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ASESINATO DE LIDERES AMBIENTALES

AMÉRICA LATINA, LA REGIÓN CON MÁS ASESINATOS

2017: El año en el que más defensores del medio ambiente fueron asesinados

El 2017 fue el año en el que más líderes y defensores del medio ambiente fueron asesinados en el mundo, según
el último informe de la organización Global Witness. La negligencia e impunidad sistemática en todos los países
prometen un futuro igual de desesperanzador.

En 2017, cada dos días, una persona —probablemente un indígena o un campesino— fue asesinada.

¿La razón? Defender sus territorios y recursos naturales de intereses que van desde actividades criminales hasta la
agroindustria, la minería —legal e ilegal— o la tala. De acuerdo con el sexto informe de la organización Global
Witness, 2017 fue el año más letal para los defensores del medio ambiente, con un total de 207 casos, seis más
que en 2016.

“Activistas locales están siendo asesinados, mientras los gobiernos y las empresas priorizan la obtención de
ganancias rápidas sobre la vida humana. Muchos de los productos que surgen de este derramamiento de sangre
pueden encontrarse en los estantes de los supermercados. Las valientes comunidades que se enfrentan a los
funcionarios corruptos, a las industrias destructivas y a la devastación ambiental, son brutalmente
silenciadas. ¡Basta ya!”, señaló Ben Leather, encargado de campañas de Global Witness, en el lanzamiento del
informe.

Hasta 2016, el sector minero se había coronado como el más “sangriento” para los defensores ambientales. Pero
este año ocurrió un fenómeno que nunca antes se había observado: por primera vez, la mayoría (el 22%) de las
personas asesinadas se habían manifestado contra las grandes plantaciones de palma aceitera, café, frutas tropicales
y caña de azúcar, así como contra la ganadería.

El rápido aumento en la demanda de estos bienes primarios, y la competencia por las enormes extensiones de tierra
que se necesitan para llevarlas a cabo, van dejando tras de sí violaciones sistemáticas a los derechos humanos,
concluye la ONG.

Por eso, el año pasado, la agroindustria se puso a la cabeza como el sector más peligroso para hacer oposición.

Muchos se preguntaran, ¿dónde están los Estados para proteger a sus ciudadanos? De acuerdo con los casos
documentados por Global Witness, la respuesta es bastante desoladora: sentados a la mesa con los inversionistas.

En Brasil, por ejemplo, el presidente Michel Temer echó atrás “sistemáticamente la legislación, las instituciones
y los presupuestos que podrían apoyar a los pueblos indígenas, prevenir posibles conflictos por la tierra y proteger
a las personas defensoras de derechos humanos. Este año, Brasil se consolidó una vez más, como el país donde
más personas son asesinadas por hacer activismo ambiental, con 57 muertes violentas.

Hay casos en que los gobiernos no solo se ponen del lado de los poderosos, sino que atacan de forma directa a la
población. En Filipinas, el segundo país con más asesinatos en 2017 —con 48 registros—, el presidente Rodrigo
Duterte anunció que asignaría 1,6 millones de hectáreas de tierra para plantaciones industriales, el 67% de ellas
ubicadas en la pequeña isla de Mindanao, donde este año el Ejército filipino masacró a ocho defensores de derechos
humanos. A esto se le suma el desplazamiento de 200 indígenas y la desaparición de otros diez.
Duterte ha calificado de terroristas a los relatores de la ONU que han denunciado esos asesinatos, y ha
amenazado con “echar a los cocodrilos” a otros expertos de derechos humanos.

De hecho, según los datos de la organización, las fuerzas de seguridad filipinas están relacionadas con 53 de los
asesinatos: 30 con el ejército y 23 con la Policía.

Pero Filipinas no es el único país donde las fuerzas del Estado se han ensañado contra la población civil.

“Los gobiernos y las empresas han fracasado en actuar con responsabilidad, ética o, al menos, de acuerdo a la ley,
lo que los convierte en un factor generador de la letanía de crímenes contra activistas el año pasado”, se lee en el
informe que elaboró la organización, en el que se recogen datos de 22 países.

Colombia no se queda atrás. En 2016 el país ocupó el segundo lugar de esta infame lista, con 37 líderes ambientales
asesinados, y a pesar de que bajó al tercer lugar en 2017, el panorama no es alentador. El año pasado mataron a
24 defensores del medio ambiente colombianos. La mayoría de los casos continúa en la impunidad.

Global Witness asegura que mientras los países no resuelvan el débil talante de las instituciones y las leyes, y al
avance de la corrupción y la impunidad, el próximo año no traerá mejores noticias para los defensores de derechos
humanos y ambientales, ni para el medio ambiente.
IMPUNIDAD, EL CAPÍTULO COLOMBIANO DE LOS AMBIENTALISTAS ASESINADOS

Global Witness y el Vance Center solicitaron a la fiscalía colombiana que brindará información sobre 122 casos
que han reportado desde el 2011. Concluyen que hay una tasa de impunidad del 92%.

