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La Identidad de Cain

Serie Vampiros de Scanguards – Libro 9

Tina Folsom
Agradecimientos

Al grupo de traducción Seshat:

A Kat1517, Eugenia y Taeva por la traducción. A Taeva por la


corrección. A Dely por la lectura final de este libro.

A Jeantte por el diseño.

Y a todas las personas que nos apoyan día a día.

¡Disfruten de la Lectura!
Argumento

Cain guardaespaldas de Scanguards lucha con la amnesia, sin embargo, la cortina


a su pasado, finalmente, comienza a levantarse cuando aparece un misterioso
desconocido, revelando que Cain fue víctima de un intento de asesinato. Resulta que no
sólo Cain es un poderoso rey vampiro, él también está comprometido con Faye Duvall,
la mujer vampiro que ha estado rondando sus sueños.

Cuando Faye piensa que Cain está muerto, ella está devastada y sólo puede seguir
adelante porque sabe que su clan la necesita. Fuera de la lealtad y amor por su
compañero vampiro, ella acepta casarse con Abel, hermano de Cain, y se sorprende
cuando Cain regresa a reclamar su trono.

Cain está decidido a recuperar el amor que una vez compartió con Faye. Pero el
asesino no se dará por vencido y su crueldad no conoce límites. Respaldado por sus
leales amigos de Scanguards, Cain se encuentra de repente en una lucha a muerte y se
enfrenta a una elección: o bien salva su reino o su reina.
Capítulo Uno

Si el pecado fuera una mujer, no existiría ninguna duda de que ella lo parecía.

Su oscura y larga cabellera caía en cascada sobre sus desnudos hombros


acariciando su elegante vestido sin tirantes que llevaba puesto, un vestido que acentuaba
sus voluptuosos pechos. Ajustándose en su cintura, la roja seda fluyó hasta la parte
inferior de sus piernas y unos bonitos pies se asomaban por las doradas sandalias de
tacón alto.

Cuando ella hizo un movimiento para quitárselos, Cain ordenó: — Déjatelos


puestos. — Hizo una pausa. — Quítate todo lo demás.

Una suave risa tan delicada como un susurro en el viento provino de ella. — Oh,
Cain, — arrastraba las palabras con un suave acento sureño que instantáneamente envió
una llama a su ingle y lleno todo su cuerpo de deseo.

— Ya sabes lo mucho que me gusta cuando te desnudas para mí. — Arrojó su


smoking en un sillón y miró a su alrededor.

El aposento era enorme y opulento, consistía en un dormitorio y una sala de estar


conectados por grandes puertas dobles que en ese momento se encontraban abiertas. La
ausencia de ventanas hacía de este el lugar ideal para la residencia de un vampiro,
proporcionando seguridad, así como la privacidad. Valiosas obras de arte adornan las
paredes y muebles elegantes presentaban una atmósfera digna de un rey. No se trataba
de una vivienda troglodita a pesar de su ubicación subterránea. Era una fortaleza
impenetrable.

La seductora mujer dio un paso hacia él, su cuerpo moviéndose con la gracia de
una tigresa que se acerca a su presa. Y Cain podría haber sido su presa, aunque sería una
presa muy dispuesta. Al igual que ella era suya.

Cuando sus labios se separaron, Cain pudo ver sus colmillos extendiéndose.

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— ¿Empezando sin mí, mi amor?— Cain preguntó, y le dio un golpecito en la
cabeza, una suave reprimenda, mientras que al mismo tiempo la bestia en su interior
estaba encantado con su primitiva reacción y se preparó a sí mismo para reaccionar en
la misma forma.

Un vampiro que mostraba sus colmillos sólo tenía dos razones: el hambre por
sangre o por sexo.

Y estaba seguro de que este hermoso ejemplar, quien ahora se llevaba las manos
a su espalda para bajar la cremallera de su vestido, no estaba hambrienta de sangre.
Aunque Cain no le importaría que lo mordiera mientras la empaló en su polla. El
recuerdo de esto ahora se manifiesta en su lengua. Tan dulce, tan rico, tan lleno de
pasión. Una extraña sensación de añoranza y pérdida se estrelló contra él, pero este
último sentimiento desapareció con la misma rapidez que apareció y dejó sitio a
pensamientos más placenteros.

Sus encías picaban, y permitió que sus propios colmillos descendieran,


preparándose para lo que estaba por venir. La anticipación calentaba su cuerpo desde el
interior, borrando de una vez por todas las falsas creencias de que los vampiros eran
fríos. Separando sus labios, Cain la hizo consciente de su deseo por ella, aunque estaba
seguro de que ese brillo de color rojo en sus ojos ya se lo habían revelado.

La sangre latiendo en sus venas, Cain la observaba quitarse la ropa de su pecho.


Su aliento quedo atorado en su garganta mientras ella descubría sus rosados pezones, ya
duros y en posición de firmes, sus manos acariciaban de manera despreocupada su piel
mientras empujaba su vestido bajándolo hasta sus caderas. El vestido permaneció un
momento allí, atrapado por sus generosas proporciones, lo cual, en estos días, era tal vez
lo menos común. Las mujeres con figura de reloj de arena como la que ella poseía eran
raras, y tal vez eso fue una de las razones de porque Cain estaba tan fascinado por ella.
Tan atraído hacia ella.

Imaginó sus dedos clavándose en esas caderas, sosteniéndolas mientras golpeaba


en el interior de su suavidad. El conocimiento de que podría tomarla tan fuerte como
deseaba, porque era casi tan fuerte como él, hizo que sus dedos desearan convertirse en

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las garras de la bestia que vivía en su interior. Pero contuvo sus deseos, porque no quería
dañar la perfecta la piel que se extendía sobre su tentadora carne. Tampoco quería
recordarle la violencia en su pasado, el dolor que soporto a manos de un cruel amo.
Nunca más volvería a permitir que nadie le hiciera daño. Ni siquiera él mismo.

— ¡Más!—Cain ahora exigió y se dio cuenta en el cambio del tono de su voz. El


enronquecimiento en esta confirmaba su estado de excitación. Dejó caer sus párpados,
mirando hacia la parte delantera de sus pantalones. El bulto que estaba ahí no era fácil
de pasar por alto. Cain no estaba intentando ocultarlo. Quería demostrarle lo que
provocaba en él, lo que el alcance de su poder ejercía en él.

— Oh, no sé si se puedas soportar más. — Una descarada sonrisa subrayó sus


palabras.

Dio un paso hacia ella, mientras sus manos estaban ocupadas quitándose su
pajarita y camisa a velocidad vampírica. Lanzo ambas piezas hacia el sillón haciéndole
compañía a su saco.

— ¿Demasiado impaciente?

— ¡Haz lo que digo!— Cain le ordenó, su pecho agitado por el esfuerzo que le
costaba mantener un mínimo de cortesía cuando el vampiro en su interior hacía estragos
con la necesidad de tomarla, de hacerla suya.

Unas manos elegantes empujaron el vestido por las caderas, haciendo que la
prenda cayera al suelo con un suave zumbido. Pero ahora Cain no miraba hacia lo que
estaba a sus pies. En lugar de hacer eso, se quedó mirando hacia el oscuro triángulo de
vello que custodiaba su sexo.

Se le hizo agua la boca, sus ojos se levantaron hacia su rostro. — No llevabas


nada debajo.

Agradeció su observación con una pecaminosa sonrisa.

Saliendo de su vestido, se dirigió hacia él, sus tacones altos resonaban en el piso
de madera, haciendo eco en el vasto espacio sin ventanas.

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Su pene ahora estaba rígido, presionando dolorosamente contra su cremallera.
Instintivamente, su mano fue hacia esta, pero ella fue más rápida. El calor de su palma
lo envolvió al instante, enviándole un escalofrió a través de todo su cuerpo que hizo que
el control de su equilibrio estuviera al filo de una cuchilla. El deseo impregno el aire y lo
hizo sisear.

— ¿Tienes un regalo para mí?— murmuró, y frotó su cuerpo contra él, mientras
su mano apretaba la dureza en sus pantalones.

— Un regalo que sigue mejorando. — Cain deslizó su mano en su nuca, tirando


de su rostro hacia él por lo que sus labios estaban a sólo una fracción de una pulgada de
distancia. Tan cerca, pero tan lejos. — Te eché de menos.

Su respiración golpeaba contra la suya cuando ella abrió la boca. Aspiró,


permitiendo que su olor llenara sus pulmones y lo embriagara. — ¿Qué es lo que más
echas de menos? ¿Mis labios en tu polla? ¿Yo montándote? ¿Tu polla empujando en mi
interior?

A pesar de que le encantaron todas sus sugerencias, respondió: — Creo que se te


olvidó algo. — Sus dedos acariciaron un lado de su cuello, localizando la regordeta vena
bajo su piel. Su pulso latía contra la punta de sus dedos, como si esta le indicara su
consentimiento. — Mis colmillos en tu cuello.

Una bocanada de aliento presionaba firmemente su pecho contra el suyo. — No


lo olvidé. Siempre tengo espacio para el postre.

Con su última palabra, Cain capturó sus labios y la besó. No existía ninguna duda
o vacilación sobre el beso, ni su reacción a este. Cain saboreó su dulzura en su lengua
mientras se adentró en su interior y le mostraba quien era su maestro. Sin embargo, ella
no era sumisa. La respuesta a su beso fue la de un igual, una fuerte vampira femenina
que sabía lo que quería. Cain lo sintió con cada golpe de su lengua contra la suya, con
cada deslizamiento de sus labios contra su boca y cada empuje de sus caderas contra su
ingle. Ella lo deseaba, y el saberlo solo incremento su deseo hacia ella.

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Los dedos de Cain se separaron, resbalando más arriba en su cabello, ahuecando
la parte posterior de la cabeza de la mujer. Sus sedosas trenzas obscuras acariciaban su
mano, recordándole encuentros anteriores como este. Recordándole el éxtasis
encontrado en sus brazos anteriormente.

Sus suaves suspiros se dirigieron hacia sus oídos, mientras que el rápido latido de
su corazón retumbaba en su pecho, haciendo eco con el suyo. Ahora su otra mano libre
bajo, deslizándose sobre la curva de su espalda hasta su bien proporcionado trasero.
Mientras lo acariciaba y tiraba de ella más fuerte hacia él, ella gimió en el interior de su
boca, antes de que pasara su lengua en su colmillo.

Jadeando, Cain rápidamente aparto sus labios. — ¡Maldición!

El lamer los colmillos de un vampiro era la cosa más erótica que un vampiro
podría experimentar… en resumen era como tener relaciones sexuales en toda regla. Y
a pesar de que anteriormente ya había lamido sus colmillos, el intenso placer que ahora
corría por su cuerpo casi lo deshizo.

— Sé que lo deseas, — ella lo persuadió con halagos, mirándolo seductoramente.

Conteniendo una maldición, la agarró y dio unos pasos hacia la pared, donde la
apretó contra esta, toda paciencia se fue, se desvaneció en el aire. — Hazlo como quieras.

Entonces Cain nuevamente se apodero de sus labios. Esto sería un breve


interludio si ella continuaba utilizando sus artimañas como esta sobre él. Pero, maldito
sea al infierno, no quería detenerla. En cambio, intentó abrir sus pantalones con una
mano, hasta que sintió sus manos sobre él, ayudándolo. Claramente, estaba tan
impaciente como él.

Momentos más tarde, los pantalones de su esmoquin cayeron al suelo. Todavía


tenía puestos sus zapatos de vestir, pero no tienen la paciencia quitárselos al igual que
sus calcetines. En cambio, sus pantalones agruparon alrededor de sus tobillos. Estos no
le obstaculizarían en sus movimientos…no el tipo de movimientos en todo caso no en
el que estaba a punto de hacer.

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Cain se apoderó de sus muslos y la levantó, mientras presionaba la espalda de la
mujer contra la pared. Le abrió las piernas de par en par, dejando al descubierto su
empapado sexo. Miró hacia abajo, entonces tiro de sus caderas hacia atrás y ajustó
ángulo. Cuando la cabeza de su pene tocó los labios externos de su sexo, inhaló
bruscamente. Cain tenía razón: en absoluto esto no tomaría mucho tiempo.

— Lo necesito, — le animó. — Te necesito.

Cain se sumergió en su interior sin preámbulos, acomodándose en su cálido


canal, sus bolas golpeando contra su carne, quemándose por el impacto. La primera vez
siempre era de esta manera, intensa, urgente. Más tarde esa noche se tomaría su tiempo
con ella, pero en este momento lo que necesitaba era satisfacer su hambre por ella.

El aire salió rápidamente de sus pulmones. — ¡Cain! ¡Sí!

Ella era perfecta, mejor que cualquier otra cosa en su vida. Como si fuera la
solución a todos sus problemas, todas sus preocupaciones. Como si pudiera hacer todo
bien de nuevo.

Sus ojos se encontraron con los suyos y, lentamente, Cain comenzó a empujar.
Sus ojos de color verde ahora brillaban de un color rojo, una señal de que su lado
vampiro estaba tomando el control. Un sentimiento de posesividad se apoderó de él, y
la idea de que alguna vez ella pudiese estar en los brazos de otro hombre nuevamente
agitó la bestia en su interior. La ira se revolvió subiendo desde sus entrañas, y gruñó
como un animal.

— ¡Eres mía!

Sus ojos brillaron intensamente, antes de que ella inclinara la cabeza hacia un
lado, dejando al descubierto su pálido cuello. — Entonces hazme tuya.

Sin pensarlo, Cain introdujo sus colmillos en su cuello, perforando su piel


caliente. La rica sangre tocó sus colmillos y llenó su boca. Mientras que la sangre corría
por su garganta, cubriendo esta, más abajo, su propia sangre latía en sus venas, llenando

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su polla aún más. Y con cada sorbo de sangre de su vena y cada golpe en el interior de
su coño, su desenfreno crecía.

Por un instante, retiro sus colmillos, deseando decirle lo que ella significaba para
él. Cain separó sus labios, deseando hablar, pero su nombre no salió de sus labios. Lo
intentó nuevamente, pero sólo existió el vacío. Cain la miró a sus ojos y vio confusión
allí.

— ¿Quién eres?— él susurró.

La incredulidad teñía su mirada, pero antes de que sus labios le dieran una
respuesta, un dolor agudo le atravesó el cráneo. Todavía dentro de ella, detuvo sus
movimientos.

Su visión se oscureció. Cain se llevó una mano hacia su rostro y sintió el caliente
y pegajoso líquido que corría por la cara. Él lo olio, también. El olor metálico era
inconfundible.

Sangre. La sangre que salía de su cráneo. Fue subiendo con su mano y sintió el
agujero que estaba allí. La sangre brotaba de esta.

— ¡No! — ella gritó. — ¡No! ¡No me dejes!

Cain ya no podía ver su rostro, y repentinamente sus manos estaban agarrando


nada, como si ella se hubiese deslizado de su agarre. El busco en la oscuridad, pero todo
lo que sintió fue un vacío. Desesperación. Desesperanza.

¿Estaba muerto?

— ¡Nooooooo!—Cain gritó.

Pero ella no le respondió. Había desaparecido.

Repentinamente, su visión se aclaró y una luz procedente de algún lugar le llamó


la atención. Un destello de color rojo. Concentro su mirada. Unos números aparecieron
ante ellos. 07:24. Se quedó mirando fijamente esa visión. Le tomó un segundo darse
cuenta de que estaba viendo un reloj digital.

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Cain rápidamente se sentó.

Atrás quedó la habitación en la que estuvo, y fue sustituida por un dormitorio


con pocos efectos personales. Nada lujoso. Sólo era una simple y sencilla habitación con
una cama grande, un armario y una silla con ropa casual que alguien había arrojado
sobre esta. Ningún smoking a la vista.

Cain se pasó una temblorosa mano por su ultra corto cabello y se dio cuenta que
estaba bañado en sudor.

El sufrimiento lo invadía. Había sido un sueño, todo esto: la mujer, la habitación,


la sangre.

Nada era real. Al igual que el propio Cain. Porque ¿cómo podía ser real cuando
él no recordaba nada de su pasado?

Desde hace varios meses ha estado teniendo estos sueños. Diferentes algunos,
pero todos involucrando a la misma mujer, y todo termina de la misma manera: con
sangre brotando de su cabeza. Como si alguien estuviera intentando enviarle una
advertencia. O era un mensaje del pasado.

Cain giro sacando las piernas de la cama y sacudió la cabeza. ¡Ilusiones! Hace
poco más de un año se despertó una noche sin memoria. Lo único que recordaba era
una voz masculina. Su nombre es Cain, el hombre había dicho. Por mucho que ha
intentado averiguar acerca de su pasado, regresaba con las manos vacías.

Los sueños eran obsesionantes, pedazos de información colgando frente a él, no


obstante, nunca le permitían acercarse lo suficiente para agarrar alguno y examinarlo.
Esto se le había hecho irritable e impredecible. Sus colegas en Scanguards, donde trabajó
como guardaespaldas, comenzaron a darse cuenta y siempre lo evitaban cuando se
encontraba en uno de sus oscuros estados de ánimo.

Y justo ahora, uno de esos oscuros estados de ánimo que estaba invadiéndolo,
azotándolo con la desesperación y la desesperanza, como un torturador al azotarlo con

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un látigo. El dolor paralizó su cuerpo y le hizo desear infligir el mismo dolor a otros.
Pero no había nadie con quien dejar salir su ira.

El sonido del timbre de un celular atravesó el silencio de su dormitorio. Se volvió


hacia la mesita de noche y tomó su teléfono celular.

— ¿Sí?

— ¿Dónde diablos estas?— La profunda y furiosa voz pertenecía a Amaury, uno


de sus superiores en Scanguards.

La furia hizo ebullición en Caín. No le gustaba el tono de Amaury, ni tampoco


que lo estuviera cuestionando sobre su paradero. Odiaba que le ordenaran.

— ¿Qué demonios quieres?—Cain respondió, elevando el tono de su voz.

— ¡Se suponía que deberías de estar patrullando esta noche! — Amaury gruñó.
— ¡Y no tomes esa maldita actitud conmigo!. ¡Soy tu jefe!

Cain se levantó de un salto y dio un puñetazo en los paneles de yeso, dejando un


hueco allí. — ¡No necesito ningún jefe! ¡Yo soy mi propio amo! — En el momento en
que lo dijo, sabía que era cierto. No estaba acostumbrado a que nadie le diga qué hacer.
Estaba acostumbrado a ser quien diera las órdenes.

En el otro extremo de la línea, Amaury respiró pesadamente antes de dar su


respuesta. — ¡Muy bien! ¿Quieres dejarlo salir, de una vez por todas? últimamente estoy
harto de tu actitud. Creo que es hora de que tengamos una charla para que entiendas
quién es el que manda aquí.

La forma en que hablaba le dejó claro a Cain que esta charla sería del tipo muy
físico.

— Mi casa. En diez minutos, o estás por tu cuenta.

— ¡Así será! — Cain respondió al evidente desafío.

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Una pelea a puñetazos con el enorme vampiro era justo lo que necesitaba en este
momento. Tal vez entonces se sentiría mejor.

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Capítulo Dos

El jardín en época de invierno era tan hermoso en la noche, ya que era mortal
durante el día. Estaba cubierto por un vidrio a prueba balas en tres lados, este no
proporcionaba refugio del sol.

Faye levanto la vista hacia el cielo estrellado por encima del techo de cristal. ¿La
estaría observando desde algún lugar allá arriba? ¿O los vampiros estaban condenados a
arder en el infierno cuando se encontraban realmente muertos?

No podía recordar las veces que frecuentemente levantaba la vista hacia el cielo
nocturno haciéndose estas preguntas desde su muerte. Y cada vez que lo hacía, sentía el
mismo tipo de nostalgia, la misma especie de vacío. Pero la vida tenía que continuar.
Ella lo sabía. El tiempo para el duelo ya casi llegaba a su fin.

El sonido de un paso le advirtieron que no estaba sola. Incluso antes de se diera


la vuelta, sabía quién entro en el jardín de invierno desde la casa. Bueno, esta no podía
ser realmente llamada una casa. Era un palacio.

Faye inclinó ligeramente la cabeza, antes de levantar la mirada hacia su visitante.


— Su Majestad.

—Faye, Faye, ¿cuántas veces te he dicho que entre nosotros no debe de existir
ninguna formalidad. Todavía soy Abel para ti. Siempre lo será. De cualquier manera,
ya no soy el rey.

— Claro. — Faye permitió que sus ojos vagaran sobre él. Había días en que
apenas podía mirarlo, le recordaba tanto al hombre que perdió. El hombre al que había
amado.

Abel señaló hacia una banca, indicándole que se sentara con él. Faye se sentó, y
Abel e unió a ella.

— He venido a hablar contigo.

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Su estómago se tensó al instante. Faye sabía de lo que se trataba. Ella también ha
estado contando los días aunque por otras diferentes razone a las que él tenía.

— Todos lo extrañamos, — comenzó a Abel.

Faye apretó los labios, reprimiendo las emociones que amenazaban con
apoderarse de ella y robarle la capacidad de pensar con claridad. Tenía que seguir siendo
fuerte.

— La fecha casi se aproxima.

Faye asintió. — Un año, un mes y un día. Lo marqué en mi calendario. — A


pesar de que no tenía que hacerlo. Faye siempre recordaría el horrible día cuando le
robaron el amor de su vida.

— Sí, en menos de dos semanas oficialmente su reinado terminara, y el nuevo


rey será coronado.

— Realmente nunca he entendido por qué tiene que transcurrir un periodo tan
largo después de la muerte de un rey antes de que su sucesor pueda tomar el trono, —
dijo Faye para llenar el silencio entre ellos con las palabras.

Abel le tomó la mano, agarrándosela. Faye por dentro se estremeció, pero


permitió que esto sucediera. Él sería su rey pronto, y su destino estaba en sus manos.
Los privilegios que había disfrutado como prometida del rey muerto expirarían en la
coronación del nuevo rey. Faye perdería su casa, su posición en la sociedad, su
influencia. Aunque de todos modos nada de eso le importaba mucho. Sólo el amor hacia
los vampiros quienes habrían sido sus súbditos, tener a su novio vivo, habría logrado
que se quedara. De lo contrario, habría dejado el clan completamente.

— Es con la intención de darle a la gente tiempo para llorar sin tener que
comprometer su lealtad al nuevo rey, mientras que todavía lloran al anterior, — explicó
Abel.

— Sin embargo, debe de ser difícil para el rey que es sucesor.

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— Como regente, ya tengo muchos de los poderes que el rey tiene. Y me da la
oportunidad de conocer a mis súbditos mejor y saber lo que quieren de mí. — Él levantó
la mano hacia su rostro. — O lo que quiero de ellos.

Faye contuvo por un momento la respiración. — Sí, sí, por supuesto. — Faye se
levantó, provocando que Abel dejara caer su mano, y se dirigió hacia el florido jardín.
Tomó tijeras y comenzó a podar las plantas.

Desde ese horrible día hace más de un año, ningún hombre la había tocado. Y el
solo pensar que las manos y los labios de otro hombre lo hiciera le provoco un escalofrió
de pánico que recorrió su espalda. Faye sabía que tenía que hacer algo al respecto, pero
esta noche no era el momento adecuado.

Detrás de ella, Abel se levantó del banco. Escucho sus pasos mientras se acercaba.

— Se tienen que tomar decisiones. Como sabes, pronto…

— Lo sé, — lo interrumpió. — He estado pensando en ello. Estoy preparándome


para irme. — Una vez más Faye estaría sin protección. La última vez que eso ocurrió
había caído presa de la más cruel de los vampiros.

Cuando las manos de Abel se posaron sobre sus hombros desde atrás, ella
contuvo el aliento, tratando de calmarse.

— No he venido a pedirle que te vayas. He venido a pedirte que te quedes.

Faye volvió la mitad cabeza. — Pero la ley clan es clara al respecto.

— Me importa un comino la ley clan. En dos semanas, mi palabra será ley.

Sorprendida ante el tono agudo de su voz, su ritmo cardíaco se duplicó al


instante. Faye sabía que iba a percibirlo. La audición de un vampiro era lo
suficientemente sensible para ello. Además, sus manos todavía estaban sobre sus
hombros, y al estar tocándola, él no sólo sentía el latido de su corazón, sino también
percibía la sangre que recorría sus venas como un tren fuera de control.

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— Olvida lo que dije, — Abel agregó rápidamente. — Esto no se trata de la ley.
Se trata de ti. Tú estabas destinada a ser reina. Los miembros de nuestro clan te aman.
Tu sueño no tiene que terminar con mi coronación.

La implicación de sus palabras se hundió de inmediato. Cuando Abel la volvió


hacia él, Faye quería evitar su mirada, pero por respeto a la posición que Abel ostentaba
no lo hizo.

Sus ojos oscuros la miraron con una intensidad que ella siempre amo sobre su
hermano. Pero en Abel, esto la asustó. ¿O era simplemente miedo porque significaba
que finalmente tendría que admitir para sí misma que era hora de seguir adelante y dejar
de lado los recuerdos que atesoraba, los recuerdos del amor verdadero?

— Necesito una reina. Una mujer como tú, quien es amada por sus súbditos. Sé
que no soy como él. Sé que nunca podre ser el líder que él era. Pero contigo a mi lado,
guiándome, mostrándome lo que él hubiese hecho en mi lugar, puedo ser un buen rey.
Te necesito.

Faye buscó en sus ojos, tratando de ver más allá de sus palabras, más allá de lo
que su rostro le mostró. ¿A qué es lo que se refería? ¿Realmente la necesitaba con el fin
de ser la clase de rey su extenso clan necesitaba? ¿Y realmente podía ayudar a ser ese
hombre? ¿Ese era su llamado? ¿Para ser la reina, para que pudiera ser rey?

Su pecho se levantó mientras tomaba un respiro. — No sé, Abel. Yo amaba a tu


hermano.

Abel presiono un dedo contra los labios de Faye. — Y él te amo. Él querría esto
para ti. Querría que tuvieras lo que estaba destinado para ser tuyo. Querría que
continuaras adelante y que fueras feliz nuevamente. Verte sonreír de nuevo. Recuerdo
esa sonrisa. Pero no la he visto por mucho tiempo.

Faye bajó los párpados y asintió. — Es difícil superar la muerte de alguien tan...—
Ni siquiera pudo continuar con su pensamiento, o decir su nombre, sin correr el riesgo
de disolverse en lágrimas.

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— Dame una oportunidad, — dijo Abel suavemente.

— Todo esto es tan inesperado. Necesito tiempo para pensar en ello, — respondió
rápidamente, desesperada por conseguir algo de tiempo y al mismo tiempo no ofenderlo.
Esta era una decisión que no podía tomar, no sin pensar en las consecuencias. No amaba
a Abel. En muchos sentidos no era como su hermano. Mientras que su hermano había
sido amable e indulgente, Abel era duro y severo. Sus personalidades no podrían ser más
diferentes entre sí.

Faye quería gritar, de lamento que el hermano equivocado fue el que murió. Si
tan sólo esa noche no hubiese permitido que se fuera de sus brazos. Entonces él todavía
estaría vivo. Seguiría siendo rey, y ella sería su compañera de sangre y su reina.

— Si no es por mí, hazlo por el clan.

Faye miró más allá de él, sus ojos vieron hacia el interior de la oscuridad más allá
del palacio donde vivía. Era enorme, una enorme estructura construida como una
fortaleza impenetrable e imponente. Un gran palacio de un gran clan, que incluía todo
Luisiana y extendía sobre esta sus fronteras. Un clan tan hermético, que todavía era
influyente más allá de sus límites físicos, eran muy pocos los vampiros fuera de este que
conocían su existencia. Todos los reyes anteriores habían deseado que fuera de esta
manera, sabiendo que en el anonimato yacía la seguridad.

Las viejas costumbres eran todavía muy fuertes dentro del clan. Las leyes que los
regían se trasmitieron de sus fundadores, aunque las habitaciones eran modernas y el
castillo…escondido en una zona boscosa a distancia al norte de Nueva Orleans…estaba
equipado con la más alta seguridad de vanguardia. Al igual a la que le correspondía a
un rey. Los guardias y otros miembros clave del clan vivían en el palacio, mientras que
en los edificios que rodean los jardines bien cuidados, otros vampiros hicieron sus
hogares.

Los ojos de Faye se dirigieron nuevamente a Abel. — Te mereces una compañera


que te amé.

Abel sonrió. — Me conformo con que algún día aprendas a amarme.

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Faye suspiró. — No lo sé.

—Podríamos ser coronados juntos en dos semanas si dices que sí.

Faye tragó saliva. — Te daré mi respuesta. Pronto.

Luego se volvió rápidamente y corrió a través de la puerta abierta al pasillo que


estaba más allá. Casi chocó con alguien y levanto la vista sorprendida.

— Discúlpame, Faye, — dijo. — No era mi intención asustarte.

— John, uh, no lo hiciste, — ella mintió, con ganas de alejarse de él lo antes


posible.

John era alto y ancho, un fuerte vampiro con una mano rápida y una mente
rápida. Fueron esas cualidades las que lo hacían el jefe de guardia de élite del rey, el
pequeño grupo de vampiros seleccionados quienes custodiaban al rey y la reina.

Pero John había fallado en proteger a su rey. Bajo su supervisión, el rey fue
asesinado. Cuando Faye había visto los vestigios de la ceniza y el anillo con el sello en
el suelo: los restos de su amante…ella acuso a John por descuidar su deber. John dejo
caer su cabeza, aceptando sus palabras de odio en un estoico silencio, ni siquiera intento
ofrecer una excusa o disculpa.

Faye nunca entendió el por qué Abel no castigo a John. Si ella hubiese estado en
la posición de dar órdenes, habría exigido la ejecución de John por su fracaso en
mantener al rey seguro.

Por un momento, se detuvo. Quizás Abel tenía un corazón amable así que le dio
crédito por eso, y era ella la que estaba mal por querer castigar al líder de la guardia del
rey.

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Capítulo Tres

Amaury no sólo vivía en uno de los deshonrosos barrios de San Francisco, si no


que era propietario de un edificio completo de apartamentos de allí, el ático en el cual él
y su compañera humana, Nina, llamaban su casa. Cuando Cain una vez le pregunto a
su compañero vampiro el por qué él compro esa propiedad, Amaury le dijo que nadie
más la quiso y la consiguió barata.

Cain ahora levanto la vista hacia el edificio de apartamentos de seis pisos y se dio
cuenta de la luz proveniente de la planta superior. Una grande sombra se movió delante
de uno de los grandes ventanales, y después una más pequeña se unió y los dos se
fundieron en una sola figura. Un segundo después se retiraron de la ventana.

Cain no tuvo que esperar mucho tiempo. Al parecer, Amaury estaba tan ansioso
por terminar con esto como él. El sonido de una puerta abriéndose llego a sus oídos, y
un instante después Amaury surgió.

El guardaespaldas con el largo cabello oscuro hasta los hombros tenía la


constitución de un tanque. Técnicamente Amaury no era un guardaespaldas cualquiera;
él era uno de los directores de Scanguards pero, a pesar de su rango en la compañía, a
Amaury le encantaba ensuciarse las manos.

Con un movimiento de su cabeza, Amaury entró en el callejón que estaba al lado


del edificio. Cain lo siguió sin decir una palabra, y luego se detuvo a unos pies de donde
Amaury se detuvo frente a un contenedor de basura.

— ¿Qué demonios pasa contigo?— Amaury le preguntó sin saludarlo.

Cain hecho los hombros hacia atrás e instintivamente amplio su postura. Estaba
listo para esta pelea. — No me gusta el tono de tu voz.

— Supongo que tenemos eso en común .Porque no me gusta el tuyo, tampoco.


— Amaury se le quedo mirando fijamente — ¿Qué es lo que te pasa? Cuando te

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aceptamos, ¡pensé que habíamos encontrado oro! De todos los guardaespaldas que
conozco, tú resultas ser uno de los que tiene los mejores instintos. ¡Como si fuera natural
en ti! ¡Y mírate ahora!

Cain dio un paso hacia él, sus manos se volvieron puños. — ¡Nada ha cambiado!

— ¡Maldita sea si no es cierto! ¡Desde la boda de Oliver hace tres meses, has
estado haciéndote el vago! No te has presentado a tus turnos. ¡Y cuando lo haces, estás
de un estado de ánimo que apesta!

— ¡El estado de ánimo en el que me encuentre es asunto mío, no tuyo!— Cain lo


dijo con los dientes apretados.

Amaury entrecerró los ojos. — ¡Lo es cuando te conviertes en un insubordinado


idiota! — Él mostró sus colmillos. — Existen reglas si quieres seguir trabajando para
Scanguards. Y es mejor que las sigas, o…

La mano de Cain salió disparada como si tuviera vida propia golpeando a


Amaury, lanzándolo contra el contenedor de basura, fue como si alguien hubiera
tomado el control sobre su cuerpo. — ¿Crees que puedes venir a darme ordenes? — El
instinto le dijo que él no estaba acostumbrado a seguir órdenes. Estaba destinado a
darlas.

Amaury se empujó hacia atrás, con las dos manos empujo a Cain contra la pared
del edificio. — ¡Ahora escúchame, pequeño pedazo de porquería! Samson y yo estamos
de acuerdo en esto. O sigues las reglas, o estás fuera. ¿Me entiendes?

Así que todos ellos han conspirado a sus espaldas. ¡Esto es simplemente perfecto!
¡Malditamente perfecto! — ¡Vete al demonio, Amaury! ¡Al diablo con todos ustedes! —
Pero solo maldecir a Amaury no fue suficiente. El lanzarle insultos no le dio a Cain la
satisfacción que necesitaba. Sólo una cosa podía hacer eso ahora.

Cain levanto su puño y le dirigió un golpe al mentón de Amaury, provocando


que el musculoso vampiro cayera una vez más. Se contuvo con la misma rapidez y le
dirigió una mirada furiosa hacia Cain.

21
— ¿Quieres pelear? Bien, — Amaury dijo. —Peleemos.

Antes de que incluso dijera la última palabra, un puño se estrelló contra el rostro
de Cain, azotando su cabeza hacia un lado. El dolor recorrió a través de su cuerpo y lo
hizo sentir más vivo de lo que se ha sentido durante todo el año pasado. Era mil veces
mejor que el adormecimiento y vacío que ha estado sintiendo.

Con un gruñido, Cain dirigido sus puños hacia Amaury y respondía golpe tras
golpe. Pero el enorme vampiro no era un dispuesto saco de boxeo. Le dio golpes tan
buenos como él le dio, alternando entre patadas y golpes. A pesar de su tamaño, su
oponente era más ágil en sus pies que nadie lo hubiera imaginado.

Cain dejó que sus instintos se hicieran cargo. Se reconocía a sí mismo como un
extraordinario luchador, pero en esta pelea a puños con Amaury, Cain sintió que sus
habilidades eran superiores a los de su jefe. Una cosa que Amaury dijo era cierta: peleaba
como si estuviera dentro de su naturaleza. No era un novato, y en este momento lo
estaba demostrando golpeando a Amaury con los puños, dándole patadas con
movimientos expertos y a velocidad del rayo, mientras que Amaury se vio obligado a
solo a defenderse.

La satisfacción surgió del interior de Cain. Esto se sentía bien. Obligar a otro
vampiro a que se sometiera a él, golpearlo y demostrarle quién era el más fuerte, provocó
una chispa en él. Como si de una pequeña vela iluminara algo en su pasado. Algo que
estaba justo fuera de su alcance. Tan cerca, pero a la vez tan lejos.

El siguiente golpe de Amaury le dio justo en el estómago, haciendo que se doblara


al instante. Otro golpe siguió al primero, reafirmando que ese momento de reflexión le
costó a Cain el tener la sartén por el mango.

— ¡Maldición! — Cain gruñó y se aclaró su mente.

Evitó el siguiente golpe de Amaury al girar sobre sus talones y saltando detrás de
su oponente. Cain pateó su pierna y golpeó Amaury en la parte posterior de sus rodillas.
El musculoso y enorme vampiro perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, cayendo
fuertemente en el suelo de hormigón.

22
Un silbido de aire salió de pecho de Amaury, pero ya había intentado saltar. Cain
era más rápido. Aterrizó en él, inmovilizándolo en el suelo, cuando los ojos de Amaury
repentinamente miraron hacia el impresionado.

Le tomó un segundo a Cain darse cuenta de lo que Amaury estaba mirando.

Horrorizado, Cain retrocedió, gateando hacia atrás para liberarlo, mientras


incrédulo miraba hacia su propia mano. Cain estaba sosteniendo una estaca. Una
entrecortada respiración salió del pecho de Cain. Ni siquiera se dio cuenta de que había
sacado la estaca de su chaqueta.

— ¡Maldición! —maldijo y dejó caer la estaca al suelo.

Amaury se sentó. — Nunca he visto a nadie tan rápido como tú.

Cain se pasó una temblorosa mano por su rostro. — No era mi intención…

El simultáneo sonido metálico de dos teléfonos celulares le salvó de completar su


oración. Automáticamente Cain sacó el teléfono de su bolsillo para verlo.

El mensaje de texto decía: Problemas en el End Up. Se sospecha de la participación de


un vampiro. Aceptar o rechazar, brilló un instante después.

EL End Up es un popular club nocturno en la zona Sur del Centro comercial


sabía por experiencia que este podría ser un punto de acceso para problemas. ¡Qué
diablos!, la mayoría de las discotecas de la ciudad lo eran.

— ¡Maldita sea!—Amaury maldijo, claramente había recibido el mismo mensaje.

Sus miradas se encontraron.

— ¿Estás conmigo?— Amaury le preguntó.

No era una orden, sino una petición que vio en los ojos de su compañero
vampiro. Esto hizo toda la diferencia.

— Vamos a patear algunos traseros. — Cain de un salto se puso de pie y extendió


la mano hacia Amaury.

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Amaury esbozó una sonrisa. — Ellos no van a saber lo que les golpeó.

24
Capítulo Cuatro

Desde la puerta del club End Up, la cual estaba custodiada por un guardia con
demasiados tatuajes en su rostro, cuello y brazos, provenía una ensordecedora música
tecno. Una multitud de jóvenes estaban haciendo fila, esperando entrar.

Sin dudarlo, Cain siguió a Amaury mientras caminaba dirigiéndose hacia el


frente de la línea y se detuvo frente al portero, ignorando las protestas verbales de los
clubbers1 que esperaban.

— ¡Hey, hay una fila!—uno de ellos se quejó.

Cain se dio la vuelta, permitiéndole a Amaury que hiciera lo suyo con el gorila,
mientras él miraba hacia al chico que se atrevió a hacer un escándalo. — Negocios
Oficiales. Así que mueve tu trasero, pequeño punk. — Sin esperar una respuesta, se dio
la vuelta justo cuando el gorila le hizo una señal a él y a Amaury para que entraran.

La cosa que Amaury hizo fue un pequeño truco conocido como control mental.
Cada vampiro posee esa habilidad, y está siempre ha funcionado sólo en los seres
humanos. Sin embargo, sólo recientemente descubrieron de la manera difícil que
existían vampiros que eran capaces de ejercer control mental sobre otros vampiros.
Según la información que Cain tiene, todos los vampiros que poseían esa habilidad en
particular, habían sido eliminados… todos menos uno: Thomas, el jefe de TI en
Scanguards. Y afortunadamente para Thomas era una de las criaturas más amables que
Cain había conocido y estaba absolutamente dedicado a Scanguards. Casi tan dedicado
como lo estaba a su compañero de sangre, Eddie.

Cain entró en el club, sus ojos al instante se ajustaron al oscuro interior. La visión
de un vampiro es superior a la de un ser humano, y podía ver todo con tanta claridad

1
clubbers.- Un clubbers es aquel quien baila música rave y tecno

25
como si el lugar estuviera iluminado como un árbol de Navidad. El ruido era
ensordecedor, y por desgracia no algo que Cain podría fácilmente acallar.

No era difícil ver el por qué Scanguards recibieron una llamada de uno de sus
informantes… confiables seres humanos y vampiros civiles que mantenían sus oídos
atentos para alertar a Scanguards de cualquier problema que necesite ser atendido de
inmediato.

Mientras que los Scanguards eran principalmente una compañía que ofrecían
servicios de guardaespaldas y otro tipo de seguridad personal a políticos, celebridades,
dignatarios extranjeros y otras personas ricas, el alcalde de San Francisco, el mismo es
un híbrido… mitad humano, mitad vampiro… recientemente los contrataron como
una unidad de seguridad secreta que ni siquiera su fuerza policiaca era consciente de su
existencia. Propiamente dicho, Scanguards ahora estaba a cargo de erradicar los
problemas a los que la policía humana no estaba equipada para enfrentar.

Amaury señaló el rincón más alejado que se encontraba en casi total oscuridad.

— Los veo, — respondió Cain.

Ayudando a abrir el camino a través de la multitud de bailarines en la pista de


baile que ocupaba el centro del club, Amaury emprendió la marcha, Cain siguiéndolo
sobre sus talones. Ignoró las insinuantes miradas que recibió de algunas de las mujeres
que pasaban.

Los tres punks parecían que estaban drogados, pero en el momento en que Cain
puso sus ojos en ellos sabía que no era el alcohol o las drogas las que causaron su estado
de ebriedad. Después de todo, el alcohol o las drogas no tienen ningún efecto en un
vampiro. Sólo la sangre… enorme cantidades de esta… podrían hacer que un vampiro
se drogara. Eso, o la sangre contaminada. Del tipo de sangre que corría por las venas de
Úrsula, la compañera de su colega de Oliver. Pero al conocimiento de Cain, todas las
mujeres con ese tipo de sangre especial que podrían drogar a un vampiro fueron sacadas
de San Francisco y les dieron nuevas identidades.

Aparentemente, los tres jóvenes se han entregado a algo demasiado bueno.

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Cain intercambió rápidamente una mirada con su colega. — Tienes que estar
bromeando.

Amaury gruñó— ¿Por qué siempre consigo el trabajo de niñera? ¿Me veo como
una maldita maestra de kindergarten?

— Bueno, vamos a llevarlos de regreso antes de que causen más problemas.

Los tres vampiros todavía no los habían visto, demasiado ocupado con sus presas:
tres mujeres con ropas ligeras que no podrían ser mayores de dieciocho o diecinueve
años. Y que claramente no sabía en lo que se estaban metiendo. Ellos tenían nada que
hacer en este club. Cómo consiguieron pasar más allá del gorila que se suponía que era
el que tenía que revisar sus ID nadie lo sabe.

Cain tenía que manejar esta situación con los tres vampiros. Ellos estaban
advirtiendo a sus potenciales víctimas. Sus playeras negras tenían impresas unas letras
en color rojo brillante: Soy un vampiro. Acércate y te muerdo.

Era evidente que las tres mujeres no prestaron atención a esa advertencia.

— Malditos enfermos, — Cain maldijo y agarró uno de los chupasangres, tirando


y levantándolo para así apartarlo de la mujer en la que estaba a punto de clavar sus
colmillos.

Una exclamación de sorpresa fue la respuesta del vampiro, mientras que la chica
caía de espaldas sobre la sala esquinera, su mirada perdida era un testimonio del hecho
de que el vampiro había utilizado el control mental para hacerla inconsciente de lo que
le estaba sucediendo.

Por el rabillo del ojo, Cain advirtió que Amaury arranco a los otros dos de una
manera similar, apenas ejerciendo alguna fuerza mientras que los vampiros que tenía
agarrados luchaban por liberarse.

— ¿Qué demonios?— maldijo el vampiro que Cain tenia sujeto.

27
— ¡Sí, yo podría decir lo mismo! — Cain gruñó. — ¡Retrae los malditos colmillos,
idiota!

Cuando el hombre no cumplió la orden de inmediato, Cain le dio un golpe en la


espalda, obligándolo a caer hacia el suelo, mientras caía puso sus brazos hacia atrás para
el idiota perdiera el equilibrio y cayera de bruces al suelo Cain lo detuvo poniendo su
bota en el cuello, presionando su mejilla contra el suelo.

— Ahora déjame traducírtelo en un idioma que entiendas: ¡retrae tus malditos


colmillos o te los arranco de la boca!

— No puedes hacer eso, — dijo su prisionero desde el suelo.

— ¡Mírame!

— ¡Ponme una mano encima y el alcalde exigirá tu pellejo!— el idiota afirmó,


mirándolo con los ojos rojos.

Cain miró hacia a Amaury. — ¿Conoces a este punk? Afirma que el alcalde lo
protegerá.

Amaury lo miro rápidamente, mientras que los dos vampiros que tenían
agarrados todavía continuaban luchando por liberarse. — Maldita sea, ¿quieren
terminar con esto? Les ordeno. — Ah, Al diablo con esto.

Divertido, Cain vio como Amaury simplemente golpeo la cabeza de los vampiros
juntándolas, haciendo que se desmoronan al instante.

— Ustedes deberían de aprender a escuchar. ¿Su madre no les enseñó nada? —


Preguntó Amaury, antes de volver nuevamente la cabeza hacia Cain. — Ahora, ¿qué
estabas diciendo?

Pero antes de que Caín pudiera responderle, el vampiro que estaba en el suelo
elevó la voz. — Mi tío te pateara el trasero si me lastimas.

Cain intercambió una mirada con Amaury. — ¿Quieres decírselo a nuestros


singulares invitados o lo hago yo?

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Amaury hizo una falsa reverencia. — Adelante. Me gusta observar.

Cain se agachó hacia el joven vampiro. — Este es el trato, amigo. El alcalde nos
mandó a limpiar, y ¿adivina qué?: tú eres la basura.

Los ojos del vampiro se agrandaron.

— No he terminado, así que ni siquiera pienses en interrumpirme, — Cain


advirtió, aunque su voz no era tan fría como el hielo como antes lo fue. Tuvo que admitir
que ahora se estaba divirtiendo. Trabajar para Scanguards tenía sus ventajas, tales como
darles una lección a algunos idiotas. — Tú y tus dos inútiles amigos aquí… — Él hizo
un gesto con la cabeza en dirección de los dos vampiros que ahora tenían sus cabezas
caídas como perros con el rabo entre las piernas…. — Esta noche los llevaremos a una
agradable celda, donde puedan dormir la mona. Y una vez que estés sobrio, el alcalde
te hará una visita para decidir tu castigo. — De un tirón le quito la camisa. — Porque,
aunque lo crean o no, el llevar puestas unas estúpidas camisetas diciendo que eres un
vampiro, y morder a la gente en público no es algo que nosotros toleramos aquí en San
Francisco. Tal vez tú puedes comportarse así en el maldito agujero de donde provienes,
pero no en nuestro territorio.

— ¡Él nunca me castigaría!— el vampiro dijo, lleno de desafío.

— Ah, ya veo, eres un hombre de apuestas. — Cain le sonrió a Amaury. —


¿Quieres ganarte fácilmente veinte dólares?

Amaury se rio entre dientes. — Sería como robarle a un bebé. Tengo ética.

Cain le guiñó un ojo. — Siempre se me olvida. — Luego borró la sonrisa de su


rostro y miró a su prisionero. — Ahora mueve tu maldito trasero de aquí antes de que
realmente me moleste.

Los otros dos vampiros parecieron temblar ante el tono de su voz de mando,
pero el sobrino del alcalde apretó la mandíbula. Sus ojos se movían viendo más allá de
Cain, como si estuviera buscando una vía de escape.

— Ni siquiera lo pienses.

29
Cuando el idiota se abalanzó sobre una de las chicas, en un equivocado intento
de utilizarla como escudo o rehén, Cain había tenido suficiente. Saltó y envolvió su
brazo alrededor del cuello del niño, estrangulándolo. Por unos momentos, el sobrino del
alcalde lucho, intentando usar sus manos para levantar el brazo de Cain y quitárselo de
encima, pero ni siquiera clavándole las sus uñas en su antebrazo detuvo a Cain de seguir
estrangulando al desafiante vampiro.

Sólo cuando el chico se aflojó en sus brazos, hizo que Cain lo liberara de su
presión. Aunque los vampiros podían perder la conciencia cuando les faltaba oxígeno,
no podían morir de pérdida de aire.

Amaury se encogió de hombros. — Tú lo pusiste fuera de combate, tú lo cargas.

Cain negó con la cabeza. — Tengo una idea mejor. — Hizo un gesto a los otros
dos vampiros. — Ustedes dos cárguenlo.

— Ya lo escucharon, — Amaury estuvo de acuerdo y señaló hacia la parte trasera


del club. — Salida trasera. Ahora.

Cain nunca antes había visto a dos jóvenes vampiros seguir una orden de manera
rápida y sin quejarse. Sólo les tomó unos momentos hasta que llegaron a la puerta que
conducía a salida trasera. Cain abrió, miró afuera, e inspeccionó la zona.

— El camino está libre.

Cuando llegaron a la parte exterior, Amaury sacó el teléfono celular de su


bolsillo. — Vendrán por nosotros en la vagoneta.

Cain asintió y mantuvo sus ojos en los tres delincuentes. — Son una desgracia
para nuestra raza.

— Fue su idea, — dijo el más bajo de estatura, señalando a su inconsciente amigo.


— Lo juro.

Lo más probable es que era cierto, dado que quien Cain había abordado fue el
que puso mayor resistencia. — ¡Eso no es una excusa para un mal comportamiento!

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El vampiro dejó caer la cabeza. — No señor.

— ¡No me llames señor! — Cain gruñó.

— No, no lo llames de esa manera. Se merece más que eso, — una voz desde el
otro extremo del callejón, dijo tranquilamente.

La cabeza de Cain rápidamente se dirigió en dirección al recién llegado. Por su


aura fue evidente al instante que él era un vampiro. Y no sólo eso. Se veía como un
guerrero, uno que había visto incontables batallas y emergió como el vencedor. Una
fuerza a tener en cuenta.

— Si tienes que dirigirte a él, muéstrale el respeto que es debido. Llámalo Su


Majestad.

31
Capítulo Cinco

En estado de shock, Caín miró hacia el desconocido, sin creer lo que escuchaban
sus oídos. En años humanos el hombre parecía no tener más de treinta y cinco años,
pero no existía ninguna indicación en cuanto a su verdadera edad. Aunque por la forma
en que se comportaba Cain sospechaba que ha sido vampiro desde hace mucho tiempo.
Vestía unos pantalones sueltos con muchos bolsillos y estos parecían que estaban llenos
de armas. Una playera de color negro se extienda sobre su musculoso torso y una camisa
abierta hecha del mismo material que los pantalones completaba su atuendo.

— ¿Quién eres?

El vampiro miró fijamente hacia los jóvenes vampiros y al inconsciente vampiro


que todavía llevaban cargado. — Si no tiene ningún recuerdo de su vida anterior, no le
gustaría que revelara esa información delante de extraños.

Al lado de Cain, Amaury gruñó en desagrado. Cain le puso una mano en el


antebrazo para detenerlo de cualquier cosa que fuera a hacer. Si este extraño tenía alguna
información sobre el pasado de Cain, necesitaba saber de qué se trataba.

Cain se volvió hacia su colega. — Tengo que atender este asunto.

— No, solo no lo harás, — Amaury replico. — Scanguards cuida de su gente.

Por un momento, quiso protestar, pero conocía a Amaury lo suficientemente bien


como para saber que el musculoso y enorme vampiro no aceptaría un no por respuesta.
Al mismo tiempo, el que Amaury aceptara que Cain todavía pertenecía a Scanguards le
dio tranquilidad. — Está bien. — Señalo hacia los jóvenes vampiros. — Vamos a
soltarlos.

Amaury dudó entonces un momento, después gruñó en aprobación.

Cain se dirigió hacia los tres delincuentes. — Esta noche es su noche de suerte.
Vamos a dejarlos ir. Pero no crean que se libraron por completo. Si escuchamos una sola

32
palabra de ustedes tres comportándose otra vez inapropiadamente de nuevo, estaremos
detrás de sus traseros como una mosca en la mierda ¿Está claro?

Los dos asintieron, viéndose sorprendidos.

— Díganle a su amigo, y háganle entender, que si no cumple, lamentara el día en


que lo dejamos ir.

Los ojos de los chicos se abrieron enormemente, pero asintieron rápidamente. —


Sí. Lo prometemos.

Amaury les gruñó. — ¡Ahora largo de aquí!

Los dos rápidamente corriendo saliendo del callejón, llevándose a su inconsciente


amigo con ellos. En el momento en que estuvieron fuera del alcance del oído, Cain se
volvió hacia el misterioso vampiro.

— ¡Ahora habla!

El desconocido miró a Amaury. — ¿Qué hay de él?

— No tengo secretos para Amaury.

— Muy bien. — El hombre respiro profundamente. — Soy John Grant, el líder


de tu guardia personal.

Cain levantó una ceja. — ¿Guardia personal?

John inclinó un poco la cabeza. — El guardia personal del rey de los vampiros
de Louisiana. Tú. Cain Montague.

El aire se quedó atorado en la garganta de Cain atrapado cuando la exorbitante


declaración llegó a su cerebro. — ¡Maldito loco! — La ira revolvió sus entrañas. De
alguna forma este vampiro se enteró de la amnesia de Cain y ahora estaba intentando
burlarse de él. — ¡No necesito que nadie se venga a burlarse de mí!

— Yo nunca me atrevería a burlarme de ti. Tienes mi mayor respeto, — John


afirmo.

33
Cain dijo arrastrando las palabras. — ¿Quién eres? ¡Quiero la verdad!

El desconocido se mantuvo sorprendentemente tranquilo a pesar de las


acusadoras palabras así que Cain arremetió contra él. — Yo esperaba que tuvieras esta
reacción. Si yo estuviera en su lugar, reaccionaria de la misma manera. Pero eso no
cambia nada los hechos. Eres el rey.

— Yo digo que nos llevemos a este payaso al HQ y averigüemos lo que realmente


quiere, — Amaury sugirió, con un afilado tono de voz.

No apartando la mirada en John ni por un segundo, dijo Caín, — estoy de


acuerdo.

— Está cometiendo un error, — dijo John. Levanto su mano, como si quisiera


alcanzar un arma del interior de la chaqueta.

Cain y Amaury simultáneamente se abalanzaron, golpeando a John contra la


pared del edificio y allí aplastándolo. El aire salió rápidamente de los pulmones del
vampiro.

— Te sugiero que respondas las preguntas de Cain, — dijo Amaury. — Y que sea
rápido, porque mi mano está temblando.

Sorprendentemente, no había miedo en la mirada de John cuando veía a Amaury


luego desvió la mirada hacia Cain. — ¿Es este su nuevo guardia? Bueno, al menos eso
significa que todavía tiene intacto sus instintos y te estás protegiendo a ti mismo.

— Amaury no es mi guardia. Estoy trabajando con él. ¡Así que cortar con toda
esa tontería y habla! — Cain ordenó.

Estaba al límite de su paciencia. A pesar de su momentánea sospecha el hombre


consiguió avivar sus esperanzas de que finalmente descubrir quién era. Desde que una
noche despertó hace más de un año sin una pizca de memoria de su vida anterior, había
deseado conocer su pasado. A pesar de que utilizo los recursos de Scanguards y de la
ayuda de su residente genio TI, Thomas, había regresado con las manos vacías. El que

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este desconocido le revelara que era un rey era una broma cruel, una por la cual este
vampiro pagaría.

— Hubo un intento de asesinato. Fuiste herido en la cabeza. Cuando volvió en


sí, había perdido la memoria. No tuve más remedio que hacer que pareciera que el
asesino tuvo éxito y lo tuve que sacar del palacio a escondidas. Fue por su propia
seguridad.

Cain sacudió la cabeza en incredulidad. La historia era demasiado fantástica para


creer. Y demostraría que el hombre estaba diciendo mentiras al hacerse cargo de la
situación. Los Scanguards le enseñaron muy bien tácticas interrogatorias. — ¿Por Qué?

— ¿Por qué alguien querría asesinarlo? Podrían existir muchas razones por las
que alguien querría un rey muerto.

— ¡No! ¿Por qué me sacaste a escondidas?

— Porque sabía quién estaba detrás del asesinato.

— ¿Qué?

Los labios de John se trasformaron en una sombría línea. — Eso fue lo que tu
dijiste. Pero cuando despertó, no podía recordar nada. Ni siquiera quién era. Pero me di
cuenta que si tú lo conocías, entonces la persona quien estaba detrás de todo esto,
también. El mantenerlo dentro del palacio sin ninguno de sus recuerdos lo hubiese
expuesto en peligro. Un peligro del cual no pude protegerlo.

— ¿Qué fue exactamente lo que dije?

— Sé quién fue… y después se desmayó. Nunca tuvo la oportunidad de decírmelo.

— La historia no tiene sentido. — Cain miró hacia a Amaury, quien asintió


estando de acuerdo antes de volver a ver a su prisionero. — ¿Y sabes por qué?

John entrecerró los ojos, aún sin mostrar ningún temor, sólo desafío. — ¿Por qué?

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— Porque si algo he aprendido en el tiempo que llevo trabajando con los
Scanguards es que un guardia nunca debe abandonar a quien está protegiendo sin
protección. Tú afirmas que eres mi guardia personal, sin embargo, me abandonaste en
un mundo donde no conocía a nadie, ni siquiera a mí mismo. Si yo fuera realmente un
rey, me habrías protegido. Entonces, ¿dónde estabas cuando ocurrió el intento de
asesinato, y dónde has estado este último año?

Los párpados de John cayeron en vergüenza. — Un engaño. Alguien me engaño


así que fui conducido a una parte diferente del palacio, lejos de ti. No me di cuenta de
mi error hasta que fue demasiado tarde. Le fallé.

El tono sincero en las palabras de John le dio a Cain una pausa. El vampiro
parecía realmente triste. ¿Después de todo, podría existir algo de verdad en su historia?
Cain aparto esos pensamientos. No, solo era que estaba tan desesperado por averiguar
sobre su pasado que estaba intentando aferrarse a cualquier cosa que le podría
conducirlo a su antigua vida. No podía permitir que este extraño llegar a él y le llenara
la cabeza con tonterías como reyes, asesinatos y palacios.

— Sí, no pudiste hacerlo. En más de una forma. Tu argumento no tiene sentido.


Incluso si no pudiste evitar el asesinato, ¿por qué enviarme lejos sin ninguna protección?

John miró hacia él. — ¡Porque me estaban vigilando! Podía sentirlo. Si hubiese
hecho cualquier intento de proporcionarte alguna protección, el que quería hacerte daño
te hubiese encontrado y asesinado. No podía correr el riesgo. Era más seguro de esta
manera. Todo el mundo cree que está muerto. Me aseguré de ello. Tomé tu anillo y
algunos de sus efectos personales y los coloqué con la ceniza del asesino muerto, para
que así todo el mundo pensara que eras tú.

— ¿Y ahora?— Le preguntó a Cain. — ¿Por qué ahora vienes a mí?

— Los acontecimientos que están fuera de mis manos me han obligado.

— No te creo.

— Vamos a llevarlo al centro y encerrarlo, — Amaury sugirió.

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— Vamos, — Cain estuvo de acuerdo, agarro a su prisionero más fuerte e intento
alejarlo de la pared.

John se resistió y dejó caer la cabeza, señalando a su chaqueta. — Por Favor.


Tengo pruebas. En el bolsillo interior de mi chaqueta.

Cain vaciló.

— Permíteme, — Amaury interrumpió y palmeó el área con la mano. — No hay


armas.

Cain asintió con la cabeza, después metió la mano dentro de la chaqueta del
vampiro. Sintió un suave pedazo de papel, lo agarró y lo sacó.

Un momento después, su corazón dejó de latir, y sintió como si la tierra debajo


de sus pies había dejado de girar.

Cain miró una imagen semejante a él. A pesar de que nunca antes se ha visto a sí
mismo en un espejo ya que los vampiros no se reflejan en los espejos, cuando obtuvo su
identificación en Scanguards, le habían tomado una fotografía. El hombre de la foto que
sostenía ahora en sus manos y la foto en su ID eran idénticos. Pero este hecho no fue la
razón de que su corazón se detuvo. Era la mujer a su lado.

Ella era la voluptuosa belleza que le había hecho el amor en sus sueños .La mujer,
cuyo nombre no recordaba.

— ¿Quién es ella? — Su voz era más que un débil eco.

— Faye. La mujer con la que se iba a casar.

Cain acarició la imagen, deseando tocar su rostro. Ella era real. No la había
inventado. Se encontró con los ojos de John. —Tengo que verla.

John vaciló. — Hay algo que necesita saber.

Un rayo de adrenalina recorrió su interior. — ¿Está viva?

— Sí, sí, por supuesto. Pero. . .

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Cain agarro a John por la solapa de la chaqueta. — ¡Maldita sea! ¿Entonces qué
es?

— Su hermano Abel le ha pedido a Faye que se case con el cuándo ascienda al


trono en menos de dos semanas.

Cain soltó a John y lo lanzo hacia atrás. La noticia cayó sobre él como un
tsunami, ahogándolo en una devastación que no había pensado que fuera posible.

— ¡No!— El grito se desprendió de la garganta de Cain sin ningún esfuerzo


consciente de su parte. Sólo cuando escucho este eco en el silencio de la noche supo que
fue el quien grito.

Con este un pensamiento se apodero de su mente: él retomaría su antigua vida.

38
Capítulo seis

Faye escucho las voces furiosas antes de que llegara a la gran sala en la planta
baja del palacio donde el rey, o el ahora regente, resolvían todos los asuntos. Esta era
parte oficina, parte sala de estar, con una confortable sala frente a una crepitante
chimenea.

Faye recordó las muchas veces que estuvo ahí sentada en brazos de Cain después
de haber despedido a todo el mundo cuando su trabajo de la noche había terminado.
Faye observo con interés esos raros momentos con él donde Cain pudo hablar con ella
acerca de todo lo que le preocupaba. Ella se había convertido en su confidente.

Faye entró en la habitación, ignorando a los dos guardias que estaban a lado de
las puertas dobles abiertas. Ellos alguna vez fueron los guardias de Cain y no la
detuvieron, aun demostrándole la misma cortesía que durante el reinado de Cain.

Ella no era la única espectadora ante la escena que se desarrollaba ante la


presencia de Abel. Otros miembros de la familia real, también estaban presentes:
consejeros, guardias y demás personal. Todos observaban el vampiro que estaba delante
de Abel, tenía la cabeza agachada en signo de derrota.

Faye lo reconoció al instante. — ¡Robert! — Faye corrió hacia él y Abel. — ¿Qué


es lo que pasa?

Abel giro su mira hacia ella, pero Robert, el hombre quien estaba a cargo de la
adquisición de la sangre humana para el palacio… tantos envasados, así como en la
forma de verdaderos donantes humanos… no volvió la cabeza.

— Me temo que Robert ha sido atrapado con las manos en la masa, — dijo Abel,
su tono de voz aún era tranquila. Luego miró hacia el hombre que tenía frente a él. —
Es una ofensa grave. Estoy seguro de que eres consciente de ello.

— Yo no robé. Yo…

39
Abel azotó la parte posterior de su mano contra la mejilla del otro vampiro,
dejándole una herida abierta con el anillo de diamantes que llevaba puesto. Al instante
el olor de la sangre saturo el aire.

Involuntariamente los colmillos de Faye picaron en sus cavidades, a pesar del


hecho de que la sangre que olía no era humana. Sabía que era un instinto de
supervivencia, porque cada vez que la sangre de vampiro estaba en el aire todos los
vampiros que estaban lo suficientemente cerca para olerla se volvieron más agresivos.
En ese sentido eran como los tiburones.

— ¡No aceptare ninguna excusa! ¡Sé un hombre! ¡Afronta tu crimen! — Abel dijo
entre dientes. — A parte de ti, tu eres el único quien tiene la llave de la sala de suministro.
¿Me estás diciendo que yo fui la persona quien sacó dos litros de sangre de nuestra
bodega? — Abel le mostró a Robert sus colmillos.

Una palabra salió de los labios del acusado. — ¡No!

— ¿A quién se la vendes?

Robert levanto como una pulgada la cabeza, subió los párpados para dirigirle
una mirada desafiante a Abel. — Yo no he vendido nada.

Una violenta bofetada cruzando a través de su otra mejilla produjo otro corte del
cual la sangre empezó a gotear. A pesar de que esta estaba sanando tan rápido como la
primera del otro lado, el insulto tuvo que herir a un hombre tan orgulloso como Robert.

— ¿No quieres escucharlo?— Faye interfirió. —Tal vez él no lo hizo. — Faye


sabía que Robert era un hombre honorable, quien tomaba en serio sus deberes. Uno
quien se convirtió en su cercano amigo desde el año pasado.

Abel regreso la mirada hacia Faye. — Muy bien. Dejare que hable.

Robert respiró profundamente antes de hablar. — Yo no acepte ningún dinero


por la sangre.

— ¿La regalaste?— Abel dijo en un grito. — ¿A quién?

40
— A los desafortunados quienes necesitan de nuestra ayuda. Nosotros siempre
lo hemos hecho. Siempre hemos ayudado a los de nuestra especie que necesita nuestra
ayuda. El darle unos cuantos litros de sangre a los necesitados no nos afectara en nada.

Abel dio un paso hacia el vampiro. — ¿Estas regalando nuestros suministros sin
mi consentimiento?

— Ellos estaban completamente desesperados.

— ¡No me importa! ¡Yo no hago ningún acto de caridad! Si esos perdedores no


pueden ir a caza de sangre humana por sí mismos, entonces no merecen ser vampiros.
¿Lo comprendes? ¡No más limosnas!

