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Este breve escrito titulado Sueño, Poesía y Muerte quiere mostrar lo que este
buscador ha hallado en su viaje por la patria llamada John Keats. Estas palabras
son tan sólo un esbozo, un dibujo a lápiz de lo que este ancho cielo deja entrever a
quienes se vuelcan hacia arriba, hacia aquella bella lejanía. Como bien se ve desde
el título, he de comenzar este recorrido por el Sueño, llegar así a la Poesía para
terminar en la Muerte. La relación que hay entre estos tres elementos es
fundamental, según percibo, en la poesía de J. Keats. Así que permitan que este
buscador incansable les señale lo que ha encontrado en lontananza.
1
Keats ve en el grillo, en la cigarra, en el ruiseñor, esa voz que incluso después
de día, sigue cantando. Durante el día las bellezas acaban, mueren ¡y qué delicia!
¡fugaz ser hermoso! El día se va, y con él todas sus dulzuras. Nuestro poeta no
quiere esta finita dulzura, desea llegar al jardín de la Poesía y quedarse en él para
siempre, y así, seguir cantando como lo harían el ruiseñor, la cigarra y el grillo. Este
poeta se siente alegre por la condición de esos animales, es decir: por poder seguir
cantando sobreviviendo a la noche. Él, Keats, quiere llegar a ser como ellos:
aprender a soltar su canto después de que el día se haya ido.
2
cual si hubiese drogas apurado. Él tiene que hundirse en el Leteo. El sorbo del
bueno vino, con sabor a Flora y a verdes pastizales, acompañado de baile y
sirventés son todos estos elementos el Olvido al que tiene que arrojarse el poeta.
Éste tiene que irse lejos, disolverse. Y lo tiene que hacer puesto que aquella voz
que mana de los altos cielos no conoce la fatiga, ni la fiebre y tampoco la
impaciencia. Esa voz no conoce este lugar, donde la juventud se mustia y muere;
donde pensar es darse a la tristeza. Morir, en este caso, parece un lujo más que
nunca.
Esa voz que recorrió setos y praderas en medio de la noche invernal la han
escuchado generaciones de antaño, la llego a escuchar tanto el emperador como el
campesino. Y ahora, esa voz, llega a John Keats, y a partir de él a todos nosotros.
Pero nos deja todavía con la inquietud de qué es lo al final decide hacer… Qué está
dispuesto a dejar para llevarse a él mismo a la eternidad. Keats se pregunta ¿acaso
será como dormir la muerte? En el día todo parece un sueño; pasan las imágenes
dichosas al igual que lo hace el fantasma. Los fugaces placeres del día parecen una
simple visión. Sin embargo, incluso sabiendo todo esto, pensamos que morir es el
dolor supremo. Sería, en todo caso, más extraño que en este camino accidentado,
los hombres no fuesen a dejar esta senda tan pasajera y con bellezas finitas. Pero
es todavía más extraño que el hombre no se atreva a hacer frente a su fin
predestinado, el cual tan sólo es despertar.
3
Tanto he insistido en varias imágenes que deseo que el presente escrito no
les parezca redundante, pero no he encontrado otra manera de poder plasmar lo
que Keats ha dicho en sus Odas, en sus poemas, en sus versos. Quien ya lo haya
leído o quien, a partir de esto, se acerque a sus obras, podrá notar que mis palabras
han surgido de las del propio John Keats. Me he limitado a hacer un canal, como
los que se hacen a la orilla del mar, para traer de esa agua infinita, aunque sea una
mínima parte de ella. Ahora bien, es preciso decir que las obras de este poeta, a mi
parecer, están cargadas de tantas analogías, de tantos simbolismos que llega a
resultar insondable buscar el comienzo de sus versos, de su inspiración.
Sin más, ojalá todas estas palabras hagan un eco en ustedes, que
encuentren un fragmento, una idea, que los haga interesarse más por estos ingleses
románticos que tienen tanto qué decir y mostrarnos sobre su modo de ver el mundo.
Por último, quiero hacer mención de la muerte que tuvo John Keats; murió con tan
sólo veintiséis años, de tuberculosis. En su tiempo sus poemas no fueron abrazados
y mucho menos divulgados entre los artistas de su época. Fue rechazado y juzgado.
El más joven de los satánicos recibió tantas críticas y pérdidas de familiares durante
su estancia en el mundo. Hoy, quizá sin que él lo llegase a imaginar, se está
hablando de su vida y de sus obras. Quizás sí logró su cometido. Seguir cantando
incluso después de su muerte. Keats, el gran ruiseñor.
BIBLIOGRAFÍA: