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Nociones de versificación

El verso es la unidad rítmica constituida por una serie métrica de sílabas. El


conjunto de versos que integran una serie se llama estrofa. A veces los poemas constan
de una serie indefinida de versos, es decir que no se organizan en estrofas sino en
tiradas –tal es el caso de los romances-. La versificación es regular cuando los versos
mantienen la misma medida, e irregular cuando la métrica difiere de un verso a otro. Por
ejemplo:
El sol en los azulejos (8) Sobre el sitio baldío, (7)
de la torre punza y arde (8) verde, (2)
y, abrasada de reflejos, (8) el cielo de las cinco (7)
es un incendio la tarde. (8) plateado en una extática dulzura., (12)
Pabón Suárez de Urbina Juan L. Ortiz

Se entiende por medida el número de sílabas de que consta un verso. Para


determinar la medida es necesario conocer el acento de la palabra que cierra la unidad
rítmica -en el caso de los versos en lengua castellana, estos se acentúan en la penúltima
sílaba, es decir, terminan en palabra grave-. Las licencias poéticas son los recursos
fónicos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de medir los versos. Se trata del
acento final, la sinalefa, el hiato, la diéresis, y la sinéresis.

Acento final: Si el verso termina en palabra grave no hay diferencia entre el


cómputo fonético y el métrico
Setenta balcones hay en esta casa, (12)
Baldomero Fernández Moreno
Si el verso termina en palabra aguda, ésta vale por dos, por lo tanto se le añade
una sílaba. En el siguiente verso contamos once sílabas gramaticales, pero doce sílabas
fonéticas:
setenta balcones y ninguna flor (11+1)
Baldomero Fernández Moreno
Si el verso termina en palabra esdrújula, las dos sílabas finales valen por una, por
lo tanto se le resta una sílaba. En el siguiente verso contamos catorce sílabas
gramaticales, pero trece sílabas fonéticas:

Y en mi boca pálida florece ya trémulo (14 – 1)


Juana de Ibarbourou
Sinalefa: es la unión de la vocal final de una palabra con la vocal inicial de la
que sigue, de modo que formen una sola sílaba. El verso se acorta.
El cerro͜ azul estaba fragante de romero. (14)
Leopoldo Lugones
Hiato: se da cuando no se unen las vocales concurrentes de palabras distintas; por
consiguiente, se cuenta una sílaba más.
Un báculo que||era como͜ un tallo de lirios (14)
Rubén Darío
Diéresis: se produce cuando dentro de una palabra se separan las vocales que
forman diptongo para así aumentar el número de sílabas del verso.
y si pongo mi mano (7)
-como͜ ella la ponía- (7)
en el negro pïano... (7)
Juan Ramón Jiménez
Sinéresis: reúne dos vocales que pertenecen a sílabas distintas dentro de una
misma palabra.
Oíd, mortales, el grito sagrado (10)
Vicente López y Planes

Métrica

De acuerdo con la cantidad de las sílabas, el verso castellano puede ser de arte
mayor o de arte menor. Son de arte mayor los versos de más de ocho sílabas, y de arte
menor los de hasta ocho sílabas.

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VERSOS DE ARTE MENOR
a) Tetrasílabos: son los versos de cuatro sílabas:
Ya del Betis (4)
por la͜ orilla (4)
mi barquilla (4)
libre va, (3+1)
Gertrudis Gómez de Avellaneda
b) Pentasílabos: son los versos de cinco sílabas:
Ven prometido, (5)
jefe temido; (5)
ven, y triunfante (5)
lleva͜ adelante (5)
paz y victoria (5)
Leandro Fernández de Moratín
c) Hexasílabos: son los versos de seis sílabas:
El viejo patriarca (6)
que todo lo͜ abarca (6)
Julio Herrera y Reissig
d) Heptasílabos se llaman los versos de siete sílabas:
Mi casa͜ hacia los fondos (7)
tendía su vergel; (6+1)
allí canales hondos (7)
entre͜ abejas y miel (6+1)
Alfonsina Storni
e) Octosílabos se llaman los versos de ocho sílabas:
Igual que perro sin dueño (8)
sólo llegaba͜ a su͜ oído (8)
el eco de͜ algún silbido (8)
o͜ algún insulto risueño (8)
Miguel D Etchebarne
VERSOS DE ARTE MAYOR
f) Eneasílabos son los versos de nueve sílabas:

2
En vano busqué͜ a la princesa (9)
que͜ estaba triste de͜ esperar. (8+1)
La vida͜ es dura. ͜ Amarga͜ y pesa. (9)
¡Ya no͜ hay princesa que cantar! (8+1)
Rubén Darío
g) Decasílabos se llaman los versos de diez sílabas:
Muchachuelo que fuiste͜ a las chacras (10)
y͜ a los árboles altos trepaste, (10)
como yo me trepaba cuando͜ era (10)
una libre chicuela salvaje. (10)
Juana de Ibarbourou
h) Endecasílabos son los versos de once sílabas:
Desde͜ el fondo de ti, y͜ arrodillado (11)
un niño triste, como yo, nos mira. (11)
Pablo Neruda
i) Alejandrinos se llaman los versos de catorce sílabas:
Señor, tú sabes cómo, con encendido brío, (14)
por los seres extraños mi palabra te͜ invoca. (14)
Vengo͜ ahora͜ a pedirte por uno que͜ era mío, (14)
mi vaso de frescura||el panal de mi boca. (14)
Gabriela Mistral
Pueden utilizarse asimismo los versos de más de catorce sílabas, como así también
los bisílabos, trisílabos, dodecasílabos y tridecasílabos, que no aparecen en esta
clasificación, pero su empleo no es tan frecuente como el de los que aquí se han
mencionado.

Métrica castellana

En la poesía castellana, los versos de arte mayor son divididos o fragmentados a


causa de una cesura o pausa en la entonación. Cada mitad o fragmento –en el caso de
que sean más de dos- del verso se denomina hemistiquio. El siguiente ejemplo

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corresponde al verso 745 de El cantar del Mío Cid. El mismo es un verso de arte mayor
(hexadecasílabo), compuesto por dos hemistiquios de arte menor (octosílabos):

Al buen Minaya͜ Álvar Fáñez / le mataron el caballo (16)

Los cantares de gesta españoles, género al cual pertenece el ejemplo anterior,


durante la Edad Media eran transmitidos –cantados- de manera oral por un juglar, en
las cortes o plazas públicas. Se caracterizan por la presencia de versos irregulares de
dieciséis sílabas con dos hemistiquios y rima asonante. Se supone que tal estructura
facilitaría la retención en la memoria y la recitación por parte del juglar.
Hacia el Siglo XV, los mismos temas de los cantares de gesta se repetían de
manera fragmentaria en breves composiciones cantadas de carácter épico-lírico. Estas
composiciones denominadas romances se caracterizaron por presentar versos
octosílabos –o lo que es lo mismo, un hemistiquio del verso del cantar de gesta-
monorrimos asonantados en los octosílabos pares:

Por aquellos prados verdes (8),


¡qué galana va la niña!; (8)
con su andar siega la yerba, (8)
con los zapatos la trilla (8)
(…)
Romance de una fatal ocasión.

Un siglo más tarde, la influencia de los romances, junto con los clásicos latinos y
la entrada de la cultura del Renacimiento a la península propiciaron la adopción del
endecasílabo y el heptasílabo por parte de Garcilaso de la Vega:

Si en pago del amor yo estoy muriendo, (11)


¿qué hará el enemigo? (7)
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (11)
Égloga I

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La métrica petrarquista en Garcilaso devino en una suerte de revolución estética
entre los poetas letrados de España. Al respecto, el autor Pedraza Jimenez (1997)
declara:

“El endecasílabo recreado por Garcilaso se convertirá en uno de nuestros versos


nacionales y en el instrumento más adecuado para los asuntos graves y para los géneros de
raigambre clásica que se introducen también en ese momento: la epístola, la égloga, la elegía, la
oda, la poesía narrativa...” (p.79)

Rima

La rima es la coincidencia total o parcial de sonidos entre dos o más palabras de


versos diferentes, a partir de la última vocal acentuada. La rima puede ser consonante,
si coinciden todos los fonemas, o asonante si sólo coinciden las vocales. Cuando los
versos no riman se llaman libres, blancos o sueltos. La rima se indica con letras
mayúsculas de imprenta a la derecha de los versos. Coinciden las letras cuando riman
los versos. Si la rima es asonante, se señala mediante las letras A’, B’, C’, etc.

