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DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL
COLECCIÓN EDUCACIÓN ESPECIAL
Director: Francisco Salvador Mata
Catedrático de Educación Especial
en la Universidad de Granada
I.S.B.N.: 84-9700-278-4
Depósito legal: MA-920-2005
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra
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propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados
derechos.
Francisco Salvador Mata
(Coordinador)
BASES PSICOPEDAGÓGICAS
DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL
EDICIONES
A L J I B E
ÍNDICE
EDUCACIÓN ESPECIAL
ACTIVIDAD
SOCIAL
PERSONAS
DISCAPACITADAS
formación en
contenido forma
tanto, son subjetivos. Esta idea se puede ilustrar, analizando las diferencias con-
ceptuales entre los términos “deficiencia”, “discapacidad” y “minusvalía”.
El primer término hace referencia a un fallo orgánico (en la visión, en la audi-
ción o en la motricidad). El segundo, a la imposibilidad de responder a las exigencias
del contexto, derivada de la deficiencia. La discapacidad, pues, es una condición per-
sonal que limita o interfiere los esfuerzos de la persona para afrontar las exigencias
del contexto. Por último, “minusvalía” hace referencia al juicio de valor que hacen
otras personas sobre la persona discapacitada. En una interpretación interaccionista
de la actividad humana, la discapacidad real se define ecológicamente, en función de
los nexos, físicos y sociales, con el ambiente, del que el individuo forma parte.
La finalidad del proceso educativo es, sin duda, el elemento más importante
en el orden jerárquico, por cuanto orienta y define el sentido la acción educativa.
Por tanto, debe ser objeto de estudio de la disciplina.
¿Tiene la educación especial una finalidad distinta a la de la educación ge-
neral? La finalidad de la educación debe ser, por imperativo legal y ético, la mis-
ma para todos los alumnos, sean o no de educación especial, por cuanto todos ellos
tienen los mismos derechos y las mismas necesidades. Éste es el fundamento más
inmediato del movimiento en favor de la integración o de la inclusión. En defini-
tiva, la educación especial pretende mejorar la calidad de vida de los alumnos, en
cuanto personas.
La finalidad de la educación (se denomine general o especial) es la forma-
ción integral de la persona humana, es decir, el desarrollo de todas sus dimensio-
nes (física, psíquica, social, profesional), en relación con los valores (justicia, so-
lidaridad, libertad, creatividad... o cualquier otro que la sociedad en la que vive
plantee como forma de vida digna). Esta finalidad se puede concretar en habilida-
des desarrolladas, concebidas como resultados de la educación: leer, escribir, pen-
sar, cuidar de sí mismo, relacionarse con los otros y ser solidario, aportar su traba-
jo a la sociedad y realizarse en la profesión.
En el Informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo
XXI (UNESCO, 1996) se defiende que la “educación integral” debe construirse
sobre cuatro pilares o principios básicos:
1. Aprender a conocer. Este principio hace referencia a la adquisición de
una cultura general, que facilite al educando la comprensión del mundo
y los instrumentos para la adquisición del conocimiento o del saber.
2. Aprender a hacer. En este principio se incluye el trabajo, tanto intelec-
tual como material, en su expresión más humana, que es la colaboración,
para la transformación del mundo.
3. Aprender a vivir juntos. Este principio hace más explícita la colabora-
ción entre las personas, tanto en el conocimiento de los demás como en
el desarrollo de proyectos comunes.
4. Aprender a ser. El principio apunta a la dimensión ética y crítica, que
comporta la capacidad de juicio (conocer) y la responsabilidad personal
(hacer).
También debe ser objeto de estudio de la Educación Especial el contexto en
que se desarrolla la acción educativa. Se trata de establecer en qué lugar se lleva a
cabo esta acción, de forma más adecuada.
La educación especial: aproximación conceptual 29
ACTIVIDADES
Integración Escuela
escolar Inclusiva
Normalización • Evolución conceptual
• Dos concepciones
• Actitud
Sectorización Individualización
Modalidades de escolarización
currículum oficial de la escuela, de tal forma que terminan fracasando. Esta idea
de escuela inclusiva asume que el problema no está en el niño y, por tanto, la
respuesta no puede ser individual, sino que está en el propio contexto, que no
favorece el aprendizaje de estos niños y, por ello, lo que debe modificarse son las
condiciones de la escuela. La escuela no sólo debe instruir sino que debe dar al
alumno oportunidad para alcanzar tres tipos de capital (teoría del capital): capital
humano (habilidades y potencionalidades de los individuos), capital cultural (va-
lores, cultura, conocimientos) y capital social. Por ello, la escuela inclusiva debe
pretender los siguientes objetivos Dyson (2005):
a) Desarrollar un amplio abanico de objetivos educativos, no sólo académi-
cos, centrados en el desarrollo general del niño.
b) Desarrollo de una perspectiva holística y humanista. La escuela no pue-
de ver al niño como un recipiente vacío que debe llenarse de contenidos,
sino que el proceso de enseñanza-aprendizaje debe estar centrado en la
búsqueda de los problemas que tiene el alumno para aprender y en su
solución.
c) La escuela debe tener un rol y una orientación más social. No debe olvi-
dar que el alumno vive en una sociedad y que los problemas que tiene en
la escuela, a menudo, vienen de ella misma.
d) La escuela debe proporcionar al niño un desarrollo integral. Por ello,
todos los servicios (social, salud, bienestar social, educativo) –principio
de sectorización– deben incluirse en el contexto educativo.
ción a Personas con Minusvalías” creado en 1976, con el nombre de Real Patro-
nato de Educación Especial, y en el que, en la actualidad, participan diversos
ministerios, según el ámbito de sus competencias: Educación, en lo relacionado
con la educación especial en el Sistema Educativo; Sanidad y Seguridad Social,
en la atención sanitaria y servicios sociales; Hacienda, en la asignación de recur-
sos económicos; Justicia, en la atención a deficientes sociales e inadaptados;
Administración Local, en relación con las Comunidades Autónomas y Ayunta-
mientos.
El Real Patronato constituye el marco general en el que los órganos del
Estado elaboran sus decisiones y ejecutan sus decisiones de forma coordinada.
Una proyección práctica de esta coordinación es la constitución de equipos multi-
profesionales, en los que participan profesionales de diversos campos (médicos,
psicólogos, asistentes sociales...). El Real Patronato desempeña las siguientes fun-
ciones: 1) promover e impulsar las actuaciones públicas y privadas en relación con
las personas con minusvalías; 2) facilitar la coordinación entre las distintas Admi-
nistraciones públicas y entre éstas y las Entidades privadas; 3) colaborar con los
Organismos, Entidades y especialistas, en materia de investigación, información y
documentación; 4) informar los proyectos de disposiciones de carácter general de
la Administración del Estado, referidos a las materias propias del ámbito de actua-
ción del Real Patronato.
De este organismo depende, mediante concierto, el SIIS, un centro de infor-
mación y documentación, que desarrolla una labor meritoria en la difusión de
información, referida a todas las dimensiones de las minusvalías: sanidad, educa-
ción, trabajo y cultura.
Por el Real Decreto 969/1986 de 11 de abril se creó El Centro Nacional de
Recursos para la Educación Especial, cuyas funciones eran: 1) potenciar la forma-
ción de profesionales en el campo de la Educación Especial; 2) fomentar la inves-
tigación; 3) adaptar y producir materiales e instrumentos pedagógicos para los
alumnos con necesidades educativas especiales.
Más tarde, en coherencia con el movimiento que propugna la inserción de la
educación especial en el ámbito de la educación ordinaria, las funciones de este
organismo quedaron asumidas por uno de nueva creación, el Centro de Desarrollo
Curricular, dependiente de la Dirección General de Renovación Pedagógica. A
partir del año 1996, este Centro y sus funciones quedaron integradas en el Centro
de Investigación y Documentación Educativa (CIDE).
Las unidades administrativas del Ministerio de Educación y Cultura, rela-
cionadas con la Educación Especial, se definen en el R.D. 1887/1996 del 2 de
agosto (B.O.E., 6-8-96). El organismo de mayor nivel es la Secretaría General de
Educación y Formación Profesional, una de cuyas funciones es el “desarrollo y
difusión de las orientaciones educativas derivadas de la legislación vigente en el
campo de la educación especial” (art. 9, g).
La educación especial en el sistema educativo: hacia la educación inclusiva 51
tutoría recae sobre el tutor del grupo de referencia o sobre el profesorado especia-
lizado.
c) La atención educativa en aula específica. Se atiende en esta modalidad
al alumnado cuyas necesidades educativas especiales y grado de desfase curricu-
lar requieren un currículo adaptado significativamente. El referente será el con-
junto de capacidades enunciadas en los objetivos de la enseñanza básica, incidien-
do, especialmente, en el conocimiento de sí mismo, la adquisición de la autonomía
personal, el conocimiento y participación en el medio físico y social, el desarrollo
de la comunicación y el lenguaje.
Cuando sus características y posibilidades lo permitan, el alumnado será
integrado en grupos ordinarios, en aquellas áreas o materias en las que tenga ma-
yores posibilidades de relacionarse con el resto del grupo o realizar actividades
compartidas, complementarias o lúdico-recreativas, de tipo deportivo, artístico.
La docencia directa, la atención educativa especializada y la tutoría de este
alumnado recae sobre los maestros especializados en Educación Especial o en
Audición y Lenguaje, que atienden al aula específica de educación especial.
d) La escolarización combinada para la atención educativa a alumnos con
necesidades educativas especiales. En los últimos años, se vienen desarrollando
experiencias de colaboración entre centros y colegios de educación especial, que
se concretan en fórmulas mixtas de escolarización combinada para la atención
educativa a alumnos con necesidades educativas especiales. Las características de
este tipo de modalidad son:
1. La escolarización combinada se caracteriza por el desarrollo compartido
del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno con necesidades
educativas especiales, entre los profesionales de los centros educativos.
2. La decisión de escolarización combinada vendrá determinada por el be-
neficio que se derive para el desarrollo de las distintas habilidades adap-
tativas y para la mejora de la calidad de vida de cada alumno concreto y
en función de su problemática específica.
3. El desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje se concreta me-
diante el establecimiento de un centro de referencia y de un centro de
acogida. El centro de referencia, es aquel en el que se encuentra matricu-
lado el alumno y el de acogida es el centro colaborador.
Los profesionales que intervienen con el alumno, con el asesoramiento del
responsable o responsables de la orientación y la colaboración con las familias,
elaborarán un único plan de trabajo, en el que se concretarán los distintos elemen-
tos del currículo, prestando especial atención a la distribución de tiempos, espa-
cios y responsabilidades.
La configuración del horario del alumno en uno u otro centro se organizará
en sesiones completas de mañana o tarde, para garantizar la necesaria adaptación.
Excepcionalmente podrán habilitarse otras fórmulas organizativas del horario,
La educación especial en el sistema educativo: hacia la educación inclusiva 57
ACTIVIDADES
2. A partir de las siguientes viñetas o casos que narran el día a día de algunas
aulas, extrae principios didácticos y organizativos (Tomnlinson, 2001, págs.
20 a 28).
PROCESO DIDÁCTICO
disfunciones intervención
COMÚN
CURRÍCULO ADAPTACIÓN
DIFERENCIADO
La dimensión metódica atañe tanto al hacer como al ser del profesor (o del
profesional). Por tanto, el cambio debe afectar a estas dos dimensiones. Así, la
intervención didáctica para subsanar las dificultades en el aprendizaje implica,
además de cambiar el currículo, que el profesor cambie su concepción de la ense-
ñanza. Este cambio de mentalidad está relacionado con el conocimiento de las
dificultades que plantea a alumnos concretos el aprendizaje de un determinado
contenido curricular.
En cuanto a la acción del profesor, como mediador entre el currículo y el
alumno, se deben tener en cuenta estas dos dimensiones. En primer lugar, la adap-
tación curricular se concibe como un proceso de toma de decisiones sobre los
elementos del currículo, para dar respuesta a las necesidades educativas de los
alumnos. Se establecen, así, distintos tipos de adaptación, en función de diversos
criterios: 1) niveles de concreción (ámbito territorial, etapas educativas...); 2) ni-
veles de profundidad: adaptación no significativa/significativa. El grado máximo
es la “diversificación curricular”; 3) elementos del currículo que se modifican:
elementos de acceso/elementos básicos (o estructurales).
De otra parte, el problema de la adaptación curricular radica no en eliminar
contenidos sino en utilizar estrategias para hacerlos accesibles al alumno, refor-
zando previamente, si fuera necesario, las capacidades básicas del alumno, para
hacer frente a las tareas de aprendizaje. En efecto, los alumnos con necesidades
educativas especiales necesitan actividades especiales de enseñanza. Por tanto, la
respuesta adecuada será adaptar la enseñanza a las necesidades de los alumnos. En
este sentido, la adaptación curricular puede concebirse como adaptación de la en-
señanza a las diferencias individuales en el aprendizaje. Ésta es la otra dimensión
de la adaptación curricular, que se concreta en las estrategias didácticas. Las estra-
tegias de adaptación se integran en un proceso, cuyas fases y dimensiones son las
siguientes:
1. Evaluación de competencias curriculares. Se trata de obtener informa-
ción sobre dos aspectos: 1) la naturaleza de las exigencias del currículo; 2) la
capacidad del alumno para enfrentarse a ellas. A este efecto, es adecuado el análi-
sis de las tareas de aprendizaje y de las habilidades básicas, necesarias para des-
empeñar dichas tareas, describiendo las habilidades y deficiencias del alumno.
La evaluación holística no se centra exclusivamente en el sujeto, sino que
abarca todo el proceso didáctico. Por tanto, se debe recoger información sobre el
alumno, el contexto escolar (aula y centro) y el contexto familiar, incluída la ac-
tuación del profesor (estilo y método de enseñanza, actitudes, estrategias didácti-
cas). En este sentido, la evaluación proporciona al profesor una ocasión para re-
flexionar sobre su acción didáctica y sobre el proceso didáctico.
La didáctica en la educación especial 71
Por último, hay que analizar las variables del contexto sociocultural envol-
vente. Aquí se incluyen las diferencias en el aprendizaje, derivadas de la pertenen-
cia del alumno a un contexto rural o urbano, a una zona de subdesarrollo o a una
zona céntrica, de la clase social del alumno (deprivación socio-cultural) y de la
valoración comunitaria del aprendizaje.
ACTIVIDADES
COORDINACIÓN
Atención a la diversidad
CONSEJO EQUIPO
ESCOLAR DIRECTIVO
ORIENTACIÓN
P.E.C.
Alumnos Alumnos
Con N.E.E. Sin N.E.E.
ESCUELA
INCLUSIVA
Centro Centro
Adaptaciones Específico Ordinario
Curriculares EQUIPOS DE
ORIENTACIÓN
EDUCATIVA Y
PSICOPEDAGÓGICA
Diversificación
A.C.I. Curricular
ción especial sólo se llevará a cabo cuando las necesidades de los alumnos no
puedan ser atendidas en los centros ordinarios. Dicha situación será revisada pe-
riódicamente, de modo que pueda favorecerse, siempre que sea posible, el acceso
de los alumnos a un régimen mayor de integración”.
Por tanto, los centros específicos no deben desaparecer de inmediato, por-
que son necesarios para determinados grados de deficiencia (niños con deficien-
cias graves, que tienen que ser atendidos asistencialmente, y no sólo educativa-
mente, sujetos que son rechazados por sus padres, sujetos que necesitan de un
médico y de una asistencia continuada), aunque se debe producir en ellos un pro-
ceso de modificación y coordinación con los centros ordinarios y no deben ser
concebidos como una estructura paralela al centro ordinario, sino como un ele-
mento más del conjunto de servicios que presta el sistema educativo.
Estos centros aportan una oferta educativa especializada, por cuanto en
ellos existe un personal especializado, servicios complementarios, infraestructu-
ras sin barreras arquitectónicas y adaptadas. Además, el personal que trabaja en
ellos (profesores, logopedas, especialistas en educación especial, educadores, fi-
sioterapeutas, médicos, psicólogos) está perfectamente coordinado en sus actua-
ciones diferenciadas.
En cuanto a los cambios que se deben producir en los centros específicos, se
detectan dos posiciones. En la primera, se subraya la idea de que, aceptando el
principio de escolarización en entornos menos restrictivos y en coherencia con el
deseo de que todos los alumnos compartan el mismo centro escolar, se hace nece-
sario un traslado paulatino de los recursos humanos y materiales, desde los centros
de Educación Especial a los centros ordinarios. De acuerdo con esta posición, los
centros específicos deberían desaparecer definitivamente. Pero, para aprovechar
su potencial educativo, deberían transformarse en centros de recursos para los
centros de su zona, integrando sus unidades en el entorno menos restrictivo posi-
ble y rentabilizando la especial preparación y formación de su profesorado para
ofrecer apoyo a los profesores del sector.
En esta perspectiva transformadora, Hegarty (1996), en su estudio sobre la
educación especial en Europa, ha puesto de relieve cómo, en Suecia, los centros de
recursos han sido una importante estructura en la provisión de servicios en el cam-
po de la educación especial. Así, en Holanda, se han constituido claustros conjun-
tos de escuelas ordinarias y especiales. Igualmente, en el reino Unido, las relacio-
nes entre escuelas especiales y ordinarias están bien establecidas y, en algunas
zonas, las escuelas especiales tienen acceso a una financiación específica, a fin de
hacer posible que se transformen en un centro de recursos para las escuelas ordina-
rias de su área de influencia.
La segunda posición, por el contrario, incide más en los cambios internos
que se deben producir en el centro específico, en función de los cambios que se
están produciendo, tanto desde el punto de vista legislativo como de la práctica, en
La organización del centro educativo para la educación especial 83
relación con los alumnos con necesidades educativas especiales. Se trata, por tan-
to, de una nueva visión del centro específico: “bajo estas coordenadas es previsi-
ble y deseable pensar en un nuevo modelo de centro más abierto, donde todos
tengan cabida y participen; donde el alumno vea que el trabajo del día a día preten-
de su vuelta al centro ordinario; donde se fomenten las tareas de análisis, de pre-
vención, investigación y orientación y donde el alumno deje de ser sujeto pasivo y
pase a ser sujeto configurador de su propia historia” (Alberte, 1994, 17).
En una posición intermedia cabría incluir la situación real de nuestro país.
En efecto, hasta que no se consiga la integración plena de los alumnos, existen en
los centros ordinarios “aulas de apoyo a la integración”. Son espacios en los que el
profesor de apoyo a la integración interviene, en pequeños grupos o individual-
mente, con aquellos alumnos que necesitan una intervención específica, pero que
están integrados en clase en sus respectivos grupos.
Los cambios que supone el modelo integrador afectan tanto a las estructuras
del centro, en cuanto unidad global, cuanto a otras estructuras funcionales, como
los órganos de gobierno y participación en los centros y a sus respectivas funcio-
nes (consejo escolar, equipo directivo, departamentos, equipos de profesores).
Ahora bien, si la Educación Especial no es más que la educación general
optimizada, no se podrá hablar de estructuras organizativas específicas del cen-
tro educativo, para la educación especial. Sólo habrán de adoptarse estrategias
para mejorar las que ya existen. En este sentido, no se establecen diferencias
fundamentales entre el centro ordinario y el centro específico, salvo en algunos
matices.
No obstante, aunque las estructuras, recursos personales y materiales están
a disposición de todos los alumnos, la calidad educativa que define la nueva edu-
cación especial se hace operativa en algunas acciones específicas, dirigidas a los
alumnos con necesidades educativas especiales. En efecto, con la experiencia de
integración se incorporan al centro ordinario un conjunto de recursos personales:
equipos psicopedagógicos, profesores de apoyo y profesionales especialistas (tra-
bajadores sociales, logopedas, fisioterapeutas, profesores de educación física y
educadores). La inclusión de estos elementos implica una modificación en la es-
tructura organizativa del centro que no está exenta de problemas (falta de tiempo
en el horario lectivo para realizar tareas de coordinación en el nivel de profundi-
dad necesario, toma de decisiones en cuanto a la forma de agrupar a los alumnos,
determinación de criterios para asignar profesores a grupos, organización de re-
uniones con los padres...).
La respuesta a estos problemas puede venir tanto de los propios centros
como de la Administración Educativa. Los primeros pueden crear estructuras or-
ganizativas innovadoras (modelo organizativo de grupos flexibles, modelo orga-
nizativo de aulas-taller...), que permitan una adaptación de la organización del
centro a la diversidad. La Administración Educativa, viendo la necesidad de que la
84 Bases psicopedagógicas de la educación especial
orientación y el apoyo que deben recibir los alumnos no sea, exclusivamente, lle-
vado a cabo por agentes o grupos externos, ha creado estructuras de apoyo y orien-
tación dentro de los centros (tutoría, departamentos de orientación, equipos de
orientación).
Por su carácter ecológico, el Centro Escolar está, de una parte, conectado
con otros contextos y, de otra, en él se pueden establecer niveles de actuación y
reparto de responsabilidades. Se hace, pues, necesaria la “coordinación” de fun-
ciones, medios y recursos y de los distintos contextos de intervención.
Estos principios ideológicos se proyectan y se concretan en acciones pun-
tuales o en estrategias que atañen a las diversas variables o dimensiones que con-
figuran la organización del centro educativo y, en concreto, la dinámica del aula.
La expresión que sintetiza todas las exigencias de la Escuela Inclusiva y las hace
operativas es la de “aula inclusiva”. Éste será, pues, el esquema en el que se articu-
len los contenidos que se exponen a continuación.
del currículo de la Educación Primaria, en todas sus áreas, pudiendo dar cabida a
capacidades de otras etapas, de acuerdo con las necesidades de los alumnos.
La integración como proyecto educativo, en el que está implicado todo el
centro educativo, afecta también a la organización del espacio, del tiempo y de los
materiales. En este sentido, la necesidad de eliminación de barreras arquitectóni-
cas y de mayor dotación de apoyos educativos y la insistencia en velar para que en
los Proyectos y Planes anuales de centro queden reflejados los servicios necesa-
rios para dar respuesta a las necesidades educativas especiales son objetivos que
deberán plantearse los centros, apoyados por la Administración, para conseguir la
plena integración escolar de estos alumnos.
Por lo que atañe a los “espacios físicos”, algunos aspectos son importantes:
1. Debe disponerse de aulas especiales para las tareas de apoyo específico
(logopedia, psicomotricidad, musicoterapia...).
2. Las aulas deben tener unas determinadas condiciones acústicas y de visi-
bilidad.
3. Deben facilitarse en todo momento los desplazamientos de los alumnos
con necesidades especiales, por el aula y por todo el centro.
4. El edificio debe caracterizarse por su accesibilidad, lo que supone la
supresión de barreras arquitectónicas.
Por lo que atañe a los centros específicos, la intención de la política educa-
tiva es que progresivamente se transformen en centros de recursos, al servicio de
todo el Sistema Educativo. En la “Declaración de Salamanca” (1994) se sugieren
las siguientes funciones: 1) identificación de alumnos discapacitados; 2) forma-
ción del personal de las escuelas ordinarias; 3) atención a alumnos que no pueden
serlo en la escuela ordinaria; 4) apoyo profesional a las escuelas ordinarias; 5)
apoyo a la elaboración de adaptaciones curriculares.
La organización del “tiempo” viene condicionada por las dificultades que
presentan los alumnos y por las actuaciones para afrontarlas. En concreto, la organi-
zación del tiempo también se ve afectada por las siguientes variables: 1) la realiza-
ción de determinadas tareas requiere una duración mayor que la de una unidad de
lección teórica; 2) la adopción de metodologías activas y participativas en un área
determinada puede requerir módulos horarios más amplios que los habituales.
Especial relevancia adquiere la selección y utilización de “materiales y re-
cursos didácticos” (libros de texto, ordenadores, material de escritura...). Se hace
más necesaria, si cabe, la organización del “aula de recursos”. La dotación de
equipamiento y recursos materiales debe ser suficiente, variada y ajustada a la
diversidad de los alumnos.
los órganos de coordinación docente. Por derivación, afecta también a todos los
profesionales de la educación, especialmente al profesor tutor y al profesor de
apoyo (especialista). En el análisis de esta dimensión.
Al Consejo Escolar y al Equipo Directivo compete: 1) hacer un seguimiento
del desarrollo del Proyecto de Integración; 2) fomentar la participación de toda la
comunidad educativa en el Proyecto de Integración; 3) ejecutar y coordinar las
propuestas del Departamento de Orientación.
Aunque forma parte del Equipo Directivo, como órgano colegiado, se ha
destacado en la investigación la incidencia del director en el proceso de inclusión,
mediante estrategias y tareas específicas, relacionadas con el proceso de inclusión
(Petersen y Swan, 1997).
Entre los órganos de coordinación docente, en los Institutos de Educación
Secundaria, el Departamento de Orientación tiene un papel relevante, como órga-
no asesor y de apoyo técnico. En los centros de Educación Infantil y Primaria, esta
función se atribuye a órganos externos al centro: los equipos de orientación edu-
cativa y psicopedagógica, cuyas funciones se han descrito en el apartado anterior.
El Departamento de Orientación ejerce su acción educativa sobre los profe-
sores, los alumnos y los padres. En su relación con los departamentos didácticos,
ejerce su acción orientadora sobre los profesores. En la estructura departamental
se integran:
a) Profesores del cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria, entre los
que habrá, al menos, uno de la especialidad de Psicología y Pedagogía,
así como profesores del cuerpo de profesores técnicos de formación pro-
fesional.
b) En los institutos en los que se imparta formación profesional específica,
los profesores que tengan a su cargo la formación y orientación laboral.
c) Para programas específicos, en el caso de que existan, los maestros espe-
cialistas en “audición y lenguaje” y en “educación especial”.
Los especialistas externos al Centro (logopedas, fisioterapeutas...) pueden
intervenir, cuando se les requiera, pero la labor continuada corresponde a los tuto-
res y a los profesores ordinarios, coordinados por el Jefe del Departamento de
Orientación. Los especialistas externos forman parte de los Equipos de Apoyo a la
Escuela (Equipos de Orientación e Intervención Psicopedagógica).
El Departamento de Orientación tiene una función esencial, que se ha deno-
minado “apoyo interno”: promover y apoyar el proyecto de integración, en las
diversas fases de planificación, desarrollo y evaluación. Esta actuación se proyec-
ta en una triple dirección:
1. En relación con los propios alumnos: 1) evaluación psicopedagógica ini-
cial; 2) diseño de la adaptación curricular; 3) elaboración de materiales
de apoyo; 4) docencia directa; 5) acción tutorial; 6) apoyo específico
(logopédico, motórico...).
La organización del centro educativo para la educación especial 89
petitivo. Al tiempo que los niños van asumiendo responsabilidad sobre la activi-
dad docente, deben ayudar al profesor a planificar los trabajos y las tareas que se
han de realizar en clase, tanto los de los niños con problemas como los de quienes
no los tienen. De esta manera, se puede entender mejor que cada niño tiene una
forma individual de ser y de aprender, que todos son diferentes y el grupo está
compuesto por personas muy diversas.
Obviamente, los principios didácticos se hacen operativos en las estrate-
gias metodológicas, a las que se ha hecho referencia en el capítulo anterior. En
el Informe elaborado por la Agencia Europea para el Desarrollo de la Educación
Especial (2003) se incluyen estrategias, consideradas como buenas prácticas,
que están siendo aplicadas en distintos países europeos. Así, de entre los cinco
grupos de factores considerados como eficaces para la educación inclusiva, tres
hacen referencia a la colaboración/cooperación entre los alumnos: a) aprendiza-
je cooperativo (la tutoría entre iguales o el aprendizaje cooperativo es eficaz,
tanto en el área cognitiva como en la afectiva, para todos los alumnos); b) solu-
ción cooperativa de problemas (los alumnos establecen, de forma conjunta, las
reglas y normas según las cuales deben actuar y solucionar los posibles proble-
mas que surjan en el aula); c) agrupamiento heterogéneo y educación personali-
zada. Los otros dos se centran en la enseñanza cooperativa y en la enseñanza
eficaz.
Tomlinson (2001) describe algunas estrategias docentes que facilitan el
proceso de atención a la diversidad:
a) Estaciones: son diferentes puntos del aula, en los que los estudiantes
realizan simultáneamente distintas tareas.
b) Agendas: son listas personalizadas de tareas, que debe realizar un deter-
minado alumno, en un tiempo dado. Estas listas pueden tener activida-
des comunes a los otros alumnos de clase y actividades exclusivas para
un determinado alumno.
c) Estudio en órbitas: son investigaciones independientes, que suelen durar
de tres a seis semanas. Los alumnos eligen los temas que quieren estu-
diar y trabajan para obtener información sobre ellos, bajo la tutela del
profesor.
En el aula inclusiva es necesario también tener en cuenta el espacio y el
tiempo. Así, el espacio debe concebirse de otro modo, ampliando a otros espacios,
fuera del aula, las áreas de enseñanza y haciendo posible en las aulas la movilidad
del alumnado. De igual modo, el aula debe convertirse en un lugar de comunica-
ción entre los alumnos.
Por otro lado, el tiempo es un elemento de gran importancia para poder
atender a la diversidad y para que el profesorado pueda formarse adecuadamente.
En el informe de la Agencia Europea para el Desarrollo de la Educación Especial
(2003) se proponen dos formas para conseguir más tiempo: mediante un incre-
98 Bases psicopedagógicas de la educación especial
mento de los recursos (más tiempo asignado a los profesores) y reorganizando los
recursos disponibles (uso alternativo del tiempo disponible). En este último caso,
se puede trabajar con metodologías que permitan a los profesores invertir el tiem-
po en tareas de planificación, adecuación curricular y evaluación de los alumnos
(aprendizaje autónomo; enseñanza cooperativa: grupos cooperativos o tutoría de
iguales). Así mismo, la coordinación entre profesores puede dar lugar a estructu-
ras organizativas que permitan la “liberación” de determinados momentos en la
jornada escolar.
Estos autores describen el proceso que siguen los profesores hasta que con-
siguen aceptar la inclusión y modificar su aula. En este proceso, se diferencian
varias fases:
A. Fase de “recepción: el profesor ordinario se entera de que va a tener en
su aula un alumno con deficiencia grave. En esta fase, se producen tres
procesos estrechamente relacionados: 1) “clarificación”: empieza a bus-
car información sobre la inclusión (discutiendo con otros colegas, parti-
cipando en programas de formación...); 2) “escrutinio”: examina, muy
de cerca, la información encontrada sobre todos los aspectos de la inclu-
sión. Este proceso puede ser parecido al de la construcción de un puzzle,
donde cada pieza aporta una información relevante de cada uno de los
aspectos que conforman la inclusión; 3) “comprobación”: consiste en
contrastar y comparar la información recibida.
B. Fase de aceptación: el profesor empieza a considerar las implicaciones
que este nuevo fenómeno educativo puede tener para él y para otros. En
esta fase, también se desarrollan distintos procesos: a) “determinación
del impacto”: emite juicios sobre el posible impacto que puede tener la
inclusión en su aula; b) “clarificación de valores”: examina los valores
(equidad, justicia, humanidad, ética...) que aporta la inclusión y los com-
para con sus propios valores sobre la educación; c) “reconciliación”:
examina la inclusión, o aspectos específicos de la misma, en relación
con su existencia personal y su marco profesional.
C. Fase de “compromiso”: el profesor desarrolla puntos de vista consisten-
tes sobre la inclusión. Esto le lleva a emprender acciones e interaccio-
nes, para justificar el punto de vista personal que tiene sobre la inclusión.
De nuevo, en esta fase, se producen, de forma interrelacionada, tres pro-
cesos (“decisión”, “racionalización” y “explicación”), a través de los
cuales se establecen diálogos con otras personas, para exponer y debatir
sus puntos de vista.
D. Fase del “ajuste”. Es la fase más importante de todo el proceso de cam-
bio. En ella se incluyen los siguientes procesos: a) “selección”: el profe-
sor identifica aquellos aspectos de su trabajo práctico en el aula que pue-
de cambiar, para dar respuesta a la inclusión; b) “reacción”: el profesor
hace cambios en su práctica, en función de su particular experiencia con
la inclusión; c) “iniciación”: el profesor inicia otros cambios, cuyo fun-
damento radica en toda la información recopilada, analizada y contrasta-
da. No obstante, los cambios iniciados en este momento tienen que ver,
básicamente, con la organización.
E. Fase de “valoración”: consiste en determinar los efectos que han tenido
en su práctica y en ellos mismos los cambios realizados a raíz de la in-
clusión. Esta fase se articula en dos procesos: a) “estimación”: el profe-
100 Bases psicopedagógicas de la educación especial
ACTIVIDADES
CAPACIDAD AUDITIVA
Factores Factores
EVALUACIÓN INTERVENCIÓN
internos externos
1. LA CAPACIDAD AUDITIVA
Por otra parte, las personas con deficiencia auditiva, en general, utilizan
otras vías, preferentemente el canal visual, para acceder a la información. Sobre
todo, las personas que presentan unas pérdidas auditivas profundas perciben a tra-
vés del tacto y poseen una percepción visual muy desarrollada. Por eso, se expre-
san y se comunican por medio de la mirada, de los movimientos de la boca, del
cuerpo, de las manos. Ésta es la función de la lengua de signos. En estos casos, la
lengua oral no se adquiere de forma natural y espontánea a través de las interaccio-
nes comunicativas con otras personas como sucede en el caso de las personas que
no presentan ningún déficit auditivo. Por tanto, la lengua oral ha de ser aprendida
y enseñada de forma intencional y sistemática, iniciándose así un largo y difícil
proceso, tanto para el niño como para los que le rodean (educadores, familiares,
compañeros, etc.) (Almirall, 1993).
Aparte de la lengua oral, el lenguaje escrito es otro de los instrumentos
básicos para acceder a la información, a los conocimientos y a la cultura. Precisa-
mente por eso, la lectura adquiere aún más importancia en aquellas personas que
están privadas del canal auditivo para recibir información oral. Sin embargo, estas
personas, generalmente, encuentran dificultades a la hora de leer y escribir, debi-
do, entre otros factores, a la escasa habilidad fonológica, la escasa competencia
lingüística, el dominio insuficiente del vocabulario, de la estructura morfo-sintác-
tica y de la semántica (Fernández Viader y Pertusa, 1996; Mies y Ramspott, 1996;
Gutiérrez Cáceres, 2004).
