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Los amores de

Simón Bolívar
Simón Bolívar fue un genio por sus ideas independentistas que Muy joven la “güera”, resplandeciente, de un armonioso cuerpo,
lo llevaron a realizar unas de las mayores empresas de hoyuelos graciosos en las mejillas, cara un tanto redonda,
emprendidas en la historia como la independencia de atractivos pechos y caminar que “alzaba incitaciones”; ojos
Venezuela y la participación en la liberación de otros países del azules como el cielo, rasgados, cabellos largos y sedosos
Sur, conjuntamente con figuras de la talla de él, como José aunque algo rizados, boca pequeña, nariz perfilada y el talle
Francisco de San Martín. elegante, con facilidad gracia y popularidad se movía a sus
anchas en la sociedad mexicana de la época, por sus dotes
Asimismo, por su talento para ver más allá de tu tiempo y por
personales que llegaban a compensarle los “pecadillos
ser ejemplo para el mundo debido a su valentía, fuerza,
reiterados, y además por ser hija de Don Antonio Rodríguez de
inteligencia e intelectualidad, Bolívar es un referente para
Velasco y Osorio y de Doña María Ignacia Osorio y Bello, gente
quienes luchan por un mundo más justo.
de valimiento en aquella corte asentada sobre las aguas
A lo anterior se suma que Bolívar tuvo una vida amorosa lustrales y el poder reprimido de Tenochtitlán.
agitada, muchas mujeres pasaron por sus brazos, aunque La encontró Bolívar en la casa de su hermana María Josefa, la
sobre todas ellas renace la figura de la quiteña Manuelita Sanz, Marquesa de Uluapa, en
quien aparte de ser su eterna enamorada, colaboró en la gesta cuya señorial y apropiada
emancipadora y protegió al Libertador de la muerte aquella mansión del bosque de
noche del 25 septiembre de 1828, en que sus enemigos le Chapultepec se
habían preparado una emboscada y ella lo ayuda a escapar por hospedara el joven
la ventana del Palacio de San Carlos, lugar donde se caraqueño. Entonces el
encontraban los dos para el momento del atentado. flirteo emocional a
escondidas del marido
MARÍA IGNACIA RODRÍGUEZ DE VELASCO Y OSORIO: celoso y gruñón ya herido
el corazón del otro, fue de
Simón Bolívar huérfano, llega a los 16 años arriba al puerto de tal importancia como para
Veracruz el 2 de febrero de 1799. Es en esta ciudad donde a constituir el primer amor
fuerza de protocolo, con rapidez, por intermedio del soltero efímero del Libertador –y
Oidor de la Real Audiencia, Don Guillermo de Aguirre y Viana, cuidado si el primer
pariente del obispo de Caracas, entra en relación con doña descalabro de la “güera”.
María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio, a quien llamaban
“la güera Rodríguez”, significando así el rubio color de la piel y
el cabello de esta bella mujer.
MARÍA TERESA DEL TORO Y ALAIZA:
FANNY DERVIEUX DU VILLARD:
El salto grande y su mujer sin duda alguna ahora se llamaría
María Teresa del Toro y Alaiza, emparentada por sangres muy Simón bolívar regresó a España luego de la muerte de su
cercanas a la burguesía provinciana criolla de Caracas y el esposa y de ahí viajó a París en la primavera de 1804. Allí en el
centro del país, a través del Marqués del Toro y los Rodríguez “Hotel de los Extranjeros” permanecerá rodeado de amigos,
del Toro. derrochando infinitas ilusiones y aprendiendo cada día más de
María Teresa, joven aunque dos años mayor que Bolívar, ya la vida.
que él tenía 17 años, y sin ser bella, la anhelada compañera del
Al cabo de poco tiempo aparece ante él, ella, de cuerpo entero,
futuro Libertador le ataría por su carácter y educación. Mujer
entre bautismos y enlaces connubiales llamada “Fanny” Louise
frágil, tímida, de ojos claros, profundos y tristes, pálida de tez,
Denisse Dervieux du Villard, casada con el cincuentón coronel
amable, inspiradora de honda ternura, casta, tejedora de
realista y conde a la vez, Bartolomé Dervieux, mujer de mundo,
sueños, avasallante y femenina. La visita luego Bolívar en el
hija del barón de Trobiand de Kenreden, su pariente lejano por
norteño puerto de Bilbao, tierra de ancestros, donde con su
la sangre Aristiguieta.
familia reside temporalmente en el otoño de 1801.
Luego de obtener el permiso o dispensa real que como militar Fanny, blanquísima mujer de cabellos tirando a rubio oscuro,
le permita contraer nupcias, el miércoles 26 de mayo del año como lo señalan sus biógrafos, frívola por demás, coqueta, de
1802, sin más espera se cansan en la parroquia de San refinamiento y gracia elegante pese a ser un tanto gruesa, la
Sebastián. boca fina, los ojos azules
Una vez realizado tan importante paso vital, cumpliendo aunque el color a veces era
vínculos hereditarios de inmediato la pareja prepara viaje rumbo variable, sonrosada la piel, de
al puerto americano de La Guaira, desembarcadero natural de senos rellenos y brazos
Caracas. torneados, el andar lento y
Poco duró el idilio de los enamorados ya que la joven María sinuoso, por otra parte hábil y
Teresa fue presa de la fiebre amarilla, y luego de muchas encantadora.
dolencias, delirios y aferramientos, muere el sábado 22 de Para el momento del
enero de 1803. encuentro Fanny frisaba las
28 primaveras, y a pesar de
Tanto amó Simón Bolívar a esta mujer, que todavía escribe 25
los múltiples compromisos
años después: “Quise mucho a mi mujer y su muerte me hizo
sociales empezó a intimar con
jurar no volver a casarme. He cumplido mi palabra”.
aquel solitario viudo de 20
años.
ANA LENOIT: en Salamina ( antes, Punta Gorda), Bolívar gustoso de las
deliciosas aventuras galas se entrevista en varias
En su carrera hacia la gloria Bolívar sigue al Estado Soberano
oportunidades con esta beldad llena de encantos y alegría
de Cartagena, y en conjunción como coronel efectivo de los
juvenil, tratada ella como “ La madamita”, eso sí, lejos de la
ejércitos neogranadinos con doscientos hombres y la bandera
prisión o angustia de los seres humanos; pero acosado por la
cuadrilonga desde Barranca invade la cuenca caliente del bajo
guerra itinerante, el héroe marcial o Don Juan festinado
Magdalena para perseguir sin pausa a los soldados realistas. A
embarca en las naos del destino rumbo a Heredia, cuando
finales de 1.812 y cargando con veintinueve años en los
entonces las lágrimas de Anita fluyen por los ojos y mojan sus
meandros y visiones de sus aguas revueltas, de frente al
mejillas. Luego, en la campaña el Libertador continua hasta
majestuoso rio, Cupido hace las suyas y así conoce a la
Tenerife, donde otra vez se encuentra Anita, y sus brazos se
francesa Anne Lenoit, entonces de diecisiete años bien
aferran a ella, que le ha seguido con tesón.
formados, tímida, joven de pareceres y rubia bella de Paris, “la
mayor atracción del pueblo”; establecida familiarmente en aquel
lugar junto con su padre, MANUELA SÁENZ:
un emigrado europeo que
El 1 de diciembre de 1827 salió para Bogotá, ante la solicitud
se desempeñaba como
de Bolívar de reanimar «una vida que está expirando». En esta
comerciante en la tórrida
ciudad debió enfrentar un grupo grande de detractores, entre
zona de Mompox.
los que se encontraban Francisco de Paula Santander y José
Así que enhebrado en las
María Córdova, enemigos declarados de la Sáenz. «Tendría 29
horas del tiempo en
a 30 años cuando la conocí en toda su belleza. Algo gruesa,
aquella naturaleza
ojos negros, mirada indecisa, tez sonrosada sobre fondo
salvaje se cultivó
blanco, cabellos negros, artísticamente peinados y los más
entonces un apasionado
bellos dedos del mundo [...] era alegre, conversaba poco;
aunque corto romance de
Fumaba con gracia. Poseía un secreto encanto para hacerse
intimidad, debido lo
amar», así la describió Jean-Baptiste Boussingault, un profesor
último a la vasta
de ciencias francés que Santander trajo a Colombia en 1824, y
campaña militar que se
con quien Manuela compartió muchos momentos políticos y
iniciaba por aquellas
sociales. Durante los primeros meses de vida en Bogotá,
fechas, y al decir del
Manuela vivió en la Quinta de Bolívar, una casa situada «a la
biógrafo Indalecio
sombra de los cerros de Monserrate», construida por José
Lievano Aguirre, en esos
Antonio Portocarrero a principios de siglo y que, por motivos de
cinco días permanecido
las guerras de independencia, pasó a manos de Bolívar en
1820. ileso, y por ello fue llamada por Bolívar «la libertadora del
