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DERECHO

MONETARIO
COLECCIÓN PANORAMA DEL DERECHO MEXICANO

Coordinadores:
Lic. Diego Valadés
Dc. José Luis Soberanes Fernández
Miro. Hugo Alejandro Concha Cantú

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Serie A: FUENTES, b) TEXTOS y ESTUDIOS l.EGISLATIVOS, Núm. 97


Gerente de producto: Alejandro Álvarez Ledesma
Supervisores de edición: Sergio Campos Peláez y Raúl Márquez Romero
Supervisor de producción: Zeferino García García

DERECHO MONETARIO

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por cualquier medio, sin autorización escrita del editor.

DERECHOS RESERVADOS © 1997, respecto a la primera edición por


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Cedro Núm. 512, Col. Atlampa
06450 México, D.F.
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736

ISBN 970-10-1387-5

1234567890 P.E.-97 9086543217

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imprimir en Marzo de 1997 en
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Contenido

ACERCA DEL AUTOR VII

I. TEORÍA JURÍDICA DEL DINERO I

Conceptos de dinero y moneda.


Nominalismo y valorismo monetarios 5
Teoría estatal y teoría societaria del dinero 9
Ámbito del derecho monetario . . 13

11. SISTEMA MONETARIO MEXICANO 15

Evolución histórica . 15
Unidad monetaria y monedas circulantes 17
Emisión y circulacion de la moneda . 20
Seguridad en la circulación monetaria 23
Desmonetización . 26
Política monetaria 26

111. RÉGIMEN APLICABLE A LA MONEDA EXTRANJERA 29

IV. OBLIGACIONES DINERARIAS. 31

Obligaciones en moneda nacional 31


Obligaciones en moneda extranjera 36

V. CAMBIOS INTERNACIONALES 49

La política cambiaria 49
Regulación de los tipos de cambio. 51

BIBLIOGRAFÍA . 53
Acerca del autor

Recibió, en 1955, el título de licenciado en derecho, con mención honorífica,


expedido por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Docencia: profesor emérito de la Universidad Iberoamericana, profesor titular
de Derecho monetario y bancario en la Escuela Libre de Derecho, en la Universidad
Panamericana yen el Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Ha impartido diversos cursos y participado en seminarios y ciclos de confe-
rencias, sobre temas correspondientes al derecho monetario y bancario.
Actividades académicas: presidente de la Academia Mexicana de Derecho
Financiero, miembro de número de la Academia de Jurisprudencia y Legislación,
del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados y de la Academia Mexicana de Estudios
Numismáticos. Miembro fundador de la Asociación Mexicana de Derecho y
Economía, A. C.
Obra escrita: Entre sus estudios y trabajos publicados se encuentran: El nuevo
sistema financiero mexicano, libro editado por el Fondo de Cultura Económica;
Orígenes del Banco Central en México, estudio cuya edición hizo el Banco de
México, y La reforma monetaria de 1905, que dio a la estampa la Escuela Libre
de Derecho.
Actividad profesional: En J 955 ingresó al Banco de México, en donde ocupó
diversos puestos, siendo, sucesivamente, designado coordinador de asuntos de la
Dirección General, gerente legal, subdirector, subdirector general y director general
adjunto, puesto que ocupó de 1985 a 1994.
Actualmente presta sus servicios como investigador en el Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
1. Teoría jurídica del dinero

CONCEPTOS DE DINERO Y MONEDA

La moneda fue creada de manera espontánea por la sociedad para facilitar el


intercambio de bienes materiales y superar las limitaciones del trueque.
A fin de suprimir esas limitaciones y atender los crecientes requerimientos
originados en el desarrollo de los cambios, se acudió inicialmente al uso de ciertos
satisfactores de necesidades materiales que, por ser ampliamente deseados, tenían
aceptación general en pago de bienes y servicios, este fue el caso delpecus o ganado.
De allí los nombres de pecunia y pecuniario que se emplean para referirse al dinero.
Pronto se observó la conveniencia de emplear metales cuyas características les
permitiesen fungir como medios generales de cambio, atendiendo al valor que la
sociedad les confería por ser común el interés en poseerlos, así como a su durabi-
lidad, densidad de valor, divisibilidad que no afecta dicho valor y facilidad de
transporte y manejo. Surgió así el uso de los tres metales monetarios: el oro, la plata
y el cobre,
Debido a la función de medio general de cambio que realizaba la moneda, ésta
fungió también como unidad y medida de valor de todos los bienes y servicios
generados por la economía, cuyos precios pronto fueron fijados en unidades
monetarias.
Considerando esta última función, Aristóteles concibió a la moneda como
unidad ideal creada por el Estado, señalando que dicho concepto fue el que dio
origen al nombre de moneda (nómisma), porque ésta no existe por naturaleza sino
por convención (nómoi).l Tal concepto fue aceptado por los jurisconsultos roma-
nos, prevaleció durante la Edad Media, y, a partir del siglo XVIII, fue sostenido por
publicistas y jusprivatistas cuyas obras ocupan, de manera particular en Francia, un
lugar destacado en la doctrina referida al dinero,
A partir del citado concepto, en la teo;-ía concerniente se ha venido reconocien-
do con mayor amplitud y claridad la vinculación existente entre tal unidad abstracta
y las monedas circulantes en las que aquélla se materializa; pues dichas monedas

¡ Aristóteles, ttica nicomaquea. trad. de Antonio Gómez Robledo. Porrúa, México. 1979. p. 64
2 DERECHO MONETARIO

son portadoras de unidades teóricas de valor, a cuyo efecto contienen expresiones


numéricas referidas a la propia unidad, a sus fracciones o a sus múltiplos.
Durante el siglo xx, en nuestro país reconocen esa vinculación Eduardo
Trigueros/ Roberto A. Esteva Ruiz,3 Germán Fernández del Castillo4 y Fernando
Vázquez Pando. 5 En el mismo sentido la doctrina extranjera cuenta con distinguidos
exponentes, entre ellos el jurista español José Bonet Correa.'
Los signos monetarios cumplen a su vez las funciones, propias de la moneda,
de ser medios generales de cambio e instrumentos generales de pago. Atendiendo
a esto último la ley confiere curso legal a dichos signos, esto es, poder liberatorio
de obligaciones dinerarias.
Si bien cualquier obligación de dar S~ solventa entregando su objeto, el curso
legal de la moneda consiste en que su poder liberatorio no se origina por convención
entre particulares sino que lo establece la ley de manera general y en disposición
de orden público, independientemente y aun contra la voluntad de las partes, para
quienes es imperativo aceptarla en los términos que establezca la ley, sin que tales
ténninos puedan modificarse por los paniculares al convenir prestaciones mone-
tarias.
La moneda tiene la cualidad, además de las funciones antes mencionadas y
estrechamente relacionada con ellas, de servir a su propietario como reserva de
valor patrimonial, si la conserva o hace de ella objeto de inversión financiera.
Existen numerosas definiciones de moneda formuladas por juristas nacionales
y extranjeros. En ténninos generales puede afirmarse que estas detenninaciones del
concepto atienden a las funciones propias del dinero, otras lo hacen considerando
en forma principal la condición de la moneda en cuanto portadora de unidades
teóricas y algunas señalan como elemento connotativo principal cierta caracterís-
tica fisica de las monedas circulantes.
Así, en la doctrina mexicana, para Eduardo Trigueros 7 «moneda es el instru-
mento de cambio por excelencia"; en tanto que Antonio Carrillo Flores define al
dinero como "la cosa o conjunto de cosas que por disposición del Estado están
obligadas las personas a recibir, aun en contra de su voluntad, como pago de todo
crédito"" Germán Femández del Castillo afirma: "dinero es el conjunto de objetos
que contienen una expresión numérica con referencia a una unidad de valor fijada

2 Eduardo Trigueros, La devolución de los depósitos bancarios constituidos en oro, la. ed.,
Editoria] México, México, 1934, p. 17.
J Roberto A. Esteva Ruiz, Apuntes del segundo curso de derecho mercantil, tomados por Armando
Calvo M., México, 1933, p. 210.
4 Germán Femández del Castillo, "Notas para la teoría jurídica del dinero en México", en Revista
Jus, agosto de 1943, México, p. 168.
5 Fernando A. Vázquez, Derecho monetario mexicano, Harla, México, 1991, p. 4.
6 José Sonet Correa, Las deudas de dinero, Cívitas, Madrid, 1981, p. 244; "El dinero como bien
jurídico", en Estudios de derecho civil en honor de, profesor Gastán Toheñas, Ediciones Universidad
de Navarra, Pamplona, 1969, t. IV, p. lO!.
7 Eduardo Trigueros, op. cit., p. 34.
8 Antonio Carrillo Flores, El sistema mone/arÍn mexicano, Editorial Cultura, México, 1946, p. 6.
TEORíA JURíDICA DEL DINERO 3

por el Estado y destinados por éste para servir de medio general de cambio".'
Fernando Vázquez Panda considera:
{... J desde un punto de vista jurídico, la moneda es el conjunto de cosas que por
disposición del Estado representan fracciones, equivalencias o múltiplos de la unidad
del sistema monetario, mismas que tienen el poder liberatorio que el mismo Estado les
asigna, para solventar obligaciones pecuniarias, motivo por el cual el acreedor está
obligado a recibirlas en pago, dentro de los límites del poder liberatorio asignado a cada
una de ellas. 10

Por último, Jacinto Paliares señalaba a principios de este siglo: "en el orden
juridico la moneda es un fragmento de metal acuñado con el sello oficial del Estado
para garantizar su forma, peso y ley y cuyo poder liberatorio o empleo en pago de
deudas, es forzoso l>.1I
En la doctrina extranjera las definiciones de moneda presentan un panorama
similar. Federico Knapp --quien sin ser abogado planteó, a principios de este siglo,
teorías acerca de la moneda, cuya influencia en el ámbito del derecho ha sido muy
significativa- consideró al dinero como "una cosa mueble que el ordenamiento
jurídico concibe como portadora de unidades de valor" Y Joaquín Garríguez la
caracteriza asignándole la connotación primordial de ser "el instrumento de pago
sancionado por el Estado"l3 y para Arturo Nussbaum, "dinero son aquellas cosas
que en el comercio se entregan y se reciben como fracción, equivalente O múltiplo,
de la unidad" .14
Como puede observarse, estas definiciones corresponden, con mayor o menor
amplitud, a una connotación funcional.
Nuestro derecho positivo vigente contiene numerosas disposiciones que, al
referirse a la moneda, lo hacen, de manera general, utilizando esa palabra o la de
dinero. No obstante, el orden jurídico nacional usa, en ciertos casos, referencias
distintas, tales como "cantidad líquida", "efectivo" o "numerario".
Es importante precisar, por una parte, si el ténnino dinero es susceptible de
distinguirse del de moneda y, por otra, si ambos términos, expresados de manera
genérica, se refieren sólo a la moneda nacional o incluyen también en su significado
a la extranjera.
La primera cuestión ha suscitado planteamientos tendentes a distinguir ambos
conceptos; se ha señalado que dinero es sólo la expresión numérica de unidades
abstractas, en tanto que moneda es un bien existente en el tráfico. Otros publicistas
sostienen que moneda comprende piezas que tuvieron curso legal, siendo sólo
dinero aquellas que mantienen vigente tal carácter.
Ambas teorías carecen de bases objetivas para sustentarse, pues nuestro
derecho positivo vigente no establece distinción alguna entre ambos conceptos. En

9 Germán Fernández del Castillo, op. cit., p. 167.


10 Fernando A. Vázquez Pando, op. cit., p. 14.
II Jacinto Paliares, "El Bimetalismo"', en Foro de México, núm. 30, septiembre 1955, p. 66.
12 Federico Knapp, Staat/iche Theorie das Geld, 4a. ed" 1923, citado por Eduardo Trigueros, op.
cit., p. 8
13 Joaquín Garríguez, Contralos bancarios, 2a. ed" Imprenta Aguirre, Madrid, 1975, p. 67.
14 Arturo Nussbaum, Teoríajurídica del dinero. trad. de Luis Sancho Sera!, Madrid, 1929, p. 32.
4 DERECHO MONETARIO

la legislación mexicana las palabras dinero y moneda se emplean como sinónimas


y referidas ambas a aquellos bienes cuyo curso legal esté vigente en México o en
el extranjero.
Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, a las monedas se les
consideraba mercancías y fue bastante común distinguir entre obligaciones dinera-
rias y obligaciones monetarias. Las primeras consistían en la prestación convenida
a través de una suma en moneda nacional, pudiendo solventarse en cualesquiera de
las distintas monedas circulantes. Cuandü la prestación fuese dar monedas especí-
ficamente determinadas, atendiendo a su valor intrínseco, la doctrina consideraba
que la obligación era monetaria.
Actualmente no tiene sentido hacer tal distinción, pues toda moneda circulante
carece, por regla general, de valor intrínseco y aun en los pocos casos en que
circulan monedas acuñadas en oro o en plata, el orden normativo prohíbe convenir
pagos en moneda calificada o específica; considerando, con razón, que tales
convenciones no deben permitirse porqu~ privan a las demás monedas del poder
liberatorio de obligaciones dinerarias que les confiere una disposición de orden
público.
En lo que atañe a si los términos dmero y moneda comprenden de manera
genérica a la moneda nacional)' a la extranjera, pueden hacerse las consideraciones
siguientes.
En el derecho comparado existe un amplio número de leyes que, de manera
explícita o implícita, considera a la moneda extranjera dentro de los términos
genéricos de dinero o moneda. El Código de Regulaciones Federales de los Estados
Unidos de América señala que moneda son todos los billetes y moneda metálica de
ese país o de cualquiera otro; el Código Comercial Uniforme de esa nación abunda
en tal criterio caracterizando al dinero bajo la expresión "fondos corrientes" y
señalando que éstos se integran por medios de cambio autorizados y adoptados por
cualquier gobierno.
En México y conforme a derecho, ~I vocablo dinero comprende tanto a la
moneda nacional como a la extranjera, atendiendo a lo que a continuación se señala:
a) Existen disposiciones que así lo consideran en forma expresa. El artículo
267 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito incluye dentro
del término dinero a la moneda extranjera: "El depósito de una suma
determinada de dinero, en moneda nacional o en divisas o monedas
extranjeras [ ... ]" Asimismo, los artículos 359 del Código de Comercio y
2389 del Código Civil para el Distrito Federal reconocen carácter de
préstamos de dinero a los convenidos en moneda extranjera.
b) Los usos bancarios y mercantiles confirman ampliamente la celebración de
operaciones en moneda extranj~ra, previstas en las leyes como actos
jurídicos de naturaleza dineraria.
e) La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sentado jurisprudencia sobre
la validez de las letras de cambio en moneda extranjera, IS títulos que, por

15 Tesis 227. publicada el' el SJF, Apéndice de jurisprudenc/Q, 1917-1975. cuarta parte. p_ 717
TEORíA JURIDICA DEL DINERO 5

disposición de la ley, deben expresar la promesa incondicional de pagar


una suma determinada de dinero. Asimismo, ese alto tribunal ha resuelto,
en diversa jurisprudencia, que la moneda extranjera es, para nuestra ley,
dinero. '6
En la doctrina jurídica mexicana se ha planteado que los títulos de créditC'l
cambiarías crean obligaciones de dar sumas determinadas de dinero, por lo que
resulta dudoso que puedan denominarse en moneda extranjera; ya que en tal caso
la correspondiente obligación se solventa, conforme al artículo 80. de la Ley
Monetaria, si el deudorentregael equivalente en moneda nacional al tipo de cambio
que rija en la fecha de pago, de donde la suma a cubrir no está determinada si no
es determinable.
En contrario, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la jurisprudencia
referida a la validez de las letras de cambio giradas en moneda extranjera, considera:
"La obligación cambiaria consignada en la letra de cambio es líquida, aun cuando
su importe se haya estipulado en moneda extranjera, pues un simple cálculo permite
determinar la suma equivalente en moneda nacional, aunque mediaran fluctuacio-
nes de cambio." Asimismo puede invocarse el argumento de que, tratándose de
obligaciones en moneda extranjera, la prestación estipulada corresponde a una
determinada suma de moneda extranjera, sin perjuicio de que dicha prestación se
satisfaga cuando el deudor entrega el mencionado equivalente en moneda nacional.
Las leyes uniformes de Ginebra sobre la letra de cambio, el pagaré y el cheque.
conforme a las que dichos titulos deben referirse a una cantidad determinada, prevén
que éstos puedan emitirse en moneda extranjera, y señalan que en esos casos su
importe puede ser cubierto en moneda nacional con arreglo al valor que ésta alcance
respecto a la divisa convenida, en la fecha de vencimiento o en el díade pago, según
se realicen los supuestos que esos ordenamientos prevén.

