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EFE/Friso Gentsch
Entre las circunstancias bajo las que se produce este fenómeno, el doctor García-Borreguero
sostiene que puede ocurrir como un síntoma aislado o en el contexto y/o acompañado de otros
síntomas.
Uno de los síntomas que frecuentemente acompaña a la parálisis del sueño son las alucinaciones
hipnagógicas (alucionaciones auditivas, visuales y/o táctiles). Las más comunes son las de tipo
sensitivo (cenestésicas) y visuales, mientras que las auditivas son las más infrecuentes.
No obstante, el doctor matiza que “se las llama alucinaciones pero en realidad son
pseudoalucinaciones”, pues la persona que las padece sabe de manera fehaciente que lo que
siente, ve o escucha no es real.
Por ello, aunque este tipo de pseudoalucinaciones puedan estar detrás de supuestas experiencias
paranormales, quien sufre parálisis del sueño “raramente les da credibilidad” y lo más probable es
que detrás de estos sucesos “haya cuadros psiquiátricos o esquizofrénicos“, argumenta el doctor.
1. Asociado a otra patología: La parálisis del sueño puede ser síntoma de otra enfermedad.
La más frecuente es la narcolepsia, una enfermedad por la que se tienen dificultades para
mantenerse despierto durante el día. Estos pacientes presentan de manera muy frecuente ataques
de cataplejia (paralización muscular), parálisis del sueño y alucinaciones hipnagógicas.
2. Causa aislada relacionada a privación del sueño severa: En segundo lugar, la parálisis del
sueño afecta a sujetos sanos que se encuentran sometidos a privación del sueño severa.
3. Causa de tipo familiar: La causa de tipo hereditario es la menos frecuente. Se produce cuando
hay varios miembros de la familia que padecen parálisis del sueño como síntoma único.
Para proceder a su diagnóstico, en primer lugar habrá que descartar que el paciente sufra
narcolepsia. Seguidamente, se hará una investigación sobre cuánto duerme o cuánto necesita
dormir el paciente y, en su caso, determinar si hay déficit de sueño.
Si estas dos circunstancias no se producen habrá que pensar si hay más casos en la familia y se
presenta, por tanto, como síntoma único.
Por tanto, si la parálisis del sueño aparece como síntoma aislado no tiene mayor importancia y no
suele ser necesario tratarlo. En caso de que persista durante más de tres o cuatro semanas
seguidas o de que produzca una pérdida de calidad de vida y no permita conciliar bien el sueño,
habrá que acudir al especialista ya que puede realizarse un tratamiento.
Visitantes caminan frente al cuadro ‘La pesadilla’ (1781) del artista suizo Johann Heinrich Fuessli. EFE/Alessandro Della Bella
Sobre los antidepresivos, señala el doctor que “son un arma de doble filo”. Estos pueden ser
fármacos para tratar la parálisis del sueño pero a la vez, la utilización de antidepresivos pueden dar
lugar a parálisis del sueño una vez se interrumpe el tratamiento.
“Existe una lista de medicamentos que pueden tener relevancia en este sentido, por ello,
deberíamos consultar al médico si la medicación que estamos tomando interfiere en este
trastorno”, advierte.
No obstante, la primera vez que ocurre “la persona suele asustarse y pensar que la ha dado
un ictus o un accidente isquémico transitorio”, reconoce. En caso de que la parálisis vaya
acompañada de alucinaciones hipnagógicas, el paciente “podrá pensar que se está volviendo
loco”.
En definitiva, es una situación que se vive con cierta angustia y en la que el paciente debe
mantener el control, ya que no corre ningún peligro y pasados unos segundos o minutos, la
parálisis cederá sin consecuencias.