El 24 de julio de 1828, no obstante encontrarse Bolívar en el Libertador». El 20 de enero de 1830, Bolívar presentó renuncia
Palacio de San Carlos, ejerciendo sus poderes dictatoriales a la presidencia. El 8 de mayo emprendió el viaje hacia la
sobre la república (luego de la disolución de la Convención de muerte, ocurrida el 17 de diciembre en Santa Marta. Desde su
Ocaña, el 11 de junio, y, consecuentemente, del Congreso), partida, los ataques contra Manuela tomaron forma y nombre:
Manuela celebró el cumpleaños de Bolívar en la Quinta. En el Vicente Azuero se encargó de incitar a la gente a manifestar su
transcurso de la fiesta, ella realizó un fusilamiento simbólico de descontento con La Sáenz, mediante carteles, "papeluchas" y
Santander, «ejecutado por traición», según rezaba el letrero actos como la quema de dos muñecos en la fiesta del Corpus
colgado del muñeco. Parece que la descarga se escuchó Christi, en los que personificaron a Manuela y a Bolívar bajo los
perfectamente en todo Bogotá. Con este acto, la política de nombres de Tiranía y Despotismo. La reacción de Manuela fue
reestructuración de la República que adelantaba Bolívar, estuvo obvia: destruyó las figuras y todo el andamiaje que las sostenía.
a punto de derrumbarse. En la primera semana de agosto de El resentimiento santafereño cedió a las acciones de Azuero;
ese mismo año, y a pesar de la orden de Bolívar de que sin embargo,
permaneciera alejada del público, Manuela Sáenz puso treinta Manuela recibió
y dos pesos de plata en manos de don Pedro Lasso de la Vega el apoyo del
por la casa marcada con el número 6-18 de la calle 10, para así sector que menos
estar más cerca al Palacio de San Carlos, es decir, de Bolívar. esperaba, las
Esta cercanía y la conjugación de sus talentos físicos con sus mujeres:
habilidades políticas le permitieron a Manuela saber de la «Nosotras, las
conspiración para matar al general, conspiración que tomó mujeres de
fuerza por el descontento en casi todos los estratos. Los Bogotá,
soldados se quejaban por el atraso en los pagos, las mujeres, protestamos de
de la carestía, la aristocracia, de la pérdida de privilegios, los esos
comerciantes, por el detrimento en sus negocios, y los provocativos
intelectuales, por la falta de libertad. En la conspiración, se libelos contra
rumoraba, estaba implicado Santander. esta señora que
aparecen en los
El primer intento fue en el mes de agosto, en la fiesta de
muros de todas
máscaras en el teatro El Coliseo (Colón), del que se salvó
las calles [...] La
gracias a la acción involuntaria de Manuela. El segundo intento
señora Sáenz, a
fue el 25 de "setiembre", en el Palacio de San Carlos. Esta vez
la que nos
fue la acción premeditada de Manuela la que hizo que saliera
referimos, no es
sin duda una delincuente». Desde este momento, Manuela
perdió su objetivo en la vida. Con la muerte de Bolívar, el
desprecio por ella se desbordó, por lo que decidió partir hacia
Guanacas del Arroyo; sin embargo, la persecución no cedió. El
1 de enero de 1834 Santander firmó el decreto que la desterró
definitivamente de Colombia. Fue a Jamaica, y de allí a
Guayaquil, a donde llegó en octubre de 1835. También tuvo que
partir de Guayaquil, pues el gobierno de Ecuador no la quería
allí. Viajó, entonces, a Paita, un puerto en el desierto peruano
sin agua y sin árboles, y formado por una sola calle y un muelle
al que sólo llegaban balleneros de Estados Unidos. Allí, en un
desvencijado edificio, se leía: «Tobbaco. English spoken.
Manuela Sáenz». La pobreza la acompañó durante los últimos
años, y finalmente también la invalidez.
El 11 de agosto de 1847 se enteró de la muerte de su marido,
James Thorne, asesinado el 19 de junio de ese año. En su
testamento, Thorne devolvía a Manuela los ocho mil pesos de
la dote de los intereses; sin embargo, ese dinero nunca Llegó a
sus manos. Así, inválida, acompañada por Simón Rodríguez (el
Maestro del Libertador), quien también terminó su vida en Paita
(1854), y las cartas del General O'Leary, acabó la vida de
Manuela Sáenz, víctima de una extraña epidemia que llegó al
puerto en algún ballenero, el 23 de noviembre de 1856.

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