Todas estas dificultades lingüísticas y comunicativas influyen negativa-
mente en la integración social de las personas. En efecto, son escasas las personas
con deficiencia auditiva que llegan a superar la Educación Secundaria, a acceder a
estudios superiores y a conseguir un puesto de trabajo cualificado. De otra parte,
hay que señalar que los problemas relacionados con la capacidad auditiva no pue-
den establecerse sino de forma relativa, o sea, que dependen de las características
específicas de una persona, en un momento determinado (Alvira Martín y otros,
1999; Díaz Estébanez y otros, 1996).
con el niño deficiente auditivo, la cual se encuentra relacionada con dos factores:
la aceptación de la deficiencia auditiva y la capacidad para ajustarse comunicati-
vamente con su hijo (Alonso y otros, 1991).
Las actitudes de aceptación o rechazo de la deficiencia auditiva del hijo, por
parte de los padres, dependen, de una parte, de la forma en que se ha descubierto y
detectado la deficiencia y, de otra, de las características personales de los mismos.
En general, la actitud de los padres oyentes, que representan el 90% de los padres
de niños deficientes auditivos, no es la misma que la de los padres sordos.
Con frecuencia, los padres oyentes desconocen lo que la deficiencia audi-
tiva significa para el desarrollo del hijo, experimentando sentimientos de frus-
tración, angustia y pesimismo, y, en consecuencia, tienen más dificultades para
comunicarse y comprender los mensajes y las experiencias del niño. No obstan-
te, las relaciones afectivas y comunicativas que se establecen entre los padres
oyentes y el niño deficiente auditivo dependen de otros factores y, en especial,
de la motivación hacia la adquisición de la lengua, por parte del niño, y del
conocimiento e información que poseen los padres sobre las implicaciones de la
sordera.
Los padres oyentes tienen la posibilidad de ofrecer a sus hijos, desde eda-
des muy tempranas, modelos más completos de lenguaje oral y experiencias de
lecto-escritura y de motivarle hacia el aprendizaje lingüístico, fomentando ex-
pectativas y actitudes positivas y adecuadas hacia el desarrollo del lenguaje oral.
En cambio, los padres sordos aceptan con más facilidad la deficiencia auditiva
de su hijo, comprenden mejor su situación y ofrecen al niño un sistema de comu-
nicación, el lenguaje de signos, que va a aprender con gran facilidad y que va a
permitir estructurar unos intercambios comunicativos más fluidos (Valmaseda,
1995a).
De otra parte, el status oyente o sordo de los padres influye en la adquisición
temprana del lenguaje de signos, por parte del niño deficiente auditivo. Así, pues,
la mayoría de los niños con deficiencia auditiva, hijos de una familia oyente, no
conocen o usan la lengua de signos desde pequeños (Swisher, 1989), lo cual puede
incidir en su desarrollo. Conscientes de las necesidades comunicativas de los ni-
ños con deficiencia auditiva, algunos padres oyentes son más flexibles y abiertos y
prefieren emplear otros sistemas lingüísticos (método bimodal, palabra comple-
mentada). E incluso, algunos padres están comenzando a aprender el lenguaje de
signos, para comunicarse con sus hijos, sin perder de vista la necesidad del lengua-
je oral. En cambio, los niños con deficiencia auditiva, hijos de padres sordos, ad-
quieren, a través de las interacciones comunicativas, el lenguaje de signos, como
primer lenguaje, y, además, son más competentes en el nivel cognitivo, social y
lingüístico, en comparación con los hijos de padres oyentes, en cuyos ambientes
predomina la lengua oral como principal sistema de comunicación (Marchesi y
otros, 1983).
Problemas relacionados con la audición: evaluación e intervención educativa 113
B. Pruebas subjetivas:
a. Test de despistaje. Consiste en observar y analizar los reflejos y las
reacciones comportamentales del niño ante los estímulos sonoros
previamente presentados como, por ejemplo, los sonidos provocados
por instrumentos sonoros o juguetes o simplemente llamar al niño
por su nombre.
b. Acumetría. Las pruebas acumétricas más importantes son las diseña-
das por Rinne, Weber y Schwabach. Los estímulos sonoros que se
utilizan en dichas pruebas son los diapasones que, al golpearlos, emi-
ten tonos puros de las cinco frecuencias más representativas del es-
pectro oral.
c. Audiometría de refuerzo visual o Reflejo de Orientación Condicio-
nado (ROC o Suzuki). Primero se entrena al niño a mirar en una
dirección concreta de donde ha salido un estímulo audible y, cuan-
do éste mira, se le refuerza con la presentación de un juguete ani-
mado o un muñeco iluminado. Una vez que se ha acondicionado
esta respuesta visual, se comienza a presentar una serie de sonidos,
a diferente frecuencia e intensidad, para detectar dificultades audi-
tivas específicas.
d. Audiometría de Juego. Se pretende que el niño ponga un bloque den-
tro del cubo cada vez que oiga un estímulo sonoro, para evaluar sus
respuestas a las señales de tonos puros y del lenguaje hablado.
e. Audiometría tonal o de tonos puros. Es el procedimiento de evalua-
ción audiológica más habitual. Basándose en el uso de un audiómetro
(aparato que produce tonos puros de distintas frecuencias y con dife-
rentes intensidades) se expone al niño a unos tonos y se le pide que
indique si los percibe o no, levantando la mano.
f. Audiometría vocal o verbal. Se trata de un procedimiento de evalua-
ción, similar al anterior, pero en éste los estímulos auditivos que se
presentan al niño no son tonos puros, sino que son palabras e, incluso,
frases. En este caso, se le pide al niño que repita las palabras cuando
las percibe. Es una prueba útil para evaluar el nivel de comprensión y
de inteligibilidad del lenguaje.
g. Audiometría verbotonal. Es una prueba similar a la anterior, pero en
la presentación de estímulos sonoros se usan segmentos fonéticos de
habla (semejantes a sílabas o palabras) sin significado.
Las pruebas audiométricas se realizan dentro de una cabina insonorizada,
donde los estímulos auditivos, emitidos por un audiómetro, son presentados a tra-
vés de unos auriculares (por vía aérea) o a través de unos vibradores que se colo-
can detrás de la oreja y pegados al hueso mastoides (por vía ósea). Los resultados
obtenidos en dichas pruebas se representan en una gráfica, denominada audiogra-
116 Bases psicopedagógicas de la educación especial
ma, que muestra los niveles de audición en relación con los estímulos acústicos,
determinando el grado y tipo de deficiencia auditiva.
La detección precoz de la deficiencia auditiva constituye un factor impor-
tante que incide en la educación del niño. De otra parte, la deficiencia auditiva no
se detecta con facilidad, en las primeras etapas de vida del niño, a través de las
exploraciones rutinarias (por ejemplo, sospechando una pérdida auditiva por falta
de respuesta a estímulos sonoros o retrasos en la adquisición del lenguaje). Por
ello, es importante que se realice un screening auditivo neonatal (programa de
detección precoz de la deficiencia auditiva en recién nacidos y lactantes).
Dos son las estrategias que permiten la identificación y diagnóstico de la
deficiencia auditiva en edades tempranas de la vida: las otoemisiones acústicas
(OEA) y los potenciales evocados auditivos de tronco cerebral (PEATC) (Sáinz,
1997). Por su rapidez y sencillez de registro, se consideran las OEA como la
primera exploración a realizar para el diagnóstico de la deficiencia auditiva y los
PEATC como la segunda exploración para la confirmación diagnóstica. Si los
resultados obtenidos en estas pruebas sugieren una pérdida auditiva, se realiza-
rán otras pruebas para determinar la capacidad auditiva como los tests de obser-
vación, las pruebas de comportamiento y la audiometría condicionada por el
juego.
básico, que forma parte de la atención educativa temprana del niño con deficiencia
auditiva. Es inevitable aplicar la prótesis auditiva en el niño desde el momento de
su diagnóstico (Valero y Gou, 2003).
La colocación de una prótesis para compensar la deficiencia auditiva, aun-
que sea necesaria, no es suficiente, como sucede con las gafas que corrigen la
visión. En efecto, los sonidos que percibe el niño deficiente auditivo con la ayuda
de las prótesis auditivas siguen siendo deformados y fragmentarios, tanto en can-
tidad como en calidad, y, por tanto, la comprensión del mensaje que se le transmi-
te sigue siendo aleatoria. Así, pues, es fundamental que, junto a esta adaptación
protésica, se inicie la intervención logopédica, con el fin de mejorar la capacidad
auditiva del niño y acceder a un código lingüístico que le permita comunicar, reci-
bir información, aprender y pensar, sin la cual el diagnóstico sería estéril y la
adaptación protésica insuficiente (Domínguez Gutiérrez y Alonso Baixeras, 2004;
Marco Algarra, 2003).
vista visual, se articulan de modo similar, con idéntico visema labial (por ejemplo,
las palabras “papá” y “mamá”). Para solucionar este problema, se han venido bus-
cando unos sistemas de apoyo a la lectura labiofacial y que complementan a la
lengua oral.
El enfoque bilingüe surge con fuerza, sobre todo, ante el hecho de que la
educación de los alumnos con deficiencia auditiva continúa siendo inferior a la de
los alumnos oyentes (con deficientes estructuras lingüísticas, habla poco inteligi-
ble, deficiente comprensión lectora,...). Es decir, los métodos orales no han conse-
guido satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de los alumnos deficientes
auditivos que es, sobre todo, disponer de un lenguaje para comunicar y pensar y
poder acceder a una información suficiente sobre su entorno físico y social. Este
fracaso hizo que surgieran con fuerza los enfoques bilingües hacia la década de los
70-80.
En el bilingüismo se parte de la premisa de que la lengua de signos se cons-
tituye como el primer lenguaje formal, que se adquiere de forma natural y espon-
tánea, y sobre esta competencia inicial se inicia el aprendizaje de una segunda
lengua: oral y, sobre todo, escrita (Klima y Bellugi, 1979; Skliar y otros, 1995).
Las características más importantes de la lengua de signos son (Stokoe,
1960; Rodríguez González, 1992):
— Utiliza el canal visual y gestual, frente a las lenguas orales que emplean
el canal auditivo y el oral.
— Los órganos de articulación son las manos, los brazos, el tronco y el
rostro.
— La palabra o unidad mínima con sentido/significado es el signo.
— Los signos se constituyen y se articulan a partir de las distintas combina-
ciones en los parámetros formacionales, que son:
• La configuración o forma que adoptan las manos al realizar el signo.
• El movimiento que realizan las manos que hacen el signo.
• La orientación de la palma de las manos.
• El lugar de articulación del signo o posición donde se realiza el signo
en relación con el cuerpo.
Problemas relacionados con la audición: evaluación e intervención educativa 123
mina aún hoy en día, el interés por demostrar la superioridad de un modo de comu-
nicación sobre otro. Sin embargo, hay que señalar que los éxitos o logros de un
sistema de comunicación u otro dependen siempre de su adecuación a las caracte-
rísticas, necesidades y posibilidades de cada persona con deficiencia auditiva.
Asimismo, hay que destacar la importancia de la comunicación, indepen-
dientemente del tipo de lenguaje o modalidad comunicativa que se desarrolle, de
forma que lo importante es ante todo que la persona con deficiencia auditiva se
involucre de forma activa y participativa en sus propios procesos de aprendizaje y
de construcción compartida del conocimiento, para lo que se requiere utilizar o
emplear todo tipo de recursos materiales y lingüísticos, que tengan en cuenta las
situaciones específicas de cada caso concreto.
ACTIVIDADES
BAJA
VISIÓN
Evaluación
Estimulación Precoz Estimulación
visual otros sentidos
Evaluación visual.
Uso visual funcional.
Momento de aparición.
VISIÓN VISIÓN
NORMAL NULA
Estimulación ambiental
F ÓPTICAS: P
– Fijación y seguimiento.
U Control fisiológico de los músculos R
– Acomodación y enfoque.
oculares. – Movimiento. O
N
P
C ÓPTICO-PERCEPTIVAS: – Discriminación y reconocimiento. I
I – Sensibilidad y contraste. E
Interpretación perceptiva de los – Memoria visual.
O estímulos. – Coordinación viso-motriz. D
A
N
PERCEPTIVAS: D
E – Distinción figura-fondo. E
Organización de la información visual, – Complementación y cierre visual.
S dotándola de significado. – Globalización. S
especial, por los educadores, en un contexto más formal, propio para la aparición
de conductas (Martínez y otros, 2005):
como ceguera (frente a los 150 grados en plano horizontal y los 140 grados en
vertical, registrados en condiciones normales de visión).
Ahora bien, no todos los casos de ceguera son idénticos; pueden distinguir-
se varios estadios, dentro del continuo (Cebrián, 2003):
• Ceguera profunda, referida a una visión notablemente disminuida, que
constituye, no obstante, una ceguera moderada, en relación con otros
casos más acentuados. Permite contar los dedos situados a menos de 3
metros.
• Ceguera legal casi total, más acentuada que la anterior, de forma que
sólo posibilita el recuento de los dedos a un metro como máximo de
distancia y/o percibir movimientos bruscos o la intensidad u orientación
lumínica.
• Ceguera real o ausencia total de visión, con independencia de la percep-
ción de la luz. El grado máximo de ceguera se conoce como amaurosis,
que denota la ausencia de percepción de la luz.
En la actualidad, los estadios anteriores han experimentado un descenso
significativo, en beneficio de la baja visión y de la visión normal, como conse-
cuencia de los avances y cuidados médico-preventivos, de los avances oftalmoló-
gicos (tratamientos e intervenciones quirúrgicas) y ópticos (recursos y ayudas óp-
ticas potentes).
La baja visión es el intervalo intermedio que existe entre la ceguera y la
visión normal, aunque no siempre se ha considerado este estado, de manera que se
ha concebido generalmente como ceguera. El término baja visión aparece muy
aceptado por muchos autores y en diversidad de contextos, pues elimina connota-
ciones peyorativas: denota la existencia de visión, aunque ésta se presenta merma-
da, como expresa el adjetivo. En el panorama español también se usa, con bastante
difusión y aceptación, el término deficiente visual, que pese a la connotación pe-
yorativa, no es así percibido por los propios individuos que padecen el déficit y los
colectivos que trabajan con ellos.
En cualquier caso, se entiende por baja visión el conjunto de posibilidades
visuales que, aún disminuidas, resulta funcional para la adquisición de informa-
ción del ambiente (contexto, objetos, personas, textos escritos, dibujos, imágenes,
etc.), obviamente con los recursos pertinentes. Algunos autores distinguen la baja
visión de la ceguera porque los que padecen la primera pueden acceder a la lec-
toescritura impresa (Bueno y otros, 2000a) –aunque ello vendrá determinado por
la evaluación psicopedagógica correspondiente– a diferencia de los que padecen
la segunda, que requieren el conocido sistema de comunicación puntiforme o en
relieve, Braille (URL:www.once.es). Los recursos ópticos, tecnológicos, los trata-
mientos oftalmológicos y la estimulación visual avanzan a un ritmo tan vertigino-
so que la utilización del resto visual también logra avances transcendentes que
incluso hacen mudar el concepto mismo de baja visión.
Problemas relacionados con la visión: evaluación e intervención educativa 135
• Aspecto enfermizo de los ojos: inflamación, irritación excesiva, lagrimación, párpados roji-
zos, costras en las pestañas y/o extremos exteriores del ojo.
• Ausencia de conductas típicas, como correr con soltura o siquiera andar, mostrándose torpe,
arrastrando los pies, protegiéndose con los brazos,…
• Acudir al tacto o preguntar a otros cuando tiene que localizar determinados objetos pequeños
(baja agudeza) o grandes (escaso campo visual).
• Parpadear, bizquear, fruncir el ceño, entrecerrar los ojos, tapar o guiñar uno, u otras muecas
insólitas para incrementar la concentración y agudeza visuales.
• Frotarse los ojos excesivamente, manifestar muestras de fatiga visual constante, dolores de
cabeza, mareos y nauseas después de una intensa actividad visual.
• Incapacidad de leer o percibir objetos a cierta distancia, como la pizarra, levantándose para
percibirla, copiando de compañeros o no escribiendo nada.
GAFAS O • Prescritos para reducciones periféricas del campo visual que conservan una bue-
ANTEOJOS na agudeza visual central (mácula).
MANUALES • Para tareas de lejos: reduce el tamaño del objeto, con lo cual se pierden detalles,
y el campo de visión.
MICROSCOPIOS • Para corta distancia: aumenta la agudeza visual, aunque disminuye ineluctable-
mente el campo.
• Pueden montarse en gafas para ser más funcionales, cómodos y estéticos.
TELESCOPIOS • Para tareas cortas de alta precisión dado que aumenta la agudeza, en detrimento
del campo de visión.
• Su utilización es más compleja que la anterior, por lo cual requiere cierto entre-
namiento.
LUPAS • Para tareas cortas. Puede emplearse como suplemento de las anteriores para suje-
MANUALES tos que precisen aumentos notables.
