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Romanticismo en Acatlán: la primavera del espíritu mexicano

Salazar Vidales Juan Carlos


Poeta satánico: Keats
Escrito: Sueño, Poesía y Muerte
Veintiséis años bastaron para que un poeta se alzara a lo alto, al canto eterno. John
Keats, nacido en el año 1795 y sepultado en Roma en el año 1821, fue un poeta
que llevó a la naturaleza, a los aromas que se desprenden de las flores, al canto de
las aves, a los grillos y a las cigarras a lo más alto de la Poesía. Elevó, con cada
una de sus Odas, al sueño, a la poesía misma y a la muerte como lo más sagrado.
¿Cómo calcular lo insondable, lo infinito? Es posible que, sólo entrando en contacto
con sus palabras aladas, con sus versos llenos de fragancia oscura, con las
imágenes del profundo Leteo, tengamos una impresión de lo que este poeta
satánico quiere hacer sentir.

Este breve escrito titulado Sueño, Poesía y Muerte quiere mostrar lo que este
buscador ha hallado en su viaje por la patria llamada John Keats. Estas palabras
son tan sólo un esbozo, un dibujo a lápiz de lo que este ancho cielo deja entrever a
quienes se vuelcan hacia arriba, hacia aquella bella lejanía. Como bien se ve desde
el título, he de comenzar este recorrido por el Sueño, llegar así a la Poesía para
terminar en la Muerte. La relación que hay entre estos tres elementos es
fundamental, según percibo, en la poesía de J. Keats. Así que permitan que este
buscador incansable les señale lo que ha encontrado en lontananza.

Si cualquiera de nosotros nos acercáramos a los versos de este poeta nos


encontraríamos con versos enramados, con frutos maduros y putrefactos en sus
cercanías. Su poesía sigue viva; está envuelta en cantos de aves e insectos,
rodeado de hayedos. Este romántico inglés ensalza a la Natura; parece no haber
nada más verdadero y misterioso que ella. Él mismo lo decía: La poesía de la tierra
nunca muere, y aunque hay pájaros que sólo cantan durante el verano (es decir,
durante la vida y la vigilia) hay una voz que recorre los prados y el seto incluso
durante la noche de invierno (esto, según veo, es la muerte).

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Keats ve en el grillo, en la cigarra, en el ruiseñor, esa voz que incluso después
de día, sigue cantando. Durante el día las bellezas acaban, mueren ¡y qué delicia!
¡fugaz ser hermoso! El día se va, y con él todas sus dulzuras. Nuestro poeta no
quiere esta finita dulzura, desea llegar al jardín de la Poesía y quedarse en él para
siempre, y así, seguir cantando como lo harían el ruiseñor, la cigarra y el grillo. Este
poeta se siente alegre por la condición de esos animales, es decir: por poder seguir
cantando sobreviviendo a la noche. Él, Keats, quiere llegar a ser como ellos:
aprender a soltar su canto después de que el día se haya ido.

El Sueño, según las almizcleñas palabras de Keats, es tan suave, es un


sedante, una paz entre el tumulto, es saludable, secreto, sereno y colmado de
visiones. El Leteo. Sólo a la par del Sueño se encuentra la Poesía, pues es perfecta,
sublime y delicada. La poesía es el susurro leve de todos los secretos del misterio.
Ahora bien, quien quiera consagrar su vida a la Poesía no tiene otro destino más
que adormecerse para llegar a ser un ciudadano glorioso del ancho cielo. El único
propósito del poeta para llegar adormecerse en las alas de la Poesía es que, en
esta arcadia, él puede encontrar un libro eterno que es la Naturaleza y en todas las
hojas y flores están escritas frases preciosas, infinitas. La labor del poeta en ese
lugar es que pueda ceñir todos esos acontecimientos hermosos y los exprese por
toda la eternidad.

La Poesía es un lugar eterno. De aquel lugar lejano mana un brillo refulgente.


El poeta busca lo alto de una montaña, pues allí él puede estar más cerca del ancho
cielo de la Poesía; en ese lugar se arrodilla para sentir la preciosa luz que mana de
esa patria a la que el poeta quiere llegar. Y, cuando este hombre consagrado a
llegar a ese paraíso está en la cima, puede volver el eco de esa voz ígnea. El canto
originado de ese alto santuario embriaga al poeta, lo prepara para una muerte de
lujo. Ahora bien, este hombre embriagado tiene la visión de alcanzar el Elíseo, y así,
al llegar ahí consignar en su cuaderno todo lo que está permitido y cuanto alcancen
sus sentidos humanos.

