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Aportes franciscanos a la

economía del futuro


Publicación impresa | Año: 2017 | Número: 2440 | 2 comentarios | in Cultura |
Autor: O'Connor, Ernesto A.

Reseña del libro La Economía Silenciosa. Economía de Comunión, Empresas y Capitalismo, de


Luigino Bruni y Anouk Grevin (Buenos Aires, 2017, Ciudad Nueva).

La Economía de Comunión (EdC) es el tema de este libro de Luigino Bruni y Anouk Grevin, de
reciente edición. No es un libro más del vasto trabajo de Bruni, que desde hace muchos años viene
difundiendo estas ideas. A más de 25 años del lanzamiento de la EdC por parte de Chiara Lubich, los
autores buscan reseñar aspectos centrales y desafíos actuales y futuros de esta visión.
Los autores describen cuatro tipos de economías en nuestro tiempo. Primero, el capitalismo financiero
y especulativo, expresado mayormente en las empresas multinacionales y las finanzas globales, con
su eje en el afán de lucro y la maximización de ganancias, y con impactos no favorables sobre la
inclusión de los trabajadores y la biodiversidad. Aun siendo una forma de expresión dominante en el
mundo de las empresas, por su tamaño y facturación, este capitalismo comparte escenario en la
producción y el empleo con otras tres expresiones. Ante todo, con un capitalismo de empresas
familiares y fábricas más pequeñas, muchas agrícolas y artesanales. Luego, con las empresas del
denominado “tercer sector”, donde predominan las cooperativas y ONGs. Finalmente, en el marco de
la sharing economy(la economía del compartir), se encuentra la EdC.

El libro se divide en seis capítulos, de atrapante lectura, pero podría sintetizarse en dos partes: la crítica
al capitalismo y a sus fundamentos, y la presentación de la EdC como opción. El capitalismo “es un
camaleón”, “hace como los imperios”, “destruye la biodiversidad” e “incrementa la desigualdad”. Con
estas frases tratan de señalar aspectos no deseados de este sistema, que, poniendo el énfasis en el
beneficio, posterga o directamente olvida otros elementos imprescindibles para un relacionamiento
humano más digno, en la lectura de los autores.

La EdC tiene algunos antecedentes dignos de destacar: las empresas sociales, con predominancia en
algunos lugares de Europa (Francia, Italia, Eslovaquia, y aún Brasil); y la Responsabilidad Social
Empresaria (siempre que no sea presa de un enfoque capitalista). En efecto, las empresas de la EdC
son el resultado de tradiciones y valores compartidos a lo largo de siglos.

La EdC es ante todo una cultura, un estilo de vida. Busca formas de gobernanza y gestión más
conformes a su ideal de compartir. En esta sharing economy se redefine la vocación del empresario a
partir de una lógica del don y la gratitud. Crear una empresa es establecer un compromiso con el
trabajo de otros hombres, que son vistos como hermanos y copartícipes del proyecto productivo.
La EdC tiene raíces europeas, desde la alta Edad Media, y, particularmente, desde el surgimiento de
la fraternidad Franciscana. El rol del franciscanismo habría sido importante en la consolidación
gradual de la ética del mercado en Italia desde entonces y hasta los comienzos de la modernidad. El
mercado era visto como un espacio de encuentro fraterno entre hombres que, en un marco de libertad,
establecían una nueva forma de relacionamiento para la época, en base a determinados valores y
virtudes. La reforma protestante, por el contrario, es criticada por los autores, dado que separa al
mercado (business) del ámbito del don (gift) y las relaciones civiles. Así, no queda espacio para la
reciprocidad y el don, pues el interés y los resultados dominan las acciones humanas.

La consolidación de la “economía civil” italiana encuentra una síntesis notable en Antonio Genovesi,
contemporáneo de Adam Smith, quien, desde una aún interesante y activa Nápoles describe el
funcionamiento de la producción y el intercambio en una economía civil donde predominan el
relacionamiento humano y el intercambio justo en el mercado. No por nada Genovesi y Smith creían
en la cooperación humana, pues ambos describían procesos coincidentes en el tiempo, para dos países
diferentes, pero bajo un rol activo del mercado.
Es claro que las mayores experiencias empresarias de EdC se han dado en Italia y Brasil. No por nada
son dos países donde la evangelización franciscana ha tenido un peso relativo decisivo, estableciendo
relaciones de mayor fraternidad entre algunos actores económicos. Los autores también destacan que
la EdC ya es objeto de enseñanza en algunas universidades de Europa.

EdC es, entonces, un relacionamiento de mercado entre actores a partir de valores como fraternidad,
reciprocidad, gratuidad, don y confianza, donde los empresarios generan trabajo digno y los
trabajadores se sienten partícipes del proyecto. No priman los intereses de mercado, sino los valores
compartidos. Es una nueva manera de pensar la empresa y el mercado.

En un mundo donde la globalización y la impersonalidad crecen de manera sostenida, donde existe


una gran duda acerca del empleo del futuro, donde la revolución tecnológica promete cambiar
radicalmente la organización empresaria y eliminar puestos de trabajo, la EdC, que hoy es una
experiencia acotada en países, sectores productivos y regiones, puede ser una luz de esperanza y un
aporte técnico que agregue soluciones al futuro del capitalismo, la empresa y el empleo.

https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2017/09/10/aportes-franciscanos-a-la-
economia-del-futuro/

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