Faye hizo una mueca. Robert no era el único que daba limosnas a los vampiros
que lo necesitaban. Ella era tan culpable como Robert, aunque no había tomado nada
directamente de las bodegas, sino que tomo algunos de sus propios suministros y los
compartió.

— Y ahora que eso está claro, enciérrenlo en la planta baja, — instruyó a los
guardias. — Te enseñare a obedecerme.

— ¡No! — Faye gritó antes de que pudiera detenerse. — No a las bodegas. —


Sabía lo que pasaría con Robert allí. — No lo tortures.

— ¿Quieres salvar a este hombre? ¿Por qué? — preguntó Abel, dirigiéndole una
curiosa mirada. — ¿No ves que desafió a mis órdenes? Como rey no puedo permitir este
tipo de comportamiento. Tengo que ser firme.

— Le ruego que, por favor, muestre misericordia. — Faye retorcía las manos, su
corazón latía rápidamente y sin control. La habían educado para cuidar de los muchos
vampiros en este clan desde que fue aceptada dentro del clan.

Faye los amaba como a su propia familia y no podía soportar que ninguno de
ellos fuera herido.

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Faye dio unos pasos acercándose, aproximándose a Abel. Su mirada recorrió a
Faye de arriba a abajo. — No es fácil ser un gobernante justo y tomar las decisiones
correctas. Tú tienes que entender eso. — Abel hizo una pausa. — Pero como mi reina,
tendrías el poder para influir. El poder para hacerme cambiar de opinión.

Sus ojos miraron fijamente a los ojos de Faye. Ella miró en el interior de estos,
buscando una respuesta allí.

— No soy infalible. Pero si me ayudas, si pudieras ser mi conciencia, entonces


tal vez puedo ser el tipo de gobernante que este reino merece.

Sus suplicantes palabras penetraron profundamente en su interior. ¿Podría hacer


este sacrificio por la gente de su clan? ¿Podría realmente ayudarlo a ser el gobernante
que necesitaban?

— Cásate conmigo, — dijo Abel en voz baja. — No castigare a Robert si no lo


deseas. Se mi reina. La reina que siempre estuviste destinada a ser. — Hizo un gesto con
el brazo hacia la ventana. — Ellos te aman. Ellos te necesitan. Te necesito.

Faye miró más allá de él, donde Robert seguía en pie, ahora un brillo de
esperanza en sus ojos. Había tanta bondad en él y en los demás miembros del clan. Ella
quería preservar eso, preservar lo que Cain había fomentado durante su reinado. Y sólo
podría hacerlo si tuviera el poder.

Debía de dejar de estar en duelo y continuar con su vida, por su pueblo, y por
Cain.

Lentamente Faye giro su rostro hacia a Abel y asintió con la cabeza. — Sí, me
casaré contigo.

Abel tomó sus manos entre las suyas. — ¡Me has hecho el hombre más feliz en
esta tierra!

Cuando se inclinó para besarla, instintivamente se giró, ofreciendo su mejilla. —


Será mejor que lo deje atender sus asuntos, — dijo Faye rápidamente, no estando lista
para algo más que un beso en la mejilla.

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— Por supuesto, — dijo Abel y la soltó.

Mientras rápidamente se dirigió a la salida, intento respirar, pero sus pulmones


no parecían ser capaz de conseguir algún aire. ¿Había tomado la decisión correcta?

*****

Abel hizo un gesto a los guardias para que despejaran la sala. — Sácalos a todos,
excepto Robert. — Al cabo de un momento, los guardias cerraron la puerta, él estuvo a
solas con el vampiro acusado y su guardia personal Baltimore.

— Gracias, Abel, por su generosidad, — Robert comenzó a decir.

Abel rio. — Oh, no me des las gracias todavía. — Intercambió una mirada con
Baltimore, quien tenía una sonrisa burlona en su rostro.

Al darse cuenta de es Robert se estremeció, Abel continuó, — No te preocupes.


No te mataré. Ni tampoco voy a torturarte. Continuaras siendo libre y en tu posición.
Sin embargo, ahora estás en deuda conmigo.

Robert se inclinó. — Sí, Abel. Entiendo.

— No creo que lo entiendas. — Abel se acercó y mostró sus colmillos hacia el


otro vampiro. — De ahora en adelante harás lo que te diga. Yo soy tu maestro, el único
cuyas órdenes seguirás, sin importar la ley. Yo soy la ley que ahora seguirás. O la estaca
de Baltimore encontrara su destino.

La luz de las lámparas de la habitación se reflejaban en la cabeza rapada del


vampiro de un 1.95 mts de altura. Él no tenía un rostro atractivo. Francamente era
desagradable, pero ese tipo era adecuado para Abel. La gente le temía Baltimore por la
apariencia que tenía, le temían por las cosas que ha hecho. La brutalidad era su forma
de vivía, el sadismo su pasatiempo favorito. Un criminal durante su vida humana,
Baltimore había perfeccionado su profesión después de convertirse en un vampiro.

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Robert asintió, visiblemente asustado. Abel siempre ha descubierto que el
atemorizar a los sujetos los hacían súbditos obedientes.

— Bien. ¡Ahora vete! Ya te llamare cuando te necesito.

Con una rápida reverencia Robert abrió la puerta y desapareció hacia el exterior.
Cuando se escuchó que se echaba el cerrojo nuevamente, Abel se volvió hacia su
guardia, preocupado por otra cosa.

— ¿Dónde demonios esta? ¿Tus hombres no lo han encontrado todavía?

Baltimore negó con la cabeza. — No han encontrado a John por ningún lado.

Abel dio un puñetazo sobre la mesa. No podría soportar por mucho tiempo que
el guardia quien le ha sido tan leal a Cain continuara siéndolo, lo necesitaba. John era
el único que ahora queda quien podía transmitir información que sólo el rey y el jefe de
la guardia del rey estaban al tanto. Necesitaba a John por lo menos hasta la coronación,
hasta que le pasara esa información a Abel como nuevo rey. — No me gusta esto.

— Eso me imaginaba. Esa fue la razón por la que estuve investigando. Parece
que John no es tan devoto a sus deberes como solía serlo.

Abel volvió la cabeza en dirección a Baltimore. — ¿Qué estás diciendo?

— Encontré su talón de Aquiles.

Abel permitió que una genuina sonrisa curvara sus labios mientras se daba cuenta
del significado de sus palabras. Él siempre podía contar con su fiel Baltimore para que
encontrara algo útil. — Perfecto.

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Capítulo Siete

Cain entró en el avión privado y miró alrededor. Ahí había espacio para una
docena de pasajeros. Los asientos de cuero parecían espaciosos y cómodos, justo como
deberían serlo, que la compañía Learjet especializada en aviones de uso civil y militar
tenia especialmente equipado este avión que transportaba vampiros asociados con
Scanguards de todo el país. Este era el más lujoso para volar en primera clase en
cualquier línea aérea comercial.

La puerta de la cabina estaba abierta, y pudo ver que el piloto y el copiloto estaban
preparándose revisando todo antes del vuelo. Eran humanos y eran plenamente
conscientes de la preciosa carga que transportaban. Y por su lealtad y silencio se les
recompensaba muy generosamente.

— Es muy generoso de parte de su jefe el permitirle usar este avión, — dijo John
a sus espaldas.

Cain asintió, dando vuelta.

— Aunque supongo que ya no es más tu jefe.

— Eso será si soy rey y comprobemos que tu historia sea cierta.

El otro vampiro inclinó la cabeza ligeramente. — Entiendo su cautela.

— Bien. — Cain hizo una seña hacia uno de los cómodos asientos de cuero. —
Entonces ponte cómodo mientras esperamos a los demás.

— ¿Los demás?

— No pensabas que iba a ir a Nueva Orleans sin protección, ¿verdad?

John hinchó el pecho. — Pero yo soy tu protector. Soy tu guardia personal.

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— Sí, eso es lo que tú dices. Sin embargo, aun estas a prueba, y si creo en lo que
me dijiste casi fui asesinado. No importa si junto mis probabilidades de supervivencia
con algunos amigos de confianza, ¿verdad?

Cain quería confiar en John. Pero todo lo que le dijo parecía irreal. Nadie nunca
antes en Scanguards escucho del rey de Louisiana, o del nombre como John lo llamo…
Cain Montague… nada apareció durante una búsqueda en Internet. En el tiempo que
Cain ha estado con Scanguards ha aprendido que no tenía nada de malo el tener un
apoyo. Y a juzgar por el sonido de pasos en la escalera, parecía que en este instante
estaba llegando su equipo de apoyo.

Cain miró hacia la puerta abierta y observo a Thomas, seguido por su compañero
de sangre, Eddie, entró en el fuselaje. Las dos rubios vestían sus habituales trajes de
motoristas, que consistían en pantalones de cuero, chaquetas y camisetas negras.

— John, te presento a Thomas y su pareja Eddie. Ellos se unirán a nosotros en


nuestro viaje.

Las cejas de John se levantaron rápidamente por un corto momento.


Evidentemente, de donde John provenía, los vampiros gays y aquellos que se
emparejaban estaban en el número uno de su lista, parecía algo fuera de lo normal.

Thomas pareció darse cuenta de la vacilación de John y visiblemente se tensó.

— Cain, — dijo con un guiño. Luego esperó.

— Encantado de conocerte, Thomas, — John dijo rápidamente, extendiendo su


mano.

Thomas sacudió esta brevemente. — Igualmente.

— Hey, — dijo Eddie brevemente y estrechó la mano de John. Eddie siempre ha


sido el más relajado de la pareja. Tal vez porque era unos buenos cientos de años más
joven que su pareja y no arrastraba la carga emocional que Thomas llevaba.

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— Eddie, — fue la respuesta de John. — ¿Supongo que ustedes dos trabajan para
Scanguards?

— Guardaespaldas, sí. — Eddie respondió. — Escuche que tú también eras un


guardia.

— Guardia personal del rey, — John corrigió, echando sus hombros hacia atrás.

Cain escuchó el tono orgulloso en la voz de John y no pudo evitar sentir que si
John estaba de hecho diciendo la verdad, entonces Cain sería afortunado de tener un
hombre tan leal a su servicio. Pero estaba adelantándose a las cosas. En primer lugar,
tendría que confirmar la historia de John. El resto seguiría.

¿Alguien más viene? — Cain preguntó. — Samson no estaba seguro de quién más
podría disponer cuando hablé con él.

Thomas apretó su equipaje de mano en uno de los compartimentos debajo de las


ventanas, antes de volverse hacia él. — Está cambiando las asignaciones. Por supuesto,
al no saber cuánto tiempo estaremos fuera significa que no podemos llevar a Amaury,
Zane, u Oliver, ya que tienen como compañeras de sangre a un humano, y no es posible
que permanezcan sin su compañera por mucho tiempo. Y Gabriel y Samson necesitan
quedarse.

Cain asintió. Era consciente de ese hecho. — Entonces, ¿eso con quién nos deja?

— Me temo que estas atrapado conmigo, — dijo una grave voz proveniente de la
puerta.

— Tal vez un ex cazador de vampiros no es tan mala elección. — Cain le sonrió


a Haven, mientras el brujo convertido en vampiro entraba en la cabina. Él se unió a
Yvette, un vampiro, y por lo tanto era capaz de consumir la sangre de cualquier ser
humano a pesar de estar vinculado. La fornida figura de Haven llenó toda la puerta. Él
había sido fuerte, incluso cuando fue un ser humano, luchando contra vampiros la
mayor parte de esta vida después de que su madre, una bruja, fuera asesinada por uno.
Sólo después de que se enamoró de Yvette y se dio cuenta de que no todos los vampiros

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eran malos, tuvo que cambiar de bando y sacrificó su vida humana para salvar al mundo
de los vampiros de una destrucción segura a manos de una malvada bruja.

— Puedes cambiar de opinión una vez que escuches a quien traje, — Haven
respondió e hizo un gesto a un punto detrás de él.

En el momento en que se apartó de la puerta, Cain vio lo que quería decir.

— ¿Un humano?— John preguntó, antes de Cain pudiera decir nada. — ¿Trajiste
a un ser humano?

— ¡Hey, chicos! — Blake saludó a todo el mundo, con una amplia sonrisa en su
rostro. — ¡Esto es genial! ¡Que increíble! Nunca antes he estado en Nueva Orleans.
Vamos a divertirnos de lo lindo. — El joven de alborotada negra cabellera y que vestía
a la última moda, generalmente tenía buenas intenciones, era un idiota, pero era familia.

— Este no es un viaje de paseo, — Cain amonestó.

John le dirigió una molesta mirada. —Él no puede venir con nosotros.

Blake puso sus manos en un puño sobre las caderas, inflando su pecho. — ¿Por
qué no? Yo también soy un guardaespaldas.

John dio un paso hacia Blake, quien para su favor no se inmutó. — Porque no
está permitido que ningún ser humano a excepción de los donantes se les permite estar
en el palacio o sus tierras. Así que a menos que desees convertir en la comida, te
sugiero…

— Él viene con nosotros, — Cain interrumpió, aunque un momento antes él


mismo había deseado negarle a Blake un asiento en este avión. Sin embargo, no podía
permitir que John pensara que fácilmente podía ser influenciado. Sería socavar su
autoridad. A pesar de que no estaba entusiasmado en tener que vigilar a Blake, ahora
tenía que llevarlo a Nueva Orleans sólo porque John no lo quería allí. — Y nadie lo va
a convertir en alimento.

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La cabeza de John se giró hacia él. — Con el debido respeto, eso es imprudente.
Sus amigos en Scanguards tal vez pueden convivir con los seres humanos, pero puedo
asegurarle, que a sus súbditos no les va a gustar.

Ante la palabra súbditos Cain quería sacudir la cabeza. ¿Realmente tiene súbditos?

— Blake no es cualquier humano. Él es el nieto de un vampiro.

John le dirigió una burlona mirada, luego olfateó Blake. — Él no es un híbrido.

— No, no lo es, —Cain estuvo de acuerdo. — Pero desciende de un vampiro, que


comenzó la línea cuando aún era humano. Pero eso no viene al caso. Necesitamos un
humano con nosotros para que nos de la flexibilidad durante las horas diurnas. Mi
decisión se mantiene. — Cain le sostuvo la mirada a John hasta que el otro vampiro bajó
los párpados en señal de conformidad. — Entonces está decidido. Blake, toma asiento.
Nos iremos en breve.

Cain se volvió hacia la puerta de la cabina abierta, mientras que los otros tomaron
sus asientos y se pusieron sus cinturones de seguridad. — ¿Estamos listos para irnos?

El copiloto miró por encima del hombro. — Listo cuando tú lo estés.

— Bueno, entonces cerremos la puerta y pongámonos en camino.

El copiloto acepto su solicitud con una inclinación de cabeza. — Sí, Cain.

Cain camino hacia uno de los asientos vacíos y se dio cuenta cómo Thomas y
Eddie habían tomado los dos asientos en la parte trasera del avión. La mano de Thomas
yacía en el muslo de Eddie, y los dos estaban hablando en voz baja, las cabezas muy
juntas. Parecían felices, y el hecho de que eran una pareja, compañeros de sangre sólo
podrá ayudar durante la comprobación de la historia de John: Thomas y Eddie podían
comunicarse telepáticamente a través de su enlace, y era posible que iban a encontrarse
con situaciones en las que una habilidad como esa podrían ser práctica.

Cain se sentó y se abrochó el cinturón de seguridad cuando el copiloto salió de la


cabina y tiró de la manija de la puerta con el fin de levantar la escalera y cerrar la puerta.

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— ¡Esperen!

La alarmante solicitud estaba haciendo eco desde el exterior del avión y el


copiloto lanzó una mirada de perplejidad por encima del hombro.

Cain rodo los ojos y miró hacia Haven, que estaba sentado al otro lado del pasillo
de él. — ¿En serio?

Haven se encogió de hombros y levantó los brazos en señal de rendición. — Yo


no le dije.

— ¡Esperen! —la voz llamó nuevamente, esta vez más cerca. Un momento
después, Wesley apareció en las escaleras y entró en el avión. Estaba sin aliento y
claramente se vio que se había apresurado a alcanzarlos. Era un poco más bajo que
Blake, pero unos años mayor, aunque no más sabio que su aprendiz compañero de
Scanguards.

Puso una grande bolsa en el suelo.

— ¡Uf! ¡Eso sí que estuvo cerca!— dijo.

Antes de Caín pudiera mostrarle al ansioso hermano de Haven la puerta, John


saltó de su asiento y clavó Wesley contra la pared más cercana.

— ¡Maldito brujo! — John gruñó, mostrándole sus colmillos.

Cain reaccionó y en una fracción de segundo salió de su asiento en el mismo


instante que Haven se levantó de un salto, también. Ambos alcanzaron John y Wesley
al mismo tiempo.

Haven agarro a John por el cuello y a la fuerza lo aparto de su hermano. — ¡Le


tocas un solo cabello de su cabeza y eres polvo!

— ¿Qué demonios? — John gruñó, mirándolos.

— Él es mi hermano.

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La incredulidad se extendió sobre el rostro de John. — ¿Un brujo? Volvió la
cabeza para ver a Wesley, viéndolo de arriba hacia abajo antes de volverse a Cain. —
¡No puede estar hablando en serio! ¿Qué es esto? ¿Scanguards emplea a seres humanos
y brujos? ¿Qué clase de vampiros son ustedes? ¿Cómo puede confraternizar con los
brujos? Son nuestros enemigos.

— No lo son, — dijo Caín. — Tal vez lo sean donde tu vienes, pero hemos
descubierto que los brujos pueden ser nuestros aliados. — Hizo un gesto hacia Wesley.
— Y Wes es familia.

— De cualquier manera no es un brujo de verdad. La mitad de sus hechizos ni


siquiera funcionan, — Blake salto de su asiento.

— ¡Cuida tu boca, Blake! —Wesley le respondió gritándole.

— Oh, sí, ¿o qué? — Preguntó Blake, saltando de su silla.

— Te voy a convertir en un…

— Nadie va a convertir a nadie en nada, — Cain los interrumpió, mirando


primero a Wesley, luego a Blake. — Siéntate, Blake, o de una patada te saco del avión.

Rápidamente, Blake se sentó de nuevo, guardando silencio, aunque Cain podía


decir que tenía una respuesta ya puesta en su lengua .Cuando Blake y Wesley estaba
juntos, los problemas no se quedaban atrás. Los dos guardaespaldas Scanguards en
entrenamiento no podían controlarse a sí mismos; siempre tenían que competir entre sí.
Inevitablemente, las peleas se producirán. No existía manera que llevara a ambos en la
misma misión.

Cain levantó la bolsa que Wesley había puesto en el suelo y se la lanzo a Wesley.
— Ahora toma tus cosas y vete.

Wes miró hacia él, una auténtica sorpresa en sus ojos. — ¡Pero yo voy contigo!
Me necesitas. — Wes señaló hacia el humano. — ¿Por qué él va? ¡No es un vampiro! Y
ni siquiera tiene alguna habilidad especial. Yo la tengo.

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— Sí, convirtiendo perros en cerdos tal vez, — Blake se burló de él.

— ¡Cállate, Blake! — Cain rompió. — O te vas también.

Resoplando, Blake cruzó los brazos sobre su pecho.

Cain se volvió hacia Wesley. — Gracias por la oferta, pero…

EL brujo levantó la mano. — Por favor, primero escúchame.

Cain suspiró e intercambió una mirada con Haven, quien hizo una mueca.

— Déjame salir de esto, — dijo Haven. — No quiero que se me culpe más tarde,
cuando él lo arruine todo.

Cain sacudió la cabeza. — Explícate, Wes, y hazlo rápido.

— Así que, yo estaba pensando, — comenzó a decir Wes.

Blake se burló, ganándose una severa mirada de Wesley antes de continuar, —


Vas en la guarida del león.

— Te refieres a un nido de vampiros, — Thomas le corrigió desde la parte trasera


del avión.

— Sí lo que sea. Y no sabes quién es amigo o enemigo. Necesitas de toda la


protección que puedas conseguir. — Se inclinó y bajó la voz como si los otros en el avión
no serían capaz de escucharlo entonces. — He estado trabajando en un hechizo de
protección.

— Odio los hechizos, — John se quejó.

Cain no podía estar más de acuerdo. Los vampiros no tenían protección contra
hechizos. Y odiaba las cosas contras las que no podía luchar con un arma mortal. Sin
embargo, el que Wesley dijera que estuvo trabajando en algo no significa que realmente
sabía lo que estaba haciendo. — La última vez que lanzaste un hechizo, el hechizo tiño
todo de color rojo.

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— Lo cuál era la intención, — Wesley afirmó.

— Por supuesto, en la boda de Oliver lo era. Pero volviste a los cerdos en color
rojo antes de eso, y dudo que eso era lo que se pretendía, — Cain le recordó.

Los labios de Wesley se curvaron. — Un pequeño percance. Pero tengo todo


resuelto ahora.

— Eso es lo que ahora dices, pero a la hora de la verdad, vamos a terminar con
algún tipo de desastre.

Wes señaló Thomas. — Salve la vida de Thomas con uno de mis hechizos.
Cuando estaba luchando contra Keegan, mi hechizo ayudo…

— ¡No necesitaba de tu ayuda! — dijo Thomas entre dientes, su normalmente


actitud amistosa cambió de repente. Cain sabía que a él le molesto totalmente que Wes
haya interferido en la lucha y no le permitió a Thomas que demostrara que podía
derrotar a su malvado padre.

Cuando Eddie apretó la mano de Thomas, Thomas se volvió y cruzó una mirada
con su pareja. Luego agregó: — Sin embargo, Wes tiene razón. Su hechizo funcionó
cuando se necesitó.

Cain pensó durante unos segundos su siguiente decisión. Thomas era el más
sensato de ellos, y Cain respeta la opinión del otro vampiro.

— Bien. Puedes venir. Pero seguirás mis órdenes. Un caso de insubordinación y


estarás en el siguiente avión a casa. No hagas que me arrepienta de esto.

Wesley sonrió triunfalmente. — No lo harás. Lo prometo.

Momentos más tarde, cuando todo el mundo estaba en sus asientos con sus
cinturones de seguridad puestos, Cain se volvió hacia John, que estaba sentado a su lado.
— Ahora dime todo lo que necesito saber sobre mi vida anterior.

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Capítulo Ocho

Abel caminó por las calles transitadas. Apenas había pasado el atardecer, y el
Barrio Francés estaba repleto de turistas y locales. Odiaba el olor pútrido de esta parte
de la ciudad; era por eso que rara vez que aventuraba a esta zona. Prefería ir a cazar en
Garden District o alguna de las pequeñas ciudad que rodeaban Nueva Orleans cuando
la urgencia se apoderaba de él y necesitaba clavar sus colmillos en un humano en lugar
de beber del suministro de sangre donada en sus bodegas.

Una vez que fuera rey, acabaría con la sangre pre envasada y animaría a sus
súbditos a cazar su comida de nuevo. Como siempre debió ser. Beber sangre envasada
los había convertido en cobardes y débiles. Él cambiaria eso y convertiría a su raza de
nuevo en una especie a temer.

No más incorporación. No más complacencia con las sensibilidades humanas.


Pronto todas esas cosas que Cain había instituido desaparecería, y un nuevo reino
comenzaría. Las cosas serían buenas entonces. Su clan seria fuerte de nuevo y no estaría
vulnerable a ataques por sus rivales por más tiempo. Sus súbditos estarían a salvo de
nuevo. Ellos necesitaban un rey fuerte, y él sería ese rey.

— Ya casi llegamos, — dijo Baltimore a su lado y apuntó hacia un pequeño


callejón.

— Será mejor que tengas razón sobre esto. — No le gustaba desperdiciar su


tiempo cuando había tanto por hacer antes de la coronación y la boda. Abel sonrió para
sí mismo. Faye al fin seria suya. Desde que ella se había unido al clan, él la había
querido, pero ella sólo tenía ojos para Cain, el héroe, el rey.

— Confía en mí. — Baltimore apretó el paso y giró en un callejón de adoquines.

Habían llegado al extremo noreste del barrio donde pocos turistas se aventuraban
y había pocos hoteles situados. Pequeñas casas, divididas en múltiples apartamentos,

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bordeaban la calle. Su fiel guardaespaldas lo llevó a una de las casas y luego se detuvo
en frente de la puerta delantera.

— Ahí dentro.

— ¿Cuántos?

— Está sola.

Abel asintió. — ¿Entonces qué estamos esperando?

Con un rápido movimiento, Baltimore pateó la endeble puerta astillándola en las


bisagras. Su guardaespaldas jamás había entendido el concepto de sutileza.

Desde adentro, Abel escuchó un jadeo de sorpresa saliendo de una de las


habitaciones del fondo. El aroma a humana llenó sus fosas nasales, mientras sus oídos
percibían sus pasos mientras corría a la puerta trasera en un intento de huir. Sus acciones
sólo alimentaron su instinto de caza.

¡Estúpida humana!

No era una sorpresa porque los humanos eran inferiores a los vampiros. No
sabían ni una sola cosa sobre supervivencia. Aunque este espécimen aún tenía su instinto
de huir en lugar de pelear contra él, ella debería saber más y en cambio inclinarse ante
él.

— ¡Atrápala! — Abel le ordenó a Baltimore con una seña de su cabeza, mientras


miraba alrededor del cuarto al que habían entrado. Las pequeñas casas en el Barrio
Francés eran así: la puerta principal llevaba directamente al área de la sala de estar sin
un pasillo o vestíbulo antes. Desde allí un cuarto llevaba al otro sin el beneficio de un
pasillo.

Los muebles en el reducido espacio era sorprendentemente nuevos y lujosos, la


decoración era exquisita. A pesar del hecho de que las ventanas lucían persianas afuera,
en el interior colgaban cortinas de terciopelo rojo oscuro, una señal de que quién sea que
pasara el tiempo acá no le gustaba que la luz del sol penetrara al interior.

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Abel giró su cabeza hacia la puerta que llevaba a la parte trasera de la casa cuando
escuchó que Baltimore regresaba con mujer que luchaba. Pasó sus ojos sobre ella.

Su piel era del color de la leche achocolatada, sus ojos una mezcla de azul y gris,
probando su mezcla heredada. Una belleza hibrida sin duda. ¿Y quién no querría a esta
deliciosa mujer en su cama, sentir sus gruesos labios alrededor de su polla, sus manos
elegantes sobre su piel? Abel notó su atractivo de inmediato. E incluso aunque no había
marcas en su grácil cuello o en el hermoso escote que su vestido revelaba,
instintivamente supo que ya había sentido los colmillos de un vampiro en su carne antes.
Muchas veces de hecho.

Abel inhaló. El aroma de su sangre envió excitación por su cuerpo.

— Es un verdadero nido de amor que John y tú tienes acá, — al final la ubicó.

Ante el nombre de su amante, la mujer se estremeció.

— Oh, ¿pensaste que no me daría cuenta, verdad? — Pausó y estrechó su mirada.


— ¿Eso fue lo que John te dijo? ¿Qué estarías a salvo? ¿Qué nadie se daría cuenta que
está manteniendo a una amante humana? — Abel se rio. — Que inocente él.

Él apuntó hacia Baltimore, quien siguió sus órdenes no habladas y la arrojó en el


sofá de cuero. Ella se arrastró rápidamente para colocarse derecha, con miedo
coloreando sus hermosos ojos.

— ¿Qué quieres?

— Ah, la humana habla, — dijo Abel. — ¿Tienes un nombre?

Ella tragó. — Nicolette.

Abel se acercó. Con cada paso que daba, Nicolette retrocedió más contra los
almohadones del sofá. Al fin pudo oler el miedo que emanaba de sus poros. Eso hizo
que sus colmillos punzaran, y él no vio razón para evitar que salieran. Cuando estuvo a
menos de un pie de ella, se detuvo.

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— Esto es lo que vas a hacer ahora, Nicolette. Vas a responder la pregunta que te
haré sin intentar mentirme. Porque si lo haces, lo sabré, y entonces no tendré más
opciones que dejar que Baltimore te castigue por eso. ¿Entiendes?

Visiblemente intimidada, ella asintió.

— ¿Dónde está tu amante? ¿Dónde está John?

— No lo sé.

Abel se abalanzó, agarrando sus hombros con ambas manos y presionándola


contra el respaldo del sofá.

— Trata de nuevo, — dijo por entre sus dientes apretados, ahogando sus chillidos
con sus retumbantes palabras.

— No lo sé. Él no me dijo.

Abel entrecerró sus ojos y abrió los labios hasta las encías, revelando sus colmillos
largos y afilados, dejándola adivinar lo que iba a hacerle si no cooperaba.

— ¡Por favor! No me lo dijo. — Lagrimas se formaron en sus ojos. — Dijo que


tenía que irse por un par de días.

— ¿A hacer qué?

Un sollozo se escapó de su garganta.

— No quiso decírmelo. Dijo que no podía.

Abel inclinó su cabeza hacia un lado, mirándola con sospecha.

— ¿No me mentirías a mí, verdad?

— ¡No! Es la verdad. Dijo que regresaría pronto.

Intercambió una mirada con Baltimore, ponderando las palabras de Nicolette.


¿En qué esta John? Claramente en algo que no quería que nadie se enterara, algo que ni

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siquiera podía confiarle a su amante. Como si tuviera miedo de que alguien pudiera
torturarla para sacarle la información.

— Bien, — dijo al fin. — Te creo.

Un suspiro de alivio salió de los labios de la humana.

Abel rio mientras la miraba de nuevo.

— Pero eso no cambia para nada tu destino. — Se deleitó con el pánico que volvió
a los ojos de Nicolette, el temblor que se apoderó de su cuerpo, y el aroma a miedo que
salió por sus poros. — Vamos a dar un pequeño paseo.

La soltó y se enderezó, mirando a Baltimore.

— Tómala y enciérrala.

Su guardaespaldas asintió y se acercó sin importarle las protestas de la mujer.

— ¡No, por favor! ¡No!

Abel la ignoró. En cambio sus ojos cayeron en un celular sobre la mesa de centro.
Lo tomó. — Y entonces veremos que tanto te ama John.

Y él esperaba que John no viera a Nicolette simplemente como una distracción


momentánea, sino que de verdad tuviera sentimientos por ella. Sentimientos que le
darían la ventaja a Abel.

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Capítulo Nueve

— Quiero verla primero, — pidió Cain, mirando a John.

Cain, sus amigos de Scanguards, y John estaban en una cabaña abandonada a


una pocas millas del palacio, el cual estaba ubicado a media hora hacia el norte de Nueva
Orleans. John los había traído a esta área boscosa, evitando cualquier puesto de
vigilancia que pudiera haber alertado a la seguridad del palacio sobre su acercamiento.

— Tengo que advertirte, — dijo John. — Si te llevo con ella, no puedes hacerle
saber que no recuerdas nada. Tienes que tener cuidado con lo que dices frente a ella.

Cain miró más allá de él. — Ya lo sé. Nadie puede saber que sufro de amnesia.
— Eso debilitaría su posición, la afirmación de John debía ser sostenida. Nadie quería
un rey que no recordaba nada. — Ni siquiera Faye. Pero necesito hablar con ella en
privado antes de que entremos.

— ¿Qué esperas lograr con eso? — Preguntó Haven, colocando su mano sobre el
brazo de Cain. — ¿Qué pasa si ella dice que estas de vuelta y les da tiempo a tus enemigos
para prepararse? Preferiría entrar sin que ninguno sepa de antemano que vamos. Nos da
el elemento sorpresa.

Cain miró a su colega, apreciando su consejo. Pero esto era algo que tenía que
hacer.

— Faye es la persona más probable en todo el palacio que puede corroborar la


historia de John. Sin ofender, John. — A pesar de todo lo que John le había dicho,
necesitaba pruebas de quien era antes de marchar de nuevo a su antigua vida.

— No te preocupes. Siempre fuiste un hombre precavido. Al menos eso no


cambió.

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— Además, necesito saber si ella aún esta… conmigo, — dijo, en lugar de decir
lo que en verdad quería saber, si ella aún lo amaba o había cambiado sus afectos hacia
Abel.

— Muy bien, — Haven concedió. — ¿Pero cómo no las vamos a arreglar para
encontrarnos con ella sin que nadie más sepa?

— Eso no será problema, — dijo John, antes de que Cain pudiera contestar. —
Hay unos túneles secretos debajo de la propiedad.

Cain levantó una ceja. — ¿Túneles?

— Es una vieja plantación, y los dueños hicieron que los esclavos construyeran
túneles bajo ella. Una precaución para cuando la guerra civil estalló, — explicó John. —
Una vez que los túneles fueron construidos, el dueño mató a todos los esclavos
involucrados en la construcción, asegurándose de que no quedara nadie que supiera la
existencia de estos sino sólo él y su capataz.

— ¿Quién sabe sobre los túneles? — Cain quería saber.

— Sólo unos pocos.

— ¿Abel?

John sacudió la cabeza. — Tú y yo. Creo que es posible que le dijeras a Faye,
pero no puedo decirlo con seguridad. Nunca me decías nada. Pero tendremos que
asumirlo desde que la ibas a convertir en tu reina, que le dijiste sobre los túneles.

— ¿Cómo es que sólo tú y yo sabemos sobre los túneles? ¿Por qué no Abel?

— El primer líder de la guardia del rey era un descendiente del capataz de la


plantación. Él me pasó el conocimiento a mí. Y ahora es pasado del líder de la guardia
del rey a quien sea que se convierta rey. Y Abel no es rey aún.

— ¿Él sospecha que hay túneles?

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— No. Aunque sabe que el líder de la guardia real pasa todo lo que sabe al nuevo
rey después de la coronación. Debe asumir que hay cosas que sólo yo sé.

— Bien, tomaremos los túneles. Thomas vendrá con nosotros. Los demás se
quedaran aquí. — Ordenó Cain.

— ¡No!

La protesta de John lo tomó por sorpresa. Cain lo miró. — Como tu rey…

— Como mi rey, jamás ordenarías semejante cosa, — interrumpió John, su voz


era firme, su rostro inquebrantable. — Nunca revelarías la ubicación de los túneles a un
desconocido, ni dejarías a alguien entrar en ellos. Si insistes en que Thomas venga con
nosotros, no mostraré la entrada. — John se cruzó de brazos, esperando.

Cain no se movió. Simplemente se quedó ahí de pie mirando a John en una


batalla silenciosa. Pero fue claro al instante que John no cedería. Por un lado, Cain tenía
que admirarlo por eso. Mostraba fidelidad y fortaleza. Por otro lado, le molestaba tener
que concederle esto al hombre en que aún no confiaba del todo. Pero si quería ver a Faye
en privado sin que nadie supiera, no tenía opción.

— Entonces sólo tú y yo. Pero te lo advierto, podre no recordar quién soy, pero
soy letal con cualquier arma. Si me atacas, serás polvo.

John aceptó el trató con un asentimiento. — Sígueme. — Se dio vuelta y caminó


fuera de la cabaña.

Cain miró a sus amigos, luego apuntó hacia Thomas. — Cualquier problema, me
escribes de inmediato. Mi teléfono esta en vibrador.

— Entendido. Ten cuidado. Si no has vuelto en una hora, iremos hacia el palacio.

Sin otra palabra, Cain caminó hacia afuera. El aire era húmedo, muy diferente
del que acostumbrara en San Francisco, donde incluso las noches de verano podían ser
frías y requerían una chaqueta ligera. Aquí, su camisa de algodón ya estaba pegada a su

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cuerpo sudoroso. Para su sorpresa, no le molestaba el calor, casi como si estuviera
acostumbrado.

En silencio Cain caminó al lado del otro vampiro, su mirada cautelosa, su cuerpo
listo para atacar si alguien se acercaba a atacarlos. Los Scanguards le habían enseñado
bien. No tenía miedo de ningún enemigo que pudiera encontrarse, pero ese hecho no
alivio el nudo en su vientre. Estaba intranquilo por ver Faye, ver a la mujer a quien le
había hecho el amor en sus sueños, la mujer que su vida pasada le había pertenecido.
¿Ahora le pertenecía a Abel, el hombre que John decía era su hermano?

— Ya llegamos, — John anunció y se detuvo.

Cain miró al lugar al que John apuntaba, que no parecía diferente al terreno que
habían atravesado durante su corta caminata. Habían arboles cubiertos de musgo,
arbustos, y tierra. No habían caminado por ningún camino reconocible, pero habían ido
claramente a través de un camino boscoso.

— No veo nada.

— Está bien oculto.

John caminó hacia dos árboles que estaban en una pequeña inclinación. Detrás
de estos, el musgo cubría una roca. En lugar de caminar a la roca, John giró hacia la
izquierda hacia otro grupo de árboles donde ramas rotas se habían acumulado y estaban
pudriéndose. Él tomó una de las ramas podridas y tiró de esta. El lecho entero de ramas
se movió, y entonces Cain se dio cuenta de que estas estaban interconectadas de una
manera aleatoria pero ingeniosa que un observador casual no vería más que un montón
de ramas podridas, cuando de hecho era una puerta.

Cuando John la sostuvo abierta para él, Cain suprimió su sorpresa. — Lidera el
camino.

Cain caminó dentro del túnel detrás de John, de inmediato inhalando los aromas
alrededor de él. El aire era rancio. Cuando John cerró la puerta tras él, el túnel bajo tierra
fue privado de la luz de la luna que había guiado antes su camino. Los ojos de Cain de

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inmediato se acostumbraron a la oscuridad, su visión de vampiro compensando la falta
de luz.

— ¿Qué mantiene el túnel estable? — Preguntó quedamente, sabiendo que su voz


viajaría más lejos en este espacio confinado.

John apuntó hacia el techo. — Cada pocos pies hay refuerzos de madera, pero
es una construcción vieja y nadie ha hecho reparaciones en décadas. Hay más y más
humedad penetrando y debilitando la estructura. Estamos cerca a los pantanos. Katrina
provocó algún daño aquí. Algún día, los túneles colapsaran.

— Esperemos entonces que hoy no sea ese día. — Remarcó Cain secamente.

John se dio vuelta y caminó por el largo túnel. Cain lo siguió, pendiente de su
alrededor.

— ¿Qué tan largo es este túnel?

— En realidad en un sistema de túneles con muchas ramificaciones. Se extiende


varias millas, pero el camino que estamos tomando es sólo una milla. Estaremos ahí
pronto, — le aseguró John.

— ¿A dónde llevan todas las ramificaciones?

— Hay otras en la propiedad, así como puntos de entrada en el palacio.

— ¿Dónde en el palacio?

— Una directamente a la habitación del rey, otra a las celdas, y otra debajo de la
chimenea en tu oficina.

— ¿Bajo la chimenea? Suena difícil acceder ahí.

John lo miró de reojo.

— Hay un mecanismo para mover la chimenea a un costado. Por supuesto, es


mejor no hacerlo cuando hay un fuego real en la hoguera.

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Cain hizo notas mentales de los puntos de entrada y salida y los caminos que
llevaban lejos del túnel en que estaban, así como del camino en que iban para memorizar
lo que podía. Si John lo llevaba a una trampa, tendría que encontrar la manera de salir.
Sin embargo, Cain tenía que admitir que si John hubiera querido matarlo por cualquier
razón, ya había tenido una amplia oportunidad antes.

Aun así, confiar en alguien no era fácil. Incluso cuando se había unido a los
Scanguards hace un año, le había tomado tiempo confiar en sus colegas. Ahora, por
supuesto, sabía que ellos cuidaban su espalda y confiaba en ellos con su vida. Así como
ellos confiaban en él. Se habían convertido en más que sólo colegas. Se habían vuelto
sus amigos. Su familia.

Pero ahora este extraño estaba molestando la tentativa paz que había encontrado
con su nueva familia al hacerlo querer algo que estaba más allá de su alcance. Quería su
antigua vida de vuelta, si acaso por una sola razón: saber lo que se sentía ser amado por
la mujer de sus sueños.

— Te cargué por este túnel cuando estuviste herido. No te acuerdas. Entrabas y


salías de la inconsciencia. No podía arriesgarme a que alguien supiera que estabas vivo,
pero que no recordabas nada. Al principio creí que regresaría, pero cuando despertaste,
fue claro que la memoria se había perdido permanentemente. Por tu propia seguridad
tuve que llevarte tan lejos como fuera posible.

— No recuerdo despertar y verte.

— Porque no me viste. El golpe en tu cabeza lastimó tu nervio óptico.

¿Era eso lo que el sueño había querido mostrarle cuando todo lo demás se volvió
rojo frente a sus ojos?

— Estabas sanando lentamente, así como el resto de tu cuerpo.

— Aun así me abandonaste mientras aún estaba en recuperación. — Cain lo


interrumpió bruscamente. — No te preocupabas mucho por mí.

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— No podía quedarme contigo. Sólo tenía el tiempo suficiente para hacer
arreglos para llevarte tan lejos como fuera posible, antes de que mi ausencia se hubiera
notado. Tenía que asegurarme que quien sea que te quisiera muerta pensara que lo había
logrado. Sólo de esa manera podías estar a salvo.

— ¿Alguna idea de quién me quería muerto?

John dudó, respirando audiblemente.

— ¡Escúpelo! — Ordenó Cain.

— Tengo una sospecha, pero no pruebas. Y si recuerdas aunque sea algo, sabrás
que no me gusta acusar a nadie sin poder respaldar mi acusación.

— Bien, ese es el meollo del problema, ¿verdad? No te recuerdo.

— Confiaste en mí una vez.

Cain apretó la mandíbula, tratando de parecer inafectado por las palabras del otro
vampiro, cuando en realidad sentía que John necesitaba ganarse su aprobación por las
decisiones que había tomado cuando Cain había estado incapacitado.

— La confianza no es algo que doy libremente.

John dio un ligero asentimiento.

— Tampoco antes. Pero nosotros éramos más que un rey y su guardia. Éramos
amigos. Y sentí más la pérdida de esa amistad que la perdida de mi rey.

— ¿Entonces no era un buen rey? — Cain se desvió, sin querer responder la


reclamación de su guardia.

— No me corresponde a mí juzgarlo.

Las palabras de John fueron muy evasivas para no reaccionar.

— ¿Estas tratando de decir que era un mal gobernante, y que ese fue el motivo
del asesinato?

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— Como dije, eso no…

—… te corresponde juzgarlo, entiendo. — Cain terminó la frase.

De repente John se detuvo y se giró, colocando un dedo en sus labios y


terminando la conversación. Apuntó hacia otro túnel. Desde donde Cain estaba parado,
podía ver que era corto, solo un par de yardas. Al final de este, pudo notar las
terminaciones de una puerta.

John se inclinó a su oído, susurrando esta vez.

— Lleva al corredor secreto que conecta con las habitaciones del rey con aquellos
de la reina. Los del rey están a la derecha, los de la reina a la izquierda. Vas a encontrar
a Faye en la habitación de la reina. Cuando llegues a su puerta, mueve la palanca a su
izquierda. Va a abrir un pequeño hoyo para espiar dentro de su cuarto, así puedes
asegurarte de que esta sola antes de que entrar. No te preocupes, la puerta esta oculta
con una elaborada pieza de arte al otro lado, así que nadie notara el agujero para espiar.

Cain asintió, su corazón de repente galopando.

— Esperaré por ti aquí. Si no has regresado en quince minutos, iré por ti.

Sin una palabra, Cain transmitió su asentimiento. Tomando aire profundamente,


fue hacia la puerta y caminó los pocos escalones hasta esta. La abrió fácilmente,
haciendo tan poco ruido cómo fue posible mientras entrada en el corredor y cerraba la
puerta tras él.

El corredor en que se encontró era hecho de piedra, y el aire dentro era más limpio
y menos húmedo que el que se habían encontrado en el túnel.

Sus ojos miraron hacia la derecha. Se sentía físicamente atraído en esa dirección,
como si las respuestas a sus preguntas estuvieran allí. Pero se forzó a si mismo ir a la
izquierda, sabiendo que no había tiempo suficiente para investigar el cuarto del rey y el
de Faye. Sus amigos de Scanguards no dudarían en cumplir su promesa de buscarlo si
no regresaba a tiempo, y él no tenía intención de ponerlos en excesivo peligro. Habría
suficiente tiempo después para saber más sobre su antigua vida.

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Si esta era de hecho su antigua vida.

Cuidando de no hacer ningún sonido con sus zapatos, caminó hacia la puerta
que John le había indicado antes. La palanca al lado de esta tenia forma de estaca. Cain
negó con la cabeza. Alguien por aquí tenía gustos extraños, y él esperaba que no fuera
él a quien debía culpar por la extraña elección de manija.

Cain giró la manija y de inmediato vio un pequeño haz de luz brillar a través de
la puerta oculta. Se movió para alinear su ojo con este y mirar a través del pequeño hoyo.

Su corazón se detuvo.

No había error sobre ella. Faye lucía exactamente como aparecía en sus sueños,
aunque estaba vestida con ropas casuales, un par de pantalones ajustados y un suéter
ligero. Tenía una abertura en un costado, mostrando uno de sus cremosos hombros. Su
cabello caía sobre sus hombros y espalda, y sus ojos eran tan verdes como una pradera
en primavera.

El cuarto lucia inquietamente similar al de su último sueño. Había estado aquí


antes. Había hecho el amor a ella en este cuarto. Aun así con lo mucho que quería abrir
la puerta e ir hacia ella, no podía.

Faye no estaba sola.

El vampiro que estaba con ella se encontraba de pie dándole la espalda a Cain,
evitando que le viera la cara. El extraño ahora acortó la distancia entre él y Faye, su
mano enganchándose a su hombro desnudo, la otra deslizándose alrededor de su cintura
para acercarla hacia él.

En el momento en que el vampiro la besó, Cain cerró los ojos.

El hombre cuyo rostro no podía ver tenía que ser Abel. Faye había superado su
muerte y tal vez lo había olvidado. Estaba enamorada de alguien más.

Cain soltó la manija. Había venido muy tarde.

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Su cuerpo entero se entumió, regresó a la puerta y luego fue hacia el túnel.
Cuando llegó allí, apoyó su frente contra este, sintiendo la fría superficie contra su piel.
¿Podría en verdad culparla? Lo había creído muerto por un año. Aunque Cain no tenía
recuerdo de ella o del amor que habían compartido, sabia por instinto que si Faye
hubiera muerto en lugar de él, la habría llorado por el resto de la eternidad. Aun así ella
se había entregado a otro hombre en un año después de su muerte.

Sin embargo, nada de esto cambiaría nada ahora. Él había llegado muy lejos y
no iba a retroceder. Esta era su antigua vida, y la reclamaría. Y estaría maldito si no
montaría una pelea para ganar el amor de Faye de vuelta, porque una cosa era clara, en
sus sueños la había amado. Haberla visto en los brazos de su hermano momentos antes
hizo que su corazón se encogiera de dolor, un dolor que no tenía problemas en
identificar: estaba celoso.

Con un propósito en mente, Cain levantó la cabeza y abrió la puerta hacia el


túnel, dejando el corredor tras él.

Dejó su mirada vagar, pero sólo el vacío lo recibió.

— ¿John? — Susurró.

Pero John no estaba.

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Capítulo Diez

Faye sintió los labios de Abel sobre los suyos y trató de dejarse llevar. Pero no
importaba cuan duro intentara hacerlo. Besar a Abel no era nada como besar a Cain.

Presionó sus manos contra los hombros de Abel y lo apartó, no forzado, pero
determinada. No estaba lista para intimidades con él. ¿Algún día lo estaría?

Los ojos de Abel la miraban brillantes de lujuria desenfrenada, sus colmillos ya


extendidos. Si nunca hubiera conocido a su hermano, lo habría encontrado atractivo,
incluso apuesto. Y tal vez podría haberse enamorado de él. Pero en el momento en que
había posado sus ojos en Cain, su corazón había hablado, y había sabido incluso en ese
entonces que no podría amar nunca a nadie más.

Faye evitó sus ojos y retrocedió. Un pequeño gruñido salió de él, confirmando
que su lado vampiro estaba estaban mandando en él en este momento. Sintió su disgusto
físicamente, las ondas de rabia saliendo de él. ¿Podía culparlo? No. Después de todo,
había aceptado su propuesta, y no vivían en la Edad Media donde la intimidad antes del
matrimonio era inaceptable. Era el siglo veintiuno, y el sexo era esperado,
particularmente por un vampiro viril como Abel.

— Lo siento, — murmuró. — No puedo. No aún. Todo esto está pasando muy


rápido.

Abel contuvo el aliento. — Entiendo, — dijo entre sus dientes apretados.

— No quiero llevarte la contraria, — dijo rápidamente. — Sólo dame un poco


más de tiempo. Hasta la boda.

Abel no era un hombre al que negarle lo que quería. Él no hablo por segundos
que parecían extenderse a minutos. Escuchó su propio corazón latir en su pecho.

— Muy bien. Hasta la boda entonces.

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Él se dio la vuelta abruptamente y dejó el cuarto, cerrando la puerta tras él con
un golpe sonoro.

Se había comprado un par de días más hasta que tuviera que ceder antes sus
exigencias sexuales. Un par de días más en los cuales podría permanecer fiel a Cain. Fiel
a su memoria.

Si tan sólo no lo hubiera dejado irse esa noche, si tan sólo se hubiera atado a él,
tal vez podría estar vivo.

Un año antes

Un cálido aliento soplando contra su nuca, provocando que un temblor


placentero bajara por su espalda. Faye se giró en las sabanas de seda, su cuerpo desnudo
deslizándose contra musculo duro y piel suave.

Pasó sus ojos sobre su amante. La piel de Cain era bronceada y suave, su pecho
casi sin vello, su cabello corto. Lucía una sombra de barba permanente, una que afeitaba
de vez en cuando, pero que regresaba con cada ciclo de sueño reparador. Sus ojos eran
cafés dorados, pero a menudo cuando estaban juntos el color de sus ojos cambiaba a un
brillante rojo, una señal de la pasión que se desencadenaba entre ellos.

Faye colocó su mano en su pecho, trazando las ondulaciones de sus pectorales


con las puntas de sus dedos, antes de deslizarse hacia su abdomen.

Siseó un suspiro, pero no detuvo su descenso.

— Esta muy insaciable hoy, — dijo Cain.

Encontró su mirada y vio el color de sus ojos cambiar, era la prueba suficiente
que no le iba a negar.

— Sólo me estoy adaptando a tu apetito, — respondió y envolvió una mano


alrededor de su erección.

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Ya había sentido su polla dentro de ella varias veces durante las horas
transcurridas. Apenas y habían dormido desde que se habían ido a la cama justo antes
del amanecer. Era casi el atardecer de nuevo, y pronto tendrían que dejar la privacidad
de su cuarto y lidiar con asuntos del clan. Pero antes de que estuviera de lleno en los
asuntos otra vez, quería sentirlo una vez más.

Faye llevó sus labios contra su boca.

— Hazme el amor.

— ¿De nuevo? — murmuró en respuesta.

— ¿Te estás cansando de ello?

Cain tiró la cabeza hacia atrás y se rio. Dos hileras de lustrados y blancos dientes
brillaron.

— ¿Cansando? — Sus ojos brillaron cuando la miraron. — Mi amor, nunca me


cansaré de hacerte el amor. Es por eso que te quiero como mi compañera de sangre.

Presionó su espalda contra el suave colchón, haciéndola perder el agarre a su


miembro. Su rodilla separó sus piernas, haciendo espacio para él. Se deslizó en el
espacio, colocándose sobre ella. Antes de que pudiera tomar aire, su polla se empujó en
ella, hasta que estuvo enterrado hasta la base.

Su mano empujó una hebra de su largo cabello a un lado, revelando su cuello.

— ¿Por qué no haces el lazo conmigo ahora?

Su corazón se detuvo, pero sabía que no podía aceptar la oferta.

— Porque necesitas estar seguro de que me amas. — Había momentos donde


sabía que él dudaba entre ella y su reino. Cada vez que lo veía dividido entre el amor y
el deber, sabía que no estaba listo. Pero esperaría pacientemente hasta que lo estuviera.
Esa también era la razón por la que no había dejado que estableciera una fecha para la
boda incluso aunque ya hubiera aceptado su propuesta.

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— Pero lo estoy, — insistió, acariciando su cuello y haciéndola temblar en el
proceso.

Ella le sonrió y sacudió la cabeza. — Te he amado desde lejos por tanto tiempo,
desde que me salvaste. Pero tu ni me notaste hasta hace dos meses. Tu…

Él colocó un dedo en sus labios, deteniéndola. — Te noté. Pero no tenía derecho


a hacerte mía. Habías pasado por mucho. Estabas vulnerable y no confiabas en nadie.
Si hubiera mostrado mi amor por ti entonces, no sólo habrías estado asustada sino que
también te habrías convertido en objeto de disgusto para todos. Nadie te habría aceptado
como la pareja del rey. Es por eso que tuve que esperar. Darte la oportunidad de sanar
las heridas de tu pasado y hacer que mis súbditos te amaran por ti misma. Y ellos te
aman.

Su corazón se derritió con su confesión. — ¿Por qué no me dijiste?

Sus dedos trazaron la vena a lo largo de su cuello, y fueron más allá, su polla se
salió, sólo para lentamente deslizarse dentro de ella.

Ella suspiró contentamente.

— ¿Decirte que te amo? — Cain Sonrió. — Era suficiente que tuviera que sufrir
cada día que pasaba solo en mi cama. Además, no sabía si sentías algo por mí. No eras
exactamente muy expresiva con tus sentimientos hacia mí. De hecho, hubo momentos
en que creía que te desagradaba profundamente.

Cerró los ojos, avergonzada por como lo había tratado en el pasado. Pero había
sido tan difícil confiar en alguien, incluso en Cain.

— Tenía que protegerme. Y era doloroso estar a tu alrededor, pensando que no


significaba nada para ti.

Cain presionó pequeños besos en su cara. — ¿Entonces, por eso eras tan fría
conmigo?

— No era fría, — protestó Faye.

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— Lo eras. Creo que voy a tener que castigarte por eso. Después de todo, nadie
trata mal al rey y se sale con la suya.

— ¿Cómo? — Casi se atragantó con la palabra, cuando las caderas de Cain


condujeron su miembro profundo dentro de ella, repitiendo el mismo movimiento una
y otra vez.

— Ese es el castigo, — anunció, su aliento rebotando contra sus labios.

— Si ese es el castigo, entonces no lo estás haciendo bien.

— Respuesta equivocada, mi amor, — contestó antes de capturar sus labios y


ahogarla en un apasionado beso que le robó no solo el aliento sino la habilidad para
pensar.

Todo lo que pudo hacer fue responderle de la manera en que su cuerpo dictaba.
Sus manos se deslizaron por su firme trasero, donde sus dedos se enterraron en su carne
para forzarlo más profundo dentro de ella, mientras sus piernas se envolvían alrededor
de sus muslos. Cain gimió y soltó su boca sólo para posar sus labios en su cuello para
besarla donde su pulso golpeaba como un violento tambor.

Un colmillo raspó contra su piel, y ella se estremeció involuntariamente.

— Oh Dios, Faye, te necesito. — Sus palabras vibraron contra su carne caliente.

Su boca se abrió más amplia, y sabía lo que él quería. Su sangre. A pesar del
hecho de que la sangre de un vampiro no daba alimentación; sólo la sangre humano lo
hacía. Pero la mordida aumentaría su placer, tanto el de él como el suyo. Sabía eso,
aunque jamás lo había experimentado. Cain siempre se había contenido hasta ahora,
pero hoy estaba diferente. Como si haberle confesado que la había amado todo este
tiempo los hubiera acercado.

— Muérdeme, — murmuró su consentimiento. — Bebe mi sangre.

Un profundo gruñido salió de su pecho, un sonido más como de una bestia que
de un hombre. Su lado vampiro estaba saliendo ahora. Por un momento, él levantó su

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cabeza y la miró. Sus ojos brillaban rojos y sus colmillos estaban completamente
extendidos. Largos y afilados. Mortales. Nunca había lucido tan majestuoso como
ahora.

La excitación se disparó por su cuerpo. El vampiro más poderoso conocido la


amaba y quería hacerla suya.

— Eres todo para mí, — dijo Cain y bajo sus labios hasta su pulso.

Sus colmillos perforaron su piel, enviando una descarga de adrenalina a través de


su cuerpo. Mientras los introducía más profundamente en su cuello e iba hasta la vena,
ella tembló, sin estar lista para las sensaciones que se apoderaron de su cuerpo.

Las caderas de Cain se movieron implacablemente, su polla llenando su apretado


canal y extendiéndola, su pelvis frotándose contra su clítoris con cada embestida. Esas
acciones por si solas la llevarían a un clímax monumental, pero sentir sus colmillos en
su cuello hizo todo más electrizante. Su cuerpo entero parecía arder, las llamas dentro
de ella amenazando con incinerarla, aun así no podía detenerse, no tenía la voluntad
para apagar el fuego dentro de ella.

Sintió el poder de Cain dentro de ella. Lo sintió queriéndose compartir con ella,
probarle su amor. Se movieron sincronizados como si hubieran sido amantes por siglos
cuando sólo eran desde hace un par de semanas. Todo era nuevo, aunque familiar. El
aroma del limpio sudor de Cain llenó sus fosas nasales e hizo que se le contrajera el
vientre. Nunca había querido a un hombre tanto como había querido a Cain. Nunca se
había atrevido a pensar que podría encontrar semejante felicidad después de todo lo que
había pasado.

— Te amo, — ella murmuró.

Las palabras parecieron estimularlo, porque sus movimientos se volvieron más


frenéticos, más rápidos y duros, mientras la embestía con tanta fuerza que de haber sido
humano, la hubiera matado. Pero su cuerpo vampiro agradecía su ferocidad con una
bestialidad por sí mismo.

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Sus dedos se convirtieron en garras, sacando sangre donde fuera que se enterraran
en su carne. El olor llenó el cuarto y se combinó con el aroma de su propia sangre.
Mezclándose con el perfume de hacer el acto de amor, era un poderoso afrodisiaco
contra el que no podía pelear más. Su cuerpo explotó, olas de placer girando sobre ella,
cuando sintió el espasmo de la polla de Cain dentro de ella.

Él sacó los colmillos de su cuello y gruñó mientras se corría, disparando su


semilla dentro de ella.

— ¡Dios!

Una y otra vez, condujo su miembro como el acero dentro de ella, hasta que
finalmente se detuvo y colocó sus labios de nuevo sobre su cuello. Sintió su lengua
lamiendo el punto donde había succionado su sangre. El cariño con que besó su piel
ahora parecía ser todo lo contrario al hombre salvaje que le había hecho el amor unos
momentos antes.

Cain levantó su cabeza y miró a sus ojos. El color dorado marrón había vuelto a
sus irises.

— Te amor, Faye. No me hagas esperar mucho más.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Tampoco quería esperar mucho. Ahora sabía
que ambos estaban listo, listos para unirse en un vínculo de sangre el uno con el otro.
Estaba lista para unirse al único hombre que podría hacerla feliz y alejar los dolorosos
recuerdos del pasado. El único vampiro al que podría confiarle su corazón.

Faye separó los labios, lista para informarle su decisión, cuando un ruido de la
mesa de noche la interrumpió.

Cain giró su cabeza y miró su celular. Su apuesto rostro casi al instante frunció
el ceño, antes de salirse de ella y sentarse. Tomó el teléfono y pasó su dedo sobre él.

— ¡Mierda! — Siseó un momento después.

Una alarma, se levantó. — ¿Qué pasó?

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Él la miró de reojo.

— Tengo que encargarme de esto. — Saltó de la cama y tomó sus ropas, a los
asuntos ahora. El apasionado amante de momentos antes se había ido, siendo
reemplazado por el hombre que estaba casado con el trabajo.

Con su corazón latiendo, Faye lo miró mientras se vestía apresuradamente.

— Dime que pasó.

Cuando la miró, ella saltó ante la mirada salvaje en sus ojos.

— Alguien va a perder su cabeza esta noche.

Cain salió como un rayo hacia la puerta.

— ¡Espera! ¡Cain!

Pero él salió, azotando la puerta tras él. El sonido hizo eco vibrando por su
cuerpo, haciéndola temblara, mientras que el celular que había dejado colocado en el
borde de la mesa de noche cayó al suelo.

Algo estaba mal.

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Capítulo Once

Cain cerró la puerta de la cabaña tras él y miró a sus colegas. Ellos aún estaban
allí: Thomas, Eddie, Haven, Blake y Wesley.

— ¿Dónde está John? — Preguntó Thomas de inmediato, mirando tras Cain.

Cain se pasó una mano por su cabello corto. ¿John lo había traicionado?

— No lo sé. Esperaba que estuviera acá con ustedes.

— Pero se fue contigo, — intercedió Haven.

— Cuando entré al palacio a través de los túneles, se suponía que iba a esperar
por mí allí, pero cuando salí, no estaba.

— ¡Mierda! — Maldijo Thomas. — ¿Has intentado llamarlo?

— Va directo a correo de voz.

— ¿Crees que le advirtió al palacio que ibas?

— Tenemos que suponer eso, — admitió Cain.

— No tiene sentido, — replicó Eddie. — ¿Por qué mostrarte los túneles para
entrar al palacio, burlando la seguridad que tienen, y luego alertarlos de tu presencia?

— ¿Qué estas sugiriendo? — Preguntó Cain, mirando al motociclista rubio.

— ¿Qué si alguien lo atrapó?

Cain negó con la cabeza.

— Las únicas personas que sabemos sobre los túneles somos él y yo. Nadie
hubiera sido capaz de hallarlo allí.

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— Eso no lo sabes, — insistió Eddie. — Lo único que tienes es su palabra de que
ustedes dos son los únicos que saben de los túneles. Debemos asumir que mintió.

— Estoy de acuerdo, — dijo Haven. — En cualquier caso, ya sea que John te


traicionó o si fue atrapado por alguien, el palacio tal vez ya sabe que estas aquí. Lo que
no nos da mucho tiempo. Si quien sea que haya planeado tu asesinato todavía está en el
palacio, estará listo para pelear cuando regreses. No les demos tiempo para montar un
ataque. Tenemos que entrar ahora mientras aún tenemos el elemento sorpresa.
¿Hablaste con Faye?

Cain negó con la cabeza.

— No estaba sola. No podía arriesgarme. Sin embargo, ahora estoy seguro de


que soy el rey. Reconocí mi entorno por los sueños.

Haven asintió.

Cuando hizo su petición a Samson de hombre para corroborar la historia de John,


Cain le había informado a su jefe sobre los sueños que había estado teniendo. Sin detalles
por supuesto, sólo lo que Samson necesitaba saber, que la mujer en la pintura que John
había presentado era la misma mujer que la de sus sueños.

— Tienes razón, — Cain le dijo a Haven. — No podemos permitir que monten


una ofensiva. Tenemos que entrar ahora. Pero nos separaremos.

— ¡No! — Protestó Thomas. — Iremos todos juntos. Necesitas tanta protección


como sea posible. No tenemos ni idea de con cuantos vampiros vamos a estar lidiando,
y que tan hostiles son.

— Eso no es inteligente. Dos de nosotros estaremos atrás, — ordenó Cain, firme


en su decisión. — Eddie y Blake no entraran a las tierras del palacio.

Thomas miró a su compañero, luego apretó los dientes.

— ¿Por qué ellos?

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— Porque Eddie es tu compañero. Si algo pasa allá dentro y somos incapaces de
usar celulares para comunicarnos, tú aún puedes transmitir que necesitamos ayuda con
su lazo telepático. Y nadie en el palacio se dará cuenta.

Lentamente Thomas asintió.

— Bien.

— Sí, pero eso aún no explica porque yo debo quedarme atrás. Quiero ir. — Blake
se quejó y apuntó a Wesley. — ¿Por qué él si va?

Cain colocó una mano en su hombro, sabiendo que tenía que aplacar a Blake con
algo para que así no se sintiera excluido.

— Te necesito aquí afuera con Eddie. Ambos van a buscar por John. Si lo
encontramos en el palacio, Thomas le enviara un mensaje a Eddie, pero ni no está allí,
necesitamos saber qué pasó con él. Confío en ti para eso. Serás capaz de ir a lugares a
los que Eddie no.

El pecho de Blake se infló, una sonrisa de orgullo se formó en sus labios.

— Puedes contar conmigo.

Que fácil era manipular a un humano joven. Cain casi se sintió un poco culpable,
aunque sabía que era lo mejor. No tenía idea como se tomaría su clan la presencia de un
humano. ¿Lo atacaría por qué lo veían como un enemigo? En cualquier caso, Cain no
necesita el problema adicional de proteger a un humano cuyas habilidades de pelea eran
inferiores que las de esos vampiros. Wesley tendría mayor oportunidad enfrentando
cualquier vampiro enemigo, ellos olerían que es un brujo y serian cuidadosos para
acercársele, temiendo que pudiera emplear un hechizo contra el que ni siquiera un
vampiro tuviera protección. No tenía manera de saber que la magia de Wesley era débil.
La percepción lo era todo, lo que llevaba a otro punto: la pérdida de memoria de Cain.

— Otra cosa, — Cain ahora advirtió a sus colegas. — La única manera de que
los guardias de afuera nos dejen entrar al palacio, es que estén seguros de quien soy. No
puede caber ninguna duda en sus cabezas cuando nos acerquemos. Cuando estemos

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cerca de ellos, necesitan dirigirse a mí como su majestad. Cuento con que ellos me
reconozcan, pero debemos asegurarnos que nadie sospeche que tengo amnesia. Si lo
hacen, debilitara mi posición y puedo jugar a favor de las manos del asesino.

