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Historiografía en el medioevo

El transito de la historiografía antigua a la medieval es el reflejo del mundo pagano al


cristianismo, un cambio de perspectiva de la visión del pasado. Las invasiones barbaras
produjo en el imperio romano las bases de la historiografía medieval.

Se debe atender a los siglos IV - V para comprender los objetivos del historiador de la Alta
Edad Media que notifica el nuevo espíritu al panorama cultural y la comprensión de la
historia en el pasado, presente y futuro.

El cristianismo introdujo en la historia un elemento discriminador que constituirá el


principio dialéctico que se manifestaría en la historiografía medieval: en ella se valorará un
progreso a causa de Dios, por ello el progreso es de carácter espiritual.

La primera historia medieval presentará indecisiones en torno al modulo preciso y la forma


de la explicación de la voluntad divina. El cristianismo brindaba una perspectiva sobre el
conocimiento de las cosas humanas desconocida en la historia antigua. Dicho cambio de
perspectiva no supuso el olvido y la postración de la cultura antigua: del siglo IV al V
existe un esfuerzo por mantener o tomar contacto con los escritores clásicos y con loa
historiadores. Los historiadores cristianos tienen los mismos métodos que los
historiadores greco-latinos aunque los cristianos la utilizarán cambiando el enfoque:

“El método no fué modificado. El historiador medieval todavía depende de la tradición


para obtener los hechos, y carece de armas eficaces para criticar esa tradición. En esto
es estar a la par de Tito Livio, y exhibe las mismas debilidades y las mismas excelencias”.
(Collingwood, 2000, pág. 68).

La historiografía política continuará reflejando la reacción de los hombres informados


respecto al pasado más creciente y se enfatizará sobre la corrupción del gobierno, el
cristianismo y los bárbaros.

La distinción de los antiguos bipartita pasará a los primeros historiadores cristianos,


Eusebio y Jerónimo subordinaron la construcción cronológica a la cronología ya existente
y la autoridad de Jerónimo contribuyó a difundir la transformación cristiana de la distinción
pagana entre edad mítica y edad histórica.
Tenemos que tener presente lo que se explica sobre la periodización y sobre la
mentalidad del hombre medieval que se explicita en el texto Idea de la Historia “Era un
plan de desarrollo temporal de despliegue a través de una serie definida de etapas, y fué
precisamente, la consideración sobre ese hecho lo que produjo la concepción de edades
históricas, cada una iniciada por un suceso creador de época”. (Collingwood, 2000 pág.
70).

La atención sobre el cristianismo se apoya sobre la figura de Dios pues es este es una
figura de valor para la teología medieval donde “Dios no es substancia, sino acto puro
(…) se concibe la actividad divina fuera de las operaciones humanas y gobernándolas
(…)” (Collingwood, 2000 pág. 71).

El universalismo de la historia cristiana permitiría descubrir valores nuevos y profundos


que los contenidos en la figura de un solo personaje o de un único pueblo. La historia de
los bárbaros comenzará a desarrollarse y destacaremos primeras figuras en el quehacer
intelectual de Occidente cuando la herencia del imperio se manifiesta en Oriente.

En estos primeros momentos de crisis y mutaciones del pensamiento político y social se


interpretarán la historia de los bárbaros como la imagen de la historia romana, otros la
separarán en dos obras distintas: la historia de Roma y la de los germanos.

Dicha dualidad será la base de una nueva historia, la génesis de la historiografía medieval
se produjo sin rupturas con el mundo antiguo, no obstante, se logro una combinación
entre el cristianismo y la irrupción de la utilidad germana. Se produce “(…) el péndulo del
pensamiento desde el humanismo unilateral y abstracto de la historiografía greco-romana,
hasta el teocentrismo, igualmente unilateral y abstracto, del medioevo”. (Collingwood,
2000 pág. 71).

La historiografía barbara tendrá conciencia de la importancia de delimitar los


acontecimientos y de allí se desprenderán las pautas que se seguirán en la posterioridad
hasta muy avanzada la época medieval.
Siglo IV -

Eusebio es considerado el padre de a historiografía cristiana, su obra Chronicon se


