en la vida política provincial. Además,
tenía intereses en la Puna de Atacama.

1
En un sitio dedicado a los Guerreros del Paraguay, figura así: Cerri, Daniel, Grl. Br. (Bérgamo, Italia,
21/10/1841 - Bs. As., 14/3/1914) [A.G.E. 3036] 1865: Stte., B.I.3. 1869: Sarg. My.
www.guerradelparaguay.org.ar/home1.htm.
2
www.circulomilitar.org.
3
Servicio Histórico del Ejército - Ministerio de Guerra, Dirección General del Personal, II División – Sección
―H ‖ O ficina d e L egajo s, L egajo P erso nal N º 3 03 6 – General de Brigada Cerri, Daniel (1841-1914).
4
Más detalles en el Anexo II.
5
Este decreto fue publicado en: MI, Memoria de 1899:460.
6
Holmberg 1900:55.

— 591 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Dávalos murió en 1900, en ejercicio de la secretaría de la gobernación. Lo sucedió en el cargo


Delfín Leguizamón. Su nombramiento se dispuso con un decreto del 12 septiembre 1900.
Tras la renuncia de Cerri, Leguizamón permaneció en el cargo, siendo secretario durante toda
la gobernación de Menéndez. Cuando asumió el tercer gobernador, Ricardo Isasmendi,
Leguizamón seguía en el cargo, en el cual permaneció hasta octubre de 1908. Su muerte se
produjo en 1917.
Al igual que su antecesor, Leguizamón tenía una larga trayectoria política. Siendo muy joven
fue Gobernador Interino de Salta en 1869. Volvió a la gobernación de Salta entre 1871 y 1873
y entre 1893 y 1896. Asimismo fue diputado provincial y Ministro de Gobierno del
gobernador Pedro Frías, en 1890. En el Congreso Nacional fue Diputado en 1870 y otra vez
en 1886. Cuando fue nombrado Secretario ocupaba el cargo de Senador nacional por su
provincia.

Nicolás Menéndez
Segundo gobernador del Territorio de Los Andes, Nicolás Menéndez fue nombrado el 29 de
enero de 1902 y confirmado en el cargo el 25 de octubre del mismo año. Concluyó su
gobierno en octubre de 1904. Delfín Leguizamón, nombrado durante la gobernación de Cerri,
fue su Secretario.
Nicolás Menéndez nació el 15 de agosto de 1863 en Buenos Aires. Ingresó al ejército el 9 de
mayo de 1879 y siguió la carrera militar hasta alcanzar el grado de teniente coronel.
Menéndez formó parte de la comisión de límites entre la Argentina y el Brasil, presidida por
el General Garmendia. En esta zona permaneció entre marzo de 1887 y abril de 1892,
realizando distintos trabajos exploratorios. En 1894 fue trasladado a la Patagonia, donde se
desempeñó como colaborador del perito Francisco Moreno en la comisión de límites entre la
Argentina y Chile, en el Territorio Nacional de Neuquén. Entre 1901 y 1902 practicó estudios
estratégicos en los caminos de la cordillera de los Andes, en dicho territorio. En 1902 debió
trasladarse al norte de esa cordillera, cuando fue nombrado gobernador de Los Andes.
Terminado su mandato en octubre de 1904, poco después terminó su carrera militar. El 14 de
diciembre de 1905, con 36 años de servicio, solicitó el retiro, que le fuera otorgado por un
decreto del 15 de diciembre de ese año. Años después, en 1917, se desempeñó como agregado
al Ministerio de Guerra y fue fiscal del acto electoral en las elecciones municipales de General
Pico, en Pampa Central. Falleció en Buenos Aires, el 11 de octubre de 19261.
Se ha apuntado que, mientras fue gobernador del Territorio de Los Andes,
“ … logró la sum isión de aborígenes bolivianos, de quienes obtuvo el reconocim iento de la
nacionalidad argentina y su juramente de fidelidad a la bandera nacional. En ese lapso
estudió e hizo el trazado del camino entre Argentina y Chile por Huaitiquina, que luego
habría de ser utilizado para la construcción del ramal ferroviario a Socompa” 2
A diferencia de sus sucesores, permaneció la mayor parte del tiempo en San Antonio de los
Cobres, capital del territorio. Muy activo, realizó giras periódicas en forma personal, para
organizar la estructura administrativa del Territorio de Los Andes. Mientras fue gobernador
estableció la estructura policial del territorio, nombrando a Pedro Judez para ocupar el puesto
de Jefe de Policía, el 28 de abril de 1902. Permanentemente instruía órdenes a los policías que
llegaban para ocupar sus puestos, que debían ser benevolentes con la población local, y a la

1
Servicio Histórico del Ejército - Ministerio de Guerra, Dirección General del Personal, II División – Sección
―H ‖ O ficina d e L egajo s, L egajo P erso nal N º 8 03 1 – Teniente Coronel Menéndez, Nicolás (1863-1926).
2
Cutolo 1968. Tomo IV, L-M, Gobierno de Nicolás Menéndez (Teniente Coronel) (1902-1904).

— 592 —
Anexo I – Gobernadores y Secretarios del Territorio de Los Andes

vez firmes en el cumplimiento de su misión, evitando actos de abuso de autoridad. Además,


realizó diferentes trabajos de reconocimiento por encargo de oficinas de Buenos Aires, entre
ellas la Oficinas de Tierra y la de Minería, del Ministerio de Agricultura.
Otra tarea que le cupo fue la ―pacificación‖ de las comunidades de Susques y Coranzulí, que
todavía en 1902 no reconocían a las autoridades argentinas (a esto se refiere el diccionario de
Cutolo). Finalmente, fue el encargado de poner en funcionamiento la institución del
―enrolamiento‖. A esta tarea se encomendó con particular dedicación desde mayo de 1902,
por orden del Ministro Pablo Riccieri.

Ricardo Isasmendi
Vencido el mandato del teniente coronel Menéndez en octubre de 1904, el Gobierno federal
confirmó, por decreto del 25 de octubre de 1904, a Ricardo Isasmendi como gobernador de
Los Andes. Su mandato se extendió desde esa fecha hasta 1908. Un decreto del 16 de mayo
de 1905 lo confirmó en el cargo y otro del 2 de noviembre de 1906 renovó su mandato, que
concluyó el 2 de noviembre de 1908, cuando llegó al término de su mandato. Como Secretario
lo acompañó Delfín Leguizamón. En el mismo mes que Isasmendi dejó su cargo, había
asumido como secretario Pedro Aguilar, quien se hizo cargo de la gobernación, interinamente,
hasta el nombramiento del nuevo titular1.
Ricardo Isasmendi pertenecía a una de las familias más tradicionales de Salta, asociado en
diferentes negocios con otros reconocidos integrantes de la elite provincial. Era un
terrateniente, con propiedades en distintos lugares de la provincia. En 1912, en una
descripción de la República Argentina realizada por Luis Rodríguez, en el capítulo
correspondiente a la Provincia de Salta, el autor señalaba una las ―Causas del estancamiento
de sus riquezas‖:
―consiste en las numerosas zonas de tierra inculta de propiedad de unos pocos, que
las poseen por herencia o adquiridas con fines especulativos, com o ser: … el campo
conocido por „Luracatao‟, de propiedad del señor Ricardo J. Isasmendi, compuesto de
una superficie aproximada de 300.000 hectáreas, en el departam ento M olinos… ” 2.
Esta propiedad había sido caracterizada en 1900 por Eduardo Holmberg (hijo) así:
“ En esta magnífica propiedad invernan anualmente 900 cabezas de ganado vacuno, a las
que se destinan 900 cuadras de alfalfa
“ Hay en esta finca 200 cabezas de ganado caballar, 5000 ovejas, 4000 cabras y 5000
burros… Junto a las casas existe una huerta que es la sorpresa de todos los que la
visitan… Jam ás recuerdo haber probado frutas m ás gustosas que aquellas… ” 3
Además de esta gran propiedad, Ricardo Isasmendi tenía propiedades en los Departamentos
de Cerrillos, Chicoana, Anta, Campo Santo, (Finca El Porvenir y Pucará) Rosario de Lerma,
Rosario de la Frontera, algunas de ellas junto a Néstor Patrón Costas4.
Isasmendi también se dedicaba al comercio al por mayor. En 1915 en Salta existían tres
grandes casas comerciales el ―Almacén y Depósito de Cereales por mayor y menor‖ de

1
AGN, Series Históricas III - CR, signatura 125 años 1904 y 1905; signatura 126, años 1906 y 1908.
2
Rodríguez 1912:397.
3
Holmberg 1900:23.
4
Michel y Savíc 1999: ver cuadro páginas 191 a 193.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Andrés Ilvento, el ―Almacén y Depósito de Cereales‖ de José Querio y, la firma, ―Isasmendi y


Compañía‖, almacén, ferretería, pinturería, máquinas agrícolas y artículos rurales1.
Asimismo, tuvo una activa participación en la vida política de la provincia de Salta, anterior y
posterior al período de su mandato como gobernador del Territorio de Los Andes. Fue
miembro del Partido ―Unión Popular‖ y del Partido ―Unión Provincial‖. En 1882 actuó como
Convencional Constituyente Provincial. Entre 1883 y 1886 se desempeñó como Senador
Provincial, durante el gobierno del Coronel Juan Solá. Entre 1904 y 1908 fue gobernador del
Territorio de Los Andes. Después volvió a ser Senador Provincial, esta vez durante el
gobierno del Dr. Joaquín Castellanos, entre 1919 y 1921. Además, fue vocal del Club 20 de
Febrero2. Como se puede advertir, se trataba de una personalidad con gran influencia en el
ámbito provincial salteño, tanto por su poder económico como político.
Durante su gobernación en el Territorio de Los Andes no se produjo ningún acontecimiento
significativo, con la excepción de la creación de las escuelas de Antofagasta de la Sierra,
Pastos Grandes, Susques y Coranzulí, en parte impulsadas por él, pero resultado de la labor
del Consejo Nacional de Educación y de los propios padres que ponían los recursos
necesarios para levantar los edificios.

Brígido Zavaleta
A Ricardo Isasmendi lo sucedió Pedro Aguilar, en forma interina. El interinato de Aguilar fue
muy corto, ya que el 8 de enero de 1909 se dictó un decreto del Ministerio del Interior
nombrando al Sargento Mayor (retirado) Brígido Zavaleta3. El 28 octubre 1910, luego de
asumir Roque Sáenz Peña el cargo de Presidente de la Nación, se le solicitó a Zavaleta su
renuncia, la cual fue aceptada. Fue formalmente nombrado nuevamente como gobernador, el
5 enero 1911, por un decreto. El 26 febrero de 1917, finalizó su mandato4.
Comparativamente, Zavaleta tuvo menor ingerencia en la vida política salteña que Isasmendi.
Sin embargo, se lo puede encontrar en diferentes actividades. En 1901 aportaba a la Liga
Patriótica, presidida por el radical José Saravia, formada para adiestrar a los jóvenes de las
familias patricias, frente al posible conflicto con Chile. En 1909 era Vocal del Partido
Conservador. Ese año fue nombrado Gobernador del Territorio de Los Andes y permaneció
en el cargo hasta 1917. Después, en 1929, fue Convencional Constituyente para la Reforma de
la Constitución provincial, dentro de la facción del gobernador radical Julio Cornejo. Como
gobernador del Territorio de Los Andes, participó en la Conferencia de Gobernadores de
marzo de 1913, realizada en Buenos Aires, y permaneció como adscripto largos períodos a la
Dirección de Territorios Nacionales del Ministerio del Interior.
En su extensa gestión se caracterizó por impulsar el desarrollo de las comunicaciones. Entre
otras medidas, logró establecer la línea telegráfica, para la cual donó postes de su finca, y un
servicio regular de transporte entre Salta y San Antonio de los Cobres.
Pedro Aguilar continuó como Secretario de la Gobernación hasta enero de 1909. El 16 de ese
mes fue reemplazado por Juan Tomás Frías.

1
www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/libros/biblio.htm
2
Michel y Savíc 1999.
3
www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/andes.htm.
4
AGN, SH III - CR, signatura 127, notificaciones del Ministerio del Interior, 17 y del 29 de octubre 1910;
Decreto 5 de enero de 1911.

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Anexo I – Gobernadores y Secretarios del Territorio de Los Andes

Domingo Torino
Domingo Torino fue nombrado Gobernador del Territorio de Los Andes el 28 de abril de
1917. El 26 de junio de 1917 fue confirmado por acuerdo del Senado. Terminó su mandato el
7 agosto 1918, por haber fallecido1.
Torino era propietario de la finca ―El Gólgota‖, ubicada en el camino de la Quebrada del
Toro. Según Eric Boman, era…
“ … propietario de la Q u ebrada del Toro, desde Gólgota hasta casi la Puerta de Tastil, y de
otra parte, en Candelaria, ha demostrado lo que se puede hacer con estas quebradas
estériles, si se sabe manejar bien el agua de riego y se emplean métodos racionales para
los cultivos. Sus campos de alfalfa son soberbios y allí cría incluso ovejas Rambouillet y
Lincoln” 2
Ambrosetti también describe ―El Gólgota‖ como una…
“ … valiosa finca perteneciente a la familia de Torino; posee extensos alfalfares que
proveen con pasto seco las dos terceras partes del consumo de la ciudad de Salta” 3.
Y más adelante continúa:
“ En el Gólgota y en los alrededores hay bastantes recursos de carne y pasto. Abundan las
majadas de ovejas y tropillas de cabras. Los Sres. Torino han introducido buenos
reproductores lanares… ” 4
Más tarde allí se estableció la estación Ingeniero Maury del ferrocarril de Salta a Antofagasta.
Esa finca introdujo los famosos corderos Caracul. Originarios del Asia Menor, estos animales
llegaron al país en 1910, como obsequio al presidente Alvear, quien los trasladó a la Sierra de
la Ventana y a los Valles Calchaquíes. Algunos habrían sido introducidos al Territorio de Los
Andes5.
Durante toda su gestión lo acompañó, como Secretario, Juan Tomás Frías. Cuando Torino
falleció, Frías ocupó el cargo de gobernador en forma interina.

Pablo Saravia
Pablo Saravia fue nombrado gobernador del Territorio de Los Andes, por decreto del 21 de
agosto de 1919, asumiendo el cargo el día 25 de septiembre de 1919. Permaneció al mando
del Territorio de Los Andes hasta 1921. El 18 de Septiembre de ese año renunció al cargo6.
Saravia inauguró el período de los gobernadores radicales. Era de la línea yrigoyenista y
aspiraba al gobierno de la provincia de Salta, cuando ocupaba el cargo de gobernador Joaquín
Castellanos (1919-1921), también radical, pero de la línea opuesta al Presidente Yrigoyen. La
influencia de Pablo Saravia se sintió no sólo en la legislatura, sino también en la Cámara de
Diputados del Congreso Nacional a través de un bloque denominado ―saravistas‖; en Salta
eran los que se dedicaban a obstaculizar la política de los ―castellanistas‖. Estos entretelones

1
AGN, SH III - CR, signatura 129, copia decreto 2 de mayo de 1917 y notificación Ministerio del Interior 26 de
junio de 1917; signatura 130, notificación Ministerio del Interior 23 de agosto de 1918.
2
Boman 1908:322-323.
3
Ambrosetti 1905:92.
4
Ambrosetti 1905:93.
5
Comunicación personal Mercedes Torino.
6
AGN, SH III - CR, signatura 131, notificación Ministerio del Interior del 21 de agosto de 1919 y nota del 25 de
septiembre de 1919; signatura 133, año 1921.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

políticos lo llevaron a realizar continuos viajes a Buenos Aires, no precisamente para atender
gestiones relacionadas con su cargo como gobernador, sino para obtener el apoyo presidencial
y así consagrarse como el sucesor del gobernador Castellanos. Favorecido por la situación
política de la provincia, donde se había declarado una ―huelga legislativa‖, apoyó la
intervención federal. La prensa opositora hacía referencia al ―eterno viajero‖ que iba en busca
de la bendición ―peludista‖ 1.
Finalmente, concretada la intervención a la provincia por Ley 11.169 de fecha 27 de
septiembre de 1921, y convocadas las elecciones, Pablo Saravia, que ya había renunciado a la
Gobernación de Los Andes, sólo figuró como elector para el Colegio Electoral. ¿Por qué
resignó su segura candidatura al gobierno de Salta? ¿Influyó acaso un sumario administrativo
que se le seguía por su mal desempeño en Los Andes?2
Entre otras actividades fue co-Fundador del periódico salteño ―El Cívico Intransigente‖, junto
a Carlos Outes, quien sería su sucesor. A Saravia lo acompañó Juan Frías, ocupando
interinamente la Gobernación entre septiembre de 1921 y marzo de 1922, cuando el titular
viajaba a Buenos Aires. Con este período, Frías completaba su largo mandato como secretario
del Territorio de Los Andes.

Juan Tomás Frías


Juan Tomás Frías es el funcionario del Territorio de Los Andes, considerando a todos los
gobernadores y secretarios, con mayor permanencia en la Gobernación. Como todos los
Secretarios, era Doctor en Jurisprudencia (1885), graduado a los 25 años en la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1900 formaba
parte de la comisión de Propaganda de Partidos Unidos. En 1903 fue firmante del Programa y
candidatura del Partido Republicano, que llevaba la candidatura de Latorre y Adolfo Valez.
En 1909 era vocal del Partido Conservador.
El estudio de Frías fue uno de los más prestigiosos y consultados de Salta. A su intensa
actividad profesional como abogado, en su mayor parte inédita y que desgraciadamente quedó
sepultada en los archivos, pertenecen algunas publicaciones que bajo el nombre de ―Estudios
Jurídicos‖ el Dr. Juan Tomás Frías encuadernó para su uso particular y que fueron cuatro
folletos publicados en Salta3. Fue nombrado en 1909, cuando era gobernador Brígido Zavaleta
y permaneció hasta 1922, trece años en total, cuando fue reemplazado por Daniel Etcheverry,
al asumir Luis Diez, siendo gobernador interino en tres ocasiones.
En 1936 reaparece en la correspondencia del Territorio de Los Andes el nombre Juan Tomás
Frías. Primero como Comisario, después como Jefe de Policía y finalmente como Secretario
interino cuando era gobernador, también interino, Benjamín Dávalos Michel. Probablemente
no se trate de la misma persona, sino de un descendiente, ya que por entonces el ex secretario
tendría unos 75 años de edad.

Carlos Outes
Carlos Outes asumió el 30 de abril de 1922, aunque su designación data del 7 de marzo de
1922. Permaneció en el cargo hasta 1925. Durante los primeros meses lo acompañó, como

1
Correa 2003.
2
Correa 2003; Michel y Savíc 2003.
3
CORNEJO ATILIO, Bibliografía jurídica de Salteños. Ensayos. Ed. Limache. Salta. S/F.

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Anexo I – Gobernadores y Secretarios del Territorio de Los Andes

Secretario, Juan Ramón Tula. Frías había renunciado en mayo de 1922. Desde el 12 de
septiembre de 1922 asume Daniel Etcheverry, también radical, hasta el año 19251.
Antes de ocupar la Gobernación de Los Andes, Outes había sido Intendente de la ciudad de
Salta, entre el 17 de octubre de 1919 y el 25 de noviembre de 1919. Lo mismo ocurrió entre el
15 de julio de 1930 y el 19 de agosto de 19302. Además fue Co-Fundador del periódico
salteño ―El Cívico Intransigente‖ y Director del Colegio Nacional en Salta.
Ante una consulta del presidente de la Comisión de Territorios Nacionales de la Cámara de
Diputados de la Nación sobre posibles cambios en la organización institucional de los
Territorios Nacionales, con respecto al Territorio de Los Andes, informaba:
En primer término señalaré la necesidad de derogar la Ley 3906, para someter así al
Territorio de Los Andes al mismo régimen de los demás Territorios, porque ya han
desaparecido los motivos que se tuvieron en cuenta al crearlo, para que fuera gobernado
de distinto modo.
Sin embargo, no debe olvidarse que al derogar esa ley, es menester incorporar al Artículo
1° de la Ley Orgánica de Territorios (Nº 1532) la disposición del Art. 1° de dicha ley Nº
3906 y de su decreto reglamentario de fecha 30 de enero de 1900, que definen los límites
de esta Gobernación.
Sometido el Territorio de Los Andes al régimen de los demás, va de suyo, que será
necesario crear para el mismo el Juzgado Letrado de que hoy carece y que señala el Art.
33 de la Ley Orgánica de Territorios.
La creación de este Juzgado se ha hecho sentir como una necesidad imperiosa,
particularmente desde que comenzaron los trabajos del FC. Norte de Chile, a través de los
Andes.
La crecida multitud de obreros que afluyó al Territorio con motivo de esos trabajos, señaló
un aumento considerable de causas civiles y correccionales de relativa importancia, cuyo
conocimiento hubiera correspondido por la Ley al Juez de Paz lego de San Antonio de los
Cobres, pero que prácticamente han pasado al conocimiento del Juez Federal de Salta.3
Además, Outes fue autor de un proyecto que proponía la creación de un criadero de
chinchillas en el Territorio de Los Andes4. Este proyecto finalmente nunca se llevó adelante.
También, hasta donde se pudo saber, fue el único gobernador después de Cerri que editó
memorias de gestión, correspondientes al año 19235.

Luis Diez
El octavo titular nombrado en la gobernación fue Luis Diez, ocupando el cargo entre los años
1925 y 1928. Diez fue nombrado en Septiembre de 1925, un decreto del 30 de abril de 1926
lo confirmó en el cargo, el cual dejó en septiembre de 1928. Durante su mandato lo acompañó
Daniel Etcheverry, que venía del período anterior. En 1928 fue reemplazado por Ricardo N.
Messone. Como todos los demás, residía en Salta. Toda la correspondencia se la enviaban a la
calle Alsina 566, de la ciudad de Salta, a pocas cuadras de la plaza central.

1
AGN, SH III - CR, signatura 134, cartas varias 1922; signatura año 137, año 1925.
2
www.museociudadsalta.gov.ar/intendentes.htm.
3
AGN, SH III - CR, signatura 135, carta enviada a la Dirección General de Territorios Nacionales 25 de junio de
1923.
4
Outes 1923.
5
Outes 1924.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Este salteño es destacado por ser el primer dentista de la provincia. Se graduó en 1910 en la
Universidad de Harvard1. Pero pronto se dedicó a la política partidaria, en las filas del
radicalismo. Fue Intendente de Salta entre el 26 de noviembre de 1919 y el 22 de mayo de
1920, durante la gestión del gobernador Joaquín Castellanos. Fue Diputado y Senador
provincial en diferentes períodos. Además, fue presidente de las Juntas Electorales en
diferentes ocasiones.

Daniel Etcheverry y Ricardo Messone


Daniel Etcheverry era abogado, y se desempeñó en Salta como Juez de 1º Instancia en lo Civil
y Comercial. Es autor de un folleto titulado: ―La parodia de mi juicio político‖. Mientras era
gobernador Carlos Outes, Vicente Gallo, en esa oportunidad Ministro del Interior, le envía el
siguiente telegrama:
30 junio 1924
Al sr. Gobernador, Los Andes
Para su conocimiento e informe transcribo a Usía el siguiente telegrama dirigido a este
Ministerio con fecha 28 del cte: “ Los suscriptos afiliados a la Unión Radical de Salta y en
solicitud de garantías constitucionales comunicamos a V.E. graves irregularidades
políticas y administrativas que se están produciendo en la Gobernación del Territorio de
Los Andes con sede oficial en Salta. Todos los empleados de dicha Gobernación
trabajaron en la última reorganización de nuestro partido como agentes electorales
prestigiando una lista de comité adictos a la candidatura del Diputado Nacional don
Pablo Saravia para Gobernador de la Provincia en cuy lista figura como Secretario del
Comité el empleado de la Gobernación Vicente Birigliani. El secretario de la Gobernación
Don Daniel Etcheverry recorrió en automóvil oficial la ciudad repartiendo votos y llegó al
extremo de invocar el nombre de V.E. amenazando con presiones oficiales de parte de V.E.
en caso de no proclamarse la candidatura de Don Pablo Saravia. Dicho Sr. Que acaparó
todos los documentos de la reorganización ejerció una presión extralimitada el día de la
elección del comité a pesar de lo cual fue derrotada la lista que prestigiaba. Los puestos
de agentes de policía de la Gobernación están repartidos en parte por adictos a Don Pablo
Saravia que residen en Salta en parte son puramente ficticios coincidiendo con este dato la
circunstancia de que el Gobernador don Carlos Outes en sociedad con el Gefe de Policía
Don Alberto Arias han adquirido en año y medio propiedades de avaluación fiscal de mas
de cien mil pesos y pagado mas de treinta mil pesos de deuda sin recursos fiscales.
Comprometiéndose a comprobar y ampliar estos datos solicitamos la instrucción de un
sumario para terminar con una situación que tanto perjudica a nuestro Partido como
desprestigio al Exmo. Gobierno de la Nación. Saludamos a V. E. con nuestra mayor
consideración y respecto. Julio Cermesoni Eduardo Schuller Leonardo Derric J. A. Mattus
S. Saravia Ángel J. Volonté A Herrera E C López ..... Bazán” .
Saludo a Usía atte.
Vicente Gallo
Ministerio del Interior
En respuesta, el Gobernador le envía la siguiente carta:
Salta, julio 11 de 1924
Al Ministro del Interior:

1
Figueroa 1980.

— 598 —
Anexo I – Gobernadores y Secretarios del Territorio de Los Andes

...manifesté desde el primer momento a V.E. que los firmantes de la denuncia, que
invocaban el carácter de afiliados a la Unión Cívica Radical, eran elementos subalternos
de comité, queriendo significar así, que carecían de autoridad moral para formular
acusaciones de esta índole.
Cumpliéndome ratificar hoy esta afirmación, me remito a la prueba que surge de los
sendos prontuarios de mis impugnadores, cuyas copias, suministradas por la Jefatura de
Policía de la provincia de Salta, adjunto a la presente para la mejor información de ese
ministerio.
Mas, aunque desvirtuada la denuncia por el concepto moral de que gozan los
denunciantes, no he querido dejar pasar por alto ninguno de los cargos que estos
apuntaban en su telegrama y mucho menos la maliciosa insinuación de que el suscrito ha
enriquecido su patrimonio con cien mil pesos en valores inmuebles adquiridos en sociedad
con el Jefe de Policía del Territorio Sr. H. Alberto Arias, durante el desempeño –y como
consecuencia al decir de mis acusadores- de la administración pública que ha sido
confiada a mi rectitud y honestidad.
Con tal propósito he requerido los informes oficiales que tengo el honor de acompañar y
que reflejan el estado actual de las financias privadas del suscrito, por cuyo estado verá
V.E. que nada acusa la maligna sospecha, apuntada por los firmantes de la queja.
Del certificado insospechable del Registro de la Propiedad de la Provincia de Salta, que
acompaño, resulta Sr. Ministro que el suscrito no posee otros inmuebles que los
insignificantes que en él se mencionan, gravados con deudas hipotecarias que casi igualan
a loa valores en que han sido adquiridos, ya en el solo nombre del exponente o ya en
sociedad con el Sr. Juan Alberto Arias. De esos inmuebles los adquiridos por un total de
7.250 pesos fueron luego enajenados, como se ha de ver por in informe oficial, con una
ganancia líquida a mi favor de 500 pesos m/n y en cuanto a los restantes que aun conservo
en condominio con el Sr. Arias, representan tan pos adquisición la exigua suma de diez y
ocho mil seiscientos setenta y cinco pesos, reducida por la diferencia con los gravámenes q
sobre ellos pesan,...
...
Cuan lejos está pues, señor ministro, de haber alcanzado al exponente, la situación
económica que le ha creado la suspicacia de los denunciantes...
Carlos Outes, Gobernador Territorio de Los Andes
Esto señala lo involucrados que estaban los secretarios y gobernadores del Territorio de Los
Andes en la vida política salteña, y el modo en que utilizaban este lugar institucional para
moverse en esa arena. Etcheverry pertenecía a la facción de partido radical dirigida por David
Michel Torino, y que se oponía al sector en el que se encontraba Pablo Saravia, ex gobernador
de Los Andes. En 1926 la facción de Etcheverry no aceptó las decisiones de la intervención
enviada por el Comité Nacional de la UCR y renunció a la Secretaría, para hacerse cargo de la
campaña en la ciudad de Salta. Pero en 1927 otra vez se encuentra a cargo de la Secretaría de
la Gobernación de Los Andes.
Ricardo Messone nació en Salta en 1896 y murió en Buenos Aires en 1951. Se recibió de
abogado en Buenos Aires y desempeñó en Salta diversas funciones administrativas y
legislativas. Fue Subsecretario de Gobierno, diputado provincial. Como legislador gestionó la
canalización del río Bermejo. En febrero de 1926 formaba parte de la Junta de Gobierno de la
UCR. El presidente era Florentín Figueroa, Luis Diez (por entonces gobernador del Territorio
de Los Andes) era el vice-presidente y Secretarios eran Ricardo Messone y José María Gallo
Mendoza. Al finalizar el período de gobierno de Luis Diez, se hizo cargo interinamente de la
Gobernación entre el 7 de septiembre de 1928 y el 18 de mayo de 1929, cuando asumió Luis
Langou. Renunció al cargo el 5 de agosto de 1929.
Messone también pertenecía a la facción de Etcheverry, y luego del golpe del 6 de septiembre
se presentó a elecciones como candidato a Diputado Nacional cuando el radicalismo había
— 599 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

decidido la abstención nacional, gana una banca y es diputado nacional desde 1932 a 1934.
Massone vivía en Santiago 452 (ahí le enviaban la correspondencia de la Gobernación).
Este sujeto, además, tenía vinculaciones con la elite salteña. En 1941, junto a Robustiano
Patrón Costas, Ricardo Araoz, Adolfo Güemes y José María Romero Escobar, conformó en la
ciudad de Buenos Aires el ―Centro de Residentes Salteños y Ayuda Mutua‖, que se
transformó a partir de 1943, en el ―Centro de residentes salteños – General Martín Miguel de
Güemes – Asociación Civil‖ 1.