— Entendido, — dijo Haven, luego se rascó la cabeza. — ¿Pero cómo vas a


explicar porque estuviste fuera por un año? deben preguntarse qué sucedió.

Cain ya había pensado en eso en su regreso de los túneles.

— No te preocupes. Tengo una historia para eso también. Te la contaré en el


camino, entonces sabrás que decir. — Hizo un gesto hacia la puerta tras él. — Vamos.
Es casi una hora y media de camino hasta el palacio.

Mientras se giró hacia la puerta, notó a Thomas atrayendo a Eddie para un


abrazo y un beso.

— Cuidado, — dijo Eddie y pasó una mano por el cabello de Thomas.

Thomas le guiñó un ojo. — Tú me conoces.

Eddie rodó los ojos. — Eso es exactamente por lo que lo digo.

Cain abrió la puerta y fue hacia afuera, inhalando el húmedo aire de la noche.
Ningún olor extraño llegó hasta él, indicándole que ningún otro vampiro estaba a los
alrededores. John no había regresado hasta ahora.

Mientras Cain marchaba al frente, sus colegas lo siguieron a través del terreno
boscoso, esperaba que no se hubiera equivocado con el vampiro que decía ser su fiel
guardia. Había sonado muy honesto cuando había hablado sobre el pasado de Cain, y
muy arrepentido por haberle fallado. ¿John le había fallado de nuevo?

Mentalmente Cain se preparó para retomar a su antigua vida. Su corazón latió


en su pecho y por primera vez en su vida se sintió nervioso.

— ¿Qué estás pensando?

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Cain giró el rostro hacia Thomas, quien caminaba a su lado, mientras los dos
hermanos caminaban tras ellos.

— Sólo espero que John no nos haya traicionado. Por nuestro bien.

Thomas asintió gravemente. — Todo aún parece irreal. Como sabes, confirmé la
información que me diste cuando te uniste a los Scanguards, pero no pude encontrar
nada sobre ti. Nadie en Scanguards ha escuchado alguna vez de este clan y un rey. Me
temo que tenemos ni idea a que nos estamos enfrentando.

— Ya lo sé. Sin embargo, ahora soy el rey. No puedo ignorar ese sentimiento. —
Ni el hecho que había reconocido a Faye de sus sueños y verla en brazos de Abel le había
producido un choque de intensos celos. — La mujer que reclama ser mi prometida…
— dudó.

— No tienes que decirlo. La reconociste. Ella es la única razón por la Samson


autorizó esta excursión. Él habló con Dr. Drake.

Cain levantó una ceja. — ¿Qué tuvo que ver ese psiquiatra con esto?

— Drake cree que el que estés soñando con ella es una señal de que tu memoria
está regresando.

Cain se encogió de hombros. Había pensado lo mismo, pero había intentado no


alentar muchos sus esperanzas por miedo a defraudarse de nuevo. — ¿Y por eso fue qué
Samson estuvo de acuerdo en darme un par de hombres para ver las cosas?

Thomas se rio. — Eso y el hecho de que Samson tiene un gran corazón suave y
quiere darte la oportunidad de reclamar a la mujer que amas, si de hecho eres el rey y
ella es tu prometida.

Cain no supo que contestar. Él no era alguien de compartir lo que había en su


corazón. Una pregunta lo burlaba: ¿podía un hombre sin recuerdos amar a alguien del
pasado a quien no recordaba?

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— Estoy agradecido con Samson, — dijo al fin. — Y con todos ustedes por
apoyarme. Espero que no lo lamenten.

— También lo espero.

El resto del camino, Cain comunicó su plan sobre lo que debían decir a Abel y al
resto del palacio acerca de porque había estado lejos. Una vez estuvo satisfecho con que
todos supieran que decir, continuaron caminando en silencio, preparándose
mentalmente a ellos mismos.

Los pensamientos de Cain vagaron a Faye. La decepción barriendo en él. Ella no


había esperado por él. En cambio, había tomado otro amante, Abel, el hombre que
pronto seria rey.

John había explicado que la coronación tendría lugar pronto, y Cain había
encontrado extraño que tanto tiempo hubiera pasado entre la muerte de un rey y la
coronación de otro. Pero este hecho jugaba a su ventaja ahora. Quería decir que Abel
aún no era rey y Cain podría tomar su trono regresando al clan antes de la coronación
del nuevo rey. Era tan simple como eso.

Recuperar a su prometida podría ser más difícil.

— ¡Emboscada! — De repente Haven gritó tras él.

Tan pronto como Haven sonó la alarma, varios hombres salieron de los
matorrales y cargaron contra ellos. No había equivocación sobre lo que eran: vampiros
que protegían el perímetro del palacio en que el Cain y sus compañeros debían haber
atravesado.

Un atacante ya había saltado sobre Wesley, y Haven estaba peleando para


alejarlo de su hermano, estrellando un puño en la cara del vampiro. Otros dos vampiros
enemigos salieron del otro lado y comenzaron una pelea con Thomas, quien hizo su
mejor esfuerzo para defenderse de los golpes y patadas. Cain sacó su cuchillo de plata
de su vaina y cargó en la refriega cuando un sonido detrás de él lo hizo darse vuelta.

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Dos vampiros de gran tamaño corrieron hacia él, sus ojos brillando rojos,
colmillos extendidos. Sin esperar que lanzaran el primer golpe, Cain blandió su cuchillo
y se lanzó a la ofensiva, atacando a los dos vampiros. Cain sintió su cuerpo endurecerse
cuando pateó a uno de ellos en el estómago, luego se las arregló para cortar el brazo de
otro. Pero la herida que había infligido a su atacante lo puso más enojado. Un violento
gruñido salió de los labios del otro, sus colmillos brillando a la luz de la luna.

— No somos sus enemigos, somos…

Pero las palabras de Cain fueron interrumpidas por el segundo vampiro quien
ahora estaba estampando su puño en la barbilla de Cain, lanzando su cabeza a un lado.
Cain probó su propia sangre en su boca y escupió, mientras la mano que sostenía el
cuchillo se levantó en un intento de clavarlo en el pecho de su atacante. Pero el brazo
del vampiro lo bloqueó en el último segundo, por lo que Cain perdió el equilibrio en
terreno irregular. Se tambaleó, pero se contuvo, usando un la rama de un árbol para
catapultarse hacia los dos enemigos.

Gruñidos y gritos vinieron de sus colegas mientras la desigual batalla continuaba.

— ¡No! — Haven gritó de repente.

Cain giró su cabeza hacia donde su amigo y lo vio peleando ahora con dos
vampiros. Uno de ellos tenía agarrado a Wesley en una llave, y la cara del hechicero
estaba roja, sus manos tratando de sacar el brazo de su atacante de él, mientras jadeaba
por aire.

— ¡Suéltalo! — Gritó Cain la orden. — ¡Te lo ordeno como tu rey!

La cabeza del vampiro se levantó, sus ojos clavándose en Cain, la incredulidad


esparciéndose en ellos como el fuego. Sus labios se movieron, pronunciando un Oh mi
Dios sin sonido cuando Cain sintió un golpe en su cabeza que lo golpeó contra un árbol.
Al momento siguiente, unos músculos brazos lo rodearon y una mano sosteniendo
empuñada fue hacia él.

¡Mierda!

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— ¡Alto! — Una voz de mando hizo eco en la oscuridad, haciendo detener a su
atacante a medio camino, justo cuando la mano de Cain subió para bloquear el golpe.

De reojo, Cain vio que el vampiro que había tenido en una llave a Wesley lo
había soltado y ahora se apresuraba hacia Cain y el vampiro a toda velocidad.

El vampiro, que era claramente el líder, alejó al atacante lejos de Cain y cayó de
rodilla, inclinándose.

— Su majestad. Pensamos que estaba muerto.

Cain soltó el aire aliviado.

— También yo.

Su mirada vagó a sus amigos. Estaban bien. Los vampiros que los habían atacado ahora
estaban inclinados ante Cain.

Thomas miró de reojo en la dirección de Cain, un costado de su boca curvándose


hacia arriba.

— Supongo que es bueno ser rey, ¿eh?

Cain se apartó del árbol. La certeza de quien era lo lleno con una sensación de
poder y orgullo. Era Cain Montague, Rey de los vampiros de Luisiana.

— ¡Llévennos al palacio!

El vampiro miró hacia él, luego de reojo hacia Wesley, su boca girándose en
disgusto.

— ¿El brujo también?

Cain miró hacia él.

— Nadie lastimara un cabello de un cabeza o lo golpearé en un abrir y cerrar de


ojos.

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Capítulo Doce

Caminando tras el vampiro que lo había reconocido a tiempo, Cain se aproximó


a la extensa propiedad localizada en una larga pradera y rodeada por un bosque. Cain
no le había preguntado el nombre al tipo, sin querer alertarlo de su falta de memoria.
Los otros guardias hicieron su punto quedándose tan lejos de Wesley como pudieron.
Claramente no confiaban en un brujo.

Cain miró los alrededores. Un amplio camino flanqueado por robles cubiertos de
musgo español llevaban a una majestuosa mansión con columnas blancas, un porche, y
balcones en los pisos superiores. Sin duda, esto había sido una plantación alguna vez, y
las cabañas que estaban alrededor de la propiedad habían sido las casas de los esclavos
años atrás. Durante el vuelo a Nueva Orleans, John le había dado un pequeño resumen
sobre como la finca y la casa lucía, aunque Cain no había esperado que fuera tan grande.

El orgullo infló su pecho. Aunque ningún recuerdo salió al mirar alrededor, algo
dentro de él cambió. Un sentimiento de pertenencia se extendió en él, la misma clase de
emoción que había comenzado a sentir cuanto más se había acercado a sus hermanos
en Scanguards; sin embargo, la sensación ahora era más intensa. Este era su hogar.

Los dos vampiros de la guardia estacionados afuera de la entrada principal del


palacio miraron a Cain, sus bocas cayendo abiertas.

— ¿Qué hacen ahí parados como idiotas? ¡Abran la puerta para el rey! — Ordenó
el guía de Cain.

— ¡Sí, Marcus, por supuesto! — Uno de ellos contestó.

Cain tomó nota mental de su nombre.

Los dos vampiros se apuraron a seguir la orden, una de ellos abrió la puerta,
mientras el otro se movía de en medio para dejarlos pasar.

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Cain caminó al interior delante de Marcus, mientras a escondidas se
familiarizaba con su entorno. Se encontró en un gran salón en la entrada con una
escalera que guiaba a los pisos de arriba, puertas de habitaciones a la izquierda y derecha
y pasillos a cada lado de la escalera que llevaban a la parte trasera de la casa.

— Brujo! — Alguien gritó de repente.

Cain maldijo frustrado y se dio vuelta. Vio como uno de los dos guardias de la
casa saltó hacia Wesley, mientras Marcus intentaba bloquearlo. Los tres cayeron al
suelo.

Con la velocidad de vampiro Cain cruzó la distancia y tomó al atacante del


montón, agarrándolo por el cuello de su camisa, luego lo golpeó contra el marco de la
puerta, mostrándole sus colmillos.

— ¡El brujo está conmigo! Si lo lastimas, te haré polvo. — Luego se dirigió al


otro guardia de la puerta. — Eso también para ti.

El vampiro dejó caer su cabeza obediente. Cain soltó al guardia y lo puso de


nuevo en sus pies.

Mientras tanto, Marcus ayudaba a Wesley a levantarse. Wesley se quitó el polvo


de los pantalones se acomodó la camisa. Dio un paso hacia el vampiro que lo atacó.

— ¡Idiota! — gritó Wes.

El vampiro gruñó.

— ¡Basta, Wes! — Ordenó Cain.

Pero antes de que Cain pudiera decir algo más para reprender al brujo por ser tan
engreído, escuchó pasos de varias personas tras él.

La conmoción en la puerta obviamente había atraído la atención de los residentes


del palacio.

— ¿Qué demonios está pasando aquí? — Una voz autoritaria habló.

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Lentamente Cain se dio la vuelta para mirar al hombre que había hablado. El
vampiro estaba vestido con ropas caras de diseñador que le daban una imagen
sofisticada. Su cabello era oscuro, sus ojos marrones penetrantes, su cuerpo musculoso
más no fornido. Cain vio el parecido de inmediato. No tenía duda: este era Abel, su
hermano.

Abel se congeló, su mirada fija en Cain. Su barbilla cayó, su pecho se infló, y por
un momento nadie habló.

— Cain. — El saludo emitido en un suspiro tembloroso y lleno de incredulidad.


Abel dio un paso con duda hacia él. — Pero… creímos que estabas muerto. — Parpadeó,
pareciendo recomponerse. — ¡Hermano!

Abel cerró la distancia entre ellos. Al instante Thomas y Haven estuvieron al lado
de Cain, listo para interferir si era necesario. Cain hizo una señal para que
permanecieran al margen.

Abel miró a los dos y luego miró a Cain de nuevo.

— ¡Oh Dios, te extrañamos! — Él abrió sus brazos y atrajo a Cain en un abrazo.

Cain permaneció quieto hasta que al fin Abel dio un paso atrás soltándolo

— Abel, — lo saludó con frialdad.

— ¿Qué te pasó? — Preguntó Abel. — Todos creímos que habías sido asesinado.
¡Demonios, habían pruebas!

Cain asintió. — Lo sé. Maté a uno de los asesinos, pero los otros me tomaron
prisionero e hicieron parecer que estaba muerto.

Los ojos de su hermano se abrieron. — ¿Prisionero? ¿Quién te tomó? ¿Qué te


hicieron? — Él miró sospechosamente a Haven y Thomas, antes de dejar su mirada en
Wesley. Abel tomó aire visiblemente. — Que demo…

Cain levantó su mano. Esto ya estaba volviéndose aburrido. — Todos ellos están
conmigo. — Apuntó a sus amigos, presentándolos. — Este es Thomas, Haven, y

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Wesley. Los tres me ayudaron en mi escape del agujero donde me mantuvieron y
torturaron. Sin la magia de Wesley nunca habría sobrevivido. Nadie lastimara al brujo.

Las mentiras salieron de sus labios como agua en un río rápido. Enfatizando en
la brujería de Wesley y hacerlo lucir más poderoso de lo que en verdad era había sido
idea de Haven. Aseguraría que los vampiros no quisieran cruzarse y tener la ira del brujo
sobre sus cabezas.

Abel inclinó su cabeza hacia los hombres de Scanguards.

— Les doy las gracias por traer a mi hermano a casa. Considérense nuestros
invitados.

— Ellos no son mis invitados, son mis guardias, — le corrigió Cain a su hermano
con voz firme. Para restablecer el orden, tenía que asegurarse que Abel supiera quién
tenía el poder. No podía mostrar debilidad alguna, ni por un segundo.

Una expresión perpleja se extendió en el rostro de Abel.

— Pero tienes tus guardias aquí. — Apuntó hacia los hombres que lo habían
traído al palacio. — Seguramente no puedes querer que unos extraños te cuiden.

Cain entrecerró los ojos. — Los guardias reales me cuidaron antes, y mira lo que
sucedió: fui secuestrado bajo su guardia. Espero que no te moleste, mi querido hermano,
que haya escogido nuevos hermanos para cuidarme. — Miró hacia su hermano, sin
dejarle dudas de que sus palabras no significaban que estaba pidiendo permiso, sino para
dar una orden que esperaba fuera seguida sin cuestionar.

— Como desees, — dijo Abel al fin.

— Bien, entonces… — Cain se detuvo.

Un aroma de repente llegó hasta él. Era ligero, pero aun así hizo que su corazón
latiera irregular. Su cuerpo entero reaccionó a este porque, a diferencia de su mente, su
cuerpo reconocía el olor. Lo sintió en cada célula de su cuerpo.

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Lentamente Cain levantó su mirada a la parte de arriba de las escalas, hasta
donde ella estaba de pie. Faye usaba un colorido vestido de algodón con un patrón de
flores tropicales y varios tonos de verde, azul y rosado. La tela abrazaba su generoso
busto ampliándose más allá de su cintura de avispa para dejar espacio a sus caderas y
las piernas desnudas que estaban visibles justo bajo sus rodillas. Sus dedos se asomaban
en sus sandalias de tacón alto. No podía decir si usaba un sostén o si sus pechos eran
firmes naturalmente para tener tal forma atractiva. Aunque si podía confiar en sus
sueños, tenía la respuesta: en sus manos sus pechos habían tenido la perfecta
combinación entre suavidad y firmeza.

Tragándose la lujuria que rápidamente había salido, Cain se forzó a sí mismo a


permanecer de pie donde estaba. En cambio, movió la mirada hacia su rostro, donde sus
ojos lo miraban como si fuera un fantasma. Sus labios se separaron, e incluso desde
donde estaba pudo ver su pecho elevarse para tomar aire.

Faye estaba aún más hermosa de lo que había sido en sus sueños. Combinado
con el aroma que ahora se envolvía a su alrededor como un capullo, no sabía cómo
cualquier hombre, vampiro o no, tendría posibilidad de resistirse a ella. Sólo con mirarla
estaba perdido. Si caminaba hacia ella ahora, sus labios soltarían una confesión que no
estaba dispuesto a hacer. Nadie tenía permitido saber que sufría de amnesia. Ni siquiera
Faye.

Entonces suprimió la urgencia de correr escaleras arriba y traerla a sus brazos.


No podía permitirse hacer eso. Ciertamente no frente a Abel. Estaba comprometida con
Abel ahora, y hasta que tuviera oportunidad de hablar con Faye en privado para tener
una idea de sus sentimientos por su hermano no podía mostrarle a los residentes del
palacio lo que sentía. Tenía que continuar el teatro e interpretar al rey fuerte que no
perdería su compostura. John le había dicho en el viaje en avión que nunca había sido
de los que muestran emociones en público. Si lo hacía ahora, los vampiros mirándolo lo
verían extraño y seria sospechoso. Y él no podía darles a ellos ni a Abel razones para
creer que había cambiado o que no era quien pretendía ser.

Lanzó una última mirada a Faye, antes de asentir hacia ella rígidamente.

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— Faye. Qué bueno verte.

Las palabras simples hicieron que su corazón se apretara. ¿Entendería que por
muchas razones no podría ser más afectuoso en este momento?

Había amado a esta mujer una vez. No sólo John se lo había dicho, sino que Cain
lo había sentido en sus sueños. ¿Aún lo amaba ella? ¿O el años que habían pasado
separados había abierto una brecha entre ellos muy grande como para acercarlos de
nuevo? mirando ahora, sabiendo que no era un mero pedazo de su imaginación, no tenía
dudas de que podía enamorarse de nuevo de ella.

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Capítulo Trece

— Cain, — murmuró Faye en voz tan baja que probablemente no la había


escuchado.

Como un espejismo él estaba de pie en la entrada, varios de los guardias alrededor


de él, tres extraños a su lado. Pero ella no tenía ojos para nadie más que Cain.

Estaba vivo.

No podía creer lo que veía y parpadeó, pero cuando los abrió de nuevo, él estaba
aún ahí, de pie en el salón de la entrada del palacio como si nunca se hubiera ido. Su
aroma llegó hasta ella, confirmando que no era una alucinación, sino real: Cain, su rey
y amante.

Su saludo hizo eco en su mente de nuevo. Faye, que bueno verte.

Las palabras parecían tan distantes, irreales. Como si no fueran suyas. Como si
saludara a una extraña y no a la mujer que amaba.

¿Qué le había sucedido?

Demasiadas preguntas invadieron su mente, mareándola. No sabía que hacer


primero, que preguntar primero, que decir, como reaccionar. Todo lo que quería hacer
era arrojarse a sus brazos y sentir su corazón latir contra el suyo. Sentir sus labios
besándola y asegurándole que todo estaría bien ahora.

Sus pies la llevaron escaleras abajo, acercándola al hombre por el que se había
lamentado y había derramado lagrimas desde el día que se fue. Un par de pasos más y
estaría con él de nuevo.

— ¿No es maravilloso, Faye? ¡Mi hermano está vivo! — La voz de Abel de


repente penetró en ella.

Faye se congeló, sus pies se negaron a dar un paso más.

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¡Oh Dios! Había aceptado la propuesta de Abel no hacia menos de veinticuatro
horas. La desesperación la golpeó. ¿Por qué no había esperado un día más? ¿Qué haría
ahora? Sus ojos fueron de Cain a Abel. ¿Ya Abel le había dicho a su hermano que su
prometida estaba ahora comprometida con él? ¿Era por eso que Cain no había intentado
tomarla en sus brazos y besarla?

Su corazón corrió, su pulso golpeando en su garganta, quitándole la habilidad de


hablar. Quería regresar el tiempo, deshacer todo lo que había sucedido en las últimas
veinticuatro horas. Las lágrimas llenaron sus ojos. Deberían ser lágrimas de felicidad,
pero en cambio eran de arrepentimiento. Arrepentimiento por haberse renunciado a la
esperanza tan pronto. ¿Cómo podría perdonarse por eso?

— Cain, — susurró Faye otra vez.

Ahora sabía que sí la había escuchado. Sus ojos se encontraron con los suyos,
pero no podía leerlos, no podía ver el amor que le había profesado hace tanto tiempo.
¿Había dejado de amarla?

— ¿Qué sucedió? — Se escuchó preguntar.

— Fui mantenido prisionero, — respondió Cain, sin entender el verdadero


significado de su pregunta.

Ella no lo corrigió, sabiendo que no era el momento ni el lugar para hablar de su


relación. No frente a Abel quien los estaba mirando como un halcón.

— Pensamos que estabas muerto, — dijo en su lugar. — Lloramos por ti. — A


propósito no dijo yo lloré. No podía, sabiendo que se quebraría si revelaba la profundidad
de su tristeza.

— Ya estoy de vuelta. — Apuntó a los tres extraños. — Estos tres hombres me


ayudaron a escapar. Te presento a Thomas, Haven y Wesley. — Sus palabras eran frías
como si estuviera hablando con un extraño.

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Apenas ahora sintió el olor raro emanando del hombre que había presentado
como Wesley. Se inclinó más cerca. Él lucia como un humano, pero sabía que no lo era.
Era una criatura sobrenatural.

— Wesley es un brujo, pero no es nuestro enemigo, — dijo Cain, anticipándose


a su pregunta.

Aceptó sus palabras en silencio y asintió.

Cain se alejó de ella y se dirigió a Abel en cambio. — A mis hombres y a mí nos


gustaría acomodarnos. Necesito habitaciones para ellos.

— Claro, — Abel estuvo de acuerdo rápidamente. — Sugiero las habitaciones


de huéspedes en el tercer piso. Estas son…

— No las de huéspedes, — interrumpió Cain, su voz fría. — Los cuartos de los


guardias reales al lado de mi cuarto.

— Pero están ocupadas por tus guardias, — protestó Abel.

Cain hizo una seña hacia Haven, Thomas y Wesley.

— Estos son mis guardias personales ahora. Estarán a mi lado, protegiéndome.

Faye notó como la boca de Abel se apretó en una línea, disgustado que Cain no
estuviera de acuerdo con su sugerencia.

— Como desees. Me aseguraré que los guardias dejen los cuartos de inmediato.

— Bien. Luego envíame a John. Me gustaría hablar con él.

Abel se frotó la nuca. — Me temo que no he visto a John.

Cain levantó una ceja. — ¿John ya no es el líder de la guardia del rey?

— No, no, sí es, — su hermano se apresuró a decirle. — Pero desapareció hace


unos días. Nadie sabe dónde está.

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— ¡Encuéntralo! — Ordenó Cain. — Ahora llévanos a mis aposentos así
podemos hablar en privado. Hemos tenido un largo viaje y estamos ansiosos por
instalarnos antes de comenzar nuestra investigación.

— ¿Investigación? — Preguntó Faye sorprendida.

Cain giró su cabeza y la miró. — Sí, sobre cual miembro de la orden ordenó mi
secuestro.

Faye presionó una mano en su propio pecho. — Pero debes saber quién te
secuestró. Regresaste. Escapaste de ellos. Debes tener alguna idea.

— No es tan simple como eso. Las personas que me mantuvieron cautivo fueron
contratados por alguien. Cuando fui capaz de vencerlos con la ayuda de mis amigos
aquí, ningún sobrevivió, entonces no pude interrogarlos más.

Faye se estremeció involuntariamente ante el pensamiento de todo el peligro en


el que había estado Cain este tiempo mientras ella vivía una vida de lujo. — Merecían
morir por lo que te hicieron, — dijo.

Cain asintió con rigidez. — Así como la persona detrás de esto se lo merece.

Sin esperar por su reacción, él se dio vuelta y cruzó el salón de entrada.

— ¿Vienes, Abel? — Lo llamó por sobre su hombro.

Abel la miró a ella, luego giró y siguió a su hermano y a los tres extraños que lo
flanqueaban.

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Capítulo Catorce

Cain fue hacia las escaleras que llevaban a la parte baja del palacio, recordando
el dibujo que John había hecho para él en el avión para que así pudiera encontrar su
camino alrededor sin parecer que no pertenecía allí.

Aun sintiéndose tembloroso por el extraño intercambio con Faye, Cain empujó
los pensamientos a un lado por un momento. Primero, tenía que concentrarse en otra
cosas, lo más importante dejarle claro a su hermano que iba a reasumir su reinado de
inmediato.

Una suave luz iluminaba los corredores en el sótano del edificio, haciéndolo
parecer como si hubiera caminado dentro de un moderno hotel de cinco estrellas.
Cuando el corredor se dividió, un camino llevando a la derecha, y otro a la izquierda,
Cain dudó, tratando de recordar.

— ¿Pasa algo? — Preguntó Abel.

— Se siente raro estar en casa de nuevo, — dijo Cain. — ¿Por qué no llevas a mis
amigos a sus habitaciones mientras me tomó un momento?

Su hermano le lanzó una mirada extraña, pero asintió e indicó a sus amigos de
Scanguards que lo siguieran por el corredor a la izquierda. Cain esperó unos minutos
antes de seguirlos. Sabía que habría muchos momentos como este donde tendría que
emplear alguna treta para cubrir su amnesia.

Cuando llegó a las sólidas puertas dobles que Abel había abierto, Cain miró al
interior del gran vestíbulo, que parecía el área de recepción VIP de un exclusivo resort.
Las paredes estaban pintadas de rojo y adornadas con pinturas costosas. Reconoció un
Matisse y un Monet y no tenía duda de que eran genuinos. Un arreglo floral dominaba
la gran mesa en el centro del cuarto.

Había tres puertas.

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Miró mientras Abel apuntaba a una de las de la izquierda y luego se dirigía a
Thomas.

— El líder de la guardia del rey ocupa este cuarto, el segundo al mando el cuarto
a la derecha.

— ¿Y la del medio? — Preguntó Thomas.

La mirada de Abel vagó hasta donde Cain estaba de pie.

— La habitación real. Pero debería dejar que mi hermano les mostrara los
alrededores. Después de todo, este es su territorio.

Cain entró. — Luego. Primero, necesitamos hablar del trono.

Abel dio un paso hacia la puerta de la habitación real, moviéndose para abrirla.
Cain lo detuvo.

— Con mis guardias presentes.

Abel se dio vuelta. — Seguramente, no quieres hablar asuntos confidencias en


frente de tus guardias.

— No tengo secretos para ellos. De hecho, creo que muchos secretos pudieron
haber contribuido con mi secuestro. Y no tengo intención de que lo mismo suceda dos
veces.

— ¿Qué estás diciendo, hermano?

— Estoy diciendo que quiero que las cosas se sepan. Entiendo que habrías sido
coronado como rey en una semana, si no regresaba. Debes estar decepcionado.

Abel sacudió la cabeza, soltando el aire. — ¿Decepcionado? Cain, como bien


recuerdas, estuve decepcionado cuando el clan te eligió a ti como el nuevo rey en lugar
de a mí, ¿aunque lo habíamos planeado de otra forma, no? Sin embargo, estuve a tu lado
y tome el rol que quisiste que asumiera. ¿No te he servido bien?

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Cain inclinó su cabeza, permaneciendo impasible, sin dejarle saber que no tenía
ni idea de que plan estaban hablando Abel. ¿Qué habían planeado?

— Sin importar cuales fueran mis esperanzas, estoy muy feliz de encontrarte con
vida y bien. La corona es tuya. Siempre lo ha sido. En cuanto a Faye…

Manteniendo su rostro estoico, Cain no mostró que ya suponía lo que Abel quería
decirle.

— ¿Qué pasa con Faye?

Abel miró a Thomas, Haven y Wesley quienes estaban de pie mirando el


intercambio en silencio.

— ¿Estás seguro de que quieres que hable de asuntos personales en frente de tus
hombres?

— Habla.

Abel cambió su peso de un pie al otro.

— Bien, sería mejor que lo escucharas de mi parte, antes de que los rumores se
extiendan. Faye y yo estamos comprometidos.

Su hermano se detuvo, esperando claramente la reacción de Cain. Cain hizo lo


propio, fingiendo sorpresa.

Abel levantó la mano.

— Debes entender. Ella te lloró; todos lo hicimos. No teníamos idea de que aún
estabas vivo todo este tiempo. Estaba sola y buscando consuelo. Y por supuesto sabes
que la posición en que estaba era una temporal. Ella sabía que iba a perder su hogar, sus
privilegios, todo, una vez que fuera coronado rey. No puedes culparla. — Se pasó una
mano por el cabello.

— ¿Culparla por qué? — Gruñó Cain, sin gustarle la dirección que la


conversación tomaba. ¿Qué estaba tratando de decirle Abel?

97
— Escucha, Cain, en serio no debería ser quien te dijera esto. Déjala que sea ella
quien te explique.

Cain dio un par de pasos hacia su hermano, mostrándole los dientes.

— ¿Culparla por qué? — Repitió.

— Demonios, Cain, no me hagas decirlo. Estoy seguro, que muy en el interior es


una buena mujer, pero…

Cain agarró a su hermano de la camisa. — ¿Pero qué?

— Soy sólo un hombre. No tengo defensas contra una mujer como ella. Sabes
que ella puede seducir a quien sea que quiera. — Los ojos de Abel lo perforaron. —
Demonios, ¿tengo que deletreártelo? Ella se me lanzó una vez fue claro que sería el
próximo rey. Quiere ser reina, sin importar que. Y como tonto que soy, no pude
resistirme. Hacerle el amor a una mujer como ella… — Dejó la frase colgando en el
cuarto.

Las manos de Cain se empuñaron. Su hermano le había hecho el amor a la mujer


que era todo para Cain. Los celos alzaron su fea cabeza de nuevo, arrojando una lanza
a su corazón y haciéndolo sangrar. Faye había sido quien había hecho una jugada por
Abel para así ser reina después de todo. ¿Eso quería decir que la razón por la que quería
casarse con él, con Cain, no eran porqué lo amaba sino porque quería estar en el trono
junto a él? ¿Cómo podría haber confiado en una mujer como esa?

Con una maldición, soltó a Cain y se apartó de él.

— Es tarde. El sol saldrá en una hora. Discutiremos los asuntos de la corte esta
noche. Déjanos ahora.

Sólo cuando escuchó las puertas dobles cerrarse tras su hermano y sus pasos
alejarse Cain se giró hacia sus amigos.

— Deberías escuchar su versión primero, antes de tomar decisiones apresuradas,


— dijo Thomas. — Tu hermano tiene suficientes razones para hacerte dudar de ella. No

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sólo has regresado para tomar el trono que iba a ser suyo, sino que también para tomar
a la mujer de la que muy probable este enamorado. ¿No recurrirías a trucos sucios para
al menos mantener una de esas cosas para si mismo?

Thomas tenía un punto. Y si Cain estuviera dominado por la lógica ahora, lo


admitiría. Pero incluso si Thomas tenía razón, eso aún no cambiaba algo.

— Mi hermano durmió con mi prometida.

Haven dio un paso adelante. — Oye, no hagas eso. ¡Dormiste con muchas
mujeres durante el último año! Entonces no la juzgues.

Cain lo miró. — ¡Tenia amnesia! ¿Cuál es su excusa?

Haven fue cara a cara con él. — Creyó que estabas muerto. ¡Esa es su excusa!
Entonces supéralo y deja el maldito ego masculino en la puerta. ¡Piensa un momento!
¿No viste la manera en que te miró cuando te vio?

Cain apartó la mirada, evitando los ojos de Haven.

— ¿Cómo me miró? — Para Cain ella había lucido incrédula, como si no supiera
que sentir. Y como si no supiera si estar feliz o no de verlo.

Thomas de repente lo golpeó en un hombro. — No me había dado cuenta que


ser rey incluía ser ciego.

Cain lo miró. — ¿Estás bromeando con esto? ¿Has perdido la cabeza?

— No lo he hecho, pero creo que tú sí. Se racional por un momento. No puedes


creer nada de lo que por aquí te digan. Toma eso como un hecho. Te va tomar un tiempo
saber en quien puedes confiar.

Cain se forzó a calmar su respiración y el latido de su corazón.

— Lo sé. Procederemos como dijimos: mañana comenzaremos a interrogar a los


miembros de la guardia real. Cada uno por separado. Tenemos que saber quién es leal a
mí.

99
— Sabes, sobre Faye… — intervino Wesley.

Cain miró al brujo.

— No quiero hablar de ella ahora.

— Estaba pensando, tal vez podría intentar lanzar una poción de la verdad o algo,
—sugirió Wes.

Haven golpeó a su hermano en la parte posterior de la cabeza.

— ¿Qué? — Se quejó Wes, frotando su cabeza.

— No vas a empezar a lanzar estúpidas pociones que probablemente ni siquiera


vayan a funcionar y que en cambio terminen volando algo.

— ¡Pesimista!

— ¡Prefiero ser un pesimista vivo que un optimista muerto! — respondió Haven.

Cain se giró a Thomas, ignorando el ceño de Wesley.

— Contacte con Eddie y Blake para ver si tienen alguna pista sobre John. Desde
que no ha aparecido por el palacio, al menos podemos asumir que no volvió aquí para
advertir a nadie de nuestra llegada o el hecho de que tengo amnesia. Tenemos que
encontrarlo.

— Hablaré con Eddie en un momento.

— Bien. Descansen un poco. Todos. Tenemos una larga noche esperando.

— ¿Quieres que alguno de nosotros monte guardia? — Preguntó Thomas.

— No será necesario. Dormiré con una estaca bajo mi almohada.

Cain se giró hacia la puerta de en medio y la abrió. Instintivamente alcanzó el


interruptor de la luz junto a la puerta y lo presionó. Luego cerró la gran puerta tras él,
apagando los sonidos del vestíbulo. Apenas y pudo escuchar las puertas cerrándose de
los otros dos cuartos, que bien aislada estaba la habitación.

100
Cain miró alrededor. Este era el cuarto de sus sueños. Le había hecho el amor a
Faye aquí. Había experimentado el éxtasis aquí. En la elegante cama verdaderamente
digna de un rey, había dormido con Faye en sus brazos. Recordó muchos de los sueños
que había tenido en los últimos meses. Muchos habían tenido lugar en este cuarto. Y
ella había estado en cada uno de ellos, siempre tomando el centro de la escena, siempre
en sus brazos.

Pero esta noche, estaría solo. Porque Faye se había entregado a otro hombre, y ahora
Cain no podía más que sentir ira por eso. Si iba ahora mismo a interrogarla, no sabría
que podría hacer. Era mejor dejar esa tarea para después, cuando se hubiera calmado lo
suficiente y pudiera dejar que la lógica lo controlara en lugar de los celos.

101
Capítulo Quince

Cain sabía que sólo había dormido una o dos horas antes de que un sonido lo
despertara. Silenciosamente deslizó su mano bajo la almohada y tocó la estaca de
madera, mientras continuaba sobre su costado, mirando la puerta. En realidad no había
esperado que el asesino hiciera un ataque con el regreso de Cain tan reciente, pero estaba
feliz de haber preparado a pesar de eso.

Enfocó sus ojos, ajustándolos a la oscuridad del cuarto. Pero incluso aunque su
visión de vampiro funcionada a la perfección, no vio a nadie viniendo por la puerta.
Continuo respirando regularmente así no alertaría a quien sea que fuera el atacante de
que estaba despierto, esperó. El sonido de pasos viniendo detrás de él donde la entrada
al pasaje de los túneles permanencia escondida parecía como si el intruso fuera descalzo.

Tendría que permitirle acercarse, antes de que pudiera saltar de la cama y atacar
a la persona que pretendía lastimarlo. Segundos tensos pasaron cuando el aroma llegó
hasta sus fosas nasales. Su corazón se detuvo y en el siguiente segundo se giró sobre el
otro lado, sacó su mano y agarró al intruso, mientras su otra mano presionó la estaca
contra un pecho jadeante.

— ¡Cain!

La había reconocido antes de que hablara, pero eso no lo había detenido de tirarla
contra la cama e inmovilizarla clavándola con su cuerpo. Sólo ahora que estaba seguro
que Faye no estaba armada quitó la estaca de su pecho y alcanzó la lámpara al lado de
la cama. Cuando la luz bañó la habitación con un suave resplandor, miró de nuevo hacia
ella.

— ¿Por qué me estás atacando? — Preguntó, una punzada de pánico en su voz,


mientras sus ojos miraban la estaca que él sostenía.

En lugar de contestar, él le preguntó. — ¿Cómo entraste?

102
Ella lo miró desconcertada. — A través del pasaje secreto.

Entonces sí sabía sobre los túneles. ¿Le había contado él mismo o se había
enterado por su cuenta? ¿Había confiado en ella tanto como para confiarle este secreto?

— ¿Por qué estás aquí?

Por la manera en que estaba vestida, ya suponía la respuesta. Sólo una bata de
seda fina cubría su atractivo cuerpo. Lo sintió frotarse contra su torso desnudo. Mucho
más abajo, sus piernas desnudas se deslizaron contra las de ella, y el contacto piel con
piel calentó su cuerpo. En pocos segundos, su polla estaría tan dura como una barra de
acero si no se separaba de ella en este instante. Desafortunadamente, no podía ordenar
a su cuerpo que la soltara. En cambio, se quedó clavado a ella en el colchón, con una
mano rodeando su cintura, y la otra apoyada junto a su cabeza, aun sosteniendo la
estaca.

— Necesito hablar contigo, — presionó ella.

— ¿Hablar, eh? — Sacudió la cabeza. — No me parece a mí que estés aquí para


hablar. — Le dio una mirada apreciativa a su atuendo. Si quería hablar, estaba usando
la ropa equivocada. Ningún hombre con sangre en las venas podría escuchar nada de lo
que ella dijera, mientras sus ojos estuvieran ocupados devorando las curvas tentadoras
bajo la delgada tela.

— ¿Por qué me tratas así?

— ¿Cómo te estoy tratando?

Faye miró hacia otro lado como si no soportara mirarlo.

—— Entonces lo sabes. Él te lo dijo. — Un suspiro audible dejó su pecho. —


Quería ser quien te lo explicara antes de que lo escucharas de alguien más. Por eso estoy
aquí.

103
— Entonces explica. — Cain soltó la estaca para tomar su barbilla y girar su
rostro hacia él. Dios, era hermosa, su rostro era suave como el de una muñeca preciosa.
— Y mírame mientras lo haces.

— Mi mundo entero se derrumbó cuando moriste. Cada día recé por un milagro,
recé por despertar de esta pesadilla. Pero te habías ido.

Un brillo húmedo se formó en sus ojos, y Cain tuvo que frenarse para no
consolarla y besarla para quitarle la tristeza.

— Mi amor por ti nunca murió. — Su mano se levantó, pero antes de que tocara
su mejilla, él tomó su muñeca y colocó su brazo abajo.

— ¡Y aun así te entregaste a mi hermano! ¡Para poder ser reina! — Gruñó Cain.
— ¡Tu tiempo de luto ni siquiera había acabado, y ya estabas con él! ¡Como si nunca
hubiera existido! ¿Cómo crees que eso me hace sentir, Faye?

Puros celos calientes irradiaban de todo su cuerpo. Sus colmillos picaban por un
mordisco y no los detuvo de descender.

Faye se estremeció. — No lo amo. Nunca podre amar a otro hombre más que a
ti.

Deseaba poder creerle sus palabras. Pero no conocía a Faye, no tenía idea de lo
que era capaz, que tan lejos podía ir para obtener lo que quería.

— ¡Maldición, Faye! Entonces si no lo amas, ¿por qué te vas a casar con él? —
Cerró sus parpados, decepcionado. Una parte de la rabia había dejado su voz. Quería
entenderla, entender por qué había elegido a Abel. — ¿Para poder ser reina? — Sacudió
la cabeza, su corazón dolía ahora, su voz quebrándose. — ¿Eso es todo lo que quieres?
¿Es por eso que estás aquí ahora? ¿Por qué sabes que Abel no será rey ahora? ¿Por qué
yo soy el rey? ¿Es por eso que me quieres de regreso?

Una única lágrima rosada se deslizó por su mejilla, mientras presionaba los labios
juntos. En su siguiente respiración, un sollozo salió de su pecho.

104
— Tú dejaste de amarme.

No podía soportar verla así. Sus lágrimas partieron su corazón en dos.

— ¡Maldita sea! — Maldijo y hundió sus labios en los de ella antes de poder
detenerse.

Cain se tragó su jadeo de sorpresa y se sumergió entre sus labios separados. Faye
sabia tan pecaminosa como lucía. Supo al instante que ella era todo lo que había soñado.
Sus labios eran suaves y flexibles ante sus demandas, su cuerpo bajo él presionándose
contra el suyo en ruego silencioso. Demasiada hambre y necesidad emanaba de ella. El
pensamiento de sus deseos siendo dirigidos hacia él hizo que el vampiro dentro suyo
quisiera rugir y golpear su pecho como un simio mostrando superioridad.

Con un gruñido, profundizo su beso, azotando su lengua contra la de ella y una


prueba de dominación, mientras sus manos soltaban sus muñecas para explorar su
cuerpo. Sus dedos se arrastraron por sus hombros, luego pasaron por su pecho,
acariciando levemente sus costados, sin atreverse a tocar sus pechos todavía, por miedo
de que hubiera comenzado algo que no pudiera contenerse. Pero sus suaves gemidos lo
tentaban a olvidarse de toda preocupación, y tomar lo que tan claramente le ofrecía.

Como para remarcar la voluntad de someterse a él, las piernas de Faye se abrieron
aún más amplio, y de repente se encontró a sí mismo en el espacio entre ella. El duro
contorno de su miembro frotándose contra el centro de ella con sólo sus bóxers y la
delgada bata como barrera. Una barrera que no evitó que sintiera su calor y la humedad
que recubría su sexo.

Instintivamente él empujo contra su centro de placer, frotando su erección con


ella con infalible precisión.

Un jadeo salió de su boca mientras sus caderas se arqueaban en un esfuerzo por


aumentar la fricción que él le daba. Lo que estaba haciendo era una locura, pero no
podía parar. La idea de llevarla al éxtasis era muy tentadora para resistirla, la necesidad
de someterla a él en cada forma era urgente. El deseo de hacer temblar de placer a la
mujer en sus brazos guio su próxima acción.

105
Su lengua pasó pos sus dientes, lamiéndolos. La respuesta de Faye fue inmediata.
Sus colmillos crecieron, extendiéndose en toda su longitud, y las puntas de sus dedos se
enterraron en su espalda, acercándolo, mientras sus piernas se envolvían alrededor de
él, cruzando los tobillos tras su espalda.

Cain acompañó el siguiente empujé contra su clítoris y pasó su lengua sobre un


colmillo. Faye tembló bajo él, su corazón latiendo frenéticamente contra su pecho, su
respiración acelerándose en sus pulmones, mientras su pelvis chocándose contra la él
con más urgencia.

Podía sentir lo cerca que estaba, tan cerca como él. Ahora, el líquido pre seminal
estaba saliendo de la cabeza de su pene, y pocos segundos, se derramaría.

Cain arrancó sus labios de los de ella y bajó la cabeza a su cuello. Inhalando
profundamente, casi podía oler su sangre. Colocó los labios contra su pulso, temblando
ante las suaves vibraciones de la sangre apresurándose en sus venas.

— ¡Dime que aún me amas, Cain! — De repente le rogó.

Como si hubiera sido bañado con agua fría, se echó hacia atrás, soltándola. No
podía hacer semejante confesión, no podía decirle que la amaba. Apenas le había
conocido hace unas horas, no sabía nada de ella aparte que ponía su miembro más duro
de lo que jamás había estado. Ella hacía que quisiera tomarla y montarla hasta que
perdieran el sentido. Pero era lo suficiente sabio para saber que no era el amor lo que
causaba su reacción, sino lujuria.

No sabía si la amaba, o si la había amado. Y no podía mentirle sobre eso.

Cain se desenredó así mismo de ella y se sentó sobre sus talones.

Los ojos de Faye se abrieron mientras se sentaba.

— ¿Qué pasa?

Apartó su mirada de ella, lejos de la tentación que representaba, y bajó sus pies
de la cama.

106
— Tienes que irte. Estoy cansado del viaje.

Era una excusa, y ambos lo sabían. Pero lo que no podía decirle era que por
mucho que quisiera hacerle el amor ahora, no podía. Ella había aceptado la propuesta
de Abel. Aún era la mujer Abel. No podía confiar en sus afectos o motivos. Y no quería
ser amado por ella sólo porque era el rey.

Faye se bajó de la cama. Cuando miró hacia ella, notó que sus labios estaban
juntos apretados con fuerza. Evitó mirarlo.

Sin decir una palabra se dio hacia el intrincado trabajo de arte que adornaba la
pared y presionó los dedos de ambas mano en diferentes hendiduras, antes de dar un
paso atrás. La pared se abrió, revelando el pasaje detrás.

— Hablaremos esta noche, — dijo a sus espaldas, pero ella no contestó.

Un momento después, la abertura estuvo una vez más escondida por la escultura
y Cain estuvo solo.

107
Capítulo Dieciséis

Abel odiaba aventurarse durante el día, pero hoy no tenía otra opción. Aceleró el
motor de su Ferrari edición especial de color rojo. Estaba equipado con parabrisas y
ventanas de un impenetrable UV, lo que le permitía conducir durante el día de lo
contrario el sol lo hubiese quemado hasta convertirlo a cenizas.

Cuando dio vuelta saliendo hacia la carretera principal dirigiéndose hacia el sur,
aminoró la velocidad del coche y se preparó para entrar hacia la carretera de tierra llena
de baches que conduce hacia uno de los más famosos pantanos de Louisiana. Abel no
viene aquí a menudo, pero no obstante, conocía el camino. Algunos otros lo conocían.
Y él lo prefería de esa manera.

Aparcó el coche lo más cerca posible a la entrada principal, afuera de enorme y


una desvencijada cabaña entre los arbustos. Apagó el motor y se puso sus guantes antes
de sacar y ponerse la capucha de su sudadera negra sobre su cabeza y ponerse un par de
enormes lentes oscuros que lo hacían ver como uno de los Blues Brothers.

Abel abrió la puerta y salió, cerrando tras de sí, mientras se apresuraba hacia
puerta de la cabaña. Abrió esta de un tirón y entro, cerrándola detrás de él.

Dentro de la cabaña, una bombilla que colgaba del techo iluminaba la pequeña
construcción la cual contenía sólo dos habitaciones pequeñas: la sala y el área del
dormitorio con un pequeño lavabo, un refrigerador y un pequeño cuarto de baño en el
fondo. Las dos ventanas estaban cubiertas de madera contrachapada para evitar que
cualquier luz solar penetre.

Abel miró a su alrededor, encontrando que la cabaña estaba bastante concurrida.


En la enorme cama, la amante de John, Nicolette estaba esposada a la cabecera de metal,
y en sus pies, John estaba sentado, con las manos atadas por encima de su cabeza por
una cadena de plata que colgaba de un gancho en el techo, su cabeza estaba sobre su
pecho. Restos de sangre ensuciaban su camisa.

108
Baltimore se sentó en la mesa de madera, apuñalando varias veces el cuchillo en
la superficie, obviamente aburrido con su función como guardia de la prisión. Saludo a
Abel con una inclinación de cabeza.

— Bueno, bueno, bueno, — dijo Abel arrastrando las palabras, y dio dos pasos
hacia la cama.

John levanto rápidamente la cabeza y la mujer abrió enormemente los ojos. Pero
no hablo, la mordaza en su boca le impedía pronunciar una palabra. Abel miró por
encima del hombro.

— ¿En serio, tuviste que amordazarla?

— La perra no se callaba, — Baltimore quejó y metió su cuchillo más


profundamente en la superficie de la mesa que antes.

— ¿Qué demonios es todo esto? — John dijo entre dientes, con una mirada
asesina en sus ojos.

— Eso es lo que iba a preguntarte.

John tiró de su cadena, haciendo una mueca por el dolor causado por el roce de
la plata contra sus muñecas. El olor de la piel y el cabello quemado llenó el aire.

John entrecerró sus ojos hacia él. — Esta no es manera de tratar al líder de la
guardia del rey.

Abel rio. — No creo que en este momento estés en condiciones de quejarte. —


Miró fijamente hacia la mujer que los observaba atemorizada. — Ella es bonita, te lo
acepto. Pero que conservaras a un humano como amante, realmente fue una gran
sorpresa para mí. Tss, tss.

John gruñó bajo y sombríamente.

Abel se acercó a Nicolette y tomó su barbilla, levantando su cabeza por lo que


tuvo que mirar directamente hacia él. — Sería una pena arruinar tan hermoso rostro.

109
— ¡Quítale tus manos de encima!

Abel volvió su cabeza hacia John y le mostró sus colmillos. — ¡No me des
ordenes! — Entonces soltó a la mujer y saltó hacia el jefe de la guardia del rey. — ¡Ahora
vamos a hablar! ¿Dónde diablos estabas? — Le dio una cachetada a John, haciendo que
su cabeza girara hacia un lado por el golpe. — Y ni siquiera pienses en mentirme.

John volvió la cabeza hacia él. — Estaba siguiendo una pista.

Abel entrecerró los ojos. — ¿Qué tipo de pista?

— Un informante me dijo que un hombre con la descripción de su hermano


fallecido fue visto en el noroeste del Pacífico. Tenía que comprobarlo. Con su
coronación siendo la próxima semana necesitaba asegurarme que nada se interpusiera
en el camino.

— ¿Y no pudiste decírmelo antes?

— No había tiempo.

— Oh, eso puedo apostarlo. — No creía ni una sola palabra de lo que John estaba
diciendo. Después de todo, él había sido uno de los seguidores más fieles de Cain. —
¿Encontraste a la persona que estabas buscando?

John dejó caer la cabeza, aparentemente derrotado. — No. Perdí su rastro.

— ¡Brillante guardia del rey que eres! Ayer se presentó.

John levantó la cabeza. — ¿Un impostor?

— ¡Cain en carne y hueso! ¡Resucitado de las cenizas como un ave fénix! —


Enojado, Abel curvó su mano en un puño y lo estrelló en el rostro de John. La sangre
goteaba de su nariz. — ¡Me dijiste que estaba muerto!

— ¿Está vivo?

110
Abel aterrizó otro golpe en la cara de John, escuchando como se fracturaba su
mandíbula. — ¡Tu maldito idiota! Nunca me agradaste. No me sorprendería al saber
que has tenido algo que ver con su reaparición. Nunca quisiste que yo fuera rey.

Desafiante, John lo miró, la sangre goteaba de su nariz y boca. — Al igual que te


molesta el hecho de que yo soy el jefe de la guardia del rey.

Abel se inclinó más cerca. — Oh, eso es algo que voy a cambiar cuando sea rey.
Señalo hacia el vampiro detrás de él. — Baltimore se convertirá en el líder de la guardia
tan pronto como hayas pasado los secretos en mi coronación.

— No habrá una coronación ahora que Cain está de regreso, — John dijo entre
dientes.

— Ahí es donde te equivocas. Nada se interpondrá en el camino de mi


coronación, ni siquiera Cain. Y tú, mi querido John, te aseguraras que eso sea así.

— ¡Prefiero quemarme en el infierno!

Abel dirigió una rápida mirada hacia la humana que estaba atada. Esperaba la
reacción de John, pero sabía cómo hacer que el obstinado guardia cambiara de opinión.
— O tu amante pagará por tu desafío. Lenta y dolorosamente.

La mirada de John se dirigió rápidamente hacia Nicolette, quien ahora jalaba de


las esposas. — No permitiré que te lastime, — en ese momento John le aseguro.

Abel sonrió. — Así que, ¿estamos de acuerdo, entonces?

John lo inmovilizó con una furiosa mirada, pero Abel sabía que había ganado.

— Bien. Asegúrate que parezca que el clan rival es responsable de ello. Esto
parecerá que estamos bajo ataque. — Sonrió para sus adentros. Mataría dos pájaros de
un tiro: Cain estaría muerto, y puesto que el reino pensaría que estaban bajo ataque,
Abel ascendería al trono al instante. El período de espera que comenzaría a contar a
partir de la muerte real de Cain, una vez más… un año, un mes y un día… podría no
aplicarse en tiempos de guerra.

111
Sin apartar la mirada en John, Abel ordenó a su guardia, — Baltimore, asegúrate
de que haya sanado completamente antes de que lo liberes de esa manera Cain no lo
vera sospechoso. Después, consigue que dos de tus hombres de confianza vigilen a la
mujer y regresa al palacio. No quiero que nadie se dé cuenta de tu ausencia.

— Sí, Abel.

— Bueno, entonces mi trabajo aquí está hecho. — Se volvió hacia la puerta, y


luego miró por encima del hombro. — Y solo para que veas lo generoso que soy hacia
quienes me sirven bien, les concederé a ti y a tu mujer un salvoconducto después de la
coronación. Liberándote de tu cargo como líder de la guardia del rey es la única manera
para que la conserves, como tu bien sabes. Te estoy haciendo un favor. No te olvides de
eso.

Sin esperar la respuesta de John, Abel abrió la puerta y se fue.

112
Capítulo Diecisiete

Cain se dio cuenta de que la puerta de la habitación de Thomas estaba abierta y


anunció su presencia con un golpe antes de abrir más la puerta y entrar.

Thomas, tenía su teléfono celular pegado a su oído, no estaba solo. Haven se


apoyó contra el escritorio, mientras que Wesley estaba semi acostado en un sillón, con
las piernas colgando sobre el apoyabrazos. Los tres volvieron la cabeza a Cain,
reconociéndolo.

Haven señaló el teléfono y le dijo en voz baja, — Eddie.

— Continua vigilando eso, — dijo ahora Thomas en el teléfono. — Cain


simplemente se levantó. Sí, lo mantendré informado. — Entonces Thomas aparto el
rostro y dijo en voz baja. — Yo también te extraño.

Metiendo nuevamente el teléfono en el bolsillo del pantalón, Thomas se volvió


hacia ellos.

— ¿Han encontrado John? — Preguntó Cain.

— Me temo que no. En estos momentos están en Nueva Orleans, manteniendo


sus oídos bien abiertos, en busca de cualquier actividad relacionada con vampiros,
cualquier cosa que pueda conducirlos a John. Pero hasta ahora nada.

— ¡Maldita sea!

— No te desesperes todavía. —Thomas levantó la mano. — He contactado a la


HQ para que realicen un seguimiento de la señal del teléfono celular de John. Yo no
tengo el equipo adecuado para hacer algo desde aquí, pero estoy seguro de que ellos
serán capaces de ayudarnos a encontrar su ubicación si ha utilizado su teléfono desde su
desaparición.

113
Cain asintió. — Bien. Mientras tanto, vayamos a trabajar. Comenzaremos con
los guardias del rey. Quiero un informe completo de dónde estaba todo el mundo y lo
que estaban haciendo la noche que fui atacado. Cualquier inconsistencia y estaremos
sobre ellos. Si John nos dijo la verdad de que lo engañaron para alejarlo de su puesto,
entonces vamos a tener que averiguar quién pudo haberlo hecho.

— Va a ser difícil conseguir una descripción precisa de lo que pasó esa noche, —
Wesley añadió. — Ha pasado más de un año. No todos van a poder recordar
exactamente lo que sucedió y en qué orden. Diablos, la mayoría de la gente apenas
puede recordar lo que pasó hace un mes.

— Esto es diferente, — Cain lo interrumpió. — Las personas tienen una mejor


memoria cuando se trata de eventos significativos. Al igual que todos recordamos dónde
estuvimos cuando 9/11 sucedió. Bueno, todos menos yo. Pero eso no viene al caso. Los
guardias recordarán dónde estaban o lo que estaban haciendo la noche del asesinato,
porque el asesinato de su rey debió de ser un acontecimiento importante.

— Buen punto, — Wesley admitió. — Pero eso no significa que van a decirte la
verdad.

— Para eso es que tengo a Thomas de mi lado, ¿verdad Thomas?

Wesley se quedó mirando hacia el cerebrito en tecnología. — ¿Les vas a poner


un detector de mentiras?

Thomas sonrió y negó con la cabeza. — Por supuesto que no. Simplemente voy
a ver sus reacciones, cómo sus ojos se mueven cuando hablan, cómo respiran.

Wes se sentó derecho. — Oh, ya sé. Vi ese programa. ¿Cómo es que se llama?

— Lie to Me, — respondió Haven.

— Pero esos tipos tienen doctorados y esas cosas, — dijo el brujo.

— Confía en mí, no necesito un doctorado para eso, — Thomas le aseguró.


Luego le dirigió a Cain una inquisitiva mirada. — ¿Vamos?

114
— Cuando estés listo, — Cain estuvo de acuerdo, aunque no estaba tan seguro
como lo que aparentaba. Sin John a su lado, estaba obligado a aventurarse por sí mismo.
Para empezar no conocía ninguno de los nombres de los guardias a parte del único
hombre quien lo reconoció: Marcus.

No permitiendo mostrar su aprehensión, Cain camino con paso firme por las
puertas dobles y a lo largo del corredor, sus colegas lo seguían. Extraño, todavía pensaba
en ellos como sus colegas, sus iguales, aunque ahora él era un rey. Por supuesto, no su
rey, ya que Haven y Thomas no pertenecían a su clan, y Wesley no era ni siquiera un
vampiro.

— ¿Alguien más tiene hambre? — Preguntó Haven.

Sólo en ese momento Cain se dio cuenta de que él no ha tomado nada de sangre
desde que llegaron a Louisiana.

— Traje algunas barras como refrigerios, pero me vendría bien algo, — respondió
Wesley.

Haven le dirigió una mirada “de que fuera realista”. — Dudo que aquí tengan
alimento humano.

Cain puso el pie en el primer escalón. — Vamos a averiguar. Haven, creo que
debería ser tu quien preguntara si sirven sangre embotellada aquí. Si la pregunta
proviniera de mí, las sospechas recaerían sobre mí. Mientras voy a pedir comida humana
para Wesley.

— De acuerdo, — dijo Haven.

Caminaron hasta el primer piso en silencio. Un guardia se puso de pie en la parte


superior de las escaleras y se apartó rápidamente cuando los vio.

— Su Majestad, — el vampiro le saludó.

Cain lo saludo con la cabeza y pasó por delante de él, mientras que Haven se
detenía.

115
— Mis colegas y yo necesitamos algo de alimento, — Haven se dirigió al guardia.

— ¿Prefiere envasados o fresco?

— Envasado está bien, — respondió Haven.

Cain se volvió brevemente, casualmente le grito al guardia, — Trae suficiente


para todos nosotros. — Luego hizo un gesto en dirección a Wesley. — Y ordena algo
de comida humana también.

— ¿Comida humana, señor? — preguntó el guardia, quien parecía confundido.

— ¡Ya me escuchaste! ¡Haz lo que te ordeno! — Cain ordenó, levantando la voz,


y siguió caminando por el pasillo. Si recordaba correctamente las direcciones que John
le dio, al final de este pasillo estaba la sala de recepción del rey, parte oficina, y área de
sala de estar.

Cuando llegó otra doble puerta, se detuvo y echó a sus amigos una mirada de
reojo. — Esta mejor que sea esa.

Cain presiono la manija de la puerta hacia abajo y la empujo hacia el interior.


Sus tres colegas de Scanguards lo siguieron mientras entraba en la habitación.

No estaban solos. Abel estaba sentado detrás del enorme escritorio con patas
minuciosamente talladas y adornadas. Su hermano rápidamente levanto la cabeza.

Cain vaciló. Aparentemente abrió la puerta equivocada e irrumpió en la oficina


de Abel sin llamar. Buscando algo que decir, simplemente se quedó mirando fijamente
a su hermano quien ahora organizaba los papeles que estaba hojeando en una pila y se
levantó.

— Sólo estaba limpiándola para ti, — dijo Abel, y señalo hacia la silla. — No
quería que iniciaras tu primer día desde tu regreso en un escritorio desordenado. —
Luego se metió la mano en el bolsillo y sacó un juego de llaves, colocándolos sobre la
mesa. — Y aquí están las llaves de todo, por supuesto.

116
La sensación de alivio de Cain fue inmediatamente reemplazado por la de
disgusto. Al parecer, su hermano solo de manera indecisa quería ceder el poder que
había tenido durante la ausencia de Cain.

— Gracias, — se obligó a decir y se dirigió a su escritorio.

Abel se hizo a un lado y le permitió que tomara asiento. Cain puso las manos
sobre la fría superficie de madera. — Me gustaría que les informaras a los miembros de
la guardia del rey que quiero hablar con ellos.

— ¿Todos los miembros? — su hermano le preguntó con el ceño fruncido en su


rostro.

— Sí, todos y cada uno de ellos.

— Pero ellos no pueden simplemente dejar sus puestos. Tienen responsabilidades


que…

Cain entrecerró los ojos. — ¿Eres tú el rey o lo soy yo?

Abel pareció sorprendido por su pregunta y levantó una ceja. — Lo que sea que
te haya ocurrido, al parecer te ha vuelto muy irritable.

— Tú también estarías igual de irritado si estuvieras intentando averiguar quién


fue el responsable de tu secuestro. — Cain sabía muy bien cuál era la razón de su
irritabilidad: el saber que su hermano había tocado Faye. Esto hacia que le fuera difícil
ser cortés con él.

— Entiendo, por supuesto.

— Me alegro de eso, — dijo Cain en un tono menos autoritario. —Entonces tal


vez puedas arreglar que los miembros de la guardia del rey vengan a verme. Uno después
del otro. — Hizo un gesto hacia la puerta, señalándola brevemente, y luego enterró su
cabeza en la pila de papeles sobre su escritorio, fingiendo saber lo que estaba haciendo
cuando en realidad estaba solo mirándolos. Sólo cuando escucho la puerta cerrarse
detrás de Abel levantó la vista de nuevo.

117
— Un poco presuntuoso, tu hermano, — Haven comentó. Luego sonrió. — Pero
estas haciendo un buen trabajo sacándolo de sus casillas. Francamente, creo que naciste
para ser rey.

Wesley se rio entre dientes. — ¡Totalmente! ¡Es tu naturaleza!

Cain se levantó de su silla y dio un puñetazo sobre la mesa. — ¡Eso es porque soy
el rey!

— Hey, ¿qué demonios? — Wes se quejó.

Cain se pasó una mano por el rostro y respiró tranquilizándose. — Me disculpo.


No quería arremeter contra cualquiera de ustedes. — Hizo un gesto hacia la puerta. —
¡Simplemente no puedo soportar a ese idiota!

— Es comprensible, dadas las circunstancias, — Thomas dijo de una fría manera


y se sentó en uno de los grandes sofás. — Pero te advierto que tienes que mantener tus
sentimientos con respecto a él en secreto. Es inevitable que se dé cuenta que estas
resentido con el… por obvias razones… y hasta que logremos averiguar qué fue lo que
sucedió y quien te sigue siendo leal, no querrás mostrar tu ira.

Por mucho que Cain quería contradecir las palabras de Thomas, no podía
hacerlo. Como tantas otras veces, el sabio vampiro le había golpeado el clavo en la
cabeza. Era importante que se contuviera de iniciar una guerra abierta por una mujer
cuyos motivos Cain ni siquiera estaba seguro. ¿Qué sucedería si Faye estaba jugando
con los dos?

Lentamente, se sentó en su silla. — ¿Qué estas sugiriendo, Thomas?

— Juega bien con tu hermano por un tiempo. Esto no significa que tienes que
confiar en él. Mientras tanto vamos a iniciar la investigación sobre el atentado contra tu
vida. Forzosamente alguien tiene que saber algo. Y ahora que estás de regreso, todo el
mundo querrá caer en tu gracia. Vamos a convertir eso en una ventaja para ti, — Thomas
sugirió.

118
— Muy bien, — dijo Cain, cuando un golpe en la puerta lo interrumpió. —
Adelante.

Un vampiro de mediana edad con una bandeja llena de varios vasos de líquido
rojo entro e inclino la cabeza hacia Cain. — Su Majestad, la sangre que usted ordenó.

— Gracias, eh. — Quería dirigirse al vampiro por su nombre, pero no pudo. —


En la mesa de café, por favor. — Cuando el hombre le dio la espalda se inclinó
colocando la bandeja sobre la mesa, Cain le dirigió una mirada a Haven. Por fortuna su
amigo comprendió de inmediato.

— ¿Cómo te llamas? — Haven preguntó casualmente y tomó un vaso.

El vampiro se enderezó. — Soy Robert. Soy el maestre de suministros para el


palacio y lo he sido durante muchos años, — dijo con orgullo en el tono de su voz.

Cain se levantó y se dirigió al área de descanso. — Es bueno verte de nuevo,


Robert.

— Es bueno también verlo de nuevo, Señor. — A pesar de las palabras amistosas,


Cain sintió cierta aprensión saliendo de Robert.

— Gracias, Robert.