constituye el manual de todo el medioevo occidental que continuo la historia romana. Será
en Historia Ecclesiastica donde se sentarán los presupuestos de la nueva historia
cristiana: 10 libros en total destinados a la singladura de la iglesia desde sus orígenes
hasta el triunfo de su unificación con el imperio en el año 323; 7 libros están escritos por
escritores procedentes hasta el año 303, luego del 8vo al 10mo se manifiesta el empleo
de fuentes de primera mano y de su experiencia.
Le toca vivir en el bajo imperio, ya se notaba la caída del imperio y la terminación de las
persecuciones, es considerado rector de {a historiografía medieval en caso de Euseibo se
emplean fuentes cristianas y paganas.
“En principio debo solicitar para mi la indulgencia del sabio, porque confieso que está más
allá de mis fuerzas producir una historia perfecta y completa, y, puesto que soy el primero
que trata el asunto, intento recorrerlo como si fuese un camino solitario y no practicado.
Ruego que pueda tener a Dios como guía y el poder del Señor como ayuda, ya que no
soy capaz de encontrar ni las huellas más leves de quienes recorrieron antes que yo el
camino, salvo en breves fragmentos en los que, de unos de un modo y otros de otro, nos
han trasmitido relatos particulares de los tiempos en que vivieron /.../ Habiendo /.../ pues,
elegido, como flores de una pradera, los pasajes adecuados de los antiguos escritores,
tratemos de englobarlos en un relato histórico, dándonos por contentados si conservamos
la memoria de los linajes de los apóstoles de nuestro Salvador. (Libro 1, cap. 1 pp. 4-7).
Luego de explicar sus dificultades explica como llevo adelante la recopilación. En el siglo
IV la religión cristiana es adoptada a las clases altas, para el siglo V se oficializa, lo
religioso prevalece en la escritura.

El enfoque será sobre la vida de los santos naciendo así el género ageográfico, en la Alta
Edad Media se potenciará el cristianismo, desde el punto de vista historiografico la obra
más significativa es Historia Eclessiatica, con la intención de demostrar la continuidad del
Antiguo Testamento en el Nuevo (reflejo de las enseñanzas del Antiguo en el Nuevo).
Siglo V -

Orosio recogerá la iniciativa de reunir en una gran historia universal el conjunto de


acontecimientos de la humanidad para probar que todos los periodos históricos han
conocido momentos de decadencia y a su pesar, desconfianza y negatividad.
La obra de 7 libros narra la historia de la humanidad desde la Creación hasta el siglo V, en
ella se valora un intento de mostrar la intervención divina en la historia universal mediante
la racionalización historiográfica teórica:

“La visión teológico - política de sus historias se fundamenta en la conexión que


postulaba entre el Cristianismo e imperio, tan intima que llegaba a una verdadera fusión
de los dos autores: el imperio romano, monárquico y universal y al monoteísmo cristiano
(Orcástegi, C. 1991, pág. 67).

A partir del siglo V el autor acude a material de primera mano convirtiéndose el material
en exacto y veraz, con anterioridad los copia directamente y literalmente o los resume.
La importancia de Orosio recae en la cronología visible en el pasaje dedicado a las
invasiones bárbaras a pedido de San Agustín:
“Llega Alarico cerca de la tenebrosa Roma, la agita y penetra en ella. Sin embargo
previamente había ordenado que si algunos se hubiesen refugiado en lugares sagrados
precisamente en la basílica de los santos apóstoles Pedro y Pablo, éstos permanecerán y
seguros. Así luego (los soldados), ávidos de botín, tomarían todo lo que quisieran pero se
cuidarían de que no hubiera derramamiento de sangre… Al tercer día los bárbaros, que
habían entrado en la ciudad, espontáneamente se van, habiendo incendiado antes
algunos edificios, pero sin alcanzar las proporciones del que se había producido por
accidente en el año 700 de la fundación (de Roma). Si en efecto recuerdo el fuego
provocado durante los espectáculos de su emperador Nerón, indudablemente no puede
comparársele este segundo que ahora produjo la ira del vencedor con aquel que había
sido suscitado por la lascivia del príncipe. Y no debo recordar en esta relación a los galos
que, después de incendiada y destruida la ciudad, poseyeron sus cenizas casi un año. Y
para que nadie dudará de que todo había sido permitiendo al enemigo para castigo de la
ciudad soberanía, lasciva y blasfema al mismo tiempo, los lugares principales de la
ciudad, que no pudieron ser incendiados por los enemigos fueron destruidos por los
rayos.
Y así en el año mil ciento setenta y cuatro de la fundación de Roma se produjo la entrada
de Alarico en la ciudad… Durante la ocupación, Placidia, hija del príncipe Teodosio y
hermana de los emperadores Arcadio y Honorio, fue capturada por Atauifo, pariente de
Alarico, quien la tomó por esposa. Pareció como si Roma la hubiera entregado como
rehén por designio divino como especial garantía, puesto que unida en matrimonio al
poderoso rey bárbaro, fue de gran utilidad para el Estado (romano se entiende).
Entretanto, antes de dos años de la ocupación de Roma; los pueblos incitados por
Estilicón como indiqué, alanos, suevos y vándalos, atacan a los francos, pasan al Rin,
invaden las Galias y al primer empuje llegan hasta el Pirineo”.
(Paulo Orosio. Los siete libros de la historia contra los paganos. En: Lara F. y Rabana,
M.A. Comentario de textos históricos. Método, selección y ejemplos prácticos. Diagro,
Lérida, 1987, pp. 127-128.

Víctor Vitense (Tunnense) -

Historiador de los vándalos, obispo de Vita (norte de África, Túnez) en el siglo V, escribió
su Historia de las persecuciones vándalas - cuenta las experiencias sufridas como
católico por las persecuciones de los vándalos arreanos.