• Pueden ser simples, dobles o triples y de foco fijo o variable, según la necesidad.
Su uso es arduo y requiere entrenamiento.
PROGRAMA PARA Válido para niños con ceguera legal Consta de una plantilla de observa-
EL DESARROLLO y con plurideficiencias, de 3 años en ción de conductas visuales, un pro-
DE LA adelante. Vertebra las funciones vi- cedimiento de valoración diagnósti-
EFICIENCIA suales en tres categorías: visuales ca, una tabla de registro y un índice
VISUAL, de Barraga ópticas, visuales ópticas perceptivas de planificación de la intervención:
y Morris y óptica visual perceptiva. 150 actividades en 8 categorías.
PROGRAMA Diseñado para niños con la visión Parte de una prueba que determina
MIRAME, muy deteriorada de cualquier el funcionamiento visual y dispone
de Smith y Cote edad, incluso con deficiencias de 13 lecciones susceptibles de de-
asociadas a la visual. Enfatiza as- sarrollar de manera flexible. Sugie-
pectos físicos (posturas y gestos) y re la necesidad de continuarse con
psicológicos (motivación, memo- otros programas, como el anterior,
ria y actitudes externas). una vez concluido.
PROGRAMA Creado para sujetos de 5 a 11 años Una evaluación inicial, con 18 áreas
MIRA Y PIENSA, de con deficiencias visuales graves, a de diferentes aspectos visuales,
Chapman y Tobin los que trata de enseñar a dotar de orienta el diseño de un programa, de
significado lo que ven, por tanto acuerdo con las áreas disfunciona-
enfatiza la percepción visual. Su les, para lo cual presenta 15 tipos de
aplicación resulta compleja. actividades diferentes.
PROGRAMA Para niños de hasta 5 años. Parte del La evaluación especializada, junto
ES MÁS QUE planteamiento que apuesta por la vi- con la familia y docentes, activa el di-
UNA LUZ, sión como el sentido integrador pri- seño del programa, con actividades
de Harrenl y mario, vinculado directamente con para el estímulo del desarrollo visual
Akenson el desarrollo cognitivo e integral. en función de la etapa cronológica.
La ubicación dentro del aula del alumnado y del mobiliario (pizarra, mesas,
armarios,...), en relación con la iluminación, son aspectos que determinan, en cier-
ta medida, el rendimiento visual. A los escolares ha de llegar perfectamente la luz
natural, por la dirección adecuada, de manera que no se produzcan sombras. Las
ventanas estarán provistas de filtros, que permitan regular la entrada de luz y de
los rayos solares, puesto que deberán evitarse/reducirse para tareas concretas,
como el empleo de proyector analógico o digital, TV e, incluso, la pizarra. Eviden-
temente, la colocación del alumnado debe garantizar la perfecta percepción del
docente, pizarra, compañeros, armarios, sin que existan obstáculos o interferen-
cias –ruido visual–.
Lamentablemente, existen casos en los que no es viable el desarrollo de la
funcionalidad visual, porque no existe resto visual; de manera que se ha de inten-
sificar el desarrollo de otros sentidos, para obtener su máximo rendimiento y po-
der suplir la escasez de informaciones recibidas por la vía visual; desarrollo audi-
tivo, que habrá de complementarse especialmente con el desarrollo táctil (Bueno y
otros, 2000b; Rodríguez, 2005).
ACTIVIDADES
5. Observa las posibilidades que muestran y las barreras con las que se encuen-
tran los niños con discapacidad visual con respecto a la accesibilidad a los
medios audiovisuales e Internet. Infórmate en la Web del Seminario de Inicia-
tivas sobre Accesibilidad (URL:www.sidar.org). Resalta algunas pautas de ac-
cesibilidad transferidas al uso didáctico de los medios.
CAPÍTULO VII
1. EL DESARROLLO PSICOMOTOR
cada una de sus fases, por un golpe más o menos intenso en la cabeza con alguna
superficie dura. Estas manifestaciones suelen ir acompañadas de ritmias y desapa-
recen progresivamente, pudiendo perdurar hasta los cuatro años y, a veces, hasta
la preadolescencia.
La dispraxia hace referencia a la disfunción en la organización del movi-
miento: la persona no puede ordenar un movimiento en relación con su propio
cuerpo, de la misma forma que no puede adaptar su movimiento a un objeto exte-
rior. Aspecto clínico importante en el sujeto dispráxico es su incapacidad o difi-
cultad para realizar gestos sencillos encadenados y, especialmente, para repetir
secuencias rítmicas. Aunque no sean calificadas como auténticas dispraxias, se
pueden encontrar trastornos de la estructuración gráfica en ciertas desorganizacio-
nes llamadas “instrumentales” (disgrafías, dislexias, disfasias).
Muchas de las pruebas con las que se evalúa el desarrollo psicomotor inclu-
yen estas áreas, debido a esta contribución múltiple de aspectos perceptivos, cog-
nitivos, de interacción social y del lenguaje.
Evaluar el trastorno del esquema corporal implica referirse, por un lado, al
desarrollo normal de la adquisición del mismo, y por otro, al desarrollo equivalen-
te. En el primero, se puede observar si el proceso de construcción es demasiado
lento o no sigue la secuencia adecuada. El desarrollo equivalente es un desarrollo
que, sin ser “estándar” o normalizado, consigue la misma función que el normal.
Por tanto, hay que evaluar las habilidades equivalentes, que, siendo atípicas, son
eficaces en la función motora.
Aparte de las causas neurológicas, también se pueden producir trastornos
por anomalías en la organización del conocimiento, en el plano de la representa-
ción simbólica, en la lateralización, en la concepción espacial o en la auto-percep-
ción de sí mismo en el espacio. Como consecuencia, la integración propioceptiva
(sentido de posición y movimiento corporal) será deficiente o se verán alteradas
las percepciones visuales y táctiles.
Relacionados con el esquema corporal están los problemas en la laterali-
dad. Ésta se define como la preferencia por utilizar una de las partes simétricas del
cuerpo humano: mano, ojo, oído y pie. El proceso de adquisición de esta habilidad
se denomina “lateralización”. Este proceso tiene que ver con la dominancia he-
misférica cerebral: a una dominancia hemisférica cerebral izquierda corresponde
una dominancia lateral derecha y viceversa, especialmente en relación con las
manos y los pies.
Igualmente, la orientación espacial implica establecer relaciones entre el
cuerpo y los demás objetos. Para estructurar el espacio de forma adecuada, hay
que dominar las nociones de conservación, apreciación de las distancias, reversi-
bilidad, superficies, volúmenes. Por eso, es un proceso de adquisición largo, que
se va configurando desde los planos más elementales (arriba, abajo, delante, de-
trás, cerca de, grande...) hasta los más complejos (derecha, izquierda), dándose,
primero, en la acción y, posteriormente, en la representación, en uno mismo, en el
otro y en el espacio.
La estructuración temporal se fundamenta sobre los cambios que el suje-
to percibe. En este concepto se distinguen dos componentes esenciales: 1) el
orden (aspecto cualitativo): se percibe la sucesión en los acontecimientos; 2) la
duración (aspecto cuantitativo): se mide el intervalo que separa dos puntos de
referencia (el principio y el fin de un acontecimiento). Ambos elementos se sin-
tetizan en el ritmo, que constituye la base de la experiencia temporal (Paoletti,
1987).
Con la estructuración del tiempo ocurre algo semejante a la del espacio. El
niño se ve sometido, desde el nacimiento, a unos ciclos y a unas rutinas. Así,
comienzan a configurarse, en su actividad cotidiana, los conceptos temporales
Problemas relacionados con la motricidad: evaluación e intervención educativa 153
rio; por lo que es preciso que los profesionales especialistas valoren su idoneidad
y prescriban las adaptaciones para las diferentes posturas (sentado, de pie, tumba-
do) (por ejemplo, soportes en las caderas o laterales, abductor de piernas, planos
inclinados, cuñas, esquineras) y para el desplazamiento (andadores, muletas, sillas
de ruedas).
pación, empleando en ello mucho esfuerzo y olvidando otros aspectos, que equili-
bran el desarrollo de todo ser humano.
En otras ocasiones, será preciso incorporar objetivos nuevos, como en el
caso en que se requiere introducir sistemas de comunicación aumentativa y alter-
nativa, que faciliten la interacción con el entorno y que, al mismo tiempo, permi-
tan a los niños adquirir una cierta sensación de control sobre el ambiente que les
rodea. Los sistemas aumentativos y alternativos de la comunicación se definen
como recursos, naturales o desarrollados con fines educativos y terapéuticos, que
implican mecanismos de expresión distintos a los de la palabra articulada.
La elección del sistema aumentativo o alternativo más adecuado para cada
persona ha de tener en cuenta, al menos, las dos características siguientes: 1) el
conjunto de signos o formas de representar la realidad y las reglas combinatorias
que permiten organizarlos, para que puedan constituir un sistema expresivo; 2) el
mecanismo físico, ayuda técnica o forma de transmitir los mensajes.
Por lo que se refiere el conjunto de signos, existe una amplia variedad de
sistemas, que se pueden agrupar en cinco categorías:
1) sistemas basados en elementos representativos: son muy sencillos, ya
que utilizan objetos, miniaturas, fotografías o dibujos fotográficos, que
el niño puede utilizar con fines comunicativos;
2) sistemas basados en dibujos lineales (pictogramas): son fáciles de repro-
ducir y de utilizar en ayudas técnicas y permiten un nivel de comunica-
ción telegráfica y concreta. Uno de los sistemas pictográficos más usa-
dos en nuestro país es el SPC, en el que los símbolos se agrupan en seis
categorías, a cada una de las cuales se le asigna un color diferente;
3) sistemas que combinan signos pictográficos, ideográficos y arbitrarios:
permiten crear signos complejos, a partir de los más simples, sobre bases
lógico-conceptuales o fonéticas. Estos sistemas posibilitan un desarrollo
morfo-sintáctico más complejo y una mayor creatividad expresiva. El
ejemplo más representativo es el sistema Bliss. En este sistema, los sím-
bolos también se agrupan en seis categorías diferentes, cada una repre-
sentada por un color distinto. Las categorías se refieren a personas, ver-
bos, términos descriptivos, objetos, términos diversos y términos socia-
les. Cada símbolo lleva escrita la palabra que representa. Tanto el Bliss
como el SPC están editados por el MEC;
4) sistemas basados en la ortografía tradicional: utilizan los signos caracte-
rísticos del idioma escrito;
5) lenguajes codificados: el Braille o el Morse.
También será necesario temporalizar los objetivos, considerando las carac-
terísticas del alumno, tanto en la presentación de los contenidos como en el tiempo
asignado para la consecución de los objetivos (normalmente, habrá que ampliar-
lo). Por ejemplo, la comunicación, hablada o no, posiblemente se amplíe a lo largo
Problemas relacionados con la motricidad: evaluación e intervención educativa 163
uno de estos tres campos: educación del esquema corporal o relación consigo mis-
mo, el niño ante el mundo presente (o realidad espacio-temporal) y el niño ante el
mundo de los demás (o pedagogía relacional).
Aucouturier y Lapierre (1977) entienden la psicomotricidad como una co-
rriente “relacional” o “educación vivenciada”, en la que el educador estructura la
sesión, en función de los deseos del niño, aprovechando posteriormente esos de-
seos para facilitar la adquisición de algún concepto o de alguna actividad. El edu-
cador deberá mantener una actitud de permanente escucha del niño, de quien ven-
drá la iniciativa del diálogo, de la relación y de la elección del lenguaje que deba
utilizarse. Este método propone abordar la psicomotricidad bajo el prisma de la
significación de lo vivido, que no sólo será de tipo relacional, sino que considera
también su carga afectiva y simbólica, tanto consciente como inconsciente.
Un cuarto modelo de intervención, el enfoque Votja, se centra en la reacti-
vidad postural del niño y en la integración de los reflejos primitivos. Para analizar
el primer aspecto, se procede con una fase de exploración, en la que se coloca al
niño en posiciones sumamente incómodas, de las que debe salir, con la ayuda de
estimulaciones táctiles sobre zonas que provocan determinados reflejos postura-
les. En cuanto al segundo aspecto, el proceso se centra en estimular los grupos
musculares que intervienen en el desplazamiento filogenético (movimientos que
intervienen en el “arrastre”, “gateo” y correcta bipedestación con deambulación),
y en conseguir estos movimientos, provocando estímulos sobre determinadas zo-
nas corporales (“zonas de provocación”) hasta lograr que sea intencional e inde-
pendiente de cada extremidad (“movimiento fásico”).
b) Autonomía y Comunicación. Los niños con alteración en la función mo-
tora pueden tener problemas importantes en las relaciones con los demás y en
aspectos como la vinculación afectiva primaria, la interacción con adultos e igua-
les y la educación no formal, si no disponen de un sistema de comunicación eficaz.
En ocasiones, los problemas motores afectan al aparato fono-articulatorio, hacien-
do muy difícil que se pueda desarrollar el lenguaje oral.
La alternativa comunicativa de muchas personas son pequeñas señales co-
municativas, como movimientos de cabeza, sonidos, risas, mirada o gestos. Se
evitará formularles preguntas cerradas; en cambio, se les ofrecerá la posibilidad
de elegir entre diferentes opciones o señalar objetos del entorno.
No obstante, puede haber niños con un grado de afectación motora elevadí-
simo que, sin embargo, conserven intactas todas sus capacidades intelectuales. El
objetivo esencial es que tanto familia como profesionales les doten de herramien-
tas que les permitan alcanzar el máximo grado de independencia posible. Estos
niños pueden tener grandes problemas en un importante indicador de la autono-
mía: la participación activa. Sin embargo, resulta fundamental que los niños pue-
dan participar en todas y cada una de las experiencias que les rodean, así como en
la toma de decisiones que les afectan.
Problemas relacionados con la motricidad: evaluación e intervención educativa 165
ACTIVIDADES
1. EL POTENCIAL COGNITIVO
EL POTENCIAL
COGNITIVO
MODIFICABILIDAD COGNITIVA
EL SUJETO: la
actividad mental EL CONTEXTO:
funciones, procesos, escolar, familiar
operaciones y estrategia y social.
cognitivas.
Inadecuado funcionamiento
EVALUACIÓN COGNITIVA:
evaluación de la mediación y evaluación
de las habilidades cognitivas.
PROBLEMAS EN LA ENSEÑANZA
DE LOS PROCESOS
cionan para formar aptitudes cada vez más complejas. Asimismo, la mayoría de
los autores señalan la existencia de un factor general “G” o inteligencia general.
Dentro de esta perspectiva, la expresión “habilidad cognitiva” hace referencia a la
posesión de determinadas capacidades y aptitudes, necesarias para usar el pensa-
miento y el razonamiento abstracto.
B) Perspectiva genética o neuropsicológica. Para esta perspectiva, la inteli-
gencia es un proceso evolutivo y neurológico del cerebro y las operaciones y proce-
Problemas relacionados con la cognición: evaluación e intervención educativa 173
respuesta, de entre las cuales sólo una es la correcta. “La impulsividad cognitiva
se puede definir como una tendencia del sujeto a precipitar sus respuestas, espe-
cialmente en tareas que explícita o implícitamente conllevan incertidumbre de
respuesta, y a cometer más errores” (Servera y Galván, 2001, 14).
Otro estilo cognitivo que puede afectar a la realización de las tareas es el de
dependencia-independencia de campo, es decir, la forma de abordar la tarea puede
ser analítica o global. Parece que existe una tendencia a que los niños que presen-
tan altas puntuaciones en impulsividad también las tengan en la dependencia de
campo, aunque se trata de una tendencia moderada.
¿Cómo puede reconocer el maestro a un niño “impulsivo puro”? Según Ser-
vera y Galván (2001), este niño únicamente presenta problemas visibles en el ren-
dimiento académico, pero no es, en absoluto, conflictivo en casa o la escuela e,
incluso, puede pasar bastante desapercibido. En las tareas escolares comete erro-
res “tontos”, se precipita a la hora de responder, parece como si su acción fuera por
delante de su planificación, no es sistemático a la hora de recopilar toda la infor-
mación que le sería necesaria para solucionar los problemas.
En general, se puede afirmar que se puede ocasionar un problema de apren-
dizaje, si el maestro ignora los estilos de aprendizaje de sus alumnos y utiliza
metodologías de enseñanza o estilos de enseñanza que no se adecuan a los mis-
mos. Dun y otros (1981) señalan algunos elementos que afectan al aprendizaje de
los alumnos, a la vez que éstos tienen determinadas preferencias en relación con
aquéllos: ambientales (sonido, luz, temperatura, diseño); emocionales (motiva-
ción, persistencia, responsabilidad, estructura); elementos sociológicos (preferen-
cia por determinados tipos de agrupamiento, para aprender); elementos físicos
(alcance perceptivo; alimentación, tiempo y movilidad) y psicológicos (caracte-
rísticas cognitivas: analítico-global, reflexivo-impulsivo...).
