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A pesar de estar en pleno siglo XXI, la pedagogía que sigue el Sistema Educativo Mexicano

posee problemáticas importantes respecto a los métodos que se emplean en las escuelas públicas,
hoy seguimos implementando métodos tradicionales que difieren con las necesidades de la
educación actual. La calidad educativa es un tema relevante en la educación contemporánea, busca
que los alumnos desarrollen no sólo conocimientos, sino también habilidades y valores que les
ayudarán a desenvolverse durante toda su vida.

Los alumnos deben involucrarse activamente en su proceso de aprendizaje y no ser sólo


receptores pasivos que escuchan y no intervienen. La participación es importante para construir
nuevos aprendizajes, es la columna vertebral que articula todos los procesos que se desarrollan
dentro del aula. Si analizamos con detenimiento, nos daremos cuenta que a pasar de seguir con
costumbres pedagógicas que no aportan como referentes de innovación, no podemos negar que,
hay profesores dentro del aula que se esfuerzan por que los alumnos construyan su aprendizaje de
manera autónoma, a través de habilidades superiores de carácter metacognitivo que ayudan al
estudiante a autorregular su propio conocimiento y a su vez lo puedan aplicar de manera
estratégica.

Como mencioné, a pesar de que hay resistencia a modificar la pedagogía tradicional, es


cierto que hoy la pedagogía vigente se rige por los principios constructivistas de la escuela moderna.
Entre estas metodologías que tuvieron su auge en el siglo XX y que aún son un recurso pedagógico
importante se encuentras las técnicas de aprendizaje del francés Célestin Freinet.

Sus principios pedagógicos postulan la naturaleza del aprendizaje activo, una renovación
transformadora que pone en el centro de interés al niño como referente del aprendizaje y no la
escuela o los contenidos; además propone el cooperativismo escolar como una consecuencia de la
dinámica escolar que permite que entre los estudiantes interactúen, propongan, pero sobre todo
que ejecuten lo aprendido como una extensión de la realidad; lo que se aprende en la escuela es
útil para la vida.

Si bien, la Escuela Moderna de Freinet encuentra sus orígenes en la Escuela Activa más que
en el constructivismo; los nuevos métodos que propone, buscan renovar el ambiente en la escuela,
cambiar las condiciones en las que da el proceso de aprendizaje; así como la transformación de la
práctica pedagógica del docente en el aula.
Cuando tenemos en cuenta que el objetivo de la pedagogía es crear un proceso consciente
que establezca los principios que dirijan la conducta del hombre hacia el porvenir, vemos que la
metodología tradicional adoptada en las instituciones públicas no es la apropiada para garantizar el
cumplimiento de este proceso, debido a su naturaleza individualista que concibe al maestro como
el único poseedor de conocimiento en el aula de clase, mientras que considera al alumno como una
tábula rasa, ignorando por completo los conocimientos que ha adquirido antes del ingreso a la
escuela, y, una vez allí, se limita a depositar determinados datos en su mente sin tener en cuenta
sus capacidades ni su interés en el tema y sin explicarle el verdadero significado de estos datos o su
relevancia en la vida práctica. Si bien es importante que el estudiante adquiera estos conocimientos,
esta no es la forma ideal de impartirlos, pues al obligarle a memorizarlos no se consigue un
verdadero aprendizaje, el estudiante almacenará estos datos en su memoria mientras los necesita,
pero los eliminará prontamente después de haber sido evaluado. En cambio, cuando el proceso se
lleva a cabo a través de la experiencia y de un modo natural, en el que el alumno puede relacionar
las temáticas de la clase con su vida diaria, es mucho más probable que los conocimientos perduren
en su mente. Freinet, consciente de esto, fundamentó su pedagogía en el llamado “método natural”,
bastante similar al método que utilizó el pedagogo brasilero Paulo Freire para alfabetizar
campesinos marginados en Brasil y Chile: reconocer los conocimientos previos y emplearlos como
base de los nuevos. De hecho, debido a su concepción cooperativa, podrían entenderse ambas
pedagogías como complementarias, siendo la de Freinet una pedagogía dedicada a la educación del
hombre en las primeras etapas de su vida, mientras la de Freire se enfoca exclusivamente en el
hombre adulto.