Obra escrita en tres libros, comprende del año 428 al año 484 - supone una historia
completa de los vándalos desde su asentamiento en África hasta la muerte de Hunerico.
Se consagra como documento histórico referente a las costumbres de ese pueblo y los
acontecimientos políticos de una larga etapa del reino vándalo, además es, testimonio
para la historia de la iglesia y de sus vicisitudes en el norte de África.

En la península ibérica el transito del mundo antiguo a la época medieval esta marcada
por figuras destacadas en el panorama cultural tardorromano o visigodo. Sin apartarse de
la concepción universalista de la historia y acudiendo a las fuentes “(…) lo genuino de la
primera historiografía hispana está en saber combinar las bases universales del
conocimiento histórico anterior con el espíritu nacional de los pueblos invasores de la
península”. (Orcástegi, C.1991, pág. 75)

El ejemplar a mencionar que refleja prueba del sentimiento nacional que alentaron los
escritos de su época y caracterizaron el periodo de transición del mundo antiguo al
medieval será la Historia de los godos, vándalos y suervos.
Siglo VI -

Gregorio de Tours -

Llamado en realidad Gregorio Florentino, nació en Clermont en el año 538/9 (siglo VI)
perteneciente a una familia de rango senatorial que tenía sus raíces en la aristocracia
galo-romana de Auvernia, fue educado por su tío, el obispo de la ciudad que lo vio nacer,
y aprendió el latín vulgar como lengua materna. Atacado de una grave enfermedad,
acudió en 563 a Tours atraído por la fama de la tumba de San Martín. Tras ser curado de
su mal permaneció en esta ciudad en la cual fue elegido como obispo en 573 hasta su
fallecimiento en el año 594.

Su obra Historia de los francos - es una historia universal de 10 libros en su totalidad que
comienza con la creación y llega al año 591. Los cuatro primeros libros culminan con la
muerte de Sigberto I en el año 575, en el último de ellos se valoriza una cronología
detallada. Del 5to al 10mo se cambia el contenido de la exposición, se asemeja a un
diario de acontecimientos vividos por el autor.
El conjunto de su gran historia concluye con una biografía de los obispos de Tours, una
lista de las otras obras del autor y una recapitulación de los años del mundo. El final de la
Historia de los francos es más preciso porque el autor cuenta hechos contemporáneos
que él personalmente ha conocido y vivido con atención a la corte franca y sus
personajes, con los cuales convivió.
Siglo VIII -

Paulo Diácono -

Nacido entre los años 720 y 724 es el mejor historiador de su época, de noble familia
lombarda, había estudiado gramática en Pavia y llegó a conocer bien tanto el griego como
los clásicos latinos. En 760 profesó como monje en Montesino, pero no olvido las
vicisitudes del pueblo lombardo en su lucha por la supervivencia, conociendo y sufriendo
las consecuencias de las guerras y ña derrota final de su monarquía contra Carlomagno,
a cuya corte acudió personalmente en solicitud de clemencia para su hermano en ella,
permaneció en ella durante varios años dedicado, entre otras tareas, a visitar los
monasterios francos más importantes.

Su obra principal es la Historia de los lombardos, escrita en época carolingia, refleja con
detalle las peripecias de ese pueblo y sus enfrentamientos bélicos hasta el año 744.
Iniciada a la vuelta de Aquisgrán en el año 787, Diácono trabajo en ellas prácticamente
hasta su muerte (año 799).

Consta de seis libros que recogen en un principio numerosas leyendas trasmitidas por
tradición oral y que adquiere mayor precisión en los acontecimientos más cercanos a su
tiempo, culminando con la muerte de Liuprendo en el año 744. Así al terminar en esa
fecha evita contar el desgraciado fin de los lombardos por amor a sus patriotas, y
renunciaba a utilizar argumentos comprometidos para Carlomagno, por diferencia al
emperador que lo había protegido y aceptado en su corte.

El silencio sobre los últimos treinta años de Diácono ha sido interpretado a modo de
polémica las causas y consecuencias de la laguna dejada a la posteridad acerca de esta
etapa.

La Edad Media es el periodo de la historia que se extiende desde la muerte de Teodosio,


en el año 395, hasta la toma de Constantinopla por los turcos en el año 1453, algunos
autores lo consideran más tardío, marcando el descubrimiento de América como la
culminación de la Edad Media, podemos manifestar que “La Edad Media es la época, de
limites bastante indeterminados, que corre entre la disolución del Imperio de Occidente y
la formación de los estados modernos”. (Dujove, L. 1958, pág. 177).
Durante este lapso se conforma la unidad política y religiosa del Occidente atravesando
por manifestaciones tales como el Imperio de Carlomagno, el Santo Imperio Romano
Germano, el papado, la unión de todos los pueblos cristianos en las expediciones de las
cruzadas.