NOMINALISMO Y VALORISMO MONETARIOS

La concepción de una unidad monetaria ideal cuya expresión numérica constituye


la denominación de las monedas circulantes requirió, en el análisis jurídico,
considerar un tercer elemento: el concerniente al valor intrínseco que dichas
monedas tenían al acufiarse en oro o en plata.
Los jurisconsultos romanos se referían a este valor metálico para privilegiar
ante él al valor nominal de las monedas. Tal criterio se reconoce en la sentencia de
Paulo y Papiniano: in pecunia non corpora quis cogitet, sed quantitatern. La
doctrina medieval diferenció en la moneda la bonitas intrínseca de la bonitas
extrínseca o quántitas, pero reconoció que la segunda era la que debía prevalecer
porque, como afirmaba Molineo citando a Aristóteles, la moneda non est rnerx, por
tener condiciones jurídicas diferentes de aquellas que conciernen a las mercancías. 17

16Tesis 224, publicada en el SJF, Apéndice de jUrisprudencia, 1917-1975, cuarta parte, p. 715.
17Molineo, Tractallls contractuum el usurarum redituumque pecuria constilularum. citado por
José Bonet Correa, Las deudas ... , op. cit., p. 135.
6 DERECHO MONETARIO

No obstante, fue común destacar que el Estado tenía el deber de mantener estable
la relación existente entre ambos valores para preservar el valor real de la moneda.
Con la creación de los grandes estados europeos y la evolución de la actividad
económica en ese continente, se fueron configurando dos vertientes en cuanto a los
valores que el derecho debía reconocer en la moneda. Una sostenía, en mayor o
menor grado, la prioridad del valor nominal de la moneda sobre su valor real. La
otra, reconocía que el primero constituía elemento fundamental para que la moneda
cumpliera con sus funciones de unidad y medida de valor, de medio general de
cambio y de instrumento general de pago, y afirmaba que en cuanto a la función
de ser reserva de valor debía regir con amplitud el principio de la autonomía de la
voluntad, pennitiéndose a los particulares convenir prestaciones monetarias en
ténninos que procurasen mantener constante el valor real de ellas. Nominalismo y
valorismo se concretaron, por razón natural, principalmente en el campo de las
obligaciones dinerarias y, dentro de ellas. en el préstamo de dinero.
La doctrina nominalista francesa encontró su intérprete idóneo en Pothier,
quien a finales del siglo XVIII sostuvo que ese nominalismo era un uso constante
en la jurisprudencia. Tal criterio influyó de manera determinante en la regulación
que del mutuo hizo posteriormente el Código Napoleónico.
Este código preví ene al respecto:
Artículo 1895. La obligación que resulta de un préstamo en dinero siempre es la suma
numérica expresada en el contrato. Si ocurre un aumento o disminución en las especies
antes de la época de pago, el deudor debo.! de entregar la suma numérica pactada, en la
especie que tenga curso en el momento del pago.

Criterio opuesto a ese nominalismo de jus cogens fue el que desde sus 01 ígenes
predominó en la legislación espailola. Sobre el particular son de citarse normas
compiladas en la Curia philipica de José de Hevía Bolaños que señalaban:
Moneda es la medida, o precio de las cm,as vendibles [ ... ] el que debe moneda, puede
pagar en cualquiera género de ella. como fea ufual, y corriente, por mala, y ruin que
fea, aunque no fea de oro, ni plata, y fe pague mala por buena, y por el contrario.
todo lo qual fe entiende, falvo fi fe hizo pacto de no pagar en otro género de pecunia,
fino el de la deuda, u de pagar en el rnihno género de la deuda, y no en otro, porque
entonces no le puede pagar en él [ ... ] y la cofa en género que confifta en número, pefo,
y medida, fe puede pagar en otra tanta del mífmo [ ... ] sí al tiempo de la paga corriere
diverfa moneda de la que corría al tiempo que fe hizo el contrato, por haberfe mudado
en el pefo, o materia, o valor, y precio de ella, la paga fe ha de hacer en la moneda
nueva, conforme al valor que tenía la antigua al tiempo que fe hizo el contrato, y no al
de la paga [... llS
El valorismo monetario se fortaleció considerablemente durante el siglo XIX
en el que diversas legislaciones, entre ellas la de México, siguieron el criterio
llamado de la moneda-mercancía. Confonne con este criterio era condición nece-

18 José Hevia Balai'ios, Curia philipica, Herederos de la viuda de Juan García Infanzón, Madrid,
1747, Libro 1, "Comercio terrestre", pp. 294 Y295
TEORIA JURrDICA DEL DINERO 7

saria en la moneda legal tener valor intrínseco referido al metal en el que se acuñase.
En ese siglo, las emisiones de papel moneda, generalmente desafortunadas, eran
consideradas por gran parte de la doctrina sólo intentos desesperados del Estado
para mejorar sus finanzas, análogamente en el ámbito monetario, a lo que en la
ciencia médica es la patología.
Tal posición fue confirmada cuando se estructuraron los sistemas de patrón
metálico en los que la ley establecía una equivalencia fija entre la unidad monetaria
y determinado peso de metal fino; las monedas con poder liberatorio pleno debían
contener ese metal patrón.
De acuerdo con el citado criterio y las disposiciones legales mencionadas, aun
en Francia cuya legislación estableciera, como antes se ha dicho, un amplio
nominalismo monetario, Federico Passy, economista distinguido y ministro de
Estado, afirmaba: "No es la acuñación, aunque vosotros lo digáis, lo que da al oro
y a la plata su valor, es el valor propio del oro y de la plata el que confiere a esos
metales la función monetaria. ,,19
Por otra parte, Roberto Peel sostenia que una libra esterlina "era un lingote de
oro con ciertas marcas externas; y que la promesa de pagar a alguno una libra
esterlina significaba únicamente la promesa de entregarle una cantidad de oro,,?O
En México, corno se ha mencionado anteriormente, Jacinto Paliares dio una
definición jurídica de la moneda en la que señaló que ésta era un fragmento de metal
acuñado con el sello oficial del Estado.
Atendiendo a esta prevalencia del valor metálico, en el siglo pasado era
frecuente que la ley reconociese curso legal a la moneda extranjera asimilándola a
la nacional, debido a que el elemento primordial en la moneda era no el cuño
nacional o extranjero que llevase, sino su contenido de metal fino. Así, el peso de
plata mexicano fue hasta 1857 moneda legal en los Estados Unidos de América y
en nuestra patria varios decretos establecieron que los particulares estaban obliga-
dos a recibir en pago de obligaciones dinerarias, tanto la moneda mexicana como
la extranjera. 21
Asimismo, fue común que en diversos países asiáticos circulasen ampliamente
monedas extranjeras, caso en el que se encontraba el peso de plata mexicano.
También tenían esa circulación piezas metálicas extranjeras que en su país de origen
no eran legalmente monedas. Ejemplos de esta llamada "moneda de comercio"
fueron el dólar de Hong Kong, el trade dólar o la piastra francesa.
Lo anterior evidencia cómo en ese siglo tenía importancia primordial el valor
metálico de las piezas circulantes.
Durante el propio siglo XIX se inició en la doctrina la aportación de los
jusprivatistas al estudio de los valores que el Estado debe reconocer en la moneda.

l'il Citado por Joaquín D. Casasus, Estudios monetarios, Tipografía de la Oficina Impresora del
Timbre, México, 1896. p. 71.
20 Citado por Mariano Alcocer, Economia social, Editorial América. México, 1954, p. 149.
21 Dublán y Lozano, Legislación mexicana, tomo VII, pp. 631 Y 420; Código del Imperio
Mexicano, disposiciones expedidas del 20 de mayo al31 de diciembre de 1864, moneda de oro y plata
americana, p. 41.
8 DERECHO MONETARIO

Federico Carlos de Savigny expuso el tema con mayor claridad en la civilistica


alemana, refiriéndolo a las obligaciones dinerarias y, dentro de ellas, principalmen-
te al mutuo,22 Este autor sostenía que son tres los citados valores: el nominal, el
metálico y el "corriente" o "comercial", que atañe al valor real de la moneda y
consiste en su poder de riqueza patrimonial. Savigny consideraba que el Estado
debía reconocer, atendiendo al interés de los particulares, este último valor como
prevaleciente para el pago de deudas pecuniarias, aun cuando dadas las dificultades
que entonces presentaba determinarlo, se aceptara como principio general el
mencionado valorismo metalista,
Confonne con este último valor, durante la circulación monetaria de piezas
acuñadas en oro o en plata, fue usual pactar en los contratos dinerarios las cláusulas
de moneda calificada o especifica a los que se ha hecho mención. En dichas
cláusulas se estipulaba que la deuda debía solventarse en la moneda convenida y
no en otras piezas integrantes del sistema monetario, y se preveía que, de no existir
ya las primeras, el pago podía hacerse en cualquiera de las segundas, por el valor
nominal que correspondiese al valor real de aquéllas, en la fecha del pago. De esta
forma se procuraba mantener en términos reales el valor de la prestación haciendo,
de ser el caso, variar el monto de la suma a entregar, con base en el comportamiento
de los precios del oro o de la plata contenidos en las monedas especificas objeto de
la obligación.
Este amplio metalismo valorista tuvo en parte de la doctrina una reacción
contraria. En el afio de 1905, Federico Knapp en su Teoría estatal del dinero acuñó
el ténnino "nominalismo" para enunciar y dar aplicación a un criterio conforme al
cual la moneda sólo podía ser objeto de obligaciones, considerando a éstas como
deudas de suma inmutable de unidades teóricas creadas por el Estado y no con el
carácter de deudas de valor concreto. Sostenía Knapp que el principio del valor
nominal correspondía a la naturaleza del dinero y, además, se armonizaba mejor
con la soberanía del Estado en materia monetaria. Destacaba también que, para
efectos jurídicos, era irrelevante la fluctuación que la moneda tuviese en su poder
adquisitivo de bienes y servicios y, en general, en su poder de riqueza patrimonial
concreta.
Esta teoría encontró pronto apoyo en la doctrina de carácter jurídico; Arturo
Nussbaum fue su principal expositor. Recuérdese que para este autor dinero son
sólo aquellas cosas que en el comercio se entregan y reciben como fracción,
equivalente o múltiplo, de una unidad ideaL
Con los regímenes de papel moneda que sucedieron al sistema de patrón
metálico concluyó, por razón natural, el valorismo metalista y con ello la razón de
pactar deudas en moneda calificada, pues los signos circulantes carecían de valor
intrínseco.
Ante esta situación, la teoría valorista moderna reconoce como un valor de la
moneda el atinente a su poder patrimonial concreto, dando así fundamento a deudas

22 Federico Carlos de Savigny, Obligationenrec!-¡t, Ernest Thorin, París, 1873, trad. de C. Gerardin
y P. Jozon.
TEORíA JURíDICA DEL DINERO 9

monetarias cuyo monto nominal es variable, conforme al comportamiento de un


índice fijado al contraerse esas deudas. Tal procedimiento se conviene mediante
cláusulas llamadas de estabilización, de escala móvil o de indización.
Actualmente el nominalismo y el valorismo monetarios presentan las caracte-
rísticas siguientes. Ambos reconocen el concepto jurídico del dinero referido a
unidades ideales, aunque difieren o pueden diferir en cuanto a las formas de
aplicarlo en el campo de las obligaciones dinerarias.
Las dos teorías coinciden plenamente en que tratándose de deudas monetarias,
la prestación in solutione debe ser siempre la entrega de una suma de dinero
atendiendo al valor nominal de las monedas con las que se haga el pago. Difieren
en lo que respecta a las características que puede legalmente tener la prestación in
obligatione.
Aquí es donde el nominalismo y el valorismo pueden, en la legislación, ser
antagónicos o complementarios.
Si la ley reconoce un principio nominalista absoluto e imperativo y, por ello,
inderogable por la voluntad de las partes, señalará en disposición de orden público
que cualquiera obligación pecuniaria debe contraerse refiriéndola a una suma de
unidades teóricas, determinada y, por su propia naturaleza, inmutable.
Ese criterio ha tenido más clara y directa aplicación, tanto en la legislación
mexicana como en el derecho comparado, tratándose del mutuo y del préstamo
mercantil.
Frente a este nominalismo imperativo, otras legislaciones adoptan un nomina-
lismo potestativo sujeto al principio de la autonomía de la voluntad, en lo que atañe
a pennitir a las partes dar a las obligaciones dinerarias carácter no de deuda de suma
invariable, sino de deuda de valor real, ello sin perjuicio de que la obligación
correspondiente se cumpla entregando moneda a su valor nominal.

TEORÍA ESTATAL Y TEORÍA SOCIETARIA DEL DINERO

Considerar el alcance que la ley debe dar al nominalismo y al valorismo referidos


en el numeral anterior forma parte de un análisis más amplio y general sobre los
derechos y los deberes monetarios del Estado y de la sociedad. Los fines últimos
de dicho análisis consisten en detenninar el ámbito que la ley debe reconocer a la
soberanía monetaria del Estado, la protección que el propio orden jurídico precisa
dar a la sociedad a través de regímenes que tengan como propósito evitar un
ejercicio inconveniente de esa soberanía y la medida en que sea permisible a los
particulares actuar en términos que salvaguarden sus legítimos intereses, de la
depreciación monetaria.
Estas doctrinas han llevado a la formulación de las teorías estatal y societaria
del dinero.
La primera sostiene que al Estado deben reconocérsele los más amplios
derechos para actuar con imperio absoluto en todo lo relativo a la moneda, ya que
ésta sólo representa una unidad ideal, creación del propio Estado. En consecuencia,
10 DERECHO MONETARIO

esta teoría postula que, para el derecho, el valor del dinero debe ser inmutable por
estar referido de manera exclusiva a expresiones numéricas de unidades teóricas,
sin que el orden jurídico reconozca la "ficción" de un valor real constante en la
moneda. De conformidad con tal criterio, los particulares están obligados a no
considerar en sus convenciones dinerarias ningún valor respecto a la moneda
distinto al nominal.
Clara expresión de las premisas anteriores fue el afirmar en Alemania, durante
los primeros años que sucedieron al térm 100 de la Segunda Guerra Mundial, que
para el derecho un marco siempre debía dI.! ser igual a otro marco. Así, se impedía
a los particulares convenir obligaciones dinerarias en los contratos mediante
cláusulas cuyo fin fuese mantener, en télminos reales, el valor de la prestación
correspondiente.
En la doctrina son claros exponentes de esta tesis Knapp y Nussbaum, así como
Pothier, quien, con anterioridad a los primeros, sostuvo la prevalecencia del valor
nominal de la moneda, considerando que é)te correspondía mejor a la soberanía del
Estado.
La teoría societaria del dinero afirma que el Estado debe procurar la satisfac-
ción del interés público mediante el ejercicio de sus atribuciones monetarias, y
proveer a la sociedad de una moneda sana en términos reales que cumpla satisfac-
toriamente sus funciones como unidad y medida de valor, medio general de cambio,
reserva de valor e instrumento general de pago, que pueda en tal función ser factor
para el justo equilibrio en los contratos.
Dicha teoría sostiene que, en el orden jurídico, la protección al mencionado
interés público debe procurarse mediante normas que den al principio de la división
de poderes una aplicación que permita dl~ manera eficiente impedir el abuso del
poder monetario del Estado. A esos efectos, Francisco Geny, destacado jurista e
inteligente defensor del valorismo monetario en Francia, sostuvo, el año de 1929,23
la conveniencia de conferir autonomía al banco central de ese país.
Entre los exponentes de la teoría societaria destacan Savigny, en Alemania;
Geny, en Francia; y, en España, Bonet Correa, Diez Picaso y Vallet de Goitizelo.
El reconocimiento por la ley de los principios que esas teorías invocan ha
tenido en la historia del derecho diversa y fluctuante aplicación.
Desde tiempos remotos ha sido incue:"itionable e incuestionada la potestad del
príncipe, del rey o del Estado para emitir moneda y establecer sus condiciones.
Cabe dar dos ejemplos referidos a muy antiguas disposiciones dictadas en
España y en Francia, que constituyen antecedentes importantes porque tanto el
derecho francés como el español constituyeron durante el siglo XIX fuentes de
significativa relevancia para la legislación expedida en gran parte de los países
latinoamericanos.

23 Francisco Geny, "Quelques observations SJr le role et les pouvoirs de I'État en matiere de
monnaie etde papier-monnaie", en Melanges Maurice Hauriou, 5a. ed., Librería de Recueil Sirey, París,
1929, p. 430.
TEORíA JURIOICA DEL DINERO 11

Los tueros cuya expedición inició a finales del siglo x el conde de Castilla
Sancho García, al dictar las primeras disposiciones del Fuero Viejo de Castilla,
establecían que la moneda, al igual que la impartición de justicia y que ciertos
gravámenes fiscales, eran cosas "naturales al señorío del Rey, que non las deve dar
a ningún ome, nin las partir de si, ca pertenecen a él por razón del señorío natural" .24
Con mayor énfasis, el rey de Francia Felipe de Valois, en las letras patentes
que expidió el 16 de enero de 1346, afirmaba:
Naus ne pauvons eroire qu'aueun puisse ni daive faire doutc qu'a naus ct a notre
m<~ieste royale n'appartiennent seulement et pour le tout, en notre royaume, le metler,
le fait. la provision, et toute l'ordonnanee de monnaie, et de faire telles mannaies, et
danner te! caurs pour tel prix, comme il nous plait el bon naus semble. 25

El ejercicio de un poder monetario absoluto y los abusos que se hicieron de tal


atribución depreciando frecuentemente el valor intrínseco de las monedas circulan-
tes originaron que, en la Edad Media, teólogos y canonistas sostuviesen que la
soberanía monetaria debía ejercerse respetando principios de derecho natural y
moral que limitaban el dominio monetario del rey, quien, para depreciar la moneda,
requería contar con el consenso del pueblo; y, para emitirla, establecer y procurar
que ésta fuese en su empleo un "medio de justicia", como lo postulaba la tomística.
Posteriormente, el fortalecimiento del Estado, el desarrollo de la economía
monetaria y el imperio del liberalismo económico fueron, en diversas épocas,
imponiendo regímenes jurídicos basados ya en el nominalismo absoluto o ya en un
valorismo.
El segundo tuvo amplio reconocimiento durante el siglo XIX; en tanto que el
primero fue sostenido con firmeza en el siglo xx por los regímenes totalitarios de
Alemania e Italia.
Ahora se observa una tendencia general en la doctrina y en las legislaciones
de diversos países, que, para dar salvaguarda al valor real de la moneda, modificade
manera importante el régimen de distribución de competencias en el ejercicio de las
facultades monetarias del Estado y amplía considerablemente en el orden norma-
tivo la aplicación del principio de la autonomía de la voluntad en el campo de las
obligaciones dinerarias.
Se ha venido otorgando autonomía a un número creciente de bancos centrales
que conducen la política monetaria con sujeción al objetivo prioritario de procurar
la estabilidad en el valor real de la moneda. Asimismo, al amplio nominalismo de
jus cogens ha sustituido, de manera considerable, un nominalismo de jus disposi-
tivWI1.
Es común en las legislaciones nacionales reconocer los siguientes derechos y
deberes monetarios por parte del Estado, los cuales dan origen, respectivamente, a
las obligaciones y derechos que el propio orden jurídico refiere a los particulares.