Silverio Chavarría
Después de dos meses de intervención, a cargo del Mayor De Giaccomo, nombrado a su vez
por el gobernador Provisional de la Provincia de Salta, comandante del Destacamento Norte,
Coronel Ernesto Day, llegó a la Gobernación de Los Andes Silverio Chavarría. Hasta donde
se pudo saber, la familia Chavarría se encolumnaba en las filas salteñas del roquismo. Silverio
Chavarría había tenido una activa participación en el Partido Provincial a principios del siglo
XX, ocupando una banca de diputado en el Poder Legislativo salteño en 1904 y otra vez en
1906. Asimismo, junto a su hermano, José Antonio, poseía en Cafayate las propiedades ―La
Rosa‖, ―Mercedes‖ y ―La Banda‖. Junto a su hermano, era un empresario viñatero de
Cafayate, donde poseían fincas, haciendas y bodegas que se llamaban Hermanos Chavarría.
Parte de las propiedades, hacia 1930 las vendieron a los hermanos David y Salvador Michel2.
La gran novedad durante la gobernación de Chavarría, es que el tan esperado ferrocarril
finalmente arribó a San Antonio de los Cobres. No obstante, este como los anteriores
gobernadores, mantuvieron su lugar de residencia en Salta. Toda la correspondencia era
enviada a la calle España 737, Ciudad de Salta.

Benjamín Dávalos Michel


Poco se puede decir de este gobernador. Era hijo de José Dávalos Leguizamón y Mercedes
Michel Escobar. Nació en Salta el 2 de diciembre de 1897 y falleció en la misma ciudad el 17
de julio de 1946. Egresó del Colegio Nacional en 1916 y obtuvo el título de abogado.
Su presencia en la Gobernación de Los Andes se registra desde 1933 hasta 1939. Fue
nombrado Secretario el 8 de noviembre de 1933 mediante un decreto. Al terminar Chavarría
su mandato tomó posesión del cargo interinamente.

1
www.residentesdesalta.com.ar/his.html.
2
www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/libros/biblio.htm.

— 600 —
Anexo II
Viajeros a la ―Puna de
Atacama‖
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Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Viajeros, viajes, y relatos


En lo que sigue se presentará en forma cronológica, tomando en consideración la fecha de
inicio del viaje y no la fecha de publicación de la obra, a los viajeros que atravesaron o fueron
expresamente a las cordilleras orientales del ―Desierto de Atacama‖ que comenzó a
denominarse, hacia mediados de la década de 1880, ―Puna de Atacama‖ y que desde 1900
conformó el ―Territorio de Los Andes‖. Estos ―viajeros‖ cumpliendo con diferentes misiones,
como se verá en cada caso. Los elementos que se han considerado para analizar el corpus de
obras son tres: la persona del viajero y su entorno; el viaje propiamente dicho y su contexto;
y, la obra. Las obras que se seleccionaron fueron escritas por científicos, funcionarios,
empleados del Estado y aficionados que viajaron a la región y pudieron observar y describir
personalmente diferentes aspectos de la sociedad y del paisaje.

Rodulfo Philippi (1808-1904)


Rodulfo Philippi fue el primer viajero enviado por el gobierno chileno a explorar el Desierto
de Atacama. Las razones de este viaje, además del interés científico, tenían que ver con el
contexto. En primer lugar el interés del gobierno chileno por avanzar la frontera minera hacia
el norte, con la explotación metalífera. En segundo lugar, fijar el límite político con Bolivia en
el Desierto de Atacama. En términos estrictos, Philippi no llegó las punas de la jurisdicción de
Atacama. No obstante, su obra contiene numerosas referencias sobre esa área.
Rodulfo Amando Philippi Krumwiede nació en 1808 en Berlín. Realizó sus estudios de
medicina y de historia natural en Suiza y en Berlín. Trabajó durante 16 años como profesor e
investigador en la Escuela Politécnica de Cassel, donde publicó artículos sobre paleontología,
malacología y geología del sur de Italia. Perseguido por sus ideas liberales, él y su familia
emigraron de Prusia y se dirigieron hacia Chile donde se encontraba su hermano, Bernardo,
quien había llegado a ese país con el objetivo de participar en la colonización de la Araucanía.
Rodulfo Philippi llegó a Valparaíso en 1851 y posteriormente, junto a su hermano, adquirió
una finca en Valdivia, donde se instaló. En 1853 fue contratado para ocupar el puesto de
Director del Museo Nacional, de Chile. También fue contratado, en la Universidad de Chile,
como profesor de botánica y zoología. Permaneció en ese país hasta su muerte en 19041.
Al poco tiempo de ser nombrado al frente del Museo Nacional, fue comisionado por el
gobierno de Chile para realizar una expedición al Desierto de Atacama. También hizo
exploraciones en otros puntos del país. Resultado de ello fue la publicación de artículos,
folletos, manuscritos y comunicaciones sobre temas de geografía, geología, botánica,
paleontología y zoología, que fueron editadas principalmente en los Anales de la Universidad
de Chile.
Rudolf Philippi realizó la exploración del Despoblado en el verano de 1853-54. El itinerario
que siguió se limita a lo que hoy es Chile. Saliendo del Puerto de Taltal, a donde
probablemente arribó en barco, llegó hasta Imilac (posteriormente estación del ferrocarril
Huaytiquina en el tramo chileno) y desde allí, bordeando el Salar de Atacama, pasando por
Toconao, llegó a San Pedro de Atacama. Después de permanecer un tiempo que no se puede
precisar, volvió por Toconao hacia el sur para arribar a Copiapó donde finalizó su viaje, que
duró aproximadamente dos meses.

1
Cecilia Smith, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, www.ccpo.odu.edu/~andres/aves/raphilip.html.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El resultado de su trabajo fue publicado en 1860, en Halle, en un libro titulado ―Viage [sic] al
Desierto de Atacama‖, en español y en alemán. No se han realizado reediciones. En este
trabajo Philippi reunió información botánica y geológica de una región escasamente conocida.
Algunas de las láminas elaboradas por este viajero en su itinerario por el Desierto de Atacama
fueron incluidas en una publicación póstuma, realizada en Chile en 1973 1. En este desierto se
juntaban las fronteras difusas de tres países, Bolivia Chile y el Perú y, en cierta forma, la
Argentina. En la época en que Philippi escribió su obra, alegando a favor de los intereses
chilenos sobre la región, estaba iniciándose lentamente el proceso de definición limítrofe. En
1866 se instituyó al paralelo 24º Lat. Sur como la línea donde fijar el límite entre los dos
países.
El itinerario de Philippi llega hasta San Pedro de Atacama. Allí obtiene información sobre
rutas que se inician en ese lugar o en Cobija y que se dirigían hacia Potosí o Molinos y Salta.
En ningún momento utiliza la expresión ―Puna de Atacama‖. Al referirse al camino entre
Atacama y Molinos, a los sumo, establece una diferencia entre ―Desierto‖ y ―Cordillera‖. Por
ejemplo:
“ De Soncor a Pajonal 6 leguas D esierto …
De Pajola a Agua Caliente 6 leguas C en tro d e la co rd illera …
De Quirón a Pastos Grandes 6 leguas P u eb lecito h ab ita d o p o r 8 fa m ilia s… ” 2
Lo mismo ocurre al describir el itinerario entre Atacama y Antofagasta (que todavía no era
―de la Sierra‖). A la aglomeración de Antofagasta la ubica así:
“ Antofagasta ya se halla fuera de la Cordillera, y es un pueblecito Boliviano donde viven
cuatro o seis familias” 3
En esta obra, Philippi ofrece abundante información sobre San Pedro de Atacama,
especialmente sobre sus producciones y sobre las comunicaciones con el Pacífico, con Potosí
y con Salta. Además, realiza un registro de vocabulario del ―idioma atacameño‖ (o kunza),
una lengua originaria de la región y otro de petroglifos4.
Este autor utiliza la expresión ―Puna‖ para referirse a un sector que reconoce en la provincia
de Tarapacá, por entonces perteneciente a Perú. Como fajas longitudinales, de occidente a
oriente, propone la siguiente secuencia: cordillera de la Costa, Pampa de Tamarugal, una serie
de cerros de areniscas, una faja de cerros muy quebrados, y…
“ … H abiendo atravesado esta región el viajero se halla al pié de la gran cordillera, de la
Cordillera real, como se llama en esa provincia, que no es una cadena de cerros, sino un
terreno ondeado, que lleva los nombres de Puna, Páramo o Sierra. Algunos lo llaman gran
nudo de P otosí… ” 5.

Johann Jakob von Tschudi (1818-1889)


El segundo viajero que llegó a la región fue el naturalista Johann von Tschudi. A diferencia
del anterior, atraviesa, en dirección este-oeste, las tierras altas de Atacama. También, a

1
Philippi 1973.
2
Philippi 1860:59.
3
Philippi 1860:59.
4
Kunza es el nombre que las sociedades originarias de la región de Atacama daban a su idioma. El mismo se
hab ló en S an P ed ro d e A tacam a al m eno s hasta fines d el siglo X IX . E l sig nificad o d e ku nza es ―el n uestro ‖, el
idioma nuestro (Núñez Atencio 1992).
5
Philippi 1860:108 (destacados del autor).

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Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

diferencia del anterior, no viaja como enviado de algún gobierno, sino en el contexto de una
empresa particular, autofinanciada. En algo coincide con Philippi: no utiliza la expresión
―Puna de Atacama‖.
Johann Jakob von Tschudi era de origen suizo-alemán. Fue naturalista, médico y diplomático.
Como muchos en su época, sus áreas de interés eran diversas, incluyendo temas de las
ciencias naturales, en especial la zoología. Por ello se ocupó de realizar inventarios sobre la
fauna, la flora, la etnografía y la mineralogía terrestre de las regiones visitadas1. También
realizó estudios de historia cultural y la etnografía en América, gracias a lo cual, tanto en
Suiza como en Perú, es considerado un importante americanista.
Johann von Tschudi pertenecía a una familia acomodada y, como era común en algunos
sectores aristocráticos de su época, a los 20 años decidió explorar tierras desconocidas,
optando por Sudamérica. A esta región viajó en tres oportunidades. La primera fue en 1838,
llegando a la ciudad de Lima, Perú. Allí obtuvo un bachillerato en medicina. Recorrió
distintas zonas de ese país, obteniendo una importante colección de materiales botánicos y
etnográficos para el museo de Neuchatel en Suiza. En 1842 se encontraba gravemente
enfermo, razón por la cual abandonó el Perú y retornó a Suiza. El segundo viaje a Sudamérica
lo inició en 1857 recorriendo Brasil, el Uruguay, la Argentina, Chile y Bolivia, prologándose
hasta 1859. En esta ocasión atravesó la región circumpuneña, cuando viajaba desde Buenos
Aires hasta Cobija. Entre 1860 y 1862 realizó su último viaje a Sudamérica, en este caso sólo
a Brasil, en calidad de diplomático, enviado por su país. En 1886 fue nombrado embajador en
Austria, donde permaneció hasta su muerte, en 18892.
Como recién se mencionó, su segundo viaje por Sudamérica atravesando la región
circumpuneña lo inició en 1858. El itinerario puede reconstruirse fácilmente siguiendo el
índice de su obra: de Córdoba a Catamarca, de Catamarca a Santa María, de Santa María a
San Pedro de Atacama y de aquí a Cobija. El tramo entre Santa María y San Pedro de
Atacama lo realizó a través de los Valles Calchaquíes, ingresando a las tierras altas por
Molinos. De Córdoba salió el 18 de julio de 1858, con dos personas a su servicio y con cinco
caballos. Nueve días después estaba en Catamarca. El 19 de julio partió de Molinos hacia el
occidente y llegó a San Pedro de Atacama el 8 de agosto de 1858. Arribó a Cobija,
finalmente, el 13 de septiembre de 1858.
La obra donde relata este viaje fue titulada ―Reise durch die Andes von Sudamerika‖, y fue
publicada en 1860 en Gota, a través de la que se convertiría en una prestigiosa casa editora de
Atlas y otras publicaciones geográficas, la casa Perthes. La Academia Nacional de Ciencias,
de la Argentina, a través de su Boletín, publicó una versión traducida por el geólogo Edwin
Kittl, con el título ―Viaje por las cordilleras de los Andes de Sudamérica. De Córdoba a
Cobija en el año 1858‖ 3. Un fragmento de esta obra fue reproducida, con comentarios, en
1996 por la revista Hombre y Desierto4. En su obra, von Tschudi hace reiteradas referencias a
las descripciones que surgieron del viaje que hiciera Philippi.
La obra de von Tschudi sigue estrictamente el itinerario del viaje. Para cada lugar visitado
ofrece distinto tipo de información, siendo una de sus principales preocupaciones los tiempos
y formas de movilidad en el territorio. Además, ofrece algunos datos sobre tráfico de ganado
y otros bienes, como así también las producciones que se realizan en los lugares visitados.

1
Lehnert Santander 1996.
2
www.freulerpalast.ch/sammlung/tschudi.htm; www.pucp.edu.pe/~human/arq/eventos/tschudi.htm; y
www.it.wikipedia.org/wiki/Johann_Jakob_von_Tschudi
3
von Tschudi 1860.
4
Lehnert Santander 1996.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Cuando inició su viaje desde Molinos hacia San Pedro de Atacama, al llegar al Abra de la
Cortadera decía:
“ constituye aquí el límite entre los Estados del Río de la Plata y Bolivia. El límite
propiamente dicho entre dos repúblicas estaría formado por la Cordillera conforme a la
naturaleza, más al occidente. Después de la guerra de la independencia y la regulación de
límites como consecuencia necesaria de aquella, Bolivia reclamó todo el altiplano (la
Puna) al Oeste y Este de la Cordillera; por esa razón pertenece Antofagasta, situado muy
al Este, a aquella república. Hubiera sido mucho más importante para la existencia de
aquel país, si Bolívar hubiese concedido a aquel estado libre que lleva su nombre, el
puerto de mar tan importante de Arica, en vez de altiplanicies desérticas. Desde este punto
comienza el desierto, que se extiende solamente interrumpido por unos pocos oasis, hasta
el Océano Pacífico” 1
De este fragmento se pueden rescatar dos cuestiones. En primer lugar, que puna es sinónimo
de altiplano el cual, en principio, no aparece sub-regionalizado. Como se suele utilizar
actualmente, diferencia ―Puna‖, como recorte regional, pero no en un sentido jurisdiccional
sino ambiental, de ―puna‖, también como sinónimo de ―soroche‖ o ―mal de altura‖ 2. En
segundo lugar, que las tierras que después se llamaron ―Puna de Atacama‖ en la descripción
de este autor estaban dentro del ―desierto‖, que se iniciaba en la línea de cerros que se
encontraban al este del Valle Calchaquí. No establece una diferenciación entre tierras altas y
tierras bajas. Todo es ―desierto‖. Al llegar a Atacama, hacía el siguiente racconto:
“ De Molinos a Atacama necesité justo ocho días y eso en promedio con jornadas muy
largas y tam bién m uy cansadoras… D urante seis días se pasa por un d esierto inhabitado,
carente de casi toda vegetación, con aguadas muy distantes a alturas s.n.d. mar de 10 a
12.000 pies en promedio” 3

Ludwig Brackebusch (1849-1906)


Ludwig Brackebusch fue el primer viajero enviado que, desde la Argentina, y según el
registro que se tiene, recorrió las tierras altas de Atacama, cuando todavía no recibían la
denominación de ―Puna de Atacama‖. La primera aproximación a esta región la hizo desde las
tierras altas de Jujuy en el año 1881. La segunda fue en el año 1883, ascendiendo desde los
Valles Calchaquíes, en Salta, cuando todavía no había finalizado la Guerra del Pacífico.
Brackebusch había llegado a la Argentina en 1874 y desde ese momento trabajó en la
Universidad Nacional de Córdoba. En diferentes misiones oficiales, recorrió las provincias de
Córdoba, San Luis, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. En los diferentes viajes realizó
estudios geológicos y mineralógicos y levantó información con la cual elaboró las primeras
cartas geológicas y topográficas de esas provincias. Además, en sus trabajos se encuentran
numerosos relatos donde describe aspectos sociales, económicos y culturales de las regiones
visitadas. Con su quehacer contribuyó a fortalecer el área de geología dentro de la Academia
de Ciencias de Córdoba y en el Boletín de esa institución publicó resultados de sus
investigaciones. Volvió a Alemania en 1891, donde publicó el mapa geológico de la
Argentina a escala millonésima4.

1
von Tschudi 1860:374.
2
von Tschudi 1860:378.
3
von Tschudi 1860:383.
4
Ludwig Brackebusch (1891) Mapa geológico del interior de la República Argentina Escala 1:1.000.000,
Gotha.

— 606 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

De sus viajes, aquí dos son importantes: uno que realizó a la provincia de Jujuy y otro a las de
Salta y Catamarca. El primero de los viajes señalados, lo realizó en el año 1881. Partió de
Córdoba, en tren, el 23 de agosto de 1881 y llegó al día siguiente a Tucumán. Desde allí se
dirigió en un coche hasta Salta y luego a Jujuy llegando el 15 de septiembre de 1881.
Brackebusch había viajado a la provincia de Jujuy con el objetivo de detectar y estudiar
vertientes de petróleo. En esa ocasión fue enviado por el Ministerio del Interior a pedido del
entonces gobernador de Jujuy, Teófilo Sánchez de Bustamante. En su recorrido por el valle
del río San Francisco, además, realizó algunas apreciaciones sobre las características
ambientales de la zona y de las dificultades que ofrecía para la circulación. El 15 de octubre
ya estaba de vuelta en la ciudad de Jujuy.
Allí inició la segunda etapa del viaje por Jujuy, no prevista inicialmente, a través de la
Quebrada de Humahuaca, para dirigirse hacia las tierras altas. El objetivo de este viaje era
producir información de una región prácticamente desconocida en los ámbitos científicos. De
este viaje, además de su carta topográfica, dejó testimonios sobre los diferentes lugares
visitados, las costumbres de la población local, como el uso de apachetas o la producción y
consumo de chicha, del comercio con Bolivia y de las vinculaciones de la población jujeña
con poblaciones vecinas, entre otras las de Atacama.
Esta segunda travesía empezó el 27 de octubre. Además de Volcán, Tilcara, Huacalera y
Humahuaca, en la Quebrada de Humahuaca, estuvo en Tres Cruces, Miraflores, Casabindo,
Rinconada, Santa Catalina y Yavi en las altipampas jujeñas, entre otros lugares. También
realizó una visita de algunos parajes de los valles orientales, Santa Victoria, Nazareno e Iruya.
El viaje prosiguió hacia el pueblo de Humahuaca y desde aquí volvió a ascender a la puna por
la zona del Aguilar, tomando rumbo sur hacia las Salinas Grandes. El 3 de diciembre inició la
fase final de la travesía por Jujuy, cuando tomó el camino hacia Purmamarca y dos días
después llegó a San Salvador de Jujuy. Arribó a la ciudad de Córdoba el 23 del mismo mes.
A la provincia de Catamarca había viajado, por primera vez, en 1880. El segundo viaje hacia
esta provincia lo realizó en 1883, pero después de pasar por Salta. Al igual que en el viaje a
Jujuy, llegó a Tucumán en tren y desde allí prosiguió, a lomo de mula, por el camino que va
de Cafayate a Salta. En esta provincia visitó la Quebrada del Toro, pasando por San Antonio
de los Cobres. Luego siguió por los Valles Calchaquíes, visitando La Poma, Cachi, Molinos y
Luracataro. Allí emprendió su ascenso hacia el Desierto de Atacama, visitando Antofagasta.
Finalmente avanzó hacia el valle de Fiambalá para seguir camino por otras zonas
cordilleranas, atravesando el paso de San Francisco rumbo a Chile.
El primer viaje lo presentó en una serie de tres conferencias en la sección Córdoba del
Instituto Geográfico Argentino, que luego fueron publicadas, en 1883, en el Boletín de la
Academia Nacional de Ciencias de Córdoba como Viaje a la provincia de Jujuy. Discursos
pronunciados en el Instituto Geográfico Argentino y también en el BIGA. Con la
información levantada en su viaje confeccionó el primer mapa topográfico de Jujuy,
publicado en el BIGA en 18821. Además, presentó en otras publicaciones los resultados de
sus estudios sobre el petróleo y otros minerales que estudió en Jujuy. El segundo viaje, en
Argentina llevó el título de Viajes en las Cordilleras de la República Argentina, traducido
en 1966 y publicado en el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias. Previamente, había
sido publicado por Brackebusch en Alemania, en su idioma, en 1891. Estas dos obras fueron
reimpresas en 1990, junto a otras, por la editorial de la Universidad Nacional de Jujuy, en un
volumen que llevó el título Por los caminos del norte.
En su viaje por Jujuy fue cuando este viajero llegó por primera vez a la puna.

1
Brackebusch 1882:226.

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A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … nos hallam os en la A bra de las T res C ruces, y se nos ofrece uno de los m ás lindos
panoramas del país.
Tenemos ante nuestros ojos aquella grande meseta de la Puna, cuya altura media puede
calcularse en 3.000 hasta 3.500 metros sobre el nivel del mar” 1
Es interesante resaltar que en todo momento se refiere a la ―Puna‖, sin hacer referencia a una
Puna jujeña o a una Puna de Atacama. Al avanzar en su viaje por la Puna llegó a la Sierra de
Cabalonga donde describe:
“ … subim os la Sierra de C abalonga, que tiene aquí una altura de 4.500 m etros, y donde se
nos presenta el panorama grandiosísimo de la Cordillera, que separa este distrito del
desierto de Atacama” 2.
Estando en Santa Catalina observa que:
“ … aquí com pran y venden los vecinos de A tacam a, de E sm oraca, de T upiza, de Y avi… ” 3.
Al llegar a las Salinas Grandes, finalmente, señalaba:
“ Delante de nosotros se extendía el desierto despoblado en que quería entrar” 4.
Lo que se quiere resaltar con los párrafos extraídos es que en la época en que Brackebusch
recorre las tierras altas de Jujuy, y aún cuando él ofrece sus conferencias, todavía no se
utilizaba la expresión ―Puna de Atacama‖. En su reemplazo, como se siguió haciendo por
algún tiempo más, se hablaba del Desierto o del Despoblado. La ―Puna de Atacama‖, como
entidad, todavía no existía y, en su lugar, sólo existía un extenso Desierto de Atacama, que iba
desde la costa en el Pacífico hasta la línea de cerros ubicada en el límite oriental de los Valles
Calchaquíes.
Fue en el segundo viaje cuando Brackebusch recorrió el borde sur-oriental de Atacama, en el
contexto de la Guerra del Pacífico:
“ Para mirar la región de Atacama, subí al divorcio de aguas de Tacunas situado al Oeste
de Luracatao y tuve a la atura de 4.600 m., con el mejor tiempo, una vista panorámica de
los más magníficos que alguna vez vi en mi vida. De un lado estaba el gran desierto que
lleva generalmente solo el nombre Atacama, luego numerosos nevados, domos
volcánicos… al otro lado se veía la blanca y hermosa cadena del nevado de Cachi, un
paisaje alpino de incomparable atracción, y más al sur el enigmático Cajón, cuyas
cumbres también estaban nevadas; a mis pies el caos de valles y montañas que hasta
ahora ningún hombre ha colorado topográficam ente… ” 5
De esta forma, aún en 1883 Atacama era algo diferente a la Puna. Al ascender por la
Quebrada del Toro llegó a las inmediaciones de San Antonio de los Cobres, lugar que no lo
ubica definidamente en la Puna. Sí menciona la Puna cuando relata su llegada, por segunda
vez, a las Salinas Grandes.
Brackebusch viajó al Desierto de Atacama cuando Chile y Bolivia se encontraban en la fase
final de la Guerra del Pacífico. Según su testimonio, en su viaje por esta región, cuando
ascendió hasta Chorrillos, llegó al límite entre Argentina y Chile, que antes había deslindado a
la primera con Bolivia. Después, al ascender por la Quebrada de Luracatao y al encontrarse ya
en las tierras altas con rumbo sur, relataba:

1
Brackebusch 1883:35.
2
Brackebusch 1883:44.
3
Brackebusch 1883:45.
4
Brackebusch 1883:53.
5
Brackebusch 1891:75.

— 608 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

“ sin saberlo encontré que estaba en la región de A ntofagasta… cuya posesión ha sido
anteriormente pretendida por la Argentina, pero que ahora estaba ocupado por los
chilenos, debido a la guerra con Bolivia. Caí en manos del Comando militar de
Antofagasta y me encontré en la crítica situación de ser considerado espía… el regalo de
una cantidad de alcohol que se encontraba todavía en mi equipaje, ayudó mucho y me
dejaron „irm e‟” 1
Al igual que Philippi, según el cual Antofagasta era una región que se hallaba ―fuera de la
Cordillera‖, Brackebusch ubica al ―pequeño pueblo montañés‖ de Antofagasta dentro de una
región diferenciada. Esto es interesante, porque las posteriores delimitaciones y descripciones
sobre la ―Puna de Atacama‖, si bien señalan a Antofagasta de la Sierra como una zona
diferenciada, en general no la considerarán como una ―región‖.

