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INTERVENCIONES PATRIAS, CONTHATOS AFECTIVOS

Sylvia Molloy

Hay momentos en que un pensamiento que hemos hecho nuestro de algún modo se

encarna, o como dicen, nos toca "en carne propia". Uno de esos momentos de

ilurninacíón, o de reconocimiento, se dio en mi caso relativamente temprano en mi

carrera académica. Yo ensefiaba en la Universidad de Princeton, durante largo tiemp o

institución exclusivamente masculina, que apenas unos afios antes había dejado entrar
mujeres, tanto estudiantes como docentes. Como profesora con permanencia en una

institución donde no abundábamos, pronto me vi, y en una multiplícidad de casos, en el


lugar poco grato de ser "la primera mujer en Princeton que" - y aquÍ llénese lo que se

quiera: que recibetal beca, que da talconferencia, que ocupa talcargo. Uno de esos

lugares era ser, en efecto, la "primera mujer" que fornraba parte de la comisión de

promociones. Como tal me tocó evaluar, junto a los otros miembros de la comisión, a

una colega del departamento de inglés cuyo contrato estaba a punto de expirar. O bien

se la ascendía, o se daban por terminados sus servicios a Princeton. La mujer era

brillante pero su producción escrita no era abundante: era, como dicen, pura promesa,
Se debatió el caso. La comisión estaba dividida. Uno de sus miembros, psicólogo de nota
que simpatizaba con la candidata, procuró defenderla. Habló, sí, con entusiasmo de su

inteligencia excepcional, pero también le recordó a la comisión, como para disculpar las

no abundantes publicaciones, el hecho de que era mujer, y que las mujeres tenían otra

medida deltiempo. Aquíyo esperaba el habitual "porque tienen obligaciones

familiares", o "tienen que elegir entre la carrera y la maternidad", o explicaciones por el


estilo, pero salió con algo inesperado: "l don't quite know why but women spend o lot of

time thinking obout being women, it takes up a tot af spoce in tfreir lives," Là

observación era acertada; el cándido "no sé bien por qué" en cambio resultaba

lglogo quien, sin sospecharlo, r:evelaba ego de su


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pensar sobre el género, A la mujer no se le dío la permanencia y se fue de Princeton,


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Pero, como en los relatos ejemplares, esta historia tuvo un final eclificante: la contrató la
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\ universidad de colurnbia, donde hizo una carrera espectacurar.

---e He pasado muchos afios trabajando esa necesidad de pensarse que parece*or,un.rl
\
aquellos sujetos a los que la sociedad asígna una diferencia de género, ya hetero-ya \
homosexual, Sólo más recientemente, y recordando aquelcomentario del psicólogo de \ a r-,r^,
. Princeton * "la§ mujeres tienen otra medida del tiempo" la
- he intentado llevar
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reflexión un paso más allá y conectar ese pênsar la diferencia no sólo con nociones de I

tiempo sino también de espacio ya que, según el psicóÍogo, el pensarse desde el


o Sénero
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"takes up o lot of space in {ourl lives".A esas prácticas temporales y espaciales desde el
\
género (y más que nada a estas últimas en este trabajo) dedicaré la breve reflexión que \
sigue. -)

Ya presentíesta idea del espacio donde se piensa el género en otro trabajo donde
recordaba un episodio de los viojes de sarmiento donde los viajeros hacen

inesperadamente escala en una de las islas del archipiélago Juan Fernández. La isla,

aptamente llamada Mds ofuera, está poblada por cuatro náufragos de quienes observa
Sarmiento que viven en una economía hogarefia echada a perder por,,feudos ç/**\ w
domésticas, cuyCI causo na quisímos conocer". La reticenqi3Jesarmientq
perpetuas referencias al género o, si se prefiere, a Sarmiento dice que
la discordia es de mujeres pero allíno hay mujeres; dice que uno de los náufragos habla

demasiado, como una mujer; o mejor dicho, pâra no hablar mal de las mujeres, como

un peluquero francés), referencías apuntan a la naturaleza de una convivencia cuyo

funcionamiento se pasa por atto. pero Io q!_e_l!q j!!Cfesq-rqqq]-qll_1q!t_es,_!Láq_qUg


El "rnôl
nada, Ia importancia delespacio en este episodio, glq ,,@alo , 1\
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.§9-Qv!Ia gegarlgl-gélgo:€Qlrí l.a isla como una suerte de clo:et productivo don_de ss
vive y se piensa la diferencia.
*+ , El espacio dsl nÉ! gluela s{migrtíno anuncia otros espa.cios aislados qrte apqlqÇe! eX*

_la literaturah"rflqgqg1icana del siglo veinte, espacios donde se piensa el gens.1q,*se lo


negoclq,, y_g_q poLe__enlgla dejulçt-oJa We-s*§peIqdg.q/. Esos espacios son, en general,

espacios indefinidos, in the middle of no ;-"|-eip--s, en todo caso, de la ciudad letracia.