24 El Fuero Viejo de Castilla, Joaquín Ibarra, Impresor de Cámara de S.M., Madrid, 1771, ed
facsimilar, Lex Nova, Valladolid, 1983, p. 4
25 Andrés Mater. Traitéjuridique de la monnaie efdu change, Lihrairie Dallol., París, 1925, p. 114.
12 DERECHO MONETARIO

El Estado tiene derecho a conducir y aplicar la política monetaria del país;


establecer las características de la moneda nacional; ser el único emisor de esa
moneda y regular su circulación; procurar seguridad en esta última penalizando la
alteración o falsificación de moneda, así como su empleo para fines ajenos a los
que le son propios; desmonetizar signos monetarios, y señalar la fonna y términos
en que la moneda extranjera pueda emplearse en transacciones dinerarias dentro
del territorio nacional o ser objeto de obligaciones que deban solventarse dentro de
dicho territorio.
Las responsabilidades y deberes del Estado se encuentran referidas a: proveer
a la economía del país con la moneda nacional que requiera su sano desempeño
procurando, al ejercer esa función, estabdidad en el valor real de dicha moneda;
abstenerse de financiar gasto público con emisiones monetarias cuyo monto exce-
sivo origine la depreciación de la moneda; establecer las características de las
diversas monedas circulantes en términos que éstas puedan diferenciarse fácilmente
entre sí y permitan a los particulares su cómodo transporte; regular y llevar a cabo
el canje de signos monetarios atendiendo de manera adecuada a las necesidades y
requerimientos de los tenedores de esos signos, así como efectuar su desmonetiza-
ción sin afectar con ella los intereses del público.
Los derechos de los particulares conciernen a tener seguridad jurídica en
cuanto a los fines que debe procurar la política monetaria del Estado. Un número
creciente y apreciable de legislaciones, entre las que se encuentra la nuestra,
establecen que dicha política debe tener como objetivo prioritario procurar estabi-
lidad en el valor real de la moneda nacional, salvaguardar sus convenciones
dinerarias de las pérdidas que llegue a tener este valor, haciéndolo mediante el
empleo de fórmulas aceptadas o previstas de manera explícita en la ley, cuyo fin
sea estabilizar en términos reales el valor de las correspondientes prestaciones y
contar con un orden normativo que tenga por propósito evitar el abuso de la
soberanía monetaria originado en lo que se conoce con el nombre de "impuesto
inflacionario", el cual consiste en financiar gasto público a costa de la devaluación
monetaria que se produce si el gobierno obtiene crédito del banco central colocando
su importe en la circulación en ténninos que la incrementen de manera excesiva,
cuando dicho incremento no está correspondido con aumentos en la producción de
bienes y servicios.
Por otra parte, los deberes de los particulares atañen a: abstenerse de falsificar
o alterar la moneda así como de emplearla para fines que no sean propios a su
naturaleza; evitar la realización de actos jurídicos que tengan por propósito evadir
el cumplimiento de nonnas de orden público referidas a la moneda nacional, y
coadyuvar a que dicha moneda cumpla con sus funciones.
Este último deber es difícil de concretarse en disposiciones legales que le den
justa y adecuada dimensión. Cabe hacer las consideraciones siguientes.
Si el Estado provee a la economía de moneda sana, estable en su poder
adquisitivo, los particulares coadyuvarán, de manera espontánea y natural, al mejor
cumplimiento de las funciones propias de la moneda nacional, empleándola como
objeto de obligaciones dinerarias o de inversiones de carácter financiero, sin
requerir para ello que la ley los obligue a hacerlo. Si la moneda nacional no cumple
TEORíA JURíDICA DEL DINERO 13

satisfactoriamente sus funciones de ser medida y reserva de valor, los particulares


actuarán en términos de reemplazar dicha moneda por otra extranjera que, a su
juicio, cumpla en mayor medida las funciones a que nos referimos. En este supuesto
las restricciones que la ley imponga con el propósito de evitar el uso de moneda
extranjera, empleándola como sucedánea de la moneda nacional, pueden generar
injusticias o ser ineficientes.
En el ámbito interno, limitar la existencia de obligaciones en moneda extran-
jera, permitiéndolas sólo en los casos en que su empleo sea propio atendiendo a la
naturaleza y condiciones de los contratos a que estén referidas, presenta problemas
de significación, ya que no es fácil determinar de manera adecuada mediante
normas de carácter general cuáles deben ser esos casos.
También hay que considerar que con frecuencia las causas por las que la
moneda nacional no cumple satisfactoriamente sus funciones son imputables al
Estado y, consiguientemente, es opinable la justificación de un orden nonnativo
que procure evitar el uso que los particulares hagan de moneda extranjera para
salvaguardar su patrimonio.
Por otra parte, las normas que prohíban o limiten en forma radical el empleo
de la moneda extranjera tienen una eficiencia muy dudosa en cuanto a su estricto
y debido cumplimiento; por ejemplo, las disposiciones que establezcan regímenes
generalizados de control de cambios o que prohíban la salida de capitales.

ÁMBITO DEL DERECHO MONETARIO

El orden jurídico aplicable al dinero en un país se integra con el conjunto de


disposiciones que nonnan la estructura y la operación del sistema monetario,
establecen la naturaleza y condiciones que la legislación nacional reconoce a las
monedas extranjeras, regulan la creación y el cumplimiento de obligaciones dine-
rarias y consignan el régimen aplicable a los cambios de monedas emitidas por
distintos países, cuando una de ellas sea la moneda nacional.
La mayoría de estas disposiciones suele ser de orden público, pero existen
también en ciertos casos normas cuya aplicación es supletoria de la voluntad de las
partes. Consecuentemente, el derecho monetario se considera de manera formal
como una parte del derecho público, aun cuando en el derecho privado se consignen
disposiciones referidas al dinero como objeto de obligaciones de naturaleza civil o
mercantil.
Países como el nuestro, en el que el derecho civil no tiene carácter federal,
plantean cuestionamientos constitucionales respecto a si el Congreso de la Unión
puede dictar leyes aplicables en toda la República, que modifiquen disposiciones
contenidas en códigos civiles cuya expedición se encuentre referida a las legislatu-
ras estatales, ordenamientos que, al nonnar contratos como el préstamo de dinero
o la compraventa, establezcan un nominalismo monetario absoluto o bien permitan
convenir prestaciones atendiendo a un valorismo monetario.
14 DERECHO MONETARIO

En México, aun cuando el criterio para resolver esos cuestionamientos es


opinable, puede estimarse con razón que todo lo relativo a las condiciones jurídicas
de la moneda es materia federal, incluso cuando ésta sea objeto de obligaciones
contraídas en contratos civiles.
El artículo 73, fracción XVlII, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, faculta al Congreso de la Unión para fijar las condiciones de la
moneda nacional, atribución que éste ha ejercido expidiendo, entre otros ordena-
mientos y de manera principal, la Ley Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos,
la cual, en sus artículos 70. y 90., establece en disposiciones de orden público las
condiciones que nuestro derecho positivo tija a la moneda nacional cuando es objeto
de obligaciones dinerarias.
11. Sistema monetario mexicano

EVOLUCIÓN HISTÓRICA

Durante el virreinato, la circulación monetaria se integró principalmente con piezas


de oro y plata, pero prevalecieron, por su número, las segundas. Había también
monedas secundarias de apoyo, acuñadas en cobre o en niquel. Estas, debido a su
bajo valor intrínseco, tuvieron escasa aceptación y aun, en diversas ocasiones,
amplio rechazo.
México conservó la circulación bimetálica desde su independencia hasta 1931.
En el transcurso del siglo XIX la generalidad de los paises configuró sistemas
monetarios llamados "de patrón metálico", atendiendo a que la ley asignaba a la
unidad monetaria una equivalencia fija respecto a detenninado peso de metal fino,
fundamentalmente el oro y, en algunos casos, la plata. Tanto los sistemas de patrón
oro como los de patrón plata eran nominalistas o bimetalistas. Lo primero, cuando
la ley confería poder liberatorio ilimitado sólo a monedas acuñadas en el metal
patrón y, lo segundo, si ese poder liberatorio pleno se otorgaba a monedas acuñadas
tanto en el metal patrón como en el otro de los dos metales finos antes mencionados.
Tratándose de regímenes bimetalistas, la ley, para establecer las denominacio-
nes de las monedas circulantes y el metal contenido en ellas, consideraba cierta
relación fija de valor entre un determinado peso en oro y el mismo peso en plata.
En la época a que nos referimos fue común que la citada relación se fijase entre 1
a 15 y 1 a 16 1/ 2• Esta relación correspondía a la existente entre las cotizaciones que,
en los mercados internacionales de metales, alcanzaban el oro y la plata en barras
o lingotes.
El monometalismo y el bimetalismo a que se ha hecho mención se comple-
mentaban permitiendo la libre importación y exportación de los correspondientes
metales y dando a los particulares derecho a entregar libremente en las casas de
moneda barras de oro o de plata, recibiendo en cambio las respectivas piezas
acuñadas.
Las leyes monetarias mexicanas de 1823, 1861 Y 1867 mantuvieron el bime-
talismo antes citado, con amplia circulación de piezas blancas y escasa circulación
de piezas amarillas. El primero de estos ordenamientos modificó sólo la emblemá-
tica de nuestra moneda, en tanto que los dos posteriores ajustaron el sistema
monetario para adecuarlo al decimal, bajo un régimen de patrón plata en el que la
unidad monetaria, representada por el peso de plata, equivalía a veintisiete gramos
16 DERECHO MONETARIO

setenta y tres miligramos de ese metal fino. Asimismo, y para proveer a la operación
del bimetalismo mencionado, consideraron una relación de valor entre el oro y la
plata amonedados de 1 a 16.
En el siglo pasado nuestro sistema monetario operó de manera satisfactoria
hasta principios de la década de los años setenta. En el ámbito externo prevalecian
regímenes bimetalistas con amplia circulación de monedas acuñadas en plata y, en
los mercados de metales, las cotizaciones de esta última presentaron, en relación
con las del oro, una gran estabilidad. Tal situación permitía operar sin mayores
problemas la relación fija de valor que, para efectos monetarios, reconoCÍan las
leyes, entre las piezas de oro y las de plata. Otra consecuencia era el logro de la
estabilidad en los cambios internacionales, factor de significativa relevancia para
las inversiones extranjeras. Todo ello beneficiaba considerablemente a México,
porque era uno de los primeros productores y exportadores de plata en el mundo,
lugar que compartía con los Estados Unidos de América.
A finales de 1873 se inició un cambio radical en esa situación debido a que en
los mercados internacionales la plata tuvo, de manera creciente y prolongada, una
aguda depreciación respecto al oro originando que la relación de valor correspon-
diente llegase a ser, a principios del siglo xx, de I a 39. No sólo se hizo
inconveniente sino insostenible mantener entre las monedas de oro y las de plata
la mencionada relación monetaria que, como ya se ha dicho, era entre 1 a 15 y 1
a l6'¡'
Ante esta situación, la generalidad de las naciones transitó del bimetalismo al
monometalismo oro, cerrando sus casas de moneda a la libre acuñación de piezas
de plata y limitando el poder liberatorio de éstas en el pago de obligaciones
dinerarias.
En México la correspondiente reforma monetaria tuvo lugar el año de 1905.
La ley sustituia el régimen de patrón plata, reconocido en la Ley Monetaria de 1867,
por un régimen de patrón oro, y establecía: "La unidad teórica del sistema
monetario de los Estados Unidos Mexicanos está representada por setenta y cinco
centigramos de oro puro [ ... ]".
A la vez mantenía el régimen bimetalista existente, previendo la emisión de
monedas con poder liberatorio ilimitado, aculladas en oro o en plata; modificaba la
relación de valor monetario entre ambas piezas, el cual pasó de 1 a 16 a 1 a 32,
depreciando así el valor monetario de la plata tanto para aproximarlo a los
valores de mercado que en esa fecha tenían dichos metales, como para estabilizar
el tipo de cambio del dólar con la moneda nacional, el cual correspondía a esa nueva
relación de valor; suprimió la libertad de los particulares para acudir a las casas de
moneda y entregar barras de plata recibiendo en cambio monedas acuñadas en ese
metal fino, con el propósito de sostener el valor monetario de la plata enrareciendo
su circulación, y creó un fondo regulador de la circulación monetaria, el cual tenía
como finalidades sostener la citada relación de valor entre las piezas de oro y las
de plata y procurar estabilidad en los cambios internacionales.
Tales reformas fortalecieron considerablemente las facultades del Estado para
dirigir la política monetaria del país, regulando de manera directa el monto de la
circulación de la moneda.
SISTEMA MONETARIO MEXICANO 17

Este nuevo sistema monetario logró sus fines de manera exitosa al estabilizar
los cambios, sostener el valor de las monedas de plata y aumentar conside-
rablemente la circulación de piezas de oro. De 1905 a 1909, el monto del fondo
regulador se incrementó de manera significativa, pasando, en esos cuatro años, de
lOa 18 millones de pesos.
Poco tiempo después, situaciones internas y externas originaron una crisis
aguda en el mencionado sistema y lo hicieron difícilmente sostenible. Las reservas
metálicas que lo apoyaban disminuyeron de manera considerable. La circulación
de piezas de oro y de plata se contrajo de manera drástica al reducirse su acuñación
y ser atesoradas por los particulares. Los bancos habían dejado de efectuar nuevas
emisiones de billetes y el papel moneda emitido en la segunda década del presente
siglo fue pronto depreciado y objeto de fTecuentes desmonetizaciones. Todos estos
factores originaron severa astringencia monetaria, lo que hizo que en 1918 se
expidiese un decreto dando curso legal a la moneda de oro extranjera, con el
propósito de que su circulación aliviara la escasez de medios de pago en el país.
Por otra parte, las fluctuaciones en los precios internacionales del oro y de la
plata dificultaban seriamente mantener en la práctica la relación teórica de valor
que establecía la ley de 1905, lo que afectó una condicíón básica del sistema de
patrón oro con circulación bimetálica estructurado en dicha ley.
Al igual que sucedía en México, los principales países europeos tenían graves
problemas para sostener los sistemas de patrón metálico porque sus economías
estaban seriamente dañadas por la Primera Guerra Mundial.
Surgió así un proceso que llevó a la extinción de esos sistemas monetarios y
al establecimiento de los ahora vigentes en el mundo, llamados de moneda fiducia-
ria. En éstos los signos monetarios metálicos son moneda fraccionaria o de apoyo,
la cual carece propiamente de valor intrínseco y la circulación respectiva se integra
de manera principal con el papel moneda emitido por los bancos centrales.
En nuestro país, el cambio de sistema monetario tuvo un antecedente de
importancia en el régimen de patrón oro que estableció la ley de 1905, ya que ese
ordenamiento, al conferir a la moneda de plata de un peso un valor nominal superior
al intrínseco, dio en cierta medida a los pesos de plata carácter de moneda fiduciaria.
El nuevo régimen se configura en la Ley Monetaria de los Estados Unidos
Mexicanos expedida el año de 1931, Y se fortaleció con las refonnas hechas a esa
ley en los años de 1935 y 1936. La citada ley monetaria, si bien mantuvo hasta 1936
la equivalencia teórica del peso mexicano fijada en el ordenamiento de 1905,
suprimió la acuñación de piezas de oro y desmonetizó aquellas que se encontraban
en circulación, y otorgó, en 1935, curso legal ilimitado a los billetes emitidos por
el Banco de México, convirtiéndolos en la moneda fundamental del país.