Alejandro Bertrand (1854-1942)


Alejandro Bertrand fue el primer enviado del gobierno chileno a realizar estudios en los
territorios conquistados tras la Guerra del Pacífico. En ese viaje avanzó hacia una región que,
probablemente por primera vez, denominó ―Puna de Atacama‖, como parte del ámbito más
vasto recientemente incorporado a Chile, según lo dispuesto por el Pacto de Tregua firmado
con Bolivia en 1884.
Bertrand era ingeniero civil y de minas, y tuvo un rol protagónico en el proceso de fijación del
límite entre Argentina y Chile. En 1884 elaboró el nuevo mapa de Chile pos-guerra del
Pacífico, con la inclusión de la Puna de Atacama, después de su viaje por la región entre los
meses de febrero y marzo. En 1889 elaboró por solicitud del gobierno chileno un informe
sobre los términos del Tratado de Límites. En 1899 formó parte del tribunal arbitral que
sesionó en Londres, en su condición de consultor técnico de Hans Steffen Hottman. Por
entonces, Alejandro Bertrand tenía el cargo de ―ingeniero jefe‖ de la comisión chilena de
límites2. Posteriormente formó parte de la Comisión de Límites, junto a Zacarías Sánchez por
Argentina. En 1903, cuando ya estaba zanjada la cuestión limítrofe entre Argentina y Chile,
Bertrand era el director de la Oficina de límites de Chile3. Del 11 de abril de 1904 es el
Acuerdo celebrado en Buenos Aires para la demarcación del límite en la Puna de Atacama,
suscrito por los directores de las oficinas de límites de las Repúblicas de Argentina y de Chile.
El mismo lleva las firmas de Alejandro Bertrand por Chile y de Zacarías Sánchez por
Argentina. En el diario La Prensa se daba cuenta de los trabajos de esta comisión:
“ Ayer se reunieron en el despacho del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Dr. Terry, el
señor Vergara Donoso y los peritos Bertrand y Sánchez, para continuar el estudio de los
planos de límite de la Puna de Atacama, a fin de establecer los puntos por los cuales
pasará la línea divisoria
Como se suscitaron algunas dudas con respecto a ciertos parajes de la línea, no pudieron
concluir su tarea, que será reanudada mañana” 4
Por esta razón, Bertrand era considerado, del lado oriental de la cordillera, como una
autoridad en el tema limítrofe. Los primeros viajeros a la Puna de Atacama, como Cerri y
Holmberg, y también Maldones, consideraban al viaje de exploración de Alejandro Bertrand

1
Brackebusch 1891:76.
2
Cisneros y Escudé 2000.
3
Lagos Carmona 1966:107.
4
Diario La Prensa 29-04-1 9 0 4 , ―D em arcació n d e la P una d e A tacam a‖.

— 609 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

como un antecedente importante, no así el de Francisco San Román, que probablemente era
menos conocido (se analizará seguidamente).
El viaje de exploración por las nuevas tierras incorporadas, Bertrand lo realizó en 1884.
Además hizo otros viajes de similares características en la región magallánica y en otras
partes de la cordillera. En las tierras altas de Atacama, su itinerario se inició el 21 de febrero
de 1884 en San Pedro de Atacama, dirigiéndose a Toconao y Peine. El 26 de febrero cruzó el
paso de Socompa, para luego atravesar por el salar de Arizaro y llegar hasta Antofalla. El 10
de marzo llegó a Antofagasta de la Sierra, que ya por entonces constituía el ―Distrito Núm. 12
de la subdelegación de Atacama‖. Allí encontró a Ángel Custodio Villalobos, representante
chileno en el lugar. Desde allí siguió viaje hacia Molinos, pasando por Ingahuasi y Hombre
Muerto. Descendió hacia los Valles Calchaquíes por la Quebrada de Luracatao, en compañía
de un baquiano que los acompañaba desde Antofagasta de la Sierra. En Molinos permaneció
hasta el 21 de marzo. El regreso fue por Pastos Grandes, Cauchari y Guaitiquina llegando a
Atacama el 30 de marzo.
En este viaje Bertrand levantó información geodésica con la cual elaboró su mapa de Chile de
1884, que incluye a la Puna de Atacama. Además, publicó en 1885 una obra cuyo título es:
Memoria sobre las cordilleras del desierto de Atacama y regiones limítrofes. La misma
tiene un capítulo introductorio donde describe su itinerario y luego una serie de capítulos
dedicados a describir las tierras visitadas.
El capítulo dedicado a la Puna de Atacama es el décimo: ―Descripción general de la Puna de
Atacama i rejiones [sic] adyacentes que figuran en el mapa‖. En este capítulo presenta una
descripción de la orografía y la hidrografía, los productos minerales, la flora y la fauna, el
clima, la viabilidad, las poblaciones, los itinerarios y el tráfico, de un ámbito cuyos límites se
aproximan a lo que aquí se definió como región circumpuneña. En reiteradas ocasiones remite
a las observaciones realizadas por Philippi, von Tschudi y Brackebusch. También remite a la
obra del francés Martin de Moussy.
Al describir la hidrografía incluye a las ―Hoyas‖ o cuencas de: río Loa, salar del Carmen y
Aguas Blancas; a las aguadas que desembocan en la Bahía de Taltal, entre otras, por el lado
Pacífico; hacia el Atlántico los afluentes del Río Pilcomayo en el área de Santa Catalina y
Yavi, la alta cuenca del Bermejo, la hoya del río Juramento y río Grande de Jujuy. En el
centro dos grandes cuencas endorreicas. La primera es la de Atacama, que describe como un
vasto recinto que encierra depósitos salinos, hacia donde derraman los ríos Atacama, Vilama
y Toconao entre otros. Hacia el oriente, las hoyas de la Puna de Atacama, también con
grandes cuerpos salinos, hacia donde se dirigen los cursos de agua existentes. Finalmente, las
Hoyas de la Puna jujeña, formada por las Lagunas de Portezuelos y de Guayatayo y las
Salinas Grandes. De esta forma, Bertrand diferencia a la Puna de Atacama de la Puna jujeña.
“ 9.- H O Y A S D E L A P U N A D E A T A C A M A A L SU R D E L P A R A L E L O 23º…
Mencionaremos en la rejión mas alta de la Puna meridional de Atacama, las hoyas y
salares de… ” 1
“ 10.- H O Y A S D E L A P U N A D E JU JU Y . Según el doctor B rackebusch, son tres… ” 2
En su aproximación era la hidrografía, básicamente, el ―elemento geográfico‖ que distinguía a
una Puna de la otra. En cambio, en la sección anterior donde enumera las ―zonas orográficas‖,
no hace referencia a la Puna de Atacama, sino simplemente a la Puna:

1
Bertrand 1885:208 y 211.
2
Bertrand 1885:212.

— 610 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

“ Al oriente del cordón andino se estiende una vasta rejion ondulada, cuya altitud media
oscila entre 3500 i 4000 metros; es lo que se llama propiamente la Puna, de una palabra
quichua que quiere decir rejión elevada… ” 1
Otro elemento interesante es que no siempre utiliza ―Puna de Atacama‖, sino también ―Puna
atacameña‖. Otras veces, simplemente se refiere a la ―Puna‖. En la sección dedicada a la
descripción de la minería, al centrarse en la explotación de bórax, afirmaba:
“ Esta sustancia se encuentra en diversos salares. Domina sobre todo en la pampa de
Ascotán… T am bién hai bórax en el salar de C arcote, al N orte de A scotán. Se ha explotado
igualmente esta sustancia, aunque no en la misma escala, en el Tambillo, cerca de
Atacama. Los salares de la Puna contienen tal vez esta sal; del único que lo sabemos con
certeza es del de Caurcharí, en el camino de Catúa a Salta; allí explotan actualmente el
bórax los señores C oru i R oca… ” 2
Esto conduce a otro aspecto, importante en relación a los viajeros posteriores. Como puede
verse, la referencia al bórax es escueta. Esto llama la atención si se lo compara con las
descripciones regionales hechas en fechas posteriores. Como se verá más adelante, en las
descripciones hechas cuando la Puna de Atacama ya se había incorporado a la Argentina, se
pone a este mineral en el lugar de único recurso explotable de la región. El estudio de
Bertrand abarca una región más extensa que las tierras incorporadas en términos
administrativos a Chile. La Puna de Atacama, en particular, formaba parte de una entidad
administrativa mayor: la provincia de Antofagasta. Esta provincia ya tenía asegurado su
futuro, o al menos su presente, con la explotación del nitrato, no en las tierras altas, sino en las
bajas. Las secciones dedicadas a las formaciones salares, sales comunes, el oro, la plata son
mucho más extensas que las dedicadas al bórax. Además, los conocimientos sobre el bórax
recién se estaban generando por entonces.
En la sección dedicada a la viabilidad, presenta tablas de distancias entre diferentes puntos,
ubicados en el camino hacia el Atlántico y hacia el Pacífico tomando como punto de partida
Potosí, lugar hacia donde confluirían los ferrocarriles ya proyectados, desde Buenos Aires y
desde Antofagasta. También describe, tomando diferentes fuentes, como la obra de Philippi,
los itinerarios que conectaban a diferentes puntos de la región circumpuneña: Potosí a Cobija,
Potosí a Jujuy, Oruro-Cobija, Cobija-Tarija, Atacama-Antofagasta, Atacama-Copiapó,
Atacama-Salta, Atacama-Rinconada, Toconao-Susques, Antofagasta de la Sierra-Molinos,
Molinos-Atacama, etc (ver Mapa 6.2).
Lo interesante de la obra de Bertrand es que no se limita a describir la Puna de Atacama, sino
que reconstruye un ámbito mayor en el cual se encontraba inserta la región, como una de sus
partes. Las reconstrucciones posteriores, en general, se limitaban a describir la región objeto
de interés, con mínimas o nulas referencias a zonas linderas.

Francisco San Román (1834-1902)


Después de Bertrand, Francisco San Román fue el siguiente enviado por el gobierno chileno
para estudiar la región recientemente incorporada.
Francisco San Román, hijo de argentinos que se instalaron en Copiapó para desarrollar tareas
mineras, realizó estudios en la escuela de minas de esa ciudad3. En 1883 fue contratado por el
gobierno de Chile, durante la presidencia de Domingo Santa María González, para encabezar

1
Bertrand 1885:198.
2
Bertrand 1885:225.
3
http://plata.uda.cl/minas/apuntes/Geologia/Literatur/Personenregister02esp.htm

— 611 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

la ―Comisión exploradora del Desierto de Atacama‖. Por entonces residía en la ciudad de


Buenos Aires1. Además de Francisco San Román, fueron contratados, inicialmente, Alejandro
Chadwick (ingeniero geógrafo) y Lorenzo Sundt (geólogo). La misión era realizar estudios
geológicos, mineralógicos, topográficos y geográficos en el Desierto de Atacama. Asimismo,
se les encomendó levantar una carta topográfica2.
Francisco San Román realizó una decena de expediciones, entre junio de 1883 y julio de
1891. De esos viajes, aquí interesan particularmente tres. En el primero, realizado entre abril y
julio de 1885, la Comisión recorrió un camino que conectaba a Copiapó con el Salar de
Atacama, es decir por el borde occidental de las tierras altas de Atacama. En ese viaje
visitaron además Peine, Socaire y Toconao. Regresaron a Copiapó, el punto de partido,
atravesando la mina de plata de Caracoles, donde se encontraban las puntas de rieles del
ferrocarril Antofagasta a Bolivia.
El segundo viaje, durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 1886, se inició en Calama
y prosiguió en San Pedro de Atacama. Luego cruzó la cordillera por el paso de Huaytiquina,
avanzó hasta Catúa y llegó hasta el Abra de Chorrillos, a la sazón, el límite entre Chile y la
Argentina. Llegado a este punto volvió por el mismo camino hasta llegar a Calama.
El tercer y último viaje, cuya duración se extiende desde fines del año 1886 a 1888, fue una
nueva campaña a la Puna de Atacama, recorriendo Antofagasta de la Sierra y Pastos Grandes.
En ese caso, el lugar de inicio de la travesía fue Buenos Aires. Según lo que expresa el propio
autor, llevaba:
“ … de su gobierno la m isión privada de hacer valer el conocim iento jeográfico de las
rejiones de la Puna de Atacama i la exactitud con que habían sido determinados los límites
internacionales conforme al pacto de tregua con la República Argentina en todo el
contorno oriental de aquella alta rejion andina” 3
Salió de Buenos Aires en marzo de 1887 y, después de un mes de viaje, atravesó el límite
entre la Argentina y Chile, en el sur de la Puna de Atacama. Desde allí siguió el camino por El
Peñón, Antofagasta de la Sierra, Catúa, Pirique y Olaroz Chico. Finalmente llegaron al cerro
Zapaleri, para continuar viaje hacia San Pedro de Atacama y Calama.
“ El día 2 de junio plantamos tiendas en Zapaleri, nombre hecho famoso en los tratados
internacionales sin que los negociadores de la diplomacia tuvieran idea siquiera
aproximada del papel i significación que tal titulo, pueblo, rio, monte o vega desempeña en
la jeografía de la Puna de Atacama” 4
El relato de estos numerosos viajes de estudio por la porción chilena de la región
circumpuneña, fue publicada en un volumen que llevó el título Desierto i Cordilleras de
Atacama, publicado en Santiago de Chile en 1896. Este fue el primero de tres tomos que
editó entre 1896 y 1902 donde condensó sus investigaciones. En 1911 la Sociedad Nacional
Minera publicó la obra Estudios jeológicos i mineralógicos del Desierto i Cordillera de
Atacama. En este libro, ordenado siguiendo la secuencia de los viajes, son abundantes las
referencias sobre la explotación minera actuales y potenciales del Desierto de Atacama, como
así también descripciones de las estructuras geológicas, los materiales líticos y las fuentes de
recursos naturales en general. Si bien no son abundantes, se encuentran en el libro de
Francisco San Román descripciones sobre las actividades productivas y las costumbres de la

1
http://icarito.latercera.cl/biografias/1861-1891/bios/sanroman.htm
2
San Román 1896:VIII-IX.
3
San Román 1896:266.
4
San Román 1896:287.

— 612 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

población atacameña, incluyendo someras referencias sobre la lengua kunza, la arquitectura


vernácula y las prácticas religiosas.
A diferencia de Bertrand, se observa en San Román un tono nacionalista territorial como, por
ejemplo, cuando se refería a la:
“ … reciente term inación de la guerra del P acífico que reintegraba a C hile en la posesión
com pleta del D esierto i cordillera de A tacam a… ” 1
Al igual que Bertrand, utiliza la expresión Puna de Atacama, pero no exclusivamente. En
algunos casos hace referencia, por ejemplo, a la ―puna oriental de Antofagasta y Pastos
Grandes‖ 2.

Abraham Becerra (1860-?)


Abraham Becerra nacó en Chile y desde 1874 se instaló junto a su familia en la ciudad de
Salta, dedicándose a actividades comerciales, sociales y políticas3. Probablemente por sus
relaciones familiares a través de su mujer, perteneciente a una familia importante en la
sociedad salteña, fue contratado en 1887 por el gobierno salteño para realizar una expedición.
El objetivo de la misma era estudiar la situación de las minas en las tierras ubicadas al
occidente de San Antonio de los Cobres o, como designaba Becerra a la región visitada, las
―cordilleras del poniente‖. Se trataba del territorio que Chile comenzaba a controlar después
de la Guerra del Pacífico, pero cuyos límites aún no eran claros. Esta indefinición le permitió
al gobierno salteño otorgar algunas concesiones más allá de San Antonio de los Cobres.
El itinerario seguido es similar al de muchos otros viajeros que, en realidad, no eran otra cosa
que las rutas de arrieros. Partiendo de Salta en abril de 1887 se dirigió a La Poma y desde allí
siguió hacia San Antonio de los Cobres. Una vez en este lugar, realizó por lo menos dos
excursiones: una a las Salinas Grandes a través de Cobres, y otra hasta Catúa, por Tocomar y
Olacapato. El periplo terminó en mayo de ese año.
El resultado de este viaje fue una obra titulada Informe presentado al Exmo. Gobierno.
Excursión hecha desde la cuesta de Acay á las cordilleras ponientes de la provincia. Con
datos y detalles á las instrucciones sobre borateras publicado en Salta en junio de 18874.
Se trata de una obra prácticamente desconocida, rescatada recientemente por el geólogo
salteño Ricardo Alonso, quien se ocupó en el año 2003 de realizar una edición facsimilar, con
un importante estudio introductorio5.

Ramón Pérez (¿?-1929)


El primer viajero en llegar desde Buenos Aires al futuro Territorio de Los Andes una vez que
esas tierras fueron reconocidas por Chile como parte de la Argentina, y que publicó una obra
que por primera vez llevaba en el título ―Puna de Atacama‖, según lo que se pudo determinar
hasta el momento, fue Ramón E. Pérez. No se trata de un científico ni de un técnico, sino de
un militar que recorrió una parte del territorio recientemente incorporado con un objetivo de
reconocimiento, y lo hizo, al parecer, por propia iniciativa.

1
San Román 1896:VII.
2
San Román 1896:156.
3
Alonso 2003:27-29.
4
Becerra 1887.
5
Alonso 2002 y 2003.

— 613 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Ramón Pérez había ingresado al ejército en 1863, se retiró en 1905 y falleció el 19 de octubre
de 1929, alcanzando a lo largo de su carrera militar el grado de Coronel. En 1898 había sido
nombrado Jefe de Brigada en Molinos, puesto que ocupó hasta el año 1900. Como otros
militares de su generación, había participado en las campañas de conquista en la Patagonia,
razón por la cual en su legajo personal se lo recuerda como ―Expedicionario al Desierto‖ 1.
Como se desprende de la nota que se transcribe abajo, fue enviado a los Valles Calchaquíes en
1898 para realizar tareas de reconocimiento del terreno y, probablemente, organizar la defensa
de la región ante un eventual avance del ejército chileno, en el contexto de las negociaciones
por la suerte de la Puna de Atacama.
C on fecha de m arzo del año 1898 fui nom brado por el G ral. E . M … E nrique G odoy en
comisión reservada para los Valles Calchaquíes y Puna de Atacama. Con fecha 30 de
Mayo fueronme ampliadas esas instrucciones por el gefe de aquel entonces del Estado
Mayor Coronel Pablo Richeri, nombrándome geje de la Brigada de G. N. de los Valles.
La que organice, cuyos comprobantes existen en el E. Mayor y en la Inspección de
milicias, en Salta.
Por consiguiente he estado en los valles de comisión desde el 4 de marzo del año 1898
hasta el 7 de septiembre del año 1899.
Aciendo entrega trayendo a esta capital del armamento y equipo que se me dio para esas
fuerzas2.
Como jefe de la Brigada en Molinos, él personalmente y personas a su cargo recorrieron los
caminos que salen de Molinos en dirección a diferentes puntos de los Valles Calchaquíes,
como San Carlos, Cachi, Seclantás, Payogasta, La Poma, Cuesta de Acay y Cafayate.
También recorrieron el camino que va de Molinos a Antofagasta de la Sierra y Antofalla.
Además estuvo en San Antonio de los Cobres y en Mina Concordia, que todavía formaban
parte de la provincia de Salta.
El resultado de este trabajo de inspección y control militar del valle Calchaquí y el límite
oriental de la Puna de Atacama, Pérez lo presentó en un informe titulado Valles Calchaquíes
y Puna de Atacama, con fecha de 1899. Esta obra no tiene ningún dato referido al organismo
que lo publicó. Es un artículo corto, de 41 páginas, donde se reúne una descripción de los
caminos que existían en la región, una memoria descriptiva de los Valles Calchaquíes firmada
por el Capitán Máximo Vacano y un informe de cuatro páginas, firmado por Ramón Pérez,
sobre la Puna de Atacama.
En el informe sobre la Puna de Atacama el autor describe el aspecto general de la región y
ofrece algunas generalidades sobre la población, el clima, industria, minería, ganadería, caza,
reino animal y tránsito. Este informe está fechado el 20 de abril de 1899. Se trataría, entonces,
del primer trabajo exploratorio de la Puna de Atacama, a un mes de la Conferencia de Buenos
Aires del 24 de marzo de 1899. No hay ninguna referencia en otros textos sobre este informe.
Aunque escueto, ya que no ofrece información precisa sobre los parajes que existían en la
región, ni datos sobre población u otros aspectos, puede suponerse que este informe llegó a
manos de los Senadores que ese año debatieron sobre la organización del Territorio de Los
Andes. Como se analizaba en el capítulo tercero, quienes exponían en el recinto del Congreso

1
Servicio Histórico del Ejército - Ministerio de Guerra, Dirección General del Personal, II División – Sección
―H ‖ O ficina d e L egajo s, L egajo P erso nal N º 9 97 8 – Coronel Pérez, Ramón E. (1863-1929). Tabla con datos
personales.
2
Servicio Histórico del Ejército - Ministerio de Guerra, Dirección General del Personal, II División – Sección
―H ‖ O ficina d e L egajo s, L egajo P erso nal N º 9 97 8 – Coronel Pérez, Ramón E. (1863-1929) - Carta enviada por
Ramón E. Pérez al Jefe del Ejército. Buenos Aires, 24 de julio de 1900.

— 614 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

sobre el nuevo territorio, como por ejemplo el Senador Carlos Doncel, manifestaba que solo
tenían información sobre Antofagasta de la Sierra. Fue este paraje, aparentemente, el único
que visitó Ramón Pérez en su exploración por la región de la Puna de Atacama, según se
desprende de la descripción realizada sobre el camino Molinos-Antofagasta.
“ Territorios como éstos de naturaleza homogénea con los Valles Salteños, donde tenía que
actuar, despertaron mi interés y hoy puedo ofrecer algunos datos aunque de carácter
general por lo corto de mis excursiones, pero su actualidad es notoria y puédese pues
disculpar los claros, que llenaría con placer si alguna circunstancia me permitiese
recorrerlos” 1

Oscar Doering (1844-1917)


Si bien Ramón Pérez fue el primer viajero en visitar la Puna de Atacama, desde Argentina,
poco después de que se definiera que buena parte de esa región pasaría a la Argentina, la
primera misión oficial fue confiada a un científico, Oscar Doering, reconocido naturalista que
se desempeñaba en la Universidad de Córdoba.
Las referencias biográficas indican que Oscar Doering era matemático, climatólogo y
meteorólogo. Nació en Neu - Waake, Alemania, en 1844, y murió en Buenos Aires en 1917.
Doering formó parte del grupo de científicos que llegaron al país en el último cuarto del siglo
XIX bajo el auspicio del gobierno nacional, y particularmente del presidente Domingo
Sarmiento. Al igual que Brackebusch, llegó a la Argentina en 1874, invitado por Herman
Burmeister, y desde entonces ocupó distintos cargos en la Universidad de Córdoba, en el
Colegio Montserrat y en la Academia Nacional de Ciencias. También dirigió la Oficina
Meteorológica de Córdoba, realizando observaciones magnéticas y meteorológicas en
diferentes puntos del país2. Además, formó parte de otras asociaciones profesionales del país
y el extranjero, entre ellas de la sede Córdoba del Instituto Geográfico Argentino.
Un decreto del 30 de enero de 1900 lo había comisionado para viajar a Los Andes.
Art. 1º.- Comisionar al Sr. Dr. Oscar Doering, para hacer una expedición científica al
Territorio de Los Andes, con el objeto de estudiar su topografía, orografía, hidrografía,
estadística, zoología y botánica... 3
Oscar Doering por entonces formaba parte del plantel de la Academia Nacional de Ciencias
de Córdoba.
“ Habiendo sido comisionado a principios de año por el Ministro del Interior para
explorar el Territorio de Los Andes (Puna de Atacama) se ha ocupado con esta tarea hasta
el 1° de Mayo, dando preferencia a la parte geodésica e hipsométrica, a causa de los
grandes errores y vacíos que se notan en los mapas existentes, determinando la posición
geográfica de puntos importantes y levantando itinerarios muy detallados de la parte
recorrida. Se han hecho observaciones completas en Pampa Grande y Molinos (Provincia
de Salta) y Pastos Grandes” 4
El mismo decreto disponía que nombrase a dos ayudantes. Asimismo, se le encargó la
redacción de una memoria y la confección de un mapa del Territorio, tareas que finalmente
nunca realizó.

1
Pérez 1899:38.
2
www.argiropolis.com.ar/ameghino/marco.htm.
3
―D ecreto C o m isio nand o al D o cto r O scar D o ering, p ara efectuar estud io s en el T errito rio d e L o s A nd es‖ (M I,
Memoria de 1899).
4
Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Memoria de 1901.