Las ideologías de ambos educadores son afines en otros aspectos: la convicción de que la
pedagogía de calidad debe estar al alcance de todos, sin importar su clase social o económica, es
decir, debe ser una pedagogía anticapitalista; el propósito de desarrollar una pedagogía que sirva
para crear una conciencia democrática y activa políticamente; y el deseo de orientar el aprendizaje
hacia el futuro, formando personas que puedan ser útiles a la sociedad y contribuyan a transformar
el mundo. Freinet, al igual que Freire, creció en un ambiente rural donde el Estado no se preocupaba
por la educación de sus ciudadanos, esto despertó en él un interés por la pedagogía, que aunado
a las dificultades derivadas del escaso presupuesto escolar que tuvo que superar mientras ejercía
su profesión en un pequeño pueblo de Francia, le llevaron a crear una pedagogía popular, para las
clases trabajadoras, en la que el alumno participa activamente en el proceso y ayuda al educador a
determinar el camino por el cual llegará a adquirir el conocimiento. En su ideal de escuela, la
verdadera educación surge naturalmente, sin imposiciones externas al servicio del poder
establecido; la renovación de la escuela implica separarse de la escuela tradicional y capitalista para
impedir que imponga una actitud de obediencia y domesticación sobre el pueblo, y apoyar la lucha
por una escuela crítica, libre y desalienadora. Adicionalmente, esta escuela debe ser activa, debe
estar vinculada tanto al medio en que se trabaja como a los intereses de los niños, centrarse en sus
posibilidades, necesidades y deseos para alimentarlas y hacerlas desarrollar por medio de
actividades lúdicas y trabajo acorde con su edad, de esta forma la educación parte del propio interés
en aprender, y deja de verse como una imposición sin sentido. El propósito de esta educación es
entonces la formación de individuos sociales, capaces de reconocer sus fortalezas y ponerlas al
servicio de un trabajo conjunto que contribuya a mejorar su condición y la de sus congéneres.

Para Freinet, el aprendizaje debe surgir de la relación entre acción y pensamiento: al lograr
que el niño haga pensando y piense haciendo las acciones que lleva a cabo cotidianamente perderán
su carácter mecánico y pasarán a ser una fuente natural de aprendizaje. En cierta forma, está
pedagogía establece una continuidad entre lo que el niño aprende en su entorno social y familiar, y
lo que aprende en la escuela. Al mismo tiempo, su intención es des intelectualizar los procesos de
adquisición, lograr que el niño aprenda en la escuela como aprender en la vida: de la misma forma
que hablando y andando es como el niño pequeño aprende a hablar y a andar, leyendo, escribiendo
y calculando es como el niño mayor debe aprender a leer, escribir y calcular. Este método de
aproximaciones sucesivas de ensayo y error es conocido como “método del tanteo experimental” y
es la base de las técnicas diseñadas por Freinet. Cada vez que el niño realiza una nueva actividad
está experimentando en un medio lleno de posibilidades, probablemente se equivocará la primera
vez, pero esta experiencia quedará en su mente y le servirá para orientarse y mejorar cuando vuelva
a realizar dicha actividad, hasta que consiga un resultado satisfactorio. Una vez se tiene la base de
este aprendizaje práctico se puede pasar al análisis de los principios y reglas que constituyen la parte
teórica del conocimiento, lo cual ya no resultará un proceso extraño y engorroso para el niño, puesto
que lo puede relacionar con sus vivencias. Para los educadores tradicionales, este proceso
“invertido” del aprendizaje no tendría ningún sentido, pero Freinet considera que el origen del
conocimiento no es la razón si no la acción, la experimentación, la observación y el ejercicio.

Otro punto en el que esta pedagogía difiere de la pedagogía tradicional es su índole


paidológica, es decir, tiene presente en todo momento el desarrollo físico y mental de cada niño; al
contrario, la pedagogía tradicional da por sentado que todos los estudiantes tienen las mismas
habilidades y capacidades, que su progreso se da en la misma forma y al mismo ritmo, y que por lo
tanto deben presentar los mismos resultados. La pedagogía tradicional es al mismo tiempo
individualista y alienadora, se limita a impartir los saberes producidos fuera de la escuela y depositar
los conceptos en la mente del niño, sin preocuparse significativamente por las capacidades
específicas de cada uno y sin permitirle que las relacione con sus compañeros y su entorno. Al
implementar la pedagogía cooperativa se consigue una relación más estrecha entre el maestro y el
alumno, entre los mismos alumnos, entre los maestros e incluso entre diferentes instituciones. El
maestro deja de ser una figura lejana y autoritaria para convertirse en guía y amigo de sus alumnos,
les conduce a formar relaciones entre ellos, comparte sus inquietudes con sus colegas,
construyendo una educación integral que ya no se asemeja a un adiestramiento, más bien se
convierte en una pedagogía de carácter social que va dirigida hacia seres sociales.