Son, en particu]ar, espacios ruralqg rlos - el


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campo de Don Segundo Sombra (o de "EÍ Sur" de Borges) - espacios a los que se les ha "'
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asignado un significado patriótico: "tropografías", como las ha llamado Jens Anderman, .\')t'/\
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donde no solamente se construye el género sino también la nación, Y son, por fin,

espacios masculinos que se ven perturbados * literalmente alterodos - cuando en ellos


interviene lo femenino, visto como anomaiía, cuando no como algo monstruoso, como

en los islos nuevas de María Luisa Bombal- de nuevo: islas - o, por qué no, como en*Ê/

W::!!y!:1de r osé Don oso.

Desde esta perspectiva quiero pensar una novela reciente, Eldesperdicio de Matilde

Sánchez, que provocó lecturas encontradas y en general bastante crÍticas. La supuesta

falla de Sánchez:elhabertomado la historia realde una persona conocida y querida por

muchos y aparentemente habertraicionado su memoria haciendo público el "fracaso"

que parece implicar eltítulo. Me interesa menos detenerme en elsupuesto problema

., .j ético que implica esta elección y nrás cuestionar, desde una perspectiva de género, la
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noción de desperdicio. Para quienes no conocen eltexto, [o resumo rápidamente. EIena


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Arteche, proveniente de una familÍa de ganaderos de un pueblo de la provincia de

BuenosAires venido a menos, parte hacia la capitala principios de los affos'70 para

estudiar Letras, muy conscÍente de la desventaja del género: "Qué otra opción tenía,
ninguna, ninguna [...] Las puertas de una mujerno las abre eldestino, ellas deben ser

-sus propias porteras. Eldestino sólo se revela en las grandes ciudades" (35), Lectora

voraz y brillante teórica, inteligente y seductora, se convierte en centro de un grupo

líterario de lafacultad, grupo ante el que dictamina, critica e ironiza con desparpajo,

admirada portodos ytodas. Ese período se cierra con la inesperada muerte de su


hermana y la protagonista vuelve al pueblo para hacerse cargo delcampo. lnicia
tl

meiorâs' trabaja, tiene un hijo con un hombre limitado y astuto con quien se casa y que

se hace cargo de la administración, comienza a beber sin mesura, finalmente sucumbe a

la misnra enfermedad de que murió su hermana. En el entierro, sus amigas y

compafieras, gue la han acornpafiado vicariamente en su retorno, ya identificándose

con ella, ya diferenciándola y enjuiciándola, hacen el balance: nunca terminó de escribir

su muy esperado libro, De algún modo ellas son y no son ella, y elsupuesto clesperdicio

es también el suyo: de ahíeltítulo.

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Pero lo que me interesa en F/desperdicio, más allá de ese probleryátlqotítu!q_, es lo que
Lli)"»
hace Sánchez con el gendered space,_e l
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9qrypq q.l,g,qntino, una escuela de hombría, por así llamarla, regida por la conslgna del
personaje de Güiraldes; "Hacéte duro, muchacho". Ese espacio signado por lo masculino

por cierto viene funcionando desde la publicación de Don Segundo Sombro


- e incluso
desde antes: ya estaba en El payodor de Lugones - como repositorio de valores patrios
masculinos, repositorio alque el letrado argentino retorna sistemáticamente para pagar

sus respetos como quien cumple una peregrinación: piensese, además de Güiraldes,

Borges, Saer, para nombrar a tres escritores de generaciones distintas que plantean ese

regreso/ ya a nivel de la anécdota, ya a nivelconceptual.(Hay desde Iuego excepciones:

propongo como tal L'homme de lo Pampa de Jules Supervielle, aungue no faltará quien
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- .
:1 " diga que Supervielle no era argentino.) Hasta eldía de hoy, ese doble aspecto del
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1r9?'r''' ? e
*i'- espacÍo rural - hombría y nación - funciona en la opinión pública, sobre todo en
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' -,^;-r '.'' momentos de crisis: baste recordar los enfrentamíentos recientes campo/ciudad en la

Argentina, percibidos como un atentado al lugarpatrio por excelencia, una intervención

disruptiva por parte de una mujer, Cristina Kirchner.