— 615 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Esta expedición contaba con el aval de los Ministerios del Interior y Agricultura, y tenía como
objetivo realizar las primeras tareas de reconocimiento. En una carta enviada desde el
Ministerio del Interior, al gobernador Daniel Cerri, le decían:
“ se dará cuenta U. S. de la importancia que tiene para el porvenir del Territorio de su
mando, la misión científica que ha sido confiada al Doctor Oscar Doering” 1.
La realización de este viaje, además, fue anunciado en la prensa de Buenos Aires:
“ Ha celebrado una nueva conferencia con el Ministro del Interior, el señor Doering
encargado de explorar el nuevo territorio de los Andes. Se ha convenido el plan general de
los trabajo a iniciarse, y de ellos depende la determinación de zonas para ubicación de
pueblos y capital del territorio2.
Para hacer su recorrido por el Territorio de Los Andes, Doering y su comitiva llegó a
Molinos, procedente de Tucumán, avanzando por la Quebrada de Luracatao hasta Pastos
Grandes. De regreso tomaron el camino de la Cuesta del Obispo llegando a Salta, lugar desde
el cual envió, telegrafiado, un informe de viaje.
Del viaje realizado por Oscar Doering se dispone solamente esa nota de tres páginas con el
título ―Informe del Dr. Doering sobre el Territorio de Los Andes‖, que no es otra cosa que el
telegrama enviado al llegar a Salta después de su recorrida. La misma, con fecha del 3 de
mayo de 1900, fue dirigida por Doering al Ministro del Interior Felipe Yofré al cabo de su
viaje por el centro de Los Andes, iniciado el 15 de marzo de ese mismo año. Se incluyó, al
igual que el primer informe de Cerri, en las memorias ministeriales correspondientes a la
administración 18993. No puede decirse que Oscar Doering haya publicado una obra,
especialmente si se lo compara con las obras de los otros viajeros a la Puna de Atacama; se
trata simplemente de una carta. Algunos años después, cuando el gobernador Brígido Zavaleta
solicitó al Ministerio del Interior las memorias de Doering, le respondieron:
Contestando su nota de fecha 27 de febrero ppdo., en la que solicitaba se le remitieran
varios ejemplares de la memoria presentada por el Doctor Oscar Doering, hágole saber
que en este Ministerio no existen dichos libros solicitados por V.S.4
Sin embargo, por la importancia de su misión, por la difusión que tuvo y el carácter de oficial,
se considera conveniente incluirla en la lista de obras de viajeros a la Puna de Atacama.
Además de esa carta, se dispone de una breve referencia al viaje hecha por el autor algunos
años después:
“ En el año 1900, no me ha sido posible adelantar la exploración magnética de la
provincia de Córdoba, pues, comisionado por el ministro del interior de la nación, me
encontraba bastante lejos de Córdoba, la docta ciudad, explorando el nuevo territorio de
90.000 kilómetros cuadrados de superficie, que nuestra república había recibido el 24 de
marzo de 1899, en virtud del laudo del ministro norte americano William Buchanan, dando
una solución al litigio con Chile. Me refiero al desierto que se llamaba entonces la Puna
de Atacama, hoy convertido en Gobernación de los Andes” 5.
Quien sí publicó un extenso informe fue Eduardo Holmberg (h), que se comentará
seguidamente.

1
AGN, SH III - CR, signatura 125, Ministerio del Interior, carta enviada al Gobernador Daniel Cerri, 3 de
febrero de 1900.
2
Diario La Prensa 26-01-1 9 0 0 , ―T errito rio d e lo s A nd es‖.
3
MI, Memoria de 1899.
4
AGN, SH III - CR, signatura 127, Buenos Aires, 16 de marzo de 1909, Carta del Ministerio del Interior enviada
al gobernador.
5
Doering 1915:113.

— 616 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Lo más destacable de la sucinta obra Doering es la importancia dada a la descripción del


ambiente y de las poblaciones del nuevo territorio, que aparecen como una narración
terriblemente desalentadora de la incorporación1. Las impresiones que el reconocimiento del
territorio causa en este observador rayan con el espanto:
“ … no puedo ocultar la triste im presión que en m i ánim o ha producido la m onotonía y
aridez y desnudez de la zona estudiada, que es un verdadero desierto” 2.

Eduardo Holmberg (hijo)


Junto a Oscar Doering viajaba el hijo del famoso naturalista Eduardo Holmberg, de igual
nombre. La ausencia de un informe producido por el jefe de la misión, Doering, se ve
compensada con la obra escrita por este colaborador. Eduardo Holmberg (h) era técnico de la
Dirección de Agricultura y Ganadería de la Nación donde se desempeñaba, según una
definición de la época, como ―naturalista viajero‖ 3.
En 1900 fue comisionado por el Ministerio de Agricultura para acompañar a Oscar Doering
en su viaje al Territorio de Los Andes. Seguramente fueron de gran importancia la influencia
de su padre y de Juan Ambrosetti, quien lo presentaba como ―amigo y hermano político‖ 4; o
―mi buen amigo y colaborador‖ 5. Además de Holmberg y Doering, viajaban dos asistentes:
José Domingo Luján ―persona conocedora de las cordilleras‖ y Estanislao Acuña, arriero que
contrataron en Molinos. Para movilizarse llevaron seis mulas.
Ese viaje fue anunciado en la prensa de Buenos Aires:
“ Se ha autorizado al naturalista viajero, señor Eduardo A. Holmberg para que efectúe un
viaje de exploración a la Puna de Atacama, con el propósito de reunir una colección
botánica y otra zoológica de aquellas regiones.
“ También se le encarga que redacte un informe en que determine las condiciones de las
tierras de la Puna para la agricultura y la ganadería6.
La comitiva llegó en febrero de 1900 a la estación Ruiz de los Llanos en el límite de Tucumán
con Salta y desde allí se dirigieron hacia Molinos. Luego de una prolongada estadía en esa
aglomeración, el 4 de abril siguieron viaje por la Quebrada de Luracatao para llegar, unos días
después, a la zona de Pastos Grandes. Aquí permanecieron hasta el 15 de abril, cuando
retornaron, argumentando que la estación invernal estaba muy avanzada7. El 18 de abril ya
estaban otra vez en Molinos y los primeros días de mayo en Salta.
Holmberg (h), como anunciaba el diario La Prensa, produjo un informe que el Ministerio de
Agricultura publicó ese mismo año con el título Viaje por la Gobernación de los Andes
(Puna de Atacama)8, reeditado por la editorial de la Universidad Nacional de Jujuy en 1988.
La obra de Eduardo Holmberg (h) es, junto con la obra de Luciano Catalano, la que más fácil
acceso se tiene en la actualidad en un importante número de centros documentales. Como
producto de este viaje, este autor también publicó un pequeño artículo sobre la explotación de

1
Karasik 2003a:245.
2
Doering 1900:463.
3
Holmberg 1902b.
4
Ambrosetti 1904b:26.
5
Ambrosetti 1904a:9.
6
Diario La Prensa 01-02-1 9 0 0 , ―E xp lo ració n d e la p una‖.
7
Doering 1900:462; Holmberg 1900:53.
8
Holmberg 1900.

— 617 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

las vicuñas en la Puna1. La tan pronta publicación del informe de Holmberg, es decir en el
mismo año de creación de Territorio de Los Andes, muestra el interés de las autoridades del
Poder Ejecutivo Nacional por incorporar a ese ámbito al sistema de información territorial
nacional. Lo mismo puede deducirse a partir de la inclusión de diferentes documentos
relacionados con la creación del territorio, el telegrama enviado por Doering al Ministro del
Interior desde Salta al término de su viaje de reconocimiento y el primer informe elaborado
por Cerri al término de su primer viaje exploratorio, todo esto, en la Memoria del Ministerio
del Interior correspondiente al año 18992.
Dado que Holmberg (h) era técnico de la Dirección de Agricultura y Ganadería de la Nación,
buena parte de su relato está centrado en la descripción de la fauna y la flora de las regiones
recorridas. Otro tanto está centrado en la descripción de las ―condiciones y aptitudes
agrícolas, ganaderas é industriales‖ del Territorio de Los Andes. También incluye algunas
observaciones etnográficas, sobre los circuitos de comercialización que atravesaban esta
región y sobre las falencias que presentaba el Territorio para su porvenir. Holmberg (h)
intercala textos que tienen un lenguaje con precisiones científicas, y textos escritos en forma
coloquial intentando trasmitir las sensaciones que tuvo al recorrer el territorio. Realiza un
estado del conocimiento sobre la Puna de Atacama, mencionando a Philippi, San Román,
Bertrand y Cerri. También menciona el informe de Maldones publicado en 1899 y el estudio
de Lafone Quevedo sobre la jurisdicción de Londres3. No hay ninguna referencia sobre
Brackebusch o Pérez. Además, brindó una conferencia en el IGA:
El Sr. Eduardo Holmberg (hijo), que ha regresado hace poco de la Puna Atacama, donde
fue enviado por el Ministro de Agricultura, dará esta noche, a las 8:30, en los salones del
Instituto de Geografía Argentina, una conferencia sobre su viaje a aquellas regiones.
El tema de la conferencia es “ Los cazadores de vicuñas” , y en ello hará conocer datos
interesantes sobre las costumbres indígenas4.
A partir de Holmberg (h) y sus contemporáneos, cada vez más, el Desierto de Atacama es una
entidad diferente a la Puna de Atacama. Refiriéndose a las lluvias en el Territorio de Los
Andes decía:
“ La lluvia es un fenómeno casi tan desconocido, que esto dice el general Cerri da la idea
de su escasez… „m e decía una pastora india: –Señor, hace quince años que no veo
llover… ‟ O tro tanto sucede en la parte occidental ó sea D esierto de A tacam a,
perteneciente de Chile, siendo esta falta de lluvia originada por las mismas causas, pues
que no cae nunca allí desde los 25º á los 22º de latitud, debido a que los vapores que
arrastran los vientos del segundo cuadrante, siendo detenidos por la barrera que le
ofrecen los Andes, se condensan y precipitan en la región oriental” 5.
A pesar de esta fuerte similitud, la Puna de Atacama y el Desierto de Atacama, que hasta por
lo menos 1883 no habían sido claramente identificadas, ya en 1900 se consideraba que
constituían dos entidades diferenciadas, aún en proceso de re-nacionalización. La nueva
frontera (simbólica más que funcional), indefectiblemente, colaboró en la creación de esas dos
entidades diferenciadas, pertenecientes a dos naciones cuyas relaciones, especialmente en
1900, lindaban con la hostilidad.

1
Holmberg 1901.
2
MI, Memoria de 1899.
3
Lafone Quevedo 1888; Maldones 1899.
4
Diario La Prensa 30-08-1900, Boletín del día.
5
Holmberg 1900:62.

— 618 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Augusto Huber
Augusto Huber era especialista en zoología y en 1900 fue comisionado por la División de
Ganadería, Zoología y Policía Sanitaria del Ministerio de Agricultura para realizar un viaje al
Territorio de Los Andes. Después de Holmberg, es el primer especialista del área
agropecuaria en llegar a la región, constituyendo uno de los pocos testimonios sobre la
explotación de chinchillas y vicuñas realizados por un especialista en el tema. El objetivo del
viaje era realizar una colección de esqueletos y pieles de todas las especies de roedores de la
región y observar la vida y las costumbres de estos animales. También, reunir datos sobre la
caza de chinchillas y de otras especies silvestres de utilidad comercial, como la vicuña. Por
esa razón el director de la División, José Suárez, le envió una carta al gobernador Daniel Cerri
informándole que:
“ el señor Augusto Huber... ha sido comisionado por esta Dirección, para hacer
colecciones zoológicas... con el objeto de estudiar el aprovechamiento comercial de las
diversas especies de animales que allí existen...” 1
La principal obra que se dispone de ese viaje se titula Informe presentado a la División de
Ganadería, Zoología y Policía Sanitaria sobre la caza y sus productos en los valles
andinos de Salta y de la Gobernación de Los Andes, de 1905, publicado en el Boletín del
Ministerio de Agricultura2. En realidad esta obra no responde estrictamente a las
características de la literatura de viajero. Se trata de un informe técnico donde el viaje no
constituye un lugar central en la narración. Sólo hace una breve referencia en la introducción.
Sin embargo, constituye el primer informe técnico elaborado por alguien que no participó de
las primeras misiones formadas en 1900. Las descripciones geográficas y etnográficas son
numerosas. Probablemente el envío de este especialista responda a un consejo de Holmberg
(h) quien, en su carácter de enviado del Ministerio de Agricultura, planteó algunas medidas
que deberían tomarse para regular la explotación de la fauna silvestre.

Daniel Cerri (1841-1914)


Daniel Cerri fue el primer gobernador del Territorio de Los Andes. En este cargo fue
designado por un decreto del 30 de enero de 1900, el mismo día de creación del Territorio de
Los Andes.
Cerri realizó dos giras por la Gobernación de Los Andes. La primera la realizó entre marzo y
abril de 1900. El viaje lo inició visitando los parajes ubicados hacia el sur del territorio, entre
ellos Antofagasta de la Sierra, ingresando por un sendero de mulas que se llamaba Barrancas.
Volviendo al Valle Calchaquí, punto de partida, ingresó nuevamente a Los Andes por la
Quebrada de Luracatao, visitando Pastos Grandes, Catúa, Olaroz Chico y Olaroz Grande,
Coranzulí y Susques. Desde aquí, siguiendo por el río Las Burras se dirigió hacia la Quebrada
de Purmamarca y luego a la de Humahuaca, para llegar a San Salvador de Jujuy.
En el segundo viaje, realizado entre octubre de 1900 y enero de 1901, accedió a la Puna de
Atacama por la Quebrada del Toro, llegando a San Antonio de los Cobres. Esta vez continuó
su viaje por el norte del territorio primero, y luego por el sur, saliendo del mismo por
Molinos.

1
AGN, SH III - CR, signatura 125, Carta enviada por el Ministerio de Agricultura, 7 de junio de 1901.
2
Huber 1905.

— 619 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Según la estimación de Cerri, en el primer viaje que duró cerca de dos meses, recorrió 1.400
kilómetros. En el segundo, durante cerca de tres meses, el trayecto recorrido fue de 1.794
kilómetros.
El producto de estos viajes se plasmó en tres obras. La primera es un informe que da cuenta
de la primera excursión, presentado al Ministro del Interior, Felipe Yofré, el 1º de Mayo de
1900, y lleva por título ―Los Andes‖. Este informe se incluyó en la memoria del Ministerio
del Interior correspondiente al año 1899, donde su autor presentaba una descripción de la
geografía física, de las características de la población y del comercio ganadero que se
realizaba a través del Territorio1. Además, tenía como misión proponer el lugar para
residencia de las autoridades de la gobernación. Es en este informe donde sugiere que la
capital se emplace fuera del Territorio, en Molinos o en Purmamarca, por considerar que no
existía en todo Los Andes un paraje que fuera apropiado para tal fin. Además, según lo
manifiestado por el autor, con el informe adjuntó un plano en tela en el cual señala la división
departamental por él propuesta. Este plano no se publicó en la referida memoria.
El segundo informe, Excursión por el Territorio de los Andes de su Gobernador, General
Daniel Cerri, Octubre á Diciembre de 1900, fechado el 20 de diciembre de 1900 (en la
ciudad de Salta), constituye la primera Memoria de la Gobernación de Los Andes. Aquí, Cerri
presenta una descripción de cada uno de los parajes habitados. En esta memoria también se
anexa un Informe del Gobernador del Territorio de Los Andes sobre las propiedades y la
borateras [sic] existentes‖, además de una ―Petición contra el injusto cobre de
arrendamientos‖, del 10 de enero de 1900, firmado por vecinos de Antofagasta de la Sierra,
un ―Informe del Presidente del Tribunal de Apelaciones del Territorio Federal de los Andes‖,
y una carta firmada por Arturo Dávalos, referida a la tenencia de la tierra2.
Ese mismo año Cerri realizó una conferencia en el Instituto Geográfico Argentino,
exponiendo los principales resultados de su viaje.
Conferencia sobre la Puna de Atacama. En uno de los salones del Instituto de Geografía
Argentina, el general Cerri dará esta noche a las 8 una conferencia sobre la Puna de
Atacama, en la que hará conocer las principales características de aquel territorio3.
Finalmente, en 1903, el autor en cuestión publicó una obra donde condensa los resultados de
sus dos campañas con el título Territorio de Los Andes (República Argentina). Reseña
Geográfica descriptiva por su primer gobernador el General Daniel Cerri. La
Universidad Nacional de Jujuy, a través de su editorial, realizó una reimpresión facsimilar de
esta obra en 1993.
Si bien no es la primera publicación sobre el Territorio de Los Andes, ya que la obra de
Holmberg (h) se publicó en 1900, el mismo año en que realizó su viaje, la de Cerri fue la
primera en realizar una descripción global del territorio, incluyendo información sobre todos
los parajes poblados e, inclusive, el primer censo, encargado a esa gobernación por el
Ministerio del Interior. Además, es una de las obras sobre el Territorio de Los Andes que más
se conoce, y que actualmente se puede encontrar en diferentes centros documentales del país.
Esta obra fue escrita en un tono coloquial, intercalando peripecias del viaje con reflexiones
surgidas de sus anotaciones de campo. Como él mismo anuncia
“ … el lector no encontrará en este folleto prim ores literarios, pero en cam bio le ofrezco
una relación fiel de la verdad” 1.

1
MI, Memoria de 1899:415-435.
2
MI, Memoria de 1900b:429-454.
3
Diario La Prensa 14-06-1900, Boletín del día.

— 620 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Este libro se organiza a partir de una lista de temas característico a todas las obras que, en la
época, realizan ―reseñas geográficas‖ de un país o una región. Luego de realizar una
descripción general –―A specto general del Territorio de Los Andes‖-, siguen las descripciones
sobre: hidrografía, caminos, montañas, mineralogía, flora y agricultura, fauna, población y
aldeas ó caseríos. Los capítulos siguientes consisten en una especie de memoria descriptiva de
las acciones encaradas por Cerri en tanto Gobernador del Territorio: ―La Capital del
Territorio‖, ―Protesta contra el injusto cobro de arrendamiento‖, ―División del Territorio‖,
―Cuestiones á resolver‖, ―Una plumada de estrategia militar‖.
Tanto por su formación y experiencia militar, como por la naturaleza de su misión, se advierte
un interés por conocer con gran precisión la ubicación de las aglomeraciones y distribución de
la población, las características de los mismos, las ventajas y desventajas que ofrecían en
términos geoestratégicos y la consideración de alguna de esas aglomeraciones como eventual
capital territorial. Aunque con más precisión en la información, ya que Cerri recorrió buena
parte del territorio, esta obra tiene elementos que lo aproximan a las de Oscar Doering y
Eduardo Holmberg (h), donde se advierte una interrogación velada sobre el sentido que tuvo
la incorporación de la ―Puna de Atacama‖ al territorio argentino. Las preocupaciones son,
entonces: cuántas personas habitan el área, qué actividades realizadas por la población local
pueden rescatarse y cuáles pueden ofrecer un potencial económico. También están presentes
en la obra de Cerri, como no aparece en el resto de los trabajos, los aspectos geopolíticos y
estratégico-militares2.
Junto con Doering y Holmberg, Cerri inaugura la serie de obras que sugieren, ante todo, una
visión pesimista y desalentadora de la incorporación. Sobre el ―Aspecto general del Territorio
de Los Andes‖, Cerri decía:
“ ¡¡H osanna!! O s hallais á la altura de 4,800 m etros sobre el nivel del m ar…
D eteneos un instante; contem plad con nosotros el grandioso y m uerto paisaje… A hí están
eternam ente enclavadas tres extensas y elevadas cordilleras de m ontañas…
¡Por todas partes reina la soledad y el silencio abrumador! Hasta los volcanes han
enm udecido…
No importa el cansancio del penoso viaje; hay que continuar la marcha para llegar al
térm ino de la jornada que no se puede abreviar…
Al fin llegáis al lugar del obligado descanso; un oasis… ¡Q ué desencanto! U na ò dos
hectáreas de pastos duros denominado puna, que rodean á un manantial de aguas puras y
cristalinas y el resto… m édanos de arena movediza, cerros de pedregullo, montañas de
rocas desnudas… A gregad com o corolario á este abrupto cuadro que os espera en la
noche un frío de 5 á 20 grados bajo cero… y finalm ente el paso rápido de las cuatro
estaciones anuales, más o menos acentuadas y que se experimentan durante las 24 horas
del día, tendréis bosquejado á grandes pinceladas el territorio de los Andes” 3.

Eric Boman (1867-1924)


Después de von Tschudi, recién en los primeros años del siglo XX, pasaron por las tierras
altas de Atacama, cuando ya recibía la denominación de Puna de Atacama, dos misiones
científicas independientes. En esas dos misiones participó Eric Boman, quien dejó, al igual

1
Cerri 1903:6.
2
Göbel y Delgado 1993:III.
3
Cerri 1903:12-13.

— 621 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

que Cerri y Holmberg, uno de los testimonios escritos con más revisita en los estudios que
recuperan la literatura de viajeros a la ―Puna de Atacama‖.
Eric Boman era de origen sueco y tenía estudios en antropología hechos en Francia 1. Llegó a
la Argentina en 1888, desconociéndose los motivos que lo empujaron a emigrar 2. Desde su
llegada al país se desempeñó como docente en Buenos Aires y Catamarca, y desde 1898 como
empleado en el Departamento Nacional de Ingenieros, en Tucumán3. En su estadía en el norte
del país había desarrollado su interés por la arqueología, como huaquero4. Por su origen
sueco, su formación antropológica y su buen dominio del castellano, en 1901 fue contratado
para integrar una expedición científica sueca, que lo llevó a Los Andes. Lo mismo ocurrió en
1903, pero como integrante de una expedición francesa. Esto significó un fuerte impulso en la
carrera profesional de Boman. A su vuelta se incorporó en el Museo Nacional de Historia
Natural, donde trabajó hasta su muerte en 1924.
En 1901 Boman recorrió la Puna de Atacama como integrante de la expedición científica
dirigida por el Barón Nils Erland Nordenskiöld, también de origen sueco. Este científico
especializado en zoología había viajado unos años antes hasta la Patagonia, visitando Punta
Arenas. De vuelta en Suecia planeó un nuevo viaje a Sudamérica, pero esta vez por las
regiones limítrofes de Argentina y Bolivia5. La expedición que organizó Nordenskiöld
recorrería diferentes zonas del chaco y la puna, donde se realizarían estudios de zoología,
botánica, etnografía y arqueología, razón por la cual se la conoció originalmente como
―Expedición a la Cordillera y Gran Chaco‖ 6. Con el tiempo también se la conoció,
simplemente, como ―Expedición sueca‖.
Dentro de la expedición, el área de zoología estaba cubierta por el propio Nordenskiöld. Los
estudios etnográficos fueron confiados a Eric von Rosen y para el área botánica eligió al
licenciado Robert E. Fríes. Los acompañó, además, Oskar Landberg, restaurador y amigo de
Nordenskiöld. El viaje hacia América fue iniciado por Nordenskiöld, Landberg y Fríes en
marzo de 1901. Eric von Rosen inició su travesía en Suecia, junto a un amigo personal,
Gustaf von Hofsten, y a un sirviente personal, Sigfrid de Rockestald, el 12 de agosto de 1901.
Von Hofsten tenía conocimientos en ornitología. La primera parte de la comitiva llegó a
Buenos Aires el 27 de abril y la segunda el 15 de Septiembre de ese mismo año. En
Argentina, Eric Boman se unió a la misión7.
Los expedicionarios se reunieron en Salta hacia fines de 1901 para iniciar la travesía por las
tierras altas. Realizaron el ascenso por el camino de la Quebrada del Toro, ingresando a la
Puna jujeña por el Abra del Palomar, llegando a El Moreno, donde establecieron su
campamento por un período prolongado, y desde allí realizaron distintas exploraciones.
Este antecedente, en la misión sueca, le valió a Boman la posibilidad de integrar otra misión,
pero esta vez con franceses. En 1903 Boman participó de una expedición que estuvo a cargo
del conde Créqui de Montfort y de E. Sénèchal de la Granche8. En la revista Historia se
publicó una referencia a ese viaje:

1
En algunas publicaciones también se lo llama Enrico Boman.
2
Mirande y Terrón 2003:225.
3
Monné, Soria y Ruiz 2003.
4
Arenas y Giraudo 2003:52.
5
Ruiz 2003; Cf. Nordenskiöld 1901.
6
von Rosen 1916.
7
von Rosen 1916:29.
8
Arenas y Giraudo 2003.