En el caso del alumnado con un marcado estilo impulsivo, la variable
tiempo es fundamental. Por ello, el profesor debe marcar el tiempo de ejecución
de las tareas, a fin de que no se precipiten en su realización y cometan errores
innecesarios.
del currículo cognitivo, elaborado por Prieto y Ferrándiz (2000) y cuyas fases son:
“Primera fase, consiste en introducir y mostrar a los niños un amplio rango de
áreas de aprendizaje. Segunda fase: se centra en identificar los puntos fuertes de
las ocho áreas o inteligencias a través de éstos, paliar los desfases o lagunas.
Tercera fase, se orienta a fomentar los puntos fuertes que se han identificado.
Finalmente, se construyen y transfieren los puntos fuertes de los niños en otras
áreas” (Prieto y Ferrándiz, 2000, 40).
Las estrategias generales, atendiendo al agente principal de las mismas, se
clasifican en tres categorías:
ACTIVIDADES
Proyecto de Megía 1993 CEPE Desarrollar la inteligencia e incre- Alumnado de Educación Pri- Observación, razonamiento,
Inteligencia Fernandez, M. mentar la posibilidad de aprender maria de 8 a 12 años y de Se- resolución de problemas, in-
Harvard (PIH) (coord.). de los estudiantes. cundaria de 12 a 16, así como ventiva, toma de decisiones,
alumnos/as lentos en aprender. clasificación...
Proyecto de Barqués, M. 1995 SM Potenciar el autoaprendizaje y tra- Personas de 6 a 12 años. Percepción, atención, memo-
Activación de la bajar las aptitudes y habilidades ria, lenguaje, psicomotricidad.
Inteligencia (PAI) constitutivas del aprendizaje.
Método Ideal para Bransford, J.B. 1994 Labor Aprender a resolver problemas y Identificación, definición, ex-
el desarrollo de y Stein, B.S. (4ª mejorar la capacidad de aprendi- ploración, generación de res-
problemas edición) zaje y pensamiento. puestas, comunicación de
ideas...
Aprendo Monerero, C. 1992 Pascal. Lograr que el alumnado aprenda a Alumnado desde tercero a sex- Observación, reflexión, análi-
a Pensar Investigación aprender y a pensar. to de Educación Primaria. sis, imaginación, recuerdo,
educativa hablar en público...
Programa Haywood, Desarrollar habilidades cognitivas Niños/as de entre 3 y 6 años. Autorregulación, compara-
Bright Start Brooks especialmente en poblaciones de ción, clasificación, secuencia-
y Burns. desventaja social. ción...
Programa para la Yuste, C. 2002 CEPE Enseñar las habilidades verbales El programa presenta varios ni- Discriminación, clasificación,
Estimulación de y no verbales que están en la veles, abarcando desde los 5 seriación, motricidad, razona-
las Habilidades base de un adecuado desarrollo años hasta los 14. miento, diálogo, comunica-
Problemas relacionados con la cognición: evaluación e intervención educativa
Desarrollo de De la Cruz, M. y 1997 TEA Incrementar la comprensión ver- Desde los 11 años. Trabaja el razonamiento abs-
las Habilidades Mazaira, M.C. bal y la comunicación expresiva. tracto y el verbal.
Cognitivas (DHAC)
El lenguaje es una realidad pluridimensional que puede ser analizada desde una
triple perspectiva: a) como objeto (lengua) de estudio; b) como actividad personal; c)
como instrumento o vehículo de comunicación.
Hay varios modelos sobre la estructura del lenguaje, que, si bien presentan as-
pectos controvertidos, todos ellos coinciden en admitir ciertos componentes en la ca-
dena de la comunicación humana (Crystal, 1981, 1983). Dichos componentes no están
aislados, dependen unos de otros, influyéndose mutuamente, y se combinan entre sí, de
194 Bases psicopedagógicas de la educación especial
LENGUAJE
INTERVENCIÓN DIFICULTADES
acuerdo con unas reglas, que permiten considerar la lengua como un conjunto organi-
zado de elementos interdependientes.
Los componentes del sistema lingüístico, no obstante, pueden ser agrupados en
tres dimensiones (forma-contenido-uso). En efecto, el lenguaje está representado por
una determinada forma lingüística, posee un campo de significación, limitado por la
propia lengua y puede ser utilizado en un contexto concreto (Cfr. Cuadro 1).
La forma del lenguaje hace referencia a la regulación a la que se halla sometido el
código lingüístico. Su ordenación más simple la regulan la fonética (que se ocupa de los
sonidos del habla) y la fonología (que regula los sonidos de la lengua). La regulación de
los morfemas y palabras es competencia de la morfología (centrada en la estructura de las
palabras) y la ordenación de las palabras dentro de la frase compete a la sintaxis (contiene
las reglas que ordenan y combinan las palabras para formar oraciones).
La Fonología estudia el modo de organizarse los sonidos de una lengua y cómo las
palabras (oraciones) pueden decirse con diferentes tonos de voz. Independientemente de
que el ser humano pueda emitir múltiples sonidos, sólo un número relativamente peque-
ño le permite expresar significados. Por medio de la fonología, se identifican los rasgos
sonoros que diferencian significados (/k/ > velar; /t/ > dental...). Las unidades fonológi-
Problemas relacionados con el lenguaje oral: evaluación e intervención educativa 195
• Léxico, vocabulario.
CONTENIDO Semántico • Significado de la frase.
• Relaciones de significación.
cas básicas son los fonemas (cuyo número es limitado), que son las unidades de la segun-
da articulación (Martinet) o las unidades más simples de expresión hablada. La realiza-
ción acústica de los fonemas conforma el sistema de sonidos (cuyo número es ilimitado),
teniendo en cuenta que a un mismo fonema le pueden corresponder diferentes sonidos y
que los fonemas pueden ser representados por diferentes letras o grafías.
La Morfología tiene por objeto el estudio y clasificación de las palabras, aisladas
del contexto, así como el análisis de los componentes gramaticales de una palabra (mor-
femas), siendo las unidades básicas de aquélla, el morfema y la palabra. De otra parte, la
Sintaxis estudia las combinaciones de palabras y sintagmas en la oración, teniendo por
unidades básicas, la palabra (en el contexto), el sintagma, la proposición y la oración.
El contenido del lenguaje se refiere a la semántica –cada término lingüístico
hace referencia a algo–, componente muy complejo, por cuanto actúa sobre el mundo
categorizándolo (Del Barrio, 1985). Las categorizaciones más genéricas son: el cono-
cimiento de los objetos (concretos y abstractos); las relaciones entre los objetos (ver-
bos, adjetivos, etc.); las relaciones entre sucesos (tiempo, causalidad, consecuencia...).
La Semántica estudia el significado lingüístico, que se da ya con las primeras
palabras del niño. Los enunciados que produce un sujeto pueden ser analizados desde
el punto de vista semántico y gramatical. Esto permite abstraerse de la forma en que se
combinan las palabras y centrarse en lo que cada una significa. Pero el análisis semán-
tico del lenguaje de un sujeto debe ser considerado no sólo desde la perspectiva de la
palabra aislada, sino dentro de la estructura oracional en la que se produce.
196 Bases psicopedagógicas de la educación especial
El uso del lenguaje hace referencia a sus funciones (véase Cuadro 1) y al contex-
to. El contexto del lenguaje determina el sentido de lo que el sujeto dice, “así como la
selección que hace de aquello que le sirve para adecuar su conducta lingüística a cada
situación puntual (...). Todas –las funciones– pueden naturalmente encontrarse en las
formas patológicas del lenguaje, tanto por su distorsión como por ausencia o exceso”
(Del Barrio, 1985, 11).
La Pragmática considera al lenguaje desde una perspectiva dinámica, como un
conjunto de situaciones comunicativas en las que las creencias e intenciones de los
interlocutores tienen un papel relevante. Su preocupación es el estudio de las funciones
del lenguaje y de los actos de habla, incidiendo en el análisis de los aspectos verbales y
no verbales del lenguaje.
¿Cómo se adquiere el lenguaje?, ¿cómo los niños son capaces de hablar? Éstas
son cuestiones cuya respuesta permanece todavía en el terreno de lo opinable. Los
estudios existentes ofrecen una descripción convincente sobre el particular, pero nin-
guno puede dar una explicación satisfactoria de cómo los niños aprenden el lenguaje.
La preocupación por cómo los niños aprenden a hablar y a comprender su len-
gua no es nueva, siendo la Psicolingüística la disciplina que ha elaborado diversas
hipótesis explicativas sobre la adquisición del lenguaje.
a) Hipótesis conductista. Desde la publicación del “Comportamiento Verbal”
(Skinner, 1957), la adquisición del lenguaje se consideró como un proceso en el que los
niños aprenden a hablar imitando a los adultos, y, a través de un mecanismo de estímu-
lo-respuesta, ensayo-error, recompensa y reforzamiento, van perfeccionando sus pro-
ducciones, hasta llegar a reproducir el modelo adulto.
Ahora bien, que la imitación juega un papel relevante en la adquisición del
lenguaje parece evidente, pero también es un hecho contrastado que la imitación no lo
explica todo, dado que ésta no aporta una explicación convincente al problema, pues
resulta difícil admitir que los niños aprendan la gramática de su lengua por inducción o
por el simple placer de aprenderla (Bruner, 1986).
b) Hipótesis innatista. Las limitaciones de la teoría conductista hicieron que,
después de la publicación de las “Estructuras Sintácticas” (Chomsky, 1957), se abor-
dara el estudio de la adquisición del lenguaje desde la teoría generativa o transforma-
cional, que admite la existencia de una gramática universal, válida para todas las len-
guas, pues todos los lenguajes humanos, pese a sus diferentes estructuras superficiales,
comparten una misma estructura profunda. A partir de ella, se admite una capacidad
innata en los niños (DAL: Dispositivo de Adquisición del Lenguaje) para el desarrollo
del lenguaje. Así, la utilización del DAL permite al niño comprender el lenguaje de su
entorno y aplicar la gramática. Tras un proceso de ajuste progresivo, se producirá la
adecuación del habla infantil al habla adulta.
Problemas relacionados con el lenguaje oral: evaluación e intervención educativa 197
12-18 meses
Lenguaje en jerga. Holofrases. El vocabulario consta de 5 a 20 palabras.
24 meses
Combinación de dos o tres palabras. El vocabulario va de 12 a algunos centenares de palabras.
36 meses
Lenguaje comprensible para extraños. Progresiva complejidad de los enunciados y precisión de los
significados. Edad “preguntona”.
48 meses
Período floreciente del lenguaje. Notable mejoría de la articulación fonemática. Etapa del monólogo
individual y colectivo.
60 meses
Desaparece la articulación infantil defectuosa. El sistema lingüístico es similar al de los adultos. Uso
social del lenguaje.
El lenguaje hay que entenderlo como un fenómeno social, un medio para rela-
cionarse con los demás, un instrumento mediador de la conducta, que da la posibilidad
de hacer cosas con palabras (Austin, 1982). El lenguaje oral es un instrumento privi-
legiado de comunicación en las sociedades humanas, gracias a su capacidad de repre-
sentación, a su carácter simbólico. A través de él se transmiten los contenidos cultura-
les y se posibilita su aprendizaje.
Ahora bien, para que la comunicación sea eficaz, es necesario que los interlocu-
tores compartan un mismo código, aprendizaje vinculado a factores socio-relaciona-
les, que deriva de la experiencia compartida con los demás, sin necesidad de una ense-
ñanza específica, a diferencia de los procesos de alfabetización, que reclaman una
instrucción sistemática.
La consideración del lenguaje desde esta perspectiva funcional (comunicativa)
puede justificarse porque: a) se centra en mejorar la eficacia comunicativa de los alum-
nos; b) prioriza la enseñanza de los procedimientos; c) integra el conocimiento lingüís-
tico formal y el dominio instrumental del lenguaje; d) adopta una perspectiva cognitiva
(Vilà y Vila, 1994, 50).
En definitiva, aprender el lenguaje es adquirir el control de las funciones (Cfr.
Cuadro 3), es aprender sus usos, sus significados y el potencial de significación asocia-
do a ellos.
2. Reguladora: el lenguaje como medio de control de los demás (“hazlo como yo te digo”).
3. Interaccional: el lenguaje como medio de interacción con los otros (“yo y tú”).
4. Personal: el lenguaje como medio para expresar la propia individualidad (“aquí llego yo”).
5. Heurística: el lenguaje como medio para conocer la realidad (“dime por qué”).
6. Imaginativa: el lenguaje como medio para crear un entorno propio (“vamos a hacer como si”).
7. Representativa: el lenguaje como medio para transmitir información (“tengo algo que decirte”).
Siguiendo a Halliday, el niño pasa por tres fases hasta dominar su lengua. En la
primera, que comprende de los 9 a los 15 meses, llega a dominar ciertas funciones. La
segunda fase, considerada por el lingüista como de transición al primer lenguaje adul-
to, se inicia hacia los 16 meses, y en ella tiene lugar el aprendizaje del diálogo (aproxi-
madamente a los 18 meses), hecho que permite al niño la interacción definitiva con su
200 Bases psicopedagógicas de la educación especial
NIVELES PROBLEMAS
• Dislalias.
En el habla • Disglosias.
• Disartrias.
• Disfemias.
En la voz • Disfonías/afonías.
Bajo esta denominación se incluyen casuísticas muy diferentes, que van de los
retrasos simples de lenguaje hasta las denominadas afasias infantiles, pasando por las
disfasias o Trastornos Específicos de Lenguaje (TEL). Lo cierto es que las abundantes
“etiquetas diagnósticas” creadas hacen que, en muchas ocasiones, las dudas persistan
acerca de la presencia de varios problemas de lenguaje o de la existencia de un único
desorden lingüístico, que admite diferentes grados de severidad.
Los niños con retraso simple de lenguaje (RSL) muestran algunas dificultades
en la producción de ciertos fonemas de su lengua y también ligeros déficits de tipo
Problemas relacionados con el lenguaje oral: evaluación e intervención educativa 201
LAS DISLALIAS
Son las alteraciones más frecuentes en la edad escolar, que consisten en una
dificultad para pronunciar de forma correcta determinados fonemas o grupos de fone-
mas de la lengua. El trastorno puede afectar a cualquier vocal o consonante y referirse
a uno solo o a varios fonemas, en número indeterminado. Desde un punto de vista
etiológico, se diferencian cuatro tipos de dislalias:
202 Bases psicopedagógicas de la educación especial
LAS DISARTRIAS
Por último, los tests estandarizados son instrumentos que complementan eficaz-
mente cualquier valoración global del lenguaje. Entre otros, cabe citar, la Prueba de
Lenguaje Oral de Navarra (Aguinaga, Armentia, Fraile, Olanga y Uriz, 1990), Batería de
Lenguaje Objetiva y Criterial (Puyuelo, Wiig, Renom y Solanas, 1998) o el Test Illinois
de aptitudes psicolingüísticas de Kirk, McCarthy y Kirk (Ballesteros y Cordero, 1984).
e) Inversión: el niño cambia el orden de las sílabas de una palabra (p.e. “cocho-
late”, por chocolate).
Los errores descritos (sustitución, omisión, inserción, distorsión e inversión)
deben ser analizados desde una triple perspectiva: a) en lenguaje espontáneo; b) en
lenguaje dirigido; c) en lenguaje repetido.
se perfilan como los más idóneos para encontrar respuestas eficaces a la diversidad de
problemas lingüísticos. En efecto, subraya Crystal (1983, 33), los modelos no están
normalmente en conflicto, sino que se complementan mutuamente.
juegan los procesos naturales en ese aprendizaje. En efecto, las bases para la interven-
ción del lenguaje son sus propios usos, los cuales se convierten en la fuerza que motiva
el aprendizaje (Rees, 1986).
Ambos enfoques, sin embargo, lejos de ser antagónicos, han de considerarse
como complementarios, aunque, en perspectiva didáctica, el segundo debe preceder al
primero. Los alumnos tienen que adquirir las habilidades comunicativas necesarias
para utilizar su lengua en los contextos y situaciones diferentes, que tienen lugar en su
vida cotidiana. Pero, al mismo tiempo, no se puede ignorar la importancia que tiene el
aprendizaje progresivo de reglas y de vocabulario hasta que los alumnos llegan a domi-
nar su propia lengua. De aquí puede colegirse la necesidad de huir de planteamientos
metodológicos enfrentados y de apostar por propuestas didácticas integradoras, en las
que los alumnos puedan adquirir su lengua, participando en ámbitos comunicativos
diferenciados y aprendiendo las reglas que rigen esos intercambios, mediante la ins-
trucción directa y también de forma natural.
Las tareas del profesor, no obstante, se perciben sensiblemente diferentes, en
función del marco metodológico elegido. Desde una perspectiva conciliadora, se su-
giere que, en el contexto escolar, los profesores deberían optar por tareas en las que los
alumnos puedan experimentar con el uso de su lengua, como principal medio o instru-
mento de comunicación, para, a partir de ellas, proporcionar las explicaciones y co-
rrecciones necesarias que puedan contribuir al conocimiento de la misma. Sin embar-
go, la impresión que existe es muy distinta: el uso natural del lenguaje parece reserva-
do a situaciones comunicativas extraescolares, mientras que el aula se presenta como
el espacio idóneo para organizar y controlar todas las prácticas lingüísticas. Este doble
planteamiento metodológico (formal-funcional) deriva de dos hipótesis explicativas
diferentes acerca de la naturaleza del lenguaje y su mismo aprendizaje: conductismo e
innatismo (Cfr. 1.2).