El vampiro asintió, luego miró a Wesley. — Ordene comida humana para usted.
¿Debo traerla tan pronto como esta llegue?

— Oh, sí, ¡Estoy hambriento! — Wes confirmó.

Con un gesto de reconocimiento, Robert se volvió hacia la puerta y se fue. Cain


se unió a sus amigos y tomó un vaso de sangre de la bandeja. Lo coloco en sus labios y
bebió un sorbo. En cuestión de segundos, vacío el vaso. Al instante se sintió mejor. Hasta
el momento su engaño ha funcionado. Nadie tenía la menor idea de que sufría de
amnesia. Y la manera en que las cosas se veían en ese momento, nadie lo averiguaría.
Sea cual sea los obstáculos que se pusieran en su camino, él se las arreglaría para
superarlos.

119
— Pongámonos a trabajar.

120
Capítulo Dieciocho

Faye caminaba por el pasillo y se dio cuenta de que varios guardias estaban
esperando afuera de la oficina del rey. La puerta estaba cerrada.

— Marcus, — le gritó a uno de ellos, quien de inmediatamente vio en su dirección


y le dio una breve inclinación de cabeza. — ¿Esta Abel con el rey?

— No, creo que está fuera en el jardín.

— Gracias.

Tomando una respiración profunda, Faye camino por el vestíbulo y abrió la


puerta para salir al exterior, pasó a los dos guardias que vigilaban la puerta. Sera mejor
que ella de una vez termine con esto o la estaría acechando toda la noche.

La humedad de la noche le dio la bienvenida. Un millón de estrellas colgadas en


el cielo nocturno y la luna todavía estaba casi llena, bañando los jardines del palacio
iluminaban lo suficiente que incluso un ser humano no necesitaría de una fuente de luz
artificial para encontrar su camino.

Faye miró alrededor del solario, pero Abel no estaba sentado en una de las
cómodas sillas que estaban esparcidas en el porche. A ella le encantaba sentarse aquí
con Cain cuando se tomaba un descanso de sus asuntos como rey. Faye apreciaba
mucho esos breves momentos en los que compartió su visión para el reino con ella, antes
de retirarse de nuevo para aplicar cualquier cambio que pensaba traería el clan más hacia
el siglo XXI.

Con un suspiro, caminó alrededor del palacio, atrás quedo el porche que rodeaba
todo el edificio. Quizás Abel estaba en la parte de atrás, disfrutando de la hermosa
noche. Su ligero vestido de verano la luz se aferraba a su piel, aunque no podía culpar

121
completamente a la humedad de Louisiana para ello. Sabía que estaba sudando por otras
razones. La ansiedad hacia que su piel se sintiera fría y húmeda.

El patio trasero también estaba vacío, y Faye estaba a punto de dar la vuelta,
cuando percibió un movimiento por el rabillo del ojo. Cambió su mirada hacia el área
que le había llamado la atención: la blanca glorieta estaba colocada a través de varias
decenas de yardas en el amplio jardín, rodeado de arbustos para prestarle un poco de
intimidad.

Sabiendo que los guardias rara vez se aventuraban a ir allí porque Abel había
reclamado el lugar como propio para su uso personal, Faye bajó del pórtico y camino
lentamente a través de la acera que conducía a esta, el sonido de sus zapatillas sin tacón
era absorbido por el suave musgo bajo sus pies.

La aprehensión subía cuanto más se acercaba a la glorieta. Faye había practicado


su discurso, mientras estaba en su habitación, pero ahora que estaba a punto de
enfrentarse a Abel, su garganta estaba seca. Respiró profundamente. Con este, el olor de
la sangre humana llenó sus fosas nasales.

Abel no estaba solo.

Faye se detuvo dejando de aproximarse, pero ya era demasiado tarde. Abel ya


había levantado la cabeza y la vio. Sus colmillos estaban extendidos y de estos goteaban
sangre.

— Lo siento. No era mi intención molestar, — dijo ella a toda prisa e intento


darse la vuelta.

— No te vayas. De todas formas ya he terminado, — afirmó, y le hizo un gesto


para que se acercara a él.

Faye cruzó la distancia restante y subió los tres escalones que conducían hasta la
glorieta. Unas cómodas bancas estaban acomodadas en el interior de la estructura de
madera, y en uno de ellas estaba recostada una mujer humana, su ropa y cabello

122
despeinados adornaban las dos punzantes heridas que se mostraban en su cuello. Abel
se estaba alimentando.

— Mis disculpas, — dijo Abel suavemente, luego se inclinó nuevamente hacia la


mujer y con su lengua lamió sobre el lugar donde sus colmillos estuvieron alojados hace
tan solo un momento antes.

La mujer ni siquiera se movió, aunque sus ojos estaban abiertos. Estaba bajo su
dominio, haciéndola insensible por el control mental. Cada vampiro posee esta
habilidad, aunque Faye raramente lo utilizaba. Tenía poco contacto con los seres
humanos, prefería quedarse en la seguridad de los jardines del palacio. Y el usar el
control mental en contra de otro vampiro era un riesgo mortal.

Abel se limpió la boca con un pañuelo y señaló hacia la chica. — ¿Quieres un


poco?

Rápidamente Faye negó con la cabeza. Prefería la sangre envasada almacenada


en la bodega refrigerada del palacio. — ¿Podemos hablar en privado?

— Estamos en privado, — dijo mirando de reojo a la mujer quien le suministro


su alimento. Ya sea voluntariamente o no, Faye no podía decirlo.

Siempre ha sabido que Abel nunca ha renunciado a alimentarse de los seres


humanos directamente, mientras que Cain disminuyo considerablemente la cantidad de
veces que se alimentaba de un ser humano, y luego se abstuvo de hacerlo por completo
cuando ella y Cain se convirtieron en amantes. Casi como si hubiera querido
demostrarle que él no necesitaba sentir la intensidad sexual que acompañaba a una
alimentación. En lugar de eso cambio completamente por la sangre envasada, y después,
esa última noche fatídica cuando desapareció, había tomado la sangre de Faye por
primera vez. No para nutrir su cuerpo, sino a su corazón.

Faye aparto esos recuerdos, no quería recordar lo feliz que fue en ese entonces.
Y lo diferente que ahora era todo. El rechazo de Cain cuando se coló en su dormitorio
la irritaba tanto como la confundía.

123
Faye se dio la vuelta distanciándose de la mujer y Abel. — Estoy segura de lo que
voy a decirte que no es una sorpresa.

Faye lo escucho levantarse del banquillo y dar un paso hacia ella.

— No, no lo es.

— Todavía lo quiero. Nunca dejé de amarlo, y tu sabias eso cuando me pediste


que me casarme contigo. — Tragó saliva, en un intento de humedecer su garganta seca.
— Si hubiese sabido que estaba vivo, sabes que nunca hubiera aceptado.

Abel puso las manos sobre los hombros de Faye y ella se estremeció ante el
contacto. — No es necesario decir nada más, Faye. Sé cómo te sientes. Y yo no voy a
interponerme en tu camino.

Con un nudo en la garganta, Faye se dio la vuelta.

Abel le sonrió. — Oh, Faye, ¿Realmente crees que te obligaría a cumplir tu


promesa? Por supuesto, que te libero de esta. Me estaría engañando a mí mismo si yo
pensara que algún día podrías amarme de la misma manera que lo amas a él. Entonces
dejó caer los párpados. — Sólo desearía poder protegerte del dolor que vas a enfrentar.

— ¿Dolor? — repitió ella. — Está vivo. Regresó. — Faye vaciló, preguntándose


si Abel se refería a la frialdad con la que Cain la saludo. — Tomara un poco de tiempo
mientras que todo vuelva a ser como antes.

Abel le acarició el cabello como si consolara a un niño. Nunca antes lo había


visto tan amable.

— Ha cambiado. Tú también te diste cuenta, ¿no es así? — preguntó.

— Un año en cautiverio le puede hacer cosas terribles a una persona. — Faye


sabía eso a partir de su propia experiencia. — Cualquier herida que tenga sanara. — Y
ella estaría al lado de Cain y esperaría el tiempo que fuera necesario. Siempre y cuando
existiera la esperanza de que aún la amaba, ella estaría esperando a que regresara con
ella.

124
Abel suspiró. — Hablé con él ayer por la noche antes de retirarse. De Hermano
a hermano.

Faye levantó los párpados y miro hacia él. — ¿Acerca de?

— Le hablé de nosotros.

Su confesión no le sorprendió. Cain hasta ese momento se lo confirmo.

— Él no me exigió que rompiera nuestro compromiso. Me sorprendió. Tú lo


conoces. Tú sabes como era antes. No pudiste haber elegido un hombre más orgulloso
y posesivo que Cain. Cuando me felicitó por nuestra próxima boda, francamente, me
sorprendió.

El corazón de Faye comenzó a latir sin control. — Pero. .. ¿Por qué tendría que
hacer eso?

— Creo que ha cambiado más de lo que suponemos. No le pregunté qué era lo


que pasaba. Creo que no estaba listo para decirme. Pero. .. — Abel aparto la mirada.

La ansiedad invadió a Faye — ¿Qué?

— Creo que podría existir otra mujer, — finalmente dijo Abel y la miró a los ojos.

Esto se sintió como si alguien le hubiese clavado un cuchillo en el corazón. —


No, — se las arregló para decirlo con un nudo en la garganta.

— Escucha, Faye, no puedo estar al cien por ciento seguro, y realmente espero
equivocarme, pero la forma en que sus hombres hablaron… No debería haber espiado,
pero el extraño comportamiento de Cain me preocupaba. — Abel dejó caer las manos
de sus hombros.

Faye negó con la cabeza con incredulidad. ¿Cain tenía otra mujer? — No, eso no
puede ser. — Faye no quería creerlo.

— Tal vez mal interprete lo que estaban hablando. Pero parecía que estaban
discutiendo cuando la traerían a la corte y presentarían al clan. — Abel se volvió de

125
espaldas a ella. — Lo siento, Faye. Desearía tener mejores noticias. Estoy preocupado
por Cain. Cualquier cosa que le sucedió durante el año pasado, pudo haber cambiado
por completo quién es. ¿Y si está siendo influenciado indebidamente por los hombres
quien ahora son sus guardias, o por la mujer de la que hablaban? Estoy preocupado por
el clan.

Faye apenas escucho las palabras, porque lo único que podía pensar era en lo que
sucedió en la habitación de Cain. La castigaba por no haberlo esperado y después la
rechazo. Había estado tan enojado y desconfiaba de ella. Lo sintió en sus huesos. Al
igual que estuvo muy consciente de la falta de afecto en su mirada. ¿La había dejado de
amar porque se había enamorado de otra mujer?

Un sollozo escapó de su pecho antes de que pudiera reprimirlo.

— Oh, Dios, Faye, me duele verte lastimada, — dijo Abel.

Un momento después sintió sus brazos alrededor de ella, presionándola contra


su pecho.

— No tomes ninguna decisión apresurada. Tal vez me equivoque y todavía te


ama, pero no pude dejar de notar la indiferencia con la que te saludo ayer.

Así que Abel también, se dio cuenta.

— ¿Qué voy a hacer?—sollozó.

— Dale un poco de espacio, — Abel le aconsejó. — Demuéstrale que no lo estas


presionando. Te puedo decir por experiencia propia que ningún hombre quiere a una
mujer desesperada. No demuestres tus sentimientos. Es sólo empeorará las cosas.

Faye asintió con la cabeza, tratando desesperadamente de secar sus lágrimas .Al
visitar a Cain en su suite probablemente ya había cometido un enorme error, pero no
podía contárselo a Abel. No necesitaba constatar su propia estupidez. ¿Por qué no había
leído las señales que Cain tan evidentemente mostro a su llegada? ¿Por qué no había
visto que su amor por ella murió?

126
Capítulo Diecinueve

— No hay suficientes motivos para interrogar a los guardias quienes estuvieron


conmigo ayer.

Cain miró hacia Marcus quien estaba sentado en la silla frente a su escritorio. —
¿Qué quieres decir exactamente?

— Son los nuevos reclutas. Esa es la razón por la que no te reconocieron. Se


unieron a nosotros después de su desaparición. Abel los contrató, — Marcus le informó.
— Me disculpo nuevamente por el ataque, pero desde el lugar donde me encontraba no
vi su rostro. Si hubiera sabido que era usted…

Cain levantó la mano para interrumpirlo. — Bueno, eso explica el por qué yo
tampoco los reconocí a ellos, — Cain mintió. — Cuando terminemos aquí, dale a
Wesley sus nombres. Hare que mis hombres verifiquen sus antecedentes.

— Pero eso ya se ha hecho, — Marcus protestó.

— Pero no por mí. — Le hizo una señal a Wesley, quien estaba apoyado contra
la pared, observándolos. — Wes, ya sabes qué hacer.

El brujo asintió. — Me haré cargo de ello.

Cain miró hacia el otro extremo de la habitación, donde Thomas había instalado
su computadora y estaba ocupado escribiendo en su teclado. Haven había salido de la
habitación y fue a examinar de cerca la propiedad, familiarizándose con el entorno y
sus habitantes.

— Ahora regresando contigo, — dijo Cain y bajo la mirada hacia el pad2 donde
había anotado las respuestas del guardia vampiro que anteriormente interrogo. — ¿Por
qué razón te encontrabas en el barrio francés la noche de mi secuestro?

2
Pad: bloc de notas.

127
— Fue mi noche libre.

Cain volvió a mirar sus notas y busco hasta que encontró lo que estaba buscando.
Le dio un golpecito en el papel con su pluma. — Anteriormente dijiste que normalmente
tu noche libre son los miércoles. Yo fui secuestrado un lunes.

Marcus bajó los párpados. — Me arrepentiré por el resto que me quede de vida
el no estar allí esa noche. No hubiese sucedido. Tal vez si no lo hubiese hecho, podría
haberlo evitado.

Cain entrecerró los ojos, la sospecha subió arrastrándose hasta su columna


vertebral como una serpiente. — ¿Hecho qué?

— Le pregunté a Baltimore si podía cambiar el turno conmigo.

— ¿Por qué?

Marcus se movió incómodo en su asiento. — La mujer que estaba viendo en ese


momento me rogó que la visitara esa noche. Y yo estaba completamente enamorado así
que no fui capaz de resistirme a su ruego. Así que le pedí a Baltimore que cambiara el
turno conmigo.

— ¿Por qué Baltimore?

Marcus se encogió de hombros. — Él anteriormente había mencionado que


quería asistir a algún concierto el miércoles por la noche y estaba enojado que le
permitiera tener la noche libre. Así que pensé que estaría dispuesto a cambiar. Lo siento.

Le sorprendió saber que había sido un gobernante tan estricto, que no le concedía
a sus guardia una noche libre cuando no parecía hacer una diferencia, cual guardia
estaba de servicio, Cain se reclinó en su silla y juntó los dedos. — Dime algo más,
Marcus.

El vampiro levantó la cabeza.

— En tu opinión, ¿cuál es el trato que les he dado a todos ustedes, los guardias,
ha sido justo y equitativo? — Conteniendo la respiración esperó la respuesta de Marcus.

128
¿Quizás fue tan mal gobernante y alguno de sus guardias había tomado la decisión por
sí mismo de quitarlo de en medio? ¿Quién más podría haber tenido acceso sin
restricciones a él ya que sabía dónde se encontraba en todo momento?

— Nunca tuve ninguna queja.

— ¿Y los demás?

— No que yo tenga conocimiento.

— ¿Cuál es tu opinión de John?

— ¿John?

— Sí, el líder de la guardia del rey. ¿Cuál es tu impresión sobre él? — Cain lo
presiono.

— Nunca diría ni una sola mala palabra de él, —Marcus respondió rápidamente.
— Nadie lo haría.

— ¿Porque es eso?

Marcus se levantó rápidamente de su silla. — No hay necesidad de intentar


engañarme. No importa la impresión que tenga con respecto a John, Usted lo sabe, así
como todos los demás en la corte que insultar a John seria como estar insultándolo a
Usted personalmente. Incluso antes de que se convirtiera en rey, el ofender a uno de
ustedes significa ofender a los dos.

Cain reflexiono sobre la apasionada declaración de Marcus. — ¿Dices que,


incluso antes de que me convirtiera en rey?

Marcus le lanzó una mirada cautelosa, pero sin embargo respondió. — Cuando
usted era jefe de la guardia del rey, John siempre estaba allí para apoyarlo. Esa fue la
razón por la que lo nombro el líder de la guardia del rey cuando se convirtió en rey hace
un par de años.

129
¿Había sido jefe de los guardias del rey alguna vez? Cain siempre asumió que ha
sido el rey durante mucho tiempo, pero de acuerdo a Marcus él sólo había estado en el
trono por un corto tiempo antes del intento de asesinato.

— Gracias, Marcus. Aprecio tu franqueza. En tu camino a la salida, Wes


apuntara los nombres de los nuevos guardias.

Cain se dio la vuelta y se dirigió a la ventana, mirando hacia la oscuridad. ¿Cómo


fue que paso de ser el líder de la guardia personal del rey a rey? Había asumido que era
de un linaje real y ascendió al trono, porque era miembro de la aristocracia. Sin embargo,
al parecer era un guerrero como los guardias a su alrededor. No es de extrañar que se
había sentido en casa con los Scanguards. El proteger a otras personas corría en su
sangre. ¿Por cuánto tiempo fue un guardia? ¿Y bajo qué circunstancias se convirtió en
rey?

Se apartó de la ventana y vio a Marcus de pie en la puerta. Una cosa más, Marcus.

El hombre miró por encima del hombro. — ¿Sí?

— Hazme una lista de todos los guardias que estaban a mi servicio mientras era
el líder de los guardias del rey, y si todavía el día de hoy están al servicio de la corte.

— En breve lo tendrá en su escritorio. — Marcus abrió la puerta y salió.

Antes de que la puerta se cerrara por completo detrás de él, otra persona entró:
Abel.

— Espero no molestarte, Cain, pero solo quiero hablar contigo un momento


¿Puedo?

Cain le hizo una señal con su mano invitándolo a entrar en la habitación. La


puerta se cerró detrás de Abel quien le dio un amistoso saludo con la cabeza en dirección
de Thomas, después saludó a Wesley. — Espero que la comida humana que Robert
ordeno fuera la apropiado.

— Fue genial, gracias, — respondió Wes.

130
— Excelente, — dijo Abel y finalmente se volvió hacia Cain. — Sé que estás
ocupado, así que no voy a tomar mucho de tu tiempo.

— ¿Qué puedo hacer por ti? — Cain camino de regreso a su escritorio y le indicó
a su hermano que se sentara.

Abel declinó la invitación con un movimiento de su mano. — Sólo quiero


compartir una idea contigo. Como sabes, en una semana, mi coronación habría tenido
lugar, que por supuesto, dadas las circunstancias se canceló.

Cain sintió un vuelco en el corazón, era curioso por qué su hermano tuvo que
recordarle que la reaparición del legítimo rey había alterado los planes de que Abel
tomara el trono. — ¿Sí?

— Bueno, muchos de los arreglos ya se hicieron, y ya hemos incurrido en


considerables gastos para este gran evento. Muchos vampiros han sido invitados y han
hecho arreglos para viajar, y yo me estaba preguntando….

— Estas preguntándote, ¿qué? — dijo Cain entre dientes con impaciencia.

— ¿Por qué no cambiar la finalidad del evento y convertirlo en una celebración


de bienvenida a casa para ti en su lugar?

Tomándolo por sorpresa por la sugerencia de Abel, Cain se quedó sin habla por
un momento.

— Quiero decir, — Abel agregó, — ¿por qué no permitir que todo el reino vea
que estás de regreso? Estoy seguro de que querrán verlo con sus propios ojos. Esta sería
una maravillosa oportunidad de que expresaran su lealtad a ti y saber que todo volverá
a ser como era antes. ¿Qué dices?

Cain se sintió conmovido por la consideración de su hermano y se preguntó si lo


había juzgado mal. Sus palabras parecieron sugerir que perder el trono que casi ya había
estado a su alcance no le molestaba a Abel. — Creo que es una gran idea.

— ¡Excelente!—Abel exclamó. — ¿Y puedo sugerir una cosa más?

131
Cain le animó con una inclinación de cabeza.

— ¿Por qué no invitar al clan de Mississippi?

— Uh, — dijo Cain, dudando, ya que no sabía nada acerca de un clan Mississippi.
John no se los menciono durante el vuelo hacia Nueva Orleans.

Abel levantó la mano. — Yo sé lo que quieres decir, pero escúchame. Mientras


estabas fuera se han acercado a nosotros, deseando tener relaciones más amistosas entre
los clanes y dejar por la paz las disputas fronterizas que hemos tenido. Creo que
invitarlos a tu fiesta de bienvenida a casa sería una generosa muestra de nuestra
disposición a perdonar a sus anteriores infracciones y hacer la paz.

— Hmm. — Cain se frotó la barbilla en un intento de parecer como si estuviera


considerando el asunto. Que en cierto modo lo estaba haciendo. Si verdaderamente
existía otro clan por ahí y con el que su reino ha tenido dificultades en el pasado, esto
de hecho podría ser ventajoso para enterrar el hacha de guerra con ellos. Ya era bastante
difícil imaginar quien de su propio clan le era leal a él. No le hacía falta tener una guerra
con otro clan en sus manos.

— Bien, — dijo finalmente. — Invítalos en mi nombre y diles que son


bienvenidos si vienen en paz. Estoy dispuesto a discutir los términos con ellos.

Con cada palabra, Cain se sentía más como un fraude. Sabía que estaba
improvisando, fingiendo. ¿Cuándo su hermano u otro miembro de su familia real se
darán cuenta de que no tenía memoria de su vida anterior? Y cuando lo hicieran, ¿qué
harían? ¿El asesino atacaría nuevamente, alentado por el hecho de que Cain no sabía en
quién confiar? ¿Y Abel querría arrancar las riendas de manos de Cain, desconfiando que
Cain no era capaz de gobernar el reino porque sufría de amnesia?

Pero sobre todo, ¿cómo reaccionarían Faye? ¿También ella lo vería como un
débil?

132
Capítulo Veinte

Faye paso un intranquilo día en la cama, tratando de dormir, pero el sueño era
difícil de alcanzar. Escuchando cualquier sonido mientras todo el mundo dormía, pero
el sonido de la puerta abriéndose y Cain entrando no llegaba. No había hecho ningún
intento de verla, ni después de que termino de interrogar a sus guardias, ni después de
que se retiró a su suite. Esto sólo reforzaba su creencia de que Cain perdió el interés en
ella y estaba enamorado de otra persona.

Decidida a actuar, se levantó a las primeras horas de la tarde y puso en marcha


lo que ella sabía que no podía alargar por más tiempo.

Después de organizar unas cuantas cajas, Faye ahora colocaba un puñado de


sujetadores en una de las cajas la cual coloco a los pies de la cama, vacío en este el cajón
superior de la cómoda. Estaba a punto de cerrar el cajón, cuando su mirada se posó en
las bagatelas que estaban encima de la cómoda. Recuerdos de su vida con Cain, las pocas
semanas que fueron felices juntos.

— ¿Que es todo esto?

Faye se dio la vuelta y vio a Cain de pie ante la puerta abierta a su dormitorio, su
dedo apuntando hacia la caja que se movió cuando estaba llenándola con sus cosas.

Su pecho se apretó de deseo. Se veía tan guapo como la noche en que se marchó
de su cama y desapareció. Tan varonil. Tan deseable. Y no era la única que pensaba así.
Ella siempre ha sabido eso, por supuesto. Es por eso la sospecha de Abel que Cain había
encontrado otra mujer no era tan descabellada. Cain atraía a las mujeres como los
mosquitos eran atraídos hacia una luz brillante.

— Cain, lo siento. Estaré fuera de aquí dentro de poco, — dijo, evitando su


mirada.

133
— ¿Fuera de aquí? — repitió y entró en la habitación, cerrando la puerta detrás
de él.

— Sí, me mudare de los aposentos de la reina. Realmente no es apropiado que


permanezca más tiempo aquí. — No después de que Cain la rechazo no hacia ni
veinticuatro horas antes. Tenía que enfrentar los hechos, y el permanecer en esta sala
por más tiempo y seguir engañándose a sí misma de que las cosas funcionarían era
estúpido.

El rostro de Cain permaneció impasible, aunque parecía que apretaba la


mandíbula. —Así que entonces has decidido quedarte con Abel.

Faye arrugo la frente. ¿Por qué Cain pensaba eso? ¿No ya le había dicho que ella
no amaba a su hermano? — Rompí el compromiso con él. — Esto había sido un gran
alivio, a pesar de las palabras de advertencia que Abel le dio.

Faye se volvió hacia la cómoda y agarro las manijas, pero antes de que pudiera
cerrar el cajón, Cain fue detrás de ella y capturó sus manos con la suyas,
inmovilizándola.

— Entonces, ¿por qué estás empacando?

Su aliento rozaba su piel, haciéndola temblar. Faye no deseaba nada más que
recostarse contra su fuerte pecho y permitirle que la sostuviera, pero en cambio se quedó
rígida e inmóvil. No podía permitirse ser débil. Esto sólo haría más difícil el irse.

— Porque esto no cambia nada. No tengo más derecho de vivir en esta suite.

— Ya veo. — Cain le soltó las manos y dio un paso atrás.

Faye jalo una respiración profunda al interior de sus pulmones, esperando que
esto la fortaleciera, pero tuvo el efecto contrario. Sólo la hizo más consciente de su
presencia y de lo que perdió.

Faye cambió de tema. — Estoy feliz de que estés vivo y que regresaste con
nosotros. Tu clan te necesita.

134
— ¿Y qué me dices de ti?— Cain inesperadamente pregunto.

—Yo no soy importante ahora que has regresado.

— ¿Por qué dices eso?

Faye suspiró. — Porque es la verdad. Yo no pertenezco a este lugar. Es tiempo


que me dé cuenta de eso y siga adelante.

Cain puso sus manos sobre los hombros de Faye para obligarla a que se diera la
vuelta y que lo viera a los ojos — ¿Estas planeando abandonar el reino?

Ella asintió con la cabeza, su corazón se sentía cada vez más pesado cada
segundo que pasaba. — No en este momento, por supuesto. Tengo que hacer arreglos
primero. Si está bien para ti, me quedaré otra semana o dos hasta que haya solucionado
las cosas y ya sepa a dónde ir.

— No puedes solo irte.

Una triste sonrisa apareció en sus labios. Faye estaba agradecida de que Cain era
lo bastante decente para hacer un intento de convencerla que se quedara. — Al final,
será mejor para todos los involucrados. — Faye nunca sería capaz de soportar el tener
que conocer a la nueva mujer que eventualmente Cain instalaría en el palacio.

— ¿Mejor para quién? — dijo Cain entre dientes.

Sorprendida ante el tono áspero de voz, Faye miro hacia él y se dio cuenta de la
tempestad de rabia que parecía arremeter en sus ojos.

— Lo siento. Puedo ver que mi presencia te molesta, y eso es lo último que


quiero.

— No es tu presencia lo que me molesta, si no tus palabras, — le corrigió. — ¿Por


qué quieres irte?

— ¿No es obvio? — le pregunto. Porque para ella lo era. — Me lo dejaste muy


claro cuando fui hacia a ti que ya no me quieres más.

135
Cain la observó con sus ojos oscuros. — No es así de simple. — Cain se pasó una
mano por el pelo y se alejó de ella. — He estado fuera durante mucho tiempo. Yo no
soy más el mismo hombre.

Su corazón sangró por él. ¿Qué horrores tuvo que soportar durante su cautiverio?

— Muchas cosas sucedieron cuando me fui. Cosas que no puedo explicar en este
momento.

Faye apretó sus labios para no llorar. Por mucho que quería saber lo que le
sucedió para así poder ayudarlo a sanar, no podía soportar la idea de que le confesara
que conoció a otra mujer y estaba enamorado de ella.

— No puedo fingir que los doce últimos meses no pasaron, ¿no ves eso, Faye?

Ella asintió con la cabeza para sí misma. — Esa es la razón por lo que será mejor
que me vaya ahora, — concluyó. — Así tendrás la libertad de hacer lo que quieras. —
Así podría traer a la mujer que amaba. — Para iniciar una nueva vida.

— Una nueva vida.

Faye contuvo las lágrimas que con cada segundo se hacían más urgentes en
derramar. — Lo siento, Cain, necesito. ..Tengo que hacerlo. .. —No pudo completar la
frase, Faye intento apartarse de él, pero con su mano Cain la atrapo por el brazo y tiró
de ella trayéndola de regreso.

— Quiero mi antigua vida de regreso, — dijo mirándola fijamente a los ojos como
si ella tuviera la clave para que eso pasara.

Cain ya no era el mismo hombre. Faye ahora podía verlo con tanta claridad.
Había cambiado. Cualquier cosa que le sucedió lo volvió más inescrutable. En el pasado
había sido capaz de interpretar su estado de ánimo, ahora se encontró con una pared de
obsidiana que era tan impenetrable como el Fuerte Knox. Tan bien resguardado como
la Casa Blanca.

Cain estaba escondiendo sus sentimientos de ella.

136
No, ella no iba a ser su juguete para jugar cuando quisiera. Lo amaba demasiado
como para permitirle que destruyera su amor por él.

Con su última onza de fuerza, corrió pasándolo, huyendo de su habitación sin


mirar atrás.

Cain maldijo y giró sobre sus talones. Verla con lágrimas en sus ojos se sintió
como si alguien le hubiese clavado una estaca en el corazón. No podía negar que sentía
algo por Faye, que a pesar de las dudas que sentía con respecto a ella, se sentía atraído
por Faye como a ninguna otra mujer. El escuchar que deseaba marcharse se sintió como
un puñetazo en el estómago.

No podía permitirlo. Faye tenía que quedarse.

Cain salió corriendo por la puerta, persiguiéndola por el pasillo. Siguió su olor
por las escaleras y a través de la entrada. Los dos guardias en la puerta le lanzaron
miradas de sorpresa, pero no les hizo caso y los paso corriendo.

El aire húmedo de la noche lo golpeó como si hubiera entrado en una sauna. Sus
ojos recorrieron el terreno. Cain la vio mientras corría junto a un bosquecillo de árboles.
Corrió hacia ella, alcanzándola en unos cuantos segundos. La capturó en sus brazos y
el giro hacia él.

— ¡Por favor, déjame ir, Cain!—rogó.

Ella luchó por un momento, pero luego toda resistencia parecía escapársele, y los
sollozos llenaban el silencio de la noche.

— No puedo dejarte ir, — Cain dijo y la giro hacia él, abrazándola y presionando
su cabeza contra su pecho.

A pocas yardas de distancia, bajo el bosquecillo de árboles, se dio cuenta que


estaba una banca. La levantó en sus brazos y camino hacia esta, se sentó y acomodo a
Faye en sus piernas. Cain presionó la cabeza de Faye contra su pecho y le acarició el
cabello.

137
— No llores. — Colocó besos en la cabeza, deseando desesperadamente calmar
su dolor. — Lamento haberte molestado. No era mi intención hacerlo. Por favor, Faye,
no te vayas.

Ella levantó la cabeza. Lágrimas de color rojo corrían por sus mejillas, y Cain las
limpio con la yema del pulgar.

— No puedo quedarme. Esto duele demasiado.

Coloco un mechón de su oscura cabellera detrás de la oreja y con el pulgar


acaricio su suave piel. — Dime que es lo que duele, — dijo en voz baja.

Faye bajó los párpados, evitando su mirada. Pero él no lo permitió y le levantó


la barbilla con el pulgar y el índice y la obligo a mirarlo. — Por favor, ayúdame a
comprenderte.

Cain la miro fijamente a los ojos ¿Todo esto era una actuación que realizaba para
que de esa manera la aceptara nuevamente ahora que había roto su compromiso con
Abel, o lo que estaba viendo era a la verdadera Faye? ¿De verdad lo deseaba por el
mismo, o quería regresar porque él era el rey?

¿Y esto siquiera importa? ¿No era suficiente con tener una mujer como Faye a su
lado, en su cama?

— Me duele mucho haber perdido tu amor.

Cain suspiró. Si fuera un hombre diferente, le diría que la amaba ya sea si fuera
cierto o no. Pero no podía profesar algo que no estaba seguro fuera la verdad. — Un año
es mucho tiempo. Los dos hemos cambiado, Faye. Necesitamos tiempo para
reajustarnos.

Sus labios temblaban. —Me estás castigando porque acepté la propuesta de Abel.
Sientes que te traicioné.

Cain negó con la cabeza. — No estoy castigándote. Estoy intentando comprender


por qué decidiste casarte con el cuándo no lo amas.

138
— Yo sé que eso es lo que parece. Pero no es así. No lo hice para beneficio de mi
misma.

Curioso, dijo, — No entiendo.

— Como reina habría tenido influencia.

Cain cerró los ojos. Así que Faye deseaba el poder de su posición como reina
podría ofrecerle. Sintió la sangre en sus venas convertirse en hielo. ¿Cómo podía sentirse
atraído por una mujer así? ¿Una mujer sin corazón? ¿Era realmente su destino? ¿Había
amado a una mujer sin corazón en su vida pasada? ¿Qué es lo que hacía de él? ¿Un
hombre sin corazón?

— Tu hermano es menos indulgente que tú, — continuó Faye. — Alguien tenía


que asegurarse de que los miembros de nuestro clan fueron tratados de manera justa.

Sus palabras le hicieron abrir los ojos y fruncir la frente.

— Necesitan de alguien que cuide de ellos.

Finalmente la implicación de sus palabras lo hizo darse cuenta. ¿Pero podía


confiar en sus palabras? — ¿Estabas haciendo esto por el clan?

— Quería continuar lo que empezaste.

Cain acerco más su rostro al suyo. ¿Le estaba diciendo la verdad?

Su respiración rebotó contra él e inhaló su aroma. Una imagen de dos cuerpos


desnudos entrelazados en sábanas de seda apareció ante sus ojos. Suaves gemidos y
sonidos de placer desviaron hacia sus oídos.

— Y ahora que te he dicho mis razones, por favor, déjame ir. No puedo quedarme
aquí, no cuando vas a traer a otra mujer para hacerla tu reina.

— ¿Qué?

Faye intentó bajarse de su regazo, pero él no se lo permitió. Tenía que averiguar


lo que estaba hablando.

139
— ¡Cain!

Cain giro rápidamente la cabeza en la dirección de la voz. Haven marchaba hacia


ellos.

— Lamento molestar, — Haven comenzó diciendo.

— ¡Ahora no! — Cain dijo entre dientes, mientras que Faye se apresuró a bajar
de su regazo. Esta vez no pudo detenerla.

— Dijiste que querías ser notificado en el momento en que John regresara.

Cain se levantó. Esto fue muy mal momento. — ¿Dónde está?

— Esperando por ti en tu oficina, — Haven anunció, echando un rápido vistazo


a Faye.

Cain se volvió hacia ella y dio un paso acercándose más. Bajó la voz. —
Hablaremos de esto más tarde. No tomes decisiones apresuradas.

Cuando Faye no respondió, se volvió hacia Haven.

— Vámonos.

140
Capítulo Veintiuno

Dejando a un lado la extraña declaración de Faye sobre otra mujer, Cain


irrumpió su oficina. John se puso de pie junto a la chimenea, mientras que Thomas se
apoyó en el respaldo del sofá, mirándolo.

Detrás de Cain, Haven cerró la puerta y se quedó allí de pie.

Mandíbula apretada, Cain caminó hasta John. — ¿Dónde diablos estabas?

— Pido disculpas, pero yo tenía que asistir a una emergencia, — John respondió,
su rostro ilegible.

— ¡Me dejaste por mi cuenta en esos túneles! Y tuvimos que venir aquí sin el
beneficio de tu guía. Esa debería ser alguna gran emergencia de mierda. ¡Deberías
haberme dicho! — Cain entre dientes.

John dejó caer la cabeza. — No pude. No lo habrías aprobado.

— ¡Explícate!

— Tengo una amante humana. En el barrio francés.

— ¿Qué tiene eso que ver con lo que yo lo apruebe o no apruebe?

— El líder de la guardia personal del rey no se supone que tenga una vida privada,
y mucho menos estar involucrado con un ser humano. Nunca se aprueban las relaciones
de vampiro y humano.

— ¿Y cómo diablos iba yo a saber eso? — Cain clavo su dedo en el pecho de


John. — La amnesia, ¿recuerdas?

— Lo siento, yo sólo asumí que sus sentimientos y preferencias seguiría siendo


las mismas, sin importar si te acordaste cualquier cosa acerca de su vida pasada o no. Es
parte de tu carácter.

141
— Bueno, adivina qué: ¡no me importa con quién te acuestas! ¡Pero me preocupo
por ti haciendo un acto de desaparición conmigo sin una explicación!

John le dio una mirada atónita, como si él no pudiera creer lo que escuchaba. —
Has cambiado.

— ¡No te paralices! ¿Por qué te fuiste?

— Mi amante estaba en problemas.

Cain entrecerró los ojos en sospecha. — ¿Qué tipo de problemas?

— Ella fue atacada por varios matones y herido. Necesitaba mi sangre para sanar.

Cain contemplo las palabras de John. — ¿Por qué no se fue a un hospital?

— Ellos la apuñalaron en el vientre. Ella tenía miedo de que los médicos no serían
capaces de salvarla. — Él miró hacia abajo a sus pies. — Ella quiere tener hijos. Dándole
mi sangre garantice que ella sanó completamente. En el hospital habría tenido sólo un
cincuenta por ciento. No podía arriesgarme a la realización de una histerectomía.

Aturdido por su confesión, Cain dejó escapar un suspiro. — ¿Hiciste un vínculo


de sangre?

John sacudió la cabeza. — No, pero yo tenía la intención una vez que Abel
ocupara el trono y le habría pasado el conocimiento a él. Yo sabía que tenía otro hombre
en mente para convertirse en el líder de su guardia personal. Me habría liberado de mis
obligaciones. Yo podría haber tomado una esposa entonces.

— ¿Y ahora que estoy de vuelta? — Le preguntó a Cain, más tranquilo ahora.

John miró de frente. — Voy a permanecer a tu servicio. Nada va a cambiar.

— ¿Y la mujer?

— Ella ha sanado.

Cain negó con la cabeza. — No, quiero decir, ¿qué va a pasar entre tú y ella?

142
— Voy a tener que terminar con ella.

— ¿Por qué no quieren que el líder de la guardia del rey tenga una esposa?

— No eras el encargado de hacer esta regla. Los reyes antes de ti establecieron


esta restricción. Querían asegurarse de que su guardia personal no tiene lealtades
divididas.

— Un poco pasado de moda, ¿no te parece? — Le preguntó a Cain y le hizo


señales a Thomas y Haven. — Mis dos amigos aquí están en un vínculo de sangre. Y no
han disminuido su capacidad para desempeñar sus funciones.

— ¿Quiere decir que considerarías cambiar la regla? — John lo miró con


incredulidad.

— Considéralo abolida. Cada hombre tiene un derecho a la felicidad.

El pecho de John se levantó, y él trató de decir algo, pero parecía tropezar con
sus propias palabras. — No sé qué decir, — por fin pronunció. — Si hubiera sabido...

— Bueno, entonces estamos de acuerdo. Y la próxima vez que haya una


emergencia, lo necesito saber de inmediato, no importa lo que se podría suponer que mi
reacción puede ser. Y me gustaría conocer a la mujer. ¿Cómo se llama?

— Nicolette.

— Bueno, ahora sobre mi celebración de bienvenida casa.

La frente de John fruncida. — ¿Qué celebración?

— Mi hermano me está haciendo una fiesta en una semana. Debería haber sido
su coronación, sino que va a convertirse en una fiesta de bienvenida para mí. Me dará
la oportunidad de conocer a todos mis súbditos. Cuento contigo para que me ayudes.
Yo no quiero que la gente empiece a sospechar cuando no sepa quiénes son.

— Por supuesto, — dijo John rápidamente. — Voy a estar a tu lado todo el


camino.

143
— Bueno. — Cain le dio una palmada en el hombro. — Eso es todo por ahora.

— Gracias. — John se acercó a la puerta y se fue.

Un momento de silencio seguido, antes de que Cain se volvió hacia sus dos
amigos. — Pónganse en contacto con Eddie y hagan que él y Blake echen un vistazo a
su historia.

— ¿No crees en su historia acerca de un amante humano? — Preguntó Thomas.

— Oh, el amante humano lo creo. Pero no el resto. La historia era un poco


demasiado conveniente para mi gusto. Hagan que Eddie y Blake encuentren a Nicolette
y para corroborar su historia. Luego pídanle que vengan al palacio. No los necesitaremos
en el exterior más. Es mejor si se quedan en el palacio. Necesitamos a todos los hombres
que podamos conseguir.

Thomas asintió con la cabeza. — Yo los voy a llamar.

Cain se acercó a la puerta.

— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó Haven.

Cain le lanzó una mirada por encima del hombro. — Terminar mi conversación
con Faye.

Haven sonrió. — No se veía como una conversación desde donde yo estaba.

— ¿Y tú punto es?

— Yo no estaba tratando de hacer un punto.

— ¿Entonces qué?

— Sólo te doy un consejo que es probable que no hagas caso de todos modos.

— ¿Qué sería?

— Si tiene que usar tu polla, por lo menos mantén la cabeza clara y cuida tu
espalda. El asesino te golpeó cuando la guardia está abajo. No le dés esa oportunidad.

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Cain negó con la cabeza. — Mi guardia esta siempre arriba.

— No me escuchaste acercarme cuando estabas en el jardín con ella, — Haven


lo contradijo.

Cain apretó los dientes con frustración, sabiendo que Haven estaba en lo cierto.
— No va a suceder de nuevo.

145
Capítulo Veintidós

Faye se alegró de encontrar una distracción esperándola cuando llegó al pasillo


completamente cerrado que conecta el palacio a la antigua cocina de la plantación. Al
igual que muchas plantaciones viejas, la cocina había sido un edificio separado debido
al peligro de incendio que representada. Los vampiros que primero habían tomado
control sobre la propiedad habían cerrado la pasarela con paneles de yeso para que
pudieran llegar a la pequeña estructura independiente durante las horas de luz del día
sin ser quemados por los rayos del sol. Pocas personas utilizan la cocina, pero Faye le
gusta su ambiente acogedor y con frecuencia vino aquí sólo para sentarse y leer, o
simplemente pensar.

En la entrada al pasillo dos extraños se quedaron esperando. De inmediato los


reconoció como vampiros, pero no eran del clan de Louisiana. A pesar de que ella no
conocía a todos los miembros del gran clan, sus miradas demacradas la llevaron a creer
que habían huido de otro clan. No eran los primeros que habían llegado a su puerta para
pedir ayuda.

El hombre parecía de unos cincuenta años humanos, la chica de menos de la


mitad de su edad, aunque Faye no podía decir cuántos años habían sido vampiros ya.
Cuando la muchacha se apretó más a su compañero, con los ojos como dardos alrededor
con temor, Faye desacelero su paso y levantó la mano.

— No tengas miedo. Eres bienvenido aquí.

El más viejo hombre asintió con la cabeza hacia ella. — Nos dijeron que podría
ser capaz de ayudarnos.

— Soy Faye. ¿De dónde vienen? — Faye pregunto y abrió la puerta que daba al
pasillo.

— De Mississippi. Soy David, y esta es Kathryn.

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— Vamos. — Ella les hizo una seña para que la siguieran. — Puedo darles sangre.

— Gracias, — dijo David y la siguió con la chica a cuestas.

Faye marchó a la cocina y abrió el refrigerador. — ¿Qué les pasó? — Ella se


volvió hacia ellos, observando sus ropas rasgadas y sucias apariencias. Como si hubieran
vivido en las calles durante días.

— Los disturbios en Mississippi continúan, — explicó David, su voz sonaba


ronca y seca. — Nosotros no podíamos quedarnos por más tiempo.

— Te ves como que no has tenido nada de sangre en días. — Faye tomó dos
paquetes de sangre envasada y los colocó sobre la mesa, antes de volverse hacia el
armario que colgaba y tomó dos vasos. — Tome asiento, por favor.

Kathryn parecía que se derrumbaría y siguió la invitación de Faye de inmediato,


por primera vez, abriendo la boca. — Gracias. — Sus brazos escuálidos alcanzaron el
contenedor. Ella desenroscar la parte superior, pero en vez de verterlo en el vaso, bebió
directamente de la caja.

Faye observó mientras ella devoraba con avidez el líquido y miró a David, que
no estaba tocando su paquete de sangre. — Bebe.

Tomo la caja y la empujó hacia Kathryn. — Kathryn puedes tomar el mío.

Sorprendida por su abnegación, Faye respiró profundo. — Hay más. — Ella sacó
otro paquete de sangre de la nevera y se lo entregó al flaco vampiro más viejo.

David le lanzó una sonrisa de agradecimiento y, finalmente, aceptó la sangre.


Faye esperó pacientemente hasta que se habían llenado. ¿Qué horrores habían sufrido
estos dos para hacer que huyeran de su clan? Miró a la chica. Ahora con sus mejillas
llenas de color otra vez, Faye pudo ver que ella era bonita. Ella cerró los ojos por un
momento, recordando los horrores que ella misma había experimentado. Queriendo
consolar a la niña, ella puso su mano en su antebrazo, pero Kathryn chilló y se echó
hacia atrás, saltando de su silla en pánico.

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— Lo siento, — dijo Faye rápidamente.

David se levantó y lentamente se acercó a la chica, que parecía asustada más allá
de la comprensión.

— Todo está bien, pequeña, — él engatusó y la atrajo a sus brazos. Luego miró
por encima del hombro. — Lo siento, ella no confía en nadie más que en mí.

Con compasión en su corazón, Faye miró a la muchacha. — ¿Qué pasó?

Lentamente, David llevó a la chica de vuelta a la mesa y ambos se sentaron. —


Las diferentes facciones en Mississippi están cometiendo actos terribles. Los que tratan
de huir y son capturados les son quitados los colmillos, tratando de evitar que se escapen
de nuevo. — Él abrió su boca.

Faye retrocedió, golpeando su mano sobre su boca. Donde los colmillos de


vampiro debían estar había grandes agujeros. — ¡Oh, Dios mío! — No es de extrañar
los dos se morían de hambre. Sin colmillos no podían cazar por la sangre. Ellos
dependían de las limosnas.

— Se aseguran de que los colmillos no vuelvan a crecer durante nuestro sueño


reparador mediante la implantación de una pelota de tamaño de un guisante de acero.
Está cubierto con una pequeña especificación de plata, lo suficiente para que la herida
nunca sanará.

— ¿Qué es esto? — Una voz masculina de repente tronó desde la puerta.

La mirada de Faye se disparó a él, al igual que las de sus invitados. Baltimore, la
guardia personal de Abel, llena todo el marco de la puerta y la miró, su dedo apuntando
a los envases vacíos de sangre.

David y Kathryn ya habían saltado levantó de la mesa y se retiraron al rincón


más alejado de la cocina. Faye ahora se levantó de su silla, lenta y deliberadamente. Ella
no permitiría que Baltimore la intimidara.

— No es asunto tuyo, — le replicó. — ¡Fuera!

148
Pero el matón no presto atención a su advertencia y entró en la cocina. — Ya
veo, estamos repartiendo sangre otra vez. — Hizo un gesto a los dos vampiros
necesitados. — No tenemos nada para ustedes aquí, ¿entiende? ¡Vayan a mendigar en
otro sitio! — Dio otro paso.

Faye saltó en su camino. — ¡Déjalos en paz! ¡Yo les puedo dar tanta sangre como
yo quiero! ¡Tus tácticas de intimidación no funcionan!

Él entrecerró los ojos en ella y gruñó. — ¡Tu maldita perra!

Cuando él la agarró y la empujó contra la mesa, ella estaba completamente


preparado para el asalto.

— ¡Abel lo prohíbe! — Baltimore levantó su brazo de nuevo para el golpe.

Faye sacudió su pierna para darle con la rodilla en las bolas, pero golpeó el aire
cuando el vampiro voluminoso se echó hacia atrás y se desplomó. Cuando él cayó hacia
atrás, sus ojos se posaron en el hombre detrás de él: Cain, sus colmillos extendidos y
asesinato en su ojos.

— ¡Abel no es el rey! ¡Yo lo soy! — Cain abordó a Baltimore y lo inmovilizó en


el suelo, un cuchillo de plata apuntando a su yugular. — Tocas a mi novia una vez más,
y te encontrarás con una estaca en el corazón.

Cain presionó el cuchillo más cerca de la piel del otro vampiro, haciéndolo echar
humos de cólera. El olor de la carne quemada y pelo impregnaba la cocina.

— Y ahora, vas a levantarte y sal de mi propiedad. Si alguna vez pongo los ojos
en ti de nuevo, te arrepentirás.

Cain se levantó y esperó hasta que Baltimore se puso de pie. Su mandíbula


apretada con fuerza, él miró a Cain, y luego miró más allá de él a Faye. La amenaza en
su mirada era clara. Él la culpaba de su destino y la dañaría a la primera oportunidad
que tuviera. Sólo cuando Baltimore se volvió y salió de la habitación Faye soltó una
respiración. Sólo que ahora las palabras de Cain realmente se hundieron. Él la había

149
llamado a su novia. ¿Esto quiere decir que todavía la quería después de todo, o solo
simplemente utiliza el término para hacer su punto da Baltimore?

Cain se volvió hacia ella, cruzando la distancia entre ellos con dos pasos, la miró
de arriba abajo. — ¿Estás bien? ¿Te duele?

Ella había aguantado peores cosas. — Estoy bien. — Ella estudió su rostro,
cuando una suave sonrisa curvó sus labios hacia arriba.

— Bueno. — Entonces miró más allá de ella a David y Kathryn. — ¿Me presentas
a tus amigos, por favor?

150
Capítulo Veintitrés

Cain miró a los dos vampiros demacrados, todavía tambaleándose sobre la


audacia de Baltimore para evitar el acto caritativo de Faye. Había conocido a la guardia
personal de Abel brevemente la noche anterior, y sabía que su hermano estaría enojado
por haberlo prohibido el palacio. No es que Cain se preocupaba mucho por eso. La
seguridad y el bienestar de Faye eran más importantes.

Él había visto rojo cuando él vio a Baltimore tocar a Faye, y en ese momento
había sentido una actitud protectora hacia ella que le exigió que aplastara al vampiro.
Cometer un asesinato sangriento frente de Faye y dos desconocidos, había usado todo
su autocontrol restante y prohibió a Baltimore entrar al palacio.

— Se trata de David y Kathryn, — oyó decir ahora a Faye y señaló a los dos
vampiros acurrucados en un rincón de la cocina. David lo miró con aprensión, mientras
que la expresión facial de Kathryn fue una de puro miedo.

— No quiero hacerles daño, — Cain les aseguró rápidamente, pero no se acercó,


sintiendo que tal acción sólo los asustaría más. En lugar de ello se volvió a Faye. — ¿Por
qué Baltimore no quiere que les des a nuestros huéspedes toda la sangre?

Los labios de Faye se curvaron en disgusto. — Debido a que Abel está en contra
de las limosnas. Está prohibido a todo el mundo en el palacio regalar sangre. — Ella
resoplo, su pecho agitado con indignación. — Y estos no son ni siquiera los suministros
del palacio. Son mis personales. Tenía todo el derecho…

Cain le puso una mano tranquilizadora en el antebrazo y la apretó. — Sí, lo


hiciste.

Pero Faye no había terminado todavía. — Hace unos días quería castigar a
Robert, porque se descubrió que un par de litros de sangre habían desaparecido de las
bodegas.

151
— ¿Qué hizo con él?

Faye bajó la mirada al suelo. — Nada.

Cain sintió un surco en su frente. — Pero dijiste que quería castigarlo.

— Él lo hizo. Lo detuve. Porque él dijo... — Hizo una pausa.

Cain dejó de lado la barbilla y la obligó a mirarlo. — Faye, por favor.

Ella tomó aire antes de responder. — Me dijo que si yo fuera su reina, él sería un
rey más indulgente.

El corazón de Cain se apretó. — ¿Esa es la forma en que llegaste a decir que sí?

Faye no asintió. Ella simplemente cerró los ojos.

Sin decir una palabra, él la tomó en un abrazo. Era todo tan claro ahora. Lo que
Faye le había dicho antes era cierto: ella quería ser reina para ayudar a su pueblo. Cada
una de sus acciones lo confirmó. Y su caridad incluso se extendió a los vampiros fuera
del clan. Ella era amable con los extraños y valiente para enfrentarse a los matones como
Baltimore. Cain sintió que su pecho se llenó de orgullo.

Cuando los brazos de Faye llegaron a su alrededor para apretar con fuerza, dio
la bienvenida a su acción. Él le dio un beso en la parte superior de su cabeza, cuando
sus ojos se posaron de nuevo en los dos vampiros.

De mala gana, él soltó a Faye y se dirigió a los dos desconocidos. Se dio cuenta
de sus ropas rasgadas y sucias y se dio cuenta de que la sangre no era lo único que los
dos necesitaban. — ¿Cómo podemos ayudarte?

David hizo una reverencia. — Si no es mucha molestia, si podría


proporcionarnos refugio, sólo por un día o dos, hasta que hayamos descansado lo
suficiente.

Cain asintió. — ¿Qué le pasó?

152
Faye puso una mano en el brazo de Cain, haciéndole girar de nuevo a ella. — Es
horrible, Cain. Están huyendo de su clan a causa de las terribles condiciones allí. —
Entonces ella bajó la voz como si ella no quería que los dos extraños escucharan lo que
tenía que añadir, a pesar de que su oído de vampiro les permitiría recoger sus palabras
de todos modos. — Les fueron quitados los colmillos. Ellos no tienen forma de caza
sangre. Tenemos que hacer algo.

Incluso sin Faye implorando con la mirada, Cain habría ayudado a los dos, pero
a sabiendas de que Faye deseaba ayudarlos hace el asunto aún más urgente.

— ¿Alguna de las cabañas en la propiedad actualmente está vacante? — Le


preguntó.

— Una de ellas está vacía porque estábamos planeando renovarla, pero es


habitable en su estado actual.

— Bueno. — Miró a David. — Espero que te quedes más de dos días. ¿A dónde
se dirigen?

David se encogió de hombros. — Tan lejos de Mississippi como sea posible.

El corazón de Cain se detuvo. — ¿Mississippi?

— Ahí es donde nuestro clan esta.

Cain cerró su mano en un puño y lo estrelló en la mesa de la cocina, por lo que


ambos David como Kathryn se encogieron más atrás en su esquina. — ¡Maldito Abel!

Faye dejó escapar un suspiro aturdido. — ¿Qué es?

Cain apretó la mandíbula. — Él me convenció para invitar al clan de Mississippi


para mis próximas celebraciones en nuestro hogar para hacer la paz con ellos. — Él
tomó aire y señaló a los dos vampiros. — ¿Cómo puedo hacer la paz con un clan que
hace esto a su pueblo?

— ¿Por qué incluso te comprometiste a invitarlos? — Preguntó Faye. — Sabes


que no comparten nuestros valores.

153
¿Debería haber sabido esto? Obviamente el viejo Cain hubiera sido consciente de
ello. — Pensé que las cosas habían cambiado mientras yo no estaba. Abel sugirió darles
otra oportunidad. — A pesar de que parecía ahora que tal vez no debería escuchar nada
de lo que Abel estaba sugiriendo.

— Nada ha cambiado, — respondió Faye. — Son tan crueles como siempre lo


fueron.

Tendría que hablar con Abel después. Hizo un gesto a David y Kathryn. —
Vamos a que se instalen para que pueda descansar. — Luego miró a Faye. — ¿Me
muestras una casa que esté disponible?

— ¡Vengan! — Alentó a los dos desconocidos y se volvió hacia la puerta.

Cuando todos ellos caminaron fuera, Cain tomo la mano de Faye. Su cabeza giró
inmediatamente hacia él, y su rostro indicaba sorpresa.

Él le sonrío mientras llevó su mano a los labios y le dio un suave beso en la parte
posterior. Una sonrisa vacilante, fue su respuesta. En amigable silencio caminaron
alrededor del palacio hacia el largo camino de entrada. Cain miró a las cabañas a lo
largo del camino y dejo que Faye vaya por delante, mientras él disfrutaba de su cálida
mano en la suya.

— Esto es todo. — Ella señaló una pequeña cabaña de madera que se parecía a
todas los demás y se acercó a la puerta de entrada, y luego se volvió hacia él. — Yo no
tengo una llave.

Por un instante, Cain se congeló. Luego recordó el juego de llaves que Abel le
había entregado en su primera noche de vuelta y las sacó de su bolsillo. Miró a las
diferentes llaves, pero no sabía cuál encajaría en la cerradura de la casa. Cuando él dudó,
Faye señaló una de las llaves.

— Éste.

— Ha sido un largo tiempo, — desviado, con la esperanza de que ella no lo


encontró extraño que no podía recordar qué llave usar, y abrir la puerta.

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El interior de la casa era sencilla, pero funcional: dos grandes habitaciones, una
equipada como sala de estar, uno como dormitorio, además de un pequeño cuarto de
baño con bañera.

— Voy a tener uno de los criados trayéndoles ropa de cama y toallas, — dijo
Faye. Luego miró a la chica que estaba mirando a su alrededor y haciendo pasos
vacilantes hacia el interior. — Y puedo traer algo de ropa, Kathryn.

Al sonido de su nombre, la chica se dio la vuelta. Sus respiraciones llegaron


irregularmente, pero cuando Faye simplemente se quedó de pie donde estaba, Kathryn
comenzó a calmarse visiblemente. — Gracias.

David estiró su mano hacia Cain. — Estoy muy agradecido por su bondad, Su
Majestad.

Cain tomó la mano y se la estrechó. — No me des las gracias. Esto es obra de


Faye, no la mía. — Por el rabillo del ojo notó que Faye le lanzó una sonrisa suave. —
Descansen. Voy a tener uno de mi personal trayendo todo lo necesario.

Luego se volvió hacia la puerta y salió fuera. Faye se unió a él un momento


después. Él le tomó la mano. — Ven.

Una vez fuera del alcance del oído de la casa, él se dirigió a ella de nuevo. — Yo
no quiero preguntar delante de ellos, pero ¿Cómo fueron quitado sus colmillos?
Cualquier lesión sanaría durante su sueño reparador. Sus colmillos crecerían de nuevo
dentro de un día.

Faye suspiró. — Normalmente, sí, pero estos monstruos les implantaron con
bolitas de metal donde sus colmillos podrían volver a crecer y los revistieron con plata
para que la herida no puede curarse. El dolor constante debe ser insoportable.

Cain se estremeció ante la idea. — Tiene que haber algo que se puede hacer.

— Necesitamos a un cirujano, pero no tenemos uno. Tenemos que llevarlos a un


cirujano humano, pero va a ser arriesgado.

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— Eso no será necesario. — Porque a Cain acababa de llegarle la solución.

Faye se volvió hacia él, suplicando, — Pero no puedes dejar que ellos sigan
sufriendo así. La chica esta entumecida por el dolor. Puedo sentirlo.

Cain le tomó las manos y la atrajo más cerca. — Ellos no van a sufrir mucho más
tiempo. Conozco a un médico. Ella es un vampiro. Puedo traer aquí Maya para
operarlos. Todo va a estar bien.

Los ojos de Faye se abrieron. — ¿Maya? ¿Es la mujer que amas?

— ¿Maya? ¡Dios, no! Maya es una amiga. Y ella está unida a un hombre
magnífico con el que ni siquiera me gustaría cruzar. — Cain trajo sus manos
entrelazadas a su boca y le dio un beso en ellos. — Faye, no hay otra mujer. ¿Por qué
crees que lo hay?

— Pero he oído que te enamoraste de otra mujer.

— ¿Quién dijo eso?

Faye miró hacia otro lado, pero él no tenía que ser un genio para darse cuenta de
quien había puesto esa abeja en su sombrero.

— ¿Abel?

Ella volvió la cara hacia él. — Él dijo que él había oído a tus hombres que hablan
acerca de una mujer que querías traer aquí.

— ¡Eso es mentira! — La ira sobre la última manipulación de su hermano se


agitaba en él.

— Pero ¿por qué iba a decir eso?

— ¡Porque él quiere abrir una brecha entre nosotros! — Era la única explicación.
— Él te quiere de vuelta. — Cain dejó escapar una risa amarga. — ¿Y por qué no lo
haría? ¿Qué hombre no se vuelve adicto una vez que te ha tenido en su cama? — Los
sueños que había tenido le dijeron que era adicto a ella, también.

156
— ¡Pero él nunca me tuvo!

Cain se congeló. — ¿Qué?

— Él nunca me ha tocado. Él quería pero yo no podía...

Él levantó la mano y le acarició la mejilla. — Te mantuviste fiel a mí, —


murmuró, incapaz de creer su fortuna. Inclinándose, él llevó sus labios a los de ella. —
Quiero conocerte de nuevo. ¿Vas a mostrarme como era entre nosotros antes de que yo
desapareciera? — Él tocó sus labios, dándole todas las posibilidades de retirarse si quería,
pero ella no se apartó.

— Oh, Cain, te extrañé tanto.

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Capítulo Veinticuatro

Le había dado instrucciones a Marcus para cuidar de los dos recién llegados, y
ahora Cain cerró la puerta de la suite de Faye detrás de él, girando la cerradura. Su
mirada viajó a Faye que estaba de pie cerca de la chimenea y no se movió.

A él no le importaba que haya asuntos de rey esperándolo. Lo que él estaba a punto


de hacer era más importante que gobernar un reino.

— Gracias por ayudar a esos dos vampiros, — ella murmuró.

Él camino hacia ella con pasos firmes a pesar de que su corazón tronaba. —
Quiero que sepas que yo no lo hice con el fin de llevarte a mi cama.

Faye se río suavemente y le indicó a la cama. — Esa es mi cama, no la tuya.

— La misma diferencia. — Habiendo llegado a ella, apoyó las manos en ambos


lados de la cabeza. — Si recuerdo bien, nunca importaba mucho para mí en que cama
me dormí en todo el tiempo que estuviste conmigo. — Por lo menos lo mucho que sabía
de sus sueños.

— Y a veces ni siquiera te importa si se trataba de una cama. — Ella echó un


vistazo a la alfombra de piel de oso a sus pies.

¿Habían hecho el amor allí antes?

— ¿Por qué no me muestras lo que más te gusta? — él sugirió.

Sus labios se acercaron, y su aliento rebotaba contra su boca. — Sabes lo que más
me gusta.

Cain quería poder recordar, pero ningún recuerdo era inminente. Así que hizo lo
único que podía. Él capturó sus labios y la besó. Sus labios se rindieron a él, separándose
a la más mínima presión, un suave suspiro escapo de su boca, mientras una de sus manos

158
se deslizó hasta la nuca, enviando un escalofrío por su columna y en su coxis. Un rayo
correspondiente viajó a su ingle y lo encendió allí.

Él espero que sea así desde el momento en que había aparecido en sus sueños,
pero nunca había esperado que la pasión de Faye fuera a engullirlo tan plenamente que
perdió todo sentido de la realidad. Esto sólo podría ser un sueño; nada podría sentirse
tan bien en la vida real. Sin embargo, sujetar a Faye en sus brazos y devorando sus labios
como un hombre muriendo de sed se sentía más real que todos los sueños que había
tenido acerca de ella combinados.

Sintió que su corazón rugió a la vida como si hubiera estado inactivo desde el
principio de los tiempos. Se batió contra su pecho, proporcionando el eco al latido del
corazón de Faye. Tan rápidamente como el suyo, su corazón retumbaba dentro de su
caja torácica tratando de escapar. Su mano se movió al sur capturándolo, para
finalmente sentir su cálida carne en su palma. Carne suave lo saludó, llenando su mano
a su capacidad. Su pulgar acarició por encima de su pico, sintiendo que se endurecía
bajo su caricia. Pero la tela de su vestido de verano se encontraba todavía en su camino,
todavía le impidió hacer contacto con su piel.

Cain arrancó su boca de la de ella, jadeando. — ¡Oh, Dios, Faye! — Él la miró a


los ojos. Estaban sus párpados pesados, la pasión en ellos no disimulada. Lo volvió
hambriento sólo mirarla.

Él apretó su pecho en su palma, luego capturó su otro con la otra mano. Faye
apoyó la cabeza contra la pared y gimió.

— No es suficiente, — entre dientes y se apoderó de la tela. Sin pensarlo, le


arrancó la parte superior de su vestido en dos, dejando al descubierto sus pechos.

Faye se quedó sin aliento, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

Cain bajó la mirada, bebiendo la vista. No llevaba sujetador, y sus generosos


pechos se derramaron en sus manos esperando. El contacto de la piel sobre la piel hizo
a su polla palpitar sin control, engrosándose aún más.

159
— ¡Maldita sea, Faye, toma mi polla antes de que yo explote! — Ordenó antes
de que él dejó caer su cabeza a sus pechos y capturó un pezón en la boca.

Él chupó la deliciosa yema y lamió la lengua por ella, cuando él finalmente sintió
sus manos en los pantalones, haciendo estallar el botón de apertura. Entonces, una mano
apretada contra la longitud de su eje, mientras que el otro tiró de la cremallera hacia
abajo.

Sintió la liberación cuando la opresión de sus pantalones, le otorgó a aire fresco


mientras ella tiro de los pantalones y bóxer bajándolos para que descansen a la mitad del
muslo. Impaciente, él apretó su polla contra sus manos.