— 622 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Misión dirigida por el Conde Créqui Montfort, enviada por el ministerio de Instrucción
P ública para realizar diferentes estudios en la altiplanicie de B olivia… el señor de C réqui
Montfort ha tenido la excelente idea de incluir en los trabajo de la expedición a una
extensa zona de nuestro país.
Con este objetivo ha confiado a nuestro distinguido colaborador don Eurico Boman, tan
honrosa tarea. Este señor se ha trazado el siguiente itinerario: Salta, Quebrada del Toro,
San Antonio de los Cobres, Susquis (Puna de Atacama), Casabindo, Cochinoca,
Rinconada, Santa Catalina, Yavi, Humahuaca, Jujuy, de allí regresa por ferrocarril a
Salta para seguir después a Guachitas, San Carlos, Molinos, Poma, Cafayate, Tafi, Santa
María, Andalgalá y Catamarca1.
Mientras que la expedición sueca había sido en gran medida una empresa privada, financiada
casi en su totalidad por Nordenskiöld y von Rosen, la misión francesa se realizó por encargo
del Ministerio de Instrucción Pública de Francia. Además estaba integrada por miembros de la
alta burguesía y la nobleza, pertenecientes a prestigiosas instituciones científicas de Francia.
Por eso, esta misión, que contaba con más prestigio que la sueca, en la Argentina despertó
mayor interés2. Cuando Boman emprendió su segundo viaje, el Ministerio del Interior envió a
a la Gobernación de Los Andes, por entonces a cargo de Nicolás Menéndez, la siguiente nota:
“ Acuso recibo á su nota del 31 de Julio ppdo, en la que comunica haber llegado á ese
Territorio el Sr. Enrico Boman, miembro de la Comisión Científica enviada por el
Ministerio de Instrucción Pública de Francia, á fin de hacer estudios arqueológicos y
antropológicos.
“ Este Ministerio aprueba la cooperación que V. S. ha prestado á dicho Señor á objeto de
facilitarle el mejor desempeño de su comisión, Claros, A.3
En esta segunda expedición, realizada en 1903, Boman salió desde Buenos Aires y llegó en
ferrocarril a Salta, el 18 de mayo. Avanzó por el Valle de Lerma y el 23 de junio ya se
encontraba en la Quebrada del Toro. Siguió hacia San Antonio de los Cobres y de allí a
Susques. En agosto inició el regreso, por la Quebrada de Humahuaca, llegando a San Salvador
de Jujuy el 2 de septiembre. El resto de la misión visitó otras zonas del noroeste argentino, el
norte de Chile y Bolivia4.
De las dos misiones se han realizado numerosas publicaciones en diferentes idiomas, que se
suelen considerar hitos en distintas ramas de las ciencias antropológicas en Argentina 5. Aquí
importan particularmente dos, una escrita por Boman y otra por von Rosen. Esta segunda se
analizará en el próximo título. Boman publicó en 1908, en Francia y en francés, una extensa
obra donde condensa los resultados de sus dos viajes y el análisis de una extensa bibliografía.
La misma llegó al país en su versión original y puede encontrársela en diferentes bibliotecas.
Finalmente fue traducida y publicada en 1991 (tomo I) y 1992 (tomo II) por la Editorial de la
Universidad Nacional de Jujuy.
El contexto de esta obra es el del clásico discurso del etnólogo decimonónico, que organiza y
construye su relato en función de la identificación de sociedades o culturas en estado ―puro‖,
y por tanto aislada y marginal, requisito indispensable según los postulados de la época, a
todo objeto de estudio antropológico6. La obra de Boman tiene el carácter de una monografía
regional, de un ámbito que abarca a toda la región andina del noroeste de la República

1
Nota aparecida en Revista Historia, Año I, Tomo I., 1903, Buenos Aires.
2
Giraudo y Arenas 2001.
3
AGN, SH III - CR, signatura 125, Carta enviada desde Buenos Aires el 12 de agosto de 1903.
4
Giraudo y Arenas 2001.
5
Arenas y Giraudo 2003.
6
Sanhueza Tohá 2001:65-67.

— 623 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Argentina, incluyendo el borde nororiental del Territorio de Los Andes: San Antonio de los
Cobres y Susques. Incluye sustanciosos comentarios sobre arqueología, etnografía, folklore y
geografía de las zonas visitadas. También, una de las primeras descripciones exhaustivas de
las sociedades indígenas de la Puna en territorio argentino. En el tomo I se encuentran los
estudios que Boman hizo en los Valles Calchaquíes, Valle de Lerma y la Quebrada del Toro.
En el tomo II la atención está en la Puna y la Quebrada de Humahuaca. Al realizar la
presentación regional de la Puna, se advierten ciertas precisiones que en general otros autores
no contemplan:
“ La extrem idad sur del altiplano sudam ericano… pertenece a la R epública A rgentina. L a
parte este de la alta región argentina, llam ada la P una Jujeña… era bajo la dom inación
española, una „m erced‟ real a favor del jefe de la fam ilia de C am pero, m arqués del V alle
de Tojo. Después de la guerra de la Independencia, este territorio ha pertenecido a la
provincia argentina de Jujuy…
L a parte occidental de la P una argentina… se designa con el nom bre de P una de
A tacam a…
Al oeste, el límite de la Puna de Atacama está constituido por la Gran Cordillera. La
vertiente de esta cadena que da sobre el P acífico desciende por gradas hacia la costa… E s
lo que se llama el desierto de Atacama, que pertenece a la República de Chile.
La Puna de Atacama fue, en la época de la Independencia sudamericana, colocada
nominalmente bajo la soberanía de Bolivia, pero pasó a Chile como consecuencia de la
guerra del Pacífico, 1879-1882. En 1889, Chile debió ceder este territorio a la República
A rgentina en virtud de un juicio arbitral… la R epública Argentina erigió entonces, en
enero de 1900, la P una de A tacam a en T erritorio N acional… 1
De esta forma, admirablemente para el estilo de la época, Boman combina una construcción
histórica de la Puna de Atacama con algunos elementos naturales, a diferencia de la mayoría
que toman a la región como una entidad estrictamente natural. No dice la ―la región es… ‖
sino ―se llama‖, ―se designa como‖. Sólo después de esta presentación avanza en una
caracterización de su fisiográfica.

Eric von Rosen (1880 -1948)


Como se señalaba recientemente, en la misión Sueca participó Eric von Rosen. Perteneciente
a una familia aristocrática de Estocolmo (tenía el título de conde), estudió etnografía en el
Museo Etnográfico de Suecia, durante cerca de un año. A pesar de su falta de experiencia y de
formación, por la posibilidad de contar con su fortuna personal para financiar parte de la
exploración, como sugiere el propio von Rosen, fue incorporado por Nordenskiöld a la misión
―al Chaco a la Cordillera‖ 2. Este viaje fue de ―iniciación‖ en su formación como naturalista.
Posteriormente realizó viajes por África y Asia3.
Von Rosen publicó su obra en Estocolmo, en sueco, en 1916. Por iniciativa de Alberto
Castellanos durante la década de 1940, fue traducida a la lengua española por Carlos Stubbe
del Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán. Recién en 1957 fue publicado
por la imprenta de esa Universidad con el título Un mundo que se va4. Finalmente fue

1
Boman 1908:393-4.
2
von Rosen 1916:3.
3
R evista G eo grafía A m ericana N º 1 7 7 , A ño X V , Ju nio d e 1 94 8 , secció n N o tas y N o ticias, ―F alleció el etnó lo go
C o nd e E ric vo n R o sen‖ p ág in a V .
4
―A d vertencia p relim inar‖ en : vo n R o sen 1 9 1 6 .

— 624 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

reimpreso por la editorial de la Universidad de Jujuy. La última edición, la número 3, es de


2001, cuando se cumplieron 100 años de la llegada a la región de la expedición sueca.
Si bien Eric von Rosen es incluido en la expedición de Nordenskiöld como etnógrafo, su obra
está repleta de descripciones de la fauna, la flora, el clima y la fisonomía general de la región.
La obra está dividida en 14 capítulos. En el primero, el autor narra cómo se formó la
expedición sueca al Chaco y la cordillera. En los siguientes tres capítulos von Rosen se ocupa
de relatar las vicisitudes y las observaciones realizadas en el viaje desde Buenos Aires hasta
Salta. Continuaron a través de la Quebrada del Toro para ingresar a la Puna argentina, en
Jujuy, por el Abra del Palomar. Continuaron hacia El Moreno donde establecieron su
campamento por un período prolongado, y desde allí realizaban las distintas exploraciones.
En los restantes capítulos narra las observaciones realizadas en los diferentes viajes: a
Casabindo y Cochinoca, el ascenso al Cerro Chañi, el viaje a Yavi, a la Quebrada de
Humahuaca y al valle de Tarija. También menciona un viaje a San Antonio de los Cobres, del
que no participó, para lo cual reproduce algunas anotaciones de von Hofsten. La ―Puna
jujeña‖ y el ―valle de Tarija‖ son los ámbitos que recibieron la mayor atención en su obra.
Debido a que sus expediciones se concentraron en la provincia de Jujuy y el camino hacia
Tarija, este autor no hace consideraciones de importancia sobre la Puna de Atacama. San
Antonio de los Cobres, cuando fue visitada por su colega von Hoften, todavía no había sido
incorporada al Territorio de Los Andes. De todas formas, propone una definición de la puna
diferente a la de Boman. En von Rosen, los aspectos históricos no tienen cabida y la
definición de la región queda limitada a aspectos de la geografía física:
“ Nuestro campamento en Moreno quedaba a 3.500 m.s.n.m. y a esta altura se hace notar,
en forma muy desagradable, la rarefacción del aire... La meseta alta, rodeada de elevadas
cum bres, sobre la que nos encontrábam os, es la llam ada P una de Jujuy… ”
Y, en nota a pie de página agrega:
“ Puna significa mesada alta, desierto. No lejos de la Puna de Jujuy queda otra similar, la
Puna de Atacama” 1

Juan Ambrosetti (1865-1917)


Después de Doering y Boman, el siguiente ―hombre de ciencia‖ de importancia en llegar a la
región, desde la Argentina, fue Juan Ambrosetti.
Discípulo de Eduardo Holmberg y de Florentino Ameghino, Juan Bautista Ambrosetti fue un
reconocido naturalista. A principios del siglo XX se transformó en uno de los principales
impulsores de los estudios antropólogos y arqueológicos en la Argentina. También se
especializó en zoología, paleontología, historia, lingüística y geografía2. Fue profesor de
Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, ámbito en el que fundó y organizó, desde 1906, el Museo Etnográfico, que hoy lleva su
nombre, aportando su colección personal de piezas arqueológicas. Sus investigaciones se
concentraron fundamentalmente en el noroeste argentino, en la Quebrada de Humahuaca y en
los Valles Calchaquíes, pero también hizo viajes a la Patagonia. Cabe destacar, finalmente,
que Juan Ambrosetti fue miembro del IGA. En el principal órgano de difusión de esa
institución fue donde publicó un artículo referido a su viaje por la Puna de Atacama.

1
von Rosen, 1916:73.
2
www.argiropolis.com.ar/ameghino/principal.htm.

— 625 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

El viaje por esa región lo realizó en los meses de enero y febrero de 1902 como acompañante
del Ingeniero Iberio San Román, Inspector Nacional de la Sección Minas y Geología del
Ministerio de Agricultura, quién efectuó un trabajo geodésico por orden del Ministro de
Agricultura, Wenceslao Escalante1. San Román, dos años después, formó parte de la
Comisión Mixta Demarcadora del límite argentino-chileno en la Puna de Atacama, sección
sur2. Los acompañaban, además, el Secretario de la Gobernación, Delfín Leguizamón, y un
Comisario de nombre Alejandro Sierra3. Iberio San Román no dejó ningún testimonio escrito
que fuera posible ubicar. Parte de sus estudios fueron recuperados posteriormente por otro
técnico enviado por la Sección de Minas, Fritz Reichert4.
El itinerario seguido es el siguiente. Llegaron hasta Salta en ferrocarril y desde allí
prosiguieron hasta Cerrillos. En este punto comenzó el recorrido, a lomo de mula, por la
Quebrada del Toro. En el camino pasaron por Quijano, El Gólgota, Puerta de Tastil, Tastil y
Las Cuevas. Ingresaron al Territorio de Los Andes por el recientemente incorporado partido
de San Antonio de los Cobres. Luego retomaron hacia Chorrillos y comenzaron a ascender la
quebrada del mismo nombre, hasta alcanzar el Abra de Chorrillos, que es, según Ambrosetti
el lugar donde empieza la verdadera región de la Puna de Atacama 5. Siguieron por Tocomar,
Antuco, Olacapata grande y de allí llegaron al salar de Cauchari, donde estuvieron
aproximadamente un mes, realizando las tareas de observación, para luego retornar por el
mismo camino.
La obra donde Ambrosetti describe este viaje se titula Viaje á la Puna de Atacama. De Salta
a Caurchari [sic] y es de 1905. En este artículo no aclara, en ningún momento, en carácter de
qué acompañó a San Román en este viaje. Además, en 1904, había publicado un trabajo en la
Revista del Museo de La Plata describiendo una colección arqueológica formada por
Guillermo Gerling, de esa institución, en un viaje que habría hecho a Antofagasta de la Sierra
en 1897 y 18986.
En su obra de 1905 Ambrosetti describe las características de la topografía, el clima y la
hidrografía, la fisonomía general, la flora y la fauna, de la Quebrada del Toro y del Salar de
Cauchari7. Al viejo estilo de la narrativa de viajeros, su relato sigue la secuencia impuesta por
el itinerario. Para cada día señala la distancia recorrida, el rumbo seguido y los lugares
visitados; las mediciones de temperatura y de altitud realizadas, además de otras
observaciones sobre el tiempo; las especies vegetales identificadas, mencionando los usos que
le solían dar las poblaciones del lugar; y otro tipo de información como por ejemplo los
propietarios de las fincas atravesadas. Son también muy detalladas las descripciones sobre las

1
Decreto 13 septiembre de 1902, donde se manda realizar una mensura en el Territorio de Los Andes. Decreto
23 noviembre de 1902 aprobando la operación de mensura del Salar de Cauchari, realizada por Iberio San
Román. Ministerio de Agricultura, Memoria presentada al Honorable Congreso por el Ministro de Agricultura
Dr. Wenceslao Escalante, 1902-03, Tomo II, Anexo A, Talleres de Publicaciones de la Oficina Meteorológica
Argentina, Buenos Aires, 1903. 24 de diciembre de 1901. disponiendo que la Dirección de Tierras y Colonias
haga que por la División de Geodesia, se proceda al relevamiento de la región del Salar de Cauchari en el
Territorio de los Andes, y de los hechos allí establecidos.
2
Oficina de Límites Internacionales 1908:366.
3
AGN, SH III - CR, signatura 125, Telegrama 9 de enero de 1902. Asunto: notificar sobre un relevo de
información de la región del salar de Cauchari en el territorio de esa gobernación y nombrándose para efectuar
dicha operación á los ingenieros Iberio San Román y Juan B. Ambrosetti.
4
Reichert 1907.
5
Ambrosetti 1905:120.
6
Ambrosetti 1904a:4.
7
E n la to p o nim ia utilizad a p o r lo s viajero s algu nas veces se u tiliza ―C aurchari‖ y o tra ―C au charí‖. A q uí se
utilizará la toponimia contemporánea: Cauchari.

— 626 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

características del terreno, la formación de la red hidrográfica y el origen de los materiales


que observa en su recorrido.
Una parte importante de su artículo está destinado a la descripción del Salar de Cauchari,
desde un punto de vista geológico, presentando las características de los minerales que allí se
encuentran, las posibilidades de extracción y de tratamiento. También menciona las
explotaciones existentes en el momento de su visita y describe algunas construcciones
abandonadas y en ruinas, utilizadas antaño en la explotación del borato. Asimismo, realiza
varias referencias sobre la comercialización del ganado hacia las zonas ubicadas en el
occidente de la cordillera, en Chile. Indica las dificultades ocasionadas por el mal estado
general de los caminos y por las restricciones del clima, básicamente las bajas temperaturas
que reinan en los pasos cordilleranos. Son muy pocas y secundarias las observaciones
referidas a la población. A diferencia de otros trabajos suyos, Ambrosetti no incluye ninguna
referencia bibliográfica y tampoco menciona las expediciones científicas que recorrieron la
región previamente. Hace referencias a un mapa relevado por la comisión del ferrocarril a
Bolivia, del cual toma mediciones de altitud, y a mediciones efectuadas por Louis
Brackebusch, aunque no indica ninguna publicación.
En Ambrosetti se advierte una relación indisociable entre Territorio de Los Andes y Puna de
Atacama como entidades espaciales. Si bien menciona al reciente laudo arbitral de 1899 hace
referencia a una ―verdadera región de la Puna de Atacama‖, que empezaría en el Abra de
Chorrillos1. Al igual que los exploradores de 1900, Ambrosetti ofrece una mirada tiznada por
la alteridad. La primera referencia sobre la Puna de Atacama es:
“ una región fría, alta é inhospitalaria” 2.
Y hacia el final de la obra señala:
“ E n esta m eseta desolada, todo se presentaba de colores claros y pálidos… E ste conjunto
envuelto en una atmósfera diáfana, producía una sensación de tristeza y opresión
inexplicables” 3

Fritz Reichert
Después de Iberio San Román, Fritz Reichert fue el primer técnico del área de minería
enviado al Territorio de Los Andes por el Ministerio de Agricultura, con la misión de estudiar
las reservas de mineras. A diferencia de su antecesor, Reichert dejó un testimonio escrito que
puede ser consultado fácilmente, publicado por el propio Ministerio de Agricultura.
Fritz Reichert era químico industrial, de origen alemán. Además de realizar este viaje estudio
de la minería del Territorio de Los Andes, practicó otros en la Patagonia.
En una carta enviada al Ministro de Agricultura, Enrique Hermitte, Jefe de la División de
Minas, Geología e Hidrología, afirmaba que Reichert realizó dos viajes al Territorio de Los
Andes, cuyas fechas no son consignadas4. El informe con los resultados de ese viaje fue
elevado a las autoridades del Ministerio de Agricultura en enero de 1906. El informe fue
publicado en la serie ―Anales del Ministerio de Agricultura‖, en 1907, el primero para el
Territorio de Los Andes, con el título Los yacimientos de boratos y otros productos

1
Ambrosetti 1905:102.
2
Ambrosetti 1905:88.
3
Ambrosetti 1905:116.
4
Carta enviada por Enrique Hermitte al Ministro de Agricultura Ezequiel Ramos Mejía, 9 de octubre de 1906, en
Reichert 1907:3.

— 627 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

explotables del Territorio de Los Andes (Puna de Atacama). Esta obra se divide en tres
capítulos. El primero es el más extenso y se concentra en el estudio de los yacimientos de
borato de cal. Realiza una enumeración y caracterización de los yacimientos, describe las
formas de procesamiento del mineral y presenta estadísticas sobre su exportación. El capítulo
dos se concentra en los yacimientos de otros minerales explotables en la región (soda natural,
azufre, oro y alumbre). El último capítulo es: ―Las piritas y su importancia para las industrias
químicas‖.
En esta obra, Reichert menciona y cita profusamente el informe que habría realizado el
Ingeniero Iberio San Román y la publicación de Juan Ambrosetti. Sobre la base del material
producido por San Román y Ambrosetti realiza la descripción de los yacimientos más
importantes de boronatrocalcita: Diablillos, Ratones, Hombre Muerto, Pastos Grandes,
Antuco, Caurcharí, lo que significó un avance en el conocimiento de los boratos. Estos
yacimientos ya se encontraban en explotación, y lo estaban desde antes de la formación del
Territorio de Los Andes. Para cada yacimiento describe: el aspecto general, las pertenencias
en las que se divide el yacimiento, la calidad del mineral, población existente en las
inmediaciones, las estaciones de carga más próximas, las características del camino hasta la
estación más próxima y las condiciones de explotación. Como otros viajeros que visitaron el
Territorio de Los Andes, afirmaba que:
“ La boronatrocalcita de la Puna de A tacam a y de la P una de Jujuy, constituye sin duda…
la materia prima más importante que puede exhibir el Noroeste de la República” 1.
Pero, como repite una y otra vez en su informe, el principal problema para la explotación de
los yacimientos radicaría en:
“ las dificultades que para transporte presentan los caminos y en el elevado precio de los
fletes” 2.

Luciano Caplain
Después de Reichert, el siguiente técnico del área de minería, enviado por el Ministerio de
Agricultura a inspeccionar el Territorio de Los Andes fue Luciano Caplain, quien produjo un
nuevo avance en el estudio sobre boratos3.
Luciano Caplain era ingeniero y se desempeñaba como inspector de minas de la Dirección de
Minas, Geología e Hidrología, del Ministerio de Agricultura. En 1908 fue designado, por un
Decreto del 15 de octubre de 1907, para realizar un viaje de inspección al Territorio de Los
Andes. El viaje lo realizó en 1908, ocasión en la que efectuó mensuras de diferentes
pertenencias mineras4.
En febrero de 1908 el gobernador Ricardo Isasmendi recibió una nota de la división de Minas,
Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura donde le decían que Caplain había sido
designado:
… para hacer las m ensuras de m inas solicitadas en ese T erritorio, se com pleta con la de
inspeccionar las que estuviesen en explotación y estudiar detalladamente los distritos
mineros que va a conocer.

1
Reichert 1907:5.
2
Reichert 1907:15.
3
Alonso 1998:10.
4
AGN, SH III - CR, signatura 126, Buenos Aires, 19 de febrero de 1908, carta del Ministerio de Agricultura,
División de Minas, Geología e Hidrología.

— 628 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

La inspección de minas ofrece en particular un interés primordial en ese Territorio donde


se han solicitado numerosas pertenencias de boratos, salitres y substancias de la 1ª
categoría.
Ahora bien, pudiera suceder que para hacer las constataciones legales el Inspector de
Minas tuviera necesidad de solicitar el apoyo de las autoridades locales y en vista de la
importancia que tiene para el Territorio de su digno Gobierno la vigilancia del desarrollo
de la industria minera, no dudo que el Señor gobernador tendrá a bien dar las órdenes del
caso para que se preste a dicho inspector todo el apoyo que pudieran necesitar...
Hasta ahora los pocos datos que tenemos hacen prever en ese Territorio la existencia de
im portantes regiones m ineras… 1
Luciano Caplain realizó las tareas encomendadas en tres etapas. La primera vez llegó al
Territorio de Los Andes en abril de 1908, recorriendo los salares de Pastos Grandes y
Diablillos2. En abril de 1909 realizó su segundo viaje visitando borateras en Cauchari, Pastos
Grandes, Diablillos y Hombre Muerto3. Finalmente entre noviembre de 1909 y enero de 1910
hizo su último viaje, visitando nuevamente Pastos Grandes, Diablillo y Hombre Muerto4.
También recorrió las explotaciones mineras próximas a la capital del Territorio de Los Andes.
Los distritos mineros visitados se distribuían en los departamentos de San Antonio de los
Cobres, Pastos Grandes y Antofagasta de la Sierra. El autor no ofrece precisiones sobre
itinerarios seguidos. En 1911 Caplain elevó el informe de sus viajes de explotación a las
autoridades de la mencionada Dirección.
Ese informe fue publicado en 1912, en la serie ―Anales del Ministerio de Agricultura‖, con el
título Informe sobre el Estado de la Minería en el Territorio de Los Andes. En este
informe Caplain presenta información levantada por él en el terreno sobre la explotación de
las minas en ese momento, con especial atención a las borateras, y sobre la topografía de la
región. La publicación incluye una nota de Leopoldo Sol, Jefe de Minas, donde afirma que
con este trabajo se completan los estudios hechos en el territorio por el ingeniero Iberio San
Román y que sería necesario realizar otro trabajo de reconocimiento, el cual se encargaría a
otro inspector, Juan Barnabé. Este último viajó a Los Andes y también produjo un informe,
que será analizado a continuación.
En términos generales, se trata de un informe técnico, centrado en la cuestión minera, sin
muchas consideraciones de otra índole. En el primer capítulo presenta una reseña sobre los
límites territoriales, los principales recursos naturales (pasto, leña y agua), el clima, las
comunicaciones y la población. Los siguientes capítulos están organizados por distrito
minero. En el capítulo II se ocupa del Distrito Minero San Antonio de los Cobres. En el tercer
y último capítulo se ocupa de otros seis distritos borateros: Cauchari, Rincón, Pastos Grandes,
Hombre Muerto, Ratones y Diablillos. En la última sección realiza algunas consideraciones
sobre las posibilidades de explotación de los depósitos, comparándolos con los que se
encontraban en territorio puneño de la Provincia de Jujuy. Al igual que Reichert, recupera
buena parte de la información elaborada por el ingeniero Iberio San Román.
Si bien el informe es sobre el estado de la minería en Los Andes, el mayor interés está puesto
en las borateras. Al respecto, el Ingeniero Sol afirma que:

1
AGN, SH III - CR, signatura 126, Buenos Aires, 19 de febrero de 1908, carta del Ministerio de Agricultura,
División de Minas, Geología e Hidrología.
2
AGN, SH III - CR, signatura 126, carta enviada desde Salta por Luciano Caplain, 9 de abril de 1908.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, Salta, carta enviada por al gobernador L. Caplain, 30 de abril de 1909.
4
Caplain 1912.

— 629 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ se poseen enormes reservas, que en un porvenir, tal vez no muy lejano, constituirán una
importantísima fuente de recursos para el territorio” 1
Como otros viajeros Puna de Atacama y Territorio de Los Andes, para Caplain son entidades
que se confunden en el relato. Mientras que en la ―reseña geográfica‖ hace referencia a la
fecha de creación del Territorio de Los Andes, 1900, y, aunque con errores, alude a la
demarcación del límite con chile, en lo sucesivo se refiere a la Puna de Atacama:
“ … esas regiones son conocidas bajo el nom bre de P una de A tacam a… ” 2.

Franz Kühn (1878-1942?)