San Agustín -

El pensamiento histórico medieval conlleva un periodo de relativamente diez siglos donde


el orden intelectual intenta interpretar la evolución de la humanidad en su conjunto,
tenemos como referente a San Agustín. El cristianismo no fue la única religión practicada
en el mundo occidental durante la Edad Media, estaban también el judaísmo y el
islamismo igualmente de origen judaico, cuya aparición data del siglo VII.

La ubicación de San Agustín esta en el deslinde real o convencional, entre la Antigüedad y


la Edad Media adquiere significación porque es la suya la primera exposición sistemática
de una filosofía cristiana de la historia y es una de las últimas especulaciones sobre la
duración de Roma y su imperio.
San Agustín escribió La Ciudad de Dios para defender el cristianismo de la acusación de
ser el instrumento del fin de Roma y también para destruir la idea de que el fin de Roma
sería igualmente el fin del mundo y el fin de la idea de la iglesia de Cristo.

Pensamiento filosófico -

Ortega y Gasset describe la necesidad de admitir otra existencia, otra realidad firme la
cual es opuesta a la de la realidad humana natural, pues es, eterna y omnipotente (es
Dios). Desde esta creencia vive el hombre en una perspectiva nueva. Todo lo que su vida
es y lo que en ella hace lo refiere a esa realidad eterna. Así, el mundo del cristianismo se
compone solo de Dios y el hombre.
Para el puro cristiano, el mundo, la naturaleza carece de interés y de aquí el desorden de
los primeros siglos cristianos a todos las ocupaciones mundiales: a la política, a la
economía y a las ciencias. Lo único verdaderamente real es el alma y Dios “San Agustín
genialmente intenta describir conceptos nuevos, adecuados a la nueva realidad y puede
decidirse que cuanto hay efectiva filosofía cristiana se debe a él”. (Dujovne, L. 1958 pág.
179).
El cristiano de los primeros siglos no logró la plena franquea de su inspiración
inmundización frente a la ideología archimundanal de aquellos helenos que pensaban con
los ojos y las manos.

La idea de la revelación (del platonismo) se modifica por la idea de creación siendo


absoluta la novedad frente a todo el ideario griego. En la revelación es el objeto Dios
quien se da a conocer, quien hace que el objeto lo conozca, la verdad, quien va a buscar
al hombre y apoderarse de él, inundarlo, penetrarlo, transmitirlo, es la fe, la fe divina.

Agustín que vive entre los siglos IV - V estaba persuadido de que para conocer es seguro
antes creer: conocer es recibir revelaciones de Dios y este es el único que
verdaderamente hay, por fuera de él y el hombre en sí no tiene realidad.

Dentro de la fe comienza a incorporarse la razón humana: la palabra de Dios necesita


integrarse con una ciencia humana; con el transcurso de la Edad Media aparece Santo
Tomas y es entonces cuando el cristiano reconoce en la razón puramente humana una
potencia sustantiva y dependiente de la fe.

Ortega manifiesta que, “Dios es ante todo, es lógica que comprende inteligencia y razón
divina que se distingue del hombre por sus limitaciones de la última, no obstante,
comparten un elemento común”. (Dujovne, L. 1958, pág. 180).

El hombre esta viviendo en un mundo doble, el trasmundo divino, ante el cual no tiene
medios y este mundo frente al que posee la vigorosa facultad que es su razón. El hombre
comienza a atenerse a las cosas: solo con ellas se queda a medida que va desesperado a
la iglesia. La Edad Media se caracteriza por la convicción de que en ella la única realidad
es Dios y que lo demás esta subordinada a él.

La vida histórica hubo de ser concebida entonces como consistente en la cooperación del
qu*erer de esas sustancias creadas con la providencia divina, que en su poder volitivo los
lleva a todos a su propósito “En la Edad Media entra Dios en la historia y dirige los
corazones a la realización de su meta. Se afirma un fin de la evolución y la idea de de
finalidad recibe, un nuevo sentido”. (Dujovne, L. 1958, pág. 182).
La Edad Media veía en Dios la fuente del derecho natural, que se interpretaba como
norma obligatoria y la suprema. Por esta razón no se analizó el contenido de la vida
histórica tal como existe realmente, se buscaba dicho contenido de Dios “(…) por la
metafísica de Aristóteles, Dios recibe la denominación de “Absoluto”. La representación
de que él se tiene es la de una potencia creadora infinita que crea el cosmos y después
al hombre. Se concibe a Dios creador como poseedor de una soberanía sin límites e
infinitamente superior a su criatura”. (Graf, F. 1990, págs. 30-31).

En la Edad Media admitía la unidad de la historia universal, concordante con la voluntad


de Dios, la idea importante es la admisión de un plan conocido por la revelación, en su
comienzo, medio y fin. El primer padre de los hombres; frente a los que todos pecaron:
Cristo, en quienes fueron redimidos, y la siguiente venida en la que se juzgará a todos.