Sin pretensiones partidistas, lo “didácticamente correcto” sería apostar, en
principio, porque los procesos de aprendizaje natural de la lengua se instalasen en el
quehacer cotidiano del aula. En efecto, las exigencias actuales reclaman un mayor
compromiso de los profesores con los procesos de enseñanza-aprendizaje de la lengua
(oral-escrita) desde el punto de vista comunicativo, por diversas razones.
Los programas de lenguaje constituyen un recurso eficaz para orientar las accio-
nes de los profesionales. Sin embargo, difícilmente un único programa de intervención
lingüística puede dar una respuesta adecuada a cuantas dificultades de lenguaje puedan
presentar los sujetos. En efecto, es necesario huir de la aplicación mimética de progra-
mas “prefabricados”, “enlatados”, y recurrir a estrategias que permitan elaborar pro-
gramas individualizados, en los que el proceso de intervención comience por la plani-
ficación y la programación de éstos (Ruder, 1986).
Con propósitos orientadores, se incluyen, en al Cuadro 6, algunos de los progra-
mas diseñados para facilitar el desarrollo del lenguaje.
Programa para Bush, W.J. y 1974 Desarrollar las aptitudes psi- Alumnos de Educación
desarrollar las aptitudes Giles, M.T. colingüísticas, siguiendo las Básica.
psico-lingüísticas directrices del Test Illinois de
Aptitudes Psicolingüísticas
(ITPA).
Programa de lenguaje Bereiter, C. y 1977 Prevenir las dificultades comu- Alumnos de Educación
para niños Engelman, S. nicativo-lingüísticas de los ni- Infantil.
con deprivación ños que conviven en situación
sociocultural de desventaja social.
Programa de desarrollo Cooper, J.; 1982 Desarrollo de los procesos inte- Alumnos de Educación
para niños con Moodley, M. lectuales implicados en el desa- Infantil.
problemas de lenguaje y Reynell, J. rrollo del lenguaje.
en edades tempranas
Programa para el Kent, L.R.; 1982 Desarrollo de la comunicación, Alumnos con necesidades
aprendizaje de las Basil, C. y siguiendo tres fases: preverbal, educativas especiales.
primeras etapas del Del Río, M. J. receptiva verbal y productiva
lenguaje (P.A.P.E.L.) verbal.
Programa “Juegos de Pardal, C. 1991 Estimular el lenguaje oral para Alumnos de Educación
Lenguaje” facilitar el desarrollo cognitivo. Infantil con deprivación
socioculatural.
Programa de Estimula- Rosell, V. 1993 Estimular el desarrollo del len- Alumnos de Educación
ción del Lenguaje Oral guaje infantil. Infantil.
en Educación Infantil
Programa para el Gallego, J.L. 2000 Facilitar el desarrollo fonológico Alumnos de Educación
desarrollo de habilidades del lenguaje infantil y prevenir Infantil.
articulatorias alteraciones en la articulación.
ACTIVIDADES
4. Diseñar una unidad didáctica para corregir algunas de las disfunciones (fonéticas,
morfológicas, sintácticas, semánticas y pragmáticas) en el lenguaje oral (indicando
tipo de alumno, objetivos, actividades, temporalización, recursos y criterios de eva-
luación).
CAPÍTULO X
TEXTO
OBJETIVOS
Descodificación
Estrategias cognitivas
E
S
DESCODIFICACIÓN
T
R Comprensión
LECTOR PROBLEMAS INTERVENCIÓN A
COMPRENSIÓN
T
E
METACOMPRENSIÓN G
I Contextuales
A
S
Habilidades Lingüísticas
Metacomprensión
FASES
CONTEXTO
MODELO DE
MODELO DIDÁCTICO
APRENDIZAJE
Los procesos básicos que intervienen en la lectura deben ser objeto de ense-
ñanza. Por ello, su profundo conocimiento permite establecer las estrategias di-
dácticas más apropiadas para su adquisición por parte de los alumnos.
La descodificación: consiste en traducir símbolos escritos en significados.
Algunos autores consideran que ése es el proceso específico de la lectura y se
basan en que la lectura implica siempre un análisis perceptivo de estímulos visua-
les. Además de estos procesos perceptivos, existen las siguientes estrategias bási-
cas de descodificación:
A. Vía visual, directa, léxica, ortográfica o logográfica, por medio de la
cual la palabra escrita es percibida por el lector como una unidad global, que per-
tenece a su vocabulario o léxico visual. En la utilización de esta vía, basta un
análisis visual, para reconocer la palabra y llegar de modo inmediato al sistema
semántico o léxico, donde se captaría su significado. Es decir, el lector reconoce la
palabra escrita como un dibujo que representa un significante.
B. Vía fonológica, indirecta, subléxica, no léxica o auditiva, por la cual la
palabra es pronunciada, asociando a cada grafema (representado por letras) su
fonema, lo que supone un análisis fónico y estructural de la palabra (raíz, sufijos,
afijos, sílabas y diptongos...), que hace posible pronunciarla. Esta pronunciación
puede ser imperceptible (sub-vocálización). Esta descodificación permite leer
nuevas palabras, aún desconociendo su significado. Defior (1999, 98) señala las
habilidades necesarias para un correcto procesamiento fonológico:
218 Bases psicopedagógicas de la educación especial
OPERACIONES DE EJEMPLOS
COMPRENSIÓN LECTORA
Interrelación de unidades léxicas para formar Marcos Heredia rompió la foto de su mejor
estructuras proposicionales. amiga.
Agente-acción-receptor de la acción.
Vinculación de proposiciones en base al cono- Marcos estaba muy triste y rompió la foto de
cimiento de la realidad. su mejor amiga Sentimientos/causa-acción
efecto.
Extraer el significado global que impregna y Marcos estaba muy triste y rompió la foto de
organiza los significados locales, creando ma- su mejor amiga. Después, se fue corriendo a su
croestructuras de significado o explicación cuarto y estuvo llorando toda la tarde.
global de una serie de proposiciones. Macroestructuras posibles: Es un niño travie-
so/ está enfadado con sus padres/su amiga le
ha hecho daño.
Organización de un modelo mental o escena- Marcos es un chico de 16 años que está ena-
rio donde tiene lugar la información del texto. morado de su mejor amiga. Ésta le regaló una
Exige conocimientos genéricos y específicos foto suya y le propuso ir al cine. Marcos lo
sobre el contenido del texto. planea todo perfectamente, pero cuando María
se entera que Marcos es gitano no quiere jun-
tarse con él.
Situación-propósitos-acciones-resultados-re-
acciones.
2.1. Los problemas en los alumnos. Las dificultades lectoras y sus causas in-
trínsecas
La enseñanza del proceso lector pretende que los alumnos tomen concien-
cia de todos los procesos básicos que intervienen en la lectura, ejercitándolos de
forma simultánea, en un contexto educativo de intercambio cultural de significa-
dos. Para ello se perseguirán los siguientes objetivos:
1. Tomar conciencia de los procesos básicos de la lectura en su interacción.
Lo que se pretende es que los alumnos descodifiquen frases completas,
las comprendan y sean capaces de evaluar y controlar el proceso lector
de forma simultánea, tomando conciencia de sus errores y aciertos en la
descodificación, por sus implicaciones en la comprensión, y corregirlos.
Todo ello, haciendo uso del contexto textual.
2. Identificar las macro-estructuras de un determinado texto. Lo que se pre-
tende es que los alumnos agrupen una serie de proposiciones en una uni-
dad más global de sentido. También se pretende que relacionen esos sig-
nificados globales con su propia experiencia o sus conocimientos y
los expresen.
Problemas relacionados con la lectura: evaluación e intervención psicopedagógica 231
tar el número de palabras que hay en una frase, las sílabas o el número de
fonemas que hay en determinadas palabras; 3) identificar la palabra extra-
ña entre palabras que tienen fonemas comunes (“casa”, “caza”, “cama”,
“pala”); 4) detectar diferencias y semejanzas en segmentos similares:
“ese niño tiene una tetera”; “ese niño tiene una cafetera”; 5) suprimir fo-
nemas o sílabas en posición inicial, media o final.
• Actividades para combinar unidades: 1) leer frases donde se han sustitui-
do palabras; 2) leer palabras donde se han suprimido fonemas; 3) invertir
palabras, sílabas o fonemas en segmentos dados.
Estas estrategias, pretenden alcanzar el objetivo 1, descrito anteriormente.
B. Estrategias para la enseñanza de la comprensión: se distinguen dos ni-
veles: el nivel microestructural (palabra y oración) y nivel macroestructural (texto
global).
En el nivel microestructural se incluye:
• Comprensión del significado de las palabras: a) asociación: dar el signifi-
cado de una palabra antes de iniciar la lectura; b) establecer relaciones
semánticas entre unas palabras y sus currelatos semántico (antónimos,
homónimos, sinónimos); c) predicción: leer un texto sencillo, en el que se
han omitido algunas palabras, fáciles de inferir; d) usar el diccionario (bá-
sico, de antónimos, sinónimos) para obtener el significado de palabras
nuevas.
• Comprensión de frases y párrafos: a) reconocimiento de la estructura de la
frase; b) clasificación y categorización de estructuras; c) completar fra-
ses; d) reconstrucción de oraciones; e) paráfrasis de una oración, con el
mismo significado; f) analizar una oración compleja en sus componentes
proposicionales.
• Nivel Inter-oracional: a) ordenar párrafos de un texto por medio de conec-
tores; b) introducir conectores en un texto con lagunas.
Estas estrategias facilitan la consecución de los objetivos 1 y 2, presentados
en el apartado anterior.
En el nivel macroestructural, se incluye el conocimiento de la estructura
textual, estrategias de procesamiento para obtener significado, adquisición de
conceptos y experiencias sobre el mundo y el aprendizaje de contenidos:
• Utilizar la estructura del texto como un mecanismo de predicción. Se pue-
de utilizar con los diversos tipos de texto, aunque al principio es conve-
niente empezar con un texto narrativo. Técnicas concretas para aplicar
esta estrategia son: a) explicar con la ayuda de un diagrama cada uno de
los elementos de la gramática textual; b) dominar la estructura del texto,
la identificación del tema del texto y la esquematización del contenido; c)
identificar las características comunicativas del texto, el estilo, y recono-
cer tipos de texto en distintas situaciones; d) reconstruir un texto, a partir
234 Bases psicopedagógicas de la educación especial
ACTIVIDADES
tach, 1996). Ambos códigos (oral y escrito), sin embargo, son modalidades de
una misma lengua, que comportan características y funciones específicas, sirven
a finalidades distintas (Sánchez Miguel, 1999) y poseen divergencias evidentes
(Salvador Mata, 2000).
En este capítulo, como puede apreciarse en el mapa conceptual (Cfr. Gráfi-
co 1), se presenta un enfoque global de la expresión escrita, se identifican los
elementos básicos implicados en la producción textual, se analizan las dificultades
que pueden surgir en dicho proceso y se describen algunas estrategias de interven-
ción didáctica.
EXPRESIÓN ESCRITA
implica
ESCRITOR CONTEXTO
TEXTO
PROCESOS CLIMA
PROCESOS
ESTRUCTURA FORMA COGNITIVOS Y ENSEÑANZA DE
NEUROLÓGICOS
METACOGNITIVOS AULA
EVALUACIÓN INTERVENCIÓN
Para Camps (2003, 19), los estudios textuales han hecho una aportación
fundamental para la enseñanza del lenguaje escrito: “poner en primer término
una visión global del texto como unidad y mostrar la dependencia de sus ele-
mentos y de los recursos formales respecto de esa globalidad”. De ahí que el
análisis de la expresión escrita, desde un enfoque global, permite considerar los
tres elementos básicos implicados en la producción textual: el escritor, el texto y
el contexto. En efecto, difícilmente el análisis del texto puede ser abordado sin
tener en cuenta las relaciones de éste con su autor y con el contexto sociocultural
en el que se produce.
a) En el proceso de planificación:
– No dedicar suficiente tiempo a la planificación de las tareas de escritura.
– Ignorar a la audiencia o los posibles destinatarios del texto.
– Deficiencias en la búsqueda de ideas.
– Desconocimiento de las estructuras textuales.
b) En el proceso de transcripción:
– Pobreza de las composiciones o redundancia de ideas.
– Exposición anárquica de las ideas en el texto (estrategia de “decir el
conocimiento”): exponen las ideas según se les ocurren.
– Incoherencia en la exposición de ideas en el texto.
– Necesitad de apoyos constantes durante la elaboración del escrito.
244 Bases psicopedagógicas de la educación especial
Las dificultades que atañen al texto escrito afectan tanto a la estructura dis-
cursiva (en función del tipo de texto) como a la forma textual (gramática). Las
causas son también diversas (textualización inmediata e indiscrimina de ideas,
dificultades en la memoria a corto plazo, limitaciones en el desarrollo conceptual
y lingüístico...).
a) En la estructura discursiva y cohesión textual:
– Brevedad, incoherencia y escasa información en los textos narrativos.
– Dificultades para elaborar textos expositivos.
– Escasa organización e inadecuación de contenidos en la construcción
de textos argumentativos.
– Ausencia de cohesión textual y dificultades para mantener la continui-
dad temática.
– Incoherencia entre el tema, el destinatario y los objetivos del texto.
b) En la forma textual:
• Plano formal: abundancia de errores ortográficos, de puntuación, de
uso de mayúsculas y de convención gráfica (disgrafías).
• Plano morfológico: dificultades en la utilización de los morfemas de
género, número, tiempo, aspecto... en la composición de palabras y en
el uso de adjetivos y artículos.
• Plano sintáctico: errores de concordancia, construcciones gramaticales
inadecuadas, oraciones inacabadas, escasez de oraciones complejas.
• Plano léxico: escasez de vocabulario e insuficiente capacidad para uti-
lizar adecuadamente las categorías gramaticales.
La evaluación del texto escrito es una tarea compleja por diversas razones.
En primer lugar, porque el texto es el resultado final de un proceso, en el que
confluyen diversidad de mecanismos mentales, perceptivos y motrices, con una
finalidad comunicativa. En segundo lugar, porque en el texto escrito coexisten
muchos aspectos que pueden ser analizados (Salvador Mata, 2000):
1. Cohesión: relaciones semánticas entre palabras y frases, enlaces, conec-
tores o marcadores textuales, estructura textual...
2. Coherencia: ordenación lógica de las ideas, precisión y exposición de
informaciones relevantes, evitación de informaciones superfluas e inne-
cesarias, cantidad y calidad de las informaciones, estructuración de la
información, corrección y variedad léxica...
3. Adecuación: adecuación al tema, pertinencia de las informaciones, uso
adecuado de registros y de los recursos lingüísticos...
4. Pragmática del discurso: intención comunicativa, claridad del mensaje,
uso social del lenguaje...
6. Convenciones: ortografía, caligrafía, formato de la página, márgenes,
sangría, legibilidad (letra clara) y limpieza...
No obstante, el análisis del texto escrito proporciona datos relevantes para
comprender cuáles son las habilidades del alumno al enfrentarse a una actividad
de escritura. Dos aspectos complementarios deben ser objeto de estudio: a) la es-
tructura textual y b) la forma gramatical.
a) La evaluación de la estructura textual. En la bibliografía especializada
(véase, p.e., Salvador Mata, 2000), se contemplan diversidad de procedimientos
para la evaluación, en función del tipo de texto. A continuación, para la evaluación
de los textos, se ofrecen algunos indicadores, a los cuales se puede asignar una
puntuación ponderada, de 0 a 3, teniendo en cuenta la siguiente escala de estima-
ción: 3. Bien; 2. Suficiente; 1. Insuficiente; 0. Deficiente.
Para valorar textos descriptivos, se puede recurrir al uso de escalas que con-
templen los siguientes indicadores: 1) si la secuencia y estructuración de los he-
chos descritos se presentan al azar; 2) si la secuencia y estructuración de los he-
248 Bases psicopedagógicas de la educación especial
• Convenciones sociales:
1. Presentación de los escritos (formato, destinatario, márgenes...);
2. Disposición del texto en el espacio del papel;
3. Escritura correcta de las letras;
4. Reglas ortográficas, sintácticas y léxicas.
5. Signos de puntuación;
6. Riqueza y precisión léxica;
7. Complejidad y estructuras sintácticas.
En general, dos han sido los enfoques que han gozado de un mayor interés
en la enseñanza de la expresión escrita: a) el enfoque centrado en el producto, de
claro predominio hasta la década de los ’70, tenía como principal preocupación la
mejora del texto escrito; b) el enfoque centrado en el proceso, predominante a
partir de la década de los ’80, enfatiza no ya el producto final conseguido, sino el
proceso mismo de la composición (la expresión escrita se elabora en contextos
diferentes, con propósitos y fines distintos y para audiencias diversas), en el que
confluyen una serie de operaciones cognitivas. Se pretende, fundamentalmente, la
enseñanza de estrategias, mediante la acción directa del profesor.