¿Cómo llegar a ese recinto sagrado? Al embriagado por la voz refulgente ha


de doler su corazón, se le tienen que adormecer los sentidos tal de beber cicuta o

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cual si hubiese drogas apurado. Él tiene que hundirse en el Leteo. El sorbo del
bueno vino, con sabor a Flora y a verdes pastizales, acompañado de baile y
sirventés son todos estos elementos el Olvido al que tiene que arrojarse el poeta.
Éste tiene que irse lejos, disolverse. Y lo tiene que hacer puesto que aquella voz
que mana de los altos cielos no conoce la fatiga, ni la fiebre y tampoco la
impaciencia. Esa voz no conoce este lugar, donde la juventud se mustia y muere;
donde pensar es darse a la tristeza. Morir, en este caso, parece un lujo más que
nunca.

Esa voz que recorrió setos y praderas en medio de la noche invernal la han
escuchado generaciones de antaño, la llego a escuchar tanto el emperador como el
campesino. Y ahora, esa voz, llega a John Keats, y a partir de él a todos nosotros.
Pero nos deja todavía con la inquietud de qué es lo al final decide hacer… Qué está
dispuesto a dejar para llevarse a él mismo a la eternidad. Keats se pregunta ¿acaso
será como dormir la muerte? En el día todo parece un sueño; pasan las imágenes
dichosas al igual que lo hace el fantasma. Los fugaces placeres del día parecen una
simple visión. Sin embargo, incluso sabiendo todo esto, pensamos que morir es el
dolor supremo. Sería, en todo caso, más extraño que en este camino accidentado,
los hombres no fuesen a dejar esta senda tan pasajera y con bellezas finitas. Pero
es todavía más extraño que el hombre no se atreva a hacer frente a su fin
predestinado, el cual tan sólo es despertar.

La Poesía es un lugar lejano y alto. Ese lugar es al que tiende el poeta…


Tiene una voz, un canto que sólo a ella le pertenece. Esta patria está más allá del
día, de la vida misma. En la Poesía, los cantos son eternos puesto que las bellezas
no son pasajeras, al contrario, permanecen. No hay fatiga. La muerte del poeta es
un modo de consagrarse a la Poesía para siempre. La Muerte no es, sino despertar,
deja la visión de la vida. En ésta, el Sueño es lo más cercano a la Muerte, por eso
es por lo que aquél es tan preciado para John Keats. Además, lo es así porque
durante el Sueño la Fantasía vuela libre. La Fantasía vuela lejos, se arroja a las
nubes y trae al mundo bellezas que antes perdió. Por ende, para dejar que la
Fantasía vuele infinitamente es necesario despertar.

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Tanto he insistido en varias imágenes que deseo que el presente escrito no
les parezca redundante, pero no he encontrado otra manera de poder plasmar lo
que Keats ha dicho en sus Odas, en sus poemas, en sus versos. Quien ya lo haya
leído o quien, a partir de esto, se acerque a sus obras, podrá notar que mis palabras
han surgido de las del propio John Keats. Me he limitado a hacer un canal, como
los que se hacen a la orilla del mar, para traer de esa agua infinita, aunque sea una
mínima parte de ella. Ahora bien, es preciso decir que las obras de este poeta, a mi
parecer, están cargadas de tantas analogías, de tantos simbolismos que llega a
resultar insondable buscar el comienzo de sus versos, de su inspiración.

Sin más, ojalá todas estas palabras hagan un eco en ustedes, que
encuentren un fragmento, una idea, que los haga interesarse más por estos ingleses
románticos que tienen tanto qué decir y mostrarnos sobre su modo de ver el mundo.
Por último, quiero hacer mención de la muerte que tuvo John Keats; murió con tan
sólo veintiséis años, de tuberculosis. En su tiempo sus poemas no fueron abrazados
y mucho menos divulgados entre los artistas de su época. Fue rechazado y juzgado.
El más joven de los satánicos recibió tantas críticas y pérdidas de familiares durante
su estancia en el mundo. Hoy, quizá sin que él lo llegase a imaginar, se está
hablando de su vida y de sus obras. Quizás sí logró su cometido. Seguir cantando
incluso después de su muerte. Keats, el gran ruiseñor.

BIBLIOGRAFÍA:

Keats, John. (2016). Poesía. Madrid: Alianza Editorial

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