— ¡Cain, mi amor! — Murmuró y envolvió una mano alrededor de su erección


dura como el hierro y se deslizó hacia abajo en él.

Su pezón se asomó por la boca. — ¡Joder! — Si ella seguía acariciándolo así, él


se derramaría en su mano en tres segundos fijos. — ¡No! — Respiraba pesadamente,
tirando a sí mismo de su agarre.

— ¿Qué pasa?

— ¿Qué pasa? — Repitió. — Faye, voy a correrme al instante si me haces eso.

— Pero estoy apenas tocándote.

Él la miró a los ojos, llevando su cabeza más cerca de la de ella. — Eres como
una mujer nueva para mí. Como si yo nunca te he tocado antes. Esto podría ser más
rápido de lo que ambos queremos.

Su dedo volvió sobre sus labios. — En ese caso sólo tendremos que hacerlo una
y otra vez hasta que los dos estamos satisfechos con el resultado.

Cain le sonrió. — ¿Así que no me vas a tirar sobre mi culo si no consigo hacerlo
bien la primera vez? — Porque para él, esta sería la primera vez que hizo el amor con
ella. No tenía nada que compararlo con otro de sus sueños. Sin embargo, Faye le
compararía con el viejo Cain.

160
— Mi amor, — murmuró, sacudiendo la cabeza como si fuera a reprenderlo. —
Nunca lo has hecho mal. Conoces mi cuerpo mejor que yo.

Él sonrió. — Bueno, en ese caso... — Jalo la camisa por la cabeza y lo tiró al


suelo. Luego se apoderó de su vestido de nuevo y arrancó el resto en dos.

Sus ojos vagaron a la parte baja. — Llevas bragas hoy. — En su último sueño,
ella había estado descubierta.

— Eso es porque no me esperaba esto.

Cain chasqueó la lengua. — Siempre debes estar esperando. Día y noche. Debido
a que una mujer como tu debe tener las piernas abiertas y mi polla dentro de ella
veinticuatro siete.

Faye le lanzó una mirada coqueta. — ¿Entonces por qué sigues hablando?

— Buen punto, — reconoció y tomó sus labios de nuevo.

Recordó el sueño en el que él la había tomado contra la pared, pero esto no era
la forma en que quería tomarla por primera vez. La necesitaba debajo de él.

Besándola duro, él la levanto en sus brazos y la llevó hacia abajo sobre la


alfombra de piel de oso antes de que él la soltó, se quitó los zapatos, e hizo un trabajo
rápido de los pantalones y los calcetines. Él no quería nada para impedir sus
movimientos.

Las manos de Faye llegaron para que atraerlo hacia ella y que cumpliera,
deslizándose entre sus piernas abiertas. Sólo sus diminutas bragas ahora cubren el lugar
precioso en el vértice de sus muslos, pero no impidió que el olor de su excitación se
propague en la habitación. Sus fosas nasales se abrieron cuando lo lleno con el aroma
tentador.

Con los nudillos frotaba contra la tela, haciendo que se sacuda. — Tranquila,
cariño, — el murmuró. — Te voy a dar todo lo que necesita. — O moriré en el intento.

161
Pero él no se apresuró. Quería explorarla, para llegar a conocer su cuerpo, dar un festín
a sus ojos con ella.

¿Realmente había tenido una mujer como ella antes, cuando todavía era el viejo
Cain? ¿Cuándo él había tenido un recuerdo? ¡Qué afortunado hijo de puta debe haber
sido la de haber llamado a una mujer como Faye suya!

El conocimiento de que nadie la había tocado durante su ausencia lo llenaba con


satisfacción. Y para recompensarla ahora, para que ella supiera lo mucho que apreciaba
su lealtad y fidelidad.

Sus dedos se deslizaron bajo la tela de sus delicadas bragas.

— Hmm, — ella tarareó, lamiéndose los labios y arqueando la espalda.

Animado por su receptividad, exploró su carne húmeda. Ella era suave y cálida,
sus pliegues femeninos empapados con sus jugos, con las rodillas en un ángulo ahora
para darle un mejor acceso. Por su reacción sabía que él le hizo a ella esto muchas veces.
Pero para él todo era nuevo. Excitante, emocionante. Tocar a una mujer por primera
vez, y aprender lo que le gustaba, para darle placer, fue una experiencia que nunca nadie
pudo repetir. Él tenía esta oportunidad ahora, que era capaz de empezar de nuevo con
Faye, estaba agradecido.

Cain bañó sus dedos en su humedad antes de que él se zambulló más al sur.
Impaciente para darse una idea de lo que sus músculos se sentían como cuando iban a
apretar su polla, él sondeó en su entrada y condujo su dedo en ella.

Un grito ahogado salió de ella. — ¡Cain! — Jadeó. — Por favor, no juegues


conmigo.

¿Quería algo más que un dedo? Ya a se sentía demasiado apretada para un solo
dedo. Una vez que él la penetró con su polla, ella lo ordeñaría en un instante.

— No voy a apresurar esto. Vas a tener que esperar por mi polla sólo un poco
más de tiempo. — A pesar del hecho de que él mismo apenas podía esperar más.

162
Retirando el dedo en medio de un maullido de protesta, él agarró sus bragas y se
los puso abajo antes de desecharlos en el suelo. Finalmente podría deleitar sus ojos en
ella. La visión le hizo agua la boca. Incapaz de resistirse, bajó la cabeza y llevó su boca
a su coño. Sus manos sujetadas sobre sus muslos cuando la oyó gemir.

— Ni siquiera he comenzado, — Cain murmuró, sonriendo.

— Comienza, — Faye suplicó.

Ella no tiene que decirlo dos veces. Él lamió su lengua contra su carne femenina
suave y permitió que el sabor se propague. Involuntariamente cerró los ojos y se dejó
caer. Él la lamió con avidez, la exploro, mientras que Faye se retorcía debajo de él, sus
caderas de elevaron para empujar contra él, sus labios emitiendo gemidos y suspiros.
Sonidos de placer como los que recordaba de sus sueños se hizo eco en sus oídos.

Embriagado por su aroma y su sabor, él la siguió lamiendo, mientras que él libero


un muslo, sólo para conducir un dedo en su hendidura temblorosa, para que él pudiera
concentrar sus esfuerzos en un punto más arriba. Cuando él pasó su lengua sobre su
clítoris hinchado, casi se levantó de la alfombra. Él gruñó, haciéndole saber que él no
había terminado.

Faye puso sus manos en su cabeza, acariciando el pelo corto y el cuero cabelludo
sensible, el envío un rayo de lujuria a través de su cuerpo y directo abajo a la punta de
su polla. La humedad goteaba de su hendidura, y él sabía que no podía durar mucho
más tiempo.

Cain levantó la cabeza de su coño y miró hacia arriba. Él la miró a los ojos
observándolo.

— Eres tan diferente, — susurró ella y tiró de él hacia ella.

No podía dejarla pensar que había algo diferente en él, así que agarró sus caderas
y se levantó a sí mismo por ella, ajustando su ángulo, y se hundió en su calor húmedo.

Los ojos de Faye cerrados al impacto y una respiración apresurada de sus


pulmones. — ¡Sí!

163
Su grito se hizo eco del suyo propio como la sensación de sus músculos tensos
sujetando alrededor de su erección cerrándolo de golpe en él.

— Mírame, — Cain exigió.

Sus ojos se abrieron de golpe y ella lo inmovilizó. Poco a poco, él se retiró de su


apretada hendidura y se deslizó de nuevo en ella, todo el tiempo mirando a los ojos.
Faye cruzó sus tobillos sobre su trasero y lo atrajo hacia sí.

— Te extrañé, — ella confesó.

— ¿Todo de mí? — Él se hundió más profundamente en ella, haciendo hincapié


en su pregunta.

— Todo de ti. — Sus uñas se clavaron en su espalda, instándole a darle más.

Apretando la mandíbula para evitar su clímax inminente, Cain empezó a


empujar. Como un guante de seda que lo envolvía en cada descenso, como un torno ella
tiró de él en cada retiro. Su cuerpo se sentía como el cielo en la tierra. El calor inundó
su cuerpo como si los rayos del sol brillaban sobre él, no quemándolo, sino que lo
calentaba, dándole una sensación de pertenencia.

Él esperaba que hacer el amor con Faye sería especial, pero no esperaba que fuera
tan desestabilizadora como lo era. Sus músculos flexionados y las caderas trabajaron
frenéticamente para entregar empuje tras empuje en su cuerpo embriagador. Parecía
imposible pensar que una vez había llamado a Faye suya y no tenía ningún recuerdo de
ella. ¿Cómo podría cualquier hombre olvidar de que había sido estar con una mujer
como ella, una mujer que le hizo sentir como el hombre más poderoso del mundo?

Cada suspiro y cada gemido que lanzó alimentaron su empuje para darle más,
para demostrarle que él haría todo lo posible para darle placer, para hacerla feliz. Y para
mantenerla a salvo y nunca dejarla ir de nuevo. Y a pesar de que su mente no tenía
ningún recuerdo de su vida sexual antes, su cuerpo parecía recordar ahora. Sus
movimientos parecían tener una mente propia, para adaptarse a las demandas de su
cuerpo, engatusando más placer de ella.

164
Ni por un segundo él aparto los ojos de su rostro, deleitándose con los signos de
la lujuria y la pasión que se refleja en él, y animándolo a continuar incluso cuando su
cuerpo quiso dar la liberación. Sólo cuando Faye encontró su liberación iba a conceder
a sí mismo la suya propia. Este signo de desinterés lo tomó por sorpresa, porque no había
visto este rasgo en su carácter antes. ¿Ella fue quien lo trajo fuera de él? ¿Ella fue la que
lo convirtió en el hombre que quería ser?

El aroma creado por sus cuerpos rozándose entre sí llenó sus fosas nasales y trajo
sus movimientos a un ritmo cada vez más frenético. Si Faye hubiera sido humano habría
percibido sus movimientos como una mera falta de definición, y el salvajismo con el que
él se condujo en ella hubiera herido su delicada carne femenina. Pero la zorra vampiro
debajo de él no tenía ningún tipo de limitación. Ella reaccionó a él en el mismo de modo
de control. Sus uñas se habían convertido en garras y fueron a cavar profundamente en
su espalda, mientras sus caderas se estrellaron contra él con necesidad desenfrenada.

Sintió su cuerpo temblar en cada impacto y sus músculos interiores comenzar a


sujetar más firmemente alrededor de su polla, una indicación de que ella estaba cerca.

— ¡Sí, cariño! — Le animó.

El tinte rojo en sus ojos fue más pronunciada ahora y detrás de sus labios
entreabiertos, vio sus colmillos descender en toda su longitud. Fascinado por la visión
seductora, gruñó como una bestia y bajó la cabeza, inclinándola hacia un lado para
ofrecerle su cuello.

El aliento de Faye enganchado.

La tentación de sentir sus colmillos en su cuello era demasiado fuerte como para
resistir. La necesitaba para morderlo, a beber de él. Cuando sintió que sus labios se
conectan con el cuello, el corazón le hizo una voltereta en el aire, y su polla se sacudió
de acuerdo.

— ¡Faye! — Dijo con voz áspera.

165
Como diminutos pinchazos, sus colmillos condujeron en su cuello, haciéndole
estremecerse. En su primer sorbete en su vena, un rayo de lujuria se disparó en sus bolas.

— ¡Joder! — Era lo único que sus labios podían pronunciar, antes de sentir su
semen dispararse a través de su polla y explotar en la punta.

Entonces un escalofrío correspondiente del cuerpo de Faye chocó con sus


espasmos cuando llegó a su clímax. Él continuó presionando su cuello contra sus labios,
porque no quería que dejara de beber de él, porque cada tirón en su vena envió otro
escalofrío emocionante a través de su cuerpo y en su polla.

Segundos se convirtieron en minutos, Cain siguió empujando su polla en su


hendidura de seda, mientras los colmillos de Faye quedaron alojados en su cuello.

166
Capítulo Veinticinco

El brazo de Cain envuelto alrededor de ella mientras él la atrajo hacia la curva de


su cuerpo, su torso desnudo deslizándose contra su espalda, con las piernas presionando
contra el de ella, su polla todavía semi erecta. Su cuerpo estaba tan caliente como un
horno, la respiración irregular y su ritmo cardíaco acelerado.

El cuerpo de Faye se sentía débil, sin embargo, ella nunca se había sentido mejor
en toda su vida. A pesar de que sabía que el hecho de que él había estado desaparecido
durante más de un año había contribuido a hacer el amor fuera más que increíble, ella
se dio cuenta de que Cain le había permitido beber su sangre había elevado la experiencia
a un nivel que nunca había pensado que era posible.

Los labios de Cain acariciaron ahora en su cuello y su cálido aliento acarició su


piel, haciéndola temblar de nuevo.

— Hmm, — tarareó, enviando una sensación de hormigueo que le recorrió la


espalda. — Dame unos minutos, y voy a ver si podemos mejorar en esto. — Él presionó
su entrepierna contra su trasero.

Faye se rio entre dientes. — Tienes que estar bromeando.

— ¿Crees que no puedo?, — él desafío.

— Oh, no tengo ninguna duda de que estarás listo de nuevo en unos minutos.
Siempre lo estás. Pero…

— Pero, ¿qué? — Gruñó, y el sonido reverberó en su cuerpo como una suave


caricia.

— Ni siquiera se puede mejorar la perfección. — Y eso era exactamente lo que


había sido: perfecto. Como si la separación de un año nunca había sucedido. Sin
embargo, al mismo tiempo, algo en él era diferente.

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— Bueno. — Cain presiono un beso con la boca abierta a su cuello, mientras su
mano acariciaba suavemente por su brazo a la mano, donde se entrelaza sus dedos con
los de ella. — Siempre me ha gustado que me muerdas mientras hago el amor contigo.

Faye sacudió, girando su cabeza hacia él y torciéndose en su abrazo. — ¿Qué?

Él le dirigió una mirada de perplejidad y abrió la boca para hablar, pero vaciló.
— ¿Qué pasa?

— Cain, esta era la primera vez que yo bebí tu sangre. — El corazón le latía con
fuerza.

Él parpadeó y la atrajo hacia él, su mano ahuecando su nuca, su pulgar


acariciando debajo de la oreja. — Por supuesto, cariño, ¿qué dije?

Ella sacudió la cabeza, confundida. — Que ha siempre amaste que te muerda.


Pero yo nunca lo he hecho antes.

Él le dio un suave beso en la mejilla. — Debes haber oído mal. Te dije que me
encantó que me muerdas. — Cain acarició su rostro en el hueco de su cuello. — De
hecho, nunca he sentido nada mejor, cariño.

Ella se apartó de nuevo. — ¿Y por qué me llamas cariño?

— ¿No te gusta cuando te llamo cariño?

— Lo hago, pero…— Ella vaciló. ¿Se estaba volviendo loca y vio las cosas que
eran diferentes de él, ya que había pasado mucho tiempo desde que habían estado
juntos? ¿O había realmente cambiado tanto?

— Pero, ¿qué? — él la convenció, y presiono más besos en el cuello y la mejilla,


mientras su mano viajó abajo, las palmas de las manos uno de los senos y apretando
ligeramente.

— Solías llamarme tu amor.

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Él suspiró y tiró la cabeza hacia atrás, mirándola. — Quiero llamarte tantas cosas,
Faye. Estoy abrumado por la forma en que me haces sentir. Me siento realmente vivo
de nuevo en tus brazos. Sé que he cambiado. Lo siento.

En sus sentidas palabras, ella sintió que las lágrimas se levantaron en sus ojos.
Ella los mantuvo a raya y le acarició la mejilla. Volvió la cara para presionar un beso en
la palma de su mano.

— Debes de haber pasado por tanto en cautiverio. Dime qué te pasó.

Un lento movimiento de cabeza fue su respuesta, entonces él volvió la cara. —


Por favor, no preguntes.

Ligeramente herida por su rechazo, ella dejó caer la mano e hizo un movimiento
para levantarse, pero él la detuvo, tirando de ella contra su cuerpo y bajándolos al suelo
de nuevo.

— Por favor, comprende. Por muchas razones, no puedo hablar de lo sucedido.


Me gustaría poder confiar en ti.

— Pero tal vez te ayudaría a conseguir sacar las cosas de tu pecho, — sugirió,
con la esperanza de que cambiara de opinión.

— Es mejor de esta manera.

— Me hiciste hablar de ello en aquel entonces, y me ayudaste. — El compartir


los detalles de su terrible experiencia con Cain había sido un alivio.

— Antes, ¿cuándo? — él preguntó y deslizó la mano por su muslo.

Faye se alegró de que su cara se apartó de él, para que no pudiera ver el gran
gesto que ahora se construye en la frente. ¿Por qué iba a preguntar eso cuando él sabía
exactamente de lo que estaba hablando? Él tenía que saber. Cain era el que la había
liberado. Ella y a los otros.

— Después de que me salvaste.

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Él se puso rígido por un momento, por lo que las dudas se levantaron en ella.
¿Por qué estaba Cain comportándose de manera tan extraña?

De pronto se relajó de nuevo. — Uh, sí, eso. — Él suspiró y acarició su muslo


suavemente. — Faye, es solo... Tengo que acostumbrarme a hablar con otros de nuevo.
Todo ese tiempo yo no tenía a nadie en quien confiar. Es difícil para mí. Tal vez ayudaría
si... — Se interrumpió.

— ¿Ayudaría si qué? — Le animó, poniendo su mano en el que se apoyaba en su


muslo y apretó.

— Tal vez si pudieras hablar conmigo, decirme acerca de nosotros, recordarme


las cosas que compartimos.

— Pero tú sabes todo eso.

— En mi cabeza, sí, es todo lo que hay. Nuestro pasado, todo. Pero echaba de
menos tu voz. Todos esos días sin dormir estaba soñando en escuchar tu voz que me
decía acerca de nuestra vida juntos. — Él le besó el cuello suavemente. — Y tal vez
escuchar tu voz te ayudará a encontrar mi propia voz de nuevo.

Sus besos estaban suplicando, enjugando sus dudas momentáneas. ¿No


necesitaba ella también encontrarse a sí misma de nuevo después de su encarcelamiento?

— Justo antes de que el viejo rey murió, ¿recuerdas cuando me levantaste en tus
brazos y me llevaste fuera de ese infierno? — Ella comenzó y se acurrucó en sus brazos.

— Sí, — murmuró.

— Supe entonces que nunca habría otro hombre para mí más que tú.

Cain se río entre dientes. — Hice una gran impresión, ¿eh?

Faye sonrió con nostalgia. — Estabas cubierto de sangre, y parecía el mismo


diablo. Pero tú no viniste a herirnos a mí o a los demás. Cuando te vi abrir la celda, me
encogí de nuevo en mi rincón, tan asustada de ti. Temerosa de que eras sólo uno de los
muchos que nos había herido antes. El olor de la muerte se aferró a ti. Me hiciste

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estremecer. Pero entonces me mirabas directamente, y yo no podía escapar a tu mirada.
Eras un guerrero, y todo el mundo se rindió a ti. Tan fuerte, tan formidable, tan valiente.

El aliento de Cain sopló contra su nuca. — ¿Era yo todo eso?

— Para mí lo eras. — Hizo una pausa. Volver a contar la época más oscura de su
vida aún duele. Pero saber que estaba a salvo, a salvo en los brazos de Cain, aliviaba su
dolor.

— Dime lo que pasó. — Había un tono extraño en su voz, casi como si la


estuviera interrogando y con ganas de llegar al fondo de una cuestión importante. Ella
se sacudió el pensamiento.

— Pero tú lo sabes todo. Tú estabas allí. Sabes lo que hizo. Yo no quiero hablar
de la tortura y las violaciones. Ahora está todo detrás de mí. He sanado.

Ella sintió una contracción repentina de su mano sobre su muslo, acompañado


de la respiración y los latidos del corazón acelerados de Cain. Cuando él le dio la vuelta,
poniendo su cara con la de él, ella se sorprendió al ver una máscara de terror en su rostro,
y el dolor profundamente en sus ojos.

— Faye, — murmuró, moviendo su cabeza de lado a lado.

Parecía como si quisiera decir algo, pero las palabras no se apoderaron de sus
labios durante largos momentos.

— Nadie va a hacerte daño de nuevo, — dijo finalmente Cain, su voz ahogada.

Entonces sus labios estaban sobre los de ella y la besó con más fuerza que antes.
Ella echó los brazos al cuello y lo atrajo hacia ella, abriendo las piernas para hacer
espacio para él. Duro y pesado, su polla descansaba contra su centro, pero no entró en
ella. Ella tomó su cabeza entre sus dos manos y rompió el beso.

— Haz el amor conmigo, — ella exigió.

Los ojos oscuros miraron hacia ella, la tormenta en ellos era evidente, aunque
ella no entendió la razón para ello. — No quiero hacerte daño.

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— Entonces ámame.

Más suave que nunca, Cain se deslizó en ella lentamente. Y así como poco a
poco, él se retiró. Su sexo se lubricó no sólo por sus propios jugos, sino también por su
semen, y Cain pudo haberla tomado aún más ferozmente esta segunda vez, lo cual era
la forma en que a menudo lo hizo en el pasado, pero en su lugar hacer el amor se sintió
como si estuviera tocando una virgen.

Ella no entendió lo que había provocado este cambio en él, pero no importaba.
Cain hizo el amor con ella con tal reverencia, tanta ternura, era nuevo, y ella dio la
bienvenida a cada segundo de eso.

— Te extrañé, Cain.

Su boca descendió sobre la de ella y le impedía proferir otro sonido por un tiempo
muy largo.

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Capítulo Veintiséis

Inclinándose sobre el escritorio, Cain dio un puñetazo en la superficie de madera


y miró a su hermano.

— ¡No me importa que Baltimore es su guardia personal! ¡No lo toleraré en


terrenos del palacio por más tiempo! Eso va para todo el mundo que trate a mi novia
con falta de respeto. — Señaló con el dedo índice a Abel. — Y el guardia hizo más que
eso. ¡Él la maltrató! ¡Tiene suerte de estar vivo!

— Estás exagerando. Estoy seguro de que fue un malentendido. Baltimore es un


buen guardián. Él sabe que no debe sobrepasar sus límites.

— Él se sobrepasó. Te sugiero que elijas otro guardia personal.

— Has cambiado, hermano. Una pequeña perturbación como esa nunca te habría
descarrilado al punto donde pones tus propios deseos antes que el bien del reino.

Cain entrecerró los ojos. — ¿Y cómo sería tener a Baltimore permaneciendo aquí
por el bien del reino como tú dices?

— Es un guardia valioso y leal. ¿Estás seguro de que podemos volver a los


hombres como él en contra de nosotros en estos momentos difíciles? ¿Ya has olvidado
que alguien por ahí quería matarte?

Cain se enderezó, dejando a las últimas palabras de su hermano hundirse en él.


— ¿Matarme? Fue un secuestro, no un asesinato.

Abel se burló. — ¡Bueno, misma diferencia! No eres bueno para el reino de


cualquier manera muerto o secuestrado.

— Por lo menos en eso estamos de acuerdo.

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— Entonces reconsidera tu decisión sobre Baltimore. Necesitaras a los hombres
como él para protegerte. Él conoce a todo el mundo. Él será capaz de advertirnos si algo
nefasto está pasando. Lo necesitas.

Cain negó con la cabeza. — No. Mi decisión se mantiene. Cualquiera que lastime
a Faye tendrá que vérselas conmigo.

— Bueno, supongo que eso significa que has dado la espalda a pesar de mis
advertencias acerca de sus motivos.

El intento de su hermano de seguir mostrando a Faye como una caza fortunas,


hizo la ira hervir hasta de intestino de Cain. — Sí, le he dado la espalda. Así que te
aconsejo que mantengas tus opiniones sobre ella para ti mismo.

Abel levantó las manos en defensa. — Ahora, ahora, ¿desde cuando eres tan
susceptible? Estoy buscándote, Cain, como tu hermano, tu asesor más cercano. Hemos
pasado por mucho juntos para permitir que una mujer se interponga entre nosotros.
Lamento ahora de los avances que di con Faye...

Cain gruñó con disgusto. — Mientras estamos en ese tema, yo también te


aconsejo que dejes de aludir cosas como si fueran la verdad.

Abel hincho su pecho y apretó los puños en las caderas. — ¿Estás diciendo que
estoy mintiendo?

Cain apretó los dientes. — Yo estoy diciendo que debes tener cuidado con lo que
dices de Faye. Extienda cualquier rumor acerca de lo que ella hizo o no y voy a tener
que reconsiderar que relación tú y yo vamos a tener en el futuro.

Abel se acercó más, con la mandíbula apretada, los ojos aplastándolo. — Me


necesitas, hermano. Mucho ha cambiado durante el tiempo que te fuiste. No sabes en
quién puedes confiar. Y los hombres que trajiste contigo, ¿realmente crees que pueden
protegerte? No tienen la menor idea de lo que está pasando en el reino. Diablos, ni
siquiera saben que está permitido en los terrenos del palacio y que no lo está. Ellos no
pueden protegerte.

174
— ¿Me estás amenazando? — Cain entre dientes.

— Te lo estoy advirtiendo. Tienes enemigos. Todos lo tenemos. Y es imprudente


dejarse abierto a los ataques.

— Mientras estamos en el tema de los enemigos: ¿por qué me convenciste para


invitar al clan Mississippi?

La frente de Abel fruncida. — ¿Qué tiene eso que ver con esto? Tenemos que
hacer la paz con ellos para salvaguardar el reino. Sabes eso tan bien como yo.

— Maldita sea, Abel, ¿tienes alguna idea de lo que esos bastardos están haciendo
a su propio pueblo?

— ¿De qué estás hablando?

— Ayer por la noche dos vampiros vinieron. Habían huido de su clan en


Mississippi.

— ¿Esos dos vagabundos que se encuentran en una de las cabañas?

¿Cómo Abel sabe acerca de ellos? Cain no los mencionó a su hermano cuando él
le había informado de su decisión de prohibir a Baltimore en el edificio. — ¿Los has
visto?

Abel se encogió de hombros. — No personalmente, no. Pero uno de los guardias


los mencionó.

Cain debería haber sabido. Nada escapaba a su hermano. Esta era su tierra más
de lo que era el de Cain en esto momento. Pero eso era algo que tenía la intención de
cambiar. — De todos modos, ¿has oído lo que también han hecho con ellos?

— ¿Cómo voy a saberlo?

— Su clan les quito los colmillos. ¿Entiendes lo que eso significa?

Abel mostró poca sorpresa. — He oído hablar de la práctica. Estoy seguro de que
había razones graves y se lo merecían por cualquier crimen que cometieron.

175
Seguramente, no vas a seguir dando cobijo a algunos delincuentes. Haz que se vayan,
antes de que provoquen una pelea renovada con nuestros vecinos.

— ¿Cómo puedes ser tan cruel?

Abel negó con la cabeza. — Yo no soy más cruel que tú. ¿Sabes lo que está en
juego? ¿Por qué meterse en el medio de las cosas que pueden poner en peligro nuestros
planes? Tomar partido nunca ha sido una buena cosa. E interferir en los asuntos de un
clan vecino sólo causará más problemas de lo que necesitamos en este momento.

— ¿Así que todavía estás interesado en hacer la paz con el Clan Mississippi a
pesar de sus prácticas brutales?

— No voy a ser influido por algo tan insignificante. Veo el cuadro más grande,
pero parece, mi querido hermano, que te has puesto suave durante su ausencia. Será
mejor que te asegures que nadie se dé cuenta. A nadie le gusta un rey débil. — Abel giró
sobre sus talones y se dirigió a la puerta.

Antes de llegar a la puerta, Cain respondió, — A nadie le gusta un rey malvado


tampoco.

Un resoplido fue la respuesta de Abel antes de cerrar la puerta tras de sí, dejando
a Cain inquietarse durante su intercambio antagónico.

Se volvió hacia la ventana y miró hacia el jardín que rodea el palacio. El césped
estaba iluminado por inundación de luces. Faye estaba fuera, tendiendo algunas plantas.
Él dejar vagar su mirada por encima de su cuerpo. En sus vaqueros ajustados y camiseta
igualmente apretada, sus curvas voluptuosas fueron aún más atractivas. Es evidente que
otros hombres habían pensado lo mismo. Sólo recordar lo poco que le había dicho la
noche anterior hizo hervir su sangre. Él no se había atrevido a preguntarle más, a
sabiendas de que su falta de conocimiento de los acontecimientos lo habría hecho
sospechoso. En su lugar, había hecho el amor con ella de nuevo, asegurándose de que
ella sabía que él la protegería ahora.

176
Sabía que debía volver a la pila de papeles, notas de los interrogatorios de los
guardias, para ver si podía encontrar alguna inconsistencia en sus declaraciones, pero la
necesidad de tomar en sus brazos Faye fue mayor.

Abrió las puertas francesas que lo llevaron al porche y salió. Cuando saltó sobre
la barandilla y aterrizó en la hierba suave abajo, Faye se volvió para mirar por encima
del hombro y sonrió.

Con grandes zancadas, se dirigió a ella.

— ¿Tomando un descanso de tu trabajo? — Preguntó Faye.

Él la tomó en sus brazos. — Me gustaría no tener que trabajar en absoluto y


podría pasar toda la noche en la cama contigo.

— Mmm. — Sus labios rozaron contra los de él. — Pero, ¿qué dirían tus súbditos
si se enteraron de cuan perezoso es su rey?

— Yo no diría que es perezoso, — Cain desvió. — Después de todo, yo no estaba


pensando en dormir. Yo estaría participando en un montón de actividad vigorosa.

Cuando ella se echó a reír, él capturó sus labios y la besó, primero suavemente,
pero cuando sus brazos fueron alrededor de su cuello y lo atrajo hacia sí, inclinó la
cabeza hacia un lado y deslizó la lengua entre sus labios entreabiertos y los probo.

Faye tiró la cabeza hacia atrás. — Cain, no aquí, todo el mundo será capaz de
vernos.

— No me importa, — murmuró él y trató de jalarla de regreso.

— Pero lo haces, — insistió. — Nunca has querido que nadie nos vea ser íntimo
uno con el otro.

— He cambiado de opinión. — Quería que todo el mundo vea que Faye le


pertenecía.

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Ella le dio una mirada curiosa. — Lo que sea que te pasó mientras estabas fuera,
parece haber cambiado tu punto de vista sobre muchas cosas.

¿De qué más se había dado cuenta ella? — ¿Es eso algo malo?

— No, no, en absoluto. Es sólo que solías llevar el peso del mundo sobre tus
hombros, pero ahora...

— ¿Y ahora qué? — Con su dedo debajo de la barbilla le inclinó la cabeza hacia


arriba.

— Pareces mucho más relajado, como si todas tus preocupaciones se hubieran


ido. Eso es tan extraño, porque estar encerrado durante tanto tiempo en general, causa
lo contrario.

Él le acarició la mejilla con el pulgar. — Tal vez descubrí durante ese tiempo lo
que es realmente importante.

Faye sonrió tímidamente. — Dime lo que es importante para ti ahora.

Él abrió la boca para responder cuando un portazo le hizo girar la cabeza hacia
un lado. Thomas, una mirada de preocupación en su rostro, se precipitaba fuera del
palacio.

Instantáneamente alerta, Cain soltó a Faye. — ¿Qué está pasando?

— ¡Es Eddie! — Entonces Thomas respondió, ya corriendo por el camino que


conducía lejos del palacio.

Habiendo reconocido el tono de alarma en su voz, Cain corrió tras él. A medida
que se acercaba a Thomas, gritó: — ¿Qué pasa?

Thomas ni siquiera giro la cabeza y siguió corriendo hacia el final de la entrada.


— Eddie necesita ayuda. — Entonces él se desvió hacia la derecha y corrió hacia el
bosque.

178
Cain lo siguió, su mano ya llegando a su cinturón donde guardaba su daga de
plata en una vaina. Siempre desde que arribo al palacio se había convertido en su
compañero constante. Apretó los dientes. Si los guardias habían ignorado sus órdenes
para dar a sus amigos de Scanguards paso libre al palacio, algunas cabezas rodarían esta
noche. Él les había advertido de la inminente llegada de Eddie y de Blake, no quería una
repetición de la forma en que fue con Haven, Thomas, y Wesley recibidos.

Un sonido detrás de él le hizo girar su cabeza alrededor.

— ¡Joder! — Cain maldijo cuando vio a Faye persiguiéndolo. La quería lejos de


cualquier peligro. — ¡Vuelve al palacio!

Pero ella no fue disuadida y siguió corriendo por su camino. — Tal vez yo pueda
ayudar.

Como no quería detenerse para discutir con ella, continuó corriendo detrás de
Thomas que ahora estaba desapareciendo detrás de unos árboles. — ¡Maldita sea, Faye!
— Él frenó brevemente para darle la oportunidad de alcanzarlo y luego aceleraron de
nuevo, y juntos siguieron a Thomas en la espesura.

Unos minutos más, y Cain podía oler el agua salobre del pantano, pero no era la
única cosa que su sentido superior de olfato recogió. La sangre humana estaba en el aire.
Al instante en estado de alerta, corrió más rápido, sus oídos recogiendo sonidos ahora.
Gruñidos, salpicaduras de agua, ramas romperse. Evidencia de una lucha.

Cain lanzó una mirada de preocupación a Faye que aún se mantenía con él. —
Deberías de haberte quedado atrás.

— Soy casi tan fuerte como tú, — fue su respuesta.

Dudaba eso. Sí, como una mujer vampiro ella era más fuerte que cualquier
humano, pero ella no era una luchadora. Ella no estaba entrenada, no como él.

Pero antes de que pudiera contradecirla, sus ojos percibieron movimientos en la


oscuridad. Se centró en él. Thomas ya había llegado al lugar y ahora maldecía, —
¡Cristo!

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Cain y Faye le llegaron dos segundos después.

— ¡Ayuda! — Blake llamó como él los vio, mientras que él se estaba arrastrando
a sí mismo fuera del agua turbia, sus piernas pateando un cocodrilo cuyo enorme hocico
con sus colmillos estaban muriéndolo.

La cabeza de Caín giró hacia donde escuchó las salpicaduras de agua y para su
horror vio a Eddie involucrado en una pelea con otro cocodrilo, éste incluso más grande
que el que perseguía a Blake.

Thomas ya estaba arremetiendo hacia el cocodrilo cuya boca fue virando hacia
el brazo de Eddie cuando el joven vampiro perdió pie en el banco superficial de la vía
acuática turbia y se tambaleó hacia atrás.

— Quédate aquí, — Cain ordenó a Faye y saltó hacia Blake, agarrándolo debajo
de los brazos y tirando de él fuera del alcance del animal atacando apenas con sus
mandíbulas cerrándose de golpe, golpeando el aire.

Cain lanzó ciegamente Blake detrás de él y se lanzó hacia el cocodrilo, con las
manos ya habiéndose convertido en garras. Con ellos, metió la mano en la mandíbula
del animal, uno en la parte superior y uno en la parte inferior, y arrancó su boca abierta.
Una fila de colmillos mortales brillaba a la luz de la luna que se filtraba a través de los
árboles.

El animal goleó, azotando su cola hacia atrás y adelante, girando en el agua y


salpicando tan alto y lejos que Cain fue rociado al instante en el líquido sucio. Pero Cain
no lo soltó y siguió extendiendo la mandíbula del cocodrilo más amplio hasta que
finalmente lo escuchó romperse y quedar holgado. Había desactivado el arma primaria
del animal, pero su cola masiva continuó azotando y era apenas un peligro como sus
dientes.

Cain agarró el lagarto detrás de su cabeza y tiró. Si hubiera sido humano, él no


habría sido capaces de mover fácilmente las trecientas libras del animales ni un
centímetro, pero con su fuerza de vampiro giró al cocodrilo en el aire, haciendo un giro

180
de ciento ochenta grados. El cuerpo del cocodrilo se estrelló contra un árbol con tal
fuerza que el tronco del árbol se quebró.

Teniendo temporalmente aturdido al cocodrilo, Cain saltó sobre su lomo, jalo su


cabeza hacia arriba y cortó con sus garras a través de la garganta del animal. La sangre
derramada, el hedor de eso llenando el aire de la noche. Cain jaló la cabeza, rasgando el
cuerpo. Debajo de él, el golpeteo se detuvo. El cocodrilo estaba muerto.

Respirando pesadamente, sus ojos buscaron a Blake. Lo encontró sentado contra


un tronco de árbol, mientras Faye arrancó una de las piernas del pantalón abriendolas,
dejando al descubierto una herida, donde el cocodrilo había llegado a él antes de que
Cain había llegado.

Ante el sonido de otro chapoteo en el agua, Cain giro la cabeza hacia ella y vio
caer al cocodrilo en el agua, aparentemente sin vida.

— ¡Joder! — Thomas maldijo y alcanzó a su compañero. — ¿Estás bien?

Eddie respiraba con dificultad, pero asintió con la cabeza y fue vadeando fuera
del agua, Thomas a su lado. — Había tres. Me las arreglé para matar a uno. — Él señaló
un punto en los bancos donde Cain ahora notó otro cocodrilo muerto. — Pero entonces,
estos dos atacaron y trate de mantenerlos lejos de Blake.

Thomas le dio un abrazo. — Gracias a Dios te pusiste en contacto conmigo

Eddie sonrió a su compañero. — No se puede superar la telepatía entre


compañeros vinculados por sangre.

— Joder me asustaste.

— Voy a hacértelo más tarde. — Eddie apretó los labios en Thomas y lo besó.

Cain miró hacia otro lado y se acercó a Blake. Se agachó hacia él y observo la
herida. — ¿Estás bien?

Un rayo de celos golpeó a Cain cuando notó a Blake de mala gana tirando su
mirada a Faye.

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— El dolor es una perra.

— Nosotros nos encargaremos de eso, — Cain le aseguró. — ¿Puedes caminar?

— Con un poco de ayuda. — Entonces, Blake se volvió a Faye. — Cain, ¿no


quieres presentar?

Él preferiría que no, pero dada la circunstancia, no tenía otra opción.

— Faye, este es Blake. Blake, esta es mi novia. — Él miró a su compañero


humano, asegurándose de que entendía que estaba fuera de los límites, pero Blake ni
siquiera lo miró y ya tendió la mano a ella.

— Bond, — dijo con una sonrisa. —Blake Bond.

Cain rodo los ojos. ¿Blake realmente tenía que ponerse cargoso de nuevo? ¿No se
da cuenta de que su rutina de 007 no le ganaría ningún punto en vista del hecho de que
él había gritado sólo momentos antes como una niña pequeña?

— Faye Duvall. — Faye le estrechó la mano brevemente.

Pasos en el suelo blando le dijeron que Thomas y Eddie estaban uniéndose a


ellos. Cain miró los miro. — Eso fue mala suerte, — dijo, asintiendo con la cabeza a
Eddie.

Eddie se burló. — Yo no diría que es mala suerte. — Él miró a Blake. — ¡Yo


diría que es francamente estúpido!

Blake se enderezó y empujó arriba su barbilla. — ¿Cómo iba yo a saber?

— ¿Qué pasó, Eddie? — Cain interrumpido.

Eddie señaló Blake. — La estupidez que pasó. Este idiota aquí dice, oh, vamos a
tomar un atajo. Sólo tendremos que vadear a través del agua. Nos ahorrará una media hora. —
Él soltó un bufido de frustración. — ¡Atajo mi culo! Yo le advertí que no entrara en el
agua cuando no podía ver lo que estaba delante de él. Pero, no, el listillo Blake aquí tenía
que saber mejor, ¿no?

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Blake trató de ponerse en pie, pero su intento fue inestable en el mejor caso, y el
rostro contorsionado por el dolor. — ¡No habría sido un problema si no me hubieras
gritado y despertado los cocodrilos!

— ¿Despertado? ¿No sabes nada? Los cocodrilos son animales nocturnos. ¡Ellos
no duermen por la noche! Cazan por la comida. ¡Y si no hubiera salvado tu culo
estúpido, habrías estado en el menú de esta noche! La próxima vez lo pensare dos veces
antes de ayudarte cuando desobedeces mis órdenes directas.

Blake abrió la boca para otra réplica, pero Cain le dio una palmada sobre la parte
de atrás de su cabeza.

— Otra palabra de tu boca esta noche y yo te voy a enviar directamente a casa.


¿Estamos claros en eso?

Los ojos de Blake se dispararon a Cain. Por un momento pensó que el hombre
trataba de luchar con él, también, pero entonces Blake asintió en silencio.

— Bueno. Volvamos al palacio. Y si te comportas, entonces tal vez uno de


nosotros incluso te dará un poco de sangre de vampiro para sanar.

— Es seguro que no seré yo, — Eddie soltó un gruñido. Y por la mirada que
Thomas le dio a Blake, Thomas no sería un donante dispuesto tampoco, ya que era la
acción de Blake que había puesto en peligro su compañero.

Cain ayudó Blake, poniendo un brazo alrededor de su cintura, deslizando el otro


brazo de Blake alrededor de su hombro mientras se apoyó en su muñeca.

— Gracias, Cain, — murmuró Blake, toda bravuconada ahora desaparecido de


su voz.

Tal vez este incidente le enseñaría al niño algo de sentido común. E inculcar un
poco de miedo. Porque sin miedo, no había tal cosa como la valentía.

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Capítulo Veintisiete

Faye caminó junto a Cain mientras hicieron su camino de regreso al palacio,


Cain ayudo al humano lesionado, prácticamente lo llevaba cuando llegó a estar más
débil por su lesión. Ella arrancó un trozo de tela de la camiseta de Blake y lo envolvió
con fuerza alrededor de la herida, deteniendo la sangre que brotaba de las incisiones de
los dientes del cocodrilo habían hecho.

Delante de ellos, Thomas y Eddie caminaron de la mano. Ella los vio besarse
después de que habían derrotado al cocodrilo y los oían que mencionaron un vínculo de
sangre. Nunca había conocido a una pareja vinculada por sangre entre personas del
mismo sexo. Diablos, ni siquiera se había dado cuenta de que Thomas era gay cuando
había llegado por primera vez al palacio. No parecía afeminado en absoluto. Tampoco
lo hizo su compañero.

— ¿Cómo conoces a toda esta gente? — Le preguntó a Cain ahora.

Volvió la cabeza hacia ella. — Son de un equipo de seguridad llamado


Scanguards. Ellos me ayudaron.

— ¿Un equipo de seguridad? ¿Quieres decir que son guardias realmente


profesionales?

Cain asintió. — Guardaespaldas. Lo mejor que el dinero puede comprar.

La revelación la aturdió. De alguna manera ella había sospechado que tal vez los
hombres que había traído con él habían sido encarcelados con él y habían montado un
escape juntos, y que era eso por lo que confiaba en ellos ahora.

— ¿Cómo te liberaste?

— No hablemos de eso ahora.

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Decepcionada que él estaba una vez más negándose a hablar de cualquier cosa
relacionada con su secuestro, ella apretó los labios. Después del día que habían pasado
en los brazos del otro, ella había pensado que él finalmente habría de abrirse a ella y le
dijo lo que le había sucedido. Pero, de nuevo, se encontró con un muro de silencio.

— Así que tú eres la chica de Cain, ¿eh? — Preguntó el hombre de repente,


cambiando su cabeza para poder mirar más allá del pecho de Cain. Él era un hombre
que busca del bien, pero a partir de las interacciones que había observado hasta ahora
estaba claro que él era inmaduro. No podía tener más de veinticinco años. Tal vez en
otros diez años habría crecido hasta convertirse en un hombre de verdad.

Cain gruñó, y en los oídos de Faye sonaba como una advertencia. — Sí, ella es
mía. ¿Alguna otra pregunta?

— Cain, — ella reprendió en voz baja, tanto encantada de que él la había llamado
suya, y al mismo tiempo horrorizada que hablo con Blake de manera amenazante. —
Tu amigo humano esta sólo haciendo conversación.

— Él no va a ser un amigo mucho más tiempo, si él viene a ti una vez más, —


Cain replico de nuevo, pero se detuvo a sí mismo como si él no hubiera querido decirlo.

Para calmarlo, Faye acarició suavemente su mano contra su cadera. Sus ojos
buscaron los de ella y de inmediato comenzaron a brillar dorado. Su lado vampiro estaba
hirviendo justo debajo de su piel, a punto de estallar a la superficie en cualquier
momento en caso de que sienta que alguien amenazaba su territorio.

— Mi amor, — murmuró en voz baja.

Las palabras parecían calmarlo, y le cortaron el contacto con los ojos y


continuaron siguiendo los dos vampiros gay.

Sólo tomó unos pocos minutos hasta que llegaron al camino que conduce al
palacio. Varios guardias ya estaban corriendo hacia ellos, armas en mano. Claramente
atraídos por el olor de la sangre de Blake, ellos esperaban problemas y listo para
enfrentarlos.

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Antes de que los guardias los alcanzaran, Cain les llamó, — ¡Quietos! Son
amigos.

Los guardias del rey esperaron a que su pequeño grupo llegara a ellos. — ¿Hubo
un ataque? — Lee, uno de los guardias más altos, le preguntó, mirando con recelo a
Blake, sus fosas nasales dilatadas.

— Un pequeño accidente con algunos caimanes demasiado hambrientos, —


explicó Cain. — Acompáñanos hasta el palacio. Tenemos que cuidar de mi amigo
humano aquí.

— Por supuesto, Su Majestad.

Flanqueado por los guardias, marcharon al palacio y entraron en ella.

— ¿A dónde? — Preguntó Faye, mirando a Cain.

— En la planta baja. Blake se quedará con Haven y Wesley. — Cain miró a


Thomas y Eddie que estaban recibiendo miradas curiosas de los guardias. Cain no tenía
que señalar dónde se quedaría Eddie. Por el aspecto que los dos amantes intercambian,
estaba claro que no podían esperar a retirarse a su habitación.

— Vuelvan a sus puestos, — Cain ordenó a los guardias que les habían
acompañado.

Faye caminaba delante cuando Cain trajo a Blake abajo y casi lo lleva a lo largo
del corredor a los cuartos del rey, Eddie y Thomas siguiéndolos. Abrió la puerta de doble
ancho para dar paso a los hombres detrás de ella, y luego miró a Cain. Hizo un gesto
hacia la puerta de la derecha, lo que indica que se trataba de la habitación de Haven y
de Wesley.

Ella golpeó la puerta y la abrió antes de obtener respuesta alguna. La habitación


estaba vacía.

— Aquí, en el sofá, — ella instruyó, apuntando a la gran sección que dominaba


la sala de estar de la suite de los guardias cómodamente equipada. Aunque no es tan

186
lujoso como las suites del rey de o de la reina, las suites de los guardias del rey eran
hogareñas. Teniendo en cuenta que los guardias del rey tenían poca vida privada, como
el líder de la guardia del rey no tenía ninguna en absoluto, cada rey se había asegurado
de que estaban alojados en habitaciones que no se reparó en gastos para que se sientan
como en casa. Cada habitación de guardia fue, por tanto, diferente y amuebladas con el
gusto de la guardia.

Cain bajó el humano en el sofá. Blake dejó escapar un suspiro de alivio evidente
en ser capaz de poder bajar sus pies.

— Voy a lavar a su herida, luego alguien le puede dar sangre de vampiro, —


sugirió. Ella ya se había vuelto hacia el cuarto de baño para conseguir agua y una toalla,
cuando Cain la detuvo.

— Yo lo conseguiré.

Sorprendida por la disposición de Cain para ayudarla, ella le sonrió. — Gracias.

Mientras que él desapareció en el cuarto de baño, ella tomó una almohada y lo


metió bajo la cabeza de Blake. — Aquí. Eso podría ser un poco más cómodo.

Blake lanzó una mirada a la puerta del baño abierta detrás de ella antes de que
agradeciera con una sonrisa.

Por el rabillo del ojo, vio a Thomas y Eddie esperando. Ella los miró. — ¿Así que
cual le va dar su sangre?

Eddie levantó las manos. — Yo no.

Thomas titubeó, pero no tuvo la oportunidad de responder, porque la voz de Cain


ahora venía del cuarto de baño mientras salía. — Yo lo haré.

Se acercó a ella y fijó un pequeño recipiente con agua en el suelo a su lado, colocó
la toalla en el reposabrazos del sofá, luego se agachó al lado del sofá y aflojó el nudo de
la venda improvisada alrededor de la pierna de Blake que Faye había hecho antes.

— No tienes que hacer eso, — dijo ella, y se arrodilló junto a él. — Tú eres el rey.

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— Él es mi responsabilidad.

Faye puso su mano sobre la suya y suavemente tiró de él hacia atrás. — Soy
mucho mejor en eso que tú. — Ella le sostuvo la mirada hasta que él finalmente asintió
con la cabeza y se levantó.

— Cain, — Eddie se dirigió a él. — Una palabra, por favor.

— Disculpa. Vuelvo en un momento, — dijo Cain y siguió a Thomas y Eddie al


salir de la habitación. Oyó a caminar a través del área común y abrir la puerta a la
habitación de la otra guardia, antes de volverse hacia Blake.

— Ahora vamos a echar un vistazo a tu herida.

Cain cerró la puerta de la habitación de Thomas y miró a Eddie.

— Nos pediste que echemos un vistazo a la historia de John, — comenzó el joven


vampiro rubio.

— Sí. ¿Qué encontraste?

— Yo hackee los registros de propiedad y busqué a John y nombre de su amante.


John posee un pequeño lugar en el barrio francés.

Cain asintió. — Tiene sentido. Eso es probablemente donde vive esta Nicolette.
¿Has echado un vistazo?

— Lo hicimos. Lugar sin pretensiones, agradable, pero no llamativo. Ella vive


allí, todo bien. Preguntamos a los vecinos.

— ¿Qué pasa con la chica? ¿Qué dijo ella?

— Nosotros no hablamos con ella. Ella no estaba.

— ¿No esperaron?

— Lo hicimos, pero ella no volvió en toda la noche.

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Cain se frotó la parte posterior de su cuello. — ¿Dónde estaría? John regresó al
palacio sin ella. Creo que habría escuchado si él la habría traído a los jardines del palacio.

— Había algo realmente extraño, — Eddie continuó, frunciendo la frente. — Tal


vez no es nada.

— ¿Qué es?

— Bueno, el exterior de la casa es un poco descuidado, necesita un poco de


pintura en las ventanas y las persianas y esas cosas.

— ¿Y?

— La puerta había sido recientemente reemplazada, y cuando miré un poco más


cerca, me di cuenta de que una de las bisagras se veía como si hubiera sido doblada y
luego se enderezó de nuevo.

Cain inclinó la cabeza hacia un lado. — ¿Como si alguien hubiera pateado la


puerta?

— Sí.

— Eso podría no significar nada, — Thomas intervino. — Hay un montón de


crimen en esta ciudad. Robos suceden cada noche, estoy seguro.

Cain contemplo las palabras de Thomas. — Podrías estar en lo cierto, pero no


me gusta eso. — Se volvió hacia Eddie. — ¿Mencionaron algo de esto a los vecinos o
preguntarles si escucharon perturbaciones en los últimos días?

— Le pregunté si oían algo sospechoso, pero nadie lo hizo.

— Quiero que regreses y caves más profundo. Quiero saber dónde está la chica.
John dijo que estaba herida. Por lo tanto, no tiene sentido que ella estaría aventurándose
en el medio de la noche después de ser atacada recientemente. Ella es humana, y a pesar
de que John la sanó, cualquier mujer humana normal sería cautelosa acerca de estar
fuera por la noche y sin protección después de haber sido asaltada. Averigüe dónde está.

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Eddie asintió con la cabeza.

— Vamos a ir al Barrio Francés mañana por la noche y hacer preguntas, — dijo


Thomas. — Pero primero, creo que todos necesitamos una ducha para lavar el hedor de
los pantanos de nosotros.

Cain volvió la nariz. — No obtendrás ningún argumento de mí.

Él saltaría en la ducha tan pronto como habría sanado a Blake con su sangre.

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Capítulo Veintiocho

Abel entró en el callejón y abrió las puertas del coche de su Ferrari rojo. Observó
con impaciencia mientras la puerta se abrió y Baltimore se deslizó en el asiento del
pasajero. Apretando la mandíbula, esperó hasta que el guardia cerró la puerta y volvió
la cara.

— ¡Maldito idiota! — Abel lo saludó.

Baltimore bajó la cabeza en señal de sumisión, pero ni siquiera ese gesto hizo
nada para calmar el impulso de Abel de hacer daño a alguien.

— ¿Tienes alguna idea de lo que tu estúpido comportamiento nos condujo?

— ¡Lo siento, Abel!

— Lo siento, ¡corta esa mierda! ¡Imbécil! — Él se inclinó más cerca de su


subordinado. — ¿Tuviste que ir en contra de sus deseos? ¿Era necesario atacarla?

Baltimore empujo su cabeza en alto. — ¡Yo no la ataque!

Abel mostró sus colmillos. — ¡No me importa cómo lo llames! ¡No cambia nada
sobre el resultado! Ahora Cain te ha prohibido en los jardines del palacio. ¡No eres bueno
para mí aquí! Te necesitaba dentro de los muros del palacio.

— No podía saber que iba a aparecer.

La endeble excusa roía los nervios de Abel. — ¡Ese no es el punto! Además, la


forma en que los dos están en este momento, Faye hubiera ido con él de todos modos y
decirle lo que hiciste, aunque no se hubiera presentado. Él la tomo de vuelta otra vez, y
con tu movimiento estúpido has hecho las cosas peores y los llevó incluso más cerca.
¡Ese no era mi plan!

— Entiendo.

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— ¡No entiendes nada, idiota! O no lo habrías hecho. Ahora Cain confía en ella
de nuevo, o ¿por qué mis espías me informaron que él pasó todo el día en sus aposentos,
junto con ella? — Abel dio una palmada a Baltimore en la cara. — Yo quería aislarla, y
¿qué haces? Lo llevas a sus brazos por lo que tiene un aliado en el palacio.

— Pero todavía tenemos John.

— ¡Menos mal! Vamos a necesitarlo ahora más que nunca, ya que no puedo
confiar en ti haciendo su parte. Voy a tener que repensar nuestro enfoque. — Él se echó
hacia atrás en su asiento y miró a través del parabrisas. En pocas horas el sol se levantaría
de nuevo y llevarlo cada vez más cerca el día de la celebración de bienvenida a casa de
Cain. Y si Abel no había establecido un plan sólido para entonces, la oportunidad
quitarle el trono justo por debajo de él se deslizaba entre sus dedos.

— ¡Mierda! Yo no voy a esperar más tiempo para conseguir lo que es mío por
derecho. ¿Me entiendes? — Él ni siquiera miró a Baltimore, porque él no quería una
respuesta de él.

Después de un momento, el idiota hablaba de todos modos. — Tal vez ahora es


el momento de recurrir a algunos favores.

Abel volvió la cabeza y entrecerró los ojos. — ¿De qué estás hablando ahora?

— Hay varias personas todavía en el palacio que van a hacer todo lo que les pida,
por temor a que vas a hacer realidad tus anteriores amenazas si no lo hacen.

Tomando una cuantas respiraciones, contemplo las palabras de Baltimore y tuvo


que admitir que de vez en cuando su guardia personal llego con las posibles soluciones,
aunque él no lo alabaría por ello ahora mismo. En sus ojos Baltimore no merecía
ninguna alabanza por haber metido la pata en parte de su plan de conseguir así mismo
prohibido en el palacio.

— Voy a pensar en ello, — dijo Abel en lugar y giró la llave en el encendido. —


Haz algo útil y quita a sus hombres de la vigilancia sobre la amante de John. Quédate

192
con ella hasta que me comunique contigo, y envía a los dos guardias de vuelta al palacio.
Puedo necesitarlos.

Baltimore asintió obedientemente y tomo el pomo de la puerta.

— Y otra cosa.

— ¿Sí, Abel?

— ¿Has hablado con el clan Mississippi?

La boca de Baltimore se torció en una sonrisa. — Ellos se sorprendieron de recibir


tu invitación, pero están felices de venir a hablar de paz.

Abel se río entre dientes. — Excelente. Haga que uno de sus hombres se ponga
en contacto con ellos de forma anónima para decirles que Cain está albergando dos de
sus traidores.

La frente de Baltimore se torció en una mueca. — ¿Para qué?

— Te contraté por tus músculos, no por tu cerebro, por lo que deja el pensamiento
a mí. Ahora ve. No te pongas en contacto conmigo a menos que algo vaya mal. No
puedo tener a Cain descubriendo que todavía me estoy comunicando contigo. ¿Está
claro?

Baltimore gruñó su consentimiento y salió del coche. Cuando la puerta se cerró,


Abel atasco el coche en marcha atrás y salió corriendo del callejón, y luego se alejó
cuando salió a la carretera principal.

Sólo unos días más, y todo caerá en su lugar.

Y al final de la misma, Abel sería rey. Finalmente.

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Capítulo Veintinueve

Faye se coló en la pasarela en secreto, porque no quería ser vista por los guardias
de Cain. Ella se había asegurado de que Blake estaba recuperándose y lo dejó al cuidado
del brujo, Wesley. Tras librarse de la ropa que había conseguido ensuciar en el pantano,
estaba vestida con sólo una bata.

Sin hacer ruido, abrió la puerta secreta que conduce a la suite de Cain y se deslizo
cerrándola detrás de ella. El sonido del agua provenía del cuarto de baño, cuya puerta
estaba entreabierta. En los pies descalzos se acercó y la abrió más.

Cain estaba de pie en la ducha, de espaldas a ella. El agua corría por su espalda
musculosa y esculpido culo. Sus fuertes muslos y las pantorrillas se espolvorean con el
pelo oscuro, sus pies plantados ampliamente mientras dejaba que la lluvia de la ducha
corriera por encima de su cabeza, manos hacia arriba apoyadas contra las baldosas.

Ella no podía obtener suficiente vista su hermoso cuerpo desnudo. Cuando él


había luchado el cocodrilo, un poco antes, ella había observado con fascinación cómo
había luchado con el animal fuerte y lo derrotó con sus propias manos. Él se veía feroz,
como un verdadero guerrero, y le recordó la noche en que la había rescatado.

Al verlo luchar para salvar a sus amigos habían hecho el anhelo por él crecer. Ella
lo necesitaba, lo quería más que cualquier otra cosa en su vida. Ella suspiró.

Cain se dio la vuelta, con las manos formando instantáneamente en garras, pero
el momento en que sus ojos se posaron en ella, él se relajó visiblemente. Una sonrisa se
formó en sus labios.

— No debes sorprenderme de esa manera. — Él dio un paso hacia un lado, del


chorro de la ducha.

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Su mirada vago sobre su pecho casi sin pelo. Él era arrebatador, luciendo un
verdadero paquete de seis. Más abajo, un nido de pelo oscuro rodeando su eje. Largo y
grueso, que colgaba en un estado relajado. Ella se lamió los labios.

— Si no me quieres aquí, puedo irme, — Faye sugirió, pero no hizo ningún


movimiento para alejarse. En cambio, se abrió el cinturón de la bata y la dejó abierta en
la parte delantera.

— Bueno, ya que estás aquí, — él la cubrió, — tal vez te gustaría unirte a mí.

— Esperaba que dijeras eso. — Ella empujó la bata de sus hombros y la dejó caer
al suelo con un zumbido suave.

Cuando ella levantó los ojos a su rostro, se dio cuenta de la mirada hambrienta
con que sus ojos la devoraban. Baja, otra reacción le llamó la atención. Su polla estaba
creciendo.

Lentamente, sin apartar los ojos de él, se metió en la ducha con paredes de cristal
y puso sus manos sobre su pecho. — Cuando estabas luchando con el cocodrilo antes,
yo no podía quitar mis ojos de ti.

Sus brazos la rodearon, tirando de ella contra su cuerpo. — ¿Por qué fue eso?

— Te veías tan fuerte, tan formidable. Si hubiéramos estado solos, habría pedido
que me hicieras el amor allí mismo, — confesó.

Cain sonrió. — Bueno, mira eso. Mi zorra seductora se excita por un poco de
combate cuerpo a cuerpo. ¿Hay algo más que te excita?

Faye deslizó una mano más abajo, moviéndose cada vez más a su ingle. — Tu
desnudo en la ducha. — Ella deslizó su mano sobre su polla, deleitándose en su piel
suave de terciopelo. — Tu polla endureciéndose a la vista de mí.

— Sigue adelante, — le animó, su mano ahora se movió a su trasero,


acariciándolo sugestivamente.

— La idea de tomarte en mi boca.

195
Su respiración se enganchó, y sus ojos se oscurecieron con el deseo. — ¿Es eso
para lo que viniste aquí? ¿Para chuparme? — Él frotó su pene contra su palma, y un
gemido salió de su garganta.

— Sólo si no te importa.

— Sabes que no lo hago. ¿Así que vas a burlarte de mí para siempre, o vas a
ponerte de rodillas y hacer bien tu amenaza?

Ella sonrió, bajando las pestañas hasta la mitad. — ¿Me estás ordenando como
mi rey?

— Como tu rey, soy incapaz de ordenarte. Pero como tu amante, te ruego que
me pongas fuera de mi miseria y me dejes sentir sus labios alrededor de mi polla.

El hecho de que él no estaba ordenándole pero rogándole eso la sorprendió.


Anteriormente cuando habían jugado a este juego, él siempre había jugado a lo largo de
caer en el papel del rey omnipotente cuyas órdenes debían ser seguidas. Pero ahora, de
repente, le estaba dando el poder a ella.

Faye miró a los ojos. Tanto había cambiado en él, sin embargo, tanto fue el
mismo. El deseo entre ellos todavía era tan potente como siempre. No, incluso más
ahora. Como si se tratara de empezar todo de nuevo. Todo era nuevo y fresco,
emocionante y desconocido. Y absolutamente emocionante. Incluso ahora que ella se
agachó y trajo al nivel de su cara su ingle, la anticipación en espiral a través de ella como
si ella nunca antes lo complació de esta manera.

— Por favor, — Cain murmuró y se apretó contra la pared de azulejos en la


espalda, colocando las manos planas sobre la superficie húmeda. — Déjame sentirte.

Faye deslizó sus manos por encima de sus muslos, acariciando sus músculos
poderosos. Sintió la flexión bajo su toque. — Eres hermoso. — Su polla quedó
totalmente erecta ahora, el eje veteado inclinándose hacia arriba, hacia su ombligo. Sus
bolas habían levantado demasiado apretado, sus dos testículos visibles debajo de la piel.

196
Con su dedo índice, ella acarició sobre el saco apretado, sin detenerse cuando
llegó a la parte inferior de su polla.

Cain expulso una respiración entrecortada. — ¡Joder!

¡Ah!, cómo le gustaba su reacción, cruda y salvaje. Ella lo recompensaría por ello.

Moviendo su cara más cerca, ella abrió la boca y dejó que su lengua se deslizara
sobre la parte inferior de su polla, tomándose su tiempo para pasar a la punta para
deslizarse sobre la carne de color púrpura. Por el rabillo de sus ojos vio a sus manos
apretadas como si estuviera tratando de meterse bajo control. Pero ella no se lo permitió.
Cain perdería el control esta noche y estaría a su merced. Él se entregaría a ella.

Faye pasó la lengua sobre la cabeza bulbosa una vez más antes de envolver sus
labios alrededor y llevándolo a su boca. Bombeado llena de sangre, él era grueso y largo.
Le encantaba lo duro que estaba a pesar de que apenas lo había tocado. Como si para
él, esto era nuevo, también. Al igual que había dicho cuando habían hecho el amor el
día anterior. Tal vez su larga separación contribuyó a esta sensación de novedad.

Cuando, de repente, sintió su palma acariciando su mejilla, ella lo miró. Él la


estaba mirando, con los ojos llenos de pasión, sus labios se abrieron y mostrando sus
colmillos.

— Yo no te merezco, — dijo. — Pero, por Dios, no puedo tener suficiente de ti.

Ella llevó su mano alrededor de la raíz de su eje y lo chupó más profundamente


en su boca, mientras ella lamió su lengua por su carne dura. Cain apoyó la cabeza contra
la pared de azulejos, pero continuó a acariciando su mejilla con el pulgar. Él no la estaba
obligando a llevarlo más profundo tirando su cabeza más cerca. En su lugar,
simplemente se trasladó con sus movimientos, dejando que ella lo guíe, no al revés.

Sintiendo la polla en su boca, oyendo sus gemidos y respiración pesada, viendo


los músculos doblarse bajo sus manos, envió escalofríos por su espina dorsal. Un
hormigueo se extendió por todo su cuerpo y llegó a sus pezones, endureciéndolos al
instante. Más hacia abajo, la misma sensación de hormigueo hizo vibrar su clítoris. Un

197
escalofrío la recorrió. Se sentía poderosa con Cain, porque él se rendía a ella. Él estaba
dándole control a ella, más de lo que había hecho nunca antes. Amaba este nuevo lado
de él. Había algo tan suave sobre este duro guerrero ahora. Finalmente fue mostrando
algo que él siempre había escondido de ella.

Cuanto más lamió su polla, el Cain más fuertes y más frecuentes sonidos de
placer le devolvió. Al igual que una sinfonía de lujuria que jugaron en las paredes de la
ducha, haciendo eco del suyo propio. Ella no podía tener suficiente de él, del poderoso
guerrero, el magnífico rey. Pero la mayoría de todo lo que ella no podía conseguir
suficiente del vampiro que era su amante.

— Tienes que parar, cariño, — de repente declaró y la agarró por los hombros
con las dos manos, empujando suavemente su espalda por lo que su polla se deslizó de
su boca.