San Agustín con su Ciudad de Dios, trató de responder a ¿no era el cristianismo la causa
de todas las desdichas del Imperio Romano? El cristianismo medieval creía en una
evolución interna del genero humano como unidad y asimilo el descubrimiento de la
unidad a la serie gradual de las edades de la vida.
La humanidad era concebida como un individuo que debe un desarrollo vital y quien la
norma de esa evolución le viene dada, como un educando por su educador.
La organización externa de la sociedad, fue la de la iglesia, en ella se encuentra un
cuerpo místico desde la Trinidad y los Ángeles están más cerca de la iglesia, hasta el
mendigo y el siervo. La iglesia como un cuerpo animado por el espíritu, unitario de Dios
recibía, confirmación en la idea de la Eucaristía. La autoridad de la iglesia dentro de la
sociedad se articula con una ordenación jurídica en la que el derecho canónico, por
proceder de Dios, tiene la suprema vigencia en la sociedad humana. Surgió entonces la
idea de la totalidad de la iglesia que recibe la unidad transferida a ella desde el mundo
trascendente y que realiza un orden divino de salvación.

El principio de autoridad que procede de Dios sustituye los principios políticos anteriores
de Occidente y se transforma la concepción entera de la sociedad de la Edad Media: en el
derecho nace el concepto de corporación en el sentido de que los individuos naturales
que están unidos, sólo representan al sujeto jurídico efectivo, incorpóreo e invisible; en
ciencia política surge la fundamentación teológica de los conceptos acerca del Estado y,
ligada a ella, una primera metafísica de la sociedad , fundada en la metafísica general y
que abarcaba toda la realidad entonces conocida de los fenómenos sociales y históricos.
Se pensó que el cuerpo único de la cristiandad estaba gobernado por el sacerdocio y por
la realeza. El sistema teocrático atribuía su puesto al Estado en la organización de la
sociedad y ofreció un criterio para determinar la naturaleza del Estado considerado como
organismo.
Si por un lado se concebía a Dios como un intelecto, para el cual sólo existe lo eterno y
universal, y por otro se lo concebía como voluntad que requiere modificaciones para llegar
a un fin. Para el cristianismo, Dios es histórico, y toda vez que la metafísica medieval
quiere unir el sistema griego de verdades eternas con el plan de Dios.

En la Edad Media hubo una conciencia histórica porque la sociedad medieval debía tener
una noción sujeta a cambios, para la visión cristiana, todo en la existencia de los
individuos y de las sociedades debía orientarse en vista de un fin supraterrestre “Dios es
el ser, no hay nadie que ÉL pueda llegar a ser, puesto que nada hay que ÉL no sea; de
modo que el cambio y la duración no existen para ÉL”. (Dujovne, L. 1958,pág.186).

El hombre recuerda el pasado y piensa en el por venir, concibe un orden del ser
intermedio entre la instantaneidad del ser de los cuerpos y la permanencia eterna de Dios;
los cristianos saben que el evangelio les había anunciado la entrada en un Reino, en una
sociedad de justos unidos por los vínculos de un común beatitud. La predicación de Cristo
se interpretó como la promesa de una vida social perfecta. La Ciudad de Dios se
construye a medida que el mundo dura, y el mundo no tiene siquiera más razón de durar
que la espera de su acabamiento.

El pensamiento griego había admitido la existencia de distintas sociedades humanas que


se desarrollan en ciclos de regreso eterno, San Agustín, enuncia la concepción de la
humanidad como un colectivo único, en marcha y progreso constantes hacía la perfección
a la que se acerca sin cesar.
Los cristianos conciebieron la posibilidad de ofrecer de la totalidad de la historia una
explicación inteligible, que diese cuenta del origen de la humanidad y le asignara un fin.
Porque admitía que una ley única, obra de Dios, regula todo el proceso, el cristiano
medieval creía en la posibilidad de conjeturar la relación de cada acontecimiento con esa
única ley que ordena todo.
Su filosofía de la historia incluía una historia de la filosofía que progresa de una a otra
generación, eran herederos en el orden del conocimiento natural, y si acogían el Antiguo
Testamento en el Nuevo, se sentían regidos por la economía providencial de la revelación.
Los pensadores cristianos “(…) no ven más que una Edad de luz, en que la sociedad,
cada vez más completamente a la Iglesia, así como la filosofía se hallará cada vez más
completamente en el seno de la Sabiduría cristiana”. (Dujovne, L. 1958, pág.188).
La ciudad será construía y restaurada tal como era en su principio, y también reinará la
paz; Dios sabe sabe cuánto tiempo durará esta paz”. La filosofía de la Edad Media
pensaba toda la historia tendiente hacia la tranquilidad de la república, porque Dios,
creador de los humanos que hacia ÉL culminan en el tiempo, es ÉL mismo paz: “Otorga a
Jesucristo un lugar central: es el centro absoluto de la historia del mundo y el único que
confiere sentido y fin a toda acción humana”. (Graf, F. 1990, pág. 31)

En los siglos IV y V después de Cristo se inició un proceso que en su desarrollo echó por
la borda dos nociones capitales de la historiografía grecolatina: “la idea optimista de la
naturaleza humana y la idea substancialista de entidades enteras subyacentes al proceso
del discurrir histórico”, el autor expresa en términos de Collingwood (2000): para el
cristianismo, los actos del hombre, incapaz de concebir claramente de antemano fines, se
caracterizan por una ceguera inherente a su misma condición humana. Por lo tanto, los
logros del hombre han de deberse a algo que está más allá del hombre”. (Dujovne, L.
1958 pág. 188).