UNIDAD MONETARIA Y MONEDAS CIRCULANTES

El artículo 10. de la Ley Monetaria de 1931 consigna, en su texto vigente: "La


unidad del sistema monetario de los Estados Unidos Mexicanos es el 'peso', con
la equivalencia que por ley se señalará posteriormente."
18 DERECHO MONETARIO

El nombre "peso", con el que se ha denominado a nuestra unidad monetaria,


se originó por lo siguiente. En los afios posteriores a la Conquista, fue escasa la
moneda de la metrópoli que circulaba en la Nueva España donde, por otra parte,
existía en abundancia la plata y, en menor medida, el oro. Ante esta situación, para
atender los requerimientos de los cambios, fue usual emplear en ellos fragmentos
de esos metales finos cuyo peso fuese similar al de las monedas españolas. Así, se
daba y recibía el peso de un doblón o un castellano, práctica de la cual surgió el
nombre a que nos referimos.
Este nombre, de antigua tradición en nuestra patria, se conservó para denomi-
nar a la actual unidad del sistema monetario mexicano, la cual, con una equivalencia
de mil unidades anteriores, rige a partir del lo. de enero de 1993.
El decreto que creó esta nueva unidad 26 establece, en disposiciones transitorias,
que en tanto las monedas representativas de la unidad actual coexistan en la
circulación con las que representan a la unidad sustituida, aquélla debe identificarse
mediante la expresión "nuevo peso".
También, reconociendo una costumbre inveterada, el citado decreto señala que
esta nueva unidad monetaria "continuará representándose con el símbolo $ [ ... ]"
(art. lo.).
Este señalamiento reconoce por vez primera en la legislación mexicana el
significado de ese símbolo, cuyo uso proviene de expresar un elemento gráfico
que contenían las monedas llamadas "columnarias" o "de mundos y mares", en
las que figuraban las columnas de Hércules unidas con un lazo en el que aparecía
la leyenda plus ultra, que hacía referencia al descubrimiento del "nuevo mundo"
americano.
La disposición del artículo lo. de la Ley Monetaria de los Estados Unidos
Mexicanos, en la que se deja a una ley posterior señalar la equivalencia del peso,
obedeció a motivos circunstanciales. Como antes hemos dicho, fijar a la unidad
monetaria equivalencia en cierto peso de metal fino era característica primordial en
los sistemas de patrón metálico. Cuando, en el tránsito del sistema de patrón oro a
un régimen de moneda fiduciaria, la ley, el año de 1935, suprimió la equivalencia
del peso referida a setenta y cinco centigramos de oro puro, estableció la prevención
que nos ocupa ante las dudas que entonces existían respecto al nuevo régimen
monetario a establecerse en el país.
En el sistema de moneda fiduciaria vigente, la mencionada equivalencia sólo
tiene cabal sentido refiriéndola con criteno histórico, como lo hace el decreto en
comentario, a unidades teóricas anteriores.
El peso, unidad ideal, se representa en las monedas circulantes previstas en el
artículo 20. de la Ley Monetaria. Éstas son los billetes emitidos por el Banco de
México y las diversas monedas metálicas a que este último precepto se refiere.
De conformidad con esa ley, los primeros tienen poder liberatorio ilimitado
(art. 40.) y las segundas limitado al valor de 100 piezas de cada denominación, en
un mismo pago (art. 50.). No obstante, las oficinas de la Federación, de los estados

26 Publicado en el DlOrio OficIO! de la Federa,·,ón el 22 de junio de 1992


SISTEMA MONETARIO MEXICANO 19

y de los municipios están obligadas a recibir monedas metálicas sin limitación


alguna, en pago de toda clase de impuestos, servicios o derechos (art. 60.).
Estas disposiciones dan a los billetes del Banco de México carácter de moneda
principal y consideran a las piezas metálicas como moneda complementaria del
billete en los pagos o para efectuar éstos cuando su monto es reducido. La
prevención que obliga a recibirlas ilimitadamente en pagos fiscales obedece al
criterio de que siendo el gobierno su emisor debe aceptarlas sin restricción alguna.
El artículo 73 fracción XVIII de la Constitución faculta al Congreso de la
Unión para establecer casas de moneda y fijar las condiciones que éstas deben tener.
Sobre el particular, el citado artículo 20. de la Ley Monetaria previene que las
características de las piezas metálicas deben señalarse a través de decretos expedi-
dos por el Congreso general. En ellos es usual se prevean varias composiciones
metálicas susceptibles de emplearse en la acuñación de las correspondientes mo-
nedas, y se atribuye a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público la facultad de
señalar, a propuesta del Banco de México, cuál de ellas debe emplearse.
Respecto a los billetes, la Ley del Banco de México (art. 50.) consigna que
éstos deben contener la denominación con número y letra; la serie y número; la
fecha del acuerdo de emisión; las finnas en facsímil de un miembro de la Junta de
Gobierno y del cajero principal; la leyenda "Banco de México", y las demás
características que señale la Junta de Gobierno de esta institución (art. 46, fracc. 1),
entre las que se encuentra la de determinar el valor nominal de los billetes.
El régimen a que nos referimos presenta, en la distribución de facultades para
fijar las características de las distintas monedas circulantes, asimetrías originadas
por los cambios habidos en el sistema monetario cuando se sustituyó el patrón
metálico por el de moneda fiduciaria. En éste las características de las piezas
metálicas no tienen ya la importancia primordial que tenían en el primero, pues
corresponden ahora al propósito de que dichas piezas se distingan fácilmente entre
sí, puedan portarse en forma cómoda y tengan denominaciones que faciliten su
empleo eficiente en las transacciones dinerarias. También es usual que procuren
economía en su fabricación, defensa contra alteraciones o empleos no monetarios
y razonable resistencia al deterioro que origina su uso.
Considerando el mencionado cambio de sistema, procede revisar el orden
normativo a que nos referimos a fin de hacerlo más congruente con el actual sistema
monetario. Esto podría lograrse estableciendo un régimen para determinar las
condiciones de la moneda metálica, similar al que hoy tiene el billete.
Con el fin de que el público pueda contar con los distintos signos monetarios
que requiera para sus diarias transacciones, la Ley del Banco de México (LBM)
previene (art. 60.) que dicha institución. directamente o a través de sus correspon-
sales, deberá cambiar a la vista los billetes y las monedas metálicas que ponga en
circulación por otros de la misma o de distinta denominación, sin limitación alguna
y a voluntad del tenedor previendo, no obstante 10 anterior, que si el banco o sus
corresponsales no dispusieren de billetes o monedas metálicas de las denominacio-
nes solicitadas, la obligación de canje podrá cumplirse entregando piezas de las
denominaciones de que dispongan, más próximas a las demandadas. Esta salvedad
se hace reconociendo la inconveniencia de obligar a las instituciones de crédito a
20 DERECHO MONETARIO

mantener en sus oficinas en fanna pennanente considerables existencias de billetes


y monedas metálicas, en todas sus denorn ¡naciones.
Asimismo, el citado precepto faculta al Banco de México para, en el cumpli-
miento de su obligación de canje con las mstituciones de crédito, entregar a éstas
billetes y monedas metálicas de las denominaciones cuya circulación considere
conveniente para facilitar los pagos, intluyendo así en la composición de la
circulación monetaria.
Estas disposiciones se complementan confiriendo al mencionado banco atri-
buciones para determinar, mediante la expedición de normas de carácter general,
las condiciones en que las instituciones de crédito deben canjear y retirar los billetes
y las monedas metálicas en circulación (LBM, art 23),
La Ley Monetaria expresa que tambien tormarán parte del sistema monetario
las monedas metálicas acuñadas en platino, en oro y en plata, cuyo peso, cufto, ley
y demás características señalen los decretos relativos a expedirse por el Congreso
de la Unión. Estas monedas carecen de valor nominal, tienen poder liberatorio
referido exclusivamente a solventar obligaciones dinerarias cuando el deudor
demuestre haberlas recibido de su acreedor y su cotización la determina diariamente
el Banco de México con base en el precio internacional del metal fino contenido
en ellas (arts, 20, bis y 70,),
Como puede observarse, dichas características no permiten a tales signos
monetarios fungir como medios generales de pago. Esto lo reconoce la ley cuando
no considera moneda circulante, pues ésta es sólo aquella comprendida en la
enumeración que hace el artículo 20.
La adición del artículo 20. bis en el ordenamiento monetario se hizo atendiendo
a los motivos siguientes. México exporta en cantidades apreciables ~y obtiene
utilidades de significación- reproducciones de antiguas monedas nacionales
acuñadas en oro, entre las que destaca el "centenario", así como diversas piezas de
plata amonedadas,
Tales exportaciones empezaron a competir en los mercados internacionales
con piezas similares de otros países a las que éstos conferían el carácter de moneda
legal, caso del "Kruger raand" sudafricano o de la "hoja de maple" canadiense,
Nuestro país, para fortalecer su posición competitiva, previó, con la adición que
nos ocupa, la emisión de las monedas acuñadas en metales finos.

EMISIÓN Y CIRCULACIÓN DE LA MONEDA

El Banco de México tiene entre sus finalidades la de proveer a la economía del país
de moneda nacional (LBM, art, 20,),
A ese efecto la ley le asigna competencia privativa para emitir billetes y ordenar
la acuñación de moneda metálica (LBM, arto 40, y LM, art, 12),
La emisión de moneda metálica constituye el objeto principal de la Casa de
Moneda de México (Ley Orgánica de la Casa de Moneda de México, LCMM, arts.
20. y 40,), organismo público descentralizado que debe acuñar esa moneda con
SISTEMA MONETARIO MEXICANO 21

estricto apego a las órdenes que reciba del Banco de México, y entregarla a éste
una vez acuñada.
El banco central puede fabricar sus billetes o encargar la fabricación de éstos
a terceros (LBM, arto 50.) así como ordenar la fabricación de moneda metálica a la
mencionada Casa de Moneda o encomendar esa fabricación a otras personas a
quienes previamente la Secretaría de Hacienda y Crédito Público haya autorizado
para ese efecto (LM, arto 13).
Todos los billetes del Banco de México se fabrican en las instalaciones con
que para ello cuenta esa institución y las piezas metálicas se producen íntegramente
en la Casa de Moneda de México.
No obstante es conveniente que la ley prevea la posibilidad de encargar a
terceros dichas fabricaciones, ya que tal prevención tiene como propósito mejor
proveer a la seguridad de que el público cuente en todo tiempo con la moneda
requerida para sus transacciones, pues pueden llegar a presentarse contingencias
extraordinarias que transitoriamente impidan al Banco de México o a la Casa de
Moneda producir billetes o monedas metálicas en términos que satisfagan los
requerimientos de una adecuada circulación monetaria.
Sólo al Banco de México corresponde colocar moneda en la circulación y debe
hacerlo a través de las operaciones que la ley le autoriza a realizar (LBM, arto 40.).
Entre esas operaciones destacan los financiamientos que conceda al gobierno
federal y a las instituciones de crédito.
Aspecto de significativa importancia es aquél concerniente a las disposiciones
aplicables al monto de signos monetarios susceptible de colocarse en la circulación
por el banco central, debido a que ese monto incide de manera directa y principal
en la estabilidad del valor real de la moneda.
Considerando que el Banco de México pone principalmente en circulación los
billetes y las piezas metálicas mediante los financiamientos que otorga al gobierno
federal y a las instituciones de crédito, el párrafo sexto del artículo 28 constitucional
establece que ninguna autoridad puede ordenar al banco central conceder financia-
miento. Tal prevención salvaguarda la autonomía conferida al Banco de México
cuyo objetivo prioritario debe ser, de conformidad con lo dispuesto en el mencio-
nado precepto, procurar estabilidad en el poder adquisitivo de la moneda nacional.
Sobre el particular, el orden normativo (LBM, arts. 11 y 12) establece un
régimen para el financiamiento que dicho banco otorgue al gobierno federal, con
las características siguientes:
El banco sólo puede dar crédito al gobierno federal abonando su importe en la
cuenta corriente que lleva a la Tesorería de la Federación, previéndose que con
cargo a esa cuenta la citada tesorería no podrá librar cheques u otros documentos
en favor de terceros. Esto último para evitar que el gobierno coloque al banco en
situaciones que comprometan al segundo, poniéndolo en la alternativa de otorgar
crédito al primero para impedir sobregiros en la cuenta antes mencionada o rechazar
cheques por falta de fondos, lo cual ocasionaría problemas de muy amplia consi-
deración.
La ley a que nos referimos establece, en disposición transitoria, que, durante
un plazo de tres años contado a partir del lo. de abril de 1994, el tesorero de la
22 DERECHO MONETARIO

Federación puede seguir librando cheques u otros documentos en favor de terceros,


con cargo a la cuenta de la Tesorería de la Federación; tomando en cuenta que para
cumplir la prevención de no librar los mencionados documentos la tesorería
requiere un periodo suficiente para modificar el sistema de pagos que durante años
ha venido operando a través de la citada cuenta.
El saldo de esa cuenta que obre a cargo del gobierno federal por corresponder
a crédito concedido por el banco, no deberá exceder de un límite equivalente a 1.5
por ciento de las erogaciones del propio gobierno previstas en el presupuesto de
egresos de la Federación para el ejercicio de que se trate, sin considerar a esos
efectos las sefialadas para la amortización de la deuda de dicho gobierno.
El régimen tiene una salvedad, ya que el límite antes mencionado es susceptible
de excederse cuando, por circunstancias extraordinarias, aumenten conside-
rablemente las diferencias temporales entre los ingresos y los gastos públicos.
En el hecho de que, por tal supuesto, el saldo deudor de la cuenta exceda
del límite referido, el banco debe proceder a la colocación de valores a cargo del
gobierno federal. por cuenta de éste y por el importe del excedente. De ser necesario
O conveniente, el banco, también por cuenta del gobierno federal, puede emitir
valores a cargo de éste para realizar la colocación respectiva. Al determinar las
características de la colocación y, en su caso, emisión, el banco debe procurar
las mejores condiciones para el gobierno, dentro de lo que el mercado permita.
La institución está obligada a colocar los valores mencionados en un plazo no
mayor de quince días hábiles, contado a partir de la fecha en que se exceda el límite
antes dicho, liquidando el excedente del crédito con el producto de la colocación
correspondiente.
La Junta de Gobierno del banco está facultada para ampliar ese plazo una o
más veces por un lapso conjunto no mayor de tres meses; ello con carácter
excepcional y siempre que resulte convemente para evitar trastornos en el mercado
financiero.
Este régimen permite al banco central financiar al gobierno y actuar en el
mercado en términos que compensen o atenúen el posible impacto inflacionario de
los referidos excedentes, cuyo importe retira de la circulación mediante la coloca-
ción de los valores antes referidos.
Por otra parte, la ley dispone que el Banco de México no debe prestar valores
al gobierno federal ni adquirirlos de éste, ~xcepto cuando se trate de adquisiciones
de valores a cargo del propio gobierno)' se cumpla una de las dos condiciones
siguientes: que las adquisiciones queden correspondidas con depósitos en efectivo
no retirables antes del vencimiento, que dicho gobierno constituya en el banco con
el producto de la colocación de los valores referidos, cuyos montos, plazos y
rendimientos sean iguales a los de los valores objeto de la operación respectiva; o
bien, correspondan a posturas presentadas por el banco en las subastas primarias
de tales valores. Estas últimas adquisiciones en ningún caso deberán ser por monto
mayor al de los títulos a cargo del propio gobierno propiedad del banco que venzan
el día de colocación de los valores objeto de la subasta.
La primera de estas condiciones hace que, en realidad, las compras de valores
al gobierno no correspondan a un financiamiento otorgado a este último. Su
SISTEMA MONETARIO MEXICANO 23

propósito es que el banco central adquiera títulos gubernamentales para, colocán-


dolos en el mercado, regular su circulación en términos que eviten fluctuaciones
erráticas o inconvenientes en las cotizaciones respectivas.
La segunda condicionante limita el monto de los valores a adquirirse y provee
a que esas adquisiciones se hagan siempre en condiciones de mercado.
Tratándose de financiamiento concedido a las instituciones de crédito por el
banco central, compete a éste determinar su importe y otorgar ese financiamiento,
salvo ciertos casos de excepción, sólo para propósitos de regulación monetaria y
en términos que mejor procuren el logro de la estabilidad en el poder adquisitivo
de la moneda nacional.

SEGURIDAD EN LA CIRCULACIÓN MONETARIA

Para procurar que la moneda cumpla mejor con sus funciones, nuestra legislación
ha establecido normas que tienen como propósito: evitar abusos de los particulares
en el empleo de signos monetarios y salvaguardar los intereses del público para dar
a éste razonable seguridad en cuanto a la autenticidad de las monedas en circulación.
El propósito mencionado en primer término se procura en dos disposiciones
(LM, arto 10). Una establece que las piezas perforadas o recortadas, las que tengan
marcas o contraseñas y las que presenten vestigios de usos no monetarios, carecerán
de curso legal y no serán admitidas en oficinas públicas. La otra prohíbe alterar o
transformar las monedas metálicas en circulación, mediante su fundición o cual-
quier otro procedimiento que tenga por objeto aprovechar su contenido metálico,
y sanciona con multa las infracciones. Dicha prohibición no es aplicable al Banco
de México.
La primera de estas disposiciones tiene como objeto que los billetes y las piezas
metálicas sólo tengan los usos monetarios para los que se emiten y no sean
transformados en objetos de ornato o en medios para trasmitir mensajes al público,
como en el caso de los billetes que se alteran incorporándoles leyendas.
El propósito de la otra disposición que nos ocupa es impedir que los particu-
lares, cuando el contenido metálico de alguna o algunas monedas circulantes
alcance un valor superior al expresado en la denominación de estas últimas, retiren
dinero de la circulación destruyéndolo para aprovechar en su beneficio el corres-
pondíente metal.
Privar de poder liberatorio a los billetes y monedas metálicas que presenten
vestigios de usos no monetarios perjudica a sus tenedores, por lo que tal efecto
constituye, en considerable medida, una sanción impuesta a los particulares por el
abuso que hacen o permiten en el empleo de signos monetarios. Las infracciones a
la prohibición de alterar o transformar piezas metálicas para aprovechar su conte-
nido se sancionan por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público con multa hasta
de un tanto del valor del metal contenido en las piezas alteradas o transformadas.
El importe de la multa correspondiente debe fijarse oyendo al Banco de México
y tomando en cuenta el valor y el número de las piezas utilizadas, el destino que se
24 DERECHO MONETARIO

haya dado o pretendido dar a las monedas o a sus componentes, la utilidad percibida
por el infractor, las circunstancias peculiares de éste y el daño producido a la
circulación monetaria (LM, arto 10). Estas ~anciones se aplican sin perjuicio de las
responsabilidades que resulten por haberse cometido algún o alguno de los ilícitos
previstos en el Código Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común y
para toda la República en materia de fuero federal (LM, arto 21).
Este código previene: "Al que marque la moneda con leyendas o sellos,
troqueles o de cualquier otra fonna, que no sean delebles, para divulgar mensajes
dirigidos al público" se impondrá de uno a cinco años de prisión y hasta quinientos
días multa (art. 235, trace. 1I). Establece también: "Se impondrá de tres a siete años
de prisión y hasta quinientos días multa, al que aproveche ilícitamente el contenido
metálico destruyendo las monedas en circulación mediante su fundición o cualquier
otro procedimiento" (art. 238).
Al Banco de México se le permite aprovechar el mencionado contenido
metálico, atendiendo a que en él ese aprovechamiento es conveniente al mejor
ejercicio de sus funciones monetarias. Como ejemplo puede hacerse mención al
caso de que el metal a que nos referimos se emplee para fabricar otras monedas de
distinta denominación.
La salvaguarda de los intereses del público se procura prohibiendo la imitación
o reproducción total o parcial de monedas metálicas o de billetes, nacionales o
extranjeros, en rótulos, viñetas, anuncios o en cualquier otra fonna, salvo en
aquellos casos en que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, oyendo previa-
mente al Banco de México, lo autorice de manera expresa, por tratarse de imágenes
de monedas que carezcan de idoneidad para engaftar, que no conduzcan o puedan
conducir a la falsificación de dichas piezas, ni, en general, afecten la seguridad de la
circulación monetaria, quedando igualmente prohibida la comercialización de
reproducciones o imitaciones no autorizadas por la citada secretaría, la que tiene
atribuciones para sancionar con multas a quienes contravengan la nonnatividad en
comentario (LM, arto 17).
El régimen incluye a las monedas extranjeras, tanto para proteger con mayor
amplitud los citados intereses del público, como para mejor proveer al cumplimien-
to de tratados internacionales suscritos por México en los que éste se obliga con los
demás estados miembros a combatir la falsiticación de las correspondientes divisas.
Por otra parte, también para procurar seguridad en la circulación monetaria, el
régimen jurídico establece procedimientos que penniten detenninar cuándo las
piezas circulantes son falsas o han sido alteradas.
Estos procedimientos son dos, muy similares entre sí. Uno se aplica cuando el
tenedor de la moneda duda de su autenticidad. El otro se refiere a los casos en que
lleguen a poder de una institución de crédito monedas respecto de las cuales exista
presunción de que son falsas o han sido alteradas.
En el primer supuesto, el mencionado tenedor puede pedir al Banco de México,
directamente o por conducto de cualquiera institución de crédito del país, verificar
esas circunstancias entregándole la pieza o piezas respectivas contra el recibo
correspondiente. En el caso de que tal petición se fonnalice por conducto de una
institución de crédito, ésta debe remitir al Banco de México las piezas que le sean
SISTEMA MONETARIO MEXICANO 25