En la lista de científicos en busca de tierras desconocidas o, al menos, mal conocidas, después
de Johann von Tschudi y Eric Boman, el siguiente es Franz Kühn. También de origen
europeo, este científico viajó a la Puna de Atacama con el sólo objetivo de realizar un estudio
de la región.
Franz Kühn era geógrafo, de origen alemán, formado en ese país. Llegó a la Argentina en
1909 contratado por el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública para integrar el
plantel del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, en calidad de profesor de geografía.
Su llegada se dio junto a otros científicos y pedagogos alemanes, que fueron contratados por
el gobierno argentino para cubrir distintas áreas técnicas de la administración estatal (Escuela
Superior de Guerra, Servicio de Minas y Geología) y funciones directivas en instituciones
educativas (Instituto Nacional del Profesorado Secundario)3. Una vez terminado su contrato,
en 1913, Kühn permaneció en el país. Ya por entonces había viajado a Catamarca y Tucumán.
Luego, también viajó a la Patagonia y otras regiones del país. En 1922 publicó Fundamentos
de fisiografía argentina y en 1930 Geografía de la Argentina. Regresó en 1931 a
Alemania, donde murió, en fecha próxima a 19424.
La expedicióna la Puna de Atacama Kühn la realizó en compañía de Hans Seckt, que había
llegado de Alemania junto él. Seckt, que será considerado a continuación, realizó estudios de
botánica de la región atravesada. Los acompañaron, además, dos peones contratados en Salta
y contaron con una tropilla de 12 animales. El viaje a la Puna de Atacama fue el primero que
realizó en el país este ―geógrafo‖ y ―viajero investigador‖, como él mismo se definía, entre los
meses de diciembre de 1909 y enero de 1910, en el período de recesión de sus actividades
como docentes.
Ambos viajeros se trasladaron en tren hasta Rosario de Lerma, con una breve parada en la
ciudad de Salta. Desde este punto la travesía la prosiguieron a lomo de mula. Recorrieron el
valle Calchaquí desde Cachi hasta La Poma, luego se dirigieron a Pastos Grandes, y desde
allí, con rumbo sur, hacia Antofagasta de la Sierra. Atravesaron el Salar de Antofalla y
cruzaron la cordillera por un paso poco transitado, cerca de Aguas Calientes, hasta el puerto
de Taltal, en la provincia chilena de Antofagasta, donde terminó el viaje.
Contaron con el auspicio del Ministerio de Instrucción Pública y, además, recibieron el apoyo
del gobernador Brígido Zavaleta quien…

1
Leopoldo Sol en: Caplain 1912:3.
2
Caplain 1912:11.
3
Cf. Souto 1996.
4
Comunicación personal Silvina Quintero.

— 630 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

“ se puso a nuestra disposición en Salta, dándonos precioso consejos y toda la ayuda


administrativa tan indispensable para tal viaje” 1.
Cada autor publicó sus observaciones por separado. En el caso de Kühn, la principal obra que
surgió de ese viaje es un artículo publicado en 1910, con el título Informe sobre un viaje de
exploración morfológica en el Valle Calchaquí y Territorio de los Andes, pensado
probablemente como un texto de divulgación2. También publicó un artículo referido a un
petroglifo del paraje Peñón, ubicado en las proximidades de Antofagasta de la Sierra 3. En el
Boletín del IGA Kühn publicó un artículo referido al tramo de los Valles Calchaquíes4.
La obra estudia, básicamente, la geografía física de la porción sur de la Puna de Atacama, y
para ello se valió de un importante instrumental de registro y medición (brújulas, barómetros,
termómetros, cámara fotográfica, etc.). Además recogió muestras con las que organizó una
colección geológica para el Instituto en el que fue contratado. Como antecedentes, menciona
las obras de Ambrosetti, Reichert, Philippi, von Tschudi y Brackebusch, entre otros.
Kühn presentaba su objeto de estudio de esta forma:
“ la región estudiada comprende el Valle de Calchaquí desde Cachi hasta Poma y la Puna
A rgentina (T erritorio de L os A ndes)… ” 5
Esto equivalía, prácticamente a considerar a la Puna de Atacama y el Territorio de Los Andes
como la misma entidad. Según Kühn, aún en 1910 la ―Puna Argentina‖ podía considerarse
como tierra incógnita:
“ la „P una‟ pertenece todavía á las com arcas m enos conocidas no sólo de la R epública
Argentina, sino del continente sudamericano y carece en muchas partes de representación
cartográfica exacta” 6.
Y expone una crítica a quienes describieron a esa región como una:
“ altiplanicie árida y desierta, muy elevada y fría, con grandes salares y de una monotonía
triste é infinita, paisaje absolutamente inatractivo, donde el viajero sufre de la enfermedad
llam ada puna y debe tem er siem pre m orirse de ham bre y sed… Según esta consideración,
aquel terreno parece apenas ofrecer algo que valiese la pena de una expedición de estudio,
resaltando m uchas incom odidades y pocas observaciones… Su gran atracción consiste en
el carácter absolutamente particular y extraño de aquellos paisajes lejanos y
despoblados” 7.
El mismo autor contrapone esa imagen diciendo que:
“ para el geógrafo no existe ninguna región de la superficie terrestre, por desolada que
sea, que no le pueda dar un número de impresiones nuevas y preciosas y su deseo de
instruirse y de explorar, supera fácilmente las dificultades exteriores” 8.
Para concluir que la Puna de Atacama…

1
Kühn 1910:317.
2
Kühn 1910.
3
Kühn 1912.
4
Kühn 1910b.
5
Kühn 1910:260.
6
Kühn 1910:261.
7
Kühn 1910:262-263.
8
Kühn 1910:263.

— 631 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

“ … es mucho más interesante de lo que se cree generalmente [y] su gran atracción consiste
en el carácter absolutamente particular y extraño de aquellos paisajes lejanos y
despoblados” 1.
Subrayando las dificultades que conllevaron la realización del viaje y la alteridad con la que
se encontró en su calidad de ―investigador viajero‖, esta obra de Kühn se la puede inscribir
aún en la narrativa de viajeros, aunque su clara pertenencia disciplinar lo aparta de aquellos
viajeros que describen todo cuanto se presenta ante sus ojos. El In form e… de Franz Kühn es
una obra de geografía acorde a los parámetros de la época, centrada en la descripción
fisiográfica de determinadas porciones discretas de la superficie terrestre, es decir, de
regiones. Este trabajo es un estudio regional, donde la Puna de Atacama, como entidad
regional, se confunde con el Territorio de Los Andes. Si bien en el título del artículo figura
―Territorio de Los Andes‖ en la sección correspondiente (ya que el relato se inicia con la
primera etapa del viaje, el Valle Calchaquí) el título no es ese, sino ―La Puna de Atacama‖.
La bibliografía de Kühn tuvo influencia en los círculos militares. De hecho su primera obra
significativa fue publicada por la Biblioteca del Oficial del Circulo Militar Argentino, en
1922. En abril de ese año, Pablo Saravia, entonces gobernador del Territorio de Los Andes,
recibía una nota de esa institución con los siguientes términos:
La “ biblioteca del Oficial” , organismo adscripto al Círculo Militar, se propone editar la
obra “ Fundamentos de la Fisiografía Argentina” del Doctor F. Kühn, geógrafo bien
conocido en los círculos científicos del país y del extranjero. Es casi innecesario
manifestar que con la referida publicación no se trata de obtener lucro, el fin que guía a la
“ Biblioteca del Oficial” es más noble: pone en manos de todos los que se interesen en
conocer el territorio patrio, una obra en la cual y por primera vez, se le estudia en forma
moderna y científica; pero también al alcance de cualquier persona ilustrada.
Las características de la obra, que el Señor Gobernador encontrará detalladas en el
folleto que acompaño, no permiten a la asociación emprender la tarea de publicarla sin
contar con la seguridad de que se cubrirán los gastos que origine, y en tal concepto es que
me dirijo a V.E. solicitándole en nombre de la “ Biblioteca del Oficial” quiera coadyuvar
al loable esfuerzo que realiza, tanto con su valioso apoyo moral como con la suscripción a
cinco ejemplares con destino a las dependencias de esa gobernación2.

Hans Seckt (1879-1953)


Quien acompañaba a Franz Kühn era Hans Seckt, especialista en botánica. Seckt también
había llegado al país procedente de Alemania para desempeñarse como docente en el Instituto
Joaquín V. González y, al parecer, no tuvo una muy destacada actuación en el país. Además
del trabajo donde relata su viaje por la Puna de Atacama, se registraron otros trabajos del
autor, como un estudio Hidro-biológicos de la laguna Mar Chiquita, en Córdoba, y otro sobre
la promoción de parques nacionales3. Además, realizó algunas publicaciones sobre temas
botánicos en la Universidad de Córdoba, donde se desempeñó como docente hasta por lo
menos principios de la década de 19404.

1
Kühn 1910:263-4.
2
AGN, SH III - CR, signatura 134, carta enviada por el Tte. Coronel de Estado Mayor Manuel Rodríguez,
Presidente del Círculo Militar Argentino, abril de 1922.
3
www.ramsar.org/ris_argentina_chiquita_s.htm y www.argiropolis.com.ar/ameghino/obras/babini/evol-
alfab.htm.
4
www.bibliotecas.unc.edu.ar.

— 632 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

El itinerario del viaje es el mismo que en el caso anterior y su principal objetivo era la
observación botánica y biológica en el trayecto recorrido a través de los Valles Calchaquíes y
la Puna de Atacama. Según Seckt, él y su compañero aprovecharon las vacaciones de verano
para hacer
“ un viaje por el territorio poco conocido de la Puna de Atacama” 1.
El producto escrito de este viaje fue el artículo Contribución al conocimiento de la
vegetación del noroeste de la República Argentina (Valles de Calchaquí y Puna de
Atacama), publicado en 1912. Originalmente lo había presentado en el Congreso
americanista de 1910, al igual que el trabajo sobre el petroglifo del Peñón de Kühn.
Probablemente desde 1912 tuvo una mayor inserción en el medio científico cordobés, a juzgar
por sus estudios y publicaciones2.
La obra de Seckt es básicamente descriptiva de las formaciones vegetales, aunque tiene una
sección donde describe el itinerario, las jornadas de viaje empleadas y algunas vicisitudes
sufridas en la ―expedición‖ por las regiones despobladas de la Puna de Atacama. No realiza
ninguna descripción de la población o de cuestiones que excedan el objetivo de su viaje.
Como ocurre con otros autores, algo que ya era corriente, Seckt presenta a la Puna de
Atacama y al Territorio de Los Andes como entidades equivalentes:
“ La Puna de Atacama representa el territorio de los Andes incorporado hace algo más de
un decenio (en 1899) á la República Argentina, por un arreglo entre este y Chile, con
respecto a los límites entre los dos países” 3
Asimismo, como en otros casos, establece una clara diferenciación entre la Puna de Atacama
y el Desierto de Atacama.
“ E l carácter de la vegetación de la P una de A tacam a… es el de una estepa… L a P una no
es, de ninguna manera, un desierto, el cuadro de su vegetación por consiguiente
absolutamente distinto del «Desierto de Atacama» que se extiende al este de la cordillera
occidental” 4
Finalmente, cabe destacar que, a diferencia de los autores del siglo XIX, como Bertrand o
Brackebusch, en esa extensa Puna de Atacama no identifica y diferencia claramente una
región circundante a Antofagasta de la Sierra.

Juan Barnabé
Juan F. Barnabé era ingeniero y se desempeñaba como Inspector en la Sección Minas, de la
Dirección General de Minas, Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura. Como se
señaló anteriormente, Barnabé completó los estudios iniciados unos años antes por Luciano
Caplain. Al igual que su antecesor, Luciano Caplain, Barnabé fue designado para realizar
mensuras de diferentes borateras, por una resolución del 24 de octubre de 19125. Sus trabajos
exploratorios los realizó en dos etapas. La primera fue en 1912 y la segunda en 1913.
“ las inspecciones en el territorio nacional de Los Andes, han estado a cargo del inspector
de minas, Ingeniero Juan Barnabé a quien se le encomendó, con ese motivo, el estudio

1
Seckt 1912:185.
2
www.bibliotecas.unc.edu.ar.
3
Seckt 1912:187.
4
Seckt 1912:225.
5
AGN, SH III - CR, signatura 127, Buenos Aires, octubre 25 de 1912, carta del Ministerio de Agricultura,
Dirección General de Minas, Geología e Hidrología.

— 633 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

detenido de varias importantes cuestiones relacionadas con la constitución de varios


grupos m ineros solicitada por la „Compagnie Internationale des B orax‟. Actualmente el
inspector Barnabé está prosiguiendo y completando sus estudios e inspecciones en el
Territorio de los Andes” 1.
En ambos casos realizó estudios en los salares de Olaroz y Olaroz Grande y en la
proximidades de Coranzulí y Rosario de Susques2. En una nota enviada al gobernador Brígido
Zavaleta las autoridades del Ministerio de Agricultura repiten, como en otras ocasiones,
algunos térm inos auspiciosos…
“ Teniendo en cuenta el interés que para esa Gobernación tiene la misión de referencia,
solicitado desde ya la buena cooperación de S.S. y no dudo que en tal concepto, querrá
servirse disponer en oportunidad, que las autoridades de su dependencia presten al
Ingeniero Barnabé toda la ayuda que le pudiera ser necesaria” 3
De esta forma, Barnabé completó la tarea realizada por Caplain, al recorrer los distritos
mineros del Departamento Norte. Al igual que su antecesor, no ofrece información sobre el
itinerario seguido ni los tiempos utilizados. El informe fue elevado el 25 de enero de 1915. De
ese informe surgió la obra Los yacimientos minerales de la Puna de Atacama, publicado en
1915 en la serie Anales del Ministerio de Agricultura4. Su publicación había sido anunciada
en la Memoria de ese ministerio correspondiente al período 1914-1915.
“ Las inspecciones en el territorio de los Andes han estado a cargo del inspector de minas,
ingeniero Juan Barnabé, quien aprovechando esa gira ha recorrido en misión de estudio,
las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca. Ha estudiado en Los Andes los yacimientos de
borato del salar de Olaroz, los yacimientos auríferos de Olaroz Grande y el distrito de
Rosario de Susquis en el mismo territorio. En cuanto a los resultados de estos estudios han
sido consignados en dos informes, uno sobre la minería en la Puna de Atacama (Territorio
de Los Andes) y otro sobre la minería en el distrito minero de Tinogasta (provincia de
Catamarca) cuya publicación ha sido ya dispuesta” 5.
Esta obra es, básicamente, un informe técnico, aunque hace algunas apreciaciones personales
sobre el clima, el efecto de la altura sobre el organismo y el ―abuso‖ en el uso de la coca que
hace la población de la región. El autor no presenta una introducción donde haga explícitos
los objetivos del viaje o los resultados del mismo. Empieza el informe con ―generalidades‖ de
la región Puna de Atacama. El resto del informe está dividido en tres partes. La primera parte
se titula ―Formación orográfica y geológica de la Puna‖, donde realiza un análisis técnico de
los aspectos mencionados. Incluye numerosos gráficos y fotografías. También incluye un
análisis sobre la formación de las salinas, el origen de la sal, del borato y la constitución de
los yacimientos. La segunda parte es ―Descripción general y economía de la Puna‖. Como él
mismo lo afirma, con esto busca reconocer
“ la posibilidad del aprovechamiento para la industria minera, de los recursos económicos
de las regiones descriptas” 6.
Esta parte incluye, en orden de aparición, estudios sobre hidrografía, clima, efecto de la puna
sobre el organismo, recursos (pasto, carne y combustible), las vías de comunicación y

1
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1913:181.
2
AGN, SH III - CR, signatura 127, Dirección General de Minas, Geología e Hidrología Buenos Aires, 27 de
octubre de 1913.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, Buenos Aires, el 27 de octubre de 1913, carta enviada al gobernador por
Dirección General de Minas, Geología e Hidrología.
4
Barnabé 1915.
5
Ministerio de Agricultura, Memoria de 1914-1915:339.
6
Barnabé 1915:27.

— 634 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

población. Finalmente, la tercera parte es ―Riqueza mineral de la Puna – Estado de su


minería‖. Comienza con una sección sobre formaciones minerales de la Puna (oro y plata),
sigue con una ―Monografía de los minerales de la Puna‖ (borateras, minas de oro, minas de
Incahuasi, minas de Catúa, minas de Olaroz Chico, Mina Concordia, Mina Esperanza, y
otras). Barnabé no hace ninguna referencia a similares informes realizados con anterioridad.
Tampoco consigna las fuentes de información utilizada.
Como otros autores, Puna de Atacama y Territorio de Los Andes los utiliza como entidades
equivalentes, aunque sugiere algunas precisiones:
“ … el territorio de L os A ndes tiene al oeste, al sud y al este (fuera de la parte de San
Antonio de los Cobres) por límites administrativos los límites geográficos de la Puna. Al
N-O la Puna argentina, no teniendo límite geográfico, su límite administrativo es
puramente convencional” 1.
Barnabé coincide con Reichert y con Caplain en señalar la importancia de los boratos como
potencial para la región, a la vez que advierte que la falta de transporte es el principal
impedimento para su explotación:
La “ gobernación de Los Andes encierra numerosos e importantes yacimientos de borato” 2.
A diferencia de sus contemporáneos reconoce a Antofagasta de la Sierra como una región
diferenciada.
“ … A ntofagasta de la Sierra… el centro de una región incontestablemente más rica” 3

Isahia Bowman (1878–1950)


El segundo geógrafo que atravesó las tierras altas de Atacama, después de Franz Kühn, fue
Isahia Bowman. Sus estudios se habían concentrado en el Desierto de Atacama, región que le
generaba gran interés. Atravesó la Puna de Atacama al conectar el bosque chaqueño con el
desierto.
Isahia Bowman, nacido en Canadá, y se formó como geógrafo en los Estados Unidos durante
la primera mitad del siglo XX4. Entre otras tareas, fue rector de la Universidad John Hopkins,
director de la Sociedad Geográfica Americana de Nueva York entre 1915 y 1935, presidente
de la Unión geográfica Internacional. También fue Jefe miembro de la Conferencia de Paz de
París (1918-1919). Fue además, miembro de la Comisión Internacional Permanente, China y
Estados Unidos, asesor especial de la Secretaría de Estado, miembro de la Delegación de
Estados Unidos a la Conferencia de Dumbaston Oaks y San Francisco, del Consejo de
Relaciones Exteriores y de la Sociedad Oceanográfica Woods Hole5.
Bowman dirigió tres expediciones a la América del Sur. Cuando viajó a esa región ya era un
geógrafo reconocido, aunque logró fama mundial después de esos viajes, no como
consecuencia de ellos sino de su participación en los diferentes organismos multilaterales. En
especial, cuando acompañó al presidente norteamericano Thomas Wilson a la conferencia de
Versailles después de la 1er. Guerra Mundial6. Además, tiene una importante producción
bibliográfica sobre cuestiones vinculadas a la geopolítica, que es la producción del autor que

1
Barnabé 1915:4.
2
Barnabé 1915:48.
3
Barnabé 1915:40.
4
www.britannica.com.
5
Staenk 1950.
6
Reboratti 2001.

— 635 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

más se conoce y que más se suele referenciar, y a la colonización de nuevas tierras 1. Parte de
sus observaciones en las regiones que visitó de Sudamérica tenía que ver, justamente, con el
avance de ―frentes pioneros‖ que se estaba dando tanto sobre la región chaqueña, en el
pantanal, como en la región amazónica. Lo que se proponía este autor era, a través del estudio
comparado en diferentes regiones del mundo, identificar las condiciones físicas,
institucionales, políticas y económicas asociadas al proceso de avance de un frente pionero2.
Bowman atravesó la Puna de Atacama en 1913, y en tal ocasión el Gobernador Brígido
Zavaleta recibió la siguiente notificación:
El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto se ha dirigido a este, manifestando que la
Legación Argentina en Washington le hace saber que el profesor Isahia Bowman de la
Universidad de Yale, bajo los auspicios y ayuda de la Sociedad Geográfica Americana de
Nueva York llevará a cabo una expedición a los Andes Centrales y pido que a su paso y
durante su permanencia en la República se le recomiendo a la consideración de las
autoridades.
Dada la intervención del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y el interés de la
citada corporación científica, me dirijo a V.S. pidiéndole quiera acordar a dicha misión en
caso de visite ese Territorio, las facilidades que V.S. considere necesarias a contribuir a la
mejor realización de su objeto, y sin que ello importe autorización de gastos3.
Su principal obra, resultado de su viaje por las proximidades de Atacama fue Desert trails of
Atacama, publicada en 1924 en los Estados Unidos. En 1942 la Universidad de Chile publicó
una versión traducida, titulada Los senderos del desierto de Atacama4.
En esta obra se observan ciertas diferencias con respecto a los autores anteriores, debido a la
relación entre texto analítico y texto ―relato de viaje‖. Las experiencias personales del viaje
constituyen un elemento del relato, pero se incorporan, en general, en función del relato
analítico. Utiliza profusamente la bibliografía existente hasta el momento de su visita a la
Puna de Atacama: Maldones, Cerri, Boman, Ambrosetti, etc. Además, la secuencia de lugares
descriptos no se ordena según el itinerario, sino según la importancia dada por el autor dentro
del conjunto de lugares visitados. La que describe en este libro es, según el autor expresa, la:
“ … región… que m e ha atraído con m ás fuerza que cualquiera otra parte de Sud A m érica:
el desierto de Atacama y las altas cordilleras y mesetas de los Andes centrales que
termina, por el sur, en la puna de Atacama” 5
Inclusive, es difícil establecer cuál fue el itinerario seguido, los tiempos empleados y los
lugares visitados. Se puede inferir que viajó desde Embarcación hasta Salta y desde allí subió
a la Puna de Atacama por la Quebrada del Toro, y se dirigió a La Poma. El 22 de junio habría
estado en Pastos Grandes y desde allí siguió camino hacia San Pedro de Atacama.
A pesar de sus numerosas consideraciones sobre la organización social, política y económica
de las regiones estudiadas, en la definición regional priman los criterios topográficos y
ambientales. Su presentación de la Puna de Atacama es:
“ … los párrafos que siguen, tratan de las cadenas y m esetas interiores que form an la P una
de Atacama, la unidad más meridional de los Andes Centrales” 6

1
Reboratti 1990:10.
2
Zusman 1999.
3
AGN, SH III - CR, signatura 127, Carta del Ministerio del Interior, del 7 de junio de 1913.
4
Bowman 1924.
5
Bowman 1924:5.
6
Bowman 1924:301.

— 636 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Más adelante:
“ la Puna de Atacama es el nombre colectivo dado a las cuencas, valles, salares, nudos de
montañas, cadenas y depósitos aluviales de piemonte que son los caracteres topográficos y
de drenaje principales de una faja de tierra excesivamente alta y fría, que se extiende entre
la cadena principal de los A ndes… y la m uralla oriental m ontañosa que dom ina el valle
Calchaquí y las cuencas de Catamarca y Fiambalá” 1.

Simeón Vicente de Fernández y Anastasia A. de Fernández de Vicente


Hasta aquí, todas las obras comentadas corresponden a viajeros que recorrieron la ―Puna de
Atacama‖ con una misión científica y/o con una misión oficial encargada por algún gobierno.
En este caso, se trata de una obra que recoge la experiencia de vida de dos maestros en una
escuela de la región.
Simeón Fernández de Vicente y su mujer Anastasia A. de Fernández de Vicente eran
maestros, de origen español, y se hicieron cargo de la conducción de Escuela ubicada en el
paraje Cobres. En términos estrictos, Cobres quedaba fuera del Territorio de Los Andes, ya
que pertenecía al departamento de La Poma, provincia de Salta. No obstante, por diferentes
razones todos los viajeros consideraban a este lugar como parte del Territorio de Los Andes.
El Consejo Nacional de Educación había formado en el Territorio de Los Andes la seccional
undécima. Cobres era el único paraje ubicado a lo largo de un camino, el más directo, que
unía a San Antonio de los Cobres con Susques. Boman, Castellanos y Dávalos incluyen a
Cobres en sus relatos de viaje por la Puna de Atacama. La de Cobres era la escuela Nº 7,
creada el 17 de febrero de 1910. El matrimonio Fernández de Vicente fue designado en 1914 2.
Llegaron al lugar ese mismo año, en vísperas de nochebuena y permanecieron allí hasta
19213.
El relato de sus experiencias de vida lo publicaron, muchos años después, en 1942, en un
voluminoso libro de más de 300 páginas titulado Una escuela puneña (pasión y aventura de
dos maestros4. Como era habitual, el camino hacia Cobres lo hicieron por la Quebrada del
Toro a través de San Antonio de los Cobres. Desde allí continuaron viaje hacia Cobres:
“ … pequeño caserío, una capillita y una escuela nacional: es la N º 7, la que buscam os, la
nuestra, en la que hemos de convivir siete años con una población infantil y en la que el
drama se abraza diariamente con el sainete” 5
Se trata de una obra escrita en tono coloquial con numerosas descripciones de las costumbres
de la población de la región, de la vida cotidiana y de algunas cuestiones institucionales como,
por ejemplo, el indebido accionar de la policía o la notoria ausencia del gobernador en el
Territorio de Los Andes.

1
Bowman 1924:306.
2
AGN, SH III - CR, signatura 131, Cobres, Carta enviada al gobernador por el Director de la Escuela de Cobres,
Simeón Fernández de Vicente, 7 de marzo de 1919.
3
Fernández y A. de Fernández 1942:305.
4
Fernández y A. de Fernández 1942.
5
Fernández y A. de Fernández 1942:79.

— 637 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Luciano Catalano (1890-1970)


La de Luciano Catalano cierra el grupo de obras producidas por técnicos del área minería, si
se toma en consideración el corpus aquí seleccionado. Uno de los viajeros más optimistas
sobre el ―futuro promisorio‖ de Territorio de Los Andes, realizó varios viajes de estudio a lo
largo de la década de 1920.
Catalano era geólogo, especializado en química, e interesado en temas de economía. Para
1929 ya era Jefe de Geología, dentro de la Dirección General de Minería, Geología e
Hidrología del Ministerio de Agricultura de la Nación (DGMGH). Después, durante el
gobierno de Arturo Illia, cuando se creó la primera Secretaría de Estado de Minería, Luciano
Catalano fue nombrado como su primer secretario1. Catalano es considerado uno de los
grandes estudiosos de los boratos argentinos2.
Según lo que el mismo autor expresa, realizó un total de cinco viajes al Territorio de Los
Andes, entre los años 1923 y 19273. Todos los viajes fueron patrocinados y financiados por la
DGMGH. En una carta enviada al gobernador Carlos Outes, el Director general de esa
repartición manifestaba:
Hace aproximadamente un año que esta Dirección General dio comienzo a una
investigación de las riquezas mineras de ese Territorio, dedicando especial atención a los
yacimientos de boratos.
Debo agradecer al señor Gobernador... la ayuda siempre oportuna... Tengo la seguridad
que ese espíritu patriótico de colaboración continuará demostrándose a las comisiones
que próximamente irán a la Puna a seguir los estudios interrumpidos por la estación
invernal.
La primera, saldrá mañana teniendo como Jefe al Dr. Luciano R. Catalano, portador de
esta nota, y espero que a fin de año o comienzos del venidero reanudará la comisión
topográfica las operaciones de relevamiento4.
Con estos viajes, después de una década, se daba nuevo impulso a los estudios sobre la
geología y sobre las riquezas mineras del Territorio de Los Andes. Como resultado de estos
viajes, se produjo un gran avance en el conocimiento de los boratos de la región5.
De esos viajes surgieron diferentes publicaciones. Entre las que se pueden mencionar tres
artículos realizados durante la década de 1920 y otro posterior, de 1964 6. Su principal obra, la
la más difundida, la publicó en 1930 con el título Puna de Atacama (Territorio de Los
Andes). Reseña geológica y geográfica, donde reunió los resultados de sus diferentes viajes
por la región. Además de estos artículos, del autor se registra otro de 1929, donde se
reproduce una conferencia dictada en el ámbito de GÆA, institución que frecuentaba, sobre la
importancia del ferrocarril Huaytiquina para el ―progreso‖ del Territorio de Los Andes, según
su perspectiva7.

1
González 1997:11.
2
Alonso 1998:10; Alonso, de los Hoyos y González 2004:91.
3
Catalano 1930:12.
4
AGN, SH III - CR, signatura 136, carta de José Sobral Director General de Minas, Geología e Hidrología,
Ministerio de Agricultura del 30 de septiembre de 1924.
5
Alonso 1998.
6
Catalano 1926, 1927, 1930b y1964.
7
Catalano 1929; y comunicación personal de Claudio Salvatierra, GÆA - Sociedad Argentina de Estudios
Geográficos gaeasaeg@ciudad.com.ar.