Desde el punto de vista del historiador, el ser humano se conduce como si fuera el sabio
arquitecto de su propio destino, pero en verdad son la sabiduría y la Gracia de Dios
quienes hacen de sus deseos se encaminen hacia fines dignos. Según la doctrina
cristiana nada es eterno salvo Dios; el hombre es el agente de toda la historia y Dios es el
único agente histórico, porque sólo debido a la actividad de Su procedencia, las
operaciones de la voluntad humana conducen en cualquier momento a un resultado dado,
y no a un resultado diferente.

El hombre medieval posee una conciencia histórica peculiar porque piensa la historia
como una sucesión de edades, siendo la suya la última del proceso, el hombre medieval
se sabe distinto de los hombres de la Antigüedad porque es el redimido de Cristo. No hay
diferencia entre los hombres, hay diferencia en él por haber nacido después de la venida
del Salvador.
El hombre medieval piensa que la naturaleza es siempre la misma, pero también piensa
que hay accidentes históricos trascendentales que comunican a la vida un sentido
peculiar y distintivo. El medieval se concibe como el hombre a quien le toco vivir en la
postrera edad del mundo “ÉL es un hombre como cualquier otro, pero por el tiempo que le
toca vivir es un hombre redimido por Cristo”. (Dujovne, L. 1958 pág. 191).

Las edades, además de ser distintas son unas más excelentes que otras, y eso reza
particularmente para la última edad del mundo. Ella no sólo es distinta de las anteriores
porque la venida del Salvador equivale a una recreación del Universo, sino que es la Edad
más perfecta, la más excelente, la culminación de los tiempos.

“Los hechos contienen un mensaje, un secreto, son uno de ellos símbolo del pasado del
gran misterio del pasado de la historia” (Dujovne, L. 1958 pág. 191); la interpretación
simbólica del pasado concordante con la promesa del Cristo es para el medieval la única
verdad “(…) dentro de la verdad hay jerarquía, no todas las verdades tienen igual valor;
no todas las verdades merecen el nombre de tales. (Dujovne, L. 1958 pág. 191).

Para la mentalidad medieval no existe verdad histórica y las fuentes son de inspiración
sirviendo para proporcionar imágenes, episodios y personajes pasado sacados de la
articulación histórica. Para el cronista hay una gran verdad que ilumina, condiciona y
explica todo el proceso histórico.

El hombre medieval se concibe como la criatura privilegiada hecha a la semejanza de


Dios, se concibe como la clave para no errar el camino en la comprensión de la
conciencia histórica medieval. Hubo un sentido peculiar de la Historia en la Edad Media,
pero su fondo común hubo variaciones notables que se expresaron en algunas mentes
representativas.

El pensamiento antiguo había dejado al margen de su humanismo la fortuna, la divinidad,


lo inescrutable. La ciencia, la historia y las costumbres del último período de la Antigüedad
se llenaron de supersticiones, por lo que en lo intelectual ese periodo fue más bien inferior
a la nueva clase cristiana.
El surgimiento de la Historia Eclesiática, historia de la religión y de la iglesia representaba
las luchas y sus triunfos, de la luchas y de los triunfos de la verdad. Esa historia tiene un
valor espiritual, merced al cual aclara y juzga los hechos., el desenvolvimiento histórico se
produce por el progreso “(…) progreso que los historiadores antiguos no lograron captar
raros chispazos , y por ello caían en el pesimismo desconsolado, mientras el pesimismo
cristiano irradia esperanza”. (Dujovne, l. 1958, pág. 194).
En la Edad Media predominó una concepción de la Historia fundada en las premis-6+
as religiosas del Cristianismo, en ella el proceso histórico, único y universal presenta base
como encaminando a un desenlace trashistórico.

Concepción histórica de San Agustín -

En la obra de San Agustín aparece por primera vez un sistema en el cual su autor
presenta una historia de las ideas religiosas junto a un esquema de la historia de la
humanidad interpretada a la luz del cristianismo.

La historia espiritual de San Agustín es de sobresaliente interés; es hijo de padre pagano


y de madre fervorosamente cristiana, Aurelio Agustín, nacido en el año 354, en Numidia,
cerca de Cartago, tuvo desde joven una instrucción y una inquietud intelectual que lo
condujeron al problema filosófico. Después de enseñar un tiempo en Cartago retórica y
elocuencia y dedicarse a la filosofía y astrología marchó a Roma y luego a Milán. En Milán
encontró al obispo San Ambrosio que contribuyo a su conversión. Estudió a San Pablo y
a los neoplatónicos. Se bautizo, volvió a África. En Hipona fue ordenado sacerdote; se lo
consagro obispo de la ciudad y murió en el año 430.