*Rima consonante:
Miro tus ojos cansados A (8)
tu faz que agostó la vida: B (8)
miro la nieve caída B (8)
en tus cabellos dorados. A (8)
Ezequiel Martínez Estrada
*Rima asonante:
¡Por todas las dulzuras A’ (7)
que el mundo me brindara B’ (7)
no diera de esta lucha A’ (7)
su pena más amarga! B’ (7)
Amparo González Figueroa
*Versos libres:

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Aire fragante y tembloroso el aire (11)
queda después que el rostro se ha apagado (11)
Miran la noche con sus grandes ojos (11)
naves sin sueño. (5)
Alberto Claudio Blasetti

Recursos estilísticos:

Son los elementos ornamentales o formas de enriquecer la expresión, que también


se conocen como figuras retóricas. Se suelen clasificar en figuras de dicción, tropos y
figuras de contenido. Las figuras de dicción o de palabra son las que repercuten en el
aspecto sonoro de la poesía. Los tropos consisten en darles a las palabras un sentido
figurado. Las figuras de contenido o de pensamiento pertenecen al ámbito conceptual y
semántico del poema.

FIGURAS DE DICCIÓN

a) Asíndeton: es la yuxtaposición de varios elementos suprimiendo las


conjunciones.
Llamas, dolores, guerras,
muertes, asolamiento, fieros males,
entre tus brazos cierras.
Fray Luis de León
b) Anáfora: es repetición de una o más palabras al principio de cada verso.

Más allá de los símbolos


Más allá de la pompa y de la ceniza de los aniversarios,
Más allá de la aberración del gramático.
Jorge Luis
Borges

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c) Paralelismo: es la repetición de estructuras sintácticas u otras series paralelas.

Cómo se pasa la vida,


cómo se viene la muerte.
Jorge Manrique
d) Retruécano: es la repetición de una o más palabras en una estrofa en orden
inverso.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Francisco de Quevedo
e) Paronomasia: semejanza de dos o más palabras.

Ladró al ladrón, pero calló al amante;


Francisco de Quevedo
f) Aliteración: repetición de uno o varios fonemas en una o varias palabras.

Ella tuvo que llorar


sin un llanto lo que llora,
pero nunca como ahora
sin un llanto hasta sangrar
Homero Expósito
g) Derivación: reunión de varias palabras de la misma familia.

Un sueño soñaba anoche,


soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía,
Anónimo
h) Enumeración: sucesión de elementos similares o distintos unidos o no por
conjunciones.
Oíd el grito que va por la floresta

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.......................................................
sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar,
sobre la blanca sierra,
sobre la extensa tierra,
sobre la vasta mar.
Rubén Darío
i) Repetición: reiteración de uno o más términos.

La luna vino a la fragua


con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
Federico García Lorca
j) Elipsis: omisión de palabras no imprescindibles para el sentido.

Triunfará del olvido tu hermosura;


mi pura fe y ardiente, de los hados;
y el no ser, por amar, será mi gloria.
Francisco de Quevedo
k) Hipérbaton: alteración del orden sintáctico normal de la oración.
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas
Gustavo Adolfo Bécquer
l) Polisíndeton: coordinación de varios elementos mediante reiteradas
conjunciones.
Aquellos que Fortuna hizo señores
de tan dichosa tierra y pingüe y varia.
Andrés Bello
m) Epífora: repetición de una o más palabras al final del verso
Mi táctica es mirarte
aprender cómo sos
quererte como sos.

