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Enfoque de la psicología en la Enfermedad Cardiovascular e Hipertensión

Las Enfermedades Cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en todo el

mundo. Así lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que cada año

mueren más personas por ECV que por cualquier otra causa.

La OMS indica que este tipo de enfermedades podrían prevenirse actuando sobre factores

de riesgo comportamentales, tales como el consumo de tabaco, las dietas malsanas y la

obesidad, la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol, etc.

Sin embargo, según señala la APA (American Psychological Association-Asociación

Americana de Psicología), si bien estos hábitos poco saludables elevan el riesgo de presión

arterial alta, de aparición de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y/u otros

problemas cardiovasculares, no podemos minimizar el papel que juegan los pensamientos,

actitudes y emociones en las Enfermedades del corazón.

Asimismo, recuerda que un estilo de vida saludable es beneficioso en tanto que ayuda a

aquellas personas que han sido diagnosticadas con una enfermedad cardíaca y puede prevenir

el riesgo de desarrollarla. A este respecto, la Asociación reconoce la dificultad que entraña

introducir cambios en nuestra vida diaria así como la disciplina personal que se requiere para

instaurar los nuevos hábitos saludables.

Por otro lado, las situaciones vitales estresantes pueden contribuir a un incremento de la

tensión arterial y circulatoria. Algunos estudios indican que el modo de afrontar el estrés

puede mediar la respuesta del sistema cardiovascular, constituyendo un importante factor de

riesgo mayor que el tabaco, la presión arterial alta o un elevado colesterol, de padecer una

enfermedad cardíaca o sufrir un infarto.

La APA recoge también datos relativos al papel que juega la depresión en el incremento

del riesgo de enfermedades del corazón, indicando que las personas con diagnóstico de
depresión clínica tienen más del doble de probabilidades de desarrollar una enfermedad

coronaria o de sufrir un ataque cardíaco.

Pero, también se da la otra cara de la moneda: la depresión puede sobrevenir tras sufrir un

accidente cardíaco y complicar gravemente la recuperación posterior a un infarto (de acuerdo

con el NIMH [National Institute of Mental Health-Instituto Nacional de Salud Mental], hasta

un 65% de los pacientes coronarios con historial de ataques cardíacos experimentan diversas

formas de depresión).

Cardiopatía isquémica

Se puede definir la Cardiopatía isquémica como la afección cardiaca, aguda o crónica,

secundaria a una reducción o supresión del aporte sanguíneo al miocardio.

Los factores de riesgo coronario pueden agruparse en tres grandes bloques:

Factores Inherentes.

Son los que resultan de condiciones genéticas o físicas. Edad, sexo, diabetes y

antecedentes familiares.

Factores Tradicionales.

Tienen un mayor componente físico, biológico, y emocional

Colesterol, hipertensión, consumo de tabaco, cafeína, alcohol y falta de ejercicio físico.

Factores Psicosociales y Emocionales.

(Personalidad, afrontamiento, factores sociales)

Trabajo, la familia y las finanzas pueden predisponer a la aparición de angina de pecho e

infarto al miocardio.

El patrón de conducta Tipo A

Resulta anecdótico que los primeros en describir este patrón de personalidad fueran dos

cardiólogos, Friedman y Rosenman (1982)


A partir de las observaciones conductuales realizadas en sus pacientes con problemas

cardiacos. Son personas que suelen hablar en voz muy alta y de manera muy rápida, con un

exceso de gesticulación, una muy alta implicación en el trabajo, queriéndolo tener todo a la

mayor brevedad posible, además son altamente competitivos y tienen una orientación hacia el

éxito y la ambición muy significativa, con una necesidad de control ambiental muy alta.

Además, entre las emociones y actitudes que más suelen sentir encontramos la impaciencia,

agresividad, ira y hostilidad. Según estudios desarrollados en las últimas décadas serán

precisamente la ira y la hostilidad los dos componentes más tóxicos de este patrón de

conducta, siendo sus niveles más altos en pacientes coronarios

La personalidad Tipo A presenta un estilo de vida caracterizado por:

 Extrema competitividad

 Motivación por el logro

 Agresividad

 Impaciencia

 Apresuramiento

 Inquietud

 Sensación de estar en desafío con la responsabilidad y bajo la premura del tiempo

 Falta de tiempo siempre para todo

Patrones de comportamiento relacionados con algunos problemas de salud

Tipo A: Son personas que dentro de sus relaciones laborales, van pegando codazos.

Tipo C: No saben decir que no. Personas que quieren agradar y pertenecer a un grupo.

Tipo B: Todo o casi todo el mundo quiere pertenecer a él.

Se pueden tener características de un grupo u otro, no necesariamente hay que ser de un

tipo puro.
Características Psicológicas:

Tipo A: Hiperactivo, rápido, impaciente, hostil, competente.

Tipo B: Relajado, tranquilo, confiado, atento a la satisfacción o bienestar personal.

Tipo C: Inhibición emocional. Deseo de quedar bien, cooperadora, pasiva, no asertiva,

conformista.

Relaciones Interpersonales:

Tipo A: Problemática, dominancia, tensión, agresión.

Tipo B: Relajados, expresión abierta de emociones, incluso el hastío.

Tipo C: Sumisos, deseo de agradar y filiación, control/hostil, ambición.

Riesgos Patógenos:

Tipo A: Coronariopatías y otras.