— 638 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

Si bien se trata de un profesional formado en la Universidad, y no de un naturalista con una


formación general, y que, además, su obra no se limita a describir las vivencias de su viaje por
la Puna de Atacama, igualmente puede incluirse dentro de la serie, en la medida que el estilo
narrativo ―diario de viajero‖ está presente. Prueba de ello es la inclusión de numerosas fotos
donde ilustra vivencias que poco tenían que ver con su misión. Un ejemplo de ello es una foto
intitulada:
Pastos Grandes – Sacrificando una llama para utilizar su carne, cuero y lana – Tipos
Indígenas – T. N. de Los Andes1
Como se decía unos párrafos más arriba, la visión que Luciano Catalano ofrece sobre el
Territorio de Los Andes es bastante diferente que la de otros técnicos y científicos. Su visión
sobre las potencialidades del territorio es algo más optimista. Si bien coincide en una imagen
recurrente al caracterizar a la Puna de Atacama como una región ―desolada‖.
Un elemento interesante que incorpora este autor es la diferenciación entre Puna de Atacama
y Territorio de Los Andes, aunque no precisa los límites en cada caso. Al describir las
borateras y salinas afirmaba:
“ Las borateras y salinas de la Puna de Atacama constituyen las más grandiosas reservas
de minerales de boro y de sales que se conocen, especialmente las situadas en el territorio
de Los Andes” 2.

Alberto Castellanos (1896-1968)


El último viajero en llegar al Territorio de Los Andes en su calidad de científico fue el
botánico Alberto Castellanos.
Castellanos había obtenido en 1924 un doctorado en la Facultad de Ciencias Naturales de la
Universidad de Buenos Aires. Cuando viajó a la Puna de Atacama lo hizo en calidad de
investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales3. En 1957 se trasladó a Brasil para
formar especialistas en taxonomías, en el Museo Nacional de ese país. Falleció en Río de
Janeiro, en 19684.
En febrero de 1927, Luis Diez, gobernador del Territorio de Los Andes recibió una carta del
Director del Museo Nacional de Historia Natural ―Bernardino Rivadavia‖, donde se le
solicitaba colaboración en la misión de Alberto Castellanos.
...complázcome en comunicar que nuestro Botánico, Doctor Alberto Castellanos, saldrá en
estos días en su anunciado viaje de estudio de recolección a ese Territorio...
He hecho saber su salida al Señor Ministro de Justicia e Instrucción Pública, de modo que
sin duda ha de recibir Ud. la respectiva comunicación, pero tengo la convicción de que
aún sin ella hubiera esa Gobernación facilitado lo mismo esta misión.
Su apoyo, señor gobernador, será tanto más útil cuanto que el Señor Castellanos, se ve
obligado a ir solo, pues contrariamente a nuestro deseo no podremos hacerlo acompañar
por un preparador, a causa de la escasez de personal. Así, pues, mucho agradeceré a Ud.
Si pudiese suministrarlo, además del baqueano y elementos de movilidad, algún hombre
joven, de alguna capacidad y de buena voluntad, que pueda servirle de ayudante a efectos
de ayudarle a coleccionar según sencillas indicaciones que él le dará en cada caso. De

1
Catalano 1930:52.
2
Catalano 1930:96.
3
www.macn.secyt.gov.ar/historia.htm.
4
www.oni.escuelas.edu.ar.

— 639 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

otro modo la tarea se hace demasiado pesada u no se puede aprovechar debidamente el


tiempo de permanencia, lo que es esencial para su viaje largo, que quién sabe si se
repetirá...1
De esto se deriva que el principal objetivo que dio origen a este viaje fue la realización de una
colección de especies botánicas de la Puna de Atacama, para el mencionado museo. El viaje
lo realizó en el mes de febrero de 1927. Primero llegó a San Antonio de los Cobres y desde
allí siguió viaje hacia Cobres y luego a Susques, para finalmente retornar a San Antonio de los
Cobres.
Los resultados de ese viaje los presentó en una conferencia el 17 de Septiembre de 1927 en la
Asociación Cultural de Conferencias de Rosario2. Esta conferencia fue publicada, al año
siguiente, por el Instituto Cultural Joaquín V. González, con el título Por un Rincón de la
Puna de Atacama. En este artículo presenta una descripción de la región, incluyendo
apreciaciones generales sobre: el clima, la geomorfología, la flora, la agricultura, la fauna, la
ganadería y los habitantes. Además realiza descripciones de San Antonio de los Cobres y
Susques, del aspecto de esas aglomeraciones y de su población. El relato lo realiza en
términos muy coloquiales, con innumerables apreciaciones personales sobre el paisaje y las
personas que fue conociendo en su derrotero. Fuera de esas descripciones, el texto consiste en
un mero inventario de plantas, animales, ganado, costumbres y, por supuesto, de riquezas
minerales, que como no podía ser de otra forma, las ve como la única riqueza aprovechable de
la región. En la obra de Castellanos, como en otros autores, se puede advertir el desprecio que
la mayoría de los viajeros tenían hacia la población indígena, a quienes se les atribuía rasgos
extremadamente negativos:
“ Conversaba una vez con un pastor que sólo por ironía los antropólogos podrían
clasificarlo como Homo sapiens L., ya que era la negación de la inteligencia, su cabeza de
alienado, podría tal vez interesar a un laboratorio de psiquiatría, y no en un Museo de
historia natural, donde no se deben guardar las musas degeneradas, conversaba decía, y
en el curso de nuestro diálogo, me dijo que ganaba 60$ al año, le alcanzaba para vivir
bien, era casado y, agregó melindrosamente, el ser padre de dos hijos; «docitos», como
acostumbraban a decir, contaminados por el modismo salteño” 3.

Juan Carlos Dávalos (1887-1956)


Del conjunto de obras que componen el corpus documental analizado, el único viajero que no
responde a una institución científica o político-administrativa es Juan Carlos Dávalos.
Después de Francisco San Román, es el primer viajero que viaja a San Pedro de Atacama,
teniendo en cuenta el corpus analizado.
Juan Carlos Dávalos, hijo de Arturo Dávalos, primer Secretario de la Gobernación de Los
Andes (ver Cuadro 3.7), nació en la villa San Lorenzo, Salta, en 1887, y murió en la capital de
esa provincia, en 1959. Fue una figura popular y prestigiosa en Salta, sobre todo gracias a su
obra como poeta y narrador. Realizó numerosos ensayos sobre historia y geografía de Salta
como ―Relatos lugareños‖ (1930) ―Los valles de Cachi y Molinos‖ (1937); ―Cuentos y relatos

1
AGN, SH III - CR, signatura 138, cara enviada al Gobernador del Territorio de Los Andes por el Director del
Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia, Buenos Aires, 5 de febrero de 1927.
2
Castellanos 1927.
3
Castellanos 1928:65-6.

— 640 —
Anexo II. Viajeros a la “ Puna de Atacama“

del Norte Argentino‖ (1946), y ―Salta, su alma y sus paisajes‖ (1947). Una de sus obras más
conocida es el cuento ―El viento blanco‖, de 19221.
Dávalos realizó por lo menos dos viajes por el Territorio de Los Andes. El primero de esos
viajes lo hizo como integrante de un raid a Antofagasta organizado por el Comité de
Propaganda al Pacífico por Huaytiquina, institución creada, justamente, para promover la
construcción del ferrocarril Huaytiquina. Esta caravana partió de Salta el 8 de diciembre de
1920, formada por siete vehículos. El camino siguió por Rosario de Lerma y luego por la
Quebrada del Toro hasta el abra de Chorrillos, ya en el Territorio de Los Andes. Los
siguientes lugares fueron Olacapato, Catúa y Huaytiquina, en la frontera. Ese era el paso por
el que originalmente se atravesaría la cordillera en la construcción del ferrocarril de Salta a
Antofagasta. Después de diferentes dificultades, la comitiva llegó a San Pedro de Atacama el
24 de diciembre y el 30 del mismo a Antofagasta, el destino final. Mientras que para el viaje
de ida emplearon 22 días, para el de regreso emplearon 11.
El segundo viaje por la Puna de Atacama, Dávalos lo realizó aproximadamente en 1930. En
esa ocasión el trayecto recorrido fue entre Cobres y Susques. No es claro el objetivo de este
viaje.
De sendos viajes salieron dos relatos. El primero fue publicado en 1928 con el título Por las
montañas. De Salta a Antofagasta, incluido en su libro ―Los buscadores de oro‖. Este relato
no hace otra cosa que describir la proeza que significó atravesar la región, con una
infraestructura que no estaba preparada para la circulación de vehículos automotores. Las
descripciones de los lugares visitados están en función del relato principal, que son él como
protagonista del viaje y el viaje mismo.
La segunda obra la tituló Notas de viaje en la Gobernación de Los Andes y forma parte de
sus ―Relatos lugareños‖ de 1930. Este relato se divide en tres fragmentos: ―Cobres‖,
―Susques‖ y ―La Escuela de Susques‖. En esta obra realiza someras descripciones de las dos
aglomeraciones visitadas, de las condiciones de vida de los habitantes y de sus costumbres.
Agrega, además, descripciones sobre las impresiones que causa al viajero los paisajes
observados.

Pastor López Aranda


La única referencia que se tiene de Pastor López Aranda es que en el Territorio de Los Andes
actuó primero como maestro y más tarde como Inspector. En 1910 a través de la
correspondencia de la Gobernación de Los Andes se puede advertir que López Aranda era
considerado como un instigador a hacer huelga en el único lugar del Territorio de Los Andes
donde se concentraba cierta cantidad de obreros, en Mina Concordia. El telegrama al que se
hace alusión decía:
Maestro Pastor López Aranda, instiga a hacer huelga en la Mina2
Años más tarde, mientras los maestros Fernández y de Fernández permanecieron en Cobres y
por lo menos hasta 1924, López Aranda se desempeñaba en la Inspección de Escuelas de
Territorios Nacionales y como tal viajó al Territorio de Los Andes3. La fecha de viaje y los

1
Alicia Poderte, Genealogía Salteña, Revista electrónica de historia familiar, Genealogía Salteña 2004,
www.genealogiasaltensis.com/genealogy/index.php; www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/jcdavalos.htm
2
Archivo General de la Nación Series Históricas III – CR - signatura 127, 19 noviembre 1910, Telegrama
enviado por el ministerio del Interior.
3
AGN, SH III - CR, signatura 136, notas enviadas al Gobernador en 1924; Fernández y de Fernández 1942:94.

— 641 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

itinerarios seguidos no son mencionados por el autor. La obra que escribió es una memoria
descriptiva donde resalta algunas cuestiones vinculadas a la educación, además de la típica
descripción regional basada en la exaltación del paisaje. Muchos de los datos consignados
corresponden al año 1934. La obra de López Aranda fue publicada en 1937 en el Boletín del
Ministerio de Educación con el título de ―El Territorio Nacional de Los Andes‖.
En esta obra la relación directa que se establecía entre Puna de Atacama y el Territorio de Los
Andes, después de más de tres décadas de existencia del segundo, parecía incuestionable.
“ Vamos a ocuparnos en estas breves líneas, de dar a conocer una de las ocho regiones
geográficas argentinas… ella es la P una de A tacam a A rgentina o T erritorio N acional de
Los Andes” 1.

1
López Aranda 1937:34.

— 642 —
Anexo III
Mapa de la Puna de Atacama
en 1915

— 643 —
— 644 —
— 645 —
— 646 —
Bibliografía
— 648 —
Bibliografía

Repositorios documentales consultados

Archivo y Biblioteca Histórica de Salta


Archivo General de la Nación
Archivo Histórico de Jujuy
Archivo Histórico de la Provincia de Catamarca
Archivo Histórico y Biblioteca ―Dr. Atilio Cornejo‖, Salta
Biblioteca Academia Nacional de Historia
Biblioteca de la Dirección Nacional de Vialidad
Biblioteca de la Fundación del Museo Ferroviario
Biblioteca de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, ex Ministerio de Agricultura
Biblioteca de la Secretaría de Minería de la Nación
Biblioteca de la Secretaria de Minería de Jujuy
Biblioteca de la Sociedad Rural Argentina
Biblioteca del Archivo General de la Nación
Biblioteca del Círculo Militar
Biblioteca del Congreso de la Nación
Biblioteca del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
Biblioteca del Maestro, Ministerio de Educación
Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy
Biblioteca de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta
Biblioteca de la Gendarmería Nacional
Biblioteca Institut de Géographie Alpine, Grenoble I (Joseph Fourier)
Biblioteca de Instituto de Geografía, Faculta de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Biblioteca del Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Biblioteca del Instituto Ravignani, Faculta de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Biblioteca del Ministerio del Interior
Biblioteca del Museo Etnográfico ―Juan B. Ambrosetti‖, Faculta de Filosofía y Letras, UBA
Biblioteca del Museo Gustavo Le Paige, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama
Biblioteca Nacional
Biblioteca Popular de Catamarca, San Fernando del Valle de Catamarca
Biblioteca Popular de Jujuy, San Salvador de Jujuy
Biblioteca Prebisch
Biblioteca Tornquist
Biblioteca de la Universidad Arturo Pratt, Iquique
Biblioteca de la Universidad de Belgrano
Centro de Documentación e Información Forestal ―Ing. Agr. Lucas A. Tortorelli‖
Centro de Documentación, Ministerio de Educación
Registro Civil de Susques
Servicio Histórico del Ejército

— 649 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 650 —
Bibliografía

Instituciones mencionadas

SIGLA INSTITUCIÓN
AGN Archivo General de la Nación
BIGA Boletín del Instituto Geográfico Argentino
CEAL Centro Editor de América Latina
CEHIR Centro de Estudios en Historia Regional, Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional del Comahue
CEPIHA Centro de Investigaciones en Historia y Antropología, Facultad de
Humanidades, Universidad Nacional de Salta
CEUR Centro de Estudios Urbanos y Regionales
CFI Consejo Federal de Inversiones
CITES Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and
Flora
CNE Consejo Nacional de Educación
CONICET Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
DNV Dirección Nacional de Vialidad
FFyL, UBA Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
FHyCS, UNJu Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy
FLACSO Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
GÆA Sociedad de Estudios Geográficos ―GÆA‖
IADE Instituto Argentino para el Desarrollo Económico
IGA Instituto Geográfico Argentino
IGM Instituto Geográfico Militar
INDEC Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
INTAL Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe
MERCOSUR Mercado Común del Sur
MI Ministerio del Interior
MOP Ministerio de Obras Públicas
PEN Poder Ejecutivo Nacional
RAE Real Academia Española
SAGJ Secretaria de Agricultura y Ganadería, Provincia de Jujuy
SENASA Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
UBA Universidad de Buenos Aires
UNCa Universidad Nacional de Catamarca
UNHIR Unidad de Estudios en Historia Regional, Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales, Universidad Nacional de Jujuy.
UNJu Universidad Nacional de Jujuy
UNR Universidad Nacional de Rosario
UNSa Universidad Nacional de Salta
UNT Universidad Nacional de Tucumán

— 651 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 652 —
Bibliografía

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Diario La Prensa 20-10-1900, ―Territorio de los Andes‖, Buenos Aires.
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http://www.argiropolis.com.ar/ameghino/obras/babini/evol-alfab.htm
www.bibliotecas.unc.edu.ar
Bowman http://www.britannica.com/eb/article?tocId=9016035&query=Isaiah#ci
te
Castellanos http://www.macn.secyt.gov.ar/historia.htm
http://www.oni.escuelas.edu.ar
Dávalos http://www.genealogiasaltensis.com/genealogy/index.php
http://www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/jcdavalos.htm

— 699 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Otros temas

Boratos www.borax.com
Chinchillas www.chinchillas.com.ar
Biografías salteños www.museociudadsalta.gov.ar/intendentes.htm
Historical Geographers Research www.geog.okstate.edu/hgsg/jhg.htm
Group
Journal of Historical Geography www.geog.ox.ac.uk/research/history/.
INDEC www.indec.gov.ar
Glosario de GreenFacts.org www.greenfacts.org/es/glosario
Círculo Militar www.circulomilitar.org/web2/Re.htm
Servicio de búsqueda de la Real www.buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle
Academia Española
SENASA www.senasa.gov.ar

— 700 —
Bibliografía

Fuentes cartográficas
Ministerio de Aeronáutica, Dirección General de Circulación Aérea y Aeródromos,
Departamento de Información y Cartografía Aeronáutica (1959a) Carta Aeronáutica
Mundial OACI 1:1.000.000, Hoja (3316) San Miguel de Tucumán edición 1957, con
Información Aeronáutica de Octubre 1959, compilada en 1958 por Instituto Geográfico
Militar, Buenos Aires.
Ministerio de Aeronáutica, Dirección General de Circulación Aérea y Aeródromos,
Departamento de Información y Cartografía Aeronáutica (1959b) Carta Aeronáutica
Mundial OACI 1:1.000.000, Hoja (3317) Copiapó edición 1958, con Información
Aeronáutica de junio 1959, compilada en 1957 por Instituto Geográfico Militar, Buenos
Aires.
Ministerio de Aeronáutica, Dirección General de Circulación Aérea y Aeródromos,
Departamento de Información y Cartografía Aeronáutica (1959c) Carta Aeronáutica
Mundial OACI 1:1.000.000, Hoja (3258) Iquique edición 1958, con Información
Aeronáutica de Junio 1959, compilada en 1957 por Instituto Geográfico Militar, Buenos
Aires.
Ministerio de Aeronáutica, Dirección General de Circulación Aérea y Aeródromos,
Departamento de Información y Cartografía Aeronáutica (1959d) Carta Aeronáutica
Mundial OACI 1:1.000.000, Hoja (3259) Tartagal edición 1957, con Información
Aeronáutica de Octubre 1959, compilada en 1956 por Instituto Geográfico Militar, Buenos
Aires.
Ministerio de Aeronáutica, Dirección General de Circulación Aérea y Aeródromos,
Departamento de Información y Cartografía Aeronáutica (1959e) Carta Aeronáutica
Mundial OACI 1:1.000.000, Hoja (3382) Córdoba edición 1957, con Información
Aeronáutica de Octubre 1959, compilada en 1957 por Instituto Geográfico Militar, Buenos
Aires.
República Argentina, Ministerio de Agricultura de la Nación, Dirección General de Minas,
Geología e Hidrología, Sección Minas (1915) Mapa de la Puna de Atacama Escala
1:1.000.000, Talleres Gráficos del Ministerio de Agricultura de la Nación, Buenos Aires.
República Argentina, Dirección de Tránsito Aéreo, Carta Aeronáutica Argentina-Táctica,
Hoja CAAT-94 Argentina-Chile, Escala 1:500.000, Información aeronáutica al 1 de agosto
de 1986.
Ferrocarriles Argentinos (1957) Mapa de los Ferrocarriles del Estado Argentino. 1957,
realizado la Empresa Ferrocarriles Argentino, Ministerio de los Transportes (carta
1:2.500.000), Buenos Aires.

— 701 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

— 702 —
Indice General

Indice General

Tomo 1
PRESENTACIÓN GENERAL
Itinerario de búsqueda por los caminos de la Puna _______________________________ 7
Agradecimientos _________________________________________________________ 13

INTRODUCCIÓN GENERAL
Tema, problemas e hipótesis _______________________________________________ 21
Organización de esta tesis__________________________________________________ 29
El Territorio de Los Andes como objeto de estudio. Estado de la cuestión ____________ 37
Cordilleras de atacameña. Estado de la cuestión ______________________________ 38
El Territorio de Los Andes. Estado de la cuestión _____________________________ 39
Después del Territorio de Los Andes _______________________________________ 43
Consideraciones finales ___________________________________________________ 45

CAPÍTULO PRIMERO

POR UNA NUEVA GEOGRAFÍA HISTÓRICA. EXPLORACIONES


CONCEPTUALES EN EL CONTEXTO DE LA GEOGRAFÍA Y LA
HISTORIA CONTEMPORÁNEA
Presentación del capítulo __________________________________________________ 49
En la frontera. Realidades añejas, miradas nuevas _______________________________ 53
Emergencia de un área de estudios sobre fronteras ____________________________ 54
Fronteras del estado nacional y estudios regionales ____________________________ 56
La frontera como metáfora _______________________________________________ 58
Teorías sobre la frontera _________________________________________________ 61
Región y territorio en la tradición geográfica ___________________________________ 65
Consideraciones sobre la región y el arte de regionalizar _______________________ 66
La región en la práctica académica_________________________________________ 69
Aproximaciones a la categoría de territorio __________________________________ 73
Región, territorio y frontera en la tradición geográfica argentina ___________________ 75
Territorio y frontera en la geografía política argentina tradicional ________________ 75
La región en la tradición geográfica argentina ________________________________ 80
Geografía e historia: encuentros y desencuentros _______________________________ 83
La historia regional _____________________________________________________ 83
L as ―nuev as geo grafías‖ _________________________________________________ 89
La territorialidad humana ________________________________________________ 90
La institucionalización regional ___________________________________________ 93

— 703 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Algunas precisiones más ________________________________________________ 95


Regiones, territorios, límites y fronteras ___________________________________ 100
Las fronteras: contacto, conflicto e intercambios ____________________________ 103
La Geografía Histórica ___________________________________________________ 105

CAPÍTULO SEGUNDO

LA REGIÓN CIRCUMPUNEÑA EN EL SIGLO XIX. UNA REGIÓN,


TRES ESTADOS
Presentación del capítulo _________________________________________________ 111

Parte I - Regiones y regionalización: el Territorio de Los Andes en el contexto de


diferentes sistemas regionales ______________________________________________ 115
Introducción ___________________________________________________________ 115
El Territorio de Los Andes en el espacio sudamericano _________________________ 117
El Cono Sur de América _______________________________________________ 117
Espacio andino, espacio peruano _________________________________________ 122
¿―A ndes centrom eridionales‖ o ―región circum puneña‖? ______________________ 124
La Puna en foco ______________________________________________________ 127
Puna y circumpuna. Propuesta de regionalización____________________________ 136

Parte II – L a “región circu m p u n eñ a” a lo largo d el siglo X IX ___________________ 145


Introducción ___________________________________________________________ 145
La región circumpuneña y la metamorfosis del legado colonial ___________________ 147
La región circumpuneña y los lugares que fijaban la circulación ________________ 148
Los flujos en la región circumpuneña _____________________________________ 157
El legado colonial: diferenciación territorial de los Estados andinos del Cono Sur __ 159
L as divisiones que atrav esaron la ―región circum puneña‖ _____________________ 162
La región circumpuneña y la competencia territorial en el Cono Sur (1879-1889) ____ 165
La guerra del Pacífico y la emergencia de un territorio a disputar _______________ 167
La provincia chilena de Antofagasta ______________________________________ 169
La Guerra del Pacífico y los arreglos de límites entre la Argentina, Bolivia y Chile _ 172
Argentina, Chile y las negociaciones por la Puna de Atacama __________________ 180
Tarija, la Puna de Atacama y la geografía Argentina del siglo XIX ______________ 182
Producción y comercio en la región circumpuneña ¿Un modelo agroexportador andino? 187
Oficinas e ingenios: nuevos polos de desarrollo en la región circumpuneña _______ 188
Entre la sal y el azúcar: la Guerra del Pacífico y sus efectos sobre el comercio ganadero
argentino____________________________________________________________ 190
Los arrieros en la construcción de la región circumpuneña _____________________ 195
¿Una red panamericana de ferrocarriles? El sistema de transporte circumpuneño ___ 197
Fronterización de la cordillera de los Andes __________________________________ 205
A rgentina, C hile y la ―co rdillera libre‖ ____________________________________ 206
A rgentina, C hile y la ―co rdillera segura‖ ___________________________________ 208
La frontera atacameña _________________________________________________ 210

— 704 —
Indice General

Tomo 2
CAPÍTULO TERCERO

EL TERRITORIO DE LOS ANDES 1900 - 1943. ÚLTIMO EN CREARSE,


PRIMERO EN TRANSFORMARSE
Presentación del capítulo _________________________________________________ 217

Parte I - Las Provincias, los Territorios Nacionales y el mapa político argentino ____ 219
Introducción ___________________________________________________________ 219
Provincias y Territorios Nacionales _________________________________________ 221
Las Provincias Unidas _________________________________________________ 221
El proceso de creación de los Territorios Nacionales__________________________ 223
Los Territorios Nacionales, entidades en transición ___________________________ 227
Los Territorios Nacionales, entidades subordinadas __________________________ 231
Organización político-institucional y territorial de las Gobernaciones ______________ 233
Las Gobernaciones y los gobernadores ____________________________________ 233
Límites y capitales ____________________________________________________ 235
Legislaturas, Municipalidades y Comisiones de Fomento ______________________ 235
El fomento de los Territorios Nacionales ___________________________________ 236
Crecimiento demográfico en los Territorios Nacionales _______________________ 237
La provincialización de los Territorios Nacionales ___________________________ 239

Parte II - Historia del Territorio de Los Andes ________________________________ 243


Introducción ___________________________________________________________ 243
El Territorio de Los Andes en el contexto de la Argentina _______________________ 247
La nacionalización de la Puna de Atacama _________________________________ 247
Creación del Territorio de Los Andes _____________________________________ 250
La Gobernación de Los Andes, sus gobernadores y el escenario político salteño ____ 252
Organización institucional de la Gobernación de Los Andes _____________________ 261
La organización del Territorio de Los Andes: la división en departamentos. _______ 264
Organización territorial de Los Andes: la elección de la capital _________________ 267
La Gobernación y la Jefatura de policía ____________________________________ 272
Los Juzgados de Paz y el Registro Civil ___________________________________ 274
La Comisión de Fomento de San Antonio de los Cobres _______________________ 276
La escuela ___________________________________________________________ 276
El Estado argentino en el Territorio de Los Andes ___________________________ 281
Crónica de un acto de gobierno demorado: la transformación del Territorio de Los Andes
_____________________________________________________________________ 285
El fin anunciado, cuarenta y tres años después ______________________________ 290

CAPÍTULO CUARTO

LITERATURA DE VIAJEROS AL TERRITORIO DE LOS ANDES.