Una de las técnicas desarrolladas por Freinet que considero más interesante es el texto libre:
una composición oral y escrita producida por los mismos niños, acerca de temas que ellos mismos
plantean y que se relacionan directamente con sus experiencias. Estos textos son publicados
por una imprenta escolar, allí comprende el niño que si aprende a escribir es para ser leído, que
su palabra tiene tanta importancia como la de un adulto, y crea así en él la conciencia crítica de su
responsabilidad en la sociedad, el reconocimiento de la importancia de las opiniones ajenas y la
necesidad de respetarlas. Además, este método de producción de textos despierta en ellos el deseo
de expresarse cada vez mejor, llevándolos a interesarse auténticamente por el conocimiento de la
gramática y la ortografía.

Lo anteriormente expuesto demuestra las ventajas que conllevaría la implementación de


esta pedagogía cooperativa en el sistema educativo público nacional, sin embargo, esta
implementación se enfrenta con varias dificultades. Para empezar, esta reforma requiere mucho
más que una actualización pedagógica en el profesorado, debe haber un cambio en la instrucción
de los nuevos maestros y en la mentalidad de la sociedad. En las universidades no se le da la
importancia que merece, en las clases se menciona como un tema más, no se difunde
apropiadamente. He tenido la oportunidad de dialogar al respecto con algunos maestros que
laboran en un colegio regido por esta pedagogía, y son ellos los primeros en afirmar que es una
pedagogía totalmente válida, que arroja excelentes resultados, pero que se topa con la barrera del
conductismo, aún muy presente en la enseñanza y aceptado socialmente como el método correcto
de educar a los niños.
Muchos de los docentes que actualmente ejercen su profesión en instituciones públicas
llevan un largo tiempo practicando los principios de la escuela tradicional, para ellos cualquier otra
metodología sólo es practicable en condiciones casi utópicas, y no están dispuestos a cambiar su
mentalidad. Es precisamente este cambio de mentalidad el que permitiría dar el primer paso hacia
una educación más igualitaria y constructiva. Por otro lado, los pocos maestros que se atreven a
desafiar el sistema tradicional suelen encontrar la oposición de sus colegas o superiores. Incluso en
los casos aislados en que un maestro tiene éxito utilizando esta pedagogía, el esfuerzo se pierde
cuando el niño avanza a un curso superior y nuevamente es educado tradicionalmente. Para lograr
un buen resultado en la transición de la escuela tradicional a la cooperativa, los educadores deben
dejar de lado sus actitudes individualistas para asegurar que el proceso natural tendrá continuidad
durante los años escolares.

Otro problema es, paradójicamente, el difícil acceso que las clases trabajadoras tienen a
instituciones educativas con esta metodología. El escaso presupuesto que el Estado asigna al
sistema educativo hace que la demanda de escuelas públicas sea muy superior a la oferta, por lo
que es común ver salones atestados de niños y pocos profesores que se encarguen de ellos. Para
que el maestro llegue a tener un conocimiento profundo de los intereses, capacidades, fortalezas y
debilidades de cada niño es indispensable que se garanticen ciertas condiciones de tiempo y
espacio, condiciones imposibles de cumplir cuando se trata de cuarenta niños por cada profesor,
trabajando en jornadas estrechas. Sobra añadir que el presupuesto tampoco es suficiente para
cubrir los costos de los materiales didácticos que ayudarían a los niños a facilitar su exploración del
mundo.

En conclusión, la pedagogía desarrollada por Célestin Freinet ofrece una metodología


novedosa, que permite educar a los niños con los saberes que les resultan más útiles para la vida
adulta, y eficaz para desarrollar al máximo las capacidades de los niños y convertirlos en ciudadanos
conscientes de su realidad y dispuestos a trabajar incansablemente por una sociedad justa y
equitativa. Es probablemente la pedagogía que Freire consideraba apropiada para el segundo
momento de la liberación del hombre. Si bien es obligación del Estado asegurar la educación de
cada uno de sus ciudadanos, todos debemos seguir el ejemplo de Freinet, comenzado por cambiar
nuestro entorno y nuestra mentalidad, manteniéndonos abiertos a las nuevas ideologías y,
especialmente, valorando plenamente cada niño, respetando sus etapas y buscando la forma de
estimular sus capacidades para que se sirvan de ellas para superar sus dificultades.
BIBLIOGRAFÍA

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