Tipo B: No detectado.

Tipo C: Cáncer, hipertensión.

Conducta y Corazón

Bajo Riesgo Coronario Alto Riesgo Coronario

Planificación Improvisación

Motivación de crecimiento Motivación de competencia

Estabilidad emocional Inestabilidad emocional

Inteligencia abstracta Inteligencia mecánica

Afiliación auto competitiva Cinismo, alineación paranoide

Alta autoestima Baja autoestima

Alta asertividad Baja asertividad


Factores psicológicos implicados en el riesgo de padecer Hipertensión Arterial.

Una vez dado una pequeña y breve explicación sobre qué es Hipertensión Arterial,

vayamos hacia lo que nos interesa desde el mundo de la Psicología. Los factores emocionales

constituyen un grupo de riesgo “nuevo” que se une a los ya conocidos, como los hábitos de

vida (Ej.: la falta de ejercicio físico, una alimentación poco saludable) o los inherentes (Ej.: la

edad, el sexo, los antecedentes familiares).

Esos aspectos, esos factores emocionales, los podemos modificar y corregir para reducir

su impacto tanto en el inicio de la enfermedad como en su mantenimiento y desarrollo.

Veamos cuáles son los más importantes:

El patrón de conducta Tipo A

Ira y Hostilidad

Continuemos con los componentes tóxicos del patrón de conducta tipo A. La hostilidad

genera comportamientos poco saludables y que afectan a la enfermedad coronaria, algunos

ejemplos son que genera pérdida de apoyo social tan importante en este tipo de enfermedades

(si te pasas todo el día cabreado y discutiendo con todo el mundo, se queda alguien a tu lado),

potencia la realización de conductas riesgo, retarda la solicitud de ayuda, baja la adherencia al

tratamiento y genera situaciones de estrés.

Tristeza, depresión

Si bien no es tan significativa como otros de los factores de riesgo también es destacable

su incidencia una vez desarrollada la enfermedad, siendo un factor de riesgo muy importante

para que el paciente vuelva a presentar la enfermedad. Este sentimiento de tristeza irá de la

mano de las situaciones que supongan para el paciente una pérdida de una meta o que

predicen consecuencias negativas, como puede ser que te diagnostiquen un problema

cardiaco.
Ansiedad

Con la ansiedad se da un efecto paradójico, los pacientes con mayores niveles de ansiedad

tendrán una mayor adherencia al tratamiento simplemente por la preocupación implícita en

cualquier problema de ansiedad; es decir, se tomaran mejor la medicación que pacientes sin

ese nivel de ansiedad.

Como pasaba con la tristeza, no tiene capacidad predictiva de ocurrencia en un primer

episodio coronario, pero si tiene capacidad predictiva de otro evento tras haberse dado ese

inicial, siendo factor importante en la reincidencia.

Si bien la enfermedad cardíaca es una condición grave que requiere vigilancia constante,

la Asociación enumera una serie de acciones que pueden llevarse a cabo con el fin de reducir

el riesgo de problemas cardiovasculares y vivir una vida plena y activa, y que recogemos a

continuación:

Hable con su médico:

En lo relativo al tratamiento no hay dos personas iguales, por tanto es necesario hablar

con el médico de cara a establecer las estrategias de intervención y/o reducción de riesgos.

Si es posible:

Evite tratar de solucionar todos los problemas al mismo tiempo:

En lugar de ello, sería conveniente centrarse en cambiar un hábito cada vez (por ejemplo,

el estilo de vida sedentario o los hábitos alimenticios), estableciendo un objetivo inicial

razonable y trabajando para alcanzarlo.

No ignore los síntomas de la depresión:

Los sentimientos de tristeza o vacío, la disminución acusada del interés o placer en todas

o casi todas las actividades, la fatiga o pérdida de energía, así como los trastornos

alimenticios y del sueño, son sólo algunas de las muchas señales de advertencia de la
depresión. Si persisten durante más de dos semanas, coméntelo con su cardiólogo. Podría ser

beneficioso para usted iniciar un tratamiento con un psicólogo, coordinado con su médico.

Identifique las fuentes de estrés en su vida y busque la manera de reducirlas y

hacerles frente:

Como ya comentábamos en párrafos anteriores, el estrés es un importante factor de riesgo

para desarrollar una enfermedad cardíaca. A este respecto, los psicólogos son profesionales

capacitados, que pueden enseñarle a controlar el estrés, ayudándole a prevenir las

enfermedades cardíacas, y a facilitar la recuperación tras un ataque al corazón.

Busque el apoyo de amigos, familiares y compañeros de trabajo:

Hable con ellos acerca de su problema, cómo se siente y qué pueden hacer para ayudarle.

El apoyo social es un factor crítico que juega un importante papel a la hora de superar los

sentimientos de depresión y el aislamiento durante la fase de convalecencia de un infarto.

Si se siente abrumado ante el reto de manejar las conductas asociadas con las

enfermedades cardíacas, consulte a un psicólogo cualificado:

Un profesional de la Psicología puede enseñarle a desarrollar estrategias personales para

establecer y alcanzar metas razonables orientadas a la mejora de la salud, utilizando estos

logros como base para alcanzar otros objetivos más ambiciosos. Un psicólogo también puede

ayudarle, informándole sobre la depresión y las implicaciones de este diagnóstico, y

trabajando con su médico para diseñar un programa de tratamiento adecuado.

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