entregadas, para su análisis, haciéndolo en los términos que señale el propio banco
y dentro de un plazo no mayor de un dia hábil contado a partir de la fecha en que
entregue al tenedor de dichas piezas el recibo antes mencionado. Cuando éstas sean
auténticas deben ser devueltas a su tenedor; si, por el contrario, resultaren falsas,
estuvieren alteradas o no se pueda determinar la autenticidad de las mismas, el
banco central está obligado a dar parte de inmediato a las autoridades competentes,
poniéndolas a su disposición para el aseguramiento respectivo (LM, art. 19).
Si las monedas en las que exista presunción de que son falsas o han sido
alteradas llegan a poder de una institución de crédito por medio diverso al señalado
en el párrafo anterior, dicha institución, como auxiliar del Ministerio Público y de
la Policia Judicial, debe dar parte de inmediato a las autoridades competentes y
poner a su disposición la pieza o piezas respectivas. Las citadas autoridades deben
remitir al Banco de México, para su análisis, las piezas objeto de la averiguación o
instrucción; éstas quedaron al cuidado y bajo la responsabilidad del banco central.
A fin de evitar abusos de los bancos, el orden normativo establece que el carácter
de auxiliar del Ministerio Público y de la Policía Judicial que se atribuye a las
instituciones de crédito es exclusivamente para dar parte a las autoridades compe-
tentes y poner a su disposición las piezas respectivas (LM, arto 20).
Independientemente de todo lo anterior, la ley mexicana prohíbe que dentro
de la República se fabriquen piezas nacionales o extranjeras que hubieren tenido
carácter de moneda, sancionando administrativamente con multa a quienes lo
hagan. De esta prohibición y respecto a piezas mexicanas, se exceptúa al Banco de
México siempre que para fabricarlas cuente con la autorización de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público (I.M, arto 18).
Tal régimen tiene por objeto proteger los intereses del público, pues la
fabricación de antiguos billetes y monedas metálicas puede conducir a engaño
consistente en adquirirlos como auténticos, para fines numismáticos, o recibirlos
en transacciones dinerarias considerándolos moneda legal.
Prever que la fabricación de piezas nacionales ya desmonetizadas sea suscep-
tible de llevarse a cabo por el banco central, obedece al propósito de que éste pueda
comerciar con oro y plata acuñados colocando en el mercado interno y en los
mercados exteriores antiguas monedas mexicanas, como en el caso de los llamados
"centenarios" .
El Banco de México, al resolver sobre la producción y el comercio de dichas
piezas, lo hace procurando que éstas, por sus características, no sean susceptibles
de engañar al público respecto a la naturaleza de tales mercancías.
Tratándose de antiguas monedas extranjeras, la prohibición que nos ocupa se
establece estimando que resolver sobre su fabricación corresponde a los estados
que hubieren emitido las monedas correspondientes, así como que permitirla en la
República puede afectar derechos de los países emisores o causarles perjuicios en
sus circulaciones monetarias.
26 DERECHO MONETARIO

DESMONETIZACIÓN

Para la adecuada integración del sistema monetario, en función de las necesidades


del público y de la duración y costo de los materiales relativos, puede ser necesario
sustituir billetes o monedas metálicas por otros de la misma o distinta denomina-
ción, lo que retira el carácter de moneda a las piezas sustituidas, al privárseles del
poder liberatorio que la ley les confiere, este procedimiento recibe el nombre de
desmonetización.
Respecto a los billetes, resolver sobre su desmonetización compete de manera
exclusiva al Banco de México. Tales resoluciones deben publicarse en el Diario
Oficial de la Federación y especificar los billetes a que estén referidas, así como
el término durante el cual éstos conservarán su poder liberatorio. A fin de proteger
los intereses del público, dicho término no debe ser inferior a veinticuatro meses
contados a partir de la fecha en que se publique la resolución correspondiente y
durante ese lapso el banco central está obligado al canje de las piezas que se retiren
de la circulación por billetes o monedas metálicas de las mismas o de otras
denominaciones. Este canje es ilimitado y puede hacerse directamente por el propio
Banco de México o a través de sus corresponsales (LM, arts. 22 y 23).
En el caso de monedas metálicas, es el Congreso de la Unión quien está facul-
tado para retirarles el citado poder liberatorio, y lo hace usualmente en disposiciones
transitorias contenidas en los decretos que determinan las características de las
nuevas monedas que deben sustituir a las que son objeto de desmonetización. A esos
efectos es común que tales disposiciones transitorias señalen que las monedas a
sustituirse pierden su poder liberatorio una vez que el Banco de México hubiere
retirado de la circulación prácticamente la totalidad de dichas piezas.

POLÍTICA MONETARIA

La autoridad monetaria es el Banco de México, persona de derecho público con


carácter autónomo cuyo objetivo prioritario es procurar estabilidad en el poder
adquisitivo de la moneda nacional (art. 28, párrafo sexto constitucional y LBM, arts.
lo. y 20.). A él compete de manera exclusiva conducir e instrumentar la política
monetaria del país.
Para ello le corresponde privativamente:

a) Emitir billetes, ordenar la acuñación de moneda metálica y poner ambos


signos en circulación (LBM, art. 40.).
b) Detenninar características de los billetes, incluyendo su denominación, y
proponer a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público las composiciones
metálicas en que se acuñen las monedas, de confonnidad con lo previsto
en el régimen que, a esos efectos, ,e establece en la ley (LBM, arts. 50. y 46
tracc. 1, LM, art. 20. inciso b).
e) Emitir bonos de regulación monetaria y fijar sus características (LBM, arts.
70., fracc. VI, 17 Y 46, tracc. VI).
SISTEMA MONETARIO MEXICANO 27

Estos títulos tienen como propósito regular la liquidez de las institucio-


nes de crédito, así como del público, mediante operaciones llamadas "de
mercado abierto", propias de los bancos centrales. Su colocación y recom-
pra deben hacerse en condiciones de mercado y mediante subasta. Asimis-
mo, tales títulos deben, cuando así lo determine el emisor, mantenerse
depositados en administración en el propio Banco de México.
El banco sólo en dos ocasiones ha emitido esos bonos, colocándolos en
las instituciones de crédito como medio para aplicar la política monetaria
cuya instrumentación le concierne.
d) Regular la emisión y circulación de la moneda (LBM, arto 30., fracc. 1).

La regulación de la circulación monetaria se lleva a cabo mediante operaciones


financieras entre las que destacan aquéllas a celebrarse con el gobierno federal y
con las instituciones de crédito. Dicha regulación también se efectúa expidiendo
normas de carácter general aplicables a la banca y, en menor medida, a otros
intermediarios financieros (LBM, arts. 30., fracc. 1, 70., fracc. 11,24 Y 26).
El banco, rr..ediante la expedición de estas nonnas generales puede:

- Determinar las condiciones en que las instituciones de crédito deban canjear


y retirar los billetes y las monedas metálicas en circulación (LBM, arto 25),
para proveer que la moneda en poder del pÚblico satisfaga los requerimien-
tos de éste en cuanto a manejo de efectivo y, en general, procurar una
adecuada composición de las diversas piezas que integran la moneda
circulante.
- Establecer las características de las operaciones activas, pasivas y de
servicios que realice la banca, las de los créditos, préstamos o reportas que
celebren los intermediarios bursátiles, así como las de las operaciones
que estas últimas y las instituciones de seguros y de fianzas lleven a cabo
con el carácter de fiduciarios, mandatarios o comisionistas (LBM, art. 26).
Si bien el ejercicio por el banco de estas atribuciones se encuentra
referido principalmente a procurar el sano desarrollo del sistema financiero
y la protección de los intereses del público, dichas atribuciones también
pueden usarse en el ámbito de la política monetaria, lo que a su vez se
constituye como instrumento valioso para el manejo de la política de tasas
de interés.
- Determinar que hasta veinte por ciento de los pasivos de las instituciones
de crédito deba invertirse por éstas en depósitos de efectivo en el Banco de
México, en valores de amplio mercado o en ambos tipos de inversiones.
Este régimen de inversiones obligatorias es asimismo susceptible de esta-
blecerse por el banco central respecto a la captación de recursos del público,
al otorgamiento de créditos y a las inversiones en valores, que instituciones
financieras realicen actuando con el carácter de fiduciarios, mandatarios o
comisionistas. En estos casos el monto de las citadas inversiones obligato-
rias puede alcanzar hasta cincuenta por ciento de los recursos manejados en
fideicomiso, mandato o comisión (LBM, arto 28).
28 DERECHO MONETARIO

La facultad de expedir tales normas penmite al Banco de México regular


la circulación monetaria actuando sobre el monto del crédito a concederse
por la banca y otros prestatarios de servicios financieros.
e) Regular los sistemas de pagos, consistentes en la prestación de servicios de
transferencias de fondos a través de instituciones de crédito y de otras
empresas que los presten de manera profesional (LBM, arts. 30., fracc. 1 y
31).
El buen funcionamiento de los sistemas de pagos constituye un elemento
importante para complementar la operación del sistema monetario, dado el crecien~
te número de transacciones dinerarias que se realizan sin emplear la moneda porque
se efectúan mediante el servicio de transferencias.
Regular los sistemas de pagos es función que recientemente se ha empezado a
considerar propia de la banca central, tanto en la ley mexicana como en la
legislación extranjera. Gran parte de los bancos centrales que tienen asignada esa
función ya ha expedido nonnas que regulan dichos sistemas, elaboradas con el
apoyo de grupos de trabajo en los que participan de manera directa o indirecta
prestatarios y usuarios de los correspondientes servicios. El Banco de México aún
no ha establecido al respecto un régimen de carácter general, pues se encuentra en
una etapa previa, consistente en propiciar análisis y estudios que difundan el
concepto y las características de tales sistemas entre aquellas personas que actúan
como prestatarios o usuarios de los servicios respectivos, O bien son o puedan ser
participantes en tales sistemas.
llL Régimen aplicable a la moneda

extranjera

Como se ha mencionado con anterioridad, la legislación y lajurisprudencia mexi-


canas reconocen que el géneiO próximo de la moneda extranjera es el correspon-
diente al dinero y no al de mercancías, su diferencia específica con la moneda
nacional es que a ésta el orden normativo interno le refiere las funciones de ser
unidad y medida de valor, medio general de cambio e instrumento general de pago,
y le confiere curso legal, el cual no tiene en la República la moneda extranjera.
Sin perjuicio de las afirmaciones contenidas en el párrafo anterior, cabe
referirnos a dos casos que pueden suscitar alguna duda sobre si nuestro derecho
positivo considera dinero a la moneda extranjera o le asigna el carácter de mer-
cancía.
Estos casos son:

a) El Código de Comercio establece en su artículo 639: "El papel, billetes de


banco y títulos de deuda extranjeros no pueden ser objeto de actos mercan-
tiles en la República, sino considerándolos como simples mercancías; pero
podrán ser objeto de contratos puramente civiles."
Esa disposición no fue ni es aplicable a la moneda extranjera. En 1889,
año en que se expidió dicho código, los billetes de banco extranjeros eran
títulos de crédito y no moneda; por ello la disposición antes transcrita los
menciona junto con otros documentos mercantiles como los títulos de
deuda extranjeros. A mayor abundamiento, en el citado código, la moneda
extranjera se trata en los al1ículos 637 y 638: en el primero de ellos se afinna
que dicha moneda no tiene en la República más valor que el de plaza y en
a
el segundo que nadie está obligado recibirla.
Estas disposiciones confirman lo antes señalado: que la moneda extran-
jera, dentro de la República, tiene sólo el valor de cambio y está privada de
poder liberatorio de obligaciones dinerarias conferido en norma de orden
público.
b) La Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito,
en sus artículos 40. y 81, habla de compraventas de divisas, lo cual puede
hacer suponer que éstas se consideran mercancías. Aquí el término "com-
30 DERECHO MONETARIO

praventas" empleado por la ley no es el más adecuado, ya que las transac-


ciones a las que se refiere son cambios entre monedas emitidas por distintos
países, y quienes las realizan de manera habitual y profesional se denomi-
nan en la propia ley casas de cambio.
IV. Obligaciones dinerarias

OBLIGACIONES EN MONEDA NACIONAL

Es en este ámbito donde se aplica de manera principal el nominalismo y valorismo


monetarios, ya que las prestaciones consistentes en dar sumas en moneda nacional
al término de un lapso convenido de antemano, son las que pueden afectarse en
mayor grado con la depreciación que la moneda tenga en ese tiempo.
El primer código de comercio mexicano, expedido en el año de 1854, el cual
se inspiró principalmente en el Código Napoleónico y en el código español de Sáenz
de Andino, siguió la tradición jurídica española para normar el contrato de présta-
mo, estableciendo:
Articulo 295. En los préstamos de dinero por cantidad determinada, cumple el deudor
devolviendo igual cantidad numérica con arreglo al valor nominal que tenga la moneda.
cuando se haga la devolución. Mas si se hubiese contraído sobre monedas específica-
mente determinadas. con condición de devolverlo en otras de la misma especie. se
cumplirá así por el deudor, aun cuando sobrevenga alteración en el valor nominal de
las monedas que recibió.

José 1. Tornel y Mendivil comenta esta disposición:


Es de suponerse que en la República. el valor nominal de la moneda dado por la ley.
sea siempre correspondiente al intrínseco del metal acuñado. que es la máxima de
justicia universalmente sentada por los moralistas. autores de economía po[ítiea y
de legislación. para evitar el desprestigio del gobierno. [a alteraclón de precios de las
cosas, y [a bancarrota del Estado: en consecuencia, es de esperarse que jamás llegue el
caso previsto por este artículo, y que por desgracia en otros países ha sido frecuente en
tiempos remotos. De otra suerte. sería dit1cil evitar la usura. que con tanta y tan justa
severidad castiga este código: pues consistiendo la esencia de la usura en volver más
que lo recibido. tratándose del prestamista. y en que se vuelva menos que lo dado,
relativamente al prestador. no podría evitarse es1\: resultado, dándose como posible la
variación del valor nominal de la moneda. Si este valor nominal (;!s mayor al hacer el
pago que el que tenía la moneda al haecr el préstamo, el prestamista pagaría una usura
que lucraría el prestador; si por el contrario, valía más la moneda al prestarse que lo que
vale al hacerse el pago. perdería esa diICrencia el prestador, y la ganaría el prestamista:
lo cual es contrario a la regla de derecho natural, que para la licitud de los contratos
requiere que haya perfecta igualdad entre lo que se da y lo que se recibe. 27

27 José J. Tornel y Mcndivi1 Manual de derecho mercantil mexicano. Imprenta de Vicente Segura
Argüelles, MéXICO. 1854
32 DERECHO MONETARIO

Los códigos civiles de 1870 y de 1884 establecieron para el mutuo, un régimen


similar al consignado en el Código Lares r~specto al préstamo mercantil, e hicieron
dicho régimen extensivo a todas las prestaciones en dinero.
El Código Civil de 1870 determinaba:

Artículo /569. Las prestaciones en dinero se harán en la especie de moneda convenida;


y si esto no fuere posible en la cantidad d~ moneda corriente que corresponda al valor
real de la moneda debida.
Artículo 2818. Cuando el préstamo s~ hace en dinero y en determinada especie de
moneda, el mutuatario debe pagar en la misma especie recibida, sea cual fuere el valor
que ésta tenga en el momento de hacerse el pago. Si no puede pagar en la misma especie,
debe entregar la cantidad de moneda corriente que corresponda al valor de la especie
recibida.

El Código Civil de 1884 transcribio en forma literal estos dos preceptos,


respectivamente en sus articulos 1453 y 2690.
La exposición de motivos del Código Civil de 1870 señaló sobre el particular:

El artículo 2818 contiene disposiciones de verdadera conveniencia pública; pues quita


todo pretexto a la mala fe en los casos en que hay variación en el valor de la moneda:
haciénd·ose el pago en la misma especie recibida, el mutuante en nada se pe~judica,
puesto que si la moneda hubiere estado en su poder. habría sufrido la misma modifica·
ción. Pero si el pago no sc hace en la especie recibida. cs justo que el mutuatario, que
fue el que recibió el beneficio. entregue en moneda corriente la cantidad que corres·
pon da a la especie en que se le prestó, a fin de que el mutuante no sufra menoscabo
alguno.