A diferencia del espacio nacional al que retornan, naturalmente podría decirse, los

personajes masculinos, elcampo al que vuelve la protagonista de Etdesperdiclo es un

lugar desmantelado donde sólo quedan ruinas de un provechoso pasado agropecuarÍo.

Es además un espacio sin hombres: hay adolescentes o viejos, y los mÍticos paisanos han
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sido reemplazados por vagabundos, linyeras, seres desposeídos y sin afiliación, outsiders
por excelencia, que establecen sus precarias villas en Io que antes fue campCI cul'tivado

hasta que la municipalidad los ahuyenta hacia elpueblo vecino donde instalan

temporariaÍxente otras viviendas provisorias o se refugian en contoiners, y así

suceslvamente, en un suerte de descolocación perpetua hacia el mds afuera.Las

fuentes proveedoras del bienestar de la nación - ganadería, agricultura * han dado paso

a una suerte de economía precaria, no carente de fantasía, en la que las liebres -


propiedad de nadie y de todos, animales sueltos que no detiene ningún alambrado - se

han vuelto el nuevo ganado argentino, comida de los homeless y a la vez exótica carne

de exportación para un nrercado europeo.

Se ha leído el retorno de Elena a este campoinsalvable como una capitulación, un


retorno que coincide con la enfermedad, el derrumbe personal, y Ia abjuración del
pensamiento crÍtico y teórico que la distinguía. No se puede hacer nada con el campo y

menos lo puede hacer Elena, mujer y - esto es de importancia crucial en las lecturas

reductivas que ha recibido esta novela - letrada. Pero es justamente esteJ:ruce,.génel:o-=


q_ln!_qlsst0, y la puesta en práctica de ese intelecto por parte de una mujer en un
espacio que se creÍa agota do y donde la mujer no tenío cabida,lo que permite un

acercamiento totalmente nuevo al llamado "problema del campo", La intervención de la


protagonista de E/ desperdÍcio en este espacio masculinono procura devqlygl_{!qry3o

qn pasado*esplgndgt heroico silo 1ev'rtaJizal[o en función de una fantasía, loca,

dsspoporciana{a, si se quiere, pero que dará sus frutos. Para volver a Supervielle,
formalistas rusôs, Freud y Levistrauss, a los cazadores de Íiebres, brindándoles un plus

3o utilitario, una invitación al pensamiento artir quien, como muier


---___ oue sólo +'-*-:3

.y cgryo letrada (n como mujer pero letrqglq.) ç era del siste


\.

Si en sus gloriosos afios de la universidad de Buenos Aires a Elena Arteche se Ia

distinguía por su particular afición por el concepto de ostraneme, el extrafiamiento o la

alienación como prÍncipio de creación artística, la intervención de esta mujer en el

campo e§ ver la puesta en práctica de esa alienación, no ya sólo principio teóríco sino

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ciego de la conciencia burguesa", ese que no "cQué cosa busca
L
donde no hay nada?" pregunta una amiga, "No buscorra-dçmfíla deriva. como decía

Sterne, progreso mientras divago". Respuesta ante la cual díagnostica, con buena dosis

de schadenfreude,la narradora: "Elena se había lanzado a una autodestrucción

sistemática y sin contradicciones". Lo que no ve esa narradora


- ni muchos lectores de
la novela - es que la contradicción guía la rlivagación de Elena, es marca misma de su
-
(contradictorio) progreso.

fOu.
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la intervención de la protagonista de Matilde sánchez sea un desperclicio para
!
alsunos lectores, acaso para la autora misma, no sólo resulta una respuesta
Ilr-----_ i

linounarespuestaquedesatiendealtexto.Paramíel
)
verdadero desperdicio de Eldesperdicia, novela que
desestabillza un espaci.o y
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ideologizado y lo hace derçLe=elgénero-J-másÀqgsclgs!_ggIgqçl_gérclqJ
#<-.=-__: : ro relrado, es i
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I que no se trabaje esa posibilidad de lectura, tan potente, dirÍa yo, como los volcanes
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pampeanos de Superviette. I
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a*rc,.ytla tl'^oL' i-e ^ da-- 16't'-\ít-
Vuelvo al conrienzo "thinking about being women takes up o íot of spoce in women'S

lives" , Para mí, El desperdicio ha sido uno de esos espaeios.

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