Por tanto, la enseñanza de la lengua escrita no puede producirse en situacio-
nes de aprendizaje descontextualizadas, sino a partir de actividades significativas,
250 Bases psicopedagógicas de la educación especial
ACTIVIDADES
2. Analizar un texto escrito por un alumno para identificar y describir los siguien-
tes aspectos: a) estructura del texto; b) variedad léxica; c) estructuras sintácti-
cas (posibles disfunciones); d) mecanismos de cohesión textual; e) grafías y
ortografías.
Las matemáticas constituyen una de las áreas más importantes del currí-
culo escolar, tanto por su contribución a la formación integral de la persona
como por su nivel de aplicación práctica a las situaciones y problemas cotidia-
nos. Sin embargo, las matemáticas representan una de las áreas más difíciles
para los alumnos y provoca en éstos, en muchos casos, actitudes negativas hacia
ellas.
En este tema se analizan las posibles causas que pueden provocar los proble-
mas relacionados con las matemáticas, tanto individuales como contextuales, para
poder trabajar de forma adecuada con estos alumnos en el aula (ver Gráfico 1).
1. EL APRENDIZAJE MATEMÁTICO
Las matemáticas son necesarias porque ofrecen una cultura cuantitativa sin la
cual sería muy difícil afrontar muchos de los problemas cotidianos que se plantean
(Alsina y otros, 1998). Sin embargo, a medida que se avanza en su aprendizaje,
aumenta el nivel de inseguridad en los alumnos y el sentimiento de fracaso. Las
matemáticas tienen un alto grado de abstracción y generalidad (Skemp, 1993), lo
que hace que muchos alumnos tengan dificultades en su aprendizaje. Según Gonzá-
lez-Pienda y Álvarez (1998), las dificultades en el aprendizaje de las matemáticas
260 Bases psicopedagógicas de la educación especial
Individuales Contextuales
Evaluación
Intervención
(DAM) se refieren a los alumnos que, teniendo una inteligencia normal, presentan
un rendimiento bajo en las tareas escolares relacionadas con las matemáticas. De
otra parte, las dificultades matemáticas pueden derivarse de múltiples factores
(Gross, 2004): la forma en la que se presentan las tareas escolares, las características
individuales de los alumnos (dificultades espaciales, dificultades en la motivación o
en la memoria, dificultades generales de aprendizaje...), las características del con-
texto, etc. Un análisis de todos estos elementos arrojará luz sobre el posible plan de
acción a seguir para intervenir en los problemas más frecuentes que encuentran los
niños en esta área.
Desde esta óptica, se entiende que las dificultades de aprendizaje que tiene
el sujeto no se deben a sus características personales o intrínsecas, sino que se
deben a las condiciones del ambiente en el que se desarrolla y a la escasez o ausen-
cia de estímulos adecuados que hay en el mismo (Aguilera y Saldaña, 2003).
El contexto incluye tanto el ambiente físico como el ambiente socio-afecti-
vo y ético del currículum y, el contexto político, económico, social y cultural de
los alumnos y profesores. Pero además, en el contexto interactúan todos los ele-
mentos del proceso didáctico, por eso de él pueden derivar dificultades en el
aprendizaje (Salvador Mata y Arroyo, 2001).
dos (Pérez, 2003). Sin embargo, algunos de los factores presentes en este con-
texto, pueden convertirse en un obstáculo para el desarrollo de los alumnos y
generar dificultades de aprendizaje en este ámbito. En este sentido, pueden sur-
gir problemas relacionados con los agentes que intervienen de una forma u otra
en el contexto educativo, así como el tipo de interrelación que se da entre ellos.
También en los recursos y medios que se utilizan en los procesos de enseñanza-
aprendizaje de las matemáticas, o en la forma en la que éstos se organizan y
distribuyen. Así mismo, se deben considerar los elementos que posibilitan y
aseguran el funcionamiento de la institución escolar, como el calendario, los
horarios, agrupamiento de los alumnos...
Desde una perspectiva ecológica, todo sujeto está envuelto por un conjunto de
ecosistemas que condicionan y determinan su desarrollo. En primer lugar, estaría la
sociedad, que refleja en la escuela sus contradicciones, valores, posibilidades y limi-
taciones. La propia sociedad, en numerosas ocasiones, se encarga de difundir la idea
de que las matemáticas son complejas y que sólo unos pocos pueden dominarlas.
Esto aumenta la fobia hacia las matemáticas y el desinterés hacia ellas.
En segundo lugar, el sistema político (política educativa) interpreta y me-
diatiza estos valores para que sean desarrollados en la escuela, por medio de di-
Problemas relacionados con las matemáticas: evaluación e intervención educativa 269
“Es muy difícil” Sentimientos de impotencia, fracaso e Repetir una y otra vez
inutilidad. el inicio de la tarea.
dades de aprendizaje, o partir de las actividades, para elegir el material más ade-
cuado. En cualquier caso, es conveniente tener claro el uso que se va a hacer de los
mismos y las funciones que van a cumplir. Algunos de los materiales estandariza-
dos que se pueden emplear son (Fernández, Llopis y Pablo, 1991; Álvarez y otros,
2002; Gross, 2004):
• Material Montessori. Material específico para enseñar la numeración, las
operaciones concretas y el sistema decimal (bastones prismáticos, perlas
de color, carteles con cifras, ábacos...).
• Material Decroly. Conjunto de juegos visomotores para el aprendizaje
del cálculo (juegos de clasificación, de agrupamiento, de análisis, de
cifras...).
• Regletas de Cuisenaire. También conocido como números en color, con-
siste en 241 regletas, agrupadas en tres familias, según el color: rojo (2, 4,
8), verde (3,6, 9) y amarillo (5, 10). El blanco (1) y el negro (7) se presen-
tan solos.
• Material Discat. Pivotes metálicos para insertar discos de madera o bolas
de colores, bloques de madera, regletas, cubos, esferas, pirámides...
• Bloques lógicos de Dienes. Consiste en 48 elementos, agrupados por atri-
butos de color, forma, tamaño y grosor. Utilizando estos bloques de ma-
nera lúdica, los alumnos aprenden las nociones matemáticas.
• Ábacos. Material para el cálculo, que consiste en barras de alambre donde
se insertan bolitas de colores.
• Tarjetas numéricas. Son paquetes de tarjetas, numeradas del 0 al 9, con
actividades de acompañamiento (20 Activities for KS1 and 2, de Active
Maths).
• Fotografías. Puede ser interesante el uso de las fotografías como material
útil para desarrollar la visión espacial y el uso de términos geométricos
(esfera, cilindro...).
• Recursos tecnológicos. Existen numerosos programas informáticos, que
pueden ser utilizados, tanto en el aula como en casa: Fun School (destre-
zas numéricas, el tiempo, el dinero...); Number Train de Sherston; Rapid
Maths de Collins; Number Shark de White Space, etc.
ACTIVIDADES
2. Tras consultar los sitios web que se relacionan, seleccionar aquellos que mejor
pueden ayudar en la práctica al aprendizaje de las matemáticas (recursos, acti-
vidades, contenidos...), justificando la elección:
• www.matematicas.net
• http://archives.math.utk.edu
• http://platea.pntic.mec.es/~aperez4
• http://www-groups.dcs.st-and.ac.uk/~history/Indexes/H.html
• http://www.redemat.com
• htpp://platea.pntic.mec.es/Ÿjescuder/
• http://www.forum.swarthmore.edu/
4. Inventar, al menos, tres juegos de mesa en los que se trabaje algún concepto
matemático. En cada juego deben aparecer: material, objetivos, edad de los
niños a los que está dirigido y reglas del juego.
CAPÍTULO XIII
EVALUACIÓN
INDIVIDUAL
CONTEXTO
INTERVENCIÓN
FAMILIAR ESCOLAR
TÉCNICAS
SOCIAL
plia literatura sobre el tema de las habilidades sociales, que trata de definir y
describir los términos y sus diversas acepciones que se han venido empleando
para referirse a ellas. Aún hoy se puede constatar que no existe una aceptación
universalmente consensuada en lo que se refiere a una definición de la expresión
“habilidades sociales”. De ahí que este término sea comúnmente definido, aten-
diendo al enfoque (conductual, psicosocial, interaccionista, cognitivo, etc.) des-
de el cual se trabaje. A continuación se recogen algunas definiciones, que pue-
den facilitar una conceptualización más específica del término “habilidades so-
ciales”:
Caballo (1993, 25) considera la conducta socialmente habilidosa como “un
conjunto de conductas realizadas por un individuo en un contexto interpersonal
que expresa sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de un modo
adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que general-
mente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras reduce la pro-
babilidad de que aparezcan futuros problemas”.
Gil y León (1998, 15), realizando una síntesis sobre diferentes aportaciones,
definen el término “habilidad social” como “la capacidad de ejecutar aquellas
conductas aprendidas que cubren nuestras necesidades de comunicación inter-
personal y/o responden a las exigencias y demandas de las situaciones sociales de
forma efectiva, o si se prefiere, son una clase de respuestas pertinentes para des-
empeñar con eficacia las siguientes funciones: a) Conseguir reforzadores en si-
tuaciones de interacción social; b) Mantener o mejorar la relación con otra per-
sona en la interacción interpersonal; c) Impedir el bloqueo de refuerzo social o
mediado socialmente y; d) Mantener la autoestima y disminuir el estrés asociado
a situaciones interpersonales conflictivas”.
El término “habilidades sociales” se relaciona con otros de significado
próximo, como “competencia social” y “competencia interpersonal”. Diferentes
teóricos de la Psicología Social han elaborado diversas definiciones del término
“competencia social”. Algunos autores ponen el énfasis tanto en la capacidad
como en las habilidades cognitivas a nivel social; otros lo hacen en la conducta
manifiesta de la persona; finalmente, algunos señalan que la competencia social
está determinada por el juicio de los demás.
Algunos autores consideran que el término “competencia social” es un
constructo más genérico, que engloba al de “habilidades sociales”, entendida
aquélla como un constructo hipotético y teórico global, multidimensional y am-
plio, mientras que las habilidades sociales pueden verse como parte del cons-
tructo de competencia social. Entendido así, las habilidades sociales son com-
portamientos sociales específicos que, en conjunto, forman las bases del com-
portamiento socialmente competente. En general, el término “competencia” se
refiere a una generalización evaluativa y el término “habilidades” se refiere a
conductas específicas.
282 Bases psicopedagógicas de la educación especial
• Responder ante una queja: escuchar lo que otra persona nos reprocha y
sugerir otra solución.
• Deportividad tras el juego: mostrar comportamientos amistosos y cordia-
les, después de realizar una actividad competitiva.
• Manejo de situaciones embarazosas-resolver la vergüenza: comunicar
nuestro desagrado ante una situación que nos ha resultado comprometida.
• Arreglárselas cuando le dejan de lado: expresar que se quiere formar par-
te, que te incluyan en las actividades.
• Ayudar a un amigo-defender a un amigo: defender los derechos de otra
persona ante una situación de injusticia.
• Responder a la persuasión: decidir por sí mismo, una vez expuestas las
opiniones de otras personas.
• Responder al fracaso: determinar qué factores han provocado la situación
de fracaso y tomar medidas para modificarla y que no vuelva a suceder.
• Manejo de mensajes contradictorios-enfrentarse a los mensajes contra-
dictorios: reconocer cuándo otra persona te presenta cosas opuestas, al
mismo tiempo, y comunicarlo.
• Manejo de una acusación-responder a una acusación: responder adecua-
damente a la inculpación que sobre nosotros realiza otra persona.
• Prepararse para una conversación difícil: afrontar una situación difícil y
enfocar la conversación de manera que produzca los mejores resultados.
• Manejar la presión de grupo-hacer frente a las presiones del grupo: com-
prender lo que nos están exigiendo y decidir lo que se quiere hacer.
Las dificultades que los niños o adultos pueden tener con determinadas ha-
bilidades sociales, en ocasiones, pueden ser explicadas por factores de origen indi-
vidual o personal. Estos problemas, atendiendo a diferentes modelos alternativos o
complementarios, pueden ser: 1) el sujeto carece de habilidades sociales necesarias,
que le impiden la conducta adecuada; 2) el sujeto posee esas habilidades, pero se
produce una interferencia de procesos cognitivos-perceptuales, emocionales y
motivacionales, que impiden la manifestación de esas habilidades sociales.
A) Interferencias de carácter cognitivo-perceptual. Surgen cuando los suje-
tos, previamente a la práctica de una habilidad social, no analizan la
situación ni valoran los múltiples factores de la misma, por lo que no
tienen en cuenta el contexto donde se manifiesta esa habilidad social ni
son capaces de percibir los pasos o formas de proceder en una situación
determinada, de manera sistemática, ordenada y “socialmente aceptable
o adecuada”, en función de la singularidad de ésta. Estos problemas se
han asociado, con frecuencia, a niños hiperactivos, impulsivos o con di-
ferente grado de dificultades cognitivas.
B) Inferencias de carácter emocional. Se refieren fundamentalmente a
factores de personalidad y temperamento, así como a la propia capaci-
Problemas relacionados con las habilidades sociales: evaluación e intervención educativa 287
dad de los sujetos para regular sus propias emociones, lo cual incide en
el adecuado despliegue de relaciones interpersonales. Algunas mani-
festaciones de este tipo de interferencias son: ansiedad, depresión, ti-
midez, sentimientos de inferioridad, hipersensibilidad y el miedo que
algunos niños pueden sentir ante determinadas situaciones sociales
(relaciones con sus amigos, profesores, familiares, etc.). Estos factores
impiden la relación entre unos niños y otros, evitando esa situación de
malestar. Estas situaciones provocan que los sujetos se enfrenten a
esas situaciones reales.
C) Interferencias de carácter motivacional y atribucional. La importancia
de la motivación en las conductas sociales es notable, bien sea ésta in-
trínseca (la actividad es reforzante en sí misma) o extrínseca (proporcio-
nará un refuerzo externo o autorefuerzo). Por ello, no sólo hay que saber
cómo se ha de actuar en una situación, sino que es necesario tener pre-
disposición o querer actuar. Así, algunos niños encuentran dificultad en
las habilidades sociales, por dos posibles motivos: a) tienen muy bajas
expectativas de éxito en la interacción social; b) atribuyen el éxito a fac-
tores externos (a la suerte, a los demás) o atribuyen su fracaso a factores
intrínsecos (poca capacidad, esfuerzo o aptitud). Aquellos niños que han
experimentado reiteradamente varios fracasos en la interacción social
pueden comenzar a sentir “indefensión aprendida” (estos niños mantie-
nen la idea de que, hagan lo que hagan, todo seguirá igual).
Por último, tanto los aspectos motivacionales como los estilos atributivos
pueden provocar en los sujetos un bajo autoconcepto, unido a una baja autoestima,
sentimientos de autodesprecio o autocrítica y, en casos más graves, depresión.
Son numerosas las estrategias que pueden utilizarse para entrenar las habi-
lidades sociales. Estas técnicas pueden aplicarse bien individualmente o de mane-
ra combinada. A continuación se relacionan algunas de las estrategias, amplia-
mente utilizadas en numerosos programas de intervención y que pueden ser fácil-
mente aplicables tanto en el contexto escolar como en el entorno familiar.
A) Técnicas conductuales
ducta visible más que sus estructuras internas. Sus raíces están en el condiciona-
miento clásico y operante, la modificación de conducta y la teoría del aprendizaje
social. Esta última propone un modelo de la conducta humana, en el que ésta se
autocontrola en función de la retroinformación que recibe.
A través de estas técnicas, se pueden adquirir las destrezas que inicialmente
son necesarias, en contextos muy controlados y estructurados, para, posteriormen-
te, generalizarlas a otros entornos y situaciones.
Las diversas técnicas conductuales, en este modelo, deben aplicarse en el
orden que se describe a continuación (Caballo, 1993; Gil y León, 1998; y, Paula,
2000):
1. Instrucciones. Son explicaciones claras y precisas de la conducta que va
a ser objeto de entrenamiento en cada sesión. El maestro las utiliza para
favorecer que los alumnos centren su atención en determinados aspectos
de su comportamiento, los ejecuten adecuadamente y puedan ser refor-
zados y afianzados.
2. Modelado. Consiste en la emisión de conductas adecuadas, a través de la
observación de modelos que las realizan y que reciben reforzamiento
por ello. A través de esta técnica, se puede aprender tanto a realizar una
conducta nueva como a mejorar otra que ya existía.
3. Imitación, práctica, ensayo de conducta o representación de papeles. En
el ensayo conductual, los participantes ponen en práctica las habilidades
observadas en los “modelos”. Este tipo de ensayo puede ser real, cuando
los alumnos practican las conductas en situaciones reales de interacción
social, y simulado o encubierto, cuando los alumnos deben imaginarse
ejecutando las conductas.
4. Retroalimentación y moldeado. La retroalimentación es una parte inse-
parable del ensayo. Suele realizarse inmediatamente después o de forma
simultánea, ya que consiste en proporcionar información correcta y útil
a los alumnos acerca de la actuación que ha tenido en el ensayo conduc-
tual, para que éstos vayan consiguiendo progresivamente un nivel de
ejecución lo más idóneo posible.