El criterio se acepta y sostiene por la doctrina de la época. Manuel Mateas


Alarcón 28 comenta favorablemente dicho régimen afinnando que es más justo que
el establecido en el Código Napoleónico y en otras legislaciones que imponen al
mutuatario de una cantidad de dinero la obligación de restituir sólo la suma
numérica consignada en el contrato, debiendo hacerlo en las especies en curso al
momento del pago. En el mismo sentido se pronuncian Esteban Calva y Francisco
P. Segura. 29
Este valorismo metalista se fortalece y amplía considerablemente en el Código
de Comercio de 1884:

Artículo 657. Los préstamos hechos en dinero se cubrirán en la especie de moneda


convenida, aun cuando su valor ya no seJ el mismo. si no fuere posible pagar en la
misma especie de moneda. o sobre esto nn hubiere habido especial convenio, el pago
se hará en la cantidad de moneda corrientt- que corresponda al valor real de la moneda
debida

28 Manuel Mateos Alarcón, EstudiOS sobre el ('ódlgo Civil del Distrito Federal promulgado en
1870 con anotaciones relativas a las reformas introducidas por el Código de 1884, México, 1896, t. V.
pp. 201 Y 202.
29 Esteban Calvay Francisco P. Segura, InstitUCiones de derecho civil según el Código del Distrito
Federal y Territorio de la Baja California, México, t III, pp. 332 Ysiguientes
OBLIGACIONES DINERARIAS 33

De conformidad con lo dispuesto en este artículo todas las deudas dinerarias


originadas en contratos de préstamo debían solventarse atendiendo al valor real de
la moneda recibida, existiese o no convención especial en los contratos.
La consideración de un nominalismo, no de jus cogens sino dejus dl:'iposilivum,
señalado en el derecho común a que se ha hecho mérito y el valorismo absoluto del
ordenamiento mercantil de 1884, tuvieron un cambio radical a partir de 1889.
El Código de Comercio de 1889 contiene la siguiente prevención:
Artículo 359. Consistiendo el préstamo en dinero, pagará el deudor devolviendo una
cantidad igual a la recibida conforme a la ley monetaria vigente en la República al
tiempo de hacerse el pago, sin que esta prescripción sea renunciable.

Este criterio se confirma, generaliza y complementa en la Ley Monetaria de


1905 cuyos artículos 20 y 23 consignaron lo que a continuación se transcribe:
Artículo 20. La obligación de pagar cualquiera suma en moneda mexicana, se solventa
entregando monedas del cuño corriente por el valor que representan r... ]
Artículo 23. Las prevenciones de los tres artículos anteriores no son renunciables.
En consecuencia toda estipulación en contrario será nula de pleno derecho, quedando
derogados los artículos 1453 y 2690 del Código Civil del Distrito Federal.

Las disposiciones del Código Mercantil de 1889 y los preceptos de la Ley


Monetaria, antes transcritos, acotaron considerablemente el valorismo monetario
reconocido por la legislación y dieron paso a un régimen que, respecto a los
préstamos, sustituye un nominalismo potestativo por un nominalismo absoluto,
prohibiendo en ellos la convención de cláusulas de moneda específica o calificada.
Este importante cambio habido en el orden jurídico nacional no fue en su
tiempo objeto de mayor consideración por la doctrina, y las razones que el legislador
tuvo en cuenta para realizarlo son aún desconocidas, debido a lo siguiente: el
Código de Comercio de 1889, expedido por el Ejecutivo en uso de facultades
extraordinarias, carece de exposición de motivos, y la comisión que lo redactó,
compuesta por tres distinguidos abogados -Joaquín D. Casasus, José María
Gamboa y José de Jesús Cuevas- si bien formuló actas respecto a sus trabajos,
hasta ahora no ha sido posible conocerlas. En lo que se refiere a las exposiciones
de motivos presentadas por el Ejecutivo al Congreso para la expedición y ratifica-
ción por este último de la Ley Monetaria en comentario, sólo existe, sobre el cambio
a que nos referimos, una alusión de carácter general y un tanto críptica en la que se
afirma que la derogación de los artículos del código civil referentes al mutuo
obedece a que éstos eran "preceptos no muy de acuerdo con los sanos principios
económicos. "JO
Con posterioridad, el Código Civil de 1928 contiene en lo que atañe al
préstamo, un artículo prácticamente igual al del Código de Comercio de 1889, a
saber:

JO "Exposición de motivos de la iniciativa de decreto que aprueba el uso de facultades otorgadas


al Ejecutivo en materia monetaria", publicada en el Diario Oficial de los Estados Unidos Mexicanos
el 7 de noviembre de 1905, Legislación monetana, Secretaria de Hacienda y Crédito Público, México,
1959.
34 DERECHO MONETARIO

Articulo 2389. Consistiendo el préstamo en dinero, pagará el deudor devolviendo una


cantidad igual a la recibida conforme a la ley monetaria vigente al tiempo de hacerse
el pago, sin que esta prescripción sea renunciable [ ... ]

Por último, la Ley Monetaria de 193 1, hoy vigente con diversas e importantes
modificaciones, conserva en lo fundamental el régimen previsto en la Ley Mone-
taria de 1905, señalando:

Artículo 70. Las obligaciones de pago, de cualquier suma en moneda mexicana se


denominarán invariablemente en pesos y en su caso, sus fracciones. Dichas obligacio-
nes se solventarán mediante la entrega, por su valor nominal, de billetes del Banco de
México o monedas metálicas de las señaladas en el artículo 20. [... ]
Artículo 90. Las prevenciones de 10-; dos artículos anteriores no son renunciables
y toda estipulación en contrario será nula.

La Ley Monetaria no regula la prestación in ob/igatione que dé origen a deudas


de moneda nacional, salvo el señalamiento que se hace en cuanto a que dicha
prestación debe denominarse invariablemente en pesos. Sin perjuicio de esto
último, el artículo 70. de dicha ley se limita sólo a consignar la forma en que deben
cumplirse tales obligaciones. Lo cual da libertad a los particulares para obligarse
en términos de que el monto en pesos de la deuda sea variable, siempre que una vez
determinado su importe éste se cubra atendiendo al valor nominal de las monedas.
No obstante, disposiciones de derecho privado impiden aplicar, en ciertos
casos, este valorismo monetario. Sucede así: en los préstamos, puesto que en ellos
la obligación del deudor es devolver una cantidad igual a la recibida; en los
arrendamientos, cuyo precio solamente puede consistir en una suma de dinero o en
cualquiera otra cosa equivalente, con tal que sea cierta y determinada; en los
depósitos bancarios de sumas determinadas de dinero, yaque en éstos el depositante
queda obligado a restituir solamente la suma objeto del depósito, así como en los
titulos de crédito cambiarios, que deben expresar la promesa incondicional de pagar
una suma determinada de dinero.
Este régimen tiene varios inconvenientes, a saber:

a) Da origen a cierta incertidumbre jurídica respecto a la interpretación que


el Poder Judicial haga de los articulos 70. y 90. de la Ley Monetaria, ya
que podría considerar que el espíritu del primero es establecer en la
República un nominalismo absoluto e inderogable por los particulares y,
consiguientemente, cualquier convención contraria a ese nominalismo es
nula atento a lo dispuesto en el artículo 90.
b) Cuando la ley impide hacer variable el monto de obligaciones dinerarias
correspondiente al principal del crédito, es común que los particulares
acudan a la práctica de mantener el valor real de éste mediante la detenni-
nación de intereses que contienen dos componentes: uno, el llamado real.
y otro, el llamado inflacionario. El primero se encuentra referido al rendi-
miento de la operación y el segundo corresponde, en términos reales, a un
pago adicional del principal para mantener el valor real de la prestación
convenida.
OBLIGACIONES DINERARIAS 35

Esta práctica tiene dos inconvenientes de significación. Hace que el


componente inflacionario eleve las tasas de interés en ténninos que pueden
exceder a los de los incrementos en los precios, ya que los acreedores
procuran que esta parte de los intereses les dé amplia salvaguarda para
evitar pérdidas en el valor real del capital del crédito. Asimismo acelera,
en términos reales, la amortización del principal.
e) El régimen a que nos referimos puede también originar que los particulares,
para indizar obligaciones susceptibles de solventarse en moneda nacional,
empleen el procedimiento de denominar tales obligaciones en moneda
extranjera, haciendo así variar su monto en pesos tomando como índice el
tipo de cambio. Este procedimiento origina problemas indeseables de
carácter cambiario.
El 2 de abril de 1995 entró en vigor un decreto expedido por el Congreso de
la Unión,JI que fortalece considerablemente al valorismo monetario y, con ello, el
ámbito de la autonomía de la voluntad en el campo de las obligaciones dinerarias.
Los propósitos de este ordenamiento son: dar seguridad jurídica en el empleo
de una unidad de cuenta cuyo uso mantenga estable, en términos reales, el valor de
prestaciones monetarias; permitir a los particulares establecer esa salvaguarda
valorista en los casos en que disposiciones de la legislación mercantil lo impidan
formalmente y, removiendo esos impedimentos, evitar los inconvenientes que
presentan las prácticas antes mencionadas.
El decreto contiene cuatro preceptos atinentes al derecho monetario.
Su artículo primero establece que las obligaciones de pago de sumas en moneda
nacional convenidas en actos de comercio, pueden, salvo tratándose de cheques.
denominarse en unidades de inversión cuyo valor en pesos para cada día debe
publicar periódicamente el Banco de México en el Diario Oficial de la Federación.
La salvedad respecto al cheque se consigna por no estimarse procedente que
tales títulos, cuyo carácter es el de instrumentos de pago, puedan ser de monto
variable ya que esa característica tiene como propósito atacar el problema de la
pérdida de valor real que, con el transcurso del tiempo, tengan obligaciones
dinerarias.
Las obligaciones a las que el decreto se refiere no incluyen a aquellas de
naturaleza civil, atendiendo a las dudas que pueden suscitarse sobre las facultades
del Congreso de la Unión para expedir disposiciones que modifiquen normas
contenidas en códigos civiles que competa expedir a las legislaturas estatales; sin
perjuicio de que obligaciones pecuniarias reguladas por el derecho común puedan
convenirse con monto variable, salvo los casos, como el mutuo y el arrendamiento,
en que ello no es permisible debido a lo dispuesto en el régimen aplicable a tales
contratos.
El citado artículo primero establece también que las obligaciones denominadas
en unidades de inversión se considerarán de monto determinado, no obstante que

31 Publicado en el Diano Oficial de la FederaCión ello. de abril de 1995


36 DERECHO MONETARIO

el propio decreto crea una fórmula para hacer determinable el monto de las
obligaciones a que se refiere. A pesar de ello, se estimó procedente la consideración
de referencia para así dar mayor fundamento jurídico al empleo de unidades de
inversión en los casos en que la legislación mercantil limita el objeto de ciertas
deudas al pago de sumas determinadas de dinero.
El artículo segundo del propio decreto dispone que las obligaciones denomi-
nadas en unidades de inversión deben solventarse entregando su equivalente en
moneda nacional, a cuyo efecto el monto de la obligación se multiplicará por el
valor en pesos que alcance la unidad de inversión el día en que se haga el pago.
De esta manera, el ordenamiento en comentario adopta un nominalismo in
solutione, aplicable una vez que se detennine el monto de la deuda.
De confonnidad con lo dispuesto en el artículo tercero, las variaciones en el
valor de la unidad de inversión deben corresponder a las del índice Nacional de
Precios al Consumidor, aplicando, para señalar estas últimas, el procedimiento que
el Banco de México determine y publique en el Diario Oficial de la Federación.
Dícho banco queda obligado a calcular el valor de las unidades de inversión,
ajustándose al procedimiento dispuesto por el Código Fiscal de la Federación para
determinar el pago de contribuciones, cuyo importe se fija según el comportamiento
del índice a que se ha hecho referencia.
La inclusión de tales lineamientos tiene por propósito otorgar seguridad
jurídica respecto al procedimiento que habrá de seguirse para determinar y dar a
conocer el valor en moneda nacional de la unidad de inversión.
Por último, el artículo segundo transitorio señala que a las obligaciones
contraídas conforme a las nonnas previstas en el artículo primero del decreto, no
les son aplicables las disposiciones que se opongan a ellas.
De conformidad con lo expuesto, nuestro derecho positivo reconoce, de
manera general, un valorismo monetario que permite a los particulares convenir
obligaciones cuyo objeto sea dar sumas de moneda nacional, atendiendo al valor
real de esa moneda. Tratándose de actos de comercio esto puede efectuarse
denominando en unidades de inversión la prestación correspondiente y, en actos de
carácter civil, estipulando en los contratos respectivos cláusulas de estabilización
o indización que hagan variable el monto de las obligaciones respectivas en
ténninos de que estas últimas mantengan el valor real de la moneda.
Casos de excepción a este régimen son, en operaciones mercantiles, el cheque
y en operaciones de naturaleza civil, el mutuo de dinero y el arrendamiento,
contratos en los que sólo puede convenirse el pago de sumas determinadas de
dinero.

OBLIGACIONES EN MONEDA EXTRANJERA

Nuestro régimen jurídico da una muy amplia libertad para convenir obligaciones
en moneda extranjera y son excepcionales los casos en que se prohíbe. Aun
tratándose de salarios, los cuales de conformidad con lo dispuesto en el artículo
OBLIGACIONES DINERARIAS 37

123, fracción X constitucional deben pagarse precisamente en moneda de curso


legal, la Suprema Corte de Justicia ha resuelto que éstos pueden convenirse en
moneda extranjera, pues de conformidad con el régimen general aplicable a las
obligaciones contraídas en esa moneda, el deudor puede solventarlas entregando
moneda nacional. 32 Este razonamiento es correcto, ya que el pacto de salarios en
moneda extranjera no impide al patrón pagarlos en moneda de curso legal corno
dispone el citado precepto. En realidad, el efecto que tiene estipular en moneda
extranjera los salarios es hacer variable su monto en moneda nacional, de confor-
midad con el comportamiento de un índice, referido al tipo de cambio.
La libertad a que nos referirnos se fundamenta en lo siguiente:

a) Dado que la ley y la jurisprudencia consideran que el término dinero


comprende tanto a la moneda nacional como a la moneda extranjera, ésta
puede ser objeto de todas las obligaciones que nuestro orden jurídico prevé
refiriéndolas, de manera genérica, a entregar sumas de dinero.
b) La Ley Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos no establece limita-
ción alguna para contraer, dentro o fuera del territorio nacional, obligacio-
nes de pago en moneda extranjera que deban de cumplirse en la República
(art.80.).

La exposición de motivos de la iniciativa correspondiente a dicha ley, después


de referirse a que el proyecto previene la desmonetización del oro al retirarle poder
liberatorio a las monedas acuñadas en ese metal, manifiesta:

Todas las obligaciones. en consecuencia, que en el futuro se contraigan. quedarán


estipuladas en pesos mexicanos. salvo aquellas que, impuestas por el comercio inter-
nacional, deban estipularse en moneda extranjera, a cuyo respecto el proyecto de ley
mantiene la prohibición que es ordinaria en estos casos y que la ley de 1905 estableció
expresamente. declarando que la moneda extranjera no tendrá curso legal en la
República y que las obligaciones que se contraigan en esa moneda serán pagaderas en
moneda legal al tipo de cambio del lugar y fecha en que la obligación deba solventarse.

Este argumento ha suscitado algunas dudas sobre si la ley en comentario sólo


pennite convenir obligaciones en moneda extranjera cuando corresponda a opera-
ciones atinentes al comercio intemaciona!.
Para esclarecer esas dudas es de tomarse en cuenta, en primer ténnino, que Jo
expresado en la citada exposición carece de efectos normativos y que la ley a que
está referida no contiene precepto alguno que establezca esa limitación.
Por otra parte, para una adecuada interpretación del texto de la citada exposi-
ción de motivos, antes transcrito, hay que tener presente cuál era el régimen jurídico
en vigor cuando se presentó la mencionada iniciativa.
Como antes se ha dicho, en el año de 1918, ante la escasez de moneda nacional,
Venustiano Carranza, en uso de facultades extraordinarias, expidió un decreto

32 Semanano JudiclQl de la Federación, quinta época. ts. LXVII, p. 2 I64 YCV, p. 879
38 DERECHO MONETARIO

publicado en el Diario Oficial de la Federación el 17 de mayo de ese año, por el


que confirió curso legal, con poder liberatorio ilimitado, a toda clase de monedas
de oro extranjeras ordenando que la obligación de pagar cualquiera suma en moneda
mexicana o extranjera podía solventarse entregando indistintamente cualquiera de
ellas.
La iniciativa, considerando que el proyecto de ley correspondiente retiraba el
curso legal conferido a las monedas de oro extranjeras, estimó que en el futuro todas
las obligaciones dinerarias se estipularían en pesos mexicanos, con excepción de
aquellas que, atendiendo a los actos jurídicos que las originasen, correspondiera
convenir en moneda extranjera.
A mayor abundamiento, con posterioridad a 1931, año en que se expidió la
Ley Monetaria ahora vigente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dictado
numerosas resoluciones que reconocen la licitud de obligaciones en moneda
extranjera contraídas en muy diversos actos de carácter civil o mercantil.
El régimen jurídico general aplicable a las obligaciones en moneda extranjera
se encuentra establecido en los artículos 80. y 90. de la Ley Monetaria de los Estados
Unidos Mexicanos, cuyos textos se transcriben a continuación.
Artículo 80. La moneda extranjera no tendrá curso legal en la República, salvo en los
casos en que la ley expresamente determine otra cosa. Las obligaciones de pago
en moneda extranjera contraídas dentro o fuera de la República, para ser cumplidas en
ésta, se solventarán entregando el equivalente en moneda nacional al tipo de cambio
que rija en el lugar y fecha en que se haga el pago.
Este tipo de cambio se determinará conforme a las disposiciones que para esos
efectos expida el Banco de México en los términos de su ley orgánica.
Los pagos en moneda extranjera origmados en situaciones o transferencias de fon-
dos desde el exterior, que se lleven a cabo a través del Banco de México o de
instituciones de crédito, deberán ser cumplidos entregando la moneda, objeto de dicha
transferencia o situación. Ello sin pe~juiclo del cumplimiento de las obligaciones que
imponga el régimen de control de cambios en vigor.
Las obligaciones a que se refiere el primer párrafo de este artículo. originadas en
depósitos bancarios irregulares constitUidos en moneda extranjera, se solventarán
conforme a lo previsto en dicho párrafo, a menos que el deudor se haya obligado en
forma expresa a efectuar el pago precisamente en moneda extranjera, en cuyo caso
deberá entregar esta moneda. Esta última fonna de pago sólo podrá establecerse en los
casos en que las autoridades bancarias competentes lo autoricen, mediante reglas de
carácter general que deberán publicarse en el Diario Oficial de la Federación; ello sin
perjuicio del cumplimiento de las obligaciones que imponga el régimen de control de
cambios en vigor.
Articulo 90. Las prevenciones de los dos artículos anteriores no son renunciables
y toda estipulación en contrario será nula.