IMÁGENE S D E U N “P A ÍS L U N A R ”
Presentación del capítulo _________________________________________________ 295

— 705 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Viajes y obras de viajeros al Territorio de Los Andes ___________________________ 297


Exploración y puesta en valor del Territorio de Los Andes ______________________ 303
Explorar para colonizar: el Territorio de Los Andes y el Instituto Geográfico Argentino
___________________________________________________________________ 306
Explorar para valorizar: el Ministerio de Agricultura y los nuevos territorios ______ 308
Literatura de viajeros y construcción simbólica del Territorio de Los Andes _________ 313
La invención de la Puna de Atacama ______________________________________ 315
“ H asta los volcanes han enm udecido… ” Construcción del paisaje del Territorio de Los
Andes ______________________________________________________________ 319
¿Pueden asimilarse a la civilización europea? Descripciones etnográficas en el
Territorio de Los Andes ________________________________________________ 324
La geografía del Territorio de Los Andes: ¿una construcción de los viajeros? ______ 328
El Territorio de Los Andes en el sistema regional argentino ____________________ 332

CAPÍTULO QUINTO

PASTORES, CARAVANAS Y LUGARES POBLADOS. GEOGRAFÍA


SOCIAL DEL DESPOBLADO
Presentación del capítulo _________________________________________________ 337

Parte I - Departamentos, localidades y viviendas. Algunas precisiones operativas ___ 339


Introducción ___________________________________________________________ 339
Los departamentos ____________________________________________________ 339
Las localidades _______________________________________________________ 343
Las viviendas ________________________________________________________ 345

Parte II - El Territorio de Los Andes, un sistema de lugares poblados en redefinición 347


Introducción ___________________________________________________________ 347
Susques_______________________________________________________________ 351
Susques en la historia __________________________________________________ 352
Formación del caserío de Susques ________________________________________ 353
Susques en el contexto circumpuneño _____________________________________ 355
Santa Rosa de Pastos Grandes _____________________________________________ 357
Pastos Grandes en la historia ____________________________________________ 357
Formación de la aglomeración de Pastos Grandes____________________________ 358
Pastos Grandes en el contexto circumpuneño _______________________________ 360
Antofagasta de la Sierra __________________________________________________ 361
Antofagasta de la Sierra en la historia _____________________________________ 361
Formación de la aglomeración de Antofagasta de la Sierra_____________________ 362
Antofagasta de la Sierra en el ámbito circumpuneño _________________________ 366
Incahuasi ___________________________________________________________ 369
San Antonio de los Cobres ________________________________________________ 371
San Antonio de los Cobres en la historia ___________________________________ 372

Parte III – La población d el “D esp ob lad o” ___________________________________ 375


Introducción ___________________________________________________________ 375
―L os A ndes‖ en la A rgen tina del aluvión inm igratorio ________________________ 375
Algunas notas sobre el crecimiento demográfico del Territorio de Los Andes ______ 381

— 706 —
Indice General

Parte IV - Economía pastoril, producción e intercambio en el Territorio de Los Andes


_______________________________________________________________________ 385
Introducción ___________________________________________________________ 385
Pastores, pastoras y pastoreo ____________________________________________ 387
Agricultores, cazadores, tejedores y recolectores _____________________________ 391
La familia ___________________________________________________________ 395
La arquitectura vernácula _______________________________________________ 396
El intercambio, sus funciones sociales y económicas _________________________ 398
El Estado argentino y la economía pastoril _________________________________ 401

CAPÍTULO SEXTO

LOS SECRETOS DE LA MONTAÑA. ESTADO NACIONAL Y


CAPITALISMO EN LA PUNA DE ATACAMA ____________________403
Presentación del capítulo _________________________________________________ 405

Parte I - El ferrocarril Huaytiquina, entre el progreso y el fracaso _______________ 409


Introducción ___________________________________________________________ 409
El ferrocarril Huaytiquina, seis décadas de historia _____________________________ 411
Expansión del ferrocarril y organización territorial en el noroeste argentino _______ 411
El Huaytiquina y en la historia del servicio ferroviario argentino ________________ 414
Los primeros esbozos de una conexión Antofagasta-Salta _____________________ 417
El Huaytiquina en el proyecto yrigoyenista _________________________________ 421
Intereses salteños vs. intereses antofagastinos _______________________________ 423
Un ferrocarril para San Antonio de los Cobres ______________________________ 424
E l fin de una ―epopeya‖ ________________________________________________ 426
U na ―fascinante pu erta abierta al pro greso‖. E l im agin ario en torno al H uaytiquina ___ 429
El ferrocarril como objeto de fascinación___________________________________ 429
Ferrocarril Huaytiquina y reorganización Territorial ____________________________ 435
Huaytiquina y ganadería ________________________________________________ 436
Huaytiquina y boratos __________________________________________________ 437
Huaytiquina, San Antonio de los Cobres y turismo ___________________________ 438
Más acá del ferrocarril. Infraestructura de circulación en el Territorio de Los Andes. __ 441
Los caminos del Territorio de Los Andes hasta la década de 1930 _______________ 441
Los caminos del Territorio de Los Andes después de 1933 _____________________ 447
Telégrafos y correo ____________________________________________________ 452

Parte II - L a M on tañ a y la fau n a silvestre. V icu ñ as, ch in ch illas y el “fu tu ro p rom isorio”
del Territorio de Los Andes (I) _____________________________________________ 455
Introducción ___________________________________________________________ 455
Fauna silvestre, puna e historia_____________________________________________ 459
Puna y camélidos _____________________________________________________ 459
Los camélidos en la historia andina _______________________________________ 463
Los Andes y las chinchillas _____________________________________________ 464
Llamas, vicuñas y chinchillas en la economía pastoril _________________________ 466
El circuito de las materias primas peleteras ___________________________________ 473
La caza de vicuñas y chinchillas__________________________________________ 473
El acopio de fibra y pieles ______________________________________________ 474
La exportación _______________________________________________________ 475
— 707 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Recursos peleteros y políticas del Estado nacional _____________________________ 477


Las estadísticas sobre camélidos _________________________________________ 477
La fauna silvestre según el Ministerio de Agricultura _________________________ 481
El comercio de carne de llama en la Argentina ______________________________ 484
El Estado nacional en la infructuosa prohibición de la caza ____________________ 485
Fauna silvestre, prohibición y experimentación: de la Puna argentina al resto del mundo
___________________________________________________________________ 492

Parte III – L a m on tañ a y los b oratos. E l “fu tu ro p rom isorio” d el T erritorio d e L os


Andes (II) ______________________________________________________________ 501
Introducción ___________________________________________________________ 501
Minería, economía y Estado en la Argentina __________________________________ 503
La minería en el contexto de la historia económica argentina ___________________ 503
Estado y minería en la Argentina _________________________________________ 506
Boratos, puna e historia __________________________________________________ 509
El imaginario sobre las riquezas mineras del Territorio de Los Andes ____________ 510
Ambiente y boratos en el Territorio de Los Andes ___________________________ 512
Exploración y explotación de las riquezas borateras del Territorio de Los Andes ___ 517
Boratos y ferrocarril ___________________________________________________ 525
Boratos y mano de obra ________________________________________________ 529
Boratos y monopolios mineros __________________________________________ 530

Tomo 3
CAPÍTULO FINAL

PROVINCIALIZACIÓN DE L A “P U N A D E A T A C A M A ”. LAS
RUGOSIDADES DEL TERRITORIO DE LOS ANDES (1943… )
Presentación del capítulo _________________________________________________ 541
Cuando el Territorio de Los Andes se transformó en tres punas provinciales ________ 545
Los probados derechos a la ―P una de A tacam a‖ _______________________________ 551
Los probados derechos a la ―P una de A tacam a‖ (I) __________________________ 552
Los probados derechos a la ―P una de A tacam a‖ (II)__________________________ 556
Los probados derechos a la ―P una de A tacam a‖ (III) _________________________ 558
Los probados derechos a la ―P una de A tacam a‖ (IV ) _________________________ 561

CONCLUSIONES

GEOGRAFÍA HISTÓRICA DE UN TERRITORIO ANDINO EN EL


CONTEXTO DE UN PAÍS PAMPEANO
Geografía histórica del Territorio de Los Andes _______________________________ 571
Posiciones del Territorio de Los Andes ____________________________________ 572
El Territorio de Los Andes como proceso territorial en el contexto de la Argentina _ 576
Los Andes: identidad regional ___________________________________________ 579
El Territorio de Los Andes en perspectiva__________________________________ 583
— 708 —
Indice General

ANEXO I

GOBERNADORES Y SECRETARIOS DEL TERRITORIO DE LOS


ANDES
Daniel Cerri _________________________________________________________ 591
Los primeros secretarios: Arturo Dávalos y Delfín Leguizamón _________________ 591
Nicolás Menéndez ____________________________________________________ 592
Ricardo Isasmendi ____________________________________________________ 593
Brígido Zavaleta ______________________________________________________ 594
Domingo Torino ______________________________________________________ 595
Pablo Saravia ________________________________________________________ 595
Juan Tomás Frías _____________________________________________________ 596
Carlos Outes _________________________________________________________ 596
Luis Diez ___________________________________________________________ 597
Daniel Etcheverry y Ricardo Messone _____________________________________ 598
Silverio Chavarría _____________________________________________________ 600
Benjamín Dávalos Michel ______________________________________________ 600

ANEXO II

V IA JE R O S A L A “P U N A D E A T A C A M A ”
Viajeros, viajes, y relatos _________________________________________________ 603
Rodulfo Philippi (1808-1904) ___________________________________________ 603
Johann Jakob von Tschudi (1818-1889)____________________________________ 604
Ludwig Brackebusch (1849-1906) ________________________________________ 606
Alejandro Bertrand (1854-1942) _________________________________________ 609
Francisco San Román (1834-1902) _______________________________________ 611
Abraham Becerra (1860-?) ______________________________________________ 613
Ramón Pérez (¿?-1929) ________________________________________________ 613
Oscar Doering (1844-1917) _____________________________________________ 615
Eduardo Holmberg (hijo) _______________________________________________ 617
Augusto Huber _______________________________________________________ 619
Daniel Cerri (1841-1914) _______________________________________________ 619
Eric Boman (1867-1924) _______________________________________________ 621
Eric von Rosen (1880 -1948) ____________________________________________ 624
Juan Ambrosetti (1865-1917) ____________________________________________ 625
Fritz Reichert ________________________________________________________ 627
Luciano Caplain ______________________________________________________ 628
Franz Kühn (1878-1942?) ______________________________________________ 630
Hans Seckt (1879-1953) ________________________________________________ 632
Juan Barnabé_________________________________________________________ 633
Isahia Bowman (1878–1950) ____________________________________________ 635
Simeón Vicente de Fernández y Anastasia A. de Fernández de Vicente ___________ 637
Luciano Catalano (1890-1970) ___________________________________________ 638
Alberto Castellanos (1896-1968) _________________________________________ 639
Juan Carlos Dávalos (1887-1956) ________________________________________ 640
Pastor López Aranda __________________________________________________ 641

— 709 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

ANEXO III

MAPA DE LA PUNA DE ATACAMA EN 1915 ____________________643

BIBLIOGRAFÍA
Repositorios documentales consultados______________________________________ 649
Instituciones mencionadas ________________________________________________ 651
Fuentes bibliográficas (autores) ____________________________________________ 653
Fuentes bibliográficas (instituciones) _______________________________________ 689
Dirección Nacional de Vialidad (DNV)____________________________________ 690
División de Minas, Geología e Hidrología _________________________________ 690
Ministerio de Agricultura _______________________________________________ 692
Ministerio del Interior (MI) _____________________________________________ 692
Otros _________________________________________________________________ 695
Archivo General de la Nación ___________________________________________ 695
Censos _____________________________________________________________ 695
Diccionarios _________________________________________________________ 696
Folletos _____________________________________________________________ 696
Periódicos y revistas___________________________________________________ 696
Servicio Histórico del Ejército ___________________________________________ 697
Fuentes de Internet ______________________________________________________ 699
Tratados, leyes, decretos, constituciones ___________________________________ 699
Información sobre viajeros______________________________________________ 699
Otros temas _________________________________________________________ 700
Fuentes cartográficas ____________________________________________________ 701

— 710 —
Indice de cuadros, mapas, imágenes y gráficos

Indice de cuadros, mapas, imágenes y


gráficos
Cuadro 2.1. Cono Sur. Países que se incluyen en sus diferentes definiciones. ______________________ 118
Cuadro 2.2. Estados del Cono Sur. Principales conflictos bélicos interestatales y conquistas de territorios
indios. ___________________________________________________________________________ 120
Mapa 2.1. Área Centro Sur Andina. Subdivisión según el Coloquio Nacional de Arqueología Andina -
Antofagasta, 1979. _________________________________________________________________ 126
Cuadro 2.3. Región circumpuneña, hacia 1900. Puntos extremos de referencia para su identificación. _ 140
Mapa 2.2. Región circumpuneña hacia 1900. Localización de la Puna argentina, Puna de Atacama, Puna
jujeña, y otras zonas aledañas. _______________________________________________________ 141
Mapa 2.3. Chile. Situación en Sudamérica. 1987. _____________________________________________ 171
Cuadro 2.4. Argentina, Bolivia y Chile. Proceso de configuración territorial. Fijación de límites.
Documentos de validez internacional, 1856-1925. ________________________________________ 175
Mapa 2.4. Puna de Atacama y Laudo Buchanan, 1899. ________________________________________ 181
Cuadro 2.5. Ferrocarril Antofagasta a La Paz. Avance de las obras 1889-1917.____________________ 203
Cuadro 2.6. Ferrocarril de Córdoba a Tupiza. Avance de las obras 1875-1924. ____________________ 203
Cuadro 2.7. Ferrocarriles circumpuneños. Comparación de los tramos Antofagasta-Uyuni, Salta-Uyuni y
Salta-Antofagasta. _________________________________________________________________ 203
Cuadro 2.8. Ferrocarril de los países andinos del Cono Sur. Avance de las obras. __________________ 203
Mapa 2.5. Red circumpuneña de ferrocarriles. Expansión de los ramales entre 1886 y 1948. _________ 204
Cuadro 2.9. Argentina y Chile. Década de 1970. Infraestructura de circulación transcordillerana.____ 210
Cuadro 3.1. Provincias del Río de la Plata. 1813-1834. Formación de las provincias históricas. _______ 222
Cuadro 3.2. Legislación orgánica de los Territorios Nacionales, 1853-1897. Disposiciones generales. __ 226
Cuadro 3.3. República Argentina. 1867-1900. Leyes de creación de los Territorios Nacionales.
Disposiciones particulares. __________________________________________________________ 227
Mapa 3.1. República Argentina, en 1900. Territorios Nacionales, Provincias y Capital Federal ______ 228
Mapa 3.2. República Argentina. 1941. ______________________________________________________ 229
Cuadro 3.4. República Argentina. Estimación de la extensión territorial ganada entre 1879 y 1900. ___ 237
Cuadro 3.5. Territorios Nacionales. Evolución demográfica. Información censal del período 1895 a 1947.
_________________________________________________________________________________ 238
Cuadro 3.6. Territorio Nacional. Proceso de transformación institucional. Sucesivas capitales. ______ 240
Cuadro 3.7. Territorio de Los Andes (1900-1943). Gobernadores, Secretarios y Jefes de Policía. _____ 257
Cuadro 3.8. Territorio de Los Andes (1900-1935). Gobernadores y Secretarios. Situación socio-profesional
y cargos públicos obtenidos en su trayectoria, a nivel provincial y a nivel nacional. ____________ 259
Cuadro 3.9. Territorio de Los Andes, Provincia de Salta y República Argentina (1900-1943).
Gobernadores de Los Andes y Salta, presidentes argentinos. Comparación períodos en ejercicio. 260
Mapa 3.3. La Gobernación de Los Andes en 1941. Mapa escolar. _______________________________ 266
Cuadro 3.10. Antofagasta de la Sierra, Pastos Grandes, Susques y Coranzulí 1900. Ventajas y desventajas
que ofrecían para transformarse en capital de Los Andes, según Daniel Cerri. _______________ 269
Cuadro 3.11. Molinos y Purmamarca. 1900. Ubicación y ventajas que ofrecían para el emplazamiento de
la capital de Los Andes, según Daniel Cerri ____________________________________________ 269
Cuadro 3.12. Territorio de Los Andes. 1903-1934. Evolución del personal policial, superficie y habitantes
por agente de policía. _______________________________________________________________ 274
Cuadro 3.13. Gobernación de Los Andes 1939. Estructura administrativa. Por departamento y localidad.
_________________________________________________________________________________ 275
Cuadro 3.14. Territorio de Los Andes. 1903-1935. Escuelas creadas en la jurisdicción territoriana,
indicando localidad y año de creación. _________________________________________________ 277
Cuadro 3.15. Territorio de Los Andes. 1924. Nómina de escuelas existentes y en funcionamiento, alumnos
inscriptos y alumnos que asistieron. ___________________________________________________ 279
Cuadro 3.16. Gobernación de Los Andes. 1926. Inventario de bienes inmuebles. Localización de los
edificios, tamaño y funciones que prestaba. _____________________________________________ 282
Cuadro 3.17. Territorio de Los Andes. 1900-1946. Discursos y proyectos de ley antecedentes a su división,
Decreto de 1943, proyecto posterior de convalidación de este decreto. _______________________ 285
C u ad ro 4.1. V iajeros a la “P u n a d e A tacam a” 1853 -1927, indicando nombre del viajero, año de
realización del viaje, título de la obra publicada, año primera edición y de reediciones, institución
perteneciente en el momento de realización del viaje, institución que publicó la obra, formación
profesional y nacionalidad del viajero._________________________________________________ 301

— 711 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

Mapa 4.1. El Territorio de Los Andes y la Puna de Atacama, en una publicación escolar de 1916. _____ 317
Cuadro 4.2. Territorio de Los Andes. 1900-1945. Extensión asignada en diferentes fuentes. __________ 331
Cuadro 5.1. San Pedro de Atacama, Susques, San Antonio de los Cobres, Pastos Grandes y Antofagasta de
la Sierra. 1853-1927. Viajero que estuvo en cada una de las aglomeraciones. __________________ 348
Cuadro 5.2. Susques, 1884-1927, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la aglomeración.______ 355
Cuadro 5.3. Santa Rosa de Pastos Grandes, 1853-1913, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la
aglomeración. ______________________________________________________________________ 359
Cuadro 5.4. Antofagasta de la Sierra, 1853-1913, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la
aglomeración.______________________________________________________________________ 366
Cuadro 5.5. San Antonio de los Cobres 1853-1927, en la mirada de los viajeros. Descripciones de la
aglomeración. ______________________________________________________________________ 374
Cuadro 5.6. Territorio de Los Andes. Censo de mayo de 1900. Población, según sea mayor o menor de
edad, por aglomeración. _____________________________________________________________ 379
Cuadro 5.7. Territorio de Los Andes. Población del 1º de enero de 1901, según sexos, por departamento.
__________________________________________________________________________________ 379
Cuadro 5.8. Territorio de Los Andes. Población según los censos levantados el 1º de enero de 1901 y el 1º
de 1903, por departamento. __________________________________________________________ 379
Cuadro 5.9. Territorio de Los Andes. Estimación de Población para 1911, por departamento. ________ 379
Cuadro 5.10. Territorio de Los Andes. Población urbana, rural y total, por departamento y aglomeración.
Por departamento.__________________________________________________________________ 379
Cuadro 5.11. Territorio de Los Andes. Censo de Territorios Nacionales de 1912. Población por
departamento, según nacionalidad, por sexo. ____________________________________________ 379
Cuadro 5.12. Territorio de Los Andes. Censo General de Población 1914. Población por departamento,
distinguiendo sexos, argentinos y extranjeros. ___________________________________________ 379
Cuadro 5.13. Territorio de Los Andes. Censo de Territorios Nacionales de 1920, población urbana y rural,
según aglomeración. Por departamento. ________________________________________________ 380
Cuadro 5.14. Territorios Nacionales (excepto Chaco, Chubut y Santa Cruz). Censo de Territorios
Nacionales de 1920. Población argentina y extranjera, varones y mujeres. ____________________ 380
Cuadro 5.15. Territorio de Los Andes. 1901 a 1943. Población total, según diferentes fuentes. Población de
los departamentos que integraban el extinto Territorio de Los Andes en 1947. ________________ 380
Cuadro 5.16. Territorio de Los Andes (1900-1943) y departamentos de Antofagasta de la Sierra, Los
Andes y Susques (1947-2001). Población total y por departamento según los censos y estimaciones
del período. _______________________________________________________________________ 380
Cuadro 5.17. Ex departamentos del Territorio de Los Andes. Censo de población 1947. Población total.
__________________________________________________________________________________ 380
Cuadro 5.18. Territorios Nacionales. 1914. Situación de los terrenos, según función, en Km 2._________ 382
Cuadro 5.19. República Argentina y Territorio de Los Andes. Censo Nacional Agropecuario de 1908.
Existencia ganadera, por especie. Distribución porcentual y participación territoriana sobre el total
nacional. __________________________________________________________________________ 389
Cuadro 5.20. Catamarca, Salta, Jujuy y Los Andes. Censo Agropecuario 1908. Existencia de llamas,
ovejas y cabras. Valor absoluto y porcentual. ___________________________________________ 389
Cuadro 5.21. Territorio de Los Andes. Censo General de 1914. Existencia ganadera, según especie, por
departamento. _____________________________________________________________________ 389
Cuadro 5.22. Territorio de Los Andes. 1908-1937. Evolución de las existencias ganaderas, según ganado.
__________________________________________________________________________________ 389
Cuadro 5.23. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Explotaciones agropecuarias clasificadas por
su destino principal, ganadería o agricultura, según tamaño medido en hectáreas, por tipo de
actividad. _________________________________________________________________________ 389
Cuadro 5.24. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Maquinas y enseres. Total y por
departamento. _____________________________________________________________________ 390
Cuadro 5.25. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con cereales, plantas
industriales o legumbres y hortalizas, en hectáreas, por departamento. ______________________ 390
Cuadro 5.26. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con cereales, en
hectáreas, según tipo de cereal, por departamento. _______________________________________ 390
Cuadro 5.27. Territorio de Los Andes. Censo General 1914. Extensión cultivada con legumbres y
hortalizas, en hectáreas, según tipo de cereal, por departamento. ___________________________ 390
Cuadro 6.1. Red ferroviaria argentina. 1860-1998. Longitud de la red, en kilómetros. _______________ 412
Gráfico 6.1. Red ferroviaria argentina. 1860-1998. Longitud de la red, en kilómetros. _______________ 412
Cuadro 6.2. República Argentina. 1870-1930. Conexión ferroviaria de las capitales de Provincias y
Territorios Nacionales con la Capital Federal. ___________________________________________ 413
Cuadro 6.3. Ferrocarril Central Norte/Ferrocarril General Belgrano. 1857-1958. Fechas de inauguración
de algunos ramales en el norte del país, según períodos. ___________________________________ 416

— 712 —
Indice de cuadros, mapas, imágenes y gráficos

Imagen 6.1. Estación Socompa, República Argentina. Inauguración del tramo ferroviario Salta-Socompa,
22 de febrero de 1948. ______________________________________________________________ 426
Mapa 6.1. Ferrocarril Salta-Antofagasta en 1957. Tramo completo (inaugurado en 1948). __________ 427
Cuadro 6.4. Ferrocarril Huaytiquina. Nómina de estaciones habilitadas en 1957. Sector argentino. ___ 428
Cuadro 6.5. Ferrocarril Huaytiquina. 1907-1948. Avance de las obras. Comparación Argentina y Chile.
_________________________________________________________________________________ 428
Cuadro 6.6. Ferrocarril Huaytiquina. 1905-1943. Legislación argentina vinculada a este proyecto. ___ 428
Cuadro 6.7. Salta. Exportación de cabezas de ganado a Chile, 1940-1955. ________________________ 437
Mapa 6.2. Puna de Atacama. Rutas de arriero en 1884, con indicación de las más utilizada hacia 1915. 445
Cuadro 6.8. Región circumpuneña. 1884. Itinerarios de arrieros, recopilados por Alejandro Bertrand. 446
Cuadro 6.9. Territorio de Los Andes. 1933. DNV, presupuesto para vialidad. Situación territoriana en el
contexto nacional.__________________________________________________________________ 448
Cuadro 6.10. Territorio de Los Andes. 1933. DNV. Caminos proyectados. ________________________ 448
Cuadro 6.11. Los Andes. 1935. Rutas nacionales que atraviesan el territorio. _____________________ 450
Mapa 6.3. DNV. Territorio de Los Andes. 1933. Rutas nacionales que atraviesan el territorio. _______ 451
Cuadro 6.12. Espacio andino. 1956. Camélidos sudamericanos. Área de distribución, en porcentaje según
país y hábitat. Estimación. __________________________________________________________ 460
Mapa 6.4. Llamas, alpacas, vicuñas y guanacos. Áreas de distribución de cada especie, actual y pasada. 462
Cuadro 6.13. República Argentina. Censo Agropecuario 1908 y 1937. Existencia ganadera. Por especie,
según totales y distribución porcentual. ________________________________________________ 479
Cuadro 6.14. República Argentina. Censo Agropecuario 1908. Existencias de camélidos, por provincias y
territorios donde se contabilizaron. ___________________________________________________ 479
Cuadro 6.15. Territorio de Los Andes. 1901-1937. Ganado camélido en el Territorio de Los Andes en
diferentes levantamientos. ___________________________________________________________ 479
Cuadro 6.16. República Argentina. Almanaque de Ministerio de Agricultura 1933. Cantidad de camélidos
sudamericanos, por jurisdicción, según especie. _________________________________________ 480
Cuadro 6.17. República Argentina. Censo Agropecuario 1937. Cantidad de camélidos sudamericanos, por
jurisdicción, según especie. __________________________________________________________ 480
Cuadro 6.18. República Argentina. 1908, 1933 y 1937. Cantidad de camélidos sudamericanos, por
jurisdicción, según especie. __________________________________________________________ 480
Cuadro 6.19. Provincia de Buenos Aires. Censos agropecuarios 1908 y 1937. Existencia de vacas, ovejas,
llamas y alpacas. Totales. ___________________________________________________________ 482
Cuadro 6.20. Salares del Territorio de Los Andes. Levantamiento realizado en 1942. ______________ 515
Cuadro 6.21. República Argentina. 1911-1919 y 1932-1936. Transporte de boratos por estación. Total
transportado en los períodos señalados. Por jurisdicción. _________________________________ 527
Cuadro 6.22. Producción de bórax, según estación de carga, 1911 a 1919 y 1932 a 1936. ____________ 529
Cuadro 6.23. República Argentina. 1897-1913. Exportación de boratos. Cantidad en kilogramos. ____ 533
Cuadro 6.24. Producción de boratos, Los Andes, Jujuy y Salta (toneladas). 1911-1919, 1932-1944.____ 534
Gráfico 6.2. Producción de boratos, Los Andes, Jujuy y Salta (toneladas). 1911-1919, 1932-1944._____ 535
C u ad ro 7.1. T ratam ien to d e los “d erech os a la P u n a d e A tacam a”. D iferen tes coyu n tu ras. __________ 551
M ap a 7.1. F orm ación d el T erritorio p rovin cial salteñ o: “el d esm em b ram ien to”. __________________ 567
Mapa 7.2. Formación del Territorio provincial jujeño. ________________________________________ 567

— 713 —
A. Benedetti, Un territorio andino para un país pampeano

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