— No he terminado. — Ella lo miró.

Cain tiró de ella hasta ponerla de pie y la giro de modo que ella se encontró
presionada contra la pared de la ducha, sus manos ya enganchadas debajo de sus muslos
para levantarla. — Oh, no, no vamos a hacerlo.

Abriendo las piernas mientras la levantaba y se colocó en su centro, emitiendo su


orden: — Ahora se una buena chica, y guía mi polla en tu coño.

Se quedó sin aliento en el pecho. Él nunca habló con ella de esa manera antes,
siempre había sido casi cortés en sus declaraciones cuando habían tenido relaciones
sexuales antes. Sin embargo, se encontró con que a ella le gustaba la forma en que él
habló con ella ahora. La despertó más de lo que había esperado.

Sin dudarlo Faye se apoderó de su polla y se la llevó a su sexo, colocándolo en la


entrada de su centro húmedo. Cuando su cabeza tocado sus labios inferiores, ella gemía
e inclinó la cabeza hacia atrás, jadeando. Pero él no entró en ella de inmediato. En lugar
de ello, él movió sus caderas hacia arriba y dejó deslizar su polla sobre su clítoris,
lubricándolo con sus propios jugos. Un escalofrío corrió a través de ella.

198
— Oh, Faye, — murmuró. — Hermosa Faye.

Entonces retrocediendo sus caderas hacia atrás y bajó la polla a sus pliegues
femeninos, el sondeo, probo, hasta que, después de una eternidad agonizante, la cabeza
de su polla finalmente abrió su carne y se dirigió en su interior.

Todo el aire salió de sus pulmones cuando su eje grueso la llenó y sus bolas
golpeando contra ella cuando él la penetró hasta la empuñadura.

— ¡Cain!

Sus entrañas ardieron en llamas, encendiendo su clítoris y llenando todo su


cuerpo con el placer. Ella sintió su tramo de canal para él y acomodando sus caderas
onduladas pidiendo más. Sus manos agarraron su culo ahora, sus uñas se clavaban en
su carne para emitir sus demandas.

— ¡Más! ¡Más fuerte!

— Todo lo que quieras.

Las embestidas de Cain se volvieron más feroces, su pecho agitado por el esfuerzo
de mantenerla inmóvil contra la pared, su respiración desprevenidas rápidas. Su
mandíbula se apretó con fuerza, y sus colmillos habían empujado más allá de sus labios.
El espectáculo hizo su corazón latir más rápido. Recordó cómo la había mordido justo
antes de que había desaparecido, y ella nunca había sentido nada tan estimulante como
la sensación de sus colmillos alojándose en su piel y su boca sobre la base de su vena.

Faye inclinó la cabeza hacia un lado, ofreciéndole su cuello.

Él la besó allí, le lamió la lengua sobre su piel, mientras que su polla latía dentro
de ella sin descanso. Ella sintió que sus colmillos raspar su piel, haciéndola temblar de
placer.

— Dime que me quieres, — le exigió y ahuecó su cabeza.

Jalo su cabeza de ella y capturó sus labios en su lugar, ahogando su solicitud en


un beso apasionado. Como si algo lo había enfurecido, él se condujo en ella con más

199
fuerza, el hueso de su pelvis golpeando contra su clítoris tan rápidamente que ella al
instante explotó. Un orgasmo más poderoso de lo que nunca había experimentado se
estrelló contra ella, justo cuando ella sintió el espasmo de su polla dentro de ella. El
chorro caliente de su semen la llenaba, lubrica su canal aún más y le permitió aumentar
su ritmo aún más, hasta que finalmente desacelero sus embestidas. Él rompió el beso y
apoyó su frente contra la de ella, respirando con dificultad.

— No sé cómo he conseguido realizar algún trabajo como rey contigo a mí


alrededor.

Faye sintió un surco frente. Cain siempre había puesto sus deberes como rey
primero. Ella siempre lo había sabido y lo aceptó. Pero sus palabras parecían sugerir lo
contrario. Y lo que era aún más extraño era que, si bien en ese entonces él siempre había
confesado libremente su amor a ella y en la misma frase se excusó de tratar con los
asuntos de rey, ahora lo contrario sucedía: él no había dicho una vez que la amaba, sin
embargo, el la bañaba con más atención que nunca.

Cain había cambiado. Y ella tenía que entender por qué.

200
Capítulo Treinta

Un golpe urgente de Haven había arrancado a Cain de los brazos de Faye, y él se


había vestido rápidamente y corrió escaleras arriba para encontrarse con él en la oficina.
Cain estaba, sin embargo, agradecido por la interrupción. Faye había exigido saber que
la amaba cuando había estado a punto de morderla y beber su sangre, y en ese momento
él no había sido capaz de llegar hasta el final. Ni con la mordida, ni con una declaración
de su amor. No habría sido justo para ella. No podía tomar su sangre o decirle que la
amaba mientras él la estaba engañando acerca de sí mismo.

Sí, nunca se había sentido mejor que cuando estaba con ella. El sexo no era de
este mundo, increíble, y sus celos cuando otro hombre incluso siquiera la miraba estaba
fuera de control. Sabía que tenía sentimientos por ella, las emociones que eran más
profundos que parecía posible después de tan poco tiempo. Pero sabía también que le
estaba mintiendo. Él mantenía el hecho de que no recordaba nada de ella, pero fingió
que todo estaba bien. No lo estaba. Y él no sabía cómo decírselo. ¿Lo rechazaría si se
enterara? ¿Ella creería que era sólo la mitad de un hombre, no el héroe con el que vino
a hacer el amor en la ducha? ¿No era el fuerte guerrero que veía? Porque si ella lo rechaza
ahora, él sería devastado.

Cain trató de alejar los pensamientos y abrió la puerta de su oficina.

Haven estaba solo. Robert se puso de pie en medio de la sala, flanqueado por
Wesley y uno de los guardias del rey.

— ¿Qué está pasando? — Preguntó a Cain, mirando a Haven mientras cerraba la


puerta detrás de él.

— Simon, y di al rey lo que me dijiste, — Haven instruyó al guardia.

— Encontré una copia de los planos del palacio en el sótano de suministro.


Estaba oculto entre las páginas del libro de contabilidad que Robert mantiene. Había un
sobre, también.

201
Cain miró los papeles en las manos de Simon y los señaló. — ¿Qué?

Simon asintió y le entregó la hoja doblada del papel y el sobre. Cain lo desdoblo
y lo examinó. Era en efecto un plan del palacio, indicando todas las entradas y salidas
de todos los niveles, aunque para su alivio no indicó dónde estaban los túneles secretos.
Cruzó de nuevo, a continuación, miró el sobre. Estaba dirigida a un apartado de correos
en Gulfport, Mississippi.

Cain silbó entre dientes y miró a Robert. — ¡Explícate, Robert!

— No sé cómo esa copia se metió en mis libros. ¡No es mío! — Robert escupió
indignado.

— Por supuesto que no es tuyo, — Cain entre dientes. — Es por eso que nunca
debería haber estado en su libro de contabilidad. Entonces, qué carajo estabas planeando
hacer con él, ¿eh? — Él podría aventurar una conjetura de cuál había sido el plan de
Robert.

— ¡Nada! Yo no hice esa copia. Alguien debe de haberlo plantado en mis cosas,
— Robert protestó.

Cain empujó el sobre delante de su rostro. — ¿Es la escritura de tu mano?

El apretón de los dientes de Robert era indicio suficiente de que estaba indeciso
acerca de responder a la pregunta.

— Yo pregunte…

— Es mi letra, pero no es lo que piensas.

— ¿Qué pienso? — Cain disparó de nuevo.

— Es la nueva dirección de nuestros proveedores de sangre. Estaba a punto de


enviar por correo un cheque.

— ¿Para Mississippi? ¿Crees que soy estúpido? — Aunque Cain no sabía a ciencia
cierta, él asumió que su clan no consiguió su sangre empaquetada de Mississippi. Estaba

202
seguro de que el clan vecino nunca toleraría al clan de Cain infringir en su proveedor.
Esperaba que él tuviera razón.

— He recibido una notificación de que trasladaron sus operaciones de facturación


a Mississippi. Por razones fiscales.

Cain maldijo y se fue cara a cara con Robert. — Así que realmente piensas que
soy estúpido. ¡Te voy a decir lo que realmente sucedió! Decidiste causar problemas y
vender información confidencial a un clan rival, así ellos nos pueden atacar. ¿Qué te
prometieron? ¿Dinero? ¿Poder? — Cain rechinó los dientes y sintió sus colmillos
extenderse.

— ¡Yo no hice nada por el estilo! Yo soy un súbdito leal. ¡Yo no merezco tu
desconfianza! ¿No te he servido lealmente desde que te convertiste en rey? ¿No me
conoces en absoluto?

Las palabras pulsaron una cuerda. No, él no conocía a Robert, y ese era el punto
crucial de todos sus problemas. No sabía en quién confiar, quien era leal a él, o quien le
significaba daño. A pesar de los interrogatorios de los guardias y todo el resto del
personal en el palacio, él y sus amigos de Scanguards no había llegado más lejos en la
investigación del intento de asesinato. Esta fue la primera ventaja que tenían, y no dejó
que la súplica apasionada de Robert le impide hacer lo que tenía que hacer.

— Enciérrenlo en la planta baja, — Cain ordenó a Simon.

Robert lo miró. — Estás cometiendo un error.

— Yo más bien diría que te debo una disculpa si me equivoco y terminas con una
estaca en el pecho. — Entonces él hizo una seña al guardia para ejecutar sus órdenes.

Robert no lucho cuando Simon lo acompañó a la puerta, pero mantuvo la cabeza


alta. La puerta no se cerró detrás de ellos. Thomas y Eddie entraron, sus cabezas girando
a Simon y Robert.

— Hey, chicos. — Thomas cerró la puerta detrás de ellos.

203
— Hey, Haven, — Eddie saludó a su colega.

— Es bueno verte, Eddie. Oí que tuviste un pequeño problema con la población


local de animales.

— Puedes llamarlo así. O podrías llamarlo muy jodido por nuestro colega
humano increíblemente estúpido.

Haven rodo los ojos. — No hay necesidad de decir nada más. Ya he oído.

— Sin duda la versión aséptica de Blake.

— Confía en mí, yo ya he puesto dos y dos juntos.

— ¿Cómo esta Blake ahora? — Le preguntó a Cain.

Haven se encogió de hombros. — Mejor. Su pierna herida está sanando


rápidamente gracias a tu sangre. Él va a estar como nuevo en un par de horas.

Cain asintió. — Bueno. Vamos a necesitar todo hombre que podamos conseguir.
Incluso Blake. — Se volvió hacia Thomas y Eddie. — Acabamos de encontrar a Robert
con una copia de los planos del palacio y un sobre dirigido a un apartado de correos en
Mississippi. No puedo dejar de sospechar que estaba planeando vender la información
al clan en Mississippi. Él es un traidor.

— Eso es una grave acusación, — Thomas respondió. — ¿Cuál es su defensa?

— Él dijo que alguien plantó los documentos, sin embargo, él admite que él
mismo dirigió el sobre.

— ¿Crees que podría tener algo que ver con el intento de asesinato? — Preguntó
Haven, enganchando el pulgar en su cinturón.

— Es totalmente posible. Podría haber sido el que le dijo al asesino, y ahora está
tratando de nuevo.

— ¿Quieres que hable con él y ver si puedo conseguir algo más de él? — Thomas
ofreció.

204
— Sigue adelante. Eres mejor en esto que yo.

— Es más, ¿tiene sentido? — Eddie interrumpido.

— ¿Hace que tenga sentido? — Preguntó a Cain.

— Robert está involucrado en el intento de asesinato. — Él cambió su peso sobre


su otro pie. — Mira, si él ya dio al clan Mississippi acceso al palacio hace un año para
tratar de matarte, ¿por qué él tiene que enviarles los planos ahora? ¿No que ya saben
cómo entrar?

Eddie tenía un punto. — Posible. Pero ¿y si los ciudadanos de Mississippi no


estaban detrás del asesinato, entonces? ¿Y si tenía a alguien más ayudando entonces y,
puesto que fracasaron, él está ahora poniendo sus apuestas en el clan Mississippi?

Eddie se encogió de hombros. — Tal vez. Pero ¿por qué cambiar campos? Cuanta
más gente involucrada en algo así, lo más probable es que alguien va a hablar. — Él
miró a su compañero de acuerdo.

Thomas asintió con la cabeza. — Voy a tener unas palabras con él y ver lo que
puedo sacar de él. ¿Tenemos algo de él que podemos utilizar como influencia?

Cain se pasó la mano por la cara. — Me gustaría saber. Hable con John y vea lo
que él sabe sobre el hombre. Pero sólo dile lo que tiene que saber.

— No confía en él más, ¿verdad? — Dijo Thomas.

—Tengo mis dudas acerca de él, aunque no puedo imaginar por qué él primero
me salvaría y luego me va a entregar. No tiene sentido. ¿Cuándo tú y Eddie van al barrio
para dar seguimiento a su mujer?

Thomas miró su reloj. — Cuando el Sol este arriba en un par de horas. No tiene
mucho sentido ahora. Vamos a ir mañana por la noche. Mientras tanto, voy a ver a
Robert.

205
— De acuerdo, — dijo Cain y se volvió hacia Haven. — Obtén el personal para
organizar una furgoneta negra para la puesta del sol de mañana. Quiero que envíes a
Blake al aeropuerto.

Haven puso las manos en sus caderas. — Vamos, no puedes simplemente


mandarlo a casa ahora. ¿No acabas de decir que necesitábamos todos los hombres que
podemos tener? No es justo para el chico. Él tenía buenas intenciones.

Cain suspiró. — No consigas levantar mi temperamento. Yo no voy a mandarlo


a casa. Es sólo va jugar de chofer. Al menos eso es algo en lo que no es probable que
meta la pata.

Haven se río entre dientes. — Sabes que él odia ser relegado al muchacho errante.

— Lo hago. Que sea su castigo.

Su amigo se río en voz alta. — Eres demasiado blando con él.

Cain no podía dejar de sonreír. — Yo simplemente no quiero que Quinn patee


mi trasero cuando soy demasiado áspero con su precioso nieto. — Además, él no
disgusta Blake. Él sólo deseaba que el chico exhiba más sentido común y menos
bravuconería.

206
Capítulo Treinta y Uno

Cain hizo a un lado los dos vampiros que llevaban una planta en una maceta
grande en el pasillo, mientras que un miembro femenino del personal de la casa con una
pila de ropa de mesa en sus manos caminaba detrás de ellos.

— ¿Qué está pasando aquí?

La mujer volvió la cabeza y se inclinó brevemente. — Estamos preparando el


salón de baile para su recepción de bienvenida a casa, su Majestad.

Bueno, parecía que tenía un salón de baile, no es que él había tenido el tiempo ni
las ganas para inspeccionar dicha habitación hasta el momento.

— Continúen, — él la despidió y se dirigió a la puerta de entrada, cuando vio a


John salir de una de las puertas del otro lado. Cain le hizo un gesto para acercarse.

— Buenas noches, Cain, — John lo saludó cortésmente.

— Buenas noches, John. Veo que las festividades están saliendo muy bien. —
Aunque Cain no estaba interesado en hablar sobre la estúpida fiesta, se ajustaba a él muy
bien como introducción a otro tema.

— Sí, va a ser todo un acontecimiento.

— Parece que lo será. — Cain hizo una pausa por un momento. — Escucha,
quería hacerte saber que ahora que he cambiado de opinión sobre que al líder de la
guardia del rey no se les permita estar en una relación, pensé que sería apropiado si
trajeras a tu mujer, Nicolette es su nombre, correcto a la fiesta. Estoy planeando anunciar
algunos cambios en la política, y tienes que estar allí con Nicolette para subrayar mi
sinceridad.

John se veía, claramente sorprendido por un momento. — Bueno, eh, yo no…

207
Cain le puso la mano en su antebrazo. — No digas que no. Tráela. Me gustaría
conocerla. No voy a aceptar un no por respuesta.

— Por supuesto, en ese caso. Me aseguraré de que ella asista. Y gracias por la
invitación. — Él asintió con la cabeza. — Discúlpame, tengo que ir a través de los
cambios de turno con los guardias.

— Gracias, John. Y, uh, gracias por no darme un mal rato de haber movido
Thomas y Eddie a sus habitaciones.

— Me lo esperaba. Sé que confía en tus hombres de Scanguards más que en nadie


aquí. Tal vez con el tiempo... — No terminó la frase.

— Sí, tal vez con el tiempo. — Entonces Cain observó el líder de la guardia del
rey girar y desaparecer por el pasillo.

Esperaba que Thomas y Eddie encontrarían todo con John y Nicolette


comprobado, por lo que Cain podía poner sus preocupaciones sobre el líder de la guardia
del rey a descansar.

Con un suspiro, abrió la puerta de entrada y miraba por el largo camino de


entrada, mientras que el aire cálido de la noche hizo su camisa aferrarse a su cuerpo.
Una limusina oscura se acercaba, levantando polvo de conducir demasiado rápido en el
camino de grava. Cuando finalmente se detuvo al hacer un giro dramático hacia un lado,
la grava se dio la vuelta por las llantas traseras y cayó sobre los escalones de la casa.

Cain se abstuvo de rodar sus ojos y en su lugar entró por las escaleras para saludar
a sus visitantes.

La puerta de la zona de pasajeros detrás del conductor de la cabina se abrió y


Gabriel salió. Se volvió de inmediato para ayudar galantemente su esposa, Maya, a salir
del coche. Cain tuvo que sonreír. Gabriel era un tipo pasado de moda y un alma gentil,
a pesar del exterior duro que aparentaba.

Cuando se volvió, Cain no tuvo ningún problema para pasar la gran cicatriz que
estropeo la cara de Gabriel, que iba desde la parte superior de la oreja izquierda a la

208
barbilla. Le prestó un aire peligroso, y en su trabajo como el segundo al mando en
Scanguards, eso fue muy útil. Fue tanto temido por sus enemigos y venerado por sus
colegas y subordinados, ya veces también temido por ellos.

La belleza oscura a su lado era algo especial. Un médico en su vida humana, que
había sido convertido en vampiro contra su voluntad, pero había encontrado el
verdadero amor con Gabriel. La pareja con un vínculo de sangre estaba completamente
dedicado uno al otro. Por lo tanto, no fue una sorpresa que Maya no había volado a
Nueva Orleans por su cuenta, pero había llevado a su marido como compañía. Aunque
Cain sospecha que Gabriel estaba aquí por una razón diferente: proteger a la mujer sin
la que no podía vivir.

— Gabriel, Maya, me alegro de que hayas venido, — Cain los saludó ahora y
sacudió sus manos.

A cualquier otra mujer le habría dado un abrazo para saludar, pero sabía de los
sentimientos de Gabriel acerca de su esposa de ser tocados por otros hombres, y, por
último Cain entienden el sentimiento. Sintió lo mismo de Faye.

— Así que este es tu hogar, — respondió Gabriel y lanzó una mirada de


admiración a la enorme propiedad. — ¿Quién iba a pensarlo?

— Todo el mundo envía su amor y felicitaciones, — Maya añadió con una


sonrisa. — Están todos muy felices por ti.

— Gracias. — La mirada de Cain se desvió hacia Blake, que estaba saliendo del
coche. — Blake, ¿podría llevar su equipaje, por favor? Yo tenía una habitación de
huéspedes en el segundo piso preparado para ello.

Blake asintió y se dirigió a la parte de atrás de la limusina, abriendo el maletero,


mientras que Cain hizo un gesto hacia la puerta principal. — ¿Vamos?

— ¿Te has instalado? — Preguntó Gabriel, deslizándose hacia él.

Cain se encogió de hombros. — Tanto como pueda. Es un ajuste.

209
— Apuesto eso, — comentó Maya, caminando de la mano con Gabriel. — Pero
estoy seguro de que me las arreglaré. — Ella hizo una pausa por un momento antes de
cambiar el tema. — Estoy ansiosa por ver a mis pacientes. ¿Están en la casa?

— Yo los puse en una de las cabañas en la propiedad. Están un poco asustados y


yo pensé que sería mejor si tenían un lugar para sí mismos. En particular, la chica tiene
miedo de ti.

— El dolor hacer eso a una persona, — Maya estuvo de acuerdo mientras


cruzaban el vestíbulo y se dirigió hacia la oficina de Cain. — Hice un poco de
investigación sobre la práctica de sacar los colmillos a un vampiro.

Cain miró desde el lado, curioso. — ¿Y?

— Ha sido empleado de forma esporádica durante siglos, pero últimamente la


práctica ha sido prohibida en gran parte. Es considerado un castigo cruel e inusual.

— Bueno, no ha dejado de usarlo en el clan Mississippi con esos dos


desafortunados. — Cain entró en su oficina y le indicó a Gabriel y Maya a tomar asiento
en el sofá. Él tomó el sillón frente a ellos.

— ¿Qué sabes de ese clan? — Preguntó Gabriel.

— Muy poco. Mi entendimiento es que hemos estado en guerra con ellos durante
décadas por disputas fronterizas, pero estamos buscando un acuerdo de paz. Me temo
que no puedo ver cómo hacer la paz con un clan que trata a su propio pueblo con tanta
crueldad está en aras del interés de mi reino. — Llamarlo su reino todavía sonaba
extraño en sus oídos. — ¿No significa que yo apruebo lo que están haciendo?

Gabriel contempló su respuesta antes de hablar. — Tal vez podría llegar a ser
parte de las negociaciones de paz. Vas a hacer la paz con ellos si abandonan ciertas
prácticas.

— Claro, pero ¿quién va a hacer cumplir esas reglas? La única razón por la que
sabemos acerca de sus crímenes es porque esos dos vampiros lograron escapar y

210
sobrevivir el tiempo suficiente para encontrar refugio con nosotros. Si Faye no los
atendía y les daba lo que necesitaban, podrían haber perecido y nunca sería sabido.

Maya le sonrió. — ¿Y cómo es Faye? No puedo esperar para conocerla.

— Ella es encantadora. — Más que eso, Faye era todo lo que siempre había
soñado y más. Cada minuto que pasaba con ella la hizo quererla más. Y lo que había
hecho con él en la ducha la noche anterior había estado fuera de este mundo. Sentir su
boca sobre él había sido más que increíble, había sido alucinante.

Gabriel se río entre dientes e intercambió una mirada con su esposa. — Parece
que nuestro amigo está muy enamorado de ella. — Entonces él miró a Cain. — Estoy
feliz por ti. ¿Qué hay de tu memoria? ¿Esta devuelta?

— Me temo que no. Lo que hace ciertas cosas difíciles. No sé quién soy realmente
puedo confiar sin saber cómo es mi historia con ellos.

— Eso es comprensible, — Maya estuvo de acuerdo. — Pero también es una


oportunidad.

— ¿Una oportunidad para qué?

— Para ver todo con ojos nuevos.

Cain suspiró. — En este momento, me conformaría con sólo recordar algunos


elementos esenciales, en lugar de tener que preocuparme cada momento del día en que
si me tropiezo conmigo mismo y hacer que la gente sospeche que las cosas no son como
deberían ser. No puedo darme el lujo de parecer débil.

— Y no eres débil. — Las palabras de Gabriel eran tranquilizadoras. — Siempre


te he dicho que eras un guardaespaldas excepcional cuando estabas a nuestro servicio.
Lo sentimos perderte.

Cain se echó a reír. — ¿Estás tratando de decirme que estoy despedido?

211
— Creo que al asumir este trabajo aquí estabas sutilmente tratando de decirme
que sales, — Gabriel bromeó. Luego se puso serio de nuevo. — Fuiste un guardaespaldas
experto. Serás un gran rey.

Cain miró hacia la ventana. — ¿Me creerías si te dijera que antes de convertirme
en rey aquí, yo era en realidad el jefe de la guardia del rey? Supongo que por eso lo hice
tan bien con Scanguards. Yo tenía experiencia previa.

— No me sorprende en absoluto. Desde el principio sabías lo que estabas


haciendo. No necesitabas mucho entrenamiento en absoluto. Aunque tu disposición a
tomar órdenes se hizo falta hacia el final, — dijo Gabriel y le guiñó un ojo.

— Debe ser el hecho de que yo no estoy destinado a recibir órdenes.

— Supongo que sí.

Maya se sentó con la espalda recta. — Odio interrumpir sus reminiscencias, pero
me gustaría ver a mis pacientes lo antes posible y examinarlos.

— Por supuesto.

— ¿Hay un lugar en el que podemos hacer eso en privado? Voy a necesitar acceso
al agua y la sangre, y una superficie para convertirse en una mesa de operaciones. Mi
conjetura es que la operación va a ser dolorosa, y sin ningún medio para sedarlos voy a
necesitar ayuda para sujetarlos. Tal vez correas hacia abajo.

— La vieja cocina de plantación puede ser adecuado para ello. Hay agua y
suministros de sangre, y es un poco separado del resto del palacio. Eso va a proporcionar
un poco de intimidad. Estaré encantado de ayudarte. — Cain miró a Gabriel, quien
asintió con la cabeza al instante.

— Yo te ayudaré con sujetarlos, — Gabriel estuvo de acuerdo.

— Cain, estoy seguro de que tienes mejores cosas que hacer, — dijo Maya. —
¿Por qué no lo hace Thomas? Él podría incluso ser capaz de calmarlos un poco con el

212
control mental. Él es el único que puede utilizar con seguridad su habilidad en otro
vampiro.

Maya estaba en lo cierto. Thomas era un maestro del control mental. — Me temo
que Thomas y Eddie tenían que ir a Nueva Orleans para dar seguimiento a una pista.
Ellos no van a estar de vuelta durante veinticuatro horas.

— Oh, eso es una vergüenza.

— ¿Qué tipo de pista? — Gabriel quería saber.

— Todavía no estamos seguros. Sólo una corazonada. Te informare más tarde.


— Cain se levantó. — Permítanme presentarles a David y Kathryn y tener a mi personal
preparando la cocina para su uso.

Tanto Maya y Gabriel también se levantaron cuando la puerta fue súbitamente


abierta. Cain giró la cabeza hacia ella y vio a Faye entrar como tormenta en la
habitación.

— ¿¡Cómo pudiste!? — ella le gritó, su rostro una máscara de furia, sus ojos
mirando a él.

Aturdido, Cain se congeló. ¿Qué había hecho ahora? — Faye.

Se dirigió hacia él, cuando de pronto pareció darse cuenta de que él no estaba
solo.

— Faye, estos son mis amigos: Gabriel y su compañera Maya. Maya es el médico
del que te hablé.

Faye respiró hondo y asintió con la cabeza hacia ellos. — Encantado de


conocerte. — Entonces ella miró a Cain. — ¿Podemos hablar? En privado.

Su tono le dijo que esta conversación no podía esperar. Él miró a sus amigos,
pero no tenía que decir nada.

213
— Vamos a estar desempacando mientras tanto, — Maya sugirió y tomó la mano
de Gabriel. — ¿Vamos, cariño?

Con una mirada de preocupación en su rostro, Gabriel siguió a su esposa y cerró


la puerta detrás de ellos.

Cain esperó unos segundos, antes de que él volvió a mirar a Faye. Él nunca la
había visto furiosa. — ¿Qué pasa?

214
Capítulo Treinta y Dos

En cuanto a la expresión despistada de Cain, Faye echaba aún más humo. ¡Como
si él ya había olvidado lo que había hecho!

— ¡Encerraste a Robert! ¡Como si fuera tu enemigo! ¿Cómo pudiste?

Cain se tensó visiblemente. — Me temo que eso es asunto mío. Tengo que
protegerme.

Faye sintió que las lágrimas de frustración y los empujó hacia abajo. — ¡Robert
es mi amigo! ¡Él es un hombre de honor! Él no es tu enemigo.

Cain amplió su postura, llevando sus manos a las caderas como si quisiera
intimidarla con su físico. — ¿Entonces por qué una copia de los planos del palacio se
encontró en su poder, junto con un sobre con una dirección en Mississippi?

Faye instintivamente dio un paso atrás y apretó la mano contra su pecho. —


¿Crees que es un traidor?

— ¿Qué otra cosa se supone que debo pensar dada la evidencia?

Ella sacudió la cabeza con incredulidad. — Robert nunca haría eso. Él te es leal.
Todo es un error.

— La evidencia no miente.

— Robert no te traicionaría. Él era mi apoyo en todo este tiempo. Él estaba allí


para mí cuando necesitaba un hombro para llorar. Él no es un traidor. Tienes que
creerme. Alguien debe haberlo creado.

— Suenas como él. Afirmó que alguien plantó los planos.

— Debes creerle, — le suplicó.

215
— ¿Cómo puedo hacerlo cuando en la misma frase él admitió haber dirigido el
mismo sobre? Thomas comparó la dirección con el libro mayor de Robert. Es su letra.
Sin lugar a dudas. Lo hizo, Faye. Te equivocas sobre Robert. Él quería vender la
información confidencial al clan Mississippi para ayudarlos a atacarme. Lo más
probable es asesinarme.

Faye negó con la cabeza, tratando de ahogar sus palabras. — ¡No! Te equivocas.
Robert odia a los de Mississippi. Desprecia sus prácticas. No hay manera en el infierno
que fuera a vender la información a ellos.

— Por favor, quédate fuera de esto, Faye. Está claro que te molesta. Déjame
manejar esto. — Él trato de alcanzarla, pero ella se echó hacia atrás.

— ¿Mantenerme fuera de eso? Así que esa es la forma en que va a ser entre
nosotros, ¿verdad?

Cain entrecerró los ojos. — ¿Qué estás diciendo?

— No finjas que no sabes. ¿Eres realmente tan ciego?

Apretó los dientes y dio un paso hacia ella. — ¿Qué está pasando, Faye? ¿Por qué
te comportas así?

— Debido a la forma en que te estás comportando. Esta relación es una farsa.

Una expresión de choque se extendió por la cara tan rápido como un reguero de
pólvora engulló un bosque durante la temporada de sequía. — No puede decir eso. Tú
y yo, somos increíbles juntos. Tenemos estupendo…

— ¿Sexo? — Faye escupió, interrumpiéndolo. — Oh, sí, tenemos buen sexo. Pero
eso es todo lo que tenemos. — Ella se burló. — Tenemos fabuloso sexo, alucinante y
luego te das la vuelta y te cierras en ti mismo tan pronto como yo quiero hablar contigo.
No comparte nada conmigo. ¿Qué te pasó mientras estabas fuera?

Cain evadió su mirada. — Es complicado.

216
— ¡Ves! — Ella señaló con el dedo índice en él. — Lo estás haciendo de nuevo.
Me estás dejando fuera y te niegas a responder a ninguna de mis preguntas sobre lo que
pasó durante el año que te habías ido.

Cain suspiró. — Faye, por favor, cariño…

— No me llames cariño. Significa claramente nada para ti. Porque más allá del
sexo, no hay nada entre nosotros. No das una maldición sobre mis sentimientos. No
hace ningún esfuerzo para acercarte a mí, y frustras todos y cada uno de mis intentos de
entenderte. ¿Qué quieres de mí?

— Faye, eres mi novia.

— No me importa acerca de ser su novia. Quiero ser la mujer que amas. Quiero
ser tu confidente de nuevo. Pero me está dejando fuera. Y no puedo fingir por más
tiempo que yo puedo vivir así.

Había un tirón en su aliento. — ¿Qué estás diciendo?

— No puedo ir a tu cama y que me hagas el amor cuando no significa. Diablos,


ni siquiera puedes decir que me amas, ¿verdad?

Cain levantó la mano como si quisiera llegar a ella, pero la dejó caer de nuevo.
Sus labios se separaron para hablar, pero las palabras no salieron.

— Lo sabía.

— Pero tienes que saber cómo...

— ¿Qué debo saber? Yo no sé nada, Cain, nada en absoluto. Debido a que no me


estás diciendo nada. Todo lo que sé es que no me puedes decir que me amas. — Y ese
pensamiento lo hirió más. A pesar de la intimidad física que habían compartido en los
últimos días y las noches, emocionalmente estaban más separados que nunca.

— Estás exagerando.

217
— ¿Soy yo? — ¿Cómo se atreves a marginarme de tus preocupaciones? —
Encerrando a Robert, y yo voy a darte otra oportunidad de explicarte, pero no esperes
que caliente tu cama de nuevo. No me voy a casar con un hombre que no me ama, no
importa quién es. Si no puedes decirme que me amas y en serio, entonces tú y yo no
tenemos futuro juntos. Haz tu elección, porque la mía está hecha.

Ella se dio la vuelta bruscamente y se dirigió a la puerta. Su mano en la manija


de la puerta, vaciló por un momento.

— No hagas esto, — declaró Cain.

— Esas son las palabras equivocadas.

El corazón le dolía, ella abrió la puerta y salió de la habitación. Sólo cuando ella
había llegado a las escaleras que conducen a la planta inferior se atrevía a respirar de
nuevo. En el momento en que llegó a su habitación, las lágrimas corrían por su rostro.

Cain no la amaba.

218
Capítulo Treinta y Tres

Cain había contemplado correr detrás de Faye en el instante en que ella había
salido fuera de su oficina. ¿Pero de que habría servido? No podía decir las palabras que
ella quería oír. Todavía no, no cuando tenía que seguir mintiéndole acerca de sí mismo.
Sólo cuando él podría decirle acerca de su amnesia y lo que realmente le había sucedido
podría hacerlo confesar sus sentimientos por ella. Hacerlo mientras él todavía estaba
ocultando la verdad de él abarataría el momento. Y él no quería empañar la emoción
real del que estaba finalmente seguro. La perspectiva de perderla había dejado claro a él
de una vez y para siempre: él estaba enamorado de Faye.

¿Cómo podía decirle que la amaba cuando en el continuaba mintiéndole?

Cuando llegó la palabra de Gabriel que todo se preparó para el procedimiento en


los dos vampiros fugitivos, Cain estaba alegre por la distracción.

La antigua cocina de la plantación se estableció como un quirófano, completo


con sábanas estériles, cuencos de acero inoxidable, y los instrumentos esterilizados que
Maya había traído con ella desde San Francisco. Lo único que faltaba era la anestesia.
Por desgracia, los vampiros no podían ser sometidos con las drogas que funcionaban tan
bien para los seres humanos.

— ¿Quién quiere ir primero? — Preguntó Maya y miró a David y Kathryn.

David tenía su brazo alrededor de la chica, ella abrazándolo. — Primero a mí.


Pero no hagas que Kathryn vea.

Kathryn se aferró a él, asustada. Él la miró, su voz más suave cuando se dirigió
a ella. — Vas a estar bien, pequeña. Estarás a salvo con ellos.

Cain señaló a Blake, que estaba cerca de la puerta de entrada. — Blake puede
llevarla a la biblioteca mientras tanto. — Pensó ya Blake era humano, la chica estaría
menos miedosa de él que de alguien como Gabriel para protegerla.

219
Kathryn miró en dirección de Blake. Cain se dio cuenta de cómo Blake sonrió
alentador.

— También hay una gran pantalla de televisión allí, — Blake la convenció. —


Podemos ver una película o jugar Xbox.

Cain rodo los ojos. Dudaba de que Kathryn estaba en jugar algún juego estúpido
en Xbox.

— ¿Xbox? — ella hizo eco.

Blake sonrió. — Sí, yo te enseño.

— Ve con él, Kathryn, — David la animó. — Vas a estar a salvo con él.

Vacilante, ella abandonó el refugio de los brazos de David y caminó hacia Blake.
Cuando lo alcanzó, ella miró por encima del hombro, en busca de un mayor estímulo
de su amigo, quien asintió con la cabeza. Un momento después, ella salió de la
habitación con Blake por su lado.

Gabriel cerró la puerta detrás de ellos.

— Acuéstate en la mesa, por favor, — Maya instruyó a David. — Va a doler, me


temo. Pero no hay nada que pueda hacer al respecto.

— Ya lo sé. — David miró a Cain y Gabriel. — Supongo que es por eso que tiene
a dos hombres ayudándote.

Cain se acercó. — Vamos a atarte con correas hacia abajo sobre la mesa. Voy a
ser el que sujete tu cabeza inmóvil, y Gabriel asegurara de que no escapes de las correas.
No queremos utilizar la plata. — A pesar de que aseguraría que el vampiro no pudiera
moverse, Cain no tenía ninguna intención de causar aún más dolor en él de lo que ya
había soportado.

Asintiendo con la cabeza, David se subió a la mesa que había sido cubierta con
una sábana blanca. Mientras Maya se puso unos guantes de látex, Cain y Gabriel

220
procedieron a poner las correas de cuero a través de las piernas de David, los muslos y
el torso, y atándolos debajo de la mesa. Cuando él fue asegurado, Cain miró al paciente.

— ¿Listo?

David tragó saliva. — Listo.

— Voy a hacer esto tan rápido como pueda, — Maya prometió y tomó unos
alicates de acero inoxidable de una bandeja al lado de la mesa. — Voy a probar primero
la fuerza de la presión de la pelota en sus encías, ¿de acuerdo?

David parpadeó sus ojos en señal de conformidad, mientras que Cain puso las
manos a ambos lados de la cabeza y lo sujeto firmemente para mantenerlo en su lugar.

Maya se inclinó sobre su paciente. — Abre ancho.

De repente, la puerta estaba abierta y todo el mundo dirigió bruscamente la


cabeza en su dirección.

— ¡Espera! — Wesley irrumpió en la habitación, pateando la puerta cerrándola


detrás de él. — Tengo algo para adormecer su dolor.

David trató de levantarse encima de la mesa, pero las correas de cuero le


impidieron levantar cualquier cosa excepto la cabeza. — ¡Brujo!

— Mantén la calma, David, — Cain lo tranquilizo. — Wesley es un amigo. Él


no significa ningún daño. Él está aquí para ayudar. — Sin embargo, Cain tenía sus dudas
de que el brujo era capaz de lo que él decía.

Wesley se acercó a la mesa. — Prepare una poción. Debe funcionar en un


vampiro.

— ¿Debería? — Preguntó con escepticismo Maya.

— Lo hará, — Wes se corrigió. — Lo voy a poner en un pequeño trance y lo hará


menos consciente de lo que estás haciendo.

Maya exhaló. — ¿Y si no funciona?

221
Wes se encogió de hombros. — Si no es así, entonces simplemente no tiene
ningún efecto. No le puede hacer daño. Lo prometo.

— Es mejor que no lo tiña de rojo, — Gabriel interrumpió.

— ¿Qué? — Preguntó David, confundido.

Wesley se quedó mirando al paciente. — No le hagas caso. Algunas personas


aquí nunca dejan que me olvide de mis errores, no importa lo mucho que he mejorado
en mi brujería.

— ¿Mejorado? — David lanzó una mirada burlona a Cain. — ¿Él es un aprendiz?

Cain cambió su peso de una pierna a la otra. Señalando a David que Wesley no
era exactamente un experto en su campo, eso no ayudaría en esta situación. Tal vez por
una vez era mejor cortar al chico un poco de holgura. — Wesley es un brujo consumado.

De repente, una sonrisa se formó en la cara del hombre. — Eres un mentiroso


terrible, su Majestad. — Entonces él miró a Wesley. — Bueno, haz lo tuyo entonces y
esperemos que no me vaya a matar.

Triunfante, Wesley sacó un frasco del bolsillo de su camisa. — Todos van a


necesitar dar un paso atrás por un momento, para que no lo inhalen, también.

Cain dio unos pasos hacia atrás, al igual que Maya y Gabriel. Entonces Wesley
abrió el frasco y la sostuvo bajo la nariz de David. Una niebla de color verde se levantó
de ella.

— Sólo inhala profundamente, — Wes instruyó en un tono suave.

El vampiro hizo lo que le dijo y tiró una respiración profunda. Sus ojos se
cerraron y de repente su cabeza rodó hacia un lado. Estaba inconsciente.

— Vaya. — Wes miró, una mirada tímida en su rostro.

Cain cargo hacia él. — ¿Qué diablos hiciste ahora?

222
— Supongo que la poción era un poco más fuerte de lo que pensé. No te
preocupes, es sólo por un rato. — Hizo un gesto a Maya. — Es mejor comenzar de
inmediato. No tengo idea de cuánto tiempo va a durar.

— Eso es simplemente genial, — se quejó Gabriel. Luego señaló a la puerta. —


Es mejor salir de aquí. Él podría no estar demasiado feliz de verte cuando despierte.

— Si él despierta, — añadió Cain.

— Eres dichos pesimistas, — Wes se quejó y se giró sobre sus talones. —


Llámame cuando se haga todo y voy a cuidar de la chica, también.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, Maya tomó las pinzas una vez más. —
Bueno, vamos a hacerlo entonces.

Cain tomó a ambos lados de la cabeza de David de nuevo y volvió a mirar hacia
arriba.

— Extiende su mandíbula abriéndola, — instruyó a Maya.

Agarró la mandíbula del vampiro y la abrió, luego tomó el rectángulo de metal


que era del tamaño de una barra de chocolate y encajó entre los dientes de David en el
lado izquierdo de su boca, asegurándose de que su boca quedó abierta y Maya podría
acceder libremente al lado correcto.

Cain vio como sé ajusto los alicates en el punto donde la bola de metal pequeño
fue implantada en los vampiros de Mississippi era visible. Ella trató de agarrarlo con su
instrumento, pero se le escapó sin encontrar sujetarla.

Maya miró hacia arriba. — No puedo conseguir un apretón. Voy a tener que
cortar en su lugar.

Dejó a un lado los alicates y tomó un bisturí en su lugar. En el momento en que


hizo la primera incisión en la encía, el aire lleno con el olor de la sangre del vampiro.
Cain volvió la cabeza, pero no pudo evitar que sus colmillos se alargaran como una
reacción al olor.

223
— Eso está mejor, — oyó murmurar a Maya. — Sólo un poco más. — Ella gruñó
y Cain sintió la cabeza de David moverse en sus manos.

— Mierda, él vuelve en sí, — Cain le advirtió. — ¡Rápido!

— Gabriel, los alicates.

Al instante, Gabriel saltó y le entregó las pinzas mientras tomo el bisturí de su


mano.

Un gemido salió del paciente ahora.

Cain se dio cuenta de que los ojos de David se movían por debajo de sus
párpados. — Está reaccionando demasiado rápido.

— ¡Lo tengo! — Maya gritó y tiró.

La sangre salpicó cuando Maya arrancó el balón desde la boca del vampiro y lo
arrojó en un tazón.

— Ahora el otro lado.

Gabriel ya cambió el bisturí por los alicates en la mano, mientras que Cain se
trasladó a toda prisa el bloque de metal en la boca del vampiro hasta el otro lado.

La incisión de la izquierda parecía tomar a Maya menos tiempo, y momentos


después ella ya estaba agarrando la segunda bola con su instrumento.

Cuando arrancó el balón fuera, la cabeza de David se encabritó y sus ojos se


abrieron al mismo tiempo. Un grito lleno de dolor desgarró de su garganta mientras la
sangre salpicaba por todo el frente y el bloque de metal se deslizó de su boca. Sus ojos
se deslumbran rojo, y él se sacudió en sus ataduras.

— Se acabó, David, está todo bien, — Cain trató de calmarlo y agarró sus
hombros, presionándolo hacia abajo sobre la mesa.

El pecho del vampiro se movía, pero finalmente sus ojos conectados con la
mirada de Cain, y parpadeó.

224
— ¿Están fuera? — Preguntó, su voz sonando un poco apagada.

Maya le sonrió. — Sí, los dos están fuera. Vamos a llevarte algo de sangre
humana para que puedas sanar.

David cerró los ojos y suspiró. Cuando los abrió de nuevo, parecía tranquilo de
nuevo. — Gracias. A todos.

— ¿Sientes algo? — Preguntó Maya.

— Sólo cuando tiró justo ahora.

— Bueno.

David miró a su alrededor. — ¿Dónde está el brujo?

— Lo enviamos fuera. Pensé que tal vez no querías verlo después de esto, — dijo
Cain.

— Tráiganlo de vuelta. Y asegúrense de que él le dé a Kathryn una dosis más


grande de su poción. No quiero que ella sienta ningún tipo de dolor.

— Lo tienes, — Cain estuvo de acuerdo.

225
Capítulo Treinta y Cuatro

Mientras tanto Kathryn y David estaban descansando después de sus


procedimientos, y Maya y Gabriel vigilándolos para ver si sus colmillos crecerían de
hecho de nuevo durante el sueño reparador, Cain se paseó en esta oficina.

La creencia firme de Faye en la inocencia de Robert le hizo dudar de sus propias


sospechas. Aunque Thomas había hablado con el prisionero, no había sido capaz de
hacerle admitir al acto de traición. Robert había seguido declarando su inocencia.

¿Tenía algo que perder hablando con Robert por sí mismo?

Cain cargo fuera de su oficina y casi chocó con Abel en el pasillo.

— Whoa, Cain, ¿a dónde vas con tanta prisa?

— A ver a Robert en su celda.

— Ah, el traidor. ¿Quieres que vaya contigo?

Cain ya estaba caminando pasando a Abel y ni siquiera giro la cabeza cuando él


respondió, — ¡No! — y siguió su camino en la planta baja del palacio. Por ahora conocía
el diseño lo suficientemente bien como para encontrar el bloque de celdas sin tener que
preguntar a nadie por el camino.

Un guardia, que Cain lo reconoció como Simon, sentado en una mesa en la


antesala a las celdas. Se levantó al instante cuando Cain entró.

— Buenas noches, Su Majestad.

— Buenas noches. Abre la celda de Robert y déjame entrar.

— Por supuesto, señor. — Simon se desabrochó los botones de su cinturón y le


indicó a una pesada puerta de hierro al final del pasillo.

226
Cain se acercó a ella y esperó a que el guardia lo había desbloqueado y lo abrió.
— Ciérralo después de mí. Yo te haré saber cuándo haya terminado.

Entró en la tenue interior y oyó que la puerta se cerró detrás de él con un ruido
sordo. Sus ojos percibieron a Robert al instante. Se sentó en una pequeña cuna en la
esquina, su espalda rígida y su mirada se clavaron en Cain.

— ¿A qué debo el placer? — Dijo Robert con una buena dosis de sarcasmo en su
tono.

Cain no dejo que esta muestra de desafío lo disuadiera. — Faye está suplicando
por tu liberación.

Una chispa se encendió en los ojos del más antiguo vampiro. — Ah, Faye, ella
todavía cree en la bondad de la gente, ¿no?

— ¿Esta ella equivocada al hacerlo?

— A veces.

— ¿Y esta vez?

Robert dio un lento movimiento de su cabeza. — Esta vez sus instintos están en
lo cierto. Yo no soy un traidor. Lo que te dije es verdad. Alguien me tendió una trampa.

— ¿Y por qué debería creerte?

— No te puedo ayudar allí. — Robert se encogió de hombros.

— Eso no es muy útil.

— ¿Por qué estás realmente aquí? Si Faye habría logrado convencerte, estarías
liberándome ahora. — Él miró hacia la puerta. — Pero no parece que estés dejándome
ir. Así que, si no pudo convencerte de mi inocencia, no hay razón para mí probar. Tú y
yo, siempre tuvimos un poco de una relación difícil. Si confías en alguien en este lugar,
es Faye. Siempre ha sido así, desde que la rescataste.

227
Tener a Robert confirmando a Cain la confianza en Faye se sintió tranquilizado.
— Una relación difícil, ¿eh?

Robert sonrió. — Sí. Nunca he aprobado de la forma en que elimino al viejo rey.

Cain instintivamente dio un paso atrás. — ¿Eliminar? — ¿Qué fue lo que sugiere
Robert?

El cautivo bajó los ojos al suelo. — Mis disculpas si piensa que no es la palabra
correcta para lo que hizo. No importa si lo merecía o no. Pero lo sacrificaste; dejaste que
sufriera como un animal antes de sacarlo de su miseria. — Robert hizo un movimiento
desdeñoso con la mano. — Bueno, es toda el agua bajo el puente ahora. Ya tienes lo que
querías, ¿no? Y ahora eres rey. Y adivina qué, te resulta tan difícil tomar las decisiones
correctas que a cualquiera de sus predecesores.

Las palabras lo golpearon con fuerza. ¿Había, Cain, realmente matado al rey
anterior? No, no podía ser. Él no era un asesino. Él era hombre de honor con ética. No
es un asesino, y por cierto no es un hombre que infligió dolor indebido. Él no torturo a
la gente.

— Estás equivocado.

— ¿Por qué negarlo? — Preguntó Robert, mirándolo a los ojos. — Todo el mundo
sospecha eso, aunque sólo pocos saben con certeza.

— ¡Eso es suficiente! — Cain apretó con los dientes.

— Mira, ni siquiera se puede tener la verdad, pero esperas que yo acepte ser
acusado falsamente. Soy inocente. Faye cree en mí.

Cain miró hacia otro lado y trató de aclarar su mente. No quería hacer hincapié
en la revelación de Robert que él era un asesino del rey, porque no habría que decir que
él, ¿Cain, estaba mal?

— Faye dice que eres su amigo.

— Ella necesitaba un hombro para llorar cuando pensaba que estabas muerto.

228
— Pensé que Abel habría sido ese hombro.

Robert se burló. — ¿Abel? Ella lo estaba evitando lo más que pudo.

Las palabras sólo reforzaron la sospecha de Cain de que Abel había estado
tratando de abrir una brecha entre él y Faye, a pesar de que parecía que Cain había
impulsado eso mismo ahora por no venir limpio con ella. Era algo que tenía que hacer,
o la perdería. Pero Faye le había dado otra condición a cumplir: ella quería la libertad
de Robert.

Cain miró a su prisionero, mirando largo y duro en él. ¿Podría correr el riesgo de
creer en las palabras de Robert y liberarlo? Tal vez era el momento de dar ese salto.

— ¡Guardia!

*****

— ¡Guardia! ¡Abra la maldita puerta! — Cain gritó desde detrás de la puerta de


la celda pesada.

Abel se sintió como frotándose las manos y sólo se abstuvo de él porque era un
gesto infantil. Sin embargo, no lo hizo sentir menos mareado. El momento fue perfecto.
Y a pesar de que esto no había sido su plan original, él no podría haberlo planeado mejor
por sí mismo.

Cain estaba en la celda con Robert. Esta fue la ocasión perfecta para fijar el
asesinato de Cain por Robert y por lo tanto todavía implicando al clan Mississippi. Todo
el mundo sabía que Robert había sido encontrado con los materiales incriminatorios que
había querido enviar al clan rival. Nadie creía en su afirmación de que los planos habían
sido plantados. Nadie más que Abel, porque Abel había sido el que había deslizado los
papeles en el libro mayor de Robert y se aseguró que uno de los hombres de Baltimore
los encontraría allí y reportarlo.

229
Tenía todo funcionando como un reloj, aunque Abel sólo había hecho llamar la
sospecha sobre los ciudadanos de Mississippi, por lo que una vez que Cain fuera
encontrado muerto cuando el clan rival llegó para las festividades, él podría fácilmente
señalar con el dedo.

Pero la solución que se extendía delante de él ahora era aún más fácil. Lo único
que tendría que hacer era matar a Cain ahí mismo, asegurar a Robert, a continuación,
ejecutarlo y declarar la guerra a los habitantes de Mississippi.

Abel hizo una moción para Simon, el guardia que fue colocado en el bloque de
celdas. Era leal a Baltimore. Simón se acercó a él y Abel se inclinó más cerca, hablando
en voz baja al oído y le dio instrucciones sobre lo que debía hacer.

Simon asintió obedientemente y se dirigió a un armario. Él la abrió y sacó una


pistola de pequeño calibre. Atornillo el silenciador en su extremo frontal.

— ¿Cargado? — Susurró Abel.

— Con balas de plata.

Abel tomó y ladeó la pistola. Le encantaba el sonido que resonó contra las
paredes de piedra. — ¿Tienes un juego?

— Sí, señor.

— Bueno. Asegúrate de que sea encontrado en la celda de Robert una vez que
hayamos terminado. — A pesar de que Abel iba a disparar a su hermano con una bala
de plata que lo incineraría de adentro hacia afuera, el resultado final sería el mismo.
Nadie que encontraría las cenizas de Cain sería capaz de decir si había estado estacado
o por un disparo. Todo lo que Abel tenía que hacer era quitar la bala y la carcasa de la
celda antes de que suene la alarma. Nadie escucharía el disparo.

— ¿Listo? — Preguntó Abel.

Simon asintió con la cabeza y metió la llave en la cerradura, entonces girando en


silencio. Ante el asentimiento de Abel, empujó la puerta abierta.

230
Abel se dirigió a la oscuridad, moviendo el dedo en gatillo.

Pero él no apretó el gatillo.

La celda estaba vacía.

Aturdido, se volvió a su cómplice. — ¿Qué demonios?

El guardia miró al vampiro tan sorprendido. Sólo momentos antes, Abel había
oído hablar de Cain llamar al guardia que lo dejen fuera de la celda. Pero Simon no
había abierto la puerta.

Abel tuvo que pensar rápidamente. Si Cain y Robert habían escapado de alguna
manera, no le tomaría mucho tiempo hasta que volvieran por el otro lado, exponiendo
su plan. Él no tuvo tiempo de preguntarse cómo lo habían hecho. Él tenía que cubrir sus
huellas. Este instante.

— Lo siento por esto, — dijo Abel, mirando a Simón.

El disparo fue amortiguado por el silenciador, golpeando Simon en la frente.


Poco a poco el vampiro se desintegró en polvo.

Abel maldijo. Él estaba de vuelta al punto de partida, y ahora tenía que esperar
pacientemente hasta que pudo ejecutar su plan original. Esto en cuanto a oportunidades
de oro.

231
Capítulo Treinta y Cinco

En el túnel, Cain se volvió hacia Robert. — Quítate la camisa.

— ¿Para qué?

— Así puedo vendarte los ojos. — Después de todo, a pesar de que había
encontrado la entrada a los túneles que John había mencionado y había logrado meterse
a él mismo y a Robert fuera de la celda antes de que alguien había tirado la puerta
abriéndola, Cain no estaba a punto de revelar todos sus secretos a Robert. No podía
permitir que él vea en realidad los túneles. Ya era bastante malo que ahora sabía acerca
de ellos.

— Una palabra acerca de los túneles, y voy a estacarte yo mismo.

Robert se quitó la camisa y se la entregó a Cain. — Tienes mi palabra.

Cain había oído el armado de una pistola a través de la puerta, así como algunos
murmullos bajos, cuyo origen no podía discernir, él y Robert habría sido como patos.
Patos sentados muertos. Quién había sido el aspirante a asesino, él no quería ni
especular sobre eso en este momento.

Tan pronto como le vendo los ojos a Robert, Cain lo tomó por el codo y lo guio
por el laberinto hasta llegar a la pasarela secreta que llevó a la habitación del rey. Se dejó
entrar, arrastrando Robert con él. Cuando la obra de arte encajo en su lugar delante de
la puerta oculta en su habitación, dio la vuelta alrededor de sus ejes al propio Robert
varias veces.

— Ahora te puedes quitar la venda.

Cuando Robert lo hizo, sus ojos recorrían la habitación. — ¿Y ahora qué?

Cain ya se dirigía hacia la puerta, pero se detuvo antes de llegar a él y corrió a la


mesa de noche. Se agachó y sacó una pistola del cajón y la enfundó, cuando sus ojos se

232
posaron en algo debajo de su cama. Un teléfono celular. Su mano instintivamente fue a
su bolsillo del pantalón, pero su teléfono celular estaba donde se suponía que estaba. No
teniendo tiempo para investigar esto más lejos, corrió a la puerta y la abrió.

— ¿Haven? — Gritó.

Un momento después, su colega de Scanguards asomó la cabeza fuera de su


habitación, su teléfono celular apretado contra su oreja. — ¿Sí?

— ¡Te necesito, ahora!

— Me tengo que ir. Besa al bebé por mí. Te amo, — dijo en el teléfono y luego
desconecto la llamada y se precipitó hacia Cain. — ¿Qué pasa?

— Creo que alguien hizo otro intento contra mi vida.

— ¡Mierda!

— Ve por tu arma. — Luego se volvió hacia Robert. — Quédate aquí.

Haven volvió a su habitación y estaba de vuelta dos segundos después, su arma


en la mano. Detrás de él, surgió un Wesley viéndose dormido. — ¿Qué está pasando?
— Tu ropa parecía arrugada.

— Ve y asegúrate de que Faye está en su suite. Entonces protégela con tu vida.

Sin esperar su respuesta, Cain entró por el pasillo, en dirección al bloque de


celdas, Haven sobre sus talones.

Cuando entró en la antesala a las celdas, Cain ya sabía que era demasiado tarde.
La puerta de la celda de Robert abierta de par en par, pero el pabellón estaba vacío. El
guardia se había ido, y así fue lo que los visitantes habían tenido. Sus ojos se posaron en
un armario cuya puerta seguía balanceándose como si alguien la hubiera cerrado de
golpe, pero no lograron dejar que encaje de golpe. En el armario, varias pistolas colgadas
en ganchos.

233
Cain se acercó a ella y la olió. Uno de ellos había sido disparado recientemente.
Todavía podía oler el residuo.

— ¡Mierda, mira eso! — Haven lo llamó.

Cain se volvió y lo vio en cuclillas cerca de la puerta de la celda. Cuando se


acercó, Cain pudo ver lo que su amigo estaba mirando. Una fina capa de ceniza. En
medio de ella había un teléfono celular y algunas monedas. Las llaves todavía atrapadas
en la puerta.

— Alguien mató al guardia.

Cain asintió e inclinó la cabeza hacia el armario detrás de él. — Una de esas
armas fue disparada. Y estoy seguro que una vez que lo examinemos, nos daremos
cuenta que no hay huellas dactilares en él.

— Vamos a dar una vuelta de todos modos, — Haven sugirió.

— Tú y Gabriel compruébenlo. Entonces ve a buscar a Robert y llévalo a un lugar


seguro. — Después de este intento, Cain estaba seguro de que Robert había sido
inculpado como había reclamado. — Tengo que hablar con John.

Cain se dio la vuelta y se fue. Encontró al líder de la Guardia del Rey en su nueva
sala en el primer piso. Cuando Cain empujo la puerta abriéndola, un solo medio vestido
John se alzó de la cama.

— ¡Cain! — John se puso sus pies en el suelo y se levantó. — ¿Qué necesitas?

— Necesito saber la verdad. ¿Asesine al viejo rey?

Claramente aturdido, John parpadeó. — ¿Cómo tú…?

— ¿… lo sé? Robert hizo alusión a eso. ¿Es cierto?

John miró hacia abajo a sus pies descalzos. — Sí.

— ¿Por qué diablos no me lo dijiste?

234
John levantó la cabeza. — No fue importante.

— ¿No fue importante? ¡Soy un asesino, un asesino!

— Y siempre te obsesionaba. Es por eso que no te lo dije. Yo no quiero que te


vayas por lo mismo otra vez. Culpándote a ti mismo por saber cómo salvajemente lo
mataste, a pesar del hecho de que el viejo bastardo merecía todo lo que él consiguió.

Todo el aire se precipitó a partir de los pulmones de Cain. — Yo lo maté, ¿no? —


¿Era eso lo que era, un hombre sin escrúpulos? ¿Un asesino a sangre fría?

John asintió con la cabeza. — Cuando viste lo que había hecho, se montó en
cólera. Y cuando vio a sus víctimas, cuando viste a Faye, no pudiste parar.

— ¿Faye?

— Era una de las desafortunadas que había encerrado en una parte de las bodegas
que ahora han sido rellenado con escombros. Te enteraste de que al viejo rey le gustaba
que sea un deporte capturar vampiros de otros clanes y torturarlos. Faye era una de ellas.

Cain se pasó una mano por la cara. — Oh, Dios.

— Yo no quiero que tengas que pensar en todo esto de nuevo. Te necesitaba


teniendo la cabeza clara.

— ¿Quién más sabe que yo maté al rey?

— Tu hermano, por supuesto. Él era su segundo al mando cuando eras líder de


la guardia del rey. Otros pocos sabían, Robert incluido. Pero el resto de los sujetos sólo
sospecharon que fuiste tú.

— Tiene que haber miembros de mi clan que me odian por ello.

— No hay duda, pero los pocos que saben a ciencia cierta nunca soltaron una
palabra al respecto, y los otros no van a levantar la mano contra ti.

— Tienen miedo de mí, ¿no es así? Temeroso de que voy a matar a todo el que
se levanta contra mí.

235
— Cada rey tiene sus enemigos.

— Y no tengo más que mi parte justa. No es de extrañar que alguien quiere


deshacerse de mí. — Cain hizo una pausa, tomando un respiro antes de hacer la pregunta
que era más importante para él.

— ¿Y Faye? ¿Lo sabe ella?

— Ella sabe. Ella lo vio cuando diste el golpe de muerte.

Cain se sacudió hacia atrás, sorprendido por la revelación. — ¿Por qué iba yo a
dejar que ella observe?

— Tú querías que no tenga miedo por más tiempo. Querías que ella supiera que
habrías de matar a cualquier dragón por ella.

Cain se dejó caer sobre la cama. Faye sabía todos sus secretos, lo había visto más
salvaje, sin embargo, ella todavía lo amaba. Ella era más fuerte de lo que jamás podría
haber imaginado. Si ella había estado a su lado cuando él había matado al rey malvado,
¿iba a estar a su lado ahora, cuando él se puso a sí mismo desnudo ante ella?

236
Capítulo Treinta Seis

Faye oyó el golpe en la puerta de su habitación y dejó de pasearse por primera


vez en las últimas dos horas, desde que Wesley había venido a verla y le dijo que
permaneciera en la seguridad de sus propias habitaciones hasta que le dijeran lo
contrario. Ella no había protestado. La experiencia del pasado le había enseñado a
prestar atención a las advertencias cuando su portador las hayan emitido con un destello
de miedo en sus ojos. Y el brujo se había visto lo suficientemente alarmado para hacer a
Faye seguir sus órdenes sin rechistar.

El corazón le latía con fuerza en su garganta cuando ella respondió: — Adelante.

Sus ojos en la puerta, vio abrirse. Nada menos que Cain entró y cerró la puerta
detrás de él. Se quedó allí de pie, con los ojos en busca de ella y luego moviéndolos sobre
su cuerpo como para asegurarse de que ella estaba bien. Esa acción la ponía aún más
nerviosa. Sus manos juntas delante de su estómago, ella dio un paso vacilante hacia él.

— ¿Qué está pasando?

Cain hizo un gesto hacia el sofá frente a la chimenea. — Creo que debes sentarte.

Así que la noticia era mala. Muy mal. Nadie le pedía a otra persona sentarse por
una buena noticia. — Prefiero estar parada.

— Está bien. — Ella lo vio tragar saliva, antes de que su boca se abrió de nuevo
para hablar. — Hubo un intento contra mi vida.

Faye jadeó e instintivamente apretó una mano contra su pecho. — ¡Oh, Dios, no!

— Estoy bien.

— ¿Qué pasó?

— Fui a ver a Robert en su celda para hablar con él. Cuando llamé al guardia
para abrir la puerta, no me dieron ninguna respuesta. Pero oí una pistola cagarse.

237
Sus pies la llevaron a él, y sus manos llegaron para él, buscando de retención en
la camisa. — ¡Cain! ¡Oh, no! — La idea de que la vida de Cain estaba en peligro le cortó
el suministro de aire. — ¿Quién era?

— No lo sé.

Faye inclinó la cabeza hacia un lado. ¿Cómo no iba a saberlo? Él claramente


había sobrevivido. — Pero tienes que haberlo matado. De lo contrario, ¿cómo estas
vivo?

— Me las arreglé para escapar a través de los túneles.

Aturdida, ella lo miró fijamente. Mientras que ella estaba al tanto de los túneles
y la forma secreta de paso entre ella y la habitación del rey, ella no conocía todas las
otras vías subterráneas. Cain sólo le había mostrado la entrada que necesitaba saber. —
¿Hay una entrada a los túneles en el bloque de celdas?

— Me salvó la vida.

De repente, su respiración se enganchó. — ¿Y Robert?

Cain acarició sus manos sobre sus brazos. — Robert está seguro. — Dejó caer la
cabeza. — Quiero pedirte disculpas. Tenías razón. Robert no es un traidor. Después de
lo que pasó en la celda, creo firmemente que Robert fue inculpado, tal vez incluso para
atraerme hacia abajo allí a él por lo que el asesino podría deshacerse de mí y culpar a
Robert por ello. No puedo saberlo con seguridad.

El alivio viajó a través de ella. Cain había tomado su consejo después de todo y
dado a Robert una oportunidad. Pero el alivio no fue de larga duración, ya que por sus
consejos había aterrizado en esta peligrosa situación. — Lo siento mucho, Cain. Si no
hubiese puesto tal presión sobre ti para ver a Robert, esto no habría sucedido. — Ella
sintió que las lágrimas brotaban de sus ojos y trató desesperadamente de empujarlas
hacia abajo.

— No es tu culpa. Hiciste lo correcto. Yo estaba equivocado acerca de Robert.

238
— ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Dónde está el guardia que hizo esto?

Cain negó con la cabeza. — El guardia está muerto. Lo más probable asesinado
por quien esté detrás de esto. Mis hombres están buscando al asesino, pero no tienen
mucha esperanza. Él no dejó ninguna pista. Encontramos un arma que fue muy
probablemente utilizada para matar al guardia. Haven comprobó las huellas dactilares,
pero no había ninguna.