El artículo 80. se inicia disponiendo que "La moneda extranjera no tendrá


curso legal en la República, salvo en los casos en que la ley expresamente determine
otra cosa." Ello significa que tal moneda, a diferencia de la nacional, carece de
poder liberatorio para solventar obligaciones dinerarias conferido en disposición
de orden público, no siendo por ello un medio general de pago de obligaciones
dinerarias reconocido por el orden jurídico mexicano.
OBLIGACIONES DINERARIAS 39

Lo anterior se confi.rma en el artículo 20. de la propia ley monetaria cuando


señala que las únicas monedas circulantes serán los billetes emitidos por el Banco
de México y las piezas metálicas con las características que determine el Congre-
so de la Unión.
Tales disposiciones no implican que la moneda extranjera carezca de viabilidad
jurídica para ser objeto de obligaciones dinerarias. Así lo ha reconocido en forma
expresa la Suprema Corte de Justicia de la Nación al referirse al artículo 635 del
Código de Comercio: J3 "el precepto no prohíbe que una operación mercantil se
efectúe en moneda extranjera, sino que únicamente impone la modalidad de que en
los actos de comercio celebrados bajo condiciones en que se toma en cuenta al peso
mexicano, éste sirva como base para lograr su realización definitiva".
Por otra parte, hay que tener presente que el curso legal se encuentra referido
al pago de obligaciones dinerarias mas no a la validezjuridica de los actos en que
dichas obligaciones se originen.
Prever que una ley posterior pueda conferir curso legal a la moneda extranjera
estaba establecido en la ley monetaria de 1905 y se incluyó en la disposición que
nos ocupa, pues se consideró que podría repetirse la práctica seguida durante el
siglo XIX, de dar ese poder liberatorio a las divisas. No obstante, tal prevención,
además de ser innecesaria, puede suscitar dudas e interpretaciones erróneas sobre
si en nuestra legislación alguna norma confi.ere el mencionado curso legal, lo cual
no se ha hecho hasta ahora y muy posiblemente no se hará.
El citado primer párrafo del artículo 80. señala, en seguida, el ámbito de
aplicación en el espacio de las disposiciones que contiene, refiriéndolo a las
obligaciones de pago en moneda extranjera contraídas dentro o fuera de la Repú-
blica, para ser cumplidas en ésta; ámbito que, como es lógico, no incluye a las
obligaciones de esa naturaleza pagaderas en el extranjero, cuyo cumplimiento
queda referido al orden normativo aplicable en el lugar de pago.
En esta parte, la ley mexicana reconoce la validez jurídica de obligaciones cuyo
objeto sea la moneda extranjera. Al respecto se ha afirmado que la palabra
"contra idas", dado el tiempo del verbo, hace la disposición sólo aplicable a
operaciones en moneda extranjera celebradas con anterioridad a la vigencia de la
Ley Monetaria de 1931, lo que da a tal disposición un carácter transitorio. Estima-
mos que tal afirmación es errónea, pues la nonnaestá incluida en el texto de carácter
permanente de la ley, que recogió una disposición existente en la anterior Ley
Monetaria de 1905.
Asi lo ha sostenido la Suprema Corte de Justicia al analizar el alcance de la
palabra "contraídas" empleada en la redacción del artículo 80. 34
El propio párrafo primero establece que las obligaciones que no~ ocupan "se
solventarán entregando el equivalente en moneda nacional".

33 Este artículo dice: "La base de [a moneda mercantil es el peso meXIcano, y sobrc c)ta base se
harán todas las operaciones de comercio y [os cambios sobre el extranjero ..
34 Amparo directo 6519/85, Infracte, S.A. de C.V., 27 de octubre de 1986
40 DERECHO MONETARIO

Esta disposición, como es usual en el derecho comparado aplicable a las


obligaciones en moneda extranjera, distingue entre la moneda del contrato y la
moneda o monedas en las que puede hacerse el pago.
Aquí se está en presencia de una obligación facultativa, ya que la prestación
in obligatione es una: entregar moneda extranjera; pero la prestación infacu/tate
solutione puede ser tanto la entrega de dicha moneda como la de su equivalente en
moneda nacional, a opción del deudor, )' el acreedor debe aceptar cualquiera de
estas dos formas de pago.
La Suprema Corte de Justicia ha resuelto en diversas sentencias que el deudor
tiene la opción de elegir la moneda de pago, solventando su deuda en moneda
nacional o en la moneda extranjera corre~pondiente a la obligación a su cargo. 35
La expresión "se solventarán" significa que para el acreedor es imperativo
recibir el pago en moneda nacional si el deudor opta por solventar su obligación en
esta moneda.
En contrario, podria argumentarse que el articulo 638 del Código de Comercio
establece que "Nadie puede ser obligado a recibir moneda extranjera" por lo que
no es sostenible reconocer la existencia de la opción antes dicha.
Es de considerarse que en el siglo pasado fue, como ya se ha dicho, frecuente
que el Ejecutivo Federal reconociese curso legal dentro de la República a lamoneda
extranjera. El precepto que nos ocupa tuvo como propósito reservar ese curso legal
a la moneda nacional, pues señ.alaba que nadie estaba obligado a recibir moneda
extranjera. En las obligaciones a que nos referimos este poder liberatorio lo tiene
la moneda nacional, sin perjuicio de que tales obligaciones se puedan solventar
entregando la moneda extranjera objeto dc:1 contrato, en cuyo caso el acreedor está
obligado a recibirla no por efectos de una disposición de orden público sino por
haberla convenido en un contrato.
A mayor abundamiento, de afinnarse que las obligaciones en moneda extran-
jera deben solventarse sólo en moneda nJcional se presenta el problema jurídico
siguiente. Si el acreedor acepta voluntariamente el pago en moneda extranjera, éste,
no siendo pago de lo debido, tendria que considerarse como dación en pago; lo
cual no es sostenible, ya que esta última implica novación del contrato y muy
difícilmente puede afirmarse que existe novación cuando la obligación se cumple
entregando el objeto convenido.
Independientemente de lo anterior, es de reconocerse que el texto de la ley
suscita controversias en su interpretación, por lo que es necesario aclararlo para dar
en esta materia mayor seguridad jurídica.
El régimen se complementa con lo dispuesto en los párrafos primero, in fine,
y segundo del propio articulo 80., conforme a los cuales el monto de la moneda
nacional a entregarse para solventar obligaciones en moneda extranjera se fija
aplicando el tipo de cambio que rija en ellugary fecha en que se haga el pago, pero

35 Amparo directo 8364/81. Maria Palacios M(,ta Vda. de Suárez, 10 de octubre de 1983: amparo
en revisión 4147/85, Domingo Muñoz Mier. 3 de abril de 1986.
OBLIGACIONES DINERARIAS 41

debe determinarse ese tipo de cambio conforme las disposiciones que para esos
efectos expida el Banco de México.
Los párrafos tercero y cuarto del mismo artículo 80. establecen dos excepcio-
nes a la regla general contenida en el primer párrafo de ese artículo, y prevén sendos
supuestos en los que las obligaciones de pago en moneda extranjera deben solven-
tarse precisamente en ella y no en moneda nacional. Esos casos de excepción son
los siguientes:
a) Obligaciones de pago en moneda extranjera originadas en situaciones o
transferencias de fondos desde el exterior, que se lleven a cabo a través del
Banco de México o de instituciones de crédito, y
b) Obligaciones originadas por depósitos bancarios irregulares de dinero, que
se constituyan en moneda extranjera, siempre que el depositario se haya
obligado en forma expresa a efectuar el pago precisamente en esa moneda.
Esta forma de pago sólo puede establecerse en los casos en que las
autoridades bancarias lo autoricen y regulen mediante normas de carácter
general que deben publicarse en el Diario Oficial de la Federación.
La primera excepción obedece al criterio de estimar procedente que las
personas a las que se sitúen divisas desde el exterior tengan derecho a recibirlas en
México, siempre que el tránsito de la moneda extranjera se realice a través del
sistema bancario; pues de esta forma tales transferencias quedan sujetas a la
regulación que el Banco de México considere conveniente establecer.
La segunda excepción procura que la banca mexicana, cuando así se justifique,
pueda recibir los depósitos antes mencionados para ampliar la gama de servicios
que ofrece al público y competir en la correspondiente captación con entidades fi-
nancieras del exterior. El Banco de México ha autorizado que estos depósitos
puedan constituirse por personas morales, en toda la República y, por personas
físicas, sólo cuando estas últimas residan en la zona fronteriza norte del país.
Conforme con lo dispuesto por la propia Ley Monetaria, las excepciones a que
se ha hecho mérito se entienden sin perjuicio del cumplimiento de las obligaciones
que, en su caso, impongan regímenes de control de cambios.
El artículo 90. del propio ordenamiento monetario señala que las prevenciones
del artículo 80. "no son renunciables y toda estipulación en contrario será nula".
Esta disposición, que viene desde la Ley Monetaria de 1905, tiene como
propósito impedir que, salvo los casos de excepción antes mencionados, se estipu-
len obligaciones en moneda extranjera pagaderas exclusivamente en ella, ya que
esas convenciones privarían a la moneda nacional del poder liberatorio que le
confiere la Ley Monetaria.
Los articulas 40. transitorio de la Ley Monetaria de los Estados Unidos
Mexicanos promulgada el 25 de julio de 1931, Y 90. transitorio de la ley de 26 de
abril de 1935, modificatoria de la primera, establecen un régimen especial en favor
de ciertos deudores de moneda extranjera, que permite a éstos transferir el riesgo
cambiario a sus acreditantes.
Las ventajas que el acogerse a estas disposiciones tiene para los obligados en
divisas y, en consecuencia, los inconvenientes que su aplicación presenta para los
42 DERECHO MONETARIO

respectivos acreedores han suscitado y suscitan frecuentes controversias de carácter


jurídico en cuanto a la vigencia, en el tiempo, de tales artículos. Sobre el particular
se cuestiona si las prevenciones contenidas en ellos rigen en forma permanente o
sólo para actos celebrados durante ciertas épocas.
El ámbito de aplicación, en el tiempo, de las normas que los artículos a
comentario contienen ha sido analizado por la jurisprudencia durante un largo lapso
de más de sesenta aftos, transcurrido desde la expedición del primer artículo
transitorio a que nos referimos. Fueron los tribunales los que primero se ocuparon
del tema, pues los citados "transitorios" iniciaron sus respectivas vigencias en
épocas de cambios significativos en el sistema monetario y de aguda inestabilidad
cambiaria, con lo cual su aplicación suscitó de inmediato numerosos procedimien-
tos judiciales.
Posteriormente, estas controversias disminuyeron al lograrse razonable esta-
bilidad en los cambios, para surgir de nuevo en mayor número a partir de 1976
cuando se abandonó un tipo de cambio del peso con las divisas objeto de obliga-
ciones dinerarias, que había permanecido prácticamente fijo durante dieciocho
años. En esta etapa posterior, en la doctrina jurídica mexicana se empezó a analizar
el tema con alguna frecuencia y éste volvió a considerarse en apreciable número de
sentencias dictadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El ordenamiento monetario de 1931 incluye la siguiente disposición transitoria:
Articulo 40. Las obligaciones de pago en moneda extranjera contraídas dentro de la
República para ser cumplidas en ésta, se solventarán en los términos del artículo 80.
de esta ley, a menos que el deudor demu~stre, tratándose de operaciones de préstamo,
que la moneda recibida del acreedor fue moneda nacional de cualquiera clase, o que,
tratándose de otras operaciones, la moneda en que se contrajo originalmente la
operación, fue moneda nacional de cualquier clase; en estos casos las obligaciones de
referencia se solventarán en monedas nacionales en los términos de los artículos cuarto
y quinto de esta ley, respectivamente, al tipo que se hubiere tomado en cuenta al
efectuarse la operación para hacer la conversión de la moneda nacional recibida a la
moneda extranjera. o si no es posible fijar este tipo. a la paridad legal.

Al respecto, la exposición de motivos de la ley de 1931, afirma:


Respecto a las obligaciones contraídas ames de la época en que empieza a regir la nueva
ley, el proyecto establece que, cuando esas obligaciones hayan sido contraídas en
cualquier clase de moneda nacional, oro o plata. serán pagaderas en pesos mexicanos
de la especie única que el proyecto deja subsistente y, cuando se trate de obligaciones
contraídas en moneda extranjera, serán liquidadas conforme a la regla general ya dicha
en el párrafo anterior (en pesos mexicanos), al tipo de cambio del lugar y fecha en que
la obligación deba pagarse. Estas reglas respecto de las obligaciones contraídas con
anterioridad a la fecha en que entre en vigor el proyecto de ley. tienen dos excepciones
cuya justificación es obvia [ ... ] Respecto a las obligaciones contraídas en moneda
extranjera. se exceptúa el caso de que los deudores comprueben que la moneda en que
se contrajo originalmente la operación o la moneda recibida del acreedor. en caso de
préstamo, fue moneda nacional de cualquler especie. en cuyo caso el proyecto establece
que el pago deberá hacerse en pesos mexicanos al tipo que hubiere servido de base para
la conversión a moneda extranjera o. en caso de que ese tipo no pueda fijarse, al tipo
de paridad legal, es decir. computándose la moneda extranjera en pesos mexicanos
OBLIGACIONES DINERARIAS 43

considerados con el valor teórico que señala el artículo primero del proyecto (setenta
y cinco centigramos de oro puro por peso).

En 1935, un decreto modificatorio de la ley monetaria incluyó en su articulado


la siguiente disposición transitoria:
Articulo 9o. Las obligaciones de pago en moneda extranjera. contraídas dentro de la
República para ser cumplidas en ésta, se solventarán en los términos del artículo octavo
de esta ley, a menos que el deudor demuestre, tratándose de operaciones de préstamo,
que la moneda recibida del acreedor fue moneda nacional de cualquier clase, o que,
tratándose de otras operaciones, la moneda en que se contrajo originalmente la
obligación fue moneda nacional de cualquier clase; en estos casos, las obligaciones de
referencia se solventarán en monedas nacionales, en los términos de esta ley, al tipo
que se hubiere tomado en CU~l1ta al efectuarse la operación para hacer la conversión de
la moneda nacional recibida a la moneda extranjera, o si no es posible fijar ese tipo, al
que haya regido el día en que se contrajo la obligación.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado en forma sostenida


un criterio jurisprudencial en el sentido de que los artículos 40. y 90. antes
transcritos no son transitorios, aun cuando la ley así los nombre, sino que su
vigencia es permanente,36 Ello con base en los argumentos que se enuncian a
continuación:
a) Las prevenciones que dichos artículos contienen son una excepción a la
regla de carácter permanente establecida en el articulo 80. de la ley y, por
consiguiente, su naturaleza es también permanente.
b) El articulo 80. sólo es aplicable cuando los acreedores, en el caso de
préstamos, entreguen precisamente la moneda extranjera objeto del contra-
to, ya que, tanto en materia mercantil como en el derecho común, las
disposiciones aplicables a los préstamos de dinero prevén que el deudor
debe devolver una cantidad igual a la recibida.
e) Los artículos transitorios de referencia tienen el propósito de evitar simu-
laciones de deudas de dinero haciéndolas aparecer como de moneda
extranjera cuando realmente son de moneda nacional.
d) En todo caso, se pensó que las disposiciones que nos ocupan serían
transitorias debido a que los supuestos de simulación que contemplan sólo
se presentarían en la práctica por un corto tiempo en el futuro, pues
transcurrido un breve lapso ya no se acudiría por los particulares a esas
simulaciones, al restaurarse la confianza del público en la moneda nacional.
Ante los argumentos expuestos por la Suprema Corte de Justicia, cabe hacer
las consideraciones siguientes:
a) La intención del legislador fue dar a esos artículos una vigencia limitada
en el tiempo. Tanto en 1931 como en 1935, en vezde incluirlos en el cuerpo