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Mario Benedetti
n) Onomatopeya: repetición de fonemas que sugieren sonidos de
la naturaleza o de animales
Él, con canto acordado
al rumor que sonaba,
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
Garcilaso de la Vega

TROPOS

a) Sinécdoque: consiste en usar una palabra por otra que extiende o limita su
significado; expresa el todo por la parte o viceversa, y el objeto por su material.

el pueblo lo eligió por los ciudadanos lo eligieron


gana su pan por gana su alimento
el acero por la espada
.
b) Metonimia: es como la sinécdoque, pero cuando se toma el efecto por la causa,
al autor por sus obras, el signo por su significado, o sus respectivos contrarios.
En todos los casos, guarda diferentes relaciones de proximidad.

eres la causa de mis lágrimas por eres la causa de mis penas


leí casi todo Shakespeare por leí casi todas las obras de Shakespeare
la cruz lo ampara por la religión lo ampara

c) Metáfora: es la sustitución de una palabra por otra que comparte con ella
ciertos rasgos que se quieren destacar. Es como una comparación sin nexo.

...las nieves del tiempo platearon mi sien por las canas platearon mi sien
Carlos Gardel

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d) Alegoría: es la sucesión de varias metáforas que están aludiendo todas juntas a
otra cosa, generalmente con el fin de describir o caracterizar. Las fábulas
hacen uso de la alegoría. En el siguiente fragmento, el ave que lamenta con su
canto la pérdida del nido, sustituye la situación del enunciador que canta con
tristeza la pérdida de su amada; el labrador sustituye al tercero por quien la
mujer ha abandonado al narrador.

Cual suele el ruiseñor con triste canto


quejarse, entre las hojas escondido,
del duro labrador, que cautamente
le despojó su caro y dulce nido
Garcilaso de la Vega

e) Imagen o imágenes sensoriales: representación de las sensaciones. Pueden ser


visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles, de movimiento, etc.

En crespa tempestad del oro undoso,


nada golfos de luz ardiente y pura
mi corazón, sediento de hermosura,
si el cabello deslazas generoso
Francisco de Quevedo
FIGURAS DE CONTENIDO
a) Litote: consiste en negar el término contrario de otro en lugar de afirmar este último,
para atenuar la expresión.

no digamos que es nuevo por es viejo


no es muy valiente por es cobarde

b) Clímax: es una gradación, ascendente o descendente, de términos.

Cualquier instante de la vida humana


es nueva ejecución , con que me advierte

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cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.
Francisco de Quevedo
c) Antítesis: contraposición de frase o palabra a otra de significación contraria.

Vivo sin vivir en mí


y tan alta vida espero
que muero porque no muero
Santa Teresa de Jesús
d) Hipérbole: es la exageración que se utiliza para intensificar la expresión.

Más charló que una azuda y una aceña,


y tuvo más enredos que una araña;
más humos que seis mil hornos de leña.
Francisco de Quevedo
e) Eufemismo: se usa para evitar una expresión desagradable.

es amante de lo ajeno por es ladrón


está un poco alegre por está borracho

f) Personificación: atribución de cualidades humanas a seres que no lo son.

(…) Porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes; y
las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares.
Horacio Ferrer

g) Interrogación retórica: pregunta sin destinatario o respuesta evidente.

¿En qué rincón, luna mía,


volcás como entonces
tu clara alegría?
Cátulo Castillo

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h) Oxímoron: adjetivo de significación contraria a la naturaleza del sustantivo

Eterna y vieja juventud


Homero Expósito

Subjetividad(es) en la poesía

Tal como analiza la autora Alicia Genovese, en su hacer discursivo, el poeta establece
una relación de acercamiento o alejamiento con respecto al objeto a describir, lo cual
implica diferentes posibilidades del yo lírico. (Genovese, 2016, p. 77). Lo que la autora
nos quiere decir con ello, es que el autor tiene a su disposición una serie de
herramientas mediante las cuales puede generar diferentes efectos de sentido, siendo
una de tales herramientas la posición del sujeto de enunciación. Autor y sujeto de
enunciación son dos categorías que no deben confundirse nunca. Si bien, tal aclaración
puede resultar evidente en la narrativa o en el drama, la naturaleza subjetiva de la lírica
facilita la asimilación errónea de ambas categorías.
De esa manera, el yo que enuncia:
Las alamedas se van,
pero dejan su reflejo.