Faye buscó en sus ojos. — Él va a intentarlo una y otra vez hasta que lo consiga,
¿no es así? — ¿Cómo estaría Cain siempre a salvo?

— Tenemos que asumir eso. Es por eso que estoy aquí.

Su frente se arrugó en su declaración extraña. — ¿Qué quieres decir? — ¿Estaba


sospechando de ella después de todo, a pesar de que había dicho que no era su culpa? El
latido de su corazón tamborileaba en el pecho. — No puedes creer que soy…

— Faye. — Él la atrajo hacia sí. La intensidad de su mirada la dejo inmóvil. —


Cuando yo estaba en esa celda a punto de ser asesinado, lo único que podía pensar era
en ti, y que nunca iba a tener la oportunidad de decir la verdad si me muero.

— ¿La verdad? — se oyó el eco.

— Acerca de mí y lo que realmente sucedió durante el año que me fui. — Cain


tomó aire. — Te mentí, Faye.

Instintivamente, ella trató de apartarse de él, pero sus manos envueltas alrededor
de sus brazos y no le permitieron escapar.

— Pero yo no puedo seguir mintiéndote por más tiempo. — Él cerró los ojos por
un momento.

Sin palabras, ella lo miró fijamente.

— Creo que querrás sentarte para esto. — Él la soltó. — Por favor.

239
Todo su cuerpo entumecido, se dirigió al sofá y se sentó, con la espalda rígida.
¿Iba a decirle ahora que había otra mujer después de todo?

Los cojines del sofá pulsando cuando él se sentó cerca de ella, su cuerpo se volvió
de lado para hacerle frente, sus manos para llegar a la de ella, sosteniendo suavemente.

— Yo no estaba secuestrado hace un año. Un asesino hizo un intento contra mi


vida y me hirió. John me salvó la vida, pero la lesión en la cabeza era mala. Cuando
volví en mí, yo no tenía recuerdo de mi vida. Yo no sabía quién era yo. Tuve amnesia
completa.

Faye se quedó sin aliento.

— John tomó la decisión de pasarme de contrabando fuera del palacio a través


de los túneles y escenificar mi muerte para mantenerme a salvo. Yo creo que él hizo lo
correcto en estas circunstancias. Yo no estaba en estado de defenderme contra otro
ataque.

Faye apretó la mano a los labios. — ¡Dios mío!

— Eso no es todo.

¿Qué otra cosa podría ser? — Estás de vuelta ahora. Puedes luchar contra todo el
que esté detrás de esto.

La triste sonrisa que Cain le dio le hizo un nudo en el corazón con el dolor. —
Faye, no me he recuperado de la amnesia.

No entendió, ella negó con la cabeza. — ¿Qué quieres decir? Cualquier lesión no
mortal en un vampiro tiende a sanar con el tiempo. Y volviste. Así que debes recordar.

Cain suspiró. — Durante el último año, he estado trabajando como


guardaespaldas de Scanguards. Se convirtieron en mis amigos, los únicos amigos y
familiares que recuerdo. Mi memoria aún no ha vuelto. No sé por qué la lesión nunca
sanó. — Él miró a la chimenea. — Faye, no te recuerdo. No me acuerdo amarte. No

240
recuerdo nada de mi antigua vida. Nada acerca de nosotros. Es por eso que yo no podía
decirte lo que necesitabas saber de mí.

Un sollozo arrancó de su garganta. ¿Él no recordaba amarla? — Cain, — susurró


ella, pero su voz se quebró con otro sollozo. Así que era cierto, entonces; él no la amaba
más y sólo había estado fingiendo. — Los últimos días. Ellos fueron una mentira, —
dijo, hablando consigo misma.

Cain volvió la cabeza hacia ella y juntó las manos una vez más. — No es todo.
Puede que no recuerde el amor, pero eso no significa que yo no lo siento.

Sus pestañas se levantaron y sus ojos se abrieron mientras ella contuvo el aliento.

Su mirada amorosa la inmovilizó. — Me dieron una segunda oportunidad, Faye.


Una segunda oportunidad para caer enamorado de ti de nuevo. Cuando viniste a mi
habitación después de mi regreso, para mí fue la primera vez que te había besado. Todo
era la primera vez para mí. Hacer el amor contigo aquí, delante de la chimenea, sentir
tus labios alrededor de mi polla cuando viniste a mí en la ducha. Llegué a experimentar
tu pasión, tu ternura por primera vez. — Él pasó una mano por su pelo corto. — Pero
cuando me presionaste para decirte que te amo, no podría decirlo. No podía mentirte y
profesar mi amor cuando yo no confío en mis propios sentimientos. Ahora puedo.
Porque ahora he visto qué clase de mujer eres. Eres buena y generosa. Leal y fiel incluso
cuando me creías muerto.

Pesar de repente brilló en sus ojos.

— Lo siento mucho, Faye, pero tienes que saber esto: me acosté con otras
mujeres. Yo no sabía que existías. Si lo hubiera sabido, nunca habría tocado a otra
mujer. — Cain dejó caer la cabeza. — Ninguno de ellas significo algo. En mis sueños
siempre fuiste tú.

Aunque le dolía oír que él había estado con otras mujeres, no podía culparlo. Sin
ningún conocimiento de su vida anterior, ¿cómo iba a haber sabido ser fiel a ella? Faye
le puso la mano en su antebrazo. — No te culpes. Háblame de tus sueños.

241
Cain la miraba, una sonrisa vacilante en sus labios. — Hace varios meses que
empecé a soñar contigo. Sobre nosotros. Hacer el amor. Lo vi todo tan vívidamente,
pensé que era real. Es por eso que tuve que volver cuando John vino a verme la semana
pasada y me habló de ti. Sobre el hecho de que Abel te había propuesto matrimonio. Yo
sabía que tenía que luchar por ti.

— Y por tu reino, — agregó.

Él negó con la cabeza. — Yo no he venido de nuevo por el reino. Volví sólo por
ti. Lo que sentí en mis sueños se hizo realidad. Tú te convertiste en realidad. Y la forma
en que tratas a esos extraños y los ayudas, verdaderamente reveló tu corazón para mí. Y
tu confianza en Robert sólo consolidó lo que ya sabía.

Cain levantó la mano a la mejilla y la acarició. — Puedo decir ahora, porque sé


que es verdad. Te amo, Faye, y no importa lo que pase, nunca voy a olvidar de nuevo
que te amo.

Una lágrima escapó de su ojo y corrió por su mejilla, dejando un rastro caliente
a su paso. — Cain. — Fue todo lo que pudo decir.

— ¿Vas a llevarme de vuelta?

A través de las lágrimas en sus ojos, Faye asintieron, pero las palabras le fallaron.
En cambio, llegó a él y lo atrajo hacia sí, apoyando su frente contra la de él.

— Ayúdame a recordar, mi amor, y te prometo que voy a hacer cualquier cosa


en mi poder para convertirme en el hombre que una vez amaste.

Ella se echó hacia atrás una fracción y tomó su rostro entre sus manos. — Oh
Cain, pero eres el hombre que amo. Eso nunca va a cambiar.

Un momento después, sus labios estaban sobre los de ella, y su corazón se abrió
para darle la bienvenida a casa.

242
Capítulo Treinta y Siete

Los labios de Faye dieron a Cain toda la tranquilidad que necesitaba para dar el
siguiente paso. El pasó final. No tenía la menor duda de que si su propia vida estaba en
peligro, por lo que la de Faye lo estaba. Y sólo había una manera de asegurarse de que
él realmente podría protegerla.

De mala gana, él rompió el beso antes de que se volviera demasiado caliente.


Respirando pesadamente, él presionó su frente contra la de ella. — Has el vínculo de
sangre conmigo. Ahora mismo.

Faye abrió la boca y se apartó de él, pero sólo lo suficiente para mirarlo a los ojos.
— ¿Ahora?

— En este instante. Así siempre voy a ser capaz de protegerte. — Su vínculo le


permitiría sentir cuando ella estaba en peligro, al igual que ella sentiría si él se encontró
en una situación peligrosa y se acercaría a ella. Juntos serían más fuertes que como
individuos.

— Sí. Mi amor.

Una sonrisa se formó en sus labios. — Mi reina.

Se puso de pie y la levantó en sus brazos. Sus manos atadas detrás de su cuello,
y ella trajo sus labios de nuevo a él para darle un beso. Finalmente, podía dejarse ir. Le
había dicho todo, y ella lo había perdonado. Nada se puso en su camino ahora, nada
más que su ropa.

Cain sabía que Wesley seguía montando guardia en la puerta de la suite de la


reina, listos para alertarlo en caso de surgir algún problema. Pero no esperaba que
ningún problema inmediato sobrevendría a darle una oportunidad de hacer en las
próximas horas con Faye un recuerdo perdurable. Sería el comienzo de su vida juntos.
El principio de la eternidad.

243
Él la acostó en la cama, al mismo tiempo que se libraba a sí mismo de sus zapatos,
antes de deslizarse fuera de sus delicados pies y dejarlos caer al suelo.

— Te necesito, — murmuró Faye y llegó para él, tirando de él encima de ella.

— Así que ansiosa, — él susurró.

— He esperado por tanto tiempo.

Cain se apartó un mechón de pelo de su mejilla. — Nunca voy a volver a hacer


que esperes por nada. Lo prometo. A partir de ahora, siempre serás primero.

— Pero tú reino…

Él puso su dedo sobre sus labios. — Mi reino no es un medio tan importante


como mi amor por ti.

Ella le sonrió. — Has cambiado. Hace un año las necesidades del reino eran más
importantes para ti que cualquier otra cosa.

— Debo haber sido un tonto. — Cain bajó sus labios a los de ella y tomó posesión
de su boca, con ganas de mostrarle lo que sentía por ella, cuando llegó bajo su piel.

Su boca estaba cediendo, invitando a su invasión y dándole la bienvenida con


trazos firmes de su lengua contra la suya y la fuerte presión de sus labios contra su boca.
Sus manos ahuecaron la parte posterior de la cabeza, como si quisiera asegurarse de que
él no se retirara nunca más.

Finalmente pudo explorarla sin pesar, sin culpa por las mentiras que le dijo. Sólo
existía la verdad entre ellos ahora, y eso hizo estar en sus brazos mucho más perfecto.

— Te amo, — Cain murmuró entre tomar un respiro y capturar sus labios una
vez más por un beso más profundo, ahogando cualquier respuesta que ella sentía por él.

No hay palabras que eran necesarias ahora, porque podía sentir la profundidad
de su devoción a él en la forma en que su cuerpo se apretó contra él, la forma en que su
caderas empujaron frente a su pelvis, pidiéndole en silencio hacerla suya. Al igual que

244
su lengua bailaba con él en una danza de apareamiento tan antigua como el tiempo
mismo.

Faye tenía el sabor de un arco iris después de un largo aguacero. El olor de su


piel llenó sus fosas nasales y remolcó una lanza de anticipación a través del centro de su
cuerpo. Él ya estaba en llamas. Su beso solo podía hacerle eso a él, convertirlo en un
hombre capaz de pensar en sólo una cosa: hacer a la mujer en sus brazos suya para
siempre. En ese instante, él se deleitaba en el hecho de que era un ser inmortal, un
vampiro, para quien las palabras Te amaré por siempre realmente significaba para siempre.
Y contó su suerte de haber encontrado a Faye, de haberla salvado, así que ella le podría
salvarlo a su vez.

Incluso si nunca recuperaba su memoria de nuevo, eso no importa más, porque


tenía a Faye de regreso. Ella era su memoria, su vida. Nada más importaba.

Lentamente, con movimientos suaves, Cain empezó a sacar capa tras capa de la
ropa, primero la camiseta, luego sus pantalones vaqueros. Luego le permitió hacer lo
mismo con él, para despojarlo de su camisa y sus pantalones. Él la detuvo cuando llegó
por sus calzoncillos bóxer.

— Todavía no. — Él no quería apresurar esto, y aunque su polla ya estaba


levantando la parte delantera de sus calzoncillos bóxer, él no estaba dispuesto a dejar a
la bestia fuera de la jaula. Quería saborear este momento.

— ¿No acabas de prometerme nunca hacerme esperar otra vez? — Faye


convenció.

Él no podía evitar reírse. — Oh, yo no voy a hacerte esperar, sólo para mí. Te hare
llover con placer en este instante.

Faye deslizó su mano sobre su nuca y tiró de él hacia ella. — Me gusta el sonido
de eso.

Él rozó sus labios contra los de ella en un toque ligero como una pluma, mientras
que más abajo, se trasladó a la “v” de sus muslos, la ingle descansando contra su pelvis.

245
Incluso a través de la tela de su ropa interior, podía sentir lo mojada que estaba, lo
dispuesta para él.

Cain inhalado, teniendo el aroma tentador de su excitación profundamente en


sus pulmones. Su mirada vagó de su rostro hasta su cuello, donde vio pulsar su vena
como para atraerlo hacia ella. Pronto, él conduciría sus colmillos en ese mismo lugar y
tomaría su sangre para formar un vínculo inquebrantable con ella.

Sin prisa, se enganchó a su pulgar debajo de un tirante de su sujetador y lo deslizó


de su hombro. Hizo lo mismo con el otro, entonces empujó hacia abajo las copas, lejos
de sus pechos, dejando al descubierto sus picos rosados a su vista. Duros como rocas, lo
saludaron. Él bajó la cabeza y chupó un pezón respingón en su boca, deslizando la
lengua por ella.

Sus ojos se cerraron por obra suya, y su cuerpo se deleitaba en su sabor y la textura
de su carne. Su gemido sonó en sus oídos y confirmó que él le dio lo que quería. Deseoso
de complacerla, la lamió y chupo su hermoso pecho, mientras sus manos se ocupaban
para liberarla de la prenda. Cuando por fin había abierto el cierre, tiró el sujetador a un
lado.

Él cambió al otro pecho, prestando la misma atención a ella como a la primera.


Sus manos ahora libres, Cain apretó sus pechos en concierto con sus movimientos de
succión, y se ganó más gemidos y suspiros por sus esfuerzos.

Faye arqueo la espalda fuera de la cama mientras ella empujó su pecho


voluptuoso más profundamente en su boca, exigiendo que chupara más duro.

La tentación de hacer algo más que lamerla era demasiado fuerte como para
resistir. Él permitió que sus colmillos rasparan contra su cálida carne y la sintió temblar
desde el contacto.

— ¡Sí! — Ella gritó, su voz una sinfonía de pasión y necesidad.

El vampiro dentro de él respondió a ella con un gruñido.

246
— Al diablo, — maldijo, liberando su pecho. Él no podía esperar. Él había
querido, pero no tenía ningún control sobre la bestia dentro de él que exigió a su
compañero. — Lo siento, Faye, te necesito ahora.

Sus ojos se encontraron cuando ella lo miró. — ¿Qué te tomó tanto tiempo?

Con un movimiento espasmódico se libró de sus calzoncillos bóxer entonces


alcanzados por sus bragas. El tejido fino arrancado al instante a pesar de que apenas la
tocó. Tal vez el hecho de que sus manos se habían convertido en garras tenía algo que
ver con eso.

Con todas las barreras que se han ido, él ajusto su polla, llevando su punta
temblorosa a la hendidura de Faye, y se sumergió en ella. Su calor lo encarceló al
instante, robándole el aliento. Sus piernas envueltas alrededor de él, sus tobillos
bloqueándolo como una prensa apretada, por lo que escapar era imposible. Ella lo había
encarcelado. Y no podía imaginar una prisión más celestial donde encontrarse a sí
mismo.

Cain ondulaba sus caderas y comenzó a deslizarse dentro y fuera de su cuerpo


invitándola. Este era el lugar a donde él pertenecía. Al igual que en sus sueños, podía
sentir su conexión, el amor que compartían; sólo que ahora era real. Ella era real.

— Siempre te amaré, Faye, — murmuró, mirando a los ojos verdes que ya habían
comenzado a cambiar de color.

Con cada segundo que sus cuerpos se movían en sincronía con los demás, su iris
se apartó de un verde vibrante a un naranja profundo, a un rojo brillante. Ella era todo
vampiro ahora, sus necesidades primarias a su altura.

— Muéstrame, — exigió, y miró a los labios de Faye cuando se separaron.

Colmillos afilados se asomaban desde sus encías superiores. La visión envió una
sacudida de deseo a través de él, por lo que su polla tiro con impaciencia. Sus ojos se
movieron, hormigueando en la vena que latía en su cuello. Él sintió que sus colmillos
pican más urgente ahora, deseoso de conducirse en su carne.

247
Una respiración para tranquilizarse, cerró los ojos con ella una vez más. — Eres
mía. — Tan pronto como las palabras salieron de sus labios, hicieron que presione su
boca sobre su cuello y perforar su piel suave con sus colmillos.

Debajo de él, Faye se arqueó hacia él, frotando su cuerpo contra el suyo.

Su dulce sangre se extendió sobre la lengua y salió corriendo por la parte posterior
de la garganta. Él tragó con avidez, tomando su esencia en él. Entonces sintió sus labios
en su hombro, justo por debajo de donde se conecta a su cuello. En el contacto, un
estremecimiento cargo a través de todo su cuerpo. Luego sus colmillos tocaron su piel,
y en su interior el fuego rugía con más violencia.

Temblando de necesidad, esperó a que sus colmillos finalmente perforaran su


piel. Cuando se alojaron en su carne y él sintió que se deslizo en su vena, placer se
disparó a través de sus vasos sanguíneos y se fue más sangre a su polla. Se endureció
más de lo que parecía posible, y el ritmo de sus movimientos incesantes aceleraron.

La transpiración ahora cubría su piel, haciendo que se deslice aún más


suavemente contra ella. La respiración de Faye también había acelerado, y sus suspiros
y gemidos se hicieron más pronunciados, al igual que sus movimientos se volvieron más
exigentes.

Sí, él amaba a esta mujer, la amaba con cada fibra de su ser. Y mientras tomaba
más y más de su sangre en él, Justo cuando ella tomó su sangre, podía sentir los cambios
que ocurrían en sus cuerpos. Podía sentir las vides del amor envolverse alrededor de ellos
para unirlos, para que sean uno. Sus corazones ahora latiendo con el mismo ritmo, sus
respiraciones llenaron sus pulmones con sincronía infalible. Y más abajo, donde se unió
su polla dentro de ella, otro latido tamborileó constantemente, llevándolos más alto con
cada segundo.

Cain tragó la sangre intoxicante de Faye y dejándose ir. Una oleada de placer se
apoderó de él, lo catapultó a un lugar donde sólo existía el amor y el éxtasis. El cuerpo
de Faye convulsionó, al mismo tiempo, su coño lo agarro firmemente y ordeño hasta la
última gota de semen de él.

248
Su orgasmo era más poderoso que nunca experimentado antes, pero otra cosa era
aún más increíble. Podía sentirla ahora. Él estaba en su mente, en sus pensamientos, en
su corazón. Calidez envuelta alrededor de él, protegiéndolo como un capullo suave, al
igual que la estaba protegiendo. Eran uno, libre de compartir su amor, sus pensamientos
y sus corazones entre sí.

Te amo, Cain, escuchó sus palabras resonar en su mente, aunque sus labios no se
habían movido.

Siempre, le respondió enviándole sus pensamientos.

Entonces algo blanco brilló frente a sus ojos, disparó a través de su cabeza como
una lanza y le hizo empujar con fuerza hacia atrás. El dolor atravesó su cabeza. Apretó
las manos contra las sienes, tratando de detener la explosión en el cráneo.

— ¡Cain! Oh Dios, ¿qué pasa? — La voz de pánico de Faye lo trajo de vuelta a la


tierra.

Lentamente libero su cabeza. El dolor se había ido tan rápido como había
llegado, pero había dejado algo con él.

— Me acuerdo de todo. Faye, me acuerdo de nosotros.

249
Capítulo Treinta y Ocho

Completamente vestido, Cain tomó la mano de Faye y la miró. Faye le había


dado su antigua vida. Su memoria fue completamente restaurada. Recordaba cada
momento de su tiempo juntos, su amor, sus planes para el futuro. Pero también
recordaba lo que había sucedido la noche del intento de asesinato. Y ese conocimiento
le exigió que actúe de inmediato.

— Dios, desearía que pudiéramos permanecer en la cama y celebrar nuestra


unión, pero…

Faye puso su dedo en sus labios. — No tienes que explicar nada, mi amor.

Él le dio un beso rápido en los labios, la alegría lo llenaba. Saber que había una
persona que instintivamente entendía lo que estaba pasando dentro de él era una
bendición.

Cain abrió la puerta al pasillo. Wesley seguía en pie en su puesto fuera de la


habitación de la reina y se enderezó de inmediato cuando Cain y Faye salieron.

— Wes, consigue que Gabriel y Maya y vengan a mi habitación.


Inmediatamente.

Al parecer, alarmado por la orden cortante, Wes preguntó: — ¿Qué pasa?

— Creo que sé quién es el asesino. — Sin soltar la mano de Faye, Cain se


precipitó por delante de él, en dirección a la suite del rey. Jalo la puerta doble abriéndola
y entró en el vestíbulo. — ¿Haven? ¿Thomas?

Un sonido provenía de la sala que Haven ocupaba con Blake y Wesley, y Cain
caminó hacia ella. La puerta se abrió antes de que Cain llegó a ella.

— ¿Cain? — Blake lo miró fijamente.

— ¿Esta Haven arriba?

250
— Fue de nuevo a las celdas para ver si podía encontrar alguna otra prueba sobre
el asesino.

— Llámalo. ¡Ahora!

Blake sacó su celular del bolsillo de su pantalón y llamo. — Uh, mierda, no tengo
batería. Olvidé cargarlo. — Él lo metió en el bolsillo. — En un santiamén.

Cuando Blake se apresuró hacia las puertas dobles que dan al pasillo, Cain por
encima del hombro, — ¿Thomas regreso?

— Ellos están en camino. Él y Eddie deberína estar aquí en cualquier momento,


— respondió Blake mientras corría fuera.

Solo con Faye ahora, Cain se volvió hacia ella y la tomó en sus brazos.

— ¿Por qué crees que tu memoria de pronto volvió? — Preguntó.

— Sólo puedo suponer que tu sangre me hizo eso. Fue una de las últimas cosas
que hice esa noche antes de que yo fui atacado. Bebí tu sangre por primera vez. Tal vez
provocó algo en mí que hizo todo volver deprisa.

— Estoy tan aliviado de que tienes tu memoria de nuevo. — Faye le sonrió,


aunque su sonrisa se desvaneció rápidamente y su rostro se puso serio. — Pero siento
mucho sobre…

— ¿Qué es tan urgente? — La voz de Gabriel vino de la puerta abierta,


interrumpiendo su conversación. Detrás de él apareció Wesley, también.

Cain soltó a Faye y saludó a Gabriel y al brujo que entraron. — Gracias a Dios
que estás aquí. ¿Dónde está Maya?

— Ella fue a ver a sus pacientes para ver si están totalmente curados. ¿Debo
llamarla?

251
Cain negó con la cabeza. — Eso está bien. Vamos a cuidar de ellos primero. La
llamaremos más adelante. — Escuchó los sonidos que vienen desde el pasillo. — Vamos
a esperar a Haven y Blake, así no tengo que ir dos veces.

Gabriel le lanzó una mirada de preocupación. — ¿Estás bien?

Frotando una mano sobre su cabeza, Cain buscaba una respuesta. Él estaba bien.
Más que eso. Después de haberse vinculado con Faye había hecho todo de nuevo. Pero
recordar los acontecimientos de la última noche de su vida anterior ahora lo obligaron
a tomar medidas. Rápidamente y sin piedad.

Antes de que pudiera encontrar las palabras adecuadas para responder a la


pregunta de Gabriel, Haven y Blake irrumpieron en el vestíbulo.

— Cierra la puerta, — Cain ordenó a Blake, que siguió su orden al instante.

Todos sus amigos lo miraron expectantes, nadie dijo una palabra.

— Algo ha pasado, — Cain comenzó, y echó un vistazo a Faye. — Faye y yo


hicimos el vínculo de sangre.

Varias bocas abiertas, obviamente, para felicitarlo, pero el levanto su mano para
detenerlos. — Gracias. Yo lo celebro con ustedes, pero no hay tiempo ahora. Tengo mi
memoria de regreso. No sé cómo, pero supongo que tiene algo que ver con la sangre de
Faye. En cualquier caso, no importa en este momento por qué recuerdo, sólo que lo
hago.

— ¡Eso es una gran noticia! — Dijo Haven.

— Lo es. Pero eso no es todo. Creo que ahora sé quién está detrás del asesinato
que causó mi amnesia.

Haven dio un paso hacia él, aturdido. — Es Abel, ¿no es así? Ese hijo de puta.

— No es él. Es John, — Cain interrumpió.

252
— ¿John? — La pregunta no fue sólo de Haven, pero también se hizo eco de
Gabriel, Blake, y Wesley.

— Pero eso no puede ser, — Blake protestó. — Él te salvó y volvió por ti.

Cain miró a su amigo humano. — Entonces, ¿por qué me envío a una trampa?

— Espera, — Gabriel advirtió. — Dinos exactamente lo que sucedió en aquel


entonces. No dejes nada fuera.

Cain sentía a Faye apretar su mano tranquilizadoramente e intercambiar una


rápida mirada con ella. — Faye y yo estábamos en mi habitación. Fue alrededor de la
puesta del sol, cuando recibí un mensaje de texto. Fue de John. Él me pidió que fuera a
la cocina de la plantación, solo. Él escribió que él había descubierto una conspiración y
que no podía confiar en nadie. Y que había que actuar con rapidez antes de que los
guardias involucrados en ella pudieran cubrirlo y destruir todas las pruebas.

Faye asintió, dirigiéndose a los hombres de Scanguards. — Yo sabía que algo


andaba mal cuando a Cain le llegó el mensaje de texto. Él dijo que cabezas rodarían esa
noche antes de que él salió corriendo de la habitación. Fue la última vez que lo vi con
vida esa noche.

— ¿Y estás seguro que era de John el mensajes de texto, no otra persona? —


Gabriel quería saber.

— Absolutamente. Era su nombre en el identificador de llamadas. Fue John


atrayéndome allí.

— ¿Qué pasó cuando llegaste a la cocina?

— Estaba vacío. John no estaba allí. Cuando me di la vuelta para irme, un


vampiro que nunca había visto me atacó. Luchamos.

— ¿Estabas armado?

Cain asintió. — Sí, pero yo nunca tuve la oportunidad de incluso sacar mi arma.
Él era fuerte. Sabía que era una lucha a muerte. Yo había pensado que había ganado la

253
partida, pero luego apareció una segunda persona. Fue John. Volví la cabeza, y lo vi. Le
dije que yo sabía que era él, y luego apuntó su arma a mí y apretó el gatillo. Sentí el
impacto en el cráneo y todo quedó a oscuras.

Haven negó con la cabeza. — Una bala de plata te habría matado. Sin embargo,
no estás muerto. Y al parecer, encontraron los restos de un vampiro allí.

— Eso es cierto. A pesar de que nadie en el palacio recuerda haber oído ningún
disparo, encontramos las cenizas, — dijo Faye, poniendo su mano en el antebrazo de
Cain. — Era inconfundible. Y puesto que tanto tú y John están vivos, el asesino debe
haber muerto. John debe haberlo matado.

— Sí, — Cain mordió fuera, — para cubrir su propio culo, así que nadie podía
testificar en su contra.

— Entonces, ¿por qué no te mato, también, si esa era su intención, en primer


lugar? — Gabriel desafió.

Cain se encogió de hombros. — Tal vez él se echó atrás al final y no pudo hacerlo.
Y cuando se dio cuenta de que había perdido mi memoria, él simplemente me arrastro
fuera a otra parte del país sin que yo me enterarse. — A pesar de que era una posible
explicación, no había sin embargo nada de por qué John entonces había venido a traerlo
de vuelta al reino. Cain suspiró, frustrado. Él sabía que algo no cuadraba. Sin embargo,
un recuerdo era tan claro en la mente de Cain: John había apuntado con su arma hacia
él y apretó el gatillo. — Tengo que enfrentar a John. Necesito saber la verdad.

Miró a sus amigos y emitió sus órdenes sin dudarlo. — Gabriel, Haven, los dos
vienen conmigo. Blake, Wes, quédate con Faye. — Cain fue hacia la puerta, pero se
abrió antes de llegar a ella.

Thomas y Eddie marcharon. — Hey, — Thomas les dio la bienvenida, con los
ojos mirándolos reunidos. — ¿Hemos perdido algo?

— Cain tiene su memoria de nuevo.

— ¡Excelente! — Exclamó Eddie y sonrió.

254
Cain asintió. — Sí, y creo que John era el que trato de matarme. Me llevo a una
trampa con un mensaje de texto en el que fui emboscado por el asesino.

Thomas y Eddie intercambiaron una mirada rápida, antes de que Thomas silbó
entre dientes. — Bueno, eso explicaría por qué Nicolette ha desaparecido. No podemos
encontrar un rastro de ella. Debe de haberla escondido en alguna parte, esperando
problemas.

— ¿Estás seguro? — Le preguntó a Cain.

— Absolutamente. Ella no ha sido visto desde la noche que llegamos a Nueva


Orleans. Seguimos todas las pistas, y utilizamos un poco de control de la mente sobre
los vecinos para asegurarnos de que nos dieran la verdad de todo el mundo. Nadie vio
nada, lo que me hace pensar que John se aseguró de borrar la memoria de cualquiera
que había visto dar un paso fuera a Nicolette.

Eddie se rascó la nuca. — Pero si John está detrás de esto, ¿no te parece extraño
que él le trajo de vuelta?

— Hemos hablado de esto ya antes de lleguen aquí, — Cain respondió con


impaciencia. — Probablemente se echó atrás al final. ¿Quién sabe?

— ¿Estás seguro de que John te atrajo a la trampa? — Thomas apretó.

— El texto era de él.

— Déjame tener un vistazo al celular. ¿Lo tienes?

Cain se encogió de hombros. — ¿Cuál es el uso de ella? Recuerdo claramente que


se trataba de él. Además, él me disparó esa noche.

Thomas levantó una ceja. — Apenas cubriendo todos los ángulos. ¿Tiene el
teléfono?

— No estaba con las cosas que encontramos con el vampiro de esa noche, —
Faye interrumpido. — No sé dónde está. Tal vez John lo destruyó porque podría haber
llevado de nuevo a él.

255
— No, él no lo hizo. Ayer por la noche vi algo debajo de la cama en mi
habitación. Debe de haber caído y golpeado con el pie por debajo de ella la noche de la
emboscada. Nunca me lo llevé conmigo. Yo estaba demasiado apurado. — Y de acuerdo
con Faye, nadie había utilizado la habitación del rey desde entonces.

— Dame treinta segundos. — Thomas ya estaba dirigiéndose a la habitación del


rey para recuperar el teléfono celular.

Mentalmente Cain negó con la cabeza. Mirar el teléfono sirve nada más que para
confirmar que John había enviado el mensaje y estableció la trampa para él. Pero
también sabía que Thomas era exhaustivo y siempre insistió en la verificación de toda
la información presentada.

Impaciente, Cain golpeó su pie cuando Thomas regresó, el teléfono celular en la


mano. — Lo tengo. — Él ya presiono sobre el botón, luego maldijo. — ¡Mierda! Batería
muerta.

Eso no le sorprendió a Cain. Después de todo, el teléfono había estado bajo la


cama durante más de un año. — No voy a esperar más. — Hizo un gesto a Gabriel y
Haven. — Vamos.

Casi tropezó con Marcus cuando jaló la puerta abriéndola para correr fuera.

— Disculpe, señor, — dijo Marcus, respirando con dificultad. — Pensé que debía
saber: los delegados del clan Mississippi han sido vistos alrededor a una media hora de
distancia. Mis exploradores creen que están armados y son hostiles.

Cain maldijo. — ¡Joder! — Este era un mal momento. Se quedó mirando al


guardia. — Asegúrate de que todo el mundo esté en su puesto. Refuerza el perímetro.

Se volvió hacia sus amigos. — Gabriel, te necesito para detenerlos cuando


lleguen. Lleva a Eddie contigo. Marcus, tomaras las órdenes de Gabriel. Haven, Wes,
Blake, van a venir conmigo. — Él echó un vistazo a Thomas después a Faye. — Thomas,
proteger a Faye. Y nadie pronunció una palabra sobre los dos miembros del clan de
Mississippi en la cocina. — Cain miró a Marcus. — ¿Me entiendes?

256
Marcus asintió rápidamente.

— ¡Ve! — Cain le ordenó.

El momento en que el guardia estaba apresurándose por el pasillo, Cain se dirigió


a Gabriel una vez más, — Advierte a Maya para mantener a sus pacientes fuera de la
vista. No quiero ningún enfrentamiento. No en este momento.

Gabriel asintió. — Yo me ocuparé de ella.

Entonces Cain irrumpió en el pasillo, sus tres amigos siguiéndolo.

257
Capítulo Treinta y Nueve

La sala común de los guardias en el hall de entrada, donde los guardias recibieron
sus órdenes y colgaban entre sus turnos, tarareaba con la actividad. Los guardias estaban
preparándose, atando con correa en sus armas y preparándose para una confrontación
con los habitantes de Mississippi. Cain se detuvo en la puerta y dejó que sus ojos se
pierden en más de dos docenas de vampiros en la habitación, hasta que vio a John.

— ¡John! — Le gritó a él.

El líder de la guardia del rey miró por encima del hombro, con el rostro tenso. —
¿Sí, Cain?

— Una palabra. Mi oficina.

John frunció el ceño. — ¿No puede esperar? Estoy poniendo a los hombres listos.
¿No has oído? Los delegados del clan Mississippi están en camino. Y no se ven amigable.
Espero un altercado.

Cain apretó la mandíbula. — Mi oficina. ¡Ahora, John!

Varias cabezas giraron en dirección de Cain, mirándolo en silencio atónito.


Esperando a John cumpliendo con sus órdenes, Cain les devolvió la mirada a los
hombres. — ¿Qué están mirando? ¡Prepárense!

Los hombres se apresuraron a seguir con sus preparaciones, mientras que John
salió de la habitación y al pasillo.

— ¿Qué es esto?

Cain no respondió y simplemente caminó por el vestíbulo a su oficina. En la


puerta esperaba a John para atraparlo con él. Hizo un gesto para que entrara, luego lo
siguió y cerró la puerta. Haven, Wesley, y Blake ya estaban esperando por ellos, y Blake
ahora se movían delante de la puerta, bloqueándola.

258
John lanzó una mirada curiosa al humano antes de girar la cabeza hacia atrás a
Cain.

— Yo tengo mi memoria de regreso, — Cain anunció sin preámbulos, viendo la


expresión facial de John con atención.

Para su sorpresa, su guardia personal parecía contento con ese hecho. Sus
palabras sólo subrayaron esa impresión. — ¡Eso es maravilloso! ¿Qué pasó?

— Eso no es importante en este momento, — Cain lo interrumpió.

Claramente sorprendido por el tono brusco, la frente de John se detuvo en un


ceño fruncido, pero él no hizo ningún comentario más.

— Sé lo que hiciste, John. Recuerdo cada segundo de la noche donde casi fui
asesinado. — Cain hizo una pausa, esperando a que la cara de John demostrara que él
fue capturado. Pero parecía que John era un mejor jugador de póker que nadie que Cain
había conocido nunca. — ¿Qué tienes que decir de ti, John? ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Hacerlo?

Cain negó con la cabeza. — Nunca esperé esto de ti. Éramos amigos. Yo confiaba
en ti. — Ellos siempre se habían cuidado las espaldas de los demás, cuando ambos
habían sido guardias. Cain había confiado en este hombre más de lo que había alguna
vez confió en su propio hermano. Esta traición se sintió como una puñalada en el
estómago.

— ¿De qué coño estás hablando? Si tienes tu memoria entonces sabes lo que pasó.

Frustrado sobre la negativa de John de confesar su crimen, Cain se lanzó contra


él y lo golpeó contra la pared, sujetándolo allí. — Me llevaste a una trampa, y luego,
cuando el asesino no podía terminar, tú apuntaste tu arma hacia mí y apretaste el gatillo.
Maldita sea, ¡me disparaste!

— ¡Yo no te dispare!

259
Cain mostró sus colmillos a él. — Dejar de mentir y párate por sus acciones como
un hombre, y no como una comadreja llorona. ¡Tú me traicionaste!

— ¡Nunca! — John entre dientes.

— Me atrajiste a esa trampa.

— ¡No!

— ¿Entonces estás negando que tú me enviaste un mensaje de texto esa noche


para informarme acerca de una conspiración?

— ¿Qué? — La frente de John se arrugó y su boca se torció con incredulidad. —


Yo nunca te envié ningún mensaje de texto esa noche.

— ¡Tengo pruebas!

John empujó contra él, haciendo que Cain lo libere. — No tienes ni puta prueba,
porque no hay ninguna prueba. ¡Porque yo no hice nada!

— Déjalo, John. Encontré a mi viejo teléfono celular. ¡Puedo demostrar que eras
tú!

— ¡Entonces, muéstramelo! Porque no tienes nada. ¡Soy inocente! ¡Vine para


rescatarte!

Cain se burlaba. — Joder ¿por dispararme? Esa es una manera divertida de


rescatarme.

John continuó frente a frente con él estoicamente, con la mandíbula apretada,


con los hombros rígidos. — Muéstrame tu prueba y te voy a mostrar que te equivocas.
Apunté al asesino, no a ti. Yo maté al asesino para salvarte. Tienes que creerme.

Cain buscó en los ojos de su antiguo amigo. ¿Estaba mintiendo? ¿O había algo
de verdad en su afirmación de que era inocente? Cain había pensado que el tener de
regreso su memoria haría las cosas más fáciles, pero no lo hizo. Conociendo su historia
con John, cómo había luchado uno al lado del otro, cómo John había estado por él para

260
derrotar al viejo rey y salvar a los vampiros encarcelados, Faye incluido, hizo imposible
condenar a John directamente.

Cain aspiro hondo. — Sígueme.

*****

Faye miró por encima del hombro de Thomas encender el teléfono celular que
estaba conectado actualmente a un cargador. Thomas se sentó en el pequeño escritorio
en su habitación y ya había abierto su ordenador y fue escribiendo en ella hasta que la
pantalla del teléfono celular viejo de Cain finalmente se ilumino.

— Bueno, vamos a echar un vistazo entonces, — dijo Thomas con calma


mientras tomo el teléfono y paso a través de ella con el dedo. Levantó la vista hacia ella.
— No hay ninguna contraseña. Interesante.

— Estoy segura de que tenía una contraseña en su teléfono previamente, —


respondió Faye. Había visto Cain entrar en él muchas veces, aunque ella no sabía la
combinación.

Ella observó cuando Thomas abrió rápidamente la aplicación de mensajes y


navegó al último mensaje que el teléfono había recibido. — En este caso, debe ser eso.
— Señaló a la misma.

Faye leyó. Era exactamente igual a lo que Cain había dicho. Él había recibido
una nota que debe venir a la cocina antigua de la plantación para averiguar acerca de
una conspiración. Sus ojos se dirigieron a la parte superior de la pantalla chica. — John,
— leyó en voz alta.

Thomas asintió con la cabeza, con una mirada decepcionada en su rostro. — Yo


esperaba que Cain estuviera equivocado.

261
Faye negó con la cabeza. — Siempre culpé a John después de la presunta muerte
de Cain. Le echaba la culpa porque él no lo mantuvo seguro para mí. Pero que John este
en realidad detrás de esto es tan difícil de creer. Eran tan buenos amigos.

Thomas tarareaba para sí mismo, como contemplando algo. — Eso es extraño.


— Hizo una pausa y se desplazó a través de los mensajes. — Los mensajes más viejos
no tienen sentido. Me pregunto.

Un sonido en la puerta tenía a Faye girando alrededor su cabeza. Maya se quedó


allí, abriendo más la puerta.

— Lo siento, Faye, pero te necesito.

— Estamos comprobando el teléfono celular viejo de Cain, — dijo Faye, con


ganas de escuchar lo que fue sorprendente para Thomas.

— Mis dos pacientes tienen miedo. Están preparándose para correr. Tenemos
que convencemos de que se queden aquí, o ellos correrán justo a las manos de los
hombres de su clan. Tienes que ayudarme.

— ¡Mierda! — Faye maldijo. Ella ya había dado un paso hacia Maya cuando
Thomas se apoderó de su brazo.

— Se supone que debo protegerte.

Ella negó con la cabeza e hizo un gesto a Maya. — Soy un vampiro, Thomas.
Puedo protegerme. Además, Maya está conmigo. Voy a estar bien.

Thomas la miró fijamente, pero parecía claramente distraído por el teléfono


celular en la mano. — Está bien. Maya, asegúrate de que Faye se mantenga a salvo, o
Cain tendrá nuestras pieles para el desayuno.

Involuntariamente, Faye tuvo que sonreír ante las palabras de Thomas. Cain
siempre había sido excesivamente protector con ella, y ella tuvo la sensación de que
ahora que estaban en un vínculo de sangre, su necesidad de protegerla alcanzaría nuevas
alturas. Un vampiro vinculado por sangre protegía a su compañera con su vida.

262
— Escuché que las felicitaciones están en orden, — dijo Maya mientras se
apresuraban por el pasillo.

— Sí, gracias. Finalmente, tengo que volver a Cain.

— Estoy muy feliz por los dos. Un vínculo de sangre es una cosa maravillosa.

Faye sonrió a la joven que era tan hermosa que ella podría haber tenido cualquier
hombre que ella quería. Sin embargo ella había elegido aGabriel, cuyo rostro lleno de
cicatrices habían rechazado Faye cuando ella lo había visto la primera vez. Bueno, era
asunto suyo. Empujó los pensamientos de su mente y se concentró en la tarea por
delante: mantener a David y Kathryn seguros.

Cuando Maya quería volver hacia las escaleras que conducen al vestíbulo
principal, Faye la tomó por el brazo y le indicó en la otra dirección. — Vamos a tomar
la escalera de servicio. Están más cerca de la cocina.

Rápidamente dirigió a Maya hacia la escalera de servicio, que parecía desierta,


al igual que ella había esperado. La mayoría del personal y los guardias estarían en la
parte delantera de la casa, preparándose para la llegada de los habitantes de Mississippi.

— ¿Cómo fue la operación?

Maya le lanzó una mirada de reojo y sonrió. — Creo que ha ido bien. Sus
colmillos no han crecido totalmente todavía, pero por lo que pude ver cuando los
examiné justo después de la puesta del sol, las raíces están ahí, y en el caso de David se
pueden ver un poco de un diente ya. Creo que está funcionando. Tal vez otros dos o tres
ciclos de sueño y un montón de sangre, y van a ser sanados.

Faye suspiró con alivio. — Estoy tan contenta. Te estoy muy agradecida por
hacer esto. Nosotros no tenemos médicos aquí. Bueno, ninguno a los que los vampiros
podamos recurrir de todos modos. Y yo no podía realmente llevarlos a un doctor
humano. Hubiera sido complicado.

— Eso es absolutamente correcto. Yo estaba feliz de hacerlo. Todavía estoy


aprendiendo mucho acerca de nuestra raza. Yo lo veo como investigación.

263
— ¿Investigación? — Preguntó con curiosidad Faye.

— Yo era un médico cuando era humana. Urología. Hice un montón de


investigación en un hospital universitario antes de convertirme.

— ¿Y ahora?

— Oh, lo sigo haciendo un gran trabajo de investigación, pero he cambiado mi


campo de la medicina reproductiva femenina.

— ¿Las mujeres vampiro? — Faye negó con la cabeza. — Pero las mujeres
vampiros son estériles. Todo el mundo sabe eso.

Maya le guiñó un ojo. — No es tan simple como eso.

— ¿Qué estás diciendo?

— Que no todo es blanco y negro. Estoy cerca de desarrollar un tratamiento que


permita a las mujeres vampiro concebir para sus compañeros vinculados por sangre.

Faye se detuvo en la parte superior de las escaleras que apenas habían alcanzado.
— ¿Qué? — ¿Esta mujer estaba diciendo en realidad que un día podría ser posible para
una mujer vampiro dar a luz a un niño? Sus pensamientos se dirigieron inmediatamente
a Cain. ¿Podría ella y Cain un día convertirse en padres?

— Bueno, para decirlo en términos laicos, no es imposible que una mujer vampiro
conciba, pero el problema siempre ha sido que el feto no puede crecer en el vientre
materno, debido a que el cuerpo del vampiro rechaza el óvulo fertilizado como una
lesión y se cura que durante el sueño restaurador del vampiro.

— ¿Y cómo vas a evitar que eso suceda?

— De la misma manera que los médicos humanos impiden que un ser humano
rechace un órgano que se trasplanta a ellos. Al reducir el instinto natural del cuerpo para
curarse a sí mismo.

— Pero eso es imposible.

264
Maya sonrió. — Estoy cerca de una solución. Puedo sentirlo. — Entonces ella
miró a su alrededor. — ¿Qué camino?

Aun pensando en las palabras de Maya, Faye apuntaban a una puerta. — A


través de allí.

Momentos más tarde, estaban en la pasarela cubierta que conecta a la casa


principal con la cocina de la plantación. Justo a tiempo, como se vio después: David y
Kathryn se disponían a marcharse.

Sus ojos se llenaron de temor, los pacientes de Maya miraron.

— Estamos muy agradecidos, — David comenzó, — en realidad, lo estamos.


Pero no podemos quedarnos por más tiempo. Ellos nos encontrarán y nos mataran.
Tienen que dejar que nos vayamos.

Maya señaló hacia el exterior. — Ya están viniendo por el camino. No se pueden


ir por ahí ahora. Quedaran directamente en sus brazos.

Un sollozo rasgó del pecho de Kathryn y envolvió sus brazos alrededor de David,
sujetándose a él como si ocultar su rostro en su pecho le impediría ser encontrada. El
corazón de Faye salió con ella. Ella había estado asustada así también una vez. Ella
sabía lo que la chica estaba pasando.

— Tengo otra solución, — dijo Faye. Sabía que debía hablar con Cain acerca de
eso primero y obtener su aprobación para lo que estaba a punto de hacer, pero la vida
de estos dos vampiros dependía de actuar sin demora.

Tomó a Kathryn. — Voy a mantenerlos seguros a los dos.

265
Capítulo Cuarenta

Cain entro en la habitación de Thomas, John y los otros detrás de él. Thomas
levantó la vista de su ordenador.

— ¿Estás trabajando en el teléfono celular?

— Sí, lo he cargado.

Cain miró a su alrededor, de repente alarmado. — ¿Dónde está Faye?

— Ella está con Maya.

— Te dije que la vigilaras. Con los de Mississippi justo en nuestra puerta…

— No vayas ponerte como una fiera conmigo. No eres el primer vampiro que ha
tomado de repente una compañera. Ella y Maya saben lo que están haciendo. Sólo están
asegurándose de que los dos fugitivos no corran a nuestros visitantes no deseados.

Cain dudó por un momento, pero instintivamente sabía que Thomas tenía razón.
No podía vigilar a Faye veinticuatro/siete sólo porque él no creía que pudiera seguir
viviendo sin ella.

Faye, mi amor, ¿estás bien? Él envió a los pensamientos a ella a través de su vínculo
telepático.

Le tomó sólo unos segundos antes de que la calidez se extendió dentro de él y


sintió más que oyó su respuesta. Por supuesto, estoy bien. ¿Hay algo al respecto?

Satisfecho de que su conexión mental estaba trabajando, envió otro pensamiento.


Todo está bien.

Entonces él hizo un gesto con el pulgar hacia John mientras abordaba a Thomas.
— Muéstrale el mensaje de texto. Muéstrale cómo me atrajo a la trampa.

266
Thomas se levantó de la mesa y desconectó el cargador del teléfono. Entonces
paso por la pantalla y navego al lugar correcto. — Por cierto, no había ninguna
contraseña en él. Yo lo llamaría un riesgo para la seguridad.

Cain sintió que sus cejas encajaban juntas. — Siempre he tenido una contraseña
en mi teléfono. — Lo recordaba claramente.

Thomas le dio el teléfono a John. — Aquí. Ese es el mensaje.

John se quedó mirando la pantalla y la leyó. Entonces su cabeza se disparó y él


miró a Thomas. — ¿Qué es esto? ¿Estás tratando de tenderme una trampa? — Él clavo
su dedo en la pantalla. — ¡Nunca envié ese mensaje!

— Lo dice allí: — Thomas respondió señalando a la parte superior de la pantalla,


donde el nombre de la persona que llamo aparece. — John. ¿Está negando que eres tú?

— Debe ser otro John. ¡No soy yo! — John se dirigió a Cain, sus ojos suplicantes.
— Me tienes que creer.

Decepcionado de que John todavía no quería confesarlo, Cain tomó el teléfono


de su mano, pulsa el botón de contacto en la esquina superior derecha de la misma y
luego el botón de llamada. — ¿Necesitas una prueba?

El teléfono sonó. Y sonó.

Cain lo llevo a la oreja, cuando de repente se oyó un clic y la respiración de


alguien. Miró a John con incredulidad. John no se había movido, no había sacado su
teléfono celular de su bolsillo, sin embargo, alguien había contestado.

— ¿Hola? — Dijo Cain en el teléfono, pero la llamada fue abruptamente


desconectado. Señaló a John. — ¿Quién tiene el teléfono?

John buscó en el bolsillo del pantalón y lo sacó. — Lo tengo. — Golpeó sobre la


pantalla y la abrió con su contraseña, luego navego a la aplicación llamada, antes de
sujetar la pantalla hacia arriba para Cain para que viera. — Ninguna llamada tuya. —

267
Hizo un gesto hacia el teléfono en las manos de Cain. — No sé a quién acabas de llamar,
pero no era yo.

— ¿Cambiaste tu número en el último año? — Preguntó a Cain, tratando de dar


sentido a la situación.

— Mi número no ha cambiado.

Cain intercambió una mirada con Thomas. — ¿Cómo es eso posible?

Thomas suspiró y se frotó la parte posterior de su cuello. — Pensé que los


mensajes anteriores en esto parecían extraños.

— ¿Qué quieres decir?

— Ellos no suenan como si estuvieran dirigidas a un guardia del rey.

Cain miró a la pantalla una vez más y desplazo retrocediendo a través de los
mensajes, escaneándolos rápidamente. Luego alzó la vista. Recordó algunos de ellos. —
Eso no puede ser.

— ¿Qué? — Preguntó Haven, dando un paso más cerca.

Cain levantó la cabeza. — Los mensajes anteriores son de Abel.

Varios jadeos se hicieron eco en la habitación.

Cain miró a Thomas. — ¿Cómo es eso técnicamente posible?

Thomas tomó el teléfono y golpeo algo en él. — Más fácil de lo que piensas. —
Levantó el teléfono, ahora muestra la entrada del contacto John. — Se puede cambiar el
nombre de un contacto cada vez que desee. Digamos que hiciste un error tipográfico
cuando originalmente lo introdujiste. Así que sólo tiene que ir de nuevo, y cambiar el
nombre.

— ¡Mierda! — John maldijo, deslizándose todos los ojos en él. — ¡Así que eso es
cómo lo hizo! Él se apoderó de su teléfono, quebró tu contraseña, y cambió su

268
información de contacto a la mía, así que cuando él te envió ese mensaje para enviarte
a una trampa, se vería como si hubiera venido de mí.

— Es fácil de demostrar, también, — Thomas continuó. — El número de teléfono


aún identificaría a Abel. — Señaló a la pantalla. — ¿Ese es su número?

Cain casi chocó cabezas con John cuando ambos se inclinaron para leerlo.

— Sí, — confirmó Cain.

John asintió con la cabeza.

— Él probablemente contaba con ser el primero en conseguir tener tu teléfono


después de tu muerte y entonces habría borrado su mensaje y cambió la información de
contacto de nuevo, — Thomas supuso. — Pero no tenías el teléfono contigo cuando
caminaste a esa trampa.

— Mi hermano me quiere muerto.

Thomas se encogió de hombros. — No sería la primera vez que un hermano trata


de matar a otro por el trono. Toda la realeza Inglesa aborda ese tipo de cosas en forma
permanente.

— Pero esto no va a tener éxito, — dijo Cain con determinación.

*****

Abel empujó a su teléfono celular en el bolsillo.

— Mierda, — maldijo en voz baja.

La llamada procedía del viejo teléfono celular de Cain, que Abel siempre había
pensado que había sido destruido. De hecho, él había buscado después de la supuesta

269
muerte de Cain con el fin de borrar toda evidencia de que podría llevarlo de regreso a él.
Pero nunca lo había encontrado y, finalmente, se había olvidado de él.

Pero ahora Cain lo tenía. Y había sido Cain, quien hizo la llamada. Había
reconocido la voz de su hermano.

¿Esto también quiere decir que Cain lo reconoció? Abel tuvo que encontrarlo,
porque todo su plan dependía de su hermano permaneciendo en la oscuridad para que
John pudiera ejecutar las órdenes que Abel le había dado.

Deslizando la puerta de su habitación la cerró detrás de él, Abel acechaba otro


lado del pasillo y en el pasillo de conexión que llevó al otro lado de las viviendas
subterráneas del Palacio, donde se encuentran las suites de la reina y del rey. Él piso
ligeramente, sin querer que sus pasos sean escuchados por nadie.

La frustración se revolvió en el estómago. Él esperó por esta oportunidad durante


mucho tiempo, y ahora que estaba tan cerca de su objetivo final, no podía permitir que
nada se interponga en su camino.

En silencio, Abel abrió otra puerta y se asomó al tenue corredor. A través de la


franja entre la puerta y el marco, vio un guardia pasar en su camino hacia la escalera que
conduce a la primera planta. Pasaron varios segundos hasta que el guardia estaba fuera
del alcance del oído, y Abel podría entrar en el pasillo sin ser visto. Rápidamente se
acercó a las puertas dobles a la habitación del rey, dispuestos a sumergirse en el siguiente
armario donde nadie vendría. Por suerte, varios armarios de suministro estaban
haciendo cola en el pasillo.

Pero él no tuvo que recurrir a este tipo de medidas y esconderse. Las puertas
dobles estaban entreabiertas. Cuando Abel se asomó por la rendija, no podía ver a nadie
en la zona de recepción de lujo, pero oyó voces de la habitación a su izquierda: la puerta
de la habitación del líder de la guardia del rey, que ahora estaba ocupado por ese intruso,
Thomas, y su amante gay, estaban abiertas.

Abel quería resoplar, pero no se atrevió a hacer un sonido. ¡Qué vergüenza para
la raza de los vampiros tener a dos hombres vampiros dedicarse a la sodomía! ¡Bajo su

270
techo! ¿Cómo podía permitir Cain una cosa así? Cain no era apto para ser rey si él tolera
tales actos vergonzosos en su palacio.

Abel pasó a llevar su oreja a la brecha entre las dos puertas para escuchar más de
cerca la conversación, mientras que sujetaba su aliento.

— Antes de hacer nada, Cain... — Fue John quien habló, dudando por un
momento, antes de continuar, — Abel me tiene por las pelotas.

Abel se echó hacia atrás, con ganas de maldecir, pero no salió ningún sonido por
los labios. En su lugar, las apretó juntos. John iba a traicionarlo, revelando lo que se
suponía que debía hacer por Abel, a pesar de que esto significaría la muerte de su
amante.

Abel cerró sus manos en puños. No había tiempo que perder ahora.

Cambio de planes.

Giró sobre sus talones y corrió en la dirección de donde había venido.

Tenía que actuar con rapidez y salvar lo que podía. Ahora los guantes saldrían e
iría a la yugular.

No más ser Sr. Agradable.

271
Capítulo Cuarenta y Uno

John dejó caer la cabeza. — Él tiene a Nicolette cautivo para obligarme a hacer
su voluntad.

Cain expulsó una bocanada. — ¡Mierda!

Maldiciones similares provenían de sus colegas.

— Lo siento, Cain. — John levantó la cabeza, sus ojos ahora mostrando su pesar
y dolor. — Él va a asesinarla en el momento en que se entera de que no te voy a matar.
Él va a hacerla sufrir.

Al ver la angustia de John, Cain sintió en su corazón salir a su viejo amigo. Él


estaba dispuesto a sacrificar a la mujer que amaba por su rey. — No tiene que llegar a
eso. Vamos a llegar a Abel antes de que pueda hacerle cualquier cosa.

John sacudió la cabeza, su mano temblorosa mientras él la levantó. — Se supone


que debo matarte cuando los ciudadanos de Mississippi están aquí. Así que puede
inculparlos y comenzar una guerra total. Tan pronto como se de cuenta de que no voy
a ejecutar sus órdenes, él va a ordenar de Baltimore matar Nicolette. Nunca llegaremos
a ella a tiempo.

— ¿Guerra con el clan Mississippi? ¿Estás seguro?

— Él no lo dijo abiertamente, pero es obvio, ¿no es así? Si él clava tu asesinato


en ellos, todos estarán detrás de ellos para vengarte.

Cain puso la mano sobre el hombro de John, apretándolo. — Aprecio lo que estás
sacrificando por decirme la verdad, John. Lo hago. Y yo haré todo en mi poder para
salvar a Nicolette.

John cerró los ojos, su mandíbula apretando ahora, su pecho subiendo y bajando
como si quisiera contener las lágrimas. Cuando abrió los ojos de nuevo, estaban

272
bordeados de lágrimas. — He luchado con esta decisión desde que me encontré con él.
Cada minuto desde que Abel la capturó. Ella está atado en alguna cabaña en algún lugar
de los pantanos, asustada. Le prometí que no pasaría nada con ella. Que regresaría por
ella. — Una lágrima corrió por su mejilla. — Pero eso no va a suceder ahora. Porque no
puedo matar a un hombre que he amado y admirado desde que lo conocí. Por tu culpa,
no puedo salvar a la mujer que amo. — La mandíbula de John como piedra. — ¡Y en
este momento, te odio por eso, Cain!

Antes de que Cain pudiera reaccionar a la confesión llorosa, la mano de John se


dirigió hacia el interior de su chaqueta. A la velocidad del rayo, sacó una estaca de ella.

Cain saltó a un lado, pero en lugar de John arremetiendo contra él, jalo la estaca
hacia su propio pecho.

— ¡Noooooo! — Cain gritó y se disparó hacia John, golpeando su puño contra


el brazo de John. El impacto aflojó la estaca de la mano de John.

Al mismo tiempo, Haven abordo a John por detrás, mientras que Thomas pateo
las piernas de John debajo de él, haciéndole caer al piso.

Momentos más tarde, Haven y Thomas habían cubierto a John tendido al suelo.
Cain se puso en cuclillas junto a él. — ¡Eso no es una solución, John! ¿Me oyes? Vamos
a llegar Nicolette, sacarla de allí.

— ¿Cómo? — John escupió, la ira y la desesperación evidente en todo su cuerpo.

Cain nunca había visto a un hombre con tanto dolor emocional y la esperanza de
que nunca tendría que pasar por lo que iba John atravesando en este momento.

— Uh. — Wesley se aclaró la garganta, por lo que Cain giro completamente la


cabeza hacia él y le lanzo una mirada burlona.

Wes levantó el dedo como si estuviera en el segundo grado, pidiendo permiso


para hablar en clase. — ¿Nicolette es humana?

273
John volvió la cabeza, una mirada impaciente en su rostro. — ¿Por qué es tan
importante?

— Bueno, lo que sea, porque supongo que no sabes su ubicación exacta, ¿no?

— Cuando me llevaron a verla, me vendaron los ojos y luego hicieron lo mismo


cuando me liberaron. Sólo sé que era una choza en el pantano. Unos cuarenta y cinco
minutos de palacio.

Wesley asintió. — Bueno, ya que ella es humana, no debería ser demasiado difícil
de encontrarla. Puedo adivinar donde esta ella, que no podría hacer si ella fuera un
vampiro.

John hizo una moción para sentarse, y Cain hizo una seña a sus amigos para
dejarlo ir.

Por primera vez, un destello de esperanza apareció en los ojos de John. —


¿Puedes realmente hacer eso?

Wesley asintió con orgullo. — Soy un brujo. Por supuesto que puedo.

John suspiró. — ¿Y una vez que sepamos dónde está? Podría todavía ser
demasiado tarde.

Cain llevó su mano a su leal guardia y lo ayudó a levantarse. — Al menos de esta


manera tenemos una pequeña oportunidad. Podemos enviar un par de hombres en la
clandestinidad, mientras continúas fingiendo que estás haciendo lo que Abel quiere que
hagas.

— Uh, en realidad, — Wesley tiró, llamando la atención de todo el mundo de


nuevo a él. — Tenemos más que sólo una pequeña posibilidad. Una vez que tenga la
ubicación de Nicolette, puedo poner un hechizo de protección sobre ella para que todo
el que este cuidándola no vaya a ser capaz de hacerle daño.

274
— Recuerdo que lo mencionaste en el camino hasta aquí desde San Francisco
que estaba trabajando en uno, no es que en realidad lo habías perfeccionado, — dijo
John con una buena dosis de escepticismo en su voz.

Wes rodo los ojos. — He tenido un montón de tiempo para trabajar en mi oficio.
Así que ¿por qué todo el mundo aquí constante duda de mis habilidades?

Para sorpresa de Cain, Blake dio una palmada a su colega en el hombro,


sonriendo. — Tal vez es hora de redimirse a sí mismo y a todos ellos que no eres más
un desastre a mostrar.

Wesley intercambió una mirada con Blake que apareció casi conspirativa. — Tal
vez tienes razón. Vamos a mostrar a esos vampiros lo que el resto de nosotros hace fuera.
¿Quieres ayudar?

Blake se echó a reír. — Mientras no me conviertas en un cerdo en el proceso.

Wes chasqueó la lengua. — Hablando de cerdos, Blake, hazme un favor. La


próxima vez que quieras pedir prestado una de mis pociones, me preguntas en primer
lugar, en vez de jugar con mis cosas.

— ¿Eh? — Blake parecía completamente desorientado.

— Bueno, no importa. Puedo ver por qué tienes la necesidad de armarte con un
poco de magia para defenderte. La próxima vez sólo tienes que preguntar en primer
lugar. — A continuación, Wesley se apartó de Blake y le hizo un gesto a John. —
Necesito algo que pertenezca a Nicolette así que puedo adivinar donde esta ella. ¿Tiene
algo que llevaba, o un mechón de pelo, algo que con su sudor o su olor en ella?

John llegó a su cuello y tiró de una cadena de debajo de su camisa, dejando al


descubierto un pequeño frasco que colgaba en su extremo. — ¿Su sangre funcionara?

— Tienes que estar bromeando, — dijo Wes, ya alcanzándola. — Eso va a hacer


que sea mucho más fácil.

275
Cain miró el frasco con él líquido rojo en el interior. — ¿Llevas su sangre contigo?
¿Por qué?

— Necesito sentirla cerca. Entiendes eso, ¿no?

Cain asintió lentamente. Él entendió. Porque John no había sido capaz de hacer
el vínculo de sangre con la mujer que amaba, debido a la regla anterior que al líder de la
guardia del rey no se le permitió una vida privada, había recurrido a la siguiente mejor
cosa: tener siempre su sangre a su alrededor que la recordaba.

Cain tomo el brazo de John y la estrechó. — Una vez que esto termine, te
prometo que llegaremos a hacer que sea tuya si eso es lo que deseas.

John cerró los ojos con él, y en ese momento fue restaurada su antigua amistad.

Entonces Cain volvió a Wesley. — ¿Cuánto tiempo durará el hechizo?

— Veinte y cuatro horas.

— Bueno. Eso debería ser suficiente tiempo. Dedícate a tu trabajo. Que sea
rápido. Blake te ayudará. — Y él tenía la esperanza de que el brujo sabía lo que estaba
haciendo. Por el bien de todos. — El resto de nosotros, vamos por Abel y lo atraparemos.

El teléfono sonó en el bolsillo, y Cain impaciencia lo sacó, mirando a la pantalla.


Él contestó. — ¿Sí, Gabriel?

— Será mejor que vengas hasta aquí.

— Entretenlos

— Me temo que los entretuve el tiempo que pude.

Cain maldijo. — Estaré allí en un minuto. — Él desconecto la llamada y miró a


sus amigos. — Sus órdenes están. Encuentren a Abel e impídanle hacer alguna llamada
telefónica para alertar a todo el que vigila a Nicolette. Y sean sutil para que nadie sea
consciente de lo que están haciendo. No sabemos cuál de los guardias son leales a mi
hermano. Yo no quiero que nadie le advierten que vamos por él.

276
Sin esperar una respuesta, Cain cargado fuera de la habitación y subió corriendo
las escaleras. Cuando llegó al vestíbulo de arriba, ya podía sentir la tensión que hacía el
aire tan espeso que podía haber cortado como un cuchillo.

Dos guardias bloquearon la puerta de entrada e inmediatamente se hicieron a un


lado cuando se acercó a Cain.

En el porche, Gabriel y Eddie estaban, dos guardias más en sus lados, de espaldas
al palacio. Cain marchó entre ellos y se quedó mirando a los seis vampiros que estaban
en el camino de entrada justo debajo de los pasos. Detrás de ellos estaban estacionadas
tres camionetas negras, y los cristales tintados hicieron imposible ver cuantos más
vampiros estaban en el interior. O cuántos otros se escondían en el bosque que bordea
los jardines del palacio.

Cain tuvo un rápido vistazo alrededor. Varios de sus guardias estaban de pie en
guardia a lo largo de la calzada y los jardines, pistolas en ristre y a la espera de órdenes.

