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Hablar de la importancia del perdón puede resultar ya hasta trillado. Hasta la ciencia
médica hoy en día recomienda perdonar, a fin de evitar enfermedades y deterioros
físicos. Quizás en este momento vas a abandonar este artículo porque piensas que ya
has escuchado este mensaje muchas veces. Pero ¿qué significa el perdón en la
teología cristiana realmente?
El perdón es el principio del evangelio, su centro. Es una acción que nos hace
parecernos más que nunca a Dios. La falta de perdón es una gran atadura. Y la razón
por la cual es difícil perdonar es nuestro propio ego, nuestra arrogancia, nuestro afán
por ser vindicados. El problema es que, casi nunca, aquellos que nos hieren
reconocen que lo hicieron, y mucho menos vienen a reparar el daño. Puedes esperar
toda una vida sin que eso ocurra; o puedes terminar con la amargura en un solo
momento de perdón y gracia.
El hecho es que el daño existe, la ofensa ocurrió. Alguien nos traicionó o rompió
nuestro corazón en pedazos. Alguien nos hizo daño, hay algo roto. El perdón tiene un
precio alto, porque alguien tiene que asumir dicho daño. O es la persona que cometió
la ofensa, o es la persona que recibió la ofensa. Nuestra razón nos dice que es quien
cometió la ofensa quien debe reparar el daño. Pero en la doctrina cristiana ¡es el
ofendido el que asume el daño, el dolor, y perdona! Ahí reside el valor del perdón.
Jesús fue sacrificado (torturado hasta la muerte) por los errores de otros, ¡Él no
cometió ninguna falta! Pero Él asumió nuestras transgresiones y pagó el precio. Se
puso en medio de Dios y nosotros e intercedió para que Dios nos perdonara “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Jesús no sólo nos perdonó, sino que le
rogó al Padre que quitara de nosotros el castigo, asumió el castigo en sí mismo para
que pudiéramos ser absueltos.
Jesús fue siempre libre porque no condenó a nadie. Al condenar a otros en nuestro
corazón, nos volvemos presos de ellos. Las ataduras se refuerzan con el resentimiento
y perdemos nuestra intimidad con Dios. Uno de los versículos más aterradores de la
Biblia es el siguiente: “Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre les
perdonará a ustedes”. Mateo 6:15