Las alamedas se van,


pero nos dejan el viento.

Pero han dejado flotando


sobre los ríos, sus ecos.

El mundo de las luciérnagas


ha invadido mis recuerdos.

Y un corazón diminuto
me va brotando en los dedos.

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es un yo diferente del poeta nacido en Granada, el 05 de junio de 1898, bajo el nombre
de Federico García Lorca. Sí podemos afirmar que aquel yo lírico, es uno más cercano
que aquel que enuncia el poema número dos del libro Las muertes, de Olga Orozco:

Yo fui Gail Hightower,


pastor y alucinado,
para todos los hombres un maldito
y para Dios ¡quién sabe!
Mi vida no fue amor, ni piedad, ni esperanza.
Fue tan sólo la dádiva salvaje que alimentó el reinado de un fantasma.
Todos mis sacrilegios, todos mis infortunios,
no fueron más que el precio de una misma ventana en cada atardecer.
¿Qué aguardaba allí el réprobo?¿Qué paz lo remunera?
Un zumbido de insectos fermentando en la luz como un fruto,
la armonía de un coro sostenido por la expiación y la violencia,
y después el estruendo de una caballería que alcanza entre los tiempos ese único
instante en que el cielo y la tierra se abismaron como por un relámpago;
esa gloria fulmínea que arde entre el estampido de una bala y el trueno de un galope.
Aquella fue la muerte de mi abuelo.
Aquél es el momento en que yo,
Gail Hightower veinte años antes de mi nacimiento,
soy todo lo que fui:
un ciego remolino que alienta para siempre en la aridez de aquella polvareda.
¿Qué perdón, qué condena,
alumbrarán el paso de una sombra?

En este caso es más fácil de percibir la distancia entre autor y yo lírico, ya que, en
principio, no coinciden ni en nombre ni en sexo biológico; pero además, Gail Hightower
es un personaje ficticio del escritor norteamericano William Faulkner (1897 – 1962). Se
genera de esa manera un efecto de alejamiento, sin perder el carácter subjetivo de la
lírica.

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Ahora bien, puede suceder que el yo poético aparezca expresado, de manera
intencional, como la persona biográfica. Tal es el caso del último poema incluido en Las
muertes lleva por título, precisamente «Olga Orozco».

Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.


Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
la humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se buscaba en mí igual que en un
[espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como un rayo,
no en el tumulto incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura que los cambiantes sueños,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento".

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El problema puede parecer más complejo en este caso. Lo primero que se desprende es
que el poema ficcionaliza la muerte de la propia autora. Genovese (2016) entiende que
“En el primer verso, el poema instala el yo reforzado con el nombre y el apellido de la
autora, y en este modo de enunciar resuena otro género discursivo: el epitafio.” (p. 88).
De manera que, en este caso, el emplear deliberadamente el propio nombre permite a la
autora poner al poema en diálogo con otros géneros literarios.
Queda muy someramente expuesta, de esta manera, la problemática semiótico-
discursiva que hace a la producción literaria. Problemática que nos acompañará en el
devenir de los estudios literarios y que pone al descubierto la compleja red de
interrelaciones en la que se inserta toda producción discursiva; y que permite, asimismo,
dar cuenta de que el trabajo con la obra, literaria en general y poética en particular, no
está limitado a la mera taxonomía de formas que se perpetúan de manera inmanente en
los textos.
Bibliografía

Genovese, Alicia (2016) Leer poesía: lo leve, lo grave, lo opaco; Fondo de Cultura
Económica. Bs. As.
Pedraza Jiménez, F. (1997) Las épocas de la literatura española. Ariel. Barcelona.

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