Los visitantes de Mississippi estaban igualmente armado, llevando sus armas en


sus cinturones en una muestra de agresión.

Cain bajó las escaleras y se acercó a su presunto líder que parecía sorprendido al
verlo, pero se contuvo rápidamente. — Victor. Puesto que estás a la cabeza, ¿supongo
que estás representando a tu rey?

Victor, cuya piel era del color del chocolate con leche, se río entre dientes. Sus
ojos eran de un azul vibrante de color gris, la evidencia de su herencia de raza mixta. —
Yo soy el rey.

— Ya veo. — Parecía que había habido un cambio inesperado en el liderazgo en


Mississippi.

— Lo que es bueno para uno es bueno para el otro, — el vampiro respondió con
una sonrisa.

277
Cain reconoció la referencia al haber matado al rey de su propio clan, sin
inmutarse. — Estas un día antes. Mi celebración de bienvenida no empiezan hasta
mañana por la noche. Entonces, ¿qué es lo que quieres?

Victor resopló. — ¿No es obvio? Estás albergando a dos traidores, y yo he venido


a recogerlos.

— Me temo que no puedo ayudarte allí.

— ¿No puedes o no quieres?

— Toma a tus hombres y vete. No tenemos nada que discutir.

Victor apretó los dientes. — Tenemos mucho que discutir. Pero de primera mano
sobre los traidores. — Miró a sus hombres. — O no vamos a ser el uso de palabras sino
los hechos para hacer que nuestra posición clara. Si quieres la paz entre nuestros dos
reinos, no menosprecies mi regla por los traidores que albergas.

A pesar de las palabras de Victor, Cain sabían que el clan de Mississippi no había
venido a hacer la paz. Estaban usando el hecho de que Cain albergó los dos vampiros al
que les quitaron los colmillos como una razón para acabar con cualquier negociación de
paz en su inicio. Pero en este momento, Cain no podía permitirse esta distracción.

— Ellos no están aquí. — Cain hizo una seña a los guardias detrás de él. —
Muéstrenles a nuestros visitantes el camino en nuestra propiedad.

Victor entrecerró los ojos cuando su mirada se desvió de repente pasando a Cain
y una sonrisa se extendió en su rostro.

Cain volvió la cabeza y vio a Lee, uno de los guardias en el porche, inclinando la
cabeza hacia el lado del palacio donde se encontraba la cocina de la plantación. Cain
apretó los dientes en disgusto.

— Parece que alguien ha visto los miembros errantes de mi clan, — dijo Victor
deliberadamente y marchó pasando a Cain. — ¿Vamos a ver dónde se esconden?

278
No tenía una elección ahora, Cain siguió a Víctor, con los ojos en silencio
comunicándose con Gabriel para cubrirlo. Con confianza Victor se dirigió a la pasarela
cubierta que conecta la cocina de la plantación con la casa principal y abrió la puerta.

— ¿Puedo? — Preguntó Victor casi cortésmente.

Cain sintió a los otros hombres, así como a sus propios guardias siguiéndolos. —
Después de ti.

— Bueno, vamos a ver que tenemos… — Victor se dirigió a la cocina.

279
Capítulo Cuarenta y Dos

— De esta manera, — Faye susurró a David y Kathryn cuando ella los condujo
por el corredor y echó una mirada por encima del hombro para comprobar que los dos
vampiros permanecían cerca de ella.

En unos momentos estarían en su habitación, y desde allí los podría pasar de


contrabando a los dos fuera del palacio y llegar a un lugar seguro mediante el uso de los
túneles. Cain se pondría furioso por revelar la ubicación de los túneles a los extraños,
pero ella no sentía que tenía otra opción. Había visto a la delegación del clan Mississippi
a través de las ventanas. Habían estado fuertemente armados, y ella estaba segura de que
no abandonarían hasta que había recapturados los dos vampiros desafortunados a
quienes les quitaron los colmillos. Y con sus colmillos todavía no habiendo crecido
completamente de regreso, a los dos les iría mal en una pelea con sus compañeros de
clan.

En la siguiente curva del pasillo, se detuvo y miró alrededor de la esquina. Se


quedó sin aliento en la garganta. Abel se acercó corriendo y jaló la puerta de su
habitación abierta, asaltando el interior sin mirar a izquierda o la derecha. ¿Qué quería
en su habitación? ¡Y ni siquiera había tocado! Esto no era bueno.

Ella no podía traer a David y Kathryn a sus habitaciones ahora utilizando la


entrada allí. Abel no podía saber acerca de los túneles. Después de todo lo que había
sucedido y todas las cosas que Abel había hecho para mantenerla a ella y Cain alejados,
ella sabía instintivamente que no podía confiar. ¿Qué iba a hacer ahora? Si los
ciudadanos de Mississippi encontraron a los dos vampiros sin colmillos, los
encarcelarían y torturarán. La muerte sería determinada a seguir.

Faye se volvió hacia ellos, presionando un dedo a los labios para ordenar que se
callaran, cuando un pensamiento atravesó su mente. Las celdas de la prisión. Cain había
escapado de allí a través de los túneles. Ella sabía que él y Robert habían estado en la
celda. No podría ser demasiado difícil de encontrar la entrada del túnel secreto.

280
Ella hizo un gesto de David y Kathryn para que la siguieran mientras corría en la
otra dirección, lejos de su habitación. Como nadie había cerrado actualmente en el
bloque de celdas, no esperaba que ningún guardia estuviera parado allí. Además, todos
estarían arriba, tratando de mantener a raya a los del clan Mississippi.

Con cuidado de no hacer ruido, Faye se volvió la esquina siguiente y llegó a la


entrada del pabellón. Ella se asomó dentro. Estaba vacío. Un suspiro de alivio se
apoderó de sus labios.

— Vengan.

David y Kathryn dudaron cuando vieron a lo que estaban entrando. Kathryn se


congeló.

— No tengas miedo. Hay una salida por allí. — Faye señaló a la celda que Robert
había ocupado. — Confía en mí. — Ella se acercó a la puerta y dio un paso dentro, casi
tropezando en el umbral. Miró hacia abajo y vio que la madera se había desgastado con
el tiempo y estaba suelta, creando un peligro de tropiezo.

Faye miró hacia atrás. Las puertas de las otras dos celdas estaban abiertas,
también, y detrás de la última era otra pequeña sala que los guardias usan para
suministros. Ella entró en la celda completamente y miró por encima hombro.

Vacilante, David y Kathryn la siguieron hasta la entrada de la celda y esperaron


allí, claro que tenía miedo a dar un paso en el interior oscuro. Faye no presiono
inmediatamente. Después de todo, tenía que encontrar el punto de entrada al túnel
primero de todos modos, y no había necesidad de que los dos esperaran dentro de la
celda que tan claramente temían hasta que se las había arreglado para localizar la
entrada del túnel.

— Esperen ahí, — les dio instrucciones y se puso a trabajar.

Metódicamente, sus manos recorrieron las paredes de la celda de la prisión,


sintiendo cada hendidura, cada ranura, poniéndolas a prueba, antes de pasar a la
siguiente sección. Ella sabía lo que estaba buscando: una serie de muescas que se ajustara

281
a sus dedos, lo que permite una cierta secuencia de presión que desbloqueara el
mecanismo para abrir el pasaje secreto. Sabía que tanto de las puertas en ella y en la
habitación del rey se abrieron de esa manera, y no tenía ninguna razón para creer que
éste funcionaba diferente.

Inhalando el aire viciado de la habitación, ella trató de mantener la calma. Correr


la conduciría a no darse cuenta de las hendiduras que necesitaba encontrar.

— ¿Estás segura de que hay una salida? — David susurró desde la puerta.

Faye lanzó una mirada por encima del hombro. — Sí, tiene que ser. — Cain la
había usado. Y si hubiera encontrado mientras sufría de amnesia, por lo que sabía.

Ella sintió su corazón latir en su pecho, batiendo rápidamente contra su caja


torácica. Los recuerdos de su propio sufrimiento a manos de un rey cruel resurgieron e
hicieron doble sus esfuerzos. Tenía que ayudar a estos vampiros. Nadie merecía a sufrir
como lo hicieron.

Su dedo índice se deslizó en una ranura. Ella se quedó inmóvil. Entonces su


pulgar lo encontró.

— Allí, — susurró para sí misma y apretó contra la pared de piedra, sintiendo


algo hacer clic. Ella dio un paso atrás, un sentimiento de logro ya se separaba dentro de
ella.

— Alguien viene, — David repente susurró.

Faye giró la cabeza y vio cómo David agarró Kathryn. Faye se precipitó hacia él,
pero él ya estaba arrastrando Kathryn hacia el otro extremo del bloque de celdas donde
se localizaban los suministros. Ante el sonido de pasos creciendo más fuerte, Faye se
congeló por una fracción de segundo. Ella estaba a punto de sumergirse después de que
David y Kathryn se ocultaron en la sala de suministro con ellos, cuando se acordó de la
puerta del túnel. Ella giró sobre su propio eje y vio que ahora estaba completamente
abierta. Cualquier persona entrando en la celda lo vería. Ella se sumergió de nuevo en
la celda, pero su pie atrapado en el umbral desigual y tropezó.

282
Llegando a sus manos, ella luchó para mantener el equilibrio, cuando la persona
que entro en el bloque de celdas la alcanzó.

Un brazo la tomó por la cintura y ella se echó hacia atrás.

— Qué suerte.

La fría voz en sus oídos le hizo congelar la sangre en sus venas.

— Abel, — se las arregló para hacerse eco, tirando de ella hasta estar de pie. Ella
rápidamente se volvió en su agarre, con la esperanza de bloquear su vista para que no
pudiera ver la puerta abierta del túnel.

Pero cuando vio su rostro, ella sabía que era demasiado tarde.

— Bueno, bueno, bueno. Así que esa es la forma en que salió.

El aliento de Faye enganchado. Las palabras de Abel sólo podían significar una
cosa. Él había sido el que había intentado matar a Cain. — ¡Fuiste tú!

Antes de que pudiera decir o hacer cualquier otra cosa, Abel empujó un frasco en
la boca y forzó el contenido en su garganta. El amargo líquido envió un choque a través
de su sistema, provocando un espasmo involuntario. Luego sus movimientos lentos y
aunque ella trató de empujar contra él y se negó a tragar, su cuerpo no seguía las ordenes
de su mente.

Se concentró, recogiendo toda su fuerza para enviar un mensaje mental para


Cain, pero no podía formar ningún pensamiento.

— Entendido, ahora, — fue lo último que oyó decir a Abel antes de que la
oscuridad la envolvió.

*****

283
— Oh, hola, ¿puedo ayudarle? — La voz de Maya cortó al vampiro de
Mississippi.

Cain entró en la cocina detrás de Victor y miró a su alrededor. Sólo Maya estaba
presente. Suspiró con alivio. Los dos vampiros a los que les quitaron los colmillos habían
desaparecido, al igual que cualquier evidencia de la operación que había tenido lugar la
noche anterior. El lugar tiene un aspecto impecable y limpio, una pizca de lejía todavía
en el aire. Al parecer, Maya había lavado el lugar hacia abajo para deshacerse de olor de
David y de Kathryn.

Victor se volvió hacia él y miró a la puerta donde estaban reunidos los demás,
lanzando al vampiro que se quedó allí una mirada molesta. Cain no tuvo que dar la
vuelta para ver con quién se estaba comunicando. Lee ya se había marginado a sí mismo
como ser leal a Abel, dando una pista a Victor en donde podía encontrar los dos
traidores.

— Bueno, parece que me equivoqué, — dijo Victor con calma y asintió con la
cabeza. — Vamos a estar en nuestro camino entonces.

Cain se hizo a un lado. — Un malentendido, estoy seguro.

— Esto no ha terminado.

— Por ahora.

Sin decir una palabra, Victor salió de la cocina. Tan pronto como él estaba fuera
del alcance del oído, Cain miró a Lee antes de emitir su orden a Gabriel. — Atenlo.

— Pero, Su Majestad...

Gabriel lo agarró y se lo llevó.

En cuanto a Maya, Cain preguntó: — ¿Dónde están?

— Faye está tratando de sacarlos de la propiedad.

— ¿Cómo? — Preguntó, su corazón ya tronando.

284
— Ella no lo dijo.

— ¡Joder! — Maldijo, adivinando lo que estaba planeando Faye. Ella iba a


sacarlos a través de los túneles.

¡Faye! él la llamó a través de su vínculo. Faye, ¿dónde estás?

Pero no hubo respuesta. No es de extrañar. Ella tenía que saber que estaba furioso
con ella por haber revelado el secreto mejor guardado del reino. Pero eso no era incluso
la razón de que su corazón latía como un martillo neumático: Faye estaba tomando un
riesgo al navegar por los túneles por su cuenta. Ella no sabría que salir a la superficie
todavía podía correr directo en las manos de los ciudadanos de Mississippi. Mientras
salían de la propiedad ahora, Cain estaba seguro de que tenían algunos de sus hombres
repartidos por el bosque para mantener vigilancia sobre ellos. Si no atraparon a Faye
tratando de pasar de contrabando a los dos vampiros sin colmillos, tendrían que
capturarla.

— ¡A la habitación de la reina, Gabriel, Eddie! — Ordenó y corrió de vuelta al


palacio. En el interior, él entró por la escalera de servicio y corrió por el pasillo como si
el sol estuviera en sus talones.

Mientras tanto, envió sus pensamientos a ella. Faye, no tomes los túneles. ¡Vuelve!
Es demasiado peligroso.

Pero no hubo respuesta.

No voy a estar enojado. Por favor, regresa.

Sin embargo, no hubo respuesta.

La puerta de la habitación de Faye se quedó abierta de par en par. Cain entro,


Gabriel y Eddie sobre sus talones. Estaba vacío. Sin un pensamiento para la
confidencialidad de los túneles, que tocaba el mecanismo para abrir la puerta oculta a la
vista de sus dos amigos. Tan pronto como se abrió la puerta, él apretó a través de él y
entró en el pasadizo.

285
— ¡Faye! — Le gritó a ella, su voz haciendo eco en el espacio confinado.

Aspiró profundamente. Sólo podía oler su propio aroma y el de Faye, lo que


indica que no hubo desconocidos entrado en el pasadizo secreto que conducía a los
túneles. Aturdido, se quedó paralizado mientras Gabriel y Eddie salieron al pasillo.

— ¿Qué? — Preguntó Gabriel.

Cain se volvió hacia él. — Ella no tomó esta ruta.

— ¿Entonces qué camino?

— No sé. — Él nunca había revelado las otras puertas secretas que llevaron a los
túneles, a pesar de que había planeado hacerlo una vez que ella fuera reina. Pero nunca
había tenido la oportunidad. — Ella no conocía a ninguno de los otros pasajes secretos.

— ¿Cuántos son y dónde?

— ¡Mierda! — Cain maldijo, de repente dándose cuenta de que ella conocía otra
entrada. — La celda. Le dije cómo me escapé de la celda. Ella debe estar usando esa
entrada del túnel. — Pero con un poco de suerte le llevaría un tiempo a encontrar el
mecanismo que abre la puerta. Frenándola y dándole la oportunidad de detenerla.

Gabriel y Eddie ya estaban saliendo de la habitación de la reina, Cain ahora


persiguiéndolos. Cain corrió más rápido, pasándolos en la próxima vuelta y corriendo
delante de ellos hacia el bloque de celdas. Él lo alcanzó instantes después.

La puerta de la celda donde él y Robert habían estado se encontraba abierta. Cain


se disparó al interior. Estaba vacío, pero un olor extraño se quedó. Le recordaba algo,
pero no podía poner su dedo en él.

Sus ojos se posaron en el lugar en el que la puerta secreta se ocultaba, pero estaba
cerrado. ¿Faye no había estado aquí todavía? ¿O había simplemente la cerro detrás de
ella para asegurarse de que nadie lo encontrara? Era el escenario más probable.

Desesperado por detenerla, Cain se acercó a la pared y puso su mano sobre el


mecanismo oculto.

286
— ¡Su Majestad, espera!

Giró y vio a David correr a la celda. Cain dio un suspiro de alivio. Faye no había
llegado al túnel todavía.

— ¡Oh, gracias a Dios! — Cain dejó escapar, casi con ganas de abrazar a David.
— ¿Faye? — Él miró más allá del más viejo vampiro para buscarla. — ¿Dónde está ella?

David bajó los párpados. — Alguien se la llevó.

El corazón de Cain se detuvo y dentro de él la bestia rugió. — ¿Quien? ¿Quién se


la llevó?

— Tu hermano. La oí decir su nombre.

— ¡Joder! — ¿Por qué no lo había llamado para pedirle ayuda? ¿Por qué no había
utilizado su vínculo telepático para comunicar que necesitaba ayuda?

Él contuvo el aliento tembloroso y con ella el amargo olor que estaba en el aire.
Lo reconoció ahora. — La poción de Wesley.

Miró fijamente a Gabriel y Eddie que ahora se agolpaban en la celda.

— Él la golpeó con la poción de Wesley.

Cain se volvió hacia la puerta secreta en la pared de piedra. — Tengo que salvarla.

287
Capítulo Cuarenta y Tres

A pesar de que Cain había sido capaz de averiguar qué rama del gran sistema de
túneles Abel había tomado siguiendo a su hermano y el olor de Faye, él había perdido
su rastro cuando surgieron en una zona boscosa cerca de tres kilómetros del palacio.

Cain maldijo y se volvió hacia John. El líder de la guardia del rey parecía agitado
y Cain sabía por qué.

— Abel habrá tenido tiempo suficiente por ahora para hacer que su carcelero
hiera a Nicolette, — dijo John, con los ojos suplicantes.

— Wesley puso el hechizo de protección sobre ella, ¿no?

John asintió con la cabeza. — Pero no tenemos ninguna manera de saber que
funcionó. Por favor, dame un par de los hombres, y déjame liderarlos. Wesley tiene su
ubicación. — Él se pasó una mano por el pelo oscuro. — ¿Y quién sabe? Tal vez Abel
está en camino allí mismo. Baltimore estaba custodiando a Nicolette cuando me llevaron
y, sabiendo que prohibiste a Baltimore en el palacio después de que él volviera, debo
asumir que Baltimore regresó allí de nuevo y relevo a sus hombres. Él es el confidente
más cercano de Abel. Si alguien sabe lo que está planificando Abel, entonces es
Baltimore.

A pesar de que Cain sabía que John diría cualquier cosa para hacer caso para un
rescate rápido de su amante, él no podía negar que John tenía un punto sobre Baltimore.
Si alguien sabía dónde Abel podría estar escondido, o dónde se dirigía, tenía que ser su
mano derecha.

Era la única pista que tenían. Faye aún no respondía a sus llamadas telepáticas y
tenía que asumir que ella estaba todavía inconsciente por la poción de Wesley, aunque
era extraño que la poción del brujo estaba teniendo un efecto tan duradero. Con los
vampiros a quienes les quitaron los colmillos la poción no había durado más de quince

288
minutos. La idea de que Abel tenía algo más que noqueada hizo un escalofrío en los
huesos de Cain. No quería pensar en lo que Abel podría haber hecho con ella.

— Vamos a hacer esto rápido.

Tardó veinte minutos antes de estar frente dos SUV oscuros dirigiéndose en los
pantanos. Uno de ellos llevaba Cain, John Wesley, y Eddie. Gabriel, Blake y Haven
viajaban en el otro. Thomas y Maya se quedaron atrás en el palacio para mantener el
orden y el control.

— ¿Thomas ha comenzado el interrogatorio a los guardia que indicaron a los


habitantes de Mississippi que los dos vampiros sin colmillos estaban en la cocina? —
Cain ahora preguntó.

Eddie asintió con la cabeza. — Él acaba de empezar.

— ¿Eso servirá? — Preguntó Wesley.

John, todo su cuerpo en espiral con la ansiedad, respondió en lugar de Cain, —


yo siempre he sospechado que Lee era leal a Abel. Lo más probable es que se les dijo del
escondite a David y Kathryn para causar problemas. De hecho, Abel sólo invitó a los
del clan Mississippi como una diversión. — Él buscó el contacto visual con Cain. — Y
para asegurarse de que puede reclamar el trono tan pronto como estuvieras muerto.

Cain asintió, inmediatamente entendiendo a lo que John hizo alusión. — Si


pudiera culpar a los ciudadanos de Mississippi por mi asesinato, habría guerra abierta,
y él se convertiría en rey al instante sin tener que esperar a que pase el período de luto
una vez más.

Wesley silbó entre dientes. — Que hermano agradable tienes.

— No podemos elegir la familia, — Cain estuvo de acuerdo. — Pero podemos


elegir a nuestros amigos.

— ¿Cuántos guardias más crees que están del lado de Abel? — Wesley, quien
conducía, le preguntó.

289
Cain se encogió de hombros. — Es difícil de decir. Simon seguro, pero está
muerto. Él fue el guardia en el bloque de celdas cuando Abel vino por mí y Robert. Pero
cuando nos escapamos a través de los túneles, Abel debió de darse cuenta de que tenía
que cubrir su rastro y no podía confiar en que Simon no lo delatara para salvar su propia
vida. Así que él lo mató.

— Lee es un cobarde, — agregó John. — Él va a denunciar a cualquier otro que


es leal a Abel. Vamos a limpiar la casa cuando regresemos.

Cain hizo una seña a John. — Yo no debería nunca haber dudado de ti.

Una triste sonrisa se dibujó en la cara de John. — Tenías todo el derecho a


hacerlo. Yo estaba comprometido. Entiendo ahora por qué el líder de la guardia del rey
nunca debe tener una familia. Por qué podría…

— No, — Cain interrumpió. — Todo el mundo tiene derecho a la felicidad. No


voy a negarte la tuya. Quiero que sigas siendo el líder de la guardia del rey. Y mi decisión
se mantiene. Voy a acabar con las viejas reglas. — Un montón de cosas cambiaría en su
reino pronto. Tan pronto como tuviera de regreso a Faye. Debido a que, sin ella, no
podía seguir adelante.

Hubo un silencio en el coche por un tiempo y todo lo que Cain podía oír era el
motor, la respiración de sus amigos, y su propio latido del corazón.

— Ya casi estamos ahí, — Wesley anunció y señaló a los GPS en el coche. —


Hay una curva en unos pocos cientos de metros. Vamos a tener que aparcar aquí, de lo
contrario vamos a arriesgarnos a ser vistos desde la cabaña.

— Para aquí, — Cain instruyó.

El momento en que el coche se detuvo, Cain abrió la puerta y saltó. Sus amigos
lo siguieron. Detrás de ellos, el segundo SUV se detuvo. Gabriel, Haven, y Blake
salieron.

— ¿Esta verdad? — Preguntó Gabriel, tirando el arma de la funda.

290
Wesley señaló un punto en la distancia. — La cabaña debe estar
aproximadamente cinco, seis cientos metros pasando la curva.

— Sugiero que nos separamos. Gabriel, lleva a Haven y Wesley aborden la parte
posterior. Asegúrese de que nadie se escape por ese camino. John, Eddie, y yo iremos
por delante.

— ¿Y yo qué? — Preguntó Blake.

— Te necesito quedándote con los coches y alertarnos si Abel se acerca. Su


Ferrari es color rojo es difícil pasar por alto. ¿Has programado todos nuestros números
de teléfono, como grupo?

Blake asintió. — Cualquier mensaje de texto irá a todos al mismo tiempo.

— Bueno, vamos a hacerlo. Y quiero a Baltimore vivo. Él no es bueno para


nosotros muerto. ¿Está claro?

Todos asintieron en silencio.

Con John y Eddie por su lado, Cain, entró por la espesura, evitando el camino
de tierra que conducía a la cabaña. Él piso con cuidado, evitando hábilmente las ramas
rotas que podrían hacer ruido que se oía en la desvencijada choza apenas visible a través
de los árboles. No era mayor de cinco por cinco metros, con un techo que,
probablemente, se filtrara y una puerta que podría ser pateada en por niño de cinco años.

Cain inhaló profundamente mientras se acercaba, tratando de determinar si Abel


había estado aquí últimamente. Pero él no podía oler ni el olor de su hermano ni de
Faye. Los diversos olores procedentes de los pantanos cerca eran demasiado fuertes. Y
sólo en un espacio cerrado habrían persistido olor de Abel o Faye. A la intemperie los
olores desaparecerían demasiado rápido.

Cain hizo una pausa por un momento, haciendo un gesto a Eddie y John a hacer
lo mismo, mientras esperaba a que Gabriel y los otros consigan su posición. Cuando vio
el saludo de Haven a él desde el lado de la cabaña, lo que indico que estaban listos, él
asintió con la cabeza a John.

291
Cain se dio cuenta de que aspiro una respiración profunda. Entonces los colmillos
de John extendidos y sacó su cuchillo de plata de su vaina.

— No lo mates, ¿me entiende? No importa lo que ha hecho, — Cain advirtió, a


sabiendas de que sería impredecible que John no hiciera ningún daño cuando llego a su
amante.

Furtivamente hasta la cabaña, Cain y sus amigos no hacían ruido. En la puerta,


se detuvieron por un momento. Cain escuchó sonidos desde el interior y oyó una voz
murmurando. Se concentró.

— ¡Joder, perra! Te voy a atrapar. — Fue Baltimore quien escupió las palabras
entre golpes fuertes.

Una mirada de pánico cruzó la cara de John, y una fracción de segundo más tarde
se abrió la puerta y cargaron hacia el interior. Cain estaba sobre sus talones, observando
como John apunto hacia Baltimore que se arrastra en el suelo, asomándose debajo de la
cama con un palo de escoba.

Baltimore estaba fijo sobre su espalda tan rápido, el cuchillo de John en su


garganta, que Cain apenas tuvo la oportunidad de entrar en la cabaña. Cain miró a su
alrededor, en busca de la mujer. Se agachó para mirar debajo de la cama. Pero no había
nadie, aunque el olor de un humano persistía.

— ¿Qué hiciste con ella? — John entre dientes, conduciendo la hoja de su cuchillo
de plata de media pulgada en la parte blanda debajo de la barbilla de Baltimore. La
sangre goteaba de la herida. — ¿Dónde está ella?

Baltimore le devolvió la mirada. — ¡Maldita bruja!

John gruñó.

Por el rabillo del ojo, vio a Cain sus amigos entrar en la cabaña.

— ¿Lo tienes? — Preguntó Gabriel.

292
Cain miró por encima del hombro, cuando John gritó una vez más. — ¿Qué
demonios le hiciste a ella?

— ¿Wes? — Cain miró al brujo. ¿Wesley había fallado otra vez?

Wesley se acercó. — El hechizo funcionó, que te estoy diciendo. Ella debe haber
escapado.

— ¡Voy a matarte, maldito hijo de puta, si le haces daño! — John gritó a


Baltimore, y luego miró a Wes. — ¡Y tú eres el siguiente!

Un movimiento de debajo de la cama de repente llamó la atención de Cain y giro


la cabeza a ella. Una rata salió corriendo y se fue directamente a John, saltando sobre
su muslo. John se balanceó sobre sus patas traseras, pero mantuvo el cuchillo en la
garganta de Baltimore donde continuó haciendo chisporrotear la piel del vampiro.

— Oh, mierda, — dijo de pronto Wes y se agachó. Se refirió a la rata.

Cain intercambió una rápida mirada con él. Entonces sus ojos se volvieron a la
rata. — Tienes que estar bromeando, Wes. ¿En serio?

Wes se encogió de hombros. — Vaya.

Cain le puso la mano sobre el hombro de John. — John, ella está bien. Nicolette
está segura. — Hizo un gesto a Haven y Eddie. — Aten a Baltimore.

Cuando los dos Scanguards hombres se encargaron de Baltimore, lo que obligó a


John a quitar el cuchillo de la garganta del vampiro, Wes alcanzó la rata, que seguía
sentada en el muslo de John.

— Vamos, Nicolette.

La rata volvió su cabeza a Wesley.

En incredulidad John se quedó mirando la rata, y luego a Wesley. — Oh, Dios


mío, ¿qué has hecho? — Dejó caer su mandíbula. — ¿Me estás diciendo que esto es
Nicolette?

293
Wes le lanzó una mirada tímida. — Lo siento, sólo un pequeño percance.

— ¿Percance? — John entre dientes, el asesinato en sus ojos. — ¡Convertiste a mi


mujer en una rata!

— Se mantuvo a salvo, sin embargo, ¿no?

— ¿Y ahora? Joder, ¿qué voy a hacer ahora?

Wes extendió la palma de la mano y la rata se acercó a ella. — No te preocupe.


Yo puedo regresarla. — Más silencio, agregó: — Yo creo.

— ¿Crees? — John se abalanzó sobre la bruja, pero Cain saltó en medio de ellos.

— Que trate.

Wesley puso la rata en su regazo y la mano en el bolsillo de la chaqueta. Él sacó


un pequeño frasco. — Esto debería funcionar.

— ¿Qué es? — Preguntó John, claramente desconfiado.

— Una especie de poción reversión. Hace que el último hechizo bajo el que
alguien está desaparezca. Ya sabes, como el botón de deshacer en un ordenador.

Cain rodo los ojos.

Wesley abrió el frasco y se dejó caer una pequeña cantidad sobre la rata. Un
momento después, aterrizó de espaldas. Una mujer de piel morena hermosa estaba
sentada en su regazo.

— ¡Nicolette! — John gritó y la arrebató de Wesley, tirando de ella en sus brazos.


Tenía sus labios en los de ella antes de que Cain pudiera siquiera parpadear.

— ¡Oh, John! volviste. — Las lágrimas corrían por el rostro de la mujer.

John presionó su cabeza contra su pecho y acarició su cabello. — Siempre, mi


amor. Yo siempre voy a volver por ti.

294
Cain se levantó. Estaba feliz por John, pero ahora llegó el momento de encontrar
a Faye. Se volvió a Baltimore, que ahora estaba atado a la estructura de la cama de
metal.

— ¿Dónde está Abel?

Baltimore escupió. — No lo sé.

Cain cortó con sus garras a través del rostro de Baltimore, dejando cortes
profundos. La sangre se filtraba de ellos, llenando la cabaña con el olor de la sangre de
vampiro. — Inténtalo de nuevo. ¿Dónde está él llevando a Faye?

— No lo sé

— Está mintiendo, — Nicolette interrumpido.

Cain giro la cabeza hacia ella. — ¿Qué sabes?

— Él recibió una llamada de teléfono hace un rato. Yo ya estaba en la forma de


una rata, por lo que no creo que pudiera oírlo.

El ritmo cardiaco de Cain se aceleró. — ¿Qué dijo?

— Sólo pude escuchar su lado de la conversación. Abel tiene que estar en algún
lugar en Nueva Orleans.

— ¿Dónde?

Nicolette negó con la cabeza, el arrepentimiento en sus ojos. — No sé. — Ella


hizo un gesto a Baltimore. — Él preguntó: “¿cuál?”, pero eso es todo lo que oí.

Cain sintió un nudo en su corazón con miedo por su compañera. Tomó a


Baltimore por la garganta. — ¿Dónde la mantiene?

— ¡Vete al infierno!

— ¡Tú primero!

Baltimore dejó escapar una risa malvada.

295
— ¡Hablas o voy a matarte!

— Tú me vas a matar de todos modos, incluso si hablo.

Cain se quedó mirando a su adversario, pero sabía que era el más fiel seguidor de
Abel que conocía a profundidad: una vez que divulgue lo que sabía, ya sea John o Cain
lo mataría.

— Está bien, hazlo a tu manera. — Se volvió hacia Gabriel. — Usar cualquier


método que mejor te parezca para hacerle hablar. Eddie se quedará contigo. El resto de
nosotros, nos vamos.

Cain miró a su alrededor y vio lo que estaba buscando. Tomó el teléfono celular
de Baltimore de la mesa. Luego sacó su teléfono del bolsillo y marcó el número de
Thomas. Residente genio TI de Scanguards respondió de inmediato.

— Thomas, ¿has sido capaz de rastrear el teléfono de Abel vía satélite?

— Todavía no. Él no lo ha utilizado en la última hora.

— Me aseguraré de que él lo haga. Espera. — Él dejó su teléfono y comenzó a


escribir un mensaje de texto en el teléfono celular de Baltimore. — Vamos a ver si
muerdes, hermanito.

296
Capítulo Cuarenta y Cuatro

Faye sintió lentamente su conciencia regresar. Un sabor amargo todavía estaba


en su boca y la hizo tener arcadas el momento en que tomó su primer aliento consciente.
Con él, el aire viciado llenó sus pulmones y el polvo forrando el interior de su nariz.

Sus ojos se abrieron de golpe y se levantó, pero algo la giro hacia atrás. Al mismo
tiempo, el dolor se disparó a través de sus muñecas. Para su horror se dio cuenta de que
ella estaba acostada sobre una gran losa de piedra, las muñecas y los tobillos
encadenados a ella con la plata, el único metal que un vampiro no podía romper. El
contacto con el material tóxico hizo quemaduras en la piel. Las ampollas ya habían
empezado a formarse alrededor de sus muñecas, aunque la piel de los tobillos por suerte
estaba protegido por sus pantalones vaqueros.

Ella miró a su alrededor, girando la cabeza tanto como pudo en su posición, y


examinaba sus alrededores. Estaba oscuro, pero su visión de vampiro no tenía ningún
problema para averiguar dónde estaba: en una cripta, encadenado a una piedra del libro
mayor, una gran piedra plana colocada encima de una tumba.

Tratando de calmarse, ella luchó para ser racional. Abel estaba a la vista, lo que
muy probablemente significa que él la había dejado aquí para pudrirse. Pero ella sabía
que Cain la estaría buscando. Tenía que ayudarle a encontrarla.

Ella tomó sus pensamientos y envío un mensaje mental para él. ¡Cain! Cain,
ayúdame.

Casi al instante sentía el calor reunirse en su mente y una voz le respondió.

¡Faye, mi amor! ¡Estás viva!

Ella suspiró un respiro de alivio. Cain había oído.

Yo estoy encerrada.

297
¿Dónde estás?

En una cripta.

¿Sabe dónde está?

Ella sacudió la cabeza. Abel me noqueó. No sé a dónde me trajo.

¿Puedes leer cualquiera de los nombres en las lápidas?

Estoy encadenada a uno. Ella miró a su alrededor una vez más, centrando sus ojos.
¡Oh, mierda!

¿Qué?

Su corazón tronó y sus palmas se sentían húmedas de repente. Hay espejos a mí


alrededor. No se había dado cuenta de ellos al instante, porque no se refleja en ninguna
de ellas, y ninguna luz brillaba sobre ellos.

Espejos, ¿qué demonios?

Se retorció sobre la losa. En todas partes, Confirmó.

¿Puedes encontrar algún nombre en absoluto? Tenemos que saber en qué cementerio estás.
Hay demasiados en Nueva Orleans.

Faye torció su cuerpo, retorciéndose, tratando de doblar a un lado para que


pudiera alcanzar su punto máximo en el libro mayor de piedra debajo de ella. Sus
muñecas quemadas por la plata, por lo que siseo de dolor. Pero no dejo que la detenga
de su misión. Tenía que averiguar dónde estaba.

¡Faye! ¡Por favor!

Las lágrimas saltaron a sus ojos, pero ella los tragó y desplazándolas más hacia
el lado, dejando al descubierto una parte de la losa. Ella centró sus ojos.

M, pensó. Un nombre que empieza con M.

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Ella contuvo el aliento, retorciéndose aún más. Lun Ella exhaló bruscamente.
Montana Eso es todo lo que puedo ver.

Luego se relajó de nuevo en la losa y sus ojos vagaron por la pared hasta el techo.
Su corazón se detuvo.

— ¡Oh, Dios, no!

¡Tienes que darse prisa, Caín! ¡Tienes que encontrarme! Hay un agujero en la pared y otra
en el techo. Cuando sale el sol, brillara directo sobre mí.

Y los espejos harían absolutamente seguro de que cualquier rayo que entrar en la
cripta la golpeara, sin importar en qué ángulo que entró. El sol no tendría que estar en
su punto máximo para hacer daño.

¡Oh, Dios!

— Bueno, hola, mira quién está despierta. — La voz amenazante de Abel vino
de detrás de ella.

Faye torció la cabeza y lo vio salir de detrás de uno de los espejos. Ella hizo una
nota mental de que la salida tenía que estar detrás de él.

La risa que rodó sobre sus labios la heló hasta los huesos y la hizo temblar. Y la
forma en que estaba vestido le hacía parecer como el diablo. Estaba revestido de Kevlar
de arriba a abajo, sus manos cubiertas de guantes de cuero oscuro, sus pies con botas
pesadas. En una mano llevaba un casco de moto con un escudo polarizada.

— Parece que el brebaje del brujo es más potente cuando se ingiere.

— Abel.

— Sí, Faye. Soy yo, pero entonces lo sabía todo el tiempo, ¿no? Nunca confiaste
en mí.

299
Estaba en lo cierto. En el fondo ella nunca había sido capaz de confiar en él,
aunque hasta el regreso de Cain nunca había hecho nada para merecer su vacilación a
abrirse a él.

— Cain te va a matar.

— Estaría decepcionado si no lo intentara. Ahora, vamos a ver si Cain te ama


más que a su reino.

*****

El nombre parcial que Faye le había dado sólo podía significar una cosa. — Ella
está en la cripta de Montague. Cripta de nuestra familia. Tiene fácil acceso a la misma.

Cain miró por encima del hombro a Haven quien se sentó en el asiento trasero.
Wes estaba conduciendo. Blake estaba montando en el segundo SUV con John y
Nicolette. Se habían separaron y conducidos hacia diferentes sectores de Nueva Orleáns
para cubrir un área tan grande como sea posible una vez que se enteraron de la posición
de Abel. Pero Thomas no había sido capaz de localizar el teléfono celular de Abel. Él
no ha respondido al mensaje de texto que Cain había enviado desde el teléfono de
Baltimore, probablemente adivinando que su siervo ya había sido atrapado.

— ¿Dónde está eso? — Preguntó Haven.

— Cementerio St. Louis número 3. Es en Esplanade Drive, justo al sur del Parque
de la Ciudad. — Miró el reloj del salpicadero. — Tenemos menos de veinte minutos
hasta la salida del sol. ¡Voy a conducir, Wes!

Cain tomó el volante y le indicó a Wes cambiar asientos con él. A través de la
abertura entre los dos asientos delanteros Wesley se apretó en la parte de atrás, mientras
que Cain atasco el pie en el pedal del acelerador y se deslizó en el asiento del conductor.

300
Conocía esta ciudad mejor y, en este momento, cada segundo contaba. Tenían que llegar
a Faye antes que el sol tuviera la oportunidad de brillar en la cripta.

— Llama a John y haz que nos encontraremos allí. Él conoce la cripta. Dile que
Abel abrió un agujero en el techo y la pared y encadeno a Faye a una tumba justo debajo
de él. — La idea de lo que le pasaría a ella si él no llegó a tiempo envió un escalofrío
recorrer su cuerpo.

— ¡Mierda! — Haven maldijo. — Pendejo de mierda. — Él sacó su teléfono y


llamó John. — John escucha, tenemos la ubicación de Faye. Reúnete con nosotros...

Cain no escucho el resto de la conversación, porque su propio teléfono celular


comenzó a sonar. Miró la pantalla. Abel, dijo.

Él contestó. — Tú…

— Oh, por favor ahórrame las acusaciones. No tenemos tiempo para eso. Tienes
unos quince minutos para rescatar a tu preciosa Faye, así que vamos a ir al grano.

Cain dio una patada al pedal del acelerador hacia abajo más lejos, lo que acelera
el coche a una velocidad de más de ochenta kilómetros por hora en el casi desierto Lago
Pontchartrain Causeway. A ambos lados de la carretera era sólo agua.

— ¿Qué quieres? — mordió en el teléfono.

— Sabes lo que quiero. Mi reino. Se suponía que iba siempre a ser el mío.
Estuvimos de acuerdo en eso cuando nos deshicimos del viejo rey.

Cain recordaba muy bien que este había sido el plan. — La gente no te quiere
como su rey. Ellos me eligieron en su lugar.

— Debido a que jugaste al héroe. Pero esta vez no llegaran a elegir. Yo voy a ser
rey. Y te vas a asegurar de ello. O Faye se quema hasta la muerte. ¿Es eso lo que quieres?

— Le haces daño a un pelo en la cabeza y yo…

301
— Sí, sí, sí. Oí todo antes. ¿Qué estás tratando de hacer, llevarme a la muerte? —
Una risa malvada llegó a través de la línea. — Ahora escucha con atención. Vas a poner
a todos sus hombres frente a los jardines del palacio al instante. Eso incluye a todos los
miembros de tu guardia personal. Llámame cuando esté hecho.

— ¡Debes estar loco! Los ciudadanos de Mississippi se encuentran todavía en la


zona. Salir sería dejar el palacio sin defensa.

— Pero ese es el punto, ¿no es así? Se llama matar dos pájaros de un tiro. Victor
conseguirá lo que viene a él. Y no juegues ningún juego, o voy a jugar juegos con tu
novia. Tengo a alguien viendo el palacio para asegurarme de que cumples.

Un clic en la línea confirmó que Abel había desconectado la llamada.

— Mierda, — Cain maldijo. ¿Por qué su hermano quería el palacio vulnerable al


ataque de los de Mississippi? Él tenía que saber que iban a hacerse cargo el momento en
que los guardias se habían ido. Pero no podía preocuparse de lo que Abel había querido
decir con su comentario críptico sobre el líder del clan de Mississippi. Faye era más
importante que su reino.

— Lo escuché, — confirmó Haven. — Haz lo que él dice. Nos va a comprar un


poco de tiempo. ¿Cuánto tiempo más hasta el cementerio?

— Cinco minutos.

— Voy a llamar a Thomas, — dijo Haven. — Wes, será mejor que tengas a algún
hechizo para ayudarnos.

*****

El cementerio aún yacía en la oscuridad, pero en el horizonte Cain ya podía ver


el nuevo día amanecer. Saltó del coche.

302
— Debe haber equipo de protección en la parte de atrás, — él llamó a Haven y
abrió el maletero. Haven corrió a su lado y juntos saquearon los elementos a su
disposición: una chaqueta oscura, una sudadera con capucha y guantes.

— Mierda. — Miró a Haven. — Vas a tener que quedarte aquí. Necesito la


chaqueta para Faye.

Cain se puso la capucha, le arrebató la chaqueta, y se deslizó en los guantes,


mientras que ya estaba caminando hacia el cementerio, sus ojos buscando la SUV de
John. Pero aún no había llegado. Cain se disparó por el camino principal. No había
estado aquí en varias décadas, pero recordaba la ubicación de su cripta familiar también.

La cripta, que se parecía a una pequeña capilla desde el exterior, se sitúa en el


extremo más alejado del cementerio, sus paredes unos buenos doce metros de altura y
rodeado por una verja de hierro fundido para evitar que los vándalos desfiguraran las
piedras.

Faye, estoy aquí.

Su respuesta llegó un momento después. Deprisa, el sol, puedo sentirlo en aumento.

Cada vampiro tenía ese mismo sentido, un instinto de supervivencia. Envía una
señal de alarma a través del cuerpo de Cain ahora, haciéndole saber que en un momento
el sol infringiría el horizonte y los primeros rayos convertirían la noche en día.

¡Cuidado! Abel está cerca.

La advertencia de Faye llegó justo a tiempo. El sonido del motor de una


motocicleta salió de detrás de la cripta. La cabeza de Cain se volvió a ella y vio una
figura oscura en la bicicleta, navegar a través de la ruta estrecha entre la cripta Montague
y la tumba a su izquierda. Cain cargo por el camino de la motocicleta, que se enfrenta
cara a cara como el piloto, cuyo rostro estaba oculto detrás de un casco, trató de
conseguir más allá de él.

Cain tomó el manillar y tiró a un lado, por lo que la moto perdió su paso en la
grava debajo de las ruedas. Si bien la rueda delantera de la moto se estrelló contra la

303
pierna de Cain, empujándolo al suelo, el motociclista se precipitó hacia él, aterrizando
en el pecho de Cain.

A pesar del disfraz, Cain pudo identificar el aura de su hermano.

Cain bloqueo el primer golpe de su hermano con el antebrazo, y luego le dio una
patada fuera y rodó hacia un lado, saltando a sus pies en el mismo movimiento. Se dio
la vuelta para enfrentarse a él, pero Abel se había levantado de un salto con la misma
rapidez. Siempre había sido ágil. Cain cargo hacia él, abordando y golpeándolo contra
la valla de hierro forjado que rodea a la cripta. El hierro gimió bajo el impacto,
golpeándolo un poco.

Abel gruñó y luchó de nuevo, con los puños volando a la cara de Cain sin
protección, golpeando su cabeza de lado y haciendo sus vértebras un crack audible. Abel
aprovechó el tiempo que esto le compró para empujarse a sí mismo lejos de la valla. Pero
Cain se contuvo rápidamente y aterrizó un gancho debajo de la barbilla de Abel, la única
parte de la cabeza que no estaba protegido por su casco.

La cabeza de Abel azotada de nuevo por sólo un instante, el golpe de Cain no


hizo ningún daño. Furioso, Cain se dirigió al cuello de su hermano, pero los guantes
impidieron a sus garras cortar en la parte de carne de Abel que fue expuesto. Su parte
superior del cuerpo estaba protegido demasiado bien. El chaleco de Kevlar pesado era
prácticamente impenetrable.

Cain tomó el cuchillo de su cinturón cuando un golpe en el hombro lo lanzo a un


lado. Un rayo de sol golpeó su rostro ese instante y lo hizo gritar de dolor. Girando de
nuevo a Abel y dando la espalda a la salida del sol, por fin agarró el cuchillo y lo sacó
de su vaina. Apuntó bajo.

Mientras conducía su cuchillo al muslo de Abel, su hermano arrancó la capucha


de la cabeza de Cain, exponiéndolo al sol. Sintió el calor como si alguien estaba
apuntando un lanzallamas en él.

El aroma de la sangre de Abel y el pelo en llamas de Cain se mezclaban.


Apretando la mandíbula, la mano de Cain se sacudió, tratando de manejar el cuchillo

304
debajo de la barbilla de Abel, pero el brazo de su hermano le bloqueó justo antes de
llegar a su objetivo.

¡Caín! ¡El sol! ¡Ayúdame!

El grito mental de Faye pidiendo ayuda atravesó la cabeza.

— ¡Nooooo! — Gritó.

Un segundo más tarde, el puño de Abel golpeó el cuchillo de la mano de Cain.

— ¡Ayúdame! ¡Cain! — El grito ahogado de Faye ahora vino de la cripta.

No tenía otra opción. Tenía que salvar a Faye. Abel también lo sabía, si la risa
malvada detrás de su casco era cualquier cosa cerca.

Matar a su hermano tendría que esperar. Cain se liberó del agarre de su hermano
y corrió junto a él, saltando a sí mismo sobre la puerta de hierro.

La cerradura de la cripta estaba rota. Él la abrió y cargo en el interior. Luz ya


estaba entrando desde el agujero en el lado del edificio que daba a este. Golpeó los
muchos espejos alineados a lo largo de las paredes de la cripta.

— ¡Faye!

Faye yacía sobre una losa de piedra en medio de ella, tratando de retorcerse lejos
de los rayos del sol ya golpeándola. Pero las cadenas alrededor de sus muñecas y tobillos
le impedían moverse.

Su mirada se disparó a él. — ¡Caín! — Las lágrimas corrían por su rostro y el


dolor era evidente en su rostro.

— ¡Oh, Dios, no!

Corriendo hacia ella, se dio cuenta con horror de que en su lucha Abel había
perdido la chaqueta que había traído para ella. Él no tenía nada con que cubrirla. Se
sacó su sudadera con capucha oscura fuera y lo arrojó sobre ella, tapándole la cara y
parte superior del torso lo mejor que pudo.

305
Pero los rayos del sol siguieron brillando en ella, lastimándola. Del mismo modo
que el sol empezó a quemar su propio cuerpo. Sin embargo, él no podía pensar en sí
mismo ahora. Él tenía que rescatar a Faye.

— ¡Espera, cariño! — Le gritó a ella cuando él pateó la pierna contra uno de los
espejos, rompiéndolo en mil pedazos.

— ¡Cain!

Sus gritos continuaron, el olor de la carne quemada y el pelo cada vez más fuerte
ahora, mientras apuntaba al próximo espejo y se estrelló en uno también. Sintió sus
movimientos más lento cuando él destruyó el tercer espejo, pero no podía renunciar. Él
salvaría Faye o moriría en el intento.

Su siguiente patada apenas rompió el espejo. Su fuerza estaba drenándose de él a


medida que más y más de su cuerpo cubierto de ampollas y comenzó a arder.
Reconociendo que su propia vida se perdió, un solo pensamiento contaba ahora: tenía
que mantener a Faye viva el tiempo suficiente hasta que sus amigos llegaran a ayudar.

Con sus últimas fuerzas, corrió hacia el centro de la cripta y saltó sobre ella,
cubriéndola con su cuerpo para protegerla del sol.

— Te amo, Faye. Yo siempre te amaré.

Las lágrimas ardían en sus ojos y dolor irradiado por la espalda mientras tomaba
el peso de los rayos del sol.

La oscuridad de repente cayó sobre la cripta, y sabía que su final estaba cerca. Él
iba a morir en sus brazos.

— Cain, — ella sollozó.

Todavía sentía su cuerpo bajo el suyo, aún se escucha su latido del corazón,
sentido su respiración. Pero sabía que en unos momentos iba a convertirse en cenizas y
ella no tendría una mayor protección contra el sol. Sólo una esperanza se mantuvo: que
había un cielo para los vampiros, y que se reunirían allí.

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— ¡Oh, mierda! — Una voz masculina penetró la neblina en su mente.

Cain trató de centrarse en ella, dándose cuenta de que conocía la voz.

— ¡Cain! ¡Joder, te ves como una mierda!

Involuntariamente, Cain levantó la cabeza y se volvió en dirección a la voz. Una


visión borrosa de Blake cayó corriendo hacia él.

¿Estaba delirando?

Entonces una mano le tocó el brazo. — Tranquilo, tranquilo, — dijo Blake. —


Te tenemos. Está todo bien.

Los ojos de Cain se adaptaron, y de repente se dieron cuenta de que ya era de


noche en la cripta. Sin la luz del sol entrando.

— ¿Qué pasó? — Se ahogó. Debajo de él, Faye respiraba con dificultad, y


rápidamente se apoyó en sus rodillas para tomar su peso de encima, Blake lo ayudo en
su estado debilitado.

— Nicolette y yo nos las arreglamos para tirar una lona sobre los agujeros. Wes
ayudó con un hechizo porque el edificio era demasiado alto para que nosotros lleguemos
a la azotea.

Mirando hacia arriba, Cain vio que, efectivamente, los dos agujeros, el uno en el
techo y el otro en la pared de enfrente estaban cubiertas de algo oscuro. Aliviado, se puso
la capucha que cubría la cara de Faye. Su piel era de color rojo y cubierto de quemaduras,
desgarros rosas bordearon sus ojos, pero sus ojos se encontraron, y él lo sabía entonces
que todo iba a estar bien.

— Cain, — murmuró. — Viniste para mí.

— Siempre.

Entonces volvió la cabeza a Blake. — Gracias.

307
La puerta se abrió, y dos personas más entraron: Nicolette y Wesley. Cerraron la
puerta detrás de ellos.

— Parece que necesitan sangre, — afirmó Wes. — Como yo lo veo, tienes tres
donantes dispuestos aquí. Elige tu opción.

Cain trató de incorporarse, pero todo su cuerpo se estremeció. Blake puso su


brazo alrededor de él para sostenerlo.

— ¿Puedes conseguir algunas herramientas para sacar esas cadenas fuera de


Faye? — preguntó Cain, sabiendo que ella estaba todavía en el dolor debido al contacto
continuo de la plata con sus muñecas.

— Ya estoy en ello, — confirmó Wes. — John está conduciendo el coche por la


puerta principal y acercarla. Él va a traer un cortador para la cadena.

Cain asintió. — ¿Y Abel?

— Lo vimos manejar una motocicleta. Haven lo está persiguiendo en coche.


Pero…

El repique del teléfono de Cain lo interrumpió. Cain sacó de su bolsillo y miró la


pantalla. Él lo golpeo ligeramente. — ¿Thomas?

— ¿Faye está segura?

— Sí.

— Bueno, entonces espero que no te importe que vayamos a defender tu reino


ahora.

— ¿Están los ciudadanos de Mississippi atacando?

— Sí, pero no están sólo atacándonos, también están atacando a su propio líder:
Victor.

Al instante las palabras de Abel volvieron a Cain. — Oh, Dios, eso es lo que Abel
quería.

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— ¿Qué?

— Abel tiene a los guardias de Mississippi en el bolsillo. ¡Tienes que salvar a


Victor!

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Capítulo Cuarenta y Cinco

Cain miró por encima de las cabezas de sus súbditos y otros invitados que estaban
reunidos en el gran salón de baile del palacio y llevo la copa de sangre a los labios,
tomando un sorbo. Una sensación de alivio y felicidad lo llenaba mientras observaba a
sus compañeros vampiros y los pocos humanos más un brujo mezclarse y, finalmente,
relajarse después de las horas de tensión de la noche anterior.

Junto a él, Victor, el rey del clan Mississippi dejó el vaso vacío en una mesa
cercana. — Estoy muy agradecido contigo y tus hombres por salvar mi vida.

Cain lo miró, inclinando la cabeza por una fracción. — Me alegro de que Thomas
fue capaz de actuar con tanta rapidez.

Victor negó con la cabeza. — Todavía no lo puedo creer. Mis propios hombres.
Tu hermano logró infiltrarse guardias en mi propia guardia real y convencerlos de que
me maten.

— Su codicia por el poder no tenía límites. Él pensó que podría tomar ambos
reinos en un solo golpe, deponiéndome al obligarme a retirar los guardias que eran leales
a mí, entonces permitir tomar el palacio con sus hombres, antes de que tus hombres te
mataran.

Victor frunció el ceño. — ¿Crees que era su plan desde el principio, cuando me
invitó a venir? Habló sobre las negociaciones de paz.

Cain se burlaba. — Mi hermano nunca fue alguien de paz, aunque sí creo que
había planeado las cosas de manera diferente. De lo que John me dijo, yo sé que él tenía
la intención de fijar mi asesinato a ti y tu clan, incitando así una guerra abierta...

—... durante el cual mis guardias me apuñalarían por la espalda.

— Precisamente, — Cain concluyó.

310
— Así que ¿por qué no seguiste las órdenes de Abel para retirar todos tus hombres
desde el palacio?

— Lo hice. — Hizo un gesto a Thomas que estaba de pie en la multitud hablando


con Eddie y John. — Pero me temo que algunas personas simplemente no saben cómo
ejecutar una orden directa.

Victor se echó a reír. — Yo llamaría eso insubordinación.

— ¿He oído insubordinación? — Gabriel se acercó a ellos. — No hace mucho


tiempo yo sabía que alguien que no podían recibir bien las órdenes.

Cain dio al jefe de Scanguards una sonrisa de lado. — Esto se debe a que alguien
no tiene la intención de seguir órdenes, pero si darlas.

Victor asintió a Gabriel. — He oído que eres el que mató a Baltimore. Supongo
que no lo podías romper.

— Oh, nosotros lo rompimos. Es por eso que Thomas tomó algunos de los
guardias y se escondió en el palacio con ellos. Él sabía que algo iba a bajar.

Aunque Gabriel no dijo que Cain sabía que Thomas había tomado un par de
guardias leales y se ocultó en los túneles con ellos para estar listo para entrar en el palacio
de nuevo una vez que sabía Faye estaba a salvo.

— Una vez que tuvimos toda la información que necesitábamos de Baltimore, no


había ninguna razón para mantenerlo con vida, — agregó Gabriel.

Cain se volvió hacia Victor. — Baltimore confirmó el plan de Abel y la forma en


que estaba tratando de manipular en una acción hostil dejándote saber que se habían
refugiado dos de sus miembros de tu clan aquí. — Él tomó una respiración profunda. —
Lo que me lleva a un tema que hay que discutir.

Victor levantó la mano, interrumpiéndolo. — Antes de continuar, permítanme


decir esto. No justifico el quitar los colmillos de los vampiros. Está por debajo de mí.

— ¿Entonces por qué lo hiciste?

311
— Si se me permites explicar algo primero, por favor.

Cain asintió.

— Mi viejo rey no era mucho mejor que el tuyo. Muchos de nosotros habíamos
tenido suficiente de él y de sus crueldades. Así que decidimos deshacernos de él. Fui
elegido para sucederle. Pero eso no quería decir que las crueldades terminaron. Aún hay
facciones dentro de nuestro clan que siguen los pasos del antiguo rey. En cuanto a
quitarles los colmillos a esos dos individuos desafortunados: No fue culpa mía. Al
parecer, los guardias que Abel puso de su lado se encargaron de hacer esa carnicería a
esos dos vampiros.

Sorprendido por la revelación, Cain levantó una ceja. — ¿Estás diciendo que no
pediste eso?

Victor negó con la cabeza.

— ¿Entonces por qué estabas exigiendo que te entregue a David y Kathryn?

— Yo los necesitaba para decirme quien realizó este acto de barbarie a ellos.
Necesitaba encontrar a los traidores en mi reino. Pero yo no podía confiar en nadie, así
que me fui junto con la farsa y llame a David y Kathryn traidores. Siento haber tenido
que engañarte. Espero que esto no se interpondrá entre nosotros cuando negociamos la
paz.

Cain dejó el vaso y le ofreció la mano. — Espero con interés nuestras


negociaciones.

Victor sacudió la mano y se inclinó. — De la misma manera. Ahora, si me


disculpan, me gustaría dar las gracias personalmente al hombre que me salvó la vida.

Una vez que Victor estaba fuera del alcance del oído, Cain se dirigió a Gabriel.
— ¿Algo nuevo?

312
Con un movimiento de arrepentimiento de su cabeza, dijo Gabriel, — Lo siento.
Lo perdimos. Abel conoce la ciudad mejor que Haven. Haven nunca tuvo una
oportunidad de atraparlo.

Cain apretó la mandíbula, tratando de no dejar que este fracaso estropeara su


estado de ánimo. — Un día voy a atraparlo y hacerle pagar por lo que hizo.

— Si valora su vida, él nunca va a cruzarse en tu camino de nuevo, — dijo Gabriel


y le puso la mano en el antebrazo de Cain. — Trata de olvidar lo que no se puede
cambiar. — Miró a un lado de donde Faye se estaba acercando. — Tienes una vida
maravillosa por delante de ti. No dejes que el odio envenene tu felicidad.

— No lo haré, — prometió Gabriel y caminado a Faye, abriendo los brazos y


envolviéndola en un abrazo. — Mi reina.

Faye parecía deslumbrante en su vestido largo de color rojo sin tirantes, el mismo
vestido que había llevado en su sueño.

— Mi rey, — respondió ella, sus labios a pocos centímetros de los suyos.

— Creo que es hora de irse.

Faye se río entre dientes. — No puedes salir de tu propia fiesta de bienvenida a


casa tan pronto. Tus súbditos vinieron expresamente a verte.

— Yo soy el rey. Puedo salir cuando quiera. — Él la tomó en sus brazos.

— ¡Cain! Bájame. Todo el mundo está mirando.

Cain miró a la multitud y se dio cuenta de cabezas girando. — No me importa.


— No importaba lo que pensaba todo el mundo de él tomando a su compañera y
sacándola de la sala de baile. Lo único que importaba era que él quería estar a solas con
ella ahora.

Ambos habían sanado gracias a Blake y la sangre de Nicolette, y ahora era el


momento de renovar su amor.

313
Cain dio una patada la puerta de su habitación cerrándola detrás de él y llevó sus
labios a los de Faye. — Tuve un sueño.

— ¿Sí?

Él la llevó a la cama y se detuvo frente de ella. — Llevabas este vestido, pero no


llevabas nada debajo.

Una risa suave rodó sobre sus labios. — Mi amor, tienes una imaginación muy
mala.

— ¿La tengo? — Él la acostó en las sábanas frescas. — ¿O tengo una esposa muy
mala?

Faye bateó sus pestañas hacia él. — Tal vez deberías investigar esta afirmación
tuya.

Cain arrancó la corbata de lazo abierto y la tiró al suelo, y luego se sacó la


chaqueta de la cena de los hombros. — Sí, tal vez yo debería, — respondió en broma.
— Tan pronto como me libre de mi ropa.

Sus ojos lo miraron cuando él se liberó de su camisa. — Siempre he amado que


te desnudez para mí.

Cain se encontró sonriendo hacia ella mientras abría el botón de sus pantalones
y deslizó la cremallera hacia abajo. — Es curioso, en mi sueño yo era el que dice eso. —
Él salió de sus zapatos y sacó sus calcetines, antes de dejar caer sus pantalones.

Los labios de Faye se abrieron en una respiración mientras ella dejó que sus ojos
se extienden sobre su cuerpo casi desnudo. Cain bajó la mirada a sus calzoncillos bóxer.
El contorno de su erección era claramente visible debajo de la tela negra. Levantando
los párpados una fracción, la miró.

— ¿Quieres quitarme estos, también?

Sus ojos brillaban con lujuria sin disfraz. — No juegues. Muéstrame lo que quiero
ver. — Sus manos lo alcanzaron. — Déjame sentirte.

314
Cain metió los pulgares bajo sus calzoncillos bóxer y los empujó hacia abajo
lentamente, observando con deleite cómo el pecho de Faye se levantaba y cómo sus
pezones se endurecieron bajo la tela de seda fina de su vestido.

El aire frío se colaba contra su polla cuando finalmente se libró de la última pieza
de ropa y se puso delante de ella completamente desnudo. Su pecho se levantó con cada
respiración, y su corazón bombeo más sangre en su polla, por lo que su punta estaba
ansiosa hacia arriba, inclinándose hacia su ombligo.

— ¿Es eso lo que quieres, mi reina insaciable?

Faye abrió la boca más ancha. Colmillos ahora se asomaban desde sus encías
superiores, descendiendo lentamente a su cuerpo entero. Él nunca había visto un
espectáculo más erótico.

— Ahora muéstrame si mi sueño era correcto, — exigió.

Ella acarició provocativamente por su torso. En la mitad de su muslo junto la tela


en sus manos y la puso más arriba, revelando por primera vez sus pantorrillas, luego sus
rodillas.

— Más, — exigió, su voz ahora sonaba ronca.

Ella obedeció en silencio y empujó la tela arriba. Sus muslos desnudos


aparecieron a la vista. Ella extendió sólo un poco, y luego avanzó la tela sobre sus
caderas, revelando el tesoro debajo.

La boca de Cain se secó. Al igual que en su sueño, ella estaba desnuda. Un nido
de pelo oscuro era lo único que conservó su sexo. Levantó la cabeza y se conectó con su
mirada.

— ¿Satisfecho? — Murmuró.

— En un momento ambos vamos a estarlos, — prometió y se apoderó de su


vestido.

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Ella le ayudó a tirar de ella sentándola, antes de presionarla de nuevo en la cama.
Se acercó a ella empujó sus muslos más lejos con su rodilla para hacer espacio para sí
mismo.

Cuando sintió sus brazos venir a su alrededor y tirar de ella, sabía que el mundo
estaba correcto de nuevo. Sin una palabra, ajustó el ángulo y la penetró.

Un gemido salió por encima de sus labios, rebotando contra el suyo.

— Yo casi te perdí. Nunca he estado tan asustado en toda mi vida, — confesó


Cain y rozó sus labios contra los suyos.

— Estaba tan asustada cuando me quedé allí atada a esa tumba. Pero cuando
escuché tu voz en mi cabeza, me dio fuerza. — Su mano acariciaba su nuca, haciéndole
estremecerse de placer.

— Voy a mantener a salvo ahora, mi amor. Como te prometí hace mucho tiempo.

Cain presionó sus labios a los de ella y la besó. Sus caderas comenzaron a
moverse en sincronía con el cuerpo de Faye, empujando, entonces, retirando, entrando
y saliendo de su hendidura de seda, que se conectó con ella. Su vínculo los había salvado
a ambos. Sin ella no la habría encontrado a tiempo. Los había hecho más fuerte.

El fuego entre ellos estaría siempre quemándolos vivos, al igual que lo hizo ahora
cuando sus movimientos se hicieron más urgente, más exigente, y la necesidad de
intimidad final estaba en su punto más alto.

Cain jaló sus labios de los de ella y dejó que sus colmillos emergen, mientras
conducía su polla dentro de ella con empujes implacables y sus muslos lo encarcelaron
en su centro. Los ojos de Faye brillaban de color rojo, al igual que los de él. Ellos fueron
impulsados tanto por sus necesidades más primarias ahora. Sólo una cosa podría agregar
al placer que ya corría por su cuerpo y dejándolo débiles.

— ¡Muérdeme! — Exigió y hundió sus colmillos en el hombro, ofreciéndole su


cuello.

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El momento en que los colmillos de Faye se condujeron en su carne, Cain se
estremeció violentamente. Un rayo tan fuerte como mil relámpagos cargo a través de su
cuerpo y en la punta de su polla. Él explotó.

Mi amor, mi reina, mi vida.

Una ola lavo en su contra, y él sabía que era el orgasmo de Faye como cresta
ahora.

Mi amor, mi rey, mi vida, Ella respondió.

Ella era todo lo que iba a necesitar. No importa lo que le pasó a su reino en el
futuro, siempre y cuando tuviera a Faye, él sería feliz.

Fin

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