Global Witness, una ONG inglesa que se dedica a recolectar casos sobre líderes ambientales y de tierras asesinados
en 22 países del mundo, lleva poniendo su lupa sobre Colombia desde el 2012. Casi cada año, junto a Brasil y
Filipinas, Colombia se bate el penoso puesto de estar entre los tres países más peligrosos para estos defensores. En
el 2016, con 37 asesinatos, estuvo en segundo lugar y en el 2017, con 24 muertes, bajó al tercer lugar.

Pero el informe global de este año, titulado “¿A qué precio?”, vino con un tinte aún peor: el de la impunidad en
Colombia. Ha sido tal el grado de reincidencia en las amenazas y los asesinatos, que parecen heredarse de familia
en familia y de comunidad en comunidad, que aparte del informe mundial, Global Witness decidió hacer un
minucioso estudio para conocer qué estaba pasando en las fiscalías con los casos de asesinatos a líderes
ambientales en nuestro país.

El estudio desarrollado por abogados locales —que prefieren no ser mencionados por seguridad— pero encargado
por Global Witness y el Vance Center, llega a una conclusión dolorosa: desde el 2011 hasta el 2016 el grado de
impunidad de estos casos ha llegado al 92 %. Para llegar a esta cifra la ONG seleccionó 122 casos, pero sobre
diez casos no recibieron respuesta de la Fiscalía y sobre diez más les dijeron que no Había información. Así que,
“dándole el beneficio de la duda al Estado”, se basaron en los 102 casos que sí han sido o están siendo investigados,
para hallar que sólo en ocho casos se ha encontrado culpable (ver infografía).

De esos 102 casos, 79 se encuentran activos, dos archivados, dos inactivos y 19 sin certeza si están activos o
no. El Espectador habló con Ben Leather, encargado de campañas de Global Witness, para conocer más sobre la
impunidad en Colombia.

¿Por qué decidieron elegir Colombia para hacer este estudio adicional?

Hemos visto que cada año Colombia está entre los tres primeros países con más asesinatos de defensores del medio
ambiente y la tierra, así que queríamos explorar por qué. Una opinión compartida que tenemos con las
organizaciones con las cuales trabajamos en Colombia es que la impunidad es uno de los factores principales que
hace que Colombia sea tan peligroso para esta actividad, porque funciona como un oxígeno para generar estos
ataques.

A la vez este gobierno y los anteriores han dicho que tienen un compromiso para batir la impunidad, que tienen
voluntad y esquemas para combatirla; así que queríamos tener evidencia de si se estaba combatiendo. Por ende,
trabajamos junto con el Vince Center y abogados locales en Colombia para pedir información a las fiscalías y
saber, precisamente, cuáles de todos los casos que hemos documentado han llegado a la justicia, cuántos han sido
sancionados y cuántos quedaron en la impunidad. Es la primera vez que tenemos datos duros para demostrar que
la gran mayoría de casos sí están en la impunidad.

Si hay un compromiso del gobierno para combatir esta impunidad, ¿por qué no se materializa?

Es importante decir que somos expertos en este tema a escala internacional, no en el sistema jurídico colombiano,
pero lo que sí podemos decir es que cuando tienes tantos casos que ni siquiera están superando la primera etapa
de investigación (61 casos), no tienes la información mínima necesaria para definir el crimen como un asesinato.
¿Por qué? Porque no hay ni voluntad política ni capacidad. Estamos de acuerdo con Somos Defensores cuando
ellos dicen que los fiscales carecen de una capacitación y recursos necesarios para investigar estos casos. Pero que
a la vez, y quizá más importante, existe una corrupción con intereses muy fuertes, tanto políticos como
empresariales, para obstaculizar esta investigación.

En medio de tan poca certeza Global Witness dice que tiene la convicción de que 11 asesinatos en Colombia
están relacionados con nueve proyectos de compañías de Canadá, Estados Unidos y bancas multilaterales...

Tenemos claridad sobre cuáles fueron las empresas que estaban llevando a cabo los proyectos a los que se opuso
el defensor antes de ser asesinado, pero con esto no estamos diciendo que la empresa ordenó el asesinato (por eso
en los informes no publicamos los nombres). Lo cierto es que esto sí demuestra que las empresas no están llevando
a cabo su debida diligencia. No es válido que una empresa entre a un contexto como el colombiano, donde hay
riesgos para los defensores, con conflicto social, y que digan que no tienen responsabilidad de mitigar estos riesgos.
Para nosotros es claro que si ellos tienen probabilidad de provocar un conflicto o provocar asesinatos, no deben
insistir en desarrollarse en estos esos escenarios.

¿Desde su punto de vista consideran que se trata de asesinatos sistemáticos?

Sin tener los culpables es muy difícil decirlo. Lo que sí podemos decir es que el informe sugiere que por lo menos
la impunidad sí es sistemática.

¿Y podría tratarse de una impunidad más alta?

Claro. De los 122 casos 10 no fueron respondidos y en 10 más no se abrieron


investigaciones. Nosotros preferimos dar el beneficio de la duda y no incluir
estos 20 casos para calcular la tasa de impunidad (se hizo 8/102 y no 8/122),
pero creo que es legítimo especular que la
cifra real podría ser aún más alta. Pero lo
cierto es que al menos es de 92 %.

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