En el pensamiento de San Agustín cabe distinguir dos aspectos: una concepción


especulativa y una teoría básica para un esquema del desarrollo de la historia hasta su
tiempo y de las perspectivas de ella en el futuro. San Agustín conocía el pensamiento de
los filósofos neo-platónicos y a través de ellos actuó en él la influencia del platonismo.

Para Platón había un contraste radical entre el orden perfecto de lo eterno y el orden de
lo cambiante, de lo que cae bajo la experiencia sensible del hombre; entre las ideas que
son la verdadera realidad y el mundo de lo sensible que es su reflejo desmedrado.
En la Ciudad de Dios aparece una nueva idea sobre el contraste rotundo entre la realidad
perfecta y otra que es hostil. En San Agustín se trata de la misma contraposición con una
fundamental característica distintiva, para él la diversidad se plantea en el ámbito
dinámico del desarrollo de la Historia, a la vez terrena y celestial. Lo que en Platón solo
había sido una suerte de contraste entre la apariencia cambiante y una realidad estática e
inmóvil, se convierte en San Agustín en un combate generador del movimiento en la
Historia.

El Dios de San Agustín era distinto por diferentes razones del Dios de Platón, el Dios de
San Agustín creador, eterno, perfecto, participaba en el proceso de la historia, obra en
última instancia de la providencia divina.
La doctrina cristiana de San Agustín suscita el planteo de problemáticas las cuales se
manifiestan por la afirmación de San Agustín sobre las comunidades históricas que
transcurren a través del tiempo. El don que el interprete debe tener procede de Dios, pero
no posee este don hasta que no lo comparte con otros. Así el hombre cristiano debe ser
activo para ser un instrumento de la actividad de Dios. San Agustín sostiene que el
conocimiento verdadero no se logra por vía de argumentos sino que son dispensables
para evitar las formas de idiolatría. San Agustín con un método que no es el de la razón,
San Agustín elabora una concepción de la Historia.

Hubo un cambio esencial en la visión de la historia en el mundo occidental por obra del
cristianismo y de San Agustín, en dicho cambio, desempeñaron un papel importante la
idea de creación y el consiguiente rechazo de la tesis que afirma la circular repetición de
siempre.
El autor de la Ciudad de Dios, la idea de la novedad en el transcurrir el tiempo, la
aparición de lo inédito por obra de la creación. En el pensamiento griego había dos
nociones contrapuestas: la de lo eterno, inmutable, y la de lo mudable, sujeto a cambio.

San Agustín pensaba que el único eterno era Dios, y con Dios, eterno el mismo, tenía
relación con el proceso histórico; Para la concepción providencial de la historia era
indispensable la divinidad y era también indispensable la idea de creación. Los pueblos y
naciones han sido creados por Dios “Y Dios puede modificar aquello que creó, puede
reorientar su naturaleza hacia fines nuevos”. (Dujovne, L. 1958 págs. 203-204).
El autor de la Ciudad de Dios, puede Dios promover un desarrollo en el carácter de una
persona o de un pueblo ya creado, y este modo de pensar representa una novedad frente
a la filosofía platónica. El proceso histórico ocurría en la superficie de las cosas, borrosas
copias de unos modelos perfectos, de las ideas.

La historia para el pensamiento de Platón no era un proceso substancial, en el


pensamiento cristiano, la historia - por intervención de lo divino - adquiere un significado
esencial y no es una fantasmagoría para la mente del hombre.

Por obra de San Agustín, la Historia es afirmada y adquiere un sentido, para San Agustín
el proceso histórico es lineal pero ha de llegar a un término con los rasgos que lo
caracterizan, así la historia tiene un desenvolvimiento que culmina en un desenlace
trashistórico. Estamos viviendo en la era del “sexto día” pero no desconocemos su
duración “(…) el gran contenido del acontecer histórico lo constituye la originaria y aún no
concluida lucha entre la civitas Dei y la civitas terrena”. (Dujovne, 1958, pág. 204).

Se ha de reconocer que la Ciudad de Dios es el primer ensayo de una coherente filosofía


de la historia, tiene un valor histórico como polémica contra la concepción de la historia en
el mundo greco-romano.

No podía aceptar San Agustín que la Biblia contuviese ideas coincidentes con las de los
filósofos del siglo, a éstos le reprochaba por haber introducido “un circulo y revolución de
tiempos, con que dicen que unas mismas se han ido renovando y repitiendo siempre en el
mundo, sin cesar jamas; ya se hagan estos circuitos y revoluciones permaneciendo en su
mismo ser del mundo, el universo produzca siempre como nuevas unas mismas cosas,
las pasadas y las futuras.

