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III) CONCLUSIONES:

1) Como grupo buscamos viabilizar la finalidad de nuestra política pública


para eliminar la problemática planteada, la cual es uno de los problemas
más antiguos que persiste en nuestra sociedad hasta la actualidad y que,
de no darle el tratamiento debido, podría seguir desencadenando en
múltiples casos.

Nuestra finalidad es conseguir que el Estado en coordinación con sus


principales entes administrativos logre generar medidas legislativas y
políticas a través de programas Nacionales, Regionales y Municipales.
Para lograr impacto en la reducción de violencia familiar en nuestro país,
puede que sea una tarea difícil, más no imposible.

Asimismo, nuestro trabajo busca crear conciencia y una iniciativa


proactiva de las mujeres para lograr que denuncien oportunamente los
casos de violencia familiar, así como la protección de las víctimas
indirectas, es decir, los hijos, con el fin de reducir la violencia.

Entonces, una vez activa la política pública con aplicación de la Ley de


Protección de Violencia Familiar (Ley 27306) se permitirá que un
porcentaje de la población, conozca la problemática del asunto, mejore la
educación en valores dentro y fuera de casa, sensibilizar a la sociedad,
cambiar el pensamiento machista y, en consecuencia, se mejore la
calidad de vida para las personas vulnerables dentro de la familia.

2) Establecer un Plan Nacional para la prevención y atención de la violencia


familiar en el que, además de la perspectiva de género, se incluya los
derechos del niño y adolescente, como eje a partir del cual podemos
proyectar estrategias de acción eficientes.

3) El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y demás


entidades administrativas para la prevención de la violencia familiar,
deben desarrollar estrategias de prevención primaria dirigidas a grupos
en condiciones de riesgo (madres solteras, parejas adolescentes, padres/
madres con adicciones en contextos de escasos recursos, etc.), y deben
contar con presupuesto y recursos para llevarlas a cabo de manera
consistente y sistemática. Establecer, además de los programas de
protección a las víctimas y sanción para los agresores, programas
encaminados a la corrección de patrones violentos de comunicación que,
a través de la participación de todos los miembros del grupo familiar en
acciones terapéuticas, transformen a la familia en un espacio donde niños
y niñas puedan desarrollarse a plenitud.

4) Por último, creemos conveniente realizar encuestas, investigaciones y


estudios tendientes a conocer la situación de la infancia en relación la
violencia familiar, diseñando instrumentos y metodologías efectivas que
recojan las voces de niños y niñas.

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