36 SemanariO Judicial de la Federación, Época 7a.: ts. 151-156, p. 221. ts. 163-168, p. 103, ls.
109~114. p. 121, ls. 139-144, p. 85, 15. 151~156. p. 222, ts. 193-198. p. 94. Época 8a.: Amparo Ducclo
2063/87 Pérez Avclla y otra; Amparo Directo 478/86 Valencia Caballero, Informe de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación 1986. p. 71.
44 DERECHO MONETARIO

de disposiciones permanentes los ubicó en el de nonnas transitorias,


denominándolos con tal carácter de manera expresa. Ello no lo hizo por
error o inadvertencia sino de manera consciente. Como se ha señalado, la
Exposición de Motivos de la Ley Monetaria expedida en 1931 manifiesta
de manera explícita y reiterada que el supuesto del artículo 40. transitorio
se encuentra referido sólo al pago de obligaciones contraídas con anterio-
ridad a ese año.
b) Las prevenciones de los artículos 40. y 90. transitorios no son una excep-
ción de carácter pennanente a la regla general contenida en el artículo 80.
de la Ley Monetaria. El régimen particular que dichos artículos contienen
se estableció con el propósito de dar solución equitativa al cumplimiento
de obligaciones creadas bajo un estatuto juridico modificado sustancial-
mente por la Ley Monetaria de 1931.
El decreto expedido en 1918 por Venusliano Carranza, al que con anterioridad
nos referimos, confirió curso legal en la República a la moneda extranjera de oro:
Articulo Jo. Se declara moneda de curso legal con poder liberatorio ilimitado, además
de las determinadas por la Ley Monetariade 25 de marzo de 1905 y demás disposiciones
relativas, a toda clase de moneda metálica de oro extranjera.
Artículo 20. La obligación de pagar cualquiera suma en moneda mexicana, se
solventa entregando ya sea monedas de cuño corriente por el valor que representan y
conforme a las prevenciones de las le) es monetarias vigentes, o bien entregando
moneda de oro extranjera sin limitación alguna y con la equivalencia que se fije con
arreglo al artículo siguiente. Por lo tanto, las oficinas públicas de la Federación, de los
estados y de los municipios, así como los establecimientos, compañías y particulares,
están obligados a admitir dichas monedas extranjeras en pago de lo que se les deba. sin
limitación alguna.
Lo prevenido en este al1ículo se observará sin perjuicio de lo que dispongan las
leyes de pago vigentes o que en lo sucesivo se expidieren.
Artículo 30. La Secretaria de Hacienda determinará los tipos a que deberán
recibirse las monedas extranjeras, los cuales serán invariables mientras dure la obliga-
ción de recibirlas y corresponderán a la equivalencia con el peso de oro mexicano
definido por tres cuartos de gramo de oro puro.
Articulo 40. Las obligaciones de pago de moneda extranjera contraídas dentro o
fuera de la República para ser cumplidas en ésta, se solventarán entregando ya sea
moneda de oro extranjera de la estipulada, o bien monedas mexicanas del cuño corriente
al tipo de equivalencia que corresponda y conforme a las leyes monetarias; en la
inteligencia de que con esta sola modificación se seguirán aplicando las leyes de pagos
en vigor. en lo que se refiere a dichas obligaciones de pago en moneda extranjera.
Artículo 50. Las prevenciones anteriores no son renunciables y cualquier estipu-
lación en contrario será nula de pleno derecho.
TRANSITORIOS
Articulo Jo. El presente decreto comenzará a regir el día de su publicación.
Artículo 20. Se deroga el artículo 22 de la Ley Monetaria de 25 de marzo de 1905. 37

37 Diario Oficial de la FederaCIón de 17 de mayo de 1918.


OBLIGACIONES DINERARIAS 45

Este último precepto establecía parael pago de obligaciolles en moneda extran-


jera un régimen igual al consignado en el artículo 80. de la Ley Monetaria de 1931.
Fijar un tipo de conversión invariable entre la moneda nacional y la moneda
extranjera de oro eliminaba el riesgo cambiario para quienes, durante la vigencia
del citado decreto (1918-1931) contraían obligaciones en moneda extranjera,
puesto que al obligarse conocían de antemano el tipo de cambio al que podían
entregar moneda nacional para solventar tales obligaciones.
La Ley Monetaria de 1931 retira el poder liberatorio conferido a la moneda de
oro extranjera suprimiendo, en consecuencia, el tipo de conversión invariable
previsto en el decreto de 1918.
Este cambio en la legislación requería establecer, como se hizo, un régimen
transitorio que procurase equidad en los pagos de las obligaciones a que nos hemos
venido refiriendo. Aplicar a esos pagos la prevención contenida en el artículo 80.
de la Ley Monetaria hubiese producido situaciones injustas.
Para evitarlo, dicho régimen excluye de tal aplicación a las obligaciones con-
traídas entre 1918 y 1931, en las que, tratándose de operaciones de préstamo, el
deudor demostrare que lo que recibió de su acreedor fue moneda nacional de cual-
quier clase o cuando, tratándose de otras operaciones, la moneda en que se contrajo
originalmente la operación fue también moneda nacional de cualquier clase.
El régimen transitorio aplicable a los casos citados obedeció al propósito de
proteger a los deudores de un riesgo cambiario no existente para ellos si habiendo
contraído su obligación en moneda extranjera, recibieron del acreedor moneda
nacional; o en los casos en que aceptaron convertir una deuda contraída en esta
moneda en una obligación en moneda extranjera.
En estos supuestos el legislador estimó de equidad equiparar la obligación,
para efectos de pago, a aquellas contraídas en moneda nacional. Así, el deudor no
quedaba expuesto al riesgo cambiario que la ley de 1931 creó para los obligados
en divisas ni el acreedor se beneficiaba con una protección de ese riesgo no prevista
en el orden jurídico vigente cuando se celebró el contrato o convenio respectivo.
Tal régimen, al establecer una paridad invariable para la conversión de moneda
extranjera a nacional o de ésta por aquélla, hacía que las modificaciones en el tipo
de cambio del peso frente a los signos monetarios externos carecieran de efectos
sobre el cumplimiento de los actos jurídicos que nos ocupan.
En el pago de obligaciones denominadas en moneda extranjera, contraídas con
posterioridad a la entrada en vigor de la Ley Monetaria de los Estados Unidos
Mexicanos de 193 L los supuestos a comentario cambian radicalmente. A partir de
esa fecha se aplica de manera general el artículo 80. de dicho ordenamiento que
prevé, en el ámbito cambiario, riesgo para el deudor y protección para el acreedor,
conocidos y considerados por ambas partes al celebrar contratos o convenios cuyo
objeto es moneda extranjera.

el Afirmar que el artículo 80. no es aplicable cuando el acreditado recibe de


su acreditante moneda nacional, sea cual fuere la fecha en que la obligación
se contrajo, es cuestionable, ya que esta excepción no figura en el texto del
mencionado artículo.
46 DERECHO MONETARIO

d) Si bien es cierto que confonne a los artículos 359 del Código de Comercío
y 2389 del Código Civil para el Distrito Federal, "consistiendo el préstamo
en dinero, pagará el deudor devolviendo una cantidad igual a la recibida",
también lo es que dichos artículos agregan "confonne a la Ley Monetaria
vigente en la República al tiempo de hacerse el pago"; por lo que,
atendiendo a las prevenciones del artículo 80. correspondiente a este último
ordenamiento, en obligaciones de pago en moneda extranjera, ese tantum-
dern se satisface entregando la moneda objeto de la obligación o su
equivalente en moneda nacional.
e) Considerar que los artículos transitorios objeto de estos comentarios tienen
como propósito privar de efectos jurídicos a actos simulados haciendo
prevalecer el acto real, no es sostenible; ya que además de carecer de sentido
en una disposición transitoria, no torna en cuenta el régimen prevaleciente
de 1918 a 1931, conforme al cual las operaciones señaladas no tenían por
origen una simulación, pues fueron pactadas y cumplidas por los acreedo-
res, con sujeción al estatuto vigente al celebrarse dicha operación, estatuto
que, a mayor abundamiento, hacía innecesarias tales simulaciones.
/) Sostener que a los preceptos de referencia se dio el carácter de transitorios
porque el legislador estimó que los supuestos contemplados en ellos sólo
se presentarían durante un corto tiempo, pues pronto se restauraría la
confianza del público en la moneda nacional, no es argumento aceptable
conforme a una sana técnica jurídica.
g) La refonna introducida a la Ley Monetaria el 27 de abril de 1935 priva de
poder liberatorio a las piezas de plata sustituyéndolas como moneda
fundamental por los billetes del Banco de México. Tal refonna requería
introducir cambios de significación en lo dispuesto por el artículo 40.
transitorio de 1931, debido a que éste señalaba como medios de pago en
los supuestos a que se refería, precisamente a las monedas acuñadas en plata
a las que la refonna de 1935 retira curso legal. De allí la diferencia entre
las monedas de pago que prevé el artículo 40. transitorio y las que determina
el 90. transitorio.

Por otra parte, al sustituir como moneda fundamental las piezas de plata por
billetes del Banco de México se entró de lleno a un régimen de moneda fiduciaria.
En él, la paridad legal, propia de un sistema monetario de patrón metálico y referida
a una equivalencia teórica entre el oro y la plata monetarios, dejó de tener sentido,
y fue inaplicable para detenninar el pago en pesos de las obligaciones en moneda
extranjera previstas en el régimen transitorio a comentario. Por ello en el artículo
90. transitorio se sustituye el ténnino "paridad legal" por una referencia al tipo de
cambio. Ésta es la explicación de por qué el régimen transitorio de la ley de 1931
se mantiene en el ordenamiento de 1935.
En este orden de ideas es pertinente señalar que la citada paridad o equivalencia
monetaria fue suprimida en la ley pocos meses más tarde, haciéndolo en agosto de
1936.
OBUGACIONES DINERARIAS 47

Con fundamento en las consideraciones expuestas, se puede afinnar que ambos


preceptos transitorios se encuentran referidos a obligaciones en moneda extranjera
contraídas con anterioridad a 1931. Si bien podría pensarse que el artículo 90.
transitorio es aplicable al pago de las deudas en moneda extranjera creadas entre
1931 y 1935, estimo que esto no es jurídicamente sostenible atendiendo a que tales
deudas debían solventarse conforme a lo dispuesto en el artículo 80. de la Ley
Monetaria expedida en 1931, precepto que no fue modificado con las reformas de
1935.
En realidad el artículo 90. transitorio modificó las prevenciones del artículo
40. expedido en 1931, como se ha dicho, para ajustar su aplicación a los muy
importantes cambios que nuestro sistema monetario tUYO en 1935.
V. Cambios internacionales

LA POLÍTICA CAMBIARlA

Esta política y la monetaria son correlativas, pues los efectos de una inciden
ampliamente en los de la otra. Por eso, al conferirse autonomía a los bancos
centrales asignándoles por función primordial dirigir la política monetaria, se
plantea la cuestión de resolver si la ley debe darles también la conducción de la
política cambiaria, o bien, es pertinente que ésta continúe siendo atribución del
gobierno.
La primera propuesta toma en cuenta los inconvenientes que presenta disociar-
las dando en cada una de ellas competencia a distinta autoridad.
La segunda propuesta reconoce que la política cambiaría precisa sujetarse al
control del gobierno debido a que está directamente relacionada con otras políticas
a cargo de éste, corno las de comercio exterior, de deuda pública externa o de
inversiones extranjeras. También tomando en cuenta que la política cambiaria
puede tener, en ciertos casos, efectos políticos de considerable magnitud, siendo
éste el caso de una devaluación.
Para conciliar estas dos posiciones se plantea una tercera, consistente en referir
al gobierno la conducción de la polftica cambiaria, estableciendo mecanismos que
permitan adecuada coordinación entre esta política y la monetaria dirigida por el
banco central.
Esta tercera fórmula es la que se establece en los ordenamientos jurídicos
aplicables a los bancos centrales autónomos; salvo el caso del Banco Central de
Chile, cuya ley le confiere competencia para formular ambas políticas.
Nuestra Constitución establece (art. 28, párrafo séptimo): "El Banco Central,
en los términos que establezcan las leyes y con la intervención que corresponda a
las autoridades competentes, regulará los cambios [ ... ] contando con las atribucio-
nes de autoridad necesarias para llevar a cabo dicha regulación y proveer a su
observancia. ,.
Tal disposición deja a la ley secundaria determinar el régimen de facultades
concurrentes referido a la formulación y al manejo de la política cambiaria.
La Ley del Banco de México (art. 21) dispone que éste debe actuar en materia
cambiaria de acuerdo con las directrices que determine una comisión de cambios
integrada por el secretario y el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, otro
subsecretario de dicha dependencia que designe su titular, el gobernador del banco
50 DERECHO MONETARIO

y dos miembros de la Junta de Gobierno nombrados por el propio gobernador. Para


que las reuniones de ese órgano colegiado se celebren sólo entre funcionarios del
más alto nivel, dada la importancia de las resoluciones a adoptarse, la ley seftala
que los miembros de dicha comisión no tendrán suplentes.
Las sesiones de la comisión deben ser presididas por el secretario de Hacienda
y Crédito Público; en su ausencia, por el gobernador, y en ausencia de ambos, por
el subsecretario que designe el titular de dicha secretaría, quien presida tendrá voto
de calidad en caso de empate.
Dichas sesiones deben celebrarse con la asistencia de por los menos tres de sus
miembros, siempre que tanto la mencionada secretaría como el Banco de México
se encuentren representados. Las resoluciones de la comisión se toman por mayoría
de votos, y es necesario en todo caso el voto favorable de por lo menos uno de los
representantes de la citada secretaría.
De conformidad con este régimen, el Ejecutivo Federal tiene el control de las
resoluciones que puedan tomarse en la comisión de cambios; tanto por el voto de
calidad con que cuenta el secretario de Hacienda y Crédito Público como por el
veto que, de jacto, se otorga a esa secretaría.
La comisión de cambios cuenta con las facultades siguientes (LBM, arto 22):
a) Autorizar al banco la obtención de créditos externos, los cuales sólo pueden
ser contratados para propósitos de regulación cambiaria.
b) Fijar criterios a los que deba sujetarse la institución al expedir normas
concernientes a la política cambiaria o a materias conexas con ella, y
e) Señalar directrices respecto del manejo y la valuación de la reserva de
activos internacionales integrada por divisas y oro, propiedad del banco,
que se hallen libres de todo gravamen y cuya disponibilidad no esté sujeta
a restricción alguna.
Dicha reserva, de conformidad con lo dispuesto por la ley, tiene por objeto
coadyuvar a la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional mediante
la compensación de desequilibrios entre los ingresos y egresos de divisas del país
(LBM, arto 18).
Dado el control que el gobierno ejerce sobre la comisión de cambios y las
facultades que ésta tiene, es el Ejecutivo Federal quien, en último término, dirige
la política cambiaria.
La aplicación de esa política compete al Banco de México, el que en esta
materia debe actuar con estricto apego a las directrices formuladas por la citada
comisión de cambios. A esos efectos la ley establece que el gobernador de dicho
banco puede ser removido de su cargo por no dar cumplimiento a los acuerdos de
la citada comisión (LBM, arto 43, último párrafo).
Sin perjuicio de lo anterior, el Banco de México, a fin de procurar la estabilidad
en el poder adquisitivo de la moneda nacional, se encuentra facultado para com-
pensar el aumento de la circulación de moneda o de sus obligaciones a la vista,
resultante de las adquisiciones de divisas que efectúe atendiendo a las directrices
de la comisión de cambios, mediante la colocación y, en su caso, emisión de valores
a cargo del gobierno federal (LBM, arto 23).
CAMBIOS INTERNACIONALES 51

REGULACIÓN DE LOS TIPOS DE CAMBIO

La Constitución de 1857 conferia al Congreso de la Unión la facultad de determinar


el valor de la moneda extranjera (art. 73, fracc. XXIll).
Esta disposición fue objeto de críticas en el Constituyente. Balcárcel e Ignacio
Ramírez impugnaron la mencionada facultad; el primero expresó que tal atribución
no le parecía propia del Congreso y, el segundo, que era innecesaria, pues el valor
nominal de las monedas extranjeras lo determinan sus respectivos gobiernos en
tanto que el de mercado lo fija el comercio "sin necesidad de legisladores y sin
equivocarse jamás".
El propio Ramírez, si bien ostentándose partidario del libre comercio con
divisas, tachó de inconsecuente a la comisión redactora, afinnando que si quería el
monopolio para la acuñación de moneda, en toda su extensión, debería prohibir la
admisión de moneda extranjera en el país.
A las críticas anteriores contestó Mata que, a su juicio, sólo el Congreso podía
determinar cómo se había de admitir la moneda extranjera en las oficinas públicas.
El precepto antes dicho fue incorporado en el texto original de la Constitución
de 1917, sin discusión ni comentario en el Congreso (art. 73, fracc. XVIII).
Posteriormente, y ante las dudas que se presentaron sobre si era el Congreso de la
Unión quien debía fijar el o los tipos de cambio de la moneda extranjera con la
nacional, la disposición que nos ocupa fue reformada el 17 de noviembre de 1982
para señalar que es facultad del citado Congreso "dictar reglas para detenninar el
valor relativo de la moneda extranjera".
El 28 de diciembre de 1982 entró en vigor una ley reglamentaria de la citada
disposición constitucional en la que se establece que el Banco de México, al ejercer
las facultades que su ley le otorga para determinar tipos de cambio, debe tomar en
consideración lo siguiente:

a) El equilibrio de la balanza de pagos.


b) El desarrollo del comercio exterior del país.
e) El mantenimiento del nivel adecuado de las reservas internacionales de
divisas.
d) El comportamiento del mercado de divisas.
e) La obtención de divisas requeridas para el pago de los compromisos
internacionales.
/! El comportamiento de los niveles de los precios y de las tasas de interés
interno y externo, y
g) La equidad entre acreedores y deudores de obligaciones denominadas en
moneda extranjera, pagaderas en el territorio nacional.

La reforma constitucional de 1993 que confiere autonomía al Banco de México


incluyó en el código fundamental la prevención, a que antes hemos hecho refe-
rencia, por la cual se otorga competencia al banco central para regular los cambios
en los términos que establezcan las leyes contando a esos efectos con las atribucio-
52 DERECHO MONETARIO

nes de autoridad necesarias para llevar a cabo dicha regulación y proveer a su


observancia.
La Ley del Banco de México (art. 351 señala que éste debe expedir disposicio-
nes conforme a las cuales se determine el o los tipos de cambio por los que deba
calcularse la equivalencia de la moneda nacional para solventar obligaciones de
pago en moneda extranjera, contraídas dentro o fuera de la República pero que han
de ser cumplidas dentro de ella; puede asimismo dictar normas conforme a las que
se determinen los tipos de cambio aplicables a las operaciones por las que se
adquieran divisas contra entrega de moneda nacional, siempre que ambas o alguna
de estas prestaciones deban cumplirse en territorío nacional.
Con fundamento en tal disposición, el Banco de México publica cada día en
el Diario Oficial de la Federación el tipo de cambio aplicable al pago en moneda
nacional de obligaciones cuyo objeto es la entrega de' moneda extranjera.
En cuanto al o los tipos de cambio que puede determinar el banco tratándose
de operaciones referidas a las equivalencias de moneda nacional en monedas
extranjeras, el banco central mantiene un régimen que da amplia libertad a los
particulares para realizar dichas operaciones a los tipos de cambio que convengan.
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