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El Plan Marshall

El Plan Marshall proporcionó mercancías más que dinero, con lo cual gran
parte de la ayuda beneficiaba a la economía estadounidense. Pero su
impacto sería determinante. Con máquinas de cadena de montaje se
reconstruyó la Fiat y se impulsó la economía italiana. Las mulas de Missouri
revitalizaron la agricultura griega. Casi tres cuartas partes de los puertos
franceses, destruidos durante la guerra, se reconstruyeron en dos años. Al
cabo de un año, los ingresos en Europa superaban los niveles de antes de
la guerra en un 20 por 100 y el racionamiento empezaba a desaparecer.
El impacto político también fue radical. A Francia se le explicó que no habría
más ayuda a menos que solucionase el descontento obrero de inspiración
comunista. La opinión pública, muy contraria a los sabotajes ferroviarios, se
volvió contra el comunismo y las huelgas se acabaron. En Italia iban a
celebrarse unas elecciones que podrían dar el triunfo a los comunistas,
Estados Unidos dejó bien claro que no habría más ayuda si eso ocurría. La
CIA creó en secreto partidos anticomunistas e impulsó la propaganda
contraria al comunismo. A los italianos que vivían en Estados Unidos se les
animó a escribir a sus familias, pidiendo que no votasen a los comunistas.
Todo esto dio un vuelco a las elecciones.
En realidad, el Plan Marshall contribuyó a establecer las líneas de batalla de
la Guerra Fría en Europa. Los países europeos que aceptaron la ayuda se
comprometieron claramente con el Occidente capitalista. En el este, los
soviéticos respondieron con contundencia, calificando el Plan Marshall de
trama imperialista con la que Estados Unidos aspiraba a dominar Europa.
(…) En 1949 nació el COMECON (Consejo de Ayuda Económica), versión
soviética del Plan Marshall, aunque actuaba de forma más directa en
beneficio de la Unión Soviética. Europa comenzó a distanciarse tanto
económica como políticamente. En Alemania, la recuperación impuso la
reforma monetaria en el oeste y se excluyó de ella a la Unión Soviética. La
división de Alemania era completa. Pero quedaba otra anomalía que se iba
a convertir en uno de los potenciales puntos álgidos de la Guerra Fría: la
continuación de la ocupación de Berlín.

Swift, J. (2008). Atlas histórico de la Guerra Fría. Madrid: Akal


El Plan Marshall
El Plan Marshall proporcionó mercancías más que dinero, con lo cual gran
parte de la ayuda beneficiaba a la economía estadounidense. Pero su
impacto sería determinante. Con máquinas de cadena de montaje se
reconstruyó la Fiat y se impulsó la economía italiana. Las mulas de Missouri
revitalizaron la agricultura griega. Casi tres cuartas partes de los puertos
franceses, destruidos durante la guerra, se reconstruyeron en dos años. Al
cabo de un año, los ingresos en Europa superaban los niveles de antes de
la guerra en un 20 por 100 y el racionamiento empezaba a desaparecer.
El impacto político también fue radical. A Francia se le explicó que no habría
más ayuda a menos que solucionase el descontento obrero de inspiración
comunista. La opinión pública, muy contraria a los sabotajes ferroviarios, se
volvió contra el comunismo y las huelgas se acabaron. En Italia iban a
celebrarse unas elecciones que podrían dar el triunfo a los comunistas,
Estados Unidos dejó bien claro que no habría más ayuda si eso ocurría. La
CIA creó en secreto partidos anticomunistas e impulsó la propaganda
contraria al comunismo. A los italianos que vivían en Estados Unidos se les
animó a escribir a sus familias, pidiendo que no votasen a los comunistas.
Todo esto dio un vuelco a las elecciones.
En realidad, el Plan Marshall contribuyó a establecer las líneas de batalla de
la Guerra Fría en Europa. Los países europeos que aceptaron la ayuda se
comprometieron claramente con el Occidente capitalista. En el este, los
soviéticos respondieron con contundencia, calificando el Plan Marshall de
trama imperialista con la que Estados Unidos aspiraba a dominar Europa.
(…) En 1949 nació el COMECON (Consejo de Ayuda Económica), versión
soviética del Plan Marshall, aunque actuaba de forma más directa en
beneficio de la Unión Soviética. Europa comenzó a distanciarse tanto
económica como políticamente. En Alemania, la recuperación impuso la
reforma monetaria en el oeste y se excluyó de ella a la Unión Soviética. La
división de Alemania era completa. Pero quedaba otra anomalía que se iba
a convertir en uno de los potenciales puntos álgidos de la Guerra Fría: la
continuación de la ocupación de Berlín.

Swift, J. (2008). Atlas histórico de la Guerra Fría. Madrid: Akal

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