5. Reforzamiento. Se trata de proporcionar consecuencias positivas a los
sujetos, cuando éstos hayan emitido la conducta adecuada y/o realizado
algunas de las aproximaciones que se desean fortalecer. El refuerzo po-
sitivo puede emplearse para incorporar una nueva conducta habilidosa al
repertorio de los niños o para mantener o potenciar un comportamiento
ya exhibido por ellos; o, simplemente, como ayuda para reforzar las ac-
tividades diarias que realiza.
Los reforzadores extrínsecos son proporcionados por el ambiente que
rodea a los sujetos y, concretamente, por personas cercanas a éstos: pa-
dres, profesores, compañeros y cualquier otra persona de su entorno que
Problemas relacionados con las habilidades sociales: evaluación e intervención educativa 295
B) Técnicas cognitivas
ciales, son: 1) crear un clima relajado y acogedor, en el que todos los alumnos se
sientan respetados, apoyados y aceptados; 2) desarrollar actividades cooperativas,
para fomentar las relaciones entre compañeros, en un plano de igualdad; 3) las
tutorías entre iguales ayudan a los alumnos a salvar las barreras del desconoci-
miento recíproco, a aceptarse mutuamente y a lograr un encuentro verdaderamen-
te interpersonal, a pesar de las diferencias cognitivas, cronológicas, etc.; 4) facili-
tar un contexto en el que las habilidades sociales y de relación interpersonal sean
valoradas y premiadas, potenciando, así, el interés de los alumnos por adquirir y
poner en práctica las mismas.
ACTIVIDADES
4. Diseña una unidad Didáctica, para desarrollar (corregir) una habilidad social
en un alumno concreto, incluyendo: tipo de alumno, objetivos, actividades,
temporalización, recursos, criterios de evaluación.
CAPÍTULO XIV
Contexto
CURRÍCULUM
Presupuestos Fundamentos
INTERCULTURAL
Finalidades
contrar esa necesaria unidad, que pueda resolver los conflictos o problemas multi-
culturales. Por lo tanto, desde de esta opción inicial se van a analizar los proble-
mas o conflictos del currículum multicultural, que impiden el avance hacia la in-
terculturalidad.
Previamente se profundizará en la opción, que supone educar en y para la
interculturalidad, para poder entender los conflictos, que impiden esta opción y las
propuestas didácticas que la fomentan.
sobre todo, del grupo o grupos dominantes; a la vez que se asume el hecho de que
cada cultura puede encontrar complemento a sus carencias en las aportaciones de
las demás.
Ofrecer opciones a distintas formas de vivir, percibir, pensar, expresarse,
conocer, sentir y relacionarse. Asumir esta finalidad supone organizar un currí-
culo centrado, no en el contenido, sino en el trasvase de ideas, de recursos, de
actitudes, de valores, de procedimientos, de conocimientos, de hábitos, de ri-
tos... entre individuos; que ofrecen opciones a distintas formas de vivir, de per-
cibir, de pensar, de expresarse; acordes con un fondo común de valores, compar-
tidos por los miembros de la comunidad educativa. Este fin pretende, en primer
lugar, el desarrollo de todas las potencialidades del ser humano en todas sus
dimensiones (estéticas, afectivas, cognitivas, motrices, sociales y éticas), ofre-
ciendo una amplia gama de competencias culturales; en segundo lugar, pretende
que el individuo pueda elegir aquellas competencias culturales más acordes con
su personalidad, circunstancias, experiencias... y, en tercer lugar, pretende que
el individuo conozca todas las competencias culturales que le ofrezcan la posibi-
lidad de adaptarse a los más variados contextos sociales y vivenciar plenamente
la diversidad étnica.
Lograr experiencias interculturales de pensamiento divergente, de trasvase
de valores, de elección libre, de adaptación a lo diverso y de actitud independien-
te. Una educación intercultural pretende que el individuo elija libremente sus pro-
pias competencias culturales para adaptarse al medio que más le satisface. Pero no
es posible la elección sin el conocimiento de las distintas posibilidades, y a ese
conocimiento no se puede llegar con los métodos, contenidos y recursos del currí-
culum oficial. Las experiencias de interculturalidad deben ser creativas y recreati-
vas de formas culturales diversas, de resolución positiva de conflictos, de análisis
y reflexión crítica sobre los significados de cada cultura, de ejercicio de la toleran-
cia y el cambio, experiencias que forjen diversidad de identidades sólidas y flexi-
bles; y que se dirijan a la captación y cambio de valores, actitudes y estereotipos.
4. LA METODOLOGÍA INTERCULTURAL
Para alcanzar los fines del currículum intercultural, en base a los principios
pedagógicos de la enseñanza creativa intercultural, en este apartado se presentará
la dimensión práctica del currículum intercultural, atendiendo a los recursos del
aula y a las estrategias básicas de enseñanza intercultural.
res presupuestos para crear aulas espaciosas, bien equipadas de material bibliográ-
fico y nuevas tecnologías (retroproyectores, ordenadores...) y, de esta forma, re-
convertir el centro educativo en confortables espacios para el deporte y el encuen-
tro comunitario cultural.
La importancia de los recursos en la enseñanza creativa intercultural exige
también que el personal docente emplee gran parte de su tiempo en planificar la
decoración, la disposición del mobiliario y otros equipamientos en su clase, para
que los alumnos puedan encontrar con facilidad lo que necesitan en la realización
de sus actividades y, a la vez, se sientan cómodos y estimulados en el trabajo.
La enseñanza creativa intercultural es aquella que se planifica e implementa
más allá de los límites físicos del centro educativo, buscando, en el entorno inme-
diato o lejano, los recursos para experimentar la diversidad cultural en todas aque-
llas áreas o temas de que trate el currículum sin escatimar en medios (salidas,
excursiones, visitas, viajes, documentos escritos y audiovisuales, Internet...); por
otra parte, es aquella enseñanza que hace emerger en cada actividad de clase o del
centro la diversidad cultural de sus propios alumnos. Por lo tanto, cada recurso es
un incentivo, que despierta todas las formas de expresión de los alumnos y el
profesor está atento para hacer notar sus significados, por lo que las experiencias
de los alumnos y sus producciones se convierten en el recurso más valorado, apre-
ciado y estimulante del currículum.
Los recursos son el mayor exponente del tipo de enseñanza que se está rea-
lizando y hasta el momento, en lo que respecta a la enseñanza en contextos multi-
culturales, el despliegue de materiales referentes a la diversidad cultural se hace
de forma puntual y generalmente desconectada del resto del currículum. Los es-
fuerzos del centro intercultural deben ir encaminados, en primer lugar, a proveer
recursos relevantes y representativos de la diversidad cultural, es decir, que expre-
sen la esencia de cada cultura y no sólo sus aspectos folklóricos. Esta esencia, sin
duda, la encontraremos, básicamente, en recursos que muestran formas distintas
de comunicación, procedentes de diferentes culturas (pintura, música, danza y
deporte, lenguaje verbal y escrito..), en aquellos que muestran distintas formas de
resolver necesidades vitales y problemas de cada día en las diferentes culturas
(sistema de cantidad, peso y medida, vestido, comida, utensilios y tecnologías,...)
así como en aquellos recursos que ofrecen diferentes respuesta a los grandes inte-
rrogantes de sentido de la vida humana en las diferentes culturas (sistemas religio-
sos y filosóficos, mitos, leyendas...).
ACTIVIDADES
Problemas relacionados
PELIGROS con el contexto social POTENCIAS
Proyectos de transformación.
Desde la E. Especial/terapia. Aprendizajes imprescindibles para todos.
INTERVENCIÓN
Segregación y diferenciación. Desde capacidades y necesidades.
Acelerando “buenos” aprendizajes.
Estructural
Med. choque
Particular Global
programas Centro
Son, pues, varios los elementos de exclusión, que van desde la propia legis-
lación y la estructura de la sociedad, que no arbitran medias eficaces para promo-
cionar y proteger equitativamente los derechos básicos para la integración produc-
tiva de la ciudadanía, hasta las causas familiares y personales, pasando por otras
socio-económico-laborales, educativas y culturales. Incluso se identifica una in-
tensa interrelación entre los factores tradicionales anteriores con los propios de la
globalización y la mercantilización de la sociedad (y la escuela) actual. Se dan
elementos y condicionantes personales, familiares, socieconómicos y culturales,
difícilmente modificables sin la participación de todo el sistema y de todo un pue-
blo; pero también –y ello es de capital importancia– otros propiamente escolares y
educativos, que sí se podrían cambiar en sus realidades y efectos. Entre estos se-
gundos se podrían destacar:
• Inadecuada selección de los contenidos, sin tener clara la necesidad y la
obligación de promocionar para todos unos aprendizajes imprescindibles
para vivir con un mínimo de dignidad y soltura en esta sociedad.
• Excesiva parcialización y artificialidad del currículum.
• Bajo nivel de escolarización precoz, que comporta una inadecuada educa-
ción del carácter y entrar en el sistema en condiciones de acentuada des-
ventaja.
• Insuficientes relaciones familia-escuela.
• Poca consistencia y relación entre la cultura escolar (abstracta, formalizada,
elitista y académica) y la de los alumnos (muchas veces desestructurada).
• Bajo nivel de expectativas (también entre el profesorado), que acrecien-
tan la incidencia del “efecto pigmalión”, haciendo que las profecías de
fracaso se cumplan.
• Graves errores didáctico-estratégicos, que quieren adaptar el alumno al
sistema, en lugar de partir de sus estilos de aprendizaje, necesidades, rea-
lidades y contextos, hasta llegar a otras capacidades y competencias más
pertinentes y potentes, de cara a la promoción de aprendizajes.
• Inadecuados e “injustos” procesos de evaluación.
• Encargar a los más noveles los cursos y niveles más complejos.
• Asumir que las condiciones estructurales y curriculares de la escuela son
así porque no pueden ser de otra manera...
1.2. Los efectos que produce: sobre qué se corre el riesgo de ser excluido
“se les impide sistemáticamente (y por diversos y sutiles medios) el acceso a posi-
ciones que les permitan una subsistencia autónoma dentro de los niveles sociales
determinados por las instituciones y valores en un contexto dado” (Castells, 1998,
98). La exclusión es el resultado extremo de una sucesión de situaciones específi-
cas de exclusión de los derechos fundamentales, que comporta un “no reconoci-
miento” por la comunidad y que el excluido “deje” de acceder al ejercicio legítimo
de sus derechos fundamentales.
Los procesos de desigualdad social se producen a causa de una creciente espi-
ral heredada de desventaja, que reproducen y acentúan, a la par, los procesos de
pobreza y de fracaso escolar o los de enriquecimiento y éxito escolar (Connell,
1997) (Ver figura 2). Por una parte, la distribución desigual de los recursos sociales
lleva a que determinados grupos de interés participen en el sistema de desigualdad,
acumulando, acreditando y legitimando la desigualdad. Por otra parte, los “exclui-
dos” se encuentran en una situación de pobreza personal y comunitaria, que se tradu-
ce en fracaso escolar y dificultades educativas. La suma de esta necesidad educativa
con la necesidad de trabajo y recursos básicos conduce a un abandono temprano, a
una baja formación y a una casi total falta de cualificación profesional. Todo ello les
sitúa, en relación con el competitivo mercado de trabajo, en un estado de fragilidad,
vulnerabilidad y desprotección social, que reproduce nuevamente, cuando no crispa,
la situación de desventaja, pobreza, exclusión y vulnerabilidad.
Pobreza. Distribución.
Vulnerabilidad. Desigual de
Fracaso escolar. recursos.
sociales, se cubren, con un tupido velo, los posibles mecanismos internos de las
instituciones y de los profesionales que podrían estar influyendo en este fracaso.
Por lo que está de más cuestionarse qué escolarización se oferta, de qué calidades
se habla, ni qué se hace con los más desaventajados para asegurar “su” derecho a
la buena educación y a la inclusión.
De otro lado, desde una posición estereotipada, llegan a sustituir la realidad
por las representaciones o miradas y lo que creen que se ha puesto de manifiesto
de ella, sin entrar a discernir la intención o los intereses que hay de detrás de ello.
Estos estereotipos dirigen procesos de identificación, de socialización, de predis-
posición de sensibilidades y de creación de estados de opinión que terminan por
afectar importantemente a la propia realidad social y a su potencialidad de orienta-
ción y de transformación. Llevados por estos estereotipos y por visiones alienan-
tes –basadas en presunciones de fracaso y de “necesaria” dependencia de estos
sujetos y/o colectivos (en los que se incluyen también sus “maestros”)– surgen
“reformas” y “profesionales” que se erigen en salvadores ilustrados, que diagnos-
tican, dan recetas, diseñan programas infalibles o intervienen terapéuticamente...
pero, ignorando la realidad, la voz de los sin voz, sus potencialidades y miserias, y
a los propios docentes, sus acciones y propuestas “expertas” y “externas” no lle-
gan a calar en la práctica ni a transformarla.
Frente a todas estas situaciones, cabe otra perspectiva más crítica y cons-
ciente de la incidencia de la violencia estructural. Se trata de una mirada (auto)
reflexiva, capaz de pensar que el asunto del fracaso no reside tanto en las condicio-
nes personales y o sociales y en su incapacidad para esforzarse y adaptarse a las
reglas de juego, sino que tal vez tenga esto más que ver con otras dimensiones que
atañen directamente a los modos de sentir la educación, las lógicas, los estilos de
aprendizaje y las reglas por las que habitualmente se rigen y que entran en abierta
contradicción con las sociales/escolares. Concretando, algunos mecanismos suti-
les de exclusión escolar podrían ser los siguientes:
• Insistir en evaluaciones del fracaso y en acciones que personalizan en
exceso y sólo inciden en el ámbito personal o individual, pues ello limita
la acción y las posibilidades, ayuda a no ver otras perspectivas, responsa-
bilidades o causas.
• Justificar la selección y la promoción del currículum desde la óptica de
que es natural, lógico e inamovible.
• Justificar la libertar de compromiso profesional con la equidad y la cali-
dad para todos, alegando la certeza de ciertas y cómodas rutinas o la li-
bertad de cátedra.
• Caer en los peligros de las reformas de la diversidad (Elboj y otros,
1998), consecuencia de una excesiva adaptación (a la baja) o en la trampa
de nuevas categorizaciones o dualizaciones del sistema, dentro de las
mismas aulas o del centro y a coexistir, sin un nexo de continuidad, siste-
Problemas relacionados con el contexto social: evaluación e intervención educativa 331
Los sujetos que viven en zonas de vulnerabilidad y/o asistencia, por mos-
trar débiles convicciones y expectativas, por la inestabilidad de sus relaciones y
posibilidades económicas y por su constante precaución, dependencia y riesgo,
suelen ser catalogados como “frágiles”. Ahora bien, insistir en estas dificultades
es poco justo y lleva más veces al asistencialismo o al fatalismo que a la promo-
ción real de condiciones de desarrollo y éxito. Sin duda, estos colectivos suelen
presentar dificultades concretas, que han de ser debidamente atendidas (tanto pre-
ventiva como terapéuticamente), pero sin olvidar nunca que muchos de estos
alumnos viven una situación insufrible de explotación, vulneración o destrozo de
su persona y de formalización de sus pautas conductuales disruptivas, que silen-
cian y ahogan sus potencialidades.
Generalmente, no son los alumnos la causa, sino los primeros que sufren
estas consecuencias y los agentes en los que se hacen palpables las dispedagogías
e injusticias que padecen en su realidad y entorno y por el olvido de una sociedad
insolidaria y la violencia estructural de la que la escuela también forma parte
332 Bases psicopedagógicas de la educación especial
3. EVALUACIÓN
que interesa en este punto. Pero, incluso, esta evaluación formativa (orientada a la
acción y la mejora) tiene luces y sombras. Entre las primeras, qué duda cabe, está
la posibilidad de ajustar programas y medidas de acción. Pero, entre las segundas,
pese a estar guiados por un sana intención, pueden darse errores estratégicos, con
graves consecuencias. Insistir en los problemas y en las dificultades y hacerlo
desde una perspectiva focalizada en el sujeto o colectivo en riesgo puede hacer
recaer en él y los suyos todas las culpas y los peligros de la catalogación y la
separación. La excesiva focalización en el alumno y en sus características puede
terminar por estigmatizarlo y por nublar la perspectiva del resto de factores que
334 Bases psicopedagógicas de la educación especial
“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho
que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso
sirve, para caminar” (Eduardo Galeano, “Ventana sobre la utopía”).
ACTIVIDADES
1. Utilizando el material del tema, debate en pequeño grupo y extraiga una con-
clusión que dé respuesta a la siguiente cuestión: “¿en qué medida catalogar
centros, colectivos y sujetos como ‘vulnerables o en riesgo de exclusión’ y
actuar desde la educación especial y el apoyo, más que ayudar a su integración
y a la aceleración de buenos aprendizajes, puede acelerar procesos de exclu-
sión o diferenciación?”. Para ello, razona en qué medida es posible que la exis-
tencia de programas específicos en un centro educativo, especialmente diseña-
dos para atender a alumnos y colectivos vulnerables, puede suponer una nueva
categorización y un reforzamiento de que la escuela debe seguir siendo como
es para el resto de los estudiantes del centro.
Cuadro 3. Marco global e inespecífico de actuación global para todos (Domingo, 1998, 184).
340 Bases psicopedagógicas de la educación especial
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