El autor de la Ciudad de Dios creía que el alma camina de los infortunios a la


bienaventuranza para jamas volver a los infortunios, por eso mismo podía estar
persuadido de que ya en el tiempo se hace alguna cosa nueva que no tiene fin de tiempo.
Agustín pensaba que el origen de los dos reinos , el de Dios y el terrenal, se encuentra
por un lado en la diferencia de los ángeles y por otro lado, en la caída de Adán y la gracia
de Cristo: “Así que dos amores fundaron dos ciudades; a saber: la terrena, el amor propio
hasta llegar a menospreciar a Dios, y la celestial, el amor a Dios hasta llegar al desprecio
de si propio. La primera puso su gloria en si misma, y la segunda, en el Señor; porque la
una busca el honor y la gloria de los hombres, y la otra estima por suma gloria a Dios,
testigo de su conciencia”. (Dujovne, 1958, pág. 206).

En esta ciudad ciudad no hay otra sabiduría humana sino la verdadera piedad y religión
con que rectamente se adora el verdadero Dios, esperando por medio de la amable
compañía de los santos, que sea Dios todo en todos”.

Al describirlas, San Agustín, emplea rasgos que pertenecen a la iglesia cristiana y al


imperio romano, el hecho de que se las presente en una relación de contraste te reciproco
puede sugerir la idea de que San Agustín es adversario del del Estado en general y en
particular del Estado por antonomasia en su tiempo: Roma.

San Agustín se ocupa del principio de las dos ciudades entre los ángeles, llama Ciudad
de Dios a aquella que fue una ciudad con la prerrogativa en la autoridad divina, las dos
ciudades son radicalmente distintas entre sí; no están simbolizadas por la iglesia y el
Estado y se encuentran entre sí mezcladas.

Para él, los comienzos terrenales de las historias de los dos reinos están en el Paraíso y
en el pecado original, respectivamente. Abel y Caín son los primeros representantes de
las dos “Ciudades” y en la Torre de Babel aparece bien definida la ciudad de los ateos “La
historia propiamente dicha del reino de Dios desde Abraham se desarrolla luego
lógicamente como historia de la Promesa y del Cumplimiento, siendo las grandes
personalidades y figuras del Antiguo Testamento como sobras de la realización en Cristo
del reino de Dios”. ((Dujovne, 1958, pág. 209).
San Agustín se refiere a la historia helénica y a la romana, destaca la grandeza de Grecia
en la filosofía y la literatura, se ocupo además de sostener que, Dios confirió el imperio a
Roma para el apaciguamiento de los pueblos y por sus propias virtudes. Dichas virtudes,
podían servir de ejemplo a los cristianos, ya que, los intereses romanos privados estaban
subordinados.
Los conceptos de ciudad diabólica y divina le sirven como una doctrina que permite
interpretar la historia profana, especialmente la del imperio romano, con rasgos
pertenecientes a la ciudad terrena. San Agustín pensaba sobre el drama de la historia, lo
concebía como un conflicto entre el bien y el mal, el reino terrenal y el reino celestial.
La iglesia no es para San Agustín lo divino puro y simple y el Estado en sí mismo no es el
mal absoluto. El estado es un ordenamiento de la vida humana querido por Dios, en
ocasiones, es el reflejo de una potencia enemiga de la divinidad. Por su parte, la iglesia
es el orden moral universal, es una fundación de Dios pero no netamente divina.

A San Agustín le interesó el problema de la periodización y de la duración de la historia:

1. Desde Adán hasta el diluvio.

2. Desde el diluvio hasta Abraham.

3. Desde Abraham hasta David.

4. Desde David hasta el cautiverio de Babilonia.

5. Desde el cautiverio de Babilonia hasta Cristo.

6. Desde el advenimiento de Cristo hasta la segunda venida de Cristo.

San Agustín concibe la historia desde desde un punto teológico y en forma simbólica: “En
este juego de contradicciones con que está tejida la historia se halla el antecedente del
séptimo siglo o de la séptima era. Después de ésta como en el séptimo día, descansará
Dios, cuando al mismo séptimo día, que seremos nosotros, le hará Dios descansar en si
mismo (…) esta séptima será nuestro Sábado cuyo fin y término no será la noche, sino el
día del Domingo del Señor, como el octavo entero que está consagrado a la resurrección
de Cristo significándolos el descanso eterno, no sólo del alma sino también del cuerpo.
(Dujovne, L. 1958, pág. 211).

La Ciudad de Dios pone de manifiesto un esfuerzo sin precedentes de sistématización de


ideas sobre el desarrollo de la vida de la humanidad y su sentido.
Bibliografía -
 Collingwood, R.G. (2000). Idea de la Historia. México. Fondo de Cultura
Económica.

 Dujovne, L. (1958). La filosofía de la Historia en la Antiguedad y en la Edad


Media.Galatea-Nueva Visión.

 Graf, F. (1990). Entre la fe y la historia. El correo de la Unesco.

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